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EL ALTOARAGÓN ANTES DE LA HISTORIA

(Edad de Piedra)

VICENTE BALDELLOU MARTINEZ

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES


EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA
Director: BIZÉN D'O RÍO
Redacción: INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES

Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» tienen, sobre todo,


una vocación didáctica; están concebidos para enseñar —si es posible,
deleitando— de una manera sencilla; pretenden poner al alcance de cuantos
se asomen a ellos los más variados temas de la realidad pasada y presente del
solar en el que nacen, tierras llanas y quebradas de Huesca. Mas, a pesar de
su sencillez, no renuncian ni un ápice a la rigurosidad de sus contenidos.
Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» no desdeñan los
datos y detalles pequeños y elementales, siempre necesarios para el tratamiento
analítico de cualquier tema, pero se interesan también, y mucho, por las ideas
y los métodos de trabajo. Tienen, por lo tanto, otra intención: la de alentar el
espíritu crítico.
Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» hablarán de cosas
múltiples. De piedras seculares y de odres para aceite y vino; de valles y plan-
tas medicinales; de gentes anónimas y sus comidas, juegos y refranes. De los
ríos, tal vez...
Los «CUADERNOS ALTOARAGONESES DE TRABAJO» quieren incitar a
recorrer, recoger, guardar y admirar; a preguntarse por las cosas, a que cada
cual, movido por la curiosidad, trabaje a su manera por defender la cultura de
todos.

Edita: Instituto de Estudios Altoaragoneses


Autor: Vicente Baldellou Martínez
Depósito legal: Z. 31-89
ISBN 84-86856-11-6
Maquetación: Agustín Ubieto Arteta
Imprime: Editorial Luis Vives - Apartado 387 - 50080 Zaragoza
Impreso en España / Printed in Spain
INDICE

1. LOS DOCUMENTOS MAS ANTIGUOS 2


2. LA ECLOSIÓN DEL ARTE 6
3. EL ARTE PALEOLÍTICO EN EL ALTOARAGÓN 9
4. EL FINAL DE UNA ERA 13
5. LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA 16
6. EL NEOLÍTICO EN EL ALTOARAGÓN 18
a) El Neolítico Antiguo 18
b) Las fases más recientes 20
7. UN ARTE A PLENO SOL 23
8. EL ARTE NATURALISTA EN EL ALTOARAGON 26
9. BIBLIOGRAFÍA 32
1. LOS DOCUMENTOS cón), Cueva de la Fuente del Trucho (Asque-
Colungo) y Cueva del Moro de Gabasa (Peralta
MÁS ANTIGUOS
de la Sal). Todos ellos han proporcionado distin-
tos materiales líticos sobre sílex o cuarcita que se
Los documentos más antiguos de la andadura han clasificado como musterienses, denomina-
humana por las tierras del Altoaragón correspon- ción con que los especialistas definen el utillaje
den al Paleolítico medio, lo que viene a represen- propio del Paleolítico medio en la práctica totali-
tar, en términos absolutos, una antigüedad apro- dad de Europa.
ximada de entre cincuenta y treinta mil años. Sin Los dos primeros lugares corresponden a esta-
embargo, el que no poseamos testimonios ante- ciones al aire libre, asentadas sobre sendas terra-
riores no significa que no haya podido producir- zas fluviales fósiles, y son sumamente parcos en
se una ocupación humana de nuestro territorio hallazgos arqueológicos. La única posibilidad de
en una época todavía más pretérita; puede signi- estudio que nos ofrecen se limita a una pacien-
ficar, simplemente, que aún no hemos sabido o zuda y metódica recogida superficial de objetos,
tenido ocasión de encontrarlos. sin que, al parecer, sean susceptibles de ser ex-
Cuatro son los yacimientos oscenses que se cavados para su mejor conocimiento. Por tales
alinean en primer lugar en lo tocante a un mayor razones, no estamos capacitados para referirnos
peso de años sobre sus espaldas: Castelló del a casi nada más que al mero análisis de sus útiles
Plá (Pilzán), Gravera de San Bartolomé (Altorri- en piedra.

Paisaje de Castelló de Plá.

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Por el contrario —y afortunadamente— la espacio de tiempo considerablemente dilatado.
Fuente del Trucho y el Moro de Gabasa son dos La combustión se efectuaba previamente en otra
importantes yacimientos habitacionales en cueva hoguera, de manera que sólo los carbones ya en-
que vienen siendo objeto de excavaciones desde cendidos eran transportados a la unidad calefac-
hace ya varios años y que se encuentran todavía tora. Su utilidad era considerable, pues por lo
en fase de estudio. que se conoce de otros ejemplos de característi-
La Cueva de la Fuente del Trucho tiene una cas similares, se conseguía mantener una tempe-
especial relevancia en lo que respecta al estudio ratura relativamente estable de 15-20°C cuando
de un asentamiento humano provisto ya de cier- en el exterior se alcanzaban cotas térmicas infe-
tos visos de organización: en 1984 se descubrió riores a los 0°C.
un hogar calefactor de suma importancia, ya que
Los habitantes de la Fuente del Trucho vivían
carece de paralelos en toda la Península Ibérica y
fundamentalmente de la caza de caballos salva-
los que pueden encontrarse en el resto de Euro-
jes, que consumían abundantemente a juzgar
pa resultan notablemente escasos. El hogar en
por la profusión de restos óseos de équido apa-
cuestión presenta forma de cubeta y estaba con-
recidos en los sondeos llevados a cabo.
figurado por una aglomeración de cascotes y
cenizas. Por lo que sabemos, los hogares de tal La Cueva del Moro de Gabasa destaca, por su
índole combinaban las brasas con las piedras, parte, por la bella factura de los instrumentos so-
sirviendo éstas para mantener el calor durante un bre sílex hallados en ella. También practicaban

Excavación en la Cueva de la Fuente del Trucho.

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Fuente del Trucho: vista parcial del hogar calefactor.

sus ocupantes las actividades cinegéticas como antiguo propietario hace que las características
base primordial de su sustento; predominaba asi- morfológicas típicas de su especie no se encuen-
mismo el caballo como presa preferida, sobre la tren aún definitivamente conformadas, por lo
cabra, el ciervo y la hiena de las cavernas. que su clasificación ofrece algunos problemas,
De la Cueva del Moro procede la única data- los cuales no se producirían de hallarnos ante un
ción existente hasta ahora para un yacimiento de diente de un ejemplar maduro. Con todo, por la
esta época. Se logró mediante el método del coherencia del estrato del que se exhumó y por
Carbono radiactivo, que ofreció una datación de otras razones antropológicas ya establecidas, po-
44550 años antes de nuestra Era. Es, desde lue- cas dudas quedan de que nos encontramos fren-
go, una cifra alta y sin demasiados paralelos en te al primer Hombre de Neanderthal descubierto
los sectores geográficos más cercanos. La fecha en Aragón.
más parecida sería la de la Cueva de Peña Miel, En efecto, el ser humano que poblaba prácti-
en tierras riojanas, con 43 500 años a. de C. camente toda Europa durante el Paleolítico me-
Especial significación puede tener la recupera- dio no era otro que el Hombre de Neanderthal,
ción en la Cueva del Moro de una pieza dentaria etnia extinguida que, aunque presentase ciertas
humana que representaría el resto antropológico anomalías con respecto a nosotros (menor altu-
más antiguo de Aragón; se trata de un premolar ra, frente huidiza, cejas prominentes y ausencia
perteneciente a un individuo joven, de unos nue- de mentón), debe ser considerada con toda justi-
ve o diez años de edad, y que todavía se en- cia como un auténtico Horno Sapiens y como un
cuentra en curso de estudio. La juventud de su antepasado directo de las razas actuales.

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La Cueva del Moro de Gabasa.

