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La violencia económica usualmente se reproduce en el ámbito familiar, siendo una forma de control en contra de las

mujeres; se muestra a través de la agresión producida por la persona que ostenta el dominio económico, la
manipulación para gestionar los gastos o la privación de recursos, lo que induce al aislamiento y la angustia por la
satisfacción de las necesidades personales y/o familiares.

La violencia psicológica es una forma de agresión que no utiliza el contacto físico pero puede dejar graves secuelas
en la psique de la víctima ya que es una modalidad muy efectiva de ejercer poder sobre otro 1. Esta forma de
violencia puede empezar de forma sutil e ir incidiendo poco a poco en la persona de forma que esta no se daría ni
cuenta hasta que ya se encuentre bajo el control del otro de forma dependiente, con miedo, con coacción

El término violencia sexual hace referencia al acto de coacción o amenaza hacia una persona con el objetivo de que
lleve a cabo una determinada conducta sexual, por extensión, se consideran también como ejemplos de violencia
sexual, "los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de
cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por la relación de ésta con la víctima, en
cualquier ámbito, incluidos el hogar o el lugar de trabajo.

Unicef define violencia sexual a la “acción de someter a una persona a la voluntad de un agresor,
aprovechándose de la impotencia y desvalimiento de las víctimas, con la intención de dañarla, causarle
dolor y sufrimientos (físicos o mentales), despersonalizarla y dominarla sometiéndola a actos sexuales sin
su autorización ni consentimiento”.3
Los casos más frecuentes de violencia sexual son ejercidos sobre niños (la pedofilia y el abuso
sexual intrafamiliar) y la violación de mujeres.4
El delincuente sexual lo puede ser en exclusiva (sobre todo en el caso de los pedófilos), pero también
puede ir acompañado de otros perfiles delictivos, tal es el caso de robos, agresiones, maltrato físico, etc.
El agresor sexual no es necesariamente un desconocido para la víctima; en ocasiones es, precisamente,
su cercanía cotidiana a la misma la que le ha facilitado un determinado grado de confianza que ha
derivado en la imposición de una determinada relación.5
En países con estadísticas fiables al respecto, las agresiones sexuales constituyen un porcentaje
relativamente bajo de la violencia denunciada. No obstante, el carácter intrínseco de la violencia sexual
sugiere la posibilidad de una violencia encubierta debido a actitudes de vergüenza o de temor a
represalias por parte de la víctima.4

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