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CUESTIONES GENERALES.
Como lo refiere el maestro Dr. Edmundo Vásquez Martínez “Los contratos son, junto con los
títulos de crédito, los instrumentos del tráfico mercantil”.1Dicho tráfico procura siempre la circulación
de los valores patrimoniales, circulación que asume diversas formas: el goce de un bien se traspasa
definitivamente de una persona a otra (cambio), la cesión de goce es solamente por cierto tiempo
(crédito) o se pasa a gozar de un bien conjuntamente por dos o más personas (asociación). Se dan
así las tres manifestaciones del fenómeno circulatorio: cambio, crédito y asociación2. Cada una de
estas manifestaciones está constituida por relaciones obligatorias y el Derecho ha estructurado para
ellas un régimen jurídico que comprende aspectos generales de las obligaciones y contratos y
especiales de los contratos en particular.
El moderno Derecho Mercantil tal como aparece regulado por nuestro vigente Código de
Comercio, es, a diferencia del decimonónico del cual era fiel expresión el Código derogado,
institucionalista. Se centra en los sujetos que explotan una actividad económica (los empresarios o
comerciantes individuales o sociales), en el régimen jurídico del mercado en el que confluyen tales
sujetos (Derecho de competencia) y en las instituciones que hacen posible, auxilian y limitan la
competencia; y da entrada al intervencionismo estatal. La concepción institucional concede mayor
importancia a la persona que realiza la actividad profesional de contenido económico (empresario
mercantil individual o colectivo), al medio objeto instrumentalmente utilizando (la empresa) y al
régimen general de la actividad realizada por el comerciante por medio de una empresa, que a los
medios jurídicos instrumentales (contratos) utilizados para la explotación de dicha actividad3. De ahí
que el contenido contractual del Derecho Mercantil se haya visto afectado por tres fenómenos: 1.
Predominio del empresario sobre sus instrumentos contractuales; 2. Desaparición de la dicotomía de
regulación civil y mercantil de un mismo contrato y sus sustitución por un solo régimen jurídico para
cada contrato; y 3. Permanencia como mercantiles de aquellos que presumen necesariamente la
1 Vásquez Martínez, Edmundo. Instituciones de Derecho Mercantil. 3ª. Ed. Editorial IUS-ediciones
Guatemala, 2012, p. 433.
2 Uría, Rodrigo. Derecho Mercantil, Madrid, 8ª. Edición, Madrid, 1972, p. 461
3 Broseta Pont, Manuel. La Empresa, la Unificación del Derecho de Obligaciones y el Derecho Mercantil,
Las normas que el Código de Comercio dedica a las obligaciones mercantiles en general
Desde el punto de vista activo, es una relación de carácter jurídico que faculta al acreedor a
9Salandra, ob. Cit. p. 9
10Planiol, Baudry Lacantinerie, Mazeaud, Josserand, Marty, Starck, Beudant, Domingues de Andrade,
Almeida Costa, Bejarano.
recibir y a exigir del deudor una prestación.
Visto del lado pasivo, la obligación es la relación de carácter jurídico que constriñe al deudor
a realizar una prestación a favor del acreedor.
Es posible dar una definición de la obligación que comprenda simultáneamente el lado activo
y el pasivo, al decir que la obligación es una relación de naturaleza jurídica entre dos personas,
llamadas deudor y acreedor, por la cual el deudor se encuentra en la necesidad jurídica de ejecutar
una prestación en favor del acreedor, quien a su vez está facultado para recibir y exigir la prestación
en su favor.
Por tener la obligación jurídica dos lados, el activo y el pasivo, es bilateral; el activo es el
crédito y el pasivo es la deuda. De aquí se desprende que, en un lenguaje científico jurídico, la
obligación es al mismo tiempo un crédito y una deuda; por tanto, es lo mismo decir teoría de las
obligaciones; derecho de las obligaciones; teoría de los derechos de crédito; teoría de los derechos
personales, pues todas estas expresiones son equivalentes entre sí, equivalencia que resulta por
considerarla en su significado científico jurídico, en atención a que la obligación jurídica, por ser un
vínculo es bilateral con dos lados, el activo y el pasivo.
