Está en la página 1de 23

04S-0151-D2

BOLÍVAR EN PERÚ

DOCENTE: ESTUDIANTE:

Jesús Argüello Krismary Bracho


C.I: 30.473.115

Guatire, octubre de 2023

i
INTRODUCCIÓN

Bolívar desembarcó en el puerto del Callao el 1 de septiembre de 1823 en el


bergantín Chimborazo luego de que una comitiva enviada por el Congreso de la
República del Perú encabezada por José Faustino Sánchez Carrión le enviara una
invitación mientras estaba en Guayaquil, provincia cuya anexión a la Gran
Colombia dispuso en julio de 1822. La presencia de Simón Bolívar en Perú es un hito
significativo en la historia de América Latina.

Desde su llegada y la conquista de importantes victorias militares en batallas como


Junín y Ayacucho, hasta su proclamación como dictador, se destacó como un líder
carismático que buscó unir a los países de América Latina bajo una sola bandera. Además
de su papel como guerrero, Bolívar también desempeñó un papel importante como
estadista, trabajando constantemente para establecer relaciones diplomáticas sólidas con
otras naciones. Uno de los resultados más importantes de sus esfuerzos fue la creación de
Bolivia, una nación que aún lleva su nombre en la actualidad. Sin embargo, la historia
también recuerda el atentado contra Antonio José de Sucre, el principal colaborador de
Bolívar y el arquitecto detrás del nacimiento de Bolivia. Otro de los episodios relevantes
de su carrera fue la convocatoria del Congreso Anfictónico de Panamá, en el que se
buscaba discutir la integración de todos los países de América Latina. Bolívar también
dejó su opinión sobre lo que debería ser el futuro de nuestros países, sobre la necesidad
de abrazar la libertad y la democracia como principios fundamentales.

1
LLEGADA DE BOLÍVAR

Bolívar desembarcó en el puerto del Callao el 1 de septiembre de 1823 en el


bergantín Chimborazo luego de que una comitiva enviada por el Congreso de la
República del Perú encabezada por José Faustino Sánchez Carrión le enviara una
invitación mientras estaba en Guayaquil, provincia cuya anexión a la Gran
Colombia dispuso en julio de 1822. A dicho recibimiento asistió el presidente José
Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle, y su gabinete ministerial en Pleno. Al día
siguiente de su llegada, el Congreso lo nombra «suprema autoridad» y poco después le
encarga la dirección de la lucha contra el ejército realista disponiendo que el mismo Torre
Tagle debería rendirle cuentas de sus acciones.

La primera acción de Bolívar fue eliminar las fuerzas de José de la Riva Agüero,
quien fue presidente del Perú antes que Torre Tagle y se oponía a la llegada de Bolívar,
en Trujillo. Riva Agüero fue apresado en noviembre de ese año, pero logró escapar y se
fue a Inglaterra. Mientras tanto, el primer Congreso Constituyente que estaba próximo a
proclamar la primera Constitución política del Perú emite una resolución señalando que
entrarán en suspenso las disposiciones de esa carta magna que sean contrarias a las
disposiciones y deseos de Simón Bolívar. La Constitución fue jurada el 11 de noviembre
de ese año, pero nunca entró en vigencia.

El ejército realista tenía el control de la sierra central y el sur del país


(actuales departamentos de Junín, Ayacucho, Cusco y Arequipa). Por su parte, luego de
la derrota de Riva Agüero, las fuerzas del ejército unificado tenían posesión de la costa
central y norte, y de la sierra norte (actuales departamentos de Piura, La
Libertad, Áncash, Lima y Cajamarca). Ante ello, siendo factible la posibilidad de
que Lima fuera invadida por fuerzas realistas (como en efecto lo fue tras el motín del
Callao), Bolívar decidió mudar su cuartel general al pueblo de Pativilca, 200 kilómetros
al norte de Lima.

RIVAS-AGÜERO, TORRE, TAGLE

José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del Perú (1823),


llegó a la presidencia del Perú por un motín de los generales del ejército patriota, quienes,
ante el fracaso del gobierno anterior (la Junta Gubernativa) en la lucha contra los realistas,
obligaron al Congreso Constituyente a nombrar a Riva-Agüero como presidente de la
república.

2
José Bernardo de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre Tagle, fue un militar y
político peruano partícipe de la guerra de la independencia peruana, alternando su
accionar entre el bando realista y patriota. Fue comisionado en las Cortes de Cádiz en
1813 y en 1819 fue nombrado intendente de Trujillo por el virrey José de la Pezuela,
cargo que le permitió apoyar a José de San Martín y proclamar la independencia en la
ciudad, acontecida el 29 de diciembre de 1820. Durante el Protectorado, fue Supremo
Delegado de San Martín, tomando las riendas del Estado mientras éste resolvía asuntos
en el exterior. A la partida de San Martín y luego del Motín de Balconcillo, pasó a tomar
brevemente el cargo supremo de la Junta Gubernativa, pero pronto entregaría el poder a
manos de José de la Riva Agüero.

Con la llegada de Simón Bolívar a invitación del Congreso, Torre Tagle, quien
había sido designado presidente del Perú, se puso a su servicio, teniendo como encargo
erradicar la presencia de Riva-Agüero en Trujillo y vigilar a todos los golpistas que
intentaban tomar el poder ya que Bolívar en su llegada al Perú encontró al país sumergido
en un laberinto político, donde gobernaban dos presidentes, además del Congreso
Constituyente. Al día siguiente de su llegada, el Congreso lo nombra “suprema autoridad”
y poco después le encarga la dirección de la lucha contra el ejército realista disponiendo
que el mismo Torre Tagle debiera rendirle cuentas de sus acciones. Sin embargo, los
objetivos de Bolívar y Torre Tagle comenzaron a distanciarse, siendo removido del cargo
de presidente. Incluso, Bolívar intentó fusilarlo debido a las sospechas de negociaciones
entre Torre Tagle y los realistas. A finales de 1824, Torre Tagle logró refugiarse en los
Castillos del Real Felipe, capturados por los realistas, pero fue víctima de las pésimas
condiciones, hambre y enfermedades que se vivieron en el recinto, falleciendo el 26 de
setiembre de 1825 víctima del escorbuto.

