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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES


JORNADA NOCTURNA
DERECHO MERCANTIL III
DECIMO SEMESTRE
SECCIONES “F” y “A”
CATEDRATICA: LICDA. ELOISA MAZARIEGOS HERRERA
MATERIAL DE APOYO

TEORIA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES Y CONTRATOS MERCANTILES.

CUESTIONES GENERALES.
Como lo refiere el maestro Dr. Edmundo Vásquez Martínez “Los contratos son, junto con los
títulos de crédito, los instrumentos del tráfico mercantil”.1Dicho tráfico procura siempre la circulación
de los valores patrimoniales, circulación que asume diversas formas: el goce de un bien se traspasa
definitivamente de una persona a otra (cambio), la cesión de goce es solamente por cierto tiempo
(crédito) o se pasa a gozar de un bien conjuntamente por dos o más personas (asociación). Se dan
así las tres manifestaciones del fenómeno circulatorio: cambio, crédito y asociación2. Cada una de
estas manifestaciones está constituida por relaciones obligatorias y el Derecho ha estructurado para
ellas un régimen jurídico que comprende aspectos generales de las obligaciones y contratos y
especiales de los contratos en particular.

El moderno Derecho Mercantil tal como aparece regulado por nuestro vigente Código de
Comercio, es, a diferencia del decimonónico del cual era fiel expresión el Código derogado,
institucionalista. Se centra en los sujetos que explotan una actividad económica (los empresarios o
comerciantes individuales o sociales), en el régimen jurídico del mercado en el que confluyen tales
sujetos (Derecho de competencia) y en las instituciones que hacen posible, auxilian y limitan la
competencia; y da entrada al intervencionismo estatal. La concepción institucional concede mayor
importancia a la persona que realiza la actividad profesional de contenido económico (empresario
mercantil individual o colectivo), al medio objeto instrumentalmente utilizando (la empresa) y al
régimen general de la actividad realizada por el comerciante por medio de una empresa, que a los
medios jurídicos instrumentales (contratos) utilizados para la explotación de dicha actividad3. De ahí
que el contenido contractual del Derecho Mercantil se haya visto afectado por tres fenómenos: 1.
Predominio del empresario sobre sus instrumentos contractuales; 2. Desaparición de la dicotomía de
regulación civil y mercantil de un mismo contrato y sus sustitución por un solo régimen jurídico para
cada contrato; y 3. Permanencia como mercantiles de aquellos que presumen necesariamente la

1 Vásquez Martínez, Edmundo. Instituciones de Derecho Mercantil. 3ª. Ed. Editorial IUS-ediciones
Guatemala, 2012, p. 433.
2 Uría, Rodrigo. Derecho Mercantil, Madrid, 8ª. Edición, Madrid, 1972, p. 461

3 Broseta Pont, Manuel. La Empresa, la Unificación del Derecho de Obligaciones y el Derecho Mercantil,

Editorial Tecnos, Madrid, 1965, p. 313


condición de empresario mercantil o comerciante en ambas partes o solo en una de ellas4.

En el Derecho guatemalteco, como una consecuencia de la dualidad de códigos que se


ocupan de los aspectos jurídico privados, el Código de Comercio al tratar de los contratos lo hace
partiendo de un conjunto de disposiciones generales que se refieren a las obligaciones mercantiles
en general y regulando en forma especial determinados contratos, estos contratos los regula de
forma exclusiva y tienen en común el hecho de ser “contratos que surgen en las relaciones a que da
lugar el ejercicio de una empresa”5.

La coexistencia de un Código Civil y un Código de Comercio ha hecho necesario establecer


los principios específicos de las obligaciones y contratos mercantiles y regular a los contratos
esencialmente mercantiles por estar ligados a la actividad de la empresa mercantil6. Ambos códigos
funcionan, por lo que hace a las obligaciones y contratos mercantiles, en una forma coordinada,
rigiéndose tal coordinación por la norma general de que solo a falta de disposiciones especiales del
Código de Comercio, se aplican a los negocios, obligaciones y contratos mercantiles las
disposiciones del Código Civil (Articulo 694 Co. de Com.)

EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES MERCANTILES


El tráfico mercantil está integrado fundamentalmente por relaciones obligatorias7, de las
cuales se ocupa el Derecho mediante dos juegos de normas: las contenidas en el Código Civil, que
forman el derecho común de las obligaciones y contratos, y las comprendidas en el Código de
Comercio, que constituyen un Derecho especial de las obligaciones y contratos mercantiles. El
Derecho Civil contiene las normas generales del Derecho de las obligaciones y el Derecho Mercantil
las especiales adaptadas a las exigencias del tráfico comercial8.

La circunstancia de que el Derecho común de las obligaciones este contenido en el Código


Civil y que el Derecho Mercantil tenga el carácter de Derecho especial, impone la necesidad de
establecer cual, sea el carácter de las normas sobre obligaciones comprendidas en el Código de
Comercio.

El Código de Comercio dedica en el libro IV a las “Obligaciones y Contratos Mercantiles”.


Dicho libro principia con un título destinado “las disposiciones generales”, el cual comprende un solo
capitulo que se ocupa “de las obligaciones en general”. A continuación de este título y capitulo
únicos el Código pasa a tratar “los contratos mercantiles en particular”.

Las normas que el Código de Comercio dedica a las obligaciones mercantiles en general

4 Broseta Pont, Manuel. Ob. Cit. p. 313


5 Sánchez Calero, Fernando. Instituciones de Derecho Mercantil. Editorial Clases, Valladolid, 1970, p. 352
6 Garrigues, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil, T. I, 5ª. Edición. Madrid, 1968, p. 332

7 Salandra, ob. Cit. p. 9

8 Marin Pre, ob. Cit. p. 534


son de poco numerosas y tienen la particularidad de ocuparse de aspectos especiales que el tráfico
mercantil hace necesarios para un buen desenvolvimiento. Tales normas son insuficientes por si
mismas para regular en su integridad a las manifestaciones del tráfico mercantil o dicho en otras
palabras, del fenómeno circulatorio, de ahí que el Código de Comercio se haya visto precisado a
establecer una norma de remisión, mediante la cual se dispone la aplicación subsidiaria del Derecho
Civil. La norma en cuestión, a la cual ya hicimos referencia, expresa “solo a falta de disposiciones en
este libro -el de obligaciones y contratos mercantiles- , se aplicaran a los negocios, obligaciones y
contratos mercantiles las disposiciones del Código Civil” (Articulo 694 Co. de Com.).

