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Transformaciones del escenario político- social

Los resultados de las elecciones del 30 de octubre de 1983 reflejaron un cambio político, la
Unión Cívica Radical, con Ricardo Alfonsín como candidato a la presidencia obtuvo el 51,75 %
de los votos. El peronismo reunió el 40,16 % del electorado provocando una ruptura con la
política eleccionaria de los últimos cuarenta años.

El radicalismo representó mucho más que un triunfo partidario, dejaba atrás al


autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. La dictadura dejó un trágico saldo de
desapariciones, torturas, exilios, de la impregnación del miedo en las prácticas más
cotidianas de una sociedad que no se quería reconocer en el horror. El Informe Nunca Más
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) registró que el 69,13
por ciento de las personas desaparecidas tenían entre 16 y 30 años. Asimismo,
aproximadamente 500 niños, nacieron en cautiverio y fueron apropiados por los captores de
sus padres 1.

Quedaba también como saldo el inicio del proceso de descomposición de la matriz


integracionista del país, particularmente visible en los cambios en su estructura
socioeconómica debido al proceso de desindustrialización y a las mutaciones en la estructura
ocupacional.

El radicalismo contaba con el apoyo de un movimiento aluvional donde convergían


sectores medios de la sociedad argentina, junto con el acompañamiento de una juventud
ansiosa por terminar con las tradiciones autoritarias y paternalistas, aflorando el proceso de
re-democratización en nuestro país. “ La democracia no era un sistema funcionando sino una
demanda. Este era el nudo político central que articulaba la voluntad política y las ideas de lo posible
y lo necesario” (Landi, 1985: 30).

El nuevo presidente Raúl Alfonsín prometía solucionar todos los problemas con la
democracia, pero el panorama económico era complicado, la economía se encontraba en
una situación de desgobierno y casi de caos, inflación desatada, deuda externa multiplicada
junto a un Estado carente de recursos, con serios problemas para resolver los reclamos
sociales, desde la educación o la salud unidos a una incapacidad de acción para dirigir la
crisis, mostraron un panorama desolador y futuro incierto para la sociedad argentina
(Romero, 2001).

1
Durante estos últimos años un total de 117 de ellos lograron ser recuperados por sus familiares, en gran
medida gracias al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo.

1
No obstante, el principal adversario político, el peronismo, se encontraba con una fuerte
crisis interna, incapaz de aportar soluciones inmediatas. Tomando a Suriano, observo un
cambio notable en Argentina en el último cuarto del siglo XX debido a las profundas
transformaciones en la economía, sociedad y campo político:

A partir de 1976 se fueron abandonado la política, que desde los años cuarenta,
privilegiaban el pleno empleo, la demanda del mercado interno como factor de
crecimiento sobre la base de la protección de la industria sustitutiva y el papel del Estado
como regulador del salario y como garante del bienestar de las personas mediante
diversas formas de prestaciones sociales. (Suriano, 2002: 13)

Habiendo logrado quedarse con la presidencia y contando con la mayoría en la Cámara de


Diputados, el radicalismo, sin embargo, no tenía muchos apoyos en los poderes
corporativos, ni contaba con la mayoría en el Senado. No obstante, el radicalismo asumió
con una enorme fuerza que era la civilidad, identificada toda ella con la propuesta de
construir un Estado de derecho capaz de zanjar los conflictos de manera ordenada,
transparente y equitativa.

En el diagnóstico de la crisis, el asunto político preocupaba más que el económico, era


necesario eliminar el autoritarismo para canalizar la representación y legitimidad ciudadana.

Así, el gobierno radical atribuyó una gran importancia a la política cultural y educativa,
destinada a remover el autoritarismo en las instituciones y en la conciencia.

