Está en la página 1de 683

Sobre este eBook

A quien corresponda:

Este eBook es una traducción de la segunda edición de No


Man Knows My History, the Life of Joseph Smith, escrito
por Fawn M. Brodie.
El texto original se tomó de Archive.org de este enlace. La
traducción no está completa. Faltan los apéndices A, B, C y el
índice. Las notas han sido numeradas. Se han insertado
notas relevantes a la traducción y al contexto marcándolas
como NdT (nota del traductor). El diseño de la portada es
nuevo.

Traducido al español por Anónimo.

Primera edición digital marzo de 2022.


FAWN M. BRODIE

Nadie conoce
mi historia
La Sra. Brodie fue profesora de historia en la Universidad
de California, Los Ángeles. Murió en 1981, poco después de
terminar su último libro, Richard Nixon: The Shaping of His
Character.
También por FAWN M. BRODIE

Richard Nixon: The Shaping of His Character (1981)


Thomas Jefferson: An Intimate History (1974) From
Crossbow to H-Bomb (with Bernard Brodie, I973) The Devil
Drives: A Life of Sir Richard F. Burton (1967) Thaddeus
Stevens, Scourge of the South (1959)

Editado por FAWN M. BRODIE

The City of Saints by Richard F. Burton (1963) Route


from Liverpool to Great Salt Lake Valley by Frederick
Hawkins Piercy (1962)
Nadie conoce mi
historia
JOSÉ SMTIH

de un pintura al óleo de Majors,


JOsEPH sMITHhecha en Nauvoo

From an oil painting by Majors, made in Nauvoo


Nadie conoce
mi historia

La vida de
José Smith
Fawn M. Brodie
A la memoria de mi primo,
el teniente McKeen Eccles Brimhall,
asesinado en Francia el 20 de septiembre de 1944
Prefacio

F
UE durante un sermón fúnebre que el profeta
mormón lanzó un desafío a sus futuros biógrafos.
El 7 de abril de 1844, a una audiencia de diez mil
personas en su encantadora ciudad de Nauvoo, José Smith
dijo: «No me conocéis; jamás conocisteis mi corazón. Nadie
conoce mi historia. Yo no puedo relatarla: jamás lo
intentaré. No culpo a nadie por no creer mi historia. De no
haber pasado por las experiencias que he conocido, también
a mí me sería difícil creerla».
Desde ese momento de franqueza, por lo menos sesenta
escritores han aceptado el desafío. Muchos han abusado de
él; algunos lo han deificado; unos pocos han incursionado en
el diagnóstico clínico. Todos han insistido, en forma directa o
implícita, en que conocían su historia. Pero los resultados
han sido fantásticamente diferentes.
En las biografías oficiales mormonas, se lo ha presentado
como profeta de mayor estatura que Moisés. Los
predicadores del siglo XIX lo convirtieron en un pícaro
lascivo; y los cronistas del siglo XX se han desconcertado al
diagnosticarle delirios paranoicos. La razón de estas
opiniones dispares no es en absoluto la falta de datos
biográficos ya que José Smith se atrevió a fundar una
religión nueva en la era de la imprenta. Cuando decía: «¡Así
dice el Señor!», había secretarios que transcribían las
palabras y las plasmaban para siempre en papel.
Sin embargo, hay pocos hombres que han escrito tanto y
contado tan poco sobre sí mismos. Es desconcertante buscar
en su autobiografía de seis volúmenes los manantiales
internos de su personalidad. La razón es, en parte, que él
xiv] Nadie conoce mi historia

dictó todo esto a los secretarios como historia oficial de su


iglesia. Su historia es la antítesis de una confesión.
Cuenta la leyenda que poco antes de su muerte puso todos
sus registros privados en una gran olla de cobre y ordenó a
William Huntington que los enterrara más profundo que el
surco de un arado en algún rincón oscuro de Nauvoo. Pero
incluso si éstos salieran a la luz milagrosamente, es dudoso
que sean más introspectivos que los registros ya publicados.
José Smith, como la mayoría de los grandes líderes
naturales, rara vez escribía o hablaba sin tener en cuenta al
público. Este hecho es lo que hace tan difícil evaluar la
propia historia de su adolescencia, que fue escrita dos
décadas después en el momento álgido de su carrera. Y los
últimos años de su diario —en el que escribió repetidas veces
negando su participación en la poligamia— no son menos
problemáticos porque después de su muerte una docena de
mujeres firmaron con orgullo declaraciones juradas
afirmando que las había tomado como esposas.
Dondequiera que iba José Smith despertaba una
tormenta, y desde sus primeros años los periódicos del país
le dieron publicidad gratuita. Afortunadamente se han
preservado copias de estos periódicos, algunos de los cuales
anteceden todas las historias mormonas tempranas. Durante
su corta y tumultuosa carrera, José fue llevado a la corte más
de una veintena de veces, con cargos que variaron desde
alterar la paz hasta traición. Muchos de los expedientes
judiciales todavía existen. Por lo tanto, no es que falten
documentos: más bien son fuertemente contradictorios y, lo
que es aún más importante, están dispersos de Vermont a
California.
La tarea de reunir estos documentos —de filtrar el relato
de primera mano del plagio de tercera mano, de encajar
Prefacio [xv

narrativas mormonas y no mormonas en un mosaico que


haga historia creíble, absorbiendo todo el tiempo las
realidades olvidadas de la religión y la política entre 1805 y
1844— no es aburrida. Es emocionante e iluminador ver
nacer una religión. Y la de José Smith no era una mera secta
disidente. Era una verdadera creación religiosa, una que
pretendía ser al cristianismo como el cristianismo era al
judaísmo: es decir, una reforma y una consumación.
Pero la historia de José Smith es más que la historia de
una nueva religión. Si uno fuera inescrupulosamente
selectivo al optar por los detalles, se podría decir que no solo
era un profeta, sino también una amenaza política: un
dictador con ejército, ministerio de propaganda y policía
secreta que creó un dominio autoritario en la frontera
estadounidense. Es fácil emparejar sus teorías raciales no
científicas, su organización autocrática y su ambición sin
límites con las teorías, organizaciones y ambiciones de los
dictadores modernos. Pero contentarse con dibujar
semejantes paralelismos es rechazar historia por periodismo
amarillista.
Es verdad que José Smith se resistió a las preciadas
tradiciones americanas: la rígida separación entre iglesia y
estado, la santidad de la propiedad privada y la
inviolabilidad del código matrimonial. Y fue la destrucción
de una imprenta opositora lo que precipitó su linchamiento.
Pero también es cierto que era un producto puramente
yanqui y que una gran parte de lo que era bien visto en el
folclore y el pensamiento estadounidense se introdujo en sus
escritos y en su iglesia. La piedra angular de su metafísica fue
ese concepto viril que impregnó el espíritu norteamericano y
que fue ciertamente el ideal más noble de Jesús y Buda, es
xvi] Nadie conoce mi historia

decir, que el hombre es capaz de progresar eternamente


hacia la perfección.
Pero la concepción de perfección de José no era
exclusivamente espiritual. Su reino de Dios sobre la tierra
estaba saturado del entusiasmo yanqui por las bendiciones
terrenales. Nadie más que él combinó ingeniosamente el
misticismo judío y cristiano con la meta de la prosperidad
perpetua. «Adán cayó para que los hombres existiesen»,
escribió, «y existen los hombres para que tengan gozo». Y
para José Smith la alegría no venía de la contemplación
melancólica, sino de la planificación de más grandes y
mejores ciudades, de la construcción de templos más
grandes y nobles, y de la creación para sí mismo del núcleo
de un imperio norteamericano.
La fuente de su poder no estaba en su doctrina sino en su
persona, y la rara cualidad de su genio no se debía a su
razón, sino a su imaginación. Era un prodigioso creador de
mitos. Y después de cien años los mitos que creó son todavía
una fuerza vigorizante en la vida de un millón de seguidores.
El poder motor del mormonismo fue una fábula: una que
pocos conversos se detuvieron a cuestionar porque su
significado parecía profundo y su inspiración era contagiosa.
Prefacio de la segunda
edición

E
n los veinticinco años que han pasado desde la
primera impresión de esta biografía, otros, además
de mí, han indagado en los documentos relativos a
la vida de José Smith, y han publicado una cantidad
considerable de material que se suma de manera mensurable
a mi propia investigación. Estos mismos años también han
visto el continuo crecimiento de una considerable cantidad
de literatura clínica sobre el comportamiento humano,
siendo algunas ellas decididamente relevantes para la
comprensión de los aspectos más desconcertantes del
carácter del profeta mormón. Sin embargo, hasta ahora no
hay una evaluación competente de José Smith por parte de
un psicólogo, psiquiatra o psicoanalista. He escrito un
suplemento para esta edición que pretende informar al lector
de la naturaleza de los nuevos descubrimientos históricos,
particularmente en lo que respecta a la «primera visión» de
José Smith y a su controvertido Libro de Abraham. El
suplemento también incluye especulaciones adicionales
sobre la naturaleza de su evolución, pero no pretende ser un
retrato clínico exhaustivo, que tendría que ser el trabajo de
un profesional basado en un conocimiento mucho más
íntimo del hombre de lo que es posible en la actualidad.
Los nuevos descubrimientos no requieren revisiones
importantes en esta biografía. Por el contrario, creo que los
nuevos datos tienden en su conjunto a apoyar mis
especulaciones originales sobre el carácter de José Smith. El
texto de esta edición contiene ciertas adiciones significativas,
xviii] Nadie conoce mi historia

pero no son largas, y han sido tejidas en el original de una


manera que permite que la paginación permanezca sin
cambios. Se han eliminado algunos detalles específicos que
han resultado inexactos por los nuevos descubrimientos.
Debido a las dificultades técnicas de la inserción y
eliminación masiva, he optado por poner el relato detallado
del nuevo material en el suplemento. Debe ser leído como
una adición y no como una corrección del texto en sí.
Se ha publicado una cantidad considerable de material
nuevo relacionado con las numerosas esposas de José Smith;
un nuevo listado de Jerald y Sandra Tanner, en su Joseph
Smith and Polygamy (Salt Lake City, 1969), eleva el número
supuesto a ochenta y cuatro. Las pruebas de los matrimonios
adicionales provienen de los registros de «sellamiento» de
los templos en Utah. Lo que complica el uso de tales pruebas
es el hecho de que más de doscientas mujeres,
aparentemente a petición propia, fueron selladas como
esposas de José Smith en ceremonias especiales del templo
después la muerte de él. Además, un gran número de
mujeres distinguidas en la historia, incluyendo varias santas
católicas, también fueron selladas a José Smith en Utah. Vi
estas sorprendentes listas en los Archivos Genealógicos de
los Santos de los Últimos Días en Salt Lake City en 1944.
Rechacé todos esos nombres excepto los de Nancy Hyde y
Patty Sessions, donde había pruebas adicionales de algún
tipo de matrimonio en Nauvoo. No consideré que un registro
del templo de Utah por sí mismo fuera suficiente evidencia.
Mientras sea imposible distinguir entre las mujeres que
solicitaron el sellamiento después de la muerte de José
Smith, y las que querían un sellamiento adicional en un
templo de Utah para solemnizar una ceremonia de algún tipo
que había tenido lugar en Nauvoo, mantendré el número de
Prefacio de la segunda edición [xix

esposas provisionalmente en cuarenta y ocho. Sin embargo,


reconozco alegremente que esta lista está incompleta y que
podría ampliarse, tal vez en gran medida, si se dispusiera de
nuevas pruebas manuscritas.
En los últimos años he intentado corregir en sucesivas
ediciones los pequeños errores de hecho que me fueron
señalados. Con suerte, esta edición verá la eliminación de
casi todos ellos. Por supuesto, no he cambiado todo lo que
los críticos han declarado como error, porque considero que
muchas de estas críticas son subjetivas, interpretativas y a
menudo totalmente inexactas.
La investigación para esta nueva edición me ha llevado a
un pantano de material contradictorio al que no quería
volver. Pero la experiencia ha demostrado ser más
estimulante que deprimente. He encontrado impresionante
el infatigable accionar de muchos de los jóvenes
historiadores del mormonismo, algunos de los cuales siguen
altos estándares de investigación. Importante material que
se había mantenido enterrado por generaciones ha sido
liberado de los archivos de la iglesia mormona en Salt Lake
City. La honestidad y el coraje de los editores de la nueva
revista mormona Dialogue, que no está censurada por los
líderes de la iglesia, ha hecho posible la difusión de valiosas
investigaciones que en épocas anteriores no habrían
encontrado ninguna salida. El temor al castigo de la iglesia
por la disidencia legítima parece haber desaparecido en gran
medida, y me complace dar las gracias específicamente a
varios historiadores que han florecido en el nuevo clima de
liberación.
FAWN M. BRODIE
Pacific Palisades
1970
xx] Nadie conoce mi historia
Agradecimientos

DADO QUE LA INVESTIGACIÓN en historia mormona


es principalmente investigación bibliotecaria, debo mucho a
la paciencia y amabilidad de los bibliotecarios de la
Universidad de Chicago, la Sociedad Histórica del Estado de
Utah, la Sociedad Histórica de la Reserva Occidental, la
Biblioteca Pública de New York, la Biblioteca del Estado de
New York, y la Biblioteca del Congreso. La Biblioteca de
Huntington me proporcionó un microfilm de las primeras
cartas de Oliver Cowdery. Los secretarios de los condados de
Chardon, Ohio, y Woodstock, Vermont, se tomaron muchas
molestias para desenterrar para mí los primeros registros
judiciales relacionados con José Smith y su padre.
Estoy en deuda con el Dr. Frederick M. Smith, presidente
de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, por su permiso para examinar las cartas de
Emma Smith y otros materiales manuscritos en
Independence, Missouri, y agradezco las muchas cortesías
del Sr. Israel A. Smith y del Sr. S. A. Burgess.
El Sr. Alvin Smith de la Oficina del Historiador de la
Iglesia de los Santos de los Últimos Días en Salt Lake City me
permitió amablemente examinar varias de las primeras
publicaciones periódicas mormonas. La Sra. Vesta P.
Crawford, la Sra. Claire Noall, el Sr. Stanley Ivins, y la Sra.
Juanita Brooks fueron notablemente generosos al
permitirme examinar los frutos de su propia y excelente
investigación en los primeros documentos mormones. El Dr.
Milo M. Quaife y el Dr. Dean Brimhall leyeron mi manuscrito
y me dieron el beneficio de sus amplios conocimientos de la
xxii] Nadie conoce mi historia

historia y la psicología mormonas. El mapa «Mormon


Country» fue dibujado por el Sr. Jerome S. Kates.
He sido particularmente afortunada al contar con la
amable ayuda del Sr. Dale L. Morgan, cuya infatigable
erudición en la historia mormona ha sido un estímulo
adicional a la mía. No solo compartió libremente conmigo su
magnífica biblioteca y archivos de manuscritos, sino que
también revisó el manuscrito con mucho cuidado. Ha sido un
historiador exigente y un crítico penetrante.
A lo largo de un período de investigación y escritura que
se extiende a siete años he necesitado y recibido el constante
estímulo de mi marido, el Dr. Bernard Brodie. Su propia
perspectiva especial de la sociedad mormona y su interés
entusiasta en mi investigación fueron de un valor
incalculable. Leyó el manuscrito muchas veces, cada vez con
alguna mejora en sus cualidades literarias. Pero todo esto fue
secundario a una clase de ayuda más intangible que vino de
sus cualidades de juicio y percepción y que ha afectado todo
mi acercamiento al libro.

F. M. B.
Capítulo 1
Los dioses están entre la
gente

U
NA VIEJA GACETA de New England, cantando
los encantos de los pueblos de Vermont y las
glorias de sus héroes, toca una nota discordante
cuando se trata de Sharon: «Este es el lugar de nacimiento
de ese infame impostor, el profeta mormón José Smith, un
dudoso honor que Sharon cedería con gusto a otro pueblo».
La vergüenza que Sharon sintió alguna vez se ha
desvanecido con el tiempo. La iglesia que José fundó es
eminentemente respetable, y el pueblo soñador del valle del
río White donde él nació, hace tiempo que perdió la
esperanza de ser reconocido por cualquier otra cosa. En sus
alrededores, en una de las hermosas colinas que tanto
caracterizan a New England, se emplaza un monumento que
atrae desde lejos a peregrinos mormones y detiene a muchos
transeúntes.
Lejos al oeste se encuentran las áreas geográficas con las
que generalmente se identifica al mormonismo, pero uno no
puede entender la historia de su fundador sin saber algo de
Vermont a fines del siglo XVIII y principios del XIX. José
Smith no fue una mutación, vomitada de la abundancia de la
naturaleza sin tener en cuenta su ascendencia o la cultura
provinciana de su estado; fue un producto de New England
tanto como Jonathan Edwards. Mucho de él se puede
explicar solo por la tierra estéril, la magia popular de las
2] Nadie conoce mi historia

comadronas y los clarividentes, y la sobria disciplina de los


maestros de escuela.
Sus ancestros habitaron en New England por más de un
siglo. Robert Smith había llegado a Massachusetts en 1638 y
John Mack en 1669. Pero José Smith no nació en Topsfield,
Massachusetts, ni en Lyme, Connecticut —donde las casas de
ladrillos importados y los álamos de Lombardía ya eran
viejos, con cementerios espaciosos y decentemente
mantenidos— sino entre las laderas boscosas de las Green
Mountains. Y la migración de sus abuelos a Vermont es la
historia de la desintegración de una familia y de toda una
cultura.
Durante el siglo y medio que los descendientes de Robert
Smith vivieron en Topsfield, fueron conservadores,
respetables, activos en la política local y moderadamente
prósperos. Asael Smith, abuelo del profeta, fue el primero en
responder a la agitación que surgió a raíz de la Revolución.
Las antiguas tradiciones sociales y morales de Massachusetts
se estaban resquebrajando al filtrarse en la iglesia las ideas
que habían liberado a las colonias de Inglaterra.
Como muchos otros de la época, Asael era abiertamente
cristiano, pero básicamente irreligioso. «En lo que a religión
respecta», escribió a sus hijos, «no quisiera exigirles ninguna
forma en particular; bien quisiera que primero escudriñaran
las Escrituras y tuvieran sano uso de razón… Toda vocación
honesta los favorecerá si cumplen esto. Es mejor ser zapatero
rico que mercader pobre; granjero rico que predicador
pobre1».
A mediana edad salió de Massachusetts para desbrozar
una granja en los bosques vírgenes de las Green Mountains.

1Esta carta tiene fecha 10 de abril de 1799. Véase Topsfield Historical


Society Collections, Vol. VIII, pp. 92-94.
1 Los dioses están entre la gente [3

Junto a él fue su hijo Joseph (padre del profeta mormón), un


joven hermoso de noventa kilos y metro ochenta de estatura,
quien, como Jacob, luchó con un solo hombre que no pudo
derribar. Talaban y quemaban, y como muchos otros vecinos
migrantes contaban la cosecha antes que los tocones se
pudrieran, y apilaban desdén en los valles bajos del sur.
Un ministro itinerante de Connecticut que visitaba el
centro de Vermont escribió esto en 1789: «No hay palabras
que describan las dificultades que atravieso. Gente sucia,
pobre, de bajos recursos, poco delicada y terribles cocineros.
Todos tristemente parsimoniosos, muchos profanos, aunque
alegres y mucho más satisfechos que los de Hartford. Las
mujeres más que los hombres. De aspecto leonado por el
humo de las cabañas de troncos. Se visten toscas y
desprolijas, desagradables y harapientas… Aun así, las
mujeres son calladas, serenas, apacibles, satisfechas, aman a
sus maridos, a sus hogares, no desean volver ni vestir ropa
elegante; pienso, ¡qué extraño! Me pregunto, ¿pertenecen
estas mujeres a la misma especie que nuestras delicadas
damas? Son recias, de extremidades musculosas; sus
mujeres jóvenes, sin refinamiento y soportan las tareas tan
bien como las mulas2».
Poco después que Perkins registrara su mezcla de
admiración y disgusto, Joseph Smith conoció y se casó con
una hija de esas características. No sabemos si también era
de aspecto leonado, recia y de extremidades fuertes, porque
no tenemos retrato alguno hecho de Lucy Mack Smith hasta
que se quedó sin dientes en edad avanzada. Debió haber sido
bella porque sus hijos eran guapos y sus hijas se casaron

2 Nathan Perkins: Narrative of a Tour through the State of Vermont,


1789 (Tutle, 1930), p. 18.
4] Nadie conoce mi historia

jóvenes, pero no experimentó una vida de lujos ni de


seguridad económica. Su padre, Solomon Mack, era un hijo
del infortunio.
Si bien Solomon provino de una familia de clérigos
escoceses, la pobreza le impidió asistir al seminario y creció
en una granja sin recibir educación ni religión (en sus
propias palabras, «como el pollino de un asno salvaje»).
Había luchado en la Guerra Franco-india3 y luego en la
Revolución con sus dos hijos Jason y Stephen. Para cuando
su hija Lucy se casó, Solomon era un anciano indigente y
reumático que recorría la campiña montando de costado y
hablaba sobre escribir una memoria de sus pruebas y
desaventuras.
Lo más sorprendente sobre el abuelo materno de José
Smith es que logró publicar su libro de bolsillo a la edad de
setenta y ocho años: Una narración de la vida de Solomon
Mack, que contiene un relato de los muchos accidentes
graves que tuvo durante largos años, junto con la
extraordinaria manera en que se convirtió a la fe cristiana.
A lo que se añaden varios himnos compuestos por la muerte
de varios de sus parientes4. El hecho de que la ortografía
fuera mala y los himnos desafortunados queda más que
opacado por el logro sustancial de haberlo escrito. Le dio
estatus a la familia. Años más tarde Lucy pudo leer el libro
sucesivamente a cada uno de sus nueve hijos, tomándolo
como prueba de que la sangre de la familia Mack era algo
más que común.
Y se creó un precedente familiar. El manto de la
paternidad literaria no descansaría solamente sobre

3 NdT: Véase este enlace para más información.


4 Windsor: impresión pagada por el autor, 1810.
1 Los dioses están entre la gente [5

Solomon, el abuelo, sino sobre Lucy, sobre su hijo José y de


hecho sobre el hijo y el nieto de éste: una tradición intacta
por cinco generaciones. Ni Solomon ni su hija tuvieron
mucha educación formal, pero el impulso de expresarse era
fuerte en ellos, y el hecho de haberse casado con maestros de
escuela compensó en parte la ausencia de pizarra y vara de
disciplina.
Solomon Mack admitió en su Narración padecer de
ataques, y esto ha sido usado por biógrafos ansiosos para
explicar las supuestas aberraciones de su nieto en términos
de inestabilidad congénita. Por largo tiempo fue creencia
popular que José Smith había heredado una tendencia a la
epilepsia. Pero la Narración deja en claro que los ataques
comenzaron tras recibir Solomon, siendo ya mayor, una
herida en la cabeza al ser golpeado por la caída de un árbol.
De hecho la familia Mack no tuvo antecedentes de
psicosis ni de talento literario, pero sí de una cierta
disconformidad de pensamiento y acción. Como disidentes
religiosos creían más en la integridad de la experiencia
religiosa individual que en la tradición de una secta
organizada cualquiera. Solomon, en su avanza edad, cayó en
una especie de misticismo senil, con luces y voces
atormentándolo en su lecho de enfermo. Jason Mack, el
hermano mayor de Lucy, se manifestó abruptamente en
contra de las tradiciones religiosas y económicas de New
England cuando se hizo «buscador» y estableció en New
Brunswick una sociedad cuasi comunista5 de treinta familias

5NdT: La autora usa el término en el sentido de «comunismo religioso».


Ver estos enlaces para una idea del desarrollo del comunismo religioso,
cristiano y político.
6] Nadie conoce mi historia

indigentes cuyo bienestar económico y espiritual buscó


dirigir6.
Jason, sin embargo, no ha recibido la atención de los
historiadores mormones que se ha dedicado a otro de los
hermanos de Lucy. Cuando la cepa de la que surgió el profeta
mormón es llamada ociosa, ahorrativa y degenerada,
Stephen Mack es citado triunfalmente al contrario. Hizo una
fortuna en Detroit y dejó una herencia de cincuenta mil
dólares a su muerte. Había prosperado incluso antes de dejar
Vermont, ya que proporcionó a Lucy la dote que el padre no
podía dar. Los mil dólares que él y su compañero le dieron
justo después del matrimonio de ella hicieron de la chica —
considerando que hablamos de Vermont en 1796— una
virtual heredera.
Joseph y Lucy sintetizaron en su matrimonio las
heterodoxias divergentes de sus padres, las cuales eran
reacciones al calvinismo introspectivo de Jonathan Edwards.
«Pasé gran parte de mi tiempo», escribió Lucy años más
tarde, «en la lectura de la Biblia y en la oración; pero, no
obstante mi gran ansiedad por experimentar un cambio de
corazón, algún otro asunto se interponía siempre en todas
mis meditaciones. Si sigo sin ser miembro de ninguna
iglesia, todos los religiosos dirán que soy del mundo; y si me
uniera a alguna de las diferentes denominaciones, todas las
demás dirán que estoy equivocada. Ninguna iglesia admitirá
que tengo razón, con excepción de aquella con la que me
asocie. Esto los convierte en testigos del uno contra el otro7».
Esta era la lógica universal de disenso, una convicción

6Lucy Smith: Biographical Sketches of Joseph Smith the Prophet and


His Progenitors for Many Generations (Liverpool, England, 1853), pp.
21, 52.
7 Biographical Sletches, p. 37.
1 Los dioses están entre la gente [7

compartida por miles de habitantes de New England en este


período. Lucy tenía una mente vigorosa, aunque no
escolarizada, y su creencia era simplemente el núcleo del
antinomianismo: la vida interior es una ley en sí misma; se
debe preservar a toda costa la libertad y la integridad de la
experiencia religiosa8.
Joseph y Lucy vivieron veinte años juntos en New
England, pero sin embargo ninguno de los dos se unió a una
denominación ni profesó más que un interés pasajero en
alguna secta. Los resurgimientos metodistas de Vermont en
1810 mantuvieron a Lucy entusiasmada por un tiempo, pero
más adelante convenció a Joseph de que «no había orden ni
clase de religiosos que supieran algo más sobre el reino de
Dios que la gente del mundo».
Reflejaba él un desdén por la iglesia establecida que había
permeado la Revolución, que había transformado
completamente en secular al gobierno federal, y que a la
larga produciría el divorcio de la iglesia del gobierno en cada
estado. En la libertad del Nuevo Mundo, se había
desintegrado la iglesia, sus ceremonias habían cambiado y su
estatura disminuido. Asael, el padre de Joseph, se jactaba
francamente de ser libre de la tiranía eclesiástica. El hijo se
mantuvo lejos de las iglesias hasta que su propio hijo
organizó una, buscando en cambio guía espiritual en sus
propios sueños —que su esposa llamaba «visiones»—.
Lucy era especialmente devota al misticismo que con
frecuencia se manifiesta entre quienes se despojan
súbitamente del dominio y disciplina de una iglesia. Al igual
que su padre, aceptaba a un Dios altamente personalizado
con quien conversaba como si fuera miembro del círculo

8 Veáse John M. Mecklin: The Story of American Dissent (New York,


1934), pp. 37, 123.
8] Nadie conoce mi historia

familiar. Su religión era íntima y acogedora, con Dios como


presencia ubicua invadiendo sueños, provocando milagros, y
plagando los campos del pecador. Sus hijos probablemente
nunca aprendieron a temerle.
Si Joseph y Lucy se hubieran quedado en New England
por los segundos veinte años de matrimonio podrían, como
sus abuelos, haberse establecido en un olvido respetable.
Pero la Revolución, que había desarraigado a sus padres de
la tradición agrícola centenaria de New England, había
despertado a toda la gente de la costa del Atlántico, quien se
puso de pie para mirar por encima de los Apalaches y ver por
primera vez su vasto y fructífero interior. El llamado de la
región del Genesee y de los Lagos Finger ya estaba vivo en la
sangre de los hombres jóvenes de New England cuando esta
pareja hacía sus votos matrimoniales. Y los eventos
avanzaron lenta pero inexorablemente para empujarlos hacia
la marea que estaba inundando el oeste.
Tras labrar una granja rocosa de Vermont oriental por
seis años, pusieron un negocio en Randolph. Aquí, Joseph
Smith padre, oyó por primera vez sobre las ganancias
fantásticas que caían en manos de los especuladores que
exportaban ginseng aromático, la raíz de una planta que
crecía salvaje en las Green Mountains. Los habitantes de
New England preferían la zarzaparrilla, el sello de Salomón
(o lágrimas de David), el culantrillo, la asclepias tuberosa
(raíz de pleuresía) y la col fétida, pero el ginseng en China
era considerado como remedio para todo, desde mareos
hasta pleuresía. Los granjeros de Vermont la exportaban a
dos chelines por libra, y una raíz con forma de cuerpo
humano era una venta garantizada en China, donde se
vendía como cura para la disminución de la virilidad por
entre doscientos a cuatrocientos dólares.
1 Los dioses están entre la gente [9

Joseph invirtió todo su dinero en un cargamento de


ginseng. Lucy escribió que el agente encargado de la
mercadería regresó de la China con un cofre de dinero, pero
se fugó a Canadá, dejándolos sin un penique9. Su esposo
había perdido recientemente 2.000 dólares en deudas y
debía 1.800 dólares a comerciantes de Boston. Para cumplir
con sus acreedores, vendió la granja por 800 dólares y Lucy
compensó la diferencia con su dote. La familia entonces
comenzó sus peregrinaciones, primero a Royalton y de allí a
Sharon, donde Joseph alquiló la granja de su suegro y
complementó sus escasos ingresos enseñando en una escuela
durante el invierno.
Su nuevo hogar era solitario y estaba aislado, en lo alto de
las colinas sobre el río White, con nubes boscosas que se
alejaban hacia el atardecer en un desorden verde y
exuberante. Había belleza allí, pero poca promesa. Los
agentes inmobiliarios habían engañado cruelmente a sus
hermanos yanquis al venderles las tierras de Vermont, pues
tras limpiar de madera las laderas, los agricultores
descubrían que todo su esfuerzo desvelaba solo tierra infértil
y piedras. Los Smith, como sus vecinos, rodaban con
esfuerzo las grandes piedras fuera de los campos y las
apilaban en muros que corrían como calzadas arriba, abajo y
alrededor de las colinas.
Mientras tanto Lucy ya había dado a luz a dos hijos y una
hija, y el 23 de diciembre de 1805 tuvo su tercer hijo. No
apareció un cometa en el cielo a su llegada; ninguna alarma

9 Puede que sea cierto, a pesar de que los historiadores de la época


reportan que el mercado en esa fecha estaba saturado. Véase Samuel
Williams: Natural and Civil History of Vermont (Burlington, 1809), Vol.
I, pp. 85-6; y George V. Nash: «American Ginseng», U. S. Dept. of
Agriculture Bulletin No. 16, 1898.
10] Nadie conoce mi historia

sorprendió a la campiña. Esa noche fría de invierno fue


recibido probablemente con más resignación que placer, y se
lo bautizó José Smith10, como su padre, sin ceremonias
excesivas.
El niño nació en una inseguridad de la que en una vida de
treinta y ocho años nunca pudo escapar. Para su quinto año
la familia se había mudado tres veces, desde Sharon de
vuelta a Randolph, de allí nuevamente a Royalton y
finalmente a Lebanon, cerca de la frontera en New
Hampshire. Una depresión pesaba sobre New England, dado
que su comercio quedó arruinado por el embargo de
Jefferson contra Inglaterra y Francia y más adelante por la
guerra de 1812, y del anterior comercio lucrativo con Canadá
quedó solo un próspero negocio de contrabando cerca del
Lago Champlain.
El área estaba infestada de falsificadores que embaucaban
al desprevenido y huían hacia la frontera ante el mínimo
indicio de persecución. El primero de abril de 1807 Beniah
Woodward le pasó a Joseph Smith un billete falso de diez
dólares, y quince días después Abner Hayes le pagó treinta y
siete dólares en papel sin valor. Cuando Joseph lanzó una
queja en la corte de Woodstock el 14 de abril, Hayes se
escapó a Canadá, pero Woodward pagó con treinta y nueve
azotes y dos años de trabajos forzados por estas y otras
fechorías. Muchos años más tarde un pariente de Woodward
se cobró la venganza insinuando que el mismo Smith era

10NdT: En esta traducción escribiré el nombre del profeta mormón como


«José Smith» como es tradicional llamarlo en la comunidad religiosa de
idioma español. El equivalente en inglés es Joseph. Se distingue en ese
idioma el uso de Sr. (sénior) y Jr. (júnior) para indicar «más viejo» y
«más joven» de dos personas emparentadas y con el mismo nombre.
1 Los dioses están entre la gente [11

culpable de hacer dinero apócrifo, y su relato fue


ampliamente aceptado11.
Cuando la familia se mudó a Lebanon, New Hampshire,
su suerte mejoró. Hyrum, el segundo hijo, fue enviado a la
Academia de Moore en Hanover. Pero en 1813 trajo a casa
desde la escuela una fiebre que fue devastadora para toda la
campiña. El remedio popular era un baño caliente hecho de
una decocción de ramas de cicuta, pero dado que las tinas
grandes aptas para contener a un hombre eran escasas en los
pueblos, se llevó de casa en casa una tina de tablas de pino
parecida a un ataúd. No es de extrañar que Vermont tuviera
una cifra de seis mil fallecimientos12.
Uno por uno, los hijos de Joseph y Lucy Smith cayeron
enfermos. José de ocho años parecía recuperarse bien,
aunque lentamente, hasta que un día Lucy se alarmó al
descubrir una infección grande brotándole en el hombro y en
la pierna. Las cataplasmas de hierbas fueron tan infructuosas
como las oraciones habituales, y Lucy finamente llamó a un
médico. Le practicó una sangría al muchacho, le dio purgas,
y examinó sus feas llagas. Cuando la infección de la pierna no
dio signos de mejoría, habló sobre amputarla, pero Lucy se
opuso a la sierra y al cuchillo con una furia que fastidió y

11 Ver el artículo firmado «Vermonter» en la Historical Magazine,


noviembre de 1870, pp. 355-56. Allí se expresa que Daniel Woodward
declaró que Smith estuvo «implicado con un tal Jack Downing en la
falsificación de dinero, pero refutó la evidencia del estado y evitó el
castigo». Examiné los registros de los juicios de la corte de justicia de
Woodstok en Vermont. El juicio contra George Downer, el único nombre
parecido a Downing, no contiene mención alguna de Joseph Smith, y los
otros juicios en los que Smith fue testigo dejan en claro que él era la
víctima, no un cómplice.
12J. A. Gallup: Epidemic Diseases in the State of Vermont (Boston, 1815),
pp.72-5.
12] Nadie conoce mi historia

detuvo al barbero cirujano. Tuvo que contentarse con


cincelar un trozo de hueso debajo de la rodilla del niño.
Cuando comenzó la salvaje operación, José no quiso que
lo ataran a la cama, ni pudo su padre hacerle tragar güisqui a
la fuerza para aliviar el dolor. A gritos hizo salir a su madre
de la habitación para que no sufriera más que él, y Lucy más
tarde hizo circular por el valle la historia de su heroísmo.
Puede que por este sufrimiento José se granjeara el cariño de
su madre por encima de sus otros hijos. Grandes cosas se
esperaban del niño cuyo temple fue probado en tan terrible
experiencia.
Cuando la convalecencia del muchacho pareció tardía, lo
enviaron a casa de un tío en Salem, donde por primera vez
sintió el olor picante del aire salado. Siempre recordó Salem,
y la ciudad puerto lo atrajo bajo circunstancias
extraordinarias veinticinco años más tarde. Ahora se
recuperó rápidamente y regresó a Lebanon con una cojera
apenas perceptible, la cual, sin embargo, se quedó con él de
por vida.
La esperanza de prosperidad de la familia colapsó bajo la
presión de los meses de enfermedad y los Smith regresaron a
Vermont cruzando el río Connecticut. Durante tres años
sembraron semillas en Norwich y esperaron una cosecha de
un suelo que hace tiempo había dado lo mejor de sí. El viejo
Smith escuchó con mayor avidez las descripciones de la
profunda marga negra y el clima templado de Ohio.
Finalmente, en 1816, el año histórico que no tuvo verano, fue
desarraigado.
Nevó en junio; las hojas se congelaron en los árboles y los
granjeros tuvieron que replantar. Luego en julio llegó lo que
Lucy llamó una «helada prematura», y sus cultivos una vez
más perecieron. Los desconsolados granjeros cargaron sus
1 Los dioses están entre la gente [13

carretas y siguieron los caminos lodosos hacia el oeste. La


emigración este año —llamada en el folklore de Vermont
«mil ochocientos morir congelados»— alcanzó el máximo de
todos los tiempos. Joseph Smith se unió a la caravana,
dejando a Lucy y a ocho niños, siendo el menor de solo unos
meses de edad.
Semanas más tarde, cuando llegó su carta pidiéndoles que
empacaran la calesa y lo siguieran hacia el oeste, no fue
desde Ohio, donde la mayoría de los habitantes de Vermont
esperaban hallar la tierra prometida, sino desde Palmyra en
New York occidental, dos tercios de la distancia entre Albany
y las grandes cataratas del Niagara. El joven José, de diez
años, tenía edad suficiente para saber que esta no era otra
mudanza hacia un pueblo en las colinas, sino un desarraigo.
Pocos hombres que dejaron Vermont para ir hacia el oeste
regresaron después. Cruzar las montañas tenía el mismo
efecto excitante y aterrador que cruzar el mar en un barco de
inmigrante.
José vio a su madre cargar el carro y la oyó discutir con
sus acreedores sobre el valor de sus escasos bienes
domésticos y de la granja. Los tiburones terrestres sabían el
valor de una nota proveniente de un hombre que se había ido
a donde cae el sol y acosaron a Lucy por las deudas hasta que
se puso frenética para no quedarse con muy poco para
comer. Alvin tenía dieciocho y Hyrum dieciséis, pero ni
siquiera ellos eran rivales para los hombres que husmeaban
por su hogar en Norwich ofreciendo miserias por las cosas
que eran de valor para ellos. Los muchachos se quedaron
parados en indignada impotencia, tristes y atónitos, e incluso
mucho más ansiosos por ver la buena tierra nueva más allá
de las montañas donde se podía cavar una tumba de casi dos
metros de profundidad sin golpear la pala con una piedra.
14] Nadie conoce mi historia

Los biógrafos de José Smith por lo general concuerdan en


que New York occidental era entonces un desierto donde aún
merodeaban manadas de lobos y las bibliotecas locales eran
más escasas que las reservaciones indias13. Pero cuando la
calesa hizo una parada en Palmyra, la cansada prole vio un
pueblo de casi cuatro mil ciudadanos, el doble de tamaño del
pueblo dejado atrás. Canandaigua, diecinueve kilómetros al
sur, era incluso más grande, y se jactaba de una academia de
veintidós años, dos «respetables seminarios privados para
mujeres», cinco escuelas comunes, tres bibliotecas, treinta y
nueve almacenes, setenta y seis comercios, tres iglesias y
aceras pavimentadas. Y el pueblo de Manchester, en cuyos
límites los Smith eventualmente se asentaron, no solo tenía
una escuela y una biblioteca de seiscientos ejemplares, sino
también un molino de lana, un molino de harina, una fábrica
de papel y un alto horno.
Palmyra estaba en un esplendor sin precedentes en 1817 y
desde entonces nunca lo ha superado. De Witt Clinton
acababa de imponer en la Asamblea de New York una
legislación que estipulaba la hazaña más estupenda de
ingeniería de su generación: la construcción del Canal de
Erie, de 584 kilómetros, que conectaría los Grandes Lagos
con el puerto de New York. Palmyra se hallaba en la ruta
estudiada. Si bien el canal tomaría ocho años de
construcción, los granjeros ya estaban contando sus
ganancias, y los precios de las tierras de todo el estado
estaban en alza. En 1790 la tierra no mejorada se vendía por
dos a cuatro chelines el acre14; para 1800 costaba entre $1,50
y $4 dólares americanos. Pero en 1817 cada terrateniente se

13Ver especialmente I. Woodbridge Riley: The Founder of Mormonism


(New York, 1902), p. 42.
14 NdT: un acre equivale a 0,404 hectáreas.
1 Los dioses están entre la gente [15

había vuelto especulador y cobraba $6 dólares el acre por


tierras altas no deseadas y entre $30 y $45 dólares por
tierras mejoradas con cabaña.
En Ohio, Joseph Smith padre habría hallado tierra
igualmente buena por $1,25 dólares el acre; en la ciudad de
Manchester pagó precios en auge y comenzó a despejar una
granja bajo la carga aplastante de deudas y la amenaza
constante de ejecución hipotecaria. No podía saber que había
llegado en el pico de una espiral especulativa, que Palmyra,
en lugar de duplicar su población en la próxima década, en
realidad perdería trescientos ciudadanos y permanecería
incluso un siglo más tarde como una ciudad de poco más de
cuatro mil habitantes. El condado de Ontario no era la
frontera, sino un pueblo relativamente asentado, con
dieciséis tabernas en la carretera de 25,7 km entre
Canandaigua y Geneva. El padre del profeta mormón no era
un Thomas Lincoln, quien en ese mismo año se hallaba
labrando una granja unos 965 km al oeste en el aislamiento
de Indiana.
No había privilegios para ocupantes15 de tierras en New
York occidental, y Smith necesitaba efectivo para pagar las
cuotas de su tierra. Por más de dos años había vivido en
Palmyra, donde Lucy tenía un negocio pequeño de «tortas y
cerveza», donde vendía pan de jengibre, huevos hervidos,
zarzaparrilla (cerveza de raíz) y accesorios de tela de hule16
diseñados y pintados por ella misma. Después de meses de
trabajar para granjeros, Smith firmó un pagaré por un
terreno de cien acres de tierra sin mejorar a unos tres

15NdT: Los «squatter priviledges» eran derechos de propiedad por haber


ocupado un inmueble durante determinado período de tiempo
NdT: Tela barnizada con caucho, que por su impermeabilidad tiene
16

muchos usos.
16] Nadie conoce mi historia

kilómetros al sur de Palmyra. En un año hicieron un pago


inicial sustancial, construyeron una cabaña de leños y
comenzaron la ardua tarea de despejar el bosque.
Al igual que sus vecinos, los Smith sangraban sus arces de
azúcar y hervían la savia para obtener jarabe y azúcar.
Produjeron tres mil ciento setenta y cinco kilos en una
temporada y ganaron un premio de cincuenta dólares por la
mayor producción del condado. Pero, a pesar de todo su
trabajo, el logro de una granja rentable era un proceso lento
e incierto. Se necesitaban tres hombres y una yunta de
bueyes para despejar y sembrar un campo de diez acres.
Cuando el trigo se volvía amarillo entre los tocones, los
granjeros soñaban con cosechar una tonelada por acre17.
Pero los crudos dispositivos de trilla —un mayal o los cascos
desnudos del ganado— malograban los granos, y para
cuando terminaba el aventamiento ya no había compradores
para el producto. En 1818 el trigo producía solo veinticinco
centavos por medida de veinticinco kilos18 en valor de
trueque, porque en esa década rara vez era una cosecha en
efectivo a menos que uno pagara los costos prohibitivos del
transporte terrestre hasta Albany.
Las cosechas fueron buenas de 1817 a 1819 y luego
excelentes hasta 1824. Sin embargo, las deudas se
acumulaban, y un colono desposeído tras otro se trasladaba a
Ohio, y desde ahí a Indiana, donde compraban las granjas
abandonadas por los hombres seducidos por Illinois para ir
aún más al oeste. Las mayores migraciones fueron en años

17NdT: O sea, cuarenta bushels por acre. Un bushel de granos es 25,40


kg.
18 NdT: O sea, 25 centavos por bushel.
1 Los dioses están entre la gente [17

de depresión, mostrando 1819 la venta de más de cinco


millones de acres de tierra pública19.
Los vastos recursos del interior avivaron las más
lánguidas fantasías, y un optimismo que se convertiría en
básico en el pensamiento estadounidense durante cien años
ahora barría a los Estados Unidos. Un reflejo de este
optimismo fue la ruidosa campaña de obras públicas en la
década de 1820, la cual halló un máximo en la construcción
del Canal de Erie. Cuando se terminó de transportar la
última carga de tierra y de construir el último acueducto en
1825, De Witt Clinton llenó un cubo con agua salada del
Océano Atlántico y navegó con toda pompa y solemnidad —al
son de armas durante el día y a la luz de hogueras por la
noche— para verterlo en las aguas frescas del Lago Erie. A lo
largo de la ruta los colonos bebieron y festejaron y planearon
el gasto de sus ganancias.
José Smith creció hasta la madurez en esta atmósfera de
anticipación desenfrenada. Junto a este optimismo había un
patriotismo militante. Occidente creía que Estados Unidos
era la más grande de las naciones porque su democracia se
basada en las leyes de la naturaleza, y que se volvería cada
vez más perfecta, y sus habitantes más purificados hasta que
todo el mundo siguiera su ejemplo. La gira del general
Lafayette por Estados Unidos en 1825 fue la señal de la orgía
patriótica. En el vecindario de José Smith, a donde llegó en

19Para obtener un cuadro de la vida económica y social de New York


occidental en este período, ver O. Turner: History of the Pioneer
Settlement of Phelps and Gorham's Purchase (New York, 1851); William
Darby: A Tour from the City of New York to Detroit (New York, 1819);
Robert Munro: A View of the Present Situation of the Western Parts of
the State of New York (Frederick-Town, 1804); John Fowler: Journal of
a Tour in the State of New York in the Year 1830 (London, 1831);
History of Ontario County, New York (Philadelphia, 1876).
18] Nadie conoce mi historia

junio, «ardían hogueras en las cimas de las montañas;


cañones tronaban sus saludos; viejos soldados se
apresuraban sollozando a sus brazos; se reunían comités y lo
escoltaban a sus pueblos, y cientos buscaban el honor de
estrechar su mano20».
Semejante espectáculo y procesión mitigó la monotonía
que los métodos agrícolas primitivos imponían sobre la
familia Smith y sus vecinos. Pero más duraderas fueron las
esperanzas extravagantes de prosperidad que animaron al
campo. La comunidad era inestable, no solamente por el
atractivo de tierras más baratas en Ohio y la fiebre general de
especulación, sino también por el carácter de los ciudadanos
en sí. Los emigrantes de New England eran los aventureros,
los descontentos, los inconformistas. Las viejas costumbres
que llevaron a las jóvenes comunidades estaban condenadas
a ser flexibilizadas y distorsionadas por la nueva libertad.
En ninguna parte el lapso de los viejos códigos fue más
evidente que en las iglesias, las cuales fueron atormentadas
con cismas. Los metodistas se dividieron cuatro veces entre
1814 y 1830. Los bautistas se dividieron en bautistas
reformados, bautistas ortodoxos, bautistas del albedrío,
bautistas del séptimo día, lavadores de pies y otras sectas. La
libertad religiosa sin restricciones comenzó a generar una
gran cantidad de religiones nuevas.
La migración trajo consigo a piadosos marginados. Estaba
Isaac Bullard, vestido con nada más que una faja de piel de
oso y su barba, que en 1817 reunió seguidores «peregrinos»
en Woodstock, Vermont, a media docena de colinas de la
vieja granja de los Smith. Campeón del amor libre y del
comunismo, consideraba el aseo personal como pecado y se

20 History of Ontario County, p. 42.


1 Los dioses están entre la gente [19

jactaba de no haber cambiado de ropa en siete años. Al


abandonar Vermont por la tierra prometida, los peregrinos
cruzaron las montañas hacia New York, siguieron el mismo
largo camino a través del estado como hizo José Smith, y
descendieron por Ohio hasta Missouri.
Estaba Ann Lee, madre de los shakers21, quien decía ser la
reencarnación de Cristo y había huido de la ira de New
England con sus comunistas célibes. Su secta floreció y se
expandió en la atmósfera religiosa fecunda del estado de
New York. En 1826 unos shakers construyeron salones
comunitarios en Sodus Bay, a cuarenta y ocho kilómetros de
Palmyra. El joven José Smith podría haber pasado una tarde
en su baile procesional en el que se arrastran los pies22,
viendo primero a uno y luego a otro separarse y girar como
derviches hasta caer exhaustos al suelo, pronunciando un
galimatías incoherente, generosamente conocido como «don
de lenguas». Dondequiera que se establecían los shakers, allí
circulaban los mitos obscenos habituales: que castraban a los
hombres, que se quitaban la ropa y bailaban desnudos en sus
reuniones, que consentían el libertinaje promiscuo y
practicaban el infanticidio.
A pesar de su incongruencia, los shakers tenían cierta
dignidad que provenía de sus hábitos limpios y de su intensa
industria. No se podía decir lo mismo del séquito de otra
subdivinidad femenina que gobernaba en Jerusalem, a
cuarenta kilómetros del hogar de José Smith. Era Jemima
Wilkinson, la «amiga universal», que creía ser el Cristo.
Impasible ante el periódico de Palmyra que con malos ojos le
puso el prefijo «anti» y la llamó impostora consumada,

21 NdT: También conocidos como «tembladores».


22 NdT: El estilo del paso se llama shuffle.
20] Nadie conoce mi historia

gobernó su colonia con revelaciones del cielo y juró que


nunca moriría. Era una mujer hermosa de bellos ojos y
cabello negro azabache que caía enrulado sobre el manto
púrpura que colgaba de sus hombros. Los rumores decían
que a pesar de no saber leer ni escribir, podía recitar toda la
Biblia solo porque alguien se la había leído. El ayudante
principal de Jemima, a quien llamaba el profeta Elías, se
ataba una faja en la cintura, y cuando su vientre se hinchaba
en señal de protesta, se llenaba de visiones proféticas.
Dos años después que los Smith llegaron al condado de
Ontario, el vecindario quedó conmovido por los rumores de
que «la amiga» había muerto y de que a pesar de las
negaciones de sus seguidores su cuerpo se pudría en un
sótano de Jerusalem. Durante nueve años las demandas por
la disposición de sus bienes atribularon a la corte de
Canandaigua y mantuvieron fresco el recuerdo de ella23.
Excéntricos como Bullard, Ann Lee y Jemima Wilkinson
eran solo las figuras más conspicuas del margen púrpura de
la religión organizada. El predicador sobrio entrenado en la
dialéctica del seminario era raro al oeste de los Apalaches.
En cambio, uno hallaba sanadores de fe y evangelistas
ambulantes agitando a su público a paroxismos de frenesí
religioso. Los bautistas se jactaban en 1817 de que en el
estado de New York al oeste del Hudson había solo tres
predicadores con estudios universitarios. Los colonos en el
antiguo territorio del noreste exigían personalidad en lugar
de diplomas de los hombres que los llevarían a Dios.

23Para consultar relatos de Jemima Wilkinson, los shakers en New York


occidental e Isaac Bullar, véase David Hudson: History of Jemima
Wilkinson (Geneva, New York, 1821); Richard McNemar: The Kentucky
Revival (New York, 1846); Z. Thompson: History of Vermont, Part II,
pp. 203-4; y Wayne Sentinel (Palmyra, New York), mayo 26, 1826.
1 Los dioses están entre la gente [21

Palmyra fue el centro de lo que los predicadores


ambulantes luego llamaron el distrito «quemado». Un
resurgimiento tras otro barría toda el área, dejando atrás a
una gente dispersa y pelada, porque literalmente se quemaba
su entusiasmo religioso. No existen descripciones detalladas
de los resurgimientos de Palmyra y Manchester entre 1824 y
1827 cuando fueron más tormentosos; y no podemos estar
seguros de que igualaron la intensidad patológica de los
famosos resurgimientos que habían sacudido a Kentucky a
principios de siglo.
Los evangelistas habían invadido la región montañosa,
predicando en grandes reuniones de campamento al aire
libre donde los silenciosos y solitarios colonos se reunían
para cantar y gritar. Los ministros conocían íntimamente su
infierno —geografía, clima y estadísticas vitales— y pintaban
el destino del pecador tan horriblemente que las multitudes
estremecidas se adelantaban hacia los altares hechos de
cajones de madera para nacer de nuevo. Cientos caían
desvanecidos al suelo, las mujeres más elegantemente
vestidas de Kentucky tumbadas en el lodo junto a cazadores
harapientos. Algunos tenían «sacudidas», un movimiento
errático de cabeza y extremidades que dejaba el cuerpo
grotescamente distorsionado. Los que tenían «ladridos» se
arrastraban a cuatro patas, gruñendo y mordiendo como
perros de campamento que pelean por montones de basura
detrás de las tiendas.
Un predicador escribió a otro: «Miles de lenguas con el
sonido de aleluya parecían correr a través del espacio
infinito, mientras que otros cientos quedaban postrados
pidiendo a gritos misericordia. ¡Oh mi querido hermano! De
haber estado aquí presenciando los miembros
convulsionados, los cuerpos aparentemente sin vida, te
22] Nadie conoce mi historia

habrías sentido constreñido a gritar como yo me sentí


obligado a hacerlo, ¡los dioses están entre la gente24!».
Las conversiones en los resurgimientos eran
notoriamente breves. El gran evangelista Charles G. Finney
señaló con consternación que donde la emoción había sido
más salvaje resultaba en «una reacción tan extensa y
profunda como para dejar la impresión en muchas mentes de
que la religión era un mero engaño». James Boyle escribió a
Finney en 1834: «He visitado y vuelto a visitar muchos de
estos campos, y gemí en el espíritu al ver el estado triste, frío,
carnal y contencioso en el que las iglesias habían caído…
dentro de los tres meses de nuestra partida25».
Los resurgimientos por sus excesos propios atenuaron
una antipatía normal hacia la excentricidad religiosa. Y estos
años pentecostales que coincidieron con la adolescencia y los
primeros años de adultez de José Smith fueron los más
fértiles en la historia de Estados Unidos en cuanto a la
brotadura de profetas. En la misma década en que el joven
José anunció su misión, William Miller proclamó que Jesús
visitaría la tierra en marzo de 1843 e inauguraría el milenio.
Miles se unieron a sus filas, subastaron sus pertenencias y
compraron ropas de ascensión. John Humphrey Noyes se
convirtió a la teoría de que el milenio ya había comenzado y
estableció planes para una comunidad basada en el
comunismo de la Biblia, el amor libre y la propagación
científica26. Matthias caminó por la ciudad de New York
blandiendo una espada y una regla de dos metros, gritando

24Ver Catherine Cleveland: The Great Revival in the West, 1797-1805


(Chicago, 1916), p. 93; y Richard McNemar: The Kentucky Revival, p. 26.
25Ver Charles G. Finney: Memoirs (New York, 1876), p. 78; y Literary
and Theological Review, marzo 1838, p. 66.
26 NdT: Ver este enlace para más información.
1 Los dioses están entre la gente [23

que había llegado para redimir al mundo. Y allá por el sur de


Ohio, Dylks, el «Dios de Leatherwood», proclamó su
divinidad a su prosternada congregación con gritos y
resoplidos que sacudían el techo de su tabernáculo.
De éstos y otros profetas solamente uno estaba destinado
a la verdadera gloria. Jemima Wilkinson fue olvidada tras la
división de sus bienes; la comunidad Noyes Oneida degeneró
de un experimento social y religioso a una empresa
comercial; y Dylks fue sacado de Leatherwood a horcajadas
sobre un riel. William Miller, aunque sus adventistas siguen
siendo una secta minoritaria agresiva, nunca recuperó su
prestigio después de 1845, cuando después de dos recálculos
Jesús seguía sin regresar. Pero José Smith, un siglo después
de su muerte, tenía un millón de seguidores que
consideraban su nombre sagrado y su misión divina.
24] Nadie conoce mi historia
Capítulo 2
Tesoros en la tierra

E
L CAMINO QUE llevó a José Smith hacia la carrera
de «profeta, vidente y revelador» está lleno de una
maraña de leyendas y contradicciones. Tanto los
relatos mormones como los no mormones parecen entrar en
conflicto en cada momento. Los primeros documentos no
mormones que lo mencionan —un registro de la corte y los
periódicos— indican que José reflejaba la independencia
religiosa de su padre. Las arengas de los predicadores
revivalistas parecen haberlo llenado solo de desprecio. Pero
estos documentos contrastan notablemente con la biografía
oficial de José, iniciada muchos años después cuando estaba
cerca de la cima de su carrera. Esta última cuenta la historia
de un niño visionario atrapado por la histeria del
renacimiento y canalizada en una vida de misticismo y
exhortación.
La evidencia, sin embargo, no deja ninguna duda de que,
independientemente de los sentimientos internos de José, su
reputación antes de organizar su iglesia no era la de un
místico adolescente que meditaba sobre visiones, sino la de
un simpático perdulario que era famoso por los cuentos y las
artes nigrománticas y que pasaba su tiempo libre dirigiendo
una banda de holgazanes en la excavación de tesoros
enterrados. Este comportamiento es confirmado por la
descripción más fríamente objetiva del joven José que queda,
que hasta ahora los historiadores han pasado por alto o
ignorado. Esta descripción parece ser también el primer
documento público que lo menciona. El documento, un
26] Nadie conoce mi historia

registro de la corte de marzo de 1826, cuando José tenía 21


años, cubre su juicio en Bainbridge, New York, bajo el cargo
de ser «una persona de conducta desordenada y un
impostor». Sobre la base del testimonio presentado,
incluyendo las propias admisiones de José de complacerse
en las artes mágicas y en la organización de cacerías de oro
enterrado, el tribunal lo declaró culpable de perturbar la paz.
Cuatro años después de este juicio apareció el Libro de
Mormón de José, en el que los editores locales de Palmyra,
que nunca antes lo habían considerado digno de ser
comentado, comenzaron a explorar los caprichos de su
juventud. El editor del Reflector de Palmyra, Abner Cole,
bajo el seudónimo de Obadiah Dogberry, escribió durante
1830 y 1831 una serie de artículos que describen en detalle
exuberante los años de adolescencia de José.
Más tarde, en 1833, cuando la iglesia de José estaba
ganando rápidamente notoriedad y poder, un exmormón
descontento llamado Hurlbut recorrió Palmyra y Manchester
solicitando declaraciones juradas de más de cien personas
que habían conocido a José antes que comenzara su carrera
religiosa.
Estos testimonios jurados, publicados por Eber D. Howe
en 1834 en un libro vitriólico antimormón llamado
Mormonism Unvailed1 pueden haber tenido un toque de la
parcialidad del hombre que los recogió, pero corroboraron y
complementaron el registro judicial y los editoriales de

1NdT: El título tiene una falta ortográfica. Debería ser «Mormonism


Unveiled» que significa, «Mormonismo desvelado».
2 Tesoros en la tierra [27

Dogberry2. Dado que la historia que relatan de los años de


adolescencia de José Smith se ve corroborada por ciertas
admisiones en su propia autobiografía y en la ingenua
biografía dictada por su madre, es posible reconstruir la
juventud de José con bastante precisión.
De forma significativa, el primer boceto de José Smith
sobre sus primeros años tomó la forma de una disculpa por
sus indiscreciones de juventud. Poco después de la aparición
de Mormonism Unvailed, escribió una réplica en el
periódico de su iglesia:
A la edad de diez años la familia de mi padre se trasladó a
Palmyra, New York, donde, y en las cercanías de la cual, viví, es
decir, fue mi lugar de residencia hasta que tuve veintiún años; la
última parte, en la ciudad de Manchester. Durante este tiempo,
como es común a la mayoría o a todos los jóvenes, caí en muchos
vicios y locuras; pero en vista de que mis acusadores se han
adelantado para acusarme de ser culpable de graves e indignantes
violaciones de la paz y el buen orden de la comunidad, tomo la
ocasión para comentar que, sin embargo, como he dicho antes,
«como es común a la mayoría, o a todos los jóvenes caí en muchos
vicios y locuras», no lo he hecho, ni puede sostenerse, en verdad,
que sea culpable de agraviar o herir a algún hombre o sociedad de
hombres; y aquellas imperfecciones a las que aludo, y por las que a
menudo he tenido ocasión de lamentarme, fueron una mente
ligera, y demasiado a menudo, vanidosa, exhibiendo una
conversación vacua y trivial3.

2 Dado que los libros y periódicos en los que estos documentos


aparecieron originalmente son tan raros que son inaccesibles para el
lector general, el registro del tribunal, las partes significativas de los
editoriales de Dogberry y las declaraciones juradas más importantes se
reproducen en el Apéndice A.
3Latter-Day Saints Messenger and Advocate, Vol. I (Kirtland, Ohio, 6
de noviembre de 1834), p. 40.
28] Nadie conoce mi historia

Aunque cincuenta y un vecinos de José firmaron una


declaración jurada acusándolo de «carecer de carácter
moral y ser adicto a hábitos viciosos», no hay evidencia de
que el vicio fuera parte de su naturaleza, y su disculpa puede
ser aceptada en todo su valor. En realidad era un joven
gregario, alegre e imaginativo, nacido para el liderazgo, pero
obstaculizado por la escasa educación y la pobreza absoluta.
Una clase terrateniente se alimentaba de su trabajo,
conduciendo hacia el oeste a familias atrapadas sin remedio
como la suya. En el periódico de Palmyra se podía leer de sus
ventas de hipotecas, de seis a diez cada semana en la primera
página. Vivía lo suficientemente lejos del este para ver la
opulencia y ostentación, y no lo suficientemente lejos del
oeste para escapar de una aplastante carga de deudas. Su
familia había perdido seguridad y respetabilidad tras la caída
en picada desde aquellos primeros años cuando la dote de su
madre fue la envidia del vecindario.
Pero la necesidad de deferencia era fuerte en su interior.
Talentoso más allá de sus hermanos o amigos, estaba
impaciente con sus modestas esperanzas y fantasías
rutinarias. Astuto, ambicioso y dotado de una imaginación
sin límites, soñó con escapar a un ilustre y próspero futuro.
Porque José no estaba destinado para ser un granjero
laborioso, atado a la tierra por hábito o por amor al
recurrente milagro de la cosecha. Detestaba el arado como
solo el hijo de un granjero puede hacerlo, y miró con
desesperación la temible hipoteca que nublaba su futuro.
Hay, por supuesto, una mina de oro o un tesoro enterrado
en cada casa hipotecada. Da igual que el agricultor lo busque
o no, está ahí, rondando sus pensamientos cuando la carga
de la deuda es de lo más insoportable. New England estaba
llena de cazadores de tesoros: agricultores pobres y
2 Tesoros en la tierra [29

desesperados que, tras comprar sin querer acres de rocas,


miraban a esas mismas rocas para producir oro como
recompensa por su agotador trabajo. «Podríamos nombrar,
si nos complace», dijo un semanario de Vermont, «al menos
quinientos hombres respetables que en la simplicidad y
sinceridad de sus corazones creen que hay inmensos tesoros
escondidos en nuestras Green Mountains, muchos de los
cuales han dedicado años de trabajo y perseverancia en la
excavación de la zona4».
Cuando estos hombres emigraron al oeste, trajeron
consigo todo el folclore de los buscadores de dinero, los
hechizos y encantamientos, la rama del avellano de brujas5 y
la vara mineral. Pero mientras que en las Green Mountains
no se encontraba más que un alijo ocasional de dinero falso,
el oeste de New York y Ohio eran ricos en reliquias indias.
Cientos de túmulos funerarios salpicaban el paisaje, con
esqueletos y artefactos de piedra, cobre, y a veces plata
martillada. Había ocho de estos túmulos en un radio de
diecinueve kilómetros de la granja de los Smith6. De hecho
solo una curiosidad saciada habría impedido que cualquiera
de los muchachos de la familia escarbara por lo menos una
vez en sus superficies bacheadas, e incluso el padre
sucumbió al entusiasmo local y probó suerte con una rama

4Reimpreso en el Wayne Sentinel (Palmyra, New York), 16 de febrero de


1825.
5 NdT: La planta se llama witch-hazel en inglés.
6Para leer descripciones y sobre la ubicación de túmulos indios en New
York occidental, consultar E. G. Squier: Antiquities of the State of New
York (Buffalo, 1850, pp. 31, 66, 97, 99; O. Turner: Pioneer History of the
Settlement of Phelps and Gorham's Purchase (1851), p. 216; y History of
Ontario County (1876), p. 101. El Palmyra HeraId (4 de agosto de 1822)
y el Palmyra Register (26 de mayo de 1819) reportaron el
descubrimiento de nuevos túmulos.
30] Nadie conoce mi historia

de avellano de brujas. El joven José no pudo mantenerse


alejado de ellos.
La emoción por las posibilidades de tesoros indios, y tal
vez de oro español enterrados, alcanzó su punto álgido en
Palmyra con la llegada un «adivino vagabundo», llamado así
por el editor del Palmyra Reflector, de apellido Walters, que
se ganó tanto la confianza de varios granjeros como para que
durante algunos meses le pagaran tres dólares al día para
buscar dinero enterrado en su propiedad. Además de
cristales, sapos disecados y varas minerales —la parafernalia
habitual del adivino—, Walters afirmó haber encontrado un
antiguo registro indio que describía la ubicación de sus
tesoros escondidos. Esto lo leía en voz alta a sus seguidores
en lo que parecía ser una lengua extraña y exótica, pero en
realidad era, según el editor del periódico, una antigua
versión en latín de las Discursos de César [¿Cicerón?]. Los
informes de prensa que describían la actividad de Walters,
publicados entre 1830 y 1831, afirmaban de forma
significativa que cuando dejó el vecindario, su manto cayó
sobre el joven José Smith7.
Los vecinos de José más tarde contaron cuentos de
piedras de vidente, fantasmas, encantamientos mágicos y
excavaciones nocturnas. Joseph Capron juró que el joven
José le había dicho que un cofre con relojes de oro fue
enterrado en su propiedad, y había dado órdenes a sus
seguidores «para clavar una serie de grandes estacas en el
suelo, a varias varas de distancia, formando un círculo»
directamente en el punto. Uno de los del grupo marchó
alrededor del círculo con una espada desenvainada «para
defenderlos de cualquier ataque que su majestad satánica

7 Ver el Apéndice A.
2 Tesoros en la tierra [31

pudiera estar dispuesta a realizar», y los demás cavaron


furiosa, pero inútilmente, en busca del tesoro.
Otro vecino, William Stafford, juró que José le dijo que
había dinero enterrado en su propiedad, pero que no se
podía asegurar hasta que una oveja negra fuera llevada al
lugar, y «se la condujera en círculo» sangrando, con la
garganta cortada. Este ritual era necesario para apaciguar al
espíritu maligno que guardaba el tesoro. «Para satisfacer mi
curiosidad», admitió Stafford, «les dejé tener una oveja
grande y gorda. Después me informaron que la oveja fue
asesinada según las instrucciones; pero como hubo algunos
errores en el proceso, no tuvo el efecto deseado. Creo que
esta es la única vez que les resultó rentable el negocio de
escavar por dinero8».
La búsqueda de dinero enterrado por parte de José
comenzó en serio con el descubrimiento de una «piedra de
vidente» cuando estaba cavando un pozo para Mason Chase.
Martin Harris declaró que provenía de unos siete metros
bajo tierra, y Joseph Capron testificó que José podía acceder
a vistas maravillosas en ella, «fantasmas, espíritus
infernales, montañas de oro y plata». La esposa de José una
vez describió esta piedra como «no exactamente negra, sino

8 Ver el Apéndice A para consultar extractos más completos de estas


declaraciones juradas.
32] Nadie conoce mi historia

de color oscuro», aunque no admitió ninguno de los


primeros usos que se le dio9.
En años posteriores José admitió francamente en el
periódico de su iglesia y también en su diario que había sido
un cazador de dinero, aunque, escribió, no era
particularmente rentable ya que recibía «solo catorce dólares
al mes por ello10». Pero negaba enérgicamente practicar
todos los abracadabras que le atribuían sus vecinos.
Mirar cristales es una vieja profesión y ha sido una
profesión de honor. Los egipcios miraban fijamente un
charco de tinta, los griegos un espejo, los aztecas un cristal
de cuarzo y los europeos una hoja de espada o una copa de

9 La descripción de Emma Smith fue escrita en una carta a la Sra. Pilgrim


de Nauvoo, Illinois, el 27 de marzo de 1871. Ahora está en la biblioteca de
la Iglesia Reorganizada en Independence, Missouri. La declaración de
Martin Harris fue publicada en el Tiffany's Monthly, 1859, pp. 163-70.
Dijo además: «Había una compañía en ese vecindario, que estaba
excavando en busca de dinero que se suponía había sido escondido por
los antiguos. De esta compañía eran el viejo Sr. Stowel —creo que su
nombre era Josiah—, también el viejo Sr. Beman, también Samuel
Lawrence, George Proper, José Smith, hijo y su padre, y su hermano
Hiram Smith. Cavaron por dinero en Palmyra, Manchester, también en
Pennsylvania y otros lugares».
José exhibió su piedra de vidente hasta el 27 de diciembre
de 1841. (Ver el diario de Brigham Young en la Millennial Star,
Vol. XXVI, p. 119.) Después de su muerte fue llevada a Utah.
Según Oseas Stout, Brigham Young exhibió a los regentes de la
Universidad de Deseret, el 26 de febrero de 1856, «la piedra
vidente con la que el profeta José descubrió las planchas del Libro
de Mormón». Hosea Stout dijo que era casi negra, con rayas de
color claro. (Ver la transcripción mecanografiada de su revista en
la Utah State Historical Society Library, Vol. VI, pp. 117-18.)
10 Elder's Journal, Far West, Missouri, Vol. I (1838), p. 43; y Joseph
Smith: History of the Church, Vol. III, p. 29. (Esta historia, compilada
principalmente de los diarios manuscritos de Smith en el archivo de Salt
Lake City, se denominará en adelante simplemente History of the
Church).
2 Tesoros en la tierra [33

jerez, cualquier superficie translúcida que hiciera que los


ojos se desdibujaran con una larga mirada. Cuando José
Smith comenzó a usar su piedra mirilla11, empleó el folklore
familiar rural de Estados Unidos. Los detalles de sus rituales
y encantamientos no son importantes porque eran comunes,
y José dejó de buscar dinero cuando tenía veintiún años por
una profesión mucho más emocionante.

CUANDO en años posteriores José Smith se había


convertido en el venerado profeta de miles de mormones,
comenzó a escribir una autobiografía oficial, en la que su
relato de los años de adolescencia difería sorprendentemente
del breve bosquejo que había escrito en 1834 en respuesta a
sus críticos. Aquí no hubo disculpas sino el comienzo de una
epopeya.
Cuando tenía catorce años, escribió, le preocupaban los
resurgimientos religiosos en el vecindario y fue al bosque a
buscar la guía del Señor:
Era la primera vez en mi vida que hacía tal intento, porque en
medio de toda mi ansiedad, hasta ahora no había procurado orar
vocalmente… me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi
corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de
mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan
asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo
que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de
mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una
destrucción repentina. Mas esforzándome con todo mi aliento por
pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se
había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para
hundirme en la desesperación y entregarme a la destrucción —no a
una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo

11 NdT: El original dice «peep stone». «Peep» significa mirar con


disimulo, mirar a hurtadillas, mirar por una abertura (espiar).
34] Nadie conoce mi historia

invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca


había sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento
de tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el
sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente
descendió hasta descansar sobre mí.
No bien se apareció, me sentí libre del enemigo que me había
sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mi a dos
personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de
ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al
otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!
Había sido mi objeto recurrir al Señor para saber cuál de todas
las sectas era la verdadera, a fin de saber a cuál unirme. Por tanto,
luego que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar,
pregunté a los personajes que estaban en la luz arriba de mí, cuál
de todas las sectas era la verdadera, y a cuál debía unirme. Se me
contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en
error; y el personaje que me habló dijo que todos sus credos eran
una abominación a Su vista; que todos aquellos profesores se
habían pervertido; que «con sus labios me honran, pero su
corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas los
mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad,
mas negando el poder de ella». De nuevo me mandó que no me
uniera a ninguna de ellas; y muchas otras cosas me dijo que no
puedo escribir en esta ocasión. Cuando otra vez volví en mí, me
encontré de espaldas mirando hacia el cielo12.
Visiones menores que ésta eran comunes en el folclore de
la zona. Elias Smith, el famoso predicador disidente de
Vermont, a la edad de dieciséis años había tenido una
experiencia sorprendentemente similar en los bosques cerca
de Woodstock, cuando vio «al Cordero sobre el Monte Sion»
y una brillante gloria en el bosque. John Samuel Thompson,
que enseñaba en la academia de Palmyra en 1825, había visto
a Cristo descender del firmamento «en un resplandor de

12 History of the Church, Vol. I, pp. 5-7.


2 Tesoros en la tierra [35

brillo que superaba en diez veces el brillo del sol meridiano»,


y le había oído decir: «Te ordeno que vayas y le digas a la
humanidad que he venido, y que todos los hombres griten
victoria», pero Thompson nunca había descrito esto como
algo más que un sueño. Asa Wild de Amsterdam, New York,
había hablado con «la terrible y gloriosa majestad del Gran
Jehová», y había aprendido «que cada denominación de
cristianos profesos se había vuelto extremadamente
corrupta», que dos tercios de los habitantes del mundo
estaban a punto de ser destruidos y que el resto introducido
al milenio. «Mucho más reveló el Señor», había dicho Wild,
«pero me prohíbe relatarlo de esta manera. Pronto publicaré
un panfleto económico, mi experiencia religiosa y mi viaje en
la vida divina13».
Pero su propia visión, descrita por José Smith dieciocho
años después del evento, claramente empequeñeció todas
estas experiencias. Naturalmente, uno esperaría que la
prensa local le diera una publicidad considerable en el
momento en que supuestamente ocurrió. Y la autobiografía
de José, de hecho, llevaría a creer que su visión de Dios
Padre y su Hijo había creado una sensación en el vecindario:
Sin embargo, no tardé en descubrir que mi relato había
despertado mucho prejuicio en contra de mí entre los profesores
de religión, y fue la causa de una fuerte persecución, cada vez
mayor; y aunque no era yo sino un muchacho desconocido, apenas
entre los catorce y quince años de edad, y tal mi posición en la vida

13Ver el Wayne Sentinel, 22 de octubre de 1823, para el relato de Wild.


La visión de Elias Smith se describe en The Life, Conversion, Preaching…
of Elias Smith, escrito por él mismo (Portsmouth, New Hampshire,
1816), p. 58. Era originario de Lyme, Connecticut, la ciudad natal de
Solomon Mack, y emigró a Vermont en el mismo período que Mack. El
sueño de Thompson se describe en su Christian Guide (Utica, New York,
1826), p. 71.
36] Nadie conoce mi historia

que no era un joven de importancia alguna en el mundo, sin


embargo, los hombres de elevada posición se fijaban en mí lo
suficiente para agitar el sentimiento público en mi contra y
provocar con ello una encarnizada persecución; y esto fue general
entre todas las sectas: todas se unieron para perseguirme.
Curiosamente, sin embargo, los periódicos de Palmyra,
que en años posteriores le dieron mucha publicidad
desagradable, no prestaron atención a la visión de José en el
momento en que se suponía que había ocurrido. De hecho,
Dogberry insistió en el Palmyra Reflector del 1 de febrero de
1831: «Sin embargo, parece bastante seguro que el profeta
nunca hizo ninguna pretensión seria a la religión hasta su
tardía y fingida revelación [el descubrimiento del Libro de
Mormón]». Señaló el 14 de febrero que los seguidores de
José en Ohio afirmaban que había «visto a Dios
frecuentemente y en persona», y que «se exhibieron
comisiones y papeles que decía estar firmados por Cristo
mismo». Pero insistió el 28 de febrero: «Es bien sabido que
Joe Smith nunca pretendió tener ninguna comunión con
ángeles hasta un largo período después del fingido hallazgo
de su libro14».
El primer boceto autobiográfico publicado por José en
1834, ya mencionado, no contenía ningún indicio de un
acontecimiento que, de haber ocurrido, habría sido la
experiencia más estremecedora de toda su juventud. Pero
hay dos versiones manuscritas de la visión entre 1831 y el
relato publicado en las Remarkable Visions de Orson Pratt
en 1840 que indican que sufrió una notable evolución en
detalle. En la anterior, que José dictó en 1831 o 1832, declaró

14Los archivos del Palmyra Reflector están en la Sociedad Histórica de


New York; otros documentos de Palmyra están en la Biblioteca del
Estado de New York en Albany. Ver el Apéndice A.
2 Tesoros en la tierra [37

que «en el año 16 de mi vida... el Señor abrió los cielos sobre


mí y vi al Señor». Para 1835 esto había cambiado a una
visión de dos «personajes» en «una columna de fuego» sobre
su cabeza, y «muchos ángeles». En la versión publicada los
personajes se habían convertido en Dios Padre y su hijo
Jesucristo, y los ángeles habían desaparecido. La edad de
José había cambiado a catorce años15.
Aunque la fecha final del comienzo de la misión de José se
fijó en 1820, hay evidencia de que su madre y sus hermanos,
Hyrum y Samuel, aparentemente no dejaron de ir a su iglesia
presbiteriana hasta septiembre de 182816. Lucy Smith, al
escribirle a su hermano en 1831 los detalles completos del
Libro de Mormón y la fundación de la nueva iglesia, no dijo
nada sobre la «primera visión». La primera historia
mormona publicada, comenzada por Oliver Cowdery con la
colaboración de José en 1834, la ignoró por completo,
afirmando que la excitación religiosa en el área de Palmyra
ocurrió cuando él tenía diecisiete años (no catorce). Cowdery
describió el comienzo de la vida visionaria de José en
septiembre de 1823, con la visión de un ángel llamado
Moroni, que según se dijo, dirigió a José al descubrimiento
de las planchas de oro ocultas. Es significativo que en años

15Ver Times and Seasons (Nauvoo, Illinois) 15 de marzo de 1842. Para


los tres diferentes relatos de la visión dictada por José Smith en 1831-2,
1835 y 1839, véase Early Accounts of Joseph Smith's First Vision del
decano D. Jessee, Brigham Young University Studies, Vol. IX, 1969, pp.
275-294. Para más detalles, véase el suplemento.
16 Los registros de la Iglesia presbiteriana de Palmyra, filmados en 1969
por el reverendo Wesley P. Walters, describen los procedimientos del 3,
10, 24 y 29 de marzo de 1830, cuando Lucy Smith y sus hijos Hyrum y
Samuel fueron suspendidos de la iglesia por «descuidar el culto público y
el sacramento de la cena del Señor durante los últimos dieciocho meses».
38] Nadie conoce mi historia

posteriores algunos de los parientes cercanos de José


confundieron la «primera visión» con la del ángel Moroni17.
Cuando José comenzó su autobiografía, en 1838, no
estaba escribiendo sobre su propia vida sino sobre alguien
que ya se había convertido en el profeta más célebre del siglo
XIX. Y estaba escribiendo para su propio pueblo. Los
recuerdos siempre se distorsionan por los deseos,
pensamientos y, sobre todo, las obligaciones del momento.

17 Lucy Smith a Solomon Mack, 6 de enero de 1831, en Ben E. Rich:


Scrapbook of Mormon Literature (Chicago, Illinois, 190?) Vol. 1, p. 543.
Cuando Lucy escribió su biografía de José en 1845, con la colaboración
de Martha Coray, citó directamente de la historia publicada de la primera
visión de José en lugar de describirla con sus propias palabras. Para la
historia de Cowdery véase Latter-Day Saints Messenger and Advocate
(Kirtland, Ohio, 1834-3), especialmente la Carta IV, febrero de 1835, p.
78. El hermano de José, William, dijo en un sermón en Deloit, Iowa, el 8
de junio de 1884: «Se recordará que justo antes de que el ángel se le
apareciera a José, hubo un inusual resurgimiento en el vecindario… José
y yo no nos unimos; no había sembrado toda mi avena silvestre… fue por
sugerencia del reverendo M-, que mi hermano pidió a Dios. Mientras
rezaba, vio una columna de fuego que descendía. La vio llegar a la copa
de los árboles. Quedó sobrecogido, luego inconsciente, no supo cuánto
tiempo permaneció en esta condición, pero cuando volvió en sí, la gran
luz estaba a su alrededor, y el personaje que vio descender con la luz le
dijo que no se uniera a ninguna de las iglesias. Que debía ser un
instrumento en las manos de Dios para establecer la verdadera iglesia de
Cristo. Que había un registro escondido en la colina de Cumorah que
contenía la plenitud del Evangelio. Debes recordar que José solo tenía 18
años en ese momento, demasiado joven para ser un mentiroso». (Saints
Herald, Vol. XXXI, pp. 643-4). El primo de José, George A. Smith,
cometió el mismo tipo de error en dos sermones en Salt Lake City. Ver
JournaI of Discourses, Vol. XII, p. 334, y Vol. XIII, p. 78. Edward
Stevenson, en sus Reminiscences of Joseph the Prophet (Salt Lake City,
1893), p. 4, declaró que en Pontiac, Michigan, en 1834 oyó al profeta dar
testimonio «con gran poder sobre la visión del Padre y del Hijo». Pero la
autobiografía manuscrita en la que se basan estas reminiscencias, escrita
en 1891, al describir el mismo incidente solo hablaba de la «visión de un
Ángel».
2 Tesoros en la tierra [39

Si algo sucedió esa mañana de primavera de 1820, pasó


totalmente desapercibido en el pueblo natal de José, y
aparentemente ni siquiera quedó grabado en la mente de los
miembros de su propia familia. La impresionante visión que
describió en años posteriores fue probablemente la
elaboración de algún sueño medio recordado estimulado por
la excitación del primer resurgimiento y reforzado por el rico
folclore de visiones que circulaba en su vecindario. O puede
haber sido pura invención, creada algún tiempo después de
1830 cuando surgió la necesidad de una magnífica tradición
para anular las historias de sus adivinaciones y de sus
excavaciones de dinero. Las imágenes oníricas llegaban con
facilidad a este joven, cuya imaginación era tan libre como
todo el oeste.

UNOS POCOS ciudadanos perspicaces del vecindario de


José se divirtieron más con sus seguidores de lo que se
alarmaron por las implicaciones morales de su búsqueda de
dinero. Un nativo, al escribir sus impresiones del muchacho
en años posteriores, reconoció ciertos talentos positivos:
«José tenía un poco de ambición, y algunas aspiraciones muy
loables; el intelecto de la madre brillaba en él débilmente,
especialmente cuando nos ayudaba a resolver algunas
cuestiones portentosas de ética moral o política en nuestro
club de debate juvenil, que trasladamos a la vieja escuela roja
de la calle Durfee, para deshacernos de los críticos que solían
caer sobre nosotros en el pueblo. Y posteriormente, después
de atrapar una chispa de metodismo en la reunión del
campamento, lejos en el bosque, en la carretera de Vienna,
40] Nadie conoce mi historia

era un exhortador muy pasable en las reuniones de la


tarde18».
Este es uno de los dos relatos no mormones que indican
que José Smith, a pesar de su entusiasmo por la
nigromancia, no era inmune a la excitación religiosa que
periódicamente recorría Palmyra. Su madre escribió que
desde el principio se negó rotundamente a asistir a las
reuniones de campamento, diciendo: «Puedo tomar mi
Biblia, e ir al bosque y aprender más en dos horas de lo que
se puede aprender en una reunión en dos años, si vas todo el
tiempo19». Pero está claro que él estaba muy alerta a las
diferencias teológicas que dividían a las sectas y estaba
genuinamente interesado en las controversias. Aunque
despreciaba el sectarismo, le gustaba predicar porque le daba
una audiencia. Y esto era tan esencial para José como la
comida.
Daniel Hendrix, que ayudó a preparar la tipografía para el
Libro de Mormón, escribió una vez que José tenía «un estilo
jovial, tranquilo y despreocupado que le hizo ganar muchos
amigos queridos. Era un buen conversador, y habría sido un
buen orador si hubiese tenido la formación necesaria. Era
conocido entre los jóvenes con los que me asocié como un
romántico nato. Nunca conocí a un hombre tan ignorante
como Joe que tuviera una imaginación tan fértil. No podía
contar una ocurrencia común en su vida diaria sin adornar la
historia con su imaginación; sin embargo, recuerdo que se

18O. Turner: History of the Pioneer Settlement of Phelps and Gorham's


Purchase, p. 214.
19 Biographical Sketches, p. 101.
2 Tesoros en la tierra [41

afligió un día cuando el viejo párroco Reed le dijo a Joe que


iba a ir al infierno por sus hábitos mentirosos20».
El mismo José hablaba con frecuencia de su
«temperamento alegre nato», y es evidente que desde muy
joven fue un joven amistoso y divertido que se deleitaba en
actuar ante sus amigos. A los diecisiete años era larguirucho
y fornido, de un metro ochenta de altura y moderadamente
guapo. Su pelo, que había pasado del color rubio al marrón
claro, le caía exuberantemente de la frente. Incluso a esta
edad había algo convincente en su porte, y los hombres
mayores escuchaban sus historias medio dudosos, medio
respetuosos. Nunca le faltaron seguidores.
Su imaginación se desbordaba como arroyo en crecida.
Cuando miraba fijamente en su cristal y veía oro en cada
colina de forma extraña, escapaba de la pesadez del trabajo
agrícola hacia una gloriosa opulencia. Si hubiera sido capaz
de continuar su educación, sometiendo su imaginación
plástica y su tremendo talento dramático a la disciplina y el
moldeamiento, su vida nunca habría tomado el giro exótico
que tomó. Su mente era ágil y ansiosa, y el estudio
disciplinado podría haber causado que sus talentos creativos
se volvieran más convencionalmente provechosos.
Stephen A. Douglas, también un gran líder natural, asistió
en esos mismos años a la Canandaigua Academy, a unos
catorce kilómetros al sur, y fue allí donde tomó la medida de
sus propios talentos vigorosos y procedió a ponerlos en
práctica. Probablemente los dos no se conocieron en su
juventud, pero cuando sus caminos se cruzaron años más
tarde en Illinois los dos hombres se habían convertido, cada

20Carta de Hendrix del 2 de febrero de 1897, publicada en el St. Louis


Globe Democrat, como se cita en William A. Linn: The Story of the
Mormons (New York, 5902), P. 53.
42] Nadie conoce mi historia

uno a su manera, en las figuras más célebres de la frontera


del Mississippi.
Pero es una cuestión abierta si el exuberante espíritu de
José se podría haber encauzado con alguna disciplina. Solo
tuvo una escolaridad formal limitada después de dejar New
England. Y como nunca tuvo una verdadera perspectiva de
sus propios dones, probablemente se inclinó a considerarlos
más anormales —o sobrenaturales— de lo que realmente
eran. Lo que realmente era una extraordinaria capacidad de
fantasía, que con un entrenamiento adecuado podría incluso
haberlo convertido en escritor de novelas, era visto por él
mismo y sus seguidores como una genuina clarividencia21 y
por la gente más piadosa del pueblo como una mentira
escandalosa.

CUANDO José tenía dieciocho años, su hermano mayor


Alvin murió en una repentina y terrible agonía por lo que su
madre describió como una sobredosis de calomelanos
prescrita por un médico para curar un trastorno estomacal.
Lucy Smith en su narración mencionó la muerte brevemente
y casi filosóficamente, ya que habían pasado veinte años para
mitigar su dolor, pero omitió por completo su curiosa
secuela.
Alvin no había ido a la iglesia, y el ministro que predicó su
sermón fúnebre «insinuó muy fuertemente que se había ido
al infierno22». La rabia de la familia contra el párroco apenas
se había enfriado cuando oyeron el rumor de que el cuerpo
de Alvin había sido exhumado y disecado. Temiendo que

21 NdT: La autora usa el término «second sight», segunda visión.


22 Declaración de William Smith, hermano menor de José, en una
entrevista con E. C. Briggs y J. W. Peterson, publicada en el Deseret
News (Salt Lake City, Utah), 20 de enero de 1894.
2 Tesoros en la tierra [43

fuera cierto, el anciano Smith abrió la tumba el 25 de


septiembre de 1824 e inspeccionó el cadáver. El 29 de
septiembre, y durante la semana siguiente, publicó el
siguiente anuncio pagado en el Wayne Sentinel:
AL PÚBLICO:
Considerando que se han puesto en circulación informes que
dicen que mi hijo, Alvin, ha sido retirado del lugar de su entierro y
disecado; informes que toda persona que posea sensibilidad
humana debe saber que están peculiarmente concebidos para
desgarrar la mente de un padre y herir profundamente los
sentimientos de las relaciones, yo, con algunos de mis vecinos esta
mañana fuimos hasta la tumba, y removiendo la tierra,
encontramos el cuerpo, que no había sido perturbado. Este
método se toma con el fin de satisfacer las mentes de aquellos que
lo han puesto en circulación, a quienes se les pide
encarecidamente que desistan de ello; y que algunos creen que han
sido estimulados más por el deseo de dañar la reputación de
ciertas personas que por una filantropía por la paz y el bienestar
mío y de mis amigos.
(Firmado)
Joseph Smith
Palmyra, 25 de septiembre de 1824
Es difícil explicar esta cruel broma pesada como otra cosa
que no sea el intento de alguien de ridiculizar las actividades
de excavación de la familia Smith, que nunca se habían
interrumpido seriamente. De hecho, para cuando tenía
diecinueve años el joven José comenzaba a adquirir una
reputación de nigromante de excepcional talento que
contaba incluso con su padre y su hermano Hyrum entre sus
seguidores. Su madre escribió que Josiah Stowel (o Stoal)
vino desde Pennsylvania para ver a su hijo «por haber oído
44] Nadie conoce mi historia

que poseía ciertas claves por las que podía discernir cosas
invisibles al ojo natural23».
Stowel, un anciano granjero de South Bainbridge (ahora
Afton), New York, había venido al norte a visitar a sus
parientes y había conocido a José en Palmyra. Simpson
Stowel le rogó que mostrara sus talentos mágicos ante el
anciano, y José, siendo amigo de Simpson, le complació
describiendo en detalle la «casa y los retretes» de Stowel en
South Bainbridge. Stowel quedó tan impresionado que le
rogó al joven que fuera al sur con él y buscara una mina de
plata perdida que se decía haber sido explotada por los
españoles en el valle de Susquehanna. Pagaría, dijo, catorce
dólares al mes y lo alojaría gratis24.
La cosecha había terminado, y la perspectiva de ver un
nuevo pueblo probablemente atrajo a José tanto como el
salario en efectivo. Siempre leal a su familia, insistió en que
su padre fuera incluido en el acuerdo, y se pusieron en
marcha con Stowel hacia el sur. Se detuvieron en las
estribaciones de Allegheny, permaneciendo por un tiempo en
Harmony, Pennsylvania, a orillas del romántico
Susquehanna. Aquí se hospedaron con un vermontés grande
como un oso llamado Isaac Hale.
Su anfitrión, un famoso cazador, pasaba la mayor parte
del tiempo en los bosques, dejando a su esposa e hijas para
cuidar los jardines y las vacas. José se sintió atraído de
inmediato por la joven Emma, de veintiún años, una chica
morena, de rostro serio y grandes ojos color avellana. Era
tranquila, casi taciturna, con un aire inaccesible al que José,

23 Biographical Sketches, pp. 91-2.


24 Para la declaración de Stowel véase su testimonio en el juicio del
tribunal de Bainbridge de 1826, reimpreso en el Apéndice A. Ver también
History of the Church, Vol. III, p. 29.
2 Tesoros en la tierra [45

que a los veinte años ya era considerado «un gran favorito de


las damas», respondía con una atención más que casual.
Al principio Isaac Hale ayudó a subvencionar las
expediciones de Stowel a las montañas, pero con los
primeros fracasos se desilusionó rápidamente y pronto se
volvió despectivo. Nueve años después escribió sobre José,
que para entonces se había convertido en su yerno: «Su
apariencia en esta época, era la de un joven descuidado, poco
educado, y muy descarado e insolente con su padre… El
joven Smith dio a los “buscadores de dinero” un gran aliento,
al principio, pero cuando llegaron a cavar cerca del lugar
donde había declarado que se encontraría un inmenso
tesoro, dijo que el encantamiento era tan poderoso que no
podía ver. Entonces se desanimaban, y poco después se
dispersaban. Esto ocurrió alrededor del 17 de noviembre de
182525».
Finalmente el padre de José regresó a Palmyra, pero el
joven permaneció en la granja de Josiah Stowel, quien
parece nunca haber perdido la fe en los talentos
sobrenaturales de su protegido. José trabajó en la granja,
asistió a la escuela en el invierno, y pasó su tiempo libre
buscando tesoros y cabalgando hacia Pennsylvania para ver a
Emma Hale.
En marzo de 1826 las artes mágicas de José por primera
vez lo metieron en serios problemas. Uno de los vecinos de
Stowers, Peter Bridgman, consiguió una orden de arresto
contra el joven por alterar el orden público y ser un
impostor. En el estrado de los testigos José negó que pasara
todo el tiempo buscando minas e insistió en que en su mayor
parte trabajaba en la granja de Stowel o iba a la escuela.

25 Para la declaración jurada de Hale véase el Apéndice A.


46] Nadie conoce mi historia

Admitió, sin embargo, que «tenía cierta piedra, que había


mirado ocasionalmente para determinar dónde estaban los
tesoros escondidos en las entrañas de la tierra; que profesaba
decir de esta manera dónde estaban las minas de oro a una
distancia bajo tierra, y que había buscado al Sr. Stowel varias
veces, y le informó dónde podía encontrar esos tesoros, y el
Sr. Stowel se había dedicado a excavar para encontrarlos;
que en Palmyra pretendía decir, mirando esta piedra, el
lugar de Pennsylvania donde estaba enterrado el dinero
acuñado, y que mientras estaba en Palmyra había averiguado
frecuentemente de esta manera dónde estaban los bienes
perdidos, de diversas clases; que ocasionalmente había
tenido el hábito de mirar a través de esta piedra para
encontrar objetos perdidos durante tres años, pero que
últimamente había renunciado a ellos debido a que dañaban
su salud, especialmente sus ojos, y los hacían doler; que no
promovía negocios de este tipo, y que siempre había negado
tener algo que ver con estos negocios26».
Stowel defendió a José con gran vigor, insistiendo en que
«sabía positivamente» que éste podía ver valiosos tesoros a
través de la piedra. Una vez el joven le dijo que cavara en las
raíces de un viejo tocón, prometiéndole que encontraría un
cofre con dinero y una pluma de cola. A una profundidad de
1,5 metros había descubierto la pluma de cola, solo para
descubrir que el dinero se había «movido hacia abajo».
Su testimonio, por muy bien intencionado que fuera, le
hizo al prisionero más daño que bien. Los parientes de
Stowel atacaron a José amargamente, y el tribunal lo declaró
culpable, aunque la sentencia que finalmente se dictó no
consta en el acta. La historia de Oliver Cowdery, el único

26 Para el texto completo del acta de este juicio, véase el Apéndice A.


2 Tesoros en la tierra [47

relato mormón que mencionó este juicio, negaba que José


hubiera sido encontrado culpable. «... Una persona muy
entrometida», escribió Cowdery, «se quejó de él como
alterador del orden público, y lo llevó ante las autoridades
del condado; pero al no haber ninguna causa de acción fue
honorablemente absuelto27».
Parece que este juicio, el primero de una larga serie de
crisis en su vida, sacudió a José en el sentido de la futilidad
de su vocación, ya que ahora abandonó por completo la
búsqueda de dinero, aunque conservó su piedra mirilla28 y
algunos de los artificios psicológicos del adivino rural.
Puede ser que esta renuncia venga en parte de la
desilusión con su propia magia. La mayoría de los
escrutadores bucólicos son gente ignorante y supersticiosa
que creen profundamente en sus barras minerales y en las
patas de conejo. Los magos profesionales, por otro lado, no
son ingenuos. El gran antropólogo sir James Frazer señaló
sabiamente que en las tribus primitivas el noviciado
inteligente que estudia para ser curandero es probable que
vea a través de las falacias que impresionan a los más tontos.
El hechicero que cree en sus propias pretensiones
extravagantes es mucho más probable que se vea truncado
en su carrera que el impostor deliberado, y los más capaces
son los que planean y practican sus engaños. Donde el mago
honesto se sorprende cuando sus encantos fallan de manera
conspicua, el engañador deliberado siempre tiene una

27Latter-Day Saints Messenger and Advocate (Kirtland, Ohio), octubre


de 1835. Cowdery afirma que este juicio tuvo lugar antes de 1827. Por lo
tanto no debe ser confundido con dos juicios posteriores en la misma
zona, donde José fue realmente absuelto.
28 NdT: O peepstone.
48] Nadie conoce mi historia

excusa. Ciertamente el mentor de José, el conjurador


Walters, pertenecía a la última clase.
Está claro que José no quería hacer una profesión de vida
emulando a Walters. Quizás dejó el engaño y el artificio justo
cuando su vacuidad se hizo más evidente para él; quizás su
renuncia se debió enteramente a Emma Hale. Pero no podía
abandonar su desenfrenada fantasía y su amor por el teatro,
que le había atraído a la nigromancia en primer lugar.
Después del juicio permaneció durante algunos meses con
Stowel, pues ahora estaba muy enamorado y no quería volver
a Palmyra sin llevarse a Emma como esposa. Pero Isaac
Hale, que consideraba a José un impostor barato, se negó
rotundamente cuando le pidió la mano de ella y lo echó de
casa. José ahora hacía visitas clandestinas cada vez que Hale
iba de caza, y le rogaba a la chica que se escapara con él.
Escéptica, insegura de él, y preocupada por su futuro,
dudó. Pero solo había unas doscientas personas en
Harmony, y ella despreciaba la dispersión de hombres
elegibles en el pueblo. Ahora que se acercaba a los veintitrés,
puede que se sintiera amenazada por la soltería. Además,
José tenía todo el ardor de un joven de veintiún años, pero
sin la habitual falta de articulación. Ella estaba salvajemente
enamorada de él.
Era grande, poderoso y, según los estándares ordinarios,
muy guapo, excepto por su nariz, que era aguileña y
prominente. Sus grandes ojos azules estaban bordeados por
pestañas fantásticamente largas que hacían que su mirada
pareciera velada y ligeramente misteriosa. Emma a lo mejor
se dio cuenta rápidamente de lo que muchos de sus
seguidores más tarde creyeron que tenía una causa
sobrenatural, que cuando hablaba con una intensa sensación
la sangre se drenaba de su cara, dejando una palidez
2 Tesoros en la tierra [49

espantosa, casi luminosa. Por mucho que ella desaprobara su


búsqueda de dinero, debe haber tenido fe en su perspicacia
en los misterios que la gente común no podía comprender;
no necesitaba que nadie le dijera que no era un hombre
común.
Stowel, que estaba encariñado con la pareja y ansioso por
promover su matrimonio, arregló que Emma visitara a José
en su casa en South Bainbridge. El 18 de enero de 1827 se
casaron en secreto en la casa del señor Tarbell. Después de la
ceremonia partieron a Manchester para vivir con los padres
de José.
Ocho meses después volvieron a Harmony para desafiar
la ira de Isaac Hale y para obtener algunos muebles y ganado
que Emma poseía en su propio nombre. Como José no tenía
carromato, contrató a Peter Ingersoll para que los llevara
hasta allí, y es a él a quien le debemos una descripción de la
reunión29.
Hale se encontró con la pareja en un torrente de lágrimas.
«Me has robado a mi hija y te has casado con ella», exclamó.
«Preferiría haberla seguido hasta la tumba. Te pasas el
tiempo cavando en busca de dinero, fingiendo ver en una
piedra, y así intentas engañar a la gente».
«José lloró», dijo Ingersoll, «y reconoció que no podía ver
en piedras ni ahora ni nunca, y que sus anteriores
pretensiones en ese sentido eran todas falsas. Prometió
entonces abandonar sus viejos hábitos de cavar por dinero y
mirar en las piedras». Algo conciliado, Hale le dijo a José
que si se mudaba a Pennsylvania y trabajaba para vivir, le
ayudaría a entrar en el negocio, y a esto José accedió.

29 La declaración de Ingersoll figura en el Apéndice A.


50] Nadie conoce mi historia

Pero había una gran impaciencia en este joven que hacía


del desbroce de la tierra una labor odiosa. En realidad, había
terminado con la excavación de dinero. Pero si se había
desilusionado con la profesión, había conservado una fe
magnífica en sí mismo. En los siguientes cinco años José
salió del mundo de la magia para entrar en el mundo de la
religión. Se transformó de un humilde nigromante en un
profeta, rodeado no solo de una clientela sino de seguidores
entusiastas con propósitos e ideales comunes.
Capítulo 3
Los hijos rojos de Israel

E
L OESTE DE NEW YORK miraba sus montículos
indios con una curiosidad que convertía a casi
todos los de la zona en anticuarios aficionados. Lo
que había causado los gigantescos montones de esqueletos
nadie parecía saberlo, pero a nadie le faltaba una teoría. Los
periódicos de Palmyra mostraron un continuo interés en el
misterio, un editor escribió en 1818 que los desafortunados
habitantes fueron «sin duda muertos en batalla y enterrados
apresuradamente», y otro dijo más humildemente en 1823
que «la maravillosa catástrofe que destruyó a los primeros
habitantes está más allá de las investigaciones del mejor
erudito y el mayor anticuario1».
Era una leyenda común que el oeste de New York y Ohio
había sido una vez el lugar de una terrible matanza y que los
montículos eran los cementerios de toda una raza. El famoso
gobernador de New York, De Witt Clinton, fascinado por las
antigüedades de su estado, se había detenido en
Canandaigua, en 1811, para examinar tres montículos y
después de contar los anillos de los árboles que crecían en
sus superficies había estimado su edad en más de mil años.
Los constructores de montículos, dijo, eran sin duda una

1 Palmyra Register, 21 de enero de 1818, y Palmyra Herald, 19 de


febrero de 1823.
52] Nadie conoce mi historia

raza perdida, que una vez había sido vasta en número y muy
superior en civilización a los iroqueses2.
Había una admiración universal por las fortalezas
geométricas empalizadas, cuyas ruinas se perfilaban en el
cielo sobre los tambores en forma de cono que salpicaban el
paisaje. Como la cerámica y los adornos de cobre enterrados
en los montículos eran frecuentemente de diseño hermoso y
hábilmente trabajados, pocos creían que eran obra del
despreciado hombre rojo. El Palmyra Register en enero de
1818 señaló que los constructores de los montículos «habían
hecho avances mucho mayores en las artes de la vida
civilizada» que cualquier indígena, y el Palmyra Herald en
febrero de 1823 insistió en que las antigüedades
«demuestran claramente que son obra de otras personas».
Durante medio siglo persistió la teoría de que los
constructores de túmulos eran una raza de pacíficos
agricultores y metalúrgicos que habían sido invadidos y
completamente exterminados por una raza sanguinaria que
era antepasada del amerindio moderno. William Henry
Harrison, poco antes de su elección a la presidencia, escribió
que la última gran batalla tuvo lugar a orillas del Ohio, donde
«se reunió una débil banda, remanente de poderosas batallas
luchadas en vano, para hacer un último esfuerzo por el país
de su nacimiento, las cenizas de sus antepasados y los altares
de sus dioses3».
El misterio de los constructores de montículos no atrajo a
nadie más que a José Smith. Según su madre, ya antes de

2 De Witt Clinton: «Discourse», New York Historical Society


Publications, Vol. II (1811), p. 93. Véase también E. G. Squier: Antiquities
of the State of New York, p. 213.
3«Discourse on the Aborigines of the Ohio Valley», Ohio Historical and
Philosophical Society Transactions, 1839, p. 11.
3 Los hijos rojos de Israel [53

cumplir los veinte años hilaba teorías sobre ellos: «Durante


nuestras conversaciones nocturnas, José nos daba
ocasionalmente algunos de los relatos más divertidos que se
pudieran imaginar. Describía a los antiguos habitantes de
este continente, su vestimenta, modo de viajar y los animales
sobre los que cabalgaban; sus ciudades, edificios, con todos
los detalles; su modo de guerrear y también su culto
religioso. Esto lo hacía con tanta facilidad, aparentemente,
como si hubiera pasado toda su vida con ellos4».
En algún momento entre 1820 y 1827 se le ocurrió al
joven que podría intentar escribir una historia de los
constructores de montículos, un libro que respondiera a las
preguntas de cada granjero con un montículo en su pasto. No
se contentaría con las artimañas baratas del conjurador
Walters, con su falso registro de tesoros indios, aunque
quizás podría fingir haber encontrado un documento antiguo
o un grabado en metal en sus expediciones de excavación. En
algún lugar había oído que en Canadá se había encontrado
una historia de los indios en la base de un árbol hueco. Y un
documento de Palmyra de 1821 había informado que los
excavadores del Canal de Erie habían desenterrado «varias
planchas de bronce» junto con esqueletos y fragmentos de
cerámica5.
Tal vez José especuló que ya que su propia familia
disfrutaba tanto de sus historias, un público más amplio
podría hacer lo mismo. El sueño de recuperar de alguna

4Lucy Smith: Biographical Sketches, p. 85. Esto ocurrió antes de la


muerte de Alvin en noviembre de 1823.
5 Peter Ingersoll declaró que en 1827 oyó a José mencionar la historia
indígena encontrada en el Canadá. Véase el Apéndice A. El
descubrimiento de las planchas de bronce se informó en el Western
Farmer (Palmyra, New York), el 19 de septiembre de 1821.
54] Nadie conoce mi historia

manera la fortuna familiar debe haber estado presente en él


desde la infancia, y su matrimonio sin duda había duplicado
su ambición. Alerta a las corrientes intelectuales de su época,
aunque solo una estela se arremolinaba en su comunidad,
vio una oportunidad sin parangón en todas las
especulaciones de los anticuarios.
El plan del libro de José era surgir directamente de la
teoría popular sobre los constructores de túmulos. Su «Libro
de Mormón» era básicamente la historia de dos razas en
guerra, una «gente blanca y deleitable», granjeros,
ganaderos, constructores de templos, y trabajadores del
cobre, hierro y acero; la otra un pueblo salvaje y feroz, «una
gente sanguinaria, llena de idolatría e inmundicia, que se
alimentaba de animales de rapiña, vivía en tiendas y andaba
errante por el desierto, con una faja corta de piel alrededor
de los lomos, y con la cabeza afeitada; y su destreza… en el
arco, y la cimitarra y el hacha6».
En realidad, los constructores de montículos no habían
sido una raza perdida, sino los antepasados directos de
algunas de las tribus indias del alto Mississippi. Pero en ese
momento solo unos pocos anticuarios sabían que los indios
habían seguido la práctica de exhumar, recoger y volver a
enterrar en montículos todos los huesos de los muertos
recientes. Incluso después de la llegada del hombre blanco
esta ceremonia, conocida como el Festival de los Muertos, se

6El Libro de Mormón (Palmyra, 1830), pp. 72, 544-5. La ortografía es la


del original.
3 Los hijos rojos de Israel [55

había celebrado en el valle del Mississippi. Las fortalezas


indias, por otro lado, eran obra reciente de los iroqueses7.
La tranquila investigación de los genuinos eruditos se
hallaba, por supuesto, en un mundo diferente al de José. Por
lo tanto, aceptó en todos sus detalles la teoría popular de una
raza perdida, incluyendo la última gran batalla de
exterminio, que decidió que bien podría haber sido en su
propio vecindario. Había una colina cerca de la granja de su
padre que se veía como si fuera un inmenso montículo
aborigen, que se elevaba sola y misteriosa en el paisaje
suavemente ondulado. Desde su cima podía ver kilómetros
en todas las direcciones, y puede que le pareciera un lugar
admirable para una gigantesca batalla defensiva. ¿Qué mejor
lugar para descubrir un registro de las personas perdidas?

ALREDEDOR de un año después del matrimonio de José,


se extendió el rumor en Palmyra de que había desenterrado
un extraordinario tesoro de la gran colina del camino de
peaje en las afueras de Manchester. No hay dos vecinos de
José que tengan la misma versión de la historia. Peter
Ingersoll, que afirmaba ser el confidente de José, tenía un
relato salvajemente cínico. Un día José había llevado a casa
arena blanca y fina atada a su ropa, y su familia, sentada
alrededor de la mesa, le preguntó qué llevaba. «En ese
momento», se dice que le dijo a Ingersoll, «pensé por
casualidad en lo que había oído sobre una historia
encontrada en Canadá, llamada la biblia dorada; así que les

7 Muchos de los montículos eran simplemente crematorios, donde los


cuerpos eran elaboradamente enterrados y luego quemados, uno encima
de otro. Ver E. G. Squier: Antiquities of the State of New York, p. 79, y
Henry C. Shetrone: The Moundbudders; a reconstruction of the life of a
prehistoric American race, through exploration and interpretation of
their earth mounds (New York, 1930).
56] Nadie conoce mi historia

dije muy seriamente que era la biblia dorada. Para mi


sorpresa, fueron lo suficientemente crédulos para aceptar lo
que dije. Por consiguiente, les dije que había recibido el
mandamiento de no permitir que nadie la viera, porque, les
digo, nadie puede verla a simple vista y vivir. Sin embargo,
me ofrecí a sacar el libro y mostrárselo, pero ellos se negaron
a verlo y abandonaron la habitación. Ahora», concluyó, «ya
me encargué de los malditos tontos y me voy a divertir».
Una cosa, sin embargo, desconcertó a Ingersoll. «No
obstante, me dijo que no tenía tal libro, y que creía que
nunca había existido, pero me dijo que fue a Willard Chase,
para que le hiciera un cofre en el que pudiera depositar su
biblia dorada. Pero, como Chase no quiso hacerlo, hizo él
mismo una caja, de tablillas, y la puso en una funda de
almohada, y permitió que la gente solo la levantara, y la
sintiera a través de la funda».
Chase contó una historia diferente. En junio de 1827,
relató, que el anciano Smith le dijo que un espíritu le había
informado al joven José que un registro grabado en planchas
de oro yacía enterrado cerca de su casa. Pero cuando intentó
conseguir las planchas, encontró un sapo custodiándolas,
que se convirtió en un hombre y le golpeó en la cabeza. Esto,
dijo Chase, había sucedido varios años antes. En septiembre
de 1827 José le había confiado que por fin se le permitiría
desenterrar las planchas y traducir su contenido; pero
necesitaba un cofre para guardarlas y le prometió a Chase
una participación en el libro si lo construía.
Sospechando de toda la historia, Chase se negó: «Unos
días después, le dijo a uno de mis vecinos que no tenía
ningún libro de ese tipo, ni nunca había tenido uno; pero que
había contado la historia para engañar al pobre tonto, (es
decir, a mí) para que hiciera un cofre».
3 Los hijos rojos de Israel [57

Muy pocos amigos se dieron cuenta de que el


descubrimiento tenía un significado religioso. Joseph Capron
dijo que el padre de José no le dio «ninguna insinuación, en
ese momento, de que el libro iba a ser de carácter religioso, o
que tenía algo que ver con la revelación. Declaró que era una
especulación…». Y ya en febrero de 1831 el editor del
Palmyra Reflector insistió en que cuando José afirmó por
primera vez haber encontrado las planchas «no había
soñado con una intervención divina8».
Sin embargo, para la familia de José y unos pocos íntimos
como Martin Harris, el hallazgo de las planchas de oro tuvo
un significado abrumador. Harris era un próspero agricultor
que había seguido una trayectoria errática de entusiastas
religiosos, ya que había sido sucesivamente cuáquero,
universalista y restauracionista. Al describir el
descubrimiento de José a un predicador local declaró que
«había llegado una época importante; que una gran
inundación de luz estaba a punto de estallar sobre el mundo,
y que la escena de manifestación divina iba a estar
inmediatamente a nuestro alrededor». La biblia de oro, dijo,
«contendrá tales revelaciones que resolverán todas las
controversias religiosas y traerán rápidamente el glorioso
milenio». Harris le dijo al editor de la Gem de Rochester que
José Smith «había sido visitado por el espíritu del
Todopoderoso en un sueño, e informó que en cierta colina de

8 El texto de estas cuentas figura en el Apéndice A.


58] Nadie conoce mi historia

esa ciudad [Manchester] estaba depositada una Biblia de


Oro, que contenía un antiguo registro de origen divino9».
Durante mucho tiempo José fue muy reacio a hablar de
las planchas. Cuando su hermano Hyrum le rogó que contara
la historia de su descubrimiento ante un concilio de la iglesia
en 1831, él respondió «que no tenía la intención de contar
todos los detalles de la aparición del Libro de Mormón; y
también dijo que no era conveniente para él relatar estas
cosas10». Pero cuando en 1838 se puso a escribir la historia
oficial de los comienzos de su iglesia, fue generoso con los
detalles.
La noche del 21 de septiembre de 1823, escribió, estaba
arrodillado junto a su cama pidiendo perdón por sus pecados
cuando una luz llenó su modesta habitación y un personaje
apareció a su lado parado en el aire.
Llevaba puesta una túnica suelta de una blancura exquisita...
Sus manos estaban desnudas, y también sus brazos, un poco más
arriba de la muñeca; y de igual manera los pies, así como las
piernas, poco más arriba de los tobillos. También tenía
descubiertos la cabeza y el cuello… toda su persona era gloriosa
más de lo que se puede describir, y su faz era como un vivo
relámpago.
… Me llamó por mi nombre, y me dijo que era un mensajero
enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni; que
Dios tenía una obra para mí, y que entre todas las naciones, tribus
y lenguas se tomaría mi nombre para bien y para mal, o sea, que se
iba a hablar bien o mal de mí entre todo pueblo. Dijo que se

9 Ver John A. Clark: Gleanings by the Way (Philadelphia, 1842), pp.


224-5, para un relato de la entrevista de Clark con Harris. Para el texto
completo del artículo sobre la Gem de Rochester, publicado el 5 de
septiembre de 1829, véase Francis W. Kirkham: A New Witness for
Christ in America (Independence, Missouri, 1942), pp. 151-2.
10 Del inédito Far West Record, reimpreso en el Vol. I, p. 220n
3 Los hijos rojos de Israel [59

hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual


daba una relación de los antiguos habitantes de este continente,
así como del origen de su procedencia. También declaró que en él
se encerraba la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo
había comunicado a los antiguos habitantes. Asimismo, que junto
con las planchas estaban depositadas dos piedras en aros de plata,
las cuales, aseguradas a un pectoral, formaban lo que se llamaba el
Urim y Tumim; que la posesión y uso de estas piedras era lo que
constituía a los ‘videntes’ en los días antiguos o anteriores, y que
Dios las había preparado para la traducción del libro. . .
El espíritu apareció tres veces esa noche, como suelen
hacer los ángeles, porque, para ser auténtica, la verdad
celestial debe repetirse tres veces. Al día siguiente José fue a
trabajar en el campo con su padre, pero, sintiéndose débil,
regresó a casa antes de que pasara el día. Cayó inconsciente
en el suelo, cuando el ángel se le apareció una vez más y le
dijo que relatara sus visiones a su padre. Esto dijo que lo
hizo, y el anciano Smith le aseguró que eran verdaderamente
de Dios.
José relató que encontró las planchas en una caja de
piedra junto con una espada y un pectoral, al cual estaba
sujeto el mágico Urim y Tumim. Las planchas eran delgadas,
dijo, de unos cincuenta y dos centímetros cuadrados, unidas
por tres enormes anillos, y cubiertas de caracteres grabados.
La codicia llenó tanto su corazón cuando las vio por primera
vez que el ángel le prohibió tocarlas hasta que estuviera
suficientemente purificado e instruido en las cosas del reino.
Una vez al año, durante cuatro años, volvió al lugar, y
finalmente, el 21 de septiembre de 1827, se le permitió llevar
las planchas a casa.
Del período de cuatro años comprendido entre 1823 y
1827 José no escribió nada en su autobiografía, aunque
difícilmente puede decirse que haya sido un tiempo de
60] Nadie conoce mi historia

penitencia y purificación, ya que coincidió con sus


actividades más intensas de búsqueda de dinero. No se
puede saber con certeza cómo describió el descubrimiento de
las planchas de oro a su familia, pero está claro que gran
parte de la historia que escribió más tarde en su
autobiografía era conocida por su familia y amigos ya en
1827. Aunque persistía la confusión sobre ciertos detalles, los
principales esbozos eran los mismos en ese año que una
década más tarde. En 1831 Lucy Smith escribió a su hermano
una descripción completa de la venida del ángel y el
desenterramiento y traducción del registro, concluyendo
sobriamente: «Quiero que pienses seriamente en estas cosas,
porque son las verdades del Dios vivo11».

AUNQUE José no divulgó casi ningún detalle sobre las


planchas de oro, aparte de las visiones, Lucy Smith se puso a
chismorrear. Su historia es una mina de ricas anécdotas,
gárrulas y divertidas, y se suma a la confusión y
contradicción ya manifestada en otros documentos. Emma y
José, escribió, trajeron las planchas a casa el 22 de
septiembre de 1827. José le enseñó las gafas mágicas, que
ella describió como «dos diamantes lisos de tres esquinas
engarzados en vidrio y las gafas engarzadas en arcos de
plata12». Con ellas llevaba un pectoral que guardaba envuelto
en un pañuelo de muselina. «Era cóncavo por un lado y

11Publicado en Ben E. Rich: Scrapbook of Mormon Literature, Vol. I, p.


543.
12Martin Harris, sin embargo, dijo que eran «blancas, como el mármol
pulido, con algunas rayas grises», y David Whitmer las describió aún de
forma diferente como «dos pequeñas piedras de color chocolate, casi en
forma de huevo, y perfectamente lisas, pero no transparentes». Ver
Tigany's Monthly, 1858, p. 166, y Kansas City Journal, 5 de junio de
1881.
3 Los hijos rojos de Israel [61

convexo por el otro, y se extendía desde el cuello hacia abajo


hasta el centro del estómago de un hombre de tamaño
extraordinario... Todo el conjunto valía al menos quinientos
dólares13».
Lucy nunca vio las planchas de oro, porque José advirtió a
su familia que mirarlas significaba la muerte instantánea y
las cambiaba frecuentemente de escondite; pero ella vivía en
un constante estado de alarma por si se las robaban. Willard
Chase contrató a un conjurador a noventa y seis kilómetros
de distancia para que averiguara su paradero, y José las
trasladó inmediatamente de debajo de la chimenea de la
familia a un lugar bajo el suelo de una tonelería al otro lado
de la calle. La hermana de Chase, que aparentemente era
más hábil que el prestidigitador, adivinó este escondite por
medio de una piedra verde, y esa noche la tienda fue
asaltada, el suelo destrozado y el cofre demolido. Pero José
tranquilamente informó a su familia que había sacado el
registro la noche anterior, volvió a clavar la caja vacía, y la
volvió a colocar bajo el suelo. Las planchas estaban seguras
bajo una pila de lino en la tienda.
A las anécdotas ingenuas de Lucy, los conversos de José
agregaron en años posteriores historias propias, y las
muchas leyendas que adornan el descubrimiento de las
planchas de oro se volvieron tan reales para los mormones
como el propio relato de José sobre el ángel. Para 1856
Heber C. Kimball describía, ante las congregaciones en Great
Salt Lake City, una vasta cueva en la colina «Cumorah»,
donde José y otros vieron una visión de «más registros de los

13José pudo haber encontrado una coraza de cobre, ya que tales objetos
fueron descubiertos frecuentemente en los montículos. El Museo Estatal
de Ohio tiene una impresionante colección.
62] Nadie conoce mi historia

que diez hombres podían cargar. Había libros apilados sobre


mesas, libro sobre libro14».
Tal vez al principio José nunca planeó que sus historias de
las planchas de oro fueran tomadas tan en serio, pero una
vez que la mascarada comenzó, no había punto en el que
pudiera detenerse. Ya que su propia familia le creía (con la
posible excepción de su cínico hermano menor William),
¿por qué no debería hacerlo el mundo? Martin Harris, que
no solo aceptó sino que elaboró libremente la historia,
hablaba abiertamente de financiar la publicación de la
traducción y había prometido pagar las deudas de José. Su
sublime fe en la existencia de un registro que nunca había
visto auguraba el éxito del libro que José estaba ahora
totalmente decidido a escribir.
Pero escribir en la casa de su padre era imposible por la
persistente curiosidad de su familia y vecinos. Así que
decidió volver a Harmony, Pennsylvania. Martin Harris
aceptó pagar sus deudas y financiar el viaje, prometiendo
seguirlo más tarde y ayudar con la traducción actuando como
secretario.
La partida de José puede haber sido por insistencia de
Emma, porque si se le cree a uno de sus vecinos, ella se
sentía miserablemente infeliz en Manchester. Lorenzo
Saunders, entonces un joven de dieciséis años, escribió de
ella mucho después: «La esposa de José era una mujer
bonita, tan bonita como nunca había visto. Cuando vino a los
Smith se decepcionó y solía bajar a nuestra casa y sentarse a

14 Journal of Discourses, Vol. IV, p. 105.


3 Los hijos rojos de Israel [63

llorar. Decía que fue engañada y se había metido en un lugar


difícil15».
Tal vez sus lágrimas fueron solo por su pobreza y los
inevitables pequeños problemas que surgieron de vivir en
una casa que no era la suya. Pero Emma no era tan crédula
como para no preguntarse sobre las planchas que eran
demasiado sagradas para ser vistas pero no para ser robadas.

JOSÉ y Emma se mudaron a una casa en Harmony que


pertenecía a Isaac Hale, quien se alegró de oír a José decir
«que había renunciado a lo que él llamaba 'mirar el cristal', y
que esperaba trabajar duro para ganarse la vida, y estaba
dispuesto a hacerlo». Hale pronto descubrió, sin embargo,
que en lugar de dedicarse en serio a la agricultura, su yerno
estaba ocupado traduciendo caracteres de un misterioso
juego de planchas que había traído de New York.
«Me mostraron una caja», dijo, «en la que supuestamente
estaban contenidas, la cual a todas luces se había usado
como caja para el vidrio común de las ventanas. Se me
permitió sentir el peso de la caja, y me dieron a entender,
que el libro de planchas estaba entonces en la caja, pero, sin
embargo, no se me permitió mirar en su interior. Pregunté a
José Smith, Jr. quién sería el primero al que se le permitiría
ver el Libro de Planchas... Dijo que a un niño pequeño.
Después de esto, me sentí insatisfecho y le informé que si
había algo en mi casa de esa descripción que no se me
permitía ver, debía llevárselo; si no lo hacía, estaba decidido

15Declaración jurada inédita de Lorenzo Saunders hecha en Reading,


Michigan, 20 de septiembre de 1884, ahora en la biblioteca de la Iglesia
Reorganizada. NdT: En la actualidad es la Comunidad de Cristo.
64] Nadie conoce mi historia

a verlo. Después de eso, se dijo que las planchas estaban


escondidas en el bosque16».
Emma fue la primera escribiente de José. Ella nunca vio
las planchas, aunque a menudo estaban sobre la mesa
envueltas en un pequeño mantel de lino. A pesar de su
escepticismo y perplejidad José aparentemente la asustó
tanto sobre las consecuencias de examinarlas que se atrevió a
pasar los dedos por debajo de su cubierta solo cuando las
movía para quitar el polvo de la mesa. «Parecían ser flexibles
como un papel grueso», dijo más tarde, «y crujían con un
sonido metálico cuando se movían los bordes con el pulgar
como a veces se hace con el pulgar en los bordes de un
libro17». Mistificada por su habilidad para traducir los
caracteres sin siquiera desenvolver las planchas,
simplemente mirando fijamente su piedra o piedras —pues
ella dijo más tarde que él usó el Urim y Tumim para las
primeras 116 páginas y la pequeña piedra vidente oscura
para el resto18— comenzó a anotar su dictado.
Aunque la prosa tenía el toque familiar de la Biblia del rey
Santiago, la historia no se parecía a nada que ella hubiera
leído o soñado. «Yo, Nefi», comenzaba el libro, «nací de
buenos padres y recibí, por tanto, alguna instrucción en la
ciencia de mi padre; y habiendo conocido muchas aflicciones
durante el curso de mi vida, siendo, no obstante, altamente
favorecido del Señor todos mis días; sí, habiendo logrado un

16 Para la declaración completa de Hale véase el Apéndice A.


17 Saints Herald, Vol. XXVI (October 1, 5879), p. 289.
18Carta a la Sra. Pilgrim, ahora en la biblioteca de la Iglesia
Reorganizada.
3 Los hijos rojos de Israel [65

conocimiento grande de la bondad y los misterios de Dios,


escribo, por tanto, la historia de los hechos de mi vida19».
José explicó que el registro era una historia de los indios
de la más remota antigüedad. Al igual que la Biblia, fue
escrita por profetas y dividida en libros. El primer profeta,
Nefi, era un joven hebreo que había dejado Jerusalén en 600
a.C. y había navegado a América con su padre, Lehi, y unos
pocos seguidores para evadir la destrucción de la ciudad.
Lehi era en realidad un nombre bíblico poco conocido, pero
Emma probablemente lo conocía mejor como el nombre de
un río, el Lehigh, que fluía no muy lejos al sur de Harmony.
Como el propio José, Nefi tenía dos hermanos mayores,
Laman y Lemuel, y tres más jóvenes, Sam, Jacob y José.
Laman y Lemuel eran jóvenes malhumorados y pecadores
que incurrieron de tal manera en la ira de Dios que les
maldijo a ellos y a todos sus descendientes con una piel
roja20. Nefi y sus piadosos hermanos menores engendraron
niños blancos, que fueron favorecidos por el Señor. Y así
sucedió que dos razas crecieron en América: los nefitas,
amantes de la paz y civilizados, y los lamanitas, sedientos de
sangre e idólatras.
Las dos razas lucharon intermitentemente durante mil
años. Para defenderse de los lamanitas, los nefitas
finalmente erigieron «pequeños fuertes, o lugares de
reunión; colocando bancos de tierra alrededor» que tenían
«maderos construidos hasta la altura de un hombre

19Esta fue al menos la primera frase del borrador final, aunque se perdió
un borrador anterior de esta parte.
20Lemuel es un nombre bíblico, pero resultó ser también el de un vecino,
Lemuel Durfee, que firmó una declaración jurada en 1833 acusando a
José Smith de carácter inmoral y hábitos viciosos. Ver Howe:
Mormonism Unveiled, pp. 261-2.
66] Nadie conoce mi historia

rodeando las ciudades... una estructura de postes en punta


construida sobre los maderos». Este tipo de descripción
debió sonar familiar para Emma, ya que el oeste de New
York era famoso por sus fuertes indios empalizados, una
cadena de 80 kilómetros desde el arroyo Cattaragus hasta la
frontera de Pennsylvania.
Después de cada batalla los muertos eran «amontonados
sobre la faz de la tierra, y cubiertos con una capa
superficial». Debía ser obvio para todos los que leyeran el
libro que esta era la explicación de los montículos indios, y
los más grandes de ellos marcaban el lugar de la última gran
batalla que había aniquilado a la raza blanca nefita21.
Cualquier duda inicial que pudiera haber preocupado a
Emma se desvaneció ante el sustancial flujo de prosa que
fluía de los labios de su marido. No pudo comprender las
fuentes de sus ideas ni su maravillosa y fecunda imaginación.
Es probable que la realidad de las planchas de oro ya no la
preocupara tanto como la aparente falta de confianza de José
en ella. Su negativa a mostrarle las planchas se convirtió en
la primera barrera seria entre ellos. Nunca más ella ni nadie
más compartiría sus secretos íntimos. Porque José jugó su
papel de «traductor» con tal consistencia y habilidad que ella
no podía dudar de él.
Martin Harris llegó a Harmony en febrero de 1828,
deseoso de conocer el progreso del libro. Cuando supo en

21El Libro de Mormón (1830), pp. 358, 363, 267. Compare estos fuertes
con las descripciones de O. Turner en Pioneer History of the Holland
Purchase, p. 38. Era entonces una creencia común que las tribus indias
se exterminaban unas a otras. El Palmyra Register del 28 de enero de
1818 citó del Western Gazetteer la historia de una pelea entre los indios
de Wabash y los del Mississippi, un millar en cada lado, que terminó con
solo siete en un lado y cinco en el otro. Los montículos donde se
enterraban los muertos aún podían verse en Indiana, concluía el artículo.
3 Los hijos rojos de Israel [67

detalle lo que contenían las planchas se sintió abrumado;


pues el libro resolvía el intrincado problema del origen del
hombre rojo que había sido un rompecabezas desde 1500. Si
Harris hubiera sido un hombre culto, habría sabido que
varios escritores habían designado como hogar ancestral del
indio americano no solo a Jerusalén, sino también a Islandia,
Gales, Roma, Fenicia, Cartago, Egipto y China. Pero le
satisfacía saber que eran descendientes de los hebreos, ya
que de todas las teorías entonces vigentes, la más popular
entre los clérigos de Europa y América era que los hombres
rojos eran un remanente de las diez tribus perdidas de Israel.
Los más distinguidos predicadores de América —William
Penn, Roger Williams, Cotton Mather, Jonathan Edwards—
habían adoptado la teoría. Edwards incluso había escrito un
tratado señalando lo que él pensaba que eran semejanzas
entre la lengua india muhhekaneew y el hebreo. El
historiador H. H. Bancroft escribió más tarde: «La teoría de
que los americanos son de origen judío ha sido discutida más
minuciosamente y con mayor profundidad que cualquier
otra. Sus defensores, o al menos los que han hecho
investigaciones originales, son comparativamente pocos,
pero la extensión de sus investigaciones y la multitud de
paralelismos que aducen en apoyo de su hipótesis superan
68] Nadie conoce mi historia

con creces todo lo que hemos encontrado hasta ahora22».


