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REALIDAD NACIONAL –REN100 UCEBOL

HISTORIA DE BOLIVIA (ÉPOCA REPUBLICANA)


Carlos D. Mesa Gisbert

SIGLO XIX (1828-1899)

La construcción de la República

La salida del Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del Gral. Agustín Gamarra que
tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un tiempo
complejo y altamente inestable en el país en el periodo abril de 1828- mayo de
1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez de Urdininea y el Gral. José
Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión de una asamblea general en
diciembre de 1828 que dejó sin efecto la primera elección del Mcal. Andrés de
Santa Cruz (agosto de 1828) y eligió Presidente al Gral. Pedro Blanco, cuya
tendencia era aceptar las presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú
en el destino de la joven nación. El asesinato de Blanco apenas cinco días
después de su posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La
asamblea reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al Gral.
Velasco que había sido elegido su vicepresidente. Santa Cruz llegó a Bolivia en
mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como Presidente constitucional
de Bolivia.

Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que reflejaba la
posición anexionista del Perú (Gamarra) y la integracionista de Bolivia (Santa
Cruz) se resolvería por el segundo camino.

Andrés de Santa Cruz

Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su llegada al mando


el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal crónico, un ejército incipiente
y desorganizado y una absoluta carencia de base institucional y legal. El único
punto de referencia era la Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos
objetivos fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y
fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y Perú.

Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente titánica. En
su gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la de 1834 que
sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de redacción de códigos
inspirados en los códigos napoleónicos, colocó a Bolivia a la vanguardia de las
naciones sudamericanas al ser el primer país del continente en contar con códigos
civil, penal, de procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el
departamento de Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia
rechazando la opción de formar parte de la Argentina.

Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario público


votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro con gran
escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese trabajo. Esa sola

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medida superó los graves déficits fiscales anteriores. Su política económica fue
inicialmente proteccionista en un intento de impulsar la industria (particularmente
textil), pero progresivamente fue abriendo fronteras en la medida en que la
producción local no era competitiva. Fomentó la producción minera y en particular
la de oro. Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de
rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el país una
vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar (Cobija), como puerto franco con
un arancel único y lo visitó personalmente. Regularizó la propiedad de la tierra en
el agro declarando propietarios a los caciques que demostraran posesión de por lo
menos diez años de sus tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de
moneda con menor ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues
terminó desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e
inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno promovió dos
censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el millón de habitantes.

En la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la República, la


Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego la Universidad Mayor
de San Simón de Cochabamba (1832).

Su imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el respeto de


naciones europeas con las que abrió relaciones como Inglaterra y Francia o
americanas como Estados Unidos.

Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas revolucionarias que


nos dieron la independencia, el verdadero ordenamiento militar se dio a partir de
1829 con un reglamento estricto, la contratación de oficiales extranjeros como Otto
Felipe Braun y otros. En pocos años su modernización y pertrechamiento lo
convirtió en una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.

La Confederación Perú-Boliviana

En 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente, organizada y


respaldada por leyes modernas, con una economía estable y poder militar
significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo realidad el sueño de su vida.
El Mariscal de Zepita fue el único gobernante sudamericano que logró aplicar un
proyecto integracionista. Se basaba en un pasado común, raíces históricas y
culturales que se remontaban al periodo prehispánico, pre-inca e inca (el origen
mítico del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el
Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones justificaban
sobradamente la idea crucista.

Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José Orbegoso casi


inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas cruzaron el desaguadero
en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha frente a Gamarra y Socabaya frente
a Santiago Salaverry consolidaron su poder en el sur, lo que le permitía encarar su
gran proyecto. Para equilibrar el peso específico de los países confederados
dividió al Perú en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en Sicuani.

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Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura, otro en


Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación del nuevo estado
confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo Protector. El 28 de octubre de
1836 se ratificó el pacto de la Confederación Perú-Boliviana.

Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la Argentina


intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron derrotadas brillantemente por
Braun en las batallas de Iruya y Montenegro. Pero el peligro más grande venía de
Chile. Diego Portales, ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis
de que la única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la
destrucción de la Confederación que era en todo superior a su patria. En 1837
Chile declaró la guerra y envió al Gral. Manuel Blanco Encalada que desembarcó
en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo paralizó totalmente.
Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le permitió volver a Chile con un
mensaje de paz que el congreso chileno no consideró. En 1839 el Gral. Manuel
Bulnes desembarcó en el norte de Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de
Yungay. La oposición peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para
hundir la Confederación y derrocar a Santa Cruz que no pudo volver a Bolivia ante
el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su anticrucismo
envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo gobierno boliviano.

La consolidación de la independencia. Ingavi

Entre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso trance de su


desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país en permanente
conmoción. Al principio el gobierno de la “restauración” dictó una nueva
Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de la república. Enfrentó en
su corto periodo el asedió del Gral. José Ballivián con fuertes aspiraciones
presidenciales y de los seguidores de Santa Cruz que impulsaban la recuperación
del mando arrebatado para éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con
Gamarra emprendió una aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la
idea de anexar Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre
junio y septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral. Sebastián
Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el primer Presidente civil
de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a nombre del depuesto Santa Cruz,
terminaron ante la imposibilidad del Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar
de Ballivián tomó La Paz y proclamó a su jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia
rompió con Ballivián y amenazó al país. Velasco desde el sur le ofreció sus tropas
a Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841 en
los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en combate. Fue el
último intento peruano por lograr la anexión, este triunfo militar significó la
consolidación definitiva de la independencia boliviana.

El militarismo. Entre aristocracia y populismo

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Los seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una aristocrática


familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea crucista. Impulsó la
educación, fortaleció las políticas de minería aumentando los bancos mineros de
rescate y desarrolló una veta de proteccionismo económico a través del
incremento de impuestos de importación de varios productos, estos son algunos
rasgos que definen este periodo en el que comenzó el auge de la producción de
cascarilla o quina. La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar
la fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También aparecieron los
primeros indicios de la explotación de guano en el Pacífico. La obra de Ballivián es
fundamental en la integración del noreste boliviano. La creación del departamento
de Beni que incluía las misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así
como las exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas por el
Presidente.

El censo de 1845 estableció una población de 1.378.896 habitantes, la inmensa


mayoría asentados a más de 2.500 mts. de altura en las zonas del altiplano y
valles.

Durante su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a ser el puerto
natural de exportación e importación de Bolivia, con un tratamiento preferencial
logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.

A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo personal, el


Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en una escalada subversiva
en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso triunfal de Belzu a La Paz. El 23
de ese mes Ballivián resignó el mando en la figura del Gral. Eusebio Guilarte que
apenas diez días después, fue derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve
meses de precaria administración, poco pudo hacer como no fuera mantenerse en
el mando hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de
Yamparáez.

Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su sociedad. Era


hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo lenguaje que algún
historiador ha definido como “socialismo cristiano”. Se proclamó defensor de los
desposeídos, especialmente de los artesanos, atacó la propiedad privada, pero
por sobre todo llevó adelante una política proteccionista radical, mucho mayor que
la de sus antecesores que en algunos aspectos habían aplicado políticas
económicas eclécticas. Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura
inglesa, leyes que prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó
monopolios de producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de
mayor auge hasta convertirse en uno de los items más importantes de ingreso
para las arcas fiscales. En este periodo comenzó a renacer la minería que durante
los primeros años de la república había atravesado una grave crisis. los cambios
tecnológicos en Europa y Estados Unidos, permitieron la rehabilitación de minas
inundadas y el comienzo aún incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854
se realizó el quinto censo en periodo republicano, arrojando una población de
1.544.300 habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por todo

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ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que lo
conocían como el “Tata”

Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado atribuido erróneamente


a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de Belzu. Un incidente
surgido por el encarcelamiento de un comerciante norteamericano, provocó la
intervención del embajador de la Gran Bretaña que fue expulsado del país, el
móvil básico era en realidad la intransigente política proteccionista del gobierno, lo
que provocó la ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que
tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe para el
imperio británico”.

Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El Presidente sufrió un


atentado protagonizado por el Cnl. Agustín Morales en Sucre que casi le cuesta la
vida. José María Linares conspiró constantemente contra el gobierno, igual lo
hicieron Ballivián, Velasco y el Gral. José María Achá. Hastiado de estas
tensiones, convocó a elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge
Córdoba. Ninguno de los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron,
ni en la orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que
arrojó un interesante superávit en el tesoro del país. La diferencia estaba en la
personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente que las ideas cada vez
más proclives al liberalismo económico comenzaron a penetrar con fuerza en
Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por doblegar a su gobierno. Las
permanentes intentonas de Linares culminaron exitosamente en el triunfo militar
de sus tropas sobre las del gobierno en Cochabamba.

Linares. Civil, dictador y moralista

El 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De hecho fue realmente


el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un paso efímero por la
primera magistratura.

Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal. Obsesionado por el
ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como norma de conducta
primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y muy pronto se declaró
dictador (setiembre de 1858), con la idea de que ese era un mecanismo político
indispensable para aplicar su programa de limpieza ética. Por primera vez desde
el nacimiento de la república consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco
permanente de sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a
1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al reducir su
salario y el de su personal de gobierno. Estableció una secante centralización
administrativa a través de la creación de la caja central de pagamentos.

Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de las maquinas de


vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su gran poder económico
los grandes mineros de la época, Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y José Avelino
Aramayo, cuyo rol protagónico en política vendría después de la guerra del

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Pacífico. En 1857 se descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y


comenzó el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de
este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y chilenos, no
bolivianos.

Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia casi
inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien su gobierno alentó
todavía restricciones en el comercio del mercurio y la acuñación de moneda.

Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría abrumadora de
población quechua-aymara en el área rural del altiplano y los valles interandinos,
vivía en buena parte del tributo indígena que en 1860 representaba el 36% de los
ingresos del erario, más del doble que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no
implicaba ninguna retribución del estado a las comunidades indígenas,
postergadas y totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para
pagar sus tributos. La situación de los indios sin embargo, no había llegado
todavía a su punto más crítico.

La política intransigente de Linares terminó por generar la conspiración. El


fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y las sanciones implacables
para las contravenciones a la ley, dieron lugar a un alto grado de descontento en
los sectores acostumbrados a medrar del poder.

Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismo

Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el dictador convocó
a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a su sucesor, el congreso
nunca se reunió, un golpe de estado (enero de 1861) protagonizado por sus más
estrechos colaboradores, dio lugar a la primera junta de gobierno de nuestra
historia, integrada por quien fuera su ministro José María Achá, el también ministro
de origen argentino Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró
apenas tres meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el
mando en mayo de 1861.

La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la instalación de intereses


chilenos y brasileños en la explotación del salitre, comenzó a generar conflictos de
límites propiciados por Chile para copar la rica región salitrera y guanera de
Mejillones. Una intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano
impulsada por el patricio Rafael Bustillo no prosperó.

En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a título de
sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio centenar de ciudadanos,
entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en una implacable masacre en la que
fueron asesinados el propio Córdoba y más de sesenta militares y civiles. Días
después, Yáñez fue ajusticiado por una poblada que lo linchó en la misma plaza
principal de La Paz.

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La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863 que apelaba a la
legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad de la tierra por parte de los
indígenas, aunque establecía que las tierras libres se podían subastar. Los
diezmos fueron sustituidos (1861) por un impuesto territorial.

Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones de fraude,


Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían participar las
principales facciones políticas, los “rojos” influidos por las ideas del linarismo y los
populistas, fanáticos seguidores de Isidoro Belzu.

La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento, primario y de


impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el ejército, culminó en diciembre
de 1864 con la toma del cuartel de los húsares que desató la rebelión total y la
caída de Achá.

Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características personales
que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y la frecuencia de
episodios bochornosos transformados en insólitas anécdotas que han hecho
historia, Melgarejo fue respaldado por la elite minera en pleno ascenso, aplicó de
manera franca una política económica librecambista con libertad plena para las
exportaciones. Ejercitó una política agraria que marcó la destrucción sistemática
de la propiedad de las comunidades originarias, que había respetado incluso la
colonia española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse mediante
un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía, las tierras indígenas
pasaban a propiedad del estado en un plazo de sesenta días. Esta determinación
fue el comienzo del más grande despojo de tierras de comunidad en toda la
historia republicana.

La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios tecnológicos


trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en la costa boliviana, lo
que determinó que por primera vez un gobierno boliviano recibiera ofertas
concretas de inversión que implicaban concesiones de derechos y aún de territorio
a cambio de ingresos sin antecedentes en las rentas del país, estancadas por
décadas.

Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba la explotación


conjunta con Chile recibiendo al 50 % las riquezas obtenidas que eran bolivianas
en su integridad. En 1867 firmó con Brasil un tratado por el que cedía el acceso
directo al río Madeira y perdía una superficie de casi 300.000 km2.

A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de maquinaria de vapor,


por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda de Potosí.

En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado por Belzu


quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de gobierno donde se
hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o uno de sus hombres

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disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó, revirtiendo la situación en su


favor, lo que le permitió mantenerse en el poder hasta 1871.

La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su “super


ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política económica,
terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se produjo un
levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr. Casimiro Corral.
Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo fue derrocado y Morales
accedió al mando.

Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política plenamente liberal en


el tratamiento a la minería, al punto que anuló el monopolio del estado en la
exportación de la plata, cuya importancia era cada vez más creciente en la
economía nacional. Eliminó la moneda feble que el estado había mantenido desde
los tiempos de Santa Cruz y como consecuencia de ello creó el Banco Nacional
con el objetivo de reorganizar el sistema monetario nacional.

La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral, revirtió las


disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la propiedad indígena, sin
trámites ni pago alguno, tal como estaba antes de los decretos de Melgarejo. La
medida duró poco por las determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.

Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales hizo aprobar
una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que ganó. En 1872 su
sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el salón rojo de palacio de
gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la vida. Reunido de emergencia, el
parlamento nombró Presidente constitucional interino a Tomás Frías.

Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con el único
objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco meses. Las
elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente puede hablarse de
pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto restringido -no podían votar las
mujeres ni los analfabetos y no podían ser electos quienes no tuvieran una
determinada renta- hasta entonces las elecciones habían sido un simple
formalismo para legitimar gobiernos de facto o respaldar a los candidatos oficiales.
Compitieron el Cnel. Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos
emitidos, Ballivián obtuvo el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el
parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno mayoría
absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría relativa de Ballivián.

En este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa entre Bolivia y


Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en el conflicto que se
avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un cáncer acabó con la vida del
Presidente apenas ocho meses después de haberse posesionado. Representante
de la elite criolla, el Presidente buscó obtener un crédito en Europa que le
permitiera reestructurar la diversidad de deudas contraídas por anteriores
gobiernos. Uno de los objetivos era también comprar dos blindados que pudieran

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inaugurar la armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas


fueron desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída de
la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a eliminar casi todo
gravamen sobre este mineral, favoreciendo los intereses de los empresarios
mineros.

A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el mecanismo de


sucesión establecido en la Constitución, que hacía Presidente al presidente del
consejo de estado. Frías enfrentaba una debilidad intrínseca al no contar con el
respaldo militar y al no estar totalmente integrado con las elites de la minería, pero
en lo relativo al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de
las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de
modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro ideario
liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció el concepto de
propiedad individual, la necesidad de refrendar esa propiedad con un título, su
capacidad de venta y transacción y la instalación de una revisita que establecería
las características exactas de propiedad.

Durante todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral como el contrato


Church o el López Gama para la construcción de un ferrocarril o la supuesta
inversión de dos millones de libras esterlinas, que nunca se concretaron. Las
concesiones de explotación minera en la mayoría de los casos no reportaron
beneficio alguno al estado y fueron frecuentemente negociados.

Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza que había
sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se hizo del poder. Frías
dejó el mando sin oponer resistencia alguna.

La guerra del Pacífico

El gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos de toda la
historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico desencadenado por los intereses
expansionistas de Chile, la presencia mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro
territorio, la dificultad de vinculación de nuestra costa con el centro político
económico ubicado en las alturas de los Andes, los voraces intereses del
imperialismo inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados
que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La decisión
del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una epidemia de
peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de imponer un impuesto de
10 centavos por quintal de salitre exportado, fue el detonante del conflicto. Chile
apelando a un tratado de 1874 que eximía a las empresas exportadoras de todo
gravamen, decidió la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.

Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa prehispánica,


probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la expansión incaica
posterior. El virreinato del Perú definió claramente sus límites al sur en el paralelo
25 a la altura del Paposo (valle de Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia

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como consta en toda la cartografía internacional de la época. La superficie del


Litoral era de aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento
de Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su propio
prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes eran
Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población aproximada
era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la región eran el
guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del conflicto.

Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de naves de


guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil, Bolivia carecía de
fuerza militar allí y la mayoría de la población era de origen chileno. El 26 de
febrero, anoticiado el gobierno del hecho se aprestó a organizar la defensa. El
rápido avance de Chile al interior del territorio determinó la heroica acción de
Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de
marzo de 1879, un destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el
pueblo defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el
pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.

El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir la ejecución
del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró la guerra al Perú que
entró en el conflicto. Durante todo 1879 la campaña en el mar tuvo como gran
protagonista al monitor peruano Huáscar y a su intrépido almirante Miguel Grau,
que durante seis meses jaqueó a la armada y a los puertos chilenos con varias
acciones exitosas, entre ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda.
Finalmente en octubre, todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y
hundieron al heroico Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue
decisiva para el control del mar por parte de Chile. En noviembre los chilenos
atacaron Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma
de Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.

El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de las


acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de 6.252
efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa ciudad,
Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la defensa de Iquique.
Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado Camarones, el contingente
boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta defección aún inexplicable, minó
seriamente el prestigio del Presidente boliviano y fue un duro golpe a la moral de
los aliados. Buendía fue derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi
11.000 aliados enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una
colina que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos
contingentes aliados por tomar la plaza.

Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único triunfo


importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000 soldados chilenos a
quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares de muertos y heridos en el
campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero organizó en Bolivia la quinta división
para apoyar las operaciones aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de

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1879 y enero de 1880 la división recorrió errática más de 1.000 km., con un triunfo
aislado en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.

Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco decidieron la suerte


de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el peregrino argumento de que
iba a comprar algunos blindados para su armada. A los pocos días fue derrocado
por Nicolás de Piérola. Daza fue depuesto en Arica por los coroneles Lizardo
Montero del Perú y Eliodoro Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular
por los resultados bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno
organizada en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito.
Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta decidió
nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero precedido de un gran
prestigio por su formación académica militar en Francia. Campero llegó a Tacna
como jefe supremo del ejército aliado y emprendió camino para enfrentar a los
chilenos en el llamado Alto de la Alianza, el punto clave de defensa de la ciudad
de Tacna. Fue la mayor confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos
chilenos enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención
valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no fue
suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería de Yavar tuvo un
papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y heridos quedaron regados
en el campo. Los aliados fueron derrotados y Tacna tomada. El ejército boliviano
se replegó a las montañas y Bolivia se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e
invadió Lima. La guerra terminó en 1883 después de casi un año y medio de
intervención chilena al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico
y todo el territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.

La República oligárquica. Los conservadores

La derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo territorial con acceso al


mar causó una herida que Bolivia no pudo cerrar hasta hoy, con un daño
económico incalculable, pero además cortó nítidamente la historia de nuestro siglo
XIX. El periodo de inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron
sustituidos por un nuevo proyecto de estado. La elite dominante decidió organizar
la nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del poder.
Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este cambio tenía que
ver con la consolidación del poder minero de la plata, que implicó una opción de
recuperación económica después de un largo periodo de depresión y
estancamiento (1840-1880).

El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota final de


Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que cambió el destino
boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano Baptista, Severo Fernández
Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o Modesto Omiste, aprobaron una
nueva Constitución, la décimo primera del país, que en realidad era la ratificación,
salvo un artículo, de la aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto
marcaba la reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente
individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la persona y

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subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó la figura


vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema bicameral. Pero la
trascendencia de la Constitución del 80 la determinaron los hechos. Ha sido la
Constitución con mayor vigencia en nuestra historia (1880-1938), salvo las
modificaciones puntuales de 1921 y de 1931. Esa misma convención eligió
Presidente constitucional a Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el
cargo provisionalmente.

La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos, determinó


dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar la página de la guerra en la
línea del pacifismo y tomar una postura de acercamiento a Chile para intentar
sacar ventajas pragmáticas de esa situación. La otra línea defendida por un sector
del país representado en el parlamento, sostuvo la postura guerrista que se fue
diluyendo en gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y
militar de Bolivia con relación a Chile.

Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos políticos como
estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo es Eliodoro Camacho que
estableció de manera orgánica los principios del ideario liberal, que serían la base
ideológica de los partidos hasta la guerra del Chaco. Libertad política, económica
e individual era el trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y
conservadores era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses
económicos y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como
demócratas (Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses
individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la plata y la fuerza
del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor unidad ideológica,
terminarían representando el poder del estaño y los intereses del norte (La Paz-
Oruro).

La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas dejadas por


la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que ver con la
modernización del sector minero y el auge de los precios internacionales de la
plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a Pacheco. Fue una contienda
reñida con otro minero, Aniceto Arce. El poder económico de los mineros pudo
más que el liberalismo, pero fue una elección relativamente libre dentro del marco
del voto restringido (40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El
congreso ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera
vez en la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.

La disminución de la importancia del tributo indígena para el erario, facilitó la


política de expoliación de las tierras de comunidad iniciada por Melgarejo, se abrió
la economía extractiva al mercado mundial, tanto para la exportación de productos
como para la importación de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un
proceso de modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del
ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el salto básico de su
modernización técnica y de producción que no se detendría hasta mediados del

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siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni el de Pacheco pudieron equilibrar el


déficit fiscal, sino hasta el postrer año de administración de este último.

En las relaciones internacionales, Bolivia firmó un pacto de tregua con Chile que
era el preanuncio del acuerdo de 1904. El enclaustramiento obligó a buscar otras
rutas de salida para Bolivia, la exploración del Chaco y la expedición que unió
Tarija con Asunción tuvieron que ver con esa idea. Un debate que dividió a
conservadores y liberales fue la cuestión religiosa, ya que los liberales apoyaban
la libertad de cultos y el derecho a la libre conciencia.

Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación del


oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de caballeros” con
Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin duda la gran figura de los
conservadores, su energía creadora y su decisión de llevar adelante sus ideas
contra cualquier obstáculo, permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana
en el mercado internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y
la promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue la
construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el departamento de Litoral en
poder de Chile), que conectaba con el construido hacia Antofagasta por la
compañía salitrera de Antofagasta y tenía su destino final boliviano en Oruro. El
ferrocarril permitía mayor eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en
buena parte de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en
Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el último
clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte oposición de quienes
decían que esa línea era el mejor camino para la invasión chilena. Fue uno de los
pasos decisivos hacia la modernización y vinculación externa de Bolivia.
Obsesionado por la vinculación interna trabajó en la carretera Sucre-Potosí y
Sucre-Cochabamba, la obra mayor en estas vías fue el hermoso puente Arce. En
1889 se instaló la primera línea telefónica.

