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Seleccionamos dos canciones latinoamericanas para trabajar sobre la unidad de

discursos sociales. En este caso, nos aseguramos de que tales canciones denoten
las formas de apropiación del cuerpo y mente de la mujer construidas e impuestas a
través de las letras y poesía musical.
Las cantinelas en cuestión son “Azúcar pimienta y sal”, de Jorge Falcón y “Se dice de
mí”, de Tita Merello.

El tango nace en Argentina a finales del siglo diecinueve; años en los que la mujer no
tenía ni voz ni voto ni social ni políticamente.
El tango nace en los prostíbulos, burdeles concurridos por enorme cantidad de
hombres que para ese entonces arribaban solos al país. Los hombres eran muchos
y las prostitutas muy pocas. Así es que se hacían filas larguísimas de varones en la
búsqueda de satisfacer sus necesidades, y, es en estas filas, que para no aburrirse,
llegaron los músicos y comenzaron a bailar entre ellos, surgiendo así el tango, en un
prostíbulo y bailado solamente por hombres.

Estas canciones estuvieron dotadas desde un inicio de letras que de una manera u
otra, por más lindas que sonaran al oído, hacían alusión a la mujer de manera
totalmente despectiva, y que le adjudicaba a la misma dos roles: la mujer de casa,
madre, mujer de hogar, o mujer amante, prostituta, abandónica, ramera.

La primera canción que elegimos fue “Azucar, Pimienta y Sal” de Hector Varela. En
esta canción Hector habla de una mujer a la que alega querer mucho aunque sea
“así”. Se refiere a ella como una mujer simple, como una mujer rebelde y difícil y
diferente, y aunque se refiere a todo esto de manera cuestionable, mantiene firme el
hecho de que la quiere, y se da a entender que esta mujer, por ser así como era, en
otras manos podría haber sido mucho más destratada.
Sin embargo, más allá de eso, tiene frases con una connotación totalmente
ridiculizadora en la que se refiere a ella como hueca, volada o traspasable

“La quiero así,


con su cabecita hueca.
La quiero así,
con sus sueños de papel.
Y aunque siempre esta en la luna,
no la cambio por ninguna”

Como mencionamos, tenemos una segunda canción, obra interpretada por Tita
Merello, que ya no busca imponer estas construcciones rígidas que hablan y
determinan sobre la mujer, más bien, a modo de burla dicta una milonga que busca
responder a todos los estereotipos difundidos a través de otras canciones.
La permanencia de Tita en los teatros dependió principalmente de su fortaleza para
enfrentar las críticas y los golpes a través del humor. Tita se reconocía diferente a
las mujeres elegantes y delicadas del mundo artístico y a su vez se reía de lo que
algunos entendían como defectos. Usaba esos elementos distintivos para destacar
y hacerse ver. Se burlaba de quienes deseaban imponerle formas y conductas, pero
también de sí misma, y en "Se dice de mí" luce a la perfección esta característica
personalidad inconfundible suya.

“Los hombres de mí, critican la voz


El modo de andar, la pinta, eje, la tos
Critican si ya la línea perdí
Se fijan si voy, si vengo, o si fui”

En estas célebres frases, Tita expone los deseos ideológicos del hombre, quien
pensaba en la mujer como una criatura frágil y delicada, sin rudeza ni presencia. En
cambio, ella con su paso feroz y diferenciado timbre de voz fuerte, se hacía paso
entre las mujeres que se minimizaban para someterse al grupo masculino que exigía
estas características de mujer silenciosa que no se quejaba cuando la llamaban
hueca.
Elegimos esta canción porque fue una milonga revolucionaria para aquellos tiempos
dentro del tango, de a poco fue inspirando a mujeres a ser tan rudas como quisieran,
adelantándose al feminismo musical de la época, formando personas que dejarían
de oprimirse y cambiarse para encajar en un deseo de componente sexual
masculino.

“Y ocultan de mí
Ocultan que yo tengo unos ojos soñadores”

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