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Bourdieu introdujo el concepto de "capital cultural" para explicar cómo ciertas formas de
conocimiento, habilidades y competencias adquiridas a través de la educación y la
socialización influyen en la posición de una persona en la estructura social. Argumentó que
aquellos con un mayor capital cultural tienen una ventaja significativa en el mercado de
vivienda, ya que pueden utilizar su conocimiento y habilidades para acceder a mejores
oportunidades.
Además del capital cultural, Bourdieu destacó el papel del "capital económico" en el mercado
de vivienda. Aquellos con mayores recursos económicos pueden invertir en propiedades y
acceder a mejores condiciones de vivienda. Esto crea una dinámica en la que los individuos
con más capital económico tienen la capacidad de acumular aún más capital, mientras que
aquellos con menos recursos se ven atrapados en un círculo de desventaja.
Además de estos tres tipos de capital, Bourdieu también señaló la influencia del "capital
simbólico". Este se refiere al prestigio y reconocimiento social asociado con ciertos tipos de
vivienda. Algunas áreas o tipos de vivienda pueden estar asociados con un estatus social más
alto, lo que hace que sean más deseables y valoradas en el mercado. Aquellos que pueden
permitirse vivir en estas áreas obtienen no solo beneficios materiales, sino también un capital
simbólico que refuerza su posición en la jerarquía social.
En resumen, Pierre Bourdieu nos enseñó que el mercado de vivienda está estrechamente
relacionado con la estructura social y económica. No solo se trata de cuestiones de dinero, sino
también de factores culturales, sociales y simbólicos. El nivel de educación, las redes de
contacto, el estatus social y el prestigio influyen en la capacidad de las personas para acceder a
viviendas de calidad. Estas desigualdades se mantienen a lo largo del tiempo, reproduciendo
las diferencias entre las clases sociales. Es importante tomar conciencia de estas desigualdades
y buscar formas más equitativas de abordar el acceso a la vivienda.