Coincidiendo con los deseos de la sociedad de participación y de ejercicio de la libertad


de expresión y de opinión, largamente postergada, las consignas generales fueron la
modernización cultural, la participación amplia y sobre todo el pluralismo y rechazo a
todo dogmatismo. (Romero, 2010: 245)

En efecto, el contexto mundial era complicado, el mundo globalizado y cada vez más
unipolar desde los años 1980, las presiones de las políticas mundiales neoliberales que
pregonaban la reforma del Estado, la reducción del déficit fiscal, las privatizaciones, la
reconversión industrial y una excesiva libertad de mercado, marcaría los límites dentro de los
cuales se realizaría la transición democrática y condicionaría la consolidación de las
instituciones (Suriano, 2002: 21).

La revalorización de la democracia representativa permitió la reorganización de los


partidos políticos, y la democratización de sus estructuras internas, convirtiéndose en
protagonistas de esta nueva etapa. En efecto, el máximo triunfo de este período fue la
instalación de las instituciones republicanas, ya que nadie se atrevió a cuestionarlas sin
recibir la sanción casi unánime de todo el cuerpo social.

La realidad social posterior al Proceso era compleja, en palabras de Puiggrós:

2
Después de siete años de deterioro y oscurantismo, la caída de la dictadura aflojó la
tensión y el miedo en las escuelas y en colegios (…) Las Fuerzas Armadas habían
reprimido las innovaciones que se habían comenzado a desarrollar a fines de los ´60 y
principios de los ´70. Frustró un proceso de cambio de los viejos rituales, contenidos,
costumbres y normas escolares que demandaban a gritos ser modernizados y
democratizados. Cuando la administración alfonsinista eliminó las normas represivas, lo
que se dio no fue el resurgimiento de las experiencias que había sido interrumpida sino
la sensación de un gran vacío. (Puiggrós, 1998: 135)

Desde el punto de vista social, en el contexto del “modelo aperturista” (Torrado, 2000),
surgió la presencia de nuevas identidades sociales como son los movimientos feministas y de
nuevas minorías, todas estas transformaciones van afectando las formas de vivir y de
construir las identidades de género. Los años 1980 del alfonsinismo traen el resurgimiento
del rock nacional, la apertura de bares y discotecas, la explosión de publicaciones
alternativas, moda, teatro, arte y música alejados de la censura de los años del gobierno
militar.

La sanción de la Patria Potestad en 1985, equiparó las relaciones sociales entre la mujer y
el hombre, estableciendo que los derechos y deberes sobre las personas y bienes de los hijos
corresponden conjuntamente al padre y a la madre. Sin duda, en materia social un punto de
discusión central y mirada crítica fue la sanción en 1987 de una ley que autorizaba el divorcio
vincular.

Un avance significativo en materia social fue la “Convención sobre todas las Formas de
Discriminación Contra la Mujer” de 1985 anticipando el Pacto San José de Costa Rica
aplicado en la Constitución de 1994, estableciendo la igualdad de género y la libertad en las
planificaciones familiares, pudiendo los mismos decidir libremente la cantidad de hijos e
intervalo entre los nacimientos, con los medios para ejercer ese derecho. No obstante, los
medios no aparecieron en la realidad social, como las normativas legales. Esta
institucionalización de los nuevos espacios la encontramos en la creación en 1984 de la
Dirección Nacional de Derechos Humanos y de la Mujer, ratificando la necesidad de terminar
con todas las formas de discriminación contra la mujer. En 1987 se creó la Subsecretaría de
la Mujer. En 1992 surgió el Consejo Nacional de la Mujer, encargado de aplica la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer. En 1993 se
reglamentó la ley de cupo femenino, votada en 1991, estableciendo en los partidos políticos
un mínimo del treinta por ciento de mujeres para los cargos de representación.

En materia de salud pública el radicalismo no contó con grandes cambios ya que no


prosperó el Seguro Nacional de Salud, que reordenaría a los trabajadores no afiliados a
sistemas de medicina prepaga. El gobierno justicialista en 1992 a través del decreto 1.269,
procedió a la descentralización administrativa del sector público de salud, transfiriendo a las
provincias y municipios treinta hospitales de la Nación.
3
Los cambios en el sistema educativo
Por otro lado, en materia educativa, el período neoliberal desarrolló un programa de
alfabetización masiva, se atacaron los mecanismos represivos que anidaban en el sistema
escolar y se abrieron los canales para discutir contenidos y formas, lo que debía culminar en
un Congreso Pedagógico, que como cien años atrás, determinaría que educación quería la
sociedad (Romero, 2001). La sociedad se pronunció en el Congreso por una educación
democrática.