Si examinamos las disposiciones que el Código de Comercio dedica a las obligaciones


mercantiles, nos encontramos con que existen normas generales para todas las obligaciones
mercantiles, normas para las obligaciones mercantiles que revisten una forma específica y normas
“que se aplican solo a determinadas obligaciones mercantiles resultantes de ciertos contratos o
relaciones jurídicas”9. Esto implica que el derecho de las obligaciones mercantiles va
especializándose a medida que sus disposiciones van teniendo un ámbito menos amplio.

En resumen, el Derecho de las obligaciones mercantiles constituye frente al Derecho Civil,


un Derecho especial, en cuanto afecta únicamente a determinados aspectos de los vínculos jurídicos
que se crean en el tráfico mercantil y que responden a las necesidades de este. Las obligaciones
mercantiles están sujetas de consiguiente, a un régimen jurídico que se integra: a) Con las normas
generales que el Código de Comercio establece para las obligaciones mercantiles en general; b)
Con las normas especiales con que dicho Código dedica a categorías de obligaciones mercantiles;
c) Con las normas del Código Civil que, en su caso de insuficiencia de las disposiciones del Código
de Comercio, se aplican subsidiariamente.

CONCEPTO Y DEFINICIÒN DE OBLIGACIÓN


Es de citarse en primer término la definición que da la Instituta de Justiniano y cuyo texto
reza: “La obligación es un vínculo jurídico que nos constriñe en la necesidad de pagar una cosa
según el derecho de nuestra ciudad”.

Del análisis de la anterior definición se desprenden algunos elementos, como el vínculo


jurídico, que permiten afirmar que la obligación tiene las mismas características de la norma jurídica,
entre ella la bilateralidad, según la cual al mismo tiempo que impone un deber a cargo del deudor
confiere un derecho a favor del acreedor, o sea, la obligación al ser un vínculo tiene dos lados: el
activo y el pasivo, por lo que, puede definirse desde dos puntos de vista, uno activo y otro pasivo, o
sea como derecho y como deber.10

Desde el punto de vista activo, es una relación de carácter jurídico que faculta al acreedor a
9Salandra, ob. Cit. p. 9
10Planiol, Baudry Lacantinerie, Mazeaud, Josserand, Marty, Starck, Beudant, Domingues de Andrade,
Almeida Costa, Bejarano.
recibir y a exigir del deudor una prestación.

Visto del lado pasivo, la obligación es la relación de carácter jurídico que constriñe al deudor
a realizar una prestación a favor del acreedor.

Es posible dar una definición de la obligación que comprenda simultáneamente el lado activo
y el pasivo, al decir que la obligación es una relación de naturaleza jurídica entre dos personas,
llamadas deudor y acreedor, por la cual el deudor se encuentra en la necesidad jurídica de ejecutar
una prestación en favor del acreedor, quien a su vez está facultado para recibir y exigir la prestación
en su favor.

Por tener la obligación jurídica dos lados, el activo y el pasivo, es bilateral; el activo es el
crédito y el pasivo es la deuda. De aquí se desprende que, en un lenguaje científico jurídico, la
obligación es al mismo tiempo un crédito y una deuda; por tanto, es lo mismo decir teoría de las
obligaciones; derecho de las obligaciones; teoría de los derechos de crédito; teoría de los derechos
personales, pues todas estas expresiones son equivalentes entre sí, equivalencia que resulta por
considerarla en su significado científico jurídico, en atención a que la obligación jurídica, por ser un
vínculo es bilateral con dos lados, el activo y el pasivo.

A diferencia de la terminología científico jurídico, en el lenguaje moral y en el vulgar la


obligación no significa vínculo entre dos personas, únicamente significa deber, deuda, y así se dice
en forma vulgar “tengo obligación de pagar la renta, luz, agua”, Etc., pensando solo en el lado pasivo
y sin considerar el lado activo que se encuentra en la definición de obligación jurídica, la que
necesariamente implica un crédito y una deuda que son correlativos; correlatividad que es
consecuencia de la norma jurídica que tiene el atributo consistente en la bilateralidad, según la cual
a un deber jurídico corresponde un derecho. Por su parte, en la obligación moral no existe el vínculo
y por tanto, la palabra obligación es sinónimo de deber en virtud de que la norma moral es unilateral,
o sea, solo impone deberes que no son correlativos de derechos. En cambio, la norma jurídica, por
ser bilateral, siempre impone y confiere un deber y un derecho a cargo y a favor de personas
distintas. En consecuencia, la obligación jurídica es una relación entre crédito y deuda; a diferencia
de la obligación moral que es solo una deuda.

Los autores modernos definen la obligación utilizando los mismos conceptos de la Instituta
de Justiniano, sin embargo emplean en su redacción indistintamente los términos de vinculo,
relación, necesidad, situación, Etc., siempre seguidos del adjetivo jurídico; por lo que, se puede
afirmar que de las definiciones de obligaciones se desprenden los elementos comunes y constantes
que se encuentran en dichas definiciones y que son los siguientes: a) Relación jurídica; b) Los
sujetos; y c) El objeto.

Desde el punto de vista jurídico, “obligación significa el vínculo jurídico que liga a dos (o
más) personas, en virtud del cual una de ellas (deudor) queda sujeta a realizar una prestación (un
cierto comportamiento) a favor de la otra (acreedor), para la satisfacción de un interés de este, digno
de protección; y a este (acreedor) le compete un correspondiente poder (llamado derecho de crédito)
para pretender tal prestación”11. Para el Código Civil, “Toda obligación resultante de un acto o
declaración de voluntad consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa”. (1319). La obligación
impone cierto comportamiento o conducta que asume el nombre técnico de prestación, “esta debe
tener carácter patrimonial y su contenido puede consistir en un dar, en hacer o en un no hacer”12.