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2. LA ECLOSIÓN DEL ARTE La simple revisión somera del utillaje lítico apa-
recido en ambos estratos evidencia enseguida
Si en el capítulo primero hemos aludido a los claras diferencias relativas a los utensilios que
lugares de habitación propios del Paleolítico me- empleaban sus antecesores musterienses: las las-
dio, al entrar en el siguiente período prehistórico cas de sílex y de cuarcita, en ocasiones grandes
comprobamos que el carácter de nuestras infor- y espesas, han sido sustituidas por elementos
maciones ha sufrido un cambio radical. En efec- mucho más finos y ligeros, a base de hojas y lá-
to, muy poco es lo que conocemos de los asen- minas de sílex, que ponen de manifiesto una ma-
tamientos ocupacionales humanos del Paleolítico yor habilidad en el tratamiento y trabajo de la
superior en el Altoaragón, lo que no deja de re- piedra como materia prima para la fabricación de
sultar sorprendente a la vista de la relativa mo- herramientas.
dernidad de esta última etapa histórica con res- Sin duda, el Hombre de Cromagnon —la nue-
pecto a la anterior. va especie humana que puebla Europa durante el
El único exponente, por el momento, de un Paleolítico superior— lleva consigo toda una se-
hábitat del Paleolítico superior lo constituye la rie de avances tecnológicos considerables, a la
Cueva de Chaves de Bastarás, donde muy re- par que establece los primeros medios de expre-
cientemente se ha localizado la presencia de dos sión de su psique: aparece el arte. Prácticamente
niveles, que, gracias a los materiales que han indistinguible del hombre actual en cuanto a sus
proporcionado, han podido atribuirse con toda caracteres físicos, los cromañones dieron por pri-
seguridad a esta nueva fase cultural. mera vez rienda suelta a su espíritu creador y es-

La inmensa boca de Chaves, único asentamiento conocido del Paleolítico superior.

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La Cueva de la Fuente del Trucho, única estación con pinturas paleolíticas.

tético en una amplia gama de manifestaciones Junto a este arte rupestre, propio de cuevas
artísticas de índole muy variada: en el Paleolítico profundas y de galerías recónditas, los paleolíti-
superior, el ser humano sabe ya esculpir, mode- cos trabajaron también sobre elementos sueltos,
lar, dibujar, grabar y pintar, y ha dejado nume- es decir, transportables. Es lo que se ha dado en
rosos testimonios de su quehacer artístico, los llamar arte mueble, el cual presenta unas carac-
cuales constituyen uno de los documentos más terísticas, temática y formas de ejecución análo-
importantes y vivos de su legado cultural e his- gas a las de las representaciones parietales.
tórico. En el Altoaragón poseemos, de momento, po-
El arte paleolítico abarca múltiples facetas, que cos vestigios de la actividad artística de los hom-
ponen en evidencia la riqueza de técnicas utiliza- bres del Paleolítico superior, pero la simple cons-
das por sus autores. La más extendida es la pin- tatación de su existencia resulta un hecho de
tura o grabado de representaciones animalísticas gran importancia científica que hay que resaltar
o abstractas sobre las paredes de las cavernas, en su justa medida. Hasta hace pocos años, se
que debían usar como santuarios o lugares de consideraba que la provincia oscense quedaba
culto. Estas mismas paredes sirvieron, con me- fuera del marco de difusión de este tipo de arte y
nor frecuencia, para que fueran esculpidas figu- que su presencia en nuestro territorio era, a to-
raciones en bajorrelieve; tampoco faltan los das luces, improbable. El reciente descubrimien-
ejemplos de modelado sobre arcilla, aunque tan- to de las pinturas rupestres de la Cueva de la
to esta variedad artística como la anterior pre- Fuente del Trucho —ya citada en el capítulo an-
sentan un área de distribución mucho más res- terior como lugar de habitación musteriense— y
tringida y son exclusivas del vecino país francés. de los grabados sobre arcilla de la Cueva del For-

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cón significaron, en primera instancia, una sor- tas de dorso y puntas de escotadura, resulta lo
presa para todos los investigadores del tema y, suficientemente expresivo para su clasificación
posteriormente, un replanteamiento de las tesis en la etapa expresada; cuenta además con una
tradicionales al uso. Abrieron, sin duda, unas ex- datación efectuada por el sistema de Carbono 14
pectativas hasta entonces insospechadas. que viene a confirmar dicha atribución: 17 750
La presencia de ambas estaciones artísticas, a a. de C. Esta fecha puede relacionarse perfecta-
las que nos referiremos con más detalle en el ca- mente con otras ya conocidas en el resto de la
pítulo siguiente, compensa en cierta medida la Península y en Francia, aunque hoy por hoy re-
ignorancia antes citada que impera en estos mo- presenta una de las cifras cronológicas más altas
mentos con referencia a los asentamientos de de las conseguidas en España.

Mano en negativo y puntiformes (Trucho).

hábitat del Paleolítico superior en el Altoaragón. El otro nivel, estudiado en las Catas 84 D,
Comentábamos más arriba que sólo la Cueva de 84 E, 85 A y 85 B, se refiere a un Magdaleniense
Chaves ha proporcionado informaciones en este avanzado, con microrraspadores unguiformes,
sentido, a través de dos niveles de ocupación buriles, hojitas de dorso y azagayas sobre asta,
correspondientes a dos fases concretas del dila- las cuales constituyen los primeros ejemplos de
tado período que nos ocupa. este tipo de instrumento hallados en todo Ara-
El más antiguo de los mismos pertenece al So- gón. La datación radiocarbónica obtenida en es-
lutrense superior y únicamente pudo localizarse te caso fue de 10 070 a. de C. y tampoco está
en una de las catas practicadas (Cata 84 C). El falta de paralelos, tanto en nuestro país como en
utillaje lítico, basado en raspadores, buriles, hoji- tierras francesas.

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3. EL ARTE PALEOLÍTICO co a poco, el mapa de distribución de tales testi-
monios va configurándose, hasta mostrar en la
EN EL ALTOARAGÓN
actualidad la presencia de tres núcleos de gran
Largo tiempo ha transcurrido desde que, en densidad e importancia: uno de ellos estaría cen-
1878, D. Marcelino S. de SAUTUOLA descubriese trado en el Perigord francés, concretamente en
el impresionante techo pintado de Altamira, des- la Dordoña; el segundo en los Pirineos (también
pertando así de su sueño milenario las primeras franceses), y el tercero en toda la cornisa cantá-
manifestaciones artísticas del Paleolítico. Mucho brica española.
tuvo que luchar D. Marcelino para que los pre- Fuera de estos grupos, las estaciones se nos
historiadores de la época reconociesen la anti- presentan mucho más dispersas; se conocen
güedad de las pinturas. En realidad, murió sin cuevas, más o menos aisladas, en Sicilia, Penín-
haberlo conseguido; el reconocimiento sólo se sula Itálica, URSS y en el resto de la Península
produjo cuando en Francia empezaron a encon- Ibérica.
trarse otras cavidades con pinturas y grabados. Indudablemente, la temática común a todos
A partir de 1902, cuando CARTAILHAC publica los yacimientos hasta ahora inventariados es de
su Mea culpa de un escéptico aceptando la carácter animalístico; refleja a buen seguro un
autenticidad del arte paleolítico, los hallazgos se trasfondo cazador propio de unas sociedades
multiplican y se suceden hasta nuestros días. Po- que basaban principalmente sus modos de vida

Cabeza de caballo (Fuente del Trucho).