Los autores modernos definen la obligación utilizando los mismos conceptos de la Instituta
de Justiniano, sin embargo emplean en su redacción indistintamente los términos de vinculo,
relación, necesidad, situación, Etc., siempre seguidos del adjetivo jurídico; por lo que, se puede
afirmar que de las definiciones de obligaciones se desprenden los elementos comunes y constantes
que se encuentran en dichas definiciones y que son los siguientes: a) Relación jurídica; b) Los
sujetos; y c) El objeto.
Desde el punto de vista jurídico, “obligación significa el vínculo jurídico que liga a dos (o
más) personas, en virtud del cual una de ellas (deudor) queda sujeta a realizar una prestación (un
cierto comportamiento) a favor de la otra (acreedor), para la satisfacción de un interés de este, digno
de protección; y a este (acreedor) le compete un correspondiente poder (llamado derecho de crédito)
para pretender tal prestación”11. Para el Código Civil, “Toda obligación resultante de un acto o
declaración de voluntad consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa”. (1319). La obligación
impone cierto comportamiento o conducta que asume el nombre técnico de prestación, “esta debe
tener carácter patrimonial y su contenido puede consistir en un dar, en hacer o en un no hacer”12.
Lo anterior es aplicable sin reserva alguna al campo mercantil ya que, “desde el punto de
vista jurídico-estructura no puede haber diferencia entre las obligaciones civiles y las mercantiles”13.
Básicamente lo nota diferencial entre las obligaciones civiles y mercantiles radica en que
estas últimas son las que surgen en las relaciones a que da lugar el ejercicio de una empresa.
Jurídicamente las obligaciones mercantiles son el instrumento o vehículo de la circulación de los
bienes y de la organización de los elementos de la producción. “La circulación de los bienes (cosas o
servicios), se realiza mediante instrumentos jurídicos y, concretamente, mediante obligaciones que
imponen el traslado de los bienes económicos de un sujeto a otro bajo la forma de transmisión de
una cosa, de realización de una obra, de prestación de un servicio”14. Si la empresa mercantil tiene
por objeto “ofrecer al público, con propósito de lucro o de manera sistemática, bienes o servicios”
(artículo 655. C. de c.), tal objeto solo puede realizarse jurídicamente a través de las obligaciones.
De ahí que se pueda decir que las obligaciones son el instrumento jurídico mediante el cual la
empresa realiza su objeto y, también, que las obligaciones mercantiles por su instrumentalidad
respecto de la empresa poseen ciertas características que las particularizan.
11 Albadalejo, Manuel. Instituciones de Derecho Civil, Parte General y Derecho de Obligaciones del Colegio de
España en Bolonia, Barcelona, 1961, p. 489
12 Santoro Passarelli, Francesco, Doctrinas Generales del Derecho Civil, trad. Esp. Agustín Luna Serrano, Ed.
Principios filosóficos
El Código de comercio dispone que debe obrarse así, “Las obligaciones y contratos
mercantiles se interpretarán, ejecutarán y cumplirán de conformidad con los principios de verdad
sabida y buena fe guardada; a manera de conservar y proteger las rectas y honorables intenciones y
deseos de los contratantes, sin limitar con interpretación arbitraria sus efectos naturales” (Artículo
669). Se reconoce así, por un lado, el valor de la fidelidad, del respeto a la palabra dada, en el valor
fundamental de la vida negocial17; y de otro, el de la veracidad, que excluye el engaño de la vida
obligacional, Ambos valores “fundamentan la confianza en el comportamiento del otro y la fe en su
palabra, sin la cuales es inimaginable un tráfico comercial desarrollado y hasta el mismo intercambio
pleno de prestaciones”18
Solidaridad de deudores
Frente a la regla del Código Civil de que “la solidaridad no se presume” y que debe ser
expresa por convenio de las partes por disposición de la ley (Art. 1353 C.C), el Código de Comercio
establece que “en las obligaciones mercantiles los codeudores serán solidarios, salvo pacto expreso
en contrario” y que “todo fiador de obligación mercantil, aunque no sea comerciante, será solidario
con el deudor principal y con los otros fiadores, salvo lo que se estipule en el contrato” (Art. 674). La
presunción de la solidaridad de los codeudores mercantiles tiene su origen en las prácticas
comerciales. Su introducción en el Código de Comercio se justifica por diversas razones: “la
solidaridad representa una garantía y da mayor seguridad al trafico jurídico, pues merced a ella no
tienen los acreedores que averiguar siempre las condiciones económicas de cada deudor, cuando
estos son muchos y es probable que alguno resulte insolvente. Si todas las personas que intervienen
en un contrato convienen en el mismo hecho, si son comunes la causa de la obligación y las
obligaciones mismas, tampoco debe desintegrarse en fracciones la responsabilidad. El mayor riesgo
p. 157
18 Coirig, Helmut., ob. Cit. p. 157
en la ejecución caracteriza a los contratos mercantiles, la obligación solidaria es más rigurosa y no
exige ejecutar tantas acciones como deudor, sino una sola acción contra el más solvente”19.
