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Los resultados de las elecciones del 30 de octubre de 1983 reflejaron un cambio político, la
Unión Cívica Radical, con Ricardo Alfonsín como candidato a la presidencia obtuvo el 51,75 %
de los votos. El peronismo reunió el 40,16 % del electorado provocando una ruptura con la
política eleccionaria de los últimos cuarenta años.
El nuevo presidente Raúl Alfonsín prometía solucionar todos los problemas con la
democracia, pero el panorama económico era complicado, la economía se encontraba en
una situación de desgobierno y casi de caos, inflación desatada, deuda externa multiplicada
junto a un Estado carente de recursos, con serios problemas para resolver los reclamos
sociales, desde la educación o la salud unidos a una incapacidad de acción para dirigir la
crisis, mostraron un panorama desolador y futuro incierto para la sociedad argentina
(Romero, 2001).
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Durante estos últimos años un total de 117 de ellos lograron ser recuperados por sus familiares, en gran
medida gracias al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo.
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No obstante, el principal adversario político, el peronismo, se encontraba con una fuerte
crisis interna, incapaz de aportar soluciones inmediatas. Tomando a Suriano, observo un
cambio notable en Argentina en el último cuarto del siglo XX debido a las profundas
transformaciones en la economía, sociedad y campo político:
A partir de 1976 se fueron abandonado la política, que desde los años cuarenta,
privilegiaban el pleno empleo, la demanda del mercado interno como factor de
crecimiento sobre la base de la protección de la industria sustitutiva y el papel del Estado
como regulador del salario y como garante del bienestar de las personas mediante
diversas formas de prestaciones sociales. (Suriano, 2002: 13)
Así, el gobierno radical atribuyó una gran importancia a la política cultural y educativa,
destinada a remover el autoritarismo en las instituciones y en la conciencia.
En efecto, el contexto mundial era complicado, el mundo globalizado y cada vez más
unipolar desde los años 1980, las presiones de las políticas mundiales neoliberales que
pregonaban la reforma del Estado, la reducción del déficit fiscal, las privatizaciones, la
reconversión industrial y una excesiva libertad de mercado, marcaría los límites dentro de los
cuales se realizaría la transición democrática y condicionaría la consolidación de las
instituciones (Suriano, 2002: 21).
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Después de siete años de deterioro y oscurantismo, la caída de la dictadura aflojó la
tensión y el miedo en las escuelas y en colegios (…) Las Fuerzas Armadas habían
reprimido las innovaciones que se habían comenzado a desarrollar a fines de los ´60 y
principios de los ´70. Frustró un proceso de cambio de los viejos rituales, contenidos,
costumbres y normas escolares que demandaban a gritos ser modernizados y
democratizados. Cuando la administración alfonsinista eliminó las normas represivas, lo
que se dio no fue el resurgimiento de las experiencias que había sido interrumpida sino
la sensación de un gran vacío. (Puiggrós, 1998: 135)
Desde el punto de vista social, en el contexto del “modelo aperturista” (Torrado, 2000),
surgió la presencia de nuevas identidades sociales como son los movimientos feministas y de
nuevas minorías, todas estas transformaciones van afectando las formas de vivir y de
construir las identidades de género. Los años 1980 del alfonsinismo traen el resurgimiento
del rock nacional, la apertura de bares y discotecas, la explosión de publicaciones
alternativas, moda, teatro, arte y música alejados de la censura de los años del gobierno
militar.
La sanción de la Patria Potestad en 1985, equiparó las relaciones sociales entre la mujer y
el hombre, estableciendo que los derechos y deberes sobre las personas y bienes de los hijos
corresponden conjuntamente al padre y a la madre. Sin duda, en materia social un punto de
discusión central y mirada crítica fue la sanción en 1987 de una ley que autorizaba el divorcio
vincular.
Un avance significativo en materia social fue la “Convención sobre todas las Formas de
Discriminación Contra la Mujer” de 1985 anticipando el Pacto San José de Costa Rica
aplicado en la Constitución de 1994, estableciendo la igualdad de género y la libertad en las
planificaciones familiares, pudiendo los mismos decidir libremente la cantidad de hijos e
intervalo entre los nacimientos, con los medios para ejercer ese derecho. No obstante, los
medios no aparecieron en la realidad social, como las normativas legales. Esta
institucionalización de los nuevos espacios la encontramos en la creación en 1984 de la
Dirección Nacional de Derechos Humanos y de la Mujer, ratificando la necesidad de terminar
con todas las formas de discriminación contra la mujer. En 1987 se creó la Subsecretaría de
la Mujer. En 1992 surgió el Consejo Nacional de la Mujer, encargado de aplica la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer. En 1993 se
reglamentó la ley de cupo femenino, votada en 1991, estableciendo en los partidos políticos
un mínimo del treinta por ciento de mujeres para los cargos de representación.