En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con persecución de


parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en el congreso, Mariano
Baptista.

En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se produjo su asesinato


en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En 1895 se firmó un nuevo tratado
con Chile que reconocía soberanía de ese país sobre el Litoral usurpado y en el
que Chile se comprometía a ceder un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se
preocupó por la educación técnica en coordinación con la iglesia a través de las
escuelas de artes y oficios.

En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando toda


posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso, esta vez frente al
Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a Eliodoro Camacho. A
Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre norte y sur. Un año antes de la
hecatombe, en 1897 se exhibió la primera película cinematográfica en La Paz.

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La guerra federal

En 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al Presidente a


permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la capital, fue el detonante
de una confrontación que esperaban La Paz y los liberales. Una junta organizada
en La Paz declaró el federalismo. Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión.
Los federales fueron comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los
indígenas aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de
por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas chuquisaqueñas
cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90 indígenas en Santa Rosa.
En Corocoro fueron hostigados y expulsados cuando intentaban pertrecharse. En
enero de 1899 Pando derrotó a Alonso en la batalla del primer crucero y lo obligó
a desistir de su idea de atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron
masacrados sin piedad por los comunarios aymaras en Ayo Ayo, el episodio que
recuerdan con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el
de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando que a
pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de Lorenzo
Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla denominada del
segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso, hecho que lo obligó a
renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se enfrentaron allí. La actuación de
Zárate y sus hombres fue decisiva para la victoria. La evidencia de que los indios
tenían su propio proyecto de una gran insurrección reivindicando sus derechos
sobre la tierra, hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a
otros líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903. La
junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla, gobernó entre
abril y octubre de l899.

La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los liberales
tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de gobierno. En octubre
de 1899 Pando fue elegido Presidente por la convención nacional en Oruro.

SIGLO XX (1900-2000)

La república oligárquica. Los liberales

Pando abrió el ciclo de veintiún años de gobiernos liberales, con una mentalidad
modernizadora que marcó una nueva preeminencia de la economía y de la
geopolítica interna de Bolivia, estableciendo el liderazgo de La Paz que tendría
vigencia a lo largo de todo el siglo XX.

En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía boliviana, Simón I. Patiño


descubrió en la mina La Salvadora (Llallagüa), la veta de estaño más rica del
mundo, comenzaba así la era del estaño en el país. Simultáneamente, los precios
internacionales de la plata se derrumbaron y la minería boliviana de la plata
colapsó, coincidiendo con el auge del estaño y los usos múltiples de este producto
en el mundo. En poco más de dos décadas los llamados barones del estaño

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Simón Patiño, Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un


poder económico y político decisivo en el país.

La guerra del Acre

El descubrimiento del árbol de la goma y su explotación (Antonio Vaca Diez desde


1876), determinó un auge económico muy importante entre 1890 y 1920, al punto
que en las primeras décadas del siglo fue el segundo ingreso mayor después de
los minerales. El éxito de la goma generó muy pronto problemas de límites en el
norte en la frontera con Brasil. Los filibusteros, con el beneplácito del gobierno del
Presidente brasileño Francisco Rodríguez Alves, pretendieron independizarse de
Bolivia. Con un alto sentido de responsabilidad Pando decidió combatirlos y con
un destacamento se dirigió al ignoto norte, en un viaje que en si mismo era una
verdadera odisea. En la zona de Cachuela Esperanza y Riberalta en el Beni, se
alzaba el imperio de Nicolás Suárez, el Patiño de la goma, quien pertrechó la
columna Porvenir y colaboró al gobierno. La crisis bélica (1902-1903) con
antecedentes en las expediciones de Muñoz, Lucio Pérez Velasco e Ismael
Montes que tuvieron éxitos como el de Riosinho, Capueiro y Bagué, culminó
cuando Brasil decidió intervenir en el conflicto, forzando al débil ejército de Pando
a la negociación, pero las acciones del Presidente boliviano deben destacarse por
sus éxitos militares y las dificultades que se vio obligado a superar en una
expedición de meses desde los Andes hasta la amazonía. En 1903 en Petrópolis
(Brasil), ambos países firmaron un tratado por el que se cedía el territorio del Acre
a cambio de una compensación económica de dos millones de libras esterlinas y
un ferrocarril .

Ismael Montes y la continuación del ciclo liberal

En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada más comenzar su gobierno tuvo
que afrontar una de las más grandes responsabilidades históricas que hubiese
tenido un mandatario boliviano, el tratado de 1904. El congreso debatió duramente
el tema y a pesar de una fuerte oposición (Miguel Ramírez, Pastor Saínz,
Fernando Campero, Román Paz, entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se
acordó la cesión a perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre tránsito de
mercaderías, la construcción del ferrocarril Arica- La Paz y 300.000 libras
esterlinas. El mar a cambio de un plato de lentejas, fue la decisión pragmática de
los liberales.

El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al liberalismo un importante trabajo de


modernización de las principales ciudades, particularmente La Paz. Se
comenzaron vías férreas como La Paz-Beni, Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba,
Oruro-Potosí y Potosí-Tupiza, un proceso vital de vertebración del territorio
occidental.

El país se adecuó al patrón oro y se crearon nuevos bancos. Comenzó una etapa
de bonanza económica apoyada por el auge gomero y estañifero. En el ámbito de
la educación se contrató la misión belga presidida por Georges Rouma, que

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modificó curriculums y modernizó la educación nacional, instalando la primera


normal para la formación de maestros. En lo religioso se aceptó la libertad de
cultos.

En las elecciones de 1908 ganó Fernando Guachalla quien no pudo posesionarse


al morir días antes de la transmisión del mando. Montes decidió prorrogar un año
más su mandato de manera totalmente ilegal. Le sucedió Eliodoro Villazón quien
ganó los comicios de 1909. El gobierno de Villazón fue uno de los más tranquilos y
prósperos que haya tenido el país. Gozó de una economía en bonanza y en
crecimiento, tuvo sucesivos superavits en los presupuestos nacionales, las
exportaciones crecieron en más del 50 % y se instalaron tranvías en La Paz y
Cochabamba. El gobierno contrató una misión alemana presidida por el Gral.
Hans Kundt para modernizar el ejército, en una línea permanente de renovación
militar que sostuvieron los gobiernos liberales. A diferencia de sus antecesores,
respetó escrupulosamente la Constitución y los derechos ciudadanos, sin la
presión de movimientos subversivos que había sido y sería una constante
histórica.

En esa época surgieron las obras de Franz Tamayo y Alcides Arguedas que
contrapusieron visiones de la sociedad, Tamayo en un vitalismo exaltador de los
valores indígenas, Arguedas en una demoledora crítica al conjunto de la sociedad
que perfilaría años después (1919) en Pueblo Enfermo. Dos importantes
periódicos nacieron en el periodo liberal, el oficialista El Diario y el republicano La
Razón.

En 1913 Montes volvió al poder en medio de una altísima popularidad, pero le tocó
afrontar la crisis producida por la primera guerra mundial, tuvo que reformar el
sistema financiero estableciendo que el único banco con capacidad para emitir
moneda era el Banco de la Nación. La medida generó fuertes protestas, sumada a
la contracción económica como producto de la caída de las exportaciones. Incluso
se tuvo que suspender temporalmente el pago de la deuda externa. (1913-1916),
pero en 1916 la situación se revirtió y el Presidente se ufanó de que por primera
vez se superaron los 100 millones de pesos en exportaciones.

La situación en el agro se mantuvo inalterable, la expoliación de las tierras de


comunidad no trajo consigo una modernización ni ampliación productiva, pero sí
crecieron los terratenientes, entre ellos los presidentes Pando y Montes. El
descontento indígena se expresó de nuevo con el levantamiento de Pacajes de
1914.

En 1917, igual que ocurrió con el último gobierno conservador, llegó a la


presidencia por la vía electoral José Gutiérrez Guerra, un hombre tranquilo, más
bien débil y con escaso ascendiente. Las pugnas entre liberales nacidas ya en
1904 con Pérez Velasco, culminaron con la escisión definitiva y el nacimiento del
Partido Republicano en 1915, con figuras claves como el propio expresidente
Pando y los futuros presidentes Bautista Saavedra y Daniel Salamanca. El
asesinato del Gral. Pando en 1917 abrió una brecha insalvable, el crimen nunca

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esclarecido se achacó al gobierno y fue el san benito que ligó Gutiérrez desde el
comienzo de su mandato.

Gutiérrez impulsó la llamada educación indigenal que era el primer esfuerzo por
ocuparse de un tema central que solo resolvería la revolución nacional. En 1920
voló el primer avión en el país. Continuaron las obras de integración vial y se firmó
el primer contrato de concesión de áreas para la explotación petrolera con la
norteamericana Richmond Levering en el departamento de Santa Cruz.

En esos años comenzaron a surgir las primeras organizaciones gremiales en el


ámbito de los ferroviarios y gráficos, llegaron incipientes las ideas anarquistas y
socialistas y se organizaron las primeras federaciones obreras locales. El fracaso
de la gestión de Montes ante la Sociedad de Naciones para reivindicar el mar y el
fallido juicio de responsabilidades al expresidente, descompuso definitivamente el
clima político.

Los republicanos. Otros hombres para un mismo sistema

En 1920 el proceso conspirativo infatigable de los republicanos se tradujo en un


golpe de estado ejecutado con mucha facilidad, que llevó al poder a una junta
compuesta por Bautista Saavedra, Manuel Ramírez y José María Escalier. Casi
veintiún años de gobierno ininterrumpido de los liberales terminó por agotar y
debilitar a uno de los dos partidos políticos más importantes de la historia
republicana de Bolivia.

La llegada de los republicanos al gobierno encontró a la nación bajo la égida del


poder del estaño. Patiño era ya a mediados de los años veinte uno de los hombres
más ricos y poderosos del mundo. El volumen de producción de sus minas de
estaño era clave en el mercado mundial que él mismo controlaba, sus intereses
trascendieron nuestras fronteras y tocaron varios países, su sede empresarial en
Estados Unidos y Francia, era propietario de minas en Malasia y fundiciones de
estaño en Estados Unidos y Gran Bretaña y del más importante complejo minero
en el país. Con un record máximo de 48.000 toneladas producidas en un año,
Bolivia se convirtió en el segundo productor mundial de estaño, para entonces
22.000 obreros trabajaban en las minas bolivianas.

Con una población de 2,1 millones de habitantes y su principal ciudad La Paz con
135.000 almas en permanente y pujante crecimiento, la sociedad comenzó a
conocer los atisbos de una clase media urbana.

La junta convocó a una asamblea que eligió Presidente de entre tres candidatos
Saavedra, Salamanca y Escalier. Como resultado de esa elección fuertemente
manipulada por Saavedra, surgió éste como Presidente y el Partido Republicano
Genuino de Salamanca como opositor. El gobierno de Saavedra estuvo signado
por la inestabilidad y la violencia, le tocó un periodo turbulento y no tuvo
contemplaciones para someter a los revoltosos. Las viejas reivindicaciones
federalistas de Santa Cruz inauguradas por Andrés Ibañez en el siglo pasado

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resurgieron en un movimiento liderado por Cástulo Chávez que fue controlado. Se


vivieron también las masacres de Jesús de Machaca en 1921 en contra de
comunarios campesinos y la de Uncía de 1923 que fue la primera represión
sangrienta en la minería privada. Las condiciones económicas continuaron críticas
e igual que Montes, Saavedra apeló al crédito externo con el famoso y polémico
empréstito Nicolaus por 33 millones de dólares que permitió pagar deuda anterior,
reducir el déficit fiscal y culminar obras de infraestructura como la conclusión del
ferrocarril a la Argentina por la vía de Villazón. Saavedra transfirió ilegalmente la
concesión petrolera que en 1920 se le había dado a Levering, a la Standard Oil,
empresa que entre 1922 y 1937 apenas invirtió 17 millones de dólares. El primer
pozo se perforó en 1922 y el primero productivo, el de Bermejo, en 1924.