Lo anterior es aplicable sin reserva alguna al campo mercantil ya que, “desde el punto de
vista jurídico-estructura no puede haber diferencia entre las obligaciones civiles y las mercantiles”13.

Básicamente lo nota diferencial entre las obligaciones civiles y mercantiles radica en que
estas últimas son las que surgen en las relaciones a que da lugar el ejercicio de una empresa.
Jurídicamente las obligaciones mercantiles son el instrumento o vehículo de la circulación de los
bienes y de la organización de los elementos de la producción. “La circulación de los bienes (cosas o
servicios), se realiza mediante instrumentos jurídicos y, concretamente, mediante obligaciones que
imponen el traslado de los bienes económicos de un sujeto a otro bajo la forma de transmisión de
una cosa, de realización de una obra, de prestación de un servicio”14. Si la empresa mercantil tiene
por objeto “ofrecer al público, con propósito de lucro o de manera sistemática, bienes o servicios”
(artículo 655. C. de c.), tal objeto solo puede realizarse jurídicamente a través de las obligaciones.
De ahí que se pueda decir que las obligaciones son el instrumento jurídico mediante el cual la
empresa realiza su objeto y, también, que las obligaciones mercantiles por su instrumentalidad
respecto de la empresa poseen ciertas características que las particularizan.

Desde un ángulo conceptual la obligación mercantil acusa un aspecto eminentemente


objetivo, impersonal. Esta objetividad de las obligaciones mercantiles no es más que una
consecuencia de la evolución del concepto de obligaciones que, abandonando el subjetivismo propio
del Derecho Civil, conforme al cual se aprecia fundamentalmente el carácter personal de la
obligación y se considera el patrimonio como una proyección de la persona, hace énfasis en que el
objeto de la prestación no es tanto la actitud de cooperación del deudor, como la prestación en sí, en
su consideración objetiva, también realizable por otros, considerada como para conferir una utilidad
típica. La naturaleza objetiva e impersonal de la obligación mercantil implica que es un vínculo, no
entre dos personas, sino entre dos patrimonios cuyos titulares pueden cambiar indefinidamente sin
que por ello sufra la estructura de la obligación.

La obligación concebida como vinculo objetivo o impersonal se adapta mejor a las

11 Albadalejo, Manuel. Instituciones de Derecho Civil, Parte General y Derecho de Obligaciones del Colegio de
España en Bolonia, Barcelona, 1961, p. 489
12 Santoro Passarelli, Francesco, Doctrinas Generales del Derecho Civil, trad. Esp. Agustín Luna Serrano, Ed.

Revista de Derecho Privado, Madrid, 1964, p. 82


13 Garrigues Curso, T. II. p. 3

14 Garrigues Tratado, T. III. Vol. 1º. p. 4


exigencias del tráfico mercantil, de ahí que se señale que la obligación mercantil tienda a objetivarse,
“destacándose de la personalidad concreta del deudor para convertirse en un elemento patrimonial
autónomo, invariable a través de múltiples contratos”15, y que sean indiferentes tanto el deudor como
el acreedor.

CARACTERES DE LA OBLIGACIONES MERCANTILES


En general, las obligaciones mercantiles tienen como notas características, además de su
tendencia a la objetivación, el ser típicas o uniformes y la necesidad de un exacto cumplimiento16.
Estas características se desenvuelven en algunas regulaciones peculiares que constituyen el
régimen general que para las obligaciones mercantiles establece el Código de Comercio, pueden
resumirse así:

 Principios filosóficos
El Código de comercio dispone que debe obrarse así, “Las obligaciones y contratos
mercantiles se interpretarán, ejecutarán y cumplirán de conformidad con los principios de verdad
sabida y buena fe guardada; a manera de conservar y proteger las rectas y honorables intenciones y
deseos de los contratantes, sin limitar con interpretación arbitraria sus efectos naturales” (Artículo
669). Se reconoce así, por un lado, el valor de la fidelidad, del respeto a la palabra dada, en el valor
fundamental de la vida negocial17; y de otro, el de la veracidad, que excluye el engaño de la vida
obligacional, Ambos valores “fundamentan la confianza en el comportamiento del otro y la fe en su
palabra, sin la cuales es inimaginable un tráfico comercial desarrollado y hasta el mismo intercambio
pleno de prestaciones”18

 Solidaridad de deudores
Frente a la regla del Código Civil de que “la solidaridad no se presume” y que debe ser
expresa por convenio de las partes por disposición de la ley (Art. 1353 C.C), el Código de Comercio
establece que “en las obligaciones mercantiles los codeudores serán solidarios, salvo pacto expreso
en contrario” y que “todo fiador de obligación mercantil, aunque no sea comerciante, será solidario
con el deudor principal y con los otros fiadores, salvo lo que se estipule en el contrato” (Art. 674). La
presunción de la solidaridad de los codeudores mercantiles tiene su origen en las prácticas
comerciales. Su introducción en el Código de Comercio se justifica por diversas razones: “la
solidaridad representa una garantía y da mayor seguridad al trafico jurídico, pues merced a ella no
tienen los acreedores que averiguar siempre las condiciones económicas de cada deudor, cuando
estos son muchos y es probable que alguno resulte insolvente. Si todas las personas que intervienen
en un contrato convienen en el mismo hecho, si son comunes la causa de la obligación y las
obligaciones mismas, tampoco debe desintegrarse en fracciones la responsabilidad. El mayor riesgo

15 Garrigues Curso, T. II. p. 4


16 Sánchez Calero, ob. Cit. p. 353
17 Coirig, Helmut. Fundamento de Filosofía del Derecho, Trad. Esp. Juan Manuel Mauri, Ariel Barcelona 1961,

p. 157
18 Coirig, Helmut., ob. Cit. p. 157
en la ejecución caracteriza a los contratos mercantiles, la obligación solidaria es más rigurosa y no
exige ejecutar tantas acciones como deudor, sino una sola acción contra el más solvente”19.