Entre los principales aspectos del Congreso Pedagógico se encuentran crear un estado de
opinión en torno a la importancia y trascendencia de la educación en la vida de la República,
y valorar las opiniones de las personas y sectores interesados en el ordenamiento educativo
y su desenvolvimiento, plantear, estudiar y dilucidar los diversos problemas, dificultades,
limitaciones y defectos que enfrenta la educación (Ramallo, 2002). Las conclusiones se
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aprobaron en una Asamblea Pedagógica Nacional en la provincia de Córdoba el 6 de marzo
de 1988 por acuerdo mayoritario:
En los aspectos formales se propuso cambiar la nomenclatura de nivel primario por nivel
inicial, imponiendo la obligatoriedad de una escolaridad básica que se inicie a los cinco años.
El sistema primario se declaró obligatorio, gratuito y graduado en siete años, superando así
la mayoría de los países latinoamericanos como Colombia, que duraban cinco años y Costa
Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, que duraban seis. Sólo Bolivia, Brasil y Chile se extendían a
ocho años. Seis años era la edad de incorporación obligatoria, el egreso debería suceder a
los doce años, y se podía extender hasta los catorce para el caso de repitentes o
incorporaciones tardías.
Esta época que se extiende desde los años ochenta hasta los primeros años de los noventa,
se caracterizó por las grandes movilizaciones populares, encendidos debates intelectuales e
importantes disputas políticas. Fue una época donde “las esperanzas de cambio estaban
puestas en la capacidad de la política de regenerar el tejido de la sociedad argentina
quebrantado por la dictadura” (Reano y Smola, 2013).
“Conocida esta etapa en sus inicios como la “Primavera democrática”, esta etapa fue
denominada luego por los hechos que generaron su desenlace (nos referimos especialmente
a los acontecimientos de la Semana Santa de 1987 y a la hiperinflación) la “década perdida” 4
2 Las Abuelas de Plaza de Mayo han editado su propio libro donde a través de una completa descripción se
narra la labor de estas abuelas a lo largo de estos últimos 30 años, en una lucha incesante por la búsqueda de
sus nietos han despertado en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas su aval incondicional,
ganado respeto y llamando la atención del mundo entero. Para profundizar véase: Abuelas de Plaza de Mayo
(2007) La Historia de Abuelas, 30 años de Búsqueda, Buenos Aires.
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La Ley Punto Final establecía un plazo límite para enjuiciar a los represores, esta ley fue rechazada por gran
parte de la sociedad civil y de los organismos de Derechos Humanos. La ley de Obediencia Debida absolvía a los
militares de rango intermedio y menor acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura,
por considerar que habían actuado cumpliendo órdenes de sus superiores, como subordinados. No obstante,
estas leyes no incluían a los responsables de las apropiaciones de niños y por tal motivo las Abuelas de Plaza
de Mayo pudieron seguir actuando, aún con todas las causas archivadas, cerradas y sobreseídas.
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Década perdida hace referencia a un concepto anunciado por la CEPAL para categorizar las economías
latinoamericanas de los años ´80, caracterizadas por procesos de transición de regímenes militares a
democracias, llevados a cabo con políticas económicas neoliberales en situaciones de crisis económica. A esta
década, en materia educativa se la asocia a una época de debates y diagnósticos, pero no a acciones efectivas o
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(Reano y Smola, 2013). Concepto discutido por las autoras que reconocen la importancia de
los debates políticos e intelectuales de la democracia no sólo en nuestro país sino en
Latinoamérica, conceptualizando el termino democracia como “democracia de transición”,
relacionada con el proceso de apertura de la libertad política caracterizada por los debates y
uso de discursos, frutos de la movilización política e intelectual. Tomando a Reano y Smola
“alcanzar la democracia implicaba la recuperación de los derechos y las libertades civiles,
junto con ellos los derechos sociales” (Reano y Smola, 2013) 5.
En estos primeros años de apertura política, el país era casi puro espacio político (Reano y
Somola, 2013), donde los debates de los partidos políticos no lograron erigir un discurso
único en el contexto de la democracia naciente, “las palabras volvían a llenar este espacio de
discursos que circulaban nuevamente en libertad disputándose el sentido del pasado reciente
y del nuevo régimen político” (Reano y Smola, 2013). La democracia y la conceptualización
de transición democrática estaban en discusión permanente, aún así, la democracia fue
considerada una “gran conquista histórica”.
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Reano y Smola analizan los discursos de campaña de Raúl Alfonsín en el estadio de Ferrocarril Oeste, el 30 de
septiembre de 1983.
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La casa en orden fue una expresión utilizada por Raúl Alfonsín desde el balcón la Casa Rosada en el festejo de
Pascua el 19 de abril de 1987, para anunciar el fin del conflicto con el levantamiento de los carapintadas
dirigidos por el teniente coronel Aldo Rico, quien reclamaba una solución a los juicios militares. Poco después,
Alfonsín envía al Congreso la ley de Obediencia Debida, que sólo admitía el procesamiento de quienes se
desempeñaban en rangos superiores.
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Entre las dificultades educativas que tuvo el gobierno radical y la ausencia de una política
transformadora del sistema educativo, Adriana Puiggrós (1998) enumera tres, la primera
realidad obedece a la presencia de sectores conservadores dentro del radicalismo, en
segundo lugar el gobierno radical no comprendió la necesidad estratégica de solucionar la
situación salarial de los docentes, produciéndose acontecimientos de rechazo como por
ejemplo el de la Marcha Blanca en 1988 7, y en tercer lugar la relación entre el Estado
Nacional y las provincias fue muy precaria. Todo esto, claro está, contextualizado en un
marco de hiperinflación y pobreza en las escuelas.
