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FEDERICO SARTORI
Sartori, Federico
Al sur de las hogueras : inquisición y sociedad en Córdoba del Tucumán durante los siglos
XVI Y XVII / Federico Sartori. - 1a ed . - Córdoba : Buena Vista Editores,
2020.
430 p. ; 23 x 15 cm.
ISBN 978-987-4984-14-2
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta
publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, químico,
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del editor.
Córdoba – Argentina
© 2020. Federico Sartori
LA INQUISICIÓN DE LA CONQUISTA
EN LOS CONFINES DEL IMPERIO
247 AAC; Inquisición. Copia del Edicto contra la fe y las anatemas, enviado a
249 MEDINA, José Toribio; El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en las
Islas Filipinas; Imprenta Elzeviriana; Santiago de Chile; 1899; p. 7.
250 GREENLEAF, Richard; Zumárraga…; op. cit.; p. 16; y MEDINA, José
Córdoba.
256 Sin lugar a dudas, el más completo trabajo sobre Zumárraga es el libro ya
citado de Greenleaf.
257 Ibidem; p. 23.
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Asimismo, Montúfar extendió su área de influencia hacia los
nuevos territorios conquistados de Centroamérica.
Durante estos dos comisariatos, de Zumárraga y Montúfar,
la autoridad inquisitorial delegada en los obispos novohispanos
parece haberse mantenido en plena actividad, confundiendo la
jurisdicción que les otorgaba el Santo Oficio con su condición de
miembros del clero secular y, de este modo, torturando y
sentenciando a muerte a miembros de las poblaciones indígenas
acusados de idolatrías258.
Tras la conquista del Imperio de los Incas por los
españoles, se instaló en el Virreinato del Perú el mismo ejercicio de
los obispos sobre la justicia inquisitorial, quienes ejercieron “por sí
o sus delegados, la correspondiente jurisdicción en cosas y casos
del Santo Oficio”259. Sin embargo, tras la experiencia novohispana
y los argumentos de De las Casas en disputa para todo el
continente, la Inquisición ordinaria del Perú no actuó contra las
poblaciones indígenas sino más bien contra un nuevo sector social,
propio de ese tiempo y ese espacio: los tardíos conquistadores de
la América meridional. Impulsados por Virreyes y gobernadores,
durante los primeros cincuenta años del Virreinato peruano, los
obispos nombrados por el Patronato Real utilizaron la jurisdicción
penal de la Inquisición ordinaria para perseguir a aquellos
aventureros que, en palabras de Medina, “llegaron en tropel al
antiguo Imperio de los Incas, y cuando ya este no bastó para saciar
su codicia, poseídos siempre de la sed del oro y del espíritu de
descubrir y conquistar nuevas y maravillosas tierras, lanzáronse en
bandadas a los cuatro vientos” 260.
Estos tardíos conquistadores presentan un perfil que de
algún modo visibiliza vínculos de larga duración, que habrían
unido la mentalidad de los Romances tardomedievales con el
avance de la conquista en América261. Con el estímulo de aquel que
viene a ‘valer más’, estos individuos mostraron una clara intención
de convertirse en dueños y de latifundios y explotadores de la
mano de obra que ofrecían las tierras al sur del Perú.
La persecución de estos hombres por parte de la Iglesia y
de la Corona, a través de los instrumentos otorgados por la justicia
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inquisitorial episcopal, es el reflejo de la transformación mundial
que, en términos de la constitución de un poder absoluto e
imperial basado en el mercantilismo global, fue transformándose
desde la atomización feudal a la centralización de los nacientes
Estados modernos.
Afirma Serrera y González, que la política de Toledo fue
expulsar del Perú a la soldadesca de Pizarro y Almagro y
aprovechar para conquistar y poblar las tierras al sur del
Virreinato262. Pero lo cierto es que para alcanzar este objetivo puso
todo su esfuerzo en desarticular el poder de conquistadores y
adelantados, del mismo modo que el de numerosos clérigos y
frailes que, utilizando su condición de autoridad religiosa, se
beneficiaban de la falta de control de la Iglesia en estos territorios
alejados de los principales centros del poder colonial.
Precisamente, el Tucumán del siglo XVI fue escenario
principal de los conflictos entre las huestes de conquistadores y las
autoridades Reales y eclesiásticas del Virreinato. Y, ciertamente, el
caso más significativo de esta época es la persecución al fundador
de la Serena en Chile y de Santiago del Estero en el Tucumán,
Francisco de Aguirre (1500-1581) 263. La causa está conformada por
los tres procesos inquisitoriales seguidos contra el conquistador
español; solo el último de ellos se sustanció una vez establecido el
Tribunal del Santo Oficio en Lima.
El primero data de 1557 cuando Aguirre, gobernador del
Tucumán, fue tomado prisionero junto a Francisco de Villagra por
el hijo del Virrey del Perú, Hurtado de Mendoza, quien había
llegado a la Serena en 1556 nombrado como gobernador de Chile
por su padre. Las acusaciones contra Aguirre nunca fueron
debidamente explicadas y será el propio rey quien exigirá su
libertad después de tres años de encierro264.
Algunos años después, el nuevo Virrey del Perú, Conde de
Nieva, se vio en la necesidad de utilizar hombres como Aguirre,
con experiencia en la conquista del Tucumán, debido al alzamiento
110
de los pueblos indígenas de la región, principalmente calchaquíes y
diaguitas. Por ese tiempo, Aguirre se encontraba radicado en Chile,
donde recibe la noticia en 1563 que había sido nombrado por
segunda vez como gobernador del Tucumán (momento en que se
separa esta Gobernación de la de Chile).
