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CONFERENCIAS 1

LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL


Ilmo. Sr. D. Siro Villas Tinoco, Académico de Nú mero de la Malagueñ a de
Ciencias

E
n Historia se denominan con el surja la inspiració n adecuada para afrontarla
té rmino Revolució n aquellas
y que se haga presente el talento adecuado
transformaciones que presenten
para resolverla. Pero tal secuencia só lo puede
tres características esenciales: producirse en un
propiciar cambios puntuales, como los muchos
tiempo comparativamente corto; transformar
que surgieron durante toda la Edad Moderna
profundamente las estructuras: econó mica,
y quedaron reflejados en escritos de Agrícola,
política, social o cultural; e implicar un “punto
Biringuccio, Lastanosa, Lobato y Turriano
de no retorno” a la situació n anterior, aunque
(entre otros autores), con la sola excepció n
obviamente durante cierto tiempo deban
del impacto producido por la imprenta a finales
convivir los elementos novedosos, en auge, con
del siglo XV por sus extraordinarias
los tradicionales en declive. En el caso que
implicaciones estructurales posteriores. Para
nos ocupa los avances afectaron
que una modificació n, por importante que sea,
primordialmente a la estructura econó mica,
se llegue a transformar en un cambio
siendo el elemento má s significativo –a nivel
revolucionario es precisa una acumulació n de
conceptual– el cambio desde el trabajo
motivaciones poderosas y un contexto
manufacturado a la producció n industrializada.
econó mico-social proclive a aceptar las
Cuando nos referimos a los cambios novedades y a financiar su materializació n
té cnicos y productivos industriales del siglo como instrumento productivo. Por eso la
ilustrado debemos precisar que hablamos de la Revolució n Industrial se gestó en el á mbito
Revolució n Industrial Inglesa del siglo XVIII o agrario, que era el elemento esencial de la
de la “Primera Revolució n Industrial”, porque estructura econó mico-social-ideoló gica,
aquellos acontecimientos se circunscribieron durante toda la Edad Moderna.
casi exclusivamente al Reino Unido de la
Las transformaciones agrarias pro-
Gran Bretañ a e Irlanda, una limitació n que
tocapitalistas derivadas de los cambios
precisa cierta explicació n pues las necesidades
en el uso del terrazgo y en la producció n
y los problemas de la artesanía britá nica no
cerealística, al tiempo que procuraban riqueza
eran diferentes a las que padecía el resto del
a los propietarios –en su gran mayoría nobles
continente europeo y, sin embargo, los cambios
y eclesiá sticos– necesariamente conllevaban
tan só lo tuvieron lugar en una sociedad
el desarraigo de unas masas campesinas que
específica porque é sta presentaba unos
se veían forzadas a emigrar hacia las ciudades
rasgos diferenciales, aunque en otros
para obtener el sustento que el campo les
aspectos era tan estamental y tan tradicional
negaba. Esta situació n, al mismo tiempo que
como el resto de sociedades europeas.
reproducía unas crisis sociales desde muy
Ademá s, el té rmino “revolucionario” no se
antiguo conocidas, ponía a disposició n de
puede aplicar a todo el sistema productivo
los empresarios unos contingentes humanos
britá nico, pues se circunscribe tan só lo a tres
susceptibles de ser ocupados en nuevas tareas,
aspectos muy definidos y bien secuenciados:
siempre que no requirieran una preparació n
en primer lugar la producció n textil del
técnica profunda y continuada como ocurría en
algodó n, en segundo té rmino a la siderurgia
las labores gremiales.
con el carbó n mineral y finalmente al
desarrollo de la energía del vapor. En otro orden de cosas, la nobleza
britá nica no era menos orgullosa ni despó tica
Es cierto que la idea de un cambio, de que la del resto de Europa pero sí presentaba
una modificació n má s o menos sustantiva algunos rasgos distintivos interesantes, ya que
en un proceso artesanal puede surgir (como en el Reino Unido de la Gran Bretañ a
de hecho ha ocurrido mú ltiples veces en la ú nicamente el hijo mayor heredaba el título y
Historia), en cualquier momento y lugar, pues las preeminencias estamentales, mientras que
só lo es preciso que exista la necesidad, que sus hermanos se veían reducidos a la condició n
de “pueblo
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llano”. Ademá s, todos los aristó cratas de fuego” si no hubiese estado angustiado por
pagaban sus impuestos y no caían en la la suma estrechez econó mica que padecían
“derogueance”, es decir, no eran expulsados los ayudantes en la Universidad.