Expresividad de la prórroga.
Al establecer el Código de Comercio que “en las obligaciones y contratos mercantiles, toda
prórroga debe ser expresa” (Art. 676 C. c.), está prohibiendo la concesión de términos de gracia o
cortesía. Se reafirma así el rigor propio de la ejecución de las obligaciones mercantiles al dar
seguridad en cuanto al tiempo de cumplimiento de la prestación debida. Los términos dilatorios de la
ejecución, son inconciliables con la rapidez y la escrupulosa apreciación del tiempo, propio de la
contratación moderna21.
Automaticidad de la mora.
La mora, o retraso en el cumplimiento de la prestación imputable al deudor22, tiene en lo civil
como presupuesto la interpelación o requerimiento del acreedor (Art. 1428 C.C). Frente a tal regla, el
Código de Comercio dispones que “En las obligaciones y contratos mercantiles se incurre en mora,
sin necesidad de requerimiento, desde el día siguiente a aquel en que venzan o sean exigibles. Se
exceptúan de lo dispuesto en este artículo los títulos de crédito y las obligaciones y contratos en que
expresamente se haya pactado lo contrario” (Art. 677 C.c.)
Capitalización de intereses.
Otra particularidad de las obligaciones mercantiles es que, a diferencia de las civiles para los
cuales se prohíbe la capitalización de intereses, esta es permitida siempre que la tasa de interés no
sobrepase la tasa promedio ponderado que apliquen los bancos en sus operaciones activas, en el
período de que se trate (Art. 691 C.c.). La capitalización de intereses o anatocismo, consiste en que
los intereses vencidos y no pagados a su vez devengan intereses. Generalmente el anatocismo ha
sido prohibido, sin embargo el Código de Comercio, generalizando costumbres bancarias, lo permite
sometiéndolo únicamente a la limitación de que la tasa de interese sea la autorizada para los
bancos.
Restricción de la nulidad.
Las necesidades del tráfico mercantil impone no solo la falta de formalidades rapidez y vigor
en la ejecución, sino también seguridad. En resguardo de la seguridad, el Código de Comercio
restringe los efectos de la nulidad, de tal manera que la que “afecte las obligaciones de una de las
partes no anulará un negocio jurídico plurilateral, salvo que la realización del fin perseguido con éste
resulte imposible, si no subsisten dichas obligaciones” (Art. 689 C.c.)
El Derecho de Retención
Al derecho en general le interesa más que todo la satisfacción voluntaria normal del crédito.
Al Derecho Mercantil dicho interés le es más propio aún, ya que el tráfico comercial, al procurar la
circulación de valores patrimoniales mediante relaciones obligacionales, necesita que estas se
desenvuelvan sin tropiezos, que el cumplimiento sea voluntario y oportuno y que solamente se
acuda al cumplimiento forzoso, mediante el proceso de ejecución judicial, en casos extremos. Para
facilitar ese cumplimiento voluntario y oportuno se ha establecido precisamente el derecho de
retención, el cual es pues una garantía del crédito.
