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A quien corresponda:
Nadie conoce
mi historia
La Sra. Brodie fue profesora de historia en la Universidad
de California, Los Ángeles. Murió en 1981, poco después de
terminar su último libro, Richard Nixon: The Shaping of His
Character.
También por FAWN M. BRODIE
La vida de
José Smith
Fawn M. Brodie
A la memoria de mi primo,
el teniente McKeen Eccles Brimhall,
asesinado en Francia el 20 de septiembre de 1944
Prefacio
F
UE durante un sermón fúnebre que el profeta
mormón lanzó un desafío a sus futuros biógrafos.
El 7 de abril de 1844, a una audiencia de diez mil
personas en su encantadora ciudad de Nauvoo, José Smith
dijo: «No me conocéis; jamás conocisteis mi corazón. Nadie
conoce mi historia. Yo no puedo relatarla: jamás lo
intentaré. No culpo a nadie por no creer mi historia. De no
haber pasado por las experiencias que he conocido, también
a mí me sería difícil creerla».
Desde ese momento de franqueza, por lo menos sesenta
escritores han aceptado el desafío. Muchos han abusado de
él; algunos lo han deificado; unos pocos han incursionado en
el diagnóstico clínico. Todos han insistido, en forma directa o
implícita, en que conocían su historia. Pero los resultados
han sido fantásticamente diferentes.
En las biografías oficiales mormonas, se lo ha presentado
como profeta de mayor estatura que Moisés. Los
predicadores del siglo XIX lo convirtieron en un pícaro
lascivo; y los cronistas del siglo XX se han desconcertado al
diagnosticarle delirios paranoicos. La razón de estas
opiniones dispares no es en absoluto la falta de datos
biográficos ya que José Smith se atrevió a fundar una
religión nueva en la era de la imprenta. Cuando decía: «¡Así
dice el Señor!», había secretarios que transcribían las
palabras y las plasmaban para siempre en papel.
Sin embargo, hay pocos hombres que han escrito tanto y
contado tan poco sobre sí mismos. Es desconcertante buscar
en su autobiografía de seis volúmenes los manantiales
internos de su personalidad. La razón es, en parte, que él
xiv] Nadie conoce mi historia
E
n los veinticinco años que han pasado desde la
primera impresión de esta biografía, otros, además
de mí, han indagado en los documentos relativos a
la vida de José Smith, y han publicado una cantidad
considerable de material que se suma de manera mensurable
a mi propia investigación. Estos mismos años también han
visto el continuo crecimiento de una considerable cantidad
de literatura clínica sobre el comportamiento humano,
siendo algunas ellas decididamente relevantes para la
comprensión de los aspectos más desconcertantes del
carácter del profeta mormón. Sin embargo, hasta ahora no
hay una evaluación competente de José Smith por parte de
un psicólogo, psiquiatra o psicoanalista. He escrito un
suplemento para esta edición que pretende informar al lector
de la naturaleza de los nuevos descubrimientos históricos,
particularmente en lo que respecta a la «primera visión» de
José Smith y a su controvertido Libro de Abraham. El
suplemento también incluye especulaciones adicionales
sobre la naturaleza de su evolución, pero no pretende ser un
retrato clínico exhaustivo, que tendría que ser el trabajo de
un profesional basado en un conocimiento mucho más
íntimo del hombre de lo que es posible en la actualidad.
Los nuevos descubrimientos no requieren revisiones
importantes en esta biografía. Por el contrario, creo que los
nuevos datos tienden en su conjunto a apoyar mis
especulaciones originales sobre el carácter de José Smith. El
texto de esta edición contiene ciertas adiciones significativas,
xviii] Nadie conoce mi historia
F. M. B.
Capítulo 1
Los dioses están entre la
gente
U
NA VIEJA GACETA de New England, cantando
los encantos de los pueblos de Vermont y las
glorias de sus héroes, toca una nota discordante
cuando se trata de Sharon: «Este es el lugar de nacimiento
de ese infame impostor, el profeta mormón José Smith, un
dudoso honor que Sharon cedería con gusto a otro pueblo».
La vergüenza que Sharon sintió alguna vez se ha
desvanecido con el tiempo. La iglesia que José fundó es
eminentemente respetable, y el pueblo soñador del valle del
río White donde él nació, hace tiempo que perdió la
esperanza de ser reconocido por cualquier otra cosa. En sus
alrededores, en una de las hermosas colinas que tanto
caracterizan a New England, se emplaza un monumento que
atrae desde lejos a peregrinos mormones y detiene a muchos
transeúntes.
Lejos al oeste se encuentran las áreas geográficas con las
que generalmente se identifica al mormonismo, pero uno no
puede entender la historia de su fundador sin saber algo de
Vermont a fines del siglo XVIII y principios del XIX. José
Smith no fue una mutación, vomitada de la abundancia de la
naturaleza sin tener en cuenta su ascendencia o la cultura
provinciana de su estado; fue un producto de New England
tanto como Jonathan Edwards. Mucho de él se puede
explicar solo por la tierra estéril, la magia popular de las
2] Nadie conoce mi historia
muchos usos.
16] Nadie conoce mi historia
E
L CAMINO QUE llevó a José Smith hacia la carrera
de «profeta, vidente y revelador» está lleno de una
maraña de leyendas y contradicciones. Tanto los
relatos mormones como los no mormones parecen entrar en
conflicto en cada momento. Los primeros documentos no
mormones que lo mencionan —un registro de la corte y los
periódicos— indican que José reflejaba la independencia
religiosa de su padre. Las arengas de los predicadores
revivalistas parecen haberlo llenado solo de desprecio. Pero
estos documentos contrastan notablemente con la biografía
oficial de José, iniciada muchos años después cuando estaba
cerca de la cima de su carrera. Esta última cuenta la historia
de un niño visionario atrapado por la histeria del
renacimiento y canalizada en una vida de misticismo y
exhortación.
La evidencia, sin embargo, no deja ninguna duda de que,
independientemente de los sentimientos internos de José, su
reputación antes de organizar su iglesia no era la de un
místico adolescente que meditaba sobre visiones, sino la de
un simpático perdulario que era famoso por los cuentos y las
artes nigrománticas y que pasaba su tiempo libre dirigiendo
una banda de holgazanes en la excavación de tesoros
enterrados. Este comportamiento es confirmado por la
descripción más fríamente objetiva del joven José que queda,
que hasta ahora los historiadores han pasado por alto o
ignorado. Esta descripción parece ser también el primer
documento público que lo menciona. El documento, un
26] Nadie conoce mi historia
7 Ver el Apéndice A.
2 Tesoros en la tierra [31
que poseía ciertas claves por las que podía discernir cosas
invisibles al ojo natural23».
Stowel, un anciano granjero de South Bainbridge (ahora
Afton), New York, había venido al norte a visitar a sus
parientes y había conocido a José en Palmyra. Simpson
Stowel le rogó que mostrara sus talentos mágicos ante el
anciano, y José, siendo amigo de Simpson, le complació
describiendo en detalle la «casa y los retretes» de Stowel en
South Bainbridge. Stowel quedó tan impresionado que le
rogó al joven que fuera al sur con él y buscara una mina de
plata perdida que se decía haber sido explotada por los
españoles en el valle de Susquehanna. Pagaría, dijo, catorce
dólares al mes y lo alojaría gratis24.
La cosecha había terminado, y la perspectiva de ver un
nuevo pueblo probablemente atrajo a José tanto como el
salario en efectivo. Siempre leal a su familia, insistió en que
su padre fuera incluido en el acuerdo, y se pusieron en
marcha con Stowel hacia el sur. Se detuvieron en las
estribaciones de Allegheny, permaneciendo por un tiempo en
Harmony, Pennsylvania, a orillas del romántico
Susquehanna. Aquí se hospedaron con un vermontés grande
como un oso llamado Isaac Hale.
Su anfitrión, un famoso cazador, pasaba la mayor parte
del tiempo en los bosques, dejando a su esposa e hijas para
cuidar los jardines y las vacas. José se sintió atraído de
inmediato por la joven Emma, de veintiún años, una chica
morena, de rostro serio y grandes ojos color avellana. Era
tranquila, casi taciturna, con un aire inaccesible al que José,
E
L OESTE DE NEW YORK miraba sus montículos
indios con una curiosidad que convertía a casi
todos los de la zona en anticuarios aficionados. Lo
que había causado los gigantescos montones de esqueletos
nadie parecía saberlo, pero a nadie le faltaba una teoría. Los
periódicos de Palmyra mostraron un continuo interés en el
misterio, un editor escribió en 1818 que los desafortunados
habitantes fueron «sin duda muertos en batalla y enterrados
apresuradamente», y otro dijo más humildemente en 1823
que «la maravillosa catástrofe que destruyó a los primeros
habitantes está más allá de las investigaciones del mejor
erudito y el mayor anticuario1».
Era una leyenda común que el oeste de New York y Ohio
había sido una vez el lugar de una terrible matanza y que los
montículos eran los cementerios de toda una raza. El famoso
gobernador de New York, De Witt Clinton, fascinado por las
antigüedades de su estado, se había detenido en
Canandaigua, en 1811, para examinar tres montículos y
después de contar los anillos de los árboles que crecían en
sus superficies había estimado su edad en más de mil años.
Los constructores de montículos, dijo, eran sin duda una
raza perdida, que una vez había sido vasta en número y muy
superior en civilización a los iroqueses2.
Había una admiración universal por las fortalezas
geométricas empalizadas, cuyas ruinas se perfilaban en el
cielo sobre los tambores en forma de cono que salpicaban el
paisaje. Como la cerámica y los adornos de cobre enterrados
en los montículos eran frecuentemente de diseño hermoso y
hábilmente trabajados, pocos creían que eran obra del
despreciado hombre rojo. El Palmyra Register en enero de
1818 señaló que los constructores de los montículos «habían
hecho avances mucho mayores en las artes de la vida
civilizada» que cualquier indígena, y el Palmyra Herald en
febrero de 1823 insistió en que las antigüedades
«demuestran claramente que son obra de otras personas».
Durante medio siglo persistió la teoría de que los
constructores de túmulos eran una raza de pacíficos
agricultores y metalúrgicos que habían sido invadidos y
completamente exterminados por una raza sanguinaria que
era antepasada del amerindio moderno. William Henry
Harrison, poco antes de su elección a la presidencia, escribió
que la última gran batalla tuvo lugar a orillas del Ohio, donde
«se reunió una débil banda, remanente de poderosas batallas
luchadas en vano, para hacer un último esfuerzo por el país
de su nacimiento, las cenizas de sus antepasados y los altares
de sus dioses3».
