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ALDEMARO ROMERO

Pocos músicos en la historia de Venezuela han sido tan polifacéticos como Aldemaro
Romero, quien desde muy joven experimentó con éxito en la música popular
latinoamericana, en el jazz y en la música académica, como ejecutante, compositor, director
y arreglista.
Su legado permanece como uno de los más importantes y trascendentes aportes a la cultura
venezolana, algo que ha trascendido más allá de las fronteras de Venezuela. Nació en
Valencia el 12 de marzo de 1928 y murió en Caracas, el 15 de septiembre de 2007.
Desde muy niño Aldemaro tuvo una vocación por la música que comenzó a notarse apenas
a los 9 años cuando se convirtió en cantante y locutor de radio infantil en la emisora La Voz
de Carabobo.

A los 14 años, cuando su familia se traslada a Caracas, una de sus abuelas le regala una
pianola que convirtió en piano. En esos primeros años en la capital, siendo aún menor de
edad, comienza a tocar el piano en la Sonora Caracas, una orquesta de baile que tocaba en
fiestas.

En paralelo toma clases con Moisés Moleiro, hasta que en 1944, con apenas 16 años, es
contratado como pianista por Radio Libertador, donde conoce al famoso director de
orquesta Luis Alfonso Larraín, quien el poco tiempo lo contrata como subdirector,
arreglista y pianista.

Para ese entonces, Larrain y Billo Frometa, conducían a las orquestas más populares del
país y la radio era el epicentro de la difusión musical. Muchas emisoras contaban con
grandes estudios en los que las orquestas tocaban en vivo para los radioescuchas.

A los 20 años se independiza y forma su primera orquesta de baile, “Aldemaro Romero y


su Orquesta”, con la que actúa en muchos salones hasta que es llamado por su amigo el
famoso tenor Alfredo Sadel y viaja a Nueva York en 1950 donde firma contrato con la
disquera RCA con solo 22 años.

Dentro de la serie Dinner in… creada por el reconocido sello discográfico graba en 1955 su
primer álbum, Dinner in Caracas, el cual se convierte en un fenómeno de ventas en
Suramérica, seguido un año después por Dinner in Colombia (1956).
También aquel año publica otros tres discos con RCA, Venezuelan Fiesta, Flight to
Romance y Venezuela, lo cual le permitió en años sucesivos dirigir orquestas acompañando
a Dean Martin, Stan Kenton, Machito y Tito Puente, entre otros.

En 1957 forma una gran orquesta de mambo y comienza una fructífera relación con Discos
Cymbal, lanzando varios discos en los siguientes 10 años, entre ellos uno con el
nombre Caracas at Dinner Time que redimensionó la idea de RCA.

Todos aquellos álbumes fueron el preámbulo de la fabulosa idea de mezclar jazz con joropo
que derivó en la Onda Nueva (hoy día considerado un género musical venezolano) y que
contó con el indispensable aporte rítmico de Frank “El Pavo” Hernández.

El camino hacia la Onda Nueva

Para el momento en que la llamada Onda Nueva comenzaba a remover los cimientos de la
escena musical venezolana, a finales de los años 60, ya Aldemaro Romero tenía una
importante trayectoria como pianista, director, arreglista, compositor y más recientemente
como conductor de su propio programa de televisión, lo cual le dio la suficiente relevancia
para acometer la idea de un festival de carácter internacional.

El poder de la moneda venezolana facilitaba la contratación de artistas extranjeros, incluso


aquellos que se encontraban en su momento de mayor fama.

La década de los 60 y el boom de la televisión venezolana trajeron consigo nuevos retos,


entre ellos la conducción de programas en Cadena Venezolana de Televisión y RCTV junto
a la Orquesta de Concierto, con la cual interpretaba música popular y académica. En 1967
colaboró en aquella maravillosa serie de discos alusivos al cuatricentenario de Caracas.

Todo estaba servido para la aparición de la Onda Nueva, una explosión rítmica que
combinaba la métrica del joropo con el jazz y la bossa nova. El nombre fue sugerido por el
recordado hombre de radio y publicidad, amante del jazz, el austríaco Jacques Braunstein,
quien al escuchar las ideas de Aldemaro le dijo que eso sonaba a una “onda nueva”.