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en la actividad cinegética. Buena parte de los Mención aparte merecen las representaciones
ejemplares representados, o bien se encuentran de manos, las cuales, si bien no son muy usua-
del todo extinguidos, o bien no habitan ya, en les, se erigen como uno de los componentes ma-
estado salvaje, el lugar en que fueron pintados o yoritarios en ciertas cavidades pintadas. Pueden
grabados. Abundan especialmente los herbívo- estar ejecutadas de dos maneras: en positivo
ros, tales como el caballo, el bisonte, los bóvidos (simple presión de la mano llena de colorante so-
(toros salvajes), los cérvidos (ciervos, renos y, en bre la pared de la cueva) o en negativo (más
menor medida, alces) y los cápridos (cabras corrientes, coloreando la zona de alrededor y
montesas y sarrios). Tampoco faltan los grandes dejando la impronta en blanco).
paquidermos: mamuts, elefantes, rinocerontes. Los animales paleolíticos se pintaban siempre
Menos frecuentes son las figuras de carnívoros de perfil y casi siempre aislados; aunque puedan
(león de las cavernas, sobre todo), jabalíes, pe- formar asociaciones por causa de su proximidad
ces, aves, etc. física, debe decirse que las composiciones escéni-

Cabeza de caballo (Fuente del Trucho).

La figura humana, aunque resulte menos rara cas son más bien anómalas, sin hallarse tampoco
de lo que se ha afirmado en muchas ocasiones, ausentes. Combinaciones de caballos y bisontes,
ocupa un lugar muy inferior en cuanto al número bien documentadas en el arte cuaternario, no
de sus imágenes, al tiempo que se nos ofrece guardan ninguna relación con la realidad, ya que
menos realista que los animales; resulta, en con- sus manadas vivían separadas en la naturaleza y
secuencia, más difícil de identificar. Junto a es- no era posible verlas juntas en ningún momento.
tos temas de índole naturalista, el arte paleolítico El hecho, además, de que las figuras presenten
es rico en signos abstractos de variadas formas, escalas de tamaño y orientaciones distintas, hace
cuyo significado concreto no estamos en condi- pensar que dichas asociaciones se producían
ciones de establecer y cuya finalidad se nos es- más por cuestiones de azar que por seguir una
capa por completo. intención premeditada.

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Cabeza de caballo (Fuente del Trucho).

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A la hora de redactar este Cuaderno, la Cueva Aislados o asociados a los caballos y a las ma-
de la Fuente del Trucho constituye el único nos, los signos puntiformes son asimismo fre-
ejemplo aragonés de arte paleolítico en cuanto a cuentes; se agrupan en líneas sencillas, líneas
pintura, por lo que su importancia sobrepasa los dobles o triples paralelas, meandros, etc. Tam-
límites de nuestra provincia. La mayor parte de bién se han constatado las huellas de dedos so-
las manifestaciones rupestres se localizan en la bre el techo de la gruta, a veces sueltas, a veces
zona interior de la cavidad y nos muestran figu- formando conjuntos de tres o cuatro digitacio-
raciones animalísticas, manos en negativo y sig- nes. Otros signos abstractos nos resultan absolu-
nos abstractos, todo ello en rojo, salvo tres úni- tamente ininterpretables, así como varias man-
cas excepciones. chas indefinidas que se encuentran todavía en
fase de estudio en razón de su complicada lec-
Las primeras corresponden todas ellas a équi- tura.
dos; así, se ha señalado la presencia de tres Otra de las técnicas a la que hemos hecho re-
protomos —o cabezas con su correspondiente ferencia en el capítulo precedente es la del gra-

La zona del rio Vero es rica en cuevas.

cuello— y de dos caballos completos. Las manos bado parietal. A la misma pertenecen las repre-
en negativo conforman un capítulo importante, sentaciones que se encuentran a la izquierda de
con ocho de ellas realizadas en rojo y solamente la boca de la Fuente del Trucho; pese a que aún
tres en color negro. Algunas de las manos pre- no han sido estudiadas con detalle, aparecen cla-
sentan un tamaño considerablemente pequeño ramente algunas cabezas de animales (caballos
—como si pertenecieran a niños—, mientras que y, al parecer, algún cérvido y otros signos). Una
la totalidad de las mismas ofrece los dedos bas- de sus variantes está representada por los surcos
tante cortos, ya porque hayan sufrido algún tipo dejados con los dedos sobre la arcilla tierna que
de mutilación ritual, ya porque los tengan reple- recubre los muros de determinadas cuevas. Se
gados sobre la palma. les conoce con el nombre genérico de maccaroni

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y también están presentes en el Altoaragón, aun- sos recursos de que disponían, a un medio am-
que en un solo lugar: la Cueva del Forcón. Yaci- biente particularmente desfavorable. El Pleistoce-
miento neolítico en su sector inicial, la galería no conoció fuertes oscilaciones climáticas, en las
más profunda de la cavidad encierra una serie de que las diferentes glaciaciones dieron lugar a di-
manifestaciones de esta clase. Se trata de varios latados períodos de intenso frío. El ser humano,
grupos de grabados en el limo arcilloso, ejecuta- practicando una actividad económica simple, ca-
dos con líneas digitales o conseguidos con otros zando los animales que se ponían a su alcance y
instrumentos, que forman esquemas geométri- recolectando vegetales silvestres con los que
cos con trazos paralelos. Hasta ahora, no ha si- complementar su régimen alimenticio, no sólo
do posible distinguir figuras identificables en mo- consiguió salir adelante, sino que incluso llegó a
do alguno. alcanzar el máximo grado de civilización que per-

Cuevas en torno al río Vero.

4. EL FINAL DE UNA ERA mitían las condiciones del entorno natural en que
vivía.
Se conoce con el nombre de Pleistoceno al En las postreras fases del Paleolítico superior,
período comprendido entre el Plioceno o Tercia- la práctica de la caza especializada en los gran-
rio reciente y la fase actual o aluvial. Constituye des herbívoros (caballo, reno, ciervo, bisonte,
el comienzo de la Era Cuaternaria y se caracteri- etc.) sentó las bases para una estabilidad econó-
za especialmente porque en él se incluyen las mica que no deja de resultar hasta cierto punto
etapas glaciares e interglaciares que fueron suce-
sorprendente, dadas las circunstancias ambienta-
diéndose con el paso del tiempo. La aparición
les. Comunidades singularmente dedicadas a la
del hombre y el desarrollo de todo el Paleolítico
predación de determinados tipos de animales se-
tienen lugar durante el transcurso del mismo.
guían los pasos a las manadas y llegaban a ejer-
En consecuencia, las sociedades humanas más cer sobre las mismas una auténtica labor de con-
primitivas tuvieron que enfrentarse, con los esca- trol y vigilancia.