El 31 de julio de 1984, por decreto 2.308, se creó la Comisión Nacional de Alfabetización


Funcional y de Educación Permanente, un año después se estableció el Plan Nacional de
Alfabetización con el objeto de erradicar el analfabetismo y posibilitar el establecimiento
permanente de la educación de adultos. En efecto, se organizaron 6.000 centros de
alfabetización en todo el país y en cada provincia se estableció una Junta Coordinadora,
integrada por pedagogos encargados de relevamientos y control del personal capacitador.

En este marco histórico, el Episcopado Argentino dió a conocer el documento Educación y


Proyecto de vida, que consta de tres partes: la primera se refiere al quehacer educativo, la
segunda al sistema educativo y la tercera a la misión educativo- pastoral de la Iglesia
(Ramallo, 2002). En una clara postura defensora de un cambio en el sistema educativo,
observamos cómo distintos actores sociales se pronuncian a favor del replanteamiento
educativo.

En el discurso de apertura de la Asamblea Pedagógica Nacional, realizado por el presidente


Raúl Alfonsín, encontramos la importancia de dicho Congreso:

Es para mí un honor excepcional participar de esta etapa conclusiva de la Asamblea


Pedagógica Nacional, (…) siento con orgullo que estamos empezando a enfrentar juntos
uno de los mayores desafíos de la democracia argentina en su pasaje de crecimiento a la
modernidad y en general, a los requerimientos del nuevo siglo: la construcción de un
nuevo sistema educativo que satisfaga, a la vez, nuestra tradición, nuestro presente y
nuestras esperanzas (…) Libertad de enseñar y aprender e igualdad de oportunidades en
el acceso al saber socialmente relevante no son pasos sucesivos en una secuencia
causal, cualquiera sea el termino que se privilegie, son dos caras inseparables de una
misma moneda (…) El Estado, como instrumento de la sociedad toda, no puede
desentenderse de esta doble responsabilidad. Discurso pronunciado por el Presidente
de la Nación Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, en el acto de apertura de la Asamblea (Nacional)

Entre los principales aspectos del Congreso Pedagógico se encuentran crear un estado de
opinión en torno a la importancia y trascendencia de la educación en la vida de la República,
y valorar las opiniones de las personas y sectores interesados en el ordenamiento educativo
y su desenvolvimiento, plantear, estudiar y dilucidar los diversos problemas, dificultades,
limitaciones y defectos que enfrenta la educación (Ramallo, 2002). Las conclusiones se
4
aprobaron en una Asamblea Pedagógica Nacional en la provincia de Córdoba el 6 de marzo
de 1988 por acuerdo mayoritario:

Después de casi tres años de trabajo y próximo el momento de extraer conclusiones de


la deliberación pública, la Comisión Organizadora Nacional siente con satisfacción que
más allá de las sospechas sembradas sobre sus aviesas motivaciones se encuentra
próximo el logro de los claros objetivos para los que fue creado (…). Una adecuada
legislación educacional, una estructura y un gobierno apropiados, una distribución más
justa de sus beneficios, un esfuerzo consciente de toda la Nación para financiarlo, la
formación integral de nuestros jóvenes y niños son metas que sólo pueden unir a todos
los argentinos de buena voluntad. En este entendimiento hemos venido actuando desde
los diferentes partidos políticos y convicciones filosóficas a las que pertenecemos.
Convocatoria al Congreso Pedagógico Nacional, 2 de febrero de 1988.

En lo que concierne a la familia, en el Proyecto Pedagógico Nacional, se planteó que el


agente educador por naturaleza, el más importante es la familia, como núcleo social básico.
Se deberá reafirmar el principio de que los padres son los primeros y principales educadores,
por derecho de sus hijos, con la posibilidad de elegir el tipo de educación que res ponda a sus
propias creencias (Ramallo, 2002).

