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Padre nuestro, que estás en

los cielos (3)


 TEXTO BÍBLICO: Mateo 6:5-15

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las

sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo
que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la
puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público. 7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por
su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre
sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del
mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
14 

Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre
os perdonará vuestras ofensas.

La primera parte del Padrenuestro: buscando la gloria de Dios

Repasemos un poco lo que hemos visto respecto a la oración modelo de Cristo y notemos
que en las tres primeras peticiones Dios ocupa el primer lugar y no nosotros. Una vez que
hemos puesto en primer lugar la gloria, la honra y la santificación de Dios, de Su Reino y
de Su Voluntad, vienen después nuestras  necesidades y problemas personales. Por más
urgente que parezca nuestra situación personal, por más terribles que parezcan nuestras
circunstancias, nuestras oraciones deben empezar siempre en Dios y terminar en nosotros.
Esto no debe hacernos pensar que Dios no se interesa en nosotros, todo lo contrario, pues la
oración comienza con el hermoso llamado “Padre nuestro…”, que nos recuerda que somos
hijos amados por el Padre celestial que tiene cuidado de nosotros. El Gran Creador del cielo
y de la tierra, tiene también sus ojos puestos en los detalles más pequeños de sus hijos.
Lucas 12:7 “Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados...”

Sin embargo, la oración de Cristo nos enseña que lo primordial en nuestras oraciones,
nuestros deseos y nuestra vida, es la santificación del nombre de Dios. Y bajo el brillo de
la gloria del Padre, todo lo demás toma el orden debido.
Las peticiones referentes  a nuestras necesidades.

Las tres peticiones de la segunda mitad del Padrenuestro, reflejan las diferentes áreas de
nuestra existencia: necesidades físicas, mentales y espirituales que afectan al cuerpo, la
mente y el espíritu, y a las cuales estamos expuestos permanentemente.

“El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”: es pedir todo lo suficiente y necesario para
cada día. El pan es el sostén del día y no deberíamos limitarlo a la alimentación. Tiene
como fin abarcar todas nuestras necesidades materiales, todo lo que precisamos para vivir
en este mundo (ropa, vivienda, salud, trabajo, etc.)

Lo más maravilloso que se desprende de esta frase es que el Dios Creador que sostiene el
universo y la historia, también está dispuesto a atender nuestras necesidades más sencillas y
pequeñas, como el pan diario. Ahora bien, la oración nos enseña a pedir solamente por las
necesidades absolutas, quedando excluidos los lujos y la superabundancia. Esto nos
recuerda también el peregrinar de los israelitas por el desierto, cuando eran alimentados con
el maná del cielo, el cual debía ser recogido y consumido el mismo día. No podía
almacenarse ni acumularse, excepto para el día de reposo, porque así lo había dispuesto
Dios. El maná acumulado se descomponía y no servía para nada. Si Dios nos diera de golpe
todo lo que necesitamos, nos olvidaríamos de  él porque ya estarían cubiertas nuestras
necesidades. Pedir por nuestras necesidades básicas cada día, nos recuerda nuestra
dependencia de él.

Filipenses 4:19 “Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús.”

“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros


deudores”: la verdad es que esta petición requiere todo un sermón. Algunos piensan que el
cristiano no necesita perdón porque ya ha sido perdonado cuando aceptó a Cristo en su vida
y otros porque creen que son perfectos. Pero la Biblia dice todo lo contrario.

- Debemos partir confesando  nuestros pecados y esto no se refiere a los inconversos,


sino a los que tienen a Dios por Padre. No basta con la confesión y el perdón
otorgados cuando ud. recibe a Cristo como su Señor y Salvador personal. Pareciera
que algunos creen que en ese proceso se perdonan todos los pecados pasados,
presentes y futuros. Sí, el Señor es fiel y justo para perdonarnos, pero debemos
confesar y presentar delante de Él nuestros pecados constantemente.  1 Juan 1: 8-9
“ Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
- Fijémonos que el texto NO dice: “perdónanos porque nosotros perdonamos”. El
perdón de Dios siempre es por gracia, pero como ocurre con la parábola de los dos
deudores (Mt. 18:23-35) significa que la prueba de que hemos recibido el perdón es
que hemos perdonado a otros. En definitiva, nuestro perdón a los demás es una
demostración del gozo del perdón recibido de Dios, ¿Cómo podemos negar el
perdón a otro cuando a nosotros se nos ha perdonado tanto y tantas veces?
- El perdón a los demás es algo que Dios espera de nosotros. No podemos esperar
un premio por haber perdonado ya que ese es nuestro deber. El creyente debe pedir
constantemente perdón a Dios por sus faltas y debe perdonar a otros las faltas. El
creyente que no puede perdonar las faltas a otros pone en duda su fe. No es posible
que una persona llena de amor de Dios, que tiene el Espíritu Santo y que haya
nacido de nuevo no pueda perdonar al que le ha hecho mal, por muy grande que éste
sea.

“No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”: Dios prueba pero no Tienta. Este año,
cuando estudiamos el libro de Santiago, aprendimos que la prueba tiene como propósito
principal la madurez o crecimiento en nuestra fe, pero la tentación tiene como fin nuestra
destrucción y el pecado. Además, según Santiago, Dios no tienta a nadie, sino que cada uno
es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido (Stg. 1:13) “Cuando
alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser
tentado por el mal, ni él tienta a nadie”. En este ruego pedimos a Dios que cerque nuestras
vidas para que no caigamos en el lazo del Diablo, Efesios 4:27 “ni deis lugar al diablo” . Tal
como Jesús pide en su "Oración Sumo Sacerdotal" (Juan: 17:15) "no los saques del mundo,
guárdalos del mal".

En el caso de Job, Dios permitió la tentación de Satanás dentro de ciertos límites, para
probar al patriarca. Por eso añade Jesús. “líbranos del mal o del maligno”

Nuestro consuelo es saber que Jesús como nuestro Sumo Sacerdote, intercede por nosotros
delante del Padre en el cielo.

Conclusión
Deberíamos hacer un esfuerzo para adecuar nuestra manera de orar a la oración modelo de
Jesús y corregir algunas formas y contenidos que están lejos de la enseñanza del Señor. No
significa que seamos rígidos y quitemos espontaneidad o palabras que brotan con
sinceridad desde nuestro corazón. Tengamos presente los principios que se nos enseñan:
primero, la gloria de Dios y después, nuestras necesidades humanas. Alcemos nuestra
oración con los pies en la tierra, pero con nuestra vista y aspiraciones al cielo. Que este sea
nuestro modelo de oración y vida, para cada uno de los miembros de la IBQ.

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