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De este modo, los antiguos cazadores pasaron nal y se verán obligadas a adaptarse al nuevo
a convertirse en verdaderos expertos en las espe- entorno físico en que deberán moverse en lo su-
cies que representaban el fundamento de su ali- cesivo; entramos así en el Mesolítico, fase pre-
mentación, al tiempo que adoptaban una eco- histórica que representó una auténtica crisis en
nomía de conservación muy distinta ya a la el desarrollo cultural humano y que, si bien des-
conducta meramente destructiva propia de los de el punto de vista material configuró una eta-
estadios anteriores y basada en la mera recogida pa de regresión y decadencia, bajo un prisma
de vegetales y en una cinegética indiscriminada y económico dio lugar a uno de los pasos hacia
pluralista. Para el hombre del Paleolítico avanza- adelante más importantes y vitales en el proceso
do, el mantenimiento equilibrado de los rebaños histórico de la Humanidad: la adopción, por vez
salvajes que eran objeto de su caza resultó tan primera, de unas directrices económicas de pro-
vital como su mismo sustento. La actividad ve- ducción, constituidas por la implantación de las
natoria se transformó en un acto razonado, en el labores agrícolas y ganaderas.
que llegó a limitarse el número de piezas sacrifi- La limitación que el nuevo clima produjo en
cadas a fin de preservar a las especies de la ex- las posibilidades cinegéticas de las comunidades
tinción. prehistóricas agudizó el problema básico de su
Esta preocupación por la protección de las ma- subsistencia, y el hombre, en su plena madurez
nadas de herbívoros puede ser uno de los princi- mental, encontró las soluciones en los conoci-
pales factores que expliquen y justifiquen la apa- mientos y experiencias acumuladas durante mile-
rición del arte rupestre, cuyo carácter de magia nios de caza y de recolección. Sabedor del ciclo
de conservación configura una de las interpreta- biológico vegetal gracias a continuadas observa-
ciones más plausibles a la hora de establecer su ciones, el ser humano se atreverá a intervenir en
significado o finalidad. él, con lo que aparecerán los primeros cultivos.
Asimismo, acostumbrado a una estrecha relación
No obstante, con el fin del Pleistoceno la esta- con los herbívoros, que significaban su base ali-
bilidad económica resultó esencialmente afecta- menticia, no le debió de resultar difícil aumentar
da por los cambios climáticos que definieron la todavía más el control directo sobre sus mana-
terminación de la época de las grandes glacia- das, hasta desembocar en el ejercicio de la gana-
ciones. El clima fue suavizándose y el paisaje dería propiamente dicha. Con la adopción de
vegetal sufrió una profunda modificación, con la esta nueva conducta económica se abren las
consiguiente ruptura del equilibrio ecológico. Al puertas a un período trascendental en nuestra
retirarse los hielos y al variar por completo el Historia: el Neolítico.
aspecto de la flora, la distribución de las espe-
Si dejamos a un lado las disquisiciones más o
cies animales cambió también de una manera ab-
menos hipotéticas que nos han ocupado hasta
soluta.
aquí, nos vemos obligados a reconocer y dejar
La fauna de grandes herbívoros, habituada al constancia de nuestra ignorancia casi total en lo
clima frío, fue empujada hacia el norte en segui- tocante a los restos materiales propios del Meso-
miento de los glaciares: algunas variedades dis- lítico en el Altoaragón. Carecemos de niveles de
minuyeron en número de forma notable; algunas habitación que puedan referirse a tal época, y al-
abandonaron definitivamente sus pastos ances- gunos elementos sueltos que podrían atribuirse
trales para buscar otros territorios más idóneos, a la misma resultan excesivamente dudosos y
y otras, en fin, acabaron por extinguirse irremisi- faltos de contexto para que su filiación no sea
blemente. Tal sería el caso del mamut, cuya pre- excesivamente arriesgada.
sencia finalizó con el Pleistoceno, o de otros pa-
Hoy por hoy, el Mesolítico representa una in-
quidermos, como los rinocerontes, que desapa-
mensa laguna en el esquema teórico de la evolu-
recieron totalmente de Europa. Bisontes, renos y
ción del hombre primitivo en las tierras oscenses,
alces dejarían progresivamente las zonas euro-
laguna que, honradamente, no puede llenarse
peas, actualmente templadas, para subsistir ex-
con algunas colecciones de utillajes líticos prove-
clusivamente en las regiones septentrionales del
nientes, sobre todo, de las comarcas del Bajo
continente. El caballo paleolítico también emigra-
Cinca y de los Monegros y que, por las dificulta-
ría en busca de ambientes más fríos, etc.
des de clasificación que ofrecían, se han incluido
Ante el nuevo estado de cosas, las sociedades en ocasiones en el Mesolítico (o Epipaleolítico),
cazadoras paleolíticas tendrán que replantearse, como si tal etapa prehistórica fuera una especie
en todos sus aspectos, su forma de vida tradicio- de cajoncillo de sastre.

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Los cambios climáticos de fines del Pleistoceno favorecieron la implantación,
en el Neolítico, de la agricultura y la ganadería.

15
5. LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA cuencia. Para jugar sobre seguro, los grupos hu-
manos tratarán, no sólo de obtener los alimentos
imprescindibles, sino que procurarán ir más allá,
En estos últimos tiempos, el significado del haciéndose con un excedente de producción que
concepto de Neolítico ha sufrido importantes va- garantice plenamente el correcto mantenimiento
riaciones. A un lado ya las consideraciones ma- de sus componentes. La aparición, también por
teriales y mecanicistas, su contenido actual en- primera vez, de estos sobrantes productivos de-
cierra aspectos más amplios y, evidentemente, sempeñará un importante papel en lo sucesivo,
más importantes: el Neolítico, no sólo es la épo- pues permitirá un progresivo desenvolvimiento
ca en que aparecen la cerámica y el pulimento de de las relaciones comerciales, escasamente pa-
la piedra, sino, sobre todo, el momento en que rangonable con las posibilidades existentes al
el ser humano abandona sus ancestrales formas respecto durante el desarrollo del Paleolítico.
de vida, basadas en la caza y la recolección, para
Por otro lado, la práctica de la agricultura sirve
adoptar unas nuevas directrices de conducta
de elemento de vinculación entre el hombre y la
fundamentadas en la agricultura y la ganadería. tierra. El nomadeo inherente al ejercicio de la ca-
En pocas palabras, es el paso de una economía
za de grandes herbívoros irá desapareciendo con
destructiva y depredadora a otra creativa y de
más o menos rapidez para ceder su lugar a unas
producción. comunidades estables, que llevarán una vida se-
Las consecuencias emanadas del estableci- dentaria, íntimamente ligada a sus campos de
miento de las nuevas directrices económicas fue- labor. Las nuevas actividades acarrean nuevas
ron todas ellas de suma trascendencia. Por pri- necesidades materiales, como pueden ser las ha-
mera vez, el hombre deja de depender de la chas pulimentadas —azadas y azuelas utilitaria-
naturaleza y puede llegar a controlarla en su pro- mente hablando— o las hoces, así como otros
pio provecho; es capaz, por tanto, de erigirse en objetos que, por su fragilidad o por otros moti-
árbitro de su futuro y de prevenir sus próximas vos, no tenían razón de ser en las viviendas de
necesidades de sustento para obrar en conse- las sociedades predadoras móviles; tal sería el

La Cueva de Chaves, el yacimiento neolítico más importante de Aragón.

16
caso de la cerámica, no utilizada, como ya se ha neolitizado, con una cultura material hasta cierto
comentado, hasta la implantación de las civiliza- punto unificada y muy personalizada por la for-
ciones neolíticas. ma en que se decoraban los utensilios cerámi-
No estamos en condiciones de precisar cuál de cos. Se trata de la cultura conocida como Neo-
los nuevos usos económicos fue inventado o lítico de la cerámica impresa del Mediterráneo
aplicado con anterioridad. No existen datos para occidental, tipificada por la ornamentación de
conceder la prioridad a la agricultura o a la gana- sus cerámicas mediante la impresión de objetos
dería en un hipotético ranking que mida sus res- diversos, formando esquemas geométricos sobre
pectivas antigüedades. Lo que sí parece ofrecer la superficie aún blanda de los vasos, es decir,
amplios visos de verosimilitud es que las prime- antes de la cocción.
ras formas de vida neolíticas tuvieron lugar, en- El elemento más utilizado a tal fin es la concha
tre los 9 000 y 8 000 años antes de nuestra Era, de un determinado molusco (Cardium edule), cu-
en las estepas y altiplanicies del Próximo Oriente yo borde se imprimía en la arcilla tierna; se logra-
comprendidas entre las costas meridionales del ban así unos motivos ornamentales muy carac-
mar Caspio, por el norte; el territorio sirio- terísticos que definen el tipo de cerámica más
palestino, hacia el sur, y la Meseta Anatólica, extendido en este círculo cultural: la cerámica
por el oeste. cardial, denominada así por el nombre de la con-
Otra cuestión que tampoco ha sido aclarada cha utilizada (Cardium). Además de las conchas,
de modo satisfactorio se refiere a cómo llegaron se empleaban también peines, ruedecillas denta-
a propagarse las directrices neolíticas al resto del das y otros utensilios para conseguir esquemas
Viejo Mundo. Las teorías difusionistas y las con- muy parecidos a los cardiales.
vergentes o poligenéticas se han enfrentado du- Este primer Neolítico mediterráneo, de carác-
rante mucho tiempo sin llegar a conclusiones
ter eminentemente costero, se ha documentado
categóricas. en el litoral adriático italiano y yugoslavo, en Si-
Sea como fuere, la realidad es que, en época cilia, en las islas Eolias, en Córcega y Cerdeña,
muy temprana (hacia el 6000 a. de C.(, todo el li- en el arco ligur de la costa noroeste italiana, en
toral occidental mediterráneo se encuentra ya todo el litoral meridional francés, en Cataluña,

La Cueva del Forcón. Bocas laterales de la Cueva del Moro de Olvena.

