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Manuel de Tuya
Biblia comentada
TOMO III
Libros Proféticos
BAC
Biblioteca de Autores Cristianos
m
Morgan e-books
Trinidad & Tobago
Contenido:
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
3. Ambiente Histórico
y Orden Cronológico de los Profetas.
En los escritos proféticos encontramos reflejada no sólo la vida polí-
tico-religiosa de Israel y de Judá, sino también, incidentalmente, la de
los pueblos circunvecinos en la medida en que la historia de ellos se
interfería en la del pueblo escogido. Los profetas escritores se escalo-
nan cronológicamente desde el siglo VIII al V. Podemos distinguir
tres series de profetas conforme a la época en que vivieron: a) época
asiría; b) época babilónica; c) época persa.
a) Época asiría. — A mediados del siglo VIII antes de Cristo
se rehace el imperio asirio para emprender la era de su máxima expan-
sión imperialista. Teglatfalasar III (745-727) (llamado Pul en la Bi-
blia, conforme a su nombre babilónico según los recientes datos ar-
queológicos) irrumpe impetuoso en la zona costera siro-fenicio-
palestina, recibiendo homenaje de sumisión del rey de Israel, Mena-
jem (743). Poco antes predicaban en el reino del Norte Amos y Oseas,
los cuales anunciaron la invasión asiría como castigo de los abusos
contra la justicia cometidos por los plutócratas de Samaría. Jeroboam
II (784-744) representó la máxima expansión territorial de Israel.
Hacia el 740 comenzó la predicación del mayor de los profetas, Isaías,
perteneciente a la aristocracia de Jerusalén. Su ministerio se prolongó
durante cuarenta años, que resultaron sumamente accidentados, pues
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7. La Revelación Profética.
Hemos visto que la “revelación,” o comunicación de una verdad to-
talmente nueva, no es necesaria para que un sujeto pueda ser conside-
rado como profeta, pues le basta recibir la “iluminación” en el acto de
juzgar, aunque se trate de elementos de juicio conocidos por medios
naturales.98 Pero puede darse el caso de que el profeta, además de re-
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8. Comunicaciones
“Visionarias” y “Sueños” Proféticos.
Por los relatos bíblicos sabemos que Dios se solía comunicar a los
profetas por “visiones” y “sueños”; “Si hubiere entre vosotros algún
profeta, me apareceré a él en visión y le hablaré por sueño” 106. Los
autores gentiles de la antigüedad nos dicen que los “sueños” son los
medios de comunicarse los dioses a los hombres.107 En la Sagrada Es-
critura no son raras las comunicaciones divinas durante los “sueños.”
108
a las que se da categoría de comunicación “profética,” distinguién-
dolos bien de los meros “ensueños” naturales, a los que no se les con-
cede realidad alguna: “Porque de la muchedumbre de las ocupaciones
nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras los despropósi-
tos.” 109 Los profetas, cuando recibían un “sueño profético,” tenían
conciencia expresa de ello, y sabían por conocimiento o “inspiración
profética” que venía de Dios y el sentido del “sueño.” 110
Aparte de las comunicaciones divinas en “sueños,” los profe-
tas aluden a sus “visiones” y “audiciones” en estado de vigilia, que
son más frecuentes. Pero debemos tener en cuenta que estas palabras
“visión” o “audición” tienen un sentido amplio de “comunicación”
divina, y, por tanto, no han de tomarse en sentido estricto de “visión”
corporal, ya que puede ser puramente imaginativa.111 De hecho, la
mayor parte de las “visiones” proféticas son “imaginarias” al estilo de
las de Ezequiel112. Lo mismo hay que decir del fenómeno de la “audi-
ción,” de forma que la expresión “dice Yahvé” en boca de los profetas
no significa necesariamente manifestación vocal externa del oráculo,
sino simplemente comunicación del mismo, que puede ser intelectual
o imaginaria.
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no horizonte.
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A) Dios e Israel.
Una de las ideas clave del armazón teológico de los profetas
es la de la vinculación de Israel a Yahvé, soberano del universo y úni-
co organizador de Israel como pueblo. Para ellos, Dios es el absoluto
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sacado de Egipto para ser el ejecutor de sus planes salvíficos sobre las
mismas naciones. En definitiva, Israel — hijo predilecto de Yahvé —
tiene que triunfar en sus destinos sobre todos los otros pueblos. Dios
lo eligió gratuitamente — Amos nos dice que es Yahvé el que ha sa-
cado a Israel de Egipto, pero también a los filisteos de Cajtor y a los
árameos de Quir, y que, si no fuera por esa gracia de Dios, los israeli-
tas serían como los despreciados etíopes141 — ; pero esta elección par-
ticular impone grandes obligaciones para con el mismo Dios, y, como
históricamente no ha sido fiel a su misión, Dios le ha querido castigar,
poniendo en movimiento contra él a las otras naciones. En realidad,
estos pueblos paganos, al invadir la “tierra de Yahvé,” su “heredad,”
no son sino instrumentos de la ira divina en orden a la purificación del
pueblo escogido y amado. Sus triunfos sobre Israel no se deben a su
fuerza exclusiva, sino a la permisión de Yahvé, que los utilizó como
“vara de su furor,” y de hecho, si se exceden en su misión de instru-
mentos punitivos de Dios, serán a su vez castigados sin piedad. Así
Isaías nos pinta el orgullo del invasor asirio, que se cree omnipotente
y vencedor por su propia fuerza: “Mi mano ha cogido la riqueza de los
pueblos como se agarra un nido; como quien se apodera de huevos
abandonados, me he apoderado yo de la tierra toda. Y nadie sacudió
sus alas, ni abrió el pico, ni dio un chillido. Mas, por eso, el “Señor
herirá de flaqueza ese cuerpo.” En los capítulos 13 y 14 de Isaías se
alude a la destrucción de Babilonia como castigo de su arrogancia y
por haberse extralimitado en su papel de instrumento punitivo de
Yahvé. Es que las naciones, sin saberlo, no hacen sino servir a los de-
signios inmutables de Dios, y, aunque se crean autónomas en sus mo-
vimientos, Dios las gobierna secretamente. Por otra parte, también a
ellas les cabrá participación en el triunfo mesiánico de Israel, pues una
de las notas de los vaticinios profetices es la de los vislumbres univer-
salistas, que se van multiplicando a medida que se acerca la plenitud
de los tiempos.
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C) Mesianismo Nacionalista.
En los vaticinios mesiánicos, Israel aparece como el centro
político y religioso de todo el mundo. Dios habitará en medio de su
pueblo, y todos los pueblos se apresurarán camino de Sión para ser
adoctrinados en la Ley de Yahvé. La colina de Sión sobresaldrá sobre
todos los montes como un faro luminoso orientador en el orden moral
y religioso 157. Pero al lado de estos textos en los que aparece la pri-
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Intentos de Solución.
Como antes apuntábamos, en todas estas diversas concepciones hay
un tanto por ciento muy elevado de exageración imaginativa. Los pro-
fetas, como orientales, tienen una imaginación muy sobreexcitada y
un sentido poético de la vida incomparable. No podemos, pues, cali-
brar sus afirmaciones según el módulo de precisión que caracteriza al
genio greco-latino. Nosotros en las ideas buscamos ante todo claridad,
orden y precisión. El oriental reviste las ideas en un ropaje imaginario
encantador, pero que oscurece los contornos ideológicos. De ahí la
dificultad de saber hasta dónde llega la afirmación conceptual pura y
el juego imaginativo en el profeta. O en otros términos, no es fácil en
los escritores orientales — y sobre todo los antiguos, como los profe-
tas — delimitar hasta dónde llega el juicio formal y el material; hasta
dónde llega la idea y dónde el mero prurito imaginativo, la alusión, la
condescendencia con ideas del ambiente no totalmente aceptadas por
los mismos. En el lenguaje oratorio profetice se busca, sí, enseñar,
pero también deleitar, atraer la atención, despertar inquietudes en el
auditorio rudo. Nuestro Señor mismo utiliza este método expositivo
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y ante Dios.
terio profético de Isaías, que está en el capítulo 6 del libro que lleva su
nombre, y en el contenido histórico de los capítulos 35-36 de Jerem-
ías, de la época del rey Joaquim, mientras que los capítulos 32-34 se
refieren al reinado de Sedecías, que es posterior.
Otra de las características desconcertantes de los escritos
proféticos es el cambio de locutor sin anunciarlo expresamente. Este
estilo mixto en el que se cambia de interlocutor inesperadamente, no
es raro en la literatura sapiencial. Sólo un atento examen del texto nos
descubre al sujeto que habla. Quizá este trueque se deba a imperfec-
ciones en la transmisión del texto; pero muchas veces es deliberado
para reflejar el nerviosismo y viveza del relato oracular. Así, en Is
21:2 las palabras de Dios y las reflexiones del profeta están entrecru-
zadas. En Is 63:1 se interponen preguntas del profeta y respuestas del
Mesías. El estilo oracular se presta mucho a estas anomalías, ya que el
profeta se considera como el eco de la palabra divina, y a veces la voz
divina y la suya parecen confundirse, al menos en la redacción entre-
cortada del texto.
Partiendo del hecho de que los profetas no entendían plena-
mente los oráculos que transmitían — “instrumentum deficiens” —,
encontramos en algunos de sus vaticinios ciertos esquemas conven-
cionales en cuanto a la formulación de los hechos futuros que anun-
cian. Al no conocer las circunstancias del hecho anunciado futuro en
todas sus particularidades, presentan su realización conforme a lo que
era normal en la historia corriente de la época. Así, en Is 13:19-22 se
anuncia enfáticamente la destrucción total de Babilonia por las tropas
de Ciro. De hecho sabemos que el gran conquistador persa no des-
truyó la gran metrópoli mesopotámica. El profeta, en realidad, en lo
que quiere insistir es en el colapso del imperio babilónico, cuya capital
era Babilonia. Sin embargo, anuncia la destrucción de la misma (“co-
mo Sodoma y Gomorra”) conforme a lo que era habitual en las con-
quistas de la época, es decir, el arrasamiento total de las ciudades ven-
cidas. Es, pues, un clisé recibido este del arrasamiento al estilo de So-
doma y Gomorra, que se repite en toda la literatura profética.176
En algunos profetas abundan las acciones simbólicas para ex-
presar plásticamente sus mensajes punitivos o redentivos de parte de
Dios. Teniendo en cuenta el estadio de mentalidad infantil en que se
desarrollaba la vida de los profetas, y teniendo en cuenta que los
orientales buscan dramatizar y sensibilizar sus ideas, no tiene nada de
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sencillo con fines pecuniarios. Por eso Amos rechaza para sí el título
de “hijo de profeta.”199
Al lado de los verdaderos profetas de Yahvé, la Biblia men-
ciona otros que se arrogaban el título de “profetas,” pretendiendo
transmitir oráculos de parte de los ídolos 200 o del mismo Yahvé. 201
Estos últimos eran mucho más peligrosos para los israelitas, ya que en
nombre de su Dios comunicaban oráculos en contra de las exigencias
ético-religiosas del yahvísmo tradicional. Fueron los grandes enemi-
gos de los verdaderos profetas, ya que procuraban halagar al pueblo en
sus aspiraciones sensuales y nacionalistas 202. El pueblo israelita tenía
propensión a los cultos cananeos, y por eso daban buena acogida a los
supuestos “profetas,” que condescendían con sus debilidades en el
orden moral-religioso y con sus ilusiones nacionalistas en el orden
político. En este sentido son los principales causantes de la ruina reli-
giosa y política de Israel, ya que provocaron la ira de Dios e incitaron
al pueblo a aventuras nacionales que iban a terminar en la gran catás-
trofe del 586 a.C.
Sucesion cronologica de los profetas en el marco de la historia de Israel y de Judá y en la general de antiguo
Oriente
.
Reyes de Egip-
to
Reyes de Reyes de Asiría y
Profetas Reyes de Juda Israel Babilonia
Elias.(s.IX) Josafat.(873-849)
Acab (874- Salmana- Sesac II
Elíseo.(s.IX) Abar- 52) Jerobo- sar.III.(859-825) Takeloti III
Amos.(760- ías.(Ozías).(768-
am II (784- Salmana-
750) Ose- 740) 753) sar.IV.(773-755)
sa.(750-740) Zacar- Teglatfala-
ías.(753-752) sar.III.(745-727)
Sellum.(752- Salmanasar V
751) Mena- (727-722)
jem.(752-
742)
Isaías.(740- Joatam.(740-736) Pecaya.(742- Sargón(721-705) Bocoris
693) Moque- Acaz.(736-727) 740 Senaquerib.(705- Pianki
as.(735-690) Exequias.(727- Pecaj.(740- 681) Asa- Sabaka Necao I
Jerem- 698) Josías.(640- 730) radón.(680-669) Psamético I
ías.(627-586) 609) Joacaz (609) Oseas.(730- Asurbanipal.(668- (615-609)
Sopon- Joaquim.(609- 721)) 625) Nabopola- Necao.II (609-
ías.(630) 598) Joa- sar.(625-605) Na- 594)
Nahum.(620- quín.(Jeconías) bucodonosor.(605- Psaméti-
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1 Cf. Lev 11:44; 19.2; 20,26; 21:8. — 2 Ex 19:6. — 3 El P. A. Van Oudenrijn propo-
ne este sentido, encontrando analogías en otras lenguas semíticas, como el árabe
naba (“anunciar··), el etiópico nababa (“hablar”) y en forma causativa “recitar.”
Véanse las diversas opiniones en su libro De prophetiae charismate in populo is-
raelítico p.11ss (Roma 1926). — 4 Los antiguos tomaban, en la palabra profeta,
el pro en el sentido de antelación temporal o de “procul.” Así, Tomás explica
nuestro vocablo: “Propheta dicitur quasi procul fans vel procul videns” (ST III
7:8). San Isidoro en sus Etimologías (PL 82:283) dice: “Quos genti-litas vates
appellat, hos nostri prophetas vocant quasi praefatores, quia porro fantur et de
fu-turis vera praedicunt.” Es la noción popular de “profeta.” Cf. Tomás, II-II
171:1; De Ver. XII 1. En nuestra acepción, profeta tiene el sentido de sustitución,
como procónsul. — 5 Cf. Platón, Fed. 262d. — 6 Cf. Herod., VIII 135:365;
platón, Timeo 723. Más testimonios en van oudenrijn, o.c., p.95. El profeta era
distinto del μάνηΐ$. — 7 Los profetas se consideran, al transmitir sus oráculos, la
“boca” de Dios. Cf. Is 1.2.10; 9,8; Am 7:1·4·7; 8. ι et passim. — 8 En 1 Re 16:7,
Jananí es llamado indiferentemente vidente y profeta, lo que prueba que eran
términos sinónimos. Los LXX unas veces traducen el término ro' eh por αλέπφν
y otras por προθήηης. — 9 Cf. Jos 14:6 (aplicado a Moisés); 1 Par 23:14; 1 Re
9:6-10 (Samuel); 1 Re 17:18 (Elias); 2 Re 4:5 (Elíseo), etc. — 10 Cf. 2 Re 9,7;
17:3; 21:10; 24:2; Jer 7:25; Ez 28:17; Dan 9:6; Is 20:3; 2 Re 9,36. — 11 Cf. 2
Sam 10:2; Is 42:19; 44:26; Ag 1:13. — 12 Cf. Os 9:7. — 13 Cf. Is 21:11-12. —
14 Cf. Is 56:10; Jer 6:17; Miq 7:4; Ez 3:17-21; 23:2-9. — 15 Dt 34:10. — 16 Dt
18:9 16. — 17 Cf. Dt 16:18-17:13 (sobre los “jueces”); 17:14-20 (sobre la insti-
tución monárquica); 18,i-8 (sobre los sacerdotes y levitas), y a continuación sobre
el “profeta” (18:9-22). — 18 Eclo 46:1 según la lección de los LXX y Vg. Según
el texto heb. se lee “el ministro de Moisés” en el oficio profético. — 19 Jue 4:4;
6:14. — 20 1 Sam 2:27-36. — 21 1 Sam 3:1. — 22 1 Sam 10:5.10,20. — 23 Cf. 1
Sam 10:10.20.23. — 24 Cf. 1 Sam 10,20. — 25 2 Re 2:3. — 26 2 Re 2:5. — 27 2
Re 4:43. — 28 2 Re 6:1. — 29 2 Re 4:38-44 — 30 2 Re 4:1. — 31 2 Re q.15. —
32 Am 7:14. — 33 Saúl consultó a Samuel sobre las asnas perdidas (1 Sam 9:6s);
Benhadad consultó a Eliseo sobre su enfermedad (2 Re 8:95). — 34 2 Sam 7:12.
— 35 1 Sam 15:26. — 36 Cf. Jue 6:8-10; 1 Sam 2:27-30; 15:225; 7:36; 2 Sam
12:1-15. — 37 1 Re 13:1-5; 14:7-16. — 38 Cf. 1 Par 29:20; 12:1 9; 1.32. — 39 2
Saín 7:12-l6. — 40 Is 58:1. — 41 Cf. Lev 26:44. — 42 Is6:13. — 43 1 Sam
15:22. — 44 Is 1:13-18. — 45 Cf. Rut 1:16; 2 Re 5:15: Naarnán siró. — 46 Cf. Is
2:2-4; Miq 4:1-3. — 47 Sal 86 (87 h.) 4:7- — 48 Jer 31:293. — 49 Ez 18:1s. So-
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Isaías, Introducción.
1. Vida del profeta.
El nombre de Isaías (en heb. Yesa'yahu) significa etimológi-
camente “Dios salva,” y parece reflejar simbólicamente la misión de
“salvación” del gran profeta escritor. En la nota introductoria al libro
que lleva su nombre se dice que es hijo de Amos, que no es el profeta
conocido con este nombre (las grafías de ambos nombres en heb. no
coinciden). Aunque no sabemos cuándo nació Isaías, sin embargo,
podemos suponer que fue hacia el 770 antes de Cristo, pues hacia el
740 aparece ya predicando en Jerusalén, lugar de su nacimiento. El
estilo selecto de su lenguaje nos hace suponer también que era de la
clase alta de la sociedad jerosolimitana. Su vocación al ministerio
profético tuvo lugar — según la indicación del libro que lleva su nom-
bre — en el año en que murió el rey de Judá Azarías, llamado también
Ozías; es decir, hacia el 740 antes de Cristo.
La idea central de la predicación isaiana es — como luego ve-
remos — la de la “santidad” de Dios, que exige también una atmósfe-
ra de “santidad” en el pueblo elegido. Por eso, el título que enfática-
mente da el profeta a Yahvé es el de el “Santo de Israel.” Toda su vida
fue consagrada a esta misión de preparar al pueblo espiritual-mente
para que fuera “santo,” en consonancia con las exigencias de la “san-
tidad” divina. Y su labor no sólo se limitó a la predicación en el pue-
blo, sino que tuvo intervenciones solemnes, como consejero, en los
momentos críticos de la vida política de Judá. Así, en 734 procuró
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2. Ambiente histórico.
Cuando Isaías inicia su labor profética, Judá se halla en un
gran momento de prosperidad nacional, pues el rey Azarías (768-740)
había vencido a los edomitas, moabitas y filisteos, con lo que se ase-
guró el comercio exterior en el Mediterráneo, y el oriental de Arabia,
como consecuencia de haber conquistado el puerto de Elán, en el ac-
tual golfo de Akaba.2 Pero esta prosperidad es efímera, ya que por el
norte se barrunta ya la llegada del rey asirio Teglatfalasar III (745-
727), que ha de caer como un ciclón sobre los pequeños estados de la
costa siro-fenicio-palestina. El profeta es el primero en dar la voz de
alarma. Acaz pretende adelantarse a los acontecimientos buscando la
alianza del coloso asirio, e incluso influye para que los cultos idolátri-
cos asirios tengan acceso al templo de Jerusalén. 3 En 734 antes de
Cristo, una coalición militar siro-efraimita pone sitio a Jerusalén con
la pretensión de sustituir a Acaz por otro (llamado en Is 7:6 “hijo de
Tabeel”) que se plegara a sus exigencias de entrar en una liga antiasi-
ria. Con ocasión en que Acaz inspeccionaba los servicios del abaste-
cimiento del agua, Isaías le salió al paso, prometiéndole la ayuda de
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5. Autenticidad.
Hasta el siglo XVIII, la tradición judaico-cristiana — con ex-
cepción de Aben Esra, del siglo XII — mantuvo como tesis recibida la
autenticidad isaiana de todos los capítulos del libro que en el canon se
adscriben a Isaías. Doderlein, en 1775, defendió que los capítulos 40-
66 del libro de Isaías no pertenecían a éste como autor, sino que se
debían a un autor anónimo de la época final del exilio babilónico 20.
Después de él, Eichhorn y la generalidad de los críticos sostienen que
esos capítulos se deben a la pluma de un homónimo de Isaías al que
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leza de Dios y sus atributos es expuesta más al detalle. Por otra parte,
una de las ideas teológicas características de la primera parte de Isaías
es la del “resto” de israelitas que se salvará en las catástrofes para
constituir el núcleo de restauración. En la segunda parte apenas se
alude a esta doctrina 30. Además, en la segunda parte de Isaías es fre-
cuente la expresión “Siervo de Yahvé” aplicada al pueblo israelita,
mientras que no aparece en la primera parte 31.
Sobre todo la noción de un Mesías (“Siervo de Yahvé”)
humilde y sufriendo contrasta con la concepción “regia” de un Mes-
ías Príncipe libertador, que vence a los ejércitos asirios.
Estos son los principales argumentos contra la autenticidad
isaiana de la segunda parte del libro que lleva su nombre. Ciertamente,
el más convincente es el histórico, pues los otros estilísticos y doctri-
nales pueden fácilmente prestarse al subjetivismo. Entre los autores
católicos son numerosos los que sostienen la autenticidad isaiana de
todo el libro de Isaías,32 y creen que los argumentos aducidos no tie-
nen validez, pues en primer lugar no es imposible a Dios comunicar al
profeta hechos concretos que han de tener lugar dos siglos más tarde.
La mención de Ciro puede explicarse por esta ciencia profética infusa.
Respecto del estilo, responden estos autores que hay muchas expre-
siones e imágenes comunes a la primera y segunda parte del libro.33 Y
en cuanto al contenido doctrinal, las ideas teológicas de la segunda
parte pueden considerarse como un desarrollo lógico y normal de las
de la primera. Por otra parte, insisten en el hecho de que la tradición
judía siempre consideró a todo el libro de Isaías como obra del gran
profeta del siglo VIII. 34
6. Doctrina teológica.
Las ideas teológicas que aparecen en el libro de Isaías son sus-
tancialmente las mismas que encontramos en sus contemporáneos
Amos, Oseas y Miqueas. Todos están poseídos de la grandeza y tras-
cendencia de Dios y de sus exigencias respecto del pueblo elegido,
Israel. Isaías se distingue en su predicación por su esquema orgánico
teológico, desarrollado a base de pocos principios fundamentales, que
pueden reducirse a tres: a) concepción trascendente de Dios como
“santo”; b) sus relaciones históricas con Israel; c) concepciones esca-
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
tológicas.36
a) Concepción Trascendente de Dios. — Isaías, en toda su
predicación, da por supuesta la idea monoteísta de Dios. Sólo existe
Yahvé, y los ídolos de los otros pueblos son “vanidades” ('elilim); no
son más que “obras de los hombres” 37. Por eso, en su predicación
arremete con frecuencia contra toda índole de cultos idolátricos. Para
él sólo existe un Ser divino, al que enfáticamente llama el “Santo de
Israel.” Esta nota de “santidad,” como la mejor definición de la divi-
nidad, aparece ya en la visión inaugural.38 Para él Yahvé es un Ser
“trascendente” en su “gloria”; por eso los serafines se cubren su rostro
ante la majestad de aquel que está sentado en su trono como “rey” de
Israel y del universo. Él canto de éstos se reduce a la repetición de una
palabra: “santo, santo, santo.” Es que para el hebreo la “santidad” es
como la esencia de la divinidad, lo numénico, lo trascendente, que le
caracteriza como tal. 39
Dios está como rodeado de una atmósfera aislante, la “santi-
dad”; por eso, al entrar en contacto con las criaturas, exige la “purifi-
cación,” de forma que éstas se eleven — ritual y moralmente — a una
atmósfera superior que pueda aproximarse de algún modo a la divina.
La “gloria” es como la manifestación de la grandeza de Dios en el
mundo, mientras que la “santidad” es como la zona inaccesible de la
divinidad, lo que la caracteriza como tal. Por eso la “santidad” para el
hebreo no es un atributo más de Dios, sino su definición como Dios,
en cuanto distinto y trascendente a todo lo creado. En Isaías, la idea de
“santidad” incluye, además, la idea de incontaminación moral; por
eso, ante la vista del Dios “santo,” exclama aturdido y tembloroso:
“¡Ay de mí, porque soy un hombre de labios impuros!” Su conciencia
de pecado le parece que le impide entrar en relaciones con el Dios pu-
ro y santo. De esto se deduce que, para el profeta, la idea de “santi-
dad” aplicada a Dios incluye, de un lado, su carácter superior, inacce-
sible a las criaturas, y también un aspecto ético, en cuanto que concibe
a Dios como “perfecto” en el orden moral.
b) Dios de Israel. — Una de las frases que más reiteradamente
se encuentra en los escritos isaianos es la de el “Santo de Israel.”40
Para el profeta, aunque Yahvé es el Ser inaccesible por antonomasia,
sin embargo, tiene un plan salvífico en la historia humana, sobre todo
respecto de Israel. Yahvé tiene una “obra” que realizar en su pueblo;
por eso en la visión inaugural aparece deliberando con su corte de
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8. Texto y versiones.
Para el texto de Isaías, nuestra base actual es el texto masoté-
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Isaías.
1. La Infidelidad de Israel.
El libro de Isaías se abre con un capítulo en el que encontramos los
lugares comunes de la predicación profética: amargura de Yahvé por
la ruptura de relaciones normales entre El y su pueblo escogido, que
sustituyó el sentido verdadero ético-religioso de estas relaciones por
una religión meramente ritualista y sin contenido espiritual; e invita-
ción amorosa a que cambie de conducta, entregándose de nuevo a su
Señor por una penitencia sincera y definitiva, a menos que quiera so-
meterse a los rigores de un juicio divino devastador, que la purifique
como el oro en el crisol en contra de su misma voluntad. Por eso ha
sido considerado este capítulo como la introducción general a las va-
riadas predicaciones proféticas que han llegado a nosotros, sin mayor
orden lógico y cronológico, en el libro canónico de Isaías.
A pesar de la diversidad de contenido del capítulo, se ha reco-
nocido cierta unidad fundamental en lo literario. No es fácil determi-
nar la época en que hayan sido pronunciados estos oráculos. Algunos
han querido ver en los v.7-9 una alusión a la invasión de Senaquerib
en el año 701; pero en realidad pudiera aplicarse a la invasión siro-
efraimita del año 734, cuando Isaías hacía sus primicias como escritor
y profeta. Al menos para los v.21-31, parece excluirse esta época tard-
ía de la invasión asiría, y las alusiones a la generalización de las
prácticas idolátricas se explicaría mejor en tiempos del impío Acaz
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tal, por grandes que hayan sido sus faltas: aunque vuestros pecados
fueran como la grana, quedarían blancos como la nieve (v.18). La
reconciliación obraría el milagro de borrarles todas sus manchas y de-
jarlos limpios ante la faz del Señor.
Algunos autores entienden la frase anterior como una ironía,
haciendo resaltar la imposibilidad de que ellos por sus propias fuerzas
pudieran librarse de las consecuencias de sus pecados, como si dijera:
“Si vuestros pecados son como la escarlata, ¿podréis hacerlos blancos
como la lana?..” No obstante, parece que en el contexto predomina el
sentido de perdón; por eso parece más aceptable la primera interpreta-
ción. No sabemos por qué el color escarlata era símbolo del pecado,
quizá porque el rojo oscuro, como la tarde, la noche, podía ser símbo-
lo del mal, como el color blanco es símbolo de la luz, del día, de lo
bueno, la inocencia, la gloria.15
Al lado de esta oferta de perdón les pone también la alternati-
va contraria: si no quieren emprender el buen camino, no les queda
otra cosa que perecer en la vorágine de la guerra: seréis devorados por
la espada, según la expresión aún corriente entre los árabes. Al con-
trario, si son dóciles a los mandatos de Yahvé, disfrutarán tranquila-
mente de los bienes de la tierra (v. 19-20).
El profeta lanza una elegía en estilo rimado, como era usual entre
ellos, para hacer más impresión en la psicología del pueblo sencillo,
como hacían los rapsodas para divulgar sus ideas. La idea central es
también un lugar común en la literatura profética: Jerusalén, personifi-
cación de Israel, es infiel en su matrimonio con Yahvé, contraído en la
alianza del Sinaí, aunque no es Isaías precisamente el que más destaca
este símil; pero era ya corriente desde Oseas 16, del que pueda incluso
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rutas hacia oriente, como las de Salomón, que iban hacia el mar Indico
a recoger marfil y perlas. Equivalía, pues, a nuestra denominación de
“trasatlánticos,” o buques de gran tonelaje, aunque sus viajes se des-
arrollen por otros océanos.20
El profeta enumera todo lo que entonces era símbolo de gran-
deza: cedros del Líbano, encinas de Basan, naves de Tarsis, montes
elevados, fuertes amurallados, para hacer ver que todo esto desapare-
cerá como un soplo ante la manifestación de la cólera de Dios en el
día de Yahvé, es decir, el día de la intervención del juicio purificador
de Dios. La expresión día de Yahvé aparece ya en Amos21, quien le da
el sentido de manifestación de un castigo general divino en contra de
la opinión corriente, que esperaba en el día de Yahvé la manifestación
gloriosa de Dios consumando el triunfo total sobre los enemigos de
Israel. También en este pasaje de Isaías tiene este sentido conminato-
rio de manifestación de la justicia divina, que busca la reparación y la
purificación de su pueblo por el dolor y el sufrimiento.
Consecuencia de la tragedia que se avecina será que todos
abandonarán sus ídolos y lo que más querían, dejándolo a las alimañas
(v. 20) como estorbo, buscando su salvación personal en los lugares
más inaccesibles (v.21). Y el profeta termina con una amonestación
paternal, llamándoles al buen sentido para que no confíen en lo que no
tiene nada de garantía ni solidez, es decir, en el hombre, cuya vida es
un soplo (v.22), y, como tal, despreciable y sin valor.
3. Castigo de Juda.
En el capítulo anterior, el profeta destacaba la defección religiosa del
pueblo escogido; aquí más bien se considera la situación desde el pun-
to de vista social y político. Las costumbres disolutas han dado al tras-
te con la misma vida nacional en sus fundamentos. Faltan todas las
clases dirigentes que con su honestidad puedan dar estabilidad y base
a la vida social. No sabemos si esta situación fue a causa de una gue-
rra o más bien de una revolución social. En 9:8ss, hablando al Israel
del Norte, se describe una anarquía social antes del desastre originado
por la invasión asiría. Quizá aquí estemos ante una situación similar.
Algunos creen que este oráculo reflejaría la época en que Acaz (c.735)
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cial. Y esto es lo que se refleja en el v.6: los que nada tienen dirán al
que todavía tiene algo de herencia: Tienes un manto, sé nuestro jefe;
es decir, nosotros no tenemos nada, lo hemos perdido todo en la catás-
trofe general y estamos totalmente amiseriados. Tú aún tienes algo de
herencia y un manto para vestirte, nosotros no tenemos más que hara-
pos. El manto, pues, es aquí signo de ascendencia social, de honorabi-
lidad, que hará que le respeten al que lo lleve, y así el interpelado apa-
rece como un patricio en medio de la miseria general de los heredados,
pues figura todavía como propietario, ya que en la catástrofe ha con-
servado la casa de su padre. Ese manto sería, pues, como la toga pa-
tricia, símbolo de la calidad social de la persona, que la hacía apta y
elegible para cargos públicos.22 Pero el interpelado se niega a ello: No
puedo ser médico, es decir, no puedo encargarme de salvar la situa-
ción, porque estoy como vosotros, totalmente arruinado; no tengo me-
dios para ello: en mi casa no hay pan ni vestido (v.7), y, en conse-
cuencia, es inútil que se me ponga como jefe del pueblo.
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1 Os 3:5; Ez 38:16; Jer 48:47; 49,391 23:20; 30,24. — 2 Miq 3:12: “monte de la ca-
sa”; 1 Mac. 16:20: “monte del templo.” — 3 Ez 40,2; Zac 14:10. — 4 Joel 3:10.
Marcial: “falx ex ense” (Ep. XIV 34), y Ovidio: “sarcula cessabunt, versique in
pila ligones” (Fast. I 699). — 5 Os 2:18; Zac 9:10; Is 9:5. — 6 Miq 4:4. — 7 Miq
4:1. — 8 Miq 5:1-6. — 9 Is 7:14-16. — 10 Dt 18:11. — 11 1 Sam 6:2; 2 Re 1:2.
— 12 2 Re 14:22. — 13 Cf. 2 Crón 26:7. — 14 Dt 17:16; 20:1; Is 31:3; Miq 5:10;
Zac 9:10. — 15 1 Re 20:34. — 16 El último hemistiquio falta en el hebreo, pero
lo trae el griego, y hay que suponerlo por el ritmo y por el paralelismo con los
v.1Q y 21, donde aparece ya en el hebreo. — 17 Literalmente: “en cuya nariz no
hay más que un soplo de vida,” que puede faltar en cualquier momento. El profe-
ta quiere destacar la fragilidad del hombre, y, por tanto, la insensatez de confiar
en él. — 18 Ez 27:5-6; Zac 11:2. — 19 Cf. Estrabón, Geog. III 2:3; 2:8; 2:9; 3:5;
4:2; IV 6:12; XI 2:19. — 20 Is 23:1. — 21 Am 5:18. — 22 Skinner, o.c., p.26;
Condamin, Le livre d'Isaie (1905) 0.24; Pirot Klamer, hale (iQ47) p.32. — 23
“Sus frentes dan testimonio...” es frase dudosa. Otros leen: “su parcialidad testifi-
ca contra ellos” (Skinner, o.c., 28). — 24 Hab M3. — 25 Skinner, o.c., 27. — 26
Ed 10:16. — 27 Los LXX y Peshitta leen “a su pueblo” (en vez de “a los pue-
blos,” lo que está mejor en el contexto). — 28 Miq 3:2; Am 2:7; Is 3:25. — 29 La
palabra hebrea que traducimos por sus fuentes es de significado incierto. Así la
traducen Gondamin, Dillman y Stade. Otros, como Skinner, leen “sus vergüen-
zas.” Pero, por paralelismo con “las cabezas de las hijas de Sión” del primer
hemistiquio, creemos preferible la primera interpretación, que, por otra parte, es
perfectamente inteligible en el contexto. — 30 Código de Hammurabi art.127- —
31 Es difícil precisar bien el sentido de cada objeto. Muchos de ellos aparecen en
otras partes del Antiguo Testamento, mientras que otros sólo se registran en este
lugar de Isaías. Cf. Prov 7:22; Jue8:26; Ex 39:28; Ez 24:17; Is 41:34-10; Jer 2:32;
Gen 41:42; Est 3:12; Gen 24:47; Zac 3:4; Rut 3:15; Prov 31:24; Zac 3:5; Job
29:14; Cant 5:7. — 32 En una moneda de plata de la época de Vespasiano, Judea
aparece con un vestí do de mujer enlutada, sentada a los pies de una palmera, con
esta inscripción: “ludaea capta.” Cf. Knabenbauer, In Isaiam 4:1. — 33 Jer 14:2;
Lam 1:4; 2:10; Job 2:13; Ts 47:1; 13:2,
Capítulo 4.
1
En aquel día, siete mujeres echarán mano a un hombre,
diciendo: “Comeremos de nuestro pan, nos vestiremos con
nuestras ropas, pero que podamos llevar tu nombre, quita
nuestro oprobio.”
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1 Ex 21:10. — 2 Gen 30,23; Judit 11:37. Grocio cita a Lucano: “da tantum nomen
inane Connubii: li-ceat túmulo scripsisse, Catonis Marcia” (Phar. 2:342). Cit. por
Skinner, o.c., 31. — 3 Cf. Skinner, o.c., p.31. — 4 Cf. Am 9:13; Os 2:21s; Is
30:23; Jer 31:12; Ez 34:26-30; 36:345; Zac 9:16s; Mal 3:12; Jl 3:10; Lev 26:3-5;
Dt 28:3-5:10-12. — 5 Zac 3:8; 6:12. — 6 Jer 23:5; 33:15. — 7 Cf. Is 40,14; 41:6;
42:12; Jer 2:3. — 8 Cf. Lev 11:44; 19:2; 20,26; 21:8; Dt 7:6; 14:2. — 9 Neh
7:64; Ex 32:325; Sal 59:28; Dan 12:1; Lc 10:20; Fil 4:3; Act 13:48; Apoc 3:5;
13:8; 20:12-15; 23:19; 1 Sam 25:29; Ez 13:9. — 10 Cf. Jer 2:34; Ez 22:2ss. — 11
Cf. Is 32:15; 6:13; 1 Re 22:46. — 12 Ex 13:21; 40:34-38. — 13 Algunos autores
creen que la expresión sobre toda gloria es adición posterior al texto. Así Skin-
ner, o.c., 33, y Condamin, o.c., 0.28. — 14 1 Re 8:10. — 15 Núm 9:15.
5. La Solicitud de Yahvé.
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1 Cant 8:1 iss; 4:16; 5:1; 6:2.11, etc. — 2 Cf. Mt 21:41. — 3 Difieren los autores al
traducir el versículo. Así, unos leen: “mi cántico de amor” (Skinner), “el canto de
su amor” (Condamin), “mi cántico amistoso” (Cersoy). — 4 En el texto hebreo
hay un juego de palabras: “esperaba juicio (mishpat), pero sólo hubo sangre ver-
tida (mishpaj), justicia (tsedaqah), y hubo sólo gritería” (tsa'qah). — 5 Lev
25:8ss; Núm 28:11.36; Dt 27:17. — 6 1 Re 21; cf. Miq 2:2.9; Am 2:6s. — 7 Es
difícil determinar el valor de las medidas que da el texto, pues la metrología
bíblica varía mucho según los tiempos. El bath era una medida de líquidos, y
equivalía a la décima parte del jómer o kor (Ez 45:11.14); efah, medida de sóli-
dos equivalente al bath. Se suele calcular el bath de 36:44 litros (Denzinger) a
39,348 (Barrois). CF. RB (1931) 212. — 8 La morada del seol de los hebreos es
similar al arallu asiro-babilónico y al hades de los griegos, en cuanto que es una
región oscura donde los muertos llevan una vida lánguida de^sombras (los rep-
haim), dependiendo de los vivos en su alimentación; dentro de esa región hay je-
rarquía (Is 14:95), según la clase social a la que hayan pertenecido en vida (Os
13:14 ; Jon 2:2; Cant 8,6; Prov 1:12; 30:16). — 9 Cf. Am 6:5-6; Is 10:12; 28:21;
Sal 28:5; Os 4:6. Los v.15-16 son considerados por algunos como interpolados
por razones rítmicas. — 10 El texto griego lee “con cuerdas largas” en vez de
“con cuerdas de falsedad” del texto hebreo (v.18), y quizá está mejor en el con-
texto. Las palabras hebreas son muy parecidas. — 11 Cf. Is 28:95; 29:145;
30:1.ios; 37,is. — 12 Prov 31,4s. — 13 En la inscripción de Eshmunezar, rey de
Tiro, se dice a los que violen su tumba: “Que no tenga (el que entre) raíz abajo ni
fruto arriba” (cf. Skinner, o.c., p.41). — 14 Muchos creen que este fragmento
formaba parte de 9:7-10:4, donde encaja perfectamente en el contexto. Así Gon-
damin, o.c., p.38; Skinner, o.c., p.42. — 15 Cf. Is 7:18; Zac 10,8. — 16 Cf. Is
13:2; 18:3; 30:17; 11.10.12. — 17 Cf. Is 41:9 — 18 Cf. Is 21:15; 22:6s; 36:8;
37:33. — 19 Condamin pone 5:26-30 después de 7:20; y cree que se trata de la
venganza de Yahvé — contra los invasores asirios.
6. Teofania en el Templo.
En este capítulo, según común opinión, se narra la visión inaugural
en la que Isaías fue solemnemente investido como profeta de Yahvé,
al estilo de las vocaciones de Jeremías y Ezequiel 1. Así, pues, cro-
nológicamente este capítulo debiera estar al principio del libro canóni-
co de las profecías de Isaías. Pero quizá esta teofanía fue hecha públi-
ca por el profeta después de transcurridos varios años de su ministerio.
Algunos creen que ocupa el lugar actual como introducción a la colec-
ción de oráculos, comprendidos en el llamado “Libro del Emmanuel”
(c.7-9). En todo caso, sabemos que la disposición actual de los orácu-
los es irregular y no responde siempre a su sucesión cronológica, ni
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crisol, separando las escorias. Isaías, purificado, era apto para la mi-
sión que Dios le iba a confiar, sirviendo de transmisor del mensaje
de Yahvé a su pueblo (v.7).
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1 Cf. Ez 3:1s; Jer 1:4ss. — 2 A Ozías se le llama también Azarías (2 Re 15). Las ins-
cripciones cuneiformes hablan de un “Azrijah Jaudaa,” pero parece que es un rey
de Jadí (cf. Siria: Καη 218, 2.a ed.). — 3 1 Re 22.I9SS. — 4 Lev 26:11. — 5 Se
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7. Isaías y Acaz.
Con este capítulo se abre una serie de profecías habidas en los años
del reinado del impío Acaz, rey político que sólo tiene puntos de mira
humanos. La sección 7:1-8:15 refleja la actividad de Isaías durante la
invasión siro-efraimita, momento de gran crisis para la nación judía.
La actitud de Acaz es un índice de esa obcecación y endurecimiento,
opuesto a la predicación del profeta, predicha en el capítulo anterior.
La invasión del reino de Judá por parte de los árameos y los del reino
del norte tenía por fin deponer a Acaz, que se resistía a formar parte de
la liga contra los asirios tramada por aquéllos. Los edomitas y filisteos
colaboraron con los invasores por su odio ancestral contra Judá 1.
Isaías ofrece incondicionalmente a Acaz la ayuda de Dios, pe-
ro esto en el supuesto de que abandone sus secretas negociaciones di-
plomáticas con Asiría, por los graves peligros de tipo religioso que
traería la intervención de este inmenso imperio. Todo pacto con pue-
127
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blos paganos era considerado por el profeta como una deslealtad y una
desconfianza para con Yahvé, el Dios nacional. Después de muchas
discusiones y tentativas, Isaías abordó al rey inesperadamente y le
ofreció, como prueba que Dios estaba a su lado y garantizaba los pun-
tos de vista por él expresados, un signo portentoso, un verdadero mi-
lagro. La respuesta de Acaz fue escéptica y ladina: No quiero tentar a
Dios. Entonces el profeta lanzó una profecía conminatoria enigmática,
esperando hacer impresión en el ánimo del rey; es la profecía del
“Emmanuel,” llena de inmediatos presagios sombríos, pero que al
mismo tiempo abre un horizonte de esperanza para los fieles yahvis-
tas, el “resto fiel” que se salvará de la catástrofe, y transmitirá la an-
torcha de las esperanzas mesiánicas a las futuras generaciones.
La invasión (1-2).
1
Y sucedió en tiempo de Acaz, hijo de Joram, hijo de Oz-
ías, rey de Judá, que Rasín, rey de Siria, y Pecaj, hijo de
Romelía, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para
combatirla, pero no pudieron tomarla. 2 Y tuvo noticia la
casa de David de que Siria y Efraím se habían confedera-
do, y tembló su corazón y el corazón del pueblo, como
tiemblan los árboles del bosque a impulsos del viento.
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Ante esta situación extrema de crisis, Dios intentó una última adver-
tencia, y por eso mandó al profeta que fuera con su hijo Sear-Yasub
(“un resto volverá”), quizá porque su mismo nombre era un presagio
triste y de esperanza a la vez, en cuanto que simbolizaba primero la
catástrofe inmediata, pero al mismo tiempo la esperanza de resurrec-
ción del pueblo.
Quizá Isaías había comunicado a Acaz alguna profecía sobre
el particular relacionada con el nombre de su hijo, y así la presencia de
éste podría tener alguna relación con aquélla, en cuanto que la recor-
dara el rey en este momento de peligro. La escena tiene lugar en la
piscina Superior, a la salida de la fuente de Gihón (hoy Umm ed-
Dardj, la Fuente de la Virgen de los cristianos), construida para reco-
ger las aguas que eran conducidas por un canal excavado en la roca a
la piscina Inferior, al sur de la ciudad (actualmente Birket el Hamra);
es el canal llamado segundo, que será sustituido por Ezequías por el
tercero, que desembocará en la piscina de Siloé. No se puede localizar
exactamente el campo del Batanero.
Acaz, pues, fue a inspeccionar el aprovisionamiento de aguas
a la ciudad con vistas al inminente asedio. Además, por ese lado la
ciudad solía ser ordinariamente atacada, y quería cerciorarse perso-
nalmente del estado de las defensas4. Isaías, ante todo, le dio seguri-
dades de parte de Dios para que no se inquietase por la situación, ins-
pirándole confianza en Dios, pues los invasores no son en realidad
más que dos tizones humeantes (v.4), y, como tales, lo más que pue-
den hacer es echar humo para asustar, pero en realidad están a punto
de extinguirse. Efectivamente, los asirios no tardaron en acabar con la
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Judá tendrá que sufrir del duelo entre las dos grandes potencias milita-
res y políticas de la época: Egipto, simbolizado por los mosquitos del
río de Egipto (el Nilo era famoso en la antigüedad por sus plagas de
mosquitos); los cabos del río de Egipto son los brazos del delta del
Nilo 58; y Asiría (la abeja que esta en la tierra de Asina, pues Meso-
potamia era famosa por sus riquezas apícolas). Los ejércitos de esos
dos pueblos serán los instrumentos de la justicia divina para castigar a
Judá, y sobre todo Asiría será como una navaja alquilada del lado del
río (Eufrates) (v.20) para reducir a la humillación y a la miseria al re-
ino de Judá. La cabellera y el vello del cuerpo — signo de virilidad y
máximo orgullo de un semita — , que aquí simbolizan el orgullo de
Judá como nación, desaparecerán bajo el paso de las tropas asirías,
que han sido alquiladas por el mismo Acaz en propia ayuda59. La de-
vastación será tan general, que desaparecerá la floreciente agricultura,
quedando convertido todo en pastizales abandonados por los agricul-
tores, y los habitantes que sobrevivirán a la catástrofe se verán obliga-
dos a llevar vida campestre de nómadas, teniendo que contentarse con
los productos lácteos de la ganadería, pero sin los refinamientos de la
abundancia de una vida socialmente organizada. Así, parece que hay
que entender los v.21-22 como una descripción irónica dirigida a los
refinados ciudadanos de Jerusalén: se verán reducidos a un régimen de
alimentación totalmente rudimentario, como el de los pobres nómadas,
que no tienen más que una vaquita y dos ovejas. Las viñas de más va-
lor60 se cubrirán de hierbas y arbustos silvestres, de tal modo que sólo
servirán para que ande por ellas el cazador (se entrará en ellas con
arco y flecha, v.24) y sean pasto de los animales.
1 2 Par 28:16ss. — 2 Cf. Skinner, o.c., 53; Condamin, o.c., 48. — 3 Los LXX leen:
“se habían confederado.” — 4 Cf. H. Vincent, Jérusalem antiquc fasc.1 p. 14653.
— 5 La frase “ante el furor de Rasín, sirio, y del hijo de Romelía” falta en los
142
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LXX, que leen de otro modo; quizá sea glosa. — 6 Así Ewald, cit. por Skinner,
o.c., 56. Otros han querido ver un sentido bastante diferente: se trataría más bien
de hacer resaltar que, a pesar de que los dos reinos invasores se han coligado,
permanecerán en su distinción de nacionalidades, y, en consecuencia, debilitadas,
“la cabeza de Siria, Damasco., y la de Efraím, Samaría.” Y Judá no pertenece a
ninguno de esos reinos: “Damasco es la capital de Siria, y nada más.” — 7 En el
v.8 hay una frase que parece glosa y fuera del contexto: “Aún sesenta y cinco
años, y Efraím desaparecerá del concierto de los pueblos.” Aunque aparece en el
TM y los LXX, no obstante, como interrumpe el paralelismo de miembros, y
porque no parece venir a cuento, para consolar a Acaz, una destrucción de Samar-
ía dentro de sesenta y cinco años, los autores modernos creen que se trata de una
glosa del copista, que aludiría a la colonización de Samaría por Asaradón (c.670)
a base de gentes extranjeras, lo que daría el golpe de gracia a todo conato de resu-
rrección nacional al reino del norte (Esdr 4:2.10). En realidad, Samaría perdió la
independencia, dejando de ser “un pueblo” en 721 al ser tomada por Sar-gón II.
— 8 Cf. Is 27:16; 30:15; véase Gen 15:6; Hab 2:4. — 9 El TM y los LXX leen:
“y añadió Yahvé a Acaz.” Como en el ν. 13 es Asafas el interlocutor que habla de
Yahvé en tercera persona, parece que aquí hay que leer también Isaías, -ondamin
supone que el nombre estaba en abreviatura, que es la misma para los dos nom-
bres, “Y” como inicial. Quizás sea también un modo de hablar, ya que Isaías no
era sino el -ransmisor del oráculo de Yahvé, y el hagiógrafo prescindiría de las
causas segundas (cf. Con-Damin, o.c., 50). — 10 La palabra oth (“señal”) puede
tener un sentido de hecho prodigioso en sí (Ex 7:8; Jue 6:17-38; Is 38,7; 1 Re
13:1) o un hecho natural y ordinario; pero es un signo en cuanto ha sido predicho
(Gen 24:13; Ex 3:12; 1 Sam 10,2; 2 Re 19:29; Jer 34:29; Le 2:12). — 11 Skinner,
o.c., p.s8. — 12 2 Re 16:7. — 13 Ex 17:7; Dt 6:16. — 14 Gen 24:43; Ex 2:8. —
15 La versión siríaca, sin duda influida por los LXX, traduce virgen: betülah. He
aquí los textos de la Biblia en que aparece 'almah: a) Gen 24:43, aplicado a Re-
beca antes del matrimonio con Isaac; b) Ex 2:2: María, hermana de Moisés, la
cual nunca contrajo matrimonio; c) Cant 1:2; 6:7: se aplica a doncellas — contra-
puestas a las esposas y concubinas del rey — que acompañan a la reina; d) Sal
68:26: aplicada a doncellas que acompañan con la música una procesión; e) Prov
30:18-20: texto oscuro de difícil interpretación. Cf. Ceup-Pens, De prophetiis
messianicis p.193 (1935). — 16 Así Ceuppens, o.c., 197, y Feldmann, Das Buch
Isaías t.i p.go. — 17 Is 8:3; Os 1:4. — 18 Gen 4:1.25; 19:273; 29:32, etc.; 1 Sam
4:19-22. — 19 Jaussen, Coutumes des árabes (1908) p.17 nota 1. — 20 E. Power,
siguiendo a H. Larnmens y a J. Calés, cree que las palabras del profeta “aludirían
al tahnik, lit. el acto de conferir un juicio. Con este fin, el jefe de la tribu o algu-
nas personas distinguidas frotaban sobre el tierno paladar del recién nacido dáti-
les masticados o, como en Taif (y en Palestina, donde no son corrientes los dáti-
les), una mezcla de manteca y miel. Esta costumbre podía ser conocida de los
oyentes del profeta, como otras muchas costumbres hebreas, para nosotros des-
conocidas. Así, el niño que recibía de Dios al nacer el don del sano juicio, por el
que se hacía apto para gobernar con justicia, sería evidentemente el Mesías. Jui-
cio y justicia son los fundamentos del reino de Dios (Sal 89:15; Is 9,7; 16:5)”
(Verbum Dei II Barcelona 1956 n.486d; véase H. Lammens: ER 151 1917 2; J.
Calés: RSR 12 1922 174). — 21 Textos en los que la expresión “leche y miel” es
sinónimo de abundancia: Gen 18:8; Dt 32:135; Jue 5:25; 2 Sam 17:27; Job 20:17;
29:6. En asiro-babilónico, la frase equivalente dispu himetu tiene un sentido pa-
recido, y significa la plenitud de la bendición divina. Incluso algunos racionalis-
tas han visto aquí una alusión a la comida “leche y miel” privativa de los dioses
Zeus y Dionysos. Y en este sentido ven el carácter divino del Emmanuel. Véase
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
GressMann, Ursprung des isr. jud. Eschatologie Cp.211; y Jeremías, Das Alte
Testament im Lichte des Alten Orients (1930) p.674. — 22 Cf. Feldmann, o.c., t.i
p.go; Lagrange, La Vierge et Emmanuel: RB 1 (1892) 486; Van Hoonacker, La
prophétie relative a la naissance d'Immanu-El: RB 13 (1904) 221; Geuppens, o.c.,
197; Condamin, o.c., p.67-68; Tobac, Les prophétes d'Israel t.2 p.53; Den-Nefeld,
Messianisme: DTC 10 (1929) 1435; Skinner, o.c., 6o; Guidi, Une ierre coulant du
lait avec du miel: RB 12 (1903) 241. — 23 La Vg lee: “ut sciat reprobare ma-
lum..” En realidad, la part. heb. I puede tener, además de este sentido corriente de
finalidad, el temporal de “cuando,” “antes de,” como traducen los LXX y Tar-
gum. Cf. Gen 3:8; 24:63; 2 Sam 18:29. Véase Gessenius-Bühl, Hand-wórterbuch
p.309; Marti, Das Buch Jesajas p.77; Condamin, o.c., p.50; Geuppens, o.c., 199;
Skinner, o.c., p.60. — 24 2 Sam 19,36. — 25 La segunda parte del v.16 es oscura
y embrolla el texto. Según la Vg, la tierra devastada sería la de los reyes invaso-
res, Efraím y Samaría, expresión rara aplicada a los dos países. Además, el con-
texto parece pedir que la tierra castigada es Judá. Se han hecho diversas conjetu-
ras. Unos toman i6b como glosa; otros, como Gondamin, traducen con el giro que
damos en la versión arriba expuesta. Cf. Ceuppens, o.c., 199; Gondamin, o.c.,
c.50. — 26 Vg, siguiendo a los LXX y TM, lee al final del v.17: “cum rege Assy-
riorum,” que muchos autores consideran como glosa tomada del v.20. Cf. Skin-
ner, o.c., 61; Condamin, o.c., 50. — 27 Dennefeld, art. cit.: DTC 10 (1929) 1434-
1435. — 28 Feldmann, o.c., t.1 p.92. — 29 Ceuppens, o.c., p.220; Davidson, Im-
manuel: Biblical Dictionnary Hasting's D. Β. Η. (1899) 455- 30 Is 8:3-4- — 31
Cf. San Jerónimo, In Isaiam 9: PL 24:111. La razón principal de esta interpreta-
ción era la traducción καλέζεις de los LXX del v.14, que supondría que el rey
Acaz impondría el nombre (“llamarás.”) al niño. Pero ésta es una versión errónea,
debido a que en la palabra del texto hebreo w^qara't puede traducirse por ella
llamará, como nosotros hemos puesto en el texto, o tú (masculino) llamarás, da-
da la ambigüedad de la vocalización hebrea. Esta interpretación la siguen Maspe-
ro, Lagarde, etc. 32 Is 8:10. — 33 San Jerónimo, In Isaiam: PL 24:112; San Jus-
tino, D. cum Tryphonen.66.68: PG 6:627. 631.642.655. Ezequías subió proba-
blemente al trono en el 727, cuando tenía veinticinco años (2 Re 18:2). Luego en
el año en que fue hecha la profecía (735-734) tenía ya dieciocho años. — 34 2 Re
18:21;Is 38:1-8. — 35 Así Ibn Ezra, Gessenius. — 36 Is 7:3. — 37 Así Schmith,
Cheyne, Duhm, Marti, etc. Para ello, los autores suprimen los v. 15 y 17 como in-
terpolados, y traducen 8:8 “llenando toda la tierra, porque con nosotros Dios,” en
vez de “llenando toda la tierra, ¡oh Emmanuel!” Además, esta interpretación par-
te del falso supuesto de que se trata de un signo de benevolencia. Cf. Ceuppens,
o.c., 209. — 38 Is.8:3-4. — 39 Richard Simón, Bossuet, Calmet. Pío VI condenó
la opinión de Isenbiehl que negaba todo sentido mesiánico a la profecía (Enchiri-
dion Biblicon n.5g). Y el argumento principal que •cita el Pontífice es el uso que
de la profecía hacen San Mateo (1:18-25) Y San Lucas (1:32-33). — 40 Is
14:2.25; 47:6; Os 9,3; Jer 2:7; 12:14; 1 Sam 26:19; 2 Sam 14:19. — 41 Is 9:5. —
42 Is 9:1. — 43 Is 11:1-5. — 44 Miq 5:1-5. — 45 Isc.7-11. — 46 Is 11:1. — 47
Is 7:14. — 48 Miq 51-5· — 49 Is11:1. — 50 San Justino, Diaí. cum Tryph. 67:
PG 6:628; Lagrange, Le Messianisme chez les Juifs p.222-223; H. Strack-
Billerbeck, Commentar zum Ν. T. aus Talmud und Midrasch (Munich 1924) II
p.48853; Lagrange, Evan%ile selon S. Matthieu p.7; cf. Ceuppens, o.c., 215-216.
— 51 San Justino, Apol I 33: PG 6:381; Dial cum Tryph. 66.71.77: PG
6:628.633.644.673; San Ireneo, Adv. haer. 3:21:4: PG 7:950; Tertul., Adv. lud.
0.9: PL 2:617; De carne Christi 17: PL 2:781; Orígenes, Conf. Celsum 34: PG
11:728; Lactancio, Divin. Inst. 4:12: PL 6, 479; San Epifan., Adv. haer. 54:3: PG
41:965. — 52 Cf. J. M. Lagrange: RB (1905) 280. — 53 Isc.7-11. — 54 A. Co-
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pudiera ser leída por el público en general; sería, pues, una inscripción
del estilo de la del canal de Siloé, obra seguramente de los mismos
obreros u oficiales de la excavación ! La inscripción va dedicada a
Maher-salal-jas-baz, que podemos traducir por “pronto saqueo, rápido
botín.” Isaías no declara quién es ese personaje misterioso para excitar
la curiosidad pública, pero lo quiere explicar plásticamente imponién-
dole el nombre a su próximo hijo. A su esposa llama profetisa (v.3),
sin que esto implique que tuviera ella el don de profecía, sino que es-
taba asociada en vida a un profeta de oficio, y quizá entre el pueblo se
la denominaba así. El niño nacido lleva el nombre enigmático que el
profeta había escrito públicamente en la tableta, y el mismo profeta da
la explicación de dicho nombre (v.4). Efectivamente, Damasco dejó
de existir como reino en el 732, un año o dos después de la profecía
(antes que el niño sepa decir “padre mío y madre mía”), bajo Teglat-
falasar III, y Samaría caerá en el 721 bajo Sargón; pero, en realidad,
cuando cayó Siria, las tropas de Teglatfalasar III saquearon la parte
superior del reino de Efraírn. Así, pues, la profecía se cumplió al pie
de la letra, aunque con la frase del profeta no se pretende explicar una
cronología matemática, sino simplemente la inminencia de la desapa-
rición de ambos reinos invasores para dar ánimos a la población ate-
rrada.
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núcleo del nuevo pueblo de Dios” 12. Y por otra parte se inhibe de toda
actividad pública, con el corazón amargado y triste por la suerte trági-
ca que espera a su pueblo, esperando que Yahvé, que ocultó su rostro
a la casa de Jacob, es decir, la abandonó 13, ponga en práctica sus jui-
cios. Pero al mismo tiempo no desespera, y cree que al fin Dios hará
brillar de nuevo su faz a la casa de Jacob, y por eso dice resignado y
esperanzado: en El esperaré (v.17).
Pero, aunque Isaías calle, su mismo nombre (Yeshayahu:
“Yahvé es salvador”) y los de sus hijos (Sear-Yasub: “un resto vol-
verá” de la cautividad, y Maher-salal-jas-baz: “pronto pillaje, rápido
botín”) son una señal y un presagio para su pueblo 14 de parte de
Yahvé, que mora en el monte de Sión.
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1 Cf. Dt 3:11: “codo de hombre: codo común.” Esta inscripción de Siloé se halla ac-
tualmente en el museo de Estambul, y recuerda la inauguración del canal de Siloé
bajo Ezequías, en el siglo vni a. G. Quizá esta escritura de hombre (ordinaria) se
contraponía a la cuneiforme o a otra forma de escribir esotérica reservada a los
sabios, como la jeroglífica egipcia ea contraposición a la demótica. — 2 La pisci-
na de Siloé (Neh 3:15; Jn 9,7), ahora At'n Silwan, al sudoeste del templo, comu-
nicaba con la fuente de Gihón por un canal. — 3 En el verano, el Eufrates se des-
borda, sembrando muchas veces la desolación y la ruina. En esto parece fijarse el
profeta. La frase “al rey de Asiría y toda su magnificencia,” a pesar de estar en
TM y LXX, es considerada por muchos críticos como glosa explicativa por razo-
nes métricas. — 4 Quizá las alas puedan ser sinónimas de brazos del río. — 5
Algunos han querido desvirtuar el texto, traduciendo: “llenando la plenitud de la
tierra, porque con nosotros Dios,” en vez de Emmanuel, lo que daría un sentido
trivial, pues en la frase del profeta se ve un claro grito de auxilio. — 6 Aprended,
así según LXX. TM dice exterminad. — 7 El texto hebreo dice Immanu-El, como
en 7:14 y 8:8. — 8 EZ 3:22. — 9 Quizá la palabra conjuración se refiera senci-
llamente a la coalición de los dos pueblos invasores, Damasco y Samaría, en
cuanto aliados. — 10 Algunos autores, en vez de a Yahvé santificad (taqshidu),
leen “a Yahvé considerad como conspirador” (taqshiru. Por la semejanza gráfica
¿el daleth y el resch es muy posible la confusión), lo que daría un sentido muy
afín al contexto: lo que hay que temer no son las conjuras de los hombres, sino
las de Dios. — 11 Is 6:9ss. — 12 Skinner, o.c., 76. — 13 Cf. Dt 31:175; Miq 3:4;
Jer 33:5; Sal 13:1; 44:24; Job 13:24. — 14 Is 20:3; 7:11. — 15 De ahí que las
traducciones varíen con cada autor. La que damos es una de tantas posibles, pero
no es segura, pues el texto es obscurísimo por su incorrección. — 16 1 Sam 28:8,
donde a los difuntos se les llama dioses. — 17 Muchos autores consideran este
v.23 como glosa, pues creen que tiene un sentido enigmático fuera de contexto.
Los LXX traducen: “Habrá tinieblas sin brillo, porque es noche para el que está
en la angustia.”
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que les bendijo los frutos del campo (v.12) en las fiestas anuales agrí-
colas ante el santuario 8.
Otra imagen para reflejar la gozosa situación es la del ejército
vencedor que se reparte la presa. Y es que de pronto esas gentes
humilladas de los confines de Galilea de los gentiles se han visto li-
bres de un peso que los asfixiaba como un dogal. La victoria de Ge-
deón sobre los madianitas había quedado como proverbial en el fol-
klore del pueblo israelita, y por eso viene instintivamente a la memo-
ria del profeta para expresar la alegría de la liberación 9. Y en la nueva
situación desaparecen todos los vestigios de atuendo bélico (ν.6). Es la
inauguración de una nueva edad venturosa cuya característica esencial
será la paz. El profeta salta de júbilo al dar la razón de tal situación:
inesperadamente ha surgido un Príncipe libertador, que describe bajo
la forma de un niño, sin duda relacionado con el misterioso Emmanuel
del c.7, adornado de dotes excepcionales de realeza 10: estará dotado
de una perspicacia única como gobernante (admirable consejero) para
conducirse en las situaciones diversas de su reinado con sabiduría y
prudencia. Pero, además, llevará un título excepcional: Dios fuerte.
Esta denominación es desconcertante para los racionalistas, pues en el
A.T. dicha expresión se aplica sólo a Yahvé n. Por eso la explican en
sentido metafórico, como sinónimo de “héroe divino,” es decir, dotado
de especial fuerza y vigor precisamente por gozar de una protección
especial de Dios12. Los autores católicos unánimemente dan a la ex-
presión su alcance de algo divino. Así, pues, al niño en cuestión se le
daría en la mente del profeta una categoría de Dios, precisamente por
el uso de dicha expresión en la literatura del A.T. Si aceptamos esta
conclusión, tenemos revelado aquí el misterio de la Santísima Trini-
dad en cuanto a la segunda Persona. Por otra parte, como en el 0.7 este
mismo niño es presentado como naciendo de una virgen, se sigue que
implícitamente se enseña en estos dos capítulos la naturaleza humana
y divina del Mesías 13, con todas las consecuencias teológicas que se
sigan, es decir, un hombre verdadero, con su cuerpo y alma racional, v
al mismo tiempo Dios. No obstante, aunque esto pueda estar implícito
en el texto, es difícil saber el alcance que Isaías daba a la expresión, y
cómo podía concebir ese carácter divino del niño. Parece, pues, un
vislumbre momentáneo, efecto de una particular revelación divina,
que no vuelve a aparecer en los capítulos siguientes al hablar de ese
misterioso Niño-Emmanuel.
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1 Algunos autores, como Duhm, ponen esta profecía en tiempo de la invasión de Se-
na-querib, hacia el 701. Otros, como Martí y Cheyne, creen que es posterior al
destierro babilónico. La opinión más probable es la de Skinner, que la pone en los
años 734-733 con ocasión de la invasión siro-efraimita. — 2 2 Re 15:29. — 3 Es-
te desprecio por los galileas es el mismo que en la época evangélica mostrarán
los sacerdotes por los discípulos de Jesús, de origen galileo en su mayor parte
(Galilea viene de Salü = distrito; cf. 1 Re 9:11; 2 Re 15:29). — 4 Mt 4,13ss. — 5
15 8:17. — 6 Para el concepto luz como sinónimo de salvación cf. Is 58:8; 59:9;
Miq 7:8; Sal 18:28. — 7 La lectura del TM y Vg, “multiplicasti gentem et non
maguí ficasti laetitiam,” no se adapta al contexto, pues se habla precisamente de
una alegría general. La mejor solución es la adoptada generalmente por los auto-
res de juntar las palabras goy y lo, dando una palabra que significa “exultación”
(agilah). — 8 Cf. Dt 12:7; 14:26, etc. — 9 Jue c.y; cf. Is 10,26. — 10 El códice
vaticano de los LXX difiere mucho del TM, y lee: “Y se llamará su nombre ángel
del gran consejo. Traeré la paz sobre los príncipes y para él la salud.” El códice
alejandrino de los LXX difiere de esta lección, y por eso comúnmente se abando-
na aquélla como corrompida. — 11 Cf. Is 10:21; Dt 10:17; Jer 32:18; Neh 9:32.
— 12 Los judíos, que no podían admitir ningún ser que pudiera equipararse a
Dios, embarazados ante este texto, le aplicaban al Mesías sólo el último título de
Príncipe de la paz, y lo anterior lo referían a Dios. Pero en el texto no hay lugar a
esta vivisección, pues uno mismo es el sujeto gramatical, el niño. — 13 Cf.
Feldmann, o.c., t.1:120; Condamin, o.c., p.55; Ceuppens, o.c., 237; Tobac, o.c.,
t.2:34; Dennefeld, art. cit.: DTC 10 (1929) 1437. — 14 Is 11:5. — 15 Miq5. — 16
Marti, Stade, Cheyne. — 17 Is 7:1-8; 22:9. — 18 Is 8:23 (Vg 9:1); 2 Re 15:29. — 19 Sal
82:6. — 20 Mt 4.I3SS. — 21 Lc 23:3; Jn 18:36. — 22 Mt 4:13-16. — 23 San Ireneo,
Contra Inaer. 3:16:3: PG 7:922; Tertuliano, Adv. lud. c.10: PL 2:668; De carne
Christi c.14: PL 2:823; Ad Marcionem c.ig: PL 2:376; Eusebio, Dem. Evans.
2:1:10: PG 22:103; San Grisóstomo, Adv. lud. et Gent.: PG 48:816; San Jeróni-
mo, In Isaiam 9:6: PL 24:126; véase Geuppens, o.c., 245. — 24 TM lee “Yahvé
fortalecerá los enemigos de Rasín (rey de Samaría) contra él” (Efraím). tn ese ca-
so serían los asirlos; lo que no parece adaptarse al contexto. Como, por otra parte,
'S LXX suprimen Rasín y leen de otro modo, autores como Skinner, Dillmann,
Condamin, suprimen Rasín). — 25 Cf. Os 7:9:10; Am 5:11. 26 2 Re 14:28. — 27
Cf. 2 Re 15:10; 14:25; Os 7:3-7.' — 28 Cf. Is 3:2.3; 19:15; Dt28:13.44. — 29 La
generalidad de los críticos suele considerar los v.15-iy como glosas explicativas
posteriores. Pero, por razones métricas, el P. Condamin cree que debe mantenerse
su autenticidad (o.c., 80). — 30 Cf. Is 1:17; Dt 10:18, etc. — 31 En vez de
“prójimo,” el TM y los LXX leen, con la Vg., “cada cual devora la carne de su
brazo.” La imagen indicaría la situación del hombre famélico que se come un
miembro de su cuerpo. Pero, por una sencilla corrección de una letra hebrea, mu-
chos críticos leen “hermano” en vez de brazo, que parece mejor encuadrar en el
contexto. — 32 Algunos leen, por una sencilla transposición de letras, “como
comedores de hombres” en vez de “el pueblo será presa del fuego.” En ese caso,
el V.19 podía ser una buena introducción a la idea del v.20, donde aparece la lu-
cha fratricida entre los conciudadanos. — 33 2 Re 15:25.
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trofe. Sería equivalente al Dios de los ejércitos del v.23, que era la
locución común para expresar el poder omnipotente del Dios protector
de Israel a través de su historia. El profeta no quiere que sus contem-
poráneos se hagan ilusiones sobre la numerosa población de su tiem-
po, como las arenas del mar 17, pues sólo se escapará al exterminio un
reducido resto como consecuencia de la intervención justiciera de
Dios, que acarreará la destrucción (v.22).
El espectro de este horizonte tenebroso de destrucción y de
muerte como consecuencia de la acción vengadora de Yahvé podía
producir en los oyentes una impresión de desesperación y de decep-
ción general; por eso el profeta presenta por contraste — como es ley
general en la literatura profética — un oráculo, un mensaje de conso-
lación, lanzado — lleno de ternura — a los habitantes de Sión 18: Pue-
blo mío. como Egipto. El mensaje parece destinado a los actuales
habitantes de Jerusalén o a los ciudadanos de la nación ideal en la
mente del profeta. Aunque el yugo asirio es muy duro, comparable al
de los tiempos de la opresión en Egipto, no obstante, esta situación no
será la definitiva, ya que Dios se dispone también a castigar al opre-
sor, renovando los antiguos prodigios en favor del pueblo elegido,
como en otro tiempo a favor de Gedeón y sus seguidores contra las
hordas de Madián 19, y cuando anegó en el mar Rojo al ejército egip-
cio con sólo levantar Moisés su bastón 20, dos gestas que habían que-
dado como tradicionales en la épica popular de la historia de Israel 21,
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1 Skinner cree que es un oráculo aislado de Isaías puesto por un compilador como in-
troducción, a título de peroración, a 9,8-21 (o.c., 90). — 2 Cf. Sal 94:20. — 3 El
TM, puntuado de otro modo, podría leerse: “Beltis (Isis) ha sido roto, Osiris ha
sido abatido.” En ese caso aludiría el profeta a lo inútil que era esperar en estos
ídolos para salvarse de la catástrofe. Pero, como dice Skinner, no consta que estas
divinidades egipcias fueran adoradas por los habitantes de Judá. — 4 Este v.12
parece glosa posterior; al menos rompe con el contexto. Algunos consideran los
v.10-12 como adiciones posteriores de un glosista. en Ez 26:7. — 5 Εz 26:7. — 6
Carquemis, capital hitita al oeste del Eufrates. Es la actual Dejerablus, sometida
por iría en el 717 a.C. en tiempos de Sargón; Calno, probablemente el Kallani
délos asirios, Conquistada por Teglatfalasar III en 740; Jamat, la actual Hamat,
sobre el Orontes, conquistada por Sargon en el 720; Damasco, conquistada por
Teglatfalasar III en 732; Samaría, conquistada por Sargón en 721. — 7 La con-
traposición de Samaría y Jerusalén a los otros pueblos en el v.10, de un lado, y la
contraposición, por otro, de Samaría y Jerusalén entre sí oscurecen el pensamien-
to, lo que, juntamente con el cambio de ritmo métrico, ha hecho pensar a muchos
críticos que esto es una glosa. — 8 El TM dice literalmente: “y la hermosura de
su bosque y de su vergel será aniquilada desde el olma hasta la carne”; es decir,
totalmente. La última parte del versículo es oscura en extremo. Los LXX leen: “y
será el que huya como el que huya de una llama que se enciende.” — 9 En Is
31:8 encontramos la expresión “no hombre,” que es paralela a esta de “no made-
ra.” — 10 Cf. Is 9:18. — 11 Algunos autores creen que este fragmento no es con-
tinuación de lo anterior; Skinner Cree que empalma mejor con el v.12 (o.c., 98).
— 12 Is 7:13. — 13 Cf. 2 Re 16:7. — 14 Cf. Am3:12. — 15 Cf. 2 Re 16:7. — 16
Is 7:3; el nombre significa justamente “un resto volverá.” — 17 Cf. Gen 22:17.
— 18 Algunos autores creen que este canto (v.24-26) habría que ponerlo inme-
diatamente después de los v. 16-19. — 19 Cf. Jue7:25; Sal 83:9; Is 9:4 — 20 Ex
c.14. — 21 El texto hebreo dice literalmente: “y hasta será quitado el yugo a
fuerza de aceite degrasa”, que es como traduce la Vg. En este supuesto, A Lapi-
de, Fillion y Dillmann lo explican así: el yugo y las cuerdas con que se ata a Judá
se pudrirán a causa de la grosura de Judá, que con el auxilio de Dios se hará fuer-
te. Los LXX traducen: “se corromperá el yugo “Junto a sus nombros,” que viene
a ser el sentido general que hemos adoptado, siguiendo Jondamin (o.c., 88). — 22
El primer estico, ya avanza del lado de Rimen, es una lección hipotética de una
su-lesta reconstrucción del texto hebreo, que está oscuro e ininteligible, propuesta
por Duhm y seguida por Condamin. — 23 Cf. 2 Re 18:17; Is 36:2. — 24 Ayot pa-
rece ser la antigua Ai (Jos 8); Magrón, seguramente la homónima de 1 Sam 14;
desfiladero, el paso estrecho que va de Micmas a Gabaá, llamado hoy Suweinit;
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1 literalmente según el TM. Así la Bib. de Jer. Por una confusión de letras muy pa-en
el hebreo, los LXX traducen: “lo llenará el espíritu de temor de Dios,” que lee
Vg.; cf. Condamin, o.c., 90. — 2 Así Skinner contra Cheyne y Marti (o.c., 103); Condamin
(o.c., 90). — 3 1 Sam 16:5. — 4 Cf. Is 6:13. — 5 Núm 10,25.140 — 6 2 Re 2:15.
— 7 Ex 31:3- — 9 1 Sam 10,6. — 8 Jue6:34. — 10 Jer 1:18. — 11 Como es sa-
bido, la versión griega enumera siete cualidades, traduciendo la palabra hebrea
yira't (“temor”) primero por “piedad”: εσζέαειας” y después en el v.3 por “te-
mor”: θόαοσ. Parece ser una simple elegancia literaria — dada la riqueza de la
lengua griega — para no repetir la misma palabra hebrea, como en Prov 1:7. San
Jerónimo sigue a los LXX y Padres griegos: San Iren. Adv. haer. 1.3 C.9: PG
7:871 y 930; Clem. Alej., Strommata V c.6: PG 9:61. Las versiones Peshitta y
Targum nos dan “seis” cualidades, aunque con siete términos. Por tanto, no difie-
ren sustancialmente del TM. — 12 Prov 1:7. — 13 San Justino, Dial Cum Triph.
87: Pg 6:683. — 14 San Ireneo, Contra Haer. 3:9:17: Pg 7:871.929.930. — 15
Tertuliano, Adv. Mardonem 3:17: Pl 2:373. — 16 San Hilario, Tract. In Ps.
118:38: Pl 9:541. — 17 San Jerónimo, In Haiam 4:11: Pl 24:149. — 18 Orígenes,
In Haiam 10:13: Pg 13:549· — 19 San Ambrosio, De Spiritu Sancto 1:159: Pl
16:7711 San Agustín, De Civ. Dei L.N C.31: Pl 41:344-345. — 20 Cf. Ceuppens,
O.C., 264; J. Touzard, Isaie Xi 2-30. Et Les Sept Dons Du's. Esprit: Rb 8 (1899)
P.259; A. Gardeil, Dons: “Dict. T. C.,” 4 (1911) 1761; Vacant, Esprit Saint: Dict.
Bibl. Vig. 2 (1899) 1968-1969; Feldmann, O.C., T.I,I54; J. Knabenbauer, In Isai-
am P.2?O; Tomás, Summa Theol I-11 9:68 A.3 C, Et III 9.7 A.5 C; 11-11 c.45
a.1. — 21 Cf. Is39:2. — 22 Is 37:8-9. — 23 El Targum de Jonatán dice: “saldrá
un rey del hijo de Isaías, y el Mesías (Ungido) será ungido por un hijo de sus
hijos.” Cf. Ceuppens, o.c., 271. — 24 Rom 15:12; 2 Tes 2:8. — 25 San Justino,
Dial cum Triph. 86.87: PG 6:682.683; San Ireneo, Adv. haer. '3:17:1 y 3: PG
7:929.930; 7:1214; Tertuliano, Contra ludaeos c.g: PL 2:663; Adv. Marc. 3:17:
PL 2:373; San Cipriano, Testirn. 2:11: PL 4:41; 4:734; Eusebio, Demonst. Evang.
2:2:19: PG 22:107.143.559; San Crisóstomo, Contra ludaeos 2: PG 48:815; San
Jerónimo, In Isaiam 1.4: PL 24:147; cf. Ceuppens, o.c., 272. — 26 Cf. “el cin-
turón de la verdad” en Ef 6:14. — 27 Los milenaristas entendían estos versículos al pie
de la letra, y con ellos San Ireneo y Lactancio, y aún hoy día algunos, como Schegg, creen
que llegará un momento en que esto se realizará, volviéndose las cosas a su cauce primitivo.
Cf. San Ireneo, Adv. haer. 33: PG 7:1214; Lactancio, Institutiones 7:24: PL 6:809. San
Jerónimo los critica (In /s.' 11:6 : PL 24:150). — 28 Gen 1:29. — 29 Tomás, I q.6g a.2 ad
3; q.gó a.i ad 2. — 30 Rom 8:19-22. — 31 En todas estas descripciones poéticas es
necesario tener en cuenta que los profetas, aunque conozcan el hecho “quoad
substantiam,” no lo conocen en sus realidades accidentales, y por eso presentan el
futuro conforme al gusto de su tiempo y las circunstancias históricas en que vi-
ven. En aquella época de zozobra, lo ideal sería la paz total. Además, el recuerdo
de la paz primitiva del Génesis había dejado huella en su mentalidad eminente-
mente pacífica y religiosa. — 32 Am 8,ns. — 33 Niegan la autenticidad isaiana
de este fragmento Stade, Duhm, Cheyne, Marti y otros. El P. Condamin hace no-
tar, respecto al argumento de que los exiliados están dispersos 2:1 el Mediterrá-
neo, que probablemente este v.11 es glosa. Skinner se muestra reservado, aunque
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Este himno “forma el epílogo lírico de la primera gran sección del li-
bro de Isaías”1 (c.1-12). En realidad son dos himnos unidos (1-2 y 3-
6), puestos en boca del pueblo rescatado. Como en otro tiempo el pue-
blo israelita, bajo el caudillaje de Moisés, entonó un himno de acción
de gracias después del paso del mar Rojo 2, así los nuevos repatriados
prorrumirán en un clamoroso cántico de acción de gracias y de alegría.
El género literario del fragmento es similar al de los himnos de algu-
nos salmos y del cántico de Moisés. Como es extraño en Isaías que se
cierre un oráculo por un himno de este tipo, muchos críticos creen que
este capítulo es una adición posterior; no obstante, debe notarse que la
expresión el Santo de Israel (v.6) es muy isaiana 3.
En la primera parte (v. 1-3), el autor sagrado pone en boca de
la comunidad de Sión un cántico de acción de gracias por la salva-
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Con este capítulo se abre una nueva sección en el libro de Isaías, dedi-
cada a oráculos contra las naciones paganas. Hasta ahora la preocupa-
ción del profeta giraba en torno a Israel; ahora la atención se centra
más sobre el castigo que han de sufrir los enemigos de Israel. Y dentro
de esta serie de vaticinios conminatorios, el primero es éste contra Ba-
bilonia.
Por razón de dificultades de estilo y lenguaje y, sobre todo,
porque el horizonte histórico parece desbordar al de la época de Isaías
— el cual escribe bajo la obsesión del peligro de Asiría (s.VIII) y con-
cibe la inauguración de la era mesiánica inmediatamente después de la
derrota del invasor asirio — , la mayor parte de los críticos modernos
piensa que esta sección ha sido redactada a fines del exilio babilónico,
no mucho antes de la caída de Babilonia en el 538 ante el empuje de
los ejércitos de Ciro. El profeta supone al pueblo israelita en cautivi-
dad bajo el imperio babilónico, el cual parece hallarse en la cumbre de
su apogeo. Aunque todo esto podría explicarse por una revelación es-
pecial de Dios al profeta, no obstante, el vaticinio sería totalmente in-
inteligible para los contemporáneos de Isaías, ya que les habla de una
situación y de un enemigo opresor que hasta entonces no había tenido
ocasión de tener fricciones con el pueblo escogido. Por otra parte, no
está dentro del género literario habitual de la profecía el dar nombres
concretos como el de Ciro. Por estas razones, quizá sea más prudente
suponer que este fragmento ha sido escrito en tiempos de la cautivi-
dad.
La palabra hebrea que traducimos por oráculo suele emplear-
se en la literatura profética como introducción a un vaticinio conmina-
torio, y así lo entendieron las versiones, como la Vg., que traduce por
onus l. La expresión hijo de Amos 2 parece indicar que este versículo
es introducción de un glosista, y por otra parte indica que este c.13
primitivamente no estaba unido a los c.1-12 anteriores.
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San Lucas 10:18, donde el Señor dice que vio a Satanás caer del cielo
como un rayo. En la epístola de San Pedro se aplica en la versión lati-
na “Lucifer” a Cristo . En realidad, en el contexto de Isaías no hay
nada que nos pueda hacer pensar en el diablo, el ángel caído, pues se
trata únicamente de la estrepitosa caída del rey de Babilonia. Ese título
de Lucifer está justificado por su arrogancia pretenciosa de ser supe-
rior a todos, igualándose con las divinidades superiores: subiré a los
cielos. y seré igual al Altísimo. Es la suprema arrogancia de los mo-
narcas babilónicos 12. En la época sasánida, los reyes persas se dieron
en las inscripciones el título de dioses. La expresión que traducimos
por Altísimo aparece en el Gen 14:18 y se aplica al dios de Melquise-
dec. En realidad, el sentido del vocablo hebreo es oscuro, pero es clara
la idea del profeta, pues ciertamente quiere decir que el rey babilónico
se equipara en su insolencia con los dioses, moradores sobre las cum-
bres de las nubes (ν. 14) según la mentalidad semítica occidental.
Según los hebreos, Elohim habitaba en los “cielos de los cielos,” en-
cumbrado sobre la bóveda celeste. El profeta, pues, pone aquí en boca
del rey de Babilonia esta frase llena de presunción, que para los oídos
israelitas sonaba a blasfemia e insensatez. Me instalaré en el monte de
la asamblea, en las profundidades del aquilón (ν.13): es un eco de la
concepción mítica babilónica sobre la morada de los dioses. Según los
asiro-babilonios, los dioses habitaban en una región montañosa al sep-
tentrión. Aquí, pues, el monte de la asamblea es una montaña al estilo
del Olimpo griego, donde tenían su morada y asamblea ordinaria los
dioses del panteón mesopotámico. La expresión arrogante del rey ba-
bilónico de instalarse en este monte de la asamblea equivale a apro-
piarse el título de dios, como a continuación lo dice en la otra expre-
sión: seré igual al Altísimo. La Vg. ha traducido “monte testamenti,”
sin duda pensando en Sión, conforme a Sal 48:2. Ezequiel habla tam-
bién del “monte de Dios,” aludiendo irónicamente a las pretensiones
del rey de Tiro13. De nuevo vemos que el profeta no tiene inconve-
niente en utilizar una concepción mitológica para expresar sus ideas,
si bien aquí esas ideas mitológicas las pone en boca de idólatras, como
el rey babilónico. Esta orgullosa pretensión del rey de Babilonia con-
trasta con la trágica realidad: pues bien, al seol has bajado, a las pro-
fundidades del abismo (v.15). Aquí seol y abismo, que la Vg. traduce,
respectivamente, por “infernum” y “lacum,” son sinónimos. Según la
mentalidad popular hebrea, el seol se hallaba en una oquedad sub-
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1 Cf. Condamin, I.C., p.103. — 2 Cf. Is 56:3-7; Zac 2:11; 8:21-23. — 3 Así leyendo
con los LXX. Condamin lee tormenta; Vg., tributum; Bíb. de Jer., su arrogancia.
— 4 El TM lee persecución, pero los LXX y el Targum más bien reflejan la idea
de sujeción o yugo. — 5 Véase Meissner, Babilonien und Assyrien I
p.352.390.323. — 6 La raíz hebra rafa' indica “debilidad,” y de ahí el nombre de
refaím aplicado a los muertos entre los hebreos y fenicios. Los refaím eran tam-
bién una raza de gigantes en el folklore popular hebreo (Dt 2:20), quizá relacio-
nados con los dólmenes o construcciones ciclópeas, bajo las que reposaban las
sombras de los muertos. — 7 Literalmente, “los machos cabríos” (Jer 50,8; Zac
10:3), en cuanto que los reyes dirigen a los pueblos, como los machos cabríos van
delante del rebaño. — 8 Cf. Is 21:5; Danc.5. — 9 Cf. Lagrange, Eludes sur les re-
ligions sémitiques p.113. — 10 Núm 24:17; Ez 32:7. — 11 2 Pe 1:19. — 12 Cf.
Sof 2:15; Dan 3:15. — 13 Ez 24:14. — 14 Muchos ven en esta idea de “hueco,
vacío, cóncavo,” el sentido primordial etimológico de seol, del sa' al, que signifi-
ca el “hueco” de la mano. Otros más bien lo derivan de sa' al: “pedir,” porque el
seol es insaciable en su demanda de vidas humanas. — 15 Así según el TM; los
LXX, en cambio, leen “inmundicia.” — 16 Literalmente se lee “piedras de la fo-
sa” en hebreo. — 17 La versión de Símaco y el Targum leen “un odioso aborto,”
lo que supone un ligero cambio en la palabra original hebrea. — 18 Si se lee
“piedras de la fosa,” como literalmente dice el original, aludiría a un cadáver en
el campo cubierto sólo con piedras. — 19 El texto hebreo lee “de ciudades,” pero
por razones de paralelismo se ha cambiado ligeramente la palabra hebrea por otra
que significa “ruinas.” — 20 Cf. Gen 21:23; Job 18:19. — 21 Cf. Is 10:5;
17:12.18. — 22 Cf. Skinner, l.c., 126. — 23 Cf. Am 4:2; 6:8; 8,7; Is 45:23-54;
62:8. La frase falta en el texto griego, y, por otra parte, no es usada en la primera
parte del libro de Isaías fuera de aquí (cf. Skinner, l.c., 127). — 24 Cf. 5:25; 9:12.
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— 25 El texto hebreo dice literalmente “los primogénitos de los pobres,” e.d., los
humildes por excelencia. Pero, con un ligero cambio en la vocalización, en vez de
“primogénito,” muchos leen “mis pastos.” — 26 Cf. Skinner, o.c., 128.
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1 El texto hebreo dice literalmente: “Ha subido a Bayit ya Dibón,” tomando la prime-
ra palabra como nombre de localidad. Un ligero cambio da “hija.” — 2 Cf. Núm
22:36; Dt 2:9.18; 2 Re 3:25. — 3 El texto hebreo dice literalmente “mi corazón
clama por Moab,” y entonces se reflejaría aquí la reacción del corazón piadoso
del profeta ante la tragedia de Moab. La traducción que hemos seguido está con-
forme al texto griego, que supone un ligero cambio de vocalización en el hebreo.
— 4 Cf. Skinner, o.c., 135. — 5 El texto griego lee en vez de león “Ariel.”
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1 Esta traducción está basada en una reconstrucción del texto. En realidad, el texto
hebreo dice: “enviad un cordero del soberano de la tierra.” Un ligero cambio de
letras da hija en vez de cordero. El texto griego dice “enviaré como reptil sobre
la tierra.” La Peshitta lee “enviaré al hijo del soberano del país.” La Vg.: “Emitte
agnum, Domine, dominatorem ter-rae,” con sentido mesiánico (cf. Condamin,
o.c., 115). — 2 Cf. 2 Re 3:4. — 4 Cf. Is 25:11; Dt 23:4-7; Jer 6 — 5 Cf. Skinner,
o.c., 135. — 6 Cf. Is 3:1; 2 Sam 6:19.
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les barcos de papiro que surcaban el Nilo 3. Por eso el mar puede refe-
rirse al Nilo. De todos modos, el profeta sólo quiere decir que vienen
de lejos, por vía marítima o fluvial. El profeta invita a volver a los
embajadores: id, veloces mensajeros, al pueblo de elevada talla y de
piel brillante (v.1); la caracterización es perfecta al tratarse de una
raza africana negroide, como los actuales sudaneses, con un color ne-
gro bruñido tirando a bronce 4. Isaías les comunica el mensaje que han
de llevar a su pueblo, pero este mensaje interesa a todos los pueblos
(los moradores del mundo, ν.3). Cuando se levante la bandera y suene
la trompeta, deben estar atentos para contemplar la gesta de Yahvé,
que es lo que ha revelado al profeta (v.4): Dios contempla sereno des-
de su morada celeste esperando que maduren los acontecimientos de
la historia, como el sol, que con sus rayos va madurando las cosechas,
o como nube de rocío, que acelera el proceso de maduración. Pero
cuando llega el momento oportuno y los frutos están ya madurando
(cuando ha terminado la floración.), interviene en la historia, dando
un sesgo nuevo a los acontecimientos. Dios espera pacientemente que
Asiría vaya colmando su misión y que vaya realizando el plan previs-
to, y cuando ésta cree llegar el momento de conseguir el fruto pleno de
sus conquistas, la intervención inesperada de Yahvé frustrará total-
mente sus planes (quitará y arrancará las cepas, ν.6), es decir, le in-
fligirá una total derrota, y los cadáveres de sus guerreros quedarán en
el campo expuestos a las aves de rapiña (v.6); y será tal la abundancia
de cadáveres, que las aves de rapiña y alimañas tendrán comida para el
verano y el invierno 5.
En el v.7 se dice que los etíopes, agradecidos, traerán presen-
tes a Yahvé por haber destruido el ejército asirio, el enemigo común.
Por razones de metrología, muchos críticos creen que este verso es
una glosa posterior.
