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No todo fue paz con la llegada de Bolívar, como anota Jorge Basadre: La
novedad de su llegada logró que afluyeran a la ciudad más importante varios
forasteros y que los alimentos llegaran hasta el doble del precio por ellos
comúnmente cobrados. Bolívar fue acompañado hasta una vivienda ubicada en
la calle San José y Aparicio donde se alojó. En el Congreso fue recibido con
discursos, al día siguiente se llevó a cabo un banquete en Palacio de gobierno.
Así llegó Simón Bolívar al Perú, como libertador, pero próximamente se
transformaría en un dictador que sería detestado por los peruanos.
En 1823, Bolívar llegó al Perú no tanto por ofrecer la independencia a sus
hermanos peruanos que sufrían las cadenas del absolutismo (idea que él
siempre manifestaba de modo grandilocuente y, desde luego, hipócrita), sino
primordialmente por el interés geopolítico de eliminar de raíz lo que
consideraba como una amenaza para la Enorme Colombia.
El Perú se recuerda a Bolívar como quien desmembró el territorio patrio.
Hacia el desenlace de su historia, Simón Bolívar padecía de una profunda
decepción hacia aquello que él mismo había formado: "la nación colombiana".
La tarde del 4 de mayo de 1830 en teoría dejó el ejercicio del poder.
Por otro lado, José Mariano de la Riva Agüero, fue el primer Jefe de Estado
peruano en llevar el encabezado de Presidente de la República y en mostrar la
banda presidencial bicolor como distintivo del poder que ejercía, aunque este
poder fuera de facto, osea, nacido de un golpe de estado y no por intención
habitual expresada en selecciones gracias a que fue impuesto por el batallón
por medio del Motín de Balconcillo, que ordenó al congreso la destitución de la
junta de gobierno encabezada por José de La Mar. Gobernó por 4 meses antes
de ser reemplazado por el marqués de Torre Tagle.