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Psicología.
sexualidad femenina”
D.N.I.: 41916629
D.N.I.: 35185846
ÍNDICE:
Agradecimientos
1.2 Objetivos
2. Metodología……………………………………………………………...…………pág 9
3. Desarrollo
4. Conclusión…………………………………………………………………………pág 24
5. Bibliografía………………………………………………………………………...pág 27
Tema:
psicoanalítica.
2
Agradecimientos
En primer lugar, agradecerle a mi familia por enseñarme que por más que la vida se
ponga difícil, vale la pena seguir peleando por lo que uno desea. Gracias mamá, gracias papá
por el inmenso apoyo en estos años, y en toda la vida. Gracias por acompañar mi camino.
Aires que me ha acogido desde los inicios de este camino y se ha convertido en mi segundo
hogar. Me permitió encontrarme con mi pasión, conmigo misma, ahora desde lo profesional.
Gracias a Florencia Topper, mi tutora y mi guía en este proceso que concluye tantos
años de esfuerzo. Gracias Flor por acompañarme, por compartir conmigo todo tu
conocimiento, por lo excelente profesional que sos y por impulsarme a disfrutar cada
coincidido todos estos años. Por haberme acompañado y aconsejado. Por haber transitado
enseñarme la clase de profesional que quiero ser. Sin tu ayuda esto no hubiera sido posible.
3
1. Presentación del tema
el psicoanálisis sobre la sexualidad femenina, tópicos que han sido trabajados desde los
inaugura un decir posible sobre la sexualidad, a la vez que introduce una forma de pensarla
La pregunta por el “qué implica ser mujer” lleva siglos poniendo en jaque a las
diferentes ciencias y teorías que han intentado encontrar un modelo que describa a “la mujer”.
Freud, por su parte, se ha empeñado en dar una respuesta al interrogante sobre lo femenino a
partir de un análisis del desarrollo psicosexual de la niña. Sin embargo, intentar definir la
figura de “la mujer” dentro de la teoría psicoanalítica implicaría tener en cuenta los
numerosos reposicionamientos que este corpus teórico ha realizado en sus más de ciento
el que se inicia esta teoría, para finalmente repensar estos conceptos desde los nuevos aportes
4
que plantean los autores contemporáneos. Para ello se analizará la obra freudiana desde sus
escritos iniciales tales como “Estudios sobre la histeria” (1895), “Tres ensayos de una teoría
sexual” (1905), “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” (1908), “Sobre las
teorías sexuales infantiles" (1908), realizando un contrapunto con los postulados finales de su
teoría en escritos como “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los
sexos” (1925), “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), “33ª conferencia. La
interminable” (1937).
esbozadas por Sigmund Freud y Jacques Lacan a lo largo de su enseñanza, así como la de los
5
1.2 Objetivos
sexualidad.
● Explicitar qué entiende la teoría freudiana por “sexualidad infantil” y cómo esta es
femenina.
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1.3 Estado del arte
retoma las reformulaciones que Lacan hace de la teoría freudiana acerca de la sexualidad
femenina. En este escrito la autora va a plantear que el deseo de la madre, el goce de la madre
y el goce femenino no deben leerse como sinónimos dentro de lo que hace al campo de la
sexualidad femenina. Para ella “el deseo está articulado a la falta y el goce femenino no”
(Aksman; 2015, p. 31), es decir que el deseo de la madre está dirigido a un Otro -el hijo-,
mientras que el goce femenino carece de objeto. Aksman va a remarcar entonces que es
erróneo universalizar la idea de que la mujer se realiza como tal en tanto madre. Esta
del saber sobre la mujer. Dirá la autora (2015) “Allí donde nada responde, se sutura con el
Para María Pía Costa (2016) los postulados freudianos acerca de las posibles salidas
del complejo de Edipo en la niña no son del todo “desencaminados” (pg. 26). La clínica
ofrece hartas pruebas de ello. Sin embargo, en la actualidad, la autora propone que existen
psicosexual de la mujer. Sin embargo, Costa (2016) deja entrever en su escrito que algo
evolución de su desarrollo psicosexual le plantea complejidades que tiene que resolver, y que
están ligadas específicamente a su género y a su sexualidad” (Costa; 2016, pg. 26). Acontece
en la niña una tarea completamente diferente a la del niño al momento de arreglárselas con su
sexualidad.
