Está en la página 1de 78

1

“EL ERROR JUDICIAL: FALTA DE NORMATIVIDAD Y NECESIDAD DE REGULARIZACIÓN

ACORDE A LOS DERECHOS HUMANOS”

Alicia García Bucio

Ana Iorheni Patiño Sánchez

Ana María Navarrete Pérez

Irlanda Sinai Torres Santoyo

Laura Patricia Colina Manríquez

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de

Hidalgo.

Judicatura, Sección 03

Dra. María de Lourdes Fernández Negrete

05 cinco de mayo de 2023 dos mil veintitrés


2

Tabla de contenido
INTRODUCCIÓN 5

CAPÍTULO I: “NOCIONES GENERALES” 8

1.1. El Juez y su Función 8

1.2. Las Funciones del Juez 12

1.2.1. Los deberes del Juez 12

1.2.2. Las Facultades del Juez 13

1.2.3. Las funciones del Juez de acuerdo a la Ley 14

1.3. El Juez como Servidor del Estado 15

1.4. El Acto Judicial 17

1.5. El error como Vicio dentro del Acto Judicial y sus Efectos 18

1.5.1. Noción de error 19

1.5.2. Clasificación 22

1.5.3. El error judicial de facto 23

1.6. Elementos del Error Judicial 23

CAPÍTULO II “LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO” 26

2.1. El Servidor Público 27

2.1.1. Principios generales del servidor público 28

2.2.2. Valores que todo servidor público debe de tener 28

2.2. La Responsabilidad de los Servidores Públicos 30

2.3. La Responsabilidad Judicial 33


3

2.3.1. Concepto de la responsabilidad judicial 34

2.3.2. La responsabilidad constitucional 36

2.4. La Responsabilidad Jurídica del Estado Sustitutiva, Exclusiva o concurrente con la

Responsabilidad Personal del Juez 37

2.4.1. La responsabilidad jurídica personal del Juez 38

2.4.2. El error judicial y los tipos de responsabilidad. 42

CAPÍTULO III: “LEGISLACIÓN INTERNACIONAL Y DERECHO COMPARADO” 44

3.1. La Regulación de la Responsabilidad Patrimonial del Estado Mexicano 44

3.1.1. Ámbito Jurisdiccional 45

3.1.2. Regulación Legislativa 46

3.2. Esfera Internacional 47

3.2.1. Vista a los Derechos Humanos 49

3.3. De los Tratados Internacionales 51

3.4. El Error Judicial en Distintas Legislaciones 53

3.4.1. España 53

3.4.2. Chile 55

3.4.3. Colombia 55

3.4.4. Argentina 56

3.5. La Ausencia y sus Consecuencias 57

3.6. Ideas Preliminares sobre la figura del Error Judicial 57


4

3.6.1. Derechos humanos. Obligaciones constitucionales de las autoridades en la materia

60

CAPÍTULO IV: “POSIBLES SOLUCIONES AL ERROR JUDICIAL” 61

4.1. Posibles Soluciones al Error Judicial 65

4.2. Indemnización por Error Judicial por parte del Estado 68

4.3. Suplencia de la Queja Aplicado a la Presentación de Medios de Impugnación Contra las

Sentencias 70

4.4. Aplicación de Sistema Colegiado en los Juzgados 71

4.5. Reforma a la Carrera Judicial 73

4.6. Sistema de Incidencias 74

4.7. Síntesis 76

CONCLUSIONES 77

BIBLIOGRAFÍA 78
5

INTRODUCCIÓN
La Suprema Corte de Justicia de la Nación en su tesis aislada XV.1o.13 C (11a.), como

primer acercamiento, nos dice que esta figura sólo implica la posibilidad de demandar la

responsabilidad patrimonial del Estado con el fin de preservar y garantizar lo establecido en el

artículo 10 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Con esta primer

aproximación al tema, es menester preguntarnos, el error judicial ¿puede o no considerarse

una figura jurídica autónoma y plena dentro de nuestro ordenamiento positivo? y, además,

¿quiénes pueden ser sujetos al error judicial?

Ciertamente, desde un primer momento, podemos asegurar que el error judicial es un

suceso frecuente dentro de la impartición diaria de justicia; sin embargo, la citada figura no se

limita a aquello, y en su regulación positiva yacen problemas y enigmas que no se han podido

esclarecer: su sustento legal, su independencia, los sujetos de este y el procedimiento de

exigibilidad.

Establecer los límites del error judicial, es necesario para determinar la vía para su

exigibilidad; sin embargo, este planteamiento va adquiriendo complejidad desde sus orígenes:

la actividad jurisdiccional:

¿Quién es el que puede recaer en el error judicial? ¿únicamente el Juez?

Para ello, en el Capítulo Primero se esclarecen los conceptos necesarios para poder

entender el origen del error judicial, quién lo genera, su diferencia del error en materia civil (a

pesar de ser un error de la voluntad); y la actividad jurisdiccional: quién la ejerce, qué es, y el

papel del juez; la figura central del error judicial, sus deberes, facultades y su papel como

servidor del Estado. Y, finalmente, estar en condiciones de elaborar una definición íntegra del

error judicial, sus características y su clasificación.


6

No obstante, la función del juzgador como servidor público, en ejercicio de sus

funciones asume un régimen bipartito en donde es necesario diferenciar la responsabilidad

personal del juez y su responsabilidad como representante del Estado, y, aunado a ello, contar

con un sistema de responsabilidad personal que se compagine y, a su vez, que sea

independiente del sistema de responsabilidad patrimonial del Estado. Es, en este punto, que la

independencia entre ambos modelos adquiere relevancia y, desafortunadamente, también se

revela la ausencia de ésta en la práxis: en nuestro sistema jurídico ¿existe una regulación

autónoma de la responsabilidad patrimonial del Estado?

Es, con base en lo anterior, que en el Capítulo II se explica la responsabilidad

patrimonial del Estado, del servidor público y, finalmente, la responsabilidad judicial.

Con los conocimientos adquiridos en estos dos primeros capítulos, se explora el marco

normativo nacional e internacional recabando las principales fuentes internacionales que

evidencian la necesidad de un procedimiento sencillo y ágil del error judicial para las garantías

establecidas en los tratados internacionales y, hacer un análisis de derecho comparado con

varios sistemas normativos de otros países, realzando la importancia de un procedimiento del

error judicial que, no sólo se centre en la reparación patrimonial, sino que además, en la

reparación moral, concentrándose principalmente en el error judicial como un vicio de la

voluntad del juzgador al percibir de forma equívoca la realidad.

Para finalmente presentar dicho modelo de procedimiento en nuestro sistema normativo

que, a su vez, sea autónomo y eficiente.

La hipótesis planteada en este proyecto de investigación es la falta de autonomía y

normatividad del error judicial en nuestro marco jurídico; se trata de evidenciar que tiene la

necesidad de ser regulado en un procedimiento autónomo, ágil y sencillo, con el fin de estar al

margen de la normatividad de los Derechos Humanos, plasmados en nuestra Constitución y


7

que existe una verdadera armonía con lo pactado en la Convención Americana de los

Derechos Humanos, especialmente, lo establecido en su numeral 10.

La presente tesina es una investigación jurídico-explorativa-propositiva. En la que se

pretende aunar en el tema, desde sus antecedentes conceptuales, el cuadro normativo

nacional e internacional, así como una sección de Derecho Comparado, todo esto con el fin de

plantear su concepto, fundamento y necesidad en nuestra área jurisdiccional, desde una

perspectiva totalmente autónoma y presente en la práxis.

En la presente investigación se utilizaron los métodos teórico-deductivo y el jurídico, con

el propósito de hacer una exploración desde una base teórica, con base en datos y derecho

comparado que le darán cauce y sustento a las diferentes conclusiones lógicas que vaya

desarrollando para llegar a darle un respaldo la hipótesis; así como también es preciso

establecer la dimensión jurídica que conlleva el problema y, principalmente, la solución estará

basada en este ámbito.


8

CAPÍTULO I: “NOCIONES GENERALES”

Para adentrarnos en el planteamiento del problema, es menester entender los

conceptos principales para un entendimiento pleno del tema.

Es menester dar una breve semblanza del área en la que se regula la figura del error

judicial y, además, su ambiente de estudio, y este es el área jurisdiccional; es por ello, que se

iniciará con la figura principal: el Juez, entendiéndose este como la persona que juzga, llamése

Magistrado o Juez.

1.1. El Juez y su Función

Acorde a lo redactado en supralíneas, es pertinente establecer los límites y alcances

que tienen las funciones del juzgador pues, gracias a ello, podremos establecer los límites del

error judicial dentro del sistema de impartición de justicia.

Como la lógica nos dicta, el error judicial es cometido por los funcionarios

jurisdiccionales, o aquellos que tienen como actividad la impartición de justicia y, por tanto,

tiene clara obviedad que el juez es el primer sujeto del error judicial.

¿Bajo qué circunstancias el juez puede incurrir en el error?

Para poder responder esta interrogante es necesario saber cuál es la función del juez.

La figura del Juez podría ser definida desde dos perspectivas; en un primer momento

desde una perspectiva formalista, encaminado únicamente a la estricta aplicación de la norma

y, por otro lado, está visto como un aplicador de un sistema normativo que busca un derecho

justo.
9

Estas dos corrientes son relevantes al momento de plantear el error judicial pues, de

manera inherente, nos llevan a cuestionarnos que, en el caso de que el juez en su

interpretación busque la aplicación justa de la ley ¿qué ocurre cuando incurre en un error

interpretativo o, incluso, inexcusable?

Ya no es suficiente que el juez sólo obedezca la ley. Su deber es, ahora, el límite del

poder del Estado, garantía de los derechos humanos en cualquier procedimiento judicial, es por

esta razón que su papel y el estudio de su función resulta crucial para dimensionar los límites y

consecuencias del error judicial.

A palabras de Franco Hernández:

“el juez es el actor central del sistema de impartición de justicia, a él le corresponde el

papel fundamental de la justicia, consistente en dar una salida institucional a los conflictos que

se presentan en la sociedad y asumir la responsabilidad de impartir justicia, en forma imparcial,

pronta, completa y gratuita, su quehacer principal es la función judicial o jurisdiccional, sin

embargo el papel que desempeña no únicamente se circunscribe a esa actividad inherente e

inmediata que realiza, sino también realiza funciones mediatas de la justicia que se producen

como resultado de los efectos de las resoluciones que pronuncian, las cuales tienen

importantes implicaciones para la sociedad en general.” (Franco Hernández, E. S/A)

Bajo esta tesitura, y como primer acercamiento, el juez cumple con la importante

función en todo sistema jurídico de la impartición de justicia, esto conlleva al dominio,

conocimiento, interpretación y aplicación de las leyes y, en consecuencia, se exige que tenga

un perfil y cierto nivel de preparación, con el fin de ser eficaz y certero al momento de aplicar la

ley.

Esta cosmovisión no es contemporánea ni novedosa para cualquier sistema jurídico; en

la antigüedad, las funciones del juez se centraban en el mismo actuar toral de un juzgador: la
10

impartición de justicia; sin embargo, en retrospectiva, el juez se ha desempeñado en una gama

amplia y cambiante de facultades y conocimientos a lo largo de la historia y, también,

dependiendo del sistema jurídico. Recordemos que antiguamente, las funciones del Estado se

intercalaban y regían con las reglas y sistemas religiosos de cada época y civilización: no había

una separación entre el derecho y la religión.

Tal como lo asevera Rubio, Rafael “Antes, la carrera judicial era considerada, cuando

presidían ideas espiritualistas, como de gran prestancia y elevación, porque se miraba sólo su

función incomparable y no que fuera mayor o menor el tintineo que en su bolsa se pudiera

escuchar…”

Y, en efecto, antes del materialismo y positivismo jurídico imperaba la fuerza de la

costumbre y la religión, dando como consecuencia mediata el arbitrio y un dejo de parcialidad

que consumía al sistema jurídico de la época; lugares como Francia y España imperaba la

palabra de los líderes religiosos como un ultimátum, “la voluntad de Dios” y los jueces como

sus ejecutores.

Sin embargo, esto no es una constante y, tal como lo redacta Guerrero, Omar (1998)

“...la administración de la justicia es un suceso cuyas raíces son antiguas, aunque su índole

moderna se configura con el Estado de derecho…” y que, gracias a ello, orilla al juzgador a

apegarse a una ley tangible, objetiva e imparcial, obligándolos a su capacitación constante.

El papel del juez, propiamente dicho, nace en la época moderna con la noción del

Estado de Derecho; con ello, nace una controversia que, hasta la actualidad no se ha podido

dirimir: la división de poderes.

Esto ocurre, gracias a la particular historia que tiene el poder jurisdiccional, al respecto,

el autor Guerrero, Omar (1998) dice que:


11

“La confusión entre jurisdicción y administración emanaba pues, de que los organismos

administrativos ejercían a la jurisdicción y los tribunales ejercitaban la administración pública,

bajo el influjo de la idea de la magistratura. En la organización y las leyes de las asociaciones

de dominación precedentes al Estado moderno, tanto en las normas constitucionales, como en

la complicada distribución de las funciones públicas, es observable que los servicios, derechos

y obligaciones de los individuos, así como las máximas y los preceptos de gobierno, se referían

a un conjunto de tareas y órdenes que estaban confundidas en las instituciones políticas que

desempeñaban al mismo tiempo la administración y la jurisdicción. Los tribunales de justicia

ejercían atribuciones de gobierno y los órganos administrativos desempeñaban muchas

competencias que eran del más diverso orden y procedencia. (...) La jurisdicción, aunque

identificada con tribunales especiales, se ve fraccionada y confiada a una diversidad de

depositarios que la desempeñaban más con aislamiento que con independencia.”

Como bien lo explica el autor, existe una línea tenue entre las funciones administrativas

y jurisdiccionales del Estado: el poder ejecutivo realiza actos judiciales (El Tribunal Federal de

lo Contencioso Administrativo) y el Poder Judicial realiza actividades administrativas.

Pues, históricamente y tal como lo expresa María del Refugio González (1995) “...En los

países de tradición administrativa romana el concepto de magistratura ha entrañado un

agregado de funciones. Tal es el caso de los gobernadores, alcaldes mayores y corregidores

novohispanos, a cuyo cargo estaba la justicia, hacienda, policía y guerra.” Esto conlleva a la

confusión del verdadero alcance de las funciones de un empleado del poder judicial y, se

agrava con la doctrina contradictoria que existe alrededor del juez y su papel en las funciones

públicas: ¿Es el juez un funcionario público?

Son muchos los autores que afirman que el juez no es un funcionario público, y a

nuestro criterio, la distinción y su carácter es clara, pues como afirma Mosset Iturraspe, J.

