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La situación de la historiografía nos presenta la interrogación sobre lo real entre dos posiciones muy
diferentes en proceso científico, lo real como conocido (lo que el historiador estudia comprende o
“resucita” en una sociedad pasada) y lo real como implicado por la operación científica (la sociedad
actual a la que se refieren la problemática del historiador, sus procedimientos, sus modos de
comprensión y finalmente la práctica del sentido), por una parte lo real es el resultado del análisis y
por otra es su postulado. La ciencia histórica se apoya precisamente en su relación mutua. Su
objetivo propio es el desarrollo de esta relación en un discurso.
La verdad de la historia está en su “estado intermedio” impuesto por una obra incapaz de crear un
objeto del estudio, fragmentado por sondeos metodológicos heterogéneos, encuentra su unidad en la
operación dónde se combinan sin cesar las acciones del autor y las resistencias de su material.
Si la historiografía puede recurrir en los procedimientos semiológicos para renovar sus prácticas, ella
misma se les ofrece como un objeto, en cuanto constituye un relato o un discurso propio.
Gracias a las relaciones entre hechos, o la elevación de ellos al valor de síntomas por una época
entera, o a la lección que organiza el discurso entero. Hay en cada historia proceso de resignificación
que tiende siempre a “completar” el sentido de la historia. La historia no es una crítica
epistemológica, siempre quedará como un relato. Si la narración de los hechos toma mal apariencia
de una ficción propia de cierto tipo de discurso no tendríamos derecho a concluir que la referencia a
lo real comienza a desvanecerse. Más bien la referencia sé ha desplazado, ya no se nos da
inmediatamente con los objetos narrados o reconstruidos.
La práctica científica se apoya en una praxis social que no depende del conocimiento.
Él discursó histórico se vuelve explícita a una identidad social, no como dada o estable, sino como
diferenciada de una época anterior o de otra sociedad. Supone la ruptura que convierte en una
tradición en un objeto pasado, así como la historia.
El discurso tiene por definición el ser un decir que se apoya sobre lo que ya paso completamente;
hay propiamente un comienzo que supone un objeto perdido. El tipo de discurso está determinado
por el conjunto sociocultural.
Reflexión
El discurso en cada época le da una identidad, determinada por esta misma sociedad, que
proporciona una diferencia entre cada época, esto se debe a los diferentes puntos de vista.