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EL CADÁVER
Autor: Andrés Eduardo Baquerizo Yela

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Dedicatoria: A los olvidados de mi patria ( Ecuador )

¨ El éxito ha sido siempre el máximo mentiroso ¨

Friedrich Nietzsche.

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Índice

Páginas

Día siete 8

Día seis 19

Día cinco 34

Noche del
Día cinco 44

Día cuatro 52

Día tres 64

Día dos 81

Día uno 90

Día Cero 105

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Día siete

Que clara está la mañana, hace tanto sol que fastidia y da calor, será así de

fastidioso tener las cosas tan claras, tener la vida arreglada y sin problemas, ¡Ah!

creo que no tener problemas es tan aburrido como intentar ser alguien.

Vaya que pálido se ve el espejo, ya que si le pregunto como me veo yo, me dirá

que me parezco al pelo de la cucaracha, totalmente un asco.

A ver, ¿me peino o no me peino? ¿Me baño o no me baño?, ¡Ay¡ que difícil es

decidir, a de ser difícil hasta no existir, porque si existo soy un peso y si no

existo, soy un mal peso para el recuerdo, todo es un perfecto problema.

Ahorita miro al techo , no sé si él me mira o si yo lo miro, esta cama me sostiene

o yo la sostengo, parece que las cosas vacías están mas cargadas de sentido , que

las cosas llenas, mejor me voy a lavar la boca, para que se me vuelva a ensuciar,

esto de lavarse la boca a de ser como sacar y poner, ensuciarse y limpiarse. O

como la historia, para que no ocurra, sino que se repita con otros actores.

Pero entiendo tan poco de la vida, por eso me dan consejos para no ser

irresponsable y soy tan irresponsable que hablo puras tonterías, pero encuentro la

única forma coherente de existir.

Me acerco a la ventana para ver el excusado por el cual el hombre ha llamado a

esto vida, votados como un mojón y apestando a los demás.En la circunstancia de

uno que se cree bueno, dirá ¡qué lindo día!.

En la del pesimista: ¡que horrible día!, en la del responsable: ¡que justa es la

vida!, a mi me toca decir : que es todo un excusado.

- Toc.Toc. - tocan a la puerta.

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¿Quién será?...

Me asomo por la rejilla, es el dueño, seguro que ha de venir a cobrar, mejor le

abro y paso de hipócrita.

- Buenos días....... Don Guillermo ¿Cómo ha pasado, cómo está la familia?

- Buenos días Señor Fidel.

Vaya, que cara de perro, seguro no a de tener ni un centavo, pues yo tampoco.

- Don Fidel vengo por lo de la renta..

- Sabe que Don Guillermo, ¿le podría pagar pasado mañana? Es que me he

sentido mal y no he podido trabajar.

- ¿Y que ha tenido?

Este imbécil es peor que mi madre quiere que le de explicación de todo.

- ¿Y qué ha tenido?

- Estee.... se me ha aflojado el tornillo....

- ¿Queeeeé?

- Perdón estoy mal con el estómago.

- Está bien hasta pasado mañana, por favor.

- Si

Bueno tendré que salir a trabajar, a traer el sustento para comer , ¡vaya que serio

suena!, parezco todo un responsable, ahora me he convertido en todo un señor con

criterio formado, por eso voy a hacer mi trabajo, a robar, a robarle la comida del rico

que sufre, ¡ah! Que injusto es todo esto, que llaman vida, pareciera que hay un jefe

sentado esperando a ver que bufón lo hace reír mas y si no lo hace lo acaba, ahora

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comprendo a la hipocresía, es simplemente como la necesidad que tengo ahorita de

comer.

Me siento y pienso , es todo un problema pensar, porque no hubiera sido mejor tener

por pensamiento al trasero y aceptar en mi imaginación, que el tiempo es una utopía, de

pequeño decía mi madre: “Hay tiempo para reír y llorar, tiempo para vivir y morir”,

pero ¿Habrá tiempo para que no exista el tiempo? y no es que el tiempo me haga poner

viejo, sino que me hace vivir en una utopía., de que todo es imposible, empezando por

la realidad y terminando por la libertad. Es más, creo que el tiempo es un argumento

para la muerte.

¡Ah! El aire contaminado, que fresco es, me han entrado ganas de escupir, he escupido y

el gargajo rueda lentamente, cuando me he dado cuenta , se ha ido a enredar en un pelo

negro, me regresa la mirada con odio, me imagino que ha de tener ganas de alabarme,

con el vocabulario soez que dominamos en Guayaquil.

De pronto empiezo a escuchar el recital, yo le contesté con el lenguaje de los dedos y le

muestro el de en medio; cerré la ventana se puso mas oscuro el cuarto. Aun sigo sin

alistarme para salir de aquí a trabajar, para no convertirme en un parásito me auto

compadezco de mi mismo, diciendo que no sirvo para nada, ¿ Pero quién sirve para

algo?.

O somos solamente la p de nuestra familia.

Voy a ver que hay en la televisión, cambio, busco, busco y busco y no hay nada que ver,

¿qué busco?, ya sé lo que busco .... a alguien que pueda decepcionar totalmente, pero le

haría un favor, le estaría dando problemas y si le doy problemas le doy sentido a su

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vida, le doy como convivir con el sufrimiento , aunque eso te lo da también la soledad.

Estoy viendo como mis ojos son atrapados por el goteo del agua en el lavabo., estoy

oyendo como mis oídos se estremecen al ruido del progreso, estoy sintiendo como mi

cuerpo me atrapa en sus placeres. Mejor me alisto para salir en la noche a trabajar, la

oscuridad no es como la luz, que molesta a los ojos, en la oscuridad nadie puede verme,

sólo ella misma, así no veo mis enemigos , que atentan contra mi, queriendo que sea

como ellos, de su molde, de su estructura o algo que llaman paz. Como odio la paz,

decía mi abuelo, que el respeto al derecho ajeno es la ..paz, ¡Ay pobre abuelo!, si

cuando salga de aquí la gente no me respetara, sino que me verán con un cintillo que

cargan en la cara como adorno, al que llaman “ojo” y me apuñalarán con aquella que

nos hace cuerdos a la que llaman “conciencia”.

No hay boca a la que le calce la palabra respeto, sólo seres que compiten por ser

mejores que el otro, a mi no me interesa ser mejor, todos los que han querido ser

mejores, han querido destruir.

¿Por cierto qué día es hoy según mi calendario? voy a ver , estamos día 7, día de

confusión, día de hacer entender a la confusión, entonces es momento para estrenar el

resentimiento del baúl que se llama “corazón”.

Vaya, vaya, perfecto día para salir a trabajar , espero no encontrarme con ningún genio,

voy a tomar mis cosas y marcharme.

Llevo una hora caminando y no encuentro a quien robarle, me da asco aquellos que

roban por robar, yo robo para dominar, porque cuando la gente está asustada se acuerda

de si misma y de los demás, y se dan cuenta de que son vulnerables y así me pongo en

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el centro de la situación, pareciera que la gente empieza a sufrir de astenia, ya que

roban trabajando los sumamente honrados de la explotación. Y yo estoy como ayuda

para que dejen de ser avaros.

He decidido sentarme a tomar un descanso en la vereda, veo mi reloj , he caminado, casi

dos horas.

De pronto se acerca un mendigo loco con una gorra en la cabeza, mechones largos todo

andrajoso, con un saco tras su espalda, totalmente descalzo y enseñando su miembro

viril. Se detiene frente a la pared y empieza a orinar, en el piso se forma un charco, se

acerca cada vez mas hacia mi , se detiene a un metro, pone el saco en el piso, no tengo

la menor idea de lo que lleva ahí; usa el saco como almohada, se acuesta ; él y yo nos

quedamos mirando.

El me pregunto:

- ¿Qué ves?

- Nada - le contesté

- Sí imbécil, ya sé que no soy nada para la gente y sé que personas como tu no

tienen ojos para ver, los ojos de la tristeza, mientras viva el hombre

alimentándose de su mundo, terminará por vomitar y ¿sabes lo que vomitará?

¿Ah lo sabes?.

No podía contestarle, alcé los ojos para verlo, tenía ojos tristes y muy mal aliento y el

me seguía diciendo ...-¿Ah lo sabes?-.

Yo le moví las cejas, como gesto de no saber.

- Eso se llama indiferencia .

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- Amén - le contesté

El empezó a reírse como loco y no sé por que no podía quitarle la mirada de encima.

Empecé a sentir en el corazón algo raro, no era ni pena, ni repugnancia, era aprecio

a lo absurdo.

Otra vez se dirigió hacia mí.

- Sabes que la gente estúpida piensa que la vida no vale para nada. Si supieran que

es el hombre, el que no vale para nada.

Me salió contestarle.

- Pareciera que tuvieras conciencia de todo o de casi todo.

Me quedó mirando como queriendo procesar o estructurar mis palabras.

Se levantó, escupió en el piso y empezó a reírse.

- ¿Con qué dijiste?

- ¿Qué? - le contesté

- Y yo que creía que era el único que hablaba estupideces.

Por primera vez no me dio ganas de insultarlo o mandarlo a la mierda, seguía

atónito por lo absurdo.

- Tener eso es un problema contingente y para pertenecer a ese reino es necesario

no ser racista.

- ¿De qué hablas? – le contesté

- El dilema del racismo no está en el color, está en la discriminación al bruto y

¿Cuándo eres bruto?...cuando el otro se cree mejor que tú.

El racismo está en el pensamiento y baja al cuerpo como deseo.

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Me quedó mirando como haciendo de mi existencia solamente un momento en el

cual sentía como sus ideas me destruían y luego iban a parar a lo más oculto y

profundo de su corazón , si es que lo tenía , para ser juzgado y degollado por una

frase de él.

“ Maldito el hombre que sabe vivir, más sólo sirve para esconderse de si”.

¡Ay! Las clases de racismo, como la del bruto y hay mas discriminación a lo

que es, discriminación al ser y no ser, discriminación a lo que no es,

discriminación a todo, y ¿De dónde viene esto? de una memoria sin historia.

Porque cuando hay una memoria sin historia, hay una historia que se repite, que

se desgasta en los hechos y cuando no hay algo nuevo, sólo queda lo viejo. Al

final yo soy un vagabundo y quien diablos eres tú.

Tartamudeé un poco.

- Soy............. un..un...vendedor.

- ¿Qué? ¡Con esa facha!.

- ¿Qué tiene mi aspecto?

- Tienes aspecto de codicia.

- ¿Aspecto de codicia a que?.- le contesté

- A lo ajeno , se ve en tus ojos achinados.

Me quede observándolo, en ese instante se produjo dentro de mi cabeza , una mezcla

de ideas y empecé a oírme.

- La discriminación al ser descansa en la conciencia de las cosas, por lo cual la

conciencia nunca llegara a tener conciencia del ser , porque muy grande es el ser

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para la conciencia .

Así que si me vas a discriminar por mi aspecto a mi me sobran argumentos

contra ti.

El empezó a aplaudir.

- Bravo, bravo.

De golpe se puso serio.

- Si pero la gente juzga y juzga no por lo que son las cosas, sino por lo que

deberían ser las cosas, según sus medidas, y el mejor juicio es la conveniencia,

es mas la gente no juzga escupiendo para arriba, son mas hipócritas , te escupen

con el lenguaje de la mente.

- ¿Cuál es?

- Condición de justo, la condición de justo te consume con su moral, creyéndose

justificado por la circunstancia y la necesidad, hace lo que le da la gana y

empieza a construir su justicia, queriendo formar en el hombre un paraíso,

cuando lo único que es el hombre, es un desierto, en el cual el único oasis que

existe en el, tiene un solo nombre....misterio; el hombre es un misterio.

- ¿Qué misterio? – le dije.

- No lo se, el misterio necesita de tiempo para ser esclarecido, algunos quizás

sean esclarecidos , pero otros no .

Como la teoría de que el hombre es un arquitecto, pero un arquitecto de la

destrucción, destruye en el amor, destruye en el sexo, destruye en la verdad y se

destruye a si mismo con su imperativo categórico, que es su yo ser.

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Seguía sentado viéndome, cuando en el cielo se veían las nubes totalmente negras,

me salió preguntarle.

- ¿Qué clase de verborrea tratas de lanzarme o de sorprenderme?.

- He ahí el problema – me dijo

- Ya a nadie le sorprende las cosas .

- ¿Por ejemplo?

- Un mendigo.

- Pero tu eres un mendigo, porque quieres serlo.

- Hay cosas que no se pueden escoger y además ¿porque entonces eres un ladrón?.

- La.... qué – le dije

- LADRON

Me paré y me acerqué, cuando estuve aproximadamente a unos cuarenta

centímetros , emanaba un olor tan asqueroso que me provocaba nauseas. Retrocedí

un poco y ahí me quede y tomando fuerzas le dije:

- ¿Cómo sabes que soy un ladrón?

Me miro escudriñándome.

- ¿Quieres que haga de espejo?

- ¿De qué hablas maldito mendigo?

- Lo que uno mas repugna es lo que mas se merece. ¡Ah! Esta fuerte mi grajo,

¿verdad?.

- Esteee.....

- ¿Verdad?

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- Si, ¿y eso a que viene al caso?

- Olvídalo.

Se quedó callado con los ojos cerrados, como levitando. Me empecé a dar cuenta de

que solo era un pobre hombre, que lo único que merecía es que le tengan pena, su

vida estaba reducida al punto de que no tenía nada que perder, quizás por eso era tan

libre con su lengua.

- Bueno ladrón.

Me abrió los ojos el mendigo.

- No me digas así –le contesté

- Volvió a reírse .

- Es verdad tu no eres un ladrón a carta cabal, el verdadero ladrón y el mayor robo

que se ha dado en la historia..¿Sabes cuál es?

- Otra vez con lo mismo.

- ¿Sabes cuál es?

Me abrió sus ojazos negros que casi me comen y puso una cara de loco, lo miré

fijamente.

- ¿Cuál es?

Se viró molesto.

- La ciencia, la nefasta ciencia, le ha robado al hombre su misterio del ser,

dándole a todo una explicación razonable, lógica, coordinada a su vil existencia.

Esta o este , es un verdadero ladrón, que le ha llevado al único avance que es la

soberbia.

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- ¿Soberbia?

- ¿No lo entiendes?.

- No

- Yo tampoco, pero han querido descubrir este gran misterio, total que sentido

tiene toda esta estupidez.

Vi al cielo y cada vez se oscurecía mas, se oían truenos. Regresé a ver al mendigo.

- Bueno, se viene el cielo abajo – dijo

Cogió su saco y empezó a alejarse hablando solo, nunca había escuchado a mi

madre, peor a mi pad…. y a este lo he escuchado, será acaso que ¿toda esta

porquería tiene sentido?.

Moví mi mano como si no me importara, empezó a llover, me quedé debajo del

zaguán, hasta que pare un poco, me estaba impacientando, porque no paraba el agua,

así que decidí regresar a la casa con lluvia.

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Día seis

Me he despertado hoy, buscando que comer, lo único que había en la refrigeradora

era agua y mucha luz, lo que logré desayunar fue un cigarrillo.

Veo hoy en mi calendario “DIA 6”, día de arte, de crear utopías. Lo que faltaba no

hay agua y el water esta sucio, ¡qué porquería!. Esto no es utopía, esto es la maldita

realidad.

Abro la ventana, el sol ha salido muy débil y lo único que hay de respirar por aquí,

es pura soledad y silencio; aunque hablo todos los días conmigo, siempre termino

absorbido, por la superficialidad de mi yo, nunca lo termino de conocer, quizás sea

verdad lo que decía el mendigo, pero que más da, quizás al hombre lo que lo cambia

no a de ser su inteligencia o su ciencia, sino su silencio.

¡UFF! Que calor que hace en esta ciudad, es insoportable, da ganas de andar

desnudo para ventilarse.

Veo la foto de mi Pad... y se me eriza la piel, siempre he querido votar esta maldita

foto y no puedo, es como un vació con fondo. Cuando veo un vació, deseo ver su

fondo, pero nunca lo veo, pero en este vacío observo el fondo, eres tu pa..., no me

sale esta palabra, se me queda atascada entre el corazón y la boca, al final este fondo

ha dejado un vacío en mi vida y lo peor es que tengo sus ojos. ¡Ay! viejo si

hubieras callado un poco mas y me decías que los que callan esconden muchas

cosas y nunca te diste cuenta que escondías mas cosa, tapadas con pura palabrería,

¿Qué frustraciones llevarías?.

Pareciera que el peor martirio que te di fue el desear ser como tú.

- Pum, pum,pum.

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Creo que es el desgraciado de la renta

- Pum, Pum, pum

Me acerqué a la puerta dispuesto a insultarlo. Le abrí y nos quedamos mirando, se

hizo un silencio que parecía la eternidad, hasta que vomitó.

- Vengo por la renta.

- Señor ayer me vino a cobrar y le dije que el fin de semana le pagaría.

Frunció el ceño.

- ¿Yo dije eso?

- Si

- Bueno perdone, pero por favor, que no pase de esta semana.

- Yo se que esta con apuros, pero no se preocupe.

- Si – me dijo

Cerdo inmundo que anda con apuro y es tan impaciente, me pregunto si así de

apurado, le ha de hacer el amor a su mujer.

Cierto que ya no tiene, capaz por eso lo dejo.

Necesito salir a trabajar, ya que algo de lo ajeno nos pertenece a los demás.

Creo que al rico le pertenece la explotación del pobre, al pobre su esclavitud y al

ladrón, ¿qué le pertenecerá?. Ya sé, lo que le sobra a los demás.

