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El mundo occidental, se caracteriza hoy por sus luchas constantes en defensa de los
Derechos Humanos (DDHH), sin embargo, no existe convicción que los ciudadanos
hayan logrado el disfrute pleno de cada uno de estos derechos, por diversas razones que
se han dado en los diferentes contextos político y social de cada país. En este sentido,
cada pueblo cuenta contradicciones, estilos de vidas, valores culturales y realidades muy
diferentes, dependiendo del contexto donde se ubiquen, no obstante, se observa como
denominador común, la búsqueda por la protección y el desarrollo del ser humano. De
esta manera, no hay que olvidar que las personas privadas de libertad también tienen
derechos, los inherentes a ellos, reconocidos en convenios y pactos internacionales,
consagrados en las diferentes constituciones del mundo a favor de todas las personas y
que no se pierden por efectos de la condena penal, así como los específicos que se
derivan de la sentencia condenatoria, de la particular relación que se establece entre el
sancionado y el Estado que lo condenó. En ese contexto, los Derechos Humanos juegan
un rol importante en la vida de los ciudadanos privados de libertad, en la medida que la
sociedad declara aquellos principios y valores que les permite una vida digna y
sustentable se le garantizara un Desarrollo Humano. Es por esto que a los Estados
nacionales desde hace varias décadas se les ha asignado la responsabilidad del
resguardo, el respeto y cumplimiento de los mismos. Los derechos fundamentales de las
personas privadas de libertad están restringidos con el ánimo de salvaguardar el orden
público y la armonía social. En este sentido, se trata de proteger al convicto y de que
conserve sus derechos fundamentales con las limitaciones que expresamente consten en
la sentencia condenatoria, en el sentido de la pena y en la norma penitenciaria. Poca
teoría se ha desarrollado sobre los derechos fundamentales de las personas privadas de
libertad; sin embargo, se conoce que algunas doctrinas han surgido en el marco del
Derecho administrativo y que están integradas en el Derecho Penitenciario. Aquí nace la
doctrina denominada “relaciones de sujeción especial” en cuyo fundamento, trata de
justificar las restricciones a los derechos fundamentales de la población reclusa.
El ser humano, en cualquier contexto necesita de los derechos humanos para disfrutar de
una buena vida y poder desarrollar sus capacidades para el bienestar, de igual forma los
y las privados de libertad deben gozar de las condiciones necesarias para desarrollar una
vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos derechos que bajo ninguna
circunstancia pueden restringirse. Asimismo, a las personas privadas de libertad, se les
deben garantizar cada uno de los derechos humanos para que su condena sea pagada con
el mejor trato posible, cuando se dice: que durante el período de cumplimiento de la
pena deberán respetarse todos los derechos inherentes a la persona humana consagrados
en la Constitución y leyes nacionales, convenios y acuerdos internacionales suscritos
por la república. Es por tal razón, que en este ensayo se parta de la definición de los
derechos humanos y la importancia de los mismos, ya que todos los seres humanos
gozamos de los mismos derechos sin ninguna distinción, y estos están sujetos a medida
que cada derecho sea respetado.
Las personas privadas de libertad, en su condición son vulnerables a los daños que les
causa cuando un derecho es violado, puesto que no tienen toda la libertad de defenderse
y buscar mejoría, es por esto que en los recintos penitenciarios el personal que labora
ahí debe ser garante de los derechos, para que la comodidad y las condiciones de vida
sean acorde a la situación que en ellas se vive. La privación de la libertad genera una
situación de control y autoridad que ejercen los custodios penitenciarios sobre los
internos de una prisión, pues desde el momento en que una persona es detenida pasa a
ser vigilada por quien lo resguarda a nombre de la administración penitenciaria. Es en
estas circunstancias, cuando los derechos se vuelven altamente vulnerables; sobre todo,
cuando estas personas corren el riesgo de ser sometidas a la tortura y los tratos crueles
inhumanos y degradantes, entonces, surge la necesidad de establecer derechos mínimos.
De acuerdo a la bibliografía consultada y las leyes vigentes en nuestro país, las
personas privadas de libertad, podrán gozar de los siguientes derechos:
- Respeto a la dignidad como persona
- Respeto a la vida, a la integridad personal, física, psíquica.
- Prohibición a la tortura y de otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes
- Trato no discriminatorio
- Derecho a la libertad ideológica y religiosa y respeto a la identidad cultural
- Atención oportuna que garantice la salud integral; especialmente, las
mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, y aquellas personas con
enfermedades congénitas o de base.
- Accesibilidad a la educación y participación en actividades artísticas y deportivas.
- Acceso a una alimentación suficiente y de calidad.
- Acceso a los servicios de agua potable, saneamiento, higiene y habitabilidad.
- Derecho a comunicarse con el exterior y a mantener relaciones con sus familiares y
allegados. A recibir visitas familiares de acuerdo con las condiciones con
las condiciones reglamentarias del centro.
- Acceso a la defensa legal y a la información sobre su situación jurídica.
- Derecho a interponer recursos, peticiones y quejas u otros recursos que las leyes
jurídicas de nuestro país le permiten en caso de vulneración de los derechos antes
las autoridades competentes y dentro del mismo centro penitenciario.
Es de suma importancia que cada persona que se encuentra privado de libertad tenga
conocimiento tanto de sus derechos, pero al mismo tiempo también deberá cumplir con
cierta reglamentación, para que al momento de exigirlos puedan estos hacerlos de
acuerdo al cumplimiento de sus deberes.
Dentro de los deberes que cumplir se encuentran los siguientes:
Cuidado de los bienes e instalaciones del centro de reclusión.
- Velar por el orden, aseo y conservación de las instalaciones.
- A una convivencia adecuada.
- Informar a cualquier actividad que requiere de actos irregulares
- Mantener una relación de disciplina, buen trato y respeto con sus
familiares visitantes y demás personas recluidas.
- Respetar la vida, la salud, la integridad física y moral, la seguridad y
las pertenencias de sus compañeros, visitantes y personal del centro.
Es innegable que los derechos fundamentales protegen, sobre todas las cosas, la
dignidad de las personas, y esta es la primicia que justifica la protección de los derechos
mínimos de los presos, que se ven limitados por la privación de su libertad.
Las personas privadas de libertad poseen derechos y deberes, siendo estos consagrados
en tratados internacionales; los cuales ayudan a una convivencia sana dentro de los
centros de reclusión y a su vez son de gran importancia que ayudan como una medida
protectora y garantiza la protección de la vida del ser humano.
Medidas de prevención
Para tales fines, se podrán adoptar, entre otras, las siguientes medidas: