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Introducción. Recuerdo histórico gico, que evidenciaba que las comunidades que vivían en al-
tura padecían mucha menos TB.
Pero, al margen de las curaciones milagrosas y de los ca-
Todos los esfuerzos que se realizaron para tratar la tubercu-
sos anecdóticos, es difícil poder saber si la cura sanatorial
losis (TB) en la época pre-quimioterápica corresponden al
aportó algo a la evolución natural de la enfermedad. Quizá
empirismo para intentar vencerla. Así, en el siglo XVIII co-
la mejor estadística es la de Sabourin, en 1913, sobre los re-
menzó a recomendarse al enfermo que se trasladara al cam-
sultados de veinte años de experiencia en 1.200 enfermos
po y realizara un trabajo moderado. A la dieta se le conti-
tratados en el sanatorio de Durtol. El porcentaje de cura-
nuaba prestando especial atención y la medicación en este
ciones totales había sido del 39%. Esta tasa es muy cercana
período se ajustaba a la fase evolutiva de la enfermedad. En
a la que se ha expresado previamente de la TB dejada a su li-
el estadio inicial o inflamatorio se instauraba un tratamiento
bre evolución, lo que pone muy en duda los efectos de esta
antiflogístico, consistente en sangrías, vomitivos, purgantes y época sanatorial en el tratamiento de la TB. Sin embargo, si
una dieta suave, mientras que en la fase ulcerativa, la terapia se separaban los enfermos en un grupo de potencialmente
consistía en bálsamos, expectorantes y opio. curables, o sea, en fase inicial, se alcanzaba un porcentaje de
En los primeros años del siglo XIX, la práctica de la san- curación del 71%, mientras que en el otro grupo, el de los
gría en la TB aumentó, favorecida por la doctrina irritativa incurables o con enfermedad muy avanzada, tan sólo se con-
de Broussais, que llegó a introducir masivamente la sangui- seguía en el 7,5%. Esto ya evidenciaba la importancia del
juela como tratamiento de la TB en el primer tercio del siglo diagnóstico y el tratamiento precoz, base del control actual
XIX. Pocos se opusieron a esta práctica, Laënnec entre ellos, de la TB2,3.
ya que opinaba que la sangría no podía prevenir la formación Otro período importante en el tratamiento de la TB fue
de tubérculos, ni curarlos, cuando hubieran aparecido. El en- el que utilizó múltiples procederes quirúrgicos para intentar
frentamiento a la terapéutica antiflogística (sangrías, etc.) vencer la enfermedad. Ya en el siglo II d. C., Galeno había
continuó en los años siguientes, pasando de nuevo a darse señalado que el mayor inconveniente para la cicatrización de
importancia al clima1, tal como había sucedido en épocas an- las úlceras pulmonares consistía en la imposibilidad de dejar
teriores, siempre que la enfermedad se ligaba al aire impuro. en reposo el parénquima, por los continuos movimientos
Volvía a considerarse al clima, el ejercicio y la dieta como respiratorios. Algunas observaciones aisladas habían puesto
fundamentales en el tratamiento de la TB. Se hacía impres- de manifiesto que cuando, en el curso de la tisis, un pulmón
cindible, por lo tanto, mantener al enfermo en un lugar en el se colapsaba espontáneamente, la enfermedad se curaba con
que pudiera hacer ejercicio al aire libre y, al mismo tiempo, más facilidad. Se trataba, por lo tanto, de conseguir el colap-
mantuviera una dieta adecuada y una medicación acorde con so pulmonar para que el parénquima pulmonar estuviese en
la fase evolutiva de su enfermedad, todo ello bajo estricta vi- reposo absoluto y así se pudiese curar la enfermedad. Esto
gilancia médica2,3. llevó a múltiples procedimientos quirúrgicos como la con-
Nacieron así los sanatorios antituberculosos, que se ge- drotomía de la primera costilla, las toracoplastias (amputa-
neralizaron como base del tratamiento de la TB en todos los ción de un número determinado de costillas para conseguir
países ricos en la segunda mitad del siglo XIX y primera mi- el colapso) por diferentes métodos, la cirugía de resección, la
tad del XX, y que hicieron que una de las formas por las que frenicectomía (seccionar el nervio frénico para conseguir una
estos medían su nivel sanitario era analizar el número de sa- parálisis diafragmática), la escalenotomía (sección de los
natorios que tenían. Esta época sanatorial se veía reforzada músculos escalenos que se insertaban en la primera costilla),
por los fisiólogos de la época, que apoyaban que la tisis se de- la pneumolisis extrapleural (separar el pulmón y ambas hojas
bía a una incapacidad del corazón para hacer circular la san- pleurales), intento de llenado del espacio extrapleural con di-
gre por los pulmones, lo que favorecía el depósito de los tu- ferentes sustancias (grasa abdominal, parafina, aire, esponjas
bérculos. Por eso se pensaba que los sanatorios construidos de polietileno, bolas de lucita, cápsulas de bazo de buey, cera,
en altura, con disminución de la presión atmosférica, haría etc.) y, sobre todo, el neumotórax terapéutico por diferentes
aumentar la función cardíaca y, con ello, la circulación pul- técnicas. Este último fue el que inició la etapa quirúrgica en
monar. Estas teorías tenían también un sustento epidemioló- el tratamiento de la TB, y el que más se utilizó durante este
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