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Capitulo diecinueve (no es apto para incrédulos)

Suena bastante loco, pero hace un par de día que platique con un enfermo mental, si es que se
le puede llamar a si a la persona que sin dudarlo, es la más transtornada y enfermiza que he
conocido en toda mi vida. Me platico con lujo de detalles sus crueles y aberrantes acciones que
para mí gusto, son de las peores que había escuchado en un ser humano, daré detalles de
algunos hechos y de otros no tanto por qué me fue difícil creer lo que estaba oyendo.

La historia comienza aquí: y en definitiva así fue como comenzamos ¿no? Más o menos por el
año de 1999 descubrí la fascinación detrás del dolor ajeno, descubrí el placer del sufrimiento
sobre otro ser vivo y lo realmente placentero que era ejercerlo y admirarlo de cerca y a todo
color, recuerdo que para ese momento era un adulto joven corpulento e independiente,
conociendo lugares nuevos y por fin habría logrado conseguir mi primer departamento. El
sufrimiento ajeno causaba en mi una sensación de gratificación descomunal, pero no hablo de
nada sexual. Más bien de cuando haces un excelente trabajo y te reconforta saber que eres el
mejor haciendo lo que haces, o tal vez a si lo sientes. Comencé por llevar cachorritos al
departamento, pequeños y hediondos costalitos de pulgas, desnutridos y maltratados por su
entorno, olvidados por casi todos. Me fascinaba el proceso en el que los bañaba les cortaba las
uñas y los alimentaba, a veces por un par de días y otras por un par de semanas. Ya saben, con
esa clase de animales uno se encariña con gran facilidad, es muy fácil tener empatía por ellos.
Son criaturas que pueden ablandar el más duro y frío corazón.

(Por aquellos ayeres decidí incursionar sobre el mundo de las artes, específicamente la pintura.
Sobre la primer pared que decidí comenzar a pintar, de verdad tendrían que haberla visto! Era
el perfecto lienzo para desarrollar un Picazo, tantos recuerdos sobre mi primer pared, no
quiero caer en la melancolía, era un poco rugosa y fue bastante difícil de cubrir, pero no me
detuve hasta terminar mi primer obra maestra)

Tomaba con total gentileza y ternura a los cachorros desde su tibia barriguita sobre la cual el
pelaje no cubre su cuerpo, entre mis grandes manos dónde si lo apretaba le podría botar los
ojos con la precisión de una sola de mis manos, recuerdo perfectamente cada nariz húmeda y
colita moviéndose entre mis dedos o muñeca dependiendo de que lado hubiera decidido
tomarlo, colocarme en posición como el mejor lanzador de perros del mundo, y arrojarlos con
fuerza contra la rugosa pared blanca, era magnífico ver volar al cachorro antes del impacto
duro y seco contra el duro y previamente frío concreto, casi podía sentir los milímetros previos
entre la dura y fría pared y el tierno y tibio costalito ya sin pulgas, y a veces con nombre. De
verdad que era un momento sublime, ojalá que hubieras estado ahí para verlo con tus propios
ojos. Me apresuraba a tomar al cachorro casi casi antes de que tocará el suelo, tomarlo entre
mis manos y posicionar mi cuerpo en casi casi el mismo sitio desde donde se realizó el primer
lanzamiento para ejecutar mi segundo tiro, pero está vez con el doble de fuerza! Nuevamente
lanzaba al cachorro que previamente había tomado ya casi inconsciente del suelo, para ver
cómo está vez, al chocar contra la pared blanca quedaría pintada de manchas pequeñas y si
tenía suerte manchas grandes, de su cálida sangre. De verdad que la piel se me pone chinita
como cuando escuchan su canción favorita, le ha pasado? Pero para mí mala suerte los perros
no duran demasiado, y no te imaginas lo difícil que es lanzar un adulto en contra de la pared,
tienes que sostener su cráneo con mucha firmeza, tomar una buena posición a unos 25
centímetros del lienzo que deseas pintar y estrellas el cráneo con fuerza, una y otra vez en
contra de la pared hasta que se vuelva una masa de tejido entre espeso y líquido es
desgastante, el lienzo se puede agrietar y levantar todo después del acto es una actividad muy
pesada, no es algo que recomendaría para pintar, pero funciona. En cambio los niños! Esos son
perfectos (lo dice emocionado y con una sonrisa en el rostro) en especial los pequeños
menores de dos años, esos fácilmente resisten entre seis y siete lanzamientos. Deshacerse de
ellos es igual de fácil que con los cachorros y su sangre es mucho más brillante y nítida, se
pueden tomar del torso y lanzar desde una posición cómoda no deforman el lienzo por lo
pequeño de sus cuerpos y salpican muy bien, ya para el cuarto o quinto lanzamiento se
pueden cubrir superficies que son más difíciles de pintar por qué el cuerpo al impacto se dobla,
cómo esquinas o superficies en contacto con el techo. Sugiero agregar algunos cortes en venas
de grueso calibre después del primer lanzamiento, para tener mayor superficie de contacto en
los impactos posteriores contra el lienzo.

Ahora que por fin logré terminar de pintar mi departamento y comprar mi casa, me doy cuenta
del gran trabajo que implica mi nuevo proyecto para pintar mi casa nueva, pero haré todo lo
posible por conseguirlo.

Dejé de hablarme frente al espejo y continúe pintando…

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