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Conclusiones

La compensación es el trasfondo esencial, insuprimible, del intercambio mercantil. Lo fue desde


el inicio. La divergencia entre precio y valor, característica del funcionamiento de los mercados, no
modifica tal premisa puesto que, en última instancia, se busca intercambiar el físico reteniendo el
valor de él. Enunciado fácilmente observable en la circunstancia de que la producción es la fuente
de todo poder adquisitivo, puesto que se compra producción con producción. La fórmula vender
para comprar, que expresa el cambio de mercancías como proceso de dar y recibir, contiene tal
cualidad.

Ganar en el valor de uso, según Edgeworth, no lleva implícito un juego de suma cero respecto al
valor. Por esto la compensación, como norma, no puede reducirse a su aparente redescubrimiento
mediante las formas de compensación que hemos descrito. Lo cierto es que, bajo la expresión
lógica de vender para comprar con la mediación del dinero: (M-D-M), el dinero media la
compensación, pero al final de su función, el balance es (M-M).

Bajo este prisma, el crédito comercial surge, exclusivamente, por la imposibilidad, derivada de
los diferentes tiempos naturales de la producción social, de establecer la compensación del
intercambio inmediatamente. Aquí se rompe la premisa de simultaneidad temporal entre dar y
recibir y se estructura la necesidad de dar para recibir después. Basta imaginar los distintos
tiempos inherentes a la producción agrícola, por ejemplo, y suponer cambios dentro del mismo
sector para percibir la necesidad de una permuta sustentada en el crédito. Los encadenamientos
agroindustriales de la producción agrícola no cambian eso, transportan la diferencia temporal a la
actividad industrial.

Por esto podemos reformular la tesis inicial> Se compra con producción y se paga las deudas
con producción. La producción resulta ser la premisa de pago de todo crédito. El dinero no cambia
eso ya que él mismo expresa, como físico, a un sector de la producción, el minero; pero tampoco
lo modifica en su condición de moneda fiduciaria, respaldada ya no con una producción específica
sino con el conjunto de la capacidad productiva del país que la emite.

Así compensación y crédito se amalgaman como un retardo de la compensación exigido por las
diferencias temporales de la producción social y limitado a los montos de esta producción. El
momento de pago aparece cuando los tiempos se completan y la producción de mayor duración
temporal ya existe. Generalmente el crédito lo emite este productor, el deudor, y el acreedor es
todo productor cuyo proceso social de producción es naturalmente más corto.

Por esto no resulta extraño que la tesis de las ventajas comparativas, como expresión del ganar-
ganar en el intercambio entre países, excluye el concepto de deuda comercial. Su estructuración
no la supone ni necesita hacerlo. En ella se impone la tesis original: la producción es la única
fuente de poder adquisitivo y de capacidad de compra.

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Y las ventajas comparativas es, desde el principio, como propuesta teórica, un concepto de
compensación por niveles iguales de agregación de valor. Ricardo estructura su tesis usando 2
productos agroindustriales, no empleando uno agrícola frente a otro industrial. Y la premisa de
igualación por la agregación de valor presupone una menor divergencia respecto a la retención de
valores, en Ricardo, el valor del vino y de las telas. La ganancia comercial proviene de ello.

La deuda comercial, en este contexto, sólo aparece cuando la premisa de las ventajas
comparativas se aleja del nexo comercial entre productos de iguales niveles de agregación de
valor, cuando, ejemplificamos, se cambia cacao por bombones de chocolate, cuando ellas son
estructuradas como intercambio con deuda comercial.

Este es un presupuesto olvidado, pero aún así, el pago de las deudas no rompe la regla de que
la producción es la base de toda capacidad de compra y pagos. Las deudas comerciales deben
existir, pero no pueden alcanzar dimensiones infinitas. Ellas presuponen organizar la producción
que servirá para cancelarlas. No olvidar esto es fundamental. En el cambio mercantil el
presupuesto de las diferencias temporales de la producción social, respecto a la mercancía de
menor tiempo natural de producción, es que su entrega se paga con la producción de la mercancía
de mayor tiempo natural de producción, esto es, con producción futura. Así la deuda comercial y
la producción futura convergen como parte natural de la organización del intercambio mercantil.

Lo que ocurre en Grecia, por caso, es la expresión de este desbalance temporal entre dar y
recibir y en el que se apura un pago que no ha sido organizado con producción futura, se impulsa
un pago sí, pagar sin exportar, toda una ruptura de las reglas básicas de la producción mercantil.