 Exigibilidad de las obligaciones puras.


El Código de Comercio dispone que “Son exigibles inmediatamente las obligaciones para
cuyo cumplimiento no se hubiere fijado un término en el contrato, salvo que el plazo sea
consecuencia de la propia naturaleza de este” (Art. 675 C. c.) Esta regulación es similar a la del
Código Civil que establece que “Sí el negocio no señala plazo, sin embargo de su naturaleza y
circunstancias se dedujere que ha querido concederse al deudor, el juez fijará su duración” (Art.
1283 C.C). La ley no prohíbe la concesión de plazos, por el contrario, si el plazo es consecuencia de
la naturaleza del contrato, es procedente que se conceda. En consecuencia, las obligaciones puras
o sin plazo son, por regla general, exigibles inmediatamente, y, si de la naturaleza del contrato es
que haya plazo, este debe concederse. En todo caso debe tenerse en cuenta que el rápido
cumplimiento y, por ende, la exigibilidad de las obligaciones puras (no sometidas a plazo, termino ni
condición expresa) posee un evidente interés en el trafico económico, mayor si cabe, que en el civil,
por el hecho de que el destino del dinero o la adscripción de los bienes que constituyen su objeto a
una explotación económica, hace que su incumplimiento genere, normalmente, mayores prejuicios al
acreedor20

 Expresividad de la prórroga.
Al establecer el Código de Comercio que “en las obligaciones y contratos mercantiles, toda
prórroga debe ser expresa” (Art. 676 C. c.), está prohibiendo la concesión de términos de gracia o
cortesía. Se reafirma así el rigor propio de la ejecución de las obligaciones mercantiles al dar
seguridad en cuanto al tiempo de cumplimiento de la prestación debida. Los términos dilatorios de la
ejecución, son inconciliables con la rapidez y la escrupulosa apreciación del tiempo, propio de la
contratación moderna21.

 Automaticidad de la mora.
La mora, o retraso en el cumplimiento de la prestación imputable al deudor22, tiene en lo civil
como presupuesto la interpelación o requerimiento del acreedor (Art. 1428 C.C). Frente a tal regla, el
Código de Comercio dispones que “En las obligaciones y contratos mercantiles se incurre en mora,
sin necesidad de requerimiento, desde el día siguiente a aquel en que venzan o sean exigibles. Se
exceptúan de lo dispuesto en este artículo los títulos de crédito y las obligaciones y contratos en que
expresamente se haya pactado lo contrario” (Art. 677 C.c.)

 Productividad de intereses de pleno derecho.


El Código de Comercio admite como una consecuencia de la mora, el principio de la

19 Langle y Rubio, ob. Cit. p. 20


20 Broseta, Manual, p. 314
21 Garrigues Curso, T. I. p. 5

22 Larenz, Obligaciones, T.I, p. 339


productividad de intereses de pleno derecho, estableciendo que “sí la obligación tuviere por objeto
cosa cierta y determinada o determinable por su género y cantidad, el deudor moroso pagara, por
concepto de daños y perjuicios, en defecto de pacto, el interés legal sobre el valor de la cosa” (Art.
678 C. c). El valor de la cosa se fija por las partes con pacto en contrario y a falta de convenio se
toma como valor el que tenga en plaza el día de vencimiento, el de su cotización en bolsa (si se
trata de títulos de crédito) y a falta de uno u otro, el que se fije por expertos. Los intereses se
causan como consecuencia del simple retraso.

 Capitalización de intereses.
Otra particularidad de las obligaciones mercantiles es que, a diferencia de las civiles para los
cuales se prohíbe la capitalización de intereses, esta es permitida siempre que la tasa de interés no
sobrepase la tasa promedio ponderado que apliquen los bancos en sus operaciones activas, en el
período de que se trate (Art. 691 C.c.). La capitalización de intereses o anatocismo, consiste en que
los intereses vencidos y no pagados a su vez devengan intereses. Generalmente el anatocismo ha
sido prohibido, sin embargo el Código de Comercio, generalizando costumbres bancarias, lo permite
sometiéndolo únicamente a la limitación de que la tasa de interese sea la autorizada para los
bancos.

 Restricción de la nulidad.
Las necesidades del tráfico mercantil impone no solo la falta de formalidades rapidez y vigor
en la ejecución, sino también seguridad. En resguardo de la seguridad, el Código de Comercio
restringe los efectos de la nulidad, de tal manera que la que “afecte las obligaciones de una de las
partes no anulará un negocio jurídico plurilateral, salvo que la realización del fin perseguido con éste
resulte imposible, si no subsisten dichas obligaciones” (Art. 689 C.c.)

 Obligaciones de entregar mercaderías de calidad media.


Para el caso que la prestación de la obligación mercantil sea la entrega de mercaderías cuya
especie o calidad no se hayan determinado, la ley dispone que “si no se hubiere determinado con
precisión la especie o la calidad de las mercaderías que habrán de entregarse, sólo podrá exigirse al
deudor la entrega de mercaderías de especie o calidad medias” (Art. 690 C. c).

 Vencimiento de las obligaciones de tracto sucesivo.


Para las obligaciones mercantiles que se haya estipulado deban pagarse por tracto
sucesivo, el Código de Comercio establece la regla de que la falta de un pago dará por vencida y
hará exigible toda la obligación, salvo si se hubiere pactado lo contrario (Art. 693 C. c)