Por otro lado, Graciela Flores, Diana Poblete y Zunilda Campo (2016) van a proponer
una perspectiva que vincule la teoría freudiana de la sexualidad femenina con los estudios de
7
género que han ido tomando mayor relevancia en los últimos años. Para las autoras, la
sexualidad -femenina y masculina- no está determinada por los caracteres anatómicos sino
por los ideales psicosociales que existen alrededor de cada género (Flores, G.; Poblete D.;
Campo, Z.; 2016). Van a referir entonces que son las figuras parentales quienes “a partir de un
cuerpo real, adscriben un rol binario dentro del cual el sujeto se debe ubicar: masculino o
femenino” (pg. 35). Sin embargo, las autoras remarcan que desde una lectura psicoanalítica
puede observarse que el sujeto infante y luego adulto, está lejos de ubicarse dentro de ese
binarismo del lenguaje que prescribe cómo vivir la sexualidad. La conformación de una
sexualidad normada corresponde a los ideales de una cultura que intenta ubicar un saber
universal sobre ello y que nada tiene que ver con una biología prescriptiva.
todos los ámbitos de la vida de la mujer. Dice al respecto retomando lo propuesto por J.
Butler (1990) “La castración consumada en la niña y el privilegio social del pene no son
disposiciones naturales sino que las disposiciones están destinadas, establecidas y afianzadas
por una prohibición, diré:a gozar” (Rutenberg, S., 2019, pg. 34). La cultura invita a pensar
que aquella mujer que goza, sobre todo sexualmente, es una mujer fálica y masculina, que ha
impone.
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2. Metodología
órden cualitativa.
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3. Desarrollo
Desde el comienzo de la teoría psicoanalítica Freud logró identificar como uno de los
del aparato psíquico. Freud (1905) anticipa en los comienzos de su escrito “Tres ensayos de
una teoría sexual” que las psiconeurosis encuentran su fundamento en fuerzas pulsionales de
carácter sexual. Para el autor “los síntomas son la práctica sexual de los enfermos” (Freud, S.,
1905, pg. 148). Ellos reflejan la metamorfosis que atraviesa la sexualidad en las múltiples
psiquismo humano, Freud enuncia y define la característica principal que la aparta del
propiamente humano no es el instinto como en el mundo animal, sino, lo que rige la vida
paradigma en el modo de interpretar el devenir sexual de los sujetos, a la vez que amplía el
somático, como un representante psíquico, de los estímulos que provienen del interior del
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cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo
anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal” (Freud, S., 1915, pg. 117). La
objeto exterior que cancele el esfuerzo para así alcanzar el placer de órgano. De este modo,
Pues entonces, para establecer un contrapunto con el modo de descarga que existe
frente a los estímulos fisiológicos, Freud acentúa la diferencia que las pulsiones producen en
satisfacción. La huida deja de ser una opción factible cuando los estímulos provienen del
interior del propio cuerpo. En este sentido, lo que el autor intenta dejar en claro es que, a
constante de excitación interna que únicamente puede alcanzar su meta “(...) cancelando el
Tanto fuente como meta son dos de los cuatro elementos que componen la pulsión. A
ellos los siguen el esfuerzo, definido como “su factor motor, la suma de fuerza o la medida de
la exigencia de trabajo que ella representa” (Freud, S., 1905, pg. 117), y el objeto. Este es,
quizá, el elemento fundamental de este nuevo paradigma a partir del cual pensar la sexualidad
humana.
De acuerdo con lo propuesto por el autor, el objeto es “aquello en o por lo cual -la
pulsión- puede alcanzar su meta” (ídem., pg. 118). El hecho de que no exista un objeto
esencialmente humano del instinto animal y dotar así al sujeto de una capacidad específica
que excede la concepción biologicista con la que se pensaba la sexualidad humana hasta el
momento.