Aguirre y su hueste, formada principalmente por familiares
y soldados a su servicio, volvieron al Tucumán y tomaron el
control de la dura represión contra los pueblos de indios
levantados en armas, en el conflicto conocido como las primeras
guerras Calchaquíes. “Fundar y poblar es reinar”, parece haber sido
el lema de Aguirre, quien decide dedicarse también al
establecimiento de asentamientos urbanos; de este modo
reconstruye la antigua Londres y funda San Miguel de Tucumán.
Cuando viaja hacia los valles comechingones para fundar una
ciudad con puerto de salida hacia el Atlántico, es tomado
prisionero por segunda vez.
Fue apresado y enviado a Charcas acusado de hereje por
orden de la Real Audiencia en connivencia con “el cura y vicario
general de las provincias de Tucumán, Diaguitas y Xuríes”, Don
Julián Martínez, quien lo entregó al obispo de La Plata265. Este
juicio fue llevado a cabo por un Tribunal de religiosos formado ad
hoc y dirimido dos años después en Lima. Aguirre fue sentenciado
a abjurar de Levi, poco menos de dos meses antes de la fundación
del Santo Oficio de Lima por Felipe II266. Esta pena leve fue
conseguida por el Oidor Juan de Matienzo, de la Real Audiencia de
Charcas, en virtud de que su hija Agustina Matienzo Toro estaba
casada con el hijo de Aguirre, Hernando Aguirre Meneses
Torres267, quien lo defiende contra el presidente de la Audiencia y
el promotor fiscal de la Inquisición ordinaria en el Perú, el
Licenciado Juan de Arévalo. Una vez más Aguirre vuelve al
Tucumán con el título de Gobernador, emitido esta vez por el Rey
Felipe II.
111
El tercer proceso de Aguirre tuvo lugar en 1571268.
Coincidentemente con las afirmaciones de Medina al respecto,
pensamos que las razones de su prisión respondían más a los
deseos del Virrey Toledo que a una intención del recientemente
fundado Tribunal inquisitorial limeño. Una vez más, quien efectúa
la denuncia contra Aguirre y su familia es el arcediano del
Arzobispado de Lima; consultado por el Virrey Toledo en mayo,
los Inquisidores mandaron prender a Aguirre por tercera y última
vez.
Pero el Tucumán era todavía una región de difícil
circulación, con pueblos de indios en pie de guerra y ciudades
aisladas solo comunicadas entre sí por fortuitos viajeros, huestes
militares y comerciantes arriesgados. El Tribunal envía entonces a
Pedro de Arana para efectuar la prisión de Aguirre, quien se
mantiene en una peligrosa autonomía con respecto a los poderes
coloniales del Virreinato desde su Gobernación. En Charcas,
Arana logra alianzas y compromisos políticos que le otorgan el
financiamiento necesario para adentrarse en el Tucumán en busca
de Aguirre. Uno de estos arreglos se refiere al préstamo de más de
mil pesos que le concediera el corregidor de la Plata, Don
Jerónimo Luis de Cabrera, para pagar la guarnición de su hueste al
Tucumán y que, en contrapartida, catapultó al propio Cabrera
como próximo Gobernador del Tucumán después de Aguirre269.
Una vez apresado, Aguirre fue llevado a Lima, donde entró en las
cárceles del Santo Oficio y fue juzgado en un proceso que duró
cerca de cinco años. Al ser absuelto, una vez más por intervención
del Felipe II, se dirige a Chile, donde muere octogenario pocos
años después.
Los procesos inquisitoriales de la justicia ordinaria contra
Aguirre no fueron los únicos de este tipo. Otro caso fue el de
Felipe de Cáceres, gobernador del Paraguay desde 1570, acusado
de hereje en 1572 y tomado prisionero por el obispo del Río de la
Plata, Don Pedro Fernández de la Torre, quien lo lleva a España
112
para su juicio y evita, de este modo, la jurisdicción del Tribunal
limeño. Aunque el obispo muere en el viaje, Cáceres es entregado
al Tribunal de la Inquisición de Sevilla, donde finalmente es
absuelto270. De regreso a Sudamérica, es nombrado como Teniente
de Gobernador de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz en el año
1588, donde ejerce el cargo hasta su muerte en 1594271.
Estos procesos contra militares de las últimas conquistas al
sur del Perú muestran el profundo vínculo de poder entre el
gobierno Imperial y la Iglesia, que encontró en la justicia
inquisitorial un instrumento de dominación, represión y control
inapelable sobre individuos que no respondían a los intereses del
Imperio y del Catolicismo. La asimilación entre ambas esferas de
poder se hará más evidente tras la fundación del Tribunal del Santo
Oficio en Lima hacia 1569, con actuación desde 1570, y la
incorporación de nuevos actores a la trama geopolítica de aquel
territorio aún indómito, como los miembros de la Compañía de
Jesús y la avanzada portuguesa desde el Brasil y la cuenca
rioplatense.
277 Titulares del Santo Oficio en Lima durante este período: Andrés de
Bustamante (1569); Serván de Cerezuela (1569-1582); Antonio Gutiérrez de
Ulloa (1571-1597); Juan Ruiz de Prado (1596-1599); Pedro Ordóñez y
Florez (1594-1613).
278 Edicto levantado por las Leyes de Indias, libro I, título XI, ley primera.
279 “La relación del Licenciado Cerezuela con el virrey Francisco de Toledo
queda manifiesta, pues aquel, además de ser del mismo pueblo, era amigo de
la niñez al ser criado de sus padres”. En: MARTÍNEZ MILLÁN, José; La
Inquisición…; op. cit.; p. 111.
