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Introducción
Los gálatas iban bien, habían aceptado el evangelio de Jesucristo por fe; pero
de repente llegaron judíos a perturbarles diciéndoles que debían circuncidarse y seguir
la ley de Moisés si querían ser salvos. Así que, escuchándoles y siendo persuadidos
por ellos, aquellos Gálatas que habían empezado en el Espíritu de repente se
vieron en la carne, intentando por sus medios y esfuerzos, agradar a Dios.
Andar en el Espíritu¡¡ es andar por fe y no confiando en nuestras propias capacidades.
Entonces los detractores de la gracia de Jesús y vivir en la libertad a la que hemos sido
llamados.
Dicen que sin ley hay desenfreno, que no es posible que simplemente por creer en
Jesús y viviendo como cada uno quiera, pueda alcanzarse la vida eterna.
Escuché bien el hijo de Dios que anda por la fe y no siguiendo reglas ni leyes.
está muy lejos de llevar una vida incorrecta, inmoral o deshonesta
Sucede que por la fe en Cristo Jesús, nuestros corazones han sido purificados,
abriendo la puerta para que el Espíritu de Dios haga Su morada en nosotros.
por lo cual podemos comprender que cuando el Espíritu de Dios hace en nuestra vida
Su morada, entonces reposa en nuestro ser la Santidad y la Verdad de Dios.
De tal forma comprendemos que la esencia de Dios habita y reposa en el ser de todo
aquel que vive por la fe en Cristo Jesús, así que la esencia de santidad y la esencia
de verdad están en él.
La biblia también dice que Dios es Amor, por lo cual comprendemos que la esencia de
Dios es el amor.
El amor de Dios derramado a través del Espíritu Santo es el motor que mueve a
la fe del creyente, de forma tal que por la fe vive y realiza todas sus funciones.
Por la fe obedece como Abraham, por la fe bendice como Isaac, por la fe busca
siempre algo mejor como Jacob, por la fe Enoc caminó con Dios y dio un claro ejemplo
a su descendencia que igualmente caminó con Dios hasta Noé
Y cuando tu fe es movida por amor, entonces nada que tu hagas será incorrecto,
ni inmoral o deshonesto; sino por el contrario será santo y agradable a Dios.
Sabiendo Jesús que se trataba de una persona bien estudiada en la ley de Dios, le
contestó con una pregunta:
Y es que en estos dos mandamientos toda la ley se resume, y quien obre en el amor
hacia Dios y hacia sus semejantes nunca tendrá que estar preocupado por el
pecado, pues siempre obrará en la Voluntad de Dios.
Y fue entonces que aquel ilustrado hombre de la ley trató de justificar su pregunta con
otra: ¿Y quién es mi prójimo?
Entonces Jesús contestó con toda profundidad pues aquel hombre conocía mucho,
pero obraba muy poco.
como todos los hombres religiosos que sencillamente se limitaban a obedecer reglas y
mandamientos pero no conocían el amor del cual hablaba la palabra
Al parecer aquellos tiempos no eran muy diferentes de los nuestros, pues Jesús habla
de un cierto camino en el cual, por lo que se lee, habían bandas de asaltantes y
maleantes. Entonces un hombre al ir por aquel camino, Jesús comenta en su parabola,
fue asaltado y golpeado, dejado al borde del camino herido y sin posibilidad de valerse
por sí mismo. En caso de no ser ayudado, su destino sería morir, allí mismo. Leamos
esta parábola:
Sin embargo este hombre samaritano al ver a aquel herido tuvo compasión de
él, vendó sus heridas, las lavó, les puso aceite y vino, lo colocó en su cabalgadura y lo
llevó a un mesón, pagó dos denarios para cubrir su hospedaje, alimentos y
medicamentos necesarios para restablecerse, prometiendo regresar para pagar
cualquier gasto adicional que hubiera sido hecho. ¿Quién fue el prójimo de todos
estos?, preguntó Jesús.
Aquel interprete de la ley que quiso probar a Jesús ahora no sabía ni en donde
meterse, pues era obvio que Jesús le estaba hablando a él, un personaje muy
conocedor y estudiado de la Palabra, pero que tan solo le limitaba a portarse bien, orar,
enseñar las escrituras y gozar de un buen prestigio.
Obviamente Jesús le decía que su respuesta había sido correcta, tenía los
conocimientos bien claros, pero en realidad estaba muy lejos de la Vida Eterna.
El sacerdote, aún y su conocimiento y relación con Dios, no tuvo amor para aquel
hombre.
El levita, también conocedor de la Palabra de Dios también lo ignoró, es decir
tampoco tuvo amor hacía aquella persona y podría argumentar que estaba muy
ocupado en el servicio propio del templo.
Más bien fue un hombre sin conocimiento de la ley, uno que no predicaba ni
criticaba a los demás por su falta de conocimiento bíblico quien si tuvo amor por su
prójimo.
Le dedicó tiempo, usó sus recursos para ayudarle y aún invirtió su dinero para que
pudiera sanarse. La siguiente pregunta sería: ¿Quién de estos tres personajes
estaba más cerca de la Vida eterna?
La verdad es que el amor no pide retribución, sino que da, aún sabiendo que nadie la
agradezca.
No seas un religioso más, sino una persona en donde se pueda reconocer a Jesús.
Ama a Dios sobre todas las cosas, pero a tu prójimo también. Haz con él lo que te
gustaría hicieran contigo.
Así que sin intentar obedecer reglamento alguno, sin pretender guardar rituales ni
fiestas; la única ley perfecta es la que Dios escribe en tu corazón por Su Espíritu Santo,
y esta ley es el Amor.
Amor hacia nuestros prójimos, amor hacia Dios sobre todas las cosas. Así que
podríamos declarar esta sentencia: ¡Ama y haz lo que quieras!, porque todo lo que
anhelarás es bueno y perfecto para Dios.
3. Ministración.