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El v.18 plantea una cuestión difícil, a saber, cómo entender ese núme-
ro de cinco ciudades Si tiene un sentido indeterminado, indicaría que
algunas ciudades se convertirían a Yahvé 13. Otros ven un número
concreto, es decir, cinco ciudades que reconocerían a Yahvé de hecho,
y, según Hitzig, serían Leontópolis, Heliópolis, Migdol, Dafne y Men-
fis. Serían lugares donde habría colonias judías. Lengua de Canaán es
la hebrea, que era la que se empleaba en el culto de Yahvé, Dios ver-
dadero. El número de cinco ciudades convertidas a Yahvé era reduci-
do, pero era una semilla de bendición en Egipto, suficiente para atraer
las miradas y benevolencia de Yahvé. Ciudad del Sol (v.18): si está
correctamente leído, siguiendo a la Vg. y a Símaco, sería Heliópolis,
que en la Biblia es llamada On (Gen 41:50), célebre por su templo al
sol, que Jeremías llama (43:3) “casa del sol” (Beth-Shemesh). En la
época persa hubo ahí una fuerte colonia judía, y aun hoy día se ve cer-
ca un montículo llamado “colina de los judíos” (Tell-Yehudie)14. Se
establecerá un altar para Yahvé, para los sacrificios cruentos e incruen-
tos u ofrendas. Según Flavio Josefo, el pontífice Onías IV se fundaba
en este versículo para argumentar a los de Jerusalén sobre su derecho
a erigir un altar a Yahvé en Egipto, en Leontópolis (llamado así por la
diosa Bast, que se adoraba allí con cabeza de “león”). En la mente del
profeta no parece que se trata de una colonia judia que dé culto a
Yahvé, sino de una población egipcia que se convertiría a Yahvé, y
que estaría en medio de Egipto, lo que indica la toma de posesión de
Yahvé de este reino. Además, en la frontera habrá “una estela” (o
massebah), es decir, un monolito indicador conmemorativo, que hará
recordar a todo el que entre en Egipto que esta región pertenecía a
Yahvé y que le había protegido. No sabemos a qué frontera se refiere
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La profecía versa acerca del desierto del mar, expresión que suele
considerarse como paralela a la de país del mar de los documentos
cuneiformes2, que comprendía la Arabia desde el golfo Pérsico hasta
el mar Rojo. Pero las palabras del mar faltan en el texto griego, y por
eso muchos creen que se titula profecía sobre el desierto, porque de
esa región proviene la invasión. Otros creen que es una designación
enigmática de Babilonia, que, según Herodoto, había sido un tiempo
mar 3. No olvidemos que el estilo de este fragmento profético es
enigmático y lacónico en extremo, y se buscan intencionadamente las
frases oscuras. El profeta presenta la invasión como un huracán pro-
cedente del Negeb, o del sur de Palestina (v.1); viene del desierto, e.d.,
la zona inmensa esteparia que separa Babilonia de Palestina. El profe-
ta confiesa que su visión es dura (v.2), por las cosas terribles que pre-
sencia, y que conmueven las entrañas del mismo. Ve a los elamitas y
medos haciendo presa en la gran ciudad de Babilonia (v.2), y en su
visión le parece percibir una voz que empuja a los invasores: Sube
Elam, asedia Media. El profeta se figura a Babilonia, como a Jeru-
salén, sobre una montaña, y así a los invasores “subiendo” hacia su
objetivo militar. Elam tenía por capital Susa, estaba al norte del golfo
Pérsico y al este del Tigris. Media estaba al norte de Elam. Ciro,
príncipe de Anzán, provincia elamita, logró ponerse al frente de am-
bos reinos en el 549 antes de Cristo, y en el 539-38 cayó sobre Babi-
lonia. La expresión yo hago cesar el gemido (v.2) parece debe aplicar-
se a las poblaciones que se ven libres de la opresión babilónica. El
profeta se siente conmovido ante tanta tragedia: la hora del crepúscu-
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cito persa, que se habría infiltrado en una razzia por el desierto des-
pués de caer Babilonia.
En el ν. 16 se da la interpretación de la profecía, y es considerado ge-
neralmente por los autores como un apéndice posterior, similar al de
16:14 Que hemos visto. Cedar es una famosa tribu del desierto siró-
arábigo (Is 60:7; Ez 27:21), y su nombre era sinónimo del desierto
arábigo del norte. La principal arma de los árabes era el arco (v.17; cf.
Gen 16:13).
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15
Así dice el Señor, Yahvé de los ejércitos: Anda y ve a ese
cortesano, a Sobna, el superintendente de palacio: ¿Qué
tienes tú aquí o a quién tienes tú aquí para labrarte aquí
un sepulcro? Se está labrando su sepulcro en la altura, se
talla una morada en la roca. 17 He aquí que Yahvé te lan-
zará con ímpetu varonil, te echará a rodar, ¡oh gran se-
ñor! como una bola; con ímpetu te lanzará como una bola
sobre la vasta tierra. Allí morirás y allí serán tus carros
gloriosos, ¡oh vergüenza de la casa de tu señor! 18 Te de-
pondré de tu cargo y te arrancaré de tu lugar.
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1 El texto hebreo lee “tus encontrados,” pero creemos preferible la lección, griega fus
caudillos, que se obtiene con un cambio de letras. — 2 Cf. Jue 16:27; NehS.16.
— 3 El texto es ambiguo y oscuro. Otros traducen: “Quir socava el muro, y Soa
lánzase contra la montaña” (Cantera-Bover). — 4 El texto hebreo dice literalmen-
te: “en carros de hombres y caballos.” Con un ligero cambio tenemos la traduc-
ción dada arriba. — 5 La palabra hebrea soken tiene su paralelo asirlo en saknu,
que significaba administra- — dor (cf. i Ke 1:2.4). — 6 La costumbre de usar ca-
rros para protección y ornato personal era privativo de los reyes en Israel, pero
con el tiempo se extendió a los altos cortesanos (Jer 17:25). Condamin, en vez de
carros del texto hebreo, lee sepulcro, traduciendo “y allí tendrás tu glorioso se-
pulcro,” — 7 Cf. Cheyne, Polychrome Bible p.ióo, citada por Skinner, o.c., 183.
— 8 Otros identifican Tarsis con Cartago, Tarso, Tarsis (Etruria), el Tursa de los
egipcios o el Tiras de Gen 10,2, que se supone en el sur de Italia. Recientemente,
Schulten parece haber probado la identidad de la Tarsis bíblica y la Tartesos de
los griegos, situada en la desembocadura del Guadalquivir, destruida por los car-
tagineses. — 9 La traducción “vuestro puerto” es según una corrección del texto,
pues el texto hebreo dice “sin casa,” que falta en el griego. — 10 En el griego fal-
ta Ntío. Sijor es el río de Egipto. — 11 Condamin pone la frase en segunda per-
sona, como una ironía del mar dirigida contra Sidón: “no has concebido, no has
parido.” — 12 Cf. Herodoto, II 44. — 13 Flavio Josefo, Ant. VIII III. — 14 Con-
damin, suprimiendo “como el Nilo,” que el texto griego lee de otro modo, y
haciendo alguna reconstrucción, traduce: “Pasa, vete hacia tu tierra, hija de Tar-
sis. Tu puerto no existe más.” Cf. Condamin, o.c., 157. — 15 Algunos prefieren
traducir Canaán por mercader, según el conocido juego de palabras, y en ese ca-
so tendríamos “las fortalezas del mercader,” e.d., de los fenicios. — 16 La pala-
bra virgen falta en el texto griego, y rítmicamente es superflua. — 17 Cf. Con-
damin, o.c., 1:59, y Skinner, o.c., 190. — 18 Cf. Jer 29:10; Zac 1:12; 7:5; Dan
9:2; 2 Crón 36:21.
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Las frases con que se describe la conmoción cósmica son muy pareci-
das a las de Am 5:19 y Jer 48:4355, quedando como estereotipadas en
la literatura apocalíptica. Habrá una ola de terror, en tal forma que el
que no caiga en un peligro caerá en otro (hoya, red.), y los mismos
elementos cósmicos se asociarán a la conturbación general. Sus cata-
ratas, e.d., las compuertas (Gen 7:11; 8:2) de los cielos, que Dios abre
a voluntad cuando quiere enviar una inundación con las aguas de
arriba (Gen 1:4), que estaban sobre el firmamento, concebido como
una masa sólida. Y los fundamentos de la tierra son los pilares en los
que se asienta la tierra sobre el abismo. Los hebreos concebían la tie-
rra asentada sobre cuatro columnas que a su vez se sumergían en el
abismo de aguas, el tiamat de la literatura asiro-babilónica. El profeta
describe aquí un tremendo terremoto, en virtud del cual la tierra vaci-
la como un ebrio y es sacudida como una choza (v.20). El símil está
tomado de las chozas en forma de hamaca que se ponían en las viñas
para guardarlas, que solían ponerse a veces en la copa de un árbol. Por
eso aquí, al temblar la tierra, es hamada por el viento. Y todo esto no
tiene otra causa que los pecados (v.20) que la cubren y pesan sobre
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1 Cf. L. Dennefeld, Les granas prophétes 95. — 1 Literalmente el texto hebreo dice:
“la altura del pueblo.” Otros prefieren leer cambiando la vocalización: “el cielo
con la tierra,” lo que sería una asociación cósmica a lo anterior. Así, Gondamin,
O.C., 165. — 2 Cf. Jer 3:9; Núm 35:33; Dt 21:1-9. — 3 Cf. Is 5:11-12. — 4 El texto
griego dice “toda ciudad” en vez de “ciudad de confusión.” — 5 El texto griego
dice “¡ay de los impíos!” en vez de “¡desgraciado de mí!” del texto hebreo. — 7
Cf. Jer 33:22; 1 Re 22:19; Neh 9:6; Dan 10:13; 20,21; 12:1; Eclo 17:17.
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Parece que aquí nos encontramos con otra sección, como indica el en-
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1 Cf. L. Dennefeld, Les granas prophétes 95. — 1 Literalmente el texto hebreo dice:
“la altura del pueblo.” Otros prefieren leer cambiando la vocalización: “el cielo
con la tierra,” lo que sería una asociación cósmica a lo anterior. Así, Gondamin,
O.C., 165. — 2 Cf. Jer 3:9; Núm 35:33; Dt 21:1-9. — 3 Cf. Is 5:11-12. — 4 El texto
griego dice “toda ciudad” en vez de “ciudad de confusión.” — 5 El texto griego
dice “¡ay de los impíos!” en vez de “¡desgraciado de mí!” del texto hebreo. — 7
Cf. Jer 33:22; 1 Re 22:19; Neh 9:6; Dan 10:13; 20,21; 12:1; Eclo 17:17. — 1 El
texto hebreo dice literalmente: “una tempestad en pared,” lo que no da sentido
aceptable. Con un ligero cambio de vocalización en hebreo tenemos “invierno,”
como hemos traducido. — 2 El texto griego dice “presuntuosos” en vez de “ex-
tranjeros” del hebreo. — 3 El tono del cántico es muy similar al de los salmos (cf.
Sal 63:1; 145:1; 138:2) — 4 Esta imagen del festín para designar la era mesiánica
y el cielo es muy corriente en la Biblia (cf. Is 55:2; Sal 23:5; Mt8:11; 22:2ss; Sal
36:8; 63:5). — 5 Cf. 2 Sam 15:30; 19:41 Jer 14:3. — 6 Confunde la palabra
hebrea que traducimos por “siempre” (lenesaj) con otra parecida aramea que sig-
nifica “victoria”' (nasaj).
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jestad de Dios.
Los impíos están tan ciegos que no ven la mano de Yahvé alzada, dis-
puesta a descargar el castigo sobre ellos. Tantas veces ha manifestado
su justicia en la historia, y, sin embargo, ellos no ven; pero llega el
momento en que tendrán que ver la mano de Dios, su celo por el pue-
blo, e.d., el amor celoso que Yahvé siente por su pueblo elegido, y
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1 Cf. Zac 2:4-5; Sal 125:2. El texto griego más bien toma salvación como comple-
mento directo; es decir, la “salvación” de Jerusalén está en las fortificaciones. —
2 Cf. Sal 118:19-20; Ap 22:145. — 3 La traducción de este versículo es difícil,
por la extremada concisión del original hebreo. Skinner traduce: “Tú guardas en
constante paz una firme disposición, porque es fiel a ti.” En el texto hebreo se re-
pite dos veces “paz,” pero el griego suprime uno de ellos como ditografía. — 4 El
texto original es oscuro. La expresión “celo del pueblo” puede significar: celo por
el pueblo o ardor del pueblo contra los enemigos, etc. — 5 El texto original dice
Refaim, que nosotros traducimos por sombras. Era el nombre que se daba a los
gigantes y a los habitantes de ultratumba. Cf. 14:95. — 6 Esta segunda parte del
versículo es sumamente oscura. Las traducciones son muy diversas. Hemos acep-
tado la que nos parecía mejor con el contexto. — 7 La frase rocío de luces es
problemática en cuanto a la segunda palabra. En 2 Re 4:39 se traduce por hortali-
zas. Los LXX traducen “rocío de salvación,” lo que indica que leían otra palabra
hebrea. — 8 Cf. Sal 36:9; 56:13; Job 3:20; 33:30; Jn 1:4. En el Talmud se habla
de un “rocío” guardado en el séptimo cielo que desciende sobre los huesos de los
muertos, resucitándolos (cf. Skinner, o.c., 210).
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monstruos marinos. En Job 40,25 se dice que Dios juega con el “le-
viatán” como un niño con un juguete. En este pasaje parece se refiere
al cocodrilo; sin embargo, en 3:8 se alude a un monstruo mítico, que
sólo pueden manejar los magos y encantadores. En el fragmento que
comentamos parece que el profeta quiere designar a tres potencias
políticas o imperios. Se suele convenir que el monstruo que está en el
mar es Egipto, cuyo río Nilo es a veces llamado “mar.” l El leviatán
serpiente huidiza sería Asiría, asentada junto al Tigris, de curso muy
rápido; y el leviatán serpiente tortuosa sería Babilonia, junto al Eufra-
tes, río muy sinuoso e irregular. Los que suponen que la profecía es de
época posterior identifican esos monstruos con Persia, Siria, los par-
tos, etc. En los kudurrus, o mojones de límite asiro-babilónicos, se
suele representar la divinidad bajo la forma de una serpiente enrosca-
da. Quizá también esto haya dado lugar a los símiles del profeta.
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que están fuera de las fronteras de su pueblo (v.13) para que se junten
en Jerusalén a darle culto 7.
1 Cf. Is 51:9; Hez 29:3; 32:2; Sal 74:13. — 2 El original hebreo dice “viña de vino,”
pero el griego lee “de delicias,” lo que se obtiene por un ligero cambio de conso-
nante final. — 3 El t. hebreo: “para que no se la dañe.” — 4 Otros traducen:
“¿Acaso le ha herido con la herida de quien le hiere, o le ha asesinado como quer-
ían asesinarlo?” (Cantera). — 5 El hebreo dice literalmente: “le has combatido,”
en segunda persona; pero el griego traduce “le ha combatido,” lo que se adapta
mejor al contexto. — 6 Cf. Is 17:8. — 7 Cf. Is 18:3; Zac 9:14; Mt 24:31; 1 Cor
15:52; 1 Tes 4:16.
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ñas, los asirios. Dios les hablará, pero por balbucientes de labios y con
lengua extranjera, e.d., traerá un ejército como instrumento de su jus-
ticia, que los castigará, profiriendo palabras para ellos ininteligibles
(v.11). Y a continuación enuncia sus principios de política internacio-
nal: En vez de fatigarse yendo de aquí para allá en busca de alianzas
extranjeras, lo mejor es que estén tranquilos confiando en Yahvé (éste
es el reposo., v.12), dejando tranquilo al pobre pueblo, fatigado de
tantos tributos para preparativos bélicos. Pero, puesto que no han que-
rido entender este lenguaje sencillo de reposo del Señor, éste les
hablará en un lenguaje que remedará ese lenguaje burlón que han em-
pleado con el profeta (tsaw, latsaw., ν.13), es decir, les enviará a un
ejército que habla una lengua extraña, que los hará caer de espaldas, y
serán tomados prisioneros.
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Dios (Eclo 7:15ss) 13. Así, Yahvé dirige el curso de la historia y sabe
lo que conviene al pueblo de Israel, y si le castiga no es por capricho,
sino por exigencias de su justicia y sabiduría, para hacerlos volver al
buen camino. Como el labrador no rotura la tierra por capricho, sino
con vistas a la cosecha, así Dios castiga para bien de su pueblo, para
prepararlos a la era de justicia y paz mesiánicas, que es la meta del
pueblo escogido. Tal es la gran lección de esta bellísima parábola.
1 La imagen con este sentido es corriente en los Profetas (cf. Os 9:10; Miq 7:1; Nah
3:12; Jer 24:2. — 2 Algunos autores, por razones métricas, creen que estos dos
versículos son adición posterior, pero la psicología profética es muy especial, y
no siempre sigue nuestras categorías lógicas occidentales. — 3 Literalmente en
hebreo, “lo que se oye,” e.d., el comunicado divino u oráculo. — 4 Muchos auto-
res prefieren traducir estas palabras de un supuesto balbuciente; así Skin-ner tras-
lada: “porque precepto sobre precepto, regla sobre regla, un poco aquí, un poco
allá” (223). También lo entiende así Dennefeld (o.c., 108). En ese caso, el sentido
sería que los adversarios del profeta, cansados de sus oráculos y preceptos, le
contestarían en un tono balbuciente, en conformidad con su estado de embria-
guez: “ya estamos cansados de que nos trates como niños destetados, dándonos
preceptos y reglas sin fin..” — 5 El texto griego traduce: “tribulación sobre tribu-
lación, esperanza sobre esperanza, aún un poco, aún un poco.” La Peshitta: “ex-
cremento sobre excremento, excremento sobre excremento, deyección sobre de-
yección, un poco aquí, un poco allá.” La Vulgata: “Manda remanda, manda re-
manda, expecta, reexpecta, modicum ibi, modicum ibi.” Y San Jerónimo comen-
ta: “Praecipe, impera. exspecta paulisper. venient quae futura praediximus” (cf.
Condamin, o.c., 182). — 7 Literalmente en hebreo, “será cubierto”. Con un ligero
cambio de letras tenemos “será roto,” que se adapta bien al contexto. — 8 Otros
traducen: “y el entender el oráculo infundirá terror.” — 9 Cf. Prov 27:20; 30:15.'
— 10 No parece probable la interpretación que supone que ese pacto con “la
muerte y el seol” se refiera a ritos religiosos por los qué se pusieran bajo la pro-
tección dé Ósiris é Isi.s, divinidades egipcias de la muerte. Esto repugna a la más
elemental sensibilidad religiosa hebrea. — 11 La tradición ha considerado esa
“piedra angular” como tipo del Mesías, en cuanto que es la culminación del pue-
blo israelita, el instaurador del nuevo Israel de Dios, que empalmaba con el resto
fiel del A.T. — 12 Cf. 1 Par 14:11ss (Baal Perasim). Se suele identificar Perasim
con Ras-en Nadir, entre Jerusalén y Jaffa, cerca de Aim Karim. Y Gabaón con el
actual ed-Gib (véase Vincent, Jerusalem I P.119). — 13 Cf. Virg., Geor.” 1.147.
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Parece que el profeta alude a los planes de alianza con Egipto, lleva-
dos en secreto como medio de liberación de la invasión asiría. Creen
que obran en secreto (v.15) y que no lo sabe Isaías, representante de
Dios. Le indigna que hagan planes sin contar con Yahvé, que es el
único que puede salvarles. Esto supone un insulto a su omnisciencia y
omnipotencia; es como si Dios fuera la arcilla y ellos los alfareros pa-
ra dirigir y modelar los acontecimientos humanos. Qué perversidad
querer suplantar los planes de Dios, como si Dios no fuese inteligente
para modelar el curso de la historia de su pueblo; como si la vasija
(los jefes políticos de Israel) dijera a su Hacedor (Dios): No estás ca-
pacitado para dirigir estos asuntos. Israel es un pueblo esencialmente
teocrático, y Yahvé es el centro de su historia; por eso sólo a El le
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alto costo que supone para Judá el mantener su política exterior me-
ramente humana, cuando todo se arreglaría simplemente con confiar
en Yahvé y serle obedientes. Los judíos, en cambio, llevan todo esto
para un pueblo que de nada sirve (v.6). Egipto es tan inútil (vanidad y
nada, ν.7), que el profeta se atreve a darle el nombre de Rahab esta
tranquilo. Rahab es el nombre de un monstruo marino 12, que en
hebreo significa “arrogante, impetuoso,” y tradicionalmente se aplica-
ba a Egipto como manifestación político-militar, llena de arrogancia y
de desafío frente al otro coloso asirio. Aquí el profeta parece jugar con
el significado de Rahab (“arrogante e impetuoso”) aplicado a Egipto,
y la realidad de la debilidad y somnolencia política de esta nación, en
trance de desaparecer ante Asiría 13.
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justo (lit. “Dios de juicio”). Aquí se trata del juicio purificador sobre
el pueblo elegido para liberarlo de sus opresores; pero sólo sacarán
provecho de él los que confían en Dios (v.18). Dios estaba esperando
ansiosamente el momento de intervenir a favor de Sión después del
castigo; y ahora los va a liberar; pero antes quiere que pasen por un
período de penuria extrema, en que tendrán que comer el pan de la
angustia y el agua de la congoja (v.20), expresión bíblica corriente
para designar los tiempos calamitosos en que la comida y bebida están
tasadas 18. Después vendrá una época en que no se ocultarán tus maes-
tros (v.20); e.d., los profetas, encargados de dirigir al pueblo espiri-
tualmente, podrán hablar públicamente sin necesidad de ocultarse,
como hasta ahora; ellos serán como una voz amonestada que indica el
camino recto que deben seguir cuando se desvíen a derecha o a iz-
quierda (v.21). La expresión detrás de ti parece aludir a la costumbre
de los pastores, que van detrás del rebaño, indicando el camino con
sus gritos. Así harán los profetas con su pueblo para que no se descarr-
íe 19. Por su parte, Israel abandonará sus ídolos, considerándolos como
inmundicia (v.22), y echándolos fuera como cosa indigna. Dios, en
cambio, corresponderá a este gesto colmándoles de bendiciones mate-
riales en el campo (v.23), enviando la lluvia benéfica para que el pan
sea suculento y nutritivo. Los pastos serán tan abundantes, que hasta
los bueyes y asnos que labran la tierra (aún hoy día se ven en Palesti-
na uncidos un buey y un asno) se nutrirán de los mejores piensos ima-
ginables: forraje salado, aventado y bieldado (lit. “aventado con pala
y horca,” para indicar el sumo cuidado con que ha sido escogido). El
símbolo de la fertilidad edénica de la tierra será la abundancia de agua
en las colinas y montañas (v.25), la ilusión máxima de un pobre fellah
palestiniano. Y todo ello tendrá lugar al tiempo de la gran matanza,
e.d., después del juicio de Dios (27:1-7; 2:12-15) sobre los pueblos e
impíos, que para los justos significa la hora de la liberación y de la
salud. Y hasta en el firmamento los astros redoblarán su brillo en be-
neficio de los justos (v.26). De nuevo encontramos aquí a la naturale-
za asociada a la transformación moral de los tiempos mesiánicos para
hacer más venturosa la condición de los ciudadanos de la nueva teo-
cracia.
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1 El texto griego lee “como David,” en vez de “en círculo” del texto hebreo. Siguen
aquella lectura Gondamin, Cheyne, etc. — 2 Cf. Skinner, o.c., 231; Ez 43:15;
Gen 46:16; Núm 26:17; 2 Sam 23:20. — 3 La primera palabra en hebreo parece
que significa “deteneos”; pero con un ligero cambio de letras se obtiene “asom-
braos,” que suele ser preferido de muchos autores. — 4 Cf. Gen 2:21; 15:12; 1
Sam 26:12. — 5 Otros traducen, en vez de vergel, “huerto frutal,” y entonces se
aludiría no a la frondosidad del Líbano, sino a su fertilidad. — 6 Algunos prefie-
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ren ver aquí una contraposición: el Líbano quedaría reducido a un vergel por glo-
riarse demasiado, mientras que el vergel modesto se convertiría en bosque altivo
y soberbio: Dios abajaría al orgulloso y elevaría al humilde. — 7 Según una
leyenda tardía judía, Abraham fue liberado por Dios de una muerte violenta Pre-
parada por los idólatras (cf. Libro de los jubileos c.12, citado por Skinner, o.c.,
238). — 8 “Derramar libaciones” era una frase equivalente a “hacer un pacto,”
como en el griego sponde (libación) y sponsai (alianza, esponsales); cf. Skinner,
o.c., 239. — 9 Muchos autores creen que “sus príncipes y sus embajadores” se re-
fiere a los príncipes del faraón. — 10 Suele traerse a colación la frase de Sargón
II a propósito de los egipcios: “Piru, rey de Egipto, príncipe que no puede sal-
var.” — 11 Herod., III 75; cf. Skínner, o.c., 242. — 12 Cf. Is 51:9; Job 9:13;
26:12. Como símbolo de Egipto, cf. Sal 87:4; 89:10. — 13 Muchas son las tra-
ducciones: “Rahab el silencioso” (Hensler), “Rahab el adormilado” (Condamin).
— 14 El texto hebreo dice literalmente: “para los días venideros (o postreros) y
para siempre.” Un ligero cambio de vocalización nos da “para testimonio.” — 15
Algunos creen que el texto está corrompido; pero, con todo, se ve la idea general
y su dependencia de Dt 32:30. — 16 Cf. Is 7:4; 28:16. — 17 Dt 32:30; Lev
26:28; Jos 23:10. — 18 Cf. 1 Re 22:27; 2 Par 18:20. — 19 No pocos autores su-
ponen que aquí la voz que les habla detrás es el mismo Yahvé en persona, y leen,
en vez de “maestros,” en singular: “Maestro.” — 20 En Dt 33:2 se presenta al
Señor desde el Sinaí. — 21 El texto está incompleto, y, por tanto, su sentido es
oscuro. — 22 Otros traducen: “Está también destinado a Melec o Moloc,” dios
extranjero, al que se habían sacrificado niños y era objeto de repugnancia para los
israelitas (melec significa también rey),
Egipto era famoso por sus caballos 1 y era la única potencia que podía
disponer de carros de combate frente a Asiría. Las pequeñas naciones
de la costa siró-fenicio-palestina confiaban desmesuradamente en el
poder militar egipcio, y ahora el profeta lo declara abiertamente. Los
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1 Cf. DIODOR., 1:45; HOM., Ilíad. 9,383. — 2 Algunos autores prefieren entender la
imagen en sentido contrario: Yahvé, por medio de Asiría, despedazaría a Sión
como el león la presa, sin hacer caso de los pastores (políticos de Judá y egipcios)
que a ello se oponían. Pero en el v.5 se habla de una protección de Yahvé sobre
Jerusalén. — 3 Condamin supone que falta algo en el versículo, en el que se indi-
caría la huida de los enemigos “como aves que levantan el vuelo.”
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general, que no sólo en las fértiles viñas (v.12), sino hasta en las casas
de placer de la ciudad alegre crecerán los cardos y las espinas. Esta
imagen es corriente en la literatura profética para indicar el estado de
desolación y abandono en que quedarán los campos fértiles y las mis-
mas ciudades, las cuales sólo servirán para que retocen los asnos sal-
vajes, u onagros, y pasten los ganados (v.14). Dentro de la ciudad se
destaca la colina llamada Ofel, donde estaban las dependencias del
palacio y donde estaría la torre de guardia.
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1 Cf. Virgil., Georg. III 145: “sáxea umbra.” — 2 No pocos autores suponen que los
v.6-8 son adición posterior, obra de un escriba de la época sapiencial. Al menos
su contenido es muy similar al género sentencioso sapiencial. — 3 Otros tradu-
cen, en vez de “Ofel,” nombre propio, “colina,” donde estaba la ciudad y sus de-
fensas. Así Condamin. La palabra que traducimos por “torre de guardia” es en
hebreo rara; algunos la relacionan con el egipcio bhn-t, “torre,” o bhn, “villa.” —
4 El texto es oscuro. La traducción adoptada es la de Condamin. Otros traducen:
“el bosque se derrumbará” (Dennefeld). — 5 Cf. Is 28:2.17; 30:30. — 6 Cf. Is
9:5.
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dispersan las naciones, dejando un rico botín (v.4), sobre el que caen
como langostas los escogidos de su pueblo, en favor de los cuales
Yahvé ha intervenido. El profeta reconoce la majestad de Yahvé, que
habita en la altura (v.5), en un lugar inaccesible a sus enemigos; pero
al mismo tiempo desde allí infunde a la capital de la teocracia, Sión,
un sentimiento de seguridad y de justicia, que serán las virtudes per-
sonales de todos los ciudadanos de la nueva era venturosa. Y, sobre
todo, la gran adquisición (su tesoro, v.6) de los tiempos mesiánicos
será un profundo sentimiento de temor de Yahvé, base de la vida so-
cial e individual. Todos estos conceptos tienen un aire y ritmo de lite-
ratura sapiencial. Quizá sean consideraciones piadosas de un escriba
posterior intercaladas en el contexto de Isaías sobre la desolación pro-
ducida por un invasor.
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extiende a orilla del mar desde Jafa al Carmelo, famosa por sus lirios y
belleza natural. Basan era celebrada por sus bosques tupidos, al este
del Jordán (cf. Is 2:13).
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1 Así siguiendo a la Peshita, Targ. y Vg., en contra del texto hebreo, que lee “brazo
de el ios,” lo que no se adapta al contexto. — 2 Este versículo es extremadamente
oscuro en su original. — 3 Ariel es problemático. La palabra hebrea es oscura,
quizá corrompida. Algunos traducen por “héroes” (Cantera) o “leones de Dios”
(Cheyne). — 4 No pocos autores cambian la palabra hebrea que traducimos por
“ciudades” en otra parecida que significa “testimonios” (Cantera). — 5 En vez de
“desierto,” quizá haya que traducir “Arabah,” como nombre geográfico, al sur del
mar Muerto, que quedó como sinónimo de “estepa.” — 6 Cf. Is 35; Zac 11:2;
Cant 7:4s. — 7 Así Dennefeld (o.c., 126). — 8 Procksch, con un ligero cambio
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de letras (megadim en vez de migdolim), traduce: “el que contaba las joyas.” Cf.
Dennefeld, o.c., 127. — 9 Cf. Ez 47:5; Jl 4(3),18; Zac 14:8; Sal 46:4; 36:8. — 10
Muchos autores, como Skinner y Condamin, suponen que este v.23 es una glosa
intercalada posteriormente, que interrumpe el contexto. — 11 Cf. Sal 103:3; Job
9:2; Mt 9:2ss.
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se tomaba una ciudad y sobre ella se declaraba el jerem, todo debía ser
destruido, como consagrado a Dios, y nadie podía aprovecharse del
botín1. La carnicería será tan descomunal, que hasta los montes se de-
rretirán por la sangre de ellos (ν.3); e.d., los montes se convertirán en
una masa húmeda al ser penetrados de la sangre de los muertos. La
hipérbole es desorbitada y oriental, para resaltar la magnitud de la
catástrofe. El mismo mundo sideral es asociado a la gran catástrofe: la
milicia de los cielos (v.4), e.d., el ejército de los astros, se descompone
y se enrollan los cielos como un libro 2. Los cielos eran concebidos
como una masa compacta extendida y abierta sobre la tierra. Dios aho-
ra la enrolla como un libro, haciéndolos desaparecer, y las estrellas (su
ejército), al no encontrar sostén, se caerán una a una como las hojas de
la vid y de la higuera en el otoño.
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1 Cf. Jos 7:1s. — 2 La imagen está basada en la forma de los libros antiguos, que se
cerraban como un rollo y se abrían desplegándolos. — 3 Cf. Núm 20:10. — 4 Cf.
Ez 35:1. — 5 Cf. Am 1:12; Jer 49:13.22; Is 63:1; Gen 36:33. — 6 La frase “y
habitarán en ella los sátiros, y todos sus nobles dejarán de existir” no está en el
hebreo, pero sí en el griego. — 7 Cf. Gen 19:24. — 8 Cf. Is 14:23; Jer 50:39; Sof
2:14. — 9 Cf. 2 Re 21:13; Lam 2:8. — 10 Cf. Mt 12:43 ;Tob 8:3. — 11 Algunos
autores suponen que estos dos últimos versículos constituyen un fragmento aparte
y que se refieren a la distribución de la Tierra Santa entre los israelitas rescatados.
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siánicos.
Desde el punto de vista literario, este fragmento tiene mucho
parecido con los c.40-66. Por ello, no pocos autores suponen que es
del mismo autor, posterior a Isaías. No obstante, debe notarse que aquí
no hay alusiones explícitas al exilio babilónico.
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nada menos que como enviado por el mismo Yahvé, Dios nacional de
los judíos. En la mentalidad pagana del invasor, el hecho de que
Yahvé permitiese sus victorias en territorio de Judá es que aprobaba
sus planes invasores para castigar a su pueblo. Ciro se presentará tam-
bién como enviado por los dioses de Babilonia para conquistar esta
ciudad.
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te, que tenía por Dios nacional al mismo Yahvé; pero, en su mentali-
dad pagana, el asirio no sabía que era el mismo que el Dios de los
habitantes de Judá. Efectivamente, Yahvé había permitido la destruc-
ción de Samaría y bien podía permitir la de Jerusalén; pero los mora-
dores de Judá creían que lo sucedido a Samaría era un castigo justo
por haberse separado de sus hermanos del sur. La argumentación de
Rabsaces es clara: si los dioses nacionales de esas naciones no pudie-
ron salvar a sus respectivas capitales, tampoco Yahvé podrá salvar a
Jerusalén. La esperanza, pues, en poderes divinos superiores era vana
y tan engañosa como la que ponían en el ejército egipcio.
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El texto no nos dice nada sobre la respuesta definitiva que diera Eze-
quías a Rabsaces después de haber consultado al profeta, pero se coli-
ge que fuera negativa. El emisario asirio se volvió a Libna, pues Sena-
querib había abandonado su cuartel general de Laquis para asediar
aquella ciudad. Libna no estaba lejos de Laquis, y era la ciudad fronte-
riza entre Judá y Filistea 3. Se suele identificar con el lugar actual lla-
mado Tell es Safi, al sudoeste de Judá. Allí Senaquerib recibió la noti-
cia de la inminente incursión de Tirhaqa, rey de Etiopía, es decir, rey
de Egipto, procedente de la dinastía nubia-etiópica que se había apo-
derado del trono de Egipto. En realidad, Tirhaqa no era rey de Egipto
entonces (reinó entre el 688-633), Pero tenía suma influencia durante
los dos reinados anteriores de Shabaca y Shabataca, también de la di-
nastía nubia. En esa invasión de Palestina, Tirhaqa podría ser el gene-
ralísimo de las tropas egipcias 4 y, de seguro, el primer ministro, con-
ductor de toda la alta política egipcia.
Ante la inesperada invasión de los egipcios, Senaquerib se
apresuró a enviar otra embajada para convencer a Ezequías y guardar-
se así la espalda en una batalla contra Egipto. La argumentación de los
mensajeros se ciñó al elemento religioso: Ezequías es iluso si piensa
que Yahvé le ha de liberar, cuando los dioses de otros pueblos no pu-
dieron defender a sus naciones (ν. 11). La enumeración es más larga
que la empleada por Rabsaces (36:19). Además de Arpad y Jamat
(v.13), se cita a Gosán, la Guzana de los documentos asirios; es el lu-
gar de destino de los israelitas transportados del reino de Samaría (2
Re 17:6; 18:11), a la orilla del Jabur, afluente al norte del Eufrates
(actualmente hay en esa región una localidad llamada Kausán). Jarran
o Harán, donde habitó la familia de Abraham (Gen 11:32-32), al su-
deste de Edesa, junto al afluente del Eufrates llamado Belih. Resef (as.
Resapa), la actual Rusafe, entre Palmira y el Eufrates. Hijos de Edén
es la traducción del Bit-Adini de los documentos asirios, y era un pe-
queño reino arameo, en el Eufrates superior, al nordeste de Damasco,
conquistado por Salmanasar III en 836 a.C. Tejasar, identificada por
unos con Til Assuri de los documentos cuneiformes, y por otros con
Til Basen de los mismos textos asirios. No se han podido identificar
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Hena e Hiwah.
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665). Pero Isaías hace hablar de este modo a Senaquerib como repre-
sentante del imperio asirio, que había de traspasar los canales del Nilo
en Egipto.
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1 Cf. Is 66:7ss; Os 1:13. — 2 Sobre la intercesión de los hombres justos cf. Gen
18:2355; Ex 32:31; i Saín 12:19; Am 7:2-5; Jer 14:11; 15:1, etc. — 3 Cf. 2 Re
8:22; Jos 10,29. — 4 Algunos autores creen que este episodio se refiere a una ex-
pedición posterior de Senaquerib contra Judá, hacia el 690-681; pero no hay do-
cumentos probativos de la misma (cf. RB 1910 912). — 5 Cf. 2:18-20; 17:8;
44:935; Dt 4:28; 28:36; 29:17; Ez 20:32. — 6 El sentido de la frase depende de
tomar “hija de Sión” como sujeto o como vocativo. — 7 Lit. “cortos de manos.”
— 8 El texto está al final algo oscuro. Hemos traducido “grano marchito” si-
guiendo al lugar paralelo de 2 Re 19:26, lo que hace perfecto sentido. — 9 Cf.
Cilindro Taylor, o prisma hexagonal de Senaquerib. — 10 Cf. 1 Re 11:13-34;
15:4- — 11 Herod., II 141. — 12 Flavio Josef., Antiq. Lud. X 1-5. — 13 “Adra-
melec” quizá sea una deformación del hijo de Senaquerib, llamado Arad-Ninlil.
— 14 El nombre de Nesroc aparece en los códices griegos transcrito de muchas
maneras: “Nasaraj” (B), “Asaraj” , etc., lo que prueba que está corrompido el ori-
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ginal. — 15 Asaradón cuenta que persiguió a los rebeldes hasta más allá del Tau-
ro. Cf. CON-DAMIN, o.c., 225; SKINNER, o.c., 291.
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mos, sino al orden de las causas a los efectos. Lo más sencillo es su-
poner que Isaías profirió un vaticinio condicionado 2. Su cumplimien-
to dependía de la aceptación de la plegaria de Ezequías. Con este rela-
to, el hagiógrafo no quiere sino hacer resaltar la eficacia de la ora-
ción humilde y confiada. Ezequías se consternó ante el anuncio de la
muerte, porque la muerte prematura era considerada entonces como un
castigo de Dios por pecados cometidos, una pérdida de la amistad de
Dios. El rey, por otra parte, tenía la conciencia tranquila. Sin embargo,
acató la voluntad de Dios, suplicándole se acordase de sus buenas
obras. Dios oyó su súplica, y al punto comunicó a Isaías la prolonga-
ción de la vida del rey en quince años. En 2 Re 20:4 se dice que el
profeta recibió esta comunicación cuando aún no había salido del pa-
tio central.
El v.6 interrumpe la narración y es una repetición de 37:35;
por tanto, debe considerarse como glosa de un escriba posterior.
En 2 Re 20 se dice que se aplicó a Ezequías una cataplasma de
higos, y después preguntó cuál era la señal de que dentro de tres días
subiría al templo. Todo esto está narrado en los v.21-22 de este c.38
del libro de Isaías, y desde luego que están desplazados, siendo su lu-
gar propio entre el v.6 y el v.7 de este capítulo. Además, según la na-
rración de 2 Re 20, Isaías dejó al rey elegir que la sombra del reloj
avanzara o retrocediera; Ezequías escogió lo último, pues era un signo
más extraordinario, ya que lo normal es que avance. La señal, pues,
era el retroceso de la sombra de diez grados en el reloj o cuadrante de
Acaz, llamado así porque habría sido este rey, padre de Ezequías,
quien lo había puesto, y probablemente lo había traído de Damasco
(cf. 2 Re 16:10), tomándolo de los babilonios, los cuales, según Hero-
doto, fueron los inventores del reloj solar. No sabemos cuál era la
forma de ese reloj de Acaz, pero podemos relacionarlo por otro que
conocemos de Fenicia, región próxima a Judá, y que había tenido mu-
cha influencia cultural desde los tiempos de Salomón en Jerusalén.
Este reloj solar está formado por un cuadrante con diversos
radios, que sin duda señalan los grados u horas del día a medida que
la sombra iba avanzando o descendiendo por ellos. El milagro, pues,
consistía en que, en vez de avanzar, con el movimiento del sol retro-
cediera. Esto sería una señal de que Ezequías recuperaría la salud.
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bial para indicar la pequeñez de los hombres (cf. Núm 13:33; Sal
113:5). La tierra es concebida como un disco plano rodeada del abis-
mo, sobre la que se pone un toldo arqueado compacto, que son los
cielos. Sobre esa bóveda de los cielos habita Yahvé, inaccesible a todo
lo creado. Nada se escapa a la acción destructora de Dios, ni los más
altos príncipes (v.23), los cuales son arrancados como troncos sin raí-
ces. Basta el soplo de Yahvé para dar al traste con los que parece que
están más firmes: apenas ha echado raíces su tronco, e.d., las dinast-
ías desaparecen apenas se establecen. Las revoluciones son los medios
que tiene Dios para hacer justicia sobre las dinastías reales más pode-
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1 Cf. Gen 34:3; Je 19,3; 2 Sam 19,7; Os 2:14. — 2 Cf. Is 49:1435; 51:165; 52,is. — 3
El estico “ciertamente hierba es el pueblo,” por razones rítmicas, es considerado
por muchos autores como glosa. Cf. Comdamin, o.c., 242. — 4 Cf. Is 37:23; Job
8:12; 14:2; Sal 37:2; 103:15; 90:55. Véase Skinner, o.c. ,11 5. — 5 Este estico:
“le adoctrinara en la ciencia,” falta en el texto griego. Como, por otra parte, resul-
ta arrítmico y contra el paralelismo, se cree que es una glosa. — 6 El valor del
efah es de unos 39 litros. — 7 Falta en el texto griego, y métricamente es super-
fluo; por eso no pocos consideran este estico: “adorna con cadenillas de plata,”
como glosa. — 8 Así lee literalmente el texto hebreo. El sentido sería que los po-
bres, en vez de revestir la imagen de oro, se contentan con otra de madera. Pero
parece que el texto está incompleto. Duhm hace una reconstrucción y traduce: “El
que erige un simulacro,” que se obtiene con una aliteración de consonantes. — 9
El hebreo dice literalmente: “habéis comprendido los fundamentos de la tierra.”
Un ligero cambio nos da la otra lección que hemos escogido siguiendo a Conda-
min.
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Israel no debe temer, como los otros pueblos, ante los avances de Ci-
ro, porque es el siervo de Yahvé (v.8), Israel es el pueblo predilecto
de Yahvé, familiar suyo e instrumento de sus designios salvadores.
Abraham, el gran antepasado, es llamado el amigo de Yahvé 6 como
padre de una generación bendecida: progenie de Abraham. Dios había
escogido a Israel desde los confines de la tierra: probable alusión del
éxodo de Egipto, pues en el Sinaí fue constituido formalmente como
pueblo teocrático. Quizá se refiera a la patria de Abraham en Urfa de
los caldeos, que para un palestino estaba en los lejanos confines del
orbe. Yahvé, pues, le ha escogido y no le ha rechazado (V.9), como
pudiera suponer el castigo del exilio babilónico. Pero esa elección fue
libérrima por parte de Dios, sin que interviniesen los méritos de Isra-
el7. En consecuencia, no debe temer y debe esperar la liberación de la
cautividad. No desmayes: lit. “no mires de aquí para allá,” viendo an-
sioso su puesto peligroso, porque está la diestra victoriosa (lit. “dies-
tra de mi justicia victoriosa”), que garantiza la liberación de su pueblo.
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Esta sección refleja el estado miserable actual del pueblo israelita, que
se debate en la mayor escasez: no hay agua ni pan para los menestero-
sos, que aquí son los israelitas piadosos. El profeta piensa en el retor-
no de éstos por el desierto (v.8-16), y les promete que se librarán de
los ardores y sequía del desierto en su camino, haciendo brotar manan-
tiales y vegetación por doquier (v. 18-19). Con ello Yahvé mostrará su
omnipotencia, fuente de toda esperanza para sus fieles (v.20).
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Yahvé se encara con los ídolos. En los v.1-4 desafiaba a las naciones a
que dijeran quién había suscitado a Ciro. Aquí el desafío versa sobre
el conocimiento de las cosas futuras. La mejor prueba de la divinidad
es la predicción: “si sit divinatio, dii sunt” (Cicerón). Sólo la ciencia
infinita de Dios puede conocer el libre curso de los hechos históricos
que dependen de la libre voluntad humana (v.22-23). Los ídolos no
podrán presentar siquiera un caso de predicción que sirva para exami-
nar su causa.
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desistirá en su cometido.
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para que puedan volver los exilados como por una amplia avenida lu-
minosa (v.16). Yahvé será el guía seguro para los que no conozcan el
camino, y hará desaparecer todo obstáculo: tornaré en llano lo escar-
pado (c.40:4). Ante esta manifestación de poder y de gloria de Yahvé,
los adoradores de los ídolos se llenarán de confusión y de vergüenza
(ν.17).
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El futuro de Israel será deslumbrador, pues Dios hará que surja una
multiplicación maravillosa de su posteridad. La providencia de Yahvé
se extiende sobre Jacob-Israel desde el seno materno (v.2), e.d., desde
sus primeros años de existencia nacional. Si Dios ha formado a Israel,
no le desamparará y le continuará socorriendo. A Israel se le aplica el
calificativo honorífico de Yeshurum (v.2), que significa “leal,” “hon-
rado,” “fiel,” “recto.” Sólo aparece aquí y en Dt 32:15; 33:5.26. Pare-
ce que el profeta juega con las dos palabras hebreas Yshrael (Israel) y
Yashirum, relacionando ambas con la idea de resto l. Habrá una reno-
vación espiritual y moral en los mismos israelitas, ciudadanos de la
nueva teocracia, como efecto de la efusión del espíritu de Dios, que
obrará como un rocío vivificador sobre la simiente o posteridad de
Israel.
El resultado bienhechor de este espíritu y bendición es compa-
rado al de las aguas (v.4) que riegan los árboles plantados junto a sus
corrientes. La situación de los israelitas será tan próspera y privilegia-
da, que los gentiles se apresurarán a incorporarse al pueblo de Dios
(v.5), queriendo llevar su nombre: Este dirá: Yo soy de Yahvé,.; el
otro escribirá en su mano: De Yahvé, y será apellidado con el nombre
de Israel. Antes Israel había sido el oprobio entre los pueblos (cf.
43:27) al ser castigado y humillado por Dios; ahora, en cambio, será
exaltado y glorificado entre todas las naciones. La expresión escribirá
en su mano (v.5) alude a la costumbre antigua oriental del esclavo,
que marca con fuego en su carne el nombre de su señor. También es
posible que aluda a los tatuajes que se hacían como consagrándose a
alguna divinidad2. Aquí, pues, se trata del proselitismo entre los no
israelitas. Ya desde los tiempos del Éxodo habían sido admitidos al-
gunos no hebreos como agregados al pueblo de Dios, los prosélitos.
Estos serán apellidados con el nombre de Israel 3.
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Los que fabrican los ídolos son hombres como los demás, y sus favo-
ritos (v.8), e.d., sus ídolos, son también vaciedad, y sus adoradores
son testigos de la inutilidad de sus ídolos, como los israelitas lo eran
de los beneficios y maravillas de Yahvé (43:955); no obstante, en su
ceguera y estupidez, no ven que son sólo un objeto de metal o de ma-
dera. Por eso sus devotos, o partidarios idólatras, serán confundidos
(v.11) cuando en la hora crítica vean que no les servirán de nada; son
en realidad factura material de hombres, y ningún hombre puede hacer
que una cosa sea dios. El profeta describe irónicamente el origen ma-
terial del ídolo (v.12). El artífice lo hace cuidadosamente, diseñándolo
antes con el lápiz, tomando sus medidas con la cuerda, y por fin mo-
delándolo, logrando una imagen de hombre bello, e.d., una estatua
acabada en forma humana, para que habite en una casa (v.12), e.d., un
templo o una casa particular en la que se le dé culto doméstico como a
los dioses penates familiares.
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suya (cf. 40,22), sin que nadie pueda compartir este honor: ¿Quién
conmigo? e.d., ¿quién colaboró conmigo en la obra de la creación?
Por tanto, sólo El es el dueño de las voluntades de los hombres en la
historia, aun de los más tortuosos, como los embusteros (v.25) o adi-
vinos, que pretenden interpretar determinadas señales que no son sino
manifestaciones de la voluntad divina. Toda su ciencia carece de
fundamento, porque en realidad no conocen los designios de Dios en
la historia. El profeta parece aludir aquí a las cavilaciones de los adi-
vinos y astrólogos a propósito de las conquistas fulminantes de Ciro
en el Asia Menor. Sin duda que los magos asalariados de Babilonia,
basados en sus observaciones astrales y en los vuelos de los pájaros,
habían anunciado la derrota definitiva del nuevo enemigo del imperio
mesopotámico. Pero Yahvé desbaratará todos estos cálculos (v.25).
Son éstos los sabios, que tendrán que retroceder confundidos ante el
fracaso de sus interesadas predicciones. Su ciencia, pues, será una
verdadera estulticia. En cambio, Yahvé, señor de la historia humana,
cumple la. palabra de sus siervos., y mensajeros (v.26), e.d., las pre-
dicciones de sus profetas sobre la reedificación de Jerusalén: serás
habitada (v.26). Para ello, Yahvé eliminará todos los obstáculos que
se opongan a la liberación de Israel: el que dice al abismo: Sécate
(v.27), alusión, sin duda, al paso del mar Rojo, cuando lo secó para
que pasaran sin dificultad los israelitas. La nueva liberación será tan
gloriosa como la del Éxodo. Y Dios les protegerá también en la misma
medida con sus intervenciones milagrosas10. En realidad es también
Yahvé el que suscita a Ciro, diciéndole: Tú eres mi pastor (v.28), ins-
trumento de su voluntad. El título de pastor se aplica frecuentemente
en la Biblia al rey y, sobre todo, al futuro Mesías 11. Aquí Ciro es el
lugarteniente de Yahvé para gobernar los pueblos, y es el instrumento
en la ejecución de sus designios salvadores sobre Israel. En realidad
ordenará la reedificación del templo de Jerusalén y la repoblación de
esta ciudad: dice a Jerusalén: Serás reedificada, y al templo: Serás
fundado.
1 No es necesario aceptar la opinión de Bacher, según la cual aquí el profeta querría
sustituir el nombre peyorativo Jacob (suplantador, engañador) por otro más hon-
roso de recto. — 2 Véase Skinner, o.c., II 53. Cf. Lev 19,82; Ez 9:4; Gal 6:17; Ap
7:3; 13:16. “Será apellidado.” — 3 La palabra hebrea yequnne, que aparece aquí,
ha sido relacionada correctamente con la kunya de los árabes, e.d., la costumbre
de poner un sobrenombre al padre al tener el primer hijo, como título honorífico:
Abu abd Rahman: padre de Abderramán. Cf. SKINNER, o.c., II 52. — 4 “Que
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venga* está sólo en el texto griego, pero completa bien la idea del texto hebreo.
— 5 Así según una reconstrucción muy verosímil de Duhm, seguida por Conda-
min, El texto hebreo dice lit. “puesto que yo he fundado el pueblo antiguo,” e.d.,
el pueblo hebreo. Así Skinner. — 6 Así según el texto hebreo actual. Algunos
prefieren hacer una reconstrucción: “No hay Roca (refugio) fuera de mí.” — 7
Cf. Is 48:12; Ap 1:8.17; 22:13. — 8 El orden del v. 14 parece que está trastocado,
pues es más lógico empezar por el último estico, en el que se dice que “se planta”
un cedro antes de “cortarle.” — 9 Horacio, en una de sus sátiras, abunda en los
mismos términos irónicos, sorprendentemente similares: “Olim truncus eram fi-
culnus, inutile lignum, cum faber, incertus, scamnum faceretne priapum, maluit
esse deum” (Sat. 1:8-1ss; cf. Skinner, o.c., II 57). — 10 Algunos autores creen
que el profeta alude aquí a la supuesta estratagema narrada por Herodoto (I 189-
191), puesta en práctica por Ciro para tomar Babilonia, desviando antes el curso
del Eufrates, haciendo penetrar los soldados por el lecho del río desecado. Pero
los datos que tenemos en los documentos cuneiformes no avalan esta afirmación.
Cf. Skinner, o.c., II 62. — 11 Cf. Jer. 3:15; Ez 24; Miq 5:5; Is 45:4.
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1 El interesante documento dice así: “Marduk eligió un príncipe justo según el deseo
de su corazón, para tomarlo de la mano. A Ciro, rey de la ciudad de Anzam, cuyo
nombre pronunció y llamó para dominar sobre todo el mundo. El país de Quti.
sometió a sus pies. Le hizo tomar el camino de Babilonia, yendo a su lado como
amigo” (H. Gressmann, Altorientalische Texte zum A.T. 2.a ed., 369). — 2 Cf. Sal
105:15; Hab 3:13. — 3 Los autores greco-romanos hablan de las grandes rique-
zas tomadas por Ciro al entrar en Babilonia. Cf. ESQUIL., Pers. 53; Plinio El Vie-
jo, Htsf. Nat. 33:3. — 4 Cf. Gressmann, Altorientalische Texte zum A.T. 2.a ed.,
p.3ÓQ. — 5 Así según los LXX. El TM lit.: “y tu obra: no hay manos para él.”
— 6 Cf. Is 43:3; 55:8; Dt 29:29; Prov 25:2. — 7 El texto hebreo emplea la pala-
bra tohu (cf. Gen 1:2), que significa caótico, sin distinción, informe. — 8 Algu-
nos interpretan país de tinieblas, cono sinónimo de seol, la morada de las som-
bras de los difuntos. La nigromancia era el arte de consultar a los muertos.
Yahvé, pues, aquí diría que El no habló con artes nigrománticas. — 9 Lit. “bus-
cadme en el caos” o “yermo,” e.d., sin orientación. Cf. Is 41:1-4.21-29; 43:9-31·
— 10 Cf. Gen 22:16; Jer 22:5; Heb 6:13; Rom 14:11; Flp 2:10-11.
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res, sino que tienen necesidad de ser llevados por los babilonios en su
huida, mientras que Yahvé no es llevado, sino que se encarga de llevar
y salvar a sus adoradores. Yahvé, en realidad, es el portador de su
pueblo a través de las vicisitudes de su historia.
Bel y Nebo (Júpiter y Mercurio babilónicos) eran las divinida-
des supremas del panteón babilónico . Los ciudadanos babilónicos
quieren salvar sus divinidades en la huida, para seguir disfrutando de
su protección y para que no caigan en poder del invasor, con lo que
sus poderes quedarían muy reducidos. Las cosas que llevabais es alu-
sión a las procesiones babilonias, que constituían por su pompa el or-
gullo de los babilonios. Efectivamente, Bel (Marduk) y Nebo eran
llevados procesionalmente en barcas en el día de año nuevo. Ahora la
situación ha cambiado, y son una carga para el fatigado animal en la
huida. La descripción es ideal, conforme a las escenas usuales en
tiempos de invasión. En realidad, Ciro, al conquistar Babilonia, se
portó muy condescendiente con las creencias religiosas de sus nuevos
súbditos, y, lejos de llevarse los ídolos, como habían hecho otros con-
quistadores, procuró aplacarlos con ofrendas y actos de culto. Esta
descripción del profeta prueba que fue escrita antes de la toma de Ba-
bilonia por Ciro. Los profetas conocen muchas veces el hecho sustan-
cial futuro, mientras se les escapan las circunstancias concretas del
mismo; y utilizan en sus descripciones circunstanciales tópicos litera-
rios recibidos. Aquí el profeta describe la caída de Babilonia con los
colores habituales de pánico, huida de los habitantes con sus dioses.
No se compromete, pues, en realidad, la veracidad histórica del vatici-
nio si tenemos en cuenta el género literario profético con sus recursos
habituales 2.
En contraposición a esta situación vergonzosa de los dioses
llevados por sus devotos para salvarlos, el profeta presenta la actitud
de Yahvé llevando personalmente a sus adoradores a través de las vi-
cisitudes de la historia. Yahvé verdaderamente lleva a su pueblo desde
el seno materno. hasta la vejez (v.3-4), e.d., desde el principio del
pueblo israelita como nación hasta el fin. Los padres se preocupan de
sus hijos mientras son niños; pero, cuando son adultos, se desentien-
den de ellos; no así Yahvé, que durante toda la vida histórica de su
pueblo le ha llevado y le llevará: como yo hice, (os) llevaré (v.4) 3.
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Dios se dirige a los obstinados o a los pusilánimes (que las dos inter-
pretaciones son posibles) para que se percaten de que Yahvé puede
traerles la justicia o victoria, que aquí es sinónimo de salvación (v.13).
Y ésta tendrá su sede en Sión, centro de la nueva teocracia. Los profe-
tas viven obsesionados con la idea mesiánica, y de ahí que constante-
mente recurran a ella como medio de consuelo y de mutuo estímulo.
Parece que los contemporáneos del profeta se sentían descorazonados,
ya que consideraban la salvación como algo que estaba lejos (ν.13).
En la mente del profeta, Dios está dispuesto a intervenir para inaugu-
rar la nueva era de ventura y de justicia.
1 “La palabra Bel (Belu) es la equivalente al ba'al hebreo, y significaba una divinidad
particular y un nombre genérico de divinidad. Como nombre propio se aplicaba a
Marduk (Merodac), divinidad tutelar de Babilonia, si bien se habla de otro Bel,
que aparece como su padre. Nebo (Nabu) era el hijo de Marduk, y su culto tenía
lugar en Borsippa, cerca de Babilonia. Su nombre Nabu se relaciona con la raíz
Ναίπ hebrea: profeta, lo que hace pensar que era el “locutor” de los dioses (como
Mercurio, Act 14:12). Se le consideraba inventor de la escritura. Como aparece
en los nombres de reyes caldeos (Nabopolasar, Nabucodonosor, etc.), se cree que
era el protector de la dinastía” (Skinner, o.c., II 76). — 2 Cf. Condamin, O.C.,
2848. — 3 Cf. Ex 19:4; Dt 1:31; 32:11; Os 11:3. — 4 El significado del verbo
que traducimos por “entendedlo” es incierto, pero el contexto es claro. — 5 El
texto hebreo lee “su consejo.” Pero el qere lee “mi consejo,” que está mejor en el
contexto, y así lo entienden los LXX. — 6 Algunos ven en ave de presa una alu-
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sión al águila real de oro que campeaba en las insignias reales persas; cf. JENOF.,
Cirop. VII 1:4. . , — 7 Las palabras hebreas que traducimos por “duros de co-
razón” pueden tener el s< de “obstinados” y “desanimados” (así LXX).
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prisión (42:7).
Yahvé castigó a Israel por sus pecados, y permitió profanar su
heredad (v.6), e.d., su pueblo escogido, entregándolo a los babilonios,
que se excedieron en el castigo, sometiendo a un yugo sobre los an-
cianos y débiles (Lam 4:16; 5:12). Quizá se les sometió a trabajos for-
zados. No obstante, por lo que nos dicen Jeremías (29:1) y Ezequiel,
el cautiverio no fue tan duro, ya que se les permitía a los exilados cier-
ta autonomía y participar en la vida económica y social. Babilonia, en
su presunción, creyó que iba a permanecer siempre, y por eso oprimía
a Israel sin reservas, sin pensar que es Yahvé quien lo entregó en sus
manos. En realidad, el mismo Yahvé, que había hecho justicia sobre
Israel, la haría al fin sobre su opresora Babilonia.
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quien te salve.
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Dios las tuvo ocultas para que pudieran atribuirlas a los ídolos. Estas
cosas nuevas entran ahora en su fase de realización: ahora han sido
creadas (v.7). Y no se lo comunicó antes para que fuesen más impre-
sionados en el momento de la realización: para que no dijeras: Ya lo
sabía yo (v.7). Israel no tenía noticias de esta súbita promesa de libe-
ración que se va a cumplir muy pronto. Yahvé sabía que Israel era
pérfido. , rebelde desde el seno materno (v.8), y, por tanto, no quería
rebelarle de antemano esto, que podía atribuir a los ídolos. Yahvé
mantuvo el secreto de la aparición de Ciro y de la liberación, y no se
lo comunicó por revelaciones hasta ahora. La historia de Israel ha sido
tan pecaminosa, que hubiera merecido el exterminio más amplio; pero
Yahvé, por amor de su nombre y de su gloria (V.9), difiere su ira. La
ruina total de Israel hubiera comprometido la fama y gloria de Yahvé,
su Dios, ante los gentiles, que considerarían lo de la desaparición total
de Israel como un fracaso debido a la impotencia de su Dios nacional.
Además, quizá en la palabra mi gloria (o mejor, “alabanza”) aluda al
culto, que desaparecería totalmente con el exterminio de Israel como
pueblo. Si Dios ha castigado al pueblo elegido con la cautividad, ha
sido para purificarlo: te probé al fuego (v.10) con esperanza de forjar
un pueblo fiel y santo; pero el resultado ha sido negativo: no había
plata (v.10), es decir, el pueblo no supo aprovechar la lección del cas-
tigo y, en lugar de demostrar su fe en Yahvé, ha seguido fuera de
camino, como si todo fuera basura sin valor. La hornaza de la aflic-
ción (v.10) ha sido el crisol empleado por Yahvé para aquilatar la pro-
fundidad de los sentimientos religiosos de Israel. Y Yahvé vuelve de
nuevo a la idea de que lo que va hacer (por mi amor lo hago), e.d., la
liberación de Israel tomando como instrumento a Ciro, se debe al celo
por su gloria, para que no fuera profanado, blasfemado (cómo sería
profanado) por los gentiles. Y, por otra parte, lo que va a realizar (las
cosas nuevas, v.6) se debe exclusivamente a Él, no a los ídolos: mi
gloria a nadie se la doy (v.11). Sólo Yahvé es capaz de realizar la
nueva gesta de la liberación de Israel.
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1 El texto hebreo dice literalmente “aguas de Judá” (quizá aludiendo al semen húme-
do fecundante); pero una ligerísima corrección nos da entrañas, que se adapta
perfectamente al contexto. — 2 Cf. 42:9; 43:12; 44:8. — 3 Cf. Ez 3:7; Is 6:10; Ex
32:9; Dt 9:6.13, etc. — 4 Ex 32:9; Dt 9:6. — 5 Cf. Ez 3:7s. — 6 Los LXX leen:
“no he abierto tu oído.” — 7 Los LXX intercalan “mi nombre.” — 8 Los LXX
omiten Yahvé. — 9 No pocos autores consideran esta frase como glosa posterior.
Condamin corrige el texto y traduce: “y yo le envío con su espíritu.” En ese caso,
el que hablaría sería Yahvé a propósito de Ciro, su enviado. — 10 La palabra que
traducimos por granos es de sentido incierto en el hebreo. Los LXX traducen
“como polvo de la tierra.” — 11 Con los LXX hemos preferido la lectura “tu
nombre,” en vez de “su nombre” del texto masorético, porque está más en con-
formidad con el contexto. — 12 Condamin pone los v.20-21 después de 52:10.
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1
Oídme, islas; atended, pueblos lejanos: Yahvé me llamó
desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre me
llamó por mi nombre. 2Y puso mi boca como cortante es-
pada, me ha guardado a la sombra de su mano, hizo de mí
aguda saeta y me guardó en su aljaba. 3El me ha dicho: Tú
eres mi siervo, en ti seré glorificado. 4Yo me dije: Por de-
más he trabajado, en vano y por nada consumí mis fuer-
zas; pero mi causa está en manos de Yahvé, mi recompen-
sa en mi Dios.
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siado fuertes para que se les obligara a dejarlos libres. Cómo es difícil
quitar a un guerrero fornido (es el sentido de gibora del original
hebreo), así es muy difícil hacer que los poderosos babilonios suelten
su presa (¿se le escapan al poderoso los cautivos? v.24). Yahvé reco-
ge la objeción con la misma imagen y le da otro sesgo: Yahvé es en
realidad el gran guerrero y poderoso, y no permitirá que le arranquen
de sus manos los enemigos de Israel (v.25). Yahvé sale fiador de la
causa de los israelitas: con tus adversarios lucharé (v.25); Para ello
esta dispuesto a desencadenar la guerra civil entre los enemigos y
opresores de Israel: y a tus opresores haré comer su propia carne,
v.26); la sangre correrá a torrentes (se embriagarán de su sangre como
de mosto) 12, en tal forma que todos (toda carne) reconocerán que
Yahvé ha realizado la salvación de su pueblo y ha sido su redentor o
valedor de sus derechos (su go'el en hebreo, con el sentido técnico de
abogado) como Fuerte de Jacob, expresión que ya hemos visto en
1:24 (cf. Gen 49:24).
1 El texto hebreo y griego añaden Israel, aunque falta en algunos manuscritos hebre-
os. En los v.5-6, este Siervo de Yahvé es diferente de Israel. — 2 Cf. Mt 23:37s;
Jn 17:1. — 3 En hebreo se dice “Israel no será reunido.” Es la usual confusión de
la vocalización de lo' (“no”) y id (“para él”). — 4 Algunos consideran el v.? co-
mo introducción a la sección siguiente, en la que se habla de Israel. — 5 Con los
LXX añadimos iodos. — 6 Los LXX leen, “de la tierra de los persas,” y la Vg.
“de térra australi.” — 7 Cf. Skinner, o.c., II 104. — 8 Así con LXX, Vg. y Tar-
gum. El hebreo tiene otra vocalización y lee “tus hijos.” — 9 Así siguiendo a la
Vg. y a la Peshitta. En hebreo, en vez de poderoso, dice “justo,” lo que no hace
sentido. La corrección es generalmente admitida por los autores modernos, Skin-
ner, Condamin, etc. — 10 Otros traducen: “a un valiente puédesele arrancar los
cautivos, y a un poderoso se le puede escapar la presa” (Cantera, siguiendo a
Dennefeld y a Skinner). — 11 Otros, como Duhm, traducen, haciendo un ligero
cambio de letras, “querella, tu causa,” en vez de tus adversarios del texto masoré-
tico actual. — 12 Esta imagen es corriente en la literatura apocalíptica: Ez 38:21;
Ag 2:22; Zac 14:13.
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de Yahvé para con su pueblo es más fuerte que el de una madre para
con sus hijos.
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fuego y entre las saetas que habéis encendido (ν. 11). Recibirán el
castigo de Dios (por mi mano os sucederá esto, v.11), y de un modo
duradero: yaceréis en el tormento. Algunos ven aquí una alusión al
tormento después de la muerte en la gehenna, pero esta noción es pos-
terior en la literatura bíblica (Is 66:24).
1 Cf. Ex 21:7; 2 Re 4:1; Neh ζ,ζ. — 2 Otros traducen: “lengua apta para enseñar”
(Cantera). — 3 La palabra que traducimos por sostener es de sentido incierto en
hebreo; seguimos la versión de la Vg., que se adapta bien al contexto. — 4 Cf.
Núm 12:14; Dt 25:9; Mt 26:67; 27:30; 26:6-7. — 5 Literalmente, lo que traduci-
mos por demandante, en hebreo es “señor de mi pleito.” — 6 Cf. 51:6; Sal
102:27; Job 13:28. — 7 Muchos entienden esto sin interrogación. — 8 Otros tra-
ducen: “vosotros los que encendéis fuego..” Así los LXX.
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La mención del brazo de Yahvé trae a la memoria del profeta las anti-
guas gestas del Éxodo, y por eso invita líricamente a Yahvé para que
renueve las antiguas proezas a favor de su pueblo (v.8). Es una apela-
ción a la omnipotencia divina para que haga gala de su fuerza en bene-
ficio de Israel. El profeta siente impaciencia por ver la manifestación
del brazo de Dios. Suponiendo que estas estrofas fueron compuestas
poco antes de la liberación babilónica por Ciro, adquieren un realismo
sobrecogedor. Las ansias de los exilados estaban puestas en la inva-
sión del nuevo conquistador como única solución a su triste situación
histórica. El profeta recuerda a Yahvé las maravillas obradas al salir
de Egipto los israelitas: Despierta como los tiempos anteriores,. ¿No
eres tú quien destrozaste a Rahab., al dragón? (v.8). Sin necesidad de
acudir a concepciones mitológicas, según las cuales Yahvé lucharía,
como principio del orden, contra las fuerzas cósmicas del caos en el
momento de la creación 6, podemos explicar las palabras del profeta
como aplicadas a Egipto, según exigencias del contexto. En la literatu-
ra bíblica, muchas veces se llama a Egipto Rahab 7, dragón o tannim
8
. Yahvé, pues, ha desplegado todas sus fuerzas, destrozando a Egipto,
simbolizado en el monstruo marino llamado Rahab y dragón. En
aquellas generaciones antiguas (V.9), en los albores del pueblo elegi-
do como nación, Yahvé obró maravillas, secando el mar (v.10) y
cambiando las profundidades del abismo en camino (v.10) para que
pasaran a pie enjuto los fugitivos israelitas, los redimidos. El recuerdo
de estas gestas era el mejor antídoto para los descorazonados exilados
de Babilonia. El v.11 es considerado por muchos autores como glosa
tomada de 35:10. El anuncio de la repetición de las gestas del Éxodo
habría sugerido a un redactor posterior expresar la alegría de los res-
catados de Yahvé (v.11) en la nueva teocracia de Sión. Todo será júbi-
lo y alegría, sin mezcla alguna de tristeza ni de lágrimas.
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por eso debe desatar las ligaduras que sujetaban su cuello de prisione-
ra.
Jerusalén no ha sido vendida por precio, sino de balde (v.3);
es decir, ha sido transferida temporalmente, de modo que Yahvé con-
servaba sus derechos para reclamarla de nuevo; por eso sin precio será
rescatada. En realidad, lo que mueve a Yahvé a rescatar a Israel es el
celo de su nombre. Las calamidades que han caído sobre Israel com-
prometen el honor de su Dios nacional. Yahvé finge un coloquio con-
sigo mismo para justificar su liberación de Babilonia: en otro tiempo,
Israel había estado oprimido sin razón (v.4) por Asiría, ya que ésta no
tenía derechos sobre él. Ahora la situación es semejante, y por eso se
pregunta: Ahora, ¿qué hago yo, puesto que ha sido tomado mi pueblo
gratis? (v.5). Si antes intervino en favor de su pueblo, con más razón
ahora, en que su opresión alcanza límites desmedidos. Sus dominado-
res aullan, e.d., se muestran insolentes con su triunfo y agobian al
pueblo israelita cautivo 3. Y, sobre todo, está ya comprometido el
honor del nombre de Yahvé, ya que los opresores le consideran impo-
tente para salvar a su pueblo: es blasfemado mi nombre (v.5). Pero
pronto conocerán quién es Yahvé, cuando se presente en su pleno po-
derío protegiendo y asistiendo a Israel, el cual conocerá mi nombre el
día que yo diga: Heme aquí4.
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1 El TM dice lit. “siéntate, Jerusalén.” Con un ligero cambio de letras tenemos “Jeru-
salén cautiva.” — 2 Cf. Is 49:17; Nah 1:15; Zac 9,8; Jl 3:1?· — 3 Algunos auto-
res entienden que estos dominadores son los reyes de Judá, Sedecías y Jeconías,
llevados en cautividad, que habían descarriado a su pueblo. Pero parece que el
contexto favorece la interpretación que ve en ellos a los babilonios. — 4 Otros
traducen: “En este día sabrá (mi pueblo) quién es el que dice: He aquí,” aludiendo
a las profecías. Así Gondamin. — 5 Lit. en hebreo “ojo a ojo.” — 6 Cf. 2 Sam
15:10; 2 Re 9:13. — 8 El texto original es oscuro; por eso las traducciones son
diversas: “Cuántos se horrorizarán ante él, pues desfiguración sin parecido
humano ofrece su aspecto, y su figura no es como la de los hijos de los hombres”
(Cantera). Dennefeld: “Lo mismo que muchos han sentido estupor a propósito de
él, de tal modo su rostro no era de hombre y su aspecto no tenía así de humano.”
En el TM se dice “de ti” en vez de él; pero corregimos siguiendo el Targum por
exigencias del contexto. — 9 Así según los LXX. La Vg.: “Iste asperget gentes
multas,” dando al verbo nazah el sentido que tiene en Lev 4:6; Núm 19:18.
Una vez asentadas en líneas generales las dos fases de la misión del
Siervo, su humillación y glorificación, el profeta desciende a los deta-
lles, preocupado del efecto de sus palabras por la grandeza de la
revelación en ellas expresada. Es tan inaudito lo que va a decir, que
se pregunta a sí mismo: ¿Quién creerá lo que hemos oído? (v.1). Co-
mo veremos, la idea central de esta revelación es la muerte vicaria del
Siervo, que triunfa con sus sufrimientos después de desaparecer de
este mundo. En los cánticos anteriores se le presentaba como Profeta o
Maestro ideal, predicando un llamamiento a todos los pueblos para
que se conviertan a Dios. Ahora, en cambio, la perspectiva cambia,
pues el Siervo triunfa no por su palabra, sino exclusivamente por sus
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bre 26. Pero a todo esto podemos decir que no son desemejanzas tan
fuertes como para suponer que se trate de dos personajes distintos. En
realidad, el tema parece que se va desarrollando gradualmente, y, con-
forme avanza, se van presentando nuevas facetas en la misión y per-
sona del misterioso Siervo de Yahvé.
Por otra parte, existen claras semejanzas entre este tercer
cántico y los dos anteriores. En los tres es un Siervo anónimo, profeta
27
, con la misión de consolar y excitar la confianza en Dios 28.
Respecto del cuarto cántico encontramos también ciertas dife-
rencias en comparación con los otros tres anteriores; así, no se dice
nada en este cántico de su misión universal de predicar a todos los
pueblos, sino que sólo se habla de su pasión por los pecados de los
otros, siendo él inocente. Además, en los tres primeros cánticos, el
Siervo despliega una actividad con fortaleza, venciendo todas las difi-
cultades, mientras que aquí, en el cuarto, aparece humilde, despre-
ciado, condenado a muerte. Pero en todo esto no hay contradicción,
sino más bien complemento en el mismo tema que paulatinamente se
va desarrollando. Así, en el cuarto cántico culmina su obra, y ya no es
hora de predicar ni de mostrar su fortaleza con la palabra, sino con la
sumisión y la humildad. Ha sido apresado por los enemigos y no le
queda sino cumplir los designios de Dios sobre él, destinado a la
muerte violenta en manos de aquéllos. La muerte será el medio defini-
tivo para triunfar y extender la religión entre los pueblos, pues por ella
obtendrá un botín de muchedumbres. Por otra parte, existen grandes
semejanzas respecto del carácter y misión del Siervo en los cuatro
cánticos: es llamado por Dios 29, es justo 30, sufre con paciencia to-
do, sin resistir a sus enemigos, porque ve en ello el cumplimiento
del designio de Dios, y es glorificado por la conversión de las gen-
tes 31.
b) Unidad de autor en los cuatro cánticos. — Sin dificultad
suelen admitir la mayor parte de los comentaristas la unidad de autor
para los tres primeros cánticos, pero son muchos entre los indepen-
dientes los que niegan esto para el cuarto cántico en relación con los
demás. Suelen aducir, sobre todo, argumentos lexicográficos: termino-
logía distinta, con tendencia a la pobreza de vocablos en el cuarto
cántico32. Pero este argumento lingüístico suele ser siempre muy sub-
jetivo, pues los autores que sostienen la unidad de autor para los cua-
tro cánticos ven vocablos y expresiones comunes a todos ellos, que no
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to.
Hay ciertos aspectos netamente mesiánicos en la descripción
de la persona y misión del Siervo de Yahvé: la misión universal de
predicación a todas las gentes, trascendiendo las fronteras de Is-
rael. Por otra parte, viene a reconciliar a los hombres con Dios, sir-
viendo de intermediario en una nueva alianza, sellándola con su muer-
te por los pecados de todos, por lo que es después de muerto glorifica-
do. Todos estos detalles son inexplicables y misteriosos si prescindi-
mos de la interpretación mesiánica.
En efecto, el Siervo es liberador de cautivos (42:7; 49:9), que
debe restaurar las tribus de Jacob, llevándolas de nuevo a su patria
(49:6). Se le distingue abiertamente del mismo pueblo de Israel, preci-
samente porque debe ser la alianza entre ese pueblo y Dios; es, pues,
mediador de dicha alianza. Moisés había sido el mediador de la prime-
ra alianza, el Siervo será también el Mediador de la nueva alianza, y
también el liberador de su pueblo de la opresión. Su victoria será total
y resonante, en tal forma que los reyes se admirarán de él, primero de
su humillación y después de su triunfo (52:15). Este homenaje univer-
sal de los reyes no se explica sino en función de un personaje excep-
cional, un profeta que es la admiración de todos. Será también el gran
Doctor entre las naciones, pues su misión es llevar la luz entre los
gentiles (42:1-4), al mismo tiempo que ayudará a los débiles y va-
cilantes. Por otra parte, se han hecho notar las coincidencias y con-
comitancias de lo que en estos cánticos se dice del Siervo de Yahvé y
el contenido de otros fragmentos mesiánicos de Isaías. He aquí los
principales:
-
Is 53:2: “Sube ante el cómo un retorno y como una Is 11:1:“Υ brotará una vara del tronco
raíz en tierra árida.” retoñará de sus raíces un vástago.”
Is 42:1: “He puesto mi espíritu sobre él.” Is Is 11:2: “Sobre el que reposará el e
42:3:“Expondrá fielmente el derecho.” Yahvé.”
Is 42:6: “Te he puesto para luz de las naciones.” Is 11:3: “No juzgará por vista de ojos
Is 42:4: “Las islas están esperando su doctrina.” por oídas de oídos.”
Is 42:6-7: “Te he puesto por alianza para mi pue- Is 11:10: “En aquel día el renuevo de
blo y para luz las gentes, para abrir los ojos a los Jesé se alzará como estandarte para los p
ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del Is 11:10: “Y le buscarán las gentes,”
fondo de la cárcel a los que moran en tinieblas.” Is 9:1: “El pueblo que andaba en tinieb
Is 49:2: “El hizo mi boca como cortante espada.” luz grande de; sobre los que habitaban
de las sombras de la muerte resplandec
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llante luz.”
Is 11:4: “Y herirá al tirano con los dec
boca.”
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Interpretaciones Racionalistas.
A) Sentido Colectivo..
Entre los autores independientes es corriente interpretar estos
fragmentos relativos al Siervo de Yahvé aplicándolos a una colectivi-
dad, ya sea: a) el pueblo judío histórico; b) la parte fiel de este mismo
pueblo judío; c) los profetas como institución; d) el Israel ideal como
está en la mente divina.
1. El “Siervo de Yahvé” es el pueblo judío histórico como colectividad
43
. — Se fundan los mantenedores de esta opinión en que la expresión
Siervo de Yahvé en Is 41:8 designa al pueblo judío histórico. Por otra
parte, en 42:2, según los LXX, y en 49:3, según el TM y los LXX, se
identifica al Siervo con el pueblo israelita.
Debemos decir, efectivamente, que la expresión Siervo de
Yahvé algunas veces se aplica a Israel como colectividad histórica,
como también a determinados personajes históricos, como Abraham,
David, etc., como antes hemos explicado. Leyendo detenidamente los
fragmentos sobre el Siervo de Yahvé, vemos que hay tales rasgos indi-
viduales que difícilmente se pueden aplicar a una colectividad, y me-
nos a Israel: a) el siervo Israel histórico aparece en los ce.40-48 de
Isaías como pecador y culpable44, mientras que el Siervo de Yahvé es
inocente, sin pecado alguno 45; b) el siervo Israel aparece como rebel-
de, que no quiere ver la obra de Yahvé, que desprecia45*, mientras que
el Siervo de Yahvé predica dócilmente la Ley a las naciones46; c) el
sierro Israel es cautivo de sus enemigos y está en el destierro 47; en
cambio, el Sierro de Yahvé es libertador de los cautivos, con la misión
de reunir a Jacob a Yahvé y juntar el resto de Israel 48; a) el siervo
Israel es amado de Yahvé, de tal forma que Yahvé está dispuesto a
entregar a las otras naciones para conservar la vida de aquél 49; en
cambio, el Siervo de Yahvé entrega su propia vida por su pueblo (Isra-
el) y las naciones, por lo que recibirá de Yahvé un botín de muche-
dumbres50; e) el siervo Israel es el pueblo israelita, escogido por
Yahvé51, mientras que el Siervo de Yahvé es alianza del pueblo, e.d.,
mediador entre Dios y el pueblo israelita; luego distinto de éste 52; fue
entregado a la muerte por su pueblo 53; f) el siervo Israel sufre por sus
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B) Interpretaciones Individualistas.
1. Histórica. — Según esta opinión, el Siervo de Yahvé es una perso-
na histórica del Antiguo Testamento, distinta del Mesías 64, que tuvo
gran influencia en la restauración de Israel: Moisés, Ezequías, Isaías,
Job, Ciro, Zorobabel, o mejor un mártir desconocido para nosotros,
pero conocido de los lectores de estos cánticos sobre el Siervo de
Yahvé65.
Para sostener esta hipótesis se basan en el empleo de los ver-
bos en pasado en los cánticos del Siervo de Yahvé, en lo insólito de
presentar a un Mesías doliente y salvador de las gentes. Pero ya hemos
dicho que aquí los tiempos en pretérito tienen el valor de pretérito
profético, para hacer resaltar más la certeza de su cumplimiento. Por
otra parte, es cierto que el presentar al Mesías padeciendo es algo no
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escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.” gentiles, burlado, flagelado y escupido”
33). “(Los soldados), escupiéndole, le
la caña en la cabeza” (Mt 27, 30). “En
menzaron a escupirle y a darle puñetaz
le herían en la cara.” (Mt 26:67).
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1 Cf. Is 50:4-11; 52:13-53:12. — 2 Lit. el TM lee “porque las aguas de Noé,” como
en el versículo siguiente. Con el Targum y la Vg. hemos leído como los días; así
la Bib. de Jér. — 3 En Gen 8:20-22 no se dice expresamente que Yahvé haya
pronunciado un juramento de no anegar la tierra de nuevo, pero se afirma que no
lo hará, afirmación que en el contexto tiene la virtud de un juramento. — 4 Cf.
Jer 31:3555; 33:2055; Sal 46:25; Ez 34:25; 37:26; Mal 2:5. Sobre el “amor eter-
no” de Yahvé para con su pueblo, cf., además, Dt 4:37; 7:4; 10:15; Is 43:4; Os
1:6; 2:3.25; Jer 31:20; Ez 16:8.60; Is 02:4; cf. 1 Jn 4:10; Rom 11:9. — 5 El texto
hebreo lee “antimonio.” Los LXX leen “malaquita.” La palabra hebrea es de sen-
tido dudoso. — 6 Cf. Ap c.21.
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(v.7). Dios está dispuesto a recibirlos con tal de que se vuelvan a El,
que es rico en perdones (ν.7). Y la razón de esta magnanimidad divina
radica en que sus pensamientos y caminos (v.8) son de todo punto di-
ferentes de los cálculos y módulos de los hombres. Dios planea con su
inteligencia sobre la historia, y sus designios misteriosos están fuera
de todo cálculo estrecho humano. Por eso, en su misericordia, se ex-
tiende a todos los que de buena voluntad quieran acercarse a El. Los
designios de redención están fuera de toda comprensión humana 4.
Y este designio redentivo sobre todos se expresa por la pala-
bra de Yahvé (v.10), cuya eficacia es tan manifiesta como la de la llu-
via, que empapa la tierra haciéndola fructificar. Siguiendo la mentali-
dad popular, supone que la lluvia proviene realmente de los cielos.
Precisamente este origen superior le da pie para la comparación con la
palabra que sale de la boca de Dios. Aunque la eficacia inmediata de
la lluvia no es perceptible, sin embargo, a la larga da simiente para
sembrar y pan para comer (v.10); así la palabra divina no vuelve vac-
ía (v.10), sino fructifica, plasmando sus designios de salvación. La
imagen parece ser la de un dependiente que sale a cumplir una misión
y vuelve a su superior a comunicar que se ha cumplido la misión (no
vuelve a mí vacía, v.11). Aquí palabra es el designio de salvación de
Dios, que no queda burlado 5.
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1 Cf. 2 Sam 7:11-16. — 2 Cf. Is 2:2-4. — 3 Cf. Lev 20:26; 21:8. — 4 Cf. Jer 29:11.
— 5 Cf. Is 40,8. — 6 Cf. Is 40,11;52:12.
Capítulos 56-66.
La Nueva Etapa Gloriosa.
La perspectiva se alarga, y parece que el autor se mueve en nuevos
horizontes históricos. Ya no padece la obsesión de la liberación de la
cautividad, con el consiguiente castigo de los enemigos políticos de
Sión, los babilonios. El profeta parece que contempla ya al pueblo
establecido en la tierra de Israel, y toda su preocupación es la de puri-
ficar los miembros de la nueva teocracia que se está alumbrando. El
profeta no se dirige, pues, a los cautivos de Babilonia, sino a los ciu-
dadanos de Israel que son infieles a Yahvé. Ya no se menciona la libe-
ración ni el retorno. En los capítulos 40-55 se describían con expre-
siones líricas hiperbólicas las condiciones placenteras de la nueva era
inaugurada después del retorno del exilio. Aquí, en los capítulos que
siguen (56-66), hay un dejo de amargura al constatar que la nueva
comunidad no es totalmente fiel a Yahvé.
Por la historia sabemos las condiciones precarias en que se
hallaban los que habían retornado de la cautividad y el carácter mo-
desto de su retorno. Los jefes, Zorobabel y Nehemías, tuvieron que
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Capítulo 56.
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sólo piensan en festines y francachelas 13. Para ellos, toda la vida será
un continuo banquetear: mañana sera como hoy, día grande sobrema-
nera; es la mayor burla que se puede hacer a un pueblo hambriento y
acosado por enemigos.
1 Cf. Ex Ao.Sss; Dt 5:1 As. — 2 Cf. Lev 13:10-17. — 2 Cf. Núm 24:21; Jue 1:26. —
3 Dt 23:8. — 4 En Realidad, La Palabra Yad, Que Traducimos Por Poder O Ma-
no, Puede Tener El Sentido D” “Monumento” Funerario (Cf. 1 Sam 15:12; 2 Sam
18:18; Cf. Skinner, O.C., II 165; CON-Damin, O.C., P.302). — 5 Cf. Jos 9:21s;
Esd 8:20; Neh 7:60. — 6 Cf. Ez 20:10; 31:15; Lev 16:31. — 7 1 Re 8:29; 41:43.
El Señor recuerda este texto al expulsar a los vendedores (cf. Mt 21:13; Mc
11:17; Le 19:46). — 8 El texto masorético dice textualmente “sus guardianes.”
Con una ligera corrección se obtiene una lectura más adaptada al contexto. — 9
Cf. Jer 12:9; Ez 35:5-8. — 10 Cf. Jer 6:17; Ez 3:17; 33:2s. — 11 Cf. Is 58:1; Ez
33:15; 33:6. — 12 El final del v.11 y el v. 12 no están en los LXX. 13 Cf. Is 5:11;
Miq 2; n.
Estos dos versículos son una continuación de la historia contra los ma-
los pastores del capítulo anterior. Como consecuencia del abandono de
los jefes, los justos son postergados, y nadie repara en ellos, que van
desapareciendo poco a poco, sin que haya nadie que entienda (v.1),
e.d., que se dé cuenta de lo que esto significa para la comunidad israe-
lita. En realidad, lo mejor de la sociedad son estos piadosos o Hassi-
dim, que centraban su vida en torno a la ley de Dios. En la época pos-
terior al exilio se organizaron en asociaciones, dando origen a los “fa-
riseos” o “separados” puritanos, que pretendían llevar una vida más en
consonancia con las tradiciones de los padres 1. El justo es arrebatado
ante el mal (v.1), e.d., el justo se va mientras que el “mal” progresa y
lo invade todo 2. Y el justo desaparece para entrar en la paz (v.2) del
sepulcro, donde descansan en sus lechos mortuorios honrados con la
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A pesar de estar fatigados de tanto caminar tras los ídolos (v.10), los
israelitas son incapaces de darse por enterados, abriendo los ojos y
diciendo que van a cambiar de conducta: Renuncio (v.10). Ese largo
viaje idolátrico son las diversas formas de culto adoptadas. La frase
hallaste el vigor de tu mano. (v.10) parece irónica: con tus adoracio-
nes a los ídolos has obtenido de ellos vigor para tu cuerpo, y por ello
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ción sobre su pueblo. Pero el pueblo judío siguió, rebelde, los caminos
de su corazón (ν.17), e.d., sus sendas descarriadas, sin reconocer sus
yerros.
Yahvé mismo fue testigo de sus caminos (v.18) o desvarios.
Pero Dios reconoce que Israel, al obrar así, lo hace, más que por mali-
cia, por enfermedad e inveterados usos; por eso, en vez de dejarlo
abandonado a su suerte, como parece mereciera, lo atraeré, a sí,
sanándole. como enfermo lo sanará (v.18) y como descarriado le con-
ducirá (v.18), consolándole con la perspectiva de la salvación; por lo
que prorrumpirá en un supremo himno de acción de gracias (v.19),
con el tradicional grito de bienvenida y de alegría: Paz, paz (salom,
salom, en lengua hebrea, que designa las palabras de saludo y al mis-
mo tiempo refleja la máxima expresión de alegría), y esta paz es para
el que está lejos (probablemente alusión a los que aún están exilados
en Babilonia) y al que está cerca, instalado en Palestina.
Pero esta paz es sólo para los piadosos y rectos, ya que los
impíos son por definición inquietos como el mar proceloso, que no
puede aquietarse (v.20). En 48:22 encontramos la misma expresión:
no hay paz para los malvados, que aquí encuentra su plena contrapo-
sición a la suerte de los piadosos (v.21).
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que pide a Yahvé son sólo los modos de cumplir estas exterioridades.
Pero éstas no bastan para tener relaciones verdaderas con Dios. Más
tarde dirá en qué consiste la justicia que Dios quiere, e.d., el cumpli-
miento de los deberes éticos elementales para con el prójimo, princi-
palmente para con el desvalido, acercándose con el corazón limpio y
contrito a Dios. Es verdad que los israelitas se complacen en acercar-
se a Dios (v.2), e.d., sienten una necesidad de cumplir ciertos ritos
religiosos; pero las disposiciones internas son muy otras de las que
requiere la ley de Dios.
El pueblo creía que con estas formalidades externas podía
atraerse el favor divino, y así en el ayuno veía el gran medio de tapar
sus torpezas, esperando atraer la protección divina. Pero la experiencia
les enseña que Dios los tiene abandonados a su suerte, y por eso, en un
grito de protesta, se preguntan por el resultado de sus infructuosos
ayunos: ¿A qué ayunar, si tú no lo ves? ¿A qué humillar nuestras al-
mas, si tú no te das por entendido? (v.3). Sienten decepción al ver que
con sus ayunos no consiguen que se acelere el advenimiento de la sa-
lud para el pueblo. Dios no ve ni se da por entendido a sus manifesta-
ciones religiosas externas. Es la gran tragedia del pueblo. Por eso es
necesario hacer ver que es preciso acompañar estas formalidades reli-
giosas externas de disposiciones morales internas. La realidad es que
los mismos días de ayuno los aprovechaban para sus negocios (ν.3).
Quizá la concentración de gentes con motivo de los días solemnes de
ayuno era la ocasión para preparar transacciones de tipo comercial.
Además, parece que hacían trabajar a sus servidores u operarios el día
del ayuno. Según Lev 16:29, estaba prohibido el trabajo el día del
ayuno de la expiación. Más tarde esto se había generalizado como cos-
tumbre, aceptada para todos los días de ayuno solemne oficial del
pueblo.
Es más, por carecer de las disposiciones interiores de acepta-
ción con modestia de las leyes del Señor, el ayuno, en vez de ayudar-
los a reprimir las pasiones y adquirir un espíritu de sacrificio, de peni-
tencia, hace a las gentes irritables y malhumoradas, y de ahí las dispu-
tas y los altercados: Ayunáis para mejor reñir y disputar (v.4) 2. Como
conclusión, el profeta les dice que el modo de ayunar que tienen no es
el más apto para conseguir que Dios los oiga y proteja (v.4).
