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-Ve a ver cómo se encuentra la abuela, pues me La pobre abuela, enferma en la cama, le gritó:
han dicho que está algo enferma, y le llevas unos -Tira de la cuerda y se abrirá la puerta.
pastelitos y un tarrito de mantequilla.
El lobo tiró de la cuerda y la puerta se abrió. Se
Caperucita Roja salió enseguida hacia casa de su abalanzó entonces sobre la buena de la abuelita,
abuela que vivía en otro pueblo. Al atravesar el devorándola en un santiamén. El lobo estaba
bosque se encontró con el lobo, que tenía muchas hambriento, hacía más de tres días que no probaba
ganas de comérsela. Pero el lobo no se atrevió a bocado. Después cerró la puerta y se acostó en la
comérsela porque estaban cerca unos leñadores. cama de la abuelita, esperando la llegada de
Entonces el lobo le preguntó: Caperucita.
— ¿Adónde vas? La niña llegó poco después y llamó a la puerta:
Y Caperucita que no sabía que era peligroso hablar Toc, toc.
con lobos, le dijo: -¿Quién es? -dijo el lobo.
-Voy a ver a mi abuelita, y a llevarle estos Caperucita Roja, al oír el vozarrón del lobo, tuvo
pastelitos y este tarrito de mantequilla. miedo al principio, pero, creyendo que su abuelita
-¿Vive muy lejos? – le dijo el lobo. estaba ronca, respondió:
1 Perrault, Charles (2010). Cuentos completos. Alianza Editorial. Madrid: El lobo le gritó, endulzando un poco la voz:
España
-Tira de la cuerda y se abrirá la puerta. como fueron hechas. (123)
-Son para correr mejor, niña mía. El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó
primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre
-Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes! en una botella y partió su carne en rebanadas sobre
-Son para oírte mejor, mi niña. un platón. Después se vistió con el camisón de la
abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó
-Abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes! a la puerta.
-Abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes! – ¿Cómo estás, abuelita? Te traje pan y leche.
– Para calentarme mejor, hijita. Pero es el caso que la abuelita vivía lejos, a media
hora del pueblo, en medio del bosque, y cuando la
– Abuela, ¿por qué tienes esos hombros tan niña entró en él encontróse con el lobo. Caperucita
grandes? no se asustó al verlo, pues no sabía lo malo que era
aquel animal.
– Para poder cargar mejor la leña, hijita.
-¡Buenos días, Caperucita Roja!
– Abuela, ¿por qué tienes esas uñas tan grandes?
-¡Buenos días, lobo!
– Para rascarme mejor, hijita.
-¿A dónde vas tan temprano Caperucita?
– Abuela, ¿por qué tienes esos dientes tan
grandes? -A casa de mi abuelita.
- Para comerte mejor, hijita. Y el lobo se la comió. -¿Y qué llevas en el delantal? (370)
(374)
-Pastel y vino. Ayer amasamos, y le llevo a mi
abuelita algo para que se reponga, pues está
enferma y delicada.
III. Versión Hnos. Grimm (1897)
-¿Dónde vive tu abuelita?
CAPERUCITA ROJA3
-Bosque adentro, a un buen cuarto de hora todavía;
Érase una vez una niña tan dulce y cariñosa, que
su casa está junto a tres grandes robles, más arriba
robaba los corazones de cuantos la veían: pero
del seto de avellanos; de seguro que la conoces-
quien más la quería era su abuelita, a la que todo le
explicóle Caperucita.
parecía poco cuando se trataba de obsequiarla. Un
día le regaló una caperucita de terciopelo colorado, Pensó el lobo: ―esta rapazuela está gordita, es
y como le sentaba tan bien y la pequeña no quería tierna y delicada y será un bocado sabroso, mejor
llevar otra cosa, todo el mundo dio en llamarla que la vieja. Tendré que ingeniármelas para
―Caperucita Roja‖. pescarlas a las dos‖. Y, después de continuar un
rato al lado de la niña, le dijo:
Díjole un día su madre:
-Caperucita, fíjate en las lindas flores que hay por
-Mira, Caperucita: ahí tienes un pedazo de pastel y
aquí. ¿No te paras a mirarlas? ¿Y tampoco oyes
una botella de vino; los llevarás a la abuelita, que
cómo cantan los pajarillos? Andas distraída, como
está enferma y delicada; le sentarán bien. Ponte en
si fueses a la escuela, cuando es tan divertido
camino antes de que apriete el calor, y ve muy
pasearse por el bosque.
3 Rotkâppchen. Grimm, Hnos. (2012). Todos los cuentos. Antroposofica. Bs
As: Argentina
Levantó Caperucita Roja los ojos, y al ver -¡Ay, abuelita, vaya manos tan grandes que tienes!
bailotear los rayos de sol entre los árboles y todo
el suelo cubierto de bellísimas flores, pensó: ―si le -Así puedo cogerte mejor.
llevo a la abuelita un buen ramillete le daré una -¡Pero, abuelita! ¡Qué boca más terriblemente
alegría; es muy temprano aún, y tendré tiempo de grande!
llegar a la hora‖. (371)
-¡Es para tragarte mejor!