280 Todo lo opuesto de lo que sucede en México, en donde se produce un
alimentos que debían ser brindados por los vecinos de la ciudad), tenían un
sueldo, provisto por las catedrales y obtenido presumiblemente del dinero
de los diezmos (AHN MADRID, Inquisición Leg. 1638, exp. 7; Real Cédula
1569, 1570: Fueros para los ministros Inquisitoriales).
283 CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y HERNÁNDEZ APARICIO,
288 Ibidem.
289 MEDINA, José Toribio; El Tribunal…; op. cit.; p. 18.
290 Ibidem; p. 19.
291 TUBERVILLE, Arthur S.; La Inquisición Española; FCE; Buenos Aires;
1954; p. 65.
292 MEDINA, José Toribio; El Tribunal…; op. cit.; p. 75.
293 MEDINA, José Toribio; El Tribunal…; op. cit.; p. 74.
119
dramático colorido…”294. En palabras de Doris Moreno,
“…violencia verbal y visual que tiene que ver con un carácter
militante de la Inquisición y de la Iglesia del barroco”295. El Auto
de Fe era una ceremonia de ejecución de las penas impuestas por el
Santo Oficio a los individuos juzgados. Se realizaba en la Plaza de
Armas, donde se disponían las gradas para las máximas autoridades
virreinales y eclesiásticas, las vallas para el pueblo y los sitios
alzados en estructuras de madera para los acusados, quienes
entraban acompañados de los estandartes inquisitoriales, soldados
y familiares del Santo Oficio. Allí se leía el veredicto del Tribunal y
se procedía luego al castigo, según fuera reconciliación o azotes.
En el caso de que se los sentenciara a muerte, eran quemados
vivos al día siguiente en las afueras de la ciudad por la Justicia Real.
El Auto de Fe se regulaba con una exigida etiqueta, que alcanzaba
a todas las autoridades y al pueblo entero.
Los Autos de Fe comenzaron a los pocos años de
instaurado el Tribunal y tuvieron una continuidad regular. Hasta
comienzos del siglo XVII encontramos registros para los años de
1573296,1581297, 1587298, 1592299, 1595300, 1605301, 1608302 y 1612303.
1592. Encausado por el Obispo por estar armado dentro de iglesia y pelear
en ella contra un retraído. Fue puesto en libertad para que fuera a España a
buscar a su mujer y se presentara allí ante la Inquisición, algo que no hizo,
volvió a América y fue preso nuevamente (AHN CHILE; Inquisición;
Fondo Simancas; Vol. 23).
300 En 1595 “salió” Doña Ana de Córdoba, vecina de Santiago del Estero,
301 Auto de fe donde fue reconciliado Diego Núñez de Silva y su hijo Diego
de Silva, entre otros. Núñez de Silva era el padre del famoso preso por la
Inquisición, el médico Francisco Maldonado de Silva.
302 AHN CHILE; Inquisición; Fondo Simancas; Vol. 23.
303 Ibidem.
304 MEDINA, José Toribio; El Tribunal…; op. cit.; p. 115.
305 Incluso Cerezuela se mostró su desacuerdo con las Instrucciones que
proponían solo un Comisario por cada puerto de mar y uno para la cabecera
de cada distrito eclesiástico.
306 Se mantuvieron, sin embargo, las prohibiciones de no poder nombrarse
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UNA TRAMA POSIBLE
LOS JESUITAS Y LA INQUISICIÓN EN EL
TUCUMÁN, RÍO DE LA PLATA Y PARAGUAY
DURANTE EL SIGLO XVI
Sanabria (1579, 1606 y 1607)”; en: Missionalia Hispánica; Madrid; 1970. LISI,
Francesco L.; El Tercer Concilio Limense y la aculturación de indígenas
sudamericanos; Universidad de Salamanca; 1990. AYROLO, Valentina;
“Funcionarios de Dios y de la república”; Biblos; 2007; p. 29. LEVILLIER,
Roberto; Santiago del Estero en el Siglo XVI; Madrid; 1918. CÁRCANO,
Ramón J.; Primeras luchas entre la Iglesia y el Estado en la Gobernación del Tucumán
- Siglo XVI, Tomo IV, W. M. Jackson, Inc; s/f ed.
124
Una vez en Lima, Victoria designa al presbítero Hernando
de Morillo y a Francisco de Salcedo314 como administradores y
vicarios eclesiásticos de la gran diócesis Tucumán y a este último
como deán315. El primer contacto con el gobierno tucumano será
conflictivo. Victoria envía a Salcedo luego de una desavenencia en
Santiago del Estero entre este y Lerma. Salcedo había sido enviado
por el obispo para precederle en su viaje y el Gobernador lo
persiguió hasta Talavera, desoyendo su autoridad eclesiástica316.
Victoria finalmente llega en febrero de 1581 a Potosí, y poco más
de un año después alcanza Santiago del Estero. A poco de llegar, y
apoyándose en una Real Cédula de 1578, crea el Cabildo
eclesiástico y nombra cuatro prebendados, el Provisor Francisco
Vázquez, dominico317, y a los presbíteros Diego Pedrero de Trejo,
Francisco de Rojas y Juan de Quirós.
Los conflictos entre el obispo y el gobernador son
sintomáticos de las tensiones en todo el territorio colonial
americano, entre el poder eclesiástico y el poder civil. Decía por
estos años el Arzobispo de Lima en una carta a Felipe II
…las persecuciones que sufren los prelados, especialmente
los de Popayán y Tucumán, el desprecio de la jurisdicción e
inmunidad eclesiástica por varias autoridades, los abusos introducidos
en el cumplimiento del Real Patronazgo, y las demasías del Virrey
Don Francisco de Toledo.318
de sedevacancia.
