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LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE BOLIVIA CELEBRAN

EL SOLSTICIO Y RECIBEN EL AÑO 5530

Con rituales y ofrendas, cada 21 de junio las naciones indígenas celebran el


solsticio de invierno, conocido como el renacer del sol o Año Nuevo Andino
Amazónico. ada 21 de junio, el sol se sitúa en su punto más alejado de la línea
ecuatorial, y en Bolivia los pueblos originarios invocan, con rituales y ofrendas, su
retorno. Es un llamado a la naturaleza y a sus deidades para preservar el ciclo de la
vida, porque la agricultura está marcada por el calendario solar y de él depende la
producción de alimentos y la reproducción del ganado.
Esta milenaria práctica, llamada 'Willka Kuti' o renacer del sol, ha recobrado en los
últimos decenios una importancia cultural, religiosa, político-ideológica y turística,
y es conocida también como Machaq Mara o Año Nuevo Andino Amazónico, que en
este día celebra la llegada del año 5529.
A lo largo del altiplano y también en zonas de los valles bolivianos son diversos los
espacios sagrados o wak’as donde se desarrollan ceremonias ancestrales. La
tradición manda a velar la llegada del nuevo día y recibir los primeros rayos del sol
con ofrendas y sacrificios animales, por lo general con la quema de 'sullus' o crías
disecadas de las llamas. desarrolla en el complejo arqueológico de Tiwanaku,
situado a unos 70 kilómetros de La Paz, en lo que fue el territorio de la antigua
civilización (1.500 aC – 1.200 dC). En la víspera llegan hasta el lugar cientos de
personas que amanecen en inmediaciones de la Puerta del Sol (uno de sus
observatorios solares) y con los brazos en alto reciben la energía solar como buen
augurio.
En el contexto andino hay dos momentos particularmente importantes vinculados
con el calendario agrícola: el 21 de junio y el 21 de diciembre, cuando el sol se aleja
y se acerca al máximo de la Tierra, explica a la Agencia Anadolu el antropólogo
Milton Eyzaguirre, jefe de la Unidad de Extensión del Museo Nacional de Etnografía
y Folklore (Musef).“A este periodo le llamamos el 'taya pacha' o tiempo frío, y cerca
de fin de año viene el 'jallu pacha' o tiempo húmedo. La temporada actual da lugar a
lo que se conoce como el descanso de la tierra y se espera la llegada de las heladas
para producir chuño y tunta, a fin de que no falte la comida en los próximos
meses”, dice Eyzaguirre.
El chuño y la tunta, dos manjares de la comida andina boliviana, se producen a
partir de la papa. En ambos casos, el tubérculo es expuesto a la helada y a las
extremas temperaturas del invierno para luego ser deshidratado y secado al sol. En
este estado puede durar más de cinco años sin dañarse y sin perder sus
propiedades nutritivas.El 'taya pacha' es, además, el tiempo dedicado a los
animales. En la época prehispánica, los pueblos originarios construían en los
cerros una suerte de establos y durante días reunían al ganado y encendían fogatas
para mantenerlo caliente. “Este es el periodo para juntar y encerrar las illas, para
que sean fértiles, pidiéndole al sol que no se aleje”, complementa el especialista.
La evangelización encubrió estas prácticas con fechas festivas como San Juan, el
23 de junio, o Navidad, el 24 de diciembre. “Hay una especie de revalorización de
las tradiciones pues durante la Colonia hubo todo un programa de extirpación de
idolatrías y se construyeron iglesias o capillas en los cerros para invisibilizar el
valor sagrado de lo andino”, lamenta Eyzaguirre. Una celebración de los pueblos
del mundo
Este rescate y revalorización de las costumbres y tradiciones del occidente del país
comenzó en los años 70 del siglo XX y fue entonces que Tiwanaku fue elegido como
el centro de celebración del solsticio de invierno, en virtud de los conocimientos y
la ciencia desarrollados por esta antigua civilización preincaica que posee diversos
observatorios del ciclo solar.

En 2020 las actividades se suspendieron a causa del COVID-19, pues el país


atravesaba la primera ola de la pandemia. Este año, el presidente Luis Arce y el
vicepresidente David Choquehuanca protagonizaron una ceremonia en Tiwanaku,
pero con aforo reducido y transmisión virtual. En otras regiones del país, alcaldes y
gobernadores hicieron lo propio en otros sitios sagrados.

“Consciente de que los solsticios y equinoccios simbolizan la fertilidad de la tierra,


los sistemas de producción agrícola y alimentaria, el patrimonio cultural y sus
tradiciones milenarias, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció que
la celebración de esos eventos es una encarnación de la unidad del patrimonio
cultural y las tradiciones de siglos de antigüedad”, escribió la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) en 2019, cuando instituyó el 21 de junio como Día
Internacional de la Celebración del Solsticio, precisamente a iniciativa de Bolivia.

Ya en 2005, el gobierno de Carlos Mesa promulgó una ley que declara al Año Nuevo
Aimara Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia. Y en 2009, el
expresidente Evo Morales renombró a la festividad como Año Nuevo Andino,
Amazónico y del Chaco y decretó feriado cada 21 de junio, con la idea
complementaria de fomentar el turismo., las restricciones por la pandemia tienen un
alto impacto en este rubro. Por segundo año consecutivo, el país no recibe turistas
extranjeros para participar en los rituales. Giovanni Villanueva, expresidente de la
Asociación Boliviana de Turismo Receptivo (Abatur), recuerda que sitios sagrados
como Tiwanaku y la Isla del Sol recibían a miles de visitantes.“El daño económico
es incalculable y tiene efectos en toda la cadena de servicios: agencias, hoteles,
restaurantes, artesanos, guías, lanceros. Lo que ahora hacemos es aprovechar el
feriado para reinventarnos y ofertar servicios en sitios como Sorata, Copacabana,
Coroico, Caranavi, donde no haya aglomeración y cuidando las medidas de
bioseguridad”, dice Villanueva.

Como operador de turismo, Villanueva espera que la crisis económica y sanitaria


sean superadas. “El Willka Kuti es de buen augurio para las cosechas y para un
excelente año de producción agrícola. Esperemos que esto se irradie a todo
sector”, afirma.No obstante, el experto apunta que esto del Año Nuevo Andino
Amazónico es una reinterpretación de las tradiciones que no deberían ir en
desmedro de las prácticas de otros pueblos. “En las tierras bajas la dinámica es
diferente; los guaraníes, por ejemplo, esperan el lucero. No es bueno pensar que la
lógica de la zona andina, la de los aimaras, quechas y urus es la misma en todo el
territorio. En el afán de revalorizar no podemos invisibilizar las tradiciones de la
Amazonía o del Chaco, donde la representación ritual es diferente”.

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