Se apartó del camino para adentrarse en el bosque
y se puso a coger flores. Y en cuanto cortaba una, Y diciendo esto, el lobo saltó de la cama y se tragó
ya le parecía que un poco más lejos asomaba otra a la pobre Caperucita Roja. Cuando el mal bicho
más bonita aún, y de esta manera penetraba cada estuvo harto, se metió nuevamente en la cama y se
vez más en la espesura, corriendo de un lado a quedó dormido, roncando ruidosamente.
otro.
He aquí que acertó a pasar por allí el cazador, el
Mientras tanto, el lobo se encaminó directamente a cual pensó: ―¡Caramba, cómo ronca la anciana!
casa de la abuelita, y al llegar llamó a la puerta. Voy a entrar, no fuera que le ocurriese algo‖.
Entró en el cuarto y, al acercarse a la cama, vio al
-¿Quién va? lobo que dormía en ella.
-Soy Caperucita Roja, que te trae pastel y vino. -¡Ajá! ¡Por fin te encuentro, viejo bribón!-
-¡Abre! ¡Descorre el cerrojo!- gritó la abuelita-; exclamó-. ¡No llevo poco tiempo buscándote!
estoy muy débil y no puedo levantarme. (372)
No tardó mucho tiempo en presentarse el muy - Voy a ver a mi madre. He acabado de trabajar.
bribonazo, gritando: - ¿Te han pagado?
-Ábreme, abuelita; soy Caperucita Roja que te - Sí, me pagaron, incluso me dieron pan y queso.
traigo asado.
- ¿Que camino vas a tomar?
Pero las dos se estuvieron calladas, sin abrir. El
lobo dio varias vueltas a la casa, y al fin se subió - Voy a tomar el camino de las alfileres, y tú ¿qué
de un brinco al tejado, dispuesto a aguardar a que camino tomarás?
la niña saliese al anochecer para volver a casa;
- Voy a tomar el camino de las agujas.
entonces la seguiría disimuladamente y la
devoraría en la oscuridad. Pero la abuelita le El lobo corrió y llegó primero, entró a la casa,
adivinó las intenciones. He aquí que delante de la mató a la madre y se comió la mitad. Preparó el
casa había una gran artesa de piedra, y la anciana fuego y se dispuso a cocinar lo que quedaba de la
dejo a la pequeña: madre. Luego cerró la puerta y se acostó en la
cama.
-Coge el cubo, Caperucita; ayer cocí salchichas; ve
a verter el agua en que las cocí. La pequeña llegó a su casa e intentó abrir la
puerta. ¡Ah! ¡Mamá, ábreme!
Hízolo así Caperucita, y repitió el viaje hasta que
la artesa estuvo llena. El olor de las salchichas - Estoy enferma mi pequeña. Me acosté y no
subió hasta el olfato del lobo, que se puso a puedo levantarme para abrirte. Usa la llave. La
husmear y a mirar abajo; al fin, alargó tanto el pequeña así lo hizo y logró entrar a la casa; el lobo
cuello que perdió el equilibrio, resbaló del tejado, ocupaba el lugar de su madre.
cayó de lleno en la gran artesa, y se ahogó.
4 Variante de Nanette Lévesque, mujer analfabeta del Fraisse (Loire),
nacida alrededor de 1794 en Sainte-Eulalie (Ardèche). Esta versión fue
Caperucita se volvió tranquilamente a casita sin recogido por V. Smith (Contes de Nanette Lévesque, Bibliothèque de
l’Institut catholique).
que nadie le tocase ni un pelo (374) 5 La partida de la pequeña se relaciona con las actividades de la sociedad
campesina de su tiempo: "ocupada" en una granja en la que debe cuidar de
dos vacas, Caperucita recibe como paga una botella de vino y un queso" que
llevara a su madre...
- ¿Estás enferma, mamá? - Es la vejez, es la vejez. ¡Mis dientes son para
comerte!, y el lobo se la comió.
- Sí, estoy muy enferma. ¿Recién sales del trabajo?