(S/A), “(...) No hay entonces una relación contractual o cuasicontractual violada cuando el juez
12

cae en error y perjudica a una de las partes. Media un acto ílicito extranegocial, la violación al

“no dañarás” o neminem ladere. Se trata de un servicio monopolizado que el Estado no puede

negar y al que debe acudirse forzosamente si se quiere la solución del “entuerto” (...)”. Así, todo

empleado dentro del Poder Judicial no es un empleado particular, está dando servicios que

sólo el Estado está facultado para brindar (como el acceso a la justicia) y es el propio Estado su

empleador.

1.2. Las Funciones del Juez

Es importante puntualizar que las funciones del juez, concretamente, se encuentran

dentro de la Ley (que es quien faculta y embiste de poder no sólo a los jueces, sino, a todos y

cada uno de los funcionario y servidores públicos); sin embargo, por cuestión de método, serán

abordadas primero las clasificaciones doctrinales de las funciones del Juez; para ello, el

doctrinario Mosset Iturraspe, J. hace la distinción entre los deberes y las facultades de un juez.

1.2.1. Los deberes del Juez


Mosset Iturraspe, J. (S/A) distingue dos tipos de deberes: los funcionales, “...los que se

relacionan con el ejercicio de la actividad del juez para lograr un adecuado desempeño de ella.”

(Mosset Iturraspe, J. S/A) y los procesales; y dentro de los primeros están las funciones

esenciales y funciones legales.

Las funciones esenciales, de acuerdo con el autor, son “...los que emanan

ontológicamente de la función, pues su ausencia obsta a la jurisdiccionalidad.” (Mosset

Iturraspe, J. S/A):

● Independencia
13

● Imparcialidad.

● Lealtad.

● Ciencia.

● Diligencia.

● Decoro.

Por su parte, las funciones legales, indica el autor, son:

● Juramento

● Residencia

● Asistencia al despacho.

● Suplencia

● Ausencia de causal de incompatibilidad.

En cuanto a los deberes procesales, éstos se dividen en tres:

De resolución. “...En los deberes de resolución se agrupan los deberes conexos con el

de fallar: decidir las causas por el orden de ingreso, resolver dentro de los plazos legales,

declarar la no judiciabilidad del caso, sentenciar según la ley, etcétera.” (Mosset Iturraspe, J.

S/A)
14

● De ejecución.

● De dirección.

1.2.2. Las Facultades del Juez


El jurista Alvarado Velloso distingue entre las facultades Ordenatorias, las

conminatorias, las sancionatorias y las decisorias.

Dentro del primer grupo, el autor distingue:

“...En cuanto al proceso en sí mismo determinar el plazo para representar el

instrumento de mandato, tomar medidas tendientes a evitar la paralización del proceso,

habilitar días y horas inhábiles, etc. (...)”

En cuanto a los sujetos que intervienen podemos encontrar, tal como dice el autor, la

facultad de exigencia de la comprobación documental de la identidad personal de las partes

durante el proceso, entre otras.

En cuanto al litigio en específico, se encuentran las facultades de ordenar las diligencias

necesarias para esclarecer llegar a la verdad, solicitar cualquier documento en poder de las

partes o terceros.

En cuanto a las conminatorias menciona las facultades de “...imposición de las

astreintes o condenas conminatorias.” (Mosset Iturraspe, J. S/A).

En el grupo de las sancionatorias, éstas “…nacen legalmente como natural

consecuencia del elemento de la jurisdicción conocido como coertio o imperium y se vinculan

también, en forma estrecha, con el deber de dirección de un proceso enmarcado por rígidos

principios que lo regulan como medio de debate intelectual.” (Mosset Iturraspe, J. S/A)
15

1.2.3. Las funciones del Juez de acuerdo a la Ley


Recordemos que las funciones del juzgador estarán establecidas en la ley, de acuerdo

a su competencia, ya sea por grado, cuantía, territorio o materia; es así que las funciones de un

Juez de Primera Instancia no serán las mismas que una Magistrada de Segunda Instancia o

que los Magistrados de un Tribunal Colegiado de Apelación.

Aunque, de manera general, el autor Franco Hernández generaliza a la actividad del

juez en el campo de la impartición de la justicia, “...consistente en dar una salida institucional a

los conflictos que se presentan en la sociedad y asumir la responsabilidad de impartir justicia

en forma imparcial, pronta, completa y gratuita, su quehacer principal es la función judicial o

jurisdiccional.”

Sin embargo, con la reforma constitucional del 2011, las obligaciones y funciones del

juez se han ampliado y especificado con el fin de garantizar el acceso a la justicia de todos los

gobernados; razón por la cual no podemos limitarnos únicamente a una función precaria y

absolutista de impartición de justicia que recae sobre el juez. Es por ello que, desde una

perspectiva de los derechos humanos, el juzgador tiene ciertas obligaciones dentro de sus

funciones jurisdiccionales, como lo marca la tesis aislada I.3o.C.3 K (10a.):

“OBLIGACIONES DEL JUZGADOR EN SU FUNCIÓN JURISDICCIONAL. De

conformidad con las reformas constitucionales en materia de derechos humanos acaecidas el

diez de junio de dos mil diez, todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen

la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos. De acuerdo

con lo anterior y atento al principio de tutela judicial efectiva previsto en el artículo 17

constitucional constituye una obligación del Juez asegurarse de que los gobernados obtengan

una justicia completa e imparcial apegada a las exigencias formales que la Constitución

consagra en materia jurisdiccional, particularmente en su artículo 14, para lo cual deben dirigir
16

el proceso de tal forma que no haya dilaciones o entorpecimientos indebidos que conduzcan a

la impunidad, tales como tramitar los recursos interpuestos por las partes de forma diferente a

la prevenida por la ley. Actuar de forma diferente constituiría además una violación al artículo

1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.”

Con base en lo anterior, podemos concluir que para que el juez cumpla con sus

obligaciones y realice la función jurisdiccional, lo debe de hacer dentro del parámetro de los

derechos humanos y, además, debe estar en constante preparación, actualización y

capacitación para que el derecho humano de acceso a la justicia sea un derecho plenamente

garantizado.

1.3. El Juez como Servidor del Estado

El error judicial, como se estableció en la parte introductoria del presente proyecto, es

considerado en nuestro sistema jurídico como “... la posibilidad de demandar la responsabilidad

patrimonial del Estado”, bajo esta lógica, la Constitución Federal, en su artículo 19 establece,

después de un estudio del postulado, que la responsabilidad patrimonial ha de recaer

exclusivamente en los servidores y funcionarios, en consecuencia, es necesario discernir

acerca del juzgador como servidor o funcionario público.

En esta tesitura, la doctrina, de manera primigenia, ha sido confusa al momento de

diferenciar el funcionario del servidor público, pues, el concepto de servidor y funcionario

público son comúnmente usados como sinónimos y, a su vez, están ligados al ámbito público

administrativo; sin embargo, es menester hacer la aclaración entre los servidores públicos y los

funcionarios, pues existen diferenciaciones sustanciales; el artículo 108 constitucional define al

servidor público como:


17

“Se reputarán como servidores públicos a los representantes de elección

popular, a los miembros del Poder Judicial de la Federación, los funcionarios y empleados y,

en general, a toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier

naturaleza en el Congreso de la Unión o en la Administración Pública Federal, así como a los

servidores públicos de los organismos a los que esta Constitución otorgue autonomía, quienes

serán responsables por los actores y omisiones en que incurran en el desempeño de sus

respectivas funciones.”

Mientras que “...Funcionario público. Es un servidor gubernamental, designado por

disposición de la Ley para ocupar grados superiores de la estructura orgánica de gobierno y

para asumir funciones de representatividad, iniciativa, decisión y mando. Se considera que el

concepto de funcionario alude a: una designación legal, el carácter de permanencia, el ejercicio

de la función pública que le da poderes propios y su carácter representativo. Funcionario es el

que representa al gobierno mediante el órgano de competencia del cual es titular. Lo

representa tanto frente a otros órganos del Estado, como frente a los particulares.”

(Senado.gob.mx. 2004)

Este y otro concepto (empleado) son, como se puede apreciar, categorías (en cuestión

de jerarquía) dentro de los servidores públicos, así, dentro del ámbito judicial podremos

encontrar a funcionarios, a altos funcionarios y a empleados públicos y, no obstante, todos ellos

son servidores públicos.

Para Guerrero, Omar (1998) “El personal dedicado al desempeño en la administración

de justicia es, como aquel otro dedicado a la administración pública y la diplomacia, parte del

servicio público. Sin embargo, el ejercicio de sus deberes es de índole muy peculiar.”

Bajo este contexto, y gracias a la definición otorgada por la misma Constitución Federal,

no nos cabe dudas acerca de la verdadera naturaleza del papel del Juez en las funciones del
18

Estado: es un servidor público que, en ejercicio de su autonomía realiza funciones de carácter

jurisdiccional; y, a pesar de lo concreta de esta conceptualización, resulta vaga e inexacta

pues, no obstante de acertar a su naturaleza de servidor público, esas funciones

jurisdiccionales resulta una terminología ambigua si no se delimitan y no se entiende qué es

esa actividad jurisdiccional.

1.4. El Acto Judicial

Se ha conceptualizado de manera tradicional a los actos judiciales como aquellos actos

emanados del Poder Judicial, pero dicha concepción es lato sensu, ya que también se

considera que el acto se extiende a otros entes del Estado. Limitando tal definición, podemos

mencionar que el acto judicial hace referencia a la acción que crea, modifica o extingue

relaciones de derecho, realizada por ciertos entes del Estado. Por lo que surge la necesidad de

advertir la diferencia que existe entre un acto judicial y un acto jurisdiccional, pues el segundo

procede necesariamente de dicho órgano, en tanto el primero puede también emanar de un

órgano administrativo o incluso de un órgano legislativo del Estado, con funciones de juzgar.

Dicho lo anterior cabe decir que existen definiciones que limitan los actos judiciales a las

acciones realizadas por autoridades judiciales, por ello es que se define al acto judicial como la

manifestación de voluntad expresada en las formas exigidas por la ley, con el objeto de

provocar la solución de un litigio planteado ante los tribunales judiciales, o para cumplir con una

formalidad con el concurso de un juez del orden judicial o de un auxiliar de justicia.

Guerrero, Omar (1998) explica que, dentro de la actividad judicial entran dos aspectos

importantes: las actividades institucionales y las actividades funcionales:


19

(actividades institucionales y funcionales) “Implica qué y cómo de su acción: los

aspectos sustantivos de la actividad y los procesos de gestión mediante los cuales despachan

los negocios públicos, los cuales se consideran vinculados dentro del mismo espacio

organizativo, independientemente de su grado de trabazón interior.” (Guerrero, Omar. 1998).

Por otro lado, en la administración de la justicia, dichas actividades (institucionales y

funcionales) están confiados a poderes distintos.

Son polifacéticas, en consecuencia, da paso a una gran gama del error judicial.

1.5. El error como Vicio dentro del Acto Judicial y sus Efectos

Recordemos que el acto judicial es un acto jurídico que posee sus propias modalidades,

pues posee sujeto, objeto y forma (como todo acto jurídico) y éste, dentro del sujeto, están los

vicios de la voluntad en el cual encontramos el error.

Mosset Iturraspe. J. (S/A) afirma que “El juez cree actuar de un modo o manera regular

en el cumplimiento de sus obligaciones legales, en su rol de afianzar la justicia; empero, su

obrar no es el debido y ello es así con base en un error propio, espontáneo o inducido.”

Lamentablemente, este tema no ha merecido una consideración pormenorizada, afirma

el autor, y, en consecuencia, se sostiene que la responsabilidad por error es sinónimo de

irresponsabilidad.

“En rigor, la revisión de la decisión impugnada, el reconocimiento por el mismo

Poder Judicial de su injusticia, nacida del error, implica una invalidez. De donde, aun cuando

por las peculiaridades del acto procesal, diferente al acto civil, no parezca oportuno aludir a una

nulidad, en la base del deber de indemnizar hay una cierta ineficacia por invalidez.” (Mosset

Iturraspe. J. S/A).
20

1.5.1. Noción de error


En un primer momento, podemos decir que el error es una falsa representación de la

realidad; un falso conocimiento de los hechos.

El error, en sentido amplio, es un vicio de la voluntad, como lo decíamos en supralíneas;

regulado por el Código Civil para el Estado de Michoacán; sin embargo, y como es lógico, el

Código Sustantivo sólo es aplicable dentro del derecho privado y, en consecuencia, dicha

normativa no puede ser aplicable pues nos encontramos en una relación de Derecho Público:

es el Juez con base en sus facultades y funciones otorgadas por la propia Ley, es que hace

una falsa apreciación de la realidad (jurídica o social) que afecta a un gobernado, a una de las

partes del litigio que resuelve.

“Obsérvese que, por una parte, quien lo equivoca es un juez, vale decir, una

persona experta en ‘Derecho’ que hace de su aplicación oficio o profesión habitual. Y si

bien, es verdad que la falibilidad es inherente a la naturaleza humana…y que el

ordenamiento jurídico se evidencia cada día más complejo y enmarañado, también lo es

que el juez no es, respecto de su conocimiento y manejo, un hombre común.” (Mosset

Iturraspe, J. S/A).

Es, por tanto, que si bien el concepto puede ser utilizado de manera genérica como lo

plantea Mosset Iturraspe, también es necesario partir de una diferenciación entre los efectos y

consecuencias que traen aparejadas el error en las funciones judiciales.

El error judicial es todo acto judicial ejecutado por el juez durante la resolución del litigio

que resulta objetivamente contradictorio con los hechos de la causa o con el derecho y los

principios procesales, desviando la solución del resultado justo al que naturalmente debió

llegar. Es decir la noción de la deficiente administración de justicia comprende una serie de


21

actos procedimentales que no culminan necesariamente con el dictado de la sentencia o una

resolución judicial, pero que son susceptibles de producir daños.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido y delimitado el error judicial en la

tesis aislada I.3o.C.24 K (10a.), que al tenor dice lo anterior:

“ERROR JUDICIAL. ELEMENTOS DE SU CONFIGURACIÓN Y SU CORRECCIÓN

POR LOS ÓRGANOS DE CONTROL CONSTITUCIONAL. El "error" como vocablo es

entendido como una equivocación. En el ámbito judicial presenta ciertas notas distintivas: i)

surge de una decisión jurisdiccional, no exclusivamente de las sentencias; ii) los sujetos activos

son Jueces y Magistrados o las personas que ejerzan sus funciones; y, iii) los errores han de

ser crasos, patentes y manifiestos. Aunque los elementos pueden variar, lo cierto es que el

último extremo señalado resulta de interés. Esto, porque a juicio de este tribunal, los errores

deben ser patentes, al grado de que puedan asociarse con la idea de arbitrariedad, al hacer

que la decisión judicial sea insostenible por ir en contra de los presupuestos o hechos del caso.