- Pum, pum, pum

Otra vez la maldita puerta.

- ¿Quién carajo será? – murmuré -. ¿Quién es?.

- El negro

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Abrí la puerta y en frente un negro mal encarado , que lo único que mostraba era sus

dientes.

- ¿Qué quieres? – pregunté

- Pasar.

- ¿Para qué?

- Para hablar.

- ¿De qué?

- De trabajo.

- ¿Qué trabajo?

Como me molestaba que me enseñe sus dientes.

- Por favor, ya basta, ¿Qué eres? ¿Mi madre o qué?.

- Tu madre era una puta.

Desaparecieron sus dientes, me muestra sus manos de suplica.

- Por favor no te metas con ella.

- Esta bien, pasa, solo quería que ya no me siguieras mostrando tu dentadura,

¿Qué pasa ahora? – le dije

- Necesito trabajar.

- Si, si . El necesito ya no es una palabra, es un concepto, bueno pues presenta tu

carpeta en algún trabajo y lárgate.

- Déjate de estupideces, yo necesito de la burguesía.

- Los negros no están para eso, están para ser esclavos.

- Que racista que eres.

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- Olvídalo,el racismo es otra cosa, sólo bromeaba. Bueno veamos que hay afuera –

le dije

Bajamos y empezamos a caminar , en ese instante se apareció un muchacho bajo,

piel canela, medio gordo, que tenía el tic de pasarse a cada momento la mano en el

cabello; parecía presa fácil, le señalé con la mano al negro, que se moviera para su

izquierda y en la siguiente cuadra dar el golpe.

Cruzó él la calle, yo me aproxime más a él , al punto que chocaba , no alcancé a

darle la señal al negro , pero me entendió, corrió y lo cogió del cuello , lo pegó a la

pared y se pusieron frente a frente, yo estaba a un lado .

El negro empezó a insultarlo y a pedirle que se despoje de sus pertenencias.

Por mi lado veía al negro ofuscado y apurado, toda su masa corpulenta hablaba con

el lenguaje de la violencia, mientras que por su mejilla rodaba un río de sudor que

pedía justicia.

Me entraron unas ganas de desaparecer, cuando volví la mirada al muchacho, vi una

cara de terror y un aliento que emanaba odio y venganza.

No podía quitarle la mirada a los dos, prácticamente un ojo para cada uno, más o

menos como el bien y el mal, eso era un escenario en el cual, se disputaba la vida.

¿Quién será mas violento? ¿El negro queriendo quitarle todo o el mocoso con

aspecto de pobrecito, pero en el fondo maldiciendo a su raza y esta clase de parias?

Sentía que no entendía nada ¿Por qué hacía esto? ¿Qué sacaba con esto?.

El sujeto se metía las manos en los bolsillos, como quien mete el presente en el

pasado, para el final encontrar sus manos vacías, llenas de angustia que es su futuro.

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El negro se enfureció, empezó a golpearlo y a gritarme.

- ¡Qué fue pendejo, ayúdame!.

Mi cuerpo no reaccionaba, pero la ira empezaba a invadirme, así que lo golpee y le

quite los zapatos, lo dejamos tendido como un estropajo.

Corrimos hasta llegar a nuestra zona y la tranquilidad volvía, como el ayuno de

todos los días.

El negro estaba furioso decía estupideces.

- Lo hubiera matado para sentirme mas tranquilo.

- ¿Por qué no lo hiciste? – le dije

- Porque la sangre es muy bulliciosa.

- ¿Es qué?

- Bulliciosa.

- Explícate –le dije

- No sé.

El silencio nos invadía.

- La sangre es como el hombre.

- ¡Tarado! , estamos hechos de sangre.

- Mira, cuando he manchado mis manos de sangre, he visto en mis propios ojos ,

una mezcla de angustias, porque la sangre que se derrama, es defensa de unos

contra otros , que en definitiva eso es nuestro querido estado, un grito de lucha.

- ¿Quieres decir que estás angustiado? – le pregunté

- Si, una angustia tranquilizada, no te olvides que somos moldes, nos adaptamos a

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- todo.

- Yo no, para mi no es fácil ser ladrón y sigo creyendo que el problema de todo

problema , es creer que tiene solución y al problema en sí, hay que destruirlo.

- Será por eso que a nosotros nos quieren destruir.

Me callé y pense.

- Si colega, la lacra .....Es más fácil ver fantasmas que ver vivos justificándose y

un estado que nos aniquila, no con la indiferencia , sino con la mentira.

- Estoy harto de esto, Fidel, necesito llenar la barriga de realidad, mas no de

palabrería, no me interesa tener la razón, aquí todo el mundo busca dar razones

para tenerlas.

Observaba al negro y empezaba a darse en mi, el desprecio hacia él, con su mirada

fija en el suelo y con su bemba roja, siempre sin mirar a los ojos, como evitando

tener la tentación de ser despreciado por mi mal aspecto, como buscando la forma

de consolarse a si mismo; por eso creo que buscaba robarle palabras o poemas al

suelo, o capaz le recordaba su infierno.

Podría tener pena, pero no me sale eso, me inflamaba el sentido común o me

consumía el ser, pero había algo seguro en mí, es que el robo se había convertido en

un arte para mí.

Entonces habría que crear en el negro una personalidad, aunque la personalidad sea

como un nicho, donde descansa la inseguridad.

¡Ay, la inseguridad! A quien no mata, no hay mucha diferencia entre la personalidad

y la ruleta rusa.

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Tendré que darle una personalidad de gente o sea una personalidad idiota, en la cual

robar no sea quitar, sino dar un simple regalo, que es el miedo. Hacerle presente al

que es usurpado, que será robado por la muerte.

Cuando me di cuenta, el negro me había estado observando asombrado.

- ¿Qué pasa? – le dije

- ¿Estabas poseído? – me preguntó

- Si, poseído de mi mismo

- Eres muy raro

Me enfurecí.

- La vida es rara, el hombre es raro, la sociedad es rara, lo normal es que sea raro.

Anormal sería si fuera normal . Basta de estupideces, ¿Para que robas?

- Para comer

- Veo que eres otro pendejo con mucha personalidad.

- Y entonces ¿Tú para qué robas?.

- Robo para dar una nueva personalidad, robar es tener personalidad.

- Estás fumado Fidel .

- La nueva personalidad es el cadáver, míralos, son como sanduches aplastados

por la existencia y la realidad, sí la sangre es bulliciosa , ellos ya no tienen

sangre, están secos por dentro, apenas logran verse a si mismos y cuando se

vean bien, volverán a sus tumbas.

- Me produce asco tu forma de hablar, Fidel.

Lo quería escrutar con la mirada, pero él veía a los demás con escepticismo,

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mientras deseaba hablar, mas pensaba, veía un nuevo estado. ¿Qué somos para el

estado?.............. mas que seguro, un cadáver sin identificar.

Me empezaba a impacientar esta situación, veía el reloj, son las 18h00 . Moría por

que se terminara el día .

Quería sepultar este acontecimiento en el tiempo, pero no podía. El tiempo tenía

rostro de asesino, era como lanzar un boomerang, mientras más lejos lo quería

mandar ,con más fuerza venía.

El negro no me miraba, el día moría, ya no sabía que hacer, a que atenerme, el

cadáver jugaba conmigo, temblaba mi personalidad, la humedad evaporaba mis

hormonas, mis nalgas estaban bañadas.

No había que decir, las utopías habían desaparecido. Ahora aparecía ese cadáver.

Ay que estúpida manía de comer sueños, cuando yo todos los días tengo que digerir

mi personalidad.

¡Mierda! Como me duele el cuello, el negro es tan alto , no seguiré desperdiciando

mis ojos en la oscuridad.

- Me largo, tengo que trabajar, mañana el cerdo asqueroso de la casa me va a

cobrar la renta y tengo que pagarla – le dije

- Espera yo te acompaño – me dijo

Me dio repugnancia lo que oí , era un interesado de seguro quería ser el mejor, pero

que mas da, la basura también necesita ser recogida.

El negro caminaba vacilando, por mi parte sólo observaba cabezas con varios tipos

de casco y en sus frentes una publicidad que decía ¡Viva la lógica! .

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¿Qué llevarán por dentro? ...Quizás una idea, aunque en sus sienes se leía otra cosa,

era como, un quiero ser, parecían máquinas, ya no era necesario reemplazarnos,

somos unas máquinas.

Caminaba el negro atrás como un guardaespaldas, me empezaba a sentir como un

estúpido analizándolo todo, cruzamos la calle, el semáforo en rojo; miraba el suelo ,

una alcantarilla destapada se presentaba ante mis ojos y ante mi nariz emanaba los

olores del hombre.

El tiempo como siempre delante de mi, las piernas me pesaban, llegábamos a casa,

sé que me esperaba una casa hueca , lo único lleno que tenía era el recuerdo.

Todo se volvía apático, la noche nacía en su esplendor.

Llegamos, mis manos en los bolsillos buscaban las llaves, la puerta de madera frente

a mí, era la antesala del vacío, el negro como un mudo.

Subimos las escaleras, temblaban como quejándose , aparecía lo que mejor conocía:

la mesa, la silla, la ventana, estaban todos .

Encendí el foco, me recosté en el sillón estaba cansado, había que recobrar fuerzas,

pues la especie tenía que sobrevivir.

Ver al negro, era como ver a un camaleón, cambiaba a cada instante, no era

definido, creo que nadie era definido.

La personalidad nos transformaba en formas .

El negro tenía cerrado los ojos, seguro que estaba descansando.

Que especie mas rara que somos. ¿Por qué el negro aquí? ¿Por qué yo un ladrón?

¿Por qué no fui un simple hombre?.

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Las preguntas parecían respuestas sin sentido, ya que siempre sobraban las cosas

para estar mal y para estar bien siempre faltaban.

Me empezaba a dar calor, estaba pegajoso un poco deshidratado, quizás un poco

débil por falta de comida, hasta ahora todo había sido un paréntesis, mi vida se

suspendía en la desgracia , todo lo que subía tenía que bajar, es más, cada mierda

cae por su peso.

Alguien sentía que me miraba, el negro seguía dormido con las piernas al aire.

Miré hacia mi izquierda, vi varias cosas a la vez, era la ventana la que me seducía,

estaba muy simpática para resistirse ante tanta tentación, además el calor era

infernal, sentía al mismo tiempo un poco de recelo, pero , ¿qué podía pasar si venía

de afuera?. Así que me acerqué, saqué el picaporte, estaba suave, se abrió ante mi ,

me encontré a otro ser tocando mi piel, era el aire; era soñador como el hombre

andaba por las alturas, me asomé y ahí estaban los adúlteros de la verdad, vivían

prostituyéndose con la seudo dignidad.

La noche aparecía como un cíclope, su único ojo tenía nombre: la luna ; testigo de lo

que hemos heredado , un futuro en el pasado, el cual su retorno eran pasos de

tortugas, se los veía libres, pero más bien la libertad destellaba susurros de grandeza,

su grandeza era el caos, pero esto la mantenía en un bienestar, el bienestar no era ser

o yo puedo ser, sino como quien tengo que ser, como no habían modelos el caos les

daba un poco de paz en sus miserias.

Sentí que alguien me miraba, no era un objeto, era una persona, miro hacia mi

derecha, era la señora Catalina, más flaca que una estaca, estaba chupada por sus

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apetencias de sabia, sus ojos hundidos no miraban, más bien tiranizaban, sabía que

era un ladrón y que le repugnaba. Era madre soltera, quizás por eso odiaba a los

hombres, es fácil precisar a la gente por sus actos, pero es un engaño mas, quitar al

engaño es como quitar al hombre.

¿Quién podrá salvarme de mi mismo? Dudo de que pueda el cadáver, mi

personalidad es como los sentimientos, sólo saben reprochar.

El negro roncaba eran las 19h30 , había que buscarse la vida, aunque yo no me

pertenecía, era fácil hacer todo con la boca, estaba sucio, apestaba, me regresé hacia

el negro.

- Levántate – le dije

Seguía roncando, así que le grité en el oído.

- ¡Levántate chucha!.

- ¿Qué pasa? – contestó el negro asustado

- ¿Cómo que, que pasa? Tenemos que ir a robar.

Por fin algo brillaba en el negro, eran sus ojos sorprendidos, escandalizados, parece

que no se había percatado que era un maldito ladrón, la basura del mundo, no había

remedio, yo también estaba asustado, yo tampoco me había dado cuenta de este

detalle, así que por primera vez, escuché un sonido del cadáver. Se reía, se divertía

sin nosotros, nunca nos manoseaba, aunque usábamos su nombre para parecer

serios, pero esto había provocado en mi muchos traumas, como el querer ser y lo

único que no podía dejar de ser, es que era un fracasado, tenía evidencia para

mostrarlo pero mi optimismo era un niño perdido, que había sido abandonado por

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mi personalidad, mejor dicho por el cadáver, había entendido que el único

argumento para multiplicarme por algo, era resucitando las marcas de mis

resentimientos. Estas me hacían trascender, me identificaba como la desgracia más

agradable al tacto de los hombres. Soy hechura de sus manos, un mounstro del cual

no se han dado cuenta, un clon que se les escapó de sus planes establecidos, cuando

no se tiene personalidad o cadáver, desapareces, la tienes y aparece para ser cosa de

muertos.

Me había acostumbrado a la desgracia, era como una aldea de descanso, mis

instintos eran distintos a mi, el cadáver era la manía de mis huesos, lo había parido

sin dolor.

Pero, ¿había algo que me destruyera? Lo dudo ya estaba destruido por tener que ser,

mis razonamientos estaban limitados por mi voluntad, que exorcizaban mis deseos

en lo cual , el público sin rostro no aplaudían , ni reían, solamente deprimían.

Mis gestos, mis muecas con la boca, las cejas caídas, los cachetes llenos de granos,

el pelo despeinado, todo era el detalle de una rutina que se conocía como un “tienes

que ser”. ¿Qué tenía que ser?¿Qué sabía la gente? Pero así me educaron, era un hijo

de la ira, condenado a reprocharme mis errores con dignidad.

Era un cosmos con infinidades de propiedades que no conocía en mi y esto era la

personalidad, más preciso el cadáver.

Ha aparecido Pancho, recuerdo la primera vez que robé, fue un bus público,

estábamos metiendo mano, a mi izquierda había un borracho apoyando los brazos

contra el asiento., Pancho me tocó el hombro y me hablo, déjalo en paz. Fue como si

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dijera es de los nuestros, la lucha de las clases se afianzaba como una ley fundada

por los poderosos.

Habían diseños perdidos por los extremos, el cálculo y la planificación habían

pertenecido siempre a la inseguridad.

¡Que terrible es el desengaño!.

Necesitaba respirar profundo y expulsar el aire, me oía...tranquilízate, tranquilízate,

las cosas irán mejores, ya no distinguía la diferencia entre mejor y peor, eran

prácticamente idénticas, cambiaban las palabras pero no la profundidad.

Estaba siendo asaltado por mis derechos, se había convertido la excepción en la ley

de mis reglas, ahora convivía con la inercia.

El negro me hablaba, no le prestaba atención, tenía convulsionada el alma, no estaba

presto para seguir adelante. La rareza en mi, era como una propiedad

desnaturalizada, hasta que un golpe en la cabeza me sacó de mi mismo.

Estaba tranquilo.

- Nos vamos – me dijo el negro

- Vamos – le dije

Cogimos el bus que nos llevaba al norte, hacia la clase burgués, donde vivía una

parte de la aristocracia.

Mientras estábamos en el bus, hacia mi derecha estaba la ciudad blanca, el

cementerio, era un lugar abrumador allá íbamos a parar todos, sólo era cuestión de

paciencia, en la historia todo estaba sincronizado.

Eran las 23h10 llegamos al lugar, el negro tenía estudiada la casa; personalmente

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no me gustaba que me den sorpresas, pero dársela a la gente me encantaba.

La ciudad era un fantasma, la gente se guardaba temprano, ya que había que

trabajar, nos paramos frente a la casa, era de color melón, las rejas imponentes, ante

nosotros, eran la muestra de que estaban protegidos de si mismos, de sus rencores

transfigurados en temores, las rejas eran el signo del odio a la sorpresa, les gustaba

ser prisionero de sus frustraciones, eso era el paraíso, cultivar sus obsesiones.

El negro habló.

- Ya es hora.

Eran las 23:45 . Subimos las rejas con precaución, ya estábamos del otro lado, la

puerta frente a nosotros, sacó una pata de cabra.

- Vas hacer ruido – le dije

- Que ruido, no ves que todos están con aire acondicionado.

Es verdad ellos tiene aire helado para ellos solos, no respiran el de los demás.

Estábamos adentro, la casa era un lujo, muy acogedora, frente a mi estaba el espejo.

Lo único que hice fue ignorarme a mismo, para no verme a los ojos del espejo.

- ¿Qué nos llevamos? – pregunté

- Yo trabajé aquí de guardia y sé donde está el dinero.

- O sea que vinimos sólo por eso – le dije

- Sí, apúrate y sube.

Subí por las escaleras, a mi costado un cuadro de la última cena, me fije sólo en

Judas, se parecía a mi , seguí subiendo vi una puerta abierta, el negro estaba adentro,

que rápido que era este desgraciado; en la cama una señora con la boca abierta

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roncaba parecía una ballena, la baba le rodaba por la mejilla, tenía tanta grasa

acumulada. El negro sacó una caja fuerte y salimos parecía todo tan fácil.

Subí primero la reja , él me paso la caja fuerte y así desaparecimos del sitio.

