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"EL PERU EN SUS ESCRITOS"

Presentado por:
Donayre Pizarro Alejandro /Cazasola Rodriguez Cadmiel Sigrid
CARACTERÍSTICAS
POLÍTICAS Y
CULTURALES DE LA
SOCIEDAD PERUANA
El estudio que sigue representa un intento de reconstitución de
una de esas configuraciones del racismo, particularmente
importante, porque si bien se constituye en los siglos xii y xiii es la
que sigue ordenando en los siglos xv y xvi las relaciones con el
otro, con el diferente, cuando Occidente se lanza en las grandes
empresas ultramarinas y se tropieza con un nuevo continente. Se
busca entender finalmente la extraordinaria fuerza de expansión y
de destrucción que anima a Occidente y que lo llevó a imponerse y
a someter por medio de la violencia armada o de la simbólica,
hasta los más recónditos lugares del planeta.
Pero primeramente buscando definir algunos
elementos delo que fue el intertexto y la gramática
que presidió en Occidente a la emergencia de un
discurso y unas prácticas de la otredad se quiere
mostrar que la destrucción de la América antigua en
el siglo xvi, no fue producto de fatalidades, errores o
ignorancias, sino el resultadoprevisible e ineluctable
de la confrontación del seroccidental con las “nuevas
tierras”.
Es por eso que las investigaciones
sobre algunos dispositivos de la
conciencia de sí de Occidente y la
construcción de alteridades en los
siglos que preceden la Conquista
parecen fundamentales para explicitar
mucho de lo que se dará, a largo plazo,
en y después de “la conquista de
México-Tenochtitlan”.
• Es el período en el cual el fundamento
religioso ordena la coherencia cotidiana
global desarrolla, reestructura y organiza un
modo único de funcionamiento en los
espacios que hasta ese momento habían
tenido dinámicas religiosas y sociales
heterogéneas.
• • Es el momento en el se puede empezar a
hablar de un Occidente cristiano como una
totalidad per formativa, aunque sigan
existiendo diferencias superficiales o
profundas entre los diversos espacios
regionales que la constituyen.
• Para la sociedad occidental, durante los siglos xi y xii la vida humana
no puede ser otra que en una polis, y ésta sólo puede ser cristiana.
Justificando la expansión de la iglesia universal y la fagocitación del
universo, y considerando el mundo cristiano como el único mundo
humano legítimo, tendrá que rechazar fuera de lo humano a todos los
que no son idénticos a ella y en primer lugar a los que en su interior
no están de acuerdo con ese tipo de apropiación del mundo por la
iglesia universal. Así, el trabajo de conformación interna de una
sociedad cristiana impulsado desde hace siglos y ejemplarizado
entonces por “la reforma gregoriana” tendrá por corolario el de
combatir a todos los que por una razón cualquiera problematizan esa
nueva construcción identitaria: heréticos, judíos, musulmanes.
• Finalmente más que las sutiles mecánicas retóricas
teológicas que intentan justificar ese fenómeno general de
exclusión, lo que tiene que llamar nuestra atención, por sus
terribles consecuencias americanas, es la inscripción de los
otros en la no-humanidad. En la medida en que el criterio de
esa expulsión es el religioso y que la iglesia pretende
construir la ciudad de Dios en esta tierra, todos los otros
intentos de construcciones históricoculturales deAmérica”.
serán considerados como el mero producto de la acción
diabólica. Es así como en los textos que Occidente dedica a
la descripción de los otros asistimos a su satanización
general y al desarrollo de la idea básica de que todos ellos
otros son, de manera ineludible y por naturaleza, los
adversarios bestiales y diabólicos de la expansión cristiana y
que por lo tanto tienen que ser combatidos y destruidos
UN PROBLEMA DE FUENTES

• Para ver el trabajo de la cultura occidental sobre sí misma y la escritura e invención


de los otros, se utiliza preferentemente dos de las primeras crónicas que tratan sobre
la primera cruzada y varias obras de un famoso abad de Cluny, Pedro el Venerable,
contemporáneo de la segunda cruzada, cuya particularidad es la de haber escrito
entre otras obras, un tratado sobre milagros (De miraculis), y sobre todo tres
tratados dedicados a “los otros” de su época: los herejes (Contra petrobrusianos
hereticos), los judíos (Adversus Iudaeorum inueteratam duritiem), y los islamistas
(Contra sectam sarracenorum).
• El interés de investigar a este autor en sus tres prácticas productoras de alteridades, como nos lo
propone Dominique Iogna-Prat, es porque podemos ver cómo esos tres tratados forman y funcionan
como un todo, cada uno de ellos llamando a los otros en una serie de ecos interminables, lo que
permite generalizar y reconstruir .
PEDRO, SUS ESCRITOS Y EL MUNDO DE LOS
SIGLOS XI Y XII
• El Abad Pedro es contemporáneo de ese
momento en el cual la iglesia se extiende
al mundo y través de sus obras podemos
apreciar ese movimiento de
institucionalización de la iglesia, con sus
dos dinámicas, de integración y de
exclusión.
• • Es el movimiento de fortalecimiento
institucional y doctrinal de la cristiandad
el que irá “inventando”, en el sentido
o’gormaniano, y definiendo, para poder
perseguir sin cesar a sus enemigos.
I. LA INVENCIÓN DE HEREJES
• • Se considera el hereje no como el producto novedoso de una desviación
individual o colectiva repentinamente advenida, o de una respuesta
popular a la opresión eclesial, sino como producto de esa radicalización
institucional eclesial que se realiza con la reforma gregoriana y los grandes
concilios de Letrán.
• • En su dinámica de autodefinición y superación la institución eclesial se
encontraba inmersa en un trabajo incesante, cada día más fino de
reestructuración de su identidad y de clarificación de sus prerrogativas
exclusivas, de ahí por ejemplo, el recurso más y más frecuente al escrito.
Esa institucionalización de la reflexión y de la organización de la práctica
religiosa, tiende a producir, uno tras otro, nuevos posibles herejes.
• Fuera de la iglesia no hay salvación esta frase “brutal"muy significativa,
parece resumir lo que podría ser el punto de llegada de un trabajo
empezado por la elite cristiana desde la época de Constantino, acelerada
bajo el pontificado de Gregorio Magno hasta la época que nos ocupa. En la
medida en que Iglesia y Sociedad se vuelven nociones coextensivas, la
noción de cristiandad no implicará simplemente una cierta comunidad
espiritual más o menos numerosa, o una estructura colectiva de poder más
o menos apremiante, sino que designa ahora una estructura general de
carácter social y temporal, un espacio, un poder; y por lo tanto
rápidamente aparecerán instituciones encargadas de vigilar la defensa de
ese espacio y de ese poder, es así como, inevitable consecuencia, la
inquisición, de manera “muy natural”, se encargará de acabar con los
herejes.
• La cristiandad, en el mismo movimiento, tiene que ir afirmando y
consolidando poco a poco su identidad, el mundo del adentro, y también
decir sus diferencias con el mundo del afuera, de los otros como ,los judíos,
el Islam, Asia, y más tarde, América. Pero ese trabajo no es tan sencillo,
porque los judíos pertenecen, y de diferentes modos a la vez, al mundo del
adentro y al del afuera, de la misma manera que Bizancio, heredero de la
antigua Roma, es un imperio cristiano al cual la iglesia se siente ligada
históricamente a pesar de las diferencias dogmáticas que acaban por
separar a cristianos latinos y ortodoxos
• En esa asimilación del mundo a la iglesia, en ese deseo de la iglesia de
incorporarse, de dirigir y controlar al mundo, la iglesia se vuelve mundana, rica y
poderosa, pasando cada vez más tiempo en conservar y aumentar sus riquezas.