El misterio de los constructores de montículos no atrajo a
nadie más que a José Smith. Según su madre, ya antes de
13José pudo haber encontrado una coraza de cobre, ya que tales objetos
fueron descubiertos frecuentemente en los montículos. El Museo Estatal
de Ohio tiene una impresionante colección.
62] Nadie conoce mi historia
19Esta fue al menos la primera frase del borrador final, aunque se perdió
un borrador anterior de esta parte.
20Lemuel es un nombre bíblico, pero resultó ser también el de un vecino,
Lemuel Durfee, que firmó una declaración jurada en 1833 acusando a
José Smith de carácter inmoral y hábitos viciosos. Ver Howe:
Mormonism Unveiled, pp. 261-2.
66] Nadie conoce mi historia
21El Libro de Mormón (1830), pp. 358, 363, 267. Compare estos fuertes
con las descripciones de O. Turner en Pioneer History of the Holland
Purchase, p. 38. Era entonces una creencia común que las tribus indias
se exterminaban unas a otras. El Palmyra Register del 28 de enero de
1818 citó del Western Gazetteer la historia de una pelea entre los indios
de Wabash y los del Mississippi, un millar en cada lado, que terminó con
solo siete en un lado y cinco en el otro. Los montículos donde se
enterraban los muertos aún podían verse en Indiana, concluía el artículo.
3 Los hijos rojos de Israel [67
22 Native Races, Vol. V, pp. 77-8. Entre los primeros libros que
discutieron el tema son James Adair: The History of the American
Indians (London :775); Charles Crawford: Essay on the Propagation of
the Gospel, in which there are facts to prove that many of the Indians in
America are descended from the Ten Tribes (Philadelphia, 5799); Elias
Boudinot: A Star in the West; or, Humble Attempt to Discover the Long
Lost Tribes of Israel (Trenton, 1816); Ethan smith: View of the Hebrews
or the Ten Tribes of Israel in America (Poultney, Vermont, 1823); Josiah
Priest: The Wonders of Nature and Providence Displayed (Albany,
1825); Israel Worsley: A View of the American Indians, pointing out
their origin (London, 5828).
3 Los hijos rojos de Israel [69
primer lugar. «Si los indios son de las tribus de Israel», dijo
Ethan Smith, «alguna evidencia decisiva del hecho será
exhibida en poco tiempo». Y describió con gran emoción el
descubrimiento de una antigua filacteria hebrea cosida en
cuero, que supuestamente había sido desenterrada en
Pittsfield, Massachusetts. También informó de una
provocativa leyenda, que se dice provenía de un jefe indio,
que los hombres rojos «no hacía mucho tiempo tenían un
libro que habían conservado durante largo tiempo. Pero tras
perder el conocimiento de su lectura, concluyeron que ya no
les serviría; y lo enterraron con un jefe indio24».
José Smith conocía esta leyenda, ya que la citó en el
periódico de su iglesia en años posteriores como evidencia de
la exactitud histórica del Libro de Mormón, aunque tuvo
cuidado de utilizar como fuente las American Antiquities de
Josiah Priest, que había reimpreso el relato de Ethan Smith
en 1833, tres años después de que se publicara el Libro de
Mormón. Puede que nunca se pruebe que José vio View of
the Hebrews antes de escribir el Libro de Mormón, pero los
24 Ibíd., p. 223.
3 Los hijos rojos de Israel [71
M
ARTIN HARRIS era un hombre de rostro
redondo y ligeramente barbudo cuyos tristes y
vacíos ojos traicionaban algo de su naturaleza
crédula. Su esposa lo consideraba un tonto y le regañaba
incesantemente por el dinero que tiraba en la biblia de oro.
Aunque apoyaba a José con obstinación, las críticas de ella le
hicieron dudar sobre la financiación de la publicación del
libro hasta que examinó las planchas por sí mismo. Las había
levantado muchas veces en su cofre de tablillas, estimando
su peso en dieciocho o veintitrés kilos, pero esto solo había
despertado su curiosidad. Cuando José se negó a abrir el
cofre, Harris insistió en ver al menos una copia de los
caracteres grabados. Los llevaría a la ciudad de New York,
dijo, a los hombres más eruditos del país. Si pudiera obtener
sus testimonios de que los caracteres eran verdaderamente
hebreos, crearía una gran sensación.
Pero los caracteres no eran hebreos, explicó José. Eran un
egipcio alterado o «reformado». Como el grabado era un
proceso tedioso, el profeta mormón nefita había elegido este
idioma en lugar del hebreo porque requería menos espacio.
La elección del egipcio para el lenguaje de las planchas fue
claramente el fruto de la lectura de José. Ethan Smith había
descrito las inscripciones indias como «registros jeroglíficos
y pinturas», y el Wayne Sentinel el 1 de junio de 1827 había
publicado un relato del descubrimiento de un manuscrito
77] Nadie conoce mi historia
biblia de oro era «un engaño para los eruditos» o «un plan
para estafar al agricultor2».
Sin embargo, Harris volvió a casa dispuesto a arriesgar su
granja de diez mil dólares para financiar el Libro de
Mormón, y su relato de la entrevista sugiere por qué. Le dijo
a José que Anthon había declarado los caracteres como
egipcios, caldeos, asirios y árabes, y que había dado esta
opinión por escrito. Luego, al sentir curiosidad por el papel,
le pidió a Harris todos los detalles. Después de escuchar la
3Al menos una copia aún existe, en posesión del historiador de la iglesia
en Salt Lake City.
4 Gleanings by the Way (Philadelphia, 1842), p. 230.
81] Nadie conoce mi historia
20 El Libro de Mormón (1830), pp. 424, 554. Hay buena evidencia de que
José Smith estaba familiarizado con la literatura masónica incluso antes
del asesinato de William Morgan. El profesor J. H. Adamson de la
Universidad de Utah ha analizado en detalle el uso que hizo Smith de las
leyendas masónicas de Enoc e Hiram Abiff, ampliamente popularizadas
en el estado de New York con la publicación en 1802 del Free Mason's
Monitor de Thomas S. Webb, y que se extendió aún más a medida que las
logias masónicas se multiplicaban. Los masones habían adoptado la
antigua figura cabalística de Enoc hijo de Jared, de quien se decía que
había tenido una visión en la colina Moriah de una caverna que contenía
una placa dorada grabada, y un pilar de bronce que sostenía una bola de
metal con cualidades mágicas. El secreto del tesoro es descubierto por los
maestros masones que excavaban para los cimientos del templo de
Salomón. Hiram Abiff, «el hijo de la viuda», muere antes que revelar el
secreto a los hombres del mal. Los masones leales persiguen a los
asesinos de Abiff, y matan a uno de ellos con una espada mientras
duerme. Son recompensados por el rey Salomón, que pone los tesoros en
el templo, junto con los registros de bronce y el sagrado Urim y Tumim.
La adaptación de José Smith de estos mitos será obvia para cualquier
estudiante del Libro de Mormón y la historia de su escritura. Planchas de
oro grabadas, planchas de bronce, una bola mágica llamada «Liahona»,
el Urim y Tumim, y la cueva del tesoro en la colina, fueron todos
incorporados en su historia y en su libro. Estoy en deuda con la Sra.
Adamson por una copia del estudio cuidadosamente documentado de su
difunto marido, aún en manuscrito.
Capítulo 5
Testigos de Dios
E
L LIBRO DE MORMÓN fue una mutación en la
evolución de la literatura norteamericana, un
asunto curioso, a la vez estéril y potente. Aunque
no crio imitadores fuera del mormonismo y fue ignorado por
los críticos literarios, trajo varios cientos de miles de
inmigrantes a Estados Unidos en el siglo XIX. En el siglo XX
se distribuyen miles de copias cada año. Por más de cien
años los misioneros lo han anunciado en todo el mundo
como la segunda historia religiosa después de la Biblia.
Los estudiosos de la historia literaria de Estados Unidos
han seguido sin interesarse por el Libro de Mormón. Su
indiferencia es tanto más sorprendente cuanto que el libro es
uno de los primeros ejemplos de ficción fronteriza, la
primera narración larga yanqui que no debe nada a las
modas literarias inglesas. Salvo los préstamos de la Biblia del
rey Jacobo, sus fuentes son absolutamente estadounidenses.
Ningún sociólogo se ha molestado en establecer paralelismos
entre el Libro de Mormón y otros libros sagrados, como el
Corán y Ciencia y Salud, aunque todos son aparentemente
de inspiración divina y todos son una oscura mezcla de
folclore, tópicos morales, misticismo y milenarismo.
Cada credo tal vez debe tener sus libros sagrados. Y entre
esos libros, la biblia mormona es una de las más notables por
su pura pretensión. Es fácil burlarse de su estilo, y una
investigación meticulosa puede descubrir las fuentes de
todas sus ideas. Pero nada puede restarle valor al hecho de
que mucha gente la ha encontrado convincente en la historia.
102] Nadie conoce mi historia
1Discurso ante la Feria Nacional del Libro del New York Times, New
York Times, 5 de noviembre de 1937.
5 Testigos de Dios [103
2 Ver el Apéndice B.
3«The Centennial of Mormonism», American Mercury, Vol. XIX (1930),
p- 5.
104] Nadie conoce mi historia
OLIVER COWDERY
DAVID WHITMER
MARTIN HARRIS
Según la prensa local de la época, los tres testigos
contaron versiones diferentes de su experiencia, lo que hace
más probable que los hombres no fueran conspiradores sino
víctimas del talento inconsciente pero positivo de José para
la hipnosis18.
Martin Harris fue interrogado por un abogado de
Palmyra, que le preguntó de forma directa: «¿Vio las
planchas y los grabados en ellas con sus ojos corporales?». A
lo que él respondió: «No las vi como veo ese estuche, pero las
vi con el ojo de la fe; las vi tan claramente como veo
cualquier cosa a mi alrededor, aunque en ese momento
estaban cubiertas con un paño19». Sin embargo, cuando
Harris era muy viejo le dijo a un entrevistador que «vio al
ángel voltear las hojas doradas una y otra vez» y le oyó decir:
«El libro traducido de esas planchas es verdadero y
traducido correctamente20».