 El Derecho de Retención
Al derecho en general le interesa más que todo la satisfacción voluntaria normal del crédito.
Al Derecho Mercantil dicho interés le es más propio aún, ya que el tráfico comercial, al procurar la
circulación de valores patrimoniales mediante relaciones obligacionales, necesita que estas se
desenvuelvan sin tropiezos, que el cumplimiento sea voluntario y oportuno y que solamente se
acuda al cumplimiento forzoso, mediante el proceso de ejecución judicial, en casos extremos. Para
facilitar ese cumplimiento voluntario y oportuno se ha establecido precisamente el derecho de
retención, el cual es pues una garantía del crédito.
El derecho de retención es una de las figuras jurídicas de garantía de la obligación que
aparece regulada con especialidad por el Código de Comercio. Ello obedece a que dentro de las
medidas de garantía es la que más se acomoda a las necesidades del tráfico mercantil por su
facilidad y flexibilidad. Cosa que no acontece con las otras medidas de garantía que requieren
determinadas formalidades que se traducen en dilaciones no siempre convenientes en la
negociación comercial.
El Código de Comercio dedica al derecho de retención siete artículos (682 al 688).
El Derecho Mercantil de retención puede definirse como la facultad concedida a los
acreedores mercantiles para conservar en su poder, hasta que el deudor cumpla su obligación,
bienes muebles o inmuebles del deudor de que ya se encuentran en posesión.
El Código de Comercio dispone que “el acreedor cuyo crédito sea exigible podrá retener los
bienes muebles o inmuebles de su deudor que se hallaren en su poder, o de los que tuviere la
disposición por medio de títulos de crédito representativos” (Art. 682 C c).
La finalidad del derecho mercantil de retención es de procurarle al comerciante en su
actividad mercantil, sin más requisitos, la garantía necesaria mediante los objetos que hayan llegado
a su poder a raíz de esa misma actividad. El hecho de que el Código de Comercio regule un derecho
de retención tiene una significación muy definida. Por una parte debemos recordar que el Código de
Comercio rige a los comerciantes o empresarios en su actividad profesional, a los negocios jurídicos
mercantiles y a las cosas mercantiles (Art. 1 C.c.); Por otra parte, que el comerciante ejerce su
actividad profesional a través de la empresa mercantil (Art. 655 C. c.); y, en fin, que los negocios, las
obligaciones y los contratos mercantiles se rigen especialmente por el Código de Comercio y solo a
falta de disposiciones de este, por las del Código Civil (art. 694 C. c) según esta sistemática, el
Derecho Mercantil de retención, esto es el que aparece regulado por el Código de Comercio, le
compete solamente al comerciante en su actividad profesional.

EL NEGOCIO JURIDICO MERCANTIL


Para fijar el concepto del negocio jurídico mercantil es necesario partir de algunas premisas.
En primer término, como ya se dijo, el sistema jurídico guatemalteco estructura el derecho de
obligaciones sobre la figura del negocio jurídico, de la cual se ocupa el Código Civil que se coordina
con el Derecho Mercantil mediante la norma general de remisión (Art. 694 C. c) y por la circunstancia
de que el Código de Comercio contiene solamente unas pocas normas generales sobre las
obligaciones mercantiles y trata especialmente de los contratos que presuponen necesariamente la
condición de empresario o comerciante en los dos sujetos o en uno solo. En segundo lugar, el
Código de Comercio al disponer sobre su aplicabilidad expresa que se rigen por sus disposiciones
“Los comerciantes en su actividad profesional” y los “negocios jurídicos mercantiles” (Art. 1 C. c);
“enumera las actividades cuyo ejercicio en nombre propio y con fines de lucro califican al
comerciante o empresario (Art. 2 C. c); determina que, cuando en un negocio jurídico regido por este
Código intervengan comerciantes y no comerciantes se aplicarán sus disposiciones (Art. 5 C. c);
regula a la empresa mercantil como el instrumento para el ejercicio de la actividad profesional de los
comerciantes (Art. 655 C. c); y concreta su contenido contractual a los actos jurídicos que realiza el
comerciante o empresario con el designio de servir o realizar la finalidad peculiar de su empresa.23

Ese complejo de disposiciones permite considerar a los negocios jurídicos mercantiles como
actos jurídicos realizados por un empresario o comerciante en la actividad que despliega en su
empresa24.O dicho en otras palabras, que resulten del ejercicio de su actividad profesional.

La doctrina ha definido el negocio mercantil como “el acto en virtud del cual el comerciante
en su actividad profesional regula por si los intereses propios en las relaciones con otros, y al cual el
Derecho enlaza los efectos más conformes a la función económico-social que caracteriza su tipo”25.

El negocio jurídico puede ser unilateral, bilateral y plurilateral, entrando en la segunda


categoría el contrato y el acto jurídico. La importancia del estudio de los contratos mercantiles radica
en que “el contrato sigue siendo la forma típica del negocio jurídico mercantil y la fuente principal de
obligaciones”26

Requisitos.
Para la validez del negocio jurídico se necesita que se den requisitos de distinto carácter:
capacidad legal del sujeto que declara su voluntad, consentimiento que no adolezca de vicio y objeto
licito (Art. 1251 C.C.).

Respecto de la capacidad, el principio establecido por la ley es que “toda persona es


legalmente capaz para realizar declaraciones de voluntad en un negocio jurídico, salvo aquellas a
quienes la ley declare específicamente incapaces” (Art. 1254 C.C.).

El consentimiento o manifestación de voluntad, puede ser expreso o tácito (Art. 1252 C.C.) y
debe ser libre, esto es, sin vicios, ya que de lo contrario el negocio jurídico resultante seria anulable
(Art. 1257 C.C.). Los vicios de que puede adolecer el consentimiento son: error, dolo, simulación y
violencia (Arts. 1257 a 1268 y 1284 C.C.)

Por lo que hace al objeto o materia del negocio, la ley requiere que sea lícito, es decir, no
prohibido. También habrá de considerarse su especial aptitud respecto a cada tipo de negocio27.

23 Uría, ob. Cit. p. 464


24 Gierke, ob. Cit. T.H, p. 41
25 Langle y Rubio, Manual, T. III, p.31

26 Garrigues, Curso, T. II. p. 8

27 De Castro y Bravo, Federico. El Negocio Jurídico. Tratado Practico y Critico de Derecho Civil, Vol. X,

Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid, 1971, p. 55


Finalmente, toda declaración de voluntad precisa de una forma o medio de exteriorización.
La regla general, contenida en el Código Civil, es que cuando la ley no declare una forma específica
para el negocio jurídico, los interesados pueden usar la que juzguen conveniente (Art. 1256 C.C.).