BOLÍVAR DICTADOR

El inicio de las independencias de los virreinatos españoles en ultramar, ocasionó


una gran distorsión para España, un hecho que tardó mucho tiempo en asimilarse.

En junio de ese mismo año, le era concedido a Simón Bolívar todos los poderes,
o lo que es lo mismo, poderes dictatoriales. De ese modo, el primer movimiento del
general sería dar amplios poderes a Páez, fiel defensor de General y del mismo modo se
elimina la vicepresidencia de la nación.

3
Entre los años 1828-1830 discurrió un sistema de gobierno que muchos
historiadores no han dudado en nombrar como un elemento dictatorial pues era el
presidente de la nación, el cual estaría en el poder de forma vitalicia, era el que además
debía de nombrar a su sucesor.

De esta manera se rompían muchos de los elementos democráticos que se habían


defendido durante la Guerra de la Independencia Latinoamericana. Además, dentro de
dicho periodo se realizaron una serie de modificaciones y cambios que más bien eran
tiránicas más que libertadoras:

Realización de decretos para acelerar procesos nacionales, sin la necesidad de


presentarlo en la asamblea para la votación.

Los monasterios que habían sido cerrados durante la guerra, fueron entregados de
nuevo a sus dueños, junto con el resto de sus tierras.

Los aranceles que había antes de la independencia fueron elevados para las
importaciones al país.

El ejército obtuvo privilegios especiales, siendo los miembros de la alta jerarquía,


los personajes más influyentes de la joven nación.

Se restituyó el impuesto de la alcabala, un impuesto español que se había llevado


a América tras la conquista y del cual muchos criollos se habían quejado a lo largo de los
tiempos.

Se mantuvo el tributo indígena, siendo esto uno de los elementos más chocantes,
pues durante la independencia se quiso hacer ver que los españoles eran unos tiranos que
acababan con el fruto del pueblo, y tras dejar esas tierras y haber prometido acabar con
ello lo mantuvieron. Manteniendo así la diferencia social.

De esa manera, se comenzó a gestar un movimiento conspiratorio realizado por


jóvenes con la intención de acabar con la vida de Bolívar el 25 de septiembre de 1828,
aunque el atentado no consiguió su fin y lo único que conseguiría fue un recrudecimiento
de la dictadura. De este intento, 14 personas fueron ajusticiadas y el general Santander y
otros miembros fueron deportados de manera preventiva por el Gobierno.

Poco tiempo después, en octubre, encontraremos una revuelta en la zona de Cauca,


la cual fue encabezada por José María Obando y José Hilario López, que, aunque no

4
conllevo a luchas directas con el Gobierno, pudo mantener la región de Otrora, una
antigua región realista. De igual modo, en septiembre de 1829, se dio otro levantamiento
en la zona de Antioquía, el cual fue rápidamente acallado por la fuerza. Pero las
sublevaciones ante el Gobierno prosiguieron y a finales de año, el mismo Páez, se
encontraba encabezando el movimiento.

BATALLA DE JUNÍN Y AYACUCHO

La batalla de Junín fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron


los ejércitos realistas y patriotas en el proceso de la independencia del Perú, el 6 de
agosto de 1824.

En aquellas fechas Simón Bolívar, entonces presidente de la República de


Colombia y con el título de Libertador de ese país, acudió a la llamada del Congreso del
Perú, para continuar la guerra de emancipación del Perú, ya iniciada por José de San
Martín cuatro años antes, en 1820. El protector del Perú, había formado el Ejército Unido
Libertador del Perú y promovido el surgimiento de la República Peruana y negociado con
Bolívar antes de retirarse. No obstante, tras el Motín del Callao, Bolívar ordenó la retirada
general del ejército de Colombia en dirección hacia la frontera norte del Perú, enviando
órdenes a las tropas colombianas para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y
Trujillo (en la costa). Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el territorio
peruano, talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política general de Tierra
quemada, destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos para que no pudiera
servir de sustento. Lo que Tomás de Heres había venido a llamar “guerra a la
colombiana”. A los departamentos del Perú ocupados por su ejército les exigió el dinero,
además de la contribución sangre, para pagar el sueldo íntegro del ejército colombiano.

La situación estratégica cambió en el curso del año 1824. El Ejército Real del
Perú sin ninguna ayuda desde la sublevación de Riego y aislados de España gracias a la
exitosa campaña naval peruana, a duras penas se sostenía aún en la sierra peruana. A esto
se añadió la Rebelión de Olañeta en el Alto Perú que desencadenó una guerra doméstica
que les obligó a combatir en dos frentes. Al norte, Bolívar tenía en su ejército más de
10 000 hombres, en su mayoría colombianos y peruanos, menos de 1000 chilenos y una
centena de jinetes rioplatenses. Su número era equivalente al número de realistas, pero
las tropas realistas estaban desperdigadas entre el valle del Mantaro y Alto Perú. La
sublevación en el Alto Perú del general realista Pedro Antonio Olañeta fracturó la defensa

5
del virreinato, y obligó al virrey José de la Serna a luchar contra su antiguo subordinando
en el Alto Perú y mandó una parte importante de sus ejércitos, al mando de Gerónimo
Valdés, unos 5000 veteranos que tenían su base en Puno, denominado "Ejército del Sur"
con el objetivo de asegurar la base andina de recursos militares. José de Canterac,
veterano de la guerra en Venezuela, que contaba con 6.000 efectivos según los cálculos
independentistas, estaba en desacuerdo con el virrey, y le advertía de los peligros de
dividir sus fuerzas, desgastarlas y dar esta evidente ocasión a Bolívar.