David Whitmer le dijo al editor del Reflector que José lo
había llevado a un campo abierto, donde encontraron las
planchas tiradas en el suelo. Pero en los últimos años la
historia de Whitmer también fue ricamente adornada. «No
solo vimos las planchas del Libro de Mormón», dijo, «sino
también las planchas de bronce, las planchas del libro de
Hyrum Smith
120] Nadie conoce mi historia
Oliver Cowdery
5 Testigos de Dios [121
Martin Harris
122] Nadie conoce mi historia
David Whitmer
5 Testigos de Dios [123
E
L LIBRO DE MORMÓN fue la catapulta que lanzó
a José Smith hacia un lugar bajo el sol. Pero no
podría ser responsable de su supervivencia allí. El
libro vive hoy en día gracias al profeta, no él gracias al libro.
Para José, la escritura siempre fue el medio para un fin,
nunca el fin en sí mismo, y en el momento en que sintió el
breve y cálido resplandor de la satisfacción al ver sus
palabras impresas, se dedicó a la seria tarea de organizar su
iglesia.
Al principio, el libro era claramente la fuerza motriz. No
solo era un imán que atraía seguidores, sino también una
fuerza significativa en el comportamiento de José. Lo que
había sido concebido originalmente como una mera historia
de los indios para ganar dinero se había transformado en
algún momento de la escritura, o posiblemente incluso antes
de que el libro comenzara, en una saga religiosa. El resultado
final fue un documento de autoridad casi bíblica. Era algo
que podía ofrecer a sus seguidores como una prueba sobria
de la autenticidad de su propia misión profética.
Mientras que profetas rivales como Isaac Bullard, Jemima
Wilkinson y Joseph Dylks no tenían ninguna compulsión
para probar sus pretensiones, José Smith, ya sea por falta de
confianza en sí mismo o por lo razonable de su naturaleza,
parece haber sentido urgentemente la necesidad de
prepararse y confirmar su testimonio. El Libro de Mormón
en sí mismo no era suficiente; necesitaba primero tres, luego
ocho testigos de su autenticidad, y en años posteriores
129] Nadie conoce mi historia
1Esta historia fue negada por primera vez en el Evening and Morning
Star (Kirtland, Ohio), abril de 1834, pp. 300-1, y de nuevo en el Latter
Day Saints Messenger and Advocate, diciembre de 1835, pp. 230-1.
6 El profeta de Palmyra [130
O
HIO YA HABÍA VISTO profetas. En 1812 Abel
Sargent, que hablaba con ángeles y recibía
revelaciones, recorrió el estado con sus doce
mujeres apóstoles pretendiendo resucitar a los muertos y
predicando la extraña doctrina de que si uno era lo
suficientemente santo podía vivir sin comida. La secta sufrió
un eclipse en Marietta, cuando un converso puso a prueba la
creencia, pasó nueve días sin comer y falleció.
De más fresco recuerdo era Joseph Dylks, quien anunció
en Salesville en 1828 que él era el verdadero Mesías que
vendría a inaugurar el milenio en 1832. Toda la comunidad
se acercó a él. «Yo soy Dios», gritó, «¡y no hay nadie más! En
mí se encuentran el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Todos
los que pongan su confianza en mí nunca probarán la
muerte!». A lo que sus seguidores gritaron: «¡Nunca
moriremos!» y se arrastraron a sus pies gimiendo:
«¡Contemplad a nuestro Dios!». Según un historiador de la
época, una treintena de sus discípulos cerca de Bakersfield
«se reunían el domingo y se revolcaban desnudos en el suelo,
hombres y mujeres juntos, como parte del culto, y cometían
pecados demasiado repugnantes para mencionarlos1».
5 Ver Doctrina y convenios, Sección 42, y Ezra Booth: «Letter No. 8»,
republicada en Howe: Mormonism Unveiled, p. 216.
7 La sociedad perfecta y la tierra [154
prometida
9 Ver History of the Church, Vol. II, p. 182. Las bendiciones apostólicas
fueron publicadas en su totalidad en la Millennial Star, Vol. XV, pp.
2o6-7, y en History of the Church, Vol. II, pp. 189-91, pero fueron
omitidas de la historia oficial de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días.
10 E. D. Howe: Mormonism Unvailed, pp. 113-16.
157] Nadie conoce mi historia
20History of the Church, Vol. 1, p. 180n., y Ezra Booth: «Letter No. 7»,
en Howe: Mormonism Unvailed, p. 201.
21 Doctrina y convenios, Sección 45.
7 La sociedad perfecta y la tierra [166
prometida
F
ALTABAN cuatrocientos dos kilómetros para llegar
a Independence desde St. Louis, donde José dejó el
lujo del barco a vapor y comenzó a caminar. A
medida que los asentamientos se hacían más escasos y las
colinas se aplanaban en praderas que se cocinaban bajo el sol
de julio, los cansados élderes mormones debieron estar
consternados por la lejanía de la tierra prometida. Al
principio del viaje se vieron animados por extravagantes
esperanzas, algunos predijeron conversiones en masa con los
indios mediante el don de lenguas y todos cantaron el
estribillo: «Pasaremos el invierno en Ohio, pero solo un
invierno más». En una ráfaga de oratoria José dijo a sus
hombres que había visto una visión de varios cientos de
conversos esperándolos en Sion.
Independence, sin embargo, demostró ser el tipo de aldea
fronteriza más tosca, con poco más de una docena de casas
de troncos, tres tiendas, una escuela y un juzgado de
ladrillos. La colonia mormona consistía en tres o cuatro
mujeres. José estaba consternado por la ineptitud de
Cowdery como misionero, pero al principio no pudo sentir la
conmoción y el desconcierto que se apoderó de sus hombres.
Pocos de ellos vieron nada más que la crudeza y la franca
atmósfera comercial de Independence, aunque José fue lo
suficientemente astuto para ver por qué era la ciudad clave a
lo largo de toda la frontera.
Pero incluso José tuvo algunos recelos hasta que subió a
la cima de la colina más alta al oeste de la ciudad. Aunque
175] Nadie conoce mi historia
6Ver History of the Church, Vol. I, pp. 365-7 y sig., 298; también
Evening and Morning Star, Vol. I (January 1833), p. 121.
7 Evening and Morning Star, Vol. I (December 1832), p. 108.
8 Ibíd., Vol. I (Julio 1833), p. 219.
8 Constructor de templos [186
13 de octubre de 1832
Mi querida esposa,
Este día he estado caminando por la parte más espléndida de la
ciudad de New York. Los edificios son realmente grandes y
maravillosos para el asombro de todo espectador, y el lenguaje de
mi corazón es así. ¿Puede el gran Dios de la tierra, creador de
todas las cosas magníficas y espléndidas, disgustarse con el
hombre por todos estos grandes inventos que ellos buscan? Mi
P
OCOS EPISODIOS en la historia religiosa
norteamericana son similares a la barbarie de las
persecuciones antimormonas. El hecho de que la
ciudad en la que éstas comenzaron lleve el nombre de
Independence1 solo acentúa la trágica ironía del caso.
Intermitentemente por trece años los mormones fueron
perseguidos por quemas y saqueos dondequiera que trataron
de establecerse en el valle del Mississippi, hasta que pareció
que había algo inevitable en el terrorismo que ensangrentó
su camino.
La tenue y cambiante zona conocida como la frontera
atrajo a hombres que, aunque valientes y aventureros, a
menudo también eran analfabetos, pródigos y antisociales.
Prefiriendo la caza a la agricultura, empacaban sus carros y
se movían hacia el oeste apenas se les acercaba un vecino a
distancia de tiro. El oeste de Missouri, según un predicador
viajero de la época, tenía «una población medio bárbara
constantemente pisando los talones de los salvajes en
retirada».
En tiempos normales esta clase habría vendido a los
mormones y se habría movido hacia el oeste, pero ahora una
barrera los cercaba. Andrew Jackson en 1830 había fijado la
frontera india por ley, prohibiéndoles así temporalmente el
espacio de desplazamiento al que estaban acostumbrados, y
las vastas llanuras del oeste, estériles de madera y faltas de
3 Evening and Morning Star, Vol. II (July 1833), pp. 218-19, 221.
9 Expulsión de Edén [200
actual situación inestable. Pero yo... debo informaros que hay una
gran duda en nuestras mentes, con respecto al verdadero estado
de los asuntos de Sion; porque parece haber alguna diferencia
entre las declaraciones de la carta del élder Phelps y la de la
comunicación del élder Hyde... Parece, hermanos, que las
declaraciones anteriores fueron hechas en su mayoría a partir de
informes, y no hay certeza de que sean correctas; por lo tanto, es
difícil para nosotros aconsejar, y solo podemos decir, que los
destinos de todas las personas están en las manos de un Dios
justo, y que Él no hará ninguna injusticia a nadie; y esta única cosa
es segura, que aquellos que viven piadosamente en Cristo Jesús,
sufrirán persecución…
Es vuestro privilegio utilizar todos los medios legales a vuestro
alcance para buscar la reparación de vuestros agravios a vuestros
enemigos, y procesarlos en la medida de la ley; pero nos será
imposible prestaros ninguna ayuda temporal, ya que nuestros
medios ya se han agotado, y estamos profundamente endeudados,
y no conocemos ningún medio por el que podamos salir
adelante13…
Once días más tarde, el 16 de diciembre, una nueva
revelación explicó oficialmente la maldición que había
descendido sobre Sion: «Yo, el Señor, he permitido que les
sobrevenga la tribulación con que han sido afligidos, como
consecuencia de sus transgresiones… He aquí que os digo
que hubo entre ellos riñas, contiendas, envidias, disputas y
deseos lujuriosos y codiciosos, y como resultado de estas
cosas contaminaron sus herencias14».
Phelps había sido consciente de esta actitud en el profeta
incluso antes de ver la revelación, ya que había escrito el 15
de diciembre una carta desesperada que reflejaba el
desconcierto de todo hombre devoto que ha visto a los
inocentes sufrir junto con los impíos. «Sé que fue correcto
que nos expulsaran de la tierra de Sion, para que los rebeldes
fueran enviados lejos. Pero, hermanos, si el Señor quiere, me
gustaría saber qué harán los de corazón honesto. Nuestros
vestidos están gastados; queremos lo necesario para vivir, y
¿arrendaremos, compraremos u obtendremos de otra
manera la tierra donde estamos, para cultivar, para poder
criar lo suficiente para comer? Tal es el lenguaje común de
los honestos, porque quieren hacer la voluntad de Dios15».
