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CAPERUCITA ROJA - CHARLES PERRAULT —Tira la clavija y el cerrojo caerá.

Caperucita Roja tiró la clavija y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo,
Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto;
mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tanto que
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la
todos la llamaban Caperucita Roja.
forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo:
—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale
—Es para abrazarte mejor, hija mía.
una torta y este tarrito de manteca.
—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al
—Es para correr mejor, hija mía.
pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca.
—Es para oír mejor, hija mía.
Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso
—Abuela, ¡que ojos tan grandes tiene!
detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
—Es para ver mejor, hija mía.
—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de manteca que mi
—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
madre le envía.
— ¡Para comerte mejor!
— ¿Vive muy lejos?, le dijo el lobo.
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se
— ¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la
la comió.
primera casita del pueblo.
— Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y
MORALEJA Aquí vemos que la adolescencia, en especial las señoritas, bien
tú por aquél, y veremos quién llega primero.
hechas, amables y bonitas no deben a cualquiera oír con complacencia, y no
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la
resulta causa de extrañeza ver que muchas del lobo son la presa. Y digo el lobo,
niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras
pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña: Los hay con no poca maña,
las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba.
silenciosos, sin odio ni amargura, que en secreto, pacientes, con dulzura van a la
Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
siga de las damiselas hasta las casas y en las callejuelas; más, bien sabemos que
— ¿Quién es?
los zalameros entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.
— Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta
y un tarrito de manteca que mi madre le envía. FIN
La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
— Tira la clavija y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la clavija, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la
devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida
cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita
Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.
— ¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo
que su abuela estaba resfriada, contestó:
—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de manteca que mi
madre le envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
Caperucita Roja – Rotkäppchen – LUDWING TIECK cuando entró en la habitación experimentó una sensación rara, y pensó: « ¡Dios mío,
qué angustia siento! Y con lo bien que me encuentro siempre en casa de mi
abuelita». Gritó:
Érase una vez una niña tan dulce y cariñosa, que robaba los corazones de cuantos la - ¡Buenos días! - pero no obtuvo respuesta. Se acercó a la cama, descorrió las
veían; pero quien más la quería era su abuelita, a la que todo le parecía poco cortinas y vio a la abuela, hundida la cofia de modo que le tapaba casi toda la cara y
cuando se trataba de obsequiarla. Un día le regaló una caperucita de terciopelo con un aspecto muy extraño.
colorado, y como le sentaba tan bien y la pequeña no quería llevar otra cosa, todo - ¡Ay, abuelita! ¡Qué orejas más grandes tienes!
el mundo la llamaba «Caperucita Roja». Un día su madre le dijo: - Son para oírte mejor.
- Mira, Caperucita, ahí tienes un pedazo de pastel y una botella de vino, llévaselos a - ¡Ay, abuelita, vaya manos tan grandes que tienes!
la abuelita, que está enferma y delicada; le sentarán bien. Ponte en camino antes - Son para tocarte mejor.
de que apriete el calor, y ve muy formalita, sin apartarte del sendero, no vayas a - ¡Pero, abuelita! ¡Qué boca más terriblemente grande!
caerte y romper la botella, entonces la abuelita se quedaría sin nada. Y cuando - ¡Es para tragarte mejor!
entres en su cuarto no te olvides de decir «Buenos días», y no te entretengas en Y, diciendo esto, el lobo saltó de la cama y se tragó a la pobre Caperucita Roja.
curiosear por los rincones. Cuando el mal bicho estuvo harto, se metió nuevamente en la cama y se quedó
- Lo haré todo como dices - contestó Caperucita, dando la mano a su madre. dormido, roncando ruidosamente.
Pero es el caso que la abuelita vivía lejos, a media hora del pueblo, en medio del He aquí que acertó a pasar por allí el cazador, el cual pensó. « ¡Caramba, cómo
bosque, y cuando la niña entró en él se encontró con el lobo. Caperucita no se ronca la anciana! ¡Voy a entrar, no fuera que le ocurriese algo!». Entró en el cuarto
asustó al verlo, pues no sabía lo malo que era aquel animal. y, al acercarse a la cama, vio al lobo que dormía en ella.
- ¡Buenos días, Caperucita Roja! - ¡Ajá! ¡Por fin te encuentro, viejo bribón! - exclamó - ¡No llevo poco tiempo
- ¡Buenos días, lobo! buscándote!
- ¿Adónde vas tan temprano, Caperucita? Y se disponía ya a dispararle un tiro, cuando se le ocurrió que tal vez la fiera habría
- A casa de mi abuelita. devorado a la abuelita y que quizás estuviese aún a tiempo de salvarla. Dejó, pues,
- ¿Y qué llevas en la cesta? la escopeta, y con unas tijeras se puso a abrir la barriga de la fiera dormida. A los
- Pastel y vino. Ayer amasamos, y le llevo a mi abuelita algo para que se reponga, primeros tijeretazos, vio brillar la caperucita roja y poco después saltó fuera la
pues está enferma y delicada. niña, exclamando: - ¡Ay, qué miedo he pasado! ¡Y qué oscuridad en el vientre del
- ¿Dónde vive tu abuelita? lobo!
- Bosque adentro, a un buen cuarto de hora todavía; su casa está junto a tres A continuación salió también la abuelita, viva aún, aunque casi ahogada. Caperucita
grandes robles, más arriba del seto de avellanos; de seguro que la conoces – le Roja corrió a buscar gruesas piedras, y con ellas llenaron la barriga del lobo. Éste, al
explicó Caperucita. despertarse, trató de escapar; pero las piedras pesaban tanto, que cayó al suelo
Pensó el lobo: «Esta rapazuela está gordita, es tierna y delicada, será un bocado muerto.
sabroso, mejor que la vieja. Tendré que ingeniármelas para agarrarlas a las dos». Y, Los tres estaban la mar de contentos. El cazador despellejó al lobo y se marchó con
después de continuar un rato al lado de la niña, le dijo: la piel; la abuelita se comió el pastel, se bebió el vino que Caperucita le había
- Caperucita, fíjate en las lindas flores que hay por aquí. ¿No te paras a mirarlas? ¿Y traído y se sintió muy restablecida. Y, entretanto, la niña pensaba: «Nunca más,
tampoco oyes cómo cantan los pajarillos? Andas distraída, como si fueses a la cuando vaya sola, me apartaré del camino desobedeciendo a mi madre».
escuela, cuando es tan divertido pasearse por el bosque. Y cuentan que otro día que Caperucita llevó un asado a su anciana abuelita, un lobo
Levantó Caperucita Roja los ojos, y, al ver bailotear los rayos del sol entre los intentó de nuevo desviarla de su camino. Más la niña se guardó muy bien de hacerlo
árboles y todo el suelo cubierto de bellísimas flores, pensó: «Si le llevo a la abuelita y siguió derechita, y luego contó a la abuela que se había encontrado con el lobo, el
un buen ramillete, le daré una alegría; es muy temprano aún, y tendré tiempo de cual le había dado los buenos días, pero mirándola con unos ojos muy aviesos.
llegar a la hora». Se apartó del camino para adentrarse en el bosque y se puso a - A buen seguro que si no llegamos a estar en pleno camino, me devora.
recoger flores. Y en cuanto cortaba una, ya le parecía que un poco más lejos - Ven - dijo la abuelita - cerraremos la puerta bien, para que no pueda entrar.
asomaba otra más bonita aún, y, de esta manera penetraba cada vez más en la No tardó mucho tiempo en presentarse el muy bribonazo, gritando: - Ábreme,
espesura, corriendo de un lado a otro. abuelita; soy Caperucita Roja, que te traigo asado.
Mientras tanto, el lobo se encaminó directamente a casa de la abuelita, y, al llegar, Pero las dos se quedaron calladas, sin abrir. El lobo dio varias vueltas a la casa y, al
llamó a la puerta. fin se subió de un brinco al tejado, dispuesto a aguardar a que la niña saliese al
- ¿Quién va? anochecer, para volver a casa; entonces la seguiría disimuladamente y la devoraría
- Soy Caperucita Roja, que te trae pastel y vino. ¡Abre! en la oscuridad. Pero la abuelita le adivinó las intenciones. He aquí que delante de
- ¡Abre el cerrojo! - gritó la abuelita - estoy muy débil y no puedo levantarme. la casa había una gran artesa de piedra y la anciana dijo a la pequeña: - Coge el
Descorrió el lobo el cerrojo, abrió la puerta, y la fiera, sin pronunciar una palabra, cubo, Caperucita; ayer cocí salchichas, ve a verter el agua en que las cocí.
se encaminó al lecho de la abuela y la devoró de un bocado. Luego se vistió con su Así lo hizo Caperucita, y repitió el viaje hasta que la artesa, estuvo llena. El olor de
vestido, se puso su cofia, se metió en la cama y corrió las cortinas. las salchichas subió hasta el olfato del lobo, que se puso a husmear y a mirar abajo
Mientras tanto, Caperucita había estado recogiendo flores, y cuando tuvo un hasta que al fin, alargó tanto el cuello, que perdió el equilibrio, resbaló del tejado,
ramillete tan grande que ya no podía añadirle una flor más, se acordó de su abuelita
y reemprendió presurosa el camino de su casa. Le extrañó ver la puerta abierta;
cayó de lleno en la gran artesa, y se ahogó. Caperucita se volvió tranquilamente a - No tienes más que girar el picaporte - gritó la abuela-; yo estoy muy débil y no puedo
casita sin que nadie le tocase ni un pelo. FIN levantarme.
El lobo giró el picaporte, la puerta se abrió de par en par, y sin pronunciar una sola
Caperucita Roja HERMANOS GRIMM palabra, fue derecho a la cama donde yacía la abuela y se la tragó. Entonces, se puso las
Érase una vez una pequeña y dulce coqueta, a la que todo el mundo quería, con sólo ropas de la abuela, se colocó la gorra de dormir de la abuela, cerró las cortinas, y se
verla una vez; pero quien más la quería era su abuela, que ya no sabía ni qué regalarle. En metió en la cama de la abuela.
cierta ocasión le regaló una caperuza de terciopelo rojo, y como le sentaba tan bien y la Caperucita Roja se había dedicado entretanto a buscar flores, y cogió tantas que ya no
niña no quería ponerse otra cosa, todos la llamaron de ahí en adelante Caperucita Roja. podía llevar ni una más; entonces se acordó de nuevo de la abuela y se encaminó a su
Un buen día la madre le dijo: casa. Se asombró al encontrar la puerta abierta y, al entrar en el cuarto, todo le pareció
- Mira Caperucita Roja, aquí tienes un trozo de torta y una botella de vino para llevar a la tan extraño que pensó: ¡Oh, Dios mío, qué miedo siento hoy y cuánto me alegraba
abuela, pues está enferma y débil, y esto la reanimará. Arréglate antes de que empiece el siempre que veía a la abuela!". Y dijo:
calor, y cuando te marches, anda con cuidado y no te apartes del camino: no vaya a ser - Buenos días, abuela.
que te caigas, se rompa la botella y la abuela se quede sin nada. Y cuando llegues a su Pero no obtuvo respuesta. Entonces se acercó a la cama, y volvió a abrir las cortinas; allí
casa, no te olvides de darle los buenos días, y no te pongas a hurguetear por cada rincón. yacía la abuela, con la gorra de dormir bien calada en la cabeza, y un aspecto extraño.
- Lo haré todo muy bien, seguro - asintió Caperucita Roja, besando a su madre. - Oh, abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
La abuela vivía lejos, en el bosque, a media hora de la aldea. Cuando Caperucita Roja - Para así, poder oírte mejor.
llegó al bosque, salió a su encuentro el lobo, pero la niña no sabía qué clase de fiera - Oh, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
maligna era y no se asustó. - Para así, poder verte mejor.
- ¡Buenos días, Caperucita Roja! - la saludó el lobo. - Oh, abuela, ¡qué manos tan grandes tienes!
- ¡Buenos días, lobo! - Para así, poder agarrarte mejor.
- ¿A dónde vas tan temprano, Caperucita Roja? -dijo el lobo. - Oh, abuela, ¡qué boca tan grandes y tan horrible tienes!
- A ver a la abuela. - Para comerte mejor.
- ¿Qué llevas en tu canastillo? No había terminado de decir esto el lobo, cuando saltó fuera de la cama y devoró a la
- Torta y vino; ayer estuvimos haciendo pasteles en el horno; la abuela está enferma y pobre Caperucita Roja.
débil y necesita algo bueno para fortalecerse. Cuando el lobo hubo saciado su voraz apetito, se metió de nuevo en la cama y comenzó a
- Dime, Caperucita Roja, ¿dónde vive tu abuela? dar sonoros ronquidos. Acertó a pasar el cazador por delante de la casa, y pensó: "¡Cómo
- Hay que caminar todavía un buen cuarto de hora por el bosque; su casa se encuentra ronca la anciana!; debo entrar a mirar, no vaya a ser que le pase algo". Entonces, entró a
bajo las tres grandes encinas; están también los avellanos; pero eso, ya lo sabrás -dijo la alcoba, y al acercarse a la cama, vio tumbado en ella al lobo.
Caperucita Roja. - ¡Mira dónde vengo a encontrarte, viejo pecador! – dijo -; hace tiempo que te busco.
El lobo pensó: "Esta joven y delicada cosita será un suculento bocado, y mucho más Entonces le apuntó con su escopeta, pero de pronto se le ocurrió que el lobo podía
apetitoso que la vieja. Has de comportarte con astucia si quieres atrapar y tragar a las haberse comido a la anciana y que tal vez podría salvarla todavía. Así es que no disparó
dos". Entonces acompañó un rato a la niña y luego le dijo: sino que cogió unas tijeras y comenzó a abrir la barriga del lobo. Al dar un par de cortes,
- Caperucita Roja, mira esas hermosas flores que te rodean; sí, pues, ¿por qué no miras a vio relucir la roja caperuza; dio otros cortes más y saltó la niña diciendo:
tu alrededor?; me parece que no estás escuchando el melodioso canto de los pajarillos, - ¡Ay, qué susto he pasado, qué oscuro estaba en el vientre del lobo!
¿no es verdad? Andas ensimismada como si fueras a la escuela, ¡y es tan divertido Y después salió la vieja abuela, también viva aunque casi sin respiración. Caperucita Roja
corretear por el bosque! trajo inmediatamente grandes piedras y llenó la barriga del lobo con ellas. Y cuando el
Caperucita Roja abrió mucho los ojos, y al ver cómo los rayos del sol danzaban, por aquí y lobo despertó, quiso dar un salto y salir corriendo, pero el peso de las piedras le hizo
por allá, a través de los árboles, y cuántas preciosas flores había, pensó: "Si llevo a la caer, se estrelló contra el suelo y se mató.
abuela un ramo de flores frescas se alegrará; y como es tan temprano llegaré a tiempo". Los tres estaban contentos. El cazador le arrancó la piel al lobo y se la llevó a casa. La
Y apartándose del camino se adentró en el bosque en busca de flores. Y en cuanto había abuela se comió la torta y se bebió el vino que Caperucita Roja había traído y Caperucita
cortado una, pensaba que más allá habría otra más bonita y, buscándola, se internaba Roja pensó: "Nunca más me apartaré del camino y adentraré en el bosque cuando mi
cada vez más en el bosque. Pero el lobo se marchó directamente a casa de la abuela y madre me lo haya pedido."
golpeó a la puerta.
- ¿Quién es? - Soy Caperucita Roja, que te trae torta y vino; ábreme.
BLANCANIEVES - JACOB Y WILHELM GRIMM creyendo comer los pulmones y el hígado de Blancanieves. Por su parte, la pobre niña se
encontraba en medio de los grandes bosques, abandonada por todos y con tal miedo que
Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de todas las hojas de los árboles la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas y
una ventana con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a través de las zarzas. Los animales
plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron salvajes se cruzaban con ella pero no le hacían ningún daño. Corrió hasta la caída de la
en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina tarde: entonces vio una casita a la que entró para descansar. En la cabañita todo era
se dijo. pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña
-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tan negra con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pequeña cuchara, más
como la madera de ébano! siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared
Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, tan encarnada como la estaban dispuestas, uno junto a las otras, siete camitas cubiertas con sábanas blancas
sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano. como la nieve. Como tenía mucha hambre y mucha sed, Blancanieves comió trozos de
Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al nacer la niña, la reina murió. legumbres y de pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se
Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era una mujer bella pero orgullosa y sintió muy cansada y se quiso acostar en una de las camas. Pero ninguna era de su
arrogante, y no podía soportar que nadie la supera en belleza. Tenía un espejo medida; una era demasiado larga, otra un poco corta, hasta que finalmente la séptima le
maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba: vino bien. Se acostó, se encomendó a Dios y se durmió.
¡Espejito, espejito de mi habitación! Cuando cayó la noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos que excavaban y
¿Quién es la más hermosa de esta región? extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete farolitos y vieron que alguien
Entonces el espejo respondía: había venido, pues las cosas no estaban en el orden en que las habían dejado.
La Reina es la más hermosa de esta región. El primero dijo:
Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo siempre decía la verdad. - ¿Quién se sentó en mi sillita?
Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era El segundo:
tan bella como la clara luz del día y aún más linda que la reina. - ¿Quién comió en mi platito?
Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo: El tercero:
¡Espejito, espejito de mi habitación! - ¿Quién comió mi pan?
¿Quién es la más hermosa de esta región? El cuarto:
El espejo respondió: - ¿Quién comió de mis legumbres?
