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Guía para Líderes de Grupos Pequeños 2017

INICIA INSTRUCCIÓN EN SALUD


Miércoles 01 de Noviembre

QUE TENGAS SALUD

LECTURA BíBLICA: 3º JUAN 2

INTRODUCCIÓN:
El concepto bíblico de la vida es muy amplio. Dios se preocupa por el ser humano de una
manera integral. Los griegos consideraban al cuerpo y al espíritu, entidades separadas.
Pero la Biblia enseña que Dios creó al hombre como un ser físico, mental y espiritual. Y
sólo será feliz en la medida en que los tres aspectos de su vida, se desarrollen armonio-
samente.

A. El cuerpo humano al salir de las manos del Creador era perfecto. El pecado
lo deterioró. Los primeros seres humanos vivían casi diez siglos pero hoy no
llegan a cien años. En esos tiempos no existían las enfermedades que hoy exis-
ten. El pecado arruinó la salud del hombre, la descompuso y la deformó. Pero
Dios continúa preocupándose por la salud de sus hijos.
El Apóstol Juan dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan 2) Aquí está el
concepto completo de la vida. Dios desea para su pueblo, prosperidad en “todas
las cosas”. La salvación no tiene que ver solo con la vida eterna que recibiremos
cuando Jesús vuelva, sino también con el presente. Al aceptar a Jesús como
Salvador, empiezas a disfrutar las bendiciones de la salvación en esta tierra.
Pasas a tener una familia más unida y feliz, una vida financiera más organizada,
en fin, una visión diferente de la vida que te lleva a caminar en victoria. Pero
Juan añade: “Y que tengas salud”, de nada te valdrían las otras bendiciones de
Dios si no tienes salud para gozar de ellas.

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Unión Mexicana de Chiapas

B. Es necesario entender que el don de la salud no es el resultado de una in-


tervención sobrenatural de Dios. Existe un camino a ser seguido. “Si oyeres
atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos,
y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna
enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti…” (Éxodo 15: 26) En
este versículo encontramos una promesa: “Ninguna enfermedad de las que en-
vié a los egipcios te enviaré a ti.” Y una condición: “Si oyeres atentamente la voz
de Jehová y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos”.
Moisés está hablando de las leyes de salud que Dios había entregado a sus
hijos. El Señor se preocupaba por el pueblo que había liberado de Egipto. Anhe-
laba que llegase a la tierra prometida disfrutando de buena salud.
Así ha pasado con nosotros, un día fuimos libertados de las garras del enemigo
e iniciamos nuestra caminata hacia la plenitud de la salvación cuando Cristo
vuelva. La pregunta es: Si puedes ser salvo en Cristo y vivir sano, ¿por qué
tendrías que ser salvo y vivir enfermo?

C. San Pablo también afirma: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Es-
píritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1 Corintios 6:
19 y 20) El Espíritu enseña, guía, consuela, orienta, aconseja y reprende. Pero
para realizar su trabajo, necesita habitar en nosotros. Nuestro cuerpo es su
templo. ¿Cómo deberíamos cuidar el templo del Señor?
En tiempos de Moisés, el pueblo llevó lo mejor que tenía para edificar el santua-
rio. En tiempos de Salomón sucedió lo mismo. Dios siempre esperó lo mejor y
el pueblo siempre ofreció lo mejor. Pero, en los tiempos de Malaquías, el pueblo
ofrecía cualquier cosa al Señor y Dios reclamó: “El hijo honra al padre, y el
siervo a su señor. Si pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor,
¿dónde está mi temor?… Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?
En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos des-
honrado?… Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo?
Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues,
a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los
ejércitos”. (Malaquías 1: 6- 8)

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Estas palabras son duras, pero Dios así se siente cuando le ofrecemos un cuer-
po enfermo como habitación del Espíritu Santo. Mientras vivamos en este mun-
do, nos enfermaremos por muchas causas. No solo por haber descuidado las
recomendaciones divinas. Algunos sufren enfermedades genéticas de las cua-
les no son culpables. Otros son víctimas de la polución del mundo contaminado
en el que vivimos. Pero si hemos respetado los consejos divinos con relación a
la salud y a pesar de eso nos enfermamos, por lo menos resta la seguridad de
que no sufriremos las consecuencias de la desobediencia.

CONCLUSIÓN
Nunca es tarde para comenzar de nuevo. Hoy es el día de buenas nuevas. Hoy es el día
de vivir sanos y disfrutar la salvación que el Señor nos ofrece.
“TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE”. (Filipenses 4: 13)

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