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La pobreza y la desigualdad son dos de los males más graves que padece nuestro
pueblo. Millones de mexicanos son víctimas inocentes de esta desgracia.
Sin embargo, incluso, aceptando estos datos, resulta innegable que México sigue
sumido en un océano de pobreza. La gravedad de esta situación debería ser motivo
de preocupación para cualquier gobierno responsable. Sin embargo, el presidente
López Obrador ha expresado una satisfacción desproporcionada y ha difundido estas
estimaciones como prueba irrefutable del éxito de su administración. Esta práctica
de propaganda ha sido secundada por los seguidores de Morena, quienes han
aplaudido los resultados en la lucha contra la pobreza y han proclamado que se trata
de “un hecho histórico”, “algo nunca antes logrado”, que “el pueblo vive mejor” y que
“se ha construido un país más justo y equitativo”. Resulta difícil comprender en qué
país viven estas personas.
Acerquémonos un poco a la realidad. ¿Qué esconden estas cifras aparentemente
“tan buenos”? ¿Cómo se calculan esos índices de pobreza? De acuerdo con los
criterios de medición del CONEVAL, para ser incluido entre los pobres se requieren
dos cosas: tener un ingreso mensual por debajo de la línea de pobreza (a esto le
llaman ser vulnerables por ingreso); y, tener cuando menos una de las seis carencias
sociales básicas (la falta de una alimentación nutritiva y de calidad, rezago educativo,
falta de acceso a servicios de salud, sin seguridad social, sin vivienda, sin los servicios
básicos al interior de su vivienda (por ejemplo: no tener agua potable entubada, luz
eléctrica, drenaje, cocinar con leña o con carbón y no contar con chimenea en su
casa, etc.). A esto le llaman ser vulnerable por servicios. Esta división de los pobres
les permite, en el papel, minimizar la gravedad del problema.
Otra artimaña para aparentar que se está sacando de la pobreza a muchos mexicanos
es establecer un umbral de pobreza por ingreso excepcionalmente bajo. Según esta
medida, sólo se considerará pobre a quien tenga ingresos menores a $4, 158.35
mensuales en las zonas urbanas y $2, 970.76 mensuales en las zonas rurales, para
solventar todas las necesidades básicas. En términos más comprensibles, en las
ciudades solo se califica como pobres a quien dispone de menos de 138 pesos diarios
o a quien en el campo no tienen ni siquiera 100 pesos diarios. Según el gobierno, con
esta cantidad se puede adquirir la canasta básica de alimentos y otros artículos
esenciales. Sin embargo, resulta evidente que recibir ingresos ligeramente superiores
carece de significado si estos se deben gastar en productos cada vez más costosos,
como alimentos, ropa, vivienda, servicios educativos y atención médica, e incluso en
la compra de agua potable para tomar.
Pero, aun hay más. Otros datos, proporcionados por el doctor Julio Bolvinik,
catedrático investigador del Colegio de México y una autoridad mundial en la
medición de la pobreza, así como por “EvaluaCDMX” (órgano autónomo creado por
la Constitución de la Ciudad de México), indican que si dejamos de lado el truco de
dividir artificialmente a los pobres, el 75.8% de la población se encuentra en
condiciones de pobreza, lo que equivale a 97.7 millones de mexicanos. México figura
entre los países con mayor índice de pobreza y desigualdad en el mundo, y esta es la
realidad que Morena se niega a reconocer. Intentan convencernos de que vamos por
buen camino y que es conveniente seguir votando por los candidatos de Morena.