Ese éxito en el mundo, no es del gusto de todos, y esa nueva concepción eclesial
encuentra fuertes resistencias que toman múltiples formas desde los eremitas
de los bosques, a los predicadores itinerantes que recorren rutas y caminos
llamando a la conversión y a la realización inmediata de la Jerusalén celeste.
• La institución desconfía de esos radicales incontrolables, y la mejor manera de restarles influencia será la de
reservarse el monopolio de la palabra divina, los laicos no podrán intervenir en las áreas de predicación y
evangelización. Y cualquier intento de los laicos por tomar la palabra será considerado como una forma de
crítica a las bases de la institución eclesial y de las concepciones que los clérigos se hacen de lo que debe ser
la vida en una sociedad cristiana. Toda la historia del primer milenio cristiano está llena de esos laicos
inspirados que tomaban la palabra para engrandecer el imperio cristiano, unos fueron reconocidos por la
iglesia otros silenciados.
II. EL JUDÍO, ENEMIGO DEL INTERIOR
• Los judíos en Occidente empiezan a tener muy serias dificultades en
el siglo xi. Un síntoma de esas dificultades podría ser el hecho de que
se empieza a difundir el rumor, retomado por el cronista Raúl Glaber en
sus “Historias” que el saqueo de Jerusalén por “el príncipe de
Babilonia” (Al Hakim) se debe a la petición expresa de los “malvados
judíos de Orleáns”, en Francia; el cronista añade que evidentemente los
buenos cristianos no dejaron impune tal infamia, y se transformaron en
vengadores del Señor. También en esa época se instaura la tradición
eclesiástica de abofetear a un judío el día de Pascua.
• Son conocidos los “excesos” que realizan los primeros cruzados contra
las comunidades judías que encuentran en su camino hacia Palestina a
través de la Europa central. Mientras la lucha contra el infiel musulmán
se vuelve azarosa, después del fracaso de los primeros “reinos
cristianos de Oriente”, con la predicación de la segunda cruzada la
suerte de los judíos tiende a empeorar, empiezan a ser acusados
además, con frecuencia, de crímenes rituales contra niños cristianos.
Pero antes de ver cómo va a empeorar tenemos que recordar el
estatuto del judío antes de los siglos xi y xii.
AGUSTÍN: EL PUEBLO TESTIGO
• En el siglo siguiente, Agustín de Hipona, con su elegante prosa latina parece
menos violento que el orador griego, pero ese campeón de la cristiandad es
también fundamentalmente hostil a los judíos. Pretende luchar contra su
influencia persistente, preservar de ella a sus neófitos y organizar ya un
conjunto de armas para luchar contra las ideas de esos pertinaces que se
aferran con necedad a una lectura errónea de las escrituras.
• Es el brillante exponente de una nueva explicación teológica del judío, afirma
que aún antes de la llegada del Salvador, el judaísmo se había corrompido
progresivamente, desecado, y que por lo tanto una vez realizada la promesa
crística, el judaísmo no tenía otro inspirador que Satanás, y los que habían sido
los hijos privilegiados de Dios se habían vuelto hijos del demonio.
• Sobre esas “gentes ávidas y groseras, sin cesar preocupados por los goces
materiales” y sus hijos pesa la maldición que han atraído y aceptado
matando al Mesías. Es el pueblo que no puede entender las escrituras, sino
sólo de manera carnal, detenidos en la superficie de la letra. Agustín es el
autor de lo que algunos autores llaman la doctrina del pueblo testigo,
retomando una idea ya esbozada por Lactancio
Sobre esas “gentes ávidas y groseras, sin cesar preocupados por los goces
materiales” y sus hijos pesa la maldición que han atraído y aceptado matando al
Mesías. Es el pueblo que no puede entender las escrituras, sino sólo de manera
carnal, detenidos en la superficie de la letra. Agustín es el autor de lo que algunos
autores llaman la doctrina del pueblo testigo, retomando una idea ya esbozada por
Lactancio: Si los judíos que han rechazado creer en Cristo, sobreviven aún —a pesar
de la maldición divina— “es que es necesario que sobrevivan, Dios así lo ha querido
en su sobrenatural sabiduría; subsisten para atestiguar sobre la verdad cristiana,
atestiguan con sus libros y con su Dispersión”
• Así se define tempranamente el estatuto del judío en la
representación discursiva que propone la revelación cristiana:
los judíos son encargados por su sobrevivencia, su dispersión y
opresión de testimoniar sobre la verdad cristiana, su situación
material y política debe mostrar claramente a los ojos del
mundo, su degradación, de pueblo elegido a pueblo errante.
• En la época carolingia, las violentas reacciones de algunos obispos
galos son el síntoma de que esa época fue en parte favorable a las
comunidades judías. Es bien conocida la violencia del obispo de Lyon,
Agobardo (760-840), celoso del florecimiento de esas comunidades.
Luis el Piadoso, sucesor de Carlomagno, manifiesta sentimientos de
tolerancia hacia los judíos, se conservan varios cartularios acordando a
judíos la protección imperial: prohibición de molestar y calumniar a los
judíos, de tocar sus bienes que podían cambiar o vender libremente,
derecho de vivir según su credo, de emplear cristianos (menos los días
de fiesta y domingos), prohibición al clero de persuadir a sus esclavos
de hacerse cristianos para obtener su libertad, de someter los judíos al
juicio de Dios, de agua o de fuego, etc.
• La tolerancia imperial permite que la comunidad judía de Lyon resista
a la voluntad episcopal. El fogoso obispo escribía carta tras carta a la
corte fingiendo creer que esa tolerancia no podía ser obra de un rey
cristiano tan piadoso. Para Agobardo no hay duda de que los judíos son
“enemigos de Dios”, aunque “no pretende quitarles con violencia ni a
sus esclavos ni a sus hijos”(¡sic!). El santo obispo MULTIPLICA las
prohibiciones, relativas a los judíos, como la de tener domésticos
cristianos.
• Prohibe a los cristianos el comprar carne matada por judíos o vinos
producidos por ellos, evidentemente, comer con ellos, etc. El conflicto
llega a tal punto que se tiene que llamar a los Missi, los terribles
funcionarios ejecutores de la voluntad del emperador, lo que fue un
desastre para el obispo, que tuvo probablemente que esconderse o
huir de la ciudad.
LOS JUDÍOS EN EL ORDEN FEUDAL
• Los judíos en el orden feudal El reforzamiento del sistema feudal a partir
del año 1000 dejaba a los judíos como fuera de la sociedad, excluidos de los
juramentos de fidelidad no podían rendir homenaje ni dar su palabra. Las
nuevas polémicas que se dan sobre la integración de los judíos recubre de
hecho el problema de saber QUIÉN los controlará y sobre todo quién se
quedará con sus INGRESOS.
• Excluidos de las Paces, como de la Tregua de Dios, los judíos no tienen
ninguna protección y son regularmente perseguidos, expoliados y a veces
masacrados en las violencias locales o generales, de la época.
• Es decir que los judíos se han vuelto posesión de los señores de las
tierras donde se encuentran, son finalmente considerados como
bienes inmuebles, por lo tanto se les podrá, vender, expulsar,
despojar. Y el abate de Cluny como gran señor feudal no puede
ignorar esos cambios, ni la situación jurídica de esas comunidades en
otros ámbitos en la medida en que Cluny tiene posesiones señoriales
en toda Europa.
