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“Juglar, con estas nuevas melodías vete

y las llevarás en persona a la bella,


en la que riqueza nace y dile que soy suyo
más que su manto.”

Giraut de Bornelh
(1137-1200)

“Trovar” vocablo de origen occitano, relativo al término “Trovos” (Re-encuentros); significa hallar, descubrir, crear,
inventar, encontrar, hacer literatura; y también significa descubrir la verdad inmersa en la palabra, y plantearla
utilizando “tropos poéticos”. Decir del mensaje hallado en la propia palabra y confirmado en el propio verbo,
expresándolo en verso y prosa, a través de la poesía lograda.

“Cantar” vocablo de origen occitano, relativo al término “Cantera” (Matriz de Piedras) y relativo también al término
“Labrar” (Pulir piedras); comprendido en el sentido de: “darle Canto a la Piedra” (Canto Rodado); significa volver útil la
piedra, entonar el canto pétreo por el río, hacer liturgia; y también significa revivir la voz de la piedra que rueda su canto en el
río que corre, y pronunciarla con el uso de “tonos musicales”. Develar la voz de la piedra que rueda su canto en el río,
expresándola en música a través del canto pulcro y pulido.

EL ARTE JUGLAR

La poesía trovadoresca o canción juglar, heredera de la tradición greco-latina de


hacer poesía para ser entonada en canto con acompañamiento musical, aparece por
primera vez como lírica culta en lengua romance en el siglo XI en Aquitania
(actualmente territorio francés y que en la Edad Media se conocía con el nombre de
Occitania); correspondiendo a una de la primeras muestras literarias en una lengua
distinta al latín, que sin antecedentes conocidos, gozó desde un comienzo de una
perfección de forma y fondo, abordando categóricamente temáticas existenciales y
analíticas de la vida medieval y la sociedad feudal, llegando a su máximo esplendor a
mediados del siglo XII.

Según Patricio Anabalón – Canto de Todos: “la producción juglar de canción


trovadoresca, se desarrolló fundamentalmente en el Ducado de Aquitania, en los
Condados de Provenza y Tolosa, y en la Corte de Barcelona (desde donde se extendió
posteriormente hasta Lombardía y Cataluña). Los trovadores Provenzales, denominaron
a su arte como “Gaya Ciencia” o “Gayo Saber”, hecho que nació bajo la pluma de Guillermo IX,
Duque de Aquitania y Conde de Poitiers; y se extendió por doscientos cincuenta años
en las tierras de Oc, llegando además a Portugal, España, Italia, Alemania y Hungría.”

Originalmente los cantantes trovadores interpretaban sus poemas en las cortes y


competiciones de cantatas, figurando entre sus temáticas: El amor, la religión, la
naturaleza, la estética, la política, la caballería y la épica (poesía heroica o epopeya).
Con excelso primor se acompañaban musicalmente de instrumentos de cuerdas,
como la viella o violín medieval, y el laúd o el archilaúd . Las formas de versificación
utilizadas eran: la cansón, la tensón, el plantó, el alba, el sirventés, la serena, y la cantata.
La poesía trovadoresca surge en una sociedad de cultura muy refinada,
absolutamente diferente a las sociedades de los países de Europa Central o los países
nórdicos. Según Fernand Niel: “... (la occitana) era una sociedad sin prejuicio de raza,
condición, sexo, o nacionalidad; sólo existía una clase de ser, todos iguales en principio,
aunque estuvieran colocados en diferentes esferas y pudieran elevarse por sus méritos,
virtudes, capacidades, afinidades, o espiritualidad natural. El más caro amigo del Conde
de Toulouse era Raymond Miraval, pobre caballero de Carcasses, pero brillante poeta.”

En Occitania, se practicaba voluntariamente el cultivo irrestricto de las artes y


las ciencias. Era cotidiano observar al aire libre exposiciones de pintura vanguardista,
obras de escultura en piedra, ensayos de teatro épico y teatro humorístico, así como
también prácticas de danza lírica y danza erótica, además de por supuesto muestras
exquisitas en declamación e interpretación de poesía y música, en recitales y conciertos.
Complementario a esto, sucedía que los niveles más elevados y profundos en el estudio
de matemática, geometría, trigonometría, óptica, alquimia, astronomía y astrología de
toda Europa se lograba en estas tierras de Occitania. Las clases altas de la sociedad que
habían llegado a un grado de civilización único en Europa, se mudaban a Occitania.
Fue muy conocido en aquel tiempo: que mientras el acaudalado aristócrata europeo
Phillipe Auguste a duras penas sabía firmar, el rey de Aragón y el Conde de Foix
se escribían epístolas en verso desde Occitania.