17
País Valenciano, parte de Andalucía, sur de Por- 6. EL NEOLÍTICO
tugal, costa del norte de África y en la isla de
EN EL ALTOARAGÓN
Malta. Salvo algunas peculiaridades locales, to-
das estas regiones conocen la existencia de la a) El Neolítico Antiguo
cerámica impresa y pueden incluirse en el amplio
No cabe la menor duda de que el período Neo-
círculo cultural antes citado.
lítico en el Altoaragón, prácticamente desconoci-
La duración de esta primera etapa neolítica oc- do hace algunos años, ofrece en la actualidad un
cidental varía según los distintos territorios, pero bagaje de datos considerable que posibilita un co-
puede cifrarse, en términos generales, en unos nocimiento bastante aceptable de su desarrollo y
2 000 años, del 6 000 al 4 000 a. de C.; sin embar- que incluso permite el establecimiento de unas
go, en ciertos grupos regionales, la cerámica im- pautas evolutivas básicas. Ello a pesar de las la-
presa conoce perduraciones posteriores, que la gunas y de las dudas que todavía se constatan.
hacen llegar incluso a la plena Edad del Bronce. Cabría señalar, en primer lugar, un primer pe-
A pesar del marcado matiz costero de este ríodo neolítico, que abarcaría, grosso modo, des-
neolítico, no faltan las penetraciones tierra aden- de el 5000 hasta el 4 000 antes de nuestra Era y
tro, que alcanzan regiones notablemente alejadas al que podría llamarse Neolítico Antiguo propia-
del litoral marítimo. Sólo así puede explicarse la mente dicho. Dicho Neolítico Antiguo es subdivi-
existencia en el Altoaragón de siete yacimientos sible, a su vez, en dos fases sucesivas: primera
atribuibles a este marco cultural: nos referimos a fase o Cardial pleno (denominación que provie-
la Cueva de Chaves (Bastarás), en la sierra de ne de la cerámica decorada mediante la impre-
Guara; a la Cueva de la Miranda (Palo), en la co- sión de conchas de Cardium, tal como se indicó
marca de La Fueva; a la Cueva de la Puyascada en el último capítulo) y segunda fase o Cardial
(San Juan de Toledo), en la ladera meridional de final. Ambos horizontes culturales están presen-
Peña Montañesa; a la Cueva del Forcón, muy tes, por el momento, única y exclusivamente en
próxima a la anterior; al Abrigo de Huerto Raso, la Cueva de Chaves de Bastarás.
junto al río Vero; a la Cueva del Moro de Olvena, El Cardial pleno estaría caracterizado por la uti-
y a una de las cavidades que configuran el con- lización de las cerámicas con ornamentaciones
junto de Gabasa. cardiales, aunque tampoco falten las alfarerías li-

Interior de la Cueva de Chaves.

18
sas o las impresiones logradas con otros utensi- también totalmente inmersos en las nuevas di-
lios varios. Como ya hemos indicado, en lo que rectrices de producción: practicaban de modo in-
respecta a la provincia de Huesca, sólo en Cha- tensivo las actividades ganaderas y, aunque de
ves han aparecido cerámicas cardiales; en el res- manera mucho más limitada, algún tipo de labor
to de Aragón se conocen otros dos yacimientos agrícola. La existencia de molinos en piedras du-
con elementos de la misma índole: la Botiquería ras, de hojas de sílex utilizadas como hoces y de
deis Moros y el Abrigo de Costalena, ambos en hachas pulimentadas (azadas y azuelas) así nos
la cuenca del Matarraña, en el Bajo Aragón. lo revela, aunque parece que el cultivo de cerea-
Ahora bien, habría que reconocer que la cerá- les nunca llegó a alcanzar una entidad suficiente
mica cardial representa el único nexo de unión para ser considerado como algo más que un sim-
que pone en relación a los tres yacimientos ara- ple complemento alimentario.
goneses, pues, en efecto, los aspectos diferen- Tampoco olvidaron las gentes de Chaves el
ciadores son mucho más numerosos que las se- ejercicio de la caza, pero ésta no deja traslucir ya

Cerámicas cardiales. Cardial pleno /Chaves). Cerámicas impresas y cardiales.


Cardial final /Chaves).

mejanzas entre ellos. Resulta evidente que las la especialización propia de las sociedades pre-
estaciones bajoaragonesas sólo pueden ser con- dadoras, sino que se nos ofrece como una prác-
sideradas como neolíticas desde un punto de vis- tica secundaria e indiscriminada que sólo serviría
ta meramente material: cierto es que ambas tie- como un recurso económico suplementario. Al
nen cerámicas impresas y cardiales, pero no es menos, esto es lo que se infiere del análisis de
menos cierto que tales producciones alfareras se los restos óseos aparecidos en el yacimiento: un
intercalan en un contexto cultural de fuerte evo- 70 % de ellos corresponde a animales domés-
cación epipaleolítica y que se nos muestran co- ticos, mientras que sólo un 30 % pertenece a
mo un factor aislado y sin ninguna significación ejemplares salvajes, porcentaje en el que están
socioeconómica. representadas hasta diez especies diferentes
Tanto en Botiquería como en Costalena, la ce- (ciervo, conejo, jabalí, cabra montés, sarrio, lie-
rámica cardial es adoptada por unos grupos hu- bre, zorro, lobo, corzo y oso). Respecto a las
manos asentados desde hace tiempo sobre el bestias domésticas, la oveja y la cabra predomi-
mismo lugar y que continúan con sus formas de nan con bastante ventaja sobre el resto, a las
vida tradicionales, es decir, con la caza y con la que siguen el cerdo y, escasamente representa-
recolección de vegetales silvestres. En síntesis, da, la vaca.
se refleja la aparición de un elemento neolítico (la En consecuencia, es posible afirmar que, hoy
cerámica) en el seno de unas comunidades toda- por hoy, la Cueva de Chaves configura el único
vía preneolíticas en el sentido económico de su ejemplo aragonés de estación plenamente neolíti-
conducta. ca atribuible a las primeras etapas del período, y
Por el contrario, la Cueva de Chaves nos que estaba poblada, a pesar de su lejanía respec-
muestra un asentamiento completamente neoliti- to al litoral mediterráneo y a pesar también del
zado en todos los aspectos, tanto material como carácter eminentemente costero del Neolítico de
culturalmente. Sus habitantes utilizaban con pro- cerámica impresa, en un momento tan antiguo
fusión las cerámicas cardiales, pero se hallaban como el que más dentro del conjunto de estacio-

