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Desde hace mucho, el ser humano ha tratado de controlar su propia vida sin tener
que depender de Dios. Una de las formas en que hacemos esto es por medio de las
supersticiones.
Existen muchas supersticiones que se relacionan con el año nuevo. Antes, era
común encontrar cosas viejas tiradas a la calle el primer día de enero, pues había
que tirar lo viejo para dar lugar a lo nuevo.
También había personas que sacaban sus maletas para darles una vuelta por el
barrio, pues creían que esto les garantizaría un viaje en el año entrante.
Existen muchas otras supersticiones. Por ejemplo, hay personas que van de
compras para tener la alacena llena el primer día del año. Creen que esto les
garantiza la prosperidad durante todo el año.
También hay quienes abren todas las puertas de la casa a la medianoche para que
el año viejo pueda salir. Otros tratan de hacer mucho ruido, pensando que esto
espantará a los malos espíritus para que no puedan ejercer una influencia negativa
sobre el nuevo año.
Como creyentes, sabemos que el diablo no huye por el ruido, sino por la oración y
la resistencia espiritual. Sabemos que la prosperidad viene de Dios, no del día en
que hacemos las compras. Nuestra confianza debe de estar puesta en El para el
año nuevo.
En lugar de enfocarnos en estas cosas, nuestra atención debe de estar puesta en
otra cosa. En realidad, lo más importante en la vida es estar en comunión con Dios.
No creo que nos sirva de nada abrir todas las puertas de la casa o darle vuelta a la
cuadra con una maleta. Más bien, debemos de proponernos cosas que nos
acercarán a Dios.
Hoy quisiera proponerles cuatro cosas que podemos hacer en este año para
acercarnos más El. Mediante estas costumbres y prácticas, podemos disfrutar de
su presencia y profundizar en nuestra relación con El.
No existe otra cosa más importante para nuestro crecimiento espiritual. La lectura
bíblica es el pan que alimenta nuestra alma, y la oración es el agua que refresca
nuestro espíritu. Si no estamos pasando tiempo a diario con Dios, el fuego de
nuestra fe empezará a enfriarse.
Un gran ejemplo de esta realidad es el profeta Daniel. A pesar de encontrarse en
tierra ajena, lejos del templo de su Dios, mantuvo fuerte su fe. Pudo dar testimonio
a reyes y príncipes de las grandezas de Dios. Mantuvo un testimonio fuerte y
poderoso en medio de una nación pagana.
¿Cómo lo hizo? Separó tiempo para Dios todos los días. Aun frente al peligro, no
dejó de pasar tiempo en oración. Todos conocemos la historia de la forma en que
Daniel fue librado de la fosa de los leones, pero a veces olvidamos la razón por la
que él se encontró allí.
Veámosla en Daniel 6:10-12:
6:10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y
abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres
veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
6:11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando
en presencia de su Dios.
6:12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado
edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u
hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey
diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser
abrogada.
El rey había firmado un decreto de que sólo él recibiría las oraciones del pueblo por
treinta días. Daniel, sin embargo, no pudo dirigir a un hombre las peticiones que
sólo a Dios deben de ir, ni pudo dejar de pasar tiempo con su Dios - por más que le
costara.
Nosotros, como Daniel, vivimos en medio de un mundo que no conoce a nuestro
Dios. Enfrentamos la presión constante de quienes nos quieren alejar de Él,
consciente o inconscientemente. La Biblia funciona como alimento espiritual para
nosotros, y es necesario ingerirlo con regularidad.
A veces caemos en la trampa de pensar que no nos beneficiaremos de volver a leer
algún pasaje. La verdad es que nos hace falta repasar y repetir las cosas. Los dedos
del alfarero obrarán mediante su Palabra para moldearnos y formarnos conforme a
su voluntad.
Como parte de nuestro tiempo con Dios debemos de practicar la segunda
costumbre:
Conclusión
¿Cómo será este año nuevo? Uno puede consultar a cinco expertos futuristas, y
recibirá cinco respuestas diferentes. Sólo Dios sabe lo que sucederá en el año
entrante. Sin embargo, si nos proponemos caminar con El, podemos estar seguros
de disfrutar de su presencia, Su protección y Su paz.
Los cuatro propósitos que hemos mencionado nos pueden ayudar a caminar con
El. Pídele al Señor que te ayude a caminar en ellos, y confía en su ayuda para vivir
en victoria.