Criollismo limeño
• En relación a la evolución seguida por el pensamiento criollo, numerosos estudios han analizado los textos
en los que los españoles americanos ofrecieron a lo largo del período colonial definiciones sobre sí mismos,
descripciones de su territorio y afirmaciones sobre el lugar que ocupaban en la sociedad de su tiempo y en
el sistema político al que pertenecían. Todos estos textos presentaron una serie de elementos comunes
suficientes para definir una corriente de pensamiento político que conocemos como criollismo. Entre estos
elementos comunes se encontraría, por ejemplo, la reivindicación por parte de los criollos, como
descendientes de los Conquistadores, del derecho a ocupar en América puestos de relevancia en el gobierno
civil y religioso. Sin embargo, el discurso político criollo se desarrolló en cada uno de los territorios de la
América hispana con particularidades que respondieron a la trayectoria singular de cada territorio, a las
directrices políticas de las que fue objeto esa área geográfica o a la diferente composición étnica y social de
cada zona. En el caso del Perú, los trabajos de Bernard Lavallé, entre otros estudios, han definido la
idiosincrasia que presentaba el discurso criollo en el Virreinato peruano a finales del siglo XVII., en el cual se
presentaba un tipo de naturaleza deficiente hacia el continente americano y también a sus habitantes
indígenas, mestizos o criollos, en las Relaciones elaboradas en el Nuevo Mundo durante los siglos XVI y XVI
generando así un descontento por parte de los criollos hacia los nuevos servicios generados por la corona
española demostraban el mantenimiento en los criollos de aquellas virtudes que caracterizaban a los
primeros colonizadores que llegaron a América y justificaban la posición privilegiada que ocupaban respecto
a las sociedades autóctonas.
• Si estos rasgos podrían extenderse al conjunto de los territorios
americanos, en el caso del Virreinato peruano, donde Lima
prácticamente monopoliza el discurso criollo, aparecen diferencias y
peculiaridades respecto a los textos elaborados por los españoles de
la Nueva España. Sin embargo a la vez existieron escritores que
enaltecieron a los criollos debido a su valor, cultura o defensa de la fe.
A principios del siglo XVIII, en Lima, los elementos hispánicos llenaban
en gran parte de contenido la identidad que los criollos limeños
reivindicaban para sí mismos al elaborar las historias de su territorio.
• Criollismo limeño y “civilización del Virreinato”.- Los ilustrados peruanos agrupados en torno al Mercurio en
la última década del siglo XVIII, a pesar de la inclusión de algunos artículos en los que exponían la necesidad
de profundizar en el estudio del pasado prehispánico, también tuvieron muchas dificultades a la hora de
incorporar el pasado indígena a las historias criollas que difundían en la publicación. La causa de esta
exclusión ha de buscarse en las consecuencias que en el ámbito político tuvo el levantamiento de Tupac
Amaru en 1780, pero también en la voluntad de los ilustrados peruanos de insistir en la participación del
Virreinato en el mismo proceso cultural que atravesaba Europa, concediendo un menor espacio a aquellos
aspectos que, como el pasado indígena, marcaban las diferencias. Por ende los miembros del Mercurio
Peruano hacia el indio contemporáneo compartió muchas de las claves civilizadoras de los funcionarios
peninsulares, mostrándose partidarios de una política de hispanización de las poblaciones indígenas que
conllevaba el aprendizaje del castellano, la incorporación de las costumbres españolas y el olvido del pasado
prehispánico.contemplaban a las poblaciones indígenas, y especialmente a las que recientemente se habían
incorporado al Virreinato en las expansiones misioneras y militares que se desarrollaban en la zona selvática,
con la misma mirada que muchos ilustrados europeos mantenían sobre el territorio americano:
considerando que éstas eran el reflejo de lo que habían sido las primeras civilizaciones, ajenas a los
beneficios del comercio y la moderna sociabilidad.
• En esta postura adoptada por los redactores del Mercurio frente a las poblaciones indígenas confluyen,
tanto la evolución seguida hasta el momento por el criollismo limeño, como el apoyo otorgado por los
miembros del Mercurio al reformismo borbónico.
• A lo largo del siglo XVIII se venían sucediendo en Europa las reacciones políticas a la paulatina acumulación
de poder en manos del príncipe o, tomado las palabras del profesor José María Portillo, las respuestas a la
voluntad de los Monarcas europeos de convertir su estatus en el único estado políticamente operativo.
• España no fue ajena a este proceso y, en efecto, aunque con sus titubeos y negociaciones, las diferentes reformas
llevadas a cabo por los Borbones en América, con el doble objeto de retomar el control del territorio americano y
hacer de él la base para la recuperación de la Monarquía hispánica, supusieron en América la adopción de prácticas
políticas diferentes a las que habían venido caracterizando la actuación de los gobernantes Habsburgo
simplificando así los procesos políticos que se desarrollan en la capital del Virreinato peruano a lo largo del siglo
XVIII obteniéndose dos respuestas en la que una respondió a la intervención del poder real en áreas anteriormente
vedadas al mismo mediante la reivindicación del orden político jurídico colonial que había imperado hasta
entonces, otra parte de la sociedad criolla, la de los considerados modernos, optó por colaborar con el reformismo
borbónico, convencida de los beneficios que éste podía procurar a su grupo y, de forma más general, al adelanto y
progreso del Perú reflejado en este último grupo a las reformas borbónicas en el lenguaje político utilizado en el
Mercurio Peruano.
• Ciertamente, en América, la prensa ilustrada mediante la transmisión de noticias locales o la elaboración de
disertaciones geográficas y ensayos históricos ayudó a conocer y limitar el espacio colonial. Pero, además, los
redactores de estos periódicos procuraron que sus artículos sirvieran a la aplicación de un programa reformista,
imbuido de los principios ilustrados que acompañaron el desarrollo de las luces en la península, reformulados y
puestos, a pesar de las limitaciones que imponía el sistema colonial, al servicio de las necesidades del Virreinato y
de los patricios criollos.
• La constatación del esfuerzo del Mercurio por incluir al Virreinato en el mismo proceso sociocultural que se
desarrollaba en Europa y el apoyo prestado desde las páginas del Mercurio al reformismo borbónico nos permite
extender al Perú las consideraciones de José María Portillo sobre la Ilustración hispana peninsular en lo que según
él, antes que por los derechos naturales del hombre o por la existencia de un contrato constituyente civil y político,
se interesaron por la “civilización y progreso de las sociedades modernas” dando así paso al proyecto de Ilustración
impulsado por los criollos peruanos en el que consistia de un nuevo tipo de hombre dotado de una virtud cívica
que le hiciera preferir los intereses generales a los particulares; es decir, “la verdadera generosidad del hombre que
consiste en trabajar a favor del género humano por amor al patriotismo” denominando lo así como “el ciudadano
católico”. La labor de este patriota en favor de la felicidad pública abogaba por el rechazo de los saberes abstractos
y las preocupaciones de escuela y su sustitución por el cultivo de las ciencias útiles, el fomento de instituciones
benéficas, el descubrimiento y explotación de las riquezas del territorio, el fomento de la industria, la agricultura o
el comercio, la promoción del buen gusto y, sobre todo, la presentación a sus compatriotas del “funesto retrato de
los males y miseria de la patria” para lograr su recuperación.

• Todos debían participar de esta moral civil, por ello el Mercurio incluyó varios sermones de Monseñor Joseph
Pérez Calama, obispo de Quito y Director de su Sociedad Patriótica, en los que invitaba a sus feligreses a acatar la
ley suprema de la caridad cristiana y civil, consistente en promover y fomentar el bien público.