Josiah Priest escribió en 1833 en su American Antiquities:
«La opinión de que los indios americanos son descendientes
de las Diez Tribus Perdidas es ahora popular y generalmente
aceptada».
Se establecieron fantásticos paralelismos entre las
costumbres hebreas e indias, como las fiestas de las
primicias, los sacrificios de los primogénitos del rebaño, las
ciudades de refugio, las ceremonias de purificación y la
división en tribus. Se decía que el «idioma» indio (que en
realidad consistía en innumerables lenguas distintas
derivadas de numerosos troncos lingüísticos) era
principalmente el hebreo. Se decía que la creencia india en el
Gran Espíritu (que originalmente había sido implantada por
misioneros franceses y españoles) se derivaba en línea
directa del monoteísmo judío. Un escritor incluso sostuvo
que la sífilis, el regalo de la India a Europa, era una forma
alterada de la lepra bíblica.
José Smith tuvo todas las oportunidades de familiarizarse
con tales paralelismos. Un rabino judío, M. M. Noah, editor
del New York Enquirer, los había resumido en un largo
discurso que fue reeditado en su totalidad en el periódico de
la ciudad natal de José el 11 de octubre de 1825. «Si las tribus

22 Native Races, Vol. V, pp. 77-8. Entre los primeros libros que
discutieron el tema son James Adair: The History of the American
Indians (London :775); Charles Crawford: Essay on the Propagation of
the Gospel, in which there are facts to prove that many of the Indians in
America are descended from the Ten Tribes (Philadelphia, 5799); Elias
Boudinot: A Star in the West; or, Humble Attempt to Discover the Long
Lost Tribes of Israel (Trenton, 1816); Ethan smith: View of the Hebrews
or the Ten Tribes of Israel in America (Poultney, Vermont, 1823); Josiah
Priest: The Wonders of Nature and Providence Displayed (Albany,
1825); Israel Worsley: A View of the American Indians, pointing out
their origin (London, 5828).
3 Los hijos rojos de Israel [69

se pudieran unir», había concluido Noah, «si se pudiera


comprender su origen, si se pudiera civilizar y devolver a sus
hermanos largamente perdidos, ¡qué alegría para nuestro
pueblo!». José sin duda tenía acceso al Wayne Sentinel, ya
que el 2 de agosto de 1826 su padre figuraba entre los
suscriptores morosos como deudor de 5,60 dólares.
La familiaridad de José con la teoría del origen hebreo de
los indios parece, sin embargo, provenir principalmente de
un libro popular de Ethan Smith, pastor de una iglesia en
Poultney, Vermont. Este libro, View of the Hebrews; or the
Ten Tribes of Israel in America, fue publicado en 1823, y una
segunda edición en 1825. Ethan Smith había logrado reunir
todos los elementos de tres generaciones de estudiosos y
observaciones poco sistemáticas sobre este tema, y les había
añadido las precisas descripciones de Caleb Atwater de los
montículos de Ohio y el brillante relato de Alexander von
Humboldt sobre las ruinas arquitectónicas de América
Central.
La teoría de Ethan Smith sobre el origen de los
montículos indios era exactamente la misma que la que
formaba el corazón de la historia del Libro de Mormón:
«Israel trajo a este nuevo continente un grado considerable
de civilización; y la mayor parte de ellos trabajó durante
mucho tiempo para mantenerla. Pero otros cayeron en el
estado cinegético y consecuentemente salvaje; ¡cuyas hordas
bárbaras invadieron a sus hermanos más civilizados, y
eventualmente aniquilaron a la mayoría de ellos, y a todos en
estas regiones del norte23!».
De hecho, puede haber sido View of the Hebrews lo que
dio a José Smith la idea de escribir una historia india en

23 View of the Hebrews (1825), p. 184.


70] Nadie conoce mi historia

primer lugar. «Si los indios son de las tribus de Israel», dijo
Ethan Smith, «alguna evidencia decisiva del hecho será
exhibida en poco tiempo». Y describió con gran emoción el
descubrimiento de una antigua filacteria hebrea cosida en
cuero, que supuestamente había sido desenterrada en
Pittsfield, Massachusetts. También informó de una
provocativa leyenda, que se dice provenía de un jefe indio,
que los hombres rojos «no hacía mucho tiempo tenían un
libro que habían conservado durante largo tiempo. Pero tras
perder el conocimiento de su lectura, concluyeron que ya no
les serviría; y lo enterraron con un jefe indio24».
José Smith conocía esta leyenda, ya que la citó en el
periódico de su iglesia en años posteriores como evidencia de
la exactitud histórica del Libro de Mormón, aunque tuvo
cuidado de utilizar como fuente las American Antiquities de
Josiah Priest, que había reimpreso el relato de Ethan Smith
en 1833, tres años después de que se publicara el Libro de
Mormón. Puede que nunca se pruebe que José vio View of
the Hebrews antes de escribir el Libro de Mormón, pero los

24 Ibíd., p. 223.
3 Los hijos rojos de Israel [71

sorprendentes paralelismos entre los dos libros difícilmente


dejan un caso para la mera coincidencia25.
Ambos libros se iniciaban con frecuentes referencias a la
destrucción de Jerusalén; ambos relataban sobre profetas
inspirados entre los antiguos americanos; ambos citaban
copiosamente y casi exclusivamente a Isaías; y ambos
delineaban a los antiguos americanos como un pueblo
altamente civilizado. Ambos sostenían que la misión de la
nación americana en los últimos días era reunir estos
remanentes de la casa de Israel y llevarlos al cristianismo,
acelerando así el día del glorioso milenio. View of the
Hebrews hizo gran parte de la leyenda de que el «palo de
José» y el «palo de Efraín» —que simbolizan a los judíos y a
las tribus perdidas— se unirían algún día; y las primeras
circulares publicitarias de José Smith blasonaron el Libro de
Mormón como «el palo de José tomado de la mano de
Efraín».
Ethan Smith había descrito con entusiasmo las corazas de
cobre, tomadas de los montículos, que tenían dos insignias
blancas de cuerno de ciervo sujetas al exterior de cada placa,
«a semejanza del Urim y Tumim», los antiguos instrumentos

25José publicó la historia del libro largamente enterrado en el Times and


Seasons, Nauvoo, Illinois, Vol. III (1 de junio de 1842), pp. 813-14. Él era
entonces el editor. Ethan Smith figura como la fuente original, aunque
Priest figura como el autor de todo el artículo. En el número del 15 de
junio de 1842 José citó un largo extracto de Alexander von Humboldt,
que había sido reimpreso en A Star in the West de Boudinot. Tales
extractos indican que estaba muy familiarizado con la literatura que
apoyaba la hipótesis del origen hebreo de los indios. El erudito
historiador mormón B. H. Roberts una vez hizo una cuidadosa e
impresionante lista de paralelos entre View of the Hebrews y el Libro de
Mormón, pero por razones obvias nunca fue publicada. Después de su
muerte se hicieron copias que circularon entre un círculo limitado en
Utah.
72] Nadie conoce mi historia

mágicos que milagrosamente resplandecían en el efod del


sumo sacerdote del antiguo Israel. Y esta referencia la amplió
José en los fabulosos anteojos mágicos usados para traducir
las planchas de oro.
View of the Hebrews, sin embargo, fue solo un libro de
fuente básico para el Libro de Mormón. Los temas que José
tomó prestados, los elaboró con una lujosa fantasía. Esto se
puede ver particularmente en la historia de Quetzalcóatl, a
quien Ethan Smith describió como «el ser más misterioso de
toda la mitología mexicana», el dios azteca blanco y barbudo
que enseñó a su pueblo sus preciadas artes pacíficas y cuyo
regreso esperaban los aztecas cuando apareció Cortés. Ethan
Smith describió a Quetzalcóatl como «un tipo de Cristo»,
pero José vio en la leyenda evidencia de que Cristo mismo
había venido al Nuevo Mundo26. Los ocasionales crucifijos
encontrados en los montículos dieron más peso a esta teoría,
ya que no fue sino hasta años después que los estudiosos
demostraron que eran de origen francés y español.
Jesús dijo: «Tengo otras ovejas que no son de este redil;
también debo traerlas, y oirán mi voz». Estas otras ovejas,
dijo José en su Libro de Mormón, eran los lamanitas y los
nefitas, a los que Jesús había visitado en algún momento de
las primeras semanas después de su ascensión final. La
venida de Cristo a América, escribió, había sido precedida
por una destrucción catastrófica que aniquiló a grandes
porciones de la población, y por tres días de oscuridad, que
pusieron al resto de rodillas en angustioso arrepentimiento.
La dramática aparición de Jesús causó tal impacto en el

26 Los paleógrafos modernos han fijado la fecha de la muerte de


Quetzalcoatl en el año 1208. Ver The American Aborigines, Their Origin
and Antiquity, ed. D. Jenness (Fifth Pacific Science Congress, Toronto,
1933), p. 239.
3 Los hijos rojos de Israel [73

pueblo devastado que las tribus rojas y blancas aceptaron su


evangelio y vivieron juntas como hermanos durante varias
generaciones, antes de que las artimañas de Satanás
comenzaran de nuevo a separarlos.
Por lo tanto, donde View of the Hebrews era solo mala
erudición, el Libro de Mormón era una ficción muy original e
imaginativa.
Treinta y cinco años después de que se publicara el Libro
de Mormón, un viejo anticuario de Ohio que había pasado
años tratando de probar que los indios eran descendientes de
los hebreos, pretendió haber descubierto en un montículo
varias placas de piedra con los Diez Mandamientos inscritos
en hebreo. Después de su muerte los investigadores
descubrieron que él mismo había laboriosamente tallado la
piedra, copiando los caracteres de una Biblia hebrea que se
había negado a destruir27. Entre este patético y pequeño
engaño y el Libro de Mormón se encuentra la diferencia
entre una imaginación dolorosamente reducida y una mente
audaz y original. José Smith tomó todo el hemisferio
occidental como escenario para su libro y mil años de
historia para su trama. Sin haber escrito nunca una línea de
ficción, se propuso una tarea que le habría dado una pausa al
novelista más experimentado. Pero posiblemente por esta
misma inexperiencia se sumergió en la historia.
Lo suficientemente sagaz como para darse cuenta de que
no podía escribir una historia de las diez tribus perdidas,

27Esta historia es contada por E. O. Randall en “The Mound Builders and


the Lost Tribes: the 'Holy Stones of Newark'”, Ohio Archeological and
HistoricaI Society Publications, Vol. XVII (abril 1908). Los mormones
modernos han usado el descubrimiento de este decálogo como evidencia
de la verdad del Libro de Mormón, aparentemente sin saber que era pura
falsedad. Ver “Decalogue Uncovered in Ohio Mound”, Deseret News,
Church Section, Salt Lake City, 8 de noviembre, 1941, p. 2.
74] Nadie conoce mi historia

eligió en su lugar describir solo las peregrinaciones de dos


familias hebreas, encabezadas por Lehi e Ismael, que se
convirtieron en los fundadores de la raza americana.
Comenzó el libro centrándose en un solo héroe, Nefi, que

Emma Hale Smith


3 Los hijos rojos de Israel [75

como él estaba peculiarmente dotado por el Señor. Este


dispositivo lo lanzó suavemente a su narración y lo salvó de
morder más de lo que podía masticar.
Capítulo 4
Una obra maravillosa y un
prodigio

M
ARTIN HARRIS era un hombre de rostro
redondo y ligeramente barbudo cuyos tristes y
vacíos ojos traicionaban algo de su naturaleza
crédula. Su esposa lo consideraba un tonto y le regañaba
incesantemente por el dinero que tiraba en la biblia de oro.
Aunque apoyaba a José con obstinación, las críticas de ella le
hicieron dudar sobre la financiación de la publicación del
libro hasta que examinó las planchas por sí mismo. Las había
levantado muchas veces en su cofre de tablillas, estimando
su peso en dieciocho o veintitrés kilos, pero esto solo había
despertado su curiosidad. Cuando José se negó a abrir el
cofre, Harris insistió en ver al menos una copia de los
caracteres grabados. Los llevaría a la ciudad de New York,
dijo, a los hombres más eruditos del país. Si pudiera obtener
sus testimonios de que los caracteres eran verdaderamente
hebreos, crearía una gran sensación.
Pero los caracteres no eran hebreos, explicó José. Eran un
egipcio alterado o «reformado». Como el grabado era un
proceso tedioso, el profeta mormón nefita había elegido este
idioma en lugar del hebreo porque requería menos espacio.
La elección del egipcio para el lenguaje de las planchas fue
claramente el fruto de la lectura de José. Ethan Smith había
descrito las inscripciones indias como «registros jeroglíficos
y pinturas», y el Wayne Sentinel el 1 de junio de 1827 había
publicado un relato del descubrimiento de un manuscrito
77] Nadie conoce mi historia

mexicano en jeroglíficos, lo que se consideraba una prueba


de que originalmente los mexicanos y los egipcios «tenían
interrelaciones, y… tenían el mismo sistema de mitología».
En esta época se creía que el idioma egipcio era
indescifrable, ya que no fue hasta 1837 que la gramática
elaborada a partir de la piedra de Rosetta por el erudito
francés Champollion se publicó por primera vez en
Inglaterra. Por lo tanto, no era probable que ningún erudito
responsabilizara a José de la exactitud de sus caracteres
egipcios, especialmente porque estaban «reformados».
Eventualmente cedió a las súplicas de su secretario y le
proporcionó una hoja de caracteres.
El primer erudito que Harris visitó fue Samuel L.
Mitchell, vicepresidente del Rutgers Medical College
conocido en el país como una enciclopedia viviente. Si Harris
esperaba impresionar a alguien con pruebas documentales
de que los indios eran hermanos de los judíos, difícilmente
podría haber seleccionado a un erudito menos comprensivo.
Porque Mitchell fue uno de los pocos anticuarios de su época
que creía en la teoría ahora establecida de que los indios se
habían originado en el este de Asia1. Esta teoría ya tenía una
voluminosa aunque recóndita literatura que la apoyaba. Pero
incluso en el siglo XIX, la civilización mongola era demasiado
remota para la mayoría de los americanos como para que la
idea fuera ampliamente aceptada. Los yanquis solo conocían
el estereotipo del mandarín chino, de ojos almendrados, piel
amarilla y vestido con sedas bordadas, una figura que no se
parecía en nada a la del indio de color cobre, vestido con piel

1Ver su artículo «The Original Inhabitants of America Shown to Be of the


Same Family with Those of Asia», American Antiquarian Society
Transactions, Vol.1 (1820). Véase también The American Aborigines, ed.
D. Jenness (1933).
4 Una obra maravillosa [78
y un prodigio

de ciervo y sucio, que amenazaba a los puestos avanzados a


lo largo de la frontera.
Aunque Mitchell no le dio ninguna satisfacción a Harris,
lo dirigió a Charles Anthon, profesor de griego y latín en el
Columbia College. Exactamente lo que ocurrió en esta
entrevista es uno de los pequeños enigmas que enfrenta el
estudiante de documentos mormones. Anthon escribió más
tarde que el documento «consistía en todo tipo de caracteres
torcidos dispuestos en columnas, y evidentemente había sido
preparado por alguna persona que tenía ante él en ese
momento un libro que contenía varios alfabetos. Las letras
griegas y hebreas, las cruces y florituras, las letras romanas
invertidas o colocadas de lado, estaban dispuestas en
columnas perpendiculares, y el conjunto terminaba en una
ruda delineación de un círculo dividido en varios
compartimentos, adornado con varias marcas extrañas, y
evidentemente copiado del calendario mexicano de
Humboldt, pero copiado de tal manera que no traicionara la
fuente de la que se derivaba». Pero el único papel —o parte
de él— que Martin Harris conservó no encaja con esta
descripción. (Ver corte.)
Cuando Harris regresó, se corrió la voz de que Anthon
había declarado que los personajes eran taquigrafía antigua
egipcia. Eventualmente el erudito se enteró de que su
nombre estaba siendo usado para anunciar el Libro de
Mormón y escribió una violenta negación. «Toda la historia
de que yo pronuncié la inscripción mormona como
“jeroglíficos egipcios reformados” es perfectamente falsa».
En la entrevista se convenció de que toda la historia de la
79] Nadie conoce mi historia

Caracteres que supuestamente se copiaron de las planchas de


oro

biblia de oro era «un engaño para los eruditos» o «un plan
para estafar al agricultor2».
Sin embargo, Harris volvió a casa dispuesto a arriesgar su
granja de diez mil dólares para financiar el Libro de
Mormón, y su relato de la entrevista sugiere por qué. Le dijo
a José que Anthon había declarado los caracteres como
egipcios, caldeos, asirios y árabes, y que había dado esta
opinión por escrito. Luego, al sentir curiosidad por el papel,
le pidió a Harris todos los detalles. Después de escuchar la

2Ver la carta de Anthon a E. D. Howe, 17 de febrero de 1834.


Mormonism Unvailed, pp. 270-2.
4 Una obra maravillosa [80
y un prodigio

historia del ángel y las planchas de oro, destrozó su propia


declaración con disgusto. Pero cuando estaban a punto de
separarse, el erudito sugirió que le trajeran las planchas para
su traducción. Esto estaba prohibido, le dijo Harris, y añadió
que parte del registro estaba sellado. A lo que Anthon
respondió en breve: «No puedo leer un libro sellado».
Cuando José escuchó a Harris hasta el final, hojeó el
Antiguo Testamento hasta el capítulo 29 de Isaías y le leyó
los versículos 11 y 12: «Y os será toda visión como palabras
de libro sellado, el cual darán al que sabe leer y le dirán: Lee
ahora esto, y él dirá: No puedo, porque está sellado. Y si se
da el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto, él
dirá: No sé leer». Harris estaba abrumado; ¡había cumplido
una profecía!
José aparentemente sintió que sus caracteres egipcios
reformados fueron un éxito, ya que permitió que fueran
usados más tarde en una pequeña y audaz circular
anunciando el Libro de Mormón3. Y Martin se convirtió en el
perfecto creyente. «Dijo que no tenía más dudas de la
comisión de Smith que de la comisión divina de los
apóstoles», escribió J. A. Clark, que lo conoció en estos años.
«El hecho mismo de que Smith fuera un hombre
desconocido y analfabeto mostraba que debía actuar bajo el
impulso divino: “Dios había elegido las cosas tontas del
mundo para confundir a los sabios, y las cosas débiles para
confundir a los poderosos”... estaba decidido a que el libro se
publicara, aunque consumiera toda su riqueza mundana4».
De ahí en adelante fue el campeón de José, y su bolsillo

3Al menos una copia aún existe, en posesión del historiador de la iglesia
en Salt Lake City.
4 Gleanings by the Way (Philadelphia, 1842), p. 230.
81] Nadie conoce mi historia

liberal se convirtió en la piedra angular de una nueva


religión.

EN abril de 1828 Harris se trasladó a Harmony esperando


relevar a Emma de la tarea de tomar el dictado de José. La
Sra. Harris, frenética ahora por el hecho de que su marido
regalara su modesta fortuna, insistió en ir con él. Ella declaró
rotundamente, según la madre de José, que «su objetivo al
venir era ver las planchas, y que nunca se iría hasta que lo
hubiera logrado».
José era desesperadamente pobre, Emma estaba
embarazada, y la llegada de la sombría y decidida mujer a la
que no podían permitirse ofender debe haber hecho horrible
la quincena que se quedó. Porque saqueó todos los rincones
y armarios de la casa, acosó a familiares y vecinos, e incluso
buscó en el bosque signos de tierra recién cavada. Con una
mezcla de engatusamiento y maldiciones, Harris finalmente
la persuadió para que volviera a casa, y luego, retomando lo
que Emma había dejado, comenzó a escribir la historia del
Libro del Mormón.
Una manta arrojada por encima de una cuerda dividía la
habitación donde trabajaban. A un lado estaba José mirando
sus piedras, y al otro estaba Harris escribiendo en una mesa.
José advirtió a su amanuense que la ira de Dios le golpearía
si se atrevía a examinar las planchas o a mirarlo mientras
traducía. Harris nunca traicionó su confianza, aunque una
vez admitió que trató de engañar a José sustituyendo una
piedra ordinaria por la piedra de vidente5.
Trabajaron juntos durante dos meses. El progreso fue
dolorosamente lento, menos de dos páginas al día, ya que

5 Véase el resumen del sermón de Harris en Salt Lake City, 4 de


septiembre de 1870, Historical Record, Vol. VI, p. 216.
4 Una obra maravillosa [82
y un prodigio

durante este período solo se completaron 116 páginas (de


aproximadamente 43 por 35 cm), incluido lo que Emma
había escrito durante el invierno. A pesar de su facilidad en
la sociedad de debates local, José aún no había aprendido a
escribir. Además, sus frases tenían que ser compuestas
correctamente, ya que Harris creía que la traducción era
automática, y la revisión era por lo tanto impensable.
Pero ninguno de los secretarios de José conocía los
rudimentos de la puntuación, y cuando el manuscrito
finalmente se imprimió apenas había una letra mayúscula,
una coma o un punto en el conjunto. Los tipógrafos
separaron las cláusulas como consideraron oportuno, con el
resultado de que de las primeras doscientas frases, ciento
cuarenta empezaban con «Y».
A mediados de junio Harris se cansó de tomar dictados y
rogó que se llevara las primeras 116 páginas del manuscrito a
Palmyra para enseñárselas a su esposa. Esto al principio José
lo prohibió rotundamente. Pero a medida que se acercaba el
confinamiento de Emma, se volvió menos inflexible, y
finalmente cedió. Fue un grave error estratégico, ya que Lucy
Harris robó rápidamente el manuscrito de su marido, y ni las
súplicas ni los golpes pudieron hacerla divulgar su escondite.
Durante algunas semanas José estuvo demasiado
preocupado para preguntarse por qué Harris no regresaba.
El hijo de Emma murió al nacer, y durante los quince días
posteriores José estaba desesperado por perder también a su
esposa. Con la recuperación de ella, sin embargo, comenzó a
sentirse inquieto por el largo retraso de Martin. Emma, que
ya había llegado a aceptar el Libro de Mormón con plena fe y
estaba ansiosa por que se publicara, le rogó que volviera a
Manchester para recuperar el precioso documento.
83] Nadie conoce mi historia

Lucy Smith escribió que cuando José se enfrentó a su


escribiente, Martin Harris confesó su locura, gritando con
amargo remordimiento: «¡He perdido mi alma; he perdido
mi alma!».
«Oh, Dios mío», gritó José. «¡Todo está perdido! ¿Qué
debo hacer?». Lloró y gimió, y caminó por el suelo
continuamente, y después de un rato le dijo a Harris que
volviera y buscara una vez más.
«No», respondió, «todo es en vano, porque he arrancado
camas y almohadas, y sé que no está ahí».
«Entonces debo volver con mi esposa con un cuento como
este», gritó José. «No me atrevo a hacerlo, no sea que deba
matarla de inmediato. ¿Y cómo me presentaré ante el Señor?
¿De qué reprimenda no seré digno ante el ángel del
Altísimo?».
Desesperado se dio cuenta de que era imposible para él
reproducir la historia exactamente, y que volverla a dictar
sería invitar a comparaciones devastadoras. La esposa de
Harris lo provocaba: «Si esta es una comunicación divina, el
mismo ser que te la reveló puede reemplazarla fácilmente6».
Al parecer, ella había destruido el manuscrito, ya que
nunca ha reaparecido. Pero durante semanas José se retorció
de reproches por su insensatez. Admitir que toda la historia
de las planchas de oro era un mero producto de su sueño
sería destruir la fe de Emma en él para siempre. Significaría
el fin del patrocinio de Harris y el desprecio imperecedero de
su suegro, del que probablemente tendría que depender para
vivir. La familia de su padre contaba con la venta del Libro
de Mormón para evitar la ejecución de la hipoteca de su

6 Ver Lucy Smith: Biographical Sketches, pp. 121 ff., y J. A. Clark:


Gleanings by the Way, p. 247.
4 Una obra maravillosa [84
y un prodigio

granja, ya que no tenían dinero para el pago final. Un


abandono de la fantasía que él había creado era imposible.
En algún momento de julio vio la solución. Al igual que
Jemima Wilkinson, simplemente le pedía al Señor una
«revelación» que lo liberara de sus dificultades. Con lo cual
miró en el Urim y Tumim y recibió dos largas
comunicaciones, que decían en parte: «Las obras, los
designios y los propósitos de Dios no se pueden ser frustrar,
ni tampoco pueden reducirse a la nada. Porque Dios no
camina por senderos torcidos… Recuerda, recuerda, que no
es la obra de Dios la que se frustra, sino la obra de los
hombres… He aquí que tú eres José, y fuiste elegido para
hacer la obra del Señor, pero caerás a causa de tu
transgresión, si no estás prevenido... Sin embargo, mi obra
avanzará».
Las revelaciones prohibieron entonces a José retraducir la
primera parte de las planchas porque el diablo quería
frustrar la publicación del libro y se encargaría de que la
versión robada se publicara en forma alterada. Sin embargo,
en su ilimitada sabiduría, el Señor había previsto esta
contingencia y había proporcionado un conjunto de
pequeñas planchas, llamadas las planchas de Nefi, que
cubrían exactamente el mismo período de la historia india
que el manuscrito perdido. Este registro era principalmente
historia religiosa, en contraste con la primera versión, que
había sido en gran parte política. Una vez que lo había
traducido, podía volver a las antiguas planchas y continuar,
presumiblemente desde la página 1177.

7 Las revelaciones fueron publicadas por primera vez en el Libro de los


Mandamientos (Independence, Missouri, 1833). Las ediciones
posteriores, con el título de Doctrina y convenios, no estaban ordenadas
cronológicamente y no colocaron estas revelaciones en primer lugar.
85] Nadie conoce mi historia

Aunque puede que no haya sentido su significado, éstas,


las primeras revelaciones de José, marcaron un punto de
inflexión en su vida. Porque cambiaron el Libro de Mormón
de lo que podría haber sido una mera especulación ingeniosa
a un libro genuinamente religioso.
Martin Harris, que nunca había dejado de considerar el
registro de oro como «una obra maravillosa y un prodigio»,
aceptó las revelaciones, y su fe pudo haber hecho que José se
diera cuenta de lo que antes había percibido débilmente, que
tenía a su alcance los comienzos de una iglesia. En adelante
Dios estaba inextricablemente ligado al libro, y para cuando
se terminó, once meses después, los planes para la
organización de esta iglesia ya se estaban cristalizando en la
mente de José. Su audaz prefacio, usado solo en la primera
edición, fue diseñado para frustrar cualquier intento de Lucy
Harris de usar el manuscrito robado. Demostró que para el
verano de 1829 su asociación con el Señor ya era definitiva:
AL LECTOR:
Como han circulado muchos informes falsos con respecto a la
siguiente obra, y también muchas medidas ilegales tomadas por
personas malintencionadas para destruirme, y también la obra, os
informo que traduje, por el don y el poder de Dios, e hice escribir,
ciento dieciséis páginas, las que tomé del Libro de Lehi, que era un
relato abreviado de las planchas de Lehi, de la mano de Mormón;
que decía que alguna persona o personas me han robado y
ocultado, a pesar de mis esfuerzos por recuperarlo de nuevo, y que
el Señor me ordenó que no lo tradujera de nuevo, porque Satanás
había puesto en sus corazones el tentar al Señor su Dios, alterando
las palabras, que leyeron contrariamente a lo que yo había
traducido y hecho escribir; y si yo volviera a traer las mismas
palabras, o, en otras palabras, si las tradujera de nuevo,
publicarían lo que habían robado, y Satanás despertaría los
corazones de esta generación, para que no recibieran esta obra:
pero he aquí que el Señor me dijo: No permitiré que Satanás
4 Una obra maravillosa [86
y un prodigio

cumpla su malvado designio en esta cosa; por lo tanto, traduciréis


de las planchas de Nefi, hasta que lleguéis a lo que habéis
traducido, que habéis retenido; y he aquí que lo publicaréis como
el registro de Nefi; y así confundiré a los que han alterado mis
palabras. No permitiré que destruyan mi obra; sí, les mostraré que
mi sabiduría es mayor que la astucia del diablo. Por lo tanto, para
ser obediente a los mandamientos de Dios, he cumplido, por su
gracia y misericordia, lo que me ha ordenado respecto a esto.
También quiero informaros que las planchas de las que se ha
hablado fueron encontradas en el municipio de Manchester,
condado de Ontario, New York.
EL AUTOR
Cuando el padre de José lo visitó en febrero de 1829, el
joven dio una revelación a su favor con toda la confianza de
un profeta del Antiguo Testamento:
Ahora, he aquí que una obra maravillosa está a punto de surgir
entre los hijos de los hombres. Por tanto, vosotros que os
embarcáis en el servicio de Dios, servidle con todo vuestro
corazón, fuerza, mente y vigor, para que podáis permanecer
irreprochables ante Dios en el último día. Por tanto, si queréis
servir a Dios, se os llama a la obra, porque he aquí que el campo ya
está blanco para la cosecha, y he aquí que el que mete su hoz con
su fuerza, guarda lo que no perece, sino que trae salvación a su
alma; y la fe, la esperanza, la caridad y el amor, con un solo ojo
para la gloria de Dios, le capacitan para la obra. Recordad la fe, la
virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la bondad
fraternal, la piedad, la caridad, la humildad, la diligencia. Pedid y
recibiréis, llamad y se os abrirá. Amén.
Este mosaico de extractos de Isaías, San Juan, Apocalipsis
y San Mateo tenía el anillo de divinidad8. El padre creía que
Dios en verdad hablaba a través de su hijo, y José Smith
había ganado otro converso, el primero que permanecería
fiel a la iglesia de por vida. A partir de entonces José recibió

8 Cf. Isaías xxix:14, Juan iv:35, Apocalipsis xiv:15, Mateo vii:7.


87] Nadie conoce mi historia

revelaciones libremente para sus hermanos, secretarios y


amigos. La revelación para Martin Harris marcó su
arrogancia y sus interminables demandas para ver las
planchas, pero le prometió significativamente que si se
humillaba se le permitiría más tarde ver el registro de oro
junto con otros dos testigos.
En años posteriores José describió el espíritu de
revelación como «inteligencia pura» fluyendo en él. «Puede
que os dé repentinas pinceladas de ideas», dijo, «de modo
que al notarlo, podáis encontrarlas cumplidas el mismo día o
pronto; (es decir) aquellas cosas que fueron presentadas a
vuestras mentes por el Espíritu de Dios, llegarán a suceder9».
Un proceso tan poco espectacular debe haber decepcionado a
sus interrogadores, ya que lo que estaba describiendo era
simplemente su propio espíritu alerta, intuitivo y creativo.
No se sabe exactamente cuándo regresó Martin Harris a
Harmony para empezar a escribir la traducción de las
«planchas de Nefi», pero fue en algún momento del invierno
de 1828-9. José se sumergió ahora en la historia con
facilidad, ya que tenía detrás de él no solo la práctica anterior
de dictar sino también un fructífero período de reflexión.
Había pasado más de un año desde que afirmó por primera
vez que había desenterrado las planchas, y probablemente
tenía el plan del libro elaborado en su mente con
considerable detalle. Sin embargo, al escribir la primera
parte del libro, su reserva literaria se agotó con frecuencia.
Cuando esto ocurría, simplemente hacía que sus profetas
nefitas citaran la Biblia. Así, unas veinticinco mil palabras
del Libro de Mormón consistían en pasajes del Antiguo
Testamento, principalmente los capítulos de Isaías

9 History of the Church, Vol. III, p. 381.


4 Una obra maravillosa [88
y un prodigio

mencionados en la obra de Ethan Smith, View of the


Hebrews, y unas dos mil palabras más fueron tomadas del
Nuevo Testamento.
José hizo pequeños cambios en estos extractos bíblicos, ya
que parece que se le ocurrió que los lectores se preguntarían
cómo un antiguo profeta americano podía usar el texto
exacto de la Biblia del Rey Jacobo. Pero tuvo cuidado de
modificar principalmente las interpolaciones en cursiva
insertadas por eufonía y claridad por los eruditos del Rey
Jacobo; el texto sagrado sin cursivas usualmente lo dejaba
intacto.
En sus primeros capítulos José tomó prestado de sus
propias tradiciones familiares. Su madre durante muchos
años había atesorado los detalles de varios de los sueños de
su marido, y uno de ellos el joven incorporó al por mayor en
su narración. Lehi, padre del héroe Nefi, fue creado para
tener una visión que era paralela al sueño del padre de José
con todo detalle10.

La visión de Lehi Sueño de Joseph Smith, Sr.


(Libro de Mormón (1830), pp. (Lucy Smith: Biographical
18-20) Sketches, pp. 58-9.)
…me pareció ver un desierto Pensé que estaba viajando en
oscuro y lúgubre… un campo abierto y desolado,
que parecía muy estéril…

10 Ver el cuadro comparativo en esta página. (Un préstamo al revés es


poco probable, ya que este fue solo uno de los seis sueños que Lucy
recordó en detalle y que probablemente había contado y vuelto a contar a
lo largo de los años).
89] Nadie conoce mi historia

Contemplé un árbol, cuyo …un árbol, como nunca había


fruto era deseable, para hacer visto antes… Lo encontré
a uno feliz... el más dulce, por delicioso más allá de toda
sobre todo aquel que había descripción. Mientras comía,
probado antes… Empecé a dije en mi corazón: «No puedo
desear que mi familia comer esto solo, debo traer a
participara en él también… mi esposa e hijos»...
Y vi una vara de hierro que se Contemplé un hermoso arroyo
extendía a lo largo de la orilla de agua, que corría de este a
del río, y que llevaba al árbol… oeste… Pude ver una cuerda
que corría a lo largo de su
orilla…
… un edificio grande y Vi un edificio espacioso... lleno
espacioso… lleno de gente, de gente, que estaba muy bien
tanto ancianos como jóvenes, vestida. Cuando estas
tanto hombres como mujeres; personas nos observaron en la
y su manera de vestir era muy parte baja del valle, bajo el
fina, y estaban en la actitud de árbol, nos señalaron el dedo
burlarse y señalar con el dedo de desprecio.
a los que habían llegado, y
participaban del fruto.

Al principio de la escritura José atacó vigorosamente a la


Iglesia católica. El profeta Nefi tuvo una visión en la que
predijo el estado de Norteamérica en los últimos días.
Entonces, dijo, el azote de la tierra sería «esa grande y
abominable iglesia... la ramera de toda la tierra... cuyo
fundamento es el diablo». Nefi se burló de la versión católica
de la Biblia como si se hubieran borrado muchas «cosas
simples y preciosas», y acusó a los sacerdotes de desear «oro,
plata, sedas, escarlatas, lino fino, ropa preciosa y
prostitutas».
Este ataque debe haber complacido a Martin Harris, ya
que el primer sentimiento anticatólico estaba empezando a
surgir en el oeste de New York. Antes de 1816 no había
habido católicos en esta área; pero el Canal de Erie había
traído un tremendo influjo de mano de obra irlandesa.
Aterrizando sin dinero en la ciudad de New York, los
4 Una obra maravillosa [90
y un prodigio

«extranjeros» habían subido por cientos al Hudson para


trabajar en la gran zanja. Sus sacerdotes los habían seguido,
y las agujas de la iglesia católica se habían elevado
sucesivamente hacia el oeste: Albany, Ginebra, Rochester,
Buffalo.
Pasarían algunos años antes de que el frenesí nativista11
que llevó a la quema de conventos en New York y Boston
llegara a su punto máximo, pero ya en 1828 Josiah Priest,
publicando en Albany, llamaba a la iglesia católica
«Babilonia la Grande». Rochester, al lado de Palmyra,
ampolló a la iglesia romana en cada oportunidad, y el
Rochester Observer la llamó «la Bestia» y «la madre de las
abominaciones». Cuando los propietarios católicos de
diligencias se negaron a abolir los correos dominicales a
petición de los propietarios protestantes, el Rochester Album
publicó el 29 de febrero de 1828 una carta obviamente
falsificada con la firma del papa Leo XII:
A los ancianos electos de Rochester:
Debéis tomar los medios de transporte público en vuestras
manos. No debéis tratar en absoluto con los incrédulos; y si
murmuran de vuestras acciones, enviadnos sus nombres, y
usaremos nuestro santo potro, nuestros tornillos, nuestro lecho de
hierro y muchos otros argumentos, con los que sin duda les
convenceremos de sus malditas herejías12...
Martin Harris había hecho su primera visita a Harmony
quince días después de este alboroto y puede que haya traído
noticias de ello a José Smith, ya que la dicción del

11 NdT: Este artículo define el nativismo.


12F. J. Zwierlein: Life and Letters of Bishop McQuaid, prefaced with a
History of Catholic Rochester (Louvain, 1925), p. 27. Cf. Libro de
Mormón, pp. 28, 32. Ver también Josiah Priest: A View of the Expected
Christian Millennium (Albany 5828).
91] Nadie conoce mi historia

anticatolicismo en el Libro de Mormón tenía el mismo sabor


que el pseudoencíclica: «Y sucedió», dijo Nefi, «que vi entre
las naciones de los gentiles, la fundación de una gran iglesia.
Y el ángel me dijo: “He aquí el fundamento de una iglesia,
que es más abominable que todas las demás, que mata a los
santos de Dios, sí, y los tortura y los ata, les pone un yugo de
hierro y los lleva en cautiverio”».

EN abril de 1829 Martin Harris fue reemplazado por un


nuevo secretario. Se trataba de Oliver Cowdery, un joven
maestro de escuela de Palmyra que había estado hospedado
con la familia Smith. Vino a Harmony con el hermano menor
de José, Samuel, que llevaba la melancólica noticia de que
Joseph, Sr., y Lucy Smith habían sido expulsados de su casa
y granja y obligados a mudarse con Hyrum. La noticia picó a
José con una furia de impaciencia. Sabía que debía terminar
el Libro de Mormón lo más rápido posible.
Cowdery se había sentido atraído por la cálida amabilidad
de la familia Smith, y las ricas historias dramáticas de Lucy
sobre la biblia dorada ya lo habían convertido. José vio
inmediatamente su superioridad sobre Martin Harris. El
maestro de escuela, un joven amable y sin humor con poca
educación pero con cierto talento para la escritura, tenía
veintidós años, un año menos que José. Se dejó llevar tanto
por la atractiva confianza de José y las estupendas
implicaciones de su registro de oro por lo que empezó a
tomar dictados de inmediato.
«Estos días nunca serán olvidados», escribió Cowdery
más tarde. «Sentarse bajo el sonido de una voz dictada por la
inspiración del cielo despertó la mayor gratitud de este
pecho». Pero admitió en otra ocasión que a veces «tenía
temporadas de escepticismo, en las que me preguntaba
4 Una obra maravillosa [92
y un prodigio

seriamente si el profeta y yo éramos hombres sensatos


cuando traducíamos de las planchas con el “Urim y Tumim”
y sin las planchas a la vista en absoluto13».
David Whitmer, un joven granjero de Fayette, New York,
y un amigo de Cowdery, les hizo una visita y observó el
proceso de traducción con gran asombro. «José Smith», dijo,
«ponía la piedra vidente en un sombrero, y ponía su cara en
el sombrero, acercándolo a su rostro para excluir la luz; y en
la oscuridad brillaba la luz espiritual. Aparecía un trozo de
algo parecido a un pergamino, y sobre él aparecía la
escritura. Un carácter a la vez, y debajo de él estaba la
interpretación en inglés. El hermano José le leía en inglés a
Oliver Cowdery, que era su escriba principal, y cuando estaba
escrito y se repetía al hermano José para ver si era correcto,
desaparecía y aparecía otro carácter con la interpretación.
Así el Libro de Mormón fue traducido por el don y el poder
de Dios, y no por ningún poder del hombre».
Con todos los aparatos mágicos a disposición de José, el
trabajo progresó de manera tan desigual como con el
novelista común. «A veces», escribió David Whitmer,
«cuando el hermano José intentaba traducir, miraba el
sombrero en el que se colocaba la piedra, y descubría que
estaba ciego espiritualmente y no podía traducir. Nos dijo
que su mente se centraba demasiado en las cosas terrenales,
y que varias causas le hacían incapaz de proceder con la
traducción. Cuando en esta condición salía a rezar; y cuando
se hacía suficientemente humilde ante Dios, podía entonces
proceder con la traducción». Martin Harris declaró que

13Véase Latter-Day Saints Messenger and Advocate, octubre de 1834, y


Defense in a Rehearsal of My Grounds for Separating Myself from the
Latter-Day Saints (Norton, Ohio, 1839). Este último fue escrito después
de la excomunión de Cowdery en 1838.
93] Nadie conoce mi historia

cuando José se cansaba de traducir, salía y se ejercitaba


tirando piedras al río14.
Comparado con el ritmo de caracol con el que se habían
escrito las 116 páginas perdidas, la velocidad con la que José
dictaba ahora a Cowdery era fenomenal. Comenzaron a
trabajar juntos el 7 de abril de 1829, y el manuscrito de
275.000 palabras se terminó la primera semana de julio. Los
mormones han mantenido que el volumen fue escrito en
setenta y cinco días hábiles. Esto significaría un promedio de
3.700 palabras al día, si se incluyen las 27.000 palabras que
citó directamente de la Biblia. Este logro, se ha dicho, «fue
mucho más allá de su capacidad natural para conseguirlo15».
Sin embargo, está claro que Martin Harris escribió parte
de la nueva versión antes de que Cowdery lo reemplazara, ya
que en marzo de 1829 José tuvo una revelación para Harris
que decía en parte: «... cuando hayas traducido unas pocas
páginas más, te detendrás por una temporada…». Harris
pudo haber estado tomando el dictado hasta cuatro meses, y
en años posteriores afirmó que había sido escribiente
durante casi un tercio del Libro de Mormón publicado16. El
hecho de que las primeras páginas de ambos manuscritos

14Ver David Whitmer: Address to All Believers in Christ (Richmond,


Missouri, 1887), pp. 12, 30; y Historical Record, Vol. VI, p. 216.
15Ver Francis W. Kirkham: «The Writing of the Book of Mormon»,
Improvement Era, Junio 1941, pp. 34x ff.
16Véase Doctrina y convenios (Salt Lake City, 1921), sección 5, versículo
30; y una carta de Simon Smith a José Smith, hijo del profeta, fechada en
Bristol, Inglaterra, el 29 de diciembre de 1880. Simon Smith informó de
una entrevista con Harris en Utah. Esta carta se encuentra en la
biblioteca de la Iglesia Reorganizada.
4 Una obra maravillosa [94
y un prodigio

estén en la mano de Cowdery puede indicar simplemente que


copió el texto de Harris17.
No hay duda, sin embargo, de que José había desarrollado
una notable facilidad para el dictado. La velocidad no estaba
«más allá de su habilidad natural»; era una prueba de su
habilidad. Despreciar su talento creativo es hacerle una
injusticia tan grande como decir que no tenía educación —
una tesis mormona favorita diseñada para probar la
autenticidad del libro—.
Su talento, es cierto, no era excepcional, ya que su libro
carecía de sutileza, ingenio y estilo. Era principalmente un
narrador de cuentos y un predicador. Sus personajes eran
pálidos, estereotipos sin humor; los profetas siempre fueron
santos, y en tres mil años de historia no se hizo hablar ni a
una sola ramera. Pero empezó el libro con un asesinato de
primera clase, añadió asesinatos, y apiló batallas por
montones. Hubo mucho derramamiento de sangre y
matanzas para compensar la falta de alegría y las cosas de la
humanidad.
Muchas historias las tomó prestadas de la Biblia. La hija
de Jared, como Salomé, bailó ante un rey y le siguió una
decapitación. Aminadí, como Daniel, descifró la escritura en
una pared, y Alma se convirtió a la manera exacta de san
Pablo. Las hijas de los lamanitas fueron secuestradas como
las bailarinas de Silo; y Amón, la contraparte americana de

17 Originalmente había dos manuscritos del Libro de Mormón, el


segundo copiado por Cowdery del primero. Uno fue colocado en la piedra
angular de la Casa de Nauvoo y destruido por agua filtrada, excepto por
unas pocas páginas, algunas de las cuales están en la biblioteca de la
iglesia en Salt Lake City. La otra copia fue preservada intacta por Oliver
Cowdery y David Whitmer y ahora está en posesión de la Iglesia
Reorganizada.
95] Nadie conoce mi historia

David, por falta de un Goliat mató a seis ladrones de ovejas


con su honda.
El libro mejoró en el tempo a medida que fue escrito;
hubo menos sermones y más aventuras. Pero el estilo de la
prosa fue desafortunado. Las frases de José estaban sueltas,
como los segmentos de una lombriz de tierra cortada que se
arrastran vivos y enteros. Las innumerables repeticiones que
empantanaban la narración fueron las principales
responsables de la exclamación de Mark Twain de que el
libro era «cloroformo en papel». La frase «y sucedió»
aparece al menos dos mil veces.
La última mitad del libro, sin embargo, poseía una
intensidad dramática totalmente ausente en la primera
mitad. Mientras que la primera parte no tenía sabor político
excepto por referencias casuales a América como «la tierra
de la libertad» y descripciones de elecciones democráticas
entre los nefitas, el resto estaba cargado de un espíritu de
cruzada que provenía directamente del mayor misterio de
asesinato que jamás haya conmovido al estado de New York.
En 1827 no había monárquicos ni dictadores que
amenazaran la democracia americana, ni invasores en la
frontera. Sin embargo, el país fue tomado por un temor
rápidamente extendido de que la República estaba en
peligro. El terror comenzó en el oeste de New York en
septiembre de 1826, cuando apenas se había concebido el
Libro de Mormón, y se extendió a ocho estados antes de que
el libro llegara a la prensa a finales de 1829.
En Batavia, en el camino a Buffalo, una imprenta fue
quemada y su dueño golpeado por un grupo de hombres
enmascarados. En la oficina de prensa había nuevas pruebas
de un libro nuevo, una exposición de los ritos y juramentos
secretos de la masonería. El autor, William Morgan, fue
4 Una obra maravillosa [96
y un prodigio

secuestrado unos días después y llevado a Canandaigua, a


catorce kilómetros y medio de la casa de José Smith, para un
simulacro de juicio. Luego fue llevado en secreto a Fort
Niagara en la frontera canadiense, donde desapareció.
Cinco prominentes masones de Canandaigua fueron
juzgados por su asesinato en enero de 1827. Toda la campiña
se mudó para escuchar los procedimientos. Cuando tres
fueron absueltos y los otros dos recibieron sentencias de
menos de un año, el público se sintió engañado. Se
celebraron más juicios en febrero, y la antimasonería se
extendió con cada absolución. Morgan y los masones se
convirtieron en el tema de conversación en el campo y la
taberna. Suicidios antiguos, enterrados y olvidados por todos
excepto por los forenses que se sentaron sobre ellos, fueron
rastrillados en todos sus detalles escabrosos y se encontró
que los masones los habían asesinado a todos. Los cráneos,
se decía, servían como jarras de cerveza en las logias.
Las iglesias despidieron a los pastores que no
renunciaban a la masonería, y a los diáconos que no
renunciaban a su membresía se les prohibió el sacramento.
Los políticos anti Jackson vieron en la fiebre creciente la
creación de un partido político. Aunque los periódicos de
Palmyra mantuvieron una cierta objetividad durante un
tiempo, ésta finalmente se rompió y la logia local se vio
obligada a disolverse.
En octubre de 1827 un cadáver hinchado fue arrastrado a
la orilla del lago Ontario. Apenas se había plantado el césped
en la tumba cuando alguien sugirió que el cadáver era de
Morgan. «Por lo tanto, todo el país», escribió un observador,
97] Nadie conoce mi historia

«sonó con la exclamación, “¡Se encontró a Morgan18!”». La


Sra. Morgan no tenía absolutamente ninguna duda sobre la
identidad del cuerpo, creyendo que era el de su marido. Solo
quedaba una dificultad y era una mera nimiedad: no había ni
una sola prenda de las ropas encontradas sobre el difunto
que perteneciera a Morgan. Como se acercaba una elección,
el espectáculo fúnebre se retrasó hasta poco antes de la
votación. Entonces cientos de miles de personas llegaron a
Batavia para unirse a las exequias del gran mártir masónico.
Los masones encontraron ahora en Canadá pruebas de
que el cadáver no era el de Morgan sino el de Timothy
Monroe, que se había ahogado unas semanas antes. Por
segunda vez el cuerpo fue desenterrado, y la Sra. Monroe lo
identificó positivamente19.
En 1828 continuaron los nuevos juicios. Los alguaciles
que eligieron los jurados y los jueces que dictaron sentencia
fueron acusados de ser masones. Los periódicos que se
negaron a denunciar la masonería fueron atacados por
prostituir el derecho divino a la libertad de expresión. Los
profesores antimasónicos de la masonería en Mountebank
viajaron por todo el país dando exhibiciones de ceremonias
masónicas, haciendo que sus audiencias se convirtieran a un
odio delirante.
Los demócratas se horrorizaron al contar diecinueve
convenciones antimasónicas en doce meses y comenzaron a

18Ver William L. Stone: Letters on Masonry and Anti Masonry (New


York, 1832), pp. 228, 287 8; Proceedings of the U. S. Anti Masonic
Convention, celebrada en Philadelphia, 11 de setiembre de 1830; y los
archivos del Wayne Sentinel, 1827-30.
19¿Es posible que José Smith combinara las primeras sílabas de Morgan
y Monroe para acuñar el nombre «Mormón»? Para la propia definición
de «mormón» de José en años posteriores, véase más adelante el
Capítulo 19.
4 Una obra maravillosa [98
y un prodigio

preguntarse si podrían perder la elección porque su amado


Andrew Jackson era un masón de alto rango. La masonería
estaba siendo denunciada en todas partes como una
amenaza al libre gobierno, una camarilla secreta trabajando
insidiosamente en las posiciones claves del estado para
regular toda la maquinaria de la República.
Así que sucedió que José Smith estaba escribiendo el
Libro de Mormón en medio de una cruzada política que le
dio a la ciudad de New York, hasta entonces políticamente
estancada y socialmente desclasada, un cierto prestigio y
gloria. Y rápidamente introdujo en el libro el tema de la
banda de Gadiantón, una sociedad secreta cuyos juramentos
de protección fraternal guardaban un paralelismo con los
juramentos masónicos, y cuyo objetivo declarado era el
derrocamiento del gobierno democrático nefita.
«Y sucedió que tenían sus signos», escribió, «sí, sus
signos secretos, y sus palabras secretas; y esto para que
pudieran distinguir a un hermano que había entrado en el
pacto, para que cualquier maldad que su hermano hiciera, no
fuera dañada por su hermano, ni por aquellos que
pertenecían a su banda, que habían tomado este pacto; y así
podrían asesinar, saquear, robar, prostituirse y hacer toda
clase de maldades, contrarias a las leyes de su país y también
a las leyes de su Dios…».
Como los masones, los gadiantones afirmaban que
obtenían sus secretos de Tubal Caín. Aburridos desde dentro,
se volvieron lo suficientemente poderosos como para
provocar el asesinato en diferentes momentos de cuatro
jueces principales, gobernantes democráticos del pueblo
nefita. Fortalecidos por los disidentes de la iglesia nefita,
vivieron en la anarquía entre las montañas, descendiendo en
redadas periódicas hasta que el propio gobierno fue
99] Nadie conoce mi historia

derrocado y la tierra de la libertad fue gobernada por la


tiranía. Al final, la masonería de Gadiantón se hizo tan
poderosa que precipitó la guerra de exterminio librada cerca
de la colina de Cumorah.
Antes de enterrar las planchas de oro, Moroni, el último
de los nefitas, grabó una solemne advertencia a los gentiles
de 1830: «… y cualquier nación que sostenga tales
combinaciones secretas, para obtener poder y ganancia,
hasta que se extiendan sobre la nación, he aquí que serán
destruidos, porque el Señor no permitirá que la sangre de sus
santos, que será derramada por ellos, clame siempre a él
desde la tierra por venganza sobre ellos, y sin embargo no los
vengará; por lo tanto, 0 vosotros, gentiles, es sabiduría en
Dios que estas cosas os sean mostradas, para que de esta
manera os arrepintáis de vuestros pecados y no permitáis
4 Una obra maravillosa [100
y un prodigio

que estas combinaciones asesinas se eleven por encima de


vosotros20».

20 El Libro de Mormón (1830), pp. 424, 554. Hay buena evidencia de que
José Smith estaba familiarizado con la literatura masónica incluso antes
del asesinato de William Morgan. El profesor J. H. Adamson de la
Universidad de Utah ha analizado en detalle el uso que hizo Smith de las
leyendas masónicas de Enoc e Hiram Abiff, ampliamente popularizadas
en el estado de New York con la publicación en 1802 del Free Mason's
Monitor de Thomas S. Webb, y que se extendió aún más a medida que las
logias masónicas se multiplicaban. Los masones habían adoptado la
antigua figura cabalística de Enoc hijo de Jared, de quien se decía que
había tenido una visión en la colina Moriah de una caverna que contenía
una placa dorada grabada, y un pilar de bronce que sostenía una bola de
metal con cualidades mágicas. El secreto del tesoro es descubierto por los
maestros masones que excavaban para los cimientos del templo de
Salomón. Hiram Abiff, «el hijo de la viuda», muere antes que revelar el
secreto a los hombres del mal. Los masones leales persiguen a los
asesinos de Abiff, y matan a uno de ellos con una espada mientras
duerme. Son recompensados por el rey Salomón, que pone los tesoros en
el templo, junto con los registros de bronce y el sagrado Urim y Tumim.
La adaptación de José Smith de estos mitos será obvia para cualquier
estudiante del Libro de Mormón y la historia de su escritura. Planchas de
oro grabadas, planchas de bronce, una bola mágica llamada «Liahona»,
el Urim y Tumim, y la cueva del tesoro en la colina, fueron todos
incorporados en su historia y en su libro. Estoy en deuda con la Sra.
Adamson por una copia del estudio cuidadosamente documentado de su
difunto marido, aún en manuscrito.
Capítulo 5
Testigos de Dios

E
L LIBRO DE MORMÓN fue una mutación en la
evolución de la literatura norteamericana, un
asunto curioso, a la vez estéril y potente. Aunque
no crio imitadores fuera del mormonismo y fue ignorado por
los críticos literarios, trajo varios cientos de miles de
inmigrantes a Estados Unidos en el siglo XIX. En el siglo XX
se distribuyen miles de copias cada año. Por más de cien
años los misioneros lo han anunciado en todo el mundo
como la segunda historia religiosa después de la Biblia.
Los estudiosos de la historia literaria de Estados Unidos
han seguido sin interesarse por el Libro de Mormón. Su
indiferencia es tanto más sorprendente cuanto que el libro es
uno de los primeros ejemplos de ficción fronteriza, la
primera narración larga yanqui que no debe nada a las
modas literarias inglesas. Salvo los préstamos de la Biblia del
rey Jacobo, sus fuentes son absolutamente estadounidenses.
Ningún sociólogo se ha molestado en establecer paralelismos
entre el Libro de Mormón y otros libros sagrados, como el
Corán y Ciencia y Salud, aunque todos son aparentemente
de inspiración divina y todos son una oscura mezcla de
folclore, tópicos morales, misticismo y milenarismo.
Cada credo tal vez debe tener sus libros sagrados. Y entre
esos libros, la biblia mormona es una de las más notables por
su pura pretensión. Es fácil burlarse de su estilo, y una
investigación meticulosa puede descubrir las fuentes de
todas sus ideas. Pero nada puede restarle valor al hecho de
que mucha gente la ha encontrado convincente en la historia.
102] Nadie conoce mi historia

Henry A. Wallace reconoció esto cuando dijo en 1937: «De


todos los libros religiosos norteamericanos del siglo XIX,
parece probable que el Libro de Mormón sea el más
poderoso. Llegó quizás solo al 1% del pueblo de los Estados
Unidos, pero afectó a este 1% tan poderosa y duraderamente
que todo el pueblo de los Estados Unidos se ha visto
afectado, especialmente por su contribución a la apertura de
una de nuestras grandes fronteras1».
Sin querer dar crédito a José Smith por su conocimiento o
talento, los detractores de los mormones declararon en pocos
años que el Libro de Mormón debe haber sido escrito por
alguien más, y finalmente pusieron el manto de la autoría
sobre uno de los conversos de José, Sidney Rigdon, un
predicador campbellita de Ohio. La teoría era la siguiente: El
Libro de Mormón era un plagio de un viejo manuscrito de un
tal Solomon Spaulding, que Sidney Rigdon había conseguido
de alguna manera de una imprenta en Pittsburgh. Después
de añadir mucha materia religiosa a la historia, Rigdon
determinó publicarlo como una historia recién descubierta
del indio americano. Al oír hablar del joven nigromante José
Smith, a 480 km de distancia en el estado de New York, lo
visitó en secreto y lo persuadió para que hiciera una
representación fraudulenta de su descubrimiento. Luego,
nueve meses después de la publicación del libro, los
misioneros de Smith fueron a Ohio y el pastor fingió que se
había convertido a la nueva iglesia.
Un apóstata, Philastus Hurlbut, afirmó haber descubierto
este engaño en 1833 cuando escuchó a viejos vecinos de
Spaulding decir que partes del Libro de Mormón eran
iguales al manuscrito que les habían leído veinte años antes.

1Discurso ante la Feria Nacional del Libro del New York Times, New
York Times, 5 de noviembre de 1937.
5 Testigos de Dios [103

Pero el único manuscrito de Spaulding que Hurlbut pudo


encontrar fue un fabuloso romance indio, lleno de floridos
sentimientos a un mundo de distancia de la simple y
monótona prosa y la franca narrativa de la biblia mormona.
Con el paso de los años, la «teoría Spaulding» recogió
declaraciones juradas de apoyo, como un barco hace con los
percebes, hasta que estuvo tan cargada de pruebas que el
lector casual se vio abrumado por la mera magnitud de la
acumulación. La teoría requiere un análisis cuidadoso
porque ha sido ampliamente aceptada. Sin embargo, las
pruebas documentales de ambos lados son tan pesadas que
las he relegado2 a un apéndice.
Críticos recientes que insisten en que José Smith sufría de
delirios han ignorado en el Libro de Mormón evidencia
contraria difícil de anular. Su misma coherencia desmiente
sus afirmaciones. Bernard DeVoto llamó al libro «una
fermentación de levadura, sin forma, sin rumbo, e
inconcebiblemente absurda; a la vez una parodia de todo el
pensamiento religioso norteamericano y algo más que una
parodia, una desintegración. El estro de un paranoico lo
proyectó en una nueva biblia3».
Lejos de ser el fruto de una obsesión, el Libro de Mormón
es una clave útil para el complejo y frecuentemente
desconcertante carácter de José. Porque revela claramente
en él lo que tanto las historias ortodoxas mormonas como los
testimonios hostiles le niegan: una medida de aprendizaje y
una imaginación fecunda. La iglesia mormona ha exagerado
la ignorancia de su profeta, ya que cuanto más escasos son
sus conocimientos, más divino debe ser su libro. Los no

2 Ver el Apéndice B.
3«The Centennial of Mormonism», American Mercury, Vol. XIX (1930),
p- 5.
104] Nadie conoce mi historia

mormones que intentan hacer análisis psiquiátricos se han


contentado con ponerle una etiqueta al joven y han ignorado
su mayor logro creativo porque lo encontraron aburrido. Es
aburrido, en verdad, pero no carece de forma, ni de objetivo,
ni es absurdo. Su estructura muestra un diseño elaborado, su
narrativa está hilada coherentemente, y demuestra a todas
luces una unidad de propósito. Su temática está sacada
directamente de la frontera norteamericana, de los
apasionados sermones de avivamiento, de las falacias
populares sobre el origen indio4, y de las cruzadas políticas
vigentes.
Cualquier teoría sobre el origen del Libro de Mormón que
destaque al profeta y oscurezca el escenario en el que actuó
es sin duda una distorsión. Porque el libro puede explicarse
mejor, no por la ignorancia de José ni por sus ilusiones, sino
por su respuesta a las opiniones provincianas de su tiempo.
No tenía ni la diligencia ni la constancia para dominar la
realidad, pero su mente estaba abierta a todas las influencias
intelectuales, de cualquier campo que pudieran soplar. Si su
libro es monótono hoy en día, es porque los fuegos de la
frontera hace tiempo que murieron y las preguntas
candentes que el libro respondió son cenizas.
Esto es particularmente cierto en el asunto religioso. En
los discursos de los profetas nefitas se pueden encontrar los
conflictos religiosos que dividían a las iglesias en la década
de 1820. Alexander Campbell, fundador de los discípulos de
Cristo, escribió en la primera revisión del Libro de Mormón:
«Este profeta Smith, a través de sus gafas de piedra, escribió
en las planchas de Nefi, en su Libro de Mormón, cada error y
casi cada verdad discutida en New York durante los últimos

4 NdT: como sinónimo de «amerindio».


5 Testigos de Dios [105

diez años. Resolvió todas las grandes controversias: el


bautismo de infantes, la ordenación, la trinidad, la
regeneración, el arrepentimiento, la justificación, la caída del
hombre, la expiación, la transubstanciación, el ayuno, la
penitencia, el gobierno de la iglesia, la experiencia religiosa,
el llamado al ministerio, la resurrección general, el castigo
eterno, quién puede bautizar, e incluso la cuestión de la
francmasonería, el gobierno republicano y los derechos del
hombre… Pero es más hábil en las controversias de New
York que en la geografía o la historia de Judea. Hace que
Juan bautice en el pueblo de Betábara y dice que Jesús nació
en Jerusalén5».
Si uno tiene la curiosidad de leer los sermones del libro,
se impresionará con la capacidad de José Smith para
argumentar con igual facilidad en ambos lados de un debate
teológico. El calvinismo y el arminianismo6 tenían el mismo
estatus, dependiendo de qué profeta estaba abrazando la
causa, e incluso el universalismo recibió una audiencia. El
gran ateo Korihor quedó mudo por su blasfemia, pero expuso
su caso con más elocuencia que el profeta que invocó sobre él
la ira del cielo.
La facilidad con la que se manejaron los profundos
argumentos teológicos es una prueba de la inusual
plasticidad de la mente de José. Pero esta facilidad era
completamente verbal. La esencia de las grandes verdades
espirituales y morales con las que trató tan ágilmente no
penetró en su conciencia. Si lo hubiera hecho, no habría
habido ningún libro. Conocía estas verdades tan
íntimamente como un niño brillante conoce su catecismo,

5 Millennial Harbinger, Vol. II (febrero de 1831), p. 85.


6 NdT: ver este enlace.
106] Nadie conoce mi historia

pero su uso de ellas era totalmente oportunista. La teología


del Libro de Mormón, como su antropología, era solo un
popurrí.
A medida que su historia se acercaba al final y comenzó a
pensar seriamente en la publicación, José estaba cada vez
más insatisfecho con la narrativa india tal como estaba.
Había escrito un registro de mil años, del 600 a. C. al 400 d.
C. Pero aparentemente le preocupaba la especulación
bastante extendida de que los indios habían estado en
América casi desde los días del Diluvio. Muchos pensaron
que habían emigrado en la época de la construcción de la
torre de Babel y la gran dispersión de las lenguas, y José
parece haberse dado cuenta de que si esta teoría ganara en
popularidad las afirmaciones de su libro podrían ser
despreciadas.
Los escritores argumentaban de varias maneras que los
emigrantes habían navegado en barcos, o cruzado el
Estrecho de Bering en el hielo, o atravesado el continente
hundido que se decía que había unido el Viejo Mundo con el
Nuevo. Caleb Atwater, al examinar las ruinas de Ohio en
1820, escribió que los montículos marcaban «el progreso de
la población en las primeras edades después de la dispersión,
elevándose dondequiera que llegara la posteridad de Noé7».
José puede haber recibido una introducción incompleta a
la literatura que apoya esta teoría en el libro de Ethan Smith
View of the Hebrews, que citaba varias leyendas indias
vagamente similares a la historia del gran Diluvio. En
cualquier caso, le impresionó la probabilidad de la tesis
«dispersiva», ya que en las últimas semanas de la escritura
dictó una pequeña y concisa historia de un pueblo llamado

7«Description of the Antiquities Discovered in the state of Ohio»,


Antiquarian Society Transactions, Vol. I (182o), p. 202.
5 Testigos de Dios [107

los jareditas, que adjuntó al registro nefita. Esta historia,


dijo, había sido registrada en un conjunto separado de
veinticuatro planchas de oro. Contaba la historia de Jared,
que con algunos seguidores había huido de la torre de Babel
y navegado a América alrededor del 2500 a. C. Cruzaron el
mar en ocho barcazas herméticas, construidas de tal manera
que navegaban de cualquier lado hacia arriba, con ventanas
colocadas tanto en la parte superior como en la inferior.
La preocupación de José por las piedras mágicas se
deslizó en la narración aquí como en otros lugares. Los
jareditas tenían dieciséis piedras para iluminar sus barcazas;
Dios había tocado cada una con su dedo y la había hecho
siempre luminosa. Había dado a los nefitas, por otro lado,
dos cristales con agujas en su interior que dirigían la
navegación de sus barcos.
Como el arca de Noé, las barcazas jareditas contenían
todo lo que los colonos podían necesitar en el nuevo
continente: «sus rebaños que habían reunido, macho y
hembra de todo tipo... aves del aire... peces de las aguas...
enjambres de abejas… semillas de todo tipo». Este pequeño
detalle sobre la carga, arrojado casualmente en la historia,
resolvió en parte la cuestión de cómo los animales habían
llegado a América, un problema que los hombres habían
intentado resolver durante tres siglos. Algunos creían que los
ángeles los habían llevado, otros que Dios había creado dos
Adanes y dos Edenes. Un historiador, al especular sobre si
los animales habían sido traídos en barcos o no, se quedó
perplejo por la presencia de pumas y lobos en el Mundo
Nuevo. «Si suponemos que esos primeros pueblos fueron tan
tontos como para llevar animales tan perniciosos a nuevos
países para cazarlos, no podemos seguir pensando que
108] Nadie conoce mi historia

fueron tan locos como para llevarse también muchas


especies de serpientes por el placer de matarlas después8».
José no se molestó en explicar la presencia de animales
salvajes en América, y fue descuidado en su elección de las
bestias domésticas. Hizo que los jareditas trajeran caballos,
cerdos, ovejas, ganado y asnos, cuando se sabía incluso en su
época que Colón había encontrado la tierra desprovista de
estas especies9. Cometió un error similar al hacer que los
nefitas produjeran trigo y cebada en lugar del maíz y las
patatas autóctonas.
Siempre ecléctico, José nunca agotó ninguna teoría de la
que se había apropiado. Se apoderó de un fragmento aquí y
otro allá y del extraño surtido construyó su historia. Como
hemos visto, dejó sin usar la única hipótesis que podría
haber ayudado a salvar el libro de ser tan grotesco por la
investigación arqueológica y antropológica del siglo xx. Este
descuido fue probablemente el resultado de su lectura de
View of the Hebrews que había despreciado la teoría que
exponía el origen asiático de los indios.
Dado que el antiguo hebreo era mucho más real que el
mongol contemporáneo para la gente rural del oeste de New
York, donde el Antiguo Testamento era carne y bebida y la
reunión de Israel maravillosamente inminente, el instinto de
José para ignorar la teoría asiática era sólido. Cathay era un
campo estéril para las empresas religiosas. El antiguo

8 Francisco Javier Clavijero: History of Mexico (American edition,


Richmond, Virginia, p. 111.
9 Los mormones nunca han excusado satisfactoriamente estas
inclusiones, aunque señalan los descubrimientos de pequeños caballos
prehistóricos en el Nuevo Mundo como evidencia de la verdad del Libro
de Mormón, e ignoran el hecho de que estos animales se extinguieron
mucho antes de la supuesta migración jaredita.
5 Testigos de Dios [109

Territorio del Noroeste deseaba que sus antigüedades


probaran la validez de la historia bíblica. No estaba maduro
para la arqueología y la etnología de otro siglo, que
reconstruiría las variadas civilizaciones de la América
precolombina con infinito trabajo y esmero.
Lo que José hizo para que su libro fuera históricamente
plausible mostró una considerable ingenuidad. Se esforzó en
hacer la narración cronológicamente exacta y la llenó con
predicciones de eventos que ya habían tenido lugar,
declarados como si aún estuvieran por suceder. Incluso
insertó una profecía de su propia venida, llamándose a sí
mismo «un vidente escogido» y prediciendo que su nombre
se llamaría José, según «el nombre de su padre».
De los 350 nombres hallados en el libro tomó más de cien
directamente de la Biblia. Más de otros cien eran nombres
bíblicos con ligeros cambios de ortografía o adiciones de
sílabas. Pero como en el Antiguo Testamento ningún nombre
comenzaba con las letras F, Q, W, X o Y, tuvo cuidado de no
incluir ninguno en su manuscrito.
A pesar de estos artificios era consciente de que el libro
tenía muchos defectos obvios. Para explicarlos puso una
excusa en boca de Moroni: «Y si nuestras planchas hubieran
sido lo suficientemente grandes, habríamos escrito en
hebreo; pero también hemos alterado el hebreo, y si
hubiéramos podido escribir en hebreo, no habríais tenido
ninguna imperfección en nuestro registro». Ni siquiera esto
le satisfizo porque se sintió obligado a disculparse en la
portada: «Ahora bien, si hay alguna falta, es el error de los
hombres». Esto lo repitió cerca del final del libro con una
advertencia cautelosa: «... y si hay faltas, serán las faltas del
hombre. Pero he aquí que no sabemos de ninguna falta. Sin
embargo, Dios lo sabe todo; por lo tanto, el que condena, que
110] Nadie conoce mi historia

se dé cuenta, no sea que esté en peligro del fuego del


infierno».

UN ESCRUTINIO cuidadoso del Libro de Mormón y la


legendaria parafernalia que oscurece su origen revela no solo
la naturaleza inventiva y ecléctica de José, sino también su
influencia magnética sobre sus amigos. Los secretarios
normalmente no se hacen ilusiones sobre los hombres de los
que toman los dictados, pero Oliver Cowdery y Martin Harris
quedaron atrapados por el hechizo de uno de los personajes
más enigmáticos del siglo.
Dado que los relatos de primera mano que describen a
José son burdos o ciegamente adorables, es difícil volver a la
esencia de lo que Cowdery en años posteriores describió
como el «misterioso poder, que incluso ahora no logro
comprender10». Su talento natural como líder incluía, en
primer lugar, una comprensión intuitiva de sus seguidores,
que los llevó a creer que era genuinamente clarividente. Poco
después de su llegada a Harmony, Cowdery le había escrito a
David Whitmer que José le había contado «sus
pensamientos secretos, y todo lo que había meditado sobre ir
a verlo, que ningún hombre en la tierra conocía, como él
suponía, sino él mismo11».
Pero José tenía más que «clarividencia12», la cual es
común entre los magos profesionales. A temprana edad tuvo
lo que solo los predicadores más dotados del renacimiento

10Defense in a Rehearsal of My Grounds for Separating Myself from the


Latter Day Saints (Norton, Ohio, 1839).
Como informó David Whitmer a Orson Pratt en 1878, Millennial Star,
11

Vol. XL, p. 772.


12NdT: La autora usa el término «second sight» que equivale a segunda
visión, penetración, perspicacia.
5 Testigos de Dios [111

podían presumir: el talento para hacer que los hombres


vieran visiones. Esta era una aptitud insospechada en sí
mismo hasta la primavera de 1829, cuando el Libro de
Mormón estaba casi completo.
Durante algún tiempo José había estado ansioso por
organizar una iglesia. Este era el resultado lógico de la
planificación del Libro de Mormón y provenía de la misma
oscura hambre de poder y deferencia que había estimulado
sus primeras fantasías. Y como José era un organizador, así
como un soñador, la construcción de una iglesia era
inevitable. Cowdery, sin embargo, que no tenía ninguna de
las audacias de José, se molestó porque su líder ni siquiera
era un predicador ordenado. Discutieron largamente el
asunto de la autoridad y la ordenación, y finalmente
decidieron ayunar durante muchas horas y luego ir al bosque
a rezar.
Nadie puede caminar en el bosque en mayo sin una
exaltación del espíritu, y cuando los dos hombres se
arrodillaron en oración, Cowdery fue sobrecogido por una
visión del cielo. «La voz del Redentor nos habló paz», dijo,
«mientras el velo se abría y el ángel de Dios bajaba vestido
de gloria, y entregaba el mensaje ansiosamente esperado, y
las llaves del Evangelio del arrepentimiento... al oírlo nos
regocijamos, mientras su amor encendía nuestras almas, ¡y
nos embelesaba la visión del Todopoderoso! ¿Dónde había
lugar para la duda? En ninguna parte; la incertidumbre
había huido, la duda se había reducido, ya no se elevaba,
mientras que la ficción y el engaño habían huido para
siempre13».

13Latter-Day Saints Messenger and Advocate (Kirtland, Ohio), octubre


de 1834.
112] Nadie conoce mi historia

José también describió esta visión, pero sin hipérbole.


Escribió simplemente que el ángel era Juan el Bautista, que
les había conferido el verdadero sacerdocio hebreo de Aarón
y les había ordenado bautizarse. Diez años después Cowdery
abandonó desilusionado a José Smith, sin embargo, escribió
de esta temporada como sagrada y dijo de la visión: «... el
ángel era Juan el bautista, lo cual no dudo ni niego14».
Así comenzó la era de los milagros entre los seguidores de
José Smith. Los fenómenos sobrenaturales se sucedieron con
fuerza a medida que se propagaba el contagio. Una rivalidad
surgió entre los patrocinadores de José. Joseph Knight trajo
una carreta de provisiones que se encontraba a dieciocho
kilómetros de distancia para ayudar en la obra del Señor y
regresó con una revelación en su bolsillo. El padre de David
Whitmer, para no ser superado, prometió alojamiento y
comida gratis si José terminaba la traducción de las planchas
en Fayette, New York.
Cuando David trajo su carro a Harmony para llevar a la
pareja al norte, a la casa de su padre, tuvo un pequeño
milagro que contar. Siete acres de su campo de veinte acres
habían sido milagrosamente arados durante la noche. Lucy
Smith escribió más tarde que tres misteriosos desconocidos
aceleraron su viaje al esparcir fertilizante en uno de sus
campos. David estaba ansioso por ver que las planchas
fueran cuidadosamente empacadas, pero José le informó
sobriamente que serían llevadas por un mensajero especial.
Y cuando a lo largo del camino vieron a un hombre barbudo
con una mochila abultada en la espalda, le dijo a David que
era el ángel mensajero disfrazado.

14Defense in a Rehearsal of My Grounds for Separating Myself from the


Latter-Day Saints.
5 Testigos de Dios [113

La Sra. Whitmer, ya cargada con muchos niños, era la


única persona que resentía la llegada de José. A medida que
pasaban los días, se cansaba y se desconcertaba más.
Entonces una mañana llegó del ordeño temblando de
excitación. En su camino al granero en la niebla del
amanecer se había enfrentado a un anciano con barba
blanca. «Has sido fiel y diligente en tu trabajo», había dicho,
«pero estás cansada por el aumento de tu trabajo; por lo
tanto, es apropiado que recibas un testimonio para que tu fe
sea fortalecida». Con lo cual le había mostrado las planchas
de oro15.
Es probable que nadie se sorprendiera más que José
Smith. El dócil Cowdery había tenido una visión después de
un largo ayuno y una intensa oración, pero la mamá
Whitmer había tenido una visión en su favor completamente
sola, y José sin duda consideró este milagro en su corazón
con asombro. Conmovido por la hospitalidad que se le
brindó, la pagó con la única riqueza que tenía, revelaciones
personales que llevaban las bendiciones del cielo.
Martin Harris se quedó en la casa de los Whitmer como
un spaniel mendigo, recordándole continuamente a José su
promesa de que tres hombres verían las planchas.
Finalmente, los testigos fueron elegidos: Harris, Cowdery y
David Whitmer. José los instruyó cuidadosamente en el
nombre del Señor: «He aquí, os digo que debéis confiar en
mi palabra, y si lo hacéis con íntegro propósito de corazón,
veréis las planchas, y también el pectoral, la espada de
Labán, el Urim y Tumim… Y es por vuestra fe que tendréis

15Los milagros de la familia Whitmer fueron descritos por David


Whitmer en una entrevista con Orson Pratt en 1878, y también por Lucy
Smith. Ver Biographical Sketches, pp. 136-7, y la Millennial Star, Vol.
XL, pp. 772-3. José no los mencionó en sus propios diarios.
114] Nadie conoce mi historia

una visión de ellas… Y testificaréis de haberlas visto… Y si


cumplís estos últimos mandamientos míos que os he dado,
las puertas del infierno no prevalecerán en contra de
vosotros16».
Los cuatro hombres caminaron por el bosque y se
arrodillaron a orar. José dirigió la súplica, y los otros le
siguieron en solemne sucesión. Luego esperaron en silencio
por un milagro. La brisa de verano removió las hojas sobre
ellos, y un pájaro gorjeó fuertemente, pero no pasó nada. La
quietud que siguió se volvió opresiva. Entonces Harris, cuyo
corazón fue apuñalado por la duda, se levantó avergonzado y
desdichado. Culpando de su fracaso a su presencia, pidió ir a
rezar a solas.
«Por consiguiente, se retiró de nosotros» —dijo José— «y
nos arrodillamos de nuevo, y no llevábamos muchos minutos
orando, cuando al instante vimos una luz sobre nosotros en
el aire, de un resplandor extraordinario; y he aquí que un
ángel estaba de pie ante nosotros. En sus manos tenía las
planchas por las que habíamos estado rezando para que éstas
pudieran ser vistas. Volvió las hojas una por una, para que
pudiéramos verlas, y discernir los grabados que había en
ellas. Luego se dirigió a David Whitmer y dijo: “David,
bendito sea el Señor, y el que guarda sus mandamientos”;
cuando, inmediatamente después, oímos una voz de la luz
brillante sobre nosotros, diciendo: “Estas planchas han sido
reveladas por el poder de Dios, y han sido traducidas por el
poder de Dios. La traducción de las que habéis visto es
correcta, y os ordeno que dejéis constancia de lo que ahora
veis y oís”».

16 Doctrina y convenios 17.


5 Testigos de Dios [115

José fue ahora en busca de Harris, a quien encontró de


rodillas cerca. Juntos rezaron, y el profeta dijo que la misma
visión volvió. Harris se puso de pie de un salto gritando:
«Basta, basta, mis ojos han visto, mis ojos han visto,
Hosanna, Hosanna, bendito sea el Señor17».
Siguiendo la orden de la revelación, los tres hombres
firmaron una declaración redactada por José que fue
impresa al final del Libro de Mormón:
EL TESTIMONIO DE TRES TESTIGOS
Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos a los que
llegue esta obra, que nosotros, por la gracia de Dios Padre y de
nuestro Señor Jesucristo, hemos visto las planchas que contienen
este registro, que es un registro del pueblo de Nefi, y también de
los lamanitas, sus hermanos, y también del pueblo de Jared, que
vino de la torre de que se ha hablado; y también sabemos que han
sido traducidos por el don y el poder de Dios, porque su voz nos lo
ha declarado; por lo que sabemos con certeza que la obra es
verdadera. Y también atestiguamos que hemos visto los grabados
que están en las planchas, y que nos han sido mostrados por el
poder de Dios, y no del hombre. Y declaramos con palabras
solemnes, que un Ángel de Dios bajó del cielo, y trajo y puso ante
nuestros ojos, que hemos visto y contemplado las planchas, y los
grabados en ellas; y sabemos que es por la gracia de Dios Padre, y
de nuestro Señor Jesucristo, que hemos contemplado y damos
testimonio de que estas cosas son verdaderas. Y es maravilloso a
nuestros ojos: Sin embargo, la voz del Señor nos ordenó que
diéramos testimonio de ello; por lo tanto, para ser obedientes a los
mandamientos de Dios, damos testimonio de estas cosas. Y
sabemos que si somos fieles en Cristo, libraremos nuestras
vestiduras de la sangre de todos los hombres, y seremos hallados
sin mancha ante el tribunal de Cristo, y moraremos con él
eternamente en los cielos. Y el honor es para el Padre, y para el
Hijo, y para el Espíritu Santo, que es un solo Dios. Amén.

17 History of the Church, Vol. I, pp. 54-5.


116] Nadie conoce mi historia

OLIVER COWDERY
DAVID WHITMER
MARTIN HARRIS
Según la prensa local de la época, los tres testigos
contaron versiones diferentes de su experiencia, lo que hace
más probable que los hombres no fueran conspiradores sino
víctimas del talento inconsciente pero positivo de José para
la hipnosis18.
Martin Harris fue interrogado por un abogado de
Palmyra, que le preguntó de forma directa: «¿Vio las
planchas y los grabados en ellas con sus ojos corporales?». A
lo que él respondió: «No las vi como veo ese estuche, pero las
vi con el ojo de la fe; las vi tan claramente como veo
cualquier cosa a mi alrededor, aunque en ese momento
estaban cubiertas con un paño19». Sin embargo, cuando
Harris era muy viejo le dijo a un entrevistador que «vio al
ángel voltear las hojas doradas una y otra vez» y le oyó decir:
«El libro traducido de esas planchas es verdadero y
traducido correctamente20».
David Whitmer le dijo al editor del Reflector que José lo
había llevado a un campo abierto, donde encontraron las
planchas tiradas en el suelo. Pero en los últimos años la
historia de Whitmer también fue ricamente adornada. «No
solo vimos las planchas del Libro de Mormón», dijo, «sino
también las planchas de bronce, las planchas del libro de

18 Palmyra Reflector, 19 de marzo de 1831.


19Según se relató a J. A. Clark, que estaba entonces en Palmyra. Ver
Gleanings by the Way, pp. 256-7.
20 Entrevista con Ole Jensen en Clarkston, Utah, publicada en J. M.
Sjodahl: Introduction to the Study of the Book of Mormon, pp. 58-6o.
5 Testigos de Dios [117

Éter, las planchas que contienen los registros de la maldad y


las combinaciones secretas de la gente del mundo… apareció
como una mesa con muchos registros o planchas sobre ella,
además de las planchas del Libro de Mormón, también la
espada de Labán, los directores, es decir, la esfera que tenía
Lehi, y los intérpretes21».
Los tres testigos eventualmente discutieron con José y
dejaron su iglesia. A su paso, él les infligió abusos, pero
ninguno negó la realidad de su visión, y Cowdery y Harris
fueron eventualmente rebautizados. José no tuvo miedo de
vilipendiarlos; no esperó ni recibió represalias. Porque había
conjurado una visión que nunca olvidarían.
No contento con el testimonio de los tres testigos, José
redactó una segunda declaración:

Y TAMBIÉN EL TESTIMONIO DE OCHO TESTIGOS


Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos a los que
llegue esta obra, que José Smith, hijo, el autor y propietario de
esta obra, nos ha mostrado las planchas de las que se ha hablado,
que tienen apariencia de oro; y todas las hojas que el mencionado
Smith ha traducido, hemos palpado con nuestras manos; y
también vimos los grabados en ellas, todos los cuales tienen
apariencia de obra antigua y de hechura exquisita. Y esto lo
atestiguamos, con palabras solemnes, que el mencionado Smith
nos ha mostrado, porque hemos visto y oído, y sabemos con
certeza, que el mencionado Smith tiene las planchas de las que
hemos hablado. Y damos nuestros nombres al mundo, para dar
testimonio al mundo de lo que hemos visto, y no mentimos, pues
Dios es nuestro testigo.

21Véase el Palmyra Reflector, 19 de marzo de 1831, y la entrevista de


David Whitmer con Orson Pratt cuarenta y nueve años después,
publicada en la Millennial Star, Vol. XL, pp. 771-2.
118] Nadie conoce mi historia

CHRISTIAN WHITMER HIRAM PAGE


JACOB WHITMER JOSEPH SMITH,
SEN.
PETER WHITMER, JR. HYRUM SMITH

JOHN WHITMER SAMUEL H.


SMITH
Se verá que cuatro testigos eran Whitmer y tres eran
miembros de la propia familia de José. El octavo testigo,
Hiram Page, se había casado con una hija de Whitmer. Mark
Twain iba a observar más tarde: «No podría sentirme más
satisfecho y tranquilo si toda la familia Whitmer hubiera
testificado».
En ediciones posteriores, las palabras «Autor y
Propietario», que pueden haber seguido simplemente la
forma de derecho de autor, fueron cambiadas a «traductor».
El mismo cambio se hizo en la página de título del libro, que
en la primera edición estaba firmada «José Smith, Autor y
Propietario».
Una de las descripciones más plausibles de la manera en
que José Smith obtuvo estas ocho firmas fue escrita por
Thomas Ford, gobernador de Illinois, quien conocía
íntimamente a varios de los hombres clave de José después
de su desafecto y alejamiento de la iglesia. Le dijeron a Ford
que los testigos estaban «preparados para la oración
continua y otros ejercicios espirituales». Entonces, por fin,
«los reunió en una habitación y trajo una caja que, según
dijo, contenía el precioso tesoro. Abrió la tapa; los testigos se
asomaron a ella, pero sin hacer ningún descubrimiento, ya
que la caja estaba vacía, dijeron: “Hermano José, no vemos
las planchas”. El profeta les respondió: “¡Oh, vosotros, los de
poca fe! ¿Cuánto tiempo más soportará Dios a esta
generación malvada y perversa? Arrodillaos, hermanos, cada
5 Testigos de Dios [119

Hyrum Smith
120] Nadie conoce mi historia

Oliver Cowdery
5 Testigos de Dios [121

Martin Harris
122] Nadie conoce mi historia

David Whitmer
5 Testigos de Dios [123

uno de vosotros, y rezad a Dios por el perdón de vuestros


pecados, y por una fe santa y viva que desciende del cielo”.
Los discípulos se arrodillaron y comenzaron a orar en el
fervor de su espíritu, suplicando a Dios por más de dos horas
con fanática seriedad; al final de las cuales, mirando de
nuevo a la caja, se persuadieron de que veían las planchas22».
Sin embargo, es difícil reconciliar esta explicación con el
hecho de que estos testigos, y más tarde Emma y William
Smith, enfatizaron el tamaño, el peso y la textura metálica de
las planchas23. Quizás José construyó algún tipo de engaño
improvisado. Si es así, desapareció con su anuncio de que el
mismo ángel que le había revelado el registro sagrado ahora
lo había llevado de vuelta al cielo.
Exactamente cómo José Smith persuadió a tantos de la
realidad de las planchas de oro no es tan importante ni tan
desconcertante como el efecto de este éxito en el propio José.
Podría haber hecho de él un cínico precoz y duro, como una
pequeña experimentación con el nuevo arte del
«mesmerismo» hizo del famoso predicador LaRoy
Sunderland algunos años después. Pero no hay evidencia de
cinismo ni siquiera en las entradas del diario más íntimo de
José. Los milagros y visiones entre sus seguidores
aparentemente solo sirvieron para aumentar su creciente
conciencia de poder sobrenatural. Tenía una fe sublime en su
estrella, además del entusiasmo de un hombre
constantemente preocupado por un solo tema, y estaba
adquiriendo rápidamente el lenguaje e incluso el acento de la
fe sincera.

22 History of Illinois (Chicago, 1854), p. 257.


23 La descripción de William Smith, dada en un sermón en Deloit, Iowa,
el 8 de junio de 1884, fue publicada en el Saints Herald, Vol. XXXI, p.
644.
124] Nadie conoce mi historia

EL LIBRO DE MORMÓN fue impreso por Egbert B.


Grandin, impresor del Wayne Sentinel local, después de que
José no consiguiera un contrato de Thurlow Weed, editor del
Rochester Anti-Masonic Enquirer. Martin Harris garantizó
3.000 dólares para la impresión de 5.000 copias, accediendo
a hipotecar su granja si fuera necesario para completar la
suma. Para entonces ya había dejado a su esposa, habiéndola
satisfecho con un acuerdo de ochenta acres y una casa.
Sin embargo, antes de que se terminara la impresión, los
ciudadanos profesionalmente honrados de Palmyra
formaron un comité de ciudadanos y organizaron un boicot
al Libro de Mormón. Cuando presentaron una larga lista de
nombres al impresor, éste se asustó, detuvo la impresión, y
se negó a reanudarla hasta que se le pagara por completo24.
Harris aún no había hipotecado su granja y no había
dinero disponible. Hyrum Smith, a quien no le gustaba
Harris y sospechaba que quería todos los beneficios de la
venta del libro25, sugirió que intentaran vender los derechos
de autor por el dinero suficiente para asegurar su
publicación. José entonces miró en el Urim y Tumim y
recibió una revelación dirigiendo a Cowdery e Hiram Page a
ir a Toronto, donde encontrarían a un hombre ansioso por
comprarlo.
«No lo encontramos», escribió más tarde Cowdery, «y
tuvimos que volver sorprendidos y decepcionados…
Recuerdo bien lo mucho que me esforcé por alejar el
presentimiento que me embargaba, de que el primer élder

24 Ver Lucy Smith: Biographical Sketches, p. 150.


25Esta fue la opinión de David Whitmer. Ver Address to All Believers in
Christ, p. 31.
5 Testigos de Dios [125

nos usó, cuando pensábamos en la sencillez de nuestros


corazones que nos mandaba Dios26».
Era la primera vez que una revelación se había
equivocado. Con una franqueza conciliadora, José explicó:
«Algunas revelaciones son de Dios, otras del hombre y otras
del diablo… Cuando un hombre pregunta al Señor sobre un
asunto, si es engañado por sus propios deseos carnales, y
está en error, recibirá una respuesta de acuerdo con su
corazón errado, pero no será una revelación del Señor27».
José ahora tenía un solo recurso. Martin Harris había sido
un proselitista vergonzosamente celoso que anunciaba sus
propias experiencias visionarias tan libremente como las de
José. Había visto a Jesús en forma de ciervo, dijo, y había
caminado con él tres o cuatro kilómetros, hablando con él
tan familiarmente como un hombre habla con otro. El
diablo, dijo, se parecía a un asno, con el pelo muy corto y liso
como el de un ratón. Profetizó que Palmyra sería destruida
para 1836, y que para 1838 la iglesia de José sería tan grande
que no habría necesidad de un presidente de los Estados
Unidos. Públicamente Harris fue recibido con divertida
tolerancia y solo ocasionalmente con amargo desprecio. En
privado Palmyra chismeaba sobre su escandalosa conducta
con la esposa de su vecino Haggard28.

26Defense in a Rehearsal of My Grounds for Separating Myself from the


Latter-Day Saints.
27Esta historia fue contada por David Whitmer. «Podría contarles otras
revelaciones falsas que vinieron a través del hermano José como
portavoz. Muchas de las revelaciones del hermano José nunca se
imprimieron. La revelación para ir a Canadá fue escrita en papel, pero
nunca fue impresa». Address to All Believers in Christ, p. 31.
28Véase J. A. Clark: Gleanings by the Way, pp. 258, 348; y la declaración
de Lucy Harris en E. D. Howe: Mormonism Unveiled, pp. 14, 256.
126] Nadie conoce mi historia

En su desesperación, José azotó a Harris con la palabra


del Señor:
Te ordeno que te arrepientas, no sea que te golpee con la vara
de mi boca, y con mi ira, y con mi cólera, y tus sufrimientos sean
dolorosos.
¡Cuán doloroso no lo sabes!
¡Cuán exquisito no lo sabes!
Sí, ¡cuán difícil de soportar no lo sabes!
… Y te ordeno que no prediques nada más que el
arrepentimiento, y que no muestres estas cosas al mundo hasta
que sea sabiduría en mí...
Y otra vez te ordeno que no codicies la mujer de tu prójimo, ni
busques la vida de tu prójimo.
Y también te ordeno que no codicies tu propiedad, sino que la
entregues libremente a la imprenta del Libro de Mormón…
Y recibirás miseria si desobedeces estos consejos, incluso la
destrucción de ti mismo y de tu propiedad…
¡Paga la deuda de la imprenta! Libérate de la esclavitud29.
Totalmente asustado, Harris vendió su granja
apresuradamente. Grandin fue pagado en su totalidad, y
para el 26 de marzo de 1830 el Libro de Mormón se puso a la
venta en la librería de Palmyra. El 2 de abril, el Rochester
Daily Advertiser publicó la primera reseña:

BLASFEMIA - LIBRO DE MORMÓN, ALIAS LA BIBLIA DE


ORO
El Libro de Mormón fue puesto en nuestras manos. Nunca se
practicó una imposición más vil. Es una evidencia de fraude,
blasfemia y credulidad, impactante tanto para los cristianos como
para los moralistas. El autor y propietario es José Smith, hijo, un

29 Book of Commandments, Capítulo XVI, pp. 40-1.


5 Testigos de Dios [127

tipo que por algún abracadabra adquirió tal influencia sobre un


rico granjero del condado de Wayne que este último hipotecó su
granja por 3.000 dólares, que pagó por imprimir y encuadernar
cinco mil copias de la obra blasfema.
Capítulo 6
El profeta de Palmyra

E
L LIBRO DE MORMÓN fue la catapulta que lanzó
a José Smith hacia un lugar bajo el sol. Pero no
podría ser responsable de su supervivencia allí. El
libro vive hoy en día gracias al profeta, no él gracias al libro.
Para José, la escritura siempre fue el medio para un fin,
nunca el fin en sí mismo, y en el momento en que sintió el
breve y cálido resplandor de la satisfacción al ver sus
palabras impresas, se dedicó a la seria tarea de organizar su
iglesia.
Al principio, el libro era claramente la fuerza motriz. No
solo era un imán que atraía seguidores, sino también una
fuerza significativa en el comportamiento de José. Lo que
había sido concebido originalmente como una mera historia
de los indios para ganar dinero se había transformado en
algún momento de la escritura, o posiblemente incluso antes
de que el libro comenzara, en una saga religiosa. El resultado
final fue un documento de autoridad casi bíblica. Era algo
que podía ofrecer a sus seguidores como una prueba sobria
de la autenticidad de su propia misión profética.
Mientras que profetas rivales como Isaac Bullard, Jemima
Wilkinson y Joseph Dylks no tenían ninguna compulsión
para probar sus pretensiones, José Smith, ya sea por falta de
confianza en sí mismo o por lo razonable de su naturaleza,
parece haber sentido urgentemente la necesidad de
prepararse y confirmar su testimonio. El Libro de Mormón
en sí mismo no era suficiente; necesitaba primero tres, luego
ocho testigos de su autenticidad, y en años posteriores
129] Nadie conoce mi historia

continuó explotando hechos o leyendas que tendían a apoyar


la exactitud histórica del libro.
Una historia apócrifa sobre Jemima Wilkinson cuenta que
un día llevó a su colonia a la orilla del lago Seneca y les dijo
que estaba a punto de caminar sobre el agua. Primero, sin
embargo, probó la superficie con cautela, y cuando sus dedos
se abrieron paso, se volvió descaradamente a la orilla,
diciendo con frialdad que la fe de sus seguidores ya era de
una fuerza tan prodigiosa que no era necesario ningún
milagro.
Hay una historia similar e igualmente apócrifa sobre José
Smith, que sostiene que él también se jactaba de que
caminaría sobre el agua, pero que secretamente construyó un
puente de tablones bajo la superficie del estanque. La
demostración pública fue un éxito notable hasta que llegó a
la mitad, cuando, gracias a unos chicos traviesos, en lugar de
tablas pisó el agua y apenas escapó de ahogarse1. Por muy
infundada que sea esta historia, no deja de ser simbólica.
Quince días después de la publicación del Libro de
Mormón, José Smith anunció a sus seguidores su título
oficial de «vidente, traductor, profeta, apóstol de Jesucristo y
élder de la Iglesia por la voluntad de Dios Padre y la gracia
de tu Señor Jesucristo». No es fácil trazar los pasos por los
que José asumió este papel. Aparentemente se deslizó en él
con facilidad, sin la confusión interior que precedió al fervor
espiritual de tantas de las grandes figuras religiosas del
pasado.
A los dos años de su primera revelación, que había
surgido de la crisis mundana del manuscrito perdido, había

1Esta historia fue negada por primera vez en el Evening and Morning
Star (Kirtland, Ohio), abril de 1834, pp. 300-1, y de nuevo en el Latter
Day Saints Messenger and Advocate, diciembre de 1835, pp. 230-1.
6 El profeta de Palmyra [130

establecido la verdadera «Iglesia de Cristo», amparada por el


antiguo sacerdocio de Israel y afirmando ser, no otro
fragmento del protestantismo, sino la religión restaurada del
mismísimo Jesús. Pero como la historia de este período se
basa en documentos escritos muchos años después, no se
pueden ver los tropiezos y vacilaciones que debieron
acompañar a la transformación de José. El lector casual se
sorprenderá de sus engaños —a veces torpes, pero aún más
impactantes cuando eran hábiles— porque José practicaba
en el campo de la religión, donde la honestidad y la
integridad presumiblemente deberían contar para algo.
No hay que olvidar, sin embargo, que para la vigorosa y
completamente indisciplinada imaginación de José, la línea
entre verdad y ficción fue siempre borrosa. «He aquí», dijo
Lehi en el Libro de Mormón, «He soñado un sueño; o, en
otras palabras, he visto una visión». Y para José lo que un
día era un sueño podía convertirse en una visión al día
siguiente, y en una realidad al día después. Es dudoso que
haya escapado a la memoria del artificio consciente que se
introdujo en el Libro de Mormón, pero su éxito fenomenal
debe haber sofocado cualquier duda problemática. Y en un
período temprano parece haber alcanzado un equilibrio
interior que le permitió seguir su carrera con una sinceridad
altamente compensada pero sin embargo muy real.
Ciertamente una persistente conciencia de culpa por la
astucia y el engaño con el que se lanzó su carrera profética
finalmente lo habría destruido.
El gran talento dramático de José encontró su primera
salida en el ritual cabalístico de la hechicería rural, luego en
el abracadabra del misterio de la Biblia de Oro, y finalmente
en el exigente y aparentemente inmensamente satisfactorio
papel de profeta de Dios. Su talento, como el de muchos
131] Nadie conoce mi historia

artistas dramáticos, era más emocional que intelectual, y


estaba libre de la influencia moderadora que un público más
crítico habría ejercido sobre él.
Se puede ver cuán poco críticos fueron sus seguidores en
un relato de una de sus primeras reuniones en una casa de
campo, a la que asistió Mary Elizabeth Rollins de trece años.
«Me senté con los demás», escribió muchos años después en
su autobiografía, «en un tablón que había sido provisto, con
los extremos apoyados en cajas. Después de orar y cantar,
José comenzó a hablar. De repente se detuvo y pareció casi
paralizado, estaba mirando al frente y su rostro brillaba más
que la vela que estaba en un estante justo detrás de él. Pensé
que casi podía ver los pómulos, parecía como si un reflector
estuviera dentro de su cara y brillando a través de cada poro.
No podía apartar mis ojos de su cara. Después de un corto
tiempo nos miró muy solemnemente y dijo: “Hermanos y
hermanas, ¿sabéis quién ha estado entre vosotros esta
noche?”. Uno de los Smith dijo: “Un ángel del Señor”. José
no respondió».
«Martin Harris estaba sentado a los pies del profeta en
una caja, se deslizó hasta sus rodillas, rodeó con sus brazos
las rodillas del profeta y dijo: “Sé que fue nuestro Señor y
Salvador, Jesucristo”. José puso su mano en la cabeza de
Martin y respondió: “Martin, Dios te lo reveló. Hermanos y
hermanas, el Salvador ha estado en medio de vosotros.
Quiero que lo recordéis. Él puso un velo sobre vuestros ojos
porque no podíais soportar mirarle, debéis alimentaros con
leche y miel, no con carne. Quiero que recordéis esto como si
fuera lo último que se me escapara de los labios. Él me ha
dado a todos vosotros y me ha ordenado que os selle a la vida
eterna para que donde él está vosotros también estéis, y si os
tienta Satanás decidle: ‘Vete de mí, Satanás’ ”. Estas palabras
6 El profeta de Palmyra [132

y su mirada están fotografiadas en mi cerebro. Entonces se


arrodilló y rezó. Nunca he escuchado nada como esto desde
entonces. Sentí que estaba hablando con el Señor2…».
Aunque José ejercía lo que algunos de sus
contemporáneos describieron como un influjo «magnético»
sobre su pueblo, hubo una influencia inversa igualmente
significativa. El joven profeta fue moldeado por las
insistentes demandas de su audiencia. Entre sus primeros
conversos estaba Newel Knight, el hijo de uno de sus
primeros patrocinadores. El joven Knight había sufrido
durante años una enfermedad no diagnosticada y se había
obsesionado con el temor de su salvación. Cuando José le
pidió que rezara en una reunión pública, se sintió abrumado
por la timidez y se negó. La insistencia de José solo aumentó
su consternación, y suplicó que se le permitiera esperar hasta
que pudiera ir al bosque y rezar a solas. Rezar
agonizantemente en la quietud del bosque, sin embargo, solo
sirvió para aumentar su convicción de pecado. Cuando
regresó a casa, su esposa se asustó por su cara retorcida y
corrió a buscar a José Smith.
Cuando llegó, encontró a Knight rodando por el suelo en
un ataque, sus rasgos distorsionados y sus miembros
retorcidos horriblemente. Una docena de personas se
agolpaban en la habitación, ansiosos de ver a un diablo
luchando con el alma de un hombre. Se volvieron para mirar
al joven que se llamaba a sí mismo profeta, y José debió
darse cuenta con una sensación de pánico de que se esperaba
que hiciera un milagro. Cuando las convulsiones se volvieron
insoportables de ver, extendió la mano y tomó la del
caballero.

2 Autobiography of Mary E. Rollins Lightner, MS.


133] Nadie conoce mi historia

«Casi inmediatamente me habló», escribió José en su


autobiografía, «y con gran seriedad me pidió que echara al
diablo fuera de él, diciendo que sabía que estaba en él, y que
también sabía que yo podía echarlo fuera».
«Si sabes que puedo, se hará», respondió José, y en la
forma convencional de exorcismo ordenó al diablo en
nombre de Cristo que liberara el alma del hombre.
Inmediatamente, el caballero gritó que vio al diablo
abandonarlo y desaparecer de la vista. Sus convulsiones
cesaron y cayó en la cama inconsciente, despertando más
tarde para testificar que había vislumbrado la eternidad.
José debe haberse sentido abrumado por este milagro, ya
que no tenía ni idea de lo común que eran tales
acontecimientos. Era tan poco sofisticado como el resto del
pueblo en cuanto a la terapia mental. Si se había preocupado
por un sentido de insuficiencia para el gran papel en el que
había topado, más por accidente que por diseño, esto bien
podría haberlo disuelto para siempre.

LA IGLESIA DE CRISTO fue formalmente establecida el


martes 6 de abril de 1830, con seis miembros. En un mes el
número había saltado a cuarenta. La mayoría de los
conversos, como Joseph Knight y su hijo Newel, venían del
sur de New York, no de Palmyra, donde a José se le negó
incluso el uso del ayuntamiento. En Colesville y Bainbridge
había encontrado hombres y mujeres que se habían ganado
su confianza no solo por la fabulosa historia de las planchas
de oro sino también por sus primeros sermones vacilantes.
Pero por cada persona que bautizaba, había una docena
que recordaba su primer juicio por excavación de dinero y
que ahora creía que no solo era un fraude sino también un
blasfemo insensible. Algunos de ellos destruyeron una presa
6 El profeta de Palmyra [134

que sus seguidores habían construido a lo ancho de un


arroyo para hacer una piscina lo suficientemente profunda
para los bautismos. Después que fue reconstruida con
actitud desafiante y las ceremonias se llevaron a cabo, unos
cincuenta hombres rodearon la casa donde José y sus
conversos se refugiaron. Durante todo el día la multitud se
arremolinó alrededor de la casa. Esa noche un agente
apareció en la puerta con una orden de arresto contra José
por el antiguo cargo de alteración del orden público.
José había estado antes en la corte, y no le causó ningún
terror, pero tenía miedo de los hombres que se burlaban de
él desde la oscuridad y cuyos epítetos obscenos llegaban al
salón. Habló seriamente con el alguacil, alegando su
inocencia con tal elocuencia que el oficial confesó que su
orden había sido un mero subterfugio para ponerlo en
manos de la chusma, y prometió salvarlo de una fiesta de
brea y plumas. Por consiguiente, cuando su carro fue
detenido en un camino solitario, el oficial fustigó sus caballos
y galopó hasta el sur de Bainbridge.
Aquí José fue llevado a juicio. Joseph Knight, enojado por
esta afrenta a la libertad religiosa, contrató a dos hábiles
abogados para la defensa del joven. Como en el primer juicio,
Stowel y Jonathan Thompson lo apoyaron lo mejor que
pudieron. Las hijas de Stowel, llamadas a testificar para la
acusación, no dijeron más que cosas buenas en su favor, y el
tribunal después de una sesión de todo el día envió un
veredicto de absolución.
Pero en el mismo momento en que aseguró su libertad,
otro agente le entregó una orden y lo llevó al siguiente
condado para ser juzgado. Aquí, según el abogado de José, la
fiscalía envió corredores que «saquearon las colinas y los
valles, los almacenes y las zanjas, y reunieron una compañía
135] Nadie conoce mi historia

que parecía haber venido del infierno y haber sido azotada


por su deshollinador3».
Hasta las dos de la mañana estos hombres contaron todos
los chismes de las colinas sobre el cazador de dinero y sus
planchas de oro, el adivino convertido en baptizador. Newel
Knight, obligado a testificar sobre su encuentro con el diablo,
rechazó la acusación con una defensa sólida e ingeniosa. «No
hubo ni una sola partícula de testimonio contra el
prisionero», dijo su abogado. «No, señor, salió como los tres
niños del horno de fuego, sin el olor del fuego en sus ropas».
A pesar de una segunda absolución, el resentimiento
contra él aumentó. «Usted habría pensado, señor», su
abogado relató, «que Gog y Magog se desató sobre el joven…
El grito de “¡Falso profeta! ¡Falso profeta!” sonaba de pueblo
en pueblo, y cada sucio epíteto que la malicia y el ingenio
malvado podían inventar se amontonó sobre él».
Muy pronto el joven profeta aprendió a usar la
persecución como medio para identificarse con los grandes
mártires. Al escribir sobre sus malos tratos en su historia,
dijo: «Me escupieron, me señalaron con el dedo, diciendo:
“¡Profetiza, profetiza!”. Y así imitaron a los que crucificaron
al Salvador de la humanidad, sin saber lo que hacían». Los
insultos magnificaron el significado de su misión, de lo
contrario habrían sido insoportables.
Mientras tanto, una avalancha de desgracias descendió
sobre toda la familia Smith. Los acreedores se abalanzaron
sobre la casa de Hyrum con órdenes de arresto contra él y su
padre por deudas. Hyrum huyó de la aldea, pero Joseph
padre fue detenido por no poder pagar un pagaré de catorce
dólares. Lucy escribió que el acreedor cuáquero se ofreció a

3 Discurso de John Reid (no un converso) en Nauvoo, publicado en


Seasons, Vol. V (Junio 1, 1844), pp. 549-52.
6 El profeta de Palmyra [136

romper el pagaré si su marido quemaba sus copias del Libro


del Mormón, pero que prefería el martirio a la negación de la
verdad y fue llevado sin ceremonias a la cárcel.
Enfrentado la bancarrota de su familia y la creciente
hostilidad en el sur de New York, José regresó a su granja en
Pennsylvania, donde plantó sus cultivos y esperó el regreso
de su hermano Samuel, que había ido al sur a vender
ejemplares del Libro de Mormón. Siempre había detestado el
tedioso y solitario trabajo de campo, y ahora se irritaba bajo
él como buey recién domado.
Impaciente por su ausencia, Oliver Cowdery lo visitó y lo
instó a ocuparse de los asuntos de su iglesia. Muy pronto
José anunció una nueva revelación, que decía en parte:
«Magnifica tu oficio, y después de sembrar y asegurar tus
campos, ve rápidamente a la iglesia que está en Colesville,
Fayette y Manchester, y te sustentarán; y los bendeciré
espiritual y temporalmente; pero si no te reciben, les
mandaré una maldición en lugar de una bendición… Mas
para los trabajos temporales no tendrás fuerza, porque no es
tu llamamiento4».
Esta revelación no era para Cowdery, sino para Emma
Smith. Atormentada de nuevo por la duda, apenada por su
pobreza, y asustada por el rencor que recibía la predicación
de su marido, había sido la primera en instarle a volver a la
tierra. No había visto ninguna plancha ni oído ninguna voz.
Había resistido seis semanas después de que se organizara la
iglesia antes de ser bautizada, y ahora era mediados de julio
y no había sido «confirmada» como miembro oficial. Había
llevado con fortaleza el desprecio de sus padres, la burla de
sus vecinos, e incluso la muerte de su hijo. Pero la

4 Book of Commandments, Capítulo XXV, vs. 14.


137] Nadie conoce mi historia

perspectiva de vivir de la dudosa e intermitente caridad de


los seguidores de José era más de lo que esta orgullosa niña
podía soportar. La orden del Señor de abandonar su granja,
la única seguridad que ofrecía su matrimonio, para volver a
Colesville, donde José estaba en constante peligro de ser
acosado, o a Manchester, donde su suegro yacía en la cárcel,
o a Fayette para vivir de la generosidad de la Sra. Whitmer,
la llenó de furia.
En su desesperación, José llamó al Señor para que le
hablara a ella, y la revelación resultante es el espejo más
claro que tenemos que refleja lo que había entonces en el
corazón de Emma: «Escucha la voz del Señor tu Dios,
mientras te hablo, Emma Smith, hija mía... eres una señora
elegida a quien he llamado. No murmures a causa de las
cosas que no has visto… Y el oficio de tu llamamiento será el
de ser un consuelo en sus aflicciones para mi siervo José
Smith, hijo, tu marido, con palabras consoladoras, con el
espíritu de mansedumbre… Y no necesitas temer, porque tu
marido te apoyará desde la Iglesia... apégate a los convenios
que has hecho. Continúa en el espíritu de mansedumbre y
ten cuidado con el orgullo. Deléitese tu alma en tu marido…
Y si no haces esto, no podrás venir a donde yo estoy5».
Sin embargo, pasó un mes entero antes de que Emma
consintiera en la ceremonia de confirmación, y la ocasión de
su aquiescencia aparentemente causó una vívida impresión
en José, ya que describió la noche en detalle en su historia
casi diez años después: «... preparamos un poco de vino de

5 Book of Commandments, capítulo xxvi, pp. 58-9. Cuando esta


revelación fue revisada para la segunda edición, la línea «tu marido te
apoyará desde la Iglesia», fue cambiada a «te sustentará en la Iglesia».
Ver Doctrina y convenios, Sección 25. Ann Lee, fundadora de los
shakers, también había sido llamada «señora elegida», referencia
originada en el Nuevo Testamento, II Juan, versículo 1.
6 El profeta de Palmyra [138

nuestra propia hechura, y celebramos nuestra reunión, que


consistió solo en cinco, a saber, Newel Knight y su esposa, yo
y mi esposa, y John Whitmer. Tomamos juntos el
sacramento, después de lo cual confirmamos a estas dos
hermanas en la Iglesia, y pasamos la noche de manera
gloriosa. El Espíritu del Señor fue derramado sobre nosotros,
alabamos al Señor Dios, y nos regocijamos enormemente6».
Poco después la pareja dejó Harmony y se mudó a
Fayette, New York, a la casa de Peter Whitmer. Emma nunca
volvió a ver a sus padres. Con cada nuevo éxito de su yerno,
la lengua de Isaac Hale se volvió más ácida, ya que nunca
perdió su convicción de que el joven era un impostor
descarado. Pero José parece haberse encogido de hombros
ante este desprecio con un corazón ligero, ya que ninguna
malicia contra el anciano se deslizó en su diario. Emma creía
en él, y nada más importaba. Había terminado con la tierra
para siempre.

EL MOMENTO fue auspicioso en la historia


norteamericana para el ascenso de un profeta de verdadera
estatura. Aunque la autoridad y la tradición de la religión
cristiana se estaban descomponiendo en la libertad del
Nuevo Mundo, había un deseo en contra de escapar del
desorden y el caos. La unidad rota del cristianismo estaba
trabajando en su propia reconstrucción. William Ellery
Channing en el este y Alexander Campbell en el oeste eran
símbolos de esta necesidad de síntesis. Cada uno luchó por
una moral universal y aborreció el sectarismo que finalmente
los atrapó a ambos.

6 History of the Church, Vol. I, p. 108.


139] Nadie conoce mi historia

Channing predicó una sofisticada herejía parecida al


deísmo, y Campbell, en el otro extremo, trató de reconstruir
la iglesia cristiana primitiva, con todo su realismo ingenuo,
su ética simplificada y su teología anticuada. Pero Estados
Unidos estaba maduro para un líder religioso que llevara el
manto de autoridad y hablara la palabra de Dios como
alguien ordenado por el cielo para ese propósito. Su misión
debía ser para aquellos que veían en la libertad religiosa una
carga, que necesitaban ideas determinadas y dogmas
conocidos, y que huían de la soledad del pensamiento
independiente.
José Smith, al intentar desempeñar este papel, no era
inconsciente de sus exacciones. Él acrecentó su nueva y
precaria posición usando viejos y ricos símbolos, familiares,
certeros y eminentemente seguros. Al igual que Alexander
Campbell, acudió al Nuevo Testamento en busca de títulos —
apóstol, élder7, presbítero8, diácono, maestro y patriarca— y
generosamente se los otorgó a sus hombres conversos. Con
una perspicacia poco común entre los profetas de su propia
generación, no hizo una ruptura completa con el pasado.
Continuó la historia, no presentó una nueva cosmología.
Al principio no había nada original en la ética de José,
pero no se omitió nada de la moral universal. Injertó solo dos
cosas en el cristianismo del Nuevo Testamento: a él mismo y
su libro. De la fusión surgió un nuevo crecimiento que
extrajo su fuerza del gran código moral de la antigua iglesia,
y del hombre su novedad y sabor.

7 NdT: El término «élder» es un extranjerismo castellanizado adoptado


por la iglesia en español. En el lenguaje bíblico persiste la palabra
«anciano» que es la traducción directa al español (por ejemplo, Santiago
5:14).
8 NdT: En inglés es «priest».
6 El profeta de Palmyra [140

Muy rápidamente descartó los últimos restos de su joven


nigromancia, abandonando la varilla mineral9 incluso antes
de que se completara el Libro de Mormón. Más tarde dejó de
usar las piedras, excepto en raras ocasiones, dándose cuenta
finalmente que al llamar la atención de sus seguidores le
robaban su propia autoridad. David Whitmer escribió que
«José le dio la piedra a Oliver Cowdery, y me dijo a mí y a los
demás que había terminado con ella, y que ya no usaba la
piedra… Nos dijo que todos tendríamos que depender del
Espíritu Santo en el futuro para ser guiados a la verdad y
obtener la voluntad del Señor. Las revelaciones después de
esto vinieron a través de José como “portavoz”; es decir, él
consultaría al Señor, oraría y preguntaría sobre un asunto, y
pronunciaría la revelación10».
Muy pronto José se topó con lo que todo nuevo líder debe
enfrentar tarde o temprano, el problema de definir su propio
poder. Cowdery creía en un reparto general de los dones
apostólicos, intentó escribir revelaciones con sus propias
manos, e incluso exigió que José enmendara algunas de las
suyas. José enfrentó este desafío con una dignidad
paralizante: «¿Con qué autoridad me ordenas que altere o
borre, que añada o disminuya una revelación o un
mandamiento de Dios Todopoderoso?».
Cowdery reculó de inmediato, pero en secreto animó a
Hiram Page, quien también trataba de obtener revelaciones a
través de una pequeña piedra de vidente negra con dos
agujeros perforados. Viendo de inmediato que Page era solo
la herramienta de Cowdery, José golpeó a su secretario con

9 NdT: Es una varilla de adivinación usada para encontrar agua salada,


agua dulce, minerales y menas en las entrañas de la tierra. Ver enlace (en
inglés).
10 Address to All Believers in Christ, p. 32.
141] Nadie conoce mi historia

la palabra del Señor y le ordenó que detuviera la boca de su


rival: «He aquí, te digo, Oliver... nadie será nombrado para
recibir mandamientos y revelaciones en esta Iglesia, sino mi
siervo José Smith, hijo, porque los recibe así como Moisés…
Pero no escribirás por vía de mandamiento, sino por
sabiduría: y no mandarás al que te es por cabeza, y por
cabeza de la iglesia... Y además, irás a tu hermano, Hiram
Page, entre tú y él a solas, y le dirás que las cosas que él ha
escrito mediante esa piedra no son mías, y que Satanás lo
engaña11…».
Page renunció públicamente a la piedra en la primera
conferencia general de la iglesia en septiembre de 1830, y se
entendió en general que los dones espirituales compartidos
en común por los primeros discípulos de Jesús estaban ahora
concentrados en la persona del «primer élder». Para José
esta fue una victoria destacada. Haber dado rienda suelta a
cualquiera de los discípulos habría significado un rápido
caos, pero privarlos así de los privilegios que él mismo
disfrutaba era el primer paso hacia el autoritarismo en su
iglesia. El patrón estaba establecido.
A medida que José ganaba poder y confianza había una
mejora mensurable en la calidad de sus revelaciones. En
lugar de breves y vacilantes órdenes sobre asuntos
temporales y a menudo francamente financieros, comenzó a
predicar sermones en el nombre del Señor. A veces se
apropiaba del estilo lírico de la Biblia con tanta pericia que el
instrumento sonaba bajo su toque con asombrosa brillantez
y pureza de tono. Parafraseando libremente a Isaías y el
Apocalipsis de San Juan, se aferró a los más provocativos

11Doctrina y convenios, sección 28. Ver también History of the Church,


Vol. I, p. 205. La piedra de Page, que parece haber sido originalmente
una reliquia india, está ahora en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada.
6 El profeta de Palmyra [142

símbolos religiosos —el pueblo elegido, el recogimiento de


Israel, el fin del mundo, la condenación eterna, la segunda
venida de Cristo, la resurrección— y explotó todo el rico y
conmovedor irracionalismo inherente a ellos.
Durante siglos, estos símbolos se habían enhebrado en los
patrones del pensamiento cristiano. Eran el capital comercial
de todo predicador de frontera. Pero José los usó como nadie
lo había hecho antes. En lugar de volver a contar las leyendas
del antiguo pueblo elegido, creó un nuevo pueblo elegido. En
lugar de discutir sobre las ambigüedades de San Juan,
transformó el Apocalipsis en una profecía concisa e ingenua
y despachó los más sofisticados problemas metafísicos con
hábiles simplificaciones.
Mientras sus rivales sectarios predicaban animadamente,
aunque de forma oscura, sobre el próximo milenio, comenzó
a elaborar planes concretos para la construcción de la Nueva
Jerusalén. Menos de cinco meses después de la organización
oficial de su iglesia, dijo en una revelación: «... nadie sabe
dónde se construirá la ciudad de Sion, pero se revelará más
adelante. He aquí que os digo que será en las fronteras cerca
de los lamanitas». Y ordenó a Oliver Cowdery, quien había
intentado sin éxito vender ejemplares del Libro de Mormón
en el este, que fuera al oeste a predicar entre los indios y a
estar atento a un lugar probable donde construir la ciudad de
Dios.
José había escrito el libro teniendo en cuenta tanto a los
conversos rojos como a los blancos y siempre había esperado
que el hombre rojo se convenciera de que era la historia de
sus antepasados. Incluso había insertado una profecía en el
libro diciendo que en los últimos días el registro sería
mostrado al hombre rojo por los gentiles. «Y entonces se
143] Nadie conoce mi historia

regocijarán... y antes que pasen muchas generaciones entre


ellos, se convertirán en una gente blanca y deleitable».
Aquí José ofrecía al hombre rojo, no la restauración, sino
la asimilación, no el regreso de su continente, sino la pérdida
de su identidad. La promesa de una piel blanca al converso
no parecía un absurdo genético para un pueblo al que los
sobrios libros de historia le decían que el pigmento del
hombre rojo de New England que había adoptado el modo de
vida del hombre blanco se había vuelto en realidad más claro
que el de sus hermanos salvajes12.
Tres hombres fueron designados para acompañar a
Cowdery en su misión india. Uno era el impetuoso Parley
Pratt, de 23 años, que solo llevaba tres semanas convertido.
Era un antiguo campbellita que había venido desde Ohio al
estado de New York para predicar a sus parientes y había
caído bajo la persuasiva influencia de Hyrum Smith.
Impaciente ahora por convertir a sus amigos campbellitas,
dirigió el grupo a Mentor, Ohio, donde vivía el predicador
que había convertido a Pratt al campbellismo.
Este era Sidney Rigdon, un hombre circunspecto y
bastante guapo, que los recibió cordialmente, examinó el
Libro de Mormón con interés, pero con cierta sospecha y
prometió leerlo. Rigdon era un estrecho colaborador de
Alexander Campbell y uno de los más famosos oradores del
norte de Ohio.
Aunque Pratt no lo sabía, su llegada no pudo ser más
oportuna. Durante los últimos años, Rigdon había sido el

12Véase Samuel Williams: «A Dissertation on the Colors of Men,


Particularly on That of the Indians of America», Natural and Civil
History of Vermont (Burlington, 1809), Vol. I, p. 502.
6 El profeta de Palmyra [144

más exitoso predicador itinerante 13 de la Reserva


Occidental14. Estaba «dotado de muy buenos poderes
intelectuales», escribió un predicador, «una imaginación a la
vez fértil, brillante y salvaje hasta la extravagancia, con un
temperamento teñido de tristeza y que roza la credulidad».
Era emotivo y sin sentido del humor, y estaba sujeto a
ataques de melancolía y «espasmos nerviosos y desmayos»
que atribuía al Espíritu Santo.
Tres meses antes de la llegada de Pratt había discutido
con Campbell sobre la cuestión del restablecimiento del
antiguo comunismo de la iglesia cristiana primitiva.
Claramente el más fanático y literal de los discípulos de
Cristo, Rigdon había adoptado tan celosamente el principio
de mantener las cosas en común que había establecido una
pequeña colonia comunista en Kirtland, una próspera ciudad
al lado de Cleveland. Pero Campbell había luchado contra
Rigdon amargamente sobre el tema. Después de una pausa
abierta en la conferencia de agosto de 1830, Rigdon se fue
«irritado y contrariado» y después de esto nunca más se
reunió con los discípulos en una reunión general.
Rigdon estaba procesando su dolor cuando llegaron los
misioneros mormones. Durante años había creído
fervientemente en la reunión de Israel y en la inminencia del
Milenio, y vio en el Libro de Mormón pruebas concretas de
que la reunión estaba a punto de comenzar, de que un nuevo
profeta había surgido que estaba realmente reconstruyendo
la iglesia primitiva de Jesús. Campbell escribió más tarde
que Rigdon ayunó y oró durante días, hasta que cuando «le

13 NdT: La autora usa el término «revivalist» que se refiere al


evangelismo del cristiano renacido.
14 NdT: Ver este enlace.
145] Nadie conoce mi historia

sobrevino uno de sus ataques de desmayo y suspiros, vio un


ángel y se convirtió15».
En menos de tres semanas después de la llegada de los
mormones no solo Rigdon sino toda su colonia comunista en
Kirtland había sido bautizada. Rigdon partió de inmediato
hacia el estado de New York, llevando consigo a Edward
Partridge, el próspero sombrerero de Kirtland. José Smith no
llegaba a los veinticinco años; Rigdon tenía treinta y siete.
Pero José rápidamente le tomó la medida al hombre mayor.
Al piadoso y de dulce temperamento Partridge solo le dio la
breve revelación que se otorga como una oración a la
mayoría de los recién llegados, pero para Rigdon preparó
una brillante bienvenida: «He aquí, de cierto, de cierto le
digo a mi siervo Sidney: He puesto mis ojos en ti y en tus
obras. He oído tus oraciones y te he preparado para una obra
mayor. Eres bendecido, porque harás grandes cosas…».
«El hermano José se regocijó», escribió David Whitmer,
«creyendo que el Señor le había enviado a este hombre
grande y poderoso, Sidney Rigdon, para ayudarle en la
obra». José aparentemente estaba abrumado de que un
hombre culto e influyente hubiera venido a él, con fe y sin
codicia. Aunque era consciente de su falta de estudios y
temeroso de que su ignorancia le hiciese perder al hombre,
José no intentó ocultar su escasa formación y explicó en la
revelación que el Señor prefería «a lo débil del mundo, a
aquellos que son indoctos y despreciados, para trillar a las
naciones».

15Millennial Harbinger, Vol. II (1831), p. 100. Para un relato de primera


mano del carácter de Rigdon y su pelea con Campbell ver A. S. Hayden:
Early History of the Disciples in the Western Reserve (1876), pp. 191-2,
209, 299
6 El profeta de Palmyra [146

Era inevitable que Rigdon oyera fragmentos de chismes


sobre el colorido pasado del joven profeta, y José sugirió
audazmente que fuera al sur a entrevistar a los magistrados
de Colesville y South Bainbridge que recientemente lo habían
absuelto. Cuando Rigdon regresó con una transcripción de
los expedientes de los dos jueces afirmando su inocencia,
José tenía una nueva revelación esperándole.
Unos meses antes había experimentado con la idea de
«revelar» un libro perdido de la Biblia y le había dictado a
Cowdery un fragmento que se decía provenía de un
pergamino enterrado por san Juan. Entonces, sin beneficio
de planchas o pergaminos, había revelado una conversación
entre Dios y Moisés que, según dijo, había sido omitida del
Antiguo Testamento debido a la maldad de los hebreos.
Ahora reveló un tercer libro perdido, la historia de Enoc, que
según la Biblia Dios había «trasladado» al cielo sin nunca
haber muerto16.
Elaborando sobre la breve referencia bíblica, José escribió
una de las más largas y notables revelaciones de su carrera.
Enoc, dijo, había fundado Sion, la Ciudad de Santidad, que
era tal modelo de bondad cívica que el Señor la había
transportado intacta al cielo para ser su morada personal
para siempre. Y ahora, en los últimos días, después de que el
Señor había enviado la verdad «fuera de la tierra» (una hábil
referencia al Libro de Mormón), reuniría a sus elegidos para
construir la Nueva Jerusalén, a la que la ciudad de Enoc
descendería un día del cielo en un saludo milenario.

16 El pergamino de Juan al principio consistía en solo tres versos


publicados como sección 6 en el Book of Commandments. Fue ampliado
considerablemente en la revisión de Doctrina y convenios como la
sección 7. El Libro de Moisés y el Libro de Enoc se publicaron por
separado en 1851 en un folleto llamado La Perla de Gran Precio.
147] Nadie conoce mi historia

Cuando Rigdon leyó el Libro de Enoc, huyó el erudito que


había en él y el evangelista ocupó el lugar de segundo al
mando de la iglesia milenaria. No pudo descansar hasta que
persuadió a José para que lo acompañara a Ohio, y en quince
días el profeta anunció una nueva revelación que ordenaba el
desarraigo de toda la iglesia: «Y otra vez, un mandamiento
doy a la iglesia, que me es prudente que se congreguen en
Ohio, para cuando mi siervo Oliver Cowdery regrese a
ellos17».
Este escueto edicto despertó una tormenta. Muchos
conversos sintieron que el predicador de Ohio tenía a su
vidente agarrado por las narices. David Whitmer escribió que
Rigdon «pronto penetró profundamente en el afecto del
hermano José, y tuvo más influencia sobre él que cualquier
otro hombre viviente. Fue el consejero privado del hermano
José y su amigo y hermano más íntimo durante un tiempo
después de conocerse».
Durante varias semanas José discutió pacientemente con
sus sesenta seguidores, diciéndoles que Kirtland era el límite
oriental de la tierra prometida, que se extendía desde allí
hasta el Océano Pacífico18. Finalmente, percibiendo una
crisis inminente, dio como revelación un hábil documento
político: «Pero pronto llegará el día en que me veréis... los
ángeles esperan la gran orden de cosechar en la tierra, para
recoger la cizaña y quemarla…». A continuación, una
tentadora imagen de la tierra prometida, «una tierra donde
fluye leche y miel, sobre la que no habrá maldición cuando
venga el Señor. Y os la daré como tierra de vuestra herencia,
si la buscáis de todo corazón». Entonces, como si fuera un

17 Doctrina y convenios, Sección 37.


Carta de José Smith a los conversos de Kirtland, llevada por John
18

Whitmer, y citada en Howe: Mormonism Unvailed, p.


6 El profeta de Palmyra [148

pensamiento tardío: «Y los que tienen granjas que no se


pueden vender, déjenlas o alquilen como les parezca bien19».
John Whitmer escribió que cuando la revelación fue leída
en una conferencia general, «las solemnidades de la
eternidad descansaron en la congregación», pero agregó en
breve que algunos la combatieron, creyendo «que José la
había inventado él mismo para engañar a la gente para que al
final pudiera obtener ganancias20».
Pero una vez que la mayoría lo aceptó, José se preparó
para la mudanza. Con él fue Emma, con los labios apretados
y cansada, pero más esperanzada de lo que había estado
durante muchas semanas. En cuatro años de matrimonio
había vivido en siete ciudades diferentes, normalmente por
la caridad de amigos. Había enterrado a su primer hijo;
había visto a su familia distanciada y amargada, a su suegro
en la cárcel y a su marido dos veces en juicio. Ahora estaba
embarazada de nuevo, y la promesa de una iglesia ya
preparada en Ohio, a casi cuatrocientos ochenta y dos
kilómetros al oeste de las escenas de sus penas y
humillaciones, debió parecerle enviada del cielo. En enero de
1831 partieron en trineo con Rigdon y Edward Partridge,
para llevar el evangelio al oeste.

19 Doctrina y convenios, Sección 38.


20 John Whitmer: «History of the Church», Ms., Capítulo I. El
manuscrito de esta historia está en la biblioteca de la Iglesia
Reorganizada. Cuando se publicó en el Journal of History, Vol. I, se
omitió la última parte significativa del Capítulo XIX y todos los Capítulos
XX y XXI (escritos después de que Whitmer dejó la iglesia).
149] Nadie conoce mi historia
Capítulo 7
La sociedad perfecta y la
tierra prometida

O
HIO YA HABÍA VISTO profetas. En 1812 Abel
Sargent, que hablaba con ángeles y recibía
revelaciones, recorrió el estado con sus doce
mujeres apóstoles pretendiendo resucitar a los muertos y
predicando la extraña doctrina de que si uno era lo
suficientemente santo podía vivir sin comida. La secta sufrió
un eclipse en Marietta, cuando un converso puso a prueba la
creencia, pasó nueve días sin comer y falleció.
De más fresco recuerdo era Joseph Dylks, quien anunció
en Salesville en 1828 que él era el verdadero Mesías que
vendría a inaugurar el milenio en 1832. Toda la comunidad
se acercó a él. «Yo soy Dios», gritó, «¡y no hay nadie más! En
mí se encuentran el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Todos
los que pongan su confianza en mí nunca probarán la
muerte!». A lo que sus seguidores gritaron: «¡Nunca
moriremos!» y se arrastraron a sus pies gimiendo:
«¡Contemplad a nuestro Dios!». Según un historiador de la
época, una treintena de sus discípulos cerca de Bakersfield
«se reunían el domingo y se revolcaban desnudos en el suelo,
hombres y mujeres juntos, como parte del culto, y cometían
pecados demasiado repugnantes para mencionarlos1».

1 J. B. Turner: Mormonism in All Ages (New York, 1842), p. 98. Ver


también R. H. Taneyhill: «The Leatherwood God», Ohio Valley
Historical Series, No. 7, 1871.
151] Nadie conoce mi historia

Pero el profeta mormón era de una raza diferente. Fue a


finales de enero de 1831 cuando su trineo corrió por el valle
formado por un ramal del río Chagrin hasta la ciudad de
Kirtland. Rigdon detuvo los caballos frente a la tienda de
artículos generales de Gilbert y Whitney. José se bajó de
inmediato, subió de un salto los escalones y entró en la
tienda, donde estaba el joven socio.
«¡Newel K. Whitney! ¡Usted es el hombre!», exclamó
extendiendo su mano.
«Tiene la ventaja sobre mí», respondió el joven
comerciante. «No podría llamarle por su nombre como usted
lo ha hecho conmigo».
«Soy José el profeta», dijo sonriendo. «Ha rezado por mí
aquí, ahora ¿qué quiere de mí?».
Esta audaz introducción desarmó completamente a
Whitney. Le dio al profeta su hogar como residencia
temporal y su lealtad de por vida.
Había entonces unos ciento cincuenta conversos en
Kirtland, más del doble de los que lo habían seguido desde el
estado de New York. Pero José estaba perturbado por el
fanatismo que poseía este pueblo. Las reuniones de oración
estaban salpicadas de ataques y trances. Los conversos
rodaban por el suelo hasta la puerta de la iglesia y salían al
suelo congelado en un frenesí masoquista. Algunos
montaban tocones para predicar a congregaciones
imaginarias en lenguas desconocidas; otros, haciendo
muecas de mono, se apresuraban a cruzar los campos,
volviendo con revelaciones que juraban haber copiado de
trozos de pergamino colgados en el cielo nocturno.
7 La sociedad perfecta y la tierra [152
prometida

A diferencia del evangelista habitual, que veía el espíritu


del Señor en tal coribantismo2 e histeria colectiva, José
Smith reconoció una amenaza para su iglesia. Había visto
suficiente de este tipo de avivamiento en Palmyra para saber
que al final solo traía cinismo y desintegración, y su primera
revelación importante en Kirtland denunció a los falsos
espíritus3.
Básicamente, la de José no era una secta revivalista4.
Aunque seguía algunos de los patrones del reavivamiento,
apelaba tanto a la razón como a la emoción, desafiando a sus
críticos a examinar las evidencias de su autoridad divina: el
Libro de Mormón, los libros perdidos de Moisés y Enoc, las
declaraciones juradas de sus testigos y numerosas
revelaciones similares a las de la Biblia. La importancia de
esta apelación no puede ser sobreestimada, ya que atrajo a
las filas mormonas a muchos hombres capaces que se
disgustaron por los excesos de los cultos locales. El atractivo
intelectual del mormonismo —que con el tiempo se convirtió
en su mayor debilidad ya que los aspectos históricos y
«científicos» del dogma mormón fueron cruelmente
destripados por la erudición del siglo xx— fue al principio su
mayor fortaleza.
Las sectas revivalistas eran inherentemente democráticas
ya que subsistían del entusiasmo espontáneo de las masas
del pueblo, que los exhortadores inflamaban, pero nunca
controlaban. Pero la estructura de la iglesia mormona fue

2 NdT: ver este enlace.


3 Doctrina y convenios, Sección 50. Para descripciones de la histeria
véase John Whitmer: «History of the Church», MS., Capítulo vi; Parley P.
Pratt: Autobiography (Chicago, 1888), p. 65; E. D. Howe: Mormonism
Unvailed, pp. 105-7.
4 NdT: ver este enlace para comprender el significado del neologismo.
153] Nadie conoce mi historia

autocrática desde el principio. Poco después de la llegada de


José a Kirtland una mujer convertida llamada Hubble
comenzó a predicar en las calles, llamándose profetisa y
congraciándose con muchos élderes. Según Ezra Booth,
incluso Sidney Rigdon «le dio la mano derecha del
compañerismo y literalmente la saludó con lo que llamaron
el beso de la caridad». Pero José declaró que ella era del
diablo. Finalmente prohibió la predicación del mormonismo
por cualquiera excepto los élderes «debidamente ordenados
por las autoridades de la Iglesia5».
Pero la naturaleza autoritaria del gobierno de José era
muy diferente de la imperiosa dictadura de Jemima
Wilkinson, cuyo gobierno por revelación se extendía a los
detalles más insignificantes de su colonia. Al ordenar a cada
varón convertido como miembro de su sacerdocio, usó el
sentimiento popular y democrático de que todos los que
sentían el impulso tenían derecho a predicar. Cualquier
hombre podía proclamar el evangelio siempre y cuando se
sometiera a la autoridad final del profeta.
El clero de José estaba así compuesto por hombres laicos;
es más, de prácticamente todos los laicos de su iglesia. El
resultado fue una estructura piramidal de la iglesia que se
apoyaba en una base lo más amplia posible y que poseía una
fuerza asombrosa. Al dar a cada hombre una participación en
el sacerdocio, José aceleró un sentido de parentesco y unidad
con la iglesia. Había un sentimiento de propiedad y
responsabilidad común que era inmensamente satisfactorio
para los hombres para los que la religión había sido hasta
ahora una experiencia totalmente pasiva.

5 Ver Doctrina y convenios, Sección 42, y Ezra Booth: «Letter No. 8»,
republicada en Howe: Mormonism Unveiled, p. 216.
7 La sociedad perfecta y la tierra [154
prometida

Los sentimientos comunes de la frontera contra el arte


sacerdotal, los elaborados vestidos y rituales clericales, y las
ostentosas exhibiciones de cualquier tipo en relación con la
adoración fueron todos satisfechos por el sistema mormón
de sacerdocio. La simplicidad y la informalidad fueron
algunos de los primeros ideales mormones, y se
personificaron en el profeta, con su discurso casero y su
manera improvisada. Lo que José había creado era
esencialmente un socialismo evangélico, que compensaba en
fuerza moral lo que le faltaba en grandeza.
Casi todos los hombres tenían un título del Nuevo
Testamento: diácono, maestro, presbítero, élder6, «setenta»
u obispo. Cada título llevaba un cierto rango, la progresión
de abajo a arriba dependía de la fe de un hombre, su celo por
la iglesia, y la buena voluntad de sus superiores en la
jerarquía. Cada converso no solo tenía la dignidad de un
título, sino también los deberes que lo acompañaban. Se
esperaba que trabajara arduamente para la iglesia, y así lo
hacía. Su única recompensa, y era amplia, era la convicción
de que estaba promoviendo la obra del Señor en los últimos
días.
En ningún otro período de la historia de los Estados
Unidos se consideraron tan inminentes «los últimos días»
como en el que transcurrió entre los años 1820 y 1845.
William Leany, uno de los primeros conversos mormones,
escribió en sus memorias que estaba «contento de escuchar a
los mejores hombres de nuestro tiempo discutir la
aproximación del Milenio, como solían decir, al final de
2000 años vino el diluvio y al final de 4000 años vino Jesús

6 NdT: «élder» es un extranjerismo castellanizado. En las Escrituras


figura la forma «anciano».
155] Nadie conoce mi historia

y sus apóstoles y al final de 6000 años debemos esperar algo


estupendo7».
Según los cálculos entonces vigentes, la tierra tendría seis
mil años de antigüedad en algún momento del siglo XIX. Ya
que mil años eran como un solo día para Dios, se esperaba
que el séptimo fuera el día de descanso y paz. «Toda mala
pasión, codicia, crueldad, lujo, ambición, orgullo, vanidad,
ira, terquedad, altivez, traición, engreimiento, odio, malicia,
envidia, dejarán de existir», escribió Josiah Priest en 1828.
«No habrá llanto, ni suspiros, ni muerte8». William Miller
creía que Cristo probablemente descendería en 1843; el
capitán Saunders en Inglaterra y Joseph Wolff en Palestina
estaban seguros de que la fecha era en 1847.
Muchos conversos mormones habían sido atrapados por
el contagio del milenarismo y vieron en el surgimiento del
nuevo profeta, con su iluminación privada y misteriosa, la
evidencia final de la inminente llegada de Cristo. Muchos se
unieron a la causa de José con la esperanza de estar a su
derecha en el día del Juicio Final. Y como el mismo José
estaba infectado con el espíritu del milenarismo, alentó este
sentimiento.
Cuando seleccionó a doce de sus hombres más capaces
como apóstoles para supervisar su sistema de proselitismo
que se desarrollaba rápidamente, los colmó de bendiciones
que confirmaron su creencia en la inminencia de eventos
estupendos. Prometió a Lyman E. Johnson que «vería al

7«Leany Family History as Written from Memory by William Leany»,


MS. La transcripción mecanografiada se encuentra en la Biblioteca de la
Sociedad Histórica del estado de Utah.
8«Leany Family History as Written from Memory by William Leany»,
MS. La transcripción mecanografiada se encuentra en la Biblioteca de la
Sociedad Histórica del estado de Utah.
7 La sociedad perfecta y la tierra [156
prometida

Salvador venir y pararse en la tierra con poder y gran gloria».


Al hermano menor de José, William, y a Orson Hyde se les
dijo que «permanecerían en la tierra y traerían almas hasta
que Cristo venga». Y aunque José nunca pronosticó
oficialmente el año exacto de la Segunda Venida, una vez se
aventuró a sugerir el paso de «unos cincuenta y seis años
hasta la escena final9».

MULTITUDES comenzaron a llegar a Kirtland. «Muchos


viajaron ochenta y cien kilómetros hasta el trono del
profeta», escribió el editor del Painesville Telegraph, «para
escuchar de su propia boca la certeza de que había excavado
una biblia y unas gafas. Muchos, incluso en los estados de
New England, después de escuchar la frenética historia de
algunos de estos ‘élderes’, pusieron inmediatamente todo en
un carro, y se dirigieron a la ‘tierra prometida’, para escapar
—como suponían— de los juicios del Cielo que pronto se
derramarían sobre la tierra10».
Entre los visitantes estaba Ezra Booth, un popular
predicador metodista. En su grupo había una mujer con un
brazo paralizado. Durante su entrevista con José Smith, la
conversación giró en torno al tema de la sanidad, y alguien
dijo: «Aquí está la Sra. Johnson con un brazo cojo; ¿ha dado
Dios algún poder a los hombres ahora en la tierra para
curarla?».