En otras palabras, el error judicial adquiere relevancia constitucional cuando es producto de un

razonamiento equivocado que no corresponde con la realidad, por haber incurrido el órgano

judicial en un error manifiesto en la determinación y selección del material de hecho o del

presupuesto sobre el que se asienta su decisión, de tal manera que el error sea

inmediatamente verificable, en forma incontrovertible, a partir de las actuaciones judiciales y

sea determinante en la decisión adoptada por el Juez por constituir su soporte único o básico.

Aunado a lo anterior, el error judicial adquiere relevancia constitucional cuando atenta contra

los principios esenciales del Estado de derecho, como la cosa juzgada -como cuando se obliga

al demandado a dar cumplimiento a una sentencia, cuando lo cierto es que el Juez, en las

consideraciones del fallo, lo absolvió en forma absoluta-. Ahora, los órganos de control

constitucional, al conocer de los juicios de amparo sometidos a su potestad, se encuentran

facultados para corregir el error judicial cuando éste presente las características apuntadas en
22

líneas anteriores. Lo anterior, porque toda resolución fundada en el "error judicial" puede

calificarse como arbitraria y, por esa sola razón, violatoria del derecho a la tutela judicial

efectiva. Bajo esa óptica, no podría estimarse que el error judicial constituya "cosa juzgada" o

que el derecho de los justiciables para combatirlo precluya porque ello se traduciría en que la

decisión arbitraria sería incontrovertible por el simple transcurso del tiempo, cuando lo cierto es

que la misma nunca debió existir.”

De esta manera, se puede concluir que, si bien el error judicial surge como una

equivocación que vicia la voluntad del juzgador dentro de sus funciones, ésta adquiere

relevancia jurídica cuando el juzgador hace un razonamiento bajo una determinación o hecho

que no corresponde a la realidad. Y, además, como se advierte de la tesis aislada recién

citada, requiere de cinco elementos para su constitución:

A. Error manifiesto de hecho o del presupuesto en el que se asienta su decisión.

B. Debe ser inmediatamente verificable e incontrovertible.

C. El error debe ser determinante en la decisión adoptada por el juzgador y, por

ende,

D. Constituye un soporte único o básico en la decisión judicial

E. Atenta contra los principios esenciales del Estado de Derecho.

Sin embargo, el error judicial, como se apunta, no constituye cosa juzgada y existen

medios ordinarios y extraordinarios para enmendarlo o, en cuyo caso, exigir la responsabilidad

patrimonial del Estado.

1.5.2. Clasificación
El error judicial, desde el punto de vista doctrinal puede ser de dos tipos:
23

a) Imputable a las equivocaciones de las personas, las cuales pueden ser

cometidas por los profesionales o por los no profesionales.

b) Imputable al sistema jurídico, sea por lagunas en el sistema judicial o por

procedimientos judiciales excepcionales.

Pero es importante mencionar que existen otras clasificaciones de tipos de error judicial,

en donde se consideran que el error puede darse en:

1) El encabezamiento de la sentencia: en este apartado se hace referencia básicamente

a los sujetos con legitimidad activa y pasiva en la causa y al objeto del desacuerdo, por lo tanto

los principales errores que se suelen cometer son: a) incluir indebidamente a quienes no

deberían formar parte del litigio, o b) excluir indebidamente a quienes deberían formar parte del

litigio;

2) En los fundamentos de hecho: estos existen cuando se afirma la existencia de un

estado de cosas que no han sucedido o se omite algún dato fáctico con relevancia jurídica que

efectivamente ocurrió. estos errores se producen cuando se establece judicialmente que

alguien realizó una acción que no se le puede imputar o que no hizo una acción que en realidad

si la realizo;

3) En los fundamentos de derecho: estos errores pueden afectar tanto a la

interpretación como a la aplicación del derecho y se pueden dar respecto a disposiciones tanto

procesales como sustanciales; y,

4) En el fallo: este se produce cuando el juzgador decide más allá, por defecto o por

exceso, de lo solicitado por las partes o del objeto del juicio.


24

1.5.3. El error judicial de facto


El error judicial de facto se produce cuando el juzgador cambia equivocadamente los

hechos materia de la litis, o altera cualquier otro hecho relacionado con las actuaciones del

juicio.

1.6. Elementos del Error Judicial

Son tres los elementos del error judicial; el sujeto pasivo del derecho, la sentencia firme

y el error judicial:

● Sujeto Pasivo. Es la persona condenada, el artículo 10° de la Convención

Americana prevé el derecho a indemnizar a toda persona que ha sido

condenada por sentencia en la que el juez condenó con error judicial, en donde

también se menciona que no se limita al sentenciado en el ámbito penal ya que

puede comprender el ámbito de otras jurisdicciones como lo es el laboral, militar,

civil.

El pacto internacional se limita por interpretación del Comité de los Derechos

Humanos de la ONU y en el Protocolo nu. 7 del convenio para Protección de

Derechos Humanos.

● La Sentencia Firme. Consiste en que la sentencia emitida no exista otra

instancia que la modifique en el plano nacional, asimismo no requiere solamente

en el Sistema Interamericano que posteriormente sea anulada por un hecho

nuevo o nuevas revelaciones que demuestre que ha habido un error judicial

● El Error. Los tipos de errores judiciales que a partir de los criterios emitidos por

la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de


25

Derechos Humanos y la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de

Naciones Unidas son reconocidas las siguientes:

a) Por fraude

b) Por negligencia

c) Por conocimiento o comprensión errónea de los hechos

d) Cuando los tribunales no han reconocido dicho error

Se agregan los siguientes tipos de errores que reconoce la Comisión de Derechos

Humanos de la Organización de Naciones Unidas.

i. Cuando se demuestre la evaluación de las pruebas

ii. Cuando la aplicación de la ley fue claramente arbitraria o equivalía a un error

manifiesto

iii. La denegación de justicia; y

iv. Cuando el tribunal incumple de algún modo su obligación de independencia e

imparcialidad.

Es necesario señalar que en el error judicial se dan dos condiciones: la primera es que

el derecho ofrezca una solución al caso planteado; y la segunda es que la decisión

jurisdiccional no caiga en alguna respuesta que da el derecho. Si el derecho no da una

respuesta concreta el Juez deberá de buscar una respuesta adecuada al caso en particular.

El Juzgador tiene la obligación de buscar la verdad en el derecho y tiene que decidir con

base a la ley y al caso concreto. Cuando no hay un presupuesto de hecho es cuando se da la

discrecionalidad del juez, lo que se presta a un error judicial.


26

CAPÍTULO II “LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO”

De acuerdo con Morales Murillo J. (2014) “El Estado, en ejercicio de sus funciones

asume un régimen de responsabilidad bipartito, el cual es el resultado de un camino sinuoso

emprendido desde hace mucho tiempo, que ahora presenta el problema de contar con un

sistema de responsabilidad personal de los servidores públicos, que incide o tiene interferencia

con el moderno sistema de responsabilidad patrimonial.”

Hoy en día la responsabilidad de los servidores públicos está prevista en el artículo 108

del Pacto Federal y su nacimiento tiene una gran relevancia, pues “Los problemas que

presentaba una dinámica social con influencia de la corrupción, produjeron como resultado el

entorpecimiento del desarrollo adecuado y eficiente de la sociedad, lo que propició un cambio

de paradigma en el sistema constitucional, para implementar un nuevo sistema normativo que

permitiera el combate frontal a los funcionarios corruptos, culpables de producir una crisis

social y económica sin precedentes.” (Morales Murillo J. 2014)

Primigeniamente, en la Constitución de 1857, la responsabilidad de los servidores

públicos estaba contemplada en seis artículos y únicamente enfocado en la responsabilidad por

delitos comunes que cometieron los servidores públicos durante el tiempo de su encargo y en

ejercicio de éste. En la Constitución de 1917, la responsabilidad siguió los mismos

lineamientos, concentrándose principalmente en el artículo 108 constitucional que contemplaba

la responsabilidad por delitos comunes, así como por los delitos, faltas u omisiones que

incurrieren en su ejercicio.

No es hasta bajo el gobierno de Miguel de la Madrid que se legisla sustancialmente el

Capítulo constitucional de la materia. En la exposición de motivos, dicha reforma expresa que

“...obedece a la necesidad de avanzar en el tratamiento a que están sujetos los servidores


27

públicos, concepto que sustituye al de funcionarios públicos, de manera que se establecieran

las bases constitucionales para abatir la arbitrariedad, confusión, inmunidad, inequidad e

ineficiencia, como corruptores de los valores que tutelan al servicio público.” (Morales Murillo J.

2014) De esta manera, el artículo 113 constitucional es reformado el 28 de septiembre de 1982,

dando “...inicio a un sistema de responsabilidades, al contemplar el sistema de responsabilidad

política y penal, con la administrativa, para la cual se prevé un procedimiento autónomo de las

primeras señaladas.” (Morales Murillo J. 2014).

2.1. El Servidor Público

Como habíamos mencionado anteriormente, el servidor público se diferencia de

cualquier otro “trabajador” dada la naturaleza de su labor, es decir, el servidor público es toda

persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza en el Congreso

de la Unión o en la Administración Pública Federal; de tal manera, que “...la nota distintiva de

su relación laboral es el nombramiento, que es un acto jurídico por medio del cual se le designa

para cumplir con estas tareas.” (Morales Murillo J. 2014).

La figura del servidor público tuvo su origen en Francia “como una actividad realizada

por la administración pública en forma directa o indirecta mediante concesionarios” dicha figura

abarca actividades estrictamente públicas regidas por el régimen jurídico público.

El servidor público según Dromi “es una organización de medios para una actividad o

función estatal”, y el término “público” es indicativo de la condición del sujeto titular, es decir, el

que posee el Estado está destinado para satisfacer a las personas bajo ordenamiento del

derecho público.
28

2.1.1. Principios generales del servidor público


1. Principio de Legalidad. En todo momento someten su actuación a las

facultades que las leyes, reglamentos y demás disposiciones jurídicas, atribuyen

a su empleo, cargo o comisión.

2. Principio de Imparcialidad. Los servidores públicos dan a los ciudadanos y a la

población en general el mismo trato.

3. Principio de Honradez. Los servidores públicos se conduzcan con rectitud sin

utilizar su empleo, cargo o comisión para obtener algún beneficio, provecho o

ventaja personal o a favor de terceros.

4. Principio de Lealtad. Los servidores públicos corresponden a la confianza que

el Estado les ha conferido.

5. Principio de Eficiencia. Los servidores públicos actuarán conforme a una

cultura de servicio orientada al logro de resultados, procurando en todo

momento un mejor desempeño de sus funciones a fin de alcanzar las metas

institucionales.

2.2.2. Valores que todo servidor público debe de tener


a) Interés Público. Los servidores públicos actúan buscando en todo momento la

máxima atención de las necesidades y demandas de la sociedad por encima del

interés y beneficios particulares, ajenos a la satisfacción colectiva.

b) Respeto. Se conducen con austeridad y sin ostentación, otorgan un trato digno

y cordial a las personas en general de tal manera que propician diálogo y la

aplicación armónica de medios que induzcan al entendimiento.

c) Respeto a los Derechos Humanos. Deberán respetar los Derechos Humanos

y, en el ámbito de sus competencias y atribuciones, garantizar, promover y

proteger los principios de universalidad, indivisibilidad y progresividad:


29

d) Igualdad y no discriminación. Los servidores públicos prestan sus servicios a

todas las personas sin distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en

el origen étnico o nacional, el color de piel, la cultura, el sexo, el género, edad,

discapacidades, condición social, económica, de salud o jurídica, la religión,

apariencia física, las características genéticas, la situación migratoria, el

embarazo, lengua, opiniones, preferencias sexuales, identidad o afiliación

política, estado civil, situación familiar, antecedentes penales o cualquier otro

motivo, respetando en todo momento lo consagrado en el artículo 1° de nuestra

Carta Magna.

e) Equidad de Género. En el ámbito de sus competencias y atribuciones deben

garantizar que tanto las mujeres como hombres puedan acceder con las mismas

condiciones, posibilidades y oportunidades a los bienes y servicios públicos, a

los programas y beneficios institucionales y a los empleos, cargos y comisiones

gubernamentales.

f) Integridad. Los servidores públicos deberán de actuar de manera congruente

con los principios que se deben de observar en el desempeños de un empleo,

cargo o función, comprometidos a ajustar su conducta para que impere en su

desempeño una ética que responda al interés público.

g) Cooperación. Es deber de los servidores públicos colaborar entre sí y propiciar

el trabajo en equipo para alcanzar los objetivos comunes previstos en los planes

y programas gubernamentales.

h) Transparencia. En el ejercicio de sus funciones deberán proteger los datos

personales que estén bajo custodia; privilegiar el principio de máxima publicidad

de la información pública atendiendo a la diligencia los requerimientos de acceso

y proporcionando la documentación que obtienen y difunden de manera


30

proactiva como un elemento que genera valor a la sociedad y promueve un

gobierno abierto.

i) Rendición de cuentas. Los servidores públicos asumen plenamente, ante la

sociedad y sus autoridades, la responsabilidad que deriva del ejercicio de su

empleo, cargo o comisión, por lo que informan, explican y justifican sus

decisiones y acciones y que también se sujetan a un sistema de sanciones, así

como la evaluación y al escrutinio público de sus funciones por parte de la

ciudadanía.

2.2. La Responsabilidad de los Servidores Públicos

Como ha quedado evidenciado, la responsabilidad en la que pudiera llegar a caer el

servidor público tiene la naturaleza de pública pues, investido de ciertas facultades, otorgadas a

través del nombramiento, realizan las actividades del Estado en beneficio de un interés público

o social; es por ello que, por lógica, el tratamiento de las responsabilidades en las que pudiera

llegar a incurrir es diferente al sector privado.

Para Morales Murillo, J. (2014) “las normas reguladoras de la función pública

establecen los derechos y obligaciones de los funcionarios, así como las responsabilidades a

los que son sujetos. Entre esos deberes se encuentran, en general, la de legalidad, lealtad,

obediencia jerárquica, el profesionalismo, dedicación, discreción, los cuales han sido

ampliamente desarrollados por el derecho administrativo y acogidos por la norma jurídica.”