Mucho tuvo que ver en ello el aporte del baterista Frank “El Pavo” Hernández, quien con
su particular forma de tocar le puso el sello inconfundible a las composiciones de Aldemaro
y a muchas de las piezas del cancionero tradicional que fueron adaptadas al novedoso
lenguaje musical.
Tres festivales entre 1971 y 73, bautizados como “Festival Mundial de Onda Nueva”,
fueron organizados en Caracas, con visitantes llegados de Europa, Latinoamérica y Estados
Unidos.

Entre los participantes estuvieron las orquestas de Franck Pourcel y Paul Mauriat, Charlie
Byrd, Astor Piazzolla, un joven Juan Gabriel, Armando Manzanero, Consuelo Velázquez,
Augusto Algueró, Eliana Pitman, Trini Lopez, Chico Novarro, Helmut Zacharias y Marco
Antonio Muñiz, además de artistas venezolanos como Mirla Castellanos, Alfredo Sadel,
Carlos Almenar Otero, Carlos Moreán y Henry Stephen. Un simbólico tucán fue utilizado
como la imagen, a su vez sinónimo de identificación del país.

En 1971 la Federación Internacional de Organizaciones de Festivales (FIDOF) lo declaró el


mejor festival musical del mundo, con un revelador párrafo que rezaba: “Argentina dio el
tango, Cuba la rumba, Brasil la bossa nova y Venezuela la Onda Nueva”. Sin duda, se había
logrado el respeto y admiración de buena parte del planeta.

Sin embargo, la falta de apoyo económico terminó muy pronto con estos festivales y
Aldemaro, siguiendo su inquieta naturaleza, continuó su camino. De aquella etapa quedaron
varios discos importantes como Aldemaro presenta la Onda Nueva (1968), La Onda Nueva
en México (1969), El fabuloso Aldemaro y su Onda Nueva (1971) y diversas versiones para
el mercado norteamericano, latinoamericano y europeo, en especial Italia, quizá el país que
más atención puso en este fenómeno.

La era post-Onda Nueva

Entre 1975 y 1977, Aldemaro vivió en Londres, donde grabó con la prestigiosa Orquesta
Sinfónica de Londres el “Oratorio a Simón Bolívar”, con los cantantes Morella Muñoz,
Blas Martínez y Ramón Iriarte. Durante la estancia en la capital inglesa compuso varias
obras como la “Suite de las tres campañas”, que junto con “La Epopeya de Bolívar”,
“Manuela” y el “Réquiem para Bolívar”, conforma cuatro obras dedicadas a la memoria de
El Libertador, Simón Bolívar.

De regreso a Venezuela forma la Orquesta Filarmónica de Venezuela que tuvo una


importante actividad durante prácticamente todo el período presidencial de Luis Herrera
Campins, cesando sus actividades al comienzo del gobierno de Jaime Lusinchi, quien quitó
el subsidio en 1983 por razones nunca claras.

Aldemaro incursionó en la radio junto a su amigo el publicista y humorista Manuel Graterol


“Graterolacho” y siguió componiendo sin parar y viajando a muchos países donde su
capacidad como director, compositor y músico quedó eternizada, entre ellos México, Puerto
Rico, Colombia, Perú, Brasil, Argentina, España, Francia, Grecia, Suiza, Suecia, Italia,
Rusia, Egipto y Japón.
Decenas de composiciones realizó en vida, con las que se movió como pez en el agua
dentro de géneros diversos como la música tradicional venezolana, el jazz, la música
académica y la canción popular, dejando una gran cantidad de obras inéditas al momento de
su muerte por complicaciones diabéticas.

Su legado ha sido redimensionado incluso en el mundo de los remixes electrónicos y el nu-


jazz, aún en vida (Nueva Onda Nueva: Electronic Aldemaro, 2006)

Más de una década después de su desaparición física, su gran aporte en diversos campos de
la cultura musical, se agiganta. Siempre hay tiempo para que las nuevas generaciones
conozcan a uno de los más grandes venezolanos ligados a la música.

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