19
nes de la misma clase que se conocen en Espa- mos hablar ya de un Neolítico Medio, la verdad
ña. Las dataciones efectuadas por el método del es que, por los materiales arqueológicos recupe-
Carbono 14 así lo demuestran palmariamente: rados en las distintas estaciones, mejor cabría
4820, 4700, 4540, 4 510 y 4 380 (todas ellas en considerarla como una perduración, bastante di-
años anteriores a nuestra Era). latada en el tiempo, del mismo tipo de cultura
Como ya se ha indicado más arriba, la segun- que ha ocupado las dos fases anteriores.
da fase Neolítica o Cardial final solamente ha En efecto, hay que reconocer que la diferen-
podido ser documentada, al igual que la primera, ciación del Neolítico Medio en referencia al Anti-
en la Cueva de Chaves de Bastarás. Se trata de guo resulta a todas luces artificiosa y responde
un estadio cultural íntimamente ligado al ante- más a razones metodológicas que a cualesquiera
rior, en el que se produce un claro descenso por- otras. En realidad, si bien la cronología indicada
centual de las decoraciones cardiales, en aras de no se corresponde ya con el Neolítico Antiguo
los esquemas ornamentales obtenidos a través en sentido estricto, las imbricaciones culturales
de otros utensilios. Por lo demás, junto a las de éste con el estadio que aquí nos ocupa son
sencillas formas cerámicas propias de la primera tan patentes que no resulta demasiado arriesga-
fase (muy simples siempre, globulares y esféri- do considerar este Neolítico Medio altoaragonés
cas o semiesféricas, con fondos redondeados), como una tercera fase del Neolítico Antiguo, ob-
empiezan a surgir ciertas novedades morfológi- viando las consideraciones temporales que acon-
cas que encierran una idea de modernidad relati- sejarían lo contrario.
va con respecto a la etapa anterior.
El nuevo período se caracteriza también por
Así pues, nos encontramos ante un horizonte las ricas y abundantes cerámicas impresas, pero
cultural que se ha particularizado, exclusivamen- con una salvedad que hay que resaltar conve-
te, a partir de una serie de apreciaciones materia- nientemente: de las decoraciones alfareras han
les, fruto, con toda seguridad, de una evolución desaparecido ya por completo las ornamentacio-
lógica de los propios habitantes de la cavidad. nes cardiales, es decir, han dejado de utilizarse
Entre una y otra fase no hay rompimientos, ni en las conchas como elemento con que efectuar las
lo tocante al resto de elementos instrumentales, impresiones.
ni en lo referente a cuestiones económicas y so-
Los principales yacimientos que representan
ciales. No existe solución de continuidad; la se-
esta etapa se encuentran en las sierras prepire-
gunda fase representa únicamente la entrada de
naicas oscenses, configurando un importante
unas influencias novedosas que se adoptan sin
conjunto arqueológico cuya entidad no hubiera
mayores problemas y sin significar ningún tipo
podido ni suponerse hace unos pocos años. La
de cambio en las formas de vida tradicionales del
grupo humano que habitaba en Chaves.
Este Cardial final también se halla bien delimi-
tado cronológicamente, gracias a las dataciones
radiocarbónicas que ha proporcionado: 4380,
4310, 4280 y 4170 a. de C. La primera cifra de
esta serie y la última de la de la primera fase,
vienen a demostrar que el citado continuismo
posee también su correspondencia bajo un enfo-
que meramente temporal.

b) Las fases más recientes


Cuando entramos en lo que consideramos la
tercera fase del Neolítico en el Altoaragón, pode- Cueva de la Miranda.

mos comprobar que el panorama se amplía con-


Espluga de la Puyascada, la Cueva de la Miran-
siderablemente en cuanto al número de yaci-
da, la Cueva del Forcón, el Abrigo de Huerto Ra-
mientos conocidos. Sin embargo, puede apre-
so, una de las cuevas del conjunto de Gabasa y
ciarse también un paralelo aumento de proble-
la Cueva del Moro de Olvena son los lugares
mas y de cuestiones que, por el momento, no
altoaragoneses que se erigen como máximos ex-
pueden recibir una contestación satisfactoria.
ponentes de esta facies epicardial, a los que po-
Aunque por la cronología que debe atribuirse a dría sumarse, a pesar de su reciente conocimien-
esta tercera fase (4000-3500 a. de C.), podría- to y de los escasos datos que por tal razón ha

20
Cerámica incisa e impresa (Puyascadal. Cerámicas impresas de la Espluga de la Puyascada.

proporcionado, el poblado del Torrollón (Usón). Desgraciadamente, las específicas condiciones


Éste último constituye un importante descubri- de la Cueva del Moro, debidas al penoso estado
miento, pues, en el caso de confirmarse plena- de conservación de sus sedimentos, no permiten
mente su datación preliminar, presentaría indu- una insistencia en el yacimiento que nos sirva
dables visos innovadores, al tratarse del único para efectuar comprobaciones al respecto. Sólo
establecimiento neolítico al aire libre localizado cabe señalar la anomalía que representa la exis-
en nuestra provincia. tencia de un conjunto material típico del período
que estamos estudiando, con una fecha que se
Las dataciones de que disponemos para docu- correspondería mucho mejor con un Cardial ple-
mentar esta etapa cultural neolítica proceden de no de la primera fase.
la Espluga de la Puyascada: 3980 y 3 630 a. de C.
Otro problema importante que debe conside-
Si bien la primera de ellas podría ser considerada
rarse es el que hace referencia a la posible per-
como propia de un Neolítico Antiguo avanzado,
duración de las cerámicas impresas en nuestro
la segunda es contemporánea a otros horizontes
territorio. Hoy por hoy, carecemos de informa-
prehistóricos que han abandonado definitiva-
ciones que nos indiquen que otras culturas de ín-
mente las alfarerías impresas para adoptar otros
dole diferente se hayan instalado en el Altoara-
tipos cerámicos claramente asimilables al Neolíti-
gón durante el Neolítico. El asunto no deja de
co Medio de tipo occidental europeo.
ser sorprendente, pues suponer que todo el
Mención aparte merece la ya citada Cueva del transcurso del Neolítico oscense estuvo caracte-
Moro de Olvena. Esta cavidad, brutalmente ex- rizado por la presencia de las cerámicas impresas
poliada desde hace muchos años por parte de significaría, no sólo una pervivencia a todas lu-
excavadores clandestinos, ha proporcionado ma- ces anómala de esta clase de alfarería, sino tam-
teriales neolíticos provenientes de una de sus ga- bién un caso excepcional respecto a las regiones
lerías superiores, los cuales aparecieron dentro colindantes.
de un depósito removido desde antiguo. Por tal Siguiendo un método de trabajo correcto, de-
razón, escasa es la información que ha podido beríamos aludir aquí a una cuarta fase corres-
sonsacarse sobre el contexto de los mismos. Sin pondiente a un Neolítico Reciente, el cual ocupa-
embargo, por sus características morfológicas y ría, aproximadamente, del 3 500 al 2 500 antes de
por sus técnicas decorativas, resulta claro que nuestra Era. Ahora bien, ¿cómo llenamos mil
deberían ser incluidos en esta tercera fase, aun- años de Historia si carecemos en nuestra provin-
que surge para ello un impedimento importante, cia de los yacimientos y datos con que se llenan
que no es otro que su datación por el método en otros territorios vecinos? No nos queda más
del Carbono 14. En efecto, la datación resultante remedio que recurrir a los documentos que po-
nos lleva al año 4 600 a. de C., es decir, a una seemos, y éstos, aunque todavía algo difusos y
época cronológicamente encuadrable en el Car- poco concluyentes, nos inducen a seguir una lí-
dial pleno de la primera fase; no obstante, en el nea que, pese a las connotaciones de singula-
Moro parecen haber desaparecido ya del todo las ridad que acabamos de exponer, tenemos que
impresiones cardiales. valorar forzosamente en su justa medida.

