Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
COMISION A
Profesor: Juan Carlos Storniolo
UNIDAD UNO
Objetivos Específicos:
1.- Conocer el objeto del Derecho Penal.
2.- Conocer, interpretar y aplicar los principios con jerarquía
constitucional aplicables en el Derecho Penal.
Contenido
UNIDAD UNO
1º) DERECHO PENAL. 1.1) DENOMINACION. 1.2) CONTENIDO. 1.3)
NATURALEZA JURIDICA. 1.4) DERECHO PENAL OBJETIVO Y SUBJETIVO. 1.5)
DERECHO PENAL MATERIAL Y FORMAL.
2º) DERECHO PENAL SUSTANTIVO: DEFINICIONES. CARACTERES: ANALISIS.
3º) LOS DESTINATARIOS DE LAS NORMAS PENALES-ELEMENTOS.
4º) RAMAS DEL DERECHO PENAL SUSTANTIVO.
5º) CONCEPCIONES DEL DERECHO PENAL: DE ACTO Y DE AUTOR. DE
CULPABILIDAD Y PELIGROSIDAD.
6º) DERECHO PENAL Y CONSTITUCION. LOS PRINCIPIOS PENALES DE
LEGALIDAD- RESERVA- ÚLTIMA RATIO, PROPORCIONALIDAD, LESIVIDAD,
CULPABILIDAD, NON BIS IN IDEM, PERSONALIDAD DE LA PENA,
RESOCIALIZACION, PRINCIPIO PRO HOMINE. ANALISIS Y CONSECUENCIAS.
PROHIBICION DE LA PENA DE MUERTE.
Algunos autores llegan incluso a hablar de los códigos penales como una
suerte de “constituciones en negativo”. Este hecho se ha traducido en un
elevado grado de formalización del subsistema de control social que es
el Derecho penal.
Por las mismas razones también la Ciencia del Derecho penal
se ha esforzado por abstraer las garantías y elementos imprescindibles
para determinar la responsabilidad penal de los ciudadanos y establecer
cómo deben influir en la concreción de las consecuencias jurídicas del
delito. El primer paso de este esfuerzo analítico es el de distinguir entre la
Parte general y la Parte especial del Derecho penal.
Según la doctrina más actualizada, entre ellos, Zaffaroni nos
enseña que con la expresión derecho penal se “designan, conjunta o
separadamente, dos entidades diferentes:
1.2) CONTENIDO:
1
Los derechos expectaticios son derechos latentes, aún no perfeccionados, basados en la esperanza o
posibilidad de conseguir un beneficio a recibirse en lo sucesivo, los cuales podrían devenir en derechos
amparados jurídicamente o efectivos en el futuro
Sintetizando:
bien que una especie particular de leyes, son la sanción de todas las
otras”.
Pero es propicio aclarar que por “naturaleza sancionadora”
no debemos entender que esta disciplina sea posterior, temporalmente
hablando, al resto del ordenamiento jurídico, sino que al decir de
Guillermo Fierro (actualizando la obra de Sebastián Soler): “quiere
únicamente significar que la sanción presupone sistemáticamente la
existencia de un principio positivo, lógicamente anterior a la Ley penal.
Lo que hace que una ilicitud sea del derecho penal no es
una característica jurídica sustancial, específica de esa ilicitud, sino el
carácter peculiar de la sanción penal, que la distingue de todas las otras
consecuencias jurídicas del acto ilícito”.
Respecto a la significación dada a los términos sancionador
y constitutivo, podemos decir que aquél importa únicamente penalizar
conductas contrarias a derecho, pero en modo alguno coadyuvar a dar
origen a la antijuridicidad. Lo que sí ocurriría en caso de predominar el
carácter constitutivo en el derecho penal. Carácter éste que atribuyó al
derecho penal Beling al expresar la “soberanía” del derecho penal, en su
labor de construcción de sus tipos.
Consideramos que esta interpretación es inconveniente, por
cuando el tipo penal es una mera descripción, una figura, un simple
esquema de una conducta humana.
Como bien asegura Guillermo Fierro en la obra ya citada: “La
prohibición penal es la culminación y no el comienzo de la ilicitud”.
En definitiva, el derecho penal se limita a castigar acciones
que lesionan o dañan los bienes jurídicos que él está destinado a
proteger, pero que en modo alguno puede coadyuvar a dar origen a
estas acciones contrarias a derecho (antijuridicidad).
Por otra parte, estas conductas antijurídicas tampoco
pueden ser consideradas exclusivas de esta rama del derecho, sino que
han sido reconocidas probablemente antes, y son comunes en otras
disciplinas jurídicas. “Si por vía de hipótesis, imaginamos que se deroga
toda legislación penal, las conductas penadas seguirían siendo
contrarias a derecho; el homicidio no sería penado, pero por seguir
siendo antijurídico sería menester indemnizar a los familiares de la
víctima”.
No tiene por objeto esta ciencia la tutela de aquellos bienes
que las restantes ciencias jurídicas han dejado sin protección.
Por lo expuesto, estamos en condiciones de afirmar que el
carácter sancionador de esta disciplina radica en el empleo de
dispositivos jurídicos en pos de la tutela de bienes jurídicos, pero que
nunca podemos admitir que entrañe naturaleza constitutiva en cuanto
no es generadora de bienes jurídicos, éstos ya existen y surgen de la vida
misma.
En relación a la autonomía científica del derecho
penal decimos que es innegable. Cierta doctrina ha pretendido restarle
tal carácter con el pretexto de la “accesoriedad” que reviste la
2.3.1) Sintetizando
1.- Es un derecho público. El Estado es el único que puede fijar cuáles son
las conductas ilícitas, es decir, cuáles son las infracciones punibles. Luego,
es un derecho de tipo social que establece medidas para prevenir y
reprimir los delitos, sólo por el Estado en uso de la soberanía.
2.- Castiga las conductas externas. Luego, se dice que el derecho penal
es un derecho regulador de conductas externas. Entonces, se dice que
no se pena el hecho de pensar. Se castiga la conducta externa cuando
se transgrede la ley o el derecho. Para Carrara "con el pensar no se
puede delinquir”.
5.- El derecho penal a finalista. Tiene como fin velar por el respeto de la
norma. Para el bienestar común y por ser finalista es un derecho
destinado a corregir.
9.- Cumple una función de garantía; por que las figuras penales tutelan
los bienes jurídicos bajo la amenaza de sanción, y los silencios de la ley
garantizan la ausencia de significación penal en los hechos no previstos.
De ese modo, el Estado advierte la existencia de la amenaza penal para
determinados hechos, y asegura la libertad para los no incluidos en los
tipos penales.
■ EL DELITO:
■ LA PENA:
■ MEDIDAS DE SEGURIDAD:
Lo criminal es una ciencia que viene a ayudar al derecho penal para una
mayor comprensión; hace contribuciones al derecho penal,
principalmente en la determinación y apreciación de la pena o medida
de seguridad.
Culpabilidad y peligrosidad.
2
CSJN Gramajo, Marcelo Eduardo s/ robo en grado de tentativa C causa N° 15 73 C de fecha
05/09/2006 ... Considerando 30) Que contra lo que esta Corte resolvió en el precedente "Sosa" (F all
os : 324:2153) , de lo expuesto en los considerandos anteriores, se concluye que dicha doctrina debe
ser abandonada, en tanto se ha establecido que: … a) La reclusión accesoria para multireincidentes del
art. 52 del Código Penal es una pena…. j) Es una clara manifestación de derecho penal de autor,
pues pretende penar por lo que la persona es y no por lo que ha hecho.