Ahora bien, es importante destacar que la persona física, provista de un nombramiento,

está una doble relación ante la Institución a la que pertenece: cuando éste “...actúa hacia

adentro, es decir, como sujeto de derechos y obligaciones propios, distintos a los de la


31

organización (...) el vínculo que se establece es de servicio, dando lugar a la noción de empleo

público.” (Ivanega, M. S/A).

Por otra parte, si dicha persona pública actúa en y para la administración, “...pero

trascendiéndola, es decir, hacia afuera de ella y en interrelación con otras personas físicas o

jurídicas ajenas a la organización (lo que hace que en cierta forma se pierda su individualidad),

se establece una relación distinta que es la llamada orgánica.” (Ivanega, M. S/A)

Con base en la teoría que nos otorga la autora, podemos distinguir dos tipos de relación

que existen entre la persona -como persona física- y el Estado -como institución u

organización-; en el primer vínculo no existe una distinción entre la persona física y la

institución: esta está dotada de derechos y obligaciones, ajenos a la institución, y por tanto, la

relación es establecida en un vínculo de servicio, como una relación contractual: el patrón (la

institución) y el trabajador (la persona física) tienen un vínculo; sin embargo, ambos son ajenos,

distintos, con diferencias entre sus intereses, obligaciones y derechos, y la relación contractual

es únicamente la de servicio.

En cambio, en la segunda relación no existe distinción entre la institución y la persona,

pues esta última actúa hacia afuera, como una extensión más de la institución, actuando en

favor y para ella (como una extremidad); y es de esta última que se deriva la responsabilidad

del Estado.

Como se concluyó en el capítulo anterior, el error judicial nace de la equívoca

apreciación de un hecho o material que lleva a una mala apreciación de la realidad que

influencia al juzgador al momento de tomar una decisión; por lo tanto, resulta obvio decir que el

juzgador se encuentra en el segundo presupuesto clasificado por Ivanega (S/A), y por ende es

sujeto de responsabilidad del Estado.

Bajo esta tesitura, ¿el error judicial es parte de la responsabilidad del Estado?
32

Como bien afirma Morales Murillo, J. (2014), estudiar la responsabilidad de los

servidores públicos implica estar conscientes de “...la existencia de una conducta, de acción u

omisión, que es desplegada en contra de disposiciones de índole legal, políticas,

administrativas e, inclusive, de ética profesional, que son aplicables en un momento y lugar

determinados.” Y además, las consecuencias que conlleva dicha conducta pueden contraer los

más diversos efectos que pueden verse influenciados por el tipo de responsabilidad y el grado

de autonomía que posea de otras conductas.

Para poder identificar una conducta que atrae algún tipo de responsabilidad debemos

acotar que “...las conductas de la autoridad se encuentran regidas por el principio de legalidad

constitucional, de manera que las facultades o atribuciones de la autoridad deben estar

conferidas por un ordenamiento jurídico válido (...)” (Morales Murillo J. 2014); es decir, toda

conducta (positiva o negativa) debe estar fundada en algún ordenamiento vigente que avale la

legalidad de ésta; por el contrario, al momento de violarse el principio de legalidad “...los actos

de autoridad son susceptibles de combatirse a través de los medios de impugnación

establecidos por el ordenamiento jurídico, y al quebrantarse la responsabilidad el servidor

público se hace acreedor a las sanciones determinadas en el sistema.” (Morales Murillo J.

2014)

Sin embargo, “...la creación de un sistema de responsabilidad común y general, que

pretende de aplicarse lo mismo a actos ejecutados por empleados administrativos que por

legisladores o por jueces, lejos de crear un orden normativo contribuye al caos jurídico ante la

falta de compatibilidad de las normas sancionadoras con la conducta específica.” (Morales

Murillo, J. 2014).
33

2.3. La Responsabilidad Judicial

La independencia que el poder judicial goza, según lo estipulado por la Constitución

Mexicana, no debe ser motivo para excusar o que no se lleve una correcta regulación de la

responsabilidad patrimonial del Estado; ya que lo podemos ver en que los juzgadores no son

sujetos de responsabilidad patrimonial por los daños que generen a la sociedad, por lo que deja

en evidencia que el Estado es irresponsable en ese sentido por sus actos desde esta

perspectiva.

No es cuestionable el que se impute de manera directa al Estado dicho error ya que

deriva de uno de los poderes públicos del órgano estatal, con independencia de la forma en

que se hayan generado los daños. Si no que el Estado no reconoce, ni repara estos errores y,

peor aún, evade su sentido de responsabilidad, lo que provoca que sus instituciones pierdan el

prestigio que requieren para alcanzar un pleno desarrollo, fortalecimiento y consolidación de

sus instituciones, el Estado de Derecho y el reconocimiento internacional. Puesto que un

Estado debe ganarse el respeto, confianza y el apoyo de sus ciudadanos a través de un actuar

impecable, que, si bien no está libre de errores, se deben reconocer y reparar.

El Estado, como ente, y a través de sus tres poderes, tiene a su responsabilidad una

serie de actividades con el fin de garantizar a los gobernados un interés y bienestar social que

se refleja, entre otras cosas (y centrándonos en el tema de la presente investigación), en la

certeza jurídica, en la seguridad jurídica y en la impartición de justicia, tutelados en los artículos

14 y 16 constitucionales; deberes que son satisfechos a través de sus representantes y

servidores públicos.

Y, como vimos en el capítulo anterior, entre los servidores públicos están los

juzgadores; quienes tienen deberes y facultades para llevarlas a cabo, y que, al momento de
34

cometer una equivocación en el ejercicio de sus funciones, no puede ser resuelto y condenado

bajo el derecho civil.

Es así que, siendo conscientes que los servidores públicos son personas y que no están

exentos de errores, es que la doctrina y la legislación han regulado temas que van desde lo

genérico a lo específico: la responsabilidad del Estado, la Responsabilidad judicial y el error

judicial.

2.3.1. Concepto de la responsabilidad judicial


Recordemos que los jueces, a través de su nombramiento, constituyen el medio y los

instrumentos, y que, gracias a ellos, aparece la actividad jurisdiccional del Estado como una

obligación. Su deber se centra, principalmente, en la administración de justicia y dicha

administración no sólo representa un derecho humano por parte de los gobernados, sino que,

paralelamente, es una obligación del Estado en brindar como un servicio y deber de éste con

los gobernados.

Es, siguiendo este orden de ideas, que la responsabilidad judicial puede verse desde

dos ópticas: la responsabilidad del Estado como ente facultado por la soberanía para la

administración de justicia; y, por otro lado, la del juez como un servidor público en donde es

visto como responsable de administrar la justicia.

Es así que hay una obligación jurisdiccional civil del Estado, que, a palabras de Escobar

López, E. (1997) existe:

“(...) Una obligación de jurisdicción civil del Estado, la que se manifiesta en una

actividad o función soberanas implicantes de una obligación de derecho público, de las que

emerge para los asociados un derecho subjetivo público individual de demandar aquellas
35

prestaciones de derecho público que tiene por objeto la declaración de certeza o la realización

coactiva de los intereses materiales que protege el derecho privado.”

Por otra parte, el Diccionario de Derecho Usual, define a la responsabilidad judicial

como:

“...la obligación o deuda moral en que incurren los magistrados y jueces que

infringen la ley o sus deberes, en el ejercicio de sus funciones específicas. Este autor también

se ocupa de la responsabilidad disciplinaria, referida al ámbito jurisdiccional, que te entiende la

como la facultad jerárquica que tiende a restablecer la disciplina y a velar por el desempeño

eficiente y digno de ministerio judicial…”

Con base en lo anterior, podemos decir que la responsabilidad judicial es responder de

los actos, las obligaciones o deudas morales en las que incurren los servidores públicos en

materia judicial. Recordemos que, como habíamos concluido en el subtema anterior, los

servidores públicos representan al Estado al momento de prestar un servicio que está

restringido únicamente a éste: como lo es, en este caso, la impartición de justicia, por lo tanto,

¿la responsabilidad judicial recae en los funcionarios judiciales?

El autor colombiano Escobar López E., Explica que “... el oficio desempeñado y órgano

jurisdiccional tienen que considerarse como una misma cosa, entrelazados éticamente entre sí

como parte del Estado, ya que, en relaciones entre sí como parte del Estado, ya que en el

campo judicial y del proceso mismo sólo pueden existir relaciones entre el Estado y el sujeto

físico que asume la calidad de órgano.” (Escobar López, E. 1997)

Mientras que otros autores creen necesario que dentro de la responsabilidad del Estado

y, de manera particular, en la responsabilidad judicial existen diversos tipos de responsabilidad

y que sus diferencias pueden ser cruciales al momento de responder la incógnita inicial. Nava

Rodríguez, M.A. (2011), señala que existen:


36

I. Responsabilidad política ante los poderes políticos del Estado.

II. La responsabilidad constitucional.

III. La Responsabilidad jurídica del Estado sustitutiva, exclusiva o concurrente con

la responsabilidad personal del juez.

Responsabilidad política ante los poderes políticos del Estado.


La autora explica que “... este tipo presenta dos variantes: responsabilidad del juez ante

los órganos políticos del gobierno y responsabilidad constitucional…” (Nava Rodríguez, M.A.

2011)

En la primera variante existen dos principios:

1. El carácter político del órgano ante quien se responde, y;

2. La interpretación jurídica que los jueces realizan.

2.3.2. La responsabilidad constitucional


La responsabilidad constitucional, se da por violaciones específicas a la Constitución.

De acuerdo con Nava Rodríguez (2011):

“En principio parecería ser una especie de responsabilidad legal, si no fuera

porque las violaciones a la constitución son eminentemente políticas, y porque la Ley Suprema

está ligada a las interpretaciones creativas de los órganos políticos o cuasi políticos que, al

hacerlo, pueden contrariar disposiciones constitucionales.”

Así, la autora afirma que, dentro de la responsabilidad judicial del Estado, están todas

las violaciones y, además, dichas violaciones son causadas por una interpretación de los

órganos que depende directamente de la ideología o la corriente política que esté en esos

momentos imperante en la realidad social. Es así que, se plantea el primer problema acerca
37

del error judicial grave en el funcionamiento de la administración de la justicia: ¿Tiene como

factor causante el ámbito social y político?

Si bien, por el momento responder esta interrogante sería apresurado, es pertinente

hacer realce que, en el ámbito constitucional, la responsabilidad del Estado ha sido

ampliamente protegido por mecanismos propios de nuestra Carta Magna.

La definición que nos otorga Nava Rodríguez es vaga y ambigua en razón de que, a

pesar que con ella podemos afirmar que los mecanismos de los que se hicieron mención en

supralíneas podrían incluirse el juicio de amparo; no obstante, este medio de control

constitucional está fuera de los límites de estudio y disciplina del error judicial y, de manera

específica, de la responsabilidad del Estado.

2.4. La Responsabilidad Jurídica del Estado Sustitutiva, Exclusiva o concurrente


con la Responsabilidad Personal del Juez

En este tipo de responsabilidad encontramos tres subtipos: en primer lugar, existe la

directa que, de acuerdo con Nava Rodríguez (2011) “...en la mayoría de los sistemas que

contemplan un régimen de responsabilidad directa, también existe una acción de repetición por

lo cual se pretende que el juez causante del error le devuelva al Estado la cantidad que éste le

haya abonado a la víctima. En algunos casos esta acción repetitiva sólo procede en las

hipótesis de dolo o culpa grave.”

El artículo 94 del Pacto Federal, que a la letra dice:

“La competencia de la Suprema Corte, su funcionamiento en Pleno y Salas, la

competencia de los Plenos Regionales, de los Tribunales de Circuito, de los Juzgados de

Distrito y del Tribunal Electoral, así como las responsabilidades en que incurran las servidoras
38

y los servidores públicos del Poder Judicial de la Federación, se regirán por lo que dispongan

las leyes y los acuerdos generales correspondientes, de conformidad con las bases que esta

Constitución establece.”

Así, la propia Constitución delimita y otorga cierto grado de autonomía al Poder Judicial,

pues, sus servidores públicos, en caso de responsabilidad, seguirán las leyes propias y

particulares.

2.4.1. La responsabilidad jurídica personal del Juez


Responsabilidad del Juez
Cuando se menciona el error judicial siempre se hace mención a los errores cometidos

por los órganos jurisdiccionales, pero ¿qué sucede cuando en resoluciones que parecen

injustas, no provienen de errores judiciales, sino de omisiones de las partes? Que, al no aportar

los medios de prueba conducentes para que se procure la justicia; ya que el órgano de decisión

solamente puede tener por cierto un hecho cuando encuentra correspondencia con las pruebas

aportadas por las partes; por lo tanto, aunque esas sentencias parezcan injustas, en realidad

son reflejo de las deficiencias de las partes. No obstante, por esta razón los juzgadores, en

ocasiones, no son conscientes de la delicada tarea que implica impartir justicia y la necesidad

de estar permanentemente actualizados, lo que, en gran medida, les evitará incurrir en errores

judiciales.

Es lógico que todo juez como ser humano cometa errores, siendo ese el motivo por el

que se crearon los recursos o medios de impugnación; por lo que el error judicial sólo será

causa de responsabilidad administrativa cuando sea inexcusable, es decir, que cause un daño

significativo, que trascienda el sentido del fallo, pues de no ser así, es obvio, que no causaría

un daño significativo. Algunos de los daños producidos no necesariamente suelen ser de

carácter patrimonial; pueden ser de carácter moral e incluso eventuales.


39

Es importante que quede claro que el error judicial en ningún caso puede ser

intencional, ya que las conductas dolosas, que se traduzcan en actos injustos, no pueden

considerarse como notoria ineptitud o descuido de los juzgadores.

Algunos de los motivos por los que pueden incurrir en faltas graves los órganos

jurisdiccionales son la notoria ineptitud y el descuido en el desempeño de la función; en virtud

de que gozan de independencia para emitir sus fallos y el servicio que prestan debe estar

exento de errores judiciales inexcusables.

“Los jueces, como servidores públicos, constitucionalmente están sometidos a

responsabilidad política, penal, civil y administrativa. Cada una de ellas presenta ciertas

peculiaridades que la hace distinta a las demás.” (Morales Murillo J. 2014).