9 Ver History of the Church, Vol. II, p. 182. Las bendiciones apostólicas
fueron publicadas en su totalidad en la Millennial Star, Vol. XV, pp.
2o6-7, y en History of the Church, Vol. II, pp. 189-91, pero fueron
omitidas de la historia oficial de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días.
10 E. D. Howe: Mormonism Unvailed, pp. 113-16.
157] Nadie conoce mi historia

José se sentó en silencio, pero unos momentos después,


cuando la pregunta casi se había olvidado, se levantó y
atravesó la habitación. Tomando la inútil mano de ella en la
suya, dijo solemnemente: «Mujer, en el nombre del Señor
Jesucristo, te ordeno que te pongas bien» y salió
inmediatamente de la habitación.
Un predicador de campbellita, al describir lo que siguió,
escribió que «la compañía estaba asombrada por la infinita
presunción del hombre y la tranquila seguridad con la que
hablaba. El repentino shock mental y moral —no sé cómo
mejor explicar el hecho bien probado— electrificó el brazo
reumático y la Sra. Johnson lo levantó de inmediato con
facilidad11».
El milagro convirtió de inmediato a Booth y a toda la
familia Johnson. Luego un milagro menor trajo a la iglesia
mormona a Symonds Ryder, un evangelista campbellita cuya
fama era casi tan grande como la de Rigdon. Cuando leyó
sobre el gran terremoto de Pekín de 1831, recordó que una
chica mormona había predicho el evento unas semanas
antes. Estas dos conversiones dejaron atónitos a los
predicadores establecidos en la vecindad. El terremoto de
China fue burlado en la prensa local como «El mormonismo
en China», y Thomas y Alexander Campbell corrieron al
norte de Ohio para predicar frenéticamente contra la nueva
religión.
Eber D. Howe, editor del Painesville Telegraph, furioso
cuando su propia esposa e hija se unieron a los mormones,
ofreció su prensa a los Campbell, y publicó el 8 y el 15 de
marzo el primer análisis de investigación del Libro de

11Cita de un sermón de A. Hinsdale, 3 de agosto de 1870, publicado en A.


S. Hayden: Early History of the Disciples, pp. 230-1.
7 La sociedad perfecta y la tierra [158
prometida

Mormón —«Delirios» de Alexander Campbell— que había


aparecido en el Millennial Harbinger.
Sin desanimarse por esta oposición, José, por sugerencia
de Rigdon, se puso a trabajar en la «traducción» del Nuevo
Testamento. Rigdon esperaba seguir provocando a
Alexander Campbell, que había publicado una versión
revisada de la suya en 1827. Además de esta traducción, José
estaba derramando revelaciones que delineaban su nuevo
evangelio. Y sus éxitos, que debieron parecerle fenomenales,
maduraron su lenguaje y lo envalentonaron.
Siempre se había sentido cómodo ante el público, pero
ahora se estaba convirtiendo en un predicador de talento
poco común. Su elocuencia, escribió Parley Pratt, «no fue
pulida, no estudiada, no suavizada por la educación ni
refinada por el arte… Interesaba y edificaba, mientras que, al
mismo tiempo, divertía y entretenía a su público; y nadie que
lo escuchaba se cansaba de su discurso. Incluso lo he
conocido por mantener una congregación de oyentes
dispuestos y ansiosos durante muchas horas juntos, en
medio de frío o sol, lluvia o viento, mientras reían en un
momento y lloraban en el siguiente». Incluso el ácido Eber
Howe admitió que su discurso era «sencillo, bastante
fascinante y ganador». No siempre hablaba
gramaticalmente, y sus metáforas eran más caseras y
pintorescas que poéticas. Pero su voz era poderosa y llevaba
una convicción que mantenía a sus oyentes paralizados.
Con su éxito llegó una dignidad que siempre decepcionó a
los burladores. Una predicadora que viajaba por Ohio en
1831 se equivocó con la emoción local. «¿Puede usted», le
preguntó a José sin rodeos, «en presencia de Dios
Todopoderoso, dar su palabra por juramento que un ángel
159] Nadie conoce mi historia

del cielo le mostró el lugar de esas planchas y que tomó las


cosas contenidas en ese libro de esas planchas?».
Respondió en voz baja: «No juraré en absoluto».
Entonces ella se volvió contra él con furia. «¿No se
avergüenza de tales pretensiones? Usted, que no es más que
un ignorante arador de nuestra tierra ¡Oh! ¡Avergüéncese de
tales abominaciones!, y deje que la vergüenza cubra para
siempre su cara!».
Solo respondió diciendo: «El don ha vuelto de nuevo,
como en tiempos pasados, a los pescadores analfabetos12».
Sin embargo, su nueva dignidad y sentido de la
responsabilidad de su cargo no sofocó su sentido del humor.
«Era un profeta alegre», dijo uno de sus conversos, «solía
reírse desde la coronilla hasta las plantas de los pies, sacudía
cada pedazo de carne en él». Su inclinación por la comedia
ocasional desconcertaba a aquellos que esperaban una
solemnidad patriarcal, pero se ganó el cariño de muchos
otros.
Un día estaba explicando su credo y su libro al predicador
campbellita Hayden. «Oh, esta no es la evidencia que
quiero», dijo Hayden, «la evidencia que deseo tener es un
milagro notable... si realizas uno así, entonces creeré con
todo mi corazón y mi alma».
«Bueno», dijo José, «¿qué habrá hecho? ¿Se quedará
ciego o mudo? ¿Quedará paralizado o tendrá una mano seca?
Elija lo que quiera, elija lo que le plazca, y en el nombre del
Señor Jesucristo se hará».
«Ese no es el tipo de milagro que quiero», protestó
Hayden.

12Vicissitudes Illustrated in the Experience of Nancy Towle, in Europe


and America, Written by Herself (Portsmouth, 1833), 2nd ed., pp. 556-7.
7 La sociedad perfecta y la tierra [160
prometida

«Entonces, señor», dijo José, «no puedo hacer ninguno;


no voy a traer problemas a nadie más, señor, para
convencerlo13».

SEGÚN los Hechos de los apóstoles, los discípulos de


Cristo «tenían todas las cosas en común; y vendían sus
posesiones y bienes, y los repartían a todos los hombres
como cada uno tenía necesidad». Nunca en la historia
americana este pasaje de las escrituras fue tan influyente
como en el segundo cuarto del siglo XIX. Decenas de
sociedades comunales surgieron en el país, religiosas, no
religiosas, célibes y de amor libre. Los shakers eran
comunistas, al igual que los seguidores de Jemima
Wilkinson. Cuando José Smith cabalgó por primera vez al
valle del Susquehanna para encontrar la mina de plata para
Josiah Stowel, fue a la provincia donde Coleridge, Southey y
Wordsworth habían planeado fundar una pantisocracia14 y
donde los armonistas alemanes, liderados por George Rapp,
estaban construyendo Economy a orillas del Ohio.
Si alguna vez se le ocurrió a José Smith convertir su
iglesia en una sociedad comunista, no traicionó tal intención
hasta después de conocer a Rigdon. Este último no solo
había estudiado el Nuevo Testamento, también había
absorbido gran parte del reciente entusiasmo nacional por la
New Harmony de Robert Owen15.
Al famoso filántropo inglés le habían ofrecido una
fortuna, irónicamente por el gran duque Nicolás, para iniciar
su empresa socialista en Rusia, pero Owen prefirió

13Relatado por George A. Smith el 24 de junio de 1855 en Salt Lake City,


Journal of Discourses, Vol. II, p. 326.
14 NdT: Este artículo da detalles sobre el tema.
15 NdT: Este artículo explica la doctrina de Robert Owen.
161] Nadie conoce mi historia

Norteamérica como campo para la reforma social. En 1825


compró Harmony, Indiana, a George Rapp por $100.000, y
con gran fanfarria organizó New Harmony con 900
miembros, 30.000 acres y $150.000 de capital. Las
comunidades inspiradas por Owen inmediatamente se
multiplicaron por todo el país.
A Owen se le permitió predicar el comunismo ante una
sesión conjunta del Congreso, con la asistencia del
presidente y la Corte Suprema. Recorrió la nación haciendo
discursos, y en abril de 1829 Sidney Rigdon lo escuchó en un
debate de quince días con Alexander Campbell en Cincinnati.
Para esta fecha, sin embargo, New Harmony se estaba
desintegrando estrepitosamente. Owen había perdido cuatro
quintas partes de su fortuna, pero nada de su magnífico
entusiasmo, ya que estaba negociando alegremente con el
gobierno mexicano por una inmensa área en Chihuahua o
Texas.
En un aspecto, solo la aventura de Owen fue un éxito
notable. Hizo que Estados Unidos tuviera una mentalidad
comunitaria. La misma generación que creía tan
fervientemente en el perfeccionamiento del hombre —que
desechó el calvinismo y abrazó en su lugar el unitarismo, el
milenarismo y la abstinencia total— estaba madura, al menos
ideológicamente, para el comunismo también. En 1840
Emerson escribió a Carlyle: «No es un hombre de lectura,
pero tiene un borrador de una nueva comunidad en el
bolsillo de su chaleco».
Pero el entusiasmo por la perfección en una sociedad
socialista fue bastante abrumador, debido a las tremendas
fuerzas de expansión industrial y agrícola, que
recompensaron al capitalismo con fabulosos dividendos,
7 La sociedad perfecta y la tierra [162
prometida

quitaron la cursiva de la palabra francesa millionaire, e


hicieron de «¡Buena tierra!» una jaculatoria nacional.
José Smith estableció un orden económico en su iglesia
que siguió con cierta fidelidad la historia de la vida de la
típica sociedad comunista de su tiempo. Cuando llegó por
primera vez a Kirtland, encontró la pequeña «comunidad»
de Rigdon en el caos. «Los discípulos tenían todas las cosas
en común», escribió John Whitmer, «e iban a la destrucción
muy rápido en cuanto a las cosas temporales; pues
consideraban, leyendo las Escrituras, que lo que pertenecía a
un hermano pertenecía a cualquiera de los hermanos; por lo
tanto, se quitaban la ropa y otras propiedades y las usaban
sin permiso, lo que provocaba confusión y desencanto16…».
Poco después José emitió una revelación estableciendo la
Orden Unida de Enoc. «He aquí», dijo el Señor,
«consagrarás todas tus propiedades, las que tienes para mí,
con un pacto y un título que no puede ser roto, y serán
puestas ante el obispo de mi iglesia17». La propiedad privada
se convirtió en propiedad de la iglesia, y el beneficio privado
en un botín de la comunidad.
La producción se mantuvo de forma individual. A cada
converso, después de «consagrar» su todo a la iglesia, se le
devolvía cierta propiedad «suficiente para él y su familia»,
sobre la que actuaba como capataz o «mayordomo». El
sistema era, por tanto, más parecido a la tenencia de la
granja que a la verdadera agricultura comunal practicada por
los shakers y los partidarios de New Harmony. A la muerte o

16 «History of the Church», Ms., Capítulo II.


17 Book of Commandments, capítulo XI, versículo 26. Esto no debe
confundirse con la versión revisada de esta revelación publicada más
tarde en Doctrina y convenios.
163] Nadie conoce mi historia

desafección del mayordomo, la tierra volvía a la iglesia, que


poseía el título de forma permanente.
Cualquier excedente que el mayordomo sacara de la
tierra, o cualquier ganancia que el mecánico sacara de su
taller, era aportado al almacén y tesoro de la iglesia,
manteniendo el converso solo lo que era «necesario para el
apoyo y comodidad» de él y su familia. El espíritu del
verdadero comunismo marxista —«de cada uno según su
capacidad, a cada uno según su necesidad»— estaba
implícito en todo el sistema.
José había probado la degradación de la pobreza y a lo
largo de su vida se apresuró a defender a los pobres. Pero un
núcleo duro de sentido común templó su humanitarismo.
«Hay tres clases de pobres», le gustaba decir, «los pobres del
Señor, los pobres del diablo y los pobres diablos18». Este
mismo entendimiento sagaz iluminó las revelaciones que
establecieron el marco de la Orden Unida. Prescribían
formas legales que un tribunal de justicia podía estar seguro
de mantener si un converso apostataba, y que por cierto
permitía amenazar a los descontentos con la pérdida de sus
propiedades si querían abandonar la iglesia. «El que peca y
no se arrepiente», dijo el Señor, «será expulsado y no volverá
a recibir lo que me ha consagrado19».
Aunque cada hombre era libre de labrar su propia tierra y
reparar su propio techo, el estímulo para un esfuerzo

18Según John D. Lee. Ver Mormonism Unvailed, incluyendo la vida y


confesiones del obispo mormón fallecido John D. Lee (St. Louis, 1877), p.
183.
19 Book of Commandments, Capítulo XI, versículo 31. Ver en particular
las escrituras de consagración de la propiedad de Tito Billings, History of
the Church, Vol. 1, pp. 363-7n. Billings liberó sus derechos e intereses
«para siempre», y la iglesia le arrendó la propiedad por la duración de su
vida o de su membresía en la iglesia.
7 La sociedad perfecta y la tierra [164
prometida

concienzudo residía únicamente en el amor del converso por


la iglesia. Todas las ganancias eran absorbidas por el
almacén, y se esperaba que el miembro laborioso aceptara la
distribución de sus excedentes como las autoridades de la
iglesia lo consideraran conveniente.
Si un hombre deseaba mejorar su propiedad o ampliar su
capital, estaba sujeto a la discreción y el patrocinio del
obispo. Éste era el honesto e industrioso Edward Partridge, a
quien se le dio una autoridad secular ilimitada. No solo
juzgaba las «necesidades» de cada converso en la asignación
de tierras, sino que también determinaba la exactitud del
«excedente» que se entregaba en la cosecha. Tuvo la
prodigiosa tarea de proveer de mayordomía a aquellos que
llegaron a la iglesia sin dinero, como el profeta y otros
innumerables granjeros desposeídos, y de aliviar la angustia
cuando la propiedad no producía suficientes ingresos para
mantener a su mayordomo. Además, se le ordenó comprar
tierras, establecer nuevas empresas, cuidar de los ancianos y
construir iglesias y escuelas.
La estructura de la Orden Unida, tal como se desarrolló
en las revelaciones de José, es incompleta y ambigua, y los
detalles de cómo funcionó realmente en Kirtland
simplemente no son recuperables. Está claro, sin embargo,
que José no impulsó inmediatamente la nueva economía a
los conversos de Kirtland, que eran nuevos para él y estaban
relativamente asentados financieramente. Experimentó
sabiamente primero con los mormones de New York que lo
habían seguido al oeste, ya que poseían una mayor
homogeneidad social y un capital más líquido. Estos
conversos se establecieron en Thompson, un pueblo vecino,
bajo el liderazgo de Newel Knight. Cuando una revelación
ordenó a los conversos de Ohio «impartir de sus tierras» a
165] Nadie conoce mi historia

sus hermanos del este, Ezra Thayer y Leman Copley


ofrecieron un terreno de mil acres por la mitad de su valor, y
el experimento fue lanzado rápidamente20.

EL ENTUSIASMO de José por la Orden Unida siempre


fue mitigado por el hecho de que fue la concepción de
Rigdon. Es dudoso que se diera cuenta al principio del poder
añadido que tal sistema automáticamente le daba a sus
manos, aunque rápidamente aprendió a considerar que era
su derecho supervisar los asuntos temporales y espirituales
de su pueblo. Al principio dejó la gestión de la Orden en gran
parte en manos de subordinados, ya que estaba mucho más
interesado en sus planes para construir una Nueva
Jerusalén.
«Y con un solo corazón y una sola mente», escribió en el
nombre del Señor, «reunid vuestras riquezas para comprar
una herencia que os será asignada de aquí en adelante. Y
será llamada la Nueva Jerusalén, una tierra de paz, una
ciudad de refugio, un lugar de seguridad para los santos del
Dios Altísimo… Y se reunirán en ella de todas las demás
naciones bajo el cielo, y será el único pueblo que no estará en
guerra unos con otros21».
Aún no había seleccionado el lugar para la ciudad santa.
Pratt había regresado de la misión lamanita con brillantes
descripciones del condado de Jackson, cerca de la frontera
india en el alto Missouri, y Cowdery, que había permanecido
allí haciendo proselitismo, estaba seguro de que en
Independence, a unos cuatrocientos dos kilómetros por el río
Missouri desde St. Louis, había encontrado el lugar ideal

20History of the Church, Vol. 1, p. 180n., y Ezra Booth: «Letter No. 7»,
en Howe: Mormonism Unvailed, p. 201.
21 Doctrina y convenios, Sección 45.
7 La sociedad perfecta y la tierra [166
prometida

para Sion. Aquí todos los caminos terminaban y solo un


profundo y negro sendero se extendía hacia Santa Fe, mil
doscientos ochenta y siete kilómetros al suroeste.
Aunque con menos de cuatro años de antigüedad,
Independence ya era la pujante ciudad de la frontera. Tenía
como mercado a los indios emigrantes —los sacs, foxes y
kickapoos, que se abrían paso a raudales para tomar nuevos
hogares en las Grandes Llanuras— así como a los indios de
Kansas, medio muertos de hambre, que vivían directamente
en el oeste. Proporcionaba suministros para Cantonment
(más tarde Fort) Leavenworth, que un viajero italiano
describió en 1837 como «unos cuarteles miserables y un
blocao de segunda categoría» con «un regimiento de
dragoons22 y artillería para mantener el respeto de los
salvajes».
Los soldados habían controlado parcialmente las
incursiones comanches y pawnees en las caravanas de Santa
Fe, cuyo valor anual en diez años había saltado de 3.000 a
270.000 dólares. Equipos de bueyes y mulas viajaban de
mayo a octubre llevando algodón, lana, uniformes azul
oscuro, prendas de lana gruesa, alepín, cuchillería ligera y
espejos, y regresaban con lingotes de oro, dólares mexicanos,
oro fino, castor, mulas y asnos. Estas caravanas se equipaban
en Independence con provisiones suficientes para durar
hasta el país de los búfalos, y cuando regresaban, llegando al
puerto desde un mar de praderas, desprovistos de comida y
ropa, los comerciantes gastaban su dinero con tanta
liberalidad que todo el Missouri utilizaba los dólares
mexicanos como medio de cambio.

22 NdT: O caballería armada.


167] Nadie conoce mi historia

Independence no tenía ni banco, ni imprenta, ni iglesia,


pero contaba con un comerciante yanqui23 que había vendido
sesenta mil dólares en tres años. Los barcos de vapor
navegaban por el río hasta Council Bluffs. La Asamblea
General de Missouri, ese mismo diciembre, había abierto la
mayoría de los preciados 46.000 acres de tierras para la
siembra en el condado de Jackson para su venta a dos
dólares el acre, y las tierras públicas más al oeste se vendían
a un dólar y un cuarto por acre en lotes de ochenta acres. Un
gacetillero de 1837 informó que «la furia por ese cuarto de
dólar invadió todo el mundo emigrante24».
La historia ha reivindicado el entusiasmo de Cowdery por
Independence, ya que Kansas City surgió de sus alrededores.
Pero había demasiados agentes de tierra en Missouri en la
década de 1830 para permitir que tan suculenta especulación
cayera en manos de cualquier secta.
José dudó al principio sobre Independence, porque estaba
preocupado por el hecho de que la misión a los indios había
sido un fracaso rotundo. Pratt culpó a los agentes indios y a
los celosos sacerdotes sectarios, que se habían alarmado,
dijo, por el éxito inicial suyo y de Cowdery entre los
delawares y les habían ordenado salir del territorio indio.
Pero Cowdery no estaba teniendo más éxito entre los
blancos. Su carta del 7 de mayo de 1831 terminaba diciendo:
«Estamos bien, bendecid al Señor; y predicaremos el

23NdT: El término denota a un habitante de New England o de uno de los


estados del norte de Estados Unidos.
24 Alphonse Wetmore: Gazetteer of the State of Missouri (St. Louis,
1837), p. 92. Véase también Charles J. Latrobe: The Rambler in North
America (London, 1832-3), Vol. I, p. 128; Conde Francesco Arese: A Trip
to the Prairies and the Interior of North America, 1837-38 (New York,
1934), p. 65; y el diario Wetmore en Southwest sobre el Turquoise Trail
(ed. de A. B. Hulbert, 1933), pp. 176 y sig.
7 La sociedad perfecta y la tierra [168
prometida

Evangelio, aunque la tierra y el infierno se opongan a nuestro


camino; porque habitamos en medio de escorpiones y en
Jesús confiamos».
A sus conversos, que eran reacios a comprar tierras hasta
que el sitio exacto para Sion hubiera sido elegido, José
postergó lo mejor que pudo en una nueva revelación: «Y en
caso de que no tengáis terrenos, cómprenlos ellos por ahora
en las regiones de alrededor, como bien les parezca… El lugar
aún no ha sido revelado25…». Hasta mayo, no tenía indicios
de que en un mes un desastre doble precipitaría un éxodo a
Missouri.

A PESAR de que José intentó erradicar la patología


religiosa que permeaba la colonia de Kirtland, quedó un
residuo que no hizo ningún esfuerzo por disipar. Ezra Booth
declaró que «una expectativa universal impregnaba la iglesia
de que no estaba muy lejos el momento en que los sordos, los
mudos, los mutilados, los ciegos, etc., se convertirían en los
sujetos del poder milagroso de Dios, para que cada defecto
en sus sistemas fuera completamente eliminado». Muchos
creían que si tenían suficiente fe nunca saborearían la
muerte, y despreciaban los servicios de los médicos.
José probablemente estaba preocupado, como muchos
curanderos de la fe lo habían estado antes que él, por la
manera aparentemente intermitente y caprichosa en que
Dios hacía milagros. Debe haber sido humillante descubrir
que, aunque podía ordenar con éxito al Señor que curara un
brazo paralizado y expulsara a un demonio, era impotente
para ayudar a Emma en su desgarrador sufrimiento en un
parto. En su segundo confinamiento dio a luz a gemelos,

25 Doctrina y convenios, Sección 48.


169] Nadie conoce mi historia

pero ambos murieron, y él fue tan incapaz de consolarla


como lo había sido de aliviar su dolor.
Otra pareja de gemelos había nacido en Kirtland al mismo
tiempo. Cuando su madre murió, fueron entregados al
profeta y a su esposa para que los criaran. Emma los tomó
con alegría y humildad y pronto aprendió a amarlos como si
fueran suyos.
Cuando se completaron los planes para la primera
conferencia general de José en Kirtland, su dolor por la
pérdida de sus propios hijos se había disipado en gran
medida, y también, al parecer, su sensación de impotencia
ante el espectro de la muerte. Optimista y exuberante, se
volvió descuidado con la profecía. Ezra Booth, que describió
la conferencia en detalle poco después de dejar la iglesia,
escribió que el día antes de que las reuniones comenzaran
José prometió que «no deben pasar tres días antes de que
algunos vean al Salvador cara a cara26».
El profeta estableció la nota clave para la primera
asamblea desentrañando el misterio de las Diez Tribus
Perdidas, revelando que vivían en una tierra «contigua al
polo norte, separada del resto del mundo por montañas
intransitables de hielo y nieve». El punto culminante de la
conferencia, sin embargo, fue su anuncio de que Dios había
restaurado a la tierra el sacerdocio de Melquisedec o mayor,
el Santo Orden del Hijo de Dios. Esto era diferente del
sacerdocio de Aarón del que disfrutaban los judíos y que fue
restaurado al pueblo mormón por Juan el Bautista. A lo largo

26 El detallado relato de Booth sobre la conferencia y la historia de su


propia desilusión fueron escritos en una serie de cartas a Edward
Partridge y publicados en 1831-2 en el Ohio Star de Ravenna. Fueron
reimpresas en E. D. Howe: Mormonism Unvailed. Para más detalles de
la conferencia ver John Whitmer: «History of the Church», MS., Capítulo
VII; y History of the Church, Vol. I, p. 176 y sig.
7 La sociedad perfecta y la tierra [170
prometida

de la historia solo Melquisedec y Cristo habían sido


investidos con sus prerrogativas, pero ahora iba a ser el
privilegio de cada verdadero creyente en el evangelio27.
José seleccionó a varios de sus hombres clave y comenzó a
ordenarlos como sumos sacerdotes. Mientras las oraciones
solemnes avanzaban, el feroz y fanático Lyman Wight, que
había sido uno de los comunistas más celosos de Rigdon,
saltó sobre un banco. Booth escribió que tenía los brazos
extendidos, las manos encogidas hacia atrás y todo su
sistema se agitaba mientras gritaba: «¡Si quieren ver una
señal, mírenme!» y gritó que veía los cielos abiertos y al Hijo
del Hombre sentado a la derecha del Padre. Un hombre fue
repentinamente golpeado por sordera y mudez. José se
acercó a él y ordenó al diablo que huyera, e inmediatamente
los sentidos perdidos volvieron. Toda la congregación estaba
electrizada.
Pero en este punto, si nos basamos en el relato de Booth,
parece que José estaba tan emocionado por el regreso de su
don para hacer milagros que perdió toda discreción.
Agarrando la mano de un converso que había quedado
lisiado por un accidente, exclamó: «¡Hermano Murdock, te
ordeno en nombre de Jesucristo que endereces tu mano!» y
tiró de los dedos rígidamente enroscados. De nuevo lo exigió,
pero los dedos volvieron a su antigua distorsión.
Rápidamente se volvió hacia un viejo cojo de una pierna y
le ordenó que se levantara y caminara. El hombre dio un
paso o dos y luego su fe falló. Luego un padre trajo un niño

27 Parece probable que el concepto de José de doble sacerdocio vino


directamente de la Dissertation on the Coincidence between the
Priesthoods of Jesus Christ and Melchisedec (Philadelphia, 1810) de
James Gray. José estaba familiarizado con las obras de Gray. Su propia
copia firmada del Mediatorial Reign of the Son of God de Gray
(Baltimore, 1821) puede verse en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada.
171] Nadie conoce mi historia

muerto, que se había negado a enterrar hasta después de la


conferencia. Las oraciones más fervientes y frenéticas
dejaron el pequeño cuerpo gris inmóvil. José encontró
imposible reprochar a los padres la falta de fe, ya que fueron
los últimos en convencerse de que el niño no podía volver a
respirar. Finalmente, entumecidos y desolados, se volvieron
contra los élderes y les reprocharon amargamente haberles
aconsejado que no recibieran ayuda médica. Un escalofrío se
extendió por toda la conferencia.
El segundo día, cuando sin explicación Rigdon despidió a
la congregación abruptamente antes que el tiempo se
agotara, José debió darse cuenta de que se enfrentaba al
primer gran fracaso de su vida. Unos pocos lo denunciaron
con desprecio, y los silenciosos lo miraron con ojos fríos.
Fue en esta hora que Newel Knight le trajo la noticia de la
segunda desgracia, que amenazaba con derribar la estructura
económica de la iglesia antes de que se construyera a medias.
Leman Copley y Ezra Thayer habían renunciado a su
generosa ofrenda de tierras en Thompson e invocaban la ley
del estado de Ohio para librarse de los «intrusos» de New
York28.
José comenzaba a sentir la presión de las vejaciones que
habían atormentado a los shakers y precipitado la ruina de
New Harmony. Analizando en 1870 el colapso de los
experimentos comunistas americanos, John Humphrey
Noyes lo achacó a la «depravación general»; José luchó
durante cuatro años con los pleitos y la pobreza para
descubrirlo por sí mismo.
Sin embargo, ahora, con la rápida energía que nunca
pareció fallarle en una crisis, encontró en una sola noche la

28Véase John Whitmer: «History of the Church», Ms., Capítulo VIII, y el


diario de Newel Knight, publicado en Scraps of Biography, p. 70.
7 La sociedad perfecta y la tierra [172
prometida

solución que resolvería la difícil situación de la colonia de


New York y al mismo tiempo desviaría la atención de la
desastrosa conferencia. Sion lo salvaría. Como Robert Owen,
cuyo fracaso en New Harmony lo había dirigido a
Chihuahua, José buscó la frontera, donde los hombres no
habían echado raíces profundas y la necesidad impondría la
cooperación. Una nueva revelación ordenó a treinta
hombres, incluyéndolo a él y a Rigdon, que partieran de
inmediato a Missouri29.
A los conversos, ya alarmados, que le habían cedido sus
propiedades y consagrado su dinero, les prometió tierras en
abundancia en Missouri. Rápidamente se corrió la voz de
que no se podían hacer milagros en Ohio porque no era
tierra consagrada, que solo en la tierra prometida se podía
hacer ver a los ciegos, caminar a los cojos, y vivificar a los
muertos. La próxima conferencia se llevaría a cabo en
Independence, donde se construiría un glorioso templo en
honor al Señor. Allí los hijos de Dios adorarían con riqueza y
abundancia.
Cuando algunos de los hombres se opusieron a partir
apresuradamente hacia la frontera india, otra revelación los
golpeó: «¡Ay de vosotros, hombres ricos, que no queréis dar
de vuestra riqueza a los pobres, porque vuestras riquezas
corromperán vuestras almas!… ¡Ay de vosotros, pobres,
cuyos corazones no están quebrantados, cuyos espíritus no
son contritos, cuyos vientres no están satisfechos, y cuyas
manos no están impedidas de agarrar los bienes ajenos,
cuyos ojos están llenos de codicia, y que no queréis trabajar
con vuestras propias manos! Pero bienaventurados los
pobres de corazón puro, cuyos corazones están quebrantados

29 Doctrina y convenios, Sección 52.


173] Nadie conoce mi historia

y cuyos espíritus son contritos, porque verán el reino de Dios


que viene en poder y gran gloria para su liberación; porque la
grosura de la tierra será suya30».

30Doctrina y convenios, Sección 56. Véase también Ezra Booth: «Letter


No. 5», en Howe: Mormonism Unvailed, p. 194.
Capítulo 8
Constructor de templos

F
ALTABAN cuatrocientos dos kilómetros para llegar
a Independence desde St. Louis, donde José dejó el
lujo del barco a vapor y comenzó a caminar. A
medida que los asentamientos se hacían más escasos y las
colinas se aplanaban en praderas que se cocinaban bajo el sol
de julio, los cansados élderes mormones debieron estar
consternados por la lejanía de la tierra prometida. Al
principio del viaje se vieron animados por extravagantes
esperanzas, algunos predijeron conversiones en masa con los
indios mediante el don de lenguas y todos cantaron el
estribillo: «Pasaremos el invierno en Ohio, pero solo un
invierno más». En una ráfaga de oratoria José dijo a sus
hombres que había visto una visión de varios cientos de
conversos esperándolos en Sion.
Independence, sin embargo, demostró ser el tipo de aldea
fronteriza más tosca, con poco más de una docena de casas
de troncos, tres tiendas, una escuela y un juzgado de
ladrillos. La colonia mormona consistía en tres o cuatro
mujeres. José estaba consternado por la ineptitud de
Cowdery como misionero, pero al principio no pudo sentir la
conmoción y el desconcierto que se apoderó de sus hombres.
Pocos de ellos vieron nada más que la crudeza y la franca
atmósfera comercial de Independence, aunque José fue lo
suficientemente astuto para ver por qué era la ciudad clave a
lo largo de toda la frontera.
Pero incluso José tuvo algunos recelos hasta que subió a
la cima de la colina más alta al oeste de la ciudad. Aunque
175] Nadie conoce mi historia

estaba cubierta de bosques, podía ver desde su cima el valle


del rio Blue y hacia el oeste una pradera tan vasta y plana
que lo dejó boquiabierto. Parecía que estaba en la última
gran colina entre la frontera india y los picos de las
Montañas Rocosas a cientos de kilómetros al oeste. Aquí, en
el centro del continente, construiría un templo al Señor al
que fluirían hombres rojos y blancos en un gran arroyo,
uniéndose por fin en la hermandad del evangelio.
Cuando llegó la recién desposeída colonia de New York, la
estableció en las tierras bajas entre Independence y la
frontera india, la primera cabaña que se levantó en lo que
ahora es el corazón de Kansas City. El sitio del templo fue
dedicado en una ceremonia simple pero conmovedora,
colocando la piedra angular al pie de un arbolito cuyo vigor y
promesa simbolizaban el futuro de la iglesia.
Ahora, sin embargo, la desilusión de muchos élderes
comenzó a mostrarse. Edward Partridge, a quien se le había
dado el control de la Orden Unida en la nueva Sion, se quejó
de la calidad de la tierra seleccionada para la compra.
Cuando José respondió con cierto calor que el Cielo había
seleccionado la tierra, Partridge respondió de manera
contundente: «Deseo que no nos digas más que sabes estas
cosas por el espíritu cuando no las sabes; nos dijiste que
Oliver había levantado una gran iglesia aquí, y no existe tal
cosa».
«Lo veo y así será», afirmó José con calma, pero después
Ezra Booth lo observó con sospecha y a su regreso a Ohio
publicó en el Ohio Star una detallada y sarcástica
descripción del viaje.
Según Booth, Rigdon estaba particularmente molesto con
José, diciéndole sin rodeos que su visión «era algo mala», e
instándole a regresar inmediatamente a Ohio. A pesar de
8 Constructor de templos [176

todas sus propensiones visionarias, Rigdon no tenía una


visión real. Estaba horrorizado por el remoto y poco
amistoso asentamiento y se negó a cortar sus lazos con
Kirtland. José estaba por lo tanto dividido entre sus dos
hombres clave. Como el prestigio de Rigdon era
indispensable para el crecimiento de la iglesia, Cowdery
perdió y José aceptó volver a Ohio. Los mormones se
dividieron en dos, la colonia de Missouri se convirtió en un
refugio para los desheredados y la iglesia de Kirtland
mantuvo el prestigio de la presencia del profeta.
Mil doscientos ochenta y siete kilómetros de caminos en
mal estado separaban a los dos grupos. La comunicación por
carta era lenta e incierta, pero no obstante se mantenía un
notable sistema de enlace. Se estableció una imprenta en
Independence para publicar la Evening and Morning Star,
el periódico más occidental de los Estados Unidos. W. W.
Phelps, poeta y periodista antimasónico del estado de New
York, fue nombrado editor. La Star imprimió muchas de las
revelaciones de José y todas sus cartas a la iglesia.
Sin embargo, la cooperación entre las dos Órdenes Unidas
resultó imposible. La orden de Missouri, más genuinamente
comunitaria, echó raíces rápidamente, el contenido del
almacén se hinchó bajo la concienzuda dirección de Edward
Partridge. Pero Kirtland era una desafortunada mezcla de
conversos nuevos y sin tierra, viejos colonos reacios a
escriturar sus granjas a la iglesia, y una jerarquía sin dinero
que no tenía ingresos estables.
A finales de octubre de 1831 la maquinaria de la orden de
Kirtland finalmente comenzó a moverse, preparada por un
177] Nadie conoce mi historia

préstamo de 10.000 dólares de Charles Holmes1. Newel K.


Whitney fue nombrado obispo, y su tienda se convirtió en
almacén y comisaría. Una nueva revelación sugirió que, si las
deudas se acumulaban, la cuenta debía ser «entregada al
obispo de Sion, quien pagará la deuda con lo que el Señor
ponga en sus manos2». El desafortunado Partridge se hizo
así responsable de las deudas de toda la iglesia.
A instancias de sus principales hombres, que suscribían la
omnipresente tradición yanqui de que los predicadores
debían dejar en paz los asuntos civiles, José cedió la mayor
parte de la gestión de las órdenes unidas a los obispos y pasó
el invierno de 1831 revisando la Biblia y recogiendo y
editando sus revelaciones para publicarlas en forma de libro.
Se había mudado a Hiram, a unos sesenta y cuatro
kilómetros al sudeste de Kirtland, aceptando la hospitalidad
de John Johnson, cuya esposa había sido espectacularmente
curada el verano anterior.
La revisión de la Biblia fue tediosa, pero la disciplina tuvo
un efecto duradero en el pensamiento y estilo de José. No
hubo ningún hilván descuidado de frases sueltas. Fue una
enmienda meticulosa, que le enseñó por primera vez el valor
de la palabra. Modernizó muchas frases e hizo cambios
ocasionales en la doctrina. Pero las partes más interesantes

1 El registro de este préstamo se encuentra en el tribunal de Chardon,


Ohio (Vol. V, p. 63). Junto con varios otros José Smith firmó dos pagarés
el 5 de octubre de 1831, cada uno de ellos por 5.000 dólares, el primero
pagadero en mayo 1, 1837 y el segundo en septiembre 1, 1837. El 15 de
octubre de 1831 pidió prestado 200 dólares más a Holmes. El 1 de abril
de 1838 Holmes demandó a José Smith por 15.000 dólares para cobrar
los pagarés. Aparentemente nunca se pagaron, ya que Smith perdió el
caso por incumplimiento. Para esa fecha había dejado Kirtland para
siempre.
2 Doctrina y convenios (1921), Sección 72, versículo 13.
8 Constructor de templos [178

de la biblia de José fueron las interpolaciones sobre sí mismo


y la Sion mormona.
No pudo resistir la tentación de insertar en el libro de
Génesis una profecía de su propia venida. A José, hijo de
Jacob, se le hizo decir: «Así me dice el Señor Dios de mis
padres: Un vidente escogido levantaré del fruto de tus lomos,
y será estimado en alto entre el fruto de tus lomos. ...y su
nombre se llamará José, y será como el nombre de su
padre…».
Luego elaboró esa profecía de Isaías sobre el hombre culto
y el libro sellado que tanto había impresionado a Martin
Harris después de su regreso de la visita a Charles Anthon,
ampliándolo con tal fidelidad a los detalles del episodio de
New York que debió asombrar incluso a Harris. La profecía
de Isaías también incluía referencias a los testigos del Libro
de Mormón y el regreso de las planchas de oro al Señor3.
Quizás José todavía estaba preocupado por una sensación de
insuficiencia. Aún no había aprendido a rechazar estos
pequeños obstáculos y a mantenerse firme en sus propios
pies.
El estudio meticuloso de la Biblia sirvió, sin embargo,
para estimular algunas de sus mejores revelaciones. En este
año, 1831, escribió tres veces más que en los últimos diez
años de su vida. Muchas eran órdenes comunes a los
misioneros, y otras eran intentos de resolver las dificultades
que seguían surgiendo en la orden unida. Pero algunos eran
pura teología.

3 Ver Génesis I e Isaías XXIX. Para un análisis detallado de los cambios en


toda la Biblia, ver Revelation in Mormonism de George B. Arbaugh
(Chicago, 1932), pp. 75-85. La revisión de la Biblia no se imprimió en
vida de José. Emma conservó el manuscrito, y la Iglesia Reorganizada lo
imprimió en Plano, Illinois, en 1867. Los mormones de Utah prefieren la
versión King James, debido a que José nunca completó su revisión final.
179] Nadie conoce mi historia

La primera epístola de Pablo a los corintios contenía tres


versos que le interesaron: «Hay también cuerpos celestes y
cuerpos terrestres; pero la gloria de lo celeste es una, y la de
lo terrestre otra. Una es la gloria del sol, otra la de la luna y
otra la de las estrellas; porque una estrella se diferencia de
otra en su gloria. Así también es la resurrección de los
muertos».
Al leer estas líneas, dijo, le vino a él y a Rigdon una visión
de la resurrección en la que vieron los tres grandes reinos a
los que todos los hombres serían asignados en el Día del
Juicio. El reino celestial, cuya gloria era la del sol, sería la
herencia de los miembros de la iglesia verdadera; el
terrestre, cuya gloria era la de la luna, sería la morada de los
que nunca habían conocido el evangelio. Luego acuñó la
palabra «telestial» para un tercer reino, cuya gloria era la de
las estrellas, para ser poblado por aquellos que habían
rechazado la ley de Dios.
Esta trinidad de reinos comprendía una escena de
resurrección muy diferente de la que había descrito en el
Libro de Mormón, donde el «lago de fuego y azufre»
figuraba de forma prominente en los sermones de los
profetas indios. José había dado un largo paso hacia el
universalismo, porque incluso los «mentirosos, hechiceros,
adúlteros y prostitutas» tenían garantizada la gloria telestial,
y solo un puñado de no regenerados llamados los Hijos de
Perdición iban a ser condenados eternamente.
La Evening and Morning Star publicó la larga revelación
que describía esta visión en diciembre de 1833, y añadió que
cuando los dos hombres salieron de la oficina «uno de los
hermanos informó que José parecía tan fuerte como un león,
pero Sidney parecía débil como el agua; y José, al notar la
8 Constructor de templos [180

condición de su compañero, sonrió y dijo: “El hermano


Sidney no está tan acostumbrado como yo”».
Años más tarde, cuando el profeta estaba escribiendo su
historia, hizo que se copiara la revelación de las tres glorias
en el registro y la comentó con el entusiasmo de un autor que
ha tropezado con un poco de su escritura temprana y se
maravilla de su brillantez o belleza estilística: «Cada ley,
cada mandamiento, cada promesa, cada verdad... atestigua el
hecho de que ese documento es una transcripción de los
registros del mundo eterno. La sublimidad de las ideas, la
pureza del lenguaje, el ámbito de acción... están tan por
encima de la estrechez de miras de los hombres, que todo
hombre honesto se ve obligado a exclamar: “Vino de Dios4”».

A PESAR del rico flujo de revelaciones durante el tiempo


en que José vivió con la familia Johnson, varios de los hijos
de los Johnson se distanciaron y dejaron la iglesia. Hiram se
estaba convirtiendo rápidamente en un pueblo poco
amistoso. Symonds Ryder dejó la iglesia porque una
revelación especial a él dirigida escribió mal su nombre. Ezra
Booth había estado fuera de la iglesia durante algunos meses,
desilusionado por lo que llamó «la habitual propensión a las
bromas y chistes» de José, y convencido por el viaje a
Missouri de que todas las revelaciones de José surgían de
crisis mundanas más que de los impulsos del Señor. Las
cartas de Booth en el Ohio Star causaron una indignación
generalizada contra el profeta.
Para atormentar aún más a José, los bebés gemelos que
había adoptado contrajeron sarampión. La enfermedad de
ellos en la casa de otro hombre no era fácil de soportar. En

4 History of the Church, Vol. I, pp. 252-3.


181] Nadie conoce mi historia

este punto llegó la noticia desde la colonia de Missouri de


que se estaba gestando una rebelión, y José se dio cuenta de
que solo una visita personal a Independence evitaría una
seria apostasía. Cuando la noticia de su partida se extendió
por la ciudad, una banda de acosadores de mormones,
liderada por Symonds Ryder, determinó acelerar su partida
de la manera característica de la frontera. Fortificados por un
barril de güisqui, se abrieron camino a la casa de los Johnson
en la noche del 24 de marzo de 1832 y arrastraron a José de
la cama cuna donde se había quedado dormido mientras
observaba a uno de los gemelos. Lo desnudaron, lo arañaron
y golpearon con salvaje placer y untaron su cuerpo sangrante
con alquitrán de pies a cabeza. Rompiendo una almohada en
pedazos, lo cubrieron con plumas. Se dice que Eli Johnson
exigió que el profeta fuera castrado, ya que sospechaba que
José era demasiado íntimo con su hermana, Nancy Marinda.
Pero el médico que había sido persuadido de unirse a la
turba declinó la responsabilidad en el último momento, y
Johnson tuvo que contentarse con ver al profeta golpeado y
desmayado5. Rigdon también fue golpeado y arrastrado
sobre la tierra helada hasta que quedó inconsciente.
Después de un tiempo José se sentó y comenzó a rasgar el
alquitrán que llenaba su boca. Sus labios sangraban por un
frasco de vidrio que había aplastado entre sus dientes
cuando alguien trató de forzarlo a pasarlo por su garganta.
Regresó a la casa con frío y dolor. Emma abrió la puerta. A

5 Véase el sermón de Brigham Young del 15 de noviembre de 1864,


Journal of Discourses, Vol. XI, pp. 3-4, y Clark Braden: Public Discussion
of the Issues between the Reorganized Church… and the Church of
Christ, Disciples (St. Louis, 1884), p. 202. Nancy Johnson —más tarde la
Sra. Orson Hyde— se convirtió en una de las esposas plurales de José.
Véase el Apéndice C.
8 Constructor de templos [182

media luz, las grandes manchas de alquitrán en su cuerpo


desnudo parecían sangre y se desmayó en la puerta.
Durante toda la noche, Emma y sus amigos rasparon
pacientemente el alquitrán. El día siguiente era domingo, y
se esperaba que José predicara. En la congregación
mormona llegaron varios de los asaltantes, tomando sus
asientos con cínica expectativa. Para su asombro, el profeta
entró en la asamblea a la hora señalada, con cicatrices y
moretones frescos en su cara y manos. Con un verdadero
instinto para la ocasión, no tronó ninguna denuncia, sino
que predicó como de costumbre, y la tranquila dignidad de
su sermón se sumó al aura de heroísmo que rápidamente
comenzó a rodearlo. Este fue el primer y el último acto de
violencia contra los mormones en Ohio.
Cinco días después uno de los gemelos murió, dejando
solo la pequeña niña, Julia Murdock, a la triste pareja. Los
Smith dejaron Hiram para siempre, Emma regresó a
Kirtland, y José partió con Rigdon hacia Independence.

LOS MORMONES DE MISSOURI nunca habían


perdonado del todo a su profeta por regresar a un Ohio no
dedicado y no consagrado y temían que Rigdon desviara su
lealtad permanentemente de la tierra prometida. Además,
estaban celosos de los conversos de Kirtland, que habían
ganado todos los puestos clave en el gobierno de la iglesia.
Oliver Cowdery era un mero ayudante de imprenta; David
Whitmer y Martin Harris no ocupaban ningún cargo.
Sensible a las violaciones del espíritu de la democracia,
incluso en la religión, los miembros de Missouri estaban
indignados porque las decisiones administrativas se
tomaban sin su voto. Sin embargo, no habían cuestionado las
183] Nadie conoce mi historia

revelaciones hasta que recibieron la que ordenaba a Sion


pagar las deudas de Kirtland.
A su llegada, José alivió rápidamente las grandes
tensiones. Para satisfacer el hambre de cada converso por
una pequeña parte del gobierno de la iglesia, llevó a cabo lo
que se convirtió en la característica elección mormona, en la
que fue votado unánimemente como presidente de la iglesia
por votación abierta. Coordinó las dos ramas de la orden
unida, nombrando una junta de nueve miembros, que incluía
a Cowdery y Harris. A los miembros de la junta se les ordenó
que unieran sus propiedades en Kirtland e Independence en
una inmensa mayordomía. Los dos economatos se
amalgamaron y se les ordenó negociar un préstamo de
15.000 dólares a los obispos. Rigdon consiguió disipar el
antagonismo que se había desarrollado en su contra; y la
visita, exitosa más allá de lo esperado, marcó el comienzo de
un año de crecimiento fenomenal para la iglesia en el
condado de Jackson: un crecimiento, sin embargo, que
comenzó a estimular en los antiguos colonos una abierta y
cada vez más fea hostilidad.
Cuando José regresó a Ohio en mayo de 1832, dejó
trescientos conversos en Missouri. Este número se duplicó
en solo un año. La colonia era pobre y las provisiones eran
escasas. «Nuestra comida», escribió Parley Pratt en su
autobiografía, «consistía en carne de vacuno y un poco de
pan hecho de maíz, que había sido rallado en harina gruesa
frotando las mazorcas en un rallador de hojalata». Pero tal
privación aumentaba el sentido de parentesco y unidad con
Dios. «Había un espíritu de paz y unión y amor y buena
voluntad manifestado en esta pequeña iglesia en el desierto,
cuyo recuerdo será siempre querido por mi corazón», dijo
Pratt.
8 Constructor de templos [184

Missouri era ahora muy consciente de los indios en su


frontera occidental. El gobierno federal, comprando
lentamente tierras en Ohio, Kentucky e Illinois, estaba
moviendo miles de ellos a las grandes llanuras sin árboles. A
través de Independence caminaron shawnees, kickapoos y
pottawattamies, montando sus tiendas fuera de la aldea
durante una noche antes de cruzar la frontera. Los antiguos
colonos contaban las armas indias y escuchaban incómodos
sus lamentos y desesperación, pero los mormones
observaban la migración con una especie de éxtasis. Sabían
que Andrew Jackson era una herramienta involuntaria en las
manos de Dios, ya que este fue el comienzo del recogimiento
de Israel.
Confiado en que estos «restos de Jacob» pronto
engrosarían las filas de la iglesia, Phelps aclamó a cada tribu
triunfalmente en la Evening and Morning Star. El mundo
para él ardía con señales de la venida de Cristo que, se
aventuró a predecir, estaba a menos de nueve años de
distancia. Surgieron revoluciones una docena de países a
principios de los años treinta; South Carolina treinta años
antes de la Guerra Civil, amenazó con dividir a los Estados
Unidos por medio de la secesión; una plaga de «serpientes
ardientes» asoló la India; treinta mil nativos murieron de
hambre en las islas de Cabo Verde; el cólera asiático
comenzó a devastar la costa atlántica; un puñado de judíos
polacos emigró a Palestina para prepararse para el Mesías:
todos estos acontecimientos fueron registrados en la
pequeña prensa de Independence en 1832 como signos
inequívocos de los tiempos.
Desafortunadamente para la Orden Unida de Missouri,
solo la mitad de los conversos que llegaban podían ser
persuadidos a unirse, siempre la mitad más pobre. Las
185] Nadie conoce mi historia

escrituras de consagración hechas a nombre de Titus


Billings, que al parecer son las únicas que existen, revelaron
que no tenía capital, y que sus muebles, carros y animales
valían poco más de trescientos dólares. Cuando la mezcla de
comunistas y no comunistas se volvió demasiado
problemática, José envió un mensaje a Missouri que a menos
que un hombre se uniera a la orden se le debería negar la
membresía en la iglesia6.
Cuando la orden fue acosada por holgazanes, Phelps los
atacó en la Star: «El que no trabaja no es discípulo del
Señor». Y cuando los más emprendedores prefirieron
contratar a gentiles en lugar de trabajar para la orden, se
basó en el Salmo 24 para condenarlos: «Uno no puede estar
por encima de otro en la riqueza, ni por debajo de otro por
falta de medios, porque la tierra es del Señor y su plenitud.
Ni los hombres trabajarán para el Señor a cambio de un
salario… Pero el trabajador de Sion trabajará para Sion, y si
trabajan por dinero, perecerán7».
Nada era tan peligroso para la orden en Missouri como la
apostasía, porque cuando un hombre dejaba la iglesia y se le
negaba la devolución de su propiedad, acudía rápidamente a
los tribunales. Los shakers habían sido singularmente
favorecidos por la ley en tales acciones, pero los jueces de
Missouri despreciaron las escrituras mormonas y
concedieron el juicio al disidente8.
El resentimiento en Sion contra la ausencia de José nunca
murió del todo, ya que su parcialidad hacia Kirtland era
demasiado obvia. Las súplicas de Phelp para un traslado

6Ver History of the Church, Vol. I, pp. 365-7 y sig., 298; también
Evening and Morning Star, Vol. I (January 1833), p. 121.
7 Evening and Morning Star, Vol. I (December 1832), p. 108.
8 Ibíd., Vol. I (Julio 1833), p. 219.
8 Constructor de templos [186

permanente a Missouri se convirtieron en tal molestia que


José lo silenció con la palabra del Señor: «... [di] a tus
hermanos en Sion, con saludo cariñoso, que también te he
llamado para presidir a Sion en mi propio y debido tiempo.
Por tanto, que dejen de molestarme con respecto a este
asunto9».

A PESAR de que Missouri estaba drenando a sus más


celosos milenarios, José estaba ahora decidido a mantener
Kirtland como el centro de la iglesia. La fortuna le sonreía. El
6 de noviembre de 1832 Emma le había dado un hijo, que no
murió en los primeros días de peligro como su primogénito y
los gemelos. Toda la iglesia compartió su alegría, prodigando
regalos y homenaje al bebé, al que bautizó como Joseph.
Justo antes de que el niño naciera, el profeta había hecho
un viaje a la ciudad de New York, donde negoció con éxito
algunos préstamos en nombre de la orden unida de Kirtland.
La carta que escribió a Emma después de su primer viaje por
la isla de Manhattan no solo traicionó su asombro por la
grandeza de la ciudad, sino también algo de su ansiedad por
contar con la vasta metrópoli en su propio esquema de cosas:

13 de octubre de 1832
Mi querida esposa,
Este día he estado caminando por la parte más espléndida de la
ciudad de New York. Los edificios son realmente grandes y
maravillosos para el asombro de todo espectador, y el lenguaje de
mi corazón es así. ¿Puede el gran Dios de la tierra, creador de
todas las cosas magníficas y espléndidas, disgustarse con el
hombre por todos estos grandes inventos que ellos buscan? Mi

9Doctrina y convenios, Sección 90. Ver también History of the Church,


Vol. I, p. 316.
187] Nadie conoce mi historia

respuesta es no, no puede ser, ya que estas grandes obras están


calculadas para que los hombres se sientan cómodos, sabios y
felices, por lo tanto, no por estas obras puede el Señor estar
disgustado. Solo contra el hombre se enciende la ira del Señor
cuando no le dan gloria. Por lo tanto, sus iniquidades serán
visitadas sobre sus cabezas y sus obras serán quemadas con fuego
inextinguible…
Oh, hasta cuándo, Señor, existirá este orden de cosas y la
oscuridad cubrirá la tierra y la oscuridad total cubrirá a la gente.
Después de contemplar todo lo que deseaba ver, volví a mi
habitación para meditar y calmar mi mente, y vi el hogar de Emma
y Julia que se precipitó sobre mi mente como una inundación y
pude desear por un momento estar con ellas. Mi pecho se llena
tanto de los sentimientos y la ternura de padre y marido, y si
pudiera estar contigo te diría muchas cosas. Sin embargo, cuando
pongo un pie en esta gran ciudad como Nínive... mis entrañas se
llenan de compasión hacia ellos…
Prefiero leer, rezar y comulgar con el Espíritu Santo y escribirte
que caminar por las calles y contemplar las distracciones de los
hombres…
tu afectuoso marido hasta la muerte
JOSÉ SMITH HIJO10
Se verá que José se tomaba ahora muy en serio como
profeta del Señor y no se relajó de su papel ni siquiera ante
su esposa, tal vez especialmente ante su esposa.
El viaje de José a New York le despertó un interés en los
asuntos nacionales que nunca más perdió. Pero no podía ver
una crisis nacional excepto en términos de sí mismo, su
iglesia y el milenio. Mientras estaba en New York hubo
mucha preocupación por la primera amenaza seria de South

10El original de esta carta está en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada.


Es una de las pocas cartas no dictadas que existen y revela en José en
esta fecha temprana todo el rico talento que fue a la creación de sus
revelaciones.
8 Constructor de templos [188

Carolina de dividir la Unión. Poco después de su regreso, la


legislatura del estado sureño anuló la detestable ley de
aranceles de 1832 y amenazó con separarse si se intentaba
aplicarla.
Andrew Jackson tronó contra el estado rebelde, rezó a
Dios para evitar la guerra civil y llamó a las tropas federales.
Las noticias de la crisis inundaron los periódicos de Ohio, y
el 25 de diciembre de 1832 José comenzó a profetizar:
En verdad, así dice el Señor, con respecto a las guerras que
pronto ocurrirán, comenzando con la rebelión de Carolina del Sur,
que eventualmente terminará en la muerte y miseria de muchas
almas; y llegará el momento en que la guerra será derramada
sobre todas las naciones, comenzando en este lugar. Porque he
aquí que los estados del Sur se dividirán contra los estados del
Norte, y los estados del Sur llamarán a otras naciones, incluso a la
nación de Gran Bretaña, como se la llama, y éstas también
llamarán a otras naciones para defenderse de otras naciones; y
entonces la guerra se derramará sobre todas las naciones.
Y sucederá que después de muchos días, los esclavos se
levantarán contra sus amos, que serán convocados y disciplinados
para la guerra… Y así, con la espada y por el derramamiento de
sangre, los habitantes de la tierra se lamentarán; y con hambre,
plagas, terremotos, y truenos del cielo, y también los violentos e
intensos relámpagos, se hará sentir a los habitantes de la tierra la
ira, la indignación y la mano castigadora de un Dios
Todopoderoso, hasta que la consumación decretada haya
destruido por completo a todas las naciones…
El presidente Jackson siguió ignorando el edicto del
Todopoderoso y actuó como si el Señor estuviera del lado de
la paz. Y la paz continuó durante veintiocho años. La profecía
fue silenciosamente abandonada y excluida de las primeras
colecciones de las revelaciones de José. No fue exhumada de
sus papeles privados hasta diecinueve años más tarde,
cuando Brigham Young, al ver que la hora del torbellino se
189] Nadie conoce mi historia

oscurecía, ordenó su publicación. Después de la Guerra Civil


se convirtió en la más célebre de todas las predicciones de
José.
Los conversos llegaron a Kirtland en 1832 y 1833 cuando
la vigorosa campaña misionera del profeta comenzó a dar
frutos. Inevitablemente, los recién llegados quedaron
impresionados al conocer al joven líder mormón. Ya no era
delgado y desgarbado, sino que se había convertido en una
figura alta, poderosa y totalmente llamativa. «Había algo en
su manera y apariencia que era cautivador y atractivo», John
D. Lee recordó unos años más tarde; «su semblante era el de
un hombre sencillo y honesto, lleno de benevolencia y
filantropía y vacío de engaño o hipocresía».
Los cuatro hermanos de José también eran hombres altos
y bien formados, todos de un metro ochenta o más, y junto
con su padre formaban un cuadro llamativo mientras
caminaban por las calles de Kirtland. Unidos entre sí por una
extraordinaria lealtad fraternal, así como por un sentido de
poder derivado de su unidad, proporcionaron un enorme
apoyo material y psicológico al profeta. Solo William se irritó
bajo su liderazgo, pero no se rebeló abiertamente durante
algunos años.
José era todavía tan joven, tan lleno de entusiasmo por
vivir y de rico humor, que le resultaba difícil mantener
constantemente ante sus amigos el sobrio espíritu y el
lenguaje digno que se espera de un hombre santo. Una
pareja que llegaba a Kirtland lo encontró jugando con unos
niños e inmediatamente volvieron sus carros a New England.
Otros se horrorizaron por su descarado orgullo en su
destreza en la lucha. Pero normalmente se ganaba a los
nuevos conversos por su humanidad e informalidad.
8 Constructor de templos [190

George A. Smith se deleitaba con la historia del converso


canadiense al que se le pidió que rezara una noche y «gritó
tan fuerte que alarmó a todo el pueblo». José vino corriendo
a la casa. «¿Cuál es el problema? Pensé por el ruido que los
cielos y la tierra se estaban uniendo». Al enterarse de la
causa del disturbio, le dijo al canadiense sin rodeos: «No
deberías ceder ante un espíritu tan entusiasta y rebuznar
tanto como un burro». El hombre se opuso al comentario,
pero los hermanos que se rieron estuvieron de acuerdo en
que se habían librado de él11.
Para entonces José había asegurado una casa y una
hermosa granja de 140 acres. El editor del Painesville
Telegraph escribió con su acostumbrada malicia que el
profeta había asegurado las escrituras de esta granja y de dos
lotes en Kirtland a su nombre. «Así es como estos profetas y
sumos sacerdotes autoconstituidos adquieren posesiones de
bienes raíces en un país rico y floreciente, mientras sus
embaucados son enviados a las tierras salvajes de
Missouri12».
Pero su propia gente no le envidiaba lo mejor. Juraron
que sus campos producían el doble que antes y que cada vaca
que se le presentaba duplicaba su producción de leche.
Observaron con placer que José podía construir más varas de
buena valla en un día que la mayoría de los hombres en dos,
que su valla siempre estaba libre de maleza, que sus troncos
estaban bien apilados y su patio limpio y ordenado.
Una tarde de noviembre de 1832 José estaba cortando
leña en el bosque detrás de su casa cuando sus amigos
trajeron a un nuevo converso, a quien presentaron como

11Ver el sermón de Smith del 18 de marzo de 1855, Journal of


Discourses, Vol. V, p. 214.
12 E. D. Howe: Mormonism Unvailed, p. 227.
191] Nadie conoce mi historia

Brigham Young. Vermontés de nacimiento como el profeta,


había contraído el mismo inquieto contagio que llevó a la
familia Smith al oeste. Era mayor que José y más bajo, pero
robusto y poderoso, con manos que estaban hechas para
trabajar con herramientas. Había sido pintor y vidriero, dijo,
y había intentado una variedad de trabajos y una variedad de
religiones, pero no había tenido ningún propósito en su vida
hasta que leyó el Libro de Mormón.
Había una fuerza dura en este hombre que José debió
sentir inmediatamente, ya que Young irradiaba un aire de
robusta vitalidad. Pasaron el resto del día juntos y por la
noche fueron a una reunión en una casa de campo. Allí José
le pidió que orara. Respondió sorprendentemente con una
exhibición del «don de lenguas», uno de los fenómenos que
José había estado tratando de reprimir gentilmente. Tal vez
cayó en este modismo, que era tan extraño a su naturaleza
testaruda, en su ansiedad por impresionar al profeta. En
cualquier caso, José parece haber sido reacio a ofender a un
hombre tan prometedor y sorprendió a la audiencia diciendo
con aprobación: «El hermano Brigham hablaba el verdadero
lenguaje adámico».
El don de lenguas adquirió así estatus en la iglesia, y
aunque José advirtió repetidamente contra su mal uso,
continuó como uno de los «dones del espíritu» más
populares de los que disfrutaba su pueblo. Proporcionaba al
converso más inarticulado una forma de expresión
espontánea, misteriosa e inmensamente satisfactoria.
La mejor evidencia del magnetismo de la religión
mormona era que podía atraer a hombres con la calidad de
Brigham Young, cuya tremenda energía y sagaz inteligencia
no eran fácilmente dirigidas por ninguna influencia ajena a
él. Su conversión había sido más intelectual que emocional,
8 Constructor de templos [192

ya que era el Libro de Mormón el que lo había atraído a la


iglesia. Pero el profeta encendió en él un asombroso ardor
religioso. José tenía una imaginación creativa y una facilidad
verbal como nunca había visto Young. Sin rodeos y cauteloso
en sus planes, se sintió irresistiblemente atraído por el
profeta. Aquí había un hombre que podía hacerle ver
visiones no de presencias angelicales brumosas, sino del
reino de Dios en la tierra. «Yo quería tronar y rugir el
Evangelio a las naciones», dijo Young más tarde. «Ardía en
mis huesos como un fuego encendido... nada me satisfaría
más que proclamar en el mundo lo que el Señor estaba
haciendo en los últimos días13».

YA que un predicador sin capilla no era mejor que un


predicador de circuito común, José comenzó en la primavera
de 1833 una activa campaña para la construcción de un
templo en Kirtland. Una revelación que fijaba las
dimensiones en diecisiete por veinte metros y que requería
tres pisos prometía una estructura algo más imponente que
la habitual iglesia fronteriza. Al principio no se atrevió a
llamarla templo, porque ya había dedicado el terreno para el
templo de Sion. Pero no pudo despertar mucho entusiasmo
por una «casa y escuela» a pesar de tres revelaciones
provocativas sobre el tema14. Se requería la promesa de una
gran y misteriosa «investidura» para inducir la suscripción
de suficiente dinero incluso para poner los cimientos.
A medida que los muros comenzaron a levantarse, la
apatía general cambió hacia la impaciencia. Sidney Rigdon,
siempre melodramático, caminaba sobre la mampostería por

13 Journal of Discourses, Vol. I (1854), p. 313.


14 Ver Doctrina y convenios, Secciones 88 (versículo 119), 94, 95.
193] Nadie conoce mi historia

la noche llorando en voz alta al cielo y lavando el mortero


fresco con sus lágrimas. José trabajaba frecuentemente con
los albañiles, invocando las bendiciones del cielo mientras
levantaba las pesadas piedras.
El profeta estaba perdiendo la mezquindad que había
marcado gran parte de sus primeras intrigas. Estaba
creciendo para adaptarse a su vocación. Su ambición, que
creció en proporción directa a su éxito, no era del todo
personal, ya que sus planes eran para su iglesia y por lo tanto
solo incidentalmente para él mismo.
Ni bien se construyeron los cimientos de su templo,
comenzó a diseñar una ciudad de doce templos. Loteó la
ciudad en plazas de tamaño uniforme, divididas por calles
fenomenalmente anchas, con escuelas y templos colocados a
intervalos regulares. Esta ciudad, dijo, debería contener
entre 15.000 y 20.000 ciudadanos, cada uno viviendo en su
propia casa de ladrillo o de piedra, alejada de la calle en un
hermoso jardín. Los graneros y establos se mantendrían
fuera de la ciudad en las granjas de los alrededores. Aunque
dibujada con un ojo para la precisión matemática más que
para la belleza, esta ciudad ideal era una notable pieza de
planificación urbana, y Brigham Young usó los planos
catorce años más tarde para trazar las espaciosas plazas y las
anchas calles de Salt Lake City.
Por muy grandioso que haya parecido el plan en 1833, era
en realidad un símbolo de la rápida ampliación de la visión
de José. Estaba empezando a comprender algo de la
tremenda potencialidad de su poder. Aunque Kirtland tenía
incluso menos conversos que Sion, donde el número había
llegado a unos 1200, y aunque toda la economía de la iglesia
se basaba en el dinero prestado, la ciudad de los doce
templos no era un sueño vano.
8 Constructor de templos [194

El profeta tenía una vista clara del horizonte, pero una


niebla se extendía a sus pies. No tenía ni idea del sufrimiento
y la destrucción que se burlarían de sus sueños. Kirtland no
era su ciudad de doce templos, ni siquiera Independence.
Cada Sion que plantó fue arrancada de raíz antes de que
floreciera. Y la Sion de Independence estaba condenada
incluso ahora.
Una semana después de la colocación de la piedra angular
del templo de Kirtland ordenó la construcción del templo en
Sion. Una revelación del 2 de agosto de 1833 ordenó a su
pueblo que diera un diezmo de todas sus propiedades para
iniciar el fondo del templo, y el Señor prometió que si esto se
hacía Sion llegaría a ser «gloriosa en extremo, y muy grande
y muy terrible», recibiendo el honor de las naciones de la
tierra. «Pero si ella no hace esto», continuó la revelación, «...
la visitaré según todas sus obras, con dolorosa aflicción, con
pestilencia, con plagas, con la espada, con venganza y fuego
devorador. Sin embargo, léasele a sus oídos esta sola vez, que
yo, el Señor, he aceptado su ofrenda; y si no peca más,
ninguna de estas cosas vendrá sobre ella15…».
Ninguna otra de las revelaciones de José Smith fue tan
inoportuna. Porque Sion ya había sido golpeada «con la
espada, con venganza y fuego devorador». Exactamente
quince días antes, una turba irrumpió en Independence,
quemó la casa de imprenta, destrozó la imprenta, se llevó las
nuevas colecciones de revelaciones impresas, alquitranó y
emplumó al obispo Partridge, y ordenó a toda la colonia que
abandonara el condado.

15 Ibíd., Sección 97.


195] Nadie conoce mi historia
Capítulo 9
Expulsión de Edén

P
OCOS EPISODIOS en la historia religiosa
norteamericana son similares a la barbarie de las
persecuciones antimormonas. El hecho de que la
ciudad en la que éstas comenzaron lleve el nombre de
Independence1 solo acentúa la trágica ironía del caso.
Intermitentemente por trece años los mormones fueron
perseguidos por quemas y saqueos dondequiera que trataron
de establecerse en el valle del Mississippi, hasta que pareció
que había algo inevitable en el terrorismo que ensangrentó
su camino.
La tenue y cambiante zona conocida como la frontera
atrajo a hombres que, aunque valientes y aventureros, a
menudo también eran analfabetos, pródigos y antisociales.
Prefiriendo la caza a la agricultura, empacaban sus carros y
se movían hacia el oeste apenas se les acercaba un vecino a
distancia de tiro. El oeste de Missouri, según un predicador
viajero de la época, tenía «una población medio bárbara
constantemente pisando los talones de los salvajes en
retirada».
En tiempos normales esta clase habría vendido a los
mormones y se habría movido hacia el oeste, pero ahora una
barrera los cercaba. Andrew Jackson en 1830 había fijado la
frontera india por ley, prohibiéndoles así temporalmente el
espacio de desplazamiento al que estaban acostumbrados, y
las vastas llanuras del oeste, estériles de madera y faltas de

1 NdT: «Independencia» en español.


197] Nadie conoce mi historia

agua, no invitaban a la invasión descuidada del territorio


indio que había sido tan común en el valle central del
Mississippi.
Los habitantes de Missouri estaban irritados por los
informes de los sermones mormones como los de Oliver
Cowdery, quien les dijo a los delawares que «deberían ser
restaurados a todos sus derechos y privilegios; deberían
dejar de pelear y matarse unos a otros; deberían convertirse
en un solo pueblo; cultivar la tierra en paz, en común con las
caras pálidas...». Para cualquier fronterizo esto era una
imbecilidad política.
Además, los mormones no eran cazadores de suerte,
deseosos de seguir adelante si se abría un nuevo territorio o
si una cosecha se ampollaba por las heladas. Habían venido a
quedarse hasta el milenio, comprando y construyendo con
una especie de prisa desesperada para que el día de la venida
del Señor no encontrara sus lámparas apagadas. Su propia
diligencia contaba en su contra. Los jugadores profesionales,
especuladores inmobiliarios y comerciantes, que vivían de su
ingenio y se tragaban los emolumentos políticos del condado,
veían con amargo resentimiento cómo surgían las cabañas
mormonas y cómo los cultivos mormones reverdecían entre
los tocones.
Incluso los más instruidos del lote —los editores,
abogados y clérigos— se agitaron por las implicaciones
políticas de la emigración mormona. «Pronto llegará el
día...», se quejaban, «cuando el sheriff, los magistrados, y los
jueces del condado sean mormones, o personas que deseen
cortejar su favor por motivos de interés o ambición. El
destino de nuestras vidas y propiedades en manos de jurados
y testigos que no se sonrojan al declarar, y no dudan en jurar
en ocasiones, que han hecho milagros y han sido objeto de
9 Expulsión de Edén [198

curas milagrosas sobrenaturales, que han conversado con


Dios y sus ángeles, y poseen y ejercen los dones de
adivinación y de lenguas desconocidas, iluminados con la
perspectiva de obtener herencias sin dinero y sin precio,
puede imaginarse mejor que describirse».
Los colonos mormones no tenían más tacto que la
mayoría de los fanáticos religiosos, y su entusiasmo era una
irritación. «Se nos dice diariamente», dijeron los antiguos
colonos, «y no solo a través de los ignorantes, sino por todas
las clases de ellos, que nosotros, (los gentiles) de este
condado vamos a ser cortados, y nuestras tierras serán
tomadas por ellos como herencia. Ya sea que esto se lleve a
cabo por la mano del ángel destructor, los juicios de Dios o el
brazo de poder, no están totalmente de acuerdo entre ellos2».
El peor crimen de todos: los mormones eran norteños que
no tenían esclavos. Antes de su llegada, la mayoría de los
inmigrantes habían venido de Kentucky y Tennessee,
muchos con un séquito de negros. La población de Missouri
en 1830 era más de un quinto de esclavos. A principios de
1832 los antiguos colonos acusaron a los mormones de
«intentar sembrar disensiones y levantar sediciones» entre
sus esclavos, y los élderes de la iglesia prometieron frenar a
los infractores.
Al año siguiente, un puñado de negros libres convertidos
a la iglesia intentó emigrar a Independence. Phelps
descubrió que una ley de Missouri prohibía su entrada sin un
certificado de ciudadanía de otro estado, y publicó una
reimpresión del estatuto en el Evening and Morning Star,
para, dijo, «prevenir cualquier malentendido entre las

2 Estas citas son de un resumen de las quejas de los antiguos colonos


publicado en el Western Monitor (Fayette, Missouri), 2 de agosto de
1833.
199] Nadie conoce mi historia

iglesias en el extranjero, respetando a la gente libre de color,


que puede pensar en venir a los límites occidentales de
Missouri, como miembros de la Iglesia».
Añadió en lo que creía que era una vena de cautela, ya que
sabía que estaba manejando dinamita: «Mientras no
tengamos una regla especial en la iglesia, en cuanto a la
gente de color, dejemos que la prudencia nos guíe, y
mientras ellos, así como nosotros, estén en manos de un Dios
misericordioso, decimos: Evita toda apariencia de maldad».
Más tarde en el mismo número escribió: «En cuanto a los
esclavos, no tenemos nada que decir; en relación con los
maravillosos acontecimientos de esta época se está haciendo
mucho para abolir la esclavitud, y colonizar a los negros en
África3».
Phelps no estaba preparado para la explosión que siguió.
Los antiguos colonos, que creían que era una invitación
directa a liberar a los negros para emigrar a Missouri, con
instrucciones explícitas para evadir la ley destinada a
excluirlos, inmediatamente convocaron una reunión masiva.
Allí redactaron un manifiesto exigiendo la expulsión de los
mormones. «Los creímos fanáticos ilusos», escribieron, «o
pillos tontos y calculadores, y que ellos y sus pretensiones
pronto morirían; pero en esto nos engañaron». Denunciando
los artículos de Phelps, insistían en que la llegada de negros
libres corrompería a sus negros y los instigaba al
derramamiento de sangre. «Nosotros, por lo tanto,
acordamos», concluía el manifiesto, «en que después de una
oportuna advertencia, y recibiendo una adecuada
compensación por la poca propiedad que no pueden llevarse,
si se niegan a dejarnos en paz como nos encontraron,

3 Evening and Morning Star, Vol. II (July 1833), pp. 218-19, 221.
9 Expulsión de Edén [200

acordamos en usar los medios que puedan ser suficientes


para eliminarlos, y para ello nos comprometemos
mutuamente con nuestras facultades corporales, nuestras
vidas, fortunas y honores sagrados4». Entre los cientos de
firmas de esta declaración estaban los nombres de todos los
oficiales del condado elegidos para administrar justicia, el
juez del tribunal, el secretario del condado, el alguacil, su
ayudante y el carcelero.
Phelps dio un salto mortal hacia atrás para deshacer el
daño. Sabiendo que otra reunión de masas estaba
programada para el 20 de julio, se apresuró a publicar un
extra de Star, que decía en parte: «Habiendo sabido con
extremo pesar que un artículo titulado “Gente libre de color”
en el último número de la Star, ha sido malentendido, nos
sentimos en el deber de declarar, en este extra, que nuestra
intención no solo era evitar que la gente libre de color
emigrara a este estado, sino también evitar que fueran
admitidos como miembros de la iglesia5».
Ignorando esta retractación, quinientos colonos se
reunieron en Independence y redactaron cinco demandas:
primero, que ningún mormón se establezca en el condado de
Jackson en el futuro; segundo, que los ya establecidos
prometan vender sus tierras y marcharse; tercero, que la
prensa, el almacén y las tiendas mormonas cierren
inmediatamente; y cuarto, que los líderes detengan toda la
inmigración procedente de Ohio. La quinta demanda fue una
dirección no muy críptica de que «los que no cumplan con
estos requerimientos, sean referidos a aquellos de sus

4 Ibíd., pp. 226-31.


5Los historiadores mormones han señalado que este cambio de opinión
solo expresaba la opinión de Phelps y no era una política de la iglesia.
History of the Church, Vol. I, pp. 378-9n.
201] Nadie conoce mi historia

hermanos que tienen los dones de adivinación, y de lenguas


desconocidas, para informarles de la suerte que les espera6».
La reunión masiva se convirtió en poco tiempo en un
populacho. Cuando las demandas fueron leídas en voz alta,
los hombres dieron un gran grito y se dirigieron a la
comunidad mormona, al oeste del pueblo. A Partridge se le
dio exactamente quince minutos para capitular. Cuando
pidió más tiempo, los hombres marcharon a la oficina de la
Star, donde destrozaron la prensa, rompieron los muebles, y
luego arrasaron el edificio de ladrillos de dos pisos. Todos los
ejemplares que encontraron del Libro de mandamientos, la
compilación de las revelaciones de José, fueron robados o
destruidos. No contentos con la destrucción de la propiedad,
el populacho estaba sediento del deporte que consistía en
maltratar a los hombres, y Edward Partridge y Charles Allen
fueron víctimas de esa diversión siempre popular, la fiesta
del alquitrán y las plumas.
Al caer la noche, las mujeres y niños que habían huido al
bosque y a los maizales se arrastraron hasta Independence y
se reunieron tímidamente para mirar la ruina que había sido
de la oficina de prensa. Muchos se agolparon en la casa de
Edward Partridge, cuyos amigos estaban raspando el
alquitrán de su cuerpo para evitar que el ácido que se había
mezclado con él se comiera su carne. A pesar del dolor, el
obispo mantuvo una dignidad estoica, diciendo en voz baja
que no le importaba la multitud y que estaba orgulloso de
haber sido perseguido por el bien de la verdad. Su gente
asustada fue elevada a una especie de éxtasis solemne por el
gozo que tomó en su sufrimiento, sintiéndose parientes de

6 Western Monitor, agosto 2, 1833.


9 Expulsión de Edén [202

los antiguos discípulos de Jesús que habían sangrado y


muerto por el evangelio.
Tres días después, la turba se reunió de nuevo y entró en
el asentamiento mormón blandiendo puñales y rifles,
amenazando a los líderes de la iglesia con cien latigazos —el
equivalente a una sentencia de muerte— y jurando que a
menos que toda la colonia saliera del condado de Jackson
sus esclavos quemarían las cosechas y cabañas mormonas.
Bajo esta presión, los nueve líderes mormones prometieron
que dejarían el condado con la mitad de la colonia en enero,
y el resto antes de la primavera.

JOSÉ se horrorizó cuando Oliver Cowdery le trajo esta


noticia. Hasta ahora la oposición se había dirigido
principalmente contra su propia persona, y hacía tiempo que
había aprendido a enfrentarse al ridículo y a las amenazas
con indiferencia. Siempre afable, y con un rápido
crecimiento en sabiduría política, había despreciado las
represalias. Ahora advirtió a su gente en Independence que
hiciera lo mismo. Una revelación inmediata les ordenó
renunciar a la guerra y proclamar la paz, y soportar todas las
indignidades con paciencia7.
La única acción directa de José fue delegar a dos hombres
para que pidieran justicia al gobernador de Missouri.
Extraoficialmente sugirió que Sion había traído la calamidad
sobre sí misma. «No me sorprende en absoluto», escribió el
4 de septiembre a Vienna Jacques, «lo que te ha pasado a
usted, ni lo que le ha pasado a Sion, y podría decirle el
porqué de todas estas calamidades. Pero, por desgracia, es
vano advertir y dar preceptos, pues todos los hombres están

7 Doctrina y convenios, Sección 98.


203] Nadie conoce mi historia

naturalmente dispuestos a caminar por sus propios caminos


como se lo señalan sus propios dedos, y no están dispuestos
a considerar y caminar por el camino que les señala otro...
aunque debería ser un director infalible, y el Señor su Dios lo
ha enviado».
Pocos mormones de Missouri tenían mejor derecho a una
explicación de las desgracias de Sion que Vienna Jacques.
Una soltera con un modesto capital de 1400 dólares, había
sido ordenada a Sion por una revelación personal de José,
que le había mandado tomar solo el dinero suficiente para
los gastos y consagrar el resto al Señor. A cambio de su
fidelidad, se le había prometido una herencia en
Independence8. Para consolarla, José concluyó su carta con
una oración y una promesa:
... ¡0h Señor!, que Sion sea consolada, que sus desiertos sean
edificados y establecidos cien veces... que tu sierva viva hasta que
su alma se satisfaga al contemplar la gloria de Sion; porque a pesar
de su presente aflicción, se levantará y se vestirá con sus hermosos
vestidos, y será el gozo y la gloria de toda la tierra. Por lo tanto,
que su corazón sea consolado… Le aseguro que el Señor respeta la
ofrenda que usted hizo9.
A principios de octubre de 1833 José y Sidney Rigdon
salieron de Kirtland en una gira de predicación por Canadá y
el este. José no podía hacer nada por Sion y lo sabía. Ir allí él
mismo solo inflamaría aún más a los antiguos colonos, y
permanecer en Kirtland significaba enfrentarse a las
protestas de su pueblo, que no podía entender su inacción.
Sugirió que aquellos en Missouri que estaban en mayor

8 Ibíd. Sección 90.


9 History of the Church, Vol. I, p. 408. Se dice que Vienna Jacques se
convirtió más tarde en una de las esposas plurales de José. Véase el
Apéndice C.
9 Expulsión de Edén [204

peligro dejaran el condado de Jackson, pero aconsejó al resto


que esperaran hasta que la animosidad se hubiera calmado
antes de tomar cualquier acción. Envió a Cowdery a New
York a comprar una nueva imprenta, prometiéndole que si la
instalaba en Kirtland él sería el editor de la Star.
A su regreso de Canadá José fue más evasivo que antes
con respecto a Sion. «Estamos informados, sin embargo»,
escribió a Moses Nickerson el 19 de noviembre, «que esas
personas [la turba] son muy violentas, y amenazan con el
exterminio inmediato de todos aquellos que profesan nuestra
doctrina. No sabemos hasta dónde llegarán para ejecutar sus
amenazas, pero confiamos en el Señor, y dejamos que Él
gobierne el evento en Su sabia providencia10».

SIGUIENDO el consejo de su profeta, los conversos de


Missouri pusieron la otra mejilla. Su única acción en defensa
propia fue una vigorosa petición al gobernador pidiendo
suficientes tropas para mantener el orden mientras
presentaban una demanda por daños a la propiedad.
Respondiendo a finales de octubre, el gobernador Dunklin
expresó su cálida simpatía, pero pospuso la acción
aconsejando a los mormones que apelaran en primer lugar a
los jueces locales. Los líderes de la iglesia en Independence
buscaron entonces cuatro abogados —Wood, Reese,
Doniphan y Atchison— que aceptaron tomar su caso.
La noche siguiente, el 31 de octubre de 1833, cincuenta
hombres atacaron una colonia mormona alejada al oeste del
río Big Blue, destecharon y demolieron parcialmente diez
cabañas, azotaron y apedrearon a los hombres, y condujeron
a las mujeres y niños gritando hacia el bosque. Cuando esto

10 History of the Church, Vol. I, p. 442.


205] Nadie conoce mi historia

se repitió en noches posteriores, los mormones comenzaron


a organizarse para la defensa.
Al enterarse una tarde de que el almacén estaba siendo
saqueado, un grupo armado se apresuró a llegar al lugar.
Solo un único culpable, que se había quedado para lanzar un
último golpe de ladrillo a través de la puerta, fue atrapado.
Cuando fue llevado ante un juez de paz, éste no solo se negó
a dictar una orden de arresto, sino que detuvo y encarceló a
los captores ante el clamor del prisionero por un falso
arresto. John Corrill en su historia comentó irónicamente
este incidente: «Aunque no pudimos obtener una orden de
arresto contra él por irrumpir en la tienda, sin embargo, él
nos dio una por atraparlo en el lugar».
Organizándose y armándose lo mejor que pudieron, los
mormones trataron de patrullar sus propios asentamientos.
Una banda, liderada por David Whitmer, se enfrentó con
algunos merodeadores el 4 de noviembre. En el intercambio
de fuego dos no mormones y un mormón fueron asesinados.
Los informes ampliados de esta afrenta esparcieron el terror
por todo el condado. Los viejos colonos enfurecidos
amenazaron con asesinar a los mormones que ya habían
encarcelado y al mismo tiempo pidieron a gritos la milicia no
fuera que los mormones, en venganza por sus propios
muertos, masacraran a los ciudadanos de Independence. «Es
posible», escribió Isaac M'Coy en una carta incendiaria al
Missouri Intelligencer, «que hayan planeado matar o
expulsar a todos los habitantes y destruir el pueblo11».
El teniente gobernador del estado, Lilburn Boggs, que
vivía en Independence en ese momento, llamó a la milicia
para restaurar el orden. Pero puso a su cabeza al coronel

11Missouri Intelligencer y Lick Advertiser de Boon, 21 de diciembre de


1833.
9 Expulsión de Edén [206

Thomas Pitcher, que había sido uno de los firmantes del


manifiesto que ordenaba a los mormones abandonar el
condado. El mismo Boggs era uno de los mayores
terratenientes del oeste de Missouri, sus propiedades se
extendían a lo largo del río desde Livingston hasta
Independence. Nadie más que él temía la afluencia de un
considerable bloque de votantes no esclavistas.
Al oír que sus hermanos encarcelados estaban a punto de
ser fusilados, los mormones se reunieron en fuerza justo al
oeste de Independence. Aquí se les acercó el coronel Pitcher,
quien exigió la entrega de sus armas e insistió en que varios
hombres se entregaran para ser juzgados por el asesinato de
los dos missourianos recientemente asesinados.
Ostensiblemente amistoso, Boggs personalmente instó a los
mormones a obedecer, prometiendo suavemente que
ordenaría a Pitcher que desarmara a la turba también. A
pesar de sus recelos, los líderes de la iglesia capitularon.
La noticia de que los mormones fueron desarmados se
extendió por todo el condado en una sola tarde. Cuando
Boggs sardónicamente sugirió que los viejos colonos también
fueran desarmados, Pitcher sonrió en su barba. Esa noche la
turba sistemáticamente saqueó todas las comunidades
mormonas, golpeó y azotó a los hombres y echó a las mujeres
y niños como si fueran ganado. Antes de la mañana mil
doscientas personas habían sido arreadas en los dientes de
un vendaval de noviembre. Unos pocos huyeron al condado
de Clay, donde fueron recibidos con compasión; la mayoría
se acurrucó durante días entre los álamos que bordeaban el
río Missouri, hambrientos, sin armas y sin líderes, rezando
apasionadamente por un milagro.
La brutalidad de la turba del condado de Jackson les ganó
a los mormones sus primeros paladines fuera de la iglesia. La
207] Nadie conoce mi historia

prensa de Missouri casi universalmente deploró la atrocidad,


y los periódicos de toda la nación reimprimieron los detalles
con comentarios editoriales indignados12. Los abogados
contratados por los mormones ahora dejaron de lado la
precaución y lucharon honestamente por los derechos de sus
clientes. Liderados por el valiente Doniphan, incitaron al
gobernador Dunklin a prometer una escolta militar para
devolver a los mormones a sus hogares. Dunklin les dio por
primera vez permiso para organizarse en grupos de milicia y
solicitar armas públicas. Sin embargo, dijo francamente que
no tenía el poder constitucional de mantener una guardia
constante una vez reintegrados; y sin esa protección los
mormones tenían miedo de regresar por si se repetía todo el
asunto sangriento. Sabían que era peligroso incluso enviar
testigos a un tribunal de investigación, y rogaron que se
pospusiera hasta que se pudieran enviar milicianos de
confianza al condado.
Aunque algunos de los exiliados se trasladaron a los
condados circundantes, el grueso de los mormones
permaneció acampado en los fondos de Missouri,
aguardando con esperanza la palabra de su profeta.
En la noche del 13 de noviembre un grito de asombro
resonó en el campamento: «¡En nombre de Dios, mirad los
cielos! ¡Las estrellas están cayendo del cielo!». La gente
temblorosa se arrastró fuera de sus refugios de corteza y
miró hacia arriba a través de los árboles demacrados. Cientos
de brillantes meteoros atravesaban el firmamento, dejando a
su paso largos trenes de luz. Fue una de las mayores lluvias
meteóricas del siglo, y en todos los Estados Unidos la gente

12Véase el Missouri Intelligencer, 16 de noviembre de 1833, el Niles


Register, 14 de septiembre de 1833, y el Salt River Journal and Liberty
Enquirer para este período.
9 Expulsión de Edén [208

la miraba asombrada y asustada. Pero en ningún otro lugar,


como entre estos parias, los hombres la recibieron con tanto
entusiasmo: «¡Alabado sea Dios, es una señal del fin del
mundo!».

LA NOTICIA del destierro tardó exactamente un mes en


llegar al profeta. Recibió cartas de Phelps y Hyde que eran
bastante precisas, pero el mismo día un mensajero le trajo
una historia fantástica de una batalla en la que los mormones
habían matado a más de veinte missourianos.
Por muy ambicioso que fuera para su pueblo, José nunca
había contado con el derramamiento de sangre para ayudar a
su causa. Empezó a darse cuenta de las explosivas
posibilidades de la teocracia que estaba construyendo. Desde
la primera aparición de los problemas había prohibido las
represalias, pero ahora, de alguna manera inexorable, había
llegado el momento de disparar, sangrar y morir por su
causa.
Si la certeza de José sobre la divinidad de su misión
hubiera sido más sustancial, sin duda habría maldecido a los
colonos de Missouri en el infierno por obstruir la obra del
Señor. Esto, de hecho, finalmente lo hizo, pero no hasta una
década más tarde cuando estaba escribiendo la historia de su
iglesia desde una posición más segura en Nauvoo, Illinois.
Ahora parece haber sido atormentado por un sentimiento de
impotencia e irresolución, ya que respondió a su miserable
pueblo en una manera medio sospechosa que triplicó la
desesperación de ellos:
Kirtland, 5 de diciembre de 1833.
Queridos hermanos: Acabamos de recibir una carta del
hermano Phelps, fechada el 6 y 7 de noviembre, en Liberty, que
nos da la dolorosa información de la furia del enemigo, y vuestra
209] Nadie conoce mi historia

actual situación inestable. Pero yo... debo informaros que hay una
gran duda en nuestras mentes, con respecto al verdadero estado
de los asuntos de Sion; porque parece haber alguna diferencia
entre las declaraciones de la carta del élder Phelps y la de la
comunicación del élder Hyde... Parece, hermanos, que las
declaraciones anteriores fueron hechas en su mayoría a partir de
informes, y no hay certeza de que sean correctas; por lo tanto, es
difícil para nosotros aconsejar, y solo podemos decir, que los
destinos de todas las personas están en las manos de un Dios
justo, y que Él no hará ninguna injusticia a nadie; y esta única cosa
es segura, que aquellos que viven piadosamente en Cristo Jesús,
sufrirán persecución…
Es vuestro privilegio utilizar todos los medios legales a vuestro
alcance para buscar la reparación de vuestros agravios a vuestros
enemigos, y procesarlos en la medida de la ley; pero nos será
imposible prestaros ninguna ayuda temporal, ya que nuestros
medios ya se han agotado, y estamos profundamente endeudados,
y no conocemos ningún medio por el que podamos salir
adelante13…
Once días más tarde, el 16 de diciembre, una nueva
revelación explicó oficialmente la maldición que había
descendido sobre Sion: «Yo, el Señor, he permitido que les
sobrevenga la tribulación con que han sido afligidos, como
consecuencia de sus transgresiones… He aquí que os digo
que hubo entre ellos riñas, contiendas, envidias, disputas y
deseos lujuriosos y codiciosos, y como resultado de estas
cosas contaminaron sus herencias14».
Phelps había sido consciente de esta actitud en el profeta
incluso antes de ver la revelación, ya que había escrito el 15
de diciembre una carta desesperada que reflejaba el
desconcierto de todo hombre devoto que ha visto a los

13 History of the Church, Vol. I, pp. 449-50.


14 Doctrina y convenios, Sección 101.
9 Expulsión de Edén [210

inocentes sufrir junto con los impíos. «Sé que fue correcto
que nos expulsaran de la tierra de Sion, para que los rebeldes
fueran enviados lejos. Pero, hermanos, si el Señor quiere, me
gustaría saber qué harán los de corazón honesto. Nuestros
vestidos están gastados; queremos lo necesario para vivir, y
¿arrendaremos, compraremos u obtendremos de otra
manera la tierra donde estamos, para cultivar, para poder
criar lo suficiente para comer? Tal es el lenguaje común de
los honestos, porque quieren hacer la voluntad de Dios15».
La mayoría de los mormones ya se había establecido en el
condado de Clay, donde los ciudadanos habían acordado
darles refugio temporal. En espera de un acuerdo, José
ordenó a toda la colonia permanecer lo más cerca posible del
condado de Jackson, y les prohibió enfáticamente vender sus
propiedades.
Tomó esta posición en primer lugar porque no se dio
cuenta de la gravedad e inevitabilidad del conflicto entre sus
propios milenarios comunistas hambrientos de tierra y el
resto de la frontera. En segundo lugar, tenía una fe obstinada
en la ley y la convicción de que, si no era en los tribunales
locales, en Jefferson City o en Washington se haría justicia a
su pueblo. Phelps le escribió: «A nuestro pueblo le va muy
bien, y cuando son discretos, se siente poca o ninguna
persecución». Tales observaciones ayudaron a confirmar su
fe en que una paz duradera podría ser establecida.
Hizo que sus líderes de Missouri prepararan una petición
a Andrew Jackson, y se esforzó en escribir un elocuente
alegato propio. Cuando estuvo terminado, envió por correo
una copia de su última revelación, en la que el Señor había
ordenado a los hijos de Sion que importunaran primero a los

15 History of the Church, Vol. I, p. 457.


211] Nadie conoce mi historia

pies de los jueces, luego a los pies del gobernador, y


finalmente a los pies del presidente. «Y si el presidente no les
hace caso», decía, «entonces el Señor se levantará y saldrá de
su escondite, y en su furia vejará a la nación16…».
Incluso si esta amenaza hubiera llegado al escritorio de
Jackson, probablemente hubiera pasado desapercibida entre
las tres mil palabras de la revelación. Pero los secretarios
agarraron el documento y educadamente informaron al
profeta que su recurso adecuado era dirigirse a las
autoridades de Missouri. Sin embargo, el gesto no se
desperdició en el pueblo mormón, que se consoló con la idea
de que el viejo Hickory17 temblara en sus zapatos.
Poco a poco José llegó a comprender cuán básicas eran las
animosidades entre su pueblo y los antiguos colonos, y se
mostró dispuesto a comprometerse incluso en cuestiones
fundamentales. Missouri estaba particularmente resentido
por la naturaleza comunista del asentamiento mormón. Con
el cierre del almacén, la orden de Independence se había
derrumbado. No se pudo evitar una reacción sobre la
fuertemente hipotecada orden de Kirtland, y su decadencia
comenzó rápidamente. En la debacle de Missouri José vio
ahora la oportunidad de borrar todo el experimento
económico —que en Kirtland nunca había dado más que
problemas— y al mismo tiempo hacer una concesión al
mundo gentil. Ni siquiera las nobles protestas de Rigdon
pudieron superar el argumento de que abolir el comunismo
aliviaría la tensión en Sion.
El 10 de abril de 1834 el consejo de Kirtland disolvió la
Orden. Dividir la propiedad comunitaria era un asunto

16 Doctrina y convenios, Sección 101.


17 NdT: Sobrenombre dado al presidente Andrew Jackson (1767-1845).
9 Expulsión de Edén [212

espinoso. Cansado de las argucias y recriminaciones, José


finalmente recurrió a una revelación para repartir los bienes
raíces, cediéndose el lote del templo, la curtiduría a Rigdon,
la imprenta a Cowdery, y a la mayoría de los otros líderes los
lotes en los que vivían entonces. En 1835, cuando llegó el
momento de imprimir este curioso documento en Doctrina y
convenios, sustituyó nombres ficticios para evitar cualquier
inconveniente: Ahashdah por Whitney, Olihah por Cowdery,
Pelagoram por Rigdon, Mahemson por Harris, y Gazelam
por sí mismo. Incluso usó nombres en clave para las
industrias: Laneshine house para la imprenta y Ozondah
para la tienda18. Excepto por algunos líderes que lo sabían,
los mormones creyeron que estos eran los nombres de
personas que vivían en los días de Enoc19.
A partir de este momento José comenzó a suprimir la
rúbrica comunista en su joven teología. Como la mayoría de
las copias del Libro de mandamientos habían sido
quemadas, le fue fácil revisar drásticamente la revelación
sobre la orden unida cuando fue reeditada en la Doctrina y
convenios ampliada de 1835. El Señor ya no exigía la
consagración de la propiedad total de un hombre, sino solo
una donación del «excedente» por encima de los gastos de
subsistencia. Al reimprimir los primeros doce números del
Evening and Morning Star, José revisó la mayoría, aunque
no todas, de las descripciones de la orden original y mandó a
sus misioneros destruir la noción en el extranjero de que la
iglesia tuvo que ver con asuntos de bienes en común.

18 Ibíd. Sección 104.


19 Así fue informado William West en 1836. Ver su libro A Few
Interesting Facts Respecting Me Rise, Progress and Pretensions of Me
Mormons (Warren, Ohio, [?] 1837) p. 13-14.
213] Nadie conoce mi historia

Aunque Rigdon instó repetidamente a una restauración,


José solo hizo un esfuerzo para revivir la orden después de
1834. Este fue un programa de consagración muy revisado
que lanzó en Missouri en 1838. Se derrumbó a finales de año
cuando los mormones fueron expulsados del estado por
completo. A partir de entonces el profeta se contentó con
dejar que la orden unida se trasladara al plano de los ideales
abstractos, donde estaba destinada a permanecer. Años
después de su muerte, se intentaron experimentos de vida en
común en el aislamiento del desierto de la Gran Cuenca, pero
éstos también se desintegraron porque, se dijo, los
mormones demostraron ser aún indignos de vivir la ley
mayor de Dios.
Durante la vida de José, sin embargo, nunca hubo un
retorno a la completa libertad de empresa. La iglesia siguió
siendo una fuerza en los asuntos financieros y económicos de
sus miembros, y el profeta nunca perdió la convicción de que
era su derecho ser mentor de su pueblo en asuntos de
propiedad y finanzas, así como en asuntos del espíritu. El
reino de José, a diferencia del de Jesús, era inequívocamente
de este mundo.
Capítulo 10
El ejército del Señor

E
L PASADO que José esperaba enterrar en New
York ahora volvió a atormentarlo. Había hecho un
enemigo vengativo de Philastus Hurlbut, un
apuesto y ambicioso converso al que había excomulgado en
junio de 1833 por «conducta anticristiana con las damas».
Con ánimo vengativo, Hurlbut comenzó una investigación de
los comienzos de la iglesia mormona.
En Conneaut, a unos 80 km al este de Kirtland, oyó el
rumor de que un tal John Spaulding había visto un parecido
entre el Libro de Mormón de José y un viejo manuscrito
escrito muchos años antes por su hermano, Solomon
Spaulding. Electrificado por la idea de que el Libro de
Mormón podría ser una falsificación, Hurlbut registró
Conneaut en busca de pruebas. Solomon había muerto
diecisiete años antes, y su esposa se había vuelto a casar y se
había mudado; pero John Spaulding y su esposa Martha,
junto con varios vecinos, recordaban tenuemente que la
antigua novela histórica de Solomon había sido sobre un
pueblo perdido que eran antepasados de los indios. Que no
era una historia religiosa, todos estaban de acuerdo; pero
bajo la excitante insistencia de Hurlbut lograron recordar un
asombroso número de detalles que coincidían exactamente
con los del Libro de Mormón, asombroso porque habían
pasado veinte años desde la única ocasión en que habían
oído a Solomon leer su manuscrito en voz alta.
Hurlbut escribió sus declaraciones juradas, recogió sus
firmas, y se fue triunfante a Palmyra, donde esperaba
215] Nadie conoce mi historia

encontrar pruebas adicionales. Aunque no descubrió nada


que reforzara su teoría, se metió de cabeza en todo el folclore
de la búsqueda de dinero de José. Pasó dos meses en
Palmyra en el otoño de 1833, recogiendo asiduamente
declaraciones juradas de más de un centenar de conocidos de
José. La sustancia de sus historias era devastadora, y él lo
sabía.
Solo faltaba una cosa para completar su caso: el
redescubrimiento del manuscrito de Solomon Spaulding.
Después de encontrar a la viuda de Spaulding en
Massachusetts, fue dirigido por ella de vuelta al este de New
York, donde localizó el manuscrito en un baúl en el ático de
una vieja granja. Ahora, para su amargo disgusto, encontró
que la larga persecución había sido en vano; porque mientras
que el romance concernía a los antepasados de los indios, su
parecido con el Libro de Mormón terminaba allí. Ninguno de
los nombres encontrados en uno de ellos podía ser
identificado en el otro; las muchas batallas que cada uno de
ellos describía no mostraban la más mínima similitud con las
del otro, y el estilo de prosa de Spaulding, que imitaba a los
novelistas sentimentales británicos del siglo XVIII, difería del
estilo de la biblia mormona tanto como Pamela, or Virtue
Rewarded1 difería del Nuevo Testamento2.
Hurlbut sabía, sin embargo, que tenía un barril de pólvora
incluso sin el manuscrito. Exhibió audazmente sus
declaraciones juradas en Kirtland, dio conferencias en los

1 NdT: Este enalce muestra detalles de la novela.


2 El manuscrito que Hurlbut encontró fue publicado primero por la
Iglesia Reorganizada en Lamoni, Iowa, en 1885 bajo el título The
Manuscript Found, or the Manuscript Story of the late Rev. Solomon
Spaulding. Para una discusión detallada de la teoría de Spaulding ver el
Apéndice B.
10 El ejército del Señor [216

pueblos de alrededor, y arregló la publicación de los


documentos en forma de libro con la ayuda de Eber D. Howe.
Las conferencias causaron furor. Orson Hyde escribió a
Missouri que habían «encendido la mente de la gente con
mucha indignación contra José y la iglesia», y Heber Kimball
informó en su diario que los enemigos «se enfurecían y
amenazaban con destruirnos, y teníamos que protegernos
noche tras noche, y durante semanas no se nos permitió
quitarnos la ropa3».
Pero lo que José temía más que el salvajismo de los
gentiles era el efecto de las conferencias de Hurlbut en su
propia gente. Los conversos aprensivos asediaban a Oliver
Cowdery y Martin Harris con preguntas sobre las planchas
de oro, y Harris estaba expandiendo una leyenda que ya
tenía cabeza de hidra. Fue lo suficientemente indiscreto
como para decirle a un amigo confidencialmente que el
profeta había bebido demasiado licor mientras traducía el
Libro de Mormón. Llevado a juicio por el Sumo Consejo por
su herejía, enmendó la declaración para decir que la
embriaguez había ocurrido antes de la traducción.
Dándose cuenta de que los rumores sin control podrían
destruirlo, José comenzó una contraofensiva inmediata.
Recogió copias de cada declaración jurada, las leyó en voz
alta a sus seguidores, y procedió a demolerlas como
fabricaciones del diablo. La variedad y la astucia de los
ataques contra él era una prueba, dijo, de que Satanás quería
destruir la verdadera iglesia, pero sus maquinaciones
seguramente no servirían de nada. «Estaré como el sol en el
firmamento cuando mis enemigos y los que contradicen mi

3History of the Church, Vol. I, p. 475, y Times and Seasons, Vol. VI, p.
771.
217] Nadie conoce mi historia

testimonio sean derribados y talados, y sus nombres sean


borrados de entre los hombres».
Rigdon, mientras tanto, con una obscenidad incongruente
en un ministro, calumnió a Hurlbut con un escándalo
personal4. Apopléjico de rabia, Hurlbut comenzó a amenazar
públicamente la vida del profeta. Esto le dio a José una
oportunidad que apenas se había atrevido a esperar. A
principios de enero de 1834 emitió una queja y Hurlbut fue
llevado a juicio el 1 de abril. Hurlbut perdió el caso y fue
retenido con una fianza de doscientos dólares para mantener
la paz durante seis meses.
La decisión adversa hizo añicos su influencia. Vendió su
manuscrito por quinientos dólares a Howe, quien imprimió
el libro Mormonism Unvailed bajo su propio nombre.
Aunque preocupado por esta publicación, José confiaba en
que después de soportar las conferencias de Hurlbut podría
enfrentar esta tormenta también. Y tenía razón.
Para la mayoría de los mormones fue suficiente con que el
profeta marcara el libro como un paquete de mentiras. Era
su palabra contra la de Hurlbut. Era el Libro de Mormón y el
Book of Commandments contra un volumen de lo que ellos
consideraban un testimonio falso. La balanza estaba
fuertemente inclinada a favor de José. Aquellos que sabían

4 Sus cargos fueron posteriormente impresos en el Latter-Day Saints


Messenger and Advocate, diciembre de 1835, p. 227, y en una carta al
Boston Journal fechada el 27 de mayo de 1839, republicada en Henry
Mayhew: History of the Mormons (Auburn, 1853), pp. 45-8. Eva L.
Pancoast ha exculpado convincentemente a Hurlbut de la mayoría de los
cargos de Rigdon. Véase su «Mormons in Kirtland» (Tesis de maestría,
Western Reserve University, Cleveland, 1929). Su argumento, sin
embargo, de que Hurlbut se unió a la iglesia a propósito para exponerla
se basa en un error de fechas. Hurlbut anunció su intención de exponer a
José Smith en el Chardon Spectator, dice Pancoast.
10 El ejército del Señor [218

de primera mano la verdad de muchas de las acusaciones de


Hurlbut lo habían descartado hace tiempo como la locura
juvenil de José. Muchos en la iglesia compartían la actitud de
Brigham Young, que tenía una sana comprensión de la
fragilidad humana: «Si actúa como un demonio, ha dado a
luz una doctrina que nos salvará, si la acatamos. Puede
emborracharse todos los días de su vida, dormir con la
esposa de su vecino todas las noches, correr caballos y
apostar... Pero la doctrina que ha producido te salvará a ti, a
mí y al mundo entero5».

UNA COSA, sin embargo, que ninguno de los seguidores


de José podía entender o perdonar: su aparente letargo sobre
el destino de Sion. Esperaba los tediosos procesos de la ley,
pero su gente esperaba que llamara a ejércitos de ángeles.
A finales de febrero de 1834 Parley Pratt y Lyman Wight
llegaron de Missouri, irrumpiendo en acción. Wight era un
bullicioso y belicoso converso que había visto la gloria del
Señor y estaba decidido a luchar por él. Su celo y la
extravagante elocuencia de Pratt conmovió a toda la colonia
de Kirtland. Los hombres habían traído con ellos la buena
noticia de que el gobernador Dunklin había arrestado al
coronel Pitcher y estaba investigando la confiscación ilegal
de las armas mormonas. Había llamado a la milicia para que
estuviera preparada para escoltar a los mormones de vuelta
al condado de Jackson después de un tribunal especial de
investigación, y había aconsejado una vez más a los
miembros de la iglesia que solicitaran armas públicas.

5Young declaró el 9 de noviembre de 1856 que le dijo esto a un sacerdote


poco después de su propia conversión, y antes de conocer a José Smith.
Journal of Discourses, Vol. IV, p. 78.
219] Nadie conoce mi historia

Quedaba el hecho desagradable de que, aunque todos los


mormones del condado de Jackson tenían mosquetes, los
antiguos colonos los superaban en número. Para remediar
esto, Wight y Pratt tenían un plan. Formarían un ejército que
marcharía a Missouri a tiempo para estar allí en la
reinstauración. Ostensiblemente el ejército iría como un
grupo de colonos; en realidad sería una fuerza militar
entrenada, que mantendría una patrulla constante y vigilante
hasta que la iglesia fuera lo suficientemente rica para
comprar las propiedades de los líderes de la turba.
El entusiasmo que acogió este plan hizo que José tomara
una decisión. Las visiones de un ejército de liberación
marchando triunfalmente hacia la tierra prometida
traicionaron su sano juicio. «He aquí, os digo», dijo una
nueva revelación, «que la redención de Sion tiene que venir
por poder; por lo tanto, levantaré a mi pueblo un varón que
lo guiará como Moisés guio a los hijos de Israel. Porque sois
hijos de Israel y de la descendencia de Abraham, y debéis ser
liberados de la esclavitud con poder y con brazo extendido6».
José envió a sus principales élderes en una gira de
reclutamiento. Kirtland se convirtió en el escenario de una
preparación febril, que el editor del Painesville Telegraph
describió con algo menos de su habitual malicia:
Viejos mosquetes, rifles, pistolas, espadas oxidadas y cuchillos
de carnicero pronto fueron puestos en estado de reparación y
limpiados. Algunos fueron prestados, y algunos fueron comprados
a crédito si era posible, y otros fueron fabricados por sus propios
mecánicos... Los ancianos, los inválidos y las mujeres, que no
podían soportar los esfuerzos y las dificultades de una excursión
peatonal de mil seiscientos kilómetros, sintieron que era un gran
privilegio contribuir generosamente con fondos y material de

6 Doctrina y convenios, Sección 103.


10 El ejército del Señor [220

guerra. Pobres mujeres fanáticas, que no podían ahorrar más de


un chelín por día, con sus esfuerzos, aportaron todo lo que
pudieron recaudar con el propósito de ayudar en la expedición, y,
como suponían, asegurar así las sonrisas y bendiciones del Señor7.
José esperaba un ejército de quinientos, pero dos meses
de reclutamiento vigoroso dieron lugar a menos de
doscientos voluntarios. A finales de abril apenas se habían
recaudado más de cien dólares en Kirtland, aunque los
élderes trajeron doscientos cincuenta dólares de los
conversos del este. Finalmente, una revelación le dio al
profeta permiso para hipotecar la propiedad que había
pertenecido a la orden8.
Durante este período los informes de Missouri fueron
deprimentes. Entonces se supo que el gobierno de la turba se
había convertido en ley en Independence, que cada mormón
atrapado al aventurarse en el condado era golpeado sin
piedad, y que la corte de investigación se había disuelto en el
desorden. Aunque José estaba muy perturbado por esta
noticia, solo sirvió para avivar el afán del «Campamento de
Sion» de ir al rescate.
El domingo 4 de mayo de 1834, el ejército se reunió en
Kirtland para escuchar un discurso de Rigdon. Con una
elocuencia completa y mesurada les instó a realizar actos de
valor y les prometió la gloria de los mártires cristianos y las
victorias de las antiguas legiones hebreas. En ese momento
anunció también que el profeta y el Sumo Consejo habían
aceptado su sugerencia de cambiar el nombre de la iglesia de
Iglesia de Cristo a Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
Con esta medida esperaban evitar los odiosos apodos de

7 E. D. Howe: Mormonism Unvailed, pp. 155-6.


8 Doctrina y convenios, Sección 104, versículos 84-5.
221] Nadie conoce mi historia

mormón y mormonita, ya que se necesitaba algo más


específico que «cristiano» para la identificación.
José había dividido su ejército en compañías de doce,
permitiendo a cada una elegir su propio capitán. A cada
hombre se le asignó una tarea específica: cocinero, bombero,
aguatero, carretero, jinete o comisario. Un soldado al frente
del grupo llevaba una bandera blanca con la palabra «Paz»
escrita en rojo.
El 5 de mayo comenzaron en buen orden, observando
estrictamente la orden de José de evadir todas las preguntas
y mantener su destino en secreto. Cada vez que llegaban a
una ciudad de tamaño considerable, se dispersaban y
pasaban por ella en diferentes calles. Se colocaron centinelas
por la noche con órdenes de considerar a cada interrogador
como espía o ladrón de caballos.
Durante un descanso de tres días en Salt Creek, Illinois,
las tropas limpiaron y pulieron sus armas y realizaron
maniobras sencillas. Con sorpresa y placer muchos
aprendieron por primera vez que José era un experto tirador
y un magnífico jinete. Sabían que su ligera cojera lo había
mantenido fuera de la milicia y por lo tanto se asombraron
de su aparente dominio del lenguaje y las tácticas militares.
Los hombres más jóvenes entrenaron con una devoción
servil.
En realidad, José siempre había estado fascinado por la
cultura militar, lo cual tal vez explica las innumerables
batallas en el Libro de Mormón. Llevaba un rifle, un elegante
par de pistolas, y la mejor espada del ejército. Sin embargo, a
pesar de su amor por el espectáculo militar y la exhibición,
tenía poco estómago para la batalla. La carnicería de la
guerra le resultaba aborrecible y no tenía la ambición de ser
un guerrero famoso.
10 El ejército del Señor [222

A algunos de sus hombres les resultaba difícil conciliar su


entusiasmo por el desfile y el entrenamiento con sus
cautelosos esfuerzos por ocultar su propia identidad. A
menudo cambiaba su posición en la formación y adoptaba el
seudónimo de capitán Cook. Siempre llevaba consigo un
gran y salvaje bulldog, que los hombres pronto aprendieron a
detestar. Después de cruzar el Mississippi tomó la
precaución de seleccionar un guardia personal de veinte
hombres. Sin embargo, la mayoría del campamento de Sion
consideró tales medidas con aprobación. Su profeta no era
un general ordinario cuyo papel pudiera ser ocupado por el
siguiente en rango.
Permeando la atmósfera militar estaba la severa
disciplina del evangelio. Todas las noches antes de retirarse,
José hacía sonar un cuerno sagrado de carnero, y sus
hombres se arrodillaban en oración para pedir ayuda y guía.
Los pequeños milagros eran algo cotidiano. Parley Pratt, que
se separaba frecuentemente del ejército en viajes de
reclutamiento, dijo que un ángel lo despertó una mañana
cuando quedarse dormido hubiera significado un desastre.
Martin Harris ofreció su dedo del pie desnudo a una
serpiente negra de un metro y medio en el camino, y cuando
ésta se negó a morderle proclamó una victoria apostólica
sobre la serpiente. Cuando repitió el experimento con otra
serpiente y recibió una mordedura grave en el tobillo, la
compañía se mofó de su falta de fe, y José lo reprendió
públicamente por burlarse de los dones del Señor.
El mismo José, sin embargo, contribuyó a los
acontecimientos sobrenaturales. Deteniéndose cerca de un
montículo indio en el río Illinois, excavó un esqueleto cerca
de su superficie y dijo a sus compañeros: «Este hombre en
vida mortal era un lamanita blanco, un hombre grande y de
223] Nadie conoce mi historia

contextura gruesa, y un hombre de Dios. Su nombre era Zelf.


Fue un guerrero y cacique bajo el gran profeta Onandagus,
que era conocido desde el mar oriental hasta las Montañas
Rocosas. La maldición de los pieles rojas le fue arrebatada, o,
al menos en parte». Levantando el hueso del muslo, que se
había roto, y señalando una punta de flecha aún alojada
entre dos costillas, describió con vívidos detalles la gran
batalla en la que Zelf había muerto. Brigham Young agarró
con entusiasmo la punta de flecha, y otros se llevaron los
huesos de la pierna y del muslo como recuerdo9.
Después de quince días de marcha, los espíritus elevados
dieron paso a las discusiones. Todas las compañías se
quedaron sin pan excepto la de Brigham Young, que había
notado el peligroso bajo suministro de comida y había
enviado dos hombres para comprarla para su propia docena
de soldados. Al trasfondo de las quejas, Young escuchó en
silencio. Desde el fracaso de la orden unida José había tenido
la reputación de ser un pésimo financiero, y muchos del
Campo lamentaban en privado que fuera el tesorero del
ejército. No dudaban de su integridad, pero todos sabían que
el dinero se derretía demasiado rápido en los dedos de José.
Generoso hasta la médula, se equivocó al planear un viaje de
mil seiscientos kilómetros para doscientos hombres.
El calor se volvió intenso. No acostumbrados a marchar,
los soldados sufrían de pies ampollados y sangrantes.
Cuando llovía, los caminos se convertían en pantanos. Las
carretas se atascaban en cada lodazal y frecuentemente se
rompían por completo. La escasez de alimentos persistió
hasta que el ejército se vio reducido a vivir de pastelitos y
tartas de maíz. Los hombres reprimieron cualquier protesta

9 History of the Church, Vol. II, pp. 79-80; “Elder Kimball's Journal”,
Times and Seasons, Vol. VI, p. 788.
10 El ejército del Señor [224

abierta hasta que un día José compró una docena de jamones


curados que estaban parcialmente estropeados por fuera.
Seis de ellos fueron arrojados fuera de su tienda con la
mordaz queja: «No comemos carne apestosa».
El gruñón más ruidoso fue el petulante y sin humor
Sylvester Smith. Un día violó una regla sagrada del
campamento al negarse a compartir su pan con Parley Pratt.
Los dos hombres discutieron amargamente hasta que José
los atacó amenazándolos con una reprimenda del Señor. A la
mañana siguiente, unos guardias horrorizados corrieron
hacia José con la noticia de que todos los caballos cojeaban.
«Es un testimonio de que Dios tiene sus ojos sobre
nosotros», dijo el profeta. «Su mano está en esta desgracia.
Pero aquellos hermanos que se humillen encontrarán sus
caballos recuperados». Toda la mañana los hombres
observaron a sus animales con aprensión, rezando por el
favor del Señor. Solo un caballo murió, el de Sylvester Smith.
Las discusiones cesaron abruptamente, y el ejército miró al
profeta con nuevo asombro.
Durante varios cientos de millas Sylvester mantuvo un
silencio asustado pero resentido. Justo después de cruzar el
río Mississippi escapó por poco de ser mordido por el
bulldog del profeta. Públicamente le dio a José un torrente
de abusos. «Si ese perro me muerde», terminó salvajemente,
«¡lo mataré!».
«Si lo haces, te azotaré», gritó José calurosamente.
Silvestre avanzó chillando, con los puños bien cerrados.
«Y si lo haces, me defenderé de la mejor manera posible».
Esta fue una de las raras ocasiones en que el
temperamento urbano de José se desvaneció por completo.
«Te azotaré», gritó, «en el nombre del Señor. ¡Y si continúas
con el mismo espíritu y no te arrepientes, ese perro se
225] Nadie conoce mi historia

comerá la carne de tus huesos y no tendrás el poder de


resistir!».
Silvestre se puso pálido, ya que las maldiciones de José no
eran para ser consideradas a la ligera. Pero ahora varios
espectadores saltaron en su defensa. El perro era una
molestia, declararon, y en general odiado en todo el
campamento. Además, no aprobaban los azotes «en el
nombre del Señor» y se lo dijeron al profeta sin rodeos.
José se retractó apresuradamente ante su desaprobación,
que sabía que era justa. «Un espíritu de disensión impregna
todo el campamento», dijo a la defensiva. «He descendido a
él a propósito para mostraros lo vil e innoble que se ha vuelto
vuestra actitud. Era el espíritu de un perro, y los hombres
nunca deben ponerse al nivel de las bestias. ¿No os
avergonzáis de ese espíritu? Yo sí lo estoy10».
Lo que pasó por la mente de Brigham Young mientras su
profeta retrocedía, solo se puede adivinar. Sus años de
liderazgo estaban por delante, extendiéndose por
interminables caminos de carros y a través de polvorientas
llanuras. El hombre que iba a llevar a miles de desdichados
parias a las inhóspitas montañas del oeste y construir una
patria allí no habría cedido ante un advenedizo amotinado.
Esta pobre retirada de José fue una debilidad, no presagiaba
nada bueno para la disciplina de la compañía en los
peligrosos días que se avecinaban. Sin embargo, había algo
en José que hizo que Brigham se contentara con reconocerse
como un hombre menor.

10La historia de las disputas de José con Sylvester Smith fue contada en
detalle en el acta de la reunión del consejo de Kirtland del 27 de agosto de
1834, cuando Sylvester fue llevado a juicio por su mala conducta. Ver
History of the Church, Vol. II, pp. 150-60. Para detalles adicionales ver
Howe: Mormonism Unvailed, p. 161.
10 El ejército del Señor [226

LA DISPUTA fue olvidada de repente cuando Orson Hyde


y Parley Pratt volvieron de una misión especial al gobernador
Dunklin. Trajeron noticias amargas. Hasta la llegada del
Campo de Sion el gobernador había estado trabajando
cautelosamente en el lado mormón. En confianza había
informado a los mormones de sus negociaciones con la
Oficina de Guerra para asegurar un arsenal federal, que
planeaba construir en el condado de Jackson. Esto habría
hecho disponible permanentemente una unidad del ejército
federal para proteger a los mormones contra más agresiones.
Además, el gobernador había considerado seriamente la
posibilidad de dividir el condado de Jackson entre los grupos
opuestos.
Había enviado una orden el 2 de mayo al coronel Lucas
exigiéndole que restituyera las armas mormonas que habían
sido incautadas ilegalmente en noviembre pasado. Pero
antes de que Lucas recibiera la orden, se filtró la noticia de la
llegada del Campo de Sion. Los antiguos colonos
irrumpieron en la cárcel de Independence y se apoderaron de
las armas mormonas allí confiscadas. Luego, metódicamente
arrasaron con todas las propiedades mormonas restantes.
Entre el 24 y el 30 de abril quemaron ciento cincuenta casas.
La llegada del Campo de Sion y la completa desolación de
los asentamientos mormones derritió la resolución de
Dunklin. Les dijo a los emisarios de José que restaurar sus
propiedades a los mormones en este momento en particular
era completamente impracticable.
El campamento de Sion no era una banda de colonos, que
llegaban en vagones enormes apilados con ropa de cama y
semillas nuevas. Era un ejército, aunque mal entrenado y
armado. Era casi exclusivamente masculino, organizado
227] Nadie conoce mi historia

militarmente y con intenciones secretas. A lo largo de la ruta


los hombres lo miraban con curiosidad y miedo. «Ahí van los
mormones», susurraban, «en su camino para matar a los
missurianos y recuperar su tierra». Los corredores llevaron
la palabra a todos los poblados del alto Missouri. «Los
mormones están llegando. ¡Están cruzando el río!
¡Asesinarán a nuestras mujeres y niños11!». Sin esperar a ser
convocados, los milicianos de cuatro condados se formaron
en compañías para hacer frente a la «invasión».
Temiendo una masacre ellos mismos, los mormones en el
condado de Clay habían establecido un arsenal casero, donde
las mujeres moldeaban balas y los hombres fabricaban toscas
espadas, puñales y pistolas en un esfuerzo desesperado por
recuperar sus armas perdidas. La guerra civil estalló con
seguridad en el momento en que el Campo de Sion cruzó el
río Missouri.
José estaba ahora en un dilema sin esperanza. No podía
haber vuelta atrás; sus hombres estaban dispuestos a luchar
y esperaban con confianza que los ángeles se les unieran en
la batalla. Pero debía saber que la batalla con los gentiles
significaba una matanza unilateral, ya que los exploradores
le mantenían informado de las fuerzas que se levantaban
contra él.
La pequeña banda avanzó lentamente a lo largo de la
orilla norte del Missouri. Poco después de cruzar el río
Wakenda, el profeta supo que una banda armada al otro lado
del Missouri planeaba un ataque esa noche. Tuvo que elegir
entre pasar la noche a cierta distancia en la pradera, donde
sus hombres estarían a salvo de una emboscada, pero sin

11Como lo describe John Corrill en una carta a W. W. Phelps con fecha 14


de junio, History of the Church, Vol. II, p. 92 y sig.
10 El ejército del Señor [228

combustible ni agua, o en el bosque cerca del río, donde


tendrían comodidad pero poca seguridad.
José estaba a favor de la pradera, pero Lyman Wight, que
era el segundo al mando y tenía el rango de general, insistió
en quedarse en el bosque. Sylvester Smith, cada vez más
ansioso por provocar al profeta, defendió con entusiasmo la
postura de Wight. Después de algunas discusiones, José
exclamó con impaciencia: «¡Así dice el Señor Dios,
adelante!». Wight desafiantemente se apartó y se preparó
para acampar, mientras que Sylvester se puso de pie en el
centro del camino, dando la espalda todo lo que pudo y
gritando: «¿Sigues a tu general o a otro hombre?». La
mayoría siguió al profeta y acampó a trece kilómetros en la
pradera, donde bebieron agua apestosa y se fueron a dormir
sin carne. Ninguno de los dos grupos fue agredido.
A la mañana siguiente, en lugar de castigar a Wight y
Smith como cualquier comandante militar habría hecho,
José eligió defender su propia posición como si fuera él
mismo el que estaba siendo juzgado. Por el espíritu de Dios,
dijo, «sabía exactamente cuándo rezar, cuándo cantar,
cuándo hablar y cuándo reír». Wight estaba arrepentido y
juró estricta obediencia, pero Sylvester Smith se enfureció:
«¡Habéis suprimido la libertad de expresión, profetizáis
mentiras en el nombre del Señor! Tenéis un corazón
corrupto como el infierno12».
José agarró el cuerno con el que llamaba a sus hombres a
la oración y se lo arrojó a su acusador con todas sus fuerzas.
Como no lo golpeó, se estrelló contra el suelo. Para los

12Para descripciones de primera mano de este episodio ver History of the


Church, Vol. II, PP. 1oo, 101, 154, 159, y Howe: Mormonism Unveiled, p.
161.
229] Nadie conoce mi historia

espectadores preocupados y silenciosos esto parecía un


presagio de maldad.
Tres días después José acampó en el río Fishing, que
limita con el condado de Clay. No se atrevió a cruzarlo sin
más información. Muchos de sus soldados estaban
impacientes; otros estaban aprensivos. Pero nadie se dio
cuenta de lo aterrador que era el ataque de un enemigo ese
mismo día. Tres de los hombres tenían cólera.

MIENTRAS TANTO, varios ciudadanos influyentes del


condado de Jackson habían estado trabajando febrilmente
por un acuerdo de paz. El juez Ryland había obtenido de los
antiguos colonos una lista de propuestas, que fueron leídas
públicamente ante una reunión de mormones y no
mormones en el condado de Clay. Los ciudadanos del
condado de Jackson propusieron comprar todas las tierras
en poder de los mormones al doble del valor de tasación,
valor que sería determinado por tres árbitros desinteresados
elegidos y acordados por ambas partes. Se permitiría a doce
mormones ayudar a los árbitros en su valoración. Una vez
fijado el precio, los missourianos pagarían la suma en un
plazo de treinta días. A cambio, los mormones debían
prometer que nunca más se asentarían en el condado. Los
colonos ofrecieron además vender sus propias tierras a los
mormones bajo los mismos términos.
Esta oferta de paz los mormones no pudieron aceptar.
Comprar a los gentiles, cuyas posesiones eran mucho
mayores, era absolutamente imposible. Los mormones
estaban empobrecidos, y el campamento de Sion solo traía
hombres, no dinero. Pero vender sus tierras era negar a su
Dios y renunciar a la construcción de un templo en el lugar
que le habían asignado. Significaba vender su primogenitura
10 El ejército del Señor [230

como Esaú, su propia primogenitura y la de su posteridad, y


el pensamiento era odioso. Además, la generosidad de la
oferta era superficial y engañosa, ya que la mayoría de las
propiedades mormonas eran cenizas.
Bajo el liderazgo de W. W. Phelps los mormones del
condado de Clay rechazaron las propuestas, pero
prometieron presentar un plan alternativo, garantizando que
el Campo de Sion no cruzara el río Fishing hasta que se
llegara a un acuerdo.
Lo que más perturbó las negociaciones fue una facción de
los antiguos colonos que se burlaban abiertamente del
arbitraje y tenían sed de la sangre del profeta. James
Campbell, líder de este grupo, juró que interceptaría a José
antes de que llegara a alguno de sus colonos. «Las águilas y
los buitres se comerán mi carne», juró, «si antes de dos días
no arreglo a Joe Smith y a su ejército hasta que sus pieles no
aguanten más».
Escogiendo once tenientes, comenzó después del
atardecer del 17 de junio a cruzar el traicionero río Missouri
para tender una emboscada al profeta. A mitad de camino, el
barco volcó. José anotó en su diario que un hombre flotó río
abajo hasta una isla de la cual «nadó desnudo a la luz del día,
pidió prestado un manto para ocultar su vergüenza, y se
escabulló a casa bastante temeroso de la venganza de Dios».
La mayoría no tuvo tanta suerte. José declaró que siete de los
doce hombres se ahogaron, incluyendo a Campbell, cuyo
cuerpo flotó río abajo y se depositó en un montón de madera
a la deriva. Allí fue encontrado tres semanas después con la
carne consumida. Dios se había ocupado, dijo José a sus
231] Nadie conoce mi historia

hombres, que Campbell cumpliera su juramento con su


propia carne13.
Al enterarse de que el Campo de Sion planeaba quedarse
en el río Fishing, unos doscientos hombres se reunieron en
Williams Ferry el 19 de junio y se prepararon para cruzar el
Missouri para un ataque. El primer cargamento de cuarenta
hombres apenas había salido del desembarco cuando una
borrasca se desató sobre el río. «El viento y la lluvia, el
granizo y los truenos los enfrentaron con gran ira», escribió
José más tarde, «y pronto suavizaron su espantoso coraje y
se frustraron todos sus planes… Parecía como si el mandato
de venganza hubiera salido del Dios de las batallas para
proteger a sus siervos de la destrucción de sus enemigos».
Sin embargo, la travesía se llevó a cabo con éxito y los
ocupantes del barco abrieron fuego mientras aún estaban a
cierta distancia del campamento mormón. Sin embargo, la
lluvia empapó sus municiones y el granizo les condujo a
chabolas y árboles huecos para refugiarse. Los hombres que
quedaron atrás dejaron a sus cuarenta camaradas por
perdidos y se arrastraron bajo sus carros para escapar de la
tormenta.
El Campo de Sion, mientras tanto, había encontrado
refugio en una iglesia bautista. José entraba y salía
repetidamente, comprobando los informes de sus
exploradores, ya que los disparos le habían advertido de los
problemas que se avecinaban. Satisfecho finalmente de que
no había peligro para el resto de la noche, entró a descansar.
Sacudiendo el agua de su sombrero y su ropa, declaró con

13El juez Josiah Thorpe, sin embargo, declaró que solo dos hombres se
ahogaron, Campbell y Everett, el dueño del ferry. Early Days in
Missouri, carta 16.
10 El ejército del Señor [232

sobriedad: «Muchachos, esto tiene algún significado. Dios


está en esta tormenta14».
La lluvia amortiguó el ardor, así como la munición de los
atacantes. Los cuarenta que habían cruzado el río volvieron a
la mañana siguiente y todo el grupo regresó a Independence.
Dos días después de este incidente Cornelius Gilliam,
alguacil del condado de Clay, llegó al campamento de Sion.
Gilliam, que había hecho campaña para alguacil con el lema
de que había disparado a más lobos que cualquier otro
hombre en Missouri, no se anduvo con rodeos. Entrar en el
condado de Jackson con armas sería un acto de insurrección.
El gobernador había dicho explícitamente que traería la
milicia del estado sobre las cabezas de los invasores.
Permanecer acampado cerca de la frontera era invitar al
derramamiento de sangre. Los mormones solo tenían dos
alternativas: vender sus tierras, dispersar su ejército y
regresar a Kirtland, o comprar la tierra de los antiguos
colonos al doble de su valor.
José escuchó al alguacil. Haciendo un balance de sus
circunstancias, las encontró malas. El Campo de Sion había
comenzado en Ohio con la ley de su lado, pero de alguna
manera esa misma ley ahora se le oponía tercamente. El
profeta había estado cuatro veces en la corte y en tres
ocasiones había vencido a sus oponentes. Su profundo
respeto por la ley le hizo difícil reconocer el hecho de que
podía ser retorcida para adaptarse a la pasión de un pueblo.
José carecía de la capacidad útil del líder natural; no
podía calibrar las repercusiones de sus políticas sobre la
oposición. Estratégicamente, todo el concepto del Campo de
Sion había sido un error. Si se hubiera ejecutado en completo

14Esta historia fue contada por Wilford Woodruff. Ver History of the
Church, p.104 y sig.
233] Nadie conoce mi historia

secreto, si los hombres hubieran viajado en pareja en lugar


de en grupo, la infiltración en el condado de Clay podría
haberse llevado a cabo. La impresión de una invasión, al
menos, se habría evitado. Sin embargo, entrar en un avispero
provocará problemas por más inteligente que sea el modo de
entrada.
José finalmente le prometió a Gilliam que el Campo de
Sion no cruzaría el Missouri hacia el condado de Jackson.
Luego propuso un plan de paz propio. Los mormones
comprarían todas las propiedades de los colonos del condado
de Jackson que eran mormones, el precio sería fijado por
doce hombres desinteresados y el pago se haría en un año.
Insistió, sin embargo, en que los daños ya sufridos por su
pueblo debían ser deducidos del valor de la propiedad. Este
plan era puro salvamento. Sabía muy bien que su causa
estaba perdida, y el conocimiento era más amargo para él
porque era una causa que había defendido solo bajo presión.
Unas horas después de la partida de Gilliam, José
convocó a sus hombres y leyó una nueva revelación que les
ordenaba esperar «un corto tiempo la redención de Sion…
Porque he aquí no exijo de sus manos que peleen las batallas
de Sion… yo pelearé vuestras batallas. He aquí, yo he enviado
el destructor para destruir y arrasar con mis enemigos; y
dentro de no muchos años no quedarán para profanar mi
herencia… Porque es mi voluntad que se compren estas
tierras… proponed la paz no solo al pueblo que os ha afligido,
sino también a todos15».
La revelación continuó diciendo que los hombres del
ejército habían sido llevados a Missouri para «una prueba de
su fe». Ahora debían regresar a Kirtland y recibir su

15 Doctrina y convenios, Sección 106.


10 El ejército del Señor [234

recompensa, una gran bendición o «investidura», que sería


otorgada en el templo de Kirtland. Sion no podía ser
redimida hasta que todos sus principales élderes fueran
bendecidos.
Pocos de los hombres de José se habían dado cuenta de la
gravedad de su posición, y no estaban preparados para esta
capitulación. Lyman Wight gritó por la acción y fue
pacificado solo por una lectura personal de la revelación. El
profeta trató de suavizar la decepción de sus hombres con la
promesa extraoficial de que «en tres años deberían marchar
al condado de Jackson y no debería haber un perro que abra
la boca contra ellos16». Muy pronto fijó la fecha oficial para
la redención de Sion para el 11 de septiembre de 183617.
Tales promesas no parecían en ese momento
improbables, ya que el cólera estaba diezmando rápidamente
la población del estado. Solo en St. Louis siete mil personas
perecieron en cinco semanas. Pero con su acostumbrada
falta de discriminación la plaga golpeó tanto a los piadosos
como a los impíos. Sesenta y ocho miembros del Campo de
Sion fueron atacados en quince días. Catorce de estos
hombres murieron.
El único remedio que conocía la frontera era empapar a la
víctima en agua fría y alimentarla con güisqui espesado con
harina. Con el profeta entre ellos, sin embargo, los
mormones esperaban con confianza una terapia más

16Según Reed Peck, un miembro del ejército. El original del manuscrito


de Reed Peck, fechado en Quincy, Illinois, el 18 de septiembre de 1839, y
publicado por L.B. Cake en 1899, está ahora en mi posesión. Me lo
proporcionaron las nietas de Peck, Mabel Peck Myer y Hazel Peck Cass,
de Bainbridge, New York.
17Carta de José Smith al sumo consejo de Sion, con fecha del 16 de agosto
de 1834. History of the Church, Vol. II, p. 145.
235] Nadie conoce mi historia

potente. Cuando la epidemia apareció por primera vez, José


había probado el sagrado ritual de la imposición de manos.
«Pero aprendí rápidamente», dijo, «por dolorosa
experiencia, que cuando Jehová decreta la destrucción de
cualquier pueblo, y da a conocer su determinación, el
hombre no debe intentar detener su mano. En el momento
en que intenté reprender la enfermedad fui atacado, y si no
hubiera desistido en mi intento de salvar la vida de un
hermano, habría sacrificado la mía».
Durante la epidemia José y sus hombres entraron
cautelosamente en el condado de Clay y se unieron a sus
hermanos. El profeta los consoló con promesas de que
regresaría a Ohio y recaudaría suficiente dinero para
comprar todo el condado de Jackson. Ordenó a los líderes de
Sion que lo acompañaran de vuelta a Kirtland para recibir la
investidura del templo.
Como él esperaba, su propia propuesta para un acuerdo
de paz fue rechazada. El editor del Liberty Enquirer, que
siempre había sido amigo de la causa mormona, al señalar
este rechazo agregó: «No tenemos ninguna duda, pero los
ciudadanos de Jackson están decididos a disputar cada
centímetro de tierra, quemar cada brizna de hierba y dejar
que sus huesos se blanqueen en las colinas, en lugar de que
los mormones regresen al condado de Jackson».
El 9 de julio el profeta partió hacia Kirtland, dejando
instrucciones a su pueblo de no celebrar reuniones públicas y
abstenerse de votar en las próximas elecciones estatales.
Después de su partida, el Liberty Enquirer observó: «La
emoción que existía en este país en el momento en que
llegaron los mormones de Ohio, ha disminuido por
completo. Muchos de ellos han regresado al este y el resto
están dispersos por todo el país y están activamente
10 El ejército del Señor [236

comprometidos en ayudar a los ciudadanos a salvar sus


cosechas de trigo, etc. ¡Pensamos que la GUERRA ha
terminado!».
Capítulo 11
Patrocinio y castigo

E
L CAMPO DE SION fue el segundo gran fracaso de
José Smith. Sin embargo, fue de mucho beneficio
para él. El conocimiento de primera mano de la
ferocidad del antimormonismo le llevó a una política de
prudencia y conciliación que le valió varios años de paz. Este
período lo aprovechó para soldar su sacerdocio en una
falange lo suficientemente fuerte como para soportar los
terribles ataques de la apostasía y las luchas civiles que
vinieron después.
El campo de Sion también parece haber aumentado su
sentido de responsabilidad hacia su propio pueblo. Cuando
el aterrorizado Heber Kimball vio a sus amigos con
convulsiones de cólera en Missouri, juró en secreto que no
volvería a pecar. Y aunque el diario de José no contenía una
resolución tan ingenua, está claro que él también estaba
abrumado por la angustia y la humildad. Se habían quemado
casas, golpeado y apedreado a hombres, mujeres y hombres
habían muerto por exposición y enfermedad, todo en su
nombre. El odio de Missouri se había consumido, no contra
él mismo, sino contra su pueblo y el evangelio al que se
aferraban con tan desinteresada devoción.
El evangelio era ahora una fuerza fuera de sí mismo, una
fuerza que podría ayudar a guiar pero que nunca más podría
controlar totalmente. Ahora sentía que ya no debía dar
revelaciones para la ocasión incidental. «Así dice el Señor»
238] Nadie conoce mi historia

era un toque de trompeta que no debía ser debilitado por un


uso demasiado inmediato. Durante los diez años siguientes,
por lo tanto, dictó poco más de una docena de revelaciones,
aunque en el período anterior de cinco años había dado más
de cien1. Así como su estatura de líder religioso se había visto
aumentada por el hecho de haber descartado las piedras
videntes en favor de la revelación, ahora se veía
incrementada aún más por su confianza en la autoridad de
sus propias enseñanzas en lugar de en la omnipresente e
inflexible dirección de Dios.
A su regreso de Missouri José se enfrentó a una crisis
aguda. Lejos de ser un segundo Moisés, había dejado la
colonia exiliada aún fuera de la tierra prometida y había
regresado con poco más que palabras de consuelo para las
familias de los catorce muertos. Kirtland lo recibió con una
hostilidad que superaba sus peores temores, ya que Sylvester
Smith se había apresurado a regresar con una triste historia
de derrota sin honor. «Me encontré», escribió José en su
diario, «… con un catálogo de cargos tan negro como el
propio autor de las mentiras; y el grito fue: tirano, papa, rey
usurpador, abusador de hombres, ángel, falso profeta que
profetiza mentiras en el nombre del Señor, tomador de

1 La Iglesia Reorganizada en su compilación enumera solo cinco


revelaciones después de julio de 1834. La Iglesia de Utah enumera trece,
de las cuales varias no son más que una frase de longitud y contenido
trivial. Ambas iglesias incluyen secciones adicionales en sus respectivas
ediciones de Doctrina y convenios que son extractos de cartas y
sermones, pero no revelaciones específicas. Y algunas revelaciones que
no están incluidas en Doctrina y convenios de ninguna de las dos ramas
de la iglesia están impresas en la History of the Church. Ciertas ediciones
en idiomas extranjeros contienen otras revelaciones.
11 Patrocinio y castigo [239

dinero consagrado y cualquier otra mentira para llenar y


completar el catálogo2».
Se enfrentó a los cargos en una reunión de consejo,
discutiendo sin descanso hora tras hora hasta que su voz
suave se quedó ronca y su cara se cubrió de cansancio.
Enfrentó las insinuaciones sobre el mal uso de los fondos
pidiendo informes a varios comisarios, que lo defendieron
con seriedad. Luego volvió a contar la historia de sus peleas
con Sylvester Smith, y con destreza convirtió las acaloradas
acusaciones del hombre hasta que chamuscaron a Sylvester
mucho más de lo que lo habían quemado a él mismo.
Finalmente, después de seis horas, el hombre comenzó a
tartamudear una disculpa, y José se relajó, victorioso y
agotado3.
Una vez superada esta crisis, José se dispuso a mitigar el
sentimiento de frustración que siguió al fracaso del campo de
Sion. Había prometido a sus hombres una gran investidura
en el templo y ahora dirigía su tremenda energía y
entusiasmo hacia la finalización de esa estructura. En poco
tiempo, el templo se convirtió en un símbolo de esperanza y
anticipación casi desplazando al símbolo de Sion. Aquellos
que tenían propiedades las hipotecaron para comprar
madera y yeso; los pobres dieron de su propio sudor.
A todos los conversos que se detuvieron en Kirtland en el
camino a Missouri se les recordó que Sion permanecería en
cautiverio hasta que el templo de Kirtland fuera terminado.
Cuando John Tanner, que acababa de vender dos granjas y

2 History of the Church, Vol. II, p. 144.


3La historia de este juicio se cuenta en History of the Church, Vol. II, pp.
142-4, 160. La disculpa de Sylvester Smith, fechada el 28 de octubre de
1834, se publicó en el Latter-Day Saints Messenger and Advocate, Vol. I,
p. 2.
240] Nadie conoce mi historia

2.200 acres de madera, visitó Kirtland en enero de 1835 y se


enteró de que la hipoteca del templo estaba a punto de ser
ejecutada, canceló sus planes de ir a Missouri, prestó al
comité del templo 13.000 dólares, firmó un pagaré con el
profeta por bienes por valor de 30.000 dólares y le dio a José
un préstamo personal adicional de 2.000 dólares.
Nueve años después Tanner le entregó al profeta el pagaré
personal. «¿Qué quieres que haga con él?», le preguntó José,
y Tanner respondió: «Hermano José, lo que quieras4».
Tal franqueza José recompensó lealmente con posiciones
en su siempre creciente jerarquía. Escribió con franqueza en
su diario que George Boosinger fue ordenado al sumo
sacerdocio «como consecuencia de que nos administró en
cosas temporales en nuestra angustia5». No había hombres,
sin embargo, con los que se sintiera tan en deuda como los
miembros del campo de Sion. Estos eran santos probados,
merecedores de rango. En la primavera de 1835, cuando
amplió su sacerdocio para incluir doce apóstoles y un
quórum especial de setenta hombres, nueve de los apóstoles
y todos los «setenta» eran miembros de su ejército.
El campo de Sion le había enseñado a José algo de la
desconfianza en el poder autocrático que impregnaba el
pensamiento yanqui. Él ya se había ocupado de cambiar su
propio título de «primer élder» a «presidente del sumo
sacerdocio». «Presidente» no era una palabra del Nuevo
Testamento, como lo eran todos los demás rangos de su
sacerdocio; pero en el florecimiento temprano de esta
República tenía un enorme prestigio, además de una
connotación de responsabilidad hacia el pueblo.