Peligrosidad3
3
CSJN Gramajo, Marcelo… considerando 22) Que la pretensión de que la pena del art. 52 no
es tal , sino una medida de seguridad fundada en la peligrosidad del agente , no es admisible
constitucionalmente: (a) en principio, no lo es porque la peligrosidad, considerada seriamente y con
base científica, nunca puede ser base racional para la privación de la libertad por tiempo indeterminado
; (b) tampoco lo es, porque la peligrosidad, tal como se la menciona corrientemente en el derecho
penal, ni siquiera tiene esta base científica, o sea, que es un juicio subjetivo de valor de carácter
arbitrario; (c) por último, no lo es, por que la pretendida presunción de peligrosidad confirma que en
el fondo se trata de una declaración de enemistad que excluye a la persona de su condición de tal y de
las garantías consiguientes. 23) Que la peligrosidad, referida a una persona, es un concepto basado
en un cálculo de probabilidades acerca del futuro comportamiento de ésta. Dicho cálculo, para
considerarse correctamente elaborado, debería basarse en datos estadísticos, o sea, en ley de grandes
números. En dicho caso, la previsión, llevada a cabo con método científico, y con ligeros errores,
resultaría verdadera: de un total de mil personas, por ejemplo, se observaría que, dadas ciertas
circunstancias, un porcentaje que designaremos arbitrariamente como la mitad para el ejemplo, se
comportaría de determinada manera, extremo que se habría verificado, empíricamente. Pero este
cálculo, que como se dijera sería válido desde el punto de vista científico, no permitiría establecer de
manera específica cuál es, del gr upo total, serían las quinientas personas que se comportarían de
tal forma y cuál es las restantes quinientas que lo harían de otra.
Párr 91. El artículo 132 del Código Penal guatemalteco tipifica el delito de
asesinato y establece como sanción aplicable al autor la privación de
libertad de 25 a 50 años o la pena de muerte (supra párr. 54.15).
Párr 92. Del penúltimo párrafo de ese precepto se desprende la
posibilidad de que el juez condene al imputado a una u otra pena con
base en el juicio de peligrosidad del agente, al indicar que la pena de
muerte será aplicada en lugar del máximo de prisión si “se revelare
una mayor particular peligrosidad del agente”, determinable ésta
según “las circunstancias del hecho y de la ocasión, la manera de
realizarlo y los móviles determinantes”. En tal virtud, la consideración de
peligrosidad constituye un elemento del que depende la aplicación de
la máxima pena.
4
Derecho penal del enemigo: La CSJN en el caso Gramajo ha dicho… que con el nombre de
peligrosidad y con el recurso a su pretendida presunción, la doctrina legitimante del art. 52 en realidad
ha venido encubriendo una pena que no es admisible en nuestro orden jurídico, por tener como base la
declaración de que un ser humano no merece ser tratado como persona y, por ende, resulta excluido
de las garantías que le corresponden a la pena. Recientemente se ha sincerado esta tesis, se la ha
llamado por su nombre y se la teorizó en la doctrina extranjera, con referencia al terrorismo, dando
lugar a múltiples críticas y amplia polémica (Günther Jakobs, La ciencia del derecho penal ante las
exigencias del presente, trad. de Teresa Manso Porto, en "Revista Peruana de Ciencias Penales", año VII
-VIII edición especial n 112, y especialmente en Bürgerstra frechtund Feinds trafrecht, en HRRS,
marzo de 2004, trad. castellana en Günther Jakobs/Manuel Cancio Meliá, Derecho Penal del
enemigo, Cuadernos Civi tas , Madrid, 2003. Entre las críticas : Albi n Eser, en
Eser/Hassemer/Burkhardt, La ciencia del derecho penal ante el nuevo milenio (Francisco Muñoz
Conde,co ord ina do r), Valencia, 2004, p. 472.
5
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre -1948-. La IX Conferencia
Internacional Americana, Considerando: Que los pueblos americanos han dignificado la persona
humana y que sus constituciones nacionales reconocen que las instituciones jurídicas y políticas, rectoras
de la vida en sociedad, tienen como fin principal la protección de los derechos esenciales del hombre y la
creación de circunstancias que le permitan progresar espiritual y materialmente y alcanzar la felicidad;
Que, en repetidas ocasiones, los Estados americanos han reconocido que los derechos esenciales del hombre
no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado sino que tienen como fundamento los atributos
de la persona humana;
La Declaración Universal de Derechos Humanos -1948-…. Considerando que la libertad, la justicia y
la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales
e inalienables de todos los miembros de la familia humana;
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos -1966- Preámbulo. Los Estados Partes en el presente
Pacto, Considerando que, conforme a los principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, la
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a
todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables, Reconociendo que
estos derechos se derivan de la dignidad inherente a la persona humana,
Convención Americana sobre Derechos humanos. (Pacto de San José) -1969- Preámbulo. Los Estados
Americanos signatarios de la presente Convención, Reafirmando su propósito de consolidar en este
Continente, dentro del cuadro de las instituciones democráticas, un régimen de libertad personal y de
justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del hombre; Reconociendo que los
derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen
como fundamento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una protección
7
Cfr. Hans Welzel, "Más allá del derecho natural y positivo", Ed. Córdoba, 1972.
8
Cfr. Claus Roxin, "Derecho Penal, Parte General", Civitas, Madrid, 1997. La cuestión de la Política
Criminal comienza desde el trabajo del autor alemán de los años setenta "Política Criminal y Sistema de
derecho penal", ha ubicarse en un lugar central del debate. De todo ello da cuenta la obra de Carlos
Mahiques, "Cuestiones de Política Criminal...", ya citada.
9
Sobre el tema puede consultarse la obra de Jesús Silva Sánchez, " Política Criminal y Persona Humana",
Ad-Hoc, Buenos Aires, 2000
10
16) Una introducción fundamental al problema puede encontrarse en la obra escrita en homenaje a Jakobs
a cargo del destacado jurista colombiano Eduardo Montealegre Lynett, "El funcionalismo en derecho
penal", Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003.
11
Cfr. Silva Sánchez, op. Cit. Por su parte, Mahiques analiza el tema desde los derechos humanos en el
capítulo XI de su obra "Cuestiones de Política Criminal....", op. Cit.
12
Cfr. Silva Sánchez, op. Cit. Ver igualmente, Guillermo Yacobucci, "El sentido....", cap.VII, ya citado.
13
Gustav Radbruch 1878-1949 jurista alemán asumió durante la mayor parte de su vida una postura
relativista, definiendo el relativismo como "el supuesto ideológico de la democracia". Sin embargo, después
de 1945 Radbruch experimenta una evolución moral en sus posiciones teóricas, como consecuencia de la
caída del régimen nazi, el develamiento de sus crímenes, y la necesidad de juzgar a los responsables del
holocausto. De esta forma Radbruch admite la posibilidad de un "Derecho supralegal" (übergesetzliches
Recht) o "naturaleza de las cosas" (Natur der Sache) que se impone sobre las leyes abiertamente injustas y
arbitrarias (gesetzliches Recht).