ni perdían sus prerrogativas estamentales
por ejercer actividades mercantiles –no só lo en
cuanto que actuaran como corsarios sino como LA MECANIZACIÓN TEXTIL
mercaderes y/o financieros– siempre que no En esencia, el tejido es el
trabajaran con sus manos. E incluso esta entrecruzamiento de unos hilos verticales
limitació n sobre el trabajo manual era mucho denominados “urdimbre”, con otros
menos estricta que en el continente, porque horizontales llamados “trama”, lo que produce
varias novedades té cnicas surgidas en el una tela que luego se enfurte, apelmaza,
aparataje agrario eran fruto de la inventiva de repela, desengrasa y entinta para dar lugar a los
un aristó crata britá nico, pues Lord “Turnip” tejidos que salen al mercado. El producto textil
inventó y construyó un innovador arado y consta pues de dos procesos encadenados: el
otros aperos de labranza. En Inglaterra primero –la hilatura o hilado– consiste en
tampoco la acumulació n de capital debía transformar la materia prima (lana, algodó n,
proceder exclusivamente de rentas hilaza o seda) en un hilo fuerte cuya tenacidad
territoriales y de servicios a la Corona como deviene de su torsió n y el segundo –el tejido o
exigía la aristocracia continental, sino que el tisaje– es su posterior entrecruzamiento en el
dinero de cualquier procedencia era muy bien telar para transformar el hilo en tela.
tolerado, como lo demostraba el tradicional y
muy rentable recurso nobiliario a la piratería. En el transcurso de los siglos medievales
Y, quizá como diferencia má xima, mientras que y modernos las fases de hilado y tejido
en Españ a (caso no ú nico pero si paradigmá tico consiguieron mantener un equilibrio precario
en Europa) era grave ofensa tachar a un que fue consolidá ndose por colaboració n
científico de “novator” (amigo de novedades), pragmá tica, pues la carencia de hilo implicaba
en Inglaterra cuantos aportaban unas ideas el paro del tejedor y el exceso de hilatura
susceptibles de un aprovechamiento comú n conllevaba su rá pido deterioro si no se usaba
eran premiados por el gobierno e incluso pronto en el telar. Es má s, durante la etapa
podían llegar a ser ennoblecidos, como ocurrió del Verlag system medieval (y del Domestic
en un simple peluquero al que má s adelante system en la Edad Moderna) fueron muchos
citaremos. los campesinos que realizaban ambas tareas
en los tiempos muertos que les dejaban las
En la Historia de la Ciencia, durante el
labores agrarias, procurá ndose así unos
siglo XIX y la primera mitad del siglo XX se
ingresos suplementarios, aunque la calidad del
asentó firmemente la idea de que la ciencia
producto era rudimentaria y debía ser mejorada
siempre había venido a solventar los problemas
con un tratamiento llamado Factory system que
que presentaba la té cnica, quizá porque
correspondía a su manipulació n final en talleres
extrapolaban al pasado lo que ocurría en su
gremiales.
é poca. Pero en lo que concierne a esta
Primera Revolució n Industrial, el saber En el primer tercio del siglo XVIII las
científico estuvo totalmente ausente de la telas de algodó n fueron sustituyendo a las de
mecanizació n textil y la siderurgia del carbó n, lana, porque su menor calidad era
apareciendo tan só lo en la segunda fase del compensada por su inferior precio que los
desarrollo de la energía del vapor, en la que sí ponía al alcance de una demanda menos
intervino de una forma fundamental la teoría selectiva pero mucho má s extensa, siendo é sta
científica del “calor latente”. Es má s, a pesar la razó n primordial por la que los textiles
de una reciente teoría revisionista, lo cierto iniciaron las innovaciones de la Revolució n
es que las Universidades despreciaron toda la Industrial.
