Está en la página 1de 8

Recuerden que solamente deben entregar la resolución del caso “las pócimas paralelas”.

Las pócimas paralelas. Los sobrinos Juan y Raquel -sin saber nada de la acción del
otro- vierten, casualmente el mismo día, una dosis de veneno en el plato de sopa del tío
rico al que heredarán. El tío ingiere el contenido de todo el plato y muere,
Analice la tipicidad de las conductas de los sobrinos, con arreglo a las siguientes
hipótesis diversas:
a) Para despertar las menores sospechas posibles, cada uno se había cerciorado cuál
era la dosis mínima ya efectiva para un elemento como el utilizado, y habían
intentado ese día con una cantidad del 80%, considerando que un contenido algo
menor podía ser igualmente mortal. En caso de fracaso, repetirían el
experimento una semana después, aumentando ligeramente la dosis, hasta que
algún día resultara la muerte. La muerte se produce ya esa primera vez, como
consecuencia de la duplicación de las dosis (un 160% de lo necesario para
matar).
b) Igual que en la hipótesis a, pero, para asegurar el resultado, ambos, habían
intentado el hecho con la dosis justa. La muerte se produce por una dosis igual al
doble (200% de lo necesario para matar).
c) Igual que en la hipótesis b, pero, por la mala información provocada por error de
imprenta en un prospecto: cada dosis suministrada, creída por ambos como igual
a lo mínimo indispensable, equivale en realidad, sólo al 50% de lo necesario, de
tal modo que la acción conjunta de ambos produce justamente el resultado
deseado.
d) Igual que en la hipótesis b, pero, en este caso, Raquel ha utilizado un elemento
distinto al de Juan, con tal suerte que el veneno suministrado por ella opera de
hecho, por casualidad, neutralizando los efectos del veneno puesto por Juan, de
tal modo que sólo tiene efecto el veneno de Raquel, el cual, por ser de acción
lesiva mucho más lenta, provoca que el resultado se produzca dos días después
de lo que podría haber ocurrido, si no hubiera sido neutralizado el veneno puesto
por Juan.
e) Igual que en d, pero -a diferencia de los casos anteriores- Raquel sabe ahora de
la acción de Juan, y, conocedora de las leyes químicas y clínicas aplicables al
caso, quiere poner a prueba los efectos retardatarios de su veneno, y aplica
entonces la dosis propia, sabiendo de la neutralización del veneno puesto por
Juan, y de la demora de la producción del resultado.

Cloroformo contraindicado para cardíacos:


En la misma época del caso anterior, años ’30 del siglo XX, se dio un hecho en
la localidad de Lomas de Zamora, cuyas circunstancias fácticas no están totalmente
esclarecidas en los anales que registran la sentencia definitiva, pero que pueden ser
inferidas a grandes rasgos y descriptas de modo aproximado como sigue: Un sujeto de
apellido Andriñetta había atacado, al parecer con un arma blanca, a una señora, a la que
le provocó dos heridas leves y una grave, ésta, en el abdomen. Las heridas hicieron
necesario que la mujer fuera atendida en un hospital, y el riesgo de muerte por
hemorragia o por peritonitis condujo a una operación imprescindible. Ocurrió, empero,
que el cloroformo suministrado a la paciente como anestesia le provocó la muerte —
acaecida media hora después de la operación—, en razón de una debilidad cardíaca que
la afectaba con antelación. Se parte de la base —aunque este dato sólo está dicho
explícitamente en uno de los votos de la sentencia definitiva— de que habría habido
otros medios anestésicos menos agresivos para la afección particular de la paciente. No
surge del relato del caso que el médico que atendió a la mujer haya sabido de su
afección cardíaca; más bien parece haberse omitido un examen previo a la operación y
no se sabía tampoco si, a la vez, esto no habría sido impuesto por la urgencia del caso.
Presuponiendo de todos modos que el suministro de esa anestesia haya sido
contraindicado para una paciente cardíaca y que hubiera habido ya en esa época otras
anestesias menos riesgosas, se plantea la cuestión de si el resultado de muerte,
efectivamente dado, es imputable al autor del hecho inicial, al segundo actuante
(médico), a ambos o ¡a nadie!
