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7. CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA negros (dicha obra estaba lista para su publicación en 1918), en el
que son patentes las influencias modernistas, sobre todo de Rubén
7.1 BIOGRAFÍA Darío (a quien siempre admiró) y de Julio Herrera y Reissig. Esta
Figura 1. obra contiene, además, algún augurio de lo que será una constante
César Vallejo en su obra: la solidaridad del poeta con los sufrimientos de los
(Santiago de Chuco, hombres, que se transforma en un grito de rebelión contra la
1892- París, 1938). sociedad. Acusado injustamente de robo e incendio durante una
César Vallejo cultivó revuelta popular (1920) César Vallejo pasó tres meses y medio en la
todos los géneros cárcel.
literarios narrativa En 1923, tras publicar las estampas y cuentos de Escalas
(cuento y novela), melografiadas y la novela corta Fabla salvaje, César Vallejo
teatro (cómico y marchó a París, donde conoció a Juan Gris y Vicente Huidobro, y
trágico), ensayo fundó la revista Favorables París Poema (1926). En 1928 y 1929
periodismo creativo y visitó Moscú y conoció a Vladimir Maiakovski, y en 1930 viajó a
poesía. (2018, p.5) España, donde apareció la segunda edición de Trilce. De 1931, año
De origen mestizo y de un nuevo viaje a Rusia, son El tungsteno, novela social que
provinciano, su familia denuncia la explotación minera de los indígenas peruanos, y Paco
pensó en dedicarlo al Yunque, cuento protagonizado por el niño del título, que padece los
sacerdocio, era el menor abusos de un alumno rico tras su ingreso en la escuela.
de los once En 1932 escribió la obra de teatro Lock-out y se afilió al Partido
hermanos. Comunista Español. Ese mismo año regresó a París, donde vivió en
Nota. Tomado de https://goo.su/B0lf31 la clandestinidad, y donde, tras estallar la guerra civil española,
reunió fondos para la causa republicana.
Este propósito familiar, acogido por él, con ilusión en su infancia,
explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico y Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro Moscú contra
litúrgico, y no deja de tener relación con la obsesión del poeta ante Moscú, titulada posteriormente Entre las dos orillas corre el río.
el problema de la vida y de la muerte, que tiene un indudable fondo Póstumamente se publicaron Poemas humanos y España, aparta
religioso. de mí este cáliz (1939), conmovedora visión de la guerra de
España y expresión de su madurez poética. Contra el secreto
Vallejo cursó estudios de segunda enseñanza en el Colegio de San
Nicolás (Huamachuco). En 1915, después de obtener el título de profesional y El arte y la revolución, escritos en 1930-1932,
bachiller en letras, inició estudios de Filosofía y Letras en la publicándose en 1973.
Universidad de Trujillo y de Derecho en la Universidad de San Aquejado de un mal desconocido, no obstante, los cuidados de su
Marcos (Lima), pero abandonó sus estudios para instalarse como esposa y asistencia del médico, fue internado en la clínica del
maestro en Trujillo. Boulevard Arago; luego de 34 días de agonía,
fallece un viernes santo del 15 de abril de 1938, a los 46 años de su
encabezará y proyectará José Carlos Mariátegui; se entrega las
edad.
riquezas naturales a la explotación de consorcios extranjeros
7.2. CONTEXTO HISTÓRICO – LITERARIO (petróleo, minería).
La literatura del siglo XX en el Perú se inició con el Vanguardismo; Ante estos nuevos cambios y proyecciones, debe también la
pero con un Vanguardismo que no se asemeja en mucho al europeo; literatura beber de aquel ambiente; porque los poetas y escritores
porque contrario al trato casi frío e impersonal de lo que persiguen o son el palpitar sensible del pueblo.
proponen; los nuestros, ponen una emoción humana y personal Los vanguardismos en el Perú, no son tan independientes ni
según carácter o estilo de cada poeta, como se aprecia en César definidos como los “ismos” europeos.
Vallejo o Martín Adán.
Debemos pensar que toda innovación que haga eco en el ámbito
El Vanguardismo dejó en el pasado al Realismo de Manuel intelectual de poetas y escritores y lleva su influjo de renovación al
González Prada y al Modernismo de Chocano; no obstante que en pueblo, es vanguardismo; luego, toda corriente literaria que buscó
Prada como Eguren se advierten signos expresivos de estos “ismos”. oponerse a la ya tradicional, hace vanguardismo.
El Vanguardismo surge en el Perú en un clima de tensiones 7.3. PRODUCCIÓN LITERARIA:
políticas, sociales y económicas; en lo primero, la pugna por el
poder entre civilistas y militares; Billinghurst - Benavides; 7.3.1 POESÍA:
Benavides - José Pardo; José Pardo - Leguía; Benavides - Sánchez
Los heraldos negros (1919)
Cerro.
Trilce (1922)
La jornada de las ocho horas de trabajo que logró la clase Poemas humanos (1939)
trabajadora, una aspiración de años acariciada por los empleados de España, aparta de mí este cáliz (1939)
alcanzar un nivel de vida acorde con su profesión y estrato social.
La ley sobre las ocho horas de trabajo, regula también el trabajo de 7.3.2 CUENTO:
las mujeres y los niños; auge pasajero en la exportación de azúcar, Escalas melografiadas (1923)
algodón y minerales. En lo político internacional, el Perú tenía Paco Yunque (1931)
problemas con Colombia; y aún no se había solucionado con Chile
la situación de las ciudades de Tacna y Arica. 7.3.3 NOVELA:
Han cambiado en gran parte los horizontes de los demás peruanos; Fabla salvaje (1923)
las estrategias de los trabajadores (sindicatos, derecho a huelga, las El Tungsteno (1931)
ocho horas de trabajo).
7.3.4 ENSAYO:
Emerge una clase social, que va de puente entre el proletariado y la
Rusia en 1931 (1931)
clase capitalista; ingresa el Socialismo, que lo
Contra el secreto profesional (1973)
El arte y la revolución (1973)
La trayectoria poética de Vallejo, evoluciona en el devenir de la
Más decisiva para la configuración de su obra resulta su singular
lírica hispana, del Modernismo a las vanguardias y hacia una poesía
personalidad, dominada por un rasgo sumamente relevante: su
humana y comprometida. Su quehacer poético se caracteriza por una
acentuada sensibilidad ante el dolor, propio y de los demás. Si bien
permanente inquietud renovadora y una firme independencia en
debe aún bastante al Modernismo, Los heraldos negros (1919) se
medio de las influencias del momento. Ideológicamente conservó
inserta ya en la superación de aquel movimiento, el estilo tiende
dentro del marxismo una postura muy personal, compatible con sus
hacia un lenguaje más sencillo, a menudo conversacional o incluso
preocupaciones religiosas y estéticas; rechazó el dogmatismo y la
coloquial, y siempre hondísimo. Por su temática, parte de sus
reducción de la literatura a finalidades proselitistas, viendo en el
composiciones arraiga en la realidad americana, sentida desde su
ideario marxista una senda de justicia y liberación del hombre, pero
sangre indígena; pero junto a ello conviven otros muchos poemas
nunca una solución a las grandes cuestiones metafísicas.
dedicados a las realidades inmediatas: su hogar, su familia...
Figura 2.
Figura 3.
César Vallejo 1929
Poemario Los heraldos negros
Nota. Tomado de (https://goo.su/taml) Esta temática amplia tiene mucho que ver con diferentes opciones
del escritor, pues en el Perú se asistió a la visión
8.2.1. El indigenismo «exótica de Ventura García Calderón», para luego tener una
«naturalista», analítica y casi deformada de López Albújar; después
Por: Tito Cáceres Cuadros una realista, la de Ciro Alegría, que aunque un poco externa
correspondería al «indigenismo» ortodoxo según
La literatura peruana como la latinoamericana, siguieron Tomás Escajadillo, y terminar con los elatos de José María
dependiendo de lo hispano mucho después de su emancipación Arguedas, más integracionistas que los demás y con cierta vena
política. Las tendencias literarias siguen los poética que confirman plenamente la cita de Mariátegui
anotada anteriormente.