4 Scraps of Biography, Faith Promoting series, Vol. X, (Salt Lake City,


1883), p.12, 16.
5 History of the Church, Vol. II, p. 429.
11 Patrocinio y castigo [241

La iglesia estaba ahora gobernada por cinco concilios: la


presidencia, los apóstoles, los setenta, y los dos sumo
concejos de Kirtland y Missouri. Una revelación les dio a
todos la misma autoridad. Notando esto, el perspicaz John
Corrill escribió con satisfacción: «Vi que había varios
cuerpos diferentes que tenían igual poder; pensé, por lo
tanto, que servirían para controlarse mutuamente, y concluí
que no había peligro cuando el poder y la autoridad totales se
reservaban al pueblo6».
Sin embargo, pronto surgió una rivalidad entre los cinco
cuerpos. Los apóstoles, que eran los hombres favoritos y más
capaces de José, rápidamente obtuvieron tanto poder que el
sumo consejo de Kirtland protestó que se estaban
estableciendo como «un consejo independiente, no sujeto a
ninguna autoridad de la iglesia, ¡una especie de forajidos7!».
Los doce, sin embargo, no escucharon a nadie más que a su
profeta. Eran hombres viriles, con la fuerza dura y arrogante
de la juventud. Ninguno tenía más de treinta y seis años;
cuatro tenían solo veinticuatro. El mismo José tenía todavía
menos de treinta años.
El poeta y periodista W. W. Phelps acuñó en una hora
ociosa un sobrenombre para cada uno de los Doce. Brigham
Young le dio el apropiado nombre de «el león del Señor». Al
estudioso Orson Pratt lo llamó «el medidor de filosofía», y a
su gran hermano proselitista Parley, «el arquero del
paraíso». Lyman Wight, general del campamento de Sion, se
convirtió en «el carnero salvaje de las montañas». Estos
felices epítetos se pegaron a los hombres de por vida.

6Véase Doctrina y convenios, Sección 107, y John Corrill: A Brief


History of the Church of the Latter-Day Saints (1839), p. 25.
7 History of the Church, Vol. II, p. 240.
242] Nadie conoce mi historia

La constante lucha por el poder entre los consejos pronto


le hizo ver a José que la igualdad era imposible. «El deber del
presidente», finalmente decretó, «es presidir toda la iglesia y
ser como Moisés8». Una vez más su palabra era la ley de
Dios, contra la cual no podía haber apelación. Pronto se
anunció oficialmente que un insulto a José sería considerado
«un insulto a todo el cuerpo», y el sumo consejo se aseguró
de que esta regla fuera respetada. Una vez, cuando José pidió
una donación de doce dólares para pagar un libro de registro
y Henry Green dijo en privado que pensaba que el profeta
estaba extorsionando más que el costo del libro, fue apartado
de la iglesia por el comentario9.
Básicamente, por lo tanto, la organización de la iglesia
siguió siendo autocrática; solo los atavíos eran democráticos.
Los miembros votaban a los oficiales de la iglesia dos veces al
año. Pero solo había una lista de candidatos, y fue
seleccionada por la primera presidencia, compuesta por el
propio José y sus dos consejeros. La aprobación o
desaprobación se indicaba por un voto de pie en la
conferencia general. Los votos disidentes rápidamente se
hicieron tan raros que las elecciones se llamaron —y la ironía
fue inconsciente— el «sostenimiento de las autoridades».
José fue particularmente generoso con los puestos para
los miembros de su propia familia. Su padre fue nombrado
patriarca de la iglesia. Hyrum pronto reemplazó a F. G.
Williams como el tercer hombre en la presidencia, junto con
José y Rigdon. Don Carlos Smith, aunque solo tenía
diecinueve años, fue nombrado presidente de los sumos
sacerdotes, y Samuel Smith se convirtió en agente general de

8 Doctrina y convenios, Sección 107, versículo 91.


9 History of the Church, Vol. II, p. 275.
11 Patrocinio y castigo [243

la «firma literaria», que supervisaba todas las publicaciones


de la iglesia.
La iglesia aceptó el nepotismo del profeta sin
resentimientos hasta que convirtió a su hermano William en
apóstol. Hyrum era una persona amable y humilde cuya
lealtad a José ya era proverbial. Samuel y Don Carlos eran
silenciosos e industriosos. Pero William, un joven
demacrado, de huesos crudos y aspecto cadavérico, no poseía
ninguna de las cualidades de gracia de sus hermanos. Era
lujurioso, de mal genio y siempre estaba endeudado. Oliver
Cowdery pronunció la bendición apostólica sobre su cabeza
con gran recelo: «Rezamos para que se purifique su
corazón... para que sea igual a sus hermanos».
Pronto William presentó una queja contra un padre por
golpear a su hija de 15 años, y José, sospechando que la
preocupación de William era más amatoria que humanitaria,
se puso del lado de los padres. William, en una furia
desmedida, renunció a su apostolado y subió y bajó por las
calles de Kirtland exclamando contra su hermano. Los santos
estaban mortificados, y los gentiles sonreían al escucharlo.
Los otros apóstoles, que habrían estado encantados de
verle excomulgado por completo, se opusieron amargamente
a su reincorporación al cuórum. Pero William había
envenenado la mente de Samuel, y José no podía permitirse
el lujo de tener dos hermanos apóstatas. Finalmente se vio
obligado a recurrir a una revelación para convencer a los
furiosos apóstoles de que su hermano debía ser perdonado:
«En cuanto a mi siervo William, que los Once se humillen en
la oración y en la fe, y me esperen con paciencia, y mi siervo
William regresará, y aún le haré una flecha pulida en mi
aljaba, para derribar la maldad y las abominaciones de los
244] Nadie conoce mi historia

hombres; y no habrá nadie más poderoso que él, en su día y


generación10… ».
Usar el látigo sobre los apóstoles en lugar de sobre su
hermano fue un error, ya que William volvió al cargo más
impertinente que antes. Organizó una sociedad de debate,
que pronto se hizo notoria por las críticas maliciosas y
cáusticas. José entró en una reunión de la sociedad una
noche en la casa de William y le reprochó el tenor de la
discusión. William respondió con una corriente de abuso. El
anciano Smith, que vivía en la misma casa, escuchó la
discusión en un silencio espantoso hasta que William llamó a
José tirano e impostor. Entonces intervino, tronando para
poner fin a la escena. José se inclinó en asentimiento y se
dirigió a la puerta, pero William no fue detenido tan
fácilmente.
«Diré lo que me plazca en mi propia casa», gritó.
José se volvió, recordando bien el crédito y la caridad que
había repartido cada vez que William le suplicó que lo
necesitaba. «Entonces yo también hablaré», gritó, «porque
yo construí esta casa y es tan mía como tuya».
A esto William se abalanzó sobre él. José se quitó el
abrigo para liberar sus brazos para la defensa. Pero William
fue demasiado rápido, le cogió desprevenido y le mandó al
suelo. Allí lo aporreó sin piedad hasta que Hyrum logró
apartarlo.
La pelea conmocionó a la iglesia. Los fieles sacudieron sus
cabezas en desesperación de que José estuviera tan maldito
en su propia familia, y lamentablemente revivieron los

10Ibídem, vol. II, pág. 300. Esta revelación nunca fue incluida en la
Doctrina y convenios. Detalles más completos de los problemas de José
con William en Kirtland se pueden encontrar en su historia, Vol. II, pp.
297-343.
11 Patrocinio y castigo [245

chismes sobre otra batalla que había ocurrido a principios de


ese mismo verano. Calvin Stoddard, el cuñado de José, había
acusado a José de privarle de algunos derechos sobre el agua.
En la disputa que siguió, Stoddard lo llamó «maldito falso
profeta» y José lo noqueó rápidamente. Stoddard presentó
una demanda por agresión, pero cuando el caso llegó a los
tribunales ya se había suavizado lo suficiente como para
perdonar al profeta públicamente, y el juez emitió
debidamente un veredicto de absolución11.
Lo que más preocupaba a los conversos sobre estas
disputas familiares era que tanto Stoddard como William
Smith habían llamado a José un falso profeta. Esto era tanto
una herejía como una grave ofensa al decoro. Si ellos
honestamente dudaban de José, debían tener la decencia de
al menos guardar silencio y no gratificar a los gentiles. Los
fieles decían infelizmente: «Un profeta no carece de honor
excepto en su propia familia».
Nadie en Kirtland estaba más indignado con William que
sus compañeros apóstoles, que ahora forzaron su renuncia.
José luchó contra esto. La paliza de William lo había
paralizado por varios días y fue una bofetada punzante a su
orgullo, ya que era vanidoso de su destreza en la lucha. Pero
la unidad de su familia era una de las piedras angulares
sobre las que había construido su carrera, y a excepción de
William, era una piedra rugosa. La idea de su rotura hizo que
se desvaneciera todo el dolor de la dignidad herida. «Te
perdono sin reservas», escribió a William en una carta que se

11 El acta del tribunal se encuentra en el Tribunal de Causas Comunes,


Condado de Geauga, Ohio, bajo la fecha del 16 de junio de 1835. El
Painesville Telegraph, en respuesta a una petición de José Smith de que
se hiciera pública la notificación de la absolución, publicó íntegramente
el testimonio prestado en el juicio, la mayor parte del cual fue de carácter
divertido y no demasiado halagüeño. Véase el 26 de junio de 1835.
246] Nadie conoce mi historia

hizo pública en breve, «y conoces mi disposición


inquebrantable e inalterable; sé en quién confío; estoy de pie
sobre la roca; las inundaciones no pueden, no, no me
derribarán. Sabes que la doctrina que enseño es verdadera,
sabes que Dios me ha bendecido. Traje la salvación a la casa
de mi padre, como un instrumento en las manos de Dios,
cuando estaban en una situación miserable…
«Y si en algún momento me consideras un impostor, por
el amor de Dios déjame en las manos de Dios, y no pienses
en vengarte de mí tú mismo. La tiranía, la usurpación, y el
quitarles los derechos a los hombres, siempre ha sido y será
desterrado de mi corazón. David no quiso matar a Saúl,
aunque era culpable de crímenes que nunca entraron en mi
corazón12».
William finalmente hizo una confesión pública ante el
Sumo Consejo y la congregación y así escapó de un juicio
eclesiástico. José usualmente trataba de conciliar a sus
enemigos en vez de sacarlos a golpes de su iglesia. Su único
látigo era la confesión pública, un arma punzante por
derecho propio, pero diseñada para tener el efecto opuesto a
una excomunión. La mera amenaza de tal confesión era
suficiente para detener a los delincuentes. Pero con William
el dolor de la confesión era pasajero; nunca dejó de ser una
espina.

EN NINGÚN MOMENTO de la carrera de José Smith


estuvo más en paz con el mundo que en los tres años
siguientes a la marcha del campo de Sion. No había nada
para que su gente discutiera excepto teología, y nada a lo que
oponerse excepto indiscreciones en los modales y la moral de

12 History of the Church, Vol. II, p. 343.


11 Patrocinio y castigo [247

los jóvenes. La historia oficial de la iglesia en estos años


consiste en gran parte en una serie de juicios eclesiásticos:
por mal comportamiento sexual, por beber güisqui y por
violencia.
El Sumo Consejo estaba empeñado en desterrar el licor
más que cualquier otra cosa, más incluso que el adulterio.
Ohio estaba ahora envuelta en la creciente marea de
agitación de abstinencia de bebidas alcohólicas. En 1834
había cinco mil sociedades de sobriedad en los Estados
Unidos, con más de un millón de miembros. El 90% de ellas
vivían al norte de la línea Mason-Dixon13, y la mayoría se
concentraba en New York y Ohio. Después de 1836, cuando
la American Temperance Society adoptó la abstinencia total
en su plataforma, apenas había un predicador protestante en
la Reserva Occidental que no hubiera hecho la promesa.
También se abusaba de estimulantes menores. Al tabaco
se le llamaba la «droga que provoca nervios y paraliza el
alma, una lujuria carnal e impía». Se deploraba el café como
excitante del amor, y se pensaba que beber té era tan malo
como tomar ponche. Las modas alimenticias y las curas
alcohólicas barrían periódicamente la nación. El popular
Journal of Health, publicado de 1829 a 1835, sostenía que el
uso moderado de la carne era responsable de la robustez de
los irlandeses, y recomendaba una dieta vegetariana. La

13 NdT: Ver este enlace para una explicación.


248] Nadie conoce mi historia

abnegación14 no estaba más de moda que entre las sectas


menores15.
En 1833 José dictó una revelación llamada «Palabra de
Sabiduría», que hoy es la más conocida de todas las que ha
escrito. Sugería que los miembros de la iglesia se abstuvieran
del tabaco, el alcohol y las bebidas calientes, que usaran el
vino solo en la comunión y la carne solo en invierno. José
dejó claro, sin embargo, que la revelación fue dada «no por
mandamiento ni por obligación», sino simplemente como un
buen consejo. Solo se estaba defendiendo de la presión de los
tiempos, ya que era demasiado aficionado a los placeres
terrenales para convertirse en un cruzado de la templanza.
Las circunstancias exactas que estimularon esta
revelación fueron descritas más tarde por Brigham Young.
Los líderes de José se reunían regularmente, dijo, en una
habitación encima de la cocina del profeta. Emma se quejaba
amargamente después de cada reunión de tener que limpiar
un piso tan sucio, porque «lo primero que hacían era
encender sus pipas, y, mientras fumaban, hablar de las
grandes cosas del reino, y escupir por toda la habitación».
Esto «hizo que el profeta pensara en el asunto, y preguntó al
Señor sobre la conducta de los élderes en el uso del tabaco, y
la revelación conocida como la Palabra de Sabiduría fue el
resultado de su investigación16».

14 NdT: La autora usa la palabra «self-denial».


15Véase M. Wilford Poulson: «An Interesting Old Volume» (Background
of Mormon Word of Wisdom), The Scratch (Brigham Young University,
marzo de 1930); John A. Krout: The Origins of Prohibition (New York, :
925); y Douglas Branch: The SentimentaI Years, 1836-186o (New York,
1934).
16 Journal of Discourses, Vol. XII, p. 158.
11 Patrocinio y castigo [249

Durante algunos años, de hecho, José no se tomó en serio


su «Palabra de Sabiduría». Después de una doble boda en
enero de 1836 escribió en su diario: «Tomamos entonces
algunos refrigerios, y nuestros corazones se alegraron con el
fruto de la vid. Esto es según el patrón establecido por
nuestro propio Salvador, y nos sentimos dispuestos a
patrocinar todas las instituciones del cielo». Quince días
después, en la boda de su apóstol John Boynton, se le
presentaron «tres servidores de copas llenas de vino» para
bendecir. «Y me tocó a mí atender este deber», dijo, «que
cumplí alegremente… nuestros corazones se alegraron
mientras participaban de la generosidad de la tierra que se
les presentó, hasta que nos saciamos, y la alegría hinchó cada
pecho...».
Cuando el Sumo Consejo se propuso hacer cumplir la
«Palabra de Sabiduría», llegando incluso a dictaminar en
febrero de 1834 que la desobediencia era motivo suficiente
para privar a un hombre de su oficio, el comportamiento
arrogante del profeta fue una grave vergüenza. Almon
Babbitt, llevado a juicio por beber, se defendió diciendo que
sabía que estaba mal, pero que solo seguía el ejemplo del
presidente José Smith.
Sin embargo, para finales de año, la presión se había
vuelto demasiado para José. Rigdon, un fanático entusiasta
de la templanza, el 4 de diciembre de 1836 forzó a través de
un voto la abstinencia total de alcohol17; José se doblegó ante
la opinión pública, reemplazó el vino por agua en la
comunión, y dejó que el Sumo Consejo hiciera lo peor. La
revelación eventualmente se convirtió en un gran asunto
moral, el uso de té, café, tabaco y licores alcohólicos

17Según el diario personal de Wilford Woodruff, citado por Matthias F.


Cowley en Wilford Woodruff (Salt Lake, 1909), p. 65.
250] Nadie conoce mi historia

convirtiéndose para todo buen mormón en la insignia del


hereje y del injusto.
Capítulo 12
Experto en idiomas

N
O HAY MEJOR indicación de la madurez de José
después de la debacle del Campo de Sion que el
sutil cambio en su actitud pública hacia el
aprendizaje. Siempre sintió como una frustración su propia
falta de escolaridad formal ya que la reverencia de New
England por la educación impregnaba cada pueblo en el que
había vivido. Tal vez fue en parte en compensación por su
sentido de inferioridad en este sentido que se había dotado
de poderes místicos a los que nadie más podía aspirar. Su
toque de clarín había sido una defensa adecuada de la Biblia:
«La sabiduría de los sabios perecerá y el entendimiento de
los prudentes se esconderá».
No solo se había regocijado por su falta de aprendizaje,
sino que también lo había exagerado mucho, una especie de
compensación excesiva familiar. Tan cuidadosamente había
fomentado el mito de su analfabetismo que sus seguidores se
enorgullecían de su propia falta de escolaridad. «Mi fuente
de aprendizaje», había escrito W. W. Phelps en el Messenger
and Advocate, «y mi forma de vida, desde mi juventud, me
excluirá del placer de moda de manchar mis comunicaciones,
con los colores elegantes de un estudiante de primer año de
Dartmouth, un estudiante de segundo año de Harvard, o
incluso un graduado de Yale; nada más que la clara corriente
de la verdad responderá al propósito de los hombres de
Dios1».

1 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, October 1834, p. 22.


252] Nadie conoce mi historia

«El agua de manantial sabe mejor directamente de la


fuente», la gente de José era aficionada a decir, y lo veían
como la fuente de toda la sabiduría. En marzo de 1833 había
organizado una «Escuela de los Profetas» para la instrucción
de sus mayores, pero no era en ningún sentido una
academia; el único curso era el estudio de las revelaciones de
José. Parley Pratt, que enseñaba en una escuela similar en
Missouri, relató en su autobiografía que «oraban,
profetizaban y se ejercitaban en los dones del espíritu».
José, sin embargo, en el fondo siempre se había sentido
tremendamente impresionado por el aprendizaje de libros,
particularmente cuando iba acompañado de facilidad con el
lenguaje. Ocultaba bajo el disfraz del misticismo una
insaciable curiosidad y hambre de conocimiento. Desde el
principio de su iglesia había fomentado la escolarización de
los hijos de sus seguidores. En Missouri su gente había
construido escuelas antes que cabañas y graneros.
Después del campo de Sion, quizás en parte por repulsión
a la barbarie de Missouri, quizás en parte como respuesta a
una necesidad personal sentida durante mucho tiempo, José
comenzó a hacer del aprendizaje un ideal mormón. Amplió la
escuela de los profetas para incluir clases de griego y hebreo,
contratando como instructor a un rabino judío, Joshua
Seixas, originario de la Academia de Andover. Todos los
principales dignatarios mormones asistieron, sin
preocuparse por la paradoja de que debían luchar con la
gramática hebrea en los días de semana y hablar con fluidez
en lenguas los domingos. La escuela común de Kirtland se
amplió para incluir clases para adultos de matemáticas,
geografía y gramática inglesa.
Dejando a un lado su manto de omnisciencia, José
comenzó con enorme entusiasmo a estudiar la gramática
12 Experto en idiomas [253

hebrea e inglesa. Su profesor de inglés, C. G. Webb, cuando


se le preguntó muchos años después sobre la diligencia de su
famoso alumno, respondió: «José fue el ternero que mamó
tres vacas. Adquirió conocimientos muy rápidamente...
mientras que Heber C. Kimball nunca llegó a entender la
diferencia entre sustantivo y verbo2».
El placer de José de trabajar con los idiomas pronto se
deslizó en su diario: «Parece como si el Señor abriera
nuestras mentes de una manera maravillosa», escribió,
«para entender su palabra en el idioma original; y mi oración
es que Dios nos dote rápidamente de un conocimiento de
todos los idiomas y todas las lenguas».
¡Aquí hubo una transformación! Siete años antes, estaba
escribiendo el Libro de Mormón con la ayuda del urim y
tumim, milagroso atajo para el «egipcio reformado». Más
tarde había enmendado la Biblia sin otra guía que el Espíritu
Santo. Ahora la mentira estaba por fin persiguiendo el
conocimiento de la manera más dura, y con un entusiasmo
tan contagioso que John Corrill dijo que inspiró a toda la
iglesia «con una sed extravagante de conocimiento».
«Mi alma se deleita en la lectura de la palabra de Dios en
el idioma original», escribió José, «y estoy decidido a
continuar el estudio de los idiomas hasta que llegue a ser
experto en ellos».

UNA PRUEBA dramática pero demasiado rigurosa de la


nueva erudición de José se produjo en el verano de 1835
cuando recibió como visitante a un tal Michael Chandler, que
había estado recorriendo el país exhibiendo cuatro momias

2 W. Wyl: Mormon Portraits (Salt Lake City, 1886), p. 25. Ver Louis C.
Zucker: «Joseph Smith as a Student of Hebrew», Dialogue, II: p. 41y
siguientes, 1968.
254] Nadie conoce mi historia

egipcias junto con varios papiros. Chandler dijo que había


oído hablar de la reputación de José Smith como traductor y
había venido a Kirtland para ver si podía descifrar los
papiros. Los lingüistas de New York y Philadelphia los
habían declarado auténticos egipcios, pero solo podían
adivinar el significado.
Este fue un período de saqueo sin licencia de las tumbas
egipcias. Una buena cantidad de sarcófagos habían
encontrado su camino a Estados Unidos y habían despertado
una amplia curiosidad. Casi nadie sabía que los jeroglíficos
podían ser descifrados3. Con toda la población masculina de
Kirtland interesada en el estudio de las lenguas antiguas, era
inevitable que las momias de Chandler cayeran en manos de
la iglesia. José le dijo a Josiah Quincy en 1844 que su madre
las compró «con su propio dinero a un costo de seis mil
dólares», aunque escribió en su diario que habían sido
compradas por «algunos de los santos4» en Kirtland.
Después de un examen preliminar el profeta declaró que
un papiro era los escritos de Abraham y otro los escritos de
José de Egipto. Todo Kirtland se maravilló ante la cadena de
extraños accidentes que habían llevado los preciosos
documentos a su profeta, y vio en las coincidencias el dedo
del Señor.
Sin embargo, en lugar de proceder a la traducción por
inspiración como en el pasado, José se dedicó a formular
laboriosamente un alfabeto y una gramática egipcia. Pero su

3Para entonces Champollion ya había elaborado todo el sistema a partir


de la piedra de Rosetta, pero su erudición no se puso a disposición del
público británico sino hasta 1837, con la publicación de Manners and
Customs of the Ancient Egyptians (1837) de John G. Wilkinson.
4Josiah Quincy: Figures of the Past (Boston, 1883), p. 386. Cf. History of
the Church, Vol. II, p. 236.
12 Experto en idiomas [255

ingenua y conmovedora fe en sus nuevas herramientas


lingüísticas fue efímera. Como todos los demás egiptólogos
aficionados de su época, pronto se rindió en la
desesperación, seguro de que los papiros no entregarían sus
secretos ni siquiera al erudito serio. Para los seguidores de
José, sin embargo, era impensable que los papiros quedaran
como un misterio, especialmente porque había deducido su
autoría. Eventualmente se deslizó por los caminos
acostumbrados y dictó una traducción por inspiración
directa del cielo5.
El profeta nunca descifró el papiro que contaba la historia
de José en Egipto, contentándose con una traducción de los
escritos de Abraham. La narración resultante, que
permaneció inédita hasta 1842, fue un breve relato de la
creación de la tierra y los comienzos de la historia israelita, la
historia en su mayor parte paralela a los dos primeros
capítulos del Génesis. José había trabajado con el Génesis
dos veces antes, una vez al escribir el libro perdido de Moisés
y otra vez al enmendar el Antiguo Testamento. Pero sus
hábitos eclécticos no permitían una repetición rancia, y el
relato de Abraham tiene su propia frescura y originalidad.
En lugar de decir: «Dios creó la tierra», escribió: «Los
Dioses organizaron la tierra». Este cambio, que representó
un paso significativo en el sistema metafísico de José, de
lenta evolución, tuvo sus raíces en su nuevo aprendizaje. La
idea de la pluralidad de Dios que había recogido de sus clases
de hebreo, donde había aprendido que Elohim, una de las

5 «Me he puesto a su lado», escribió su secretario Warren Parrish, «y he


escrito los jeroglíficos egipcios como él decía que lo recibía por
inspiración directa del Cielo». Ver la carta de Parrish en el Painesville
Republican, 5 de febrero de 1838, reimpresa en el Zion's Watchman, 24
de marzo de 1838.
256] Nadie conoce mi historia

palabras hebreas para Dios, es plural, y por lo tanto había


concluido que la Biblia había sido traducida
descuidadamente6.
El nuevo concepto de José de que la tierra había sido
«organizada» a partir de la materia ya existente en lugar de
ser creada de la nada tenía una raíz menos obvia pero no
menos definida en su nueva erudición. Recientemente había
estado leyendo Philosophy of a Future State de Thomas
Dick, una larga disertación sobre astronomía y metafísica7.
José había encontrado convincente la elucidación de la tesis
de Dick de que la materia es eterna e indestructible, y había
concluido lógicamente que Dios debe haber hecho los cielos y
la tierra de los materiales que tenía a mano.
Toda la obra de Dick causó una impresión duradera en
José, cuya apertura de mente, derivada sin duda del carácter
insustancial de su credo religioso, era única entre los
ministros del evangelio. Este libro fue su primera
introducción a las matemáticas de los cielos —los millones de
estrellas, las distancias inconmensurables— y tuvo que
enfrentarse a la infinitud del universo en su propia
conciencia. Los hechos de la astronomía deben de alguna
manera ser soldados a su propia estructura especial de
misticismo judío y cristiano. Buscaba a tientas una nueva
metafísica que de alguna manera tuviera en cuenta el nuevo
mundo de la ciencia. En su propia forma primitiva y
egocéntrica estaba tratando de resolver el problema
filosófico más problemático del siglo XIX.

6 Así lo señaló Parley Pratt en la Millennial Star, Vol. III (Liverpool,


Inglaterra, agosto de 1842), p. 71.
7 Sidney Rigdon citó abiertamente a Dick en un artículo llamado «Los
santos y el mundo», Latter-Day Saints Messenger and Advocate,
noviembre de 1836, pp. 422-3.
12 Experto en idiomas [257

Su solución fue el Libro de Abraham. Como el novelista


filosófico que crea un personaje más grande que él para
expresar el destilado de sus propias especulaciones, José
creó a Abraham, un eminente astrónomo que penetra en
todos los misterios del universo. Abraham relata que hay una
estrella, Kolob, que yace cerca del trono de Dios, que es más
grande que todas las demás. Una revolución de Kolob lleva
mil años, y a partir de esta revolución Dios mismo calcula el
tiempo. Kolob e innumerables estrellas menores están
pobladas por espíritus que son eternos como la materia
misma. Estos espíritus no están fundidos en el mismo molde,
sino que difieren entre ellos en calidad de su inteligencia,
como las estrellas difieren en magnitud.
Estos conceptos, que desarrollaron ramificaciones
peculiares en las enseñanzas posteriores de José, vinieron
directamente de Dick, quien había especulado que las
estrellas estaban pobladas por «varios órdenes de
inteligencias», y que estas inteligencias eran «seres
progresivos» en varias etapas de la evolución hacia la
perfección8.
El Libro de Abraham expresaba no solo el germen del
sistema metafísico de José, sino también más de su
teorización sobre el tema de la raza, que se estaba
convirtiendo rápidamente en la cuestión política y moral más
peligrosa de la República. Así como el Libro de Mormón
había resuelto la cuestión del origen del hombre rojo, el
Libro de Abraham despachó el problema del origen del
hombre negro.

8 Compárese el Libro de Abraham con Dick: Philosophy of a Future


State (Brookfield, Massachusetts, y ed., 1830), pp. 101, 230, 241, 249.
Dick sostenía que con toda probabilidad «los sistemas del universo giran
alrededor de un centro común… el trono de Dios».
258] Nadie conoce mi historia

José de joven había leído en su libro de geografía la


tradición común de que todas las razas de hombres
descienden de los tres hijos de Noé: Cam, Sem y Jafet9. Noé
había maldecido a su hijo Cam, decretando que el hijo de
Cam, Canaán, debía ser «siervo de siervos» para sus
hermanos. Esta historia, que todos los predicadores sureños
usaban para justificar la esclavitud, José ahora la amplificaba
en su forma característica.
Faraón, primer gobernante de Egipto, dijo, era el hijo de
Egiptus, hija de Cam. Por lo tanto, todos los egipcios
heredaron la maldición de la piel negra. Con esta maldición
se negó el derecho al sacerdocio. En el lenguaje práctico esto
significaba que en la iglesia de José ningún negro podía ser
ordenado ni siquiera en el humilde rango de diácono.
El Libro de Abraham en efecto cristalizó la posición hasta
ahora vacilante de José sobre el problema de los negros.
Pronto publicó una declaración en el periódico de su iglesia
atacando la posición abolicionista como «calculada para
arrasar con los estados justos del sur, y dejar suelta sobre el
mundo una comunidad de personas, que podría, tal vez,
invadir nuestra sociedad, y violar los principios más
sagrados de la sociedad humana, la castidad y la virtud».
«... no tenemos derecho», concluyó, «a interferir con los
esclavos, en contra de la mente y la voluntad de sus amos».
Tal vez esta actitud fue una mera concesión a Missouri.
«En un aspecto», José continuó en el mismo artículo, «me
siento impulsado a este curso como consecuencia de que
muchos élderes han ido a los estados del sur, además de que
ahora hay muchos en ese país que ya han abrazado la

9 Ver Thomas T. Smiley: Sacred Geography (Philadelphia, 1824). La


copia que poseía José Smith puede verse en la biblioteca de la Iglesia
Reorganizada en Independence, Missouri.
12 Experto en idiomas [259

plenitud del Evangelio10». Además, los abolicionistas eran


impopulares en ese momento entre la mayoría de los
norteños, y José no se vio impulsado a abrazar una causa
declarada diabólica a ambos lados de la línea Mason-Dixon.
Su actitud reflejaba simplemente la opinión prevaleciente en
ese momento.
Para silenciar a los pocos abolicionistas en sus propias
filas, que instaban a que todos los mormones esclavistas
fueran privados de la hermandad, se dejó llevar a una
complicada justificación de la esclavitud que iba más allá de
la maldición de Cam. Amplió la vieja historia, ennoblecida
por Milton, de la guerra en el cielo entre los seguidores de
Lucifer y Jehová. Y enseñó que había habido, no dos, sino
tres divisiones en el cielo, y que un tercio de los espíritus
habían sido neutrales, sin elegir ningún bando, pero
esperando unirse a los vencedores. Orson Hyde, al exponer
esta doctrina en 1845, declaró que los espíritus neutrales
«más bien prestaban una influencia al diablo, pensando que
tenía un poco la mejor manera de gobernar, pero no
tomaban una parte muy activa, de todos modos, se les exigía
venir al mundo y tomar cuerpos en el linaje maldito de
Canaán; y de ahí la raza negra o africana11».
Todas las enseñanzas de José sobre el tema de la raza
giraban en torno a la doctrina que sostenía que los santos de
los últimos días eran los hijos de Israel. Tampoco era una
relación meramente figurativa. José enseñó que muchos de
sus conversos, así como su propia familia, eran
descendientes directos de Jacob a través de la sangre de su
hijo Efraín, y que aquellos menos favorecidos que eran de

10 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, April 1836, pp. 290 y sig.
11«Speech before the High Priests», Nauvoo, abril 27, 1845; impreso en
forma de panfleto por la oficina de Millennial Star, julio 1845. Ver p. 27.
260] Nadie conoce mi historia

sangre gentil podían convertirse en hijos de Israel por


obediencia a la iglesia. José predicó que «el efecto del
Espíritu Santo sobre un gentil es purgar la sangre antigua, y
convertirlo en la simiente de Abraham12».
Desde el punto de vista de la iglesia que le sobrevivió, el
Libro de Abraham fue la cosa más desafortunada que José
escribió. Al sobrevivir a la guerra civil, que desterró para
siempre la esclavitud como un asunto entre mormones y
gentiles, su doctrina racial preservó la discriminación que es
la tesis más fea que existe en la teología mormona.
Además, el libro puso a José en ridículo ante los futuros
eruditos, ya que era casi seguro que sus papiros serían
examinados más adelante por expertos en el idioma egipcio.
A diferencia de las planchas de oro, que habían sido llevadas
al cielo, las momias y los papiros se mantuvieron en
exhibición tanto en Kirtland como en Nauvoo. Los papiros
reales escaparon al examen de los estudiosos durante
muchos años. Después de la muerte de José fueron vendidos
por un amigo de William Smith al Museo de la Madera y se
pensó que se habían quemado en el gran incendio de
Chicago13. Un desastre así podría haber acabado con toda
posibilidad de exponer el error de José si no hubiera
conservado tres facsímiles de los papiros, que publicó en
1842 con elaboradas interpretaciones.
Estas interpretaciones fueron desafiadas por primera vez
en 1860, cuando un viajero francés, Jules Remy, que se había

12 History of the Church, Vol. III, p. 380.


13Este era su destino según las historias oficiales de los mormones. Sin
embargo, el San Francisco Daily Evening Bulletin, 25 de septiembre de
1857, declaró que dos de las cuatro momias fueron vendidas a un Sr.
Wyman del Museo de Filadelfia. Desafortunadamente este museo fue
cerrado poco después y sus exhibiciones se dispersaron.
12 Experto en idiomas [261

interesado en los mormones, los llamó a la atención del


estudiante de copto Theodule Deveria en el Louvre. Remy
arregló las dos sorprendentes interpretaciones divergentes
en columnas paralelas y las publicó en 1861 en su A Journey
to Great Salt-Lake City.
Más tarde, la media docena de destacados egiptólogos a
quienes se pidió que examinaran los facsímiles coincidieron
en que se trataba de documentos funerarios ordinarios como
los que pueden encontrarse en miles de tumbas egipcias14. El
descubrimiento en 1967 de que once fragmentos de los
papiros habían llegado al Museo Metropolitano de Arte de
New York dio lugar a nuevas interpretaciones por parte de
los eruditos que confirmaron las valoraciones anteriores15.
José, sin embargo, no se enfrentó a tal competencia durante
su vida. E incluso si lo hubiera hecho, habría importado poco

14Véase F.S. Spalding, Joseph Smith Jr. as a Translator (Salt Lake City,
1912). El Dr. A. H. Sayce de Oxford declaró que el facsímil Nº 2 era un
«hipocéfalo ordinario», y el Nº 3 «una representación de la diosa Maat
guiando al faraón ante Osiris, detrás de la cual se encuentra la diosa Isis".
Arthur Mace del Museo Metropolitano de Arte llamó a la interpretación
de José «un fárrago de tonterías de principio a fin». El Dr. W.M. Flinders
Petrie de la Universidad de Londres escribió: «Puede decirse con
seguridad que no hay una sola palabra que sea cierta en estas
explicaciones». El Dr. J. H. Breasted de la Universidad de Chicago
escribió que «José Smith representa como porciones de una revelación
única a través de Abraham cosas que eran comunes y que se encuentran
por muchos miles en la vida cotidiana de los egipcios».
15 El museo devolvió los papiros a los mormones de Utah. Se publicaron
nuevas traducciones académicas en Dialogue, a Journal of Mormon
Thought, Vol. III, verano de 1968. Para un resumen ver el suplemento al
final de este volumen. Una copia filmada de «Joseph Smith's Egyptian
Alphabet and Grammar», anteriormente desconocida salvo para los
archiveros mormones, fue reproducida en 1969 por Jerald Tanner de la
Modern Microfilm Company en Salt Lake City. Ilustraba además la
extraordinaria capacidad de José Smith para la fantasía lingüística.
262] Nadie conoce mi historia

a su gente. Habría sido la palabra de un simple estudioso en


contra de la palabra de Dios.

EL TEMPLO de José era su deleite particular. Era un


enorme edificio de piedra de tres pisos, una mezcla feliz de
gótico, colonial, y el resurgimiento griego, que dominaba el
paisaje en kilómetros a la redonda. El interior, que José
mismo había diseñado, era en algunos aspectos único entre
las iglesias de Estados Unidos. Dos auditorios, uno encima
del otro, ocupaban el primer y segundo piso, y el tercer piso
estaba destinado a las aulas de la escuela de los profetas.
Cada auditorio tenía doce púlpitos en cada extremo,
simbólico del número de apóstoles. Estos púlpitos estaban
elevados y escalonados, altamente decorados con excelentes
tallas, y cubiertos con ricos terciopelos. Cada uno llevaba tres
letras de oro, designando el rango del hombre que lo
ocuparía.
Sobre la ventana en arco detrás de los púlpitos para los
miembros del sacerdocio mayor, o de Melquisedec, estaba el
texto que Aarón había llevado en una placa de oro en su
frente: Santidad al Señor. Los dos auditorios podían ser
divididos a la mitad o en cuartos trabajando con una serie de
poleas que bajaban las cortinas de lona o «velos». Las
cortinas podrían bajarse incluso entre las filas de púlpitos,
asegurando así la privacidad para la discusión entre los
distintos jefes de consejo. Excepto por el sistema único de
púlpito y velos, el interior del templo era muy parecido al de
otras casas de reunión yanquis y era mucho menos
intrincado que los de algunos de los templos construidos
posteriormente.
A medida que se acercaba el momento de la dedicación,
José se preocupaba cada vez más por su promesa al campo
12 Experto en idiomas [263

Facsímil del Libro de Abraham


264] Nadie conoce mi historia

Facsímil del Libro de Abraham

de Sión de que una gran investidura descendería sobre los


santos con la finalización del templo. De alguna manera
12 Experto en idiomas [265

debía haber una limpieza de su pueblo, una purga de la


iniquidad y la corrupción, en preparación para una efusión
del Espíritu Santo que nunca olvidarían.
En su tiempo libre, analizó el Nuevo Testamento,
buscando los ceremoniales usados en la iglesia primitiva que
aún no había incorporado a la suya. Observó que, entre los
primeros cristianos, así como entre los judíos, el lavado de
pies, la unción con aceite e incluso el baño habían sido
rituales religiosos. El ceremonial de lavado de pies lo había
incorporado unos tres años antes, cuando se había ceñido
con una toalla a la manera de Jesús y había lavado los pies de
los miembros de su consejo. Aunque había variado
delicadamente el ritual del Nuevo Testamento pidiendo a
cada miembro del consejo que se lavara los pies primero, la
ceremonia alcanzó una medida de dignidad y valor
emocional16.
El lavado de pies se practicaba regularmente en la
Reserva Occidental por muchas de las sectas bautistas más
pequeñas —los bautistas originales del libre albedrío, los
bautistas de los seis principios, los bautistas del séptimo día,
los bautistas unidos y los dunkers17—. José, sin embargo, lo
usó con moderación, ya que podía caer fácilmente en el
absurdo. Ohio se reía de la historia de unos piadosos
trabajadores de una fábrica de lana que, después de trabajar
todo el día en lana azul, habían sido sorprendidos
inesperadamente en una ceremonia de lavado de pies en
Newlight. Los sobrios ancianos, con las toallas ceñidas a sus

16 History of the Church, Vol. I, p. 323.


17NdT: Los dunkers son miembros de una secta religiosa piadosa
también conocidos como los hermanos bautistas alemanes. Se los llama
dunkers debido a su tradición de inmersión completa en el acto del
bautismo. El verbo dunk en inglés significa mojar en o empapar en.
266] Nadie conoce mi historia

cinturas, habían mirado con asombro el conjunto de pies


azules que se les había presentado, y el cuento había cobrado
más color a medida que se iba contando por todo el estado.
José intuyó lo que la mayoría de los predicadores del
renacimiento aprendieron de los sucesivos fracasos, que
cualquier ritual religioso para tener éxito debe ser realizado
con maestría, y la maestría requiere una preparación y un
ensayo meticulosos. Por lo tanto, cuando decidió incluir
lavamientos y unciones en los ceremoniales del templo, sabía
que no podían introducirse de manera casual.
Varios días antes de la dedicación oficial del 27 de marzo
de 1836, enseñó los nuevos ritos a sus principales élderes.
Los reunió en un círculo con su padre sentado en el centro.
Sosteniendo una botella de aceite en su mano izquierda,
levantó su mano derecha al cielo y pidió a los hombres que
hicieran lo mismo. Bendijo sinceramente el aceite y luego
derramó unas gotas en la cabeza del anciano. El círculo de
élderes se aglomeró, apilando sus manos en la cabeza del
anciano Smith, mientras José lo bendijo con palabras que
tenían cierta elocuencia y belleza:
«Los cielos se me han abierto», dijo suavemente, su
rostro blanco a la luz de las velas, «y contemplo el reino
celestial de Dios y su gloria, ya sea en el cuerpo o fuera de él,
no puedo decirlo. Veo la belleza trascendente de la puerta
por la que entrarán los herederos de ese reino, que es como
un círculo de llamas de fuego; también el trono ardiente de
Dios, en el que están sentados el Padre y el Hijo».
Cada hombre así bendecido sintió a su vez en la presión
de las manos apiladas en su cabeza el solemne peso de la
eternidad. Pronto todos los élderes comenzaron a vislumbrar
los cielos. «Los ángeles los ministraron», escribió José en su
diario, «así como a mí mismo, y el poder del Altísimo
12 Experto en idiomas [267

descansó sobre nosotros, la casa se llenó de la gloria de Dios,


y gritamos Hosanna a Dios y al Cordero». En noches
sucesivas repitió la ceremonia hasta que toda su jerarquía
fue ungida. El ritual de lavado en sí mismo José puede haber
considerado un asunto demasiado delicado para describirlo
en su diario.
A medida que se acercaba el momento de la dedicación
del templo, introdujo una ceremonia de «sellamiento» en la
que todas las bendiciones invocadas sobre sus hombres
debían ser selladas en el cielo. Cuando sus cuórumes se
reunieron en la ático del templo, iba y venía de una
habitación a otra, entrenando a cada grupo en el orden
prescrito de la noche: primero, una oración solemne;
segundo, un grito unido: «Hosanna a Dios y al Cordero, con
un Amén, Amén y Amén»; tercero, una oración silenciosa del
corazón de cada hombre al cielo. Al poco tiempo los hombres
se confiaron unos a otros que el Espíritu Santo era como
fuego en sus huesos; las visiones y las profecías estaban
puntuadas por los gritos de Hosanna y Amén que sacudían
las vigas recién colocadas.
Cinco años antes, se recordará, cuando José llegó a
Kirtland, había encontrado un espontáneo renacimiento
orgiástico en pleno progreso y lo había erradicado sin
piedad. Ahora embriagaba a sus seguidores con el mismo
frenesí que una vez había denunciado tan vigorosamente.
Por primera vez su iglesia se entregaba a la teatralidad y al
delirio de la reunión de campamento.
Las ceremonias preliminares despertaron a los santos a
tal grado de excitación que cuando llegó el día de la
dedicación, mil personas se agolparon en el auditorio
inferior y otras mil se quedaron fuera, esperando captar los
ecos de los misterios del Señor. Los servicios matutinos,
268] Nadie conoce mi historia

durante los cuales José leía la oración de dedicación, eran


tranquilos y poco espectaculares; pero por la noche, cuando
solo se permitía la entrada de hombres al templo, se desató
el torrente emocional alimentado por una quincena de
exhortaciones y éxtasis.
«No temáis profetizar el bien de los santos», les exhortó
José con consumada habilidad evangelizadora, «porque si
profetizáis la caída de estas colinas y la subida de los valles,
la caída de los enemigos de Sion y el surgimiento del reino de
Dios, sucederá. No apaguéis el Espíritu, porque el primero
que abra la boca recibirá el espíritu de la profecía».
George A. Smith se puso de pie y comenzó a contar cosas
maravillosas sobre el futuro. Entonces, José escribió en su
diario, un ruido como el sonido de un poderoso viento
corriendo colmó el templo. «Toda la congregación se levantó
simultáneamente, siendo movida por un poder invisible;
muchos comenzaron a hablar en lenguas y a profetizar; otros
vieron visiones gloriosas; y yo vi que el templo estaba lleno
de ángeles, lo cual declaré a la congregación. La gente del
vecindario se reunió corriendo (escuchando un sonido
inusual en su interior, y viendo una luz brillante como una
columna de fuego descansando sobre el templo), y se
asombraron de lo que estaba ocurriendo».
Durante dos días y dos noches los hombres
permanecieron en el templo, ayunando y rezando, realizando
lavamientos y unciones, profetizando y dando gloria a Dios.
Finalmente, alguien hizo una colecta para la compra de pan y
vino, «suficiente», escribió José, «para alegrar nuestros
corazones». Entonces los hermanos continuaron
«exhortando, profetizando y hablando en lenguas hasta las
cinco de la mañana. El Salvador se apareció a algunos,
mientras los ángeles ministraban a otros, y fue un
12 Experto en idiomas [269

Pentecostés y una investidura, de hecho, que se recordará


largo tiempo18».
«Un informe se publicó en el extranjero», escribió John
Corrill, que estaba a cargo del templo, «que algunos de ellos
se emborracharon; en cuanto a eso cada hombre debe
responder por sí mismo». Y añadió: «Un informe similar,
que el lector recordará, salió sobre los discípulos de
Jerusalén, el día de Pentecostés19».
Pero todo el éxtasis que había estado ardiendo durante
quince días palideció ante la dramática efusión de los
servicios finales. El templo estaba lleno y desbordante. José y
Oliver Cowdery subieron a sus púlpitos e hicieron un gesto
para que se bajaran los velos a su alrededor. El público se
sentó extasiado mientras los dos hombres, completamente
ocultos a la vista, rezaban sin decir nada. Oliver estaba
exultante por haber sido elegido por encima de Hyrum Smith
y Rigdon para este sagrado momento. Era una vez más el
Segundo Élder, un rango por el que había estado hambriento
y había luchado durante mucho tiempo. Toda la celosa
insatisfacción que le había roído desde el ascenso de Rigdon
se desvaneció cuando se arrodilló junto a su profeta en la
pequeña habitación de la cortina blanca.
Cuando los velos volvieron a enrollarse, estaban juntos
mirando al cielo. Oliver estaba mortalmente pálido. «Hemos
visto al Señor», entonó el profeta. «Estaba de pie sobre el
púlpito, delante de nosotros, y bajo sus pies había una
calzada de oro puro de color ámbar. Sus ojos eran como una
llama de fuego, el pelo de su cabeza era blanco como la nieve

18 Para una completa descripción de las ceremonias del templo ver


History of the Church, Vol. II, pp. 379-83, 420-36. Todas las citas,
excepto las que se indican, se han extraído de esta fuente.
19 John Corill: Brief History of the Church, p. 23.
270] Nadie conoce mi historia

pura. Su rostro resplandecía sobre el brillo del sol, y su voz


era como el sonido de las grandes aguas, la voz de Jehová,
diciendo...
«Soy el primero y el último, soy el que vive, soy el que fue
muerto, soy tu abogado ante el Padre. Mirad, vuestros
pecados os han sido perdonados, estáis limpios ante mí, por
lo tanto, levantad la cabeza y alegraos. Que se regocije el
corazón de vuestros hermanos… Porque he aquí que he
aceptado esta casa, y mi nombre estará aquí…».
Pero esto no fue todo. «Moisés se presentó ante
nosotros», continuó José, «y nos entregó las llaves de la
reunión de Israel de las cuatro partes de la tierra, y la
dirección de las diez tribus de la tierra del norte». Después
de esto, Elías se les apareció, y luego Elías el profeta, que
proclamó: «Por lo tanto, las llaves de esta dispensación están
en vuestras manos, y por esto podréis saber que el gran y
terrible día del Señor está cerca, a las puertas».
Nunca más en la historia de los mormones hubo un
período de transporte espiritual como este. Con una rara
perspicacia José nunca hizo un esfuerzo por recuperar la
magia y el misterio de estos días. Nadie que haya participado
en las ceremonias de dedicación las ha olvidado. Durante
semanas siguientes los santos pasaron todo su tiempo yendo
de casa en casa, festejando, profetizando, y pronunciando
bendiciones unos a otros. «Uno habría supuesto», escribió
John Corrill, «que los últimos días habían llegado
realmente».
Capítulo 13
Mi reino es de este mundo

J
OSÉ SMITH echaba de menos ser un hombre muy
guapo. Su nariz, puntiaguda y protuberante, no era
muy atractiva de perfil. Pero tanto los visitantes
como los conversos describieron sus ojos como
asombrosamente hermosos y su sonrisa como congraciada e
contagiosa. Aunque la palidez de su rostro parecía ocultar su
juventud y salud, el efecto era más bien sorprendente que
desagradable.
Tenía una presencia notable, su tamaño y porte
dominaban cada reunión en la que entraba. A esto se sumaba
una cordialidad que desarmaba a todos sus enemigos menos
a los más amargos. «José estrechaba la mano de todo el
mundo», dijo un converso. «La gente lo adoraba con
justicia».
Era inevitable que un hombre con tanto encanto físico se
convirtiera en el blanco de chismes. Como hemos visto, su
nombre se relacionó con el de Nancy Marinda Johnson ya en
1832. Entonces, en algún momento de 1835 se empezó a
murmurar que había seducido a una chica huérfana de
diecisiete años a la que Emma había acogido en la familia. Se
trataba de Fannie Alger, a quien Benjamin Johnson describió
en años posteriores como «una joven muy agradable y
atractiva de mi edad, hacia la que no solo yo, sino todo el
mundo, parecía tener predilección por la amabilidad de su
272] Nadie conoce mi historia

carácter». Se susurró incluso entonces, dijo Johnson, que


José la amaba1.
El profesor de gramática del profeta, C. G. Webb, le dijo a
un escritor que esta chica era «incapaz de ocultar las
consecuencias de su relación celestial con el profeta», y que
Emma la echó de la casa. Independientemente de si Fannie
Alger le dio un hijo a José, es evidente que el aliento de
escándalo estaba caliente en su cuello. Warren Parrish, que
durante un tiempo fue secretario de José, le dijo al joven
Benjamin Johnson que él y Oliver Cowdery sabían que el
informe de una relación ilícita entre la niña y el profeta era
cierto, ya que «fueron espiados y se los encontró juntos».
Cowdery no ocultó su indignación, y José finalmente lo
llamó y lo acusó de perpetuar el escándalo. «… Tuvimos una
conversación», escribió Cowdery a su hermano, «en la que
en cada caso no dejé de afirmar que lo que había dicho era
estrictamente cierto. Se habló de un asunto sucio,
desagradable y asqueroso suyo y de Fanny Alger en el que
declaré estrictamente que nunca había desertado de la
verdad en el asunto, y como supuse fue admitido por él
mismo». Lo máximo que José pudo sacarle a Oliver fue una
admisión de que nunca había oído al profeta reconocer su
culpa. Y José tuvo que contentarse con publicar en el Elders'
Journal de julio de 1838 las declaraciones juradas de tres
testigos de que Cowdery había hecho esta admisión. El
mismo Cowdery se negó rotundamente a exonerar al profeta,
y finalmente fue excomulgado de la iglesia por varios delitos
menores, entre ellos «insinuar que el profeta había sido
culpable de adulterio».

1Para una documentación completa sobre Fannie Alger y todas las demás
mujeres con las que se dice que José Smith se casó, véase el Apéndice C.
13 Mi reino es de este mundo [273

Fannie se mudó a Indiana, donde se casó y crio una gran


familia. Cuando en años posteriores la poligamia se había
convertido en un patrón aceptado en la vida mormona, los
principales élderes de José miraron hacia atrás a los días de
Kirtland y concluyeron que Fannie Alger había sido la
primera esposa plural del profeta. Pero cuando la
interrogaron sobre su relación con José, ella respondió:
«Todo eso es asunto mío, y no tengo nada que comunicar».
En 1835, sin embargo, a los que sabían de ello les pareció
un desafortunado encaprichamiento. El escándalo era
insufrible para Emma, que estaba apasionadamente
enamorada y celosa de su marido. Además, tenía un gran
sentido del decoro y la dignidad de su oficio y debió ser
humillada en nombre de la propia iglesia, que empezaba a
alcanzar una estatura y un cierto grado de estabilidad.
No hay registro de su ira excepto en los dudosos chismes
de los vecinos que se imprimieron después de medio siglo.
José casi nunca mencionaba a Emma en sus diarios y
aparentemente en ese momento no confiaba sus problemas
domésticos a sus amigos. Pero en noviembre de 1835 hizo
una declaración pública, parte de la cual por su extraño
énfasis parecería indicar que su vida doméstica estaba lejos
de ser tranquila: «Esposas, someteos a vuestros propios
maridos, como al Señor, porque el marido es la cabeza de la
esposa, así como Cristo es la cabeza de la iglesia… Esposas,
someteos a vuestros maridos, como conviene al Señor2».
Había otras razones, quizás menos provocativas que la
atractiva sirvienta, por las que José empezaba a reflexionar
seriamente, y por lo tanto imaginativamente, sobre la
institución del matrimonio. El tribunal del condado de

2 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, November 1833


274] Nadie conoce mi historia

Geauga había prohibido a los élderes mormones realizar la


ceremonia de matrimonio sobre la base de que no eran
ministros ordenados regularmente. Rigdon había conservado
el derecho, pero solo demostrando en el tribunal que todavía
estaba registrado como ministro de los Discípulos de Cristo3.
La restricción era un insulto intolerable para José, a quien se
le negaba así un derecho ejercido por el más bajo jinete del
circuito.
Además, Kirtland estaba lleno de conversos que habían
dejado atrás a sus cónyuges que no podían ser persuadidos
de unirse a la iglesia. Dado que el divorcio era siempre difícil
y a menudo imposible de obtener, se desarrolló un problema
social crítico. Martin Harris había sido llevado a juicio por
adulterio ya en 18324. Pero tales juicios no eran claramente
el remedio para el creciente mal. Un converso, que había
dejado a una esposa zorra en el estado de New York, le dijo a
Ezra Booth en su primer viaje a Missouri que José le había
dado permiso «para tomar una esposa de entre los
lamanitas5». Pero el matrimonio con los indios no era una
solución satisfactoria en ningún caso, y apenas se podía
sugerir a las mujeres que habían dejado a sus maridos por la
causa del profeta.
Estaba Lydia Goldthwait Baily, una conversa de gran
encanto, cuyo marido se negó a seguirla a Kirtland o a
concederle el divorcio. Newel Knight, ahora viudo, se
enamoró de ella, y había pocos hombres por los que José
tuviera un afecto tan profundo. Newel, un amigo de
confianza gentil y generoso, se desesperó tanto por lo

3Chardon Spectator and Geauga Gazette (Chardon, Ohio), October 30,


1835; y History of the Church, Vol. II, p. 408.
4 Evening and Morning Star (Independence, Missouri), July 1832, p. 31.
5 Carta Booth No. IX, in Howe: Mormonism Unvailed, p. 220.
13 Mi reino es de este mundo [275

imposible de su suerte que José se vio muy tentado a desafiar


la ley a su favor. Finalmente, el 23 de noviembre de 1835, los
casó en una sencilla ceremonia en la casa de los Knight.
En su diario manuscrito Knight relató cómo José le dijo a
su congregación que «había casado al hermano Newel
Knight con Lydia Baily (o Goldthwait) apropiadamente,
aunque las leyes de Ohio no le habían concedido todavía el
derecho a efectuar casamientos. Pero, dijo, lo he hecho por la
autoridad del santo sacerdocio y la ley gentil no tiene poder
para pedirme cuentas por ello. Es mi privilegio religioso, e
incluso el Congreso de los Estados Unidos no tiene poder
para hacer una ley que limite los derechos de mi religión».
La preocupación de José por las dificultades
matrimoniales que prevalecían en Kirtland —incluyendo la
suya propia— coincidió en el tiempo con su escritura del
Libro de Abraham. Y obviamente salió de su estudio
intensivo del Génesis con un considerable desapego en
cuanto a la santidad de la monogamia. Newel Knight confió
en su diario que en su fiesta de bodas José «dijo muchas
cosas relativas a los matrimonios antiguos, que aún no
habían sido reveladas».
Y en poco tiempo, en esa misteriosa forma en que las
relaciones extramatrimoniales se conocen y se registran en la
historia no escrita de un pequeño pueblo, Kirtland comenzó
a ser asociada con la palabra «poligamia».

ES poco probable que esta acusación pudiera tener su


base en una ocasional ceremonia de matrimonio fuera de la
legalidad como la de Newel Knight. Varios hombres, Orson
Pratt entre ellos, insistieron en años posteriores que José
estaba enseñando el principio de la poligamia en esta fecha
276] Nadie conoce mi historia

temprana6. Pero sus declaraciones fueron hechas alrededor


de medio siglo después. Hubo muchas insinuaciones
contemporáneas de informalidades matrimoniales en
Kirtland, pero ninguna mención de una revelación sobre el
tema. John Whitmer escribió que en 1836 los líderes de la
iglesia «desearon las cosas prohibidas de Dios, como la
codicia, y en combinaciones secretas, la doctrina de la esposa
espiritual, es decir, la pluralidad de esposas…». Oliver Olney
sostuvo que «existía una relación ilícita entre los dos sexos,
del cual el testimonio hablaba claramente, y dijo además que
se susurraba que el mismo sistema matrimonial practicado
en los días de Salomón y David volvería a prevalecer
eventualmente7».

6 Joseph F. Smith, Jr., el actual historiador de la Iglesia de Utah, me


afirmó en 1943 que una revelación que presagiaba la poligamia había
sido escrita en 1831, pero que nunca había sido publicada. Sin embargo,
de acuerdo con la política de la iglesia, no permitiría que el manuscrito,
que reconoció estar en posesión de la biblioteca de la iglesia, fuera
examinado. La declaración de Orson Pratt se hizo en un discurso
pronunciado en Plano, Illinois, el 12 de septiembre de 1878, en el que
informó de que el apóstol Lyman Johnson le había dicho que «José le
había hecho saber ya en 1831 que el matrimonio plural era un principio
correcto»; véase Historical Record, Vol. VI, pág. 230. El sobrino del
profeta, Joseph F. Smith, declaró en una carta a su hijo: «... la revelación
fue dada ya en 1834, y se redactó por primera vez en 1843». Ver Joseph
F. Smith, Jr: Blood Atonement and the Origin of Plural Marriage
(1905), p. 58. La Iglesia Reorganizada de Missouri, fundada por el hijo
del profeta, insiste firmemente en que José Smith nunca practicó ni
enseñó la poligamia, pero las pruebas contra esta postura son
abrumadoras. Véase en particular el Apéndice C.
7 Ver John Whitmer: «History of the Church», Ms., Capítulo xx; y Oliver
Olney: Absurdities of Mormonism Portrayed (Condado de Hancock,
Illinois, 1843), P. 5. Olney fue presidente del cuórum de maestros en
Kirtland en ese momento. Fue excomulgado en 1842 por tener
revelaciones propias.
13 Mi reino es de este mundo [277

En agosto de 1835 la iglesia emitió la primera de una serie


de negaciones oficiales de la acusación de poligamia. Esta fue
una resolución adoptada en la conferencia de la iglesia: «En
la medida en que se ha reprochado a esta Iglesia el crimen de
fornicación y poligamia, declaramos que creemos que un
hombre debe tener una esposa, y una mujer solo un marido,
excepto en caso de muerte, cuando cualquiera de los dos es
libre de casarse de nuevo8».
Como José estaba en Michigan cuando esta resolución fue
adoptada por la iglesia, y como fue escrita de puño y letra por
Cowdery y presentada por él a la conferencia, existe la
posibilidad de que José no la hubiera aprobado. Sin
embargo, puede observarse que la redacción de la resolución
era tal que no prohibía estrictamente que un hombre tuviera
más esposas que una. La construcción «una mujer solo un
marido» no era comparable con la de «un hombre debe tener
una esposa».
Cuando un artículo anónimo que abogaba por la
poligamia como medio para acabar con la prostitución y la
soltería apareció el 4 de febrero de 1837 en el Cleveland
Liberalist, un periódico muy leído en Kirtland, los chismes
volvieron a zumbar, y el sacerdocio se vio impulsado a tomar
nuevas medidas. El Cuórum de los Setenta aprobó una
resolución de negar la hermandad a cualquier miembro
culpable de poligamia, y el Cuórum de Élderes llevó a juicio
al menos a un miembro, Solomon Freeman, por «vivir con
otra mujer» aunque tenía una esposa en Massachusetts.
Freeman desconcertó a los élderes al prometer que no

8 History of the Church, Vol. 1I, p. 247.


278] Nadie conoce mi historia

«cruzaría la habitación» para obtener una orden de divorcio


de su primera esposa9.
La distorsión del código matrimonial y la
experimentación con las relaciones sexuales era común en
estos años entre las sectas religiosas menores. En un extremo
estaban los shakers, los armonistas y los seguidores de
Jemima Wilkinson, que practicaban el celibato. Por otro
lado, estaban las sociedades perfeccionistas lideradas por
Simon Lovett y John Humphrey Noyes, que se entregaban al
amor libre. Lovett comenzó a predicar la doctrina de la
Esposa Espiritual en New England en 1835, el mismo año en
que se escucharon los primeros susurros de poligamia entre
los mormones.
Noyes, que más tarde fundó la famosa comunidad de
amor libre en Oneida, New York, escribió a un amigo en
1836: «La cena de bodas del Cordero es un festín en el que
cada plato es gratis para todos los invitados. En una
comunidad santa no hay más razón para que las relaciones
sexuales estén restringidas por la ley, que el comer y el
beber… Los invitados a la cena de bodas pueden tener cada
uno su plato favorito, cada uno un plato de su propia
obtención, y eso sin los celos de la exclusividad. Llamo a
cierta mujer mi esposa; es tuya, es de Cristo, y en Él ella es la
esposa de todos los santos. Ella es querida en las manos de
un extraño, y de acuerdo con mi promesa a ella me alegro».
Cuando el escandaloso editor del Philadelphia Battle-Axe

9 La resolución de los setenta fue publicada en el «Latter-Day Saints


Messenger and Advocate», mayo de 5837, p. 511. El juicio de Freeman
fue registrado en el Registro del Quórum de Ancianos, Ms., bajo la fecha
del 23 de noviembre de 1837. Este registro está en la biblioteca de la
Iglesia Reorganizada.
13 Mi reino es de este mundo [279

publicó esto, la nación entera se estremeció con un horror


placentero10.
Los rumores de poligamia entre los mormones no eran
muy fuertes, pero eran persistentes. Aunque no hay
evidencia irrefutable de que se practicaba en este tiempo —a
pesar de algunos matrimonios altamente irregulares y el
escándalo de Fannie Alger— se hablaba de ello, pláticas que
aumentaron con el paso de los años11. Y difícilmente pueden
haber sido infundadas, ya que la iglesia mormona pronto iba
a confesar y hacerse notoria por esta aberración, tan
extraordinaria en el medio de la Norteamérica puritana.
Cualquier brecha que se hubiera abierto entre José y
Emma fue aparentemente cerrada rápidamente. Ninguna
pista de ello se deslizó en su diario. Pero esta ausencia puede
sugerir libertad de frustración tanto como un sentido de
decoro. Un hombre con el encanto físico de José apenas
necesitaba retirarse a su diario para aliviar vagos anhelos; ni
tampoco necesitaba sufrirlos. Kirtland estaba rebosante de
mujeres que lo idolatraban. Eliza Snow, dotada poetisa e hija
de uno de los hombres más ricos de Mantua, se había unido
a los mormones y se había convertido en maestra de una
escuela en Kirtland. Se hospedó en la casa del profeta, y

10Ver W. Hepworth Dixon: Spiritual Wives (Philadelphia, 1868), pp.


237, 262 y sig.
11En julio de 1838 el Elders' Journal de Far West, Missouri, publicó las
respuestas a las preguntas más frecuentes sobre los mormones. Una
decía: «¿Creen los mormones en tener más esposas que una?». La
respuesta fue: «No, no al mismo tiempo. Pero creen que, si su compañero
muere, tienen derecho a casarse de nuevo».
280] Nadie conoce mi historia

pronto se convirtió en un chisme común entre los no


mormones de que estaba «encaprichada con Smith12».
En febrero de 1831 José había escrito una revelación que
decía: «Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te unirás a
ella y a ninguna otra13». Si en 1835, después de ocho años de
matrimonio con una mujer algo mayor que él, José comenzó
a anhelar variedad y aventura, pronto debió darse cuenta de
que para un profeta es más fácil cambiar las leyes del
matrimonio que contravenirlas. Dado que el mal no era más
que un mal en el mundo, y el mundo estaba en su mano, él
podría fácilmente corregirlo.

EL PARAÍSO del profeta tenía mucho de la tierra en su


interior. José tenía la admiración del hombre pobre por el
oro, y se introdujo en su concepto del cielo. Cuando Dios
descienda a la ciudad santa, dijo, parafraseando a Isaías,
«cambiaré tu bronce por oro, tu hierro por plata, tu madera
por bronce y tus piedras por hierro; y ... el banquete de las
cosas gordas será dado a los justos14». Y cuando las tribus
perdidas de Israel salieran por fin de los países del norte
para unirse a los santos, también estarían cargadas de joyas y
oro.
«Es un hecho actual», escribió Ezra Booth a finales de
1831, «que hay inmensos tesoros en la tierra, especialmente
en aquellos lugares del Estado de New York de donde
muchos de los mormones emigraron la primavera pasada; y
cuando se purifiquen lo suficiente, estos tesoros serán

12 Christopher G. Crary: Pioneer and Personal Reminiscences


(Marshalltown, Iowa, 1893), p. 45. Crary vivió en Kirtland durante todo
el período mormón.
13 Doctrina y convenios, Sección 42, versículo 22.
14 History of the Church, Vol. I, p. 198.
13 Mi reino es de este mundo [281

vertidos en el regazo de su iglesia; para usar su propio


lenguaje, serán las personas más ricas del mundo15».
La teología mormona nunca estuvo cargada con el peso
del otro mundo. Había una fina robustez que olía a frontera y
que rechazaba un ascetismo que nunca fue endémico en
Estados Unidos. La pobreza, el sacrificio y el sufrimiento que
perseguían a los santos eran en gran parte el resultado de los
enfrentamientos con sus vecinos por cuestiones sociales y
económicas. Aunque se hayan glorificado en su adversidad,
ciertamente no la invitaron. La riqueza y el poder los
consideraban básicos entre las bendiciones de la tierra y del
cielo, y si se les negaba en esta vida, entonces debían
disfrutarlos en la siguiente.
Durante un tiempo, a finales de los años treinta, parecía
que el cielo estaba prácticamente a las puertas de Kirtland.
La ciudad, según la prensa mormona, era «toda actividad,
toda animación, el ruido y el bullicio de los equipos con
madera, ladrillo, piedra, cal o mercancía, se escuchaban
desde el amanecer temprano de la mañana hasta el gris
crepúsculo de la tarde. El sonido del martillo del mecánico
saludaba el oído del perezoso antes de que el sol naciente
hubiera disipado bastante las sombras de la noche, y la
construcción, como por arte de magia, de edificios en todas
las direcciones a nuestro alrededor, nos daba la prueba de
una esperanza boyante, una viva anticipación y una firme
confianza de que nuestros días de penosa adversidad habían

15Carta No. 3, Howe: Mormonism Unvailed, p. 187. Este es un notable


remanente del entusiasmo de la juventud del profeta por la búsqueda de
dinero enterrado.
282] Nadie conoce mi historia

pasado y que había llegado el momento fijado por el Señor


para favorecer a Sion16…».
Kirtland estaba en realidad en la agonía de la más
disparatada locura especulativa de la historia de la nación.
Los precios de la tierra en todo el oeste se dispararon a un
ritmo fantástico. Los lotes comprados en Buffalo a 500
dólares el acre17 en 1835, se vendían y revendían en 1836 en
parcelas que llegaban a los 40 dólares el pie, o 10.000
dólares el acre. Los precios de la tierra en todo Ohio eran
más altos de lo que iban a ser durante los siguientes setenta
años. A lo largo de la orilla sur del lago Erie, desde Buffalo,
pasando por Kirtland, hasta Cleveland, se planificaron
ciudades en cada hendidura de la costa, los especuladores
predecían una ciudad sólida a lo largo de los 300 kilómetros
de distancia.
La gran afluencia de inmigración a Ohio —que hizo que su
población diera un salto del 62% en los años treinta, en
comparación con un aumento nacional del 32%— agravó
particularmente el auge de la tierra en ese estado. El acceso
al crédito era fácil. Los bancos agrarios se inundaron de
papel moneda, que pronto resultó no tener valor alguno18.
Dentro de Kirtland, los lotes pasaron de 50 a 2.000
dólares, y las granjas circundantes de 15 dólares por acre a
150 dólares. «Los bienes raíces subieron del 1% al 800%, y
en muchos casos más», dijo el editor del Messenger and

16 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, junio de 1837, p. 520.


Una retrospectiva escrita después de que el pánico financiero golpeara la
ciudad.
17 NdT: 1 acre son 4046,86 metros cuadrados.
18 Ver Guy H. Salisbury: «The Speculative Craze of '36», BufiaIo
HistoricaI Society Publications, Vol. IV (1896), p. 331; Rowland H.
Rerick: State Centennial History of Ohio, Vol. I (1902), p. 264.
13 Mi reino es de este mundo [283

Advocate. «Hombres que no se creía que valieran cincuenta


o cien dólares se convirtieron en compradores por miles.
Pagarés, escrituras (algunas en efectivo) e hipotecas pasaron
y circularon, hasta que todos, o casi todos, supusieron en
vano que se habían hecho ricos19…».
No menos que sus santos, el profeta se infectó con el virus
de la especulación. Comenzó a comprar y vender tierras con
el extravagante abandono que infundió en todo occidente. Su
profesor de gramática informó que con frecuencia jugaba al
subastador. «Y era un muy buen subastador. Los santos
estaban llenos de entusiasmo y los lotes subieron de cien a
tres y cuatro mil dólares20». Tal actividad no le parecía
indecorosa ni a José ni a su gente, que ya había llegado a
aceptar su ansiosa participación en asuntos seculares, así
como su tutela en cosas del espíritu. Toda la iglesia
identificaba la prosperidad con la bondad de Dios.
Ocasionalmente José se encontraba con oposición a sus
transacciones de bienes raíces. Cuando intentó comprar la
granja de Isaac McWithy por tres mil dólares, sugiriendo un
pago inicial de «cuatrocientos o quinientos dólares para
llevarlo a Sion y establecerlo allí, y una obligación por el
resto, con buena garantía e interés», McWithy, que tenía
poco gusto por el desierto de Missouri, rechazó la oferta y fue
llevado a juicio ante el Sumo Consejo por su insolencia21.
Pero tales casos eran raros.
El crédito de José era bueno. Su imponente templo, que
había costado entre 60.000 y 70.000 dólares, se consideraba
una excelente garantía, a pesar de la deuda de 13.000 dólares

19 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, June 1837, p. 521.


20 Entrevista con W. Wyl, Mormon Portraits, p. 36.
21 History of the Church, Vol. II, p. 446.
284] Nadie conoce mi historia

que pesaba sobre él; y se esperaba que un gran molino de


vapor en el que había invertido miles de dólares empezara
pronto a ganar dinero. Pidió prestado en todas partes en
sumas que iban desde un préstamo de 350 dólares del banco
de Painesville hasta un crédito a seis meses para bienes en
Cleveland y Buffalo que ascendían a 3.000 dólares22.

EL 11 DE JULIO de 1836 Andrew Jackson emitió su


circular monetaria, prohibiendo a los agentes aceptar
cualquier cosa excepto oro y plata para la venta de terrenos
públicos. Su propósito era simplemente contener la
avalancha de papel bancario depreciado que se vertía en el
Tesoro de los Estados Unidos, pero la tendencia
deflacionaria que comenzó se trasladó rápidamente al gran
pánico de 1837.
Los mormones por un tiempo sobrevivieron al impacto de
la circular monetaria en Kirtland, pero en Missouri significó
un problema. La venta de terrenos públicos en toda la
frontera bajó de 25 millones de dólares en 1836 a menos de 7
millones de dólares en 1837. Los mormones en Missouri,
como todos los demás en la frontera, habían estado
comprando tierras públicas a crédito. El crédito ahora les fue
negado.
Para empeorar las cosas, los antiguos colonos del condado
de Clay, con los que los santos se habían refugiado
temporalmente después de ser expulsados del condado de
Jackson, se estaban impacientando por seguir adelante. Los

22El pequeño préstamo está anotado en History of the Church, Vol. II, p.
324. El crédito de 30.000 dólares es mencionado por Cyrus Smalling,
secretario durante un tiempo de José Smith en Kirtland, en una carta
fechada en Kirtland, el 10 de marzo de 1841. Esto fue publicado por
primera vez en E. G. Lee: The Mormons, or Knavery Exposed
(Philadelphia, 1841), pp. 12-15.
13 Mi reino es de este mundo [285

siniestros murmullos que los mormones habían llegado a


temer en el condado de Jackson ahora comenzaron a
extenderse por Clay a medida que se reavivaban una a una
las acusaciones antimormonas.
José consideró seriamente el traslado de toda la colonia a
Wisconsin, donde los problemas que invariablemente
superaban a los mormones no se agravarían por la cuestión
de la esclavitud, pero finalmente decidió que era más fácil
asentarlos en los condados de pradera aún deshabitados del
alto Missouri. Ordenó a W. W. Phelps que explorara el área,
y en marzo de 1836 envió a Partridge, Morley y Corrill a
Missouri con 1.450 dólares para comprar nuevos sitios.
Como la mayor parte del alto Missouri era tierra del
gobierno, estos hombres fueron atrapados por la circular
monetaria antes de que pudieran usar gran parte de la
moneda que se les había confiado. Los mismos santos de
Missouri eran desesperadamente pobres. Phelps escribió a
Kirtland una descripción del norte de Missouri que reflejaba
su melancolía:
Aquí viene la enfermedad, ¿y dónde no? La gripe y la fiebre, la
fiebre del frío, una especie de plaga fría, y otras enfermedades, se
aprovechan de los emigrantes hasta que están completamente
sazonados con el clima. Aquí la muerte acaba con la vida, y lo
mismo ocurre en todo el mundo. Aquí los pobres tienen que
trabajar para ganarse la vida, y así lo hacen en cualquier otro
lugar. Aquí los santos sufren pruebas y tribulaciones, mientras que
los malvados disfrutan del mundo y se alegran, y así ha sido desde
que Caín construyó una ciudad para que los impíos se deleitaran.
Pero está bien, y agradezco a Dios que sea así. Los malvados
disfrutan de este mundo y los santos del siguiente23.

23Carta fechada en Liberty, Missouri, el 20 de octubre de 1834, publicada


en el Latter Day Saints Messenger and Advocate, Vol. I, p. 22.
286] Nadie conoce mi historia

La presión de los colonos del condado de Clay se hizo


cada vez más insistente. En una reunión general el 29 de
junio de 1836 invitaron públicamente a la secta a moverse.
«Por lo tanto, en un espíritu de franca y amistosa
amabilidad», se lee la resolución en parte, «les aconsejamos
que busquen un hogar donde puedan obtener grandes y
separadas extensiones de tierra, y tener una comunidad
propia… les pedimos que nos dejen, cuando sus cosechas
estén recogidas, sus negocios resueltos, y hayan hecho todos
los preparativos adecuados para mudarse».
Una nueva apelación de los líderes mormones al
gobernador Dunklin tuvo una frígida recepción. «Hubo un
tiempo», escribió Dunklin, «en que la gente (excepto los del
condado de Jackson) estaba dividida, y la mayor parte a su
favor; eso no parece ser el caso ahora… Sus vecinos acusan a
su pueblo de mantener una comunicación ilícita con los
indios y de oponerse a la esclavitud. Usted lo niega. No
puedo decir si la acusación o la negación es cierta. El hecho
existe y sus vecinos parecen creer que es cierto; y ya sea
verdadero o falso, las consecuencias serán las mismas (si sus
oponentes no son meros fanfarrones), a menos que usted
pueda, por su conducta y argumentos, convencerlos de su
inocencia. Si no podéis hacerlo, solo puedo deciros que, en
esta República, la vox populi es la vox dei24».
Los santos de Missouri estaban ahora en un lúgubre
aprieto. Desconcertados y amargados, recordaron que su
profeta había señalado el 11 de septiembre de 1836 como la
fecha para la redención de Sion. Pero al acercarse el día
vieron ante ellos no una entrada triunfal en la Nueva
Jerusalén, sino un miserable viaje hacia el norte, a las

24Esta carta fue recibida en Liberty, Missouri, Julio 28, 1836. Ver
History of the Church, Vol. II, pp. 461-2, para el texto completo.
13 Mi reino es de este mundo [287

temidas praderas, donde se decía que no había ni madera ni


agua en cantidad suficiente. La mayoría de ellos aceptaron su
suerte sin protestar, sin embargo, confiando en que el
milenio no podía estar muy lejos. «Entonces», dijeron, «los
justos se alimentarán del mejor trigo… y por el bronce el
Señor traerá oro, y por el hierro plata, y por la madera
bronce… y entonces la tierra será digna de ser poseída y el
mundo apto para vivir25».
José sentía profundamente la difícil situación de su
colonia de Missouri. Las monedas deben ser recolectadas de
alguna manera y enviadas en cantidades suficientes para el
pago inicial en nuevas tierras. Pero también necesitaba
desesperadamente dinero para pagar muchas deudas de
Kirtland. En septiembre tendría que pagar a Charles Holmes
los 10.000 dólares que había pedido prestados en 1831 para
poner en marcha la desafortunada Orden Unida. El crédito
de 30.000 dólares que había obtenido en primavera debía
ser saldado en noviembre. Y junto con un montón de deudas
menores, había una suma de 13.000 dólares que aún se
debían al templo.
El deseo de dinero en oro y plata se convirtió casi en una
obsesión para él. Con la necesidad tan crítica, empezó a
prestar oídos a una historia que había aparecido en el
Painesville Telegraph sobre un vasto tesoro enterrado bajo
una vieja casa en Salem, Massachusetts. Salem era la ciudad
mágica de la infancia de José, el lugar donde había probado
por primera vez el excitante mundo fuera de su pueblo de
Vermont. La atracción del viejo puerto lo arrastró ahora y
ayudó a cristalizar su impulso de probar suerte en la
búsqueda del oro enterrado. Un converso llamado Burgess

25 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, Vol. I (1834), p. 22.


288] Nadie conoce mi historia

afirmó saber la ubicación exacta de la casa y ofreció llevar a


José al lugar26.
Era el sueño de un niño. A pesar de su perspicacia, había
algo muy simple en el enfoque de José a sus complicadas
dificultades. Se aferraba a los sueños de su juventud,
buscando su cumplimiento con un propósito tan único y una
fe infantil que en ocasiones estaba obligado a tener un éxito
espectacular. Aunque habían pasado casi diez años desde
que había buscado oro enterrado, el viejo y ansioso
optimismo volvió con una fuerza irresistible.
No pudo, sin embargo, evitar sentir lo impropio de una
búsqueda de tesoro por parte del ungido del Señor, y aunque
este sentimiento no le disuadió, sirvió para que ocultara sus
intenciones. Cuando fue al este con Rigdon, Cowdery y
Hyrum Smith, fue ostensiblemente en una gira misionera.
Cuando llegaron a Salem a principios de agosto de 1836,
se enfrentó a la incómoda tarea de explicar su verdadero
objetivo. Rara vez en estos años habló en nombre del Señor,
pero esta fue una ocasión que lo requirió. «Yo, el Señor tu
Dios», decía el mensaje, «no estoy disgustado con vuestro
viaje hasta aquí, a pesar de vuestras imprudencias. Tengo
mucho tesoro para vosotros en esta ciudad, para el beneficio
de Sion… pondré esta ciudad en vuestras manos, para que
tengáis influencia en ella, de modo que no descubran
vuestras cosas secretas; y sus riquezas de oro y plata serán
vuestras. No os preocupéis por vuestras deudas, porque os
daré poder de pagarlas… Y preguntad diligentemente por los

26Toda esta historia es contada en detalle por Ebenezer Robinson en el


Return, Vol. I (Ciudad de Davis, Iowa, julio de 1889), p. 105. Robinson
era un converso en Kirtland en ese momento. Después de la muerte de
José Smith siguió a la facción liderada por Rigdon. Finalmente se
convirtió en un seguidor de David Whitmer.
13 Mi reino es de este mundo [289

habitantes y fundadores más antiguos de esta ciudad. Porque


hay más de un tesoro para vosotros en esta ciudad. Por tanto,
sed prudentes como la serpiente, y al mismo tiempo sin
pecado27…».
Durante más de un mes hizo averiguaciones subrepticias
y encontró pistas. En algún momento de septiembre regresó
a Kirtland, tan estéril de tesoros como nunca. La verdadera
naturaleza del viaje ya no podía mantenerse en secreto, y sus
seguidores sacudieron sus cabezas con pena e incredulidad.
«Hablamos de estas cosas con pesar», escribió Ebenezer
Robinson en 1889 al describir el episodio.
José no se disculpó por esta indiscreción. En su historia
describió el viaje a Salem como un viaje misionero ordinario,
y el incidente finalmente fue olvidado. Probablemente
ninguno de sus seguidores era consciente de que un capítulo
de la vida de José se había cerrado, algo tarde,
definitivamente.

27 Doctrina y convenios, Sección 111.


290] Nadie conoce mi historia
Capítulo 14
Desastre en Kirtland

A
UNQUE JOSÉ había regresado de Salem sin un
cofre de dinero, no estaba exactamente con las
manos vacías. En nombre de las empresas
mercantiles de Kirtland, había conseguido en New York un
préstamo de 5.600 dólares de Halstead Haines and
Company. Más tarde, Hyrum Smith y Oliver Cowdery
lograron obtener crédito en el este por unos 60.000 dólares
en mercancías. Estas ganancias inesperadas le facilitaron la
obtención de más préstamos en menor escala en el área de
Kirtland. Timothy Martindale le prestó 5.000 dólares,
Winthrop Eaton 1.150 dólares y el Banco de Geauga 3.000
dólares1.
Pero José entendió perfectamente que seguir pidiendo
prestado solo posponía el día del juicio final. Mientras que
los nuevos préstamos significaban un respiro temporal,
añadían peso a una carga de deuda ya espantosa. Durante
dos meses planeó con sus hermanos la mejor manera de
llevar a cabo su liquidación. El resultado de estas
deliberaciones fue la Kirtland Safety Society Bank Company,

1El préstamo de Halstead Haines no había sido pagado en 1841, cuando


ascendía a 7.000 dólares de los EE. UU. con intereses. Véase la página
201 para la lista de deudas compilada por José Smith en 1841. El
préstamo de 60.000 dólares fue anotado por John Corrill en Brief
History of the Church, pp. 26-7, y por Cyrus Smalling, uno de los
empleados de José, en una carta publicada en E. G. Lee: The Mormons,
or Knavery Exposed, p. 14. Los préstamos más pequeños todavía están
registrados en el tribunal de Chardon, Ohio, donde se presentó una
demanda para recuperar el dinero. Ver Vol. II, pp. 106, 277.
292] Nadie conoce mi historia

organizada en noviembre de 1836 con un capital social de


«no menos de cuatro millones de dólares», y dirigida por
Sidney Rigdon como presidente, y José como cajero2. Se
esperaba que el banco resolviera el problema de las deudas
mediante el seductor y sencillo expediente de imprimir
nuevos billetes. Siempre que fuera posible, estos billetes se
cambiarían por dinero metálico.
En cualquier otro momento que no fuera a mediados de
los años 30, este plan habría sido una locura. La frontera
siempre había favorecido la expansión de la moneda y
cualquier ley diseñada para aliviar a la clase deudora. Ahora,
debido a la frenética especulación de la tierra, había una
enorme demanda de dinero y la necesidad de nuevas
facilidades bancarias. Todo lo que se requería para iniciar un
banco en el oeste era una cantidad ilimitada de temple y el
capital necesario para pagar al grabador e impresor para
hacer los billetes.
Un banco de Ohio se constituyó como un Instituto de
Huérfanos; otro se fundó con los estatutos de una asociación
de bibliotecas moribundas, cuyos activos totales era un
remanente de libros con las puntas dobladas. El número de
bancos autorizados que operaban en el estado había saltado
de once en 1830 a treinta y tres en 1836. Además de éstos
había nueve instituciones no autorizadas que también
emitían dinero. La circulación de billetes en 1836 era un 70%
mayor que en 1835. Había por lo menos trescientos tipos
diferentes de billetes autorizados –por no hablar de los

2 History of the Church, Vol. II, p. 471.


14 Desastre en Kirtland [293

billetes ilegales y las falsificaciones– de diversos estilos:


perro amarillo, mono liso, cachorro azul e indio enfermo3.
Al caos del sistema bancario de Ohio se añadió ahora la
Safety Society de José. Las suscripciones al capital social
oscilaban entre 1.000 y 500.000 dólares, la mayoría de los
suscriptores pagaban en los lotes de las ciudades en auge de
Kirtland entre cinco y seis veces el valor normal. De acuerdo
con el Painesville Telegraph, José tasó su propia tierra en
Kirtland en 300.000 dólares, y declaró que todo el capital
social del banco estaba compuesto por tierras situadas en un
radio de cinco kilómetros cuadrados4.
Se dijo que el banco fue establecido por una revelación de
Dios, y corrió el rumor por el pueblo de que el profeta había
predicho que como la vara de Aarón se tragaría todos los
demás bancos «y crecería y florecería, y se extendería desde
los ríos hasta los confines de la tierra, y sobreviviría mientras
todos los demás quedarían en ruinas5».
El Messenger and Advocate anunció la organización del
banco en enero de 1837 y publicó una convocatoria que decía
en parte: «…. invitamos a los hermanos del extranjero, a que
nos llamen y tomen acciones en nuestra Safety Society; y les

3 Vea a R. H. Renck: State Centennial History of Ohio, p. 272; C. C.


Huntington: «A History of Banking and Currency in Ohio before the Civil
War», Ohio Archeological and Historical Publications, Vol. XXIV (1915),
págs. 358, 377; A. B. Coover: «Ohio Banking Institutions 1803-1866»,
ibíd., Vol. XXI (1912), pág. 296.
4PainesvilIe TeIegraph, January 27, 1837. Ver también Oliver Olney:
The Absurdities of Mormonism Portrayed, p. 4.
5Según Warren Parrish, que sucedió a José como cajero del banco, en
una carta fechada el 6 de marzo de 1838, publicada el 24 de marzo de
1838 en Zion's Watchman. Esta carta fue certificada como una
declaración de hecho por Luke Johnson y John F. Boynton (antiguos
apóstoles) y Sylvester Smith y Leonard Rich (antiguos setenta).
294] Nadie conoce mi historia

recordaremos también las palabras de Isaías… “Ciertamente


las islas me esperarán, y las naves de Tarsis primero, para
llevar a tus hijos desde lejos, su plata y su oro (no sus billetes
de banco) con ellos, para el nombre del Señor tu Dios6”».
El 1 de enero de 1837, el mismo día en que los billetes
impresos llegaron a Kirtland, llegó la desconcertante noticia
de que la legislatura de Ohio se había negado a constituir el
banco. Su funcionamiento se volvió ilegal en la misma
semana en que se lanzó la campaña publicitaria. José explicó
a su pueblo que «porque éramos mormones, la legislatura
levantó alguna frívola excusa con la que se negó a
concedernos esos privilegios bancarios que tan libremente
concedieron a otros». En realidad, solo se permitió la
incorporación de un nuevo banco en esta sesión legislativa.
El ala de dinero duro7 del Partido Demócrata —conocida
como el partido «sin banco» o Locofocos— había ganado el
control y estaba decidido a detener el aumento de los bancos
exploratorios8.
José, sin embargo, era demasiado ingenioso para ser
detenido por una formalidad. El 2 de enero el Kirtland Safety
Society Bank9 se convirtió en la Kirtland Safety Society Anti-
Banking Company10. Los billetes de banco ya grabados

6La expresión entre paréntesis es una parte del texto original. Reimpreso
en History of the Church, Vol. II, p. 473.
7NdT: Dinero duro es un término que se utiliza casi exclusivamente en la
Estados Unidos y Canadá. Un préstamo de dinero duro es una especie de
préstamo inmobiliario garantizado contra el valor de venta rápida de la
propiedad por el cual se realiza el préstamo.
8 E. H. Roseboom: A History of Ohio (New York, 1934), p. 160.
9 NdT: «Banco de la Sociedad de Seguridad de Kirtland».
10NdT: «Compañía Antibancaria de la Sociedad de Seguridad de
Kirtland».
14 Desastre en Kirtland [295

fueron estampados con el prefijo anti y un sufijo en la


palabra «banco11». Con este artificio José esperaba eludir lo
que consideraba la decisión prejuiciada de la legislatura y
quizás al mismo tiempo apelar al creciente sentimiento
antibancario.
Ahora comenzaba la quincena más exuberantemente
próspera de la historia de Kirtland. Los bolsillos de todos
estaban llenos de billetes. Las deudas locales fueron pagadas
de inmediato, y José envió mensajeros al este para pagar las
enormes obligaciones de las empresas mercantiles de
Kirtland. Con mucha fanfarria anunció además que se había
formado un sindicato con el banco Monroe del Territorio de
Michigan, convirtiendo a Oliver Cowdery en el
vicepresidente.
Ninguno de los hombres que se mantuvieron fieles a José
nunca discutió públicamente la verdadera situación
financiera del banco de Kirtland. Pero varios apóstatas en
diferentes momentos relataron una anécdota idéntica que
sugiere algo de la calidad de los activos del banco. En los
estantes de la bóveda del banco, dijeron, había muchas cajas,
cada una de ellas de 1.000 dólares. En realidad, estas cajas
estaban llenas de «arena, plomo, hierro viejo, piedra y
combustibles», pero cada una tenía una capa superior de
brillantes monedas de plata de cincuenta centavos. A
cualquiera que sospechara de la estabilidad del banco se le
permitía levantar y contar las cajas. «El efecto de esas cajas
era como magia», dijo C. G. Webb. «Crearon una confianza
general en la solidez del banco y ese hermoso papel moneda

NdT: El prefijo fue «anti» y el sufijo «ing», formando la palabra «Anti-


11

Banking».
296] Nadie conoce mi historia

se convirtió en pastel recién horneado. Durante un mes fue el


mejor dinero del país12».
El secretario de José, Warren Parrish, que fue cajero por
un corto tiempo, escribió en 1838: «Me ha sorprendido oírle
declarar que teníamos 60.000 dólares en monedas en
nuestras bóvedas y 600.000 dólares a nuestra disposición,
cuando no debíamos exceder los 6.000 dólares y no
podíamos ordenar más; también que solo teníamos unos diez
mil dólares de nuestros billetes en circulación cuando él,
como cajero de esa institución, sabía que había al menos
150.000 dólares13».
El Painesville Republican, un periódico generalmente
amistoso con los mormones, comentó secamente el 19 de
enero de 1837: «Con respecto a la capacidad de la Kirtland
Society para redimir sus pagarés no sabemos nada más allá
de lo que dice el informe. Se dice que tienen una gran
cantidad en monedas a mano y tienen los medios para
obtener mucho más, si es necesario. Si estos hechos son así,
su circulación de alguna manera sería beneficiosa para la
comunidad».
Los comerciantes de Cleveland, alarmados por las
insinuaciones del periódico, comenzaron a rechazar los
billetes, aunque no antes de que se hubieran pasado unos
36.000 dólares en la ciudad14. Los comerciantes de Buffalo y

12 Según lo relatado en una entrevista con W. Wyl. Vea Mormon


Portraits, p.36; también Absurdities of Mormonism Portrayed, p. 4, y la
carta de Cyrus Smalling en E. G. Lee: The Mormons, or Knavery
Exposed, p. 1 4.
13Carta al Zion's Watchman, publicada el 24 de marzo de 1838.Cyrus
Smalling también escribió que Joseph había recogido solo 6.000 dólares
en especies. Ver E. G. Lee: The Mormons, or Knavery Exposed, p. 14.
14 Ver Ohio City Argus, January 19, 1837.
14 Desastre en Kirtland [297

New York los despreciaron desde el principio, y ningún


banco de ninguna parte los tocó. Pronto los billetes volvieron
a fluir a Kirtland. José redimió un buen número antes de
darse cuenta de que la huida del banco estaba a punto de
arruinarlo. El 27 de enero, menos de un mes después de la
apertura del banco, el Painesville Telegraph informó que
había «cerrado el negocio... diciendo que no redimiría otro
dólar excepto con tierra».
Todos los poseedores de billetes de Kirtland trataron
desesperadamente de deshacerse de ellos. Para el 1 de
febrero se vendían a doce centavos y medio por dólar15.
Smith y Rigdon renunciaron, y F. G. Williams y Warren
Parrish tomaron las oficinas del presidente y del cajero en un
último esfuerzo por salvar algo de los restos.
Desde el principio el banco había estado operando
ilegalmente. Una ley estatal fijó la pena por tal delito en mil
dólares y garantizaba a los informantes una parte de la
multa. Era inevitable que uno de los enemigos del profeta le
impusiera la ley, y el 8 de febrero Samuel D. Rounds firmó
una orden judicial. Cuando el tribunal se reunió el 24 de
marzo, los abogados de José trataron de probar que el
estatuto no había estado en vigor en el momento de la
organización del banco, pero perdieron el caso y se ordenó a
José que pagara la multa de mil dólares y las costas16.
Si el banco necesitaba un golpe final para hacer añicos el
poco prestigio que aún tenía entre los fieles, lo recibió
cuando Warren Parrish renunció a su cargo de cajero, dejó la

15Según Cyrus Smalling. Ver E. G. Lee: The Mormons, o Knavery


Exposed, p. 14. Véase también William Harris: Mormonism Portrayed
(Varsovia, Illinois), 1840, p. 30.
16El registro de este juicio se puede ver en el Chardon, Ohio, juzgado,
Vol. U, p. 362.
298] Nadie conoce mi historia

P E T I C I O N A R I O S , A C R E E D O R E S Y M O N T O S ( N O TA 2 1 )

A Keeler, McNeil and Co., New York 8.000,00

A Halstead Haines and Co., New York 7.000,00

A Davenport and BoynA n, New York 1.100,00

A Levitt Lloyd and Co., New York 600,00

A S. F. Scribner, Buffalo 1.500,00

A M. H. Bingo, Buffalo 1.334,79

A Keeler and Hempstead, Buffalo Buffato 1.567,59

A John A. Newbold, Buffalo 669,97

A Gardner and Patterson, Buffalo 280,94

A James Robison, Buffalo 98,00

A D. O. Ketchum, Buffalo 246,96

A W. B. Jones, Buffalo 848,75

A John s.s, Ay Buffalo 1.000,00

A Mead and Betts, Buffalo 3.670,64

A Holbrook and Finne 900,00

A B Keeler and Rensen, New York 1.804,94

A George Bosinger, Allen, Illinois 500,00

A W. B. Jones, Buffalo 821,06

A D. C. Coit, Buffalo 1.474,44

Total 33.418,08
14 Desastre en Kirtland [299

iglesia y comenzó a describir abiertamente los métodos


bancarios del profeta. Parrish fue acusado más tarde de
fugarse con 25.000 dólares17, pero si tomó la suma debió ser
en billetes sin valor, ya que esa cantidad en las bóvedas
habría salvado al banco, al menos durante el mandato de
José como cajero.
Mayo trajo el desastre a todo el país. En un solo mes, 800
bancos con 120 millones de dólares en depósitos
suspendieron sus operaciones. El pánico de 1837 había
llegado, y una nación que se había vuelto loca por la tierra se
asentó para su día de castigo.
El Banco de Kirtland, que se había derrumbado cuatro
meses antes de que comenzara el pánico, continuó emitiendo
billetes hasta junio. Entonces, el 29 de junio, Rigdon fue
llevado a los tribunales «por hacer dinero espurio18», y la
práctica fue finalmente detenida. Sin embargo, no fue hasta
agosto que José renunció formalmente al banco en el
Messenger and Advocate y advirtió a su gente que no
aceptaran los billetes.
El Banco de Monroe de Oliver Cowdery se tambaleó al
borde del desastre hasta la última semana de marzo, cuando,
con solo 1.026 dólares en monedas, suspendió los pagos «por
sesenta días». El Monroe Times, que publicó el estado
financiero, concluyó valientemente: «Solo hay que advertir a
los poseedores de los billetes que no los tiren, pero tengan la
seguridad de que el Banco no caerá19».

17 Elders' Journal, August 1838 p. 56.


18 Según una anotación en el diario de Willard Richards en esta fecha.
19 Reimpreso en el PainesviIle Republican, 23 de marzo de 1837. El
estado financiero fue firmado por B.J. Hathaway, cajero, y Oliver
Cowdery, vicepresidente.
300] Nadie conoce mi historia

El auge y la caída del banco trajo muy poco cambio real a


la economía de Kirtland. El desastre fue tanto una ilusión
como lo fue la prosperidad. Warren Parrish reconoció esto
cuando escribió el 8 de marzo de 1838: «Conociendo su
extrema pobreza cuando comenzaron en esta especulación
mormona, no me ha sorprendido ni un poco oírles afirmar
que su capital valía entre trescientos y cuatrocientos mil
dólares cada uno, y en menos de noventa días después se
volvieron insolventes, sin ningún cambio en sus negocios20».
Algunos de los santos perdieron fortunas muy reales
aunque modestas. Pero finalmente hicieron borrón y cuenta
nueva de sus quejas y se negaron a ensuciar sus diarios con
resentimientos. El profesor de gramática de José, que se
desvinculó muchos años después, le dijo a W. Wyl que había
perdido 2.500 dólares. «Conseguí por mi dinero la bendición
del Señor», dijo, «y la seguridad de que dentro de poco los
billetes de ese banco serían el mejor dinero del país21».
La leyenda de la profecía de José de que algún día los
billetes de banco serían tan buenos como el oro nunca se
extinguió. Años más tarde Brigham Young recogió parte del
polvo de oro que llegaba a Salt Lake City desde los campos de
oro de California, fabricó un suministro de monedas y
ordenó que el paquete de billetes de Kirtland que había
llevado al oeste se emitiera a la par con el oro. José encontró
así al menos un hombre que podía hacer realidad sus
profecías.

EL DESPLOME del banco de Kirtland desató un avispero.


Los acreedores se abalanzaron sobre José armados con

20 Carta al Zion's Watchman, publicada el 24 de marzo, 1838.


21 Mormon Portraits, p. 35.
14 Desastre en Kirtland [301

amenazas y órdenes de arresto. Estaba terriblemente


endeudado. No hay forma de saber exactamente cuánto
habían pedido prestado él y sus principales élderes, ya que
los leales mormones no dejaron ninguna cuenta detallada de
sus propias reclamaciones. Pero los acreedores locales no
mormones a los que no podía pagar presentaron una serie de
demandas contra el profeta que el tribunal del condado de
Geauga registró debidamente. Estos registros cuentan una
historia de problemas que habrían demolido el prestigio y
roto el espíritu de un hombre de menos valía22.
Trece demandas fueron presentadas en su contra entre
junio de 1837 y abril de 1839, para reunir sumas que
ascendían a casi 25.000 dólares. Los daños reclamados
ascendían a casi 35.000 dólares. Fue arrestado siete veces en
cuatro meses, y sus seguidores se las arreglaron
heroicamente para reunir los 38.428 dólares necesarios para
la fianza. De los trece pleitos solo seis se resolvieron fuera de
los tribunales —unos 12.000 de los 25.000 dólares—. En los
otros siete, los acreedores recibieron una indemnización por
daños y perjuicios o los ganaron por incumplimiento.
José tenía muchas deudas adicionales que nunca
resultaron en una acción judicial. Algunos años más tarde
compiló una lista de préstamos pendientes en Kirtland, que

22 Véase el cuadro adjunto. Esto no incluye la demanda de Samuel D.


Rounds para cobrar la multa de 1.000 dólares por operar el banco sin
estatuto.
302] Nadie conoce mi historia

Papel moneda

Templo de Kirtland
14 Desastre en Kirtland [303

Deudas y demandas
304] Nadie conoce mi historia

ascendían a más de 33.000 dólares23. Si se añade a estos dos


grandes préstamos de 30.000 y 60.000 dólares tomados en
New York y Búfalo en 1836, parecería que los líderes
mormones debían a individuos y empresas no mormones
más de 150.000 dólares.
Esta deuda pesaba sobre la cabeza del profeta cuando se
enfrentó a su iglesia en una conferencia en abril de 1837. «Se
han firmado grandes contratos por tierras de todas partes»,
dijo, «en las que nuestros enemigos han cedido sus derechos.
Estamos en deuda con ellos, pero nuestros hermanos en el
extranjero solo tienen que venir con su dinero, tomar estos
contratos, liberar a sus hermanos de las vergüenzas
pecuniarias bajo las que ahora luchan, y procurar para ellos
un lugar pacífico de descanso entre nosotros». Terminó con
lo que el periódico de la iglesia describió como una profecía:
«Este lugar debe ser edificado, y será edificado, y cada
hermano que se afiance y ayude a asegurar y cumplir estos
contratos será rico24».
Fue una apelación vana y una promesa infeliz. Uno por
uno los débiles de fe dejaron las filas. Sylvester Smith, uno
de los primeros en apostatar, esparció el veneno de su
desilusión por todas partes. Al menos seis de los doce
apóstoles se rebelaron abiertamente, y Parley Pratt, cuya
elocuencia rapsódica había atraído a cientos de personas a la
iglesia, amenazó incluso con presentar una demanda contra

23 Tabla que establece una lista de peticionarios, acreedores, su


residencia y la cantidad que se debe a cada uno (ver tabla adjunta). Esta
lista incluye solo las deudas contraídas antes de 1838, en las que Oliver
Cowdery participó como firmante del pagaré. La lista original y completa,
que incluye las deudas contraídas más tarde, se puede encontrar en la
biblioteca de la Iglesia Reorganizada en Independence. Las deudas
posteriores se enumeran aquí más adelante.
24 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, April 1837, p. 488.
14 Desastre en Kirtland [305

el profeta. Pratt escribió una carta a José el 23 de mayo de


1837 que decía en parte:
Y ahora querido hermano, si todavía estás decidido a seguir
este mal camino, hasta que tú y la iglesia se hundan en el infierno,
te ruego al menos que tengas misericordia de mí y de mi familia, y
de los demás que están obligados conmigo por esos tres lotes (de
tierra) que me vendiste al precio extorsivo de 2.000 dólares, que
nunca te costaron 100 dólares. Porque si se pone en mi contra, me
arruinará a mí y a mi familia desamparada, así como a los que
están vinculados a mí; porque ayer, el presidente Rigdon vino a mí
y me informó, que tú habías sacado el dinero del banco, de las
obligaciones que tenía contra mí, y que lo había dejado a merced
del banco y no podía ayudar en cualquier curso que tomaran para
cobrarlo; a pesar de las promesas más sagradas de tu parte, de que
yo no sería perjudicado por esos documentos. Le ofrecí los tres
lotes por los documentos, pero él también quería mi casa y mi
hogar.
Ahora, querido hermano, ¿aceptarás esos lotes, me entregarás
los documentos y me pagarás los 75 dólares que te pagué por
ellos? ¿O te aprovecharás de tu vecino porque está en tu poder… Si
no, me veré en la dolorosa necesidad de preferir acusarte de
extorsión, codicia y de aprovecharte de tu hermano por una
influencia religiosa indebida… Como decir que era la voluntad de
Dios que las tierras pagasen tal precio; y muchas otras profecías,
predicaciones y declaraciones de naturaleza similar25.
José amenazó con excomulgar a cualquier santo que
demandara a un hermano en la iglesia, y ordenó que Pratt
fuera juzgado por el Sumo Consejo el 29 de mayo. Pero el

25Esta carta fue tomada de los archivos de José por su secretario, Warren
Parrish, quien la envió al Zion's Watchman, donde fue publicada el 24 de
marzo de 1838. Pratt hizo una declaración en el Elders' journal de agosto
de 1838 insistiendo en que la carta no era una copia exacta del original,
pero admitiendo que había escrito una carta «con gran severidad y
dureza».
306] Nadie conoce mi historia

propio consejo se vio sacudido por el cisma, y la reunión se


interrumpió en desorden26.
Mientras tanto, Grandison Newell, el antimormón más
belicoso de Ohio, que había visto con regocijo el colapso de la
estructura financiera de la iglesia, decidió destrozar el
prestigio personal de José para siempre. Escribió cartas
abiertas al Painesville Telegraph el 6 y el 26 de mayo
acusando al profeta de incitar a dos mormones, llamados
Denton y Davis, a matarlo para que no procediera contra el
banco. Desesperadamente sacudido por este clímax a cuatro
meses de calamidad continua, José escribió en su diario:
«Parecía que los poderes de la tierra y el infierno
combinaban su influencia de manera especial para derrocar
a la Iglesia de una vez por todas, y llegar a un final». Heber
Kimball probablemente no exageraba mucho cuando dijo
que en ese momento «no había veinte personas en la tierra
que declararan que José Smith fuera un profeta de Dios27».
Como Grandison Newell era conocido públicamente como
«el perseguidor mormón», muchos sospecharon que su
demanda contra el profeta fue inventada por pura malicia.
Cuando el tribunal se reunió a principios de junio, estaba
claro que no tenía ningún caso, y pocos se sorprendieron
cuando el juez desestimó la demanda por falta de pruebas28.
El ataque a Newell sirvió para que José se ganara una
buena dosis de compasión de su propio pueblo. Los apóstoles
T. B. Marsh y Orson Hyde, que habían criticado duramente

26 History of the Church, Vol. II, p. 486.


27En un sermón pronunciado el 28 de setiembre de 1856. Journal of
Discourses, Vol. IV, p. 105.
28 Para una historia completa de este caso, véase el Painesville
Telegraph, 19 de mayo, 26, y 9, 16, 30 de junio de 1837; también el
Painesville Republican, 6 de julio de 1837.
14 Desastre en Kirtland [307

la quiebra bancaria, confesaron sus pecados y pidieron


perdón. Incluso Pratt se reconcilió, aunque se negó a
quedarse en Kirtland, donde el aire todavía estaba fétido por
el aliento de la calumnia, y pidió que le enviaran al este
donde podría limpiar su sangre de la acrimonia predicando a
los impíos.
José se dio cuenta de que Kirtland debía ser limpiada de
alguna manera de sus mejores élderes hasta que el fiasco
bancario se olvidara y las deudas fueran canceladas o
aplazadas. La mejor manera de asegurar la lealtad de sus
hombres era enviarlos a misiones, donde podrían perder sus
pequeños agravios al predicar la pureza del evangelio. Por lo
tanto, decidió establecer una misión en Inglaterra.
Este era un plan que había contemplado desde que vio el
éxito fenomenal de la misión canadiense. Muchos conversos
en el área de Toronto estaban instando a que se enviaran
hombres a Inglaterra para predicar a sus familiares. El 1 de
junio de 1837 José designó al gran Heber Kimball, de
hombros caídos, para dirigir un grupo misionero. Con él iban
el arrepentido Hyde y el joven capaz Willard Richards. La
misión inglesa nació así de un desastre, y ni siquiera en sus
sueños más extravagantes pudo el profeta prever su éxito.
A medida que el verano avanzaba, llevando la medida
completa del pánico a occidente, José comenzó a recuperar
más del terreno que había perdido. Muchos de los que
habían estado listos para apostatar cuando el banco de
Kirtland falló, reconsideraron cuando los bancos cerraron
sus puertas en todas partes. Con toda la estructura financiera
de la nación colapsando, las especulaciones de José ahora
parecían más una indiscreción que un gran robo.
Muchos Santos llegaron a aceptar la digna disculpa
ofrecida en julio por el Messenger and Advocate: «Creemos
308] Nadie conoce mi historia

que la banca o las finanzas son tanto una ciencia, un


comercio o un negocio normal, como los de la ley, la física o
la teología, y que un hombre puede ser un civil eminente, y
no saber nada de las consecuencias del principio de la
medicina. Puede ser un teólogo célebre, y no ser ni mecánico
ni financista, y estar tan expuesto a fracasar en la gestión de
un banco como en la construcción de un globo o el
mecanismo de un reloj… No estamos preparados en nuestros
sentimientos para censurar a ningún hombre».
A mediados de julio José partió en un viaje misionero de
cinco semanas a Canadá, con la esperanza de que en su
ausencia la enemistad contra él se disipara aún más. Pero
regresó, refrescado y vigorizado, para descubrir que la iglesia
se había dividido en dos. La facción que se le oponía se había
reunido en torno a una joven que decía ser una vidente en
virtud de una piedra negra en la que leía el futuro. David
Whitmer, Martin Harris y Oliver Cowdery, cuya fe en las
piedras videntes no había disminuido cuando José dejó de
usarlas, le prometieron su lealtad, y F.G. Williams, antes
primer consejero de José, se convirtió en el escriba de ella.
Siguiendo el modelo de los shakers, la nueva profetisa
danzaba en un estado de agotamiento ante sus seguidores,
caía al suelo y estallaba en revelaciones29.
Fue descorazonador para José ver a sus preciados tres
«testigos del Libro de Mormón» aparentemente listos para
presenciar otra dispensación. Pero en poco tiempo silenció a
la vidente danzante. Cowdery y Whitmer volvieron al redil
medio contritos, medio suspicaces, y poco después se fueron
a Missouri. Solo Martin Harris, cuya lengua meneadora se

29 Ver Lucy Smith: Biographical Sketches, pp. 211-13.


14 Desastre en Kirtland [309

había vuelto insoportable, fue apartado de la iglesia30. José


se sintió libre de probar la lealtad de sus santos en una
conferencia, y una vez más fue sostenido como presidente de
la iglesia por voto unánime.
Este triunfo fue ilusorio y de corta duración. Con las
empresas mercantiles en bancarrota, el molino de vapor en
silencio, y los valores de la tierra hundiéndose a un nivel
terrible, Kirtland se estaba desintegrando rápidamente. Los
santos que tenían medios se trasladaban a Missouri, no solo
porque se llamaba Sion, sino también porque estaba al oeste,
en cuya dirección siempre se inclinaba la esperanza en
Estados Unidos.
José, en compañía de Sidney Rigdon, se fue de visita a
Missouri poco después de su regreso de Canadá. Su partida
se vio sin duda acelerada por el hecho de que había seis
demandas contra él por daños y perjuicios por un total de
6.000 dólares pendientes de resolución en Chardon, y el
tribunal debía reunirse el 24 de octubre. Era imposible para
él cumplir con estas deudas. Había enviado hombres en
grupos de ocho desde Kirtland para reunir dinero para salvar
la iglesia, pero no podía contar con su regreso hasta dentro
de tres meses.
Durante los dos meses de la ausencia de José en Missouri,
la iglesia de Kirtland se vino abajo. Después de pelearse en el
templo con los miembros aún leales al profeta, los disidentes
crearon su propia iglesia. Inundaron a los fieles con
demandas, obligando a muchos élderes, incluyendo a

30 Según un colono de Kirtland, la mente de Harris, «siempre


desequilibrada en el tema del mormonismo, se había vuelto tan demente
que se creía un hombre más grande que Smith, o incluso que Cristo». Ver
C. G. Crary: Pioneer and Personal Reminiscences, p. 44. En su vejez
Harris se volvió a unir a los mormones y se fue a Utah.
310] Nadie conoce mi historia

Brigham Young, a huir a Missouri para escapar del arresto.


Después de la pelea en el templo, el padre de José Smith y
otras dieciséis personas fueron arrestadas bajo el cargo de
motín, pero el juez desestimó el caso con el argumento de
que no había causa para actuar31. A continuación, los
disidentes trataron de asegurar la imprenta, con sus
ochocientos ejemplares del Libro de Mormón, que había
caído en manos de Grandison Newell.
En esta etapa de los asuntos José regresó de Missouri.
Llamó a un juicio público en el templo, determinó que las
llagas que durante tanto tiempo habían estado supurando en
el cuerpo de la iglesia debían ser cortadas sin piedad. Los
disidentes llegaron con fuerza. L.E. Miller, que estaba
presente, relató después que José entró en la reunión «con la
resolución y el coraje que la situación parecía exigir, y se
comportó como alguien que sentía que su alma y su ser se
habían encontrado firmemente en la roca, mientras que todo
lo demás no era más que el movimiento de la arena o el
balanceo de las cañas en el viento de verano32». Tomó una
resolución, una batalla decidida.
Entonces Rigdon subió al estrado. Estaba medio enfermo
y tenía que estar apoyado en el púlpito. Pero era una
enfermedad nacida en parte del odio y la desesperación, y
una vez que comenzó su denuncia, encontró inesperadas
reservas de energía y vitriolo. Durante siete años había visto
a la iglesia reunir el poder, sacando gran parte de su fuerza

31 Para descripciones de la revuelta en el templo y las demandas


resultantes, véase Eliza R. Snow Smith: Biography and Family Record of
Lorenzo Snow (Salt Lake City, 1884), págs. 21 a 3, y Lucy Smith:
Biographical Sketches, pág. 211.
32Como se le dijo a James H. Kennedy. Ver sus Early Days of
Mormonism (New York, 1888), pp. 166-7.
14 Desastre en Kirtland [311

de los bautistas y campbellitas, cuyos líderes en el pasado


habían elegido despreciarlo. Consideraba la gloria de la
iglesia como un triunfo peculiarmente personal. El
mormonismo, había escrito, «ha vomitado a los campbellitas
eficazmente, ningún emético podría hacerlo tan bien33».
Teniendo poca visión social y siendo completamente
incapaz de entender las fuerzas económicas que
contribuyeron al caos financiero de Kirtland, se había
convertido en un cazador de brujas y ahora acusaba a los
disidentes de un largo catálogo de crímenes, que incluían la
mentira, el robo, el adulterio, la falsificación y la estafa. Su
salvaje ataque se elevó en un crescendo de epítetos violentos
que aturdieron a los santos34. Finalmente, cuando su energía
se agotó, se dejó ayudar por el largo pasillo hasta la entrada,
y la congregación se sentó en silencio mientras las puertas
del templo se cerraban tras él.
Siguió una amarga pelea, mientras se lanzaban cargos y
contra cargos de un lado a otro. José perdió completamente
el control. Gritando por encima del estruendo, pidió el fin del
debate y una votación sobre las excomulgaciones. «Sí», gritó
un disidente, «¡le cortarías la cabeza a un hombre y lo
escucharías después35!». La reunión finalmente se terminó, y
José salió del templo consciente de que había perdido,
probablemente para siempre, lo que habían sido siete años
de construcción.
Poco después, cuando se supo que Grandison Newell
había conseguido una orden de arresto por fraude bancario,

33 Latter-Day Saints Messenger and Advocate, January 1837, p. 438.


34Rigdon publicó más tarde un ataque salvajemente obsceno contra estos
hombres, y también Oliver Cowdery y David Whitmer en el Elders'
Journal, agosto de 1838, pp. 56-9.
35 Dicho por L. E. Miller in Kennedy: Early Days of Mormonism, p. 168.
312] Nadie conoce mi historia

José supo que era el final y huyó en la noche con Rigdon; su


caballo se dirigió hacia Sion.
Después de la desaparición de su profeta, los disidentes
tomaron el templo, y dentro de los muros que tan
recientemente habían resonado con himnos a su gloria,
aprobaron resoluciones que proclamaban su depravación.
En la noche del 15 al 16 de enero, tres días después de la
huida de José, el edificio donde se encontraba la imprenta se
incendió y se quemó hasta los cimientos. Warren Parrish
acusó a José de ser el responsable del incendio, diciendo que
lo había hecho para evitar que la imprenta se volviera contra
él, y también para cumplir una profecía de que Dios
destruiría Kirtland con fuego por su maldad. Para entonces
Parrish ya había llegado a creer lo peor de José y Rigdon, a
quienes una vez había considerado como dioses. «Creo que
son infieles confirmados», escribió, «que no tienen el temor
de Dios ante sus ojos... Mienten por revelación, huyen por
revelación, y si no se enmiendan, me temo que al final serán
condenados por revelación36».

36 Carta publicada en el Zion's Watchman, 24 de marzo de 1838.


Capítulo 15
El valle de Dios

J
OSÉ YA HABÍA SOPORTADO antes la pobreza; el
alquitrán y las palizas los había convertido en una
ventaja. Pero ser exiliado por sus propios discípulos
y expulsado del templo en el que se había intoxicado con
visiones y gloria mató gran parte de su ternura y exuberancia
ingenua. Mientras huía de Kirtland, José reflexionó con
tristeza que por fin tenía la medida de la devoción de sus
hombres, y que no iba más allá de sus bolsillos.
Pero había una causa más fundamental de la hostilidad
que lo había desterrado al desierto. La desconfianza hacia los
clérigos que se salían de su profesión era una de las
costumbres más arraigadas de la República. Tocqueville se
había maravillado del orgullo que los norteamericanos
sentían por su inflexible separación de la iglesia y el estado y
había notado que la mayoría de los ministros se abstenían de
hacer política. Las constituciones de casi todos los estados
del valle del Misisipi prohibían expresamente a los clérigos
tomar cualquier cargo de beneficio o confianza como regalo
del pueblo.
Desde la inauguración de la Orden Unida hasta el colapso
del Banco de la Sociedad de Seguridad de Kirtland, José
había estado buscando a tientas el control de la vida
temporal y espiritual de su pueblo. Incluso incursionó
vacilante en la política introduciendo una lista de candidatos
mormones en las elecciones locales de Kirtland en 1835, un
314] Nadie conoce mi historia

movimiento que desató una tormenta en el Painesville


Telegraph1.
Cowdery lo acusó de intentar «establecer una especie de
pequeño gobierno, controlado y dictado por la influencia
eclesiástica, en medio de este gobierno nacional y estatal2».
Pero para José tal reproche era incomprensible. Cowdery
había visto visiones que eran más reales para él que la carne
y la bebida, y José no podía entender por qué un hombre que
había visto la gloria de Jehová en el templo de Kirtland debía
después despreciar una revelación porque se trataba del
costo de un lote de la ciudad en lugar de una corona celestial.
El colapso de Kirtland pudo haberle hecho tomar
conciencia de la presión social a la que se oponía. Pero José,
como todos los verdaderos aventureros, no podía verse a sí
mismo como parte del mundo; siempre estaba a horcajadas.
La debacle de Kirtland se convirtió en un símbolo de
persecución que aumentó en lugar de humillar su sentido del
destino. Una caída tan rápida solo podía explicarse en
términos de conspiración enemiga y las maquinaciones del
diablo. Por lo tanto, no hubo una búsqueda personal, pero sí
pocos remordimientos.
Para cuando había cubierto los mil doscientos ochenta
kilómetros hasta el norte de Missouri, gran parte de su
antiguo optimismo había regresado. Y su recepción en Far
West desterró todo rastro de su melancolía. Todo el pueblo
acudió a su encuentro, cantando y vitoreando. Sus conversos
más antiguos, que habían estado en Missouri desde 1831,
consideraron su huida de Kirtland como una respuesta a sus
plegarias. La quiebra del banco, decían, fue simplemente un

1 Ver la edición del 17 de abril de 1835.


2 History of the Church, Vol. III, p. 18 y sig.
15 El valle de Dios [315

dispositivo de Dios para traer al profeta a Sion para


quedarse. Había sido una red «para seleccionar a los santos
de esa región a la tierra bendita y consagrada3».
José y su familia vivían en la casa de George W. Harris,
cuya atractiva esposa, Lucinda, era famosa por ser la viuda
del gran mártir antimasónico, William Morgan4. En esta
casa, dos meses después de su llegada, Emma dio a luz a otro
hijo. Cuando el niño vivió los primeros temidos días de
debilidad y creció y engordó bajo el sol de Missouri, toda la
iglesia lo consideró un presagio de buena suerte. José ahora
tenía tres hijos: Joseph, Frederick y Alexander Hale.
Far West había experimentado un crecimiento
extraordinario. Sin bienes y casi sin dinero, los exiliados en
un solo año habían construido una ciudad de energía limpia
y esperanza milenaria. Había mil quinientos santos en el
nuevo condado mormón. Far West se había trazado sobre el
plan de la ciudad ideal de José, dividida prolijamente en
plazas separadas por calles lo suficientemente anchas como
para que media docena de carros pasaran uno al lado del
otro. Una sección de la pradera había sido vendida en una
subasta por cinco mil dólares, las ganancias se destinaron a
un fondo para la construcción de escuelas, y ya se había
erigido una escuela. Poco antes de la llegada de José, toda la
población masculina del condado había acudido a excavar el
sótano cavernoso para un nuevo templo.
En Far West José podía ver de primera mano el poder de
su sacerdocio. Aquí no había cabañas solitarias dispersas

3 Como dijo Lyman Wight según William Swartzell. Ver su Mormonism


Exposed, being a journal of a residence in Missouri from 28th of May to
loth of August 1838 (Pekín, Ohio, 1840), p. 57.
4 Lucinda Harris fue más tarde listada por los historiadores mormones
como una de las esposas plurales de José Smith. Ver Apéndice C.
316] Nadie conoce mi historia

donde cada hombre estaba celoso de su privacidad de ocho


kilómetros; era una especie de socialismo de frontera,
energizado por el celo milenario y aceitado por el espíritu de
la hermandad de los hombres. Había acelerado diez veces el
habitual y doloroso proceso de adaptación individual a la
nueva tierra.
Rápidamente el profeta transfirió todo su entusiasmo al
nuevo país y comenzó a hablar de la era de Kirtland con
desprecio como «siete largos años de servidumbre,
persecución y aflicción en manos de nuestros enemigos5».
Mientras tanto, la buena noticia llegó desde Kirtland de
que muchos santos disidentes, disgustados por los
despotriques de los apóstatas en el templo, se habían reunido
con los fieles y planeaban venir a Sion. La partida de José
había dejado un vacío que ellos habían encontrado
intolerable. Cada semana que pasaba recordaban menos la
ineptitud financiera de su profeta y más su genial calidez y su
magnética presencia en el púlpito.
Seiscientos santos finalmente reunieron sus recursos y
partieron hacia Sion en la caravana más larga que Kirtland
había visto jamás. Los gentiles sacudieron sus cabezas con
asombro. «Fue maravilloso», escribió Christopher Crary,
«ver con qué tenacidad mantuvieron su fe en el profeta,
cuando supieron que los había robado, abusado e
insultado6». La partida de este grupo redujo a Kirtland a la
somnolienta aldea que había sido cuando José llegó en 1831.
La cercana Cleveland se convirtió con el tiempo en una vasta
metrópolis, sus suburbios se extendieron a través de las
colinas casi hasta las puertas del templo, pero la ciudad

5 History of the Church, Vol. III, p. 11.


6 Pioneer and Personal Reminiscences, p. 45.
15 El valle de Dios [317

mormona, desprovista del espíritu viril de su líder, se


marchitó hasta convertirse en una pieza de museo.

FAR WEST estaba rodeada por miles de acres sin explotar


que se extendían al oeste, norte y este. Con la energía
característica, José se puso a estudiar y a reclamar enormes
extensiones de territorio. Aunque la legislatura de Missouri
esperaba que los mormones se conformaran con el condado
de Caldwell, que se había establecido específicamente para
ellos, rápidamente se extendieron también a los condados de
Daviess, Carroll y Ray, donde puñados dispersos de antiguos
colonos los observaban con sospecha.
Poco después de su llegada José remó por el rio Grand
hasta el ferri de Lyman Wight para explorar la tierra en la
orilla norte del condado de Daviess. En un alto acantilado
con vistas al río, alguien del grupo descubrió las ruinas de lo
que parecía ser un altar y condujo con entusiasmo al profeta
hasta él. Después de examinarlo, José se quedó en silencio,
sus ojos se posaron en la pradera que se deslizaba bajo él. En
cada estación la pradera había un jardín, sus colores
cambiaban a medida que las flores silvestres florecían y
morían. Ahora era primavera, y todo el paisaje brillaba con
una ráfaga de color melocotón.
La gloria de la escena hizo que José se sintiera
embriagado como con vino nuevo. «Este es el valle de Dios
en el que Adán bendijo a sus hijos», dijo, «y sobre este
preciso altar Adán mismo ofreció sacrificios a Jehová. Este
lugar es Tower Hill, y a sus pies pondremos una ciudad que
se llamará Adam-ondi-Ahman. Aquí Adán, el Anciano de
Días, vendrá a visitar a su pueblo. Se sentará en un trono de
llama ardiente, como predijo el profeta Daniel, “millares de
318] Nadie conoce mi historia

millares le servirán y millones de millones estarán delante de


él”».
Los santos creían desde hace mucho tiempo que
Independence, en el condado de Jackson, era el sitio original
del Jardín del Edén. Ahora José les dijo que Adan-ondi-
Ahman era la tierra donde Adán vivió después de su
expulsión del Edén, y que Far West era probablemente el
lugar exacto donde Caín mató a Abel7.
José se apresuró a poner sus dedos sobre el pulso de su
nuevo país. Cuidadosamente sondeó los sentimientos de los
no mormones más cercanos, escuchó los signos de desunión
entre su propia gente, y estudió los alineamientos políticos
que dividían al estado. Nunca antes había vivido en un lugar
donde la violencia fuera tan triunfante y los valores morales
tan reducidos. Poco a poco algo de la crueldad y el cinismo
de la frontera comenzó a filtrarse en su propio pensamiento,
y de hecho a infectar a todo su pueblo.
Aquí, por primera vez, los mormones vivían en un relativo
aislamiento con un margen aparentemente ilimitado de
expansión. Ciertamente, los últimos días se acercaban, los
conversos inmigraban a un ritmo que asombró incluso a
José, y de la misión inglesa llegaron noticias de conversiones
fenomenales entre los trabajadores ingleses sumidos en la
pobreza. Con tales fuerzas dinámicas a su alcance, no es de
extrañar que el profeta comenzara a soñar con un imperio.

AL IGUAL QUE todos los demás estados fronterizos,


Missouri era patológicamente sensible al tema de la
esclavitud. El linchamiento era el destino común de los
criminales de color, y los hombres blancos habían sido

7 History of the Church, Vol. 1II, p. 35; Doctrina y convenios, Sección


117, versículo 8; y John Corrill: Brief History of the Church, p. 28.
15 El valle de Dios [319

amenazados de muerte con azotes por enseñar a los negros a


leer8. Tres años antes de la llegada de José, un grupo de
linchamiento había capturado a un asesino negro y le había
dado muerte por fuego. Cuando los líderes fueron llevados a
juicio, el juez, cuyo nombre era Lawless9, definió el deber del
jurado en la siguiente declaración: «Si la destrucción del
asesino… no fue el acto de malhechores cuantificables y
verificables, sino de miles de personas reunidas, atrapadas e
impulsadas por ese frenesí misterioso, metafísico y casi
eléctrico que en todas las épocas y naciones ha precipitado a
la enfurecida multitud a actos de muerte y destrucción,
entonces, digo, no actúen en absoluto en el asunto; el caso
trasciende su jurisdicción: ¡está fuera del alcance de la ley
humana10!».
Solo un editor de Missouri, Elijah Lovejoy, tuvo el coraje
de protestar contra esta sanción judicial del dominio de la
mafia, y por sus indignados editoriales en el St. Louis
Observer fue expulsado del estado. Cruzando el Mississippi
hacia Illinois, fundó audazmente un periódico que abogaba
por la libertad de los esclavos. A finales de 1837 una turba lo
acribilló a balazos, y de la noche a la mañana el
abolicionismo provocó una emergencia nacional.
José Smith no saboreó el martirio de Lovejoy. Conocía
todos los detalles de primera mano, por haber cruzado el
Mississippi no muy al norte de Alton, pero dos meses
después del asesinato. Se dio cuenta ahora de que, a pesar de
su propia justificación cautelosa de la esclavitud, los

8Harriet Martineau: Retrospect of Western Travel (New York, 1838), p.