La mayoría de los mormones ya se había establecido en el
condado de Clay, donde los ciudadanos habían acordado
darles refugio temporal. En espera de un acuerdo, José
ordenó a toda la colonia permanecer lo más cerca posible del
condado de Jackson, y les prohibió enfáticamente vender sus
propiedades.
Tomó esta posición en primer lugar porque no se dio
cuenta de la gravedad e inevitabilidad del conflicto entre sus
propios milenarios comunistas hambrientos de tierra y el
resto de la frontera. En segundo lugar, tenía una fe obstinada
en la ley y la convicción de que, si no era en los tribunales
locales, en Jefferson City o en Washington se haría justicia a
su pueblo. Phelps le escribió: «A nuestro pueblo le va muy
bien, y cuando son discretos, se siente poca o ninguna
persecución». Tales observaciones ayudaron a confirmar su
fe en que una paz duradera podría ser establecida.
Hizo que sus líderes de Missouri prepararan una petición
a Andrew Jackson, y se esforzó en escribir un elocuente
alegato propio. Cuando estuvo terminado, envió por correo
una copia de su última revelación, en la que el Señor había
ordenado a los hijos de Sion que importunaran primero a los
E
L PASADO que José esperaba enterrar en New
York ahora volvió a atormentarlo. Había hecho un
enemigo vengativo de Philastus Hurlbut, un
apuesto y ambicioso converso al que había excomulgado en
junio de 1833 por «conducta anticristiana con las damas».
Con ánimo vengativo, Hurlbut comenzó una investigación de
los comienzos de la iglesia mormona.
En Conneaut, a unos 80 km al este de Kirtland, oyó el
rumor de que un tal John Spaulding había visto un parecido
entre el Libro de Mormón de José y un viejo manuscrito
escrito muchos años antes por su hermano, Solomon
Spaulding. Electrificado por la idea de que el Libro de
Mormón podría ser una falsificación, Hurlbut registró
Conneaut en busca de pruebas. Solomon había muerto
diecisiete años antes, y su esposa se había vuelto a casar y se
había mudado; pero John Spaulding y su esposa Martha,
junto con varios vecinos, recordaban tenuemente que la
antigua novela histórica de Solomon había sido sobre un
pueblo perdido que eran antepasados de los indios. Que no
era una historia religiosa, todos estaban de acuerdo; pero
bajo la excitante insistencia de Hurlbut lograron recordar un
asombroso número de detalles que coincidían exactamente
con los del Libro de Mormón, asombroso porque habían
pasado veinte años desde la única ocasión en que habían
oído a Solomon leer su manuscrito en voz alta.
Hurlbut escribió sus declaraciones juradas, recogió sus
firmas, y se fue triunfante a Palmyra, donde esperaba
215] Nadie conoce mi historia
3History of the Church, Vol. I, p. 475, y Times and Seasons, Vol. VI, p.
771.
217] Nadie conoce mi historia
9 History of the Church, Vol. II, pp. 79-80; “Elder Kimball's Journal”,
Times and Seasons, Vol. VI, p. 788.
10 El ejército del Señor [224
10La historia de las disputas de José con Sylvester Smith fue contada en
detalle en el acta de la reunión del consejo de Kirtland del 27 de agosto de
1834, cuando Sylvester fue llevado a juicio por su mala conducta. Ver
History of the Church, Vol. II, pp. 150-60. Para detalles adicionales ver
Howe: Mormonism Unvailed, p. 161.
10 El ejército del Señor [226
13El juez Josiah Thorpe, sin embargo, declaró que solo dos hombres se
ahogaron, Campbell y Everett, el dueño del ferry. Early Days in
Missouri, carta 16.
10 El ejército del Señor [232
14Esta historia fue contada por Wilford Woodruff. Ver History of the
Church, p.104 y sig.
233] Nadie conoce mi historia
E
L CAMPO DE SION fue el segundo gran fracaso de
José Smith. Sin embargo, fue de mucho beneficio
para él. El conocimiento de primera mano de la
ferocidad del antimormonismo le llevó a una política de
prudencia y conciliación que le valió varios años de paz. Este
período lo aprovechó para soldar su sacerdocio en una
falange lo suficientemente fuerte como para soportar los
terribles ataques de la apostasía y las luchas civiles que
vinieron después.
El campo de Sion también parece haber aumentado su
sentido de responsabilidad hacia su propio pueblo. Cuando
el aterrorizado Heber Kimball vio a sus amigos con
convulsiones de cólera en Missouri, juró en secreto que no
volvería a pecar. Y aunque el diario de José no contenía una
resolución tan ingenua, está claro que él también estaba
abrumado por la angustia y la humildad. Se habían quemado
casas, golpeado y apedreado a hombres, mujeres y hombres
habían muerto por exposición y enfermedad, todo en su
nombre. El odio de Missouri se había consumido, no contra
él mismo, sino contra su pueblo y el evangelio al que se
aferraban con tan desinteresada devoción.
El evangelio era ahora una fuerza fuera de sí mismo, una
fuerza que podría ayudar a guiar pero que nunca más podría
controlar totalmente. Ahora sentía que ya no debía dar
revelaciones para la ocasión incidental. «Así dice el Señor»
238] Nadie conoce mi historia
10Ibídem, vol. II, pág. 300. Esta revelación nunca fue incluida en la
Doctrina y convenios. Detalles más completos de los problemas de José
con William en Kirtland se pueden encontrar en su historia, Vol. II, pp.
297-343.
11 Patrocinio y castigo [245
N
O HAY MEJOR indicación de la madurez de José
después de la debacle del Campo de Sion que el
sutil cambio en su actitud pública hacia el
aprendizaje. Siempre sintió como una frustración su propia
falta de escolaridad formal ya que la reverencia de New
England por la educación impregnaba cada pueblo en el que
había vivido. Tal vez fue en parte en compensación por su
sentido de inferioridad en este sentido que se había dotado
de poderes místicos a los que nadie más podía aspirar. Su
toque de clarín había sido una defensa adecuada de la Biblia:
«La sabiduría de los sabios perecerá y el entendimiento de
los prudentes se esconderá».
No solo se había regocijado por su falta de aprendizaje,
sino que también lo había exagerado mucho, una especie de
compensación excesiva familiar. Tan cuidadosamente había
fomentado el mito de su analfabetismo que sus seguidores se
enorgullecían de su propia falta de escolaridad. «Mi fuente
de aprendizaje», había escrito W. W. Phelps en el Messenger
and Advocate, «y mi forma de vida, desde mi juventud, me
excluirá del placer de moda de manchar mis comunicaciones,
con los colores elegantes de un estudiante de primer año de
Dartmouth, un estudiante de segundo año de Harvard, o
incluso un graduado de Yale; nada más que la clara corriente
de la verdad responderá al propósito de los hombres de
Dios1».
2 W. Wyl: Mormon Portraits (Salt Lake City, 1886), p. 25. Ver Louis C.
Zucker: «Joseph Smith as a Student of Hebrew», Dialogue, II: p. 41y
siguientes, 1968.
254] Nadie conoce mi historia
10 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, April 1836, pp. 290 y sig.
11«Speech before the High Priests», Nauvoo, abril 27, 1845; impreso en
forma de panfleto por la oficina de Millennial Star, julio 1845. Ver p. 27.
260] Nadie conoce mi historia
14Véase F.S. Spalding, Joseph Smith Jr. as a Translator (Salt Lake City,
1912). El Dr. A. H. Sayce de Oxford declaró que el facsímil Nº 2 era un
«hipocéfalo ordinario», y el Nº 3 «una representación de la diosa Maat
guiando al faraón ante Osiris, detrás de la cual se encuentra la diosa Isis".
Arthur Mace del Museo Metropolitano de Arte llamó a la interpretación
de José «un fárrago de tonterías de principio a fin». El Dr. W.M. Flinders
Petrie de la Universidad de Londres escribió: «Puede decirse con
seguridad que no hay una sola palabra que sea cierta en estas
explicaciones». El Dr. J. H. Breasted de la Universidad de Chicago
escribió que «José Smith representa como porciones de una revelación
única a través de Abraham cosas que eran comunes y que se encuentran
por muchos miles en la vida cotidiana de los egipcios».
15 El museo devolvió los papiros a los mormones de Utah. Se publicaron
nuevas traducciones académicas en Dialogue, a Journal of Mormon
Thought, Vol. III, verano de 1968. Para un resumen ver el suplemento al
final de este volumen. Una copia filmada de «Joseph Smith's Egyptian
Alphabet and Grammar», anteriormente desconocida salvo para los
archiveros mormones, fue reproducida en 1969 por Jerald Tanner de la
Modern Microfilm Company en Salt Lake City. Ilustraba además la
extraordinaria capacidad de José Smith para la fantasía lingüística.
262] Nadie conoce mi historia
J
OSÉ SMITH echaba de menos ser un hombre muy
guapo. Su nariz, puntiaguda y protuberante, no era
muy atractiva de perfil. Pero tanto los visitantes
como los conversos describieron sus ojos como
asombrosamente hermosos y su sonrisa como congraciada e
contagiosa. Aunque la palidez de su rostro parecía ocultar su
juventud y salud, el efecto era más bien sorprendente que
desagradable.
Tenía una presencia notable, su tamaño y porte
dominaban cada reunión en la que entraba. A esto se sumaba
una cordialidad que desarmaba a todos sus enemigos menos
a los más amargos. «José estrechaba la mano de todo el
mundo», dijo un converso. «La gente lo adoraba con
justicia».
Era inevitable que un hombre con tanto encanto físico se
convirtiera en el blanco de chismes. Como hemos visto, su
nombre se relacionó con el de Nancy Marinda Johnson ya en
1832. Entonces, en algún momento de 1835 se empezó a
murmurar que había seducido a una chica huérfana de
diecisiete años a la que Emma había acogido en la familia. Se
trataba de Fannie Alger, a quien Benjamin Johnson describió
en años posteriores como «una joven muy agradable y
atractiva de mi edad, hacia la que no solo yo, sino todo el
mundo, parecía tener predilección por la amabilidad de su
272] Nadie conoce mi historia
1Para una documentación completa sobre Fannie Alger y todas las demás
mujeres con las que se dice que José Smith se casó, véase el Apéndice C.
13 Mi reino es de este mundo [273
22El pequeño préstamo está anotado en History of the Church, Vol. II, p.
324. El crédito de 30.000 dólares es mencionado por Cyrus Smalling,
secretario durante un tiempo de José Smith en Kirtland, en una carta
fechada en Kirtland, el 10 de marzo de 1841. Esto fue publicado por
primera vez en E. G. Lee: The Mormons, or Knavery Exposed
(Philadelphia, 1841), pp. 12-15.
