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Algo que debemos tener siempre en mente es el hecho de que ningún atributo de Dios
anula otro. Sus atributos actúan en unidad, se matizan entre ellos, y todos juntos
forman el carácter de Dios. Él no es una cosa hoy y otra mañana, sino que él es y será el
mismo
Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay
nadie como él!
(1 Samuel 2:2)alabanza y adoración.
Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre
es santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el
contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y
alentar el corazón de los quebrantados».
(Isaías 57:15)
Otros versículos sobre la santidad de Dios:
Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy
santo. No se hagan impuros por causa de los animales que se arrastran. Yo soy el
Señor, que los sacó de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Sean, pues, santos,
porque yo soy santo.
(Levítico 11:44-45)
Dios no tiene principio ni tendrá fin. Él ha existido por siempre y existirá por
toda la eternidad. Este es un concepto difícil de entender para nosotros, los
seres humanos que contamos todo basados en el tiempo: segundos, minutos,
años, estaciones... Pero Dios no está limitado por el tiempo.
Contrario a todo lo demás que hay en el universo, Dios no fue creado por
nadie: él es, existe desde la eternidad y existirá por toda la eternidad. Cuando
Moisés le preguntó a Dios su nombre, Dios le contestó "YO SOY EL QUE SOY".
Ese el nombre eterno de Dios, y el nombre con el que es y será conocido por
todas las generaciones. Un nombre que proclama su eternidad.
Moisés dijo a Dios: Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo:
“El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan:
“¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?
Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los
hijos de Israel: “YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Dios dijo además a Moisés—: Así dirás a los hijos de Israel: “El SEÑOR, el
Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob, me ha enviado a ustedes”. Este es mi nombre para siempre; este
será el nombre con que seré recordado de generación en generación.
(Éxodo 3:13-15)
¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho
los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.
(Jeremías 32:17)
Decir que Dios es omnisciente, es decir, que él sabe todas las cosas del
pasado, del presente y del futuro. ¡Su conocimiento no tiene límites! Dios
conoce absolutamente todo sobre el Universo, sobre la humanidad, todo lo
que ha existido y lo que existirá. No hay nada que pueda escapar a su
conocimiento.
Ahí vemos que todo lo que hay en la creación es importante para Dios, tanto
los pájaros como los seres humanos y Dios conoce todo sobre cada uno de
ellos. ¡El conocimiento de Dios es tan detallado que hasta conoce el número
de cabellos en nuestra cabeza!
Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus
pasos.
No hay lugares oscuros ni sombras profundas que puedan esconder a los
malhechores.
(Job 34:21-22)
La Biblia lo dice muy claro para que no nos quede ninguna duda: Dios es amor
(1 Juan 4:8). El amor de Dios es el amor más verdadero y puro que jamás
podríamos imaginar. Su amor no tiene nada que ver con el amor humano que
a veces está lleno de altibajos e incertidumbres. El amor de Dios no se basa en
los sentimientos ni en las emociones, sino que es acción.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos
dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por
gracia ustedes han sido salvados!
(Efesios 2:4-5)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que
todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no
envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por
medio de él.
(Juan 3:16-17)
La Biblia también nos dice que Dios tiene un amor especial para aquellos que
aman a Jesús.
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los
obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me
manifestaré a él
(Juan 14:21).
Otros versículos sobre el amor de Dios:
El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota.
(Lamentaciones 3:22)
Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene
de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no
conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre
nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos
por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera
ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
(1 Juan 4:7-10)
Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y
él en Dios. Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama.
Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en
él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día
del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo
hemos vivido como vivió Jesús.
(1 Juan 4:15-17a)
Todas las sendas del Señor son amor y verdad
para quienes cumplen los preceptos de su pacto.
(Salmo 25:10)
A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi protector.
¡Tú eres el Dios que me ama!
(Salmo 59:17)
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8)
Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo
profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor
que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
(Romanos 8:38-39)
Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo: Con amor eterno
te he amado; por eso te sigo con fidelidad.
(Jeremías 31:3)
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de
Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo
conoció a él.
(1 Juan 3:1)
El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo:
sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor
del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está
con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de
sus preceptos para ponerlos por obra.
(Salmo 103:15-18)
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un
mundo tan incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno
saber que Dios es nuestra roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos
podemos apoyar en todo momento.
Otros versículos sobre la inmutabilidad de Dios:
Yo, el Señor, no cambio.
(Malaquías 3:6a)
Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está
el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros
ni se mueve como las sombras.
(Santiago 1:17)
Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no
cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?
(Números 23:19)
En el principio tú afirmaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.
Ellos perecerán, pero tú permaneces. Todos ellos se desgastarán como un
vestido. Y como ropa los cambiarás, y los dejarás de lado. Pero tú eres
siempre el mismo, y tus años no tienen fin.
(Salmo 102:25-27)
Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su
mente son eternos.
(Salmo 33:11)
Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la
promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento. Lo
hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos
realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta,
tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos
a la esperanza que está delante de nosotros.
(Hebreos 6:17-18)
Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la
promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento. Lo
hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos
realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta,
tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos
a la esperanza que está delante de nosotros.
(Hebreos 6:17-18)
Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.
(Apocalipsis 22:13)
Dios está en todas partes siempre. No hay ningún lugar donde podamos
escapar de su presencia. Él está siempre presente en todo lugar y en todo
tiempo de la historia, sea el pasado, el presente o el futuro, pues él no está
limitado por el espacio ni por el tiempo.
Salomón entendía muy bien este concepto. Él sabía que la presencia de Dios
no se limita a un lugar específico. Él tenía la seguridad de que Dios está en
todas partes y que ningún espacio lo puede contener. En 1 Reyes 8:27
Salomón oró frente al altar del Señor, diciendo lo siguiente:
Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por
altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he
construido!
(1 Reyes 8:27)