32.
9 NdT: «Lawless» significa «sin ley» en inglés.
10J. C. and Owen Lovejoy: Memoir of the Rev. Elijah Lovejoy (New York,
1838), p. 175.
320] Nadie conoce mi historia

missourianos no podían olvidar el hecho de que la mayoría


de su colonia de rápido crecimiento eran yanquis que la
abominaban. Toda la tragedia de Lovejoy dejó claro que los
no esclavistas de Missouri no podían esperar justicia en los
tribunales. Contra el espíritu de turba que estaba destinado a
encenderse contra su pueblo, solo parecía haber una defensa,
una fuerza armada.
Desde el fondo de su corazón José odiaba la violencia,
pero su pueblo exigía algo más que mansedumbre y
compromiso. Era un chisme común entre los antiguos
colonos que los mormones nunca lucharían; y José se dio
cuenta de que en un país donde el arma de un hombre
hablaba más rápido que su ingenio, ser conocido como
pacifista era invitar al saqueo.
Por primera vez comenzó a juzgar a sus hombres con la
mirada puesta en su coraje físico y su rapidez con el arma.
Hizo a Lyman Wight, de cuyo valor temerario había
desconfiado hasta entonces, presidente de la nueva «estaca
en la tienda de Sion» en Adam-ondi-Ahman. Y escuchó con
interés a Sampson Avard, que afirmaba saber algo sobre ser
soldado y que tenía un plan secreto para la defensa de los
santos.
Avard, que era astuto, ingenioso y extremadamente
ambicioso, sugirió la formación de un cuerpo militar, que se
organizaría en compañías de diez y cincuenta personas, cada
una presidida por un capitán. Estos hombres debían hacer
juramentos fraternales que los unieran al secreto eterno. En
tiempos de peligro se comunicarían entre ellos mediante
señales y contraseñas secretas. No solo defenderían a los
santos de la agresión de los antiguos colonos, sino que
también actuarían como guardaespaldas de la presidencia y
como policía secreta para descubrir a los disidentes.
15 El valle de Dios [321

Rigdon se sintió inmensamente atraído por el plan de


Avard. No temía mucho los problemas con los missourianos,
ya que carecía de la agudeza política de José, pero su odio a
los herejes dentro de la iglesia se había convertido en una
obsesión. Muchas de las facciones que se habían vuelto en
contra de José cuando el banco quebró en Kirtland,
incluyendo a Cowdery y David Whitmer, se habían filtrado
en Far West, medio indulgentes, medio desconfiados, pero
incapaces de romper completamente con el profeta al que
habían reverenciado y amado. La mayoría de ellos culparon a
Rigdon de todos los males de la iglesia, y encontraron un
oído dispuesto entre los antiguos mormones de Missouri,
que siempre habían estado celosos de su influencia sobre el
profeta. A la antigua aversión de Rigdon por Missouri se
añadió, por lo tanto, este nuevo e intolerable sentimiento de
inseguridad. Esperaba que en la banda de Avard se
estableciera una fuerza que acabara con los chismes
maliciosos contra él.
A mediados de junio de 1838 se hablaba en voz baja en
Far West de una sociedad secreta llamada de diversas
maneras: los Hermanos de Gedeón (en honor al primer
«capitán general» Jared Carter, que tenía un hermano
llamado Gedeón), las Hijas de Sion, los hijos de Dan y los
danitas. El profeta y Rigdon tuvieron cuidado de no asociarse
demasiado íntimamente con la banda, dejando a Avard a su
suerte. Y como era en el fondo tan rapaz y cruel como el peor
rufián de la frontera, esos instrumentos no eran bonitos.
John Corrill, que asistió a dos de las primeras reuniones
danitas, salió convencido de la villanía de Avard. Comunicó
su escandalosa protesta a Rigdon, solo para que le aconsejara
que se mantuviera alejado de futuras reuniones. Muchos
otros mormones que se convirtieron en danitas describieron
322] Nadie conoce mi historia

más tarde la maquinaria de Avard. Sus historias de


juramentos, contraseñas y señales secretas son
fragmentarias, pero consistentes11.
Pero el relato más significativo vino de la pluma del
propio profeta, que describió en parte las instrucciones
secretas de Avard a sus capitanes de la siguiente manera:

11 David Whitmer y Oliver Cowdery consideraron a Rigdon el principal responsable de los


danitas. Ver Address to All Believers in Christ, p. 27, y Defense in a Rehearsal of My
Grounds for Separating Myself from the Latter Day Saints. La mayoría de los detalles de
las actividades de los danitas provienen de los apóstatas, pero hay alusiones ocasionales en
los diarios y autobiografías inéditos de danitas que nunca dejaron la iglesia. Entre ellos hay
un completo acuerdo de que los danitas eran una hermandad organizada para la defensa de
los santos. Ver las transcripciones mecanografiadas del «Biographical Sketch of Luman
Andros Shurtliff», p. 32; el «Journal of Allen J. Stout», p. 9; y el «Diary of Oliver Boardman
Huntington», Vol. I, p. 36. Estos están archivados en la Utah State Historical Society
Library. Vea también la narración de E. Robinson en The Return (Davis City, Iowa, octubre
de 1889), Vol. I, pp. 1 45-7.
Los mormones que apostataron por el tema danita dejaron un enorme legado de
testimonio sobre los objetivos y depredaciones ocasionales de la sociedad. Orson Hyde, W.
W. Phelps, y Thomas B. Marsh estaban entre ellos, pero más tarde regresaron a la iglesia, y
Hyde fue incluso restaurado a pleno favor como apóstol. Sus declaraciones, por lo tanto,
son dignas de mención, y corroboran plenamente la evidencia proporcionada por los otros.
Fueron publicadas en su totalidad en lo que ahora es un documento muy raro:
Correspondence, Orders, etc. in Relation to the Disturbances with the Mormons; and the
evidence given before the Hon. Austin A. King, judge of the Fifth Judicial Circuit of the
State of Missouri, at the Court-house in Richmond, in a criminal court of inquiry, begun
November 12, 1838, on the trial of Joseph Smith. Jr., and others, for high treason and
other crimes against the state (Publicado por orden de la Asamblea General, Fayette,
Missouri, 1841).
Además de los testimonios de Hyde, Marsh y Phelps, ver las declaraciones de Sampson
Avard, John Corrill, John Cleminson, Reed Peck y John Sapp, todos ellos convertidos en
pruebas del estado. John Whitmer, John Corrill y Reed Peck escribieron historias de este
período que incluían detalles de la organización danita. El relato de Whitmer nunca ha sido
publicado, habiendo sido omitido de su «History of the Church» cuando fue publicado por
la Iglesia Reorganizada en el Journal of History, Vol. I. El manuscrito completo se
encuentra en la biblioteca de la iglesia en Independence. La Brief History of the Church de
Corrill se publicó en 1839 y ahora es muy rara. El manuscrito de Peck [fechado en 1839],
cuyo original está ahora en mi poder, fue publicado por L. B. Cake en 1899 con el título:
Peepstone Joe Exposed. Para detalles íntimos adicionales de los danitas ver John D. Lee:
Mormonism Unveiled (St. Louis, 1877), pp. 57 II.; Oliver Olney: The Absurdities of
Mormonism Portrayed (Hancock County, Illinois, 1843), p. 8; William Swartzell:
Mormonism Exposed, being a journal of a residence in Missouri from the 28th day of May
to 20th of August 1838 (Pekin, Ohio, 1840), pp. 17-20.
15 El valle de Dios [323

¿No sabéis, hermanos, que pronto tendréis el privilegio de tomar


vuestras respectivas compañías y salir a explorar las fronteras de los
asentamientos, y tomar para vosotros el botín de los bienes de los
gentiles impíos? Porque está escrito que las riquezas de los gentiles serán
consagradas a mi pueblo, la casa de Israel; y así despojaréis a los gentiles
robándoles y saqueando sus bienes; y de esta manera edificaremos el
reino de Dios, y rodaremos la pequeña piedra que Daniel vio cortar del
monte sin manos, y la rodaremos hasta que llene toda la tierra. Porque
esta es la misma forma en que Dios se propone construir su reino en los
últimos días. Si alguno de nosotros es reconocido, ¿quién puede hacernos
daño?, porque nos apoyaremos y defenderemos en todo… Juraría una
mentira para exculpar a cualquiera de ustedes; y si esto no funcionara,
los pondría a ellos o a él bajo la arena como hizo Moisés con el egipcio; y
así consagraremos mucho al Señor… Y si alguno de esta sociedad danita
revela alguna de estas cosas, lo pondré donde los perros no puedan
morderlo12.
José escribió en su historia que repudió a Avard y lo hizo
excomulgar tan pronto como descubrió estas maquinaciones.
Declaró además que él mismo organizó un cuerpo militar
formado por compañías de decenas y cincuentenas que era
completamente distinto del de Avard. Pero está claro que
estos eran más bien los esfuerzos característicos del profeta
por escribir su propia historia como él deseaba que se viviera
y no como realmente ocurrió. Porque Avard no fue
excomulgado hasta el 17 de marzo de 1839, cuatro meses
después de que se convirtiera en traidor y abandonara la
iglesia13. Entre junio y noviembre de 1838 gobernó a los
danitas con mano libre y fue uno de los hombres más
poderosos de la iglesia.
José, poco antes de su muerte, inadvertidamente hizo una
confusa y perjudicial admisión de su propia relación con la
organización danita: «El sistema danita... nunca tuvo

12 History of the Church, Vol. III, pp. 180-1.


13 Ibíd., Vol. III, p. 284.
324] Nadie conoce mi historia

existencia. Era un término utilizado por algunos de los


hermanos de Far West, y surgió de una expresión que usé
cuando los hermanos se preparaban para defenderse de la
turba de Missouri, en referencia al robo de las imágenes de
Micaías (Jueces 18). Si el enemigo viene, los danitas irán
tras ellos, es decir, los hermanos en defensa propia14».
Rigdon declaró franca y públicamente que la banda danita
se organizó «para la protección mutua» contra las
depredaciones de los missourianos, y negó solamente que él
y el profeta hubieran sido miembros15.
Aunque José no asistía regularmente a las reuniones de
los danitas, no hay duda de que Avard tenía su sanción, ya
que se dirigió formalmente a los danitas al menos una vez y
pronunció una bendición sobre la cabeza de Avard. «Ha
llegado el momento», dijo en su discurso, «en que el Señor
ha querido que tomemos las armas en nuestra propia
defensa. No queremos hacer nada ilegal. Si la gente del
mundo nos deja en paz, predicaremos el evangelio y
viviremos en paz. Todo lo que pedimos es que confíen en la
presidencia, en el hermano Sidney, en el hermano Hyrum y
en mí, y les prometo que si los llevamos a cualquier
dificultad les daré mi cabeza para que la pateen en el polvo
de Missouri16».

14Minutes of a Nauvoo City Council Meeting, January 3, 1844, History of


the Church, Vol. VI, p. 165.
15Nauvoo Neighbor, Vol. I (26 de julio de 1843), p. 2, reeditado en
History of the Church, Vol. III, p. 453.
16Como informaron John Cleminson y Reed Peck, que asistieron a esta
reunión. Ver el manuscrito de Peck, p. 46, y los testimonios tanto de
Cleminson como de Peck en Correspondence, Orders, etc. en relación
con los disturbios con los mormones, pp. 114-20.
15 El valle de Dios [325

Avard fue tan astuto como para hacer de la herejía contra


la presidencia el crimen más atroz de la iglesia. Esto le dio
completa libertad de acción y cegó al profeta a las
implicaciones más bárbaras de sus intrigas. Avard dijo a sus
hombres que «deberían apoyar a la presidencia en todos sus
designios, correctos o incorrectos». No se anduvo con
rodeos. «Si encuentro a alguien que maldiga la presidencia,
puedo maldecirlo también, y si bebe puedo darle un tazón de
brandi y después de un rato tomarlo por el brazo, y meterlo
por un lado en la maleza, cuando en un minuto me meteré en
sus tripas y lo pondré bajo tierra17».
Era aterrador para hombres reflexivos como Reed Peck y
John Corrill ver el efecto de Missouri en Sidney Rigdon.
Como José, él también soñaba con un imperio. Pero donde
José planeaba en términos de templos majestuosos y
ciudades ordenadas, Rigdon miraba hacia un reino de
hombres sin pecado. Y como para Rigdon casi todas las cosas
buenas de la vida eran malas, pretendía usar su poder en el
reino para desterrar la alegría, la buena vida y el
pensamiento independiente. Siempre había sido inestable y
fanático, pero nadie podía desafiar su feroz lealtad al profeta,
aunque se expresara principalmente en la denuncia de
enemigos reales o imaginarios. Ahora estaba traduciendo sus
salvajes invectivas en acción.
Desde su llegada a Missouri no descansó hasta que vio a
Oliver Cowdery y a John y David Whitmer aislados de la
iglesia. Su expulsión lo dejó sin rivales de ninguna clase. De
los once testigos del Libro de Mormón solo el padre y los

17Ver el manuscrito de Peck, pp. 49-50, y su testimonio en


Correspondence, Orders, etc., pp. 116-20.
326] Nadie conoce mi historia

hermanos de José quedaron en la iglesia18. Muchos de los


apóstoles estaban fuera en misiones, y Brigham Young, el
único capaz de desafiar a Rigdon, aún no había tenido la
oportunidad de mostrar su fuerza.
Aún así Rigdon no estaba contento. Los disidentes,
aunque vivían en la ignominia y el aislamiento, habían
elegido permanecer en Far West, y su presencia era una
espina en su carne. Reclamaron una buena cantidad de
propiedades en y alrededor del pueblo, de las cuales el título
nunca había estado claro, y pronto amenazaron con
involucrar a los líderes de la iglesia en una serie de
demandas. En ese momento, Rigdon y el profeta planeaban
inaugurar un nuevo experimento económico que integraría a
la iglesia en una unidad autosuficiente capaz de soportar
cualquier asalto. Pero hasta que no obtuvieran un título de
propiedad en disputa, no podían esperar lanzar el nuevo
orden sin pasar vergüenza. Rigdon se enfureció cuando
Cowdery decidió llevar las demandas a los tribunales de
Missouri, que casi con seguridad dictarían una decisión
contra la presidencia de la iglesia.
En un discurso público el 17 de junio, Rigdon se vació el
bazo. Tomó como texto: «Vosotros sois la sal de la tierra,
pero si la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será salada la
tierra? De ahora en adelante no servirá para nada más que
para ser echada fuera y pisoteada por los hombres». Durante
una hora arengó contra los disidentes, enfureciéndose cada
vez más. «Si el condado no puede ser liberado de estos
hombres de otra manera», gritó finalmente, «ayudaré a
pisotearlos o a levantar una horca en la plaza de Far West y

18 Peter y Christian Whitmer estaban muertos. Seis se habían ido


voluntariamente o habían sido apartados de la iglesia. Ver David
Whitmer: Address to All Believers in Christ, p. 28.
15 El valle de Dios [327

colgarlos como hicieron con los apostadores en Vicksburgh, y


sería un acto en el que los ángeles sonreirían con
aprobación».
La pasión de Rigdon se encendió y los furiosos murmullos
se extendieron por la multitud. José se levantó para
aconsejar contra la anarquía y detener la creciente ira. Pero
añadió una importante advertencia: «No quiero que los
hermanos actúen ilegalmente, pero les diré una cosa. Judas
era un traidor y en lugar de ahorcarse fue colgado por
Pedro19».
Esto llevó a John Corrill a creer que el «sermón de la sal»
de Rigdon era una señal para los danitas, y advirtió en
secreto a los disidentes que huyeran de Far West20. Esto, sin
embargo, se negaron obstinadamente a hacer. John Whitmer
testificó más tarde que fue a ver al profeta y le preguntó
francamente qué podía hacer para mitigar el sentimiento que
le despertaba el sermón de Rigdon. «La excitación es muy
alta», acordó fríamente José, «y no sé qué se puede hacer
para aliviarla. Pero le daré una opinión franca, si pone sus
propiedades en manos del obispo y el sumo consejo y deja
que se disponga de ellas según las leyes de la iglesia, quizás
después de un tiempo la iglesia pueda confiar en usted».
«Deseo controlar mi propia propiedad», argumentó
Whitmer. «Quiero que me rijan las leyes de la tierra y no la
ley de la iglesia».

19El sermón de Rigdon y el comentario de José fueron así descritos por


Reed Peck en su manuscrito; ver pp. 25-6.
20 Ver el testimonio de Corrill en Correspondence, Orders, etc., pp.
110-13.
328] Nadie conoce mi historia

«Ahora quieres que yo me someta a la ley», respondió


José, y terminó abruptamente la discusión21.
Pronto los disidentes recibieron una larga carta escrita en
el característico estilo rimbombante de Rigdon y cargada con
su veneno. Estaba firmada por ochenta y tres destacados
mormones, incluyendo a Hyrum Smith y a varios miembros
del Sumo Consejo, y decía en parte:
… en tanto que los ciudadanos del condado de Caldwell han
soportado el abuso recibido de vosotros en diferentes momentos, y
en diferentes ocasiones, hasta que ya no se puede soportar… fuera
del condado os iréis, y ningún poder os salvará. Y tendréis tres
días después de recibir esta comunicación, días de veinticuatro
horas, para que os vayáis con vuestras familias pacíficamente; lo
cual podéis hacer sin que os moleste ninguna persona; pero en ese
tiempo, si no os vais, usaremos los medios a nuestro alcance para
hacer que os vayáis, porque os iréis...
Creasteis una sucia y desagradable oficina de leguleyo,
pretendiendo ser jueces de la ley, cuando es un acto notorio que la
ignoráis profundamente… También habéis amenazado
continuamente con entrar en un sistema general de persecución,
decididos, como habéis dicho, a escoger un defecto en los títulos
de aquellos que han comprado lotes de la ciudad y construido
sobre ellos…
Tenemos pruebas de un carácter muy fuerte de que en este
momento estáis involucrados con una banda de falsificadores,
acuñadores y ladrones... habéis tenido la audacia de amenazarnos
con que, si os ofrecíamos molestaros, levantaríais una turba de los
condados de Clay y Ray. Por el insulto, nada más, y su amenaza de
dispararnos si ofrecíamos molestaros, os echaremos del condado
de Caldwell22.

21Testimonio de John Whitmer, en Correspondence, Orders, etc., pp.


138-9.
22 Correspondence, Orders, etc., pp 6.
15 El valle de Dios [329

Al recibir este ultimátum los dos Whitmers, con Oliver


Cowdery y Lyman Johnson, se dirigieron al condado de Clay
para contratar un abogado gentil. Cuando regresaron de
Liberty, se encontraron con sus familias en el camino, con
una historia de persecución danita que los hombres no
podían creer posible, ya que provenía de sus antiguos
hermanos. Los danitas habían rodeado sus casas, ordenaron
a sus esposas que empacaran sus mantas y abandonaran el
condado inmediatamente, y amenazaron de muerte a
cualquiera que regresara a Far West. Les habían robado,
según John Whitmer, todos sus bienes excepto la ropa de
cama y la de vestir23.
Missouri estaba enseñando mucho a los mormones. Este
primer acto de violencia fue tanto una liberación de su odio
reprimido contra todo el estado y los robos, azotes y quemas
intencionados como contra el puñado de disidentes. Durante
cinco años los santos habían ahogado su resentimiento y
tragado mansamente todos los insultos y calumnias que se
les echaron encima. Estaban cansados de llevar el manto del
martirio y deseosos de desenvainar sus espadas. Pero atacar
a estos pocos chivos expiatorios no purificó el veneno que
había estado almacenado desde 1833. Al igual que Macbeth,
los danitas buscaban nuevos enemigos ya que el deshacerse
de un grupo solo había aumentado sus sospechas y traído un
profundo sentimiento de culpa.

23 History of the Church, MS., Capítulo xxii. John Whitmer nunca se


volvió a unir a los mormones. Oliver Cowdery volvió a ejercer la abogacía
en Kirtland. En Tiffin, Ohio, en 1843 se unió a la iglesia metodista. En
1848 fue rebautizado en la iglesia mormona, pero antes de que sus planes
de ir al oeste pudieran llevarse a cabo, murió de tuberculosis en Missouri,
en marzo de 1850. Ver Stanley R. Gunn: «Oliver Cowdery Second Elder
of the Church», Tesis de maestría, Universidad Brigham Young, 1942.
330] Nadie conoce mi historia

POCO DESPUÉS de la expulsión de los disidentes, el


profeta anunció el renacimiento, en forma modificada, de la
antigua Orden Unida. El 8 de julio de 1838 leyó a los santos
de Far West varias revelaciones en las que les pedía que
escriturasen todas sus propiedades a la iglesia y les prometía
a cambio que cada hombre recibiría una parcela de tierra
como «herencia eterna», determinándose el número de acres
por el tamaño de su familia. El «excedente de propiedad»
debía permanecer en manos del obispo, para ser usado para
construir el templo, apoyar la presidencia de la iglesia, y
«poner los cimientos de Sion». Una vez resultas las
herencias, se esperaba que cada santo diera una décima
parte de su interés anual a la iglesia24.
Rigdon siguió la exposición del profeta con una acalorada
advertencia de que todos los que no consagraran su
propiedad al Señor, la perderían eventualmente a manos de
merodeadores gentiles. Aquellos que se negaran a cumplir
debían ser entregados a los hermanos de Gedeón. Con esta
amenaza sonando en sus oídos, y el destino de los disidentes
como recordatorio de que las advertencias de Rigdon no

24 De las cinco revelaciones leídas en Far West el 8 de julio solo se han


conservado tres, una de las cuales se conoce como la «ley del diezmo».
Ver Doctrina y convenios, Secciones 119, 120, y History of the Church,
Vol. III, p. 44 y sig. John D. Lee da el relato más completo de la sustancia
de lo que debe haber sido una de las revelaciones faltantes (Mormonism
Unvailed, pp. 60-1). El relato de Lee es confirmado por la anotación en el
diario de William Swartzell del 22 de julio de 1838, donde informó que
Lyman Wight predicaba que «después de que los hermanos compraran
lotes para su propio beneficio, debían consagrar todo su dinero y
propiedades a la iglesia para que ésta pudiera comprar tierras dentro de
los diecinueve kilómetros del centro de la estaca en todas las direcciones»
(Mormonism Exposed, p. 23). Ver también John Corrill: Brief History of
the Church, p. 46, y el manuscrito de Reed Peck, p. 34.
15 El valle de Dios [331

podían ser desestimadas a la ligera, los santos votaron


unánimemente para consagrar sus propiedades al Señor.
El nuevo orden era extremadamente impopular. La
mayoría, según John D. Lee, «se sentía como Ananías y
Safira: no se atrevían a confiar todo a Dios y a su profeta.
Sentían que su dinero estaba igual de seguro en sus propias
manos como en el poder de las autoridades de la Iglesia». Y
pronto quedó claro que los santos habían votado para
complacer al sacerdocio, y luego actuaron a su antojo.
Cuando vio que el plan de consagración estaba seguro de
fracasar, José se apresuró a modificarlo. En lugar de pedir
una transferencia directa del título, ordenó a los santos que
alquilaran su propiedad a la iglesia «sin contraprestación
económica ni interés» de diez a noventa y nueve años. Toda
la iglesia se dividiría entonces en cuatro enormes
«corporaciones» —granjeros, mecánicos, comerciantes y
obreros— que utilizarían la tierra, la maquinaria y las
habilidades de los miembros de la iglesia para el bien común.
Se sabe muy poco acerca de la operación de estas
cooperativas, ya que los mormones fueron expulsados de
Missouri incluso antes de que la organización estuviera
completa. Un converso, el «hermano Winchester», escribió a
sus parientes a principios del otoño con gran entusiasmo:
«Pronto se fabricarán todo tipo de artículos necesarios por
estas firmas que no tendremos necesidad de comprar a
nuestros enemigos. Las empresas proporcionan empleo
constante a todos los que se unen a ellas y pagan un dólar al
día por el trabajo de un hombre. Cualquier excedente que
pueda quedar después de pagar las demandas de la empresa
debe ser dividido de acuerdo con las necesidades y deseos
(no de acuerdo con la propiedad invertida) de cada familia,
anualmente o más veces si es necesario… Las operaciones de
332] Nadie conoce mi historia

estas empresas permiten a un hombre conseguir una casa


cómoda en muy pocos días cuando se pone a ello. Primero
trabajando para la empresa 70 u 80 días, luego la empresa
envía cortadores de piedra, equipos, carpinteros, albañiles,
etc., para completar la casa y casi todo (excepto la tierra) se
paga con el trabajo de un hombre día a día25».
Aparentemente la corporación agrícola era la única
completamente organizada. Consistía en varias cooperativas
llamadas «Big Field United Firms» (Grandes Empresas
Unidas de Campo), cada una de las cuales supervisaba la
agricultura comunal de un área de siete mil acres. Los
supervisores dirigían la asignación de trabajo y la gestión de
los caballos y la maquinaria. «Pronto se harán arreglos»,
escribió Winchester, «para que una persona pueda tener
todo lo necesario para comer, beber, vivir y vestirse en el
almacén de las empresas, y lo mejor de todo es que no
quieren mejor paga que el trabajo. Se han hecho arreglos
para que nadie tenga la excusa de no trabajar, de no hacer
nada, y que los ociosos no coman el pan de la industria».
Reed Peck escribió en 1839 que muchos se habían
«opuesto violentamente a este nuevo orden eclesiástico, pero
después de mucho discutir, predicar, enseñar y explicar por
S. Avard la excitación fue disipada y todos menos unos pocos
consintieron en renunciar a sus propiedades…». Pero la
implicación de Peck de que los santos se unieron a las
empresas por miedo a los danitas es difícilmente plausible.
La mayoría de los conversos estaban dispuestos a unirse

25Ver la carta del «Hermano Winchester», compuesta en serie entre el 6


de septiembre y el 19 de noviembre de 1838 y copiada en el Journal
History in Salt Lake City con la fecha del 19 de noviembre de 1838.
Véase también William Swartzell: Mormonism Exposed, p. 24, y el
manuscrito de Reed Peck, p. 52.
15 El valle de Dios [333

mientras conservaran el título de sus tierras. Aceptaron el


plan como lo que era: un serio intento de erradicar la
pobreza, para aprovechar al máximo el trabajo de cada
hombre, y establecer la iglesia como una isla económica
autosuficiente en un turbulento mar gentil.

EL 24 de junio de 1838 William Swartzell hizo una


entrada problemática en su diario: «No puedo escuchar con
facilidad la predicación de Lyman Wight: su exhortación a la
guerra a los ciudadanos pacíficos de Missouri… En uno de
sus sermones los denunció porque no aceptaban la fe
mormona como “hipócritas, embaucadores de cara larga,
demonios, duendes infernales y fantasmas, y que deberían
ser condenados y enviados al infierno donde pertenecen26”».
Ningún santo estaba tan ansioso por difundir el
mormonismo por la espada como Lyman Wight. Pero sus
fulminaciones reflejaban un sentimiento que se estaba
haciendo más fuerte. Los danitas, aburridos de perforar y
maniobrar, estaban sedientos de acción y escuchaban
informes de nuevos insultos gentiles con sus dedos en sus
armas.
El 4 de julio27 varios miles de mormones se reunieron en
Far West para una gran celebración. José había elegido el día
para colocar la piedra angular del templo, y planeaba
convertirlo en una ocasión de pompa y esplendor. El desfile
que había organizado siete años antes para celebrar la
colocación de la piedra angular del templo en Independence
había sido pobre, irregular y un poco ridículo. Pero de este
desfile hizo un espectáculo que sorprendió y asustó a los

26 Mormonism Exposed, p. 12.


27 NdT: Esa fecha es el Día de la Independencia en los Estados Unidos.
334] Nadie conoce mi historia

antiguos colonos que habían acudido a ver la ceremonia.


Cada mormón marchó al sitio del templo, primero la
«infantería», seguida por los líderes de la iglesia y los civiles,
y un impresionante despliegue de caballería en la
retaguardia. Aquí estaba el poderío de Sion para que todos lo
vieran.
Rigdon comenzó la oratoria del día con un texto ominoso:
«Mejor, mucho mejor, dormir con los muertos que ser
oprimido entre los vivos». La mayor parte de su discurso era
suave y patriótico, pero cuando llegó a la perorata rompió en
un frenesí que enfriaba los corazones de los mormones
pensativos y calentaba a los gentiles con rabia:
Nuestras mejillas han sido entregadas a los herreros, y nuestras
cabezas a los que han arrancado el pelo. No solo hemos puesto la
otra mejilla al ser golpeados, sino que lo hemos hecho una y otra
vez, hasta que estamos cansados de ser golpeados y de ser
pisoteados… Pero desde este día y hora, no lo sufriremos más… Y
esa muchedumbre que viene a molestarnos, será entre nosotros y
ellos una guerra de exterminio; porque los seguiremos hasta que
se derrame la última gota de su sangre, o de lo contrario tendrán
que exterminarnos; porque llevaremos el centro de la guerra a sus
propias casas y a sus familias, y uno u otro partido será
completamente destruido. ¡Recuerden entonces, todos los
hombres! Nunca seremos los agresores; no violaremos los
derechos de ningún pueblo, sino que defenderemos los nuestros
hasta la muerte… Nosotros, en este día, nos proclamamos libres,
con un propósito y una determinación que nunca se puede
romper: ¡nunca! ¡nunca! ¡nunca!
La multitud se puso a gritar y luego gritó al unísono con
un trueno que se extendió por las praderas: «¡Hosanna,
hosanna a Dios y al Cordero!». Los gentiles, con las manos
en sus armas, se escabulleron en silencio. José
imprudentemente permitió que el discurso se publicara en la
prensa de Liberty e hizo que se distribuyeran copias en
15 El valle de Dios [335

forma de panfletos 28 . Los periódicos de Missouri


respondieron con diatribas de abuso.
Tres días después del discurso, una violenta tormenta
eléctrica barrió Far West. Los santos huyeron a sus cabañas
aterrorizados, pues el Señor parecía decidido a lanzar sus
rayos directamente a la ciudad sagrada. Un rayo sacudió la
tierra, y los rostros blancos de las mujeres se miraban en
silencio, preguntándose qué cabaña había sido elegida para
la justicia. Cuando la tormenta pasó, caminaron por los
caminos empapados de lluvia y se reunieron en una multitud
en la plaza. Allí, el poste de la libertad alrededor del cual
habían desfilado con tanto orgullo el 4 de julio yacía astillado
en el suelo. Inquietos sintieron un mal presagio, y Luman
Shunliff gritó: «¡Adiós a nuestras libertades en Missouri!».

28Se puede ver una copia en la Biblioteca de la Sociedad Histórica de


Chicago. El discurso fue reimpreso en Church History (Lamoni, Iowa),
Vol. II, pp. 157-65.
336] Nadie conoce mi historia
Capítulo 16
El Corán o la espada

E
L 6 de agosto de 1838 fue el día de las elecciones en
Missouri, y los mormones, por primera vez en
cinco años, eligieron votar. John D. Lee yacía
tendido sobre la hierba en la plaza pública de Gallatin, la
sede del condado de Daviess, donde se esperaba que la
votación entre los mormones y los antiguos colonos fuera
reñida. Escuchó en silencio mientras uno de los candidatos,
William Peniston, arengaba contra los santos:
«Son un grupo de ladrones de caballos, mentirosos y
falsificadores. Harán un juramento falso en cualquier
ocasión para salvar a otro mormón. Son ladrones, bribones y
embaucadores, y ninguna propiedad está a salvo en el
condado de Daviess si continúan entrando en esta zona. Si
permitimos que los mormones voten en esta elección,
significará el fin de nuestro sufragio».
Cuando el primer mormón salió del grupo y caminó
silenciosamente hacia las urnas, un colono sonriente le
prohibió el paso. «El condado de Daviess no permite a los
mormones votar más que a los negros», dijo. Cuando el
hombre comenzó a discutir, el missouriano lo derribó.
Inmediatamente se produjo una pelea.
Los mormones, unos treinta en número contra más de
doscientos, estaban de pie convenientemente cerca de una
pila de duramen de roble, cada uno de un metro veinte de
largo y de cerca tres kilos de peso. «Hicieron», dijo Lee, «un
arma muy peligrosa y a la vez muy práctica». Lee saltó al
tumulto cuando vio a John L. Butler hacer la señal danita de
338] Nadie conoce mi historia

auxilio. «Yo era un completo desconocido para todos los que


participaban en la reyerta», escribió, «... pero había visto la
señal, y, como Sansón cuando se apoyó en el pilar, sentí el
poder de Dios que me puso el brazo en tensión».
Butler fue señalado para un ataque especial, pero derribó
a un hombre con cada golpe de su garrote. «Cuando llamé a
los danitas», escribió más tarde, «había un poder como
nunca antes había sentido... Nunca golpeé a un hombre por
segunda vez, y mientras los derribaba, sentí que pronto
abrazarían el evangelio». La revuelta fue corta, ya que los
missourianos huyeron ante los palos, pero no antes de que
nueve hombres estuvieran tendidos en el suelo y otros tantos
se arrastraran asustados y magullados.
Butler entonces subió a la cima del montón de madera y
dijo en voz baja: «Mis antepasados sirvieron en la Guerra de
la Revolución para establecer un gobierno libre e
independiente, un gobierno donde todos los hombres
tuvieran los mismos derechos. Mi objetivo es tener mis
derechos como ciudadano libre, aunque tenga que luchar por
ellos. En cuanto a mi religión, es un asunto entre mi Dios y
yo, y no es asunto de nadie más que mío. Este día tendré mi
voto, y moriré luchando antes de que me echen de estas
urnas sin él». El pequeño nudo de mormones, todavía
agarrando sus palos de roble, procedió a las urnas sin ser
molestado, y cada hombre votó1.
Este incidente destrozó la frágil paz que había prevalecido
en el alto Missouri. En realidad, nadie murió en la refriega,
pero el corredor que trajo la noticia a Far West dijo que dos

1El relato de Butler de esta lucha fue copiado en el Journal History sin
publicar en la biblioteca de la iglesia de Salt Lake City, en la fecha del 6
de agosto de 1838. Ver también John D. Lee: Mormonism Unvailed, pp.
58-6o.
16 El Corán o la espada [339

mormones habían sido asesinados y que Adam Black, que


era el juez de paz en Gallatin, estaba uniendo a los gentiles
en un ejército para expulsar a toda la colonia de Adam-ondi-
Ahman del condado de Daviess.
Avard llamó inmediatamente a las tropas mormonas de
Far West, y Rigdon las incitó a realizar actos de valor.
«Ahora nosotros, como pueblo de Dios, declaramos y
decretamos», gritó, blandiendo su espada, «por el Gran
Jehová, el eterno y omnipotente Dios, que se sienta en su
vasto y eterno trono, más allá de ese azul etéreo, bañaremos
nuestras espadas en la vital sangre de los missourianos o
moriremos en el intento2».
José acompañó al pequeño ejército a Adam-ondi-Ahman,
donde se enteró de que la revuelta electoral había sido muy
exagerada. Sin embargo, en lugar de regresar a Far West,
cometió el error de llevar a sus hombres a visitar al juez de
paz, Adam Black. Entró en la cabaña de Black con Avard y
varios otros y exigió que firmara un acuerdo de paz3.
Después de algún argumento Black escribió una
declaración prometiendo apoyar la Constitución, y los
mormones se retiraron.
Tan pronto como el rabioso provocador de mormones
Peniston se enteró de esta visita, la magnificó en una historia
de intimidación y amenaza de asesinato, anunciando el
incidente claramente a la ciudad de Jefferson. El juez del
tribunal de circuito, Austin A. King, que había odiado a los
mormones desde que su cuñado había sido asesinado en un

2 Como informó William Swartzell, Mormonism Exposed, p. 29.


3 Compare el relato de José de esta entrevista en su History of the
Church, Vol. III, p. 59, con la declaración jurada de Adam Black,
publicada en Correspondence, Orders, etc., pp. 55 7.
340] Nadie conoce mi historia

motín de gentiles mormones en el condado de Jackson,


emitió inmediatamente una orden de arresto contra José.
Sabiendo que un juicio en Gallatin era una invitación a un
linchamiento, José se negó a entregarse a menos que pudiera
ser juzgado en su propio condado. Cuando Lilburn Boggs,
ahora gobernador, se enteró de esto, ordenó a seis
compañías de milicia que hicieran cumplir la orden de King.
José capituló, pero gracias a la intervención de sus abogados
y viejos amigos, Doniphan y Atchison, ganó la concesión de
que fuera juzgado, no en Gallatin, sino a menos de un
kilómetro dentro de la frontera del condado de Daviess. El
profeta entonces estacionó su propio ejército a lo largo de la
frontera del condado y fue a juicio seguro contra la amenaza
de un ahorcamiento improvisado. Le impusieron una fianza
de quinientos dólares para mantener la paz.
El juicio no hizo nada para mitigar el odio que se
intensificaba contra los santos. Los molineros se negaron a
moler el grano mormón a cualquier precio, y la harina de Far
West pronto desapareció por completo. Las mujeres trataron
de hervir el trigo sin moler, y rallaron su maíz en cubos de
hojalata crudamente perforados. El maíz resultó ser
comestible cuando se horneaba con calabaza, pero el trigo
estaba empapado e indigerible. Cientos de inmigrantes
recién llegados, que vivían en carros cubiertos o en tiendas
de campaña de corteza, miraban con pánico la rápida llegada
del invierno.
Bandas armadas de missourianos merodeaban,
disparando a pajares y graneros, robando caballos y ganado,
y azotando a granjeros mormones. Cada día se hizo más
claro que en todos los condados, excepto Caldwell, los
gentiles estaban decididos a expulsar a los mormones.
Pronto los dos grandes asentamientos mormones de DeWitt
16 El Corán o la espada [341

y Adam-ondi-Ahman se encontraban en estado de sitio, las


mujeres y los niños se agrupaban detrás de empalizadas
improvisadas apresuradamente, viviendo de harina de maíz
y ganado recién matado. Cuando estas provisiones se
consumieron y los hombres mormones se agotaron de la
vigilancia, los agentes agrarios que originalmente les habían
vendido sus propiedades les avisaron que estaban dispuestos
a comprar de nuevo los derechos de preferencia cuando la
secta aceptara irse. Esta extorsión disgustó a los mormones.
Para entonces el profeta había expandido la banda danita
a los «Ejércitos de Israel», que incluían a casi todos los
mormones sanos. Un converso, después de describir en una
carta los deberes de las diversas compañías —vigilancia,
espionaje, búsqueda de comida, fabricación de armas, etc.—
escribió francamente: «Esas compañías se llaman Ejército de
Israel porque el profeta Daniel ha dicho que tomarán el reino
y lo poseerán para siempre4».
A pesar de la extensa organización y entrenamiento de
este ejército, seguía siendo puramente defensivo. José
prohibió cualquier represalia por las depredaciones de los
antiguos colonos y trabajó desesperadamente con sus
abogados para lograr la paz. Durante un tiempo pareció que
su prudencia daría sus frutos. Doniphan estuvo a punto de
acabar con los problemas del condado de Daviess
persuadiendo a los antiguos colonos para que vendieran a los
mormones a un buen precio. Pero antes de que este plan se
pudiera llevar a cabo, los viejos colonos del condado de
Carroll exigieron formalmente que los mormones dejaran
DeWitt, el puerto fluvial mormón. José respondió fríamente
a este ultimátum reforzando el pueblo con doscientos recién

4 Carta del «Hermano Winchester», copiada en el Journal History bajo


la fecha 19 de noviembre de 1838.
342] Nadie conoce mi historia

llegados conversos canadienses, con lo cual los missourianos


sitiaron a DeWitt en serio, disparando a todos los que se
acercaban.
Cuando el general Lucas, que comandaba la milicia en
esta zona, se enteró de las escaramuzas, escribió al
gobernador Boggs: «Si una pelea ha tenido lugar, de lo cual
no tengo duda, creará excitación en todo el Alto Missouri, y
esos seres bajos y degradados serán exterminados de la faz
de la tierra5».
Al amparo de la oscuridad, José se dirigió a la ciudad
asediada. Encontró a su gente desesperada por comida y
combustible y patéticamente ansiosa de milagros. Los
missourianos habían atrapado a algunos de los hombres
buscando comida y los habían golpeado con ramas de nogal
americano hasta dejarlos inconscientes. El profeta les miró
las espaldas cubiertas de verdugones, y la rabia que era tan
lenta de acumularse en él se le subió a la garganta. Pero no
pudo llamar a los rayos, y eso es lo que se habría necesitado
para ayudar a estos santos, superados en número por diez a
uno. «Vuelvan a Far West», les dijo tontamente, y envió una
bandera de tregua.
Cuando los carros entraron a Far West, una ira hosca y
desesperada se apoderó de la gente. Una mujer, débil por el
parto, había muerto en el camino, y cuando se enteraron, los
conversos más antiguos empezaron a contar de nuevo el
número de mártires del evangelio. Pero los hombres más
jóvenes eran fríos a los recuerdos y ansiosos de venganza. No
se ganaba nada con la rendición, decían, nada más que la
muerte. Y cuando Doniphan trajo la noticia de que las
negociaciones con los colonos del condado de Daviess habían

5 Correspondence, Orders, etc., pp. 34-5.


16 El Corán o la espada [343

fracasado y una turba de ochocientos hombres amenazaba


con devastar a Adam-ondi-Ahman, parecía una confirmación
de sus peores temores.
«Si el condado de Carroll puede erradicar a los
mormones, ¿por qué no Daviess?», discutían los antiguos
colonos. «¡Al diablo con el compromiso! ¡Al diablo con el
acuerdo de paz de Doniphan! Las ventas de tierras están en
marcha, y si expulsamos a los mormones, podemos tener
todas las tierras abiertas a la compra de preferencia.
¡Podremos recuperar todas nuestras tierras, así como toda la
paga que hemos recibido hasta ahora!».
José llamó a cada mormón sano del condado de Caldwell
a la plaza pública de Far West. Allí, el 14 de octubre rompió
su largo silencio público6. «Somos un pueblo herido»,
comenzó. «De condado en condado hemos sido conducidos
por turbas sin escrúpulos ansiosos de apoderarse de la tierra
que hemos limpiado y mejorado con tanto amor y trabajo.
Hemos apelado a magistrados, jueces, al gobernador, e
incluso al presidente de los Estados Unidos, pero no ha
habido ninguna reparación para nosotros. La última
respuesta de Boggs a nuestras peticiones es decirnos que
peleemos nuestras propias batallas. Y eso, hermanos, es
exactamente lo que pretendemos hacer».

6 Excepto donde se indique, todos los detalles de este capítulo están


tomados de la History of the Church. Este discurso, sin embargo, no fue
grabado allí, y el informe dado aquí está basado en los relatos de siete
hombres. Véanse las declaraciones juradas de T. B. Marsh, Orson Hyde,
George M. Hinkle, John Corrill, W. W. Phelps, Sampson Avard, y Reed
Peck en Correspondence, Orders, etc., pp. 57- 9, 97-129. El relato de
Marsh y Hyde, que se hizo el 24 de octubre, es particularmente
importante. Parte de ella fue reproducida en History of the Church, Vol.
III, p. 167. Véase también el manuscrito de Peck, p. 80. El propio José
apenas mencionó el discurso en su historia; ver Vol. III, p. 162.
344] Nadie conoce mi historia

La multitud aplaudió sus sobrias palabras como nunca


habían aplaudido los arrebatos más truculentos de Rigdon.
«Tengo una gran reverencia por la Constitución», continuó,
«pero no tengo ningún respeto por las leyes de este estado,
ya que fueron hechas por un montón de esquiroles. El
general Doniphan ha autorizado a este cuerpo a actuar como
regimiento de la milicia del estado bajo el mando del coronel
Hinkle. Por lo tanto, estamos actuando dentro de la ley.
Todos los que están conmigo se reunirán mañana para
marchar en defensa de Adam-ondi-Ahman con las palabras
del Salvador sonando en nuestros oídos: “Nadie tiene mayor
amor que el que da la vida por sus hermanos”».
Miró a la multitud como si buscara una cara familiar.
«Algunos de los hermanos no están aquí hoy», dijo.
«Algunos de los que al hermano Sidney le gusta llamar los
hombres “¡oh, no!”. En tiempos de guerra no tenemos
necesidad de eso. Un hombre debe declararse amigo o
enemigo. Propongo una resolución para que la propiedad de
todos los hombres “¡oh, no!” sea tomada para mantener la
guerra».
Mientras la multitud se reía y aplaudía, Rigdon se puso en
marcha, con los ojos ardiendo. «Y propongo», gritó, «¡que la
sangre de los rebeldes sea derramada en las calles de Far
West!», pero José lo silenció.
«¡No!, propongo una mejor resolución. Los llevaremos
con nosotros al condado de Daviess, y si se trata de una
batalla, ¡los sentaremos en sus caballos con bayonetas y
horquillas y los haremos cabalgar al frente!». Los hombres
vitorearon, y la tensión se relajó un poco.
José continuó contando una anécdota. «Un capitán del
ejército estaba destinado en un pueblo con su regimiento,
que necesitaba urgentemente comida. El capitán encontró un
16 El Corán o la espada [345

holandés con una rica cosecha de patatas, pero el hombre se


negó a vender. Explicando el asunto a sus hombres, el
capitán les advirtió tres veces que no lo dejaran atraparlos
tocando las papas. Pero a la mañana siguiente» —se detuvo—
«no había ni una sola patata en toda la parcela».
Los hombres sonrieron. Sus familias estaban hambrientas
y desdichadas. Habían perdido caballos, ganado, mantas y
trigo con sus vecinos y no necesitaban ninguna pista más
audaz.
Cuando José se acercaba al final de su discurso, todo el
odio acumulado que había reprimido durante tanto tiempo
estalló con una violencia inesperada. «Si la gente nos deja en
paz», gritó, «predicaremos el evangelio en paz. Pero si
vienen a molestarnos, estableceremos nuestra religión por la
espada. Pisotearemos a nuestros enemigos y haremos que
sea una sangría desde las Montañas Rocosas hasta el Océano
Atlántico. Seré para esta generación un segundo Mahoma,
cuyo lema para tratar por la paz fue “el Corán o la Espada”.
Así será eventualmente con nosotros: “José Smith o la
Espada”».

CIEN mormones marcharon hacia Adam-ondi-Ahman al


día siguiente para reforzar a los doscientos cincuenta
hombres reunidos bajo Lyman Wight. Después de una
conferencia con el profeta, Wight se dirigió a sus hombres.
Se paró junto a un fino caballo marrón con su famosa piel de
oso arrojada sobre la silla de montar. Un pañuelo rojo estaba
atado a su cabeza a la manera india, con el nudo al frente, y
su cuello estaba abierto mostrando su pecho desnudo y
peludo. «La espada ha sido desenvainada», gritó, floreciendo
un enorme sable, «y no será enfundada hasta que hayamos
recuperado todo lo que las turbas nos han arrebatado.
346] Nadie conoce mi historia

Nuestra causa es justa, el Señor está de nuestro lado, y no


importa si nuestros enemigos son cincuenta o cincuenta
mil7».
El aspecto feroz y la bravura de Wight cautivó a los
hombres con el más salvaje entusiasmo. John D. Lee dijo que
se sentía a prueba de balas: «Pensé que un danita perseguiría
a mil gentiles y dos podrían hacer huir a diez mil». Los espías
gentiles que escucharon el discurso se apresuraron a difundir
la noticia de que el Carnero Salvaje de las Montañas tenía
quince mil hombres armados, listos para descender sobre la
multitud y la milicia por igual.
La noticia de que los mormones estaban a la ofensiva fue
una gran sorpresa para los gentiles del condado de Daviess.
Se dispersaron en el viento. Cuando David Patten cargó
contra Gallatin con una compañía montada, la encontró casi
desierta. Los hombres saquearon rápidamente el almacén de
Jacob Stollings y luego le prendieron fuego junto con varias
cabañas.
El joven Oliver Huntington, que ya se había unido a los
danitas, pero que se le había prohibido ir a la expedición a
Gallatin debido a su tierna edad, subió a Tower Hill y se puso
de pie en el altar de Adán para ver lo que podía de la
esperada lucha. «Vi el humo que se elevaba hacia el Cielo,
que me llenó de ambición…», relató. «Entre lágrimas miré a
lo lejos sobre los árboles, y deseé y suspiré y deseé de nuevo

7 Según lo relatado por George Hinkle y James B. Turner, en


Correspondence and Orders, etc., pp. 525-9, 139-40, y por John D. Lee:
Mormonism Unveiled, pp. 73-4.
16 El Corán o la espada [347

estar allí… Al día siguiente fui a casa del obispo Knight y vi el


saqueo... y los oí decir en qué orden tomaron el lugar8».
Mientras Patten atacaba Gallatin, Wight con otra
compañía atacó Millport, y Seymour Brunson atacó
Grindstone Fork. Reunieron todos los caballos, ganado y
cerdos que pudieron encontrar y los llevaron de vuelta a
Adam-ondi-Ahman, pero no quemaron las cabañas.
De vuelta en Far West Rigdon difundió la noticia de las
victorias y aplaudió cuando los primeros carros apilados con
«propiedad consagrada» entraron en la plaza. Pero se dio
cuenta rápidamente de que el saqueo era un horror para
muchos santos. Uno por uno los que estaban en contra y los
débiles de corazón se escabulleron con sus familias en la
noche. Las noticias de cada nueva deserción enloquecieron a
Rigdon con ansiedad. Cuando Thomas B. Marsh, presidente
de los apóstoles, y Orson Hyde, también apóstol, se unieron

8 Diario no publicado de Oliver Boardman Huntington. Ver transcripción


mecanografiada en la Biblioteca de la Sociedad Histórica del Estado de
Utah, Vol. I, pp. 31-4. En su historia José Smith negó todas las historias
de quemas y saqueos, insistiendo en que las turbas habían incendiado
sus propias cabañas para culpar a los mormones. Pero en una
correspondencia con Jacob Stollings, quien trataba de descubrir si sus
libros de cuentas habían sido quemados junto con su tienda, José
virtualmente admitió que los mormones habían sido responsables. Ver
History of the Church, Vol. III, pp. 316, 378. John Whitmer, en el último
capítulo de su manuscrito «History of the Church», escribió que los
santos «comenzaron a robar y quemar casas... tomaron miel que
llamaron aceite dulce, y cerdos que llamaron osos, y ganado que
llamaron búfalos». Ver también The Return, Vol. I (diciembre 1889), p.
189; y los testimonios de los testigos oculares de las depredaciones
mormonas: John Raglin, George W. Worthington, Porter Yates, Patrick
Lynch, y William Morgan, en Correspondence, Orders, etc. Adam Black y
William Peniston juraron que sus propias casas habían sido destruidas.
Thomas B. Marsh y Orson Hyde confirmaron estas historias; ibíd., págs.
57-9.
348] Nadie conoce mi historia

a este éxodo, montó su estrado en la escuela y los llenó de


odio:
«Es el último hombre que huye de Far West. El próximo
hombre que siga será perseguido y traído de vuelta, vivo o
muerto. Propongo una resolución que, si alguien intenta salir
de este condado o incluso empaca sus cosas para ese
propósito, entonces cualquier hombre de esta casa que lo
vea, sin decir nada a nadie, lo matará y lo arrastrará a la
maleza. ¡Todo el entierro que tenga será en las tripas de un
buitre y no quedará nada de él salvo sus huesos! Ayer»,
terminó significativamente, «un hombre en Far West estiró
la pata y fue arrastrado a un avellano para que los buitres lo
picoteen. ¡Pero el hombre que balbucee morirá9!».
Para entonces los gentiles habían aprendido de las
depredaciones mormonas. En el plazo de una semana, cada
cabaña mormona aislada era una pila de cenizas. Los
antiguos colonos enviaron suavemente sus intenciones a la
prensa: «Creemos que en menos de seis días Far West será
quemado y sus fugitivos expulsados de las fronteras del
estado10». Cuando José ordenó a todos que entraran en Far
West o Adam-ondi-Ahman para protegerse, unos espías
gentiles difundieron el informe de que un inmenso ejército
mormón se estaba reuniendo y que arrasaría con toda la
parte alta del estado.

9Este discurso fue reportado en detalle por W. W. Phelps y confirmado


por Burr Riggs y Benjamin Slade. Ver Correspondence, Orders, etc., pp.
520-5, 134-6, 143. Hyde regresó a la iglesia en 1839, Phelps en 1841, y
Marsh en 1857.
10 Carta firmada por Accidentalist, con fecha 22 de octubre de 1838 y
publicada en el Missouri Argus, St. Louis, el 1 de noviembre de 1838.
(NdT: En filosofía, el accidentalismo es la doctrina según la cual lo real
se reduce a una mera pluralidad de accidentes.)
16 El Corán o la espada [349

Dos de los peores provocadores gentiles enviaron un


expreso al gobernador Boggs el 24 de octubre informando
que los mormones habían masacrado a toda una compañía
de milicia de cincuenta hombres. Richmond, dijeron, iba a
ser atacada en cualquier momento. «No sabemos la hora y el
minuto en que seremos reducidos a cenizas, nuestro país está
arruinado... por el amor de Dios, denos auxilio lo más rápido
posible11».
La carta fue una fantástica invención. La compañía de
milicia en cuestión, dirigida por un ministro metodista, el
capitán Bogart, había recibido la orden de patrullar la
frontera del condado de Caldwell, y el día de la supuesta
masacre no había hecho nada más emocionante que entrar
en el condado ilegalmente y capturar a tres mormones. Esta
captura, sin embargo, tuvo repercusiones trágicas, ya que el
explorador mormón que trajo la noticia al profeta estaba
seguro de que los tres hombres iban a ser fusilados al
amanecer. José inmediatamente envió sesenta hombres bajo
el mando del capitán David Patten para realizar un rescate.
Los hombres de Bogart estaban estratégicamente
atrincherados a la orilla del cenagal donde había troncos de
roble dispersos en el río Crooked. Una espesa arboleda de
nogales en la cresta más cercana hacía imposible que alguien
que se acercara por el este descubriera a los milicianos hasta
que prácticamente estuvieran sobre ellos. Los sesenta
mormones subieron a la cresta al amanecer, perfilándose sus
cuerpos contra el brillante cielo. Los guardias apuntaron con
cuidado y dispararon, matando a un mormón en el acto, y
luego huyeron para dar la alarma. Patten ordenó
inmediatamente una embestida colina abajo, y los hombres

11Carta de Sashiel Woods y Joseph Dickson, Correspondence, Orders,


etc., p. 6o.
350] Nadie conoce mi historia

se precipitaron en un trote rápido, gritando: «¡Dios y


Libertad!» Patten lideró el ataque con su abrigo blanco
brillando a la luz del día.
Los mormones eran blancos perfectos, y tres o cuatro
cayeron en la primera volea. Pero los hombres se
precipitaron al robledal con las espadas desenvainadas y
atacaron sobre el cenagal. Todos los hombres de Bogart
huyeron excepto uno, que se escondió detrás de un árbol lo
suficiente como para apuntar con cuidado al abrigo blanco
de Patten. Golpeado en el abdomen, el «capitán
Fearnought12» cayó al suelo. Murió esa noche en una terrible
agonía a cinco kilómetros de Far West.
La lucha había terminado y se había ganado, y los
prisioneros fueron liberados, pero en lugar de exultación los
mormones se vieron abrumados por la oscuridad. Patten, un
hombre de gran fuerza y coraje había sido el más amado de
todos los apóstoles. «Ay», escribió John D. Lee, «mi sueño
de seguridad había terminado. Uno de nuestros poderosos
había caído, y por manos gentiles».
La batalla del río Crooked fue reportada al gobernador
Boggs como una masacre de los mormones, aunque Bogart
había perdido solo un hombre y los mormones tres. «Las
mujeres y los niños están huyendo de Richmond en todas
direcciones», escribió el juez Ryland el 25 de octubre, «y se
espera que la ciudad sea saqueada y quemada por los
bandoleros mormones esta noche. Hemos enviado desde la
una de esta tarde unos cien hombres bien armados y
audaces... con la completa determinación de exterminarlos o
expulsarlos del estado en masa».

12NdT: «Fearnought» es un juego de palabras que se podría escribir


«No-teme-nada».
16 El Corán o la espada [351

El mismo día que este diluvio de rumores y falsedades le


llegó, el gobernador Boggs recibió las declaraciones juradas
de los dos apóstoles mormones, T. B. Marsh y Orson Hyde,
exponiendo a los danitas, admitiendo la quema y el saqueo
de Gallatin, y dando un detallado relato del discurso del
profeta «Mahoma». Informaron que los danitas planeaban
quemar Richmond y Liberty y envenenar los pozos y la
comida de los antiguos colonos en un esfuerzo por iniciar
una peste. Incluso el general Atchison, que hasta ahora había
creído que los mormones eran totalmente irreprochables,
escribió enojado a Boggs: «De los últimos ultrajes cometidos
por los mormones, la guerra civil es inevitable. Han puesto
las leyes del país en tela de juicio y están en abierta
rebelión».
Boggs nunca había levantado un dedo para detener las
depredaciones de cinco años de los antiguos colonos contra
los mormones, pero esta noticia de la primera resistencia
mormona lo impulsó a la acción. Escribió al general Clark el
27 de octubre una orden que fue aun más impactante que su
pasado letargo: «Sus órdenes son acelerar sus operaciones y
esforzarse por llegar a Richmond, en el condado de Ray, con
toda la rapidez posible. Los mormones deben ser tratados
como enemigos y deben ser exterminados o expulsados del
estado, si es necesario por el bien público. Sus atrocidades
están más allá de toda descripción13».

MIENTRAS TANTO, el profeta preparaba enérgicamente


a Far West para un asedio. Sus hombres derribaron las
cabañas para construir parapetos para evitar que la

13La carta de Ryland, las declaraciones de Marsh y Hyde, la carta de


Atchison y la «orden de exterminio» de Boggs fueron todas impresas en
Correspondence, Orders, etc., pp. 57-62,76.
352] Nadie conoce mi historia

caballería entrara en la ciudad, y se apresuraron a reunir


suministros de comida. Los herreros forjaron crudas espadas
y picas con cada pieza de acero disponible. Las mujeres
hicieron sus maletas y se prepararon para huir con los niños
hacia el norte en el escaso bosque.
José caminó por el pueblo, dirigiendo las medidas de
defensa y llamando a cada rostro sombrío a la acción. Al
encontrarse con un grupo de desconsolados guardias
tiritando ante unas pocas antorchas, tomó primero a uno y
luego a otro por los hombros, sacudiéndolos bruscamente.
«Salid de aquí y luchad, corred, saltad, haced cualquier cosa
menos deprimiros; calentaos», gritó. «¡Esta inactividad no
servirá para los soldados!».
Formándolos en un círculo, entró y los retó a luchar.
Recuperando su espíritu, los hombres, uno por uno, entraron
en el círculo para probar su fuerza, mientras los demás
gritaban y aplaudían. Nadie podía lanzar a José, y
finalmente, riendo y sudando, dejó el círculo para dar paso a
un subordinado. A medida que el deporte avanzaba, la
multitud se ponía bulliciosa. De repente Sidney Rigdon
irrumpió en el círculo, espada en mano, gritando
nerviosamente: «Estáis rompiendo el Día de Reposo, y no lo
voy a tolerar».
Por un momento, los hombres se sintieron avergonzados
y en silencio. Entonces uno más audaz que el resto llamó al
profeta, que había estado observando a Rigdon con una
curiosa expresión. «Hermano José, queremos que nos libre
de culpa, porque formamos el círculo por su petición. Nos
dijo que lucháramos, y ahora el hermano Rigdon nos hace
responsables de ello».
«Hermano Sidney», respondió José deliberadamente,
entrando en el círculo, «será mejor que salga de aquí y deje a
16 El Corán o la espada [353

los muchachos en paz; se están divirtiendo según mis


órdenes. Usted es un hombre viejo. Vaya y prepárese para la
reunión y deje a los muchachos en paz». Entonces tomó a
Rigdon desprevenido, le quitó la espada de la mano y lo
sujetó por el hombro. «Ahora viejo, debe salir o lo tiraré al
suelo».
John D. Lee, que estaba viendo el espectáculo, dijo que
«la perspectiva de una pelea entre el profeta y el portavoz del
profeta fue divertida para todos menos para Rigdon, que se
echó atrás como un cangrejo». José le quitó el sombrero, lo
sacó del círculo y con un tirón de muñeca le rasgó el fino
abrigo de predicador desde el cuello hasta la cintura. Luego,
volviéndose hacia los hombres, dijo: «Entrad, chicos, y
divertíos. Nunca tendréis que decir que os he metido en un
problema del que no os he sacado».
Cuando Rigdon empezó a quejarse de la pérdida de su
abrigo, José dijo: «Estaba fuera de lugar. Mantenga siempre
su lugar y no sufrirá. No tiene que culpar a nadie más que a
sí mismo».
«Después de eso», dijo Lee, «Rigdon nunca contradijo las
órdenes del profeta, que yo sepa; él sabía quién era el jefe».

PARA el 29 de octubre todos los asentamientos


mormones habían sido evacuados excepto uno. En un arroyo
a varios kilómetros de Far West, Jacob Haun acababa de
terminar de construir un molino de harina, que juró que no
desertaría a un pirómano gentil. «Más vale que pierdan sus
propiedades que sus vidas», le dijo el profeta, pero Haun no
estaba convencido. Cuando se fue, José se dirigió a Lyman
Wight y John D. Lee, gravemente preocupado: «Desearía que
estuvieran aquí por su propia seguridad. Estoy seguro de que
serán masacrados de la manera más terrible».
354] Nadie conoce mi historia

El 30 de octubre, los exploradores mormones y los


guardias fueron conducidos a Far West porque se acercaba
un gran cuerpo militar. El coronel Hinkle, que estaba al
mando de las tropas mormonas, había salido con los
exploradores, uno de los cuales observó que cuando más
fueron perseguidos por la milicia, Hinkle daba vuelta su
abrigo. Este acto fue reportado a José con una advertencia:
«Es un santo para el buen tiempo, y será mejor que lo vigile
de cerca». John D. Lee escuchó al profeta agradecer al
explorador por la información y le advirtió que lo mantuviera
en secreto. «Es un mal momento», dijo, «para ventilar un
acto como ese».
La fuerza mormona que custodiaba Far West era de unos
ochocientos hombres. Estaba mal armada, muchos de los
hombres no tenían mosquetes, estaban armados solo con
pistolas de un solo tiro o espadas caseras. Pero había una
considerable cantidad de municiones, y la moral de los
hombres era alta. «Ahora, Padre», escribió un mormón en
una carta del 28 de octubre, «ven a Sion y lucha por la
religión de Jesús. Muchas cabezas canas están implicadas
aquí, el profeta sale a la batalla como en los viejos tiempos.
Tiene la espada que Nefi tomó de Labán. ¿No es esto
maravilloso14?».
La milicia se detuvo justo fuera del alcance de los fusiles
mormones, y las dos fuerzas se observaron mutuamente con
cautela. Durante este tiempo un mensajero del general
Doniphan se deslizó a Far West con un mensaje para el
profeta. Era una copia de la «orden de exterminio» de Boggs.
La nota decía además que el temido Samuel Lucas, armado

14«Hermano Winchester», carta escrita en serie entre el 6 de septiembre


y el 19 de noviembre de 1838. Copiada en el Journal History bajo la
fecha del 19 de noviembre.
16 El Corán o la espada [355

con esta orden, iba camino de Far West con el general Clark
y seis mil hombres.
Esa noche, un hombre herido llegó a Far West con una
noticia que congeló la sangre de todos los santos. El
asentamiento de Haun's Mill había sido atacado por
doscientos milicianos. Los mormones habían huido a la
herrería, que pensaron que sería un fuerte admirable, pero
en cambio había demostrado ser un matadero. Grandes
grietas se abrían entre los troncos de la tienda, y los
missourianos, escondidos detrás de los árboles, mataban a
los mormones a su antojo como si estuvieran matando
ganado en un corral. Cuando las mujeres huyeron hacia los
arbustos, los hombres les dispararon en señal de burla. El
viejo Thomas McBride cayó herido y entregó su arma, por lo
que uno de la multitud fríamente lo cortó en pedazos con un
cortador de maíz.
Después de derribar a todos los mormones que podían
ver, la multitud entró en la herrería para acabar con los
heridos. Encontraron a Sardius Smith de nueve años
escondido bajo los fuelles. Su hermano menor, con un
disparo en la cadera y fingiendo estar muerto, oyó a los
hombres sacar a Sardius de su escondite. «No disparen»,
dijo un miliciano, «es solo un niño».
«Es mejor agruparlos cuando podamos. Las liendres
harán piojos», respondió un hombre, y colocando su rifle
cerca de la cabeza del chico, le voló los sesos.
Cuando llegó la oscuridad, las mujeres volvieron a la
escena de la carnicería. De los treinta y ocho hombres y
niños del campamento, diecisiete habían sido asesinados y
quince heridos. Temerosas de que la multitud regresara, las
mujeres bajaron a los muertos a un pozo sin terminar,
356] Nadie conoce mi historia

escondieron a los heridos en el bosque y luego, aturdidas y


desoladas, se dirigieron hacia Far West.
Cuando la noticia de la masacre se extendió entre los
santos, los hombres maldijeron como no lo habían hecho
desde que se unieron a la iglesia. Pero en todas partes había
una profunda convicción de que la colonia de Haun's Mill se
habría salvado si Haun hubiera escuchado al profeta.
Esa noche, José no pudo dormir. No podía evitar sentirse
responsable del horror. Y en Far West podía ver en la
mañana una masacre de Haun's Mill repetida cientos de
veces. Sus exploradores le traían informes cada hora. La
milicia se estaba duplicando, triplicando. Ya los santos eran
superados en número cinco a uno en hombres de combate, y
en dos días diez mil hombres rodearían la ciudad.
José conocía bien a sus propios hombres. Podía enumerar
con los dedos de la mano a los pusilánimes y llamar a los
hombres «¡oh, no!» por sus nombres de pila. Mandando en
secreto a John Corrill y Reed Peck, disidentes que Doniphan
conocía y respetaba, les dijo: «Encuentren al general
Doniphan, y rueguen como un perro por la paz15».
Pero sabiendo que sus propuestas podrían ser rechazadas
y que cualquier indicio de capitulación desmoralizaría a sus
hombres y llevaría a la milicia a la ciudad, jugó su papel de
magnífica resistencia hasta el final. Cuando sus hombres se
reunieron ante él a la mañana siguiente, los recibió con
resolución y total confianza:
No me importa un comino la llegada de las tropas. Hemos
intentado lo suficiente para complacer a los gentiles. Si vivimos
juntos, no les gusta; si nos dispersamos, nos masacran por ello. La
única ley que conocen aquí es que el poder hace el bien. ¡Son un
grupo de condenados, y Dios los mandará al infierno!

15 Manuscrito Reed Peck, p. 103.


16 El Corán o la espada [357

Si intentan atacarnos, jugaremos al infierno con sus carros de


combate. Antes de ahora, hombres, habéis luchado como
demonios. Pero ahora quiero que luchen como ángeles, porque los
ángeles pueden azotar a los demonios. Y por cada uno que nos
falte en número para igualar a la chusma, el Señor enviará un
ángel para que luche junto a ellos16.
Antes de que el día terminara, Corrill y Peck volvieron con
la noticia de que el mayor general Lucas, que estaba al
mando, estaba dispuesto a reunirse con los principales
líderes de Far West bajo una bandera de tregua entre las
líneas. Poco después una delegación de milicianos se acercó
con una bandera blanca, y José envió a su encuentro al
coronel Hinkle, Corrill, Peck, W. W. Phelps, y John
Cleminson, de quienes sospechaba que que se habían vuelto
contra él. «Hay que hacer un compromiso en algunos
términos», dijo, «honorables o deshonrosos17».
Los términos de Lucas fueron duros. Exigió, primero, la
entrega de los líderes mormones para ser juzgados por
traición; segundo, la confiscación de todas las propiedades
mormonas para liquidar las deudas mormonas e indemnizar
a los antiguos colonos cuyas propiedades habían sido
dañadas; tercero, la inmediata migración masiva de todos los
mormones del estado; y cuarto, la entrega de sus armas. La
alternativa a estos términos era la aniquilación.
Hinkle pidió un retraso de doce horas, pero Lucas insistió
en tener como rehenes a José Smith, Sidney Rigdon, Lyman

16Como informaron George Hinkle, James C. Owens, Samuel Kinnibel y


Sampson Avard, en Correspondence, Orders, etc. Sus relatos fueron
confirmados por E. Robinson en The Return, Vol. II (enero de 1890), p.
206.
17Ver el manuscrito de Reed Peck, pp. 108-9, y una carta de George
Hinkle a W. W. Phelps del 14 de agosto de 1844, publicada en el
Messenger and Advocate, Pittsburgh, 1 de agosto de 1845.
358] Nadie conoce mi historia

Wight, Parley Pratt y George Robinson. Si por la mañana los


mormones todavía querían luchar, dijo, garantizaría la
liberación de los prisioneros.
Cuando José escuchó los términos, llamó a sus líderes que
estaban en peligro inminente, principalmente aquellos que
habían participado en la batalla con los hombres de Bogart, y
les pidió que huyeran hacia el norte del estado. Ordenó que
se reunieran en una casa todos los botines tomados a los
gentiles, para que no se colgara por robar a todo hombre que
fuera encontrado con una silla de montar o una manta que
no fuera la suya18. Luego convocó a sus tropas y se dirigió a
ellos con tristeza:
Sois buenos y valientes, pero hay mil hombres que se acercan a
Far West, y si no fuerais ángeles no podríais soportar una hueste
tan formidable. Habéis estado a mi lado hasta el final; habéis
estado dispuestos a morir por mí a causa del Reino de los Cielos, y
eso es suficiente ofrenda a los ojos de Dios. El sanguinario Lucas
ha exigido mi rendición, y me ofreceré como sacrificio para salvar
vuestras vidas y para salvar a la Iglesia. Tened buen ánimo,
hermanos míos. Rezad al Señor para que libere a vuestros líderes
de sus enemigos. Los bendigo a todos en el nombre de Cristo19.
El general Lucas, impaciente por el retraso y sospechando
de haber sido traicionado, mientras tanto ordenó a sus
tropas que marcharan sobre la ciudad. Cuando estaban a
menos de 600 metros de los parapetos, los rehenes
mormones se adelantaron. Al ver la bandera blanca, la
milicia lanzó un grito de triunfo. «Si la visión de las regiones
infernales pudiera venir repentinamente a la mente»,
escribió Parley Pratt en su autobiografía, «con miles de
demonios maliciosos, todos clamando, exultando,

18 Diario de Oliver B. Huntington (manuscrito), Vol. I, p. 34.


19 Como informó John D. Lee, Mormonism Unveiled, p. 82.
16 El Corán o la espada [359

mofándose, blasfemando, burlándose, enfurecidos y


espumando como un mar agitado, entonces podría formarse
alguna idea del infierno en el que habíamos entrado».
Los prisioneros yacieron esa noche a campo abierto,
empapados y desconsolados, escarnecidos por los guardias y
acosados por la lluvia. Hacia medianoche el general Lucas
apareció de la oscuridad y llamó a Lyman Wight a un lado.
«Lamento decirle que su muerte está echada, su destino está
fijado, está sentenciado a ser fusilado mañana por la mañana
en la plaza pública de Far West a las ocho en punto».
Wight escupió despectivamente. «¡Dispare y sea
condenado!».
Lucas lo miró con una mezcla de admiración y
arrepentimiento. «Esperábamos que se enfrentara a Joe
Smith, pero como no lo ha hecho, tendrá que compartir su
destino».
«Puede agradecerle a Joe Smith», respondió Wight, «que
no esté usted en el infierno esta noche, porque si no hubiera
sido por él, ¡por Dios lo habría puesto allí!».
360] Nadie conoce mi historia
Capítulo 17
Calvario en la cárcel de
Liberty

A
L AMANECER los prisioneros escucharon el
ruido de las armas y vieron al general Doniphan
formar su brigada. Ningún missouriano se había
hecho amigo de los mormones con tal determinación y
peculiar constancia. Era él a quien Lucas había ordenado
llevar a cabo la ejecución. Cuando la línea se formó,
Doniphan caminó hacia los prisioneros, con su enorme
cabeza y su delgada figura perfilada en la creciente luz. «Por
Dios», dijo sin preámbulo, «habéis sido sentenciados por el
consejo de guerra a ser fusilados esta mañana; pero yo seré
condenado si tengo parte del honor o de la desgracia de ello.
He ordenado a mi brigada que se ponga en marcha y
abandone el campamento, pues lo considero un asesinato a
sangre fría». Con un gesto de despedida, se alejó y despidió a
sus hombres enérgicamente.
Esta insubordinación confundió a todo el campamento.
Lucas convocó un segundo consejo de guerra y leyó a los
otros generales el desafiante mensaje de Doniphan: «Es un
asesinato a sangre fría. No obedeceré su orden. Mi brigada
marchará hacia Liberty mañana a las ocho de la mañana; y si
usted ejecuta a estos hombres, lo haré responsable ante un
tribunal terrenal, que Dios me ayude».
Después de un debate, Lucas sugirió que la ejecución se
llevara a cabo en Independence. La amenaza de Doniphan le
había dado una pausa, y necesitaba tiempo para pensar. Pero
362] Nadie conoce mi historia

estaba decidido al menos a hacer desfilar al profeta cautivo


ante sus santos, y marchó de vuelta a Far West en un
arrogante gesto de triunfo.
Este fue el día más amargo que Far West vería jamás.
Antes de la rendición había habido terror, pero el terror se
igualaba al coraje y a la firme decisión de morir por el
profeta. Ahora solo había desesperación. Los hombres
apilaron lentamente sus armas en la plaza pública y se
pusieron en fila para ceder sus propiedades para pagar una
guerra que no había sido obra suya. Las mujeres se
agolparon alrededor del vagón de la prisión, observando en
silencio la angustiosa despedida de los prisioneros y sus
esposas. La madre de José se abrió paso entre la multitud
cuando el carro de la prisión estaba a punto de salir, alcanzó
a través de la lona y tomó a su hijo de la mano. Él no habló.
«José», gritó al final, «No puedo soportar irme hasta que no
escuche tu voz».
«Dios te bendiga, madre», respondió con fuerza, mientras
el conductor levantaba sus caballos y los sacaba al galope de
la ciudad.
Entonces la milicia se volvió loca. Según los relatos de los
mormones, seis mil hombres visitaron Far West en una
semana. No dejaron nada. Dispararon a los cerdos y al
ganado por deporte, reduciendo a los mormones, a quienes
se les había prohibido salir de la ciudad, a una dieta de maíz
seco. Los principales élderes a los que José había advertido
de que huyeran fueron cazados como lobos de pradera, y los
que se resistieron a ser capturados fueron fusilados. La
violación iba de la mano del saqueo; varias muchachas
fueron atadas a los bancos de la escuela y violadas por una
veintena de hombres.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [363

Después de seis días de este deporte, el general Clark


llamó a todos los hombres mormones a la plaza pública. A
cincuenta y seis que estaban bajo arresto les ordenó ir a
Richmond para ser juzgados. Los mormones nunca
olvidaron lo que le dijo al resto:
… La reputación de este estado ha sufrido casi más allá de la
redención, por el carácter, la conducta, y la influencia que habéis
ejercido, y consideramos que es un acto de justicia el restaurar su
reputación a su antigua posición entre los estados, por todo medio
apropiado. Las órdenes del gobernador para mí fueron que
deberíais ser exterminados, y no se os permitiría permanecer en el
estado, y si vuestros líderes no se hubieran rendido, y los términos
del tratado se hubieran cumplido, antes de esto, vosotros y
vuestras familias habríais sido destruidos…
No digo que os vayáis ahora, pero no debéis pensar en
quedaros aquí otra temporada, o en hacer cosechas, porque en el
momento en que lo hagáis los ciudadanos estarán sobre vosotros…
En cuanto a vuestros líderes... su destino está sellado… Siempre
habéis sido los agresores que habéis traído sobre vosotros mismos
estas dificultades por estar insatisfechos y no estar sujetos a la
autoridad, y mi consejo es que os convirtáis en ciudadanos, no sea
que por la repetición de estos eventos os llevéis una ruina
irrecuperable1.

EN EL CAMINO a Independence, José comenzó a esperar


que él y sus amigos pudieran escapar de la ejecución por
completo. «Tened buen ánimo, hermanos», los animó. «La
palabra del Señor vino a mí anoche diciendo que
permaneceremos con vida». Pero la amenaza de muerte
estaba tan cerca que cuando le escribió a Emma antes de
llegar a Independence, no pudo enmascarar su

1Reimpreso en History of Caldwell and Livingston Counties (St. Louis,


1886), p. 540.
364] Nadie conoce mi historia

presentimiento: «Oh Emma, por el amor de Dios, no me


abandones a mí ni a la verdad, pero acuérdate de mí, si no te
vuelvo a ver en esta vida, que Dios nos conceda que nos
encontremos en el cielo. No puedo expresar mis
sentimientos, mi corazón está lleno. Adiós, oh, mi bondadosa
y afectuosa Emma, soy tuyo para siempre, tu esposo y
verdadero amigo2».
José fue exhibido por un día en Independence como un
animal raro. Allí se enteró de que iba a ser enviado de vuelta
a Richmond para ser juzgado en un tribunal civil por
«traición, asesinato, incendio, robo, hurto y perjurio». A los
generales Lucas y Clark se les hizo ver que ejecutar a un civil
ilegalmente tendría consecuencias desagradables.
En la cárcel de Richmond los prisioneros estaban
encadenados en el suelo de una celda vacía. Rigdon había
contraído fiebre por la exposición, y la aguda tensión bajo la
que sufría le devolvió sus viejos espasmos nerviosos y sus
desmayos. Los guardias se burlaron de su delirio, y les
contaron a los demás las historias del saqueo, asesinato y
violación que habían hecho en Far West.
Parley Pratt estaba acostado junto al profeta una noche
cuando estas historias se volvieron tan asquerosas que no
pudo cerrar sus oídos a ellas. De repente, dijo, José se
levantó y habló con una voz de trueno: «¡Silencio, demonios
del abismo infernal! En nombre de Jesucristo os reprendo y
os ordeno que os calléis; no viviré ni un minuto más y no
escucharé tal lenguaje. ¡Dejad de hablar así, o vosotros o yo
moriremos en este instante!».
Los guardias se alejaron avergonzados y medio asustados.
Pratt estaba abrumado. «He visto ministros de justicia»,

2 Esta carta está en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada,


Independence, Missouri.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [365

escribió más tarde en su autobiografía, «vestidos con ropas


de magistrado, y criminales acusados ante ellos mientras la
vida quedaba suspendida en un suspiro... pero solo he visto
dignidad y majestad una vez, mientras estaba encadenado a
medianoche en una mazmorra en un oscuro pueblo de
Missouri».
Después de cinco días, los hombres fueron desatados y
llevados a la corte. Allí José se enfrió por lo que vio. Su juez
fue Austin A. King, quien una semana antes había
demostrado su imparcialidad publicando una carta en el
Missouri Argus acusando a los mormones de incendio y
asesinato3. Casi todos los hombres que pudieron testificar a
su favor fueron arrestados y juzgados. José encontró que
faltaban entre ellos el sagaz Brigham Young, el gentil Edward
Partridge, y el payaso de Heber Kimball; solo ellos habían
escapado de la redada.
Sus ojos se posaron finalmente en los testigos del Estado.
Entre ellos estaban los hombres que habían acordado la
tregua, Corrill, Hinkle, Phelps y Peck. John Whitmer se
había unido a ellos. Pero la mayor sorpresa fue ver a
Sampson Avard, arrogante como siempre, sentado en el
banquillo de los testigos, la estrella de la acusación.
Avard se mostró como lo que era, un oportunista y un
cobarde. Lo contó todo —la fundación de los danitas, la
expulsión de los disidentes, el saqueo de Gallatin y Millport—
encubriéndose lo mejor que pudo y echando la culpa a
Rigdon y al profeta. Como un último gesto triunfal produjo
un documento que dijo que era la constitución danita, con
una lista de los funcionarios danitas, que incluía un

3 Esta carta, fechada en Richmond, el 24 de octubre de 1838, fue


publicada el 8 de noviembre.
366] Nadie conoce mi historia

secretario de Guerra. Los abogados se abalanzaron sobre


esto como evidencia de traición contra el estado.
El profeta Daniel había hablado una vez de una piedra
que rodaba por una montaña destrozando todo a su paso, un
símbolo del reino de Dios, que un día derribaría todos los
gobiernos terrenales. Avard, Corrill, y John Whitmer
testificaron que la iglesia mormona había sido comparada
con esta piedra. Avard juró que Lyman Wight había
profetizado que la piedra destruiría primero a los disidentes,
luego a Missouri, luego a los Estados Unidos, cuyo núcleo
estaba podrido4.
Mientras José escuchaba se dio cuenta de que el juez King
estaba tratando de sacar evidencia de que los mormones
habían establecido un reino. Hasta que esto pudiera ser
establecido, el cargo de traición era ridículo. Pero, aunque
los apóstatas estaban de acuerdo en la mayoría de los
detalles sobre los danitas y el saqueo mormón, no podían
ofrecer nada más que rumores sobre la naturaleza temporal
del reino de Dios de José en la tierra.
Pronto los milicianos fueron llamados al estrado, la
mayoría de los cuales eran tan analfabetos que no podían
firmar sus propios testimonios. Se quejaron principalmente
de pequeños robos y cabañas quemadas, discutiendo mucho
sobre la identificación de los mormones que habían hecho la
incursión. Nadie recordaba haber visto al profeta en ninguna
incursión.

4 El registro completo de este juicio se publicó en Correspondence,


Orders, etc. y también se imprimió como Documento del Senado de los
Estados Unidos 189, 26º Congreso, 2ª sesión, 15 de febrero de 1841.
Marsh y Hyde habían jurado antes que José tenía la intención de tomar
los Estados Unidos y «en última instancia, el mundo entero». Ibíd., pp.
57-9.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [367

Doniphan, que era abogado de los mormones, intentó


desesperadamente subir a sus propios testigos al estrado.
Pero pronto se supo que en el momento en que se nombraba
un testigo mormón, el capitán Bogart lo perseguía y lo
arrestaba. La defensa solo pudo reunir a seis, tres de ellos
mujeres, y éstas fueron sofocadas por el juez casi tan pronto
como comenzaron a hablar. Doniphan finalmente se rindió.
«Si una cohorte de ángeles bajara y te declarara inocente», le
dijo a José, «no habría ninguna diferencia, ya que King está
decidido a verte en prisión».
King solo actuaba como juez de instrucción y no se
esforzó por decidir sobre la culpabilidad de los presos. Liberó
o admitió la fianza de todos los mormones menos diez.
Cuatro se mantuvieron en la cárcel de Richmond; los otros
seis, incluyendo a Rigdon y al profeta, fueron enviados a la
cárcel de Liberty, en el condado de Clay. A todos se les negó
el recurso de habeas corpus, y a ninguno se le permitió pagar
la fianza.
José entró en la estrecha celda de piedra de la cárcel de
Liberty el 30 de noviembre de 1838. Cuatro meses pasaron
antes de su juicio. Soportó su encarcelamiento estoicamente,
casi con alegría, porque había una serenidad en su
naturaleza que le permitía aceptar los problemas junto con la
gloria. Por primera vez en años tuvo un amplio tiempo libre
para la meditación, y la influencia de su forzada ociosidad se
puede ver claramente en la serie de notables cartas que dictó
a su gente y a varios amigos.
En su primera carta denunciaba al coronel Hinkle como
un traidor que le había engañado sin saberlo, «como el
Salvador fue llevado al campo de sus enemigos, como un
cordero preparado para el matadero, como una oveja muda
ante sus esquiladores». Este fue el comienzo de la leyenda de
368] Nadie conoce mi historia

la gran traición, que hizo el nombre de Hinkle sinónimo de


Judas entre los mormones.
Entonces José tomó los cargos que los antiguos colonos le
habían hecho, respondiendo con habilidad y tacto. Porque
sabía que estaba siendo juzgado ante su propio pueblo.
Brigham Young había hecho saber que muchos santos lo
consideraban un profeta caído; Isaac Russell ya había
establecido una pequeña iglesia reformada, y Young había
tenido que defender al profeta ante el Sumo Consejo5. Lo
más difícil de silenciar para Young había sido William Smith,
y Brigham hacía un gesto de dolor cada vez que recordaba al
joven impulsivo decir que esperaba que José nunca saliera
vivo de las manos de sus enemigos. «Si tuviera que
deshacerme de mi hermano», William había gritado, «¡lo
habría colgado hace años6!».
José ahora escribió a su gente una defensa y una disculpa.
No negó la responsabilidad de los danitas, pero culpó a
Avard por enseñar «muchas cosas falsas y perniciosas», de
las que había sido «tan ignorante como inocente». Luego,
extrañamente, eligió negar el omnipresente rumor de la
poligamia, aunque no se había mencionado en el juicio de
Richmond. Finalmente respondió a la acusación de que era
un profeta caído: «Las llaves del reino no nos han sido
quitadas, porque de verdad así dice el Señor, “Tened buen
ánimo, porque las llaves que os di están todavía con
vosotros… Sion aún vivirá, aunque parezca estar muerta7”».

5 History of the Church, Vol. III, pp. 224-6.


6Ver la declaración de Young en la Millennial Star, Vol. XXVII (21 de
octubre, 1865) p. 658.
7 History of the Church, Vol. III, pp. 226-33.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [369

MIENTRAS TANTO, la tórpida conciencia de Missouri


comenzaba a agitarse. Cuando un periódico liberal de St.
Louis, el Missouri Republican Daily, publicó detalles de la
masacre de Haun's Mill, los legisladores de la zona se
sorprendieron y pidieron una investigación. Aparecieron
cartas en el Republican exigiendo una provisión para la
rehabilitación de los mormones, ya que su desesperada
situación finalmente ganó publicidad.
El Republican expuso también la vergonzosa historia de
la venta de tierras del condado de Daviess. Con la evacuación
de Adam-ondi-Ahman, los antiguos colonos habían
organizado una subasta pública. El pueblo era un verdadero
botín, ya que tenía un sitio admirable, y en todas partes
cabañas a medio construir y graneros hechos a medida, que
una vez fueron grandes esperanzas e increíbles industrias.
Toda la superficie mormona, con vallas, edificios y mejoras,
se había vendido a 1,25 dólares por acre. Parecería, dijo el
editor rotundamente, que los opresores mormones «se
levantaron en esta cruzada para obtener la posesión de las
casas y tierras de sus víctimas8».
La legislatura de Missouri se agitó y tartamudeó. Después
de cierta presión, Boggs presentó los documentos relativos a
la «Guerra Mormona», que fueron remitidos al Comité
Turner para su estudio con vistas a su publicación. Este fue
el comienzo de uno de los más atroces encubrimientos en la
historia de la política estatal norteamericana.
El Comité Turner vio inmediatamente que estaba
manejando dinamita. La evidencia que intentaba probar que
los líderes mormones eran culpables de traición era endeble.
Los testimonios dados en el juicio de Richmond

8 Ver el Missouri Republican Daily, diciembre 12, 13, 1838.


370] Nadie conoce mi historia

establecieron el hecho de la organización danita, pero a pesar


de toda su tiranía apenas tenía el olor de una conspiración
revolucionaria. Incluso la tan cacareada constitución danita
resultó ser relativamente inocua. Las quemas y el saqueo que
los mormones realizaron palidecieron en la nada junto con la
horrible historia de Haun's Mill. Y la orden de exterminio del
gobernador apestaba al cielo.
Era sabido que un miembro de la legislatura había
participado en la masacre de Haun's Mill, y el Republican
ahora lo acusaba «de querer suprimir todos los hechos9».
Pero ningún miembro del Comité Turner necesitaba presión
para convencerlo de que el honor de Missouri estaba en
juego. La decisión fue unánime en contra de la publicación
de los documentos.
Al día siguiente del informe de Turner, John Corrill leyó a
la asamblea una petición del pueblo mormón. Era un
melancólico catálogo de abusos, que terminaba con una
desgarradora petición de justicia. Aunque Corrill estaba
denunciando a los líderes mormones, había elegido defender
la causa de los mismos santos, y los legisladores escucharon
con respeto. Luego siguió un acalorado debate que continuó
intermitentemente durante semanas, hasta que el editor del
Republican escribió exasperado el 4 de febrero de 1839: «Los
mismos miembros que primero pidieron a gritos una
investigación... han declarado solemnemente que no tendrán
ninguna investigación».

FAR WEST ya había encontrado un nuevo líder. Fue la


única suerte en toda una avalancha de infortunios que
Brigham Young había logrado mantenerse fuera de la cárcel.

9 Ibíd., noviembre 12, 1838.


17 Calvario en la cárcel de Liberty [371

Más que nada los mormones necesitaban un hombre que


mirara su éxodo en términos del problema de
abastecimiento. Young se puso a trabajar con un vigor que
barrió la apatía y la desesperación como escoba limpia. A su
insistencia, doscientas de las familias mejor equipadas
reunieron toda su comida y equipo para ser usados para el
bien común. Despachó emisarios por adelantado para hacer
depósitos de maíz a lo largo de la ruta y negociar contratos
para el traslado en ferri. A mediados de febrero se vio
obligado a huir a Illinois para escapar del arresto, pero su
previsión ya estaba dando frutos.
Los santos soportaron mucho sufrimiento en el éxodo,
pero por suerte la temporada fue sin tormentas y los caminos
congelados eran relativamente transitables. «La palabra
imposible se ha vuelto obsoleta con nosotros», escribió Eliza
Snow a un amigo a finales de febrero. «Asombra a nuestros
enemigos que nuestra gente no sufra más al pasar... dicen
que los mormones tienen la p––a certeza de ir al cielo que
gustosos morirían por ello». Los cálculos del número total de
mormones expulsados de Missouri variaron desde los 8.000
de Eliza Snow hasta la exagerada afirmación de 50.000
hecha en un momento de precipitación por el profeta10.
La mayoría de los mormones se detuvieron en Quincy, al
otro lado del río Mississippi en Illinois, donde los ciudadanos
ofrecieron caridad y compasión. Había una fricción
fronteriza crónica entre Missouri e Illinois, y los «suckers»

10 Vea la carta de Eliza Snow a Don Streator, fechada el 22 de febrero de


1839, ahora en la Biblioteca de la Western Reserve Historical Society,
Cleveland. La estimación de José se hizo en una carta a Isaac Galland
escrita desde la cárcel de Liberty y publicada en Times and Seasons, Vol.
I, p. 52. Aunque los historiadores mormones generalmente estiman el
número en 12.000 a 15.000 insisten en que no más de 800 hombres
estaban bajo las armas en Far West.
372] Nadie conoce mi historia

agradecieron la oportunidad de demostrar una nobleza de


carácter ajena a los despreciados «pukes». Más importante
aún, se avecinaba una elección presidencial, y la Asociación
Democrática, que controlaba los votos en el área de Quincy,
estaba ansiosa por hacerse amiga de este enorme nuevo
bloque de votantes. Temiendo que los mormones apoyaran a
Whig11 en su amargura contra el gobierno demócrata de
Missouri, solicitaron fondos para aliviar la angustia de los
mormones e hicieron lo posible por proporcionarles
vivienda.
A pesar de esta hospitalidad, estaba claro para todos que
Quincy solo podía absorber una fracción de los indigentes.
Los mormones se enfrentaron a la elección de dispersarse
ampliamente o comprar en grupo varios miles de acres de
tierra a crédito. Toda la tradición de la frontera animaba a lo
primero. Pero el sacerdocio de José se había convertido en
un poder cohesivo que no podía ser disuelto por una palabra.
Además, el sufrimiento había transformado a esta gente en
parientes.
Los especuladores inmobiliarios de Illinois consideraban
a los mormones como el juego más justo que había llegado al
estado. Mucho antes de que todos los fugitivos hubieran
cruzado el río, las propuestas estaban llegando. Isaac
Galland ofreció un terreno de 20.000 acres entre los ríos
Mississippi y Des Moines en el Territorio de Iowa a 2 dólares
el acre, la suma se pagaría en 20 cuotas anuales sin intereses.
Esta era una parte del Tratado de Mestizaje, que había sido

11NdT: El Partido Whig de los Estados Unidos fue un partido político que
existió durante el siglo XIX. Fue creado para servir de oposición a la
política de Andrew Jackson y se denominó Whig por analogía a los Whig
británicos, que se habían opuesto al poder real durante la Restauración
inglesa.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [373

reservado por el gobierno federal para la descendencia de los


«matrimonios» mixtos comunes en esa zona. Los mestizos,
con una despreocupación calculadora, habían vendido y
revendido sus derechos de armas y caballos, frecuentemente
vendiendo el mismo derecho a media docena de diferentes
postores usando títulos falsos. El valor del título de Galland
sobre cualquier parte del tratado era extremadamente
dudoso12.
Pero los mormones eran tan ignorantes de esto como del
pasado accidentado de Galland. Su condado natal en Illinois,
Hancock, lo conocía como ladrón de caballos y falsificador.
Cuando hizo campaña para la legislatura en 1834, admitió
abiertamente su asociación con los notorios criminales de la
masacre, y muchos votantes se divirtieron tanto con su
honesta admisión de su pasado deshonesto que estuvieron
muy cerca de elegirlo13.
Haciéndose pasar por simpatizante y probable converso,
Galland escribió al profeta en la cárcel de Liberty.
Impresionado, como siempre, por un lenguaje superficial,
José respondió con entusiasmo a la conmiseración y el elogio
untuoso de Galland, y expresó su interés en el tratado14. Así
fue como en las primeras semanas de su llegada a Illinois los
mormones comenzaron no solo a verse envueltos en una red
de tratos de tierras fraudulentos sino también a ser
absorbidos por la vorágine de la política local.

LOS MESES SOLITARIOS de José en la cárcel de Liberty


estuvieron salpicados de momentos ocasionales de placer y

12 History of Lee Co., Iowa (1879), pp. 164-5.


13 Thomas Ford: History of Illinois (Chicago, 1854), p. 406.
14 Ver su carta a Galland, Times and Seasons, Vol. I (1840), p. 52.
374] Nadie conoce mi historia

Templo de Kirtland
17 Calvario en la cárcel de Liberty [375

Cárcel de Liberty

emoción. Al principio tenía visitas. Brigham Young venía tan


a menudo como se atrevía. El joven Porter Rockwell, que
376] Nadie conoce mi historia

había marcado al profeta desde su temprana conversión en el


estado de New York, se nombró a sí mismo guardián y se
quedó en la cárcel como perro guardián peludo y peligroso,
trayendo ocasionalmente comida a los prisioneros y
manteniéndolos informados de los acontecimientos locales.
Rockwell, que tenía la cara de un mastín y la fuerza de un
oso, era un compañero jocoso y amable, que iluminaba las
horas con sus chismes y su humor terrenal. Los guardias lo
toleraban con buen humor, sin saber de su fabulosa
habilidad con el arma y la fiereza de su amor por José.
Emma visitó la cárcel dos veces antes de dejar el estado,
llevando consigo a Joseph, de seis años. Estas visitas fueron
horas felices y tiernas, estropeadas solo por la rapidez de su
paso. Cuando José dio a su esposa e hijo una última
despedida, pronunció una bendición sobre la cabeza del
joven Joseph con una triste solemnidad que el niño nunca
olvidó15.
Su partida a Illinois dejó a José con una melancolía que
no pudo quitarse de encima. A medida que pasaban las
semanas y parecía cada vez más claro que José y sus
compañeros de prisión no iban a ser llevados a juicio, perdió
toda la fe en Doniphan y los otros abogados —a los que había
garantizado honorarios que ahora ascendían a dieciséis mil
dólares16— que satisficieron todas sus peticiones con
aplazamientos. No parecía haber esperanza excepto en un
intento de ruptura.
Los hombres planearon una noche para subyugar al
carcelero cuando éste les trajera la cena, pero por

«Memoirs of President Joseph Smith, 1832-1914», Saints Herald, Vol.


15

LXXXI (November 6, 1934), p. 1414.


16Según George A. Smith: Journal of Discourses, Vol. XIII (October
1868), p. 109.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [377

coincidencia seis amigos llegaron de visita esa misma noche,


y el carcelero trajo guardias adicionales. Hyrum apuró al
carcelero mientras admitía a los visitantes, pero en la
confusión resultante los amigos, que ignoraban los planes,
demostraron ser más un estorbo que una ayuda, y un guardia
escapó y cerró de golpe la pesada puerta.
Los visitantes, que fueron arrestados rápidamente, ahora
miraban impotentes a José para pedirle consejo. Aconsejó a
cada uno de los hombres que defendiera su propio caso. Y
cuando uno protestó: «Pero no entiendo la ley», José dijo
irónicamente: «Bueno, ve y suplica justicia tan fuerte como
puedas, y cita a Blackstone de vez en cuando, y lo tomarán
todo por ley17».
Después de algunas semanas, los prisioneros hicieron un
segundo intento de ganar su libertad, esta vez aflojando las
piedras y la madera del muro de la prisión. Usaron taladros
de contrabando como herramientas, pero la madera era dura
y los mangos de los taladros cedieron antes de que se soltara
la última piedra. Cuando Rockwell intentó suministrarles
nuevas herramientas, los guardias sospecharon y
descubrieron el agujero. «Fue una buena brecha», escribió
José después con satisfacción, «y le costó al condado una
suma considerable».
A la comida sucia, las habitaciones insalubres y
abarrotadas, y el miedo a los linchamientos se añadió un
nuevo horror cuando alguien metió veneno en el té y el café.
McRae, que no tomó ninguna de las dos bebidas, sobrevivió,
pero todos los que las bebieron, dijo, «estaban muy afligidos,
algunos quedaron ciegos dos o tres días, y solo con mucha fe
y oración se superó el efecto».

Según lo relatado por uno de los prisioneros, Alexander McRae, en el


17

Deseret News, 9 de octubre, 1 de noviembre de 1854.


378] Nadie conoce mi historia

Las molestias de la prisión fueron soportadas con


fortaleza por todos los hombres excepto Rigdon. Sus
frecuentes ataques fueron seguidos por períodos de
lloriqueos que ponían de los nervios a los hombres más
jóvenes. Cuando el 25 de febrero Doniphan consiguió
finalmente que le pusieran en libertad mediante un recurso
de habeas corpus, los demás vieron su salida con alivio. José,
cuya desilusión con el hombre mayor ya era completa,
escribió en su diario con desprecio: «Dijo que los
sufrimientos de Jesucristo eran una tontería frente a los
suyos».
Contento de librarse de él como compañero de prisión, el
profeta se inquietó al pensar en lo que Rigdon haría con los
santos en Illinois, y tomó medidas inmediatas para frenar su
autoridad. Tengan cuidado con «una imaginación
extravagante, florida y ardiente», escribió a sus hermanos, y
ordenó que los asuntos de la iglesia fueran tratados por una
conferencia general en vez de un solo hombre. Temeroso de
que Rigdon intentara revivir la Orden Unida y los danitas,
prohibió la «organización de grandes grupos basados en
principios de propiedad común o de grandes consorcios de
empresas», y advirtió contra «la impropiedad de la
organización de bandas o compañías, por pactos o
juramentos, mediante castigos o secretos18».
Aunque José por primera vez tuvo el placer de hacer un
balance de sus errores pasados, perdió poco tiempo en el
remodimiento y comenzó a dar vueltas al patrón de una
metafísica aún más complicada. «Ya sea que haya un Dios o
muchos Dioses, será manifestado», escribió a sus hermanos,
sugiriendo la riqueza de las revelaciones por venir, «todos los

18 History of the Church, Vol. III, pp. 295, 301, 303.


17 Calvario en la cárcel de Liberty [379

tronos y dominios, principados y potestades, serán


revelados... también si hay límites establecidos a los cielos, o
a los mares; o a la tierra seca, o al sol, la luna o las estrellas...
todas sus glorias, leyes y tiempos establecidos, serán
revelados».
Pero esta vez, decidió que no debería haber ningún
reparto de perlas entre los cerdos. Solo aquellos hombres
que habían probado su lealtad en el crisol del sufrimiento
deberían tener el privilegio de escuchar los grandes misterios
del reino. Esto sería particularmente cierto en su nuevo
«orden patriarcal del matrimonio», vulgarmente referido por
sus enemigos como la «comunidad de esposas».
Es dudoso que José tuviera claro en su mente cuál debería
ser el orden matrimonial ideal. Pero la larga ausencia de
Emma, y su vívido recuerdo de las encantadoras muchachas
que lo idolatraban desde una respetuosa distancia —Eliza
Snow, que escribió largos poemas de su gloria; Louisa
Beaman, de pechos llenos y inquietantemente bella; la
ardiente Nancy Rigdon, que había testificado a su favor con
tanta vehemencia juvenil en el juicio de Richmond—
sirvieron ahora para intensificar su certeza de que había una
ley matrimonial celestial especialmente diseñada para la
gloria de sus hermanos.
Quizás recordó sus meses en Far West en la casa de
Lucinda Morgan Harris —quien le dijo a una amiga en años
posteriores que había sido la amante del profeta— y concluyó
que tanto las mujeres casadas como las vírgenes debían tener
el privilegio de unirse a su propio círculo de esposas
espirituales. La joven reina Prescindia Huntington Buell,
cuyo marido se había vuelto contra la iglesia, le hizo una
visita en la cárcel en febrero. Cuando vino por segunda vez
en marzo y fue rechazada por el carcelero, le escribió una
380] Nadie conoce mi historia

carta enigmática y tierna en la que le insinuaba un gran plan


que pronto revelaría a sus más fieles seguidores19.
Los sueños de José de imperio e indulgencia eran una
consecuencia natural de la melancolía por el sufrimiento de
su pueblo y la injusticia de su propio encarcelamiento. Pero
hubo una intensidad en su imaginación que transformó la
trama infundada de su ensueño en una magnífica convicción:
«¿Cuánto tiempo puede permanecer impura el agua que
fluye?», escribió. «¿Qué poder podrá detener los cielos? Tan
inútil le sería al hombre extender su débil brazo para detener
el río Missouri en su curso decretado, o para devolverlo hacia
atrás, como evitar que el Todopoderoso derrame
conocimiento del cielo sobre las cabezas de los santos de los
últimos días. ¿Qué son Boggs y sus cómplices asesinos, sino
sauces bamboleantes a la orilla del rio que recogen las ramas
secas? También podríamos argumentar que el agua no es
agua, porque los torrentes de la montaña arrastran el fango y
ensucian el arroyo cristalino... como así decir que nuestra
causa ha caído porque los renegados, los mentirosos, los
sacerdotes, los ladrones y asesinos, todos ellos igualmente
tenaces en sus artes y credos, han derramado, desde su
iniquidad espiritual en las alturas y desde sus baluartes del
diablo, un diluvio de tierra, fango, suciedad y vómito sobre
nuestras cabezas.
«¡No! Dios lo prohiba. El infierno podrá derramar su furia
como la lava ardiente del monte Vesubio, o del Etna, o de la
más terrible de las montañas ardientes; pero el
‘mormonismo’ perdurará. El agua, el fuego, la verdad y Dios

19Carta a la Sra. Norman Bull (sic), History of the Church, Vol. III, pp.
285-6. Lucinda Harris y Prescindia Buell están listadas por los
historiadores mormones como esposas plurales de José. ver Apéndice C.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [381

son todas realidades. El ‘mormonismo’ es la verdad. Dios es


su autor20».

A MEDIDA que pasaban los días y el odio frenético de los


antiguos colonos se iba extinguiendo, los prisioneros se
convertían cada vez más en una vergüenza para los
funcionarios locales, que se mostraban reacios a llevarlos a
juicio para que no se vieran obligados a absolverlos.
Finalmente, el 6 de abril de 1839, José y sus hombres fueron
sacados de la cárcel de Liberty y se dirigieron a toda prisa al
condado de Daviess, sede de sus presuntos delitos. Temiendo
un grupo de rescate, el guardia hizo un amplio desvío para
evitar Far West, y finalmente depositó a los prisioneros en la
escuela de Gallatin.
Seis meses antes la presencia de José habría sido una
invitación a la horca, pero desde el éxodo de los mormones
los antiguos colonos habían vuelto a sus costumbres
descuidadas y amables. Habiendo ganado la guerra y
expropiado la propiedad mormona, ya no se preocupaban
por un puñado de vidas. Durante el día, la escuela estaba
llena de visitantes, curiosos y no poco amistosos. El abogado
de José, Peter Burnett, señaló que Lyman Wight, cuya fiereza
se había convertido en legendaria, era un gran favorito.
Bebía libremente con sus guardias y discutía las recientes
batallas con total franqueza y buen humor. «Allí nos
azotasteis», admitía con un rugido de risa, «pero aquí bien
os vencimos21».

20Estos extractos son de una carta escrita el 25 de marzo de 1839. Ver


History of the Church, Vol. III, pp. 289-305.
21Recollections and Opinions of an Old Pioneer (New York, 1880), p. 65.
Burnett fue más tarde al oeste y se convirtió en el primer gobernador del
estado de California.
382] Nadie conoce mi historia

El profeta y Wight hablaron incesantemente, dijo Burnett,


y no durmieron en absoluto durante varias noches. No era
porque no tuvieran catres o porque el suelo en el que se
esperaba que durmieran estuviera lleno de barro, ya que la
cárcel de Liberty no era un palacio de lujo, sino porque el
aliento de libertad estaba en sus narices. Aunque delgados y
demacrados por su larga ociosidad y comida asquerosa,
habían observado las nubes desde la silla de montar de un
caballo en vez de a través de una rejilla oxidada y se les
infundió una nueva fuerza salvaje.
Burnett informó que casi todos en el juicio estaban
borrachos excepto José, quien, aunque pasaba tanto licor
como cualquiera, se mantuvo sobrio todo el tiempo. El
abogado de José abogó por un cambio de sede a otro
condado, ya que era imposible conseguir un panel de doce
hombres en el condado de Daviess que no estuvieran
implicados en la guerra mormona. Los abogados ganaron su
punto, y con ello la libertad de José.
Era consciente de que nunca más podría volver a la cárcel
y escuchar el tortuoso crujido de la maquinaria de la justicia
de Missouri. Sus tenientes en la maleza estaban ansiosos por
emboscar a la guardia. «Si cambia de lugar», le había escrito
Alanson Ripley, «hágame saber a qué condado vendrá, y
cuándo, lo más cerca posible, y qué camino tomará; porque
seré una serpiente junto al camino22».
Resultó que José no necesitó un equipo de rescate. De
camino al condado de Boone, Hyrum compró una jarra de
güisqui endulzado con miel. A esta ofrenda propiciatoria

22History of the Church, Vol. III, p. 313. «Serpiente junto al camino» es


parte del pasaje de la Biblia del que surgió el nombre de «danitas». NdT:
ver Génesis 49:16-17.
17 Calvario en la cárcel de Liberty [383

José añadió un soborno de $80023. Era suficiente. El sheriff


les vendió obligatoriamente varios de los caballos, y a unos
cuarenta kilómetros de Adam-ondi-Ahman —obviamente
cerca de Far West— el guardia se emborrachó y se fue
convenientemente a dormir. José montó un fino semental
castaño oscuro y con los otros prisioneros cerca de él
remontó el camino hacia su antiguo asentamiento, donde se
unió al último remanente de mormones que se dirigían al
Mississippi.

23«Memoirs of President Joseph Smith», Saints Herald, Vol. LXXXI (13


de noviembre de 1934), p. 1434. «El joven José» recordó que el sheriff
vino a recoger los $800 de su padre. Para la proximidad de la fuga ver el
relato de Hyrum Smith. History of the Church, Vol. III, p. 321 y sig.
384] Nadie conoce mi historia
Capítulo 18
Nauvoo

H
AY MÁS CURVAS en el Mississippi de las que
incluso una rata de río puede recordar, y cada
crecida de primavera borra algunas de las
antiguas y crea una veintena de nuevas. Pero el recodo que
los mormones hicieron famoso es probable que sea tan
permanente como cualquier otro en el curso de este fabuloso
río. Se encuentra a mitad del estado de Illinois, no muy lejos
al norte y al otro lado del río desde Keokuk en Iowa. La orilla
del río se eleva suavemente hasta un punto tan alto que uno
que esté en su cima puede ver el río cortando un gran
semicírculo plateado a sus pies.
Cuando José Smith se paró en esta colina después de su
escape de Missouri en 1839, el lugar era boscoso y sin
caminos y los pantanos cubrían las tierras bajas detrás de él.
Pero podía ver el brillante río con sus islas al norte como
exuberantes jardines, y las verdes colinas de Iowa más allá.
«Es un sitio hermoso», dijo fervientemente, «y se llamará
Nauvoo, que significa en hebreo una hermosa plantación1».
«Nauvoo» tenía la música melancólica de la llamada de una
paloma doliente y de alguna manera coincidía con la magia
del sitio.
La ciudad vio un crecimiento aún más espectacular que el
de Far West. Estaba dispuesta en ordenadas plazas, como un

1El profesor Louis C. Zucker de la Universidad de Utah ha documentado


cuidadosamente cómo José Smith estaba en deuda con su maestro
hebreo, Joshua Seixas. Vea su trabajo no publicado «Mormon and Jew; a
Meeting on the American Frontier».
386] Nadie conoce mi historia

tablero de damas en forma de colina, con la plaza de la cima


reservada para un templo. Casi de un soplo se tragó el
puñado de cabañas cercanas conocidas como Commerce,
cuyas calles fueron reexaminadas y ensanchadas para
ajustarse al plan ideal de la ciudad de José. Un año después
de la llegada del profeta, Nauvoo contaba con doscientas
cincuenta casas, con decenas de edificios más. La madera
había sido talada, los pantanos drenados y las piedras
angulares colocadas para un inmenso templo. Unas granjas
cuidadosamente cercadas se abrían en abanico desde la
ciudad a través de lo que habían sido bosques de matorrales
y pantanos.
El año se cobró un doloroso número de vidas. Debilitados
por un invierno de hambre y la exposición al frío, los santos
cayeron fácilmente víctimas de una epidemia de gripe, tal vez
de tifus o malaria, y murieron como moscas en la escarcha.
José y Emma cedieron su casa a los enfermos y vivieron en
una tienda de campaña. Emma, que tenía una fama
considerable como doctora en hierbas, fue entre los
afectados administrando las píldoras de Sappington, los
polvos de Dover y varias de sus propias medicinas, aunque
aún no se había recuperado del todo del nacimiento de un
nuevo hijo, Don Carlos.
Los gritos por las oraciones de José eran tan insistentes
que en el apogeo de la epidemia pasó la mayor parte de sus
días haciendo las rondas de los enfermos. Normalmente su
mera presencia era suficiente para traer algo de alivio, y
ocasionalmente hacía curaciones espectaculares. Parley Pratt
caminó con él un día a la casa de Elijah Fordham, quien
yacía envuelto en cataplasmas y casi inconsciente. «Sus ojos
estaban hundidos en sus cuencas», escribió Pratt en su
18 Nauvoo [387

autobiografía, «su carne se había ido, y la palidez de la


muerte estaba sobre él».
«¿Tienes suficiente fe para ser curado?», José le
preguntó.
«Me temo que es demasiado tarde», respondió
débilmente Fordham. «Si hubieras venido antes, creo que
me habría curado».
Tomándolo de la mano, el profeta gritó con una voz que
sacudió la casa: «¡En el nombre de Jesucristo levántate y
camina!».
Entonces, dijo Pratt, «el hombre saltó de su cama, se
sacudió las cataplasmas y vendas de los pies, se puso la ropa
tan rápido que nadie tuvo la oportunidad de ayudarle, y
tomando una taza de té y un pequeño refrigerio, caminó con
nosotros de casa en casa visitando otras camas de
enfermos».
José no describió ninguna curación en su diario. Por cada
éxito había demasiados fracasos, y no podía reprochar a su
pueblo la falta de fe. Eventualmente la peste se agotó, y con
el paso de los años las historias de las curaciones de José se
multiplicaron. Se decía que cuando se cansaba de rezar por
los enfermos, le daba su pañuelo a Wilford Woodruff y le
decía que limpiara las caras de los niños afectados, que así se
salvaban en decenas.
Antes de que pasara otro año, la enfermedad hizo su
primera incursión en la familia Smith. Primero murió el
padre de José, luego su hermano menor Don Carlos, y
finalmente su hijo más reciente, que se llamaba Don Carlos
en honor a su tío. A pesar de estas penas, José planeaba con
un vigor sin límites. Había una urgencia en sus
exhortaciones que tenía una causa más profunda que la mera
liberación de la sofocante inactividad de la cárcel de Liberty.
388] Nadie conoce mi historia

José había estado demasiado cerca de la muerte como para


vivir en una cómoda seguridad. Sabía que la persecución era
tan inevitable como el amanecer, y que la única respuesta era
el poder. Tenía la intención de hacer de su iglesia una fuerza
política que ordenara deferencia y una fuerza militar que
mantuviera la paz.
Como no podía tener poder político ni militar sin
números, impulsó la campaña misionera con una fuerza que
consternó a los enfermos y a los pobres. Los doce apóstoles
habían sido enviados a Europa en el verano de 1839, aunque
sus cabañas no estaban terminadas y varios estaban
enfermos de gripe. Brigham Young, demacrado y dolorido, se
había despedido de su familia indigente y comenzó sin
fuerzas ni dinero. Nadie más que José pudo persuadirlo de
que se fuera en esas miserables circunstancias. Con un
esfuerzo prodigioso había sacado a los santos de Missouri y
había trabajado todo el invierno para evitar que se murieran
de hambre. Habían aprendido a pedirle consejo y le habían
obedecido implícitamente incluso después de la llegada de
Rigdon. Aunque Brigham Young había nacido para mandar a
los hombres, no había probado antes la dulzura de tal poder
y era reacio a renunciar a él.
José, sin embargo, estaba ansioso por recuperar el
prestigio y la autoridad que había tenido en la palma de su
mano en Far West. Había tomado las riendas y las tenía.
Rigdon, débil y demacrado por sus meses de cárcel y presa
de todos los escalofríos y fiebres que asolaban Nauvoo, no
había sido rival.
El profeta predijo que Nauvoo se convertiría pronto en la
mayor ciudad al oeste de los Apalaches. Aunque estaba por
encima de algunos rápidos del río que impedían a los
mayores vapores ir al norte de Warsaw, planeaba remediarlo
18 Nauvoo [389

construyendo un dique transversal en el Mississippi, que


también sería un puerto ideal y proporcionaría energía
hidráulica a la industria de Nauvoo. Hasta que se pudiera
construir, decidió tener un puerto mormón en Warren, justo
al sur de Warsaw, que pudiera ser fácilmente conectado con
Nauvoo por ferrocarril.
Warsaw estaba celosa de la fenomenal ciudad mormona,
temerosa de que la nueva secta le arrebatara todos los cargos
políticos del condado de Hancock y le robara su comercio. La
ocupación mormona de Warren era una grave amenaza para
la prosperidad de Warsaw, ya que el puerto de Warsaw se
estaba llenando de bancos de arena, y Warren proporcionaba
el lugar de desembarco más cercano. Cuando el editor del
periódico de Warsaw se enteró de las compras mormonas en
los alrededores, escribió: «Esperamos sinceramente que esta
maldición no nos afecte».
El periódico de Warsaw, sin embargo, era el único poco
amistoso en Illinois. La prensa de todo el país simpatizaba
con los santos, pues José, resolviendo hacer de Missouri un
sinónimo de opresión y de Boggs un sinónimo de tiranía, se
ocupó de que los sufrimientos de su pueblo recibieran
publicidad nacional. El nuevo periódico mormón, Times and
Seasons, publicó historias de testigos de la masacre de
Haun's Mill y relatos exhaustivos de la expulsión, y se
enviaron copias a todos los principales periódicos
americanos.
Observando el éxito de esta publicidad, el editor del
Chicago Democrat escribió sabiamente: «No llegaremos a
llamar mártires a los mormones, pero creemos que son
hombres con suficiente sagacidad para beneficiarse de
cualquier cosa en forma de persecución… Los mormones se
han beneficiado mucho de su persecución en Missouri… que
390] Nadie conoce mi historia

Illinois repita las sangrientas tragedias de Missouri y uno o


dos estados más le sigan, y la religión mormona no solo será
conocida en toda nuestra tierra, sino que será ampliamente
abrazada2».
Decidido a conseguir justicia, José comenzó a ir a
Washington en noviembre de 1839, armado con cientos de
declaraciones juradas y peticiones. «Será un tiempo largo y
solitario durante mi ausencia de ti», escribió a Emma, «pero
¿debería ver a tantos perecer y no buscar una compensación?
Así que lo intentaré una vez en el nombre del Señor3».
En Washington se topó de cabeza con el más delicado y
peligroso de todos los problemas que desconcertaban al
gobierno americano, la cuestión de los derechos de los
estados, que finalmente llegó a llamar «un hedor en las
narices del Todopoderoso». Los estados del sur estaban
patológicamente celosos de su soberanía, y el equilibrio entre
estado esclavo y libre pendía de un hilo tan frágil que el
estadista más audaz no se atrevía a manipular. Cuando José
llamó al presidente Van Buren, fue recibido con total
franqueza en este punto: «No puedo hacer nada por usted. Si
hago algo, me pondré en contacto con todo el estado de
Missouri4».
Sin embargo, Van Buren expresó su simpatía, al igual que
los miembros del Congreso a los que el profeta entrevistó, y
prometió considerar su caso. Pero pronto se hizo evidente
que, con una elección presidencial en ciernes, pocos políticos
—y particularmente pocos demócratas— querían enemistarse
con Missouri. José escribió amargamente a Nauvoo que los

2 25 de marzo de 1840.
3 El original de esta carta, fechada en Springfield, Illinois, el 9 de
noviembre de 1839, archivada en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada.
4 History of the Church, Vol. IV, p. 40.
18 Nauvoo [391

principios que regían en Washington eran el


engrandecimiento personal y el clamor popular. A la espera
de la decisión del Comité Judicial del Senado, al que se
entregaron las peticiones mormonas, se fue a Philadelphia
para consultar con Parley Pratt, dejando los detalles en
manos de su hábil abogado, Elias Higbee.
Mientras tanto, los congresistas de Missouri, alarmados
por las demandas mormonas de dos millones de dólares por
daños y perjuicios, comenzaron a hablar febrilmente en su
propio favor. Boggs envió a Washington una transcripción
del testimonio perjudicial dado en el juicio de Joseph en
Richmond5. Esto proporcionó una excusa suficiente para que
el Comité Judicial olvidara la orden de exterminio de Boggs y
la masacre de Haun's Mill. Finalmente, Higbee fue
informado de que la reparación debía buscarse en los
tribunales de Missouri.
Henry Clay y John T. Stuart, senador whig6 de Illinois,
intentaron conseguir una audiencia para las peticiones de los
mormones en el Congreso, pero fueron rechazadas. Cuando
José regresó a Washington y apeló una vez más a Van Buren,
el Presidente respondió con una frase que tipificaba la
actitud de todos los presidentes estadounidenses desde Van
Buren hasta Lincoln cuando se enfrentaban a una injusticia
que afectaba a la esclavitud: «Señor, su causa es justa, pero
no puedo hacer nada por usted».

ISAAC GALLAND se había propuesto ordeñar a los


mormones hasta dejarlos secos. Después de ser bautizado

5Esto se imprimió como Documento 189 del Senado de los Estados


Unidos, 26º Congreso, 2ª sesión, febrero de 1841. Ver las cartas de
Higbee a José Smith, History of the Church, Vol. IV, pp. 81-8.
6 NdT: Ver este enlace.
392] Nadie conoce mi historia

correctamente se abrió camino en la confianza de José y se


convirtió en su principal agente agrario. José ya le había
comprado 80.000 dólares de tierras en y alrededor de
Nauvoo, dándole tierras de propiedad mormona en Missouri
como pago. También había cambiado las tierras de Missouri
por 80.000 dólares de las tierras de los mestizos de Galland
en Iowa7. El título de Galland sobre el territorio de Nauvoo
era genuino, pero sus escrituras sobre el territorio de Iowa
eran todas falsas.
Pasaron meses antes de que la perfidia de Galland saliera
a la luz. Durante este tiempo negoció la compra de dos
granjas de Hugh y William White, por 9.000 dólares, y un
costoso terreno de 500 acres del sindicato Hotchkiss por
53.000 dólares. Los pagarés de esta propiedad fueron
firmados por José, Hyrum y Sidney Rigdon.
José tenía el control absoluto de todas las ventas de
tierras a su gente. El Sumo Consejo le votó como tesorero de
la iglesia, y luego le otorgó el título de «administrador
fiduciario» con poder «para recibir, adquirir, administrar o
transmitir propiedades, reales, personales o mixtas, para el
único uso y beneficio de dicha Iglesia». Eventualmente
también se convirtió en registrador de escrituras, desde cuya
posición podía poner su pulgar en cualquier venta
clandestina8.
Fijó el precio medio del terreno de la ciudad de Nauvoo en
quinientos dólares. A los que habían sido incapacitados por
las heridas recibidas en Missouri les daba lotes gratis. A la
atractiva Sarah Cleveland, que con su marido se había hecho
amiga suya en su viaje de Missouri a Illinois, le dio un lote en

7Ver la carta de Galland a S. Swasey, 22 de julio de 1839, ahora archivada


en Independence, Missouri, y History of the Church, Vol. IV, p. 270.
8 History of the Church, Vol. IV, pp. 286-7, 543.
18 Nauvoo [393

el río, justo enfrente del suyo, que daba al Mississippi en su


punto más pintoresco9.
Para pagar las vastas extensiones que había contratado
para comprar, el profeta ideó un ingenioso sistema de
intercambio de tierras. Se aconsejó a los nuevos conversos
del este a que entregaran sus propiedades a la iglesia a través
de sus agentes, Isaac Galland y William Smith (que una vez
más había sido perdonado y reincorporado como apóstol).
Estos agentes a cambio daban órdenes sobre las tierras en y
alrededor de Nauvoo. La propiedad oriental fue vendida o
transferida al sindicato Hotchkiss en pago de la deuda de
53.000 dólares.
El sistema tenía un defecto adverso en la alta tasa de
interés de los préstamos, que en la compra de Hotchkiss
ascendió a 6.000 dólares en dos años. Para cumplir con el
interés José tuvo que obtener un beneficio considerable en la
tierra que vendía a su propia gente. Como resultado, el
rumor de que se estaba «enriqueciendo con el botín de los
hermanos» adquirió tales proporciones que tuvo que ser
negado oficialmente en una conferencia de la iglesia10.
Cuando Galland fue al este a pagar los intereses a
Hotchkiss y arreglar la cesión de las tierras orientales para
cubrir toda la deuda, se fugó con el dinero. José revocó su
agencia y envió agentes para alcanzarlo, escribiendo a

9 Ibíd., vol. IV, pág. 17; vol. III, pág. 362. La Sra. Cleveland fue más tarde
listada por los historiadores mormones como una de las esposas plurales
de José. Véase el Apéndice C.
10History of the Church, Vol. IV, pp. 391, 437. El apóstata William Harris
dijo que «… los lotes que apenas le costaron un dólar se vendieron con
frecuencia por mil», Mormonism Portrayed (Varsovia, Illinois, 1841), p.
35. (El libro de Harris en realidad fue escrito por Thomas Sharp, en parte
por información proporcionada por Harris. Ver Warsaw Signal, 11 de
septiembre de 1844).
394] Nadie conoce mi historia

Hotchkiss con desesperación: «¡Por qué no ha hecho lo que


yo le ordené, solo Dios lo sabe!». Finalmente, el hombre
regresó a Nauvoo e hizo algún tipo de restitución, pero el
daño infligido al sistema de intercambio de tierras fue
irreparable.
La medida completa del doble juego de Galland no se
sintió, sin embargo, hasta finales de 1841, cuando todo el
enmarañado litigio sobre el Mestizaje fue finalmente
enderezado y sus actos resultaron inútiles en los tribunales.
Hombres que habían escapado de Missouri y se habían ido a
Iowa con pocos medios fueron ahora reducidos a la
mendicidad. Se había perdido un año de trabajo, y la
mayoría de las doscientas cincuenta familias que se habían
establecido al otro lado del río volvieron sin dinero a
Nauvoo11.
José instó continuamente a la industrialización de su
ciudad. A los recién llegados del este y de Inglaterra se les
dijo que pusieran su capital en molinos en vez de en tierras, y
José estableció la Asociación Agrícola y Manufacturera de
Nauvoo, con un capital social de 100.000 dólares, para
coordinar toda la actividad económica mormona. En dos
años la ciudad tenía dos grandes aserraderos de vapor, un
molino de harina de vapor, una fábrica de herramientas y
una fundición. Se hicieron planes para una fábrica de
porcelana, que sería manejada por conversos ingleses de las
alfarerías de Staffordshire.
A los granjeros convertidos que no tenían dinero para la
tierra se les permitía cultivar en una enorme granja
comunitaria a las afueras de Nauvoo. Los obreros y artesanos
cualificados que carecían de empleo trabajaban en el templo.

11 Hawk Eye and Patriot (Montrose, Iowa), octubre 7, 1841.


18 Nauvoo [395

Aunque su paga era incierta y consistía en donaciones de


comida y ropa, el trabajo en la enorme estructura era
siempre una labor de amor. Se esperaba que todos los
hombres de Nauvoo pasaran cada décimo día trabajando allí
o que dieran el equivalente en bienes o dinero. Un grupo fue
enviado a los pinares de Wisconsin, donde pasaron varios
inviernos cortando madera para la casa del Señor.
Sin embargo, el control autárquico de José no se daba
completamente por sentado. Una ordenanza municipal que
prohibía a cualquiera establecer un negocio en Nauvoo sin
una licencia del ayuntamiento —que el profeta controlaba—
despertó tanto resentimiento que fue derogada en mayo de
1842. Pero el propio José sentía que, en asuntos de negocios,
así como del espíritu, no tenía que responder ante nadie.
En enero de 1841 presentó a la iglesia una revelación de
Dios ordenando a los santos que construyeran un hotel. Los
detalles extraordinariamente mundanos de este
mandamiento no parecen haber preocupado a su pueblo: «…
No recibirán menos de cincuenta dólares por una acción de
esa casa, y se les permitirá recibir hasta quince mil dólares
de una sola persona por acciones de esa casa. Pero no se les
permitirá recibir más de quince mil dólares de una sola
persona… Y si destinan cualquier parte de ese capital a otro
objeto ajeno al de esa casa, sin el consentimiento del
accionista, y no pagan el cuádruple por las acciones que
hayan destinado a otro uso, serán maldecidos, y serán
movidos de su lugar, dice el Señor Dios; porque yo, el Señor,
soy Dios, y no seré burlado en ninguna de estas cosas12». La
revelación continuó entonces sin remordimiento alguno
concediendo a José una serie de habitaciones en el hotel para

12 Doctrina y convenios, Sección 124.


396] Nadie conoce mi historia

él y su posteridad «de generación en generación, por los


siglos de los siglos».
José había logrado de alguna manera soldar dos
principios antitéticos —había llegado a identificar la bondad
de Dios con la fabricación de dinero— y había logrado hacer
la unión agradable a sus santos.
Incrustada en el carácter de José estaba la común mezcla
yanqui de piedad y avaricia. Pero esta semilla la desarrolló
en un florecimiento especial. El verdadero místico se
preocupa por las cosas del espíritu, y en la medida en que se
ocupa de los asuntos mundanos, niega su vocación. Pero en
las revelaciones de José las lecciones sobre la naturaleza de
Dios y la orientación para el funcionamiento de una casa de
huéspedes se sientan una al lado de la otra —como Hiperión
y el sátiro— entronizadas en igual majestad.

LOS APÓSTOLES MORMONES que fueron a Inglaterra


habían visto el peor pánico de Norteamérica, y pensaron que
sabían algo sobre la pobreza que acompaña a la depresión
económica. Pero en Inglaterra encontraron, además de caos
financiero y desempleo, la espantosa vivienda de los barrios
bajos urbanos y una temible carga de impuestos que pesaba
sobre los delgados hombros de los pobres. Las odiadas Leyes
de los Cereales13 seguían vigentes, sofocando el comercio y
duplicando el costo del pan. Miles de trabajadores se
hacinaban en viviendas ocupadas, construidas sin agua ni
alcantarillado, y casi sin ventanas. Las huelgas esporádicas
fueron suprimidas con crueldad, y el movimiento reformista
conocido como cartismo14 fue considerado como el temible

13 NdT: Ver más datos en este enlace.


14 NdT: Ver más datos en este enlace sobre el cartismo.
18 Nauvoo [397

espectro de la revolución. George A. Smith escribió a


Nauvoo: «He visto más mendigos aquí en un día de los que
he visto en toda mi vida en Estados Unidos15».
Conmocionados por lo que encontraron, los élderes
mormones comenzaron a predicar la gloria de Norteamérica
junto con la gloria del evangelio. Brigham Young estaba
convencido de que la emigración era la única solución para la
«superpoblación» de Europa e hizo de esto el tema de
muchos de sus sermones. Pronto los misioneros publicaron
en Liverpool una pequeña revista llamada Millennial Star16,
que con frecuencia tenía el tono de un panfleto de
propaganda de una agencia inmobiliaria:
Vivir [en Norteamérica] cuesta alrededor de un octavo de lo
que cuesta en este país... millones y millones de acres de tierra se
extienden ante ellos sin ocupar, con un suelo tan rico como el
Edén, y una superficie tan lisa, clara y lista para el arado como el
paisaje de los parques de Inglaterra. En lugar de un pantano
solitario o un denso bosque lleno de salvajes, bestias salvajes y
serpientes, surgen grandes ciudades y pueblos en medio de ellos,
con escuelas, colegios y templos… donde hay espacio abundante
para más de cien millones de habitantes17…
En poco tiempo los apóstoles estaban convirtiendo a los
ingleses en miles. Su éxito desató un diluvio de panfletos
antimormones. Incluso el sofisticado Athenaeum de Londres
tomó nota de la nueva secta. «El mormonismo está
progresando rápidamente», señaló el 3 de abril de 1841,
«particularmente en los distritos de manufactura, y también
se está extendiendo en Wales. Además, sus conversos no
provienen de los rangos más bajos; los buscados y obtenidos

15 Times and Seasons, Vol. I (Noviembre 15, 1840), p. 223.


16 NdT: O «Estrella milenaria» en español.
17 Millennial Star, February 1, 1842.
398] Nadie conoce mi historia

por los apóstoles mormones son mecánicos y comerciantes


que han ahorrado un poco de dinero, que son notables por su
carácter moral, pero que están expuestos a la ilusión de
haber, como lo expresó el arzobispo Sharpe, “estudiado la
Biblia con una mente desequilibrada”».
Solo Londres fue sorda a la llamada a Sion. Heber Kimball
trabajó allí durante semanas antes de lavar el polvo de sus
pies y entregarla al diablo. «Encontramos a toda la ciudad
entregada a la codicia», escribió a casa, «... y todas las
puertas se cerraron contra nosotros. No dudamos en
pararnos en medio de las calles y, como Jonás, proclamar el
arrepentimiento a los habitantes... que están madurando en
la iniquidad y preparándose para la ira de Dios, y como el
buey que va al matadero, no saben el día de su visitación».
Doscientos conversos dejaron Inglaterra para ir a Nauvoo
en 1840. En 1841 el número saltó a 1.200 y al año siguiente a
1.600. «Preferían ser esclavos en América que morir de
hambre en este país», escribió Parley Pratt. «No puedo
retenerlos». Para 1844 había al menos 8.000 más clamando
por irse18.
Pocos apóstoles permanecieron en Gran Bretaña más de
un año. Pero antes de dejar su trabajo en manos de hombres
de menor jerarquía, habían organizado un sistema de
emigración que llegó a ser tan conocido por su honestidad y
eficiencia que fue citado en la Cámara de los Comunes como
un modelo a seguir por otras empresas. Los mormones
establecieron una oficina, fletaron sus propios barcos,

18Véanse las estadísticas de emigración compiladas por James Linforth


en Route from Liverpool to Great Salt Lake Valley (1855), págs. 14 y 15;
George J. Adams: A Few Plain Facts, etc. (Bedford, Inglaterra, 1841), p.
15; Joseph F. Smith, Jr: The Origin of the Reorganized Church (Salt Lake
City, 1907), p. 8.
18 Nauvoo [399

organizaron a los emigrantes para que hubiera suficiente


comida y agua, y cobraron menos de cuatro libras por el viaje
hasta New Orleans.
Gran parte del crédito por el éxito del sistema de
emigración se debió a Brigham Young, cuya cabeza para los
negocios era una de las más sólidas de la iglesia. Había sido
uno de los primeros apóstoles en regresar a Nauvoo, y fue
desde allí que dirigió la empresa misional. Y un mes después
de su regreso había persuadido al profeta para que cambiara
todos los asuntos de la iglesia del Sumo Consejo a los
apóstoles. José, sin embargo, aún conservaba la máxima
autoridad en asuntos financieros.
Pasó mucho tiempo antes de que Young lograra enderezar
las caóticas finanzas de Nauvoo, ya que las inversiones de
José con demasiada frecuencia no generaban nada. Aunque
muchos conversos ricos confiaron en el profeta con sus
fortunas19, aún así permaneció endeudado. En la primavera
de 1841 catalogó una lista de sus deudas pendientes y
encontró que ascendían a más de 70.000 dólares, además de
otros 33.000 dólares arrastrados de los días de Kirtland20.
No es sorprendente, por lo tanto, que mirara con interés la
ley de bancarrota que el Congreso aprobó en 1841 para
aliviar los apuros de la clase deudora.
Nadie en Washington, aparentemente, tenía ninguna
previsión en cuanto a la fabulosa popularidad de esta ley de

19A su llegada a Nauvoo, Edward Hunter, tercer obispo de la iglesia,


entregó sin dudarlo a José 7.000 dólares en efectivo y 4.000 en
mercancías. Improvement Era, Vol. XLIV (Agosto 1941), p. 493.
20 (Ver tabla adjunta.) Estas deudas fueron copiadas de un «programa
que establece una lista de demandantes, acreedores, su residencia y la
cantidad debida a cada uno», que se encuentra en la biblioteca de la
Iglesia Reorganizada. Las deudas de Kirtland ya han sido enumeradas en
la página 205.
400] Nadie conoce mi historia

MONTOS ADEUDADOS

A los Estados Unidos de América, 10 de setiembre de $4,866.38


1840

A Horace R. Hotchkiss & Co., Fair Haven, Conn. 50.000,00

A John Wilkie, Nauvoo 2.700,00

A Wm. Backenstos and Jacob Backenstos, Carthage 1.000,00

A John ? (nombre ilegible) 1.100,00

A Truman Blodget 100,00

A William F. Cahoon, Nauvoo 500,00

A la finca de Edward Partridge, Nauvoo 10.000,00

A Amos Davis, Nauvoo 2.800,00

Total $73.066,38

bancarrota. En el breve período de su aplicación, se


eliminaron 440 millones de pasivos por 44 millones de
activos. Cuando el Congreso volvió a entrar en sesión, derogó
la ley apresuradamente. Pero mientras tanto el profeta
mormón, junto con sus hermanos Hyrum y Samuel, y un
montón de destacados dignatarios mormones, se habían
unido a la estampida21.