El derecho de retención es una de las figuras jurídicas de garantía de la obligación que
aparece regulada con especialidad por el Código de Comercio. Ello obedece a que dentro de las
medidas de garantía es la que más se acomoda a las necesidades del tráfico mercantil por su
facilidad y flexibilidad. Cosa que no acontece con las otras medidas de garantía que requieren
determinadas formalidades que se traducen en dilaciones no siempre convenientes en la
negociación comercial.
El Código de Comercio dedica al derecho de retención siete artículos (682 al 688).
El Derecho Mercantil de retención puede definirse como la facultad concedida a los
acreedores mercantiles para conservar en su poder, hasta que el deudor cumpla su obligación,
bienes muebles o inmuebles del deudor de que ya se encuentran en posesión.
El Código de Comercio dispone que “el acreedor cuyo crédito sea exigible podrá retener los
bienes muebles o inmuebles de su deudor que se hallaren en su poder, o de los que tuviere la
disposición por medio de títulos de crédito representativos” (Art. 682 C c).
La finalidad del derecho mercantil de retención es de procurarle al comerciante en su
actividad mercantil, sin más requisitos, la garantía necesaria mediante los objetos que hayan llegado
a su poder a raíz de esa misma actividad. El hecho de que el Código de Comercio regule un derecho
de retención tiene una significación muy definida. Por una parte debemos recordar que el Código de
Comercio rige a los comerciantes o empresarios en su actividad profesional, a los negocios jurídicos
mercantiles y a las cosas mercantiles (Art. 1 C.c.); Por otra parte, que el comerciante ejerce su
actividad profesional a través de la empresa mercantil (Art. 655 C. c.); y, en fin, que los negocios, las
obligaciones y los contratos mercantiles se rigen especialmente por el Código de Comercio y solo a
falta de disposiciones de este, por las del Código Civil (art. 694 C. c) según esta sistemática, el
Derecho Mercantil de retención, esto es el que aparece regulado por el Código de Comercio, le
compete solamente al comerciante en su actividad profesional.
Ese complejo de disposiciones permite considerar a los negocios jurídicos mercantiles como
actos jurídicos realizados por un empresario o comerciante en la actividad que despliega en su
empresa24.O dicho en otras palabras, que resulten del ejercicio de su actividad profesional.
La doctrina ha definido el negocio mercantil como “el acto en virtud del cual el comerciante
en su actividad profesional regula por si los intereses propios en las relaciones con otros, y al cual el
Derecho enlaza los efectos más conformes a la función económico-social que caracteriza su tipo”25.
Requisitos.
Para la validez del negocio jurídico se necesita que se den requisitos de distinto carácter:
capacidad legal del sujeto que declara su voluntad, consentimiento que no adolezca de vicio y objeto
licito (Art. 1251 C.C.).
El consentimiento o manifestación de voluntad, puede ser expreso o tácito (Art. 1252 C.C.) y
debe ser libre, esto es, sin vicios, ya que de lo contrario el negocio jurídico resultante seria anulable
(Art. 1257 C.C.). Los vicios de que puede adolecer el consentimiento son: error, dolo, simulación y
violencia (Arts. 1257 a 1268 y 1284 C.C.)
Por lo que hace al objeto o materia del negocio, la ley requiere que sea lícito, es decir, no
prohibido. También habrá de considerarse su especial aptitud respecto a cada tipo de negocio27.
27 De Castro y Bravo, Federico. El Negocio Jurídico. Tratado Practico y Critico de Derecho Civil, Vol. X,
Entre los requisitos que se han enumerado, se pueden distinguir; 1º. Requisitos generales, a
los que hay que atender también respecto de otros actos jurídicos (la capacidad jurídica, la de obrar
y la legitimación del representante); 2º. Los requisitos propios de cada tipo de negocio; y 3º. Los
elementos establecidos por los particulares en cada negocio concreto28.
La representación mercantil
Lo normal es que los negocios jurídicos se realicen por la misma persona que tiene interés
en ellos. Sin embargo, es posible que una persona que no sea aquella a la que corresponden los
intereses en juego, ponga su actividad al servicio de tales intereses, realizando, en orden a los
mismos, un negocio por cuenta de aquella persona a quien pertenecen. 29
En el ámbito de la actividad mercantil esa sustitución es frecuente. El empresario, tanto
individual como social, debe desdoblarse, de tal manera que pueda efectuar negocios jurídicos
mercantiles en masa y en diversos lugares. La actividad de sustitución de personas en la conclusión
de negocios jurídicos es lo que constituye la representación.
