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Casos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos

CASO BUENO ALVES VS. ARGENTINA - CORTE INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS.

I. HECHOS.

A principios de 1988, el Sr. Juan Francisco Bueno Alves y la Sra. Norma Lage
había iniciado tratativas contractuales referidas a una compraventa inmobiliaria, cuya
frustración determinó la denuncia de la última por parte del primero por el delito de Estafa
y Amenazas, quedando radicada la causa en el JNIC N° 30. Poco tiempo después, Bueno
Alves es denunciado por Lage por Estafa y Extorsión, radicándose la causa en el JNIC
N° 21, cuyo titular ordenó su detención, la cual se llevó a cabo el 6 de abril de 1988
mientras la presunta víctima se encontraba en la oficina de su abogado. Trasladado Bueno
Alves a la oficina "anti-secuestro" del departamento central de la Policía Federal, es
objeto de apremios por parte de 2 oficiales (uno de los cuales era René Jesús Derecho),
quienes le aplicaron golpes con la mano ahuecada en los oídos y golpes de puño en el
estómago, además de haberle amenazado con un arma de fuego apoyada en la sien
derecha e insultado por su nacionalidad uruguaya. Como consecuencia de esos golpes,
Bueno Alves sufrió un debilitamiento en la capacidad auditiva del oído derecho (del
16.7%) y en el sentido del equilibrio. La finalidad de las agresiones era, según se afirma,
lograr que la víctima declarase contra su abogado, que estaba involucrado en la causa
"Sivak", referida a un hecho de secuestro y homicidio.

II. ART. 7 (LIBERTAD PERSONAL).

La representante de la supuesta víctima alega violación al art. 7, CADH, por


considerar ilegítima la detención de aquella en el marco de la causa penal originada en la
denuncia de Lage, por cuanto, a su juicio, el magistrado interviniente en la misma (JNIC
N° 21), luego de haber tomado conocimiento de la existencia de la causa radicada en el
JNIC N° 30 (iniciada por denuncia de Bueno Alves), debió ordenar la acumulación con
ésta y no ordenar la detención. El Estado rechaza la pretensión por considerar que la
Bryan D. Weber

detención fue adecuada al régimen procesal y a los estándares constitucionales (orden


emitida por juez competente, imparcial e independiente), y que la necesidad objetiva de
conexidad no puede convertir en ilícita. La Comisión, en su Informe N° 101/99 adhirió a
la posición del Estado y declaró inadmisible la alegada violación, lo que es ratificado por
la Corte.

III. ART. 5 (INTEGRIDAD PERSONAL).

Tanto la Comisión como la representante de la presunta víctima alegaron violación


del art. 5, CADH, sobre la base del sometimiento de Bueno Alves a torturas durante su
detención ordenada por el titular del JNIC N° 21. El Estado admitió la referida violación
(como así también su calificación como tortura), pero la Corte consideró pertinente
analizar, de todos modos, ciertas cuestiones vinculadas a esta pretensión (incluyendo la
cuestión de la vulneración de la norma en relación a los familiares de la víctima).

En primer lugar, la Corte recuerda la interdicción absoluta de toda tortura y pena o


trato cruel, inhumano o degradante y su carácter de ius cogens internacional, señalando
que, para su definición, hay que recurrir al art. 2 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura (así como a otros instrumentos que cita en la nota al pie
N° 39); justificando esta determinación en la Convención de Viena, que impone
considerar -en el marco de todo ejercicio hermenéutico- no sólo los instrumentos
formalmente relacionados con aquel que se interpreta, sino también el sistema dentro del
cual se inscribe el instrumento interpretado. Como conclusión, señala que los requisitos
constitutivos de un supuesto de tortura son: a) acto intencional; b) provocación de severos
sufrimientos físicos o mentales; y c) persecución de determinado fin o propósito con su
ejecución. Asimismo, luego de analizar tales presupuestos a la luz de la prueba
incorporada y las admisiones del Estado, determina que todos ellos concurren en el
presente caso en relación a Bueno Alves, lo que implica violación por el Estado Argentino
al art. 5.1 y 5.2, en relación con el art. 1.1, CADH.