innovació n de una manera sistemá tica, quizá
Hacia 1733 el tejedor John Kay inventó un
porque su propia y pluricentenaria tradició n,
telar, bautizado con el nombre de Lanzadera
junto con su orientació n teoló gica y elitista,
volante, que sustituía la canilla manejada
las distanciaba radicalmente del mundo
por el tejedor por un artilugio mecá nico –un
productivo. Es innegable que James Watt fue
brazo articulado– que no só lo era mucho má s
ayudante de Joseph Black y que conocía su
rá pido sino que permitía que el ancho del
teoría sobre el “calor latente”, pero es má s
tejido sobrepasara la longitud de sus brazos,
que discutible que se hubiese interesado en
tamañ o que era un límite infranqueable hasta
mejorar la “má quina
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aquellos momentos. El mecanismo suponía En 1775 el francé s Jacques Vaucançon


un aumento del 2.000% sobre la producció n presentaba un prototipo de telar mecá nico
del telar anterior, por lo que mientras las que no llegó a construirse por diversos
hilanderas no daban abasto a la demanda motivos concatenados, aunque el principal
sobrevenida, los viejos telares languidecían de ellos era que la producció n de hilatura
porque sus productos tenían un coste muy no sobrepasaba la capacidad de tisaje de los
superior, ademá s de una anchura inferior. En miles de lanzaderas volantes que proliferaban
ló gica consecuencia una tensió n innovadora se por todo el Reino Unido. En 1779 un maestro
desató entre los inventores, que se lanzaron a tejedor –Samuel Crompton– presentó una
conseguir nuevos ingenios que aumentasen la nueva má quina hiladora, un artilugio híbrido
producció n de hilatura. entre la “Spinnig” y la “Water”, que sumaba
sus respectivas ventajas al que denominó
“Mule Jenny” y que ponía en movimiento 360
usos simultá neamente.

Lanzadera volante. John Kay, 1733.

Obviamente no fue por casualidad que


seis añ os despué s el reverendo Edmund
Cartwrigth presentase un telar movido por
Antigua hilandera. un motor de vapor que absorbió rá pidamente
la sobreproducció n que tanto agobiaba al
campesinado por el deterioro de las hilaturas
La primera respuesta llegó en torno a
en espera de uso. Aunque pronto el remedio
1764 de la mano de un carpintero, James
pareció peor que la enfermedad, porque la
Hargreaves, que diseñ ó una má quina
rapidez y la baratura de su producto llevaba
bautizada “Spinnig Jenny” (Juanita la
in nuce la semilla de la discordia, dado que
hilandera) un ingenio que producía por
unidad de tiempo igual cantidad que 36 grandes masas de tejedores se veían arrojados
mujeres trabajando a todo esfuerzo, aunque al paro –cayendo en la miseria por la
só lo servía para el hilo de algodó n. inexistencia de protecció n social– lo que
desató los terribles conflictos conocidos con el
Algunos añ os má s tarde un peluquero nombre de “ludismo” –debido a un mítico John
que llegó a ser nombrado Par del Reino, Sir Ludd que habría sido su iniciador– que fueron
Richard Arkwright, patentó su “Water frame”, el preludio de las luchas obreras que
una maquina movida por la energía incendiarían Europa durante gran parte del
hidrá ulica y que elevaba la relació n de siglo XIX como resultado
producció n a 1:100 sobre el má ximo obtenido –inmediato e inevitable– de una Revolució n
por una hilandera tradicional. Industrial que abarataba el precio de los nuevos
productos en la misma proporció n que reducía
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a los obsoletos artesanos a la má s absoluta metá licos de una misma familia pero que tienen
pobreza. unas características técnicas diferentes:
– El hierro fundido, tambié n llamado
“colado, fundició n o arrabio”, que era la masa
que salía directamente por la boca del alto
horno conteniendo una gran cantidad de
carbono (del 2 al 4%), junto a impurezas que
lo hacía frá gil y quebradizo, y que no soldaba
en caliente, características que impedían
transformarlo directamente en objetos de
consumo, por lo que tenía que ser refinado en
las fraguas.
