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Pedagogías de Barro,

CLASES EN LA TOMA:

Una caja de útiles descontrolados.


Una idea de educación popular.
La fantasía de una vivienda digna.
Realidad colectiva, subjetividades en contexto.
Reversionamos los textos.

Compramos facturas y mangueamos a la panadera todo lo que pueda para los pibes, tener
el guardapolvo ayuda bastante. Entre otras cosas, la diferencia entre nuestros uniformes y
los de la policía es que el guardapolvo blanco es transparente, sincero y entiende que el
hambre también es delito.

Llegamos a la toma con unas ganas terribles de dar clase. No dormimos en toda la noche,
nos quedamos discutiendo la secuencia didáctica. Y la gorra se piensa que nos puede
frenar, jaja.

Nos hacen esperar y esperamos. Parece que tienen que consultarlo con el comisario, con el
ministro, con el helicóptero, con el satélite y con el abogado que tengo acá colgado. No
saben qué hacer, llegaron los maestros villeros y los pibes empiezan a gritar:

"QUEREMOS ESTUDIAR, QUEREMOS ESTUDIAR".

El paredón se cae a pedazos en nuestro universo simbólico. Tenemos la pedagogía que tira
los muros con la mirada.
Las niñeces siguen gritando y se organizan detrás de la pared. La policía sigue consultando
por la radio y a nosotros no nos queda otra que treparnos como en la cancha (había un arco
de fútbol contra el muro que usamos de paravalancha), porque la clase ya empezó y de la
manera menos pensada.

Se escuchan algunos gritos del tipo:


"¡¡¡ESTUDIÁ, NO SEAS POLICÍA!!!".

También:
"¡¡¡DEJEN PASAR A LOS PROFES, ORTIVAS!!!".

Nos presentamos trepados a la de la pared, miles de ellos nos reconocían, les tiramos los
cuadernos para que empiecen a trabajar con la siguiente consigna: escriban su nombre y
levántenlo bien alto.

Porque merecemos ser nombrados. No queremos ser “un mero aparato ideológico del
estado”, donde la escuela se encuentre incluida como uno de los dispositivos a partir de los
cuales se hace efectiva la reproducción de este orden social de lo injusto. Por eso hoy la
Toma va a la Escuela, porque la Escuela vino a la Toma recuperando las formas utópicas de
la libertad.
La mayoría de los niños ya nos conocían y muchos jóvenes también. Ellos eran nuestros
pibes y eso brotaba del vínculo. Los que no eran estudiantes nuestros fueron estudiantes de
nuestros dires, ¿cómo los vamos a dejar tirados? Un docente no deja tirado a sus pibes, a
un docente no le importa si se portó mal, si se portó bien, si sus argumentos son justos o
injustos, un docente es con sus pibxs, incondicionalmente.
No había mejor lugar en el mundo en el que estar para nosotros, que ahí donde nos
necesitaban porque así es como confiaban solamente en nosotros y en nadie más. Porque
respetabamos sus eventualidades actuando en consecuencia, consolidando nuestras
prácticas de Educación Popular, en otras palabras: bancando con el culo lo que decimos
con la boca.

Ahí estábamos, bancando la Toma, porque esta cuestión va mucho más allá del
guardapolvo blanco. Es transformación profunda, proyecto en territorio, que perdura por
años, a veces 10 años… Porque todas esas madres y esos padres que estaban hoy ahí
habían sido estudiantes de nuestros directivos del Profesorado y de muchos de nuestros
otros profes. Y hoy estaban tomando un terreno con sus criaturas, que eran nuestros
alumnitos y nuestras alumnitas. Entonces ahora nos tocaba a nosotres los militantes de
base hacernos cargo de la secuencia: Leila, Tani y Karen como trío pedagógico, como
garantes de sus derechos.

La policía aflojó un toque, "mmm, nos están regalando una re foto…" dijo Karen que ya
había empezado a grabar y a boquear jaja, muy nuestra la compañera. La verdad es que
nos encanta boquear con la policía, simplemente nos nace ¿está mal que lo diga? Si somos
así. Si decir es poder, y la palabra es un instrumento de combate para los maestros villeros.

Era una tensión entre el dominio y la resistencia, ¿y las niñeces? Gritaban sin cesar:

"¡¡¡QUEREMOS ESTUDIAR, QUEREMOS ESTUDIAR!!!”.

