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La postura a favor del uso de plaguicidas, pero con medidas e implementos adecuados, aboga por la

implementación de prácticas de agricultura sostenible. Esta postura reconoce la necesidad de


proteger la seguridad alimentaria y la economía agrícola, pero subraya la importancia de hacerlo de
manera responsable. La adopción de técnicas de agricultura sostenible, como la rotación de cultivos,
el manejo integrado de plagas y el uso de productos orgánicos, puede reducir la dependencia de
plaguicidas químicos, minimizando así los impactos negativos en los aspectos sociales, económicos y
políticos.

En conclusión, el uso de plaguicidas en la producción de alimentos impacta profundamente en los


aspectos sociales, económicos y políticos. La búsqueda de un equilibrio sostenible implica abordar
estos aspectos de manera integral, reconociendo la complejidad de la problemática y promoviendo
prácticas agrícolas que protejan la salud, el medio ambiente y la economía a largo plazo. La
implementación de medidas específicas, respaldadas por regulaciones efectivas y la participación
activa de la sociedad, es esencial para lograr un equilibrio que beneficie a todos los involucrados.

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