13 Mi reino es de este mundo [285
24Esta carta fue recibida en Liberty, Missouri, Julio 28, 1836. Ver
History of the Church, Vol. II, pp. 461-2, para el texto completo.
13 Mi reino es de este mundo [287
A
UNQUE JOSÉ había regresado de Salem sin un
cofre de dinero, no estaba exactamente con las
manos vacías. En nombre de las empresas
mercantiles de Kirtland, había conseguido en New York un
préstamo de 5.600 dólares de Halstead Haines and
Company. Más tarde, Hyrum Smith y Oliver Cowdery
lograron obtener crédito en el este por unos 60.000 dólares
en mercancías. Estas ganancias inesperadas le facilitaron la
obtención de más préstamos en menor escala en el área de
Kirtland. Timothy Martindale le prestó 5.000 dólares,
Winthrop Eaton 1.150 dólares y el Banco de Geauga 3.000
dólares1.
Pero José entendió perfectamente que seguir pidiendo
prestado solo posponía el día del juicio final. Mientras que
los nuevos préstamos significaban un respiro temporal,
añadían peso a una carga de deuda ya espantosa. Durante
dos meses planeó con sus hermanos la mejor manera de
llevar a cabo su liquidación. El resultado de estas
deliberaciones fue la Kirtland Safety Society Bank Company,
6La expresión entre paréntesis es una parte del texto original. Reimpreso
en History of the Church, Vol. II, p. 473.
7NdT: Dinero duro es un término que se utiliza casi exclusivamente en la
Estados Unidos y Canadá. Un préstamo de dinero duro es una especie de
préstamo inmobiliario garantizado contra el valor de venta rápida de la
propiedad por el cual se realiza el préstamo.
8 E. H. Roseboom: A History of Ohio (New York, 1934), p. 160.
9 NdT: «Banco de la Sociedad de Seguridad de Kirtland».
10NdT: «Compañía Antibancaria de la Sociedad de Seguridad de
Kirtland».
14 Desastre en Kirtland [295
Banking».
296] Nadie conoce mi historia
P E T I C I O N A R I O S , A C R E E D O R E S Y M O N T O S ( N O TA 2 1 )
Total 33.418,08
14 Desastre en Kirtland [299
Papel moneda
Templo de Kirtland
14 Desastre en Kirtland [303
Deudas y demandas
304] Nadie conoce mi historia
25Esta carta fue tomada de los archivos de José por su secretario, Warren
Parrish, quien la envió al Zion's Watchman, donde fue publicada el 24 de
marzo de 1838. Pratt hizo una declaración en el Elders' journal de agosto
de 1838 insistiendo en que la carta no era una copia exacta del original,
pero admitiendo que había escrito una carta «con gran severidad y
dureza».
306] Nadie conoce mi historia
J
OSÉ YA HABÍA SOPORTADO antes la pobreza; el
alquitrán y las palizas los había convertido en una
ventaja. Pero ser exiliado por sus propios discípulos
y expulsado del templo en el que se había intoxicado con
visiones y gloria mató gran parte de su ternura y exuberancia
ingenua. Mientras huía de Kirtland, José reflexionó con
tristeza que por fin tenía la medida de la devoción de sus
hombres, y que no iba más allá de sus bolsillos.
Pero había una causa más fundamental de la hostilidad
que lo había desterrado al desierto. La desconfianza hacia los
clérigos que se salían de su profesión era una de las
costumbres más arraigadas de la República. Tocqueville se
había maravillado del orgullo que los norteamericanos
sentían por su inflexible separación de la iglesia y el estado y
había notado que la mayoría de los ministros se abstenían de
hacer política. Las constituciones de casi todos los estados
del valle del Misisipi prohibían expresamente a los clérigos
tomar cualquier cargo de beneficio o confianza como regalo
del pueblo.
Desde la inauguración de la Orden Unida hasta el colapso
del Banco de la Sociedad de Seguridad de Kirtland, José
había estado buscando a tientas el control de la vida
temporal y espiritual de su pueblo. Incluso incursionó
vacilante en la política introduciendo una lista de candidatos
mormones en las elecciones locales de Kirtland en 1835, un
314] Nadie conoce mi historia
E
L 6 de agosto de 1838 fue el día de las elecciones en
Missouri, y los mormones, por primera vez en
cinco años, eligieron votar. John D. Lee yacía
tendido sobre la hierba en la plaza pública de Gallatin, la
sede del condado de Daviess, donde se esperaba que la
votación entre los mormones y los antiguos colonos fuera
reñida. Escuchó en silencio mientras uno de los candidatos,
William Peniston, arengaba contra los santos:
«Son un grupo de ladrones de caballos, mentirosos y
falsificadores. Harán un juramento falso en cualquier
ocasión para salvar a otro mormón. Son ladrones, bribones y
embaucadores, y ninguna propiedad está a salvo en el
condado de Daviess si continúan entrando en esta zona. Si
permitimos que los mormones voten en esta elección,
significará el fin de nuestro sufragio».
Cuando el primer mormón salió del grupo y caminó
silenciosamente hacia las urnas, un colono sonriente le
prohibió el paso. «El condado de Daviess no permite a los
mormones votar más que a los negros», dijo. Cuando el
hombre comenzó a discutir, el missouriano lo derribó.
Inmediatamente se produjo una pelea.
Los mormones, unos treinta en número contra más de
doscientos, estaban de pie convenientemente cerca de una
pila de duramen de roble, cada uno de un metro veinte de
largo y de cerca tres kilos de peso. «Hicieron», dijo Lee, «un
arma muy peligrosa y a la vez muy práctica». Lee saltó al
tumulto cuando vio a John L. Butler hacer la señal danita de
338] Nadie conoce mi historia
1El relato de Butler de esta lucha fue copiado en el Journal History sin
publicar en la biblioteca de la iglesia de Salt Lake City, en la fecha del 6
de agosto de 1838. Ver también John D. Lee: Mormonism Unvailed, pp.
58-6o.
16 El Corán o la espada [339
con esta orden, iba camino de Far West con el general Clark
y seis mil hombres.
Esa noche, un hombre herido llegó a Far West con una
noticia que congeló la sangre de todos los santos. El
asentamiento de Haun's Mill había sido atacado por
doscientos milicianos. Los mormones habían huido a la
herrería, que pensaron que sería un fuerte admirable, pero
en cambio había demostrado ser un matadero. Grandes
grietas se abrían entre los troncos de la tienda, y los
missourianos, escondidos detrás de los árboles, mataban a
los mormones a su antojo como si estuvieran matando
ganado en un corral. Cuando las mujeres huyeron hacia los
arbustos, los hombres les dispararon en señal de burla. El
viejo Thomas McBride cayó herido y entregó su arma, por lo
que uno de la multitud fríamente lo cortó en pedazos con un
cortador de maíz.
Después de derribar a todos los mormones que podían
ver, la multitud entró en la herrería para acabar con los
heridos. Encontraron a Sardius Smith de nueve años
escondido bajo los fuelles. Su hermano menor, con un
disparo en la cadera y fingiendo estar muerto, oyó a los
hombres sacar a Sardius de su escondite. «No disparen»,
dijo un miliciano, «es solo un niño».
«Es mejor agruparlos cuando podamos. Las liendres
harán piojos», respondió un hombre, y colocando su rifle
cerca de la cabeza del chico, le voló los sesos.
Cuando llegó la oscuridad, las mujeres volvieron a la
escena de la carnicería. De los treinta y ocho hombres y
niños del campamento, diecisiete habían sido asesinados y
quince heridos. Temerosas de que la multitud regresara, las
mujeres bajaron a los muertos a un pozo sin terminar,
356] Nadie conoce mi historia
A
L AMANECER los prisioneros escucharon el
ruido de las armas y vieron al general Doniphan
formar su brigada. Ningún missouriano se había
hecho amigo de los mormones con tal determinación y
peculiar constancia. Era él a quien Lucas había ordenado
llevar a cabo la ejecución. Cuando la línea se formó,
Doniphan caminó hacia los prisioneros, con su enorme
cabeza y su delgada figura perfilada en la creciente luz. «Por
Dios», dijo sin preámbulo, «habéis sido sentenciados por el
consejo de guerra a ser fusilados esta mañana; pero yo seré
condenado si tengo parte del honor o de la desgracia de ello.
He ordenado a mi brigada que se ponga en marcha y
abandone el campamento, pues lo considero un asesinato a
sangre fría». Con un gesto de despedida, se alejó y despidió a
sus hombres enérgicamente.
Esta insubordinación confundió a todo el campamento.
Lucas convocó un segundo consejo de guerra y leyó a los
otros generales el desafiante mensaje de Doniphan: «Es un
asesinato a sangre fría. No obedeceré su orden. Mi brigada
marchará hacia Liberty mañana a las ocho de la mañana; y si
usted ejecuta a estos hombres, lo haré responsable ante un
tribunal terrenal, que Dios me ayude».
Después de un debate, Lucas sugirió que la ejecución se
llevara a cabo en Independence. La amenaza de Doniphan le
había dado una pausa, y necesitaba tiempo para pensar. Pero
362] Nadie conoce mi historia
11NdT: El Partido Whig de los Estados Unidos fue un partido político que
existió durante el siglo XIX. Fue creado para servir de oposición a la
política de Andrew Jackson y se denominó Whig por analogía a los Whig
británicos, que se habían opuesto al poder real durante la Restauración
inglesa.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [373
Templo de Kirtland
17 Calvario en la cárcel de Liberty [375
Cárcel de Liberty
19Carta a la Sra. Norman Bull (sic), History of the Church, Vol. III, pp.
285-6. Lucinda Harris y Prescindia Buell están listadas por los
historiadores mormones como esposas plurales de José. ver Apéndice C.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [381
H
AY MÁS CURVAS en el Mississippi de las que
incluso una rata de río puede recordar, y cada
crecida de primavera borra algunas de las
antiguas y crea una veintena de nuevas. Pero el recodo que
los mormones hicieron famoso es probable que sea tan
permanente como cualquier otro en el curso de este fabuloso
río. Se encuentra a mitad del estado de Illinois, no muy lejos
al norte y al otro lado del río desde Keokuk en Iowa. La orilla
del río se eleva suavemente hasta un punto tan alto que uno
que esté en su cima puede ver el río cortando un gran
semicírculo plateado a sus pies.