Bolívar, conocedor de esta ventaja, carteándose con Olañeta, aprovechó la


oportunidad, y en junio de 1824 enfiló su ejército de 12.000 efectivos y seis piezas de
artillería hacia la sierra central del Perú, para aislar a las solitarias fuerzas realistas del
general Canterac, denominado "Ejército del Norte". Restando los desertores y enfermos,
la fuerza que finalmente alcanzó a cruzar la cordillera andina y presentarse en Junín fue
de 8.000 soldados y 1000 jinetes, y a ellos hay que añadir unos 1500 montoneros, que
formaron una pantalla de guerrillas. A estas fuerzas hay que sumar la movilización de
miles de civiles peruanos enganchados forzosamente en largas filas de cargadores
siguiendo al paso del ejército, amenazando con fusilar a quienes demoraran la columna o
no aportaran el acopio de víveres. Ante la resistencia de los pobladores frente a la
imposición de los militares, el coronel Aldao propuso "fusilar a todos los -peruanos- que
no sean decididos por la causa justa de América". Sucre le responde "Tome Ud. medidas
duras".

La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento comprendido dentro de


las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas en América
del Sur (1809-1826) y significó la consolidación de la independencia de la República del
Perú.

La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua en Ayacucho, Perú, el 9 de


diciembre de 1824 y la victoria de los patriotas supuso la desaparición del contingente
militar realista más importante que seguía en pie, y selló la independencia del Perú con
una capitulación militar que puso fin a la resistencia de las tropas del virrey del Perú.

Este suceso suele ser referido como el fin de las guerras de independencia en
América del Sur, no obstante que las guarniciones españolas del Real Felipe del Callao y
de Chiloé resistieron hasta 1826 y España no renunció formalmente a la soberanía de sus

6
posesiones continentales americanas hasta una década más tarde, en 1836. El tratado de
paz, amistad y reconocimiento con el Perú fue firmado el 14 de agosto de 1879 en París.

El 6 de agosto se dio la batalla de Junín donde la caballería del ejército realista


fue derrotada por primera vez en el Perú. La batalla de Junín enfrentó a las caballerías
de las tropas patriotas al mando de Simón Bolívar (unos 900 jinetes), quienes pretendían
aislar a las fuerzas españolas al mando de José Canterac, aproximadamente 7.000
infantes y 1.200 efectivos de caballería.

Los escuadrones patriotas Húsares de Colombia y Granaderos a Caballo fueron


arrollados por el enemigo, en tanto resistieron con sus largas lanzas los Granaderos de
Colombia. Tras lo cual los Húsares del Perú, al mando del mayor José Andrés Rázuri,
atacaron, el grueso de la caballería patriota se reagrupó y envolvió al enemigo, que se vio
obligado a huir y dispersarse.

A victoria en la Batalla de Junín puso fin a una serie de derrotas consecutivas del
ejército rebelde como las acontecidas en Torata y Moquegua o Zepita, las cuales
conllevaron a la ocupación de La Paz en el Alto Perú, y de Arequipa, además de haber
provocado dispersión en las fuerzas independentistas.

Ese triunfo significó una inyección de moral para las fuerzas patriotas, y un revés,
fundamentalmente de posteriores efectos psicológicos, para los realistas que además
cedieron sus posiciones y dominio estratégico en la Sierra Central peruana.

La victoria de las tropas patriotas en Junín tuvo notorias consecuencias en el curso


posterior de la independencia, la primera en el plano militar, causando la muerte de más
de 350 realistas y tomando casi un centenar de prisioneros. También sucumbieron 45
patriotas y otros 100 resultaron heridos.

El reconocimiento de Bolívar a la acción heroica de los escuadrones de la


caballería peruana, capaces de desarticular a la caballería realista y hacerla perder a sus
mejores hombres. Desde entonces, ese regimiento fue bautizado como Húsares de Junín.

7
El retroceso desordenado del ejército de Canterac provocó el abandono de armas,
pertrechos y municiones que cayeron en manos de los patriotas, además de la pérdida
posterior de unos 3.000 efectivos del ejército español por enfermedad o deserción, en su
trayecto hacia el Cuzco.

El revés de Canterac en Junín le restó prestigio como estratega, forzó al virrey la


Serna a tomar personalmente el mando del ejército, y obligó a las fuerzas españolas a
detener su campaña ofensiva dirigida por el general Gerónimo Valdés en Alto Perú, y
reagruparse bajo las órdenes de la Serna.

El triunfo en Junín allanó el camino para la victoria posterior de los


independentistas en la batalla de Ayacucho, la cual el 9 de diciembre de 1824 consolidó
la independencia definitiva del Perú y de la América del Sur.

El 9 de diciembre de 1824, se libró la Batalla de Ayacucho, última y decisiva gran


batalla de las guerras de emancipación de América del Sur, con la que se puso fin al
dominio español y se selló la libertad.

La batalla de Ayacucho, esta gesta heroica del general Antonio José de Sucre se
dio, cuando lideró uno de los enfrentamientos finales de las guerras de Independencia y
puso fin al colonialismo en América del Sur, con la decisiva victoria en la Batalla de
Ayacucho, que obtuvo el Ejército Unido Libertador sobre el Ejercito Real del Perú que
dirigía el general José de la Serna.

A pesar de que las tropas patriotas contaban sólo con 6.000 soldados y los realistas
con casi 10.000, el Ejército libertador logró que los españoles pidieran capitulación en
menos de seis horas de combate, cuando José de Canterac, en sustitución de José de la
Serna, reunió a sus generales para admitir la derrota.

«Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día
de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados! ¡Viva el Libertador!
¡Viva Bolívar, salvador del Perú!», fueron las palabras de Sucre, Gran Mariscal de
Ayacucho, a sus tropas antes de iniciar la contienda.

8
Esta batalla dio paso a la Capitulación de Ayacucho, que fue firmada el mismo 9
de diciembre de 1824 por el mariscal Antonio José de Sucre y el jefe de estado mayor
realista, José de Canterac.