En 1ª instancia, el acusado había sido condenado a diez años y ocho meses de
prisión, accesorias de ley y costas, como autor de homicidio. La Cámara 3ª de
Apelación confirmó luego esa sentencia en todas sus partes. Puesto un recurso de
inaplicabilidad de ley para ante la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires —
además de uno de inconstitucionalidad que aquí no interesa—, el Procurador General de
la Provincia dictaminó en favor de darle la razón al recurrente, y sustituir la condena de
homicidio por una de lesión grave (art. 90, Cód. Penal), por lo que propuso reducir la
pena a cuatro años de prisión. La Corte, sin embargo, confirmó la sentencia recurrida,
por el voto mayoritario de tres miembros, y la disidencia de uno, quien juzgaba el caso
de modo similar al Procurador.
La cuestión de la concurrencia de diversos riesgos, cuyo esclarecimiento es
necesario para resolver si el resultado es imputable a la acción se llamaba por entonces
“el problema de las “concausas”, queriéndose decir con esto que concurrían varias
condiciones y que había que establecer cuál era la condición determinante. De esto trata
el caso.
Transcríbese primeramente el dictamen del Procurador General de la Provincia
de Buenos Aires y luego los votos individuales de la sentencia de la Corte provincial.
VISTA DEL PROCURADOR GENERAL
“Suprema Corte de Justicia:
“…
“Con respecto al recurso de inaplicabilidad de ley, también deducido por la
defensa, estimo es procedente.
“En efecto, tanto de la autopsia de fojas 74, como del informe de fojas 270, no
resulta probado que la víctima falleciera a consecuencia directa de la herida recibida.
“El médico que practica la autopsia, dice: <<La gravedad de la herida del
abdomen dependía de sus posibles consecuencias, como ser hemorragia y peritonitis,
pero su gravedad no era tal (como) para dar origen a una muerte inmediata>>.
“El perito de los Tribunales, dice: <<Las heridas descriptas, dos de ellas que
pueden considerarse leves y una —la penetrante en el abdomen—grave, no han sido
causa suficiente para explicar el fallecimiento de la lesionada>>.
“Más adelante, agrega: <<No creo que la herida que lesionó al hígado haya
sido la causa determinante de la muerte; ella sólo obligó a practicar una intervención
operatoria laboriosa, larga, si se quiere, pero de dominio corriente en los medios
hospitalarios, y de pronóstico favorable cuando se efectúa por lesiones como las que
sufriera la lesionada, en personas que gozan de buena salud>>.
“De lo expuesto se desprende que no puede afirmarse que la causa de la muerte
fuese una consecuencia directa de la herida, sino de una lesión del corazón que
padeciera la víctima.
“Opino que si bien no puede aseverarse que la lesión no es la causal del
fallecimiento, por lo menos hay una duda al respecto, que, conforme al principio del art.
443 del Código de Procedimientos, debe resolverse en favor del acusado.
“Es verdad que el autor del hecho, es responsable de todas las consecuencias
del mismo, pero no lo es menos que no puede serlo, cuando existe una concausa ajena a
su voluntad que precipita el deceso.
“Según el perito de los Tribunales si la lesión no es suficiente para producir la
muerte, entiendo que la concausa, que la provocó, tampoco podría agravar su
responsabilidad.
“Por estas breves consideraciones opino que es procedente este recurso, y que
el hecho debe calificarse de lesiones graves, conforme al art. 90 del Código Penal y en
consecuencia debe reducírsele la pena a la de cuatro años de prisión.
“La Plata, octubre 14 de 1931.
“Emilio O. Machado”.
SENTENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE LA PROVINCIA DE
BUENOS AIRES.
“…
“Cuestiones:
1º ¿Es fundado el recurso de inconstitucionalidad?
“Caso negativo:
“2º ¿Lo es el de inaplicabilidad de ley?
“Votación;
(El recurso de inconstitucionalidad no es de interés a nuestros fines).
“A la segunda cuestión el señor juez doctor Molina Carranza, dijo:
“…
“En su segundo aspecto pretende el recurrente que sólo se ha podido imputar al
procesado el delito de lesiones graves y no el de homicidio, atribuyendo el fallecimiento
a la existencia de causas concurrentes.
Ahora bien, los informes médicos de fojas 74, 191 y 270, están contestes en
que la víctima recibió tres heridas, dos leves y una grave, y que su deceso fue originado
por diversas causas concurrentes, unas por su enfermedad al corazón y estado general
que le ocasionó el shock producido por las heridas, y otra como consecuencia del efecto
de la operación laboriosa, bajo la acción del cloroformo, falleciendo media hora después
de efectuada aquella.
“Los informes citados están también de acuerdo en que las heridas le
<<exigían>>, dice el de fojas 74, y el de fojas 270 que la herida >>obligó, a practicar
una intervención quirúrgica operatoria laboriosa>>. Sobre esa base se funda la defensa
para sostener que la causa determinante de la muerte no ha sido la herida que lesionó el
hígado, sino los efectos de la causa sobreviniente representada por las consecuencias del
cloroformo actuando sobre el estado anterior de la enferma.
“No cabe duda de que el Código Penal valúa la responsabilidad por la
extensión del daño; somete así un principio de naturaleza subjetiva a una apreciación
objetiva; separándose de ese criterio en casos especiales, tales como el del medio
empleado a que se refiere el art. 81, inc. 1º, letra b), o la tentativa, y que, por lo tanto, en
general preciso es determinar la relación directa entre la herida y sus consecuencias para
calificar el delito y graduar la responsabilidad. Mas este primer aspecto de fácil
determinación, se hace de apreciación diversa cuando, como en el caso presente, surgen
otras situaciones relacionadas con la lesión inferida.
“Ciertamente que la operación laboriosa, bajo la acción del cloroformo aparece
como la causa inmediata de la muerte; pero surge también de esos informes que ella fue
impuesta por las heridas producidas, y no puede considerarse así como un hecho
eventual de un tercero, y por lo tanto ese nuevo hecho fue la consecuencia necesaria de
la causa originaria.
“Por otra parte, no se ha demostrado que se hubiera cometido uno de esas
errores graves en la operación que hiciera en alguna forma recaer la responsabilidad de
la muerte sobre el facultativo.
“En mi sentir la doctrina no está de acuerdo con la tesis de la defensa en la
forma que pretende aplicarla al caso actual.
“En cuanto a la acción de las causas concurrentes anteriores, salvo excepciones
especiales de la ley (artículo 81 mencionado), el autor del hecho es responsable del
fallecimiento, y así lo ha resuelto recientemente este Tribunal en la causa B, nº 20.305;
sin que tenga otra importancia el estado anterior de la víctima, como lo expresa el
doctor Moreno, que en la aplicación de las atenuantes para fijar la pena.
“Es sobre las causas sobrevinientes donde la solución se agrava. El doctor
González Roura, señala cuales son las condiciones que se requieren para atenuar la
responsabilidad; son ellas: causas ajenas al hecho del culpable, imposibles de prever, y
que no haya mediado intención de matar; esta última representa, pues, un elemento
moral que queda librado a la apreciación del juez, independientemente del daño. Con
este criterio, dice: <<Hay delito de homicidio y no de lesión, siempre que la lesión,
aunque no mortal por sí misma, haya representado un valor de destrucción de la vida del
herido>>.
“Ahora bien, un acto como la operación practicada, impuesta por la situación
de las heridas y con el fin de evitar sus efectos más o menos inmediatos, no puede en
ninguna forma calificarse de hecho imprevisto, y ya se ha establecido que no se ha
señalado ningún error de importancia en ella.
“Pero más especialmente la conclusión a que llega la Cámara en las
circunstancias agravantes, que se fundan en la peligrosidad que ha puesto de manifiesto
el inculpado, aleja toda posibilidad de dar valor a la causa sobreviniente, pues surge la
intención de matar a que se refiere el autor últimamente citado.
“Por esto, voto por la negativa.
“A la segunda cuestión el señor juez doctor Lascano, dijo:
“Se sostiene en el recurso que la Cámara ha violado los arts. 79 y 80 del
Código Penal, al calificar el hecho de homicidio simple cuando debió serlo de lesiones
graves.
“En mi opinión el recurso es infundado. Ante todo no se trataría de una
violación, sino de una errónea o mala aplicación del precepto legal citado, debiéndose
aplicar otro.
“La Cámara declara al tratar la cuestión 2ª que la víctima ha fallecido a
consecuencia de las heridas que le infirió el acusado e invoca para establecer su
conclusión los informes periciales que obran en autos y prueba instrumental, basándose
en los arts. 252 y 253 del Código de Procedimientos y 979 y 993 del Código Civil. En el
recurso no se impugna como violadas o erróneamente aplicadas a estas disposiciones de
la prueba, por lo que quedan firmes e irrevocablemente establecidas y sobre la base de
esa conclusión sobre los hechos, no puede negarse que el art. 79 del Código Penal, ha
sido correctamente aplicado. En cambio, el recurrente trata de demostrar la violación del
art. 79 citado, argumentando sobre la prueba pericial circunstancia donde no ha sido
invocada sino los arts. 252 y 253 del Código de Procedimientos que nada se dice al
respecto.