El crecimiento del movimiento obrero se tradujo en la creación de la Federación


Obrera del Trabajo y en la primera gran huelga ferroviaria de 1921. Pero el
Presidente, cuya formación sociológica le permitió vislumbrar los desafíos de su
tiempo, impulsó y aprobó leyes como la de accidentes de trabajo, la
reglamentación de huelgas y de conflictos entre el capital y el trabajo, la jornada
de ocho horas, la regulación del trabajo de mujeres y niños y el ahorro obligatorio
pionero de la idea de pensiones y jubilación. Esas medidas le generaron un
importante respaldo popular y una percepción distinta de la gente hacia el poder
gubernamental. Aunque en general Saavedra vivió la paradoja entre la represión y
las medidas sociales de avanzada. El fin de su gobierno coincidió con el
centenario de la republica que pasó casi desapercibido por el turbio clima político
de la época. Las elecciones de ese año le dieron el triunfo a Gabino Villanueva del
oficialismo. El Presidente celoso por la línea de independencia de pensamiento de
Villanueva apeló a una argucia legal y anuló la elección. Se hizo cargo del mando
interinamente el presidente del senado Felipe Segundo Guzmán que convocó a
elecciones. En enero de 1926 triunfó el candidato republicano Hernando Siles.

Siles se desembarazó rápidamente de la figura de Saavedra desterrando a su


vicepresidente Abdón Saavedra, que era hermano del exmandatario. Rodeado por
un grupo de jóvenes intelectuales en los que germinaban las ideas nacionalistas,
creó el Partido Nacionalista con el que intentó prorrogarse en el poder. Como su
antecesor, el gobierno contrató un crédito por 13 millones de dólares.

Los republicanos marcaron el nivel más alto de endeudamiento en el país en la


primera mitad del siglo XX, con ese dinero superó el déficit fiscal, continuó la
construcción de infraestructura ferroviaria y caminera y modernizó el parque bélico
del ejército. La misión del norteamericano Wálter Kemerer creó el Banco Central,
estableció una ley de presupuesto y creó la Contraloría para el control y
fiscalización de la administración estatal. Los proyectos de penetración al oriente
tuvieron que ver con la construcción del camino a Santa Cruz, y el plan Grether
para la colonización agrícola. En 1929 salió al aire la primera emisión radial en La
Paz a cargo de los hermanos Costas y radio Nacional.

También en 1929 Chile y Perú firmaron un tratado por el cual Chile no podía ceder
a un tercer país (Bolivia) territorios que habían sido originalmente peruanos, con lo

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que se puso un cerrojo más a la demanda marítima. En el Chaco boreal se


produjo el incidente de fortín Vanguardia que fue atacado por tropas paraguayas.
En represalia Bolivia tomó los fortines Boquerón y Mariscal López. En esa
situación Siles prefirió la negociación y la paz que se logró en esa oportunidad.

El intento errado de prolongarse en el gobierno llevó a Siles al desastre. En mayo


de 1930 renunció y dejó el mando en manos de su gabinete para habilitarse en las
elecciones. En junio el gobierno fue derrocado por un movimiento militar apoyado
por civiles, el expresidente fue exilado y su casa saqueada.

Se instaló en el poder una junta militar presidida por Carlos Blanco Galindo quien
convocó a un referéndum para modificar la Constitución en el régimen económico,
la elección presidencial y los derechos y garantías ciudadanos. El aporte crucial de
este gobierno, bajo la influencia de Daniel Sánchez Bustamante, fue la imposición
de la autonomía universitaria y una reforma educativa, particularmente en el
ámbito de la administración. Las elecciones fueron ganadas por los genuinos de
Daniel Salamanca.

La guerra del Chaco

La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible camino en el destino de


Bolivia. El Presidente creía que el país debía redimirse en el Chaco. El conflicto
limítrofe con Paraguay tenía que ver con una región despoblada cuyos límites
establecidos después de la independencia, comenzaron a precisarse mediante
tratados a partir de 1879. Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río
Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen vértice
en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos fallidos -Bolivia
reivindicaba el territorio hasta el propio límite de Asunción y Paraguay hasta el río
Parapetí- el tema quedó en litigio hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932
con el combate por la laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra
en junio de 1932.

La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de 1932, ambos
países se preparaban para el combate en gran escala, fue la primera ofensiva
boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo, Corrales y Boquerón. En
Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650 soldados bolivianos, escribieron
una de las páginas más heroicas de nuestra historia militar, defendieron por más
de un mes el fortín asediado hasta por 11.500 soldados paraguayos, que
finalmente tomaron el fortín defendido hasta el último aliento. La respuesta
paraguaya fue la retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y Alihuatá,
apenas paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el mando de
Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo presión
popular, a llamar a Hans Kundt general alemán que había estado varias veces en
Bolivia, a quien le entregó el mando del ejército.

La segunda fase de la guerra, diciembre 1932-diciembre 1933, fue de total


ofensiva boliviana con la toma de Platanillos, Loa, retoma de Toledo, Arce,

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Alihuatá y el avance sobre Campo Jordán y Gondra. Su objetivo específico era la


toma de Nanawa, el fortín defensivo paraguayo más al sur al que llegaron los
bolivianos. En julio de 1933, 9.000 soldados bolivianos atacaron a 9.000
paraguayos en Nanawa sin éxito, con más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto
y diciembre de 1933 el comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia
contraatacó y retomó Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor
desastre militar boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones,7.500
hombres con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000
hombres al mando del Gral. Enrique Peñaranda. Salamanca destituyó a Kundt y
bajo presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a Peñaranda.

La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935, fue de incesante ofensiva


paraguaya, que logró de manera fulminante hacer retroceder al ejército boliviano y
llegó al río Parapetí tras haber tomado Picuiba, Carandaití y el centro de
operaciones Ballivián, previamente destruido por los bolivianos. El mayor éxito
nacional en ese periodo fue Cañada Strongest con un saldo de 1.400 prisioneros
paraguayos. En noviembre de 1934, el Presidente Salamanca que había tenido
pésimas relaciones con el alto mando durante toda la guerra, fue derrocado
cuando visitaba el frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña
que lo obligó a dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de la
presidencia.

La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa de Villamontes
organizada exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que frenó en seco a
Estigarribia y salvó el petróleo boliviano. En julio del 35 se hizo un acuerdo de alto
el fuego y recién en 1938 se firmó la paz. La idea de que el petróleo fue un móvil
importante es relativa ya que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay
contó en todo el conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio
paraguayo eran muy importantes.

El péndulo entre viejo orden y Revolución

La guerra dejó una terrible sensación de fracaso en el país, pero sobre todo
despertó una nueva conciencia en una sociedad que se confrontó por primera vez
en el campo de batalla con la realidad de sus diferencias étnicas y sociales, la
clase media estuvo cara a cara con la mayoría quechua aymara que no sabía por
qué y por quien peleaba. Simultáneamente, las corrientes de pensamiento
europeas, marxismo y fascismo penetraban en la sensibilidad de una joven elite
intelectual.

En este contexto, en mayo de 1936 se produjo el golpe de estado protagonizado


por el Cnl. David Toro que había integrado el mando en la guerra, que marcó dos
cosas, la intención de los militares de evitar cualquier fiscalización de los civiles a
su fracaso en la guerra y el giro hacia ideas nacionalistas que serían decisivas en
la historia del siglo XX. La corriente abierta por Toro se definió como “socialismo
militar”, era en realidad una línea nacionalista no exenta de las ideas fascistas en
boga entonces. La medida fundamental de su gobierno fue la nacionalización del

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petróleo, expulsando a la Standard Oil, fue la primera nacionalización que se hizo


en toda América Latina. Paralelamente creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos (YPFB), la empresa estatal del petróleo. Amplió sustancialmente el
número de ministerios, creó el ministerio de Trabajo y colocó en el cargo a un
obrero fabril, Waldo Álvarez, que aprobó el código de trabajo e hizo la
sindicalización obligatoria, creó también el ministerio de Minas y Petróleos. Fue un
salto importante en la lógica de una sociedad excluyente y elitaria en el manejo del
poder. Creó también, al estilo de la Alemania nazi, el rubro de propaganda
dependiente de RR.EE. Era en un sentido mucho más abierto que el de Siles, la
irrupción de una nueva generación que se hacía cargo de los asuntos del estado.
Los socialistas de Enrique Baldivieso acompañaron a Toro en este esfuerzo. La
caída de su gobierno como un frágil castillo de naipes en julio de 1937, hace
pensar que estuvo siempre hipotecado a la fuerte personalidad y la popularidad
arrolladora de su protegido el Tte. Cnl. Germán Busch, héroe de guerra, temerario
y de carácter volatil. Llegó a la presidencia a los 33 años.

Busch demostró muy pronto que no era fácilmente manejable y mantuvo la línea
de Toro. No tuvo contemplaciones con los opositores, desterró a Saavedra y
sofocó un levantamiento de Toro fusilando a uno de los sublevados, llamó a
palacio y golpeó sin contemplaciones al viejo escritor Alcides Arguedas que lo
criticaba. A su lado se alinearon intelectuales de la talla de Baldivieso, Augusto
Céspedes y Carlos Montenegro. En su gobierno se firmó la paz con el Paraguay,
en lo económico tuvo que combatir un proceso de inflación moderada. El 24 de
septiembre de 1938 creó el departamento de Pando consolidando la unidad
política del país hasta hoy.

En 1938 convocó a una asamblea constituyente para modificar en esencia la


Constitución de 1880 que solo había sufrido cambios parciales en 1921 y 1931. La
asamblea reunió a una generación distinta y fue tan importante como la del 80. Allí
estuvieron Renato Riverín, Valdivieso, Céspedes, Carlos Medinacelli, Fernando
Siñani y los futuros presidentes Walter Guevara y Víctor Paz Estenssoro. El nuevo
texto cambió la orientación liberal de la carta magna y subrayó la responsabilidad
social del estado, limitó la propiedad privada insertando el concepto de la
propiedad como derecho social, planteó la obligatoriedad de salud y educación por
parte estatal. Era el comienzo de la era del intervencionismo estatal.

En abril de 1939 se declaró dictador, el 7 de junio de ese año dictó el decreto de


obligación de entregar el 100 % de las divisas producto de las exportaciones al
estado, afectando a la gran minería. En agosto de 1939 se suicidó en su casa. La
sucesión fue resuelta por la fuerza del poder militar que instaló a Carlos Quintanilla
en el gobierno.

Rápidamente se dejó en suspenso el decreto del 100 % de las divisas y se


autorizó la libre exportación. El Gral. Bilbao, héroe de guerra y probable candidato
presidencial, fue vejado y exiliado del país. Las fuerzas conservadoras se
organizaron para las elecciones de 1940 y reunidas en la llamada concordancia,

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proclamaron candidato a Enrique Peñaranda que ganó las elecciones frente a


José Antonio Arze, marxista.

El periodo 1935-1941 fue rico en el ámbito político y marcó el nacimiento de los


partidos que sustituirían a liberales y republicanos. En 1935 nació el Partido
Obrero Revolucionario de tendencia radical trotskista, en 1937 Falange Socialista
Boliviana inspirada en el fascismo y la falange española. En 1940 el Partido de
Izquierda Revolucionaria de inspiración marxista soviética y en 1941-42 el
Movimiento Nacionalista Revolucionario, nacionalista con alguna influencia
fascista, que se convertiría en el partido más importante del siglo XX.