316 Como el deán se queja de que Lerma no salió a recibirlo cuando llegó al
319 AHPC; Esc. 1; Leg. 2; Exp. 1, 1589: Venta de diezmos del obispo
Victoria. Escribano: Alonso Nieto de Herrera (futuro Notario del Santo
Oficio en Córdoba).
320 Archivo Municipal de Córdoba; Libro primero (segunda edición); Córdoba;
322 Dice Lewin: “Ramírez de Velazco, era un celosísimo señor feudal, que
como todos los señores de esta categoría, tenía por ideal el aislamiento
completo de su feudo, la autarquía completa de su gobernación (…)
luchando contra la actividad comercial de Victoria. (…) Fue Ramírez de
Velazco, quizás el primero, quien estableció aduanas rigurosas en los límites
de su provincia, pretendiendo interrumpir el intercambio con otras
gobernaciones del virreinato” (LEWIN, Boleslao; El judío…; op. cit.; p. 76).
323 En: SEGRETI, Carlos; Córdoba...; op. cit.; p. 27.
324 Ejercicio del justicia Inquisitorial ordinario aun antes de la llegada del
en Córdoba, que ocho años después será cambiada por la definitiva. En:
LOZANO, Pedro; Historia de la Compañía de la Jesús de la Provincia del Paraguay,
I. c XVI, N7; Madrid; 1755.
333 En 1593, el Padre Angulo sigue residiendo en Santiago del Estero. Al
Aires a Salvador de Bahía, en una fragata (que costó 4000 pesos), y en donde
llevaban cartas para el Padre Provincial de Bahía, iba el Licenciado Don
Francisco de Salcedo. Volviendo del mismo viaje unos piratas ingleses
toman prisioneros a todos los integrantes de la misión. De acuerdo con
Gracia, una Relación de la época dice: “quedáronse… en el navío mayor el
P. Francisco Salcedo con los PP. de la Compañía; y 18 días después que les
dejaron los ingleses, entraron por la boca del Río de la Plata y llegaron a la
ciudad de Buenos Aires, todos desnudos, así los PP. Como los demás, sin
traer más que las camisas rotas…” (GRACIA, J.; Los jesuitas…; op. cit.; p.
41). Levillier recuerda el hecho de esta manera: “Diario del viaje y arribada a
Buenos Aires de los religiosos de la Compañía de Jesús y portugueses
procedentes del Brasil, llamados por el Obispo de Tucumán, D. Francisco
de Vitoria, y relato de lo ocurrido con unos corsarios ingleses (año 1587, 74-
4-1) a 20 de enero día de San Sebastián que llegamos a la boca del río que
tiene 30 leguas de ancho y al nacer del día dimos en la misma boca con tres
navíos ingleses que estaban mar a través para entrar dentro para tomar agua,
para hacer su viaje y como era tiempo bonacible y estábamos tan cerca de
ellos aunque los dos navíos que traíamos eran muy buenos de la vela no
pudimos huir y con sus bateles y la lancha que tría remos vinieron a bordo
de nuestros navíos de todo cuanto traíamos sin dejar en ellos más que un
poco de arroz podrido y un poco de harina de mandioca, trajeron nos
133
comienzan con aquel largo y accidentado proyecto de
establecimiento de un Colegio Máximo, ya como obispo de
Santiago de Chile, Salcedo los apoyará, legando en su testamento
todos sus bienes para esta futura institución344. No son menos
significativos los pedidos de Diego de Torres al Rey para que
nombrase a Salcedo como obispo en reemplazo de Trejo, tras su
muerte durante el verano de 1615345.
Salcedo fue designado como Comisario del Santo Oficio
para el Tucumán en 1605346, y aunque fueron solo seis años los que
estuvo a cargo de la justicia inquisitorial en la diócesis, bajo su
comisariato se organizan, como se verá, los distritos inquisitoriales
correspondientes a las ciudades de Buenos Aires, Paraguay,
Córdoba y Santiago del Estero.
347 Francisco de Salcedo firma sesenta y seis Actas (de alrededor de dos por
año) desde 1592 hasta 1617 de manera casi ininterrumpida. Pero los últimos
años no era ya como cabildante del Tucumán, sino de Charcas.
348 En 1611 el Doctor Don Fernando Francisco de Rivadeneyra es
354 AHN CHILE; Inquisición; Fondo Simancas; Vol. 23; Procesos s. XVI.
138
Religiosos Solicitantes
Este pecado del clero fue tipificado como delito durante la
Contrarreforma355 y su jurisdicción recayó en el Santo Oficio. De
acuerdo con Castañeda Delgado y Hernández Aparicio, la solicitatio
ad turpa o solicitación, como comúnmente se la denominaba, puede
entenderse jurídicamente como
…el delito cometido por un confesor el cual, abusando de su
ministerio, solicita a un penitente a cometer un pecado grave contra la
castidad.356
De más precisión resulta la manera en que es definido este
delito por Marcela Aspell como,
…todo comportamiento del sacerdote que, en el ejercicio de
su rol de confesor, y vinculado al acto mismo del sacramento de la
355 Sobre la base del paradigma clerical, los tratados de perfección, las
lecciones sinodales y los manuales de confesión intentaron otorgar una
superioridad del “estado sacerdotal” ante el matrimonio. Sobre este tema,
puede consultarse: IRIGOYEN LÓPEZ, Antonio; “Los tratados de
perfección sacerdotal y la construcción de la identidad social del clero en la
España del siglo XVII”. En: Hispania: Revista española de historia; Vol. 68, Nº
230, 2008; pp. 707-734.