Este tratado disponía que el ejército realista renunciaba a seguir la lucha y fijaba
la permanencia de los últimos soldados realistas en las fronteras de la Provincia
Constitucional del Callao, ciudad situada en el centro-oeste del Perú.

Asimismo, establecía que la República del Perú debía saldar la deuda económica
y política a las naciones que ayudaron militarmente a su independencia. El Congreso del
Perú, reunido en sesión extraordinaria, otorgó el reconocimiento del Gran Mariscal de
Ayacucho y Benemérito del Perú en grado eminente a Antonio José de Sucre, por la
actuación que tuvo en Ayacucho.

Allí, en los campos de Ayacucho se selló la independencia del Perú y la de toda


América que pendía de la derrota completa y absoluta del ejército español en la tierra
misma del que fuera junto con Nueva España (México), el más poderoso virreinato de
América. En Ayacucho derramaron su sangre, por igual, peruanos, venezolanos,
colombianos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, argentinos, mexicanos y aún españoles
creyentes en la causa de nuestra común independencia.

BOLÍVAR EN BOLIVIA

El 6 de agosto de 1825, se convocó un congreso constituyente para crear una nueva


Carta Magna llamando a este nuevo país independiente Bolivia en honor del aristócrata
metamorfoseado el libertador Simón Bolívar. Desde el 12 de agosto al 29 de diciembre
de 1825 Bolívar llevó a Bolivia por el camino de la democracia y la independencia y
cuando él renunció, su compañero y héroe de guerra, Antonio José de Sucre, continuó en
la presidencia.

Sucre fue el gran artífice de esta creación basándose en el principio de la


autodeterminación de los pueblos. Bolívar escribió su Constitución y la llamó su hija
predilecta. El Alto Perú es un territorio que pertenece a dos naciones: una parte a la
Argentina y la otra al Perú. Sucre propone que se realice una Asamblea en Chuquisaca a
fin de que los pueblos decidan su propia suerte. A Bolívar no le gustó la idea y se la criticó

9
al Gran Mariscal. Pero, al final de cuentas, la Asamblea se realizó sin problemas porque
ni Lima ni Buenos Aires tenían objeciones quehacer. La Asamblea de Chuquisaca
determinó que el Alto Perú fuera independiente y que de ese territorio se formará una
nueva Nación con el nombre de Bolívar, en su honor. ¡Sí que era un honor, y muy grande!
Que una Nación entera llevará su nombre, supera todas las ambiciones de Bolívar. Y
Sucre, su mejor amigo, era nombrado presidente de Bolivia para toda la vida; pero su
carácter y su manera de pensar no le permitían aceptar sino por el espacio de dos años.
En Arequipa Bolívar da una serie de leyes en beneficio de los pobres indígenas, así como
en Chuquisaca se preocupar el establecimiento de escuelas públicas, colegios y, en fin,
de la instrucción en general. A la llegada al Cuzco, la humilde gente riega de Flores las
calles por donde pasa el caballo de Bolívar; “la emoción era tan gran que ya me parecía
estar otra vez en el delirio”. “Yo veía premiados con creces los esfuerzos por libertar a
los pueblos”

Aquí le ofrecieron una corona de oro, diamantes y perlas, la cual obsequió a sucre;
y las joyas que había recibido las regaló a sus edecanes. Lo que más le emocionó a Bolívar
fue lo más sencillo. Nunca había oído Palabras tan bellas y espontáneas como las que
dijera en el pequeño pueblo indígena de Pucará uno de sus moradores, José Domingo
Choquehuanca. Cuando entró a este pueblito, el 2 de agosto de 1825, el orador le recibió
así: “Quiso Dios de salvajes hacer un Imperio, y creó a Manco Capac; pecó su raza y
mandó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la América, y
os ha enviado a vos. Sois, pues, hombre de un designio Providencial. Nada de lo hecho
antes que vos se parece a lo que habéis hecho; y para que alguno pueda imitarnos, será
preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado varias Repúblicas que, en el
inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra grandeza a donde ninguno ha
llegado. Vuestra fama crecerá, así como aumenta el tiempo con el transcurso de los siglos,
y así como crece la sombra cuando el sol declina”. Palabras tan hermosas no podían brotar
sino del corazón de un hombre noble, sencillo. Dijo el Libertador Simón Bolívar.
Acciones de gobierno de Bolívar. En el proyecto de constitución presentado al Congreso
de Bolivia, El Libertador propone la adopción de principios e instituciones de gobierno
ya expuestos por él en su discurso de Angostura. En algunos casos modifica la estructura
organizativa del poder público y le atribuye funciones diferentes del esquema tradicional.
Pero mantiene sus puntos de vista de que el régimen que se establezca sea sencillo y fuerte

10
y garantice la estabilidad de las instituciones. El Libertador insiste, además en la abolición
de la esclavitud y el establecimiento de la libertad de cultos.

ACCIONES DIPLOMÁTICAS DE SUCRE EN BOLIVIA

Después de Ayacucho, Sucre siguió hacia el sur; cruzó con sus tropas el río
Desaguadero y ocupó el territorio del Alto Perú cuyas provincias habían dependido del
Virreinato de Río de la Plata. Según el uti possidetis, las provincias del Alto Perú debían
formar parte del gobierno de Buenos Aires. Sin embargo, este punto de vista no era
compartido por todos los sectores políticos del Alto Perú, entre los cuales había
partidarios también de formar con sus provincias una nueva república. La aspiración de
constituirse en república independiente tomó impulso a raíz de la victoria de Ayacucho;
y fue estimulada, además por la distancia y debilidad de los vínculos de estas provincias
con el gobierno de Buenos Aires. Ante esta situación política, Sucre convocó por decreto
del 9 de febrero de 1825, a las provincias del Alto Perú para que enviaran sus diputados
a una asamblea nacional que decidiera la suerte del país. Por su parte, el gobierno de
Buenos Aires, resolvió dejar en libertad a las provincias para que adoptaran el régimen
político que fuera de la voluntad popular. El Congreso del Alto Perú se instaló en
Chuquisaca, el 10 de julio de 1825, con diputados de las provincias de La Paz,
Chuquisaca, Cochabamha, Oruro y Santa Cruz, declaró la independencia de las
provincias, y formó con ellas una nueva nación que recibió el nombre de "República de
Bolívar". Por último, el Congreso pidió a El Libertador redactara el proyecto de
constitución para el nuevo Estado.