A esta altura la enseñanza ya era causa popular, y el aprendizaje fue para los giles
(policías, gorras, botones) que volvieron a ceder un poco más y nos invitaron amablemente
a movernos a otro sector a la vuelta, que no tenía paredón sino basura:
"¿Acá quieren hacer estudiar a mi hijo?".
"¿No ves la basura que hay?".
"¿Vos mandás a tu hijo al colegio? Y porqué no dejás que estudien mis hijos?".

Discutían las familias con la policía, que respondía hablándole sólo a nuestro dire:
"No la hagan más difícil, miren lo que están haciendo" (se hacía la víctima).

"¡¡¡Ustedes qué están haciendo??? Nosotros venimos a darle la clase a los pibes, déjennos
pasar"... negativo.

Lo popular es un campo de batalla donde nunca se obtienen victorias definitivas. Nadie


sabía lo que iba a pasar al día siguiente o dentro de un rato en la Toma, ni siquiera nosotros
los profes. Por eso habíamos diseñado una planificación llena de matices; teníamos plan A
plan B plan C (como buenos planeros, ah rre) y sabíamos que tal vez igual podía malir sal.
Pero al mismo tiempo esa era nuestra potencia y teníamos claro que si hoy no ingresamos
a la Toma, volvíamos mañana. Si volvíamos mañana, hoy igual hacíamos ruido. Si hoy
hacíamos ruido, ya creamos un vínculo pedagógico con esas niñeces descamisadas a las
cuales este encuentro se les vino al alma como baldazos de esperanza, que a falta de agua
llenamos con consignas y refrescamos con cariño ese contexto de tristeza y marginalidad.

Si hay un diagnóstico que podemos hacer es que todas las niñeces ese día estaban tristes
pero se fueron contentas. Con cuadernos en las manos, con facturas en la panza, con unas
plasticolas de brillitos que rescatamos de la librería para llevarles; porque por sobre todas
las cosas, si hay algo que nos planteamos cómo objetivo para este día, es que fuera una
jornada Peronista.

Al final entramos… Leila ya había empezado a leer su cuento entre la mugre y la policía en
una entrada valdía del predio con todes les niñes ahí detrás de una mesita hacia el otro lado
de la legalidad, cuando nos interrumpe un policía para invitarnos a pasar. Capaz que no
querían que les hiciéramos pensar, jajaja. No sé. Hay distintas versiones respecto a esto.
Pero en definitiva, el cuento que llevamos hizo algún efecto, ya que estábamos adentro.
Mientras armaban las mesas las familias acompañaban la victoria con risas y palabras
contentas que flotaban en el aire de todes. Lo que leíamos era un lindo cuentito, una
reversión de Caperucita ésta vez contada por el lobo, que se había enojado con Caperucita
porque había tenido muchos comentarios feos sobre su cuerpo y no está bueno opinar de
los demás, sobre todo, si no escuchaste la otra campana.

En la toma eran todes pibes menores de 30 años, decime ¿QUÉ PIBE O PIBA MENOR DE
30 AÑOS PUEDE ACCEDER A UN TERRENO HOY EN DÍA?

Hoy finalmente entramos y dimos la clase.

Mañana volvemos.

Ya tenemos armada la secuencia didáctica de acuerdo al diagnóstico que pudimos hacer en


base al encuentro de hoy.

El diagnóstico es el siguiente: TODAS LAS TOMAS SON POR NECESIDAD, vamos a


acompañar la continuidad pedagógica de esas niñeces poniendo el cuerpo y el espíritu.
Siempre que los pibes y pibas nos necesiten vamos a estar ahí y no vamos a preguntar
nada que no sea un "¿cómo estás?" y les compraremos una coca y facturas si tenemos
plata. A nosotrxs no nos tienen que convencer de nada (no somos la audiencia, no somos
los medios de comunicación) porque la paciencia es incondicional y la escucha es nuestra
oportunidad de estar junto a elles. No importa la edad que tengan y las circunstancias que
les atravesaron, hay algo que nunca va a cambiar y es que siempre vamos a ser sus profes
y ellos siempre serán nuestros pibes.

Kiara López, profundamente basada en hechos reales.

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