Estaba tan cansado no daba mas.

Empecé a tener nostalgia por ser bueno, por desear ser lo que no soy , mi voluntad

estaba atrapada por el vicio.

Veía muy contento al negro, los verdes estaban ahí y me daban asco, me dio una

gran cantidad no sé cuanto, pero los cogí con repugnancia, estaba confundido no

sabía que era, creo que las cosas habían llegado al tope del hastío.

La gente que no existía me apuñalaba con el índice, esta gente era mi forma de

pensar, me preocupaba por mi .

Llegué a la casa, sintiendo la presencia de que alguien me seguía, quizás era el

cadáver que me cuidaba de mi mismo, de mis propias traiciones. Entré no me fijé

en los objetos, me acosté y una lágrima corría por mi mejilla, estaba deprimido, era

un ladrón que no había perdido su sentimiento de culpa, ya no estaba presto para

seguir escuchando , me paré abrí la ventana, ahí estaba la noche otra vez con su

cíclope , mirándome siendo testigo de mi culpa, la oscuridad lo abarcaba todo, era

una especie de círculo vicioso: mañana – tarde – noche – mañana – tarde – noche y

etc, etc ......

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Día cinco

Siento una brisa muy rica que recorre mi cuerpo, he abierto los ojos y ahí están los

objetos, con sus miradas raras, como diciendo algo o callándolo todo, buscando a

uno que hable, no sé que lo sostiene, parecen tan llenos de si y uno tan vacío de

todo, ¿serán ellos los que nos hacen vivir?, y es tan cierto que someten nuestras

pupilas a ellos, parezco un imbécil hablando con ellos o quizás sean mudos y hablan

con señales, que va no tengo arreglo . Ahora me llama el baño, es extraño pero la

taza del baño se me a parecido la boca, “no todo lo que entra hace daño, sino lo que

sale de adentro”.

El orine ha terminado, pero los objetos me intimidan , la ventana frente a mi , me da

miedo abrirla , se que no hay nada nuevo, es lo mismo de siempre, ¿y si hay algo

novedoso?, seguro que será una farsa, igual el temor se apodera de mi .

El cadáver vuelve a mi cabeza, mejor será no pensar en el ayer, ni en el mañana. El

uno me alimenta de tristeza, el otro me mata de hambre, lo raro de estos seres es que

no tienen vida, pero están , pareciera que el objeto esta por encima del sujeto.

El pensamiento del cadáver vuelve otra vez como una mosca, dando vueltas

alrededor de mi cabeza, el espejo frente a mi tiene aspecto de no soportarme. El

cadáver toma rasgos de mi, me hereda su naturaleza, el quiere tomar mis ojos, mi

nariz, todo, pero no puede, le doy asco. La similitud de mi rostro con la de él , se

diferenciaban por el ego, vacilaba el al tener que pertenecer a lo humano,

prácticamente se erizaba, no se si el cadáver era parte de mi existencia o era la

existencia misma, pero...no, no lo creo.

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Pasábamos por sus manos sólo un instante, hasta que nos dejaba en manos de los

gusanos, pero estaba con ojos invisibles, viendo lo visible, ¿qué será?, talvez

pertenecía a las leyes como la física, lo que si era claro era, que al cadáver no le

interesaba esta raza y nosotros necesitamos de él como un parásito .

El cadáver empezaba a tener mas de humano que de el mismo, aunque esto no le

haga gracia .

El robo de ayer fue fantástico, fue prácticamente como quitarle el helado a un niño,

tenía plata, estaba tranquilo. ¿Cómo ha de haber quedado esa gente?, al diablo con

ellos, la arrogancia es el estilo de todos, yo fui fundido por el sufrimiento pero

desaproveche la oportunidad de ser pulido por la personalidad, la personalidad era

muy fastidiosa, tenía una vida decorosa, había aprendido a usarme a mi mismo con

mis razonamientos. Lo de ayer fue una debilidad, un resbalón, alguien me había

preparado una trampa, era el Fidel que me quería robar, dándome una personalidad

que había fallecido por los designios de los seres. Necesitaba ser fuerte aunque la

debilidad sea mas pesada, creo que lo que me pasó fue un problema de herencia del

súper yo, la nostalgia es un artificio de mi espejismo.

En la sala, precisamente en la mesa estaba acostado el calendario, este era para mi ,

un escape de mi mismo, planificaba los días, intentaba darle una expectativa a mi

vida, era como pisar en tierra, invocaba al pesimismo, para que se ponga celoso el

optimismo y venga en mi rescate, al final ninguno de los dos aparecía . Frente a todo

el calendario me daba un respiro, me daba un aroma de no ser yo, ya que el resto era

igual a mi, en el tenía la posibilidad de calcular los hechos, de hacer objetivos,

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plantearme metas, pero mis objetivos se estrellaban con mi capacidad.

La gente conseguía sus logros, hasta que el vacío los atrapaba en sus objetivos,

entonces sus objetivos los volvía imbéciles del progreso.

En si mi vida estaba escrita por el lápiz de la historia, una historia que se había

hecho teoría con los sucesos del pasado, estaban sellados en mis recuerdos,

sostenidos por mi memoria, esto era el calendario un tipo de cimiento. Que han de

haber pensado los mayas al crearlo, quizás orden en las cosas, pero los días tenían

nombres reales y no ni lunes, ni martes, etc. Estos días fueron supeditados a mis

circunstancias, la dicha de un ser humano no era el placer, era la tortura de

merecerse las cosas.

Hoy estaba fresco, aparecía en mi un sentimiento de engaño, no me creía un ladrón,

intentaba convencerme de que era un cleptómano que le pertenece todo, menos a si

mismo.

Aparte de todo esto, merecía tiranizar la armadura de la gente, que eran sus

compromisos, en el calendario decía día de desviación. ¿Pude haber escrito esto, en

este maldito papel?, algo tan absurdo, en que habré estado pensando, indignado por

lo que escribí, estampe el calendario contra la pared . Ya no me soportaba , mi

elección estaba sofocada por mi capacidad, afuera se necesitaba gente capaz, que no

se equivocara , o si se equivocaba que sea con decoro, ¿por qué? ¿ cuál era el

juego? La mas vaga idea cayó sobre mi como un ladrillo, era eso, la competencia sin

querer, se atravesaba con otra palabra: desviación.

¡Que raro! Desviación y competencia.

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Alcé mi brazo para olerme las axilas, ¡Uff! Que hediondez, apestaba a chivo, fui a la

ducha a ver si había agua; por fin, halé la válvula se fue todo.

Me pude bañar y refrescarme. Estaba tranquilo, tenia para pagarle al cerdo

asqueroso de la renta.

Los días venían desviados por su rectitud, hoy por fin me daré el lujo de ser un

burgués, comiendo en algún restaurante.

La casa estaba vacía, apenas tenia consistencia, apareció en mi cabeza: desviación y

competencia. Desviado por la competencia o la competencia me desviaba o si no las

dos eran una sola cosa; ¡ay! ,El camino parecía recto, mas la competencia hacia de

útero para la humillación, estoy tan desviado en mis criterios, no tengo opinión, soy

un pelele con plata. El dinero desviaba al más rico en moral o al mas fuerte o

centrado, el sentimiento de esta porquería era yo mismo, eso, un competidor que

desviaba la atención de los demás, para parecer superficialmente.

Mi vida estaba tan recta por la desviación, ya no me mimaba mi astucia, mi ego solo

era el resplandor de un idiota con superación.

Me vestí, me lavé los dientes, me peine, estaba listo para ser parte de este mundo

otra vez, necesitaba ver gente, ser perseguido por sus miradas, estar en boca de

todos, que los haga pensar que estaba en sus vidas, como parte de la supervivencia

de la especie, aunque muy rara, pero especie. Dejar el traje del ladrón, me daba un

alivio existencial, me había acostumbrado a la realidad de ser un ladrón, ya no me

molestaba, todo esto estaba incluido en mi paquete.

Bajé las escaleras, vi la puerta del gordo, estaba cerrada, era extraño, por lo general

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la sabía tener siempre abierta, vi a mí alrededor si venia alguien, pegué mi oreja a su

puerta, no se oía nada, no sé porque actuó así, si el cerdo a mi no me interesa, este

tipo de actitud me repugnaba en mi, parecía que estaba en mis vísceras, a veces

sentía que buscaba mi ser en los demás, tenia esta sensación. Mi consistencia

desparramada en los demás. Me alejé de la puerta, me fijé en él numero era 508, el

mío era el 515.

- ¡Mierda!

Me tropecé con un tacho de basura.

Caminaba por la vereda y veía como todos éramos atrapados por el consumismo, se

consumían cosas, pero entre nosotros había un consumismo de intereses.

El interés nos llevaba a desear, a buscar sus fines, no importaba el medio, el medio

era un abismo, por eso no importaba.

Alguien gritaba:

- ¡Escobas!, ¡escobas!

Hacía mi venía una mujer, con su pelo negro suelto, camisa roja y pantalón blanco,

unos tacos que la ponían más erecta. Era bonita, pero en un patán no se iba a fijar.

Sus senos parecían vírgenes, paso a mi lado dejando su aroma, tenia un trasero muy

voluptuoso, su calzón era blanco, pero hoy mi concupiscencia estaba atenuada, no

tenía ganas de explotar a la gente con mi mirada y menos una dama, que no daría

por mi un centavo.

La gente caminaba con agilidad, ¿sabían a donde iban? Porque caminaban muy

erguidos, con la frente en alto, la competencia los hacia caminar sobre el aire, tenían

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los ojos fijos en lo que querían, sus pupilas desviadas a la destrucción.

Yo sabía adonde iba pero todo me era extraño, incluso mi propio cuerpo; por un

momento mis manos me veían, creo que el hambre se me había subido a la cabeza.

Entré en el restaurante, la gente sin darme importancia apenas me miró, buscaba un

lugar acogedor.

En el fondo una mesa con dos sillas, camine observando al piso, ahí en esa mesa me

esperaba a mí mismo.

Ya sentado, se acercó a mi una chica fea, era raro que en un restaurante..... que mas,

en fin era un barrio pobre, como no quería tenerla mucho tiempo frente a mi , decidí

ordenar enseguida.

- Por favor un ceviche.

- ¿Algo mas? – me dijo

- No

- ¿De beber?

- Una cerveza – le dije

Por fin se fue, bueno que puede exigir, también ella se habrá sentido aliviada,

viendo a este horroroso.

No me había percatado de que estaba al lado del baño, un chico entró en el.

En mi mesa descansaba un calendario, como me perseguían los calendarios y el

tiempo, al dorso del mismo una mujer con los senos al espacio, sonriéndome, pero

una risa de tristeza, sufría. No era un objeto, era esclava del objeto, este la

explotaba, porque el objeto carece de alma, ella tenia alma, por eso su tristeza, pero

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las reglas y las excepciones las imponen ellos.

Salió del baño el chico, yo estaba un poco relajado con las piernas abiertas,

apoyadas en el piso, todo parecía estable, la mesa tenia más personalidad que yo, se

la movía solo por necesidad, a mí me movían para utilizarme.

Regresó otra vez el muchacho al baño, me ponía nervioso.

La gente andaba en pareja, no me gustaba verlos, ellos iban a morir con placeres de

egoísmo y yo con placeres de fracaso. Era esta estirpe la que me involucraba con el

cadáver, simplemente ellos vivían muertos porque no esperaban a la muerte.

Diablos, el cadáver en mi mesa, su presencia era infértil ante mí, suspire por un

instante, viré la cara, al regresarla ya no estaba, como jugaba.

Prácticamente tener personalidad era como competir con uno mismo, el cadáver

usaba de esta para aniquilarnos en la desviación del progreso, me sentí mal, furioso

por mi apatía frente a los sucesos inadvertidos en mi.

Era un derrotado cantando victoria por la nefasta personalidad adquirida del mundo,

la competencia era un beneficio exitoso del fracaso, así que intentaba acumular los

hechos par ver si algo estallaba, al final burbujeaba yo mismo sin personalidad, la

crisis, la maldita crisis de uno misma era su realidad de personalidad.

Ya no me comprendía, el cerebro se me había arrinconado en la pared de la

angustia, aunque la razón no entendía de sentimientos, me llevaba al sendero de la

desesperación, estaba aburrido por lo que pensaba; el ceviche demoraba, no paría

nada nuevo.

En vez de boca, debería llamarse esfínter, cuando no podía controlarla venía la

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diarrea de palabras, una más sucia que otra.

Me empecé a decir, no hables que tu lengua es una lengua muerta, el sonido de tu

voz se perderá en el vació de los hombres.

- Pum

Me encogí de hombros, maldita sea la puerta. Era él otra vez, el bendito chico, tenía

las piernas chuecas, así que caminaba fatal.

Me quedé observando la pared.

Se oían pasos, era ella con el ceviche, deje de mirarla y empecé a observarla, no era

fea.

Emanaba un resplandor de ausencia de expresión, eso era su belleza elevada al

cuadrado, eso, eso era la fealdad una belleza elevada al cuadrado.

- Aquí este su pedido – me dijo

- Gracias – le sonreí

Se desplazaba muy rápido la mujer.

Era hora de comer, se veían interesantes estos muertos flotantes, terminé de comer y

me acerqué a pagar.

Salí del restaurante era la 16:00 . Me dirigí a la casa, a pagar la renta, a lo lejos se

veía una multitud ¿qué habrá pasado? Me acerqué mas y deslumbre el 508, me abrí

paso entre la multitud, estaba él morado con la boca abierta, la baba le chorreaba,

acostado en un sofá rojo, no había derramado sangre, había reventado por dentro ,ya

no tenía expresión, siempre la tuvo pero ahora desapareció.

El cadáver tenía trabajo pasaba por sus manos en ese instante, era de los suyos.

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Me sentí raro, el estomago se me revolvió, estaba acostumbrado a ver muertos

extraños y no a conocidos, no sabía si lanzarle el dinero a la cara, pero de lo que

estaba seguro era que no iba a olvidar su rostro, ellos eran espectadores de un museo

observando una reliquia, la farsa se llamaba el morboso, como contemplaban lo que

detestaban y yo era parte de esto. Su morbo les dilataba sus arterias, les dejaba

sostener sus pulmones en franca libertad, mientras mantenían su risa muda en

secreto, emanaban por los poros ese olor a lo trágico.

El abismo que los separaba del gusano de la muerte era su conciencia de nada.

Decidí retirarme, la gente murmuraba entre dientes, salí de la casa, subí las escaleras

consternado, era un muerto solo, sus únicos conocidos eran la multitud de extraños,

sentí que la sangre se me fue a los pies, me sostenía la baranda de la escalera.

¿Muerto o vivo? .Tendía a perderme en lo que es un engaño de todo y una mezcla

de algo, esta masa la llevaba al extremo de lo serio, cuando se vive se es esclavo de

la libertad, por eso la ética es un engaño, que hace creer al hombre que es bueno en

medio de sus errores.

Sentí el anonimato de los seres, era un ser desconocido en el cosmos de otro ser,

anónimo por disolución de carácter, me era anónimo el cadáver por que le

pertenecía. El que te posee te enloquece.

Llegué a la puerta con dificultad, la casa se sentía vacía y fría, los nervios eran en

este instante lo más actual que tenía.

En la cocina se oía bulla, aparecía frente a mi un ratón, corrió por su vida y fue a

perderse en un agujero, esto despistó en mi por un momento mis nervios de no saber

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cuando morir.

Decidí tomar un vaso con agua, estaba refrescante para mi garganta seca.

El vaso era como el hombre un vació con fondo, su fondo era su indecencia

convertida en esencia.

Mi cuerpo pedía mas descanso, la impresión ha agotado todas mis energías, así que

recosté la cabeza en la almohada.

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Noche del Día Cinco

- Toc, toc

Me senté de golpe, cogiéndome la cabeza, el reloj marcaba las 20h00 .

- Toc, toc.

- Mierda, ¿quién golpea así?.

Abrí la puerta, una gordinflona, que hubiera sido una buena fuente de inspiración

para Botero.

- ¿Diga? -le dije

- ¿Podría pasar?

- ¿Quién es usted para dejarla pasar?

- Soy hija de Don Guillermo.

- Ahh. Si pase, pase.

Prendí el interruptor, apenas podía moverse el peso le impedía.

- ¿Cómo esta señora? – le pregunté

- Señorita.

- Perdón señorita.

Tenía una cara de amargura, quizás lo único que le daba felicidad era comer.

- ¿Y su padre?

- Esta en un mejor lugar, aquí ya no hacia falta.

Me sorprendí, creo que noto mi impresión.

- No se sorprenda, ya no era útil, había hecho mucho daño.

Los ojos se le llenaron de agua, parecían cristales a punto de estallar.

- Disculpe ¿de que murió?.

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- De Arteriosclerosis.

- ¿Qué es eso?

- Endurecimiento delas arterias – me dijo

- ¿Y porque no estuvo presente cuando murió?

- Porque no se lo merecía, tenía que morir solo, tenia que pagar algo.

La pobre esta mas muerta que su padre.

- ¿Sabe cual fue la única herencia que nos dejo?.

- ¿Cuál?

- Una madre loca en el psiquiátrico, frustraciones y esta ratonera.

Parecía que no encontraba quien la consolara, el desahogo de ella era como una

lavaza, una mezcla de todo, sentimientos, verdades, mentiras, un poco de esto y de

este otro.

- ¿Y a la hija que le dejó?