º PRINCIPIO DE LEGALIDAD14
Ley escrita se refiere a la fuente del conocimiento donde sólo la ley rige
no las costumbres ni la jurisprudencia como ya lo hemos adelantado. La
fuente de producción es el Congreso de la Nación Argentina
14
Corte IDH, Opinión Consultiva, OC 6/86, La expresión “leyes” en el artículo 30 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, del 9-5-86, párr. 22. (547) Ibídem, párr. 23. (548) Corte IDH, Caso
Kímel vs. Argentina, del 2-7-04, párr. 63 y todas sus citas. …”La ambigüedad en la formulación de
los tipos penales genera dudas y abre el campo al arbitrio de la autoridad, particularmente indeseable
cuando se trata de establecer la responsabilidad penal de los individuos y sancionarla con penas que
afectan severamente bienes fundamentales, como la vida o la libertad”
CSJN Romero Cacharane s/ Ejecución de la pena. -2003- en el dictamen del Procurador Fiscal se ha
dicho que "toda nuestra organización política y civil reposa en la ley. Los derechos y obligaciones
de los habitantes así como las penas de cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de sanciones
legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley
que las establezca" (Fallos: 191:245 y su cita). No existen razones aceptables para considerar que
esta definición del principio de legalidad no abarca también la etapa de ejecución de la pena.
º PRINCIPIO DE RESERVA15
15
CSJN Gramajo, Marcelo Eduardo s/ robo en grado de tentativa causa N° 1573C. Fallos: 329:3680
Considerando 18) Que resulta por demás claro que la Constitución Nacional, principalmente en razón
del principio de reserva y de la garantía de autonomía moral de la persona consagrados en el art. 19, no
permite que se imponga una pena a ningún habitante en razón de lo que la persona es, sino únicamente
como consecuencia de aquello que dicha persona haya cometido. De modo tal que el fundamento de la pena
en ningún caso será su personalidad sino la conducta lesiva llevada a cabo. En un estado, que se proclama
de derecho y tiene como premisa el principio republicano de gobierno, la constitución no puede admitir
que el propio estado se arrogue la potestad –sobrehumana- de juzgar la existencia misma de la persona, su
proyecto de vida y la realización del mismo, sin que importe a través de qué mecanismo pretenda hacerlo,
sea por la vía del reproche de la culpabilidad o de la neutralización de la peligrosidad o, si se prefiere,
mediante la pena o a través de una medida de seguridad.
16
Fallo de la CSJN: Partes: Bazterrica Gustavo, interviene primero como parte demandada (siendo
condenado por tenencia de drogas) y luego como parte demandante (presentando un recurso extraordinario
demandando la inconstitucionalidad de la norma que penalizaba la tenencia de estupefacientes para
consumo personal. Temas: 1 - Penalización del consumo de drogas 2 – Derecho a la privacidad Hechos:
La ley 20.771, antigua ley de estupefacientes, penalizaba en su Art. 6°, la tenencia de drogas aunque
estuviesen destinadas al consumo personal. En base a esta norma, Bazterrica fue condenado a la pena de
un año de prisión en suspenso y $ 200.- de multa, como autor del delito de tenencia de estupefacientes.
Apela esta resolución y la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la mencionada
disposición, por resultar a su criterio violatoria de derecho a la privacidad (Art. 19 CN). Resolución de la
Corte Suprema: La Corte revocó la sentencia apelada y declaró la inconstitucionalidad del Art. 6 de la
Ley 20.711, con los siguientes fundamentos: 1) El Art. 19 de la CN impide al legislador prohibir
conductas que se desarrollan dentro de la esfera privada. Este ámbito de reserva no solo se refiere a
las acciones que se realicen en la “intimidad”, sino que alcanza también a todos los actos realizados
en público que no perjudiquen a terceros. 2) No está probado que la incriminación de la simple tenencia
ocasione peligros concretos para el orden público. El Art. 6 de la Ley 20.771 castiga por lo tanto la mera
creación hipotética de un riesgo. 3) La sanción penal aplicada al consumidor, no es un remedio eficaz para
el problema que plantean las drogas. Además el antecedente penal al estigmatizar al adicto dificultándoles
posibles salidas laborales, suele iniciar o aumentar su comportamiento delictivo. El Juez Petracchi, en su
voto concurrente, coincidirá con los fundamentos dados por la mayoría para declarar la invalidez de la
norma en examen. Expresó además, los distintos motivos que respaldan la penalización del consumo y
refutó cada uno de ellos: a- El consumo de estupefacientes viola normas éticas: el magistrado responde a
esta afirmación sosteniendo que es función del Estado imponer modales éticos, sino en tal caso crear
impedimentos para que nadie pueda imponer sus “desviaciones morales” a los demás. b- Si por respeto a
la voluntad individual no se pena el consumo tampoco debería penarse al traficante que solo facilita la
droga a quien desea consumirla: respecto a este argumento, Petracchi sostiene que el consumo de drogas
es generalmente consecuencia de las presiones ejercidas por el traficante quien con su actuar perjudica a
terceros. Por tal motivo su conducta excede el ámbito de privacidad protegido por al Art. 19 CN. c- El
consumidor es muchas veces la vía para descubrir al traficante. Por otro lado al castigar el consumo, habrá
menos demanda y se frustrará así el negocio del tráfico de estupefacientes: el Juez sostiene que con ese
criterio debería fomentarse el consumo para que el tráfico se haga más visible. Además no es correcto que
el Estado con el objeto de combatir una conducta delictiva, castigue a las víctimas. d- Bajo la forma de
consumo muchas veces se esconde el tráfico hormiga (de pequeñas cantidades de drogas): el Juez Petracchi,
contesta que es tal caso el consumidor deberá ser castigado por el delito de tráfico y no por el consumo
personal. e- El consumo de drogas suele conducir a la realización de delitos: Petracchi responde a este
argumento, que no puede incriminarse el consumo por los daños potenciales que puede generar. En tal caso,
deberán castigarse los delitos concretos que el adicto realice. Disidencia: Caballero y Fayt: Estos Jueces
se remiten a la disidencia del caso “Capalbo”, en que se resolvieron cuestiones análogas. En este caso los
jueces resolvieron (en disidencia con la mayoría, en el caso Bazterrica), revocar la sentencia condenatoria.
Rechazaron la Impugnación de la Ley 20.711 (Art. 6), por los siguientes fundamentos: 1) Actualmente no
se puede negar los efectos perjudiciales que acarrea el consumo de drogas: a- Aniquilación de la
juventud y la familia. b- Ociosidad y delincuencia. c- Destrucción de la economía y moral de los pueblos.
2) La tenencia de estupefacientes para consumo personal queda fuera del ámbito de inmunidad del Art. 18
CN, toda vez que dicha actitud es proclive a ofender el orden público. 3) El Poder Legislativo es el órgano
facultativo, constitucionalmente para evaluar cuando una acción privada trascienda la esfera íntima
afectando la moral pública. La corte no puede revisar el juicio de valor hecho por el legislador y
mucho menos indicar si debió elegir otros medios más idóneos para erradicar el problema.
º Principio de lesividad
Aspectos:
• Fuero interno
• Fuero externo que no afectan el orden social, la moral pública ni
perjudican a terceros
Dos subprincipios:
º Principio de subsidiariedad
º Principio Fragmentario
º PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD.
Sostiene que:
PRINCIPIO DE LESIVIDAD
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD.