Entre los requisitos que se han enumerado, se pueden distinguir; 1º. Requisitos generales, a
los que hay que atender también respecto de otros actos jurídicos (la capacidad jurídica, la de obrar
y la legitimación del representante); 2º. Los requisitos propios de cada tipo de negocio; y 3º. Los
elementos establecidos por los particulares en cada negocio concreto28.

La representación mercantil
Lo normal es que los negocios jurídicos se realicen por la misma persona que tiene interés
en ellos. Sin embargo, es posible que una persona que no sea aquella a la que corresponden los
intereses en juego, ponga su actividad al servicio de tales intereses, realizando, en orden a los
mismos, un negocio por cuenta de aquella persona a quien pertenecen. 29
En el ámbito de la actividad mercantil esa sustitución es frecuente. El empresario, tanto
individual como social, debe desdoblarse, de tal manera que pueda efectuar negocios jurídicos
mercantiles en masa y en diversos lugares. La actividad de sustitución de personas en la conclusión
de negocios jurídicos es lo que constituye la representación.

El concepto de representación pertenece al Derecho Civil, corresponde al Derecho Mercantil


partir de él para determinar sus especialidades. En un sentido amplio puede decirse que “la
representación es en el tráfico económico un proceder jurídico para que una persona (representante)
intervenga en actos o negocios jurídicos declarando su propia voluntad, para que esta surta sus
efectos en la esfera personal o patrimonial de otra (representado)”.30

La representación puede ser de dos clases: mediata que es aquella en la cual el


representante realiza el acto o negocio en nombre propio, aunque por cuenta o interés del
representado, los efectos se producen en el representante y este los traslada a su representado; y
directa o inmediata, en la cual el representante realiza el acto o negocio en nombre del
representado. A la representación directa es a la que se reserva el nombre técnico de
representación, 31 se confiere unas veces mediante poder y otras es implícita al cargo que la persona
desempeña. Ejemplos del primer caso son los de los auxiliares del empresario mercantil y del
segundo de los representantes de las sociedades.

La característica fundamental de la representación mercantil y sobre ella se basan sus


diferencias con la civil, es que ante todo se protege a los terceros que contratan con el

28 De Castro, Negocio, p. 56
29 Gullón Ballesteros, Antonio, Curso de Derecho Civil. El negocio jurídico, Editorial Tecnos, Madrid, 1969, p.
213
30 Broseta Pont, Manual, p. 317

31 Garrigues, Tratado, T. III, p. 147


representante. Tan es así que el Còdigo de Comercio dispone que “quien haya dado lugar, con actos
positivos u omisiones graves a que se crea, conforme a los usos del comercio, que alguna persona
está facultada para actuar como su representante, no podrá invocar la falta de representación
respecto a terceros de buena fe”, (Artículo 670). Ahora bien la protección al tercero de buena fe tiene
un doble sentido : le permite confiar en la subsistencia de las facultades del representante mientras
sus poderes no hayan sido revocados con la debida publicidad y en que todo cuanto haga el
representante dentro de ciertos límites, señalados por la ley independientemente del poder concreto,
obliga a su representado.32

Derivadas de los principios básicos anteriores son las especialidades que informan a la
representación mercantil:
a) Publicidad obligatoria de toda clase de representación directa, ya que la ley impone la
inscripción en el Registro Mercantil del “nombramiento de administradores de sociedades, de
factores y el otorgamiento de mandatos por cualquier comerciante, para operaciones de su
empresa” y “la revocación o la limitación de las referidas designaciones y mandatos” (Artículo
338 incisos 1º. Y 2º. C de c.).
b) Independencia de la representación respecto del negocio causal que motivó su otorgamiento
(mandato, sociedad, empleo, etc.). Ejemplo de esta independencia es el caso del factor cuya
calidad no termina, ni se interrumpe, por la suerte del comerciante (Artículo 271 C de c.).
c) Tendencia hacia la representación de carácter rígido e ilimitado predeterminado por la ley. A
este respecto, el Còdigo de Comercio reconoce el principio de que, por razón del cargo que se
desempeña dentro de la empresa, los poderes del representante abarcan todas las operaciones
y contratos propios del objeto de la empresa en cuestión y, en consecuencia, los terceros tienen
derecho a suponer que las facultades del representante no han sido limitadas por el principal a
casos concretos o tiempo determinado y, si tales limitaciones existen no afectan a los terceros
de buena fe.33 Este principio se aplica en el caso del factor (Artículo 266 C de c.) y de los
administradores o gerentes de las sociedades mercantiles (Artículo 47 C. de c.).

LOS CONTRATOS MERCANTILES


 Concepto
Es también el Derecho Civil el que nos da los lineamientos generales para el concepto del
contrato mercantil. El Còdigo de Comercio se limita a establecer algunas reglas generales aplicables
a todos los contratos mercantiles y a disciplinar determinados contratos.

Para el Código Civil, “hay contrato cuando dos o más personas convienen en crear, modificar o
extinguir una obligación” (Art. 1517 C.C.). La doctrina ha definido el contrato como “la declaración de
voluntad coincidente de dos (o más) partes que se enfrentan, para producir una consecuencia

32 Garrigues, Tratado, T. III, p. 149


33 Lehman, Tratado, Vol. I, p. 320
jurídica unitaria”34.

El contrato es, como ya dijimos, una categoría especial de negocio jurídico y constituye junto con
los títulos de crédito el género de los instrumentos del tráfico mercantil. A este respecto se ha dicho
que “el instrumento contractual, por el que las partes, actuando en su propio interés, fijan el punto de
encuentro de intereses opuestos (compraventa) o concurrentes (contrato de sociedad), representa el
medio más adecuado para obtener el ideal de la colaboración voluntaria” y que “el contrato, así, es
un vehículo relevante que expresa el dinamismo de la vida colectiva, de se desarrolla, precisamente,
a través de acuerdos entre los sujetos”35

De conformidad con la sistemática del Derecho Privado guatemalteco actual, los contratos
mercantiles son los que aparecen regulados exclusiva y especialmente en el Código Comercio. La
razón por la cual estos contratos son disciplinados por el Código de Comercio no es otra que el
hecho de que los mismos suponen necesariamente la condición de empresario mercantil o
comerciante en una o ambas partes. Únicamente tienen regulación dicotómica, es decir, tanto civil
como mercantil, los contratos de compraventa, depósito y fianza.