1972: Páginas escogidas (Lima: Universo). Selección de la
obra de Arguedas, editada por Emilio Adolfo Westphalen.
1973: Cuentos olvidados (Lima: Imágenes y Letras).
8.3. PRODUCCIÓN LITERARIA
Compilación de cuentos perdidos en periódicos y revistas de
NOVELAS
los años 1934 y 1935, edición y notas de José Luis Rouillon.
1941: Yawar fiesta.
1974: Relatos completos (Buenos Aires: Losada). Contiene
1954: Diamantes y pedernales. Editada conjuntamente con una
los siguientes importantes relatos: «Agua», «Los escoleros»,
reedición del libro Agua y el cuento «Orovilca»
«Warma kuyay», «El barranco», Diamantes y pedernales,
1958: Los ríos profundos. Premio Nacional de Fomento a la
«Orovilca» «La muerte de los Arango»,
Cultura Ricardo Palma en 1959. Reeditada en 1978 por la
«Hijo solo», La agonía de Rasu Ñiti, El sueño del pongo,
Biblioteca Ayacucho de Caracas con prólogo de Mario
«El horno viejo», «La huerta», «El ayla» «Don Antonio».
Vargas Llosa.
1961: El Sexto. Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Poesía
Palma en 1962.
1964: Todas las sangres Figura 11.
1971: El zorro de arriba y el zorro de abajo, novela póstuma. Katatay
CUENTOS
1935: Agua. Colección de cuentos integrada por: Agua, Los
escoleros y Warma kuyay. Segundo premio en el concurso
internacional promovido por la Revista Americana de Buenos
Aires.
1955: La muerte de los Arango. Primer premio del Concurso
Latinoamericano de Cuento en México.
1962: La agonía de Rasu Ñiti.
1965: El sueño del pongo. Edición bilingüe (castellano-
quechua).
1967: Amor mundo. Colección de cuatro cuentos de tema
erótico: «El horno viejo», «La huerta», «El ayla» y «Don
Antonio». Nota. Tomado de (https://goo.su/XX9Udi)
CUENTOS PÓSTUMOS
1972: El forastero y otros cuentos (Montevideo: Sandino).
Contiene:
«El barranco», «Orovilca», «Hijo solo», «El forastero».
Escritos primero en quechua, y luego traducidos al español por el I. Pueblo indio
mismo autor, los poemas de Arguedas asumen conscientemente la
Entre alfalfares, chacras de trigo, de habas y cebada, sobre una
tradición de la poesía quechua, antigua y moderna, convalidan la
lomada desigual, está el pueblo.
visión del mundo que la anima, revitalizando sus mitos esenciales y
Desde el abra de Sillanayok’ se ven tres riachuelos que corren,
condensan en un solo movimiento la protesta social y la
acercándose poco a poco, a medida que van llegando a la quebrada
reivindicación cultural.
del río grande. Los riachuelos bajan de las punas corriendo por un
1962: Túpac Amaru Kamaq taytanchisman. Haylli-taki. A
cauce brusco, pero se tienden después en una pampa desigual donde
nuestro padre creador Túpac Amaru. Himno-canción.
hay hasta una lagunita; termina la pampa y el cauce de los ríos se
1966: Oda al jet. quiebra otra vez y el agua va saltando de catarata en catarata hasta
1969: Qollana Vietnam Llaqtaman / Al pueblo excelso de llegar al fondo de la quebrada.
Vietnam. El pueblo se ve grande, sobre el cerro, siguiendo la lomada; los
1972 – Katatay y otros poemas. Huc jayllikunapas. Poemas techos de teja suben desde la orilla de un riachuelo, donde crecen
en versiones quechua y española. Publicado póstumamente algunos eucaliptus, hasta la cumbre; en la cumbre se acaban, porque
por Sybila Arredondo de Arguedas. en el filo de la lomada está el jirón Bolívar, donde viven los vecinos
principales, y allí los techos son blancos, de calamina. En las faldas
del cerro, casi sin calles, entre chacras de cebada, con grandes
corrales y patios donde se levantan yaretas y molles frondosos, las
8.4 NOVELA SELECCIONADA casas de los comuneros, los ayllus de Puquio, se ven como pueblo
YAWAR FIESTA indio. Pueblo indio, sobre la lomada, junto a un riachuelo.
(Fragmento) Desde el abra de Sillanayok’ se ven tres ayllus: Pichk’achuri,
K’ayau, Chaupi.
Figura 12. —¡Pueblo indio! —dicen los viajeros cuando llegan a esta cumbre y
Yawar Fiesta divisan Puquio. Unos hablan con desprecio; tiritan de frío en la
cumbre los costeños, y hablan:
—¡Pueblo indio!
Pero en la costa no hay abras, ellos no conocen sus pueblos desde
lejos. Apenas si en las carreteras los presienten, porque los caminos
se hacen más anchos cuando la ciudad está cerca, o por la fachada
de una hacienda próxima, por la alegría del corazón que conoce las
distancias. ¡Ver a nuestro pueblo desde un abra, desde una cumbre
donde hay saywas de piedra, y tocar en quena o charango, o en
rondín, un huayno de llegada!
Ver a nuestro pueblo desde arriba, mirar su torre blanca de cal
Nota. Tomado de (https://goo.su/aDfFET)
y canto, mirar el techo rojo de las casas, sobre la ladera, en la loma o
Chullahora. Llegando de la costa se entra al pueblo por estos ayllus.
en la quebrada, los techos donde brillan anchas rayas de cal; mirar —¡Pueblo indio!
en el cielo del pueblo, volando, a los killinchos y a los gavilanes
Toda la ladera llena de casas y corrales; a ratos el viajero se
negros, a veces al cóndor que tiende sus alas grandes en el viento;
encuentra con calles torcidas, anchas en un sitio, angostas en otro; la
oír el canto de los gallos y el ladrido de los perros que cuidan los
calle desaparece cortada por un canchón de habas o cebada y vuelve
corrales. Y sentarse un rato en la cumbre para cantar de alegría. Eso
a aparecer más allá. El viajero sube la lomada, saltando de trecho en
no pueden hacer los que viven en los pueblos de la costa.
trecho acequias de agua orilladas por romazales y pasto verde. Ya
***
junto a la cumbre de la lomada hay callecitas angostas, empedradas
Tres ayllus se ven desde Sillanayok’: Pichk’achuri, K’ayau,
y con aceras de piedra blanca; tiendecitas, con mostradores
Chaupi. Tres torres, tres plazas, tres barrios indios. Los chaupis, de
montados sobre poyos de barro; y en los mostradores, botellas de
pretenciosos, techaron la capilla de su ayllu con calamina. Desde
cañazo, pilas de panes, monillos multicolores para indias, botones
Sillanayok’ se ve la capilla de Chaupi, junto a una piedra grande, se
blancos de camisa, velas, jabones, a veces piezas de tocuyo y
ve brillante y larga, con su torre blanca y chata.
casinete. Es el sitio de los mestizos; ni comuneros ni principales, allí
—¡Atatao!—dicen los comuneros de los otros barrios—. Parece
viven los chalos, las tiendas son de las mestizas que visten percala y
iglesia de misti.
se ponen sombrero de paja.
Pero los chaupis están orgullosos de su capilla.
Casi de repente, llegando a la cima de la lomada, se entra al jirón
—Mejor que de misti —dicen ellos.
Bolívar.