17
CSJN Gramajo -2006-
18
CSJN, en autos “Mattei, Ángel s/ contrabando de importación en abasto”, de fecha 29.11.08, Fallos
272:188. Concretamente, lo que se tomó de la doctrina de tal precedente fueron las consideraciones relativas
al impedimento de retrotraer el proceso a etapas ya superadas, por imperio de los principios de preclusión
y de progresividad. Si bien en tal caso, la Corte no dijo expresamente que tales principios tenían directa
vinculación con el non bis in idem –ya que en aquella oportunidad jugó un especial papel otra garantía
constitucional (la del plazo razonable)-, otro fue el sentido que le dio el Dr. Petracchi a tales principios
(véase los considerandos n° 3 y 4 de su voto disidente).
contrario, en fecha más reciente, suscribió un voto donde el Máximo Tribunal revocó una sentencia
absolutoria e implícitamente, de este modo -al valorar de manera distinta la prueba reunida- ordenó a la
Cámara Nacional de Casación Penal a modificarla por un pronunciamiento distinto. La decisión -suscripta
por todos los miembros del Alto Tribunal- dejó sin efecto la sentencia absolutoria del Tribunal Oral que
fuera confirmada por la Cámara Nacional de Casación Penal. Al parecer, la repercusión y la gravedad
institucional de los hechos investigados jugaron un papel preponderante; ello, no es una especulación sino
que expresamente fue señalado por el Procurador General -y por el Máximo Tribunal al compartir ese
dictamen- (cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos “Luzarreta, Héctor José y otros s/ privación
ilegal de la libertad agravada y reiterada en concurso ideal, etc. –causa n° 1510-“, de fecha 16.11.09,
L.328.XLIII)
23
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos “Verbeke, Víctor Julio s/ homicidio s/ casación”, de
fecha 10.04.03, Fallos 326:1149. Allí, la Cámara Tercera del Crimen había absuelto de culpa y cargo a
Víctor Hugo Verbeke por el delito de homicidio simple. El fallo absolutorio había sido firmado sólo por
dos jueces, puesto que el restante habría renunciado a su cargo con anterioridad a la fecha en que se llevó
a cabo la deliberación y redacción de la citada resolución. El Superior Tribunal de Justicia de Río Negro
denegó los recursos de casación interpuestos y consideró –en lo que aquí interesa- que invalidar la sentencia
en cuestión atentaría contra los principios de progresividad y preclusión e implicaría una violación a la
garantía del non bis in idem. Contra esa decisión, la parte querellante interpuso recurso extraordinario, que
tuvo acogida favorable por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Así, si bien el Alto Tribunal no fijó posición sobre el fondo del asunto, cabe
inferir de lo expuesto que el fallo acogió la pretensión defensista, ya que
consideró que la decisión recurrida resultaba equiparable a definitiva,
pues de dictarse una nueva sentencia -aun siendo absolutoria- resultaría
inoficioso examinar recién allí el agravio invocado por la defensa, debido
a que, para entonces “el riesgo” de ser sometido a un nuevo juicio ya se
habría concretado.25
24
PASTOR, Daniel, “¿Nuevas tareas…”, pág. 500
25
Lo paradójico del asunto es que poco tiempo antes la Corte Suprema había adoptado un temperamento
diametralmente opuesto al que aquí se hace alusión. En efecto, el Dr. Zaffaroni sin esgrimir ningún
argumento sobre el particular sorpresivamente modificó su criterio al cabo de un mes y, con su voto,
permitió un cambio de postura del Alto Tribunal. Más allá de lo opinable que puede resultar este tema,
resulta llamativo que tan excelso magistrado haya omitido dar las razones que lo impulsaron a adoptar este
temperamento, contribuyendo aun más a lo endeble de lo resuelto en este caso por la Corte, teniendo en
cuenta que sólo se alcanzó la mayoría por un voto (4 a 3) (cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
autos “Garófalo, Franco y otro s/ robo agravado por el uso de armas”, de fecha 10.04.07, Fallos 330:1514).
Así, el Dr. Rodríguez Basavilbaso en su voto -al que adhirió la Dra. Catucci,
aunque ampliándolo con propios fundamentos- sostuvo que no podían
retrotraerse los actos procesales por vía de un recurso articulado por la
acusación contra la sentencia absolutoria, cuando los vicios
obedecieron exclusivamente a errores del Estado en detrimento del
26
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos “Lagos Rodas, Jonathan y otro s/ robo en poblado
y en banda –causa n° 3599-“, de fecha 4.12.07, Fallos 330:4928. En el caso, la Sala III de la Cámara
Nacional de Casación Penal había anulado la sentencia absolutoria y dispuso el reenvío de la causa a otro
tribunal oral para que dicte un nuevo pronunciamiento, habiendo omitido pronunciarse sobre el agravio
planteado en tiempo y forma por la defensa vinculado con la violación del non bis in idem que causaría a
esa parte una decisión como la enunciada
27
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos “Kang, Yoong So s/ extraordinario”, de fecha
8.04.08, K. 127. XLIII. Esta decisión fue suscripta por los ministros Dres. Enrique Santiago Petracchi, Juan
Carlos Maqueda, E. Raúl Zaffaroni y Carmen M. Argibay.
28
Cfr. Cámara Nacional de Casación Penal, Sala I, en autos “Kang Yong Soo s/ recurso de casación”, reg.
nº 12.231, causa nº 8928, de fecha 2.07.08.
[28] Cfr. Dictamen del Procurador General de la Nación, Dr. Esteban Righi, en la causa “K., Y. S. s/
casación”, de fecha 17.02.10
Ello así, toda vez que ante la existencia de vicios esenciales en el proceso
-como a su entender había en el caso- que fueron originados por el
contradictorio análisis de la prueba por parte del tribunal de juicio, debía
descartarse la violación a tal precepto constitucional.29 En esa línea de
29
Según lo expuso el Procurador General, el tribunal de juicio, al fallar, había advertido falencias en la
prueba instrumental que le impidieron alcanzar el grado de certeza necesario para arribar a una condena.
Sin embargo, frente el pedido de instrucción suplementaria realizado por la fiscalía previo al debate, el
órgano jurisdiccional proveyó que las diligencias solicitadas excedían las facultades otorgadas por el art.
357 del Código Procesal Penal de la Nación y que eran ajenas a la plataforma fáctica y probatoria del juicio.
Precisamente –según la visión del Procurador- dichas medidas estaban dirigidas a subsanar los defectos
que, a la postre, el tribunal refirió en su sentencia.
