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Só focles. Su tema gira en torno al ciclo troyano, es decir, la guerra de Troya y sus
consecuencias. El primer elemento compositivo propio de la época clá sica es el
choque entre el hombre y el destino marcado por los dioses y revelado por los
orá culos. Los esfuerzos de los humanos, simples muñ ecos, son inú tiles ante la
inapelabilidad de las divinidades, por otro lado, tan caprichosas e incoherentes
como los propios hombres.
El poder de los sentimientos es enorme. En esta tragedia, el principal es el de la
venganza. Clitemnestra mató a su marido Agamenó n para vengar el sacrificio que
éste hizo de su hija Ifigenia para favorecer la voluntad de los dioses. Electra y
Orestes matan a Clitemnestra y Egisto para vengar la muerte de Agamenó n. Es casi
como un suma y sigue difícil de detener porque los hombres de ideas claras y
sentimientos firmes no ceden ante la violencia o el temor.
Estamos ante una tragedia griega, lo que implica: presencia de personajes nobles
esforzá ndose por sus objetivos (muchas veces, generosos y altruistas), pero en
abierto choque con el destino o voluntad de los dioses; acció n dramá tica densa,
grave y sangrienta, con un final mortal (la del hombre que má s luchó por sus
objetivos); estilo literario elevado, solemne y dialécticamente eficaz; y, finalmente,
la concentració n de la sustancia dramá tica en un lugar, un día y una acció n
determinada. Asimismo, significa que la catarsis es un efecto importante que la
obra debe provocar en el espectador. Este, asombrado o sobrecogido ante el
espectá culo sangriento que ve en escena, debe analizar, reflexionar y purificar sus
sentimientos y pensamientos. En una palabra, debe salir del teatro humanamente
má s avisado y moralmente má s completo e íntegro a como entró .
La maestría y habilidad teatrales de Só focles es tal que enhebra la acció n sin
descanso, con una ló gica y un ritmo siempre sostenidos y crecientes. El lector se ve
atrapado en este torbellino de pasiones fuertes y ya no puede abandonarlo. El final
es amargo y sangriento, con unas dosis de melancolía y tristeza bien evidentes.
Para este final, ¿era necesario tanto enfrentamiento, lucha y sangre? Como siempre
en la tragedia clá sica, el autor hace una llamada a la reflexió n, a la prudencia y a la
necesidad de sopesar nuestras intenciones antes de actuar.