7 La "Marcha Blanca" se trató de una extensa huelga docente (se extendió casi por dos meses) que por su
contundencia y pasividad tuvo un fuerte impacto social y simbólico. Una de sus consecuencias más importantes
ha sido la asunción, tras largos años, de la identidad docente como trabajadores de la educación.
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por la poca o nula presencia de un Estado fuerte, surgiendo como consecuencia un
distanciamiento entre las formas políticas y las voluntades sociales, generando la presencia
de movimientos sociales con propios rasgos participativos y de identificación, como
cooperativas o talleres comunitarios.
Por último, observamos que estos cambios y procesos históricos están enmarcados en un
contexto político-ideológico internacional de transformaciones aceleradas y contundentes
como son la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, el proceso de disolución y caída
de la URSS resultando como consecuencia el fin de la Guerra Fría en 1991, la era de la
globalización y del internet, el desarrollo en las comunicaciones, la profunda
reestructuración económica, impulsada por el salto tecnológico, la ola del neoliberalismo,
por un lado y la incertidumbre, desocupación y miseria por el otro.
Todos estos cambios mundiales permitieron la unificación del mercado mundial, aceleró
las tecnologías en comunicaciones e informática permitiendo flujos “instantáneos”. Existió a
partir de entonces un nuevo paradigma electrónico- informático, surgido de una “revolución
de la información”, producto de la globalización (Lauro, 2003). Así, la década de 1990
experimentó la globalización y regionalización a través de bloques de integración económica,
como por ejemplo el MERCOSUR para nuestra región, donde en palabras de Lauro (2003):
“es posible plantear la importancia de la regionalización como andamiaje para un mejor
posicionamiento en el contexto mundial”.
En materia económica los aspectos centrales de los años neoliberales que podemos ubicar
temporalmente desde los años 1976 se destacaron por las políticas económicas llamadas por
Rapoport (2007) como modelo rentístico- financiero marcados por el abandono del proceso
de sustitución de importaciones, la liberalización de la economía, la desregulación financiera
y la especulación sin precedentes, proceso que acompañaría a una fuerte
desindustrialización que se completaría durante los años 1990.
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acompañado por una Ley de Reforma del Estado que privatizó una extensa lista de empresas
estatales como Entel, Aerolíneas Argentinas, red vial, canales de televisión, ferrocarriles y
empresas petroleras.
Llegados los años 1991, y luego de escándalos por corrupción con el conocido Swiftgate, el
gobierno menemista decidió nombrar en el ministerio de economía a Domingo Cavallo,
quién aplicaría la Ley de Convertibilidad, estableciendo una paridad cambiaria fija, esto es,
un dólar equivaldría a un peso. Política que mejoró rápidamente los procesos inflacionarios y
produjo un reactivación económica, volviendo los capitales emigrados y descendiendo las
tasas de interés.
Entre 1991 y 1994, Argentina volvió a ser confiable para los inversores permitiendo al
Estado saldar su déficit. Esta política económica estuvo acompañada de la exhibición del
CUIT, el número tributario, como un nuevo número de identificación personal. Las provincias
por su parte, acompañaron la reducción de gastos estatales, firmando el Pacto Social.
El relevo de Cavallo por Roque Fernández, ortodoxo liberal, traerían nuevas inestabilidades
políticas y económicas que pronto se hicieron sentir en los años 1998 produciéndose una
importante recesión interna, aumento de la deuda y caída de los precios de exportación,
fomentando la trasnacionalización, donde varios bancos y empresas privadas fueron
compradas por corporaciones multinacionales. Estos acontecimientos junto a la disputa
política interna dentro del propio partido peronista prepararon el terreno para las nuevas
elecciones presidenciales de 1999, donde el triunfo fue por parte de la Alianza con la
fórmula De la Rua- Álvarez.
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Bibliografía
Landi, O. (1985) El discurso sobre lo posible: la democracia y el realismo político. CEDES, Bs.
As.
Lauro, Elsa “La globalización” En: AA.VV. (2003) Occidente y su legado. Una Historia II, UADE
Temas, Bs. As.
Puiggrós, Adriana (1998) ¿Qué pasó en la educación argentina? Desde la conquista hasta el
menemismo. Colección Triángulos pedagógicos, Ed. Kapelusz, Bs. As.
Rapoport, Mario (2006) El viraje del siglo XXI. Deudas y desafíos de la Argentina, América
Latina y el mundo, Norma, Buenos Aires.
Reano, A. y Smola J. (enero- junio 2013) “30 años de democracia, debates sobre los sentidos
de la política en la transición argentina”. Revista Estudios N° 29, Bs. As.
Suriano, J. (2002) Nueva Historia Argentina, Tomo X: “Dictadura y democracia (1776/ 2001)”,
Ed. Sudamericana, Bs. As.
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