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La verdadera historia de los galos

La Ciudad de las Ciencias y la Industria de París se aleja de los clichés / tópicos


habituales sobre los seres toscos y peludos para mostrarnos a un pueblo con una
forma de vida muy desarrollada

¡Una magnífica / admirable / entretenida exposición! Durante más de un año, en la


Ciudad de las Ciencias y la Industria, Les Gaulois, une expo renversante (Los galos, una
exposición impactante/impresionante) muestra una tentativa de recrear la historia y la
construcción de uno de los mayores mitos políticos de Francia. Contrariamente a las
ideas preconcebidas y a las imágenes tradicionales / estampas de Épinal, y gracias a /
con la ayuda de cinco salas temáticas didácticas, finalmente nos hemos dado cuenta de
que no sabíamos nada (hasta ahora): los galos no llevaban ni cascos alados ni
pantalones / calzones de rayas. Más bien / Al contrario / Es más, formaban una
civilización compleja y democrática que no esperó a Julio César para surgir / emerger.

La empresa Poulain, que durante años ofreció imágenes / estampas a los escolares /
niños en sus tabletas de chocolate negro, no acertó al mostrar a un Vercingetórix con
trenzas rubias. Sin olvidar a Uderzo y Goscinny que, durante los 33 álbumes de Astérix,
construyeron / forjaron la leyenda de un pueblo ruidoso, chovinista y solidario, que
devoraba jabalíes. “No sabemos / No se sabe realmente de dónde viene esta idea del
jabalí, excepto quizás de la creencia generalizada de que los galos vivían en el bosque”,
afirma / comenta entre risas / en tono jocoso / dice bromeando Vincent Charpentier,
del Instituto Nacional de Arqueología Preventiva y socio del proyecto, “pero lo peor
sigue siendo Obélix cargando un menhir, que de sobra se sabe que ya no existía en esa
época”.

Tampoco hay serpientes doradas para los druidas, salvo para Panoramix: eran de
bronce pulido, y debemos este error a Posidonio de Apamea, un científico griego,
cuyos escritos inspiraron especialmente a César. Los comisarios de la exposición
incluso plantearon la hipótesis de que los valientes guerreros y su séquito no eran
peludos / hirsutos. La Galia melenuda que menciona Julio César en su relato La Guerra
de las Galias es para referirse a sus / los árboles. Además de las características físicas,
la Ciudad de las Ciencias también pone en entredicho el lado bueno salvaje de los
galos, seres toscos que vivían en pleno bosque.
Un sentido / significado de jerarquías sociales

Años de excavaciones arqueológicas han sacado a la luz una forma de vida elaborada /
desarrollada, basada en la cría de animales domésticos como pollos, conejos y ovejas,
el cultivo de cereales, el arte de la alfarería, la metalurgia, una organización en
oppidum (ciudad fortificada), una ciudad estructurada. A pesar de las enormes lagunas
en el conocimiento de estos pueblos, se sabe que nunca hubo chozas de ramas, sino
viviendas de varios pisos, sobre todo / especialmente / en particular para los más ricos.
Con la ayuda / a través de tumbas reconstruidas, incluyendo la de un líder guerrero y
un esclavo, la Ciudad de las Ciencias muestra su sentido de las jerarquías sociales,
incluso en el más allá.

Gracias a los hallazgos realizados, sobre todo en 2004, en el emplazamiento de


Tintignac, en Corrèze, la exposición presenta también sus tesoros: monedas, deidades,
anillos, además de puntas de lanza, un caldero tallado, espadas / cuchillos, o
impresionantes trompetas galas (los carnyx), que sugieren / dejan entrever / muestran
un verdadero saber hacer en el arte de los metales y la guerra.

Antes de salir, el visitante debe pasar por una sala llamada "adiós a los mitos", una
especie de epílogo que le permite comparar sus imágenes antes y después de la visita.
“Sabemos que es difícil resistirse a los clichés", dice Maud Gouy, comisaria de la
exposición, que ha trabajado mucho la escenografía para el público joven. Así que no,
el gallo no es un emblema galo, aunque en latín gallus significa "gallo" y "galo". Y fue
para burlarse de los bárbaros que los conquistadores los llamaron gallináceos, un
término poco halagador, obviamente.

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