- Está bien querida, dame un pedazo. El lobo tomó FILLON FILLETE Y EL MALVADO67
la porción, se la comió, y le dijo a la pequeña:
"Hay carne en el fuego y vino en la mesa, cuando Había una vez una niña de campo que se enteró de
hayas comido y bebido, metete en la cama que su abuela estaba muy enferma. Ella se puso en
conmigo". camino para visitarla al día siguiente. Llegó a un
cruce de caminos y no sabía cuál tomar. Allí se
La sangre de la madre, había sido embotellada y encontró con un hombre muy feo, que llevaba una
servida en vaso. El lobo le dijo: ¡come carne, y cerda, y le preguntó si sabía cuál era el camino que
bebe el vino del vaso querida! llevaba a lo de su abuela. ―Tienes que tomar el
camino de la izquierda‖, le dijo, ―es el mejor y el
Había un pequeño pájaro en la ventana que le dijo más corto de los caminos‖; ―por este llegarás
a la pequeña: rápidamente‖. La niña emprendió la marcha pero
- ¡Ri Tin tin tin tin! Te has comido la carne de tu pronto se dio cuenta que había tomado el camino
madre y has bebido de su sangre. La pequeña más largo, lo que demoro su llegada a casa de su
preguntó: abuela.
Ella se desnudó, se metió en la cama junto a su - Muy mal, mi hija, respondió el sinvergüenza con
madre, y luego le dijo: un tono lastimero, imitando su voz: ¿Tienes
hambre?
- ¡Ah! ¡Mamá, qué peluda estás!
- Sí, mi abuela, ¿qué hay para comer?
- Es la vejez, mi hijita, es la vejez
- Hay carne fresca sobre la mesa, toma la sartén y
La pequeña tocó sus patas: ¡Ah! ¡Mamá que largas
cocínala así comes algo. La pequeña obedeció.
tienes las uñas!
- ¿Qué dicen de mi abuela esas voces que salen de - El malvado ató una hebra de lana a la pierna de
la chimenea? Jeannette y la mantuvo tirante en su mano.
- No les hagas caso mi hija, son pequeños pájaros Cuando la chica salió al patio cortó el hilo y lo ato
que cantan en su lengua; y la pequeña continuo a un arbusto. Luego corrió a toda prisa. Un
asando la carne de su abuela. Las voces una vez momento después, la falsa abuela preguntaba:
más dijeron ―¡Ah! la malvada niña esta cocinando - ¿Has terminado de hacer tus necesidades
a su propia abuela!‖ Jeannette dijo entonces. ―No Jeannette? ¿Verdad?
tengo hambre, abuela, no quiero comer de estas
carnes‖. ―¡Bien!, respondió el villano, ―entonces La niña ya no estaba pero la vos angelical de la
metete en la cama, mi hija, ven a calentarme‖. Y chimenea respondía: ―¡Todavía no, abuela, aún
Jeannette se acostó con su abuela. no!‖
Una vez acostada, exclamó: El malvado sospechaba, así que tiró de la hebra de
lana. La niña no estaba, había huido. El villano
- ¡Ah! ¡Abuela, que brazos tan grandes tienes! iracundo se puso de pie, montó en su gran cerda y
- Son para abrazarte mejor, mi hija, para abrazarte se dispuso a perseguir a la pequeña por el bosque.
mejor. El monstruo llegó a un río en el que unas
- ¡Ah! ¡Abuela que piernas tan grandes tienes! lavanderas enjuagaban sus ropas. Les pregunto:
- Son para caminar mejor, mi hija, para caminar - ¿Habéis visto a una pequeña por aquí?
mejor. - Sí, respondieron las lavanderas extendimos
- ¡Ah! ¡Abuela, que ojos tan grandes tienes! nuestras ropas a través del rio y ella pudo cruzar.
- Son para verte mejor, mi hija, para verte mejor. - ¡Ah! dijo el malvado, ¿podrían hacerme el
mismo favor?
- ¡Ah! ¡Abuela, que dientes tan grandes tienes!
Las lavanderas tendieron sus sabanas sobre el rio,
- Son para comerte mejor, mi hija, para comerte el malvado montó en su gran cerda y marcho de
mejor. prisa. Pero cuando iba por la mitad del rio las
sabanas se hundieron y el malvado clamó: ―nada,
Jeannette se asustó y dijo: ¡Ah! ¡Abuela, tengo nada, nada mi gran cerda, si no nadas nos
ganas de hacer mis necesidades! ahogaremos‖. Pero la cerda no podía hacer pie, ni
- Hazlas aquí mismo en la cama, mi hija, aquí nadar y ambos terminaron por ahogarse. La
mismo muchacha se había salvado.
- Deja el pedido junto al fuego, mi pequeña. - ¡Oh, abuela, que orejas tan grandes tienes!
Metete en la cama conmigo, así me das un poco de
calor. Luego dormiremos una siesta. - Mi querida, son para escucharte mejor.
- ¡Abuela, tengo hambre y sed! - ¡Oh, abuela, que dientes tan grandes tienes!
- ¡Sírvete de la carne y el vino que están sobre la - ¡Mi querida, son para comerte mejor!
mesada! Y ¡Glup!, de un solo bocado, como si se hubiera
Entonces la animada Caperucita Roja se dispuso a comido una cereza, el lobo se tragó a Caperucita.
comer, pero se sorprendió al escuchar a un gato
que dormía en un taburete junto al fuego, que le
decía: