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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

DPTO. DE CIENCIAS SOCIALES

LA RELIGIÓN

EN EL PROCESO HISTÓRICO

DE AMÉRICA LATINA

TEXTO DE LA ASIGNATURA CSX 235


PROF. RODRIGO CONDE
(3ª EDICIÓN. ABRIL 2004)
INDICE
0. Descripción del curso, bibliografía e introducción

1. España en tiempos del Descubrimiento


El marco político, cultural y eclesial
La sociedad española
Una península que se unifica

2. El marco religioso americano


La vida religiosa mesoamericana
Los incas
Los chibchas
Supresión de las culturas indígenas
Conservación y transmisión de las culturas indígenas

3. El Patronato
Su origen
En tiempos de los Reyes Católicos
En tiempos de Carlos V
En tiempos de Felipe II
Dudas que nos vienen
Consecuencias

4. En defensa del indio: Bartolomé de las Casas


La Encomienda y el Repartimiento
21 de diciembre de 1511. Fecha clave de la Americanidad
La bula Sublimis Deus de Paulo III
Bartolomé de las Casas: Vida, Obra y Pensamiento

5. Francisco de Vitoria
Su vida
Vitoria y la problemática indiana
Las “Relecciones” sobre los Indios
La Escuela de Salamanca y su influencia

6. La organización eclesiástica
La conciencia misionera de los Reyes de España
Las Iglesias locales arquitectos de la evangelización
La calidad moral de los obispos y sacerdotes
Las grandes órdenes religiosas evangelizadoras
La metodología apostólica

7. Los Concilios Provinciales


Los concilios provinciales de Lima y Méjico
Principales disposiciones: Sacramentos y Catequesis
Promoción humana del Indio

8. Un modelo de misión: Las Reducciones


Cronología esencial
Origen y ámbito geográfico
Estructura social
Realizaciones logradas en la promoción humana
Contingencia y ruina de las Reducciones

9. La educación colonial
La educación del indígena
La educación de los criollos
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 2
La Religión en el proceso histórico de América Latina. CSX 235
Prof. Rodrigo Conde

PLANIFICACION DEL TRABAJO (Enero-Abril 2005)


(Horario Miércoles 3-5)

Semana 1. 12 de Enero. Tema 1. .Propósito del Curso. Metodología. Evaluación.


Introducción general. España en tiempos del Descubrimiento
semana 2. 19 de Enero. Tema 2. El marco religioso americano
Semana 3. 26 de Enero. Tema 3. El Patronato
Semana 4. 2 de Febrero. Tema 4. En defensa del indio: Las Casas
Semana 5. 9 de Febrero. Tema 5. Francisco de Vitoria
Semana 6. 16 de Febrero. Tema 6. La organización eclesiástica
Semana 7. 23 de Febrero. Tema 7. Los Concilios Provinciales
Semana 8. 2 de Marzo.. Tema 8. Un modelo de misión: Las Reducciones
Semana 9. 9 de Marzo. Tema 9. Proyección de la película “La Misión”
Semana 10. 16 de Marzo. La educación colonial
Semana 11. 30 de Marzo. Actividad cultural
Semana 12. 1 de Diciembre. Entrega del Ensayo. Examen Final.

• Evaluación. Trabajo final 40%, Examen Final 40%, Participación 20%


• Metodología: Los alumnos deberán leer con anticipación los temas que el
profesor explicará en clase para que de esta forma sea más participativa la
clase.
• Trabajo final o ensayo: La entrega consta de la síntesis y reflexión de un
tema exclusivamente referido a tópicos vistos en la asignatura (Historia de
la Iglesia Católica, Historia de la Religión, biografía de algún personaje
relacionado con la materia, etc...) No deben ser temas de Historia de América
en general o particular. Cada alumno debe consultar con anticipación con el
profesor el tema a seleccionar para realizar el trabajo final, el cual le
dará el visto bueno.
• La entrega consta de un resumen y de una apreciación personal del tema por
parte del alumno (Semana 10ª). La extensión máxima será de 8 páginas (tamaño,
times new roman 12, a espacio y medio, con márgenes -superior, inferior,
derecha e izquierda- de 2,50 cm y engrapado simple). Al final lleva la
bibliografía consultada.
• Biblioteca: Algunas obras de consulta para la materia se encuentran en:
Gran Enciclopedia Rialp (GER) REF AE 61, Flichte-Martin REF BR 145,
Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar REF F2 304,
Historia de América (Colección MAPFRE) E 18-82, Historia de Venezuela F2.
• Atención a los alumnos: Cubículo del profesor en EGE, piso 3º (Dpto. de
Ciencias Sociales), oficina 49, ext. 3842. Correo: rconde@usb.ve
RCONDE/11C.USB/CSX235/Cronograma CSX 235

TEMA O. DESCRIPCIÓN DEL CURSO, BIBLIOGRAFÍA E INTRODUCCION

1. INTRODUCCION
Si queremos comprender nuestra realidad actual como latinoa-
mericanos debemos de conocer la historia colonial que durante 300 años
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 3
fraguó nuestra idiosincracia. En este período colonial, el papel
representado por la religión, y más en concreto por la Iglesia católica,
es fundamental. Esta institución, con sus luces y sus sombras ha
acompañado y ha sido protagonista de nuestra historia, no sólo en el
aspecto religioso, sino en el derecho, la cultura, el arte, el
pensamiento y la vida cotidiana de los países. Conocer su actuación y
desarrollo es descubrir mejor nuestras raíces.

2. OBJETIVOS DEL CURSO


• Situar en su debida perspectiva histórica el primordial papel
representado por la Iglesia católica en la historia latinoamericana.
• Sistematizar los hechos más significativos que han conformado el
proceso de evolución de la religión en la historia colonial
latinoamericana.
• Lograr una consciente reflexión sobre el camino recorrido por la
Iglesia de Latinoamérica en su historia.
• Entender los diferentes momentos del proceso vivido por la Iglesia
Latinoamericana, sus aciertos, errores y signos de esperanza.

3. METODOLOGIA
Las ideas fundamentales son explicados en clase por parte del
profesor. Este destaca los aspectos prioritarios y llama la atención
sobre los temas más trascendentales e interesantes, remite a la
bibliografía básica y de referencia e indica las lecturas más
pertinentes que complementan los tema.
La acción del profesor se concentrará principalmente en orientar y
estimular al alumno para buscar por sí mismo las respuestas a las
cuestiones planteadas en los objetivos.
Promoverá también el debate por parte de los alumnos, al
enfrentarse éstos directamente con algunos textos de documentos
históricos, ya que el propósito de la asignatura se inscribe en el
contexto de la formación de estudiantes críticos, según los objetivos
propios de los Estudios Generales de la USB.

4. EVALUACION
La evaluación consistirá en un trabajo final que valdrá el 40% de
la nota, Un examen final con un porcentaje del 40% y la participación en
clase que constará del 20% restante de la calificación.

5. BIBLIOGRAFIA
AA. VV. Diccionario de Historia de Venezuela 1ª Ed., Arts. "Iglesia
Católica", "Religión", "Misiones", "Ordenes Religiosas", "Bartolomé de
las Casas", etc..., Fundación Polar, Caracas 1988.
DUSSEL Enrique, Historia general de la Iglesia en América Latina
(CEHILA),. I/1: Introducción General, V: Mexico, VI: América Central,
VII: Colombia y Venezuela, VIII: Perú, Bolivia, Ecuador. Ed. Sígueme,
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 4
Salamanca 1980 s
BORGES Pedro (dir), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y
Filipinas, I y II, BAC, Madrid 1992.
COMBY Jean, Para leer la historia de la Iglesia.2 Vols. Ed. Verbo
Divino, Estella 1990.
DUSSEL Enrique, Historia de la Iglesia en América Latina. Coloniaje y
liberación 1492-1973., Ed. Nova Terra, Barcelona 1974.
EGAÑA, Historia de la Iglesia en la América Española, desde el
Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio Sur, (BAC 256),
La Editorial Católica, Madrid, l966.
GONZALEZ HERMANN, La liberación de la Iglesia venezolana del Patronato,
Ed. Paulinas, Caracas 1988.
-----, La Iglesia en la Venezuela hispánica, (Curso de Formación
Sociopolítica, Nº 32), Centro Gumilla, Caracas 1993.
LABOA Juan María, La larga marcha de la Iglesia. Momentos estelares de
la Historia de la Iglesia, Atenas, Madrid 1985.
LLORCA-VILLOSLADA-MONTALBAN (substituido este por J.M.LABOA en el vol. 4
de 1980) Historia de la Iglesia Católica, BAC, Madrid 1976, (4 vols).
LOPETEGUI-ZUBILLAGA, Historia de la Iglesia en la América Española,
desde el Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. México, América
Central, Antillas, (BAC 248), La Editorial Católica, Madrid, l965.
LORTZ Joseph, Historia de la Iglesia. En la perspectiva de la historia
del pensamiento. Cristiandad, Madrid 1982.
LUQUE ALCAIDE Elisa y SARANYANA Josep-Ignasi, La Iglesia Católica y
América, Editorial Mapfre, Madrid 1992.
MARADEI Constantino, Venezuela, su Iglesia y sus Gobiernos, Trípode,
Caracas l978.
MARTIN HERNANDEZ Francisco, La Iglesia en la historia, 2 vols. Atenas,
Madrid 1984.
MARTINA G, La Iglesia de Lutero a nuestros días. (4 vols), Ed.
Cristiandad, Madrid 1974,
MICHEO Alberto, Proceso histórico de la Iglesia Venezolana, (folleto),
Centro Gumilla, Caracas s.f.
PRIEN Hans Jürgen, La Historia del Cristianismo en América Latina, Ed.
Sígueme, Salamanca l985.

6. A MODO DE INTRODUCCIÓN
Para comprender mejor la historia americana es necesario que tengas
presente la historia de finales del siglo XV, cómo era la sociedad
europea y española en tiempos de Cristóbal Colón. También que tengas
presente la Iglesia de ese período, cómo era su clero y su laicado,
sobre todo en España.
En el período del "descubrimiento" de América, la religión y más en
concreto la católica tuvo características muy propias que la marcaron
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 5
fuertemente. Hombres de ese tiempo -misioneros y seglares- fueron los
que trajeron la Fe cristiana a nuestras tierras. Ellos tenían su
mentalidad propia, sus criterios e intereses, su concepción teológica,
su manera de presentar el Mensaje.
Además conviene que te pongas en el lugar del hombre americano, y
no del europeo. Demasiado se ha escrito acerca de la historia de América
y de la Iglesia desde una perspectiva europea.
América Latina es un continente que fue habitado durante milenios
por hombres morenos que lo vieron, un día, violentamente invadido por
hombres blancos. Estos lo consideraron un Nuevo Mundo que acababan de
descubrir. Para el hombre americano era su mundo de siempre, con el cual
estaba perfectamente familiarizado.
Las más altas culturas precolombinas en aquel período se hallaban
atrasadas en seis mil años de distancia cultural con respecto a la del
hispano invasor. El choque entre ambos mundos tenía que ser dramático.
Llegó el español con todo el bagaje cultural y propio de su tiempo.
Trajo consigo todos los conocimientos, técnicas y experiencias propias
de la Edad de Oro europea. Siguió aquel ritmo de civilización aquí, en
nuestras tierras, pero muy pronto comprobó que el indígena era
absolutamente incapaz de ponerse al día recorriendo en poco tiempo lo
que el europeo había logrado después de miles de años de progreso.
Simplemente el indio quedó atrás, anonadado ante una exigencia imposible
para él. Esto creó un abismo cada vez mayor entre ambos. Desde la
llegada de los españoles surgieron grupos sociales infinitamente
distantes unos de otros y... ocurrio la tragedia.
Hay quienes señalan el descubrimiento y conquista de América como
uno de los momentos más gloriosos de la historia europea y del cual se
enorgullecen. Para los aborígenes de acá, en cambio, aquel fue un
período dramático en que unos hombres venidos de muy lejos invadieron,
saquearon, esclavizaron y aniquilaron culturas y ciudades.
Al mezclarse, en cierta medida, ambas razas surgió el mestizaje
americano que compone, en la actualidad, un sector importante de la
población del continente. Este grupo arrastró, desde un principio, un
lastre pesado: el de no pertenecer ni al mundo aborigen ni al hispánico
ya que ambos lo rechazaron dejándolo marcado con un fuerte complejo.
Extrañamente los hombres que provenían de la milenaria cristiandad
europea aún eran inmaduros para comprender las enseñanzas más simples de
Jesucristo: la altísima dignidad de los pobres, los pequeños, los
débiles y los indefensos con los cuales se quiso identificar (Mt 25, 34-
40)
Sin embargo hubo cristianos que miraron con horror esta tragedia y
levantaron la voz denunciando tan dramático atropello. Se colocaron
decididamente del lado de los débiles y oprimidos. Me refiero a los
centenares de misioneros, obispos, frailes y teólogos, cuya labor
incansable y heroica constituyó el mayor timbre de gloria durante aquel
período tan complejo, de luces y sombras.
Los latinoamericanos, en mayor o menor grado, descendemos de
aquellos indígenas, de los esclavos negros que trajeron al poco tiempo y
de aquellos descubridores y conquistadores blancos. Llevamos dentro de
nosotros esa sangre. El alma de América Latina está marcada por la
fusión de estos pueblos y culturas dispares. ¡Qué importante es asumir
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nuestra completa identidad con entereza, sin negar sus raíces!
Los capítulos de este texto describen situaciones vividas en el
tiempo colonial de nuestra historia. Sin embargo, y a pesar de la
emancipación, éstas se prolongaron en muchos aspectos hasta este siglo.
La relación aborigen-blanco no experimentó cambios sustanciones. La
situación de la Iglesia frente al Estado y los criterios pastorales que
inspiraron su acción, tampoco.
Todo este proceso tan prolongado, ha marcado el continente. No
podríamos comprender lo que ocurre hoy, en América Latina, tanto a nivel
interno de cada país como su grave situación de dependencia externa, si
no tomáramos en cuenta aquella etapa decisiva de nuestra historia.
El hombre latinoamericano actual es fruto de su historia. Reune
características, tanto positivas como negativas, que se han ido fijando
con el correr de los años. Sin duda la fusión de razas constituye un
factor determinante. También hay que tener presente que las raíces
aborígenes aún están sumergidas profundamente en aquellas cosmovisiones
primitivas que nunca fueron plenamente evangelizadas de varios países
latinoamericanos. Todo esto ha determinado, en parte, el comportamiento
de la población del continente.
El predominio de lo sentimental sobre lo racional, las prácticas
religiosas ajenas a la vida individual y colectiva, la pasividad y el
fatalismo ante el acontecer histórico, la sumisión servil frente a los
caudillos de turno, etc. son algunas de las taras que marcan nuestro
estilo latinoamericano.
Así pues, el conocimiento religioso de nuestras pasadas
experiencias nos servirá sin duda para encontrar nuevos caminos en el
próximo milenio.

TEMA 1. ESPAÑA EN TIEMPOS DEL DESCUBRIMIENTO

1. EL MARCO POLITICO
1.1. ESPAÑA A FINALES DEL SIGLO XV
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469)
marca el inicio de la consolidación de la monarquía más poderosa y
emprendedora de toda Europa en el siglo XV. Sus éxitos son notables en
el campo político, en el diplomático, en el dominio de la burguesía, en
la reforma y control de la Iglesia, y en la aventura de afrontar
empresas que parecían destinadas al fracaso. La definitiva expulsión de
los moros con la rendición de Granada y el descubrimiento de América en
1492, marcan el inicio de una nueva era que sólo será comprendida en su
verdadera dimensión varias décadas más tarde.
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La Europa de finales del siglo XV es un mosaico de nacionalidades
que apenas se abren paso, en el que el uso de la fuerza, y los derechos
de guerra al interno de los reinos y con los ya seculares enemigos
musulmanes, marcan una sociedad violenta y despiadada con el enemigo y
con el vencido.
El ahogo económico que constituye la incomunicación de Europa con
el Lejano Oriente ha lanzado desde comienzos del siglo XV a los reyes de
Portugal y de Castilla a la exploración de nuevas rutas hacia el
oriente, a través del continente africano y hacia la quimera de intentar
un nuevo camino por el oeste. Los avances tecnológicos en el orden de la
navegación son notables: la cosmografía, la ciencia del cielo, nuevos
aparatos y mejores naves favorecen estas riesgosas exploraciones.
Para todo nuevo enclave o descubrimiento, se busca el respaldo de
la máxima autoridad de la Iglesia, el Papa, que juega el papel de
árbitro político y de impulsador de una obra misionera todavía
desdibujada e ignota.
El renacimiento como obra cultural y de transformación de valores,
de reforma interna de los estados y de reforma religiosa es una realidad
presente en la península ibérica a finales del siglo XV. Un Hernando de
Talavera (primer arzobispo de Granada en 1493), Diego de Deza (en la
sede sevillana desde 1504), y el gran Reformador general Francisco
Jiménez de Cisneros (1436-1517), son prueba fehaciente de ello. Y las
escuela de Alcalá y de Salamanca son los dos grandes centros de
pensamiento de las ciencias profanas y sagradas.
En este marco tiene lugar el descubrimiento y el inicio de la
conquista y colonización de América. No fue un acto casual ni fortuito.
La búsqueda de una ruta hacia la Indica por occidente era la
confirmación de la redondez de la tierra, teoría que se abría paso muy
lentamente. Pero la aventura colombina era un riesgoso e inconveniente
negocio al que no accedieron los calculadores armadores y banqueros
genoveses y venecianos, ni las coronas portuguesa y francesa. Hacía
falta un desorbitado dinamismo y aventurero para asumir tan arriesgada
empresa y una hipersensibilidad religiosa fuera de lo común, unida a la
idiosincracia calculadora providencialista y siempre exitosa de una
castellana excepcional, Isabel la Católica y sus consejeros y
confesores.

1.2. EL SENTIDO MISIONAL DEL DESCUBRIMIENTO


El cristianismo es una religión universalista, con clara
conciencia misionera, en contraposición a las grandes religiones que
aparecían con unos rasgos muy definidos de tipo étnico, cultural y
nacional. Esta característica llevó al cristianismo a ir penetrando los
diversos pueblos y estratos culturales europeos, moldeando una
conciencia cristiana que llega a su climax con Carlomagno. Desde
entonces empieza a tomarse conciencia de una cierta identificación entre
cristianismo y Europa. Prácticamente en torno a los siglos XII y XIII
todos los pueblos europeos son cristianos.
La conciencia misionera se apaga un poco en los siglos siguientes
XIII y XIV porque la figura del infiel por convertir desaparece.
Ciertamente, conviven en la propia Europa grupos de judíos y de
musulmanes, y casi todo el entorno geográfico de Europa está dominado
por la religión mahometana. Los judíos a lo largo de los siglos para
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lograr una pacífica integración a la sociedad cristiana circundante se
convertían, al menos externamente. Los seguidores del Islam no eran
convertibles, porque no eran un pueblo permeable a la predicación. De
allí que la única forma de asimilarlos era mediante la guerra. No eran
infieles por convertir sino infieles por eliminar. Y los infieles de los
lejanos países asiáticos de los que se tenía alguna noticia no eran
objeto de misión porque no eran infieles asequibles. No se podía llegar
a ellos.
Las primeras expediciones portuguesas del siglo XV provocaron
intervenciones pontificias. Mediante bulas van obteniendo una serie de
prerrogativas comerciales, militares y religiosas. La iniciativa de las
intervenciones pontificias nació del propio Portugal que buscaba un
respaldo a la obra emprendida. Estas bulas tienen su antecedente en las
bulas de las Cruzadas que fueron también empresas religiosas, militares
y comerciales. El fenómeno, pues, de las expediciones atlánticas del
siglo XV dio lugar a las intervenciones pontificas en las que concedían
a los príncipes cristianos bulas de soberanía militar, derechos de
conquista y comercio, bulas de establecimiento y bulas de cruzada. Y así
adquirieron, también, el deber de evangelizar.
Así las cosas, adviene el descubrimiento de América. Los reyes
Católicos, apenas regresa Colón en 1493, acuden al Papa Alejandro VI,
quien en las famosas bulas alejandrinas otorga a la corona de Castilla
el derecho de conquistar y el deber de misionar las nuevas tierras
descubiertas. No sabían ni uno ni otro, ni Papa ni Reyes, la
trascendencia que estas bulas tendrían. Colón había descubierto unos
cuantos islotes desprovistos de las riquezas que buscaban. No se
planteaban en dichas bulas, los enormes problemas que suscitaría el
descubrimiento de todo un continente. Sin embargo, fueron su base
jurídica y ética. Treinta o cuarenta años más tarde, cuando la conquista
de México y del Perú, con la certeza absoluta de la inmensidad de
América, quien sabe en qué términos se hubiera planteado dicha
concesión. Pero lo que es indiscutible es que las bulas alejandrinas se
inscriben en una tradición secular del sentido misional de toda empresa
descubridora. Pero a parte de América, el concepto mismo de misión y sus
métodos cambiará totalmente ante la exigencia de un auténtico nuevo
mundo infiel que aparecía ante los ojos atónitos de los europeos
cristianos
Claramente este sentido religioso lo expresa el testamento de
Isabel La Católica dice:
“Item, por cuanto, al tiempo que nos fueron concedidas por la Sede
Apostólica las islas y tierra firme del mar océano, descubiertas e
por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo
suplicábamos al papa Alejandro VI de buena memoria, que nos hizo la
dicha concesión, de procurar de inducir e traer los pueblos della e
lo convertir a nuestra sancta fe católica, y enviar a las dichas
islas e tierra firme prelados y religiosos e clérigos y otras
personas doctas e temerosas de Dios para instruir los vecinos e
moradores dellas en la fe católica..., según más largamente en las
letras de la dicha concesión se contiene; por ende suplico al rey
mi señor muy afectuosamente, y encargo e mando a la dicha princesa
mi hija e al dicho príncipe su marido, que así lo hagan y complan,
e que este sea su principal fin...,e non consientan ni den lugar
que los indios, vecinos o moradores de las dichas indias e tierra
firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas
ni bienes...; e si algún agravio han recibido, lo remedien e
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provean por manera que en la dicha concesión nos es inyungido y
mandado”

2. EL MARCO CULTURAL
2.1. LA ACTITUD CULTURAL DEL ESPAÑOL DEL SIGLO XV
El descubrimiento tiene lugar en el momento en que en Europa se
está gestando el Renacimiento. Hay dos concepciones del hombre que se
abren camino: un humanismo que se basa en la conciencia de que el hombre
es una criatura que se trasciende, porque está dotada de razón y de
libre albedrío. Y otra, que hunde sus raíces en Ockham y será seguida
por Lutero, que insistía en la idea de que el hombre es apenas un
individuo de una especie cuya incapacidad de trascendencia se
manifestaba en la imposibilidad de dar razón de ella. Sólo lo
experimental podía ser verdadero.
España se sitúa en la primera de estas líneas de pensamiento. El
hombre posee una capacidad ilimitada para buscar el bien, y hasta para
errar por ser libre y una enorme confianza para comprender el mundo que
lo rodea. Esta actitud le permitirá emprender la aventura americana sin
mayores dilaciones.
Por ello, podemos definir al español de finales del siglo XV como
un caballero cristiano. Significa esto, por vía racional, que el “orden”
lo proporcionan los valores aportados por el cristianismo y sostenidos
por el sentimiento de la caballería.
Los tres fundamentos de un modelo de hombre, que encontraremos más
tarde en América, son:
El máximo religioso: La verdad absoluta está en los contenidos de
la fe y no en la ciencia experimental. Es decir, las verdades
proporcionadas por la fe (que Dios existe, que nos ama, que existe un
orden moral, etc.) son inmutables. Mientras que los contenidos
científicos pueden ser superados e incluso sustituidos por otros (p.e.
que la tierra es plana, y después esférica). La experiencia americana
avalará más tarde este principio).
La verdad humana (la científica y la que preside las relaciones
entre los hombres) es una verdad racional: puede ser comprendida y
explicada. De allí la importancia del derecho que aflora a cada instante
en las disquisiciones sobre el descubrimiento y la conquista.
Todo hombre es una criatura de Dios. De ahí la importancia inicial
de determinar si los indios eran seres racionales, pues su afirmación
conllevaba muchos otros derechos que había que respetar.
El segundo elemento es el caballeresco. Conllevaba dos rasgos: el
artificio de lo heroico y la nostalgia de una vida más bella. Importa no
tanto ser valiente sino parecerlo, y demostrar la bondad de la causa
(luchar por la justicia, por una dama o por un desvalido), y la
nostalgia de un mundo imaginariamente mejor, desde El Dorado hasta la
empresa misionera utópica pacifista.
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3. EL MARCO ECLESIAL
Los orígenes de la evangelización del continente americano están
llenos de oscuridades. El único dato, y narrado de forma casual, sobre
el origen del cristianismo en América atestigua el bautismo de la
familia del cacique Guanaoboconel, bautizado con el nombre de Mateo, el
21 de septiembre de 1496. Esto sucedía en el norte de la isla de Santo
Domingo.
La primera etapa de la evangelización americana va hasta el inicio
de la conquista de México en 1520 y la podemos subdividir en dos
momentos: uno de tanteos, desde 1493 hasta 1508; y otro de consolidación
y evolución, desde 1508 hasta 1520.
Las dos primeras décadas después del descubrimiento se reducen
desde el punto de vista de la evangelización a cuatro puntos
principales: su restricción geográfica. Se circunscribe casi
exclusivamente a la isla de la Española. En segundo lugar, a la falta de
organización eclesiástica. En tercer lugar, la escasez de personal
evangelizador, y en último lugar, el desconocimiento de la labor
realizada por este personal.
El primer intento de organización eclesiástica tuvo lugar con el
envío de Fray Bernardo Boil, en 1493, con cuatro frailes franciscanos,
tres mercedarios, un ermitaño de San Jerónimo y tres o cuatro clérigos
con facultades pontificias especiales. Las diferencias con Colón
motivaron el regreso de Fray Bernardo y de buena parte de sus
acompañantes.
En los años siguientes hubo varias expediciones de frailes
franciscanos. Intentaron la evangelización sin hacerles fuerza,
congregando a los indígenas en poblados a la usanza de los españoles.
Desde un comienzo los misioneros entendieron su misión evangelizadora
como una actividad que también era cultural. Así se explica el que
portaran los Vocabularios, eclesiástico y de Nebrija, y las Artes de
Gramática. Y si bien, hubo un interés por la conversión y evangelización
de los adultos, desde el inicio también la preferencia fue hacia los
niños. El juicio sobre la obra evangelizadora de estos primeros años es
difícil de evaluar.
A partir de 1508, la obra evangelizadora va a cambiar. Por una
parte, comienzan a surgir los problemas de una acción de conquista y
sometimiento, y a ampliarse el radio geográfico de acción. Desde el
punto de vista eclesiástico, el Papa Julio II concede a los reyes de
España el derecho de patronato, convirtiéndose así, la acción
evangelizadora en prerrogativa e iniciativa de la corona. Se erigen las
primeras diócesis, aumenta el número de efectivos y de congregaciones
que envían misioneros a América y se comienzan a ensayar nuevos métodos
misionales.

4. LA SOCIEDAD ESPAÑOLA
4.1. LA NOBLEZA
Los grandes señores, emparentados directamente con la monarquía,
eran riquísimos y gozaban de un poder extraordinario que se extendía
sobre enormes territorios. Sin embargo, éstos vieron disminuidos sus
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derechos ante la decisión de los Reyes Católicos de acaban con el
régimen feudal e implantar un sistema de gobierno absolutista.
La mediana nobleza era, naturalmente, mucho mayor en número y
estaba integrada por los militares, caballeros, gentileshombres e
hijosdalgos. Residían en sus posesiones rurales. Aunque no participaban
directamente en el gobierno, gozaban de gran influencia en la corte. De
este sector, los monarcas eligieron a los personajes más destacados para
ocupar los puestos de mayor relevancia en el Nuevo Mundo: los virreyes y
los gobernadores.

4.2. EL CLERO
El alto clero en la España del último cuarto del siglo XV era
riquísimo, siendo dueño de la tercera parte de las rentas generales del
país. En primer lugar lo integraban los mayores dignatarios
eclesiásticos, cardenales y arzobispos, provenientes invariablemente de
la más alta nobleza. Sólo en muy contados casos hombres de la mediana
nobleza, por sus excepcionales dotes personales, escalaron algunas de
esas dignidades. Ejemplo de ello fue el Cardenal Cisneros, consejero de
la Reina, Arzobispo de Toledo y regente del Reino a la muerte del Rey
Fernando.
Otro sector de la alta jerarquía gozaba de menores rentas y estaba
formado por los obispos y abades de la mayoría de las iglesias de
España.
La masa del clero parroquial o secular era, en gran parte,
ignorante, de conducta desordenada y carente de celo pastoral. Los
historiadores afirman que a finales del aquel siglo sumaban
aproximadamente unos 100.000 los clérigos en España. La mayoría de los
cuales había ingresado al estado clerical sólo con el fin de huir de la
miseria y verse libre del pago de impuestos. A pesar de este intento,
muchos seguían viviendo pobremente. Apenas tenían qué comer.
Las órdenes religiosas también pasaban por un período de mucho
relajamiento y los obispos y superiores mayores carecían de suficiente
autoridad moral o interés para poner orden.
Una de las grandes preocupaciones de los Reyes Católicos fue,
justamente, la reforma del clero tanto secular como religiosos, siendo
designado el Cardenal Cisneros para encabezar dicha tarea. Esta medida
fue providencial para la obra evangelizadora de América.

4.3. LA POBLACION EN GENERAL


El 75% de la población total del país vivía en los campos. Unos
eran pequeños propietarios y gozaban de cierto bienestar, mientras que
la gran masa rural dependía de sus señores o estaba ligada a fuertes
deudas que difícilmente lograba liquidar. Este sector sufrió
horriblemente con todos los reveses de la naturaleza que se sucedieron
durante aquel período. El hambre era un espectro que amenazaba de
continuo como efecto de las malas cosechas, sequías e inundaciones.
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5. UNA PENINSULA QUE SE UNIFICA
Tal como ocurrió en todos los territorios de la Europa medieval,
España fue durante siglos un conjunto de pequeños reinos o estados que
vivieron un lento proceso de unificación y cuyo momento culminante fue
el día que contrajeron matrimonio Isabel, reina de Castilla y de León,
con Fernando, rey de Cataluña y Aragón. A partir de entonces sólo faltó
que se anexaran el pequeño reino de Navarra y, sobre todo, el reino
musulmán de Granada, en el extremo sur, para lograr la unidad total.
La mayor preocupación de estos monarcas, al iniciar su reinado,
fue conquistar este último reducto con lo cual se pondría fin a 800 años
de guerra en contra de los moros que habían invadido la península
española.
Es interesante para nosotros, cristianos de Latinoamérica,
comprender el hecho de que la conquista de nuestro territorio constituyó
para España, en cierta medida, la prolongación de aquella larguísima
lucha contra los infieles iniciada en el año 722.
Un noble, de nombre Pelayo, comenzó aquel año la Reconquista del
territorio peninsular ocupado por los moros. Lentamente, los cristianos
fueron recuperando sus tierras al empujar a los moros desde el norte
hasta el extremo sur.
España llevó a cabo, por tanto, su propia Cruzada y no tomó parte
en ninguna de las ocho grandes Cruzadas organizadas por los príncipes
cristianos de Europa con el fin de reconquistar Jerusalén que estaba en
poder de los infieles. Los españoles debieron pensar primero en arrojar
de sus propias tierras al moro invasor.
El móvil que los impulsó a luchar era doble: arrojar de su
territorio a los infieles y extender la Fe católica en toda la
península. Guerrear contra los nos creyentes era algo que todo español
llevaba en la sangre y que se transmitía de generación en generación.

5.1. LA TOMA DE GRANADA


El año de 1492, de tanta importancia para nosotros,
latinoamericanos, los Reyes Católicos entraron triunfantes en Granada,
último dominio moro en la Península. Con este glorioso acontecimiento
concluyó la Reconquista. Los infieles habían quedado definitivamente
derrotados y los Monarcas se entregaron de lleno a asegurar la unidad
religiosa dentro de sus territorios.
La población que habitaba la Península Ibérica distaba mucho de
ser católica en su conjunto. De un total de siete u ocho millones de
habitantes, unos 500.000 eran de origen judío, de los cuales una mitad
se mantenía fiel a sus creencias y la otra se había hecho bautizar, no
por convicción personal sino bajo fuerte presión. Otro tanto ocurría con
los moros, mucho más numerosos aún. Un sector seguía aferrado a sus
costumbres y creencias, en cambio el resto había pedido el bautismo ante
el peligro de ser arrojado de la Península.
En marzo de 1492 los Reyes Católicos decretaron la expulsión de
todos los judíos no bautizados. En 1501 hubo otra ley similar aplicada a
los moros. A raíz de estas medidas drásticas, grandes masas de judíos y
musulmanes emigraron y otros se hicieron bautizar con tal de permanecer
en el país. Esto ocasionó la unidad religiosa del país, pero por otro
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 13
lado fue perjudicial ya que los judíos eran un grupo social culto y
fuerte (médicos, intelectuales, prestamistas) y los musulmanes eran los
que cultivaban con técnicas agrícolas eficientes las mejores tierras de
España.

5.2. LA INQUISICION
Debido al gran número de conversiones forzadas ocurridas durante
esos años, surgieron serias dudas acerca de la sinceridad de la Fe de
muchos de aquellos “nuevos cristianos”. Temían los Monarcas de que éstos
siguieran practicando ocultamente sus antiguas creencias, integrados en
núcleos religiosos no católicos y que eventualmente podrían perjudicar
la unidad de la Península. Con el fin de poner atajo a este peligro
optaron por hacer operante el antiguo Tribunal de la Inquisición.
Este era de carácter eclesiástico y había sido creado en la Baja
Edad Media dependiente de la Santa Sede. Sin embargo, en tiempos de los
Reyes Católicos esto último era sólo nominal. Por debilidad del Papa
Sixto IV, uno de los papas renacentistas, aquella institución había
quedado en España prácticamente bajo las órdenes exclusivas de los
monarcas españoles. Estos la utilizaron como un instrumento eficaz para
sus fines políticos: unificar la Península eliminando todo foco de
subversión o división. La unidad religiosa para ellos era fundamental.
Los numerosos tribunales regionales de la Inquisición estaban
integrados por eclesiásticos, dominicos en su mayoría. Hasta ellos
fueron arrastrados miles de ciudadanos. Se creó un clima de terror en
todas las capas sociales de la Península ya que nadie podía sentirse
seguro: las falsas delaciones estaban a la orden del día.
Los jueces tenían que averiguar la verdad acerca de las
acusaciones formuladas en contra de las personas. Basta que alguien
fuera acusado de actitudes, prácticas o afirmaciones en contra de la Fe
para ser enjuiciado. En todas las iglesias se predicaba la grave
obligación en conciencia de delatar a toda persona que hubiera incurrido
en algún pecado contrario a la Fe. Había obligación de acusar, incluso,
a los parientes más cercanos: padres, hijos y hermanos.
Si bien la mayoría de los que debieron comparecer ante los jueces
de dicho Tribunal fueron aquellos “falsos conversos”, tampoco se
libraron muchos auténticos cristianos víctimas de la delación de
personas anónimas interesadas en vengarse o en apoderarse de los bienes
de quienes fueran condenados. Hombres de gran virtud como los arzobispos
de Granada (Talavera) y Toledo (Carranza) debieron sufrir la humillación
de ser juzgados por el Tribunal.
Las torturas eran frecuentes. Los castigos que la Inquisición
aplicaba directamente solían ser multas, cárcel, azotes, destierro,
galeras y obligación de llevar por largo tiempo una vestimenta infamante
llamada “sambenito”.
Durante el reinado de Fernando e Isabel, aproximadamente 6.000
personas sufrieron la pena capital muriendo quemadas en la hoguera una
15.000 durante los tres largos siglos de su existencia. El culpable que
se retractaba en el último instante, se libraba de la hoguera muriendo
estrangulado (garrote).
La infamia de un condenado pasaba a sus hijos y nietos y se
perpetuaba por medio de inscripciones y “sambenitos” colgados de los
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 14
claustros de las iglesias. Por el mismo hecho, sus hijos quedaban
privados de cargos honoríficos, y arruinados con la confiscación de sus
bienes.
Los tribunales de la Inquisición funcionaron en América Latina
hasta el período de nuestra Independencia, es decir, durante 300 años.
Aquellos historiadores que intentan defender o justificar la
existencia de la Inquisición en España y América, alegan que los
acusados tenían derecho a retractarse, en caso de ser declarados
culpables, y que las torturas aplicadas no eran peores que las de
cualquier tribunal de la época. Además, sostienen que la Inquisición
logró mantener la unidad religiosa de España y América al impedir la
presencia de herejes (=protestantes). Se evitó, con ello, las crueles y
sangrientas guerras de religión que asolaron gran parte del territorio
europeo. Estas causaron, sin duda, una cantidad infinitamente mayor de
víctimas que la Inquisición española.
El Papa Juan Pablo II, en su viaje a España en 1982 reconoció que
“en momentos como los de la Inquisición se produjeron tensiones, errores
y excesos, hechos que la Iglesia de hoy juzga a la luz objetiva de la
historia”.

5.3. SE AGRAVA LA SITUACION ECONOMICA


Parece que los Reyes Católicos no habían previsto que las
drásticas medidas destinadas a implantar la unidad religiosa, podrían
acarrear consecuencias muy negativas. Entre otras, se agudizo la grave
crisis económica que afectaba al país ya que miles de judíos y moros
fugitivos llevaron consigo grandes fortunas. Esto ocasionó una fuerte
disminución de capitales tan necesarios para el país.
Ya mencionamos, por otro lado la pobreza extrema que afectaba, en
especial, al sector rural. Las malas cosechas repercutían en toda la
Península. Además, la monarquía había contraído fuertes deudas con la
nobleza y el alto clero a raíz de la larga y costosa campaña de Granada.
Se hacía apremiante la necesidad de encontrar nuevas fuentes de
ingresos.
Por esos años, la gran ambición de todos los Estados europeos era
establecer relaciones comerciales permanentes con el Oriente, denominado
simplemente las “Indias”. Por doquier se respiraba un nuevo espíritu:
todos deseaban vivir una vida más cómoda y refinada dejando atrás
aquella aspereza propia de la vida medieval. Todo cuanto traían los
mercaderes desde el Oriente era adquirido ávidamente por quienes
disponían de fortuna: sedas, tapices, alfombras, obras de arte de marfil
o nácar y, sobre todo, las codiciadas especias (canela, pimienta, nuez
moscada, jengibre, clavo de olor, etc.). Muchos de estos últimos
productos se hacían indispensables para la preservación de la carne,
alimento fundamental durante esa época en toda Europa. Los venecianos y
genoveses tenían el monopolio de las rutas directas hacia el Oriente;
los portugueses acababan de obtener del Papa los derechos exclusivos
sobre las posibles rutas costeando el continente africano por el sur.