Entrando por el camino de Sillanayok’, el pueblo empieza a las
—¿Qué? —dicen los forasteros. Se sorprenden.
orillas del riachuelo Chullahora, ayllu de Pichk’achuri. No hay
Es, pues, la calle de los vecinos, de los principales. Calle larga,
calles verdaderas en ningún sitio; los comuneros han levantado sus
angosta, bien cuidada, con aceras de piedra pulida. El jirón Bolívar
casas, según su interés, en cualquier parte, sobre la laderita, en buen
comienza en la plaza de armas, sigue derecho tres o cuatro cuadras,
sitio, con su corral cuadrado o redondo, pero con seña, para
cae después de una quebrada ancha, y termina en la plaza del ayllu
conocerla bien desde los cerros. Hacia afuera, una pared
de Chaupi. En el remate del jirón Bolívar hay una pila grande de
blanqueada, una puerta baja, una o dos ventanas, a veces un poyo
cuatro caños; después está la plaza del ayllu de Chaupi, la capilla de
pegado a la pared; por dentro, un corredor de pilares bajos que se
calamina. «Alberto», estatua india de piedra alaymosca;
apoyan sobre bases de piedra blanca; en un extremo del corredor
Makulirumi, la gran piedra, seña del barrio; y más allá, en toda la
una división de pared, para la cocina. Junto a la pared del corral,
pampa, el pueblo indio de Chaupi. De una esquina de la plaza de
junto a la casa, o al centro del patio, un molle frondoso que hace
Chaupi comienza la Calle Derecha, es como prolongación del jirón
sombra por las mañanas y en las tardes; sobre el molle suben las
Bolívar, pero la Calle Derecha es calle de los indios.
gallinas al mediodía y dormitan, espulgándose. El techo de la casa,
Al otro lado del jirón Bolívar, en la otra ladera de la lomada, está el
siempre de teja, teja de los k’ollanas y k’ayaus; sobre el tejado rayas
ayllu de K’ollana. K’ollana no se puede ver de Sillanayok’; la
de cal, y en la cima, al medio, una cruz de acero. Así es el barrio de
lomada lo oculta. Igual que Pichk’achuri, K’ollana termina en un
Pichk’achuri y K’ayau, del jirón Bolívar al río
riachuelo, Yallpu. El pueblo comienza
y termina en riachuelos.
pueblo: la plaza de armas es como cabeza de la culebra, allí están
El jirón Bolívar es la residencia de los principales; allí viven todo el
los dientes, los ojos, la cabeza, la lengua —cárcel, coso,
año. En el jirón Bolívar están las casas de los vecinos; allí están las
subprefectura, juzgado—; el cuerpo de la culebra es el jirón Bolívar.
cantinas donde se emborrachan; allí está el billar, la botica; las
Durante el día y por las noches, los principales viven en el jirón
tiendas de comercio.
Bolívar; allí se buscan entre ellos, se pasean, se miran frente a
—¿Qué? —dicen los forasteros entrando al jirón Bolívar.
frente, se enamoran, se emborrachan, se odian y pelean. En el jirón
Es, pues, para el gusto de los mistis. Las puertas son verdes, azules,
Bolívar gritan los vecinos cuando hay elecciones; allí andan en tropa
amarillas; las casas son casi todas de dos pisos, con balcones de
echando ajos contra sus enemigos políticos; a veces rabian mucho y
corredor que dan sombra a las aceras. Las calles son angostas; por
se patean en la calle, hasta arrancan las piedras del suelo y se
las noches, los gatos, cuando se persiguen, saltan por lo alto, de
rompen la cabeza. Cuando los jóvenes estrenan ropa, cuando están
techo a techo. Pero las calles son derechas, las que están en cuesta y
alegres, se pasean a caballo de largo a largo en el jirón Bolívar; con
en plano, todas son derechas; y la acequia que hay al medio de las
el cuerpo derecho, con la cabeza alta, tirando fuerte de las riendas y
calles está bien empedrada; de todos los zaguanes corren pequeños
dando sentadas al caballo en cada esquina.
canales a esta acequia.
Al jirón Bolívar también llegan primero los principales de los
La plaza de armas es también de los principales, más todavía que el
distritos. De canto a canto recorren el jirón, haciendo sonar sus
jirón Bolívar. Pero la plaza de armas no está al centro del pueblo. En
roncadoras de plata, luciendo el zapateo de sus caballos costeños.
un extremo del jirón Bolívar está la plaza de Chaupi; en el otro, la
Después de llevar algún regalo al subprefecto y al juez, los
plaza de armas; más allá de la plaza de armas, ya no hay pueblo. En
principales de los distritos se emborrachan con licores
la plaza de armas están las mejores casas de Puquio; allí viven las
«finos» en el billar y en las tiendas de las niñas.
familias de mistis que tienen amistades en Lima —extranguero»
En el billar se juntan los mistis por las noches; allí juegan casino,
dicen los comuneros —, las niñas más vistosas y blanquitas; en la
rocambor, siete y medio; conversan hasta medianoche; se
plaza de armas está la iglesia principal, con su torre mocha de piedra
emborrachan.
blanca; la subprefectura, el puesto de la Guardia Civil, el Juzgado de
En esa calle corretean, rabian y engordan los mistis, desde que
Primera Instancia, la Escuela Fiscal de Varones, la Municipalidad,
nacen hasta que mueren.
la cárcel, el coso para encerrar a los
Puquio es pueblo nuevo para los mistis. Quizá hace trescientos años,
«daños»; todas las autoridades que sirven a los vecinos principales;
quizá menos, llegaron a Puquio los mistis de otros pueblos donde
todas las casas, todas las gentes con que se hacen respetar, con que
negociaban en minas. Antes, Puquio entero era indio. En los cuatro
mandan.
ayllus puros indios no más vivían. Llegaban allí los mistis, de vez en
En el centro de la plaza hay una pila de cemento; y rodeando a la
vez, buscando peones para las minas, buscando provisiones y
pila, un jardín redondo, con hierba, algunas flores amarillas y linaza
mujeres.
verde. Frente a las gradas de la Municipalidad hay otra pila de agua.
Otros pueblos que hay cerca de Puquio están en cerros llenos de
Más allá de la plaza de armas ya no hay pueblo, en la plaza remata
bocaminas; junto a los riachuelos que dan agua a esos pueblos, se
el jirón Bolívar.
derrumban ahora trapiches viejos; allí molían plata los antiguos.
Por eso, el jirón Bolívar es como culebra que parte en dos al
Esos pueblos tienen nombres de santos, sus
calles son anchas; la plaza de armas, bien cuadrada, está al medio
Pichk’achuri son más dueños. En otros tiempos era al revés. De
del pueblo; la iglesia es grande con puerta de arco; el altar mayor de
tanto entrar a los despachos, de tanto corretear por causa de los
las iglesias es, a veces, de madera tallada, y el dorado se ve todavía.
papeles con que les quitaban las chacras, los puquios aprendieron a
En los cerros de Puquio no había minas; por eso los mistis llegaban
defender los pleitos, comprando a los jueces, a los escribanos y a
de repente, hacían su fiesta con las indias, reclutaban gente, de
los notarios. Cada ayllu se levantaba, entero, para defender a sus
grado o por fuerza, para las minas; y se volvían, hasta tiempo.
comuneros. Todos los domingos había cabildo en los ayllus; todos
Pero las minas se acabaron; el negocio del mineral ya no valía;
los domingos se juntaban los comuneros para tomar acuerdos. Y
entonces los mistis se repartieron por todos los pueblos indios de la
pusieron atajo a los despojos de la quebrada. Cuando los mistis ya
provincia. Dejaron casi vacíos de señores a sus pueblos con nombres
eran dueños de casi todas las tierras de sembrío, cuando los
de santos. Ahora esos pueblitos se derrumban como los trapiches
k’ollanas y los k’ayaus habían quedado para jornaleros de los
viejos; las calles se borran, las iglesias también se derrumban, los
principales.
altares pierden su dorado, se cubren de polvo. Pero el agua no soltaron los ayllus.
Los más de los mistis cayeron sobre Puquio, porque era pueblo
Igual que en otros tiempos, los varayok’s reparten los turnos de
grande, con muchos indios para la servidumbre; con cuatro acequias
riego, cada cual en su ayllu.
de agua, una por ayllu, para regar las sementeras. Pueblo grande, en
Por eso, al amanecer, los días de reparto, los mistis de Puquio entran
buen sitio.
a los ayllus a pedir agua para regar sus sementeras. Tiritando
Los mistis fueron con su cura, con su Niño Dios «extranguero»,
todavía con el frío, ocultando la quijada en las bufandas, los
hicieron su plaza de armas en el canto del pueblo; mandaron hacer
principales se entropan con los indios del barrio, y gritan levantando
su iglesia, con puerta de arco y altar dorado; y de ahí, desde su
el brazo:
plaza, como quien abre acequia, fueron levantando su calle, sin —¡Don Gregorio! ¡Para mi maicito!
respetar la pertenencia de los ayllus.