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Tal y como Freud (1915) lo indica, el objeto es aquello en y por lo cual la pulsión
logrará alcanzar su meta que es, en sí, la satisfacción (pg. 118). Al no existir entonces un
objeto predeterminado para la pulsión, este puede ser permutado repetidas veces a lo largo de
la vida anímica del sujeto en concordancia con las aptitudes que tenga para posibilitar la
Sin embargo, es preciso ubicar que, si bien el objeto es lo más variable de la pulsión,
existe en todo sujeto una determinación inconsciente que va a dirigir la libido influyendo así
en la elección de objeto del adulto. Estas fijaciones, como las llama Freud en su Conferencia
producen cuando, al sucederse las etapas libidinales del desarrollo, la libido tropieza con una
dificultad externa y entonces realiza el camino regrediente a una etapa anterior en la que
había encontrado ya satisfacción. El autor explica que “de cada aspiración sexual separada,
que partes de ella queden retrasadas en estadios anteriores del desarrollo, por más que otras
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3.2 ¿Pulsión sexual o sexualidad de la pulsión?
autoconservación), por un lado, y las pulsiones sexuales, por otro. Sin embargo, y en lo
propio de su estilo literario, Freud advierte al lector que esta clasificación es una “mera
construcción auxiliar que sólo ha de mantenerse mientras resulte útil (...)” (Freud, S., 1915,
pg. 119).
teorías e hipótesis a medida que la brújula que la clínica le ofrecía como guía fuera
ratificando, o no, sus conclusiones. De este modo, en escritos posteriores, el autor reformulará
este supuesto al suponer una división entre pulsiones que, al fin y al cabo, corresponden todas
ellas a un mismo orígen y funcionan a partir de una misma energía sexual: la libido. Este
“Introducción del narcisismo” (1914) cuando se propone al Yo como primer objeto de amor.
Este Yo libidinizado y tomado como objeto de amor a partir del cual las pulsiones sexuales se
En este punto cabría preguntarse, si la pulsión es una fuerza constante que pulsa al
psiquismo a la búsqueda de placer y pone en marcha el circuito del deseo ¿no es ella, -y la
sexualidad en sí misma- uno de los mecanismos de autoconservación con los que el sujeto
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No obstante esta diferenciación, las pulsiones se caracterizan por ser originariamente
una unidad cuando, una vez atravesada la pubertad, se unifican al servicio de la función de
Ahora bien, ¿puede hablarse de una finalidad única para la sexualidad? ¿Es posible
afirmar que la sexualidad humana se pone en algún momento del desarrollo libidinal, al
la maternidad. Sin embargo, bien ha demostrado el psicoanálisis que la sexualidad para nada
sexual con el sexo masculino. Dice al respecto “siendo la maternidad el destino y lo esperable
de las mujeres, resulta paradójico que el embarazo resulte una amenaza (...) para prohibir las
se trata de aquel que pone en juego la estructura misma de la subjetividad humana. Un placer
que define, en este caso, a la mujer como tal y la dota de un libre albedrío paradójico. Tal y
como lo señala Andrea Vilanova (2020) “Con Freud, es lo sexual lo que da las cartas,
marcadas sí, pero no todas, en aquello que se escribe en términos de coordenadas para un
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Desde esta mirada teórico clínica, las salidas del complejo de Edipo que propone el
autor vienés para el caso de la niña, no implican necesariamente la maternidad como fin
último. El psicoanálisis introduce la posibilidad de “algo más” para la mujer que un hijo. El
precisamente por la contradicción que se produce entre la exigencia de la vida pulsional, que
recurso frente a las aspiraciones pulsionales que contrarían las barreras represivas
introyectadas como diques. Dirá Freud (1905) “Es entre el esforzar de la pulsión y la acción
150).
sexualidad humana constituye el basamento a partir del cual se estructurará el psiquismo del
sujeto dividido. Un psiquismo escindido a consecuencia del deseo que aparece como ese resto
partir de una fuerza pulsionante de índole sexual y libidinosa. Deseo sexual que, para la
15
3.3 Una revolución sexual
pensamiento que inaugura Freud, continúan aún hoy vigentes y son fuente de diversos
debates. Entre estas múltiples conceptualizaciones una de las más importantes fue el
Hablar de una sexualidad infantil, con el agregado del paralelismo que el autor
encontró inicialmente entre la vida sexual de la niña y la del niño, implicó un giro en sus
postulaciones referidas a la constitución subjetiva de las personas. Tanto es así que, estas
postfreudianos luego, condujeron a una reivindicación del carácter estructurante que implica
pubertad o en el inicio de la vida adulta, pues si bien se reconoce que los seres humanos
nacen y viven con un sexo, son asumidos por lo general como asexuados durante la infancia"
(Fader, R., Pacheco G., 1994, párr. I). Esta imposibilidad del adulto de percibir en el niño(a)
exploración de sí mismo y el propio cuerpo. Ante esto, Freud (1905) interpreta que existe por
1
Se habla aquí de re-descubrimiento puesto que es válido considerar que el psicoanálisis, en sí, no
descubre la saxualidad infantil como fenómeno nuevo, sino que demuestra la presencia de dicho
fenómeno desde los inicios de las sociedades humanas.