• Evidentemente, no se trataba de una imposición desde el poder civil a la Iglesia, obligándola a participar del
proyecto ilustrado. En realidad, se había reformulado la alianza entre religión y política, característica de la
Monarquía católica, con una cierta ventaja, sobre todo a nivel práctico, para la segunda. Pero de la misma
manera que la práctica cristiana debía tener en cuenta la utilidad que reportaba a la sociedad una determinada
acción, tampoco la filosofía podía desarrollarse al margen de la religión. Ya en el segundo número del primer
tomo del Mercurio aparecía un artículo en el que se advertía a los lectores qué características debería tener la
filosofía para un católico ilustrado.
• De esta simbiosis entre religión y actuación civil resultará el que los logros de la segunda, analizando su
repercusión sobre el orden moral, se midan sobre todo en términos de virtudes y
• vicios. De ahí, la preocupación de Pérez Calama por explicar la forma en que se podía desarrollar, parafraseando
su discurso, “el arte de hacer dinero... con seguridad de conciencia”. La inserción del Mercurio en un contexto de
Ilustración católica implicaba, por tanto, no sólo la apelación a la importancia de los Concilios o la recuperación
de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, aspectos abordados en el Mercurio, sino también la delimitación
del campo en el que se movían las reflexiones filosóficas de los ilustrados. Como se indicaba en la referencia de
un nuevo periódico, el discurso y la elocuencia del ilustrado no buscaba el gobierno de los individuos sino, según
el autor, la influencia sobre la “parte moral”. Las palabras del sabio buscaban “la observancia de las leyes, la
rectitud de las costumbres, y con la justicia, el lazo más estrecho de los hombres, las virtudes todas: su discurso
pues, y sus escritos, serán el medio que emplee en formar hombres de bien, fieles vasallos y buenos
ciudadanos”.
• En el contexto de la Monarquía católica, las barreras religiosas tenían implicaciones políticas; determinados aspectos
relacionados con el vínculo entre los ciudadanos y el soberano, por su carácter sagrado, resultaban indiscutibles. Por eso,
entre las tareas patrióticas de las que se iba a ocupar un nuevo periódico, tal y como informaba el Mercurio, se incluía la
de “tratar los verdaderos derechos de la libertad del hombre, ennoblecidos, y conservados bajo el suave yugo de una
legítima subordinación y dependencia”.
• En el terreno filosófico, del que indefectiblemente partía todo planteamiento político, los artículos aparecidos en el
Mercurio no contemplaban el origen de la sociedad civil como fruto de un pacto, sino como el estado primigenio, más
tarde arruinado como consecuencia de las faltas de los hombres en las que se les catalogan como seres poco razonables;
es decir, estaba implícita una concepción política que, en la medida en que partía de la escasa participación del pueblo en
la constitución de los sistemas de gobierno, también le restaba capacidad de actuación política en ellos. El planteamiento
de los ilustrados peruanos seguía aquí también una dirección muy parecida a la que había tomado la Ilustración católica
peninsular después de la Revolución francesa, sirviéndose, en palabras de José María Portillo, como un modelo social que
no requería el presupuesto ni de una idea contractualista, ni de otra de derechos poseídos por un hombre estrictamente
natural.
• Prescindiendo del espinoso asunto relativo a los orígenes naturales y contractualistas de las sociedades, interesaba sobre
todo la forma en que éstas podían irse perfeccionando mediante la instrucción, la comunicación y el desarrollo cultural.
• En principio, la asunción de estas ideas, cercanas a las que oficialmente se promovía en el contexto peninsular post-
revolucionario, era coherente con la voluntad manifestada por el Mercurio de apoyar el reformismo borbónico aplicado en
América durante estos años bajo las directrices de los ministros de Carlos IV y la consiguiente adopción del lenguaje
político que las acompañó.
Nación y patria en el Mercurio Peruano.-
Las luces, en su vertiente política, consagraron el entendimiento de la nación como “sujeto históricamente
soberano dotado de derechos constitucionales, inherentes a su existencia”.
Dotada de derechos, la nación aparecerá estrechamente asociada a una idea de libertad que se traducía
precisamente en la conservación de esos derechos a resguardo de cualquier amenaza de despotismo. El
llamamiento a la convocatoria de los Estados Generales en Francia se hizo precisamente en nombre de esas
libertades, supuestamente amenazadas. El término patria recupera también con los ilustrados franceses sus
connotaciones políticas. La Encyclopédie negaba la posibilidad de que hubiera patria, sinónimo de état libre,
allí donde imperaba el despotismo, es decir allí donde la nación carecía de libertad. Se trataba del antiguo
lenguaje republicano que algunos ilustrados franceses quisieron hacer compatible con el mantenimiento de la
Monarquía.
Sin embargo, estos supuestos políticos no resultaron exitosos en todas las naciones europeas ni en sus
posesiones de Ultramar. Verificar las diferencias permite profundizar en el desarrollo de las ideas políticas en
otras partes, considerando las diferencias frente al modelo francés. El término nación en el Mercurio casi
siempre fue utilizado o para diferenciar a la población peruana por su origen étnico (por ejemplo, la nación
índica), diferente a la nación de los españoles y sólo utilizaron el concepto nación como comunidad política
para referirse a paísescomo Francia, Inglaterra, España, territorios y habitantes regidos por un mismo gobierno.
El primer uso, el que hacía referencia a las características étnicas del grupo, fue muy frecuente en los artículos geográficos que
ofrecían una descripción del carácter de sus habitantes. Es importante tener en cuenta que en el Perú, como en toda la América
hispana, la etnia implicaba un estatus jurídico particular. Joseph Ignacio de Lequanda en la Descripción geográfica de la Ciudad y
partido de Truxillo advertía de la costumbre antigua de hablar del carácter natural de una nación, y, en referencia a su partido,
señalaba que los españoles eran dóciles y caritativos mientras que cuando se refería a los indios indicaba que muchos políticos han
discurrido sobre las causas de la decadencia de esta Nación y que entre la gente mixta es la mas distinguida, o se reputa como tal, al
que nace de Español y de India, o viceversa: de modo que éstos son unos Genizaros, que nada desmerecen en su nobleza, pues que
provienen de dos naciones limpias.
La población negra no quedaba atras; ya que, según se explicaba en otro artículo, se dividía a su vez en: Terranovos, Lucumés,
Mandingas, etc. Como sostenía el autor del artículo, “sus nombres no son todos derivados precisamente del país originario de cada
casta: hay algunos arbitrarios, como el de Huarochiríes, y otros que les vienen por el parage de sus primeros desembarques, como el
de Terranovos”. . De todos ellos dirán los miembros del Mercurio: “Todas las insinuadas naciones fomentan el culto de Nuestra Señora
del Rosario”.
En la designación de los diferentes grupos de población, también el factor político, la pertenencia a un determinado dominio, jugaba
un papel importante sumándose en la clasificación de los grupos de población a las características culturales, étnicas o lingüísticas.
Por ejemplo, no se utilizaba de la misma manera el término nación para referirse a los indígenas ya incorporados en el Virreinato que
a los grupos que recientemente habían pasado a formar parte de él. En el caso de los primeros, los españoles entendían que los
indígenas habían formado parte de una estructura política consolidada, la del Imperio Inca o Tawantinsuyu.
Todos esos grupos, en teoría incorporados al Tawantinsuyu, aparecerán generalmente como la nación índica sin más, como si el nexo
de unión fuera no sólo el origen étnico cuya diferenciación había pasado desapercibida a los españoles, sino también su pertenencia
a una unidad política.
Esta se entendía como una comunidad constituida por las ciudades, villas y aldeas de España, cuyos habitantes estaban
unidos ya no por una serie de señas de identidad características de una nación determinada, sino por ser súbditos de un
monarca que los amaba como buen padre.