Como hemos viniendo diciendo desde el inicio del presente capítulo, los jueces son

servidores públicos y, como tales, están facultados únicamente lo que la ley expresamente lo

establezca, es decir, que éstos deben de fundar y motivar cada uno de los actos que realicen

como administradores de la justicia, caso contrario, cuando “...actúa más allá de sus límites

que el cargo le permite, cuando se vale de sus atribuciones y poderes para la obtención de

finalidades ajenas e intereses propios, perfecciona una actividad extraña al Estado y a las

funciones que le han sido encomendadas, las que riñen con el derecho y, por tanto, son

ilícitas.” (Escobar López, E. 1997)

En esta vertiente, es importante destacar que en nuestro sistema jurídico y, para efectos

del presente ápice, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación en su artículo 110 dicta

que son causales de responsabilidad los servidores del Poder Judicial Federal:

“I. Realizar conductas que atenten contra la independencia de la función judicial;

II. Inmiscuirse indebidamente en cuestiones del orden jurisdiccional que

competan a otros órganos del Poder Judicial de la Federación;


40

III. Tener una notoria ineptitud o descuido en el desempeño de las funciones o

labores que deban realizar;

IV. Impedir en los procedimientos judiciales que las partes ejerzan los derechos

que legalmente les correspondan en los procedimientos;

V. Conocer de algún asunto o participar en algún acto para el cual se

encuentren impedidos;

VI. Realizar nombramientos, promociones o ratificaciones infringiendo las

disposiciones generales correspondientes;

VII. No poner en conocimiento del Consejo de la Judicatura Federal cualquier

acto tendiente a vulnerar la independencia de la función judicial;

VIII. No preservar la dignidad, imparcialidad y profesionalismo propios de la

función judicial en el desempeño de sus labores;

IX. Emitir opinión pública que implique prejuzgar sobre un asunto de su

conocimiento;

X. Abandonar la residencia del tribunal de circuito o juzgado de distrito al que

esté adscrito o adscrita, o dejar de desempeñar las funciones o las labores que tenga a

su cargo;

XI. Incumplir las disposiciones constitucionales y legales en materia de

propaganda y de informes de labores y de gestión;

XII. La omisión a que se refiere el artículo 135 del Código Nacional de

Procedimientos Penales;

XIII. Acosar u hostigar sexualmente;


41

XIV. Valiéndose de las atribuciones o facultades de su empleo, cargo o

comisión, directa o indirectamente designar, nombrar o intervenir a personas con las

que tenga lazos de parentesco por consanguinidad o afinidad hasta el cuarto grado o

vínculo de matrimonio, concubinato o afectivo;

XV. Que las personas que hubieran recibido un nombramiento de base, interino

o de confianza directa o indirectamente designen, nombren o intervengan para que se

contrate a los cónyuges, concubinos, convivientes o parejas en relaciones análogas, o a

parientes consanguíneos o por afinidad hasta el cuarto grado de la persona que los

nombró, y

XVI. Las previstas en la Ley General de Responsabilidades Administrativas,

siempre que no fueren contrarias a la naturaleza de la función jurisdiccional.”

Respecto a los requisitos, el jurista colombiano establece cuatro requisitos esenciales

que, si bien están basados en el Código de Procedimientos Civiles del sistema jurídico

colombiano, pueden ser la base para analizarlos en nuestro sistema legal.

Los requisitos enlistados por Escobar López, E. (1997) son cuatro, a saber:

a) Quien pretenda ejercer la acción haya sido parte del proceso. En este punto es

importante destacar que, de acuerdo al mismo autor, la calidad de parte lo

determina la misma demanda, o su equivalente, al precisar que “La demanda

es, entonces, elementos básico para establecer cuáles son las partes dentro de

un proceso (...) porque mediante ese libelo puede determinarse quién o quiénes

tienen la calidad de demandante y de demandados ya que, (...) la calidad de

parte de demandante se adquiere por el mero hecho de demandar directamente

o por interpuesta persona con poder para ello, y la de demandado por la sola
42

circunstancia de ser mencionado como tal en el libelo demandatorio.” (Escobar

López, E. 1997).

Cabe aclarar que en nuestra compilación de leyes el carácter de parte tiene que ser

reconocido por la propia autoridad jurisdiccional al momento de admitir o no la demanda.

b) Que el Juez haya incurrido en una de las causales.

c) Quien ejerció la acción haya sido afectado directamente.

d) Que exista una relación de causalidad entre el daño ocasionado y el proceder

del Juez.

2.4.2. El error judicial y los tipos de responsabilidad.


El Error Judicial puede dar lugar a distintos tipos de responsabilidades. Desde una óptica de las

ramas del Derecho podemos distinguir las siguientes:

a) La responsabilidad civil del Juez, que implica su obligación personal de resarcir

patrimonialmente los daños producidos siempre y cuando pueda imputarse un actuar doloso,

culpa grave, desconocimiento palmario del derecho, etc.; es decir, que su accionar trascienda

el marco de la falta de servicio. El Estado garantiza a las víctimas de los daños causados por

las faltas personales de los jueces y otros magistrados, sin perjuicio de su acción contra estos

últimos.

b) La responsabilidad penal, en caso de que su actividad encuadre en alguno de los

tiempos previstos por el Código Penal. Así como también cuando se estaba frente al supuesto

de detenciones preventivas que ocasionarán daños y perjuicios. Puede acordarse una

indemnización a favor de la persona que haya sido objeto de una detención preventiva en el

curso de un procedimiento que termine con una decisión absolutoria, de rechazo o de

sobreseimiento convertida en firme, cuando esta detención haya causado un perjuicio de

particular gravedad.
43

c) La responsabilidad política en cuanto al ejercicio de su función como juez da lugar al

juicio político o de enjuiciamiento.

d) La responsabilidad administrativa en sede disciplinaria.

e) La responsabilidad directa y objetiva del Estado, al margen o subsidiariamente de la

persona del juez por falta de servicio o errores judiciales en la administración de justicia.

Responsabilidad Civil
Para Escobar López, E. (1997) existen diversos tipos de conducta en las que puede el

juez al momento de administrar justicia, las cuales enlista en: fraude, el dolo, el abuso de

autoridad, cuando se omiten o retardan injustificadamente alguna actuación judicial o, cuando

obran con error inexcusable.

En párrafos y ápices anteriores hemos definido los tipos de responsabilidad jurídica

personal del en las que puede recaer el juez en su actuar como funcionario público, y los cuatro

supuestos que marca el autor como responsabilidad civil son conceptualizados en un marco

legal distinto al nuestro, a saber: que en el sistema legal colombiano sí existe la figura de la

responsabilidad del Estado vista más allá de un pago indemnizatorio (la responsabilidad

patrimonial del Estado).

El tema toma trascendencia pues, como se estudiará en el próximo capítulo, la

responsabilidad, y en especial el error judicial, está regulado (a veces a profundidad, en otras

simplemente diferente a nuestro sistema normativo) con grandes diferencias al sistema jurídico

mexicano.
44

CAPÍTULO III: “LEGISLACIÓN INTERNACIONAL Y DERECHO


COMPARADO”

III.1. La Regulación de la Responsabilidad Patrimonial del Estado Mexicano

Es limitada dicha regulación, porque nuestra Constitución la acotó a su actividad

administrativa irregular, dicha responsabilidad no la prevé respecto de las actividades de los

Poderes Judicial y Legislativo. En la actualidad en México los juzgadores y legisladores no son

sujetos de responsabilidad patrimonial por los daños que generen a la sociedad, por lo que el

Estado sigue siendo irresponsable por sus actos desde estas perspectivas. Nuestro

ordenamiento Constitucional y legal permanece al margen de la figura de la Responsabilidad

Patrimonial del Estado por el funcionamiento de la administración de justicia, no cabe duda que

también la impartición de justicia puede causar lesiones patrimoniales o de otra índole a los

particulares, es imprescindible entender que la responsabilidad por los actos del juzgador

necesariamente deben imputarse de manera directa al Estado pues dicho error deriva de uno

de los poderes públicos del órgano estatal, con independencia de la forma en que se hayan

generado los daños.

El Estado, considerado más allá del gobierno en turno, se gana el respeto, la confianza

y el apoyo de sus ciudadanos a través de un actuar impecable, que, si bien no está libre de

errores, los reconoce y repara. Un Estado que por el contrario no reconoce, ni repara sus

propios errores y que peor aún, evade su sentido de responsabilidad no tendrá jamás el

prestigio que requiere para alcanzar el pleno desarrollo, el fortalecimiento, consolidación de sus

instituciones, Estado de Derecho y el reconocimiento internacional.


45

III.1.1. Ámbito Jurisdiccional


Los gobernados necesitan tener confianza en el ordenamiento jurídico al cual se

encuentran sometidos, sólo así podemos pensar en una sociedad tranquila en paz, con

conciencia cívica, respaldo político y respetuoso del Derecho y la ley. El Estado tiene como

finalidad lograr el bien común de sus gobernados, que no podría alcanzarse si el propio Estado

no accede a enmendar o reparar los daños y perjuicios que con su actividad les llegara a

ocasionar, es por ello que se requiere un Estado especializado, eficaz y eficiente, que actué

con lógica, con apego irrestricto dentro del marco legal, siempre respetuoso de los derechos

humanos de sus gobernados, que atienda las necesidades apremiantes, entonces

necesariamente va a producir las normas jurídicas que le permitan actuar como un Estado

responsable. Sin embargo, en el ámbito jurisdiccional a pesar del esfuerzo para garantizar una

serie de derechos a los particulares cuando se encuentran en un juicio, la posibilidad de que se

regulen las disposiciones tendientes a tutelar el derecho a una indemnización cuando se

generan daños y perjuicios provenientes de un error judicial o del funcionamiento anormal en la

administración de justicia continúa siendo ambigua en nuestro país.

Así, por ejemplo, en el ámbito penal tratándose de un error judicial, repugna más un

condenado inocente que un culpable absuelto, en el caso del funcionamiento anormal, el

retraso, la lentitud y las disfunciones producen un alejamiento de la impartición de justicia de

las personas, ya que se van desprestigiando los órganos ante la vista de los particulares que

son los directamente afectados. La responsabilidad del Estado por error judicial y el anormal

funcionamiento de la administración de justicia es un tema que produce serias consecuencias,

ya que son los particulares los que a diario se ven afectados ante innumerables errores y

deficiencias producidas por los órganos encargados de administrar justicia, pues aunque la

sabiduría popular dice que “errar es de humanos”, la pregunta que surge ante este escenario

es ¿hasta qué punto los particulares estamos obligados a soportar estas fallas en uno de los

poderes u órganos del Estado?


46

III.1.2. Regulación Legislativa


La Responsabilidad Patrimonial Administrativa del Estado Mexicano está prevista en el

último párrafo del artículo 109 constitucional, cabe destacar que con motivo de la reciente

aprobación del Sistema Nacional Anticorrupción por el Congreso de la Unión, ésta

responsabilidad se encontraba prevista en el párrafo segundo del artículo 113 Constitucional en

materia de indemnizaciones, pero este precepto resulta insuficiente y omiso para la protección

de los derechos humanos y en franca violación al Artículo 10 de la Convención Americana

sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), toda vez que al suscribir dicho pacto

internacional México adquirió la obligación de indemnizar conforme a la ley, a sus gobernados

en caso de haber sido condenados en sentencia firme por error judicial. Nuestra Constitución

no ha establecido el reconocimiento a la indemnización por error judicial, pues la acotó solo a

su actividad administrativa irregular, dejando fuera la actividad jurisdiccional irregular, lo que

significa que la norma de normas no admite el reconocimiento de la responsabilidad del Estado

por los daños producidos en el ejercicio de su función jurisdiccional.

En México no hay una legislación mediante la cual se pueda reconocer que hubo error

judicial y responsabilidad del Estado, por lo que la ausencia de disposiciones normativas

específicas propicia un estado de vulnerabilidad para las personas que una vez que enfrentan

el sistema de justicia y son declaradas inocentes mediante sentencia absolutoria, buscan

resarcir las afectaciones motivadas por errores judiciales, ya que no existe norma alguna que

establezca el mecanismo, tasación ni parámetros para fijar dicha indemnización por lo que los

afectados quedan en completo estado de indefensión y en franca violación a sus derechos

humanos. La falta de reconocimiento jurídico de la Responsabilidad Patrimonial del Estado en

el funcionamiento de la Administración de Justicia, trae como consecuencia la imposibilidad

legal del particular de obtener una indemnización por los daños causados por la actividad
47

estatal a través de procedimientos ágiles y sencillos, y que la ausencia de regulación genera

Revista Iberoamericana de Ciencias ISSN 2334-2501 120 Vol. 3 No. 7 incertidumbre entre los

usuarios de este servicio, dando cabida a su flexibilización, atenuación, excepcionalidad e

incluso corrupción.

III.2. Esfera Internacional

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (genuina interprete y garante de la

Convención Americana) en jurisdicción contenciosa en el caso Baldeón García vs. Perú (que

sanciona la responsabilidad internacional del Estado peruano por la tortura y posterior muerte

de Bernabé Baldeón García por parte de efectivos militares, así como la falta de investigación y

sanción a los responsables), en su sentencia de 6 de abril de 2006, ha señalado que: La

reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación inter-nacional requiere,

siempre que sea posible, la plena restitución o restitutio in integrum, la cual consiste en el

restablecimiento de la situación anterior. De no ser esto posible, cabe al tribunal internacional

determinar una serie de medidas para, además de garantizar los derechos conculcados,

reparar las consecuencias que las infracciones produjeron, así como establecer el pago de una

indemnización como compensación por los daños ocasionados.

Es necesario añadir las medidas de carácter positivo que el Estado debe adoptar para

asegurar que no se repitan hechos lesivos… Las reparaciones son medidas que tienen a hacer

desaparecer los efectos de las violaciones cometidas. Su naturaleza y su monto dependen de

las características de la violación y del daño ocasionado en los planos material e inmaterial. No

pueden implicar enriquecimiento ni empobrecimiento para la víctima o sus sucesores, y deben

guardar relación con las violaciones declaradas en la sentencia. Es decir, que el esquema de

responsabilidad del Estado descrito deberá ajustarse al modelo general de control de


48

constitucionalidad que deriva del análisis sistemático de la reforma constitucional en materia de

derechos humanos de junio de 2011. La falta de dicha regulación obliga a los ciudadanos que

se encuentren en la hipótesis de haber sido sentenciados por error judicial, para que una vez

liberados acudan a las instancias previstas en el Sistema Interamericano de Protección de los

Derechos Humanos, en primera instancia ante la Comisión Americana y en segunda a la Corte

Interamericana de los Derechos Humanos como instancia jurisdiccional-contenciosa, ante la

ausencia de la expedición de normas que detallen y tiendan a hacer efectivos los derechos

establecidos en la Convención Americana de los Derechos Humanos, en caso de no haber

encontrado solución en el ámbito del derecho interno, en contra del Estado Mexicano, para

primero demostrar la responsabilidad del Estado por su condena errónea y poder así alcanzar

la citada indemnización, con lo que nuevamente se le violan sus derechos humanos.