5.4. OTRA POSIBLE SOLUCION


Considerando esto, no fue de extrañar que los Reyes Católicos
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 15
escucharan con interés las proposiciones formuladas por un genovés, de
nombre Cristóbal Colón. Este se presentó ante la corte asegurando ser
capaz de hallar una ruta nueva hacia las Indias. Afirmó que era posible
hacerlo viajando en el sentido contrario de todos los demás, es decir,
hacia el oeste, internándose en el Océano Atlántico. (Poco a poco la
gente de este siglo iba haciéndose a la idea de que la Tierra fuera
redonda). Lo propuesto por Colón no parecía insensato: él tenía gran
experiencia como navegante y había estudiado el curso de las corrientes
marítimas y de los vientos frente a las islas Canarias. Además, el
empleo generalizado de la brújula, como instrumento de navegación, hacía
posible expediciones marítimas que se alejaran de las costas.
Colón hablaba de aportar a las arcas reales, peligrosamente
vacías, gran cantidad de oro, metales preciosos y especias en
abundancia. En recompensa exigía ser nombrado Almirante o Virrey de las
tierras nuevas que pudiera encontrar en su trayecto hacia las Indias y
un 10% de todos los tesoros que hallase, comprase o trocase.
Las primeras audiencias que los Monarcas concedieron a Colón
fueron en 1486, es decir en plena campaña contra los moros de Granada.
Debió esperar, por tanto, hasta la conquista de este reino. Lograda ésta
se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe que autorizaban el viaje. La
Corona de Castilla se hizo responsable de aportar los fondos necesarios
para financiar dicha expedición.
La “empresa indiana”, como algunos historiadores califican esa
inusitada sociedad establecida entre los Reyes y un navegante genovés
(extendida más tarde a cuantos deseasen asociarse con la Corona en la
organización de expediciones a las Indias), fue de claro corte económico
y sus resultados posteriores fueron juzgados según ese criterio.
Sin dudas el móvil principal que impulsó a Colón a emprender su
ansiada aventura fue buscar oro y establecer nuevas rutas comerciales.
Lo mismo ocurrió con los primeros europeos que vinieron a nuestras
playas.

5.5. ¿FUE ESE EL ÚNICO MÓVIL?


No todos los historiadores están de acuerdo cuando enumeran las
motivaciones prioritarias que impulsaron y sostuvieron los
descubrimientos, conquistas y colonización de nuestra América. Algunos
afirman que se trató de una empresa estrictamente comercial, cuya
complejidad de situaciones fue justificada con argumentaciones
religiosas. Otros, en cambio, sostienen que España ante todo quiso
extender la Fe a los habitantes del Nuevo Mundo y que lo económico
estuvo en segundo lugar.
Lo que es claro es que el espíritu español estaba impregnado de
ánimo “misional”, tal como se entendía en esa época: luchar contra los
infieles, apoderarse de sus bienes e imponer por las armas la Fe. Según
nuestros criterios actuales, a eso lo llamaríamos “fanatismo religioso”
y no espíritu misional. Pero, eran tiempos distintos y la gente veía las
cosas según el contexto de su época.
En todo caso, parece que a la Reina Isabel le interesó más la
difusión de la Fe cristiana. El Rey Fernando, en cambio, estaba más
preocupado por llenar las arcas reales y financiar así sus futuras
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 16
empresas bélicas en Italia.
En general, el móvil de las primeras expediciones a América fue de
corte económico. Un par de decenios después, al comprobar España la
enorme cantidad de infieles que poblaban las tierras descubiertas, la
conciencia misional se hizo sentir. Durante los tres siglos de dominio
español, ambos intereses estuvieron permanentemente entremezclados,
ligándose lamentablemente la Iglesia a situaciones odiosas que le
crearon, con el tiempo, una imagen muy desfavorable: la de cómplice de
una empresa en que hubo tanta destrucción, muerte y explotación.

ANEXOS TEMA 1.

CRISTÓBAL COLÓN “DIARIO DE NAVEGACIÓN”

Jueves 11 de octubre (Texto de Las Casas)


Navegó al Ouesudueste, tuvieron mucha mar más que en todo el viaje
habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron
los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo
labrado a lo que parecía un hierro, y un pedazo de caña y otra yerba que
nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron
otras señales de tierra y un palillo cargado descaramojos. Con estas
señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día hasta
puesto el sol 27 leguas.
Después del sol puesto navegó a su primer camino al Oueste;
andarían 12 millas cada hora, y hasta dos horas después de medianoche
andarían 90 millas, que son 22 leguas y medias. Y porque la carabela
Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo
las señas quel Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un
marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las
diez de la noche, estando en el castillo de popa, vido lumbre, aunque
fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a
Pero Gutiérrez, respostero destrados del rey, e díjole que parecía
lumbre, que mirase él, y así lo hizo y vídola; díjolo también a Rodrigo
Sánchez de Segovia, quel Rey y la Reina enviaban en el armada por
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 17
veedor, el cual no vido nbada porque no estaba en lugar do la pudiese
ver. Después quel Almirante lo dijo se vido una vez o dos, y era como
una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos
pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar
junto a la tierra. Por lo cual cuando dijeron la Salve, que la
acostumbran decir e cantar a su manera todos los marineros y se hallan
todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guardia al
castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese
primero que vía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras
mercedes que los reyes habían prometido, que eran 10.000 maravedis de
juro a quien primero la viese.
A las dos horas después de medianoche pareció la tierra, de la cual
estarían 2 leguas. Amañaron todas las velas, y quedaron con el treo, que
es la vela grande y sin bonetas, y pusiéronse a la corda temporizando
hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se
llamaba en lengua de indios Guanahahi. Luego vieron gente desnuda, y el
Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y
Vicente Anes, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante
la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que
llevaba el Almirante en todos los navíos por seña con una F y una Y;
encima de cada letra su corona, una de un cabo de la + y otra de otro.
Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y rutas de
diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás
que saltaron en tierra, y a Rodrigo Descovedo, escribano de toda la
armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y
testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión
de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores, haciendo las
protestaciones que se requirían, como más largo se contiene en los
testimonios que allí se hicieron por escripto. Luego se ayuntó allí
mucha gente de la isla.
Esto que sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de
su primera navegación y descubrimiento de estas Indias.

(Texto de Colón)
“Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente
que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no
por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas
cuentas de vidrios que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de
poco valor con que hobieron mucho placer, y quedaron tanto nuestros que
era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos
adonde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón
en ovillos y azagayas, y otras cosas muchas, y nos las trocaban por
otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrio y
cascabeles. En fin, todo toaban y daban de aquello que tenían de buena
voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan
todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no
vide más de una farto moza y todos los que yo vi eran todos mancebos,
que ninguno vide de edad de más de treinta años; muy bien hechos, de muy
fermosos cueros y muy buenas caras; los cabellos gruesos cuasi como
sedas de cola de caballos, e cortos; los cabellos traen por encima de
las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan;
dellos se pintan de prieto, y ellos son de color de los canarios, ni
negros ni blancos, y dellos se pintan las caras, y dellos todo el
cuerpo, y dellos sólo los ojos, y dellos sólo el nariz. Ellos no traen
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 18
armas ni las cognocen, porque les amostré espadas y las tomaban por el
filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro; sus azagayas
son unas varas sin fierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente
de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena
estatura de grandeza, y buenos gestos, bien hechos; yo vide algunos que
tenían señales de feridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era
aquello, y ellos me amostraron cómo allí venían gente de otras islas que
estaban acerca y les querían tomar, y se defendían; y yo creí, e creo,
que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por captivos. Ellos deben ser
buenos vevidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo
que les decía, y creo que ligeramente se harían cristianos, que me
pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a nuestro Señor, levaré
de aquí al tiempo de mi partida seis a V. A. Para que deprendan fablar.
Ninguna bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en esta isla”.
Todas son palabras del Almirante.

Sábado 13 de octubre

“Luego que amaneció vinieron a la playa muchos destos hombres,


todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy
fermosa: los cabellos no crespos, salvo corredíos y gruesos, como sedas
de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra
generación que fasta aquí haya visto, y los ojos muy fermosos y no
pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni
se puede esperar otra cosa, está Lesteoueste con la isla del Hierro en
Canarias so una línea. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no
barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadías, que
son hechas del pie de un árbol, como un barlo luengo, y todo de un
pedazo, y labrado muy a maravilla, según la tierra, y grande en que en
algunas venían 40 ó 45 hombres, y otras más pequeñas, fata haber dellas
en que venía un solo hombre. Remana con una pala como de fornero, y anda
a maravilla; y si se les trastorna luego se echan todos a nadar, y la
enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de
algodón filado y papagayos, y azagayas, y otras cositas que sería tedio
de escrebir, y todo daban por cualquier cosa que se los diese. Y yo
estaba atento y tratajaba de saber si había oro, y vide que algunos
dellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz,
y por señas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el
Sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos dello, y tenía muy
mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vide que no entendían en la
ida. Determiné de aguardar fasta mañana en la tarde, y después partir
para Sudueste, que según muchos de ellos me enseñaron decían que había
tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste, y questas del Norueste les
venían a combatir muchas veces, y así ir al Sudueste a buscar el oro y
las piedras preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles
muy verdes, y muchas aguas, y una laguna en medio muy grande, sin
ninguna montaña, y toda ella verde, ques placer de mirarla; y esta gente
farto mansa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no
se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen toman lo que pueden y
se echan luego a nadar; mas todo lo que tienen lo dan por cualquier cosa
que les den; que fasta pedazos de las escudillas, y de las tazas de
vidrio rescataban, fasta que vi dar 16 ovillos de algodón por tres
ceotís de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más
de una arroba de algodón filado. Esto defendiera y no dejara tomar a
nadie, salvo que yo lo mandara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara
tomar todo para V. A. si hobiera en cantidad. Aquí nace en esta isla;
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 19
mas por el poco tiempo no pude dar así de todo fe, y también aquí nace
el oro que traen colgado a la nariz; mas por no perder tiempo quiero ir
a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Agora, como fue noche, todos
se fueron a tierra con sus almadías”.

Domingo 14 de octubre
“En amaneciendo mandé aderezar el batel de la nao y las barcas de
las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el camino del Nornordeste,
para ver la otra parte, que era de la otra parte del Leste que había, y
también para ver las poblaciones, y vide luego dos o tres y la gente,
que venían todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios; los unos
nos traían agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando veían que yo
no curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venían, y
entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo; y vino uno
viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos hombres
y mujeres: Venid a ver los hombres que vinieron del cielo: traedles de
comer y de beber. Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo,
dando gracias a Dios, echáronse al suelo, y levantaban las manos al
cielo, y después a voces nos llamaban que fuésemos a tierra; mas yo
temía de ver una grande restinga de piedras que cerca toda aquella isla
alrededor, y entre medias queda hondo y puerto para cuantas naos hay en
toda la cristiandad, y la entrada dello es muy angosta. Es verdad que
dentro desta cinta hay algunas bajas; mas la mar no se mueve más que
dentro en un pozo. Y para ver todo esto me moví esta mañana, porque
supiese dar de todo relación a vuestras altezas, y también adonde
pudiera hacer fortaleza, y vide un pedazo de tierra que se hace como
isla, aunque no lo es, en que había seis casas, el cual se pudiera
atajar en dos días por isla; aunque yo no veo ser necesario, porque esta
gente es muy simplice en armas, como verán vuestras altezas cuando
mandaren puédendos todos llevar a Castilla, o tenellos en la misma isla
captivos, porque con 50 hombres los terná todos sojuzgados, y les dará
hacer todo lo que quisiere; y después junto con la dicha isleta están
huertas de árboles más mas hermosas que yo vi, e tan verdes y con sus
hojas como las de Castilla en el mes de abril y de mayo, y mucho agua.
Yo miré todo aquel puerto, y después me volví a la nao y di la vela, y
vide tantas islas que yo no sabía determinarme a cuál iría primero, y
aquellos hombres que yo tenía tomado me decían por señas que eran tantas
y tantas que no había número, y anombraron por su nombre más de 100. Por
ende, yo miré por la más grande, y aquella determiné andar, y así hago y
será lejos desta de San Salvador 5 leguas, y las otras, dellas más,
dellas menos: todas son muy llanas, sin montañas y muy fértiles, y todas
pobladas, y se hacen guerra la una a la otra, aunque éstos son muy
simplices y muy lindos cuerpos de hombres”.