Lo importante era que el patriotismo, el amor a la patria, actuara como el principal factor de cohesión entre todas las
provincias, empeñadas en la consecución del bien común de la sociedad o de la Monarquía.
Por ende, autores como Feijoo, por poner un ejemplo, habían reivindicado para la Península un patriotismo que se situaba
por encima de las pasiones nacionales, sin que ese llamamiento implica la invocación a la libertad o la limitación de las
actuaciones de la Monarquía. Era un patriotismo, por otra parte, ajeno a la política pues la gestión de todo el bien común
quedaba bajo la administración del Monarca.
En el Virreinato, los temores de un criollismo receloso ante proyectos unificadores en términos de creación de un solo cuerpo
de nación, como el de Mata Linares, unidos a la incorporación de ese lenguaje patriótico, no nacionista, impulsado por el
propio gobierno explica que el término nación apenas fuera utilizado para designar al Perú. También sería extraña al
Mercurio Peruano su utilización para designar al conjunto de los americanos en tanto grupo diferente al de los españoles.
Una de las pocas veces en las que sí constatamos ese uso por parte de los redactores del Mercurio viene dada por la carta de
uno de los jesuitas expulsos, Lorenzo Ervás, reproducida en el periódico, en la que invitaba a los peruanos a escribir la historia
antigua del Virreinato. El párrafo en el que se transcriben las palabras del religioso utiliza de dos maneras diferentes el
vocablo nación, en el cual el primer caso se designó a la Monarquía hispánica en su conjunto; en el segundo, la nación
recuperaba su carácter de gentilicio para agrupar a los americanos como grupo. Conviene tener en cuenta que no era un
súbdito peruano de la Monarquía el que así utilizaba el término, sino un jesuita expatriado.
Incluso en el momento de la crisis gaditana, la concepción de la patria en El satélite peruano, un periódico de la época, como
“la vasta extensión de ambas Américas”, junto a la afirmación de que todos cuantos habitaban el Nuevo Mundo eran
hermanos, miembros de la misma familia y unidos por unos mismos intereses, provocó que el número en el que estas
afirmaciones aparecían fuera censurado por la Corona, no tanto por la utilización del término patria cuanto por la apelación
que con él se hacía a la existencia de una comunidad diferente de la que reunía en Europa a los españoles peninsulares, y que
considerara que la atención a sus intereses particulares, ahora sí, requería la emancipación de la nación española.
En la respuesta que ofrecían los miembros del Mercurio a la propuesta de Ervás y Panduro, los redactores agradecían los
elogios a la nación americana, intercambiando el término de nación por el de patria y refiriéndose exclusivamente al
territorio peruano.
El debate sobre la necesidad de profundizar en el pasado peruano, al que desde otro punto de vista ya nos hemos referido,
continuaba en otro artículo en el que nuevamente la historia que debía elaborarse no era la de la nación, sino la de la patria:
“Chile dio en su aplaudido Molina, un historiador exacto de sus sucesos políticos, y producciones naturales. Pero que otro
Peruano se encargó de la gloria de su Patria”.
En el Mercurio, el Virrey aparecía como verdadero padre de la patria, la sociedad minerológica de Arequipa quedaba definida
como un cuerpo patriótico, los Mercuriales apelaban a los peruanos para realizar la historia de su Patria, y, como veíamos
antes, el periódico de Bogotá aparecía, a los ojos de los redactores del Mercurio, dotado de “la verdadera generosidad del
hombre que consiste en trabajar a favor del género humano por amor al patriotismo”. En definitiva, no podía resultar muy
peligroso el término de patria y sus
Criollismo limeño y mantenimiento del orden social.-
Retornando al artículo de Mata Linares acerca de la necesidad de constituir un solo cuerpo de nación, lo que resultaba peligroso era
su citada propuesta de abolir las diferencias legales que separaban a indios y españoles.Recordemos que para que las reformas
obtuvieran los resultados esperados, Mata Linares se mostraba partidario de abolir el régimen de privilegios particular que cada
grupo, según su estatus, disfrutaba en el Virreinato. A nuestro parecer tanto las sugerencias del autor como la respuesta de la
Sociedad demuestran que el proyecto de Mata Linares, que como él mismo señalaba afectaba a la constitución del virreinato, esto
generó oposiciones por parte de periódicos como la Sociedad manifestándose tanto en las notas que acompañaban el artículo como
en una carta que le seguía, se basaba en la conveniencia que encontraban los editores del Mercurio en el mantenimiento de leyes
particulares para cada grupo de acuerdo a las diferencias establecidas por la propia naturaleza y que, en el caso del indio, buscaban
su protección con la excusa de “La política puede y debe ayudar a la naturaleza, pero no contrariarla en sus designios” haciendo
referencia a que si los incas no eran antes ambiciosos, ¿que les podrían hacer creer que serían capaces de hacer una república con el
Español de genio, fuerzas, ideas y especulaciones superiores, sin que se subvierta el orden de la equidad y que se vuelva a caer en
los mismos desórdenes anteriores a la conquista?; en otras palabras, de una sociedad donde imperaba la tutela jurídica a otra de
individuos dotados de derechos, quedaba aún mucho camino por recorrer.
Frente al planteamiento de Mata Linares, la Sociedad Académica de Amantes del País de Lima rechazaba la idea de que fuera
necesario modificar la legislación, alterando la constitución interna del Virreinato para terminar con las diferencias entre las diversas
castas; antes al contrario, subrayaba sus ventajas:
“La Sociedad está muy distante de tener por erradas las ideas del Autor de esta carta, antes bien confiesa su ilustración, y aplaude el
zelo que anima su pluma: lo que dice es, que así como los cuerpos físicos tienen ciertos vicios análogos a su construcción, y el que
quisiera curarlos todos acaso destruiría la máquina en que están, sucede lo mismo a los vicios políticos que necesariamente debe
tener toda constitución”.
“No negamos al autor de esta carta la verdad que establece, pero si la consecuencia que deduce; por que así como de la oposición
recíproca de los elementos resulta la armonía del universo, así también la rivalidad de las castas, poniéndose siempre la legislación
como lo ha hecho de parte de lo más débil que es el Indio, resulta el mutuo concurso de todas y cada una en la parte que puede a la
felicidad del Estado, y el logro de algunos objetos ventajosos de secreto resorte en el Alto Gobierno”.
En un artículo aparecido en la primera etapa del Mercurio se había condenado todo proyecto de reforma que más
allá del ámbito de la economía o de la moral, en el que habitualmente terciaba el periódico, pretendiera alterar el
orden político y social. Junto a la reiteración del origen divino del citado orden se insistía en la armonía que
guardaba con el mismo el sistema político de la Monarquía Católica. Aquí, de nuevo, se coincidía con planteamientos
similares a los que en el contexto peninsular, posterior a la muerte del Rey francés, habían subrayado la confluencia
identitaria entre catolicismo y monarquía. En este caso, los criollos peruanos igualaban la perfección del orden
monárquico, supuesto político irrenunciable, con la constitución interna de las sociedad, tal y como las había
establecido el Creador; es decir, que la desigualdad que se observa entre la grandeza y el Pueblo es algo que se debe
permanecer para mantener el equilibrio y también se recalca que “En el Empíreo los espíritus celestes forman
diversas jerarquías, superiores las unas a las otras, conforme a sus más, o menos sublimes destinos: en el
Firmamento, una estrella difiere en claridad y brillo de otra, á proporción del empleo a que se dedicó su virtud: en la
Iglesia no todos son Apóstoles, todo Profetas, todos Evangelistas; en el mundo unos son Monarcas, otros vasallos;
unos nobles, otros plebeyos; aquellos ricos, estos pobres”. Tal es el orden que la Providencia ha establecido sobre la
tierra, sin confundir las condiciones de los hombres, ni igualar las clases que forman la jerarquía del estado.. La
misma mano Omnipotente que participa a los Reyes su poder, confía a los poderosos sus riquezas; y como los
Monarcas no son elevados sobre el trono, sino para el bien de los Pueblos; los ricos no son dotados de tesoros sino
para el socorro de los miserables. Corromperá la abundancia el corazón del grande, si la liberalidad cristiana no le
regalase el uso: la desdicha oprimió al pobre, si el socorro no le proveyese el alivio; las riquezas harían olvidar los
deberes sí la caridad no les depurase de sus vicios.