356 CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y HERNÁNDEZ APARICIO,
Chávez, Fray Gaspar Díaz de Miranda, Fray Alonso Díaz (62 años, quien
pasaría penitenciado a Chile), y fray Rodrigo Gómez de Ojeda, sevillano,
141
Clero Secular369. De los casos con que contamos alguna
información, nueve se mencionan como acusados de solicitar
favores sexuales a numerosas mujeres indígenas. Por ejemplo,
Bartolomé de la Cruz, guardián del Convento de San Francisco en
Santiago del Estero, denunciado por quince indias, o fray Andrés
de Corral, guardián del Convento de las Juntas, de forzar a
veintiocho indias, o el portugués Pedro Avis Lobo, acusado por
más de 180 mujeres, entre indias y mestizas. Acerca del lugar de
procedencia, sabemos que cinco de ellos eran de origen español
(cuatro de Sevilla y uno de Jerez), dos portugueses y dos criollos
aunque no oriundos del Tucumán370; sus edades rondaban entre los
54 y los 67 años371.
todos del que tenemos dicha información, mientras que el sevillano Juan de
Ocampo tenía 54 años cuando ingresó a la cárcel del Santo Oficio. Antiguo
Archivo de Simancas; Rel. De causas, t. III hoja 73.
142
Estos fragmentados datos nos dan una idea del perfil de
individuos contra quienes actuaron los Comisarios Angulo y
Salcedo. Un sector de individuos pertenecientes a la Iglesia
Católica, mayoritariamente de las órdenes regulares, que procedían
en un vasto territorio sin control permanente del Estado ni de la
Iglesia, que abusaban del poder que otorgaba su pertenencia al
clero en el marco de la conquista y dominación del territorio y
sobre las poblaciones indígenas, en este caso de manera particular
contra las mujeres372.
De los veintidós casos, tenemos constancia de que diez
fueron efectivamente procesados. De estos, sabemos que a fray
Mateo de Alvarado, natural de Jerez y criado en Lima, a fray
Francisco Romano, de 45 años residente en Buenos Aires, y al
agustino fray Agustín de San Bernardo se los sentenció al destierro
del Perú y a “abjurar de Levi”373.
El franciscano Bartolomé de la Cruz, procesado en Lima
en 1599, García de Torres, clérigo limeño actuante en Córdoba de
Tucumán por el 1600, y el jesuita Duarte Méndez solo fueron
reprendidos y advertidos. En cambio, fueron absueltos el clérigo
paraguayo Rodrigo Ortiz Melgarejo, con el argumento que las
indias eran “gente muy fácil y mentirosas (…) y en aquella
provincia del Tucumán los más son gente desnuda y muy bárbara”,
y el jesuita Manuel de Ortega, residente en Asunción.
Los datos muestran que, aunque las penas otorgadas por el
Tribunal a estas faltas o delitos del clero no eran ni mucho menos
las más duras, también es cierto que los jesuitas del Tucumán y sus
agentes, como al parecer lo era también Salcedo, lograban con las
acusaciones por lo menos neutralizar a tales individuos que
consideraban de conductas abusivas para con las poblaciones
indígenas que ellos se habían propuesto evangelizar y, en cierto
modo, integrar a esta nueva realidad socio-política de la
143
dominación colonial374. Y valía esto incluso también para
miembros de la propia Compañía de Jesús que entorpecieran los
objetivos de la Orden.
Los bígamos
Hasta comienzos del siglo XVII la bigamia es el segundo
delito más perseguido por los ministros inquisitoriales al sur del
Perú. Entre 1585 y 1613 nueve casos, principalmente denuncias o
pedidos de información, llegaron al Tribunal limeño desde el
Tucumán, que se sumaron a los más de cien casos registrados para
toda la jurisdicción del Tribunal para esta época375. Con la
definición de Castañeda Delgado y Hernández Aparicio,
entendemos la bigamia como el
... estado de una persona que sucesivamente ha contraído dos
matrimonios legítimos. En un sentido menos riguroso, pero más
usual, hace referencia al delito o crimen de bigamia, caracterizado por
el hecho de contraer un segundo matrimonio sin estar legítimamente
disuelto el anterior376.
De acuerdo con los principios religiosos, reforzados por el
Concilio de Trento en lo referido a la constitución familiar
permitida, el matrimonio era para el catolicismo un sacramento
indisoluble y que duraba hasta la muerte de alguno de los dos
cónyuges. Casarse más de una vez significaba claramente una
ruptura con este orden impuesto de Occidente, por lo que el
incumplimiento de esta norma tuvo como consecuencia una activa
persecución y represión, no solo por la Inquisición, sino también
por la justicia civil y durante todo el período colonial.
374 Como ha afirmado Madariaga: “el concubinage del clero era universal”.
En: MADARIAGA, Salvador de; Cuadro…; p. 203. Ghirardi y Siegrist
confirman la presencia de hijos sacrílegos durante el período colonial en
Córdoba, en: GHIRARDI, Mónica y SIEGRIST, Nora; Amores sacrílegos.
Amancebamientos de clérigos en las diócesis del Tucumán y Buenos Aires. Siglos XVIII-
XIX; Centro de Investigaciones sobre cultura y sociedad (CIECS-
CONICET-UNC/CEA-UNC); Córdoba; 2012. El concubinato es muy
frecuente entre sacerdotes y es perseguido desde la Contrarreforma.
375 CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y HERNÁNDEZ APARICIO,
144
En el Virreinato del Perú, la bigamia fue una práctica
habitual desde los primeros tiempos de la conquista. Para muchos
colonos, hombres y mujeres, un viaje a las Indias podía significar
una vida nueva, marcada por las inmensas distancias y las difíciles
formas de comunicación. Según ha podido constatar Fernanda
Molina, durante el siglo XVII esta situación se mantendrá vigente
en el Perú con una importante presencia de mujeres criollas,
españolas y mestizas, acusadas de bígamas ante el Santo Oficio377.