Lunes 15 de octubre
“Había temporejado esta noche con temor de no llegar a tierra a
sorgir antes de la mañana por no saber si la costa era limpia de bajas,
y en amaneciendo cargas velas. Y como la isla fuese más lejos de 5
leguas, antes será 7, y la marea me detuvo, sería mediodía cuando llegué
a la dicha isla; y fallé que aquella haz, ques de la parte de la isla de
San Salvador, se corre Norte-Sur, y hay en ella 5 leguas, y la otra que
yo seguí se corría Leste-Oueste, y hay en ella más de 10 leguas. Y como
desta isla vide otra mayor al Oueste, cargué las velas por andar todo
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 20
aquel día fasta la noche, porque aun no pudiera haber andado al cabo del
Oueste, a la cual puse por nombre la isla de Santa María de la
Concepción y cuasi al poner del sol sorgí acerca del dicho cabo por
saber si había allí oro, porque estos que yo había hecho tomar en la
isla de San Salvador me decían que ahí traían manillas de oro muy
grandes a las piernas y a los brazos. Yo bien creí que todo lo que
decían era burla para se fugir. Con todo, mi voluntad era de no pasar
por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado de una se
puede decir de todas; y sorgí y estuve hasta hoy martes, que, en
amaneciendo, fue a tierra con las barcas armadas, y salí y ellos, que
eran muchos, así desnudos, y de la misma condición de la otra isla de
San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les pedía. Y
porque el viento cargaba a la travesía Sueste no me quise detener y
partí para la nao, y una almadía grande estaba a bordo de la carabela
Niña, y uno de los hombres de la isla de San Salvador, que en ella era,
se echó a la mar y se fue en ella, y la noche de antes a medio echado el
otro... y fue atrás la almadía, la cual fugió que jamás fue barca que le
pudiese alcanzar, puesto que le teníamos grande avante. Con todo, dio en
tierra y dejaron la almadía, y alguno de los de mi compañía salieron en
tierra tras ellos, y todos fugeron como gallinas, y la almadía que
habían dejado la llevamos a bordo de la carabela Niña, adonde ya de otro
cabo venía otra almadía pequeña con un hombre que venía a rescatar un
ovillo de algodón, y se echaron algunos marineros a la mar porque él no
quería entrar en la carabela, y le tomaron; y yo que estaba a la popa de
la nao, que vide todo, envié por él, y le di un bonete colorado y unas
cuentas de vidrio verdes pequeñas que le puse al brazo, y dos cascabeles
que le puse a la orejas, y le mandé volver su almadía que también tenía
en la barga, y le envié a tierra; y di luego la vela para ir a la otra
isla grande que yo vía al Oueste, y mandé largar también la otra almadía
que traía la carabela Niña por popa, y vide después en tierra al tiempo
de la llegada del otro a quien yo había dado las cosas susodichas, y no
le había querido tomar el ovillo de algodón, puesto quel me lo quería
dar, y todos los otros se llegaron a él, y tenía a gran maravilla e bien
le pareció que éramos buena gente, y que el otro que se había fugido nos
había hecho algún daño, y que por eso lo llevábamos, y a esta razón usé
esto con él de le mandar alargar, y le di las dichas cosas porque nos
tuviesen en esta estima porque otra vez cuando vuestras altezas aquí
tornen a enviar no hagan mala compañía; y todo lo que yo le di no valía
maramedís.
Y así partí, que serían las diez horas, con el viento Sueste, y
tocaba de Sur para pasar a estotra isla, la cual es grandísima, y adonde
todos estos hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen señas que
hay muy mucho oro, y que lo traen en los brazos en manillas, y a las
piernas, y a las orejas, y al nariz, y al pescuezo. Y había de esta isla
de Santa María a esta otra 9 leguas Leste-Oueste, y se corre toda esta
parte de la isla Norueste-Sueste, y se parece que bien habría en esta
costa más de 28 leguas en esta faz, y es muy llana sin montaña ninguna,
así como aquellas de San Salvador y de Santa María, y todas playas sin
roquedos, salvo que a todas hay algunas peñas de tierra debajo del agua,
por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir e no surgir
mucho acerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras y se ve
el fondo”.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 21

TEMA 2. EL MARCO RELIGIOSO AMERICANO

1. LA VIDA RELIGIOSA MESOAMERICANA


1.1. CULTURA OLMECA
El área mesoamericana que está situada entre la región de
Nicaragua y Guatemala al sur y el río Pánuco al norte de la ciudad
Méjico ha sido la cuna de las culturas mexicas.
La más antigua fue la cultura olmeca, ubicada al sur de la actual
república mexicana Floreció en el II milenio a. C. Y duró hasta el siglo
II d. C. En esta cultura se observa el paso de la aldea a la ciudad, la
construcción de centros religiosos ceremoniales, la aparición de una
cultura jeroglífica, la invención del calendario de 260 días, la talla
de altares monolíticos gigantescos y de cabezas de colosales
proporciones. Los olmecas estaban divididos en dos grandes estratos
sociales: los sacerdotes, dedicados a la astrología, matemáticas,
ordenación de los trabajos agrícolas, construcciones urbanas y culto
religioso; y la clase popular, dedicada a la artesanía (cerámica, dibujo
y escultura) y a la agricultura. Esta cultura fue la madre de todas las
grandes civilizaciones americanas.

1.2. CULTURA DE TEOTIHUACÁN


Geográficamente centrada en la ciudad de Teotihuacan que era el
centro comercial y religioso de esta cultura. Su época de mayor
esplendor estuvo entre el 300 al 650 d. C.C. Su Dios principal era
Tlacol, el dios de la lluvia. Su cultura era fundamentalmente agraria.
Otro Dios importante era Quetzalcoatl, serpiente emplumada, origen
celeste del ser humano. Conocían el calendario de 2660 días. Practicaban
la incineración de los cadáveres, y representaban los números con puntos
y rayas. Los mexicas de esta cultura fueron grandes constructores de
templos piramidales, como los templos del sol y la luna. Dominaron la
pintura mural y la talla en piedra.

1.3. CULTURA MAYA


Floreció primero en Honduras y Chiapas, del 300 al 900 de nuestra
era, con una inflexión en el 600 seguida de una recuperación.
Construyeron grandes centros ceremoniales, constituidos por complejos de
templos, pirámides y palacios. La cultura maya sureña desapareció
bruscamente, quizás por un progresivo empobrecimiento de la tierra
agrícola y por una serie de revueltas de las clases populares contra sus
dirigentes. Hubo un renacimiento posterior, denominado etapa yucateca.
Allí se mezclaron con gentes foráneas, seguramente toltecas, que se
mayanizaron. Este renacimiento se sitúa entre el siglo IX de nuestra era
y el final del siglo XII. La decadencia definitiva maya comenzó a
mediados del siglo XV, provocada por una serie interminable de guerras
civiles entre las distintas ciudades yucatecas.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 22
Las mejores fuentes para conocer sus costumbres religiosas son las
Relación de las cosas del Yucatán, de Fray Diego de Landa, redactada
probablemente en 1566; y el famoso Popol Vuh, libro religioso por
excelencia de los mayas. Creían en la inmortalidad humana. Recibían una
especie de bautismo, con agua, para renacer y para que les fueran
perdonados los pecados, que confesaban a sus sacerdotes. Conocían el
matrimonio monogámico e indisoluble, aunque en la práctica facilitaban
mucho el divorcio.
El panteón maya rara vez se representa en forma humana, sino más
bien con atributos zooantropomórficos. Aunque hay indicios que apuntan
al monoteísmo, los mayas fueron, en la práctica, politeístas. Su deidad
suprema fue Itzam Na, dios creador del cielo y la tierra, de la
vegetación y del infrahumano. Se le representaba por un lagarto o una
iguana. Fue también importante el dios Chac o dios de la lluvia; el dios
Ah Kin, o dios del sol; Ix Chel, o diosa de la luna. Influidos por las
culturas del norte incorporaron la serpiente emplumada o Kikulkán y
Tlaloc o dios de la lluvia. Sus dioses estaban enfrentados entre sí, en
perpetuo combate. A tal lucha se sumaba el tremendo antagonismo entre el
cielo y la tierra, muestra del dualismo religioso maya: el cielo
masculino y la tierra o inframundo femenino, al unirse, daban lugar a la
vida. Los mayas practicaron, además, sacrificios humanos, especialmente
en el período posclásico.

1.4. LOS AZTECAS


Constituyen la más tardía de las civilizaciones mesoamericanas,
que se desarrollo entre el 1325 y 1520 d. C.C. en el valle de México.
Este valle es una meseta de unos 8000 kilómetros cuadrados, en cuyo
centro se hallaban varios lagos de poca profundidad, alrededor de los
cuales prosperaron una serie de ciudades. Una de ellas, Tenochtitlán,
consiguió crear un gran imperio durante el siglo XV y el primer cuarto
del siglo XVI.
Los aztecas, descendientes de los chichimecas, pueblo guerrero
procedente del norte, asimilaron múltiples tradiciones durante su largo
período itinerante, hasta que finalmente se establecieron en el México
en 1324.
Las descripciones más acabadas del mundo azteca y sus creencias
ancestrales proceden de obras escritas por los primeros franciscanos
etnógrafos, principalmente Toribio de Benavente (Historia de los indios
de la Nueva España, fechada en 15412) y Bernardino de Sahagún (Historia
General de las cosas de Nueva España terminada hacia 1577).
La religión azteca presentaba dos características: el politeísmo y
el ceremonialismo. Los complejos rituales tenían como finalidad atraer y
conservar el favor de las divinidades, con frecuentes sacrificios
humanos.
El panteón azteca tenía su origen en el primer matrimonio de los
dioses, que procreó cuatro hijos. El segundo vástago, Tezcatlipoca, fue
el que gobernó el universo. Los restantes seres del cosmos debían su
origen a la acción del tercer y cuarto hijo de la primera pareja divina,
denominados respectivamente: Qutzalcoatl (la deidad benéfica) y
Huitzilopochtli. Una vez puesto en marcha el universo, los dioses se
olvidaron de él y se enfrascaron en terribles e inacabables combates.
Quetzalcoatl (la serpiente emplumada) y Tezcatlipoca (primer hijo y
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 23
deidad maléfica) trataron de identificarse con el sol, a fin de manejar
con completo a los hombres. De esta manera se introdujo en la mitología
azteca el ciclo de los cuatro soles, hasta la extinción del astro solar.
Hubo, pues, que recrearlo (quinto sol). Esto lo consiguió Nanahuatzin,
un diosecillo enfermo, que se sacrificó, arrojándose al fuego, para dar
nueva vida al sol. Sin embargo, el nuevo sol no se movía, por lo que las
restantes deidades acordaron morir para ponerlo en movimiento.
La necesidad de “conservar” el sol sirvió de coartada religiosa a
los gobernantes aztecas para poner en marcha una política de expansión
imperialista. Las guerras tenían como finalidad, no sólo recabar
cuantiosos tributos, sino, y muy particularmente, la captura de víctimas
para los sacrificios humanos, que debían ofrecerse para la conservación
del sol, pues el universo estaba continuamente en peligro; y para
salvarlo se precisaba la sangre, sustancia vital que alimentaba a los
dioses. Después del sacrificio, era frecuente el canibalismo ritual.
Puede decirse, por consiguiente, que uno de los rasgos
característicos de la religión azteca fue el sacrifico humano, que ha
había aparecido con anterioridad en la religión maya, pero del cual no
hay constancia en los pueblos preaztecas del valle de México.

2. LOS INCAS
Los españoles llegaron a Perú en 1532 y conocieron, a pesar de su
dramática crisis coyuntural, un sólido Estado que abarcaba los actuales
Ecuador, Perú y Bolivia. Su unidad política, perfectamente vertebrada en
sus aspectos económicos, administrativos y militares, se había
consolidado en muy poco tiempo, en apenas un silo. Contaba con una
población de ocho millones de habitantes, constituida por numerosos
grupos étnicos a la que se superpuso una admirable unidad cultural,
aportada por un pequeño grupo conquistador de los incas. Estos procedían
de la ciudad de Cuzco y eran excelentes guerreros y unos administradores
extraordinarios que impusieron una férrea disciplina a los pueblos
conquistados, según el principio de la “economía vertical”. Los incas
justificaron sus pretensiones sobre la base de su mítico origen solar.
Hay que destacar que la vida incaica estaba menos determinada por
las prácticas religiosas que la vida cotidiana mesoamericana, a
excepción de la muerte, que daba lugar a largos y complicados rituales.
El nacimiento de un hijo o la imposición de un nombre carecía de
ceremonias religiosas. El matrimonio tenía una celebración puramente
civil delante de un funcionario. Las distintas estaciones agrícolas
daban lugar sólo a fiestas sociales.
El fondo religioso de todo el imperio incario consistía en una
difusa creencia animista, sobre la cual se había establecido el culto
solar impuesto por los incas. Por consiguiente sus creencias ancestrales
giraban en torno a la presencia de fuerzas misteriosas que animaban la
naturaleza e influían en sus actividades: la lluvia, los truenos, los
terremotos, los volcanes, etc.
La divinidad más antigua era Wiracocha. Ella influía en las
actividades agrarias y de ella dependían las cosechas y los pastos. Poco
antes de la llegada de los españoles, los incas consiguieron imponer,
como suprema deidad, el culto al sol Junto a estas dos grandes deidades
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 24
existía un muy variado mundo de pequeñas divinidades, a las que los
naturales adoraban en representaciones de pequeños ídolos, llamados
huacas.
Está muy controvertido si los incas practicaron los sacrificios
humanos. Aunque no fueron tan frecuentes como en el ámbito azteca,
parece evidente que los practicaron, sacrificando principalmente
adolescentes o niños, con ocasión de las fiestas religiosas más
señaladas.

3. LOS CHIBCHAS
Esta cultura se centraba principalmente en la actual Colombia y
debe su origen a distintas áreas culturales: mesoamericana, caribe,
incaica y amazónica. En líneas generales, puede afirmarse que hubo una
capa primitiva de población arwac, desalojada o absorbida por los
muisca, nombre con el que también se conoce a los chibchas, a su vez
fuertemente influidos por las penetraciones caribes, que disgregaron la
base demográfica primitiva.
Hubo cuatro núcleos culturales principales con los que se
tropezaron los españoles en el siglo XVI: la cultura tairona de Sierra
Nevada, la cultura de los quimbaya, en el valle del Cauca, la cultura de
san Agustín, hacia el sur y la cultura muisca, que fue la más
desarrollada.
Esta cultura muisca o chibcha estaba organizada políticamente a
través de cacicazgos. Los principales parecen haber sido el de Bogotá y
el de Tunja.
Una de las virtudes más apreciadas era la continencia sexual de
los varones. Los sentimientos religiosos se vinculaban estrechamente con
las ideas de creación, conservación y fecundidad de la naturaleza. La
diosa madre Bachue salió del agua con un niño y creó con él los hombres,
para desaparecer después, en forma de serpiente, otra vez en el agua.
Por eso la religión muisca adoraba las lagunas.
Dentro del sistema ceremonial de los muiscas ocupaban un lugar
importante los sacrificios humanos, que se hacían con sentido
propiciatorio, antes de iniciarse las guerras, o bien para aplacar los
poderes sobrenaturales de la tierra, al levantar, por ejemplo, un
templo.
Los pueblos chibchas, que hablaban una lengua propia, cultivaron
el maíz, la papa y la batata y el algodón y el casabe (mandioca) en las
tierras calientes. Fueron ágrafos, pero desarrollaron un arte notable en
la orfebrería. Fueron también excelentes escultores y ceramistas. Apenas
cultivaron la arquitectura religiosa, puesto que rindieron culto a sus
dioses en la mismas naturaleza, más que en templos.