Los cantantes trovadores se caracterizaron por ser personas creativas altamente


concientes, analíticas y autocríticas. Estas características y cualidades los convirtieron
en verdaderos revolucionarios del sistema de convivencia, logrando de este modo una
profunda transformación en lo referente a la concepción de la urbanidad y de la moral;
destacando en su poética un tema fundamental: El amor a la mujer idealizada.
Reivindicaron por la razón su derecho a la sensación, a la sensualidad, y al amor carnal,
en oposición a los postulados de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana; llegando
a conceptuar el matrimonio como la unión de dos personas del mismo género con una
tercera persona del género opuesto (ma-TRI-monio), glorificándolo como vehículo
único de redención hacia DIOS y realización en el mundo, al definirlo como camino de
espiritualidad hacia la eternidad y célula única de la sociedad. En esta unión de tres,
cada persona se definía como “diamante” (Di-Amante, amante de dos); adoptando a la
bigamia como máxima de expresión racional y sentimental de unión y rebelión o revolución.
Los juglares occitanos o cantantes trovadores, cohabitaban en dos formas de matrimonio:
La primera, basada en la poligamia (unión de un hombre unisexual con una pareja de
féminas bisexuales); y la segunda, basada en la poliandria (unión de una mujer con dos
hombres). Dado que la población era mayoritariamente femenina, la primera forma de
matrimonio era más frecuente que la segunda, pero en ambos casos, la unión se limitaba
a la reunión de solamente tres diamantes, no más; y por contradictorio que pueda parecer,
en esta concepción matrimonial radicaba su éxito en el logro de desterrar el adulterio.
No se presentaban casos de adulterio al no haber matrimonios deshonestos entre sí,
ni relaciones extramatrimoniales. De la observancia de la Sagrada Creación Universal,
en los tres colores primarios que componen la luz (amarillo, azul, rojo), en los tres componentes
musicales (melodía, armonía, compás), en las tres dimensiones geométricas Euclidianas
(alto, ancho, largo), en los tres elementos del Elixir Alquímico Sempiterno (sal, azufre, mercurio),
en los tres lados de la piedra angular (Piedra Filosofal), en las tríadas Pitagóricas, en la cadena
numérica, y hasta en la Santísima Trinidad; descubrieron y comprendieron sabiamente que:
solamente en la reunión de tres entidades radica el equilibrio de una unión perfecta. Así también,
de esa observancia concluyeron no unirse tres personas de un mismo género. Basados en el más amplio
e irrestricto ejercicio de las libertades individuales, no existía el libertinaje. No existía la pederastia.
No existían abusos ni violaciones, pese a que muchos de los habitantes de Occitania
practicaban libre y voluntariamente el naturalismo, el nudismo, y el culto a la belleza física y espiritual.
Replantearon las concepciones religiosas gracias a su profundo estudio y
conocimiento del cristianismo primitivo. En consecuencia, practicaron el gnosticismo,
pero no como institución religiosa, sino más bien, como ciencia religiosa y religión
científica, o magia práctica. Rindieron culto absoluto al amor, como única expresión
digna de ser considerada divina, infinita, omnipotente, suprema, y en equilibrio perfecto.
Desterraron el dogmatismo y las creencias supersticiosas; y depositaron todo el fervor de
su credo en una fe culta basada en la ciencia, el arte, y el amor a la sabiduría.
Ejercieron a plenitud de facultades un libre albedrío de comprensión religiosa intuitiva,
que tuvo basamento en el acto de sentir y aprehender, ejercicio del cual adquirieron
todos los fundamentos de sus conocimientos y creencias, los mismos que luego fueron
amalgamados y fusionados -mediante el análisis y la síntesis- con los demás
conocimientos racionales ancestrales de civilizaciones exteriores y tribus extranjeras
previas a su existencia; surgiendo así la composición de su ciencia religiosa y de su
religión científica, llamada Gaya Ciencia o Gayo Saber; años después se conocería en la
guarda de estos movimientos, la inteligencia directriz del Priorato de Sion; para lo que
hoy el mundo académico universitario contemporáneo ha reconocido como la sociedad
que ha alcanzado el más alto grado de civilización y cultura que haya habitado en
nuestro planeta, además de ser la comunidad que alcanzó el máximo desarrollo y
esplendor en la comprensión y cultivo de la estética como rectora del sistema social de
convivencia e interrelación personal, en toda la historia de la humanidad.

Dieron lugar al más estricto y claro desarrollo de la autoconciencia de actos


sobre aquella sociedad libre, en la que el quehacer caótico y libertino no era acorde con
la estética vigente, en donde surgió el Catarismo. El único documento cátaro que se conserva,
es un pequeño ritual escrito en lengua de los juglares. Se describía una ceremonia
de danza con acompañamiento de canción trovadoresca, que debía ser realizada
en la profundidad de un bosque, de noche, en tierra y aire libre (es decir, en un lugar que
no perteneciera a ningún pago), se debía prender fuego en una fogata a modo de hoguera,
al rededor de esta hoguera danzarían desnudas dos, cinco, u ocho mujeres, y debían
haber uno o cuatro hombres, los cuales estarían ejecutando la canción para aquella danza;
esa música para aquella danza debía estar compuesta y escrita en formato de arte juglar.
Este ritual lleva el nombre de Aquelarre, y tenía por inspiración las gracias a DIOS por
bendiciones y augurios, para armonizar con la madre naturaleza y con el padre espíritu.
En las fechas del año que estaban relacionadas con los solsticios y los equinoccios,
las instrucciones eran mucho más específicas; dando a los participantes la solemnidad
de un ministerio en el que a los juglares se les investía como sacerdotes y a las
danzarinas se les investía como sacerdotisas. Estos rituales especiales se debían realizar
inclusive junto a un altar de piedra en un lugar del bosque en el que confluyeran dos ríos.
Solamente para estos casos específicos, la ceremonia del Aquelarre tomaba el ancestral
nombre ritual de Hieros Gamos.

Toda esta transformación creativa que se inició esencialmente en el arte, luego


en la ciencia y finalmente en la filosofía y la religión, devino en una pacífica revolución
vanguardista que no tenía fines expansionistas o beligerantes, sino que más bien poseía
una virtuosa inspiración de carácter interior y calma; pero que por esa misma razón
atrajo las malintencionadas miradas de la Francia del Norte y del poder Papal Romano.
Los ánimos expansionistas y los fanatismos religiosos se posaron sobre la pacífica Occitania,
y comenzaron a ver en esta civilización que miraban desde el exterior, una seria amenaza
al poder temporal y religioso de Roma, y una clara oportunidad de expandir el territorio
de Francia. La iglesia no quería perder la influencia que tenía sobre aquellas tierras;
por su parte los Capetos, reyes de Francia, veían en esta instancia, una clara oportunidad
de expandir las fronteras de su reino.
San Bernardo, enviado por el Papa para “convertir” a los cátaros, observaba:
“...Las Iglesias están sin sacerdotes, a los Ministros de Dios no se les da el debido
respeto mientras que aquí se ejerce otro tipo de ministerio, los cristianos aquí tienen un
conocimiento muy diferente sobre Cristo, los templos en este lugar parecen sinagogas,
la ética y la moral han sido totalmente desplazadas por la estética y la intuición mágica,
se ignora y desconoce la santidad de la casa de Dios y sin embargo no se ignoran y hasta
se estudian textos y manuscritos de gnósticos y de druidas que los albigenses guardan en
su poder y que son custodiados por templarios, los sacramentos no son considerados sagrados
y por el contrario se juntan en los bosques en reuniones de brujas en las que adoran al diablo,
estos paganos practican artes, ciencias, y rituales que son liberales, ocultas, y licenciosos...”.
De esta manera, ambos poderes se unieron para acabar con esta sociedad y lograr así sus
objetivos económicos, religiosos y militares.

Arnaud-Amaldric, enviado del Papa, ordenó a los cruzados antes de entrar a


Beziérs: “Matadlos a todos; Dios reconocerá a los suyos“, debido a que las tropas
querían hacer una distinción entre católicos y herejes (entendiendo por herejes a todos
los gnósticos, druidas, cátaros, albigenses, templarios, juglares, y paganos occitanos).
Luis IX al momento de la ofensiva militar estaba totalmente desconcertado pues los
juglares allí cantaban que “...Un hombre solo está vencido cuando se rinde...”. Visto
desde esa perspectiva en que nadie lo enfrentaba allí y que hasta al morir seguían
cantando sin rendirse, no podía llamársele a eso una victoria propiamente dicha o
definitiva, hecho que la acercaba más a una derrota o fracaso; pero igual gracias al
“éxito” de su misión, años más tarde sería canonizado por la Iglesia Católica Romana
como San Luis, Rey de Francia.

La invasión de Béziers y la matanza de Montségur, dejaron cerca de treinta mil


muertos, entre hombres, mujeres, y niños. Además de haber también dado feroz muerte
a sus animales; los graneros y viviendas fueron sin piedad incendiados por las tropas;
acabando así definitivamente con Occitania, los cátaros, los templarios y los juglares;
cuya semilla a pesar de todo, ha traspasado el tiempo, encontrándose hoy en día,
cantantes trovadores que se sienten herederos de aquella mágica luz de música y poesía,
erigida en la dulce brisa de un pasado que exaltaba la divinidad femenina; y que a causa
del egoísmo mundano quedó manchado de sangre. La Santa Sede difundió el folleto:
“El Martillo de las Brujas” con el cual se instruía sobre como hacer “justicia” con los herejes.
Durante más de trescientos años de caza de brujas, la Iglesia quemó en la hoguera nada
menos que a 5 millones de mujeres.

En su intención de acabar con el Priorato de Sion, la Iglesia procedió brutalmente.


La mancha de la sangre derramada en Occitania, no se borra hasta el día de h oy
de la memoria del mundo, pues la matanza que organizó el Rey Felipe IV de Francia
por orden del Papa Clemente V de Roma para acabar con Occitania, se llevó a cabo
durante un día entero, un Viernes 13 de Octubre del año 1307; y en la cultura moderna
aún se sienten ecos de aquella tragedia dado que en muchos lugares del mundo actual,
se considera hasta hoy al viernes 13 como día de mala suerte justamente debido a este
horrendo suceso.

A partir de aquel día, el Nuevo Juglar de Cancionero Errante, cultivó en constante destierro
la trova centrándose en la sociedad que llegaron a lograr, y la canción como una oda en la que
se ensalza desde la perspectiva del autor las virtudes de la divinidad femenina y de la
divinidad masculina. Mas ahora, ambas expresiones llevan además un tema que es nuevo,
un tema que antes los antiguos juglares no conocían, un tema que ha dado lugar a la
contemporánea calificación de Nueva Canción y Nueva Trova. Este tema es la protesta
contra toda forma de violación a los derechos humanos, contra toda clase de dictadura opresora,
contra todo hecho de imposición prepotente, contra todo acto de tiranía egoísta, contra
todo suceso criminal, contra todo fanatismo, contra toda injusticia. Esto en memoria
de La Solemne Protesta a la que dieron lugar los juglares occitanos en ese lúgubre día.
Cuentan las crónicas juglares, las cuales han llegado hasta nuestros días por
medio de una tradición silenciosa que pasa de boca a oído desde el tiempo del Medio-
Evo hasta hoy; que aquel fatídico día, los juglares y demás habitantes de Occitania, sin
previo acuerdo y de modo espontáneo, en el momento de la ofensiva militar resolvieron
quedarse firmemente de pie, inmóviles, silentes, quietos, calmados. No hubo miedo,
nadie entró en pánico. Sólo se mantuvieron de pie en el modo más erguido, con la frente
en la posición más alta, rectos en el más solemne silencio, sin actitudes desafiantes; y
sobre todo: con la mirada más profunda, fija sobre el advenedizo agresor que en ese momento,
cual verdugo sobre aquella víctima que no merecía condena alguna, les arrebataba
el derecho de vivir. No hubieron quejas, ni lamentos, ni gritos. Hubieron lágrimas sí,
un llanto callado que utilizaron sólo para orar por la almas que aún se podían salvar.

El grado de sutileza de estos seres les hizo demostrar y enseñar con su propio
ejemplo, la primera Protesta de la cual se tenga registro documentario. Una protesta en
la cual nunca desvirtuaron su divorcio y rechazo contra la guerra y la violencia; ya que
hasta en ese momento crítico, comprendieron en armonía absoluta, que el agresor no
entendería jamás la conciencia y naturaleza de sus actos. Este era el hecho que los
juglares posteriores, perseguidos y censurados por los políticos, militares y religiosos,
exaltan ahora como nuevo tema (además de La Diosa Naturaleza y El Dios Espiritual)
en Odas que constituyen en su preciso momento, la indómita Canción de Protesta.
Refiriéndose a ésa Protesta. La queja lastimera, la vendetta egoísta, la claudicación de
principios o el proselitismo político, nunca serán dignos de ser tema en la Canción de Protesta.

De este modo, hoy en la Canción Trovadoresca y en la Canción de Protesta,


vemos la continuidad de un rubro del quehacer humano que goza de jerarquía muy superior.
Y así no serán sólo el cúmulo de conocimientos logrados, o la fortaleza espiritual alcanzada,
o la armonía natural integrada, las que se recreen y resuenen; sino que también será la
Némesis de aquella noble gesta, que se convirtió en sacrificio que escribió con sangre
las letras y las notas que hasta el día de hoy resuciten; cuando algún Nuevo Juglar
afirme su pluma al verso, afine su nota al instrumento, y eleve en gracia a Diosas y Dioses,
la entonación que proclama inspirado, en amor y libertad por el labrado diamante en verbo,
de ser generoso portavoz solemne de la Infinita Canción Trovadora del Arte Juglar.

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