30
Cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos “Sandoval, David Andrés s/ homicidio agravado
por ensañamiento -3 víctimas- Sandoval, Javier Orlando s/ encubrimiento - causa n° 21.923/02”, de fecha
31.08.10, Fallos 333:1687. Cabe recordar sintéticamente los hechos de la causa. El Superior Tribunal de
Justicia de la provincia de Río Negro resolvió –a instancias de la vía recursiva ejercida sólo por la parte
querellante (ya que el Ministerio Público Fiscal directamente no formuló acusación)- anular parcialmente
la sentencia y el correspondiente debate sólo con relación al enjuiciado David Andrés Sandoval, quien había
sido absuelto del delito de homicidio agravado por ensañamiento -tres víctimas- (art. 80 inc. 2 del Código
Penal) y ordenó el reenvío de la causa al tribunal de origen para que, con distinta integración, dicte un
nuevo pronunciamiento. Para así decidir, sostuvo que, ante las contradicciones que el tribunal de juicio
había advertido entre los peritajes, no debió inclinarse por la utilización de reglas procesales vinculadas con
la salvaguarda del estado de inocencia sino disponer un último peritaje a efectos de zanjar la cuestión. Como
consecuencia de dicho fallo, la Cámara Segunda en lo Criminal de la 2da Circunscripción Judicial de la
provincia de Río Negro desarrolló un nuevo juicio y condenó a Sandoval a la pena de prisión perpetua por
el delito antes señalado. Contra dicho pronunciamiento, el condenado interpuso un recurso de casación y el
máximo tribunal provincial decidió rechazar la impugnación, motivando ello la presentación del recurso
extraordinario, cuya denegación originó una queja. El apelante consideró que el segundo juicio realizado
en contra del imputado había vulnerado la garantía constitucional que veda la múltiple persecución penal
en los términos previstos en la Constitución Nacional y los tratados internacionales. La mayoría de la Corte
consideró que la cuestión vinculada al ne bis in idem era sustancialmente análoga a la examinada en la
disidencia del caso “Alvarado”, que antes fue reseñado. Por ello, declaró procedente el remedio
extraordinario y revocó la sentencia apelada. Este fallo fue suscripto por los Dres. Ricardo Luis Lorenzetti,
Carlos S. Fayt, Enrique Santiago Petracchi y E. Raúl Zaffaroni, quien arribó a idéntica solución que sus
colegas pero por argumentos distintos a los que se harán alusión alusión ut infra. Con relación al tema del
bis in idem, la Dra. Elena I. Highton de Nolasco se remitió a su disidencia del caso “Olmos”, antes tratado.
Por su parte, el Dr. Juan Carlos Maqueda, consideró que el recurso extraordinario era inadmisible (conf.
art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Finalmente, la Dra. Carmen M. Argibay, a
su turno, sostuvo que “en su oportunidad la defensa no interpuso recurso de queja ante esta Corte contra la
resolución del superior tribunal provincial que no había hecho lugar al recurso extraordinario interpuesto
contra la sentencia del 10 de agosto de 2005, mediante la cual aquel tribunal resolviera anular parcialmente
la sentencia n° 133 de la Cámara Segunda en lo Criminal de General Roca, y el debate correspondiente, en
relación a David Andrés Sandoval, y reenviar la causa para que con distinta integración se dictase un nuevo
pronunciamiento. Que dicha omisión torna extemporánea la introducción del agravio atinente a la garantía
que prohíbe el doble juzgamiento ahora por la defensa. Respecto de los demás agravios planteados, resultan
inadmisibles (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación)".
31
En ese caso, el Dr. E. Raúl Zaffaroni, centró el origen de la cuestión en el motivo por el cual el superior
tribunal de provincia había anulado la absolución y dispuesto el reenvío. Así, reconociendo la dificultad
que se genera a partir de la receptación legal de una concepción bilateral de los recursos, consideró de vital
importancia para la suerte del remedio extraordinario que la razón por la cual se había anulado la primigenia
sentencia del tribunal juzgador fue la necesidad -expuesta por el tribunal que revisó la sentencia absolutoria-
de que se realizaran otras diligencias probatorias (frente a la existencia de informes periciales
contradictorios) que no habían sido solicitadas ni por la parte querellante ni por el representante del
Ministerio Público Fiscal (concretamente, frente a la existencia de informes periciales contradictorios). De
allí que, lo decisivo en el caso para el citado ministro es que el temperamento seguido por el Superior
Tribunal de provincia “ha afectado la garantía de defensa en juicio del imputado al someterlo a un segundo
riesgo de condena por los mismos hechos, en la medida en que el nuevo proceso resultó de la vulneración
de los principios de igualdad y de la división de poderes que caracterizan a la etapa acusatoria del sistema
mixto de enjuiciamiento criminal adoptado por la legislación provincial, con mengua del estado de
inocencia”. En síntesis, el reconocimiento del carácter determinante de un nuevo peritaje no autorizaba a la
parte querellante a solicitar la revocación del fallo absolutorio por la alegada omisión del tribunal de juicio
(recordar que el fiscal de juicio no formuló acusación al momento de alegar) dado que ello, en cualquier
caso, implicaría extender en otros sujetos procesales la propia responsabilidad en la presentación del caso.
Por lo tanto, si por vía de hipótesis el órgano acusador hubiera peticionado tal medida probatoria y el
tribunal la hubiera rechazado pareciera ser que para el Dr. Zaffaroni no podría invocarse una violación al
non bis in idem, toda vez que, en tal caso, el error no habría sido atribuible al actor penal sino, antes bien,
al órgano jurisdiccional; ése es el sentido y alcance –y no otro- el que el citado ministro le reconoce al
precedente “Polak”.
Así, dicha regla que fue calificada por la propia Corte como “el
argumento central” del fallo, es la que domina el principio e impone el
límite al intento de reeditar el juzgamiento del imputado. Por lo tanto,
bastará que el enjuiciado no haya sido el causante de los vicios o errores
procesales para que los principios de progresividad y preclusión operen
a su favor e impidan la renovación de la persecución penal. En este orden
de ideas, “[p]rogresividad y preclusión no son otra cosa que los
instrumentos adecuados para asegurar ya durante el proceso la vigencia
efectiva del principio, en tanto tienden a evitar que el ejercicio de los
derechos del imputado le permitan al acusador renovar sus intentos y
‘corregir errores’”.33
32
[32] PASTOR, Daniel, “¿Nuevas tareas…”, cit., pág. 503
33
ZIFFER, Patricia S., “El derecho al recurso y los límites del juicio de ‘reenvío’”, en “Estudios en
homenaje al Dr. Francisco J. D’ Álbora”, BERTOLINO, Pedro J. - BRUZZONE, Gustavo A.
(compiladores), Ed. Lexis Nexis - Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2005, pág. 516.
De ello resulta que los vicios que podrían acarrear la invalidez del proceso
pueden obedecer a la actividad deficiente del actor penal público
como así también, a la del órgano jurisdiccional y, en ambos casos, no es
posible la retrogradación y reedición del juicio.
Esto último merece ser destacado, toda vez que los votos en disidencia
de los Dres. Highton de Nolasco y Zaffaroni efectúan una distinción al
respecto. Así, los citados ministros –al remitirse al dictamen del Procurador
General de la Nación- argumentaron que el Ministerio Público Fiscal
había intentado subsanar sin éxito los errores en los que presuntamente
habría incurrido el tribunal juzgador durante el proceso penal y que, por
tal motivo, no eran aplicables al caso los precedentes de la Corte
Nacional.
34
La extensión de tal postura al actor penal privado surge sin hesitaciones del precedente “Sandoval” y,
con mayor énfasis, del voto particular del Dr. Zaffaroni en dicho fallo (cfr. Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en autos “Sandoval, David Andrés s/ homicidio agravado por ensañamiento -3 víctimas- Sandoval,
Javier Orlando s/ encubrimiento - causa n° 21.923/02”, de fecha 31.08.10, Fallos 333:1687).
