Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es el
“bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales, y, en última instancia el despliegue óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recreación”. Len Doyal e Ian Gough definen las necesidades humanas básicas y estipulan lo que las personas deben lograr si han de evitar el daño serio y sostenido. En estos términos, daño serio, se entiende como “estar fundamentalmente incapacitado para perseguir lo que uno considera lo bueno”. El estudio de la calidad de vida constituye un área de interés que atañe a múltiples profesiones. El término "calidad de vida" apareció en el año 1975 y, aunque los orígenes de este concepto se sitúan en el ámbito de la medicina, el interés por él se ha extendido a otras disciplinas, como la sociología y la Psicología (Moreno y Ximénez, 1996). Un aspecto relevante es la evaluación de los factores psicológicos, que se han convertido en una característica clave de las medidas de calidad de vida; entre estos componentes, la salud es uno de los principales. Para Franco Basaglia, quien asumió la dirección del Hospital Psiquiátrico de Gorizia, Italia en 1961, el movimiento antipsiquiátrico denuncia los extremos a que han llegado las condiciones de manicomios e instituciones similares, y pugna por su definitiva erradicación. El término antipsiquiatría lo desarrolló David G. Cooper en su libro “La gramática de la vida” (The Grammar of living). Se denuncia principalmente el ejercicio del poder con violencia y represión a nivel de las instituciones destinadas a resolver las necesidades de los enfermos mentales. Las instituciones psiquiátricas de México no se excluyen de esta realidad, al contrario, las reproducen. Medio de consulta: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/SaludMentalMexico.pdf