– El hierro dulce o “forjado” producido
en las fraguas (o forjas) y que presentaba
Telar de vapor. escasa composició n de carbono (0.05 a 0.25%),
siendo dú ctil y maleable, es decir que se
podía laminar (hacer planchas) y trefilar
LA SIDERURGIA DEL CARBÓN MINERAL (convertir en alambre). Los productos de
Desde el siglo XV, las antiguas forjas hierro dulce, cuando se rompían era posible
que se habían transformado en los hornos soldarlos calentá ndolos al rojo y batié ndolos
altos para fundir masivamente el mineral con martillos, pero resultaba caro y escaso
fé rrico acrecentaron sus chimeneas de carga, por lo que su utilizació n se reservaba al Estado
así como la producció n de arrabio. Y ambos, y a los estamentos privilegiados.
altura y productividad, fueron acercá ndose – El acero es una clase muy especial
a un límite que no radicaba en el techo de su de hierro con una composició n media de
efectividad sino en la necesidad de utilizar carbono (0.2 a 2.1%); es dú ctil y maleable
como combustible carbó n vegetal porque el como el hierro dulce y –cuando está al rojo–
carbó n mineral –infinitamente má s barato– tiene la peculiaridad de que se puede templar
producía un hierro de calidad tan baja que sumergié ndolo en agua y revinié ndolo con
había que volver a refundirlo, con lo que se aceite, lo que hace que las lá minas de acero
perdía el beneficio obtenido por el cambio de se puedan doblar (hasta ciertos límites), sin
combustible. que se partan, siendo el material adecuado
El problema llegó a ser tan agudo que, a para fabricar armas blancas. Su alto grado de
pesar del altísimo coste de fabricar un nuevo dureza y tenacidad lo hacían muy ú til para
alto horno, salía má s barato abandonar la instrumentos de precisió n como los relojes,
instalació n siderú rgica que mantenerla activa aunque era tan caro y difícil de obtener que
cuando la deforestació n de la zona circundante en el siglo XVIII se hacían joyas de acero junto a
encarecía el transporte de madera hasta las de oro y plata.
hacerla prohibitiva. Si tenemos presente que En 1709 el herrero britá nico Abraham
durante la Edad Moderna, la leñ a y el carbó n Darby –primero de una importante saga de
vegetal que de ella se obtenía, significaban algo obreros metalú rgicos– comenzó a experimentar
similar a lo que ahora suponen los plá sticos con mezclas de carbones intentando abaratar
para la economía actual, comprenderemos el precio del hierro y añ os despué s tuvo la
que la deforestació n no era una preocupació n genial idea de fundir en moldes de barro
ecologista o estamental (por la pé rdida de cacharros para cocinar, ofreciendo a una
bosques de caza de la nobleza), sino un á vida clientela un nuevo menaje que toda
problema que se agudizaba para todas las ama de casa necesitaba para poder utilizar
capas de la sociedad dado que afectaba a la carbó n mineral; muy barato, porque su calor
construcció n, a la alimentació n y, en suma, a las fundía los utensilios de peltre, ú nicos a los que
actividades cotidianas má s esenciales. tenía acceso el pueblo llano. Las nuevas ollas
Hay que tener presente que con el eran pesadas y se rompían si recibían golpes
sustantivo hierro denominamos tres productos fuertes, pero podían ser sustituidas por muy
poco dinero ya que las piezas rotas las volvía a
fundir el mismo Darby, que luego las
revendía. Miles de ollas,
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cacerolas, sartenes y cazos vendió Darby I,


amasando una inmensa fortuna que, en lugar
de utilizarla para ennoblecerse como hubiese
hecho cualquier herrero europeo, la invirtió en
seguir investigando sobre las posibilidades
del carbó n mineral como combustible
siderú rgico. Hacia 1718 ya lo había coquizado,
por lo que pesaba muchísimo menos y
mejoraba algo la calidad del arrabio.