“Considero insuficiente el recurso en cuanto se alega infracción de los arts.
235, 236, 255 y 256 del Código de Procedimientos por cuanto no se demuestra en qué
consiste la infracción, aparte de que a este respecto también es infundado el recurso por
los argumentos que da el señor juez que me precede, a los cuales adhiero.
“Voto por la negativa.
“A la segunda cuestión el señor juez doctor Argañarás, dijo:
“1. …
“2. Se pretende en segundo término por el recurrente, que el acusado sólo sería
pasible de la pena correspondiente al delito de lesiones, ya que, a su juicio, de la prueba
pericial que analiza, resultaría que el deceso de la víctima se debería, no a las lesiones
que le fueran inferidas, sino a la afección cardíaca que la misma padecía; por lo que
concluye que ha habido en la sentencia errónea aplicación del art. 79 del Código Penal e
infracción al art. 90 del mismo.
“No lo juzgo así. Nuestra ley penal no se ha ocupado en particular de la
concausa en el homicidio, como lo han hecho otras legislaciones para llegar, no a la
calificación diversa del hecho delictual, sino a la [a]tenuación de su penalidad (ve[r] art.
367 del Código Italiano).
“Nuestro Código Penal, en su art. 81, inc. 1°, b), ha previsto el caso del
homicidio preterintencional, que, evidentemente, no es el caso de autos, pues la
naturaleza del arma empleada y la gravead de la herida causada a la víctima,
demostrarían la intención del homicida acusado.
“De modo que, si existió este dolo en el reo, sólo podría haberse desviado la
aplicación del art. 79 del Código Penal, si se hubiera llegado a probar que la muerte de
la víctima se debió [sic] exclusivamente, a una causa extraña al hecho del agente. Y esto
es lo que no está suficientemente probado.
“Es cierto que el informe médico de fojas 270 parece favorecer la tesis del
recurrente, en cuanto allí se concluye que la herida abdominal causada a la víctima no
era de tal gravedad como para haber determinado su muerte, y que más bien debe
atribuirse ésta a la intervención quirúrgica a que fue sometida con anestesia
clorofórmica, por ser la aplicación del cloroformo de consecuencias fatales, dada la
afección cardíaca que padecía la intervenida.
“Pero la Cámara sentenciadora (ve[r] voto de los doctores Roth y Alsina, a la
cuestión 2da) ha hecho también mérito del informe pericial de fojas 74, ya que no es tan
asertivo a este respecto. De él resulta que la Herida del abdomen, sin ser por si[í] causa
de muerte inmediata, era grave en cuanto pudo ocasionar una hemorragia o una
peritonitis, y que trajo consecuencias fatales en el caso por haberla recibido un
organismo afectado por una afección cardíaca preexistente, que no pudo resistir el shock
que la herida y la intervención quirúrgica posterior, le acarrearon. Como se ve; la
afección orgánica de la víctima, habría sido causa concurrente, pero no exclusiva de su
muerte. Luego; la Cámara ha podido llegar a la conclusión de que esta muerte era
imputable al acusado, valorando al efecto la prueba pericial con el criterio que incumbe
al juez de los hechos (art. 252 del Código de Procedimientos). Y es por ello que esta
Corte, como Tribunal del derecho, no podría dar preferencia a uno de los informes
médicos para llegar a una conclusión diversa: para ello habría sido preciso que el
recurrente demostrara lo que ha dicho, que el otro informe pericial no merecía crédito
por haber sido producido con infracción de las leyes de la prueba.
“Por ello, voto también por la negativa.
“A la segunda cuestión el señor juez doctor Casaux Alsina, dijo:
“Si bien en cuanto se refiere a la teoría jurídica de la concausa, concuerdo con
las conclusiones a que llegan los señores jueces que votan precedentemente, dado que se
ajusta a los conceptos doctrinarios de la misma y a los que aluden, creo que ante el caso
que se trae a solución de esta Suprema Corte, en que circunstancias especiales impiden
la aplicación de la misma, la calificación legal que corresponde al hecho cometido por
el acusado, es el de lesiones graves, y de las cuales es responsable.