28 De Castro, Negocio, p. 56
29 Gullón Ballesteros, Antonio, Curso de Derecho Civil. El negocio jurídico, Editorial Tecnos, Madrid, 1969, p.
213
30 Broseta Pont, Manual, p. 317
Derivadas de los principios básicos anteriores son las especialidades que informan a la
representación mercantil:
a) Publicidad obligatoria de toda clase de representación directa, ya que la ley impone la
inscripción en el Registro Mercantil del “nombramiento de administradores de sociedades, de
factores y el otorgamiento de mandatos por cualquier comerciante, para operaciones de su
empresa” y “la revocación o la limitación de las referidas designaciones y mandatos” (Artículo
338 incisos 1º. Y 2º. C de c.).
b) Independencia de la representación respecto del negocio causal que motivó su otorgamiento
(mandato, sociedad, empleo, etc.). Ejemplo de esta independencia es el caso del factor cuya
calidad no termina, ni se interrumpe, por la suerte del comerciante (Artículo 271 C de c.).
c) Tendencia hacia la representación de carácter rígido e ilimitado predeterminado por la ley. A
este respecto, el Còdigo de Comercio reconoce el principio de que, por razón del cargo que se
desempeña dentro de la empresa, los poderes del representante abarcan todas las operaciones
y contratos propios del objeto de la empresa en cuestión y, en consecuencia, los terceros tienen
derecho a suponer que las facultades del representante no han sido limitadas por el principal a
casos concretos o tiempo determinado y, si tales limitaciones existen no afectan a los terceros
de buena fe.33 Este principio se aplica en el caso del factor (Artículo 266 C de c.) y de los
administradores o gerentes de las sociedades mercantiles (Artículo 47 C. de c.).
Para el Código Civil, “hay contrato cuando dos o más personas convienen en crear, modificar o
extinguir una obligación” (Art. 1517 C.C.). La doctrina ha definido el contrato como “la declaración de
voluntad coincidente de dos (o más) partes que se enfrentan, para producir una consecuencia
El contrato es, como ya dijimos, una categoría especial de negocio jurídico y constituye junto con
los títulos de crédito el género de los instrumentos del tráfico mercantil. A este respecto se ha dicho
que “el instrumento contractual, por el que las partes, actuando en su propio interés, fijan el punto de
encuentro de intereses opuestos (compraventa) o concurrentes (contrato de sociedad), representa el
medio más adecuado para obtener el ideal de la colaboración voluntaria” y que “el contrato, así, es
un vehículo relevante que expresa el dinamismo de la vida colectiva, de se desarrolla, precisamente,
a través de acuerdos entre los sujetos”35
De conformidad con la sistemática del Derecho Privado guatemalteco actual, los contratos
mercantiles son los que aparecen regulados exclusiva y especialmente en el Código Comercio. La
razón por la cual estos contratos son disciplinados por el Código de Comercio no es otra que el
hecho de que los mismos suponen necesariamente la condición de empresario mercantil o
comerciante en una o ambas partes. Únicamente tienen regulación dicotómica, es decir, tanto civil
como mercantil, los contratos de compraventa, depósito y fianza.
Proposición de contrato
Una de las formas en que se lleva a cabo un contrato es mediante la proposición y oferta que
una persona hace a otra para celebrarlo. La oferta o proposición constituye un acto pre- negocial. Se
puede definir como “la declaración unilateral de voluntad por la que una de las partes ofrece a la otra
la celebración de un contrato, de tal modo que la conclusión de éste sólo depende de la aceptación
de la otra parte”.36
El Còdigo de Comercio no regula la oferta o proposición de contrato, de ahí que rijan las
disposiciones que para la misma establece el Còdigo Civil. En el tráfico mercantil la oferta de
contrato asume singular importancia y frecuencia, pero no tiene caracteres que ameriten regulación
especial.