En los aspectos formales se propuso cambiar la nomenclatura de nivel primario por nivel
inicial, imponiendo la obligatoriedad de una escolaridad básica que se inicie a los cinco años.
El sistema primario se declaró obligatorio, gratuito y graduado en siete años, superando así
la mayoría de los países latinoamericanos como Colombia, que duraban cinco años y Costa
Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, que duraban seis. Sólo Bolivia, Brasil y Chile se extendían a
ocho años. Seis años era la edad de incorporación obligatoria, el egreso debería suceder a
los doce años, y se podía extender hasta los catorce para el caso de repitentes o
incorporaciones tardías.

Se acordó también la necesidad de un sistema educativo efectivamente articulado tanto


vertical como horizontal, permitiendo el tránsito de un nivel a otro sin generar problemas de
deserción y de repetición. En cuanto al currículo, se resolvió que será flexible, abierto e
interdisciplinario, se adecuará al contexto socio-cultural de cada región respetando la unidad
del sistema educativo nacional (Ramallo, 2002).

En el campo educativo- cultural la presencia de la libertad de expresión permitió el


desarrollo plural de la opinión, la difusión de revistas y medios de comunicación,
favoreciendo la pluralidad de enfoques y apertura a nuevas realidades sociales. El gobierno
radical terminó con el control policial a estudiantes y docentes, disminuyendo las
restricciones a la escuela media y a las universidades. En la Universidad y en grupos de
investigación, regresaron los intelectuales y científicos, exiliados en el período dictatorial,
elevando la calidad académica en algunas universidades, como por ejemplo, la de Buenos
Aires, intelectualizando la vida política. El gobierno radical respetó el derecho a huelga de los
5
docentes, restableció la autonomía universitaria, el gobierno de los claustros, la libertad de
cátedra y reinstaló el sistema de concursos.

Esta época que se extiende desde los años ochenta hasta los primeros años de los noventa,
se caracterizó por las grandes movilizaciones populares, encendidos debates intelectuales e
importantes disputas políticas. Fue una época donde “las esperanzas de cambio estaban
puestas en la capacidad de la política de regenerar el tejido de la sociedad argentina
quebrantado por la dictadura” (Reano y Smola, 2013).

En todo el país entre 1983 y 1987 se duplicó el número de estudiantes universitarios,


creció un 27% el alumnado en la enseñanza media y en un 14% el de la educación primaria.
El número de niños de educación preescolar se duplicó, la cantidad de alumnos inscriptos en
establecimientos del Consejo Nacional de educación Técnica (CONET) se elevó de 182.750 a
219.053 en 1987 (Puiggrós, 1998).

El reclamo popular aparece expresado en la importante presencia que adquieren los


Organismos de Derechos Humanos y movimientos como Las Abuelas de Plaza de Mayo 2
que, con su ronda semanal, reclamaban por sus hijos desaparecidos en tiempos del
gobierno militar. No obstante, la "Ley de Punto Final" y la "Ley de Obediencia Debida"3,
fueron una concesión a los militares, intentando detener la cadena de juicios,
fundamentando la necesidad de un acercamiento a las Fuerzas Armadas sustentado en la
teoría de la "Pacificación Nacional".

“Conocida esta etapa en sus inicios como la “Primavera democrática”, esta etapa fue
denominada luego por los hechos que generaron su desenlace (nos referimos especialmente
a los acontecimientos de la Semana Santa de 1987 y a la hiperinflación) la “década perdida” 4

2 Las Abuelas de Plaza de Mayo han editado su propio libro donde a través de una completa descripción se
narra la labor de estas abuelas a lo largo de estos últimos 30 años, en una lucha incesante por la búsqueda de
sus nietos han despertado en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas su aval incondicional,
ganado respeto y llamando la atención del mundo entero. Para profundizar véase: Abuelas de Plaza de Mayo
(2007) La Historia de Abuelas, 30 años de Búsqueda, Buenos Aires.
3
La Ley Punto Final establecía un plazo límite para enjuiciar a los represores, esta ley fue rechazada por gran
parte de la sociedad civil y de los organismos de Derechos Humanos. La ley de Obediencia Debida absolvía a los
militares de rango intermedio y menor acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura,
por considerar que habían actuado cumpliendo órdenes de sus superiores, como subordinados. No obstante,
estas leyes no incluían a los responsables de las apropiaciones de niños y por tal motivo las Abuelas de Plaza
de Mayo pudieron seguir actuando, aún con todas las causas archivadas, cerradas y sobreseídas.