35
Así, por ejemplo, en los casos de anulación del juicio por haberse advertido el estado de indefensión del
imputado, cabría preguntarse por qué aquél debe soportar otro proceso, dado que el anterior se anuló por
un vicio que no le es directamente atribuible (cfr. LANZÓN, Román P., “El deber del tribunal de asegurar
el derecho a la defensa ¿efectiva? en el proceso penal argentino”, [en prensa]). El Máximo Tribunal señaló
reiteradamente que la negligencia del abogado no puede acarrearle perjuicios al encausado, ni se puede
sancionar la falta del defensor en cabeza de su defendido (vgr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
autos “Recurso de queja por retardo de justicia interpuesto por el Dr. Oscar Raúl Bogado a favor de
Marcelina Moyano”, de fecha 7.10.76, Fallos 296:65; en autos “Asseo de Choch, Aldo s/ art. 204, C.P.”,
de fecha 23.12.76, Fallos 296:691; en autos “Cardullo, José Luis s/ homicidio”, de fecha 26.12.80, Fallos
302:1669; en autos “José Héctor Loza y Otro”, de fecha 10.12.81, Fallos 303:1929; en autos “Magui
Agüero, Ciriaco s/ asociación ilícita y contrabando”, de fecha 1.12.88, Fallos 311:2502; en autos “Vallín,
Roberto José s/ recurso de queja –causa n° 503-”, de fecha 19.12.91, Fallos 314:1909; en autos “Recurso
de hecho deducido por Otmar O. Paulucci (defensor a cargo de la Defensoría de Pobres, Incapaces y
Ausentes N° 2) en la causa Torres, Oscar Claudio y Rasuk, Eduardo Marcelo s/ ley 20.771 -Causa N°
37.252-”, de fecha 19.05.92, Fallos 315:1043, voto en disidencia del Dr. Petracchi; en autos “Recurso de
hecho deducido por la defensa de Ceber Ayala en la causa Ayala, Ceber s/ causa nº 2040”, de fecha
30.08.05, Fallos 328:3284, voto en disidencia del Dr. E. Raúl Zaffaroni; en autos “Palacios, Lorenzo Walter
s/ robo en poblado y en banda –causa n° 2070”, de fecha 11.11.08, Fallos 331:2520; entre muchos otros).
36
Al respecto, se han ensayado algunas limitaciones legislativas frente a un veredicto de absolución.
revocado y el reenvío para un nuevo juicio. Así, por ejemplo, se establece que la segunda absolución dictada
a favor del imputado no es susceptible de impugnación alguna (conf. art. 387 del Código Procesal Penal de
Chubut; art. 405 del Código Procesal Penal de Santa Fe -ley 12.734-; art. 318 del proyecto de Código
Procesal Penal de la Nación presentado ante la Cámara de Diputados en el año 2010). De todos modos,
cabría preguntarse por qué la limitación legislativa a sólo un reenvío. En efecto, si el reenvío debido a la
anulación de una sentencia absolutoria se legitima –en términos generales- en eliminar el “error judicial”,
¿por qué el dictado de dos sentencias absolutorias alcanza para cumplir con esos fines? Ahora bien, si la
respuesta al primer interrogante es ni más ni menos que razones de seguridad jurídica y de poner fin a la
incertidumbre que se genera a partir de un pleito penal (con independencia del grado de “verdad” que se
haya alcanzado en los distintos estadios jurisdiccionales) puede afirmarse que tales fines se pueden cumplir
satisfactoriamente con el dictado de una sentencia, sin necesidad de prever una vía recursiva a la parte
acusadora cuando ésta no ha podido alcanzar su pretensión. De más está decir que distinta es la situación
del imputado, quien tiene un derecho constitucional a la revisión amplia de la sentencia que lo declara
penalmente responsable y, por lo tanto, la doble instancia judicial para el condenado no podría derogarse.
37
Esta posición si es aceptada sin matices -explica Daniel Pastor- podría ser objetada “porque reduciría el
contenido del principio: quien fue absuelto o condenado en firme, por ejemplo, debería tolerar, según esta
interpretación plausible, toda una nueva instrucción completa del caso por el mismo hecho y apenas tendría
ocasión de hacer valer la prohibición de bis in idem al llegar a las puertas de la sala prevista para el nuevo
debate” (PASTOR, Daniel, “¿Nuevas tareas…”, cit., pág. 506, nota n° 36). Esta argumentación, sin
embargo, pierde de vista que la instrucción penal no tiene un fin en sí misma. En efecto, pese a la excesiva
formalidad con la cual el Código Procesal Penal de la Nación regula dicha etapa del procedimiento ello no
es óbice para considerarla como la instancia preliminar y de preparación –precisamente- del juicio oral.
Sería absurdo que el Ministerio Público Fiscal –quien es el principal interesado en que se lleve adelante
una efectiva investigación criminal para así poder sostener una adecuada acusación penal (requisitoria de
elevación a juicio)- impulse una persecución penal hacia un sujeto que en la antesala del juicio oral podría
invocar a su favor la garantía del ne bis in idem. Al manifiesto dispendio de recursos humanos y materiales
que una misión de tal índole significaría para el actor penal público (y, por ende, para el Estado), se debería
añadir una cuota de responsabilidad política por su deficiente accionar.
Las ideas esbozadas implican anular el recurso del actor penal contra la
sentencia absolutoria, circunstancia que se reafirma y que fue defendida
en otra oportunidad.39 En el trabajo citado, se argumentó sobre la
inconstitucionalidad del recurso fiscal contra el dictado de una sentencia
absolutoria, dado que este remedio otorgado tradicionalmente por las
legislaciones procesales del país40 no traspasa el tamiz constitucional y,
por lo tanto, no constituye un legítimo permiso otorgado por el orden
jurídico para perseguir a una persona más de una vez por el mismo
hecho.41
38
Con ello se demuestra que no es el “juicio” (entendido como debate oral y público) el que marca el
nacimiento de la prohibición del bis in idem, sino el dictado de la sentencia luego de transcurrido aquél. A
mayor refuerzo a esta tesitura, cabe señalar que la voz “juicio” utilizada por el constituyente en el art. 18
de la Constitución Nacional como requisito previo a la imposición de una sanción penal no refiere a la
necesidad de un debate precedente, sino que la locución de referencia se corresponde –según lo ha expuesto
importante doctrina nacional- con el dictado de una “sentencia” por parte de un órgano jurisdiccional (cfr.
MAIER, Julio B. J., Derecho Procesal Penal, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 2004, 2da. ed., Tomo I.
Fundamentos, pág. 478/479).
39
Cfr. LANZÓN, Román P., “El recurso del Ministerio Público Fiscal…”, cit., pág.1067 y ss..
40
Desde siempre se aceptó pacíficamente que toda sentencia (de condena o absolución) podía ser apelada,
y salvo la restricción de la reformatio in pejus, no existía ningún problema en que un pronunciamiento
absolutorio fuera revertido y en segunda instancia apareciera, por primera vez, un veredicto de culpabilidad.
La cultura inquisitiva caló hondo en nuestra tradición jurídica al punto en que nos preguntamos cómo es
posible que un veredicto de inocencia no pueda ser revisado por otro tribunal de instancia “superior”. En
rigor, esta jerarquización del poder judicial no hace más que disimular el trasfondo del asunto: ¿por qué un
tribunal de una segunda instancia tiene menos posibilidades que equivocarse que el de primera instancia?