En la madrugada, los abrigos negros, azules, los sombreros de paja,
—¡Qué ni qué!
los sombreros «extrangueros» de paño, parecen ropa de forastero
Había que ir recto. Calle de mistis es siempre derecha. En poco
entre los ponchos puquios, verdes, rojos y amarillos, entre tanto
tiempo, cuando ya había casas de balcones en el jirón Bolívar,
lok’o color vicuña.
cuando pudieron acomodar algunas calles, a un lado y a otro del
A veces llega el sol a la cumbre de los cerros, y todavía el varayok’
jirón Bolívar, trasladaron la capital de la provincia a su nuevo
repartidor está oyendo:
pueblo.
—¡Para mi triguito de K’ellok’ello, para mi maizal de K’orek’ocha,
Y comenzó el despojo a los ayllus. Con el apoyo de las autoridades,
para mi cebadal de Chullahora! ¡Don Gregorio!
los mistis empezaron por el barrio de K’ollana. K’ollana tenía
¡Cuántas veces fueron los mistis al sitio de los repartos y llevaron, a
buenas chacras de maíz, de cebada, de trigo. Los jueces y los
fuete limpio, a los varayok’s alcaldes, y los encerraron en la cárcel!
notarios firmaron papeles de toda laya; eso era suficiente. Después
Pero mientras el varayok’ alcalde pujaba en la barra, los cuatro
de K’ollana, K’ayau. De esos barrios eran las tierras con más agua,
ayllus se revolvían; indios de K’ayau, de K’ollana, de Pichk’achuri,
y estaban junto al pueblo. Enseguida Chaupi y Pichk’achuri. Por
de Chaupi, andaban notificando a todas las casas. Desde akulirumi
eso ahora Chaupi y
tocaban corneta, wakawak’ras. Puquio quedaba tranquilo,
silencioso, como en noche oscura.
Reventaban su balita los mistis en todas las calles; en todas las
mandan a cualquier parte, a veces de puro favor. En los días que
calles se emborrachaban y amenazaban a los comuneros. Entraban a
llueve, los vecinos llaman en la calle a cualquier mestizo amigo de
una casa, a otra; pateaban a las criaturas, sacaban sangre de la boca,
su casa y lo mandan por su abrigo, por su paraguas, cualquier
de la nariz, de la frente de los indios.
mandato les ordenan. Entre ellos escogen los principales a sus
—¡No empurta!
mayordomos. A estos mestizos, que siguen como perros a los
¿Acaso misti sabe regar? ¿Acaso misti sabe levantar cerco?
principales, los comuneros les llaman
¿Acaso misti sabe deshierbar los trigales? ¿Acaso misti arregla
«k’anras», y quizá no hay en el hablar indio palabra más sucia. Pero
camino, hace tejas, adobes, degüella carnero? ¿Quién, pues,
algunos mestizos son trabajadores; hacen negocio con los pueblos
levantaría las tomas de agua, quién abriría las acequias, quién
de la costa, llevando quesos, carneros, trigo, y trayendo cañazo de
remendaría los relejes, quién arreglaría las compuertas, cuando los
contrabando, velas, jabones.
repuntes de enero y febrero, cuando las avenidas que bajan de todos
Muchos de estos mestizos hacen amistad con los ayllus y hablan a
los cerros tumbaran las acequias y llenaran de piedras, de champa y
favor de los comuneros. En los ayllus les llaman don Norberto, don
arena las tomas?
Leandro, don Aniceto.
—¡Jajayllas!
Les hablan con respeto. Pero en las fiestas bailan con ellos, de igual
Ni a bala, ni a zurriago, ni aun con los ruegos del taita (padre)
a igual; y cuando hay apuro, el mestizo amigo aconseja bien,
vicario, los comuneros salían de los ayllus.
defiende a los ayllus.
—¡Mi ojo premero sacará! ¡Como killincho (cernícalo) ladrón, mi
Así es el vivir en el jirón Bolívar y en los barrios. Así entraron a
ojo premero comerá! ¡Cúmun yaku jajayllas!
Puquio los mistis forasteros.
Los puquios sabían eso.
Pero cuando los puquios miran desde lo alto, desde sillanayok’abra,
Entonces los mistis se humillaban primero. Lloraban de rabia en su
desde la cumbre del taita Pedrork’o; cuando miran el jirón Bolívar,
conciencia, pero sacaban cañazo de todas las tiendas y rogaban con
brillando como lomo de culebra entre el tejado de los ayllus,
eso a los varayok’s, a los taitas. Iban a los ayllus, cada cual según su
asqueando, dicen:
pertenencia, y entraban a las casas hablando en voz dulce, —¡Atatauya, Bolívar calle!
ofreciendo amistad.
Cuando los indios miran y hablan de ese modo, en sus ojos arde otra
Los chalos, según su interés, unas veces se juntan con los vecinos,
esperanza, su verdadera alma brilla. Se ríen fuerte, quizá también
otras veces con los ayllus. No viven en el jirón Bolívar, sus casas
rabian.
están en las callecitas que desembocan en la calle de los mistis. Pero
Desde las cumbres bajan cuatro ríos y pasan cerca del pueblo; en las
ellos también, quieran o no, están clasificados por los vecinos según
cascadas, el agua blanca grita, pero los mistis no oyen. En las
los ayllus. Son mestizos de Chaupi, k’ollanas, k’ayaus,
lomadas, en las pampas, en las cumbres, con el viento bajito, flores
pichk’achuris. Entre los chalos nombra el prefecto al teniente
amarillas bailan, pero los mistis casi no ven. En el amanecer, sobre
gobernador del ayllu.
el cielo frío, tras del filo de las montañas, aparece el sol; entonces
Por las noches, los mestizos se reúnen a la puerta del billar y de las
las tuyas y las torcazas cantan, sacudiendo sus alitas; las ovejas y los
cantinas, para ver lo que juegan y lo que toman los mistis. A veces
potros corretean en el pasto, mientras los mistis duermen, o miran,
entran a las tiendas, se paran apoyándose en la pared, para no
calculando la carne de los novillos. Al atardecer, el taita Inti dora el
estorbar, y miran.
cielo, dora la tierra, pero ellos estornudan, espuelean a los caballos
Cada vecino tiene tres o cuatro chalos de su confianza, y los
en los caminos, o toman café, toman pisco caliente. Gonzáles Prada, Víctor Andrés Belaunde o José Carlos Mariátegui,
Pero en el corazón de los puquios está llorando y riendo la quebrada, por ejemplo) como en obras literarias (Clorinda Matto de Turner,
en sus ojos el cielo y el sol están viviendo; en su adentro está Luis Valcárcel, Enrique López Albújar o Ciro Alegría, solo para
cantando la quebrada, con su voz de la mañana, del mediodía, mencionar algunos autores centrales). Sin embargo, es José María
de la tarde, del oscurecer. (Arguedas, J.M. 2002, p. 3-11). Arguedas (1911-1969) quien ha logrado, de lejos, mayor notoriedad
en el movimiento indigenista. Y ello no solo por su calidad literaria,
sino también por representar un indigenismo más maduro y validado
8.4.1. Apreciación crítica por la autoridad de un profundo conocimiento de las realidades
andinas. La obra y vida misma de Arguedas están llenas de las
Mundos sociales y espacios festivos en contradicciones y las ambivalencias de un ser mestizo en tensión
el Yawar fiesta de José María Arguedas constante entre dos culturas (González Vigil, 1995).
http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2071- 50722018000200011 Lecturas recientes han observado y criticado (Vargas Llosa, 1996),
en la obra de Arguedas, la creación de un mundo dual entre indios y
Gerardo Castillo Guzmán blancos en el cual es difícil plantear la figura intermedia del mestizo.
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, El mundo arguediano se movería a través de una serie de encuentros
Perú.