Me miró con sus ojos caídos, su cuerpo con la cabeza eran una sola cosa, sus

cachetes un poco rosados, su pelo pintado se le había estropeado, su mirada seguía

fija en mi, parece que le hubiera escrutado con mi pregunta, sentía que las paredes

se estremecían al compás de lo que callaba, lo que no entendía es, ¿por qué esta

estúpida conversación? ¿Adónde llevaba todo esto?. No me importaba ella, entonces

¿Para que? .

Se puso la mano en el pecho y sus labios rojos se movieron.

- Me dejó un trauma.

- ¿Cuál?

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- El mismo, su figura.

- ¿Qué figura ves en él?

Creo que le daba placer a sus oídos el interrogatorio, pero le seguía el juego.

- Debería ser la de un padre, pero es otra su figura, era la de un suicida, nos hacía

suicidar a cada uno con su mirada. ¡Ay! aun la recuerdo... nos decía que éramos

culpables y responsables, por delito de existir ante su presencia, nos matamos tan

pronto que cada uno esta en su tumba. Mamá en un psiquiátrico y yo en mi mismo

sin aguantar este cuerpo que tengo, odio los espejos y detesto al hombre que ve mi

cuerpo.

- ¿Por qué?

- Porque no lo hacen porque sea guapa, aparte de que no lo soy, lo hacen por

bularse.

Así que hoy vivo como un suicida, el suicidio es una incógnita, es una respuesta sin

pregunta.

Y la peor respuesta que recibí en mi vida fue: tranquila que no pasa nada, aún me

retumba en los sesos , como si nada quedara grabado en mis llagas, creó que está

conversación pasa a lo personal así que dejemos la moraleja a los que tienen los pies

sobre la tierra, he venido por la renta y a decirle que esta casa la voy a vender, no

quiero verlo a mi padre ni siquiera penando.

- Si lo odia tanto ¿Cómo puede decirle Padre?.

- La realidad no juega a las escondidas no me molesta decirle padre, me molesta

que haya sido mi padre, que haya tenido dominio sobre mí, eso detestaba.

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Sus heridas están en mi, así que lo llevaré hasta la tumba, conmigo, es parte de mí,

soy de su naturaleza, soy su obra de arte.

Esta noticia me cogió mal parado.

¿A donde iré ahora?, el silencio otra vez presente, era lo más perenne en los seres.

Sentí algo extendido hacia mí, era su mano gorda y sudaba ansiando dinero.

- Si como no, ya le doy.

Me dirigí al cuarto a ver el dinero, ella tarareaba una canción.

Salí y me acerqué a darle el dinero.

- Tenga aquí está lo de este mes y los otros tres atrasados.

- Bueno, tiene tres meses para salir.

- Ya.

- ¿Le puedo decir algo Sr. Fidel?

- Dígame.

- Mi padre sabía que le alquilaba a un ladrón.

Animal asqueroso juzgas peor que un humano, mi orgullo ardía como Troya.

- Así ¿Y que más le dijo?

- Que era muy buena persona, así que no se preocupe por que no lo voy a delatar.

- ¿Hablaba con su Padre?.

- Si, usted sabe que hay que aprender a comer lo amargo. Lo dejo Señor Fidel, que

descanse.

- Hasta luego Señorita, perdón ¿su nombre?.

- Amigdalia.

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- Muy bien Señorita Amigdalia, que pase bien.

Quizás en un tiroteo me podría servir de escudo, el vestido la hacía parecer un

globo andante, que fácil era atacar por detrás, pero esta gorda, me daba pena, me

regresó la mirada y me hizo de la mano, yo también como un buen hombre le hice lo

mismo, ¡Ah¡ la hipocresía me hacía educado, pero no adulador.

Esta gorda era extraña, lo que se me quedó impregnado en la cabeza, fueron las

llagas, las desventajas de tener llagas, eran que estaban dispuestas abrirse, a calcular

la cantidad de sangre que votaba, pero a mi se me había hecho pus, eso era yo un

motivo para hablar o callar, la cuestión era que necesitaba desviar mis verdades,

transportarla a los demás, el puente de la competencia, ese era el detalle, se

competía no por ser mejor, si no para someter.

En el fondo se oía una risa, era el cadáver burlándose de la gente ¿qué veía?.

Era la gente caminando con apuro.

¿Qué pensará? ¿Pensara?

Nunca me hablaba, pero me regresó a ver, en el piso había una hoja de periódico

arrancada, en el mismo estaba la foto de un circo y con sus dedos asquerosos señaló

a la gente.

- Ya te entiendo esto es un circo, un circo romano, como fieras a quien

descuartizar, construyen su paz basado en destrucción.

Eran las 10:30 p.m, otro día que cae sobre los hombros de este mundo, miré hacia

arriba como buscando algo, lo único que encontraba eran telarañas, una araña apunta

de exterminar a su presa.

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Las telarañas eran muy frágiles, todo pendía de una telaraña, yo estaba atrapado por

mis pasiones, la araña era mi forma de pensar, ya no pensaba para existir, pensaba

para competir aunque siempre ganaba el existir.

Lo que pensaba, decía y hacía, cada cosa era un ente individual, las tres cosas eran

distintas o quizás eran igual por eso actuaban diferente.

Decidí dar una vuelta, después de ver un muerto y de haber dormido con él en mis

sueños, después de ver a la hija del muerto, era necesario vagar en este mundo,

buscar en la rutina de los rostros su distracción.

Estaba un poco más calmado, los nervios habían desaparecido, la ciudad parecía

calmada, sus paredes pintadas por pandilleros. Un vigilante retirándose de sus

labores, ya era tarde.

Las carretillas abundaban aquí, para morir todos por colesterol elevado, todos

globalizados, inflados por el consumismo, pero la gente consumía dolores, este era

el diseño de una cultura nueva que les había robado su forma de pensar, les había

tocado construir unos títeres libres con decisiones decididas.

Todo se veía, pero ¿cómo se veía? Eso a nadie le preocupaba.

A esta hora la gente ahí adentro, lista para dormir, se escuchaba como un señor le

gritaba a su hijo, giré la cabeza para ver atrás, ahí venía otro señor con la piel

pegada a los huesos, los ojos hundidos y unos lentes con fondo de botella, su nariz

era la de un garbanzo, sus piernas llenas de pelos, me miró un poco asustado, en su

mano derecha llevaba una funda de pan, andaba en sandalias, siguió de largo, su

casa estaba cerca, era la roja con blanco, sacó las llaves, las hizo sonar, abrió la

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puerta y entró.

Otro más en su jaula donde había que descargar sus insatisfacciones.

Me fui a sentar en un parque, sentado con las manos cruzadas, los árboles se

movían por el viento. Estaba fresca la noche, el cielo estrellado miré hacia la

derecha una pareja besándose apasionadamente, detestaba esto, a un metro mío los

sapos saltaban eran tan babosos como esa pareja, yo era igual a él, saltaba para

avanzar ¿hacía donde? ¿O me saltaba las cosas más importantes?.

La basura amontonada en un árbol, eso es lo importante para los demás, votar lo que

apesta, respiraba el olor de la basura con silencio.

Siendo muy poco morboso me alisté para irme y dejar a los novios con el parque.

El abismo de la gente era común, sus interrogantes eran las mismas de siempre, mis

uñas estaban sucias, estaban largas, lo más complicado de la limpieza era la

seriedad. Yo bromeaba mucho como mi cuerpo, era muy débil y pálido, mi mayor

obsesión estaba en mis reflejos, no sé como era ladrón, era muy lerdo, por esto

ridiculizaba mis vísceras.

Mi igualdad dependía de mi diferencia y de la comparación infiel de ellos, odiaba

comparar, cuando me comparé a mí mismo vi lo más horroroso de mí: el cadáver,

esto era lo ridículo de la planificación humana, estar a la altura de la desgracia

misma, mi inteligencia estaba destruida por el interés de mis necesidades, no existía

el principio de conformidad, el ser no estaba conforme con destruir, quería

erradicarse a sí mismo, así que la única jaula que tenía era su superioridad.

Me metí las manos en los bolsillos, di vuelta hacia la casa, la miré estaba muy vieja

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aquí se quedaron mis pasos callados, mis huellas digitales en los muros, en las

puertas y la gente que vive aquí correrá a otra parte, el sentimentalismo es la madre

de una violencia pasiva.

Subía las escaleras y chillaban, se escuchaba un televisor prendido en un

departamento, entré a mi casa, la ventana estaba abierta, el viento de la noche

enfriaba mis huesos, me llevé la mano a la cabeza, mañana será otro día de

competencia, por mi parte reclinaré mis sesos en una almohada y daré por terminado

este día.

El aullido de los perros estremecía, la noche iba hacer testigo de las pesadillas de

nosotros.

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Día Cuatro

El reloj marca las 10:00 , mi calzoncillo esta mojado por mi semen, me paro a buscar en

el cajón un pantalón, ya estoy seco, el sol está completo, irradia de luz a todos, sus rayos

traspasan mi carne, la ventana había dormido abierta, el tráfico había descendido, mis

esfínteres pedían evacuación, me senté deposité, hale la válvula y me limpie; me lavé

las manos, el espejo me mostraba a mi mismo, pelé mis dientes amarillos, un poco de

pasta al cepillo y a lavarme la boca; dos estornudos hacían exiliar lágrimas a mis

mejillas.

Me volví a asomar, ahí estaba el alfiler de persona, la Señora Catalina, tendiendo ropa,

esperaba una mirada repugnante de ella, creo que no se ha percatado de mi presencia.

Un frutero estaba al frente vendiendo, ¡Vaya! el poder adquisitivo de la gente , en la

cuadra de mi vereda un señor dando de comer a unas palomas, la gente parecía buena

para adquirir compasión a costa de lo bueno, se hablaba de gratuidad cuando todo tiene

su precio, sentía que alguien me miraba, no era para menos, era la señora Catalina,

nunca me había hablado y nunca me hablará porque no puede disminuirse hablar con un

ratero; me parece bien, esta en su libertad de escoger lo que mas le beneficia, aunque

no me ame, se que me odia, por lo menos siente , tiene vida.

No le impresionaba, ni le daba miedo, siempre andaba descalza, quizás ha de tener unos

buenos callos en los pies, se la veía dedicada a sus quehaceres, la gente contaba que le

golpeaba a su marido, era una mujer fuerte, carecía de dulzura pero pertenecía al

género de lo sincero.

Quizás lo razonable existía en mis complejos, siempre la mirada de una mujer me

cohibía y disminuía, no era homosexual, ni era mejor que ellas, solo las consideraba

52
más fuertes que yo.

Creó que era hora de desayunar, un vaso con leche no venía mal con un pan.

Ahora estaba anclado a moverme con eternidad en el pensar que no descansaba, saber

maquinar las cosas era una seudo existencia, aunque pensar era solo una idea mía, ¡no!

no era ni una idea, era una fantasma preconcebido, herencia de un ayer. Las ideas

venían por antojos pero el pensar era perenne, así que mi pensar era una orgía, se

juntaba con cualquiera, pero no se casaba con nadie.

El reloj pisaba el acelerador en la mañana, hoy estaba dispuesto a todo, quizás a creer

más en mi, aunque sea esto una ciencia-ficción, los tabúes habían caído rendidos a las

formas de pensar, ¡como doy vueltas alrededor de este eje¡, ¿Tenía forma el pensar?

¿El cadáver será la forma del pensar? ¿Me inmortabilizaba pensando o moría

pensando?, la teoría de la realidad era que los hechos, sucedían y los pensamientos se

escondían, fortificado en mis sueños que me daban alas para estrellarme, la búsqueda de

esto encendía una oscuridad en mi que se llamaba frustración, sonaba a fruta, !ja¡ era

un preocupado de mente. ¿Que objeto tenía complicar las cosas, cuando lo más fácil era

dejar que otro piense por mi o mejor insistir en la terquedad de la frustración?,

instalarme en este tipo de existencia, me cohibía, en sí la olla de presión era la

existencia, lo de adentro era la frustración, cuando estallaba esto, se desparramaba una

existencia de otros.

¿Me diferenciaba de los demás por mi forma de pensar? La frustración era la anestesia

que me permitía lamerme las heridas.

El aliento de mi pensamiento apestaba, esto era lo que nos diferenciaba de los demás,

53
las frustraciones.

Mi mayor frustración era que no sabía fingir mis sufrimientos. Aunque la gente no se

daba cuenta de esto, no era su problema tampoco, era normal, ya nada sorprendía, lo

extremo asustaba, lo único que extrañaba era la falta de dinero. El calendario reposaba

en el piso, me tentaba a ojearlo.

Creo que hoy no lo voy a ver, será simplemente un día de frustración.

Un mosco en mi brazo, chupaba sangre ajena en mi mano derecha, me apresuré a

reventarlo con la izquierda, mi misma sangre pintaba mi piel, la frustración penetraba

por mis poros, a las oscuridades, el silencio imploraba su espacio en mi.

La sirena de una ambulancia hinchaba mis tímpanos, no me gustaba jugar con las

frustraciones, las respetaba. Mi temperamento estaba sujeto a mis influencias de las

cosas, lo que alguna vez esperé dar sentido a mis razonamientos, fue solo un síntoma de

placebo, si las influencias me producían vértigo, desinflaban mis caprichos

sobresaturados, alguien saltaba en el cuarto, me acerqué al mismo, el cadáver con el

tobillo golpeando la madera, llegué a creer que estaba esquizofrénico, pero lo dudaba,

mi personalidad se reflejaba en él, mi yo era el del él y él era de ellos, se viró y cerró los

ojos, no me miró, lanzo una carcajada, siempre se me reía, nunca lo podía describir, no

era ni fácil ni imposible, estaba fuera de mi alcance, de mis córneas, quizás si lo

describía reventaban mis ojos y mis vísceras, desapareció bailando. Era incapaz de

inmutarse por alguien, me estaba empezando a molestar su presencia, aunque su

ausencia me hacía esperarlo con ansía en mi subconsciente, pero si me fastidiaba, me

estaba aborreciendo a mí mismo.

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El cambio de mis frustraciones se llamaba remordimiento. ¡Ea! Que fácil es describir las

palabras, con la boca, no se hace todo ni se logra algo, solo me desahoga.

Los sabelotodos no hacen esto, tienen solo palabras y obras inertes, son conocedores de

un nuevo renacimiento, ¡progreso¡, esta palabra abarcaba toda mi boca: lengua, esófago,

traquea, glotis, etc., me envuelve la cabeza, me dan ganas de eructar, tiene un sabor

agrio, así lo tiene el progreso, preocupados en el futuro o mejor en su futuro, y es que

el futuro es un pasado prolongado, mueren sus ramas muchas veces, pero no sus raíces.

Esta tranquilidad de insistir en mi mismo es correr el riesgo de ser un tarado pensante,

surgía con fuerza mi ego, me picaba la espalda, no me alcanzaba con la mano, me

rascaba en la pared como hacen los cerdos, la picazón no se iba, con una regla alcancé

aliviar mi picazón, las horas no calculaba la existencia, solo pasaban o talvez yo no la

calculaba y desaparecía mi existencia en la seudo existencia.

Mis placeres desorganizados querían controlar mi voluntad, en esta encrucijada me

alisté a aniquilar la soledad, visitando al negro, me cambie de ropa, bajé, la puerta de

don Guillermo estaba ahí pero el ya no.

No quería seguir pensando en un muerto, me dispuse a dirigirme a la casa del negro,

Estaba a unas diez cuadras, decidí ir a pie caminando, viendo gente y caras, todos

parecían el eslabón perdido, ya a cuatro cuadras de llegar, estaba la 18, había venido

aquí muy pocas veces con el negro, pero este lugar me daba repugnancia, no se como

podían tener sexo aquí, en fin, no sabía si desviarme o pasar por estas trabajadoras

sociales.

Mis placeres empezaron a guiar mis piernas con dirección hacia ellas, llegué al

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establecimiento, había para escoger, todas unos objetos, manchaban sus cuerpos para

tener una doble vida.

- ¿Hola papito quieres divertirte.?

Habló una de ellas que estaba con un sostén, calzón y unas botas, sus uñas largotas eran

tan falsas como su misma vida, ¡divertido!.

Aquí estaba una parte de la basura, la cual nosotros mismos la manteníamos, esta

profesión era más antigua que la historia.

Eva se prostituyó con una manzana, ellas con su seudo existencia.

La gente hablaba de esfuerzos, ellas se esforzaban en la cama, no les importaba morir,

no rendían culto a sus desenfrenos, se dejaban manejar por su cliente como un trapo.

Estaba seguro de que esta gente no quería esto, odiaban esto ¿Que habían en sus pozos

oscuros?, ¿Que habían en sus historias para dejarse robar sus cuerpos por unos

miserables dólares?, ¿Qué pensaban cuando estaban debajo de ellos? A estas pobres

mujeres les habían matado el amor y le habían depilado el clítoris ¿culpables ellas? ¿La

sociedad? ¿la cultura? Nadie se preocupaba por ellos bueno no he venido para ser un

héroe ni a divertirme en la esquina, mis bajos instintos o profundos instintos volverán a

desaparecer.

Los héroes eran para los cuentos; no he venido a salvar a nadie. La frecuencia de huir de

los problemas era cada vez más clara en mi, abordarme a mí mismo y a mi contorno de

momentos me hacían abortarme, ellas ya no tenían ni cuerpo, tantas manos encima les

dejaban heridas profundas.

Los machotes que en el fondo eran maricas, eran consumidores de este mercado, aquí ya

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no venían políticos, esos van con putas caras, todo esto era una bolsa de valores, caían

los precios cuando se infectaban y si cogían el sida, liquidaban, ni el preservativo los

hacían elegantes en medio de sus porquerías. Me tropecé con un señor.