FUE un mal día en el verano de 1840, algunos meses


después de su regreso de Washington, que José bautizó en la
iglesia al Dr. John Cook Bennett. Había sido instructor de
«partería» en una desconocida universidad de Ohio, y ahora
era secretario de la Sociedad Médica de Illinois e intendente

21Véase la notificación del procedimiento de quiebra de José en la Wasp


(Nauvoo, Illinois), 7 de mayo de 1842. Véase también History of the
Church, Vol., IV, pp. 594, 600; Vol. V, pp. 6-7, 200.
18 Nauvoo [401

general de la milicia de Illinois. Tenía treinta y cinco años —


la misma edad que el profeta— pero su figura corta y
elegante y su tez oscura contrastaban con la magnificencia
rubia y descuidada de José. Emma desconfió desde el
principio de los modales simples y vivaces de Bennett y de su
lenguaje superficial, mientras que José se sintió atraído
inmediatamente.
Antes de llegar a Nauvoo, Bennett había escrito al profeta
un aluvión de cartas proclamando sus propias virtudes
especiales con el tipo de retórica extravagante que más
fácilmente cegaba a José del verdadero carácter de un
hombre. El profeta había redactado una serie de estatutos
que incorporaban la ciudad de Nauvoo, que preveían una
universidad y que pedían la organización de un cuerpo de
milicia que se llamaría Legión de Nauvoo. El estatuto de la
ciudad daba al consejo de la ciudad de Nauvoo el poder de
«hacer, ordenar, establecer y ejecutar todas las ordenanzas
que no fueran contrarias a la Constitución de los Estados
Unidos o de este Estado», una redacción ingeniosa que José
interpretó más tarde en el sentido más amplio posible. La
Legión de Nauvoo iba a ser técnicamente una parte de la
milicia del estado, pero en realidad un cuerpo militar
autónomo cuyo comandante sería responsable solo ante el
gobernador. Bennett prometió que podría impulsar estos
estatutos a través de la legislatura de Illinois.
Los mormones en este momento estaban en una posición
estratégica para negociar el favor legislativo. Amargados con
el Partido Demócrata por la indiferencia de Van Buren,
habían votado por la candidatura de Whig en las elecciones
de noviembre de 1840, excepto por un candidato. Para dar
sus votos a un demócrata, James H. Ralston, que le había
hecho algunos favores al profeta, tacharon el nombre que
402] Nadie conoce mi historia

resultó ser el último en la lista de los Whig. El candidato


rechazado era un desconocido joven político llamado
Abraham Lincoln22.
A pesar de esta demostración de preferencia por Whig,
José Smith dejó claro que su pueblo no se uniría a ninguno
de los dos partidos, sino que se mantendría libre para votar
según los servicios prestados. Como resultado, la sesión
legislativa de 1840-41 vio a cada partido tropezar con el otro
en sus frenéticos esfuerzos por ganar el voto mormón, que ya
contaba mucho en el balance de la política de Illinois.
Bennett se presentó a los líderes de ambos partidos, y los
acogió por igual con promesas de favor mormón. Los
estatutos fueron aprobados apresuradamente por ambas
cámaras y fueron aprobados por votación verbal sin ser
leídos, excepto por el título. Bennett escribió de vuelta de
forma exultante al profeta: «Cada poder que pedimos ha sido
concedido, cada petición satisfecha, cada deseo cumplido».
Incluso Lincoln, dijo, «tuvo la magnanimidad de votar por
nuestro acto, y se acercó, después del voto final a la barra de
la cámara, y me felicitó cordialmente por su aprobación23».
La consecución de los estatutos de Nauvoo fue la primera
gran victoria política de José, y le hizo sentirse
inconmensurablemente obligado a Bennett. Por lo tanto, no
es sorprendente que cuando los horribles rumores de su
libertinaje y despilfarro le alcanzaron en Nauvoo, José los
desestimara rápidamente. Cuando Hyrum supo en un viaje al
este que Bennett había abandonado a su esposa y dos hijos y
había sido expulsado de la logia masónica por conducta

22 History of the Church, Vol. IV, p. 248.


23Carta de Springfield, 16 de diciembre de 1840. History of the Church,
Vol. IV, p. 248. Véase también Thomas Ford: History of Illinois, p. 263.
18 Nauvoo [403

inescrupulosa, escribió de ello a José24, pero el profeta


archivó la carta en su cajón.
Menos de un año después de su llegada a Nauvoo,
Bennett se había convertido en «presidente asistente» de la
iglesia. Rigdon nunca había sido depuesto como Primer
Consejero, pero estaba prácticamente postrado en la cama
desde su liberación de la cárcel y Bennett asumió todos sus
deberes. Además, Bennett se convirtió en alcalde de la
ciudad, canciller de la Universidad de Nauvoo y brigadier
general de la Legión de Nauvoo, segundo al mando de José.
En una revelación, el Señor lo declaró bendito: «He visto la
obra que ha hecho, la cual acepto si continúa, y lo coronaré
con bendiciones y gran gloria25».
Bennett fue el amigo y consejero más íntimo de José
durante un año y medio. Aunque durante este período
Nauvoo se estaba convirtiendo rápidamente en la ciudad más
notoria de Illinois, por fuera era un modelo de decoro. No
había una taberna en la ciudad, y si un hombre quería beber
tenía que comprar su güisqui en una tienda especialmente
autorizada por el alcalde y llevárselo a casa. «Si quiere
retirarse del ruido de las canciones bacanales», dijo el Times
and Seasons, «las peleas de medianoche, y las escenas de
borrachera que deshonran a tantas de nuestras ciudades y
pueblos, venga a Nauvoo: no se permiten tales
procedimientos26».
Durante un tiempo la ciudad tuvo un burdel, a una
manzana del templo, que usaba una tienda de comestibles
como fachada. Pero cuando unos pillos garabatearon

24 History of the Church, Vol. V, p. 37.


25 Ibíd., Vol. IV, p. 341, y Doctrina y convenios, sección 124, versículo 17.
26 Times and Seasons, Vol. II (Agosto 2, 1841), p. 496.
404] Nadie conoce mi historia

ocurrencias sobre sus ásperas tablas y un editor poco amable


de Montrose, Iowa, acusó astutamente al profeta de ser
cómplice del «naufragio solitario de la locura», el
ayuntamiento de Nauvoo lo declaró una molestia —contra las
protestas, se dijo, del mundano John C. Bennett— y una
delegación de la Legión lo volcó hacia atrás sobre el borde de
un barranco, donde se estrelló hasta el fondo27.
La santidad santurrona de Nauvoo no la hizo querer a sus
ciudades hermanas. Les molestaba el Consejo Municipal de
habla piadosa, que aprobaba una ordenanza amenazando a
los vagabundos, a las personas ociosas y a los que no podían
«dar buena cuenta de sí mismos» con una multa de
quinientos dólares y una pena de seis meses de cárcel por el
mero hecho de haber utilizado «lenguaje profano o
indecente». ¿Tenía una secta el derecho de imponer sus
propias normas al visitante ocasional?, se preguntaban. ¿O
no era esta ordenanza un dispositivo para mantener a los no
mormones fuera de la ciudad? ¿Qué es lo que estos «santos»
estaban tan ansiosos por ocultar?
El epíteto «comunidad de esposas» llegó a aplicarse más y
más a la ciudad santa. Un órgano tan prominente como el
New York Herald, el 16 de mayo de 1842 reportó el rumor de
que en Nauvoo hombres y mujeres «se conectaban en
relaciones sexuales promiscuas sin tener en cuenta los
sagrados lazos del matrimonio». El solitario ministro
presbiteriano del condado de Hancock escribió a un
compañero pastor el 3 de mayo de 1842: «Supongo que
Nauvoo es un sumidero de libertinaje y de toda especie de

27 Ibíd., Vol. III (noviembre 15, 1841), p. 599, y Wasp, Vol. I, No. 26
(octubre 15, 1842).
18 Nauvoo [405

Teniente general José Smith


406] Nadie conoce mi historia

El Templo de Nauvoo
18 Nauvoo [407

abominación como lo fueron Sodoma o Nínive28».


Historias de robos, de cualquier origen, les fueron
atribuidas a los mormones por las comunidades periféricas,
y se convirtió en un chisme común que el mismo José
sancionaba «ordeñar a los gentiles». Este último rumor fue
combatido por el profeta enérgicamente. El condado de
Hancock siempre había sido un escondite para los piratas del
río, y algunos de estos dudosos ciudadanos se unieron a los
mormones, esperando encontrar refugio de la ley en el seno
de la iglesia. José excomulgó a todos los que pudo atrapar y
denunció el uso de su nombre como escudo para su infamia.
Algunos pensadores creían que Nauvoo era una guarida
de libertinaje o un escondite para los forajidos de
Mississippi. James Gordon Bennett, el editor urbano del
New York Herald, aunque no era tímido a la hora de
imprimir insinuaciones salaces sobre la ciudad, siempre tuvo
cuidado de imprimir las negaciones de los mormones, y en
sus editoriales normalmente se ponía del lado de los
mormones. Este Bennett tomó un interés peculiar en José
Smith y le dio una publicidad extraordinariamente buena.
Dijo un editorial el 19 de enero de 1842:
Aquí hay un nuevo profeta, que comenzó a existir en los verdes
valles y las encantadoras pequeñas colinas de la ciudad de
Manchester, en el condado de Ontario, New York —dejando New
York como Moisés dejó Egipto vagando por las salvajes praderas
del oeste, mientras el gran legislador judío vagaba por el desierto
de Sion— y finalmente estableció una ciudad santa y un nuevo
imperio religioso en el Mississippi, que cuenta con 10.000
personas en la ciudad y 30.000 más allá de sus límites con un
espléndido templo para el culto público, y una organización
militar de 1500 tropas «bastante bien» disciplinadas.

28 Carta del reverendo W. M. King a Absolom Peters, publicada en el


Illinois State Historical Society Journal, Vol. XXXII, No. 2 (junio 1939).
408] Nadie conoce mi historia

Esto presenta un germen de civilización religiosa, novedoso,


conmovedor, acogedor, maravilloso y extraordinario… todos los
sacerdotes y filósofos de la época pueden tomar una lección de Joe
Smith, que parece haber dado en el clavo exactamente, al unir fe y
práctica de la fantasía y los hechos —religión y filosofía— cielo y
tierra, para formar el germen de una nueva civilización religiosa,
unida en el amor y la templanza —en la industria y la energía—
que puede revolucionar toda la tierra uno de estos días.
Evidentemente Joe Smith no es ningún tonto: él sabe lo que es.
Adelante, muchacho.
Pocos visitantes de Nauvoo tenían la percepción del editor
de New York o su imaginación, o tenían alguna idea de las
potencialidades del movimiento mormón. Pero muchos de
ellos estaban preocupados por la inconfundible atmósfera
militar que impregnaba la ciudad. Cada pueblo del estado
tenía su grupo de milicia, que desfilaba en los días de
reunión de una manera improvisada y descuidada y se dirigía
a la taberna cuando la polvorienta marcha había terminado.
La Legión de Nauvoo, sin embargo, se consideraba a sí
misma como el ejército del Señor, entrenaba regularmente y
con esfuerzo, y se jactaba de tener oficiales elegantemente
uniformados. Todo hombre sano entre dieciocho y cuarenta
y cinco años era obligado a unirse, y se imponían fuertes
multas por no presentarse al desfile. En enero de 1842 la
Legión tenía una dotación de 2.000 hombres.
John Cook Bennett utilizó su posición como intendente
general de la milicia de Illinois para conseguir tres piezas de
cañón y unos doscientos cincuenta puestos de armas
pequeñas, lo que alarmó el rumor de los gentiles que
aumentó a treinta piezas de cañón y unos cinco o seis mil
mosquetes. Bennett se encargó de organizar la Legión como
un cuerpo de fusileros, mientras que las unidades más
antiguas del estado estaban armadas principalmente con
18 Nauvoo [409

espadas y mosquetes29. Creyéndose un estratega sin igual,


nunca estuvo tan contento como cuando se le comparó con
Napoleón.
José solicitó —y recibió— del gobernador Carlin la
comisión de teniente general y a partir de entonces bromeó
frecuentemente sobre su superioridad por encima todos los
oficiales militares de los Estados Unidos. Llegó a preferir el
título de «general» incluso al de «presidente» y lo usó en
gran parte de su correspondencia. Su uniforme estaba
elegantemente diseñado: un abrigo azul con un abundante
suministro de trenza dorada, pantalones de color azul, botas
militares altas y un hermoso sombrero con plumas de
avestruz. En su cadera llevaba una espada y dos grandes
pistolas de arzón. Deleitándose con la pompa y el esplendor
de los desfiles, convocaba a la Legión en cada ocasión
posible, marchando a la cabeza de su magnífico semental
negro, Charlie.
El espíritu militar contagió a todos los chicos de Nauvoo,
y José, con la mirada puesta siempre en el futuro, pronto los
organizó en un cuerpo militar propio. Entre cuatrocientos y
seiscientos desfilaban y entrenaban con tanto entusiasmo
como sus padres.
El hijo mayor de José, que era miembro del ejército de
niños, participó en la memorable ocasión en que decidieron
invadir Nauvoo. La Legión, preparada para dar un buen
susto a los muchachos, se alineó para recibirlos. Los
hombres no sabían que el cuerpo juvenil había saqueado las
cocinas de sus madres de todas las ollas y sartenes
disponibles en la ciudad, y cuando los muchachos salieron
del bosque, golpeando las ollas y gritando, los caballos de la

29Ver Thomas Ford: History of Illinois, p. 267, y Times and Seasons,


Vol. II, p. 419.
410] Nadie conoce mi historia

Legión entraron en pánico y se negaron a atacar. Finalmente,


el profeta, que estaba viendo la escena montado en el
imperturbable Charlie, espoleó al gran semental hacia
adelante, directamente hacia los chicos que se acercaban. Se
dispersaron ágilmente, la invasión se repelió y el profeta se
convirtió en el héroe del día30.
La Legión no era un mero juguete para satisfacer el amor
de José por el espectáculo. Era ante todo un baluarte contra
Missouri, ya que legalmente el profeta seguía siendo un
fugitivo de la justicia y podía esperar que se le entregaran
órdenes judiciales sin previo aviso. A medida que pasaba el
tiempo y los rumores de la llegada de los alguaciles de
Missouri se filtraban persistentemente a Nauvoo, José llegó a
temer la extradición más que nada en el mundo.
A mediados de septiembre de 1840 el primer sheriff se
materializó, llevando una orden judicial para José del
gobernador Reynolds de Missouri, reforzada por una
demanda del gobernador de Illinois, Thomas Carlin. Cuando
José se enteró del acercamiento del sheriff, inmediatamente
se escondió. El sheriff devolvió la orden judicial a Carlin y no
hizo más esfuerzos para atrapar a su presa.
A partir de entonces José nombró una guardia de doce
hombres, sus más duros luchadores y sus más devotos
amigos. Entre ellos estaban Porter Rockwell, William
Hickman, Hosea Stout, Jonathan Holmes y John D. Lee. Los
guardaespaldas, vestidos con uniformes blancos, hacían un
bonito espectáculo marchando y girando alrededor de la
figura uniformada de su jefe en los desfiles de la Legión.
Aparentemente este grupo era el único remanente de la
banda danita, aunque no todos los guardaespaldas habían

30 «Memoirs of President Joseph Smith», Saints Herald, January 1, 1935,


p. 16.
18 Nauvoo [411

sido danitas en Missouri. Lee, que se hacía llamar el Séptimo


Danita, fue designado para vigilar el hogar de José. «Era mi
deber hacer lo que se me ordenaba», escribió en su
autobiografía, «y no hacer preguntas».
Ocho meses después de la llegada del primer sheriff de
Missouri, apareció un segundo, apoyado por un pelotón.
Interceptaron a José cuando regresaba sin escolta a Nauvoo
después de una visita con el gobernador Carlin, quien
aparentemente conocía y aprobaba el plan de antemano. La
incautación fue un secuestro virtual. No fue hasta que fue
llevado a Quincy, el último pueblo entre él y un calabozo de
Missouri, que pudo obtener una orden de habeas corpus.
Este respiro fue suficiente para salvarlo. Stephen A.
Douglas, juez de la Corte Suprema de Illinois, que
casualmente estaba en Quincy, se ofreció a probar la validez
de la orden de Missouri en la cercana Monmouth. Entonces
tres destacados abogados de Whig —que sospechaban que el
motivo de Douglas era en gran medida político, ya que era el
jefe nominal del Partido Demócrata de Illinois— se
apresuraron a Monmouth para tener el privilegio de
defender al profeta. Con ambos partidos políticos detrás de
él, José tenía poco que temer.
Douglas lo liberó por un tecnicismo, decretando que el
escrito estaba caducado ya que había sido devuelto al
gobernador en septiembre de 1840. Se negó a juzgar el caso
por sus méritos, ya que no había ningún precedente que le
guiara en la cuestión de la extradición, que implicaba, dijo,
«grandes e importantes consideraciones relativas a la futura
conducta de los diferentes estados».
José estaba libre, pero seguía siendo un fugitivo y nunca
pudo tener la certeza de que todo el proceso no se repetiría
412] Nadie conoce mi historia

algún día, con el juez decidiendo en su contra. Para enfrentar


ese día, planeaba tener un ejército en reserva.
John C. Bennett, sin embargo, miraba a la Legión con una
imaginación mucho más agresiva. En Times and Seasons
publicó una serie de artículos bajo el seudónimo de «Joab,
general de Israel», que dejaba claro que la iglesia mormona
era ahora un poder capaz de vengar los males que se le
habían infligido, con la espada si era necesario.
Al principio la columna de Bennett era en gran parte
alegórica y ampulosa. Pero se convirtió en un duro desafío a
Missouri para la restitución de la propiedad mormona: «La
sangre de los mormones asesinados clama en voz alta por
ayuda, y la restauración de las herencias de los santos; y Dios
ha escuchado el clamor; y si la batalla moral debe ser
peleada, y la victoria ganada, el que responda por fuego hará
que la espada y la llama cumplan su función, y de nuevo
hará que la Constitución y las Leyes sean primordiales a
cualquier otra consideración; y juro por el Señor Dios de
Israel, que la espada no se apartará de mi muslo, ni el escudo
de mi brazo, hasta que la confianza se consuma, y el dragón
ardiente de cabeza de hidra sea asesinado31».
Las columnas de Bennett enfurecieron a los gentiles y
dieron sustancia a la idea difundida de que los mormones
pretendían recuperar por la espada sus bienes perdidos. Por
accidente o designio, un oficial de artillería de los Estados
Unidos fue testigo de un desfile de la Legión en Nauvoo el 7
de mayo de 1842. Al New York Herald, que publicó su
artículo el 17 de junio, escribió emocionado:
¿Qué significa todo esto? ¿Por qué esta exacta disciplina del
cuerpo mormón? ¿Piensan conquistar Missouri, Illinois, México?
Es cierto que forman parte de la milicia del Estado de Illinois, por

31 Times and Seasons, Vol. III (March 15, 1842), p. 724.


18 Nauvoo [413

el estatuto de su Legión, pero entonces no hay tropas en los


Estados como ellos en punto de entusiasmo y aspecto bélico, sí de
carácter bélico. Dentro de muchos años esta Legión será de veinte,
y tal vez cincuenta mil, y seguirá aumentando. Una hueste
temerosa, llena de entusiasmo religioso, y dirigida por oficiales
ambiciosos y talentosos, ¿qué puede no ser afectado por ellos? Tal
vez la subversión de la constitución de los Estados Unidos, y si
esto se considerara una tarea demasiado grande, la conquista
extranjera ciertamente seguirá. México caerá en sus manos,
incluso si Texas lo toma primero…
He visto sus planes [de Bennett] para la fortificación de
Nauvoo, que son iguales a cualquiera de los de Vauban32… Llegará
el momento en que esta multitud de fanáticos religiosos hará
temblar al país hasta el centro. ¡Un imperio occidental es seguro!

32 NdT: Ver este enlace.


414] Nadie conoce mi historia
Capítulo 19
Misterios del reino

L
A MEMORIA DE UN HOMBRE está destinada a
ser una distorsión de su pasado conforme a sus
intereses presentes, y la autobiografía más fiel es
probable que refleje menos lo que un hombre fue que en lo
que se ha convertido. José Smith siempre dictó su diario con
una intensa conciencia de su audiencia, y en la década de
1840, cuando comenzó a escribir en serio la historia oficial
de su iglesia para la edificación de la posteridad, reconstruyó
su pasado como solo un célebre profeta del siglo XIX lo
habría vivido. Todo era de un solo color, una sucesión de
milagros y revelaciones, y en ningún sentido una evolución.
Se convirtió, de hecho, en un escondite casi impenetrable,
donde se ocultó detrás de un flujo perpetuo de palabras.
Comenzó la historia de su vida con la fabulosa visión del
Padre y el Hijo, que en 1842 —cuando se publicó el relato por
primera vez— se remontaba a veintidós años atrás1. No
importa si se trata de una elaboración sobre un vívido sueño
de la infancia o de una fantasía tejida con cuentos milagrosos
a medio recordar. Las imágenes de los sueños le llegaban
fácilmente y con un color tan intenso y un detalle tan
exuberante que el asunto de la exactitud o la cronología no

1Se imprimió por primera vez en Times and Seasons, Vol. III, 1 de marzo
de 1842, aunque un breve relato de Orson Pratt se publicó en 1840 en
Remarkable Visions.
416] Nadie conoce mi historia

tenía importancia. Cuando describió la visión en una carta a


John Wentworth, editor del Chicago Democrat, que había
pedido la historia de su vida, fue algo sustancial en su
memoria.
A medida que su fama aumentaba, José se preocupaba
cada vez más por el registro de su vida. Todo en su pasado
fue interpretado para aumentar la gloria del presente. «La
historia debe continuar y no ser perturbada», escribió, «ya
que hay pocos temas por los que he sentido mayor
ansiedad2».
El Libro de Mormón debe haber sido una fuente secreta
de preocupación. Ediciones posteriores habían corregido
muchos de los errores gramaticales y ortográficos, pero el
libro seguía siendo cuestionado por los lectores críticos.
Como editor del Times and Seasons José publicó extractos
de Ethan Smith, Josiah Priest y Alexander von Humboldt e
instó a su gente a leer los Incidents of Travel in Central
America de Stephens, todo lo cual parecía corroborar la
historia del Libro de Mormón3.
Todos los «testigos» de las planchas de oro, excepto sus
dos hermanos, Samuel y Hyrum, habían muerto o
abandonado la iglesia. Oliver Cowdery se había llevado una
copia del manuscrito al apostatar, dejando la otra como el
único recordatorio tangible del origen del libro. Este
manuscrito José decidió enterrarlo en la piedra angular de la
mansión de Nauvoo, junto con algunas otras reliquias, e
interrumpió la ceremonia de colocación de la piedra para
traer el manuscrito desde su casa. Ebenezer Robinson se
sorprendió al oírle decir mientras hojeaba las páginas para

2 History of the Church, Vol. VI, p. 66.


3 Ver Times and Seasons, June 15, July 15, y August 15, 1842.
18 Nauvoo [417

asegurarse de que estaba completo: «Ya he tenido suficientes


problemas con esta cosa4».
José nunca se disculpó por el Libro de Mormón. Lo llamó
sin rodeos «el más correcto de todos los libros de la tierra, y
la piedra angular de nuestra religión». No hay duda, sin
embargo, de que podría ser picado por las duras críticas
dirigidas al mismo. Eber D. Howe señaló una vez que el
nombre Mormón provenía de una palabra griega que
significaba «monstruo» y en el uso moderno se refería a un
babuino particularmente horrible. A lo largo de los años este
poco de investigación filológica lo habían repetido una y otra
vez los escritores antimormones, hasta que finalmente José
lo contrarrestó con un poco de investigación e imaginación
(por su cuenta):
Se ha dicho que esta palabra se deriva de la palabra griega
mormo. Este no es el caso. No había griego ni latín en las planchas
de las que, por la gracia de Dios, traduje el Libro de Mormón…
Decimos del sajón, good; del danés, god; del gótico, goda; del
alemán, gut; del holandés, goed; del latín, bonus; del griego,
kalos; del hebreo, tob; y del egipcio, mon. Por lo tanto, con la
adición de more5, o la contracción mor, tenemos la palabra
mormón; que significa, literalmente, muy bueno6.
La cuidadosa revisión de su propia y asombrosa carrera
que implicaba escribir su historia llenó a José de un
sentimiento de asombro. Aunque rara vez se colaba en la
narración, no podía reprimirla en sus sermones y cartas. «En
cuanto a los peligros por los que estoy llamado a pasar», dijo,

4 The Return, Vol. II (August 1890), p. 315.


5 NdT: que significa «más» en inglés.
6 Times and Seasons, Vol. IV (15 de mayo de 1843), p.194. La mayor
parte de este ensayo fue omitido de la History of the Church. Ver Vol. V,
p. 400.
418] Nadie conoce mi historia

«me parecen poca cosa, ya que la envidia y la ira del hombre


han sido mi destino común todos los días de mi vida; y por
qué causa parece misterioso, a menos que haya sido
ordenado desde antes de la fundación del mundo, para algún
fin bueno o malo… Pero, sin embargo, estoy acostumbrado a
nadar en aguas profundas; todo se ha convertido en una
segunda naturaleza para mí7».
Durante los años de Nauvoo, llenos de demandas,
arrestos e intrigas entre su propio pueblo, José encontró
tiempo no solo para escribir la historia de su iglesia, sino
también para llevar la teología mormona a su pleno
florecimiento. Sus enseñanzas fueron raramente presentadas
como revelaciones; fueron introducidas en sermones o
impartidas en secreto.
Solo dos revelaciones de importancia aparecieron en los
cuatro años de Nauvoo; sin embargo no hubo un período
más fructífero en el pensamiento de José. Dado que la gran
masa amorfa de revelaciones reunidas en Doctrina y
convenios era difícil de manejar como guía para su pueblo,
pasó un tiempo considerable elaborando un credo
simplificado y lúcido. Esto tomó la forma de trece «artículos
de fe», que se convirtieron en la base funcional de la doctrina
mormona:
Creemos en Dios el Padre eterno, y en su Hijo Jesucristo, y en
el Espíritu Santo.
Creemos que los hombres serán castigados por sus propios
pecados, y no por la transgresión de Adán.
Creemos que por la expiación de Cristo toda la humanidad
puede ser salvada por la obediencia a las leyes y ordenanzas del
Evangelio.

7Letter to the Saints, escrita el 1 de septiembre de 1842. History of the


Church, Vol. V, p. 143.
18 Nauvoo [419

Creemos que los primeros principios y ordenanzas del


Evangelio son: (1) Fe en el Señor Jesucristo; (2) Arrepentimiento;
(3) Bautismo por inmersión para la remisión de los pecados: (4)
Imposición de manos para el don del Espíritu Santo.
Creemos que el hombre debe ser llamado por Dios por profecía
y la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad, a
fin de que pueda predicar el Evangelio y administrar sus
ordenanzas.
Creemos en la misma organización que existió en la Iglesia
primitiva; es decir, apóstoles, profetas, pastores, maestros,
evangelistas, etc.
Creemos en el don de lenguas, profecía, revelación, visiones,
sanidades, interpretación de lenguas, etc.
Creemos que la Biblia es la palabra de Dios, hasta donde esté
traducida correctamente; también creemos que el Libro de
Mormón es la palabra de Dios.
Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente
revela, y creemos que aún revelará muchos asuntos grandes e
importantes pertenecientes al reino de Dios.
Creemos en la congregación literal de Israel y en la
restauración de las diez tribus; que Sion será construida sobre este
continente [el americano]; que Cristo reinará personalmente sobre
la tierra, y que la tierra será renovada y recibirá su gloria
paradisíaca.
Reclamamos el privilegio de adorar a Dios Todopoderoso
conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y
concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: adoren
cómo, dónde o lo que deseen.
Creemos en estar sujetos a reyes, presidentes, gobernantes y
magistrados, en obedecer, honrar y sostener la ley.
Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes,
virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; de hecho,
podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: «Todo lo
creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y
420] Nadie conoce mi historia

esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o


bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto
aspiramos».
Excepto por la referencia al Libro de Mormón y la
doctrina de la revelación continua, había muy poco en este
credo al que un cristiano que leyera la Biblia pudiera objetar,
sino simplemente porque había muy poco en él que fuera del
todo nuevo. En realidad, era solo el primer peldaño en la
escalera de la teología mormona. Ignoraba la Orden de Enoc,
que había figurado tan prominentemente en la historia
temprana de la iglesia, porque José había terminado con ella
para siempre8. No mencionaba la doctrina de la pluralidad
de dioses, que era uno de los pilares de la nueva filosofía. Y
ni siquiera insinuaba el nuevo y rápido desarrollo del ritual
del templo.
En la primavera de 1842 los simples ritos de lavamiento y
unción que se habían realizado en el templo de Kirtland se
transformaron en un complicado y misterioso ceremonial,
que durante un tiempo se mantuvo tan secreto como la
poligamia. Al principio solo se permitía la iniciación de los
hombres, pero en la primavera de 1844 se concedió el mismo
privilegio a las mujeres9. La sucesión de apóstatas que
exponían los misterios del templo solía insinuar una gran
orgía sexual. En realidad, no había nada asqueroso o
repugnante en la ceremonia. Cada iniciado era lavado y

8José escribió en su diario el 24 de septiembre de 1843: «Prediqué en el


estrado cerca de una hora sobre el 2º capítulo de Hechos, con el
propósito de mostrar la locura de las sociedades que tienen todo en
común. En Nauvoo cada uno es mayordomo sobre lo suyo».
9Heber C. Kimball en su diario, pp. 14-15, señaló que su esposa, Vilate,
había sido lavada, ungida y sellada por Emma Smith. Esto lo cita su hija,
Helen Mar Whitney, en Plural Marriage as Taught by the Prophet
Joseph (Salt Lake City, 1882).
18 Nauvoo [421

ungido por un miembro de su propio género y luego se vestía


con una ropa interior especial cubierta con una modesto y
fluido manto. El ritual de purificación era como sigue:
Hermano, teniendo autoridad, te lavo para que quedes limpio
de la sangre y los pecados de esta generación. Lavo tu cabeza para
que tu cerebro trabaje con claridad y sea rápido en discernimiento;
tus ojos para que veas con claridad y disciernas las cosas de Dios;
tus oídos para que escuchen la palabra del Señor; tu boca y tus
labios para que no hablen con engaño; tus brazos para que sean
fuertes para empuñar la espada en defensa de la verdad y la
virtud; tu pecho y órganos vitales para que se fortalezcan sus
funciones; tus lomos y riñones para que tú seas fructífero en la
propagación de una buena semilla; tus piernas y pies para que
corras sin fatigarte y andes sin desmayar10.
La estrecha afinidad de los ritos religiosos y fálicos es
hecho habitual en la historia social, y el ritual mormón sin
duda tuvo sus raíces en los mismos impulsos inconscientes
que llevaron al profeta a la poligamia. La ceremonia de
investidura era esencialmente un culto a la fertilidad, pero su
naturaleza básica estaba tan camuflada que solo los
escépticos sentían indignación.
Gran parte de la ceremonia realizada después de los
rituales de lavamiento y unción se tomó de los masones.
Desde su temprana juventud en Palmyra José había
conocido la vieja leyenda masónica de que la masonería se

10W. M. Paden: Temple Mormonism, its Evolution, Ritual and Meaning


(New York, 1931), pp. 14 15. Para la descripción más temprana de las
ceremonias de investidura ver I. M. Van Dusen: The Sublime and
Ridiculous Blended (New York, 1848).
422] Nadie conoce mi historia

remontaba a la época del templo de Salomón11. Aunque había


salpicado el Libro de Mormón con restricciones
antimasónicas derivadas de la histeria de Morgan, hacía
tiempo que había perdido su hostilidad hacia el oficio. La
masonería era ahora tan respetable como antes de 1827, y
cuando el juez James Adams, Gran Maestro Adjunto de la
Orden Masónica de Illinois, le instó a establecer una logia en
Nauvoo, accedió de inmediato.
La logia se instaló formalmente el 15 de marzo de 1842,
con sede en la gran sala sobre la tienda de José. John C.
Bennett era secretario12. José se convirtió en masón de
primer grado la noche de la instalación, y la noche siguiente
se elevó al grado sublime. Su interés en la masonería se
volvió tan contagioso que muchos élderes mormones se
apresuraron a seguir su ejemplo, y en seis meses la logia
tenía 286 candidatos. Esta acumulación dejó a las logias no
mormonas atónitas, ya que en 1842 el total de miembros en
todo Illinois era solo 227. Vieron en este crecimiento no solo
una degeneración de la teoría de membresía selectiva, sino
también una amenaza para controlar la Gran Logia de
Springfield13.
No hay duda de que el principal interés de José en la
masonería estaba en su ritual. Como Salomón, era un

11El Palmyra Register del 10 de enero de 1821 citaba al Masonic Register


de la siguiente manera: «Salomón fue dotado de sabiduría de lo alto para
diseñar el proyecto; convocó a los artesanos, y el templo de nuestro Dios
fue comenzado y terminado únicamente por manos masónicas». En
realidad, la masonería data de alrededor del siglo XIII. Se originó en Gran
Bretaña como un gremio comercial, aunque incorporó algunos símbolos
que se remontan a varios cultos mistéricos de la antigüedad.
12 Ver Wasp, April 30, 1842. y History of the Church. Vol. IV; pp. 550-2.
13John C. Reynolds: History of the M. W. Grand Lodge of Illinois,
Ancient, Free, and Accepted Masons (Springfield, 1869), p. 166.
18 Nauvoo [423

constructor de templos. Todo lo que había llegado a través de


los tiempos que era de valor pretendía incorporarlo a su
iglesia. Seis semanas después de la instalación de la logia,
llamó a siete de sus principales hombres masones, el Gran
Maestro James Adams, entre ellos, y los instruyó «sobre los
principios y el orden del sacerdocio, atendiendo a los
lavamientos, unciones, investiduras y la comunicación de las
llaves». En este consejo, dijo, «se instituyó el orden antiguo
de las cosas por primera vez en estos últimos días». Este
orden era un elaborado ritual diseñado para ser ejecutado en
el templo de Nauvoo. La ceremonia, que durante un tiempo
se mantuvo completamente en secreto, estaba reservada a
los fieles, que creían que era la suma de todas las
bendiciones espirituales.
Los hombres eran desnudados, lavados, ungidos, y luego,
como en la ceremonia masónica, vestidos con una
«prenda14» especial que se ceñía con cordones o botones de
hueso, estando prohibido el metal. Según John C. Bennett,
esta prenda al principio era una especie de camisa, que se
usaba solo durante la ceremonia y luego se ocultaba como
una especie de protección en contra de los Ángeles
Destructores. Pero pronto se transformó en una prenda
antiestética y utilitaria de ropa interior larga, que el novato
debía usar siempre —según fuera instruido— como
protección contra el mal.
La escuadra masónica y el compás se cortaban en la ropa
sobre el pecho y se hacía un tajo en la rodilla. Al principio el
tajo en la rodilla era aparentemente lo suficientemente
profundo para penetrar la carne y dejar una cicatriz, pero
esta práctica fue eventualmente abandonada como resultado

14 NdT: también conocida en español como gárment.


424] Nadie conoce mi historia

de las protestas de las mujeres mormonas. También había un


corte en la prenda a través del abdomen, símbolo del
destripamiento que sería el destino de cualquiera que
revelara los secretos sagrados.
Después de prestar juramento de mantener todo en
secreto, el iniciado se vestía con ropas blancas y se le
permitía ser testigo de un largo drama alegórico que
representaba la creación de la tierra y la caída de Adán. Se
dice que José tomó el papel de Dios, Hyrum Smith el de
Cristo, y el Obispo George Miller el del Espíritu Santo. El
drama seguía el lenguaje de Génesis, y presentaba a Dios
pretendiendo crear a Eva del Adán dormido, a Eva
arrancando pasas de un pequeño árbol que simbolizaba el
árbol del conocimiento, y a W. W. Phelps como el diablo
arrastrándose como serpiente sobre su estómago15.
Después de ser expulsados del Jardín del Edén, los
actores que representaban a Adán y Eva se ponían pequeños
delantales blancos que eran exactamente como los delantales
masónicos, excepto que estaban pintados con hojas de
higuera verdes. Luego seguían las instrucciones de ciertos
apretones de mano, palabras clave y «llaves». A cada hombre
se le daba un nombre secreto por el cual debía ser conocido
en el reino de los cielos.
Puede parecer sorprendente que José haya incorporado
tanta masonería en la ceremonia de investidura en las
mismísimas semanas en que todos sus principales líderes
estaban siendo inducidos a la logia masónica. Habrían

15Según John C. Bennett: History of the Saints (Boston, 1842), p. 277.


Los años siguientes vieron cambios menores en este drama, pero es claro
que el actual ritual mormón es esencialmente el mismo. La «segunda
unción», reservada para los principales oficiales de la iglesia nunca ha
sido descrita por escrito.
18 Nauvoo [425

estado ciegos de hecho para no ver el paralelismo entre el


vestuario, los apretones de mano, las contraseñas, las llaves y
los juramentos. José usó libremente otros símbolos
masónicos: la colmena, el ojo que todo lo ve, las dos manos
agarradas y el punto dentro del círculo. La obra milagrosa
interpretada en la ceremonia mormona difería solo en el
tema del drama masónico de Hiram Abiff, y ambos usaban
muchas de las mismas frases sonoras del Antiguo
Testamento. José enseñó a sus hombres simplemente que el
ritual masónico era una corrupción del antiguo ritual de
Salomón, y que el suyo era una restauración de la verdadera
investidura hebrea16.
La elaboración de la investidura del templo transformó la
iglesia mormona en un culto mistérico17. El secretismo, la
pompa y el carácter fálico velado apelaban a instintos
humanos muy básicos, y el hecho de que parecían estar
enraizados en la tradición del Antiguo Testamento les daba
la autenticidad que demandaba este pueblo lector de la
Biblia.
Los misterios del templo estaban estrechamente ligados a
las nuevas teorías de José sobre la naturaleza del cielo y el
infierno. Después de la muerte, dijo, todas las almas iban al
mundo de los espíritus —similar al purgatorio de la teología
católica— donde permanecían en un no desagradable

16El análisis más completo de la relación entre la masonería y el ritual del


templo mormón ha sido realizado por S. H. Goodwin. Ver su Mormonism
and Masonry (Salt Lake City, 7ª edición, 1938), y Additional Studies in
Mormonism and Masonry (Salt Lake City; 1932). Wilford Woodruff
admitió una vez francamente que algunas ordenanzas del templo se
realizaron por primera vez en el templo masónico de Nauvoo. Temple Lot
Case, pág. 299.
NdT: Seguir este enlace para saber más sobre los cultos mistéricos.
17

Hacer clic para descargar el pdf adjunto en la página visitada.


426] Nadie conoce mi historia

encarcelamiento hasta el Día del Juicio Final. Solo los que se


habían unido a la verdadera iglesia podían ascender
inmediatamente por el camino que conduce a la divinidad.
Aquellos que habían perdido la oportunidad de escuchar
el evangelio en la tierra podían ser liberados del mundo de
los espíritus por los buenos oficios de cualquier mormón.
Para liberar a un pariente o amigo muerto uno simplemente
actuaba como representante en las ordenanzas de bautismo y
«sellamiento». De esta manera no solo los parientes sino
también todas las figuras heroicas del pasado podían ser
liberadas de la esclavitud espiritual, y a cada mormón se le
concedía la oportunidad de pasar por el extraño y excitante
ritual del templo no una vez sino cientos de veces.
La primera epístola de Pablo a los Corintios había hecho
una referencia ambigua al bautismo por los muertos, y al
menos una secta alemana había practicado este ritual en
Pennsylvania. José lo enseñó abiertamente18. Al principio los
mormones fueron bautizados en el Mississippi y más tarde
en una elaborada pila que se encontraba sobre el lomo de
doce bueyes blancos de madera en el sótano del templo.
Es dudoso que José captara las implicaciones
verdaderamente asombrosas de su sistema de investidura.
Sobre su iglesia descansaba ahora la carga de liberar a los
miles de millones de espíritus que nunca habían escuchado
la ley del Señor. Nauvoo se había convertido en el centro no
solo del mundo, sino también del universo. Pero José no
puso gran énfasis en las ordenanzas del templo. El vestuario,
la pompa y el abracadabra general lo habían atraído al ritual
masónico en primer lugar, así como la teatralidad del arte
del prestidigitador lo había atraído a la excavación de dinero

18History of the Church, Vol. IV, pp. 568-9; Times and Seasons, April 15,
1842.
18 Nauvoo [427

de su juventud. Y aunque dio un ingenioso significado


teológico a su propia adaptación y desarrollo del drama
masónico, siempre fue secundario a la pompa y el
espectáculo. Por eso José podía obtener una enorme
satisfacción al interpretar el papel de Dios en la alegoría del
templo y aún así, sin ningún sentido de impropiedad, dejar la
sala de la logia para tramitar la venta de un terreno de la
ciudad.
428] Nadie conoce mi historia
Capítulo 20
En la aljaba del
Todopoderoso

H
ABRÍA HECHO FALTA una persona más
flemática que José para soportar el aluvión de
publicidad favorable en los periódicos que recibió
en la primavera de 1842. El New York Herald, el New York
Tatler y el Boston Bee escribieron abundantes elogios,
condimentados con suficientes burlas como para complacer
al público gentil. «Hay algo bueno en cada secta religiosa»,
escribió Bennett del Herald en un tono caprichoso, «y damos
un apoyo justo a todos, desde el Papa de Roma hasta Joe
Smith. Todo lo que pedimos a cambio de nuestros informes
es un buen asiento, banco o lugar fresco cuando llegue el fin
del mundo y empiece la hoguera eterna1».
José ignoró la burla y volvió a publicar las columnas de
Bennett, cuidadosamente expurgadas, en el Times and
Seasons. No era de los que se preocupan por los detalles
cuando podía reimprimir un párrafo como el siguiente: «Este
Joe Smith es sin duda uno de los más grandes personajes de
la época. Manifiesta tanto talento, originalidad y coraje
moral como Mahoma, Odín o cualquiera de los grandes
espíritus que hasta ahora han producido las revoluciones de
épocas pasadas… Mientras que la filosofía moderna, que no
cree en nada, sino en lo que se puede tocar, se extiende por
los estados del Atlántico, Joe Smith está creando un sistema

1 New York Herald, 7 de noviembre, 1842.


430] Nadie conoce mi historia

espiritual, combinado también con moral e industria, que


puede cambiar el destino de la humanidad2».
El profeta compensó a James Gordon Bennett con un
doctorado honorario de la Universidad de Nauvoo, con una
posición de general de brigada en la Legión de Nauvoo, y con
las llaves de la ciudad. Esto no fue un mero gesto de cortesía
reconociendo un favor no solicitado; fue una apuesta por el
apoyo permanente de Bennett. Ya que José se tomó en serio
la aclamación. Este fue el primer editor de prominencia
nacional en describir el personaje que José creía ser.
Trece años de adoración de su pueblo habían cristalizado
su permanente sentido del destino. Asalto, apostasía,
bancarrota y encarcelamiento había soportado
imperturbablemente, ya que cada problema se había
transformado en un símbolo de su vocación especial. El
desastre había sido un trampolín desde el cual saltó a nuevos
éxitos. Ahora le era fácil creer la explicación más simple y
gratificante de su éxito: que Dios lo había dispuesto. Sin esa
creencia no podría haber hablado tan exuberantemente en
Su nombre.
José aceptó las efusiones del periódico con entusiasmo.
Ayudaron a agudizar su autoconciencia, dándole una
perspectiva de su posición en la escena norteamericana que
había intuido durante mucho tiempo pero que nunca había
formulado claramente. Comenzó a especular sobre el papel
del profeta en la sociedad humana y desarrolló una teoría de
gobierno adecuada al imperio que se proponía construir.
«Los grandes y sabios de la antigüedad han fracasado en
todos sus intentos de promover el poder eterno, la paz y la
felicidad», escribió. «Sus naciones se han desmoronado; sus

2 Ibíd., abril 3, 1842.


20 En la aljaba del Todopoderoso [431

tronos han sido derribados en su momento, y sus ciudades, y


sus más poderosas obras de arte han sido aniquiladas; o sus
ruinosas torres, de monumentos gastados por el tiempo, nos
han dejado solo débiles rastros de su antigua magnificencia y
grandeza. Proclaman como con una voz de trueno, esas
verdades imperecederas: que la fuerza del hombre es
debilidad, su sabiduría es locura, su gloria es su vergüenza».
«Los go b ie r no s m onár qui co s, arist ocrátic os y
republicanos de diversos tipos y grados, han sido, a su vez,
elevados a la dignidad y postrados en el polvo… La historia
registra sus planes pueriles, su gloria efímera, su débil
intelecto y sus innobles acciones. ¿Hemos aumentado el
conocimiento y la inteligencia? ¿Dónde hay un hombre que
pueda dar un paso adelante y alterar el destino de las
naciones y promover la felicidad del mundo?».
La respuesta, dijo, era clara para todo hombre que tuviera
hambre de justicia. El gobierno ideal era una teocracia, un
gobierno de un profeta especialmente elegido para
administrar las leyes de Dios. Este gobierno, escribió, «es lo
único que puede lograr la restitución de todas las cosas de las
que hablan todos los santos profetas… El mundo ha tenido
una justa oportunidad durante seis mil años; el Señor mismo
tratará el séptimo milenio3».
Esto no fue un mero giro de palabras; está claro que José
se estaba viendo a sí mismo como la figura clave en el
establecimiento de un gran reino religioso que liberaría a la
tierra de opresión, tiranía y derramamiento de sangre.
No se puede medir fácilmente cuánto contribuyeron a
esta idea los brillantes relatos de los periódicos. Pero no hay
duda de que traicionaron a José con imprudencia. El hecho

3 History of the Church, Vol. V, pp. 61-6.


432] Nadie conoce mi historia

de que los editores del este hablaran abiertamente de un


imperio mormón oscureció su visión de los prodigiosos
obstáculos para cualquier empresa de este tipo. En realidad,
él estaba mucho menos seguro de lo que creía, y sus
demostraciones públicas de poder hicieron más para
socavarlo que para sostenerlo. La Legión desfiló demasiado
abiertamente y con demasiada frecuencia por el bien de los
santos.
«Si aceptara un consejo amistoso», el editor del Sangamo
Journal de Springfield escribió con brusquedad el 21 de
enero de 1842, «le diríamos que dejara a Josué, el hijo de
Nun, dirigir los ejércitos y que se ciñera a la interpretación y
a la profecía, porque le aseguramos, con una creencia
honesta, que su situación en Illinois es mucho más peligrosa
que la de Missouri si se compromete a tomar el papel de
Mahoma».
La Legión no fue la única irritación. José comenzó a jugar
a la política en serio. Su gente había votado la candidatura de
whig en 1840 y otra vez en 1841, pero había dejado claro
desde el principio que este voto podía cambiar en un
momento dado. Cuando los demócratas seleccionaron como
candidatos a gobernador y vicegobernador en la elección de
1842 a Adam W. Snyder y John Moore, que habían
participado activamente en la aprobación de los estatutos
mormones en la legislatura, el profeta decidió devolver el
voto mormón al partido demócrata. Destapó esta intención
con una proclamación que puso a ambos partidos de
puntillas:
A mis amigos de Illinois, la Convención de Gobernadores del
Estado de Illinois ha nominado al coronel Adam W. Snyder para
gobernador y al coronel John Moore para teniente gobernador del
Estado de Illinois, en las elecciones que tendrán lugar en agosto
próximo… El general Bennett nos informa que ningún hombre fue
20 En la aljaba del Todopoderoso [433

más eficiente para ayudarle a conseguir nuestros grandes


privilegios, que el coronel Snyder y el coronel Moore. Son hombres
excelentes, y amigos de la igualdad de derechos, opuestos a las
garras del opresor y a la vara del tirano. Con tales hombres a la
cabeza de nuestro Estado, el Gobierno no tendrá nada que temer.
En la próxima campaña no nos influirá ninguna consideración
partidista... no nos importa un FIG4 sea WHIG o DEMÓCRATA;
ambos son iguales para nosotros, pero optaremos por nuestros
amigos, nuestros amigos probados, y la causa de la libertad
humana, que es la causa de Dios. Somos conscientes de que
«divide y vencerás» es la consigna de muchos, pero con nosotros
no se puede hacer —amamos demasiado la libertad— hemos
sufrido demasiado para ser fácilmente engañados, no hay títeres
entre nosotros…
Douglass [Stephen A. Douglas] es un espíritu maestro, y sus
amigos son nuestros amigos… Snyder y Moore son sus amigos, y
también los nuestros… Nunca nos acusarán justamente del
PECADO DE INGRATITUD, ellos nos han servido y nosotros les
serviremos a ellos.
José Smith,
Teniente general de la Legión de Nauvoo5.
Los demócratas, aunque felices de conseguir el voto
mormón, estaban francamente avergonzados por esta
proclamación. Esta venta abierta tan temprano en la
campaña simplemente les dio a los whigs un arma. Fueron
rápidos en usarla.
El Alton Telegraph dijo el 4 de junio: «Esta proclamación
de Joe Smith como “teniente general” de la Legión de
Nauvoo, ordenando a sus seguidores que voten por tal o cual

4 NdT: es un juego de palabras con la expresión en inglés «not care/give a


fig» que significa «importar un bledo». La palabra fig hace rima con
Whig, el nombre del partido.
5 Times and Seasons, 1 de enero de 1842.
434] Nadie conoce mi historia

candidato, es un paso demasiado audaz hacia el despotismo


como para que sea apoyado por un pueblo libre e
inteligente». Joseph Duncan, el candidato Whig a
gobernador, hizo de la derogación de los estatutos mormones
un punto básico en su plataforma y se enfrentó a los
«extranjeros» que llegaban a Nauvoo.
El Sangamo Journal, órgano principal del partido whig,
al notar la publicidad acordada a José en las columnas del
New York Herald, volvió a publicar secciones apropiadas
con advertencias crípticas. Los whigs encontraron
particularmente humillante uno de los editoriales de James
Gordon Bennett:
¿No podría ser este maravilloso movimiento mormón la señal
para una nueva revolución religiosa? ¿No es Joe Smith su espíritu
maestro y el general Bennett su espíritu militar?... En Illinois ya
han mostrado como adquirir poder e influencia, manteniendo el
equilibrio de poder entre ambos grandes partidos. Ya pueden
dictar al estado de Illinois, y si siguen la misma política en otros
estados, ¿no dictarán pronto al Congreso y decidirán la
Presidencia6?
En ningún lugar los fuegos del resentimiento político
ardían más furiosamente que en Warsaw, la mayor ciudad no
mormona del condado de Hancock. Normalmente
demócratas, los ciudadanos ahí no estaban contentos con un
cambio a los whigs, pero se esforzaron por iniciar un partido
antimormón, que obtendría su fuerza de los demócratas
también. Los editores del periódico de Warsaw, Thomas
Sharp y Thomas Gregg, mantuvieron una racha de enemistad
con William Smith, quien editaba el nuevo periódico secular
en Nauvoo, llamado The Wasp.

6 New York Herald, 17 de junio de 1842, reimpreso en el Sangamo


Journal, 8 de julio de 1842.
20 En la aljaba del Todopoderoso [435

William marcó el ritmo en el primer número de The Wasp


llamando a Thomas Sharp un «demagogo despreciable» y un
«completo imbécil de editor». A lo que Sharp respondió
eligiendo la dicción de la frontera: «Hemos recibido el
primer número de un nuevo seis por nueve, recientemente
iniciado en Nauvoo, titulado “The Wasp7”. De la propia
“sabandija” no tenemos nada que decir, más allá de que el
título es un perfecto error. Si se hubiera llamado Pole Cat8,
su nombre se habría correspondido perfectamente con el
carácter de su contenido. Es innecesario informar a nuestros
lectores que no luchamos con tales animales: la naturaleza
les ha dado una ventaja decisiva».
Este artículo fue reimpreso por William en The Wasp con
una sátira al final: «Bien hecho Thom—ASS9».

JOSÉ tenía poco de la tosquedad de William, pero ambos


hombres tenían una cierta terrenidad y vigor áspero que
ninguno de los otros hermanos parece haber poseído.
«Josiah Butterfield vino a mi casa», escribió José en su
diario un día, «y me insultó tan escandalosamente que lo
eché de la casa, al otro lado del patio, y a la calle10». Aquí
había un profeta que podía defenderse de cualquier hombre
de la frontera. Líderes duros y testarudos como Brigham
Young y Heber C. Kimball, que abominaban la charlatanería
santurrona, nunca encontraron a José culpable de ello.

7 NdT: significa avispa en inglés.


8 NdT: zorrillo, mofeta o zorrino en inglés.
9 The Wasp, April 16, 23, 1842. NdT: Ass significa burro en inglés, así
como imbécil en un lenguaje peyorativo. Es un juego de palabras con el
nombre Thomas (Tomás).
10 History of the Church, Vol. V, p. 316.
436] Nadie conoce mi historia

Gran parte del ascetismo de la época de Kirtland


desapareció en Nauvoo. Hubo muchos días en los que el
profeta se entregó por completo a los placeres del hombre
medio asistiendo a los teatros de carpa que llegaban a la
ciudad, frecuentando conciertos de bandas y conferencias
sobre frenología (solo a los hipnotizadores y magos se les
negaba la audiencia en Nauvoo), y dando fiestas de cotillón
en su nueva gran casa hotelera, la Mansión de Nauvoo.
Aunque José controlaba la dispensación de licor y
predicaba contra los almacenes de bebidas alcohólicas,
permitió la construcción de una cervecería y le permitió
anunciar su cerveza y ale11 en el Nauvoo Neighbor. Los
ardientes defensores de la sobriedad en la ciudad deben
haberse desanimado por la falta de voluntad del profeta para
cooperar con ellos. «Se me informó», escribió un día en su
diario, «que algunos de los hermanos habían estado
bebiendo güisqui ese día en violación de la Palabra de
Sabiduría. Llamé a los hermanos e investigué el caso, y
quedé satisfecho de que no se había hecho ningún mal, y les
di un par de dólares con instrucciones para reponer la
botella para estimularlos en las fatigas de su insomne
viaje12».
Cuando Jenetta Richards le regaló una botella de vino
hecha por su madre en Inglaterra, la bebió con gusto y anotó
el incidente en su diario sin disculparse13. Por cada converso
que se escandalizó por tal indulgencia hubo una veintena que
se encariñó aún más con el profeta por ello. Su tolerancia de

11 NdT: ver este enlace para conocer sobre los distintos tipos de ales.
12Como está impreso en Millennial Star, Vol. XXI, p. 283. Las palabras
que tengo en cursiva fueron omitidas cuando este pasaje fue reimpreso
en History of the Church, Vol. V, p. 450.
13 History of the Church, Vol. V, p. 380.
20 En la aljaba del Todopoderoso [437

buen humor a la fragilidad humana no le hizo perder ningún


hombre fuerte.
Una anécdota en el diario inédito de Oliver Huntington
refleja la actitud de José hacia la sobriedad. «Robert
Thompson era un fiel y justo empleado de José Smith el
profeta en Nauvoo», escribió, «y había estado en su oficina
constantemente cerca de dos años o bastante tiempo. Un día
José le dijo al hermano Thompson: “Robert quiero que vayas
y te hagas un lío, que vayas a emborracharte y a tener una
buena juerga. Si no lo haces, morirás”».
«Robert no lo hizo», concluyó Huntington sobriamente.
«Era un hombre ejemplar y muy piadoso y nunca fue
culpable, según él, de tal impropiedad. En menos de dos
semanas estuvo muerto y enterrado14».
José era amistoso y hospitalario con los cientos de
turistas que se sentían atraídos por Nauvoo. Los barcos de
vapor que subían y bajaban por el río paraban regularmente
para desembarcar a los visitantes, que eran
ceremoniosamente conducidos en un recorrido por la
ciudad, incluyendo visitas para ver las momias, la pila
bautismal y el templo, que se estaba convirtiendo
rápidamente en un monumento imponente. El profeta se
hacía pocas ilusiones sobre los turistas que querían una
entrevista personal. Cuando un predicador admitió
francamente: «No tengo ningún asunto en particular... pero
me he tomado la libertad de visitarlo», José respondió con
humor irónico: «Muchos me visitan así, para satisfacer su
curiosidad; y se van y dicen: “Bueno, he visto a Joe Smith.
Algunos dicen que es un tipo muy guapo e inteligente. Parece
como si supiera algo, como si no fuera el tonto y bribón que

14Véase el vol. III, pág. 166, de la transcripción mecanografiada en la


Biblioteca de la Sociedad Histórica del Estado de Utah.
438] Nadie conoce mi historia

le han llamado”. Pero otros se alejan y dicen: “Bueno, he


visto a Joe Smith, es un gran fanfarrón, un bribón, un
borracho, un tipo malvado e ignorante15”».
Un visitante, Henry Caswall, un predicador de la iglesia
episcopal de una facultad de St. Louis, se armó de un antiguo
salterio manuscrito escrito en griego y, fingiendo desconocer
su contenido, se lo ofreció a José para que lo examinara. Bajo
el interrogatorio del profeta, finalmente admitió que creía
que el idioma era griego, pero José lo contradijo. Caswall,
exagerando las imperfecciones de la gramática de José,
relató más tarde la historia como sigue:
«No, no es griego en absoluto», dijo José, «salvo quizás
algunas palabras. Lo que no es griego es egipcio; y lo que no
es egipcio es griego. Este libro es muy valioso. Es un
diccionario de jeroglíficos egipcios». Señalando las letras
mayúsculas al comienzo de cada verso, continuó: «Esas
figuras son jeroglíficos egipcios, escritos en egipcio
reformado. Esos caracteres son como las letras que se
grabaron en las planchas de oro».
Cuando el profeta salió de la habitación, Caswall se dirigió
triunfalmente a los hombres presentes y expuso el truco.
«Parecían confundidos durante un rato», escribió, «pero al
final el médico mormón dijo: “A veces el Sr. Smith habla
como profeta, y a veces como un simple hombre. Si dio una
opinión equivocada con respecto al libro, habló como un
simple hombre”16».
A esta defensa José fácilmente se habría suscrito.
Cansado de las restricciones impuestas por la dignidad de su

15W. S. B.: «A Visit to Nauvoo», Universalist Union, April 27, May 4,


1844.
16The City of the Mormons, or Three Days at Nauvoo (London, 1842),
pp. 35.
20 En la aljaba del Todopoderoso [439

cargo, molesto por los relatos de conversos que apostataron


cuando lo vieron jugando con sus hijos o luchando con sus
amigos, José decía a menudo con impaciencia: «Un profeta
es un profeta solo cuando actúa como tal17».
Tal vez el engaño más deliberado que se le ha hecho a
José Smith fue ideado por tres hombres en el pueblo cercano
de Kinderhook. Uno de ellos, Bridge Whitton, cortó seis
láminas de cobre en forma de campana, y los otros dos,
Robert Wiley y Wilbur Fugate, las cubrieron con escritura
fantasiosa mediante un simple proceso de grabado. Untaron
las planchas con ácido para corroerlas, las unieron con un
aro de trozo de hierro oxidado y las enterraron
cuidadosamente junto con algunos huesos indios en un
montículo indio cercano que había sido objeto de mucha
curiosidad y de excavaciones desordenadas. Wiley difundió
la historia de que había soñado con un tesoro enterrado tres
noches seguidas, y pidió ayuda para buscarlo.
Dos mormones estaban presentes cuando las planchas
fueron encontradas. Aunque sospechaban que era un
engaño, el ver las placas corroídas desterró su desconfianza.
Gritando de alegría, suplicaron que las llevaran al profeta
para que las descifrara. Pero antes de entregarlas, Wiley tuvo
cuidado de limpiarlas con ácido sulfúrico para que los
«jeroglíficos» pudieran ser leídos fácilmente.
Todo Nauvoo pronto zumbó con el descubrimiento. El
Times and Seasons publicó reproducciones completas como
prueba adicional de la autenticidad del Libro de Mormón, y
la imprenta vendió facsímiles a un dólar la docena. José
declaró en su diario que «tradujo una parte» y descubrió que
era la historia de la persona cuyos huesos yacían en el

17 History of the Church, Vol. V, p. 265.


440] Nadie conoce mi historia

montículo, «un descendiente de Cam, a través de los lomos


de Faraón, rey de Egipto».
Si los conspiradores de Kinderhook esperaban ver otro
Libro de Abraham como resultado de su engaño, se
decepcionaron. Tal vez José se había mostrado cauteloso por
el truco del salterio griego, que Caswall había descrito en un
desagradable tratado antimormón; tal vez había observado
en el New York Herald, que leía regularmente, que el idioma
egipcio había sido finalmente descifrado y que se había
publicado una gramática en Inglaterra18. En cualquier caso,
nunca publicó la traducción parcial, y aparentemente ni
siquiera se atrevió a sugerir que el idioma egipcio había sido
reformado. Las planchas se vendieron a un museo de St.
Louis, y Fugate no admitió públicamente el fraude hasta
treinta y seis años después19.
Aunque José ya no se dedicaba a las traducciones, nunca
dejó de deleitarse con la exhibición de sus talentos
lingüísticos. Ocasionalmente, en sus cartas e impresos de
solicitud de apoyo nacional, hacía orgullosas exhibiciones
que avergonzaron tanto a los historiadores posteriores de su
iglesia que fueron silenciosamente borradas de las historias
oficiales. El ejemplo más notorio fue su «Appeal to the
Freemen of the State of Vermont», los «Brave Green
Mountain Boys» y «Honest Men», en el que, con un

18 New York Herald, December 28, 1842.


19 Ver la carta de Wilbur Fugate a James T. Cobb, fechada en Mound
Station, Illinois, el 30 de junio de 1879, publicada en W. Wyl: Mormon
Portraits, p. 207, y más tarde en W. A. Linn: The Story of the Mormons,
p. 87. Ver también History of the Church, Vol, V, p. 372; Times and
Seasons, Vol. IV (May 1, 1843), pp. 185 7; Nauvoo Neighbor, February 7,
1844, p. 4.
20 En la aljaba del Todopoderoso [441

desprecio despreocupado por la exactitud, citaba idiomas


extranjeros:
Si fuera caldeo, exclamaría: Keed'nauh ta-meroon lehoam
elauhayauh dey-ahemayaua veh aur'kau lau gnaubadoo,
yabadoo ma-ar'gnau comeen tehoat sheamyauh allah. (Así les
diréis: Los dioses que no han hecho los cielos y la tierra, perecerán
de la tierra y de estos cielos.)
Un egipcio, Su-e-eh-ni. (¿Qué tipo de personas son esas?) Un
griego, Diabolos bssileuei. (El Diablo reina.) Un francés,
Messieurs sans Dieu. (Hombres sin Dios.) Un turco, Ain shems.
(La fuente de luz.) Un alemán, sie sind unferstandig! (¡Qué
ignorancia consumada!) Un sirio, Zaubok! (¡Sacrificio!) Un
español, Il sabio muda conscio, it nescio no. (El sabio reflexiona,
el necio no.) Un samaritano: Saunau! (¡0h, extranjero!) Un
italiano: Oh tempa! oh diffidanza! (¡Oh, los tiempos! ¡Oh, el la
falta de confianza!) Un hebreo: Ahtau ail rauey. (Tu, Dios, me
ves.) Un danés: Hvad tidende! (¡Saludos!) Un sajón: Hwaet riht!
(¡Qué justo!) Un sueco: Hvad skilia! (¡Qué habilidad!) Un polaco:
Nay-yen-shoo bah pon na Jesu Christus. (Bendito sea el nombre
de Jesucristo.) Un indio occidental: She-mokah she-mo-keh teh
ough-ne-gah. (El hombre blanco. Oh, el hombre blanco, es muy
incierto.) Un romano: Procul, 0 procul este profani! (¡Fuera, fuera
de aquí profano!) Pero como soy yo, solo añadiré que cuando los
malvados gobiernan, el pueblo se lamenta20.

CUANDO Josiah Quincy y Charles Francis Adams


visitaron al profeta, los llevó personalmente en un tour por
Nauvoo. Quincy escribió en su diario un relato detallado de
su conversación. Mientras pasaban por la entrada del

20 The Voice of Truth (1844), pp. 16-17. Véase también su carta a James
Arlington Bennett, vecino de Nauvoo, 6 de diciembre de 1843, y su
«Views on the Powers and Policy of the United States Government»,
Times and Seasons, Vol. VI (15 de mayo de 1844), p. 531. Los ensayos
lingüísticos se suprimieron al reimprimirlos en la History of the Church.
véase el Vol. VI, págs. 75, 197-209.
442] Nadie conoce mi historia

templo, dijo, José se detuvo ante un obrero que estaba


cincelando un rostro inmenso en la roca de una piedra de
coronación. «General Smith», preguntó el hombre, mirando
hacia arriba de su tarea, «¿es éste como el rostro que vio en
la visión?».
«Muy aproximado», respondió el profeta, «excepto —y
esto, dijo Quincy, se añadió con un aire de cuidadoso
conocimiento que fue bastante abrumador— excepto que la
nariz es solo un pensamiento demasiado amplio».
Cuando entraron al Museo de Nauvoo, José presentó a
Lucy Smith: «Esta es mi madre, caballeros. Las curiosidades
que veremos le pertenecen. Fueron compradas con su propio
dinero a un costo de seis mil dólares». Abriendo prensas de
pino a lo largo de la pared, reveló cuatro cuerpos negros
encogidos. «Son momias», dijo. «Quiero que miren a ese
pequeño enano de allí. Fue un gran hombre en su día. ¡Ese
era el faraón Necho, rey de Egipto!». Señaló varios
jeroglíficos en los papiros, que se conservaron bajo cristal.
«Esta es la letra de Abraham, el Padre de los Fieles; este es el
autógrafo de Moisés, y estas líneas fueron escritas por su
hermano Aarón. Aquí tenemos el más antiguo relato de la
Creación, a partir del cual Moisés compuso el primer libro
del Génesis».
Cuando Quincy le preguntó sobre el dibujo de una
serpiente caminando sobre un par de patas, se abrió de par
en par: «Eso es muy simple. Antes de la caída, las serpientes
siempre andaban con patas, como los pollos. Se les privó de
ellas en castigo por su acción en la ruina del hombre».
Aunque Quincy consideraba este exhibicionismo como un
absurdo sin igual, no estaba por ello cegado a los talentos
positivos del profeta. Su primera impresión había sido
favorable. «Un hombre de buen aspecto es lo que el
20 En la aljaba del Todopoderoso [443

transeúnte murmuraría instintivamente al conocer al


individuo notable», escribió. Y después de conversar varias
horas, escuchar uno de sus sermones y hacer un recorrido
por la «ciudad ordenada, magníficamente dispuesta y repleta
de actividad y de negocios», estaba dispuesto a reconocer
que este hombre, más que cualquier otro que hubiera
conocido, estaba «mejor dotado de esa facultad regia que
dirige, como por derecho intrínseco, a las almas débiles o
confusas que buscan orientación».
El relato de Quincy es el más sagaz de todos los
comentarios escritos por los viajeros a Nauvoo. «Si el lector
no sabe qué hacer con José Smith», concluyó, «no puedo
ayudarlo a salir de la dificultad. Yo mismo estoy indefenso
ante el rompecabezas21».
Lo que había dominado a Josiah Quincy, como de hecho
sucedió con la mayoría de los visitantes del profeta, era la
magnífica seguridad en sí mismo de José. El aumento del
éxito había servido para intensificar su audacia y
exuberancia. La alegría de vivir que irradiaba nunca dejó de
inspirar a su propio pueblo un sentido de la riqueza de la
vida. Lo siguieron servil y devotamente, aunque solo fuera
para calentarse en el brillo de su presencia.
Construyeron para él, predicaron para él e hicieron
increíbles sacrificios para cumplir sus órdenes, no solo
porque estaban convencidos de que era el profeta de Dios,
sino también porque lo amaban como hombre. Estaban tan
eufóricos cuando ganaba un combate de lucha libre como
asombrados cuando dictaba una nueva revelación. Contaron
cuentos de su generosidad y ternura, maravillados de que
alimentara a tantos pobres de Nauvoo en su mesa sin

21Figures of the Past, from the Leaves of Old Journals (Boston, 1883),
pp. 377-400.
444] Nadie conoce mi historia

escatimar esfuerzos, y de que entretuviera tanto a amigos


como a enemigos. Era un anfitrión genial, cálido y amistoso
con todos los que venían, y ferozmente leal a sus amigos.
José no era un profeta de cilicio. Creía en la buena vida,
con una moderada autocomplacencia en la comida y la
bebida, deportes ocasionales y buen entretenimiento. Y el
hecho de que lograra disfrutar al máximo no le restó nada de
la cuasi deificación con la que su propio pueblo lo envolvía.
Cualquier protesta de impropiedad se disolvía ante su
encanto personal. «El hombre existe para que tenga gozo»
fue uno de sus primeros pronunciamientos significativos en
el Libro de Mormón, y de esa creencia nunca se desvió. Era
gregario, expansivo, y genuinamente aficionado a la gente. Y
no es casualidad que su teología al final descartara todo
rastro de calvinismo y se convirtiera en una ingenua mezcla
de una creencia en lo sobrenatural y el materialismo, que
prometía en el cielo una continuación de todos los placeres
terrenales: trabajo, riqueza, sexo, y poder.
Como José era la personificación de la iglesia, su héroe e
ideal, todo lo que hacía se convertía en un patrón a imitar.
Debido a que tomó la teología y la ética cristianas y las
mezcló con los negocios, la política y la construcción de
imperios, su gente llegó a hacer lo mismo. El resultado fue
que el mormonismo se convirtió no solo en una creencia sino
también en una forma de vida. Nunca había pretendido ser
una santificación mística o incluso un nuevo código ético.
Como religión, era tan cruda y pragmática como el mismo
José, e igual de dinámica.
Aunque el profeta era el principal impulsor de todo el
pensamiento y la actividad mormona, él mismo estaba
tremendamente afectado por la poderosa unidad social que
había creado. A medida que miles de conversos llegaban
20 En la aljaba del Todopoderoso [445

desde el este, Canadá y las Islas Británicas, la creciente


presión de los deberes administrativos —de asentar y alojar a
estas personas y conseguir trabajo para ellas— desviaba su
energía cada vez más hacia asuntos seculares. Pero había una
presión igualmente insistente sobre su carácter interior.
Estos miles de personas lo buscaban para que iniciara el
milenio. Clamaban por la iluminación espiritual y exigían
conocer las leyes del reino de Dios. José les dio lo mejor que
había en él, sin declaraciones juradas, testigos ni disculpas. Y
para alguien que lee sus sermones y su diario de este
período, debe parecer que el papel de profeta finalmente se
había tragado al hombre.
Pero tenía un estado de ánimo de incertidumbre y duda y
podía ocasionalmente salir de sí mismo y mirar con humor
en lo que se había convertido. Cuando Josiah Quincy le dijo:
«Me parece, general, que usted tiene demasiado poder para
confiárselo a un solo hombre», respondió: «En sus manos o
en las de cualquier otro hombre, tanto poder sería, sin duda,
peligroso. Soy el único hombre en el mundo al que sería
seguro confiárselo. ¡Recuerde que soy un profeta!». Pero
estas últimas cinco palabras, dijo Quincy, fueron dichas en
«un rico y cómico aparte, como si se tratara de un
reconocimiento sincero del ridículo sonido que podrían tener
en los oídos de un gentil».
De vez en cuando sorprendía a su propia gente con una
expresión de desapego e ironía. Una vez, cuando presentó al
político whig, Cyrus Walker, a su gente, se volvió hacia él y le
dijo con una pequeña sonrisa: «Estos son los más grandes
papanatas, como grupo de personas, que jamás hayan vivido,
o no soy tan gran pícaro como se dice que soy22».

22 History of the Church, Vol. V, p. 472.


446] Nadie conoce mi historia

En otra ocasión confesó con simple franqueza: «No creo


que haya habido muchos hombres buenos en la tierra desde
los días de Adán; pero hubo un hombre bueno y su nombre
era Jesús… Amo más a ese hombre que dice una chorrera
palabrotas pero hace justicia al prójimo y reparte
misericordiosamente sus bienes a los pobres, que al hipócrita
de rostro largo y liso. No quiero que pienses que soy muy
justo, porque no lo soy. Dios juzga a los hombres según el
uso que hacen de la luz que les da23».
Pero tales estados de ánimo eran momentáneos. Continuó
en este mismo sermón con una vívida caracterización que
representaba más genuinamente lo que José había llegado a
creer que era: «Soy como una piedra enorme y áspera que
baja rodando desde lo alto de la montaña; y la única forma
en que puedo pulirme es cuando alguna orilla se alisa al
entrar en contacto con otra cosa, golpeando con fuerza
acelerada contra el fanatismo religioso, las supercherías de
los sacerdotes, abogados, médicos, editores mentirosos,
jueces y jurados sobornados, y choca contra la autoridad de
oficiales perjuros, respaldados por los populachos, por los
blasfemos, y por hombres y mujeres licenciosos y corruptos:
todo un infierno que allana una aspereza aquí y otra allá. Así
me convertiré en una flecha lisa y pulida en la aljaba del
Todopoderoso, quien me dará dominio sobre todos y cada
uno de ellos, cuando les falle su refugio de mentiras y su
escondite sea destruido».

23 Ibíd., p. 401.
Capítulo 21
Si un hombre seduce a una
doncella

F
UE EN KIRTLAND, como hemos visto, donde José
comenzó a manipular delicadamente una de las
costumbres más básicas de la sociedad occidental.
Miró a esa sociedad con el singular desapego que solo puede
venir a un hombre satisfecho con su propia autoridad final y
poseído por un anhelo de remodelar el mundo acercándolo al
deseo de su corazón. Nada era tan sagrado que no pudiera
ser refundido en una nueva utilidad o belleza.
La monogamia le parecía —como a muchos hombres que
no han dejado de amar a sus esposas, pero que se han
cansado de la exclusividad conyugal— una forma de vida
intolerablemente circunscrita. «Cada vez que veo una mujer
bonita», le dijo una vez a un amigo, «tengo que rezar por la
gracia1». Pero José no era un libertino descuidado que podía
contentarse con amantes clandestinas. Había demasiado de
puritano en él, y no podía descansar hasta haber redefinido
la naturaleza del pecado y erigido un estupendo edificio
teológico para apoyar sus nuevas teorías sobre el
matrimonio.
En la primavera de 1840 este edificio estaba casi completo
y se había convertido en una parte tan integral de su sistema
metafísico que probablemente perdió completamente de
vista el hecho de que no figuraba en absoluto en el diseño
original. José no era dado a la búsqueda introspectiva o

1 Como informó a W. Wyl por J. W. C., Mormon Portraits, p. 55.


448] Nadie conoce mi historia

podría haber estado atribulado por la intensidad de su


preocupación por la naturaleza del adulterio. Pero cuando le
describió el nuevo orden patriarcal de matrimonio a Parley
Pratt durante las semanas que pasaron juntos en
Philadelphia en 1840, fue con la frescura y el entusiasmo de
un hombre que había tropezado por casualidad con un
antiguo tesoro.
«Me enseñó muchos grandes y gloriosos principios sobre
Dios y el orden celestial de la eternidad», dijo Pratt. «Fue en
esta época cuando recibí de él la primera idea de la
organización familiar eterna, y la unión eterna de los sexos
en esas relaciones inexpresables y entrañables que solo los
altamente intelectuales, los refinados y puros de corazón
saben apreciar, y que son el fundamento de todo lo que
merece llamarse felicidad2».
Pratt había enterrado a su primera esposa, de la que
estaba muy enamorado, y se había vuelto a casar. José le
prometió que tendría ambas esposas en
el cielo, siempre y cuando fuera sellado a ellas en el
templo bajo el nuevo y sempiterno convenio. Y como el cielo
bendeciría su unión con ambas esposas en el más allá, no
podía lógicamente fruncir el ceño por tener más de una
esposa en la tierra.
Había muchos precedentes de matrimonios plurales en el
Antiguo Testamento, empezando por el padre Abraham.
Pero fueron los matrimonios polígamos de Jacob los que
interesaron particularmente a José Smith, y frecuentemente
se refería al nuevo principio del matrimonio como la
bendición de Jacob. Le gustaba señalar el mandamiento del
Éxodo: «Y si un hombre seduce a una doncella que no está

2Autobiography, p. 329. George A. Smith a menudo testificó que José


Smith le enseñó el principio de la poligamia en 1839.
21 Si un hombre [449
seduce a una doncella

comprometida, y se acuesta con ella, la dotará para que sea


su esposa3». El pecado de adulterio no estriba en el acto en
sí, sino en la posterior deserción. Fue el abandono de la
doncella humillada lo que llevó a los males indecibles de la
prostitución y el infanticidio.
José no enseñó nada de esto abiertamente, ya que temía
que la poligamia provocara la ira de los gentiles. Hasta el día
en que pudiera ser proclamado públicamente, cualquier
rumor de la doctrina de las esposas plurales debe ser negado
con vehemencia, y cualquier hombre que sea sorprendido
predicando sin su propia sanción personal debe ser cortado
sumariamente de la iglesia. Eventualmente todos los santos
serían aceptados en su confianza y unificados en una fuerza
que podría oponerse a cualquier amenaza gentil, pero hasta
entonces la pequeña mentira se debe expresar para proteger
la gran verdad.
Para abrir el camino antes de sembrar las semillas de su
nueva doctrina, la prensa de José publicó un panfleto en
defensa de la poligamia de un tal Udney H. Jacob. Jacob
produjo un documento de asombrosa sofisticación,
defendiendo la poligamia no solo a la luz de los precedentes
del Antiguo Testamento, sino también como solución a la
incompatibilidad matrimonial. «Que, aunque no se sepa que
una mujer sea adúltera», escribió, «sin embargo puede ser
un perfecto diablo para su marido, tratarlo de la manera más
imperiosa, despreciarlo en su corazón, abusar de él ante sus
hijos, conducirlo como un esclavo servil donde ella quiera; y

3 NdT: La versión NTV dice así: «Si un hombre seduce a una mujer
virgen que no está comprometida y tiene sexo con ella, tendrá que pagar
a la familia de la mujer la cantidad acostumbrada por una virgen y
casarse con ella (Éxodo 22:16)». La versión RV1960: «Si alguno engañare
a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá
dotarla y tomarla por mujer».
450] Nadie conoce mi historia

¡debe someterse dócilmente a la ley impía de su esposa, debe


abrazar a la serpiente en su seno, y amarla como a su propio
cuerpo! Imposible, y degradante para la naturaleza del
hombre».
Tal esposa no debe estar divorciada, dijo, porque «un
hombre divorciado no se conoce en todo el canon de las
escrituras». Pero que ella siguiera realizando los rituales del
lecho matrimonial sin ningún amor por su marido —que él
calificó de «fornicación en la esposa»— era un grave pecado.
«En la antigüedad, bajo la ley de Dios», concluyó, «el
permiso de una pluralidad de esposas tenía una tendencia
directa a prevenir la posibilidad de fornicación en la esposa».
No se puede saber si Jacob describía su propio estado
matrimonial, o el de José, o simplemente el de cualquier
pobre varón plagado de problemas. Pero no hay duda de que
Jacob consideraba a la mujer como una especie inferior. «La
idea de que una mujer tome a un hombre como marido no se
encuentra en la Palabra de Dios. Sino que el hombre se casa
con la mujer; y la mujer se da en matrimonio. Pero el marido
no es propiedad de la mujer en ningún sentido de la
palabra… No hay ninguna ley positiva de Dios que impida
que un hombre se case con Lea y Raquel… Los hombres solo
deben rendir cuentas a Dios en este asunto, y no a sus
esposas4».
Este folleto se publicó en 1842 en Nauvoo bajo los
auspicios del profeta (en la portada figura J. Smith como
impresor), aunque rápidamente se vio obligado a

4 Udney Hay Jacob: An Israelite, and a Shepherd of Israel. An Extract


from a Manuscript entitled The Peacemaker, or the Doctrines of the
Millennium, being a treatise on religion and jurisprudence, or a new
system of religion and politicks (Nauvoo, Illinois, 1842), pp. 55, 16, 29,
31.
21 Si un hombre [451
seduce a una doncella

condenarlo. Pero debe ser considerado como un mero


fragmento de su elaborado marco de justificación del
matrimonio plural.
Pablo había dicho que en el cielo no habría matrimonio ni
entrega en matrimonio, pero José enseñó que esto no se
aplicaba a sus santos. Lo que él y sus élderes sellaran en la
tierra, también lo haría en el cielo. Allí un hombre tendría no
solo sus esposas e hijos, sino también la prerrogativa de
procrear más, hasta que, como lo expresó a Parley Pratt, «el
resultado de nuestra unión sin fin sería una descendencia tan
numerosa como las estrellas del cielo, o las arenas de la orilla
del mar». Este era el camino hacia la divinidad5.

A PESAR DE QUE muchos de los principales oficiales


mormones convirtieron a sus primeras esposas a la
poligamia antes de tomar una segunda, José no tuvo
confianza de Emma. Tampoco confiaba en sus amigos; hubo
desacuerdo entre ellos en años posteriores incluso sobre la
identidad de su primera esposa plural. Algunos, como
Benjamin Johnson, estaban seguros de que había sido
Fannie Alger, quien después de ser expulsada de la casa de
José en Kirtland se había ido a Indiana, donde se casó y
formó una gran familia. Pero otros sostenían que el
matrimonio plural no se inauguró oficialmente hasta el 5 de
abril de 1841, la víspera del undécimo aniversario de la
fundación de la iglesia, cuando se casó con la atractiva
Louisa Beaman de veintiséis años.
Pero es dudoso que Louisa fuera la segunda de la lista. La
mujer más famosa de la iglesia era la viuda de William
Morgan, Lucinda, entonces casada con George W. Harris,

5Ver la obra de Pratt Autobiography, p. 329; History of the Church, Vol.


V, pp. 391-2; Doctrina y convenios, sección 132.
452] Nadie conoce mi historia

uno de los hombres clave de José, y por cierto un masón de


alto rango. Aunque ya casi tenía cuarenta años, la pequeña
Lucinda de ojos azules había perdido poco de su belleza
rubia. Sucedió que ella y Sarah Pratt eran buenas amigas, y
se dice que admitió a la Sra. Pratt en 1842 que había sido la
amante del profeta «desde hace cuatro años6».
Los historiadores mormones, aunque listan a la Sra.
Harris como una de las esposas plurales de José, han sido
reacios en admitir la autenticidad de la declaración de Sarah
Pratt, ya que sus implicaciones son embarazosas. Pero no
proporcionan ninguna fecha de la ceremonia de matrimonio,
y parece que, si se realizó alguna ceremonia, tuvo lugar en
Far West en 1838, cuando el profeta vivía en la casa de los
Harris.
La extrema informalidad de los primeros matrimonios de
José (al menos tal y como aparece en los registros
disponibles) es aún más evidente en la historia de la relación
del profeta con Prescindia Huntington Buell. Durante los
problemas de Missouri de 1838-9 su marido, Norman Buell,
abandonó temporalmente la iglesia. En esta época Prescindia
tuvo un hijo. Admitió más tarde que no sabía si Norman
Buell o el profeta era el padre. Pero la fisonomía revelada en
una rara fotografía de Oliver Buell parece inclinar
abrumadoramente la balanza hacia la paternidad de José. Y
hay evidencia en el diario del tío del chico, Oliver
Huntington, de que el joven Buell fue más tarde oficialmente
«sellado o adoptado» por el profeta en el templo mormón de
Salt Lake City.
Sin embargo, Prescindia parece no haber estado casada
con José Smith oficialmente hasta el 11 de diciembre de 1841,

6 Para la documentación sobre los detalles de las esposas plurales de


José, véase el Apéndice C.
21 Si un hombre [453
seduce a una doncella

Lucy Mack Smith en Nauvoo


454] Nadie conoce mi historia

algún tiempo después del nacimiento de este niño.


Permaneció nominalmente como la Sra. Buell, y vivió con
Norman Buell en Lima, Illinois, hasta un año y medio
después de la muerte de José, cuando dejó a Buell
permanentemente y se convirtió en una esposa plural de
Heber C. Kimball.
Antes de la expulsión de John C. Bennett en junio de
1842, José se había casado o «sellado» con una imponente
lista de mujeres, casi todas ellas ya casadas.
Además de Louisa Beaman, la Sra. Harris y la Sra. Buell,
estaban la Sra. Zina Huntington Jacobs, la Sra. Mary Rollins
Lightner, la Sra. Patty Sessions, posiblemente la Sra. Clarissa
Hancock y la Sra. Sally Gulley, y probablemente la Sra.
Nancy Hyde, con una dudosa Sra. Durfee al final de la lista.
Sin duda había otras, pues John C. Bennett, que conocía
varios de estos matrimonios, insinuó otros que no se pueden
identificar con los documentos disponibles7.
La más atractiva de todas estas mujeres era la vivaz Zina
Huntington Jacobs de veinte años, a quien José había
acogido en su casa durante la gran plaga de 1840. Zina se
había casado con Henry B. Jacobs el 7 de marzo de 1841, y en
el momento de su sellamiento a José, el 27 de octubre de
1841, estaba embarazada de siete meses con el hijo de
Jacobs. Jacobs entonces aparentemente no sabía nada de
esta ceremonia especial, ya que cuando recorrió el sur de

7 Bennett incluyó a la Srta. L***** B*****, que fue casada con José Smith
por Joseph Bates Noble. Esta es claramente Louisa Beaman. Su Sra.
B**** es sin duda la Sra. Buell; y su Sra. S******* es la Sra. Sessions. La
Sra. D***** es probablemente la Sra. Durfee, y la Sra. G**** es
posiblemente la Sra. Sally Gatty. Pero la Sra. A**** S****, de la que se
dice que estuvo casada con José por Brigham Young, y la Srta. B*****
siguen en el misterio. (Stanley Ivins ha descubierto evidencia de que esta
puede ser una Miss Sarah Bapson.)
21 Si un hombre [455
seduce a una doncella

Illinois con John D. Lee en el invierno de 1842, hablaba


constantemente de la belleza y la fidelidad de su esposa.
El matrimonio de Zina con Jacobs resultó ser infeliz,
aunque no lo abandonó hasta 1846, poco antes del
nacimiento de su segundo hijo, cuando se convirtió en una
de las ya numerosas esposas de Brigham Young8.
Solo una de estas mujeres casadas describió el cortejo de
José. Esta era Mary Elizabeth Rollins, que había adorado a
José desde su conversión adolescente en el estado de New
York y que ahora estaba casada con el amistoso, pero no
mormón, Adam Lightner. Aunque no se casó con José Smith
hasta febrero de 1842, la Sra. Lightner informó que José le
dijo que ya en 1834 le habían ordenado que la tomara por
esposa. «Yo estaba [entonces] a mil seiscientos kilómetros de
él», escribió. «Él se asustó. El ángel vino a él tres veces, la
última con una espada desenvainada y amenazó su vida».
Cuando José le habló del ángel en 1842, ella se negó a
creerle. «Si Dios se lo dijo, ¿por qué no vino a decírmelo? El
ángel le dijo que yo debía recibir un testimonio. Un ángel
vino a mí —me atravesó como un rayo— tuve miedo… José
dijo que yo era suya antes de venir aquí y dijo que todos los
demonios del infierno nunca deberían alejarme de él. Fui
sellada a él en el Salón Masónico, sobre la vieja tienda de

8 En enero de ese año, dieciocho meses después de la muerte de José, su


matrimonio con el profeta fue solemnizado de nuevo, esta vez en el
recién terminado templo de Nauvoo. Fue sellada a José por «la
eternidad» y a Brigham Young «por el tiempo». Jacobs se quedó
humildemente de pie como testigo. Ver el registro del templo de Nauvoo,
1846, también el Apéndice C.
456] Nadie conoce mi historia

Oliver Buell, quien puede ser un hijo de José Smith con su


esposa plural Prescindia Hungtington Buell. Tomado de
Pioneers and Prominent Men of Utah, de Esshom
21 Si un hombre [457
seduce a una doncella

ladrillos por Brigham Young en febrero de 18429».

LOS HOMBRES que fueron llevados al sistema en este


primer período —Hyrum Smith, Brigham Young, Heber
Kimball, William Clayton, Willard Richards y Benjamin F.
Johnson— después de un período inicial de shock y tormento
espiritual, se convencieron con muy poca discusión. El
hermano de José, Don Carlos, luchó contra la poligamia
antes de su muerte en 1841. «Cualquier hombre», le dijo a
Ebenezer Robinson en junio de ese año, «que predique y
participe en la práctica de la esposa espiritual se irá al
infierno, no importa si es mi hermano José10».
Pero William Smith era un converso entusiasta. Su
primera esposa plural fue Mary Ann Sheffield, que había
dejado un marido en Inglaterra. «Nunca conocí a William
Smith sino una vez antes de casarme con él», relató. «Lo
conocí viniendo de Keokuk. Creo que fue en abril de 1843…
No sé si viví con él dos semanas; no puedo decir si viví con él
una semana o no». Antes de la muerte de su primera esposa

9 Para la declaración completa de la Sra. Lightner, véase el Apéndice C.


La historia de la espada desenvainada aparece frecuentemente en los
testimonios de los primeros polígamos. José le dijo a Lorenzo Snow que
había «vacilado y aplazado de vez en cuando, hasta que un ángel de Dios
se puso a su lado con la espada desenvainada y le dijo que, a menos que
siguiera adelante y estableciera el matrimonio plural, ¡le quitarían el
sacerdocio y sería destruido!». Eliza R. Snow Smith: Biography of
Lorenzo Snow, pp. 69-70. Ver también el manuscrito de Benjamin F.
Johnson.
10Robinson fue coeditor del Times and Seasons con Don Carlos. Ver sus
reminiscencias en The Return, Vol. III (febrero de 1891), p. 28.
458] Nadie conoce mi historia

en 1845, William tomó al menos otras cuatro esposas


plurales11.
Pero la verdadera medida del magnetismo del
matrimonio plural se puede ver mejor en la actitud de las
mujeres mormonas. Ellas requerían muy poco más de
persuasión que los hombres, aunque las razones no son tan
obvias. Nauvoo era un pueblo severo, puritano y sumamente
santurrón. Pero era un pueblo lleno de «viudas de la iglesia»,
cuyos maridos hacían proselitismo, difundiendo el evangelio,
en el este, en el sur, en Canadá, y en Inglaterra. Varias se
preparaban para ir a las Islas del Mar del Sur. Orson Hyde,
de camino a Palestina para dedicar esa tierra a la
restauración de los judíos, estaba explorando las
posibilidades de misiones en Alemania y Rusia. No está claro
si Nancy Hyde se convirtió en una esposa polígama de José
Smith cuando Orson Hyde estaba en esta misión, o antes.
Pero sus circunstancias eran típicas de las de muchas
mujeres que encontraban la poliandria a su gusto.
Además, a Nauvoo le preocupaba el viejo problema de la
mujer convertida separada pero no divorciada. El divorcio
era normalmente imposible, y tantas mujeres llegaban a
Nauvoo deseosas de casarse de nuevo que era difícil para la
iglesia mantener la disciplina que hubiera sido normal en
una comunidad establecida. Las normas de matrimonio eran
extremadamente flexibles a lo largo de la frontera.
Era fácil, por lo tanto, para muchas de las conversas
solitarias y sin dinero, caer en la poligamia. Pero por cada
mujer que entraba en el sistema por razones de seguridad, —

11Sus nombres eran Mary Jones, Priscilla Morgridge, Sarah Libby, y


Hannah Libby. Ver los testimonios de varias de estas mujeres publicados
en Temple Lot Case, pp. 380, 384; también J. F. Smith, Jr.: Blood
Atonement and the Origin of Plural Marriage, p. 49.
21 Si un hombre [459
seduce a una doncella

una frágil seguridad— había una docena para las que no


existía esta necesidad. No había ninguna necesidad de que la
atractiva virgen se convirtiera en una segunda, tercera o
decimotercera esposa, ya que en las zonas fronterizas
siempre había un excedente de hombres. ¿Y qué hay de las
mujeres casadas que con gusto se entregaban a sí mismas y a
sus hijos a la custodia y gloria del profeta para la eternidad,
dejando a sus maridos inadvertidos sin esposa y sin hijos en
el reino celestial? ¿Era un comentario melancólico sobre su
propio estado matrimonial o un tributo al encanto de José?
¿O era tal vez un ansia sofocada de nuevas experiencias,
liberada ahora por la oportunidad disfrazada de deber
religioso?

DEBERÍA haber sido obvio para José que los


matrimonios polígamos no podían mantenerse en secreto
por mucho tiempo. Y pronto comenzaron a aparecer los
primeros frutos de la «esposa espiritual». Hasta ese
momento José se había ocupado de que casi todas sus
esposas plurales fueran mujeres casadas, pero sus
principales élderes no podían seguir fácilmente su ejemplo.
Nadie en todo Nauvoo tenía un punto de vista más
estratégico desde el cual descubrir exactamente lo que estaba
pasando que la famosa comadrona Patty Sessions. Una
mujer delgada y enjuta con manos admirablemente
pequeñas para su trabajo, daba a luz a bebés por honorarios
que iban de 50 centavos a 3 dólares y era más estimada que
cualquier médico de la ciudad. En la primavera de 1842 José
la añadió a su círculo de esposas. Su hija, Sylvia, que fue
testigo del matrimonio de su madre, también se convirtió en
su esposa, pero esto, aparentemente, Patty nunca lo supo.
Ella registró su propio matrimonio con orgullo en su diario
460] Nadie conoce mi historia

secreto, y desde ese momento supo su deber con el nuevo


orden.
Joseph H. Jackson, que afirmaba haber sido confidente
del profeta durante un tiempo, declaró que la Sra. Sessions,
la Sra. Durfee y la Sra. Taylor se llamaban «madres de
Israel», y su deber era instruir a las mujeres más jóvenes en
los misterios de la poligamia. Se desconoce si la Sra. Taylor
se convirtió en esposa del profeta12.
Después de la expulsión de John C. Bennett, se le echó la
culpa de los niños huérfanos que llegaban a la ciudad13. Pero
mientras él seguía en el poder, las sospechas cayeron sobre
todos los hombres que fueron vistos fuera después del toque
de queda. El número de primeras esposas que conocían la
verdad sobre la poligamia era entonces extremadamente
pequeño, y el resto estaba hirviendo de sospecha y
furiosamente enfadado por lo que parecía ser la espantosa
laxitud moral de Nauvoo.
La Sociedad de Socorro Femenina, que José había
organizado a mediados de marzo de 1842 con Emma como
presidente, fue rápidamente desviada de las obras de caridad
a la purga de iniquidad. Con una pasión que probablemente
provenía menos de sus exaltadas normas de comportamiento
moral que de un miedo no expresado a lo que pudiera
descubrir, Emma sondeó e interrogó a todas las mujeres que
entraban en la organización.
Asistiéndola en el liderazgo de la sociedad estaban
algunas de las mujeres más capaces de la iglesia: La Sra.
Elizabeth Ann Whitney, la Sra. Sarah M. Cleveland, Elvira
Cowles, y la poetisa Eliza R. Snow. José las elogió

12Narrative of the Adventures and Experiences of Joseph H. Jackson


(Warsaw, Illinois, 1844), pp. 14.
13 Oliver Olney: The Absurdities of Mormonism Portrayed, p. 19.
21 Si un hombre [461
seduce a una doncella

públicamente por su celo en hacer «una sociedad selecta de


virtuosas», pero les advirtió que «deben ser extremadamente
cuidadosas en sus pesquisas, o las consecuencias serían
graves14». Eventualmente cada una de estas mujeres se
convirtió en su esposa plural con la excepción de la Sra.
Whitney, que le concedió en su lugar el privilegio de casarse
con su hija Sarah de diecisiete años.
La práctica de ampliar el círculo de esposas para ganar la
lealtad de las influyentes mujeres de Nauvoo fue efectiva
hasta cierto punto, después de lo cual se volvió altamente
peligrosa. Tarde o temprano alguna mujer se rebelaría lo
suficiente por la poligamia como para contarle al mundo
entero lo que pasaba en Nauvoo. La Sra. Sarah M. Kimball, a
quien José se acercó en 1842, le dijo que enseñara el
concepto a otra persona, pero ella guardó silencio15. La Sra.
Orson Pratt, que también rechazó al profeta, confió en
algunos amigos, pero no habló de la poligamia públicamente
hasta que fue una anciana amargada y solitaria.
Pero una joven inglesa de 18 años, Martha Brotherton,
decidió decir lo que pensaba. Brigham Young, que no había
sido negligente en seguir el ejemplo de su profeta, había
puesto su corazón en la joven inglesa de gran espíritu. La
llevó al famoso encuentro en la tienda de José, cerró la
puerta con llave y procedió con el curioso cortejo
exhortatorio que se estaba volviendo tan común en la ciudad:

14 History of the Church, Vol. IV, p. 570.


15Sarah M. Granger Kimball, esposa de Hiram S. Kimball, hizo más tarde
una declaración jurada diciendo: «A principios de 1842 José me enseñó
el principio del matrimonio para la eternidad, y la doctrina del
matrimonio plural… Le pedí que se lo enseñara a otra persona. Me miró
con reproche... [diciendo] “No dejaré de rezar por ti”». Historical
Record, Vol. VI, p. 232.
462] Nadie conoce mi historia

«El hermano José ha tenido una revelación de Dios de


que es legal y correcto que un hombre tenga dos esposas… Si
me aceptas, te llevaré directamente al reino celestial, y si me
tienes en este mundo, te tendré en el que vendrá, y el
hermano José nos casará aquí hoy, y podrás irte a casa esta
noche, y tus padres no sabrán nada al respecto».
Cuando la joven se mostró reacia y pidió tiempo, Brigham
llamó a José, quien también la instó a tomar una decisión
inmediata. «Adelante, haz lo que Brigham quiere que
hagas», dijo, y añadió con una risa: «Es el mejor hombre del
mundo, con excepción de mí». Luego siguió más seriamente:
«Si aceptas a Brigham, serás bendecida; Dios te bendecirá, y
mi bendición descansará sobre ti… y si no te gusta en un mes
o dos, ven a mí, y te haré libre de nuevo; y si te rechaza, te
aceptaré».
«Señor, será demasiado tarde para pensarlo después de
uno o dos meses», respondió irónicamente Marta. «Quiero
tiempo para pensar primero».
A esto el profeta respondió: «Pero el viejo proverbio es:
“Si nada se arriesga, nada se gana”».
Finalmente, y a regañadientes la dejaron ir a casa, donde
prometió rezar en secreto pidiendo guía. Sin embargo, en el
momento en que llegó, escribió todo el episodio mientras
aún estaba fresco en su memoria, y se lo mostró a sus padres.
Los Brotherton, sumamente indignados, tomaron un barco
de vapor a St. Louis, pero no antes de dar el relato de Martha
la suficiente difusión como para que todos en Nauvoo lo
supieran en una semana. Finalmente, Marta publicó su
21 Si un hombre [463
seduce a una doncella

relato en un periódico de St. Louis16. Pero incluso antes de


que apareciera, José había tomado medidas para acabar con
los rumores que su partida había puesto en marcha.
Hyrum, en la conferencia de abril, contradijo el informe
«de que una hermana había estado encerrada en una
habitación durante varios días, y que se esforzaron por
inducirla a creer en tener dos esposas». Los doce apóstoles
testificaron que los principios de José eran estrictamente
virtuosos, y el propio José subió al estrado en un sermón
ardiente contra todos los adúlteros y fornicarios que hacían
uso de su nombre para sancionar su corrupción.
«Hay entre nosotros», dijo en parte, «ladrones, adúlteros,
mentirosos e hipócritas. Si Dios hablara desde el cielo, os
ordenaría no robar, no cometer adulterio, no codiciar ni
engañar, sino ser fieles en pocas cosas. Al grado en que nos
alejamos de Dios, descendemos al diablo y perdemos
conocimiento, y sin conocimiento no podemos ser salvos…
La Iglesia debe ser purificada, y yo proclamo contra toda

16Véase el St. Louis Bulletin, 15 de julio de 1842, p. 2. Esto se reimprimió


en muchos periódicos del este y de Illinois, y también en la History of the
Saints de Bennett. El profeta nunca respondió directamente a sus
preguntas, pero Heber Kimball y Brigham Young calificaron su historia
como una vil falsedad, y las dos hermanas y el cuñado de Marta, que
habían permanecido fieles a la iglesia, fueron persuadidos a jurar que no
solo era una mentirosa sino también una ramera. Ver Affidavits and
Certificates Disproving the Statements and Affidavits Contained in John
C. Bennett's Letters, un panfleto publicado por los líderes de la iglesia el
31 de agosto de 1842. Elizabeth Brotherton, que firmó una de estas
declaraciones contra Martha, se convirtió en la esposa plural de Parley
Pratt el 24 de julio de 1843. Véase Utah Genealogical and Historical
Magazine, Vol. XXVII (1936), pp. 108-9.
464] Nadie conoce mi historia

iniquidad. El hombre no puede ser salvo sino al paso que


adquiere conocimiento17».
José podía, con cierta honestidad, denunciar el adulterio
en la misma semana en que se acostaba con la esposa de otro
hombre, o incluso con las esposas de varios hombres, porque
había interpuesto una ceremonia de matrimonio muy
especial. Y quién le iba a decir que no, ya que en el mundo
gentil la simple pronunciación de unas pocas frases gastadas
por cualquier juez de paz era todo lo necesario para
transformar la fornicación en un matrimonio bendito. La
palabra hablada se interponía entre él y su propia culpa. Y
con José la palabra era Dios.

Piedra capitel del Templo de Nauvoo, ahora


en la Quincy Historical Society

17 Ver History of the Church, Vol., IV, pp. 585-88, para un informe
completo de las actas de esta conferencia. NdT: también hay una
referencia a esto en Enseñanzas del profeta José Smith, p. 263-264.
21 Si un hombre [465
seduce a una doncella

Los cuatro hijos de José Smith, con el mayor Lewis Bidamon, segundo
esposo de Emma Smith
466] Nadie conoce mi historia
Capítulo 22
La explosión de Bennett

E
S UNA de las extrañas coincidencias de la historia
mormona que los tres hombres que más
astutamente juzgaron las potencialidades del
movimiento mormón, todos llevaban el apellido Bennett.
James Gordon Bennett, editor del New York Herald, aunque
fascinado por el fenómeno mormón, se contentó con verlo
desde la distancia. James Arlington Bennett, un prominente
abogado de New York y escritor de libros de texto, escribió
cartas de admiración e imaginación que influyeron mucho en
José Smith, pero retrasó su viaje a Nauvoo hasta después de
la muerte del profeta. Pero John Cook Bennett, sintiendo el
dinamismo de la iglesia, y sin duda atraído por los rumores
de la poligamia, no perdió tiempo en atrincherarse.
Durante un año y medio fue el amigo más íntimo de José,
colmado de favores que los conversos mayores —que habían
sacrificado fortuna y salud al evangelio— habrían dado
mucho por recibir. Solo aquellos cercanos al profeta sabían
de las tormentosas sesiones que empañaban esta amistad. Ya
que Bennett era demasiado ambicioso y caprichoso para
mantenerse como favorito. Insensible, despilfarrador y
demasiado sabio en su profesión de médico e instructor de
partería, estaba ansioso por explotar la poligamia.
Después de que los dos hombres se separaron por
completo, José dijo en una declaración pública cautelosa que
había sorprendido a Bennett predicando relaciones sexuales
promiscuas ya en diciembre de 1840 y lo había dejado ir con
una severa reprimenda. Luego, a mediados de julio de 1841,
468] Nadie conoce mi historia

volvió a descubrir que Bennett estaba seduciendo a mujeres


inocentes, esta vez en nombre del profeta y con la promesa
de matrimonio. José dijo que cuando se enfrentó a Bennett
con las pruebas y también con cartas que mostraban que era
un desertor de esposas, Bennett, desesperado, tomó veneno,
no lo suficiente para matarse —aunque era lo
suficientemente médico para poder medir la dosis correcta—
pero sí lo suficiente para convencer a todos de que su
arrepentimiento era sincero1.
En realidad, Bennett pudo haber estado tomando esposas
espirituales con la completa sanción de José, al igual que
Brigham Young y Heber C. Kimball a principios de 1842.
Pero está claro por las insinuaciones en la declaración de
José que Bennett consideraba toda la parafernalia de
matrimonio celestial como un mero espectáculo y prescindía
de ella cuando le daba la gana. A diferencia de José, nunca le
preocupó la necesidad de racionalizar sus propios impulsos o
de ponerse a la altura de Dios.
En la primavera de 1842 José se dio cuenta de que estaba
alimentando a un rival volátil y peligroso. Sospechaba que
Bennett había planeado que le dispararan
«accidentalmente» en la práctica de tiro de la Legión. Pero la
chispa que desencadenó la explosión de su expulsión parece
haber sido encendida por una rivalidad por los afectos de
Nancy Rigdon de diecinueve años, hija de Sidney.
Dado que el noviazgo de José con Nancy fue descrito por
su hermano John y su cuñado George W. Robinson, así como
por Bennett, no hay razón para dudar de la historia. José
arregló una entrevista privada con Nancy en la casa de la Sra.
Orson Hyde. Pero Nancy había sido advertida por Bennett, y

1 History of the Church, Vol. V, pp. 37, 42.


22 La explosión de Bennett [469

respondió a sus exhortaciones con lágrimas y abuso,


finalmente amenazando con gritar hasta que todo el pueblo
viniera corriendo a menos que la dejara ir a casa. Al día
siguiente José cometió el error de dictarle una carta a ella:
La felicidad es el objeto y el diseño de nuestra existencia; y será
el final de ésta, si seguimos el camino que conduce a ella; y este
camino es la virtud, la rectitud y la fidelidad, la santidad y el
cumplimiento de todos los mandamientos de Dios, pero no
podemos cumplir todos los mandamientos sin conocerlos
primero…
Lo que Dios requiere es correcto, no importa lo que sea,
aunque no veamos la razón de ello hasta mucho después de que
los acontecimientos ocurran. Si buscamos primero el reino de
Dios, se añadirán todas las cosas buenas. Así sucedió con
Salomón: primero pidió sabiduría, y Dios se la dio, y con ella todos
los deseos de su corazón; incluso cosas que podrían considerarse
abominables para todos los que entienden el orden del Cielo solo
en parte, pero que en realidad eran correctas porque Dios las
sancionó con una revelación especial…
Esta carta fue quizás el primer argumento directo de la
poligamia que José puso por escrito2. Nancy se la mostró a
su padre, que hasta ahora aparentemente ignoraba por
completo la poligamia, y le contó los avances de José. Salvaje
de furia, Rigdon lo mandó a buscar inmediatamente. George
Robinson, que estaba presente cuando llegó, escribió a un

2 Nancy le dio esta carta a Francis Higbee, quien se la entregó a Bennett,


quien a su vez la publicó en su History of the Saints, pp. 243-5. No estaba
firmada, y estaba escrita de puño y letra por Willard Richards. La Iglesia
de Utah la publicó como un ensayo sobre la «Felicidad», ostensiblemente
escrito por José Smith, en la History of the Church, Vol. V, pp. 134-6, con
el críptico comentario editorial: «No se sabe con certeza qué motivó la
redacción de este ensayo».
NdT: El lector podrá reconocer el texto de esta carta el cual fue
publicado en Joseph Fielding Smith: Enseñanzas del profeta José Smith,
pp. 312-14.
470] Nadie conoce mi historia

amigo que José al principio lo negó todo, pero cuando


Rigdon le tiró la carta a la cara, se quebró y admitió la
verdad, excusándose lamentablemente diciendo que solo
había estado probando la virtud de Nancy3.
«La historia salió a la luz», comentó el hermano de
Nancy, John, en años posteriores, «y se convirtió en la
comidilla del pueblo que José le había hecho una propuesta a
Nancy Rigdon para convertirse en su esposa, y que ella lo
rechazó4».
El profeta no podía permitirse un nuevo escándalo
siguiendo tan de cerca a Martha Brotherton. Culpando a
Bennett de todo el embrollo, decidió poner fin a su
insolencia, y el 11 de mayo de 1842 redactó una bula de
excomunión5. Pero sabía que Bennett podía ser el enemigo
más mortal que la iglesia habría enfrentado. Buscando una
forma de detener su boca, llamó a varias mujeres cuyos
nombres habían sido vinculados con el del célebre doctor y
las interrogó severamente. Ahora, aparentemente por
primera vez, se enteró de la magnitud del libertinaje de
Bennett.
Bennett había seducido a innumerables mujeres en
nombre de José sin ningún beneficio de ceremonia. Aún
peor, había prometido el aborto a las que quedaran
embarazadas. Zeruiah N. Goddard, repitiendo los chismes de

3 Véase la carta de Robinson a James Arlington Bennett (también se


escribe Bennet), de Long Island, fechada en Nauvoo, el 27 de julio de
1842. Este Bennett admitió en el New York Herald, el 4 de noviembre de
1842, que le dio la carta a John Cook Bennett, quien la publicó en su
History of the Saints, p. 246.
4 La declaración jurada de John W. Rigdon se publica en Joseph F.
Smith, Jr.: Blood Atonement and the Origin of Plural Marriage, pp.
81-4.
5 History of the Church, Vol. V, p. 74.
22 La explosión de Bennett [471

Sarah Pratt, informó que «el Dr. Bennett le dijo que podía
causar el aborto con perfecta seguridad a la madre en
cualquier etapa del embarazo, y que frecuentemente había
destruido y retirado a los bebés antes de tiempo para evitar
la exposición de las partes y que tenía instrumentos para ese
fin6».
José no escribió nada en su diario de la escena en la que
se enfrentó a Bennett con las declaraciones juradas que
había reunido, pero Bennett describió más tarde la entrevista
con su propio detalle cuidadosamente seleccionado. Cuando
entró en la oficina del profeta, escribió, José cerró la puerta,
puso la llave en su bolsillo, sacó una pistola y dijo sin
preámbulos: «La paz de mi familia requiere que firmes una
declaración jurada, y hagas una declaración ante el próximo
Consejo de la Ciudad, exonerándome de toda participación,
ya sea directa o indirecta, de palabra o de hecho, en la
doctrina de la esposa espiritual, o en las relaciones privadas
con mujeres en general, y si no lo haces con aparente alegría,
haré de ti un cebo de bagre, o te entregaré a los danitas para
tu ejecución esta noche, ya que mi dignidad y pureza deben y
serán mantenidas ante el público7».

6 Véase el testimonio de Hyrum Smith, Wasp extra, 27 de julio de 1842,


reeditado en History of the Church, Vol. V, págs. 71-2; y la declaración de
Zeruiah N. Goddard, con quien Sarah Pratt se embarcó durante varios
meses, publicada en Affidavits and Certificates Disproving the
Statements and Affidavits Contained in John C. Bennett's Letters
(Nauvoo, 31 de agosto de 5842). No hay duda de que Bennett era un
abortista. Sarah Pratt le dijo a W. Wyl muchos años después que Bennett
le había mostrado uno de sus instrumentos e indicó que había realizado
operaciones ilegales en la ciudad. Mormon Portraits, p. 61.
7Carta del Sangamo Journal, fechada el 2 de julio de 1842, publicada el
15 de julio de 1842.
472] Nadie conoce mi historia

Sea lo que sea que el profeta haya dicho, no hay duda de


que hubo una amarga batalla verbal. Contra los testimonios
jurados de las mujeres a las que había traicionado, Bennett
solo tenía la ambigua carta sin firmar a Nancy Rigdon para
poner en la balanza. Pero conocía a varias de las esposas de
José y sin duda amenazó con arrastrarlas con José a través
de un montón de estiércol.
José ganó, pero se vio obligado a conceder a Bennett el
privilegio de una retirada amistosa y un voto público de
agradecimiento por sus servicios como alcalde de Nauvoo. El
19 de mayo Bennett se presentó ante el consejo de la ciudad y
comenzó con una sonrisa retorcida: «Sé lo que soy, y las
cabezas de la Iglesia saben lo que son, espero; no tengo
ninguna dificultad con las cabezas de la Iglesia. Confieso
públicamente que cualquiera que haya dicho que el general
José Smith me ha dado autoridad para tener relaciones
sexuales ilícitas con mujeres es un mentiroso ante Dios8».
José había esperado que Bennett saliera de Nauvoo al
olvido, pero no contaba con la tenacidad del hombre.
Bennett convenció a Brigham Young y a Wilson Law para
que abogaran por él e hizo todo lo posible para aplacar a
Rigdon. Ahora José se enfrentaba a un desalentador dilema.
Historias de la depravación de Bennett se habían filtrado a
través de la ciudad, y si ahora se le devolvía el favor, el
profeta sería acusado de apoyar el aborto y la prostitución.
Un indignado Sumo Consejo estaba interrogando a los
amigos más cercanos de Bennett, Chauncey y Francis
Higbee, quienes justificaron su incontinencia en nombre del
profeta9. La negación y los argumentos en contra de ésta solo

8 History of the Church, Vol. V, p. 13.


9 Ibíd., Vol. V, p. 18.
22 La explosión de Bennett [473

esparcieron la inundación de rumores calumniosos que


ahora corrían por toda la ciudad.
Durante un tiempo José se aferró a la esperanza de que
Bennett sería menos peligroso en la iglesia que fuera y, a
pesar de que los apóstoles y el Sumo Consejo lo habían
excomulgado el 25 de mayo, aceptó mantenerlo en la
hermandad si hacía una confesión pública. En una dramática
sesión ante cien hermanos en el salón masónico el 26 de
mayo, Bennett, llorando como un niño, contó una buena
parte de sus fechorías. Luego, para el asombro e indignación
de muchos de los presentes, José pidió misericordia para él.
Esta postura tuvo que justificarla no solo ante los
hermanos, sino también ante una iracunda Sociedad de
Socorro. «Un pequeño cuento prenderá fuego al mundo»,
dijo. «En este momento, la verdad sobre los culpables no
debe ser dicha abiertamente, por extraño que parezca, pero
es la norma… Es necesario tener una influencia en el mundo,
y así ahorrarnos un exterminio… Algunos líderes de la Iglesia
me aconsejan que diga a la Sociedad de Socorro que sea
virtuosa, pero que salve a la Iglesia de la desolación y de la
espada; tened cuidado, estad quietos, sed prudentes,
arrepentíos, reformaos, pero hacedlo de manera que no
destruyáis a todos los que os rodean10».
Durante cuatro semanas más Bennett siguió siendo una
molestia en la iglesia, maloliente e insistente en llamar la
atención. Finalmente, José se convenció de que era mejor
cortarle el paso y dejarle hacer lo peor en lugar de alimentar
la corrupción que estaba criando en Nauvoo. Bennett lo
condenaría si usaba el cuchillo, pero su propia gente lo haría
si no lo hacía. El 23 de junio de 1842 lo expuso públicamente

10 Ibíd., Vol. V, p. 20.


474] Nadie conoce mi historia

y emitió la bula de excomunión que se mantenía en reserva


desde el 11 de mayo.
El 8 de julio de 1842, el Sangamo Journal de Springfield
publicó el extra más sensacional de su carrera. John C.
Bennett, junto al profeta la figura más célebre de Nauvoo,
había sido excomulgado de la iglesia mormona y estaba
escribiendo al editor una serie de cartas como nunca había
visto este último, en todos sus años de escándalos, calumnias
y engaños electorales.
«Le escribo ahora desde la Sion mormona, la ciudad de
los santos», Bennett comenzó la primera carta, «donde estoy
amenazado de muerte por el santo Joe, y su banda danita de
asesinos». Llamando al profeta todo, desde un libertino
escandaloso a un asesino sucio y contaminado, Bennett
amontonó historia tras historia hasta que hizo de Nauvoo un
nombre para estar a la altura de Sodoma y Gomorra. Sus
cartas posteriores se publicaron a intervalos irregulares
hasta finales de septiembre, cuando aparecieron, recogidas y
revisadas, en un libro llamado The History of the Saints: or,
An Exposé of Joe Smith and Mormonism11.
El largo catálogo de las acusaciones de Bennett se volvió a
publicar en los principales periódicos norteamericanos.
«Todo el asunto», dijo el New York Herald el 24 de julio,
«está lleno de filosofía, diversión, picardías, religión, verdad,
falsedad, fanatismo, y filosofía. Lean los siguientes extractos,
pongan su confianza en el Señor y aprendan a refrenar sus
pasiones».
Bennett acusó a José de establecer un despotismo en la
frontera que pretendía derrocar a los estados occidentales y
establecer un imperio con él mismo como rey. Esto se

NdT: «La historia de los santos: Una exposición de Joe Smith y el


11

mormonismo».
22 La explosión de Bennett [475

lograría a través de la Legión, que, según Bennett (eludiendo


su propia responsabilidad en el asunto), había conseguido
del estado de Illinois12 treinta cañones e inmensas cantidades
de armas pequeñas.
Prácticamente todos los miembros de la Legión, continuó,
habían hecho el juramento danita, jurando defender al
profeta, ya sea que esté bien o mal. Doce de los danitas más
despiadados habían sido apartados como Ángeles
Destructores, cuyo negocio era espiar a los enemigos del
profeta y asesinarlos a medianoche, vestidos con túnicas
blancas y llevando una amplia faja roja alrededor de sus
cinturas13.
Los relatos de Bennett sobre los danitas y los «ángeles»
no eran nada comparados con su relato de la decadencia
moral en Nauvoo. José, declaró, había establecido un
elaborado sistema de prostitución para el beneficio especial
de la jerarquía eclesiástica. Las mujeres mormonas inducidas
a este sistema se dividían en tres clases:
La más baja, llamada las Santas Cipresinas, consistía en
aquellas mujeres de corazón cálido y generosas que habían
sido traicionadas por una indiscreción y forzadas a confesar
y que después fueron designadas como arpías para los líderes
de la iglesia.
La segunda clase, las Hermanas de la Caridad de Cámara,
o Santas del Velo Verde, estaba compuesta por mujeres algo

12Thomas Ford, que siguió a Carlin como Gobernador de Illinois, señaló


que en realidad solo tres cañones y 350 armas pequeñas habían sido
entregadas a la milicia mormona. History of Illinois, p. 267.
13No hay pruebas fiables de que la organización danita haya continuado
en Illinois, excepto entre el guardaespaldas personal de José. Los
uniformes blancos (no las túnicas) eran parte de su atuendo militar. John
D. Lee, uno de los guardaespaldas de José, llevaba con orgullo su faja
roja en años posteriores cuando iba a los bailes del sur de Utah.
476] Nadie conoce mi historia

menos dispuestas a una distribución gratuita de sus


encantos, pero aún así lo suficientemente pródigas como
para otorgarlos en ocasiones sin beneficio de una ceremonia
matrimonial. Si un oficial de la iglesia deseaba ganar una
Hermana de la Caridad de Cámara, explicó Bennett, le pedía
a José, que miraba en su piedra mirilla14 y allí preguntaba la
voluntad del Cielo. Si deseaba a la mujer para él, la respuesta
era no.
Las más honradas entre las mujeres de Nauvoo, dijo
Bennett, eran las Santas de Claustro, o Santas del Velo
Negro, que pasaban por un ritual de matrimonio y se
convertían en esposas secretas o «espirituales». José,
informó, tenía al menos siete, pero por deferencia a sus
reputaciones las enumeró solo por sus iniciales15.
Los afectos de José, continuó, iban desde la guapa puta
gentil que vivía junto al barco de vapor que llegaba a la escala
de la sociedad de Nauvoo hasta la ardiente y vivaz Nancy
Rigdon. Ni siquiera las mujeres casadas eran inmunes a las
importunidades de José. Estaba la Sra. Sarah Pratt, esposa
del apóstol Orson Pratt, entonces en una misión en
Inglaterra. Bennett dijo que la conocía bien, tras haberse
alojado en su casa durante unos meses, y la describió como

14 NdT: peepstone en inglés.


15 Ver p. 302 y sig. Es imposible verificar la exactitud de las historias de
Bennett, excepto cuando se complementan con datos más fiables. No hay
ninguna otra referencia a las Santas Cipresinas, Hermanas de Caridad de
Cámara, o Santas de Clausura en ningún documento disponible. Sin
embargo, las Santas de Clausura correspondían aproximadamente al
sistema de esposas plurales que José había establecido. No se puede
determinar si las otras eran las ramificaciones secretas del sistema de
esposas plurales de Bennett o si simplemente las inventó de un solo
tejido para hacer su exposición lo más escabrosa posible.
22 La explosión de Bennett [477

«una de las mujeres más elegantes, agraciadas, amigables y


consumadas del lugar».
La Sra. Pratt, dijo, le contó todos los detalles de la
conversación de José con ella. Después de los preliminares
apropiados el profeta dijo: «Hermana Pratt, el Señor te ha
entregado a mí como una de mis esposas espirituales. Tengo
las bendiciones que Jacob me concedió, como Dios concedió
a los hombres santos de antaño; y como te he mirado
durante mucho tiempo con favor, y un deseo sincero de
felicidad conyugal, espero que no me repudies ni me
niegues».
Se supone que Sarah respondió en el siguiente lenguaje
solemne: «¿Se me pide que rompa el pacto matrimonial, y
que demuestre traición a mi legítimo esposo? Nunca lo haré.
No seré deshonrada como mujer16, ni será mi honor
manchado. No me importan las bendiciones de Jacob, y no
creo en tales revelaciones, ni consentiré, en ninguna
circunstancia. Tengo un buen marido, y eso me basta».
José la amenazó entonces, dijo Bennett, porque temía que
ella difundiera la historia. «Si lo cuentas, arruinaré tu
reputación; recuérdalo17…».

16 NdT: La frase en inglés dice «My sex shall not be disgraced».


17 La Sra. Pratt nunca publicó una declaración propia, pero en años
posteriores dos hombres obtuvieron entrevistas con ella. Uno, el hijo
mayor de José Smith, la citó diciendo: «No Joseph, tu padre nunca me
dijo una palabra impropia en su vida. Él lo sabía mejor que nadie… No
hay verdad en los informes que han circulado sobre él a este respecto.
Siempre fue un caballero cristiano y un hombre noble». («Memoirs of
President Joseph Smith», Saints Herald, 22 de enero de 1935, p. 109.)
W. Wyl, por otro lado, en Mormon Portraits, la citó mencionando el
«cobarde intento de José contra mí». Y hubo serios problemas entre el
profeta y Orson Pratt después del regreso de este último de Inglaterra.
La Sra. Pratt fue sometida a una intensa campaña de desprestigio, y la
pareja casi dejó la iglesia.
478] Nadie conoce mi historia

Bennett reforzó sus acusaciones con varias declaraciones


juradas de prostitutas de Nauvoo y dos cartas supuestamente
dictadas por el profeta, una de ellas la carta a Nancy Rigdon.
Consideraba a José el charlatán más consumado del país, tan
impregnado de engaños que se había vuelto despreciativo
tanto con Dios como con los hombres. Como prueba citó una
petición que José supuestamente le hizo después de que se
convirtieran en amigos íntimos:
Joe me propuso ir a New York, y conseguir algunas planchas
grabadas, y llevárselas a él, para que pudiera exhibirlas como las
planchas genuinas del Libro de Mormón, que él pretendía que le
habían sido quitadas, y «escondidas» por un ángel, y que él
profesaría haber recuperado. Calculó que ganaría mucho dinero
con este truco, ya que habría gran ansiedad por ver las planchas,
que pretendía exhibir a 25 centavos de dólar por vista. Le
mencioné esta propuesta a la Sra. Sarah M. Pratt el día que el
profeta la hizo, y le pedí que la guardara en la memoria ya que
podría ser de mucha importancia18.
Dándose cuenta de que su propia posición era equívoca,
Bennett precedió su libro con la declaración de que se había
unido a los mormones solo para exponerlos, y que había
fingido una gran amistad con el profeta para poner al
descubierto su perfidia. Las primeras cincuenta páginas de
su libro estaban dedicadas a declaraciones que atestiguaban
la integridad de su propio carácter. Cuando el historiador H.
H. Bancroft las leyó, comentó con una agradable ironía:
«Cuando un hombre te echa en cara tres certificados de su
buen carácter por parte de una a una docena de personas,
puedes saber que es un gran bribón».

18 Cuando se le preguntó a la Sra. Pratt sobre esto años más tarde,


confirmó la historia de Bennett, pero puede ser que Bennett lo haya
inventado él mismo para calumniar al profeta en su punto más
vulnerable. Ver W. Wyl: Mormon Portraits, p. 21.
22 La explosión de Bennett [479

Para cualquier lector perspicaz, Bennett se reveló en su


propio libro como un bajo e innoble oportunista. El New
York Herald, después de obtener el valor noticioso de las
cartas al publicarlas como aparecieron en el Sangamo
Journal, despreció noblemente la propia colección de
Bennett, The History of the Saints, como «obscena y
licenciosa en el más alto grado».
Incluso la prensa whig en Illinois, mientras explotaba las
cartas y el libro hasta la saciedad como capital político
inesperado, se sintió obligada a hacer reservas sobre el
carácter del autor. «Apenas podemos confiar en las
declaraciones de Bennett», dijo el Quincy Whig el 16 de julio
de 1842, «revelan tanta iniquidad».
La prensa demócrata se negó a publicar ninguna de las
historias de Bennett, calificó a la oposición de descender a la
pornografía política, y llamó a todo el escándalo una trama
del partido whig. El 15 de julio el Illinois State Register
acusó al candidato whig para gobernador, Joseph Duncan,
de publicar a su costa miles de copias de las «declaraciones
obscenas, vulgares e inmorales» de Bennett y gritó
vergüenza sobre tales «cómplices de libertinaje y
depravación moral». Sin embargo, los demócratas estaban
terriblemente conmocionados y temían que Bennett les
hubiera costado la elección.
En este punto los demócratas se encontraron con una
inesperada racha de buena suerte. La repentina muerte de su
candidato a gobernador, Adam Snyder, dejó el puesto abierto
para un hombre que podía mantenerse completamente al
margen de la cuestión mormona. Dado que prácticamente
todas las figuras políticas líderes del estado habían votado
por los estatutos mormones, este candidato no fue fácil de
encontrar. El partido finalmente seleccionó a un sobrio e
480] Nadie conoce mi historia

inocuo abogado llamado Thomas Ford, que entonces servía


como juez de la Corte Suprema del estado.
Aunque aparentemente no era un político, Ford llevó a
cabo una campaña muy astuta. «No tengo medios para
saber», dijo en sus discursos con respecto a los mormones,
«si, de hecho, tienen la intención de votar por mí o por el
gobernador Duncan… Soy tan completamente ignorante de
los mormones que no sé nada de ellos ni desde el punto de
vista religioso, político ni moral, y por lo tanto no puedo
defenderlos ni condenarlos… No los busco ni los rechazo,
sino que los dejo libres, como otras personas, para elegir
entre mi competidor y yo19».
Los whig intentaron desesperadamente probar que Ford
se había vendido al profeta, pero sin éxito, ya que Ford
incluso abogó por la revocación de los poderes
extraordinarios otorgados en los estatutos de Nauvoo. Para
el momento de las elecciones el horror inicial por la
exposición de Bennett se había agotado, y la campaña de
contrataque que José Smith había puesto en marcha
enérgicamente estaba empezando a surtir efecto. Ford fue
elegido, los periódicos whig dejaron de fulminar, y el estado
volvió a su antigua rutina.
Pero no había vuelta a la rutina en Nauvoo. Bennett había
abierto la caja de Pandora, y los esfuerzos más frenéticos no
pudieron recuperar todas las furias que había soltado.

SIN EMBARGO, fue la buena fortuna del profeta que


Bennett exagerara tanto su caso que fue posible
desacreditarlo a los ojos del pueblo mormón. En pocas
semanas José había hecho el nombre de Bennett sinónimo

19 Illinois State Register, 1 de julio de 1842.


22 La explosión de Bennett [481

de libertinaje y traición. Un extra de Wasp publicado el 27 de


julio de 1842 lo declaró «destructor de carácter y virtud, y
una peste viviente, que camina en la oscuridad para
enconarse en su propia infamia». Y un panfleto especial,
Affidavits and Certificates Disproving the Statements and
Affidavits Contained in John C. Bennett's Letters, lo
denunció por seducción, proxenetismo y aborto. Sarah Pratt
y Nancy Rigdon fueron públicamente acusadas de ser sus
amantes.
Los no mormones se inclinaron a creer tanto las
declaraciones juradas de Bennett como las de José. Pero en
Nauvoo nadie se atrevió a acusar a José de poligamia ya que
significaba identificarlo con Bennett. Rigdon estaba tan
indignado por la calumnia contra su hija que publicó una
declaración llamando a Stephen Markham, que había
vinculado el nombre de Nancy con el de Bennett, un notorio
mentiroso. Sin embargo, estaba tan horrorizado por la
prueba de la degeneración de Bennett que añadió su propia
denuncia de Bennett a las de los otros líderes de la iglesia y
guardó silencio sobre las impropiedades de José con
Nancy20.
Bennett esperaba que los Pratt y Rigdon lo siguieran fuera
de la iglesia, pero en ambos casos se decepcionó. Pratt, que
había regresado de Inglaterra para enseñar matemáticas en
la Universidad de Nauvoo, vagaba por Nauvoo como un
hombre sin cordura, proclamando la inocencia de su esposa
a todos los transeúntes. Cuando William Law llamó a los
santos en una reunión pública a reconocer a José como

20La declaración de Rigdon contra Markham, fechada el 3 de septiembre


de 1842, fue publicada en el Sangamo Journal, el 23 de septiembre de
1842. Su denuncia de Bennett apareció en el extra de Wasp, el 27 de julio
de 1842.
482] Nadie conoce mi historia

«hombre bueno, moral, virtuoso, pacífico y patriótico», Pratt


se puso de pie, pálido y solitario entre los miles, para
registrar el único voto negativo21.
Una mañana desapareció y todo Nauvoo salió a buscarlo,
ya que era muy querido y admirado. Finalmente fue
descubierto a kilómetros por debajo de la ciudad, sentado sin
sombrero en la orilla del Mississippi. Desprovisto de su
apostolado, sospechando de amigos y enemigos, y
atormentado por las dudas de las propias negaciones de
Sarah, había estado muy cerca del suicidio. Pero permaneció
en Nauvoo, luchando con sus furias durante cinco meses,
después de los cuales fue rebautizado con su esposa en el río
Mississippi22.
En el aislamiento de su casa, Sidney Rigdon
alternadamente se enfurruñó y rezó durante muchas
semanas. Entonces un día, pálido y tembloroso, montó la
plataforma en la arboleda para describir un milagro. Su hija
Eliza, informó, después de una breve enfermedad, cayó en
coma y murió. El médico la había declarado muerta y
abandonado la casa, y la familia había cedido a su dolor. Pero
Eliza se levantó de su lecho, llamó a la familia que la rodeaba
y azotó a Nancy con un mensaje del cielo: «Está en tu
corazón negar esta obra; y si lo haces, el Señor dice que será
la condenación de tu alma». Bennett era un hombre
malvado, insistió ella, y el Señor estaba a punto de
pisotearlo. Pero si Nancy continuaba en la fe, sería colmada
de bendiciones divinas.

21 Edición extra de Wasp, el 27 de julio de 1842.


22 History of the Church, Vol. V, pp. 138, 256; y The Return, Vol. II
(Noviembre 1890), p. 362. Pratt se convirtió en el marido de diez esposas
y padre de cuarenta y cinco hijos.
22 La explosión de Bennett [483

Después de pronunciar esta amonestación, Rigdon


continuó, Eliza se desmayó. Durante horas había estado
entre la vida y la muerte, mientras que él se había arrodillado
junto a su cama rezando con angustia y arrepentimiento.
Finalmente, el Señor la sanó, y ahora había venido a
testificar que José era un verdadero profeta y no un profeta
caído, y que era verdaderamente elegido para construir el
reino de Dios23.
La sensacional experiencia de Eliza Rigdon, fuera lo que
fuera, pudo tener raíces psicológicas en los celos ardientes de
Nancy. En cualquier caso, le ahorró al profeta una deserción
que podría haber sido muy grave. Porque si se le puede creer
a Bennett, Rigdon estuvo en un momento dado a punto de
escribir un libro contra de su líder. Una vez más José se
había salvado por un milagro que no había hecho él.
Para José, uno de los peores aspectos del escándalo de
Bennett era que en lugar de predicar el nuevo orden
matrimonial más y más abiertamente, como esperaba, se vio
obligado a guardar un secreto cada vez mayor. Cuando
publicó el panfleto de Udney Jacob en un esfuerzo por
detener la marea de repulsión contra cualquier cosa que
insinuara experimentación matrimonial, despertó tal
tormenta de indignación que se vio obligado a rechazarlo de
inmediato en Times and Seasons como un «aparejo sin
sentido de tonterías, insensatez y basura24».
Esta y otras negaciones públicas de la práctica de esposas
espirituales pusieron una carga peculiar en sus propias
esposas y también en los principales hombres mormones que
estaban empezando a practicar la poligamia. José persuadió

23 History of the Church, Vol. V, pp. 121-2.


24 Vol. IV (1 de diciembre de 1842), p. 32.
484] Nadie conoce mi historia

a una docena de élderes prominentes para que juraran que


solo existía el orden matrimonial convencional en Nauvoo, y
que el sistema de Bennett era «una creación propia». Una
declaración similar fue firmada por una docena de
importantes mujeres mormonas, con el nombre de Emma
orgullosamente a la cabeza. Pero mientras Emma firmaba la
declaración jurada de buena fe, otras desgraciadamente
cometieron perjurio. Entre los firmantes se encontraban
Newel y Elizabeth Whitney, quienes tres meses antes habían
sido testigos del matrimonio de su hija de diecisiete años,
Sarah Ann, con el profeta25.
Eliza Snow juró junto con el resto, aunque era esposa del
profeta desde el 29 de junio de 1842. Una mujer sensible y
de mente elevada, debe haber sentido dolor por esta
negación. Vivía en la casa de José, dando clases a sus hijos y
dirigiendo una escuela, y era, junto con Emma, la mujer más
querida de Nauvoo. Los niños memorizaron sus largos
poemas didácticos, que aparecían regularmente en Times
and Seasons, y cantaban sus himnos en las calles. José se
había casado con ella en la semana de la expulsión de
Bennett, y chismes posteriores decían que Emma la había
puesto a espiar al profeta y que él se había casado con ella
para mantenerla callada.
Pero Eliza Snow sería la última mujer en Nauvoo en
rebajarse a espiar al hombre al que veneraba como un dios, y
su autobiografía deja claro que se le había enseñado el
principio de la poligamia durante algún tiempo antes de
entrar en ella, aunque esperaba y creía que pasarían años
antes de que se practicara realmente. Aunque era de la edad

25 Las declaraciones juradas se publicaron en Times and Seasons, Vol. III


(21 de octubre, 1842), pp. 939-40. Sarah Ann Whitney se casó con Joseph
el 27 de julio de 1842. Véase el Apéndice C.
22 La explosión de Bennett [485

de Emma, los años habían tratado con delicadeza su austera


belleza. Es muy probable que José la admirara durante
mucho tiempo, pero debido a la repugnancia inicial de ella al
concepto del matrimonio plural, no se le declaró hasta que
las revelaciones de Bennett hicieron imperativo que la
tomara en su total confianza.
Las negaciones de la poligamia pronunciadas por los
líderes mormones entre 1835 y 1852, cuando finalmente fue
admitida, son una notable serie de evasiones y circunloquios
que involucran todo tipo de gimnasia verbal. Cuando los
hermanos atacaron la práctica de esposas espirituales o
poligamia, fue con la reserva mental de que «el orden
patriarcal del matrimonio» o «el orden celestial de la
pluralidad de esposas» era inconmensurablemente diferente.
Las negaciones del profeta a la poligamia nunca fueron
tan directas como las de sus principales hermanos
polígamos. «Hay un gran ruido en la ciudad», dijo en un
discurso, «y muchos dicen que no puede haber tanto humo
sin algo de fuego. Bueno, que así sea. Si las historias sobre
Joe Smith son ciertas, entonces las historias de John C.
Bennett son ciertas sobre las damas de Nauvoo; y dice que la
Sociedad de Socorro de Damas está organizada en torno a
quienes van a ser las esposas de Joe Smith. Damas, ustedes
saben si esto es verdad o no. No sirve de nada vivir entre
cerdos sin un hocico. No puedo soportar que se muerdan y
devoren unas a otras. Terminen con esto. Por el amor de
Dios, basta26».