21
En la Cueva del Forcón aparecieron una serie Por descabellado que parezca, nos vemos obli-
de cerámicas impresas muy típicas, junto a otros gados a considerar, como mera hipótesis de tra-
tipos de alfarería propios de culturas más avan- bajo, la teoría de que las cuatro fases neolíticas
zadas, concretamente del período Eneolítico o señaladas estén presididas todas y cada una de
Calcolítico, que sucede cronológicamente al ellas por las cerámicas impresas; habrá que espe-
Neolítico. ¿Cabe en lo posible tomar esta coexis- rar a que, en el futuro, pueda reafirmarse o des-
tencia como un ejemplo de perduración de las mentirse lo que ahora no es más que una simple
técnicas decorativas por impresión? En el abrigo teoría.
de Huerto Raso —muy pobre en materiales, pero
con un único momento de ocupación neolítico— Hemos de señalar, asimismo, otro aspecto en
se encontró una plaqueta de piedra arenisca con el que la ignorancia casi total reina de manera
grabados geométricos, cuyos parangones deben alarmante. Se trata de los lugares de enterra-
buscarse en el Neolítico final italiano. ¿Nos halla- miento de las comunidades neolíticas y de sus ri-
mos ante otro caso parecido? La Cueva del Moro tuales funerarios. Los datos al respecto son es-

Enterramiento en fosa neohlica.

de Olvena proporcionó una datación radiocarbó- casísimos e impiden cualquier intento de síntesis
nica de 3210 años a. de C. para un nivel con ce- que ofrezca las mínimas garantías.
rámicas impresas muy evolucionadas. ¿Viene a Si bien en la Cueva de Chaves pudo estudiarse
confirmar las elucubraciones emanadas de las un enterramiento en fosa perteneciente a un va-
circunstancias anteriores? rón que presentaba una postura enérgicamente
Evidentemente, la cifra mencionada resulta ab- flexionada, en posición fetal, el escaso ajuar apa-
solutamente desusada para las decoraciones de recido no permite una filiación cronológica exac-
este tipo y revelaría la persistencia irregular ta, por lo que resulta muy difícil de atribuir a al-
de las mismas en las serranías oscenses, hasta el guna de las fases establecidas para el Neolítico
punto de hacernos plantear seriamente la posibi- oscense.
lidad de que este hipotético Neolítico Reciente Tampoco resultan lo suficientemente explícitos
constituya, en las zonas montañosas del Altoara- los datos que han proporcionado la Cueva del
gón, una continuación ininterrumpida de la cul- Forcón y la Cueva del Moro. Ambas han sufrido
tura material propia de las fases más antiguas. la agresión de los excavadores clandestinos y

22
han sido parcialmente saqueadas, por lo que la mediterránea española; así, abarca las provincias
información que pueden ofrecernos es muy limi- de Lérida, Tarragona, Teruel, Castellón, Valen-
tada y no permite elaborar a partir de ella unas cia, Alicante, Albacete, Murcia, Granada y Jaén.
conclusiones fiables. En la actualidad, el término definidor de levan-
tino está siendo notablemente contestado por
parte de algunos especialistas, sin que haya po-
dido sustituirse por otros calificativos con una
7. UN ARTE A PLENO SOL aceptación más generalizada. Aunque personal-
mente nos inclinaríamos más hacia la utilización
En capítulos anteriores se ha hecho referencia del vocablo naturalista, en este Cuaderno se hará
a la relación existente entre el Altoaragón y el uso indistinto de ambas expresiones.
litoral mediterráneo durante el desarrollo del
No parece que exista ninguna clase de contac-
período Neolítico. En efecto, pese al carácter
tos entre el arte levantino y el arte paleolítico, ya
costero del Neolítico de la cerámica impresa, su estudiado en apartados anteriores. El único nexo
presencia en el Altoaragón no admite lugar a de unión lo constituye la apariencia naturalista
dudas. de ambos, aunque las figuraciones levantinas
Así pues, parece lógico pensar que es a través ofrezcan un índice más elevado de estilización.
de estas conexiones culturales como tiene que Por lo demás, las diferencias son notables, y
explicarse la aparición en las serranías exteriores comprenden una variada gama de aspectos: cro-
prepirenaicas de otra manifestación cultural de nológicos, topográficos, temáticos y sociocultu-
gran importancia y, también, de fuerte evocación rales.
marítima: el arte rupestre levantino. A pesar de las múltiples dificultades que se
Como su mismo nombre indica, el área de di- presentan a la hora de establecer la datación de
fusión de este tipo de arte se centra en los maci- todas las pinturas rupestres, buena parte de los
zos calizos prelitorales que enmarcan la cuenca investigadores están de acuerdo en fechar el arte

Vista parcial de los cañones del Vero: barranco de Chimiachas.

23
Alquézar, dominando el sector meridional de los barrancos del Vero.

levantino, al menos parcialmente, durante el La base temática de esta nueva corriente artís-
Neolítico, con lo que queda claramente separado tica está configurada por los animales, casi siem-
del anterior, a todas luces más antiguo. pre salvajes, y por la figura humana. Al revés de
Las zonas de distribución también difieren, so- lo que ocurría durante el Paleolítico, esta última
bre todo en lo que atañe a los núcleos más im- adquiere un importante protagonismo, hasta el
portantes y ricos propios de ambas concep- punto de erigirse en el máximo o único compo-
nente temático en muchas de las covachas pin-
ciones artísticas: ya hemos indicado el medio
geográfico en que se desenvuelve el arte levanti- tadas. Abundan sobremanera las representacio-
no, bien distinto del que es peculiar de las mani- nes de arqueros, bien aislados, bien en grupo o
festaciones paleolíticas. bien asociados a animales en composiciones es-
cénicas dotadas de gran fuerza narrativa y llenas
Asimismo, la localización de las representacio-
de movimiento y viveza. Es éste otro matiz dife-
nes pintadas en las respectivas estaciones tam-
rencial básico en comparación con el arte paleolí-
poco guarda ninguna semejanza entre sí: el arte
tico, normalmente sin escenas y con las figuras
levantino aparece en covachas o abrigos abier-
casi siempre estáticas, con una quietud que roza
tos, en los que penetra perfectamente la luz del
lo solemne.
sol, mientras que el Paleolítico es un arte de cue-
vas profundas, de galerías recónditas y escon- Las pinturas levantinas son siempre monocro-
didas. Este bimorfismo es posible que tenga su mas y de tamaño más bien reducido, lo que con-
correspondencia en el carácter esencial de los trasta en grado sumo con algunos de los anima-
dos artes, descriptivo el levantino, con numero- les pintados en época paleolítica, como podrían
sas escenas cotidianas (cacerías, danzas y com- ser los de Altamira o Lascaux, de dimensiones
bates) fácilmente comprensibles; esotérico y so- mucho mayores y con combinación de algunos
brenatural el paleolítico, con gran cantidad de colores.
símbolos y abstracciones muy difíciles de inter- Si nos guiamos por las manifestaciones rupes-
pretar. tres que nos han legado, tendremos que concluir

24
que las gentes que pintaron los abrigos y cova- en lo posible que se tratase de grupos demográ-
chas de las serranías prelitorales mediterráneas ficamente escasos, con un sistema de vida semi-
vivían todavía de la caza, aunque ello encierre un nómada y con viviendas temporales difícilmente
evidente cariz retardatario y arcaizante en rela- identificables. Durante 1986, el Museo Arqueoló-
ción con el período cultural y cronológico a que gico de Huesca estuvo realizando una serie de
se atribuye normalmente el arte levantino. catas y sondeos de comprobación en varios yaci-
mientos de la zona del río Vero, con el fin de in-
En realidad, poco sabemos de las formas de tentar poner en relación las pinturas rupestres
vida y de la conducta económica de los autores del sector con algún asentamiento habitacional
de las pinturas naturalistas, pues carecemos de próximo a éstas. Los resultados fueron casi
datos referidos a sus lugares de habitación. Cabe siempre nulos, totalmente desesperanzadores.

La búsqueda de covachos pintados puede resultar arriesgada.

25
8. EL ARTE NATURALISTA 1. Covacho de Arpán L. Fue la primera que se
localizó en Huesca; presenta pinturas natura-
EN EL ALTOARAGÓN
listas, subesquemáticas y esquemáticas. Ca-
be destacar un hermoso cérvido en rojo, he-
Los ejemplos de arte naturalista o levantino en
cho en tinta plana y posición estática; otros
el Altoaragón son todavía escasos y se reducen,
tres ciervos se encuentran muy perdidos.
además, a la comarca concreta del curso alto del
Respecto a las figuras humanas, señalaremos
río Vero. No obstante, su mera existencia confi-
la presencia de un arquero, conservado frag-
gura un dato de enorme importancia arqueoló-
mentariamente, y, en especial, de un indivi-
gica.
duo encaramado en una larga escalera. Otros
Por el momento, las estaciones con manifesta- seres humanos completan el contenido pictó-
ciones rupestres naturalistas que se han descu-
rico de la cavidad.
bierto son las siguientes:

Ciervo de Arpán L.