- Mira hijo de puta por donde caminas.

Estaba tan despistado que ni siquiera me dio chance de reaccionar.

Frente a mi una muchachita con ojos de color miel, me atrapó la dulzura de su cara, al

lado de ella un malandrín con bigotes comprándola para llevarla a la cama, ella pedía

cien ($100) dólares, él apenas ofrecía diez ($10) dólares.

Para disimular y observar más me acerqué a comprar un refresco.

- Vamos por favor decía el bigotón.

- Ya te dije cien dólares

- Con lo que te hago en la cama, me quedaras debiendo tú.

- No insistas y lagarte.

Le quiso meter la mano.

- Suéltame.- Gritó

Una bofetada hizo que le sacara la mano, él le dio un golpe en la cara.

Yo voté el vaso, me acerqué al malandrín, le inserte un golpe en su pómulo izquierdo,

cayó en el piso, se limpio la boca, se paró y se largó. Tenía rosada la cara por el golpe.

- Gracias - me dijo

- No es nada.

La quedé mirando, era la mas rescatada de todas en vestir.

- ¿Qué ves?- me dijo

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- Tu belleza.

- Anda a sorprender a puritanas, o crees que te voy a regalar mi cuerpo porque me

defendiste.

- No, no, solo quería ayudar.

- Ya te di las gracias.

La seguí mirando, sentí un sentimiento raro por ella, me empezó a gustar mucho sus

labios rojos, sus manos pequeñas eran tan naturales, sus piernas blancas, su cintura

ceñida a su cuerpo, su pecho firme, el cuello relajado, su pelo negro me enredaba la

mirada, su piel fresca, se notaba que había sido muy poco manoseada.

- Vas a llevarme a un sitio, me dijo

- Sí, porque un lugar así, yo no tengo sexo ni pago cien dólares, así que vamos - era lo

mejor sacarla de esta porquería.

- Los cien dólares.

- No valgo algo más que ese bigotón

- Bueno ciento cincuenta dólares

- Esta bien toma los cien dólares.

Caminábamos.

- ¿Cuánto tiempo llevas en esto?.

- Seis meses.

- ¿Cuánto te haces?.

- ¿Qué te importa?.

- Sólo preguntaba.

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- En vez de preguntar tanto compra un preservativo en la farmacia - habíamos

caminado 30 metros.

- ¿Por qué eres tan tajante?.

- Hacemos nuestro trabajo, no estamos para enamoramientos.

- Nunca ¿te has enamorado?.

- ¿Quién se puede enamorar de una especie tan rara como ustedes?.

- Si, es verdad.

- Nunca había visto un cliente tan respetuoso, soy tuya en este instante solo por dos

horas. ¿por qué no me metes mano? ¿O vas a desperdiciar cien dólares hablando con

una ramera?

Me gustaba, pero me dolía mucho lo que decía de sí misma, ella se trataba como un

gusano. Tuve la tentación de convertirme en un héroe, rescatándola de las fauces de

este contorno, mi machismo escondido pedía libertad, salvar a esta mujer sin pasiones,

cada hombre le había absorbido su alegría a cambio de frustración, su rostro lo

expresaba en cada gesto, en cada mueca. Los síntomas de vida en ella apenas latían.

- ¿Entonces?- me dijo.

- Yo soy el que pago y decidiré lo que hago, acompáñame a la farmacia.

La señora de la botica me veía con aire de desconfianza, era una cuatro ojos, seguía

mirando, ahora observaba a quien me acompañaba, a ella le clavó los ojos con

desprecio, diciéndole: “yo soy mejor que tú porqué no soy una fácil” se leía en sus

cuatro ojos.

Yo sin remordimientos y tapujos lance las palabras contra ella.

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- Un preservativo por favor.

La gente de a lado no se había percatado de mi molesta existencia, pero en este

momento mis sonidos de las cuerdas vocales les fastidiaba, así que todos sin excepción

de uno, regresó a verme.

La vendedora fue en busca del mismo, me trajo algunos:

- ¿Cuál desea?- Hablaba un poco avergonzada.

- Deme el más barato.

Me viré hacia mi compañera, quería ridiculizar a esta gente.

- ¿ Sabes poner esto?- le dije

La gente ahora abría los ojos.

Ella solo movió la cabeza en forma de afirmación. Creo que la ridiculicé a ella también.

Así que decidí dar por terminado este juego.

- ¿Cuánto es?

- Tres dólares

Saqué el dinero de los bolsillos.

- Tenga.

Mi mano se extendió hacia ella y me retire.

- Vamos, por cierto,¿Cómo te llamas?

- Mercedes.

- Bonito nombre.

- ¿Por qué eres tan hablador con una cualquiera?

- Y ¿por qué eres tan huraña? ¿Qué defiendes? - Le dije.

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- No me gustan los preámbulos

- Y ¿Qué defiendes?

- Una mujerzuela no tiene nada que defender

Cada vez me gustaba mas su carácter, un ladrón estaba marcando por su condición, no

podía buscarme una mujer normal, si es que existe eso, o la mujer ideal que vive en la

muerte, pero lo que era, yo, me llevaba a buscar a alguien como ella, así que decidí

inventar el papel de héroe. Fuimos a un motel.

Entramos a la pieza, ella empezó a sacarse la ropa.

- Espera, espera. -Le dije

- ¿Qué pasa? -Me dijo refunfuñando

- ¿Quiero que hablemos?

- Te quedan 45 minutos así que hablas o actúas.

Me empecé a poner nervioso, no me gustaba el ambiente, pero la espina ya estaba

clavada en mí, nada se pierde cuando uno es un perdido, así que todo entraba en el

probar, ¿Probar que? bueno no iba a pensar, quería solo sacarme la espina.

- Mira voy a ser concreto, quiero librarte de todo esto, quiero que seas mi mujer..

Estaba esperando que se me ría.

- No me estas dando libertad, me estas pidiendo que sea tu mujer, porque esta muy

claro que los hombres no dan libertades a cambio de nada y ¿Con cuanto cuentas para

darme algo digno?.

- ¿Qué quieres decir?. Solo quiero darte un porvenir.

- Que pendejos que son los hombres, no puedo lanzarme al vacío con un ladrón, y

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además contigo no hay ningún futuro.

Me caló en todo mi ser esa palabrita que odiaba tanto: FU-TU-RO, me sonaba a

podrido, me hirió el alma y la empecé a detestar por como era, su personalidad, era un

cadáver, sentí que ardía por dentro , estaba indignado, ella ni se inmutaba, esto me

pasaba por querer ser un héroe, cuando los héroes son solo un invento.

La frustración aparecía poniéndome la corona de victoria me había tirado los planes por

el suelo.

- Y no puedes dar nada.

Otra puñalada más.

- No es el hecho que me des sólo dinero - me dijo.

- Entonces ¿Qué es? -Le dije.

- Son muchas cosas, no lo sé.

- ¿Cómo sabes que soy un ladrón?- Le pregunté.

- El negro viene muy seguido por aquí.

- ¿Lo conoces?.- Le dije.

- Sí, ha sido mi cliente y además siempre pasabas con él por aquí y le

escuché a Rosa preguntarle por ti.

La gran ramera Rosa era buena en la cama. Alcé la mirada, buscando aún no se que,

pero me había revolcado en el piso, con sus palabras, que sonaban a frases célebres, la

frustración volvía a desposarse conmigo.

- ¿Qué te pasa?.

No le contesté.

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- Te quedan solo quince minutos.

Seguí callado.

- Si no vas a hablar me largo.

Se paró, me levanté deprisa y me puse de frente a ella, quería un recuerdo frustrante, le

vi sus ojos y la besé a la fuerza, se movía como culebra y se soltó de mí.

- Suéltame - se limpio la boca .

La dejé. Era esclava de su seudo existencia, ahí va a luchar una persona más por ese

abismo que llaman ser.

Arruinado por querer ser un héroe, terminé aniquilándome el mejor consuelo que me

quedaba, era el reproche, estaba deprimido, arrepentido de mí.

Mi mayor círculo vicioso era la frustración. Con las manos cruzadas viendo el piso, me

quede anclado en ella. Ahora tenía que levantarme y seguir inmortalizándome en la

nada.

Me encaminé a la casa, no tenía ganas de ver más caras ni el morrión que llevan por

cabeza en la cual manipulaban sus traiciones.

Otra vez esta maldita casa imponiéndose ante mí, era mi refugio .¿Refugio de qué?.

Pues, la soledad no pide permiso para nada, puedo estar en la masa y estar solo.

Predispuesto a refugiarme en mis frustraciones, me embarqué en esta porquería.

La brisa traía basura por el piso y polvo a mis ojos, el viento me empujaba a entrar, a si

que me apresuré, dejé las llaves en la mesa, sentía un freno en la garganta, para ser

ladrón no pude robarle absolutamente nada, me avergüenzo de mi mismo haberle dicho

esa estupidez de sacarla de la vida que llevaba, la adrenalina me empujaba a ser

barbaridades, mejor será que me de un baño y a dormir.

63
Día Tres

Una risita estúpida me ha despertado son las 05:00 , yo conozco esa risa, es el cadáver,

me limpiaba las legañas con el índice de mi mano derecha, me acerqué al baño a

lavarme este rostro seco, el espejo no dejaba verme, no veía ni un rostro, ni una

máscara, sólo un espejismo de mi personalidad, un fondo que se perdía. Si quebrara el

espejo me vería en dos partes, imposible para que dos Fideles, suficiente uno.

El cadáver seguía riéndose ¿En que se empeñará?. Esa personalidad del cadáver era tan

mía que ya ni la sentía.

Los verdes en mi bolsa empezaban a escasear, necesitaba dar un gran golpe y retirarme

de esta porquería e ir a un lugar donde no me conozcan. El cuello me dolía ligeramente,

había dormido un poco mal.

La aurora me incitaba a contemplarlo, pero estaba muy cansado para desayunármela, el

reloj como todas las mañanas atrapaba mis ojos, eran las 05:10 , era muy temprano para

mí.

En una huida desesperada de mis recuerdos aparecía Mercedes, un prostituta que se

diferenciaba de los demás porque mis afectos la justificaban.

Aún hoy en mi memoria están sus ojos color miel, y en mi corazón su prostitución, no

se cual de las dos balanzas pesa más: La de la razón o la de los sentimientos. Al final me

he quedado solo con algo que es peor que una enfermedad, o lo que realmente es un

problema sin solución, me he quedado con mi yo, quien no entiende sobre la historia de

los hechos, solo entiende la historia de los mediocres , a todos nos gustan las cosas

medias, no queremos que se termine algo cuando nos gusta, que se alargue para siempre

pero todo termina.

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Me senté en el sillón estiré las piernas, dejé respirar mis recuerdos, apoyé mis huesos

cansados en este objeto. Todo se me escapa de las manos, por moldear mi vida a estos

esquemas, mi ser hace que se esfumen mis circunstancias , tanta profundidad me

estremece pero no me convence.

El cadáver seguía riéndose.

La nostalgia me invadía, no era bueno apoyarse en ella, me hacía suspirar por

Mercedes. Temía que mis recuerdos se hagan duraderos pero algo salía en mi salvación,

se llamaba despecho. El despecho me decía: esta prostituta, anoche se ha de haber

acostado con unos cinco y yo como un imbécil teniendo sentimientos nobles hacia ella.

No me era raro sentirme fuera de mí, el cadáver consumía mis formas.

Quería salir de lo rutinario, dejé cerrada las ventanas, parece que el sol vacilaba en salir

todavía, apenas el resplandor pegaba en la casa, decidí no abrir las ventanas, me acerqué

al velador del cuarto, saqué una vela, cogí un plato en la cocina, la encendí , dejé que el

esperma de la vela caiga sobre el plato, la puse en el mismo. Iluminaba mi contorno, la

llama erguida sobre la vela mostraba su rectitud, eran las 06:00 .

El fuego consumía a la vela, el esperma bañaba el plato, mi personalidad consumía mi

existencia, masticaba el pan que se mezclaba con mi saliva, tenía que establecer mis

ritmos para asegurarme que no estaba contaminado. El cadáver reía .

Tragué el último bocado, solté la cuchara, cruce de piernas, al sol no lo dejaban salir.

Vire la cara hacia mi izquierda, ahí estaba el calendario como un objeto veraz capaz de

conquistar mis días sin contaminación, pero hoy las cosas parecían cultivadas por lo

oculto. ¿Qué las hacía así?, ¿El hombre se servía de ellos? o ¿Era esclavo de ellos?

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Estaba cultivado a ser humano, pero en lo oculto estaba rajado, mis ojos veían sombras,

estas eran como un desliz de mi locura, parpadeaba para ver los objetos

simultáneamente. El cadáver ha dejado de reírse, esto me llamaba la atención, siempre

tomaba en broma mis pensamientos, pero ha detenido su risa, siento sus pisadas, su

presencia la huele mi piel, estoy de espalda a él, lo siento más cerca. Escucho un sonido

muy agudo, chillón desagradable que salían de su aliento, apestaba el tufo, invadía la

casa. Me quedé paralizado al oírlo hablar, mis huesos temblaban, en el abdomen el

vacío se hacía infinito, no lograba escuchar sus palabras.

Se oía un.

- Ai....s

Empezó a gritar

Me viré para verlo, su expresión era furtiva, producía comezón.

Volvía a decir

- Ai...s

Sabía que no entendía, se estaba molestando

- Ai...s

Por fin logró decirlo bien.

- Aihpos

- ¿Qué es eso?

- Aihpos - seguía diciendo

- ¿Qué mierda es eso?- Le grité.

Dio media vuelta y se fue repitiendo la misma palabra.

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- Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos

Se esfumó de mi vista, dejando el eco, susurrando mis oídos , mi cabeza estaba saturada

de esa palabra “ aihpos”, la pronuncié y me sentí contaminado.

Me encogí de hombros y le reste importancia. Lo raro era que haya hablado, nunca me

hablaba, era como mi ex personalidad, nunca hablaba y la que él me heredó es como él,

un cadáver.

La vela estaba totalmente consumida, estaba desapareciendo, no lo pensé dos veces y

abrí la ventana con violencia.

- Pum, pum

Nadie toca la puerta así, sonaba como si la patearan.

Estaba molesto, contesté con desprecio.

- ¿Quién es?

- Yo

Esa voz era inconfundible, era el negro, abrí la puerta, ahí estaba su piel oscura

contemplando mi seudo existencia.

- ¿Qué quieres? -Le dije.

- Pasar.

- Entra.

Pasó, lo empujé y cayó en el sofá .

- No vuelvas a patear la puerta negro bruto.- Le dije.

- Esta bien.

Nos quedamos en silencio por un momento.

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- Se que fuiste en busca de rameras - me dijo

Agaché la mirada, por primera vez me intimidaba su cara manchada, alce la mirada,

fruncí el ceño.

- ¿Algún problema con eso?.

- No, pero deberías cuidar mejor tu dinero.

- Desde cuando eres administrador de lo que haga o deje de hacer.

- Estas rabioso porque estuve con Mercedes.

- No, si es solamente una puta,- le dije

- A quien querías rescatar de esa vida.

- Ella te contó todo

- Algo por estilo, debes saber que ellas no aman esa vida pero aman el dinero y si esa

vida les proporciona dinero fácil y rápido, optan por ella, además ¿Qué le puede

ofrecer un ladrón como tú?.

El tú se me impregno en el oído era como un eco eterno. Túuuuuu.

Buscaba las estrategias para herir

- ¿Sabes lo que hace a un sabio imbécil?

- Ya empezaste con tus adivinanzas .

Me producía asco, herir a este tipo de personas, es inútil, es como amasar el silencio.

- ¿Contéstame?

- No lo sé.

- Tener mucho carácter para vivir engañado.

- ¿Me estas diciendo que vivo engañado?.

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- No, mejor dicho en la mentira, porque todos tenemos algún engaño, pero en ti se

dan el conjunto de todos los engaños que se llaman mentiras.

Movió la cabeza, como extrañado, no parecía herido, alzó la cabeza.

- ¿Y?.

- Sólo tienes sexo en la cabeza.

- ¿Y que más puede tener un hombre en la cabeza?

- Corrijo lo anterior ,sexo y mierda tienes en la cabeza.

- ¿Qué tipo de puritano eres?

- Nunca te ha gustado alguien al extremo, o no te has enamorado.

- Sí, pero no de una puta, ni siquiera la conocías.

- Por lo mismo, parecía algo nuevo, estaba harto de las mismas, por eso ya no pasaba

por ahí, además no tiene sentido esto, ni tú, ni yo, los únicos méritos que recibe el

hombre son en su tumba, el resto es vanidad, la personalidad es una vanidad que engaña

al carácter con verdades humanas, fundadas en su forma ser.

Me desplomé en el sillón, ya no miraba al negro con asco, era igual que yo, un cadáver,

con sus vicios, yo tenía lo mío. Sabía herir.

- Déjate de pendejadas Fidel.

Movía las manos muy bien para hablar.

- Olvídalo, en este mundo no hay culpables, solo hay personalidades, ¿Has venido solo

para hablar de una mujer?.

- No, necesito más dinero, más dios mammon, tú sabes que la plata es como el agua, se

evapora.

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- Dirás como el hombre, se evapora en sus ideales.

- Así, que pensaba asaltar otra casa

- No, caridades no quiero, deseo retirarme de esta porquería.

Los ojos le brillaban al negro, sacó la lengua y la devolvió a su sitió con rapidez.

- Dime. ¿Qué tienes en mente?

- Un banco.

- Estas loco.

- ¿Por qué no?