Cuando José Smith se paró en esta colina después de su
escape de Missouri en 1839, el lugar era boscoso y sin
caminos y los pantanos cubrían las tierras bajas detrás de él.
Pero podía ver el brillante río con sus islas al norte como
exuberantes jardines, y las verdes colinas de Iowa más allá.
«Es un sitio hermoso», dijo fervientemente, «y se llamará
Nauvoo, que significa en hebreo una hermosa plantación1».
«Nauvoo» tenía la música melancólica de la llamada de una
paloma doliente y de alguna manera coincidía con la magia
del sitio.
La ciudad vio un crecimiento aún más espectacular que el
de Far West. Estaba dispuesta en ordenadas plazas, como un
2 25 de marzo de 1840.
3 El original de esta carta, fechada en Springfield, Illinois, el 9 de
noviembre de 1839, archivada en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada.
4 History of the Church, Vol. IV, p. 40.
18 Nauvoo [391
9 Ibíd., vol. IV, pág. 17; vol. III, pág. 362. La Sra. Cleveland fue más tarde
listada por los historiadores mormones como una de las esposas plurales
de José. Véase el Apéndice C.
10History of the Church, Vol. IV, pp. 391, 437. El apóstata William Harris
dijo que «… los lotes que apenas le costaron un dólar se vendieron con
frecuencia por mil», Mormonism Portrayed (Varsovia, Illinois, 1841), p.
35. (El libro de Harris en realidad fue escrito por Thomas Sharp, en parte
por información proporcionada por Harris. Ver Warsaw Signal, 11 de
septiembre de 1844).
394] Nadie conoce mi historia
MONTOS ADEUDADOS
Total $73.066,38
27 Ibíd., Vol. III (noviembre 15, 1841), p. 599, y Wasp, Vol. I, No. 26
(octubre 15, 1842).
18 Nauvoo [405
El Templo de Nauvoo
18 Nauvoo [407
L
A MEMORIA DE UN HOMBRE está destinada a
ser una distorsión de su pasado conforme a sus
intereses presentes, y la autobiografía más fiel es
probable que refleje menos lo que un hombre fue que en lo
que se ha convertido. José Smith siempre dictó su diario con
una intensa conciencia de su audiencia, y en la década de
1840, cuando comenzó a escribir en serio la historia oficial
de su iglesia para la edificación de la posteridad, reconstruyó
su pasado como solo un célebre profeta del siglo XIX lo
habría vivido. Todo era de un solo color, una sucesión de
milagros y revelaciones, y en ningún sentido una evolución.
Se convirtió, de hecho, en un escondite casi impenetrable,
donde se ocultó detrás de un flujo perpetuo de palabras.
Comenzó la historia de su vida con la fabulosa visión del
Padre y el Hijo, que en 1842 —cuando se publicó el relato por
primera vez— se remontaba a veintidós años atrás1. No
importa si se trata de una elaboración sobre un vívido sueño
de la infancia o de una fantasía tejida con cuentos milagrosos
a medio recordar. Las imágenes de los sueños le llegaban
fácilmente y con un color tan intenso y un detalle tan
exuberante que el asunto de la exactitud o la cronología no
1Se imprimió por primera vez en Times and Seasons, Vol. III, 1 de marzo
de 1842, aunque un breve relato de Orson Pratt se publicó en 1840 en
Remarkable Visions.
416] Nadie conoce mi historia
18History of the Church, Vol. IV, pp. 568-9; Times and Seasons, April 15,
1842.
18 Nauvoo [427
H
ABRÍA HECHO FALTA una persona más
flemática que José para soportar el aluvión de
publicidad favorable en los periódicos que recibió
en la primavera de 1842. El New York Herald, el New York
Tatler y el Boston Bee escribieron abundantes elogios,
condimentados con suficientes burlas como para complacer
al público gentil. «Hay algo bueno en cada secta religiosa»,
escribió Bennett del Herald en un tono caprichoso, «y damos
un apoyo justo a todos, desde el Papa de Roma hasta Joe
Smith. Todo lo que pedimos a cambio de nuestros informes
es un buen asiento, banco o lugar fresco cuando llegue el fin
del mundo y empiece la hoguera eterna1».
José ignoró la burla y volvió a publicar las columnas de
Bennett, cuidadosamente expurgadas, en el Times and
Seasons. No era de los que se preocupan por los detalles
cuando podía reimprimir un párrafo como el siguiente: «Este
Joe Smith es sin duda uno de los más grandes personajes de
la época. Manifiesta tanto talento, originalidad y coraje
moral como Mahoma, Odín o cualquiera de los grandes
espíritus que hasta ahora han producido las revoluciones de
épocas pasadas… Mientras que la filosofía moderna, que no
cree en nada, sino en lo que se puede tocar, se extiende por
los estados del Atlántico, Joe Smith está creando un sistema
11 NdT: ver este enlace para conocer sobre los distintos tipos de ales.
12Como está impreso en Millennial Star, Vol. XXI, p. 283. Las palabras
que tengo en cursiva fueron omitidas cuando este pasaje fue reimpreso
en History of the Church, Vol. V, p. 450.
13 History of the Church, Vol. V, p. 380.
20 En la aljaba del Todopoderoso [437
20 The Voice of Truth (1844), pp. 16-17. Véase también su carta a James
Arlington Bennett, vecino de Nauvoo, 6 de diciembre de 1843, y su
«Views on the Powers and Policy of the United States Government»,
Times and Seasons, Vol. VI (15 de mayo de 1844), p. 531. Los ensayos
lingüísticos se suprimieron al reimprimirlos en la History of the Church.
véase el Vol. VI, págs. 75, 197-209.
442] Nadie conoce mi historia
21Figures of the Past, from the Leaves of Old Journals (Boston, 1883),
pp. 377-400.
444] Nadie conoce mi historia
23 Ibíd., p. 401.
Capítulo 21
Si un hombre seduce a una
doncella
F
UE EN KIRTLAND, como hemos visto, donde José
comenzó a manipular delicadamente una de las
costumbres más básicas de la sociedad occidental.
Miró a esa sociedad con el singular desapego que solo puede
venir a un hombre satisfecho con su propia autoridad final y
poseído por un anhelo de remodelar el mundo acercándolo al
deseo de su corazón. Nada era tan sagrado que no pudiera
ser refundido en una nueva utilidad o belleza.
La monogamia le parecía —como a muchos hombres que
no han dejado de amar a sus esposas, pero que se han
cansado de la exclusividad conyugal— una forma de vida
intolerablemente circunscrita. «Cada vez que veo una mujer
bonita», le dijo una vez a un amigo, «tengo que rezar por la
gracia1». Pero José no era un libertino descuidado que podía
contentarse con amantes clandestinas. Había demasiado de
puritano en él, y no podía descansar hasta haber redefinido
la naturaleza del pecado y erigido un estupendo edificio
teológico para apoyar sus nuevas teorías sobre el
matrimonio.
En la primavera de 1840 este edificio estaba casi completo
y se había convertido en una parte tan integral de su sistema
metafísico que probablemente perdió completamente de
vista el hecho de que no figuraba en absoluto en el diseño
original. José no era dado a la búsqueda introspectiva o
3 NdT: La versión NTV dice así: «Si un hombre seduce a una mujer
virgen que no está comprometida y tiene sexo con ella, tendrá que pagar
a la familia de la mujer la cantidad acostumbrada por una virgen y
casarse con ella (Éxodo 22:16)». La versión RV1960: «Si alguno engañare
a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá
dotarla y tomarla por mujer».
450] Nadie conoce mi historia
7 Bennett incluyó a la Srta. L***** B*****, que fue casada con José Smith
por Joseph Bates Noble. Esta es claramente Louisa Beaman. Su Sra.
B**** es sin duda la Sra. Buell; y su Sra. S******* es la Sra. Sessions. La
Sra. D***** es probablemente la Sra. Durfee, y la Sra. G**** es
posiblemente la Sra. Sally Gatty. Pero la Sra. A**** S****, de la que se
dice que estuvo casada con José por Brigham Young, y la Srta. B*****
siguen en el misterio. (Stanley Ivins ha descubierto evidencia de que esta
puede ser una Miss Sarah Bapson.)
21 Si un hombre [455
seduce a una doncella
17 Ver History of the Church, Vol., IV, pp. 585-88, para un informe
completo de las actas de esta conferencia. NdT: también hay una
referencia a esto en Enseñanzas del profeta José Smith, p. 263-264.
21 Si un hombre [465
seduce a una doncella
Los cuatro hijos de José Smith, con el mayor Lewis Bidamon, segundo
esposo de Emma Smith
466] Nadie conoce mi historia
Capítulo 22
La explosión de Bennett
E
S UNA de las extrañas coincidencias de la historia
mormona que los tres hombres que más
astutamente juzgaron las potencialidades del
movimiento mormón, todos llevaban el apellido Bennett.
James Gordon Bennett, editor del New York Herald, aunque
fascinado por el fenómeno mormón, se contentó con verlo
desde la distancia. James Arlington Bennett, un prominente
abogado de New York y escritor de libros de texto, escribió
cartas de admiración e imaginación que influyeron mucho en
José Smith, pero retrasó su viaje a Nauvoo hasta después de
la muerte del profeta. Pero John Cook Bennett, sintiendo el
dinamismo de la iglesia, y sin duda atraído por los rumores
de la poligamia, no perdió tiempo en atrincherarse.
Durante un año y medio fue el amigo más íntimo de José,
colmado de favores que los conversos mayores —que habían
sacrificado fortuna y salud al evangelio— habrían dado
mucho por recibir. Solo aquellos cercanos al profeta sabían
de las tormentosas sesiones que empañaban esta amistad. Ya
que Bennett era demasiado ambicioso y caprichoso para
mantenerse como favorito. Insensible, despilfarrador y
demasiado sabio en su profesión de médico e instructor de
partería, estaba ansioso por explotar la poligamia.
Después de que los dos hombres se separaron por
completo, José dijo en una declaración pública cautelosa que
había sorprendido a Bennett predicando relaciones sexuales
promiscuas ya en diciembre de 1840 y lo había dejado ir con
una severa reprimenda. Luego, a mediados de julio de 1841,
468] Nadie conoce mi historia
Sarah Pratt, informó que «el Dr. Bennett le dijo que podía
causar el aborto con perfecta seguridad a la madre en
cualquier etapa del embarazo, y que frecuentemente había
destruido y retirado a los bebés antes de tiempo para evitar
la exposición de las partes y que tenía instrumentos para ese
fin6».