La Reina es la hermosa de este lugar, pero la linda Blancanieves lo es mucho más. El quinto:
Entonces la reina tuvo miedo y se puso amarilla y verde de envidia. A partir de ese - ¿Quién pinchó con mi tenedor?
momento, cuando veía a Blancanieves el corazón le daba un vuelco en el pecho, tal era el El sexto:
odio que sentía por la niña. Y su envidia y su orgullo crecían cada día más, como una mala - ¿Quién cortó con mi cuchillo?
hierba, de tal modo que no encontraba reposo, ni de día ni de noche. El séptimo:
Entonces hizo llamar a un cazador y le dijo: - ¿Quién bebió en mi vaso?
- Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparezca más ante mis ojos. La matarás y me Luego el primero pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:
traerás sus pulmones y su hígado como prueba. - ¿Quién anduvo en mi lecho?
El cazador obedeció y se la llevó, pero cuando quiso atravesar el corazón de Los otros acudieron y exclamaron:
Blancanieves, la niña se puso a llorar y exclamó: - ¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mirando en el suyo, el séptimo descubrió a
- ¡Mi buen cazador, no me mates!; correré hacia el bosque espeso y no volveré nunca Blancanieves, acostada y dormida. Llamó a los otros, que se precipitaron con
más. exclamaciones de asombro. Entonces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a
Como era tan linda el cazador tuvo piedad y dijo: Blancanieves.
- ¡Corre, pues, mi pobre niña! - ¡Oh, mi Dios –exclamaron- qué bella es esta niña! Y sintieron una alegría tan grande que
Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la devorarían. No obstante, no tener que no la despertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora
matarla fue para él como si le quitaran un peso del corazón. Un cerdito venía saltando; el con cada uno de sus compañeros y así pasó la noche.
cazador lo mató, extrajo sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina como prueba de Al amanecer, Blancanieves despertó y viendo a los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se
que había cumplido su misión. El cocinero los cocinó con sal y la mala mujer los comió mostraron amables y le preguntaron.
- ¿Cómo te llamas? - Me llamo Blancanieves –respondió ella. Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:
- ¿Cómo llegaste hasta nuestra casa? - La vieja vendedora no era otra que la malvada reina. ¡Ten mucho cuidado y no dejes
Entonces ella les contó que su madrastra había querido matarla pero el cazador había entrar a nadie cuando no estamos cerca!
tenido piedad de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta encontrar la casita. Cuando la reina volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:
Los enanos le dijeron: ¡Espejito, espejito, de mi habitación!
- Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, hacer las camas, lavar, coser y tejer y si ¿Quién es la más hermosa de esta región?
tienes todo en orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros; no te faltará nada. Entonces, como la vez anterior, respondió:
- Sí –respondió Blancanieves- acepto de todo corazón. Y se quedó con ellos. Blancanieves La Reina es la más hermosa de este lugar, pero pasando los bosques, en la casa de los
tuvo la casa en orden. Por las mañanas los enanos partían hacia las montañas, donde enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.
buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la noche. Para ese entonces la comida Cuando oyó estas palabras toda la sangre le afluyó al corazón. El terror la invadió, pues
estaba lista. era claro que Blancanieves había recobrado la vida.
Durante todo el día la niña permanecía sola; los buenos enanos la previnieron: - Pero ahora –dijo ella- voy a inventar algo que te hará perecer.
- ¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás aquí! ¡No dejes entrar a nadie! La Y con la ayuda de sortilegios, en los que era experta, fabricó un peine envenenado. Luego
reina, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de se disfrazó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y
Blancanieves, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se puso llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó la puerta y gritó:
ante el espejo y dijo: - ¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!
¡Espejito, espejito de mi habitación! Blancanieves miró desde adentro y dijo:
¿Quién es la más hermosa de esta región? - Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.
Entonces el espejo respondió. - Al menos podrás mirar - dijo la vieja, sacando el peine envenenado y levantándolo en el
Pero, pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho aire.
más. La reina es la más hermosa de este lugar. Tanto le gustó a la niña que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de
La reina quedó aterrorizada pues sabía que el espejo no mentía nunca. Se dio cuenta de acuerdo sobre la compra la vieja le dijo:
que el cazador la había engañado y de que Blancanieves vivía. Reflexionó y buscó un - Ahora te voy a peinar como corresponde.
nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la región la La pobre Blancanieves, que nunca pensaba mal, dejó hacer a la vieja pero apenas ésta le
envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se había puesto el peine en los cabello el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin
vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irreconocible. conocimiento.
Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a - ¡Oh, prodigio de belleza –dijo la mala mujer- ahora sí acabé contigo!
la puerta y gritó: Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a
- ¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo! Blancanieves en el suelo como muerta sospecharon enseguida de la madrastra.
Blancanieves miró por la ventana y dijo: Examinaron a la niña y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron,
- Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted? Blancanieves volvió en sí y les contó lo que había sucedido. Entonces le advirtieron una
- Una excelente mercadería –respondió-; cintas de todos colores. vez más que debería cuidarse y no abrir la puerta a nadie.
La vieja sacó una trenzada en seda multicolor, y Blancanieves pensó: En cuanto llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:
- Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer. ¡Espejito, espejito de mi habitación!
Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta. ¿Quién es la más hermosa de esta región?
- ¡Niña –dijo la vieja- qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se Y el espejito, respondió nuevamente:
debe. La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero pasando los bosques, en la casa de los
Blancanieves, que no desconfiaba, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.
Pero rápidamente la vieja lo oprimió tan fuerte que Blancanieves perdió el aliento y cayó La reina al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera. - Es
como muerta. necesario que Blancanieves muera –exclamó- aunque me cueste la vida a mí misma.
- Y bien –dijo la vieja-, dejaste de ser la más bella. Y se fue. Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y
Poco después, a la noche, los siete enanos regresaron a la casa y se asustaron mucho al fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien
ver a Blancanieves en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte.
oprimía. Lo cortaron y Blancanieves comenzó a respirar y a reanimarse poco a poco.
Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó Entonces dijo a los enanos:
las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos. - Denme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.
Golpeó. Blancanieves sacó la cabeza por la ventana y dijo: - No lo daríamos por todo el oro del mundo – respondieron los enanos.
- No puedo dejar entrar a nadie; los enanos me lo han prohibido. - En ese caso –replicó el príncipe- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves.
- No es nada –dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar La honraré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.
una. Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El
- No – dijo Blancanieves – tampoco debo aceptar nada. príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero sucedió que éstos
- ¿Temes que esté envenenada? –dijo la vieja-; mira, corto la manzana en dos partes; tu tropezaron contra un arbusto y como consecuencia del sacudón el trozo de manzana
comerás la parte roja y yo la blanca. envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia fuera.
La manzana estaba tan ingeniosamente hecho que solamente la parte roja contenía Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.
veneno. La bella manzana tentaba a Blancanieves y cuando vio a la campesina comer no - ¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? –exclamó.
pudo resistir más, estiró la mano y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en - Estás a mi lado –le dijo el príncipe lleno de alegría.
la boca, cayó muerta. Le contó lo que había pasado y le dijo:
Entonces la vieja la examinó con mirada horrible, rió muy fuerte y dijo. - Te amo como a nadie en el mundo; ven conmigo al castillo de mi padre; serás mi mujer.
- Blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como el ébano. ¡Esta vez los enanos Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran
no podrán reanimarte! pompa y magnificencia.
Vuelta a su casa interrogó al espejo: También fue invitada a la fiesta la madrastra criminal de Blancanieves. Después de
¡Espejito, espejito de mi habitación! vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:
¿Quién es la más hermosa de esta región? ¡Espejito, espejito de mi habitación!
Y el espejo finalmente respondió. ¿Quién es la más hermosa de esta región?
La Reina es la más hermosa de esta región. El espejo respondió:
Entonces su corazón envidioso encontró reposo, si es que los corazones envidiosos La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más. Entonces
pueden encontrar alguna vez reposo. la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al
A la noche, al volver a la casa, los enanitos encontraron a Blancanieves tendida en el principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a
suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, la joven reina.
buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lavaron Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el
con agua y con vino pero todo esto no sirvió de nada: la querida niña estaba muerte y descubrimiento la dejaron clavada al piso sin poder moverse.
siguió estándolo. Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los
La pusieron en una parihuela, se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos
quisieron enterrarla pero ella estaba tan fresca como una persona viva y mantenía aún incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.
sus mejillas sonrosadas.
Los enanos se dijeron:
- No podemos ponerla bajo la negra tierra. E hicieron un ataúd de vidrio para que se la
pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en
letras de oro proclamando que era la hija de un rey. Luego expusieron el ataúd en la
montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales
también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una
palomita.
Blancanieves permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario,
parecía dormir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus
cabellos eran negros como el ébano.
Ocurrió una vez que el hijo de un rey llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos
a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Blancanieves en su interior y
leyó lo que estaba escrito en letras de oro.

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