La Constitución tiene el rango de ordenamiento fundamental en la vida del Estado, por

ser expresión de la soberanía del pueblo, sin embargo y pese al avance parcial legislativo del

año 2002 mediante reforma constitucional para incorporar la figura de la responsabilidad

patrimonial del Estado y con ello superar las añejas concepciones civilistas que tenían como

fundamento la culpa del servidor público, es una realidad innegable que la Ley Fundamental no

establece la responsabilidad patrimonial del Estado por error judicial y por el anormal

funcionamiento de la administración e impartición de justicia en el ámbito federal, pues acotó la

materia de indemnización solo a la actividad administrativa irregular mediante ley reglamentaria

(Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, publicada en el Diario Oficial de la

Federación el 31 de diciembre de 2004), dejando fuera la actividad jurisdiccional irregular, es

decir, constitucionalmente no está consagrada la responsabilidad patrimonial del Estado

Mexicano por error judicial.


49

III.2.1. Vista a los Derechos Humanos


Es importantísimo precisar que con la reforma en materia de derechos humanos se

plasmaron grandes cambios en el paradigma constitucional en lo sustantivo y en lo operativo.

Los cambios sustantivos se derivan básicamente en la armonización constitucional con el

derecho internacional de los derechos humanos (armonía del paradigma constitucional con el

convencional), el problema que advertimos en este proceso no se da en los cambios

sustantivos, sino en los cambios operativos, porque si bien es cierto Revista Iberoamericana de

Ciencias la responsabilidad patrimonial del Estado por error judicial se encuentra vigente en

nuestro país de manera sustantiva y obligatoria por lo establecido en el artículo 10 de la

Convención Americana de los Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales por

ser parte del derecho interno, donde encontramos la falla es en los cambios operativos, que se

traduce en la imposibilidad procesal de hacer valer el derecho a ser indemnizado por error

judicial ya que en México no existen las herramientas, mecanismos, parámetros de tasación y

procedimientos para garantizar su cumplimiento, y es justamente aquí donde radica la esencia

del problema planteado.

El catálogo de los derechos humanos no es cerrado y como sabemos no está limitado a

los que se encuentran expresamente reconocidos en la Constitución, porque las normas

internacionales de derechos humanos vienen a complementar la lista de los derechos

consagrados en la Norma Fundamental, por lo cual los tratados y convenciones internacionales

actúan como normas subsidiarias del texto constitucional, esto representa los cambios

sustantivos a que hemos hecho mención, ya que la protección y defensa de los derechos

humanos hoy día no es asunto cuya competencia sea exclusiva de la jurisdicción de cada

Estado, sino que es un asunto de corresponsabilidad que también compete a la comunidad

internacional, ya que los derechos fundamentales al igual que los derechos humanos son parte

integrante del concepto moderno de Constitución. El Estado mexicano no puede optar por

satisfacer o considerar como derechos sólo algunos y dejar a un lado o fuera de consideración
50

y protección a otros, como el derecho a la indemnización por error judicial y anormal

funcionamiento de la administración e impartición de justicia en México, ya que el ser humano

es el titular de todos los derechos reconocidos y no se le pueden menoscabar, regatear,

escatimar o desconocer por la razón que fuere ninguno de sus derechos.

El Derecho Internacional contemporáneo, se ha enfocado de forma particularmente

cuidadosa a establecer por medio de diversas convenciones y tratados internacionales, la

salvaguarda de los aspectos vinculados a los Derechos Humanos, y de forma específica al

tema de las garantías en los procesos jurídicos y al funcionamiento de la estructura

administrativa y procesal del sistema de justicia de las naciones, tan es así que México en

relación a la protección de los Derechos Fundamentales del Hombre ha suscrito una serie de

acuerdos de naturaleza internacional que al cumplir con los requisitos contenidos en el artículo

133 constitucional son considerados como Ley Suprema de toda la Unión, aunado a lo antes

expuesto México ha celebrado y ratificado por el Senado de la República, además de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o

Degradantes entre otros, sin embargo y pese a que de acuerdo al artículo 133 constitucional

tales tratados deben ser tenidos como ley suprema en nuestro país, las disposiciones

contenidas en ellos, no han tenido como consecuencia la expedición de una normatividad que

señale la responsabilidad patrimonial del Estado en los casos de errores judiciales frente a un

eventual funcionamiento inadecuado de la administración de justicia, de donde se desprende

que nuestro País está incumpliendo de manera sistemática el artículo 10 del Pacto de San José

que regula el Derecho a la Indemnización, por lo que dicha omisión constituye una franca

violación a los derechos humanos.

Los tratados internacionales son instrumentos de acatamiento obligatorio para los

Estados que los han suscrito, que si bien no han seguido el mismo proceso de formación de las
51

leyes internas para entrar en vigencia, forman parte del ordenamiento jurídico de los países una

vez que han sido firmados, ratificados y, por lo tanto, puestos en vigor por los Estados

conforme a su derecho interno, para tal fin el artículo 2º de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos los obliga adoptar “disposiciones legislativas o de otro carácter” necesarias

para efectivizar las garantías en ellos contenidos. Esto significa que el Estado mexicano tiene la

obligación de respetar, pero también la de garantizar los derechos previstos en los

ordenamientos internacionales de los que es parte, tal como lo mandata el artículo 1º

constitucional.

III.3. De los Tratados Internacionales

Los tratados internacionales son instrumentos de acatamiento obligatorio para los

Estados que los han suscrito, que si bien no han seguido el mismo proceso de formación de las

leyes internas para entrar en vigencia, forman parte del ordenamiento jurídico de los países una

vez que han sido firmados, ratificados y, por lo tanto, puestos en vigor por los Estados

conforme a su derecho interno, para tal fin el artículo 2º de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos los obliga adoptar “disposiciones legislativas o de otro carácter” necesarias

para efectivizar las garantías en ellos contenidos. Esto significa que el Estado mexicano tiene la

obligación de respetar, pero también la de garantizar los derechos previstos en los

ordenamientos internacionales de los que es parte, tal como lo mandata el artículo 1º

constitucional.

Siguiendo esta misma línea argumentativa Carbonel (2013) señala que: “Los Estados

nacionales, cuando firman un tratado internacional, deben hacer todo aquello que esté a su

alcance para cumplirlo, lo que incluye adaptaciones normativas, puesta en marcha de

diagnósticos, implementación de políticas públicas y reorganización. Los tratados obligan a


52

todas las autoridades, de todos los niveles de gobierno como sucede en México, sin que sea

posible oponer ninguna norma o interpretación de derecho interno para dejar de observarlos.”

(p.6) [2] A pesar de ello en el ámbito constitucional mexicano esta responsabilidad del Estado

no se encuentra delimitada; ya que cuando se causa un daño nace una obligación respecto de

su reparación y una sanción para el responsable.

En la responsabilidad estatal el agente agresor se identifica como agente del Estado, de

ahí que el sistema jurídico nacional no regula adecuadamente la responsabilidad del Estado

por una actividad jurisdiccional irregular. Los instrumentos internacionales para la protección de

los derechos humanos no son más ni menos que un consenso internacional cada vez más

amplios sobre estándares mínimos que, en gran parte del continente latinoamericano, han

adquirido validez de derecho interno a través de figuras constitucionales o doctrinales como el

bloque de constitucionalidad.

La aplicación de dichos estándares en la vida diaria de las personas es responsabilidad

primordial de los operadores nacionales, y solamente de forma subsidiaria y excepcional de los

organismos internacionales que instale cada tratado u otro de los instrumentos. La normativa y

la institucionalidad internacionales, por tanto, no deben percibirse como intromisión incómoda ni

como oportunidad para exonerarse de responsabilidad en primera línea de acción, sino como

ayudante complementario en la tarea compartida de construir la justicia individual y colectiva

que requiere el Estado democrático de Derecho para existir (Meléndez, 2012, p.4) [3]

Aunque el legislador no haya trasladado en forma explícita al marco legal interno, estas

disposiciones internacionales se encuentran vigentes en forma operativa y obligatorias, ya que

los tratados internacionales gozan de operatividad, es decir, garantizan el pleno goce y ejercicio

de los derechos reconocidos como autoejecutivos, y los Estados parte están obligados en

forma general a adecuar sus normas internas o a expedir las que permitan el desarrollo de

prácticas conducentes para hacer efectiva la observancia de dichas garantías.


53

III.4. El Error Judicial en Distintas Legislaciones

El tema de la responsabilidad del Estado por error judicial existe no solo en el ámbito

internacional, sino que, a diferencia de México hay países que lo tienen regulado en sus

legislaciones, a continuación, se mencionan los distintos marcos normativos que, aunque

algunas han tenido un desarrollo lento, su reconocimiento se refiere a un problema humano por

resolver y se relaciona con los sistemas político sociales, como ejemplo mencionamos los

siguientes:

III.4.1. España
En el sistema español la Constitución de 1978 señala en el artículo 121 que “los daños

por error judicial, así como los que sean por el funcionamiento anormal de la Administración de

Justicia darán derecho a una indemnización a cargo del Estado conforme a ley”.

La responsabilidad de los magistrados se encuentra establecida en la LOPJ:

292.- Los daños causados en cualesquiera bienes o derechos por error judicial, así

como los que sean consecuencia del funcionamiento anormal de la administración de justicia

darán a todos los perjudicados el derecho a una indemnización a cargo del Estado, salvo en

los casos de fuerza mayor, de conformidad con lo que dispone la ley”. Además, la misma

norma agrega que “La mera revocación o anulación de las resoluciones judiciales no

presupone, por sí sola, derecho a indemnización”.

Por otra parte, previene en su Artículo 294.- “También tendrán derecho a indemnización

quienes, después de haber sufrido prisión preventiva, sean absueltos por inexistencia del

hecho imputado o por esta misma causa haya sido dictado auto de sobreseimiento libre,

siempre que se le hayan irrogado perjuicios.”


54

Además, se aclara que debe tratarse de un error palmario, patente, manifiesto, causado

al reclamante que aparezca como una consecuencia claramente derivada de la actividad

jurisdiccional cuestionada y del que no pueda hacerse cuestión por su equivocidad. Por ello, en

cuanto a los requisitos de procedencia, el Tribunal Supremo en un precedente (STS de 26 de

septiembre de 1993), ha sosteniendo que: “El art. 293.1 de la LOPJ (Ley 1694/1985), en

desarrollo de lo especialmente prevenido en el art. 121 de la Constitución (Ley 2500/1978),

dispone 240 que: “La reclamación de indemnización por causa de error deberá ir precedida de

una decisión judicial que expresamente lo reconozca”.

Igualmente, la Jurisprudencia de la Segunda Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, ha

declarado que el error judicial abarca tanto los errores en el procedimiento como en la decisión,

tradicionalmente denominados errores in procedendo, o de forma, y errores in iudicando, o de

fondo; que él mismo ha de ser siempre indudable, patente, incontrovertible y objetivo; y, que

son títulos habilitantes para exigir del Estado, en vía administrativa, una indemnización por

error judicial, la decisión jurisprudencial que expresamente lo declare y reconozca en el

procedimiento previsto en el art. 293 LOPJ (Ley 1694/1985).

III.4.2. Chile
Cuando se refiere a responsabilidad por las actuaciones judiciales, se considera la

existencia de error judicial en materia penal regulada expresamente en el art. 19, inc. 7, lit. i) de

la Constitución, que establece que: “Una vez dictado sobreseimiento definitivo o sentencia

absolutoria, el que hubiere sido sometido a proceso o condenado en cualquier instancia por

resolución que la Corte Suprema declare injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá

derecho a ser indemnizado por el Estado de los perjuicios patrimoniales y morales que haya

sufrido. La indemnización será determinada judicialmente en un procedimiento breve y

sumario, y en él la prueba se apreciará en conciencia.”


55

Por el contrario, no hay normas expresas sobre responsabilidad por error judicial en

materia civil. Aclarando que, el Estado responde por negligencia grave o denegación de

justicia, y que el régimen aplicable sería el de la responsabilidad extracontractual del derecho

común, de conformidad con los arts. 2314 y s., del Código Civil.

III.4.3. Colombia
En el ordenamiento jurídico colombiano el error judicial, genéricamente, es cualquier

tipo de error cometido en la administración de justicia; y el error jurisdiccional es el causado

sólo por los jueces en uso de su poder jurisdiccional cuando conocen de los procesos.

La Ley Estatutaria de la Administración de Justicia de 1996 en su art. 66 lo define de la

siguiente manera:

“Artículo 66.- Error jurisdiccional. Es aquel cometido por una autoridad investida de

facultad jurisdiccional, en su carácter de tal, en el curso de un proceso, materializado a través

de una providencia contraria a la ley”.

Analizando esta disposición legal podemos señalar que se define al error judicial, como

aquel que es cometido por el juez, que es a quien se le ha otorgado la competencia para

administrar justicia, el cual, en su actividad de impartir justicia dentro de un proceso o juicio,

violenta la ley mediante una providencia, sentencia o resolución.

En el año 1988 se promulgó la Ley No. 24973 que regula la indemnización por errores

judiciales y por detenciones arbitrarias.

A partir de la obligación de la creación del fondo para el pago por los errores judiciales y

los recursos del mismo, se expide el Reglamento del Fondo Nacional indemnizatorio de errores

judiciales y detenciones arbitrarias expedido el 14 de diciembre de 1990.


56

La referida Ley No. 24973 contempla el derecho que tienen las personas a demandar

por error judicial, incluyendo a quienes, luego de ser condenados en un proceso judicial hayan

obtenido en juicio de revisión una resolución de la Corte Suprema que declare que la sentencia

es errónea o arbitraria; y, a quienes hayan sido sometidos a proceso judicial y hayan sido

privados de su libertad injustamente y haber obtenido posteriormente auto de archivamiento

definitivo o sentencia absolutoria.

III.4.4. Argentina
En Argentina, para definir al error judicial, la doctrina enfoca como centro del fenómeno

a la sentencia o resolución —protagonista arquetípico del actuar de los jueces—, en la cual se

incurre en un resultado equivocado, no ajustado a la ley, sea por no aplicar correctamente el

derecho o bien por establecerse hechos que no se corresponden con la realidad.

III.5. La Ausencia y sus Consecuencias

A pesar de esta obligación, en la práctica estos derechos no se han podido hacer valer

de manera efectiva por los particulares que se han visto afectados por los daños y perjuicios

causados por la actividad estatal en el funcionamiento de la Administración de Justicia debido a

la ausencia de una regulación específica en la materia. Por lo que respecta a la

Responsabilidad Patrimonial del Estado en el funcionamiento de la Administración de Justicia,

el instrumento internacional que lo prevé como derecho humano es la Convención Americana

sobre Derechos Humanos que en su artículo 10.