4. SUPRESION DE LAS CULTURAS INDIGENAS


En la América española se dieron dos formas de supresión de las
culturas autóctonas, ambas llevadas a cabo por los misioneros. La
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 25
primera, más lenta y silenciosa, pero más trascendental y olvidada, fue
la sustitución parcial de esas culturas por la europea u occidental en
un proceso de dignificación o civilización del indio en cuanto
practicado por los evangelizadores y de transculturación si se enfoca
desde el punto de vista cultural. La segunda, más aparatosa, pero de
menor repercusión desde el ángulo de la cultura, consistió en la
destrucción de todo cuanto tuviese carácter religioso pagano, que se
suele conocer con el nombre de extirpación de la idolatría. Ambas fueron
puestas en práctica por los evangelizadores de una manera sistemática y
premeditada, con carácter universal, con el apoyo de la Corona española
y con fines misionales.

4.1. LA TRANSCULTURACION
El proceso transculturalizador ofrece varias visiones:
Uno es el de quienes lo consideran desde el ángulo del interés
cultural de la actualidad y ven en esa transformación, ante todo, la
desaparición de las culturas indígenas prehispánicas; para ellos lo
importante es la cultura autóctona, la cual debería haberse conservado
para aumentar nuestros conocimientos aun a costa del progreso y del
mayor bienestar de los indígenas.
Otro, el de quienes se interesan por la cultura en sí misma, sea
autóctona o no, y prefieren la más a la menos desarrollada.
Un tercero, el de los que, sin dejar de apreciar la cultura
autóctona, supedita este valor al de la persona y optan por su
conservación cuando la consideran posible, pero prescinden de ella y la
sustituyen por otra cuando de esa manera resulta beneficiado el nativo,
porque se inserta en un nivel intelectual, moral, sanitario y hasta
económico superior. Para ellos, lo primero es el hombre; después, las
formas culturales.
Los evangelizadores americanos adoptaron la tercera postura, pues
lo que se proponían era beneficiar al indígena, anteponiendo su persona
a la conservación sistemática de sus manifestaciones culturales.
Lógicamente, en este esfuerzo de promoción o elevación humana del nativo
actuaron en conformidad con unos conceptos que no siempre coinciden con
los nuestros, pero que exigen respeto, ya que sería caer en un
anacronismo exigir que esos conceptos estuvieran en los siglos XVI al
XIX tan evolucionados como lo están ahora, de la misma manera que los
nuestros se verán superados por los del futuro.
Otra cosa es que, en el terreno de lo concreto, es decir, en la
sustitución de unos aspectos culturales por otros, los evangelizadores
incurrieran a veces en equivocaciones. Es indiscutible que, como hombres
que eran, en ocasiones cometieron errores o podían haber actuado de otra
manera, pero resulta curioso que fueran ellos mismos los primeros en
lamentarlo por el respeto que les merecía el nativo y su cultura al
mismo tiempo. Tampoco se preocuparon por modificar determinados aspectos
de la sociedad indígena y fueron ellos mismos los que nos han
transmitido el conocimiento de lo que hicieron desaparecer.
El carácter sustitutivo de la transculturación consistió en que no
se trató de la simple destrucción o desaparición de unas culturas, sino
de la sustitución de una variada serie de culturas por otra. En términos
de evolución histórica, lo que los misioneros hicieron fue lograr a los
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 26
dos o tres lustros de su llegada a un territorio americano determinado
lo que la humanidad más avanzada había tardado en conseguir varios
millares de años: evolucionar del paleolítico en la mayor parte de los
casos, o del neolítico en algunos de ellos, al estadio cultural europeo
de los siglos XVI, XVII, XVIII o XIX, según el momento y el territorio
de que se trate.
Este proceso de transculturación practicado en Latinoamérica fue
similar, en cierto sentido, a la helenización, a la romanización a la
europeización de los pueblos germánicos practicadas en tiempos
anteriores.

4.2. LA EXTIRPACION DE LA IDOLATRIA


La extirpación o destrucción de la idolatría y de los objetos de
culto pagano obedeció a motivos más concretos que la transculturación,
pues lo que los misioneros se propusieron con ella fue eliminar, por
motivos religiosos, lo que tuviera carácter idolátrico, pero siempre
respetando lo que no estuviera relacionado con el paganismo.
Es teoría, esta distinción parece fácil y hasta diáfana, pero en
la realidad del mundo indígena resultó de hecho complejísima debido a la
imbricación de lo religioso con lo profano en la sociedad nativa. De ahí
que los evangelizadores se vieran obligados a hacer desaparecer aspectos
a primera vista indiferentes, pero que en realidad no lo eran, y que en
unas ocasiones pecaran por defecto y en otras por exceso a causa de no
saber o no poder distinguir entre lo que era pagano y lo que no lo era.
Debemos dejar por sentado que, en su labor de destrucción de la
idolatría, el misionero no perseguía las manifestaciones culturales de
los pueblos que evangelizaba, sino únicamente las manifestaciones
religiosas del paganismo. Sí que es verdad que se destruyeron o
transformaron verdaderos templos, se modificaron literariamente
canciones religiosas y se cambiaron costumbres relacionadas con el
paganismo. Por desgracia estas manifestaciones idolátricas pertenecían
precisamente a los pueblos de mayor evolución cultural de toda la
América prehispánica.
Ahora bien, tampoco sería justo condenar a los misioneros como a
ciegos enemigos de la cultura indígenas, ya que, repitamos, su fobia no
iba dirigida contra las manifestaciones culturales de los pueblos que
evangelizaban, sino contra sus manifestaciones paganas, punto en el que
antepusieron su consciente obligación de evangelizadores a su aprecio
(que lo poseyeron) por la cultura tradicional de los nativos.
Por otro lado, hoy tendemos a aplicar al pasado criterios
culturales que en realidad son muy recientes. No debemos de olvidar que
toda civilización es sustitutiva, en el sentido de que destruye y
reemplaza en ese momento lo que no considera útil o lo que le estorba, y
evolutiva, en cuanto que cada cual es hijo de su tiempo y la escala de
valores o la mentalidad cambia con él.
Por otra parte se da la paradoja de que fueron también los
evangelizadores americanos quienes se preocuparon de transmitirnos por
escrito las concepciones religiosas de los indios evangelizados y
contras las que ellos luchaban, dejando definitivamente establecida una
auténtica ciencia de antropología cultural americana de la época
prehispánica, con lo que se adelantaron a su propia época.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 27

5. CONSERVACION Y TRANSMISION DE LAS CULTURAS INDIGENAS


Como fruto de la observación personal y del estudio sistemático
que realizaron al efecto, los misioneros americanos tienen el mérito de
haber transmitido a la posteridad, mediante su consignación por escrito,
hasta los detalles más triviales sobre las concepciones religiosas y
profanas, las prácticas culturales, las costumbres personales,
familiares y sociales, las leyendas y relatos históricos y hasta la
manera de vestir y de danzar de los nativos en el momento del contacto
con los españoles.
Los escritos en los que figuras estas detalladas descripciones de
la vida indígena prehispánica son de tres clases:
La primera está constituida por las simples, pero numerosísimas
cartas o memoriales de los propios misioneros, de las que la mayor parte
de las conservadas son las dirigidas al rey, al Consejo de Indias o a
los propios superiores religiosos.
La segunda clase de estos escritos, menos abundante, pero más
detallada que la anterior, la integran los relatos de carácter histórico
de los propios misioneros, elaborados en forma de relación, crónica o
historia con el fin de dar a conocer la actividad de la propia Orden en
un territorio determinado. No hubo región americana o territorio
misional que no cuente con su propia historia y este tipo de obras cubre
en su conjunto prácticamente todas las etnias americanas.
En tercer lugar tenemos las monografías, que son inferiores en
número pero mucho más ricas en contenido y que en gran parte están
dedicadas a la descripción de las culturas autóctonas prehispanas.
Además de transmitirnos su profundo conocimiento del mundo
indígena, los misioneros también contribuyeron a la cultura nativa
aprendiendo, conservando y perfeccionando las lenguas autóctonas, no
impulsados, ciertamente, por motivos filológicos, sino por razones
pastorales. Cuatro fueron las maneras que los misioneros contribuyeron a
la conservación y perfeccionamiento de los idiomas nativos:
La primera está constituida por lo que Robert Ricard califica de
revolución intelectual, cuyo alcance no se medirá nunca suficientemente
por mucho que se exagere, como fue la introducción del alfabeto latino,
con lo que ello significó par la representación, fijación y
posibilidades de transmisión del lenguaje.
La segunda consistió en la utilización de los mismos sistemas de
expresión gráfica de los indígenas para la exposición de las ideas que
se proponían. A esta clase pertenecen los denominados catecismos
pictográficos o en jeroglíficos.
La tercera manera de conservar y transmitir las lenguas indígenas
está representada por las gramáticas, vocabularios (a veces trilingües),
diccionarios, silabarios, tratados de ortografía, tratados de
pronunciación y modos de aprendizaje de un idioma elaborados por los
misioneros.
La última clase de obras lingüísticas, muchas veces bilingües y en
ocasiones trilingües, está representada por las doctrinas largas,
doctrinas breves, catecismos, cartillas, confesionarios, sacramentarios,
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 28
seminarios, libros de la Sagrada Escritura, autos sacramentales,
hagiografías y otros tratados de tema muy diverso.

ANEXO TEMA 2

CONQUISTA Y COLONIA1

La Conquista de México sería inexplicable sin estos antecedentes.


La llegada de los españoles parece una liberación a los pueblos
sometidos por los aztecas. Los diversos estados-ciudades se alían a los
conquistadores o contemplan con indiferencia, cuando no con alegría, la
caída de cada uno de sus rivales y en particular del más poderoso:
Tenochtitlán. Pero ni el genio político de Cortés, ni la superioridad
técnica –ausente en hechos de armas decisivos como la batalla de Otumba-
, ni la defección de vasallos y aliados, hubieran logrado la ruina del
Imperio azteca si éste no hubiese sentido de pronto un desfallecimiento,
una duda íntima que lo hizo vacilar y ceder. Cuando Moctezuma abre las
puertas de Tenochtitlán a los españoles y recibe a Cortés con presentes,
los aztecas pierden la partida. Su lucha final es un suicidio y así lo
dan a entender todos los textos que tenemos sobre este acontecimiento
grandioso y sombrío.
¿Por qué cede Moctezuma? ¿Por qué se siente extrañamente fascinado
por los españoles y experimenta ante ellos un vértigo que no es
exagerado llamar sagrado –el vértigo lúcido del suicida ante el abismo-?
Los dioses lo han abandonado. La gran traición con que comienza la
historia de México no es la de los tlaxcaltecas, ni la de Moctezuma y su
grupo, sino la de los dioses. Ningún otro pueblo se ha sentido tan
totalmente desamparado como se sintió la nación azteca ante los avisos,
las profecías y signos que anunciaron su caída. Se corre el riesgo de no
comprender el sentido que tenían estos signos y profecías para los
indios si se olvida su concepción cíclica del tiempo. Según ocurre en
muchos otros pueblos y civilizaciones, para los aztecas el tiempo no era
una medida abstracta y vacía de contenido, sino algo concreto, una
fuerza, sustancia o fluido que se gasta y consume. De ahí la necesidad
de los ritos y sacrificios destinados a revigorizar el año o el siglo.
Pero el tiempo –o más exactamente los tiempos- además de constituir algo
vivo que nace, crece, decae, renace, era una sucesión que regresa. Un
tiempo se acaba; otro vuelve. La llegada de los españoles fue
interpretada por Moctezuma –al menos al principio- no tanto como un
peligro “exterior” sino como el acabamiento de una era cósmica y el
principio de otra. Los dioses se van porque su tiempo se ha acabado;
pero regresa otros tiempo y con él otros dioses, otra era.
Resulta más patética esta deserción divina cuando se piensa en la
juventud y vigor del naciente Estado. Todos los viejos imperios, como
Roma y Bizancio, sienten la seducción de la muerte al final de su
historia. Los ciudadanos se alzan en hombros cuando llega, siempre
tardío, el golpe final del extraño. Hay un cansancio imperial y la
servidumbre parece cargar ligera al que siente la fatiga del poder. Los
aztecas experimentan el calosfrío de la muerte en plena juventud, cuando
marchaban hacia la madurez. En suma, la Conquista de México es un hecho

1
OCTAVIO PAZ, El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica,
Bogotá 1992, pp. 102-117.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 29
histórico en el que intervienen muchas y muy diversas circunstancias,
pero se olvida con frecuencia la que me parece más significativa: el
suicido el pueblo azteca.
Recordemos cómo la fascinación ante la muerte no es tanto un rasgo
de madurez o vejez como de juventud. Mediodía y medianoche son horas de
suicidio ritual. Al mediodía, durante un instante, todo se detiene y
vacila; la vida, como el sol, se pregunta a sí misma si vale la pena
seguir. En ese momento de inmovilidad, que es también de vértigo, a la
mitad de su carrera, el pueblo azteca alza la cara: los signos celestes
le son adversos. Y siente la atracción de la muerte:
Una parte del pueblo azteca desfallece y busca al invasor. La
otra, sin esperanza de salvación, traicionada por todos, escoge la
muerte. Ante la sola presencia de los españoles se produce una escisión
en la sociedad azteca, que corresponde al dualismo de sus dioses, de su
sistema religiosos y de sus castas superiores
La religión azteca, como la de todos los pueblos conquistadores,
era una religión solar. En el Sol, el dios que es fuente de vida, el
dios pájaro, y en su marcha que rompe las tinieblas y se establecen en
el centro del cielo como un ejército vencedor en medio de un campo de
batalla, el azteca condensa todas las aspiraciones y empresas guerreras
de su pueblo. Pues los dioses no son meras representaciones de la
naturaleza. Encarnan también los deseos y la voluntad de la sociedad,
que se autodiviniza en ellos. Huitzilopochtli, el guerrero del sur,
es el dios tribal de la guerra y del sacrificio... y comienza su
carrera con una matanza. Quetzalcóatl-Nanauatzin es el dios-sol de
los sacerdotes, que ven en el autosacrificio voluntario la más alta
expresión de su doctrinal del mundo y de la vida: Quetzalcóatl es
un rey-sacerdote, respetuoso de los ritos y de los decretos del
destino, que no combate y que se da la muerte para renacer.
Huitzilopohctli, al contrario, es el sol-hérore de los guerreros,
que se defiende, que lucha y que triunfa, “invictus sol” que abate
a sus enemigos con las llamas de su xiucóatl. Cada unas de estas
personalidades divinas corresponde al ideal de unas de las
fracciones principales de la clase dirigente2.
La dualidad de la religión azteca, reflejo de su división
teocrático-militar y de su sistema social, corresponde también a los
impulsos contradictorios que habitan cada ser y cada grupo humano. El
instinto de la muerte y de la vida disputan en cada uno de nosotros.
Esas tendencias profundas impregnan la actividad de clases, castas e
individuos y en los momentos críticos se manifiestan con toda desnudez.
La victoria del instinto de la muerte revela que el pueblo azteca pierde
de pronto la conciencia de su destino. Cuauhtémoc lucha a sabiendas de
la derrota. En esta íntima y denodada aceptación de su pérdida radica el
carácter trágico de su combate. Y el drama de esta conciencia que ve
derrumbarse todo en torno suyo, y en primer término sus dioses,
creadores de la grandeza de su pueblo, parece presidir nuestra historia
entera. Cuauhtémoc y su pueblo mueren solos, abandonados de amigos,
aliados, vasallos y dioses. Es la orfandad.
La caída de la sociedad azteca precipita la del resto del mundo
indio. Todas las naciones que lo componían son presa del mismo horror,
que se expresó casi siempre como fascinada aceptación de la muerte.
Pocos documentos son tan impresionantes como los escasos que nos restan
sobre esa catástrofe que sumió en una inmensa tristeza a muchos seres.
He aquí el testimonio maya, según lo relata el “Chilam Balam de
Chumayel”:

2
Jacques Soustelle, La penssée cosmologique des anciens mexicains, Paris 1940.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 30
El II Ahan Katun llegaron los extranjeros de barbas rubias, los
hijos del sol, los hombres de color claro. ¡Ay, entristezcámonos
porque llegaron!... El palo del blanco bajará, vendrá del cielo,
por todas partes vendrá... Triste estará la palabra de Hunab-Ku,
Única-deidad para nosotros, cuando se extienda por toda la tierra
la palabra del Dios de los cielos.

Y más adelante:

será el comenzar de los ahorcamientos, el estallar del rayo en el


extremo del brazo de los blancos (las armas de fuego)... cuando
caiga sobre los Hermanos el rigor de la pelea, cuando les caiga el
tributo en la gran entrada del cristianismo, cuando se funde el
principio de los Siete Sacramentos, cuando comience el mucho
trabajar en los pueblos y la miseria se establezca en la tierra.
(pp. 102-105)

En resumen, se contemple la Conquista desde la perspectiva indígena


o desde la española, este acontecimiento es expresión de una voluntad
unitaria. A pesar de las contradicciones que la constituyen, la
Conquista es un hecho histórico destinado a crear una unidad de la
pluralidad cultural y política precortesiana. Frente a la variedad de
razas, lenguas, tendencias y Estados del mundo prehispánico, los
españoles postulan un solo idioma, una sola fe, un solo Señor. Si México
nace en el siglo XVI, hay que convenir que es hizo de una doble
violencia imperial y unitaria: la de los aztecas y la de los españoles.
(pp. 109-110)
Es cierto que los españoles no exterminaron a los indios porque
necesitaban la mano de obra nativa para el cultivo de los enormes feudos
y la explotación minera. Los indios eran bienes que no convenía
malgastar. Es difícil que a esta consideración se hayan mezclado otras
de carácter humanitario. Semejante hipótesis hará sonreir a cualquiera
que conozca la conducta de los encomenderos con los indígenas. Pero sin
la Iglesia el destino de los indios habría sido muy diverso. Y no pienso
solamente en la lucha emprendida para dulcificar sus condiciones de vida
y organizarlos de manera más justa y cristiana, sino en la posibilidad
que el bautismo les ofrecía de formar parte, por la virtud de la
consagración, de un orden y de una Iglesia. Por la fe católica los
indios, en situación de orfandad, rotos los lazos de sus antiguas
culturas, muertos sus dioses tanto como sus ciudades, encuentran un
lugar en el mundo. Esa posibilidad de pertenecer a un orden vivo, asi
fuese en la base de la pirámide social, les fue despiadamente negada a
los nativos por los protestantes de Nueva Inglaterra. Se olvida con
frecuencia que pertenecer a la fe católica significaba encontrar un
sitio en el Cosmos. La huida de los dioses y la muerte de los jefes
habían dejado al indígena en una soledad tan completa como difícil de
imaginar para un hombre moderno. El catolicismo les hace reanudar sus
lazos con el mundo y el trasmundo. Devuelve sentido a su presencia en la
tierra, alimenta sus esperanzas y justifica su vida y su muerte.
Resulta innecesario añadir que la religión de los indios, como la
de casi todo el pueblo mexicano, era una mezcla de las nuevas y las
viejas creencias. No podía ser de otro modo, pues el catolicismo fue una
religión impuesta. Esta circunstancia, de la más alta trascendencia
desde otro punto de vista, carecía de interés inmediato para los nuevos
creyentes. Lo esencial era que sus relaciones sociales, humanas y
religiosas con el mundo circundante y con lo Sagrado se había
restablecido. Su existencia particular se insertaba en un orden más
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 31
vasto. No por simple devoción o servilismo los indios llamaban “tatas” a
los misioneros y “madre” a la Virgen de Guadalupe.
La diferencia con las colonias sajonas es radical. Nueva España
conoció muchos horrores, pero por lo menos ignoró el más grave de todos:
negarle un sitio, así fuere el último en la escala social, a los hombres
que la componían. Había clases, castas, esclavos, pero no había parias,
gente sin condición social determinada o sin estado jurídico, moral o
religioso. La diferencia con el mundo de las modernas sociedades
totalitarias es también decisiva.(pp. 111-113)
No es sorprendente que en estas circunstancia, la persistencia del
fondo precortesiano. El mexicano es un ser religioso y su experiencia de
lo Sagrado es muy verdadera; mas ¿quién es un Dios: las antiguas
divinidades de la tierra o Cristo? Una invocación chamula, verdadera
pletaria a pesar de la presencia de ciertos elementos mágicos responde
con claridad a esta pregunta:
Santa tierra, santo cielo; Dios Señor, Dios Hijo, santa tierra,
santo cielo, santa gloria, hazte cargo de mí, represéntame; ve mi
trabajo, ve mi labor, ve mi sufrir. Gran Hombre, gran Señor, gran
padre, gran petome, gran espíritu de mujer, ayúdame. En tus mano
pongo el tributo; aquí está la reposición de su chulel. Por mi
incienso, por mis velas, espíritu de la luna, virgen madre del
cielo, virgen madre de la tierra; Santa Rosa, por tu primer hijo,
por tu primera gloria, ve a tu hijo estrujado en su espíritu, en su
chulel.
En muchos casos el catolicismo sólo recubre las antiguas creencias
cosmogónicas. He aquí cómo el mismo chamula, Juan Pérez Jolote, nuestro
contemporáneo según el Registro Civil, nuestro antepasado sise atiende a
sus creencias, describe la imagen de Cristo en una iglesia de su pueblo,
explicando lo que significa para él y su raza:
Este que está encajonado es el señor San Manuel; se llama también
señor San Salvador, o señor San Mateo; es el que cuida a la gente,
a las criaturas. A él se le pide que cuide a uno en la casa, en los
caminos, en la tierra. Este otro que está en la cruz es también el
Señor San Mateo; está enseñando, está mostrando cómo se muere en la
cruz, para enseñarnos a respetar... antes de que naciera San
Manuel, el sol estaba frío igual que la luna. En la tierra vivían
los pukujes, que se comían a la gente. El sol empezó a calentar
cuando nació el niño Dios, que es hijo de la Virgen el señor San
Salvador.(pp. 116-117)
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 32

TEMA 3. EL PATRONATO

1. SU ORIGEN
La Iglesia americana nació signada por un ideal que se ha designado
con el nombre de Patronato regio. Este pretende buscar la más exigente
unidad política española, enmarcándola dentro del mayor bien religioso
católico.
Este sistema estuvo vigente durante todo el período español y aún
después en muchas naciones en el llamado patronato republicano. El marco
jurídico del Patronato se fraguó fundamentalmente en los primeros años
americanos debido principalmente al rey Fernando de Aragón.
Los privilegios que la Santa Sede otorgó a los reyes hispanos con
respecto a la Iglesia de América tienen antecedentes cronológicos e
institucionales en concesiones anteriores otorgadas por los Papas a
favor de las tierras conquistadas por Portugal en Africa, como a favor
de España en el Reino de Granada, cuando aún estaba por conquistarse;
pero la institución patronal que se fraguó para América vino a
concretarse de una forma mucho más elaborada y absorbente por parte de
la monarquía frente a la Iglesia.
Hábilmente Fernando de Aragón cuidó muy bien de conseguir
concesiones pontificias, procurando no atribuírselas sin derecho, sino
más bien obtenerlas en el terreno mismo de la Santa Sede y jugando
oportunamente los resortes políticos de Italia. Se mantendría la
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 33
fidelidad a Roma; pero a través de Madrid.
Las cartas de Fernando, como Regente de Castilla, o como esposo de
la reina Isabel a los embajadores ante la corte pontificia, reflejan muy
bien el tipo de organización político-religiosa que él deseaba para las
nuevas tierras trasatlánticas. Igualmente se descubren sus habilidades
políticas para arrancar los privilegios que quería, con su propia
habilidad diplomática y política. Apenas cumplido un año del
descubrimiento colombino, Fernando obtuvo del papa Alejandro VI,
aragonés como el Rey, las primeras bulas pontificias que empezaron a
definir a la Iglesia del nuevo mundo.
Los reyes españoles de tanto renombre en la Historia Universal
fueron los que continuaron con esta política de conseguir privilegios
para gobernar a la Iglesia en América.

• Los Reyes Católicos: Fernando e Isabel (1479-1515)

• El Emperador Carlos V (1517-1556)

• El Rey Felipe II (1556-1598)


Ellos estaban convencidos de su elección, por parte de Dios, como
defensores y propagadores de la Fe Católica y enemigos de herejes e
infieles. El sorpresivo descubrimiento de un Nuevo Mundo, gigantesco en
sus dimensiones y poblado por millones de paganos, fue interpretado como
un claro signo de Dios. De ahí la tenacidad con que estos monarcas
lucharon por obtener todos los derechos y privilegios necesarios a fin
de dirigir, personalmente, la obra misional en sus dominios, sin
interferencia alguna, ni siquiera del Papa o de la Curia Romana.
Llámase Patronato Real al conjunto de derechos de que gozó la
monarquía española para gobernar la Iglesia en América con absoluta
independencia.
Veamos cómo fue aquel proceso metódicamente seguido por los reyes
para consolidar, poco a poco, tan gran poder.