- Te estas metiendo con algo muy serio, acaso somos unos tipos especializados.

- ¿Cuándo te has tomado algo en serio? ¡ah!

- Es demasiado

- Lo único que se puede tomar en serio es lo que se lleva en broma, así que vienes

conmigo o busca otro socio.

- No puedes hacer esto solo.

- No eres el único ladrón.

- Esta bien, tú ganas. ¿Qué banco es?

- Déjame cambiarme.

Me cambie y salimos.

Ahí estaba el banco, en él se almacenaba el bienestar de los hombres.

- Si ves el banco apenas tiene dos policías, uno adentro y el otro esta en al puerta de

afuera.

- ¿Cómo eliminamos a esos dos?

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- Necesitamos a uno que lo distraiga, el que está adentro es fácil, las cámaras las

destruimos y una granada para volar la caja fuerte.

- Ya has hecho todo con la boca Fidel.

- No hay otra salida ,negro

- ¿Quién busca a la otra persona?.

- Tú.

- ¡Yo!

- Al tal Raúl búscalo y le damos algo.

- Esta bien ¿Y a que hora va a ser?

- En la tarde.

- Es una locura, pero que más da. ¿A que hora?

- A la 13:00 donde hay poca gente; tienes que estar en mi casa a las 11:30 . Consigue

armas.

- Todo me dejas a mi.

- Yo doy la idea, pon tu el resto, nos vemos mañana, espero que sea el último día de

que te vea.

- Ja, ja, ja

- Te ríes. No me muestres tus dientes.

Me di media vuelta y me aleje de él.

Mis piernas se deslizaban lentamente, arrastraba mis pies, un señor sin camiseta

barriendo, alzo la mirada para verme, mi cabeza giraba a la izquierda, un viejo con

gorra y gafas apoyaba su quijada en sus brazos, a unos dos metros un niño dándole de

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comer a las palomas, en el piso se veían manchas verdes de caca de palomas.

Todo parecía concreto, se respiraba aires de esfuerzos, la gente se esforzaba por tener

personalidad, deseaban ser ellos en sus nichos.

Las puñaladas que daba el cadáver eran nefastas, nunca nadie se percataba de eso.

¿Por qué era así?. Cada vez más creía que la personalidad era un espejismo de mis

frustraciones.

Suena la corneta de un auto en mi oído.

- Mira por donde andas estúpido, -me gritó

El carro a unos metros mío se había detenido, el pensamiento casi se me esfuma.

Caminaba deprisa para cruzar , me disculpé con el conductor, estaba molesto, solo

hizo muecas, sentí los cachetes calientes y fuego por dentro, estaba avergonzado por

mi descuido.

Los ojos en la cara de las personas se notaban un síndrome, se llamaba espera, algo

esperan, yo esperaba algo, no se que era, podía ser salir de la rutina, pero ¿ que nos

saca de eso?.

Pero ella supone algo, supone la angustia Me dirijo a la tienda, mis pulmones pedían

humo, una abuelita, con cabeza blanca, una bata larga, las zapatillas mostraban sus

dedos deformes, parece que sufría de artritis.

- Por favor media cajetilla de cigarrillo,- le dije.

Se puso la mano en el oído.

- Perdón,- me dijo.

Alcé la voz

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- Media cajetillas de cigarrillo por favor.

- Bertha , Bertha.

Salió una muchacha con un short, sus piernas eran gruesas , el pelo lo tenía cogido.

- ¿Que pasa abuela?

- Atiende al señor por favor.

- Dígame señor.

- Media cajetilla de cigarrillo blanco por favor.

Me acercó los cigarrillos, sus manos se veían frescas, vírgenes, no olían a piel ajena.

- ¿Cuánto es?

- Son dos dólares.

Mientras, sacaba los billetes, la abuela veía televisión.

- Tenga, muchas gracias .

- De nada.

Encendí el cigarrillo, lo estacione en medio de mis labios y empecé a tragar y a votar

humo.

Llegué a la casa, una sombra vi corriendo, alcance a ver su pie esqueletizado, me senté

de pronto, me empecé a sentir mal, muy mal, se me erizó la piel, sentía escalofrío, veía

nublado, sólo manchas transparentes en mis pupilas.

Presentía que era el cadáver , el que me utilizaba, estaba seguro que era él.

Empezó el concierto

- Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos

el pecho lo sentía hundido, me apretaba contra mi mismo, me ahogaba, logré tomar

73
fuerza y gritar.

- ¿Qué quieres?

Por fin se calló.

- Ja, ja, ja, ja.

- ¿De que te ríes?.

Volvió a desaparecer.

El calendario en el piso desdibujaba mis sentidos. Todo parecía un “pito, pito, colorito”,

cuando no sentía razonaba, cuando razonaba no sentía, todo iba y venía, esa palabrita

puerca del cadáver me atraía como un imán, nadie me aconsejaba pero todo me definía.

Mañana espero que sea un día grande, como me gustaría poder darle alcance a los

sucesos, pero estos están escritos de antemano.

La cabeza me dolía, esa palabrita me dejó extenuado.

¿Cuáles eran los estragos de una personalidad?

Seguro que mi mediocridad, en mi ya nada me inspiraba confianza. Todo quedaba en el

medio, el conocimiento no era total, solo medio. El hombre mediocridaba sus ideas,

creyéndolas ciertas. Así que percatarse de uno mismo era casi un suplicio, la

mediocridad constituía mis aciertos.

Las cosas no se movían se estacionaban en su andar. Posaban los hombres para

desgastarse, cuando se desgastaban empezaban la selección. ¡Viva el vómito de la

selección humana! Han hecho del hombre un mosaico, nos han arrinconado en una

estructura conceptual. Hoy se inaugura la era de la auto- eliminación.

Nos inflan con bolsas de bondad para reventarnos con una justicia ciega que permanece

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ciega por que creen ver con ojos de una ley humana.

No voy a seguir gastando mis neuronas en cosas inútiles. Una hoja en mis manos, la

contemplé, al final trituré totalmente el papel, lo hice añicos, lo lancé al piso, la madera

estaba desgastada, me despojé de mis zapatos y de mis medias.

Como me dolía la cabeza, me apresuré a buscar un pastilla en el velador , encontré una

aspirina, entre papeles aparecía un álbum, tenía años que no hojeaba fotos, cogí el

álbum y la aspirina.

Me tomé la aspirina y empecé a mirar el álbum, en el mismo existía gente muerta, ahí

estaba Ronald, un muchacho que vivía, subiendo y bajando mujeres, por un poco de

placer. Estas fotos congelaban el tiempo. En medio de algunas estaba yo, se podía ver a

leguas mis huesos, soy muy feo para contemplarme de esta manera, esa mirada risueña

que llevo en mis rasgos, se limita a describirme como un fantasma. Me asustaba mis

oscuridades, mis riesgos de descubrirme como un ensayo decapitado, mi otro

pensamiento corría por el Aihpos.

Esta palabrita estremecía mis huesos, solamente al pensarlo. ¿Habré pasado mi vida

asustando a la gente en mis ausentismos? Por que es normal que asuste lo desconocido.

De golpe otra vez aparecía la palabra del cadáver “Aihpos” esto era desconocido en mi.

La gente asusta cuando habla, es como una bomba que estalla, aunque las palabras no

miden con exactitud lo desconocido de un ser. Tienden a ser un fantasma que asusta.

La familiaridad de mis costumbres era ficticia, el vello en mi pecho recordaba mis

ancestros, un mono encorvado que trepaba árboles, hoy un mono erecto en dos patas,

dice ser pensante, sólo escala para seguir adelante.

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¿Cómo podrá escalar lo que tiene adelante?

Lo encasillaré en seguir adelante, aunque lo más adelantado que tenía en mi, era la

punta de mis pies y mi nariz, aquella forma de fingir , mis figuras estorbaba todo al

estimular mis defectos.

Giramos sin movimientos solo nos empujaban, el mundo giraba con saltos, el mayor

salto era ya no escuchar, el mejor oído de todos los charlatanes, era el adulador, pero esa

palabrita cadavérica “Aihpos” fracturaba mis formas, me dejaba sordo, me hacía

vomitar por las orejas y pensar que mi personalidad esta sometida a la existencia.

Esto me hace rasgar el cinturón de mi ego.

Empecé a sentir decaimiento, los ojos me pesaban, el escalofrío robaba de mis huesos el

poco calor que quedaba, me acosté en el sofá de lado, metiendo mis manos en medio

de mis piernas, experimentaba mi propia envoltura.

Abrí los ojos, me había quedado dormido, me sentía pesado, ya era tarde, empezaba a

oscurecer. Los días en esta ciudad transcurrían tranquilos, la gente apenas vivía, se

robaba, se mataba, nada era extraño, solo la gente misma.

La gente pacífica que llevaba sus luchas por dentro oía al cadáver decirles “Aihpos”,

aunque no comprendían la magnitud de esta palabra, se los veía revolcarse en el piso del

silencio consigo mismo, repletos de sus logros recurrían a las sombras de lo podrido y

se volvían sociales por necesidad de desahogo.

Me restregué los ojos, me dolía el brazo, estaba entumecido, toda la fuerza de mi cuerpo

había recaído en él, lo movía despacio par aliviar el dolor, ya casi nada se veía, la

oscuridad envolvía toda la casa, encendí la luz, y me vi reflejado en mi sombra, me veía

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totalmente desproporcionado.

Mis ruidos bajaban el tono frente al recuerdo de una prostituta, era ella, Mercedes, sus

ojos, su boca, su mentón, sus cejas, todo lo recordaba con exactitud, pero rápidamente

me decepcionaba de ella, no era culpable ella, mi heroísmo era una sarna, tantos

intentos de vida en mi, habían resucitado un cadáver, una naturaleza desconocida.

Mis ojos buscaban verme, ahí estaba el espejo, siempre exageraba, mi imagen

deteriorada por mi personalidad, que duró era tener un espejo, el que estaba en frente

era un extraño.

- No te conozco.

No eres mi yo, eres un cadáver, una multitud de antojos, los gestos que tienes

impregnado en tu calavera son de dudosa procedencia , aunque no asustas a nadie, no

hay peor susto que lo incierto, no escruto mi vida, solo la rozo, me gustaría ser como

Calígula, y partirte en pedazos, pero no se puede romper algo cuando esta fracturado por

dentro, volvía la frase del cadáver:

- Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos,.

Me atormentaba con ese zumbido que no entendía, todo me daba vuelta. El silencio

volvía abruptamente, el estómago me crujía, decidí ir a comer al puesto de la comadre.

Bajé, doblando esquina estaban unos diez chicos, conversando de sexo y mujeres, sus

rostros llenos de pubertad y de pus. ¿Eran el futuro?. Algunos me miraban

atemorizados, otros me observaban con odio, y todos saboreaban la dicha de ser ellos, a

su manera, pero eran unos enemigos de si mismos.

Pasé de largo y sus risas se oían con fuerza. Llegué al local de comida, la comadre que

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no era mi comadre, solo le llamaba así, se acercó.

- Compadre ¿Cómo así por aquí?

- Viniendo a visitarla y a servirme algo

- Como no, ¿Qué le servimos?

- Una chuleta

- Muy bien.

Era una hipócrita, sabía que era ladrón, pero no le importaba, le interesaba solamente

que coma y me largue, era la misma, media flacuchenta , media pálida y ojerosa,

hablaba pausadamente para ser clara, era mujer de armas a tomar, su marido le había

sido infiel, así que lo corrió de casa, en fin, ¿Qué era todo esto?, un anda y ve, una

compra de afectos para vender exigencias, a cambio de tener la razón.

El olor penetraba por mis fosas nasales, olía bien. Una negra bembona, panzona, con

la nalga que le llegaba a la espalda traía mi plato, la chuleta se la veía jugosita, con

verdes fritos, estaba perfecto.

Se puso a mi derecha, con su mano oscura y sus uñas blancas, bajó el plato a la mesa,

sus bustos negros bailaban frente a mis ojos.

- Gracias- le dije, no me contesto.

El viejo Claudio, se aproximaba a paso lento, tenía unos setenta años, me habían

contado que venía a fumar y a picar algo, conversaba con quien sea, espero que no me

escoja a mi, así que me dispuse a comer, su presencia se sentía.

- Buenas noches- dijo tosiendo

- ¿Qué desea Don Claudio? - dijo la comadre

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- Una limonada.

- Muy bien.

Se hizo el tonto como viendo el techo, hizo para atrás la silla de mi lado con detenida

pausa logro sentarse. Yo agaché la mirada

- ¿Cómo estas hijo?

Le moví la cabeza, insinuando un sí.

- ¡Qué bonita noche, el cielo esta despejado y estrellado!

No estaba estrellado, esta claro, parece que ya no veía bien.

De golpe empezó a toser, el cigarrillo lo sostenía con fuerza apretándolo con el dedo

medio y el índice, la vena tensaba su cuello.

Por mi lado empecé a meterme más comida a la boca, los cachetes me reventaban, no

quería hablar solo tenía ojos para la comida, no deseaba ver sus ojos caídos y sus

arrugas que eran las marcas de que había vivido en claro oscuro entre saber y no saber.

No quería verlo ni de reojo. Dejó de toser.

- No me he olvidado de ti Fidel , pero no te preocupes, que no te voy a reprochar

nada

Cruzó las piernas con serenidad, el humo me lo esparció en la cara.

Empecé a masticar con la boca abierta para espantarlo. No se inmutaba.

Acercó su boca hacía mi oreja.

- Todos robamos.

No le di oportunidad a la sorpresa, seguí tranquilamente masticando.

Esta vez alzo la voz y empezó a decir:

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- Para lo único que la gente tiene personalidad es para hacer daño, fracturar al otro,

todos nos movemos por placer.

Estaba cortando la chuleta, esa frase fue una espada, el cuchillo hizo estremecer mis

oídos de la bulla que produjo con el plato, un pedazo de chuleta se salió de los

parámetros del plato y fue alojarse a la mesa, con apuro cogí el pedazo con la mano y lo

devolví a su entorno. Logré tragar con dificultad el último pedazo que me restaba, alcé

mis ojos y los clavé en unos ojos negros caídos, me percaté de lo que rodeaba sus ojos,

era un rostro desfigurado, era él, no lo podía creer, el maldito cadáver, encarnado en la

vejez lo veía en la gente y no en la persona, en él estaba personificado, me puse

nervioso, logré meter la mano en el bolsillo, puse el dinero en la mesa, me paré con

dificultad, la gente volteaba a verme, no podía desprender mis ojos de su rostro, no

escuchaba lo que decía, solo movía la boca, salí apresurado del restaurante, estaba

seguro de que no veía a personas, no se limitaba a ver, si no a sospechar cálculos de

muerte que en sí era una persona, sospechaba de mi personalidad ante ese rostro, ya

nada estaba invertido, se hacían las cosa invertidas para salir de la rutina, todas las

personalidades eran calaveras compuestas de masa humana.

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DÍA DOS

El día aparecía como un enigma, como que sabe lo que me va a suceder, mientras yo no

me imagino que me ocurrirá.

Hoy había que dar un gran golpe, aunque mi inocencia carecía de fuerza para sobrevivir

a la terapia de ser persona, las personas eran personas, según la personalidad, vivir

llenos de ideales, es como guardar basura en un sarcófago. La mañana jugaba con su

luz, la almohada estaba mojada por mi baba, el reloj marcaba la 06:00

El día era un espectador más de mis delitos, un refugio de mi vacío. Rotaba en forma

amorfa, era un tanteador de experiencias, se me reflejaba en mis seis sentidos de

enloquecer.

Cuando el reloj marcaba los segundos, minutos y horas, mi reloj biológico fagocitaba

mis intenciones de personalidad, cuando buscaba esto me encontraba con un

cementerio. ¿A cuantos años luz de profundidad estaba mis ansias de ser persona?

Este nicho de ideas era frágil, temblaba al tener que suponer que todo estaba dado, aún

mi inexistencia.

Todo era un círculo de repeticiones, se transcribía el sustento de la miseria de cada uno.

Hoy parece que el cadáver se ha quedado dormido en sus muertes.

El reloj marcaba las 07:00

El calendario existía ante mis ojos, estaba arrugado, como esperando ser recogido, no

tenía ganas de echarle una mirada, detestaba mi forma de escribir, peor describir mis

días, todo era un proceso de regresión.

Convenía hacer algo extraño para buscar autenticidad, lograr una auto estima ajena a

mis facciones. La angustia se encarnaba en mí, quise buscar palabras a mis hechos y

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mezclarlo con mi ser.

Me encontraba tragando saliva para suspenderme en el resorte de mi lengua, todo

parecía tan claro, pero esta ansia de buscar una respuesta a todo, me dejaba cansado y

me convertía en un radical, que se ha acostumbrado a sus falencias de desgracia.

Mis espacios estaban reducidos al querer, estaba dispuesto a exterminar mi presencia

sin cansancio.

El ruido de los motores acostumbraba mis oídos al escándalo, había que vivir con

apuros, para no detenerme ante el tiempo.

Cuando desenmascaré a mi yo, que parecía natural, me encontré con un poco de pus,

no tenía un estado, sino algunos estados y estos me producían la pus, las heridas solo se

vuelven a abrir cuando me acuso y hoy estaba dando una sentencia con migo mismo.

Me rasco la cabeza, como signo de no saber que hacer, el tiempo había volado, eran las

11:30 y el negro no llegaba, me estaba poniendo nervioso para realizar este crimen.

Las manos me sudaban, quería arrepentirme, la presunción de lo peor me invadía, eso

era el riesgo, la elección de escoger al final solo me quedaría conmigo mismo, el deleite

de ser uno mismo era un ejercicio de estancamiento.