Este Derecho establece una serie de consecuencias. En cuanto a las normas relativas

a los derechos que intervienen en materia de error judicial se puede destacar que la finalidad

de la declaración de error no puede ser otra que la de obtener una reparación por los daños y
57

perjuicios sufridos por la declaración judicial errónea y no, a diferencia de los recursos

procesales, que buscan una sustitución de los pronunciamientos de la resolución de que se

trate, por lo que por la sola declaración del error se va a generar un derecho personal subjetivo,

este es el derecho a obtener una indemnización.

III.6. Ideas Preliminares sobre la figura del Error Judicial

La regulación de la responsabilidad patrimonial del Estado mexicano es limitada, porque

nuestra Constitución la acotó a su actividad administrativa irregular, dicha responsabilidad no la

prevé respecto de las actividades de los poderes Judicial y Legislativo. En la actualidad en

México los juzgadores y legisladores no son sujetos de responsabilidad patrimonial por los

daños que le generen a la sociedad ni a los gobernados, por lo que el Estado sigue siendo

irresponsable por sus actos desde estas perspectivas.

Cabe destacar que, en el ámbito del derecho interno, la responsabilidad del Estado

Legislador no existe porque no está prevista en la Norma fundamental, ni en las Constituciones

locales y leyes secundarias. Por lo tanto, el Estado no es responsable por la elaboración o

aprobación de leyes que atenten contra los intereses públicos, privados, sociales o de cualquier

índole que violen la Constitución, no existe el deber de indemnizar a los afectados por la

aplicación de dichas normas, tampoco es factible demandar objetivamente al Estado Legislador

para reclamarle una indemnización por los daños causados por las normas que hayan sido

declaradas inconstitucionales por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La

responsabilidad del Estado Legislador se presenta cuando el Poder Legislativo expide una ley

que ocasiona daños y perjuicios a una persona o grupos de personas, por encima de la

generalidad de los destinatarios de la norma.


58

Importante también resulta precisar que en México el reconocimiento de la figura del

error judicial como causal de responsabilidad patrimonial del Estado-Juez, no existe en la

normativa constitucional. El marco jurídico mexicano no permite exigirle al Estado una

responsabilidad directa y objetiva por los daños causados por los órganos encargados de

impartir justicia, quienes al interpretar las normas jurídicas y dirimir las controversias planteadas

por los particulares o como inquisidor en materia penal pueden llegar a causar daños como el

error judicial por el anormal, deficiente o irregular funcionamiento de la administración e

impartición de justicia.

Nuestro ordenamiento Constitucional y legal permanece al margen de la figura de la

Responsabilidad Patrimonial del Estado por el funcionamiento de la administración de justicia,

no cabe duda que también la impartición de justicia puede causar lesiones patrimoniales o de

otra índole a los particulares, es imprescindible entender que la responsabilidad por los actos

del juzgador necesariamente deben imputarse de manera directa al Estado, con independencia

de la forma en que se hayan generado los daños.

Si bien es cierto, la reforma constitucional del 14 de junio del 2002 incorporó al sistema

jurídico mexicano la responsabilidad patrimonial del Estado directa y objetiva por su actividad

administrativa irregular, excluyó la responsabilidad por error judicial y omisión legislativa, López

(2007) destaca que el constituyente permanente o poder revisor de la Constitución en la

exposición de motivos de la reforma constitucional en cita, argumentó lo siguiente: No se niega

que se pueda causar daños por actos legislativos, o incluso judiciales; ésta es la razón de que

en algunas legislaciones extranjeras se contemple la responsabilidad del Estado por error

judicial; sin embargo, la naturaleza y caracteres de los actos legislativos y judiciales nos lleva a

excluirlos, cuando menos por ahora, de la responsabilidad patrimonial.

México ha ratificado la mayoría de los instrumentos internacionales que protegen los

derechos humanos, varios de ellos protegen y contienen disposiciones protectoras de derechos


59

directamente relacionados con la aplicación de las leyes penales, por citar tan sólo un ejemplo,

como el relativo a ser indemnizado por el Estado en caso de error judicial, sin embargo, el

abismo persiste: el marco normativo internacional vinculante para México no siempre encuentra

correspondencia con el derecho interno. Remediar tal desacorde requiere armonizar ambos

cuerpos legales a fin de garantizar una adecuada protección de valores fundamentales y evitar

que nuestro país incurra en responsabilidad internacional como en el pasado cuando ha sido

encontrado internacionalmente responsable por la Corte Interamericana de los Derechos

Humanos cuya jurisdicción ha sido plenamente aceptada por el Estado el día 16 de diciembre

de 1998, mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 24 de

febrero de 1999, como consecuencia del incumplimiento de los tratados internacionales, y

provea, a la vez, un marco jurídico completo y eficaz para la protección y defensa de los

derechos humanos.

III.6.1. Derechos humanos. Obligaciones constitucionales de las autoridades en la


materia
Mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011,

vigente a partir del día siguiente de su publicación, se reformó y adicionó el artículo 1º de la

Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para establecer diversas obligaciones a

las autoridades, entre ellas, que las normas relativas a derechos humanos se interpretarán

conforme a la Constitución y a los tratados internacionales en la materia, favoreciendo en todo

tiempo a las personas la protección más amplia, es decir, que los derechos humanos son los

reconocidos por la Ley Fundamental y los tratados internacionales suscritos por México, y que

la interpretación de aquélla y de las disposiciones de derechos humanos contenidas en

instrumentos internacionales y en las leyes, siempre debe ser en las mejores condiciones para

las personas.

Asimismo, del párrafo tercero de dicho precepto destaca que todas las autoridades, en

el ámbito de sus competencias, deben promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
60

humanos, conforme a los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y

progresividad, y que, en consecuencia, el Estado debe prevenir, investigar, sancionar y reparar

las violaciones a los derechos humanos en los términos que establezca la ley, lo cual conlleva

a que las autoridades actúen atendiendo a todas las personas por igual, con una visión

interdependiente, ya que el ejercicio de un derecho humano implica necesariamente que se

respeten y protejan múltiples derechos vinculados, los cuales no podrán dividirse, y todo habrá

de ser de manera progresiva, prohibiendo cualquier retroceso en los medios establecidos para

el ejercicio, tutela, reparación y efectividad de aquéllos.


61

CAPÍTULO IV: “POSIBLES SOLUCIONES AL ERROR JUDICIAL”

En la actualidad solo se encuentra en vigencia el tema de la responsabilidad patrimonial

del Estado por el funcionamiento de la administración de justicia que se encuentra regulada en

el artículo 109 último párrafo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

(CPEUM), pero nada al respecto con la impartición de justicia que también llega a causar

lesiones patrimoniales o de otra índole a los particulares, lo que deja en evidencia que la

normatividad mexicana se encuentra limitada. Pues, si revisamos instrumentos internacionales

(principalmente en los que México es parte), nos podemos percatar que se encuentra una

regulación para el tema que nos compete, entre los que destacan:

El Pacto Internacional de Derechos Civiles Políticos, en su artículo 9.5 se encuentra de

manera expresa el error judicial: se refiere a que “toda persona que haya sido ilegalmente

detenida o presa, tendrá el derecho efectivo de obtener reparación", y el numeral 14.6

puntualiza:

"Cuando una sentencia condenatoria firme haya sido ulteriormente revocada, o el

condenado haya sido indultado por haberse producido o descubierto un hecho plenamente

probatorio de la comisión de un error judicial, la persona que haya sufrido una pena como

resultado de tal sentencia deberá ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se

demuestre que le es imputable en todo o en parte el no haberse revelado oportunamente el

hecho desconocido".

La Convención Americana de Derechos Humanos, en cuyo numeral 11 refiere que

"Toda persona tiene derecho a ser indemnizada conforme a la ley en caso de haber sido

condenada por sentencia firme por error judicial".


62

Dentro de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o

Degradantes, la estipulación expresa del error judicial se encuentra en el artículo 14, numeral 1,

que puntualiza:

"Todo Estado Parte velará porque su legislación garantice a la víctima de un acto de

tortura la reparación y el derecho a una indemnización justa y adecuada, incluidos los medios

para su rehabilitación lo más completa posible. En caso de muerte de la víctima como

resultado de un acto de tortura, las personas a su cargo tendrán derecho a indemnización",

Por lo que se refiere al artículo 14.2, dicta: "Nada de lo dispuesto en el presente artículo

afectará a cualquier derecho de la víctima o de otra persona a indemnización que pueda existir

con arreglo a las leyes nacionales".

Por otra parte, en el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, tocante al

tópico particular del error judicial, lo contempla en el artículo 85:

1. El que haya sido ilegalmente detenido o recluido tendrá el derecho efectivo a ser

indemnizado.

2. El que por decisión final hubiera sido condenado por un crimen y hubiere cumplido

la pena correspondiente será indemnizado conforme a la ley, de ser anulada posteriormente su

condena en razón de hechos nuevos que demuestren concluyentemente que hubo un error

judicial, salvo que la falta de conocimiento oportuno de esos hechos le fuera total o

parcialmente imputable.

3. En circunstancias excepcionales, la Corte, si determina la existencia de hechos

concluyentes que muestran que hubo un error judicial grave y manifiesto tendrá la facultad

discrecional de otorgar una indemnización, de conformidad con los criterios establecidos en las

Reglas de Procedimiento y Prueba, a quien hubiere sido puesto en libertad en virtud de una

sentencia definitiva absolutoria o de un sobreseimiento de la causa por esa razón.


63

De lo anterior se desprende que la indemnización es el derecho que debe tener todo

imputado de manera constitucional y que debe concederle de forma proporcional y apropiada a

la gravedad del error judicial y las circunstancias del caso en particular, por todos los daños y

perjuicios que el sistema judicial le produjo.

Incluso, que en un procedimiento penal internacional debe existir la certeza fundada por

parte del Estado de acercar una verdadera justicia tanto para el acusado o imputado como para

la víctima y el ofendido, que dé como consecuencia que en un Estado de derecho, como el que

se tiene en la actualidad en nuestro país, no sólo la justicia sea para la víctima y el ofendido,

sino también para el incriminado, por lo cual es justo que si el Estado en particular comete en

contra de este último un error judicial se le indemnice por este hecho. De ahí deviene la

importancia de que este tema sea parte de nuestro ordenamiento jurídico mexicano, para que

dé como resultado la elevación a un verdadero Estado de derecho pleno y valedero para toda

la población y más para el que se encuentra frente a la respuesta punitiva del Estado.

En México la falta de reconocimiento jurídico de la Responsabilidad Patrimonial del

Estado en el funcionamiento de la Administración de Justicia, trae como consecuencia la

imposibilidad legal del particular de obtener una indemnización por los daños causados por la

actividad estatal a través de procedimientos ágiles y sencillos, y que la ausencia de regulación

genera incertidumbre entre los usuarios de éste servicio, dando cabida a su flexibilización,

atenuación, excepcionalidad e incluso corrupción.

Aunque el derecho a una indemnización por error judicial no está regulado en la

CPEUM, existen algunas interpretaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en las

cuales rescata los aspectos de la indemnización por error judicial que, aunque quedan en tesis

aisladas, es cierto que se empiezan a ver de manera palpable que la indemnización por error

judicial ya puede ser alcanzada con base en criterios específicos.


64

Ejemplo de lo anterior es la tesis de jurisprudencia bajo el rubro:

"INDEMNIZACIÓN POR ERROR JUDICIAL GRAVE O

FUNCIONAMIENTO ANORMAL DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.”

Bajo esta premisa, si el derecho de indemnización por error judicial se regulara en

nuestro país, si la obligación del Estado mexicano se ampliara, daría como consecuencia que

el Estado deje de ser un mero observador y se convierta en un garante de justicia plena y

absoluta.

Aunque el derecho a una indemnización por error judicial no se encuentra regulado de

manera específica en nuestra Constitución, es posible que se tomen en cuenta como base el

panorama internacional de derechos humanos que a la fecha permea ponderándose la

autoridad en el principio pro persona y la interpretación conforme y más amplia posible por lo

que respecta a los derechos de toda persona imputada.

Es necesario puntualizar que un uso desmedido en la figura del error judicial puede dar

lugar a un funcionamiento anormal de la administración de justicia, por lo que no solamente se

debe reconocer la responsabilidad patrimonial del estado frente a éste, sino que también se

deben establecer las bases necesarias para no obstaculizar ni entorpecer la facultad juzgadora

(iuris) de las personas juzgadoras, evitando que sea caótica la prestación del servicio público

en la administración de justicia. Por ello, para que el error judicial sea indemnizado se deben

cumplir requisitos: que debe ser mediante sentencia firme, que viole derechos humanos y que

se dé en un contexto de impunidad o corrupción frente a las víctimas.


65

4.1. Posibles Soluciones al Error Judicial

Hemos analizado a lo largo de la presente los diversos factores que determinan el

alcance del error judicial, al cual entendemos como aquel en el cual puede caer el juzgador

dentro de un litigio lesionando el derecho de legalidad de los particulares esto en virtud de la

propia humanidad del juzgador.

Inicialmente cabe destacar que la existencia de los recursos puestos al alcance de los

particulares es imprescindible puesto que les ayuda a subsanar por cuenta propia el error en el

que puede caer el juzgador al aplicar la norma al caso concreto.

Por ello en este capítulo haremos aportaciones a los diferentes recursos puestos a

disposición los cuales son:

Esta medida es efectiva sin


embargo el hecho de que se
presente con la autoridad que
emitió la resolución muchas
veces no es una opción que el
particular quiera manejar toda
Apelación: Esta por objeto que vez que no cree en la efectividad
el tribunal superior confirme, del mismo por lo cual una
revoque o modifique la aportación importante al
sentencia en cuestión ya sea en funcionamiento del aparato
el efecto devolutivo o jurisdiccional es que se presente
suspensivo. directamente en el tribunal
colegiado de circuito que sea
competente agilizando así la
resolución de la apelación y que
este resuelva directamente si es
o no procedente o sobre su
respectiva competencia.
66

Revocación:
Denegada Este
apelación: Este recurso es
recurso
Todatiene
vez una considerado por la
efectividad
juez no limitadaaquí
que
estudia el
el
fondo presente como una gran
garantía para la
pero del
asertiva en virtud Se propone que se
delhaga
queasunto,
de versará únicamente
el juzgador
en cuanto aplicación
un analisis complejo principio
endel
puede apelación
reconsiderar la su afue
cual
una de
asuntode legalidad
y que
poder dareponer
una
virtud
segunda
resolución por lo cual
y porentanto de igual forma el
este desechada
sentido
este puedes
tiene una visión
procedimiento alsirecurso
se
exponer los sentidos
aplicación seguida a el demuestrapresentado.
que no fue
que recurso
no hayan de sido
apelación. tomado
Se leen cuenta
debe dar mayor
tomados en cuenta por importancia
el juez al momento de
emitir la resolución.
67

Reposición: Reponer
el procedimiento
puede significar para No se puede juzgar
el particular una dos veces por tanto la
oportunidad para que reposicion debe ser
la valoración de las parcial y solo en
pruebas resulte cuanto a las
idónea, en este actuaciones de la
sentido apoyará a que autoridad.
se apegue al principio
de legalidad.