Los contratos en general y los mercantiles en particular, se perfeccionan por el simple


consentimiento de las partes, salvo cuando la ley establece otra forma. Obligan desde su
perfeccionamiento, siempre que estuvieren dentro de las disposiciones legales relativas al negocio
celebrado (Arts. 1518 y 1519 C.C. y 671 Co. Com.)

 Proposición de contrato
Una de las formas en que se lleva a cabo un contrato es mediante la proposición y oferta que
una persona hace a otra para celebrarlo. La oferta o proposición constituye un acto pre- negocial. Se
puede definir como “la declaración unilateral de voluntad por la que una de las partes ofrece a la otra
la celebración de un contrato, de tal modo que la conclusión de éste sólo depende de la aceptación
de la otra parte”.36

El Còdigo de Comercio no regula la oferta o proposición de contrato, de ahí que rijan las
disposiciones que para la misma establece el Còdigo Civil. En el tráfico mercantil la oferta de
contrato asume singular importancia y frecuencia, pero no tiene caracteres que ameriten regulación
especial.

La oferta o proposición obliga al proponente hasta la expiración del plazo por él fijado y si no hay
plazo queda obligado si la aceptación no se hace de inmediato (Artículo 1521 C.C.).

34 Trabucchi, ob. Cit. T. II, p. 164


35 Trabucchi, ob. Cit. T. II, p. 164
36 Lehmann, Tratado, Vol. I. p. 338
Para que la oferta pueda producir sus efectos, es necesario que contenga las condiciones del
contrato y esté hecha en términos precisos y concretos; la respuesta se da lisa y llanamente
(Artículo 1522 C.C.). Si la oferta es a persona ausente, el contrato se forma en el momento en que el
proponente recibe la contestación dentro del plazo de la oferta (Artículo 1523 C.C.).

 Objeto del contrato


La cosa o hecho sobre que recae la obligación es lo que recibe el nombre de objeto del contrato.
La ley exige que el objeto del contrato reúna ciertos requisitos.

Por lo que hace a las cosas, estas deben:


a) Existir en la naturaleza o que se espere su existencia (Artículo 1538 C. C.).
b) Estar determinadas, al menos en cuanto a su género, o ser determinables (Artículo 1538
C.C.).

En lo referente a los hechos, deben ser:


a) Posibles;
b) Determinados;
c) Lícitos y
d) Que en su cumplimiento tengan interés los contratantes (Artículo 1538 C.C.).

 Forma de los contratos mercantiles


Hemos visto al referirnos a la forma del negocio jurídico, que rige el principio de que cuando la
ley no impone una forma específica, los interesados pueden usar la que juzguen conveniente. Ese
mismo principio lo acoge el Còdigo de Comercio: “Los contratos de comercio no están sujetos para
su validez, a formalidades especiales. Cualesquiera que sean la forma y el idioma en que se
celebren las partes quedarán obligadas de la manera y en los términos que aparezca que quisieron
obligarse” (Artículo 671). Ahora bien, para los contratos celebrados en territorio guatemalteco y que
hayan de surtir sus efectos en el mismo, se requiere su redacción en español. (Artículo citado.).

Se exceptúan de esta disposición (artículo citado, segundo párrafo) los contratos que, de
acuerdo con la ley, requieran formas o solemnidades especiales.

El Còdigo de Comercio, en atención a la tendencia mercantil de uniformar determinados


contratos mediante la utilización de formularios y con el objeto de proteger a quien contrate con el
comerciante que use tal sistema, ha establecido algunas reglas (Art. 672 C. de c), conforme a las
cuales, los contratos celebrados en formulario “1o. Se interpretaran, en caso de duda, en el sentido
menos favorable para quien haya preparado el formulario; 2o. Cualquier renuncia de derecho sólo
será válida si aparece subrayada o en caracteres más grandes o diferentes que los del resto del
contrato; 3o.Las clausulas adicionales prevalecerán sobre las del formulario, aun cuando estas no
hayan sido dejadas sin efecto”. Estas reglas son aplicables a los contratos cuyo medio de prueba
consista en una póliza, factura, orden, pedido o cualquier otro documento similar por una de las
partes.

Para hacer fluida la contratación mercantil sin mengua de la protección debida a quienes
contratan con los comerciantes, la ley establece para los casos en que la forma de contratar sea un
documento escrito por una de las partes que, “si la otra encuentra que dicho documento no
concuerda con su solicitud, deberá pedir la rectificación correspondiente por escrito, dentro de los,
quince días que sigan a aquél en que lo recibió, y se consideraran aceptadas las estipulaciones de
esta, si no se solicita la mencionada rectificación”; y que “si dentro de los quince días siguientes, el
contratante que expide el documento no declara al que solicitó la rectificación, que no puede
proceder a esta, se entenderá aceptada en sus términos la ratificación solicitada” (Art. 673 C. de c.).
Es obligatoria la inclusión textual de los dos párrafos referentes al derecho de rectificación en el
documento del contrato, bajo sanción de estar a los términos de la solicitud original (Art. 673 parado
3º. C, de c.).

 Efectos de los contratos mercantiles


Los efectos generales de los contratos tanto civiles como mercantiles, “se reducen a la
producción de vinculo obligatorio” 37. Ese vínculo o fuerza obligatoria del contrato, no está sujeto en lo
mercantil a reglas particulares, rige en consecuencia el principio establecido en el Código Civil de
que “los que celebren un contrato, están obligados a concluirlo y a rescindir daños y perjuicios
resultantes de la inejecución o contravención por culpa o dolo” (Art. 1534). De consiguiente, la regla
es la irrevocabilidad del contrato.

Fuera del efecto general de producir el vínculo obligatorio, hay efectos particulares que se
deriven de la especial naturaleza de cada uno de los contratos y del contenido específico de la
voluntad de las partes. Estos efectos particulares serán tratados en cada uno de los contratos
mercantiles en particular.