4
Década perdida hace referencia a un concepto anunciado por la CEPAL para categorizar las economías
latinoamericanas de los años ´80, caracterizadas por procesos de transición de regímenes militares a
democracias, llevados a cabo con políticas económicas neoliberales en situaciones de crisis económica. A esta
década, en materia educativa se la asocia a una época de debates y diagnósticos, pero no a acciones efectivas o
6
(Reano y Smola, 2013). Concepto discutido por las autoras que reconocen la importancia de
los debates políticos e intelectuales de la democracia no sólo en nuestro país sino en
Latinoamérica, conceptualizando el termino democracia como “democracia de transición”,
relacionada con el proceso de apertura de la libertad política caracterizada por los debates y
uso de discursos, frutos de la movilización política e intelectual. Tomando a Reano y Smola
“alcanzar la democracia implicaba la recuperación de los derechos y las libertades civiles,
junto con ellos los derechos sociales” (Reano y Smola, 2013) 5.

En estos primeros años de apertura política, el país era casi puro espacio político (Reano y
Somola, 2013), donde los debates de los partidos políticos no lograron erigir un discurso
único en el contexto de la democracia naciente, “las palabras volvían a llenar este espacio de
discursos que circulaban nuevamente en libertad disputándose el sentido del pasado reciente
y del nuevo régimen político” (Reano y Smola, 2013). La democracia y la conceptualización
de transición democrática estaban en discusión permanente, aún así, la democracia fue
considerada una “gran conquista histórica”.

El fin del radicalismo: neoliberalismo y la nueva realidad económica


El año 1987, específicamente el episodio de la crisis militar de Semana Santa, marcó un
quiebre en el gobierno radical y demostró la fragilidad de su gestión, junto a un contexto
creciente de hiperinflación, devaluación monetaria y fracaso de las medidas económicas
como la “Primavera”. Lejos de estar “la casa en orden” 6, las elecciones del 14 de mayo de
1989 dieron un rotundo triunfo al Partido Justicialista, con la representación de un caudillo
tradicional y “antiélite” (Romero, 2001). Este acontecimiento histórico marcó una ruptura en
el “pacto” entre la ciudadanía argentina y el presidente Alfonsín (Reano y Smola, 2013)
suponiendo la desarticulación del sistema discursivo hasta el momento y la crisis de
legitimidad – representación. Con este marco histórico, dos años después, Carlos Saúl
Menem quedó consagrado presidente, con dos ideas fuertes en su campaña electoral: el
salariazo y la revolución productiva. Con la renuncia de Alfonsín se produjo el traspaso de
gobierno, seis meses antes del plazo constitucional.

transformaciones significativas. En efecto, se la identifica como un momento de estudio, no obstante, los


cambios vinieron después, con la reforma estructural del sistema educativo de los `90.

5
Reano y Smola analizan los discursos de campaña de Raúl Alfonsín en el estadio de Ferrocarril Oeste, el 30 de
septiembre de 1983.
6
La casa en orden fue una expresión utilizada por Raúl Alfonsín desde el balcón la Casa Rosada en el festejo de
Pascua el 19 de abril de 1987, para anunciar el fin del conflicto con el levantamiento de los carapintadas
dirigidos por el teniente coronel Aldo Rico, quien reclamaba una solución a los juicios militares. Poco después,
Alfonsín envía al Congreso la ley de Obediencia Debida, que sólo admitía el procesamiento de quienes se
desempeñaban en rangos superiores.