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estado de ánimo, sus ayunos son más bien provocaciones a la ira divi-
na. Cuando Israel cumpla sus deberes de justicia y de caridad para con
su prójimo, se sentirá radiante como la aurora (v.8) al ver que ha lle-
gado la felicidad esperada, su salvación. Ante Israel habrá surgido de
repente una nueva luz, la de su liberación espiritual, y se sentirá cura-
do de sus heridas tradicionales, los pecados de que antes hizo men-
ción: extorsiones, avaricia, etc. Cuando cumpla con sus deberes mora-
les, verá brillar delante de sí la justicia, e.d., el producto de sus bue-
nas obras, y a su vez será protegido en su espalda por la gloria de
Yahvé (v.8). Delante, pues, de Israel irá su conducta intachable, y
detrás el premio de ella, la manifestación gloriosa del Dios de Israel.
Es una imagen parecida a la de 52:12 si bien con diferente contexto y
sentido.
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El cuadro no puede ser más sombrío, ya que los males sociales inva-
den todos los estratos de la sociedad. El profeta hace en nombre del
pueblo una confesión de los pecados contra Yahvé, los cuales son el
obstáculo para que la anhelada salvación se manifieste. Al principio,
la confesión se dirige directamente a Yahvé: ante ti nuestras iniquida-
des dan testimonio contra nosotros (v.12). Los pecados son conside-
rados como testimonio acusador en el juicio ante Dios. El profeta
enumera primero los pecados directamente dirigidos contra Dios. En-
tre ellos está la rebelión, que en los profetas muchas veces significa el
pecado específico de idolatría, pero también el simple incumplimiento
de los mandatos de Yahvé. En la concepción teocrática israelita, toda
inobservancia de la Ley era una rebelión, y entre ellas está sobre todo
la apostasía religiosa (ν.13). Toda la vida del pueblo está basada en la
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redimido21.
El v.21 es considerado, por su carácter no poético, como glosa
posterior por muchos críticos. No obstante, existe ilación lógica con el
versículo anterior. Como consecuencia de esa redención de Sión,
vendrá una nueva alianza (v.21) que tendrá como característica un
profundo sentido religioso de sumisión a Yahvé, en contraposición a
las infidelidades descritas en los versículos anteriores. El espíritu de
Yahvé y sus palabras, o leyes, estarán siempre presentes en Israel de
generación en generación, como objeto de meditación para ponerlas
en práctica. 22 Las expresiones son similares a las aplicadas al Siervo
de Yahvé en 42:1 y 51:16. De ahí que algunos crean que sea una glosa
desplazada de aquel fragmento.
1 Cf. Lev 16:29. Para la práctica más generalizada del ayuno cf. Jue 20:26; 1 Sam
7:6; 1 Re 21:12; Jer 36:9; Jl 1:14; Zac 7:3; 8:19. — 2 Los musulmanes durante el
ramadán están en un estado psíquico de irascibilidad y mal humor por estar des-
nutridos. — 3 Lit. el texto hebreo dice “no ocultarte de tu propia carne,” expre-
sión hebrea que equivale a “prójimo israelita” (Dt 22:1.3.4; Neh 5:5). — 4 Lit. en
hebreo “romperá tu luz como la aurora.” — 5 Lit. “germinará tu carne nueva,”
que se forma en una herida cicatrizada. — 6 Cf. Ez 18,7. — 7 Cf. Mt 5:7; 6:12;
18:35. — 8 Lit. el hebreo dice “extender el dedo” en señal de acusación o de des-
precio, señalando al inculpado. En el Código de Hammurabi encontramos la
misma expresión para “acusar” ante el tribunal cf. Leyes, 127 y 132. — 9 Lit.
“Yahvé te conducirá continuamente.” — 10 Lit. “como aguas que no mienten,”
e.d., no dejan defraudado al sediento, sino que corren con abundancia. — 11 Así
según los LXX. El hebreo es oscuro: “de ti edificarán.” — 12 Cf. Is 40,11; 43:20;
48:21; 55:13- — 13 Lit. en hebreo: “cuando apartes tu pie del sábado*. — 14 Lit.
“absteniéndote de encontrar lo que te gusta, tratando de negocios.” — 15 Cf. Is
i,20; 40:5 — 16 Así siguiendo a la Vg. y al Targum, pues el texto hebreo es inin-
teligible. — 17 Lit. en hebreo: “y la rectitud no puede entrar.” — 18 Este último
estico falta en los LXX, y muchos autores lo suprimen por entender que recarga
el ritmo. — 19 Cf. Ef 6:14ss; 1 Tes 5:8; Sab 5:17ss. — 20 Los LXX leen: “para
alejar el pecado de Jacob.” — 21 Rom 11:26. San Pablo sigue la lección de los
LXX, y, además, lee “de Sión” en vez de “para Sión.” — 22 Cf. Dt 6:6s; Sal 1:2.
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Yahvé en su pueblo.
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1 Cf. 49,18; 50,1; 52,is; 54,i-4; Si.iyss; 59,Qs; 58:10. — 2 Los LXX, la Vg. y el Tar-
gum consignan expresamente el nombre de Jerusalén, — 3 Así según una co-
rrección. El texto hebreo dice: “las islas me esperan,” aludiendo a la expectación
de los pueblos paganos costeros del Mediterráneo ante la manifestación mesiá-
nica. Esta misma versión dan los LXX. — 4 Cf. Ex 2:18; Núm 22; 25; 31. Ptolo-
meo y los geógrafos clásicos ponen por esta zona una ciudad llamada Madián. —
5 Los códices Alej. y Sinaít. añaden “piedras preciosas.” Sobre Saba cf. Gen
10,7; 1 Re 10,2; Sal 72:15. — 6 Cf. 21:16; Gen 25:13. Flavio Josefo sostiene di-
cha identificación. Plinio habla de los nabateos y cedreos como habitantes de esta
zona. — 7 Cf. comentario a Is 2:16. — 8 Probablemente el estico está tomado de
Zac 14:16-19; cf. SKINNER, o.c., II 0.200. — 9 Cf. Ez43:7; Is66,i; 57:15- — 10
Cf. Skinner, o.c., II 201. — 11 La versión griega, para evitar la crudeza de la
metáfora, traduce: “comerás la riqueza de los reyes.” — 12 Lit. el texto hebreo
lee: “retoño de su plantación.” Pero el Targ., Pesh. y Vg. leen el sufijo en primera
persona: “de mi plantación.” La traducción dada arriba, siguiendo a Duhm, Gon-
damin, etc., se obtiene considerando el sufijo final como inicial del nombre de
Yahvé en abreviatura. — 13 Cf. Ap 21:23; Ez 43:2. En Is 30,26 se dice que, en
los tiempos mesiánicos, el sol y la luna se harán siete veces mayores. Son hipér-
boles apocalípticas, que nunca pueden tomarse a la letra. Expresan realidades te-
ológicas: Yahvé, nuevo Sol de justicia, iluminando a la nueva Jerusalén.
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Al lado de esta satisfacción de tipo moral que sentirán los justos al ver
sus derechos vindicados, estará la satisfacción material de ver las rui-
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Este fragmento puede entenderse como una explosión lírica del profe-
ta o de Sión personificada, que exulta jubilosa ante las nuevas pers-
pectivas luminosas que se ofrecen a sus ojos. No hay razones suficien-
tes para desconectarlo con lo anterior, como si fuese un bloque erráti-
co, insertado aquí posteriormente. 15 Jerusalén ha sido vestida con ves-
tiduras de salvación (v.10b), e.d., Yahvé le ha otorgado la salvación,
que aparece ante los pueblos como un nuevo Atuendo nupcial, según
dirá a continuación. El manto de justicia parece ser una frase paralela,
con idéntico sentido, ya que justicia muchas veces, en los profetas, es
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1 Cf IS 11:1,42:1; 48:16 — 2 Cf. 1 Sam 9:16; 10:1; 16:13; Ex 29:7; Lev 7:35. — 3
Cf. Lev 25:10; Dt 15:12; Jer 34:8-15.17; Ez 46:17. — 4 Cf. Is 63:4; 59:16ss. — 5
Cf. Is 63:4. — 6 Cf. 2 Sam 13:19; Ez 27:30. — 7 Cf. Sal 45:8; Lc 27:30. — 8 Cf.
Jer 17:8; Sal 1:3; 92:13-14. — 9 Cf. Is 60:21. — 10 Cf. Is 49,8; 58:12; 60,10. —
11 Cf. Ex 19:6; Is 59:21. — 12 Is 56:65. — 13 Cf. Is55:3; 59:21. — 14 Lit. en
hebreo: “como esposo que lleva la diadema al modo del sacerdote.” La traduc-
ción dada arriba es conforme a los LXX, y se obtiene por un ligero cambio de le-
tras. — 15 Así lo consideran, entre otros, Cheyne, Duhm, Skinner.
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(v.2b) que refleje dignidad. Será el mismo Yahvé quien determine este
nombre, pues sólo El es capaz de medir la nueva dignidad de Sión
entre las naciones. El profeta no sabe inventar un nombre que refleje
plenamente la transformación de Jerusalén en la nueva era, y por eso
lo deja a la iniciativa divina. En el v.4 se esforzará en buscar nombres
aplicables a Jerusalén que reflejen de algún modo su nueva situación;
pero el verdadero nombre nuevo lo determinará la boca de Yahvé.
Jerusalén será como una corona de gloria en la mano de
Yahvé (ν. 3), como objeto de su predilección, y resplandeciente como
una diadema real ante los otros pueblos. 1
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chas.
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tos.
La nueva situación de Jerusalén será tal que sus habitantes
serán reconocidos como pueblo santo (v.12a). En 61:6 se decía que
los israelitas serían como sacerdotes entre los otros pueblos por su
carácter de elegidos e intermedios entre Yahvé y el resto del mun-
do. Aquí se destaca su carácter de santidad o trascendencia. Serán
algo aparte, como vinculados a la esfera de Dios, que vive en una
atmósfera de santidad. Serán también los rescatados de Yahvé, porque
han sido sacados por El de la gran tribulación, y Sión será la ciudad
Deseada, centro de los anhelos de todos los pueblos, por estar bajo
una especial protección de Dios; de ahí su nombre de ciudad no des-
amparada, símbolo de su glorioso futuro, en que estará vinculada a
Dios como esposa en virtud de una nueva alianza. 8
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Este fragmento de tipo salmódico es una efusión del alma del profeta
en acción de gracias por los beneficios otorgados por Yahvé en los
tiempos antiguos (ν.7). Al mismo tiempo reconoce los pecados de su
pueblo e implora el auxilio divino de nuevo sobre su nación.
Yahvé había tenido esperanza de que Israel fuera fiel (son mi
pueblo, no engañaran, v.8), y por eso se ofreció como Salvador de él
en todas sus angustias (v.9a), e.d., en todos los momentos críticos de
su historia como pueblo. Tuvo tal providencia de su pueblo, que no lo
salvó por medio de un mensajero o ángel (v.8a), sino que le ayudó
personalmente; su faz misma los salvó (v.9b). La expresión faz de
Yahvé equivale en la Biblia a la persona de Yahvé. 17
Pero se rebelaron y contristaron su santo espíritu. Aquí el
espíritu de Yahvé obrando en la historia. Dios es como una energía
divina que actúa en la historia de Israel y se manifiesta en su legisla-
ción. Oponerse a ésta es atentar contra su espíritu o intención. Yahvé
había comunicado a los caudillos del Antiguo Testamento su espíritu
para realizar sus intenciones providenciales sobre su pueblo, y algunas
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1 Algunos autores, como Skinner, creen ver en esta frase una alusión a la costumbre
gentílica de representar a la divinidad local con la cabeza ceñida por las murallas
de la ciudad. El profeta no se atrevería a poner a Jerusalén en la cabeza de Yahvé
como irreverente, y suavizaría la imagen diciendo que la tenía en la mano. Cf.
o.c., II 210. — 2 Cf. Os c.1-3. — 3 Según la interpretación judaica, esos centine-
las son ángeles, que constituyen la guardia invisible de la ciudad. En ese caso, el
que habla sería el mismo Yahvé, Para sostener esta opinión se recuerda que en
Dan 4:10.20 se da un nombre análogo para significar “ángeles.” En 1 Re 22:19 se
habla del “consejo” de Dios. Se cita a Zac 1:12 y a Ez 29:16; y Zac 3:1. Cf. Skin-
ner, o.c., II 211. — 4 Cf. Isóo.iS; 61:11. — 5 Cf. Nehs.15; 4:9- — 6 Cf. Dt
12:1735; 14:23. — 7 Skinner ve en la palabra alabaran, en hebreo hillel, una alu-
sión al canto del Hillulim, que se preceptuaba en Lev 19:24; Jue 9:7. — 8 Cf. Is
6a,5ss. — 9 Esta es la lectura exacta del texto hebreo, que tiene un sentido claro.
Algunos autores han querido conseguir, con un ligero cambio de vocalización,
otra lectura muy bella e insinuante: ¿quién es aquel que avanza enrojecido
(Edom: adam), con vestidos más rojos que los de un lagarero (Bosra: Basir) ?
Esta lectura hace más fácil la aplicación del cuadro a Jesucristo, teñido en sangre
venciendo a los enemigos con su muerte. — 10 En hebreo lit.: “inclinándose en
la plenitud de su fuerza”; lo que no parece adaptarse al carácter altivo del vence-
dor. Con un ligero cambio de vocales tenemos la traducción arriba apuntada. —
11 Is 34:4-15- — 12 Para la identificación de Edom y de Bosra véase el comenta-
rio a Is 34.6. — 13 Cf. Abd iss; Is 34:515; Ez 35:1ss; Lam 4:21; Sal 137:1. Los
edomitas son los que más se ensañaron con los israelitas vencidos después de la
destrucción de Jerusalén por Na-bucodonosor. Esto aumentó el odio tradicional
entre ambos pueblos, que, según la Biblia, eran parientes de origen, pues Israel
procedía de Jacob, y Edom de Esaú, su hermano. Cuando los israelitas quisieron
pasar por Edom camino de Canaán, los edomitas se opusieron tenazmente, y ésta
fue la primera causa de la odiosidad. — 14 Sobre el go'el cf. Job 19:26. — 15 Así
según la traducción de los LXX. El texto hebreo dice: “lo que hizo por el Dios,”
que no se adapta bien al contexto. — 16 El texto hebreo dice tribulación en vez
de mensajero, que traducimos nosotros con un ligero cambio de vocalización, si-
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Yahvé es bueno para los que obran justicia (v.5a/4), pero castiga a los
pecadores. Si se irritó con Israel, es porque ha pecado (v.5b/4). El pro-
feta confiesa ese estado de transgresión general: los israelitas son im-
puros (v.6/5), contaminados con muchos pecados 4. Son como un ves-
tido inmundo, en el sentido levítico, 5 sus justicias o actos de virtud,
pues iban acompañadas de miras materiales. Consecuencia de ello es
una languidez espiritual: nos marchitamos como hojas (v.6/5), siendo
arrastrados por sus iniquidades, como llevados de un fuerte viento.
La situación pecaminosa es tal, que han caído en una especie
de letargo espiritual y no hay nadie que se preocupe de invocar su
nombre (ν.7/6), ni despierta para unirse a Yahvé. Es el peor síntoma,
la atonía religiosa total. Y esto es consecuencia del abandono de
Yahvé: has ocultado tu rostro de nosotros.
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no se han de cumplir? Esto sería hacer que una mujer tuviera dolores
de parto sin obtener el fruto de sus dolores: ¿Voy yo a abrir el seno
materno (de la nación) para que no haya alumbramiento? (V.9). Dios
es omnipotente, y, por tanto, al lanzar a una nación detrás de una pro-
mesa, no es para agotarla en una tensión indefinida, sin alcanzar su
meta. Al poner a Sión en trance de alumbramiento, es porque la hará
llegar a buen término. Dios no hace las cosas a medias. Y en el caso
concreto, Yahvé es el que hace parir (v.8b) a Sión, la pone en trance
del alumbramiento, y, por tanto, no va a cerrar su seno en el momento
crítico en que se ha de realizar lo esperado y prometido. La imagen es
muy gráfica para expresar las largas y fatigosas ilusiones de Israel
como nación en pos de los tiempos mesiánicos, en los que había de
dar a luz un varón, la nueva comunidad de elegidos en la nueva teo-
cracia.
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1 Así según el texto griego y el siríaco. El hebreo dice: “todo esto ha sido.” — 2 Cf.
Is 57:15; 60:13. — 3 El texto griego lee: “Alégrate, Jerusalén.” Pero el paralelis-
mo parece más bien sugerir la lectura del texto hebreo que hemos seguido. — 4
Cf. Sal 31:10; 32:3. La alegría vivifica: Is 44:3. — 5 Cf. Dt 5:22s; Is 29:6; 3:27.
— 6 Cf. Hab3:8; Sal 68:17. — 7 Cf. Ez 38:22; Jl 3:2; Am 7:4” — 8 Cf. Lev 7:21;
11.10s; Ez 8:10. — 9 Así según el texto griego; el hebreo dice Pul, desconocido.
— 10 El texto hebreo dice “tiradores de arcos,” que sería corno un epíteto de
Lud, o Lydios. Sabemos que éstos eran famosos como arqueros. Cf. Jer 46:9.
Hemos seguido la lectura del texto griego: Mosoc, bien conocido en la geografía
bíblica. Cf. Ez 39:2. Ros es una conjetura según este texto de Ezequiel. — 11 Cf.
Is4:2; 37:32; 45:20. — 12 Cf. Is2,i6; 23:10. — 13 Cf. Gen 10,6.13; Jer 46:9; Ez
27:10; 30:5. — 14 Son los Mosqui y Tibareni de los clásicos, y los Muski y Tabal
de los asirios. Cf. Ez 32:26. — 15 Así Dennefeld, o.c., p.234. — 16 De este pare-
cer es Skinner, o.c., II 254. — 17 Cf. Jer 31:35; 33:25s. — 18 Cf. Zac 14:16. —
19 Jl3. — 20 Cf. Is 33; 57:9; Jer 7:31s. — 21 Cf. Mc 9:43-47.
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Jeremías.
Introducción.
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hombre y el Hombre-Dios.
Ambiente histórico.
A Jeremías le tocó asistir a la mayor tragedia de su pueblo, la
catástrofe del 586, en que tuvo lugar el colapso nacional de Judá como
consecuencia de una equivocada política nacionalista contra el invasor
babilonio. Por ello, los últimos años de la vida del profeta no pudieron
ser más agitados, ya que tuvo que hacer frente a la facción egiptófila,
que postulaba una resistencia a ultranza contra el coloso caldeo. En
625 había muerto Asurbanipal (668-625), el monarca más grande de
Asiría, que había logrado llegar con sus tropas hasta Tebas, en el Alto
Egipto. Después de él, el general caldeo Nabopolasar logró liberar a
Babilonia del yugo asirio, inaugurando así su reinado (625-605). Los
viejos sueños de Merodacbaladán contra Senaquerib se van a cumplir
ahora, cuando el imperio asirio, gastado, entra en su ocaso. Los me-
dos, por su parte, caen sobre el nordeste del imperio asirio a las órde-
nes de Ciáxares, y, al no poder tomar la ciudad de Asur, se alian con el
rebelde Nabopolasar de Babilonia en el sur. El pacto fue sellado por el
matrimonio del hijo de Nabopolasar, llamado Nabucodonosor, con la
hija del medo. Después de infructuosos ataques aislados contra Asur y
Nínive, lograron por fin tomar esta ciudad en 612 a.C. El rey asirio
Asuruballit se trasladó a Jarran con ánimo de organizar la resistencia,
pero también esta ciudad cayó en poder de la coalición medo-
babilonia. El faraón egipcio Necao II acudió en auxilio del rey asirio
en 609, pero fue derrotado a las puertas de Jarran por Nabopolasar.
En el reino de Judá sucedían también cambios importantes du-
rante este tiempo. En 640 moría el impío rey Manases, que se había
dedicado sistemáticamente a deshacer la reforma religiosa que había
emprendido su padre, el piadoso Ezequías, con la aprobación y auxilio
moral de Isaías. Persiguió a los fieles yahvistas, introduciendo, como
su abuelo Acaz, los cultos asirios en el templo. 29 Su hijo Amón seguía
la misma conducta, pero fue asesinado en 640 a.C., subiendo al trono
su hijo de ocho años, Josías (640-609), el cual, educado religiosamen-
te bajo la égida de los sacerdotes, empezó de nuevo la reforma religio-
sa. En 621 tuvo lugar un acontecimiento notable: el hallazgo del “li-
bro de la Ley” en los cimientos del templo, al parecer el Deutero-
nomio 30. Inmediatamente mandó poner por obra sus preceptos relati-
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El libro de Jeremías.
Los escritos profético-históricos que han llegado a nosotros
con el nombre de Jeremías son — como los de Isaías — una colección
desordenada de oráculos y de datos históricos, recopilados sin orden
cronológico por un redactor posterior al profeta. Como en el libro de
Isaías, pudiéramos distribuir los oráculos jeremianos lógicamente,
según los tres apartados siguientes: a) profecías contra Judá y Jeru-
salén; b) profecías contra las naciones paganas; c) profecías relativas a
la restauración de Israel como nación. Pero esta distribución lógica no
corresponde a la cronológica y, sobre todo, no coincide con la distri-
bución de los oráculos en el actual libro de Jeremías. Para darnos una
idea de la distribución anómala de los oráculos, presentamos el cuadro
siguiente según las indicaciones cronológicas del libro actual:
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Autenticidad.
A la vista de esta distribución, podemos decir que el actual li-
bro de Jeremías es una colección de oráculos y de relatos de diferentes
épocas de la vida y actividad del profeta, que han sido reunidos al azar
en el transcurso del tiempo. En realidad, parece que antes de reunirse
en esta colección general existieron antes con unidad independiente en
colecciones particulares, como resultado de aportaciones de redactores
diferentes. Se suelen reconocer tres estratos en la formación de la ac-
tual colección de escritos de Jeremías: 1) oráculos en primera persona
(c.1-25); 2) oráculos en tercera persona (c.26-35); 3) biografía del pro-
feta (en tercera persona), dispuesta según un orden cronológico (c.36-
45). La primera sección podría en general considerarse como redac-
ción personal del profeta46. En ella está la sección de las llamadas con-
fesiones de Jeremías, porque el profeta refleja sus luchas y problemas
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Texto y versiones.
Es célebre en la historia de la exégesis la gran discrepancia en
el libro de Jeremías de los textos hebreo, masorético y griego de los
LXX. La Vg sigue el texto hebraico. 53 En el texto griego falta la octa-
va parte (unas 2.700 palabras) del TM. Esta tendencia a abreviar se
concreta en la supresión de epítetos de Dios, fórmulas accesorias que
no afectan a la sustancia de los oráculos. Incluso faltan algunos versí-
culos íntegros.54 Además, la disposición de muchos de los oráculos no
es igual en el TM y en el texto griego, pues éste coloca los oráculos
contra las naciones después de 25:13, mientras que en el TM ocupan
los c.46-51. Todas estas diferencias pueden explicarse por la diversi-
dad de criterio del recopilador hebreo y el traductor griego. Así, bien
pudo éste tener un criterio abre viador, y por ello suprime cosas que le
parecen redundancias. Muchos autores,\sin embargo, suponen que
hubo en principio dos textos originales hebreos, uno más ceñido y
breve, seguido por el traductor griego y otro más amplificado y redun-
dante, que estaría extendido en Palestina.55
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Estilo literario.
La personalidad del profeta queda perfectamente retratada en
su estilo, el cual, lejos de tener el vigor de expresión y la ironía de
Isaías, se desliza ingenuamente, reflejando las ansias de paz de un al-
ma atribulada. Se le ha querido comparar con el estilo virgiliano, 58
pero su situación psicológica es muy distinta de la del gran vate roma-
no, y por eso sus expresiones tienen un contenido de tragedia, que, si
no alcanzan el radicalismo del libro de Job, sin embargo, matizan sus
pensamientos de inquietud y aun de desesperación. Jeremías es un
alma nacida para la soledad, la tranquilidad del hogar, y, sin embargo,
es lanzado por Dios a la vida agitada política de Judá en los momentos
más críticos de su historia. Por otra parte, es un temperamento clara-
mente afectivo, y en esto habría que compararlo con el profeta Oseas,
pero no posee la riqueza de imaginación de éste. Pudiéramos caracte-
rizar el estilo literario de Jeremías como carente de adorno. Con la
mayor sencillez y sin pretensiones expresa sus profundas ideas, gene-
ralmente coloreadas con un aire de tristeza y amargura.
Por otra parte, en sus oráculos es propenso a la repetición de
frases, imágenes y pensamientos.59 En su predicación suele depender
mucho de la de los profetas anteriores y aun de la doctrina deutero-
nomística, lo que es perfectamente explicable teniendo en cuenta que
en su tiempo se encontró el libro de la Ley (probablemente el Deute-
ronomio), el cual le proporcionaba muchas expresiones e ideas este-
reotipadas para dar a entender sus propias ideas. Sin embargo, no se
debe negar a Jeremías la elevada inspiración literaria y poética, ya
que, aunque a veces su estilo es difuso y abunda en frases estereotipa-
das, con frecuencia es muy original en sus simbolismos e imágenes,
algunas de belleza extraordinaria. Así, habla de Dios como fuente de
agua viva,60 y a Israel lo compara a una camella o asno salvaje que
anda alocado tras de los ídolos, 61 y en momentos de especial afección
lo compara a una viña amorosamente cuidada por su Dios. 62
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Doctrina teológica.
En Jeremías encontramos las nociones teológicas comunes
que ya hemos visto en Isaías, pues habían sido ya propuestas por
Amos, Oseas y Miqueas. La gran tradición yahvista se continúa según
las grandes ideas monoteístas en el sentido más estricto. Podemos dis-
tinguir en la predicación de Jeremías los siguientes apartados teológi-
cos.
1. Dios. — Enfáticamente se dice que los ídolos son “vanidades,”71 y,
por tanto, implícitamente se expresa la idea de la sola existencia del
Dios de Judá e Israel, que es la “fuente de la vida,” 72 y, como Dios,
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Yahvé. 110 Los valores éticos deben prevalecer sobre los ritos for-
malistas de culto: “¿A mí qué el incienso de Sabá y las cañas aromá-
ticas de tierras lejanas? Vuestros holocaustos no me son gratos, vues-
tros sacrificios no me deleitan.” 111 Hasta el “arca de la alianza” será
sustituida en el nuevo orden de cosas, donde prevalecerá la religión
del “corazón.”112 Esa interioridad de la religión en Jeremías se re-
fleja en su espíritu profundo de oración. En todos los momentos
críticos de su vida ha acudido a la plegaria como solución a los gran-
des problemas; así ora por la nación. 113 Dios le prohibe que ore por el
pueblo para no verse obligado a emplear su misericordia. 114 Enfáti-
camente afirma el profeta la eficacia de la oración confiada. 115 En este
aspecto, la personalidad de Jeremías es paralela a la de muchos sal-
mistas, que, movidos de una religiosidad profunda, acuden a Dios co-
mo único valedor de sus intereses. 116
6. Ideas mesianicas. — A pesar del espiritualismo tan elevado
de los oráculos de Jeremías, apenas se encuentran en sus escritos pro-
mesas claras mesianicast como hemos visto, al menos en lo referente a
la persona del Mesías, en Isaías. Naturalmente, el profeta tiene una
profunda esperanza en los destinos mesianicos del pueblo israelita
como tal. Así anuncia la restauración de la nación después del castigo
del exilio, la cual será gobernada por jefes que, lejos de esquilmarla,
como antes, la ayudarán a conseguir toda clase de felicidades. 117 Isra-
el y Judá volverán a unirse para constituir una nación sola, como en el
pasado. 118 El templo será nuevamente purificado de toda contamina-
ción, y la ciudad, reedificada. El nombre del futuro rey — reencarna-
ción de David (“suscitaré a David, vástago de justicia”) — será el
símbolo de la nueva teocracia y llevará el nombre prometedor de
“Dios, nuestra justicia.”119 Todos reconocerán al nuevo rey, vástago de
David, como lugarteniente de Yahvé, 120 porque implantará un reinado
de justicia y de equidad: “Yo suscitaré a David, vástago de justicia,
que como verdadero rey reinará prudentemente y hará derecho y justi-
cia en la tierra. En sus días será salvado Judá, e Israel habitará en
paz.”121 Y toda esta situación de paz vendrá como consecuencia de
una “nueva alianza” — grabada en los corazones — signada entre
Yahvé y su pueblo. El pecado desaparecerá y no volverá a romperse lo
pactado, como en días antiguos. 122
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Jeremías y el Deuteronomio.
Durante la vida de Jeremías tuvo lugar un acontecimiento
trascendental en la vida religiosa de Judá: el hallazgo del libro de la
Ley en los cimientos del templo en 621 a.C. reinando Josías. 123 Gene-
ralmente se admite entre los críticos que el libro hallado — cuyo con-
tenido consternó a los fieles yahvistas de la época por las amenazas
que en él se consignan contra los transgresores de la Ley — es el Deu-
teronomio, al menos los capítulos 12-26 del mismo. Ahora bien, en
los escritos de Jeremías no encontramos la más mínima alusión a este
hecho. Según la Biblia, el profeta había iniciado su ministerio hacia el
año 627 (decimotercer año del reinado de Josías). ¿Qué influencia tu-
vo el profeta en la reforma religiosa que siguió al hallazgo del libro de
la Ley? Una de las cosas que más se urgieron en esta reforma fue la
centralización del culto en el templo de Jerusalén, como base del
retorno a Yahvé. Pero hemos visto que el profeta apenas da impor-
tancia a la religión ritualista externa, a los actos de culto formalísticos,
sino a la religión del corazón. No obstante, no por esto debemos ge-
neralizar su actitud de oposición al culto externo. Como Isaías, ataca a
los actos de culto externo cuando van desprovistos de la entrega del
corazón a Dios, con lo que esto supone de reconocimiento de sus de-
rechos, plasmados en la legislación positiva dada al pueblo elegido. Es
verdad que Jeremías urge ante todo la circuncisión del corazón, 124 la
rectitud de intención, 125 la sumisión a la voluntad divina 126 y la
práctica de las virtudes sociales. 127 En esto no hace sino colocarse en
la línea doctrinal de los antiguos profetas. Precisamente en el Deute-
ronomio se urgen el monoteísmo estricto, el amor a Dios con todo el
corazón y las virtudes sociales como parte fundamental de la vida re-
ligiosa. En este sentido, Jeremías se halla dentro de la línea deu-
teronomística. Por otra parte, los críticos han sorprendido muchas fra-
ses en los escritos de Jeremías que parecen depender del Deuterono-
mio. 128 El fomentar el culto externo era tarea de los sacerdotes como
tales, y de seguro que por su propio interés no dejarían de inculcar la
necesidad de que todos los israelitas fueran a Jerusalén a cumplir sus
votos y sus sacrificios. Jeremías, como los profetas anteriores —
Amos, Oseas e Isaías — , ante todo urgía el cumplimiento de los valo-
res éticos y del espíritu. En esto no hace sino seguir la pauta de Isaías.
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1 Jer 1:1. En 2 Re 22:8 se habla de un sacerdote llamado Helcías, que descubrió el li-
bro de la Ley; pero puede ser otro personaje distinto del padre del profeta. — 2 1
Re 1:26. — 3 Jer 1:2-19; 25:3- — 4 Jer 11:18-12:6. — 5 Jer 19:1-20,6. — 6 Jer
26:1-19; 7:1-28. — 7 Jer 11:1-5.9-14; 22:13-19. — 8 Jer 36:1-32. — 9 Jer 27:12-
15. — 10 Jer 43:1-44:30. — 11 Cf. A. Condamin, Jérémie, 0.269 XII; J. Gut-
mann, Jeremía-Apokriphon: “Encyclo-pedia ludaica,” VIII (1931) 1092-1094;
Tertuliano: PL 2:137; San Jerónimo, Adv. Ιοσ. 2:37: PL 23:335; San Isidoro: PL
83:142. — 12 Cf. Seder Olam Rabba 26. — 13 Jer 15:10-18; 20,7-9.14. — 14 Jer
14:11. 19 Jer 20:8. — 15 Jer 20:7-9. — 16 Jer 15:1. — 17 Jer 1:10. — 18 Jer
6:27. — 20 Jer 28,6. — 21 jer 15:10; 20:8. — 22 jer 20:8. — 23 Jer 20:7. — 24
Jer 20:7-9. — 25 Jer 15:10s. — 26 Jer 16:19. — 27 Jer 36:23; 11:18-21; 18:18-
23; 26:8s, — 28 Jer 15:15-16; 20:12. — 29 Cf. 2 Re 21:16. 32 Cf. 2 Par 35:21.
— 30 2 Re 22:8s. 33 Cf. 2 Re 23:33; Jer 22:10. — 31 Cf. 2 Re 23:15-20.. — 34
Cf. 2 Re 23:37; Jer 22:13-17 — 35 Cf. 2 Re 24:7. Véase también Flavio Josefo;
Contra Appionem I 19:135-141; y Antiq, X 11:1:219-221. Véase Bi 8 (1927)
p.401. — 36 Cf. 2 Re 24:1 — 37 2 Re 24:2. — 38 2 Re 24:3. — 39 Jer 22:19. —
40 Jer 52:318. — 41 Jer 27:1. — 42 Cf. Ez 29:175. — 43 Cf. Ez 30:20-25. — 44
Jer 34:8s. — 45 Cf. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in V. T. (Roma
1946) p.441. — 46 Es la tesis de E. Podechard, Le livre de Jérémie. Structure et
formation: RB 37 (1928) 181-197. Nótscher la acepta en general; cf. su obra Das
Buch Jeremías (Bonn 1934) 21-23 — 47 Cf. Jer 11:18s; 15:10-21; 17:14-17;
18:18-20; 20,75. — 48 Jer 36:4.27.32; 45:1. — 49 Jer 1:1-6; 11:6.9. — 50 Jer
7:1; 11:1; 19:14; 20:3. — 51 Entre ellas se suelen citar por los críticos: Jer 10:1-
16; 52:1-34; 17:19-27; 50,1-51:58. Cf. A. Condamin, Jérémie et la critique radi-
cale en Allemagne: RScR 6(1916) 167-184; F. Nótscher, O.C., 21S. — 52
Compárese Jer 3:6-10 y Ez 16 y 23; Jer 7:16; 11:14, Y Ez 14:12-20. — 53 Cf.
San Jerónimo, In ler.: PL 28:848. — 54 Por ejemplo: 8:10-12; 10,6-8; 11:75;
17:35; 23:105; 29:16-20. — 55 Así J. Gotsberger, Giesebrecht, E. Tobac, Steuer-
nagel. — 56 Cf. A. Condamin, Les caracteres de la traduction de la Bible par St.
/eróme: RScR 2 (1911) 105-138; A. Penna, S. Gerolamo (Turín 1949) 371-377·
— 57 Cf. A. Rahalfs, Beitrdge zu Textkritik der Peshitta: Zatw 9 (1899) 161-210;
P. Churgin, Targum Jonathan to the Prophets (N. Haven 1907). — 58 Cf. A.
Penna, o.c., p.17. — 59 Cf., por ejemplo, 2:28b y 11:133; 4:6 y 6:1b; 5:9 y 9:9;
7:16 y 11:14, etc. Véase una lista más completa en A. W. Streane, Jeremiah, 34.
— 60 Jer2:13 — 61 2:23-24. — 62 2:21. — 63 Jer 9:1. — 64 Jer 16:35. — 65 Jer
11:18-23; 15:10.15-21; 17:14-18; 18:18-23; 20,7-17. — 66 Así P. Volz, Der
Pmphet Jeremía (Lipsia 1922) p.xxxvi. — 67 Es la opinión de Λ. Ρεννα, o.c., 18.
— 68 San Jerónimo: PL 28:903. — 69 Cf. C. Zimmer, Aramaismi lereminiani
(Halle 1880). — 70 Las acciones simbólicas aparecen en 13,is; 18:2s; 18,is;
32:85. — 71 Jer 2:5; 8:19; 18:8. — 72 Jer 2:13. — 73 Jer 23:235. — 74 10:16;
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Encontrarnos aquí por primera vez el símil del matrimonio para refle-
jar las relaciones amorosas de Yahvé con Israel. Un siglo antes, Oseas
había hecho girar todos sus oráculos en torno a este símil, que se con-
virtió después en un tópico en la literatura profética y sapiencial. Je-
remías debe proclamar a los oídos de Jerusalén sus infidelidades, con-
traponiéndolas a las buenas relaciones que en otro tiempo tuvo su
pueblo con Yahvé. La época del desierto había quedado como la era
ideal de las relaciones de Israel con su Dios. Aislados en la estepa, sin
infiltraciones de los cultos sensuales cananeos, aquella generación del
desierto tenía una mentalidad más sencilla, y, formada en un ambiente
de milagrosa providencia divina, tenía una psicología ruda e infantil,
pero sabía corresponder mejor a las exigencias de la religión. Natu-
ralmente, toda esta concepción era fruto de una idealización del pasa-
do hecha por los representantes del yahvismo, que estaban hastiados
del materialismo reinante en su época. Reiteradamente los profetas
acuden al pasado como época ideal de las relaciones entre Yahvé y su
pueblo. 2 Yahvé mismo tiene nostalgia de aquellos tiempos en que
Israel se entregaba virginalmente a su providencia: me acuerdo. del
afecto de tu adolescencia, del amor de tus desposorios (v.2b). Israel
entonces se entregaba ilusionada a la solicitud de su Dios, esperándolo
todo en una tierra inhóspita, donde no se siembra (v.2c). Cuando Isra-
el se instaló en Canaán y se dedicó a trabajar una tierra más feraz, se
olvidó de Yahvé, atribuyendo la feracidad de la región a la bendición
de los dioses cananeos, con lo que desertó de su primera vocación re-
ligiosa.
Israel en su primera etapa del desierto era lo santo de Yahvé
(ν·3); e.d., 1a propiedad sagrada de Yahvé, a quien le pertenecía la
primicia de los frutos (ν.3). Era la porción que se había reservado en-
tre todos los pueblos. Según la ley levítica, las primicias de todos los
frutos pertenecían a Yahvé, y el que se atrevía a apropiárselos estaba
sujeto al castigo. 3 Es el caso de Israel: quien se atrevía a tocarle como
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El estilo es ahora más solemne. Se invita a hacer una visita a los pue-
blos paganos desde el oriente al occidente, para ver si algún pueblo ha
cambiado de divinidad. Kittim es la Kittion de los documentos anti-
guos, la actual Larnaca, en Chipre. 10 Cedar es la conocida tribu en la
Biblia que tenía su asiento en el desierto siro-arábigo, al este de Pales-
tina, confinando con la actual Jordania, vecina de los antiguos nabate-
os. Muchas veces en la Biblia suele ser sinónima de árabe o de hom-
bre de la estepa. El profeta invita a sus oyentes a que visiten países
paganos para ver si son tan ingratos como los israelitas, que abandona-
ron a su Dios nacional: ¿Hubo jamás pueblo que cambiase de dios?
(v.11a). Todo pueblo es reacio a abandonar sus tradiciones religiosas,
que considera como el mejor patrimonio del pasado, su gloria. Israel,
en cambio, ha cambiado su gloria (v.11b). Yahvé, que le había sacado
milagrosamente de Egipto, había mostrado su omnipotencia, y debía
constituir un timbre de gloria estar vinculado a tan excepcional pro-
tector. Ningún pueblo podía presentar una historia semejante ni una
divinidad tan excelsa. Yahvé era realmente la gloria de su pueblo con
su majestad y esplendor 12. El profeta recalca que los dioses de otros
pueblos no son dioses (v.11a), para evitar el equívoco a que pudiera
dar lugar la frase anterior. 13 La conducta de Israel ha sido un mal ne-
gocio: ha cambiado su gloria (Yahvé) por lo que nada vale, es decir,
los impotentes ídolos.
Enfáticamente, el profeta toma a los cielos como testigos de
esta enorme maldad y equivocación desde el punto de vista del cálculo
lucrativo (v.12). Al abandonar su gloria, se han labrado la ruina: han
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(v.20). La Ley de Yahvé era un yugo para Israel, pero que había de
reportarle muchos beneficios. El culto a los ídolos era de momento
más atrayente, pero iba a traerle la catástrofe. La imagen de Israel co-
mo novilla indómita era la más propia para expresar su permanente
espíritu de rebelión contra su Dios 30: no serviré (v.20b). Israel se
prostituyó, entregándose a los ídolos. Israel estaba desposada con
Yahvé con una alianza 31; al abandonarle, yéndose tras de otros dioses,
se entregó a una prostitución espiritual: te acostaste. (v.20c). Y los
lugares de esa prostitución son sobre todo collado alto y bajo todo
árbol frondoso, lugares tradicionales de culto a los ídolos: los lugares
altos 32 y los jardines llenos de árboles frondosos 33, lugares de culto
cananeo, símbolo de la fecundidad otorgada por divinidades licencio-
sas, como Astarté (la Isthar me-sopotámica) y Adonis (el Tammuz
asiro-babilónico).
De nuevo el recuerdo del elevado origen de Israel como pue-
blo: Yo te planté de vid generosa., de legítimos plantones (v.21a). Esta
comparación es muy similar a la famosa alegoría de la viña de Isaías
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. Israel es como una viña plantada con los mejores plantones 35. Da-
da su calidad selecta, era de esperar que diera buenos frutos, pero se
ha degenerado, convirtiéndose en sarmientos de vid ajena (v.21b).
Supuesta su buena naturaleza, hubiera debido dar frutos de santidad y
de justicia; pero ha dado frutos de apostasía, de injusticia y de infide-
lidad. Esta es la terrible realidad. Como en la alegoría de Isaías, dio
agrazones, indignos de las cepas de calidad de origen.
Ese proceso de degeneración ha hecho que Israel aparezca
manchada ante los ojos de su Esposo, Yahvé: Aunque te laves con ni-
tro., con lejía., permanecerá marcada tu iniquidad ante mí (v.22a).
También esta imagen parece estar tomada de Is 1:18.25. Con estas
palabras el profeta quiere destacar la enormidad de los pecados de Is-
rael, acumulados durante su historia. Ha sido una rebeldía constante, y
por eso a los ojos de Dios aparece como un vestido tan manchado, que
es muy difícil dejarlo en su limpieza primitiva. No quiere esto decir
que sus pecados sean imperdonables, sino que quiere destacar el grado
de degeneración a que ha llegado Israel, acumulando infidelidades que
le fueron alejando de su Dios.
La obcecación de Israel es tal, que no reconoce su conducta
alejada de Yahvé. El pueblo creía lícito un culto sincretista, es decir,
reconocer oficialmente a Yahvé, asistiendo al culto en el templo; pero,
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da por objetos que no la tienen. Isaías desarrolla esta idea del modo
más sarcástico39. Los israelitas abandonan al Dios-Yahvé, trascenden-
te, santísimo, que los ha elegido como pueblo, para entregarse a la
más crasa idolatría. No cabe mayor degradación religiosa.
Esta conducta, no obstante, es sólo en épocas de bonanza,
pues cuando llega la desgracia y la adversidad, vuelven a Yahvé, di-
ciendo: Álzate y sálvanos (v.27c). La expresión hebrea usada para
sálvanos es el hoshianna (hosanna), que después quedará estereotipa-
do en el uso litúrgico como exclamación de júbilo y esperanza. Yahvé
responde con ironía a este grito de socorro in extremis, diciendo que,
puesto que tienen tantos ídolos cuantas ciudades. (v.28b), que acudan
a ellos para que les ayuden40.
Pero, además, la hipocresía de estos israelitas idólatras llega a
tal término, que se atreven a pedir cuentas al mismo Yahvé. Se creen
inocentes, y se atreven a acusar a Yahvé de demasiado susceptible y
severo. ¿Por qué pretendéis litigar conmigo? (v.29). La historia de
Israel ha sido una constante rebelión contra su Dios. Yahvé les
recuerda los castigos que ha enviado a sus hijos. Los israelitas han
tenido que sufrir los rigores de la ira divina con el fin de hacerles en-
trar en buen camino, pero ha sido todo en vano: no aceptaron la co-
rrección. Parece que Jeremías alude a alguna matanza general debida
a un levantamiento popular en el que hubieran caído los falsos profe-
tas del pueblo: La espada ha devorado a nuestros profetas (v.30b). No
obstante, no sabemos que en estos tiempos hubiera habido una matan-
za de profetas como la había habido en tiempos de Elias y de Jehú, rey
de Israel41, en el reino del Norte. Por eso, algunos autores prefieren
ver aquí una alusión a los verdaderos profetas de Yahvé muertos en
alguna rebelión popular. Sabemos que Manases años antes había lle-
nado Jerusalén de sangre inocente 42, especialmente de profetas. Pero
el contexto parece insinuar la primera interpretación.
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da, y el profeta lo anuncia en nombre del que dirige los hilos misterio-
sos de la historia (v.37b).
1 Otros traducen: “quien de ella comía debía pagan, es decir, recibir el pago de su
atrevimiento. — 2 Cf. Os 2:15(17). — 3 Cf. Ex 23:19; Núm 8:8; Lev 22:9. — 4
Cf. Ex i9:5ss; Dt 7:6; 14:2. — 5
En heb. “sombra de muerte.” — 6 Cf. Jer 8:19; 10:1-16; 14:22; 16:19; cf. tam-
bién 1 Sam 12:21; Is 44>9s; Dt 32:21; 2 Re 17:15. — 7 Cf. Ez 16. — 8 Cf. Ex
34:7. — 9 Cf. Jer 31:29; Ez 0.28; Dt 24:16. — 10 Cf. Flavio Josefo, Ant. I 6:1.
Los Kftttm aparecen en Gen 10:4 como descendientes de Yaván o Grecia. En
Dan 11:30 se refiere a las naves romanas. En 1 Mac 1:1; 8,5, se refiere a Mace-
donia. Cf. Dt 11:30. — 11 Kedar o Cedar era el segundo hijo de Ismael (Gen
25:13). Cf. Is 42:11; 60,7; 21:17; Ez 27:21; Cant 1:5. Son los Cedraei de Plinio,
Htst. Nat. V 11:12. — 12 Cf. Dt 10,21; 1 Sam 4:21; Sal 106:20. — 13 Cf. Dt
32:21; Is 37:19; 1 Cor 8:4; Jer 16:20. — 14 Cf. Sal 36:10; Jn 4:10ss; 7:38. Dus-
saud ve en estas palabras una alusión al Bahal fenicio patrono de la lluvia. Cf.
Les découvertes de Ras Shamra et V Anden Testament (París 1937) P-74- — 15
Así según el hebreo. El griego dice: “te conocieron y te ultrajaron.” — 16 Cf. Ex
21:2-4; 34:10. — 17 Cf. Ex 4:22. — 18 Cf. Nah 2:12; Jer 4:7; 5:6; 25:38; 49,iQ;
So.i?· — 19 Cf. Jer 22:10-12; 2 Re 23:315. — 20 En egipcio Men-Ofer. — 21 Cf.
Is 15:2; 22:12; Is 3:17.24. — 22 Cf. Jos 13:3; 1 Par 13:5; Is 23:3. Los LXX tra-
ducen Geón, identificando al Nilo con el Geón del paraíso. Cf. Flavio Josefo,
Aní. I 1:3. — 23 Cf. Is 8:7. — 24 El texto es oscuro en el detalle, pero claro en la
idea general. La Bible de Jérusalem traduce: “planta degenerada, viña bastarda.”
Dennefeld: “plantas degeneradas y bastardas.” — 25 Así según la Bible de Jéru-
salem. Dennefeld: “la mancha de tu iniquidad permanecerá ante mí.” — 26 Frase
oscura. La traducción arriba expuesta es la seguida por la Bible de Jérusalem,
Dennefeld, Streane. — 27 La Bible de Jérusalem: “su ruta, ¿quién la frenará?”
Streane: “En su ocasión, ¿quién puede volverla?” — 28 Bible de Jérusalem:
“¡Ten cuidado! Tu pie va a descalzarse.” — 29 Bible de Jérusalem: “No, qué im-
porta.” Dennefeld: “Imposible.” — 30 Cf. Os 10:1-1; Jer 31:18. — 31 Cf. Jer 2:2;
Os 4:13s; Am 2:7. — 32 Cf. Dt 23:18; 1 Re 1:14.24; 22:47; 2 Re 23:7. — 33 Cf.
Jer 3:6ss; 17:2; Is 1:21; 57:5; Os 4:13.14; Ez 6:13. — 34 Cf. Is s.iss. — 35 En
hebreo dice de Soreq, que es una localidad llamada hoy Kh. Surik, junto al actual
Beit-Dgebrim. En Jue 16:4 es la patria de Dalila. Quizá fuera famoso por sus vi-
nos, y de ahí el nombre de esas cepas excepcionales. — 36 Cf. Is 57:9. — 37 Cf.
Job 39:5ss. La traducción de los LXX es muy diferente: “alargo sus caminos
hacia el agua del desierto, llevada del viento en el ardor de su alma; ¿existe vía
determinada para hacerla volver?” — 38 Este último estico falta en el TM. — 39
Cf. Is 44:11-17. — 40 Aparece de nuevo en Jer 1:13. — 41 Cf. 1 Re 18:40; 2 Re
10:18-27. — 42 Cf. 2 Re 21:6; Lc 11:47; Act 7:52. — 43 El texto es inseguro. —
44 Bibl. de Jérus.: “corremos aquí y allá.” — 45 Así según G., pero el H. dice:
“en los bordes de tu vestido hallóse sangre.” — 46 Frase muy oscura, aunque el
sentido general es claro. La Bible de Jérus.: “A éstos no los habías sorprendido
forzando puertas.” — 47 Bible de Jérus.: “¡Cómo frivolamente cambias de cami-
no!” Dennefeld: “¡qué poco te cuesta cambiar de caminos!” — 48 Cf. Dt 30:11s;
Is 45:19. — 49 Cf. Is 1:3. — 50 Cf. Ex 22:2. La versión de los LXX difiere bas-
tante: “Sobre tus manos se ha encontrado sangre de almas inocentes; no la encon-
traste en las fosas, sino bajo toda encina.” Con-damin deduce de esto que aquí se
aludiría a sacrificios de niños bajo los árboles en los que había ritos idolátricos.
— 51 Cf. Jer 5:26; 22:13.17; Is 1:15; 8:15; Ez 34:23. — 52 Cf. 2 Sam 13:19.
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Parece que el profeta se dirige a los expatriados del reino del Norte,
llevados en cautividad por Teglatfalasar III, Salmanasar V y Sargón II.
Para ellos hay todavía esperanza de repatriación. Los invita a volver,
ya que Yahvé es su dueño (v.14) verdadero. Y El se encargará de que
algunos de entre ellos retornen a la nueva patria de Sión (v.14b). Es la
doctrina del resto rescatado por Yahvé de la catástrofe. Isaías decía
que “un resto volverá”19. Entre los deportados (quizá hable en futuro
el profeta de los deportados también de Judá) habrá un selecto número
que tendrán la suerte de poder volver a Sión a constituir la nueva teo-
cracia. El número será reducido: uno de una ciudad, dos de una fami-
lia; pero es una puerta a la esperanza. El nuevo orden de cosas será
presidido por el sentido de justicia, pues Yahvé dará pastores según su
corazón, que los apacentaran sabiamente (v.15). Son los nuevos go-
bernantes de la era mesiánica 20. En Is 40,11 se presenta a Yahvé co-
mo el futuro pastor de Israel, que enviará al pastor fiel, Mesías 21. Go-
bernarán los nuevos pastores sabiamente (lit. “con inteligencia y pru-
dencia”). Después del retorno de la cautividad, los judíos tuvieron
como excelentes pastores a Zorobabel, a Esdras y a Nehemías. Pero
todos éstos serán una preparación del Buen Pastor ideal, el Mesías.
Indudablemente que la mente del profeta se proyecta hacia la era me-
siánica, por lo que dice a continuación: Aquel pequeño grupo salvado
se multiplicará hasta constituir una comunidad pujante (v.16a).
En la nueva era mesiánica (la frase en aquellos días suele te-
ner un carácter marcadamente mesiánico) no será necesaria la presen-
cia del arca como símbolo de la presencia de Yahvé. El pueblo se
hallará bajo una protección especialísima de su Dios, en tal forma que
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Con estas palabras del v.5 se inicia un nuevo ciclo de profecías, que
prosigue hasta el c.6 inclusive. No se especifica el enemigo invasor. El
profeta, en este primer fragmento (v.5-8), refleja la alarma de los habi-
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Una de las causas de que Yahvé no les envíe las lluvias necesarias es
la injusticia social reinante. La clase alta atropella a los de la clase
humilde; sobre todo en los tribunales, todo son artilugios para apode-
rarse de los bienes de los pobres: acechan como cazadores (v.26). Sus
casas abundan en rapiñas como de pájaros la jaula (v.27), y toda su
riqueza es fruto de atropellos y exacciones, ya que traspasan las pala-
bras o mandatos de Yahvé (v.28).
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1 Cf. Ez 16:26; 23:20. — 2 Cf. Jer 5:29; 9:9 — 3 Es significativa aquí la palabra
hebrea goy aplicada a Israel, cuando siempre se aplica a los pueblos gentiles des-
pectivamente. — 4 Cf. Is 5:2s; 18,5. — 5 Cf. Jer4:27; 5:18. — 6 El texto hebreo
añade: “y la casa de Judá,” que no es necesario, y recarga el ritmo. — 7 Cf. Is
9:7; 55:10-11; Sal I47:15- — 8 Cf. Dt 28:49; Is33:19 — 9 Cf. Sal 5:10. — 10 Cf.
Jer 31:35s; 33:25s. — 11 Cf. Ex 14:22; 23:16; 34:22; Dt 16:9. — 12 El TM es in-
seguro. — 13 También aquí el TM no es seguro, pero el sentido general es claro.
— 14 Así según la Bit,” de Jér. El TM dice: “gobiernan por sus manos.” Los
LXX y la Vg.: “aplauden con sus manos.” — 15 Cf. Jer 2:8; 23:9-40; 20.26-28.
6. Anuncio de la Invasión.
Injusticias Sociales.
Como Jerusalén, por sus pecados, ya está madura para el castigo di-
vino, el profeta — centinela de Yahvé — anuncia de modo dramático
la hora de la invasión, que es inminente. No sabemos en qué circuns-
tancia histórica fue redactado este fragmento, pues como toda la vida
de Jeremías está dominada por la obsesión de invasiones extranjeras,
la mayor parte de sus oráculos son adaptables a diferentes circunstan-
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Dios hace una invitación final a los israelitas para rectificar su conduc-
ta descarriada. Son como viajeros que van fuera de camino y están
buscando vacilantes nuevas sendas. En ese caso, lo primero que deben
hacer es detenerse antes de proseguir: Haced alto en los caminos y ved
(v.16a). La frase tiene un sentido moral; si quieren caminar seguros,
deben preguntar por las sendas antiguas, e.d., los preceptos de la ley
de Dios, por los que caminaron los antepasados de Israel. Sobre todo
deben pensar en los tiempos dichosos de la alianza en el Sinaí bajo
Moisés, cuando Israel era como la esposa enamorada de Yahvé 19, Los
israelitas deben ante todo buscar la senda buena (v.16), la de la fide-
lidad a la Ley del Señor. Seguirla supone encontrar reposo para sus
almas, porque es volver a vivir bajo la protección segura de Yahvé,
participando de sus bendiciones.
Pero la respuesta a la invitación paternal es categórica: ¡No la
seguiremos! (v.16c). Para dirigirlos por la senda buena, Yahvé había
puesto atalayadores (v.17) que dieran el toque de alerta con la voz de
la trompeta. Son los profetas llamados frecuentemente centinelas en la
literatura profética. Su oficio era advertir al pueblo los peligros que se
cernían sobre sus intereses espirituales. Pero la respuesta del pueblo
israelita fue negativa: No queremos oírla (v.17b). Ante esta obstinada
y reiterada negativa, Dios anuncia solemnemente ante los pueblos y la
tierra el castigo que va a enviar. La palabra congregación parece refe-
rirse a la reunión de esos pueblos paganos a los que idealmente se di-
rige Yahvé. Dios quiere que quede claro que esa desventura que va a
enviar es fruto de sus malos designios (v.16b). La conducta de Israel
ha sido contraria a la Ley de Yahvé, pues no ha tenido otros designios
que apartarse de su Dios. Ante esta actitud espiritual de rebeldía, de
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(v.33). Sabemos que el rey Sedecías huyó en 586 a.C. por la puerta
meridional de la ciudad — que da a Tofet — al entrar las tropas de
Nabucodonosor, y sin duda que en aquella zona debió de haber gran
carnicería entre el pueblo que se agolpaba allí al escaparse de los babi-
lonios, que atacaban por el norte de la ciudad. La carnicería será tal
que los cadáveres. serán pasto de las aves del cielo (v.33). Quedar sin
sepultura era el mayor baldón y castigo, pues se creía que, mientras el
cuerpo no fuera entregado a la tierra, el espíritu del difunto debía an-
dar vagando como fantasma por el mundo, sin hallar reposo 27. El pro-
feta anuncia ese terrorífico castigo, que traerá como consecuencia el
duelo general, pues no se oirán cantos de alegría (v.34) en Judá ni en
Jerusalén, ni siquiera los tradicionales de las nupcias del esposo ;y de
la esposa, porque todo será desolación en la tierra.
1 Cf. Jer 5:28; Ex 22:21-24; Dt 10,8-18; 24:17; 27:19. — 2 Cf. Ex 21:13. — 3 Jesu-
cristo parece aludir a este texto al echar a los vendedores del templo; cf. Mt
21:13. Mc 11:17; Lc 19:46. — 4 Cf. Is 37:363. — 5 Cf. Jos 22:12; Jue 16:31; 1
Sam 1:3.9.24; Sal 78,60. — 6 1 Sam 5:1; 21:1. — 7 Cf. Jer7:11-14; 14:11-19s;
Ez 13:5; 22:30. — 8 Cf. M. J. Lagrange, Les religions sémitiques p.120. En los
textos cuneiformes se llama a Istar sarrat same, que significa exactamente “reina
de los cielos.” La palabra hebrea que traducimos por “tortas” (Kawenim) es una
transcripción dialectal del asirio Kamani o Ka-wani, que son precisamente los
grandes “panes” que se ofrecían a Istar. — 9 Cf. 2 Re 21:35; 2 Par 32:23. — 10
Cf. Jer 4:235; 5:25; Os 4:3; Miq 7:13. — 11 Cf. Levc.1-3. — 12 Cf. Gen 29:30;
Mal 1:2. — 13 Os 6:6. — 14 Cf. Am 5:22; Os 6:6; Is 1:11s. — 15 i Cor 1:17. —
16 Cf. Jer 11:4; 24:7; 30,22; 31:1s; Ez 11:20; 36:28; 37:23; Zac 2:11; 8:8. — 17
Cf. Jer 16:6; 48:37; Is 15:2; Miq 1:16. — 18 Cf. Jer 2:20; 3:2. — 19 Cf. Jue
11:37ss. — 20 Cf. 2 Re 21:5-7. — 21 Cf. 2 Re ló.ios. — 22 Cf. 2 Re 18:4; 21:4.
— 23 Cf. 2 Re 23:43. — 24 De Ge-Hinnom (“valle de Hinnom”). Hinnom debió
de ser primero un nombre propio de persona que dio nombre a esa localidad,
heredad suya o de sus hijos (Ben-Hinnom). La expresión aítos de Tofet tiene aquí
un sentido amplio, pues originariamente esos lugares de culto estaban en las “al-
turas” o colinas, pero después quedó como sinónimo de “altares,” que podían es-
tar en las depresiones o valles, como en este caso. Sobre la localización de Tofet
véase H. Vincent, Jérusalem t.1 (1912) p. 127. — 25 Cf. 2 Re21:8s. — 26 Cf, 2
Re 21:6. — 27 Cf. 2 Re 21:8s.
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cir, sus preceptos y exigencias, que deben regular la vida de Israel pa-
ra que éste sea feliz y prospere en todos sus caminos.
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sar que le causa la tragedia que viene sobre su pueblo. ¡Quién me di-
era que mi cabeza se hiciera agua, y mis ojos fuentes de lagrimas!
(v.23). La vida de Jeremías ha sido un continuo duelo por la suerte de
su pueblo. Por eso, muchos Padres han considerado al profeta de Ana-
tot como el tipo de Jesús llorando por la Ciudad Santa 12.
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La justicia divina tiene sus exigencias y no puede tolerar más este es-
tado de cosas: ¿no habré de pediros cuenta de esto? (v.8-9). El callar
equivale a consentir, y es necesaria la venganza de Dios para escar-
miento general, y Dios mismo invita a un duelo general por la desola-
ción del país como consecuencia de su intervención justiciera: llorad.
sobre los montes (V.9-10). Los montes, que antes estaban cubiertos de
arboleda, van a ser desolados. Probablemente se alude aquí también a
los montes como lugar de jolgorio con ocasión de los ritos idolátricos
allí practicados 17. La alegría se va a convertir en luto. También los
pastizales del desierto, altamente estimados como oasis raros, desapa-
recerán, y se invita a hacer duelo por ellos 18, pues no se va a oír más
el alegre balar de los rebaños (v.9-10b). La desolación es completa, y
todo signo de vida desaparecerá: desde las aves del cielo hasta las
bestias huyeron (V.9-10C).
Esta suerte de la campiña estará reservada también a la capi-
tal, Jerusalén. En ella, los chacales harán su morada 19. Este símil es
corriente en la literatura profética 20. Nada más triste, pues, que una
ciudad arruinada, en la que sólo se oyen los aullidos de los chacales,
únicos moradores entre los escondrijos formados por las ruinas. Así
quedará Jerusalén después de su destrucción por los soldados de Na-
bucodonosor 21.
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La catástrofe es tan inminente, que Yahvé invita a que vengan las pla-
ñideras de oficio a solemnizar el duelo (v. 16-17). El profeta une su
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1 Jerusalén falta en el texto griego. — 2 Esta última frase falta en los LXX, y es tra-
ducida de diverso modo. Con un ligero cambio de consonante se pudiera traducir:
“pero les daré según su producto” o merecido, lo que se adaptaría bien al contex-
to. — 3 Cf. Jer 6:20. — 4 Cf. Lev 10:11; Dt 33:10; 2 Par 17:7; Jer 2:8; 18:8; Os 4:5. — 5
Cf. Jer 7:4-21. — 6 Cf. Dt 4:6. — 7 El texto no está claro, pues la palabra que
traducimos por aniquilaré puede significar “reuniré*. — 8 Cf. Jer 5:10; 6:9; Is
5:1-7, Miq 7:1. — 9 Cf. Jer 4:10; 5:12; 6:14. — 10 El texto está oscuro. Segui-
mos en la traducción a los LXX. La Bible de Jérusalem traduce: “el dolor me in-
vade.” Pirot-Clamer: “sin que haya remedio.” — 11 Cf. Gen 37:25; 43:11; Ez
27:17; Jer 34:11; 51:8. — 12 Cf. Le 19:41. Este v.23 del TM en los LXX y Vg
aparece como el v.i del c.g. — 13 En la traducción hemos seguido a los LXX,
con la Bible de Jérusalem. Pirot-Clamer: “violencia sobre violencia.” El texto
hebreo dice: “tu habitación en medio del engaño.” Cantera : “Su morada está en
medio de la perfidia engañadora.” — 14 Cf. Sal 64:4- — 15 Cf. Miq 2:4-5. Es in-
teresante notar que la palabra hebrea correspondiente a engañar es la raíz que
forma parte del nombre de Jacob ('aqab). Probablemente se aluda aquí al enga-
ño” que Jacob hizo a su hermano Esaú (Gen 27:26; Os 12:4). Los israelitas se
gloriaban de ser descendientes de Jacob, pero en realidad sólo le imitan en lo ma-
lo, en el “engaño” de que hizo víctima a su hermano. — 16 Cf. Is 48:10; Ez
22:20; Zac 13:9; Mal 3:2. — 17 Cf. Jer3:23. — 18 Cf. Am 1:2. — 19 Cf. Job
30,29; Miq 1:8. — 20 Cf. Is. 14:23. — 21 Cf. Neh4:2. — 22 Cf. Jer 23:15; Lam
3:19; Am 5:7; 6:13; Prov 5:4. — 23 Cf. Jer 8:4; Dt 29:18. — 24 Cf. Jer 5:19; Dt
4:27; 28,64; Lev 26:33; Jer 42:17; Am 9:4; Ez 5:2-12. — 25 Cf. Is 1:1; Jer 4:22;
5:5; 8,7; 9:2. — 26 El texto hebreo dice literalmente “circuncisos en el prepucio.”
La frase, aparentemente contradictoria, parece aludir a la contraposición entre el
carácter externo de circuncisos y la actitud de incircuncisos de corazón. — 27 Cf.
Jer 4:4. Según Herodoto (II 37), los egipcios practicaban la circuncisión por ra-
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riencias. Sobre todo les previene contra los cultos astrales y supersti-
ciones astrológicas, que estaban muy de moda en Mesopotamia.
El profeta se dirige enfáticamente a la casa de Israel. Su pre-
ocupación se extiende a todos los israelitas, que están en peligro de ser
fascinados por los pomposos cultos idolátricos. Les previene contra
los caminos de las gentes, es decir, sus creencias y conducta, total-
mente ajena a la tradición de Israel. Los signos celestes (v.2) eran los
meteoros, eclipses y demás fenómenos extraordinarios siderales, cuya
aparición daba ocasión a cabalas sobre el futuro de los pueblos. En
Babilonia la astrología estaba en todo su apogeo, y sus cultivadores
eran los árbitros de la sociedad, pues desde los cortesanos hasta las
gentes sencillas acudían a ellos para resolver sus problemas particula-
res. Además, la vida política y militar de la misma nación dependía de
ese lenguaje misterioso del mundo astral, cuyo sentido sólo captaban
los magos y astrólogos. Los fenómenos siderales eran expresión de la
voluntad de las divinidades, y por eso era muy importante conocer
esta “escritura del cielo.” Los presagios buenos o malos dependían de
determinadas apariciones o conjunciones de los astros. Si el presagio
que daba el astrólogo era malo, entonces el interesado procuraba apla-
car a los dioses con encantos mágicos. De este modo, el pueblo vivía
siempre en tensión, auscultando los signos celestes. En la política, la
marcha de la nación dependía de ellos también, pues si se daban cier-
tos signos, se podía o no declarar la guerra, iniciar determinadas obras,
etc. 1 El profeta declara a sus compatriotas que nada deben temer de
esto, pues Yahvé está por encima de todo el curso de los astros. Los
astros, pues, no tienen ninguna virtud especial benéfica o maléfica en
sí mismos, sino que sólo Yahvé es al que hay que temer y suplicar
2
.
Todas esas creencias de los paganos no tienen consistencia:
los estatutos de los pueblos son vanidad (ν.3). Aquí estatutos es sinó-
nimo de doctrina (v.8) y caminos (v.2). Por tanto, no deben preocupar
a los israelitas, que tienen otros estatutos o creencias más sólidos,
pues saben que Yahvé es omnipotente. Y para probar esto les recuerda
que las imágenes de los ídolos son leños cortados del bosque.
En Is 44:12 encontramos una apreciación irónica semejante. Y
en Bar 6:7, la “carta de Jeremías” se expresa en el mismo sentido. Es
un género literario apologético que se había generalizado. El desprecio
culmina en la frase son como espantajos de melonar, que no tienen
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otro fin que ahuyentar los pájaros. También con fuerte ironía alude a
las procesiones solemnes, en que los ídolos eran transportados a hom-
bros: hay que llevarlos, no andan (v.5). En la legislación mosaica se
prohibía toda representación sensible de Yahvé para evitar que el pue-
blo se formara un concepto material y grosero de El.
Los v.6-7 faltan en el texto griego, y parecen ser una glosa. Son un
canto a la grandeza de Yahvé de estilo salmódico. Se le llama Rey de
las naciones (ν.7) en cuanto que domina también sobre los otros pue-
blos. El monoteísmo estricto sobresale en las enseñanzas proféticas 5.
Los sabios de las naciones idolátricas, que enseñan el culto a ídolos
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cosas que son obra de sus manos. El orífice que ha hecho la estatua se
avergüenza de su ídolo (v.14) al ver que esa obra exclusivamente suya
es el ídolo objeto de veneración, y sabe que es mentira su estatua fun-
dida, pues bien sabe que no es una divinidad, ni siquiera tiene vida: no
hay aliento en ellos (v.14b). En contraposición a la inanidad de los
ídolos está Yahvé, la herencia de Jacob, pues por una alianza especial
se ha ligado a Israel para ser suyo corno herencia. Yahvé es la “heren-
cia de Jacob” u, e Israel o Jacob es la “herencia de Yahvé”12. Por la
alianza han quedado obligados mutuamente y se deben entre sí: Israel
es su tribu hereditaria (v.16b). Pues este Yahvé, herencia de Israel, es
el Hacedor de todo, y, como tal, dueño de los mundos y de los desti-
nos de la humanidad, en contraposición a la impotencia e inanidad de
las estatuas idolátricas adoradas por los gentiles, Y para más resaltar el
poder de Yahvé, el profeta le da su nombre temeroso: su nombre es
Yahvé de los ejércitos. Es el señor de los ejércitos estelares de los cie-
los, del “ejército” de los seres, y también Señor de las batallas en pro
de Israel. Por ello es la mejor garantía para los exilados, acobardados
por los cultos pomposos de los gentiles.
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1 La expresión palabra que dirigió Yahvé a Jeremías indica que se inicia un nuevo
oráculo o serie de oráculos. — 2 Cf. Dt 29:9; comp. con 2 Re 23:3; 2 Par 34:31.
— 3 Cf. Dt 27:26; 4:9.25; 8:11; 11:28; 28:15; 29:25. — 4 Cf. Dt 4:20. — 5 Cf.
Gen 15:755 — 6 Cf. Ex 19:6. — 7 Cf. Gen 15:18; 17:8; 50,24; Ex 3:8.17;
13:5.11; 32:13; Núm 11:12; 14:16.23; Dt 1:8; 4:31; 6:10; 18:23. — 8 Cf. Ex
3:8.17; 13:5; 33:3; Lev 20,24; Núm 13:28; Dt 6:3; 11:19. — 9 Cf. también Jer
17:13; 24:26. — 10 Cf. Dt 11:265; 27:15-26; 28:15-68; 29:20-28; 30:153. — 11
Cf. 2 Re 23:32,-23:37. — 12 Cf. Dt 5:7; 6:14; 7:4; 8:19; 11:16.28; 13:2.6.13; 17:3;
28:14.36.64; Jer 5:19; 7:6.9.18; 13:10. — !3 Cf. 2 Re 23:15-20. — 14 Cf. Jer 3:4.
La frase altares a la ignominia falta en los LXX, y puede ser adición posterior. —
15
El texto es oscuro en algunas palabras. Nuestra traducción es parecida a la de la
Bible de Jérusalem. — 16 Los LXX leen “amada,” en femenino. Entonces Judá es
considerada como la “esposa” de Yahvé. Pero cf. Dt 33:12; Sal 127:2; 60,7;
108,7; Is 5:1. — 17 Yahvé había comparado a Judá a una “viña”; cf. Jer 2:21. Para
“olivo,” cf. Rom n,i7· — 18 Cf. Jer 6:9; Is 5:53. La higuera estéril, Le 13:63. —
19 El texto griego y la Vulgata leen: “Pongamos el leño en el pan,” que no parece
dar sentido satisfactorio.
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les, sino que todo sean cardizales y yermos: sembraron trigo y han
recogido cardos (ν.13). Los israelitas se habían afanado en sembrar
trigo, confiados en la paz, que creían permanente, y a la hora de la
cosecha se han encontrado que sus campos habían sido saqueados y
devastados 13. Por eso, sus fatigas han sido sin provecho, quedando
avergonzados de su cosecha, es decir, burlados en sus esperanzas.
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1 Literalmente “sus ríñones.” — 2 Cf. Jer 7:4.8-10.21ss; 8:8; 11:15. — 3 Cf. Mt 15:8,
— 5 Is 29:17. — 4 Cf. Dt 7:26; 13:17; Jos 6:17. — 6 Cf. Is 29:13. — 7 Los LXX
leen: “No ve Dios nuestros caminos.” En ese caso parece aludir al ateísmo prácti-
co de los impíos, que no se preocupan de si existe Dios o no. — 8 Cf. Jer 49:19.
— 9 Literalmente, en hebreo, “toda carne.” — 10 El sentido de “abigarrado” es
oscuro. Los LXX traducen: “¿Se ha convertido mi heredad en caverna de hiena?”
— 11 Cf. Jers.io; 6:9; Is 5:5- — 12 Cf. 2 Re 24:2. — 13 Cf. Jue 6:3-4. — 14 Cf.
Is 10:5-27. — 15 Cf. Jer 25:71 25:12. — 16 En LXX y Targ. falta mt's, que apa-
rece en el heb., Vg., Sir. — 17 Cf. Jer c.46-49- — 18 Cf. Jer 48:47; 49:6. — 19
Cf. Jer 16:19; 46:25; Is 18:17; 19:23; Sal 87:4.
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altos había multiplicado sus actos idolátricos, que son sus torpezas,
por tener relaciones adulterinas con los ídolos, dejando a su Esposo,
Yahvé 21. Después el profeta lanza un suspiro amoroso, preocupado
por la suerte de Jerusalén: ¡Ay de ti, Jerusalén, si no te limpias!
(v.27c). Es una última llamada a la conversión. Por fin, un grito des-
esperado de amor: ¿Hasta cuándo aún.?
1 Cf. Ex 28:40ss; Lev 16:4. — 2 Cf. 2 Re 1:8;Mt3:4. — 3 Cf. Is 3:24; Jer 2:32; Is
49:18. — 4 Cf. S. Jerón., Pro! in Os.: PL 25:8180; Condamin, Le lime de Jérénñe
p.us. — 5 Buzy, Les symboles de l'Ancien Testament ρ. 124. Sobre la identifica-
ción del Eufrates y Fura cf. Abel, Géog. de la Palestine I c.400; 11404. — 6 Cf.
Osc.1; Isc.20; Ez c.4-5. — 7 Cf. Is 19:14; 29:20; 51:17; Ap 14:10; 16:19. — 8
Cf. Jos 7:19; Mal 2:2', Tn c,24; Act 12:23. — 9 Cf. 159:1. — 10 Cf. Am 5:18; Is
5:20. — 11 Los LXX y la Vulgata traducen la palabra hebrea por sombra de
muerte. Hoy día se suele traducir más bien simplemente “oscuridad,” siguiendo
la vocalización salmut en vez de salmawet, que es la vocalización del TM. — 12
Otros traducen: “deportada entera” (Bible de Jérusalem). — 13 En el c.29:2 habla
Jeremías de la deportación de “Joaquín y la reina madre,” con el mismo término
de ghebirah. Cf. 22:26. — 14 Cf. Jer34:7. — 15 Jerusalén falta en el TM, pero
está en los LXX. — 16 Texto oscuro. La Bible de Jérusalem: “¿Qué dirás cuando
te visiten triunfantes los que habías habituado a tus intimidades?” — 17 Cf. Is
47:2-3. — 18 Cf. Ex 4:25; Is 7:20; 36:12; Ez 7:17. — 19 Cf. Jers.19. — 20 Cf.
Nah 3:5 — 21 Cf. Jer 2:20; 3:6.
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ciones que Yahvé tiene con su pueblo: ¿no eres nuestro Dios?
1 Así según el TM. Los LXX: “han cesado los trabajos de la tierra,” que hace buen
sentido. La Bible de Jérusalem: “el suelo cesa de producir.” — 2 Cf. Is 3:26. — 3
Cf. 2 Sam 15:30; 19:4; Is 53:3. — 4 Cf. Plin., 8 0.32; Prov 5:19. — 5 Yahvé falta
en el TM, pero está en los LXX. — 6 La palabra hebrea empleada es de signifi-
cado incierto. Los LXX leen “hombre que duerme.” Schultens, siguiendo el ára-
be, traduce “atónito.” — 7 Cf. Dt 32:11. — 8 Cf. Is 23:12: “virgen hija de Si-
cidn”; 47:1: “virgen hija de Bdtuíom'a”; Jer 46:11: “virgen hija de Egipto.”
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ner que llevar adelante con una misión que le es ingrata, pues debe
aparecer como enemigo de su pueblo y traidor a sus compatriotas. De-
bió de ser compuesto en la época tormentosa del rey Joaquim (609-
598), bajo el cual tuvo que sufrir mucho de parte de la corte. Jeremías
se considera como vencido por la vida y se lamenta a Yahvé por la
misión que le ha obligado a aceptar 18. En algunos momentos le parece
que está abandonado hasta del mismo Dios.
Así, en un momento de desánimo, se pregunta si no sería me-
jor no haber nacido: ¡Ay de mí, madre mía, pues me engendraste!
(v.10). Es un desahogo similar al del profeta Elias perseguido por Je-
zabel y al de Job en el colmo de los infortunios 19. Jeremías se siente
atacado por todas partes por tener que hacer frente a los abusos de to-
das las clases sociales. Por eso es objeto de querella y de contienda
por doquier. Todos le salen al paso y le maldicen. Sin embargo, él
jamás se ha metido en negocios de interés material con nadie: A nadie
presté, nadie me prestó. El préstamo con interés a los compatriotas
estaba prohibido en la Ley 20, pero la costumbre había creado un ejer-
cicio de préstamo bastante generalizado. El profeta se halla al margen
de todo, en tal forma que nadie puede quejarse de sus intereses perso-
nales. Jeremías se siente inocente (v.11), e incluso su bondad se ex-
tendía a los enemigos, por los que rogaba (v.11).
El v.12 es muy enigmático y considerado por algunos como
glosa, aunque está en todas las versiones. La versión de los LXX es
totalmente diferente del TM: “¿Se puede conocer el hierro y el recu-
brimiento del cobre?” Ninguna de las dos lecciones parece dar un sen-
tido aceptable. La frase hierro del norte parece aludir al hierro del
Cáucaso, que era donde primero fue extraído, y era considerado como
de mejor calidad. Quizá se aluda a la imagen de Jer 1:18: “Te pongo
como columna de hierro, como muro de bronce,” aplicado a Jeremías
resistiendo los embates de los enemigos. Así, pues, hablaría Yahvé:
Puesto que te he puesto como “columna de hierro,” no debes temer
nada, pues ¿se puede romper el hierro del norte y el bronce? (v.12).
Otra explicación posible es tomar la frase hierro del norte como sinó-
nima del ejército babilonio. Como no es posible romper el hierro y el
bronce, así no es posible a Judá romper la fuerza militar de Babilonia.
Todas sus riquezas, bienes y tesoros caerán en poder del invasor om-
nipotente sin compensación alguna. Y todo ello a causa de los pecados
del pueblo israelita (ν.13). Υ después, el cautiverio en tierra descono-
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tu ira por tu longanimidad” (Cantera). Nosotros hemos seguido a los LXX, su-
primiendo una palabra. La Bible de Jérusalem: “Tu cólera es demasiado lenta,
que no me lleve” (la muerte). — 15 También aquí hemos preferido la versión de
los LXX. El TM dice: “Fueron halladas tus palabras y las he comido.” Lo que pa-
rece está conforme a Ez 2:8ss. — 16 Literalmente en hebreo: “porque tu nombre
es invocado sobre mí.” — 17 Literalmente el TM dice: “¿Vas a ser tú como algo
engañoso, aguas que no son fieles?” La mención de “aguas” parece suponer que
el “engañoso” anterior se refiere al torrente, cuyas aguas faltan la mayor parte del
año, y así causan decepción al caminante. La frase torrente falaz era muy común
en la literatura bíblica. — 18 Cf. Jer 11:18-23; 17:14s; 18:18-23; 20,7-18. — 19
Cf. 1 Re 19:4; Job 3:1; Jer 20:14. — 20 Cf. Lev 25:26; Dt 23:19. — 21 Los v. 13-
14 son considerados por muchos autores como adición posterior, tomada de 17:3-
4- — 22 Cf. Job 6:15-20. — 23 Literalmente en hebreo: “serás como mi boca.”
— 24 Cf. Ex4:16. — 25 Cf. Jer 21,iss; 42:2. — 26 Cf. Jer 11:18; 21:1; 15:10;
20:1; 26:8; 28:15.
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tas por los montes. y collados. Es inútil que se escondan en las caver-
nas de las rocas, pues serán buscados y cazados como alimañas
(v.16). Los invasores son instrumentos de Yahvé, que ve todos los
escondrijos y caminos de los israelitas (v.17), su conducta depravada.
Nada se oculta a sus ojos. Será una deportación completa. Y todo esto
les vendrá por sus prácticas idolátricas, con las que han profanado la
tierra de Yahvé, que le pertenece como su exclusiva heredad (v.18).
Se compara los ídolos a carroña de cadáveres porque contaminaban el
país de Yahvé, como los cadáveres contaminaban el lugar en que esta-
ban 14 y todo lo que tocaban, o porque son despectivamente conside-
rados como seres sin vida, totalmente impotentes, como los cadáveres
15
.
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1 Cf. Dt 7:14. — 2 Cf. 8:2. — 3 Así según los LXX. — 4 Cf. Dt 14:1; Lev 19:28;
21:5. Sobre el rito cf. Lagrange, Eludes sur íes religions sé-mitiques 2.a ed. p.325.
— 5 Cf. Lev 25:5. — 6 Cf. Am 8:10; Miq 1:16. — 7 Cf. 2 Sam 1:12; 3.35; Dt
28:14; Job 42:13; Os 9:4; Flavio Josefo, De bello judaico 2 c.1. — 8 Cf. Jer 7:34;
15:17. — 9 Cf. Jer 3:17; 7:24; 9:14; 11.8. — 10 Cf. Dt 28:26; Jer 5:19; 15:14. —
11 Cf. Jer 6:19; 11:11-14. — 12 En el TM se añade “primeramente,” que no hace
sentido, y falta en los LXX. — 13 Lit. en heb.: “los cadáveres de sus horrores,”
e.d., los ídolos en sentido despectivo. Cf. Jer 4:1; 7:30. — 14 Cf. Lev 18:25;
26:30; Núm 10:10. — 15 Cf. Jer 2:8; 11:12. — 16 Lit. “mi mano y mi fuerza.”
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Son estas sentencias de tipo sapiencial, sin conexión entre sí. En los
v.8-10 se trata de la admirable penetración de la sabiduría divina, que
penetra los corazones y los ríñones (v.10). Según la mentalidad hebrea
del A.T., los ríñones eran considerados como el asiento de las inclina-
ciones y aun de los movimientos intelectivos 12. Yahvé conoce los
caminos o conducta de cada uno (v.10), a pesar de que el corazón del
hombre es tortuoso y perverso (V.9).
El contenido del v.11 no tiene ligazón con lo anterior. Es un
proverbio sapiencial. Según la creencia popular, la perdiz robaba los
huevos de los otros pájaros para incubarlos, y los polluelos, una vez
crecidos, abandonaban a su supuesta madre; ésta, pues, no sacaba pro-
vecho de su trabajo. Del mismo modo, el que injustamente allega ri-
quezas (v.11a) no podrá disfrutar de ellas, ya que, castigado por Dios,
a la mitad de sus días tendrá que dejarlas (v.1 1b). Por eso, al fin (en
sus postrimerías) aparecerá como un necio, que no ha sabido condu-
cirse en la vida conforme al temor de Dios 13.
Los v.12-13 son un nuevo fragmento desconectado del ante-
rior. Se celebra la gloria de Sión como trono de Yahvé. Aunque el
profeta había combatido la idea de que la presencia del templo tenía
un poder talismánico para apartar la desventura de su pueblo, sin em-
bargo, seguía creyendo profundamente que el templo era el centro de
la vida religiosa de su pueblo. Allí estaba su trono de gloria (v.12), y
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era una puerta muy frecuentada por el pueblo; por eso Jeremías debe
colocarse allí para comunicar a las gentes, en nombre de Yahvé, un
mensaje importante sobre la observancia del sábado. El profeta les
urge la observancia del sábado por su vida (del pueblo); e.d., esto les
afecta en tal forma, que la profanación del sábado puede traer como
consecuencia un peligro de muerte para ellos. Se ve que había preva-
lecido la costumbre de aprovechar el día del sábado para traer cargas
(v.21) para aprovechar el día 25. En la Ley se prohibían los trabajos del
campo, el comercio, la recogida de leña, el encender el fuego para co-
cer la comida 26. El llevar cargas podía incluirse en los trabajos del
campo. Los antepasados de los contemporáneos de Jeremías no habían
cumplido estos preceptos (v.23). Con ello se muestra la paciencia de
Yahvé para con su pueblo. Sin embargo, ahora deben cambiar de con-
ducta si quieren continuar como pueblo con su monarquía: entrarán
por la puerta de esta ciudad los reyes (v.25). La continuidad de la di-
nastía davídica, con sus carros y caballos, está vinculada al cumpli-
miento de los preceptos de la alianza, cuyo símbolo era la observancia
del sábado 27.
Y también de esto dependerá la continuación del culto esplen-
doroso en la casa de Yahvé (v.26). De todas las partes del país afluirán
a Jerusalén con sus holocaustos (sacrificios cruentos en los que se
quemaba toda la víctima), víctimas (sacrificios cruentos en los que se
quemaba sólo una parte de la víctima), ofrendas de acción de gracias
(o de “alabanza” en hebreo, sacrificio de una víctima, de la que se
quemaba parte, y se la acompañaba de la ofrenda de flor de harina) 28;
y vendrán de la tierra de Benjamín, tribu en la que se incluía Jeru-
salén; del llano, e.d., la parte costera, ocupada antes por los filisteos 29;
de la montaña, la parte montañosa de Judá, y del mediodía o Negueb,
la región colindante con el desierto de la península del Sinaí (v.26).
La infracción del descanso sabático, como signo de infideli-
dad hacia la alianza, traerá como consecuencia la ruina de Judá: en-
cenderé fuego en sus puertas, que devorará los palacios de Jerusalén
(v.27). Todo el esplendor de la monarquía davídica, con sus palacios,
desaparecerá en virtud del castigo divino por las infidelidades de Judá
30
.
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— 4 Cf. Jer 2:20; 3:6. — 5 Cf. Jer 2:20; 19:5. — 6 Cf. Dt'32:22. — 7 Cf. Jer
2:173; ii,20; 5:26. — 8 Cf. Jer 2:17. — 9 Lit. “de su carne hace su brazo,”
símbolo de la fuerza. — 10 Cf. Is31,3. — 11 Lit. el TM dice: “quienes se apartan
de ti, en la tierra serán escritos”; lo que es de difícil interpretación. Por eso hemos
escogido la versión de los LXX, siguiendo a Condamin, Ricciotti y a la Bible de
Jérusalem. — 12 Cf. Sal 15:7; 25:2; Jer 11:20; 20:12. 13 Cf. el rico “insensato” de
Le 12:20. — 14 Cf. Jer 3:17; 14:21; Ez 20:40; 2 Crón 3:1-3; 2 Sam 24:16. — 15
Lit. el heb.: “mi alabanza.” Hemos adoptado aquí la versión de los LXX. — 16 El
texto es muy oscuro. Los LXX traen una versión que se acerca a la nuestra. La
Bible de Jérusalem: “pero yo no he empujado hacia lo peor.” Dennefeld: “Yo no
he insistido. ante ti a causa del mal.” — 17 Cf. Is 19:22; 57:19; Sal 6:3; 30:3, —
18 Cf. Iss,18s; 28:14; Ez 12:21. — 19 Cf. Jer 4:19; 4:17; 11:7. — 20 Jer 7:16;
11:14; 14·”· — 21 Cf. Neh 13.1555 — 22 Cf. Ex 20:83; 16:25; 29:20. — 23 Cf.
Dt 4:19; 17:3; 5:12s. Existe en la época sumeria una distribución del mes en siete
días, conforme a las fases de la luna, y así se consideraban como días de sacrifi-
cios el día primero de mes (luna nueva), el séptimo (cuarto creciente), el decimo-
cuarto (shabattu: “luna llena”), el 21 y el 28 (cuarto último). Pero estos días no
eran días de descanso, sino que eran considerados más bien como días infaustos,
en los que había que aplacar a las divinidades con sacrificios expiatorios. North
cree encontrar analogías entre estas prácticas del shapattum babilonio-sumerio y
el sábado hebraico, relacionándolo con la luna llena. Véase su artículo The deri-
vation of Sabbathon: Bi (1955) p.182-201. Cf. También Vittonato, u libro de Ge-
remia p.258 (Torino 1955). — 24 Cf. Ex 20:8; 31:15; 35:2; Lev 23:3; 25:2; Dt
5:12. — 25 Cf. Neh 13:15. — 26 Cf. Ex 34:21; Am 8,5; Is 58:13; Neh 10:31;
Núm 15:32; Ex 35:3. — 27 Cf. Jer 22:4. Los israelitas se sentían orgullosos del
atuendo externo de “carros y caballos” de sus reyes. Cf. 2 Sam 15:1; 1 Re 1:5. —
28 Cf. Lev 7:12; 22:29. — 29 En la Biblia se llama sefela o llano la parte inter-
media entre las montañas de Judá y la zona costera. — 30 Para el símil del fuego
cf. Jer 7:20; 17:4; Os 8:14; Am 1:14; 5:6. En Ez 20:12; 22:26, la profanación del
sábado es considerada como causa de la ruina de Israel.
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tal de todas, y es tan elevada que aun los grandes justos del A.T., co-
mo los patriarcas y profetas, no pudieron llegar a ella, a pesar del pro-
fundo sentido de justicia que los dominaba. Es que la caridad cristiana
tiene unas cimas muy superiores a la más elevada justicia humana.
La expresión salgan gritos de sus casas (v.22) alude a los gri-
tos de los niños y demás seres débiles que están en casa cuando llega
el salteador o ejército enemigo invasor. Estas imprecaciones del pro-
feta son un deseo de castigo para sus enemigos, que han cavado una
hoya para tomarlo. Los conciudadanos de Jeremías le tienden ase-
chanzas, como hacen los cazadores para cobrar sus piezas, poniendo
lazos ocultos y hoyas, para que caigan inadvertidamente en ellas. La
imagen es muy usual en la Biblia 9. Por eso pide a Yahvé que no olvi-
de la iniquidad de ellos: no borres su pecado de ante tus ojos (v.23).
Yahvé lleva en un libro la contabilidad de las buenas y malas accio-
nes, y Jeremías quiere que continúe el enorme pasivo que carga sobre
sus enemigos 10 y que en el día de la ira de Yahvé reciban el pago de
sus obras.
1 Así siguiendo a los LXX. El TM añade “como arcilla en las manos del alfarero,”
que es parafraseado por algunos: “como (sucede con) la arcilla en manos del alfa-
rero.” — 3 Lit. el TM: “¿se derretirán las aguas extranjeras frescas?” — 4 La ver-
sión de los LXX da otra versión muy enigmática, al traducir por “pecho” lo que
nosotros hemos traducido, con un ligero cambio, por “campo.” — 5 Cf. Jer 6:16,
donde los senderos antiguos significan los buenos caminos tradicionales de Isra-
el. — 6 Cf. Dt 29:23; 1 Re 9,8; Is 37:22; Sal 22:8; Mt 27:30. — 7 Muchos auto-
res prefieren entender la frase de los enemigos de Jeremías en el sentido de que,
aunque muera éste, no faltarán sacerdotes, profetas y sabios que los guíen. Así
Ric-ciotti, Trochon, siguiendo la interpretación de San Efrén y de otros Santos
Padres. — 8 Cf. 15:20. — 9 Cf. Sal 7:16; Eclo 11:32; Ecl 10:8; Prov 26:27; Eclo
27 20 — 10 Cf. Sal 109:145.
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1 En los LXX falta la frase “Y en Tofet mismo sepultarán, por no haber otro sitio pa-
ra enterrar,” que está en el TM, y cuyo lugar propio sería el v.6, donde se repro-
duce 7:32. — 2 Cf. 7:31- — 3 Cf. Mt 27:8-10. — 4 Cf. Vincent, Jérusalem anti-
güe p.129 nt..1 — 5 Quizá la frase reyes de Judá y habitantes de Jerusalén sea
una expresión redaccional tomada de 17:20, pues los LXX traen todo el 17:20. —
6 Cf. 2 Re 21,16; 24:4” — 7 Cf. Dt 28,53; Lev 26:29. Según Baruc 2:3 y Lam
4:18, estos casos de canibalismo se dieron realmente en el asedio. 2 Re 6:28 re-
fiere lo mismo con ocasión del asedio de Samaría por los sirios. Flavio Josefo lo
relata del asedio de Jerusalén por Tito (Bell iud. IV 3:4). — 8 Cf. 2 Re 13:4.12.
— 9 2 Re 13:12. — 10 Cf. 2 Re 13:12. — 11 Cf. Sof 1:5. Véase también Es-
trabón, Geog. XVI 3:26, que habla de este culto en los terrados entre los nabate-
os. Sobre la milicia celeste cf. Jer 8.2. — 12 Cf. Jer 7:26; 17:32.
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sacerdotal numerosa con este nombre 3. Era inspector jefe del templo4,
encargado quizá de los servicios de policía del mismo 5. Este, que apa-
rece como seudoprofeta después, quiere dar una lección punitiva a
Jeremías para que no continúe sus predicciones siniestras, desmorali-
zando al pueblo, que está ilusionado con resistir a los babilonios apo-
yado “por supuestas alianzas egipcias. Le manda poner en el cepo,
instrumento de tortura que por la palabra hebrea empleada parece in-
dicar extorsión dé miembros. Quizá se sujetara a la víctima inclinada
con las manos y pies a un tronco de madera 6. La puerta superior de
Benjamín debía de estar al norte de la ciudad, mirando hacia el territo-
rio de la tribu de Benjamín. Se la llama puerta superior para distin-
guirla de otra “puerta de Benjamín” que estaba más al occidente, hacia
el Tiro-peón 7.
Al día siguiente de ser libertado, Jeremías severamente le
anuncia un castigo. La profecía desventurada que le anuncia la basa en
un cambio de nombre de Pasjur, que en adelante se llamará Magor-
misabib, que quiere decir “Terror por doquier” o “alrededor.” Quizá
haya un juego de palabras entre los dos nombres, pero no sabemos el
significado de Pasjur. Probablemente el nuevo nombre ha sido esco-
gido imaginariamente por Jeremías para expresar la desventura que
espera al tirano Pasjur, como antes cambió el nombre de Tofet en va-
lle de la Mortandad en función de las escenas de muerte que en él
habían de tener lugar. El nuevo nombre puesto al jefe inspector del
templo indicaría el extremo pavor de que será presa él y sus amigos
cuando se vean en la apretura del asedio y después camino del destie-
rro, donde morirán irremisiblemente (v.6).
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1 Cf. Jer 21:1. — 2 Cf. i Crón 24:14- — 3 Cf. Esd2:37; Neh7:40. — 4 Cf. Jer 28:25-26;
29:26. — 5 Cf. i Crón 263; 2 Crón 27:14: 23:19; 8:14. — 6 Cf. Job 13:27. — 7 Cf. Jer
37:12; 38,7. — 8 Otros traducen: “anunciadlo.” — 9 Lit. “todo el que me saluda,” — 10
Cf. Jer 1:6. — 11 Cf. Jer 15:17; 4:19-21. — 12 Cf. 2 Pe 1:21. — 13 Vittonato, II
libro di Geremia p.252. — 14 In leremiam Prophetam, ad locum. — 15 Cf. Jaus-
sen, Coutumes Palestiniennes I (Naplouse) p.ags. — 16 Cf. Gen 19:21; 25:19; Is
1:9. — 17 Cf. Job 10:18; 1 Mac 2:7; Eclo 30:17.
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Los v.11-12 son una invitación a los cortesanos para que administren
justicia diariamente sin desmayar. La expresión de mañana (v.12) in-
dica la presteza con que deben ejercer la justicia, preocupándose desde
la aurora de ella como la cosa más importante y acuciante del día. De
lo contrario no se hará tardar la ira divina, ya que la maldad de sus
obras está clamando imperiosamente por una intervención justicie-
ra.
Los v.13-14 incluyen una profecía contra Jerusalén. La capital
de Judá, asentada sobre un promontorio rocoso, rodeada de valles por
todas partes, menos por el norte, se sentía segura ante cualquier ex-
pugnación enemiga: ¿Quién descenderá sobre nosotros? (v.13b). Se
la llama moradora del valle y roca de la llanura porque se levanta
como una roca sobre la llanura y está rodeada de los valles del
Cedrón, al este, y el Er-Rababy, al occidente, que se juntan al sur de la
ciudad, siendo por ello inexpugnable por la parte de estas depresiones
profundas 12. Sus habitantes, pues, se creían seguros. Pero será su
mismo Dios el que abrirá sus puertas a los enemigos y prenderá fuego
a su bosque (v.14). Jerusalén, con sus casas y palacios cuajados de
columnas de cedro, es presentada como un bosque, en el que fácil-
mente hacen presa las llamas, quemando todos sus alrededores.
1 Cf. Jer 38:1. — 2 Cf. 29:253; 37:3. — 3 Cf. 37:3. — 4 Is 37:36, — 5 Cf. Is 37:6ss.
— 6 Cf. Ex 6:6; Dt 4:34; 5:15; 26:8; Is 9:11; 16:20. — 7 Cf. Ap 6:3-8; Jer 14:12;
24:10; 27:13; Ez 6:11; — 8 Cf. Job 2:4; Jer 38:2; 45:5- — 9 Cf. Lev 17:10; Am
9:4; Jer 44:11.; 12:16. — 10 Cf. Jer 24:6. — 11 Cf. Jer 39,8. — 12 Cf. Lam 4:12;
Jer 5:12. Véase también VINCENT, Jérusalem antigüe p.122.
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El rey Joacaz, llamado también Sellum 7, había sido elegido rey por el
pueblo después de la trágica muerte de Josías en la batalla de Megiddo
(609), donde quiso oponerse al faraón Necao II de Egipto, que iba en
auxilio de los asirios, en trance de sucumbir ante la coalición babilóni-
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1 Cf. Jer 7:5. — 2 Cf. Jer 7:31; 19:5- — 3 Cf. Jer 7:5; 17:24. — 4 Cf. Is 2:13; 23:9;
Nah 1:4; Zac 11:2; Jer 8:22; 46:11. — 5 Cf. 1 Re 7:2. — 6 Cf. Jer 6:4; Is 13:3. —
7 Cf. 1 Crón 3 :1s. — 8 Sólo aquí y en i Crón 3:15 se llama Sellum a Joacaz.
Quizá al subir al trono cambió su nombre, como su hermano Joaquim (antes
Eliaquim). — 9 Cf. Hab 2:6.9.12.17. — 10 Cf. Ecl 2:24; 3:13. — 11 Cf. Jer 9:23-
24. — 12 Cf. Jer 15:3; 7:33; 36:30. — 13 En la versión de los LXX se dice que
fue sepultado con sus padres en la ganozae, palabra que es una deformación de la
palabra hebrea gan-Uzza, “el jardín de Uzza,” en el que estaban enterrados los
impíos reyes Manases y Amón (2 Re 21:18). Quizá sea ésta una adición del tra-
ductor griego, que quiere colocar al impío Joaquim juntamente con sus anteceso-
res los reyes impíos de Judá. — 14 Cf. 1 Re 22:40. — 15 En Jeremías se alude
muchas veces a esta personificación de Jerusalén sentada en luto sobre las altu-
ras: 7:29; 2:7; 7:13-25; 4.30-31· — 16 En Sal 68:16, Basan es sinónimo de
Hermán; Abarim es una cordillera de montañas al este del mar Muerto, de la que
formaba parte el monte Nebo, desde el cual Moisés contempló la tierra de promi-
sión (Núm 33:4; 27:12; cf. Abel, Géographie I p.377-378). — 17 Cf. Jer 2:8;
10,21; 23:1. — 18 Cf. Jer 4:31; 6:24; 13:21. — 19 Cf. 46:18; Dt 32:40. El nom-
bre de Jeconías aparece aquí en Jeremías en su forma abreviada de Coniyahu,
como nombre hipocorístico. En 24:1 se le llama Yeconiyahu; en 27:20; 28:4; 29:2
se le llama Yeconiah. En 2 Re 24:63, Yoyaquin, y de ahí nuestro Joaquín. Así
también en Jer 52:31. — 20 2 Re 24:9 y en 2 Crón 36:9 se dice que Jeconías
“hizo el mal a los ojos de Yahvé.” — 21 Cf. 2 Re 24:8.12; Jer 29:2. — 22 Cf. 1
Grón 3:173.
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Para Jeremías, los falsos profetas de Jerusalén son peores que los de
Samaría la cismática. En su afán de halagar los sentimientos popula-
res, los profetas procuraban infundir optimismo sobre los destinos na-
cionales de Judá. A Jeremías lo presentaban como traidor a los inter-
eses de su nación 16.
En 3:6-11, Jeremías afirma, después de establecer un triste pa-
rangón, que Judá es más culpable que su hermana Israel, por no haber
sabido aprovecharse de la lección del reino del Norte, desaparecido en
el 721 con la toma de Samaría y la deportación en masa de la pobla-
ción a Mesopotamia. Los profetas de Jerusalén eran más culpables que
los de Samaría, porque tenían el inestimable privilegio de habitar jun-
to al templo, símbolo de la presencia de su Dios. El pecado de los pro-
fetas de Samaría era el fomentar el culto de Baal, profetizando en su
nombre (ν.13), dando cabida a cultos cananeos idolátricos y conser-
vando un mínimum de culto yahvista17. Pero se han quedado cortos en
comparación de los profetas de Jerusalén, que están practicando algo
horrendo (v.14): en primer lugar fomentan el adulterio espiritual,
permitiendo el culto idolátrico en el pueblo; además, andan tras la
mentira al anunciar al pueblo cosas venturosas, cuando lo que se ave-
cina es la ruina total. Y con ello no hacen sino fomentar el vicio: for-
talecen las manos de los perversos al dar falsas seguridades y permi-
tirles pecar impunemente contra su Dios. Consecuencia de ello es que
los ciudadanos de Jerusalén no reconocen sus caminos extraviados y
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Jeremías tiene especial interés en mostrar que lo que anuncian los fal-
sos profetas, que halagan las aspiraciones nacionalistas del pueblo,
son unas imposturas: lo que dicen son visiones de su imaginación
(v.16). No han recibido mensajes de la boca de Yahvé como él. En vez
de predicar el cumplimiento de la ley de Dios, anunciando el castigo
divino contra sus infractores 21, no hacen sino lanzar vanas esperanzas,
anunciando una paz (ν.17) y una seguridad social que no corresponden
a la realidad 22. Los peligros que se ciernen sobre Judá son muy gran-
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Jeremías ahora se enfrenta con los que hacen burla de sus prediccio-
nes, que él llama “oráculos” de Yahvé. La palabra oráculo en hebreo
es massah, que significa también carga, “peso incómodo” 29. Los
oyentes jugaban con el doble sentido de la palabra, y el profeta tam-
bién les responde con el mismo juego de palabra, pero en sentido
amenazador; sus compatriotas se burlan del profeta que anuncia un
“oráculo” (o carga) de Yahvé, y dicen irónicamente: ¿Dónde está esa
carga o amenaza de Yahvé, que nunca se cumple? (v.33). Entonces
Jeremías les contesta irónicamente también, tomando la palabra mas-
sah en el sentido de carga, de peso insoportable, y no de simple orá-
culo: vosotros sois la carga de Yahvé (v.33b), es decir, sois onerosos a
Dios, y El se deshará de ellos como de una carga insoportable: os
arrojaré, dejándoos abandonados como carga inútil. En otros textos
de la Biblia se dice que Yahvé lleva a Israel como una carga suave,
como un padre lleva a su hijo 30; pero ahora por sus pecados se ha
convertido en una carga insoportable 31.
Por eso Jeremías no quiere que se mencione la palabra massah
(en el sentido de carga), porque es un mal presagio para todos los que
se burlan de sus palabras, en las diferentes clases sociales: sacerdotes,
profetas y pueblo (v.34), a los que Yahvé pedirá estrecha cuenta por
su conducta despectiva y despreocupada. Por ello exhorta a sus com-
patriotas a ser respetuosos con la palabra de Dios, y, puesto que la fra-
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1 Cf. Sal 95:7; Jer 13:17-20. — 2 Cf. Jer 3:15; 10,21; Ez 34:20; Jn 10:1. — 3 En heb.
Sidquenu, nombre simbólico como Irnmanu-El en Is 7:14. Los LXX: Yosedek ·-
“Yahvé-justicia.” — 4 Así según los LXX. — 5 Cf. Is 2:2. — 6 Cf. Is ii,i. — 7
Cf. Zac3:8; 6:12. — 8 Cf. Jer 33:16; Gen 33:20; Ex 17:15. — 9 Cf. Jer 4:19; 8:18;
14:1? — 10 Esta cláusula falta en los LXX. — 11 Cf. Jer 4:28; 12:4. — 12 Cf.
Jer 6:13-14- — 13 Cf. Jer 11:15; 32:34- — 14 Cf. 2 Re 23:7- — 15 Cf. Sal 35:6;
Prov 4:19. — 16 Cf. elc.27. — 17 Cf. 1 Re 18:253. — 18 Cf. Ez 22:25. — 19 Cf.
Prov 5:4; Lam 3:19; Am 5:7; 6:13. — 20 Lit en heb.: “visiones de su corazón.”
— 21 Cf. Dt I3>4s. — 22 Cf. Jer 4:10; 5:11-13; 6:14. — 23 Cf. 1 Re 19:23. — 24
Cf. Rom 11:34, citando a Is 40,13. — 25 Cf. Eclo 23:27; Sal 139:12. — 26 Cf.
Gen 20:3; Núm 12:6; 1 Sam 28,6. — 27 Así según los LXX, lectura obtenida por
una división diferente de las letras del TM. — 28 El TM dice “olvidaré,” pero las
versiones antiguas leen “levantaré,” con un ligero cambio: nasiti en vez de nashi'-
ti. — 29 La palabra massah viene de nasah (levantar, llevar). De ahí que signifi-
que el “peso o carga” que se levanta. Pero también puede significar “oráculo,” en
el sentido de levantar (la voz) para comunicar una revelación divina (cf. Is 1:7;
42:2). Por eso massah equivale a “sentencia,” “dicho,” “oráculo,” “comunica-
cióndivina” (cf. Prov 30:1; 2 Re 9:25; Is 13.1; 14-20. Nah 1:1; Abd 1:1; Zac 9:1;
12:1). Algunos autores, por el hecho de que aparece massah en el sentido de orá-
culo conminatorio, creen que alude a “carga·) o imposición punitiva de Yahvé.
— 30 Cf. Dt 1:31; Is 46:3; 63:6. — 31 Cf. Jer 15:6; Is 1:19. — 32 Cf. Jer 7:15;
32:31.
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Los exilados en Babilonia son los higos buenos (v.5), objeto de las
complacencias divinas. Yahvé ve en ellos el núcleo de bendición del
que ha de salir la resurrección futura del pueblo: los edificaré y. los
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1 Cf. Jerc.1. — 2 Cf. Ez 11:3.13. — 3 Algunos autores creen que se alude aquí a la
presentación de ofrendas o primicias de frutos en el templo. Cf. Lev 16:10; Dt
26:1. — 4 Cf. Is 28:4; Miq 7:1; Os 9:10. — 5 Cf. Ez 11:19; Jer 2:8; 4:22; 5:23;
9:2.5; Ez 36:26. — 6 Cf. Jer 7:23. — 7 Cf. 2 Re 23:34. — 8 Cf. Jer 44:11ss. — 9
Cf. Jer 29:22. — 10 Cf.Dt 28:37; 30:1; Jer 9:15; 14:12. — 11 Cf. Jer 26:2; 25:3-
13.
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Los reyes del Norte (v.26) son los reinos de la zona de Elam en gene-
ral. Asiría no es nombrada porque ya había sido destruida, y Babilonia
será anunciada más tarde de un modo muy particular. Por otra parte,
ahora es el instrumento de la ira vengadora de Yahvé sobre los otros
pueblos. La frase y el rey Sesac beberá después de ellos (v.26) falta en
los LXX y tiene todos los visos de ser una adición cabalística poste-
rior. La palabra Sesac es considerdada como equivalente a Babilonia
según las reglas cabalísticas del sistema de combinación de letras lla-
mado atbash 22. Si la frase es auténtica, se anunciaría que Babilonia
(Sesac) sufriría la suerte de los otros pueblos: beberá después de ellos
del cáliz de la ira divina.
Los v.27-29 encuentran su lugar apropiado detrás del v.26. El
v.27 reproduce sustancialmente el v.16. Quizá el profeta quiere desta-
car la firmeza indefectible del juicio futuro sobre los pueblos. Así, la
expresión bebed, embriagaos., caed para no levantaros (v.28), tiene el
carácter de anuncio enfático sobre el irremediable juicio punitivo so-
bre las naciones. El cáliz de la ira divina se ha colmado, y es preciso
que todos los pueblos culpables experimenten los efectos de una em-
briaguez entontecedora, como consecuencia del castigo de Yahvé:
tendréis que beber (v.28). No les toca elegir a las naciones, sino sufrir
resignados la suerte que se les impone. Es una exigencia de la justicia
divina ultrajada, que, si no ha perdonado a Jerusalén, la ciudad en que
se invoca su nombre (v.29), objeto de sus complacencias, no iba a de-
jar impunes a las naciones paganas prevaricadoras.
Jerusalén, como capital de Judá, era la esposa de Yahvé, que
le daba su nombre 23. Pero la santidad divina no podía permanecer
indiferente a las transgresiones e ingratitudes de su pueblo 24, y mu-
cho menos a las de pueblos que no están vinculados de un modo espe-
cial a El. Por eso llamará la espada contra todos los moradores de la
tierra (v.29); es el anuncio de la devastación y la guerra como medio
de castigo y de reivindicación de sus derechos.
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1 Cf. Is 44:28. — 2 Cf. Dt 7:2; Jos 6:18; 8:26; 10:1; Jer 18:16; 19,8. — 3 Cf. Jer 7:34;
16:9. — 4 Los LXX leen: “Toda la tierra será una desolación, y servirán entre las
naciones durante setenta años.” — 5 Cf. Is 47:6-7; Jer 0.50-51; Is 14:13; 47:10;
Bar 6:42. — 6 Así según el texto de los LXX. El TM lee: “copa de vino de la
ira.” — 7 Faltan Us, Arabia, Zimri y no se alude al rey Sesac. — 8 Cf. Is c.13-14
y 24-27. — 9 Cf. Jer 49:12; 51:7; Lam 4:21; Is 51:17.21; Ez 23:31; Abd 2:15.16;
Sal 60:5; 75:9; Ap 14:10. — 10 La frase como es hoy (v.18) falta en los LXX y es
ciertamente una adición posterior. Cf. Jer 5:11; 19,8; 24:9; 29:18. — 11 Cf. Jer
2:36; Is 31:3- — 12 Cf. la misma expresión en Ex 12:38. — 13 Cf. Job 1:1; Lam
4:21. — 14 Cf. Am 1:7; Sof 2:4; Zac 9:5- — 15 Cf. Herod., II 157. — 16 Cf. Jer
49:7-22; 48:1; 49:1-6. — 17 Cf. Is 20:6; 23:2-5. — 18 Cf. RB (1910) p.521-531
— 19 Cf. Gen 22:21. — 20 Algunos quieren identificar Zimri con los cimerios de
Gen 10,2, los gimirri de los textos cuneiformes. — 21 Cf. Is 21:2. — 21 Cf. IS
21,2. — 22 Según este procedimiento cabalístico, las letras primeras del alefato
debían coincidir con las ultimas; de ahí el nombre de atbash; es decir, α y í, pri-
mera y última letras, eran seguidas de la segunda, b, y penúltima, shin, y así suce-
sivamente. Por este procedimiento tenemos que Sheshac equivale a Babel. — 23
Cf. Jer 2:2.7; 7:10; 14:9; 15:16. — 24 Cf. Ez 9:6; Abd 16; Lc 23:31; 1 Pe 4:18.
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La reacción de los oyentes fue hostil, como era de esperar, pues anun-
ciaba desventuras, y sobre todo se permitía dudar de la permanencia
del templo de Yahvé, equiparado al modesto santuario de Silo. Tenían
aún el recuerdo de la milagrosa liberación de Jerusalén cuando la in-
vasión de Senaquerib en el 701, un siglo antes4, y no iba a ser menos
generoso ahora Yahvé en prodigar sus auxilios extraordinarios a su
pueblo. Al invasor babilonio, pues, según la mentalidad de aquellos
inconscientes habitantes de Jerusalén, le esperará la misma suerte que
a las huestes del coloso asirio. Anunciar la ruina del templo era blas-
femar de Yahvé, pues se ponía en duda sus promesas de protección
para con su pueblo. En esta reacción llevan la parte dirigente los falsos
profetas y los sacerdotes, a quienes interesaba halagar los sentimien-
tos nacionalistas y patrioteros del pueblo sencillo; por eso, al oír las
predicciones sombrías de Jeremías, le dicen amenazadoramente: ¡Vas
a morir! El templo era considerado por ellos como salvaguarda de la
nación y prenda de su permanencia. Hablar contra el templo era hablar
contra Yahvé; por eso era, en opinión de ellos, reo de muerte, como
blasfemo 5. La escena se repetirá en el diálogo de los fariseos con
Cristo ante el supuesto anuncio de la destrucción del templo de Hero-
des 6; Jeremías aparece constantemente, en varias circunstancias de su
vida, como tipo de Jesucristo. Así aquí, como Jesús, es declarado reo
de muerte por los dirigentes del pueblo (v.11). El rumor del tumulto
causado por las predicciones de Jeremías llegó a oídos de los magis-
trados de Judá, quizá reunidos en el “aula de justicia”7 del palacio
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1 Cf. Abel, Géog. 1 Re 3:4-éog. II p.335; Jos 11:19; 18:25; 21:17; Flavio Josefo, Bel
iud. II 19:1; — 2 Cf. Jer 29:28; 27:7; 25:11; 29:10. — 3 Asi Según el texto Srie-
go. El TM lee “guerra, desventura y peste.” Con un ligero cambio de letras tene-
mos la trilogía clásica de los flagelos: “guerra, hambre y peste.”
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Jeremías sale al paso de una falsa ilusión: los exilados creen, ilusiona-
dos, que su retorno está próximo, pues tienen profetas suscitados por
Yahvé que les aseguran una próxima liberación (v.15).
En realidad son unos impostores, ya que el futuro va a ser
muy diferente del anunciado por ellos. La primera deportación no ha
sido sino el preludio de otra catástrofe más general. Por eso la suerte
de los que quedaron en Jerusalén será peor que la de los actualmente
exilados, pues Yahvé desencadenará sobre ellos la espada, el hambre
y la peste (ν.17) 10.
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policía del templo, como Sofonías, era vigilar el orden en las aglome-
raciones en los atrios. Por eso Semeyas le echa en cara a Sofonías,
prefecto del orden en el templo, que haya permitido a Jeremías hablar
en público en los atrios, sembrando la desmoralización en el pueblo.
Debía, pues, encarcelarlo y ponerlo en el cepo (v.26), pues para él Je-
remías era un simple demente que se las echaba de profeta.
Al oír el contenido de la carta de Semeyas, Jeremías, por or-
den de Yahvé, envía una segunda carta a los desterrados poniéndoles
en guardia contra las actividades del falso profeta Semeyas, que iba a
ser castigado inexorablemente por oponerse a los planes divinos sobre
su pueblo (v.32). Ninguno de sus descendientes asistirá al retorno de
los exilados.
1 Cf. 24:5-7 y 29:10-14. — 2 La palabra “resto” falta en los LXX. — 3 Cf. Dan 13:5.
— 4 Cf. Jer 13:18; 22:26. — 5 Cf. Jer 24:1. — 6 Cf. Jer 26:24; 36:10.25; 2 Re
22:8; 40,6. — 7 Sobre el precepto de orar por las autoridades paganas cf. Rom
1:11; 2 Tim 2:1. — 8 Cf. Mt 5:44- — 9 Cf. Jer 3:17. — 10 Los v. 16-20 faltan en
el texto griego, y son considerados por muchos como adiciones posteriores re-
daccionales a base de otros textos de Jeremías, especialmente de 24:8-10. Sin
embargo, sostienen su autenticidad Condamin y Driver. — 11 Cf. Código de
Hammurabi art.25.110.157; Dan 3:6; 1955 — 12 Aparece en 21:1 y 37:3 como
enviado respetuoso de Sedecías a Jeremías. Murió en el 586. Cf. Jer 52:24; 2 Re
25:18. El falso profeta Semeyas de Babilonia le dice que está en vez de Yoyadah
sacerdote. No sabemos de ningún Yoyadah en esta época que haya sido prefecto
antes de Sofonías. En los primeros años del rey Joaquim lo era Pasjur (20:1).
Quizá Semeyas aluda al famoso Yoyadah que se levantó contra la impía reina
Atalía en el 836 a.C., como modelo de celo religioso a imitar.
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1 Cf. Jer 1:10. — 2 Cf. 30:5-9.12-17, etc. — 3 Cf. Is 13:8; Nah 2:10; Jl 2:6. — 4 Cf.
Jl 2:11; Sof 1:14. — 5 Cf. Is 20:20; 27:1-I2SS. — 6 Inmediatamente puede aludir
a Zorobabel, que dirigió la repatriación, pero es una primera perspectiva que se
completa en la edad mesiánica. — 7 Cf. Is 41:8-13; 43:1. — 8 El TM añade
“quien juzgue tu causa” antes de tu “úlcera,” pero recarga el ritmo e interrumpe la
imagen; por eso parece glosa. — 9 En vez de Sión, los LXX leen “nuestro botín.”
— 10 Cf. Jer 10:19; 14.17. — 11 Cf. Jer 4:30; 22:20; Is 23:16. — 12 Literalmen-
te el texto h ebreo dice: “haré subir una nueva carne para ti”; e.d., sobre la herida
hará surgir una nueva epidermis, signo de rebosante salud. — 13 Cf. Jer 18:22.
— 14 Literalmente la palabra hebrea significa “glorioso, ilustre,” y de ahí caudi-
llo. — 15 Ex 31:11; Núm 12:8. — 16 Cf. Lev 10:1-2. — 17 Cf. Jer 24:7; 31:1;
33- — 18 Mt 3:12. — 19 Jn 3:18. — 20 Cf. Jl c.3. — 21 Cf. Dan 12.
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Dios (v.6b). Esos atalayas o centinelas parecen ser los que estaban en
las cimas de las colinas vigilando la salida de la nueva luna para anun-
ciar a todo el país el momento de las fiestas pertinentes al nuevo mes o
“neomenias.” Quizá se aluda también a la paz total que reinará en el
país. En adelante los atalayas, que antes estaban encargados de anun-
ciar invasiones militares, anunciarán sólo acontecimientos religiosos:
las asambleas santas en Sión, donde mora Yahvé, el Dios de todos. La
expresión monte de Efraím es clásica para designar el reino del Norte,
de Samaría, centro de un culto cismático a Yahvé desde los tiempos
de Jeroboam, en el siglo τ antes de Cristo.
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1 Así según los LXX. El TM lee en primera persona: “se me hizo ver.” — 2 Cf. Jer
2:2. En Os 11:16 se dice a propósito de Israel infiel esposa: “te conduciré al de-
sierto y hablaré a tu corazón,” como lugar propicio para las intimidades de espo-
sos. — 3 La palabra Olam, que traducimos por eterno, tiene el sentido genérico
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El relato tiene un valor simbólico, como las acciones del ceñidor es-
condido en el río y la vasija de barro rota en la casa del alfarero. Aun-
que parece que el contenido de la narración tiene un carácter personal
— un negocio particular con un pariente suyo — , sin embargo, Dios
le advierte de antemano que el contrato que va a realizar tiene un al-
cance profético.
Jeremías era de familia sacerdotal. Según la Ley, los pertene-
cientes a la tribu de Leví no podían tener terrenos propios 7, sino que
debían vivir de los sacrificios y ofrendas que se hacían en el templo.
Sin embargo, hay otras leyes según las cuales se les permitía tener
algo de campo en torno a las ciudades que les eran concedidas para
que pudieran mantener sus ganados 8. En todo caso, en la práctica pa-
rece que la ley primitiva se cumplía con cierta laxitud, y de hecho ten-
ían bienes propios, regulados conforme al derecho consuetudinario 9.
El caso que se plantea aquí tiene otro paralelo en el libro de Rut 10. Pa-
ra que los bienes, en lo posible, no salieran del ámbito de la familia
que los había heredado tradicionalmente, estaba estipulado que, cuan-
do alguno quería vender un campo, debía ofrecerlo, antes que a nadie,
a su pariente más próximo n. El que lo adquiría era llamado rescata-
dor, o goel en hebreo. Por eso, el primo dice a Jeremías: te correspon-
de su posesión por razón de rescate (v.8). Como Yahvé le había anun-
ciado de antemano que su primo le había de visitar con este fin, vio en
ello la voluntad expresa de Dios: entendí que era palabra de Yahvé
(v.8), a pesar de que no se dice que Dios le hubiera ordenado expre-
samente hacer la transacción.
El precio de diecisiete sidos de plata (v.8) es realmente exiguo
(unas 50 pesetas oro). No sabemos el valor adquisitivo del dinero en-
tonces; tampoco sabemos la extención del campo; pero, puesto que la
compra se realizaba entre parientes, quedaba siempre el derecho del
vendedor de rescatar el campo por la misma cantidad 12. Las mismas
condiciones de inseguridad social por la guerra (Anatot estaba en la
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1 Cf. Jer 30:1. — 2 Según el cómputo de 52:29, sería el año diecisiete de Nabucodo-
nosor. — 3 Cf. Neh 3:25. — 4 Cf. Act 28,ios. — 5 Cf. Jer 21:7; 34:2-3; 37:8;
38:18.22-23. — 6 Cf. Jer 52:31-34- — 7 Cf. Núm 18:20-23; Dt 18,iss. — 8 Cf.
Núm 35:2-8. — 9 Cf. Lev 25:32-34. — 10 Cf. Rut 4:3-10. — 11 Cf. otras com-
pras de terreno, Gen 23:16; 2 Sam 24:24. — 12 Cf. Lev 25:263. — 13 Según la
costumbre babilónica, se escribía el contrato en una tableta de arcilla, se la sella-
ba con el sello de las dos parte contratantes, y después se la recubría de otra capa
de arcilla, en la que se reproducía de nuevo el texto con los sellos para que se co-
nociese el contenido sin romperlo. En caso de disputa se descubría la primera ta-
bleta (Meissner, Bab. und Ass. II p.342 fig.48). — 14 Véase Gressmann, AH. Or.
Text. und B. fig.92 y explicación en ρ.61. — 15 Cf. Jer 36:4-5; 41:1is. — 16
Meissner, o.c., 44-45; Ermann Rankee, Aegypten p.127. — 17 Cf. RB (1949)
p.204.234-586; (1953) p.82.245- Cf. “Verbum Dei,” II 8673. — 18 Cf. Jer 19:13;
3:6-10; 22:21; 25:6; 11:17; 2:27; 7:13; 7:30-31. — 19 Cf. Jer 23:3; 29:14; 31:8;
Dt 30:3. — 20 Cf. Jer 24:7; 30,22; 31:1-33; Ez 36:28; Zac 8:8. — 21 Cf. Ez
11:19; 36:26. — 22 Cf. Jer 31:31; Ez 37:26; Is 55:3; Ez 16:60.
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Parece que este vaticinio tuvo lugar, como el anterior, cuando el ase-
dio de Jerusalén era intenso y se preveía el fatal desenlace. La redac-
ción debe de ser de Baruc, secretario del profeta; por eso en el v.1
habla cíe éste en tercera persona: Jeremías estaba preso en el atrio de
la guardia. La frase por segunda vez supone la revelación de 32:16ss.
El ambiente histórico es el mismo. El oráculo ahora recibido se asienta
en la veracidad de Yahvé, que ha hecho la tierra, la ha formado y
afirmado (v.2). Es la fórmula tradicional para recalcar enfáticamente
la certeza de lo que se anuncia *. Lo mismo se ha de decir de la expre-
sión Yahvé es su nombre 2. El te-tragrammaton del Dios libertador del
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gentes?: “Las dos familias que eligió Yahvé, las dos las ha
repudiado,” y desprecian a mi pueblo por no ser ya a sus
ojos una nación. 25 Así dice Yahvé: Si no he hecho yo pacto
con el día y con la noche, ni he dado leyes a los cielos y a la
tierra, 26 entonces repudiaré yo a la descendencia de Jacob
y de David, mi siervo, prohibiendo tomar de su progenie
jefes para la raza de Abraham, de Isaac, de Jacob, pues yo
haré volver a mis cautivos, tendré piedad de ellos.
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iba dirigida sólo contra Judá, sino contra toda la coalición siró-fenicio-
palestina, que, auxiliada por Egipto, trataba de oponerse a la domina-
ción mesopotámica en esta zona estratégica. La posesión de toda Pa-
lestina suponía tener el paso franco para atacar a Egipto. Nabucodono-
sor había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Al-
ta Siria) 2. Las operaciones contra Judá fueron dirigidas, como coman-
dante general, por Nabuzardán. La expresión tocios los reinos y todos
los pueblos es hiperbólica para indicar el vasto imperio babilónico.
La profecía hecha a Sedecías de que sería prisionero de Nabu-
codonosor (v.5) se cumplió literalmente, pues el infortunado rey de
Judá huyó de la ciudad sitiada y fue capturado en Jericó y llevado ante
el rey de Babilonia en Ribla, donde le fueron sacados los ojos, y des-
pués de haber visto matar a sus hijos, fue llevado encadenado a Babi-
lonia 3. El v.4 hay que entenderlo en el sentido de que, si el rey Sedec-
ías escucha la palabra de Yahvé y la sigue (deponiendo la resistencia
inútil), no morirá por la espada, sino en paz, recibiendo los honores
fúnebres como sus antepasados (ν.6). La condicional si, aunque no
está expresa, se puede sobrentender bien en el texto. De lo contrario,
habría que suponer que Sedecías recibió honores fúnebres en Babilo-
nia al morir, lo que no es concebible permitiera un rey tan despótico
como Nabucodonosor, que lo había tratado cruelísimamente. En 38:17
dice Jeremías de nuevo a Sedecías que, si se rinde, salvará su vida.
El redactor no dice nada sobre la reacción del rey a las pala-
bras del profeta, y se limita a consignar la circunstancia histórica en
que la entrevista tuvo lugar: el ejército babilónico estaba preparando el
cerco de Jerusalén y sometiendo las ciudades amuralladas de Judá,
quedando sólo entonces sin tomar Lakis y Azeqah (ν.7). La primera se
suele identificar con Tell ed-Duweir, a ocho kilómetros al sudoeste de
Beit Gebrin 4, y la segunda parece ser el actual Tell Zacaria, al norte
de Beit Gebrin 5. En las cartas contemporáneas de Jeremías llamadas
ostracas de Lakis, encontradas en Tell ed-Duweir, aparece menciona-
da también Azeqah. En una de ellas, el jefe de un destacamento, aisla-
do por las tropas invasoras babilónicas, escribe al comandante supe-
rior de Lakis que ve aún las señales (de fuego) que le hace, pero que
no ve las de Azeqah. Parecen reflejar la misma situación de que nos
habla este c.34 de Jeremías 6.
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1 Cf. Jue 1:16. — 2 Cf. Jue 1:16. — 3 cf. Jue 4:11-17; 5:24615 — 4 cf. 2 Re 10:15-
23. — 5 Cf. Jer 35:7. — 6 Cf. Diodoro De Sicilia, 19:94. — 7 Cf. Os 2:16-17. —
1 Las dos series de oráculos están incluidas en los c.1-25 y c.20-35. — 2 Cf. 1 Re
6:5; 1 Crón 26:12; 2 Crón 31:11; Ez 40,12; 43:1; Neh 10:38; 13:4; Jer 26:10. — 3
Cf. Jer 40,8; 1 Re 25:23. — 4 A los profetas se les solía llamar hombres de Dios:
cf. 1 Re 12:22; 13:1. — 5 Cf. Jer 26:10. — 6 Cf. 1 Re 6:5. — 7 Cf. Jer 52:24.
Mahasías puede ser el mismo que aparece en 21:15; 29:25; 37:3· — 8 Cf. Ex
20:12; Dt 5:16; 4:40. — 9 Cf. 2 Re 24.2. — 10 La frase se aplica al siervo que
está pronto a servir a su señor (1 Re 1:2; 10:8) y a los sacerdotes (Dt 10:8).
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(v.23) 13.
El hagiógrafo destaca el nulo resultado de la lectura de tan
temibles profecías. El rey, oportunista y escéptico, no se dejó conmo-
ver por aquello que consideraba como impertinencias de Jeremías. Un
siglo antes, el piadoso rey Ezequías, al percatarse del peligro de la in-
vasión asiría, “rasgó las vestiduras” e hizo duelo vestido de “saco”,
echándose ceniza sobre la cabeza, según era ley en los duelos 14. Lo
mismo hizo el padre de Joaquim, Josías, al oír las palabras de la Ley,
encontrada en el templo 15. Hasta el impío Acab había reaccionado así
ante las conminaciones del profeta Elias 16. La conducta, pues, de Joa-
quim no puede ser más insultante para Dios; pues, además de quemar
displicentemente los oráculos, dio órdenes de buscar a Jeremías y a su
secretario para apresarlos (v.26).
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1 Cf. Jer 20:7s. — 2 Cf. 2 Re 23:34- — 3 Cf. 2 Crón 36:10; Ez 17:13-20; Jer 22:11.
— 4 Cf. 2 Crón 36:13-16. — 5 Cf. Jer 37:19. — 6 Algunos de los personajes de
la embajada son conocidos por otros textos (cf. Jer 21:1; 36:26). — 7 Desde la
batalla de Carquemis (605), los faraones no habían invadido militarmente Pales-
tina, pero seguían intrigando, fomentando la rebelión de los pequeños estados de
la costa siro-fenicio-palestina contra el invasor babilónico (cf. 2 Re 24:7). Necao
(610-593) siguió esta política, y después de él Psamético II (593-588). — 8 Ofra
es el Apries de los griegos y el Ouhibre de los egipcios (588-566). — 9 Cf. Jer
32:6-15. — 10 Cf. Jer 2:2. — 11 Cf. Neh 3:1; 12:39. — 12 2 Crón 33:14; Sof
1:10. — 13 Cf. Jer 21:8; 38:2. — 14 Cf. Jer 36:6; Lam 3:53; Zac 9:11. — 15 Es
interesante el dato de que la torta de pan estaba hecha en la calle de los Horneros
panaderos. Esto nos indica que la artesanía se distribuía por calles, como aún se
ve en Oriente y era corriente en Europa en la Edad Media (cf. Jer 19:2:) “puerta
de los Alfareros”; — 16 Re 20:34; Neh 3:32. Sobre la carestía en Jerusalén en el
tiempo del asedio, cf. Jer 52:6; Lam 2:19; 4:9.20; 5:10. En estas circunstancias, la
ración señalada a Jeremías no era mezquina.
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asedio (588-586).
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Las condiciones del asedio van empeorando, pues aumentan las deser-
ciones, faltan los alimentos, y la situación se hace desesperada. El rey,
impresionado, quiere de nuevo consultar a Jeremías para que le dé una
palabra de esperanza. En realidad piensa como el profeta, pero tiene
miedo a sus cortesanos, que quieren mantener una resistencia a ultran-
za, y por otra parte teme a los judíos perseguidos por su política que se
pasaron al enemigo. Su situación es realmente comprometida. Así,
hizo llamar (a Jeremías) junto a la tercera entrada del templo (v.14).
Debe de referirse a la puerta que en la parte sur de la explanada del
templo estaba reservada al rey para subir de su palacio al santuario11.
Allí, pues, en uno de los departamentos secretos, debió de tener el co-
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1 Cf. Jer 21:1; 37:3· — 2 La frase hace flaquear las manos de los combatientes apare-
ce en la carta sexta de Lakis (cf. Jer 37:15). — 3 En el texto griego, en vez de no-
sotros, se dice ellos. En ese caso sería una observación del hagiógrafo. — 4 Cf.
Mt 27:24. — 5 Es la razón por la que Rubén aconsejó a sus hermanos echar a
José en una cisterna en vez de matarle (cf. Gen 37:21-22). — 6 Cf. Jer 36:26. La
Vulgata traduce “hijo de Amelec,” tomando como nombre propio el nombre
común de rey (Melek). — 7 Cf. Is 18:2; 45:14; Jer 46:9. — 8 Cf. Jer 34:19; 29:2.
— 9 Todos los manuscritos hebreos (menos uno) y las versiones dicen treinta en
vez de tres; pero la mayor parte de los autores creen que es una confusión en la
palabra hebrea sheloshim (treinta) en vez de sheloshah (tres). — 10 Cf.Jer 39:15.
— 11 Cf. 2 Re 16:18. — 12 Cf. Jer 21:4-10; 34:2-5; : — 13 Cf. Jer 40:5s. — 14
Cf. 1 Sam 16:5.
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Por otra parte, los v.1-2 y 4-10, relativos a la historia del asedio y
suerte del rey, reproducen sustancialmente los textos de Jer 52:4-16 y
2 Re 25:1-12. Todo esto hace pensar en posteriores retoques redaccio-
nales, en los que se mezclan textos diversos. Se pueden considerar
como adiciones redaccionales posteriores los v.1-2 y 4-10.
En el capítulo se narran la toma de Jerusalén por las tropas de
Nabucodonosor, la huida y captura de Sedecías y la liberación de Je-
remías, terminando con una profecía salvadora relativa al etíope Ab-
demelec, antiguo libertador del profeta.
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Los caldeos atacaron la ciudad sobre todo por el norte, que era el lado
más vulnerable y por donde entraron todos los invasores en la Ciudad
Santa desde Nabucodonosor a los cruzados. El rey y su estado mayor,
viendo la situación insostenible, huyeron por el sur hacia el desierto,
por donde el ejército de asediantes estaba más desguarnecido. Atra-
vesó el jardín real 6, fuera ya de los muros, en la confluencia del
Cedrón con el valle de Hinnom (más tarde “Gehenna”), actual er-
Rababy. La puerta de entre los dos muros (v.4) estaba en el sudoeste
del Ofel, que se abría en el bastión que obstruía con doble muro el
valle del Tiropeón 7. Los fugitivos tomaron el camino del desierto o
Araba, con el ánimo probablemente de refugiarse en Amón, reino que
formaba parte de la liga antibabilónica 8. Araba, que significa “este-
pa,” es la depresión formada por el lecho del Jordán, pero sobre todo
la parte que va del mar Muerto al mar Rojo 9.
Sedecías y sus compañeros lograron llegar a las estepas de Je-
rico, a punto de pasar el Jordán hacia TransJordania (v.5). Sedecías
logró reunir en torno a Jericó muchos oficiales y soldados fugitivos 10,
pero no pudo organizar la resistencia. Fue capturado por las tropas
caldeas y llevado a Ribla, la actual Rible o Rabie, en la región de Ja-
mat o “Hama” en la actualidad, en la Alta Siria, a 34 kilómetros al sur
de Homs. Era un centro de comunicaciones muy apto para dirigir las
operaciones contra Fenicia y Palestina, y allí estableció Nabucodono-
sor su cuartel general, como lo había hecho antes Necao II en 609 11.
La sentencia del rey babilonio fue despiadada. Sedecías era un rey
vasallo que había quebrantado el juramento de fidelidad. Había sido
puesto en el trono por el mismo Nabucodonosor en 598, cuando fue
depuesto su sobrino Jeconías. Fueron asesinados sus hijos de tierna
edad (ya que el rey entonces no tenía más que treinta y dos años) de-
lante de él (v.6). Quería desenraizar toda su descendencia, acabando
así con todo posible brote de insurrección posterior. Y en un refina-
miento de crueldad, a Sedecías no le quitó la vida, sino que le sacó los
ojos (ν.7) para que llevara una vida triste y despreciada en Babilonia,
recordando su triste destino. Era costumbre entre los reyes orientales
sacar los ojos a los soberanos vencidos y después llevarlos a formar un
cortejo con los otros reyes vencidos en torno al rey vencedor meso-
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Por eso sentía cierta estima por el profeta, aunque no entendiese los
motivos religiosos por los que el profeta pedía la sumisión al rey cal-
deo, instrumento de la justicia divina. Por eso se mostró generoso con
él, encargando a su comandante jefe de operaciones, Nabuzardán, que
lo tratase con deferencia (v.12). Conforme a estas órdenes, los jefes
babilónicos libertaron a Jeremías, que aún se hallaba preso en el vestí-
bulo de la guardia (v.14), y se lo encomendaron a Godolías (v.16),
que iba a ser el gobernador judío puesto por los babilonios después del
desastre. Era hijo de Ajicam, protector de Jeremías 15. Por eso es de
suponer que Godolías y el profeta fueran amigos, pues compartían la
política de sumisión a Babilonia antes de arrostrar la aventura de una
resistencia sin esperanza. Jeremías, pues, quedó habitando en medio
del pueblo, es decir, con libertad de acción, participando de las penali-
dades de los supervivientes. La expresión para que le llevase a su ca-
sa parece indicar la reintegración a sus derechos cívicos 16.
La profecía relativa a Abdemelec (v. 15-18) quizá fue hecha
antes de caer la ciudad en manos de los caldeos, cuando Jeremías fue
liberado de la cisterna por su humanitaria intervención 17. El redactor
la pone aquí en el momento de su cumplimiento. Jeremías le promete,
en nombre de Dios, que nada le ha de suceder en premio a su buena
acción. El eunuco etíope ha dado una lección de religiosidad a todos
los judíos, y Yahvé se lo premia con la salvación de su vida en medio
de tanta ruina. Jerusalén será destruida en cumplimiento a las palabras
de Yahvé (v.16), pero él no perecerá en la catástrofe (ν.17). El buen
etíope había creído en Jeremías como hombre de Dios; con ello ex-
presó un acto de fe en el mismo Dios: confiaste en mi (v.18).
1 Cf. 39:13; 52:128. — 2 Cf. 2 Re 14:13- — 3 Publicada por E. UNGER, Babylon p.28a (1925).
— 4 En el prisma cuneiforme: “Nergal-sar-usur”: “Nergal protege al rey.” — 5 Cf. Bezold,
Babylonisch-assyrisches Glossar p.252. — 6 Cf. Jer 52:7; 2 Re 25:4. — 7 Cf. De
Vaux, Le livre des Rois p.225; Is 22:11. — 8 Cf. Jer 40,14; 41:10. — 9 Cf. Jos
12,is; 11:2; 2 Sam 4:7. Véase ABEL, Géographie de la Palestine I p-423- — 10
Cf. Jer 52:8; 2 Re 25:5. — 11 Cf. 2 Re 23:33- — 12 Anales de Asurbanipal I
117; III 113. — 13 Cf. Ez 12:13; Jer 32:4.5; 34:3; 37:17; Flavio Josefo, Ant. Jud.
X 8:2. — 14 En babilónico: “Nabuzer-iddinam”: “Nabu ha dado descendencia.”
En el v.11 se le llama en la Biblia Rab-tabajim, lit. “jefe de carniceros.” En el
prisma babilónico antes citado se le pone por título rabnujtimmu: “jefe de horne-
ros,” que quedó como título cortesano de gran dignidad. Como el “jefe de cope-
ros” (Gen 40:9) en la corte del faraón. — 15 Cf. Jer 26:24. — 16 En casa falta en
los LXX. — 17 Cf. Jer 38:13.
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res domésticos.
Parece un tanto extraño el discurso de tipo profético judaico
puesto en boca del caldeo Nabuzardán. Por ello, no pocos autores cre-
en que se trata de una inserción redaccional extraña al original. No
obstante, no debemos perder de vista la mentalidad de los conquista-
dores orientales politeístas, que reconocían el carácter divino de los
dioses de otros pueblos. El legado de Senaquerib en tiempo de Isaías
habla en términos análogos: “¿Acaso sin contar con Yahvé he invadi-
do yo esta tierra para devastarla? Yahvé me ha dicho: Invade la tierra
y devástala”7. Ciro se expresa en términos parecidos 8. Se consideran,
pues, como cumplidores de la voluntad del dios del pueblo vencido,
que quería castigar a su pueblo. Con ello lograban captar la benevo-
lencia de los vencidos, ya que se les respetaba lo que les era más caro,
la religión. Así, pues, Nabuzardán conocía la predicación profética de
Jeremías, centrada en torno a la reiterada idea de que Jerusalén sería
entregada a los babilonios por haber pecado contra Yahvé. Ahora,
pues, hablando con Jeremías, le expresa su punto de vista, coincidente
con sus doctrinas. Es un modo de querer ganarle, presentándose como
instrumento de la justicia del mismo Yahvé. Así le dice para halagarle:
Yahvé, tu Dios, había amenazado con males este lugar., porque hab-
éis pecado (v.2-3). Sin duda que en estas palabras hay un trasfondo de
sagacidad diplomática. Le interesaba mucho al comandante babilonio
tener a su lado a Jeremías, y así acepta sus puntos de vista religiosos
en lo concerniente a la marcha de la Providencia divina sobre su pue-
blo.
Después le deja escoger, para su futuro, entre ir a Babilonia,
donde será tratado con deferencia particular, o quedar en Judá con
Godolías, hombre ponderado y amigo personal del profeta 9. Nabuco-
donosor le había establecido como gobernador en Judá, descartando
todo sujeto de la línea dinástica davídica, que se había mostrado reite-
radamente insurgente. Godolías, por su prudencia y moderación, era
una garantía de sensatez, y, por otra parte, estaba capacitado para or-
ganizar esta parte de Palestina, de tanta importancia para el imperio
babilónico por colindar con el imperio egipcio. Era conveniente que
allí no existiese un estado caótico, sino organizado, y por eso el rey
caldeo quiere crear un nuevo estado vasallo, resucitado de las ruinas
anteriores (v.5). Jeremías prefiere quedarse con los pobres del pue-
blo en Judá, para compartir sus penalidades y ayudarles a levan-
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pués de las estrecheces del asedio, esto resultaba una bendición. Los
caldeos, pues, no habían devastado el campo, destrozando sus cose-
chas y sus frutos.
Pero en estos días de incertidumbre no faltaron profundas in-
quietudes políticas para el nuevo gobernador Godolías. Tenía muchos
enemigos entre los fanáticos nacionalistas que aún andaban en banda-
das por el desierto, los cuales no aceptaban esta colaboración con los
vencedores caldeos. Entre estos nacionalistas acérrimos estaba Ismael,
de sangre real, que no podía soportar que Godolías, sin ser príncipe,
fuera el jefe del nuevo Estado judío; de ahí la sospecha de un complot
suyo en combinación con el rey de Amón, Baalís, el cual quizá soñara
con hacer una liga antibabilónica, y por ello no le agradaba que en
Judá estuviera gobernando un hombre sumiso a los caldeos (v.14.). No
obstante, Godolías, de espíritu equilibrado y magnánimo, no quiso dar
oídos a esto, y menos permitió que se asesinara por ello a Ismael (v.
15-16).
1 Así Nótscher. — 2 Opinión de Volz. — 2* Así Peake. — 3 Cf. Jer 31:15. — 4 Así
opina Nótscher. — 5 Es la opinión de Condamin y Ricciotti. — 6 Véase Gress-
mann, Alt. Orient. Text. una Bild. fig.128.133.141. — 7 Cf. Is 36:10. — 8 Esd
1:2. — 9 Cf. 2 Re 22:8; Jer 21:3; 26:24; 29:3; 36:10. — 10 Misfa suele identifi-
carse generalmente con Tell en-Nasbe, a 13 kilómetros al norte de Jerusalén. Fue
fortificada por el rey Asa (i Re 15:22). En las excavaciones del 1932 se encontró
un sello con el nombre de “Ya'azaniyahu siervo del rey,” que se ha querido iden-
tificar con el Jezonías, jefe militar del v.8. Cf. ABEL, Géog. II p.398. Algunos au-
tores, con menos probabilidad, han querido identificar Misfa con la altura de Ne-
bu Samwil, al sur de Gabaón. — 11 Cf. Jer 52:8. — 12 El nombre de Jonatán fal-
ta en algunos manuscritos hebreos y en el texto griego. Debe de ser una ditografía
del nombre anterior Yojanan. Netofa se ha querido identificar con Khirbet Bedd
Faluh, a unos cinco kilómetros al sur de Belén, camino de Tecoa. Jezonías, cf. 2
Re 25:23. Mahacatí o macateo, e.d., de Mahaca, junto al Hermón (2 Sam 10,6; 1
Crón 19:6-7)· Quizá sea un nombre gentilicio “del clan maacateo,” descendiente
de Caleb (1 Crón 2:48; 4:19), que habitaba al sur de Judá.
por los fanáticos nacionalistas. Las sospechas del complot que Godol-
ías había rechazado magnánimamente se confirmaron, pues Ismael
traidoramente mató a Godolías y a los suyos. También asesinó a fieles
israelitas de Siquem y de Silo que se dirigían con ofrendas al templo
de Yahvé. Después emprendieron la fuga hacia Amón. Los pocos que
pudieron salvarse de la jurisdicción de Ismael se marcharon a Egipto,
temiendo las represalias de los caldeos.
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Los jefes de tropas (v.11), que estaban por el campo, según indicación
del mismo Godolías, al saber el asesinato de éste a manos de Ismael,
como se temían, decidieron vengarle, y por eso le persiguieron sin
tregua. Las consecuencias del asesinato tenían que ser muy graves,
pues eran de temer las represalias de los caldeos al ver que habían ma-
tado a su gobernador. No quedaba más que llevarles la cabeza, del
asesino para que vieran que sólo éste era el responsable del acto. Si no
conseguían dar muerte a Ismael, no les quedaba sino huir a Egipto,
como único medio de salvarse de las terribles iras de los babilonios.
Ismael, en lugar de marchar directamente hacia la depresión del
Jordán, camino de TransJordania, hizo un rodeo hacia el oeste, pues
fue alcanzado junto al gran estanque de Gabaón (v.12), que parece ser
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1 Cf. Jer 52:6; 12-13. — 2 Cf. Zac7:51 8:19 — 3 Las incisiones estaban prohibidas
por la Ley: Lev 19:27; Dt 14:1; Jer 7:29; 16:6; 48:37- — 3* Cf. Abel, Géog. II
398. — 4 Cf. Jue6:2-11. — 5 En los LXX falta y todo el resto del pueblo que es-
taba en Misfa. — 6 Cf. 2 Sam 2:135. — 7 Sobre su identificación véase Abel,
Géog. p.335; RB (1922) P-364; (i934).P-3605· — 8 La palabra hebrea que tradu-
cimos por apriscos (gherut) es de sentido incierto.
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La presencia del gran profeta levantó los ánimos. Sabían que era el
confidente de Yahvé, y por eso al punto quieren que les dé un consejo
de parte de Dios en orden a su futura conducta. Estaban decididos a ir
a Egipto, pero querían una confirmación divina de sus planes. Jerem-
ías acepta interceder por ellos, pues contempla la situación triste en
que se hallan sin culpa alguna por su parte, pues han sido víctimas de
una política descabellada. Los demandantes son de toda clase social
(grandes y chicos, v.1). Sin duda que los de bajo estrato social no
querían ir a Egipto, y sólo los jefes les empujaban a ello. Muchos,
pues, desearían una negativa sobre el particular, y así buscaban la au-
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toridad de Jeremías para salir con sus legítimos deseos. Los jefes tem-
ían la represalia caldea, y estaban decididos a huir a Egipto. Los fugi-
tivos dicen con humildad: Pide por nosotros a Yahvé, tu Dios (v.2).
Después de la catástrofe creían que Yahvé los había abandonado defi-
nitivamente, y por eso no se atreven a considerarle como su Dios, sino
que dicen al profeta: tu Dios. Jeremías accede a pedir por ellos: Pediré
por vosotros a Yahvé, vuestro Dios (v.4). La expresión vuestro Dios
tiene un acento de confortamiento, como réplica a la insinuación de
que ya no era Dios protector de “ellos.” Todo ha sucedido conforme a
los caminos de la Providencia divina; pero, por haberlos sumido en la
desgracia, no por eso los ha abandonado.
Los consultores se obligaron con juramento a seguir el conse-
jo del profeta (v.5). Las circunstancias eran tales, que lo más prudente
era huir, y están seguros que Yahvé confirmará este punto de vista.
Con todo, la promesa es arrogante: Bueno o malo (c.d., gústenos o
no), seguiremos el mandato de Yahvé (v.6). En su deseo de que Jerem-
ías consultara a Yahvé, han sido demasiado arrogantes en sus prome-
sas.
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1 En los LXX se lee “Azarías, hijo de Mahasías,” como en 40:2. — 2 Cf. S. Th. II-II
171:5; San Agustín, Super Gen. ad litt. 1.2 c.17. n.37 = PL 34:278. — 3 Cf. Jer
1:10. — 4 Cf. Prov 21:1. — 5 Cf. Jer 7:20; 24:9; 25:18; 28:18.
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1 Cf. Jer 1:10. — 2 Cf. Jer 13:1-11. — 3 Cf.Jer 48:7; 49:3 — 4 El sentido de la pala-
bra hebrea que traducimos, como la Bib. de Jér., por despiojar, es oscuro. Algu-
nos quieren traducir girar, y así la imagen sería que Nabucodonosor cambiaría la
faz de Egipto con la misma facilidad con que el pastor da vuelta a su zamarra. —
5 La palabra hebrea Beth Shemesh, que traducimos literalmente “casa del sol,” es
la traducción del egipcio Pi-Ra, “casa de Ra” o del dios solar, adorado en On o
Heliópolis. — 6 Cf. Ez 29:193; 30:1 s. — 7 FL. Josefo, Ant. Jud. X 9,7. — 8
Langdon, Die neubabylon., Komgsinschriften (1912) p.206s.
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Baruc sufría una fuerte depresión moral, como la había sufrido su ma-
estro Jeremías 1. Necesitaba ser confortado por Dios, como lo había
sido éste. Al redactar las profecías e incidentes de su maestro, se sent-
ía deprimido ante tanta incomprensión, ya que tenía que participar de
los desprecios de que era objeto Jeremías. Por otra parte, la obceca-
ción general llevaba inevitablemente a la catástrofe. Sólo tenía que
consignar por escrito ruinas, amenazas, que llenaban el triste horizonte
futuro de su pueblo. Las profecías se sucedían cada vez más sombrías,
y él temía personalmente por su suerte; de ahí su queja: ¡Ay mísero de
mí, que Yahvé no hace más que añadir dolor a mi dolor! (v.3). Su sen-
timiento patriótico le laceraba ante los tristes destinos de su nación, y
su destino personal le angustiaba. Por todo se sentía en una amargura
profunda, en una crisis psicológica: ¡Me canso de gemir, y no hallo
reposo! (v.3).
Pero Yahvé en su mensaje le invita a la reflexión. Está en con-
tra de los intereses personales. También Yahvé tiene llagado el co-
razón, ya que tiene que destruir, por imperativos de su justicia y san-
tidad, lo que con tanto amor ha formado: He aquí que lo que yo
había edificado lo destruyo, lo que había plantado lo arranco (v.4).
Muy contra sus sentimientos de amor, se ha visto obligado a castigar
con la ruina general a su pueblo Israel, que con tanto amor había edifi-
cado y plantado al formarlo como pueblo, sacándolo de Egipto. Todos
sus desvelos han resultado inútiles. Pero su justicia es inexorable, y
tiene que intervenir. Si, pues, Yahvé mismo tiene que sacrificar los
íntimos sentimientos de su amor en aras de la justicia 2, ¿por qué se va
a exceptuar el propio Baruc?: Y tú pides para ti grandes cosas. (ν.6).
Esto es pedir demasiado, ya que tiene que compartir un mínimum de
penalidades. No debe poner en primer plano sus sentimientos persona-
les y sus intereses particulares, sino pensar en las exigencias de la jus-
ticia y santidad divina. Debe contentarse ahora con salvar su vida, y
por eso todavía es un privilegiado, ya que Dios le anuncia que no pe-
recerá en la ruina general: Te dejo a ti salva la vida dondequiera que
vas (ν.6) 3. Efectivamente, su vida fue milagrosamente salvada en mu-
chas circunstancias críticas: cuando tuvo que esconderse de los esbi-
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rros del rey Joaquim después de la lectura del “volumen” de las pro-
fecías de Jeremías4, cuando se salvó del asedio y del complot urdido
contra Godolías, etc.
1 Cf. Jer 4:19; 8:18; 15:10; 18:18; 20,7. — 2 Cf. Jer 1:10; 18:9; 24:6; 42:10; 12:7;
31:20. — 3 Lit. el heb. dice “la vida será para ti como botín” (cf. 21:9; 38:2;
39:18), que refleja mejor la penuria de los tiempos en que el salvar simplemente
la vida se consideraba como el mejor botín. — 4 Cf· Jer 36:10.15.26.
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abundancia estaba libre pastando por doquier. Egipto era famoso por
su prosperidad. Cuando a los países vecinos les llegaba la carestía por
las sequías intermitentes, Egipto proseguía su vida normal con los
grandes recursos procurados por la feracidad de las riberas del Nilo.
Pero de nada le servirá su proverbial autosuficiencia 27, pues aunque
ahora Egipto está gruesa como una novilla hermosa y cebada, por ello
resulta más apetitosa para el tábano babilónico, que viene sobre ella:
del norte ha venido el tábano a picarla (ν.28)28. Υ los mercenarios del
ejército, bien tratados, como novillos cebados 29, abandonarán Egipto,
asustados por la fuerza del ejército invasor (v.21).
Los babilonios avanzan cautelosamente como serpiente que
anda (v.22). El símil cambia de repente: los babilonios son compara-
dos a leñadores que entran en la selva de Egipto para abatir sistemáti-
camente sus árboles, pues ante la imposibilidad de abrirse camino por
la maraña de los árboles, los talan, porque la selva es impenetrable
(v.23). Quizá la frase son innumerables, más numerosos que la lan-
gosta (v.23), se refiera a los babilonios, que avanzan como un ejército
de leñadores innumerables, arrasando todo lo que encuentran en la
“selva” de Egipto: templos y palacios. Egipto es como una dama pre-
sumida, que ha sido deshonrada y humillada hasta el extremo por el
invasor caldeo (v.25).
Los v.25-26, en prosa, parecen ser un comentario amplificado
de lo expresado en el verso anterior. El texto griego tiene sólo el v.25,
Y en forma abreviada, como es costumbre. Parece, pues, una amplifi-
cación de un redactor posterior. Tebas es el nombre griego dado a la
ciudad de No-Amón (hoy Luxor-Karnak), capital del Alto Egipto 30.
Con la dinastía XVIII (1550-1350), que inaugura el nuevo imperio, se
convirtió en la capital de todo Egipto, siendo Amón dios titular tam-
bién de todo el valle del Nilo. Fue unido al de Ra, llamándose Amón-
Ra, creador del mundo y de los hombres. El faraón era una representa-
ción humana del dios nacional. Por eso, la expresión voy a castigar a
Amón y al faraón (v.25) equivale a castigar a Egipto. De nada le ser-
virá su supuesta fuerza ante el instrumento de Yahvé, Nabucodonosor
31
, el gran enemigo del norte.
Pero también hay una esperanza de rehabilitación para el país
de los faraones a pesar de su culpabilidad: Después de esto volverá a
ser habitado (v.26). Esta promesa de restauración nacional para Egip-
to aparece ya en Isaías 32, quien anuncia, además, su incorporación a la
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. Jer 1:10. — 2 Cf. Am 1:3-2:3; Is 0.13-23; Ez c.25-32. — 3 Cf. Jer 25:29; Is 23:11; Ez
5:6-7. — 4 Cf. Ez 5:6-7. — 5 Cf. Jer 27:6. — 6 Así los relativos a Moab (Jer 48:29-
39, de Is 0.15-16; Jer 48:45-47, de Núm 21:28-30). — 7 Cf. Jer 36:2. — 8 La pa-
labra heb. ye'or viene del egipcio joor (jtr: “río”), y designaba el río por excelen-
cia: e 1 Nilo. — 9 Necao en egipcio es Nekau, heb. Neko. — 10 Cf. Jer46:2; 2
Par 35:20. — 11 FL. Josefo, Ani. Jud. X6:1,y XII, cita a Beroso. — 12 Así Al-
frink: Bi 8 (1927) 397; Florit: Bi 15 (1934) 273; Nótscher, Das Buch Jeremías
p.302; Rudolph, Jeremías p.231; Pohl, Historia populi israelitici (1933) P-iSS-
Sostienen, en cambio, la fecha de 605 Cappart-Contenau, Histoire de l'Orient
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
(1936) ρ·387 1 Gelin, Jérémie (1951) p.197; De Vaux, Les limes des Rois (1949)
p.223; Albright: JBL 51 (1932) p.82s; Nelis: RB 61 (1954) 3873. Véase Vittona-
to, II Libro di Geremia (Torino) 5I5-5I7. — 13 Texto de la crónica de Gadd en
Alí. Orient. Text. de Gressmann, p.365, y en An-cient Near Eastern Text. de Prit-
chard (1950) p.303s. — 14 Véase Gressmann, Alt. Orient. Text. und Bild. 1055
n.62.90. — 15 Jer 47:2; 51:42; Is 8,7-8. — 16 Cf. Nah 3:9; Gen 10,6; 1 Par 1:8;
Ez 27:10; 30:5; 38,5. — 17 Cf. Gen 10:13; Ez 30:5; 1 Par 1:11. — 18 Cf. IS2,12;
13:6. — 19 Cf. Jer 25:34; Is 34:6; Sof 1:7; Ez 39,i7s. — 20 Cf. Jer 14:17; Is 23:12. — 21 Cf.
Jer 8:22. — 22 Así según los LXX. El TM dice: “¿Por qué ha sido abatido tu toro?” — 23 Lit. en
heb. “Tumulto que ha dejado pasar su plazo.” — 24 Migdol y Tafnes estaban en la línea
fronteriza oriental, rayando con Palestina, y Menfis era la capital del Bajo Egipto,
junto a El Cairo actual. Cf. Jer 2:16; 44:1. — 25 El toro Apis era negro con man-
chas blancas y con un triángulo blanco en la frente. En el Serapeum de Sakkara
se ha encontrado un hipogeo con varios toros Apis. — 26 Cf. Jer 48:15; 15:57;
Zac 14:16.17. — 27 Cf. Gen 41:2. — 28 Cf. Isy.iS. — 29 Cf. Herodoto, II
152.154.163. — 30 En heb. es Amón de No, que es la transcripción del egipcio
Neut-Amon (“la ciudad de Amón”), llamada por los griegos Tebas o Dióspolis. —
31 Cf. Jer 21:9; 34:21; 44:30. — 32 Cf. Is 19:21-25. — 33 Cf. £239:11-14. — 34
Así Condamin y Ricciotti. — 35 Cf. Is42:1.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
dejando de ser un peligro serio para Israel. Los israelitas los llamaban
despectivamente los “incircuncisos.” En el siglo VII a. C., los filisteos
fueron vasallos de Egipto 2. Antes, en el siglo VIII, formaron liga con-
tra Asiría, pero fueron sometidos por Senaquerib, quien en su estela
nos describe al detalle la expugnación de sus ciudades 3.
El profeta parece que alude en su profecía a la invasión de la
región filistea por Nabucodonosor en el 605 a.C., pues el enemigo
viene del “norte.”
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
norte suele ser siempre el babilónico. Por eso, otros autores creen que
la observación cronológica antes que el faraón tomara Gaza es una
adición posterior redaccional.
El profeta describe al invasor del norte como un torrente des-
bordado, que lo anega todo a su paso. Es un símil corriente en la lite-
ratura profética6. Como consecuencia de ello viene la consternación
general de la población filistea 7, la cual será de tales proporciones,
que los padres, preocupados de huir en busca de un refugio, no cuidan
de sus hijos (v.3). Se sienten desfallecer al sentir el fragor y el es-
truendo del ejército que avanza 8.
Es el día de la intervención justiciera de Yahvé (v.4), que
dirige los destinos de los pueblos, castigando a los que han abusado
de su fuerza conculcando los derechos de los demás. Los filisteos, por
sus intereses comerciales marítimos, tenían íntimas relaciones con los
dos emporios comerciales del mar, Tiro y Sidón. Al aniquilar Yahvé la
Filistea, quitaba a las dos ciudades fenicias su apoyo o auxiliar. Los
restos de la isla de Caftor (v.4b) son los filisteos provenientes de Cre-
ta 9 o del mar Egeo en general10.
Y cita a las dos principales ciudades filisteas, Gaza y Ascalón
(v.5), que hacen un mudo duelo por la devastación de su país: Gaza ha
sido rasurada. 11. Como los filisteos estaban establecidos sobre el te-
rritorio de los antiguos pobladores gigantes llamados Anaqim 12, el
profeta se encara con ellos, y les pide cuentas irónicamente de su due-
lo desmesurado: resto de los Anaqim, ¿hasta cuándo te harás incisio-
nes? (v.5b). El hacerse incisiones era también uno de los ritos de due-
lo y penitencia 13.
Y el profeta entabla un diálogo imaginario entre él y los filis-
teos devastados. Estos, en un momento de sinceridad y de desánimo,
piden a Dios cuenta de su poder devastador, y no comprenden su acti-
tud: ¡Ay espada de Yahvé! ¿hasta cuándo no tendrás reposo? (v.6).
Ya es hora de que descanse en su mortífera devastación: ¡Vuelve a tu
vaina, descansa! Y el profeta responde implacablemente: ¿cómo va a
cesar, si es Yahvé quien la manda? (ν.7). La espada devastadora es
una mera ejecutora de las órdenes de Yahvé, que ha decidido castigar
la tierra de los filisteos. Es el día de la manifestación vengadora de
Yahvé, y no hay lugar a tregua. La justicia divina no puede renun-
ciar a sus exigencias. Filistea ha pecado y tiene que ser inexorable-
mente castigada.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. 1 Sam 13:19-22. — 2 Cf. Herodoto, II 157. — 3 Prisma Taylor col.2-3. — 4 Así
según los LXX. El heb. dice “resto de los raíles” ('imqám). — 5 Cf. Herod., II
159. — 6 Cf. Jer46:7; Is 8,7. — 7 Cf. Jer 25:34- — 8 Cf. Jer 4:13-29; 8:16; Is
5:28; Ez 26:10. — 9 Así según la opinión general. Cf. Abel, Géog. de la Pal. I
p.261; Macalister, The Philistines (1914) p.4-28. Parecen ser los Keftiu de las ins-
cripciones egipcias. Cf. Am 9,7; Dt 2:23; Sof 2:5; Ez 25:16. — 10 Así Lagrange,
Livre des Juges p.264. — 11 Cf. Jer 16:6; 41:5. — 12 Cf. Núm 13:22; 28:33; Jos
11:21. — 13 Cf. Jer 16:6.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
bre expresamente.
Desde el punto de vista literario encontramos fragmentos en
prosa y en verso. En muchos de ellos no es fácil determinar su carácter
poético, debido a que los procedimientos externos de expresión poéti-
ca hebraicos nos son en parte aún desconocidos y nos movemos mu-
chas veces en el terreno de la pura hipótesis.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
sobre los otros pueblos, y en este sentido dirige la historia de todos los
reinos del universo 17. De nuevo el profeta hace una invitación a la
rápida huida: dad alas a Moab para que emprenda el vuelo (V.9). La
suerte está echada y no hay otra solución que la desbandada general.
El v.10, por su forma prosaica, parece una glosa posterior 18.
La guerra contra Moab es considerada como una guerra santa, y, por
tanto, el ejército invasor es un instrumento de la ira divina. No cumplir
sus designios es oponerse al mismo Dios; por eso el hagió-grafo dice
con todo vigor: ¡Maldito el que ejecute negligentemente la obra de
Yahvé y maldito el que retraiga la espada de la sangre! (v.10). Es
Yahvé el que le ha escogido y le ha dado las armas, y no puede retra-
erse 19. En Jue 5:23 se dice que sea maldito quien no participe en la
guerra santa de liberación contra los enemigos de Israel. Es necesario
tener en cuenta la concepción teocrática y la propensión a las frases
radicales de los orientales para comprender estas expresiones, que a
nuestra sensibilidad cristiana nos resultan demasiado feroces. No de-
bemos olvidar que el hagiógrafo pertenece a un estadio de la revela-
ción aún muy rudimentario, en el que la caridad de Cristo todavía
estaba muy lejos de ser el centro de la misma verdad religiosa.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
deza de alma le hacía pesar las tragedias íntimas de sus enemigos polí-
ticos. Aquí el profeta se lamenta sinceramente por la ruina material del
pueblo moabita, simbolizado en las gentes de Quir-Jeres (v.31), la
capital de Moab, la actual fortaleza de Kerak al sudoeste de Moab, en
un promontorio sobre el mar Muerto 32. El profeta llora por la ruina
material de la viña de Sibma, símbolo de la riqueza característica de la
campiña moabita, sus viñedos. Su pérdida supone mucho más que la
destrucción de la ciudad de Yaser 33. Era el centro del cultivo del viñe-
do, famoso aun en las regiones apartadas: tus sarmientos atravesaron
el mar hasta Yaser (v.32b). Las cepas de Sibma, buscadas por su cali-
dad, habían sido plantadas desde más allá del mar Muerto hasta Yaser
por el oriente. Pero ha caído el devastador., huyeron el regocijo y la
alegría. de la campiña de Moab (v.33). Los alegres cánticos tradicio-
nales de los que pisaban en los lagares desaparecieron, porque han
sido arruinados los viñedos, y todo como castigo divino: yo he vacia-
do el vino de tus tinajas.
El v.34 es una repetición de Is 15:4-6 34; por lo que parece ser
inserción de un redactor posterior. El v.35 repite libremente Is 16:12.
Se trata de la destrucción de los lugares de culto en Moab como con-
secuencia de la devastación general que llevará consigo la despobla-
ción del país.
El v.36 está integrado por reminiscencias de Is 16:11 e Is
15:7· El profeta siente en su persona el duelo general, se siente con-
movido: mi corazón suspira como una flauta. (el instrumento típico de
las honras fúnebres 35), por las gentes de Quir-Jeres, sinónimo del país
moabítico. El duelo es general en el país: Toda cabeza ha sido rapada,
toda barba rasurada. (v-37). El rasurarse la cabeza y la barba, hacerse
incisiones y vestirse de sacos eran las tradicionales señales de duelo36.
Insensiblemente deja de hablar el profeta, asociado a la tragedia de la
población moabítica, y de nuevo toma la palabra Yahvé para recalcar
que la catástrofe la ha enviado El, ya que los invasores no son sino
instrumentos de su justicia: He roto a Moab como se rompe un cacha-
rro enojoso (v.38).
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. Gen 19,30-38. — 2 Núm c.21. — 3 El texto griego lee, en vez de cindadela,
Amaz y Agaz, como si fueran dos localidades. — 4 El TM: “sus pequeños” en
vez de “Segor.” — 5 Así según los LXX. El TM “como Aroer.” — 6 Los LXX
leen “dad a Moab una tumba o cenotafio,” como signo de su desaparición. La
versión que hemos elegido, siguiendo a muchos autores, es problemática, pero
hace perfecto sentido. — 7 Cf. Abel, Géog. de la Palestine II p.397. — 8 Cf. ID.,
o.c., p.419. — 9 Eran famosas sus piscinas. Cf. Cant 7:4; Jos 21:39; Núm 21:25.
En el hebreo hay un juego de palabras como en el siguiente nombre Madmen. —
10 Cf. Is 15:9; 10:31; Jos 15:31. — 11 Cf. Abel, o.c., II sub verbo. — 12 Cf. Is
15:15. Aparece en la estela de Mesa, y es citado por FL. Josefo, Ant. Jud. XIV
1:4. — 13 Cf. Gen 19:203. Véase Fl. Josefo, Bel. Jud. IV 8:3, y San Jerónimo
Quaest. in Gen. 14:3; cf. Abel, Géog. de la Pal. II p.466. — 14 Cf. Abel, o.c., II
p.3?o. — 15 Los que no siguen la lectura griega, sino la hebrea, con algún cam-
bio, creen ver una alusión a un arbusto propio del desierto. En ese caso se compa-
raría a la población salvada de la catástrofe con ese arbusto en medio de la deso-
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Según la Biblia, los amonitas proceden de Lot; por tanto, eran afines
étnicamente con los hebreos. En la Biblia se les suele llamar siempre
los hijos de Amón (v.1), frase estereotipada que encontramos a menu-
do 1. Los amonitas, juntamente con los edomitas y moabitas, pertenec-
ían a la rama aramea de la que surgió también el clan hebreo. Se ha
querido relacionar a los amonitas con el dios Amm, adorado en Arabia
meridional; pero no hay ninguna divinidad amonita con este nombre.
El dios de los amonitas era Milcom 2, que es una derivación de la raíz
Melek (“rey”), divinidad muy corriente entre los cananeos, conocida
en la Biblia hebrea con el nombre de Molec, y en los LXX y Vulgata
con el de Moloc 3. El reino de Amón se extendía desde el Arnón, al
sur, hasta el Yabbok, al norte, y desde el desierto siró-arábigo hasta el
Jordán4. El rey amorreo Sehón ocupó la zona fronteriza con el Jordán,
y al entrar los israelitas se instalaron las tribus de Gad y de Rubén en
el noroeste del reino de Arnón. Existió siempre lucha entre ambos
pueblos, ya que Amón siempre consideró como intrusos a los israeli-
tas y trató de expulsarlos5. Fueron sometidos por David6. Después de
la deportación del reino del norte de Israel organizada por Teglatfala-
sar III (734-732) y por Sargón más tarde (721)7, los amonitas se hicie-
ron dueños del territorio ocupado por las tribus de Gad y de Rubén. Y
a esto alude ahora Jeremías. En 602 aparecen los amonitas haciendo
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
famosa por sus pastos y valles feraces, en los que se criaban los mejo-
res ganados. Esto creó en los amonitas un complejo de superioridad
sobre las pobres regiones de Cisjordania: ¿Por qué te glorias de los
valles, de tu fértil valle, oh hija rebelde? (v.4). Fiada en sus riquezas y
tesoros naturales, se creía a resguardo de toda contingencia. Su misma
posición geográfica favorecía su aislamiento: ¿quién vendrá contra
mi? La frase es insolente contra Yahvé, señor de los destinos de los
pueblos. Por ello, ahora va a mostrar su poder sobre la altiva Amón:
Traeré sobre ti el terror. y os dispersaréis. (v.5). Los enemigos inva-
dirán el territorio de tal forma, que los amonitas, despavoridos, no
sabrán adonde huir: os dispersaréis cada uno de su lado. La desban-
dada será tan general y desordenada, que no habrá caudillos ni guías
que se comprometan a congregar a su pueblo (ν.6).
Sólo Yahvé, que los ha dispersado y castigado, será capaz de
reunirlos de nuevo: Yo haré volver la cautividad de los hijos de Amón
(v.6). Los exilados amonitas, humillados por el castigo divino (des-
pués de esto) se reintegrarán a su patria dirigidos por Yahvé. Según
Flavio Josefo 13, Nabucodonosor ocupó y saqueó Amón cinco años
después de la toma de Jerusalén (587). Esa reintegración a la patria de
los amonitas está conforme a lo anunciado en la profecía contra los
moabitas del capítulo anterior. Ya hemos visto que en la perspectiva
profética de Jeremías 14 se admite como posible la incorporación de
los pueblos vecinos a Israel en la era mesiánica. Aquí no se dice esto,
pero parece que se insinúa en esa providencia especial de Yahvé sobre
los paganos amonitas.
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son las del norte: Jamat y Arpad (v.23). Al llegar la noticia a Damas-
co, queda acobardada y se dispone a la fuga (v.24) sin ofrecer resis-
tencia. La ciudad que antes se caracterizaba por el bullicio de merca-
deres y de gentes despreocupadas (la ciudad de la alegría), ahora apa-
rece abandonada y solitaria, sin juventud, que ha sido pasada a cuchi-
llo en las plazas por los invasores.
El v.27 reproduce literalmente Am 1:4.14 y debe de ser una
trasposición hecha por un redactor posterior. No obstante, 110 debe-
mos perder de vista que los profetas a veces utilizaban tradiciones ora-
les y escritas de los profetas anteriores para reforzar su autoridad ante
el auditorio 31. La idea aquí expresada refleja el estilo de Amos: Yahvé
mismo será el que cause la ruina de Damasco, consumiendo por el
fuego los palacios de Ben-Hadad (v.27), que era el nombre común en
los reyes de la dinastía siria.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Elam era el, reino, que se extendía al este de Mesopotamia, con Susa
por capital. Su cultura era milenaria, como se desprende de las exca-
vaciones arqueológicas. Aparece mencionado en la Biblia en los tiem-
pos patriarcales como un gran imperio, que está al frente dé una coali-
ción·de estados orientales 39. Fue dominado por los asirios, destruyen-
do Asurbanipal la capital, Susa, en 640 a.C. Más tarde fue conquistada
por los persas (520 a.C.); pero, como en territorio elamita se han en-
contrado muchas inscripciones de Nabucodonosor, podemos deducir
que el coloso babilonio había extendido su imperio en la región elami-
ta. Quizá la profecía de Jeremías se refiera a una invasión babilónica
de este género. Isaías cita a los elamitas como soldados mercenarios
en el ejército asirio40. Seguramente Jeremías había visto estos merce-
narios elamitas en el ejército babilonio que puso asedio a Jerusalén en
598 a.C.41, y de ahí la profecía contra su nación. En realidad, Elam no
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Babilonia era la gran opresora de todos los pueblos del Antiguo Orien-
te, digna sucesora de la insoportable Asiría. Por eso la caída de Babi-
lonia suscita una alegría incontenible en todos los corazones oprimi-
dos. Nabucodonosor había sido elegido como instrumento de la jus-
ticia de Yahvé, pero se había excedido en su cometido, y, sobre todo,
se había considerado como omnipotente, sin consideración para con el
Dios de Israel, que le había dado la victoria. Por eso la justicia divina
exigía también el castigo del insolente babilonio. Ningún pueblo se
substrae al poder de Yahvé. Todos han tenido que beber la copa de la
cólera divina, y la gran opresora Babilonia no iba a quedar exceptua-
da.
El profeta anuncia, alborozado, la caída de la común opresora:
alzad bandera. Todos los pueblos oprimidos deben alegrarse ante tan
magna nueva. Es la hora de la liberación. Y, sobre todo, para los mo-
noteístas israelitas era la hora de la derrota de los supuestos dioses
babilonios. Los caldeos creían que, por el hecho de haber sometido a
otros pueblos, sus dioses eran superiores, y se habían atrevido a poner-
los por encima del Dios de Israel, Señor de los mundos y de los reinos
de la tierra. Pero ahora, con la derrota de Babilonia, ha quedado aver-
gonzado Bel, vencido Marduk (v.2). Bel aquí es sinónimo de Marduk.
El nombre de Bel, o “señor,” lo habían aplicado primero los semitas al
dios sumerio Emlil, adorado en Nippur. Cuando Babilonia llegó a ser
la capital de Mesopotamia, su dios principal, Marduk, fue llamado
Bel, o señor por excelencia. El nombre de Bel equivale al Baal de los
cananeos, con el mismo sentido sustancial. Con la caída de Babilonia,
sus ídolos han demostrado su total impotencia para salvar a su pueblo
de la ruina; por eso han sido confundidos y abatidos 1.
Yahvé hará que venga un pueblo procedente del septentrión
que convertirá su tierra en soledad. Para los israelitas, los invasores
siempre habían llegado del norte (asirios y babilonios) 2; por eso el
nombre de septentrión tenía, para ellos algo de recuerdo fatídico. Pero
también para Babilonia el septentrión significará el camino de la deso-
lación y de la ruina, pues de las montañas septentrionales de Mesopo-
tamia surgirán los nuevos invasores, los medo-persas, bajo la direc-
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ción del gran caudillo Ciro. La invasión del conquistador persa no fue
en realidad a sangre y fuego, como solían ser las de los asirios y babi-
lonios. Ciro mostró un gran talento diplomático con los pueblos ven-
cidos, ahorrándose todas las posibles humillaciones y desgracias. Pero
el profeta, al describir la invasión medo-persa, lo hace según los
módulos tradicionales en las conquistas de los antiguos vencedores:
desolación y muerte por doquier. Es una indicación más en favor de la
autenticidad jeremiana del fragmento, ya que, si estuviera compuesto
por un autor posterior a la toma de Babilonia por Ciro (538), habría
evitado descripciones que no estuvieran en consonancia con los
hechos reales. Ya hemos indicado en otras ocasiones cómo los profe-
tas conocen la sustancia del hecho futuro revelado por Dios, pero ge-
neralmente no las circunstancias concretas de su cumplimiento. De ahí
que en sus descripciones generalicen e idealicen las situaciones futu-
ras conforme a concepciones tradicionales adaptables a la expectación
del ambiente. No obstante, podemos decir que, según Herodoto, Babi-
lonia fue desmantelada bajo Darío I y destruida bajo Jerjes, terminan-
do por ser abandonada y reducida a un gran desierto.
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De nuevo una urgente invitación a los invasores para que cumplan los
designios punitivos de Yahvé 18. El profeta escoge dos nombres para
designar Babilonia en consonancia con su pasado y su castigo: Mera-
tayim se suele identificar con Nar Narratu (“río amargo”), la región
pantanosa entre el delta formado por el Tigris y el Eufrates. Transcrito
en hebreo, Meratayim significa “doble rebelión,” alusión a la insolen-
cia de Babilonia contra Yahvé. El profeta ha escogido este nombre
aplicado a Babilonia para establecer una paranomasia en consonancia
con el pecado específico de Babilonia. Pecod es el Pukudu de los tex-
tos babilónicos, y designa una tribu aramea establecida en el extremo
oriental de Babilonia. En hebreo, su nombre juega con la palabra pa-
qad, que significa “visitar” con designios punitivos. Así, pues, se alu-
diría en este juego de palabras al “castigo” que le espera a Babilonia.
Ha llegado la hora del exterminio contra la impía ciudad, y los con-
quistadores deben cumplir fielmente su cometido: haz cuanto te he
mandado (v.21). El cumplimiento de la orden ya está en marcha: Es-
truendo de guerra en la tierra. (v.22); es el eco de los gritos de los
vencedores, que siembran por doquier una inmensa ruina (v.22). De
nuevo tenemos que hacer recalcar que estas descripciones proféticas
son ideales, conforme al clisé tradicional de las invasiones, que solían
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1 Cf. lo dicho para otros pueblos: Egipto, 46:25; Moab, 48,7; Amón, 49:4. — 2 Cf.
Jer 1:14. — 3 Cf. 50,20; 3:18. — 4 Am8,18. — 5 Cf. Os 2:18; Is 14:1. — 6 Cf.
Jer 2:8; 23:1. — 7 Cf. Jer 2:20; 3:6.23. — 8 Cf. Jer 14:8; 17:13- — 9 Cf. Jera.ó;
51:43 — 10 Cf. Jer 49:17; 19,8. — 11 Algunos creen que esta última frase es
adición posterior. Cf. Jer 25:38; 46:16. — 12 En el texto griego falta el nombre
de Nabucodonosor. — 13 Cf. Is 33:9; Miq 7:14. — 14 Cf. Am4:1; Nah 1:4; Núm
32:1; Is 35:2. — 15 Cf. Jer 31:31-34- — 16 Cf. Jer 31:7s; 44:14- — 17 Cf. Jer
31:34; Is 40:2; 59:1s. — 18 Muchos autores consideran esta sección de los v.21-
28 como un poema aparte. — 19 Cf. el canto irónico de Is 14:3. — 20 Cf. Jer
51:20s. — 21 Cf. lo mismo aplicado a Israel, Jer 25:18; 20.18 — 22 Cf. Herod., I
191. — 23 Cf. Is 13:5. — 24 La frase venganza de su templo falta en los LXX, y
está tomada de 51:11. — 25 Lit. la palabra hebrea usada aquí significa “mezcla,”
aludiendo al conglomerado de tropas mercenarias de diversos pueblos. — 26 Cf.
Is 1:4; 5:19; 10:5; Jer 51:5. — 27 El go'el era el miembro de la familia que tenía
que vengar los ultrajes cometidos contra alguno de la misma. Además tenía dere-
cho y deber de rescatar una propiedad que había pasado a manos extrañas. Cf.
Lev 25:25; Prov 23:11; Job 19:25; Is 43:14; 446 14· 41:14; 48:17; 54:5- — 28 Cf.
Is 14:7- — 29 Algunos autores han querido cambiar jóreb (espada) en jórcb (se-
quía) para adaptar mejor la imagen al contexto, pues no comprenden que la espa-
da se envíe contra las aguas. Pero, tomando la espada como sinónimo de guerra
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Así, Babilonia, ya cercada por las tropas persas, está dispuesta para ser
tomada, recibiendo así su merecido, la recolección de tanta iniquidad
obrada impunemente hasta entonces.
El profeta, ante el castigo de Babilonia, piensa de nuevo en la
tragedia de su pueblo a manos de la opresora Babilonia: Nabucodono-
sor me devoró, me trituró. (v.34). La Ciudad Santa fue expoliada, sa-
queada y vaciada de todo su valor: me dejó como vasija vacía. Todo
fue a engrosar los tesoros de la implacable nación invasora: llenó su
vientre de mis bocados mas suculentos. La vida de la nación desapare-
ció, y las fuerzas vivas del país fueron llevadas en cautividad. Por eso,
los habitantes cíe Jerusalén dicen amargados y con deseos de revan-
cha: sean sobre Babel mi violencia, mis carnes, mi sangre. (v.35). Han
sufrido tanto, que no pueden menos de desear el castigo de la nación
opresora. Yahvé recoge estos desahogos de su pueblo y garantiza con
su palabra que pedirá cuenta al opresor de sus violencias (ν.36): se-
caré su mar.; alusión a la destrucción de la canalización del Eufrates y
de sus afluentes artificiales, fuente de la riqueza de Mesopotamia. Con
ello todo será un montón de ruinas (v.37)23.
Pero los moradores de Babilonia no conocen la proximidad de
la tragedia y se entregan a gozar de sus riquezas y expoliaciones: ru-
gen como leones. (ν.38). Su inconsciencia será trágica, ya que, calen-
tados por el vino en los festines, no les hará ver la gravedad de la si-
tuación: en su fiebre, yo les prepararé la bebida, los embriagaré para
que se adormilen (v.39). El mejor comentario de esto es lo que nos
narra el libro de Daniel sobre la cena de Baltasar. El mismo Herodoto
se hace eco de una tradición según la cual, cuando los persas entraron
en Babilonia, los magnates de ésta estaban entregados al desenfreno
en continuos convites 24. Yahvé los va a hacer dormir el sueño eterno,
del que no despertaran (v.39), pues la muerte está próxima, porque así
lo ha decidido Yahvé: Yo los llevaré al degüello como corderos.
(v.40). La frase es impresionante, pero es la que mejor refleja la suerte
trágica de la gran metrópoli mesopotámica 25.
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1 Así según la versión siríaca, seguida por Condamin y Dennefeld; está conforme con
la segunda parte del verso. El TM actual no hace sentido: “contra el que tiende el
arco, tienda el arquero su arco.” — 2 El procedimiento atbash consiste en susti-
tuir la primera letra del alefato (A) por la última (T); la segunda (B), por la penúl-
tima (Sh); de ahí el nombre de aíbash. En 25:26 se emplea en el nombre Shes/iak
por Babel. Así, Leb-Qamay está por Kashdim (Caldea), y significa lit. “corazón
de mis adversarios.” Es así un nombre simbólico apropiado para designar a la
gran rebelde y enemiga Babilonia. — 3 Los LXX y la Vulgata leen “viento des-
tructor,” que puede adaptarse bien al sentido del contexto. — 4 Cf. Jer 15:7;
49,32-36; Mt 3:12. — 5 Cf. Jer 49:26; 50:30. — 6 Cf. Jer 2:2; 31:22.31; Os 1:7;
Is 49:14; 50,1; 54:6. — 7 Así Condamin, Nótscher, Gelin. — 8 Cf. Jer 46:11. El
profeta exhorta irónicamente a que se busque bálsamo para curar a Egipto. Cf. Is
23:1; 21:9; Ap 14:8; 18:2. — 9 Cf. Gen 11:4. — 10 Cf. Is 62:11-12; Jer 50,28. —
11 La frase es elíptica. Bible de Jérusalem: “el término de tus rapiñas.” — 12 Cf.
Herodoto, 1:178.185; Jenofonte, Ciropedia VII 5:8. — 13 Cf. Jer 22:5; Am 6:8.
— 14 El verso está en prosa, y quizá sea glosa. — 15 Cf. Is 33:12. — 16 En
hebreo es Tifsar, relacionado con el asirio tupsharu (escriba); pero parece que
aquí designa un oficial militar. Cf. Nah 3:17. — 17 Lit. en hebreo: “de mis deli-
cias.” Un ligero cambio de vocalización da la traducción arriba consignada. — 18
Lit. el TM dice “para que se alegren,” que no parece adaptarse a lo trágico del
contexto. La versión arriba expuesta sigue a los LXX, que supone una palabra
hebrea muy similar. — 19 Cf. Iss,25; 13:2. — 20 Cf. Jer 6:4; 22:7; Is 13:3. — 21
Ararat es el Urartu de las inscripciones cuneiformes. Minni es el Mannai de las
inscripciones asirías, al SE del lago Urmía. Askenaz (Gen 10:3) es probablemente
el Ashguzai asirio. — 22 Cf. Herodoto, I 186. Según éste, los persas desviaron al
río para entrar. — 23 Cf. Jer 9:1 1; 10,22; 18:16; 49,33; 50,13; 50.39 — 24 Cf.
Herodoto, I 191. Véase Dan 5:13. — 25 Cf. Jer 48:15; 50,27; Is 34:6s; Ez 39:18.
— 26 Cf. Jer 49:25; Herodoto, I 178. — 27 Cf. Jer 2:6; 48:9; 49:18.33; 50:12. —
28 Cf. Is 14:8; 30,29; 44:23. — 29 Algunos autores quieren entender el verso en
sentido de negativa: los exilados no querían pensar en Jerusalén por el recuerdo
triste de su humillación. — 30 Cf. Herodoto, I 172-182; Diodoro, II c.y-10; Es-
trabón, XVI i. — 31 Cf. Herodoto, l.c.; Contenau, Manuel d'archéologie oriéntale
III I353s; H. Gress-Mann, Alt. Or. Bild. u. Alt. T. fig.373.
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del libro de los Reyes para condenar a los soberanos que no acomoda-
ron su conducta pública a las exigencias del yahvismo tradicional ! A
causa de sus iniquidades se encendió la cólera de Yahvé contra Jeru-
salén y Juda (v.2). Los profetas consideran los hechos a la luz de la
teología de la historia de Israel; así, para ellos los castigos son la jus-
ta retribución de los abusos de la nación como colectividad.
Los v.2-4 se encuentran en 39:1-10, y son idénticos a 2 Re
25:1-7. Sólo se da como dato nuevo la alusión a la carestía de vida en
Jerusalén. Según estos datos, el ataque de las tropas de Nabucodono-
sor a Jerusalén tuvo lugar entre diciembre del 589 a enero del 588 2. El
sitio duró hasta el año 586. La caída de Jerusalén fue en este año, en el
mes cuarto, es decir, junio-julio 3. La huida fue por el lado sur de la
ciudad, junto a los jardines reales (ν.7). Los babilonios atacaban por
el norte, la parte más vulnerable, y los fugitivos buscaron el camino
del desierto o Araba, como lugar más propicio para pasar inadverti-
dos. En los llanos de Jericó fue cogido el rey, abandonado de sus sol-
dados, cumpliéndose así la profecía de Jeremías 4. El rey fue llevado a
Ribla, en la Alta Siria (ν.6), donde Nabucodonosor tenía su cuartel
general. El castigo infligido a los hijos del rey, asesinados a la vista
del padre, está en consonancia con las bárbaras costumbres antiguas
orientales.
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ías. Con el templo fueron destruidos los palacios del rey y de los mag-
nates. Las murallas fueron dejadas en estado inservible (v.14) 8, de
modo que no pudieran organizar nuevas resistencias. Después se or-
ganizó la deportación sistemática de las fuerzas vivas de la nación (v.
15-16) 9, quedando sólo los pobres de la tierra, viñadores y labrado-
res.
El autor constata con tristeza la situación en que fue dejada la
ciudad. El templo había sido ya expoliado en 598, pero ahora fue to-
talmente desmantelado: las columnas de bronce (v.17) eran las dos
que estaban a la entrada del templo, de nueve metros de altura y seis
de circunferencia. Las basas eran diez soportes de bronce de los reci-
pientes para llevar el agua. El llamado mar de bronce, por sus grandes
dimensiones, era el gran depósito de agua junto al, altar de los holo-
caustos para lavar las víctimas 10. Estaba asentado sobre doce toros de
bronce (v.20).
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y puso su silla sobre las de los otros reyes que estaban con
él en Babilonia. 33 Dejó sus vestidos de preso, y comió ya
siempre a la mesa del rey por todos los días de su vida. 34
Todo cuanto necesitaba para su mantenimiento se lo dio
día por día hasta el de su muerte.
1 Libna suele ser identificada con tell es-Safi, cerca de Beit-Gebrin. — 2 El rey Sed-
éelas comenzó su reinado en 598. — 3 Sobre la carestía cf. Jer 37:21; Lam 2:20;
4:9. Así se cumplieron las profecías cíe Jeremías: 11:22; 14:12; 15:2; 16:4;
18:21; 21:7.8; 24:10; 27:8; 29:17. — 4 Cf. Jer 38:22. — 5 Cf. Zac 7:5; 8:19.
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Según 2 Re 25:8, fue el día “octavo.” — 6 Cf. Jer 7:4s. — 7 Cf. Jer 7:14; 26:6. —
8 Cf. Neh — 9 Cf. Jer 39:9-10; 2 Re 25:11-12. — 10 Cf. 2 Re 25:13-17; 1 Re
7:15-22; 7:27-39- Para valorar las que un “codo” equivalía, más o menos, a me-
dio metro. medida? téngase en cuenta — 11 Sobre todo esto cf. 2 Re 25:18-21; i
Par 6:14; 2 Re 22:4. — 12 Cf. Esdr7:1. — 13 Cf. Jer 21:1't 29:25.29; 37:3. — 14
E. F. Weidner, Jojachin, Ko nig von Judá, in babylonischen Keilschriftexten:
“Mélanges Syriens R. Dussaud,” vol.2 (París 1940) 923-5; A. Βεα, Konig Joja-
chin im Keilschriftexten: Bi 23 (1942) 78-82.
Lamentaciones.
Introducción.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
2. Contenido.
Este precioso libro poético-elegíaco consta de cinco cánticos,
en los que se hace duelo por la destrucción del reino de Judá y, sobre
todo, de la ciudad de Jerusalén por el ejército de Nabucodonosor en
586 a.C. 3 Sin pretender dar una exposición narrativa de hechos que da
por conocidos, el autor de estos admirables cantos elegiacos desahoga
su dolor a la vista de las ruinas humeantes de lo que era más querido a
su alma de israelita fiel a la tradición. En sus efusiones íntimas alude a
detalles que reflejan la situación triste del país y de la Ciudad Santa.
Y, sobre todo, da un sentido teológico profundo a la catástrofe al decir
que todo lo acontecido es en castigo de las transgresiones de Judá y
de sus infidelidades para con Yahvé. Pero confía en la misericor-
dia divina, y espera confiadamente que, después que pase la hora
de la justicia, llegue la hora de la restauración; por eso en sus des-
cripciones entremezcla constantemente súplicas ardientes por su pue-
blo, arruinado y disperso. De ahí que, más que un nexo lógico, existe
un nexo psicológico en el desarrollo de las ideas, que suelen suceder-
se por asociación de escenas e imágenes que han impresionado parti-
cularmente al profeta. Son meditaciones dolorosas en las que predo-
mina el sentimiento y el desahogo espontáneo, de forma que, mez-
cladas con súplicas por su pueblo, van imprecaciones para los ene-
migos que han causado tanta ruina y se alegran de la catástrofe.
Pudiéramos sintetizar el contenido ideológico de los cinco
cánticos del modo siguiente:
1. Profundo dolor por la desolación total de la ciudad des-
truida (1:1 -22).
2. El verdadero autor de la catástrofe es Dios, porque en de-
finitiva todo ha sido efecto de la intervención punitiva y
vengadora de su justicia (2:1-22).
3. Con carácter más personal describe las tribulaciones y an-
gustias de los justos (3:1-66).
4. El poeta detalla la triste suerte de las diversas categorías
sociales, cargando la responsabilidad de la catástrofe a los
dirigentes políticos del pueblo (4:1-22).
5. Con todo patetismo se describen las consecuencias de la
toma de la ciudad, y, finalmente, se implora de la miseri-
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
3. Forma poética.
Estas composiciones poéticas han sido redactadas según el
metro llamado qinah o elegiaco, que se caracteriza por el empleo de
versos con dos cadencias, que los que el segundo es más breve que el
primero. Este metro aparece ya en composiciones muy antiguas de la
Biblia, como en el canto de Débora y en la elegía de David sobre Saúl
y Jonatán 5. Otra característica literaria de las Lamentaciones es que
los cuatro primeros cánticos están compuestos según el orden alfabéti-
co. Así, cada uno de éstos tiene veintidós secciones, según el número
del alefato hebreo. Los tres primeros están dispuestos en estrofas de
tres versos, mientras que el cuarto en estrofas de dos.
En los cánticos primero, segundo y cuarto, la palabra inicial
de cada estrofa comienza en su respectiva letra del alefato, mientras
que en el cántico tercero la letra del alefato varía en cada verso de la
estrofa. No obstante, respecto del carácter acróstico o alfabético de la
composición tenemos que notar la anomalía de que en los cánticos
segundo, tercero y cuarto, la letra phe precede al 'ain, lo que hasta aho-
ra parece inexplicable. El quinto cántico no es acróstico, sino que úni-
camente consta de veintidós versos, conforme ai número de letras del
alefato, pero sin orden alfabético en las iniciales de versos o estrofas 6.
Seguramente que este sistema artificial alfabético obedece a
razones sisociales para facilitar la transmisión del texto en la memoria
de los lectores u oyentes. No es un signo de decadencia literaria, como
algunos autores modernos han querido insinuar, sino un procedimien-
to poético que sirve para revelar la ingeniosidad del autor, como otros
procedimientos metrológicos de la poesía occidental, ahora desprecia-
dos porque coartan la libertad de expresión del poeta y porque parecen
demasiado férreos y artificiales.
Característica literaria de estas admirables Lamentaciones es
el estilo confidencial. Dios es interpelado e invocado, usando el pro-
nombre de segunda persona, estableciéndose un íntimo coloquio entre
el afligido, o comunidad dolorida, y Dios, que constituye el único ob-
jeto de confianza y esperanza. Por eso se prefiere el uso frecuente del
pronombre en primera persona, para acentuar el carácter trágico del
dolor y de la miseria, y de ahí, para mover a Dios a la misericordia.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
4. Autenticidad.
La tradición judía atribuye comúnmente las Lamentaciones al
profeta Jeremías 8. En la versión de los LXX leemos el siguiente
prólogo: “Y sucedió después que Israel fue hecho cautivo, y Jerusalén
devastada, que Jeremías se sentó a llorar y a lamentar con esta lamen-
tación sobre Jerusalén, y dijo.” En la Vg leemos un prólogo semejante
9
. Por otra parte, sabemos que las Lamentaciones se ponían en el ca-
non a continuación de los escritos de Jeremías 10. La tradición cristiana
es unánime en este sentido, y sólo en el siglo XVIII se empezó a poner
en duda la tesis jeremiana.
Los sostenedores de la autenticidad jeremiana de las Lamen-
taciones insisten en ciertas semejanzas de estilo entre éstas y los escri-
tos de Jeremías. Así las expresiones “virgen hija de Sión oprimida” H,
“las lágrimas en las mejillas” 12, “cadena al cuello”13, quejas contra los
pecados de los sacerdotes y profetas 14, matanza de los propios hijos
15
, pecados del pueblo 16, vana confianza en los aliados 17, tendencia a
aludir al Deuteronomio 18. A esto se añade que parece necesario un
testigo ocular de los hechos para describirlos con la viveza con que
están las Lamentaciones, y nadie mejor que Jeremías para que, llevado
de su profundo afecto a su pueblo, cantase la elegía sobre su ruina.
. En primer lugar se urge el hecho de por qué en la Biblia
hebraica figuran entre los Hagiografos (o Ketubim), y 110 se inserta-
ron en el libro de Jeremías, como formando una parte o apéndice del
mismo. Por otra parte, extraña que no aparezca el nombre de Jeremías
en el título de las Lamentaciones, lo que sería normal caso de que se
reconociera su paternidad en los primeros tiempos que siguieron a su
composición. Además, hay ciertas dificultades para atribuir a un mis-
mo autor los cinco cánticos de las Lamentaciones. Así, en el primero,
el orden de las letras que inician las estrofas es perfecto, mientras que
en los cánticos segundo, tercero y cuarto, la phe viene antes del „ain.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
5. Doctrina religiosa.
A través del lirismo de expresión y el sentimentalismo, carac-
terísticos de estos bellísimos fragmentos poéticos, encontramos las
grandes líneas teológicas proféticas. En los acontecimientos trági-
cos, el poeta sorprende los designios divinos sobre Judá pecador.
Yahvé es el verdadero autor de la catástrofe, en cuanto que ha desen-
cadenado su ira, largo tiempo contenida, sobre un pueblo que le ha
sido infiel 26. La ruina de Jerusalén no es casual ni mera consecuencia
de una mala política humana, sino que es la culminación de un pro-
ceso de alejamiento de la Ley divina. Yahvé es el que ha uiado a los
enemigos de Judá para que sean instrumentos de su justicia, y ha des-
cargado sobre una generación el castigo merecido por los pecados que
se fueron acumulando a través de los siglos 27.
A pesar de la crisis terrible que esto representa para la nación
judaica, el poeta tiene grandes esperanzas de restauración, y por
ello ora confiadamente a su Dios 2S. Sabe que, si Yahvé es justo, es
también misericordioso, y que, como llegó la hora del castigo, lle-
gará la hora de la rehabilitación para Israel y del castigo para sus
enemigos 29. El dolor es un medio de purificar a los individuos y a
897
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. I 40. — 2 Cf. Jer 52:12-16. — 3 Según Flavio Jo-
sefo, el Targum y el mismo San Jerónimo, estas Lamentaciones fueron compues-
tas por Jeremías con motivo de la muerte del rey Josías en 609. Cf. Flavio Josefo,
Ant. 10:5,i; Targum, com. a 4:20; San Jerónimo, Comm. in Zach. 12:11: PL
25:1515. — 4 Cf. Jue 5:2s. — 5 Cf. 2 Sam 1:195. — 6 En la Biblia conocemos
otras composiciones alfabéticas. Así Sal 9; 10; 25; 34; 371 III; 112; 119; 145;
Prov. 31:10-31; Nah 1:2-8. En el Sal 10,7-8 se da la inversión del phe y 'ain. —
7A. Ρεννα, Geremia 375. — 8 Flavio Josefo, Antiq. X 5:1; Targum, Baba bathra
153. — 9 “Et factum est, postquam in captivitatem redactus est Israel, et lerusa-
lem deserta est, sedit Teremias flens, et plnnxit lamentationc hac in lerusalem, et
amaro animo suspirans, et eiulans, dixit.” — 10 Cf. Orígenes, en Euseb., H. E. VI
25; San Epifanfo, Adv. haer. 8,6: PG 41:213; San Hilario, Pro/, in P.s. n.15: PL
c.241; San Jerónimo, Pro/. G ale alus: PL 28,551. — 11 Lam 1:15; 2:13, y Jer
8:21s; 14:17. — 12 Lam 1:16; 2:11.18; 3:485, y Jer 9:1.18 (Vg.); 13:17; 14:17.
— 13 Lam 1:14, y Jer 27:2. — 14 Lam 2:14; 4:135, y Jer 2:8; 5:31. — 15 Lam
2:20; 4:10, y Jer 19:9. — 16 Lam 1:5.8, y Jer 14:7; 16:10s. — 17 Lam 1:2.19, y
Jer 2:18. — 18 Lam 1:3, y Dt 28,65; Lam 1:5, y Dt 28:44. — 19 Entre ellos,
Budcle, Lóhr, Driver, Konig, Sellin, Streane, Pfeiffer. — 20 Así Goetsberger,
Dennefeld, Notschcr y Clamen — 21 Cf. Jer 37:5-10. — 22 Cf. Jer 24:8-10. —
23 Cf. M. Lóiir, Der Sprachgebrauch des Buches der Klagelieder: Zatw 14 (1894) 31-50.
— 24 Cf. Lam 1:1, e Is 47:85; 54:4; Lam 3:20, e Is 53:6; Lam 2:4, y Ez 24:16;
Lam 4:11, y Ez 5:13; Lam 3:6, y Sal 143:3; Lam 3:24, y Sal 119:57. — 25 Cf. A.
Penna, o.c., p.377.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
como expresión de un alma lacerada que por encima de las leyes lógi-
cas de la inteligencia tiene las del corazón.
Se suele dividir esta primera lamentación en dos partes: a) 1-
11, en que habla el poeta (excepto en el v.8 y 11); b) 12-22: habla
Sión (excepto el v.17).
1
Alef. — ¡Cómo se sienta en soledad la ciudad populosa,
es como viuda la grande entre las naciones; la señora de
provincias ha sido hecha tributaria!
899
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pesa como una fría losa sobre el alma del desgraciado; por eso, en esas
horas de intimidad y de sinceridad corre el llanto por sus mejillas.
Sólo el desahogo de las lágrimas puede compensar algo la tremenda
tragedia interior de la dama desolada. Por otra parte, en la hora trágica
del infortunio, en la hora de la verdad, le fallaron todos sus amigos.
Sión había confiado en Egipto y en la alianza de otros pueblos 3; pero,
cuando la ciudad ha sido convertida en un montón de ruinas, no tiene
quién la consuele. Es el patrimonio de todo el que ha sido visitado por
el infortunio: los que antes creía sus amigos, se le volvieron enemigos.
3
Guímel. — Emigró Judá a causa de la aflicción y de la
gran servidumbre; está sentada entre las gentes sin hallar
reposo; todos sus perseguidores le dieron alcance y la es-
trecharon.
Asolada la ciudad, los habitantes que quedaron sin ser llevados al des-
tierro emigraron voluntariamente a causa de la aflicción y de la gran
servidumbre. El yugo babilónico era demasiado pesado 5. Pero Judá
tampoco encontró reposo en el exilio, sentada entre las gentes. Sus
enemigos siguieron persiguiéndola “en desfiladeros estrechos,” según
dice el texto hebreo.
4
Dálet. — Los caminos de Sión están en luto por 110
haber quien venga a las solemnidades. Todas sus puertas
están desoladas, sus sacerdotes gimiendo, sus vírgenes es-
cuálidas, y ella llena de amargura.
El estado de la ciudad no puede ser más triste: los caminos que con-
ducían a Sión, antes rebosantes de peregrinos, ahora están en luto, de-
siertos: no hay quien venga a las solemnidades. Por la mente del pro-
feta pasa el gozoso recuerdo de los millares de peregrinos que avanza-
ban hacia la Ciudad Santa con cantos alegres de acción de gracias por
las cosechas. Ya no hay solemnidades o fiestas litúrgicas tradiciona-
les, hitos durante el año de la vida religiosa: las tradicionales fiestas de
Pascua, de Pentecostés y de Tabernáculos, en las que se presentaban
las primicias de los cereales y de los frutos impetrando protección pa-
ra el próximo año agrícola. Ya no salen a recibir a los peregrinos los
sacerdotes, que ahora están gimiendo. Las mismas vírgenes, que en
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Jerusalén es presentada ahora como una cortesana que por sus pecados
es convertida en objeto de aversión 11, despreciada de los que antes le
hacían el amor, porque vieron su desnudez 12. Jerusalén, humillada por
su Dios, ha descubierto sus pecados, presentándose como una mujer
pública que ha mostrado impudentemente sus atractivos sexuales 13. Y
Jerusalén misma se avergüenza de su estado menstrual y vuelve el ros-
tro.
9
Tet. — Su inmundicia manchaba sus vestiduras, y no se
cuidaba de su fin, y cayó de modo sorprendente, sin que
nadie la consolara. Mira, ¡oh Yahvé! mi aflicción, mira la
arrogancia del enemigo.
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18
Sade. — Justo es Yahvé, pues yo fui rebelde a sus man-
datos. Oíd, pueblos todos, y contemplad mi dolor: mis
doncellas y mis mancebos han ido al cautiverio.
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1 Cf. Lam 2 y 4. — 2 Cf. Is 47:8. — 3 Cf. Jer 4:30; 30:14; 2 Re 24:2; Sal I37:6s; Ez
26:3; 29:6s; Jer 28:5. — 5 Cf. Jer 40,11; c.42-43. — 6 Cf. Ex 15:20; Jue 21:21;
Sal 68:25; Jer 31:13- — 7 Cf. Prov 31:23; Jer 26:10; 1 Re 22:10; 2 Re 7:1; 2
Crón 32:6; Job 29,7. — 8 Cf. Lam 2:1. — 9 Cf. Jer 32:7ss. — 10 Cf. Jer 39:48.
— 11 Lit. el hebreo dice “menstruo,” considerado como de suma impureza legal
(cf. Lev 15:19). — 12 Eufemismo por “sus vergüenzas.” — 13 Cf. Is 47:3; Jer
13:26; Ez 16:37; Os 2:5; Nah 3:5- — 14 Cf. Jer 2:34; 13:22. — 15 Cf. Dt 32:29;
Is 47:7- — 16 Cf. Jer 48:26.42. — 17 Cf. Jer 52:175; Ez 44:7. — 18 Cf. Act
21:28-29. — 19 El TM dice “No vosotros,” que es ininteligible. Hemos seguido a
los LXX, conforme al contexto. — 20 La Bible de Jérusalem: “ha enviado fuego
que ha hecho descender sobre mis huesos*. Streane: “envió fuego a mis huesos y
los dominó.” — 21 Jeremías habla de un fuego que consume sus entrañas; es el
fuego clei celo abrasador por la causa de Yahvé. Cf. Jer 20,9. — 22 Cf. Sal
18:17; 102:20. — 23 Sobre esta imagen, cf. Os 5:1; 7:12; Ez 12:13; 17:20; 10,8;
907
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Sal 9:16; 31:5. — 24 El verso es traducido de muy diversos modos: Cantera: “Ha
vigilado sobre mis peca- — dos, en su mano se han entretejido, gravitan sobre mi
cuello.” Streane: “El yugo de mis transgresiones es atado por su mano. Están en-
tretejidos sobre mi cerviz.” — 25 Cf. Os 1:7; Is 13:3; Jer 46:10; Ez 39:17. — 26
Así Streane, o.c., 335; cf. Jer 46:10; Is 34:6; Ez 39:175; Sof 1:7. — 27 Cf. Jer 2:36;
4-31; Is 1:15- — 28 En hebreo, lit. “menstruo.” — 29 Cf. Am 5:18; Sof 1:14. — 30
Cf. Jer 50,11-13. — 31 Cf. Dt 32:41s; Sal 58,7-12; 137:7-9; Jer 18:21-23.
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6
Wau. — Derribó su tienda como cabana de viña 5, des-
truyó su santuario. Yahvé ha hecho cesar en Sión las festi-
vidades y los sábados, y, en el ardor de su cólera, rechazó
al rey y al sacerdote.
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de Dios, ya que muchas veces les había amenazado con la ruina to-
tal12. Pero Israel no se preocupó de las advertencias antiguas, y se ha
convertido por su culpa en objetivo y burla de sus enemigos; pero to-
do ha estado previsto y anunciado por Dios.
18
Sade. — Clama al Señor desde tu corazón 13, ¡virgen
hija de Sión! derrama lágrimas a torrentes día y noche, no
te des reposo, no descansen la niñas de tus ojos.
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que las Lamentaciones no son de Jeremías. Pero puede tener un alcance hiperbó-
lico, como otras de Jeremías. — 8 Cf. Jer 1:20; Prov 7:23; Job 16:13; Sal 62:9. —
9 Cf. Job 38:16; Sal 104:25. — 10 Cf. Jer 5:31; 6:13-15; 14:14; 23:115s; 27:9; Ez
13:28. — 11 Cf. Sal 48:3; Ez 16:14; 25:6; Jer 18:16; 19,8; 49:17; Job 27:23; Sal
22:14; 35:16; Job 16:9. — 12 Cf. Lev 26:14-38; Dt 28:15-68. — 13 Lit. en
hebreo dice: “clama su corazón al Señor, muro de la hija de Sión,” lo que no
hace sentido. — 14 Más tarde, en tiempos de los romanos, se dividía en cuatro
(Mt 14*25).
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res orientales.
7
Guímel. — Me cercó por todos los lados, sin dejarme sa-
lida; me puso pesadas cadenas. 8 Guímel. — Y aunque
clamo y voceo, no se hace accesible a mi oración. 9 Guímel.
— Cerró mis caminos con sillares de piedra, torció todos
mis senderos.
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1 Cf. Jer 15:10; 17; 20,7. — 2 Cf. Job 16:12; 19,8.12; 30,23. — 3 Cf. Job 16:12. — 4
Job 19,8. — 5 Cf. Sal 2:9. — 6 Cf. Job 19:19; 30:16-18. — 7 Cf. Sal 143:3; Job
10,21-22. El seol hebreo es similar al hades de los griegos y al arallu. babilónico:
región de tinieblas y de tristeza, cuyos moradores llevan una vida lánguida, pero
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
sin dolores. Cf. E. F. Sutcliffe, S.I., The Oíd Testament and the future Ufe p.36;
Salman-ticensis (1954) 1:343-304- — 8 Cf. Jer 20:2. — 9 Cf. Job 19:7; 30,20;
Sal 22:3; 88:15. — 10 Cf. Lam 4:12.13; 2:4; Job 6:4; 16:125; Sal 38:3; Job
41:20. — 11 Así según algunos manuscritos; el TM dice “de mi pueblo.” — 12
Cf. Jer 20,7; Job 12:4. — 13 Cf. Job 4:7; 9:4s. — 14 Cf. Job 9:18; Jer 9:15. — 15
Cf. Job 7:21; 10,2.20; 16:20; Jer 15:15; 18:20; 20:11. — 16 Cf. Sal 16:5; 73:26;
119:57- — 17 Cf. Dt 4:29-31; Jer 18:11; Ez 33:11; Sal 130,6.7; Miq 7:7; Prov
22:6; Eclo 51:26; Job 2:13; Is 3:26; Job 42:6; Is 50,6; Sal 103:9. — 18 Cf. Jer
7:55; 22:133; 34; 115; 51:28-30. — 19 Cf. Sal 33:9; Is 41:23; 45:7; Sof 1:12. —
20 Cf. Sal 25:1; 86:3; 143:8;·Jl 2:12-13. — 21 Cf. Sal 97:28; Is 59:1.2. — 22 Cf.
Jer 48:43; Is 24:17. — 23 Cf. Jer 38:6-13. — 24 Cf. Sal 42:8; 69:2; 88:12. — 25
Cf. Jer 11:19-20; 15:15; Sal 109:65. — 26 Cf. Sal 3:2; 18:40; 28:4; 59:2; 138:2;
139:2. — 27 Cf. Jer 3:17; 7:24; 9:13
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Ante la presencia de estos culpables, errantes como ciegos por las ca-
lles, las gentes darán un grito de alerta como ante un leproso: ¡Apar-
taos! ¡Un inmundo! 13 Una profunda execración por parte del pueblo
les acompaña por doquier como culpables de tantos crímenes y como
cubiertos de la maldición divina. Naturalmente, todas éstas son esce-
nas creadas, con fuerte dramatismo, por la imaginación del poeta para
resaltar la culpabilidad de los sacerdotes y profetas falsos, que no
cumplieron debidamente con su misión. Después de la catástrofe eran
despreciados por su pueblo y aun por las naciones cuya amistad hab-
ían antes fomentado. Parece el profeta aludir con estas frases al des-
precio general con que fueron recibidos en los pueblos circunvecinos
los jefes judíos, que huyeron, después de la toma de Jerusalén por Na-
bucodonosor, a Egipto y otras naciones antiguas aliadas de Judá.
16
Ayin. — Yahvé mismo los dispersó y no volverá a ellos
su mirada. No hubo respeto para el sacerdote, ni piedad
para el anciano.
En realidad, ha sido el mismo Yahvé quien los dispersó entre las na-
ciones para ser prófugos entre pueblos extraños. Los ha echado de la
tierra de Yahvé, y allá lejos no sentirán la mirada protectora de su
Dios. Al aparecer como malditos de Yahvé, el pueblo no tuvo respeto
ni consideración para los que constituían la jerarquía normal de la na-
ción: los sacerdotes y los ancianos. Como prófugos, huyendo de la faz
de su Dios, llevan un estigma por doquier que los hace abominables a
todos. La maldición y persecución de Yahvé los seguirá aun en tierras
extranjeras.
17
Pe. — Se consumían aun nuestros ojos esperando nues-
tra ayuda. Iban esperanzadas nuestras miradas hacia un
pueblo que no pudo librarnos.
930
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
nosor. Sin duda que alude a las esperanzas puestas en las tropas del
faraón egipcio Hofra, que les había prometido rápida ayuda militar 14.
Jeremías siempre se opuso a estos cálculos humanos. Para él, la única
política viable era la de Dios, único que podía salvarlos.
18
Sade. — Espiaban nuestros pasos para impedirnos pa-
sar por nuestras calles. Nuestro fin se acercaba, se cumpl-
ían nuestros días y ciertamente llegó nuestro fin.
Ahora pasa el poeta a describir las escenas de los fugitivos que habían
logrado escapar del cerco de Jerusalén: por los montes eran cazados
como alimañas 15, sin esperanza de salvación, ya que los enemigos
eran velocísimos y maestros en poner emboscadas por los montes. y el
desierto 15 *.
20
Res. — El que era el aliento de nuestra boca, el ungido
de fue capturado en su trampa, Yahvé, aquel de quien dec-
íamos: A su sombra viviremos entre las naciones.
931
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. Lam 2:14; 4:13. — 2 Cf. Jer 6:30; Ez 22:18. — 3 Cf. Dt7:6; 14:2; Jer 2:3. — 4
Cf. Is 13:22; 34:13; 35:7; Jer 9:10; Miq 1:8; Job 30:29. — 5 Cf. Núm 6:2-21.
Muchos autores traducen, en vez de nazareas, príncipes. — 6 Así según el TM.
Algunos corrigen la palabra hebrea que traducimos por alimento por otra parecida
que significa sepulcro. Pero los LXX siguen el texto masorético hebreo. — 7 Cf.
2 Re 6:28-29: en el sitio de Samaría. — 8 Cf. Flavio Josefo, Bell. lud. VI 20is. —
9 Cf. Jer 7:4. — 10 Cf. 2 Re 19:34.35- — 11 Cf. 2 Re 19:345. — 12 Cf. Jer 28:9.
— 13 Cf. Lev 13:45. — 14 Cf. Jer 37:5; Is33:6. — 15 Cf. Jer52:8s. — 15* Cf.
Jer 39:4- — 16 Séneca llama al emperador “espíritu vital” (De clementia I, 4). —
17 Cf. 1 Sam 2:10; 2 Grón 6:42; Abd 3:13. — 18 Us estaba localizado entre Ara-
bia e Idumea. Falta en el texto griego. — 19 Cf. Jer 49:7-22. — 20 Cf. Jer
25:15ss. — 21 Cf. Lam 1:8; Gen 9:21; Nah 3:5; Jer 13:22. — 22 Cf. Is 40:1.
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Yahvé está enojado por los pecados de su pueblo, pero los sufrimien-
tos pasados son tantos, que bien pueden calmar su ira justamente de-
rramada. Debe tener, pues, presente la tristísima situación de su pue-
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Βaruc.
Introducción.
937
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
La opinión tradicional es que este libro es de Baruc, secretario
de Jeremías, como reza el título del mismo: “Palabras que escribió
938
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Baruc, hijo de Nerías., en el año quinto. después que los caldeos toma-
ron Jerusalén y la incendiaron.” 11 Dadas las múltiples alusiones al
libro de Jeremías, el libro de Baruc y la Epístola de Jeremías se cita-
ban con el nombre de Jeremías en los primeros siglos 12, y ésta es la
razón de que Baruc falte en la enumeración de muchos catálogos
canónicos.
Sin embargo, los comentaristas modernos difícilmente reco-
nocen la paternidad literaria del secretario de Jeremías a este opúsculo
que lleva el nombre de Baruc. Las razones son, sobre todo, de índole
histórica: la introducción histórica (1:1-14) parece totalmente artificial
y llena de inexactitudes históricas difícilmente comprensibles en un
autor que viviera en Babilonia en los primeros años del exilio. Así, no
es fácil que el rey Jeconías — encarcelado — asistiera a la lectura del
libro de Baruc 13. También parece extraño lo que se dice del retorno de
los vasos sagrados llevados por Nabu-codonosor 14, y el ruego a los
judíos que están en Palestina para que oren por Nabucodonosor 15 y
por su hijo Baltasar (que fue hijo de Nabónides, último rey de Babilo-
nia). Además, se dice que el sumo sacerdote de Jerusalén era Joaquim,
cuando sabemos por 1 Par 6:15 (5:41) que el sumo sacerdote era Jose-
dec, que estaba en Babilonia y no en Palestina.
Es rara también la suposición de que sobre las ruinas humean-
tes del templo continuaran los sacrificios normalmente, cuando sabe-
mos que el altar de los sacrificios fue reedificado después de la repa-
triación 16. Por otra parte, se sugiere que Bar 1:15-2:18 depende de
Dan 9:4-19, que es de la época macabea (166-165 a.C.).
A esta argumentación contestan los mantenedores de la tesis
tradicional que se puede suponer que el rey Jeconías gozara de una
libertad relativa, y así es concebible que escuchara la lectura de Baruc.
Por otra parte, el sacerdote Joaquim puede considerarse como un re-
presentante de Josedec en Palestina. Respecto de los sacrificios en las
ruinas del templo, sabemos por Jer 41:5 que se continuaban ofrecien-
do sacrificios en el lugar del templo después de su destrucción. En
cuanto a la mención de Baltasar como hijo de Nabucodonosor, dicen
estos autores que bien pudiera ser un hijo desconocido de éste, aparte
de su heredero Evil-Marduk. Respecto de la supuesta dependencia de
Bar 1:15-2:18 de Dan 9:4-19, pueden invertirse los términos, ya que
en Daniel el fragmento parece desplazado del contexto, de forma que
probablemente es una adición posterior. La semejanza de Bar 5:5-9 y
939
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Canonicidad.
El libro de Baruc no figura en el canon judaico; sin embargo,
hay indicios de que formó parte de él por algún tiempo, pues además
de haberlo traducido los LXX, Teodoción — que sólo tradujo los li-
bros canónicos judaicos — lo vertió al griego. Por otra parte, Baruc
aparece en las antiguas listas judaicas con el título de “Jeremías con
Baruc, Lamentaciones y la Epístola.” 20 Además, sabemos por ciertos
testimonios cristianos primitivos que Baruc era leído en las sinagogas
21
. En la tradición cristiana es común la aceptación de Baruc como
canónico e inspirado 22. Sólo en el siglo IV hay dudas transitorias so-
bre su canonicidad, debidas a la posición de San Jerónimo. A pesar de
la opinión adversa de éste, la Iglesia lo recibió en el canon entre los
deuterocanónicos.
1 Cf. Jer 36:26. — 2 Su hermano Serayas tenía un alto cargo en la corte del rey Sedéelas (cf.
Jer 51:59). — 3 Cf. Jer 46:4. — 4 Cf. Jer 32:12s. — 5 Cf. Jer 43:6s. — 6 Según Fl. Jo-
sefo, Nabucodonosor llevó a Jeremías y a Baruc a Babilonia después de tomar Egipto (cf.
Antiq. 10,9.7). — 7 Así dice en el prólogo al Com. a Jer.: “Libellum autem Baruch qui vul-
go editioni Sep-tuaginta copulatur, nec habetur apud hebraeos, et pseudoepigrafon Epístola
leremiae nequáquam censui disserendam” (PL 24:680 706). — 8 Prueba de la existencia
del texto hebraico primitivo es que Orígenes en el texto de Bar pone asteriscos y
obelos, como en los demás libros. En la versión siro-hexaplar se dice a propósito
de 1:17 y 2:3: “esto no está en el hebreo.” Además, en esta versión a veces se
940
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
ponen las variantes de Teodoción, el cual sólo tradujo libros del hebreo o arameo.
Admiten un original hebraico para todo el libro de Bar, entre otros, Kónig, Con-
damin, Harwell, Goets-berger, Whitehouse, Charles. — 9 Así, en 1:10 se confun-
de man (maná) con minjah (oblación); en 1:22, el verbo 'abad se traduce por
“obrar” en vez de “servir” a dioses extranjeros; en 2:25 se vocaliza dabar (pala-
bra) en vez de deber (peste). Véase H. Hopfl-Miller-Metzinger, Introd. spec. in
V.T. p.457 (Roma 1945). — 10 Dudan de la autenticidad de este fragmento E.
Schürer, The Jewish People 2.3.191. 195; Y J· T. Marshall (Hasting, Dict. ofthe
Bible II 578). — 11 Bar 1:1. — 12 San Agustín: “Hoc testimonium (Bar 3:36-38)
quídam non leremiae, sed scribae eius attribuerunt, qui vocatur Baruch, sed lere-
miae celebratius habetur.” — 13 Bar 1:3. 15 Bar 1:11. i” Bar i,8s. 16 Cf. Esd 3:2.
— 17 Cf. Kalt, Zur Echtheitsfrage von Baruch I-III 8. Citado por L. Dennefeld,
o.c., ρ·437· — 18 Cf. P. Heinisch, Zur Entstehung des Buches Baruch: “Theolo-
gie und Glaube,” 20 (1928) 696-710. — 19 Cf. A. M. Dubarle, Les Sages d'Israel
p.i32. — 20 Swete, Intr. 203-10. Citado por Saydon, o.c., p.548. — 21 Asi lo
afirman las Constitutiones Apostolorum 5:20: PG 1:896. — 22 Cf. Orígenes, In
Ex. hom.7:2: PG 12:342; San Atanasio, Ep. fest. 39: PG 26:1177. San Cirilo De
Jerusalén, Catech. 4:35: PG 33:5po: “leremiae cum Baruch, Lamentationi; bus et
Epístola unus líber”; Conc. Laodicenum, hacia el 360 p. C. (cf. EB 9); Atenág.,
Legat. pro christ. 9: PG 6:908.
da para computar esta fecha. Muchos creen que ese año quinto es a
partir de la toma de Jerusalén en 586, de modo que la lectura habría
tenido lugar en el año 581-580 a.C. Es lo más probable. Entonces la
frase al tiempo en que los caldeos tomaron Jerusalén (v.2) habría que
entenderla en el sentido de después que los caldeos tomaron Jerusalén
l. El libro es leído a los deportados de Babilonia, entre los que está el
rey Jeconías, hijo de Joaquim, que después de tres meses de reinado
fue llevado cautivo en la primera deportación del 598, sucediéndole en
el trono su tío Sedecías 2. Conocemos hoy día, por las inscripciones
cuneiformes, el trato que se le daba en la corte de Nabucodonosor 3.
Fue puesto en libertad vigilada por el sucesor de Nabucodonosor,
Evil-Marduk4.
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1 Otros autores prefieren leer, en vez de año quinto, “mes quinto” del mismo año en
que fue tomada Jerusalén. — 2 Cf. 2 Re 24:8; Jer 22:24-30. — 3 Cf. A. Βεα, Ko-
nig Jojachin in Keilschrifttexten: Bi 23 (1942) 78-82. — 4 Cf. 2 Re 25:27-30; Jer
52:31-34. — 5 Cuando la destrucción de Jerusalén, el sumo sacerdote era Serayas
(Jer 52:24). — 6 Cf. 2 Re 24:13; 25:13-1? — 7 Cf. Dan 5:2; 11:13; 18:22. — 8
Cf. W. Stoderl, Zur Echtheitsfrage von Bar. 1:3-8 (Münster 1922) 21s. Citado
por. Saydon en Verbum Dei II 550. — 9 Cf. 1 Re 8:2; 12:32. — 10 Cf. Dan 9:11-
17. — 11 Cf. Lev 26:14-39; Jer 11:2s.
sotros.
Plegaria (11-18).
11
Y ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo
de la tierra de Egipto con mano fuerte, con señales y pro-
digios, con poder grande y brazo tendido, y te adquiriste
un nombre, como se ve al presente, 12hemos pecado, hemos
cometido impiedades e injusticias, Señor, Dios nuestro,
contra todos tus justos preceptos. 13 Apártese tu ira de no-
sotros, pues hemos quedado reducidos a poco en medio de
las naciones en que nos dispersaste. 14Escucha, Señor,
nuestra oración y nuestra plegaria, líbranos por amor de ti
y danos gracia en presencia de los que nos deportaron, 15
para que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, Dios
nuestro, que tu nombre es invocado sobre Israel y sobre su
linaje. 16Señor, mira desde tu santa casa y piensa en noso-
tros; inclina, Señor, tu oído y escucha. 17Abre tus ojos y
mira que no proclaman la gloria y la justicia del Señor los
muertos que están en el hades, cuyo espíritu abandonó sus
entrañas. 18Mas sólo el alma entristecida por la grandeza
de los males que padece, que camina encorvada y débil,
apagados los ojos y el alma hambrienta, pueden, Señor,
pregonar tu gloria y tu justicia.
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1 Cf. Lev 26:29; Dt 28,53; Jer 19:9; Lam 2:40; 4:10. — 2 Cf. Sal 33:13-14; 80,15; 1
Re 8:30. — 3 Cf. Sal 104:29; 146:4; 6:6; 88:11; 115:17. — 4 Cf. 2Mac6,18; Sab
5.16s. — 5 Cf. Jer 36:7; Ez 7:8; 14:10; 20:8; Jer 27:6-11.12-15. — 6 Cf. Lam
3:22; Jer 4:27; 5:10. — 7 Cf. Lev 26:14-39; Dt 28,62. — 8 Cf. Lev 26:40-45; Dt
30:1-10, — 9 Cf. Jer 32:39; Ez 11:19; 36:26. — 10 Cf. Jer 31,31ss; 32:40.
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Dios.
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1 Esta última parte del verso es oscura y muy diversamente traducida: ¿Sin que al fin
quede rastro de sus obras? (Cantera). “Cuyas obras son insondables* (Denne-
feld). — 2 Cf. Ez 28:4-5; Zac 9:2. — 3 Cf. Coment. a Jer 49,7. — 4 Cf. Abd 8; Is
29:14; Jer 49,7. — 5 Cf. Gen 37:25; 25:2. — 6 Cf. Gen 6:4; Sab 14:6; Eclo 16:8.
— 7 Cf. Job 28:23. — 8 Cf. Atenágoras, Legatio ad Christianos: PG 6:908. — 9 Así
Whitehouse y Goettsberger.
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ria de Dios.
1 Cf. Dt II.2255. — 2 Cf. Ex 3:15; Job 18:17; Prov 10:7. — 3 Cf. Os n,3s; Dt 1:31; 32:10;
Is 63:10. — 4 Cf. Is 51:18. — 5 Cf. Dt 28:49; Jer 5:15s — 6 Cf. Is 28:11; 33:19;
Jer 5:15; Ez 3:5-6; Dan 8:23; Lam 5:12-13 — 7 Cf. Is 43:1; 45:4; Dan 1:7. — 8
Cf. Jer 50:40. — 9 Cf. Is 13:21-22; Jer 51:37- — 10 Cf. Is 49:18; 60:4.
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Autenticidad y contenido.
Se ha destacado el carácter de esta epístola, similar a la glosa
del Targum a Jer 10:11. Por la forma literaria, el texto se parece a la
epístola escrita a los cautivos por Jeremías, recogida en Jer 29:15. Se
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Introducción (1-6).
Copia de la epístola que remitió Jeremías a los que habían
sido llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey
de los babilonios, a fin de comunicarles lo que Dios le hab-
ía ordenado. 1Por los pecados que habéis cometido contra
Dios, fuisteis llevados cautivos a Babilonia por Nabucodo-
nosor, rey de los babilonios. 2Llegados, permaneceréis ahí
muchos años, un tiempo largo, hasta siete generaciones,
pasadas las cuales, os sacaré de ahí en paz. 3 Ahora bien,
en Babilonia veréis dioses de plata, de oro y de madera,
llevados a hombros, que infunden temor a los gentiles. 4
Cuanto a vosotros, guardaos de asemejaros a los extranje-
ros, y que el temor de tales dioses no se apodere de voso-
tros 5 al ver la multitud apiñada delante y detrás de ellos,
adorándolos. Vosotros decid en vuestro corazón: A ti, Se-
ñor, se te ha de adorar. 6 Mi ángel está con vosotros y es
quien os pedirá cuenta.
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cio: los sacerdotes toman parte de las ofrendas para ellos 10, y, por otra
parte, las mujeres en estado de impureza se atrevían a acercarse a los
ídolos y a participar en los banquetes sagrados, lo que estaba estricta-
mente prohibido en la legislación hebrea 11.
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de los votos 16; da luz a los ciegos 17, ayuda en la necesidad 18, pres-
tando particular auxilio a los huérfanos y a las viudas 19. Nada de esto
pueden hacer los ídolos babilónicos, sacados con tanta pompa en pro-
cesión por las calles de Babilonia. No deben, pues, los israelitas mos-
trar ninguna inclinación ante semejantes simulacros, impotentes para
todo, semejantes a piedras sacadas del monte (ν.3δ).
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sino lo que quieran los artífices. 46 Los mismos que los fa-
brican no viven largo tiempo, ¿cómo va a vivir lo que ellos
fabricaron? 47 Han dejado para los venideros mentira y
oprobio. 48 Cuando sobre ellos viene la guerra o la cala-
midad, deliberan entre sí los sacerdotes dónde podrán
ocultarse con ellos. 49¿Cómo, pues, no comprenden que no
son dioses los que ni a sí mismos se libran de la guerra ni
de las calamidades? 50Luego se ve que, siendo de madera,
dorados y plateados, son un embuste para todas las nacio-
nes y los reyes, y quedará manifiesto que no son dioses, si-
no obras humanas, y que no hay en ellas nada divino.
51
¿Quién, pues, no conocerá que no son dioses? 52 No
podrán jamás hacer un rey en la región ni dar a los hom-
bres la lluvia. 53 Su propia causa no podrán defenderla ni
protegerse contra la injusticia por su impotencia. 54 Son
como las cornejas, que vuelan entre el cielo y la tierra. Y si
alguna vez prende el fuego en los templos de estos dioses
de madera dorada o plateada, sus sacerdotes se salvan con
la huida, pero ellos se queman como vigas en medio de las
llamas. 55 Ni a un rey ni a los enemigos resistirán. 56
¿Cómo, pues, admitir o pensar que son dioses?
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Ezequiel.
Introducción.
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Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es
similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías.
Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la
conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio,
auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influen-
cia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao
II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejér-
citos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le
sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.);
le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que
había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta
Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías,
Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco des-
pués el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas
acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección
del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor
hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá,
Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca cal-
deo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que
devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo
asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías,
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Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos ca-
sos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista
y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello re-
sulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general,
parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la ver-
sión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los pa-
piros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido
al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto,
anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide
han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de
la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta
muchas variantes de los LXX.
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Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. — La teología de Ezequiel sigue las
líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos,
Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justi-
cia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra
“santa,” sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor
único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que apa-
recen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los
distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino
animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa me-
sopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los
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pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amo-
rosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero
esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38.
Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha
sido encontrada por Yahvé en el desierto como una “expósita” y ha
sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuen-
cia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separán-
dose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su
propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena me-
recida por las generaciones “rebeldes” que se han sucedido en Israel
desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. — Una de las ideas nuevas en
la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en
sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética
prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del
pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una co-
lectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante
todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque
la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese su-
puesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méri-
tos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los
hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo
eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel “el campeón y teorizante del
individualismo”44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había
tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la
conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del indivi-
duo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y for-
mula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se
quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepa-
sados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo
estado de cosas: “¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los
padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida,
dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta
morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre
la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniqui-
dad del malvado”45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: “En
esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los
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hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia ini-
quidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera”46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se
arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: “Todos los pecados
que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá.
¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que
se convierta de su mal camino y viva?”47 Esta doctrina está muy por
encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de
cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta
perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se
planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación
entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre to-
do en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la
retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha
llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución
individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. — Sus ideas mesianicas adolecen de na-
cionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada
a la restauración de Israel como nación. En sus “idealizaciones”
sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como
centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la
próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva.
Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta
vislumbres de un “Mesías” personal. En 17:22-24 habla de un retoño
de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en
un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31
se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual
apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese
nuevo Pastor — como el rey David — será el lugarteniente de Yahvé:
“Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas”
(las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de
las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un
príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los des-
cendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se
refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. — Se ha acusado a Ezequiel de
haber sido el creador del “alma judaica” en sentido peyorativo, como
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Sobre los vivientes que tienen sus alas extendidas en alto, formando
como una plataforma, había una placa sólida como firmamento de
cristal (v.22); es la base del trono divino que se explicará a continua-
ción. Al agitarse las alas se oía como un ruido ensordecedor semejante
a la voz del Omnipotente 10, es decir, del trueno, o como el estruendo
de un campamento militar que se pone en movimiento (v.24). El pro-
feta oyó como una voz majestuosa que hizo parar el cortejo (v.25) 11.
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1 Cf. A. Jeremías, Das A.T. im Lichte des A. Oriente (Leipzig 1916) p.617s. — 2 Cf.
Ez 3:14.22; 8:1; 33:22; 37, i; 40,1. — 3 Antes de los hallazgos de los karibu asi-
rios se solía interpretar el texto en el sentido de que cada animal tenía cuatro “ros-
tros,” lo que hace ininteligible el texto. — 4 Cf. H. Gressmann, Alt. Orient. Text.
und Bild. (Berlín 1926) II ñg. 165:168. — 5 Los Santos Padres tomaron de esta
visión los símbolos de los cuatro evangelistas. — 6 Cf. Is 6:1. — 7 Cf. Les Che-
rubins: DBS i (1928) 74353, y Dhorme-Vincent, Les Cherubins: RB 35 (1926)
328-358. — 8 Cf. Zac 2:1; 2:3; 6:5. — 9 Cf. Ex 3:2.5; 19:18; 24:17; Dt 4:12. —
10 Cf. Ez 10:5; Job 37:48; Sal 29:3-9- — 11 La última parte del v.25 falta en los
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LXX. — 12.Cf.AP4:3. — 13 Cf. Is 6:5; Jue 13:20; Tob 12:16; Dan 8:17. — 14
Sobre esta visión inaugural de Ezequiel pueden verse, además de los comentarios
citados, los artículos siguientes: A. Van Hoonacker, Le títre primitif du livre
d'Ez.: “Revue Biblique Int.,” 9 (1912) 241-243; J- Goppens, Deux passages obs-
curs du livre d'Ez. 1:25 et 1:18: “Muséon,” 47 (1934) 259-263.
Ezequiel recibe una misión ingrata de parte de Yahvé. Tiene que pre-
dicar a un pueblo rebelde, de corazón empedernido. Dios le ordena
levantarse del estado de postración, llamándole con la extraña deno-
minación de hijo de hombre (v.1), que se repetirá constantemente en
las visiones de Ezequiel. Parece significar simplemente hombre, o per-
teneciente a la raza humana, en el sentido de ser frágil e impotente, en
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los habitantes del reino del norte) y tenemos “grosso modo” los ciento
noventa años del texto para la casa de Israel; y para la casa de Judá,
partiendo de la misma fecha 538 y sumándole cuarenta años, llega-
mos al 578, que se aproxima a la fecha crucial del 586, en que tuvo
lugar la definitiva deportación de Judá. Siempre hay un margen de
inexactitud en las cifras, que no han de tomarse al pie de la letra, sino
como números redondos. No faltan autores que niegan la realidad del
hecho, suponiendo que todo ello es una alegoría. Partiendo del supues-
to de que Ezequiel estuvo inmóvil por una enfermedad enviada por
Dios, no tiene nada de inverosímil la realidad histórica de esta acción
simbólica: yo te ataré con cuerdas. (v.8). Aquí las cuerdas parecen
designar la voluntad de Yahvé de inmovilizarle hasta que se cumplan
los días fijados por el mismo Dios.
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1 Cf. Esd 2:59: “colina de la sal.” Algunos autores creen que Tel-Abib es una defor-
mación del babilónico tel-abubi (colina de la inundación). — 2 Cf. Is 52:8;
56:10; Jer 6:17; Ez 33:2.6-7. — 3 Cf. Ez 8:4; 37,is. — 4 Los comentaristas anti-
guos tomaban al pie de la letra las palabras del Dios, y así suponían que el profeta
se hizo atar (Knab.). Muchos autores modernos ven aquí una alusión a la supues-
ta epilepsia de Ezequiel (Klosterm.). Cf. BUZY, Les symboles de VA.T., p.212-
218. — 5 Así San Jerónimo, Trochen, Knabenbauer y Fillion. — 6 Así según los
LXX. Según el TM, son “trescientos noventa días.” — 7 Entre los orientales, el
sistema de buscar los puntos cardinales es mirar hacia el oriente, donde nace el
sol. De ahí que su izquierda es nuestro norte, y su derecha nuestro sur. — 8 Cf.
Lev 19:19; Dt 22:9-11. — 9 El sido pesaba unos 13 gramos más o menos. — 10
El hin era la sexta parte del baíh, que equivalía a unos 39 litros; por tanto, unhin,
6:55 litros. — 11 Cf. Dt 23:135. — 12 Cf. Ex 22:30; Lev 17:15; Dt 14:21. — 13
Cf. Lev7,18; 19,7; Js 65:4.
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1 Según los LXX, son cuatro partes, pero el contexto pide tres. — 2 Cf. Ez 11:14-15;
Jer 24:5-29; Núm 15:38. — 3 Cf. Ez 38:12. — 4 Jer 2:10. — 5 Cf. 2 Re 15:283; Lev
26:29; Dt 28,53; Lam 2:20; 4:10. — 6 Cf. Jer 7:34; Lev 26:31; Lam 1:1; 2:6; 3:11; Jer
18:16; 19,8.
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No pocos autores ven en estos versos una adición posterior por su esti-
lo convencional. El profeta anuncia que, una vez pasado el castigo,
cuando los judíos se hallen en la diáspora, sentirán una nostalgia de
Dios, y sentirán horror de sí mismos (V.9) al verse culpables de
horrendos crímenes. Yahvé los ha castigado por su corazón fornica-
rio, es decir, su propensión a la idolatría. Las relaciones entre Dios e
Israel eran concebidas al modo de las relaciones conyugales de dos
esposos. Por eso, todo culto a los ídolos era un adulterio, y sus actos
de culto, fornicaciones (V.9).
El profeta, por orden divina, debe mostrarse alegre a causa del cum-
plimiento de la justicia divina sobre su pueblo, aunque esto suponga la
catástrofe y la ruina. Los profetas tenían muchas veces que ahogar sus
más sagrados sentimientos patrióticos y familiares en función de exi-
gencias divinas. Eran los transmisores de la voluntad de Dios, y
ante esto debían declinar toda otra afección particular y personal.
Como Jeremías en Palestina, Ezequiel en Babilonia debe
anunciar la tragedia de su pueblo, en contra de sus naturales inclina-
ciones. Ante todo estaban los derechos de la justicia divina, y por eso
debía alegrarse del cumplimiento de la misma a costa de sus compa-
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1 Cf. 1 Re 12:20-35; 2 Re 17:29-32; Os 3:2; Jer 7:31; Is 15:2. Véase H. Vincent, Ca-
naan d'aprés l'exploration recente (París 1907) 90-151. — 2 Véase J. M. Lagran-
ge, Études sur les religions sémiíiques (París 1905) 2143. — 3 Cf. Am 7:9; Jer
26:9; Is 44:10-20. — 4 Cf. Jer 2:20. — 5 El TM dice “más que e! desierto hacia Dibla,”
localidad desconocida. Por otra parte, encontramos este nombre Diblí, en vez de Ríb/α, en Jer
52:9-10; 26-27. La mayoría de los críticos leen “desde el desierto hasta Ribla,” frase paralela
a la otra bíblica: “'Desde la entrada de J'amat hasta el torrente de Egipto” (Núm 13:21).
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1 Así según los LXX. El TM dice apariencia de fuego. El contexto pide la primera
lectura. Por otra parte, la palabra hebrea que designa fuego C~esh) es muy seme-
jante a la que iignifica hombre ('enosh).sig — 2 Los LXX leen el quinto mes. —
3 Cf. Ez i.is. — 4 Cf. Ez 1:3; 3:22. — 5 Cf. Mt 4:5- — 6 Cf. 2 Re 21:7. — 7 Cf.
2 Re 23:6. — 8 En los LXX falta “que provoca el celo,” que tiene visos de ser
una glosa. — 9 Aparece como hijo de Safan. En tiempos anteriores aparece un
secretario del rey Josías con este nombre.,Cf. 2 Re 22:3”; Jer 29:3; 36,ios. — 10
Cf. Lagrange, Études sur les religions sémiliques (1905) 3065; A. Lemonyer, Le
cuite des dieux étrangers en Israel. Tammouz-Adonis: RsPhT 4 (1910), 271-282.
— 11 Cf. 2 Re 23:11. — 12 A. Jeremías, Das A, T. im Lichte des Altens Orients
(1930) 75o.
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Después de haber cumplido la orden de señalar con una tau a los que
habían de ser preservados de la catástrofe, Yahvé, que estaba en un
trono sobre los querubines, como en la visión del c.1, dio orden al
hombre vestido de lino, o ángel director de los destructores, de tomar
en sus manos brasas encendidas del fuego que había entre los queru-
bines4 y después lanzarlas sobre la ciudad, sin duda con designios de
exterminio. En el v.7 es un querubín el que pone en manos del hombre
vestido de lino las brasas destructoras. El texto parece retocado, y de
ahí que esté algo confuso. La idea general es clara: Yahvé quiere
abandonar su morada y castigar a la Ciudad Santa con el incendio
de la guerra. El ejército babilonio invasor será el instrumento de su
justicia.
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1 Ex 28:495; Lev 16; Dan 10:5; 12:6s. — 2 Cf. R. Dussaud, Les inscriptions phéni-
ciennes du tombeau d'Ahiram, roí de Ryblos: “Syria” (1924) 136-157; A. Vacca-
ri, Institutiones Biblicae I ed.5.a (1937) 2193 tab.I. — 3 Cf. Ex. 12:13; Job 31:35.
— 4 Cf. Ez 1:4. — 5 Cf. Ez 1:8-10. — 6 Cf. Ex. 19:16. — 7 Cf. explic. al c.i. Véa-
se RB (1926) p.382.48153.
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1 Cf. Jer 21,8ss; 25:9; 27:6-16; 28:14. — 2 En Jer 1:13 la olla es el símbolo cíe la in-
vasión babilónica. — 3 Cf. 2 Re 25:63.18-21; Jer 52:933.24-27. — 4 El texto
hebreo puede traducirse “se han alejado de Yahvé.,” que hace perfecto sentido, y
así es entendido por muchos autores. — 5 Cf. Ez 3:17-21. — 6 Cf. Ex 19:5; 1
Sam 26:19. — 7 Cf. Jer 31:333; Os 3:5; Arn9:9; Is 1:26; 4:4; 44:3; 66:9; Ex 6:7;
Lev 25:18; 26:16; Dt 4:5.
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los ¡exilados, que, instigados por falsos profetas, creían en una próxi-
ma derrota de los opresores babilonios, y, en consecuencia, en la libe-
ración. El profeta, machaconamente, con visiones y acciones simbóli-
cas, iba anunciando día tras día nuevas tribulaciones al pueblo. Como
las predicciones siniestras todavía no se habían cumplido, a pesar de
que pasaba el tiempo, surgió entre los exilados un ambiente de escep-
ticismo y de desprecio para todo lo que anunciara Ezequiel. De ahí el
refrán: pasan los días y no se cumple la visión (v.22). El profeta sale
al paso de estas ironías anunciando la inminencia del desastre, con lo
que sus predicciones serán trágicamente confirmadas, mientras que las
visiones engañosas y las adivinaciones lisonjeras (v.24) que hacen los
falsos profetas en la casa de Israel, es decir, entre los exilados israeli-
tas, quedarán al descubierto, resultando fallidas, como obra de puros
cálculos humanos.
1 Cf. Jer 21:8ss; 25:9; 27:6-16; 28:14. — 2 En Jer 1:13 la olla es el símbolo cíe la in-
vasión babilónica. — 3 Cf. 2 Re 25:63.18-21; Jer 52:933.24-27. — 4 El texto
hebreo puede traducirse “se han alejado de Yahvé.,” que hace perfecto sentido, y
así es entendido por muchos autores. — 5 Cf. Ez 3:17-21. — 6 Cf. Ex 19:5; 1
Sam 26:19. — 7 Cf. Jer 31:333; Os 3:5; Arn9:9; Is 1:26; 4:4; 44:3; 66:9; Ex 6:7;
Lev 25:18; 26:16; Dt 4:5. — 8 Cf. 2 Re 25:4-91 Jer 39:4-7; 52:7-11.
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abrirle los ojos' y echar por tierra esa falsa pared que habían edificado.
Pero Dios se encargará de que ese falso edificio edificado con su con-
curso se venga abajo. Toda su labor de revoque desaparecerá ante la
primera tormenta (v.11). Cuando llegue la hora de la ruina, les pedirán
cuenta por su labor ficticia: ¿Dónde está la argamasa con que la cu-
bristeis? (v.12). Toda su labor no pasó de ser una superficial argama-
sa, que pierde su consistencia con los primeros aguaceros. En la hora
de la manifestación de la justicia divina, su obra quedará descubierta
hasta los cimientos. Jerusalén caerá, y en ella perecerán. La suerte de
la Ciudad Santa está echada, y, por tanto, no deben los exilados hacer-
se ilusiones con las falsas promesas de los profetas aprovechados
(v.14).
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1 Cf. Dt 18-22. — 2 Cf. Jer 14:133; 23:1-40; 26:73.11.16; 27:145; 29:21-32. Sobre los adivi-
nos: Núm 22:58; 1 Re 18:19-40; 2 Re 3:13. — 3 Cf. Ez 4:5- — 4 Cf. Ez 5:8; 21:3;
28:22; 29:3; 30,22. — 5 Cf. Ex 32:325; Is 4:3; 65:6; Mal 3:16; Dan 12:1; Neh
13:14; Sal 69:29; Ap 3:5; 11·8·' 17:8. — 6 Cf. Jue 4:4. — 7 Cf. 2 Re 22:14. — 8
Spadafora, Ezequiele p.iog.
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1 Sobre los prosélitos paganos cf. Lev 17:8.10.13; Ex 12:19; 20:10; 23:12; Lev 18:26;
20,2; 22:18. — 2 Cf. Ez 11:20. — 3 Sobre el principio de solidaridad véase Gen
12:7; 13:14-1? i?i-i4; 22,i6s; Ex 33,ü Núm 32:2; Dt 34:4; 2 Sarn 7:8-16; 23:5. —
4 Cf. Jer 31:29; Ez 18,is; Dt 24:16. — 5 Cf. R. Dussaud, Les découvertes de Ras
Shamra (Ugarit) et l'Ancien Testament (París 1937) p.129; CH. Virolleaud, La
légende phénicienne de Danel (París 1936) p.242; R. De Lanche; *Les textes de
Ras Shamra et leurs rapports a la histoire des origines du peuple hebreu: “Ep-
hemerídes Theologiae Lovanienses,” η 6 (τ939) 245-327; R. De Vaux, Les textes
de Ras Shamra et l'Ancien Testament: “Rev. Bibl.,” 46 (193?) 526-555; P. Joüon,
Trois norns de personnages bibliques a la lamiere des textes d'Ugarit (Ras
Shamra): trch, ysskr, dril: Bi 19 (1938) 283-285; G. A. Barton, Danel, a Pre-
Israelite Hero of Galüee: “Memorial La-grange” (1940) 29-37. Véase el resumen
de los argumentos sobre la cuestión en Spadafora, Ezechicle p.ii7. — 6 Cf. Is 5:1-
4; Os 10:1; Jer 2:21; Sal 80,9-18.
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mido, después que fue presa del fuego! 6Por tanto, así dice
el Señor, Yahvé: Como es el palo de la vid entre las made-
ras de la selva, leña que yo echo al fuego para que se con-
suma, así echaré a él a los habitantes de Jerusalén. 7 Vol-
veré contra ellos mi rostro, escaparon del fuego, y el fuego
los devorará, y sabéis que yo soy Yahvé cuando volviere
contra ellos mi rostro. 8 Y tornaré la tierra en desierto, por
cuanto prevaricaron, dice el Señor, Yahvé.
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1 Así, siguiendo el paralelo árabe y arameo del vocablo hebreo safsafah. Es la traduc-
ción de Dennefeld, Cantera y Spadafora, etc. — 2 Sobre el símil del águila para
designar a los grandes conquistadores cf. Dt 28:49; Os 8:1; Abd 1:8; Jer 48:40;
49:22; Is 46:11. — 3 Sobre la insurrección del rey Sedecías véase 2 Re 24:20. —
4 Cf. Jer 37,Ss; Ez 30,21. — 5 Cf. 2 Re 25:6-7; Jer 52:9. — 6 Cf. Ez 6:13; 14:8;
21:22; 34:24.
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1 Cf. Ez 6:1s. — 2 Ex 20:14; Lev 20:10. — 3 Lev 18:19; 20:18. — 4 Cf. Am 2:6-7; Mal 3:5.
— 5 Cf. Ex 22:26; Dt 24:6; Am 2:8. — 6 Cf. Ex 22:24; Lev 25:35-37; Dt 23:20. — 7 Cf.
1 Tim 2:4; 2 Pe 3:9. — 8 Cf. Jer 31:295.
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El profeta expone ahora la ruina de Judá bajo otro símil muy vigoroso
y expresivo. El reino de Judá es comparado a una vid vigorosa de fru-
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1 Según este ritmo, cada verso tiene cinco acentos, con pausa después del tercero. —
2 El TM es oscuro. Nuestra traducción se basa en una corrección plausible de
Bertholet. La Bible de Jérusalem traduce: “ella se vio decepcionada en su espe-
rar.” — 3 Así siguiendo en general al texto griego. El TM dice: “y conoció
(sexualmente) a sus viudas y asoló ciudades.” La Bible de Jérusalem: “tomó por
asalto sus palacios,” siguiendo una corrección del texto hebreo. — 4 Elegías pa-
recidas pueden verse en 2 Sam 1:19-27; Jer 22:183. — 5 Cf. 2 Re 23:32. — 6 Cf.
2 Re 24:9. — 7 Cf. 2 Re 24:2. — 8 Cf. 2 Re 24:15; 27-30. — 9 Cf. Jer 52:31-34-
— 10 Así según una ligera corrección del TM, seguida por la Bible de Jérusalem.
— 11 Cf. Ez 17:22-24; Is 11:1.
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te entre los cananeos era reunirse en los altos collados, o bamot, y ba-
jo los árboles frondosos (v.28), símbolo de la feracidad y de la vege-
tación 22. Sabemos que algunos reyes israelitas, como Acaz y Mana-
ses, hicieron quemar a sus hijos 23. Quizá en tiempo de Ezequiel se
habían dado algunos casos de éstos.
Los exilados, despechados porque ven que Yahvé los ha
abandonado, dicen claramente que quieren verse libres de los lazos de
la religión yahvista y entregarse a los cultos paganos con toda libertad:
seremos como las gentes, sirviendo al leño y a la piedra (v.32); alu-
sión a las estelas de piedra y a los troncos de árbol, dedicados a Baal y
Astarté, que constituían lo característico de los santuarios cananeos 24.
Pero Yahvé va a mostrar su omnipotencia con ellos, y no los dejará
caer en masa en la idolatría. Aunque quieran, no podrán desprenderse
totalmente de los lazos de la religión yahvista, porque Yahvé va a in-
tervenir con su poder para reinar sobre ellos: Por mi ν ida que con pu-
ño fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira he de reinar sobre
vosotros! (ν.3α). En Jer 2:27 se dice que los que llaman al leño mi pa-
dre, y dicen a la piedra: tú me diste la vida, cuando llegue la prueba se
volverán a Yahvé, diciendo: ¡Álzate y sálvanos! Yahvé, pues, creará
una situación trágica pára los exilados, de forma que se vean obliga-
dos a volverse a su Dios, quien, por otra parte, desplegará su omnipo-
tencia para atraerlos, del mismo modo que mostró su poder al disper-
sarlos 25.
El profeta describe la futura repatriación como una reproduc-
ción del antiguo éxodo. Como entonces Yahvé había reunido a su
pueblo en el desierto del Sinaí para sincerarse con él y darle la alianza,
también ahora los reunirá en el desierto de los pueblos (v.35), el de-
sierto siró-arábigo, encrucijada de muchos pueblos (Babilonia, Siria,
Palestina, Arabia y Asia Menor). Allí les pedirá cuenta cara a cara
para medir sus responsabilidades (v.35). Como en el desierto de Egip-
to (Sinaí) castigó a la generación culpable, negándola la posibilidad de
entrar en la tierra prometida, así ahora Yahvé va a someter a una se-
lección a los exilados: litigaré con vosotros (ν.36). Los israelitas in-
dignos serán privados de la vuelta a la patria. Será un litigio de dis-
criminación, pues Yahvé hará como el pastor que cuenta escrupulo-
samente sus ovejas haciéndolas pasar bajo su cayado (v.37), diciendo
cuáles deben entrar en la patria y cuáles no. Y a los escogidos los con-
ducirá con los ligamentos de la alianza. El nuevo Israel estará fundado
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1 Cf. Ez8,i; 14:1. — 2 Cf. Ez 8:1. — 3 Cf. Ez c.i5 y 16. — 4 Cf. Ez 11:14-21; 6:8;
I7.22SS. — 5 La misma expresión, con idéntico sentido, en Gen 14:22; Dt
32:405; Sal 106:26. — 6 Cf. Ex 3:8; 13:5; 33:3; Lev 20,24; Núm 13:27; Dt 6:3;
Jer 11:5. Aparece una frase parecida en los textos de Ras Samra. Cf. R. Dussaud,
Les découvertes de Ras Shamra (Ugarit) et l'Ancien Testament (París 1937) 795.
— 7 Cf. Jer 19; Dan 8:9; 11:16.41. — 8 Cf. Ex 32:1s. — 9 Cf. Ez 36:19-20. —
10 Cf. Ez 18:4;.Dt 4:40; 5:16. — 11 Cf. Ex 31:13; Is 56:2-4. Véase sobre el
sábado F. X. Kortleiner, Commentattones Biblicae IV (1930), Babyíoniorum auc-
toritas. 595.98; ID., Cananaeorum auctoritas. VI (1932) 30. — 12 Cf. Lev
19,3.30; 20:8; 21:8; Ex 31:13. Véase DB, Suppl. 2 (1934) 343S. Como verá el
lector, Ezequiel da suma importancia a la institución sabática, como símbolo de
las relaciones de Israel con su Dios. En cambio, no alude para nada al rito de la
circuncisión, que era el signo externo de vinculación al pueblo de Dios. La expli-
cación habrá que buscarla en que el profeta, como perteneciente a la clase sacer-
dotal, urge de modo especial lo estrictamente cultual, como la observancia del
sábado. — 13 Cf. Ex 32:12; Núm 14:1 is; Dt 9:27. — 14 Cf. Ex 32:1-6; Núm
14:1-4; Ex 16:27. — 15 Cf. Núm 14:20. — 16 Cf. Ex 32:4; Lev 17:7; Núm
14:22-23; Dt 1:35; Sal 95:11. — 17 Cf. 2 Sam 16:3; 2 Crón 28:2; 2 Sam 17:16; 2
Crón 33:6; Jer 7:31; 32:35; Ez 16:205; 23:37s; Sal io6:37s. Véase Dict. Bib.
Suppl. I (1926) 23-27; A. Lemonnyer, Le cuite des dieux étrangers en Israel Mo-
loch: “Rev. des Scien. Phil. et Théol.,” 7 (1913) 45os; A. Βεα, Kinderop-fer für
Moloch oder für Jahwe?: Bi 18 (1937) 95-107. — 18 Tomás dice que a estas
“ordenaciones no buenas” son las leyes rituales, lat cuales se dicen no buenas en
cuanto no conferían la gracia (ST I-II 98:1 ad 1). Pero esta interpretación no pue-
de avalarse en el contexto, pues se habla en él de la importancia de la observancia
del sábado para dar la vida. — 19 Ex 13:2; 22:28; Lev 18:21; 20,2; Dt 12:31; Jer
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7:31; 19:5; Ez 16:20. — 20 El texto griego traduce <y los contaré exactamente,”
lo que hace muy buen sentido con la idea del v.38. — 21 Cf. Os 9:10; 10:1;
11:1s; 13:55; Jer 2:1s. — 22 Cf. Ez 6:13; Dt 32:19; 2 Sam 23:8. Ezequiel aquí, en
el v.29, parece que juega irónicamente con la palabra bamah (lugar alto), des-
componiéndola en mah (¿qué es?), ba', entrar. Un bamah es a “donde vais o entr-
áis,” aludiendo quizá a las prácticas licenciosas. — 23 Cf. 2 Re 16:3; 21:6. — 24
Cf. Kortleitner, Cümmentaíiones biblicae I (1927) 21, De religione populan. —
25 Cf. Ez 11:17; 28:25; 34.13; 36:24.
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azar, práctica muy usual en las tribus arábigas. Pregunta también a los
terafim, o dioses familiares penates7, y, por fin, acude al tercer medio
de adivinación, el examen de las entrañas, muy practicado en Babilo-
nia. El profeta enumera los tres sistemas de consultación usuales entre
los paganos. El resultado de la consulta es que debe dirigirse a Jeru-
salén (v.27).
Sin embargo, los judíos no creen en la inminencia de la des-
trucción de la ciudad, a pesar de que se alzan en torno suyo los terra-
plenes y arietes del cerco (v.28). Creen más bien en los juramentos
solemnes de Yahvé relativos a la protección de su pueblo. Pero Yahvé
había condicionado su protección, y se acuerda de su iniquidad
(v.28), y, en consecuencia, va a obrar con mano airada, como mere-
cen, de forma que serán cogidos en el lazo que les ha tendido y entre-
gados al invasor (v.29).
El profeta se encara airadamente con el principal culpable de
la catástrofe, el rey Sedecías: y tú, infame, impío, príncipe de Israel,
llegó tu día. (v.30). Se ha deshonrado al romper la fidelidad jurada al
rey de Babilonia. Debe, pues, deponer la diadema real: ¡Fuera tiara!
¡Fuera corona! (ν.31). Es hora de que se pongan las cosas en su punto
y que Sedecías, enorgullecido, ceda el paso al humillado rey Jeconías,
entonces en el exilio babilónico: Será ensalzado lo humilde y humilla-
do lo alto (ν.31). Es el tiempo de la ruina, y no volverá a levantarse
más Judá hasta que no venga aquel a quien de derecho pertenece, y a
él se las daré (v.32), probable alusión a un deseo de reentronización
de Jeconías, prisionero en el exilio 8. La misteriosa frase ha sido rela-
cionada con la otra, no menos enigmática, de Gen 49:10, donde se
dice que no desaparecerá el cetro de Judá hasta que “venga aquel a
quien le pertenece,” el Mesías9. Quizá en las palabras de Ezequiel
haya también una sobrecarga mesiánica, viendo en el trasfondo, sobre
la suerte del desgraciado rey Jeconías, la figura radiante del Mesías,
restaurador de la dinastía davídica, a quien en justicia pertenece
realmente la diadema real. De todos modos, la frase resulta un poco
aislada y no debe desconectarse del contexto general.
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1 En la traducción griega de los LXX y en la Vulgata latina, los cinco primeros versí-
culos de este capítulo están incrustados en el capítulo anterior, con la numeración
de v.45 al 49, que conservamos a continuación con su correspondiente (v.i al 5)
del capítulo 21 del hebreo. — 2 La palabra heb. Darom (los LXX leen Dagón).designa
en la Biblia la parte meridional d(g Palestina: Dt 33:23; Job 37:17; Eclo 1:6; 11:3; y aparece
trece veces en Ezequiel. — 3 Cf. Is 9:17; 10:17; Jer 21:14; Sal 83:15. — 4 Este verso es
ininteligible en el contexto, y parece que en el TM tiene alguna relación de senti-
do con el v.15. La traducción de los LXX es totalmente diversa: “¿por qué ha es-
tado justificado, y qué si la tribu es rechazada? No será, dice el Señor, Yahvé.” —
5 Sobre este gesto de dolor cf. Jer 31:19. En asirlo existe la misma frase: majasu
suma, con el mismo sentido traslaticio. — 6 Cf. Ez 4:1s. — 7 Cf. Gen 31:19; Os
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Elias. Según Ezequiel, los falsos profetas revocan con barro, contem-
plando visiones vanas. (v.28), es decir, aprueban la conducta del
pueblo, dando por buenas acciones que debían recriminar, procu-
rando sostener sus opiniones, como el albañil que embadurna con ba-
rro un muro que se resquebraja 14.
Mientras tanto, la corrupción social iba en aumento, y el pue-
blo de la tierra oprime, roba, hace violencia al desvalido. (v.29). La
expresión pueblo de la tierra designa muchas veces en la Biblia al
pueblo bajo, en contraposición a las clases socialmente elevadas; pero
quizá aquí designe a los terratenientes, que abusaban de sus bienes en
tiempos de extrema necesidad. La situación, pues, no puede ser más
caótica, y la depravación es tan general, que Yahvé ha buscado al me-
nos uno que pudiera hacer frente a la corriente general, para hacerse
responsable ante Dios y trabajar por mejorar el estado social:
busqué yo quien levantase un muro y se pusiese en la brecha frente a
mí en favor de la tierra, para que yo no la devastase. (ν.30). Dios bus-
ca un justo en la ciudad que pueda contrarrestar con su conducta la
depravación general y preservar a la ciudad del castigo. Pero la cons-
tatación es dolorosa: y no lo hallé. De nuevo nos encontramos aquí
con las frases hiperbólicas, que no han de tomarse al pie de la letra. De
hecho sabemos que en ese tiempo estaban Jeremías y Baruc luchando
por los intereses de Dios y por levantar el muro del orden social, basa-
do en el cumplimiento del deber 15. La frase exagerada de Ezequiel
tiene por objeto destacar el grado de depravación a que había llegado
la sociedad de Jerusalén: todos, en las altas capas sociales y en el pue-
blo sencillo, prevarican, olvidando los preceptos de Yahvé. Por tan-
to, está justificado el derramamiento de la ira de Yahvé sobre los res-
ponsables de esa situación general de pecado (ν.31).
1 Sobre los pecados de homicidio en Jerusalén cf. Ez 11:9; 16:38; y sobre la idolatría
cf. Ez 5:6s; 6:3-7; 11:13; 7:9; 8:16; 20:305. — 2 Cf. Ex 22:21; Dt 24:17; Lev
19,335; Ez 7:10; 9:9; 16:38. — 3 Cf. Ez 20:12-13; 44:24. — 4 En contra del pre-
cepto del Decálogo: Ex 20:12; Dt 5:16. — 5 Cf. Jer 9,3. Prohibida en Ex 23:1;
Lev 19:16. — 6 El incesto con la madrastra o las concubinas del padre está
prohibido en Lev 18,7; 20:11; 2 Sam 16:22. El adulterio está prohibido en Lev
18:20. También estaba prohibido tener relaciones sexuales con la “mujer durante
el menstruo” (cf. Lev 18:19; 20:18). — 7 Prohibido por la Ley: Ex 23:8; Dt
16:19; cf. Is 1:23; Miq 3:11. — 8 En contra de lo prescrito en Ex 22:24; Dt
25:363; Ez 7:125. — 9 La expresión batir palmas puede tener sentido de alegría
o de indignación, según el contexto. Cf. Ez 6:11; 21:19.22. — 10 Cf. el mismo
símil, aunque con diferente sentido, en Is 1:22.25; Jer 6:27-30; Mal 3:2-3. — 11
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Cf. Os 4:6; Ag2,n. — 12 Cf. Lev ιο,ιο; ii,4? — 13 Cf. Ez 44:24. — 14 La frase
aquí es paralela a la más explícita de Ez 13:10: “Por tanto, por haber engañado a
mi pueblo, diciendo: “Paz,” no habiendo paz, y porque, mientras mi pueblo alza-
ba una pared, ellos la jarreaban con barro.” — 15 Cf. Ez 9:4; Jer 45. En Jer 5:1
se dice: “Recorred las calles de Jerusalén, ved e informaos, buscad por sus plazas,
a ver si halláis un varón, uno solo, que obre según justicia, que guarde fidelidad,
y le perdonaré.” Esto recuerda el coloquio de Dios con Abraham en Gen
18:22.32, a propósito de la suerte de Sodoma; unos pocos justos serían suficientes
para que perdonase a la ciudad.
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1 Cf. Ez 19:2; 16:1-7. — 2 Cf. 1 Re 12:2; 11:40. — 3 El faraón Sesac había conquis-
tado la ciudad de Gezer; cf. 1 Re 9:16. — 4 De hecho conocemos la invasión del
faraón Sesac o Sheshonq en el 929 a.C., cinco años después de la separación de
las tribus. — 5 El matiz de la traducción varía en cada autor, pero lo que es claro
en ambos nombres es el substrato común de “tienda.” — 6 Cf. 1 Re 12:16. — 7
Cf. 2 Re 17:16; Am 5:26. — 8 Cf. 2 Re 17:14; Os 7:11; 12:2. — 9 2 Re 17:4. 10
Cf. 2 Re 17:6. — 11 Cf. Ez 16:47; Jer 3:8-11. — 12 Cf. 2 Re 16:17s. — 13 Cf. 2
Re 20:12-29; Is 39. — 14 2 Re 20:12-19. — 15 Cf. Jer 29:3; 51:59- — 16 Supri-
mimos con los LXX la frase del TM “servirá de mofa y de irrisión,” que rompe el
contexto entre este estico y el anterior. — 17 Peqod es el Puqudu de las inscrip-
ciones cuneiformes (cf. Jer 50,21), tribu aramea en la frontera elamítica junto al
golfo Pérsico; Soa es el Suíu asirio, y Qoa es el Quíu de la literatura asiro-
babilónica (véase F. Abel, Géogr. I 245), al este del Tigris. — 18 En Egipto la
mutilación de la nariz era el castigo de las adúlteras (cf. DIOD., Sic., I 78). — 19
Cf. Jer 52:12-13. — 20 Cf. Ab 2:16. Sobre el cáliz de la ira cf. Jer 25:15-28;
51:2; Is 51:17.22; Sal 75:9. — 21 La primera parte del verso está ininteligible.
Las traducciones son muy diversas. La nuestra se acerca a la adoptada por la Bi-
ble de Jérusalem.
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La datación que nos da en el v.1 nos lleva a principios del 588 a.C. 2.
El año nono está calculado a partir de la deportación de Jeconías,
cuando fue entronizado Sedéelas (598 a.C.). Es el hecho del que parte
toda la cronología de Ezequiel 3. El mes décimo es el mes de Tebeth
(enero). En la fecha en que comienza el asedio de Jerusalén por las
tropas de Nabucodonosor (v.2). El día décimo nos llevaría a principios
de enero del 588. Es el gran día memorable para los exilados, pues se
van a cumplir las terribles predicciones de Ezequiel. El Señor quiere
que ahora exprese el porvenir de Jerusalén por medio de una parábola
(ν.3). En ella (v.3-14) encontramos dos enseñanzas diferentes: a) la
olla con los trozos selectos, cociéndose, significa a Jerusalén sufriendo
terriblemente durante el asedio (v.3-5); b) la herrumbre de la olla que
se resiste a desaparecer simboliza la actitud pertinaz de Judá en el mal.
Para impresionar al auditorio (la casa rebelde) debió Ezequiel poner
la parábola en acción. Podemos, pues, suponer que el profeta realmen-
te metió en una olla trozos selectos de carne y la calentó al fuego.
En 3:11 se dice que los israelitas se creían seguros en Jeru-
salén como la carne en la olla. El profeta ahora toma el mismo símil y
va a mostrar cómo aun dentro de la ciudad no están seguros, pues
tendrán que sentir el calor del fuego de los asediantes. En vez de serles
medio de preservación, la ciudad será instrumento de sufrimiento,
como la olla al fuego. En realidad, a los israelitas que se hallan dentro
de la ciudad les esperan más sufrimientos que a los que están por la
campiña, pues se quemarán hasta los huesos (v.5); la frase indica que
afectará a todos. Quizá en los tronos selectos haya que ver una alusión
a las clases dirigentes, mientras que en los huesos se aludiría a la clase
baja. Puede que no tengan valor alegórico estos detalles y sean un
simple relleno literario para completar el cuadro. La lección general dé
la parábola es que los que ahora están dentro de las murallas de Jeru-
salén no se verán libres de los máximos sufrimientos.
La segunda parábola (v.6-14) nos presenta una nueva lección:
la herrumbre de la olla es símbolo de la maldad a la que está unida
pertinazmente Jerusalén. Llega el momento en que la olla (Jerusalén)
va a ser vaciada de todo su contenido, trozo a trozo, sin echar suertes
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1 En hebreo lit. “ella me ha fatigado por sus trabajos.” En los LXX falta esta frase,
que algunos consideran como simple ditografía. — 2 Cf.-2 Re 25:1; Jer 52:4. —
3 Cf. Ez 1:2. — 4 Cf. Gen 4:10. — 5 Cf. Ez 23:45; Jer 7:6; Job 16:18. — 6 Sobre
esta acción simbólica véase D. BUZY, Les symboles de I'Anden Testament (París
— 1923) P.IQ8-205- — 7 El TM y los LXX leen “pan de hombres.” El Targum y la
Vulgáta leen “pan de aflicción,” que hemos preferido. — 8 Sobre las señales de
duelo entre los antiguos israelitas puede verse la obra de P. HEI-NISCH, Die Trau-
ergebrauche bei den Jsraditen: “Biblische Zeitfragen,” 13 (Munster 1931) ?s·. —
9 Cf. Jer 17:7; 2 Sam 3:3:5, — 10 Jer 7:4; Miq 3:11. — 11 Ez 11:14-21; 14:223;
20:32-44.
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permite que las otras naciones queden impunes en sus pecados, y por
eso también para ellas llega la hora de la justicia divina. Todas las na-
ciones que han instigado a Judá para rebelarse contra Babilonia reci-
birán su merecido: Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.
Todas han contribuido a la ruina del pueblo israelita, y como transgre-
soras serán tratadas por la omnipotencia divina, que se extiende a
todos los pueblos. La diferencia del contenido de los oráculos contra
Judá y de los proferidos contra las naciones paganas estuvo en que
para aquélla había siempre una esperanza y promesa de rehabilita-
ción, mientras que a éstas les alcanza la ruina definitiva.
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1 Cf. Jue 3:13; 10:16-17; 1 Sam ii,i-n. Ocuparon Galaad después de la deportación
del reino de Samaría: 2 Re 15-29; Jer 39,is; Am 1:13-15, alude a actos de hostili-
dad contra Israel de parte de los amonitas. — 2 Sólo dos veces se llama Amón:
Sal 83:8; 1 Sam ιι,ιι. La expresión hijos de Amón es paralela a la asiría de los tex-
tos cuneiformes: Bit-Ammana. — 3 Los reyes de Amón aparecen como tributa-
rios de Teglatfalasar III (728), de Senaque-rib (701) y de Asaradón (673). Cf. H.
Gressmann, Alt. Texte (Berlín-Leipzig 1928) 116. 120.123. Véase también
Dhorme, Les pays bibliques et l'Assyrie: RB (1910) 199.508; (1911) 21i. — 4 Cf.
Jer 27:1-1. — 5 Cf. Ez 21:28-32. — 6 Cf. Jer 40,14. — 7 El TM añade Seir, que
falta en los LXX.8 Cf. Is 15-16; Jer 48,i-47- — 9 Bet-Yesimot: la actual Kh.
Sueime, a 18 kms. al sudeste de Jericó. Baal-Meón: la actual Main. Quíriaía/yim:
actual Kh. el-Qureyat. — 10 Gen 25:29. — 11 Dt 2:12-22. — 12 Núm 20:14-21;
Jue 11:17. — 13 2 Sam 8:135; 1 Re 11:143. Fue muy sonada la victoria del rey
Amasias (798-780) contra los'edomitas; 2 Re 14:7. Edom es mencionada en los
documentos cuneiformes; cf. H. Gressmann, Alt. Texte 120.123. — 14 Cf. 2 Re
24:2; Jer 27:1-11. Oráculos contra Edom aparecen en Is 34:5-17; Jer 49,7-22;
Lam 4:21s; Sal 137:7; Ez 0.35; Mal 1:1-4. — 15 Para la frase “extender la mano”
en sentido amenazador, cf. Ez 4:7; 13:9. — 16 Teman, la actual Shaubak (cf. Jer
49,7), al norte de Edom, famosa por su sabiduría: Jer 49,7; Bar 3:22. Dedán, al
sur, la actual Él-Ela: Jer 25:23; Is 21:13; cf. Abel., Géog. I 285; II 4793. — 17
Cf. 1 Mac 5:65; 2 Mac 10:16. — 18 Fih'steo, en egipcio Purasati, asirio Palastu.
Según la Biblia, provenían de Caftor, que hasta hace poco se identificaba con
Creta. Hoy día más bien se identifica con Asia Menor (según Eusebio, Capado-
cia). Sería el egipcio Keftiu, que designa Panfilia, Cilicia y la costa occidental de
Asia Menor. Cf. Abel, Géog. I 261-270; L. Speelers, Egypte: DB, Suppl. II
(1932) 756-919. Véase Spadafora, Ezechiele p.2O2. — 19 Cf. 1 Sam 18-19; 2
Sam 5:175; 21:15-22; 23:9-17; 1 Re 15:27; 16:155; Jue 14:3; 15:18. — 20 Am
i,6ss; Is 14:29-32; 11:14; Jer 47; Sof 2:4-7; Zac 9:53. — 21 Cf. Sof 2:5. Los LXX
los llaman κρήηες. La Vulgata, CerethaeL — 22 Cf. 2 Sam 20,23.
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1 Tiro en hebreo es Sor; asirlo: Surru; egipcio: Dar. Según Herodoto, el templo de
Melkart en la Tiro insular fue fundado en 2750 (II 44). — 2 1 Re 5; 9:25. — 3 1
Re 16. — 4 Jer 27:2-11. — 5 Ez 26:3. — 6 Cf. Flavio Josefo, Ant, Jud. 10:11:1;
Abel, Géog, II 4885; I 250-258, — 7. El título rey de reyes aparece en las inscrip-
ciones.asirías (shar sharran1) aplicado a Tc-glatfalasaí I (1115-1102), y según
Dan 2:3.37, era un título áulico-en la corte del rey de Ba-bilonia. Los persas lo
generalizaron. — 8 Cf. Herodoto, II 44. — 9 En el libro de Isaías se describe la
toma de Babilonia por Ciro también de un modo ideal: los invasores pasarán a
cuchillo a todos los habitantes. Sin embargo, sabemos que los soldados de Persia
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nes del nordeste de África, cuyas gentes habían sido tomadas como
soldados mercenarios de los comerciantes de Tiro. También contribu-
ían con gentes de guerra al servicio de Tiro las gentes de Arvad y de
Jelec y los Gammadim, de la costa siria 9.
Después de enumerar a los pueblos que suministraban sus
guerreros a Tiro, el autor comienza a enumerar las regiones con que
traficaba y los productos que recibía a cambio de sus múltiples mer-
cancías. En primer lugar, la lejana Tarsis con sus tradicionales produc-
tos'metálicos de plata, hierro y estaño 10. Dentro de la zona del Medi-
terráneo estaban Javan, Túbal y Mesec 11, que proporcionaban escla-
vos y bronce. Los pueblos de origen indoario ofrecían sus característi-
cos caballos y corceles 12. En el mar Rojo estaba Deddn 13, que ofrecía
el marfil recibido de la India. Edom, al sudeste del mar Muerto, servía
de intermediario para recibir los productos típicos de la península ará-
biga, púrpura, recamados, coral y rubíes, productos todos provenien-
tes de otros comercios del mar Indico. Entre los pueblos con los que
comerciaba Tiro no faltaban Juda e Israel, que entregaban sus recur-
sos naturales de aceite, miel y trigo de Minnit, ciudad de Amón, en
TransJordania 14, que daba nombre a una clase de trigo que después se
cultivaba en Palestina. Damasco ofrecía sus finos de Jelbón y lana de
Sajar 15. Las ciudades de Arabia, como Vedan y Yaván de Uzal, ofrec-
ían sus característicos productos aromáticos y aun hierro 16. Deddn,
también en esta zona del desierto arábigo, ofrecía sus sillas de montar
17
. Las tribus típicamente beduinas de Cedar 18 aportaban la carne de
sus rebaños esteparios. Y de nuevo las ciudades de Arabia Sebd y
Regma traían sus aromas y piedras preciosas 19. No faltaban las apor-
taciones de Mesopotamia: Jarán, Carine, Edén, Asiría y Kilmad 20.
Con estos nombres se cierra la prolija enumeración de los pueblos que
traficaban con Tiro. El autor sagrado ha logrado en ella dar una pro-
funda impresión de la opulencia de la ciudad fenicia, que ha de contra-
star con la trágica suerte que le espera.
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1 Por razones métricas parece que debe suponerse perdida la palabra hebrea equiva-
lente a nave, que caería por haplografía. — 2 Sanir es el Antilíbano, o cordillera
que desciende paralela al Líbano. Es el Saniru de los textos asirios; el Syrion de
los fenicios. Cf. Dt 3:9; véase Abel, Géog. I 347. — 3 Basan, en el norte de
TransJordania, a los pies del Hermón, famosa por sus bosques y pastizales (Dt
2:13; Jos 12:2). — 4 Elisa: para unos es el Peloponeso o Sicilia. Otros más bien
la identifican con la Alasia de las cartas del Tell-Amarna, y entonces sería Chipre
(Gen 10:4). — 5 Arvad es la Arwada de Tell-Amarna, la actual Ruad, entre
Trípoli (Líbano) y Lataquia (Siria). En asirio: Armada o Amada (Gen 10:18). —
6 Guebal, la actual Gebeil (la Byblos griega), al norte de Beyrut. — 7 En el TM
se dice Aram (Siria), pero como en el v.18 se habla de los productos de Damasco,
lo mejor es suponer con algunos manuscritos que en el texto primitivo estaba la
pa-palabra Edom, que en hebreo tiene una grafía extremadamente parecida a
Aram. — 8 Estos tres pueblos hay que colocarlos juntos, porque así suelen apare-
cer en varios textos bíblicos (Jer 46:9; Ez 30:5; 38,5; Is 66:19); parecen estar en-
clavados en el África oriental. Algunas veces aparecen citados junto a Kush
(Etiopía). Paras pudieran ser los Perossi de Plinio (5:1.8; 6:35) y Pharussi de Es-
trabón (II 131; Plin., 5:1.10). Lud (Gen 10,22) son los Luddu de los textos cunei-
formes, los lidios. Put sería el actual Sudán. — 9 Arvad: cf. v.8. Jelec, segura-
mente Cilicia. Los Gammadim serían los Kamadu de los textos egipcios y los
Kumidi de las cartas de Tell-Amarna, es decir, el actual Kamid-al-Loz, junto al
Hermón. — 10 Tarsis es la Tartessos de los griegos, en Huelva, famosa por sus
minas de plata, plomo, etc. Sus naves eran famosas por su mayor tonelaje. Cf.
Polibio (3:24:2); S. De Ausejo, El problema de Tartessos: “Sefarad,” 2 (1942)
171-191; cf. Is 23; Jer 10,9; 1 Sam 10,22; Gen 10:4. — 11 Javán son los jonios o
griegos: Gen 10,2; Is 66:19. Túbal es el asirio Tabal, los tibare-nos, al sudeste del
mar Negro (Gen 10:3; Ez 32:26; 38:23). Mesec es el asirio Mushku, en Armenia.
Junto a Tiflis se conserva el nombre Mzjet. — 12 Togorma (Gen 10:3), también
en esta región de Armenia, famosa por sus caballos (HEROD., I 194; ESTRABÓN,
11:14:9). Algunos lo identifican con el asirio Tilgarimmu, en Capadocia. — 13
Dedán, junto al mar Rojo, en Arabia, o al sur de Edom (cf. Abel, o.c., I 293)· —
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14 Minnit aparece en Jue 11:33 como ciudad de Amón (Abel, o.c., II 388). — 15
Jelbón, el actual Jelbun (asirio: Jilbunu), al noroeste de Damasco, famoso por su
vino. Sajar, no identificada, pero que se supone está en la región de Siria. Se la
ha querido identificar con la actual Sadad, al sudeste de Homs. Cf. ABEL, I 303.
— 16 Vedan, una localidad junto al mar Rojo, quizá la llamada en egipcio Wdn.
Yaván: nombre dudoso. Los LXX leen “vino.” Uzal se supone que está en esta
región, pero no está identificado. — 17 Dedán, al noroeste de Arabia (Gen 25:3).
— 18 Cedar, tribu árabe muy citada en la Biblia, en el desierto siró-arábigo (Gen
25:13; Is 21:16; Jer 2:10; Sal 120:5; Cant 1:5). Plinio habla de los Cedrei (Hist.
nat. 2:12); en los textos cuneiformes se los llama Qidri. — 19 Sebá, al sur de
Arabia, de donde era la famosa reina de Saba (Is 60,6; Jer 6:20; Gen 10,7), Era
famosa por su incienso y especias. Cf. Abel, o.c., I 293. Regma: Gen 10,7. Es-
trabón cita a los “zammanitas” (16:4.24), junto al golfo Pérsico. — 20 Jarán, asi-
rio Jarranu, en la Alta Mesopotamia (cf. Gen 11:31; 12:5; Is 37:12). Es la segun-
da patria de Abraham. Canne (asirio: Kannu), quizá Kaiwai, junto al Tigris; le-
yendo Calne (asirio: kullan1) sería la actual Kullanhu o Killani, en Siria. Edén
(asirio: Bit-Adinu), en el Medio Eufrates (cf. 2 Sam 19:12; Is 37:12). Kilmad, la
actual Kilwadha, junto a Bagdad. — 21 Cf. Miq 1:10; Lam 2:10. — 22 Cf. Lev
19:27. — 23 Cf. Ez 26:2.
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Sidón fue la gran rival comercial de Tiro 12; estuvo largo tiempo su-
bordinada a Tiro, pero después del asedio de ésta logró crecer en su
importancia comercial. El vaticinio de Ezequiel no tiene nada de parti-
cular, pues sólo se anuncia en general que será destruida 13. Quizá
haya sido insertado este oráculo para completar el número septenario
de los enemigos de Judá e Israel. Dios va a castigar a Sidón, sin espe-
cificar su culpabilidad, como en los otros oráculos. Y esa manifesta-
ción de la justicia divina redundará en honor de Dios: Seré glorifi-
cado en medio de ti (v.22). Al castigar a los pueblos paganos, Yahvé
se glorifica, en cuanto muestra su omnipotencia y su justicia. En el
castigo que envía reconocen todos los pueblos al Yahvé omnipotente e
intransigente con la maldad. Al juzgar punitivamente a un pueblo,
Yahvé se santifica, es decir, muestra su carácter de santo e intransi-
gente (v.22). Por otra parte, castigando a Sidón, ya no será una cons-
tante amenaza contra los israelitas: No será ya para la casa de Israel
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calificativo aplicado a los babilonios cf. Ez 7:21; 30:11. — 3 Cf. Is 51:14; Job
33:22.24.28. — 4 Sobre la palabra incircuncisos cf. Ez 31:18; 32:19; 21:24-26.
— 5 Este verso y el siguiente están muy oscuros en el original hebreo. Hemos se-
guido la versión de los LXX. Bible de Jérusalem: “el oro de que están hechos tus
tambores y tus flauta fueron preparados el día de la creación. Con un querubín
protector yo te había colocado; tú estabas sobre el monte santo de Dios, camina-
bas en medio de carbones encendidos.” — 6 La enumeración de las piedras pre-
ciosas está conforme a la descripción del pectoral de Aarón (Ex 28:1755;
39,ioss). — 7 Cf. Gen 21:5. — 8 Cf. Ez c.1. — 9 Ex 3:23. — 10 Henoc 71:53. —
11 En algunos manuales de teología se cita este texto para probar el pecado de los
ángeles. Nada en el contexto avala esta opinión, pues el autor trata únicamente
del encumbramiento de Tiro como ciudad soberana y de su caída estrepitosa. —
12 Sidón es la actual Salda, al norte de Tiro. En Gen 10:15 se llama a Sidón pri-
mogénito de Ganaán. En la literatura cuneiforme se la llama Sidunu, y en egipcio
Siduna. Cf. Abel, Géog. I 12; II 255-58. En la época de dominación persa, Sidón
es la principal ciudad persa (Herodoto, VII 99.98; VIII 67). Fue destruida por Ar-
tajerjes III (348). — 13 Algunos autores suponen que es adición posterior redac-
cional, en una época en que Sidón tenía cierta preeminencia en Fenicia. — 14 La
expresión mi siervo Jacob aparece, sobre todo, en la segunda parte de Isaías. La
reunión de los dispersos de Israel aparece reiteradamente en Ezequiel (11:17;
20:34; 20:36-38). — 15 Sobre estos dos capítulos relativos a Tiro pueden verse
los trabajos siguientes: P. Che-Minant, Les prophéties d'Ez. centre Tyr (26-28:19)
(París 1912) 1-129; P. Dhorme, Amarna: DBS I (1928) 211s; F. M. Abel, Arad:
DBS I 597; Spadafora, o.c., p.209-223.
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1 Esta última frase, con los peces. a tus escamas, falta en los LXX, y parece una repe-
tición innecesaria. — 2 Jer 27:1-10; 30:32-34.37-39. — 3 Faraón es la traduc-
ción del hebreo par'oh, que a su vez es una adulteración del egipcio Par-O (“gran
casa,” título del rey de Egipto, como el de “sublime puerta” lo era para el sultán
turco). — 4 “Yo hago considerar tu majestad como un cocodrilo, el terrible due-
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1 Esta última frase falta en los LXX. — 2 Cf. Is 13:6; Jl 1:135; Sof 1:7:14- — 3 So-
bre la identificación de estos pueblos cf. coment. a 27:10. — 4 Cf. coment. a
29:10. — 5 Cf. 29:183. — 6 Patros, cf. coment. a 29:14; Tanis o Soan, es el ac-
tual San en el delta oriental (Núm 13:22;Is 19:1; Sal 78:12, etc.). — 7 Sin es el
Peíusium de los griegos, al nordeste de Egipto. — 8 Heliópolis, en egipcio On, al
norte de Menfis. Bubasíis, en egipcio Oa Bast (casa de Bast, diosa a la que le era
consagrado el gato), hoy íelí Basta, al norte de El Cairo. Cf. Herodoto, II 1378.
— 9 Tafnes (escrito en hebreo, Tehafiíehes) es el actual tell Defenne, cerca de Pe-
lusium, en la frontera con Asia. — 10 Cf. Jer 37:5-10; 34:21s.
Este vaticinio contra Egipto fue proferido en mayo-junio del 586, dos
meses antes de la destrucción de Jerusalén. El profeta se encara con el
faraón y su multitud, o pueblo de Egipto. El faraón ha tenido los mis-
mos sentimientos de soberbia por los que fue castigada Asiría: ¿a
quién te igualaste.? (v.2). Ante su insolencia, Ezequiel no hace sino
recordar la historia de Asiría: era un cedro del Líbano (v-3). El profe-
ta escoge la imagen apropiada según el país: a Israel la compara a una
vid 1, que abunda en Palestina; a Tiro, a una nave, por ser ciudad emi-
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1 Cf. Ez 10:10. — 2 Cf. 27:5s. — 3 Cf. 29:3; 32:2.5. — 4 Algunos autores modernos
han querido suprimir la palabra Asur y aplicar la alegoría directamente a Egipto.
Así Heinisch, Bertholet. Pero todas las versiones lo ponen. Véase el artículo de
Joüon, Notes phílolog,iques: “Bíblica,” ιοί 1929) 309 11:1; cf. Spadafora, o.c.,
235. — 5 Gen 2:8.
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Elegía sobre el descenso del faraón a la región de. los muertos (17-
32)
17
El año duodécimo, el quince del mes, fueme dirigida la
palabra de Yahvé, diciendo: 18 Hijo de hombre, compone
un canto lúgubre a la muchedumbre de Egipto. Precipítale
a él y a las hijas de las gentes fuertes a las profundidades
de la tierra, con los que bajan a la fosa. 19 ¿Conque nos so-
brepasabas por belleza? Baja, baja a la fosa y yace entre
los incircuncisos. 20 Cae en medio de los muertos a la espa-
da, que la espada ya ha sido entregada; traedlo con toda
su pompa7. 21 En el “seol” se dirigirán a él los valientes, di-
ciéndole a él y a sus auxiliares: Han bajado a la fosa y ya-
cen entre los incircuncisos, entre los muertos a la espada.
22
Allí está Asur con todos sus ejércitos, cuyos sepulcros
están en torno de él. 23 Están sepultados en lo profundo de
la fosa, rodeándole en torno, todos traspasados por la es-
pada, los que sembraron el terror en la tierra de los vivos.
24
Allí está Elam con todas sus mesnadas en torno de su
sepulcro; todos los muertos a la espada cayeron, y bajaron
incircuncisos a lo profundo de la fosa. Los que esparcieron
el terror en la tierra de los vivos, trajeron su ignominia a
lo profundo de la fosa. 25 En medio de los muertos pusie-
ron su lecho para él y sus muchedumbres. Sus sepulcros lo
rodean, todos incircuncisos, muertos a la espada. Sembra-
ron el espanto en la tierra de los vivos, pero vinieron con
su ignominia a unirse con los que bajaron al “seol” y ya-
cen en medio de los muertos. 26 Allí Mesec y Túbal, con to-
dos sus ejércitos, cuyos sepulcros le rodean; todos incir-
cuncisos, muertos a la espada, los que aterrorizaban a la
tierra de los vivos. 27 No yacen con los héroes los caídos de
antiguo, que descendieron a la morada de los muertos con
sus armas de guerra, la espada bajo sus cabezas y el escu-
do sobre sus huesos, con haber sido el terror de los guerre-
ros en la tierra de los vivos. 28 También tú serás quebran-
tado entre los incircuncisos y yacerás con los muertos a la
espada. 29 Allí está Edom, sus reyes y sus príncipes todos,
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1 La palabra hebrea tanim tiene el sentido amplio de monstruo de los mares, y puede
significar cocodrilo, hipopótamo, serpiente marina en la mitología popular,
dragón, etc. Hemos escogido cocodrilo en consonancia con la fauna especial del
Nilo. — 2 El TM “con sus ríos.” Con un ligero cambio tenemos con tus narices.
— 3 Los LXX y la versión siríaca tienen “año undécimo” (585 a.C.). — 4 Cf.
29:3. — 5 Cf. 29:5; 31:13; 39.I7S. — 6 Frases similares las encontramos en Is
13:10; Jl 2:10; 3:15; Sof 1:15. — 7 El texto no está claro, y en detalle las versio-
nes difieren, pero el sentido general es claro. — 8 Sobre Elam (as. Elamtu, en
griego Susiana) véase Gen 10,22; 14:1:9; Is 21:2; 22:6; Jer 49,35-39- — 9 Sobre
su identificación véase coment. a 27:13. — 10 Sobre Edom véase coment. a
25:12-14. En el texto de los LXX, en vez de Edom se lee Asur, que ya ha salido.
Algunos quieren cambiar Edom en Aram o Siria.
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Las reflexiones aquí expuestas son paralelas a las que hemos visto en
8:21-32; pero las circunstancias no son idénticas. En el c.18 se trata de
contestar a las reacciones insolentes de los exilados, que creen que es
una injusticia echar sobre ellos la culpabilidad de sus antepasados.
Aquí la característica del auditorio es de desesperación. El castigo de
Dios sobre Judá ha demostrado que Yahvé ha abandonado a su pue-
blo, y los exilados se sienten pecadores, y, como tales, lejos de la pro-
videncia especial de Yahvé: Llevamos sobre nosotros nuestros peca-
dos. (v.10). Ezequiel les recuerda que la situación no es desesperada,
pues ante Dios no cuenta tanto la culpabilidad pasada cuanto las bue-
nas disposiciones de arrepentimiento actuales. Dios no se complace
en castigar, sino que busca ante todo el retorno del pecador: No
me gozo en la muerte del pecador, sino en que se retraiga de su cami-
no y viva (v.11). La respuesta de Yahvé está basada en la idea de que
es ante todo amoroso y misericordioso, y, como tal, está buscando
siempre que el corazón del impío se convierta y vuelva a su buen ca-
mino, para poder prodigarle sus misericordias: Volveos. ¿Por qué os
empeñáis en morir? (v.11).
La frase de los exilados nos vamos consumiendo., llevamos
nuestros pecados (v.10) tiene un aire de desesperación, de rabia y de
cinismo, y no de compunción. Por eso, su situación espiritual no es
buena. No quieren nada con un Dios que los ha castigado. Es pre-
ciso una enmienda de vida. No bastan las buenas acciones pasadas
del justo si éste en la actualidad anda por las sendas de la impiedad
(v.12). Naturalmente, no es que el profeta quiera subestimar las accio-
nes del pasado, pecaminosas o virtuosas, sino que quiere resaltar que,
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Los hechos habían dado la razón a Ezequiel, pues todos sus oráculos
sobre la destrucción de Jerusalén se habían cumplido a la letra. Con
ello el profeta alcanzó gran autoridad entre los exilados, los cuales
hablan en público y en privado de las revelaciones de él, y así van a
oírle como si se tratara de la convocación de una asamblea del pueblo
para tratar de una cuestión de interés público (ν.31). Pero esto no debe
impresionar demasiado a Ezequiel, ya que es sólo apariencia externa,
pues se limitan a escuchar sus palabras, sin preocuparse de poner por
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1 Cf. 1 Cor 9:1-6. — 2 Sin duda que el fugitivo lardó mucho en llegar a Tell Abib.
Sabemos que Esdras, con su caravana numerosa, tardó ciento ocho días desde
Babilonia a Jerusalén (Esd 7:9; 8:31). Quizá el fugitivo tuvo que esconderse mu-
cho tiempo de la policía babilónica. — 3 Ez 3:14.22; 8:1; 37:1; 40:1. — 4 Mu-
chos autores relacionan este mutismo con el descrito en 3:24-27 y 24:27, y supo-
nen que Ezequiel, de naturaleza enfermiza, sufrió un nuevo ataque de afasia al
conocer la catástrofe de Judá, conocida antes de que llegara el fugitivo, — 5 Cf. 2
Re 25:12.22; Jer 42:36. — 6 Cf. Jer 40:7-43:7 — 7 Literalmente, el TM y los
LXX leen “coméis con sangro, en cuyo caso se aludiría a comer carnes sin haber-
las sangrado, lo que resultaba un gran pecado para los judíos (Act 15, 20.29).
Nuestra traducción se basa en un ligero cambio de letras en la palabra hebrea
equivalente a sangre. En ese caso la acusación sería paralela a 18:6. — 8 Cf.
22:6.9. — 9 Cf. 18:6.
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profetas del A.T. En realidad, éstos se han quedado cortos en sus des-
cripciones ideales, ya que el mundo de la gracia — síntesis de las
íntimas relaciones de Dios con la humanidad — supera con mucho
a todo lo que pudieran entrever los grandes profetas del A.T. 12 No
debemos perder de vista la perspectiva doctrinal del A.T. Los profetas
son hombres excepcionales, pero de su tiempo, y del futuro sólo co-
nocían lo que expresamente les revelaba Dios, y en estas revelaciones
hay un núcleo sustancial espiritual; pero, al proponerlas al pueblo,
ellos presentaban esa realidad sustancialmente espiritual de modo
gráfico, con concepciones tomadas de su ambiente histórico.
Ezequiel, en este oráculo, describe a los exilados la restaura-
ción de Israel como nación, entrando en una nueva etapa libre de te-
mores. Han sufrido tanto de los pueblos enemigos, que sólo la idea de
paz centraba las ansias de todos. Les anuncia solemnemente que los
enemigos tradicionales de Israel serán vencidos definitivamente, rom-
piendo las coyundas de su yugo (v.27), con la consecuente liberación
de los oprimidos. Israel se volverá a constituir sin temor a invasiones
de las gentes, creando un nuevo núcleo nacional, una prole de renom-
bre (v.29); es decir, los descendientes de los exilados volverán a cons-
tituir una comunidad nacional renombrada entre las naciones, para no
volver a ser más el escarnio de las gentes. La catástrofe nacional y la
cautividad habían dado ocasión a que las naciones paganas se mofaran
del pueblo israelita, interpretando su derrota como un signo de impo-
tencia de Israel y de su Dios. Pero, en el futuro, la progenie de Jacob
volverá a ser el rebaño de Yahvé (ν.31), el pueblo elegido, dirigido
bajo una providencia especialísima divina: yo soy vuestro Dios. La
antigua propensión a la idolatría desaparecerá e Israel reconocerá a
Yahvé como su único Señor.
1 Muchos cíe los conceptos de este capítulo aparecen en los últimos capítulos del li-
bro. Así 1-16 es paralelo a 48:35; 23-24 es similar al contenido de los €.45-48;
los v.25-10 son muy parecidos a 47:1-12. — 2 Hemos traducido leche según los
LXX. El TM puntúa la misma palabra hebrea con sentido de grey. Creemos que
en el contexto se adapta mejor nuestra versión, ya que se habla de leche, lana,
productos todos del rebaño. — 3 Zac 11:4-17; 2 Sam 5:2; Sal 23; Mt 18:12-14;
Le 15:4-7, Y sobre todo la bellísima parábola del buen Pastor (Jn 10:1-18). — 4
“¡Ay de los pastores que dispersan y destrozan el rebaño de mi pastizal! Por eso
dice Yahvé de los que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi
grey, la habéis descarriado y no habéis cuidado de ella; yo me cuidaré de pediros
cuenta de vuestra conducta.” — 5 Cf. Ex 19:5. — 6 Cf. Ez 22:23-31. — 6 Así
según los LXX. El TM dice: “destruiré.” La confusión de una letra por otra pare-
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cida en el hebreo (resh por daleth) explica esta versión, que no parece encaje en
el contexto. — 7 Cf. 2 Sam 5:2; 1 Re 22:17; Sal 23; 74:1; 79.131 Os 13:6; Miq
5:4; 7:14! Is 40,11; Jer 13:17; 23:1; 50,19; Zac 10:3; 11:7. — 8 Esta denomina-
ción de siervo aplicada a David aparece en 2 Re 8:18; Sal 19:1; 36:1; 89:4 11. —
9 Is 11:6-9; Jer 23:5-6; Os 2:2os; Miq 5:5. — 10 Cf. Is 2:2 Sal 2:6; 110,2; Jl 2:32;
3:17, — 11 Cf. Am 9:13; Os 2:23; Is 0:3.6; 11:6-9; 32:1-5.15-18. — 12 Sobre es-
ta cuestión pueden verse los siguientes trabajos: B. Frey, Le conflit cnire le Mes-
siahisme de Jesús et le Messianisme de son ternps: B1 14 (1933) 133-149.269-
293; A. Meli, / beni ternporali nelle profezie messianiche: Bi 18 (1935) 307-329;
M. García Cordero, Hipérbole, paradoja y realidad en las profecías mesiánicas:
CT (1959) 353-82.
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bre, Yahvé hará retornar a los exilados, les dará un nuevo corazón, y
en Palestina los colmará de todo bien. La nueva tierra de promisión se
transformará en un maravilloso edén para felicidad de los repatriados
(16-38).
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lestina, que, por ser una encrucijada geográfica, fue siempre lugar de
lucha permanente. De ahí el título que se le da de devoradora de hom-
bres (ν.13). Siempre había sido campo de choque y de batalla entre las
grandes potencias, y también objeto de incursiones y razzias de parte
de las poblaciones vecinas de TransJordania. La ir ase parece calcada
en la información dada por los exploradores israelitas de Canaán: “Es
una tierra que devora a sus habitantes.” 2 El profeta Ezequiel, pues,
recoge la expresión para aplicarla a la situación anterior al exilio,
cuando Palestina había sido asolada y llevados cautivos sus habitantes,
y contraponerla a la nueva situación. En el futuro, todo será paz, por-
que Yahvé tomará al país bajo su especial protección (v.14). Palestina
no devorará ya mas a los hombres (v.14), sino que será el lugar edé-
nico en el que todos vivirán en paz, sin temor a enemigos exteriores e
interiores.
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1 Ez 6:2; 35:12. — 2 Núrn 13:32; Lev 18:28. — 3 Cf. Lev 15:10-20. — 4 Cf. Is
43:22-25; 48:11. — 5 Las abluciones lústrales simbolizaban el perdón de los pe-
cados (Gen 35:2; Ex 30:17). — 6 Cf. Is 32:5; Jl 2:28; Zac 4:6. Véase el artículo
de P. Van Imschoot, L'esprit de Yahvé, principe de vie dans VA.T.: “Ephem.
Theol. Lovari.,” 16 (1939) 457-467. — 7 Cf. Jn4:14. 8 Cf. Jer31:1.33. — 9 Ex-
presión análoga para predecir la fertilidad del campo la encontramos en Os 2:21-
22. — 10 Cf. Ez 20:43; Is 64:6; Jer 2:23. — 11 Ex 3:8; 17:13; 33:3; Lev 20:24.
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cionales.
El profeta, después de aludir a esta costumbre de la época,
anuncia que Gog se pone, finalmente, en camino desde las extremas
regiones del septentrión (v.14), e.d., de Armenia y Asia Menor, para
caer con sus caballos — fuerza militar característica de las hordas es-
citas de origen indoeuropeo — sobre Israel, el pueblo de Yahvé. Dios
hace que marchen contra El y su pueblo para santificarse, es decir,
mostrar después su omnipotencia y superioridad, derrotándole, ante
los ojos de los gentiles (v.16). En definitiva, el triunfador será
Yahvé, que vencerá a los enemigos de Israel en su última tentativa de
hacerle desaparecer.
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1 Cf. M. J. Lagrange, Le Juda'isme avant J.-C. (París 1931); Allo, Apocalypse (1933)
p.315; D. Buzy, Antechrist: DBS I 2975. — 2 El. TM lee: “al servicio de ellos.”
Los LXX: “a mi servicio.” — 3 Cf. Ez c.35. — 4 Se ha pretendido identificar a
este invasor Gog con algún personaje histórico. Así se ha propuesto al legendario
Guges (o Gugu de la literatura cuneiforme), rey de Lidia, en el Asia Menor, del
siglo VII a.C. Cf. Herodoto, I Ss. Algunos autores han preferido fijarse en el
nombre sumerio Gug o Kug, que significa “tinieblas,” rey de Magog, que sería en
sumerio Mat Gug (“país de las tinieblas”). Cf. Scheil: RB (1901) p.68. Se le ha
relacionado también con los gagaia de las cartas de Tell-Amarna, etc. Desde lue-
go, Ezequiel hace venir al invasor de la zona del Cáucaso por donde estaban los
reinos de Mesec y Túbal, sobre cuya identificación véase coment. a 27:13. Sobre
todo esto, cf. Spadafora, o.c., p.278-279. — 5 Los nombres de Paras, Etiopia y
Puf (v.5) chocan en el contexto, pues son del sur. Parece una glosa. Sobre su
identificación cf. 27:10. Los de Comer son los gimtrrai de los textos asirios, los
cimerios de la literatura griega (Odisea II 14), en la actual Crimea, que emigraron
en el siglo VIII hacia Armenia. Cf. Gen 10:2; 1 Crón 1:53. Togorma: véase co-
menv a 24:14 la Armenia actual. — 6 Cf. Gen 39:1; Núm 24:14; Dt 4:30; 31:29;
Jer 48:47; 49:6. — 7 Cf. Is 2:3; Miq 4:1; Os 3:5. — 8 Cf. Dt 3:5; 1 Sam 6:18; Zac
2:4-5; Jer 49:31. — 9 Así lo creían los judíos (cf. Jubileos 8:19; Henoc 26:1). Los
griegos decían de Delfos que era el ombligo del orbe (Píndaro, Pitag. 4:31). — 10
Cf. 1 Mac 3:41; 2 Mac 8:10s; 14:34. — 11 Cf. Sof 1:145; 3:8ss; Miq 4:11-13;
5:14; Jl 3:9-17. — 12 Sobre la frase antropomórfica “subirá la ira a mis narices,”
véase Ez 5:13; 24:7; Sal 18:9; Dt 32:22.
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dando sus soldados insepultos para pasto de las aves y de las fieras del
campo. Era la mayor ignominia para un caudillo guerrero el quedar
insepulto sin tener honores fúnebres. Y no sólo los invasores sufrirán
esta terrible suerte, sino hasta su país de origen, Magog, será pasto de
las llamas (v.6). Las islas en la literatura profética son una designa-
ción vaga para indicar las ciudades paganas costeras del Mediterráneo.
Aquí, según el texto hebreo, están asociadas a la suerte de Magog;
pero, según la versión griega, “las islas serán habitadas en paz,” lo que
sorprende en el contexto; probablemente es glosa.
Con la derrota estruendosa del invasor de Israel se manifestará
el santo nombre de Yahvé (v.7). Al ser vencidos los judíos, los paga-
nos habían profanado el nombre de Yahvé al hacer befa de El, de-
clarándole impotente para defender a su pueblo. Ahora, en cambio, al
manifestarse plenamente la omnipotencia divina, reconocerán que
es el Santo de Israel (v.7), es decir, el que, por un lado, es trascenden-
te e incontaminado, y, por otro, está vinculado a Israel, en cuanto que
le ha escogido como pueblo suyo.
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1 Cf. F. Abel, Géog. pal. II 259. — 2 Núm 19:11; 15:18; 31:19. — 3 Cf. Ez 43:7-9-
— 4 Cf. Is 30:31; 34:6; Jer 46:10; Sof 1:7-8. — 5 Cf. Ez 36:26-27; 11:19. — 6 G.
Ricciotti, Storia d'Israele II 119.
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dos los montes 5. Para los profetas, Sión, en la nueva era mesiánica,
debía ocupar un lugar privilegiado. Al mediodía, o sur del monte, es-
taba una edificación de ciudad (v.2), es decir, Jerusalén, y, sobre todo,
el recinto sagrado del templo con sus múltiples y grandiosas construc-
ciones. La localización de la ciudad está sobre la antigua, es decir, en
la parte meridional del tradicional atrio del templo, mirando hacia el
sur, en la falda de la gran colina.
Ezequiel está frente al lado oriental del muro exterior (v.6), y
a la entrada de este lado está un varón de aspecto como de bronce
bruñido (v.3), un ser resplandeciente como el bronce bruñido, lo que
caracteriza a los seres celestiales6. Este varón deslumbrante tiene en
sus manos los instrumentos de medir: una cuerda de lino, para las di-
mensiones más largas, y una caña, para las más pequeñas 7. El profeta
es invitado a prestar especial atención, pues tiene que comunicarlo a la
casa de Israel. Es su misión de profeta: transmitir mensajes divinos al
pueblo en orden a sus intereses religiosos 8. El misterioso varón intér-
prete le invita a extender su mirada sobre la muralla exterior (v.5a),
que separaba el sagrado recinto de lo profano. Era lo primero que apa-
recía a su vista, y simbolizaba la distinción entre lo santo y lo profano,
que es la clave para entender esta enmarañada descripción arquitectó-
nica que va a seguir.
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El profeta entra con su guía por la puerta del mediodía, que acaba de
describir, hacia el atrio interior, que por el norte, el oriente y el me-
diodía tiene pórticos análogos a los descritos para el atrio exterior, con
la diferencia de que se sube a ellos por ocho gradas, en vez de siete, y
de que las grandes pilastras de acceso dan hacia el atrio exterior y no
al atrio interior.
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mas.
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1 Muchos autores creen que Ezequiel aquí, en la frase principio de año, se refiere a
marzo-abril (Nisán). Así Knab., Heinisch. Sobre estos cómputos véase F. X.
KORTLEITNER, Arch. (1906) 304; F. X. KÜGLER, Von Moses bis Paulus (Münster
1922) 134-150. — 2 Cf. Lev 23:2755; i6,is. — 3 Cf. Ez 1:3; 3:14; 8:1. — 4 Cf.
ST. Thom., ST II-II i73:3c; 175:10c. — 5 Cf. Is 2:2; Miq 4:1,· Ez 17:22; Zac
14:10. — 6 Cf. Ez 1:7. Quizá este personaje sea el mismo hombre vestido de lino
de 9:2. En 44:1-2 se identifica con Yahvé. — 7 Cf. Ez47:3; 40:5 — 8 Cf. Tomás,
ST II-II 172:40. — 9 Cf. Jer 52:21. — 10 Los babilonios distinguían dos tipos de
“codos”: a) real o grande, de 550 mm., y otro, b) ordinario, de 495 mm. Los
egipcios: a) común, de 450 mm.; b) real, de 525 mm. Cualquiera de éstos podía
estar en vigor en Palestina, aunque Ezequiel se acomodaría al uso babilónico. Cf.
A. Barrois, La métrologie dans la Bible: RB 40 (1931) 185-213; 41 (1932) 50-76.
— 11 Algunos autores han querido dar a la palabra Orej un sentido de altura, pe-
ro no es probable. — 12 Es decir, seis codos el muro externo, 6 X 3 las cámaras,
más seis los muros que las separaban, ocho el vestíbulo y dos la pilastra. — 13
Sobre el adorno de las pilastras cf. 1 Re 6:29; 2 Par 3:5. — 14 Cf. i Par 28:12;
Esd 10,6; Jer 35:4; 36:10. — 15 Ez 45:5 — 16 El v.30 en el TM dice: “y los
vestíbulos todo alrededor, de veinticinco codos de largo por cinco de ancho,” que
es ditografía. Falta en C. — 17 Los LXX: “y un reborde de un palmo alrededor, y
sobre las mesas un tejadillo para proteger de la lluvia y del calor.” — 18 El TM
dice: “fuera de la puerta interior había salas de cantores.” Nuestra traducción se
basa en los LXX, comúnmente seguida aquí por los comentaristas. — 19 Las 'pa-
labras “catorce codos y los lados de la puerta” faltan en TM, y las hemos tomado
de los LXX. — 20 Sadoc descendía de Aarón por la rama de Eleazar (Núm 3:1-4)
y era célebre en la historia de Israel por su fidelidad a David (2 Sam 15:245;
17:15; 1 Re 1:8.38). Por esto Salomón le dio el cargo de sumo sacerdote, que has-
ta entonces ostentaba Abiatar (i Re 2:35). Algunos autores creen que esta frase
relativa a los hijos de Sadoc es glosa posterior. — 21 Cf. Ez44:10.
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1 En el texto griego lee: “la puerta, seis codos, y los muros laterales, siete codos a un
lado y siete al otro lado.” — 2 Cf. Lev 16:2. — 3 Cf. 1 Re 6:10s. — 4 Así según
los LXX, pero el TM dice que había sólo treinta y tres cámaras (“treinta y tres
veces”). — 5 Versículo muy oscuro y casi ininteligible. La Bible de Jérusalem:
“La anchura de las celdas aumentaba de un piso a otro, porque rodeaban al tem-
plo en pisos alrededor.” — 6 Los cinco codos del v.11 parecen glosa de un copis-
ta que se confundió con lo que se dice en el v.9, pues en el v.10 se dice que el es-
pacio vacío entre cámaras y templo medía veinte codos. — 7 Esta cifra resulta de
la suma siguiente, de este a oeste: muro del vestíbulo (5 codos), vestíbulo (12 c.),
muro del santuario (6 c.) santuario (40 c.), muro del santísimo (2 c.), santísimo
(20 c.), muro del templo (6 c.), cámaras laterales (4 c.), muro de éstas (6 c.). — 8
Resultado: espacio libre (20 c.), muros (5 x 2), interior (50 c.): 100 codos. — 9
La cifra total resulta de: anchura del santuario (20 codos), espesor de los muros
(12 c. = 6 X 2), cámaras laterales (8 c. = 4 x 2), muros de las cámaras (10 c. = 5
X 2), plataforma (10 c. = 5 x 2), espacio lateral del atrio (40 c. = 20 x 2). — 10
Cien codos, que resultan de las sumas parciales siguientes: 90 codos espacio in-
terno, más espesor de los muros (5 x 2). — 11 Cf. 1 Re 6:29-30. — 12 Cf. Lev
21:6; 8:17.21. — 13 Cf. Ex 27:2; 30.2.
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1 Cf. Lev 2:3; 2:10; 6:17.22; 7:1-7. — 2 Lev 6:18.23; Ez 40:39; 45.193; Es 8:35. — 3
Cf. Lev 5:15-18; 6:10; Ez 40:39; 44:29; 46:20. Véase el artículo de Medebiélle,
Expiation: DB, Suppl. III (1938) 56-59.663. — 4 El cómputo se descompone en
las cifras parciales siguientes, dirección este-oeste: puerta oriental externa (50 c.),
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atrio externo (100 c.), puerta oriental interna (50 c.), atrio interno (100 c.), santua-
rio y santísimo (100 c.), edificio occidental (100 c.)· Total: 500 codos. Dirección
sur-norte: las mismas dimensiones exactas (cf. 40,25.27.29; 47:19.21.23 respecti-
vamente). Algunos autores siguen al TM y leen “500 cañas” (cada caña, seis co-
dos). Así, el conjunto tendría 1.575 m. (la caña, 3:15 m.).
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su palacio tan cerca del recinto sagrado, de modo que sólo había pared
por medio, poniendo su umbral junto a mi umbral y sus postes o co-
lumnas junto a los de Yahvé (v.8). En adelante, toda la colina de Sión
debe ser considerada como territorio sagrado dedicado exclusivamente
a Yahvé. Aunque el palacio real fue concebido primitivamente como
custodia del templo y éste como capilla real para guardar el arca de la
alianza, sin embargo, la proximidad del palacio al lugar santo trajo
muchos compromisos a los intereses de Dios, pues la vida de la mo-
narquía israelita fue muy poco edificante, y así no faltaron abomina-
ciones idolátricas y crímenes sangrientos en aquellos muros regios. En
la estructura futura, la casa del príncipe estará alejada del templo 7, y
la zona que antes ocupara el palacio real será añadida a la gran expla-
nada del templo como zona sagrada. Ezequiel, al hablar del futuro te-
ocrático de su pueblo, considera a Yahvé como jefe único e inmediato
de su pueblo, y por eso al jefe político futuro le da el nombre de
príncipe y no de rey, reservado a Yahvé 8.
La institución de la monarquía fue, en realidad, funesta para
los intereses religiosos de Israel, como había previsto y anunciado el
fundador de ella, Samuel. Los reyes israelitas organizaron una corte y
un harén al estilo oriental, en detrimento de los intereses económicos
del pueblo y, sobre todo, con menoscabo de los derechos de Yahvé.
En la nueva era, las cosas serán de otro modo: desaparecerá totalmente
la idolatría, y los cadáveres de los reyes serán arrojados fuera de su
lugar, para convertir a éste en cosa sagrada aneja al templo (V.9). En
todos estos anuncios profetices tenemos que tener en cuenta que se
trata de idealizaciones para hacer resaltar la idea del carácter sagrado
de la colina de Sión y excitar la imaginación y las esperanzas de los
exilados. No es necesario, pues, tomar las palabras de Ezequiel a la
letra.
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altar del templo de Salomón, que era una copia del altar del tabernácu-
lo del desierto 10. Los cuernos eran símbolo del poder de la divinidad
en la mitología mesopotámica. El ariel era un cuadrado de 12 codos
en cada lado (6:30 m.). El cuadrado intermedio (inferior al ariel) era
de 14 codos (7:35 m.), y la última plataforma inferior es de 16 codos
(8:40 m.), y la base, en la parte saliente del reborde, es de 19 codos
(9:28 m.). La altura total de las tres plataformas o cuadrados es de n
codos (5:75 m.). Se subía a la parte superior de esta pirámide escalo-
nada por unas gradas que daban al oriente. Los cuernos del altar sim-
bolizaban la omnipotencia divina, y sobre ellos se esparcía la sangre
de los sacrificios 11, y el que se tomaba a ellos adquiría derecho de
asilo 12.
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El altar, que estará enclavado en el centro del atrio interior, será desti-
nado sobre todo a los holocaustos — los sacrificios en los que se
quemará toda la víctima 13 — y para derramar la sangre de las vícti-
mas en los sacrificios no holocaustos 14. El profeta describe a conti-
nuación el rito de la consagración, que durará siete días. En el primer
día se sacrificará un novillo, y parte de su sangre será derramada sobre
los cuernos del altar, y parte sobre los ángulos del cuadrado, o basa, y
sobre su borde. La expresión sacerdotes-levitas indica la pertenencia a
la tribu de Leví, dentro de la cual figuraba la familia de Sadoc 15. Es
una denominación genérica para indicar gentes consagradas a Dios en
sus funciones sacerdotales. En otros textos, levita tiene el sentido es-
pecífico de clase inferior a la sacerdotal 16. Ezequiel tiene preferencias
por la familia de Sadoc 17. El sacrificio expiatorio de que aquí habla
debe realizarse en el lugar designado (v.21), sin especificar más su
localización. Se han hecho diversas conjeturas: alrededor del santua-
rio, detrás del santuario, etc. No faltan quienes suponen que ese lugar
está fuera del recinto sagrado, incluido en el muro exterior.
En el segundo día de expiación se utilizará un macho cabrío
(v.22), un novillo y un carnero (v.23), acompañados de sal 18. Una vez
terminados los ritos de los siete días, los sacerdotes ofrecerán los sa-
crificios ordinarios, pues el altar ya ha sido purificado y consagrado
definitivamente para el culto. Los sacrificios ordinarios eran los holo-
caustos, en los que se quemaba toda la víctima, y los pacíficos o salu-
dables o eucarísticos, según se traduzca la palabra misteriosa hebrea
shelamim, aplicada a los sacrificios 19. Eran sacrificios cruentos ofre-
cidos por personas ya reconciliadas con Dios en acción de gracias
(de ahí eucarístico) o para pedir un favor divino. El ritual de consa-
gración del altar que aquí presenta Ezequiel difiere en muchas particu-
laridades del prescrito en el Pantateuco 20. Lo que indica que el profeta
trabaja con su imaginación, como lo hizo para la reconstrucción del
templo, con toda libertad, si bien inspirándose sustancialmente en la
tradición. Debemos pensar que los detalles en Ezequiel no tienen sino
valor simbólico, tanto en sus descripciones sobre el templo como en
las particularidades del culto. De hecho sabemos que en la reconstruc-
ción del templo, después del decreto de Ciro (538), los repatriados no
pretendieron ajustarse a los moldes propuestos por el gran profeta del
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1 Cf. Ez 10:19; II.22S. — 2 Cf. 1-24; 3:12s. — 3 Cf. c.8-10 ye. 1. — 4 Cf. Ex 40:32-
36; 1 Re 8:10s; 1 Crón 5:13s; 7:1s. — 5 Cf. C.8.16; 23. — 6 El texto griego dice:
“los homicidios obrados por los jefes en medio de ellos.” Sabemos que el rey
Manases derramó mucha sangre inocente (2 Re 21:45). Pero creemos que se debe
mantener la lección del TM por exigencias de lo que se dice en el v.9- Algunos
autores dan a la palabra que hemos traducido por cadáveres el sentido de “estela”
idolátrica (cf. Lev 26:36). En ese caso se aludiría al culto pagano de los reyes de
Israel. — 7 Cf. Ez 48:8-21. — 8 Cf. Ez 45:8-9. — 9 Lit. en hebreo seno, equiva-
lente al cimiento o cavidad que enmarcaba el altar. — 10 Cf. Ex 27:2; 30,2. Mu-
chos autores prefieren leer Harel, y así relacionan este nombre con el arallu ba-
bilónico, que era el mundo subterráneo y Ja montaña donde nacieron los dioses.
Así, el Harel sería la “montaña de Dios.” Generalmente se sigue la lectura que
hemos expuesto con el sentido de “hogar de Dios.” — 11 Cf. Ez 29:14; Lev 4:25;
30:34· — 12 Cf. 1 Re 1:50s; 2:28. — 13 Cf. Ez 40:38. — 14 Cf. Lev 1:5; 3:2;
4:53. — 15 Cf. £240:46; 44:15- — 16 Cf. Dt 17:9-18; 18:1; 24:8; Jos 3:3; 8:33;
Is 66:21; Jer 33:18; Ez 43:19. — 17 Cf. Dt 18:1; Is 66:21; Jer 33:18. — 18 Cf.
Lev 2:13. — 19 Los LXX traducen pacíficos. Su ritual aparece en Lev 3. — 20
Las diferencias son las siguientes: a) Ezequiel nada dice de la unción del altar
prescrita en Ex 29:36 y Lev 8:11. b) En Ezequiel, el novillo sólo debe ofrecerse el
primer día, y en los otros días un macho cabrío, mientras que en Ex 29:36 se dice
que había de ofrecerse durante siete días, como expiación, un novillo, c) Según
Ezequiel, la sangre ha de derramarse también sobre los cuatro ángulos, mientras
que en Ex 29:12 y Lev 8:15 se ordena que la sangre se derrame sobre los cuernos
del altar, y el resto se eche a los pies del altar, d) Según Lev 9,iss, el octavo día
era solemnísimo, mientras que en Ezequiel es un día cualquiera con los ritos or-
dinarios.
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esta separación de los gentiles para prevenirlos contra una posible ab-
sorción por parte de éstos. Esdras y Nehemías se moverán en el mis-
mo plano en sus relaciones con el extranjero, negándose a admitir la
colaboración de los samaritanos en la reconstrucción del nuevo tem-
plo.
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pero prácticamente solía ser la 1/50 parte de todos los ingresos agríco-
las 32. Por fin, se especifica que los sacerdotes no deben comer nada
mortecino o desgarrado (v.31), para evitar toda contaminación 33.
1 Cf. Ez 43.2SS. — 2 No hay fundamento alguno para ver analogía entre esta puerta
y la “puerta santa” (babú ellu) del templo de Marduk, Esagil y Etemenanki, en
Babilonia, que se abría sólo dos.dos veces al año PATRA sacar la estatua de
Marduk. — Teodoreto: PG 81; San Ambrosio, De institutione virginis c.8 n.52;
Tomás, Sum. Theol. III 28:3, sed contra. El texto de Ezequiel sólo se puede apli-
car a la virginidad de María de un modo acomodaticio, pues nada en el contexto
avala un sentido literal o típico. — 3 Cf. Lev 7:15; Dt 12:7.18. — 4 Cf. Jos 9:27;
Dt 29:10; Lev 26:41. — 5 Los nethinim aparecen como clase distinta de los sa-
cerdotes y levitas. Cf. i Crón 9:2; Neh 7:57.60; 11:3. — 6 Cf. Esd 2:43.55.58;
8:10 (dados por David a los levitas). — 7 Cf. Lev 3:11; 21:6.8; Jer 11:11; Mal
1:7. — 8 Cf. Lev 17:8; Núm 15:13. — 9 Cf. Ex 12:43. — 10 Cf. 2 Crón 6:32s. —
11 Antes, los representantes de cada familia ofrecían sus sacrificios como en los
tiempos patriarcales. En Egipto y Babilonia existía ya en tiempos de Moisés una
jerarquía sacerdotal, y sólo los que pertenecían a la clase sacerdotal podían ejer-
cer actos de culto oficialmente. — 12 Cf. Núm 1:505; 3:53. — 13 Cf. Jos 13:33;
18,7; Núm 3:10; 17-18:1-7. — 14 Cf. Ex 28:1; 2 Grón 6:48-53; 1 Sam 2:28; 2
Crón 26:18. — 15 Cf. Núm 3:1-13. — 16 Cf. Lev 2:3.10. — 17 Cf. Lev 6:18;
17:1. — 18 C£ 1 Re 2:27.35. — 19 Sobre Sadoc cf. 2 Sam 15:355; 17:15-22; 1
Re 1:32-45. Sadoc descendía de Aarón por Eleazar (Núm 3:1-4), que heredó los
poderes sacerdotales de Aarón (Núm 20,25-28). — 20 Cf. Lev c.1-7; 10,8-11;
12:7; 14; 17:555. — 21 Cf. Ex 28:39-43. — 22 Cf. 28:42; 39:28; Lev 6:3; Eclo
45:8. — 23 Cf. Ex 29:37; 30,29; Lev 6:18.27; Lev 21:1-8. — 24 Cf. Is 65:5. —
25 Cf. Lev 21:5.10. — 26 cf. Is 22:12; Jer 16:6; Ez 7:18. — 27 Cf. Lev 21:7.135.
— 28 Los LXX añaden “pleitos de sangre,” e.d., en los que se decidía sobre la
vida o muerte de algún litigante (cf. Dt 21:1-2). Sobre los deberes de los sacerdo-
tes en materia de enseñanza de la Ley cf. Lev 10,ios; Dt 17:85; 19:17; 21,is; Os
4:6; Ez 18,5; 20,20; Ag 2:11. — 29 Cf. Lev 21:1-4; Núm 6:6; 19:11-19; Lev
15:13.28. — 30 Jerem (que los LXX y la Vg traducen por anatema) significa
“separado”; y es lo que ha sido separado o reservado a Dios en un botín. Era do-
ble: “jerem de abominación,” porque se destruía para que nadie pudiera participar
de él (Jos c.6-7; Lev 27:29), y “jerem de ofrenda”), es decir, de oblación o dedi-
cación de una cosa a Dios (Lev 27:28; Núm 18:14; Ez 44:29). De éste se trata
aquí, pues los sacerdotes podían, según Ezequiel, participar de esta ofrenda hecha
a Yahvé. — 31 Cf. Dt8:8. — 32 Según Schürer, éstos eran los ingresos materiales
de los sacerdotes: en los sacrificios: a) las víctimas por los sacrificios de expia-
ción, excepto en dos casos que se quemaba totalmente (Lev 5:13; 6:9.225; Núm
18:9-20); b) las víctimas de los sacrificios por el delito (Lev 7:6s; Núm 18:95); c)
la mayor parte de las oblaciones, pues sólo una parte se esparcía sobre el altar; d)
los doce panes de la proposición, que se cambiaban semanalmente; e) en los sa-
crificios pacíficos quedaban para los sacerdotes el pecho y el muslo derecho (Lev
7, 30-34; 10:14-15); f) la piel de las víctimas quemadas en holocausto. Cf. E.
Schürer, Ge-schichte des jüdischen Volkes II (1898) 247 (4.a ed. 1909). — 33 Cf.
Lev 17:15; 22:
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las del sur, como veremos a continuación. Además, la zona del prínci-
pe estaba interrumpida por la zona sagrada, que forma un cuadrado.
El profeta, con esta distribución, quiere simbolizar la fuerza teocrá-
tica de la nueva organización nacional y asentar que el príncipe no
tiene derecho a apropiarse nada de las tribus, ya que tiene una pose-
sión muy vasta y en el mejor lugar del país4.
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1 Leemos con los LXX veinte mil, con preferencia al TM, que lee diez mil, pues la
parte reservada a los levitas también es santa. — 2 Algunos autores, como Spa-
dafora, interpretan estas cifras de cañas de medir, y no de codos. Con lo que las
dimensiones serían seis veces mayores de las que hemos expuesto, pues la caña
valía seis codos. La mayoría de los autores prefieren leer codos, aunque el TM no
dice ni codos ni cañas. — 3 Los LXX leen: “y será un lugar para cosas puestas
aparte por su santidad.” Falta “será una parte santa” en el griego. — 4 Cf. Miq
2,iss; 3,Qss; 6:10-11. — 5 “Diez batos hacen un jómer” falta en los LXX. — 6 La
traducción “pastos regados” no es segura. — 7 Cf. Jer 6:7; 20:8; Am 3:10; Hab
1:3; 1 Re 21; Is s,8s. — 8 La frase del v.10 aparece en Lev 19,36; cf. Dt 25:13-
15; Miq 6:10-11; Prov n,i; 16,ι ι; 2θ,ιο. — 9 La equivalencia de estas medidas su-
sodichas hebreas con las nuestras fluctúan según los autores. Así, el jómer (el
imeru asirio) equivale, según Kortleitner, a 364:4 litros. El jómer aparece reitera-
damente en la Biblia (cf. Lev 27:16; Núm 11:32; Is 5:10; Os 3:2). Los LXX tra-
ducen por κόρος. — 10 El güera es el όαολος de los LXX (cf. Am 8,5; Ex 30:13;
Lev 27:25; Núm 3:47; 18:48). El sido es el ζίκλοs de los LXX, que también tra-
ducen por διδράτμον. La mina es el maneh del hebreo, que es transcrito por los
LXX μνα. Sobre el valor de estas medidas véase el artículo Medidas, pesos, mo-
nedas en “Verbum Dei,” I p.272ss (Barcelona 1956). — 11 El jómer y el kor son
equivalentes; el primero era medida de áridos, y el segundo de líquidos. — 12 Cf.
Lev 27:32; los LXX en el texto de Ezequiel leen diez en vez de doscientos. — 13
Cf. Lev 23:13-18; Núm 6:15. — 14 Cf. Lev 23:24; Núm 10:10. — 15 Cf. Lev
23:2; Núm 15:3. — 16 Los LXX traducen “en el mes séptimo.” El TM dice lit.
“en el séptimo, en el mes.” — 17 Cf. £243:20. — 18 Cf. Núm 15:30; Lev 4:2;
Núm 15:22-27. — 19 Cf. Núm 15:24. — 20 Cf. Núm 28,5; 15:4; 28,5. — 21
Según Núm 28:19-22: “en el primer día se ofrecerían en holocausto dos novillos,
un carnero y siete corderos de un año.” — 22 Cf. Ex 12:6s.
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Durante los días laborables estaba cerrada la puerta oriental que daba
acceso al atrio interior (la del atrio exterior debía estar siempre cerra-
da). Los sábados y primeros de mes, novilunios, se abrirá aquélla para
que entre únicamente el príncipe. Debe permanecer en el vestíbulo de
dicha puerta, sin entrar en el atrio interior, y desde allí asistir al sacri-
ficio de las víctimas que los sacerdotes inmolarán sobre el altar de los
holocaustos (v.2). Como es laico, no puede entrar en la zona reservada
a los sacerdotes durante las funciones. El pueblo de la tierra 1, o la
masa laical popular, ebe permanecer en el atrio exterior (ν.3). El
príncipe, por su parte, debe ofrecer especiales sacrificios los sábados:
seis corderos y un carnero con la oblación de un efá de harina (39 1.)
por el carnero, y otra cantidad, según sus posibilidades, por los corde-
ros, y un hin de aceite (6:5 1.) por efá (v.5). En los días primeros de
mes, novilunios, debe ofrecer un novillo, más lo que ofrecía los sába-
dos (v.7). Estas prescripciones son diferentes de las tradicionales mo-
saicas 2.
Se señala que el príncipe no debe pisar el atrio interior, y, por
tanto, que debe salir por la puerta que entró, sin sobrepasar el umbral
(v.8). El pueblo de la tierra, en cambio, no debe salir por la puerta que
entró (V.9): el que entró por la puerta norte debe salir por la del sur, y
viceversa. La puerta oriental permanecía siempre cerrada. Y el prínci-
pe debe entrar al mismo tiempo que el pueblo (v.10). En las gestas y
solemnidades se ofrecerá un efá de harina (39 1.) por el novillo, otro
por el carnero; una parte prudencial libre por los corderos, y un hin de
aceite (6:5 1.) por cada efá. Estos eran sacrificios reglamentarios obli-
gatorios; pero, además, se podían ofrecer otros espontáneamente 3. En
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ese caso, el príncipe entrará por la misma puerta oriental, que se abría
los sábados, y saldrá como está prescrito para esos días (v.12).
Además, debía ofrecerse el sacrificio perpetuo o cotidiano1: todas las
mañanas se ofrecerá un cordero en holocausto y un sexto de efá (6:5
1.) de flor de harina 5. Nada se dice del holocausto de la tarde, como
se prescribía en la legislación mosaica 6.
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vista por el gran profeta del exilio. Los profetas, en sus idealizaciones
mesiánicas, habían escogido diversos nombres para caracterizarla en
su fase definitiva mesiánica. Isaías la llama “ciudad de justicia, ciudad
fiel” 7, “la ciudad de Yahvé, la Sión del Santo de Israel” 8, “no te lla-
marán la Desamparada, sino 9Mi complacencia en ella,” “Desposada”
9
. Jeremías llama a la futura Jerusalén “trono de Yahvé” 10. Todos es-
tos nombres no hacen sino expresar parcialmente los aspectos de la
nueva Jerusalén. La denominación de Ezequiel va más al fondo: la
ciudad se llamará Yahvé allí, porque la presencia de Yahvé es la
prenda de la felicidad de los corazones de los ciudadanos de la
nueva gran metrópoli. Para los exilados, que se consideraban abando-
nados definitivamente por su Dios, esta denominación hacía despertar
en ellos las esperanzas más queridas, ya completamente olvidadas. La
misión de Ezequiel era consolar a los exilados. Su descripción ideali-
zada de la nueva Tierra Prometida y de la Ciudad Santa es la síntesis
de su labor misionera entre los desterrados. Había sido enviado a una
nación rebelde, y después de anunciarle el debido castigo, le presenta
el horizonte glorioso de la restauración.
1 Cf. Gen 49:10; 2 Sam 7:14. — 2 Cf. Gen 0.43-44. — 3 Cf. Gen 30:1-13. — 4 Cf.
Ez 47.I5SS. — 5 Ez 44:10.15. — 6 Ap OC 21:125. — 7 Is 1:26. — 8 Is 60,14. —
9 Is 62:4.12. — 10 Jer 3:17.
Daniel.
Introducción.
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A) Sección protocanónica:
1. Parte histórica: 1:1-6:29(28).
a) Introducción histórica: Daniel en la corte real: 1:1-
21.
b) Sueño de Nabucodonosor e interpretación: 2:1-40.
c) Los tres niños en el horno: 3:1-30(97).
d) Locura de Nabucodonosor y curación: 3:31(98)-
4:34.
e) Banquete de Baltasar: 5:1-30(31).
f) Daniel en el foso de los leones: 6:1-29(28).
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Problema lingüístico.
El libro de Daniel, como hoy lo tenemos, está escrito en tres
lenguas: a) hebrea: 1:1-2:4a y 8:1-12:13; b) aramea: 2:4b-7:28; c)
griega: 3:24-90; 13:1-14:42. Las partes escritas en hebreo y arameo
aparecen en el TM, mientras que la parte griega sólo en los LXX.
Esta diversidad lingüística plantea un problema no fácil de re-
solver, ya que no se ve la razón de por qué la parte histórica —
homogénea por el contenido — esté escrita en hebreo y en arameo, y
lo mismo, por qué el c.7, de contenido visionario y muy ligado al c.8,
esté en arameo, mientras éste está en hebreo, y por qué el c.1 está en
dos lenguas. Se han propuesto diversas soluciones, pero ninguna es
totalmente convincente.
Unos suponen que primitivamente fue escrito todo en arameo
y que después, para ocultar al vulgo el contenido misterioso de los
capítulos “visionarios,” se los tradujo al hebreo, lengua accesible sólo
a los eruditos e iniciados. Pero entonces queda el misterio de por qué
el c.7, de contenido “visionario,” está en lengua vulgar aramea. Y, al
mismo tiempo, por qué el c.1, de contenido histórico, está en hebreo, y
lo mismo los v.1 y 2a del c.2.
Otros proponen la hipótesis contraria: originariamente habría
sido escrito todo el libro (protocanónico) en hebreo; después se tradu-
jo parte al arameo, dejando en hebreo la parte “visionaria” apocalípti-
ca y el c.1, para que así tuviera más fácil acceso al canon judaico.
No faltan quienes suponen que el autor de todo el libro re-
dactó desde el principio unas partes en hebreo y otras en arameo por
razones que no conocemos. Lo más fácil es suponer que el libro, tal
como ahora lo tenemos, es una recopilación de textos que corrían in-
distintamente en hebreo o arameo, y un redactor los juntó tal como los
encontró. Así, pues, podemos concebir que corrían hojas sueltas con
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Composición y autenticidad.
Si complejo es el problema lingüístico del libro de Daniel, no
lo es menos el de su origen y autenticidad. Dos son las opiniones so-
bre el origen y composición del libro de Daniel. Una que podemos
llamar tradicional, según la cual el libro de Daniel, tal como hoy ha
llegado a nosotros, es obra del propio protagonista del libro, Daniel.
Es la tesis de la tradición judaica, aunque en el canon judaico el libro
no haya figurado entre los profetas, sino entre los hagiografos.
Flavio Josefo dice que el libro de Daniel fue presentado a Ale-
jandro Magno en Palestina para que viese en él cumplidas las antiguas
profecías 8. En el libro I de los Macabeos parece se alude al de Daniel
9
. Jesucristo cita profecías del libro de Daniel10. Por otra parte, el autor
del libro parece conocer bien el ambiente cortesano de Babilonia y las
costumbres de la época (suplicio de fuego y de las fieras).
Los críticos modernos, en general, no admiten que el libro de
Daniel sea obra del famoso protagonista que vivía en la época babiló-
nica, por razones históricas y lingüísticas. En efecto, al describir el
autor los hechos del tiempo del imperio babilónico, incurre en una
serie de inexactitudes históricas, difícilmente explicables en un· autor
contemporáneo de los hechos. Así, a Baltasar se le presenta como hijo
de Nabucodonosor, cuando en realidad fue hijo de Nabónides 11, el
cual no era descendiente directo de Nabucodonosor. Por otra parte,
aparece un misterioso personaje, llamado “Darío el Medo,” goberna-
dor de Babilonia antes de Ciro 12. Además, en 9:1 se le llama hijo de
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Texto y versiones.
El texto de las partes aramea y hebraica del TM es bastante
deficiente. Muchas veces las antiguas versiones, que reflejan otro tex-
to original premasorético, resultan más claras en determinados pasa-
jes. Las indicaciones cronológicas que preceden a algunos capítulos
son consideradas por algunos críticos como adiciones de escribas. La
versión más antigua de estas partes aramaico-hebreas es la de los
LXX, que parece ser del siglo 11 a.C. Como difiere bastante del TM,
la Iglesia nunca aceptó oficialmente la versión de los LXX 19. Muchos
autores creen que estas divergencias proceden de que el traductor tenía
delante un texto diferente del TM.
La versión de los LXX fue desplazada por la de Teodoción,
que es más concisa. Algunos críticos consideran la versión de Teodo-
ción como una revisión de otra versión griega más antigua 20. Los pa-
piros Chester Beatty (del s.11 d. C.) contienen la versión de los LXX.
La Vg está hecha sobre un texto hebreo-aramaico muy afín al TM;
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Canonicidad.
En el TM, el libro de Daniel está, como hemos indicado, entre
los hagiógrafos. En los LXX y la Vg está inmediatamente después del
libro de Jeremías. San Jerónimo, en su famoso Prologus galeatus, si-
gue el orden del canon judío reflejado en el TM 21. Sin embargo, hay
indicios de que aun entre los judíos se enumeraba el libro de Daniel
entre los profetas 22. En la Iglesia cristiana no ha habido ninguna difi-
cultad en la admisión del libro en el canon, si bien respecto de las par-
tes deuterocanónicas hubo algunas dudas, como ocurrió respecto de
todos los libros escritos en griego 23.
Doctrina teológica.
Como hemos dicho antes, este libro tiene una doble finalidad
parenética: exhortar a la fidelidad a la Ley de los padres, presentando
para ello el ejemplo insigne de fidelidad a Dios de Daniel en la corte
corrompida e idolátrica de Nabucodonosor, y consolar en las tribula-
ciones presentes, presentando como inminente la inauguración de los
tiempos mesiánicos, el “reino de los santos,” en el que desaparecería
totalmente el pecado, para dar paso a la justicia perfecta. Se presenta
al Dios de los judíos (nunca se le llama Yahvé) como el Dios único,
omnipotente, omnisciente, que protege a sus siervos y aun los libera
milagrosamente en premio a su fidelidad.
El Dios de Israel es el que dirige el curso de la historia univer-
sal, de forma que la sucesión de los imperios paganos no es sino el
cumplimiento de los designios eternos de Dios en orden a la manifes-
tación del reino de los santos. Este “determinismo” providencia-lista
aparece en el grandioso esquema histórico, en el que el autor de Da-
niel nos presenta el gran combate entre Dios, que quiere establecer su
“reino,” y los poderes históricos — encarnados en los grandes impe-
rios — , que se oponen a su instauración. Esta visión esquemática de
la historia no tiene otra finalidad que destacar la grandeza de la inau-
guración mesiánica, obra culminante de la omnipotencia divina. Dios
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1 Dan 1:1. Según Flavio Josefo, pertenecía a la familia real de Sedéelas (Ant.
10.10:1), — 2 Dan 2:195. — 3 Dan 6:1s. — 4 Dan 10:1. — 5 Cf. Ez 14:4.20;
28:3. Muchos autores creen que el Dn'l de Ezequiel es el famoso sabio de Ras
Samra Danel. Cf. P. Joüon: Bi (1938) 283-5; P. Heinisch, Das Buch Ezechiel 77;
L. Dennefeld, Daniel 631. — 6 Cf. Esd 8:2; Neh 10,7. — 7 En los recientes
hallazgos de Qumrán se ha descubierto un texto hebreo. — 8 Flavio Josefo, Ant.
10:11:4.7; 11.8,5. — 9 Cf. 1 Mac 2:595 y Dan 3:1-30; 6:11-29; 1 Mac 1:54 y
Dan 9:27. — 10 Cf. Mt 24:15: “abominationem desolationis quae dicta est a Da-
niele propheta” (Dan 9:27). — 11 Dan 5.2. — 12 Dan6:1; 9:1. — 13 Cf. G. R.
Driver: JBL (1926) p.115. — 14 Cf. Eclo49. — 15 El primero que propuso esta
hipótesis fue el neoplatónico Porfirio (t 304 d·C.). Entre los críticos modernos,
esta opinión fue seguida por Eichhorn, Ewald, Hitzig, Driver, etc. — 16 Se incli-
nan por esta solución M. J. Lagrange, Les prophéties messianiques de Daniel: RB
(1904) 4945; bigot, art. Daniel: Dthc IV (1911) colóos; E. Bayer, Danielstudien
(1912); L. Dennefeld, Daniel: “La Sainte Bible,” VII p.ósS; Gottsberger, Das
Buck Daniel p.12; Charlier, La lecture chrétienne de la Bible ρ,ΐζΒ. — 17 Μ. J.
Lagrange, art. cit, p.494. — 18 Dan 12:2. — 19 Cf. San Jerónimo, Prol. in Dan,:
PL 25:493; In Dan. 4:5: PL 25:514. — 20 Cf. H. B. Swete, Introduction to the Oíd
Testament in Greek p.48. — 21 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Samuel et Malachiam:
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PL 28,5533. — 22 Cf. Flavio Josefo, Contra Apion. 1:8: Canon de Meliton de Sar-
des (Euseb., Hist. Eccl 4:26: PG 20:396; R. DE Journel, Ench. Patr. 190); Oríge-
nes (Euseb., Hist. Eccl 6:25: PG 20,25; R. De Journel, Ench. Patr. 484). — 23
Cf. San Jerónimo, Prol. Galeatus: PL 28,596 (600-602); Ep. 53 ad Paul n.8: PL
22:545s. — 24 Dan 2:45. — 25 Dan 7:13. — 26 Dan 9:243.
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Dios premió la fidelidad de sus siervos, pues no sólo les dotó de buen
aspecto externo, sino que los colmó de toda clase de sabiduría, de
forma que ante el rey quedaron muy por encima de los otros jóvenes
compañeros. Sobre todo, Daniel se mostraba maestro en la interpreta-
ción de las visiones y sueños 9, y que era extremadamente estimado
entre los babilonios, dados a la adivinación. El autor sagrado quiere
preparar los relatos que siguen, adelantando que la sabiduría especial
de Daniel era una ciencia infusa, totalmente diferente de la de los adi-
vinos y astrólogos de su tiempo. En la mente del hagiógrafo, la sabi-
duría del joven Daniel era totalmente milagrosa, como se demostrará
en la interpretación del sueño de Nabucodonosor.
Su ascendiente fue tal en la corte babilónica, que permaneció
en ella como principal intérprete y sabio hasta el año primero de Ciro
(v.21), como rey de Babilonia, es decir, hasta el 538 a.C. No quiere
decir esto que Daniel haya muerto en esta fecha, pues aparece hacien-
do revelaciones en el año tercero de Ciro 10, sino que se quiere desta-
car que no perdió su influencia en la corte hasta la extinción de la di-
nastía babilónica, suplantada por la persa.
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2. El Sueño de Nabucodonosor.
Una vez que se ha mostrado el origen de la sabiduría extraordinaria
de Daniel, el hagiógrafo quiere probarla en un hecho concreto reso-
nante, que iba a darle gran ascendencia en la corte babilónica. En este
capítulo encontramos esbozadas las ideas teológicas del libro de Da-
niel, que se repiten constantemente en sus diferentes capítulos: a) la
omnipotencia y supremacía del Dios de Israel, que comunica a Daniel
una sabiduría superior a la de los magos; b) la sucesión de los grandes
imperios está sujeta a la Providencia divina; c) sentido mesiánico de la
historia: llegará un momento en que se implantará un nuevo reino
judío, que sucederá a todos los reinos paganos. Estos no hacen sino
preparar su venida, aunque sus protagonistas no lo sepan. De ahí la
finalidad práctica del libro de exhortar a los judíos a permanecer fieles
a su Ley, pues al fin han de triunfar, ya que las épocas de los imperios
no son sino etapas de preparación de la manifestación del reino de
Dios. La actual narración sobre el sueño de Nabucodonosor se parece
en muchos detalles a la del Génesis sobre el sueño del faraón y su in-
terpretación por José 1; pero en el caso de Daniel toda la interpretación
es en función de una profecía mesiánica concreta; es decir, todos los
imperios pasarán y a todos los sustituirá uno definitivo que no ha de
pasar, el mesiánico judío, culminación de la historia.
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Daniel interviene ante decreto tan brutal, y habla con el capitán que
iba a ser el que presidiría el piquete de ejecución, Arioj 5. La interven-
ción del sabio hebreo es en extremo insinuante y prudente, de forma
que logra convencer al capitán de que él puede interpretar lo que los
magos babilonios no pudieron. El hagiógrafo tiene cuidado en notar
que Daniel no fue consultado con el conjunto de los adivinos, porque
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su ciencia era muy superior. Es más, cuando Daniel se ofrece para in-
terpretar, aún no sabe el sueño ni el sentido de él, pero tiene confianza
absoluta en el poder de su Dios. Para 4 recibir la esperada comunica-
ción divina se reunió con sus compañeros, para pedir juntamente la
gracia extraordinaria a su Dios, por la que había de resplandecer la
omnipotencia y providencia divinas. La plegaria fue escuchada al
punto, y Daniel comprendió el misterioso sentido del sueño de Nabu-
codonosor. La primera reacción de Daniel fue dar gracias por la reve-
lación comunicada (v.21).
Una vez más Dios se ha acordado de sus siervos, como lo hab-
ía hecho con los antepasados de Israel. El Dios de los judíos es quien
da sabiduría a los sabios y quien dirige el curso de la historia, entroni-
zando y destronando reyes (v.21). Esta confesión alude ya al conteni-
do de la revelación. Aunque el rey de Babilonia parecía firmemente
establecido en su trono, sin embargo, llegará un día en que por de-
signio divino será suplantado en su trono por otros reinos.
Después Daniel se ofrece para presentarse a Nabucodonosor y
explicar su sueño. Ante el despótico monarca, el joven judío hace en
el exordio constar que la revelación que va a comunicar no la ha obte-
nido por medios mágicos, como lo podrían hacer los demás adivinos
babilónicos (v.27), sino que proviene del Dios que está en los cielos,
que revela los secretos.
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1 Cf. Gen 41. — 2 El texto dice en lengua aramea, lo que parece glosa debida a un
copista posterior, que creía que la lengua de la corte babilónica era el arameo,
como lo fue más tarde en la época persa. — 3 Así entre los persas (CuRT., His-
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íor. VI 5). Lo mismo en las cartas de Tel-Amarna. — 4 Cf. 2 Re 10,27; Esd 6:11.
— 5 En Gen 14:1 aparece un Arioj rey de Ellasar, o Larsa, en Mesopotamia (cf.
Jdt 1:6). — 6 Cf. Is 2:2; Miq 4:1. — 7 Cf. 4 Esd 12:10-12; Flavio Josefo, Antiq.
X 10:3; San Jerónimo: PL 25:504.530. — 8 Cf. M. J. Lagrange: RB (1904) 5035;
D. Buzy, Lessymbolesde l'Ancien Testament (1923) 266-80: RB (1918) 403-26;
Dennefeld, Le Messianisme (1929) 173; J. Chaine, Introduction a la lecture des
prophétes (1932) 260; M. Becher, Verbwn Domini (1924) 206-10. — 9 Driver ve
en los medos y los persas dos “reinos” diferentes. Cf. The Book of Daniel (1900)
p.28-29 (Cambridge Bible). Pero en Dan 7:21 se identifican. — 10 Dan 7,18s. —
11 Sobre estas profecías de Daniel puede verse el artículo de A. Colunga Los va-
ticinios mesiánicos de Daniel: 21 (1920) 285-305. Saydón, siguiendo a Junker, se
inclina a suponer que los cuatro famosos reinos no tienen un valor histórico, sino
que la cifra de cuatro indica sólo la totalidad de los reinos que había de haber an-
tes de la era mesiánica. Cf. Verbum Dei II p.625 (Barcelona 1956).
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una ley por la cual todo hombre, al oír el son de las trom-
petas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda
suerte de instrumentos músicos, ha de adorar postrado la
estatua de oro, 11 y que quien no se postre y adore, será
arrojado a un horno encendido. 12 Pues hay unos hombres,
judíos, a quienes has encomendado tú la dirección de los
negocios de la provincia de Babilonia, Sidraj, Misaj y
Abed-Nego, que, sin tenerte en cuenta para nada, ¡oh rey!
no sirven a tus dioses y no adoran la estatua que has alza-
do. 13 Irritado y furioso entonces Nabucodonosor, dio or-
den de que trajeran a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Traídos
éstos a la presencia del rey, 14 Nabucodonosor les habló di-
ciendo: ¿De verdad, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, no servís
a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que yo he alza-
do? 15 Ahora, pues, aprestaos, y, en oyendo el sonido de las
trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y
toda suerte de instrumentos músicos, postraos y adorad la
estatua que yo he hecho, y si no la adoráis, al instante ser-
éis arrojados a un horno encendido. ¿Y quién será el Dios
que os libre de mis manos? 16 Sidraj, Misaj y Abed-Nego
respondieron al rey diciendo: Nabucodo-nosor, no tienes
por qué esperar más nuestra respuesta en esto, 17 pues
nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno
encendido y nos librará de tu mano. 18 Y si no quisiere, sa-
be, ¡oh rey! que no adoraremos a tus dioses ni nos postra-
remos ante la estatua que has alzado.
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que estáis sobre los cielos; cantadle y ensalzadle por los si-
glos. 61 Bendiga al Señor todo el ejército del Señor, cantad-
le y ensalzadle por los siglos. 62 Bendecid, sol y luna, al Se-
ñor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 63 Bendecid, as-
tros del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.
64
Bendecid, lluvia y rocío, al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. 65 Bendecid, todos los vientos, al Señor, can-
tadle y ensalzadle por los siglos. 66 Bendecid, fuego y calor,
al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 67 Bendecid,
fríos y heladas, al Señor,cantadle y ensalzadle por los si-
glos. 68 Bendecid, rocío y escarcha, al Señor, cantadle y en-
salzadle por los siglos. 69 Bendecid, frío y fresco, al Señor,
cantadle y ensalzadle por los siglos. 70 Bendecid, hielos y
nieves, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos. 71 Ben-
decid, noche y día, al Señor, cantadle y alabadle por los si-
glos. 72 Bendecid, luz y tinieblas, al Señor, cantadle y ala-
badle por los siglos. 73 Bendecid, relámpagos y nubes, al
Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 74 Bendiga la
tierra al Señor, cántele y ensálcele por los siglos. 75 Bende-
cid, montes y collados, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos; 76 Bendecid al Señor cuanto brota en la tierra,
cantadle y ensalzadle por los siglos. 77 Bendecid, mares y
ríos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 78 Ben-
decid, fuentes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los si-
glos. 79 Bendecid al Señor, monstruos de las aguas y cuanto
en las aguas se mueve, cantadle y ensalzadle por los siglos.
80
Bendecid todas las aves del cielo al Señor, cantadle y en-
salzadle por los siglos. 81 Bendecid todas las bestias y ga-
nados al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 82
Bendecid, hijos de los hombres, al Señor, cantadle y ensal-
zadle por los siglos. 83 Bendice, Israel, al Señor, i cántale y
ensálzale por los siglos. 84 Bendecid al Señor, sacerdotes
del Señor,cantadle y ensalzadle por los siglos. 85 Bendecid
al Señor, siervos del Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. 86 Bendecid, espíritus y almas de los justos, al Señor,
cantadle y ensalzadle por los siglos. 87 Bendecid, santos y
humildes de corazón, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos. 88 Bendecid, Ananías, Azarías y Misael, al Señor,
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cantadle y ensalzadle por los siglos, porque nos sacó del in-
fierno, y del poder de la muerte nos salvó, y de en medio
del horno encendido nos libró, salvándonos de en medio
del fuego. 89 Dad gracias al Señor, porque es bueno, por-
que es eterna su misericordia. 90 Bendecid todos los piado-
sos al Señor, Dios de los dioses, cantadle y dadle gracias,
porque es eterna su misericordia.
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generación.
Esta perícopa enlaza en el texto arameo con el v.23; por eso hemos
puesto las dos numeraciones, la del TM y la griega, con la adición
deuterocanónica que hemos comentado. De nuevo tenemos que llamar
la atención por el carácter convencional de la narración. No es muy
verosímil esta conversión del rey Nabucodonosor, pero el hagiógrafo
quiere destacar el triunfo total del Dios de los judíos sobre las imposi-
ciones tiránicas del rey de Babilonia. Ante todo, su providencia está
sobre los reyes más poderosos, y nunca deja abandonados a sus sier-
vos.
Como-en el relato sobre el sueño de Nabucodonosor del c.2,
también aquí el rey hace públicamente confesión de la grandeza del
Dios de los judíos, y, con la anuencia de sus consejeros, da un edicto
de reconocimiento para todo el imperio. En el libro de Jonas encon-
tramos un edicto semejante, al mandar el rey de Nínive que hagan pe-
nitencia según la predicación de Jonas, y en el libro de Ester, también
el soberano persa reconoce la grandeza y superioridad del Dios de los
judíos. Nos encontramos, pues, ante escritos de género literario muy
similar, que pudieran caracterizarse como composiciones didácticas,
en las que la ficción está al servicio de ideas teológicas.
El hagiógrafo bien pudo escoger este género de escribir en or-
den a la edificación de los fieles bajo la inspiración del Espíritu
Santo. El compilador del libro de Daniel ha creído apropiado a su fin,
de animar a sus compatriotas en la lucha contra las imposiciones de
Antíoco IV Epifanes, reunir ciertos relatos prodigiosos recibidos de la
tradición popular en torno al gran personaje Daniel, que aparece en el
libro de Ezequiel juntamente con Job y Noé como modelos de virtud y
de justicia.
1 A ocho kilómetros al sudeste de Babilonia hay una localidad llamada Tolul Dura, y
al sur, a unos diez kilómetros, la colina de Dura, junto al río del mismo nombre.
— 2 En el arameo original, en que está escrito el fragmento, se dice literalmente
“comieron sus porciones” (o carnes de los judíos), frase equivalente a nuestro ca-
lumniar. — 3 Este fragmento (v.46-5o) está sólo en el texto griego. — 4 Cf. Sal
103.145.148; Is 44:23; 49:13; 55:12. — 5 Cf. Job 28:14; 38:16; Eclo 1:2.
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en sus ramas anidaban las aves del cielo, y todos los vivien-
tes se alimentaban de él. 10 En las visiones de mi espíritu en
mi lecho vi que bajaba del cielo uno de esos que velan y
son santos, 11y, gritando fuertemente, dijo: Abatid el árbol
y cortad sus ramas, sacudid su follaje y diseminad los fru-
tos, que huyan de debajo de él las bestias y las aves del cie-
lo de sus ramas; 12 pero dejad en la tierra el tronco con sus
raíces y atadle con cadenas de hierro y de bronce, y quéde-
se así entre las hierbas del campo, que le empape el rocío y
tenga por parte suya, como las bestias, la hierba de la tie-
rra. 13 Quítese su corazón de hombre y désele un corazón
de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. 14 Esta sentencia
es decreto de los vigiles, es resolución de los santos, para
que sepan los vivientes que el Altísimo es dueño del reino
de los hombres y lo da a quien le place, y puede poner so-
bre él ai más bajo de los hombres. 15 Este es el sueño que
tuve yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Baltasar, da la inter-
pretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino ha po-
dido dármela, tú puedes darla, porque tienes en ti el espí-
ritu de los dioses santos.
El relato del sueño está en estilo directo en los mismos labios de Na-
bucodonosor. El modo artificial del relato salta a los ojos. La moraleja
que el hagiógrafo quería sacar de la visión la expresa el mismo rey, a
saber, que el Altísimo es dueño del reino de los hombres (v.14). El
conjunto del relato da la impresión de ser como una parábola en la que
los protagonistas expresan alternativamente la evolución del pensa-
miento del hagiógrafo conforme a las ideas teológicas que quiere in-
culcar. De nuevo se pone de relieve la impotencia de los magos y adi-
vinos de Babilonia para interpretar el sueño del rey (ν.3).
En un momento de euforia por sus triunfos, estaba conside-
rando el rey su imperio y se comparaba a un gran cedro que bajo su
sombra cobijaba a todos los pueblos. Exaltado por estos pensamientos
megalómanos, tuvo un sueño que nadie pudo interpretar. En sueños
vio un árbol inmenso muy semejante al que nos describe Ezequiel
simbolizando a Asiría 1. Quizá el hagiógrafo, al componer su narra-
ción, se sirvió de la descripción de aquél. De todos modos, el árbol
parece simbolizar al propio Nabucodonosor, como explicará Daniel.
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17
El árbol que viste que se había hecho grande y fuerte, y
que con su cima tocaba los cielos y que se veía desde toda
la tierra, 18 de hermosa copa y de tan abundante fruto que
había en él alimento para todos, y bajo el cual se resguar-
daban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban las
aves del cielo, 19 eres tú, ¡oh rey! que has venido a ser
grande y fuerte, y cuya grandeza se ha acrecentado y ha
llegado hasta los cielos, y cuya dominación se extiende has-
ta los confines de la tierra. 20 Vio el rey bajar de los cielos a
uno de esos que velan y son santos, y decir: Abatid el árbol
y destruidle, pero dejar en la tierra el tronco con las raíces
y atadle con cadenas de hierro y de bronce entre la hierba
del campo; que le empape el rocío del cielo y tenga su par-
te con las bestias del campo hasta que sobre él pasen siete
tiempos. 21 He aquí, ¡oh rey! la interpretación y el decreto
del Altísimo, que se cumplirá en mi señor, el rey. 22 Te
arrojarán de en medio de los hombres y morarás entre las
bestias del campo, y te darán a comer hierba como a los
bueyes, te empapará el rocío del cielo y pasarán sobre ti
siete tiempos hasta que sepas que el Altísimo es el dueño
del reino de los hombres y se lo da a quien le place. 23 Lo
de dejar el tronco donde se hallan las raíces, significa que
tu reino te quedará cuando reconozcas que el cielo es
quien domina 8. 24 Por tanto, ¡oh rey! sírvete aceptar mi
consejo: redime tus pecados con justicia, y tus iniquidades
con misericordia a los pobres, y quizá se prolongará tu di-
cha.
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más sencillo suponer que nos hallamos ante relatos en los que lo ide-
ológico priva sobre lo histórico.
1 Cf. Ez 32:1ss. — 2 1 Re 22:19; Dan 7:10; Tob 12:15; Job 1:8; 2:3; Is 62:6. — 3
Apocalipsis de Henoc 12:4; 13:10. — 4 Para esta denominación equivalente a
años cf. 7:27; Gen 10:18. Siete puede designar simplemente largo tiempo (3:19).
— 5 Sobre el corazón como sede de la inteligencia véase 1 Re 10,24; Jer 5:21;
Sal 90,12; Prov 15:14; Job 9:4; 36:5. — 6 Cf. 1 Re 22:195; Job 1:6; 2:1; 15:8. —
7 El nombre Baltasar en babilonio puede considerarse como teóforo, descompo-
niéndolo así: Bel-balatsu-usur = “Bel protege su vida.” — 8 Cielo aquí equivale
a Dios. Es una denominación que sólo aparece en la época macabea: 1 Mac 3:18-
19; 4:10; 24:55; 2 Mac 9:20. Es un indicio más de la época de composición del
libro de Daniel. — 9 Sobre esta interpretación véase E. Dhorme: RB 9 (1912)
373; I. Plesis, en Dict. óe la Bible Suppl. I (1928) 799. — 10 Según Eusebio, que
sigue la historia asiría de Abideno (200 a.C.), Nabucodonosor, estando sobre la
terraza de su palacio, se sintió invadido por el espíritu de profecía y anunció la
invasión de Ciro, al que llamó “mulo persa”; después de lo cual desapareció de
repente de la sociedad. Pero no se alude a su locura. Véase Eusebio, Praep,
Evang. 9:41: PG 21:762A.
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otra. 7 Gritó el rey con una voz muy fuerte que llamasen a
los magos, caldeos y adivinos, y habiéndoles, dijo: El que
descifre esta escritura y me la interprete será vestido de
púrpura, llevará collar de oro al cuello y será el tercero en
el gobierno del reino. 8 Entraron todos los sabios del rey,
pero ninguno pudo descifrar la escritura ni dar al rey su
interpretación. 9 Turbóse sobremanera el rey Baltasar,
mudó de color y se consternaron sus príncipes. 10 La reina,
llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró en la
sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: Vive por
siempre, ¡oh rey! que no te turben tus pensamientos ni se
demude tu rostro, 11 que hay en tu reino un hombre que
tiene en sí el espíritu de los santos dioses, y ya en los tiem-
pos de tu padre, el rey, fue hallada en él una sabiduría se-
mejante a la sabiduría de los dioses, y el rey Nabucodono-
sor, tu padre, ¡oh rey! le hizo jefe de magos, astrólogos,
caldeos y adivinos, 12 porque se halló en Daniel, llamado
Baltasar por el rey, un espíritu superior de ciencia e inteli-
gencia, la facultad de interpretar los sueños, de explicar
los enigmas, de resolver las dudas. Llama, pues, a Daniel y
él te dará la interpretación.
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de Jerusalén.
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Daniel hizo caso omiso del injusto edicto, y fiel a sus tradiciones reli-
giosas, hizo en la parte superior de su casa, con las ventanas abiertas,
su oración tres veces al día, mirando hacia Jerusalén, la Ciudad Santa
6
. Los tres tiempos de oración solían ser en la época posterior al exilio:
1) a la mañana temprano, a la hora del sacrificio matutino en el tem-
plo; 2) hacia las tres de la tarde, cuando se ofrecía el sacrificio vesper-
tino; 3) al caer el sol 7. Los envidiosos cortesanos sabían seguramente
cuáles eran las horas habituales de oración de Daniel, por haberle visto
en otras ocasiones, y así le espían y denuncian al rey (v.13).
Los reyes de la dinastía aqueménida, inaugurada por Ciro,
eran extremadamente tolerantes con los principios religiosos de los
pueblos vencidos. Nunca pretendieron imponer su religión persa. El
edicto, pues, hay que entenderlo como una imposición al rey Darío
por sus cortesanos. Este, al oír la acusación, quiso salvar a Daniel, por
el afecto que le guardaba y sin duda movido de su política de toleran-
cia religiosa, impuesta en su imperio por el conquistador Ciro. Al fin
cede ante la argumentación de sus cortesanos de que los decretos re-
ales son irrevocables.
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1 Cf. Lagrange: RB (1904) 501. — 2 Herodoto, 3:89. Según el libro de Ester, las sa-
trapías eran 127 bajo Jerjes (Asuero). Cf. Est 1:1; 8:9. Es el número que dan los
LXX en el texto de Daniel. Flavio Josefo lo recoge (Ant. 10:11:4). — 3 Herodo-
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to, I 99; Plutarco, Temist. 27:4; Diodor. DE Sic., 3:5. — 4 Cf. Herodoto, 3:11. — 5
Est 1:19; 8:8. — 6 Cf. 1 Re 8:35.38.44.48. — 7 Cf. Sal 33:18. Véase sobre esto
E. Schürer, A Hístory of the Jewish people in the time of Jesús Christi 2:1 p.2go
11.248. — 8 Cf. Dan 3:98-100; 4:31-34
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bestias como aproximaciones. Así dice: “era como león., como leopar-
do…” Estas frases nos llevan de lleno al género literario apocalíptico,
en el que la imaginación va delante de la inteligencia, de tal forma que
muchas veces se dan detalles que no tienen en realidad valor simbóli-
co conceptual.
Como en la visión de la estatua aparecía simbolizado el reino
babilónico por el metal más noble, y la parte superior del cuerpo (ca-
beza de oro), así también ahora va a ser simbolizado en los dos anima-
les más nobles: el león y el águila; el primero, rey de los animales
terrestres, y la segunda, reina de las aves. Hay en el libro de Daniel
cierta benevolencia y admiración por los babilonios, como la hay en el
libro de Ezequiel. El profeta puntualiza que a ese león alado le fueron
arrancadas las alas, poniéndose en estado de erección con un corazón
de hombre (v.4). La primera bestia perdió su carácter monstruoso que
le daban la mezcla de león y de águila al quitársele las alas; pero tam-
bién el león fue humanizado al levantarse sobre sus pies e infundírsele
un corazón de hombre.
Quizá en esto haya una alusión al reconocimiento hecho por
Nabucodonosor del Dios de Daniel, deponiendo así su hostilidad de
fiera contra el reino de Dios (3:98-100). O bien en esa humanización
hay que ver una alusión a 4:13, donde se habla de Nabucodonosor
convertido en bestia y después restablecido en su categoría humana al
recobrar su conciencia de hombre.
La segunda bestia era semejante a un oso (v.5). Corresponde
al pecho de plata de la estatua. El animal y el metal aquí son de cate-
goría inferior y simbolizarán el mismo reino, es decir, el medo-persa.
Esta segunda bestia estaba alzada de un lado, simbolizando quizá la
posición de acecho, o mejor, la supremacía persa sobre la meda, como
parece insinuarse en 8:20. Este oso tiene en su boca tres costillas, po-
sible alusión a la invasión llevada a cabo por Ciro en tres direcciones:
Lidia (Asia Menor), Babilonia y Egipto. Veremos en el c.8, en la vi-
sión del carnero y el macho cabrío, que el carnero, representante de
Persia, según dice el ángel Gabriel, acornea en tres direcciones: norte,
sur y oeste, justamente las tres direcciones que llevaron los soldados
de Ciro y Cambises. Su voracidad de conquistadores queda represen-
tada en la frase levántate a comer mucha carne (ν.6).
La tercera bestia era semejante a un leopardo y corresponde a
las piernas de bronce de la visión de la estatua (c.2). Esta bestia tiene
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1 Cf. Plinto, Hist. Nat. 6:27. Sobre Susa cf. Neh 1:1; Est 1:1. — 2 Cf. 11:16.42. — 3
Cf. 2 Mac 9:10. — 4 Cf. 7:17.27; Henoc 90,24. — 5 Cf. Ex 29:38-42. La expre-
sión holocausto perpetuo sólo aparece aquí en el A.T., pero se hace corriente en
la literatura rabínica posterior. — 6 Cf. 1 Mac 1:45.59; 4:52-53. — 7 Cf. 1 Mac
1:57. — 8 Cf. 1 Mac 21:24.49-57; 4:26-59. — 9 Cf. 7:25; 9:27; 12:11. — 10 Cf.