Epistemológicamente podría añadirse que son los jueces del tribunal oral juzgador quienes están en mejor
situación para resolver el caso y que políticamente no es aceptable que otros tribunales por cuestiones
jerárquicas formales ejerzan esa función posteriormente. Antiguamente esto último era comprensible en la
medida en que el rey era el depositario del poder de juzgar por decisión e inspiración divina; no obstante lo
cual quienes hoy ocupan cargos de mayor “jerarquía” dentro de la órbita del Poder Judicial de la Nación
aún se consideran en mejores condiciones de juzgar que sus “inferiores”. En el fondo es la preservación de
un espacio de poder tomando en consideración una innecesaria estructura vertical de la organización
judicial.
41
Por honestidad académica e intelectual, hay que recordar que esta no es más ni menos que la opinión de
Julio B. J. Maier quien, en estas latitudes, desarrolló profusamente -y con éxito a mi modo de ver- el tema:
“la concepción al acusador de un recurso contra las sentencias de los tribunales de juicio…implica la
renovación de la persecución penal fracasada, esto es, en estricto sentido, someter al imputado -absuelto o
condenado a una consecuencia jurídica menor a la pretendida- a un nuevo (doble) riesgo en relación a la
aplicación de la ley penal. Debido a ello el recurso acusatorio contra la sentencia de los tribunales de juicio
representa un bis in idem y nuestra legislación, que lo autoriza, constituye una lesión al principio del Estado
de Derecho que prohíbe la persecución penal múltiple…cuando el Estado, por intermedio de su órganos de
persecución penal, conduce a una persona a soportar un juicio público sobre la imputación que le dirige
frente al tribunal competente para juzgarla, ésa es la única oportunidad que tiene para lograr la autorización
Cabe añadir que no sólo se afecta el ne bis in idem cuando hay reenvío
y reedición del juicio oral, sino también cuando luego de aquél, un
tribunal distinto revoca la absolución y, en su reemplazo, dicta una
sentencia condenatoria. En efecto, la revisión de la parte material de la
sentencia absolutoria es también un nuevo “juicio” sin debate que, si
tiene éxito, lleva a la condena del imputado, de modo que el recurso
acusatorio contra la absolución, aunque esté fundado en vicios in
iudicando y no persiga un reenvío, implica igualmente, un nuevo riesgo
de condena.42
que permite someter a esa persona a una consecuencia jurídico-penal”. (MAIER, Julio B. J., op. cit., pág.
638/639).
42
Cfr. PASTOR, Daniel, “¿Nuevas tareas…”, cit., pág. 505/506.
43
En estos casos juegan especial papel los argumentos vertidos en el voto en disidencia del caso
“Alvarado”, que fueran reseñados más arriba.
44
Obviamente que si el proceso se clausura por otros motivos distintos a la sentencia final, también el
imputado podrá hacer jugar el bis in idem, en la medida en que lo haya sido por decisiones jurisdiccionales
que por sí mismas producen el efecto de cosa juzgada material (vgr. sobreseimiento durante la etapa
preliminar al debate).
RESOCIALIZACION;
45
CSJN ("Fallos": 316:1190; 271:297)
46
C.S.J.N., G. 239. XL. “Giménez Ibáñez, Antonio Fidel s/ libertad condicional”, 4/7/2006
47
C.S.J.N., M. 1022. XXXIX., “Maldonado, Daniel Enrique
que s/ robo agravado por el uso de armas en
concurso real con homicidio calificado”, 7/12/2005.
48
., Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) art. 5 ; Convención Americana sobre
Derechos Humanos (CADH) art. 29; Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales
(PIDESC) art. 5; Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes
art. 1.1; Convención sobre los Derechos del Niño art. 41
50
La CSJN dijo “la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos aires omitió –al amparo de un
excesivo rigor formal- el control sobre la cuestión federal comprometido en la decisión del Tribunal de
Casación Penal local al evitar un pronunciamiento acerca de si, frente a una situación no reglada
expresamente por el código procesal penal local, -el cómputo del plazo para recurrir en casación en
supuestos como el de autos- el juzgador había optado “por aquella interpretación que fuera más respetuosa
del principio pro homine” en el marco del deber de garantizar el derecho al recurso que asiste a toda persona
inculpada de delito (art. 8.2.h. del Pacto de San José de Costa Rica y art. 14.5 del Pacto de Derechos Civiles
y Políticos).
51
La CSJN en el caso Acosta en el considerando 6º) ha dicho que para determinar la validez de una
interpretación, debe tenerse en cuenta que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra (Fallos 304:
1820; 314:1849; 327:769). Este propósito no puede ser obviado por los jueces con motivo de las posibles
imperfecciones técnicas en la redacción del texto legal, las que deben ser superadas en procura de una
aplicación racional (Fallos 306:940; 312:802), cuidando que la inteligencia que se le asigne no pueda llevar
a la pérdida de un derecho (Fallos: 310:937; 312:1484). Pero la observancia de estas reglas generales no
agota la tarea de interpretación de las normas penales, puesto que el principio de legalidad, (art. 18 de la
C.N.) exige “priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite semántico del texto legal, en consonancia
con el principio político criminal que caracteriza al derecho penal como última ratio del ordenamiento
jurídico, y con el principio pro homine que impone privilegiar la interpretación legal que más derechos
acuerde al ser humano frente al poder estatal.
Doctrina:
52
En este punto, los Dres. Highton de Nolasco y Maqueda señalaron en el considerando “23) que a nivel
internacional también se ha consagrado el principio “pro homine”. De acuerdo con el artículo 5º del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el 29 de la Convención americana, siempre habrá de
preferirse la interpretación que resulte menos restrictiva de los derechos establecidos en ellos. Así cuando
unas normas ofrezcan mayor protección, estas habrán de primar, de la misma manera que siempre habrá de
preferirse en la interpretación la hermenéutica que resulte menos restrictiva para la aplicación del derecho
fundamental comprometido (CIDH OC 5-85). No hay dudas que tal principio “pro homine” resulta más
compatible con la posición de la Corte en “Basterrica” que en “Montalvo” pues aquel amplía la zona
de libertad individual y este último opta por una interpretación restrictiva.
Para que una pena sea justa no debe tener lo intenso de ella más que
aquellos grados solo que basten a separar a los hombres de los delitos.
Argumentos favorables:
53
Países cuyas leyes no establecen la pena de muerte para ningún delito: Albania, Alemania, Andorra,
Angola, Argentina, Armenia, Australia, Austria, Azerbaiyán, Bélgica, Benín, Bolivia, Bosnia y
Herzegovina, Bulgaria, Burundi, Bután, Cabo Verde, Camboya, Canadá, Chipre, Colombia, Congo
(República del), Costa de Marfil, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Ecuador, Eslovaquia, Eslovenia, España,
Estonia, Filipinas, Finlandia, Fiyi, Francia, Gabón, Georgia, Grecia, Guinea, Guinea-Bissau, Haití,
Honduras, Hungría, Irlanda, Islandia, Islas Cook, Islas Marshall, Islas Salomón, Italia, Kirguistán, Kiribati,
Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Macedonia, Madagascar, Malta, Mauricio, México,
Micronesia, Moldavia, Mónaco, Mongolia, Montenegro, Mozambique, Namibia, Nauru, Nepal, Nicaragua,
Niue, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Palau, Panamá, Paraguay, Polonia, Portugal, Reino Unido,
República Checa, República Dominicana, Ruanda, Rumania, Samoa, San Marino, Santa
Sede, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Serbia (incluido Kosovo), Seychelles, Sudáfrica, Suecia, Suiza,
Surinam, Timor Oriental, Togo, Turkmenistán, Turquía, Tuvalu, Ucrania, Uruguay, Uzbekistán, Vanuatu,
Venezuela y Yibuti.