El añ o 1750 su hijo y sucesor, Abraham
Darby II, estableció un convenio con los
herreros por el que, mediante una sustantiva
rebaja en el precio del arrabio, ellos se lo
compraban a pesar de tener que refinarlo. A
partir de entonces en el Reino Unido el hierro Horno de pudelar.
tomó carta de naturaleza para fabricar las
piezas que debiesen estar sometidas a grandes Treinta añ os antes, en 1755, un relojero
esfuerzos mecá nicos, como calderas, pistones llamado Huntsman, desesperado por la
de má quinas de vapor, ejes para molinos y para dificultad, altísimo costo y escasa cantidad
las omnipresentes ruedas hidrá ulicas. En 1779 de buen acero que precisaba para fabricar sus
Abraham Darby III tendía el primer puente cronó metros, ideó otra forma de obtenerlo
metá lico sobre el río Severn, poco antes de que usando un pequeñ o crisol de grafito e
hiciese su aparició n el primer sistema que invirtiendo el proceso de obtenció n: en lugar
producía un hierro dulce barato, fiable y en de descarburar arrabio por reducció n con aire,
cantidad apreciable. lo cementó , es decir añ adió carbono al hierro
El añ o 1784 al herrero Henry Cort se le dulce, con lo que logró un aumento notable
ocurrió transformar el horno de pudelar, que en la calidad del producto, aunque continuó
ya en el siglo anterior usaban los cristaleros, siendo tan escaso como caro.
utilizá ndolo para la siderurgia, pues como la
llama del carbó n no entraba en contacto con LA ENERGÍA DELVAPOR
la masa fundida (lo que si ocurría en el horno
alto), era posible utilizar el hierro resultante La capacidad del vapor de agua
sin un posterior refinado en la forja. Se para producir “trabajo” –aunque fuese de
trataba de un horno cerrado e internamente escasa magnitud– fue citada por Heró n de
revestido con arcilla refractaria, en el que se Alejandría. Y, al parecer, usada por los magos
introducían conjuntamente mineral y fundente. de Mesopotamia para epatar a las masas y por
El conjunto se calentaba con un fuego exterior los sabios musulmanes para entretener a sus
que no entraba en contacto con la masa mecenas. En Españ a, los dibujos de Jeró nimo
fundida, por lo que el carbono no contaminaba de Ayanz y Pedro Juan de Lastanosa en el XVI
el arrabio. La masa en fusió n se removía y reflejan imá genes de aparatos que producían
extraía con una pala de hierro (puddle) que un movimiento mediante la fuerza del vapor,
manejaba un esclavo desde el exterior y instrumentos igualmente presentes en los
estaba sometida al paso de un potente chorro croquis del marqués de Worcester. Su primera
de aire forzado que al entrar en contacto con el aplicació n pragmá tica se produjo en la marmita
arrabio al rojo oxidaba el carbono. El hierro con la que Denis Papín intentó , a fines del
resultante era relativamente abundante y siglo XVII, abaratar la “sopa boba” repartida a
comparativamente barato, por lo que los pobres en los conventos y que implica un
inmediatamente pasó a formar parte antecedente de la olla a presió n actual. Parece
integrante de la construcció n britá nica en ser que este científico francés llegó a fabricar
sustitució n de la madera. En comparació n un motor de vapor con el que hizo navegar
con las plantas siderú rgicas del XIX, la una barca por un río alemá n, aunque ésta fue
importancia del pudelado parece pequeñ a, destrozada por los barqueros y él acusado de
pero, técnicamente, los avances posteriores no brujería, una experiencia traumá tica que le llevó
fueron má s que la continuidad de un proceso a experimentar con motores de explosió n a base
rupturista debido al genio anticipador de una de pó lvora sin obtener resultados apreciables.
saga de herreros ingleses.
