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UN DIA DE LLUVIA

Un día cualquiera del triste mes de febrero. Me levanto animada -raro si tenemos en
cuenta que son las seis y media de la mañana y me espera una "dura" jornada laboral-
pensando -casi diría que soñando- con una divertida tarde de pádel, risas y un
"correquetepillo" frenético. Mi ánimo aún es mejor cuando me asomo a la ventana y ...
¡NO LLUEVE!. Ni una gota de lluvia se desliza por los cristales, ni una gota que moje
el pavimento, nada de agua por ningún lado... ¡¡¡BRAVO!!!
Mi mente está aún aturdida -lógico, aún no he tomado ni un sorbo de café-, mis ojos no
creen lo que están viendo -¿estarán las lagañas en su sitio?- y mis labios no quieren
articular palabra por si se fastidia el mágico momento. Me aseo, me peino, me visto y
todo ello dejando traslucir una tímida sonrisa de recocijo y sorpresa, de felicidad
absoluta, de satisfacción por lo que se avecina. Cuando llego al trabajo lo primero que
hago es "hurgar" en Internet; la página del Instituto Nacional de Meteorología lo pinta
claro: "durante la primera mitad del día intervalos nubosos con lluvias débiles tendiendo
en la segunda mitad del día a cielos nubosos con lluvias moderadas" y... bueno...
ejem... paso del hombre del tiempo... siempre se equivoca -¿o eso era antes de que yo
me aficionara al pádel?- Y mi cabeza no para de dar vueltas -¿el universo está contra
mi? ¿Habré conocido al hombre del tiempo en otra vida y le he dado calabazas?...
¿Quién soy yo? (¿pero estoy bien "de la mollera o qué"?. Esto último se me mete en la
cabeza y ya es demasiado, no estoy para "soluciones filosóficas"; lo dejo por hoy).
La mañana se mantiene "SECA"; tengo una ventana justo detrás de mi y cada cinco
minutos me asomo -mis compañeros creen que tengo "síndrome del trabajador
claustrofóbico"-. Hago todo lo que mi "jornada laboral" me exige, soy cumplidora,
educada -incluso con la Lola ésta que me tiene "jartita"- y, por fin, la hora esperada, las
15.00... ¡¡¡NO LLUEVE!!!
Salgo deprisa, he quedado para almorzar, tengo que recoger a Analía, cambiarme de
ropa ... El coche no pisa el asfalto, siento que vuelo -sí, como el coche de "Grease" o el
de "Chiti-Chiti-Bang-Bang"- voy hacia la pista, nada me importa, sólo
¡¡¡¡¡JUGAAAAARRRRRR!!!!!
El cielo está gris, amenaza lluvia, las nubes están "tela de negras" pero ¿quién dijo
miedo? Que no, que no, que no llueve, ya verás como aguanta......... ¿Eso que he visto
ha sido una gota? ¿Eso que suena es un trueno? .... NOOOO...... ¿Está lloviendo? La
gente me mira y piensa ¿está bien "de la chabeta", no ve que está diluviando? Me acerco
a la puerta del restaurante, con cautela, como dando tiempo para que todo sea una
pesadilla y despertar pero ... ¡¡¡¡NOOOOO!!!!

(TIEMPO MUERTO.... MUERTO.... MUERTO.... MUERTO....)

Ahora sí, "caigo de mi higuera" y tengo que aceptar la cruda realidad: LLUEVE. Y no
sólo llueve, ¡¡¡¡DILUVIA!!!! Triste, apagada, con un hilo de voz que desgarra mi
garganta, con un temblor en la mano que casi no me permite usar el teclado del teléfono,
aviso a los demás, mis compañeros de pádel, sufridores como yo de este "horrible
microclima tropical de la zona sur más occidental de la Costa del Sol" que nos ha
fastidiado la tarde.... No puedo seguir, mis lágrimas desfiguran mi rostro, mi sonrisa se
transforma en una mueca con nariz arrugada... ¡¡¡¡¡VOY A MUDARME A LAS
BAHAMAS!!!!!
Y digo yo... miraré por Internet... ¿Crees que allí habrá pistas de pádel cubiertas?

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