El remedio que encontraron los ilustrados peruanos para paliar los efectos que las desigualdades naturales tenían
sobre los más necesitados fue la práctica de la caridad; aunque ésta fuera reivindicada desde los nuevos ideales
ilustrados no suponía ninguna alteración para el status quo.
Algunos colaboradores del Mercurio ya habían expresado su temor ante la penetración de
pensamientos igualitaristas en el Virreinato. Nos referimos a dos artículos: Carta escrita a la
sociedad sobre el abuso de que los hijos tuteen a sus padres y Amas de leche. Segunda carta de
Filomates sobre la educación. Aunque aparentemente éstos sólo se ocupaban del orden doméstico,
las ideas que se exponían en ellos atañían al ordenamiento general de la sociedad. Los ilustrados
veían en sus hogares la representación del orden que deseaban para el conjunto de la sociedad y en
las mujeres a las mejores transmisoras de los valores que debían imperar en el citado orden.
En ambos casos, un padre, supuestamente llamado Filomates, describe las consecuencias que en su
hogar había tenido la influencia de la madre de su esposa, significativamente llamada Democracia.
En el primero de ellos se describen los efectos de la pérdida de las antiguas costumbres, siempre a
causa de la nociva influencia ejercida por la Democracia. La adopción de la fórmula del tuteo en
casa de Filomates alteraba las relaciones de subordinación que los miembros de la casa debían al
padre de familia.
En el segundo de ellos, se criticaba la posición de privilegio alcanzada por los criados negros en la
casa. El trato entre criadas y señoras se habría vuelto más igualitario, surgiendo una familiaridad y
una complicidad que para Filomates resultaban impropias: “María es la que manda en la casa, todos
los criados la obedecen y acatan más que a mi mujer: hace lo que le da la gana”.
Aquí también eran las mujeres, y en especial la suegra Democracia, las responsables últimas de este desorden, de ese mundo
al revés en el que se había transformado el hogar de Filomates. El artículo reflejaba, el temor de los criollos peruanos, y
especialmente de los limeños, ante una posible insubordinación de las castas con las que convivían, y a las que mantenían en
una posición de subordinación. Por otra parte, si las nuevas ideas y costumbres provocaban la pérdida de autoridad del pater
familias y éste, según el pensamiento político de la época, representaba en la casa lo que el Monarca en el reino, estos
artículos no dejaban de constituir un aviso de los peligros políticos inherentes a la idea de igualdad, tanto en el orden público
como en el privado.
Como conclusión, podemos señalar que los límites al desarrollo de supuestos políticos que podríamos calificar de ilustrados
habrían venido impuestos no sólo por la voluntad de las autoridades peninsulares de evitar cualquier debate o actuación
política en el Virreinato, consagrando un tipo de moral civil para el católico ilustrado al margen del ágora política; también el
interés de los criollos peruanos por mantener sus privilegios limitaba el análisis
propio de las luces.
Más allá de los límites impuestos en los territorios hispánicos a la reflexión sobre la relación entre el príncipe y sus súbditos,
o, en palabras de José María Portillo, a la posibilidad de que la política pudiera ser pensada de forma autónoma, sin más
límite que la razón, el criollismo peruano, representado en el Mercurio, rechazó aquellas ideas que implican un cambio en la
organización interna de su sociedad. En términos políticos, manifestaron más interés por el orden que por la representación
política. Esta última afirmación, relacionada sobre todo con las ideas políticas de los criollos peruanos, no implicó
necesariamente la aceptación sumisa de cualquier decisión que proviniera de la península, sino la resistencia de una parte
importante de los criollos limeños a cuestionar los fundamentos políticos de la Monarquía, los mismos en los que se apoyaba
el orden colonial, un orden que de momento respetaba sus privilegios.
• El artículo de Mata Linares, revela que la búsqueda de la felicidad para sus compatriotas
o la atención al bien público, que el patriota se asignaba como primera de sus
obligaciones, podía derivar peligrosamente hacia la reflexión sobre el sistema de
gobierno en la que se describe a España como un orden social en el que estuviera
determinado por una configuración histórica de estatus plurales y no en función de una
virtud social actualmente probada; del mismo tenor crítico eran las afirmaciones vertidas
en sus artículos acerca de la falta de libertad en la transmisión de la propiedad, la
existencia de mayorazgos y vinculaciones, que se traducen en un estancamiento de la
riqueza, en su falta de circulación, y en la consiguiente ausencia de un comercio útil, todo
lo cual explicaba el deplorable estado en el que languidecía la mayoría de la nación; en
otras palabras, Mata Linares se mostraba partidario de la abolición del status particular
que ocupaba la población indígena, o, lo que es lo mismo, de los privilegios de los
españoles, en los que veía una de las causas de que las reformas no estuvieran dando los
resultados esperados, tanto así que artículos como El Censor y las advertencias de Mata
Linares ponían en tela de juicio, en esta búsqueda de la felicidad, la propia constitución
interna de la Monarquía.
La discusión sobre las formas de gobierno mejor orientadas hacia la felicidad y el bienestar, a la que
se podían ver abocados los criollos peruanos imbuidos del mismo celo patriótico que los redactores
de El Censor, no conducía hacia la Independencia, al igual que en la península los planteamientos de
la prensa más crítica no conducían de suyo a la revolución, pero sí plantean la necesidad de
introducir algunos cambios en las relaciones políticas del príncipe y sus súbditos.
Así sucedió cuando la crisis gaditana permitió una expresión más libre de las ideas políticas en la
prensa peruana de aquellos años. De ahí a la recuperación del binomio patria libertad, que
ideológicamente posibilitaría la justificación política de la Independencia, existía desde luego una
distancia bastante más pequeña. Como ha recordado recientemente Cristóbal Aljovín, la
Independencia en el Perú se justificará bajo la idea de que las leyes españolas no aseguraban ya la
libertad, llamando a los verdaderos patriotas a la lucha contra el despotismo. Este cambio de
planteamiento no se haría sin vacilaciones, habida cuenta de que la Independencia comportaba la
traslación de la soberanía a un sujeto nacional, esto es, a un sujeto del que en su momento vimos
los temores que suscitaban su mera definición.