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parte del adulto una amnesia producto del proceso represivo que acontece a partir de las
es “perversa y polimorfa”. Dice Freud (1905) al respecto: “es instructivo que bajo la
pulsional que escapa a la conducta sexual normativa que la cultura establece como la
genitalidad y el fin reproductivo. En “Tres ensayos de una teoría sexual” Freud menciona
“La unión de los genitales es considerada la meta sexual normal en el acto que se
designa como coito y que lleva al alivio de la tensión sexual y a la extinción temporaria de la
acto sexual más normal se anuncian los esbozos de aquello que, si se desarrolla plenamente,
lleva a las aberraciones que han sido caracterizadas como perversiones” (Freud, S., 1905,
pg. 136).
Para el autor, durante los primeros años de vida las niñas y los niños obtienen
gratificación sexual de fuentes muy diversas. Las pulsiones se dirigen hacia cualquier objeto
que pueda proporcionar placer y todas las partes del cuerpo son susceptibles de recibir
gratificación constituyendo así diferentes zonas erógenas. Por tanto, describir a la sexualidad
infantil como “perversa polimorfa” implica que los niños y las niñas cuentan con la capacidad
de sentir placer sexual de diversos modos que se alejan de la norma cultural establecida. Así,
17
todos los sujetos. El complejo de Edipo, fase cúlmine de la sexualidad infantil, pone de
manifiesto esta bisexualidad. Freud (1923) hablará de un complejo de Edipo “más completo,
duplicado, negativo y positivo, dependiente de la bisexualidad constitutiva del niño” (pg. 34).
polimorfa y que reviste de una bisexualidad constitutiva a todos los sujetos en los primeros
años de vida, sería válido preguntarse ¿cómo se deviene mujer? ¿Qué características asume la
18
3.4 Constitución femenina:
Simone De Beauvoir.
Una vez planteada una sexualidad infantil que reviste características similares tanto
para la niña como para el varón, y la propuesta de una bisexualidad constitutiva para todo
constituye la femeneidad?
Sin embargo, con el correr de las décadas y el desfile de nuevos postulados que
intención de esta pregunta. “El tratamiento de la feminidad por parte de los posfreudianos se
los pasos a seguir para devenir mujer. Esta teoría analítica y su modo de hacer clínica, nada
frente a esto afirmando que “el psicoanálisis, por su particular naturaleza, no pretende
describir qué es la mujer —una tarea de solución casi imposible para él—, sino indagar cómo
deviene, cómo se desarrolla la mujer a partir del niño de disposición bisexual” (Freud, S.,
19
Pues entonces, para intentar acercarse a una respuesta preliminar al respecto, Freud
propuso la femeneidad como uno de las salidas posibles del Complejo de Edipo2 para la niña.
El autor supone en la niña y en el varón una etapa cúlmine del período en el que
impera la sexualidad infantil, el Complejo de Edipo. Este es definido como “la ligazón
afectiva con el progenitor del sexo opuesto y la actitud de rivalidad hacia el del mismo sexo,
varón. Para ella también la madre fue su primer objeto de amor (Freud, S., 1925, pg. 227). La
mujer tendrá entonces, para devenir como tal, dos tareas adicionales que convierten en
inaprehensible al saber científico la verdad sobre la femeneidad. Ella debe permutar su zona
erógena rectora en la infancia así como su objeto de amor primordial (Freud, S., 1905, pg.
202). La niña debe renunciar al clítoris como zona genital originalmente privilegiada y dar
paso a que la vagina se constituya como tal. A su vez, debe abandonar, a consecuencia del
este modo “la sexualidad femenina aparece en Freud como una sexualidad complicada,
precisamente porque tiene que ir en contra de la corriente, en contra del objeto primordial”
todos los sujetos: el pene4, que se eleva a estatuto simbólico como falo. El autor indica que
“para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un
2
Freud, S., «33ª conferencia. La feminidad» (1932), Obras Completas, Vol. XXII, Amorrortu Editores,
Bs. As., 2001, pp. 104-125.
3
Freud, S., «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925),
Obras Completas, Vol. XIX, Amorrortu Editores, Bs. As., 2001, pp. 259-276.