26 Febrero 21, 1843. History of the Church, Vol. V, p. 286.


486] Nadie conoce mi historia
Capítulo 23
A escondidas

E
N LA PRIMAVERA de 1841, cuando José fue
acosado por la amenaza de extradición a Missouri,
dijo algunas cosas amargas. Ningún escribiente
había registrado el discurso en el que echó maldiciones a sus
perseguidores, pero corrió el rumor de que había predicho
que el odiado Boggs tendría una muerte violenta en un año y
que el gobernador Carlin moriría en una zanja1.
Cuando, por lo tanto, en mayo de 1842 llegó a Nauvoo la
noticia de que Boggs había sido asesinado por un asaltante
desconocido, «pasó por la ciudad como si se hubiera
cumplido una gran profecía2». Un escritor de Wasp que
firmó como Vortex comentó indiscretamente el 28 de mayo:
«Boggs fue asesinado sin duda alguna según el informe; pero
quién hizo la noble hazaña queda por averiguar». Ciertos
observadores en Nauvoo notaron que el siniestro
guardaespaldas de José, Porter Rockwell, que había estado
ausente por algunas semanas, regresó a la ciudad solo dos
días después de la noticia del tiroteo. Admitió ante sus
amigos que acababa de llegar de Missouri.
La prensa whig, sabiendo el celo de algunos de los
hombres de José por hacer realidad sus profecías, se
apresuró a señalar con el dedo las sospechas e insinuó que
José estaba detrás del asalto. «El profeta mormón», dijo el

1Carlin informó de este rumor a José en una carta fechada en junio de


1842. Ver History of the Church, Vol. V, p. 50.
2Según Oliver Olney, que estaba entonces en Nauvoo. Ver Absurdities of
Mormonism Portrayed, p. 19.
488] Nadie conoce mi historia

Quincy Whig el 21 de mayo, «como entendemos, profetizó


hace un año más o menos, su muerte por medios violentos.
Por lo tanto, hay muchos fundamentos para el rumor». José
respondió indignado en el Wasp el 28 de mayo: «Boggs era
un candidato al senado estatal, y, supongo, cayó en manos de
un oponente político, y “sus manos y su cara aún chorrean la
sangre del asesinato”; pero no murió por mi intermedio. Mis
manos están limpias y mi corazón puro de la sangre de todos
los hombres».
John C. Bennett escribió que había oído al profeta ofrecer
una recompensa de quinientos dólares a cualquier ángel
destructor que matara a Boggs. Al principio, dijo Bennett,
estaba seguro de que Porter Rockwell había sido el agresor,
ya que antes de su viaje a Missouri había sido muy pobre, y
después de su regreso tenía «un elegante carruaje y caballos
a su disposición, y sus bolsillos estaban llenos de oro». Pero
José había insistido, continuó Bennett, en que el carruaje y el
oro fueron proporcionados a Rockwell para llevar a los
turistas al templo desde y hacia el barco de vapor. «El ángel
destructor ha hecho el trabajo como predije», dijo el profeta,
«pero Rockwell no fue el hombre que disparó. ¡El Ángel lo
hizo!».
Bennett no se contentó con acusar al profeta por escrito.
Boggs se había negado obstinadamente a morir, aunque le
habían dado tres veces en la cabeza. Ni bien se recuperó lo
suficiente, Bennett se dirigió a él con todo lo que sabía y más
de lo que imaginaba sobre el intento de asesinato. Boggs hizo
inmediatamente una declaración jurada en la que acusaba a
José de ser «cómplice ante el hecho del intento de asesinato»
y convenció al gobernador Reynolds de que pidiera su
extradición alegando que era un fugitivo de la justicia.
23 Clandestinidad [489

Cuando los alguaciles llegaron a Nauvoo el 8 de agosto de


1842, armados con la orden judicial y una orden del
gobernador Carlin, tanto José como Porter Rockwell se
sometieron al arresto, pero fueron puestos en libertad en
virtud de una orden de habeas corpus emitida por el tribunal
municipal de Nauvoo. El consejo municipal aprobó entonces
una ordenanza que otorgaba al tribunal de Nauvoo la
facultad de investigar la validez y legalidad de todo escrito o
proceso notificado a un ciudadano de Nauvoo, y el derecho a
desestimarlo si se determinaba que el escrito o proceso había
sido emitido «ya sea por pique privado, intención maliciosa o
persecución religiosa, falsedad o tergiversación3».
Ante esta ordenanza, que era una obvia infracción a los
poderes de los tribunales estatales, los alguaciles de Missouri
volvieron al gobernador Carlin para recibir más
instrucciones. José tenía mil testigos para probar que había
estado en Nauvoo el día del tiroteo, pero estaba seguro de
que la extradición a Missouri significaba la muerte. Los
alguaciles descubrieron a su regreso que no tenía fe en la
legalidad de la ordenanza y la usó solo como una treta para
escapar del arresto. Porque Rockwell había partido en
secreto a Philadelphia y José se había escondido cerca de
Nauvoo.
Durante cuatro meses el profeta vivió la incierta y
angustiosa existencia de un fugitivo de la justicia con un
buen precio por su cabeza. Se escondió en muchos lugares,
desde la bóveda secreta de ladrillos bajo los escalones del
sótano de su casa hasta la granja de un amigo a dos días de
viaje al norte de Nauvoo. Normalmente viajaba en esquife
por el río de noche, a menudo desembarcaba durante un

3 Impreso en Wasp, el 13 de agosto de 1842.


490] Nadie conoce mi historia

tiempo en una isla para desconcertar a los posibles


perseguidores. Sus amigos lanzaron rumores de que había
ido a Washington, a Wisconsin e incluso a Europa; pero los
alguaciles, sin embargo, hicieron repetidas visitas a la ciudad
con la esperanza de atraparlo en una de sus raras visitas a
casa.
Cuando se escondió por primera vez, José se hundió en
un pozo de depresión que amenazaba con asfixiarlo. Pensó
mucho en la muerte, en esa imagen mitad agradable y mitad
alegre que un joven asocia con la tumba, y planeó una
elaborada tumba en la orilla del río, que, escribió en su
diario, debería ser llamada «la tumba de José, un
descendiente de Jacob».
Sin embargo, la soledad y los presagios no lo llevaron a la
introspección. Aunque se sumergió en sus cartas y en su
diario, no hubo autocomplacencia, solo lamento retórico:
Oh Señor, Dios, mi Padre celestial, será vano que tu siervo deba
exilarse lejos de sus amigos, o ser arrancado de sus brazos, para
para crujir en las frías y férreas cadenas; para ser empujado dentro
de los lúgubres muros de la prisión; para pasar allí días de dolor,
pena, y miseria, por las manos de un enemigo enfurecido,
encendido y encaprichado; para saciar su infernal e insaciable
deseo de sangre inocente; y por ninguna otra causa de parte de tu
siervo, que por la defensa de la inocencia; y tú, Dios justo, ¿no
oirás su clamor? Oh, no; me oirás, soy hijo de la desgracia... mis
enemigos no prevalecerán; todos se derretirán como la cera ante
tu rostro4…
La primera visita de Emma fue un gran consuelo para él.
La exposición de Bennett había sido un shock paralizante
para ella, y no estaba seguro de a quién recurriría ella en su
ausencia. «Cuán gloriosos eran mis sentimientos», escribió

4 History of the Church, Vol. V, p. 128.


23 Clandestinidad [491

en su diario «cuando conocí a aquella fiel y amistosa


compañía, la noche del once, el jueves, en la isla de la
desembocadura del pantano, entre Zarahemla y Nauvoo: con
qué indecible deleite, y qué emociones de alegría hincharon
mi pecho, cuando tomé de la mano, aquella noche, a mi
amada Emma, que era mi esposa, sí, la esposa de mi
juventud, y la elección de mi corazón. Muchas fueron las
reverberaciones de mi mente cuando contemplé por un
momento las muchas escenas por las que tuvimos que pasar,
las penas y los sufrimientos, y las alegrías y los consuelos, de
vez en cuando, que se habían esparcido en nuestros caminos
y coronado nuestra mesa. Oh, ¡qué mezcla de pensamientos
llenó mi mente por el momento, de nuevo está aquí, incluso
ante el séptimo problema, impertérrita, firme e
inquebrantable, inmutable, afectuosa Emma5!».
Emma siempre fue la primera con José, una presencia
constante y monumental contra la que todas las demás
esposas no eran más que luces y sombras. Él le concedió lo
que creía que eran todos los derechos de su posición —
completo dominio de los niños y del hogar— e incluso confió
en ella para realizar considerables negocios para él.
Ocasionalmente, le concedía su confianza en cuestiones de
decoro y buenas costumbres. Pero su afecto ahora era en
gran parte nostálgico. Era la «esposa de su juventud» a la
que le dedicaba su especial devoción.
Como compañera intelectual, ella no existía para él, ni
tampoco ninguna mujer. Una de las raras referencias de José
a Emma en su diario es tan reveladora de esto como de la
vanidad del profeta. Cuando ella le servía la cena a él y a
Parley Pratt un día, él se quejó jocosamente de que ella

5 Ibíd., Vol. V, p. 107.


492] Nadie conoce mi historia

siempre cargaba la mesa con demasiada comida buena.


Cuando Pratt sugirió que comiera solo como Napoleón,
sentado en una mesa con solo las vituallas que necesitaba,
Emma habló rápidamente: «Pero el Sr. Smith es un hombre
más grande que Bonaparte; no puede comer sin sus amigos».
José la miró con grata sorpresa. «Eso», dijo, «es lo más sabio
que te he oído decir».
No se puede saber exactamente qué pasó entre ellos
cuando aparecieron las cartas de Bennett, pero está claro que
ella se opuso decididamente a cualquier insinuación de
deslealtad de su marido. Exigió negaciones y las obtuvo. A
esto se aferró con una tenacidad desesperada. Porque Emma
estaba llena de los celos impotentes de una mujer que
envejece sin ser amada, experimentando la enfermedad y la
maternidad mientras su marido sigue siendo locamente
joven. Y ella estaba orgullosa. La idea de que sus hijos
crecieran y descubrieran un día que su padre, a pesar de su
extraño genio y perspicacia espiritual, era un libertino
común —ya que nunca pudo ver a un polígamo como algo
más— era tan nauseabunda que se la quitó y durante mucho
tiempo cerró los ojos ante lo que no se atrevía a ver.
Mientras José se escondía ella debió encontrar algún
contento pese a su terror de que fuera capturado, ya que sus
visitas eran frecuentes y él le escribía cartas tiernas y
cariñosas. No podía saber que durante las semanas que
estuvo escondido en la granja de Edward Sayers persuadió a
la Sra. Sayers para que se uniera a su círculo de esposas6.

CON la llegada del invierno, las maniobras de José para


entrar y salir de Nauvoo se hicieron cada vez más difíciles.

6 Ver el Apéndice C.
23 Clandestinidad [493

Jugó con la idea de ir a Wisconsin, pero la desechó después


de la inauguración de Thomas Ford como gobernador el 8 de
diciembre de 1842. Ford creía que la orden judicial de
Missouri para la extradición de José era ilegal y accedió a
probarlo formalmente en un tribunal de Illinois si José se
entregaba para ser juzgado.
Emma estaba ahora desesperadamente enferma, a punto
de dar a luz a su octavo hijo, y el profeta estaba dispuesto a
arriesgar cualquier cosa por un poco de seguridad. En cuanto
llegó el bebé y supo que Emma se recuperaría, dijo que se
entregaría a la ley.
El niño nació el día después de la navidad de 1842 y
murió casi inmediatamente. Como Emma nunca había
dejado de llorar por el pequeño y brillante Don Carlos, y José
había rezado para que el nuevo bebé calmase su lamento, la
muerte fue doblemente amarga. De sus ocho hijos solo tres
habían vivido, y Emma se sintió engañada en su maternidad.
Antes de salir para Springfield José visitó la casa de un
vecino donde había dos niñas gemelas y le dijo a la madre:
«Hermana McIntire, he venido a pedirle prestado uno de sus
bebés. La quiero para que mi esposa se consuele por un
tiempo». El bebé fue llevado a la casa de José durante el día,
y por la noche fue devuelto a su madre, y al amamantar a
esta niña Emma se liberó de parte de su desolación.
Mientras tanto José se sometió a arresto y partió hacia
Springfield con un séquito de cuarenta de sus mejores
soldados armados hasta la empuñadura con mosquetes y
bayonetas brillantes. Se detuvieron por la noche en el pueblo
de Paris, solo para que se les negara alojamiento en cada
posada que visitaron. José discutió con buen humor al
principio y luego suplicó con una seriedad mortal, ya que un
vendaval de la pradera estaba azotando las calles, enfriando
494] Nadie conoce mi historia

a sus hombres hasta la médula y mordiéndoles los dedos y


las caras con escarcha. Sospechando finalmente que los
dueños de la taberna se habían aliado en un acuerdo para
excluirlos, insistió duramente, con la cara lívida: «Debemos
quedarnos y nos quedaremos, sea cual sea la consecuencia,
porque debemos quedarnos o perecer».
El propietario respondió hoscamente: «Hemos oído que
los mormones son gente muy mala; y los habitantes de Paris
se han combinado para no tener nada que ver con ellos».
«Nos quedaremos», repitió el profeta en un tono que hizo
palidecer al hombre, «pero no gracias a usted. Tengo
suficientes hombres para tomar el pueblo, y si debemos
congelarnos, lo haremos quemando estas casas». Las
tabernas se abrieron rápidamente7.
La compañía marchó a Springfield al día siguiente en un
lento y solemne desfile que causó sensación entre los
ciudadanos. «Todos estaban asombrados por el curso del
profeta al entregarse», dijo un periodista, «sabiendo muy
bien que si los missourianos lo agarraban, sería colgado».
«El profeta es un hombre grande, corpulento y de buen
aspecto», continuó el escritor, «mide 1,80 m sin zapatos,
parece tener unos cuarenta o cuarenta y dos años, y pesa 99
kilos, ojos azul claro, se acerca a los cabellos grises y castaños
claros, nariz puntiaguda y cabeza grande. Creo que tiene muy
poca autoestima, pero es más intelectual que animal: vestido
con sobretodo, abrigo y pantalones negros y azules, chaleco
de terciopelo de seda negro, corbata blanca, un gran anillo de

7 History of the Church, Vol. V, p. 211.


23 Clandestinidad [495

oro en el dedo junto al pequeño de su mano izquierda,


bastón negro, y lleva una sonrisa continua en su rostro8».
Aunque estaba técnicamente bajo arresto, José tenía
completa libertad en la ciudad y se reunió con las principales
figuras del gobierno del estado de Illinois. Su juventud,
afabilidad y distinguida apariencia ganó la admiración a
regañadientes incluso de los líderes del partido whig, y el
juicio se transformó rápidamente en un triunfo personal. El
día de Año Nuevo la Cámara de Representantes recibió a
Orson Hyde para dar un sermón sobre el mormonismo, y
José fue colmado de invitaciones.
James Adams, juez del tribunal testamentario del
condado de Sangamon, que durante mucho tiempo había
sentido afecto por José y que finalmente fue bautizado en la
iglesia, insistió en que se quedara en su propia casa, aunque
no tenía otra cama que ofrecer que el sofá de la sala. Le
gustaba cuestionar a este asombroso joven sobre todo, desde
sus principios de matrimonio hasta el estado del milenio, y
aplaudió calurosamente cuando José profetizó en nombre
del Señor que no iría a Missouri, vivo o muerto.
Cuando se leyó la decisión el 5 de enero de 1843, la sala
del tribunal estaba abarrotada hasta los topes. El juez Pope
entró por detrás, acompañado por media docena de damas a
las que sonrió y permitió sentarse en el estrado a su lado.
Esta parodia de buen humor hacia el acusado no se perdió
entre la multitud, que estaba tan interesada en la historia
matrimonial del profeta como en su vergüenza legal.
«Este caso», comenzó el juez después de algunos
preliminares, «presenta la importante cuestión que se

8Un despacho de Springfield fechado el 4 de enero, New York Herald, 18


de enero de 1843. En realidad José acababa de cumplir treinta y siete
años.
496] Nadie conoce mi historia

plantea en la Constitución y las leyes de los Estados Unidos,


de si un ciudadano del estado de Illinois puede ser
transportado de su propio estado al estado de Missouri, para
ser allí juzgado por un delito, que, si alguna vez lo cometió,
fue cometido en el estado de Illinois; si puede ser
transportado a Missouri, como fugitivo de la justicia, cuando
nunca ha huido de ese estado». Tras un largo recuento de los
argumentos, que giraban principalmente en torno a la
declaración jurada de Boggs, el juez consideró que la orden
era inválida y ordenó que José fuera puesto en libertad. La
decisión no sorprendió a nadie.
El profeta y sus hombres volvieron a Nauvoo jubilosos.
John «Mofeta» Bennett, como se le llamaba ahora
popularmente, había hecho lo peor, y José había salido
triunfante. En una gran celebración de acción de gracias
sirvió un festín a cincuenta de sus amigos más selectos.
Como gesto de lealtad y humildad Emma y José sirvieron a
los invitados ellos mismos, y los hombres y mujeres
aceptaron la comida y la bebida como si fuera un
sacramento.
Cuando la comida terminó, José anunció que él y Emma
habían estado casados quince años, y que en ese momento
cayó sobre la pareja una lluvia de buenos deseos que los dejó
sin palabras. Emma debió sentirse reivindicada por fin de las
calumnias de John Bennett, aunque, si hubiera estado de
humor para sospechar, la presencia de Eliza Snow y Hannah
Ells podría muy bien haberle robado algo de la dulzura de
este momento.

SI BIEN José fue absuelto de su participación en el tiroteo


de Boggs, Porter Rockwell no lo fue. Permaneció todo el
invierno en Philadelphia, solo y sin dinero. Finalmente
23 Clandestinidad [497

decidió arriesgarse a volver a Nauvoo, y con descarada


despreocupación se bajó del barco de vapor en St. Louis para
echar un vistazo a la ciudad. Fue reconocido, capturado y
llevado a prisión en Independence.
La evidencia más perjudicial contra él fue la acusación de
Bennett de que Rockwell le había dicho el 5 de julio de 1842:
«Si le disparé a Boggs, tienen que probarlo. Nunca en mi
vida hice un acto del que me avergonzara, y no temo ir a
ningún lugar donde haya estado, porque no he hecho nada
criminal9». Esta era una evidencia débil para colgar a un
hombre, y dígase en el crédito de las cortes de Missouri que
la encontraron deficiente. Aunque Rockwell estuvo en
prisión nueve meses, parte del tiempo encadenado, fue
finalmente liberado10.
Sin embargo, Rockwell pudo haber sido culpable, ya que
más tarde se jactó del tiroteo de Boggs, y su posterior carrera
como secuaz de Brigham Young no estableció exactamente

9 El relato de Bennett de su entrevista con Rockwell se imprimió


ampliamente, y se volvió a publicar en el Wasp, el 23 de julio de 1842.
10El gran jurado nunca lo acusó, sin duda por falta de pruebas. Se escapó
de la cárcel, fue recapturado, y fue acusado de fugarse de la cárcel.
Juzgado por este cargo en noviembre, fue encontrado culpable y
sentenciado a Cinco minutos de confinamiento en la cárcel del condado».
Ver Heman C. Smith: «The Mormon Troubles in Missouri», Missouri
Historical Review, Vol. IV (dos de julio), pp. 238-51, que imprime el
registro de la corte.
498] Nadie conoce mi historia

una reputación de inocuidad11. Pero siempre será discutible


si José ordenó o no el acto. Ciertamente no tenía nada que
ganar con ello, salvo problemas. Como Boggs ya no estaba en
el poder, no podía haber habido otro motivo serio que la
venganza, y José no era un hombre vengativo. Si envió a
Rockwell a cumplir su propia profecía, también debe haber
planeado el asesinato de Thomas Carlin, y los dos hechos
habrían sido una invitación a la destrucción de todo su
pueblo. Pero José parecía contento de bautizar a uno de sus
caballos como Tom Carlin y bromear sobre «montar al
gobernador» cada vez que quería provocar una sonrisa.
Sin embargo, cabe señalar que Joseph H. Jackson, uno de
los personajes menos limpios que José Smith tuvo a su cargo
durante un tiempo, confesó que en 1843 el profeta le había
ofrecido 3.000 dólares para «liberar a Porter y matar al viejo
Boggs». Y William Law, segundo consejero de José en los
años de Nauvoo, en su vejez hizo una declaración jurada que
decía en parte: «José me dijo que envió a un hombre a matar
al gobernador Boggs de Missouri. El tipo disparó al
gobernador en su propia casa». Esto lo repitió más tarde en
una entrevista con W. Wyl: «Déjeme decirle que Joe Smith
me contó el hecho él mismo. Las palabras eran
sustancialmente como esto: ‘Envié a Rockwell a matar a

11William Hall, que fue mormón durante los años de Nauvoo, escribió
más tarde: «Le oí después presumir de sus hazañas en el disparo a
Boggs». The Abominations of Mormonism Exposed (Cincinnati, 1852), p.
3o. W. Wyl entrevistó al general Connor, que había empleado a Rockwell
un invierno en Utah. Connor informó que Rockwell admitió el tiroteo de
Boggs: «‘Disparé a través de la ventana’, dijo, ‘y pensé que lo había
matado, pero solo lo había herido; estaba jodidamente apenado por no
haber matado al hijo de p—’» Mormon Portraits, p. 255. Ver Charles
Kelly: Holy Murder (New York, 1934), para las posteriores hazañas de
Rockwell.
23 Clandestinidad [499

Boggs, pero falló, fue un fracaso; lo hirió en vez de enviarlo al


infierno12’».
Bennett y Jackson son testigos poco fiables, por decir lo
menos, pero Law era un hombre íntegro. Aún así es extraño
que esperara 40 años para acusar a José de incitar el tiroteo
de Boggs, ya que puso muchos otros crímenes a la puerta del
profeta cuando dejó la iglesia en 1844.
Es posible, por supuesto, que las acusaciones de Bennett y
Jackson fueran pura invención, y que las dos declaraciones
de Law fueran una mera distorsión de la memoria construida
a través de años de amargos sentimientos contra la iglesia. Si
es así, todavía no es difícil entender la motivación de
Rockwell para el crimen. De mente tan literal como la de
Brigham Young, podría haber razonado fácilmente que el
cumplimiento de las profecías de José debería ser asunto de
los santos, ya que no siempre se podía confiar en que el
Señor lanzara rayos con la precisión necesaria. O puede que
simplemente se haya encargado de vengar los errores de los
mormones, considerándolo como un servicio público. Tal vez
estaba fuera de favor y esperaba así reincorporarse. En
cualquier caso, no recibió ninguna censura.
Cuando regresó a Nauvoo en diciembre de 1843, Rockwell
fue una aparición aterradora. Su cabello le colgaba hasta los
hombros, negro y fibroso como el de una bruja; sus ropas
estaban sucias y desgastadas, sus zapatos hechos jirones. Era

12La declaración jurada de Law, hecha el 17 de julio de 1885, permaneció


sin publicar y en posesión de Zenas H. Gurley, un fundador de la Iglesia
Reorganizada, hasta 1914. Luego fue publicado por Charles A. Shook en
True Origin of Mormon Polygamy, pp. 125-9. La entrevista de Wyl se
publicó en el Salt Lake Tribune y se reimprimió en Thomas Gregg: The
Prophet of Palmyra (New York, 189o), p. 505. Para la declaración de
Jackson véase Narrative of the Adventures and Experiences of Joseph
H. Jackson (Varsovia, Illinois, 1844), p. 7.
500] Nadie conoce mi historia

de noche cuando cruzó el río remando, y fue directamente a


la suntuosa casa nueva de José, el Mesón, donde se estaba
celebrando una fiesta de baile.
Con un gran gusto por las bromas, Rockwell se abrió paso
entre los guardias con un juramento y se dirigió al profeta,
murmurando imprecaciones y fingiendo estar borracho.
Tomándolo por un missouriano, José comenzó a pelear con
él y estaba listo para lanzarlo de cabeza a la noche cuando vio
bien la cara del hombre.
«¡Es Porter!», gritó, y comenzó a golpearlo en la espalda
con alegría. Las mujeres dejaron de gritar, los guardias
guardaron sus cuchillos tipo Bowie, y Rockwell se convirtió
en el león de la noche. Riéndose de su largo pelo, José le
prometió que, si lo mantenía largo como Sansón y vivía fiel a
la iglesia, sus enemigos no tendrían poder sobre él.
Aceptando esta promesa como la palabra del Señor, Porter la
cumplió hasta el final de su vida13.
José no había estado mucho tiempo en el Mesón antes de
transformarlo en un hotel, porque estaba cansado de
entretener a sus expensas a un sinfín de curiosos. Su propia
familia ocupaba amplios cuartos en el piso de arriba, y la
enorme sala de estar de abajo se convirtió en vestíbulo y
comedor. Unas semanas después del regreso de Rockwell,
Emma fue a St. Louis a comprar muebles. Volvió para
encontrar en una esquina del vestíbulo un bar bien equipado,
con Rockwell, su pelo pulcramente trenzado y atado con un
lazo, puliendo vasos y dispensando güisqui.

13Véase History of the Church, vol. VI, pág. 134, y James Jepson, Jr.:
«Memories and Experiences», Ms., una copia del cual se encuentra en la
Biblioteca de la Sociedad Histórica del Estado de Utah. Los padres de
Jepson estuvieron en esta fiesta. Véase también la excelente biografía de
Harold Schindler, Porter RockweIl, Man of God, Son of Thunder (Salt
Lake City, 1966).
23 Clandestinidad [501

«José, ¿qué significa ese bar en esta casa?», gritó con una
pasión que sorprendió a su hijo mayor, que nunca había oído
a sus padres pelear. José estaba listo para discutir. Porter no
tenía un céntimo; merecía mucha consideración por sus
nueve meses en una cárcel de Missouri; su absolución fue de
inconmensurable ayuda para todos ellos. Además, el bar era
temporal y sería transferido a la barbería que estaba en
construcción al otro lado de la calle.
«¿Cómo se ve —preguntó secamente— que el líder
espiritual de un cuerpo religioso mantenga un hotel que
tiene una habitación habilitada como establecimiento de
venta de licores?».
Él le recordó que todas las tabernas tenían bares, y si bien
era cierto que no se permitían las tiendas de bebidas
alcohólicas en Nauvoo, debía haber algún lugar donde se
permitiera a los viajeros distinguidos el refrigerio al que
estaban acostumbrados. El ayuntamiento de Nauvoo había
aprobado una ordenanza que le daba el derecho exclusivo de
dispensar licor en su hotel, y ¿a quién mejor se le podía
confiar tal monopolio?
«Bueno, José», dijo Emma en voz baja cuando lo escuchó,
«los muebles y otros bienes que he comprado para la casa se
van, y puedes hacer que otra persona se ocupe de las cosas
aquí. En cuanto a mí, tomaré a mis hijos e iré a la vieja casa y
me quedaré allí, porque no los criaré en las condiciones que
este arreglo nos impone, ni los mezclaré con la clase de
hombres que frecuentan tal lugar. Eres libre de elegir; o ese
bar sale de la casa, o lo haremos nosotros».
502] Nadie conoce mi historia

«Muy bien, Emma», respondió José inmediatamente,


«Haré que lo quiten de inmediato». Y así lo hizo14.

14Este diálogo se cuenta en el relato del hijo, «Memoirs of President


Joseph Smith», Saints Herald, 22 de enero de 1935, p. 110. Véase
también History of the Church, Vol. VI, pp. 111, 429.
Capítulo 24
Las esposas de José Smith

P
ROBABLEMENTE NADIE sabrá exactamente con
cuántas mujeres se casó José Smith. Brigham
Young le dijo con toda franqueza a William
Hepworth Dixon en 1866: «Yo mismo le sellé docenas de
mujeres a José». Un historiador mormón elaboró una lista
de veintisiete esposas, pero está claro por todos los registros
disponibles publicados y manuscritos que el número puede
haber alcanzado o incluso superado las cincuenta1.
En enero de 1846, dieciocho meses después de su muerte,
treinta mujeres fueron selladas al profeta «por la eternidad»
en el templo de Nauvoo, y varios otros hombres «por el
tiempo». Como está claro en otros registros que más de dos
tercios de estas mujeres ya habían estado casadas con José
durante su vida, se puede suponer que para las treinta
mujeres el sellamiento fue simplemente una nueva forma de
solemnizar una ceremonia anterior. Se consideraba que un
matrimonio «por la eternidad» no era verdaderamente

1 Ver a William Hepworth Dixon: New America (Philadelphia, 1867), p.


225. Andrew Jenson, ex historiador asistente de la Iglesia Mormona de
Utah, enumeró veintisiete esposas en el Historical Record, Vol. VI, mayo
de 1887, pero solo dio los más mínimos detalles, generalmente
enumerándolas por sus nombres de soltera y rara vez proporcionando
documentación. Está claro que ni siquiera sondeó todas las fuentes
mormonas, ya que omitió varias esposas mencionadas más tarde por
Orson F. Whitney en su Life of Heber C. Kimball y muchas otras esposas
listadas en el Nauvoo Temple Record. En la lista adjunta, los signos de
interrogación indican dónde los datos son dudosos. Para una
documentación completa de cada esposa ver el Apéndice C.
504] Nadie conoce mi historia

vinculante a menos que se santificara dentro del templo, el


cual no se había completado en vida de José.
En años posteriores en Utah, decenas de mujeres fueron
selladas al profeta póstumamente, pero como es imposible
determinar cuántas de ellas habían estado casadas con él
durante su vida, no están incluidas aquí. La siguiente lista,
por lo tanto, está posiblemente incompleta. Sin embargo,
contiene los nombres de varias mujeres cuya relación con el
profeta es, sin duda, poco más que presumible.
Las primeras treinta y seis esposas listadas aquí están
dispuestas en el orden cronológico aproximado de su
matrimonio con José Smith. El resto, donde no se puede
adivinar la fecha del matrimonio, están ordenadas
alfabéticamente. Dado que para la mayoría de estos últimos
se dispone de la fecha de nacimiento, y dado que José se casó
con la mayoría de sus esposas durante 1843 y 1844, es
posible sugerir la edad aproximada de cada mujer cuando se
casó.

Nombre Edad Fecha de matrimonio


al casarse

1. Emma Hale 22 Enero 18, 1827

2. Fannie Alger 17 ? 1836

3. Lucinda Pendleton Morgan 37 ? 1838 ?


Harris, esposa de G. W.
Harris

4. Prescindia Huntington 29 ? 1839 ?


Buell, esposa de Norman
Buell

5. Nancy Marinda Johnson 24 ? 1839 ?


Hyde, esposa de Orson Hyde
24 Las esposas de José Smith [505

6. Clarissa Reed Hancock, 35 ? 1840 ?


esposa de Levi W. Hancock

7. Louisa Beaman 26 Abril 5, 1842

8. Zina Diantha Huntington 20 Octubre 27, 1842


Jacobs, esposa de Henry B.
Jacobs

9. Mary Elizabeth Rollins 24 February 1842


Lightner, esposa de Adam
Lightner

10. Patty Bartlett Sessions, 47 Marzo 9, 1842


esposa de David Sessions

11. Delcena Johnson 36 ? Antes de junio de 1842


Sherman, viuda de Lyman R.
Sherman

12. Mrs. Durfee ? Antes de junio de 1842

13. Sally Ann Fuller Gulley, 26 ? Antes de junio de 1842


esposa de Samuel Gulley

14.Mrs. A**** S**** ? Antes de junio de 1842

15.Miss B**** ? Antes de junio de 1842

16.Eliza Roxey Snow 38 Junio 29, 1842

17. Sarah Ann Whitney 27 Julio 27, 1842

18. Sarah M. Kinsley 54 ? 1842 ?


Cleveland, esposa de John
Cleveland

19. Elvira A. Cowles 29 ? Antes de diciembre de 1842

20. Martha McBride 38 Verano de 1842

21. Ruth D. Vose Sayers, 34 ? Agosto 1842 ?


esposa de Edward Sayers

22. Desdemona Wadsworth 33 1842


Fullmer
506] Nadie conoce mi historia

24. Eliza M. Partridge 23 Marzo 1843

25. Almera Woodward Johnson 31 Abril 1843

26. Lucy Walker 17 Mayo 1,1843

27. Helen Mar Kimball 15 Mayo 1843

28. Maria Lawrence 19 Primavera de 1843

29. Sarah Lawrence 17 Primavera de 1843

30. Flora Ann Woodworth 16 Primavera de 1843

31. Rhoda Richards 59 Junio 12, 1843

32. Hannah Ells 30 ? Verano de 1843 ?

33. Melissa Lott 19 Setiembre 20,1843

34. Fanny Young Murray, esposa 56 Noviembre 2, 1843


de Roswell Murray

35. Olive Grey Frost 27-8 ? Después de abril de 1843

36. Mary Ann Frost Pratt, 34- 5 ? Después de abril de 1843


esposa de Parley P. Pratt

37. Olive Andrews 25-6 ? 1843-4 ?

38. Mrs. Blossom, esposa de ? ?


Edward Blossom

39. Elizabeth Davis 4o. Mary 52-3 ? 1843-4 ?


Huston

41.Vienna Jacques 25-6 ? 1843-4 ?

42. Cordelia Calista Morley 55-6 ? 1843-4 ?

43. Sarah Scott ? ?

44.Sylvia Sessions 25-6 ? 1843-4 ?

45. Nancy Maria Smith ? ?

46. Jane Tibbets 39-40 ? 1843-4 ?

47. Phebe Watrous 38-9 ? 1843-4 ?


24 Las esposas de José Smith [507

48. Nancy Maria Winchester 15-16 ? 1843-4 ?

49. Sophia Woodman 48-9 ? 1843-4 ?

Se verá que al menos doce eran mujeres casadas (con


maridos en vida), aunque la evidencia de la Sra. Levi
Hancock es solo una tradición de boca en boca en la familia
Hancock. Las edades de las esposas de José variaban desde
los quince años de Helen Mar Kimball, hija de Heber C.
Kimball, hasta los cincuenta y nueve de Rhoda Richards,
hermana soltera del secretario de José, Willard Richards. El
profeta se casó con cinco pares de hermanas: Delcena y
Almera Johnson, Eliza y Emily Partridge, Sarah y Maria
Lawrence, Mary Ann y Olive Grey Frost, y Prescindia y Zina
Huntington. Patty y Sylvia Sessions eran madre e hija.
La mayoría de las esposas del profeta pertenecen a tres
categorías generales: en primer lugar, el grupo de mujeres
casadas con las que se selló a José entre 1838 y la expulsión
de Bennett en junio de 1842; y en segundo lugar, las mujeres
principales de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, que se
casaron con el profeta durante el furor que siguió a la partida
de Bennett. El tercer grupo consiste en la docena o más de
mujeres solteras con las que se casó en la primavera y verano
de 1843. La mayoría de ellas eran bastante jóvenes. Helen
Mar Kimball tenía quince años; Nancy Mariah Winchester
(que puede ser idéntica a Nancy Maria Smith) tenía quince o
dieciséis; Lucy Walker, Sarah Lawrence y Flora Ann
Woodworth tenían diecisiete años. Maria Lawrence y Melissa
Lott tenían diecinueve años.
Seis de las niñas que José tomó como esposas vivieron en
varias ocasiones como huéspedes en su propia casa. Estas
eran las hermanas Partridge, las hermanas Lawrence, Eliza
R. Snow y Lucy Walker. Una de ellas, la joven de diecisiete
años Lucy Walker, que se había mudado a la casa del profeta
508] Nadie conoce mi historia

después de la muerte de su madre, describió el noviazgo


relámpago de José. De este modo, reveló no solo la
ingenuidad de ella sino también la sofisticación de José. A
finales de abril de 1843 Emma Smith fue a St. Louis para
hacer compras para el Mesón, acompañada por el hermano
de Lucy, Lorin Walker, que era uno de los ayudantes de
negocios de José. Durante su ausencia, José le pidió a Lucy
que se convirtiera en su esposa.
«No tengo palabras halagadoras que ofrecer», le dijo
después de los preliminares habituales. «Es una orden de
Dios para ti. Te daré hasta mañana para que decidas este
asunto. Si rechazas este mensaje, la puerta se cerrará para
siempre contra ti».
«Esto», dijo, «despertó cada gota de escocesa en mis
venas. Por unos momentos me paré sin miedo ante él, y lo
miré a los ojos. Sentí en ese momento que estaba llamado a
ponerme en el altar como un sacrificio vivo, quizás para
soportar al mundo en desgracia e incurrir en el desagrado y
el desprecio de mis compañeros de juventud».
«Aunque eres un profeta de Dios», le dijo, «no podrías
inducirme a dar un paso tan importante, a menos que
supiera que Dios aprueba mi curso. Prefiero morir».
Caminó a través de la habitación, volvió, y se paró frente a
ella con lo que ella describió como «la más bella expresión de
rostro», y dijo: «Dios Todopoderoso te bendiga. Tendrás una
manifestación de la voluntad de Dios sobre ti; un testimonio
que nunca podrás negar. Te diré lo que será. Será una alegría
y una paz que nunca conociste».
«Oh, cuán seriamente recé para que estas palabras se
cumplieran», dijo Lucy. «Era casi el amanecer después de
otra noche de insomnio cuando mi habitación se iluminó por
una influencia celestial. Para mí fue, en comparación, como
24 Las esposas de José Smith [509

el brillante sol que estalla a través de la nube más oscura. Mi


alma se llenó de una calma, una dulce paz que ‘nunca
conocí’. La felicidad suprema se apoderó de mí, y recibí un
poderoso e irresistible testimonio de la verdad del
matrimonio plural».
Emma Smith y Lorin Walker volvieron de St. Louis el 2 de
mayo; Lucy y José se casaron el 1 de mayo.
Muchos mormones han creído que los matrimonios de
José eran completamente espirituales, quedando su
consumación para el estado eterno. Y con algunas de sus
esposas no hay duda de que así fue. Vienna Jacques, Rhoda
Richards, la Sra. Sarah Cleveland y la Sra. Fanny Young
Murray (hermana de Brigham Young) tenían más de
cincuenta años. Algunas de las líderes de la Sociedad de
Socorro, con quienes parece haberse casado principalmente
por razones de seguridad, probablemente se casaron solo
«por la eternidad». Elvira Cowles, tesorera de la Sociedad de
Socorro, que fue sellada a José probablemente a principios
de 1842, se casó públicamente con Jonathan H. Holmes en
diciembre siguiente, y el profeta realizó la ceremonia.
Pero con la mayoría de sus esposas el matrimonio plural
significó para José exactamente lo que significó más tarde
para todos los polígamos en Utah el matrimonio por «el
tiempo [es decir, la vida] y la eternidad» con todos los
privilegios conyugales. Esto está claramente indicado por
muchas de las declaraciones juradas de las esposas y
especialmente por un manuscrito inédito del amigo de José,
Benjamin F. Johnson. Johnson describió el cortejo del
profeta a su hermana Almera con cierto detalle, concluyendo
con estas palabras: «Ella estuvo al lado del profeta y fue
sellada a él como esposa por el hermano William Clayton;
después de lo cual el profeta me pidió que llevara a mi
510] Nadie conoce mi historia

hermana a ocupar el número “10”, en su Mesón, durante la


estancia de ella en la ciudad. Pero como no podía estar
mucho tiempo ausente de mi casa y mis negocios, pronto
volvimos a Ramus, donde, el día 5 de mayo, unas tres
semanas después, el profeta volvió a venir y en mi casa ocupó
la misma habitación y cama con mi hermana que el mes
anterior había ocupado con la hija del difunto obispo
Partridge, como su esposa2».
En algún momento de la primavera de 1843 José logró
convencer a Emma de la inevitabilidad del nuevo sistema de
matrimonio. Como muchas esposas mormonas después de
ella, aceptó de mala gana dejar que su marido tuviera más
esposas si ella podía elegirlas. Había cuatro jóvenes viviendo
con ellos en ese momento bajo la tutela de José. Las
hermanas Partridge, Eliza y Emily, a las que había acogido
tras la muerte de su padre, y después de que su legado se
redujera considerablemente al pedirle prestados diez mil
dólares de la herencia3. Las otras dos, Sarah y Maria
Lawrence, eran jóvenes huérfanas canadienses, de diecisiete
y diecinueve años, que habían traído a Nauvoo una herencia
de ocho mil dólares en oro inglés.
Después de muchas amargas dudas, Emma seleccionó a
Emily y Eliza Partridge, que entonces tenían 19 y 23 años
respectivamente, y la ceremonia se realizó el 6 de mayo de
1843. Emma no tenía ni idea de que estas chicas ya se habían
casado con José unos dos meses antes. «Para salvar los

2Para la declaración de Johnson, véase el Apéndice C. El diario de José


del 15 de mayo de 1843 informa de una visita a Ramus y que pasó la
noche con la familia de Benjamin F. Johnson. History of the Church, Vol.
V, pp. 391-2.
3Ver la nota al pie en la p. 266. NdT: en el Capítulo 18 están los detalles
de deudas tomadas.
24 Las esposas de José Smith [511

problemas familiares», Emily escribió ingenuamente, «el


hermano José pensó que era mejor hacer otra ceremonia».
La anotación de José en su diario para la fecha de estos
matrimonios indica que le compró a Emma un nuevo
carruaje. Pero fue un pequeño consuelo para ella. «Sin
embargo, desde esa misma hora», Emily escribió más tarde,
«Emma era nuestra amarga enemiga. Permanecimos en la
familia hasta varios meses después de esto, pero las cosas
fueron de mal en peor hasta que nos vimos obligadas a dejar
la casa y encontrar otro hogar. Emma deseaba que
dejáramos la ciudad…».
Aparentemente Emma también consintió el matrimonio
de José con las hermanas Lawrence, pero este fue el límite de
su sacrificio. Se puso obstinadamente en contra de cualquier
adición, y aunque temía que hubiera otras, no pudo haber
soñado cuántas.
Como era demasiado discreta para expresar abiertamente
su amargura, el hogar del profeta le pareció al visitante
casual que era la propia armonía. Los viajeros que se
alojaron en el Mesón aclamaron universalmente su
serenidad y aplomo. «La hermana Emma», escribió
Charlotte Haven a New England, «…es muy sencilla en su
apariencia personal, aunque oímos que es muy inteligente y
benevolente, tiene gran influencia con su marido, y es
generalmente querida. Nos dijo muy poco, toda su atención
estaba absorta en lo que José decía». José, añadió, «hablaba
incesantemente de sí mismo, de lo que había hecho y de lo
que podía hacer más que otros mortales, y remarcó que era
un gigante, física y mentalmente4».

4«A Girl's Letters from Nauvoo», Overland Monthly, diciembre 1890, p.


623.
512] Nadie conoce mi historia

Solo los íntimos de José sabían que Emma lo regañaba


incesantemente para que acabara con el matrimonio plural.
Con el paso de los meses, el grupo de amigos en quien
confiar se redujo a ninguno, ya que uno a uno se volvieron
fríos y sordos a sus quejas. Ocasionalmente expresó su
amargura al «segundo consejero» de José, William Law, de
quien sabía que se oponía rotundamente a la poligamia. No
podía hacer nada para consolarla, sabiendo muy bien el
placer sensual que José sentía por algunas de sus esposas
más jóvenes5.
Hyrum Smith, que tenía varias esposas y no tenía las
dificultades de su hermano con la primera, instó a José
repetidamente a escribir la revelación sobre el matrimonio
celestial. «La tomaré y se la leeré a Emma», dijo un día al
renovar el argumento, «y creo que puedo convencerla de su
verdad, y de ahora en adelante tendrás paz».
José respondió con una sonrisa irónica: «No conoces a
Emma tan bien como yo». Sin embargo, antes de pasar la
tarde, se sentó y dictó a su secretario William Clayton la
revelación más rápida y trascendental de su vida. Todo lo
que había estado pensando y soñando en los últimos años,
todo lo que había concebido sobre el cielo y el infierno y el
sexo, que nunca antes se había atrevido a comprometer en
papel, ahora lo dictaba con gran prisa.
Después de una larga justificación de la poligamia por
razones bíblicas, fue al meollo del asunto en un
mandamiento especial a Emma de «recibir a todas las que
han sido dadas a mi siervo José» y de «unirse a mi siervo

5Véase la declaración jurada de William Law, anteriormente en posesión


de Zenas H. Gurley, y publicada por Charles A. Shook en True Origin of
Mormon Polygamy, pp. 126-7. Véase también la entrevista de W. Wyl
con William Law publicada en Gregg: Prophet of Palmyra, p. 508.
24 Las esposas de José Smith [513

Eliza R. Snow, esposa plural de José Smith


514] Nadie conoce mi historia

La mansión de Nauvoo

Residencia principal de José Smith


24 Las esposas de José Smith [515

Zina D. Huntington Jacobs, esposa plural de José Smith


516] Nadie conoce mi historia

José, y a nadie más». El castigo por su desobediencia fue


salvaje: «Pero si no quiere someterse este mandamiento,
será destruida, dice el Señor, porque yo soy el Señor tu Dios,
y la destruiré si no permanece en mi ley. Pero si ella no6
obedece este mandamiento, entonces mi siervo José hará
todas las cosas por ella, tal como él ha dicho; y yo lo
bendeciré y lo multiplicaré y le daré cien veces más en este
mundo, de padres y madres, hermanos y hermanas, casas y
tierras, esposas e hijos, y coronas de vidas eternas en los
mundos eternos».
Luego siguió una declaración concisa de la nueva ley: «Si
un hombre se casa con una virgen y desea casarse con otra, y
la primera da su consentimiento, y él se casa con la segunda,
y son vírgenes, y no han hecho voto a ningún otro hombre,
entonces queda justificado; no puede cometer adulterio… y si
le son dadas diez vírgenes por esta ley, no puede cometer
adulterio, porque a él le pertenecen7…».
Hyrum le llevó la revelación a Emma y volvió algún
tiempo después enfadado y abatido. En toda su vida, dijo,
nunca había sido tan abusado por una mujer. Cuando José lo

6NdT: En el original de Brodie ella cita este pasaje en forma errónea:


«Pero si cumple este mandamiento…».
7 Doctrina y convenios, Sección 132. NdT: vs. 61-62.
24 Las esposas de José Smith [517

escuchó, comentó en voz baja: «Te dije que no conocías a


Emma tan bien como yo8».
A pesar de descargar su furia en Hyrum, Emma se
estremeció terriblemente al ver el manuscrito. Con tristeza le
dijo a William Law: «La revelación dice que debo someterme
o ser destruida. Bueno, supongo que tendré que
someterme». Pero con el paso de los días se volvió más
valiente. Por muy inspiradas que hayan sido las revelaciones
del pasado, sintió en su corazón que este era un brebaje de
John C. Bennett y el diablo.
Según Heber Kimball, Emma ahora amenazó con dejar a
su marido por completo9. La madre de José, que vino a vivir
con ellos por esta época, aparentemente se puso de parte de
Emma. «Nunca he visto una mujer en mi vida», escribió
Lucy en 1845, «que soportara toda clase de fatiga y penurias,
de mes en mes, y de año en año, con ese valor, celo y

8 La historia de la escritura de la revelación fue contada por William


Clayton en una declaración jurada en 1874. Ver Historical Record, Vol.
VI, pp. 224-6. José le dio la revelación a Newel K. Whitney, quien se la
entregó a Joseph C. Kingsbury con órdenes de hacer una copia. Brigham
Young obtuvo esta copia de Whitney en 1846. Fue publicada por primera
vez en un suplemento del Deseret News, en septiembre de 1852. La
Iglesia Reorganizada cree que la revelación fue modificada por Brigham
Young, de quien se dice que introdujo todos los argumentos polígamos.
Aparte de los testimonios de numerosos mormones de Utah que lo
oyeron leer en Nauvoo y que más tarde juraron que se publicó sin
cambios, hay declaraciones hechas por hombres que no siguieron a
Brigham Young que deberían ser suficientes para eliminar cualquier
duda sobre este punto. Ver la declaración jurada de Leonard Soby, 14 de
noviembre de 1883, publicada en D. H. Bays: Doctrines and Dogmas of
Mormonism, p. 381, y el de William Law en su entrevista con W. Wyl, en
Thomas Gregg: The Prophet of Palmyra, pág. 510.
9 El Journal History de la biblioteca de la iglesia mormona de Salt Lake
City afirma que Kimball lo afirmó en un discurso en Salt Lake, el 12 de
julio de 1857.
518] Nadie conoce mi historia

paciencia inquebrantables, como ella lo ha hecho siempre;


porque sé lo que ha tenido que soportar: ha sido arrojada al
océano de la incertidumbre, ha soportado las tormentas de la
persecución, y arrostrado la furia de hombres y demonios, lo
cual habría aplastado a casi cualquier otra mujer10».
Había un núcleo duro de resistencia en Emma que José
simplemente no podía desgastar. Ella le suplicó y lo acosó,
amenazando y llorando, hasta que finalmente él trajo la
revelación a casa y se la dio. Ella la tiró en la chimenea, le
prendió fuego con una vela, y vio con sombría satisfacción
cómo las largas páginas se convertían en frágiles y rizados
trozos de ceniza.
La quema fue una victoria puramente simbólica. José
había hecho una copia, que tenía toda la intención de
mostrar libremente a sus amigos. Pero esto al menos fue el
final de la discusión de su parte, y de las lágrimas de ella.
Nunca más la humillaría pidiéndole que fuera testigo de una
ceremonia de toma de esposa. Ni siquiera hablaría de un
matrimonio plural en su presencia. Ella, por otro lado, nunca
reconocería a alguna de las esposas de su marido, aunque
llegaran al centenar sugerido por la revelación. Aunque ya no
podía esperar restaurar el núcleo de una relación familiar
normal, al menos la cáscara se conservaría intacta.
Como la revelación de la poligamia había amenazado con
destruir a cualquier esposa que se negara a aceptar la nueva
ley, el más literal de los hermanos, conociendo la actitud de
Emma, esperaba plenamente que el Señor la destruyera.
Brigham Young, que nunca se había sentido cómodo en
presencia de Emma, juró que «será condenada tan seguro
como que está viva». Pero a este tipo de charla José

10 Biographical Sketches, p. 169.


24 Las esposas de José Smith [519

respondió con una calidez que detuvo la boca de los críticos:


«La tendré en el más allá incluso si tengo que ir al infierno
por ella11».

LA NOTICIA de que una revelación sobre el matrimonio


plural se había puesto por fin por escrito, pasó a través de la
cadena de chismes clandestinos en Nauvoo. El 12 de agosto
de 1843 José le pidió a Hyrum que leyera el texto de ésta a
los miembros del Sumo Consejo. William Marks, el
presidente, Austin Cowles (cuya hija era una de las esposas
de José), y Leonard Soby fueron los únicos hombres entre los
doce presentes que se opusieron, pero lucharon con tal vigor
que confundieron a todo el consejo. Gradualmente la
jerarquía de la iglesia se dividió en una facción polígama y
una anti polígama, con William Law defendiendo a la
minoría. Emma trabajó en silencio contra la poligamia entre
las mujeres. «Sus maridos van a tomar más esposas»,
advirtió, «y a menos que lo consientan, deben poner su pie
en el suelo y mantenerlo ahí12».
Por increíble que parezca, el grueso de la colonia
mormona, que ahora contaba con más de quince mil
personas en la ciudad y sus alrededores, sabía poco o nada
de la poligamia. En particular, los conversos ingleses, que
ahora eran más de cuatro mil en Nauvoo, se mantenían en la
ignorancia. Nadie podría haberse aislado de los chismes
sobre la práctica de las esposas espirituales, pero la mayoría

11Véase el sermón de Brigham Young del 9 de agosto de 1874, Journal of


Discourses, Vol. XVII (1875), p. 159. Young aquí describió también la
escena donde Emma quemó la revelación.
12Como se informó en una declaración jurada de Bathsheba W. Smith,
esposa de George A. Smith. Véase Joseph F. Smith, Jr: Blood Atonement
and the Origin of Plural Marriage, p. 88.
520] Nadie conoce mi historia

aceptó la palabra de los líderes de la iglesia de que este


sistema había desaparecido con la expulsión de John C.
Bennett. Charlotte Haven escribió a su casa en un horror de
niña el 8 de septiembre de 1843 que el «apóstol Adams»
había regresado de una misión en Inglaterra con una nueva
esposa e hijo y había persuadido a su primera esposa para
que la aceptara. «No puedo creer», concluyó, «que José vaya
a sancionar tal doctrina13».
José se sumó al desconcierto e incredulidad dentro de
Nauvoo al excomulgar sumariamente a cualquiera que fuera
sorprendido predicando o practicando la poligamia sin su
autorización. «Nunca hay más que uno en la tierra a la vez a
quien se le confiere el poder y sus llaves», escribió, «y he
dicho constantemente que nadie debe tener más de una sola
esposa a la vez, a menos que el Señor ordene lo contrario14».
Mientras había confusión y dudas en Nauvoo, los
antimormones de la vecina Warsaw estaban universalmente
convencidos de que los matrimonios polígamos formaban un
laberinto dentro de la iglesia. El 7 de febrero de 1844 el
Warsaw Message publicó un poema de trece estrofas
llamado «La lamentación de un ohioano15 por falta de más
esposas», que mostraba que el contenido de la revelación era
prácticamente propiedad pública:

13«A Girl's Letters from Nauvoo», Overland Monthly, diciembre 1890, p.


635.
14 History of the Church, Vol. VI, p. 46. Harrison Sagers fue llevado a
juicio el 13 de abril de 1844 «por predicar la doctrina de la esposa
espiritual», y Hiram Brown fue apartado de la iglesia «por predicar la
poligamia y otras doctrinas falsas y corruptas». Ver Times and Seasons, 1
de febrero de 1844, y History of the Church, Vol. VI, p. 333.
15 NdT: En inglés, «buckeye», en referencia a la castaña de Ohio.
24 Las esposas de José Smith [521

Una vez pensé que tenía gran conocimiento,


Pero ahora veo qué pequeño es.
También pensé que tenía religión,
Pero ahora veo que así no es.
Porque solo tengo UNA ESPOSA,
Y no puedo obtener más;
Y la doctrina dice que no me salvaré,
A menos que tenga DIEZ.
***
Una gloria DIEZ veces mayor, ¡ese es el premio!
¡Sin ella estáis perdidos!
Mas con ella brillaréis tanto
como el radiante sol.
Allí brillaréis como grandes Dioses,
Para crear MUNDOS hermosos
Al menos UNO para cada ESPOSA
Que llevéis con vosotros.

NINGUNA de las esposas plurales de José reconoció


públicamente haber concebido un niño de él, lo que no es
sorprendente en vista de la delicadeza natural del tema y el
abrumador secreto que ha nublado las estadísticas vitales de
los matrimonios polígamos a lo largo de toda la historia
mormona. Muy poca información sobre las esposas estaría
disponible para su publicación si no fuera por el hecho de
que fue solicitada por los líderes de la iglesia de Utah en años
posteriores para responder al obstinado argumento del hijo
mayor de José, quien fundó una iglesia separatista basada en
gran parte en el argumento de que su padre no tenía otra
esposa que Emma.
Hay algunas pruebas de que Fannie Alger le dio un hijo a
José en Kirtland. Y como hemos visto, el joven Oliver Buell,
522] Nadie conoce mi historia

nacido en 1839 o en 1840 de Prescindia Huntington Buell,


bien podría haber sido su hijo. Un escritor afirmó que la
hermana de Prescindia, Zina, concibió un hijo del profeta
mientras su marido, Henry B. Jacobs, estaba en una misión
en Inglaterra. Si es así, el niño debe haber muerto en la
infancia.
La leyenda entre los descendientes de Levi W. Hancock
señala a otro hijo del profeta. Si la leyenda es cierta, el niño
probablemente fue John Reed Hancock, nacido el 19 de abril
de 1841 en Nauvoo. Curiosamente, el siguiente hijo de
Hancock, nacido considerablemente después de la muerte de
José Smith, se llamaba Levison16, como para satisfacer
cualquier duda de que Levi Hancock era en verdad el padre.
La Sra. Mary Rollins Lightner, que se casó con José en
febrero de 1842, dio a luz un hijo en 1843 que puede haber
sido tan fácilmente el hijo del profeta como el de Adam
Lightner. Lightner se llevó a su esposa lejos de Nauvoo varios
meses después de su matrimonio con José. Nunca se unió a
la iglesia. La Sra. Orson Hyde tuvo dos hijos en Nauvoo,
Orson Washington el 9 de noviembre de 1843 y Frank Henry
el 23 de enero de 1845. Estos chicos podrían haber sido hijos
de José. Moroni Pratt, hijo de la Sra. Parley P. Pratt, nacido
el 7 de diciembre de 1844, también podría ser añadido a esta
lista17.
De las seis esposas que vivieron durante largos períodos
en el Mesón, al parecer solo la poetisa Eliza Snow, de 39
años, concibió un hijo. Parece que tanto ella como Emma
estaban embarazadas en la primavera de 1844. Eliza debió
estar dividida entre el temor a las consecuencias y la

16 NdT: que significa «hijo de Levi».


17Para una documentación completa sobre todos estos niños, véase el
Apéndice C.
24 Las esposas de José Smith [523

exaltación ante la perspectiva de enfrentarse al mundo como


madre del hijo de un profeta.
Sucedió que su dormitorio en el Mesón estaba a la
izquierda del de José, y el de Emma a la derecha. Según la
tradición de la familia Snow, Eliza apareció una mañana en
el mismo momento que José, y la envolvió en un rápido
abrazo. En ese momento Emma abrió su propia puerta y en
una repentina y terrible furia —porque aparentemente había
confiado en Eliza por encima de todas las demás mujeres—
tomó un palo de escoba y comenzó a golpearla. Eliza trató de
huir, tropezó y cayó por las escaleras. Aún no contenta,
Emma la persiguió en un frenesí que José no pudo detener, y
la echó de casa en camisón. Para entonces todo el Mesón
estaba despierto, el joven Joseph y Alexander llorando y
asustados por la histeria de su madre y rogándole que fuera
amable con la «tía Eliza» que adoraban.
José finalmente calmó a su esposa y le ordenó indignado
que devolviera a Eliza su habitación y sus derechos en la
casa. La caída, se dice, resultó en un aborto espontáneo.
Después de la muerte de José, Elisa se casó con Brigham
Young, pero no tuvo hijos.
Considerando que, de las cincuenta o más mujeres con las
que José se casó, todas excepto cuatro o cinco eran lo
suficientemente jóvenes para tener hijos y al menos
dieciocho estaban en la adolescencia o eran veinteañeras —
muchas de las cuales más tarde tuvieron familias numerosas
— es asombroso que nunca haya salido a la luz evidencia de
otros niños que no sean éstos. El hecho de que después del
escándalo de Fannie Alger, José, durante mucho tiempo,
seleccionara deliberadamente y casi exclusivamente mujeres
casadas indicaría por lo menos un deseo abrumador de evitar
una repetición de ese tipo de problemas. Incluso el fiel
524] Nadie conoce mi historia

Jedediah Grant sintió la necesidad de excusar el hecho de


que José tomara tantas mujeres casadas. «¿Quería el Profeta
José la esposa de cada hombre que pedía? No... el gran
objetivo era probar al pueblo de Dios para ver qué había en
ellos18».
Pero una vez que José comenzó a casarse en serio con las
vírgenes prescritas por la revelación, parecería que lanzó la
advertencia a los vientos. Tal vez había aprendido algún
método primitivo de control de la natalidad del sofisticado
Bennett, que había sido profesor de partería, así como
abortista. Robert Dale Owen y Charles Knowlton, los
primeros grandes exponentes en Estados Unidos del control
de la natalidad, habían publicado a principios de los años
treinta sus famosos tratados, Moral Physiology and Fruits of
Philosophy, or The Private Companion of Young Married
People19. Se habían vendido miles de copias. Si bien los
métodos que estos tratados detallaban no eran en absoluto
infalibles, se basaban en una respetable ciencia médica y no
en la brujería 20 . Bennett debía estar ciertamente
familiarizado con estas publicaciones.
O José podría simplemente haber aprovechado los
francos anuncios del New York Herald y otros periódicos de
artículos como las Píldoras Femeninas Portuguesas, «la
maravilla y admiración del mundo, que, sin embargo, no
deben ser usadas durante el embarazo ya que seguramente
producirán un aborto durante ese período», Dr. Convers

18 Journal of Discourses, Vol. II (1855) p. 14.


19NdT: «Fisiología moral y frutos de la filosofía, o el compañero privado
de la pareja de jóvenes casados».
20Ver Norman E. Hanes: Medical History of Contraception (Baltimore,
1936).
24 Las esposas de José Smith [525

Minerva Box21, «enviado discretamente», o los Polvos


Preventivos de Madame Restell, «el único remedio suave,
seguro y eficaz para las damas casadas cuya salud prohíbe un
aumento demasiado rápido de la familia».
Puede ser que la evidencia de otros niños nacidos de José
yace enterrada entre los manuscritos de la biblioteca de la
iglesia en Salt Lake City, que las autoridades mormonas
originalmente no estaban dispuestas a publicar por
deferencia a las propias mujeres, quienes naturalmente
resentirían el tener sus secretos íntimos expuestos a la burla
de los gentiles. Y ahora que la poligamia entre la mayoría de
los mormones ha muerto, los líderes no están ansiosos de
volver a enfatizar el hecho de que su profeta la practicó.
Ciertamente están ansiosos por olvidar la magnífica
desmesura con la que cumplió el nuevo convenio
matrimonial. Porque una vez que José logró a su satisfacción
revolucionar el concepto puritano del pecado, no había nada
que lo detuviera.

21NdT: En este enlace se puede ver un ejemplo del anuncio. Ver la quinta
columna desde la izquierda, segundo ítem.
526] Nadie conoce mi historia
Capítulo 25
Candidato a presidente

E
L ENTUSIASMO se ha convertido casi en la
esencia de mi vida», declaró José Smith en un
sermón en mayo de 1843. «Cuando eso se extingue
me siento casi perdido. Cuando un hombre está
continuamente en tensión por el entusiasmo, se hace fuerte y
gana poder y conocimiento». Si la vida durante estas
semanas hubiera estado exenta de aventuras —a pesar de
que se casaba con esposas a un ritmo más rápido que nunca
— su inercia y placidez iban a durar poco.
Porque John C. Bennett, que había continuado
persiguiendo al profeta, estaba conspirando con Lilburn
Boggs en Missouri para extraditar a José con una orden
judicial que ningún tribunal de Illinois podía tocar. En junio
de 1843 persuadió al gobernador Reynolds para que emitiera
un mandato judicial sobre el cargo de traición, ya de cuatro
años, del que José había huido en 1839. Una vez que el
profeta fuera encarcelado en Missouri, Reynolds planeaba
juzgarlo por el tiroteo de Boggs también.
Los alguaciles de Missouri, elegidos para la delicada tarea
de capturar al profeta, esperaron hasta que se fuera sin
escolta en una gira de predicación. Disfrazándose y fingiendo
ser élderes mormones, se enteraron de que se alojaba cerca
de Dixon, Illinois. Lo capturaron solo, lo obligaron a punta
de pistola a subir a un carro, y sin molestarse con la
formalidad de la notificación de un proceso azotaron sus
caballos hacia Dixon. Stephen Markham, que casualmente
528] Nadie conoce mi historia

presenció el secuestro, se subió a su caballo y galopó en


busca de ayuda.
José fue encerrado en una habitación superior de una
taberna en Dixon y se le negó el permiso para hablar con
nadie. Pero no fue silenciado. Gritando por la ventana con
una voz que podía llegar a una congregación al aire libre de
diez mil personas, proclamó la tiranía de sus captores hasta
que todo el pueblo se agolpó para escucharlo. El tabernero,
respaldado ahora por la indignación de los ciudadanos, juró
que se haría justicia e insistió en que se le concediera un
abogado al profeta.
Cuando los alguaciles trataron de dispersar a la multitud,
las airadas advertencias contra los «malditos Pukes1» y los
«negreros» sirvieron para disuadirlos. Hubo gritos para que
se escuchara al mormón y llamadas de buen humor para un
sermón sobre el matrimonio. «Me dirigí a la asamblea
durante una hora y media sobre el tema del matrimonio»,
dijo José. «Mi libertad comenzó a existir a partir de esa
hora».
Sucedió que Cyrus Walker, jefe del partido whig y el
mejor abogado criminalista de Illinois, estaba en Dixon en
ese momento haciendo campaña para la elección al
Congreso. José solicitó sus servicios inmediatamente.
Walker hizo una dura negociación, exigiendo no solo una
cuota de diez mil dólares, sino también el voto de José en las
próximas elecciones2. Una vez que José aceptó estos
términos, las ruedas de la justicia de Illinois comenzaron a

1NdT: A la gente de Missouri se le llamaba «pukes» (vómitos) en 1800, y


a Missouri se le llamaba el «Puke State» (estado del vómito). Ver este
enlace.
2Ver el sermón de George A. Smith, octubre 1868, Journal of Discourses,
p. 109, y History of the Church, Vol. V, p. 444.
25 Candidato a presidente [529

girar furiosamente a su favor. Los propios alguaciles de


Missouri fueron demandados por agresión y detención ilegal
y se les impuso una fianza de diez mil dólares.
Se acordó que todo el caso debía ser desentrañado ante el
juez Stephen A. Douglas, que estaba en el tribunal de Quincy.
Cuando el grupo se puso en marcha, José todavía estaba bajo
la custodia de los alguaciles de Missouri y ellos a su vez bajo
la custodia del alguacil de Dixon. José estaba obsesionado
con el temor de que existiera una conspiración para
secuestrarlo cerca de Quincy y llevarlo a través del
Mississippi. Para evitar esto, envió un mensaje para que la
Legión se reuniera con él en Monmouth.
Mientras tanto, la noticia de su arresto hizo que Nauvoo
se volviera loca de miedo. El ayuntamiento declaró
prácticamente la ley marcial, exigiendo a todo extraño que
entrara en la ciudad que diera su nombre, residencia y
motivo de visita a la policía local y haciendo cumplir un
estricto toque de queda a las nueve en punto3. Se enviaron
dos compañías de la Legión para interceptar al profeta, y el
propio barco de vapor de José, el Maid of Iowa, navegó
hasta la desembocadura del río Illinois donde sus hombres
podían interceptar todos los barcos de vapor que entraban en
el Mississippi.
Poco después de cruzar el río Fox, José vio dos caballos
rabiosos acercándose al carruaje. Convencido por un
momento de que sus peores temores se habían hecho
realidad, se preparaba para salir a luchar cuando reconoció a
los hombres. Se hundió con un medio sollozo de alegría:
«Esta vez no iré a Missouri. ¡Estos son mis muchachos!».

3 Ver el Nauvoo Neighbor, Vol. I, no. 10, Julio 5, 1843.


530] Nadie conoce mi historia

En poco tiempo el carruaje tenía una escolta de ciento


cuarenta hombres armados. Muchos de ellos habían
arruinado sus caballos al correr y los habían obligado a beber
güisqui para poder recorrer los últimos kilómetros; tanto los
hombres como los caballos estaban completamente
exhaustos. Pero habían salvado a su profeta, y cada hombre
era un héroe.
Walker estaba tan ansioso por dar al rescate de José
Smith la apariencia de una victoria de los whig que se dejó
persuadir para argumentar el caso en Nauvoo en lugar de
Quincy, donde sospechaba de las tácticas políticas de
Stephen A. Douglas. Todo el grupo, por lo tanto, se volvió
hacia Nauvoo, ante las protestas de los alguaciles pálidos de
Missouri, quienes temían que nunca saldrían vivos de la
ciudad mormona.
Al acercarse a la vista del templo a medio construir, que
se levantaba como un grotesco monumento en la parte alta al
noroeste, vieron una larga procesión serpenteando por el
camino. Los ciudadanos de Nauvoo, reuniendo todos los
vehículos de la ciudad, se habían reunido en masa para dar la
bienvenida al profeta a casa. Una extraña solemnidad
impregnó su saludo, como si José hubiera regresado de la
tumba. Walker observó con asombro que estos hombres no
gritaron, sino que lloraron con agradecimiento.
José tomó su lugar a la cabeza de la procesión con Emma,
que estaba magníficamente vestida con un fino hábito de
montar, su sombrero una gloria de penachos blancos que
cabeceaban. La banda de música de Nauvoo tocó Hail,
Columbia4, y la procesión se dirigió lentamente de vuelta a la

4 NdT: Se puede escuchar la melodía en este enlace.


25 Candidato a presidente [531

ciudad, donde los que no habían podido encontrar un lugar


en un carruaje se alineaban en las calles.
La multitud se arremolinó alrededor de la casa del profeta
después de su llegada, sin querer salir y pidiendo un sermón.
Al final salió, saltó con agilidad a la parte superior de la valla
de la barandilla y gritó: «Estoy fuera de las manos de los
missourianos otra vez, gracias a Dios. Los bendigo a todos en
el nombre de Jesucristo. Amén. Me dirigiré a vosotros en el
bosquecillo cerca del templo, a las cuatro de la tarde».
Dio un banquete para cincuenta de sus amigos y con un
gesto irónico colocó a los dos alguaciles de Missouri en los
lugares de honor. Más tarde pidió a la corte municipal de
Nauvoo una orden de habeas corpus que anulara la orden de
Missouri. En esta petición argumentó que su nombre no era
José Smith, Jr., como indicaba el escrito, sino José Smith,
Sr5. También afirmó que no era un fugitivo de la justicia, que
nunca había cometido traición contra Missouri, y que ya
había sido juzgado por el mismo delito y absuelto en el
condado de Warren en junio de 1841.
Sin embargo, la verdadera cuestión no era la validez de la
orden judicial de Missouri, sino el derecho del tribunal
municipal de Nauvoo a dictar una orden de habeas corpus
en un caso que normalmente se deja a los tribunales
estatales. Walker, con la vista puesta en un escaño del
senado de los Estados Unidos, aseguró a José que bajo las
disposiciones especiales del estatuto de Nauvoo el tribunal
tenía ese derecho. «Así», escribió el gobernador Ford al
revisar este episodio, «los mormones fueron embaucados y

5NdT: «Jr.» y «Sr.» son abreviaturas de «Junior» y «Senior», es decir,


hijo y padre.
532] Nadie conoce mi historia

engañados por hombres que deberían haber actuado mejor y


no lo hicieron a pesar de su conocimiento6».
José fue triunfante a la arboleda. «Os encuentro con un
corazón lleno de gratitud a Dios Todopoderoso», comenzó.
«Apenas sé cómo expresar mis sentimientos. Me siento tan
fuerte como un gigante». Luego fue al meollo del problema.
«En relación con la constitución de nuestra ciudad, los
tribunales, el derecho de habeas corpus, etc., deseo que
sepáis y publiquéis que tenemos todo el poder; y si alguien a
partir de este momento dice algo en contra, que se lo echen
en cara... Todo el poder que había en Illinois se lo dio a
Nauvoo; y cualquier hombre que diga lo contrario es un
tonto… Esta ciudad tiene todo el poder que tienen los
tribunales estatales... Ojalá el abogado que dice que no
tenemos poderes en Nauvoo se ahogue con sus propias
palabras. No empleéis a los abogados, ni les paguéis dinero
por sus conocimientos, porque he aprendido que no saben
nada. Sé más que todos ellos».
Señalando a Walker, dijo sin rodeos: «He convencido a
este candidato al Congreso de que el derecho de habeas
corpus está incluido en nuestros estatutos. Si continúa
convencido, votaré por él».
Luego contó la historia de su arresto y rescate con una
intensidad dramática que dejó sin aliento a diez mil
espectadores. «Ha llegado el momento —exclamó— en que la
paciencia ya no es una virtud; y si vosotros o yo volvemos a
ser tomados ilegalmente, tendréis la libertad de soltar sangre
y truenos... antes que yo siga soportando esta persecución no
permitida, antes que sea arrastrado de nuevo entre mis
enemigos para ser juzgado, derramaré hasta la última gota

6Hoge, el opositor demócrata de Walker, ansioso por no ser superado,


pronto llegó a Nauvoo y coincidió con la interpretación de Walker.
25 Candidato a presidente [533

de sangre en mi veta y ¡veré a todos mis enemigos en el


infierno!».
«¿Debemos aguantar más tiempo?» exigió. «¡No!» rugió
la gran asamblea.
«Os llevaré a la batalla; y si no tenéis miedo de morir, y os
sentís dispuestos a derramar vuestra sangre en vuestra
propia defensa, no me ofenderéis. No seáis el agresor:
aguantad hasta que os golpeen en una mejilla; luego ofreced
la otra, y se asegurarán de golpearla; luego defendeos, y Dios
os llevará, y os presentaréis claramente ante su tribunal… Si
las turbas se acercan a vosotros aquí, ¡haced un estercolero
en vuestros jardines con ellos7!».

EL GOBERNADOR REYNOLDS de Missouri, enfurecido


por lo que consideraba la insolencia de los políticos de
Illinois, emitió otra orden judicial y exigió que el gobernador
Ford llamara a la milicia para capturar al profeta. Walker
corrió a Springfield para persuadir a Ford de que negara la
demanda. Pero Ford naturalmente no estaba dispuesto a
tirar tan jugoso fruto en las manos extendidas de Walker
justo antes de la elección, y le dijo que la decisión requeriría
primero una cuidadosa investigación. En realidad, Ford no
tenía intención de llamar a la milicia solo para revertir la
orden de un tribunal que se había excedido en su
jurisdicción. Él desaprobaba el abuso mormón de sus
estatutos, pero estaba convencido de que la única manera de
detenerlo era a través de la derogación legislativa.
De hecho, había instado a la legislatura a derogar los
privilegios especiales de los mormones, pero a esto se habían
opuesto los dirigentes de su propio partido, que estaban

7 History of the Church, Vol. V, pp. 465-73.


534] Nadie conoce mi historia

seguros de que la derogación les costaría el voto mormón. El


hermano del profeta, William, elegido para la legislatura
estatal por el condado mormón, había argumentado en
contra de la revocación con una habilidad salvaje y había
amenazado repetidamente con lanzar el voto mormón a los
whigs.
Si los demócratas hubieran seguido la sugerencia de Ford,
podrían haber salvado a Illinois del capítulo más triste de su
historia. Pero desafortunadamente Ford no tenía control
sobre su partido. Los demócratas jugaron a la política hasta
el amargo final. Apoyaron los insalubres estatutos y más
tarde lucharon contra los mormones por su mal uso.
Unos días antes de las elecciones, cuando Ford estaba
ausente en St. Louis, un prominente «político democrático
que no tenía fe en el juicio político de Ford avisó en secreto a
los mormones que Ford no llamaría a la milicia para arrestar
a José siempre y cuando los mormones votaran por la
candidatura demócrata8».
Esto puso al profeta en un miserable dilema. Si hubiera
sido un estadista más sabio, habría dejado que el proceso
democrático normal siguiera su curso y permitiría que el
voto mormón se dividiera. Podría haber respondido a la ira
de ambos partidos en nombre de la Constitución
estadounidense. Pero dos factores lo traicionaron en un
truco político desastroso: su miedo consumista a la
extradición y las ambiciones políticas de su hermano Hyrum.
Hyrum había prometido a los demócratas el voto mormón
a cambio de un escaño en la legislatura estatal al año
siguiente. En la última semana antes de las elecciones
empezó a hacer campaña abiertamente por Hoge, el

8 Ver Thomas Ford: History of Illinois, pp. 317-18.


25 Candidato a presidente [535

candidato demócrata. William Law estaba indignado por lo


que creía que era una traición política para fomentar las
ambiciones personales de Hyrum, y luchó contra él a cada
paso. Nauvoo se quedó atónito ante el espectáculo de los dos
ayudantes más cercanos de José a punta de espada y miró
ansiosamente al profeta para resolver el asunto.
Cinco días antes de la elección, el Nauvoo Neighbor se
inclinó por completo hacia Hoge e instó a la unanimidad en
la votación: «... no puede responder a ningún buen propósito
que la mitad de los ciudadanos se despoje de la otra mitad,
dejando así a Nauvoo impotente en lo que respecta a la
política9». Entonces Hyrum Smith sorprendió al electorado
de Nauvoo al anunciar públicamente que había recibido una
revelación de Dios de que Hoge era el candidato adecuado
para recibir el voto mormón.
El día antes de la elección José subió a la plataforma y
rompió su silencio: «El Señor no me ha dado una revelación
sobre política. No le he pedido ninguna… En cuanto al Sr.
Walker, es el candidato whig, un hombre de gran
mentalidad… Antes que el Sr. Walker llegara a Nauvoo,
surgió el rumor de que podría ser un candidato. Dije: ‘Es un
viejo amigo y votaré por él’». Esto, indicó entonces José, era
su intención ahora como en ese momento. Pero antes de
concluir, añadió significativamente: «El hermano Hyrum me
ha dicho esta mañana que ha dado testimonio de que sería
mejor que la gente votara por Hoge y nunca supe que Hyrum
dijera que había tenido una revelación y que ésta fallara.
Que Dios lo sepa y que todos los hombres guarden silencio».
Al día siguiente Hoge recibió más de 2.000 votos
mormones, que representaban prácticamente todo el

9 Agosto 2, 1843, p. 2.
536] Nadie conoce mi historia

El Mesón de Nauvoo sin terminar


25 Candidato a presidente [537

electorado de Nauvoo. El voto le dio a Hoge una elección que


de otro modo habría perdido, ya que su mayoría final
ascendía a unos 700 votos. Los whigs, que estaban
completamente seguros del voto mormón, se volvieron locos.
Nunca perdonaron a José por esta traición.

NO SE PUEDE SABER si José se dio cuenta del error que


cometió en esta elección. Pero decidió en ese momento que
en adelante su papel político sería proporcional a su estatus
de profeta ungido por el Señor. Terminó, algo tarde, con la
política local de Illinois. Ya no tendría nada que ver con
intrigas mezquinas y con claudicar ante políticos corruptos.
James Arlington Bennett, un abogado y escritor de New
York que poseía propiedades en Illinois y que tenía la
ambición de convertirse en gobernador del estado por
influencia mormona, escribió a José Smith en octubre de
1843 detallando la estrategia política que esperaba utilizar.
Esta carta decía de forma directa: «Usted sabe que Mahoma
tenía su ‘mano derecha’».
José, que acababa de renunciar a la política local,
respondió con un estallido de retórica que puso a Bennett en
su lugar: «¿Debería rebajarme de la sublime autoridad de
Dios Todopoderoso, para ser manejado como la pata de gato
del mono10, y convertirme en un payaso para actuar la farsa
de la demagogia política? No, ¡verdaderamente no!...
Combato los errores de los tiempos, me enfrento a la
violencia de las turbas, me enfrento a los procedimientos

10NdT: Esto se refiere a una de las fábulas de La Fountaine, en la que un


mono convence a un gato para que saque castañas del fuego donde se
están asando, prometiéndole una parte. Mientras el gato saca las
castañas, y en el proceso se quema la pata, el mono come las castañas,
dejando al gato sin comida y con la pata quemada. El gato fue engañado
por el mono, que se benefició de los dolores sufridos por el gato.
538] Nadie conoce mi historia

ilegales de la autoridad ejecutiva, corto el nudo gordiano de


los poderes, y resuelvo los problemas matemáticos de las
universidades con la verdad, con el diamante de la verdad;
y Dios es mi ‘mano derecha11’».
José estaba ahora completamente intoxicado de poder y
borracho con visiones de imperio y gloria apocalíptica. «Un
hombre con poder de Jehová tiene más influencia con los
hijos de los hombres», dijo, «que ochocientos millones
dirigidos por los preceptos de los hombres». Esta tesis fue su
fuerza, y se propuso usarla para traducir a la realidad lo que
los hombres más sobrios habrían llamado delirios de
grandeza.
Cualquier hombre con dominio absoluto sobre un pueblo,
que no acepta consejos que no le hagan soñar despierto y que
hace política solo en la trituradora de su propia ambición,
establece una especie de fuerza centrífuga dentro de sí
mismo que, al apartarse siempre de lo normal, puede un día
destruirlo. «José no permitía ninguna arrogancia o
libertades indebidas», dijo un amigo, «y las críticas, incluso
por parte de sus socios, rara vez eran aceptables, y las
contradicciones despertaban en él el león de inmediato, ya
que ninguno de sus compañeros lo superaba12». Aquí estaba
su gran fuerza y su más fatal debilidad. Porque ningún
hombre cuyas principales virtudes fueran el amor al
compromiso, la justicia y la prudencia podría constituirse en
profeta. Pero tampoco ningún hombre que pisoteara estas
virtudes podría sobrevivir como fuerza política en Estados
Unidos.

11Para este intercambio de cartas ver History of the Church, Vol. VI, pp.
71-8.
12 Carta inédita de Benjamin Johnson a George S. Gibbs, 1903.
25 Candidato a presidente [539

José ahora veía a Nauvoo como un estado dentro de un


estado. «Estamos en la misma relación con el estado que el
estado con la unión…», dijo en un discurso ante el consejo de
la ciudad el 25 de febrero de 1843. «¿Seremos tan tontos
como para regirnos por sus leyes [las de Illinois], que son
inconstitucionales13?».
Con la mordida en los dientes procedió a atropellar no
solo las constituciones de Illinois y de los Estados Unidos
sino también las antiguas tradiciones del derecho
consuetudinario inglés. Hizo que el ayuntamiento aprobara
una ordenanza que estipulaba que, si algún oficial llegaba a
Nauvoo con una orden de arresto basada en las viejas
dificultades de Missouri, debería ser arrestado, juzgado, y de
ser hallado culpable, debería ser condenado a cadena
perpetua en la cárcel de la ciudad. Solo podría ser perdonado
por el gobernador con el consentimiento del alcalde de
Nauvoo, es decir, del propio José.
Otra ordenanza hizo que fuera un delito que cualquier
oficial emitiera una orden de arresto en Nauvoo sin antes
estar firmada y aprobada por el alcalde. Una anterior,
diseñada para evitar que los acreedores de José exigieran el
pago de deudas en forma de propiedad, había hecho del oro y
la plata la única moneda de curso legal en Nauvoo14. Cuando
estas ordenanzas se publicaron en el Nauvoo Neighbor,
convencieron incluso a los tolerantes observadores no

13 History of the Church, Vol. V, p. 289.


14 La primera ordenanza fue aprobada el 11 de diciembre de 1843, la
segunda el 21 de diciembre de 1843. La ordenanza sobre el oro y la plata
fue aprobada el 4 de marzo de 1843. Todas fueron derogadas el 12 de
febrero de 1844. Ver el Nauvoo Neighbor, 13, 27 de diciembre de 1843, y
History of the Church, Vol. V. p. 297; Vol. VI, pp. 105, 212.
540] Nadie conoce mi historia

mormones de que el profeta mormón tenía la ley en


completo desprecio.
Y como si esto fuera poco, José preparó una petición para
el Congreso en diciembre de 1843 en la que pedía que
Nauvoo se convirtiera en un territorio federal
completamente independiente, incorporando la Legión de
Nauvoo al Ejército de los Estados Unidos y dando al alcalde
de Nauvoo el poder de llamar a las tropas de los Estados
Unidos cuando fuera necesario. Este fue uno de los peores
errores políticos de José. La petición seguramente sería
rechazada en Washington, y puede que les haya costado a los
mormones lo poco que les quedaba de amigos en Illinois.
Pero José ya se había convertido en una ley para sí
mismo. Tenía poca fe en que el Congreso prestaría atención a
la petición, pero sentía los rayos del Señor en su mano.
«Profeticé en virtud del santo sacerdocio investido en mí, y
en el nombre del Señor Jesucristo, que, si el Congreso no
escucha nuestra petición y nos concede protección, serán
destruidos como gobierno y Dios los condenará, y no
quedará nada de ellos, ¡ni siquiera una mancha de
grasa15!».
En realidad, la esperanza de convertirse en gobernador
del Territorio Federal de Nauvoo era un mero detalle de su
ambición. La absoluta incapacidad de José para satisfacerse
con un éxito moderado —un deseo que lo había traicionado
una y otra vez y que al final lo arruinó— lo llevó ahora a sus
más grandiosas maniobras políticas.
Durante muchos años José había hablado de construir el
Reino de Dios en la tierra, y con su creciente éxito la idea

15Millennial Star, Vol. XXII (1860), p. 455. Las palabras que he puesto
en cursiva fueron omitidas cuando este pasaje fue reimpreso en History
of the Church, Vol. VI, p. 116.
25 Candidato a presidente [541

parece haberse transformado sutilmente de un mero símbolo


a una cosa de sustancia. A medida que fue considerando a
Nauvoo como estado autónomo, el Reino de Dios asumió
una naturaleza temporal inconfundible. Finalmente, en la
primavera de 1844, José comenzó a organizar un gobierno
para regir lo que esperaba fuera un estado mormón
soberano. El 11 de marzo comenzó a seleccionar con el mayor
secreto un consejo de cincuenta «príncipes» para formar lo
que uno de ellos describió como «la corte más alta de la
tierra». Pocos secretos en la historia mormona han sido
mejor guardados que las actividades de este consejo, pero es
claro que uno de sus primeros actos fue ordenar y coronar a
José como Rey del Reino de Dios16.
El Consejo de los Cincuenta estaba compuesto por
hombres que habían sido criados en una tradición de

16 El único relato detallado de las actividades del Consejo de los


Cincuenta fue escrito por el obispo George Miller en su invaluable serie
de cartas al Northern Islander en 1855. Estas fueron reimpresas en
forma de panfleto en Wisconsin por Wingfield Watson alrededor de 1915
y también en H. W. Mills: «De Tal Palo Tal Astilla», Historical Society of
Southern California Publications (1917), pp. 86-172. Ver particularmente
las pp. 131-2. Thomas Ford había aprendido algo de este reino antes de la
publicación de su History of Illinois en 1854. Ver pp. 325-2. Para otras
referencias véase William Decatur Kartchner: «Expedition of the Emmett
Company», MS., una copia del cual se encuentra en la Biblioteca de la
Sociedad Histórica del estado de Utah; el discurso de Lyman Wight en
diciembre 17, 1851, publicado en el Gospel Banner, Vol. V, p. 23; y la
declaración de William Marks: «También fui testigo de la introducción
(en secreto) de una forma de gobierno real, en la que José permitió que
se le ordenara rey para reinar sobre la casa de Israel para siempre».
Zion's Harbinger and Baneemy's Organ, Vol. III (Julio 1853), p. 5, Hay
muchas alusiones veladas al Concilio de los Cincuenta en la historia de
José, comenzando con la entrada de marzo 11, 1844, y referencias más
definitivas en el diario de Brigham Young publicado en la Millennial
Star, Vols. XXVI-XXVII.
542] Nadie conoce mi historia

democracia militante. Nunca soñaron con comparar a su


profeta con Aaron Burr17, aunque fueron las mismas
fabulosas oportunidades las que llevaron a ambos hombres a
la destrucción. Lo que desarmó por completo a los
seguidores de José fue que había traído a Dios a su dominio.
Y estos hombres vivían cerca de una Biblia en la que los
siervos de Dios habían sido reyes.
Cuando José en un discurso público en mayo de 1844 se
pronunció desafiante: «Pienso ser uno de los instrumentos
en el establecimiento del reino de Daniel por la palabra del
Señor, y es mi intención poner un cimiento que
revolucionará el mundo entero», solo un puñado sabía que el
reino ya había sido establecido. «No será a fuerza de espada
o fusil que este reino rodará», les aseguró, «es tan grande el
poder de la verdad que todas las naciones estarán bajo la
necesidad de obedecer el evangelio».
Pero esto era solo parcialmente cierto. La Legión contaba
ahora con casi cuatro mil hombres, y se estaba planeando un
arsenal y una fábrica de pólvora18; había sustancia aquí para
un informe alarmista en el New York Sun de que un gran
despotismo militar estaba creciendo en el oeste.

JOSÉ nunca había estado tan ciego a las consecuencias de


la poligamia como para no sentir que algún día su pueblo se
vería obligado a abandonar los Estados Unidos. Y los
editoriales del Warsaw Message y Warsaw Signal a
principios de 1844 le hicieron darse cuenta a regañadientes
de que la emigración era probablemente la única alternativa
a la guerra civil. Thomas Gregg, que había descrito a José en

17 NdT: Ver este enlace.


18 History of the Church, Vol. V, p. 430; Vol. VI, p. 233.
25 Candidato a presidente [543

enero como «ese monstruo canoso que gobierna en Nauvoo;


cuyo corazón negro se regocijaría en la carnicería y el
derramamiento de sangre, en lugar de ceder ni un ápice del
poder que ha obtenido por su infernal perversión», escribió
en el Warsaw Message el 17 de enero: «No vemos ninguna
utilidad en intentar disfrazar el hecho de que muchos entre
nosotros contemplamos un exterminio total de ese pueblo;
que los miles de mujeres y niños indefensos, ancianos y
enfermos, que se congregan en Nauvoo, deben ser
expulsados —sí, expulsados, dispersados— como las hojas
antes de la explosión de otoño. Pero, ¿qué buen ciudadano,
preguntémonos, qué amante de su país y su gente, no
contempla tal acontecimiento con horror?».
Con el paso de las semanas, los editoriales de Gregg se
volvieron más y más apopléjicos. «No pretendemos ser un
profeta ni el hijo de un profeta», escribió el 7 de febrero; «sin
embargo, le decimos que ¡su carrera de infamia no puede
continuar sino un poco más! ¡Sus días están contados!».
Las nociones de José sobre la geografía del vasto
territorio que se extiende al oeste de Iowa no eran quizás
muy exactas, pero ningún hombre podría haber vivido en
Independence sin absorber gran parte de la tradición del
camino de Santa Fe y de los hombres de la montaña. En los
últimos años Marcus Whitman había hecho de Oregon un
sinónimo de la tierra prometida, y en 1842 había visto el
primer gran tren de emigrantes bajo el mando de Elijah
White abriendo un camino hacia el Pacífico.
En una carta abierta al New York Herald James Arlington
Bennett había instado al profeta a «mudarse y tomar
posesión del territorio de Oregon por derecho propio, y
establecer un imperio independiente». En cien años, dijo,
«ninguna nación en la tierra podría conquistar a tal pueblo».
544] Nadie conoce mi historia

José había reimpreso esta carta en el Wasp, junto con los


artículos que ensalzaban a Oregon.
A principios de julio de 1843 había enviado a Jonathan
Dunham a explorar una ruta hacia el río Missouri y para
agosto estaba discutiendo francamente una migración hacia
el oeste. Hay algunas pruebas de que a principios de la
primavera de 1844 ordenó a algunas familias bajo el mando
de James Emmett y John L. Butler que subieran por el río
Missouri y pusieran cosechas en preparación para la
migración masiva de la iglesia. Pero se les ordenó mantener
sus intenciones en secreto19.
Incluso en esta fecha tardía José no estaba seguro de
dónde llevaría a su gente. El 20 de febrero instruyó a los doce
apóstoles para que enviaran una delegación de veinticinco
hombres para «investigar los lugares de California y Oregon,
y buscar un buen lugar, donde podamos trasladarnos
después de que el templo esté terminado, y donde podamos
construir una ciudad en un día, y tener un gobierno propio,
subir a las montañas, donde el diablo no pueda
desenterrarnos, y vivir en un clima saludable, donde
podamos vivir tantos años como nos propongamos20».
Henry Clay y Stephen A. Douglas recomendaron Oregon.
José imprimió en el Neighbor una parte del valioso informe
de John C. Fremont sobre su exploración en South Pass. Los
editoriales del Neighbor denunciaron los intereses
imperiales británicos en Oregon y se hicieron eco del grito
del destino manifiesto. Pero a José le preocupaba el hecho de
que Oregon estuviera poblado en gran parte por emigrantes

19 Ver History of the Church, Vol. V, pp. 86, 542-9, y William Decatur
Kartchner: «Expedition of the Emmett Company», Ms., p. 1. En realidad
la expedición Emmett no salió hasta después de la muerte de José.
20 History of the Church, Vol. VI, p. 222.
25 Candidato a presidente [545

de Missouri, y durante un tiempo dirigió su mirada hacia el


suroeste.
La anexión de Texas era ahora el tema político más
candente de la nación. Por un lado, estaban los sureños
deseosos de aumentar el poder del bloque de esclavos en el
Congreso y los nacionalistas que soñaban con un Estados
Unidos continental. Contra ellos estaba la constante presión
del partido whig, liderado por Henry Clay, y los demócratas
antiesclavistas que apoyaban a Van Buren. Éstos temían que
la anexión precipitara una guerra con México y deseaban, en
cualquier caso, bloquear una acreción de poder del sur.
La sangrienta guerra fronteriza entre Texas y México en
1842 había provocado una violenta agitación por la anexión.
Pero con el cese de las hostilidades la fiebre había
disminuido, y en 1843, después de que los soldados tejanos
hicieran un intento fallido de interceptar una caravana
cargada de oro procedente de Santa Fe, la prensa
norteamericana se dedicó a denunciar a Texas, lo que hizo
pensar a muchos que la anexión nunca tendría lugar. Tal fue
la situación cuando José y el Consejo de los Cincuenta
comenzaron a considerar seriamente una migración al
suroeste.
Lyman Wight y George Miller estaban especialmente
infectados con la propaganda de Texas e instaron a trasladar
la Black River Lumber Company de Wisconsin a Texas como
primer paso en la migración de la iglesia. José había visto un
artículo en el Texas Telegraph que describía ruinas de
templos indios en el Rio Puerco, y rastros de ciudades en
ruinas y acueductos en Cordilleras y en el Colorado. Esto
hizo que su imaginación se disparara. ¿Qué podría ser más
apropiado que construir un imperio en el sitio de los restos
de las vastas civilizaciones descritas en su Libro de Mormón?
546] Nadie conoce mi historia

El Consejo de los Cincuenta se dejó llevar por la fiebre de


Texas y despachó a Lucian Woodworth como «ministro de
Texas» con órdenes de negociar un tratado. Se le dijo que
asegurara «todo ese país al norte de una línea occidental
desde las cataratas del río Colorado [el Colorado de Texas, no
el gran río de Far West] hasta Nueces, de ahí abajo del
mismo hasta el Golfo de México, y a lo largo del mismo hasta
el Rio Grande, y arriba del mismo hasta el territorio de los
Estados Unidos».
Lo que José estaba pidiendo era un enorme tramo que
comprendiera unas tres quintas partes del Texas moderno, la
mitad oriental de New Mexico, la franja de Oklahoma, un
poco de Kansas, un tercio de Colorado, y una sección de
Wyoming sur-central. Texas reconocería a la nación
mormona, que a cambio garantizaría la defensa de los
tejanos contra México, «siendo un intermediario entre las
potencias beligerantes». Si Woodworth traía una respuesta
favorable, Lyman Wight y George Miller debían proceder a
Texas con la Black River Lumber Company y tomar
posesión21.
José no estaba ciego al hecho de que, independientemente
de que llevara a su gente al noroeste o al suroeste, estaba
buscando problemas. Y de su intensa ansiedad tanto por
proporcionar seguridad a su gente como por satisfacer su
ambición, ahora completamente desatada, surgió el plan más
grandilocuente de toda su vida. Esta fue una petición al
Congreso a finales de marzo de 1844 para que se le nombrara
como oficial del ejército de los Estados Unidos con el poder
de reunir cien mil voluntarios para patrullar y vigilar las

21Las cartas de George Miller al isleño del norte, 1855, cuentan toda esta
historia.
25 Candidato a presidente [547

Último sermón público del teniente general José Smith

fronteras occidentales de los Estados Unidos todo el camino


548] Nadie conoce mi historia

desde Texas a Oregon.


Específicamente, prometió «extender el brazo de la
liberación a Texas; proteger a los habitantes de Oregón de las
agresiones extranjeras y de las conmociones domésticas...
abrir las vastas regiones del oeste y del sur sin población...
para suplir la necesidad de un ejército permanente en
nuestras fronteras del oeste y del sur... buscar las
antigüedades de la tierra... acabar con la tiranía y la opresión
y exaltar el estándar de paz universal22».
Esta solicitud de permiso al gobierno de los Estados
Unidos para dirigir un ejército privado de cien mil hombres
parece a la mente del siglo xx el delirio de un loco, pero se
consideró simplemente una ambición excesiva en los
«fabulosos cuarenta». Stephen A. Douglas le dijo a Orson
Hyde en privado que si podía comandar la fuerza a
disposición del profeta mormón renunciaría a su asiento en
el Congreso y estaría en marcha hacia Oregon o California en
un mes23.
El presidente Tyler, en su tercer mensaje anual al
Congreso, había recomendado encarecidamente el
establecimiento de puestos militares a lo largo del Camino de
Oregon para «proporcionar seguridad y protección a
nuestros resistentes aventureros contra tribus de indios
hostiles» y para llevar a los territorios occidentales el mismo
tipo de ley establecida en los Estados Unidos. Fue este
mensaje, que cayó en manos de José a finales de enero de
1844, el que más que cualquier otra cosa impulsó la petición.
Y fue la extravagancia de las demandas de José en lugar de
su naturaleza esencial lo que aseguró el fracaso de la

22 History of the Church, Vol. VI, pp. 276-7.


23Carta de Hyde en Washington, fechada el 26 de abril de 1844, ibíd.,
Vol. VI, p. 373.
25 Candidato a presidente [549

petición. El 25 de mayo la Cámara de Representantes se negó


a permitir que fuera leída en el recinto.
Durante un tiempo pareció que los planes para un
imperio texano podrían madurar. Woodworth regresó de una
conferencia con el gabinete de Texas en mayo de 1844 con un
informe al Consejo de los Cincuenta que George Miller dijo
«era todo lo que podíamos desear». El Consejo nombró a
tres hombres para que se reunieran con el Congreso de Texas
para ratificar el tratado24.
Pero José no estaba destinado a quedar atrapado en el
fuego cruzado de la guerra de México, y la iglesia mormona
se salvó de cierta destrucción como estado tapón en la
sección más explosiva del continente. Tampoco el profeta iba
a enfrentarse a una guerra salvaje con los exmissourianos en
Oregon. Incluso se le negó la posibilidad de elegir entre las
alternativas. Porque, aunque poseía una inquietante
presciencia sobre el destino final de su pueblo si se quedaba
en los Estados Unidos, y aunque estaba rebosante de sus
grandiosos planes para un futuro en el oeste, José nunca
pudo creer que la expulsión estaba cerca. Ni tampoco se
atrevió a dejar voluntariamente la hermosa ciudad del
Mississippi que era el fruto de su propio genio.

AL mismo tiempo que José estaba haciendo planes para


un éxodo hacia el oeste, se estaba involucrando activamente
en la política nacional. Durante cuatro años había acosado
tenazmente al Congreso para que reparara las persecuciones
de Missouri. Ahora completamente cínico, sabía que no
podía ganar ni la retribución por el sufrimiento pasado ni la
seguridad de una futura colonia occidental hasta que el

24 Ibíd., Vol. VI, p. 356.


550] Nadie conoce mi historia

Congreso pudiera ver que los mormones eran una fuerza


política para tener en cuenta. Esto pretendía probarlo en las
elecciones presidenciales de 1844.
Por lo tanto, escribió a todos los principales candidatos
presidenciales y les preguntó sin rodeos lo que harían para
obtener justicia para su pueblo. Cuando sus respuestas
fueron negativas o no comprometidas, decidió entrar él
mismo en las listas. «Envíen a todos los hombres de la
ciudad que puedan hablar en público por todo el país a los
electores y hacer discursos de campaña», ordenó. «Aboguen
por la religión ‘mormona’, la claridad en las elecciones, y
llamen a la gente a defender la ley y a acabar con el gobierno
del populacho… Díganle a la gente que hemos tenido
presidentes whigs y demócratas por mucho tiempo;
queremos un presidente de los Estados Unidos».
José no se hacía ilusiones sobre sus posibilidades de
ganar el puesto político supremo de la nación. Entró en el
cuadrilátero no solo para ganar publicidad para él y su
iglesia, sino sobre todo para impresionar a los otros
candidatos con alguna medida de respeto. «Tenemos el
mismo derecho de hacer un partido político para ganar
poder para defendernos», dijo, «que los demagogos para
hacer uso de nuestra religión para conseguir poder para
destruirnos25». Esta fue su justificación para lo que de otra
manera podría haber parecido una megalomanía absurda.
Simplemente seguía las tácticas del abolicionista Partido de
la Libertad que, aunque extremadamente pequeño, iba a
quitarle suficientes votos a Henry Clay en el Estado de New
York en las elecciones de 1844 para darle el estado a Polk y
así asegurarle la Presidencia (lo que por cierto resultó en lo

25 Ibíd., Vol. VI, pp. 188, 243.


25 Candidato a presidente [551

que más temía el Partido de la Libertad: la anexión de


Texas).
Sin embargo, José se equivocó en su evaluación de su
capacidad para obtener votos. Nauvoo tenía ahora una
población de unos 12.000 mormones, y el campo
circundante contenía alrededor de un tercio más26. Pero se
hablaba con tanto optimismo de estupendas conversiones en
los Estados Unidos y en Inglaterra que la mayoría de los
ciudadanos de Nauvoo hablaban en términos de 100.000 a
200.000 adherentes a la fe. José arrojó estas cifras en sus
discursos de campaña, estimando en una carta a Henry Clay
que su gente llegaba a 200.00027.
El New York Herald captó el espíritu de la campaña
mormona de inmediato. «Reclaman la posesión de
doscientos mil a quinientos mil votos en Nauvoo y en toda la
Unión», escribió el editor el 23 de mayo de 1844, «y con ello
calculan que pueden mantener el equilibrio de poder y hacer
presidente a quien les plazca. Bueno, si es así, puede que
valga la pena cuidarse de ellos… Parece que por este
movimiento, Joe Smith no espera ser elegido presidente,
pero aún así quiere tener un dedo en el pastel, y ver si no se
puede hacer algo al respecto».
Las reacciones de los mormones a la candidatura de José
variaron desde la ingenua certeza de George Miller de que, si
la elección era exitosa, José y el Consejo de los Cincuenta
«establecerían de inmediato el dominio en los Estados

26El Times and Seasons del 15 de noviembre de 1845 citó el St. Louis
Evening diciendo que el censo de Nauvoo que se acaba de realizar
mostraba 11.057 dentro de los límites de la ciudad y un tercio más fuera
de ellos. Hubo algunas deserciones después de la muerte de José.
Trescientos santos siguieron a Rigdon a Pittsburgh.
27 Times and Seasons, Vol. V (1 de junio de 1844), p. 547.
552] Nadie conoce mi historia

Unidos», hasta la desesperada queja de John D. Lee: «Ya era


bastante difícil predicar el evangelio sin bolsa ni alforja; pero
era como nada comparado con ofrecer al profeta José al
pueblo como candidato al más alto galardón de la nación.
Hubiera preferido mil veces que me encerraran en la cárcel
antes que hacer ese viaje, pero no me atreví a negarme».
James Arlington Bennett fue nominado por primera vez
para vicepresidente, pero cuando se descubrió que era de
origen extranjero y por lo tanto inelegible, Sidney Rigdon fue
finalmente sustituido en su lugar. En la convención de
nominación celebrada el 17 de mayo de 1844, se escribió una
plataforma alrededor del grito de guerra: «Democracia
jeffersoniana, libre comercio, derechos de los marineros y
protección de la persona y la propiedad». Todos los hombres
que estaban a su disposición, incluyendo los doce apóstoles,
salieron a hacer campaña, mientras José se dedicaba a
escribir discursos de campaña únicos en la historia de la
política americana.
Su tema principal, fruto natural de su propia experiencia,
era que la libertad estadounidense estaba en declive y que la
calamidad estaba a punto de destruir la paz del pueblo. «El
mundo está demasiado gobernado», escribió, «y no hay una
nación o una dinastía que ocupe ahora la tierra que
reconozca a Dios Todopoderoso como su legislador, y como
‘las coronas ganadas con sangre, con sangre deben ser
mantenidas’, voy enfática, virtuosa y humanamente, por una
teodemocracia, donde Dios y el pueblo tengan el poder de
conducir los asuntos de los hombres con rectitud28».
La inyección de Dios en el gobierno de los Estados Unidos
fue la tabla más sensacional de la plataforma de José. Eso

28 Nauvoo Neighbor, 17 de abril de 1844.


25 Candidato a presidente [553

habría significado un repudio de la democracia a favor de un


estado unipartidista tal como Hyrum Smith dejó claro
cuando proclamó: «Queremos un presidente de los Estados
Unidos, no un presidente de un partido, sino un presidente
de todo el pueblo; porque el presidente de un partido despoja
al partido opuesto… Maldito sea el sistema de dividir la
nación en partidos beligerantes opuestos29».
José además abogó: «Hay que reducir el Congreso por lo
menos dos tercios. Dos senadores por estado y dos miembros
por millón de habitantes harán más negocios que el ejército
que ahora ocupa los salones de la Legislatura nacional.
Páguenles dos dólares y sus dietas de alojamiento (excepto
los domingos). Es más de lo que recibe el granjero que vive
honestamente».
Con la infeliz experiencia en la cárcel de Liberty aún viva
en su memoria, abogó por una reforma drástica del sistema
penal norteamericano. Hay que convertir las cárceles en
seminarios de aprendizaje, dijo. Hacer que el trabajo en las
carreteras y las obras públicas sea el castigo para el crimen, y
reservar el rigor y el aislamiento solo para los culpables de
asesinato. Abolir el encarcelamiento por deudas, y perdonar
a cada convicto, diciéndole en el nombre del Señor: «Vete y
no peques más».
Luego, en un cambio completo de su anterior postura,
abogó por la liberación de los esclavos. Que se pague a los
dueños de esclavos por ellos, instó, con el excedente de
ingresos de la venta de tierras públicas. «Quitad los grilletes
al pobre hombre negro, y contratadlo para trabajar como
otros seres humanos, porque ‘una hora de libertad virtuosa

29 History of the Church, Vol. VI, p. 323.


554] Nadie conoce mi historia

en la tierra vale una eternidad de esclavitud30’». Aquí se


hacía eco de los sentimientos del Partido de la Libertad, que
desde 1839 había intentado crear un tercer partido a partir
del tema de la esclavitud.
A diferencia de cualquier otro candidato presidencial,
José estaba al mismo tiempo en contra de la esclavitud y a
favor de la anexión, y su compromiso era ingenioso. Hay que
traer a Texas a la Unión, instó, pero reducir el poder del
bloque de esclavos al mismo tiempo mediante la abolición de
la esclavitud en los estados que limitan con la línea Mason-
Dixon31.
Para entonces la actitud de José hacia los negros se había
vuelto tan liberal —en parte como resultado de su
correspondencia con el abolicionista C. V. Dyer— que
argumentó con Orson Hyde que, si los roles de los negros y
los blancos se invirtieran, los primeros asumirían
rápidamente las características de los segundos32. El
demagogo Hyde no estaba impresionado, y su convicción de
que los abolicionistas estaban «tratando de anular la
maldición de Dios» nunca se borró del todo del pensamiento
mormón, en particular porque podía ser reforzado por los
desafortunados sentimientos en contra de los negros del

30 Ver «Views on the Powers and Policy of the United States


Government», publicado en Times and Seasons, Vol. V, 15 de mayo de
1844. Las reimpresiones posteriores eliminaron ciertas partes.
31 NdT: Ver este enlace para una explicación.
32 Ver History of the Church, Vol. V, p. 217.
25 Candidato a presidente [555

Libro de Abraham de José33. Hoy en día al negro se le sigue


negando un lugar en el sacerdocio mormón34.
Los documentos de la campaña de José fueron reimpresos
en muchos de los periódicos del este y provocaron muchas
bromas editoriales. «¿Quién es este caballero moderno con
su lámpara mágica?», preguntó el Boston Correspondent el
22 de mayo. «Es el chico de Green Mountain de Old
Vermont, el granjero ignorante del oeste de New York, el
tonto iletrado de los cuentos sectarios; el azote y el terror de
los proscritos de Missouri, el cacique militar favorito de
Illinois… la admiración de millones de personas... el temor
de los políticos, la reverencia de los salvajes; el tropiezo de
las naciones, y la maravilla del mundo; y para culminar el
clímax, es «JO SMITH EL PROFETA MORMÓN».
«Cuando tengo los periódicos del este, y veo lo popular
que soy», dijo José un día con mucho ánimo, «me temo que
yo mismo seré elegido35». A pesar de los matices de desastre
que retumbaban en y sobre Nauvoo, parecía estar
cabalgando seguro a horcajadas sobre el mundo. No solo era
candidato a la presidencia, sino también alcalde de Nauvoo,
juez del tribunal municipal, comerciante de la tienda
principal, hotelero, arquitecto oficial del templo, agente
inmobiliario, contratista, registrador de actos, propietario de
un barco de vapor, fideicomisario de todas las finanzas de su
iglesia, teniente general de la Legión de Nauvoo, consejero
espiritual y comulgante del Señor de la verdadera iglesia, Rey
del nuevo Reino de Dios y esposo de casi cincuenta esposas.

33Ver el editorial de Hyde en Times and Seasons, Vol. VI (1 de abril de


1845), p. 857.
34NdT: Esa prohibición fue levantada el 30 de setiembre de 1978. Ver
Doctrina y convenios, Declaración Oficial – 2.
35 History of the Church, Vol. VI, p. 243.
556] Nadie conoce mi historia

«Quiero la libertad de pensar y creer como me plazca»,


dijo. «Se siente tan bien no ser pisoteado». Y por todo el
alquitrán y las plumas, los arrestos, los grilletes y las
amenazas de muerte, Estados Unidos había permitido a José
Smith la libertad de ir rápido y lejos. «¿A quién le puede
extrañar», escribió Josiah Quincy, «que la presidencia del
Ejecutivo Nacional tuviera su lugar entre las visiones de este
hombre autosuficiente? Ya había recorrido la parte más dura
del camino hacia esa codiciada posición. Nacido en los
rangos más bajos de la pobreza, sin libros de texto y con el
más hogareño de todos los nombres humanos, se había
hecho un poder sobre la tierra al llegar a los treinta y nueve
años».
Casi nunca en estos días José salió de sí mismo y miró con
sorpresa y humildad en lo que se había convertido. Pero una
vez en la primavera de 1844, en el funeral de un tal King
Follett, pronunció uno de los sermones más profundos de
toda su carrera. Por primera vez proclamó en un discurso
unificado los temas que había estado inculcando en
fragmentos y frecuentemente en secreto a sus santos más
favorecidos: la gloria del conocimiento, la pluralidad de
dioses, la progresión eterna del alma humana. Y cuando
estaba casi terminado y la exaltación del espíritu que motiva
un gran sermón se estaba agotando, se detuvo y en un
momento de búsqueda gratuita dijo con una especie de
maravilla:
«No me conocéis; jamás conocisteis mi corazón. Nadie
conoce mi historia. Yo no puedo relatarla: jamás lo intentaré.
No culpo a nadie por no creer mi historia. De no haber
pasado por las experiencias que he conocido, también a mí
me sería difícil creerla».
25 Candidato a presidente [557
Capítulo 26
Preludio a la destrucción

A
UN OBSERVADOR CASUAL de la escena
mormona en la primavera de 1844 debe haberle
parecido que José Smith estaba escalando más
alto que nunca. Excepto por las fulminaciones de los
antimormones en Warsaw y Carthage, había poco
resentimiento abierto contra él o su pueblo. Su campaña
presidencial le estaba ganando mucha publicidad y, al sacar
el voto mormón de la política partidaria, parecía probable
que apaciguara algunos de los antagonismos que surgían de
las cuestiones políticas.
En realidad, la enemistad contra los mormones era
amplia y peligrosa. Aquellos que tomaron la campaña de
José en serio lo vieron como un símbolo maligno de la unión
de la iglesia y el estado, y otros sospecharon que
eventualmente renunciaría a su candidatura y se declararía
por un candidato popular. Los masones, molestos por los
rumores de corrupción del ritual masónico en las logias
mormonas (que ahora eran cinco, tres en Nauvoo y dos en
Iowa) y furiosos por la negativa de José a enviar los registros
de la logia a Springfield para su inspección, estaban
decididos a revocar las dispensas y declarar clandestinas
todas las logias mormonas1.

1 Estose hizo en la reunión de 1844 de la Gran Logia. Ver Proceedings of


the Grand Lodge of Freemasons, lllinois, from its Organization in 1840
to 1850 Inclusive (Freeport, Illinois, 1892).
559] Nadie conoce mi historia

Pero el peor peligro de José, como él entendía


perfectamente, estaba madurando dentro de su propio reino.
«Mi vida corre más peligro por un tonto de esta ciudad que
por todos mis numerosos e inveterados enemigos en el
extranjero», declaró. «Estoy expuesto a un peligro mucho
mayor por los traidores que hay entre nosotros que por los
enemigos que hay fuera… Puedo vivir como César, si no
fuera por la mano derecha de Bruto… ¡tenemos a un Judas
entre nosotros2!».
Durante muchos meses José había estado observando la
progresiva alienación de uno de sus hombres más capaces y
valientes. William Law había sido su segundo consejero por
más de dos años, demostrando ser tan firme e incorruptible
como John C. Bennett había sido traicionero y disoluto. Law
había venido de Canadá como hombre rico. Había invertido
en bienes raíces, construcción y molinos de vapor,
fomentando más que nadie la tan necesaria industrialización
de la ciudad.
Al principio Law escondió su resentimiento por el
monopolio del profeta sobre la administración de los bienes
raíces en y alrededor de la ciudad, aunque lo consideraba
indecoroso en un hombre de Dios. Se había sorprendido
especialmente cuando José amenazó con excomulgar a
cualquier converso rico que viniera a Nauvoo y comprara
tierras sin su consejo. Finalmente llegó a desconfiar del
juicio empresarial de José y se negó a invertir dinero en la
publicación de la versión revisada de la Biblia, colocando en
su lugar sus fondos en un molino de vapor y en una granja de
cáñamo3.

2 Discurso del 29 de diciembre de 1843. History of the Church, Vol. VI, p.


152.
3 Ibíd., Vol. V, pp. 272-3; Vol. VI, pp. 164-5.
26 Preludio de la destrucción [560

El profeta pedía constantemente dinero para construir el


templo y el Mesón de Nauvoo, que según Law podría
retrasarse hasta que se aliviara la grave escasez de viviendas
en la ciudad. El templo era ahora el principal espectáculo del
alto Mississippi, pero los obreros que sudaban sobre sus
grandes piedras vivían de maíz seco.
El Mesón de Nauvoo, por otra parte, a pesar de los
generosos donativos y las compras liberales de acciones,
apenas parecía crecer. Law se convenció, con razón o sin ella,
de que José utilizaba los fondos donados para el hotel para
comprar más tierra, que luego vendía a los nuevos conversos
obteniendo generosos beneficios.
Finalmente Law y Robert Foster, que eran los principales
contratistas de la ciudad, comenzaron a golpear contra la
economía autárquica en la que se encontraban. Compraron
parte de la madera que flotaba en el Mississippi desde
Wisconsin, que había sido destinada exclusivamente a los
edificios de las iglesias, y comenzaron a construir casas y
tiendas. Como pagaban salarios, mientras el profeta pagaba a
los obreros del templo y del Mesón de Nauvoo en bienes y
escrituras de la ciudad, se produjo una desagradable crisis
laboral.
José pidió a los obreros que continuaran con los
proyectos de la iglesia y deploró que los «esqueletos
gigantescos» de Foster se elevaran por toda la ciudad. «No
hay carne en ellos», gritó, «son todos para el interés personal
y el engrandecimiento… Quiero que se construya el Mesón de
Nauvoo. Debe ser construido. Nuestra salvación depende de
ello… Diré a los que han trabajado en el Mesón de Nauvoo, y
no pueden recibir su paga: Tengan paciencia; y si alguien
toma los medios que se han reservado para la construcción
de esa casa, y los aplica para su uso propio, que lo haga,
561] Nadie conoce mi historia

porque se destruirá a sí mismo. Si alguien tiene hambre, que


venga a mí, y yo le daré de comer en mi mesa… Dividiré con
ellos hasta el último bocado; y si el hombre no está
satisfecho, le daré una patada en el trasero4».
La ruptura entre William Law y el profeta comenzó así en
una divergencia fundamental de actitudes económicas. La
ruptura final de su amistad, sin embargo, vino de una
cuestión, no de finanzas, sino de fidelidad. Con pena y
sospecha Law observó a José ampliando su círculo de
esposas. ¡Entonces el profeta trató de acercarse a la propia
esposa de Law, Jane5!
En una violenta sesión con su líder, Law pidió una
reforma y el fin del libertinaje que estaba corrompiendo a la
iglesia. José argumentó, suplicó y citó el Antiguo
Testamento, sin éxito. Law amenazó con que a menos que
José fuera ante el Sumo Consejo, confesara sus pecados y
prometiera arrepentimiento, expondría sus seducciones ante
el mundo entero.

4 Ibíd., Vol. V, pp. 285-6.


5 Denison L. Harris y Robert Scott, que espiaron para José en las
reuniones celebradas por Law y Foster, informaron muchos años después
de que habían visto a tres mujeres con velo, una de ellas la esposa de
William Law, acudir a una reunión y firmar declaraciones juradas en el
sentido de que «José y Hyrum Smith se habían esforzado por seducirlas;
les habían hecho las propuestas más indecentes y perversas y deseaban
que se convirtieran en sus esposas». (Como se informó a Horace
Cummings, quien describió sus relatos en el Contributor, Salt Lake City,
abril de 1884, Vol. V, p. 255). Thomas Ford también informó que José
intentó ganar a Jane Law como esposa. (Ver su History of Illinois, p.
322.) Y John D. Lee escribió que José quería «la amigable y guapa esposa
de William Law». (Mormonism Unveiled, p. 147). Joseph H. Jackson
escribió en 1844 que José le dijo que pasó dos meses tratando en vano de
ganar a Jane Law, y agregó que Emma Smith sugirió que se le diera a
William Law como esposo espiritual. Narrative of the Adventures and
Experiences of Joseph H. Jackson, p. 21-2.
26 Preludio de la destrucción [562

«Seré condenado antes de hacerlo», Law citó más tarde la


respuesta de José. «¡Si admitiera los cargos que me echáis
encima, probaría el derrocamiento de la Iglesia!».
«¿No es eso ya inevitable?», exigió Law.
«¡Entonces podemos ir todos juntos al infierno y
convertirlo en un cielo echando al diablo! El infierno no es de
ninguna manera el lugar que este mundo de tontos supone,
sino al contrario, es un lugar bastante agradable».
Indignado por las bromas del profeta, Law se puso en pie
y dijo amargamente: «Puedes disfrutarlo entonces, pero en
cuanto a mí, ¡serviré al Señor nuestro Dios6!»
Este fue el comienzo de la apostasía de Law, pero durante
algunos meses se evitó una ruptura abierta. Como tantos
otros miembros desafectos, Law creía que José no era un
profeta falso sino caído, llevado a la iniquidad por las
enseñanzas de John C. Bennett y sus propias pasiones
ardientes. Se aferró a las primeras revelaciones de José —a la
pureza original del mensaje del evangelio que lo había
convertido— y esperaba que algo hiciera entrar en razón al
profeta.
La elección de 1843 había dado a los santos su primer
indicio de que Law estaba en desacuerdo, y cuando José
denunció a Judas en Nauvoo, muchos de ellos adivinaron a
quién estaba acusando. A Law se le dijo en privado que los
Ángeles Destructores tenían órdenes de apartarlo, y aunque
José negó elaboradamente la historia ante un consejo de la
ciudad, Law no se tranquilizó del todo7. Junto con su
hermano Wilson comenzó a gravitar en el campo de otros
mormones descontentos.

6 Como se describe Law en el Nauvoo Expositor, 7 de junio de 1844.


7 Ver History of the Church, Vol. VI, pp. 162-5.
563] Nadie conoce mi historia

Allí estaban William Marks, Austin Cowles y Leonard


Soby, amargamente opuestos a la poligamia. Estaba el joven
Francis Higbee, que nunca había perdonado al profeta por
denunciarlo públicamente como libertino y despilfarrador
durante el escándalo de Bennett; también su hermano
Chauncey, cuya reputación en Nauvoo era poco mejor.
Hiram Kimball estaba casi listo para unirse a sus filas.
Como era propietario de una buena parte de las tierras a lo
largo del río y había construido muchos de los muelles de los
barcos de vapor, esperaba cobrar él mismo los derechos de
muelle; pero José insistió en que era una prerrogativa de la
ciudad, y amenazó públicamente con hacer explotar los
barcos de vapor que no pagaban8. Kimball, al igual que Law,
estaba aún más amargado por los celos, ya que José había
codiciado una vez a su esposa, Sarah, y había tratado en 1842
de ganársela como esposa espiritual9.
El jefe de los disidentes era el Dr. Robert D. Foster, cuyas
quejas eran muy similares a las de Kimball y William Law.
Durante mucho tiempo había resentido la oposición del
profeta a sus negocios, pero aún así buscaba su guía en
asuntos espirituales. Entonces un día en la primavera de
1844 llegó a casa inesperadamente de un viaje de negocios
para descubrir al profeta cenando con su esposa. Cuando
José se fue y Foster exigió saber el propósito de su llegada, la
Sra. Foster se negó a hablar. Rápido de ira y excesivamente
celoso, sacó su pistola y amenazó con dispararle si no
divulgaba todo lo que el profeta había dicho. Rucia y
aterrorizada, la mujer seguía en silencio.

8 Ibíd., Vol. VI, pp. 234, 238.


9 Ver la declaración jurada de Sarah Kimball, citada en la p. 306.
26 Preludio de la destrucción [564

Entonces, en un frenesí melodramático, Foster cogió una


pistola de doble cañón, se la puso en la mano y le gritó que se
defendiera. «Si no me lo dices, tú o yo dispararemos». En ese
momento se desmayó. Cuando se recuperó, confesó que el
profeta había estado predicando la doctrina de la esposa
espiritual y había tratado de seducirla.
Foster contó esta historia a un pequeño grupo de
mormones descontentos reunidos en un almacén en una
esquina: los Law, los Higbee, el tarambana Joseph H.
Jackson, y varios otros. Era la señal para una confesión
completa. Uno por uno los hombres se deshicieron de las
reservas y descargaron sus almas. Chauncey Higbee juró que
algunos de los principales élderes tenían hasta diez o doce
esposas cada uno, y describió cómo registraban los nombres
de todas las mujeres con las que deseaban casarse en un gran
libro, llamado el Libro de la ley del Señor, guardado en la
casa de Hyrum Smith. Después de que los nombres eran
inscritos, dijo, el libro se sellaba, y los sellos se rompían en
presencia de las mujeres incautas, que de este modo se
convencían de que la doctrina era verdadera y que debían
someterse. Jackson, que había buscado sin éxito la mano de
la hija de Hyrum Smith y llevaba mucho tiempo tramando
una venganza, insinuó que se estaba gestando una
conspiración que costaría la vida a todos los Smith de
Nauvoo en una quincena.
Dos de los hombres que escucharon estas historias se
fueron corriendo hacia el profeta. Inmediatamente les
ordenó que escribieran todo con todo detalle, incluyendo el
relato de Foster sobre el intento de seducción de su esposa, y
el 17 de abril publicó estos testimonios jurados en el Nauvoo
565] Nadie conoce mi historia

Neighbor10. No se dignó a negar las historias, dejando que el


impacto de la publicación bastara para convencer a su
pueblo de que eran mentiras.
El juicio de Foster se fijó para el 20 de abril de 1844. Pero
cuando se supo que había reunido cuarenta y un testigos y
tenía la intención de convertir el juicio en una acusación
contra el profeta, un consejo se reunió en secreto con
antelación y lo excomulgó junto con William, Wilson y Jane
Law11.
El cisma así creado en Nauvoo fue pequeño pero
peligroso. Aunque eran parias dentro de la ciudad, los
apóstatas no se fueron. No eran solo sus negocios los que los
mantenían allí. William Law tenía coraje, tenacidad y un
extraño y equivocado idealismo. Aunque estaba rodeado
principalmente por hombres que creían que José era un vil
impostor, se aferró a la esperanza de que podría llevar a cabo
una reforma en la iglesia. Con este fin creó su propia iglesia,
con él mismo como presidente, siguiendo fielmente la
organización del cuerpo principal.
Esto en sí mismo no habría sido grave, ya que José había
visto a profetas rivales brotar de la hierba a sus pies antes y
no habían llegado a nada. Normalmente trataban de
imitarlo, dando revelaciones que sonaban rancias y planas al
lado de las suyas, profetizando salvajemente y organizándose
mal. Pero Law estaba cortado con un patrón diferente. En
realidad estaba en el camino hacia una completa y fea
desilusión, pero estaba caminando hacia atrás lejos de la

10Véanse las declaraciones de M. G. Eaton y A. B. Williams, Nauvoo


Neighbor, Vol. I, No. 51. Estas fueron reimpresas en Times and Seasons,
Vol. V (15 de mayo de 1844), p. 541.
11 Ver el Nauvoo Expositor, 7 de junio de 1844.
26 Preludio de la destrucción [566

iglesia, buscando ansiosamente algo en el paisaje a lo que


pudiera aferrarse, agarrándose a cada árbol y seto.
Su desesperado deseo de reformar la iglesia lo hizo mucho
más formidable que si se hubiera propuesto condenar al
profeta y todas sus obras. A diferencia de John C. Bennett, él
estaba dispuesto a enguantarse el puño de hierro. Y lo más
importante, él y Foster tenían suficiente dinero para comprar
una imprenta. La iglesia reformista iba a tener un portavoz
seis semanas después de su nacimiento, en un periódico
llamado Nauvoo Expositor.
Mientras esperaban la llegada de la imprenta, los
apóstatas comenzaron un triple ataque a José a través de los
tribunales. Francis Higbee lo demandó por cinco mil dólares
por un cargo de calumnia; William Law logró que un gran
jurado de Carthage emitiera una acusación contra él por
adulterio y poligamia; y Jackson y Foster obtuvieron una
acusación similar por falso juramento12.
José no temía lo que las leyes pudieran jurar en su contra
en un tribunal de Carthage, porque sabía que les sería difícil
probar su culpabilidad. Durante tres años sus empleados lo
habían acompañado a todas partes, escribiendo todo lo que
había dicho y hecho. Todos los días fueron contados. Y todas
las referencias al matrimonio plural habían sido tan
hábilmente disfrazadas que solo los iniciados entenderían su
verdadero significado. De esto se había asegurado13.
El ataque de Francis Higbee al profeta fue contrarrestado
con una campaña de difamación como la que Nauvoo no
había visto desde la expulsión de Bennett. José acusó a
Higbee de perjurio, seducción y adulterio, dando detalles que

12 Ver History of the Church, Vol. VI, pp. 403, 405.


13Véase la propia declaración de José sobre este punto, ibíd., Vol. VI,
pág. 409.
567] Nadie conoce mi historia

el serio Times and Seasons admitió que «eran demasiado


indecorosos para el ojo y el oído del público». Brigham
Young juró que Higbee se asociaba con prostitutas, de las
que una vez había contraído una enfermedad venérea. Otro
testigo incluso identificó la fuente de la infección en una
prostituta francesa de Warsaw, y dijo que Bennett le había
dado asistencia médica y que el profeta incluso había tratado
de curarlo con una oración14.
Chauncey Higbee fue atacado con la misma violenta
invectiva en el Nauvoo Neighbor del 29 de mayo, cuando el
editor saqueó los archivos secretos de los testimonios
recogidos en el escándalo de Bennett y publicó las antiguas
declaraciones juradas de tres mujeres a las que Higbee había
seducido con la promesa de matrimonio según el código de la
esposa espiritual. Así que el barro voló de un lado a otro.
La publicación de tales documentos era el peor tipo de
estrategia defensiva, ya que José no podía evitar estar
involucrado por implicación. Aquellos que creían
firmemente en su negación de la poligamia estaban
desconcertados por el prodigioso perjurio de los apóstatas, y
los sensibles mormones que sabían algo de la verdad sobre la
poligamia recordaban con dolor el mandato de Jesús: «El
que esté libre de pecado entre vosotros, que tire la primera
piedra».
Los excesos de José le habían costado lo que necesitaba
más que nada, unos meses de paz en Nauvoo sin escándalos
políticos ni personales. En ese período se habrían acabado
las elecciones y se habría encontrado una solución para la
migración hacia el oeste. La poligamia podría haber sido

14 Véanse los testimonios de José Smith, Brigham Young y H. J.


Sherwood en Times and Seasons, Vol. V (15 de mayo de 1844), págs. 537
y ss.
26 Preludio de la destrucción [568

suficientemente escondida para mantener a los gentiles


tranquilos y a sus nuevos conversos leales. Luego en Texas u
Oregon o en algún valle aislado de las Montañas Rocosas
podría haber enseñado a su gente la verdad.
Pero era ciego a su propio peligro y en un sermón público
el 26 de mayo presionó su salvaje ataque contra los apóstatas
con una jactancia extravagante irresponsable: «El Señor me
ha constituido tan curiosamente que me glorío en la
persecución… Si la opresión enloquece a un sabio, mucho
más a un tonto. Si quieren que un niño sin barba azote a todo
el mundo, me subiré a la cima de una montaña y cantaré
como un gallo: Siempre los golpearé. Cuando se prueben los
hechos, la verdad y la inocencia prevalecerán por fin…
¡Vamos! ¡Fiscales! ¡Perjuradores! ¡Todo el infierno, se
desborda! ¡Montañas ardientes, bajad la lava! Porque por fin
saldré a la cima. Tengo más de que jactarme de lo que
ningún hombre ha tenido nunca. Soy el único hombre que ha
sido capaz de mantener toda una iglesia unida desde los días
de Adán… Me jacto de que ningún hombre ha hecho nunca
un trabajo como yo… ¡Cómo me gusta oír a los lobos aullar!».
«Dios sabe, entonces», concluyó, «que los cargos contra
mí son falsos… Qué cosa es que un hombre sea acusado de
cometer adulterio y tener siete esposas, cuando solo puedo
encontrar una. Soy el mismo hombre, y tan inocente como lo
era hace catorce años; y puedo probar que todos ellos son
perjuros15».

SI John C. Bennett hubiera sido editor del Nauvoo


Expositor en lugar de William Law y Sylvester Emmons,
habría sido una hoja espeluznante. Pero Law no era un

15 History of the Church, Vol. VI, pp. 408-12.


569] Nadie conoce mi historia

chismoso barato y tenía una profunda lástima por las


esposas plurales de Nauvoo. Prometió que nada «carnal» se
deslizaría en el Expositor, y el primer número, que apareció
el 7 de junio de 1844, consideraba por lo tanto los hechos a
disposición del editor: un documento extraordinariamente
comedido.
El jefe de redacción no mencionó ningún nombre, sino
que simplemente describió la historia de una típica chica
inglesa que vino sola a Nauvoo y fue cuidadosamente
adoctrinada en los misterios del reino por el profeta. A esto
le siguieron tres declaraciones juradas, firmadas por William
Law, Jane Law y Austin Cowles, testificando que todos ellos
habían visto u oído leer la revelación que concede a todo
hombre el privilegio de casarse con diez vírgenes y le
perdona todos los pecados excepto el derramamiento de
sangre inocente.
La poligamia era solo la primera de una larga lista de
prácticas señaladas para el ataque. En contra del intento de
José de unir la iglesia y el estado, y su búsqueda de poder
político, el Expositor fue muy elocuente: «No creemos que
Dios haya levantado a un Profeta para cristianizar un mundo
por medio de esquemas políticos e intrigas. No es la forma en
que Dios cautiva el corazón del incrédulo, sino al contrario,
predicando la verdad en su propia simplicidad original».
«No reconoceremos a ningún hombre como rey o
legislador de la iglesia, porque Cristo es nuestro único rey y
legislador».
Los editores criticaron las maniobras financieras y la
especulación de tierras de José, su constante denuncia de
Missouri y su mal uso de los privilegios otorgados por los
estatutos de Nauvoo. Pidieron la derogación de los estatutos,
la desobediencia a las revelaciones políticas, el fin de los
26 Preludio de la destrucción [570

abusos del «poder unitario» centrado en el profeta, y la más


fuerte censura de sus «imperfecciones morales».
El Expositor esparció la consternación por toda la ciudad.
Los que practicaban la poligamia temían una masacre por
parte de los antimormones; los que habían sido mantenidos
en la ignorancia estaban abrumados por la comprensión de
que todos los chismes subrepticios podrían ser, después de
todo, verdaderos16. Éstos esperaban con una mezcla de ira y
consternación la respuesta del profeta.
Cuando el profeta leyó el Expositor supo que se
enfrentaba a la crisis más grave de su vida. El periódico lo
había puesto a prueba ante todo su pueblo. Tal vez si José los
hubiera enfrentado con la verdad y hubiera ido a la
plataforma del templo inacabado y leído la revelación sobre
el matrimonio plural a su iglesia con su antigua y magnífica
seguridad, podría haber despojado a los apóstatas de su
principal arma y liberado a sus leales seguidores de una
carga de secretismo, evasión y mentira que se estaba
volviendo rápidamente intolerable. Si hubiera desvelado sus
planes para ir al oeste, podría haberles dado esperanza y un
desafío.
Pero no tuvo valor para ello. A pesar de la elaborada
metafísica que había creado para justificar la poligamia, a
pesar de todos los profetas del Antiguo Testamento que la
habían vivido y del éxito de su propia experimentación, la
crisis lo encontró con voluntad débil. Estaba vacío de
convicción cuando más la necesitaba.

16 Véanse las cartas de Sarah e Isaac Scott a sus parientes en


Massachusetts, fechadas el 16 de junio y el 22 de julio de 1844,
publicadas en «The Death of a Mormon Dictator: Letters of
Massachusetts Mormons, 1843-1848», New England QuarterIy, Vol. IX
(1936), pp. 583-617.
571] Nadie conoce mi historia

Con una especie de desesperación se dirigió a William


Marks, que tan fielmente había acudido a su rescate en crisis
pasadas con su sabiduría y su bolso liberal, pero que en los
últimos meses se había alejado de él con pena. Caminaron
juntos por la calle bajo la brillante luz del sol de verano, se
metieron en un carril poco usado donde podían hablar en
privado, y se sentaron en la orilla de hierba.
«Somos un pueblo arruinado», comenzó José.
«¿Cómo es eso?», Marks preguntó con cautela, ya que
durante tanto tiempo había guardado un silencio
preocupante que ya no sabía cómo hablar con su líder.
«Esta doctrina de la poligamia, o sistema de esposa
espiritual, que se ha enseñado y practicado entre nosotros,
probará nuestra destrucción y derrocamiento. He sido
engañado; es una maldición para la humanidad, y tendremos
que dejar los Estados Unidos pronto, a menos que pueda ser
suprimida, y su práctica detenida en la Iglesia».
El anciano estaba listo para llorar de gratitud. Esto era lo
que esperaba oír desde que había visto la maldita revelación
sobre la poligamia casi un año antes.
«Ahora, hermano Marks», continuó José, «no has
recibido esta doctrina, y quiero que entres en el sumo
consejo, y haré cargos contra todos los que practican esta
doctrina, y quiero que los juzgues por las leyes de la Iglesia, y
los eches, si no se arrepienten, y cesan la práctica de esta
doctrina; y yo iré al estrado y predicaré contra ella con todas
mis fuerzas, y de esta manera libraremos a la Iglesia de esta
maldita herejía17».

17Esta entrevista fue descrita por William Marks en Zion's Harbinger


and Baneemy's Organ, Vol. III (Julio 1853), pp. 52-3. Su relato puede
estar un tanto coloreado por su profunda antipatía hacia la poligamia.
26 Preludio de la destrucción [572

Pero José solo golpeaba ciegamente para salir de su


dilema, y las incomodidades de esta solución particular
deben haberlo hecho descartarla al atardecer. No sabía qué
hacer. Solo un tema persistía en toda su agitación: la
convicción de que el Expositor debía ser estrangulado. Pero
aquí también se vio traicionado por su absoluta incapacidad
para tratar hábilmente con la oposición, una debilidad que
sus éxitos políticos y legales en Nauvoo solo sirvieron para
intensificar. Se había convertido en un autócrata que solo
podía pensar en términos de supresión.
Convocando al consejo de la ciudad, ordenó un juicio, no
a los apóstatas, sino al propio Expositor. Fue un
procedimiento extraño, de alto nivel. No hubo jurado, ni
abogados, ni testigos para la defensa. Los concejales
simplemente se pusieron de pie, uno tras otro, y acusaron a
los editores de seducción, proxenetismo, falsificación y robo.
El profeta llegó a decir que se había probado ante el consejo
de la ciudad que el apóstata Joseph H. Jackson era un
asesino.
Luego agregó una más a su lista de negaciones de la
poligamia al declarar que la revelación sobre la poligamia a
la que se refería el Expositor «fue en respuesta a una
pregunta sobre cosas que sucedieron en días pasados, y no
tenía referencia al tiempo presente18». El ayuntamiento
declaró ahora que la prensa era calumniosa y debía ser
destruida. José emitió una proclamación declarándola una
molestia cívica; una parte de la Legión marchó a la oficina,

18El Nauvoo Neighbor, el 19 de junio de 1844, imprimió estas actas del


consejo de la ciudad. Las palabras pronunciadas por José que tengo en
cursiva fueron omitidas de la History of the Church cuando se
reimprimieron las actas. Ver Vol. VI, p. 441.
573] Nadie conoce mi historia

destrozó la prensa, hizo un lío con los tipos, y quemó todos


los ejemplares del odiado periódico que se podían encontrar.