El 11 de enero de 1821, en Bogotá, fue nombrado por Bolívar comandante del


Ejército del Sur, en reemplazo del general Manuel Valdés; era la fuerza que, desde 1820,
operaba en Popayán y Pasto. No recibió Sucre el cargo porque razones de Índole
estratégica y política hicieron que Bolívar anulase tal designación y le diese comisión
para marchar a Guayaquil, donde reemplazaría al general José Mires y asumiría la misión
que se le había encomendado: la de hacer que la provincia (la cual se había independizado
de los españoles en octubre de 1820) se incorporase a la República de la Gran Colombia
y tomar el mando de las tropas que hubiese en Guayaquil, como pasos previos para la
liberación de Quito, que era el propósito principal de las operaciones que se ejecutasen.
El 6 de abril llegó Sucre a Guayaquil y al presentarse ante la Junta de Gobierno, expuso
la razón de su presencia allí y de la idea de una unión de la provincia con Colombia. El

11
15 del mismo mes fue celebrado un tratado entre Sucre (por Colombia) y José Joaquín de
Olmedo, Francisco Roca y Rafael Jimena, miembros de la Junta. El tratado estipulaba
que Guayaquil mantendría su soberanía, pero bajo la protección de Colombia. En aquella
oportunidad Sucre quedó facultado para abrir la campaña contra los realistas, y con tal
motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles.

La importancia de los documentos redactados por Sucre, en lo que significó su


primera actuación diplomática, fue la paralización temporal de las luchas entre los
patriotas y los realistas, y el fin de la guerra a muerte iniciada en 1813.El Armisticio de
Santa Ana le permitió ganar tiempo a Bolívar para preparar la estrategia de la Batalla de
Carabobo, que aseguró la independencia venezolana. El documento, marcó un hito en
derecho internacional, pues Sucre, fijó mundialmente el trato humanitario que desde
entonces empezaron a recibir los vencidos por los vencedores en una guerra. De esta
forma se convirtió en pionero de los derechos humanos. Sucre acompañó a Bolívar en la
victoriosa batalla de Junín, del 6 de agosto de 1824 y, al frente del Ejército patriota en
ausencia de Bolívar, venció al virrey José de La Serna en la Batalla de Ayacucho el 9 de
diciembre de 1824, en la que brilló por sus extraordinarios dotes de estratega. Considerada
la más importante de la guerra de emancipación de Suramérica, la Batalla de Ayacucho
significó la definitiva liberación de Perú y el fin del dominio español en el continente. Por
su arrojo, valentía y sabiduría militar, el Parlamento peruano nombró a Sucre general en
jefe de los ejércitos y le otorgó el título de Gran Mariscal de Ayacucho como
reconocimiento a su labor independentista.

En los primeros meses de 1825, al frente del Ejército del Sur, Sucre liberó el Alto
Perú (actual Bolivia) y convocó una Asamblea Constituyente para que sus habitantes
decidieran los destinos de dicho territorio.

Se presentaron tres tendencias: una a favor de la anexión al Río de La Plata,


entidad territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante
del Imperio español.

Otros estaban a favor de la anexión a Perú, y la tercera a favor de la independencia.


Triunfó la propuesta de independencia y el 6 de agosto de 1825 se promulgó y se nombró
a Sucre presidente de Bolivia.

12
Siempre leal al Libertador, Sucre pidió a Bolívar que redactase una Constitución
para la nueva nación: la república de Bolivia. Entre otros asuntos, como presidente de
Bolivia impulsó la organización de la Hacienda Pública, promovió la libertad de los
esclavos, distribuyó tierras entre los indios y dio el empuje decisivo a la educación,
creando colegios superiores y escuelas primarias en todos los departamentos del país.

CREACIÓN DE BOLIVIA

El 6 de agosto de 1825, una asamblea reunida en Chuquisaca, determina que el


Alto Perú sea independiente y que se cree una República con el nombre de Bolivia, en
homenaje al Libertador. Sucre fue el gran artífice de esta creación basándose en el
principio de la autodeterminación de los pueblos. Bolívar escribió su Constitución y la
llamó su hija predilecta. El Alto Perú es un territorio que pertenece a dos naciones: una
parte a la Argentina y la otra al Perú. Sucre propone que se realice una Asamblea en
Chuquisaca a fin de que los pueblos decidan su propia suerte. A Bolívar no le gustó la
idea y se la criticó al Gran Mariscal.

Pero, al final de cuentas, la Asamblea se realizó sin problemas porque ni Lima ni


Buenos Aires tenían objeciones que hacer. La Asamblea de Chuquisaca determinó que el
Alto Perú fuera independiente y que de ese territorio se formara una nueva Nación con el
nombre de Bolívar, en su honor. ¡Sí que era un honor, y muy grande!. Que una Nación
entera llevara su nombre, superaba todas las ambiciones de Bolívar. Y Sucre, su mejor
amigo, era nombrado Presidente de Bolivia para toda la vida; pero su carácter y su manera
de pensar no le permitían aceptar sino por el espacio de dos años. En Arequipa Bolívar
da una serie de leyes en beneficio de los pobres indígenas, así como en Chuquisaca se
preocuparía por el establecimiento de escuelas públicas, colegios y, en fin, de la
instrucción en general. A la llegada al Cuzco, la humilde gente riega de Flores las calles
por donde pasa el caballo de Bolívar; "la emoción era tan gran que ya me parecía estar
otra vez en el delirio". "Yo veía premiados con creces los esfuerzos por libertar a los
pueblos". Aquí le ofrecieron una corona de oro, diamantes y perlas, la cual obsequió a
sucre; y las joyas que había recibido las regaló a sus edecanes. Lo que más le emocionó
a Bolívar fue lo más sencillo. Nunca había oído Palabras tan bellas y espontáneas como
las que dijera en el pequeño pueblo indígena de Pucará uno de sus moradores, José
Domingo Choquehuanca. Cuando entró a este pueblito, el 2 de agosto de 1825, el orador