 Reserva de contratante definitivo


Normalmente los sujetos de la obligación están determinados en el momento mismo de
celebrarse el contrato. El Código de Comercio introduce la figura del contrato en el cual una parte se
reserva la facultad de designar posteriormente la persona que será considerada como contratante
definitivo (Art. 692).

La regulación legal de contratar es bastante escueta, se limita a establecer que la designación


del contratante definitivo deberá hacerse dentro del término fijado por las partes y a falta del mismo
dentro de los tres días de celebrado el contrato (692 C. de c)38.

La declaratoria de designación es un acto unilateral que debe acompañarse de la aceptación de

37 Castan, ob. Cit. T. III. P. 444


38 Trabucchi, ob. Cit. T. II, p. 190
la persona nombrada39, ya que de la aceptación definitiva de dicha persona depende la validez de la
designación. Esta aceptación puede suplirse con la existencia de una representación suficiente. Si
transcurre el plazo legal o convencional sin que se haga la designación del contratante definitivo, o si
hecha fuera invalida, el contrato produce sus efectos entre los contratantes primitivos (Art. 692 C. de
c). Hecha válidamente la designación, la persona nombrada adquirirá todos los derechos y asumirá
todas la obligaciones derivadas del contrato, desde el momento en que este fue concluido (efecto
retroactivo)40. Este efecto retroactivo se produce también cuando la validez del contrato se contraiga
a los contratantes originarios41.

Es importante señalar que la brevedad del plazo dentro del cual deba hacerse la designación del
contratante definitivo, “obedece a razones fiscales: se quiere evitar que el contratante, teniendo a
sus disposición un término más amplio, se valga del mecanismo antes descrito, para hacer la
adquisición para sí y después, mediante la declaración de nombramiento, hacer realizar otra
adquisición a otra persona, la cual sería, en realidad, un segundo y posterior contratante. Con lo cual
el erario en vez de dos traspasos cobraría el impuesto de uno solo”42.

 Interpretación de los contratos mercantiles


Para ejecutar o cumplir un contrato es necesario fijar su sentido, esto es, interpretarlo.
Normalmente, en el momento de celebrar un contrato las partes están de acuerdo sobre todos los
aspectos del mismo. Sin embargo, durante el cumplimiento o ejecución pueden surgir cuestiones
dudosas que hubieran necesitado una reglamentación en el propio contrato, sobre las que no
obstante las partes nada han dispuesto, porque no pensaron en absoluto en ellas o porque no
estimaron necesaria una reglamentación expresa43. De ahí que la ley se haya visto precisada a
señalar las reglas a que la interpretación de los contratos deba sujetarse. Esas reglas vienen dadas
en términos generales en el Código Civil (Art. 1593 y siguientes) y tienen en lo mercantil algunas
especialidades.

La primera especialidad se refiere a la importancia que se concede a la buena fe. A este aspecto
la ley establece que “los contratos mercantiles se interpretarán, ejecutarán y cumplirán de
conformidad con los principios de verdad sabida y buena fe guardada” (Art. 669 C. de c.). Esta
norma implica que cada uno debe guardar fidelidad a la palabra dada y no defraudar la confianza o
abusar de ella, supone conducirse como cabe esperar de cuantos con pensamiento honrado
intervienen en el tráfico contractual44.

La segunda nota especial es que “deben conservarse y protegerse las rectas y honorables

39 Messineo, ob. Cit. T. IV, p. 440


40 Trabucchi, ob. Cit. T. II, p. 191
41 Messineo, ob. Cit. T. IV, p. 440

42 Messineo, ob. Cit. T. IV, p. 441

43 Larenz, Obligaciones, T. I, p. 117

44 Larenz, Obligaciones, T. I, p. 142


intenciones y deseos de los contratantes, sin limitar con la interpretación arbitraria sus efectos
naturales” (Art.669. C.c.). Esto quiere decir que el contrato a ser interpretado teniendo en cuenta la
finalidad económica que las partes ha pretendido y lo que es usual en el ambiente o medio o
industrial en el que contratantes se desenvuelven45.

Otra singularidad es la referente a los contratos que se documentan en formularios o cuyo medio
de prueba consista en póliza, factura, orden, pedido u otra forma redactada por una de las partes.
Para estos casos la regla es que “se interpretan en caso de duda, en el sentido menos favorable
para quien haya preparado el formulario” (Art. 672 inciso 1º. C. c.)

45 Sánchez Calero, ob. Cit, p.357


LABORATORIO DERECHO MERCANTIL III No.1
Laboratorio No. 1. DEL CONTENIDO DE LA PRMERA UNIDAD DE SU PROGRAMA DE CURSO.

NOMBREDEL ALUMNO____________________________________________SECCIÓN________
LUGAR Y FECHA_______________________________________________CARNET___________

INSTRUCCIONES: Conteste a mano en forma completa, las cuestiones que se le presentan,


haciendo uso de su Código de Comercio, Código Civil, con fundamento de derecho en cada cuestión
que sea posible, en donde la respuesta es doctrinaria no.

1. ¿Qué es la obligación?
2. ¿Qué es la obligación mercantil?
3. ¿Qué es la solidaridad de deudores?
4. ¿Cómo funciona la solidaridad de deudores en las obligaciones mercantiles?
5. ¿Qué sucede si una obligación mercantil no tiene plazo para su cumplimiento, se resuelve
de la misma forma que la obligación civil?
6. ¿Qué es la mora?
7. ¿Cómo opera la mora en materia de obligaciones mercantiles?
8. ¿Qué es la capitalización de intereses y con que otro nombre se conoce en la doctrina?
9. ¿Qué es el principio de la autonomía de la voluntad?
10. ¿Qué es la libertad de forma?
11. ¿Puede darse la libertad de forma en los contratos mercantiles?
12. ¿Qué es el negocio jurídico?
13. ¿Qué es el contrato?
14. ¿Cómo se clasifican los contratos?
15. ¿Puede darse la promesa de un contrato mercantil?

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