EL EXPOSITOR no fue ni el primer ni el último periódico


de Illinois en ser destruido así. La quema de prensas
abolicionistas era una especie de deporte cercano a la línea
Mason-Dixon. Pero para un líder de una minoría odiada, el
permitirse este deporte no era una licencia de frontera, sino
una violación de la sagrada Constitución. Era una mayor
violación de la disciplina política y legal de lo que los
antimormones podían esperar. José no podría haber hecho
mejores las cosas para sus enemigos, ya que por fin les había
dado una cuestión moral de lucha.
Los apóstatas huyeron a Warsaw y a Carthage. Robert
Foster escribió para el Warsaw Signal una detallada
declaración en la que no solo describió la destrucción de la
prensa sino que también acusó a José de una larga lista de
crímenes, desde la contratación de Porter Rockwell para
matar a Boggs hasta la seducción de innumerables mujeres
mormonas. «No se encuentra en la historia un paralelo a las
iniquidades y excesos de este tirano», concluyó, «que vestido
con un poco de breve autoridad, perpetra actos en los que el
cielo llora y la naturaleza humana se avergüenza de su propia
depravación».
El editorial de Thomas Sharp del 12 de junio gritaba con
furia demoníaca: «¡La guerra y el exterminio son inevitables!
¡CIUDADANOS LEVANTAOS, TODOS Y CADA UNO!
¿Podéis quedaros quietos y permitir que ESOS DEMONIOS
INFERNALES DESPOJEN a los hombres de sus
pertenencias y derechos, sin vengaros de ellos? No tenemos
tiempo para comentarios; cada hombre hará los suyos.
¡¡¡QUE se haga con PÓLVORA Y BALAS!!!».
26 Preludio de la destrucción [574

José vio demasiado tarde que había soltado una


avalancha. Escribió una larga carta en su defensa al
gobernador Ford justificando la destrucción de la prensa por
razones legales, y envió órdenes a los doce apóstoles de
volver a casa de inmediato, con pólvora, plomo y un rifle
empacados discretamente en su equipaje19. Luego fue a
instruir a la Legión sobre la defensa de la ciudad.
Montado en el puesto de revisión, con su uniforme azul y
pulido blasonado con botones dorados y charreteras, se puso
de pie con orgullo ante sus hombres, sin traicionar nada del
tumulto y la ansiedad que lo atormentaba. Defendió con
tenacidad la legalidad de su posición. Desde la quema de la
prensa, Law y Foster habían conseguido órdenes de arresto
por el cargo de motín, que con su habitual destreza había
eludido mediante el procedimiento de habeas corpus del
tribunal municipal de Nauvoo. Pero él sabía que esto era
poco más que un aplazamiento. Los exploradores le
informaban cada hora de la multitud enfurecida que
pululaba por las calles de Carthage y Warsaw. Missourianos
y habitantes de Iowa cruzaban el río en tropel, atraídos como
moscas por el olor a sangre. Bandas armadas ya estaban
amenazando a familias mormonas aisladas y las llevaban a
Nauvoo. Se hablaba de linchamiento en todas partes,
siempre en nombre de la justicia y la libertad.
José leyó a sus hombres el incendiario editorial extra de
Warsaw Signal para que no se hicieran ilusiones sobre lo
que les esperaba. Luego dijo: «Somos ciudadanos
americanos. Vivimos en un suelo por cuyas libertades
nuestros padres arriesgaron sus vidas y derramaron su
sangre en el campo de batalla. Esos derechos tan caros no

19 History of the Church, Vol. VI, p. 487.


575] Nadie conoce mi historia

serán pisoteados por merodeadores sin ley sin al menos un


noble esfuerzo de nuestra parte para mantener nuestras
libertades. ¿Estaréis a mi lado hasta la muerte?».
Los miles de personas que estaban debajo de él, rígidos y
serios en sus filas bien ordenadas, gritaron al unísono un
estruendoso «¡Sí!».
«Está bien. Si no lo hubierais hecho, yo habría ido allí», y
barrió su brazo hacia el oeste, «y habría levantado un pueblo
más poderoso». Entonces desenvainando su espada, José la
empujó hacia el cielo y gritó con una voz que recorrió las filas
del ejército y las calles de la ciudad: «Llamo a Dios y a los
ángeles para que sean testigos de que he desenvainado mi
espada con la firme e inalterable determinación de que este
pueblo tenga sus derechos legales, y sea protegido de la
violencia de la turba, o ¡mi sangre se derramará en el suelo
como agua, y mi cuerpo será enviado a la silenciosa tumba!».
Capítulo 27
Carthage

U
NA VEZ más las mujeres mormonas se
prepararon para el choque de un desarraigo. Ya
estaban acostumbradas, algunas habían hecho las
cinco migraciones, y aceptaron lo que amenazaba con ser la
expulsión de Nauvoo casi con resignación. Satanás no le
daría descanso a los hijos de Dios.
¿Había algo intrínsecamente extraño en el mormonismo
que continuamente invitaba a la barbarie incluso en la tierra
de los libres? No pudo haber sido la teología, la cual, aunque
desafiante, era en realidad un popurrí de pensamiento
religioso norteamericano condimentado con el ideal
fundamental del progreso inevitable. Tampoco pudo ser la
economía, que había pasado del comunismo a la libre
empresa y luego a la autarquía. Dondequiera que los
mormones iban, los ciudadanos resentían su santurronería,
su falta de voluntad para mezclarse con el mundo, su intensa
conciencia de un destino superior. Pero estos fueron factores
insignificantes en la creación de los feroces antagonismos de
Missouri e Illinois.
En realidad, cada migración había surgido de un conjunto
especial de circunstancias. El traslado a Kirtland desde New
York había sido oportunista; la huida de Kirtland había sido
en gran medida el resultado de la persecución de los
apóstatas y no de los no mormones. Las diversas expulsiones
de Missouri tenían sus raíces en la esclavitud y en los
problemas de los indios, que no figuraban en absoluto en
Illinois. En este último estado, en mucho mayor medida que
577] Nadie conoce mi historia

en Missouri, la explotación política del número de


mormones, hecha doblemente repugnante por la presencia
de inmigrantes convertidos de la Inglaterra monárquica, era
quizás el combustible más volátil que alimentaba los fuegos
antimormones. Aquellos que vivían más cerca de la masa
mormona tenían un miedo desesperado de ser aplastados.
Odiaban a José Smith porque miles lo seguían ciegamente y
de manera servil.
Para ellos la teocracia de Nauvoo era una tiranía maligna
que se extendía tan rápida y peligrosamente como una
inundación del Mississippi y que podría eventualmente
engullir al mismo gobierno de los Estados Unidos. Thomas
Sharp había publicado una vez en el Warsaw Signal una
historia totalmente imaginaria de una masacre de 500
antimormones por 10.000 legionarios mormones. El relato
terminaba con los ciudadanos enfurecidos de tres estados
marchando sobre Nauvoo, saqueando e incendiando la
ciudad, y matando a todos los habitantes. Esto fue más que
una vil propaganda; fue una profecía de lo que Sharp
esperaba en el futuro.
El antimormonismo en Illinois era mucho más peligroso
de lo que había sido en Missouri, porque tenía una base
moral de piedra en el miedo estadounidense al despotismo.
Esto, y no la repugnancia por la poligamia —que, a diferencia
de la glorificación de la teocracia, aún no se predicaba
abiertamente— era la fuente principal del veneno en la
oposición que ahora se movilizaba rápidamente.
El profeta sintió algo de la magnitud de las fuerzas que se
levantaban contra él y probablemente sintió también su
fuerza espiritual. A medida que su antigua flotabilidad y
optimismo lo abandonaban, la una vez ocasional intuición de
una muerte inminente se convirtió en una presencia
27 Carthage [578

constante y escalofriante. Empezó a pensar seriamente en el


problema de un sucesor e instó a Hyrum a ponerse a salvo en
Ohio para que, si lo peor le sucedía, pudiera haber un líder
que vengara su muerte.
Hasta ahora la cuestión del sucesor nunca le había
preocupado seriamente. Había dado por sentado que su
manto descendería, de forma verdaderamente dinástica,
sobre su hijo mayor, Joseph, ahora un brillante y ansioso
niño de doce años y uno de los favoritos de la iglesia. Poco
después de haber escapado a Nauvoo de la cárcel de Liberty,
José había bendecido al niño y le había prometido la
sucesión; pero pocos de los santos tenían conocimiento del
incidente. Sin embargo, en el invierno de 1843, durante un
sermón a su gente en la arboleda, había llamado a su hijo al
estrado junto a él y le dijo con énfasis: «A menudo me han
579] Nadie conoce mi historia

preguntado quién me sucedería como profeta en la iglesia.


Mi hijo Joseph será su próximo profeta1».
En ese momento los problemas parecían muy remotos.
Pero ahora José temía que un asesino acortara sus días antes
de ver los cuarenta años. El 4 de abril de 1844, cuando se
reunió con los apóstoles en una de sus últimas reuniones
antes de salir en una gira de campaña, se apresuró a dar
instrucciones que Orson Hyde describió como «cada
ordenanza del santo sacerdocio». Luego dijo: «Si me matan,
tenéis todas las llaves y todas las ordenanzas y podéis
conferirlas a otros, y las huestes de Satanás no podrán
derribar el reino tan rápido como vosotros podréis

1 Los mormones de Utah niegan que el hijo de José haya sido


nombrado heredero de su padre, y sostienen que el derecho de
sucesión correspondía a los apóstoles, pero la evidencia de que José
Smith pretendía que el joven Joseph fuera su sucesor es impresionante.
Zion's Ensign, Vol. XII, No. 29, p. 5, y Temple Lot Case, pp. 28, 180.
Lyman Wight dijo en una carta al Northern Islander: «Ahora bien, Sr.
Editor, si hubiera estado presente cuando José me llamó poco después
de salir de la cárcel, para poner las manos sobre la cabeza de un joven,
y oírle gritar en voz alta, tú eres mi sucesor cuando yo me vaya, y
hubieras oído las bendiciones derramadas sobre su cabeza... no se
habría dejado llevar por un fanatismo ciego…». Reimpreso en Saints
Advocate, Vol. VII (septiembre 1884), p. 478. El hijo de José juró en años
posteriores que recordaba este incidente, y añadió: «También estuve
presente en una reunión en el bosque cerca del templo, y recuerdo que
mi padre puso sus manos sobre mi cabeza, y dijo a la gente que este
era su sucesor, o iba a ser su sucesor». Temple Lot Case, p. 79. Henry
Brown en su History of Illinois (New York, 1844) declaró: «Se dice que el
profeta ha dejado un testamento o una revelación nombrando un
sucesor; y, entre otras cosas, se afirma que su hijo, un muchacho de
doce años, es nombrado en él como su sucesor. Sin embargo, no hay
certeza de esto». Véase la página 489. John D. Lee escribió en sus
confesiones: «Entonces se entendió entre los santos que el joven
Joseph iba a suceder a su padre». Mormonism Unvailed, p. 155.
27 Carthage [580

construirlo2». Después de la muerte de José, Brigham


Young, que era el presidente de los apóstoles, miró hacia
atrás a esta reunión y concluyó que el profeta había puesto la
autoridad de la iglesia y todos los derechos de sucesión
directamente en sus manos.

CUANDO Thomas Ford se enteró de la quema del


Expositor, fue directamente a Carthage para hacer una
investigación, decidido a llamar a la milicia si era necesario
para llevar a los delincuentes a la justicia. Se horrorizó al
descubrir que la milicia ya se estaba reuniendo bajo las
órdenes de los policías locales y preparándose abiertamente
para un ataque a Nauvoo. Después de una entrevista con los
Law, los Fosters y los Higbees, quienes, se puede suponer, le
dijeron lo peor, Ford escribió al profeta exigiendo que él y
todos los demás implicados en la destrucción del Expositor
se sometieran inmediatamente al alguacil de Carthage y
vinieran a esa ciudad para ser juzgados.
Esto, de hecho, José ya se había ofrecido a hacer, siempre
que se le permitiera una escolta militar de sus propios
hombres para evitar un linchamiento. Pero Ford, aunque
admitió que la milicia ya estaba casi «fuera de control legal»,
temía una guerra civil si la Legión de Nauvoo marchaba a
Carthage, y le negó este privilegio. «Si usted», concluyó, «al
negarse a someterse hace necesario llamar a la milicia, tengo
grandes temores de que su ciudad sea destruida, y su pueblo,
muchos de ellos exterminados. Usted conoce la excitación de
la mente del público. No la tiente demasiado».

2 Times and Seasons, Vol. V (Setiembre 15, 1844), p. 651.


581] Nadie conoce mi historia

Cuando José, que se escondía en el ático secreto de la


Mansión, leyó esta carta, sacudió la cabeza con
desesperación. «No hay piedad, no hay piedad aquí».
«No», acordó Hyrum, «con la misma seguridad de que si
caemos en sus manos somos hombres muertos».
Hablaron durante un tiempo de ir a Washington y
presentar el caso al presidente Tyler, pero sabiendo su
impopularidad y su segura derrota en las próximas
elecciones, esto parecía inútil.
«Si Hyrum y yo volvemos a ser capturados», dijo José con
convicción, «seremos masacrados, o no soy un profeta de
Dios. Quiero que Hyrum viva para vengar mi sangre, pero
está decidido a no dejarme3».
Los dos hermanos se miraron fijamente sin palabras
durante un tiempo, mientras sus amigos se quedaban
quietos, abatidos e indefensos como para ayudarlos.
Entonces, con su rostro iluminado, José tomó su decisión
con su antigua rapidez y certeza: «El camino está abierto.
Tengo claro en mi mente qué hacer. Todo lo que quieren es a
Hyrum y a mí; entonces díganle a todo el mundo que se
ocupe de sus asuntos, y que no se reúna en grupos, sino que
se disperse. No hay duda de que vendrán aquí y nos
buscarán. Déjenlos que busquen; no les harán daño ni a su
persona ni a sus posesiones, ni siquiera a un pelo de su
cabeza. Cruzaremos el río esta noche y nos iremos al oeste».
En pocas horas sus planes estaban completos. La Maid of
Iowa iba a navegar por el río Ohio llevando a sus familias a
salvo al este, y los dos hermanos, con el valiente Rockwell y
el devoto Willard Richards, iban a cruzar el Mississippi en un
esquife.

3Toda esta conversación fue reportada más tarde por Abraham C.


Hodge, que estaba presente. History of the Church, Vol. VI, pp. 545-6.
27 Carthage [582

A medianoche los hombres se despidieron de sus familias


llorosas y comenzaron a cruzar el río bajo una lluvia
cegadora. José no pudo librarse de una sensación de mal
agüero. El Mississippi, que había sido una barrera tan
amistosa entre él y Missouri, estaba ahora inundado.
Semanas de lluvia al norte lo habían convertido en un
horrible y amenazador mal. Por muchos kilómetros por
encima y por debajo de Nauvoo las granjas de las tierras
bajas estaban inundadas, las cabañas recién construidas
estaban medio enterradas en el barro o se desgarraban por
completo y se convertían en un revoltijo de troncos,
uniéndose a los árboles desarraigados y a las rocas que se
precipitaban por el río. Los hombres del río juraron que fue
la peor inundación que habían visto en toda una vida de
lucha contra el alto Mississippi.
Porter Rockwell, cuyos hombros eran tan incansables
como un motor, tomó los remos. Golpeados una y otra vez
por enganches que no se podían ver en la oscuridad, el
esquife tuvo filtraciones y los hombres se vieron obligados a
quitarse las botas y sacar el agua para evitar que se hundiera.
Les tomó hasta el amanecer para luchar por su camino.
Pero el río fue solo un factor en la oscuridad de José.
Aterrizaba en Iowa, donde todavía había un precio por su
cabeza. El gobernador del territorio de Iowa nunca había
acordado no extraditarlo a Missouri por el antiguo cargo de
traición. Además, José no tenía ni equipo ni apetito por los
solitarios y salvajes caminos del oeste. Y no podía reprimir el
sentimiento de culpa por abandonar a su pueblo. En
Missouri había sido su campeón y por su propia rendición
dramática los había salvado de la aniquilación. ¿Pero dónde
estaba ahora la milagrosa confianza que le había llevado a
través de esa prueba? Emma había estado llorando en
583] Nadie conoce mi historia

silencio cuando se despidió, pero sus grandes ojos color


avellana, el único remanente de su belleza, estaban llenos de
reproches. Él sabía que ella lo consideraba un cobarde.
Cuando desembarcaron y secaron sus ropas empapadas
ante la chimenea de un santo de confianza, José dictó una
breve nota a Emma que reflejaba su pesimismo e indecisión:
«… No desesperes. Si Dios abre alguna vez una puerta que
sea posible para mí, te veré de nuevo. No sé adónde iré, ni
qué haré, pero si es posible procuraré llegar a la ciudad de
Washington… Que Dios Todopoderoso te bendiga a ti, a los
niños y a mamá. Mi corazón sangra. Basta por ahora. Si
decides ir a Kirtland, Cincinnati o cualquier otro lugar, me
gustaría que te las arreglaras para informarme esta noche4».
Rockwell remó de vuelta con el mensaje, con órdenes de
llevar los mejores caballos de José al otro lado del río. En
Nauvoo se enteró de que una partida había llegado para
arrestar al profeta y, al descubrir que se había ido, galopó
locamente de vuelta a Carthage con la noticia. Las mujeres
mormonas se enfurecieron con la aprensión; la Legión se
dividió entre los que querían defender la ciudad y los que
sentían, como José, que la seguridad de todos podía
asegurarse mejor con su dispersión. Con José y Hyrum fuera,
con los apóstoles fuera y Rigdon en Pittsburgh, la ciudad se
encontraba completamente sin líder.
Se dice que Emma llevó a Rockwell a un lado e insistió en
que volviera con José y le rogara que regresara. Le dio una
carta con su propia petición y se aseguró de que fuera
acompañado por Reynolds Cahoon, quien estaba seguro de
que a menos que José se entregara, Nauvoo sería devastada.

4El original de esta carta está en la biblioteca de la Iglesia Reorganizada


en Independence, Missouri.
27 Carthage [584

José escuchó en silencio a Cahoon, que no solo había


aportado las opiniones de los peores alarmistas de la ciudad,
sino también nuevas garantías del gobernador Ford de que el
profeta tendría garantizada una protección completa y un
juicio justo y legal. «Cuando el pastor abandona su rebaño»,
terminó Cahoon, «¿quién evitará que los lobos lo devoren?».
Todo el optimismo y la exuberancia de la que tantas
revelaciones habían surgido en el pasado cuando José
enfrentaba una crisis, ahora lo habían abandonado. «Si mi
vida no tiene valor para mis amigos», dijo torpemente, «no
tiene valor para mí». Volviendo a Porter Rockwell, preguntó:
«¿Qué debo hacer?».
El fiel Rockwell fue obligado a obedecer órdenes y no se
atrevió a influir en su líder en una decisión tan arriesgada.
«Eres el más viejo y debes saber lo que es mejor; tú te lo
guisas, yo me lo como5».
José se volvió ahora hacia su hermano. «Tú eres el mayor,
Hyrum, ¿qué haremos?».
Hyrum, que no tenía la presciencia de José y siempre
había creído que su hermano era invencible, respondió:
«Volvamos y entreguémonos, y veamos qué pasa».
Durante mucho tiempo José miró fijamente al fuego a sus
pies. Luego levantó la cabeza y habló con gran cansancio: «Si
regresas, iré contigo, pero seremos masacrados».
«No, no», gritó Hyrum con un obstinado optimismo.
«Volvamos y pongamos nuestra confianza en Dios, y no

5 NdT: La frase de Rockwell es una variación del dicho «Tú te lo guisas,


tú te lo comes», dando a entender su apoyo incondicional.
585] Nadie conoce mi historia

seremos dañados. El Señor está en ello. Si vivimos o tenemos


que morir, nos reconciliaremos con nuestro destino6».
A partir de este momento, si se puede confiar en las
observaciones de los hombres más cercanos a él en estas
horas, José se movió y habló como un hombre seguro de que
está a punto de morir. Tierno y melancólico con sus amigos,
y lleno de un hambre ardiente por ver una vez más rostros y
objetos familiares, se subió a la barca y miró ansiosamente a
través de la extensión de agua hacia su ciudad. Mientras la
barca se acercaba a las verdes colinas con casas de ladrillos
rojos, el gran templo, completo ahora excepto el techo y el
campanario, blanco y etéreo en el sol de la tarde, dijo medio
para sí mismo: «Me gustaría hablar con los santos una vez
más».
«Podemos enviar un mensaje y que te escuchen a la luz de
las estrellas», sugirió Rockwell. Pero bajo la urgencia de los
preparativos para la defensa en Carthage, este plan fue
abandonado. Aunque tal vez en su interior estaba seguro de
su destino, José no se resignó en absoluto a ello y pasó la
mayor parte de sus preciosas horas asegurando abogados y
testigos y trazando un mapa de su caso. Un extraño en la
Mansión que habló con él en ese momento escribió más
tarde que «era de modales tranquilos, y parecía seguro de
una absolución si podía obtener una audiencia justa7».

6 Esta conversación y todos los detalles que siguen, excepto donde se


indica, están tomados de los testimonios de primera mano de los
hombres que acompañaron al profeta hasta su muerte. Fueron
compilados y publicados en History of the Church, Vol. VI, pp. 547-631 ;
Vol. VII, pp. 1-164.
7 Un relato de B. W. Richmond, publicado en el Chicago Times, y
reimpreso en el Deseret News, el 27 de noviembre de 1875.
27 Carthage [586

Ford había ordenado la disolución de la Legión y la


entrega de todas las armas pertenecientes al estado, que
consistían en varios cientos de rifles y tres cañones
pequeños. José estaba de acuerdo con esto, a pesar de las
protestas de los oficiales de la Legión, que temían que se
repitiera el saqueo de Far West. Pero para asegurarse esta
vez de que sus hombres no se desarmaran completamente,
José ordenó que todas las armas personales se guardaran en
secreto en un almacén conveniente, donde estuvieran
disponibles en cualquier momento8.
Al mediodía del 24 de junio de 1844 José partió hacia
Carthage con su hermano Hyrum y el puñado de hombres
que iban a ser juzgados con ellos. Primero cabalgó por el
templo, mirando cariñosamente su alta fachada blanca.
Luego sus ojos se deslizaron lentamente sobre los ordenados
bloques cuadrados e hileras de casas nuevas, flanqueadas por
jardines y verdes huertos jóvenes que conducen al río en
creciente. «Este es el lugar más hermoso y la mejor gente
bajo el cielo», gritó. «Poco saben de las pruebas que les
esperan».
Cerca del límite de la ciudad se encontraron con una
compañía de santos que habían marchado desde Ramus para
unirse a la Legión. Los hombres estaban exhaustos por la
marcha de toda la noche. Algunos, cuyos zapatos eran
delgados, se habían desgastado en las suelas, y sus pies
estaban cortados y sangrando. El joven primo de José, John
Lyman Smith, corrió y lo abrazó. Cuando José vio los pies del
chico empezó a llorar. «Dios te bendiga, Dios te bendiga mi
querido muchacho».

8 Diario de Oliver B. Huntington, que fue con su padre a apilar y


esconderlos antes del amanecer del día siguiente a la partida de José
hacia Carthage. Ver Vol. I, p. 45.
587] Nadie conoce mi historia

Volviéndose hacia un zapatero que estaba cerca en la


puerta de su tienda, le llamó: «Deja que estos hombres
tengan unos zapatos».
El hombre se encogió de hombros sin poder hacer nada.
«No tengo zapatos».
La respuesta enfureció a José. «¡Que tengan botas
entonces!». Volviéndose a su primo, dijo: «Johnnie, las
tropas se disolverán y volverán a casa. Iré a Carthage para
ser juzgado, bajo la protección del gobernador. No temas,
porque aún verás a Israel triunfar y en paz9».
José y Hyrum fueron escoltados a Carthage por una
disciplinada compañía de milicianos del condado de
McDonough, que los encontró en el camino. Pero una vez
que llegaron al centro de la ciudad, fueron rodeados por las
tropas de Warsaw y Carthage, que los recibieron con gritos
de burla y triunfo:
«¡Apartaos, chicos de McDonough, y así dispararemos
contra los malditos mormones!».
«¡Dios te maldiga, viejo Joe, ahora te tenemos!».
«Despejad el camino y dejadnos ver al viejo Joe, el profeta
de Dios. Ha visto lo último de Nauvoo. ¡Terminaremos con él
y mataremos a todos los malditos mormones!».
Fue tan parecido a la capitulación en Far West que José
debió sentir que estaba viviendo su vida nuevamente. Había
una gran diferencia, sin embargo, en las dos crisis. Los
métodos de Lilburn Boggs y Thomas Ford eran exactamente
opuestos. Ford, aunque temía y no le gustaban los mormones
y creía que José Smith era un charlatán consumado, se
determinó en un juicio legal. Pero, paradójicamente, era esta

9Una transcripción de este relato manuscrito de John Lyman Smith


puede verse en la Biblioteca de la Sociedad Histórica del Estado de
Utah.
27 Carthage [588

misma pasión por la justicia la que iba a ser el mayor peligro


de José. La sed de sangre de Boggs había sido una bendición
porque los campeones gentiles se levantaron para luchar
contra ella y salvaron la vida del profeta. Pero en Illinois
Ford era su único campeón, y Ford era débil.
Tuvo la desgracia de heredar una multitud de males de
Thomas Carlin, uno de los peores gobernadores de Illinois.
El estado estaba agobiado por una deuda de 14.000.000 de
dólares estúpidamente contraída por los canales y los
ferrocarriles; la moneda del estado prácticamente no tenía
valor y la gente no estaba dispuesta o no podía pagar
impuestos. Todos estos problemas se vieron
empequeñecidos por la magnitud del problema mormón, que
amenazaba con precipitar una guerra civil en el mismo
momento en que la peor inundación del Mississippi en la
historia del estado acumulaba daños de doce a veinte
millones de dólares.
Para hacer frente a estas crisis, Ford trajo una inteligencia
sensible y discriminatoria y una lealtad obstinada a la ley.
Pero era un pobre orador, carente del apoyo de su propio
partido y sensible a la constante acusación de que apoyaba a
los mormones. «Parecía», escribió B. W. Richmond, «un
hombre cansado de la naturaleza humana y de la vida». En
su corazón, como Ford confesó más tarde, esperaba que José
Smith se escapara de la cárcel y dejara el estado. Sabiendo
que sus seguidores lo rastrearían a cualquier parte, creía que
sería el método menos costoso para librar al estado de toda
la secta. Pero no tomó ninguna medida para hacerlo posible.
En la audiencia preliminar en Carthage por el cargo de
motín, todos los casos fueron aplazados y los hombres
liberados bajo fianza. Solo José y Hyrum fueron mantenidos
en custodia. La excusa era que habían declarado la ley
589] Nadie conoce mi historia

Máscara funeraria de José Smith


27 Carthage [590

marcial y habían llamado a la Legión el 19 de junio cuando la


partida de hombres apareció por primera vez para arrestar a
José. El propio Ford admitió que este cargo era
extremadamente endeble.
Aunque no hubo una audiencia preliminar por el cargo de
traición, los dos hermanos fueron enviados a la cárcel sin
ceremonias. Ford era consciente del procedimiento
arbitrario del juez de paz de Carthage, pero justificó su
propia inacción por motivos constitucionales. En realidad
tenía miedo de la milicia y estaba dispuesto a hacer
concesiones menores para mantenerla en un estado de
disciplina al menos nominal.
La cárcel de Carthage era un robusto edificio de piedra de
dos pisos con una espaciosa celda en el piso superior. A José
se le permitía el uso de varias habitaciones, y sus amigos
tenían fácil acceso a su presencia. Lo mantuvieron informado
de todos los rumores de conspiración contra él que
circulaban por la ciudad.
El propio Ford vino a la cárcel y habló con el profeta
durante varias horas. Ambos eran jóvenes, Ford de cuarenta
y cuatro años y José de treinta y nueve. Pero la ligera figura
de Ford, su rostro agudo y su voz delgada contrastaba
extrañamente con el tamaño y la elocuencia pujante de José.
Discutieron de un lado a otro, probando la sinceridad y la
fuerza del otro, y llegaron a un acuerdo —según los informes
cuidadosamente detallados de los compañeros del profeta,
John Taylor y J. M. Bernhisel— en casi todo excepto en el
destrozo del Expositor.
«La prensa en los Estados Unidos es considerada como el
gran baluarte de la libertad americana», insistió Ford, «y su
destrucción en Nauvoo representó y se consideró como
591] Nadie conoce mi historia

medida arbitraria, y manifiesta al pueblo una disposición de


su parte para suprimir la libertad de expresión y de prensa».
«¿Podríamos permitir que un grupo de vagabundos sin
valor entrara en nuestra ciudad», respondió José
calurosamente, «y bajo nuestros propios ojos y protección,
vilipendiar y calumniar no solo a nosotros mismos, sino al
carácter de nuestras esposas e hijas, como se hizo
descaradamente y sin rubor en ese infame y sucio papel? No
hay ciudad en los Estados Unidos que haya sufrido tal
indignidad durante veinticuatro horas… puede haber habido
una forma mejor, pero confieso que no pude verla».
Cuando Ford comentó que iba a Nauvoo a dirigirse a los
mormones, José suplicó que lo llevaran, porque estaba
seguro de que la presencia del gobernador era lo único que
mantenía a la milicia bajo control. Ford prometió hacerlo.
Esa noche José se acostó en un colchón en el suelo entre
dos de sus amigos. No podía dormir y hablaba en voz baja
con los dos hombres que estaban a su lado, que intentaban
en vano reanimar su espíritu. «Me gustaría volver a ver a mi
familia», dijo con nostalgia, y luego añadió: «Deseo a Dios
poder predicar una vez más a los santos de Nauvoo».
Cuando todos dormían menos Dan Jones, el hombre a su
izquierda, José le susurró: «¿Tienes miedo de morir?».
«¿Ha llegado ese momento, crees?», preguntó Jones, y
después de un momento de reflexión dijo con tranquilo
coraje: «Comprometido en tal causa no creo que la muerte
tenga muchos terrores».
José estaba profundamente conmovido. «Todavía verás
Gales», dijo, «y cumplirás la misión que se te ha asignado
antes de morir».
Cuando finalmente se durmió, José soñó que estaba de
vuelta en Kirtland, de pie en la granja que durante seis años
27 Carthage [592

había sido su orgullo. Las malas hierbas y las zarzas


obstruían los senderos; el granero se estaba deteriorando,
sus puertas se habían arrancado y las tablas para protección
de la intemperie habían desaparecido. En todas partes había
signos de negligencia y vandalismo. Entonces salió del
granero una banda de hombres furiosos que lo atacaron por
haber entrado en propiedad privada. Esto lo negó,
reclamando la granja como un regalo de la iglesia e
insistiendo en que nunca se había vendido. La banda se
convirtió en una chusma; los hombres sacaron sus cuchillos
y se abalanzaron sobre él maldiciendo.
Entonces de alguna manera, en la forma irracional de los
sueños, los hombres comenzaron a pelear entre ellos, y José
se escabulló. Pero el barro fuera del granero, hasta los
tobillos, se aferraba a sus pies como las pesadas cadenas de
la cárcel de Richmond. Luchó contra él, sudando y
aterrorizado, y luego se despertó.
Por la mañana le contó este sueño a Dan Jones, que salió
a buscar información. Cuando Jones salía, el guardia le
susurró: «Tuvimos demasiados problemas para traer al viejo
Joe aquí como para dejarle escapar con vida, y a menos que
quieras morir con él, será mejor que te vayas antes del
anochecer; y no eres ni un poquito mejor para tomar su
parte, y verás que puedo profetizar mejor que el viejo Joe,
porque ni él ni su hermano, ni nadie que se quede con ellos
verá el sol ponerse hoy».
Jones fue de inmediato a buscar al gobernador. Al pasar
por la plaza escuchó a un orador de Warsaw arengando a una
multitud y se acercó para captar sus palabras. «Nuestras
tropas serán licenciadas esta mañana en obediencia a las
órdenes, y por una farsa abandonaremos la ciudad; pero
cuando el gobernador y las tropas de McDonough se hayan
593] Nadie conoce mi historia

marchado a Nauvoo esta tarde, volveremos y mataremos a


esos hombres, aunque tengamos que derribar la cárcel».
Gritando y vitoreando, los hombres levantaron sus rifles y
los sacudieron en un feroz gesto de unidad.
Cuando Jones le contó al gobernador todo lo que había
oído, Ford simplemente sacudió la cabeza en señal de
enfado. «Está innecesariamente alarmado por la seguridad
de sus amigos, señor; el pueblo no es tan cruel».
Ford, de hecho, había decidido ir a Nauvoo sin el profeta,
creyendo que la milicia no se atrevería a cometer ningún tipo
de violencia con los prisioneros mientras él mismo estuviera
al alcance de la venganza mormona. Ordenó que todas las
tropas se disolvieran excepto tres compañías, una para
acompañarle a Nauvoo, las otras dos para vigilar la cárcel. A
la compañía de Warsaw, la más frenética de todas, se le dijo
que se fuera a casa, pero los Carthage Greys, que eran solo
un poco menos incendiarios, se les ordenó que
permanecieran en la ciudad durante la noche.
Cuando Jones regresó a la cárcel para llevar esta
alarmante noticia al profeta, se le negó la entrada. José
estaba en la habitación de arriba dictando tranquilamente
una carta:

Cárcel de Carthage, 27 de junio de 1844, 8:20 de la mañana

Querida Emma:
El gobernador continúa con sus cortesías y nos permite ver a nuestros
amigos. Escuchamos esta mañana que el gobernador no bajará con sus
tropas hoy (a Nauvoo) como se anticipó anoche, pero si lo hace, estarás
protegida, y quiero que le digas al hermano Dunham que instruya a la
gente para que se quede en casa y atienda sus propios asuntos, y que no
haya grupos o reuniones a menos que sea con el permiso del
gobernador…
No hay peligro de ninguna «orden de exterminio». Si hay una
reunión entre las tropas (que no anticipamos, la excitación está
27 Carthage [594

disminuyendo) una parte permanecerá leal y apoyará la defensa del


estado y nuestros derechos. Hay un principio que es eterno, es el deber
de todos los hombres de proteger sus vidas y las de sus familias cuando la
necesidad lo requiera, y ningún poder tiene derecho a prohibirlo. Si
llegara el último extremo, pero no preveo tal extremo, la precaución es el
padre de la seguridad.
JOSÉ SMITH

P.D. [de su puño y letra] Querida Emma, estoy muy resignado a mi


suerte, sabiendo que estoy justificado y que he hecho lo mejor que se
podía hacer. Y en cuanto a la traición, sé que no he cometido ninguna y
que no pueden probar una sola instancia de nada de eso. Así que no hay
que temer que nos pueda pasar algo malo en ese sentido.
Que Dios los bendiga a todos. Amén.
JOSÉ SMITH.

En ese momento Willard Richards, que era el único al que


se le permitía entrar y salir de la cárcel, le dijo a José que
Ford había roto su promesa y se había ido a Nauvoo sin él. El
profeta se dio cuenta de que estaba atrapado casi sin
esperanza. Solo le quedaba una pequeña ventaja en la mano,
que ahora temía haber esperado demasiado tiempo para
jugar. Rápidamente garabateó una orden a Jonathan
Dunham para traer la Legión, violar la cárcel y salvarlo a
toda costa. En segundos, dos mensajeros con esta orden y la
carta a Emma salieron a un galope frenético en el viaje de
veinticinco kilómetros a Nauvoo.
Uno por uno, los amigos que habían visitado a José y
Hyrum fueron obligados a salir de Carthage a punta de
bayoneta. Solo Willard Richards y John Taylor
permanecieron en la cárcel. Alrededor de las cinco, cuando el
carcelero sugirió que podrían estar más seguros en la celda,
José se dirigió a su secretario serio y de mejillas rosadas: «Si
entramos en la celda, ¿nos acompañará?».
595] Nadie conoce mi historia

«Hermano José», respondió Richards, «¿no me pediste


que cruzara el río contigo?, ¿no me pediste que viniera a
Carthage?, ¿no me pediste que fuera a la cárcel contigo?, y
¿crees que te abandonaría ahora? Pero te diré lo que haré; si
te condenan a la horca por traición, yo seré colgado en tu
lugar, y tú quedarás libre».
José le sonrió tiernamente. «No puedes».
«Lo haré», insistió, y todos sabían que hablaba con una
seriedad mortal.
Aburridos y desanimados, los prisioneros finalmente
pidieron un poco de vino, y todos, excepto Hyrum, bebieron
un poco10. Cuando Richards le dio la botella al guardia,
empezó a bajar las escaleras. En ese momento hubo un ruido
en la puerta exterior, seguido de gritos de rendición y el
sonido de disparos.
No era la Legión de Nauvoo galopando para un rescate
dramático. Por alguna razón nunca divulgada, Jonathan
Dunham se había embolsado la orden y no la había
cumplido, y ningún otro hombre en Nauvoo sabía del peligro
de su profeta11. Eran los hombres de la milicia de Warsaw,
que se habían marchado de la ciudad como una muestra para
el gobernador, esperado hasta que estuviera bien en su
camino a Nauvoo, y luego vuelto rugiendo para unirse a los
Carthage Greys.
José tenía una pistola de seis tiros y Hyrum una de un
solo cañón, que habían sido introducidas de contrabando por
amigos el día anterior. Los otros dos hombres no tenían nada

10 Según el relato de John Taylor. History of the Church, Vol. VII, p. 101.
11Esta historia es contada por Allen J. Stout en su diario manuscrito,
1815-89, cuya transcripción puede verse en la Biblioteca de la Sociedad
Histórica del estado de Utah. ver p. 13. Está confirmado por T. B. H.
Stenhouse en su Rocky Mountain Saints (New York, 1873), p. 164 y sig.
27 Carthage [596

con que defenderse, salvo dos bastones de nogal americano.


Los cuatro se lanzaron contra la puerta, pero se retiraron
cuando la primera bala penetró en el grueso panel.
Cuando la puerta fue forzada, tres de los prisioneros
saltaron ágilmente hacia la izquierda. Pero Hyrum fue
atrapado por el fuego de uno de la media docena de cañones
que apuntaban malvadamente hacia la puerta. La primera
bala le golpeó en la nariz y tropezó hacia atrás gritando:
«¡Soy hombre muerto!». Mientras caía, tres más le
alcanzaron desde la puerta, y una cuarta bala desde la
ventana le destrozó el lado izquierdo.
José descargó ahora los seis cartuchos por el pasillo. Tres
de ellos no dispararon, pero los otros tres dieron en el
blanco. Uno de los heridos bajó corriendo por las escaleras,
con el brazo lleno de sangre y carne destrozada. «¿Estás
malherido?», gritó alguien.
«Sí, mi brazo está hecho pedazos por el viejo Joe», gritó,
«pero no me importa; tengo venganza; ¡disparé a Hyrum!».
Una lluvia de balas estaba entrando en la habitación.
John Taylor recibió cinco impactos, pero la única bala que
podría haberle matado golpeó su reloj, que estaba en el
bolsillo de su chaleco, y fue desviada inofensivamente.
Willard Richards, que era un hombre tan grande como José,
escapó milagrosamente de ser alcanzado, excepto por una
bala que le rozó ligeramente la garganta y el lóbulo de la
oreja, aunque se quedó cerca de la puerta golpeando en vano
las armas con su bastón. La mayoría de las balas que
entraban por la ventana golpeaban inofensivamente contra el
techo, mientras que los hombres del pasillo que no habían
sido alcanzados o asustados por los disparos de José,
intentaban apuntarle.
597] Nadie conoce mi historia

Cuando su pistola quedó vacía, José la arrojó al suelo


gritando: «Ahí, defiéndanse tan bien como puedan», y saltó
a la ventana. Miró hacia fuera a un centenar de bayonetas
que brillaban apagadas en la luz turbia que se filtraba a
través de las pesadas nubes de tormenta. Detrás de cada
bayoneta había un rostro horriblemente pintado, y le debió
parecer como si el mismo infierno hubiera vomitado esta
aparición.
Algunos que lo vieron dijeron que dio la señal masónica
de auxilio y gritó: «¿No hay ayuda para el hijo de la
viuda12?». Entonces una bala procedente de la puerta lo
atrapó por detrás y se lanzó lentamente hacia delante por la
ventana, con las manos todavía agarrando el alféizar desde el
que se preparaba para saltar. Por un instante se colgó del
alféizar balanceándose, mientras Levi Williams, el coronel al
mando de la milicia de Warsaw, gritaba: «¡Dispárenle!
¡Maldito sea! ¡Disparen al maldito canalla!».
Pero nadie disparó. William Daniels13, que estaba de pie,
petrificado ante la visión, le oyó gritar: «¡Oh Señor, Dios
mío!» y lo vio caer al suelo. Se retorció mientras caía,
cayendo sobre su hombro derecho y espalda, y luego rodó
sobre su cara. Uno de los milicianos, descalzo y con la cabeza

12Zina Huntington Jacobs, una de las esposas de José, dijo en años


posteriores en un discurso público: «Soy la viuda de un maestro masón,
que al saltar de la ventana de la cárcel de Carthage, atravesado por las
balas, hizo el signo masónico de auxilio…». LatterDay Saints
Biographical EncyIcopedia, Vol. I, p. 698.
13 Véase su Correct Account of the Murder of GeneraIs Joseph and
Hyrum Smith (publicado por John Taylor en Nauvoo en 1845). Daniels
estaba tan preocupado por haber sido testigo del linchamiento, si no
participante, que se convirtió en un converso. Más tarde los mormones
lo echaron de la comunidad.
27 Carthage [598

descubierta, sonriendo a través de su pintura negra, saltó


hacia delante y lo arrastró contra el pozo del patio.
El profeta se movió un poco y abrió los ojos. No había
terror en ellos, pero no se puede saber si la calma era por
resignación o por inconsciencia. El coronel Williams ordenó
a cuatro hombres que le dispararan. Cuando las balas
golpearon, se encogió un poco y cayó de bruces.
La milicia comenzó a dispersarse en pánico. Pero el
mismo hombre que lo había arrastrado hasta el pozo levantó
su cuchillo y corrió a cortarle la cabeza al profeta. En ese
momento las nubes de tormenta se separaron y el sol de
junio que se ponía se iluminó por completo en la escena. A
William Daniels le pareció que un pilar de luz bajaba del
cielo y descansaba entre el profeta muerto y sus asesinos. «El
brazo del rufián que sostenía el cuchillo cayó impotente»,
dijo, «los mosquetes de los cuatro que dispararon cayeron al
suelo, y todos se quedaron de pie como estatuas de mármol,
sin poder mover un solo miembro de sus cuerpos. Para
entonces, la mayoría de los hombres habían huido con gran
desorden. Nunca había visto a un grupo de hombres tan
asustados».
El cuerpo del profeta permaneció un tiempo solo, hasta
que Willard Richards se aventuró a llevarlo a la cárcel y lo
puso junto al cuerpo de su hermano. Consiguiendo un
mensajero, envió un mensaje sobre el asesinato a Ford, y un
mensaje a su propia gente para que no hicieran nada por
venganza. Solo entonces se entregó a su conmoción y a su
dolor interior.
599] Nadie conoce mi historia

Cárcel de Carthage
Epílogo

E
L ASESINATO DE José y Hyrum Smith les robó el
apetito a los antimormones para una guerra civil.
Los peores de ellos esperaban que la Legión de
Nauvoo, al enterarse de la muerte de sus líderes, se vengara
matando a Ford. Esto les habría dado una excusa para
descender sobre Nauvoo, masacrar a los habitantes y saquear
la ciudad. Con la muerte de Ford, habrían contado con una
ganancia para el estado en cualquier caso. Pero ahora
huyeron precipitadamente, junto con sus mujeres e hijos,
dejando Carthage desolada y en silencio con sus muertos.
Cuando la noticia de la tragedia llegó a Nauvoo, la ciudad
se vio envuelta en una parálisis de horror y pérdida. «Sentí
como si no pudiera vivir», escribió Allen Stout en su diario;
«No sabía cómo contenerme… Y espero vivir para vengar su
sangre; pero si no lo hago, enseñaré a mis hijos a no dejar de
intentar vengar su sangre y luego enseñaré a sus hijos y a los
hijos de sus hijos hasta la cuarta generación mientras haya
un descendiente de los asesinos en la tierra».
Tal pasión nunca se tradujo en acción, porque los
mormones eran minoría. La Legión siguió el mandato de
Willard Richards, permitió que Ford permaneciera sin ser
molestado, y mantuvo una rígida disciplina en la ciudad.
Los cuerpos de los mártires, como se les llamó siempre
después, fueron llevados a Nauvoo en dos cajas de madera
cubiertas con una manta de caballo indio y hierba de la
pradera. Cuando la carreta llegó a la ciudad, la Legión de
Nauvoo formó una procesión detrás de ella, y diez mil
ciudadanos llorosos los siguieron hasta el Mesón. Cuando a
601] Nadie conoce mi historia

Emma se le permitió finalmente ver el cuerpo de su marido,


se arrojó sobre él y lloró de angustia: «Oh José, José, por fin
te han matado». B.W. Richmond, un extraño e invitado en el
Mesón que estaba viendo la escena, notó una mujer parada a
la cabeza de José Smith, con la cara cubierta y todo su cuerpo
convulsionado por el llanto. «Era la viuda de William
Morgan, de memoria masónica», escribió. Las otras esposas
lloraron al profeta menos abiertamente pero no menos
amargamente, y se dice que Olive Grey Frost por un tiempo
se volvió bastante loca.
Antes de que los cuerpos de José y Hyrum fueran
enterrados, veinte mil santos pasaron en silencio por delante
de los ataúdes cubiertos de terciopelo en un último gesto de
homenaje. Multitudes llenaron el cementerio para ver las
cajas de pino bajar a las melancólicas tumbas, cajas de las
que los cuerpos habían sido sacados en secreto y
reemplazados por bolsas de arena. Temiendo la profanación
de las tumbas, diez hombres enterraron los cadáveres a
medianoche en el sótano de la Casa de Nauvoo y
amontonaron piedras rotas y basura sobre el lugar.
Incluso en la muerte, al profeta no se le permitió
descansar. Meses más tarde, a petición de Emma, los
cuerpos fueron exhumados y enterrados de nuevo bajo la
casa de verano, donde, a pesar de toda la leyenda en
contrario, permanecen hasta hoy.
Cinco meses después del asesinato nació el hijo menor de
José, David Hyrum.
El New York Herald publicó un extra para anunciar la
muerte del profeta, el editor escribió en un duro obituario:
«La muerte del Mahoma moderno sellará el destino del
mormonismo. No pueden conseguir otro Joe Smith. La
Epílogo [602

ciudad santa debe caer en ruinas, y los 'santos de los últimos


días' han llegado al último día».
Pero después de dos días de reflexión James Gordon
Bennett enmendó este juicio, escribiendo el 10 de julio: «En
lugar de sellar el destino del mormonismo, ahora nos
inclinamos a creer que esta repugnante operación puede dar
solo una fuerza adicional y mayor a esa secta. Joe y su
hermano serán considerados como mártires de su fe, y un
poco conocimiento de la naturaleza humana y la historia del
pasado es necesario para informarnos del hecho de que la
violencia, la opresión y el derramamiento de sangre
fortalecen el fanatismo en lugar de someterlo».
El juicio tardío fue el más verdadero. El martirio dio a la
historia de José Smith la fuerza imperecedera de la tragedia.
Lo que ya era una leyenda se convirtió en una epopeya. El
martirio fue un símbolo dramático de que Dios había puesto
su sello en el testimonio de su profeta. Y fue la leyenda de
José Smith —de la cual fueron gradualmente eliminadas
todas las evidencias de engaño, ambición y excesos
financieros y maritales— la que se convirtió en la gran fuerza
cohesiva dentro de la iglesia.
Durante un tiempo después de la muerte de José parecía
que los cismas desintegrarían la iglesia. Sidney Rigdon,
después de una amarga batalla con Brigham Young, se retiró
a Pittsburgh; Lyman Wight se fue a Texas, y Charles
Thompson a St. Louis. James Jesse Strang se estableció
como rey en Beaver Island, Michigan; y William Smith,
reclamando la sucesión para sí mismo hasta que su sobrino
Young Joseph llegara a la mayoría de edad, permaneció en
Nauvoo hasta que fue expulsado por Brigham Young. Todos
estos profetas menores siguieron el ejemplo de José al
proclamar visiones o dar revelaciones, y la mayoría de ellos
603] Nadie conoce mi historia

practicaban la poligamia. Solo Brigham Young tuvo la


sagacidad de reclamar su autoridad como presidente de los
apóstoles en vez de como un revelador oportunista. Y fue a él
a quien se dirigió la mayoría de los mormones.
Cuando los antimormones vieron que la muerte de José
no había destruido la iglesia, comenzaron a perseguirla en
serio. Emularon fielmente la quema y el saqueo de los
missurianos hasta que Brigham Young aceptó llevar a su
gente al oeste. La épica heroica del viaje a la Gran Cuenca ha
sido contada una y otra vez, ocasionalmente con la fidelidad
y la magnificencia que merece.
Decir que la muerte de José enriqueció a la iglesia con la
inspiración de la leyenda de un mártir no significa, sin
embargo, que su asesinato fuera necesario para la
supervivencia del movimiento mormón. Los historiadores
han sostenido comúnmente que su imperio se estaba
desmoronando desde adentro y que solo el genio de Brigham
Young lo salvó de la ruina. Pero no hay razón para creer que
José no podría haber sobrevivido a la deserción de William
Law como lo hizo con la de los testigos del Libro de Mormón
y John C. Bennett. Su propia historia habría carecido de la
grandeza moral que su muerte le impartió, pero esto fue solo
un factor en la supervivencia de la iglesia.
Si José hubiera huido al oeste, sus santos lo habrían
seguido, ya que lo habían seguido desde Kirtland a Missouri
en 1838. La admisión abierta de la poligamia le habría
costado algunos conversos, pero no más de lo que le costó a
Brigham Young ocho años después. Probablemente habría
habido menos orden y más sufrimiento en la migración; y es
dudoso que José se hubiera detenido en los áridos desechos
de la Gran Cuenca, pues California habría sido más de su
agrado. Su imperio podría haber sido mucho menos estable
Epílogo [604

que el de Brigham Young, pero lo que le faltaba en


estabilidad José lo habría compensado en color.
Emma no siguió a Brigham Young hacia el oeste, pero
habría seguido a su marido. Los gentiles entonces no habrían
podido señalar su segundo matrimonio con un incrédulo, el
atractivo mayor Lewis Bidamon, como prueba de que en su
corazón había despreciado la misión de José desde el
principio. No hay pruebas, sin embargo, de que Emma
desdeñara nada más que a Brigham Young, a quien después
de la muerte de José llegó a temer y despreciar. Se aferró a
ciertas reliquias de la memoria de su marido, como su
traducción manuscrita de la Biblia, con una reverencia
supersticiosa. «He pensado a menudo», escribió a su hijo
cuando se llevó las páginas para imprimir, «que la razón por
la que nuestra casa no se quemó cuando ha estado tan a
menudo en llamas fue por ellas, y todavía siento una
sacralidad ligada a ellas».
Sin embargo, ella siempre negó la poligamia. «No hubo
ninguna revelación sobre la poligamia ni sobre las esposas
espirituales», dijo tercamente. «No tenía otra esposa más
que yo… No tuvo relaciones impropias con ninguna mujer
que yo supiera». Y esta fue su venganza y consuelo por todo
su dolor y humillación. Esta fue su bofetada a todas las
jóvenes astutas del Mesón que habían mirado primero a José
con tanta adoración y luego con tanto conocimiento. Ella les
había mentido. Independientemente de la ceremonia formal
por la que hubiera pasado, José nunca había reconocido a
ninguna de ellas ante el mundo. Este fue el gran triunfo de
ella y lo aprovechó al máximo. Sus cuatro hijos se aferraron
sombríamente a la palabra de su madre, a pesar del
testimonio jurado de las mujeres que José había amado y de
605] Nadie conoce mi historia

los guardias que lo habían seguido cuando visitaba sus casas


por la noche.
El joven Joseph también tenía una cuenta pendiente con
Brigham Young. Alrededor del joven se reunió un pequeño
grupo de hombres descontentos e infelices que habían
probado primero uno y luego otro del cúmulo de sectas que
surgieron a la muerte de José. La leyenda creció entre esta
facción de que la poligamia había sido un fraude
monstruoso, concebido por John C. Bennett y desarrollado
por Brigham Young y quizás Hyrum Smith, sin el
conocimiento o consentimiento de José. Eventualmente,
después de incursionar en el comercio, el ferrocarril, la
agricultura y la ley, el joven Joseph asumió el liderazgo de lo
que se llamó —con más exactitud que poesía— la Iglesia
Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días. Después de un tiempo dio varias revelaciones sobre el
gobierno de la iglesia y el comportamiento social,
revelaciones modestas que carecían de toda la majestad y el
alcance de las de su padre. Eventualmente esta iglesia
regresó a Independence, donde el joven Joseph y más tarde
su hijo Frederick hicieron lo posible por recuperar el espíritu
mágico del recogimiento en Sion, luchando contra la
aburrida incredulidad gentil por el hecho de que el centro del
universo fuese un antiguo suburbio de Kansas City.
Nauvoo se convirtió casi en una ciudad fantasma: sus
casas de ladrillos finos cayeron en la ruina y sus cabañas se
pudrieron por completo. Los icarianos1 comunistas bajo
Etienne Cabet la revivieron por un breve período, pero con
su partida se hundió en un letargo necroscópico solo

1 NdT: ver este enlace.


Epílogo [606

intensificado por todos los recientes intentos mormones de


convertir el sitio en un santuario.
Antes de su partida, los mormones en una gran explosión
de energía estuvieron muy cerca de completar el templo,
aunque sabían que pronto lo abandonarían. Solo la planta
del ático fue dedicada, pero miles de santos participaron en
los misterios de la investidura, y luego con una sensación de
liberación cruzaron el Mississippi y se dirigieron al Camino
de Oregon, mientras las turbas gentiles se preparaban para
saquear la ciudad. Hasta noviembre de 1848 el templo
continuó atrayendo turistas, aunque ningún comprador
apareció en respuesta a la oferta de venta de Brigham Young.
Entonces fue incendiado por un pirómano, que sin duda
temía que un día pudiera atraer a los mormones de vuelta.
La cáscara destripada y parcialmente demolida, descrita por
un viajero temprano como las ruinas más impresionantes de
América, fue comprada por los icarianos, que esperaban
remodelarla para convertirla en una escuela. Pero antes de
que pudieran reemplazar una piedra sobre otra, un tornado
caprichoso apiló las grandes paredes de piedra caliza en un
montón de escombros, y la leyenda surgió entre los
mormones de que el dedo de Dios había trazado el camino
del tornado, para que la profanación no llegara al lugar
sagrado2.
Los mormones que siguieron a Brigham Young
continuaron construyendo templos, con sus agujas y pilares
levantándose en Utah, Idaho, Arizona, Canadá y Hawai.
Ninguna otra parte de la religión de José Smith mostró la
misma continuidad ininterrumpida que los rituales del

2NdT: El templo de Nauvoo fue reconstruido en tiempos modernos, y


dedicado el 27 de junio de 2002 por Gordon B. Hinckley.
607] Nadie conoce mi historia

templo, que incluso ahora se realizan —con algunos cambios


menores— como se hacía en el Salón Masónico de Nauvoo.
Esto no es sorprendente, ya que los ritos eran
completamente extraños a la vida mormona. Pero
dondequiera que la religión operara como fuerza generadora
en el trabajo y pensamiento mormón, fue a su vez
remodelada por su contexto social. La poligamia en
particular sufrió una evolución sorprendente. De ser una
empresa clandestina limitada a los principales élderes de la
iglesia se convirtió en el aislamiento de la Gran Cuenca en
una práctica eminentemente respetable, e incluso el número
de esposas simbolizaba la intensidad de la fe de un hombre.
Y no hubo más casamientos casuales de mujeres casadas,
como había hecho José; cada hombre que tomaba una
esposa plural asumía la plena responsabilidad de su honor, si
no siempre de su apoyo.
Bajo el mandato de Brigham Young, lo que M. R. Werner
ha llamado sabiamente «poligamia puritana» no tenía nada
de la exuberante sensualidad de los harenes de Oriente
Medio; sin embargo, un público americano excitado,
alimentado por las escabrosas exposiciones de la vida sexual
mormona, intentó durante tres décadas legislar la poligamia
fuera de la existencia en el territorio mormón, enviando a los
principales élderes a la penitenciaría como criminales
comunes. Pero tanto los hombres como las mujeres,
sublimemente seguros de la rectitud de su causa, lucharon
contra la nación con una tenacidad asombrosa. Finalmente,
en 1890, su cuarto presidente, Wilford Woodruff, en un
manifiesto destinado a ganar la categoría de estado y la paz,
renunció a la práctica del matrimonio plural, conservando el
principio como un ideal.
Epílogo [608

Cincuenta años más tarde, la jerarquía mormona, en su


pasión por la respetabilidad, se había vuelto tan en contra
del principio así como de la práctica que amontonó toda la
furia santurrona y el aborrecimiento que los gentiles habían
gastado en los mormones una generación antes sobre una
pequeña secta «fundamentalista» disidente que revivió la
poligamia. La poligamia, que siempre había sido una
anomalía en Estados Unidos, aún no se había extinguido.
Pero para la mayoría de los mormones la última gran
revelación de José fue simplemente un recuerdo, sí, uno
vergonzoso.
El ideal de José Smith de unir la iglesia y el estado, que
trajo tal catástrofe en Illinois, se realizó bajo el riguroso
gobierno de Brigham Young. Pero en el momento de su
muerte el péndulo había comenzado a oscilar de nuevo. Los
propios mormones rompieron su solidaridad política para
ayudar a obtener la condición de estado para Utah. Una
generación más tarde incluso ignoraron las admoniciones de
sus líderes, ahora fuertemente republicanos, de votar en
números abrumadores por Franklin Roosevelt. A sabiendas o
no, habían llegado a rechazar el principio teocrático de su
profeta por la tradición americana de la democracia.
¿Qué queda entonces de José Smith en la moderna iglesia
mormona? La mayoría de las cualidades humanas que lo
hicieron querer a quienes lo conocieron —su jovialidad,
amabilidad, amor por el deporte y la buena vida, su gracia
atlética, y su prodigioso encanto personal— han sido
olvidadas. Pero queda su historia, comenzando con la gran
visión del Padre y el Hijo y terminando con su martirio, una
leyenda sin paralelo en la historia religiosa americana.
Pero esta leyenda por sí sola no es suficiente para explicar
el vigor y la tenacidad de la iglesia mormona. Antes de su
609] Nadie conoce mi historia

muerte José había establecido un socialismo evangélico, en


el que cada hombre trabajaba febrilmente para construir el
reino de Dios en la tierra. Esto se ha convertido en una vasta
organización piramidal, en la que los trabajadores financian
la iglesia, la anuncian, y hacen todo menos gobernarla. El
pueblo mormón sigue empeñado en construir el reino de
Dios, y a todos, desde el diácono de doce años hasta el sumo
sacerdote de ochenta, se les hace sentir que de ellos depende
la realización de ese ideal. Aquí como en ninguna otra iglesia
de Estados Unidos el pueblo es la iglesia y la iglesia el
pueblo. No es solo el trabajo y el sacrificio, sino un sentido de
participación y responsabilidad lo que genera la lealtad
mormona.
El mormón promedio ya no lee los libros sagrados de José
Smith, y la única revelación con la que está familiarizado es
el mandato contra el uso del tabaco y el alcohol. Sin
embargo, cree fervientemente en la doctrina de la progresión
eterna, que de todos los principios del profeta es el más
endémico de Estados Unidos. Cada mormón, si piensa en
ello, cree que está en el camino hacia la divinidad. Y ya que,
según José, «el hombre no puede ser salvo sino al paso que
adquiera conocimiento», la pasión por la educación se ha
convertido en uno de los denominadores comunes de la
cultura mormona. El gran entusiasmo de José Smith por el
aprendizaje comenzó una tradición que no disminuyó con el
tiempo. «La gloria de Dios es la inteligencia» se ha
convertido en el más citado de todos sus aforismos, y no hay
lugar para el cinismo o el fatalismo en el pensamiento
mormón.
Tal vez la tradición más vigorosa transmitida por José
Smith fue la identificación de Dios con la prosperidad
material. La práctica establecida en Nauvoo ha sido
Epílogo [610

continuada por la iglesia en Utah, que controla grandes


secciones de los bienes raíces y la industria mormona. La
maestría financiera ha llegado a ser vista como igualmente
importante con la excelencia espiritual entre las
calificaciones para el liderazgo de la iglesia. Pero la ideología
comunista que impregnó los experimentos de un día pasado
es repudiada con vehemencia. Los grandes negocios han sido
completamente beatificados.
La religión que José fundó estaba muy bien adaptada al
medio del que surgió: el medio de frontera de los Estados
Unidos, con toda su crudeza y vigor. Y la iglesia actual
traiciona su herencia en todos sus obras, incluyendo las
señales de tránsito que conducen a sus santuarios. A lo largo
del encantador valle del río White de Vermont serpentea una
autopista que conduce a Sharon. Al acercarse al lugar de
nacimiento de José, uno se encuentra con una señal que
anuncia la proximidad de este Belén del mormonismo. Su
mensaje es demasiado ingenuamente engañoso para el
verdadero espíritu misionero que encarna. «Visite», insta,
«el monumento a José Smith, el poste pulido más grande
del mundo».
No se puede decir que al profeta se le ha hecho
demasiado daño con este letrero, ya que solo simboliza la
esterilidad de su legado espiritual. José tenía una
imaginación furiosa, un vigor revolucionario y un genio para
la improvisación, y lo que podía moldear con esto lo hacía
bien. Con ellos creó un libro y una religión, pero no pudo
crear un contenido verdaderamente espiritual para esa
religión. Podía canalizar las aspiraciones formadas en otros
lugares en una nueva estructura y proporcionar el armazón
ritual de nuevas observancias. Pero dentro del dogma de la
iglesia no hay ningún nuevo Sermón de la Montaña, ninguna
611] Nadie conoce mi historia

nueva saga de redención, nada que el mismo José pueda


defender. Su martirio fue un evento fortuito, totalmente
incidental al credo que creó.
Sin embargo, la teología de José —un mosaico de ideas y
rituales extraídos de todos los rincones— se convirtió en sus
manos en una cosa de color, calidez y originalidad. José creía
en la buena vida en la tierra, en el trabajo, la risa y la
hermandad. Tolerante con las debilidades de sus amigos, ya
que no podía olvidar fácilmente las suyas, proporcionó un
cielo donde todos los hombres se salvarían. E hizo de ese
cielo una continuación de la buena vida de la tierra. Como el
trabajo era un requisito previo para la alegría en esta vida,
así debería ser en la próxima. Como su esposa e hijos le eran
muy queridos, hizo eterno el pacto matrimonial y permitió su
expansión. Como el poder era dulce para él, le dio a cada
convertido la promesa de dominio sobre una estrella.
José en su propia persona proporcionó un símbolo de
cercanía a Dios y una finalidad de interpretación que hizo
que el evangelista de frontera ordinario pareciera en
comparación todo sonido y furia. Había una gran hambre en
su pueblo, y lo aceptaron por lo que se propuso ser. Creyeron
lo mejor de él y por lo tanto le hicieron dar lo mejor de sí
mismo. El verdadero monumento de José no es un poste de
granito en Vermont sino un gran imperio entre montañas en
el oeste.
Suplemento

U
NA de las principales premisas originales de esta
biografía fue que la asunción del papel de profeta
religioso por parte de José Smith fue un proceso
evolutivo que comenzó como escrutador bucólico, utilizando
las técnicas primitivas del folclore de la magia común a su
zona, la mayoría de las cuales descartó al convertirse en un
predicador-profeta. Parecía haber buena evidencia de que
cuando eligió escribir sobre esta evolución en su History of
the Church distorsionó el pasado con el interés de promover
su imagen pública como joven profeta dotado con un
sustancial y creciente número de seguidores. Había evidencia
incluso para estimular la duda de la autenticidad de la
«primera visión» que José Smith declaró en su historia
oficial que había ocurrido en 1820 cuando tenía catorce años.
En la impresión original de esta biografía en 1945 se
afirmaba que la descripción de José Smith de su primera
visión fue «publicada por primera vez por Orson Pratt en
Remarkable Visions en 1840, veinte años después de lo que
se suponía que había ocurrido», que «entre 1820 y 1840 los
amigos de José estaban escribiendo largos panegíricos; sus
enemigos lo difamaban en una incesante corriente de
declaraciones juradas y panfletos, y el propio José dictaba
varios volúmenes de prosa con sabor a Biblia. Pero nadie en
este largo período ni siquiera insinuó que había escuchado la
historia de los dos dioses. Al menos, ninguna de esas
insinuaciones ha sobrevivido en papel o manuscrito». Y
sugerí que a pesar de las protestas de José Smith de que sus
visiones le habían causado una gran persecución, en
613] Nadie conoce mi historia

particular por los ministros locales, esta supuesta visión en


realidad «pasó totalmente desapercibida en la ciudad natal
de José», y podría haber sido «pura invención, creada algún
tiempo después de 1834».
A pesar de la dedicada búsqueda en los primeros
periódicos y manuscritos durante los últimos veinticinco
años, nadie ha encontrado todavía ningún documento escrito
antes de la publicación del Libro de Mormón en 1830 que
mencione la primera visión de Dios y Jesucristo de José
Smith, aunque sí hay evidencias de sus afirmaciones de que
había visto un ángel o ángeles en relación con su
descubrimiento de las planchas de oro. Importantes
evidencias recién publicadas de los archivos de manuscritos
de la iglesia mormona de Salt Lake City indican que a finales
de 1830 o principios de 1831 José Smith comenzó a escribir y
a hablar con cierta libertad entre sus seguidores acerca de
una gran visión en su juventud. Ahora sabemos que dictó al
menos tres descripciones diferentes de la «primera visión»
entre 1831 o 1832 y 1839, y que estas descripciones difieren
notablemente en detalles. Los textos de estas tres versiones
fueron publicados en su totalidad, con escrupulosa atención
a la exactitud tanto en la reproducción como en la datación,
por el historiador mormón Dean C. Jessee en «The Early
Accounts of Joseph Smith's First Vision», en la primavera de
19691. Los rumores de que José Smith habló de haber visto a
Dios se imprimieron primero en el Palmyra Reflector del 14
de febrero de 1831. Aquí el editor local de la ciudad natal de
José Smith informó que los seguidores del joven profeta en
Kirtland, Ohio, decían que había «visto a Dios
frecuentemente y en persona» y que «se exhibieron

1 Brigham Young University Studies, IX, no. 3, 1969.


Suplemento [614

comisiones y papeles que se dice que fueron firmados por


Cristo mismo». En algún momento durante 1831 o 1832 José
Smith comenzó su primer intento de autobiografía,
dictándosela a su secretario, Frederick T. Williams. Comenzó
como sigue:
Una historia2 de la vida de José Smith Jr., un relato de su
maravillosa experiencia y de todos los actos poderosos que hace en
el nombre de Jesucristo el hijo del Dios vivo de quien da
testimonio y también un relato del surgimiento de la iglesia de
Cristo en la víspera del tiempo…
Después de contar su creciente desprecio por las luchas
sectarias de su vecindario, José Smith describió su primera
visión con estas palabras:
… clamé al Señor pidiendo misericordia, porque no existía
nadie más a quién dirigirme para obtenerla.
Y el Señor escuchó mi ruego en aquel lugar solitario y, mientras
me encontraba en actitud de acudir al Señor, en el decimosexto
año de mi vida, una columna de luz, más brillante que el sol,
descendió hasta descansar sobre mí y fui lleno del Espíritu de
Dios. Y el Señor abrió los cielos sobre mí y vi al Señor, y Él me
habló y me dijo: «José, hijo mío, tus pecados te son perdonados.
Sigue tu camino, anda en mis decretos y guarda mis
mandamientos. He aquí, Yo soy el Señor de gloria. Fui crucificado
por el mundo para todos los que crean que en mi nombre puedan
tener la vida eterna. He aquí, en este momento el mundo yace en
el pecado y no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Se han
apartado de mi Evangelio y no guardan mis mandamientos; con
sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí. Mi ira está
encendida en contra de los habitantes de la tierra y caerá sobre
ellos de acuerdo con su impiedad y para llevar a cabo aquello que
se ha declarado por boca de los profetas y los apóstoles. He aquí,

2 NdT: Se puede ver el documento original en inglés en este enlace. Se


actualizó la ortografía, la puntuación, el uso de las mayúsculas y la
división de párrafos para la cita en esta parte de la traducción.
615] Nadie conoce mi historia

vendré pronto, como está escrito, en las nubes y revestido de la


gloria de mi Padre».
Y mi alma se llenó de amor, y por muchos días me regocijé y
sentí una gran dicha, y el Señor estaba conmigo, pero no podía
encontrar a nadie que creyera en mi visión celestial3…
Por razones que desconocemos, José Smith fue reacio a
publicar este primer intento de autobiografía. En 1834,
cuando colaboró con Oliver Cowdery en un relato de los
primeros inicios de su iglesia para el Latter-day Saints
Messenger and Advocate, no mencionó la primera visión
sino que simplemente se disculpó de manera defensiva por
sus indiscreciones juveniles, que habían sido ampliamente
documentadas en el libro de Eber D. Howe Mormonism
Unvailed, publicado a principios de año4. La autobiografía
en sí parece haber sido abandonada.
Sin embargo, dictó un diario intermitente, y fue a partir
de este documento que Dean C. Jessee publicó el segundo
relato de la «primera visión». El 9 de noviembre de 1835,
José Smith fue visitado por Robert Matthias, un notorio
místico religioso que se hacía llamar Joshua, el ministro
judío, que había sido recientemente liberado de la prisión de
New York, donde había sido confinado bajo los cargos de
desacato al tribunal y de azotar a su hija. El profeta mormón
escuchó con enorme curiosidad, registró las «Doctrinas de

3 Dean C. Jessee: «The Early Accounts of Joseph Smith's First Vision»,


Brigham Young University Studies, IX:280, 1969, del «Kirtland Letter
Book, 1829-1835». Este documento era desconocido salvo para los
archivistas mormones hasta que fue copiado por Paul Cheesman para su
tesis de maestría de la Universidad Brigham Young, «An Analysis of the
Accounts Relating to Joseph Smith's Early Visions», en 1965. Esta tesis
aparentemente estimuló la publicación del relato autorizado de Dean C.
Jessee.
4 Ver la disculpa en la página 17 de este libro.
Suplemento [616

“Joshua el ministro judío”» en su diario y le permitió hablar


ante su pueblo. «Hizo algunos comentarios muy excelentes»,
escribió José Smith, «pero su mente estaba evidentemente
llena de oscuridad… Le dije, que mi Dios me dijo, que su dios
era el diablo5…».
Lo que no se imprimió en la historia oficial de la Iglesia
fue el hecho de que José Smith fue suficientemente
estimulado por Robert Matthias para contarle su propia
historia de la «primera visión», y que este relato fue
fielmente registrado por su secretario, Warren A. Cowdery,
como parte del diario:
Lunes de noviembre… Mientras estaba sentado en su casa esta
mañana entre las diez y las once un hombre entró y se presentó
llamándose Joshua el ministro judío. Su apariencia era algo
singular, tenía una barba de unos cinco centímetros de largo que
es bastante gris, su pelo era también largo y considerablemente
plateado con la edad. Tenía la apariencia de un hombre de unos 50
o 55 años. Era alto y recto, de contextura delgada, ojos azules,
rostro delgado y tez clara. Llevaba un abrigo verde y pantalones
del mismo color. Llevaba un sombrero de piel negra con un ala
estrecha. Cuando habla, frecuentemente cierra los ojos y muestra
una especie de ceño fruncido en su rostro. Él (José) hizo algunas
preguntas sobre su nombre, pero no recibió una respuesta
definitiva. La conversación pronto se centró en el tema de la
religión, y después de que el sujeto de esta narración hubiera
hecho algunos comentarios concernientes a la biblia, comenzó a
darle una relación de las circunstancias, relacionadas con la
aparición del Libro de Mormón, que fueron casi como sigue.
Siendo educado en mi mente con respecto al tema de la religión, y
mirando los diferentes sistemas enseñados a los hijos de los
hombres, yo no sabía quién estaba en lo correcto o quién estaba
equivocado, pero consideré que era de prima importancia para mí

5History of the Church, II, 304-307. Para más información sobre


Matthias ver Gilbert Seldes: The Stammering Century, 1928, pp. 126-7.
617] Nadie conoce mi historia

que yo estuviera en lo correcto, en asuntos de tanto momento,


asuntos que implican consecuencias eternas. Estando así perplejo
en mi mente me retiré a la arboleda silenciosa y allí me incliné
ante el Señor, bajo un sentido de realización (si la Biblia es
verdadera) pide y recibirás, llama y se abrirá, busca y encontrarás,
y de nuevo, si a alguien le falta sabiduría, pídala a Dios, que da a
todos los hombres liberalmente y no reprende. Información era lo
que más deseaba en ese momento, y con una determinación fija de
obtenerla, invoqué al Señor por primera vez en el lugar arriba
indicado, o en otras palabras, hice un intento infructuoso de rezar.
Mi lengua parecía estar enredada en mi boca, de modo que no
podía pronunciar, oí un ruido detrás de mí como si alguien
caminara hacia mí. Intenté de nuevo rezar, pero no pude; el ruido
de la pisada parecía acercarse, me puse de pie y miré a mi
alrededor, pero no vi a ninguna persona o cosa que pudiera
producir el ruido de la pisada. Me arrodillé de nuevo, mi boca se
abrió y mi lengua se soltó; invoqué al Señor en poderosa oración.
Una columna de fuego apareció sobre mi cabeza, la cual se posó
sobre mí y me llenó de una alegría indescriptible. Un personaje
apareció en medio de esta columna de fuego, que se extendía por
todas partes y sin embargo nada consumía. Otro personaje pronto
apareció como el primero: me dijo «tus pecados te son
perdonados». También me testificó que Jesucristo6 es el hijo de
Dios. Vi muchos ángeles en esta visión. Tenía unos 14 años cuando
recibí esta primera comunicación7…
Se notará que «el Señor» de la primera versión se ha
convertido en dos «personajes», y que José Smith ha
retrasado su edad en el momento de la visión de dieciséis a
catorce.
José Smith dictó aún una tercera versión de su primera
visión en 1839. Aquí dio a entender que los «personajes» son
Dios Padre y Jesucristo. Sus instrucciones para él son claras

6 NdT: Notar que este segundo personaje no es Jesucristo.


7Dean C. Jessee: «The Early Accounts of Joseph Smith's First Vision»,
BYU Studies, IX, 284.
Suplemento [618

y precisas, y se explica la naturaleza de su misión. Esta


versión, publicada en este volumen en las páginas 21-2, se
convirtió en parte de la History of the Church oficial, y fue la
única conocida por la audiencia general mormona hasta
1965. Devotos estudiosos mormones han dejado claro que
creen que las diferencias entre las tres versiones no tienen
importancia. Pero para los no devotos las diferencias son
evidencia del exuberante talento de José Smith para la
improvisación ante una audiencia estimulante y de su falta
de cuidado en la consistencia de los detalles. Confirman mi
especulación original de que la primera visión, si no un
invento, fue una fantasía evolutiva que comenzó en «un
sueño a medio recordar estimulado por la excitación del
primer renacimiento y reforzado por el rico folclore de
visiones que circulaba en su vecindario».
Si la fantasía comenzó con un sueño que se remonta a
mediados de la adolescencia, lo que parece probable, el
descuido de José Smith sobre el año en que ocurrió sugeriría
que el recuerdo original era realmente débil. La confusión de
los miembros de su familia, y de Oliver Cowdery, en años
posteriores en relación con la fecha del gran renacimiento de
Palmyra y los detalles de la visión misma también apoyaría
esta suposición. Oliver Cowdery, como hemos visto, declaró
que la excitación religiosa comenzó a los diecisiete años de
José, no a los catorce, y su hermano William lo puso a los
dieciocho8. Investigaciones recientes del reverendo Wesley P.
Walters han demostrado que el gran renacimiento de
Palmyra dirigido por Benjamin P. Stockton y George Lane
ocurrió en 1824 y no en 1820. El historiador mormón Larry
C. Porter respondió al material de Walters con pruebas

8 Véase más arriba, pp. 24-5.


619] Nadie conoce mi historia

propias de que el reverendo Lane, posiblemente una figura


clave en la influencia de la inclinación religiosa de José
Smith, hizo viajes a menos de veinticuatro kilómetros de
Palmyra varias veces entre 1819 y 18249. Todo esto subraya
la continua dificultad de reconciliar documentos devotos
mormones y no mormones y de identificar de manera
concluyente qué predicador revivalista encendió en José
Smith un entusiasmo por la vida religiosa, y en qué año.
De mayor importancia es el reciente descubrimiento del
reverendo Mr. Walters, en los registros de la iglesia
presbiteriana de Palmyra para el año 1830, que la madre de
José Smith, y sus hermanos Hyrum y Samuel, fueron
miembros activos de esta iglesia por lo menos durante ocho
años después de 1820, la fecha oficial de la primera visión.
Los registros de Palmyra señalan que estos tres miembros de
la familia Smith comenzaron a descuidar «el culto público y
el sacramento de la cena del Señor» alrededor de septiembre
de 1828. Las actas de 1830 de esta iglesia del 3, 10 y 29 de
marzo dejan claro que se les acusó de este descuido y
abandono «durante los últimos dieciocho meses», y que
finalmente, a finales de marzo de 1830 , fueron suspendidos
como miembros de la iglesia presbiteriana.
Esto plantea una cuestión que nunca ha sido estudiada
seriamente: si la propia familia de José Smith tomó en serio
su misión religiosa antes de su supuesto descubrimiento o
desenterramiento de las planchas de oro. En este sentido, la
última línea de la versión de José Smith de su primera visión
de 1831-2 abre fascinantes vías de especulación. «Podía

9 Vea a Wesley P. Walters: «New Light on Mormon Origins from the


Palmyra Revival», en el simposio «The Question of the Palmyra Revival»,
Dialogue, IV, 59-82, 1969; también, Larry C. Porter: «Rev. George Lane»,
Brigham Young University Studies, IX, 324-40, primavera de 1969.
Suplemento [620

regocijarme con gran alegría», escribió, «y el Señor estaba


conmigo pero no podía encontrar a nadie que creyera en la
visión celestial». Tomado al pie de la letra, esto significaría
que sus padres se burlaron de él también, y, si es cierto, esta
circunstancia emerge como una señal de importancia en su
evolución.
No tenemos otro lugar donde buscar información sobre
este punto, excepto en los Biographical Sketches… de Lucy
Smith que fue sometido a la censura de su colaboradora,
Martha Coray y su editor, Orson Pratt. Desafortunadamente,
en lugar de dar su propio relato de la primera visión de su
hijo, Lucy Smith cita directamente de su historia oficial,
agregando esta línea: «Desde esta época hasta el veintiuno
de septiembre de 1828, José continuó, como de costumbre,
trabajando con su padre, y durante este intervalo no ocurrió
nada de gran importancia, aunque sufrió, como se supone
naturalmente, toda clase de oposición y persecución por
parte de las diferentes órdenes de religiosos10». Luego
continúa en un pasaje notable para relatar que cuando su
hijo fue visitado por primera vez por el ángel «Nefi» tuvo
miedo de decírselo a su padre. «Tenía miedo de que mi padre
no me creyera», dijo, y solo se animó lo suficiente cuando el
ángel le tranquilizó diciendo, «Creerá cada palabra que le
digas11». Así, cuando José Smith escribió en 1831 o 1832 que
«nadie creería en la visión celestial», estaba diciendo una

10Lucy smith: Biographical Sketches of Joseph Smith the Prophet and


His Progenitors for Many Generations (Liverpool, 1853), p. 78.
11El primer relato de José Smith de esta visión particular llama al ángel
Nefi, y Lucy Smith lo repite. Versiones posteriores de la historia oficial
cambiaron el nombre a Moroni, y Orson Pratt corrigió el relato de Lucy
Smith en una nota al pie. Ver Biographical Sketches… pp. 79 y 82.
621] Nadie conoce mi historia

verdad bastante literal. En su ascenso de adivino a profeta


tuvo primero el problema de convertir a su propia familia.
Esto no sugiere que los miembros de su familia fueran
cínicos con respecto a los visionarios. Por el contrario, uno
solo tiene que leer los Biographical Sketches… de Lucy
Smith para ver que José Smith se enfrentó no tanto al
cinismo en su familia como a la competencia. La misma Lucy
Smith tenía visiones, al igual que su padre y su hermana
Lovisa. Su hermano Jason era un curandero profesional. Ella
describe los sueños de su marido como visiones, y
significativamente, José Smith tiene un importante héroe del
Libro de Mormón, Lehi, que dice: «He aquí que he soñado
un sueño; o, en otras palabras, he visto una visión». Esta
confusión, combinada sin duda con una distinción borrosa
entre sus propios sueños y fantasías y la realidad, es un
aspecto importante del carácter de José Smith. Vemos el
mismo tipo de rasgo, aunque en menor grado, en Lucy Smith
y, si se puede confiar en su libro, también en su marido. José
Smith no tuvo una ayuda importante de sus padres en las
pruebas de realidad; por el contrario, creció en una familia
con un apetito prodigioso por lo maravilloso.
Lucy Smith nos dice, al describir la «primera visión» de
su marido, que viajaba con «un espíritu asistente» que le dijo
que encontraría «en un cierto tronco una caja, cuyo
contenido, si lo comes, te hará sabio, y te dará sabiduría y
entendimiento». Se vio obligado a dejarla caer cuando fue
amenazado con «toda clase de bestias, ganado con cuernos y
animales rugientes12». En la fantasía del hijo, la caja
visionaria se transformó en las fabulosas planchas de oro.

12 Biographical Sketches… p. 57.


Suplemento [622

Las discrepancias entre fantasía y realidad en la vida de


José Smith no son en ningún lugar más difíciles de resolver
que en el material ferozmente controvertido de los años
críticos anteriores a 1830. Aquí hay evidencias no solo de
fantasía desenfrenada, sino también de artificio y aparente
fraude. Incluso si uno estudia minuciosamente todas los
relatos de sus actividades de excavación de dinero como
fueron escritos por sus vecinos y como están descritos en el
registro de la corte de 1826, y los relatos desesperadamente
variables de las planchas de oro, es virtualmente imposible
determinar cuán continuamente José Smith creía en sus
propias pretensiones de poderes ocultos y comunicación con
ángeles. A algunos amigos y vecinos les pareció a veces
totalmente comprometido con su propia misión; pero a su
suegro le confesó entre lágrimas que «no podía ver en una
piedra ahora, ni nunca podría; y que sus anteriores
pretensiones en ese sentido eran todas falsas13»; de manera
similar, también, al «traducir» el Libro de Mormón a veces
usaba lo que llamaba el sagrado Urim y Thummin, a veces la
piedra vidente mundana. A menudo tenía una cortina que lo
separaba de su secretario, pero con Cowdery parece haberla
abandonado, ya que este último confiesa tener cierta
perplejidad al ver a José Smith traducir libremente cuando
las planchas no estaban a la vista en absoluto14.
Lo que convirtió a sus secretarios y sin duda a sus propios
padres no fueron sus dudosos y frecuentemente cambiantes
mecanismos de traducción sino la creación misma. Fue el
Libro de Mormón, no los espectáculos mágicos, lo que los
capturó. La invención de la idea de las planchas de oro fue

13 Ver el relato de Peter Ingersoll antes citado en la p. 411.


14 Ver p. 61.
623] Nadie conoce mi historia

un producto del período «de mago» de José Smith; pero el


Libro de Mormón en sí mismo fue la creación de un
innovador religioso de nuevo cuño y con talento.
Ya he discutido en esta biografía la habilidad con la que se
basó en las teorías locales de origen indio, las controversias
religiosas de la época, y la antimasonería política,
entretejiéndolas con mucho arte en el libro que probaría que
era un verdadero profeta. No describí completamente su uso
de la Biblia en el Libro de Mormón, y recomiendo ahora un
importante pero poco conocido estudio del difunto Wesley
M. Jones, A Critical Study of Book of Mormon Sources,
impreso privadamente en Detroit en 1964, para un análisis
experto y detallado del grado en que tomó prestado tanto del
Antiguo como del Nuevo Testamento.
No reconocí suficientemente en la edición original de esta
biografía la medida en que el Libro de Mormón proporciona
pistas no solo del eclecticismo de José Smith sino también de
sus conflictos internos. Como cualquier primera novela,
puede ser leída en un grado limitado como una
autobiografía. Contiene pistas de su conflicto con los
miembros de su propia familia, especialmente sus hermanos.
Si se puede decir que el libro tiene un tema importante, no es
el del parricidio, como en Hamlet y Los hermanos
Karamazov, sino el del fratricidio (aunque también hay
indicios ocasionales del primero). Se puede ver en Lehi y sus
seis hijos un parecido extraordinario con Joseph Smith,
padre, y sus seis hijos15. Dos hermanos incluso comparten los
mismos nombres, José y Samuel. El Libro de Mormón

15 En realidad, la familia Smith tuvo siete hijos, pero Efraín


aparentemente murió joven. Lucy Smith solo menciona su nacimiento
en sus Biographical Sketches, y afirma, después de la muerte de José y
Hyrum, «Había criado seis hijos hasta la edad adulta». Ver p. 280.
Suplemento [624

comienza: «Yo, Nefi, nací de buenos padres». La versión de


1831-2 de la primera autobiografía de José Smith comienza:
«Nací en el pueblo de Charon... de buenos padres16».
La relación amistosa entre Lehi y su hijo favorecido Nefi
es similar a la que existe entre José Smith y su padre, por lo
menos como está implícito en la History of the Church
oficial. Joseph Smith, padre, al igual que Lehi, tomaba sus
propios sueños en serio, y uno de ellos se transpuso con
algunos cambios en el Libro de Mormón como «La Visión de
Lehi17». Tanto Lehi como el anciano Smith llevan a sus
familias «al desierto», en busca de una tierra prometida.
A lo largo del Libro de Mormón hay muy poca disensión
entre padres e hijos; los asesinos y las amenazas de asesinato
son en su mayoría fratricidas, y las guerras son entre los
descendientes de dos grupos de hermanos. Al principio del
libro, los malvados Laman y Lemuel planean asesinar tanto
al padre como al joven Nefi, y el diálogo aquí es
notablemente sugerente de lo que pudo haber sido un
conflicto similar dentro de la propia familia de José Smith
sobre su veracidad:
Y Laman le dijo a Lemuel… Matemos a nuestro padre, y
también a nuestro hermano Nefi, quien se ha impuesto como
nuestro gobernante y maestro, que somos sus hermanos mayores.
Ahora dice que el Señor ha hablado con él, y también que los
ángeles le han ministrado. Pero he aquí, sabemos que nos miente;
y nos dice estas cosas, y hace muchas cosas con sus artificios para
engañar nuestros ojos18...
No sabemos si José Smith de joven fue tratado con dureza
por sus hermanos mayores. Lucy Smith nos dice que cuando

16 Jessee: «Early Accounts of the First Vision», B.Y.U. Studies, IX, 279.
17 Ver las páginas 58-59 y siguientes.
18 1 Nefi 16:37-38.
625] Nadie conoce mi historia

tenía catorce años, «un arma fue disparada en dirección


suya, con la evidente intención de matarlo». La bala se alojó
en el cuello de una vaca, pero el misterio de quién disparó el
arma nunca se resolvió19. Puesto que los disparos ocurrieron
en la puerta de su propia casa, uno no puede dejar de
preguntarse si el joven José albergó desde entonces fantasías
inconscientes o incluso conscientes de que el posible asesino
era uno de sus propios hermanos. Ciertamente hay
abundante evidencia de que se identificaba con el José del
Antiguo Testamento, quien se salvó del impulso asesino de
algunos de sus hermanos solo para ser vendido a Egipto.
Sabemos que el hermano mayor de José, Hyrum, se
convirtió en un devoto seguidor, y al final murió a su lado.
Un hermano menor, William, fue alternativamente amigo y
enemigo, y en años posteriores dijo una vez en la audiencia
de Brigham Young: «Si tuviera que deshacerme de mi
hermano, lo habría colgado hace años20». La muerte el 19 de
noviembre de 1823 del hermano mayor, Alvin, en
misteriosas circunstancias merece más atención de la que le
di originalmente. Lucy Smith nos dice que murió de una
sobredosis de calomel prescrita por un médico inepto,
aunque su descripción de los resultados de la autopsia
sugiere una apendicitis. José Smith en su historia llamó a la
muerte «una gran aflicción», y la circulación posterior de
feos rumores de que el cuerpo había sido exhumado y
disecado dio lugar a la exhumación real del cadáver del padre
casi un año después del entierro original. Esta debe haber
sido una experiencia familiar muy angustiosa. También

19 Biographical Sketches… p. 73.


20 Ver la página 246.
Suplemento [626

sugiere la generación de muchas fantasías inconscientes de


culpa y miedo.
Alvin murió solo un mes después de que José Smith le
dijo a su familia del descubrimiento inicial de las planchas de
oro, justo en ese momento, uno podría adivinar, que la trama
del Libro de Mormón se estaba construyendo en las fantasías
de José Smith. El tema constantemente recurrente en el libro
de hermanos matando a hermanos parecería ser más que
una mera coincidencia. La fantasía literaria es un antiguo
dispositivo terapéutico, utilizado por innumerables autores
que no tienen ninguna comprensión de cómo o por qué trae
algún tipo de alivio a la confusión interna21. Ciertamente es
notable que el comienzo del Libro de Mormón consista en
una historia de seis hermanos, de los cuales dos son tan
sanguinarios y malvados que son maldecidos por Dios con
una piel oscura y sus descendientes siguen siendo «un
pueblo oscuro, sucio y repugnante». Una y otra vez a lo largo
del libro los hermanos oscuros luchan contra los hermanos
blancos, y casi siempre la lucha es entre los hombres blancos
que creen en las visiones y los hombres oscuros que no.
Finalmente, en una espantosa escena de genocidio los
lamanitas destruyen por completo a los «blancos y
deleitables» nefitas.
Aún así, el triunfo de los hermanos oscuros es temporal.
Los héroes blancos Nefi y Mormón, con los que José Smith
se identifica claramente, han grabado cada uno su historia
sagrada, y sus planchas están enterradas en la colina de
Cumorah, para ser rescatadas eventualmente por José
Smith. Así que al final, toda la maravillosa fantasía de la

21Vea a Ernest Jones: Hamlet and Oedipus (New York, 1 949) para
material sobre la relación entre la muerte del padre de Shakespeare y su
escritura de Hamlet.
627] Nadie conoce mi historia

lucha fratricida se conecta a la ambición religiosa de José


Smith y a su nueva imagen de profeta. También se expresa
una nueva fantasía: la del gran líder religioso que resolverá el
misterio del origen de los indios americanos y los traerá de
vuelta al redil del cristianismo.
Tal vez más importante, el conflicto entre el hermano
oscuro y el hermano blanco en el Libro de Mormón también
parece relacionarse con el propio conflicto interno de José
Smith entre el espurio mundo de la excavación por dinero y
el sagrado mundo de la religión. Cerca del final del libro
vemos el surgimiento de un nuevo héroe importante,
Mormón, que tiene una marcada similitud con el joven
profeta emergente, José Smith. Mormón, como José, es «de
gran estatura», y tiene una visión a los quince años. «Y yo, a
la edad de quince años y siendo de carácter algo serio, fui
visitado por el Señor, y probé y conocí la bondad de Jesús22».
Mormón rechaza decididamente los «sortilegios y
hechicerías, y la magia; y el poder del maligno... sobre toda la
faz de la tierra», y toma las armas «contra las fuerzas del mal
que las practican23». Todo lo cual sugiere que en la escritura
de las guerras entre los nefitas y los lamanitas José Smith
luchaba con su propio afecto por la magia «negra» en
oposición a la magia sagrada de Jesucristo.
Se puede seguir especulando que en un nivel aún más
profundo de la conciencia José Smith a través de su libro
estaba trabajando en conflictos inconscientes sobre su propia
identidad. ¿Estaba verdaderamente bendecido por el Señor,
divinamente ordenado y destinado a ser un profeta
moderno? ¿O era un mero prestidigitador pagano, un

22 Mormón 1:15
23 Mormón 1:19.
Suplemento [628

embaucador y charlatán, que juega con las artes mágicas, o


peor aún, una criatura demoníaca que tenía fantasías de
matar? ¿Era, en verdad, lamanita o nefita?
Otro conflicto que vemos en la vida de José Smith fue
insinuado en su libro sagrado. Este es el tema de la
poligamia, que iba a abrazar con tanto entusiasmo a finales
de sus treinta años. El Libro de Mormón repudia la
poligamia. El buen hermano, Jacob, la denuncia: «Escuchad
la palabra del Señor: Pues entre vosotros ningún hombre
tendrá sino una esposa; y ninguna concubina tendrá él24...».
En la juventud de José Smith el impulso fue condenado,
aunque más tarde explotó en el notable sistema de
matrimonio plural, un sistema que serviría durante tres
generaciones como distintivo de su sistema religioso.
El Libro de Mormón provee así tentadoras pistas para los
conflictos que se desataron dentro de José Smith en cuanto a
la verdad o falsedad de sus poderes mágicos y sus reclamos
visionarios. Pero solo sirve para sugerir la intensidad del
conflicto, no para explicarlo. ¿Por qué se vio este talentoso
joven obligado a transformar sus sueños en visiones, a
insistir en que sus fantasías literarias eran historia auténtica
grabada en planchas de oro, a sostener con firmeza que los
jeroglíficos de los papiros egipcios que compró a Michael
Chandler eran en realidad palabras del patriarca Abraham?
¿Por qué se sintió obligado a recurrir a recursos tan
obviamente transparentes como el escribir sobre su propia
venida tanto en su Libro de Mormón y su versión corregida
de las profecías bíblicas?
Cuando se complacía en la profecía para sus propios
seguidores, siempre un asunto peligroso, tomaba riesgos

24 Jacob 2:27.
629] Nadie conoce mi historia

especiales, pero era hábil en librarse del fracaso, como


cuando explicó el fracaso de su profecía de que Oliver
Cowdery había levantado una iglesia en Missouri diciendo,
«Lo veo y así será25». Pero José Smith era más que un mero
predictor del futuro. Tenía la necesidad de cubrir lo espurio
en sí mismo, para probarse como profeta documentando sus
credenciales de la manera más elaborada posible.
El conflicto interno básico en la vida de José Smith no
era, creo, un conflicto entre el hecho de que dijera o no dijera
la verdad, sino más bien entre lo que realmente era y lo que
más desesperadamente quería ser. Podemos ver las
evidencias de esta lucha entre sus dos identidades durante
toda su vida adulta, especialmente en aquellas ocasiones en
las que parecía casi deliberadamente renunciar al papel de
profeta y mirarse a sí mismo con humor y franqueza. Lo
vemos brevemente en su entrevista con Josiah Quincy, en el
sermón en el que dijo: «No quiero que piensen que soy justo
porque no lo soy», en el sermón que da título a esta biografía
y en su comentario «Un profeta es un profeta solo cuando
actúa como tal26».
Son estas declaraciones las que sugieren a muchos
lectores que José Smith era un mero impostor. Pero esos
lectores suelen usar la palabra como un término de burla y
desprecio, implicando una estafa y un fraude deliberados. En
los últimos años un tipo de personalidad descrito como
«impostor» y un desorden de personalidad descrito de
manera algo diáfana bajo el nombre clínico de pseudologia
fantastica han sido escritos extensamente por psiquiatras.
La eminente Dra. Phyllis Greenacre, por ejemplo, después de

25 Ver la p. 115. NdT: En el capítulo 8.


26 Ver las pp. 295-6, 291 y 366.
Suplemento [630

examinar las historias de varios célebres «impostores», llega


a la conclusión de que no eran mentirosos ordinarios sino
hombres de conflictos extraordinarios. Ella ve en ellos «una
lucha entre dos identidades dominantes en el individuo; la
impostora temporalmente enfocada y fuertemente asertiva, y
la a menudo sorprendentemente cruda y mal tejida de la que
ha surgido la impostora». Es, dice, «la extraordinaria y
continua presión en el impostor para que viva su fantasía lo
que exige una explicación, una vivencia que tiene la fuerza de
una ilusión, (y en lo psicótico puede aparecer realmente de
esa forma), pero normalmente se asocia con la conciencia
‘formal’ de que las afirmaciones son falsas. El sentido de la
realidad se caracteriza por una percepción peculiarmente
aguda y rápida, una agudeza y una capacidad de respuesta
extraordinariamente inmediatas, especialmente en el ámbito
de la impostura. Sin embargo, el sentido general de la
realidad está deteriorado».
Los grandes impostores, sostiene, se basan en la «fantasía
omnipotente», hasta «la exclusión de la prueba de realidad».
Son invariablemente buenos showman y absolutamente
dependientes de tener una audiencia. «La impostura»,
escribe, «no puede sostenerse a menos que haya un apoyo
emocional de alguien que especialmente crea en ella y la
alimente… Es la demanda de una audiencia en la que se
refleje el (falso) yo lo que hace que las imposturas a menudo
se vuelvan de importancia social». Ella cree que la actuación
del papel de impostor es «en gran parte un intento de lograr
un sentido de realidad y competencia como hombre27».
He evitado deliberadamente las etiquetas clínicas al
describir el carácter interno de José Smith. El análisis del

27 Phyllis Greenacre: «The Impostor», Psychoanalytic Quarterly,


27:359-82 (1958).
631] Nadie conoce mi historia

«impostor» de la Dra. Greenacre no es necesariamente la


clave decisiva de ese carácter, pero parece más adecuado
como definición clínica que el «paranoico» de Bernard
DeVoto, o el «parapático» de Kimball Young28. Sin embargo,
las tres palabras pueden ser usadas para definir ciertos
aspectos del comportamiento de José Smith. Mi considerable
discusión sobre este problema con varios psicoanalistas ha
servido para subrayar para mí las dificultades del diagnóstico
clínico de un hombre muerto hace mucho tiempo,
especialmente uno que fue apoyado por una audiencia con
un apetito insaciable por lo sobrenatural, una audiencia que
incluía sobre todo a sus propios padres29.
Uno no puede pasar por alto las evidencias obvias de
patología en la vida de José Smith. Pero las definiciones
clínicas de 1970 no pueden superponerse fácilmente a las
realidades sociales y políticas de 1840. El hecho de que José
Smith, en la cumbre de su poder, estableciera un Consejo de
los Cincuenta para gobernar su nueva teocracia y se hiciera
coronar en secreto como Rey del Reino de Dios, lo que según
él iba a revolucionar un día el mundo entero, parece hoy en

28DeVoto: «The Centennial of Mormonism», American Mercury, XIX, 5,


1930; Kimball Young: Isn't One Wife Enough? (New York, 5954), p. 82.
29 José Smith fue objeto de un detallado y fructífero debate en un
seminario sobre liderazgo en Los Angeles en 1969, al que asistieron los
psicoanalistas Dr. Alfred Goldberg, Dr. Robert Dorn, Dr. Ernst Levy, Dr.
Ira Carson, Dr. Martha Wolfenstein y Dr. Gerald Aronson, así como los
Dr. Victor Wolfenstein, Dr. Peter Loewenberg y Dr. Arthur Slavin, de los
departamentos de historia y ciencias políticas de la U.C.L.A.
Suplemento [632

día un acto de megalomanía30. Sin embargo, uno puede


señalar fácilmente fascinantes paralelismos entre los planes
de José Smith de un imperio occidental con él mismo como
rey y los de Aaron Burr, que esperaba establecerse como
emperador de México y de la mayor parte de occidente.
Definitivamente, tales ideas podrían ser más fáciles de
considerar entonces que ahora sin renunciar a la realidad.
Occidente, tanto para Aaron Burr como para José Smith,
ofrecía oportunidades para un imperio tanto real como
imaginario, un hecho que el astuto colonizador Brigham
Young demostró después de la muerte de José Smith.
Aún así, la misma ligereza y salvajismo de las
declaraciones de José Smith, a diferencia de la retórica
controlada de Brigham Young, sugieren el grado en que José
Smith estaba a veces realmente alejado de la realidad. En
Missouri, se recordará, amenazó con «pisotear a nuestros
enemigos y convertirlos en una gota de sangre desde las
Montañas Rocosas hasta el Océano Atlántico», diciendo,
«Seré para esta generación un segundo Mahoma, cuyo lema
en el tratamiento de la paz fue ‘el Corán o la Espada’. Así
será finalmente con nosotros: ‘¡José Smith o la Espada!’».
Desde la cárcel de Liberty escribió que «renegados,
mentirosos, sacerdotes, ladrones y asesinos, que son todos
igualmente tenaces en sus oficios y credos, han derramado,
desde su maldad espiritual en las alturas, y desde sus
fortalezas del diablo, un diluvio de mugre y fango y suciedad
y vómito sobre nuestras cabezas». «El infierno», continuó,

30Aún así, el historiador Klaus Hansen, al escribir un relato detallado de


este episodio, desarrolló un estudio bien documentado del milenialismo
mormón y su relación con la creencia en el Reino político de Dios, sin
que en ningún lugar sugiriera que consideraba que José Smith estaba
delirando.
633] Nadie conoce mi historia

«podrá derramar su furia como la lava ardiente del monte


Vesubio, o del Etna, o de la más terrible de las montañas
ardientes; y aún así el ‘mormonismo’ perdurará. El agua, el
fuego, la verdad y Dios son todas realidades. El
‘mormonismo’ es la verdad. Dios es su autor».
Más tarde, en Nauvoo, dijo: «Así me convertiré en una
flecha lisa y pulida en la aljaba del Todopoderoso, que me
dará dominio sobre todos y cada uno de ellos, cuando su
refugio de mentiras falle y su escondite sea destruido». Y en
una carta a James A. Bennett: «Corto el nudo gordiano de los
poderes, y resuelvo los problemas matemáticos de las
universidades con la verdad, con el diamante de la verdad;
y Dios es mi ‘mano derecha31’». Como hemos visto, en el
último año de su vida fue teniente general al mando de un
ejército privado, candidato a la presidencia de los Estados
Unidos, Rey del Reino de Dios y marido secreto de unas
cincuenta esposas.
Su frenético matrimonio de al menos dos decenas de
mujeres dentro de los dos años anteriores a su muerte,
combinado con su insistente negación de que practicaba la
poligamia, sugiere un nuevo y siempre creciente conflicto
moral además de su continuo conflicto entre la fantasía y la
realidad. Podía estar seguro de que nadie encontraría nunca
sus planchas de oro; podía esperar que nadie cuestionara su
traducción del Libro de Abraham; podía esperar con
confianza que la mayoría de sus seguidores siguieran
aceptando sus revelaciones como divinas. Pero su continua
negación de la poligamia se expondría muy pronto como
flagrante engaño.

31 Ver las páginas 230, 253, 296, y 354.


Suplemento [634

Cuando José Smith leyó la exposición de su poligamia en


las páginas del Nauvoo Expositor, publicadas por un hombre
al que había respetado y reverenciado, debió sentir una
ruptura de su propia imagen grandiosa y totalmente
irrealista de sí mismo y de su papel en la historia. Reaccionó
con rabia y destruyó la prensa, aunque normalmente no era
un hombre destructivo. Fue un constructor de templos,
ciudades y reinos: sobre todo, un constructor de fantasía
continua. William Law atacó esta fantasía con su simple, casi
gentil exposición de la realidad. Un hombre llamado Law32 lo
había llamado a rendir cuentas, como sus padres nunca lo
habían hecho, y él reaccionó con anarquía. Todo era
extraordinariamente simbólico. Una sensación de depresión,
presagio y fatalidad persiguió al profeta a partir de entonces,
contribuyendo inexorablemente a su destrucción.

COMO hemos visto, fue destruido solo en cuerpo. Sus


fantasías y mitos siguieron viviendo, y siguen viviendo hoy
en día como realidades para muchos mormones, que ahora
son cerca de tres millones. Cada generación trae varios
nuevos William Law, un nuevo grupo de jóvenes
intelectuales curiosos, una nueva falange de eruditos
dudosos. Pero la iglesia mormona continúa sobreviviendo a
su herejía, ya que ha sobrevivido al crecimiento de la ciencia
de la antropología, con eruditos en cada universidad —
excepto la que lleva el nombre de Brigham Young— que
sostiene que el Libro de Mormón es una fantasía.
Hace mucho tiempo la iglesia sobrevivió a la primera
mirada erudita al Libro de Abraham, cuando Jules Remy en
1860 llevó los facsímiles de los papiros a los eruditos del

32 NdT: Law significa ‘ley’ en inglés.


635] Nadie conoce mi historia

Louvre y se le dijo que eran documentos fúnebres ordinarios.


Toda una galaxia de eruditos egipcios recibió los facsímiles
en 1912 del obispo episcopal F. S. Spalding; ellos estuvieron
de acuerdo con Theodule Deveria de 186033. Parece
probable, también, que la Iglesia no será seriamente
sacudida por la angustia del Libro de Mormón de finales de
1960. Ésta comenzó con el descubrimiento por parte del
profesor Aziz S. Atiya de la Universidad de Utah de que los
papiros originales comprados por José Smith no habían sido
destruidos en el incendio de Chicago, como se había
pensado, sino que habían encontrado su camino al Museo
Metropolitano de Arte de New York. El profesor Atiya
reconoció los facsímiles que se habían publicado con el Libro
de Abraham, y se descubrieron pruebas para rastrear la
venta de los papiros por Emma Smith, el 26 de mayo de
1856, a A. Combs, y finalmente al museo. El descubrimiento
recibió mucha publicidad en la prensa mormona, y cuando
los once fragmentos fueron entregados a los santos de los
últimos días en Salt Lake City, muchos de los devotos
pensaron con confianza que serían una prueba científica de
las afirmaciones divinas de su profeta.
La traducción de los fragmentos por los egiptólogos John
S. Wilson y Klaus Baer del Instituto Oriental de la
Universidad de Chicago, y Richard A. Parker de la
Universidad de Brown, indicó, sin embargo, que algunos de
los fragmentos eran pergaminos del Libro de los muertos
pertenecientes originalmente a una mujer egipcia llamada
Ta-shereMin, y que otros eran del Libro egipcio de la
respiración, específicamente identificado por el profesor
Baer como «El permiso de respiración de Hor». Los

33 Ver la p. 175.
Suplemento [636

facsímiles originalmente reproducidos en el Libro de


Abraham fueron etiquetados como «una escena bien
conocida de los misterios de Osiris, con Anubis, el dios con
cabeza de chacal... que ministra al fallecido Osiris en el
féretro», y el trabajo detectivesco descubrió evidencia de que
José Smith, o alguien más involucrado en la publicación
original del Libro de Abraham, había dibujado una cabeza
humana en el facsímil donde una porción de los papiros
había sido arrancada.
Una notable compilación de la documentación sobre los
papiros apareció en 1968 en dos números de Dialogue, a
Journal of Mormon Thought, una publicación académica
mormona no sujeta a la censura de los líderes de la iglesia34.
Esta compilación incluía no solo las traducciones de los
egiptólogos sino también declaraciones de historiadores
mormones oficiales y semi-oficiales. Richard P. Howard, de
la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, reafirmó la postura de su iglesia de que el
Libro de Abraham no era «una publicación de la iglesia», y
expresó sus dudas sobre la fiabilidad del Libro de Abraham
como traducción de registros antiguos, considerándolo más
bien el producto de una mente altamente intuitiva. El
profesor Hugh Nibley de la Universidad Brigham Young
escribió a la defensiva: «Hasta ahora todo lo que ha
aparecido en la prensa sobre los papiros recién encontrados
ha sido escrito por oponentes histéricos de todo lo mormón o

34 Véase «The Joseph Smith Egyptian Papyri», traducciones e


interpretaciones, Dialogue, III, Nº 2, verano de 1968, pp. 66-105, y Klaus
Baer: «The Breathing Permit of Hor», Dialogue, III, Nº 3, otoño de 1968,
pp. 109-34. Véase también la traducción del erudito mormón Dee Jay
Nelson, The Joseph Smith Papyri, Parts I and II, and Joseph Smith's Eye
of Ra, Modern Microfilm Co. (Salt Lake City, 1969).
637] Nadie conoce mi historia

por personas inocentes de cualquier prejuicio a favor de José


Smith… hemos visto algunos de los papiros que estaban en
posesión de Smith, pero no hay evidencia de que los
hayamos visto todos, y es aparente que solo una pequeña
parte de ellos tiene alguna relación directa con el Libro de
Abraham35».
La controversia sobre los papiros se agudizó aún más en
1968 con la adquisición y publicación por Jerald Tanner de
una copia filmada del «Egyptian Alphabet and Grammar» de
José Smith, anteriormente desconocida salvo para los
archiveros mormones, que resultó ser al menos tan
perjudicial para las afirmaciones de José Smith como
traductor como las traducciones de los papiros por los
egiptólogos. Tanner, junto con Grant Heward, al comentar
las explicaciones específicas que José Smith dio sobre
numerosos personajes egipcios, señaló que «los caracteres de
menos de cuatro líneas del papiro constituyen cuarenta y
nueve versículos del Libro de Abraham, que contienen más
de dos mil palabras36». Su estudio indica que el Libro de
Abraham procedía en realidad de una parte de los papiros
que ahora están siendo examinados por los estudiosos, y que
la sugerencia del profesor Nibley de que el Libro de
Abraham se tradujo de papiros que aún no se han
encontrado carece de fundamento.
Lo que hace una complicación intolerable a la
controversia del Libro de Abraham es el hecho de que varias
líneas del libro sagrado constituyen la base teológica de la
discriminación de la iglesia mormona contra los negros. En
un pasaje notablemente confuso José Smith declaró que

35 Dialogue, III, 104-5.


36 Ver «The Source of the Book of Abraham Identified», 1968, p. 95.
Suplemento [638

Abraham había escrito que los faraones de Egipto no tenían


derecho al «sacerdocio», ya que provenían de los lomos de
Cam y Egyptus:
La tierra de Egipto fue descubierta por primera vez por una
mujer, que era la hija de Cam, y la hija de Egipto, que en el caldeo
significa Egipto, que significa aquello que está prohibido.
Cuando esta mujer la descubrió, la tierra estaba inundada, y
después estableció a sus hijos en ella; y así, de Cam, surgió la raza
que conservó la maldición en la tierra...
Siendo, pues, Faraón de ese linaje que le impedía tener el
derecho al sacerdocio, a pesar de que los Faraones de buena gana
lo reclamaban de Noé, a través de Cam37…
A partir de este «precedente escritural» la iglesia
mormona desarrolló a lo largo de los años un elaborado
sistema de Jim Crow38 con respecto a los conversos negros.
Aunque a todos los hombres blancos y orientales se les
concedió el derecho a «tener el sacerdocio», este derecho fue
negado a todos los negros. Tampoco se permitía a los negros
participar en las ceremonias del sagrado templo. Incluso una
pequeña fracción de sangre negra, si se descubría, se
consideraba motivo para quitar los privilegios del sacerdocio.
En los últimos años esta discriminación ha sido atacada
por los negros y los defensores de los derechos civiles de los
blancos, incluyendo muchos liberales dentro de la propia
iglesia. El liderazgo mormón ahora se enfrenta a un dilema
de complejidad peculiar. Prestar atención a los egiptólogos
significa repudio al Libro de Abraham, lo que podría hacer
que todos los libros sagrados de José Smith sean
sospechosos. Darle a los negros el sacerdocio sin una nueva

37 Libro de Abraham, I, 23, 24, 27.


38 NdT: Ver este enlace para una explicación de tal sistema.
639] Nadie conoce mi historia

revelación o «manifiesto» también significa el repudio


implícito del Libro de Abraham. Pero continuar negando a
los negros los privilegios completos o la membresía en la
iglesia sobre la base de un libro que es manifiestamente
sospechoso como historia, le parece a un creciente número
de mormones, un proceso inmoral, ajeno a los ideales de la
Declaración de Independencia y al mandato fundamental del
cristianismo acerca de amar al prójimo como a uno mismo.
Cada pueblo, en cierta medida, elige de su propio pasado
lo que más desea seguir abrazando. La poligamia fue
repudiada en 1890 en parte por fuerza externa, pero también
porque se estaba volviendo cada vez más insostenible,
política, económica y moralmente. Los mormones nunca han
dejado de hacer proselitismo con entusiasmo entre los
aborígenes americanos, a pesar de que sin mestizaje los
aborígenes conversos no se convierten, como prometió José
Smith en una frase implícitamente hostil, en «un pueblo
blanco y deleitable». Es evidente que el liderazgo mormón
moderno todavía refleja la antigua gradación estadounidense
de prejuicios raciales, con el hombre rojo decididamente por
encima del negro, una gradación que se remonta por lo
menos a Thomas Jefferson y Patrick Henry, quienes
abogaron por el mestizaje con los indios pero no con los
negros.
Si la iglesia mormona no modifica sus prácticas racistas,
parece probable que sus futuros conversos sigan procediendo
en gran parte, como lo han hecho en los últimos años, de
grupos de derecha hostiles a los negros en cualquier
circunstancia. De ser así, la alienación de los intelectuales de
la iglesia continuará. Esto sería una lástima, ya que muchos
de ellos quieren permanecer en la iglesia. Están
profundamente comprometidos emocionalmente; se sienten
Suplemento [640

atraídos por lo que les parecen virtudes especiales propias


del pueblo mormón.
El legado religioso de José Smith puede ser despojado de
su abracadabra de magia y aún tener la suficiente fuerza para
mantenerse por sí mismo, como lo demostró el erudito
católico Thomas O'Dea en 1957 en su perspicaz estudio, The
Mormons. Como organización social, la iglesia es un dínamo
de energía inagotable. Queda por ver si el liderazgo mormón,
ahora gravemente obstaculizado por su fracaso en jubilarse
antes de envejecer los hombres en la cima de la pirámide,
puede continuar dirigiendo este dínamo en la dirección del
mejoramiento social y la comprensión racial.
641] Nadie conoce mi historia
Bibliografía

EXSITE una estupenda literatura sobre el mormonismo,


casi toda la cual no tiene valor como fuente de estudio de
José Smith. Por otra parte, las historias de los condados, las
monografías de los anticuarios, y los archivos de los
periódicos antiguos son muy significativos, aunque solo
tratan de manera oblicua, si es que lo hacen, con el
fenómeno mormón. Una bibliografía útil es, por lo tanto,
difícil de compilar, y he restringido severamente esta lista a
los verdaderos libros «fuente» a los cuales uno debe ir para
obtener relatos de primera mano de las actividades de José
Smith, omitiendo todas las historias y biografías secundarias
excepto aquellas pocas que deben ser tomadas en cuenta por
cualquier estudiante objetivo de la historia mormona.
Los propios escritos de José Smith, particularmente los
siete volúmenes de la History of the Church elaborados
principalmente a partir de sus propios diarios, son por todas
las probabilidades los más importantes. Los registros de la
corte, pocos de los cuales han sido utilizados hasta ahora en
los estudios de José Smith, son también básicos. La gran
riqueza de material manuscrito que existe actualmente en la
Sociedad Histórica del Estado de Utah fue puesta a
disposición por el Proyecto Federal de Escritores y la
Encuesta de Registros Históricos de la W. P. A., que hizo una
importante contribución a la historia occidental al copiar
decenas de diarios y memorias de pioneros que habían sido
enterrados en troncos y áticos en el estado. Otros
manuscritos, en particular el inestimable diario de Oliver
Huntington, se pusieron a disposición gracias a la incansable
643] Nadie conoce mi historia

actividad de la Universidad Brigham Young. El material


adicional de los manuscritos me fue proporcionado
generosamente por amigos de Utah.
Mi investigación entre los periódicos fue muy acortada
por la meticulosa erudición de Cecil Snyder, quien recopiló e
hizo copias de un gran número de artículos periodísticos
sobre el mormonismo que aparecieron en Missouri e Illinois
entre 1830 y 1847. Copias de la colección de Snyder se
encuentran ahora en la Biblioteca Pública de New York, la
Universidad de Harvard, la Universidad Brigham Young y la
Sociedad Histórica del Estado de Utah. Examiné, además, los
archivos de los periódicos de Palmyra entre 1820 y 1830, la
mayoría de los cuales están en la Biblioteca del Estado de
New York en Albany; los archivos del Painesville
Republican, 1837-8, y el Painesville Telegraph, 1831-8,
ahora en la Biblioteca de la Sociedad Histórica de la Reserva
Occidental, y los archivos del New York Herald, 1840-4.
La legión de libros de fuentes secundarias que
proporcionaron los antecedentes de la vida y los tiempos de
José Smith no están listados aquí, aunque muchos se
mencionan en las notas a pie de página. Una historia del
mormonismo puede, por supuesto, ser escrita sin recurrir a
los relatos «antimormones», pero sería forzosamente
incompleta, ya que muchos de éstos proporcionan carne y
hueso para las narraciones esqueléticas en las historias
oficiales. Todos estos documentos han sido utilizados con
cuidado, pero no han sido ignorados.
Bibliografía [644

. . . . ..,..,..,,,,,”::,..._..,„...,..,..,...
,,
g?..,.i.,.'::::,,,,::
..
645] Nadie conoce mi historia
Mormonism can, of course, be written without recourse to "anti-
Mormon" accounts, but it would perforce be incomplete, for
many of these provide flesh and blood for the skeletal narratives
Bibliografía [646
in the official histories. All such documents have been used with
care, but they have not been ignored.
I
THE WRITINGS OF JOSEPH SMITH
The Book of Mormon. Palmyra, New York: Egbert B. Grandin;
1830. (Rare.)
A Book of Commandments for the Government of the Church
of Christ, organized according to law, on the 6th of April,
1830. Zion [Independence, Missouri] : W. W. Phelps and
Co.. 1833. (Very rare.) Reprinted by the Salt Lake Tribune-
in 1884.
'
Doctrine and Covenants of the Church of the Latter Day
Saints, Carefully selected from the Revelations of God, and
compiled by Joseph Smith, Jr., Oliver Cowdery, Sidney
Rigdon, Frederick G. Williams. Kirtland, 1835. The 1921
edition, printed in Salt Lake City, is quoted throughout
the book. It differs somewhat from the collection used by
the Reorganized Church.
General Joseph Smith's Appeal to the Green Mountain Boys,
December 1843. Nauvoo, Illinois, 1843.
Correspondence between Joseph Smith, the Prophet, and Col.
John Wentworth . . . Gen. James Arlington Bennet . . .
and the Hon. John C. Calhoun.... In which is given a
Sketch of the Life of Joseph Smith,The Rise and Progress
of the Church of Latter Day Saints, . .. New York: Pub-
lished by John E. Page and L. R. Foster; 1844.
The Voice of Truth, containing Joseph Smith's correspondence
with Gen. James Arlington Bennett; appeal to the Green
Mountain boys; correspondence with John C. Calhoun,
647] Nadie conoce mi historia
Bibliography [491 -
Esq.; views of the powers and policy of the government of
the United States; pacific inuendo, and Gov. Ford's letters;
A friendly hint to Missouri, and a few words of consola-
tion for the "Globe"; also, correspondence with the Hon.
Henry Clay. Nauvoo, Illinois: Printed by John Taylor;
1844. Most of these items were also published as separate
pamphlets in 1844.
The Pearl of Great Price, being a choice selection from the rev-
elations, translations, and narrations of Joseph Smith. Liver-
pool: Published by F. D. Richards; 1851.
History of the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints.
Period I. History of Joseph Smith, the Prophet, by Him-
self. 6 vols. Introduction and notes by B. H. Roberts. Salt
Lake City : Deseret News; 1902-12.
The Holy Scriptures, translated and corrected by the spirit of
revelation. Reorganized Church of Jesus Christ of Latter
Day Saints: Plano, Illinois; 1867.
II
COURT RECORDS
I. Record of the trial of Joseph Smith for disorderly conduct,
Bainbridge, New York, March 20, 1826. Published in the
New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge.
New York, i883. Vol. II, p. 1576.
2. Unpublished records of the lawsuits brought against Joseph
Smith and others to collect debts incurred in Kirtland, Ohio.
These are in the Chardon, Ohio, courthouse. See the volumes
for 1837-8.
3. Record of the trial of Joseph Smith for assault and battery
against Calvin W. Stoddard, Court of Common Pleas,
County of Geauga, Ohio, June 16, 1835. The library of the
Reorganized Church has a copy of this record.
4. Testimony given in November, 1838, before the judge of the
5th judicial circuit of the State of Missouri, on the trial of
Joseph Smith jr. and others, for high treason, and other
crimes against that state. Published in Correspondence,
Orders, etc., in relation to the disturbances with the Mor-
mons. . . . Fayette , Missouri, 1841. Published separately as
Senate Document 11 7o. 189, 26th Congress, 2nd Session; 1841.
Bibliografía [648

492 ] Bibliography
5. Proceedings before Judge Thomas C. Burch in the house of
Elisha B. Creekmore, Daviess County, Missouri, April 8,
1839. A copy of this record is in the library of the Reorgan-
ized Church.
6. Decision in the case of Joseph Smith before Judge Pope at
Springfield, January, 1843. See Federal Cases, Vol. XXII,
P. 773.
7. United States Circuit Court (8th Circuit) . . . The Reor-
ganized Church of Jesus Christ of Latter Day Saints, com-
plainant, vs. the Church of Christ at Independence, Mis-
souri . . . Complainant's abstract of pleading and evidence.
Lamoni, Iowa, 1893. This is referred to throughout the book
as the Temple Lot Case.
III
MANUSCRIPTS
CHASE, DARYL : Sidney Rigdon — Early Mormon. M.A. thesis,
University of Chicago, 1931.
COWDERY, OLIVER: Letters to Warren A. Cowdery. (Now in
the Huntington Library, San Marino, California.)
GUNN, STANLEY R.: Oliver Cowdery, Second Elder of the
Church of Jesus Christ of Latter-day Saints. M.S. thesis,
Brigham Young University, 1942.
HUNTINGTON, OLIVER BOARDMAN : Journal. 3 vols.*
JEPSON, JAmEs: Memories and Experiences.*
JOHNsON, BENJAMIN F.: Letter to Elder George S. Gibbs, 1903.
Journal History. L.D.S. Church Historian's Office, Salt Lake
City. This incorporates the printed History of the Church
by Joseph Smith, to which are appended unpublished let-
ters, journals, memoirs, minutes of meetings, discourses,
and editorial notations.
KARTCHNER, WILLIAM D.:Expedition of the Emmett Company.*
LIGHTNER, MARY ELIZABETH ROLLINS : Autobiography.
Nauvoo Temple Record, 1846.
PANCOAsT, EVA L.: The Mormons at Kirtland. M.A. thesis,
Western Reserve University, Cleveland, 1929.
PECK, REED: Mormons So Called. This manuscript, dated
" Asterisk indicates a typewritten transcript in the Utah State Historical Society
Library.
649] Nadie conoce mi historia
Bibliography [ 493
Quincy, Adams County, Illinois, September 18, 1839, is
in my possession. It was purchased from Peck's grand-
daughters, Mabel Peck Myer and Hazel Peck Cass, in 1942.
It had been published in L. B. Cake: Old Mormon Manu-
script Found: Peepstone Joe Exposed, New York, 1899.
PULSIPHER, JOHN: Journal, 1835-1874. *
Record of the First Quorum of Elders Belonging to the Church
of Christ in Kirtland, Geauga County, Ohio. This is in the
library of the Reorganized Church of Jesus Christ of Lat-
ter-day Saints.
ROBERTs BRIGHAM H.: Parallel between Ethan Smith's View of
the Hebrews
' and The Book of Mormon.
SHURTLIFF, LUMAN ANDROS: Journal.*
SMITH, JOHN LYMAN: Manuscript.*
STEVENSON, EDWARD: Life and History of Elder Edward Steven-
son. 1891.
STOUT, ALLEN J.: Journal.*
STOUT, HOsEA: Journal.*
WHITHER, JOHN: History of the Church. The Reorganized
Church, which owns this manuscript, published all except
the last and most revealing portion, part of chapter xix,
chapters xx and xxii, in its Journal of History, Vol. I, 1908.

IV
BOOKS AND PAMPHLETS
ADAMS, G. J.: Plain Facts, shewing the wickedness . . . of the
Rev. T. R. Matthews; with a sketch of the Rise, Faith, and
Doctrine of the Latter Day Saints. Bedford, England, 1841.
Affidavits and Certificates Disproving the Statements and Affi-
davits Contained in John C. Bennett's Letters. Nauvoo,
Illinois, August 31, 1842. (Very rare.)
ANDERSON, MARY A.: Ancestry and Posterity of Joseph Smith
and Emma Hale. Independence, Missouri, 1929.
ARBAUGH, GEORGE B.: Revelation in Mormonism. Chicago,
1 932•
The History of the Saints; or an Exposé of
BENNETT, JOHN C.:
Joe Smith and Mormonism. Boston, 1842.
BRADEN, CLARK, and KELLY, E. L.: Public Discussion of the Is-
Bibliografía [650

494 Bibliography
sues between the Reorganized Church of Jesus Christ of
Latter-day Saints and the Church of Christ, Disciples, held
in Kirtland, Ohio. St. Louis, 1884.
BOUDINOT, ELIAS: A Star in the if/est; or a Humble Attempt to
Discover the Long Lost Tribes of Israel. Trenton, 1816.
BROWN, HENRY: History of Illinois. New York, 1844.
BURNETT, PETER H.: Recollections and Opinions of an Old Pio-
neer. New York, 1880.
CAKE, L. B.: Old Mormon Manuscript Found: Peepstone Joe
Exposed. New York, 1899.
CALL LAMONI: 2000 Changes in the Book of Mormon. Bounti-
CALL
, Utah, 1898.
—: Mormon Inspiration. Salt Lake City, 1928.
CAMPBELL, ALEXANDER: Delusions: An Analysis of the Book of
Mormon. New York, 1832. First published in the Millen-
nial Harbinger, V ol. II, February 1831.
CASWALL, HENRY: The City of the Mormons, or Three Days at
Nauvoo, in 1842. London, 1842.
CLARK, JOHN ALONZO: Gleanings by the Way. Philadelphia,
1842.
Correspondence, Orders, etc., in relation to the disturbances
with the Mormons; and the evidence given before the Hon.
Austin A. King, Judge of the Fifth Judicial Circuit of the
State of Missouri, at the Court-house in Richmond, in a
criminal court of inquiry, begun November 12, 1838, on the
trial of Joseph Smith, Jr., and others, for high treason and
other crimes against the state. Published by order of the
General Assembly. Fayette, Missouri, 1841. (Rare.)
CORRILL, JOHN: A Brief History of the Church of the Latter-day
Saints (commonly called Mormons), including an account
of their doctrine and discipline, with the reasons of the
author for leaving the Church. 1839. (Rare.)
COWDERY, OLIVER: Defence in a Rehearsal of My Grounds for
Separating Myself from the Latter Day Saints. Norton,
Ohio: Pressley's Job Office; 1839. Apparently there are no
copies of the original extant. For reprints see Saints Her-
ald, March 20, 1907, and Anti-Mormon Tract No. 9, Ash-
land Independent Publishing Co., 1909.
COWLEY, /VIATTHIAs F.: Wilford Woodruff; History of his Life
and Labors. Salt Lake City, 1909.
651] Nadie conoce mi historia

Bibliography [ 495
CRARY, CHRISTOPHER G.: Pioneer and Personal Reminiscences.
Marshalitown, Iowa, 1893.
CROCHERON, AUGUsTA J.: Representative Women of Deseret.
Salt Lake City, 1883.
DANIELs, WILLIAM M.: A Correct Account of the Murder of
Generals Joseph and Hyrum Smith. Nauvoo: John Taylor;
1845.
"Death of a Mormon Dictator: Letters of Massachusetts Mor-
mons 1843-1848," New England Quarterly, Vol. IX
0936), pp. 583-617.
DICK, THOMAs: The Philosophy of a Future State. 2nd edition.
Brookfield, Massachusetts, 183o.
EssHoM, FRANK: Pioneers and Prominent Men of Utah. Salt
Lake City, 1913.
FORD, THOMAS: History of Illinois. Chicago, 1854.
GOODWIN, S. H.: Mormonism and Masonry. Salt Lake City
(7th printing), 1938.
—: Additional Studies in Mormonism and Masonry. Salt
Lake City, 1932.
GREGG, THOMAS: The Prophet of Palmyra. New York, 189o.
HALL, WILLIAM: The Abominations of Mormonism Exposed,
containing many facts and doctrines concerning that singu-
lar people, during seven years membership with them;
from 184o to z847. Cincinnati, 1852.
HARRIs, WILLIAM: Mormonism Portrayed. Warsaw, Illinois,
1841.
HOWE, EBER D.: Mormonism Unvailed, or a faithful account of
that singular imposition and delusion, from its rise to the
present time. Painesville, Ohio, 1834. (Rare.) Reprinted in
184o as History of the Mormons.
HYDE, ORsON: Speech of Elder Orson Hyde delivered before the
High Priests at Nauvoo, April 27, '845. Liverpool, July,
'845.
JACKsON, JOsEPH H.: A Narrative of the Adventures and Experi-
ences of Joseph H. Jackson in Nauvoo, Disclosing the
Depths of Mormon Villainy. Warsaw, Illinois, '844. (Rare.)
JACOB, UDNEY HAY: An Israelite, and a Shepherd of Israel. An
Extract from a Manuscript entitled The Peacemaker, or the
Doctrines of the Millennium, being a treatise on religion
Bibliografía [652

496 J Bibliography
and jurisprudence, or a new system of religion and poli-
ticks. Nauvoo: J. Smith, Printer; 1842. (Extremely rare.)
JENSON, ANDREW: Latter-Day Saints Biographical Encyclo-
pedia. 4 vols. Salt Lake City, 19ox.
—: "Plural Marriage," Historical Record, Vol. VI, May 1887.
Journal of Discourses, by Brigham Young and others, 1854-86.
KENNEDY, JAMES H.: Early Days of Mormonism. New York,
1888.
KIRKHAM, FRANCIS W.: A New Witness for Christ in America.
Independence, Missouri, 1942.
KNIGHT, NEWEL: "Journal," Scraps of Biography. Salt Lake
City, 1883.
LANG, WILLIAM: History of Seneca County, Ohio. Springfield,
1880.
LEE, E. G.: The Mormons, or Knavery Exposed. Philadelphia,
1841. (Rare.)
LEE, JOHN D.: Mormonism Unveiled; including the remark-
able life and confessions of the late Mormon Bishop, John
D. Lee, written by himself. St. Louis , z877.
LINN, WILLIAM A.: The Story of the Mormons. New York,
1902.
LITTLEFIELD, LYMAN 0.: Reminiscences of the Latter Day
Saints. Logan, Utah, 1888.
LIVEsEY, RIcHARD: An Exposure of Mormonism. Wrexham,
1838.
MACGREGOR, DANIEL: Changing of the Revelations. Milwaukee,
Wisconsin, 1927 [ ?J.
MILLER, GEORGE: Letters to the Northern Islander, 1855, re-
printed by Wingfield Watson, 1915 ( ?) in Wisconsin and
printed in large part by H. W. Mills in "De Tal Palo Tal
Astilla," Historical Society of Southern California Annual
Publications, 1917.
OLNEY OLIVER H.: The Absurdities of Mormonism Portrayed,
,

iri sketch. Hancock, Illinois, March 3, 1843•(Rare.)


a ef
PADEN, W. M.: Temple Mormonism, its evolution, ritual and
meaning. New York, 1931.
PATTERsON, ROBERT, JR.: Who Wrote the Book of Mormon?
(Reprinted from The Illustrated History of Washington
County. Philadelphia, 1882.)
653] Nadie conoce mi historia

Bibliography [ 497
PRArr, ORSON: Interesting Account of several remarkable visions
and of the late discovery of Ancient American Records.
Edinburgh, 1840.
PRArr, PARLEY PARKER: Autobiography. Chicago, 1888.
---. Mormonism Unveiled. New York, 1838. (Rare.)
—: Voice of Warning.New York, 1837.
Proceedings of the Grand Lodge of Freemasons, Illinois, from
its Organization in 184o to 185o Inclusive. Freeport, Illi-
nois, 1892.
QUINCY, JOSIAH: Figures of the Past, from the leaves of old jour-
nals. Boston, 1883.
REMY, juLEs: A Journey to Great-Salt-Lake City. 2 vols. Lon-
don, 1861.
RICH, BEN E.: Scrapbook of Mormon Literature. 2 vols., Chi-
cago, 190-
RILEY, I. WOODBRIDGE: The Founder of Mormonism, a psycho-
logical study of Joseph Smith, Jr. New York, 1902.
ROBERTs, BRIGHAM H.: A Comprehensive History of the
Church of Jesus Christ of Latter Day Saints. 6 vols. Salt
Lake City, 193o.
ROBINsON, EBENEZER: "Items of Personal History of the Editor,"
The Return, Davis City, Iowa, 1889-90.
SHOOK, CHARLEs A.: Cumorah Revisited, or "The Book of Mor-
mon" and the claims of the Mormons re-examined from
the viewpoint of American archaeology and ethnology.
Cincinnati, 1910.
- The True Origin of the Book of Mormon. Cincinnati,
1 914.
- The True Origin of Mormon Polygamy. Cincinnati, 1914.
SMITH, ELIZA R. SNOW: Biography and Family Record of Lo-
renzo Snow. Salt Lake City, 1884.
SMITH, ETHAN: View of the Hebrews; or the ten tribes of Israel
in America. Poultney, Vermont, 1823; 2nd edition, 1825.
SMITH, JOSEPH, and SMITH, HEMAN C.: History of the Church
of Jesus Christ of Latter Day Saints. 3 vols. Lamoni, Iowa,
1897-1908.
SMITH, JOsEPH: "Memoirs of President Joseph Smith, 1832-
194," edited by Mary A. Smith Anderson, Saints Herald,
1934-5.
Bibliografía [654

498] Bibliography
Small, JOsEPH F., JR.: Blood Atonement and the Origin of Plu-
ral Marriage. Independence, Missouri, 1905.
SMITH, LUCY MACK: Biographical Sketches of Joseph Smith the
Prophet and His Progenitors for Many Generations.Liver-
pool, England, 1853. Brigham Young ordered this edition
suppressed. There have been several reprints.
SMITH, MARY ETnE V.: Fifteen Years among the Mormons;
edited by Nelson Winch Green. New York, 1857.
SPALDING, REV. F. S.: Joseph Smith Jr. as a Translator. Salt Lake
City, 1912.
SPAULDING, SOLOMON: The Manuscript Found or the Manu-
script Story of the Late Rev. Solomon Spaulding. Lamoni,
Iowa, 1885.
STENHOUsE, T. B. H.: The Rocky Mountain Saints. New York,
1873.
SWARTZELL, WILLIAM: Mormonism Exposed, being a journal
of a residence in Missouri from 28th of May to loth of Au-
gust 1838. Pekin, Ohio, 1840. (Very rare.)
TULLIDGE, EDWARD W., ed.: The Women of Mormondom. New
York, 1877.
VAN DUsEN, I. McGEE: The Sublime and Ridiculous Blended;
called the Endowment. New York, 1848.
WEST, WILLIAM: A Few Interesting Facts Respecting the Rise,
Progress and Pretensions of the Mormons. Warren, Ohio
[ ?], 1837.
WHITMER DAVID: An Address to All Believers in Christ. Rich-
mond,, Missouri, 1887.
—: An Address to Believers in the Book of Mormon. Rich-
mond, Missouri, 1887.
WHITNEY, ORSON F.: Life of Heber C. Kimball. Salt Lake City,
1888.
WINCHESTER , BENJAMIN F.: The Origin of the Spaulding Story.
Philadelphia, 1840. (Rare.)
WYL, WILHELM: Mormon Portraits, Joseph Smith the Prophet,
His Family and His Friends. Salt Lake City, 1886.
YOUNG, BRIGHAM: "History of Brigham Young," Millennial
Star, V ols. XXV-VI, 1863-4, passim.
655] Nadie conoce mi historia
Bibliografía [656

También podría gustarte