7
Entre las dificultades educativas que tuvo el gobierno radical y la ausencia de una política
transformadora del sistema educativo, Adriana Puiggrós (1998) enumera tres, la primera
realidad obedece a la presencia de sectores conservadores dentro del radicalismo, en
segundo lugar el gobierno radical no comprendió la necesidad estratégica de solucionar la
situación salarial de los docentes, produciéndose acontecimientos de rechazo como por
ejemplo el de la Marcha Blanca en 1988 7, y en tercer lugar la relación entre el Estado
Nacional y las provincias fue muy precaria. Todo esto, claro está, contextualizado en un
marco de hiperinflación y pobreza en las escuelas.

No obstante, los años ´90 no modificaron sustancialmente la situación:

“A lo largo de diez años de gobierno menemista los problemas se agudizaron y siguen


dominando el escenario: desempleo, reducción de salarios, profundización de la
desigualdad en el ingreso, agudización de la pobreza, la desnutrición y la desigualdad
social, dando lugar a la aparición de una nueva categoría social, la de los nuevos pobres
que se suman a los pobres estructurales, los que han comenzado a ubicarse por debajo
de la línea de pobreza. En este marco se plasman las tres leyes básicas de educación: La
Ley de Transferencia de Servicios Educativos de la Jurisdicción Nacional a las Provincias y
la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires”. (Pelayes, 2000)

En este período la economía se centró en la instalación de planes de privatización y se


decidió el pase a manos privadas de la compañía aérea Aerolíneas Argentina, de los
ferrocarriles, de la telefonía Entel, de canales 11, 13 y de YPF. Otras medidas resonantes del
período fueron la ley económica de convertibilidad, fruto de una política económica y social
de corte neoliberal en un contexto de globalización mundial.

En el contexto de crisis, el neoliberalismo se presentó en América Latina con una posición


hegemónica. La riqueza y el bienestar general, antes que responder a una voluntad política
colectiva, provienen del libre juego espontáneo del mercado. El Estado se retiró así de la
actividad económica y suprimió todos los controles que desde su poder intentaban
condicionar la libertad de las variables de la economía. Como sostiene Susana Torrado:
“Paradojalmente, el Partido Justicialista (…) que fuera el que había comenzado a desarrollar
el EB, fue también el ejecutor de su desmantelamiento” (Torrado, 2003).

Las dificultades económicas convergen con la pérdida de horizontes, en escepticismo y


mayores grados de violencia. En la nueva estructura social se agudizan las desigualdades y
crecen los sectores pauperizados. En efecto, nos encontramos con un contexto caracterizado

7 La "Marcha Blanca" se trató de una extensa huelga docente (se extendió casi por dos meses) que por su
contundencia y pasividad tuvo un fuerte impacto social y simbólico. Una de sus consecuencias más importantes
ha sido la asunción, tras largos años, de la identidad docente como trabajadores de la educación.

8
por la poca o nula presencia de un Estado fuerte, surgiendo como consecuencia un
distanciamiento entre las formas políticas y las voluntades sociales, generando la presencia
de movimientos sociales con propios rasgos participativos y de identificación, como
cooperativas o talleres comunitarios.

Por último, observamos que estos cambios y procesos históricos están enmarcados en un
contexto político-ideológico internacional de transformaciones aceleradas y contundentes
como son la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, el proceso de disolución y caída
de la URSS resultando como consecuencia el fin de la Guerra Fría en 1991, la era de la
globalización y del internet, el desarrollo en las comunicaciones, la profunda
reestructuración económica, impulsada por el salto tecnológico, la ola del neoliberalismo,
por un lado y la incertidumbre, desocupación y miseria por el otro.

Todos estos cambios mundiales permitieron la unificación del mercado mundial, aceleró
las tecnologías en comunicaciones e informática permitiendo flujos “instantáneos”. Existió a
partir de entonces un nuevo paradigma electrónico- informático, surgido de una “revolución
de la información”, producto de la globalización (Lauro, 2003). Así, la década de 1990
experimentó la globalización y regionalización a través de bloques de integración económica,
como por ejemplo el MERCOSUR para nuestra región, donde en palabras de Lauro (2003):
“es posible plantear la importancia de la regionalización como andamiaje para un mejor
posicionamiento en el contexto mundial”.