Contacto: castillo.gm@pucp.edu.pe violentos y de relaciones sociales excluyentes. Dada la posición
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-2854- personal del autor, que aboga abiertamente a favor de poblaciones
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indígenas andinas, entenderíamos sus intentos por incorporar el
Resumen
quechua en la narración en español (Bendezú, 1974) o por asociar a
El presente artículo1 explora el mundo social que presenta José María
Arguedas en su novela Yawar fiesta. Este es un mundo fragmentado en el estos grupos con valores positivos en oposición a los sectores
cual interactúan diferentes arquetipos sociales en un universo fuertemente blancos. A partir de una lectura de Yawar fiesta, y sin pretender
jerarquizado en el que, sin embargo, se comparten códigos culturales negar la pertinencia de interpretaciones previas, argumento que: a)
comunes que oponen al mundo andino de Puquio con elementos el mundo social que presenta Arguedas es más fragmentado de lo
modernizantes de la costa. Finalmente, se concluye que la resolución de que comúnmente se estima; b) diferentes arquetipos sociales
esta oposición cultural es lograda a través de la inversión carnavalesca del interactúan en un universo fuertemente jerarquizado según opresivas
orden establecido. relaciones de poder; c) sin embargo, se comparten códigos culturales
Palabras claves: José María Arguedas; Yawar fiesta; Literatura comunes que oponen al mundo andino de Puquio con los elementos
peruana; Universos sociales; Carnaval. modernizantes de la costa, y; d) finalmente, la resolución de esta
oposición cultural es lograda a través de la inversión carnavalesca
del orden establecido.
Los temas del mestizaje, el dualismo entre lo occidental y lo Relaciones fragmentadas y universos culturales
indígena, junto con la modernización de la sociedad, han sido Tras un conjunto de cuentos (Agua, 1935), Yawar fiesta es la
centrales en América Latina en general y en los países andinos en primera novela del autor. Si bien es cierto que lingüísticamente
específico (Rowe, 1976). En el Perú existe una rica tradición de
debate sobre el llamado problema indígena manifestada tanto en
ensayos políticos (José de la Riva-Agüero, Manuel
aún no logra la maestría en la construcción de un lenguaje literario Esta simpleza narrativa es, no obstante, engañosa y ya desde las
primeras páginas el lector es guiado por una voz que posee un
que a través del castellano capture la expresividad quechua simpatético y agudo conocimiento del paisaje:
Entre alfalfares, chacras de trigo, de habas y cebada, sobre una
(Rodríguez Garrido, 1984) como lo alcanza en lomada desigual, está el pueblo.
Los ríos profundos Desde el abra de Sillanayok’ se ven tres riachuelos que corren,
(1961) (Gonzáles Vigil, 1995), también es cierto que ella es una acercándose poco a poco, a medida que van llegando a la quebrada
novela cuidadosamente pensada. Efectivamente, Arguedas escribe, del río grande. Los riachuelos bajan de las punas corriendo por un
modifica y madura la novela a lo largo de un período que va desde cauce brusco, pero se tienden después en una pampa desigual donde
1937 hasta la última revisión en 1958, aunque ya para 1941 tiene hasta una lagunita; termina la pampa y el cauce de los ríos se
una versión más o menos definitiva (Muñoz, 1979). quiebra otra vez y el agua va saltando de catarata en catarata hasta
Yawar fiesta posee una trama episódica y relativamente simple. llegar al fondo de la quebrada. (Arguedas, 1983, p. 71)
Después de una presentación de la geografía, historia y sociedad del Sin embargo, el relato no se queda en la descripción paisajista y
pueblo de Puquio, capital de la provincia de Lucanas en los Andes costumbrista que caracteriza a las literaturas indianista e indigenista.
sur medio del Perú, el autor desarrolla el tema central. De entre los Discutiendo las referencias intertextuales en Los ríos profundos,
cuatro ayllus que integran Puquio —K’ollana, Chaupi, K’ayau y Ricardo González Vigil (1995) ha señalado que Arguedas encuentra
Pichk’achuri— destaca la rivalidad entre los dos últimos, la cual se coincidencias al mismo tiempo que rechaza el purismo estético de
evidencia en las corridas de toros que tienen lugar en las José de la Riva-Agüero en su Paisajes peruanos (1955). Como
celebraciones de Fiestas Patrias o el día de la Independencia, los 28 acertadamente ha notado Peter Elmore (1993), desde el primer
de julio. Dispuestos a romper la ya tradicional racha de triunfos de capítulo de Yawar fiesta se percibe un mundo social bastante más
los Pichk’achuris, los comuneros de K’ayau deciden capturar y estratificado que la simple oposición entre indio explotado y blanco
torear al Misitu, un legendario toro bravío que reina en las punas de explotador, con la que buena parte de la literatura indigenista se
los K’oñanis. El anuncio causa revuelo en el pueblo e valió para retratar su denuncia social. Por un lado, el narrador
inmediatamente se establece una apuesta entre don Julián comprometido (Lewis, 1985) nos muestra una primera oposición
Arangüena —dueño del toro y el más temido gamonal— y don geográfica y de incomprensión cultural entre el mundo costeño y el
Pancho Jiménez —el comerciante mestizo— sobre si los de K’ayau serrano:
serán o no capaces de capturar al animal. El subprefecto, sin Desde el abra de Sillanayok’ se ven tres ayllus: Pichk’achuri,
embargo, apoyado en una directiva gubernamental, ordena la K’ayau, Chaupi.
suspensión de la corrida por ser signo de barbarie y provocar —¡Pueblo indio! —dicen los viajeros cuando llegan e esta cumbre y
matanzas entre los indios. El cuerpo mayor de la novela describe las divisan Puquio. Unos hablan con desprecio; tiritan de frío en la
veladas negociaciones y acomodos frente a la autoridad para llevar a cumbre los costeños, y hablan:
cabo o impedir la corrida tradicional y cambiarla por una a "la —¡Pueblo indio!
española". El punto culminante ocurre cuando, ante el fracaso del Pero en la costa no hay abras, ellos no conocen sus pueblos desde
torero traído desde Lima, los indios se apoderan de la situación y lejos. Apenas si en las carreteras los presienten, porque
realizan finalmente la corrida.
los caminos se hacen más anchos cuando la ciudad está cerca, o por
la fachada de una hacienda próxima, por la alegría del corazón que
conoce las distancias. ¡Ver nuestro pueblo desde un abra, desde una
cumbre donde hay saywas de piedra, y tocar en quena o charango, o
en rondín, un huayno de llegada! Ver a nuestro pueblo desde arriba,
mirar su torre blanca de cal y canto, mirar el techo rojo de las casas,
sobre la ladera, en la loma o en la quebrada, los techos donde brillan
anchas rayas de cal; mirar en el cielo del pueblo, volando, a los
killinchos y a los gavilanes negros, a veces al cóndor que tiende sus
alas grandes en el viento; oír el canto de los gallos y el ladrido de los
perros que cuidan los corrales. Y sentarse un rato en la cumbre para
cantar de alegría. Eso no pueden hacer los que viven en los
pueblos de la costa. (Arguedas, 1983, pp. 71-73)
En un extremo tenemos a los pongos y los k’oñanis, pastores de
El cuadro se complica aún más cuando a la oposición costa- sierra,
puna que han perdido toda dignidad y sirven sumisamente a los
el autor añade consideraciones de clase y posición social:
gamonales. Los k’oñanis viven en permanente terror, tanto mítico
Desde las cumbres bajan cuatro ríos y pasan cerca del pueblo; en las
hacia el toro, como terrenal frente el terrateniente. En ellos, el llorar
cascadas, el agua blanca grita, pero los mistis no oyen. En las
es de mujerao, señal de debilidad, algo muy diferente a la viril
lomadas, en las pampas, en las cumbres, con el viento bajito, flores
sensibilidad de los indios comuneros. En estos últimos, Arguedas
amarillas bailan, pero los mistis casi no ven. En el amanecer, sobre
coloca los valores de resistencia, fuerza y acción colectiva que les
el cielo frío, tras del filo de las montañas, aparece el sol; entonces
permitieron, por ejemplo, construir la carretera a la costa en tan solo
las tuyas y las torcazas cantan, sacudiendo sus alitas; las ovejas y los
veintiocho días. Pero aún estos ayllus se encuentran diferenciados:
potros corretean en el pasto, mientras los mistis duermen, o miran,
Tres ayllus se ven desde Sillanayok’: Pichk’achuri, K’ayau, Chaupi.
calculando la carne de los novillos. Al atardecer, el taita Inti dora el
Tres torres, tres plazas, tres barrios indios. Los chaupis, de
cielo, dora la tierra, pero ellos estornudan, espuelean a los caballos
pretenciosos, techaron la capilla de su ayllu con calamina [...]
en los caminos, o toman café, toman pisco caliente. (Arguedas, 1983,
—¡Atatao! —dicen los comuneros en los otros barrios—. Parece
p. 77)
iglesia de misti.
A riesgo de ser esquemático en extremo es posible sostener que los
Pero los chaupis están orgullosos de su capilla.
personajes prototipo que Arguedas crea juegan sobre un doble eje
—Mejor que de misti —dicen ellos. (Arguedas, 1983, p. 72) Además,
racial y geográfico, como se resume en el cuadro 1.
los indios que migran a la ciudad también están representados.
Efectivamente, la voz etnológica nos dice que dos mil lucainos vivían
en Lima y más de quinientos eran de Puquio. Muchos de ellos sufren
pasivos el ataque de la ciudad, no en vano el capítulo que Arguedas
les dedica se titula "Los ‘serranos’" con el comillado que habla del
profundo desprecio
que implica el término en la costa. Pero hay los otros que se principales a sus mayordomos. A estos mestizos, que siguen como
organizan bajo una ideología revolucionaria marxista, aunque perros a los principales, los comuneros les llaman "k’anras", y quizá
también enajenante. no hay en el hablar indio palabra más sucia. (Arguedas, 1983, pp.
Por otro lado, el mundo de los blancos y las autoridades es uno 76-77)
igualmente fragmentado. El capítulo sobre el despojo de tierras no Así encontramos la figura del párroco, quien a pesar de ser de origen
deja dudas acerca de la condición opresora de los terratenientes, sin indio sirve de enlace e instrumento de dominación. Pero al mismo
embargo, los procesos de modernización iniciados en la década de tiempo encontramos la figura del mestizo identificado con la cultura
1930 los afectan diferenciadamente. Con fuertes intereses indígena:
económicos en la capital, muchos de ellos desarrollan hábitos [...] algunos mestizos son trabajadores; hacen negocio con los
culturales limeños y extranjerizantes, mientras que otros se aferran a pueblos de la costa, llevando quesos, carneros, trigo, y trayendo
un poder tradicional ejercido a través del ejercicio cotidiano de cañazo de contrabando, velas, jabones.
dominación en el pueblo y en las haciendas antes que a través de la Muchos de estos mestizos hacen amistad con los ayllus y hablan a
adulación política. Las autoridades costeñas se encuentran ilustradas favor de los comuneros. En los ayllus les llaman don Norberto, don
por el policía arequipeño con sentido del honor y el subprefecto Leandro, don Aniceto...
iqueño obsesionado con su plan civilizador. La incomprensión del Les hablan con respeto. Pero en las fiestas bailan con ellos, de igual
subprefecto no se limita a la corrida de toros, sino que abarca la a igual; y cuando hay apuro, el mestizo amigo aconseja bien,
totalidad de los pueblos andinos: defiende a los ayllus. (Arguedas, 1983, p. 77) En una sociedad
Mire que cielo para feo, qué pueblo más triste. A veces se me pone rural como Puquio, fragmentada por relaciones de dominación y
negro el humor entre estos cerros. Y pura aulladera de perros; y explotación, es un universo cultural compartido (el de la sierra
cuando no los perros, esos cuernos que los indios tocan como para peruana) el que le da unidad. En este sentido, la principal fuente
día de difuntos; o si no el viento que grita en la calamina. ¡Es una de conflicto no es una oposición entre explotados (indios) y
gran vaina! (Arguedas, 1983, p. 112) Finalmente, el espacio explotadores (la tríada indigenista del gamonal, la autoridad civil y
intermedio de los mestizos es profundamente ambiguo y el párroco), sino entre códigos culturales aparentemente
acomodaticio. De un lado: irreconciliables: el mundo costeño y el mundo andino. De esta
Los chalos, según su interés, unas veces se juntan con los vecinos, manera, el Yawar fiesta de Arguedas no equipara mundo andino
otras veces con los ayllus... con indio, sino que presenta un mundo más rico y jerarquizado,
Por las noches, los mestizos se reúnen a la puerta del billar y de las cohesionado por elementos culturales comunes. En voz del
cantinas, para ver lo que juegan y lo que toman los mistis. A veces propio Arguedas: "[...] lo indígena está en lo más íntimo de toda la
entran a las tiendas, se paran apoyándose en la pared, para no gente de la sierra del Perú" (citado por Rowe, 1976, p. 261). Aunque
estorbar, y miran. la novela sigue explorando el viejo tema de civilizar a los indígenas
Cada vecino tiene tres o cuatro chalos de su confianza, y los mandan de acuerdo con criterios occidentales —el conflicto entre
a cualquier parte, a veces de puro favor. En los días que llueve, los civilización y barbarie (Arenas y Arenas, 1994, p. 520)— ella supera
vecinos llaman en la calle a cualquier mestizo amigo de su casa y lo el arquetipo indigenista de la denuncia social a través de la oposición
mandan por su abrigo, por su paraguas, cualquier mandato les binaria entre el gamonal y el indio, entre el poder absoluto y la
ordenan. Entre ellos escogen los sumisión total sin vasos
comunicantes. Arguedas crea una serie de modelos para cada proporciona
mundo, les otorga lenguajes específicos que sirven como el diálogo que sostienen don Julián Arangüena (el
marcadores socioculturales y les concede diferentes gamonal por excelencia) y don Pancho Jiménez (el comerciante
valoraciones. mestizo y ambiguo) cuando se encuentran encarcelados. Aquel
Comunicación y violencia detentaría el poder —aunque siempre precario y amenazado—,
La dicotomía que presenta José María Arguedas no es entre dos gracias al uso de la violencia, como el mismo don Julián lo
tipos sociológicos, el indio explotado versus el blanco explotador, reconoce:
sino entre una cultura regional andina y una cultura regional [A los indios] los he acogotado feo. En su adentro, seguro, me
costeña. Clave en este argumento es la escena final cuando don maldicen. Es, pues, de razón. Yo, como a los perros no más los
Antenor, el alcalde de Puquio, susurra al oído del subprefecto: arreo. Ya usted sabe don Pancho, mucho hey fregado. Así es, pues.
"¿Ve usted, señor Subprefecto? Estas son nuestras corridas. Dios me ha puesto en Puquio para que los aguantes.
¡El yawar punchay verdadero!" (Arguedas, 1983, p. 192, énfasis ¡Caray! Y en la puna, los hey hecho gritar bien, desde las alturas de
nuestro). Existe pues un sentimiento, aunque teñido de paternalismo, Coracora hasta Chalhuanca, de Pampariche a Chipao. Como a potro
de orgullo y pertenencia a una cultura andina mañoso los he amansado, así, a puro golpe, hasta que han
compartida. Por otro lado, encontramos la imposibilidad del arrodillado en el suelo. Usted es, pues, de otra manera, otro corazón
subprefecto costeño de entender como algo más que una costumbre tiene usted. Y es de razón. Usted ha hecho plata vendiendo trago y
bárbara la corrida de toros indígena. abarrotes no más; calladitos, y de buena voluntad, le han traído la
No es de sorprender, entonces, que los gamonales alimeñados y los ganancia a su misma casa. ¡Así cualquiera! Por eso, usted para de
mestizos e hijos de comuneros que han migrado a Lima vean con parte de los ayllus, es usted amiguero de K’ayau, de Pichk’achuri, y
idéntico valor negativo el turupukllay. como a hijos los defiende. "¡Carajo, los comuneros son papachas!",
Lo que retrata Arguedas es un complejo sistema cultural al interior dice usted. Y si hay ocasión usted pelea por la indiada. ¡Claro, pues!
del cual existen relaciones jerarquizadas y abusivas de poder, pero Así tiene que ser. Pero yo tengo correr la puna bien armao y tengo
en el cual es posible la comunicación gracias a códigos que que meterles fuerte la espuela. (Arguedas, 1983, p. 182)
comparten tanto los indios, como los hacendados y los mestizos, de En cambio, el comerciante basaría su ascendencia entre los
ahí que uno de los mistis llegue a afirmar: "Pero la corrida es lo comuneros no tanto por su diferente posición social y económica ya
fuerte. Lo demás es ñagasa, ripio no más. Sin turupukllay, el 28 que, como lo evidencia el texto, no sería otra cosa que una más sutil
sería como cualquier día" (Arguedas, 1983, pp. 97-98). forma de explotación, sino por su empatía y cariño con el indio. Con
Existiría, de esta manera, una degradación en la comunicación que él comparte las mismas costumbres y sufre al no poder ser parte de
va desde plena y fluida —en armonía con la naturaleza y lo ellas:
cósmico, lograda por la sensibilidad de los comuneros—, hasta la —¡Don Julián! ¡Qué perra es mi suerte! ¡Quisiera estar allá, junto al
trunca y fallida —representada por la imposibilidad del subprefecto coso! Regaría con aguardiente los pies de los k’ayaus; tocaría
por entender la cultura andina—. wakawak’ra con el Raura, con el Tobías.
Una de las tensiones más interesantes y reveladoras de las complejas [...] Por eso, cuando oyó el dinamitazo de media misa, se persignó
relaciones de poder y unidad cultural en la novela la de todo corazón. Quería ir a la corrida, no se sentía
seguro acción colectiva y consciente de los colonos presente en Los ríos
de estar tranquilo en la cárcel, mientras el Misitu jugaba en el profundos.
Pichk’achuri. (Arguedas, 1983, p. 184) El sostener que Yawar fiesta supera las propuestas indigenistas
Aunque opuestos, entre ellos existe respeto mutuo. Lo sorprendente previas no equivale a decir que la novela niegue la violencia sobre la
es que estos dos personajes centrales de la estructura social de que están basadas las relaciones sociales en Puquio. En realidad, es
Puquio y los pueblos andinos en general en la década de 1930 —el todo lo contrario, muchos de los dispersos episodios están
gamonal tradicional y el comerciante— son los que se oponen más articulados a través del tema de la autoridad y la validez de su
fuertemente al subprefecto, la autoridad foránea e incapaz de ejercicio (Bourricaud, 1976). Así, en el despojo de tierras y pastos
entender la cultura local. Encarcelados por este, no asisten a la por parte de los gamonales se apela a una autoridad formal y
corrida de toros y escena final. legalista apoyada en el uso de la fuerza, aunque los ayllus conserven
Haciendo eco a la esclarecedora apreciación de Antonio Cornejo el uso del agua por la autoridad de la tradición y la fuerza de su
Polar (1973) sobre la existencia de un ciclo de "ampliaciones número y tenacidad. El pueblo de Puquio, y sus cuatro ayllus, tiene
sucesivas" en el trabajo de José María Arguedas, varios autores han la autoridad para ordenar a las demás comunidades de Lucanas la
notado un paralelismo entre la obra de Arguedas, su experiencia realización de faenas generales para la construcción de la carretera
personal y los cambios socioeconómicos del Perú (Escajadillo, Puquio-Nazca, carretera que —como el estudiante revolucionario lo
1976; Flores Galindo, 1987; González Vigil, 1995). Si el Perú rural reconoce— no solo sirvió para que los gamonales lleven sus
radicalmente se transforma en un efervescente mundo urbano fruto productos a Lima sino, muy especialmente, para que migrantes
de masivas migraciones y la biografía de José María Arguedas va como él lleguen a la capital. El K’arwarasu goza de mayor respeto
desde sus tiempos en Viseca y Puquio a los de Chimbote y Lima, su entre todos los demás apus y aukis en un sistema sagrado
obra recorrería esta evolución: la vida comunal en Agua, los jerarquizado. El subprefecto basa su autoridad en ser funcionario de
pueblos grandes del Yawar fiesta, la ciudad andina de Los ríos un Estado lejano y extraño (simbolizado por el retrato del presidente
profundos, hasta las ciudades de mestizos y migrantes de Lima y de la república, el cual cuelga silencioso en la sala de reuniones de
Chimbote en Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el la subprefectura) mientras los principales en su riqueza y
zorro de abajo (1971). arbitrariedad.
Estirando algo la idea de esta suerte de evolución o ampliación, es Arguedas utiliza la violencia para establecer un doble quiebre
posible considerar Yawar fiesta como una transición en otros dos —social y cultural— que introduce la imperfección y, por tanto, la
sentidos. Primero, la tensión entre el terrateniente y el comerciante posibilidad de novelar; en los dos primeros capítulos Arguedas
proindígena, iniciada con la apuesta entre don Julián y don Pancho, describe un pasado indígena ideal y armónico quebrado por el
no se soluciona y el mestizo permanece en una posición ambigua. gamonalismo. Y el eje de la novela es logrado cuando la
Segundo, como explicaré líneas abajo, la oposición entre cultura interferencia de autoridades modernizantes procura impedir una
andina y cultura foránea simbolizada en la corrida de toros no se costumbre de siglos, el turupukllay.
resuelve meramente en el plano mítico, sino que la novela invoca la Como acertadamente observa Antonio Cornejo Polar (1976), la
intervención de los indios, aunque sin llegar a la novela impone como unidad la vida total de los Andes sin borrar
sus contradicciones internas. Mas al componer esta
unidad andina la enfrenta al mundo costeño y civilizado, con lo cual posibilidad de resolución para las tensiones y el drama generados.
la representación novelesca gana en densidad y riqueza. El complejo Con ello no solo introduce en la literatura un elemento
y paradójico simbolismo de la corrida de toros, entonces, manifiesta importantísimo de la cultura andina, sino que logra mayor
la oposición entre la cultura andina (asociada con lo indígena, local profundidad y riqueza en el relato al proponer un final no cerrado,
y duradero) y la cultura costeña (vinculada con lo occidental, lleno de ambigüedades, donde lo extracotidiano y asombroso
foráneo y efímero), pero sin eliminar el conflicto latente entre indios ingresa en la rutina de relaciones sociales y deja un espacio abierto
y mistis. La imagen festiva del turupukllay no debe ser entendida para la incorporación de un diálogo con lo mítico, como
como la eliminación de jerarquías sociales y creación de una posteriormente lo hará el propio Arguedas en El zorro de arriba y
hermandad indiferenciada, como lo propone Bajtin (1990) para el el zorro de abajo. No en vano James Higgins (1997) señala que el
caso del carnaval europeo medieval. La distribución de los asientos tema de la fiesta será retomado por autores posteriores, tal es el caso
en las graderías indica claramente el estatus de las personas y, aún de La batalla (1954) de Carlos Eduardo Zavaleta o Taita Cristo
más, muchos indios venidos de otras comarcas son simplemente (1960) de Eleodoro Vargas Vicuña. El mismo Arguedas, en Los
excluidos del espectáculo de la corrida. ríos profundos, considera las chicherías (ubicadas en el barrio de
En Yawar fiesta las tensiones son puestas en relieve y la corrida da Huanupata, un espacio liminal que no está ni en la ciudad, ni en la
la oportunidad a los indios de expresar su rebeldía. Siguiendo la comunidad campesina, ni en la hacienda) fundamentalmente como
lectura del mismo Cornejo Polar (1976), los indios van a demostrar un punto festivo y carnavalesco donde es posible el encuentro
su coraje extremo, incluso a costa de su propia sangre, al matar con interétnico entre indios, cholos y mestizos gracias al alcohol, la
cargas de dinamita al toro que representa al mundo de los blancos, música, el baile y una abierta sensualidad. El que finalmente
"¡Ja caraya! Místicas verán. Principales asustarán con Misitu" se realice la corrida de toros al modo indígena habla de la resistencia
(Arguedas, 1983, p. 94). de su cultura. Ante el fracaso de Ibarito, el torero español, la corrida
Espacios festivos y subversión cultural abandona el carácter de espectáculo para recuperar su condición de
La tradición indigenista ha echado mano de diversos recursos en su juego colectivo (Montoya, 1980, p. 58). Hasta los propios mistis
afán de resolver los conflictos presentados. Una de las formas más gritan entusiasmados:
comunes ha sido el estallido de una rebelión generalizada o una gran —¡Que entre el "Honrao", carajo!
matanza como final, lo que no hace sino presagiar mayor violencia; —¡Que entre el Tobias! —gritó don Félix de la Torre.
ello como muestra de la irreconciliable oposición entre lo indígena y —¡Que entre el Wallpa!
lo blanco y la irreparable desaparición del elemento primero. —¡El K’encho! (Arguedas, 1983, p. 191)
Ejemplos de ello lo encontramos en El mundo es ancho y ajeno No obstante, la corrida final ya no es la misma corrida indígena
(1941) de Ciro Alegría, Huasipungo (1934) de Jorge Icaza, Raza practicada en años anteriores, sino el producto mestizo de la
de bronce (1919) de Alcides Arguedas o Redoble por negociación. Si bien conserva el espíritu original, ella se termina
Rancas (1970) de Manuel Scorza. En el Yawar fiesta, sin realizando en el coso pequeño y, más importante, es corrida solo por
embargo, José María Arguedas utiliza lo festivo como los toreros indios especialistas, con lo cual se elimina buena parte de
la violencia y muerte implícitas. Por un lado, estos cambios
simbolizan la capacidad de adaptación de
la cultura andina y la posibilidad de concebir un sincretismo feliz Los elementos carnavalescos de la escena final no se encontrarían
que tome elementos occidentales dentro de la lógica estructurante tanto en la inclusión de elementos festivos y coloridos como en una
indígena. Por otra parte, a un nivel más profundo, es el triunfo sobre estructura más sutil que subvierte el orden hegemónico. El toro
lo salvaje y mítico que simboliza el Misitu. Efectivamente, el Misitu simboliza en las sociedades andinas el poder de los españoles y, por
representa al Amaru, antiguo dios que tenía forma de serpiente y extensión, de los gamonales. No es extraño que el Misitu, el toro
vivía en el fondo de los lagos, el cual fue transformado en toro más temido, sea propiedad de don Julián Arangüena, el temible
según las creencias indígenas y habita en la sallk’a o puna salvaje: gamonal y que sean sus pongos de puna los encargados de su
Los k’oñanis decían que había salido de [la laguna] Torkok’ocha, cuidado. Es clara la asociación entre el terror y profundo respeto que
que no tenía padre ni madre. Que una noche, cuando todos los sienten por el toro y la opresión, paternalismo y dependencia que
ancianos de la puna eran aún huahuas, había caído tormenta sobre la sufren bajo el gamonal. No es casualidad entonces que don Pancho
laguna; que todos los rayos habían golpeado el agua, que desde lejos Jiménez llegue a decir: "—Usted, don Julián, es como un toro padre
todavía corrían, alumbrando el aire, y se clavaban sobre las islas de en Lucanas; se anda usted, de canto a canto, empujando a los otros,
Torkok’ocha; que el agua de la laguna había hervido alto, hasta y abusando" (Arguedas, 1983, p. 182) ni que don Julián se
hacer desaparecer las islas chicas; y que el sonido de la lluvia había emborrache lleno de orgullo: "—
llegado a todas las estancias de K’oñani. Y que, al amanecer, con la ¡Misitu! ¡No hay hombre para el Misitu! ¡Hasta las piedras le
luz de la aurora, cuando estaba calmando la tormenta, cuando las tiemblan, carajo! ¡Es de mí! ¡Es mi toro!" (Arguedas, 1983, p. 136).
nubes se estaban yendo del cielo de Torkok’ocha e iban poniéndose Los indios comuneros libres son quienes romperán con esta
blancas con la luz del amanecer, ese rato, dicen, se hizo remolino en opresión. Y lo hacen no en cualquier fecha, sino el 28 de julio, día
el centro del lago junto a la isla grande, y que de en medio del de fiesta nacional en el que se celebra la independencia política de
remolino apareció el Misitu, bramando y sacudiendo su cabeza. España. De tal manera, la novela conecta esta lucha local con una
(Arguedas, 1983, p. 132) condición nacional de liberación. Comentando su propia obra,
Este ser asocial —sin padre ni madre—, de origen fabuloso, ha sido Arguedas señala que el verdadero personaje:
fecundado en la laguna por el rayo. En la mitología andina, el rayo o [...] es la masa indígena que destruye el mito que está representado
Illapa, por su forma zigzagueante y por caer del cielo hacia la tierra, por el toro, el Misitu. Cuando el pueblo indígena quiere mostrar su
es el opuesto de la serpiente o Amaru, quien sale del subsuelo. valor ante la gente que lo desprecia, que son los señores, incluso
Posteriormente se ha asociado al rayo con Santiago, santo español mata a un dios, que es el Misitu, e incluso está dispuesto a matar a
usado en la saga de la conquista y rebautizado como Santiago sus dioses para demostrar que son gentes que tienen valor [...].
Mataindios. Santiago también representa la introducción española (Citado por Escajadillo, 1976, pp. 87-88)
del ganado vacuno y santiagos son los cantos de la época de No sería en vano que Arguedas no elija al danzaq o danzante de
herranza en la zona ayacuchana. No es sorprendente, entonces, el tijeras para representar la resistencia indígena, a pesar de ser
profundo miedo y reverencia que entre los pastores de la puna causa personaje central de la cultura quechua de Lucanas, como bien lo
el Misitu. La muerte, primero del layk’a del K’arwarasu y luego la ha notado Martin Lienhard (1983). Al igual que el
del propio Misitu, quiebra con el terror mítico que inspiran.
turupukllay, el danzaq es una construcción sincrética que toma Gracias al recurso de lo carnavalesco, de la inversión de mundos,
elementos de la vestimenta española dentro de una estructura ritual
agraria andina. Pero a diferencia del mismo, la competencia entre
danzaqs no opone al mundo andino con lo español, sino a sectores
del universo indígena. Sin embargo, en el turupukllay narrado,
Arguedas no utiliza al cóndor en la lucha contra el toro, como es
característico de muchas corridas en los departamentos de Ayacucho
y Apurímac y que él mismo incluyó en su cuento Yawar fiesta
anterior. De esta manera, el antagonismo en la novela no se queda
en el mero plano simbólico, sino que requiere de la acción colectiva
de los indios comuneros, quienes vencerán al elemento opresor
español en el día de la independencia nacional.
Conclusión
Yawar fiesta de José María Arguedas no solo compone un complejo
microcosmos de la sociedad andina, sino que delinea buena parte de
los elementos centrales de su trabajo literario posterior. Estos son:
los problemas de comunicación cultural en condiciones de violencia
y opresión, la acción colectiva como fuerza liberadora, la resistencia
y posibilidad de la cosmovisión andina y, en términos narrativos, la
incorporación del quechua al castellano —tanto en el ámbito de
contenido como de estructura— y la voz etnológica comprometida.
A diferencia de la tradición indigenista que compone tipos
sociológicos opuestos, Arguedas construye universos culturales
dentro de los cuales interactúan sus arquetipos sociales. Aunque
escape por completo del objetivo de este artículo, podría sostenerse
que el énfasis que el autor coloca en las caracterizaciones
culturalistas no solo corresponde a sus preocupaciones como
escritor y a su experiencia personal como mestizo viviendo entre
dos culturas, sino que es también parte de un contexto mayor del
canon antropológico de la época.
Yawar fiesta es una obra en transición —incluso por su extensión,
que la convierte en una nouvelle— y buena parte de ello se debe a la
estructura liminal de la corrida de toros.