Queja: Brinda al
particular la
oportunidad de Este recurso es el
inconformarse con la medio idóneo para
sentencia, este inconformarte con
recurso ayuda a una resolución de
expresar de manera acuerdo a lo
idónea y oportuna estudiado en la
los agravios presente.
provocados al mismo
por la resolución.

En cuanto a esos recursos es importante siempre revisar el tipo de asunto que estamos

promoviendo puesto que el utilizado puede no proceder pudiendo en un momento dado afectar
68

el plazo para presentar algún recurso y por tanto aceptar tácitamente esta violación provocada

por el error judicial.

En ese sentido es importante analizar el tiempo brindado para presentar los recursos,

proponemos que estos términos deberían ampliarse ya que no brindan el tiempo suficiente para

realizar un estudio adecuado de la manera en la cual puedes recurrirlos por lo cual en muchas

ocasiones puede presentarse un medio que no resulte idóneo para recurrir la sentencia

terminando por limitar el derecho del interesado a recibir justicia.

4.2. Indemnización por Error Judicial por parte del Estado

Por otra parte, como se mencionó al inicio del presente capítulo, la indemnización por

error judicial la cual se encuentra justificada en la convención americana de derechos humanos

en su artículo 10 nos dice lo siguiente:

La Suprema Corte de Justicia de la Nación resuelve que sí es procedente de acuerdo

con la siguiente tesis:

“INDEMNIZACIÓN POR ERROR JUDICIAL. LA PREVISTA EN

EL ARTÍCULO 10 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE

DERECHOS HUMANOS PUEDE RECLAMARSE CUANDO EXISTA

SENTENCIA CONDENATORIA FIRME EN LA QUE AQUÉL SE

ACTUALICE. Hechos: Los quejosos demandaron la responsabilidad

patrimonial del Estado por la actuación de diversos agentes del

Ministerio Público. La autoridad correspondiente determinó que no se

actualizaba la actividad administrativa irregular y, por tanto, que era

improcedente la indemnización respectiva. Inconformes, acudieron al


69

juicio contencioso, en el que se decretó la nulidad parcial de esa

resolución, por lo que promovieron amparo directo al considerar que

debió aplicarse el artículo 10 de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos.

Criterio jurídico: Este Tribunal Colegiado de Circuito establece que la

indemnización por error judicial prevista en el artículo 10 de la

convención citada, puede reclamarse cuando exista sentencia

condenatoria firme en la que aquél se actualice. Justificación: Lo

anterior, porque del proceso legislativo que antecedió a la reforma por

la que se adicionó el segundo párrafo al artículo 113 de la Constitución

General, publicada el 14 de junio de 2002 en el Diario Oficial de la

Federación (correlativo al actual último párrafo del diverso 109

constitucional), se advierte que la intención del Constituyente no fue

incluir en él la responsabilidad del Estado por error judicial, sino que se

limitó a regular la actividad administrativa irregular. Ahora, si bien es

cierto que del texto constitucional aprobado no se desprende una

limitación expresa en el sentido de que nunca se pueda demandar del

Estado la responsabilidad proveniente de la actividad jurisdiccional,

concretamente por un error judicial, también lo es que con la reforma

de 2011 al artículo 1o. constitucional se incorporaron los derechos

humanos previstos en los tratados internacionales suscritos por México,

de lo que deriva que el derecho a la indemnización por error judicial

contenido en el artículo 10 de la citada convención se incorporó al

catálogo constitucional de derechos y debe ser reconocido por el

Estado Mexicano. En ese sentido, dicho derecho tiene como


70

presupuesto la existencia de una condena contenida en una sentencia

firme, en la que se haya actualizado el error judicial y sólo pueden

incurrir en él los órganos o autoridades que ejercen la función

jurisdiccional, por lo que para identificarlas debe atenderse tanto al

criterio formal de su denominación como al criterio material de las

funciones que realicen (titulares de los órganos jurisdiccionales que

integran el Poder Judicial, tanto federal como de las entidades

federativas, así como otros tribunales autónomos, entre ellos, los de

justicia administrativa, agrarios, laborales o militares).”1

Esto es un gran avance para solucionar el problema pues pone a disposición de los

particulares un medio último en el cual puedan resarcir los daños causados por el error

judicial. Sin embargo, sigue siendo un medio de compensación que acepta la existencia del

problema y no lo soluciona de fondo. Es un medio que efectivamente garantiza el derecho a

la legalidad y brinda mayor seguridad a los particulares; no obstante, este llega a aceptar

que el querer acceder a la justicia puede resultar aún más costoso de lo que resulta ser.

4.3. Suplencia de la Queja Aplicado a la Presentación de Medios de Impugnación


Contra las Sentencias

En ese sentido consideramos que es primordial que la autoridad aplique el principio

de suplencia de la queja en cuanto a los recursos que pretendan subsanar el error judicial

en la aplicación de la norma esto para prevenir el daño de diversas índoles que se puede

provocar a los particulares.


1
Tesis: XVI.1o.A.1 A (11a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación.
Libro 15, Julio de 2022, Tomo V, página 4528
71

Cuando un juez incurre en error judicial tenemos que distinguir 2 figuras, una es el

error propiamente y la otra es la responsabilidad del estado por un mal funcionamiento de la

justicia puesto que esta es la que propiamente tiene la obligación de reconocer y asimismo

subsanarlo.

Una de las posibles soluciones es la especial atención a estos casos y poner

claramente a disposición del público las herramientas necesarias para su solución puesto

que en muchas instancias se busca solucionar el error judicial con medidas administrativas

y este se debe solucionar con medidas jurisdiccionales pues la autoridad vulnera la

aplicación del derecho humano a la legalidad.

Por ello es de gran importancia la reforma reciente a los tribunales unitarios de

circuito la cual establece como titulares del mismo a tres magistrados en lugar de uno lo

cual garantiza una protección mayor a la legalidad.

4.4. Aplicación de Sistema Colegiado en los Juzgados

En este sentido una de las propuestas que realizamos en la presente es la

aplicación del sistema colegiado pues este va a garantizar un mejor funcionamiento del

aparato jurisdiccional en virtud de que las resoluciones judiciales serían revisadas siempre

por diversas autoridades previniendo incurran en la comisión de error judicial.

La existencia de un sistema colegiado en los tribunales de circuito y de apelación es

una pieza fundamental en la aplicación de justicia, sin embargo, si este sistema fuese

aplicado desde el primer acercamiento con el caso concreto podría acelerar los procesos

puesto que muchos de los errores cometidos por la autoridad podrían ser prevenidos antes

de siquiera expedir la sentencia.


72

Esto no quiere decir que un sistema colegiado sea mejor o superior, sin embargo,

este garantiza mayor certeza en la aplicación de justicia pues va a garantizar que el caso

sea estudiado, razonado, y analizado en todos los sentidos más que con la existencia de un

juzgador.

A nuestra concepción el sistema colegiado tiene mejores resultados y el hecho de

que la segunda instancia tenga mayor importancia hoy en día se podría evitar solucionando

los problemas dentro del primer acercamiento con el caso y así no se le daría prioridad a si

un recurso procede o no sino al asunto como tal y por tanto se garantizaría la aplicación de

la justicia.

Aunque dentro de esta propuesta a su vez se debe reconocer y puntualizar algunos

problemas que encontramos en su implementación y que la imposibilitan y son:

● Los jueces deben contar con un perfil y características específicas en cuanto a su

formación judicial y al implementar el surgimiento de nuevos puestos puede que no

haya suficientes perfiles idóneos para cubrirlos y por tanto exista un sistema de

justicia precario.

● A su vez consideramos que las áreas en las cuales se desempeñan los servicios son

insuficientes y en su mayoría cuentan con una capacidad limitada por tanto la carga

de trabajo debería ser mayor y se le restaría importancia a cada asunto.

● No se cuentan con los recursos suficientes para su implementación o bien no es una

prioridad en estos momentos.

● El hecho de brindar independencia a los juzgadores representa confianza en el

propio sistema jurisdiccional por lo cual esta medida representaría que no confiamos

en el rendimiento de nuestros funcionarios.


73

Este sistema entonces se puede considerar tomando en cuenta las condiciones

actuales como utópico y aunque podría ser muy beneficioso para la sociedad no podemos

sostenerlo en la actualidad.

4.5. Reforma a la Carrera Judicial


Otra de las soluciones posibles y necesarias dentro del sistema jurisdiccional podría

ser aplicada por la escuela federal de formación judicial en virtud de que esta debe impartir

los cursos necesarios y suficientes para que los juzgadores tengan un sentido de lógica

jurídica amplio y tiendan a incurrir en menor medida en el error judicial.

Dentro de lo anterior cabe señalar que se deberían implementar resoluciones de

casos prácticos dentro de los exámenes de oposición para acceder a los cargos que

puedan emitir resoluciones y en toda la carrera judicial puesto que esto garantiza que haya

una mayor congruencia.

Uno de los puntos principales a tratar en este sentido sería que no únicamente se

pidan soluciones dentro de los exámenes, sino que, estas soluciones versen sobre

antecedentes a resoluciones en las que se haya incurrido numerosas ocasiones en el error

para que, a medida de comparación, pueda tener una mejor aplicación al caso concreto.

Cabe señalar que la sentencia y cualquier tipo de resolución es propiamente un

silogismo pues está compuesto de una premisa mayor, una premisa menor y la conclusión

por lo cual es necesario que se fortalezca la lógica en todos los integrantes del aparato

jurisdiccional.

Otra de las sugerencias en este sentido es que se brinde una mayor capacitación a

los aspirantes a juez, en específico, que se implementen programas para practicas

judiciales o servicio social que garanticen un acercamiento a todos los sectores del aparato
74

jurisdiccional para así alentar a los estudiantes de derecho a que traten de acceder a estos

cargos.

4.6. Sistema de Incidencias

Otra de las medidas que proponemos implementar es un sistema de incidencias en

los cargos que puedan incurrir en una resolución incorrecta esto con la finalidad de

garantizar que el juzgador se apegue más a la norma concreta al momento de emitir dicha

resolución.

Este sistema de incidencias constaría de que los juicios que tengan algún recursos

por error en la sentencia o irregularidades se analizarán por un ente competente para ello el

cual se establecería de manera independiente al juzgado en cuestión con la finalidad de

evitar la corrupción en cuanto a dicho procedimiento.

Muchas veces cuando un juzgador incurre en error puede no enterarse de la

finalización de dicho asunto y al momento en que llegue a él un asunto o negocio similar

este podría incurrir nuevamente en dicho error o bien seguir cometiendo algunas

irregularidades inherentes al caso o similares a la sentencia anterior. Este sistema de

incidencias podría tomar en cuenta diversas penalizaciones en cuanto al actuar del juzgador

de acuerdo con lo siguiente:

● 3 incidencias en asuntos similares en cuanto al fondo darán lugar a una penalización

la cual se tomaría como porcentaje de una tercera parte de los bonos o saldo a

compensación percibido por el funcionario.


75

● 6 incidencias en asuntos similares en cuanto al fondo darán lugar a incremento en la

penalización significando la perdida de dos terceras partes de los bonos o saldo a

compensación percibido por el funcionario.

● 6 incidencias en asuntos similares en cuanto al fondo darán lugar a incremento en la

penalización significando la pérdida total de los bonos o saldo a compensación

percibido por el funcionario.

● 9 incidencias darían lugar a suspensión por 3 meses sin goce de sueldo.

● Al retomar el puesto se reinicia el contador y con el paso de 3 meses irán

recobrando sus bonos o compensaciones en terceras partes.

● Se aplicarán nuevamente las mismas medidas, pero teniendo como lugar la

restitución del cargo ocupado por el funcionario.

El órgano encargado de esta función se llamará Consejo Jurisdiccional el cual estará

integrado por 3 consejeros con uno como presidente y estos se van a encargar de dar

revisión a todas las incidencias de acuerdo con los diferentes recursos para impugnar

resoluciones que sean presentados. Por lo cual sería conveniente que este órgano sea

parte, aunque de manera autónoma de los órganos ante los cuales se presenta, en su

mayoría los Tribunales Colegiados de Circuito.

Implementar un sistema de incidencias nos asegura que los juzgadores corregirán

su forma de realizar sentencias procurando darle un estudio completo a cada caso concreto

que muchas veces se ve apresurado por la carga de trabajo.


76

4.7. Síntesis

Hay que recordar que la justicia no es perfecta, el sistema judicial falla porque está

compuesto por seres humanos que a su vez son imperfectos. Lo que tiene que hacer el

sistema jurisdiccional es reconocerlo e implementar las medidas idóneas para minimizar lo

máximo posible estos hechos.

A su vez hay que diferenciar al error judicial de las irregularidades que provocan un

funcionamiento anormal de la justicia y tener presente para ello que esto se trata de errores

humanos los cuales en este caso son principalmente sin intención, pero pueden repercutir en la

vida de las personas.

En conclusión, se tienen 3 propuestas dentro de la presente que son:

● Aplicación de suplencia de la queja en la presentación de recursos.

● Indemnización por error judicial.

● Reforma a la formación judicial.

● Implementación de un sistema de incidencias en los juzgadores.

● Aplicación de sistema colegiado.


77

CONCLUSIONES
1. Es de suma importancia contar con una regulación efectiva por parte del Estado y

sus juzgadores para garantizar la reparación de daños y perjuicios en la impartición

de justicia sin evadir su responsabilidad, así como también fortalecer y consolidar

sus instituciones y que actúen con lógica y apego a lo establecido en el marco legal,

permitiendo actuar como un Estado responsable y sin que los particulares resulten

perjudicados.

2. La disconformidad con la realidad de las cosas es lo que determina la existencia del

error y, a pesar de sus características, el error judicial no es considerado un medio

de defensa con el fin de corregir una actuación judicial. Sólo implica la posibilidad de

demandar la responsabilidad patrimonial del Estado, conforme al artículo 10 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos, en la vía respectiva; sin

embargo, actualmente, en nuestro sistema normativo, el error judicial se limita a

regular una actividad administrativa irregular, y constituye únicamente un título para

demandar al Estado en la vía ordinario o extraordinaria por la responsabilidad

patrimonial.
78

BIBLIOGRAFÍA

También podría gustarte