1 Mac 1:54; 4:525.
Introducción (l-4a).
1
El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de
los medos, que vino a ser rey del reino de los caldeos, 2 el
año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando
en los libros el número de los setenta años que había de
cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén, conforme al
número de años que dijo Yahvé a Jeremías, profeta. 3
Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y
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4a
plegaria, en ayuno, saco y ceniza, y oré a Yahvé, mi
Dios, y le hice esta confesión:
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años eran conocidas de los judíos en las leyes del año sabático y del
jubileo7. El ángel Gabriel anuncia al ansioso Daniel que han sido pre-
fijadas por Dios setenta semanas. Es decir, que el número de setenta
años de la profecía de Jeremías se ha convertido en setenta semanas
de años. El horizonte, pues, de expectación se amplía considerable-
mente. Aún deben pasar muchos años antes de que el pueblo y la ciu-
dad de Jerusalén adquieran la plena liberación como consecuencia de
la cancelación de la prevaricación y del pecado (v.24). Con esta frase,
la profecía se dirige claramente a la era mesiánica. La principal carac-
terística de los tiempos mesiánicos en la literatura profética tradicional
es la desaparición del pecado, el reinado de la justicia y de la equidad
8
.
En la perspectiva, pues, del autor del libro de Daniel no se tra-
ta tanto de la reconstrucción de Jerusalén después del exilio cuanto de
la manifestación de la teocracia mesiánica, cuando se establezca la
justicia eterna y se selle la visión y la profecía, es decir, se cumplan
los esperados vaticinios mesiánicos. El mejor sello de las profecías es
su cumplimiento, pues con él demuestran su autenticidad y origen di-
vino. Israel en su historia había vivido de las esperanzas de la época
venturosa mesiánica. Y una de las señales del advenimiento de la era
mesiánica es la unción del santo de los santos; expresión que en la
Biblia se suele aplicar a cosas sagradas, como el altar de los holocaus-
tos, la tienda de la alianza y los vasos sagrados 9. Por las particularida-
des y alusiones históricas que veremos al estudiar el v.27, parece que
aquí el santo de los santos es la nueva dedicación del templo y del
altar del templo de Jerusalén, realizada por los Macabeos en 165 a.C.,
después de la profanación del mismo por Antíoco IV Epífanes.
La perspectiva del hagiógrafo se centra en la historia de las
persecuciones de los Macabeos, como veremos más adelante. Para el
autor sagrado, la nueva dedicación del templo de Jerusalén señala una
nueva era de ventura, que puede considerarse como el umbral de los
tiempos mesiánicos. En su deseo de sembrar esperanzas entre sus con-
temporáneos, perseguidos por los Seléucidas, el hagiógrafo les presen-
ta como próxima la inauguración de la era mesiánica anhelada, en la
que desaparecería toda angustia e injusticia. Después de anunciar a
Daniel el largo lapso de tiempo que ha de haber para el cumplimiento
de estas cosas que reflejan el advenimiento de la era mesiánica, el
ángel intérprete, Gabriel, va a especificar más en concreto los detalles
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ñor, con estas palabras, se refería a los hechos trágicos que iban a su-
ceder en Jerusalén con el asedio de Tito en el año 70 d. C. La expre-
sión abominación de la desolación aparece tres veces en el libro de
Daniel 28. En dos de ellas, ciertamente el autor del libro de Daniel se
refiere a la devastación realizada por Antíoco IV Epífanes en tiempos
de los Macabeos. En 12:11 se dice que la profanación del templo y el
tiempo de la duración de la abominación de la desolación durará mil
doscientos noventa días (es decir, media semana de años; tres años y
medio más o menos), lo que coincide con lo que se dice en el texto
que comentamos sobre las setenta semanas en Dan 9:27. Ahora bien,
¿a cuál de estos textos del libro de Daniel se refiere Jesucristo ?
En cualquiera de estos textos parece que la abominación de la
desolación en el libro de Daniel se refiere a la profanación del templo
por Antíoco IV Epífanes. Cristo pudo tomar el texto de Daniel sobre
la profanación del templo en la época de los Macabeos como tipo de
la otra gran profanación que tendrá lugar en el año 70 d. C. con oca-
sión de la destrucción de Jerusalén por el ejército romano 29.
Ahora queda la dificultad general: si en esta profecía se anun-
cia la inauguración de los tiempos mesiánicos, como se dice en el
v.24, después de la época macabea (supuesta nuestra interpretación),
¿cómo puede conciliarse este vaticinio con el hecho de que el Mesías
haya aparecido realmente ciento sesenta y cuatro años después? Esta
dificultad debe resolverse al tenor de lo que hemos dicho al explicar la
profecía del Emmanuel de Isaías, es decir, teniendo en cuenta que los
profetas carecen de perspectiva histórica del tiempo y, por tanto, su-
perponen los planos históricos muchas veces en el horizonte profético.
Es decir, el profeta vive preocupado con los problemas de su tiempo, y
su misión en tiempos de angustia y de crisis de la conciencia nacional
es reavivar la esperanza de salvación en virtud de las tradicionales
promesas mesiánicas.
Los profetas son hombres de su tiempo y de la era mesiánica,
en cuanto que todas sus esperanzas se centran en torno a los tiempos
gloriosos de la aparición del Mesías. Tienen muchas veces revela-
ciones especiales sobre el hecho mesiánico, aunque se les oculten las
circunstancias del mismo. Para ellos, el espacio de tiempo que hay
entre su época y la mesiánica no tiene importancia, y, por otra parte,
en sus ansias de reavivar las esperanzas en el pueblo, anuncian la
era mesiánica como próxima, aunque en realidad no saben cuándo
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vendrá.
En el caso concreto de nuestra profecía del libro de Daniel, el
hagiógrafo, que vive las angustias de la persecución religiosa contra
su pueblo en tiempo de los Macabeos, anuncia como próxima la inau-
guración de los tiempos mesiánicos. Para excitar más la curiosidad de
sus lectores ha estructurado la historia de su pueblo tomando como
base el número setenta de la profecía de Jeremías y distinguiendo eta-
pas históricas, que se han cumplido, para entrar ya en la zona del mis-
terioso futuro que se abre al cerrarse la época macabaica 30.
1 Tenemos ejemplos de oraciones similares en Esd 9:6-15; Bar 1:15-3:8; Dan 3:25-
45. Sobre las coincidencias de fraseología cf. Neh 1:5; Dt 7:9; 1 Re 8:47; Dt
17:20; Jer 44:4.21 ; Neh 9,34. — 2 Sobre estas amenazas cf. Lev 26; Dt 28:36-
37.63-68; 29:24-28; 30:1-10. — 3 El TM dice literalmente: “y sobre el ala horro-
res, devastaciones, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el deso-
lador.” Nuestra traducción es una combinación del texto hebreo y del griego, que
nos parece más inteligible en el contexto. La Bible de Jé-rusalem traduce: “sobre
el ala (del templo) será la abominación de la desolación hasta el fin, hasta el
término asignado al desolador.” — 4 Cf. 8:15-18. 6 Cf. Jer 25:11; 29:10. — 5 Cf.
Ex 29:383; Núm 28:45. 7 Cf. Lev 25:2.4.5; 26:34.35.43; 2 Par 36:21. — 8 Cf. Is
1:26; 9:6; 4:3. — 9 Cf. Ex 29:36; 30,26-28; 40,11; Lev 8:10-11; Núm
7:1.10.84.88. Sólo en 1 Crón 23:13, por metonimia, se aplica la frase a Aarón. —
10 Así traducimos según la reconstrucción de Lagrange, basada en el paralelismo
de Teodoción: “no hay juicio para él.” Parece que ha habido una confusión de pa-
labras hebreas. Cf. Lagrange, La prophétie des soixante-dix semaines de Daniel:
RB 39 (1930) p.15s. — 11 Cf. 1 Mac i,lis. — 12 El P. Abel supone que había al-
guna inscripción con dedicatoria a Júpiter Olímpico, que en hebreo es Baal Sha-
mayim (“Señor de los cielos”), con cuyo nombre haría juego de palabras el sho-
men (“desvastador”). Cf. ABEL, Vivre et Penser (1941) p.244. Esta división del
oráculo en tres partes es según el texto hebreo, pues la Vulgata lo divide en dos
partes: — a) siete y sesenta y dos semanas, que se cerrarían con la aparición de
un Christum ducem; — b) la última semana. Así, pues, sesenta y nueve semanas
serían la primera parte del vaticinio, y una semana la segunda y última parte.
Según esta lectura, la interpretación será diferente de la que vamos a exponer
conforme a nuestra versión del texto hebreo. — 12 Cf. Jer 20:1. — 13 Cf. Jer
25:1. — 15 Cf. Esd7:8; 11-26. — 16 Cf. Neh 1:1; 2:1-9. — 17 Cf Esd 4,rs; Neh
6:1s; 9,37- — 18 El texto hebreo no dice “el ungido,” con artículo, sino que está
indeterminado, lo que indica que no es el mismo que el ungido príncipe, cuya
aparición cerraba las siete semanas de — años primeras. Por otra parte, nada in-
sinúa en el contexto que ese nuevo ungido sea el Mesías. Los LXX y la versión
de Teodoción traducen por unción (τρίζμα), es decir, una cosa ungida, traducción
que pasó a la Vetus Latina. Los Padres griegos y latinos así lo entendieron, y no
aplicaron este texto a Jesucristo. 22 Cf. 1 Mac 1:47. — 19 Cf. 2 Mac 4:7s. 23 Cf. 1
Mac 1:5? — 20 Cf. 1 Mac 1:21; 2 Mac 5:11. 24 Cf. 1 Mac 4:52. — 21 Cf. 1 Mac
1:31.45.55; 2 Mac 4:12. 25 Cf. 1 Mac 6:16; 2 Mac 9:9.28. — 26 Esta interpreta-
ción es seguida por Lagrange, Ceuppens y gran parte de los exegetas católicos ac-
tuales. — 27 Cf. Mt 24:15. — 28 Estos textos de Daniel son, además de este de 9:27,
que ahora estudiamos, 11:31: “A su orden (de Antíoco IV) se presentarán tropas que profa-
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1 Los LXX leen “en el año primero de Ciro.” — 2 Cf. Gen 15:18; Jos 1:4. — 3 Algu-
nos autores identifican este misterioso personaje interlocutor con el de 8:16 — 4
Act 9. — 5 Los LXX traducen: “yo le he dejado.” Con un ligero cambio del
hebreo, notarti en hotarti, tenemos he prevalecido; así Teodoción.
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pero cayó enfermo y murió en Tabae, cerca de Susa 37. Cuando el au-
tor del libro de Daniel redactó su compilación, aún no había tenido
lugar la muerte del perseguidor, pero la anunció concretamente, si
bien idealizándola en los detalles, conforme a la tradición profética
bíblica.
1 Cf. 7:1; 8:1; 9:1; 10:1. — 2 Cf. Herodoto, 7:20-99, donde se detalla la fuerza y ri-
queza de Jerjes. — 3 Sobre la división del imperio de Alejandro entre sus genera-
les, véase lo que heraos dicho en el capítulo anterior. — 4 Parece que el instiga-
dor del asesinato de los dos hijos de Alejandro (el legítimo — nacido después de
su muerte — , habido de Roxana, se llamaba Alejandro, y el ilegítimo, de Barsi-
ne, se llamaba Heracles) fue Casandro. Cf. Diodoro DE Sic., XIX 105; XX 22. —
5 En 312 comenzó la “era de los Seléucidas,” seguida en la cronología de los li-
bros de los Macabeos. Cf. 1 Mac 1:10. — 6 A Seleuco II Calínico le sucedió su
hijo Seleuco III Ceraunos, que sólo reinó dos años (226-223), siendo asesinado.
Su sucesor fue su hermano Antíoco III el Grande. — 7 Cf. Polibio, XV 25:34. —
8 Cf. Flavio Josefo, Ant. 12:4:6. — 9 En Jer 2:19, Palestina es llamada “la más
bella heredad,” y en Ez 20,6.9, “la tierra que es la más hermosa de las tierras.” —
10 Según Tito Livio (XXXIII 40), Antíoco había respondido a la reclamación de
los romanos que “no les importaba lo que hacía Antíoco en Asia, como no impor-
taba a éste lo que hacían los romanos en Italia.” — 11 Cf. 2Mac3:7s. — 12 Sobre
el carácter de Antíoco IV Epífanes véase el artículo de F. M. ABEL, Antiochus
Epiphane, en “Vivre et penser”: RB (1941) 231-54. — 13 En Eclo 50,1-21 se
hace el cálido elogio de Onías III ,1o que indica la alta estima en que estaba en
los medios cultos del judaismo. — 14 Cf. 1 Mac 3:30; Τίηο Livio, 41:20; Polibio,
26:10. — 15 Cf. 1 Mac 1:19. — 16 Los embajadores de Antíoco IV Epífanes lle-
varon a los romanos una corona de cincuenta talentos, y en Grecia repartieron re-
galos exorbitantes entre sus habitantes. Cf. Polibio, XXVIII 18. — 17 Cf. 1 Mac
1:20-25; 2 Mac 5:11-21. — 18 En hebreo se dice “naves de Kittim,” literalmente
“naves de Chipre”; pero esta denominación después designó a las costas del Me-
diterráneo en general (cf. Jer 2:10; Ez 27:6); y en la época de los Macabeos, los
pueblos marítimos occidentales (cf. 1 Mac 1:1; 8,5). En él “Comentario de Haba-
cuc” de ios rollos hallados junto al mar Muerto se llama a los romanos kittim. —
19 Cf. 1 Mac 1:11-15; 2 Mac 4:4-17. — 20 Cf. 1 Mac 1:41-53-543; Dan 8:3;
9:27; 12:11; 1 Mac 1:54. — 21 Cf. 2Mac6,18s; 7,is. — 22 Cf. 1 Mac 7:13; 2 Mac
14:5. — 23 Cf. 1 Mac 6:21; 7:13; 9:23. — 24 “Desde 169 al 166 es representado
en las monedas con los emblemas de la divinidad, y la inscripción “Antíoco, dios
manifiesto.” Desde 166, su imagen es la de Zeus Olímpico con la inscripción
“Rey Antíoco, dios manifiesto, victorioso” (F. M. ABEL, a.c., 2545). Lo que se di-
ce aquí de Antíoco corresponde a lo que se dijo del pequeño cuerno del 0.7, del
macho cabrío del c.8. Así se dice de él: “hará lo que le plazca” (8:25); “se exal-
tará a sí mismo” (8:10.11.25); “hablará altaneramente” (7:8.25), etc. (SAYDON,
o.c., p.661). — 25 Cf. Is 17:10; Ez 8:14. — 26 Tito Livio, XLI 20. — 27 Cf.
Abel, a.c., 242. — 28 Cf. 2 Mac 4:8-10,24. — 29 Cf: Is 10,28-34; 37:7; Ez 39:4;
Jl 3:2.12-13; Zac 14:2. — 30 Porfirio dice que hubo otra expedición contra Egip-
to de Antíoco IV en el año n de su reinado. Cf. SAN JERÓNIMO, In Dan. 9:40: PL
25:572. Pero probablemente Porfirio depende del texto bíblico. El autor raciona-
lista quería a toda costa aplicar los versos de la Biblia a Antíoco IV. — 31 Cf.
1837:7. — 32 La palabra empleada por palacio es persa y sólo aparece aquí en el
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que todo ello ocurrirá dentro de un tiempo, de tiempos y medio tiem-
po (ν.7), es decir, tres años y medio, que es justamente lo que duró la
persecución de Antíoco IV, tal como se describe en 11:31-36. La ex-
presión es idéntica a 7:25 y se ha de entender en el mismo sentido, y
así la entendió ya San Jerónimo.
En el v.11 concreta más este período de persecución, que se
caracterizará por la cesación del sacrificio perpetuo y la erección de la
abominación desoladora, o ídolo de Júpiter Olímpico. La persecución
durará mil doscientos noventa días, un poco más que los tres años y
medio (mil doscientos setenta y siete días en 7:25 y 12:7). En 8:14 se
habla de mil ciento cincuenta días de persecución (mil trescientas tar-
des y mañanas). Globalmente, la cifra es la misma y designa el tiempo
que duró la profanación del templo de Jerusalén desde mediados del
168 a.C. hasta fines del 165 a.C., en que fue purificado el templo por
Judas Macabeo.
El hagiógrafo termina llamando bienaventurado al que asista
al cumplimiento de todo esto después del fin de la persecución. En su
perspectiva profética se añaden nuevos días para que pueda ser testigo
de la nueva era venturosa: bienaventurado el que llegue a mil tres-
cientos treinta y cinco días (v.12). La cifra puede ser convencional,
apocalíptica, para expresar que después del fin de la persecución aún
hay que esperar algo más antes de entrar en la plena edad mesiánica.
La perspectiva profética, pues, se alarga, e insinúa que Daniel no asis-
tirá vivo al cumplimiento de todo esto, pero que resucitará para recibir
la heredad (v.15). Con estas palabras se cierra la parte protocanónica
del libro de Daniel.
1 Cf. San Jerónimo, In Dan. 12:1; San Crisóstomo, Adv. lud. Hom. 5:7. — 2 Sobre la
expresión libro de la vida cf. Ex 32:21: “Perdónales su pecado o bórrame de tu
libro, del que tú tienes escrito.” Is 4:3; Ez 13:9; Sal 69:29: “Sean borrados del li-
bro de la vida.” En la literatura apócrifa es común esta concepción (cf. Jub 30,23;
Henoc 81:4; 4 Esd 6:20, etc.). La imagen pasa al Ν. Τ. (Filp 4:3; Ap 3:5). — 3 La
traducción de la última parte de este verso no es segura. — 4 Cf. Dt 19:15; Mt
18:19; 2 Cor 13:1. — 5 En hebreo, yeor, que significa primitivamente el Nilo, pe-
ro después significó río en general. Y aquí es el del 10:4, es decir, el Eufrates. —
6 Sobre este modo de jurar cf. Dt 32:40; Dan 4:31; Ap 10:6.
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del hecho. Puede también tener el sentido de en cierto año. Nada sa-
bemos de la institución de los ancianos como jueces entre los exila-
dos, aunque es muy verosímil. En el libro de Ezequiel se habla reite-
radamente de los ancianos como representantes de los intereses de los
exilados 1. Los judíos en el destierro tuvieron que improvisar un régi-
men judicial propio, conforme a sus leyes mosaicas, y pudieron muy
bien tomar como modelo la institución de los ancianos de la época del
desierto.
Por lo que aquí se insinúa, cada año se nombraban dos ancia-
nos para presidir los tribunales propios judíos. El lugar de reunión de
éstos era la casa de Joaquín, que por su amplitud se prestaba a ello. La
tradición judía los ha identificado con los dos falsos profetas Acab y
Sedecías, de que habla Jeremías en 29:23. La cita del v.5 (salió la ini-
quidad de Babilonia, de los ancianos contituidos en jueces.) nos es
desconocida en la Biblia, pero puede ser una frase de algún profeta
que no haya sido consignada en las actuales Escrituras canónicas, o
quizá una alusión parafraseada al pasaje de Jer 23:145. De hecho, los
dos ancianos se dejaron seducir por la belleza corporal de Susana y
sintieron una ardiente pasión sexual por ella. La descripción de lo que
sigue es muy pormenorizada y realista, no exenta de ironía. Llevados
de sus malos deseos, olvidaron los justos juicios de Dios sobre los
prevaricadores, a pesar de ser los representantes de la justicia de la
Ley de Moisés.
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1 Cf. EZ 14:1; 20:1. — 2 Cf. Lev 20:10; Dt 22:21-22; Jn 8:4-5. — 3 Cf. Núm 5,18.
— 4 Cf. Mishna, Sota 1:5. — 5 Cf. Lev 24:14· — 6 En griego hay un juego de
palabras entre lentisco (ζτΐνον) y partir por medio (ζτίζει) del v.55, y encina
(rrpívov) y rajar (καηάπρίοη)). Esta paranomasia fue ya puesta de relieve por Ju-
lio el Africano y Porfirio para probar que el relato había sido escrito originalmen-
te en griego. Cf. San Jerónimo: PL 25:492.582. — 7 Sobre la corrupción de los
cananeos cf. Gen 15:16; Lev 18:24-30; Sab 12:3-6; 14:23-26; Ez 16:3.45. — 8
Cf. Dt 19:16-21.
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1 Cf. Herodoto, I 130. — 2 Bel equivale al Baal (“señor”) de los semitas occidentales.
— 3 Cf. Herodoto, I 183. — 4 La arlaba era una medida persa de medio hectoli-
tro de capacidad. — 5 Los LXX ponen cuatro ovejas. Hemos seguido la lección
de Teodoción, admitida en la Vg como más apropiada en consonancia con las
otras medidas. — 6 La metreta equivalía a unos 39 litros. Cf. Jn 2:6. Los LXX
leen aceite en vez de vino. — 7 Cf. Landersdorfer, Der Orache von Babylon:
“Biblische Zeitschrift” (1913) p-3- — 8 Herodoto habla de algo parecido (8:41).
— 9 Los LXX añaden “de condenados a muerte.” — 10 La palabra profeta falta
en los LXX. Conocemos un profeta de este nombre entre los profetas menores,
pero la identidad de nombre no basta para su identificación con este del libro de
Daniel. En la Biblia se habla de otros traslados milagrosos por el aire (cf. 1 Re
18:12; 2 Re 2:11.16; Ez 8:3; Mt 4:5.8; Act 8:39-40).
Oseas.
Introducción.
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Ambiente histórico.
La época en que se desarrolló la vida del profeta fue tumul-
tuosa en extremo. Después de un reinado de esplendor, encarnado en
Jeroboam II (783-743), el cual, después de haber vencido a los sirios,
logró una era de prosperidad comercial para su país, éste entró en un
período completo de descomposición política como consecuencia de
la invasión de Teglatfalasar III (745-727). Después de la -muerte de
Jeroboam II se sucedieron vertiginosamente los reyes. Su hijo Zacar-
ías apenas reinó un año (743), pues fue asesinado por Sellum (743), el
cual a su vez lo fue por Menajem (743-738). El hijo de éste, Pecaya,
fue asesinado por Pecaj (737-732) 5. Este se alió con Rasín de Damas-
co contra Asiría 6, pero Teglatfalasar les venció, ocupando Damasco
(732) y parte del reino israelita del norte, que fue anexionado como
provincia tributaria a Asiría, deportando a sus habitantes7. El reino del
norte quedó reducido al territorio de Efraím, y oficialmente en estado
de vasallo.
En la capital, Samaría, había una fuerte facción egiptófila, y
parece que Pecaj la favorecía. Por ello fue asesinado por el asirófilo
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Oseas (732-724), que fue el último rey de Samaría, ocupada por los
asirios en 722-21 a.C. Al principio Oseas entregaba sumisamente el
tributo al rey de Asiría, Teglatfalasar; pero, al morir éste, con su suce-
sor, Salmanasar V (727-722), las relaciones se endurecieron; a causa
de la afición del rey Oseas hacia Egipto, rehusó pagar el tributo acos-
tumbrado. Oseas fue depuesto (725-24), y después de tres años de
asedio, Samaría, capital del reino, cayó en manos de los asirios (722-
21). En este ambiente de zozobra y de conspiraciones en la corte se
desarrolló la vida profética de Oseas.
Con el bienestar conseguido en tiempo de Jeroboam II, las
costumbres se relajaron y el culto cismático de Yahvé sufrió profun-
das infiltraciones idolátricas, con lo que surgió una religión sincretista,
contra la que luchó denodadamente el profeta. El culto oficial del Es-
tado se centraba en la adoración del “becerro de oro,” representación
sensible de Yahvé 8; lo que era un primer paso para la idolatría, a la
que era tan propenso el pueblo hebreo. Desde los tiempos de Acab
(s.IX), los cultos fenicios habían penetrado hondamente en la vida
religiosa del reino septentrional 9. El profeta Oseas luchó contra estas
infiltraciones paganas, pues prácticamente Yahvé había sido reducido
a la categoría de un Dios principal en un panteón. Por otra parte, las
manifestaciones culturales externas, como ofrendas de sacrificios, ob-
servancia del sábado y de las fiestas anuales 10, no tenían el contenido
religioso interno de entrega a Dios y a sus preceptos. De ahí la religión
hipócrita y formularia, que era en realidad una caricatura de la tradi-
ción religiosa de Israel.
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lectura original satisfactoria 12. La versión de los LXX está hecha so-
bre un texto muy corrompido, y por eso es preciso acudir a las exigen-
cias del contexto y de la métrica para rastrear el posible sentido origi-
nal. En la segunda parte, poética, muchas veces los incisos y esticos
están desplazados. Es célebre la frase de San Jerónimo: “Oseas com-
maticus est, et quasi per sententias lo-quens” 13. Este estilo entrecor-
tado y sentencioso hay que atribuirlo a su temperamento afectivo y
emocional. A través de sus frases misteriosas y entrecortadas se perci-
be la hondura de su alma, enamorada de su pueblo. De ahí que a veces
falta el encadenamiento lógico, porque las explosiones afectivas do-
minan la frase. No obstante, tiene una gran riqueza de imaginación,
con propensión a tomar los símiles de la naturaleza; conoce bien las
leyes del paralelismo y los recursos de la paranomasia; alude frecuen-
temente a las tradiciones antiguas de Israel; sobre todo siente nostalgia
de la vida del desierto, cuando las relaciones entre Yahvé e Israel eran
más sinceras; conoce muchos incidentes y hechos de la historia sagra-
da, del Pentateuco y del libro de los Jueces 14.
Mensaje doctrinal.
a) Oseas centra su predicación en torno a las relaciones de
Yahvé con Israel como pueblo elegido: por eso no hay en sus oráculos
anuncios relativos a las naciones paganas ni a Judá, a pesar de que
debía de conocer los oráculos de Amos. Abiertamente declara el mo-
noteísmo estricto. Yahvé es el Dios exclusivo de Israel15, pero es
también el único Dios, ya que los baales cananeos no son nada, sino
obra del hombre 16. El gran pecado de Israel es la idolatría, que en el
fondo procede de la ignorancia 17. Pero, ante todo, Yahvé es el Dios de
Israel, porque le ha elegido entre todos los pueblos.
Sus relaciones son tan amorosas, que son comparables al amor
íntimo de dos esposos. Este símil del matrimonio para expresar las
relaciones entre Yahvé e Israel es expresado por primera vez por Ose-
as, pero queda después acuñado para reaparecer en los oráculos de
Isaías 18, Jeremías 19, Ezequiel 20 y en la literatura sapiencial, sobre
todo en el Cantar de los Cantares. Y aún el símil penetra en los escri-
tos del Ν. Τ. 21 Oseas describe dramáticamente las tentativas amorosas
de Yahvé por atraerse a su pueblo, al que ama, pero que le es infiel. A
pesar de sus infidelidades, le busca una y otra vez hasta hacerle com-
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1. El Matrimonio de Oseas.
Los tres primeros capítulos del libro de Oseas se refieren a la expe-
riencia personal del propio Oseas en su vida familiar y son como una
introducción simbólica al mensaje de amor profundo que Yahvé tiene
para con su pueblo Israel.
Introducción histórica.
1
Palabra de Yahvé dirigida a Oseas, hijo de Beeri, en
tiempos de Ozías, Joatán, Acaz y Exequias, reyes de Judá,
y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.
Este título del libro, sin duda añadido por el compilador de las diver-
sas profecías de Oseas, nos presenta el marco histórico máximo en el
que el profeta desarrolló su ministerio. Como en otros profetas, se dan
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Puesto que Israel está ciega, siguiendo a sus amantes, los ídolos,
Yahvé, su verdadero Esposo, movido de extrema solicitud y amor por
su esposa, va a tomar medidas extremas, privándola de muchas cosas,
hasta que vea la inutilidad de seguir su conducta idolátrica. Yahvé se
comporta aquí como un Esposo celoso y enamorado de su esposa, ex-
traviada en amores adulterinos. Podía abandonarla, pero la ama tanto,
que la va a hacer volver empleando medios extraordinarios. Yahvé va
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deraba los frutos de las viñas e higuerales como el salario que como a
cortesana le pagaban aquéllos: Es el salario que mis amantes me dan
(v.12-14). La idolatría es considerada aquí como una prostitución es-
piritual. En los profetas posteriores, esta comparación aparece reitera-
damente. Es una consecuencia de considerar las relaciones entre
Yahvé e Israel como las íntimas de dos esposos unidos solemnemente
por la alianza matrimonial del Sinaí. Así anuncia Oseas que-Yahvé va
a privar a su esposa, Israel, de sus bienes, convirtiéndola en un mato-
rral, expuesto a todas las bestias del campo (v.12-14). Y todo ello ha
sido por los días en que incensaba a los baales (v. 13-15), o dioses
cananeos, que se multiplicaban según las localidades. La idolatría ha
sido la causa de la ruina de Israel como nación. Yahvé no podía tran-
sigir con un pecado que implicaba un abandono total de sus intereses,
reconocidos en la alianza del Sinaí.
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1 Como adúltera, debía ser despojada de sus vestiduras (Ez 16:39; Lev 20:10; Dt
22:12). El día del nacimiento de Israel es el día que salió de Egipto, completa-
mente inerme. En n,is, Oseas recordará que Israel era un niño que no podía valer-
se ni defenderse (cf. 2:17). Israel como nación surgió en las estepas del Sinaí (Os
9:10; 12:10). En Ez 16:5 encontramos un cuadro muy similar al presentado por
Oseas, pero mucho más detallado y realista: Israel fue hallado en el desierto co-
mo una recién nacida en su sangre, y fue la solicitud de Yahvé la que le limpió y
crió hasta organizaría como nación fuerte. — 2 Cf. Jue 21:195; 1 Sam 1:3ss;
7:20; Ex 34:22. — 3 Cf. Os 2:5; Ez 16:45; Os 7:12; Ez 12:13; 17:20; 20:345. —
4 Cf. Jos 7:24-26. — 5 Cf. Is 11:6ss. — 6 Cf. Is 9:55; Miq 5:95; Zac 9:10. — 7
Cf. Is 55:3; Jer 31:3:-34; 32:40; Ez 16:60; 34:25; 37:26. Esta alianza traerá la paz
y la segundad (Is 11:19; Ez 34:25; Miq 5:9).
La vida del profeta Oseas debía ser un símbolo de las relaciones amo-
rosas de Yahvé con Israel, su pueblo. Por orden divina, el profeta debe
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amar a una mujer amante de otro (v.1). ¿Quién es esta mujer que des-
pués es calificada como adúltera? ¿Es la misma “Gomer, hija de Di-
blayim” del c.17 Por el calificativo de adúltera que se le da, nosotros
creemos que es la misma que Oseas había tomado por esposa. A pesar
de sus extravíos e infidelidades, Oseas debe reconciliarse con ella y
amarla como ama Yahvé a los hijos de Israel, a pesar de que se van
tras otros dioses. Todo aquí parece indicar que se trata de una alegoría
sin realidad histórica. Los personajes son artificialmente escogidos
para significar ideas teológicas. En este caso, las infidelidades de la
supuesta esposa adúltera de Oseas representan los coqueteos idolátri-
cos de los hijos de Israel, que se deleitan con las tortas de pasas; alu-
sión a la costumbre de presentar tortas de pasas en los altares de los
ídolos cananeos.
Oseas debe comprarla en una suma de dinero equivalente, más
o menos, a 30 siclos, que era el precio de un esclavo 3. Parece deducir-
se de esto que la mujer — esposa de Oseas — vivía con su amante en
calidad de esclava concubina. La Ley prohibía al marido volver a ca-
sarse con su antigua esposa que había oficialmente sido divorciada 4.
No hay ninguna alusión en estos relatos al divorcio de Oseas y de su
esposa. Más bien parece inferirse que la esposa de Oseas, por su pro-
pia cuenta, se fue a vivir con otro amante, y que Oseas, viendo en sus
tragedias familiares altos sentidos simbólicos por ordenación divina,
no quiso divorciarse oficialmente de ella.
Para los que interpretan todos estos relatos en sentido alegóri-
co, sin base histórica, no hay dificultad en todas estas combinaciones
artificiales, ya que Oseas, en su predicación, bien pudo crear una
parábola en la que los detalles se ordenaban exclusivamente a reflejar
un sentido simbólico conceptual. El profeta debe simbolizar el amor
de Yahvé por los hijos de Israel, que con sus cultos idolátricos co-
meten actos de adulterio espiritual. El profeta, para recalcar más su
amor por la esposa infiel (símbolo del amor de Dios para con Israel),
pone de relieve sus sacrificios por recuperar el amor de su esposa, y
así, no sólo la admite a la reconciliación, sino que, en un gesto de des-
bordamiento amoroso, ofrece dinero para recuperarla. Este detalle se
presta muy bien para encarecer el amor de Yahvé para con Israel, que
le lleva a multiplicar sus solicitudes a través de la historia para atraerle
al buen camino. Yahvé sólo exige a su pueblo, para la reconciliación,
que se aparte de sus caminos perversos, que es justamente lo que exi-
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1 El TM vocaliza “amada del prójimo” (Rea'). Los LXX traducen “amante del mal.”
(Ra'J. La Bible de Jérusalem: “amada de su cónyuge.” — 2 Así según los LXX,
pues el TM dice “cebada.” Así la Bible de Jérusalem. — 3 El jómer equivalía a
unos 365 1. y el letej era. la mitad de un jómer. Suponiendo, según 2 Re 7:18,
que el seah (1/30 del jómer) valiera medio siclo, tenemos que un jómer y medio
equivalía a unos 15 siclos, que, sumados a los otros 15 que nos da Oseas, totali-
zan 30 siclos, que era el precio de una esclava (Ex 21:32). — 4 Cf. Dt 24,is; Jer
1:1s. — 5 Cf. Ex 34:13; Dt 16:21-22; Miq 5:13; r Sam 15:12; Is 19:19. Sobre es-
tas estelas o belilos, véase M. J. LAGRANGE, Études sur les religions sémitiques
p.20435. — 6 Cf. Jue 17:5; 18:14.17.18; 1 Sam 14:18. — 7 Cf. Ez 21:26; Zac
10,2; 1 Sam 15:23. — 8 Cf. Jer 30:9; Ez 34:23; 37:24- — 9 Cf. Is 2:2; Jer 23:20;
Miq 4:1. — 10 Alegoristas: San Jerónimo, Trochon, Crampón, Van Hoonacker,
Desnoyers, Tobac, etc. Historicistas: San Agustín, Tomás, Estío, A Lapide, Cal-
met, Vigouroux, Buzy, Cru-veilhier. — 11 San Jerónimo llama a los historicistas
“contentiosus interpres,” y cree que lo de Oseas debe haber sucedido “in typo,
quia si fíat, íurpissirnum est” (PL 25:842). — 12 Cf. Jer 13:1s. — 13 Ez 3:25;
4:4-6. — 14 Véase la argumentación detallada en D. Buzy, Les symboles de
VAncienTestament p.36ss. — 15 Lc 16.20SS.
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ción de las leyes más elementales contra el orden natural y divino. Por
eso Oseas se encara con los representantes de esta clase privilegiada:
Contra vosotros me querello, ¡oh sacerdotes! 4 Por eso el castigo
vendrá sobre ellos como sobre los profetas. Dios los hará caer bajo el
peso de su justicia: tropezaras de día, y contigo. el profeta de noche
(v.5). El castigo de Dios caerá sobre ellos sucesivamente, como se
suceden el día y la noche. Y todo ello se debe a que hacen perecer al
pueblo con su mal ejemplo y su falta de interés en corregirle, pues lo
que le falta al pueblo es conocimiento de Dios (v.6).
Ha perdido la conciencia de sus deberes religiosos y éticos
precisamente porque los sacerdotes y profetas no se lo dan a conocer.
Yahvé los castigará, retirándoles su categoría sacerdotal por haber
olvidado su ley. La enseñanza de la Ley o Toráh es lo característico de
la clase sacerdotal, como el consejo caracteriza al sabio y el oráculo al
profeta 5. Es el conjunto de ordenaciones tradicionales por las que se
había de regir la teocracia hebrea 6. Es no tanto un código cerrado
cuanto una institución viviente, que se va enriqueciendo con nuevas
leyes, pero conforme a principios sustanciales recibidos cié la tradi-
ción 7.
A pesar de la obligación de los sacerdotes de enseñar la Ley,
no han hecho sino pecar contra todos los preceptos, cambiando su glo-
ria (Yahvé) por la ignominia (ν.7), los ídolos vergonzosos, pues han
procurado fomentar la idolatría para sacar provecho de los pecados de
mi pueblo (v.8). El profeta alude a las múltiples manifestaciones cultu-
rales idolátricas y sincretistas, fomentadas por los sacerdotes del reino
cismático del norte con vistas a su lucro personal. Muchos autores, sin
embargo, creen que la frase se alimentan de los pecados de mi pueblo
se refiere más bien al provecho excesivo que sacaban legalmente los
sacerdotes de las carnes en los sacrificios “por el pecado” 8. En ese
caso, la recriminación se refería a que fomentaban el culto únicamente
por obtener estas participaciones de los sacrificios en los que no se
quemaba toda la víctima.
En todo caso, en las prácticas cultuales había muchos abusos
que estaban clamando por la intervención de la justicia divina; por
eso, lo que del pueblo será, eso será también del sacerdote (v.8).
Yahvé los castigará por su voracidad insaciable a sentir hambre y mi-
seria. Han querido alimentarse con pretexto de los pecados del pueblo,
pero llegará un día en que comerán, pero no se saciarán (v. 10). La
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1 El TM lee según traduce la Vulgata: “et populus tuus sicut hi qui contradicunt sa-
cer-doti.” Pero es difícil compaginar esta versión con el contexto. La Bible de
Jérusalem traduce: “Es a ti, sacerdote, contra quien tengo” (una acusación). Es
más o menos la versión de Hoonacker, que hemos seguido nosotros, haciendo un
ligero cambio en la distribución de las consonantes hebreas. — 2 El TM: “el pro-
feta tropezará de noche, y yo haré perecer a tu madre.” Un ligero cambio nos da
nuestra versión, que es también la de la Bible de Jérusalem. Hoonacker hace una
reconstrucción un poco violenta: “la noche será la imagen del día.” — 3 El TM:
“cambiaré la gloria de ellos en ignominia.” — 4 Los que siguen la lección del
TM lo explican diciendo que aquí el profeta reprocha a sus oyentes que no le
hacen caso, como los “que resisten al sacerdote” (Dt 17:12). Otros traducen: “na-
die reprenda porque mi pueblo es semejante a los sacerdotes.” Es decir, no hacen
sino seguir la mala conducta de los representantes de la clase sacerdotal, que por
su vocación debían dar ejemplo. — 5 Cf. Jer 18:18; Ag 2:11; Mal 2:6.7.83. — 6
Cf. Is 2:3; 5:24; 8:16.20; 30:9; 42:4.22.24; 51.4.7; Miq 4:2. — 7 Cf. Is 24:5; Jer
2:8; 8:8; 11:12; Ez 22:26; 43:11s; Sof 3:4. — 8 Cf. Lev 6:1753. — 9 Cf. Ez
21:26. — 10 Cf. Dt 12:2; Is 1:29; Jer 2:20; 3:6-13; Ez 6:13; 20,28; 1 Re 14:23; 2
Re 16:4; 17.10·Os 57:5; 2 Crón 27:4. — 11 Miq 5:13. Sobre estas prácticas véase
Lagrange, o.c., p.iógss. — 12 Cf. Ex 20:245; Lev 3:16s; 7:225; 1 Sam 14:335. —
13 Cf. Dt 23:18-19; 1 Re 14:24. — 14 Así Hoonacker, siguiendo el significado
paralelo de una palabra árabe. — 15 Versión de Hoonacker, supuesto un ligero
cambio de letras en hebreo. 10 Cf. Arn 5:5. 17 En Am 5:5 se hace el mismo juego
de palabras.
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1 Así según una reconstrucción hecha a base de la versión de los LXX, propuesta por
Hoonacker. El TM literalmente parece decir: “han profundizado la fosa de la abe-
rración.” — 2 Hoonacker traduce esta palabra por vigía en vez del nombre de lo-
calidad. Y, en ese caso, el sentido sería: las clases dirigentes están maquinando
contra el vigía (el propio Oseas), tendiéndole lazos y redes cuando él se halla en
las alturas del Tabor en su oficio de vigía, anunciando los peligros a su pueblo.
— 3 El TM: “los de Sttíim cavaron una fosa profunda.” Esto aludiría a la defec-
ción idolátrica en Baal-Peor (Núm 25:1). Sería, pues, un nombre despectivo dado
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ha sido enviado por Dios para hacerlos volver al buen camino, y, por
tanto, sólo El podrá sanarlos: El desgarró. nos vendará. Es inútil espe-
rar en la ayuda de los hombres, aunque fueran los grandes reyes de
Asiría. Sólo Yahvé es poderoso para salvar la situación. Reconocen
su omnipotencia, capaz de rehabilitar a Israel: nos dará vida en
dos días y al tercero nos levantará (v.2). No tienen otro anhelo que
volver a participar de la amistad divina: viviremos ante El. El pue-
blo se siente como tierra sedienta, y por eso clama por la protección
bienhechora de Yahvé: Apresurémonos a conocer a Yahvé; vendrá
como lluvia. primaveral que riega la tierra (ν.3). El símil expresa bien
lo que significa la aparición de Yahvé, que es comparada también a la
aurora, recibida con alegría después de las tinieblas de la noche.
Los sentimientos, pues, de arrepentimiento están bellamente
expresados por el profeta, el cual a esta actitud, aparentemente sincera,
contrapone la reacción de Yahvé, que se muestra desconfiado por este
movimiento de acercamiento a El por parte de Israel. ¡Tantas veces ha
dicho que se volvía a su Dios y después le abandonaba! Por eso Yahvé
está perplejo y duda en aceptar las actuales manifestaciones de arre-
pentimiento: ¿Qué voy a hacerte, Efraim? ¿Qué voy a hacerte, Judá?
(v.4). Desconfiado por decepciones anteriores, no cree en la sinceridad
y constancia de la actual conversión, que es pasajera como lluvia ma-
ñanera, como rocío matinal., que con los primeros ardores del sol se
evapora. Así es la piedad o sentimiento de reconocimiento de los de-
rechos de Yahvé.
Dios los ha probado y tajado por medio de los profetas, anun-
ciándoles vaticinios conminatorios que realmente provenían de su bo-
ca, y sus juicios o sentencias debían haber surtido efectos de arrepen-
timiento, como la luz (ν.6). Los profetas, transmitiendo sus oráculos
amenazadores, son comparados a piedras cortantes, que tajan al pue-
blo en orden para inclinarlos a la luz de la Ley divina. La frase es
enérgica e incisiva y refleja bien la misión, muchas veces punitiva, de
los profetas. A pesar de sus amenazas, los israelitas, como hombres,
violaron mi alianza (v.7). Aquí la palabra hombres parece tener un
sentido peyorativo, aludiendo a la condición falsa del hombre que,
llevado de sus pasiones, no sabe corresponder a los compromisos de la
alianza con Dios 5. Por eso añade: obraron pérfidamente contra mí,
pues le abandonaron para irse tras de los ídolos.
Es tal el estado de perversidad que reina en Israel, y sobre to-
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en que Teglatfalasar III hace sus primeras incursiones por la costa si-
rofenicia y amenaza caer sobre Palestina (entre el 750 al 735 a.C.).
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el profeta que se celebró una fiesta en honor del rey, en la que no fal-
taban las alabanzas y adulaciones propias de las circunstancias. Mien-
tras tanto, hervían furiosos en odio, tramando la ruina del rey. El pro-
feta compara los conspiradores a los horneros que encienden el horno
y preparan la pasta (los planes del regicidio), para esperar el momento
oportuno. Dejan que fermenten sus planes, y cuando los príncipes y el
rey están despreocupados, encendidos por el vino, entonces se echan
sobre ellos, asesinándolos (v.7). Es la historia de las conspiraciones
que tuvieron lugar en los años que van desde el 750 al 735 a.C. El pro-
feta refleja en este relato una de tantas conspiraciones, sin concretar
ninguna en nombres. Los términos literarios pueden aplicarse a todas
ellas. El quiere hacer ver que la anarquía y el libertinaje campean en la
sociedad, porque nadie se acuerda de Dios: nadie. clamó a mí (v.7).
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1 El TM dice: “Tus juicios brotan (como) la luz.” Los LXX leen “mi juicio como la
luz.” Hemos preferido esta última, como más adaptable al contexto. — 2 Otros
traducen “ellos, como Adam, violaron la alianza.” La palabra hebrea Adam puede
tener sentido colectivo, y así lo hemos interpretado. — 3 Así según la reconstruc-
ción de Hoonacker. El texto es oscuro y discutido su sentido. He aquí otra ver-
sión: “Gomo bandidos en emboscada, una banda de sacerdotes asesina sobre el
camino de Siquem” (Bible de Jérusalem). — 4 Texto discutido. Nuestra versión
es la de Hoonacker. La Bibíe de Jérusalem traduce: “A ti también, Judá, yo des-
tino una cosecha cuando restablezca a mi pueblo.”5 En Job 31:23 encontramos
este mismo sentido peyorativo de hombre (adam). — 6 En Jue 10:17 aparece Ga-
laad como ciudad. Algunos ejemplares de los LXX, pertenecientes a la recensión
de Luciano, leen Caígala. — 7 La palabra hebrea qaúr sígrúnca “. generalmente,
pero también rama (cf. Sal 8o, 12; Job 14:9, etc.). — 8 Cf. Is ii,is; Jer 23:5; Ez
17:22. — 9 Literalmente el TM dice: “Todos ellos son adúlteros, como horno en-
cendido por el hornero. Cesa de atizar el fuego desde el amasado de la pasta hasta
su fermentación.” La Bible de Jérusalem traduce: “Todos están jadeantes, arden
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como horno, cuyo panadero no atiza el fuego desde que amasó la pasta hasta que
es fermentada.” — 10 El TM dice: “el día de nuestro rey pusiéronse enfermos los
príncipes con el ardor del vino; él tendió su mano a los brillantes” (¿embriaga-
dos?) Los LXX: “con las pestes.” Indudablemente el texto está corrompido. Un
ligero cambio de letras da la versión que hemos tomado de Hoonacker. — 11 Cf.
2 Re 15:10s. — 12 Otros traducen: “la gloría de Israel da contra él testimonio.”
Así Cantera. Bible de Jérusalem: “la arrogancia de Israel testimonia contra él.”
— 13 Así según un ligero cambio de letras (versión seguida por la Blble de Jéru-
salem). El TM dice: “según lo oído en sus asambleas.” — 14 Así según los LXX.
El texto del TM no da sentido aceptable. — 15 El texto original es oscuro. Un li-
gero cambio de consonantes da la traducción que hemos propuesto, siguiendo a
Hoonacker. Bible de Jérusalem: “se vuelven hacia Baal.” — 16 Lit. “por la ira de
su lengua.” La frase siguiente es considerada por muchos autores como glosa
posterior. — 17 Estaba prohibida esta práctica en Lev 19:28; 21:5; Dt 14:1. Sobre
su extensión en Ganaán cf. 1 Re 18:28; Jer 16:6; 41:5. 47:5; 48:37. Véase el artí-
culo de Vigouroux Les pré-tres de Baal et leurs successeurs: RB 5 (1896)
p.227s. — 18 Cf. Sal 78:57.
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1 Así según un reajuste muy plausible del texto, propuesto por Hoonacker. El TM di-
ce lit.: “rotos Yahvé el becerro de Samaría,” lo que es ininteligible. Los LXX:
“porque se descarriaba tu becerro, Samaría.” — 2 Cf. Ez 10:1. Los invasores son
frecuentemente comparados a aves de presa en la Biblia (Dt 28:49; Jer 48:40;
Hab 1:8). — 3 Cf. 1 Re 12. — 4 El texto está oscuro, y las traducciones no coin-
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ciden. Bible de Jérusalem: “Han subido a Asiría — onagro que vive aislado — .
Efraím se ha comprado amantes.” — 5 La Bible de Jérusalem: “que se compren
entre las naciones, yo voy a dispersarlos, y cesarán pronto de ungir reyes y
príncipes.” — 6 El TM es oscuro. Un ligero cambio de letras da la versión, pro-
puesta por Hoonacker. — 7 Los LXX añaden: “y comerán inmundicias en Asir-
ía.” — 8 Cf. Job 39:5-8. Probablemente el profeta ha escogido la comparación
del onagro por la paranomasia que hay en hebreo entre Fere (onagro) y Efraím.
— 9 Cf. 5:13; 7:11; 12:2. — 10 La versión de los LXX supone otro original: “y
cesarán un poco de ungir reyes y gobernantes.” La Bible de Jérusalem: “yo voy a
dispersarlos, y cesarán pronto de ungir reyes y jefes.” — 11 Cf. Am c.1-2.
9. El castigo de Efraím.
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1 Desconocerán, siguiendo a los LXX, en vez de “los apacentará” del TM. — 2 Véa-
se el artículo de Jaussen Coatümes árabes: RB (1903) p.258. — 3 Cf. Núm
19:14; Dt 26:14. — 4 Cf. Jer 16:7. — 5 Sobre la conducta abominable de los ben-
jaminitas en Guibá o Gabaón cf. Jue C.IQ. — 6 Cf. Núm 23:28. — 7 Él TM dice
lit.: “Efraím, según vi, era Tiro plantada entre pastos.” La Bible de Jé-rusalem:
“Efraím, yo le he visto, ha hecho de sus hijos una caza; Efraím deberá entregar
sus hijos a la carnicería.” Nuestra versión supone un ligero retoque en una pala-
bra del texto (Sid, “caza,” en vez de sur: Tiro). Hoonacker hace una bella recons-
trucción, pero muy problemática: “Como la cierva cría sus pequeñuelos para la
caza.” — 8 En él supuesto de mantener la lección del TM (“Efraím era Tiro ro-
deado de pradería”), el sentido sería que Efraím estaba destinada a ser gloriosa y
rica como Tiro. Pero la comparación no se adapta bien al contexto, y es preferible
buscar una reconstrucción. — 9 Cf. 4:15; 12:12.
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1 Los LXX traducen “como trozo de madera seco sobre las aguas,” que se adapta
bien al conjunto del símil. — 2 Quizá aquí habría que traducir “los altos de (Bet)-
Aven,” como lugar de culto idolátrico. Aven significa impiedad, y así hemos tra-
ducido. Pero puede ser la última parte del nombre de la localidad conocida de
Bet-Aven, tantas veces mencionada como lugar de culto idolátrico por Oseas y
Amos. — 3 Cf. 8,6. — 4 E1 TM dice: “yo hice pasar sobre su hermoso cuello.”
Un ligero cambio de vocalización nos da: “yo domaré con el yugo.” Así Hoonac-
ker. — 5 Cf. 9:9. — 6 Cf. Juec.19. — 8 cf. Dt 25:4. — 9 Cf. Os 4:6. — 7 Cf. Jue 19,30;
20:1:8; 21:7. — 10 La inclusión de “Judá tirará del arado”) parece fuera de sitio y es consi-
derada por muchos autores como glosa. — 11 Una localidad al este del Jordán. — 12
En los anales de Teglatfalasar III aparece un rey moabita llamado Saímanu.
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Yahvé fue realmente la de un padre que enseña a dar los primeros pa-
sos a su hijito, librándole de los pueblos enemigos y prodigando mila-
gros hasta robustecerle con pleno acceso a la eda'd de adulto. Israel
estaba sujeto a la servidumbre en Egipto, y desde allí le llamó (v.1)
para elegirlo como pueblo aparte de todos los pueblos, con una misión
excepcional. Sin embargo, Israel, ya establecido en Canaán, se entregó
a la idolatría (v.2), sin acordarse de ios desvelos paternales que Yahvé
le había prodigado (ν.3). Α pesar de tanta ingratitud, Yahvé mostró su
amor para con Israel, atrayéndole con ligaduras humanas (v.4) o
muestras tiernas de comprensión. La imagen de ligaduras humanas,
supuesto el contexto, parece aludir a las cuerdas con que la madre ata
solícitamente a su pequeñuelo a su cuerpo para que no se caiga: como
quien alza una criatura contra su mejilla.
Israel, pues, ha sido llevado en brazos, protegido por Yahvé y
sustentado por El (y me bajaba hasta ella para darle de comer) de
modo milagroso en el desierto para que no desfalleciera en su infancia
como nación. Pero la defección e ingratitud del pueblo elegido no tuvo
límites, y por eso volverá a la servidumbre (se volverá a Egipto), y a
trueque de Yahvé, a quien no se le ha querido reconocer como Rey,
Israel sufrirá la mano dura de otro monarca despótico: Asiría será su
rey. Es el anuncio del exilio en Mesopotamia, castigo de su apostasía:
porque rehusó convertirse.
El destino del pueblo elegido será trágico, ya que la espada y
el cautiverio se cebarán en él, que se consumirá por sus consejos o
desafortunados cálculos políticos, en contra de la predicación de los
profetas, que postulaban una política exclusivamente religiosa. El v.7,
si es legítima la lectura propuesta, parece aludir a la costumbre de los
invasores asirios de empalar a los enemigos vencidos a la puerta de las
ciudades 5.
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1 El TM: “fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus mejillas.” Nuestra tra-
ducción está basada en un ligero cambio de letras, seguida por Hoonacker y la
Bible de Jérusalem. — 2 El- TM: “no se volverá a Egipto.” En nuestra versión
hemos traducido el no (negación lo') por para él (lo, participio y sufijo). — 3 El
TM dice lit: “consumirá sus cerrojos.” Un ligero cambio de letras nos da “sus
hijos,” como hemos traducido, y parece más en consonancia con el contexto. — 4
Este verso en el original es muy oscuro. Hemos seguido en la versión la restitu-
ción del texto propuesta por Hoonacker, que encaja bien con la idea de extermi-
nio reflejada en el contexto. La Bible de Jér. hace también una reconstrucción:
“Mi pueblo está enfermo de su infidelidad; invocan a baal, pero no les levanta.”
— 5 Senaquerib dice en su famoso prisma (llamado también de Taylor, col.III
1.2): “Llegué a Accarón; a los jefes y magnates que habían prevaricado los con-
dené a muerte y suspendí sus cadáveres de palos alrededor de la ciudad.” Lo
mismo dice Asurbanipal en el cilindro de Rassam (col.II iss). — 6 El TM: “y no
entraré en la ciudad,” que sorprende algo en el contexto. Nuestra versión está ba-
sada en una ligera reconstrucción, propuesta por Hoonacker. — 7 Cf. Gen
19:243; Dt 29:22.
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1 Este último dístico está muy oscuro en el original. Nuestra traducción parece reco-
mendada por el contexto. Los LXX traducen: “Ahora los conoce Dios, y el pue-
blo se llamará santo de Dios.” Es más o menos la versión de la Bibíe de Jérusa-
lem. — 2 El TM: “destrucción.” Btb. de Jér.: “violencia.” — 3 Lit. en hebreo:
“agarró por el calcaño.” — 4 cf. 4:14. — 5 Es la interpretación de Hoonacker
(o.c., 112). — 6 Cf. Gen 25:218. — 7 Cf. Gen 25:29. — 8 El P. Lagrange cree que la pa-
labra ángel es adición posterior para salvar la trascendencia divina. Véase su artículo L'Ange
de Yahvé en RB 12 (1903) p.218 — 9 Cf. Gen 35, is. — 10 La Bible de Jérusalem:
“Mas de todas sus ganancias nada le quedará, porque se ha hecho culpable de ini-
quidad.” — 11 Así, según el TM. Hoonacker vocaliza el verbo de otro modo y
traduce: “por los profetas los he hecho perecer.” Así más o menos la Bib. de Jér.
— 12 Así lit. según el TM, que resulta algo incongruente. Cantera: “Si los galadi-
tas son impíos, secan reducidos a la nada en Guilgal, en donde inmolaron toros.”
La traducción de la Bib. de Jér. es extremadamente libre: “Galaad no es más que
iniquidad, no son más que mentira; en Guilgal sacrifican toros.” La Vulgata: “Si
Galaad idolum, ergo frustra erunt in Galgal bobus immolantes.” — 13 Muchos
autores prefieren traducir la palabra hebrea Canahan por el nombre etnográfico
de Canaán. Los fenicios o cananeos eran considerados por los antiguos como los
representantes del comercio; de ahí el significado de mercader dado también a la
palabra (Sof 1:14).
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Efraím era la tribu más representativa y belicosa del reino del norte
(v.1); pero, en su arrogancia, se olvidó de Yahvé y se fue tras de los
cultos de Baal. Sus arrebatos idolátricos llegaron al colmo, pues se
fabrican sus ídolos, a ellos dirigen la palabra., dando besos a los be-
cerros (v.2). La frase es irónica.
Efraím ha pretendido organizar su vida con independencia de
sus tradiciones yahvistas, pero los arrebatará el viento de la invasión y
desaparecerán como nube mañanera, como rocío matinal (v.5). No
han querido basar su vida nacional sobre el hecho de que el único
Dios es Yahvé, que los sacó de Egipto (v.4) y los creó como nación.
Es inútil que busquen otro salvador fuera de Yahvé, pues no lo hay.
En el desierto, tierra abrasada, Yahvé selló un pacto con ellos; fueron
reconocidos como pueblo de Dios (Yo te conocí en el desierto, v.5);
por eso no deben ellos reconocer otro Dios que Yahvé. Los profetas
siempre apelan a la vida de Israel en el desierto como la época de oro
de las relaciones entre el pueblo elegido y su Dios. Entonces los israe-
litas, desprovistos de todos los medios materiales, tenían que vivir de
la intervención milagrosa de Yahvé; pero después en la tierra de Ca-
naán, cuando empezaron a prosperar en su vida nacional, se olvidaron
del que les había creado como pueblo: Se hartaron en sus pastos. y me
olvidaron (v.6). Lejos de reconocer que su prosperidad les venía de
Yahvé, le abandonaron, y atribuyeron su bienestar a los ídolos cana-
neos 2.
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1 Así con la Bib. de Jér., respetando al máximum el original, que parece algo co-
rrompido. — 2 Cf. Dt 8:11-15; 31:20; 32:15- — 3 “Gomo cachorro” (leyendo
kagur en vez de Segor, que significa envoltura). — 4 Cf. 1 Sam c.8. — 5 Uno de
los nombres que se da al seol es el de Abaddon (destrucción, porque de él viene
la destrucción y la ruina de los hombres; cf. Job 26:6; Prov 27:20; Sal 88:12). La
concepción popular hebrea del seol es muy similar a la del arallu babilónico, del
que procedían las enfermedades, las pestes y las epidemias. — 6 Los LXX dan
otra versión: “¿Dónde está, ¡oh muerte! tu victoria; donde, ¡oh hades! tu
aguijón?” San Pablo utiliza esta traducción para aplicar el texto en sentido aco-
modaticio al triunfo de Cristo sobre la muerte por la resurrección (cf. 1 Cor
15:54-57)·
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Ante el espectáculo de mortandad que se abre ante los ojos del profe-
ta, se invita a Israel a emprender el camino del retorno a Yahvé como
único medio de conjurar tanta desgracia. Deben sentirse movidos de la
más íntima compunción, acompañando sus preces de ofrendas dignas
de sus rediles a Yahvé (ν.3). Yahvé prefiere la entrega de los corazo-
nes, pero no excluye los sacrificios si van movidos por la íntima en-
trega de los oferentes y, sobre todo, si están en los caminos del arre-
pentimiento. Deben reconocer que ha sido erróneo acudir en busca de
ayuda al extranjero: no nos salvara Asiría (v.4.). La política exterior
de buscar auxilio en pueblos paganos ha sido una de las causas de la
gran catástrofe, juntamente con el pecado de la idolatría. Deben des-
echar los ídolos que se han fabricado: no llamaremos dioses nuestros
a la obra de nuestras manos. La adversidad ha mostrado la inanidad
de los mismos. Sólo Yahvé puede rehacer de nuevo la nación.
Una vez arrepentidos de sus pecados, Yahvé promete curarlos
(v.5), actuando como rodo bienhechor que haga vivificar el campo,
agostado por el viento solano, el invasor (v.6). Israel volverá a flore-
cer como el álamo. La nación prosperará, y su fertilidad volverá a apa-
recer en la tierra (v.8). La providencia permanente de Yahvé es simbo-
lizada en el ciprés, siempre verde (V.9), de la que depende la salva-
ción y felicidad de Israel.
El ν.10 parece una glosa sapiencial6.
Joel.
Introducción.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Dios”) más datos que el nombre de su padre, Petuel 1. Nada dice so-
bre la época ni sobre las circunstancias históricas de sus oráculos, co-
mo suele ocurrir en los encabezamientos de los escritos de otros profe-
tas. Como sus oráculos hacen frecuentes alusiones a Judá y a Jeru-
salén, se supone que el profeta es oriundo del reino del sur. Por otra
parte, se refleja en ellos el interés por el templo de Jerusalén, por el
ritual del culto y por los sacerdotes 2. De ahí que muchos autores infie-
ran que pertenecía a la clase sacerdotal. Otros, en cambio, por el modo
de dirigirse a los sacerdotes, creen que no era de la casta sacerdotal,
sino que más bien pertenecía al movimiento nebiista o profetice, espe-
cie de institución laica que se ocupaba especialmente de todo lo que se
relacionaba con lo religioso.
Respecto de la época en que desarrolló su ministerio, los auto-
res no están concordes, pues mientras unos suponen que vivió en el
siglo IX (en ese caso sería el primer profeta escritor), bajo el rey Joás
de Judá (836-797), otros más bien creen que es abiertamente postexí-
lico. Los que sostienen la primera opinión se fundan en el hecho de
que en sus oráculos aparecen como enemigos del pueblo hebreo feni-
cios, filisteos3, egipcios y edomitas4, y no los clásicos enemigos —
asirios, sirios, babilonios — que durante el siglo VI y VII aparecen en
los escritos de Amos, Isaías y Jeremías.
Por otra parte, no aparecen como enemigos de Judá los amoni-
tas y sarnaritanos, que después del destierro babilónico hostigaron a
los repatriados judíos que pacientemente trabajaban en la reconstruc-
ción de su patria y de la ciudad de Jerusalén. Además, en el siglo IX,
bajo Joram de Judá, los edomitas sacudieron el yugo de Judá y se con-
virtieron en enemigos de sus antiguos opresores 5. Por aquel tiempo,
los filisteos y árabes saquearon Jerusalén 6.
Además, los sostenedores de esta hipótesis creen encontrar
confirmación de ella en el hecho de que parece que Amos conoce la
predicación de Joel, cuando exclama: “Yahvé ruge desde Sión y da su
voz desde Jerusalén”7, y cuando, al hablar de los tiempos mesiánicos,
dice Amos que “los montes destilarán mosto.”8 Y explican él hecho de
que en el libro de Joel no aparece el rey suponiendo que el profeta
ejerce su ministerio cuando el rey Joás era aún un niño y estaba bajo la
tutela del sumo sacerdote Joyada; así se explica que el profeta se dirija
a los sacerdotes.
Algunos autores, aun suponiendo que Joel es preexílico, reba-
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Mensaje doctrinal.
El contenido teológico del libro de Joel es ante todo un lla-
mamiento a la penitencia como medio de conjurar los estragos que se
avecinan enviados por la justicia vengadora de Yahvé. En esto se halla
en la línea general de los profetas. Pero el mensaje específico es el
anuncio de la “efusión del espíritu” sobre “toda carne”18. En la tradi-
ción israelita, el “espíritu de Dios,” o energía carismática divina, se
había manifestado esporádicamente en algunos insignes personajes,
objeto de la elección divina. Pero en la nueva teocracia, el profeta
anuncia una efusión general del espíritu, en tal forma que todos los
miembros de las clases sociales se verán beneficiados con este caris-
ma: “profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos
tendrán sueños, y vuestros mozos verán visiones.” Es el anuncio de la
posesión de Dios de los corazones de los ciudadanos de la nueva teo-
cracia. San Pedro, el día de Pentecostés, vio cumplida esta profecía en
el don de lenguas 19. Por ello, Joel ha quedado como el “profeta de
Pentecostés,” el vaticinador de la plena efusión del espíritu multifor-
me de Yahvé, que tendrá múltiples manifestaciones carismáticas en
los que tengan la dicha de asistir a la inauguración de los tiempos me-
siánicos.
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1. La Justicia de Yahve.
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1 En Prov 30,253 se llama pueblo también a las agrupaciones de insectos. — 2 Cf. Jer
I4,i7. — 3 Cf. Lam 1:15. — 4 Esta primera parte del verso es oscura en el origi-
nal. Los LXX traducen: “Las terneras patalean en los establos.” La Vulgata:
“Computruerunt iumenta in stercore suo.” La cío. de Jér.: “Los granos se han en-
durecido bajo sus terrones.”
2. Exhortación a la Penitencia.
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1 Cf. Am 5:18.20; Sof 1:15; Ez 30:3. — 2 Plinio, Hist. Nat. XI 29. — 3 Sobre la ex-
presión paraíso de Edén véase Ez 36:35; Is 51:3; Gen 13:10; 2:8. — 4 Hoonacker
cita el testimonio de Fpskal (Descr. animal. p.81) para corroborar esta observa-
ción: “transeúntes grylli super verticem nostrum, sonó magnae catarrhactae fer-
vebant.” — 5 Cf. Is 13:10; Ez 32:7. — 7 Cf. Flavio Josefo, Cont. Ap. II 9. — 8
Cf. Jer 24:9. — 9 Lit. “mar anterior” (supuesta la orientación en dirección al es-
te). — 10 Lit. “Mar posterior” (colocado a la espalda del que se orienta hacia el
este). — 11 Cf. Ez 26:7; 38,6.15; 39:2. — 12 Cf. Jer 1:13-15; 4:1.22; 10,22. —
13 Cf. Zac 12:10. — 14 Cf. Act 2:17; 10:445. — 15 Cf. Jer 31:31
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naciones paganas. Algunos autores creen que Josafat aquí alude al rey
de este nombre que, según 2 Crón 5:12, derrotó estrepitosamente a los
ejércitos coligados de Moab, Amón y Edom, los enemigos tradiciona-
les de Judá. Joel, pues, en ese caso, habría escogido el nombre del vic-
torioso rey Josafat (870-849) como símbolo de la otra victoria que
Yahvé habría de obtener sobre todos los enemigos del pueblo elegido.
Sin embargo, el nombre hebreo Josafat (“Yahvé juzga” o
“juicio de Yahvé”) se presta a un juego de palabras, y en este sentido
bien pudo haber sido elegido para designar el juicio de Dios sobre las
naciones paganas. De ahí que no falten comentaristas que traduzcan el
pasaje de Joel: “reuniré. en el valle del juicio de Yahvé.” No se debe,
pues, insistir sobre la localización de ese famoso valle, que no es sino
un nombre literario simbólico-apocalíptico. La tradición judía dio el
nombre del valle de Josafat a la depresión formada por el torrente
Cedrón, al este de Jerusalén. Los Santos Padres trasladaron la
perspectiva de Joel al fin de los tiempos, y han supuesto que el jui-
cio final tendría lugar en ese famoso valle de Josafat. Pero el profe-
ta no habla del juicio al fin de los tiempos, sino del que debe prece-
der a la inauguración mesiánica; en ese juicio sólo son juzgados y
condenados los pueblos gentiles, mientras que los israelitas son reser-
vados para formar parte de la nueva teocracia hebrea.
Nada en el contexto favorece una interpretación del juicio de
los individuos de toda la humanidad en el día del juicio universal al
fin de los tiempos; no obstante, este juicio anunciado por Joel puede
ser tipo del universal.
Las naciones paganas serán juzgadas por los atropellos que
han cometido con el pueblo elegido: litigaré con ellos a propósito de
mi pueblo y de mi heredad, que dispersaron entre las naciones, repar-
tiéndose mi porción (v.2), o territorio palestino. Evidentemente, el
profeta alude aquí a las incursiones de los moabitas, amonitas y edo-
mitas, que hicieron en el antiguo territorio de Israel después que sus
habitantes fueron deportados a Mesopotamia a raíz de la toma de Jeru-
salén por las tropas de Nabucodonosor. Los vencedores y sus aliados
trataron de modo indigno a la población vencida, dando un mozo por
una prostituta (v.3), e.d., disponiendo de la suerte de los jóvenes de
Judá como si fuesen un salario barato destinado a las cortesanas. Y los
mismos dispusieron de las doncellas como si fueran el precio bajo que
se da por vino que se bebían. Las dos comparaciones sirven para re-
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
para que resplandezca la fuerza del Dios de los judíos. Yahvé aparece
nervioso porque no acaban de concentrarse en el lugar de la batalla, y
los excita al encuentro: Precipitaos y venid. (v.11).
Una vez que el ejército enemigo está concentrado para medir
sus armas con Yahvé, el profeta pide a Yahvé que descienda al campo
de batalla con su ejército celestial, sus ángeles, que han de luchar por
su causa: Haz bajar, ¡oh Yahvé! a tus valientes (v.11). Yahvé respon-
de diciendo que antes deben reunirse todos los enemigos: que se alcen
y suban las gentes al valle de Josafat (v.12). La dramatización llega a
su punto culminante. Yahvé va a dar el juicio condenatorio sobre to-
das las gentes, e invita a sus cohortes celestiales a iniciar el estrago:
Meted la hoz, que está madura la mies. Pisad, que está lleno el lagar
y se desbordan las cubas. Las naciones, por su maldad, están maduras
para la siega trágica del juicio de Yahvé, y han acumulado tantos pe-
cados, que se desbordan las cubas. El mejor comentario a esta escena
terrorífica es el texto de Is 63:1-6: “¿Quién es aquel que avanza enro-
jecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero., avanzando en
toda la grandeza de su poder? ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus
ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo
solo, y no había nadie enemigo de las gentes. He pisado con furor, he
hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ro-
pas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza. y aplasté a los
pueblos en mi ira y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su
sangre.” Tanto en Isaías como en Joel, los pueblos pecadores son ex-
primidos como en un lagar. Las imágenes son radicales e hiperbólicas,
conforme al ardor de una imaginación oriental sobreexcitada. Por otra
parte, el carácter apocalíptico del pasaje exige tonos descriptivos sub-
idos e impresionantes.
Joel cierra el fragmento reflejando el rumor de los pueblos re-
unidos en el valle del juicio 3: muchedumbres, muchedumbres en el
valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio.
El día de Yahvé, al principio, se anunciaba como el día del castigo
de los pecadores de Judá. La invasión de las langostas fue el signo
precursor del castigo. Pero la penitencia sincera del pueblo hizo que
Yahvé perdonara a su pueblo y el castigo se tornara sobre los pueblos
enemigos de Judá. La primera perspectiva cambia, y el profeta, para
animar a sus compatriotas a sufrir los duros días de prueba posteriores
a la repatriación, les anuncia que habrá un juicio definitivo sobre todas
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
las naciones que han contribuido a la ruina del pueblo elegido. Des-
pués del juicio vendrá la era mesiánica, como anuncia a continua-
ción.
Para medir el alcance de las predicciones de Joel no debemos
perder de vista el carácter apocalíptico del pasaje, y, dejando de lado
las hipérboles y frases radicales, buscar la medula teológica del men-
saje: Dios salvará a su pueblo arrepentido y castigará a los peca-
dores. Toda la dramatización de las escenas del valle de Josafat de-
bemos considerarla como puro artificio literario. De hecho sabemos
que esa aparatosa concentración de las naciones no se dio antes de la
inauguración mesiánica. Aquí tenemos que acudir al modo de pre-
sentar los profetas el reino mesiánico. Conforme a la expectación
del ambiente, presentaban al Mesías como un Rey triunfador que hab-
ía de aplastar a los enemigos (como el “alfarero a sus vasos”) 4, y a
Israel organizado en esplendoroso reino bajo la ley dé la justicia di-
vina. En este supuesto conciben también un juicio previo sobre las
naciones para vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo elegido.
La realización histórica fue muy otra. El Mesías fue “humil-
de y manso de corazón” 5, y su reino no era de este mundo. El
mismo Bautista, precursor inmediato del Mesías, no captaba los mo-
dos suaves de Jesucristo, y predicaba una penitencia brusca y des-
humanizada, conforme a los cánones del más rabioso ascetismo orien-
tal. Anunciaba también un juicio selectivo sobre los mismos judíos;
Dios tenía en la mano el arnero para limpiar su era.
Cristo dice que El no vino a juzgar6, sino que cada uno se
juzga a sí mismo en la actitud que tome — de aceptación o repulsa
— frente a su persona y doctrina. He ahí de hecho en qué terminó el
juicio discriminativo anunciado por los profetas. Una vez más tene-
mos que repetir que los profetas, a pesar de ser iluminados con revela-
ciones especiales directas de Dios, eran mentalidades del A.T., y, si
bien conocían el hecho de la venida del Mesías y de la inauguración
del reinado de justicia, no conocían el modo de esta nueva teocra-
cia puramente espiritual, el reino de los cielos predicado por Jesu-
cristo. La única profecía que llegó a captar más el modo de la realiza-
ción histórica del mesianismo inaugurado por Cristo fue la de los
cánticos del Siervo de Yahvé, en los que se da de lado a todas las con-
cepciones tradicionales sobre un Mesías glorioso y Rey terrenal y se
presenta una figura del Mesías que parece tomada de los evange-
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lios.
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Amοs.
Ιntroducción.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Ambiente histórico.
Según indicación del título de los escritos de Amos, éste ejer-
ció su ministerio profético en tiempo de Jeroboam II de Israel (783-
743) y de Ozías o Azarías de Judá (789-738), dos años después del
terremoto 9. Bajo el reinado de Jeroboam II, el reino de Israel había
llegado a su esplendor económico y a la máxima expansión geográfi-
ca. A fines del siglo IX, los sirios hicieron incursiones en el reino de
Israel, anexionándose las regiones transjordánicas de Basan y Galaad
10
. Pero, al expansionarse Asiría hacia el occidente en tiempos de
Adadnirari III (805-782), se debilitó el reino de Siria, y, en conse-
cuencia, el reino de Israel pudo rehacerse y llegar a su apogeo. Pode-
mos, pues, suponer que el profeta empezó su predicación oracular en
los últimos años de Jeroboam II, hacia el 760 a.C., poco antes de la
iniciación del ministerio profético de Oseas. El ambiente histórico,
pues, es semejante en ambos profetas. La indicación cronológica de
dos años antes del terremoto resultaba muy precisa para los lectores
contemporáneos, pero no para nosotros, pues no sabemos nada de esta
conmoción sísmica que habría impresionado tanto a los moradores del
reino del norte 11.
Por el contenido de la predicación de Amos vemos que la si-
tuación económica era próspera, y las clases altas se movían con exce-
siva desenvoltura y desenfreno, esperando confiados el día de Yahvé
como día de triunfo pleno material12. El profeta saldrá al paso de estas
falsas suposiciones anunciando una serie de castigos devastadores, e
incluso la ruina total del reino y la cautividad de sus ciudadanos.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
En general no hay razones serias para negar la autenticidad
global de los oráculos del libro de Amos. Sus palabras están en conso-
nancia con el ambiente histórico que hemos descrito antes y se adap-
tan bien a las necesidades religiosas de la época. Sin embargo, muchos
críticos dudan de la autenticidad de algunos pasajes 13, sobre todo la
conclusión del libro, netamente mesiánica 14. Extraña su carácter pro-
saico en un conjunto poético, como son todos los oráculos de Amos,
y, por otra parte, se refieren más al reino de Judá que al de Israel. Por
eso no faltan comentaristas que atribuyen este fragmento a una mano
posterior, incluso postexílica, que ha querido desvirtuar la impresión
excesivamente pesimista de los últimos anuncios de castigo de Amos:
Daré la orden y zarandearé a la casa de Israel entre las gentes, como
se zarandea con la criba. A la espada perecerán todos los pecadores
de mi pueblo 15; sin embargo, es usual en los profetas alternar amena-
zas con promesas de restauración en su predicación, para, de un lado,
invitar a la penitencia y cambio de vida, y de otro, evitar que caigan en
la desesperación total. Los castigos de Yahvé sobre su pueblo son
siempre pruebas purificatorias, en espera de una etapa esplendo-
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Estilo.
San Jerónimo define a Amos como “imperitum sermone”16.
Sin embargo, esta afirmación es injusta, ya que dentro de la sencillez y
aun desaliño hay un fondo poético de gran inspiración. Es verdad que
su estilo resulta algo cansino y uniforme, como consecuencia de las
múltiples repeticiones e incluso de frases hechas. Pero esta repetición
da más vigor a sus oráculos. Es clásico su modo de comenzar los orá-
culos punitivos contra las naciones paganas: Por tres pecados y por
cuatro no revocaré 17, para indicar la multiplicidad. Tiene también
tendencia a acumular imágenes para expresar la misma idea, pero son
sumamente originales y de bellísimo significado 18. Multiplica los
ejemplos para probar una afirmación 19. En general, los estilistas mo-
dernos consideran a Amos como un artista literario, pues sus repetidas
imágenes y períodos argumentativos logran impresionar favorable-
mente al lector. Este hecho prueba que tenía su formación literaria, a
pesar de que se presentaba como un humilde pastor de Tecua.
Texto y versiones.
En general, el texto hebreo de Amos está bien conservado. Sin
embargo, parece que algunos esticos están desplazados de su lugar
normal. La versión griega de los LXX difiere a veces del TM, pero en
los casos dudosos y oscuros no resulta más clara que el texto masoré-
tico. En el TM, el libro de Amos sigue al de Oseas y Joel, a pesar de
ser Amos el primero cronológicamente. En los LXX y en las versiones
que dependen de esta versión aparece inmediatamente después de
Oseas, seguido de Miqueas y de Joel 20.
Mensaje doctrinal.
La teología del libro de Amos es muy rica de contenido, ya
que encontramos en él afirmaciones netas sobre la omnipotencia divi-
na y su providencia sobre los pueblos, aun paganos; sobre la elección
de Israel y sobre los deberes sociales con el prójimo.
a) Monoteísmo estricto. — Yahvé es el Creador de todo cuan-
to existe en la naturaleza, es el formador de las montañas y creador de
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
los vientos como fuerzas cósmicas. Hizo las constelaciones 21, y puede
oscurecer el firmamento con las nubes 22, regula el curso del día y de
la noche 23; las olas del mar obedecen puntuales a su mandato 24.
Por otra parte, es Señor y arbitro de todos los pueblos y na-
ciones. Trajo a los filisteos de Caftor y a los árameos de Quir 25; y, en
consecuencia, es el director verdadero de los hilos de la historia
humana. Por eso es el Juez de todas las naciones, a las que castiga por
sus crímenes “contra naturam” 26. Estos postulados éticos elementa-
les son algo sagrado, por los que Yahvé mira como cosa intangi-
ble. No se puede conculcar impunemente las leyes del corazón huma-
no impresas por Dios. A las naciones paganas no las castigará Yahvé
por transgresiones de leyes positivas que no conocen, sino por in-
fracciones contra el derecho natural.
b) Elección de Israel. — A pesar de que Yahvé es el Señor y
Juez de todos los pueblos, lo es de modo particular de Israel, porque
gratuitamente lo ha elegido para vivir en comunicación íntima con El.
Por eso hizo una alianza solemne con Israel después de haberle libera-
do de Egipto 27. Para que pudieran intimar con El, les dio un código de
leyes y les envió profetas 28. Pero esto no debe cegar a los israelitas,
como si Yahvé se viera obligado necesariamente a protegerles, pues
en realidad la elección ha sido sin méritos por parte de ellos 29.
Si bien gobierna todos los pueblos y los somete a las leyes ge-
nerales de su justicia, los israelitas, por ser un pueblo de elección,
están obligados especialmente al cumplimiento de determinadas leyes
positivas, estipuladas en la alianza como base de buenas relaciones
entre ambas partes contratantes 30. Por tanto, los crímenes de Judá y de
Israel revisten una particular malicia de ingratitud y de rebelión 31; por
eso Yahvé llama a las naciones paganas como testigos del castigo que
va a infligir a Samaría 32,
c) Cultos idolátricos. — En el reino del norte existía un culto
sincretista escandaloso, sobre todo en los santuarios locales de Betel,
Guilgal y Dan. Yahvé aparecía prácticamente tan desfigurado en el
culto, que Amos consideraba aquellos actos de culto como totalmente
idolátricos. Las infiltraciones paganas eran ya más que la herencia
yahvista, anterior a la separación de las tribus. Lo que había empezado
por un simple culto cismático, había terminado por una idolatría, sin
faltar el becerro de oro, símbolo del Yahvé adorado por los del reino
del norte 33. La justicia divina procede de Yahvé, que mora en Sión 34.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Am 1:1. — 2 Am 7:14. — 3 Así habla del rugido del león (3:4), de la caza de las
aves con trampa (3:5), del pastor que rescata de las fauces del león los restos de la
oveja (3:12), de la serpiente escondida en la grieta de la casa (5:19), del torrente
siempre fluyendo (5:24). — 4 Am 7:14. — 5 Am 7:15. — 6 Am 7:14. — 7 Am
7.17. — 8 Am 7:17· — 9 Am 1:1. — 10 Cf. 2 Re 10:325; 2 Re 13:7.25. — 11
Zac 14:5 habla de este temblor de tierra en tiempo de Ozías de Judá y del espanto
que produjo a los israelitas. Pero parece depender de la alusión de Amos 1:1. —
12 Cf. Am4:1; 6:1s. — 13 Así extraña la narración en tercera persona de 7:10-17,
y parecen manipulación posterior ciertos fragmentos del himno al Creador: 4:13;
5:8-9; 9:5-6. — 14 Am 9:11-15. 17 Am 1:6s. — 15 Am 9:10. 18 Am 9:1-4; 4:6-
11 — 16 San Jerónimo, Pról a Amos: PL 25:990 (1038). 19 Am 2,V8.' — 20
Amos aparece citado en Tob 2:6 y Zac 14:5, Y en el Ν. Τ. en Act 7:42-43 (Am
5:25- 27) y Act 15:16-17 (Am 9:11-12). Citados según la versión griega, que aquí
difiere mucho del TM. — 21 Am5:8. — 22 Am4:13. — 23Ams,8. — 24 Am 5:8;
97 — 25 Am 9,7. — 26 Amc.1-2. — 27 Am 2:11; 3:7· — 28 Am 3:7. — 29 A™
9:7 — 30 Am3:1-2. — 31 Am 3:2. — 32 Am 3:9.12s. — 33 Am 7:9; 9:1-4; 4:4.
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este dato parece depender del libro de Amos. Por otra parte, la Biblia
no nos suministra ninguna indicación sobre este terremoto, que se
había hecho famoso y le servía al redactor para datar el principio de la
actividad profética de Amos.
A la indicación cronológica, el redactor añade la condición
social del profeta, que era pastor de una localidad meridional llamada
Tecoa, a unos nueve kilómetros al sudeste de Belén 1, en plena zona
desértica.
La introducción de los oráculos de Amos es solemne y enfáti-
ca: Yahvé rugirá desde Sión, y desde Jerusalén emitirá su voz. (v.2).
Es la síntesis de la predicación del profeta, el cual levantará su voz
como un rugido de león contra los abusos de Israel y de Judá 2. Por
otra parte, afirma enfáticamente que la morada permanente de Yahvé
está en Sión, la capital verdadera y única de la teocracia hebrea. Sus
mensajes contra el reino de Samaría serán una constante invitación a
volver a la unidad primera con el reino de Judá. Ese Yahvé que habita
en Jerusalén se levanta ahora como Juez para castigar los pecados re-
iterados de una sociedad que ha olvidado su vocación de pueblo elegi-
do.
Por eso, ante el rugido de león de Yahvé están en duelo los
pastizales del desierto (v.2). Como pastor, Amos anuncia que los oa-
sis de la estepa, únicos lugares de pastos para los ganados, se enlu-
tarán al secarse por falta de lluvia. Esta sequía afectará al reino del sur
con sus pastizales del desierto y al reino del norte con su orgullosa
cima del Carmelo, tradicionalmente verde y poblada de numerosos
rebaños. Su mismo nombre de Carmelo (“huerto feraz”) indica la
abundancia de pastos; y en la literatura bíblica aparece como lugar
tradicional de fertilidad 3. El profeta, pues, abre sus oráculos anun-
ciando un castigo general para Judá e Israel, pues ambos reinos serán
sometidos a un largo período de extenuante sequía.
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contra Israel y aun contra Judá, lo mismo que su hijo Ben-Hadad III,
el cual fue derrotado por Jeroboam II de Israel (787-747?). Sus atrope-
llos e incursiones injustas van a ser castigadas ahora, pues Yahvé con-
sumirá los palacios de Ben-Hadad (v.4). El exterminio alcanzará no
sólo a Damasco, la capital, cuyas barras o puertas serán rotas por
Yahvé, sino a todo el territorio del reino, como Biqat-Awen, que pare-
ce ser la actual El-Biqa'a, o depresión entre el Líbano y Antilíbano, la
Celesiria de los escritores clásicos. La palabra Awen (“vanidad”), que
se añade a Biqat, puede ser un juego de palabras despectivo del profe-
ta, en vez de la vocalización On que transcriben los LXX, y que es el
nombre de Heliópolis, la actual Baalbek, donde se daba culto a un dios
solar de Egipto 9. Bet-Eden parece ser el Bit-Adini de las inscripciones
cuneiformes, junto al Eufrates medio. En este supuesto, Amos nom-
braba estas dos localidades como los dos extremos (sudoeste y nordes-
te) del reino de Siria, para indicar que todo el reino sería devastado
por los invasores asirios.
La devastación irá acompañada de la deportación del pueblo
de Arara a Quir (v.5), localidad desconocida, de donde supone Amos
que procedían los árameos 10. Se supone que Quir está en la Alta Me-
sopotamia, pues en Is 22:6 es nombrada junto a Elam.
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1 Cf. 2 Crón 20,22; 1 Mac 9:13; cf. San Jerónimo, In ler. VI I. — 2 La frase “Yahvé
ruge desde Sión” aparece en Jl 4(3):16. — 3 Cf. Cant 7:5; Is 35:2; Jer 4:26;
50,10; Nah 1:4. — 4 La Vg.: “in campo idoli.” Los LXX: “en la llanura de On.”
— 5 Este giro para indicar multiplicidad in crescendo aparece reiteradamente en
el Antiguo Testamento: Sal 62:12; Job 33:14; 40:5 (una vez, dos veces) 33:19
(dos veces, tres veces); Prov 30:15; 18:21; Ecl 26:5; Prov 6:16; Ecl 25:7(9) (nue-
ve, diez). — 6 Cf. 2 Re 32-33 — 7 Cf. 2 Sam 12:31. — 8 Cf. 2 Re 8,7-15. — 9
Hoonacker prefiere traducir por “valle de iniquidad,” aunque sería mejor “valle
de vanidad.” Véase o.c., p.21i. — 10 Cf. Am 9,7; 2 Re 16:9. — 11 Cf.Jl 1:6. —
12 Cf. Jl 4:6. — 13 Cf. Gen 25:21s. — 14 Cf. Dt 2:4; 23:7; Abd 10:12. — 15 Cf.
Is 34:55; Ez 25:12-14; Sal 137:7; Abd. 10. — 16 Teman estaba cerca de Petra, al
sur de Edom. Era famosa por sus sabios (cf. Jer 49:71Abd 9). Bosra es el actual
El-Buseire, al sudeste del mar Muerto. Aparece en Gen 36:33; Is 34:6. — 17 La
Vg., siguiendo a Sím. y a Aq., lee, en vez de su rey del TM (Malkam), Milcom, el
dios nacional de los amonitas. Cf. Jer 49:3.
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a qué hecho concreto alude el profeta, pero tampoco esta crueldad era
insólita en la antigüedad 1. Yahvé vela por los postulados éticos pri-
mordiales de la sociedad humana, y por eso, en calidad de Juez su-
premo, envía el castigo merecido a los habitantes de Moab, que verán
abrasados por el fuego los palacios de Queriyot (v.2). Esta localidad
aparece citada en la famosa estela del rey moabita Mesa, aunque no ha
logrado ser localizada con certeza. Moab desaparecerá como nación
en el fragor de la guerra, siendo su juez o rey 2 extirpado, y sus prínci-
pes entregados a la muerte.
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sus votos.
Por otra parte, lejos de reconocer la gracia que suponía el que
Yahvé les enviara profetas, no quieren oír su predicación y los recha-
zan como importunos: no profeticéis (v.12). En el fondo, pues, hay en
estos recalcitrantes una rebeldía contra su Dios, ya que no quieren
guiarse por sus preceptos y sus mensajeros los profetas. Por eso el
castigo no tardará en llegar: he aquí que haré crujir (el suelo) bajo
vuestros pies. (ν.13), es decir, Yahvé va a intervenir como un terremo-
to enviando la espada y la guerra; y todos se verán envueltos en el tor-
bellino, sin que nadie pueda sentirse seguro; y hasta el mismo suelo se
tambaleará y crujirá como el carro sobrecargado de gavillas hace
crujir (el suelo).
Nadie se librará cuando llegue la hora del castigo, pues hasta
los más ágiles y fuertes caerán a la espada. Los mismos guerreros ar-
mados de arcos huirán despavoridos, dejando sus mantos (desnudos )
al enemigo.
1 Cf. 2 Re 23:16. — 2 Cf. Os 7:7; 13:10, donde se llama jueces a los altos gobernan-
tes de un país. — 3 Hoonacker prefiere corregir el texto y traduce: “Aplastan so-
bre el polvo del suelo y en las encrucijadas de los caminos a los pobres.” — 4 Lit.
el TM: “un individuo y su padre.” — 5 Cf. Ex 22:25.26; Dt 24,12s. — 6 Hoonac-
ker prefiere traducir (siguiendo una etimología árabe): “Yo haré que vuestros pies
se estorben, como se embaraza el carro cargado de hierbas.” Leahy: “Yo haré que
se balancee (el suelo) bajo vuestros pies, como se tambalea el carro sobrecargado
de haces.” — 7 Cf. Gen 48:22; Dt 1:7; Jue 1:34; 2 Sam 21:2. Los amorreos eran
los habitantes de la zona sirio-fenicia (los Amuríu de las inscripciones cuneifor-
mes). — 8 Cf. Núm 13:33; Dt 1:28. — 9 En la inscripción del rey de Sidón
Eschmunazar encontrarnos una frase similar: (el que viole la tumba) “que no ten-
ga raíces abajo ni fruto en lo alto.” — 10 Cf. Dt 18:18. — 11 Cf. Núm 6:1s; Jue
13; 1 Sam 1:11.28.
3. Crímenes de Israel.
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guidos que se acogían a dichos cuernos o ángulos del altar debían ser
preservados de la muerte6.
1 En los LXX, en vez de Asdod, se lee Asiría, lo que hace buen paralelo con Egipto
del mismo dístico. — 2 La inserción de Ascalón en vez de Samaría es una supo-
sición de Hoonacker por paralelismo con el Asdod del V.9. Otros prefieren tradu-
cir: “así serán librados los hijos de Israel que están sentados en Samaría, ya en el
ángulo de un diván, ya en cojinetes de Damasco de una cama” (Cantera). Esta es
más o menos la traducción de la Bib. de Jér. — 3 Según la Ley, si el pastor lo-
graba presentar alguna parte de una oveja muerta con la señal de los dientes de la
ñera, quedaba libre de restitución. Cf. Ex 22:13. — 4 Sobre las “casas de marfil”
cf. Sal 45:8; 1 Re 22:39. — 5 Cf Ex 29:12; Lev 4:7; 18:25. — 6 Cf. 1 Re 1:50;
2:28.
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La invectiva contra los habitantes del reino del norte es mordaz y des-
piadada. La injusticia está a la orden del día: Tornan el juicio en ajen-
jo (ν.7), es decir, con sus inicuos juicios y decisiones, en vez de ser
equitativos y con ello sembrar la paz social y el bienestar, fomentan el
malestar general, y así, sus decisiones o juicios se convierten en vene-
no corrosivo y amargo como el ajenjo. La situación social está tan
pervertida, que no toleran en las puertas (lugares tradicionales de jui-
cio) al censor que sale por los fueros de la verdad: aborrecen al que
habla rectamente (v.10). Las exacciones se multiplican, y los tributos
sobre los pobres (cargas de trigo) resultan insoportables para quienes
tienen que vivir de su modesto trabajo (v.11).