La oferta o proposición obliga al proponente hasta la expiración del plazo por él fijado y si no hay
plazo queda obligado si la aceptación no se hace de inmediato (Artículo 1521 C.C.).
Se exceptúan de esta disposición (artículo citado, segundo párrafo) los contratos que, de
acuerdo con la ley, requieran formas o solemnidades especiales.
Para hacer fluida la contratación mercantil sin mengua de la protección debida a quienes
contratan con los comerciantes, la ley establece para los casos en que la forma de contratar sea un
documento escrito por una de las partes que, “si la otra encuentra que dicho documento no
concuerda con su solicitud, deberá pedir la rectificación correspondiente por escrito, dentro de los,
quince días que sigan a aquél en que lo recibió, y se consideraran aceptadas las estipulaciones de
esta, si no se solicita la mencionada rectificación”; y que “si dentro de los quince días siguientes, el
contratante que expide el documento no declara al que solicitó la rectificación, que no puede
proceder a esta, se entenderá aceptada en sus términos la ratificación solicitada” (Art. 673 C. de c.).
Es obligatoria la inclusión textual de los dos párrafos referentes al derecho de rectificación en el
documento del contrato, bajo sanción de estar a los términos de la solicitud original (Art. 673 parado
3º. C, de c.).
Fuera del efecto general de producir el vínculo obligatorio, hay efectos particulares que se
deriven de la especial naturaleza de cada uno de los contratos y del contenido específico de la
voluntad de las partes. Estos efectos particulares serán tratados en cada uno de los contratos
mercantiles en particular.
Es importante señalar que la brevedad del plazo dentro del cual deba hacerse la designación del
contratante definitivo, “obedece a razones fiscales: se quiere evitar que el contratante, teniendo a
sus disposición un término más amplio, se valga del mecanismo antes descrito, para hacer la
adquisición para sí y después, mediante la declaración de nombramiento, hacer realizar otra
adquisición a otra persona, la cual sería, en realidad, un segundo y posterior contratante. Con lo cual
el erario en vez de dos traspasos cobraría el impuesto de uno solo”42.
La primera especialidad se refiere a la importancia que se concede a la buena fe. A este aspecto
la ley establece que “los contratos mercantiles se interpretarán, ejecutarán y cumplirán de
conformidad con los principios de verdad sabida y buena fe guardada” (Art. 669 C. de c.). Esta
norma implica que cada uno debe guardar fidelidad a la palabra dada y no defraudar la confianza o
abusar de ella, supone conducirse como cabe esperar de cuantos con pensamiento honrado
intervienen en el tráfico contractual44.
La segunda nota especial es que “deben conservarse y protegerse las rectas y honorables
Otra singularidad es la referente a los contratos que se documentan en formularios o cuyo medio
de prueba consista en póliza, factura, orden, pedido u otra forma redactada por una de las partes.
Para estos casos la regla es que “se interpretan en caso de duda, en el sentido menos favorable
para quien haya preparado el formulario” (Art. 672 inciso 1º. C. c.)
NOMBREDEL ALUMNO____________________________________________SECCIÓN________
LUGAR Y FECHA_______________________________________________CARNET___________
1. ¿Qué es la obligación?
2. ¿Qué es la obligación mercantil?
3. ¿Qué es la solidaridad de deudores?
4. ¿Cómo funciona la solidaridad de deudores en las obligaciones mercantiles?
5. ¿Qué sucede si una obligación mercantil no tiene plazo para su cumplimiento, se resuelve
de la misma forma que la obligación civil?
6. ¿Qué es la mora?
7. ¿Cómo opera la mora en materia de obligaciones mercantiles?
8. ¿Qué es la capitalización de intereses y con que otro nombre se conoce en la doctrina?
9. ¿Qué es el principio de la autonomía de la voluntad?
10. ¿Qué es la libertad de forma?
11. ¿Puede darse la libertad de forma en los contratos mercantiles?
12. ¿Qué es el negocio jurídico?
13. ¿Qué es el contrato?
14. ¿Cómo se clasifican los contratos?
15. ¿Puede darse la promesa de un contrato mercantil?