José no escribió nada en su diario de la escena en la que
se enfrentó a Bennett con las declaraciones juradas que
había reunido, pero Bennett describió más tarde la entrevista
con su propio detalle cuidadosamente seleccionado. Cuando
entró en la oficina del profeta, escribió, José cerró la puerta,
puso la llave en su bolsillo, sacó una pistola y dijo sin
preámbulos: «La paz de mi familia requiere que firmes una
declaración jurada, y hagas una declaración ante el próximo
Consejo de la Ciudad, exonerándome de toda participación,
ya sea directa o indirecta, de palabra o de hecho, en la
doctrina de la esposa espiritual, o en las relaciones privadas
con mujeres en general, y si no lo haces con aparente alegría,
haré de ti un cebo de bagre, o te entregaré a los danitas para
tu ejecución esta noche, ya que mi dignidad y pureza deben y
serán mantenidas ante el público7».
mormonismo».
22 La explosión de Bennett [475
E
N LA PRIMAVERA de 1841, cuando José fue
acosado por la amenaza de extradición a Missouri,
dijo algunas cosas amargas. Ningún escribiente
había registrado el discurso en el que echó maldiciones a sus
perseguidores, pero corrió el rumor de que había predicho
que el odiado Boggs tendría una muerte violenta en un año y
que el gobernador Carlin moriría en una zanja1.
Cuando, por lo tanto, en mayo de 1842 llegó a Nauvoo la
noticia de que Boggs había sido asesinado por un asaltante
desconocido, «pasó por la ciudad como si se hubiera
cumplido una gran profecía2». Un escritor de Wasp que
firmó como Vortex comentó indiscretamente el 28 de mayo:
«Boggs fue asesinado sin duda alguna según el informe; pero
quién hizo la noble hazaña queda por averiguar». Ciertos
observadores en Nauvoo notaron que el siniestro
guardaespaldas de José, Porter Rockwell, que había estado
ausente por algunas semanas, regresó a la ciudad solo dos
días después de la noticia del tiroteo. Admitió ante sus
amigos que acababa de llegar de Missouri.
La prensa whig, sabiendo el celo de algunos de los
hombres de José por hacer realidad sus profecías, se
apresuró a señalar con el dedo las sospechas e insinuó que
José estaba detrás del asalto. «El profeta mormón», dijo el
6 Ver el Apéndice C.
23 Clandestinidad [493
11William Hall, que fue mormón durante los años de Nauvoo, escribió
más tarde: «Le oí después presumir de sus hazañas en el disparo a
Boggs». The Abominations of Mormonism Exposed (Cincinnati, 1852), p.
3o. W. Wyl entrevistó al general Connor, que había empleado a Rockwell
un invierno en Utah. Connor informó que Rockwell admitió el tiroteo de
Boggs: «‘Disparé a través de la ventana’, dijo, ‘y pensé que lo había
matado, pero solo lo había herido; estaba jodidamente apenado por no
haber matado al hijo de p—’» Mormon Portraits, p. 255. Ver Charles
Kelly: Holy Murder (New York, 1934), para las posteriores hazañas de
Rockwell.
23 Clandestinidad [499
13Véase History of the Church, vol. VI, pág. 134, y James Jepson, Jr.:
«Memories and Experiences», Ms., una copia del cual se encuentra en la
Biblioteca de la Sociedad Histórica del Estado de Utah. Los padres de
Jepson estuvieron en esta fiesta. Véase también la excelente biografía de
Harold Schindler, Porter RockweIl, Man of God, Son of Thunder (Salt
Lake City, 1966).
23 Clandestinidad [501
«José, ¿qué significa ese bar en esta casa?», gritó con una
pasión que sorprendió a su hijo mayor, que nunca había oído
a sus padres pelear. José estaba listo para discutir. Porter no
tenía un céntimo; merecía mucha consideración por sus
nueve meses en una cárcel de Missouri; su absolución fue de
inconmensurable ayuda para todos ellos. Además, el bar era
temporal y sería transferido a la barbería que estaba en
construcción al otro lado de la calle.
«¿Cómo se ve —preguntó secamente— que el líder
espiritual de un cuerpo religioso mantenga un hotel que
tiene una habitación habilitada como establecimiento de
venta de licores?».
Él le recordó que todas las tabernas tenían bares, y si bien
era cierto que no se permitían las tiendas de bebidas
alcohólicas en Nauvoo, debía haber algún lugar donde se
permitiera a los viajeros distinguidos el refrigerio al que
estaban acostumbrados. El ayuntamiento de Nauvoo había
aprobado una ordenanza que le daba el derecho exclusivo de
dispensar licor en su hotel, y ¿a quién mejor se le podía
confiar tal monopolio?
«Bueno, José», dijo Emma en voz baja cuando lo escuchó,
«los muebles y otros bienes que he comprado para la casa se
van, y puedes hacer que otra persona se ocupe de las cosas
aquí. En cuanto a mí, tomaré a mis hijos e iré a la vieja casa y
me quedaré allí, porque no los criaré en las condiciones que
este arreglo nos impone, ni los mezclaré con la clase de
hombres que frecuentan tal lugar. Eres libre de elegir; o ese
bar sale de la casa, o lo haremos nosotros».
502] Nadie conoce mi historia
P
ROBABLEMENTE NADIE sabrá exactamente con
cuántas mujeres se casó José Smith. Brigham
Young le dijo con toda franqueza a William
Hepworth Dixon en 1866: «Yo mismo le sellé docenas de
mujeres a José». Un historiador mormón elaboró una lista
de veintisiete esposas, pero está claro por todos los registros
disponibles publicados y manuscritos que el número puede
haber alcanzado o incluso superado las cincuenta1.
En enero de 1846, dieciocho meses después de su muerte,
treinta mujeres fueron selladas al profeta «por la eternidad»
en el templo de Nauvoo, y varios otros hombres «por el
tiempo». Como está claro en otros registros que más de dos
tercios de estas mujeres ya habían estado casadas con José
durante su vida, se puede suponer que para las treinta
mujeres el sellamiento fue simplemente una nueva forma de
solemnizar una ceremonia anterior. Se consideraba que un
matrimonio «por la eternidad» no era verdaderamente
La mansión de Nauvoo
21NdT: En este enlace se puede ver un ejemplo del anuncio. Ver la quinta
columna desde la izquierda, segundo ítem.
526] Nadie conoce mi historia
Capítulo 25
Candidato a presidente
E
L ENTUSIASMO se ha convertido casi en la
esencia de mi vida», declaró José Smith en un
sermón en mayo de 1843. «Cuando eso se extingue
me siento casi perdido. Cuando un hombre está
continuamente en tensión por el entusiasmo, se hace fuerte y
gana poder y conocimiento». Si la vida durante estas
semanas hubiera estado exenta de aventuras —a pesar de
que se casaba con esposas a un ritmo más rápido que nunca
— su inercia y placidez iban a durar poco.
Porque John C. Bennett, que había continuado
persiguiendo al profeta, estaba conspirando con Lilburn
Boggs en Missouri para extraditar a José con una orden
judicial que ningún tribunal de Illinois podía tocar. En junio
de 1843 persuadió al gobernador Reynolds para que emitiera
un mandato judicial sobre el cargo de traición, ya de cuatro
años, del que José había huido en 1839. Una vez que el
profeta fuera encarcelado en Missouri, Reynolds planeaba
juzgarlo por el tiroteo de Boggs también.
Los alguaciles de Missouri, elegidos para la delicada tarea
de capturar al profeta, esperaron hasta que se fuera sin
escolta en una gira de predicación. Disfrazándose y fingiendo
ser élderes mormones, se enteraron de que se alojaba cerca
de Dixon, Illinois. Lo capturaron solo, lo obligaron a punta
de pistola a subir a un carro, y sin molestarse con la
formalidad de la notificación de un proceso azotaron sus
caballos hacia Dixon. Stephen Markham, que casualmente
528] Nadie conoce mi historia
9 Agosto 2, 1843, p. 2.
536] Nadie conoce mi historia
11Para este intercambio de cartas ver History of the Church, Vol. VI, pp.
71-8.
12 Carta inédita de Benjamin Johnson a George S. Gibbs, 1903.
25 Candidato a presidente [539
15Millennial Star, Vol. XXII (1860), p. 455. Las palabras que he puesto
en cursiva fueron omitidas cuando este pasaje fue reimpreso en History
of the Church, Vol. VI, p. 116.
25 Candidato a presidente [541
19 Ver History of the Church, Vol. V, pp. 86, 542-9, y William Decatur
Kartchner: «Expedition of the Emmett Company», Ms., p. 1. En realidad
la expedición Emmett no salió hasta después de la muerte de José.
20 History of the Church, Vol. VI, p. 222.
25 Candidato a presidente [545
21Las cartas de George Miller al isleño del norte, 1855, cuentan toda esta
historia.
25 Candidato a presidente [547
26El Times and Seasons del 15 de noviembre de 1845 citó el St. Louis
Evening diciendo que el censo de Nauvoo que se acaba de realizar
mostraba 11.057 dentro de los límites de la ciudad y un tercio más fuera
de ellos. Hubo algunas deserciones después de la muerte de José.
Trescientos santos siguieron a Rigdon a Pittsburgh.
27 Times and Seasons, Vol. V (1 de junio de 1844), p. 547.
552] Nadie conoce mi historia
A
UN OBSERVADOR CASUAL de la escena
mormona en la primavera de 1844 debe haberle
parecido que José Smith estaba escalando más
alto que nunca. Excepto por las fulminaciones de los
antimormones en Warsaw y Carthage, había poco
resentimiento abierto contra él o su pueblo. Su campaña
presidencial le estaba ganando mucha publicidad y, al sacar
el voto mormón de la política partidaria, parecía probable
que apaciguara algunos de los antagonismos que surgían de
las cuestiones políticas.
En realidad, la enemistad contra los mormones era
amplia y peligrosa. Aquellos que tomaron la campaña de
José en serio lo vieron como un símbolo maligno de la unión
de la iglesia y el estado, y otros sospecharon que
eventualmente renunciaría a su candidatura y se declararía
por un candidato popular. Los masones, molestos por los
rumores de corrupción del ritual masónico en las logias
mormonas (que ahora eran cinco, tres en Nauvoo y dos en
Iowa) y furiosos por la negativa de José a enviar los registros
de la logia a Springfield para su inspección, estaban
decididos a revocar las dispensas y declarar clandestinas
todas las logias mormonas1.
U
NA VEZ más las mujeres mormonas se
prepararon para el choque de un desarraigo. Ya
estaban acostumbradas, algunas habían hecho las
cinco migraciones, y aceptaron lo que amenazaba con ser la
expulsión de Nauvoo casi con resignación. Satanás no le
daría descanso a los hijos de Dios.
¿Había algo intrínsecamente extraño en el mormonismo
que continuamente invitaba a la barbarie incluso en la tierra
de los libres? No pudo haber sido la teología, la cual, aunque
desafiante, era en realidad un popurrí de pensamiento
religioso norteamericano condimentado con el ideal
fundamental del progreso inevitable. Tampoco pudo ser la
economía, que había pasado del comunismo a la libre
empresa y luego a la autarquía. Dondequiera que los
mormones iban, los ciudadanos resentían su santurronería,
su falta de voluntad para mezclarse con el mundo, su intensa
conciencia de un destino superior. Pero estos fueron factores
insignificantes en la creación de los feroces antagonismos de
Missouri e Illinois.
En realidad, cada migración había surgido de un conjunto
especial de circunstancias. El traslado a Kirtland desde New
York había sido oportunista; la huida de Kirtland había sido
en gran medida el resultado de la persecución de los
apóstatas y no de los no mormones. Las diversas expulsiones
de Missouri tenían sus raíces en la esclavitud y en los
problemas de los indios, que no figuraban en absoluto en
Illinois. En este último estado, en mucho mayor medida que
577] Nadie conoce mi historia
Querida Emma:
El gobernador continúa con sus cortesías y nos permite ver a nuestros
amigos. Escuchamos esta mañana que el gobernador no bajará con sus
tropas hoy (a Nauvoo) como se anticipó anoche, pero si lo hace, estarás
protegida, y quiero que le digas al hermano Dunham que instruya a la
gente para que se quede en casa y atienda sus propios asuntos, y que no
haya grupos o reuniones a menos que sea con el permiso del
gobernador…
No hay peligro de ninguna «orden de exterminio». Si hay una
reunión entre las tropas (que no anticipamos, la excitación está
27 Carthage [594
10 Según el relato de John Taylor. History of the Church, Vol. VII, p. 101.
11Esta historia es contada por Allen J. Stout en su diario manuscrito,
1815-89, cuya transcripción puede verse en la Biblioteca de la Sociedad
Histórica del estado de Utah. ver p. 13. Está confirmado por T. B. H.
Stenhouse en su Rocky Mountain Saints (New York, 1873), p. 164 y sig.
27 Carthage [596
Cárcel de Carthage
Epílogo
E
L ASESINATO DE José y Hyrum Smith les robó el
apetito a los antimormones para una guerra civil.
Los peores de ellos esperaban que la Legión de
Nauvoo, al enterarse de la muerte de sus líderes, se vengara
matando a Ford. Esto les habría dado una excusa para
descender sobre Nauvoo, masacrar a los habitantes y saquear
la ciudad. Con la muerte de Ford, habrían contado con una
ganancia para el estado en cualquier caso. Pero ahora
huyeron precipitadamente, junto con sus mujeres e hijos,
dejando Carthage desolada y en silencio con sus muertos.
Cuando la noticia de la tragedia llegó a Nauvoo, la ciudad
se vio envuelta en una parálisis de horror y pérdida. «Sentí
como si no pudiera vivir», escribió Allen Stout en su diario;
«No sabía cómo contenerme… Y espero vivir para vengar su
sangre; pero si no lo hago, enseñaré a mis hijos a no dejar de
intentar vengar su sangre y luego enseñaré a sus hijos y a los
hijos de sus hijos hasta la cuarta generación mientras haya
un descendiente de los asesinos en la tierra».
Tal pasión nunca se tradujo en acción, porque los
mormones eran minoría. La Legión siguió el mandato de
Willard Richards, permitió que Ford permaneciera sin ser
molestado, y mantuvo una rígida disciplina en la ciudad.
Los cuerpos de los mártires, como se les llamó siempre
después, fueron llevados a Nauvoo en dos cajas de madera
cubiertas con una manta de caballo indio y hierba de la
pradera. Cuando la carreta llegó a la ciudad, la Legión de
Nauvoo formó una procesión detrás de ella, y diez mil
ciudadanos llorosos los siguieron hasta el Mesón. Cuando a
601] Nadie conoce mi historia
U
NA de las principales premisas originales de esta
biografía fue que la asunción del papel de profeta
religioso por parte de José Smith fue un proceso
evolutivo que comenzó como escrutador bucólico, utilizando
las técnicas primitivas del folclore de la magia común a su
zona, la mayoría de las cuales descartó al convertirse en un
predicador-profeta. Parecía haber buena evidencia de que
cuando eligió escribir sobre esta evolución en su History of
the Church distorsionó el pasado con el interés de promover
su imagen pública como joven profeta dotado con un
sustancial y creciente número de seguidores. Había evidencia
incluso para estimular la duda de la autenticidad de la
«primera visión» que José Smith declaró en su historia
oficial que había ocurrido en 1820 cuando tenía catorce años.
En la impresión original de esta biografía en 1945 se
afirmaba que la descripción de José Smith de su primera
visión fue «publicada por primera vez por Orson Pratt en
Remarkable Visions en 1840, veinte años después de lo que
se suponía que había ocurrido», que «entre 1820 y 1840 los
amigos de José estaban escribiendo largos panegíricos; sus
enemigos lo difamaban en una incesante corriente de
declaraciones juradas y panfletos, y el propio José dictaba
varios volúmenes de prosa con sabor a Biblia. Pero nadie en
este largo período ni siquiera insinuó que había escuchado la
historia de los dos dioses. Al menos, ninguna de esas
insinuaciones ha sobrevivido en papel o manuscrito». Y
sugerí que a pesar de las protestas de José Smith de que sus
visiones le habían causado una gran persecución, en
613] Nadie conoce mi historia
16 Jessee: «Early Accounts of the First Vision», B.Y.U. Studies, IX, 279.
17 Ver las páginas 58-59 y siguientes.
18 1 Nefi 16:37-38.
625] Nadie conoce mi historia
21Vea a Ernest Jones: Hamlet and Oedipus (New York, 1 949) para
material sobre la relación entre la muerte del padre de Shakespeare y su
escritura de Hamlet.
627] Nadie conoce mi historia
22 Mormón 1:15
23 Mormón 1:19.
Suplemento [628
24 Jacob 2:27.
629] Nadie conoce mi historia
33 Ver la p. 175.
Suplemento [636
. . . . ..,..,..,,,,,”::,..._..,„...,..,..,...
,,
g?..,.i.,.'::::,,,,::
..
645] Nadie conoce mi historia
Mormonism can, of course, be written without recourse to "anti-
Mormon" accounts, but it would perforce be incomplete, for
many of these provide flesh and blood for the skeletal narratives
Bibliografía [646
in the official histories. All such documents have been used with
care, but they have not been ignored.
I
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The Book of Mormon. Palmyra, New York: Egbert B. Grandin;
1830. (Rare.)
A Book of Commandments for the Government of the Church
of Christ, organized according to law, on the 6th of April,
1830. Zion [Independence, Missouri] : W. W. Phelps and
Co.. 1833. (Very rare.) Reprinted by the Salt Lake Tribune-
in 1884.
'
Doctrine and Covenants of the Church of the Latter Day
Saints, Carefully selected from the Revelations of God, and
compiled by Joseph Smith, Jr., Oliver Cowdery, Sidney
Rigdon, Frederick G. Williams. Kirtland, 1835. The 1921
edition, printed in Salt Lake City, is quoted throughout
the book. It differs somewhat from the collection used by
the Reorganized Church.
General Joseph Smith's Appeal to the Green Mountain Boys,
December 1843. Nauvoo, Illinois, 1843.
Correspondence between Joseph Smith, the Prophet, and Col.
John Wentworth . . . Gen. James Arlington Bennet . . .
and the Hon. John C. Calhoun.... In which is given a
Sketch of the Life of Joseph Smith,The Rise and Progress
of the Church of Latter Day Saints, . .. New York: Pub-
lished by John E. Page and L. R. Foster; 1844.
The Voice of Truth, containing Joseph Smith's correspondence
with Gen. James Arlington Bennett; appeal to the Green
Mountain boys; correspondence with John C. Calhoun,
647] Nadie conoce mi historia
Bibliography [491 -
Esq.; views of the powers and policy of the government of
the United States; pacific inuendo, and Gov. Ford's letters;
A friendly hint to Missouri, and a few words of consola-
tion for the "Globe"; also, correspondence with the Hon.
Henry Clay. Nauvoo, Illinois: Printed by John Taylor;
1844. Most of these items were also published as separate
pamphlets in 1844.
The Pearl of Great Price, being a choice selection from the rev-
elations, translations, and narrations of Joseph Smith. Liver-
pool: Published by F. D. Richards; 1851.
History of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints.
Period I. History of Joseph Smith, the Prophet, by Him-
self. 6 vols. Introduction and notes by B. H. Roberts. Salt
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The Holy Scriptures, translated and corrected by the spirit of
revelation. Reorganized Church of Jesus Christ of Latter
Day Saints: Plano, Illinois; 1867.
II
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Smith and others to collect debts incurred in Kirtland, Ohio.
These are in the Chardon, Ohio, courthouse. See the volumes
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3. Record of the trial of Joseph Smith for assault and battery
against Calvin W. Stoddard, Court of Common Pleas,
County of Geauga, Ohio, June 16, 1835. The library of the
Reorganized Church has a copy of this record.
4. Testimony given in November, 1838, before the judge of the
5th judicial circuit of the State of Missouri, on the trial of
Joseph Smith jr. and others, for high treason, and other
crimes against that state. Published in Correspondence,
Orders, etc., in relation to the disturbances with the Mor-
mons. . . . Fayette , Missouri, 1841. Published separately as
Senate Document 11 7o. 189, 26th Congress, 2nd Session; 1841.
Bibliografía [648
492 ] Bibliography
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Elisha B. Creekmore, Daviess County, Missouri, April 8,
1839. A copy of this record is in the library of the Reorgan-
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6. Decision in the case of Joseph Smith before Judge Pope at
Springfield, January, 1843. See Federal Cases, Vol. XXII,
P. 773.
7. United States Circuit Court (8th Circuit) . . . The Reor-
ganized Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, com-
plainant, vs. the Church of Christ at Independence, Mis-
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