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Por eso, Dios enviará el castigo sobre las altas clases sociales
que viven del soborno, de la injusticia y de las exacciones. Se han en-
riquecido indebidamente, fabricándose casas de piedras talladas y
plantando deleitosas viñas; pero no las podrán usufructuar, porque se
está colmando la copa de la ira divina. Dios no puede dejar impunes
tanta prevaricación y opresión, sobre todo las arbitrariedades en las
puertas o lugares de juicio, donde el pobre es condenado sin defensa
(v.12). La situación de injusticia y opresión ha llegado a tal estado,
que el hombre prudente (o astuto y calculador) tiene que callarse,
porque son malos los tiempos. En el v.10 se decía que se odiaba al que
levantase la voz de censura sobre el injusto estado de cosas social; de
ahí que nadie se atreva ya a protestar, pues cada uno mira a su interés
y nadie mantiene los derechos de Dios y de los pobres.
Los v.8-9 parecen desplazados, y generalmente son traslada-
dos al final del capítulo anterior, donde se habla del poder de Dios
sobre los elementos de la naturaleza: señorea sobre las montañas, rige
la marcha de las constelaciones celestes y hace que la aurora y las ti-
nieblas se sucedan intermitentemente. Es una especie de doxología
oratoria para encarecer el poder de Yahvé, a quien nadie puede
oponerse. Por eso, cuando llega el caso, desencadena la ruina sobre
la fortaleza y la ciudadela. (v.8), pulverizando toda resistencia huma-
na, basada en las ciudades amuralladas y fortalezas. Nada puede hacer
frente al enojo divino desencadenado cuando se trata de reivindicar
los derechos de la justicia.
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El profeta quiere dejar bien asentado que sólo una conversión sincera
del corazón puede conjurar los peligros que se ciernen sobre la socie-
dad israelita, y de nada servirán las manifestaciones de culto en los
lugares no reconocidos por Yahvé como legítimos. Las puras manifes-
taciones externas de culto, lejos de agradar a Yahvé, le enojan, pues
no tolera la doblez de corazón 3. Ni los sacrificios (holocaustos en los
que se quemaba toda la víctima en honor de Yahvé) ni los dones u
ofrendas (de harina y otras sustancias vegetales)4 servirán para aplacar
a Dios. Los pacíficos son los sacrificios en que no se quemaba toda la
víctima, sino sólo sus partes grasas, sobre el altar; el resto era consu-
mido por los sacerdotes y los oferentes5. Amos enumera las distintas
clases de sacrificios y de ofrendas según el orden en que están en el
Levítico, lo que indica que conocía la legislación mosaica6.
Todo el sonoro esplendor de las manifestaciones religiosas no
es sino un ruido molesto a Yahvé. Ni los cantos ni las citaras podían
agradar a un Dios que busca ante todo la entrega del corazón. Por con-
siguiente, estas manifestaciones de culto puramente externas no pue-
den aplacarle; de ahí que como agua impetuosa se precipitará el jui-
cio; como torrente que no se seca, la justicia (v.24). Se trata del juicio
vindicativo de Dios y de su justicia inexorable, que se desbordará co-
mo un torrente impetuoso, que lo arrastrará todo consigo. El profeta
vuelve a indicar que los sacrificios solos, sin conversión sincera, no
sirven para hacer frente a la manifestación de la ira-divina, como no
sirvieron los sacrificios de los padres en él desierto durante cuarenta
años para acelerar la entrada en la tierra dé-pro-, misión: ¿Me ofrecis-
teis sacrificios y oblaciones en el-desierta en cuarenta años, casa de
Israel? (v.25). La'respuesta no es negativa, sino concesiva: a pesar de
los sacrificios ofrecidos durante tanto tiempo, la entrada en Canaán se
retrasó por la pésima conducta de los israelitas 7.
En la situación actual tampoco los sacrificios servirán para li-
berarlos de la ruina y de la cautividad más vergonzosa.
Se han entregado a la idolatría más crasa, admitiendo dioses
extranjeros; por eso Yahvé les hará ir al cautiverio con sus dioses que-
ridos: Mas llevaréis a Sakkut, vuestro rey, y a Kewan,., la estrella de
vuestro dios que os habéis fabricado (v.26). El profeta alude a los cul-
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tos astrales, que por influencia asiría habían penetrado en el reino del
norte. Sakkut es un epíteto del dios asirio Kewan (en asirio ka-ai-va-
nu), que no es otro que el planeta Saturno (la estrella de vuestro dios).
Los israelitas irán con sus dioses postizos más allá de Damasco
(ν.17), es decir, a Mesopotamia.
1 La frase ni paséis a Bersabé es considerada por muchos autores como glosa, ya que
no encaja la mención de una localidad tan meridional como Bersabé (que perte-
necía al reino de Judá), junto a las norteñas Betel y Guilgal. — 2 Hemos seguido
en este verso la versión de los LXX, que también es aceptada por la Bib. de Jér.
— 3 Cf. Is 1:10ss; Os 5:6; 6:6; 8:13. — 4 Cf. Lev 2. — 5 Cf. Lev 3:7.nss; Núm
18:18; Dt 18:1-3. — 6 Cf. Lev 0.1-3. — 7 Algunos autores dan a la frase una
contestación negativa, como si Amos quisiera acusar a sus compatriotas de no
haber ofrecido sacrificios en el desierto.
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ticia, pues el estado social actual de Israel es tan caótico, que no puede
continuar, como no es posible caminar rápidamente sobre una superfi-
cie rocosa: ¿Galopan los caballos por las rocas? tampoco es posible
abrir surcos permanentes en el mar: ¿Se ara el mar con bueyes?
(v.13). No puede, pues, continuar el estado actual de Samaría, ya que
se pisotean los derechos más elementales: Vosotros hacéis del juicio
veneno, y del fruto de la justicia, ajenjo (v.14). La justicia, por defini-
ción, está destinada a mantener el equilibrio y los respectivos derechos
de cada uno, fomentando así una paz saludable; pero han corrompido
la justicia, administrándola caprichosamente, conforme a sus intereses
y caprichos, y así se convierte en veneno corrosivo que destruye el
mismo orden social. Querer, pues, que las cosas continúen mucho
tiempo así, es pretender arar en el mar o galopar por las rocas con ca-
ballos.
Se creen los israelitas seguros porque han reportado ciertas
victorias políticas contra Siria (Os envanecéis por lo de Lodebar y
decís: Hemos tomado Qarnayim, v.14); pero ¿qué es eso en compara-
ción con el desastre general que les espera?6 En efecto, Yahvé susci-
tará un pueblo que les oprimirá (v.15); es la nación asiría, que con sus
ejércitos los aplastará, dominando toda Siria y Palestina de norte a sur:
desde la entrada de Jamat (en la Alta Siria) hasta el torrente del Ara-
ba, en los confines de Egipto. Es el territorio que se atribuye (con evi-
dente exageración) a Israel durante el reinado de Jeroboam II, con-
temporáneo de Amos 7.
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7. Visiones Proféticas.
Los c.7-9 incluyen una serie de visiones simbólicas en las que se des-
taca la longanimidad y paciencia de Yahvé para con su pueblo y el
castigo que infaliblemente vendrá sobre Israel como consecuencia de
su obstinación en el pecado 2.
En la primera visión, el profeta contempla un enjambre de
langostas, criado por Dios para enviarlo sobre el país de Israel, preci-
samente cuando comenzaba a brotar la hierba primaveral (v.1), de
cuyas reservas habían de vivir los ganados durante el estío. La amena-
za de invasión de langostas para consumir esta preciosa reserva queda
agravada por el hecho de que este año la recolección de heno seguía a
un año en que se había hecho la corta del rey, es decir, se había dado
como tributo real la última cosecha de heno. Así, la situación deficien-
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1 Lit.: “He aquí que llamaba para litigar con fuego,” e.d., defender su causa, enviando
fuego como castigo. — 2 Sobre símiles parecidos acerca del futuro de la nación
cf. Jer i,n; 24,iss. — 3 Sobre los diezmos debidos al rey cf. 2 Sam 8:15. — 4
Condamin lee hierro en vez de plomada, y supone que se alude al hierro de la es-
pada asiría, que caería en Israel para devastarla. Cf. RB 9 (1900) 5865. — 5 Cf. 1
Sam 10:3.ios; 10:208; 1 Re 17; 2 Re 1; 2 Re 3:383; 6:1; 2 Re 4:8. — 6 Cf. Is 9:9;
1 Re 10:27; 1 Grón 27:28; Sal 78:47.
Esta visión sigue la línea de las anteriores del c.7. En éstas se había
hecho resaltar la longanimidad de Yahvé, que pacientemente perdona
a su pueblo; pero la medida de la prevaricación de Israel se ha colma-
do, y, por tanto, no puede tardar la intervención de la justicia divina,
ya que Israel está maduro para su castigo. La suerte de Israel es expre-
sada en un juego de palabras en hebreo. El profeta ve un cestillo de
fruta (qayis), que simbolizará el fin (qés) de Israel: Ha llegado el fin a
mi pueblo (v.2). Que pudiéramos parafrasear con un juego aproxima-
do en nuestra lengua: el profeta ve un cestillo de frutas maduras (es la
significación exacta de qayis), porque maduro está Israel para el casti-
go.
Yahvé no puede soportar más sus reiterados pecados: No le
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1 Hoonacker, siguiendo a los LXX y a la Vg, traduce: “los artesonados del templo se
lamentarán en ese día, oráculo de Yahvé” (leyendo shoderot en vez de shirot). En
ese caso, por prosopopeya, se asociarían los artesonados del templo en ruinas a la
catástrofe de la ciudad. La Β ib. de Jér.: “los cantores del templo se lamentarán.”
— 2 La palabra hebrea Has, que hemos traducido por en silencio, como construc-
ción adverbial, es traducida por otros comentaristas por ¡silencio! como impera-
tivo. — 3 Cf. 2 Re 4:23. — 4 Algunos autores prefieren traducir por la gloria de
Jacob; pero, como en 6:8 se trata abiertamente del orgullo de Jacob, parece que
debemos mantener también aquí la misma traducción. — 5 Cf 1:1; 4:11. — 6 Cf.
Sof 1:14; Is 13:10; Jl 2:2. — 7 Cf. Is 3:24; Miq 1:16; Jer 6:26; Zac 12:10. — 8
Cf. 4:8. — 9 Lit. el TM dice: “Vive el camino de Bersabé,” aludiendo a la ruta de
peregrinos que afluiría a este lugar. Hoonacker, corrigiendo derej en dodja, lee
“tu patrón.” Cf. LAGRANGE: RB ίο (1901) p-533·
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tiana, superan a todo lo que podían soñar los profetas del A.T.
1 Cf. Is27:1. — 2 Cf. Gen 44:21; Jer 39:12; 40:4. — 3 AsílaBzb.defér. — 4 Sobre la
identificación de Quir véase coment. a 1:55s. Caftor, probablemente Creta o Chi-
pre. Cf. Gen 10:14; Dt 2:23; Jer 27.4. — 5 Cf. 3:1-2. — 7 Cf. Am 1:2. — 8 Cf.
Os 3:5 — 9 “Invocar el nombre” sobre alguno equivale a dominarlo. Así, en 2 Re
12:28 se invita a David para que asedie Rabbat-Amón y no sea tomado por Joab:
“que no sea mi nombre el que sea proclamado sobre ella.” En Dt 28:10: “todos
los pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé es proclamado sobre ti”
(Israel), e.d., que Israel pertenece a Yahvé (cf. Jer 7:10). — 10 Cf. Is 65:21; Sof
1:13; Jl 4:18; Os 14:10.
Abdías.
Introducción.
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que antes eran considerados como sus aliados (ν.7). El profeta proba-
blemente alude a tribus árabes invasoras que en otro tiempo fueron
auxiliares de los edomitas contra los países vecinos. En el siglo IV
a.C. las tribus nabateas se establecieron en el territorio de Edom, su-
plantando la nacionalidad de los edomitas, de tal forma que éstos tu-
vieron que emigrar al sur de Palestina: Hasta la frontera todos los
aliados te arrojaron.
El exterminio de Edom traerá como consecuencia la desapari-
ción de los sabios renombrados en la antigüedad (v.8) 6. Es el día de la
manifestación de la ira divina, y por eso nada tendrán que hacer sus
guerreros (V.9). Teman, una de las famosas ciudades de Edom, simbo-
liza aquí a todo el reino edomita, castigado por la justicia divina. Otra
denominación paralela es la de montañas de Esaú, que alude al mismo
tiempo al carácter montañoso del país y a la procedencia de los edomi-
tas del antepasado-epónimo Esaú (Edom), hermano de Jacob.
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Jerusalén parece favorecer esta opinión, ya que sabemos que los habi-
tantes de Jerusalén fueron llevados en cautividad a Mesopotamia por
Nabucodonosor 13.
El profeta anuncia solemnemente la repatriación de los exila-
dos, que volverán como salvadores o héroes 14 al monte de Sión
(v.21), para desde allí regir y juzgar la montaña de Esaú, o Edom,
símbolo de las naciones paganas, que se convertirán en vasallos del
pueblo elegido, porque a Yahvé pertenece el imperio. Es la hora de
Yahvé, que inaugura su reinado universal sobre los pueblos, con
Jerusalén como capital. El pueblo judío será el primogénito entre
todos los de la tierra, quedando así compensado de todas sus afliccio-
nes pasadas.
1 “Cómo has sido saqueado” está traspuesto del verso anterior, pues en el lugar actual
interrumpe el sentido. — 2 Tus asociados, reconstrucción a base de un ligero
cambio de letras. — 3 Cf. Jer 49:15; Gant 2:14. — 4 Cf. Jer 49:16. 3 Cf. Jer 49:9-
6 Cf. Job. 2:11. — 7 Cf. Ez 2S,is. — 8 Cf. Ez 25:5. — 9 Sobre el cáliz de la cólera
divina cf. Jer 25,i5s; 27:28. — 10 Algunos autores prefieren leer (suprimiendo la
part. et): “Efraím poseerá la región de Samaría.” Cf. S. Bullough, Verbum Dei II
p.?2g. — 11 La traducción que hemos adoptado sigue la versión de los LXX y la
Vg. La Bib. de Jér. sigue la versión de los LXX. — 12 El TM está oscuro y pare-
ce que falta el nombre de una localidad paralela a la de Se-farad. — 13 Sobre la
localización de Sefarad véase la revista Sefarad (1944) 349S, y Shrader, Die Kei-
linschriften und das Alte Testament 2.a ed. (1883) p.446s. — 14 Cf. Jue3:9.15.
Jonas.
Introducción.
Personalidad de Jonas.
Según el relato bíblico, Jonas (en hebreo Yonah: “Paloma”)
recibió orden divina de predicar en Nínive la penitencia. El profeta
desoyó la orden de Dios y en Jope tomó un barco en dirección contra-
ria, hacia Tarsis. Por su desobediencia se suscitó una tempestad, y los
marinos, después de consultar a suertes y caer ésta sobre Jonas, le
arrojaron al mar. Un pez inmenso lo tragó y lo devolvió incólume a la
orilla. Jonas, agradecido a esta liberación milagrosa, se fue a predicar
a Nínive. El éxito de su predicación fue total, ya que, por orden del
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libro de Joñas quiere dar a entender a sus compatriotas que los orácu-
los de destrucción contra las naciones lanzados por los profetas no se
han de cumplir necesariamente.
Por otra parte, al presentar la conversión en masa de los nini-
vitas, el hagiógrafo ridiculiza irónicamente a los israelitas, que, a pe-
sar de haber oído tantas predicaciones proféticas, no se han convertido
aún a Yahvé, quedando ante El en peor condición. Es lo que Jesu-
cristo dirá a los de Cafarnaúm y de Betsaida que no han querido reci-
bir su doctrina: “Los ninivitas se levantarán en el día del juicio contra
esta generación y la condenarán; hicieron penitencia a la predicación
de Joñas, y aquí hay algo más que Jonas” 17.
El panorama, pues, doctrinal del libro de Jonas no puede ser
más amplio: Yahvé es el Señor del universo, que domina las fuerzas
del mar, a los animales, y que llama a la penitencia a los paganos que
no le conocen; los ninivitas — símbolo del mundo pagano — respon-
den mejor que los judíos a las llamadas de su Dios; los mismos mari-
neros oran a sus dioses, mientras Joñas — símbolo del espíritu encani-
jado y exclusivista judío — está durmiendo tranquilamente en la nave.
En todas estas narraciones hay una fina ironía contra las concepciones
estrechas de los judíos. Por otro lado, el hagiógrafo destaca la superio-
ridad religiosa de Israel frente a las otras naciones paganas, pues de
Israel proviene la salvación de los mismos gentiles. Estas son las
grandes directrices doctrinales que enseña el libro de Jonas. Los epi-
sodios particulares deben entenderse pues, como una parábola conti-
nuada, con muchas alusiones alegóricas.
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1 Cf. 2 Re 14:25. — 2 Era de Gath-Gefer, localidad identificada generalmente con Kh. Ez-
zerra, a unos cinco kilómetros al nordeste de Nazaret. — 3 Haneberg-Weinhart, Zschokke,
Kaulen-Hoberg, Knabenbauer, Vigouroux, Lippi, Kennedy. — 4 Cf. Targum de Jonathan; 3
Mac 6:8. La tradición cristiana primitiva refleja la misma sentencia historicista: San Jeró-
nimo: PL 25:1132; San Agustín: PL 33:382; Tertuliano: PL 2:840; Ireneo: PG 7:942;
San Justino: PG 6:7243. — 5 Lc 11:30. — 6 Mt 12:40. — 7 Así San Gregorio Na-
cianceno, Or. 2:106-109: PG 35:505-508; Teofilacto, Expos. in Ion. 4: PG
126:960-965; Driver, Gigot, A. van Hoonacker, H. Lesétre, E. Tobac, A. Bras-
sac, M. Meinertz, Feuillet, etc. — 8 Jon 2:3. — 9 Jon 3:75. — 10 Jon 4:7. — 11
Cf. Neh 13:1-3; 13:28. — 12 Esdg,c12; Dt 23:7. — 13 Neh 10,29; Esd 6:21. —
14 Zac 9:6-7; 14:16-21. — 15 Mal 2:10-12. — 16 Mal 1.11. — 17 Mt 12:41. —
18 Cf. Ez 14:14.20. — 19 Cf. Jer 18,7-8; 26:13; Ez 26:16 y Jon 3:6. La oración
de Joñas es muy similar a muchas expresiones de los Salmos (cf. Jon 2:3a y Sal
18:3; Jon 3:5 y Sal 120:1; Jon 3:4a y Sal 3 1” 23, etc.). — 20 Sobre todas estas le-
yendas y las posibles influencias bíblicas véase el luminoso artículo de A. Feui-
llet, Les sources du livre de Joñas y Le sens du livre de Joñas: RB 54 (1947/ 161-
86.340-61. — 21 Cf. Jon 1:14. — 22 Hoonacker trae otros dos ejemplos: Semí-
ramis, hija de la diosa Derketo, transformada en pez, llegó de Ascalón a Nínive,
donde fue transformada en paloma (en hebreo, Yonah: Joñas). Cf. Diod. DE Sic.,
II 5:20. Incluso se han relacionado Yonah con el Oannes, dios pez, citado por Be-
roso. Véase Hoonacker, o.c., p.318-319. — 23 Mt 12:41. — 24 Mt 12:41. — 25
Este hecho es mencionado en el Targum de Jonatan y en el Talmud. — 26 Lc
13:15. — 27 Sobre toda esta argumentación véase la exposición excelente de
Hoonacker, o.c., P-323-325.
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Según el relato, Jonas fue tragado por un pez, sin que se especifique la
naturaleza de éste. Los antiguos han pensado en un tiburón o en un
cachalote, que se encuentran en el Mediterráneo. Milagrosamente,
Jonas permaneció en el vientre del pez tres días y tres noches. Jesu-
cristo alude a este relato al argumentar con los fariseos sobre su resu-
rrección: “Como Jonas estuvo tres días y tres noches en el pez, así el
Hijo del hombre estará el mismo tiempo en el seno de la tierra para
resucitar después.”3 Jesucristo, al expresarse así, no pretende esclare-
cer el hecho de si realmente Jonas estuvo en el pez tres días y tres no-
ches, sino que, conformándose a la interpretación que daban entonces
sus oyentes al relato, utiliza el relato bíblico para argumentar en favor
de su resurrección.
La oración de Jonas proferida en el vientre del cetáceo tiene
todos los visos de ser una composición artificial, de estilo salmódico,
redactada por el hagiógrafo. Es una acción de gracias por haberle li-
brado de la muerte. Aparte de la inverosimilitud de que Jonas hubiera
compuesto esta oración en el vientre del pez, hay una serie de detalles
que indican el carácter convencional de la misma. Así, se supone que
las algas se enredaron en la cabeza de Jonas (v.6), como si el infortu-
nado Jonas hubiera estado vagando por las profundidades del abismo
antes de ser tragado por el cetáceo. Es fácil ver en la oración de Jonas
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1 Así según una ingeniosa reconstrucción de Hoonacker, que lee, en vez de Harim
(montes), Hadis (Hades), que en hebreo tiene una grafía muy similar. El TM dice
literalmente: “en las raíces de los montes.” — 2 Hoonacker, con un ligero cambio
de letras, lee: “La región cuyos cerrojos son barras eternas” (lee Badey en vez de
bahady). — 3 Mt 12:40(Cf. I Sam 30:128) — 4 Cf. v.3 y Sal 18(17),6; 120(119),!
v.4: Sal 42(41),8; v.5: Sal 18(17),5; 69(68X2; v.8: Sal 142(141X4; I43(142),4;
Sal 5:8; 18(17),? 88(87X3; v.10: Sal 50:49X14. — 5 Cf. Job 10,21.22. — 6 Cf.
Diodoro, II 3· — 7 Herodoto, V 53. — 8 El estadio griego equivalía a unos 195
metros. — 9 Los LXX leen “dentro de tres días.” Los números son simbólicos.
— 10 Jesucristo trae como ejemplo la conversión de los ninivitas (Mt 12:41; Le
11:32), contraponiendo su actitud a la incredulidad de la generación de su tiempo.
El valor argumentativo se salva en el supuesto de que los oyentes de Cristo inter-
pretaran la historia del libro de Joñas como algo estrictamente histórico. Jesús, en
ese caso, pudo acomodarse a su mentalidad, sin prejuzgar el hecho histórico en sí
mismo.
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3. Jonas en Nínive.
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Miqueas.
Introducción.
El profeta.
Miqueas (en hebreo Mikah-abreviación de Mikayahu — :
“¿Quién como Yahvé?”) es contemporáneo de Isaías. Su nombre entra
dentro de la onomástica común judaica 1. Es originario de Moreset, a
unos 45 kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Como Isaías, profetizó en
los tiempos de Joatam (739-735), Acaz (735-727) y Ezequías (727-
693). Puesto que Miqueas anuncia el castigo de Samaría como futuro
2
, sigúese que comenzó su predicación antes del 722-21, fecha de la
caída en poder de los asirios de la capital del reino septentrional. Je-
remías alude a una de las profecías de Miqueas proferida en tiempo
del rey Ezequías, relativa a la destrucción de Jerusalén 3.
No sabemos ninguna otra particularidad de su vida privada o
profética, ni siquiera sobre sus posibles y verosímiles relaciones con
su contemporáneo Isaías. Algunos autores han querido considerar a
Miqueas como del grupo de discípulos de Isaías, pero no hay ningún
dato concreto para suponerlo. Como Isaías, tuvo que vivir años de zo-
zobra ante las inminentes y reiteradas invasiones de los ejércitos de
Asiría; y, como enviado de Dios, tuvo que luchar contra todas las
combinaciones políticas para conjurar las invasiones.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
Está bastante generalizada la opinión entre los críticos de que
el libro llamado de Miqueas es obra de varios autores. En general se
adjudican a Miqueas los tres primeros capítulos, porque parecen refle-
jar mejor el ambiente del siglo VIII. Esta serie de amenazas está con-
forme al estilo profetice de la época; pero las secciones de promesas
(2:12-13 y 4:1-5:8) son atribuidas por estos críticos modernos a una
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Texto y versiones.
El estado del TM actual está bastante deficiente, pues hay pa-
sajes ininteligibles, y otros están desplazados de lugar. Para subsanar
estas deficiencias y obscuridades es necesario buscar reconstrucciones
del texto, tomando como base las versiones de los LXX, la paráfrasis
aramea del Targum y las leyes de la métrica hebraica.
Mensaje doctrinal.
Miqueas en su predicación repite los lugares comunes de los
mensajes profetices anteriores de Amos y de Oseas. Pero, aunque no
haya originalidad en el contenido sustancial de su mensaje, la hay en
el vigor de su expresión. Habla después que se han cumplido muchos
vaticinios de Amos relativos al castigo de Yahvé sobre su pueblo, y
por eso su lenguaje es más lacerante e incisivo. A pesar de la predica-
ción de Amos y de Oseas, Israel continuaba confiada en que Yahvé no
permitiría el desastre nacional, porque habitaba en medio de ellos 8. El
profeta sale al paso de esta falsa confianza, dando a entender que, si
Israel ha sufrido mucho, todavía tendrá que sufrir más.
Los contemporáneos de Miqueas creían que podrían mantener
buenas relaciones con Yahvé a base de manifestaciones externas de
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. 1 Re 22, donde se habla de un “Miqueas de Yemla.” — 2 Miq 1:6. — 3 Cf. Jer
26:18, citando a Miq 3:12. 3 Es la división propuesta por H. HOPFL-MILLER-
METZINGER, o.c., 517. Otros autores (entre ellos Hoonacker) prefieren hacer una
división cuatripartita: a) 0.1-3: amenazas; b) 4-5' promesas; c) reproches y ame-
nazas (6:1-7:6); d) esperanzas (7:7-20). — 4 Miq i,21. — 5 Miq 4,is. — 6 Miq
7:165. — 7 Cf. Miq 6,ios y Am 8:5-6; Miq 6:15 y Am 5:11; Miq 6:14 y Os 4:10.
— 8 Miq 3:11.
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1 Cf. Am4:13. — 2 Cf. 2 Re 18:4.22. — 3 Cf. Is 20,2. 3 Cf. Job 30,29. — 4 E. TM:
“llorar” (bacó). El paralelismo exige un lugar geográfico: Acco. — 5 El TM: “en
desnudez vergonzosa.” Una ligera combinación de consonantes da nuestra ver-
sión, propuesta por Hoonacker. — 6 Hoonacker propone leer Sidón en vez de Sa-
anán; pero este nombre debe de estar por Soan (Tanis). — 7 Lit. el TM: “lamen-
tación de Bet-Esel.” Por razones de paralelismo hemos preferido ia corrección de
Hoonacker. — 8 Lit. el TM: Adullam, que resulta extraño. Hoonacker propone
Elam, lugar de deportación de los judíos. — 9 Acco, la San Juan de Acre de los
cruzados, junto al actual Haifa, en la frontera con Fenicia. — 10 El profeta juega
con la palabra Afra (quizá la ciudad Ofra del territorio de Manases: Jue 8:27) y la
palabra hebrea Hafar (polvo): “revolcaos en el polvo.” — 11 Safir, que algunos
han querido identificar con Sharmr de Jos 15:48 o de Jue 10:1; quizá sea la ciu-
dad fenicia Symyra, al sur de Arad. — 12 Cf. 2 Re 17:5. — 13 Algunos leen Be-
rut (Berytus: Beyrut). — 14 Lakis era lugar de concentración de carros de comba-
te (i Re 10,26; 2 Crón 1:14; 8,6). — 15 El nombre de la localidad geográfica Mo-
reshet juega con la palabra hebrea Me'orashah (“desposada”), de cuya dote se
habla aquí. — 16 La localidad de Akzib juega con la palabra akzab (<engañoso”),
que se suele aplicar al wady que no lleva agua, y así decepciona al caminante se-
diento que esperaba saciar su sed (cf. Jer 15:18). — 17 Juego de palabras entre
yoresh (poseedor) y Mershah, localidad. — 18 Los que mantienen el Adullam del
TM interpretan esto en el sentido de que Israel se verá obligado a llevar una vida
errante como David, huyendo de Saúl en la región de Adullam (desierto de Judá).
2. Anuncios de castigo.
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1 Así según un ligero cambio propuesto por Hoonacker. Cantera: “Como es arrebata-
da de mí (la porción de mi pueblo). Entre los apóstatas nuestros campos son re-
partidos.” — 2 Así según la Bib. de Jér. . ~ — 3 La Bib. de Jér.: “¿La casa de Ja-
cob será maldita? ¿Yahvé ha perdido la paciencia? ¿Es éste su modo de obrar?”
— 4 La traducción es según la reconstrucción de Hoonacker. El verso es oscuro.
La Bible de Jérusalen: “Vosotros os levantáis como enemigos contra mi pueblo.
Al que es irreprochable le quitáis el manto; a quien se cree en seguridad le in-
fligís desastres de guerra.” — 5 La última parte es traducida por la Bib. de ér,:
“Por causa de nada conseguís con extorsiones una prenda aplastante.” — 6 Verso
oscuro. Cantera: “Si yo fuera un hombre que corriese tras el viento y mintiera fal-
sedades, yo te predicaría de vino e hidromiel, y ése sería el profeta adecuado para
este pueblo.” La traducción de la Bib. de Jér. es parecida a ésta. Según ella, el
sentido sería que el profeta apropiado para Israel sería el que halagara sus pasio-
nes y caprichos. — 7 Cf. Is 14:14; 29:95; Jer 25:16.27; 49:12; Hab 2:16; Zac
12:2. — 8 Así según la reconstrucción plausible de Hoonacker. El TM parece de-
cir: “producirán gran tumulto por la gente.” La Bibíe de Jér. propone esta lectura
corregida: “No tendrán temor de nadie.”
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Pero Dios castigará sus abusos, y así les negará toda comuni-
cación profética: la visión se os hará noche. (v.6); quedarán avergon-
zados ante el pueblo, ya que no acertarán en sus supuestos vaticinios
por no proceder del mismo Dios, que es el único que conoce el futuro.
Así, en signo de postración moral y de duelo, se cubrirán la barba
(ν.7), como tenía que hacerlo el leproso 1 cuando se encontraba con
alguno. En contraposición a esta actitud humillante, Miqueas podrá ir
con la cabeza erguida, porque sus predicciones resultarán veraces,
pues se siente poseído del espíritu de Yahvé (v.8), y su misión es des-
enmascarar las prevaricaciones y pecados de Israel. Lejos de adular al
pueblo anunciándole una paz ficticia, Yahvé le empuja a anunciar cas-
tigos por los pecados de Israel.
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1 Cf. Lev 13:45; Ez 24:17.22. — 2 Cf. Miq 1:6. — 3 Cf. Jer 26:185.
Los c.4-5 nos presentan una perspectiva muy diversa de la de los tres
capítulos anteriores. En éstos se anunciaba el castigo inminente y la
destrucción de Jerusalén; ahora, en cambio, se habla de una era mesiá-
nica venturosa, en la que la ciudad santa de Sión será el centro religio-
so de todas las naciones, y si se alude a desgracias presentes o futuras,
es para contrastarlas con la felicidad de los tiempos mesiánicos.
No pocos autores suponen por esto que los c.4-5 son posteriores a Mi-
queas, del tiempo postexílico. Sin embargo, quizá la nueva perspectiva
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1 Cf. Is n,6ss; 9:55S. — 2 Cf. 1 Re 5:5; 2 Re 18:31; Zac 3:10. — 3 Cf. Is 1:245; 4:35;
6:13.
5. El Rey Vencedor.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
está sometida a ese que señoreará en Israel, que no parece ser otro que
el hijo de la que ha de dar a luz. Bajo su égida, los subditos morarán
tranquilamente, sin temores a enemigos invasores, porque le protegerá
la fortaleza de Yahvé. Es el paralelo de principe de la paz del vaticinio
de Isaías 9.
La frase del v.5/4, y asi será la paz: cuando invada Asur nues-
tra tierra para hollar a nuestros palacios, suscitaremos contra él siete
pastores y ocho príncipes, y regirán la tierra de Asur con la espada, la
tierra de Nemrod con la espada desnuda, es considerada por no pocos
autores como glosa explicativa de la expresión siguiente: El nos li-
brará de Asur cuando venga contra nuestra tierra para hollar nuestras
fronteras (v.6/5) 10. Asur aquí aparece como tipo de los enemigos de
Israel, que han de ser vencidos por el que señoreará en Israel 11. Los
profetas, al describir la victoria del Mesías sobre los enemigos del
pueblo elegido, presentan como enemigo concreto al que constituía el
peligro inmediato para Judá e Israel en su tiempo.
Las perspectivas proféticas se superponen, y el juicio proféti-
co cabalga sobre la realidad histórica concreta de los tiempos del pro-
feta. Por eso Miqueas presenta al futuro Mesías venciendo a Asur
cuando venga contra nuestra tierra. En los c.1-3 la invasión asiría se
presentaba como inminente y se exhortaba a la defensa; ahora la pers-
pectiva se alarga, y se supone que vendrá otro gran ataque contra Judá
de parte del enemigo tradicional, Asina; pero este pueblo invasor será
derrotado por un personaje misterioso que gozará de la fortaleza de
Yahvé.
El glosista, que habla de siete pastores y ocho principes que
se opondrán al invasor, piensa en los numerosos jefes 12 con que con-
tará Judá para cuando llegue el momento crítico del ataque. Su victo-
ria será tan completa, que no sólo el país de Judá se verá libre, sino
que hasta la misma tierra de Asur o país de Nemrod 13 caerá bajo la
férula de los jefes salvadores de Judá. Esta intervención de los siete
pastores y ocho principes, o caudillos militares de la glosa, parece
minimizar el papel que jugará en la victoria sobre los asirios el que
señoreará en Israel, la gran figura excepcional nacida en Belén.
La crítica racionalista supone que los c.4-5 del libro de Mi-
queas son de tiempo posterior al exilio 14. El anuncio de la cautividad
de Babilonia de 4:10 puede explicarse teológicamente suponiendo que
Miqueas, por especial revelación divina, vio de antemano un hecho
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
que habría de cumplirse siglo y medio más tarde. Pero también Babi-
lonia puede aquí ser sinónimo de Mesopotamia; por otra parte, sabe-
mos que el rey asirio Sargón II (721-705 a.C.) llevó a muchos de sus
cautivos hasta la misma Babilonia.
El optimismo que se refleja en estos c.4-7 puede explicarse en
un tiempo en que los habitantes de Judá, bajo Ezequías, emprendieron
el camino de retorno a Yahvé impresionados por las amenazas de Mi-
queas 15. De momento, el peligro asirio se alejó después de conquista-
da Samaría por Sargón (721 a.C.); luego el nuevo rey tuvo que hacer
frente a dificultades políticas y militares en la zona de Babilonia, y por
ello tuvo que interrumpir sus campañas en la costa siró-fenicio-
palestina. Podemos suponer en este lapso de tiempo la composición de
estos vaticinios de salud de Miqueas.
La tradición judaica y cristiana ha visto siempre en este
fragmento de 5:1-6 un claro vaticinio mesiánico. Los rabinos jud-
íos, consultados por Heredes, dicen claramente que el Mesías debe
nacer en Belén, porque así lo ha anunciado Miqueas 16. Y los interlo-
cutores judíos dicen que Jesús de Nazaret no puede ser el Mesías, por-
que dice la “Escritura que del linaje de David y de la aldea de Belén,
de donde era David, había de venir el Mesías”17. Esta creencia aparece
también en el Talmud 18.
La tradición cristiana es unánime desde el principio en reco-
nocer el carácter mesiánico del texto de Miqueas 19. Este misterioso
Dominador en Israel que salva a su pueblo de los asirios y reúne a los
dispersos del pueblo elegido para establecer un dominio hasta los con-
fines de la tierra, no es otro que el Emmanuel de las profecías de Isa-
ías, contemporáneo de Miqueas; y la mujer que ha de dar a luz no es
sino la virgen de Is 7:14, que da a luz un Niño misterioso adornado de
cualidades excepcionales y vencedor del invasor asirio 20.
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v.1. La tierra de Israel era casa particular del Dips de Israel. Las trans-
gresiones del pueblo elegido la habían maculado, y por eso se invita al
profeta a pedir cuenta a los accidentes geográficos de la “tierra
santa” por antonomasia.
Con acento tierno, Dios se presenta a su pueblo como inocen-
te. Durante toda la historia no ha hecho sino acumular beneficios.
Jamás le ha inferido mal: ¿en qué te he molestado? (v”3). Es el grito
de un corazón lacerado por la ingratitud de un pueblo que no ha com-
prendido los beneficios recibidos desde que empezó a formarse como
nación: yo te hice subir de la tierra de Egipto (v.4). En la peregrina-
ción azarosa por el desierto, Yahvé les dio un guía en Moisés y unos
consejeros en Aarón y María 1.
Y poco antes de entrar en Canaan, las bendiciones sobre Israel
se volvieron a repetir por boca de Balaam, falso profeta contratado por
el rey de Moab, Balac, para maldecir al pueblo israelita acampado en
la estepa moabita 2. La expresión desde Sitim hasta Guilgal parece
aludir a la protección especial de que fue objeto Israel desde que ter-
minó su peregrinación por el desierto (cuya última etapa fue Sitim)
hasta que entró en Canaán, al otro lado de Ganaán, acampando en
Guilgal 3.
Yahvé guió, pues, a Israel desde las estepas del Sinaí hasta la
tierra de promisión, colmándole de bendiciones y protegiéndole contra
todo evento. Aquí se recuerdan estos beneficios para hacer resaltar la
ingratitud del pueblo elegido: para que reconozcas las justicias de
Yahvé, es decir, su generosidad para con Israel. Toda la historia del
pueblo elegido es un trenzado de hechos providenciales, a veces es-
pectaculares, en favor de los descendientes de Jacob; son las justicias
de Yahvé, prontas a proteger al pueblo que había de ser el vehículo de
transmisión de las promesas salvíficas sobre la humanidad entera.
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1 Cf. Ex 15:208. — 2 Cf. Núm 22ss. — 3 Cf. Núm 22:1; Jos 3:1; 4:19; Jl 4:18. — 4
Sobre las víctimas para los holocaustos véase Ex 12:5; Lev 9:3; Núm 15:27. — 5
Así siguiendo el texto griego. — 6 Así según una reconstrucción de Hoonacker.
La Bib. de Jér.: “¿Puedo yo soportar una medida falsa?” Cantera: “¿Puedo sopor-
tar la casa del impío.?” — 7 Cf. Am 5:14.21; Os 6:6. — 8 Cf. Am 8,5-6. — 9 Cf.
Os 4, 1 o. — 10 Cf. Am 5:11. — 11 Cf. 1 Re 16:31; 18:18; 22:26.
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7. La depravación social.
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sin consideración.
Por eso no tardará en aparecer el día del castigo, el día de la
manifestación de la ira divina, que ha sido anunciado por tus atalayas
o profetas. Estos se consideraban como los vigías, que de antemano
anunciaban los peligros que esperaban a su pueblo. Miqueas en esto se
hace solidario de las amenazas que sus antepasados Oseas y Amos
habían lanzado años antes. Samaría está ya madura para el castigo,
porque hasta la fidelidad elemental entre amigos y familiares es que-
brantada: No os fiéis del amigo. (v.5).
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1 La Bib. de Jér,: “He venido a ser como recolector en otoño.” — 2 Lit. el hebreo:
“Lo han torcido.” — 3 Cf. Os 4:2; 7:3s. — 4 Así con Bib. de Jér.
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Νahum.
Introducción.
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Autenticidad.
El primer problema es el de la autenticidad del c.1, que en sus
primeros nueve versos es acróstico o alfabético, como otras composi-
ciones poéticas4. Parece un himno u oda triunfal, que puede ser adi-
ción posterior a Nahum, antepuesta como introducción a los oráculos
del profeta. Muchos críticos consideran esta composición acróstica del
primer capítulo de Nahum como demasiado artificial y mecánica, en
contraposición al estilo vigoroso y fresco de los oráculos siguientes.
El estilo del primer capítulo es salmódico, mientras que los otros capí-
tulos del libro son claramente oraculares, de estilo netamente proféti-
co. Por otra parte, la ideología teológica del primer capítulo es abs-
tracta, mientras que las ideas de los capítulos siguientes están expre-
sadas de modo concreto y vivido; en aquél, el lenguaje es reflexivo y
frío, falto del fuego oracular de los capítulos posteriores.
A esto se debe añadir la falta de alusiones al enemigo concreto
asirio en el primer capítulo, mientras en los capítulos siguientes la
mente del profeta está obsesionada por el inmediato castigo del opre-
sor asirio. En el c.1, la ira de Dios se derrama sobre Basan, el Carmelo
y el Líbano, mientras que en los c.2-3 sobre la capital asiría 5. Por to-
das estas razones somos inclinados a pensar que este poema introduc-
torio (acróstico por lo menos en parte) ha sido añadido posteriormente
a los oráculos de Nahum.
Texto y versiones.
Los oráculos de Nahum están bastante bien conservados en el
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Mensaje doctrinal.
Como antes indicamos, los vaticinios de Nahum se refieren a
un único tema: la inminente destrucción de Nínive. En esto se dife-
rencia de todos los profetas anteriores, ya que el profeta no se ocupa
de fustigar los desvarios y pecados de Israel o de Judá ni de hacer lla-
mamientos al arrepentimiento para ser gratos a Yahvé. Nahum se en-
frenta con los enemigos de Judá y desahoga furiosamente sus senti-
mientos de revancha, entonando un himno de triunfo sobre el enemigo
vencido.
En esto, su posición psíquica como profeta difiere totalmente
de Jeremías. Este sólo se preocupa de llamar a su pueblo al buen
camino, mientras que no se preocupa de la trascendencia del colapso
de Asiría, mientras que Nahum centra su atención en torno al castigo
definitivo del invasor. Al temperamento profundo y afectivo de Jerem-
ías — preocupado sólo del bien espiritual de su pueblo — le interesa-
ba poco la suerte de las naciones opresoras de Judá como tales; mien-
tras que para Nahum, de temperamento más recio e hirsuto, lo funda-
mental es el cumplimiento de la justicia divina sobre el enemigo
tradicional, que hizo desaparecer el reino del norte y estuvo a punto
de liquidar el propio reino de Judá. La descripción del opresor no pue-
de ser más incisiva y vigorosa: “Ay de ti, ciudad sanguinaria; toda
llena de mentira y de violencia y de inexhaustas rapiñas! Restallido de
látigo, galopar de caballos y rebotar de carros, jinetes enhiestos, espa-
das relampagueantes, lanzas fulgurantes. Muchedumbre de heridos,
montones de cadáveres, cadáveres sin fin.” Naturalmente, en estos
desahogos hay que ver algo más que un mero deseo de revancha na-
cionalista. Es el triunfo de la justicia de Yahvé sobre los tradicionales
enemigos de su pueblo elegido, que debe continuar su historia en rela-
ciones amorosas con su Dios. Por eso, en el canon judaico ha sido re-
cibido entre los libros religiosos y proféticos.
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Estilo literario.
Si bien en contenido teológico el libro de Nahum figura entre
los más pobres de la literatura profética, en su aspecto literario es de lo
más selecto y brillante. El estilo es nervioso, entrecortado, lleno de
vigor y de viveza. Se percibe a través de sus períodos apresurados un
alma vibrante y cálida, de forma que es considerado por muchos críti-
cos como el profeta de estilo más varonil y vigoroso. Las descripcio-
nes son radicales e impresionantes y aun en las versiones modernas
reflejan su vigor fundamental y sus períodos escalofriantes. No se
puede describir de modo más patético la destrucción de una ciudad
como Nínive, capital de un pueblo esencialmente imperialista y domi-
nador.
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Judá. Así parece que en el ν. 11 el autor se encara con Asiría por sus
maquinaciones contra el pueblo de Dios. Por eso Yahvé les enviará el
castigo, aunque ahora sus ejércitos se sientan intactos, completos y
numerosos (v.12). A continuación parece que el profeta se dirige a
Israel, que ha sido humillado y devastado en castigo de sus pecados;
pero esto no volverá a repetirse: Yo te he humillado y no volveré a
humillarte (v.12b). Ha logrado quebrantar el yugo que pesaba sobre el
pueblo elegido y romper las cadenas que le tenían esclavizado. Yahvé
ha decretado la extirpación total del opresor: de Nínive no quedará ni
la memoria de su nombre (v.14); sus templos serán saqueados y las
imágenes esculpidas e ídolos fundidos, orgullo de los asirios, desapa-
recerán, y toda la ciudad de Nínive quedará convertida en un montón
de ruinas, un inmenso sepulcro ignominioso.
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1 Cf. Os 2:4ss. — 2 Cf. Jer 46:25; Ez 30:145. — 3 Bib. de Jér.: “serás dominada.” —
4 Las palabras que hemos traducido por langostas y saltamontes son en hebreo
yeleq, que parece ser la larva de la langosta, mientras que el arbeh sería ya la
langosta formada.
Ηαbacuc.
Introducción.
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litúrgicas.
No concuerdan los autores respecto a la determinación histó-
rica de la predicación de Habacuc. La opinión tradicional es la que
supone que el profeta ejerció su ministerio en los días de Jeremías,
cuando Babilonia se formaba como imperio y no era todavía amenaza
para Judá, es decir, en el último cuarto del siglo VII a.C. 3 De hecho,
en 1:6 el profeta habla de los caldeos como del instrumento de la jus-
ticia divina sobre la tierra. Pero algunos autores han supuesto que el
profeta más bien aludiría al castigo de Asiría a manos de los caldeos,
instrumento de la justicia divina para humillarlos 4.
Algunos han cambiado el nombre de caldeos (en heb. Kas-
dim) en griegos (en heb. Kittim, o de Creta) e insisten en ciertos deta-
lles que parecen explicarse mejor en la invasión de Alejandro Magno.
Así se alude al empleo de la caballería 5, a la rapidez de su invasión 6,
a la conquista de Tiro por medio de un terraplén. Estos autores, pues,
suponen que el libro ha sido compuesto en los años de la invasión del
gran macedonio, entre la batalla de Iso y la de Arbela, hacia el 331
a.C.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
No pocos autores suponen que el c.3 es una adición posterior
de tipo litúrgico. Es la descripción bellísima de una teofanía de Yahvé,
que viene del desierto como un turbión a castigar a los enemigos. Sin
embargo, bien podemos suponer que, aunque sea de Habacuc, ha sido
retocada para el uso litúrgico en el templo; de ahí las indicaciones mu-
sicales 9. El estilo es vigoroso y aplastante, en consonancia con el esti-
lo heroico de los dos primeros capítulos. Las imágenes son sumamen-
te atrevidas; las frases, nerviosas y entrecortadas, utilizando el autor la
geografía, la naturaleza y las tradiciones históricas para expresar la
gran teofanía de Yahvé-Juez sobre los pueblos.
Texto y canonicidad.
El TM está en estado bastante deficiente, con trasposiciones y
algunas glosas. Recientemente se ha descubierto un nuevo texto
hebraico en el desierto de Judá, que es un buen auxiliar de la crítica
textual de Habacuc. La versión de los LXX difiere algunas veces del
TM, y sirve para esclarecer pasajes oscuros.
Respecto de la canonicidad, no ha habido dificultad en ser re-
cibido en el catálogo judaico y cristiano. Habacuc aparece citado en
Act 13:49 (Hab 1:5), en Rom 1:17 (Hab 2:2) y en Gal 3:11 (Hab 2:4).
Y muchos Santos Padres han considerado al cántico de Habacuc como
mesiánico, en sentido literal o típico10.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
no, Test. adv. lud. 2:21: PL 4:7i5 (744); San Jerónimo, Comm. in Hab 3: PL 25:1307-1338
(1339-1402); San Agustín, De civ. Dei 18:32: PL 41:588-591.
1. El invasor caldeo.
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El profeta protesta contra los abusos del invasor, que parece tener car-
ta blanca para sus atropellos de todo género, y apela a la santidad
eterna de Yahvé, intransigente con la impiedad: ¿No eres desde
antiguo Yahvé, mi Santo? (v.12). Es cierto que el invasor caldeo ha
sido escogido como instrumento de la justicia divina para castigar las
infidelidades de Judá (Tú, Yahvé, lo estableciste para la justicia y lo
fundaste como roca para castigar, v.12b), pero no para imponer su
capricho contra toda equidad. La misma santidad divina parece que
está comprometida al permitir el triunfo de la opresión. Yahvé no
puede complacerse en el triunfo de la maldad, porque sus ojos son
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Verso oscuro. El TM dice literalmente: “el ardor de sus rostros.” Nuestra versión es
similar a la de la Bib. de Jér. — 2 Así según la Bib. de Jér. — 3 Cf. Jér 4:13. — 4
Sof 3:3. — 5 Lit. en hebreo dice “no moriremos.” Un ligero cambio da nuestra
versión, que es la de la B¿b. de Jér. Hoonacker traduce: “Harás morir.” — 6 La
tradución sin tregua es según el manuscrito encontrado en Qumrán. — 7 Cf.
Herodoto, IV 59:62.
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2. Respuesta de Dios.
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1 Así según una corrección de Hoonacker, seguida por la Bib. de Jér. — 2 Cf. Os 5:1;
9,8; Miq 7:4; Jér 6:17; Ez 3:17. — 3 Cf. Dan 10:14. — 4 Así según la Bib. de
Jér. El TM dice lit. “el vino pérfido.” Nuestra versión es conforme al texto des-
cubierto en Qumrán. — 5 Cf. Prov 27:20; 30:155. — 6 Así según la Bib. de Jer.,
que a su vez sigue el texto encontrado en Qumrán. — 7 Seguimos la corrección
de Hoonacker. Lit. el TM dice: “muestra tu prepucio.” — 8 Traducción dudosa.
Bib. de Jér.: “es el oráculo.” — 9 Cf. Os 8:4.6; 13:2; Jer 10; Is 40:19. — 10 Hoo-
nacker y la Bib. de Jér. ponen el v.18 después del V.19.
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1 Cf. Dt 33:2; Jue 5:4. Sobre la identificación de Teman no hay duda, pues aparece
reiteradamente en la Biblia junto a Bosra, en Edom (Abd V.9). Farán es, según
unos, la cordillera que se extiende al sur de Ain-Kades (el Djebel Magrah), y
según otros es la que se extiende desde el Sinaí hasta el golfo de Elán. — 2 Cf.
Ex 34.295. — 3 Así según la Bib. de Jér. Lit. el hebreo dice: “bajo la maldad
contemplé las tiendas de Kusán.” — 4 Reconstrucción problemática por parale-
lismo. El hebreo dice lit.: “los juramentos de las tribus o de las varas,” lo que no
parece hacer sentido. — 5 Cf. Jue 3:8.10; 7:1s. — 6 El pueblo de Israel es mu-
chas veces llamado ungido de Yahvé (cf. Sal 18:8; 84:10; 89, 39.52). El mismo
título se da al rey (cf. 1 Sam 24:7; 26:9; Lam 4:20). — 7 Cf. Sal 18:335.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Sofonías.
Introducción.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
La crítica racionalista ha querido negar en gran parte la pater-
nidad literaria de este libro a Sofonías. Hoy día los críticos se mues-
tran más moderados, y, aun admitiendo que hay pasajes que parecen
llevan un sello posterior, admiten la autenticidad del libro tal como lo
proclama la tradición. En general, los críticos desconfían de la autenti-
cidad del c.3 y de los vaticinios contra Moab y Amón 7, y aun del
anuncio de la ruina de Nínive 8. Los fundamentos para estas dudas son
de índole literaria.
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1. El Día de Yahvé.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
ías.
El oráculo de Sofonías se abre ex abrupto anunciando un cas-
tigo general sobre todos los pecadores de Judá en sus distintas clases.
La oratoria es altisonante y enfática, pues se dice con hipérbole que
desaparecerán en el castigo todos los seres vivientes: hombres, anima-
les, aves y peces del mar (v.3). Es la preocupación de los profetas por
asociar la naturaleza a las manifestaciones punitivas y misericordiosas
de Yahvé, Señor de todo lo creado.
Después de la hiperbólica introducción amenazadora, el profe-
ta dirige sus palabras contra los que se entregan a prácticas idolátricas
en Judá. Los profetas fueron siempre los campeones del yahvismo
puro, sin infiltraciones idolátricas; y por eso lucharon contra las con-
taminaciones cultuales de los baales cananeos. Ahora el profeta anun-
cia que serán exterminados los últimos restos de Baal (v.4) 1, y con
ellos hasta el nombre de los arúspices o kemarim, los sacerdotes de
los ídolos, que podían haberse infiltrado entre los sacerdotes de
Yahvé.
Yahvé va a hacer una limpia de los propagadores de la idolatr-
ía o del culto sincretista, en el que se da parte de culto a Yahvé y parte
a los ídolos. Después de anunciar el castigo de los promotores de la
idolatría, el profeta anuncia también el exterminio de los que sobre los
terrados se postran ante la milicia del cielo (ν.6), clara alusión a los
cultos astrales, que se habían puesto de moda en tiempos de los reyes
Acaz y Manases como consecuencia de la influencia asiría 2. También
serán castigados los que adoran juntamente a Yahvé y juran por Mil-
com, dios de los amonitas 3, cuyo nombre era paralelo al del Moloc de
los moabitas, relacionados con la palabra semita melek (rey).
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sufrir los comerciantes que traficaban con cargas de plata (v.1 1).
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1 Cf. Is 14:22; Am 4:2. — 2 Cf. 2 Re 23:12; Jer 19:3. — 3 Cf. 2 Re 23:13; véase La-
grange, Reí. sem. — 4 Cf. Is 34>5s; Jer 46:10; Ez 39,i?s. — 5 Cf. Neh 3:3; 12:39;
2 Crón 33:14. — 6 Sobre este barrio nuevo cf. 2 Re 22:14; Neh 11:9. Según 2
Crón 33:14, Manases cerró un nuevo barrio en la parte septentrional, incluyendo
en él a la puerta de los Peces. — 7 Cf. Miq 6:15; Dt 28:383; Ez 28:26; Is 65:218.
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Ageo.
Introducción.
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1 Ag 2:11. — 2 Cf. Esd 5:1; 6:14- — 3 Ag 1:1. — 4 Esd 3:2.8.10. — 5 Esd 3:12; Ag
2:4. — 6 Cf. Esd 4:5-24.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
7
Así dice Yahvé: Pensad bien en vuestra conducta. 8 Subid
al monte y traed maderas y reconstruir la casa, y yo
hallaré en ella mi gozo y mi gloria, dice Yahvé. 9 Espera-
bais mucho, y habéis hallado poco; almacenabais, y yo he
soplado en ello. ¿Por qué? dice Yahvé de los ejércitos. Por
estar mi casa en ruinas, mientras que todos os apresura-
bais a haceros la vuestra. 10 Por eso retuvieron los cielos
sobre vosotros el rocío y no dio sus frutos la tierra, 11 y
llamé la sequía sobre la tierra, y sobre los montes, y sobre
el trigo, y sobre el vino, y sobre el aceite, y sobre cuanto
produce la tierra, y sobre los hombres y sobre las bestias,
y sobre todo trabajo de vuestras manos.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
1 Cf. 1 Crón 3:17; 2 Re 24:8s; 25:273; Jer 52:313. — 2 Cf. Esd 2:1, 3:1s. Se le rela-
ciona con Zerub-Babel (“aplasta a Babilonia”) o con Zir-Babil (“semilla de Babi-
lonia”). — 3 Generalmente se identifica a Zorobabel con el Shesbassar designa-
do por Ciro como pajah de Judá. Cf. Esd 5:14.16; 6:7, llamado también príncipe
de Judá (Esd 1:8). — 4 Cf. 2 Re 25:18.21; Neh 12:10s. — 5 Cf. Esd 3. — 6 Esd
4:1-5. — 7 Así S. Bullough, Verbum Dei II p.??2.
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(14) Y replicó Ageo, diciendo: Pues así era este pueblo y es-
ta gente delante de mí, dice Yahvé, y así toda la obra de
sus manos y cuanto ofrecían era inmundo.
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1 Cf. 1 Re 8:10. — 2 Cf. Lev 22:4; Núm 5:2; 9:10. — 3 Cf. Cant 8,6; Jer 22:24; Est
3:10.
Zacarías.
Introducción.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
giosa, y que tenían por ello relaciones estrechas con los de la clase
sacerdotal.
Zacarías es contemporáneo de Ageo, y su predicación se des-
envuelve en el mismo ambiente de dificultades que la de aquél. Su
preocupación principal es también la de la terminación de las obras
del templo, como preámbulo de la restauración mesiánica. Según las
indicaciones cronológicas de sus vaticinios, Zacarías profetizó entre el
520 y el 518 a.C., cuando reinaba en Persia Darío I Histaspes (522-
586), sucesor de Cambises 3. A pesar de que Zacarías tiene también la
obsesión de la reedificación del templo destruido, como en Ageo, se
preocupa más que éste de los valores morales, y en esto empalma con
la tradición profética preexílica.
1590
Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Autenticidad.
Los críticos modernos urgen las diferencias conceptuales y li-
terarias de la primera y segunda parte. Y, sobre todo, las alusiones de
tipo histórico de ambas partes parecen reflejar distintas épocas de
composición. Así, distinguen por lo menos dos autores en la actual
compilación de vaticinios del libro de Zacarías; y, como en el caso del
libro de Isaías, hablan del Proto-Zacarías, Deutero-Zacarías y aun Tri-
to-Zacarías. En efecto, en la segunda parte del libro de Zacarías (c.9-
14) hay ausencia total de indicaciones cronológicas, que abundan en la
primera parte.
Además, tampoco aparece el nombre del profeta, sino que pa-
rece obra de un autor anónimo que cultiva el género antológico, es
decir, que para expresar sus ideas se inspira en autores profetices ante-
riores al destierro babilónico. Se mencionan naciones y pueblos que
en la época de Zacarías no tenían relieve histórico, como Asiría4, los
jebuseos5, los filisteos6. Asimismo, las expresiones Efraím, la casa de
Jacob1, parecen referirse al desaparecido reino del norte en 721 a.C.
Se alude al terremoto de los tiempos de Ozías, rey de Judá 8, que tuvo
lugar hacia el 750 a.C. Por otra parte, estos autores pretenden ver alu-
siones a hechos de los siglos VI-IV, como la fecha del comienzo del
exilio (586), el retorno bajo Zorobabel (537), la terminación del tem-
plo (515), el retorno bajo Esdras (458), la terminación de los muros de
Jerusalén (444), la victoria de Alejandro Magno sobre los persas en I
so (333), la dominación seléucida sobre Palestina (197-142) y la insu-
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Mensaje doctrinal.
Las dos ideas teológicas fundamentales del libro de Zacarías
son la Providencia divina, que tiene un cuidado especial de su pueblo
12
, y sobre todo de Jerusalén, capital de la nueva teocracia 13, en la re-
construcción del templo 14, y sobre las naciones 15. Como los profetas
preexílieos, Zacarías urge ante todo una religión espiritualista, no
meramente manifestada con ritos externos cultuales. Ante todo, la
verdad, la misericordia, el juicio justo, de modo que nadie maquine el
mal en su corazón 16. Con esta doctrina ético-espiritualista, Zacarías
se acerca mucho ya al ideal del sermón de la Montaña.
Otra idea fundamental en el libro de Zacarías es la de la ex-
pectación mesiánica. En la primera parte del libro — centrada en tor-
no a la persona de Zorobabel como símbolo de la reconstrucción na-
cional — aparece éste como tipo del Mesías, futuro redentor. En la
segunda parte desaparece la figura de Zorobabel, y la mente del profe-
ta se proyecta directamente sobre la persona del Libertador que ha de
venir y sobre el triunfo de la nueva Jerusalén. El Mesías es anuncia-
do como Rey 17, justo y victorioso, cuyo reino abarca de un mar al
otro; pero al mismo tiempo pobre, cabalgando sobre un asno 18, inau-
gurando un reino mesiánico universal 19 en el día de Yahvé, que será
de triunfo y de luz 20. Las ideas escatológicas se mezclan en la última
parte del libro, y la perspectiva se alarga y difumina sin contornos.
Estilo literario.
San Jerónimo define así el estilo del libro: “Obscurissimus
líber Zachariae prophetae et ínter duodecim longissimus” 21. El estilo
es apocalíptico y visionario en gran parte del libro. Las visiones pare-
cen un artificio literario empleado por el autor para expresar simbóli-
camente ideas principalmente mesiánicas. El profeta presenta a menu-
do con él a un ángel intérprete, según es estilo en la literatura apo-
calíptica22. La forma literaria de los c.9-14 es más semejante a la de
los profetas anteriores al exilio. Es el estilo antológico o imitativo de
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Texto.
Ya hemos indicado que hay diferencias de estilo y de vocabu-
lario entre las dos partes del libro. No obstante, los hebraístas sostie-
nen que el lenguaje de Zacarías es, en general, de calidad, comparable
al de los escritos buenos pre-exílieos 23. El TM a veces es oscuro y
poco seguro, de forma que no pocas veces resulta más inteligible el
texto de los LXX, que frecuentemente refleja un original diferente,
que no ha sido comprendido bien por el traductor griego. Como en
otros escritos proféticos, algunas veces los versículos están fuera de
lugar, y es necesario acudir al contexto general y al paralelismo para
reconstruir la posible lección original.
Canonicidad.
El libro de Zacarías figura sin dificultad, desde los primeros
tiempos, tanto en el canon judaico como en el cristiano. En el Ν.Τ.,
este libro es citado varias veces por Cristo y los apóstoles 24.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
Ramos; Mt 26:31 cita a Zac 13:7: “percutiam pastorem et dispergentur oves gre-
gis”; Jn 19,37 cita a Zac 12:10: “videbunt in quem transfuxerunt.”
1. Visiones simbólicas.
Los c.1-6 presentan una serie de visiones simbólicas en las que se
encarece la salvación del pueblo judío y la humillación de sus enemi-
gos. La Providencia divina prepara misteriosamente la glorificación de
los suyos. El profeta con estas visiones no quiere sino levantar los
ánimos de sus compatriotas, haciéndoles pensar en el glorioso futuro
que espera al pueblo elegido después de tantas pruebas.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
nicaran al ángel de Yahvé que estaba entre los montes (v.11). Supues-
ta esta distribución, el simbolismo es fácil de captar. El ángel de
Yahvé, o caballero entre los montes, es el valedor o ángel tutelar de
los intereses del pueblo elegido. Los cuatro caballeros son cuatro
mensajeros anónimos, que son una dramatización ideal de la Provi-
dencia divina, que alcanza a los cuatro confines del orbe (los colores
de los caballos son convencionales, para distinguirlos entre sí. Los
cuatro mensajeros divinos están a las órdenes del ángel tutelar (ángel
de Yahvé o caballero entre los montes) para trasladarse a los cuatro
confines del orbe c informarse de su situación y después entregar la
información a su jefe ángel de Yahvé; y, en efecto, le dan cuenta de su
misión (v.11).
La noticia que traen es poco confortadora para el ángel tutelar
de los intereses de la comunidad judía: la tierra está quieta y tranqui-
la; lo que equivalía a decir que las cosas continuarían como hasta aho-
ra, e.d., no se vislumbraba la conmoción deseada entre las naciones
como preludio de la era mesiánica. De ahí la angustiosa interrogación
del ángel de Yahvé (encarnación de los intereses del pueblo elegido):
¿Hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciudades
de Judá? (v.12). La tranquilidad reinante bajo Darío parece indicar
que la situación actual, en plan de inferioridad, de Jerusalén y de Judá
va a continuar indefinidamente a pesar de las antiguas promesas de
restauración gloriosa después del juicio sobre los pueblos paganos.
En realidad, el castigo sobre Judá sobrepasa ya la antigua pro-
fecía de Jeremías, que hablaba de setenta años de opresión y cautivi-
dad7, pues Yahvé sigue airado contra Judá desde hace setenta años
(v.12). El número setenta indica una amplia generación como en la
profecía de Jeremías; pero los años pasan y la restauración gloriosa de
Judá no se vislumbra cercana. Esta es la preocupación angustiosa del
ángel de Yahvé (caballero entre las montañas), que representa los
intereses de Judá. La respuesta de Yahvé es consoladora, y es dirigida
directamente al ángel intérprete del profeta: Yahvé dirigió al ángel que
conmigo hablaba palabras amables y consoladoras (v.13).
El mensaje de éste es en extremo esperanzador, pues Yahvé
declara que siente un amor especial por Jerusalén (v.14), y, por otra
parte, va a exigir justicia de las naciones que ahora están tranquilas
en razón del enojo transitorio de Yahvé contra su pueblo, permitiendo
dominen sobre ella por algún tiempo; pero se han excedido en su pa-
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1 Sobre los nombres que aquí aparecen véase Neh 5:16; 10:35; 12:14. — 2 El TM di-
ce: “entre los mirtos que había en una hondonada o valle.” Así la Bib. de Jér. Los
LXX: “entre los montes.” — 3 TM: “mirtos.” — 4 TM: “mirtos.” — 5 La fecha
veinticuatro del mes undécimo, que es el de Sebat, puede ser indicación cro-
nológica^que afectaba a las seis primeras visiones. El mes Sebat era el undécimo
según el calendario asiro-babilónico aceptado, que se distribuía del modo si-
guiente: i, Nisán; 2, Ijjw, 3, Siwan; 4, Tammuz; 5, Ab; 6, Elul; 7, Tishri; 8, Mar-
jessahwan; 9, Kislew; 10, Tebet; n, Sebat; 12, Adar. — 6 Cf. Zac2,i.3; 6:5. — 7
Cf. Jer 25:12. — 8 Sobre la interpretación de estos símbolos véase el libro de D.
BUZY Les symboles dans
2. La Restauración de Jerusalén.
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1 Aflicción, traducción de Hoonacker cíe la palabra Kabod, que suele significar glo-
ria. — 2 El TM dice de sus ojos. Pero el cambio de persona parece exigido por el
contexto. — 3 Cf. Miq 4:1s; Zac 8:2os.
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3. Cuarta visión.
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1 El texto es oscuro; hemos preferido el de los LXX, como menos retocado. En el v.2,
en vez de Yahvé, leemos con la mayoría ángel de Yahvé, exigido por el contexto,
pues de lo contrario no podría explicarse que Yahvé dijera en tercera persona:
“Que Yahvé te reprima.” — 2 Cf. Job 1:6; 1 Crón 21:1. — 3 Hoonacker, siguien-
do a Wellhausen, traduce, en vez de ojos del TM, caras; pero parece una acep-
ción muy rebuscada. Según su versión, las siete caras simbolizarían la perfección
de la escultura de la piedra preciosa. Nuestra versión coincide con la de la Bible
de Jérusalen. — 4 Así M. J. Lagrange, Les propheties messianiques des derniers
prophétes: RB 15 (1906) p.70-72. De la misma opinión son San Jerónimo, Tro-
chen, Crampón, Knabenbauer. — 5 Cf. Jer 23:5; 33:15. — 6 Hoonacker, J. Tou-
zard, D. Buzy (o.c., p.362-368.402-405), E. Tobac, F. Ceuppens. — 7 Sobre esta
profecía véanse M. J. Lagrange, Les propheties messianiques des derniers
prophétes:RB 15 (1906) p.7o-72; A. Van Hoonacker, o.c., p.6i2s; D. Buzy, Les
symboles de l'A.T. P.362s; E. Tobac, Les prophétes d'Israel (1921) p.494s; J.
Touzard: RB 12 (1913) p.28ys; L. Dennefeld, Messianisme: DTG 10 (1920)
1486; F. Ceuppens, De. prophetiis messianicis ¡n Aniiqno Testamento (Roma
1935) p.435s; J, Chaine, /ntroduction á la lecture des prophétes p.226.
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1 En hebreo, “la piedra, plomo.” LXX: “piedra de plomo.” Un ligero cambio nos da
la versión “piedra reservada” o separada.
5. Nuevas Visiones.
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1 El texto griego dice, en vez de “el ladrón será arrojado,” “será castigado,” versión
que prefiere D. Buzy (o.c., p.377)· — 2 El texto hebreo es oscuro. La Bib. de Jér.
traduce: “para preparar un zócalo donde lo colocarán.”
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Los discursos de los c.7-8 están datados casi dos años después de las
visiones de los capítulos anteriores: el año cuarto de Darío., día cuar-
to del mes noveno (v.1), e.d., hacia el 517 a.C., en los meses noviem-
bre-diciembre. El c.7 se abre con una consulta que un judío 2 hizo a
los representantes de la vida religiosa (sacerdotes y profetas) sobre la
obligatoriedad del ayuno del quinto mes (ν.3), instituido para hacer
luto por la destrucción de Jerusalén en 586 a.C. 3 Como había termi-
nado el exilio, parece que debían también darse por terminadas las
manifestaciones de duelo.
Zacarías responde solemnemente al enviado en nombre de
Dios, pero públicamente, para que lo oigan todo el pueblo y todos los
sacerdotes. Y recuerda a los consultantes no sólo el ayuno que hacían
setenta años atrás, el quinto mes, sino también el del séptimo mes, en
memoria de la muerte de Godolías 4, gobernador de Judá, que había
intentado reorganizar la nación bajo la tutela de los babilonios. La res-
puesta es un tanto despectiva para la práctica del ayuno como tal. En
realidad, si en otro tiempo ayunaron los judíos, no era en beneficio de
Yahvé, sino de ellos mismos, como, cuando comen y beben, para ellos
es el provecho, no para Yahvé: Cuando ayunasteis., ¿ayunasteis para
mí? Cuando coméis., ¿no coméis para vosotros? (v.6). La interroga-
ción es una invitación a reflexionar a los solicitantes sobre si, dadas
las circunstancias actuales, deben o no prescindir de los ayunos. Ya
los profetas primeros habían hablado de la utilidad del ayuno para los
que lo realizaban, y esto subsiste aún, si bien ellos daban más impor-
tancia a las disposiciones interiores del corazón respecto de Dios y del
prójimo, como indica a continuación.
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Maximiliano García Cordero LA BIBLIA COMENTADA TOMO III
El profeta recuerda las causas de la gran catástrofe. Dios, por sus anti-
guos profetas, había dado a entender que lo que más interesaba eran
los sentimientos de amor y comprensión para los pobres y desvalidos,
y no las meras manifestaciones exteriores de culto y aun de penitencia.
Pero las exhortaciones de los antiguos profetas fueron en vano, y por
ello vino la ruina de la nación 5. Siempre los enviados de Dios urgie-
ron el cumplimiento de los deberes ético-sociales en su mayor pureza.
Zacarías, pues, al declarar esto a sus contemporáneos, no hace sino
colocarse en la línea de los “primeros profetas,” orgullo de la nación y
admiración de todos. En nombre de ellos pide de nuevo que los cami-
nos se dirijan hacia Dios y hacia el prójimo como mejor medio de
propiciación, muy superior al de los ayunos y penitencia.
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qué pagar los servicios de los hombres y de las bestias (v.10), y, sobre
todo, no había tranquilidad para los trabajos. Ahora se abre una nueva
etapa más próspera, pues Yahvé cambiará la antigua maldición en
bendición: habrá abundancia de frutos de la tierra, y el pueblo podrá
disfrutarlos en tranquilidad (ν.13). Hubo un tiempo en que el pueblo
escogido fue la maldición de las gentes (ν.13). El castigo que cayó
sobre él fue enviado por Dios para mantener las exigencias de su justi-
cia; ahora llega la hora de la misericordia (v.15). Pero es preciso
cumplir la justicia y la equidad con el prójimo, como habían predicado
los antiguos profetas (v.16).
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1 Cf. Is 1:26; Jer 31:23; Ez 7:9. — 2 Cf. Jer 30:10.22; 31:75; 32:375. — 3 Cf. Jer
39:2; 52:6-7.
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1 El TM dice lit. “los ojos del hombre,” que no hace sentido. Un ligero cambio nos da
ciudades de Aram, que encaja perfectamente en el contexto. — 2 Jadrac suele
identificarse con el Hatarika de las inscripciones cuneiformes (así Schra-DER:
ΚΑΤ 453) o Hazrak de las inscripciones arameas (cf. RB 1907 p.556); Jamat es
la actual Hamat, en la Alta Siria. — 3 Cf. 2 Sam s,6s; 1 Re 9:205. — 4 La pala-
bra hebrea mamzer, que, siguiendo a Hoonacker, traducimos por espúreo o adve-
nedizo, puede ser nombre etnográfico desconocido. Peiser ha creído ver en la pa-
labra hebrea una analogía con otra asiría, equivalente a “bestia salvaje.” Entonces
el sentido sería: “haré habitar en Asdod a las fieras.” — 5 El asno, como cabalga-
dura, es un signo de modestia, pues aunque en el A.T. aparece el asno como ca-
balgadura de los hijos de Gedeón (Jue 5:10; 10:4) y del mismo Salomón en el día
de su coronación (i Re 1:33.38), sin embargo, en la época de Zacarías, el caballo
brioso era la cabalgadura propia de los reyes. En nuestro texto, la frase poZh'no
hijo de asna es redundancia literaria. San Mateo, citando libremente a los LXX,
los pone por separado (Mt 21:5)” como dos animales distintos. — 6 Cf. Sal 2:8;
72:8; Miq 5:4- — 7 Cf. Mt 21:2-7; Mc 11:2-7; Lc 10:30-35; Jn 12:14-15, Ln Ma-
teo y Juan se dice la fórmula consagrada de citación “para que se cumpliera lo di-
cho por el profeta.” — 8 Cf. Justino, Apol. 1:35: PG 6:383; Dial, con Trif. 53: PG
6:591; San Cipriano, Testim. 2:29: PL 4:749; Eusebio, Demomtr. Christ. 9:17:
PG 22:707; San Crisóstomo, Adv. lud. et Gentes 4: PG 48:818; fiomií. 66(67)
inMatth. 20,29.30: PG 58,627; San Jerónimo, Comm. tn Matth. 3:21: PL 26:152.
— 9 Así según la reconstrucción de Hoonacker. E verso es oscuro. Bib. de Jér.:
“echarán a sus pies las piedras de la honda, beberán la sangre como vino y serán
saciados como los cuernos del altar.” — 10 Así siguiendo a la Bible de Jérusa-
lem. — 11 Bib. de Jér.: “¡Qué dicha, qué belleza! El trigo hará crecer a los jóve-
nes, y el vino dulce a las doncellas.” — 12 Cf. Ex sang; V-.I. HX 24:5S. — 13
Los que no admiten esta reconstrucción de Hoonacker interpretan el “beberán la
gre como se bebe el vino.” aplicándola a los judíos, que se saciarán de sangre en
el día de la venganza. La imagen es fuerte y salvaje, pero en consonancia con la
mentalidad nacionalista del pueblo israelita del A.T.
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neral.
En todo caso, la idea central del vaticinio es que Yahvé resu-
citará a Judá como nación (v.6) y volverán todos los dispersos entre
las naciones, conducidos por Yahvé como supremo Pastor: los silbaré
y reuniré, porque los he rescatado (v.8). El recuerdo del exilio es un
tópico en la literatura profética posterior. Es la hora del castigo purifi-
cador del pueblo elegido, pero también el preludio de su nueva era
venturosa. Se acercan los tiempos mesiánicos, en que los repatriados
no encontrarán cabida, no sólo en la tierra de Canaán, pero ni aun en
los países vecinos de Galaad y Líbano (v.10); y, por tanto, tendrán
que expandirse más allá del mar, que se secará a su paso, como en otro
tiempo se secó el mar Rojo, y los grandes imperios, enemigos de Isra-
el, dejarán de existir (v.11). Los israelitas triunfarán sobre todos sus
enemigos, porque gozarán de la protección cíe su Dios (v.12).
1 Este verso es oscuro y muy diferentemente traducido; Bib. de Jér.: “De él van a sa-
lir Punta y Estaca (jefes del pueblo), de él el arco guerrero, de él todos los jefes.”
— 2 Otros traducen: “serán numerosos como lo eran” (Bib. de Jér.). — 3 El texto
de los LXX: “educarán a sus hijos”; versión seguida por laBiblede Jérusakm.
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Esta profecía ha sido calificada por algún autor como la más “enigmá-
tica del A.T.” El profeta debe hacer el papel de buen pastort represen-
tando a Yahvé; pero, en realidad, su misión, en vez de ser de benevo-
lencia, es de justicia. El pueblo israelita es comparado a un rebaño
destinado al matadero, sin que nadie tenga piedad de él: los comprado-
res matan sus ovejas impunemente; los vendedores se alegran de su
ganancia, y los mismos pastores no sienten compasión por ellas (v.4-
5). El profeta debe presentarse como pastor de este rebaño destinado
al matadero.
Yahvé entregará a las gentes del país en manos de pastores y
reyes, que los tratarán como reses destinadas al degüello, sin compa-
sión alguna (v.6). Y Yahvé no les prestará auxilio: no los libraré de
sus manos. El profeta, como emisario de Yahvé, se presenta como el
pastor del rebaño de la matanza (es decir, del pueblo judío, destinado
al sacrificio). Como pastor, tomó dos cayados 5, que con sus nombres
simbolizan la misión de benevolencia hacia las ovejas y de unión en-
tre ellas que debiera en principio mantener. Yahvé le había establecido
para ser pastor cuidadoso de su rebaño, que debe mantener unido;
pero las circunstancias exigen que su misión de benevolencia y unión
sea cambiada en una misión justiciera de castigo, como a continua-
ción se indica.
El v. 8 es sumamente enigmático y ha sido muy diversamente
interpretado. Los tres pastores que desaparecen en un mes en virtud de
la intervención del pastor-profeta, representante de Dios, al castigar a
su pueblo, parecen ser los dirigentes indignos de Judá en general. El
número tres sería, pues, meramente simbólico. Quizá el hagiógrafo, al
redactar esta profecía, haya pensado en la narración de Jer 22:6s, don-
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Como antes el profeta tuvo que hacer de pastor que quiso gobernar su
grey con benevolencia y unión, pero al fin tuvo que abandonarla a la
justicia y a la ruina por culpa de sus ovejas, así ahora el profeta debe
encarnar simbólicamente al pastor insensato, que no se cuidará de sus
ovejas, sino que se aprovechará de ellas, matando las más gordas.
¿Quién es este pastor insensato? Como para la identificación
de los tres pastores que desaparecen de 11:8, también aquí se propo-
nen diversos nombres históricos. Se ha propuesto algún jefe político
infiel de los tiempos posexílicos, y parece que en su descripción el
profeta — dependiente de Jeremías — utilizó como modelo la figura
histórica del desgraciado rey Sedecías (598-586 a.C.), el cual llevó
una política suicida al enfrentarse con Babilonia. Al entrar los caldeos
en Jerusalén huyó cobardemente, y fue apresado por las tropas de Na-
bucodonosor y trasladado al cuartel general de Ribla, donde le sacaron
los ojos a presencia del conquistador babilonio. El v.17 puede ser una
alusión a este lastimoso hecho.
1 Cf. Is 10:333; Ez c.31. — 2 La expresión orguíío o gloria del Jordán para significar
la maleza espesa sus riberas aparece en Jer 12:5; 44,191 50.44- — 3 Así Hoonac-
ker, o.c., p.671. Supone que estos v.i-3 son la respuesta a 9:16b ; — selvática de
10.2-3ab. — 4 Tesoro, según el Siríaco y Targum, seguido por la Bib. de Jér. Los
LXX: “al horno.” La palabra hebrea yoser (“alfarero”) del TM es semejante a
Oser (“tesoro”), — 5 La sugerencia de los dos cayados puede depender de los
dos bastones de Ez 37:15. — 6 Cf. Jer 22:6.20. — 7 En Jer 22:9 se habla también
de la ruptura del pacto como en Zac 11:10. — 8 S. Bullough resume así las dis-
tintas identificaciones propuestas para los misteriosos tres pastores: “Se propone
para antes de 722 a Zacarías, Sellum y Menajem (2 Re 15); para antes de 286, a
Joaquim, Joaquín (Jeconías) y Sedecías, o a Joacaz (Sellum), Joaquim y Je-conías
(2 Re 23-24; Jer 22). Para la época persa, tres sumos sacerdotes desconocidos
(Driver); para el período macabeo, Jasón, Menelao y Lisfmaco (2 Mac 4), o los
hijos de Tobías, o bien los satélites de Simón el benjaminita que lucharon contra
Onías (2 Mac 3) (Kennett). Otros sugieren tres potencias extranjeras, tales como
los asirios, los babilonios, los persas, o bien los persas, los griegos y los romanos,
o bien tres reyes opresores, como los seléucidas Antío-co IV Epífancs, Antíoco
Eupator y Demetrio I (Wright).” Cf. Verbum Dei II n.5510. — 9 Cf. Ex 21:32.
Son treinta siclos, equivalentes a unos 20 dólares. — 10 Cf. Mt 27:8: “Y tomaron
treinta piezas de plata, el precio en que fue tasado aquel a quien pusieron precio
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los hijos de Israel, y las dieron por el campo del Alfarero, como el Señor me lo
había ordenado.” — 11 Cf. Mt 2:17-15
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concreta.
Para esclarecer el sentido debemos primero buscar una lección
aceptable en el confuso y ambiguo contexto. El TM dice literalmente:
“y me contemplarán a mí, al que traspasaron” 2. Según esta lectura, el
objeto de esa contemplación es Yahvé, que es el que habla. Pero a
continuación se dice: “Le llorarán.” El cambio de primera a tercera
persona es inexplicable lógicamente en el contexto gramatical, pues el
llanto es sobre una persona distinta de Yahvé. Resulta difícil entender
que hayan traspasado a Yahvé, y, por otra parte, que la lamentación
recaiga sobre un sujeto diferente de Yahvé. La Vulgata sigue literal-
mente al TM. Los LXX, en cambio, traducen: “y mirarán a mí, porque
(me) insultaron, y le llorarán” 3.
Por otra parte, muchos comentaristas de nota creen que la
construcción del texto hebreo no es regular, y así procuran corregir el
texto. Unos creen encontrar la solución admitiendo la lección de algu-
nos manuscritos, que traen: “contemplarán a él, al que traspasaron” 4.
Pero las versiones de los LXX, la Pcshitta, Vulgata, la de Aquila y
Símaco y Teodoción leen unánimemente: “contemplarán a raí, al que
traspasaron.” La lección, pues, de esos manuscritos parece ser una
corrección erudita para evitar la dificultad del texto. Por ello, muchos
expositores prestigiosos prefieren mantener la lección actual del TM,
si bien, siguiendo a San Cirilo Alejandrino 5, dividen el texto como
hemos propuesto: “y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasa-
ron, le llorarán.”6
Ahora bien, supuesta esta lectura, ¿quién es este sujeto miste-
rioso al que llorarán como se llora al unigénito? Se ha propuesto que
el duelo sería por un mártir desconocido de la época del profeta, por
una víctima de la pasión ciega popular, sobre cuyo crimen reflexio-
narán más tarde los judíos, lamentándose de su torpe acción. Diversos
nombres han sido propuestos para su identificación: Zacarías, hijo de
Joyada, muerto por orden del rey Joás de Judá (798-782 a.C.); Urías,
hijo de Semeyas, muerto bajo el rey Joaquim de Judá (609-598 a.C.);
Godolías, el gobernador judío puesto por los babilonios después de la
toma de Jerusalén en 586, muerto por el nacionalista Ismael. Se ha
pensado incluso en el propio profeta Jeremías, que habría sido víctima
de esta misma facción nacionalista. No faltan quienes proponen a Zo-
robabel, contemporáneo de Zacarías. No pocos comentaristas creen
que hay que relacionar a este mártir incomprendido con el Siervo de
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1 Así lit. según el TM. Hoonacker traduce: “un campo fue mi bien desde mi moce-
dad.” — 2 Cf. Lev 12:2; 15:24. — 3 Cf. Am 7:14.. — 4 Cf. Os 4:5; Miq 3:5. — 5
Cf. Dt 13:6(5); 18:20. — 6 Sobre las incisiones de los falsos profetas véase 1 Re
18:28. — 7 En Ivít 26:31 se pone en boca de Jesús el cumplimiento de esta pro-
fecía: “Entonces les dijo Jesús: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta no-
che, porque escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas de la mana-
da.” La cita es libre, y prueba la libertad con que Jesús utiliza la Escritura, pues el
paslor rebelde de Zacarías, objeto de la indignación divina, no puede ser tipo de
Cristo. Sin embargo, Jesús utiliza el texto en sentido acomodaticio, por la seme-
janza de situación en cuanto a la dispersión del rebaño. — 8 Cf. Is 43:2.
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1 La palabra hebrea que traducimos por os salvaré ('asal) es considerada por algunos
expositores como localidad geográfica. Así la Bib. de Jér. — 2 Cf. Miq 1:4; Nah
1:5. — 3 Así según Hoonacker, conformándose con el TM. Otros autores prefie-
ren basarse en los LXX y traducir: “no habrá frío ni helada” (Bib. de Jér.), — 4
Cf. Ez 47:12. — 5 Guebá es la actual Dgeba, en el wady Suweinit, frente a Mik-
mas, a unos 11 kilómetros al norte de-Jerusalén. Rimmón del sur o del Negueb es
probablemente el actual L/mm er-Rammamim, a unos 17 kilómetros al nordeste
de Berseba. Cf. Neh 11:29; Jos 15:32; 19,7; 1 Sam 14:5; 1 Re 15:22. — 6 Quizá
sea la misma Puerta de las Ovejas de Neh 12:39. — 7 Cf. 2 Re 14:13; 2 Crón
25:23; 26:9; Jer 31:38. La descripción parece ser de este a oeste y de norte a sur.
— 8 Cf. Jer 33:16; Ez 34:27. — 9 El TM y los LXX traducen: “y Judá luchará en
Jerusalén.” — 10 Así según la reconstrucción de Hoonacker. El TM dice “cam-
panillas de caballos.” Así la Bib. de Jér. Los LXX: “freno de caballos.”
Malaquías.
Introducción.
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Fecha de composición.
Podemos situar con bastante aproximación la composición del
libro dentro del siglo v, porque aquí encontramos una serie de indica-
ciones sobre el estado de la vida social de la época que coinciden con
la situación reflejada en los libros de Esdras y Nehemías. Así, se su-
pone que el templo ya está edificado (fue inaugurado en 515 a.C.) 5;
que Judá está sometida a un sátrapa o pejah 6; que los matrimonios
mixtos están a la orden del día7, y que existen muchos abusos sociales
de toda índole. Por todas estas indicaciones podemos colegir que el
libro de Malaquías ha sido redactado a mediados del siglo V, cuando
el primitivo fervor religioso de los repatriados se había entibiado y el
culto era atendido sin graneles ilusiones religiosas, pues se ofrecían
los dones más mezquinos 8.
Autenticidad.
No hay grandes dificultades sobre la unidad literaria del libro.
Como antes hemos indicado, algunos autores creen que 3:22-24, por
su carácter de apéndice, es una adición del compilador posterior.
También ha suscitado dudas la autenticidad de 1:11-14 y 2:2; pero las
razones para considerar estas secciones como glosas son muy subjeti-
vas. Algunos autores han rebajado la época de composición del libro
hasta los tiempos de los Macabeos 9; pero, en general, los comentaris-
tas ponderados suponen que el libro es sustancialmente de un autor del
siglo V a.C.
Texto y estilo.
El texto del libro de Malaquías está, en general, bastante bien
conservado, lo que no quiere decir que no existan algunas lecciones
oscuras e ininteligibles, y aun divergencias entre el TM y los LXX. El
estilo es, como antes hemos indicado, en diálogo y en prosa, aunque
ésta incluye secciones con manifiestos paralelismos de miembros y
metro poético.
Mensaje doctrinal.
El profeta tiene que enfrentarse con una sociedad desilusiona-
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Canonicidad.
El libro de Malaquías ha sido admitido en el canon judaico y
cristiano desde el principio y es reconocido como libro inspirado en
los autores del Ν. Τ. Jesucristo cita a Mal 3:1 (Mt 11:10). San Pablo
cita en Rom 9:13 a Mal 1:2s. Como último de los profetas, selló toda
la serie de los vaticinios, anunciando un nuevo orden de cosas cultual,
y anunció el juicio que ha de preceder al advenimiento del Mesías,
anunciado por el nuevo Elias, el Precursor, el Bautista 22: “Haced pe-
nitencia, porque se acerca el reino de los cielos.” 23
1 En 2 Sam 25:44 aparece un tal Paití, que es abreviación de Paltiel (2 Sam 3:15). —
2 San Jerónimo, Comm. in Mal. pról.: PL 25:15415.1569 (1617); Targum de Jo-
natán in Mal. 1:1. — 3 Cf. Talmud babilónico, Megillah 153. — 4 Los LXX y la
Vulgata dividen el 0.3 del TM en dos partes; la última de las dos comenzaría en
3:19. — 5 Mal 1:10; 3:1.10. — 6 Mal 1:8. — 7 Mal 2:10-16; cf. Neh 5:1-3; 6:17-
19; 13:7s. — 8 Mal 1:6-8.12-13; 2:17; 3:7-10.14- — 9 Es la opinión de Winckler,
Spoer, Holtzmann. — 10 Mal 2:5; 3:10-1 2; 4:2. — 11 Mal 2:3; 4:1. — 12 Mal
1:3. — 13 Mal 3:17. — 14 Mal 1:5.11.14. — 15 Mal 1:6; 3:8.10. — 16 Mal 3:5
— 17 Mal 2:11 — 18 Mal 2:7; 11:7 — 19 Mal 1:8 — 20 Mal 1.10 — 21 Cf. Di-
daché 14:3; San Justino, Dial, cum Triph. 41: PG 6:564; San Ireneo, Adv. haer.
4:17:5: PG 7:10235; San Cipriano, Test. adv. lud. 1:16: PL 4:687 (715); San
Agustín, De civ. Dei 18:35:3: PL 41:594. — 22 Cf. Mal 3:1-4-19-21 (4:1-3). —
23 Mt 3:2.
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1 Algunos autores antiguos de la época patrística citan el libro como “el del ángel”
(cf. Tertuliano, Adi>. íud. 5; San Crisóstomo, Hom. 14 “n Ep. ad Heb.). — 2 Cf.
Gen 25:225. — 3 Cf. Flavio Josefo, Ant. XIII 9:1. — 4 Sobre la doctrina del dominio de
Yahvé sobre otros pueblos véase Am c.i-2; 9,?s. — 5 Sobre las cualidades de las ofren-
das y víctimas del sacrificio véase Lev 22:225; Dt 15:21. — 6 Los LXX tradu-
cen: “en todo lugar se ofrece incienso a mi nombre y una oblación pura.” — 7 Cf.
Miq 4:1; Sof 3:9; Ag 2:7; Zac 8:20s. e-Jn 4:24.
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1 Cf. Ex 32:268. — 2 Cf. Os 4:55; Lev 10:11; Dt 31:10-13. — 3 Cf. Núm 25,c12s. —
4 Así según Hoonacker. Cantera: “Extermine Yahvé de las tiendas de Jacob a los
hombres que tal hacen, ai maestro y al discípulo.” — 5 Así siguiendo a la Bib. de
Jér. y a Hoonacker. — 6 Bi6. de Jér.: “Yo odio el repudio, dice Yahvé, y que se
extienda la injusticia sobre su vestido.” — 7 Cf. Neh 6:17-19. — 8 Esta es la in-
terpretación de Hoonacker y otros comentaristas. Hitzig cree que aquí se alude a
la conducta de Abraham. Sería una objeción de los oyentes a Malaquías. Contra
las prédicas de éste creían autorizarse acudiendo a la historia de Abraham, que
tomó una segunda mujer: “¿Qué hizo el único (Abraham) que buscaba la posteri-
dad de Dios?” — 9 Algunos autores, basándose en el árabe, han creído ver en la
palabra testidura una alusión a la esposa misma; pero este sentido no aparece en
el hebreo.
3. El Ángel Precursor.
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1 En los LXX y Vulgata comienza un cuarto capítulo. — 2 Cf. Dt 1:6; 4:10; 5:2. — 3
Cf. Le 1:17. — 4 Jn 3:18.
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