4
Freud, S., «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908), Obras Completas, Vol. IX, Amorrortu
Editores , Bs. As., 2001, pp. 183-202.
20
primado genital, sino un primado del falo” (Freud, S., 1923, pg. 146). A partir de esta
observación, Freud desarrolla como una de las teorías sexuales infantiles, la “premisa
universal del pene”5. Con esta premisa intenta ubicar que la niña, al igual que el varoncito, en
sus primeros años de vida cree que ella es también poseedora del pene, constituyendo así su
fantasía fálica.
Ahora bien, frente al encuentro real con esta diferencia, ella se asume castrada y culpa
a su madre por haberla traído al mundo defectuosa. “En el acto se forma su juicio y su
decisión. Ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo” (Freud, S., 1925, pg. 271). De
este modo, se ve obligada a abandonar a la madre como objeto de amor y sustituirla por el
como un enigma porque se ha enfrentado desde los inicios a la carencia. En ella la falta es
aceptada y aparece como el paso previo a partir del que poder construir su deseo. Ahora bien,
el psicoanálisis no habla de una falta real en la mujer. A la mujer no le falta nada. “Las
mujeres envidian, no porque les falte una libra de carne, sino que la envidia es el modo en que
Pues entonces, una vez asumida la castración, la niña dirige su interés al padre de
quien piensa que puede obtener un sustituto del pene. “La muchacha se desliza (...) del pene
al hijo; su complejo de Edipo culmina en el deseo (...) de recibir un hijo del padre, de parirle
un hijo” (Freud, S., 1924, pg. 186). Se produce así la ecuación simbólica pene=hijo y se
inaugura la envidia del pene como modalidad de vinculación para con el varón.
5
Freud, S., «Sobre las teorías sexuales infantiles» (1908), Obras Completas, Vol. IX, Amorrortu
Editores , Bs. As., 2001, pp. 183-202
21
3.5 La roca viva de la Castración6
Lacan (1958) reformula la teoría freudiana de la envidia del pene y propone pensar
dos posiciones deseantes en relación a este en su dimensión simbólica: ser o tener el falo (pg.,
98). Sin embargo, ya desde Freud puede entenderse que el pene como órgano no encarna la
marcar las diferentes posiciones sexuadas. El falo es entonces "el significante del deseo del
Otro" (ídem, pg, 673). Su función es la de hacer signo del otro sexo, hacer lazo entre ambas
posiciones frente al deseo. De este modo, la mujer va a ser pensada por Lacan como ese Otro,
del que nada puede decirse (Lacan, J., 1972 , pg. 15).
A partir de ello propone en el Seminario 20, Aún, el aforismo “La mujer no existe”
(pg., 90). Con esto intenta explicar que es ese Otro no barrado lo que no existe, que no hay
un Otro que no esté atravesado por la falta, que no esté inmerso en el lenguaje. Un lenguaje
que agujerea en lo real a todo sujeto, que inscribe la falta -la castración, en términos
freudianos-; y es esa castración la que instaura las posiciones deseantes de la que habla el
(1937), Freud concluye que uno de los supuestos que constituyen la roca de la castración
responde a la complejidad que supone “en la mujer, la envidia del pene (...) y para el hombre,
la revuelta contra su actitud pasiva o femenina hacia otro hombre” (pg. 252).
6
Freud, S., «Análisis terminable e interminable» (1937), Obras Completas, Vol. XXIII, Amorrortu
Editores , Bs. As., 2001, pp. 211-255.
22
Femeneidad y masculinidad se traducen entonces como puntos irreductibles en todo
castración no se corresponden en sí con una lógica anatómica, forman parte de la lógica fálica
introducida por el lenguaje. Esta forma en la que se plasma la falta de objeto7, transforma ese
goce en uno significantizado al que Freud llamó “deseo”. Sin embargo, de ese goce
significantizado queda un resto que siempre insiste, un goce imposible de negativizar. A ese
goce Lacan lo llama el goce femenino. Dice el autor al respecto “la sexualidad femenina
aparece como el esfuerzo de un goce envuelto en su propia contigüidad (de la que tal vez toda
circuncisión indica la ruptura simbólica) para realizarse a porfía del deseo que la castración
libera en el hombre dándole su significante en el falo” (Lacan, J., 1960, pg. 714).