Los casos de bigamia que hemos identificado para el
Tucumán, bajo el ministerio de Angulo y Salcedo, corresponden a
una mujer378 y ocho hombres379. De estos nueve casos, tres se
refieren a memorias de averiguación o informes de estos
individuos; cuatro a denuncias interpuestas por ante el Tribunal
desde el comisariato del Tucumán, mientras que solo una es una
relación de auto de fe. De ellos, tenemos constancia de que a seis
se los acusaba de estar casados en España y luego en el Tucumán,
mientras que los demás se habían casado ambas veces en el Perú.
Tres de estos casos de bigamia en el Tucumán se refieren a
funcionarios de la autoridad virreinal local. Uno es la información
148
De los siete acusados, seis habían nacido en Europa. Solo
el bachiller Gabriel Sánchez Ojeda era criollo y natural de las
Indias, residente en Santiago del Estero. Servía de asesor al
gobernador del Tucumán y se había casado en Paraguay, donde
también había oficiado de asesor del gobernador del Paraguay. En
febrero de 1607, a la edad de 37 años, fue acusado por blasfemo
frente al Comisario Salcedo. Quedó registro del testimonio de un
testigo que dice haberlo escuchado decir al bachiller que “los
corazones de los príncipes y gobernadores estaban en manos de
Dios y no podían errar, y que así no erraba el dicho gobernador en
lo que hacía”395.
Otro oficial real, Antonio de Mirabal, fue también acusado
de blasfemia. Era hermano de Lerma, gobernador del Tucumán
tiempo atrás y enemigo declarado del obispo Victoria, y quizás
también de los jesuitas. Fue uno de los primeros casos
denunciados por el padre Angulo y muestran el uso que los
diferentes sectores en disputa en la región podían utilizar el poder
inquisitorial para fines políticos396.
Luteranismo
El luteranismo en estas regiones fue casi desconocido, al
menos para los intereses de la Corona. La Inquisición de Carlos I y
su orientación hacia la persecución de protestantes en cierto modo
dejaron de ser un problema interno para Felipe II, en quien
recaería más bien la segunda gran oleada de persecución a
conversos en España, Portugal y América. Esto se ve reflejado no
solo en el Perú de esta época, donde fueron acusados, entre
penitenciados y reconciliados, menos de cincuenta personas, la
mayoría marinos holandeses o ingleses397.
395 MEDINA, José Toribio; El Tribunal…; op. cit.; p. 146. Primera audiencia
en Lima: 21 de febrero de 1608. Este caso fue también levantado por
CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y HERNÁNDEZ APARICIO, Pilar;
La Inquisición… Tomo I; op. cit.; p. 256.
396 Otro caso es el de la testificación contra Antonio de Alfaro, Teniente de
Brujería
Del mismo modo que el luteranismo, la brujería fue harto
perseguida durante el gobierno de Carlos I; ya para fines del siglo
XVI no estaba en las prioridades de la Inquisición, y menos aún en
Indias. Sin embargo, el lento proceso de sincretismo cultural fue
otorgando a esta sociedad indiana un carácter nuevo, poroso a las
transformaciones originadas por el intercambio y convivencia
multicultural. El resultado no fue ajeno al Estado y a la Iglesia, de
modo que para mediados del siglo XVII observaremos una
presencia cada vez mayor de brujería y hechicería que se
posicionarán como principal delito en la centuria siguiente399.
Si dejamos de lado todas las causas y procesos seguidos por
la autoridad civil o del clero secular referido a persecución de las
religiones precolombinas400 (conocidos como de extirpación de
idolatrías), en el Tucumán del siglo XVI disponemos solo de dos
casos denunciados ante el Santo Oficio. Los documentos con que
contamos son referencias de causas de las que no hemos
encontrado documentación judicial, sino apenas algunas
menciones breves. El primero, de 1579, es anterior al comisariato
del padre Angulo y se refiere a una denuncia contra Gonzalo
Abreu de Figueroa, que fuera gobernador de Tucumán, “por haber
pedido a varias indias le dijesen cosas ocultas que él quería saber” y
405 Fray Francisco Vázquez, dominico. Fue administrador del Obispado del
Tucumán, en tiempos de Vitoria. Fue preso en Lima el 6/12/1596, bajo el
delito de estar amancebado y con un cargo de 34 acusaciones. Quien lo
acusó primero fue un tal Antonio de Torres. Fue condenado en 1599 a
abjurar de Levi y a un año de reclusión en el convento de su orden. Otro
solicitante: Fray Francisco Vázquez (natural de Logroño, dominico,
administrador del obispado de Tucumán. Contra él denunciaron 32 testigos.
Preso en Lima el 6/12/1596. Su sentencia fue dada en 1599: abjuración de
Levi, reclusión en un convento de su orden un año y prohibición de
confesar mujeres). Manuel Rodríguez Guerrero, secretario del Gobernador
de Tucumán. 1592. Encausado por el Obispo por estar armado dentro de
iglesia y pelear en ella contra un retraído. Fue puesto en libertad para que
fuera a España a buscar a su mujer y se presentara allí ante la Inquisición,
algo que no hizo, volvió a América y fue preso nuevamente. En:
CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y HERNÁNDEZ APARICIO, Pilar;
La Inquisición… Tomo I; op. cit.; p. 259.
152
han quedado solo los ecos. Se trata del cirujano portugués, Diego
Núñez da Silva y de sus hijos Diego da Silva y Francisco
Maldonado da Silva406.
Durante el comisariato de Angulo fueron apresados Diego
Núñez da Silva y su hijo homónimo, acusados de prácticas
judaicas. En las cárceles de Lima, bajo tortura, denunciaron a otros
practicantes de la religión judía o falsos conversos. Tuvieron sus
primeras audiencias con el Tribunal hacia 1601, y cuatro años
después fueron reconciliados, penitenciados a usar sambenito de
por vida y servir en el hospital de los esclavos africanos del
Callao 407.
155
gobernaciones de la región, fundando además las primeras
misiones o “reducciones de indios” en la región del Guairá413. Al
igual que el conflicto con los encomenderos cordobeses414 y
chilenos415, uno de los principales problemas a los que se enfrenta
la Compañía en esta época, en su intento de protección a las
poblaciones indígenas, es el enfrentamiento con vecinos
encomenderos concentrados en las pocas ciudades españolas que
sobreviven en la inmensa selva paraguaya, donde la alta densidad
demográfica de los tupí-guaraní convierte a los pueblos de indios
en un recurso humano altamente codiciado.
Del mismo modo, también están interesados esas
poblaciones indígenas no insertas en el sistema colonial, colonos
portugueses armados y los ejércitos privados conocidos como
bandeiras, quienes bajaban en incursiones de razia para capturar
indios y llevarlos a Saõ Paulo con el fin de venderlos como
esclavos416.
156
Evidencia de esta situación de conflicto es una carta escrita
en Córdoba del Tucumán por el padre Diego de Torres el 24 de
septiembre de 1610, dirigida a los Inquisidores del Tribunal del
Santo Oficio de Lima417.
Recibida en el Tribunal en febrero del año siguiente, esta
carta tuvo un efecto crucial para el nombramiento de un mayor
número de ministros y, consecuentemente, un mayor control de la
Inquisición en el Tucumán el Río de la Plata, Paraguay y Chile 418.
La carta presenta, sin embargo, un doble discurso a los fines de
conseguir una intención distinta de la proclamada419.
Luego de las formalidades de rigor entre altas autoridades
de la Iglesia en el Virreinato420, Diego de Torres les dice que
escribe para informarles sobre lo que ha observado en “estas tres
Gobernaciones” que ha recorrido él mismo. Y que en ellas había
Tribunal…; op. cit.; p.154), Lewin (El judío…; op. cit; p. 130) y Castañeda
Delgado, Hernández Aparicio (La Inquisición… Tomo I ; op. cit; p. 53)
sostienen que esta carta de Diego de Torres era en contra de los judíos y su
abundante presencia en el Río de la Plata, Tucumán, Chile y Paraguay.
Nosotros sostenemos que, en realidad, el intento por controlar a los
portugueses en la región mesopotámica del Plata no se debía al origen
religioso de los mismos, sino más bien por el común interés que tenían
jesuitas y portugueses paulistas sobre los indios. Los primeros para
evangelizarlos y reducirlos en Misiones, los segundos para esclavizarlos.
420 “A los muy Ilustres Señores Inquisidores Apostólicos de estos Reinos y
Provincias del Perú. Mis muy señores de Lima. Muy Ilustres Señores.” AHN
MADRID; Inquisición; libro 353, fol, 42.
157
“grandes riesgos” y “(pocas raíces) en el divino acatamiento en la
fe de los españoles”.
La razón que encuentra para afirmar esto es, según escribe,
…la larga noticia de que por el puerto de Buenos Aires, y por
San Pablo y la Asunción entra gente inficionada de judaísmo y de
nación portuguesa tan bien se debe velar y cuidad no pasen otras
naciones inficionadas con herejías, el Gobernador pasado
(Hernandarias), con su gran experiencia y celo hizo gran esfuerzo
para remediar esto, y al presente –que es muy fiel ministro- hace
cuanto puede, y no ha habido remedio.421
Al parecer, los jesuitas habían avisado de esto al Rey, en
cuya Corte solo se había respondido con el nombramiento de un
nuevo Gobernador del Paraguay422, quien tenía intención de
“bajar” la Catedral del Obispado desde Asunción423 al puerto de
Buenos Aires para que el Obispo actuase allí como “Inquisidor
ordinario” contra los conversos contrabandistas; algo que alarmaba
a la Compañía pues suponía dejar sin poder eclesiástico a la región
fronteriza con el Brasil,
…remediará mal el daño que viene por tierra desde San
Pablo los inconvenientes que este medio parece que tenía, son
primero dejar desamparado todo el Obispado, segundo no lo poder
visitar el Obispo…424
Es decir que con ello dejaban a todo el Paraguay abierto al
ingreso de las bandeiras paulistas y del abuso de los encomenderos
crea el del Río de la Plata en 1620, aunque esto no acabó con los conflictos
jurisdiccionales sino que, bajo la administración de algunos obispos (como
Cárdenas), se volvió aún peor”. AHN MADRID; Inquisición; libro 353, fol,
42.
424AHN MADRID; Inquisición; libro 353, fol, 42.