Sin más cosas lo que tenga que hacer lo haré sin fingir, se que si acierto, dejaré este

mundo de robar, más si me cogen también lo dejaré, las opciones eran las mismas, la

personalidad me había robado algo muy noble de mi, que era la debilidad, necesitaba

aparecer fuerte ante los demás, se exigía este tipo de verdad.

Llaman a la puerta, se que es el negro, cuando abra se que por ahí entrará mi realidad y

no podré dar marcha atrás.

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- Abre Fidel - gritó el negro.

Sentía que era mirado, deseaba volver a ser bueno, con que tranquilidad a de vivir esta

gente, quizás lo único que les acusaba a ellos era su lucro de no inventarse nada, eran

originales en verse limpios de toda culpa, pero su personalidad les marcaba el paso al

abismo, todo era asintomático, todo nos parece, nada es.

- Abre chucha, apúrate.

Abrí la puerta, entró sin saludar, cargaba un bolso , se lo veía apurado y nervioso , puso

el bolso en la mesa, su mano se la pasaba por la frente, estaba sudando, observaba sus

movimientos sin chistar.

- ¿Qué me ves?

- Estoy esperando que hables.

- Abre el bolso y revisa todo con cuidado.

Empecé a revisar, había dos pistolas de calibre 45, unos guantes, dos pasa montañas,

dos cuchillos, recarga de balas y explosivos. Pero ¿Por qué dos pasa montañas y dos

revólveres, si somos tres?

- ¿Y Raúl?- Le pregunté

- El va por su lado.

- ¿Y los pasa montañas?

- ¿Qué eres o te haces? No sabes que hay cámaras en los bancos.

- ¿Y los explosivos?

- Para distraer, esperemos que todo salga bien.

Le contesté con seguridad.

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- Todo va a salir bien.

Creo que fue la peor estupidez que me escuché a mi mismo, el negro me miró con

sarcasmo y se sonrió, por un momento su sonrisa tonta me trajo sospechas, pero no

podía estacionarme en esta bobería, estaba asustado era un ladrón común y corriente,

era un factor muy fácil para que la gente honrada me apuñale con el dedo.

- Ring, Ring, Ring,

Sonaba un teléfono, el negro sacó de su bolsillo un celular.

- Aló, si dime, ya esta todo, muy bien.

Colgó el teléfono y se quedó pensativo.

- ¿Quién era?.-Le pregunté

- ¡Ah!

- Que ¿Quién era?

- Raúl

- ¿Y qué dijo?

- Ya consiguió la camioneta.

- Perfecto – dije en voz baja

- ¿Tienes algo de comer?. - Pregunto tocándose el estómago.

- ¿Cómo puedes comer en este instante?

- Los nervios me provocan hambre.

- Ahh... En la refrigeradora hay carne.

Se esfumó de mi vista para dirigirse al refrigerador, se lo notaba tranquilo, más sobrio,

no había por que preocuparse, sólo esperar la hora cero.

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El negro comía como un cerdo, yo me empecé a fastidiar por el calor, el reloj marcaba

cinco para las 12:00 , ya teníamos que irnos.

- Apúrate negro con tu lavaza.

Me habló con la boca llena que no le entendí nada, se chupó los dedos y dijo:

- Vamos, cabrón.

Nos dirigimos al banco, la soltura con que caminaba el negro era sorprendente, se dio el

lujo de comprar un chicle, masticaba como una vaca, el banco se veía de lejos , el

guardia de afuera, hablaba con un cliente, el negro miraba su reloj, yo vi el mío. Faltaba

quince minutos para la 13:00 , al otro guardia no se lo veía, los clientes eran escasos.

- ¿Y Raúl?- Le volví a preguntar.

- Tranquilo Fidel. - Sacó del bolso los explosivos.

- Espérame aquí,- me dijo.

Se acercó a un carro blanco, miró para los lados, se metió debajo de él, luego se levantó

limpiándose.

- Vamos a escondernos.- Me dijo

Dimos vuelta a la manzana en unos segundos se escuchó la detonación. La gente salió y

se aglomeró, vimos que el guardia de la puerta se dirigía al carro en llamas.

- Ahora ponte los guantes, camina, camina, deprisa. Entras tú primero Fidel, yo me

quedo, toma ponte el pasa montaña.

Entré e inmediatamente actúe, apunté al guardia .

- Suelta el arma,- le grité.

Puso el arma en el piso

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- Ustedes cajeros salgan de sus puestos.

Saltaron los dos asustados.

- Al piso todos, todos chucha.

Habían unas ocho personas, todos estaban a mis pies. Vi el por el vidrio que el negro

venía con el guardia, lo hizo entrar, lo acostó y lo eliminó. La sangre se esparcía por el

piso, no podía creer lo que había hecho.

- ¿Qué has hecho imbécil?- Le grité.

- Cállate y anda a sacar el botín

- Dame las llaves, le dijo al otro policía.

- Toma.

Entré, puse un explosivo en la caja fuerte.

A los pocos minutos un detonación hizo cimbrar nuestros oídos .

Ahí estaba el botín, era el momento de embarrarse las manos de mierda. Escuché seis

disparos, me asomé a ver.

- ¿Qué sucede?- Pregunté.

Vi al otro guardia muerto, las cámaras estaban hechos añicos.

- Apúrate ¿qué esperas?- Dijo el negro.

Empecé a sacar todo, salimos los dos, al frente se cruzaron dos carros de la policía, yo

me apresuré a sacar mi revolver.

- Baja el arma, estamos perdidos,- me dijo.

Nos acercamos, a mi me pusieron esposas pero al negro no, uno me haló la máscara, el

negro se sacó la suya, y se abrazó con el policía.

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- ¿Qué esto? – Le dije

- De seguro que no es una broma, - dijo el negro.

- Me has traicionado.

- No, te has traicionado a ti mismo .

- Soy un chivo expiatorio

- Tampoco, eres un gran amigo.

- Lo más extraño es que ..........- me interrumpió

- Si, si, la policía esta metida en esto, ¿Y? ¿Desde cuándo crees en lo imposible?

- ¿Qué es imposible?

- La justicia humana, los jueces son el lado amable del robo.

- ¿Y Raúl?

- Raúl no existe, tú eres la carnada

El comandante le dio instrucciones al policía de sacar a la gente y el resto del dinero.

- Lo siento Fidel, pero todos somos un instrumento de la utilización, estamos

totalmente obsoletos en “El tengo que hacer”.

- Te delataré

- Estas contrariado, no te preocupes que nadie se va a dar cuenta , la cámara no nos

filmó.

- ¿Cuánto me darán por esto?- Pregunté.

- El Comandante se apresuró a contestar.

- Unos treinta y cinco años.

El negro me volvió a hablar.

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- Tendrás mucho tiempo para encontrarte contigo, ja,ja,ja

Me acerqué y le escupí en la cara.

- Ya basta- gritó el comandante- Llévenselo

Me pusieron en el balde de una camioneta, parecía perro de millonario, me producía

nausea el negro, pero en el fondo era un ingenuo como yo, ingenuos para el bien y para

el mal. En sí creo que los dos son producto de mi imaginación. A mis costados iban dos

policías, cada uno con su rifle.

- Colegas- les dije.

- No respondieron.

- ¡Colegas!.- Grité

- ¿Que dices?

- Colegas, ¿O no son de la misma patraña que yo? - Uno me quiso golpear.

- Tranquilo, tranquilo cabo- Le dijo el otro policía.

- Déjalo que hable, me gusta escucharlos.

- ¿ No me han contestado?

- Eres muy exigente para ser pillo

- No evadas la pregunta.

La camioneta se movía mucho, no se podía hablar bien.

- Si, es verdad, somos la misma patraña, no la misma elite, como el rico y el pobre,

cagan lo mismo pero en distintos inodoros.

- Buen fundamento,- le dije.- Pero son unos repugnantes hipócritas, los jueces y todos

nosotros vivimos en constantes nupcias, pero el grupo de ustedes son los usurpadores

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de la justicia que le roban la independencia a la ley.- sonreí irónicamente.

- Cabo, dele de baja

Alzó su escopeta contra mí.

- Pum.

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Día Uno

El movimiento del carro me despertaba, me encontraba en otro balde, con cuatro

policías y algunos pillos. Carajo como me dolía el cuello.

- Bien, hemos llegado a la penitenciaría, este es su nuevo hogar, el gran vómito de la

sociedad.

Ya estando en la cárcel me ponía tenso, esto era la plenitud de la destrucción. Aquí se

daba la selección de especies, sobrevivía el más fuerte. Si Darwin hubiera recurrido a

esta porquería, no hubiera tenido necesidad de descubrirla en la naturaleza, es más, esta

palabra no existía en este lugar, pedazos de mojones en el piso, eran las huellas a seguir,

el perfume diario sin duda era el olor a orines, los condenados habitantes prefiguraban

el infierno eran sedentarios de sus vicios, los pilares totalmente sucios, esto era su arte,

en el patio algunos jugaban fútbol.

- Pasa el balón ¡cara de verga!- gritaba uno.

El vocabulario era totalmente limpio, era ajeno a ellos, se los habían trasmitido. Aquí la

única libertad era el martirio de que me vean como soy, el miedo a morir y ser

rechazado por los míos, el gran martirio de que me sondeen con sus miradas asesinas.

Todos eran unas joyas, unos más orgullosos que otros de sus crímenes, tenían más

armas que la policía, no escapaban para no esconderse y más que sea tener seguro un

techo y una comida de mierda, este lugar los defendía de si mismos.

Uno se me acercó.

- Oye, te vendo mi celda a cien dólares.

- No tengo dinero .

- Púdrete - me dijo.

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Aquí la gente era una sola cosa con la porquería.

- Bienvenido a sus hogares - dijo el inspector.

- Mi celda

- Acomódate por ahí en el piso, o si no compra una.

El panorama era desolador, algunos me veían con indiferencia, me recosté en la pared y

me deslicé por ella, mis glúteos tocaron tierra, estaba sentado recibiendo sol desde una

jaula, arriba los policías observaban cada movimiento de nosotros, entre mis

compañeros se murmuraba lo fácil que era sobornar a estos agentes de la seguridad de

su pellejo.

Me imagino que llevo sentado aquí una hora. Mis pensamientos estaban limitados por la

realidad del otro, volvía a ser la excepción la ley general, ahí no existían ni esquemas, ni

estructuras, todo iba a parar al excusado, eso era mi persona una adicción calumniada,

los síndromes de una verdad eran marañas de una débil desnudez al sentido común; el

negro se esparcía por mi recuerdo, siempre esperando algo de alguien, todo inocente

vivirá con la mano extendida, peor yo, un favorecido por la inexperiencia de una vida

ilusa, modelo de una libertad exorcizada.

El desaparecer rondaba en mi ser, la manía de la muerte es la orgía de la personalidad,

ya era todo una isla, con nadie hablaba.

Se me acercaba uno de mi linaje, en su cara tenía muy bien definidos sus límites por

cicatrices.

- Hola hermano - me dijo.

- ¡Que tal!

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- Tienes pinta de ladrón

- Y tú, ¿Quién eres? ,¿Caperucita?

- Ja, ja, ja.

No me reí, lo quedé mirando sin sobresaltos

- Soy..... –le interrumpí

- No me interesa quién eres.

- ¿Por qué eres tan déspota?

- No hay como dialogar con un asesino.

- Como lo sabes .

- Lo dicen las rajas en tu cara .

- Esta bien, solo quería decirte, que pensamos escapar.

- ¿Cómo?

- Tienes que ver al jefe.

Caminamos pausadamente, a la vista aparecieron dos hombres, uno fumaba, tenía

barba larga, se parecía a Rasputín, el otro era un cualquiera , que andaba con short.

- ‘Mal Oliente’, ¿A quién has traído? – Dijo el de barba.

- Uno que recién ha llegado.

Se pegó el cigarrillo a los labios secos que tenía, inhaló el humo y después lo votó.

- Dime hijo ¿Qué quieres?

- Yo nada, solo sé que quieren escapar .

- Eres nuevo en esta civilización.

- Si

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- ¿Con quién trabajas?

- No importa eso.

- Entonces no tienes parte en esto.

- Con el negro.

Escupió en el piso y abrió los ojos .

- Has trabajado con lo más asqueroso del mundo.

- El me metió aquí

- ¿Y?

- Y ¿ Qué?

- ¿Quieres venganza o eres un delincuente bondadoso?

El cadáver apareció atrás de los dos oprimiendo sus manos sobre sus hombros, las

circunstancias eran un respiro para ahogarse en los demás, pero el manicomio era menos

ridículo que la penitenciaría.

- ¿Ah?

- No, buscar una solución a la sociedad, es como desequilibrar a la naturaleza.

- Vaya, que profundo, me gusta - me dijo.

Las piernas velludas del barbón daban asco, el de alado tenía cara de sapo, los dos

víctimas de su cadáver, tenían una personalidad coloidal, que les estrangulaba la vida,

en el fondo eran tan enfermos como yo y como los sanos, los honestos esclavos de su

apariencias, los deshonestos triturados por sus apariencias, estoy delirando.

- ¿Entonces estos con nosotros?- me dijo

- Así es.

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- Te avisamos.

El cadáver tenía ahora sus manos sobre sus cabezas, me alejé mirándolos, atrás mío

venía el tal mal oliente.

- Has escogido muy bien .

- Dime, ¿Por qué te dicen mal oliente?

- Por que nunca me baño.

- Pero no huelo nada en ti.

- Es que el olor a orine y a mierda es más fuerte que el mío .

- ¿Y esas cicatrices en la cara?- le pregunté.

- Te estabas demorando en preguntar.

- Son de las víctimas que violaba.

La sensación de que mis poros no respiraban, me producía unas ganas de matarlo

con mis propias manos y meterle una varilla por el ano a la fuerza para que sepa lo

que se siente, pero una vocecita extraña vino a mí diciéndome “ síguele el ritmo”.

- Pero con tu cara de santo no pareces

- Todo a primera vista engaña.

Decidí no ponerle a la defensiva contra mí, me quede callado y me retiré

- Oye, te tendré comunicado.

- Esta bien -¨ maldito violador, lo detestaba.¨

La tripa me gritaba, me acerqué al comedor a ver que hay de comer. Toda una

delicia, sopa de agua, de segundo arroz con piedra y frijoles, ni los perros comerían

esta porquería.

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Me metí una cucharada a la boca y lo devolví todo , me compuse lentamente, vaya

sorpresa, éramos solo dos personas en esta ratonera. La señora de la cocina se me

acerco una gordiflona negra.

- Oiga vaya a ser sus porquerías en otra parte.

- Usted también señora.

- Lo siento vil delincuente, pero a mi me dan una porquería para cocinar, lo que

deberían hacer con ustedes, es colgarlos de un madero.

- Sus ratas son más educadas que usted.

- Fuera de aquí hijo de puta.

Escupí en el piso, seguía con hambre, voy a tener que acostumbrarme al ayuno

Escuchaba a alguien gritar mi nombre.

- ¿Quién carajo es Fidel?

- Yo.

- Toma te envían esto.

Me lanzó por los pies un cuaderno, era mi calendario, me agaché a cogerlo.

- ¿Quién te dio esto?

- Una mujer.

- ¿Qué mujer?

- No lo sé.

- ¿Cómo era?

- ¡Que no has visto a una mujer! ,¡Ah! tenía dos ojos, pelos, dos tetas, dos piernas,

un trasero, un cuello, etc...........

95
Lo tomé por el cuello.

- Imbécil ¿Te he preguntado como es?

- Suéltame.

- ¿Cómo se llamaba?

- No dijo su nombre, solo dijo que un tal negro lo enviaba.

Me retire con mi calendario.

- Oye, de nada - me dijo

El hambre se ha esfumado de mi estómago, de seguro que era Mercedes, en el

fondo creo que el negro sabía que odiaba este calendario. Decidí abrirlo para seguir

esquivando el hambre.

Movía las hojas, una por una sin verlas, se acercaba la penúltima hoja; día de

consumación, ¿Qué podía desaparecer en mi?, ¿mis recuerdos?, ¿mis aventuras?

Nada era franco. Lo poco fértil que me quedaba eran las ganas de vivir, el resto

vanidad. Tenía que tener una consumación, la extinción se llamaba libertad. Era

libre en la medida en que no concebía mi personalidad, un acabamiento total del

cadáver, era un punto final al ser, o será mejor decirle a esta gente, que no hay

engaño que engañe, si no hombres que engañan con verdad y calmar esto es atrofiar

la mentalidad. No había objeto en seguir persuadiendo, la única salida era aceptar

que no había salida, la entrada y salida era yo mismo, no era un homocentrismo, era

una destrucción de la personalidad, un desarme a mis procesos lógicos, sería lo

mejor que interferir con mis acciones que vivían archivadas en mi falsa

representación de lo que percibían, mi error era considerar a la armonía humana

96
como algo sobrenatural cuando solo era un tumulto de confusiones y antojos.

La tarde moría, se rendía, lo mismo volverá a suceder mañana, si es que hay

mañana para mi, puede ser que me consuma en lo deteriorado que están mis

ilusiones. Lo bueno de este lugar era no poderme ver la cara todos los días,

descansar de mis facciones era el lujo de los fracasados.

Se acercaba “mal oliente”

- Ven acá.

- ¿Qué sucede?

- Hay reunión

- ¿En dónde?

- Donde estuvimos, ven acompáñame.