54
Países cuyas leyes establecen la pena de muerte únicamente para delitos excepcionales, como los
delitos previstos en el código penal militar, o los cometidos en circunstancias excepcionales. Brasil, Burkina
Faso, Chile, El Salvador, Guatemala, Israel, Kazajistán y Perú.
Ejecución de Menores
55
Países que mantienen la pena de muerte para delitos comunes como el asesinato, pero que pueden
ser considerados abolicionistas de hecho dado que no han ejecutado a nadie durante los últimos 10
años y se cree que mantienen una política o una práctica consolidada de no llevar a cabo ejecuciones. En
esta lista se incluyen también países que se han comprometido internacionalmente a no hacer uso de la pena
capital. Argelia, Brunéi Darussalam, Camerún, Corea del Sur, Eritrea, Federación Rusa, 1 Ghana, Granada,
Kenia, Laos, Liberia, Malawi, Maldivas, Malí, Marruecos y Sáhara Occidental, Mauritania, Myanmar,
Níger, Papúa Nueva Guinea, República Centroafricana, Sierra Leona, Sri Lanka, Suazilandia, Tanzania,
Tayikistán, Tonga, Túnez y Zambia
56
Países y territorios que mantienen la pena de muerte para delitos comunes. Afganistán, Antigua y
Barbuda, Arabia Saudí, Bahamas, Bahréin, Bangladesh, Barbados, Belice, Bielorrusia, Botsuana, Chad,
China, Comoras, Corea del Norte, Cuba, Dominica, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos de
América, Etiopía, Gambia, Guinea Ecuatorial, Guyana, India, Indonesia, Irak, Irán, Jamaica, Japón,
Jordania, Kuwait, Lesoto, Líbano, Libia, Malasia, Nigeria, Omán, Pakistán, Palestina (Estado de), Qatar,
República Democrática del Congo, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía,
Singapur, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Tailandia, Taiwán, Trinidad y Tobago, Uganda, Vietnam,
Yemen y Zimbabue.
Opinión de Zaffaroni
57
El 9 de diciembre de 1997 los Estados Unidos Mexicanos sometieron a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos una solicitud de opinión consultiva sobre “diversos
tratados concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados
americanos”. Según las manifestaciones del Estado solicitante, la consulta se relaciona
con las garantías judiciales mínimas y el debido proceso en el marco de la pena
de muerte, impuesta judicialmente a extranjeros a quienes el Estado receptor no ha
informado de su derecho a comunicarse y a solicitar la asistencia de las autoridades
consulares del Estado de su nacionalidad.
58
La Corte IDH en el párrafo 105 dice: La Corte coincide con la afirmación de que al considerar a todo
responsable del delito de homicidio intencional como merecedor de la pena capital, “se está tratando a los
acusados de este crimen no como seres humanos individuales y únicos, sino como miembros
indiferenciados y sin rostro de una masa que será sometida a la aplicación ciega de la pena de muerte” y
en el párrafo 117. De lo anterior se infiere que en virtud de que Trinidad y Tobago no ha adecuado su
legislación a la Convención, ha incumplido la obligación impuesta a los Estados partes por el artículo 2
de la misma.
59
El proceso penal contra el señor Fermín Ramírez se instauró por delito de violación calificada. Sin
embargo, el tribunal a cargo de dicho proceso, en aplicación de la normativa penal guatemalteca, decidió
ampliar la acusación y modificar la calificación jurídica del delito de violación al de asesinato,
utilizando la agravante de “peligrosidad social” del acusado, señalando que éste era culpable, imponiéndole,
por consiguiente, la pena de muerte. En la parte resolutiva la Corte admitió el reconocimiento de
responsabilidad internacional efectuado por el Estado, y se confirma la violación del principio de legalidad
y de los derechos a la integridad personal, a las garantías judiciales y a solicitar un indulto o conmutación
de pena.
60
La Corte IDH en el párrafo 68 dice (…) [L]a Corte ha señalado que la Convención Americana reduce el
ámbito de aplicación de la pena de muerte a los delitos comunes más graves, es decir, tiene el “propósito
de considerar dicha pena aplicable sólo en condiciones verdaderamente excepcionales. (…) y en el párrafo
72señala que en el caso que nos ocupa, el artículo 201 del Código Penal aplicado al señor Raxcacó Reyes
sanciona con pena de muerte tanto el plagio simple, como cualquier otra forma de plagio o secuestro,
desatendiendo así la limitación que impone el artículo 4.2 de la Convención Americana respecto de la
aplicación de la pena de muerte solamente a los “delitos más graves”.
61
La Corte IDH ha dicho en el párrafo 50. Al interpretar la cuestión de la pena de muerte en general,
la Corte ha observado que el artículo 4.2 de la Convención permite la privación del derecho a la vida
mediante la imposición de la pena de muerte en aquellos países en los cuales no está abolida. Es decir, la
pena capital no es per se incompatible con la Convención Americana ni está prohibida por ella. Sin
embargo, la Convención fija un número de limitaciones estrictas para la aplicación de la pena capital.
Primero, la aplicación de la pena de muerte debe estar limitada a los delitos comunes más graves y no
relacionados con agravios políticos. Segundo, se debe individualizar la pena de conformidad con las
características del delito y la participación y culpabilidad del acusado. Por último, la aplicación de la pena
capital está sujeta a ciertas garantías procesales cuyo cumplimiento deberá ser estrictamente observado y
revisado.
62
46. Este Tribunal ya ha analizado el tema de la pena de muerte obligatoria en Barbados en la Sentencia
de Boyce y otros. En este sentido, la Corte observa que el presente caso no comprende nuevos temas con
relación a la imposición obligatoria de la pena de muerte en Barbados, salvo lo relativo a la alegada
violación de los artículos 5 y 8 de la Convención (…). Consecuentemente, el Tribunal considera que su
criterio con respecto a este asunto ha quedado claramente establecido en casos anteriores, particularmente
en la Sentencia en el caso Boyce y otros, por lo que no parecería necesario insistir en un pronunciamiento
adicional de la Corte al respecto. No obstante lo anterior, dado que la Comisión decidió someter el presente
caso a la jurisdicción contenciosa de este Tribunal, la Corte estima pertinente reiterar el criterio establecido
en ocasiones anteriores, con relación al asunto de la imposición obligatoria de la pena de muerte.
63
El 27 de octubre de 2008, en el aeropuerto de Lima en Perú, es detenido el
ciudadano chino Wong Ho Wing, por el requerimiento a nivel internacional, emitido
por las autoridades judiciales de Hong Kong el año 2001. El 14 de noviembre del
año 2008 Perú recibe la solicitud de extradición del señor Wong Ho Wing por
parte de la República Popular China, por encontrarse imputado de los delitos de
contrabando de mercancías comunes, lavado de dinero y cohecho, hechos ocurridos entre
agosto de 1996 y octubre de 1998. Entre la República Popular China y Perú existe
un tratado de extradición, que entró en vigor el año 2003, En Perú, la extradición
se realiza a través de un procedimiento mixto, que consta de una fase jurisdiccional
y una fase política. La Corte Suprema en dos oportunidades emitió opiniones
consultivas declarando procedente la extradición solicitada, ante lo cual el hermano del
LUIGGI FERRAJOLI.
LOS DIEZ AXIOMAS DEL GARANTISMO PENAL