Poniendo a cada quien en su lugar:
estereotipos raciales y sexuales en la
Lima del siglo XIX
Las élites y la "raza peruana".-
Luego de la independencia de España, las élites latinoamericanas necesitaron reorganizar la sociedad de modo que sus Estados fueran
aceptados como naciones modernas por los países europeos, pero sin dejar de existir como una aristocracia que mantuviera los mismos
mecanismos de dominación y estilo de vida anteriores a la independencia Es así que, desde las primeras décadas del período que estudiamos,
se desarrolla un proceso de elaboración de un complejo aparato ideológico que ayudó a sostener por casi un siglo un sistema lleno de
ambigüedades: conciliando la influencia de la Europa capitalista y moderna del siglo XIX con aspectos de la estructura social colonial. Así, para
la élite limeña era necesario contar con un cuerpo de ideas y una cultura que le permitieran mantener una "república sin ciudadanos", como
acertadamente tituló Alberto Flores Galindo uno de sus ensayos acerca de este período. Para emprender esta tarea, las élites peruanas, al
igual que sus pares en América Latina, tuvieron que sortear varios dilemas. Por un lado, querían y en realidad necesitaban- estar económica,
política e intelectualmente cerca de la Europa moderna, y para ello requerían distanciarse ideológicamente de España. Por otra parte, era
difícil tomar las ideas modernas al pie de la letra porque sus sociedades eran muy distintas a las europeas, siendo muchos miembros de la
nueva élite peruana, por ejemplo, el resultado de mezclas raciales muy diversas. Entonces, en el campo de las ideas y la cultura, lo producido
en Europa era "adaptado" por los intelectuales locales para el consumo interno de sus sociedades. Estas transformaciones eran el resultado de
la forma particular en la que en cada país se resolvían algunos de estos dilemas.
Es necesario recordar que en la Europa de entonces, particularmente entre 1870 y 1940, se propagaron las ideas del "racismo científico" con
mucha fuerza. Junto con el liberalismo, se divulgó el concepto de que existían razas superiores e inferiores como explicación y justificación de
por qué algunos pueblos (e individuos) progresaban y otros no. La interpretación de esta idea en el Perú (así como en Brasil, Cuba y Argentina,
por ejemplo) era
que las razas no eran inmutables, que una raza "inferior" podría mejorar si se mezclaba con otra "superior". Según esto, las
sociedades latinoamericanas tenían la esperanza de transformar su destino si iniciaban un proceso de "blanqueamiento" progresivo.
Para ello, era necesario incrementar el contingente de la raza blanca mediante la inmigración europea.
Clemente Palma, por ejemplo, propone en estos términos lo que para él garantizaría el desarrollo del Perú:
"Cruzar las razas débiles con las fuertes, las razas artísticas con las razas prácticas, aniquilar con cruzamientos sucesivos los gérmenes
de razas inferiores, sustituir glóbulos de sangre anémica y vieja, con los glóbulos de una sangre pletórica y sana; en una palabra,
sostener la virilidad y salud del pueblo con una solicitud semejante a la de los ganaderos: vigilando y afanándose por la selección de
las razas".
El lenguaje de Palma puede parecer extremo, pero expresa de manera abierta nociones bastante comunes en el período que nos
ocupa y que forman parte de una propuesta cuya realización otorgaba a las mujeres un rol crucial. La "raza peruana" podría progresar,
según estas ideas, si las mujeres cumplieran con el deber de elegir al padre de sus hijos entre los hombres de raza "superior" o al
menos "igual" a la suya para así "mejorar la raza". Este proyecto implicaba también enseñar a los hombres "no blancos" o "menos
blancos" a que consideraran su virilidad como inferior a la de los europeos, a ceder el paso para no competir con ellos en la tarea de
procrear, en beneficio de la superación de la "raza peruana". De modo complementario, todo hombre debía evitar casarse con una
mujer de raza "inferior" a la suya. De este modo, gran parte de las ideas de la época acerca de la masculinidad y la femineidad en cada
grupo racial están estrechamente vinculadas al concepto de las diferencias jerárquicas entre las razas, y a la valoración de las
posibilidades de los hombres y mujeres de cada grupo para "mejorar" el futuro racial del país a través de la mezcla con la raza blanca.
.
En las páginas que siguen veremos cómo estos estereotipos son presentados como "naturales", como descripciones de características
fijas e inmutables de cada grupo racial, pero al mismo tiempo presentan ambigüedades que les daban la flexibilidad necesaria para
facilitar la coexistencia y para no ser completamente rechazados por los grupos a los que caracterizan.
• Hombres en conflicto.-
• Los señores limeños.-
• Veamos en primer lugar cómo se representaba a sí mismo el limeño urbano de entonces, no tanto sobre la base de descripciones explícitas, sino
sobre la base de lo que se desprende de la narración de sus relaciones con otros grupos de hombres y mujeres. La cualidad más apreciada en un
hombre es la holgura económica y, como resultado de ello, la supuesta ausencia de afán de lucro, que se interpreta como generosidad. Si algún
hombre hacía explícita su necesidad de dinero, inmediatamente dejaba de ser digno de la confianza pública. De acuerdo con esto, quienes gozaban de
mayor aprecio y respeto eran los funcionarios públicos provenientes de familias prestigiosas o de fortuna conocida, a quienes se les agradece por
asumir funciones públicas. Correspondientemente, el funcionario público que provenía de la clase media ("con aspiraciones") era visto como una
calamidad y una amenaza para el tesoro público. Un rasgo repetido constantemente en la literatura analizada es que el limeño criollo aparece como
alguien desvalido e indefenso frente a "el otro", el diferente y subordinado, ya se trate de una persona de otro grupo racial o social, o incluso ante las
mujeres del mismo grupo. En efecto, las mujeres criollas de Lima son descritas como dueñas de la voluntad de los hombres, capaces de conseguir de
ellos cualquier cosa aprovechando de sus propios encantos femeninos y de la débil voluntad de los hombres. El hombre criollo blanco vivía, según
nuestros autores, en una ciudad en la cual debía desconfiar de todos los que podían explotar sus aspectos vulnerables: su generosidad, su actitud
relajada hacia el trabajo y su dependencia de los sirvientes para realizar tareas físicas. De este modo, cualquier muestra de poder de parte de otros
representaba una amenaza para él. Por ejemplo, antes de 1870 Lima no tenía un sistema de agua potable, por lo que en las casas de clases medias y
altas se dependía de los sirvientes domésticos que iban a traer el agua de las fuentes, o de los negros aguadores que vendían el agua casa por casa.
Así, el estudioso Mateo Paz Soldán se queja, impotente, de la arbitrariedad en los horarios de los aguadores afroperuanos. En un tono semejante, el
escritor M.A. Fuentes denuncia a los indígenas arrieros, único medio de intercambio con las provincias, como abusivos y estafadores con sus clientes
en Lima. Ambos expresan el temor y el malestar que producía no tener control sobre tales recursos. Asimismo, varios viajeros mencionan la existencia
de rumores acerca de que los indígenas podían envenenar el agua de Lima desde las afueras. Las relaciones poco amables con los negros e indios,
junto con la desconfianza hacia ellos, convertían así en un peligro la dependencia de los criollos limeños en estos grupos para la satisfacción de
algunos servicios vitales.
PODER POLITICO
Una amplia e importante tradición historiográfica derivada de los estudios
clásicos que enfatiza la presentación y elaboración.
Las instituciones básicas y las características de su funcionamiento,
buscar los últimos métodos para comprender la estructura la causa fundamental
de la realidad política es el resultado de dinámicas de poder flexibles y diversas
entre diferentes grupos población, que incluye no sólo aspectos legales e
institucionales, sino también hay elementos rituales/rituales, así
como relaciones familiares y
La red de patronazgo del poder y donde emerge el estado institucionalizado
Toma una posición secundaria.
Nuevos problemas en las últimas décadas.
relacionados con la política del mundo colonial, con énfasis en
Llegando a una crisis y tensiones de poder en acción
Está a cargo de las autoridades coloniales para tratar efectivamente de
comprender sus estructuras, dinámicas políticas, perfiles y problemas.
