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Tu vida debe ser centrada en Jesús. El traerá orden y bendición a las demás
áreas de tu vida y alejara aquellas circunstancias que no sean buenas. Todas
las personas tiene algo como el centro o como lo primero en su vida, y es lo
que rige el resto de ella. Podemos identificarlo fácilmente, pues es aquello en
que dedicamos más tiempo y esfuerzo y por eso dejamos a un lado otras
cosas.
(comentario acerca de mi vida anterior)
En el centro de tu vida pueden haber cosas malas o buenas, pero tu corazón
fue diseñado exclusivamente para que Jesús habite en el. Pueden haber
vicios, pecados o hasta rencores, o bien los estudios, trabajo o el noviazgo,
pero todo estará errado, pues sólo Jesús es digno de ocupar ese primer lugar
en nuestra vida. Debemos decir, como Pablo, que comparado a nuestro
Señor, lo demás se ve de menos. (Efesios 3:1-11 NTV)
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puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual
por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Muchos de los que están aquí tal vez traigan entre sus pertenencias:
Una imagen de algún ídolo para que los proteja.
Una protección contra malos espíritus. Dependes de tú zodiaco.
Una patita de conejo, ojo de venado, (cabalas)
Un dólar, billete de lotería.
Una camisa con alguna imagen de demonios, o de publicidad de
alguna bebida alcohólica.
Tal vez tu ego, tu orgullo.
No quieres quedarte con algo porque es gran valor para ti, sea de
oro o porque te la dio alguien muy querido o especial.
Deuteronomio 7:25-26 (RVR1960)
25
Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás
plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en
ello, pues es abominación a Jehová tu Dios;
26
y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema;
del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.
8
No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba
en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
9
No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos
hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,