Nos acercábamos al lugar esperado, aproximadamente eran unos 15 los colegas.

enfrente estaba el Barbón con pantalón; todos tenían cara de malditos, en el fondo

¿qué traumas llevarán para ser lo que son?, seguro algo más pesado de lo que llevo

yo, comprendiendo que los traumas gestan las fauces de una personalidad..

- Señores, silencio - empezaba a hablar El Barbón.

- Antes de empezar, déjenme presentarles a un compañero nuevo recién llegado

¿cómo es que te llamas?.

- Fidel

- Él va a estar con nosotros.

Uno de entre la gente se levantó.

- ¿Lo conoces?, estás seguro que es de confianza.

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El Barbón se apresuró a responder.

- Aquí nadie es de confianza , lo que nos une es el querer salir de esta cloaca;

bueno, el plan es este: hemos logrado sobornar a dos de los cinco policías que

hay, a los otros tres tendremos que eliminarlos y necesitamos voluntarios para

esto.

De golpe todos levantaron las manos, era impresionante el resentimiento que

llevaban por unanimidad, la levanté también.

- Hay dos grupos: los del Patucho y los de mi persona , en total somos quince, con

el Patucho van: Escarabajo, Estropajo, Cara muerta, La momia, Satán, Zeus y Sin

dientes. Conmigo vienen: Mal oliente, Centauro, Tinta negra, Crepúsculo, Bicho

raro, Ombligo y Fidel. A los que no han aportado nada serán los últimos en salir.

No era nada nuevo ser último ¿primero o último?, daba lo mismo, algún sitio he de

tener.

- La hora de encuentro será a las 4:00am, el grupo del Patucho cogerá a un policía

y nosotros a dos, no hagan estupideces por su maldita sed de sangre, tranquilos

que el mundo nos espera.

Se acercó a mi el Patucho, bajé la cabeza para mirarlo - me dijo:

- No me das confianza.

- ¿Por qué?

- Los que son de la gente del negro se puede esperar de todo.

- Soy inmune a la ideología de él.

- Yo soy inmune a las frases bonitas.

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- ¿A qué eres inmune?

- A todo

- Típico patucho.

- Mide tus palabras.

- Me parece perfecta tu desconfianza, yo tampoco confío en nadie, pero hay males

que son necesarios para dar equidad.

- Te vuelvo a repetir que soy inmune a tu palabrería.

- ¿Pueden ahorrar energía para la madrugada?- gritó El Barbón.

- Está bien, pero que quede claro que yo no confío en él.

- Como quieras ‘Patucho’- le dije

- Salgan todos, nos vemos a las 04:00

- Odio todo este espectáculo.

- Tranquilo Fidel - me decía el ‘mal oliente’.

- Te gusta escuchar lo que la gente dice entre dientes.

- No, pero tienes que tener cuidado con el Patucho, aunque no tiene estatura, te

puede pisar como cucaracha.

- Me pudre que me comparen con el desgraciado del Negro.

- Dime con quien andas y te diré quién eres.

- Tu frasecita es estúpida y ridícula.

- ¿Por qué?

- Voy a tener que dejar de andar contigo, odio a los violadores y me dan asco - el

Mal oliente se quedó petrificado.

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- ¿Tu sabes lo que es ser violado?

- No.

- Entonces cállate.

- Debiste hacerte maricón.

Mal oliente sacó su navaja y me agarró de la camiseta.

- Me estás produciendo el mismo síntoma del “Patucho”.

- ¿Qué, desconfianza?.

- Cuidado Fidel, cuidado - Soltándome se marchó.

La oscuridad dominaba el ambiente, necesitaba descansar, parece que todo el mundo

desconfía de mí, no sé que tanto defiende la gente para ser desconfiada, han de ser

sus ímpetus de poder hasta en lo más ínfimo.

- ¡Maldita sea¡

Tengo un ardor horripilante en el estómago, necesito un tabaco, me dirigí donde El

Barbón.

- ¿A quién buscas?- me dijo satán.

- Al jefe.

- Su nombre verdadero es Hymir.

- ¿Qué sucede Satán?

- Te buscan.

El tal Satán se esfumó.

- ¿Qué sucede Fidel?

- Estoy con hambre y necesito calmarla. ¿Tendrás un tabaco?.

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- Si - Me ofreció uno.

- ¿Fuego?

- Sí

- No eres muy querido Fidel, te da mala fama el negro.

- ¿De dónde lo conoces?

- El negro siempre ha trabajado con la policía, lo único que hace es filtrarse con

los grandes para meterlos en la jaula.

- ¿A ti te metió él aquí? –le pregunté.

- No, nunca le tuve confianza .

- Vaya, la palabra del siglo: “Confianza”, ¿Por qué confías en mí?

- No confío en ti , pero si me delatas, te corto la yugular.

- ¿Qué significa tu nombre ?

- No significa nada. Sólo era un grandioso gigante, con barba gris, ya verás que la

mía no es gris.

- Si, pero de gigante no tienes nada.- El cigarro me estaba cayendo de maravilla.

- No importa eso.

- ¿Quién eres Hy...?

- Hymir, soy un asesino a sueldo.

- ¿Qué placer les produce ver sangre inocente?

- ¿Inocente? ¿Desde cuándo existe esa palabra en el mundo?. Existirán los

inocentes inventados, pero son tan manipuladores como yo.

- Si, pero no matan.

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- ¿Se necesita matar a alguien para dejar de ser inocente.?

- No, pero has matado a inocentes

- Escúchame bien Fidel, aquí en la cárcel todos tenemos resentimientos

profundos, los inocentes son una adivinanza de la historia, son tan asesinos

como yo cuando juzgan las injusticias de la vida, dejan de ser inocentes o si no

¿por qué le robas a la gente?.

- Por hacerle un favor.

- ¿Y cual es ese favor?

- Ayudarles a dejar de ser avaros.

- Pues entonces yo mato a los inocentes para que vayan directo al cielo.

El silencio se hizo una sola cosa con nosotros, se lo veía cabreado.

- Eres muy curioso Fidel.

- Por eso robo, pero pienso retirarme.

- ¿Quieres convertirte en un inocente con manos manchadas de sangre?

- No, sólo quiero ser uno mas, además no he matado a nadie.

- Uno mas del montón.

- Te afloro la personalidad del ser mejor.

- ¿De qué hablas?

- De nada, se me acabó el cigarro, la conversación ha sido muy amena, tengo que

irme a descansar.

Tiré el cigarillo en el piso y me marché con los pulmones llenos de humo, parecía

saciado, quería dormir pero no podía, el piso era muy duro para mi espalda, me he

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acostumbrado a los olores de este lugar, a unos cuatro metros estaba uno en el piso

dormido, tenía por almohada sus zapatos, sus dedos estaban incompletos. Como uno

se acostumbra a la oscuridad, la luna dejaba ver a los demás.

El silencio era conmovedor, el viento brillaba por la ausencia, los cinco policías

rondaban el lugar, uno miraba la hora a cada rato; me paré y fui hacia él.

- Oye.

- ¿Qué quieres?

- ¿Qué hora es?

- Son las....- miró el reloj con esfuerzo- 23:00

Me di media vuelta y el dormilón tenía en sus manos mi calendario.

- Tarado, te va hacer mal leer en la oscuridad cosas ajenas ¡escuchaste! – me

lanzó en la cara el calendario

- Ja, ja ja – se marchó riéndose.

Me volví acostar viendo la luna llena, un nombre se me vino a la cabeza , el de

Mercedes, como me gusta, pero los necios eran hijos no deseados del abandono, en

esto era el primero con las mujeres.

Aburguesado en mis ideas con el sonido de una salamanquesa, el sueño me invadía,

se que si me dormía me quedaba sin pan ni pedazo, así que pensé pedirle al guardia

que me despierte.

Me levanté , cogí mi calendario y me acerqué al guardia.

- Oye – estaba sentado, insistí -Guardia

- Puta madre, como jodes, ¿ Qué quieres?

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- Despiértame a la una.

- ¿Qué crees que soy tu gallo?, anda a joder a otro.

- Gracias por nada.

Me acosté en mi sitio, puse el calendario de almohada y cerré los ojos.

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Día Cero

Abruptamente me ha despertado mi subconciente, preocupado sin saber que hora

es, me apresuré a preguntarle a otro guardia.

- Guardia

- ¿Queeeé?

- ¿Qué hora es?

- Las 02: 00

Me relajé, me volví a sentar, abrí el calendario en la última hoja, decía: día cero,

pero no había nada escrito.

Los días se han ido borrando, como la historia, todo sigue, las guerras, la violencia,

todo se estaciona en el seguir hacia la nada, hacia el agujero del ser, por esta puerta

circular pasaremos todos, no hay días, ni horas, sólo hombres destruyéndose;

¿Librarse de qué? ¿Podré acaso librarme de la libertad? Ha esto es lo que llamo

metafísica barata; no tenía nombre este día, los otros tampoco, sólo han sido

medidas de un hombre, el destino es un aborto de la existencia; el cero representaba

el inicio de un vacío, representado por hombres muertos de miedo a descubrir lo que

son, objetos de muerte, por eso aparecen roles arcaicos, tenía desprecio de mi mismo

por haber nacido, cuando me echaba las cosas furtivas a la cabeza, reventaba en

enojos, de seguro tenía un trauma, el trauma no buscaba solución necesitaba ser

tapado por la personalidad, aparecer aceptable a los demás o quizás perseguido por

una buena causa; pero todo tiene un oráculo: ser prisionero del vivir escapando.

¿Escapar de un escape?¿Cómo será eso? ¿Una quimera?.

Vi al cadáver pasar frente a mi, encorvado.

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- Aihpos, Aihpos, Aihpos, Aihpos – volvió a decir.

Hasta ahora esa palabra era un tabú. No le presté atención, el cadáver se acercó ,

parece que no soportaba la indiferencia, se paró frente a mi, su calavera sin ojos

mostraba una oscuridad que se perdía, no eran totalmente blanco sus huesos, estaban

medios pálidos y empezó a decir otras palabras:

- Sophia, Aihpos, Sophia, Aihpos.

Dio media vuelta y desapareció.

“Mal oliente” me hizo señas con las manos de que me acerque.

- ¿Qué sucede?

- Hay cambio de planes.

- ¿Qué?

- Reunión en quince minutos.

Parecía molesto conmigo no era para menos, había golpeado en su orgullo, le había

doblado la personalidad.

Me guardé el calendario en el pantalón, me encaminé el lugar de siempre, estaban

todos, El Barbón y su nombre impronunciable estaba hablando.

- Hemos decidido facilitarles las cosas a los guardias para no perjudicarlos, sino

no hay trato con ellos.

- ¿Cómo será eso? – preguntó El Patucho.

- Volaremos la cocina y los dos policías se acercarán a ver lo ocurrido, esta será

la señal para escapar, los que hagan este trabajo tendrán que dejar víctimas para

dar ocasión a la demora.

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Mierda , la señora de la cocina, está en peligro, tendré que avisarle.

- Bueno, ¿Quienes son los voluntarios?

- Yo

- Muy bien Fidel, ¿Quién mas?

- Yo iré con él – dijo El patucho.

- Esto tendrán que hacerlo quince minutos antes de la hora fijada, pueden largarse.

Me dirigí a la cocina con prontitud para ver a la señora.

- ¿A dónde vas con tanta prisa Fidel? – dijo El Patucho.

- A descansar – Me abrí paso para seguir mi ruta.

En la cocina estaba todo oscuro y en silencio, al pie de la puerta de entrada dormía

un perro. ¿Cómo diablos voy hacer?. Salí a coger unas piedras y regresé. Empecé a

lanzarlas contra la ventana, el perro se movía lentamente seguía dormido, me

quedaba la última piedra, era la mas grande, decidí saltar el comedor y tocar la

ventana. Caminé lo mas despacio que pude, el perro seguía durmiendo, estaba frente

a la misma, empecé a golpearla mas despacio.

- Toc, toc, toc

Volví a insistir, carajo como me incomoda el calendario.

- Toc, toc – golpeaba y miraba al perro.

- ¿Quién es?

- Baje la voz ¡mierda!

- ¿Quién es?

- Soy el que escupió su comida – abrió la ventana.

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- ¿Qué sucede?

- Déjame entrar

- No puedes entrar.

- Es muy importante lo que tengo que decirte, es de vida o muerte y desde aquí,

no puedo decirte por el perro.

- Salta por la ventana.

- ¡Uff! que susto.

- ¿Qué carajo es tan importante para que me despiertes a esta hora?

- Van a explotar la cocina.

- ¡Estas loco!

- Créeme

- ¿Y que quieres que haga?

- Que te largues de aquí.

- ¿Cómo voy a irme si vivo aquí?

Era tan burra, en la oscuridad apenas se le veían sus dientes y sus celulitis en las

piernas no me producían ningún apetito sexual.

- Mira que te he avisado, en cualquier momento vendrán a volar esto.

- ¡Lárgate!

Me paré frente a la ventana, me voltee y me lancé encima de ella.

- ¿Qué haces estúpido?

Le amarré la boca y las manos con sus propias sábanas, abrí la puerta lentamente,

puse comida en el piso, aflojé la soga del perro, lo moví despacio, el animal se

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despertaba; lo hice entrar al cuarto y salimos los dos de prisa y cerré.

La llevé a la vuelta, le amarré los pies y la dejé tendida en el piso.

- Es por tu bien – le dije

Las horas pasaban y se acercaba el momento, El Patucho aparecía como la aurora.

- ¿Listo?

- Cuando quieras

- Contéstame algo, Patucho

- ¿Qué?

- ¿No te importaría que muera la señora de la cocina?

- No me incumbe.

- ¡Ah! ¿Por qué?

- La gente muere todos los días ¿Y a ti te incumbe?

- No, pero cuando lo hago yo , si me importa.

- Te crees muy bueno.

- Y tu poca estatura, te hace pedante

- No, así fui educado

- ¿Educado? ¿O nunca fuiste educado?

- ¿Qué te importa?

- Sabes que cuando se tiene una pequeña estatura en la personalidad, no se puede

pasar por la puerta del abismo, porque es mas fácil que pase un animal que un

hombre.

- ¿De qué abismo hablas?

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- Del hombre

- ¿Estás diciendo que somos un abismo?

- Si y no

- No juegues conmigo.

- Este abismo que es el ser, se consume a la persona y termina en un cadáver y lo

que hagas o dejes de hacer, te absorberá y te condenará a vivir alejado de ti.

- Estás loco, vámonos que hay trabajo que hacer, creo que es la madrugada lo que

te tiene trastornado.

Eran las 03:30, esto es fácil.

- Patucho vigila, yo haré el resto.

Me acerqué al tanque de gas y lo destapé, el sonido de la fuga me molestaba, me

alejé, amarré un trapo en un pedazo de madera y lo mojé con gasolina, lo encendí y

lo lancé.

- ¡Boom!

Todo el mundo se levantó a ver que sucedía. El patucho y yo corrimos en sentido

contrario, llegamos a la puerta de la salida, en el piso había un policía totalmente

apuñalado, el “mal oliente” estaba gravemente herido en la garganta, de seguro

morirá, los disparos iban y venían, el Patucho se había desaparecido, al final las

cosas no habían salido según lo planeado, cada cual se defendía como podía, “mal

oliente” estiraba la mano pidiendo ayuda, me acerqué intentaba detener la sangre

que salía de su cuello, era inevitable. El Barbón le disparó en la cabeza al otro

policía, sólo quedaba uno,.

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Yo estaba totalmente manchado de la sangre del violador, él agonizaba, su día cero

se acercaba.

- Tranquilo mal oliente.

Me apretó con fuerza la mano y expiró, no me había dado cuenta que tenía partida

mi cabeza, mi sangre se mezclo con la de un violador, ¿qué me diferenciaba de él?,

me levanté.

- Descansa en paz, si puedes.

Empecé a correr, cayó otro herido, mientras huía mi zapato se embarró de caca,

subí con dificultad la pared, logré ver al Barbón, acribillando al último guardia, me

acerqué hacia él.

- Déjalo ya está muerto.

- Cállate chucha – el puñal me lo pasó por los ojos, su ira era incontrolable, alcé

las manos y me alejé de él.

Ya era libre, ¿Libre de que?

Vi a los otros que corrían, yo decidí caminar, se que seguirán cometiendo sus

fechorías, es lo único que saben hacer, lo que sabes hacer te marca el porvenir y lo

que no sabes también. Vi al cadáver acercarse a mi, se detuvo de golpe a unos dos

metros, las manos las escondía, las sacó como haciendo magia y me vi en sus manos

fracturado, dividido, lo que se divide perece, lo que se une crece, no se porque este

pensamiento ahora viéndome en las manos del cadáver.

- ¡Sophia!,¡Aihpos!, ¡Sophia!, ¡Aihpos!

Saber que la sabiduría humana estaba fracturada era un golpe muy bajo al cosmos,

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el cadáver me señaló con su dedo como diciendo, “eso es”, eso era el maldito

¡Aihpos!, un habito y la personalidad el lado oscuro del hombre.

Regresaré a la ciudad y será todo lo mismo: las luchas, la competencia regirán en

este estadio, la velocidad con que corremos nos llevará a estrellarnos, pero un mero

hojear al ombligo de la verdad nos congelará, la libertad siempre me acomplejaba.

Algo me molestaba en el pantalón, era el calendario, lo saqué, lo observé, lo tenía en

mis manos, decidí romperlo y votarlo, quería vivir los días sin días, volví mi mirada

a los ojos vacíos del cadáver, se acercó un poco mas para entregarme a ese

fracturado, me alejé de él , empecé a correr, correr y correr.

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