Ahora bien, todo el desarrollo teórico acerca del comercio internacional no cuestiona la tesis
de las ventajas comparativas, que no son estáticas y sí dinámicas, el capitalismo lo es y ella lo
refleja. No hay teoría que la sustituya, aunque sí la complementan. Esto tiene sentido en tanto que
Ricardo se fijó en el elemento final del intercambio, (M-M), y en consecuencia dejó de lado
muchas cuestiones referidas a la organización empresarial y a las políticas de Estado que los
nuevos estudios si consideraron. Inclusive las ventajas competitivas de Porter, que parecen
sepultar las tesis ricardianas, no se refieren a ellas sino que apuntan a la capacidad para entrar a
los mercados. Las Ventajas comparativas están referidas a producciones que ya participan en las
relaciones de intercambio como sostén de los nexos productivos entre naciones. En todo caso
considero que emerge una consideración teórica global cuyo epicentro es Ricardo con su tesis de
las ventajas comparativas.

En definitiva lo que predomina es una tesis de las ventajas comparativas asociadas a la deuda
comercial, del tipo, chocolate por bombones de chocolate, producto agrícola por producto
industrial, producto de las minas por producto industrial. Es este patrón el que exige deudas
comerciales que se vuelven naturalmente impagables y que exigen, desde el plano productivo, una
reconsideración de la tesis de Ricardo en el sentido de reconocer que apunta a niveles de
agregación de valor iguales, esto es, finalmente a intercambios sin deuda comercial.

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El neoliberalismo se estructura en la tesis de las ventajas comparativas asociada a las deudas
comerciales. Y, por lo mismo, la propuesta aquí bosquejada es recuperar, para el mercado y
comercio mundial, la visión Ricardiana de la tesis de las ventajas comparativas con exclusión de las
deudas comerciales. La situación entre Ecuador y Brasil no es otra cosa que la expresión concreta
utilizada para llegar a esta formulación general aplicable, en suma, a toda nación con superávit de
importaciones, estructuralmente ligada a naciones con superávit de exportaciones. Las opiniones
recabadas en el método Delphi aplicado no cuestionan esta premisa, aunque se observa que la
mayor demanda está referida a esclarecer más las producciones que formen la compensación
como sustento de pago de las deudas comerciales.

Aquí este modelo de compensación tiene las siguientes determinaciones.

En primer lugar, excluye toda compensación que aumente exportaciones por una mayor
diversificación exportadora de la producción agrícola que compense el superávit de importaciones
de mercancías industrializadas. Lo alejamos porque esta posibilidad es contraria a la propuesta de
las ventajas comparativas, no referidas en Ricardo a esta manera de intercambiar entre naciones.

En segundo lugar, planteamos el uso de los swaps para equilibrar balanzas comerciales. Esto
referido, en primer término, a los intercambios del tipo: producto agrícola por producto agrícola y
producto industrial por producto industrial, para fijar sus precios y reducir la volatilidad de los
mismos, sobre todo en el primer tipo de intercambio; en segundo término, aplicable a los
intercambios del tipo de producto agrícola por producto industrial con el fin de proteger la
participación del producto agrícola en la división de los ingresos de la cadena productiva que lo
transforma en producto agro-industrial, pesquero-industrial y minero-industrial, para extirpar la
volatilidad de los precios y, en tercer término, utilizarlos en los intercambios con iguales niveles de
agregación de valor y referido a toda materia prima que se vende industrializada en el producto
final.

Y, en tercer lugar, como los Swaps aplicables a las balanzas comerciales, aunque reduzcan la
volatilidad de los precios de las exportaciones e incidan en la variación de los montos de las
deudas comerciales, no las eliminan, proponemos la creación de una institucionalidad que de
nacimiento al concepto de Inversión con doble nacionalidad con el propósito y estructuración
definida en esta tesis y como responsabilidad especial del país con superávit de exportaciones.
Aquí Inversiones desde Brasil, país con superávit de exportaciones con respecto a Ecuador, para
formar mercancías de exportación a Brasil con el cual cubrir el superávit de importaciones de
Ecuador. Así este tipo de inversión satisface la intención del inversionista: producir para acumular,
la del Ecuador: pagar con producción y la de Brasil, cobrar las deudas con producción.

Así se formarían mercados auto-sostenidos y varios elementos de política económica se


volverían obsoletos, entre ellos, las devaluaciones monetarias.

Se trata de que la inversión con doble nacionalidad cumpla la función de equilibrar la balanza
comercial del país con superávit de importaciones y, en este sentido, se nacionaliza y, en

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consecuencia, no está en su perspectiva retornar al país de origen y que exhiba un superávit de
exportaciones. No tiene la definición de deuda comercial sino de inversión productiva.

Swaps de Balanza comercial e Inversiones caracterizadas como de doble nacionalidad son parte
de una lógica que, en conjunto, excluye el concepto de deuda comercial a interés, algo que la
humanidad requiere para alejarse del neoliberalismo y que está lejos de ser extinguido con la
actual caracterización de las relaciones comerciales entre las naciones.

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