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Durante el siglo XX, a pesar de los matices locales, todo nuestro continente se vio profundamente afectado
por la Gran Depresión de los años 30, por las guerras mundiales y por la Guerra Fría. La historia de América
Latina ha estado marcada por la condición de integrar el Tercer Mundo, por la influencia de Estados Unidos en
el plano político y económico, por la tensión Norte-Sur o desarrollo-subdesarrollo, así como por la tensión entre
democracia y autoritarismo.
La situación actual de América Latina se configuró a partir de las experiencias vividas desde los años 60.
Entonces, se inauguró uno de los períodos más intensos en la historia latinoamericana, colmado de sueños y
utopías, de revoluciones y reformas estructurales, pero también de golpes militares y enfrentamientos. Nuestras
sociedades atravesaron por una fuerte polarización política, en el contexto de la Guerra Fría. Acontecimientos
como la Revolución Cubana, el ascenso socialista por vía electoral en Chile y los frecuentes golpes de Estado,
trascendieron el ámbito local y regional, colocando a América Latina en el centro de las preocupaciones de las
superpotencias, que a partir de los años 60, reforzaron su accionar en Latinoamérica.
Estados Unidos ha ejercido una gran influencia sobre América Latina, la cual se ha manifestado en los
ámbitos político, económico y cultural.
Ya a comienzos del siglo XIX las autoridades de Estados Unidos veían en la región latinoamericana un
territorio sobre el cual poder ejercer hegemonía, de modo que rivalizaron con los ingleses que, desde la
independencia de las colonias hispanas habían ejercido un importante control económico entre los nuevos
países. Además, en ese contexto, EE.UU. ya había participado activamente apoyando a Cuba y Puerto Rico, en
sus guerras de independencia contra España, en 1898. El triunfo frente a España permitió a Estados Unidos un
fuerte control económico y estratégico en el Caribe, el cual se extendería a lo largo del siglo XX a América del
Sur.
La primera manifestación explícita del interés de Estados Unidos por la región la expresó el presidente,
James Monroe, en el año 1823, razón por la cual fue denominada “Doctrina Monroe”. En ella se planteaba:
“Los ciudadanos de los Estados Unidos abrigamos los más amistosos sentimientos en favor de la
libertad y felicidad de los pueblos en ese lado del Atlántico. En las guerras de las potencias europeas,
por asuntos de su incumbencia, nunca hemos tomado parte, ni comporta a nuestra política el hacerlo.
Solo cuando se invaden nuestros derechos o sean amenazados seriamente, responderemos a las
injurias o prepararemos nuestra defensa. Pero con los gobiernos que han declarado su independencia y
la mantienen, y cuya independencia hemos reconocido, con gran consideración y sobre justos
principios, no podríamos ver cualquier interposición para el propósito de oprimirlos o de controlar en
cualquier otra manera sus destinos, por cualquier potencia europea, en ninguna otra luz que como una
manifestación de una disposición no amistosa hacia los Estados Unidos”.
Según el historiador Armando de Ramón, la penetración del Imperialismo norteamericano fue una obra de
ingeniería política muy bien planificada, y un proyecto a largo plazo que se perfeccionó gradualmente hasta
alcanzar la gran magnitud que llegó a tener en la segunda mitad del siglo XX.
Los métodos utilizados en esta penetración han variado desde la diplomacia, la política de buena voluntad o
buena vecindad, la agresión directa y la aplicación de poder blando[1], es decir de todos aquellos mecanismos
culturales, ideológicos y tecnológicos, que le han permitido ser un modelo de desarrollo y ejercer liderazgo en la
región.
Dentro de los métodos diplomáticos se debe mencionar la creación de la Unión Panamericana, cuyo objetivo
fue reunir a los distintos países del continente para enfrentar problemas comunes. El punto culminante de esta
fue la Primera Conferencia Panamericana, celebrada en Washington en 1888, en la cual se creó la Unión
Internacional de Repúblicas Americanas, que en 1948 se transformaría en la Organización de Estados
Americanos (OEA).
La vía diplomática entre EE.UU. y América Latina se vio afectada por la anexión de la isla de Puerto Rico y la
intervención en Cuba (instalación de la base militar de Guantánamo), después de la guerra de 1898; situación
que se vio agravada por la política de intromisión en asuntos internos de los países centroamericanos y del
Caribe, cuyo caso más emblemático fue la presión ejercida sobre Colombia para que le cediera tierras en su
provincia panameña, con el objeto de construir un canal interoceánico; situación que terminó con la
independencia de Panamá respecto de Colombia, país que entregó los territorios pedidos por Estados Unidos,
para que ejerciera soberanía total en la zona aledaña al canal, la cual recién volvió a estar bajo soberanía
panameña en 1977.
La Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) fue el nombre que tuvo la estrategia represiva
elaborada por los EE.UU. en el marco de la denominada Guerra Fría.
Esta doctrina estaba fundamentada en el concepto de “guerra interna” como respuesta al
peligro de la “invasión” comunista. En este sentido se consideraba que, debido a la
expansión soviética, la defensa nacional ya no podía ejercerse sólo a partir de parámetros de
una guerra clásica sino que la defensa de la “civilización occidental y cristiana” ante la
“amenaza marxista” exigía dar la batalla en todos los frentes: en el ámbito de la cultura, la
educación, la economía, la política y la sociedad en su conjunto. Esta doctrina concebía al
enemigo como una amenaza que no reconocía fronteras geográficas sino básicamente
ideológicas y todos los conflictos -internos y externos- eran leídos en la misma clave
interpretativa: el peligro de infiltración marxista. Este criterio llevó a diseñar políticas para
las diferentes regiones del mundo, entre ellas América Latina, que era considerada “el patio
trasero” de EE.UU., es decir, como una zona de influencia y control exclusiva del imperio.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:
- ARTAGAVEYTIA, L. (2009): “Historia 3: Mundo, América Latina y Uruguay 1895-2000”. Santillana, Montevideo.
- AA.VV. (2010): “Historia y Ciencias Sociales. IV”. Zig-Zag S.A., Santiago de Chile.
- BOERSNER, D. (1982): “Relaciones internacionales en América Latina. Breve historia. s/d: Nueva Sociedad.
- CORRAL, B., et. Alt. (1999): “Historia IV. El Mundo Actual”. Santillana, Montevideo.
[1]PODER BLANDO: es un término usado en relaciones internacionales para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un
Estado,