La sexualidad femenina queda ubicada entonces como eso que está por fuera de la
Freud, como ese goce Otro que va más allá de la lógica fálica que inscribe el lenguaje en el
7
Lacan, J., “La relación de objeto” El Seminario, Libro 4, (1956-1957), Paidós, Bs. As., 1994.
23
4. Conclusión:
devolver a la mujer histérica su voz y su decir, teniendo en cuenta además el rol estructurante
que tiene la sexualidad para el sujeto y su estrecho vínculo con la pulsión y el deseo, Freud va
a formular aquellas preguntas que aún hoy ponen en vilo el saber psicoanalítico: ¿Qué desea
una mujer? ¿Cómo se juega la sexualidad en el campo de lo femenino? ¿Cómo se llega a ser
mujer?
Podría pensarse esta pregunta como el hito inaugural del paradigma psicoanalítico. No
debe olvidarse que la clínica freudiana encuentra su origen a partir de la figura femenina,
ciencias de la época e inaugura un nuevo saber-decir sobre la(s) mujer(es), que luego extiende
su campo a todos los sujetos. Sabemos de la sexualidad femenina puesto que el psicoanálisis
cayó para poder oír lo que la mujer tenía para decir al respecto.
frente a su deseo. Debe pensarse entonces que la mujer no desea tener el falo en un
equivalente de pene -órgano reproductor masculino-, la mujer desea aquello que le falta. Pero
no es una falta en la realidad. Lo que Freud pone de manifiesto con sus postulaciones, y luego
Lacan retoma en su retorno a Freud, es que la mujer asume desde el principio la falta que
constituye a todo sujeto, aquella hiancia introducida por el lenguaje entre la necesidad y la
satisfacción que deja como resto el deseo, motor del aparato psíquico.
24
Aquel agujero producto del baño del lenguaje pugnará siempre por ser velado. Y allí
es donde se ha creído que la mujer tapona aquella falta con un deseo de hijo, dejando la
El análisis enfrenta al sujeto con la pregunta sobre sí mismo, lo lleva a cuestionarse aquello
que se cree que está dado o determinado desde lo natural y que reviste un carácter de
inconmovible.
Sin embargo, no hay una naturalidad anatómica o biológica que predetermine nada en
influye en la constitución psíquica porque dota al ser viviente de un cuerpo pero nada de eso
psicoanalítica propone un cuerpo afectado por el pathos del lenguaje, de este modo la
naturaleza solo vale a partir de su traducción al inconciente. Lo que de ella reviste un carácter
que existe la diferencia sería igual de negligente que creer en un psicoanálisis prescriptivo y
normativo.
25
Cuando Freud afirma que "la anatomía es el destino" se refiere a lo inconmovible de
la naturaleza pero que no tiene por qué corresponderse con la normativa social. Con esa frase
el autor establece lo real de la diferencia, indica que la diferencia existe, que no debe
considerarse ingenuo o reaccionario aceptarla. Simplemente se debe aprender a lidiar con ella
sin recurrir a la necesidad de marcar una superioridad de una parte sobre la otra.
intento de respuesta a estas preguntas. El corpus teórico-clínico por Freud inaugurado sentó
las bases que permitieron abrir la perspectiva y la posibilidad a un más allá para el sujeto en
general pero para la mujer en particular. Dió el puntapié para reconocer lo inacabado del
saber sobre lo femenino, de lo imposible de decir al respecto y de lo inútil que sería continuar
entender, el Psicoanálisis. Pero a partir de ello, el poder hacer con esa diferencia, será
prohibición para la mayoría de los demás. Por ello, pensarla desde el psicoanálisis resulta
fundamental para entender las psicopatologías que traen actualmente a consulta las figuras
femeninas.
26
5. Bibliografía:
● Fader, R.; Pacheco, G. (1994): “Así Construimos nuestra Vidas: una investigación
● Freud, S., (1895). Estudios sobre la histeria. En Obras Completas. Buenos Aires:
Amorrortu.
● Freud, S., (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras Completas, t. VII. Buenos
Aires: Amorrortu.
● Freud, S., (1908). Sobre las teorías sexuales infantiles. En Obras Completas, t. IX.
27
● Freud, S. (1923). El Yo y el Ello. En Obras Completas, t. XIX. Buenos Aires:
Amorrortu.
Aires: Amorrortu.
● Flores, G.; Poblete D.; Campo, Z. (2016). Deconstrucción de algunas tesis freudianas
28