“Sería hacer repeticiones inútiles, entrar a desarrollar la teoría de la concausa
en nuestro Código, ya que ante los expuesto en los votos precedentes, ella queda
concretada a su exacta interpretación: aquél que ha ocasionado un daño, responde de
todas sus consecuencias. Pero, a mi juicio, ha intervenido en el sub-juidice, una causa
ajena, extraña al daño ocasionado en la extensión del mismo, que ha traído la muerte de
la víctima.
“Decide a esta conclusión el certificado médico de fojas 270. Dice el perito que
lo suscribe: Fue pues la herida abdominal una de las tantas causas que contribuyó a
producir la muerte, pero en mi opinión de menor importancia en relación a otros
factores que determinaron el desenlace. Bien, ¿cuáles fueron esos otros factores? La
lesión orgánica que padecía la víctima y la utilización de uno de los anestésicos más
tóxicos. Estas son las verdaderas causas del deceso.
“Ahora bien; tomadas independientemente estas circunstancias, la primera por
sí sola no puede servir de excusa alguna, ya que como causa preexistente, la lesión
orgánica, ha debido y podido ser prevista la posibilidad de su existencia, podrá servir en
caso de desconocimiento como una atenuante, pero no para modificar la calificación del
hecho. Pero he aquí, que si no se utiliza el cloroformo uno de los anestésicos más
graves, como lo precisa la pericia aludida, si la víctima hubiera sido objeto del debido y
minucioso examen previo y necesario a toda intervención quirúrgica, se hubiera
constatado la lesión orgánica que sufría y se habría cambiado la naturaleza del
anestésico, dándole otro de efectos y consecuencias menos peligrosas y que son los que
se utilizan aún en casos normales para evitarlos.
“De tal manera, entonces, que siendo el uso de cloroformo lo que ha producido
el shock post operatorio por su naturaleza tóxica, desde que se encuentra calificado
entre los de más peligro, considero que el acusado no debe responder por la muerte
acaecida en tales circunstancias.
“No hay duda [de] que la lesión sufrida por la víctima ha sido grave; ha puesto
en peligro la vida; ha dado lugar a una intervención quirúrgica, pero como dice el citado
informe, fojas 270 vuelta, 2° párrafo: No han sido causa suficiente para explicar el
fallecimiento de la lesionada; ellas no determinaron hemorragia de importancia ni
interesaron tejidos u órganos de importancia vital. Es la existencia de la miocarditis y
la circunstancia de haberse realizado un acto quirúrgico laborioso bajo anestesia,
clorofórmica, explican más satisfactoriamente la causa del shock y el fallecimiento a la
media hora de terminado el acto quirúrgico.
“¿Ante ello, cabe explicar la teoría de la concausa, que informa a nuestro
Código? A mi juicio, no; cuando la herida no es mortal y cuando la muerte se produce
por una causa independiente, la responsabilidad del culpable sólo puede ser por el delito
de lesiones. La herida no fue mortal, ello no se discute ante lo expreso de la pericia de
fojas 270; y existió una causa independiente, la que concreto así: la falta de previsión en
el uso de anestésico, ante el operado, que padecía de un vicio o lesión orgánica. ¿Puede
de ello ser responsable el acusado?
“No encuentro el fundamento para así expresarlo; por el contrario, todo hace
pensar que de haber existido ese reconocimiento o si existió de haberse utilizado otro
anestésico, la muerte no se hubiera producido.
“En la actualidad, no es una excepción la intervención quirúrgica en persona
que sufre de la lesión orgánica, como la que padecía la víctima; tampoco la anestesia
puede ser un inconveniente grave para ello, ya que existen medios no sólo menos
tóxicos, sino también procedimientos modernos cuyo uso hace posible que tal acto se
practique sin afectar mayormente los órganos vitales afectados -éter local, raquídea,
etc.- Procedimientos que de haber sido aplicados en el sub-judice hubieran evitado o por
lo menos, todo hace suponer, las consecuencias fatales producidas.
“En esta situación, considero que el acusado es responsable del delito de
lesiones graves y en atención a las demás circunstancias del hecho y personales del
mismo, corresponde se le imponga la pena de seis años de prisión (art. 90, Código
Penal).
“Así lo voto.
“Con lo que terminó el acto, firmando los señores jueces de la Suprema Corte
de Justicia.
“ Molina Carranza-Lascano - Argañarás - Casaux Alsina. - Ante mí: Manuel
Ibáñez Frocham.”

También podría gustarte