En segundo término, la Corte recuerda que la obligación emergente del art. 5,


CADH, se traduce en el deber del Estado de investigar posibles actos de tortura u otros
tratos crueles, inhumanos o degradantes; deber reforzado por lo dispuesto en los arts. 1,
6 y 8, CIPST. Esto implica proceder de oficio e inmediatamente a investigar toda vez que
exista denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura,
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debiendo llevarse a cabo la indagación con arreglo a los principios de independencia,


imparcialidad, competencia, diligencia y acuciosidad. El fundamento de este deber radica
en su efecto preventivo de similares violaciones a los DDHH.

En tercer lugar, la Corte admite la posición de la Comisión y de la representante de


la víctima en punto a que la falta de respuesta por parte de la administración de justicia a
los reclamos de Bueno Alves motivados en los actos de tortura cometidos en su perjuicio
constituye una afectación a su integridad personal en los términos del art. 5.1, CADH,
dado el probado efecto psicológico negativo que ello produjo en la víctima.

Finalmente, la Corte admite como víctimas de la violación al art. 5.1 a los


integrantes del núcleo familiar más íntimo de Bueno Alves (madre, ex esposa e hijos), en
razón del perjuicio emocional que padecieron por las torturas que aquél sufrió a manos
de agentes del Estado y la posterior denegación de justicia.

IV. ARTS. 8 (GARANTÍAS JUDICIALES) Y 25 (PROTECCIÓN JUDICIAL).

La Comisión señaló que las autoridades nacionales, alertadas de los supuestos de


tortura, no se desempeñaron con la diligencia debida para esclarecer el hecho, ni
adjudicaron al proceso de investigación la importancia que merecía, el que fue -se afirma-
fácticamente reducido a una mera contienda civil (puesto que el impulso procesal fue
dejado, en los hechos, a manos del propio denunciante); a la par de que dicho
procedimiento se demoró casi 9 años en arribar a una resolución.

La Corte admite que hubieron demoras en la realización de los estudios médicos,


como así también una notoria pasividad del fiscal y el juez intervinientes, lo que
determinó el sobreseimiento por falta de identificación de responsables. Concluye que
Bueno Alves no fue oído dentro de un plazo razonable y que se configuraron violaciones
a los arts. 8.1 y 25, CADH.

V. ART. 11 (PROTECCIÓN A LA HONRA Y LA DIGNIDAD).

La representante de la víctima alega violación a la referida disposición en virtud del


proceso penal (y la consiguiente detención) seguido contra Bueno Alves por el hecho de
Estafa y Extorsión denunciado por la Sra. Lage. La Corte rechaza la pretensión en base a
Bryan D. Weber

que un proceso judicial no puede constituir per se una afectación ilegítima del honor o de
la dignidad de la persona, ya que, de sostenerse lo contrario, debería rechazarse la
solución de los litigios por la vía contenciosa. Las molestias indirectas que provoca todo
proceso no son relevantes a los efectos de la CADH.

VI. REPARACIONES.

La Corte concede los siguientes rubros y montos en concepto de daños materiales:

a) Lucro cesante: US$100.000;


b) Incapacidad laboral: US$48.000;
c) Gastos en atención médica y psicológica: US$ 30.000;
d) Gastos futuros de tratamiento y atención médica y psicológica: US$45.000.

En cuanto a los daños materiales, la Corte fija la suma de US$100.000 en favor de


Bueno Alves, y la de US$10.000 para cada uno de sus familiares inmediatos reconocidos
también víctimas en la sentencia (subtotal: US$50.000).

Finalmente, por costas y gastos reconoce la suma de US$30.000.

VII. MEDIDAS DE SATISFACCIÓN Y GARANTÍAS DE NO REPETICIÓN.

Se impone al Estado Argentino la realización inmediata de los actos investigativos


pertinentes para la determinación de lo responsables de las torturas y la aplicación de las
sanciones correspondientes, debiendo conceder a Bueno Alves pleno acceso y capacidad
de actuar en el proceso. Asimismo, se ordena la publicación por 6 meses de diversos
párrafos y de la parte resolutiva de esta sentencia.

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