Los modelos políticos y su posible relación con lo que está por venir
• Entender el concepto teóricos generales como poder, autoridad,
jerarquía, instituciones y un conflicto de definiciones y
reflexiones típicas de la sociología y ciencia política, y a partir de ahí
analizar casos concretos
El Conde Villar fue gobernador del Perú de 1585 a 1590, y tratar de
entender las complejidades y detalles aparentes
La consiguiente crisis política. Al mismo tiempo la dinámica de la
sociedad colonial y la relación entre ambas. grupos sociales, redes,
cooperación y alianzas tácitas y
La condición hereditaria porque considera algo más que el ejercicio
del poder como atributo personal, como propiedad del ejecutor del
poder monárquico (característico de todos los modelos tradicionales),
La existencia de una burocracia donde los funcionarios son
designados por el rey, cumplen el papel de instrumentos personales del
monarca en sus funciones de gobierno y reproducen y perpetúan el
ejercicio y continuación de ese poder.
La función del gobierno como individuo, hasta cierto punto el
rey mismo dándoles una jurisdicción amplia y vaga
como burócratas estatales.
• Weber considera que los grandes imperios continentales europeos anteriores a la Edad Moderna,
y aún en una etapa temprana dentro de ésta, presentan características claras de un Estado
patrimonial, ya que se observa que el soberano construye un sistema de gobierno a la imagen de
su poder doméstico, con una mayor complejidad y la incorporación de sirvientes que formarán
una estructura burocrática regida por un criterio patrimonial, en donde si bien en muchos casos
el nombramiento mismo de estas autoridades sigue un procedimiento que incluye criterios
objetivos de selección (en el caso colonial hispanoamericano, por ejemplo, el rol del Consejo de
Indias, y requisitos puntuales como el ser letrado para los oidores), y alusión a leyes y normas
aprobadas por el mismo rey, en la decisión prima final la voluntad personal de la autoridad
tradicional (rey), y dentro de ellas criterios de lealtad y vínculos personales y familiares.
• En cuanto al perfil propio de este tipo de burocracia que el rey construye
como instrumentos de autoridad y poder, las personas que ocupan una
posición burocrática son considerados sirvientes personales del rey, y en se
sentido dependen de su lealtad y sumisión para mantener dicha posición.
• El cargo que un oficial ocupa dentro en una burocracia patrimonial
representa finalmente una manifestación pública de la relación privada que
mantiene con el rey, y las remuneraciones otorgadas aparecen rodeadas de
un lenguaje que alude al otorgamiento de regalos, mercedes, beneficios
personales.
• Puntualmente, Weber habla que dentro del Estado patrimonial la
prebenda aparece como forma de sostenimiento que la autoridad (señor,
rey) otorga al servidor patrimonial, de forma constante, a manera de
apropiación individual, reguladas por criterios establecidos por la propia
tradición
• Se refiere a una situación en la que un organismo público
que representa a un organismo gubernamental utiliza su
posición pública
Beneficiar o beneficiar a un tercero de una manera
determinada. cómo
Hoy en día, el mantenimiento de la función estatal se basa
en la claridad
la diferencia entre las esferas pública (estatal) y privada
(individual),
La corrupción amenaza la integridad de la entidad política
(estado), provocando una crisis de función y legitimidad
• Un punto importante a mencionar es que la distinción
entre las esferas pública y privada no siempre es clara en
todas las sociedades.
y modelos políticos. Como se mencionó anteriormente,
en el modelo
Los políticos se organizaron de acuerdo con
las formas tradicionales de poder y legitimidad, donde
domina la administración política, donde la autoridad
Use el poder individualmente y transmita el
plan de acción anterior
Sus otros poderes (burocracia).
• Es así como los grupos de poder y autoridad
ubicados en los territorios recién recuperados
de los árabes se constituyen como una
nobleza militar que sustentaba su autoridad
en torno a criterios tradicionales de autoridad
recibidas como merced del rey. En algunos
casos estos señoríos devinieron en entidades
políticas autónomas, en muchos otros
simplemente consolidaron una tradición
política señorial en torno a la figura del
monarca de Castilla. En todos los casos, el
señorío se convierte en una práctica
generalizada en la península, en la que las
relaciones clientelares patrimoniales se
reproducen no solo entre el monarca y el
señor que recibe la merced, sino entre éste y
los habitantes de los territorios.
• Lo que vino luego fueron una serie de hechos de conflicto y mutuas acusaciones de
liderar redes de prebenda y cohecho, que tuvo como puntos álgidos el secuestro
llevado a cabo por la inquisición de Juan Bello, quien se encontraba bajo prisión en
las cárceles reales. Aduciendo la existencia de una causa previa contra Bello en el
Santo Oficio en relación a acusaciones que lo tildaban como judío, y teniendo como
intención real obtener información de primera mano sobre hasta qué punto la red
de cohechos solo involucraba a Bello, o si también eran parte de ellas don
Jerónimo y don Diego, la Inquisición pone a Bello bajo su jurisdicción e inicia un
interrogatorio que resultó infructuoso.
• Mientras tanto el virrey lleva a cabo investigaciones que ponen al descubierto
redes de prebenda en las que la participación de Antonio Gutiérrez de Ulloa y su
hermano el inquisidor Manuel Gutiérrez de Ulloa eran notorias y principales, en
torno a la creación de una sociedad que diera dinero al rey para la obtención de la
adjudicación de minas en el enclave de Huancavelica.
• La Inquisición reacciona contra los actos
cometidos contra Salinas, convoca a una
comisión investigadora a fin de hallar a los
culpables del delito de tortura. La primera
persona en ser condenada es el licenciado
Valdelomar, lugarteniente de corregidor
directamente responsable por la tortura,
sentenciado a vivir 20 años en destierro a
veinte leguas de Lima. El siguiente en ser
hallado responsable es el virrey conde del
Villar, a quien se le excomulga en octubre de
1589. Pese a que pocos días más tarde, y
gracias a la intervención de fray Pedro de
Molina, franciscano, la Inquisición accede a
levantar la excomunión
• Era evidente que la situación en el Perú se había escapado de control, y se
tenía un escenario en donde las principales autoridades coloniales se
encontraban abiertamente enfrentadas y sus redes clientelares expuestas.
Un año antes a la excomunión del virrey conde del Villar, el 18 de octubre
de 1588, Felipe II nombra al licenciado Alonso Fernández de Bonilla,
letrado en cánones y leyes en Salamanca, abogado, sacerdote e inquisidor
permanente de la Ciudad de México como visitador de la audiencia de
Lima y del virrey conde del Villar.
• Menos de un mes después, hacia el 10 de noviembre de 1588 Felipe II
escribe una carta al conde del Villar anunciándole que acepta el pedido que
éste le había hecho reiteradamente de ser relavado de su cargo como
virrey.
• El gobierno de Fernando de Torres y Portugal, conde del
Villar, señor del Villardompardo y caballero de la Orden de
Santiago, virrey del Perú representa una oportunidad
particularmente interesante para analizar los mecanismos
políticos y dinámicas patrimoniales, de patronazgo y
clientelares propias de un modelo colonial construido a
semejanza de Castilla.
• Más aún, las características de la crisis de poder y
legitimidad en relación a la autoridad del virrey justamente
reflejan las peculiaridades de los conflictos políticos en
sistemas tradicionales y patrimoniales en donde los
mecanismos de poder y alianzas entre los distintos grupos
de poder funcionan como sólidas estructuras de gobierno,
pero al mismo tiempo frágiles en la medida que los
balances no se mantienen ni reinventan.
• La disputa entre el virrey conde del Villar y la Inquisición y las
acusaciones posteriores contra el virrey responden justamente a una
ilegitimidad que no nace necesariamente de acciones que hoy en día
podríamos considerar como corruptas, sino de una pérdida de
legitimidad en donde los actos de la autoridad pierden todo
reconocimiento y aceptación.

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