13
le recibió así: "Quiso Dios de salvajes hacer un Imperio, y creó a Manco Capac; pecó su
raza y mandó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la
América, y os ha enviado a vos. Sois, pues, hombre de un designio Providencial. Nada de
lo hecho antes que vos se parece a lo que habéis hecho; y para que alguno pueda imitaros,
será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado varias Repúblicas que, en
el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra grandeza a donde ninguno
ha llegado. Vuestra fama crecerá, así como aumenta el tiempo con el transcurso de los
siglos, y así como crece la sombra cuando el sol declina". Palabras tan hermosas no podían
brotar sino del corazón de un hombre noble, sencillo. Dijo el Libertador Simón Bolívar.

ACCIONES DEL GOBIERNO DE BOLÍVAR

En el proyecto de constitución presentado al Congreso de Bolivia, El Libertador


propone la adopción de principios e instituciones de gobierno ya expuestos por él en su
discurso de Angostura. En algunos casos modifica la estructura organizativa del poder
público y le atribuye funciones diferentes del esquema tradicional. Pero mantiene sus
puntos de vista de que el régimen que se establezca sea sencillo y fuerte y garantice la
estabilidad de las instituciones. El Libertador insiste, además en la abolición de la
esclavitud y el establecimiento de la libertad de cultos.

El pensamiento político de Bolívar se socializó en 1813 con El Manifiesto de


Cartagena. Dos años más tarde, en La Carta de Jamaica, describió su proyecto de la Gran
Colombia: la unión de todas las provincias liberadas en una sola nación. A finales de 1821
participó en el Congreso de Cúcuta en el que se redactó la constitución que proclamó el
nacimiento de La República de Colombia, quedando Bolívar como presidente de la Nueva
Granada y Francisco de Paula Santander como vicepresidente. En su recorrido político
ejerció los cargos de presidente de Venezuela, presidente de la Gran Colombia, dictador
del Perú y presidente de Bolivia (nombre que Sucre le da al Alto Perú en su honor).

Redactó la constitución de Bolivia, que le daría la presidencia en forma vitalicia,


sin embargo, ésta nunca se ejerció.

Las propuestas de Simón Bolívar en 1820 no constituyeron un programa de acción


política de carácter provisional, sino que eran ya un programa de gobierno sólido y con
porvenir, destinado a dar estabilidad a la República, hacerla perdurable y, al mismo
tiempo, borrar en el ánimo de los ciudadanos los efectos perjudiciales de la dominación
colonial.
14
En el Discurso de Angostura (la primera pieza orgánica de la conciencia
americana y sin duda el primer análisis sociológico moderno de la realidad
hispanoamericana), después de sugerir un concepto de práctica política identificado con
los principios aristotélicos de sabiduría, rectitud y prudencia, Simón Bolívar consideró y
dio por hecho que la República tenía ya ciudadanos aptos para gobernarla.

En tal sentido, propuso tres caminos que trajeran a la República la deseada


estabilidad y resolvieran la ausencia de virtud que padecía. El primero era el
establecimiento de un poder ejecutivo fuerte y vitalicio. El segundo era la creación del
senado hereditario. El tercero, en fin, era la educación del resto de los ciudadanos, y estaba
basado en los lineamientos del culto cívico de la república jacobina.

Este proyecto republicano, que mezclaba los principios y la naturaleza de una


república aristocrática con las leyes y funcionamiento de una monarquía, constituyó la
más acabada expresión de la reelaboración de las ideas ilustradas para convertirlas en
respuestas factibles y practicables en el gobierno de las colonias españolas de América.
Se trataba de la república bolivariana que maduraría con la consolidación de la República
de la Gran Colombia a partir de 1821.

ATENTADO A SUCRE

Terminada la magna lucha por la independencia Sudamericana, los militares y los


“políticos ambiciosos” empezaron a alzarse contra el Libertador Bolívar y contra el
Mariscal Sucre.

El Presidente Sucre –que ya se había casado por poder con María Carcelén, que
le aguardaba en Quito– hubo de afrontar en su segundo año de gobierno en Bolivia, una
gigantesca revuelta organizada contra él en el Perú. Esa revuelta empezó en Chuquisaca,
el 18 de abril de 1828; a las seis de la mañana, Sucre que se encontraba en el Palacio de
Gobierno, fue informado por el doctor Luna, que casualmente pasaba por el cuartel, de
movimientos sospechosos de los militares en el interior del recinto.

En conocimiento de ello Sucre pidió que ensillaran su caballo, y con dos ayudantes
se dirigió al cuartel donde se hallaban instalados los “Granaderos de Colombia”, al
penetrar fue recibido a balazos y un proyectil le dio en el brazo derecho y otro pasó
rozando la cabeza, su acompañante, el comandante Escalona, tenía descolgado el brazo a
causa de otro disparo. El caballo de Sucre espantado salió corriendo hasta llegar al Palacio

15
de Gobierno, donde, ya exánime, el Mariscal fue atendido por sus edecanes, quienes lo
trasladaron a la casa de un amigo –Miguel Antonio Tardío–. Allí fue atendido por los
doctores Terrally y Carpio, quienes le extrajeron las astillas del hueso producto del
impacto del proyectil. Confiados en que la causa estaba afianzada, los insurrectos
nombraron Prefecto del Departamento a José Antonio Asebey (un militar en Retiro).

Los gestores del complot fueron Guillermo Cainzo (argentino), Victorio Robles
(músico mayor”) y dos sargentos peruanos, siendo el cerebro de aquella siniestra
maquinación el doctor Casimiro Olañeta, boliviano que aspiraba el poder. El cuartel
quedó en poder de los amotinados y declararon prisionero a Sucre.

Postrado en cama, el Mariscal Sucre recibió a sus oficiales de confianza y le


encargó la Presidencia a su Ministro de Guerra, Gral. Pérez de Urdininea. Al día siguiente
–19 de abril– se presentó, previa una solicitud de su esposa, el Dr. Olañeta ante Sucre, a
quien, con increíble cinismo expresó su sentimiento por el atentado de que fue víctima,
al mismo tiempo que le ofrecía sus servicios personales; le respondió el Mariscal que si
“la consecuencia y la lealtad” vivían todavía en su ánimo, esos servicios “podrán ser útiles
a su patria”, porque en lo referente a su persona, los agradecía “sin aceptarlos”.

Al salir de la alcoba de Sucre, Olañeta se presentó ante el Congreso y lo que hizo


fue enaltecer “la actitud de los revoltosos y traidores, tomando por antecedente la
constitución absolutista y el poder vitalicio; habló de la intromisión extranjera y dice
además de contar con el apoyo del pueblo y del ejército para echar abajo el gobierno
bolivariano; y por último pide el apresamiento del Presidente y sus ministros.

Preso el Mariscal, vencedor de batallas, se efectuaron negociaciones para la firma


del tratado de Piquiza. El 1 de mayo el ejército peruano cruzaba el Desaguadero al mando
del Gral Agustín Gamarra bajo el pretexto de proteger a Sucre poniéndose “entre la
víctima y los asesinos”. Sucre considerando a Gamarra dueño de la situación, sin contar
con un ejército con que enfrentar, el 16 de julio de 1828 dio instrucciones para que se
firmara el humillante tratado en el que se estipulaba la salida de todas las fuerzas
extranjeras; la convocatoria a un Congreso Constituyente para el 1 de agosto, el mismo
debía “recibir “el mensaje y admitir la renuncia del Mariscal Sucre a la Presidencia de
Bolivia. No habiéndose reunido el Congreso en la fecha prescrita, Sucre emitió al país su
último decreto el 2 de agosto, encargando el gobierno de la nación a los ministros José
M. de Velasco, en carácter de Presidente, y Mariano Enrique Calvo y Manuel Molina.

16
Ese mismo día, dejando su renuncia y un histórico mensaje, abandonó Bolivia, llevando
en el cuerpo una herida y en la mente la ingratitud, la incomprensión y la traición artera
de los políticos y militares de entonces.

CONGRESO ANFICTIÓNICO DE PANAMÁ

El congreso fue convocado por el libertador venezolano Simón Bolívar con el


objeto de buscar la unión o confederación de los estados de América, sobre la base de los
anteriores virreinatos hispanoamericanos, en un proyecto de unificación continental,
como lo había ideado el precursor de la independencia hispanoamericana, el prócer
venezolano Francisco de Miranda. Se designó como Congreso Anfictiónico de Panamá
en recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia antigua, fue una asamblea diplomática que
tuvo lugar en la ciudad de Panamá el 22 de junio de 1826 y dejó de sesionar el 15 de julio
de ese año.

El salón donde fue celebrada dicha convención recibe el nombre de Salón Bolívar
y reposan allí una espada del Libertador, juntos con los originales “Protocolos del Istmo”,
primeros acuerdos firmados por los ministros plenipotenciarios que asistieron a esta
reunión.

Al congreso hicieron acto de presencia dos representantes por cada país


concurrente: la Gran Colombia (que abarca los actuales estados de Colombia, Venezuela,
Ecuador y Panamá), México, Perú y las Provincias Unidas del Centro de América (que
comprendía las actuales repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y
Costa Rica). Bolivia y Estados Unidos no llegaron a tiempo. Las Provincias Unidas del
Río de la Plata y Chile no mostraron interés. Paraguay no fue invitado. El Imperio del
Brasil tampoco mostró interés. Gran Bretaña envió un observador y los Países Bajos otro
a título personal.

El Congreso Anfictiónico de Panamá no derivó en los resultados que Bolívar


esperaba. Entonces Bolívar se abstuvo de intervenir en sesiones del Congreso al
considerar incompatible su presencia allí mientras desempeñaba la presidencia de Perú.

La mayoría de las naciones que asistieron no estaban en condiciones políticas ni


económicas para cumplir con los acuerdos. Además, las divisiones entre ellas derivaron
en conflictos fronterizos. Con todo, el Libertador se enfocó en la creación de la

17
Confederación de Los Andes (Colombia, Perú y Bolivia) para oponerse a la política
imperial de Estados Unidos y a las clases dominantes.

CONVOCATORIA

El congreso fue convocado por Simón Bolívar desde Lima, el 7 de diciembre de


1824 y el patriota peruano José Faustino Sánchez Carrión, nombrado por Bolívar ministro
de Gobierno y Relaciones Exteriores del Perú, y quien compartía plenamente con Bolívar
el ideario de la unidad hispanoamericana, cursó a los gobiernos americanos la invitación.
Este tenía el objetivo de buscar la unión o confederación de los nuevos Estados
americanos sobre la base de los anteriores virreinatos hispanoamericanos, en un proyecto
de unificación continental, como lo había ideado el precursor de la independencia
hispanoamericana Francisco de Miranda.

PAÍSES ASISTENTES

Chile

El gobierno de Chile fue invitado, pero declinó asistir. El gobierno chileno


dirigido por Ramón Freire no mostraba simpatías por Bolívar ni por su enorme influencia
política sobre tres países sudamericanos. Además, la pugna política chilena entre liberales
y conservadores reducía la preocupación de los políticos chilenos por el proyecto
bolivariano, del cual además desconfiaban, prefiriendo basar su política externa en
mantener buenas relaciones con Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Argentina

Las Provincias Unidas del Río de la Plata fueron también invitadas, pero
prefirieron no enviar una delegación, aunque el gobierno rioplatense de Bernardino
Rivadavia mostraba cierto interés en alianzas regionales debido a la Guerra del Brasil
por la ocupación de la Provincia Cisplatina.

Pese a dicho interés, la mayor parte de los líderes argentinos desconfiaban de


una desmesurada influencia de la Gran Colombia en el Congreso debido al poderío
bélico y político del que disponía Bolívar de forma directa o indirecta, prefiriendo
también aumentar los lazos comerciales con EE. UU. O potencias europeas, que eran el
principal mercado de las exportaciones rioplatenses.

18
Paraguay

Paraguay, aunque ya era un Estado independiente desde 1811, estaba gobernado


por el aislacionista doctor Francia. Tras la Batalla de Ayacucho y estabilizarse
definitivamente la situación de Bolivia en 1826, el propio Simón Bolívar trató de lograr
contactos políticos con Paraguay, solicitando iniciar relaciones diplomáticas, pero los
enviados de Bolívar no tuvieron comunicación alguna con funcionarios paraguayos y sólo
recibieron una carta del doctor Francia para Bolívar, donde el dictador paraguayo
rechazaba todo vínculo diplomático y defendía su aislacionismo. Ante este rechazo,
Paraguay no fue invitado al Congreso de Panamá.

Brasil

El Imperio de Brasil sí fue invitado, pese a ser un Estado monárquico y


abiertamente esclavista, regido además por los descendientes de una dinastía europea, del
cual recelaban abiertamente las cancillerías del resto de Sudamérica. En el caso brasileño
Bolívar prefirió remitir la invitación a la corte imperial de Río de Janeiro sólo para halagar
a Gran Bretaña (principal aliada de Brasil y preocupada por el aislamiento de éste), pero
resultaba evidente que la desconfianza de las repúblicas hispanoamericanas (y del propio
Bolívar) hacia Brasil influiría en las decisiones del Congreso. Brasil precisaba mantener
la neutralidad entre las monarquías europeas y sus vecinos republicanos de Sudamérica,
y en octubre de 1825 aceptó la invitación de Bolívar, pero el conflicto bélico con el
gobierno argentino que había estallado recientemente hizo temer al gobierno brasilero
una recepción demasiado hostil en Panamá, lo cual era contrario a sus intereses. Por ello
se decidió no enviar a los delegados brasileros, aunque ya habían sido designados por el
emperador Pedro I.

Países europeos

Bolívar acordó también invitar a dos países europeos como observadores, por
causa de sus intereses comerciales en Hispanoamérica:

Gran Bretaña y los Países Bajos; la invitación al gobierno de Londres buscaba


estimular la asistencia de los gobiernos chileno y rioplatense, que tenían en los británicos
a su principal socio comercial. Gran Bretaña aceptó la invitación y envió un observador,
Edward James Dawkins, pero este ya tenía órdenes precisas del ministro George Canning:
limitarse a buscar acuerdos comerciales, y disuadir a la Gran Colombia y México de

19
apoyar expediciones a Cuba o Puerto Rico para independizarlas de España. El delegado
de los Países Bajos, Jan Van Veer, fue enviado para proponer la mediación neerlandesa
entre las repúblicas hispanoamericanas y España, pero no tuvo la acreditación necesaria;
a esto se unió que la corona no había reconocido la independencia de ninguna república
hispanoamericana, por lo cual el delegado neerlandés fue recibido sólo a título individual.

PRINCIPALES CONCLUSIONES

Los temas de discusión en la agenda del Congreso eran los siguientes:

• Renovación de los tratados de unión, liga y confederación.

• La publicación de un manifiesto en que se denuncia la actitud de España y el daño


que ha causado al Nuevo Mundo.

• Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las
islas Canarias y Filipinas.

• Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados;

• Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina

• Monroe en contra de las tentativas españolas de reconquista.

• Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional.

• Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado.

• Establecer la contribución de cada país para mantener los contingentes militares


comunes.

• Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas


repúblicas.

20
• Establecer las fronteras nacionales con base en el principio de uti possidetis,
tomando como base el año 1810.

Los resultados prácticos del Congreso de Panamá fueron casi nulos, pues la
mayoría de los Estados presentes no se encontraban en condiciones políticas ni
económicas de cumplir con sus acuerdos. Por otra parte, las divisiones y rivalidades entre
las naciones americanas generaron numerosos conflictos fronterizos que terminaron en
guerra.

OPINIÓN DE BOLÍVAR

Simón Bolívar considero al Congreso Anfictiónico como una experiencia fallida,


conclusión a la que arribó el Libertador poco después que concluyeran las sesiones,
señalando: "El Congreso de Panamá sólo será una sombra".

21
CONCLUSIÓN

A pesar de los desafíos y obstáculos que enfrentó, Bolívar no se amilanó y


continuó su marcha hacia la liberación de Perú. Tuvo que hacer frente a violentos
enfrentamientos y a una enconada resistencia del ejército realista español, pero nunca
perdió de vista su objetivo principal: la libertad de las naciones hispanoamericanas.

Al llegar a Lima en 1823, Bolívar se convirtió en el jefe supremo de Perú y


comenzó a implementar su visión de una América Latina unida y libre de la opresión
colonial. En este sentido, promovió una serie de reformas políticas, económicas y sociales
para sentar las bases de un Estado independiente y próspero.

Es importante destacar que la influencia de Bolívar en Perú no se limitó a lo militar


y político. También se preocupó por el desarrollo cultural y educativo del país,
promoviendo la creación de instituciones educativas y fomentando la difusión de las artes
y las ciencias. Buscaba formar ciudadanos conscientes de su papel en la construcción de
una sociedad justa y libre.

Si bien la estadía de Bolívar en Perú tuvo sus altibajos y no estuvo exenta de


desafíos, su legado perdura hasta el día de hoy. La valentía, el liderazgo y la visión de
Bolívar siguen siendo un ejemplo para las generaciones actuales y futuras de
latinoamericanos. Su lucha por la independencia dejó un gran impacto en el continente y
su deseo de una América Latina unida y libre sigue siendo una aspiración compartida por
muchos.

22

También podría gustarte