Peñaranda llegó al gobierno coincidiendo con la segunda guerra mundial, su


gobierno se alió rápidamente a Estados Unidos e indemnizó a la nacionalizada
Standard Oil. a título de contribución con los aliados, Bolivia tuvo que aceptar
precios ridículos por el estaño en un momento en que era el único productor
mundial importante de occidente, dado que Malasia estaba bajo control de los
japoneses. Se adoptó el plan de desarrollo planteado por el norteamericano
Marvin Bohan y se creó la Corporación Boliviana de Fomento.

Dos episodios mancharon gravemente esta gestión, el putsch nazi, una trama
hecha por un agente inglés para descalificar al MNR acusando al Myr. Elías
Belmonte de conspirar junto a la embajada alemana contra el gobierno. En 1942
una huelga en Catavi-Siglo XX, mina de Patiño, desató una de las mayores
masacres de la historia de la minería con intervención del ejército. El saldo fue la
muerte de por lo menos una veintena de trabajadores y medio centenar de
heridos. Nunca se conocieron cifras oficiales. En diciembre de 1943, una alianza
entre una logia militar radical denominada Razón de Patria e integrada por jóvenes
oficiales y el MNR, derrocó a Peñaranda e impuso en la presidencia al Myr.
Gualberto Villarroel.

Villarroel retomó la línea de Toro y Busch y enfrentó muy rápidamente la hostilidad


de Estados Unidos que lo acusaba de simpatías por el nazismo. Tras seis meses
de ardua negociación, el reconocimiento vino tras obligar a la salida de
Montenegro y Céspedes del gabinete, figuras prominentes del movimientismo en
el gobierno. El ministro más importante de ese partido fue Víctor Paz Estenssoro
en Economía (el MNR estuvo fuera del gobierno entre abril y diciembre del 44). En
1944 se creó la Federación de Mineros, liderada por Juan Lechín y en 1945 el
gobierno organizó el primer congreso indigenal, en el que se abolió el pongueaje
(régimen de explotación de los campesinos que vivían en haciendas y eran
usados gratuitamente por los hacendados). Las tensiones políticas condujeron a
algunas acciones conspirativas que produjeron una brutal reacción del gobierno,
que en 1944 asesinó fríamente en el camino a Yungas a cuatro prominentes
figuras, Luis Calvo, Félix Capriles, Rubén Terrazas y Carlos Salinas, lo que se
sumó al ajusticiamiento de 10 insurrectos en Oruro. Estos hechos terminaron por
debilitar y acorralar al gobierno. Las fuerzas de derecha en peculiar alianza con el
PIR, organizaron acciones permanentes de protesta, hasta que el 21 de julio de
1946 una turba invadió palacio, asesinó al Presidente y sus dos edecanes, lanzó

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el cadáver por un balcón a la plaza y lo colgó de un poste de luz. Fue el episodio


más terrible en la historia de los presidentes de Bolivia.

El periodo 1946-1952 fue el último intento por el restablecimiento del viejo orden,
primero bajo una junta civil presidida por Néstor Guillén y luego por Tomás Monje,
ambos representantes de la Corte de Justicia. La junta convocó a elecciones que
ganó muy estrechamente Enrique Hertzog sobre Luis Fernando Guachalla.
Hertzog no pudo conjuncionar la alianza conservadora, lo que provocó siete
cambios de gabinete en un periodo de algo más de dos años. El MNR estaba en
plena organización en sectores populares y en centros mineros. El gobierno
apenas pudo impulsar obras como la carretera Cochabamba-Santa Cruz.
Finalmente, presionado por las fuerzas políticas tuvo que renunciar al cargo a
favor de su vicepresidente Mamerto Urriolagoitia aduciendo razones de salud.

Urriolagoitia actuó con dureza, congeló salarios y prohibió el cierre de fábricas. En


política internacional negoció sin éxito una solución a la mediterraneidad que se
quebró por el pedido de Chile de usar aguas del Titicaca para riegos en su parte
norte. Presidió el censo de 1950 que arrojó un resultado de tres millones de
habitantes, predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población aymara
y quechua superior al 65 %. Todavía el oriente no mostraba signos de crecimiento
significativo, La Paz tenía ya 320.000 habitantes.

En 1949 el MNR se sublevó en todo el país y llegó a organizar gobierno en Santa


Cruz. La llamada guerra civil demandó una acción violenta del ejecutivo que llegó
a bombardear por aire Santa Cruz y Cochabamba. Casi veinte días tardó en
restablecer el orden. La convocatoria a elecciones en 1951 confrontó a las fuerzas
tradicionales con el MNR. La candidatura de Paz (que estaba exilado en la
Argentina) y Hernán Siles Zuazo como vicepresidente, obtuvo el triunfo por
mayoría relativa frente a Gabriel Gosalvez. Urriolagoitia se negó a aceptar siquiera
que el parlamento se reúna para elegir Presidente y dio un autogolpe, entregando
el mando a las Fuerzas Armadas que colocaron en la presidencia al Gral. Hugo
Ballivián. Fue el interregno final antes de la Revolución.

Ballivián convocó a elecciones, pero estas nunca se realizaron. Una conspiración


entre el ministro de Gobierno Antonio Seleme y el MNR con Siles a la cabeza,
transformó un golpe de estado en una insurrección popular. Entre el 9 y 11de abril
de 1952 se combatió fieramente en las calles de La Paz y Oruro. El pueblo, los
mineros de Milluni y carabineros de la policía sumados a la rebelión, lograron
derrotar al ejército en heroicas acciones callejeras. El saldo del enfrentamiento fue
490 muertos y casi 1.000 heridos.

La Revolución Nacional

El nuevo gobierno revolucionario del MNR instaló en palacio a Paz y Siles. Las
ideas gestadas en los años treinta y cuarenta comenzaban a hacerse realidad.

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El primer paso fue el decreto del voto universal el 21 de julio de 1952, con esta
medida se rompía la democracia excluyente y calificada del pasado, otorgando el
voto a la mujer, a los analfabetos y haciendo elegible a cualquier ciudadano mayor
de edad. De 130.000 electores en 1951 se pasó a 960.000 en 1956.

El otro objetivo clave era tomar el control total de la economía por la vía de
descabezar a los tres grandes mineros del estaño, se consideraba que solo un
estado fuerte, dueño de sus recursos naturales y de sus empresas de producción,
podría desarrollar el país. Por eso, el 31 de octubre de 1952 Paz firmó el decreto
de nacionalización de las minas, con lo que el 80 % de los ingresos de las
exportaciones y los recursos del subsuelo pasaron a poder del estado. Acto
seguido se creó Comibol la empresa minera estatal, se estableció el control obrero
con derecho a veto, se despidió y recontrató a todos los trabajadores lo que le
demando una fuerte erogación al erario.

En Agosto de 1953 se tomó la medida más trascendental del gobierno


revolucionario, la reforma agraria que devolvió la tierra a los campesinos, de ese
modo se incorporó a casi 2.000.000 de bolivianos a la economía, como el voto los
había incorporado a la política. Fue un paso de liberación de la mayoría de los
bolivianos.

En 1955 se dictó un nuevo código de la educación. La educación universal y


obligatoria, la instalación de núcleos escolares rurales para los campesinos,
marcaron un giro fundamental que universalizó un derecho esencial que había
estado restringido y planteado discriminatoriamente a partir de la idea de una
educación especial para los indígenas.

Otro de los objetivos básicos de la Revolución fue la diversificación económica y la


vertebración del país. La inauguración de la carretera Cochabamba-Santa Cruz (la
primera ruta asfaltada del país), permitió un acceso al oriente que marcó el
impulso de crecimiento de Santa Cruz de la Sierra. Se construyó un ingenio
azucarero, se impulsó la producción de petróleo hasta lograr exportarlo con el
oleoducto a Arica. Se transfirieron fondos de Comibol para todo este proceso que
si bien ayudaron a esta tarea, descapitalizaron a la empresa de la minería.

Junto a estas medidas se vivió el nacimiento de la Central Obrera Boliviana (abril


de 1952), la creación de milicias mineras y campesinas, el cierre del colegio militar
y la baja de más de 500 oficiales para reorganizar el ejército. El colegio militar se
reabrió en 1954.

El costo de la Revolución fue alto, un proceso hiperinflacionario que llevó al


boliviano a devaluarse en un 900 % en los cuatro años de gobierno de Paz. Los
intentos de conspiración de FSB y sectores dentro del propio MNR, condujeron a
la adopción de medidas represivas sin precedentes al abrirse campos de
concentración en las minas y el altiplano, donde se vejó y torturó a centenares de
presos.

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En 1956 se realizaron las primeras elecciones con voto universal. Siles Zuazo
obtuvo una abrumadora mayoría (82 %) ante el impacto de las medidas de cambio
sobre todo a favor de los indígenas. Su tarea fue dura, implantar un programa de
estabilización monetaria que superase la crisis económica. Esto lo enfrentó a la
izquierda del MNR que se opuso al plan diseñado por el asesor norteamericano
Jackson Eder. El Presidente tuvo que iniciar una huelga de hambre para lograr su
objetivo que provocó la renuncia de Ñuflo Chávez, su vicepresidente. El plan tuvo
éxito y la moneda se estabilizó, manteniendo el tipo de cambio de 12 pesos por
dólar hasta 1972. En este periodo se aprobó un nuevo código del petróleo muy
liberal para la inversión externa, se aprobó el código de seguridad social y una ley
de cooperativas.

La extraña muerte del jefe de FSB Oscar Unzaga de la Vega, que se dijo se había
suicidado en una casa donde se hallaba oculto y los hechos de sangre de cuartel
Sucre en La Paz y Terebinto en Santa Cruz, mancharon el gobierno del Presidente
Siles. En esos días se produjo la exitosa lucha de los cruceños por las regalías del
petróleo.

En 1960 se convocó a elecciones, las tensiones internas del MNR llevaron a Paz a
volver a candidatear para resolver el conflicto entre izquierda y derecha,
postergando las aspiraciones de Wálter Guevara, quien rompió con su partido y
creó el Partido Revolucionario Auténtico, presentándose a elecciones. Paz ganó
cómodamente y ocupó por segunda vez el cargo. Paz pensó que después de los
grandes cambios era necesario institucionalizar la Revolución (el modelo
mexicano fue permanente como ejemplo para los bolivianos). Su primera medida
fue una nueva Constitución (1961) que incluyó las minas nacionalizadas como
patrimonio del estado, reconoció el voto universal y las milicias populares y
estableció la reelección. La crisis de Comibol, sujeta a graves pérdidas y altos
costos de producción por una burocracia excesiva, baja de ley de mineral y
obsolescencia tecnológica, condujo al intento de reestructuración a través del plan
triangular con la participación del BID y el gobierno alemán. En 1962 se hizo
conocer el plan decenal, el primer plan que planteaba en el largo plazo el
desarrollo del país y establecía la premisa de lucha contra la pobreza, en la lógica
del desarrollismo bajo planificación estatal. Ese mismo año un desvío arbitrario de
las aguas del río Lauca llevó a Bolivia a romper relaciones con Chile.

La idea equivocada de que él era el único que podía conducir el plan decenal,
llevó a Paz a ir a la reelección en 1964, lo que dividió radicalmente a su partido y
lo enfrentó con Siles, Guevara y Lechín. Ganó la elección como candidato único
con el Gral. René Barrientos como vicepresidente, pero apenas tres meses
después, en noviembre fue derrocado por Barrientos y el Gral. Alfredo Ovando,
apoyados por las FF.AA., la oposición interna del MNR y varios sectores de la
clase media. Demasiados años de gobierno, altos niveles de corrupción y un cierto
distanciamiento con obreros y mineros, terminaron con su gobierno.

En esos doce años la ayuda económica de los Estados Unidos fue decisiva.
Desde que en 1953 comenzó como donaciones, hasta los créditos de los sesenta,

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la ayuda convirtió a Bolivia en altamente dependiente, al punto que el tesoro vivía


de esos créditos incluso para poder pagar salarios de la administración pública.

Bajo el signo de las Fuerzas Armadas

La revolución cubana (1959) había cambiado el equilibrio de poder en América


Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que intentaron la toma del
poder. La respuesta de Estados Unidos con Kennedy fue la Alianza para el
Progreso, pero tras su muerte fue la doctrina de seguridad nacional, que implicó
gran respaldo a los ejércitos latinoamericanos, preparación antiguerrillera y
finalmente apoyo para la toma del poder por parte de los militares como parte de
una política anticomunista.

El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del desarrollismo que


ya había inspirado al MNR además de la doctrina de la CEPAL de proteccionismo
y sustitución de importaciones. El gobierno de Barrientos tuvo cuatro etapas.
Noviembre 1964-mayo 1965 con una junta que él presidió, mayo-diciembre de
1965 con la extraña figura de la co-presidencia que compartió con el Gral. Alfredo
Ovando, enero-agosto de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno
constitucional tras su triunfo electoral.

Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento implacable con obreros y mineros


que pasó por la rebaja y congelación salarial de 1965 y creación del llamado pacto
militar-campesino heredando el fuerte arraigo del MNR en el campo. Su perfecto
dominio del quechua lo ayudó en esa tarea. Los campesinos fueron la base de su
respaldo popular. El interinato de Ovando demostró que éste era más proclive al
concepto del nacionalismo revolucionario al firmar un contrato para la instalación
de la primera fundición de estaño en el país. Barrientos organizó un partido propio
que tuvo la efímera vida de su caudillo, se alió con viejos sectores desplazados
por la Revolución y pequeños partidos de escasa significación. En la lógica del
desarrollo impulsó proyectos como la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1
y 4 de Cochabamba al Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa
Cruz y el contrato de explotación de mina Matilde por una empresa
norteamericana, además de la renovación del contrato con la Gulf que había
llegado a Bolivia en los años cincuenta. En febrero de 1967 se aprobó una nueva
Constitución que ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias
populares y la reelección.

El aparato represivo se oficializó con la ley de seguridad del estado y la creación


de una unidad “especializada”, el Furmod. El episodio más trágico de esos años
fue la masacre de San Juan, cuando unidades del ejército entraron a Siglo XX la
noche de San Juan de 1967 y dispararon contra los mineros, causando la muerte
de 27 trabajadores. El argumento fue que los mineros se organizaban para apoyar
a la guerrilla del Che.

La guerrilla de Ernesto Che Guevara

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En 1966 llegó a Bolivia el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara para


organizar un foco guerrillero que se expandiera en todo el surcontinente. Se
estableció en Santa Cruz en la provincia Cordillera en las proximidades del río
Grande. El contingente de la guerrilla era de 52 efectivos, la mayoría cubanos.
Entre marzo y julio de 1967 los guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército,
que ante la contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los
Estados Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio una
emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en septiembre
el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y el 9 fue muerto por un
oscuro suboficial por orden del Presidente Barrientos y los comandantes Ovando y
Juan José Torres. La victoria del ejército fue total y la guerrilla fue destruida.

Militares entre la derecha y la izquierda

El 27 de abril de 1969 el Presidente murió al chocar su helicóptero contra cables


de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió su vicepresidente Luis Adolfo
Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder real y bajo la presión militar
jefaturizada por Ovando. Disolvió el Furmod y respetó escrupulosamente la
Constitución, integró a Bolivia al Pacto Andino al firmar el Acuerdo de Cartagena
rumbo a una integración económica indispensable para el desarrollo de la región.
En agosto de 1969 se inauguró el canal estatal de televisión que había sido
planificado en el gobierno de Barrientos.

La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo en septiembre de 1969. En


incruento golpe Ovando tomó el poder y organizó un gabinete mixto entre jóvenes
intelectuales de izquierda -entre los que se destacaba Marcelo Quiroga Santa
Cruz- y militares. La medida trascendental de Ovando fue la nacionalización de la
Gulf que revirtió al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en
1972 el contrato de venta de gas a la Argentina. El gobierno abrió relaciones con
los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El ministro José Ortiz
Mercado presentó un proyecto de ley de bases del poder ejecutivo y un plan de
desarrollo que retomaba las líneas del plan decenal.

La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte, un grupo de


jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva al norte de La Paz y
fueron cazados como moscas por el ejército hasta su aniquilación total. Las
muertes de los esposos Alexander, Jaime Otero y Jorge Soliz, que se le
achacaron al gobierno, debilitaron su sustento hasta que en octubre de 1970 se
produjo la crisis. Un grupo de militares de derecha bajo el liderazgo del Gral.
Rogelio Miranda pidió la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe de mano
del Gral. Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las cosas,
los obreros con una huelga apoyaron a Torres que tomó el poder después de un
fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.

Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de Ovando en medio de una


creciente polarización del país y la acción descontrolada de los sectores de la
izquierda radical. La inauguración de la fundición de estaño de Vinto, la reversión

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del contrato de mina Matilde y la creación de las corporaciones de desarrollo,


fueron las escasas acciones administrativas de un régimen cercado por las
posiciones extremas. El cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el
camino al socialismo y a los trabajadores como vanguardia de ese proceso. En
junio de 1971 esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea
Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde 1969), con la
participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y universitarios. La
Asamblea presidida por Lechín inauguró sesiones pero nunca pudo deliberar
realmente.

Precisamente en 1971 se creó el Partido Socialista bajo la conducción de Marcelo


Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria que jugaría un
importante papel contra la dictadura de Banzer y en la construcción democrática
posterior.

A estas alturas las posiciones ideológicas eran irreversibles, por un lado la


izquierda cada vez más radicalizada, por la otra la derecha respaldada por el
sector más fuerte de las FF.AA., los empresarios, la creciente clase media urbana
que temía una ruta irreversible al comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil
y por supuesto los Estados Unidos. La toma de el periódico El Diario, las tomas de
haciendas en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación
maoista (fue candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993), la
expulsión del Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray (condenado a 30
años de cárcel por su participación en la guerrilla del Che), terminaron por hacer
estallar la rebelión. El Cnl. Banzer logró aglutinar en torno suyo a los dos partidos
más importantes de entonces, el MNR de Paz Estenssoro (del que se había
dividido el MNRI de Siles Zuazo) y FSB.

El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que terminó el 21 de ese mes con el


triunfo de los insurrectos, el saldo sangriento tras los enfrentamientos en La Paz y
Santa Cruz fue de casi 100 muertos y medio millar de heridos. El nuevo gobierno
declaró ilegales a los partidos de izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y
toda organización sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a
centenares de bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y férreo
en su acción contra los opositores.

Banzer se inscribió en la cara militar del nacionalismo, con el ingrediente


fuertemente anticomunista de la época. Estatista y desarrollista en economía, se
vio beneficiado por el extraordinario nivel de precios de las materias primas (el
estaño llegó a cotizarse en ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de
créditos internacionales. Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de
crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5.8 % de
crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la economía
comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que devaluar la
moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y produjo una convulsión
social importante. El gobierno creó simultáneamente nuevas empresas
productivas estatales, (hilandería, aceites, automotriz, etc.) y una legislación de

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apertura a la inversión externa como la ley de inversiones y la de hidrocarburos.


Con una proyección equivocada de crecimiento de la producción petrolera, se
lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones que tuvo que suspenderse
ante la demanda de consumo interno. En cambio, las exploraciones demostraron
que Bolivia es un país básicamente gasifero. La venta de gas a la Argentina en
1972 representó un importante ingreso para el erario nacional. Se produjo un
boom de la construcción en propiedad horizontal, particularmente en La Paz.
Santa Cruz inició un despegue económico sin precedentes, aunque con algunos
proyectos fallidos como el del algodón. Se llevaron adelante obras públicas de
magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola, varios
edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se instalaron
nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios aviones nuevos
para el Lloyd Aéreo Boliviano. La inversión pública fue intensa, pero el
endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al multiplicar la deuda en casi
seis veces. Se redactaron nuevos códigos que sustituyeron al paquete de códigos
dictado por Andrés de Santa Cruz, en materia civil, penal y de familia.

Se organizó el censo de 1976 que estableció una población de 4,6 millones de


habitantes, una población urbana que se equilibraba progresivamente con la rural
que aún era mayoría con el 58 %, un notable crecimiento de la ciudad de Santa
Cruz (290.000 habitantes) y un proceso importante de migración de los Andes al
oriente.

En noviembre de 1974 Banzer rompió con los partidos que lo apoyaban, los
excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el respaldo de las FF.AA. La
violencia desde el estado se tradujo en la masacre de Tolata en 1974, con un
saldo de varios muertos ante las protestas por las medidas económicas del
gobierno, el asesinato del Cnl. Andrés Selich, ex ministro del Interior de ese mismo
gobierno y la participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las
dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una acción
represiva común con muertes y desapariciones. En 1976 fue asesinado en Buenos
Aires el expresidente Torres, la oposición acusó al gobierno de ser el autor
intelectual de ese crimen.

En 1975 el gobierno hizo la propuesta más seria de solución al problema marítimo


con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en Charaña, se reanudaron
relaciones con ese país, la propuesta de un puerto al norte de Arica con un
corredor soberano para Bolivia fue rechazada por Chile y las relaciones volvieron
a suspenderse. En 1977, ante la presión interna y externa, Banzer convocó a
elecciones que ganó como producto de un fraude monumental su delfín el Gral.
Juan Pereda, frente a la pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de
izquierda liderada por Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas, Pereda
respondió derrocando a Banzer en julio de 1978.

La nación sin rumbo

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El periodo entre 1978 y 1982 fue el más inestable y caótico de toda la historia
republicana de Bolivia con nueve presidentes en cuatro años y medio, siete de
facto y solo dos constitucionales. La secuencia presidencial es: Gral. Juan Pereda
(1978), Gral. David Padilla (1978-1979), Wálter Guevara (1979), Cnl. Alberto
Natusch (1979), Lidia Gueiler (1979-1980), Gral. Luis García Meza (1980-1981),
junta militar (1981), Gral. Celso Torrelio (1981-1982) y Gral. Guido Vildoso (1982).

Otra vez se produjeron las tensiones entre el poder militar y los sectores
conservadores frente a las corrientes democratizantes, pero sobre todo los
partidos de izquierda en la idea de la ruta al socialismo. La fuerza política que
aglutinó a la sociedad civil fue la UDP, formada por el MNRI, el MIR y el Partido
Comunista, que ganó tres elecciones consecutivas (1978 en que fue víctima de
fraude, 1979 y 1980). Las otras fuerzas importantes fueron el MNR, el
recientemente creado partido de Hugo Banzer Acción Democrática Nacionalista
(1979) Y el PS1 de Marcelo Quiroga. El empate electoral de 1979 (UDP-MNR)
produjo un empantanamiento que llevó a la presidencia interina a Wálter Guevara
que fue derrocado apenas dos meses y medio después de posesionarse. El
delirante golpe de Natusch desbarató el notable éxito logrado por Bolivia en la
asamblea de la OEA en La Paz que representó el apoyo multilateral para la causa
marítima. Sectores del MNR y MNRI apoyaron a Natusch que estuvo apenas 16
días en el poder, dejando un saldo de casi 200 muertos y medio millar de heridos
en las calles de La Paz. La presidencia interina de Lidia Gueiler que sustituyó a
Natusch tuvo como objetivo una nueva elección. En diciembre de 1979 se vio
obligada a devaluar la moneda y soportar una fuerte presión popular.