En materia económica los aspectos centrales de los años neoliberales que podemos ubicar
temporalmente desde los años 1976 se destacaron por las políticas económicas llamadas por
Rapoport (2007) como modelo rentístico- financiero marcados por el abandono del proceso
de sustitución de importaciones, la liberalización de la economía, la desregulación financiera
y la especulación sin precedentes, proceso que acompañaría a una fuerte
desindustrialización que se completaría durante los años 1990.

Cambios monetarios como el Plan Austral sancionado el 14 de mayo de 1985 por el


ministro de economía Sourrouille y las primeras políticas económicas menemistas centradas
en el congelamiento de los salarios, precios y tarifas de servicios públicos y supresión de
emisión monetaria para equilibrar el déficit fiscal, tampoco pusieron fin a la inflación
llevando a cabo un sinceramiento económico y ajuste parcial que llevarían a una reforma
impositiva más dura basada en los años 1990 en la política de privatizaciones y drástica
reducción de gastos, desmantelando toda posibilidad de la vuelta de un Estado interventor y
benefactor, tildado de costoso e ineficiente.

Las recetas de FMI, Banco Mundial y prestigiosos economistas coincidieron en plantear el


ajuste y la reforma. La ley de Emergencia Económica suspendió todo tipo de subsidios

9
acompañado por una Ley de Reforma del Estado que privatizó una extensa lista de empresas
estatales como Entel, Aerolíneas Argentinas, red vial, canales de televisión, ferrocarriles y
empresas petroleras.

No obstante, pese a las medidas de apertura económica y política recaudatoria a través de


la suba en el valor agregado e impuestos a las ganancias, en 1989, el país volvió a sufrir una
nueva hiperinflación. Erman González, asumió como ministro de economía tomando una
medida drástica, esto es, la apropiación por parte del Estado de los depósitos a plazo fijo,
cambiándolos por bonos en dólares a largo plazo, esta política se conoció con el nombre de
Plan Bonex.

Llegados los años 1991, y luego de escándalos por corrupción con el conocido Swiftgate, el
gobierno menemista decidió nombrar en el ministerio de economía a Domingo Cavallo,
quién aplicaría la Ley de Convertibilidad, estableciendo una paridad cambiaria fija, esto es,
un dólar equivaldría a un peso. Política que mejoró rápidamente los procesos inflacionarios y
produjo un reactivación económica, volviendo los capitales emigrados y descendiendo las
tasas de interés.

Entre 1991 y 1994, Argentina volvió a ser confiable para los inversores permitiendo al
Estado saldar su déficit. Esta política económica estuvo acompañada de la exhibición del
CUIT, el número tributario, como un nuevo número de identificación personal. Las provincias
por su parte, acompañaron la reducción de gastos estatales, firmando el Pacto Social.

En efecto el Producto Bruto creció, se expandió el consumo y la inflación cayó


drásticamente, aunque el 10 % de desocupación reflejaba las consecuencias de la política de
privatizaciones junto a una masiva llegada de productos importados que competía con la
industria local. La relativa estabilidad permitió la reelección presidencial del presidente
riojano. Aunque en 1996 ya se podían vislumbrar los efectos de la deuda externa: “los 60 mil
millones de dólares de 1992 se convirtieron en 100 mil en 1996”, (Romero, 2001: 288). Las
críticas se centraron en las recetas del Fondo Monetario Internacional, en la fuerte
dependencia externa y en la corrupción gubernamental.

El relevo de Cavallo por Roque Fernández, ortodoxo liberal, traerían nuevas inestabilidades
políticas y económicas que pronto se hicieron sentir en los años 1998 produciéndose una
importante recesión interna, aumento de la deuda y caída de los precios de exportación,
fomentando la trasnacionalización, donde varios bancos y empresas privadas fueron
compradas por corporaciones multinacionales. Estos acontecimientos junto a la disputa
política interna dentro del propio partido peronista prepararon el terreno para las nuevas
elecciones presidenciales de 1999, donde el triunfo fue por parte de la Alianza con la
fórmula De la Rua- Álvarez.

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Bibliografía

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