26
2. Cueva de Regacens. Encierra un conjunto ar-
tístico variado; respecto al arte levantino, la
figura más clara y mejor conservada corres-
ponde a un cáprido a la carrera en rojo, el
cual destaca sobre otras representaciones del
mismo animal, muy difuminadas y poco visi-
bles.

Cueva de Regacens (derecha), en pleno


cañón del Vero.

Cáprido de Regacens.

27
3. Covacho de Litonares L. Se trata de una ca-
vidad de pequeñas dimensiones, con las pa-
redes muy afectadas por el humo, las exuda-
ciones y las concreciones calizas, de modo
que las pinturas se han perdido en parte o re-
sultan escasamente visibles. Sin embargo,
pueden distinguirse las representaciones en
rojo de dos cérvidos finamente ejecutados y
de una figura humana a su izquierda. Más
hacia el interior, se aprecian otros dos cérvi-
dos, un cáprido y un nuevo antropomorfo.

4. Covacho de Muriecho L. Es, sin duda, la es- El grupo se inicia por el este con un intere-
tación que posee el mejor conjunto de mani- santísimo panel, con numerosas figuras hu-
festaciones pictóricas naturalistas y la única manas y una magnífica escena en la que se
con un contenido enteramente levantino. procede a la captura de un cérvido en vivo. El

Posible sarrio de Muriecho L.

28
Detalle de la escena de Muriecho L.

Calco de la escena de Muriecho L.

29
panel puede dividirse •en dos sectores, uno 5. Abrigo de Chimiachas. Encierra solamente
superior y otro inferior, aunque ambos pare- una única figuración, de un ciervo estático,
cen pertenecer a la misma composición, real- pero que resulta ser el mejor ejecutado, el
mente compleja. En la parte alta aparece una mejor conservado y el más impactante de to-
sucesión de veinticuatro seres humanos dos los cérvidos naturalistas conocidos en el
—unos más claros y mejor conservados que Altoaragón.
otros— en diversas actitudes y posturas
(posible escena de danza?); por debajo, a la 6. Covacho de Labarta. Se trata de un reducido
izquierda, se desarrolla la escena menciona- abrigo con escasas pinturas, pero especial-
da, con un ciervo a la carrera, que sólo con- mente interesantes en razón de las superposi-
serva el sector anterior del cuerpo, y cuatro ciones que nos ofrecen. Las muestras pictóri-
figuras humanas que intentan frenarlo. A la cas se limitan a un pequeño panel, en el que
derecha, nueve antropomorfos más parecen un cuadrúpedo en rojo, naturalista pero tos-
tomar parte también en el apresamiento; en- camente ejecutado, se sobrepone a un pe-
tre ellos destaca uno que se dirige hacia el queño cérvido levantino en negro. Por debajo
ciervo con un posible lazo corredizo. del citado grupo, pueden observarse unos di-
Muriecho L presenta, 'asimismo, otros pa- seños de tipo geométrico que vendrían a re-
neles de menores dimensiones y espectacula- presentar los restos pictóricos más antiguos,
ridad, en los que pueden distinguirse cérvi- dada su posición subyacente con respecto a
dos, cápridos y otras figuras humanas. los animales expuestos.

Ciervo de Chimiachas.

30
Estos últimos trazos geométricos, de forma magnífico cérvido antes mencionado se dibujó
angular y pintados en rojo, adquieren una mediante un trazo bastante ancho y que, luego,
gran importancia por tratarse de un tipo de se rellenó el interior del cuerpo del rumiante con
arte nuevo, prenaturalista y bastante poco pintura de una menor densidad, lo que ha dado
documentado en otras regiones vecinas. Pue- lugar a la pérdida de buena parte de su textura.
den ponerse en relación con el llamado arte
En cuanto a la temática, son los cérvidos los
lineal-geométrico, identificado en algunas po-
que dominan ampliamente dentro de las especies
cas cuevas del País Valenciano y cuya crono-
reconocibles, a los que siguen, en orden cuanti-
logía parece ser, indudablemente, anterior a
tativo bastante inferior, los cápridos, entre los
todo lo levantino.
que cabría señalar algunas representaciones de
sarrio de Muriecho L. La figura humana resulta
Volviendo al arte naturalista en el Altoaragón, abundante en cuanto a número, pero no así en
vamos a enumerar brevemente algunas de sus lo tocante a su dispersión. Se encuentra casi ex-
características más descollantes: clusivamente en la interesantísima escena de
Para la factura de las pinturas levantinas se Muriecho L, con un total de treinta y siete antro-
han usado preferentemente los colores rojizos, pomorfos. Fuera de este sector concreto, en
así que la utilización del negro en el cérvido ya Muriecho L aparecen otras figuras humanas,
citado de Labarta representa por ahora una ex- en tanto que en el resto de cavidades naturalis-
cepción. La tinta plana es la técnica más emplea- tas éstas escasean bastante más; se reducen a
da, aunque existen figuras silueteadas en Murie- las representaciones ya citadas de Arpán y de Li-
cho L. En Chimiachas, parece que la silueta del tonares L.

o 10

Calco de las superposiciones de Labarta. Los signos marcados con


corresponden al arte «lineal-geométrico».

31
9. BIBLIOGRAFIA

BALDELLOU, V., El Neo-eneolítico altoaragonés, en I Reunión de Prehistoria Aragonesa,


Huesca, 1981; El Neolítico de la cerámica impresa en el Alto Aragón, en Le Néolithique An-
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4° Col•loqui Internacional d'Arqueologia de Puigcerdá, Puigcerdá, 1982; El Arte Levantino
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toria Aragonesa, Huesca, 1981. — UTRILLA, P., Paleolítico y Epipaleolítico en Aragón. Esta-
do de la cuestión, en / Reunión de Prehistoria Aragonesa, Huesca, 1981.

Foto: D. Gómez Cabra.

32
TÍTULOS DE LA SERIE
La siguiente no es una relación cerrada. No obstante, para dar una
idea global de su contenido, se indican algunos de los títulos previstos,
sin orden de prelación, excepto para los ya publicados o los de inminente
aparición.

1. El monasterio dúplice de Sigena


2. Nuestros árboles
3. La Laguna de Sariñena, lugar de encuentro
4. Los museos altoaragoneses
5.* Guía monumental y artística de Serrablo
6. Las aves acuáticas del Altoaragón
7. ¿Por qué fue importante Costa?
8. Roda de Isábena, ex-sede y catedral ribagorzana
9. Guara, aula de la naturaleza
10. Fiestas tradicionales del Altoaragón
11. El Altoaragón antes de la Historia (Edad de Piedra)
12. El Altoaragón antes de la Historia (Edades de los Metales)
13. Fósiles del Altoaragón
14. La arquitectura megalítica

— La casa tradicional altoaragonesa


—Alquézar, resto vivo del pasado
—Setas y hongos del Altoaragón
—Plantas medicinales de ayer y de hoy
—Los despoblados y su porqué
— Los ríos altoaragoneses
— Loarre, castillo románico en pie
— Los periódicos oscenses
—San Juan de la Peña, panteón y símbolo
—Artesanos de hoy
—Juegos tradicionales altoaragoneses
—Ferias y mercados oscenses
—Gastronomía altoaragonesa
—Historia geológica altoaragonesa
—Biblioteca básica para comprender el Altoaragón
— La industria en la provincia oscense
—L'Aínsa y sus caminos
—El valle de Echo
— La tierra y su posesión
n-1-
Excma. Diputación Provincial
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