En julio de 1980 llegó el golpe de Luis García Meza, cuyos paramilitares en la


toma de la COB asesinaron a Marcelo Quiroga y dos dirigentes sindicales. García
Meza abrió un periodo de poder atrabiliario, corrupción sin límites y vinculación de
importantes ministros de estado con el narcotráfico, particularmente Luis Arce
Gomez. En enero de 1981 nuevas medidas económicas condujeron a una
masacre con el asesinato de ocho dirigentes miristas acorralados por los agentes
de Arce Gomez ministro del Interior en una casa de La Paz. El gobierno de García
Meza (derrocado por presión popular en agosto de 1981) y sus sucesores llevaron
las cosas a un punto tan negro que afectaron seriamente el prestigio de las
Fuerzas Armadas. La única opción fue la convocatoria al congreso elegido en
1980 que ratificó la elección de ese año y permitió que Vildoso entregue la
presidencia a Hernán Siles Zuazo (octubre de 1982).

Democracia y estado liberal

El gobierno de la UDP tuvo dos caras, estuvo signado por la incapacidad de


administrar la grave crisis económica que los militares dejaron como herencia y
por una vocación democrática que salvó el difícil proceso que se iniciaba. Con
minoría en el congreso, una dura oposición de MNR y ADN y una presión
insoportable de la COB y los trabajadores al mando de Lechín, el ejecutivo se
encontró huérfano, adicionalmente el MIR en una muestra de inmadurez política
abandonó el gobierno a los pocos meses de haber impuesto a través de su

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ministro Ernesto Aranibar la desdolarización que llevó al desastre a miles de


pequeños ahorristas.

En menos de dos años la situación económica tocó fondo. La producción cayó en


un 40 %, las exportaciones descendieron de 1.030 a 670 millones de dólares, el
pib decreció hasta el límite de - 4,5 % en 1983, la inflación pasó de 123 % en 1982
a 8.767 % en 1985. Las reservas monetarias llegaron a cero. Las huelgas,
bloqueos y marchas llegaron al paroxismo, el Banco Central paró 51 días, le
cortaron el agua y la luz al palacio de gobierno y la casa presidencial. En marzo de
1984, 12.000 mineros tomaron y paralizaron la ciudad de La Paz. En junio el
Presidente fue secuestrado por diez horas en un intento frustrado de golpe. La
situación se hizo insostenible, el Presidente Siles hizo una nueva huelga de
hambre sin éxito, la iglesia le pidió una actitud de desprendimiento que se tradujo
en la renuncia a un año de su mandato y la convocatoria a elecciones.

En 1985 Hugo Banzer ganó la elección por mayoría relativa frente a Paz
Estenssoro que obtuvo el segundo lugar. El caos económico provocó un retorno
del votante de la izquierda al centro y a la derecha. Pero el congreso no ratificó a
Banzer, eligió a Paz, por primera vez el segundo en el voto era ungido Presidente.

Paz comenzó su gobierno con una frase dramática pero real “Bolivia se nos
muere”. Un equipo económico al mando por Gonzalo Sánchez de Lozada
(presidente del senado, luego ministro de Planeamiento) diseñó un decreto con
medidas económicas que se conoció para la historia por su número, el 21060. Era
el comienzo de una nueva política económica en el país. El decreto planteaba una
reducción del déficit fiscal mediante el congelamiento salarial y un aumento radical
del precio de la gasolina (que cubrió en casi un 50 % los ingresos del tesoro por
varios años), el cambio real y flexible del dólar a partir del mecanismo del bolsín,
una subasta diaria de dólares en función de oferta y demanda, libre contratación,
reducción de personal del estado, liberalización total del mercado y reforma
tributaria. La medida fue rechazada por la COB que fue a la huelga, el gobierno
respondió con el estado de sitio y confinamiento de dirigentes (Lechín terminó su
carrera sindical renunciando en 1987 a la secretaría ejecutiva de la COB). El peso
que había llegado a cotizarse en 1.800.000 por dólar fue sustituido por el
boliviano, con seis ceros menos. Las medidas tuvieron éxito gracias a una alianza
entre Paz y Banzer (octubre de 1985) en el llamado Pacto por la Democracia que
le dio al gobierno mayoría en el parlamento y le permitió aprobar las leyes que
requería.

En 1986 la brutal caída de los precios del estaño forzó al gobierno al despido
masivo de los mineros de Comibol (casi 23.000), lo que provocó una marcha
desde Oruro a La Paz de más de 10.000 trabajadores que mediante el estado de
sitio fueron detenidos por el ejército a medio camino. Fue el ultimo intento por
salvar la minería nacionalizada. La explosión de la actividad del narcotráfico y la
plantación de coca excedentaria que se había iniciado en la última etapa del
gobierno de Banzer, llegó a niveles muy graves en los gobiernos militares de
principios de los ochenta. La exportación de droga hacia los Estados Unidos y

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Europa llevó las relaciones de Bolivia con Estados Unidos a un grado de extrema
dependencia y de condicionamiento por el tema coca-cocaína. Esto impulso al
gobierno a dictar la ley 1008, instrumento implacable contra el tráfico de cocaína y
producción ilegal de coca, así como la intervención de militares de EE.UU. en
acciones absolutamente ineficaces contra el narcotráfico.

En 1987 se realizaron elecciones municipales, recuperando una tradición rota por


la Revolución de 1952. El fortalecimiento de la democracia municipal fue clave
para darle mayor poder directo al ciudadano. Desde entonces los procesos
electorales municipales se realizaron regularmente.

En 1988 nacieron dos partidos populistas, Conciencia de Patria de Carlos


Palenque un exfolklorista y notable comunicador que logró aglutinar a su alrededor
a los sectores más desposeídos del occidente de Bolivia y Unidad Cívica
Solidaridad de Max Fernández, empresario cervecero que sobre la base del poder
de la CBN logró un respaldo de voto importante en sectores populares del valle y
los llanos del país.

Paz Estenssoro terminó su gobierno habiendo logrado derrotar la hiperinflación y


estabilizar la economía, una tarea que parecía imposible al iniciar su gestión,
aunque el costo social traducido en un alto desempleo y un bajo nivel adquisitivo
de los salarios fue muy alto. Las elecciones de 1989 contaron con un inesperado
candidato, Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR que ganó las elecciones por
corto margen a Hugo Banzer. La ulterior elección en el congreso dio lugar a una
sorprendente alianza entre Banzer y Jaime Paz Zamora, jefe del MIR, antiguos
enemigos ideológicos aparentemente irreconciliables. Esa alianza le dio la
presidencia a Jaime Paz que llegó al mando de la nación a pesar de haber sido
tercero con apenas el 19 % de los votos populares.

El gobierno de Paz Zamora fue de sostenimiento, mantuvo la estabilidad


económica y logró un crecimiento promedio del 3.4 % del pib, el más alto en los
últimos quince años. La estructura de las exportaciones cambió, pasó de la casi
exclusividad de minerales (estaño, zinc, tungsteno, plomo y plata) al gas en los
años ochenta y a los llamados no tradicionales en los noventa, fundamentalmente
soya y en menor medida madera. El gobierno no se atrevió a encarar su mayor
desafío, un proceso de privatización que anunció y no realizó. El tropiezo mayor
fue la concesión del litio en el salar de Uyuni que no se hizo ante presión de
sectores radicales de los comités cívicos.

En 1992 se realizó el censo de población y vivienda, arrojando un total de 6.4


millones de habitantes, una mayor población urbana que rural (57-43 %) y un
crecimiento espectacular de Santa Cruz, consolidada como segunda ciudad del
país y primera economía de la nación. El analfabetismo que en 1950 era superior
al 70 % había caído al 20 %.

Comenzó a ser importante el tema de la defensa de la ecología que requirió de


una nueva legislación en este ámbito, como la ley de medio ambiente de 1992 y el

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reconocimiento de los derechos de los indígenas del oriente tras las marcha por el
territorio y dignidad (1990), que estableció el concepto de territorios indígenas en
esa región del país.

Los acuerdos políticos de 1992 permitieron la sustitución de una Corte Electoral


seriamente cuestionada y el nombramiento de una nueva, que garantizó desde
entonces elecciones limpias y libres de toda sospecha. Se comprometió también la
aprobación de modificaciones a la Constitución política y se establecieron las
bases de una reforma educativa. En el ámbito de la lucha contra las drogas, Paz
Zamora planteó la idea de que coca no es cocaína, lo que lo enfrentó a Estados
Unidos. Un nombramiento equivocado del jefe de la fuerza contra las drogas
(FELCN), determinó la intervención abierta del embajador de Estados Unidos que
obligó al Presidente a destituir a ese funcionario, al ministro del Interior y al
comandante de la policía. Años después EE.UU. le quitó su visa de ingreso por
supuestas vinculaciones con el narcotráfico. A fines de 1990 en un operativo para
rescatar al empresario secuestrado Jorge Lonsdale, la policía mató a sangre fría a
tres terroristas del grupo Néstor Paz Zamora que hicieron el secuestro, además de
torturar y matar a otro terrorista en prisión.

En las elecciones de 1993 triunfó por segunda vez, pero en esta ocasión con
holgura Gonzalo Sánchez de Lozada, frente a Hugo Banzer. El gobierno de Jaime
Paz, aliado con ADN, estaba muy desgastado y acusado de creciente corrupción.
Sánchez de Lozada y el MNR, presentaron un ambicioso programa de cambios
estructurales que buscaban consolidar el giro de Bolivia a la economía de
mercado. Para ello se alió con UCS y con el MBL de Antonio Araníbar y Miguel
Urioste. Los tres pilares fundamentales del programa eran la capitalización, la
participación popular y la reforma educativa.

La capitalización implicó la venta del 50 % de las acciones de las seis principales


empresas del estado, YPFB, ENFE (ferrocarriles), ENDE (electricidad), ENAF
(fundiciones), ENTEL (telecomunicaciones) y LAB (línea aérea). Este proceso
representó un ingreso de 1.671 millones de dólares por el 50 % de esas
empresas, el otro 50 % se destinó a inversión social directa traducida en acciones
para todos los bolivianos mayores de 21 años en 1995 y en el pago a todos los
mayores de 65 años de un bono anual individual denominado bonosol, el primero
y único se pagó en 1997 por una valor de 248 dólares. Acusado de ser una
medida electoral, el bono fue suspendido en el gobierno del Presidente Banzer.

La participación popular se transformó en una ley que implicaba la territorialización


de los municipios (se establecieron 311 en el país), se repartieron fondos de la
participación que salían de un 20 % de los ingresos nacionales y del 100 % de los
ingresos municipales, los fondos del estado central se repartían en función de la
población de cada municipio. Esto representó la posibilidad del ciudadano de
administrar los fondos de su municipio y decidir sobre ellos. Municipios que antes
recibían unos pocos miles de bolivianos pasaron a recibir millones (Villa Tunari por
ejemplo, que en 1993 no recibía ni un peso del erario nacional, en 1994 recibió 1.2
millones de bolivianos).

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La reforma educativa estableció cambios administrativos, incluyó a los padres en


el proceso de fiscalización, estableció la educación intercultural y bilingüe, la
transversalidad del currículo y una racionalización en el magisterio. Las medidas
fueron duramente combatidas por la oposición y el sindicalismo y obligaron a
Sánchez a dictar el estado de sitio para imponerlas.

Adicionalmente, el gobierno estableció la descentralización administrativa con la


creación de consejos departamentales y la desaparición de las corporaciones de
desarrollo, la reforma de pensiones que pasó al ahorro individual y aprobó las
reformas a la Constitución que incluyeron dos nuevos tribunales, el Constitucional
y el Consejo de la Judicatura, además de la Defensoría del Pueblo, el mandato
presidencial de cinco años y la mitad de los diputados elegidos uninominalmente.
En el ámbito de la justicia se hicieron importantes modificaciones al código penal y
se eliminó la prisión por deudas y estableció la ley de fianza juratoria. También se
aprobó la ley del Instituto de Reforma Agraria (INRA) que fue el paso más
importante desde la reforma agraria del 53, reconociendo a las comunidades
originarias y estableciendo impuestos a la mediana y gran propiedad entre otras
medidas.

El juicio a Luis García Meza iniciado en 1986 e impulsado por el abogado Juan del
Granado, terminó en 1993 con su condena a 30 años, el fallo comenzó a
cumplirse cuando el exgeneral prófugo fue detenido en Brasil y extraditado a
Bolivia. A fines de 1996 se produjo una acción policial con un saldo trágico de 11
mineros y un capitán de policía muertos, el operativo manejado
irresponsablemente se hizo para recuperar para sus propietarios las minas de
Amayapampa y Capacirca, tomadas ilegalmente por los trabajadores.

En el periodo 1982-2000 se hizo énfasis en la infraestructura vial con obras como


la terminación de la carretera Cochabamba-Santa Cruz (que pocos años después
presentó serios problemas geológicos en uno de sus tramos), el asfaltado
Patacamaya-Tambo Quemado que une al país con Arica y La Paz-Desaguadero.
También se hicieron aeropuertos nuevos como el de Santa Cruz (Siles) y
Cochabamba (Sánchez, Banzer). Uno de los proyectos más importantes que se
cristalizó en esta etapa fue la construcción de un gasoducto entre Bolivia y Brasil
para suministrar gas a los mercados de Sao Paulo y Porto Alegre. Fue la mayor
inversión económica encarada en Bolivia, solo el lado boliviano demandó 550
millones de dólares. Pactado por Paz Zamora, construido en el gobierno de
Sánchez de Lozada e inaugurado por Banzer. La venta de gas a Brasil
representará importantes ingresos económicos al país.

En 1997 se convocó a nuevas elecciones que ganó Hugo Banzer con el 22 %, por
encima de Juan Carlos Durán del MNR y Remedios Loza de Condepa. Banzer se
alió con el MIR, UCS, Condepa y NFR (nuevo partido creado por el alcalde de
Cochabamba Manfred Reyes Villa). En setiembre de 1997 convocó a un diálogo
nacional del que salió una propuesta programática basada en cuatro pilares.
Dignidad pilar relativo a la erradicación total de la coca excedentaria, programa
que lleva adelante con gran éxito, oportunidad pilar vinculado al crecimiento

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económico, con una meta de crecimiento del 7 % al final del mandato, equidad
pilar relativo a la lucha contra la pobreza e institucionalidad pilar referido al
fortalecimiento del sistema judicial y de la democracia. En este campo se nombró
una nueva Corte Suprema, a los miembros del Tribunal Constitucional, Consejo de
la Judicatura y a la Defensora del Pueblo.

El gobierno afrontó una severa crisis económica en 1999 que lo obligó a dictar una
ley de reactivación económica con la esperanza de revertir un indicador de
crecimiento muy bajo para ese periodo. En 1998 prescindió de Condepa y en el
2000 del NFR.

Texto Elaborado por: Teresa Gisbert


Por encargo del Instituto Nacional de Estadística

BIBLIOGRAFÍA

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TRIGO, Ciro Félix – Las constituciones de Bolivia, Madrid 1958, Instituto de
Estudios Políticos e Instituto de Cultura Hispánica, 531 pp.

Nuevo Siglo

El gobierno de Banzer Suárez a pesar de haber convocado a un Diálogo Nacional


destinado a buscar la participación de todos los sectores del país para la ejecución
de su plan de trabajo, enfrentó duras protestas sociales que desencadenaron en
varios bloqueos de caminos y la denominada “guerra del agua” en Cochabamba,
con la consiguiente pérdida de autoridad y duros cuestionamientos a su mandato.

En medio de permanentes protestas sociales, a pesar de la realización de un


diálogo nacional que como resultado estableció la Estrategia Boliviana de
Reducción de la Pobreza (EBRP), luego de enfrentar un motín policial, Hugo

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Banzer Suárez tras una larga estadía en Estados Unidos presentó renuncia a la
primera magistratura del país el 27 de julio de 2001, aquejado por un cáncer
terminal de pulmón e hígado, que determinó su fallecimiento el 5 de mayo de
2002.

El 6 de agosto de 2001, en la Casa de la Libertad, por sucesión constitucional,


asumió la Presidencia de la República el vicepresidente Jorge Quiroga Ramírez,
quien durante su año de gestión buscó enfrentar los graves problemas
económicos, en el marco de una tregua política pero con permanentes conflictos
sociales, que sin embargo no impidieron la Realización del Censo Nacional de
Población y Vivienda 2001, el primero del nuevo Siglo, que estableció la población
en 8.274.325 habitantes, 62.42% asentados en áreas urbanas y 37.58 en los
sectores rurales, una densidad poblacional de 7.56 habitantes por kilómetro
cuadrado y una relación de casi 50% entre hombres y mujeres.

En julio de 2002, se cumplieron elecciones generales, Gonzalo Sánchez de


Lozada del MNR en alianza con el MBL, alcanzó 22.46% de la votación por
encima de Evo Morales del MAS 20.94%, Mánfred Reyes de NFR 20.91% y Jaime
Paz Zamora del MIR 16.31%.

Bajo una alianza programática con el MIR, denominada Plan Bolivia y el apoyo de
UCS, Sánchez de Lozada asumió el 6 de agosto de 2002 la Presidencia de la
República, en medio de una grave crisis económica que derivó en permanentes
conflictos sociales. En el campo social, una de sus primeras medidas fue la
implantación del Seguro Universal Materno Infantil (SUMI) y la reposición del pago
del BONOSOL a las personas mayores de 60 años.

Estas medidas no frenaron el descontento social traducido en permanentes


medidas de presión de diversos sectores de la sociedad civil, acciones que
tuvieron su mayor eclosión en febrero de 2003 como rechazo a la intención
gubernamental de aplicar un impuesto al ingreso. A la protesta social se sumó un
segundo motín policial que determinó la salida de las fuerzas militares a las calles
de la ciudad sede de gobierno. El denominado “impuestazo” culminó con el saldo
de más de veinte muertos entre civiles, policías y militares, una actitud de
confrontación entre Fuerzas Armadas y Policía Nacional y el desgaste del
gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada quien, sin embargo, no modificó
sustancialmente sus políticas de Estado.

Los problemas sociales y el descontento de la sociedad civil continuaron y en


octubre de 2003 desembocaron en la denominada “guerra del gas” originada en la
demanda de los diferentes sectores sociales para que no se suscriba el contrato
de exportación de gas natural a Estados Unidos vía un puerto chileno, pedido que
aglutinó a diferentes organizaciones sindicales y se tradujo en un bloqueo nacional
de caminos iniciado por la principal fuerza sindical campesina del país, medida
que después de casi quince días mostró su mayor fuerza en la zona del altiplano
boliviano.

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Ante esa situación el gobierno determinó una acción militar destinada a buscar la
salida de turistas de la población paceña de Sorata, operativo que culminó con la
muerte de cinco campesinos en Huarisata, lo que desencadenó acciones de
protesta en las ciudades de La Paz y El Alto y el bloqueo casi total de ambos
centros urbanos y de otras ciudades del país, acciones de la sociedad civil que
fueron reprimidas por las fuerzas militares y policiales con el resultado de más de
sesenta muertos y un centenar de heridos.

Como respuesta a la represión y las muertes, la demanda ciudadana se volcó para


pedir la salida del presidente Sánchez de Lozada, quien a pesar de afirmar que no
dejaría el gobierno tuvo que renunciar días después de quedar sólo en la
administración estatal tras la salida de sus socios y aliados políticos, Manfred
Reyes Villa de Nueva Fuerza Republicana (NFR) primero y después Jaime Paz
Zamora del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y la decisión de su
vicepresidente de alejarse al no compartir la utilización de la violencia como
respuesta a las demandas y planteamientos ciudadanos.

Cercado por la sociedad civil en medio de una huelga general en las principales
ciudades declarada por la Central Obrera Boliviana (COB), el bloqueo general de
caminos, el desabastecimiento de alimentos y combustibles en las ciudades de La
paz y El Alto y el repliegue de las fuerzas militares, Sánchez de Lozada el 17 de
octubre de 2004, un año y dos meses y medio después de ser posesionado,
renunció a la primera magistratura de la nación ante el Congreso Nacional y en
momentos en los que ese Poder del Estado trataba su renuncia, salió del país
rumbo a Estados Unidos junto a su familia y entorno de confianza encabezado por
Carlos Sánchez Berzaín, su ministro de Defensa quien fue acusado de ser el
promotor de los enfrentamientos entre bolivianos que dejaron como resultado, más
de sesenta muertos.

En sesión especial de emergencia el Congreso Nacional aceptó la renuncia de


Sánchez de Lozada y en el marco de los preceptos de sucesión constitucional
designó como nuevo presidente de la República a Carlos Diego Mesa Gisbert,
hasta ese momento vicepresidente de la República y Presidente del Congreso
Nacional, quien al tomar posesión se comprometió entre otros aspectos, a la
realización de un referéndum para definir el futuro del uso y las exportaciones de
gas y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Mesa Gisbert inició su mandato sin contar con una fuerza político parlamentaria
mayoritaria o por lo menos representativa, pero con amplio apoyo ciudadano que
de acuerdo a encuestas superó ochenta por ciento y advirtió que prefería dejar la
primera magistratura del país a instruir que se mate a un solo ciudadano boliviano.

Tras un periodo de paz social, el nuevo presidente debió enfrentar problemas


fundamentales como, el escaso respaldo parlamentario a sus políticas de
gobierno; el elevado déficit fiscal producto de una economía en crisis, la definición
de una política de explotación, industrialización y exportación de gas natural y las

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acciones divisionistas asumidas por representantes cívicos de algunas regiones


del país.

En el marco de una relación basada en preservar el sistema democrático, Mesa


Gisbert mantiene una relación de permanente controversia con el Poder
Legislativo, instancia del Estado afectada por la escasa credibilidad en la
población y la reconducción político partidaria que busca superar los efectos del
cambio de octubre de 2003.

A pesar de la cooperación financiera externa recibida, el Gobierno de Carlos Mesa


con el fin de disminuir el déficit fiscal y cumplir acuerdos con organismos
internacionales, impuso un modelo de austeridad en la administración estatal,
medida que, dados los niveles de pobreza en la población, originó permanentes
protestas sociales en las principales ciudades del país las que en muchos casos
fueron superadas sobre la base del diálogo a pesar de la dura posición de
sectores radicales encabezados por maestros y campesinos o casos aislados
como la auto inmolación con dinamita de un ex trabajador minero en instalaciones
del Congreso Nacional

En el marco de su promesa, Mesa Gisbert convocó para el 18 de julio a


referéndum nacional vinculante para fijar la política nacional del gas e inició las
acciones preparatorias para la realización de una Asamblea Constituyente.

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