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Durante la Edad Moderna el gran criterios científicos para su mejora–


problema de la minería era el desagü e de las patentaba una variante sustantivamente
galerías –cada vez má s profundas y difíciles evolucionada, aunque seguía siendo una
de mantener–, por lo que en el añ o 1698 el má quina atmosfé rica. La esencial
ingeniero militar britá nico Thomas Sabery modificació n de Watt fue incorporar un
patentó un complejo artilugio, que en esencia serpentín para enfriar má s rá pida y
constaba de un cilindro en cuyo interior se eficientemente el vapor que había elevado el
movía un é mbolo que subía por la presió n é mbolo, con lo que lograba tres ventajas
del vapor producido en un calderín adjunto. importantes: primero que el é mbolo bajara
Cuando el cilindro era enfriado mediante la con mayor rapidez; segundo que só lo se
inyecció n de agua fría, la presió n atmosfé rica enfriaba el vapor pero no el cilindro, con lo que
hacía bajar el émbolo que, unido por su extremo el pistó n volvía a subir má s pronto; y tercero
superior a una cadena, movía la bomba de ahorrar combustible. En su conjunto la má quina
desagü e ubicada al fondo de la mina. Con dos era mucho má s rá pida, fiable y econó mica que
mecanismos iguales, trabajando en paralelo y la que había servido como modelo, pero todavía
alternativamente, se obtenía un rendimiento no era una auté ntica má quina de vapor.
relativamente aceptable, aunque era un
artilugio caro, lento y complejo, que precisaba
reparació n con muchísima frecuencia, lo cual
amenazaba su triunfo comercial. En realidad
se trataba má s de un avance teó rico que de una
realizació n prá ctica.
Una de estas má quinas cayó en manos de
Thomas Newcomen, un herrero con experiencia
y sentido prá ctico, que la transformó lo
necesario hasta hacerla operativa. Pero la
carencia de contactos con el mundo financiero
frustró la explotació n comercial hasta que
formó sociedad mercantil con Sabery,
explotando conjuntamente la má quina a la que
llamaron “El amigo del minero”. Aunque
fueron llamadas “má quinas de vapor” en
realidad eran só lo ingenios atmosféricos, pues
ú nicamente la mitad del esfuerzo era debida a
la acció n del vapor mientras que la totalidad del
trabajo efectivo lo realizaba la presió n
atmosférica.
En la primera mitad del siglo XVIII Má quina atmosfé rica de Newcomen.
centenares de estos ingenios se extendieron en
el paisaje minero britá nico, encargá ndose su
dibujo al marino Jorge Juan Santacilia, becado y Si importante había sido la transformació n
en viaje de estudio en Londres (lo que en té cnica, mayor interé s tuvo –desde la ó ptica
realidad era puro espionaje industrial) y que econó mico-financiera– la estrategia usada para
añ os má s tarde se instalaron –alguno de ellos sustituir las viejas má quinas por ingenios de
fabricados ya en Españ a– en las minas de condensador separado. Watt fue consciente
Almadén y los astilleros militares de Cartagena de que su invento era muy caro y que los
y El Ferrol. propietarios de minas –que acababan de
invertir ingentes cantidades en los “Amigos del
Estos artilugios, aunque mucho má s minero”– no querrían, ni podrían, abandonarlas
operativos, necesitaban frecuente reparació n para modernizar el aun reciente utillaje. Fue
por lo que hacia 1765 uno de ellos le fue entonces cuando propuso una genialidad
entregado a James Watt, ayudante en la financiera: los mineros expresarían en un
Universidad de Edimburgo del químico Joseph contrato la cantidad de carbó n que
Black (autor de la teoría del calor latente), para consumían en un añ o y Watt les entregaría
su arreglo, lo que realizó satisfactoriamente. una de sus nuevas má quinas, sin costo inicial
Pero pronto y aplicando por primera vez y retirando la antigua. Al final de cada añ o el
minero tan
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só lo debería abonar la mitad de lo que movimiento de vaivé n en rotatorio, hasta


hubiese ahorrado en el coste del combustible que se percató de que el sistema medieval
usado, por lo que no arriesgaba nada y lo que biela/manivela era la solució n perfecta. La
iba a pagar no salía del capital familiar. El regularidad de funcionamiento la obtuvo con
triunfo de la iniciativa fue tal que al poco el volante de inercia (la pieza má s voluminosa
tiempo Watt ya no mantenía esta oferta, pese de la má quina) y el control de velocidad con
a lo cual la demanda de má quinas de el regulador de presió n, aprovechando la
condensador separado era muy superior a las fuerza centrífuga que hacia subir las bolas del
que él podía producir en su fá brica. En el mismo para estrangular el paso de vapor y
transcurso de su vida profesional Watt formó reducir la velocidad y la fuerza centrípeta del
sociedades industriales con personajes de la descenso para abrir el paso de vapor y
talla financiera de Mathew Boulton, John aumentar la velocidad. Tambié n inventó una
Roebuck y John Wilkinson, todos ellos afamados vá lvula de seguridad, y debido a unas
“capitanes de empresa” que triunfaban sin convicciones é ticas muy profundas, nunca
reticencias en el seno de la nobiliaria, puritana y fabricó má quinas de alta presió n pues creía
estricta sociedad britá nica. que implicaba mucho riesgo y posibilidad de
muerte si estallaba. Una conciencia social
ló gica hoy en día, pero absolutamente
extemporá nea para la é poca, y una limitació n
que mantuvo hasta que caducó su patente al
inicio de la centuria posterior.