158
de Asunción. Asimismo, juntaban en un mismo lugar el
contrabando y un prelado de diócesis sin control,
…por que si acaso el Obispo diese en codicioso como no
tiene acá superior podría hacer más daño que provecho.425
Torres conoce a los Inquisidores y sabe cuánto les molesta
el ejercicio de la inquisición ordinaria por parte de los Obispos en
una jurisdicción que consta de Tribunal. Y es por eso que toca allí,
al reflexionar que
…parece que al Tribunal Santo de la Inquisición le podría ser
esto molesto, y causa de encuentros tomando los Obispos por
ventura más mano de la que convendría, y lo cuarto tener mal
remedio los agravios que hiciese y molestias que diese al gobernador y
Oficiales Reales.426
Frente a todos estos conflictos, referidos
fundamentalmente a la cuestión del ingreso de herejes, el padre
Torres propone una única solución, basada en las “acordadas” que
había firmado el Tribunal con el Virrey del Perú: nombrar
Comisarios inquisitoriales para Asunción, Córdoba y Santiago de
Chile; divide así la gran Comisaría del Tucumán que fue ejercida
por el jesuita Angulo y luego por el deán Salcedo hasta 1613. Algo
más que se desprende de la carta es que, para estos años, Buenos
Aires ya tenía Comisario. Sobre Asunción dice
…es muy conveniente que en la Asunción haya Comisario
porque el de Buenos Aires no puede subir por allí y lo segundo
porque todos los que entran por San Pablo llegan allí y no les faltan
medios para escaparse y no basta comisión del Comisario de Buenos
Aires como ahora lo tiene el Padre Diego González, hermano del
Señor Inquisidor Becerra, porque es para cosas particulares, y no
puede remediarlas muchas se ofrecen en todo aquel distrito que es
400 leguas…427
159
Es decir que con este Comisario, más el Obispo con la
sede también en Asunción, se proponía un control de justicia penal a
los portugueses. De Córdoba argumenta que
…es muy necesario que viviera aquí en Córdoba otro
Comisario porque los que se escapan de Buenos Aires vienen todos
aquí y se pueden ir al Perú sin tocar en Santiago y cuando hubiese de
haber un solo Comisario antes debía estar aquí que no allí porque
todos los que van y vienen del puerto tocan allí o ser como el Padre
Angulo que desembarcado de haciendas y dignidad y oficios estuviese
aquí cuando va y viene la gente y lo demás del año visitase
disimuladamente pasando en su religión.428
La cuestión en Chile es harto más compleja, pues se
encuentra por estos años en pie de guerra entre araucanos y
españoles. De tal modo que la presencia de la Iglesia es aún menor
y, de la Inquisición, inexistente.
En lo que toca a la Gobernación de Chile solo añado que
entendí había necesidad de que el Comisario o alguna persona pasara
de satisfacción fuese más como confesor que como ministro a visitar
los fuertes porque muchos soldados que están años allá en ellos
tienen gravísimas necesidades y si no se remedian serán cada día
mayores y de mayores inconvenientes.429
Torres se toma la libertad de opinar acerca de lo que estos
nuevos Comisarios debían hacer, sobre todo en lo que respecta a
los portugueses, como no permitirles desembarcar “so graves
penas” y que solo lo hiciese quien “trajese licencia de Su Majestad
y del Santo Oficio de la parte donde viniese”, del mismo modo
que, embarcándose para salir por el puerto, ningún portugués lo
hiciera sin estar antes examinado con licencia de la Real Audiencia
y del Comisario de su distrito. Además, recomendaba que se diese
orden al Comisario de Buenos Aires de “visitar” todos los navíos
junto a su juez y Alguacil mayor.
La influencia de Torres es, al parecer, muy alta en las cortes
Virreinales y los Inquisidores hacen caso de su petición. Una vez
que su misiva ingresa al Tribunal, es leída y archivada en la Cámara
del Secreto. Algunos meses después de recibir la carta de Torres, en
abril de 1611, los Inquisidores escriben un Auto con la orden
siguiente:
431 BATAILLON, Marcel; Los jesuitas en la España del siglo XVI; FCE-Junta
de Castilla/León; México; 2014. Un dato interesante es que el propio San
Ignacio de Loyola tuvo también conflictos con la Inquisición (en
ESCUDERO, José Antonio; Estudios...; op. cit.; p. 41).
432 Ibidem, p. 41.
162
conquista, esto es después del gobierno de Aguirre y del de los
demás conquistadores tardíos del Tucumán, cuando órdenes
religiosas y el clero secular se unen para contrarrestar el poder de
los encomenderos y funcionarios de gobierno, involucrándose en
la justicia inquisitorial, a los fines de establecer un control propio
del territorio, utilizando la criminalización de la fe con fines
geopolíticos y sobre la base de una filosofía evangélica
contrarreformista.
Como un modo de equilibrar la dominación de agentes
particulares sobre territorio imperial, la Corona se esforzó en
avanzar sobre el territorio también con la Iglesia. Primero con los
franciscanos y luego impulsando la llegada de jesuitas. De a veinte,
treinta padres llegan entonces todos los años, tomando residencia
en las principales ciudades del Tucumán, y realizando “misiones
volantes” a tierras cada vez más lejanas, hasta alcanzar la selva de
los tupí-guaraní, al noreste del inmenso Paraguay. Asimismo, en
estos años el principal conflicto interno entre los Cleros –secular y
regular– es el abuso de frailes y curas con los indios, algo que la
Compañía intenta remediar utilizando, entre otros instrumentos, el
fuero inquisitorial, que por ello mismo aviva y sustenta.
De modo que cuando en 1580 se abre esta región hacia la
boca atlántica luso-española que permitió el paulatino ingreso de
portugueses presuntamente conversos al Virreinato del Perú, los
jesuitas intentan controlarlos interviniendo en el uso del poder de
la Inquisición de Lima. Porque habrán de pasar más de tres
décadas hasta que en 1613 la presencia del Santo Oficio logre
imponerse en las más distantes ciudades del Virreinato del Perú,
manifestada en la figura de sus Comisarios residentes; permitiendo
con ello que la “malla inquisitorial”433 del Imperio Español,
finalmente, se cierre.