La primera aplicació n al transporte de
la má quina de vapor fue la narria (especie de
carromato o plataforma) de François Cugnot,
vehículo automó vil que –como tantas veces
sucedió en el transcurso de la Historia de la
Té cnica–, su primera aplicació n fue militar
siendo destinada a arrastrar los pesados
cañ ones del ejé rcito francé s.

Má quina de vapor de Watt. El dinamismo econó mico, social e


intelectual se extendió a todos los aspectos de la
Continuando con el aspecto té cnico, producció n industrial y el modelo empresarial-
Watt se dio cuenta de que era el rozamiento familiar de los Darby (que en realidad era
lo que disminuía la velocidad con que la consustancial al sistema social estamental),
presió n atmosfé rica hacía retornar el é mbolo se extendió a toda la innovació n inglesa y así
que producía el trabajo, por lo que se le las sagas de los Bramah, los Maudslay y los
ocurrió aplicar alternativamente vapor de Wegdwood (el abuelo del naturalista Charles
agua a las dos caras del é mbolo, dotá ndolo Darwin), destacaron en la producció n de
de un movimiento de vaivé n que era má quinas-herramienta, tornillería y porcelana.
dinamizado o ralentizado sincronizando la No es casualidad que las primeras
llegada de la presió n de empuje y el escape de teorías econó micas científicas apareciesen
los residuos al extremo de cada pistó n. Para en este siglo, como Le tableau economique de
ello dispuso el é mbolo en posició n François Quesnay en el que desarrollaba
horizontal, con una dimensió n inferior al de la la Fisiocracia, teoría dimanada del poder
má quina atmosférica y con una corredera nobiliario que consideraba la tierra como la
solidaria al eje del é mbolo que introducía ú nica fuente de riqueza (el peso de la tradició n
vapor por cada una de las dos vá lvulas formalizado como ciencia econó mica) o el
situadas cada mitad del pistó n, al mismo má s científico y moderno An enquiry about the
tiempo que vaciaba la otra mitad, con lo que wealth …, conocido en Españ a por su título
tanto la presió n como la cadencia del abreviado de La Riqueza de las Naciones, que
movimiento quedaban garantizadas. condensaba el pensamiento de Adam Smith,
Los problemas operativos que se fueron primer teó rico del liberalismo econó mico,
presentando los solucionaba con diversa quien afirmaba que el “Mercado” era el que,
fortuna, como el desarrollo de complicados en ú ltima instancia, dirigía el conjunto del
engranajes excé ntricos para transformar el
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sistema econó mico: la “mano oculta” que mANTOUx, P. 1962. La Revolución Industrial en
autorregulaba las relaciones mercantiles. el siglo XVIII. Aguilar, Madrid.
Una obra que por primera vez consideraba
al trabajo como el ú nico “creador de riqueza” mONTIEL TORRES, F. y VILLAS TINOCO, S. 2000.
y una teoría científica que sistematizaba la Historia, ciencia y técnica. SPICUM,
praxis financiera que había hecho triunfar la Má laga.
Revolució n Industrial Inglesa. mONTIEL TORRES, F. y VILLAS TINOCO, S. 2004.
Historia Social de la Ciencia la Técnica y la
BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA Tecnología. (2ª) SPICUM, Má laga.
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Industrial. Economía y sociedad en Gran Bretaña en la
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Anaya, Madrid. VILLAS TINOCO, S. 1990. Las Claves de la Revolución
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