2. EN TIEMPOS DE LOS REYES CATOLICOS


Apenas regresó Colón de su primera expedición, ellos dieron
órdenes precisas a su embajador en Roma para que obtuviese a la Brevedad
posible un solemne documento papal, llamado Bula, que declarase la
legitimidad y exclusividad de los derechos de la Corona de Castilla
sobre los nuevos territorios. Acababa de subir al trono de San Pedro un
cardenal español, valenciano, de la familia de los Borja, que tomó el
nombre de Alejando VI. Las cosas anduvieron rápido. El rey Fernando
conocía personalmente al nuevo Papa y éste estaba bien dispuesto a
acceder a la petición del Monarca. Políticamente era importante estar en
buenas relaciones con la realeza española que adquiría cada vez más
ingerencia en Italia y en Europa. Los días 3 y 4 de mayo de 1493, el
Papa firmó tres Bulas precisando con todo detalle los derechos sobre las
tierras descubiertas y por descubrir. La primera, llamada Inter Caetera,
constituyó una verdadera donación que el Pontífice hizo de las tierras
americanas a la Corona de Castilla.
En la bula, el papa Alejandro VI traza en el mapa una raya ideal,
perpendicular, del polo ártico al antártico, por el meridiano que pasa "
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 34
cien leguas más allá de las Azores y Cabo Verde hacia Occidente" , y
dictamina: todas las islas y tierras descubiertas y por descubrir al
oeste de esa línea divisoria pertenecerán a los reyes de Castilla,
mientras que las que caen hacia oriente de la misma serán de la Corona
de Portugal.
“Todas aquellas islas y tierra firme descubiertas y que se
descubrieren, ... con todas las tierras, ciudades, castillos,
lugares, villas, concedemos y asignamos a perpetuidad a vosotros y
a vuestros herederos y sucesores, reyes de Castilla y de León; y a
vosotros y a vuestros herederos y sucesores antedichos hacemos,
constituimos y diputamos señores de ellas, con potestad, autoridad
y jurisdicción plena, libre y omnímoda”.
Quedó muy claro en estos documentos, que los reyes, al recibir
esta donación y adquirir estos derechos, se comprometían a velar por la
instrucción en la Fe Católica a todos sus habitantes.
“Debeis enviar a las tierras e islas predichas a varones probos y
temerosos de Dios, doctos, peritos y experimentados para instruir
en la Fe Católica a los naturales y habitantes antedichos e
imbuirlos en las buenas costumbres, empleando toda la debida
diligencia en las cosas dichas”.
A nosotros nos parece hoy muy extraño que un gobernante, en esos
tiempos, acudiera al Papa para asegurarse el legítimo derecho sobre
determinados territorios. Sin embargo, así era la mentalidad de aquella
época. Los cristianos veían en el papa al Vicario de Cristo no sólo en
los asuntos espirituales sino también temporales. Dado que Jesucristo es
el Señor de todo el Universo, su representante en la tierra tiene todos
los derechos. Tratándose de legitimar el dominio sobre territorios hasta
entonces desconocidos por la cristiandad europea, se pensaba que sólo el
Papa podía dirimir un asunto de esa índole.
Ya en mayo de l493, cuando aún no habían recibido los Reyes
Católicos la bula definitiva de Alejandro VI, redactan unas
"Instrucciones" para el Descubridor (Cristóbal Colón) en su segunda
expedición, que partió de Cádiz con l7 navíos el 25 de septiembre de
l493. En ellas, los Reyes, antes de las cláusulas concernientes al
gobierno temporal, escriben estas palabras reveladoras del ideal
misionero que los anima:
"Porque en todo es razón que se tenga principalmente respecto al
servicio de Dios Nuestro Señor y ensalzamiento de nuestra santa fe
católica; por ende sus Altezas, deseando que nuestra santa fe
católica sea aumentada y crecida, mandan y encargan al dicho
Almirante, Visorrey y Gobernador, que por todas las vías y maneras
que pudiere, procure y trabaje atraer a los moradores de las dichas
islas y tierra firme a que se conviertan a nuestra santa fe
católica; y para ayudar a ello, envían allá al devoto padre fray
Buyl, juntamente con otros religiosos que el dicho Almirante
consigo ha de llebar, los cuales por mano e industria de los indios
que acá vinieron, procuren que sean bien informados en las cosas de
nuestra santa fe".
Otra bula posterior fue firmada por Alejandro VI en 1501 por la que
se le otorgó igualmente a los reyes Fernando e Isabel la concesión
inusitada de los diezmos.
Los diezmos consistían en el aporte que todo católico debía hacer a
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 35
la Iglesia y cuya suma ascendía a la décima parte de sus entradas
anuales. A partir de la nueva Bula papal, los monarcas recolectaron de
los españoles, y en algunos casos de los indios, dichos diezmos.
Los diezmos son bienes esencialmente eclesiásticos con un origen
tan sacro y antiguo como la misma ley mosaica (Lv 27,30-33; Dt 14,22-29;
Ex 20-23). Por ello el Papa se ve obligado a destacar la insistencia de
los reyes para obtener el derecho de recaudarlos directamente, pero al
mismo tiempo cuidó atentamente de asegurarse que los bienes recogidos
por esos diezmos tuvieran el destino de cubrir "los grandes gastos y
trabajos" requeridos por el fin religioso y misionero.
Se condiciona el privilegio de "exigir" y "percibir" los diezmos,
al hecho "de señalar real y efectivamente y de antemano" dote suficiente
a las iglesias americanas. El Papa, para garantizar la seguridad de los
medios económicos para las iglesias, grava además la conciencia de los
futuros obispos diocesanos.
Así pues se pactó para toda América que todo el producto que se
recogía de los diezmos, llamado "masa diezmal" debería dividirse así: El
obispo recibía el 25%, el Cabildo el 25%, el Rey el 11%, los Curas el
22%, gastos de Fábrica el 8% y los Hospitales el 8% restante.
Cuatro años después del fallecimiento de la reina Isabel, don
Fernando dio un paso gigantesco en su propósito de manejar directamente
los asuntos eclesiásticos en América. Insistió reiteradas veces ante el
Papa Julio II. Este resistió durante tres años, pero en definitiva tuvo
que ceder y en 1508 concedió otra bula por la que nombró al Rey y a sus
sucesores fundadores y sustentadores de la Iglesia en América con
derecho a erigir obispados y definir sus límites, fundar parroquias,
conventos hospitales y presentar además a sus beneficiarios: obispos,
canónigos, párrocos, capellanes, etc. Jamás un papa había otorgado tal
cúmulo de privilegios a un príncipe. La Bula papal que enumera todos
estos derechos concedidos por Roma a los Monarcas de España lleva el
nombre de Universalis Ecclesiae y fue firmada el 28 de julio de 1508.
A partir de ese día la Iglesia en nuestro continente fue
prácticamente gobernada por el Rey y no por el Papa, situación de la
cual no pudo liberarse sino hasta después de la independencia de las
colonias, a principios del siglo XIX.
Esta dio pie al desarrollo progresivo del abuso e intromisión del
poder real en el gobierno y vida interna de la Iglesia, hasta llegar a
un regalismo anti-eclesiástico, sobre todo con la teoría del vicariato
regio.

3. EN TIEMPOS DE CARLOS V
Un nieto de los Reyes Católicos les sucedió en el gobierno. Es
Carlos V. Por un conjunto de circunstancias llegó a heredar no sólo la
Corona de España y América y demás posesiones españoles en Italia, sino
también el Imperio de Alemania, Austria y los Países Bajos (Holanda y
Bélgica).
Siguió la misma política de sus abuelos, luchando por aumentar aún
más los privilegios reales sobre la Iglesia. Llegó a afirmar que el
Patronato era la “piedra más rica y más preciosa de su real diadema”.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 36
De su antiguo preceptor y maestro holandés, elegido papa pago el
nombre de Adriano VI, obtuvo mayores facultades con el breve
“Omnimoda”(1522). En este breve, llamado así para designar el carácter
absoluto de las facultades que se otorgan a los religiosos misioneros,
el papa Adriano VI dotó a los religiosos de muchos privilegios y
facultades con el fin de que fuesen más eficaces en sus afanes
apostólicos y evangélicos. Pero los poderes otorgados por el Papa a los
religiosos, sobrepasaron a los de un obispo ordinario. Aparte de la
especial bendición apostólica, los religiosos misioneros recibían
facultad y poder, tanto en el fuero interno como externo, para
"ejercitar todos los actos episcopales que no requieran el orden
episcopal" y todos los indultos concedidos previamente a los religiosos
misioneros, poseyendo "toda nuestra omnímoda autoridad". La Corona tuvo
así la forma de centralizar y controlar a las iglesias por intermedio de
los superiores religiosos y las órdenes se constituyeron en las
favorecedoras y apologetas de las prerrogativas reales, para defender
así sus privilegios de exención y frustrar los intentos de los obispos
que buscaban estructurar las iglesias bajo su propia jurisdicción
episcopal.
Al Papa Clemente VII le tocó contemplar, horrorizado, desde su
encierro en el castillo de Sant´Angelo, cómo los ejércitos de Carlos V
saqueaban Roma en 1527. Sin embargo, con el fin de congraciarse con tan
temible opositor debió concederle aún más privilegios. Le autorizó para
que enviara misioneros a América aunque sus superiores religiosos no lo
aprobasen.
Con el Papa Paulo III el emperador tuvo problemas de importancia.
Este Papa fue el que convocó el Concilio de Trento. A raíz de informes
directos y detallados que había recibido acerca del maltrato del cual
eran objeto los indígenas promulgó la trascendental Bula Sublimis Deus
el año 1537. Constituye la mayor defensa hecha por Roma de los
aborígenes de América. (más adelante veremos este punto con más
detalle).

4. EN TIEMPOS DE FELIPE II
El hijo de Carlos V, y gracias a los privilegios conseguidos por
sus bisabuelos y su padre, dirigió personalmente todos los asuntos de la
Iglesia en América sin tolerar ingerencia alguna de Roma.
No consideró necesario acudir a la santa Sede en demanda de nuevos
privilegios. Con los ya otorgados tenía suficientes para intervenir en
todo. Mantuvo siempre una actitud enérgica oponiéndose a cualquier
intento de Roma por contactar directamente con América. Esto explica el
hecho de que los Papas estuvieron muy mal informados con respecto a la
realidad de nuestro continente durante los 3 siglos de colonia.
Durante el reinado de Felipe II, concluyó en Concilio de Trento y
el Papa Pío V intentó aplicar en América aquellos acuerdos conciliares
que disminuían los derechos de los príncipes cristianos en los asuntos
eclesiásticos. Para ello, propuso enviar a Madrid un Nuncio que
representase al Papa en todos los asuntos de la Iglesia en América. El
rey se opuso terminantemente, temeroso de que los derechos reales se
vieran disminuidos.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 37

5. DUDAS QUE NOS VIENEN


A todos nos pueden asaltar dudas acerca de cuáles fueron las
verdaderas razones que tuvieron los Monarcas españoles para querer
manejar directamente todos los asuntos eclesiásticos. Por de pronto, la
sola administración de los enormes territorios de Ultramar, exigió de la
Corona una organización gigantesca y difícil de controlar a distancia.
El aspecto comercial, que por cierto interesaba sobremanera, también
demandó un sinfín de complicados acuerdos o capitulaciones, con empresas
particulares.
Todos estos deberes fueron tan absorbentes que es de extrañar, a
primera vista, por qué los Monarcas tomaron la firme decisión de cargar
con la responsabilidad de expandir la Fe, lo cual también englobaba
aspectos complejos, en el ámbito administrativo y económico.
Las respuestas a estos interrogantes son variadas, según los
criterios de análisis de los historiadores. Unos defienden la sinceridad
y profunda convicción religiosa que animaba a los Reyes. Otros, piensan
que la Corona quiso tener en sus manos a la Iglesia para que ésta
prestara su apoyo moral a los planes expansionistas. Así no constituiría
un peligroso poder paralelo que pudiera entorpecer o enjuiciar las
determinaciones y leyes emanadas de la Corona.
Probablemente ambas interpretaciones deban complementarse para
acercarse a la verdad. No podemos menos de reconocer que el criterio con
que procedieron los reyes de España tuvo cierta fundamentación. Lo
lamentable del sistema fue su falta de flexibilidad para acomodarse a
situaciones nuevas que se dieron muy pronto.
Recordemos que en esa época el Papado vivía una de las crisis
peores de su historia. En muchas de sus determinaciones los papas
procedían como meros señores temporales, preocupados principalmente de
defender sus territorios e intereses políticos. Establecían alianzas con
una nación, enemistándose con otra y, luego, cambiaban de táctica al año
siguiente. Para los católicos de ese tiempo, era difícil distinguir
permanentemente el doble papel que desempeñaba el Papa. Como Pastor
universal de la Iglesia, merecía todo respecto y obediencia, pero, en
cuanto señor temporal, podía ser amigo o enemigo según las fluctuaciones
políticas del momento.
Los reyes de España no estaban, de ninguna manera, dispuestos a
que el Papa tuviera algo que ver en los asuntos de América porque no
confiaban en que actuaría sólo como jefe espiritual de los cristianos.
Sabían que en cualquier momento podría convertirse políticamente
en enemigo de España y contraer alianzas con otras naciones interesadas
en beneficiarse de las riquezas de América. España estaba plenamente
consciente de que varios Estados europeos estaban al acecho, cual aves
de rapiña, esperando el momento indicado para lanzarse en picada sobre
el nuevo continente.
Además, el hecho de aceptar la ingerencia del Papa y de la Curia
Romana en América habría significado tolerar sucesivos nombramientos de
obispos extranjeros para las sedes del Nuevo Mundo. Según las costumbres
de la época, éstos probablemente nunca habrían puesto pie en América
contentándose con esperar, cómodamente instalados en Europa, la llegada
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 38
de pingües utilidades provenientes de sus obispados.
¿Acaso no se había procedido con ese criterio durante siglos en la
cristiandad europea? ¿No era ése uno de los problemas graves que un
Concilio General estaba llamando a resolver? Pero, en aquellos primeros
decenios del siglo XVI aún no se podría prever su convocación. (No
olvidemos que el Concilio de Trento se clausuró en 1563 cuando el
Patronato Real era ya un hecho consumado).
Todos aquellos pensamientos cruzarían una y mil veces por la mente
de los Reyes de España y con justa razón. Roma había demostrado excesiva
debilidad durante mucho tiempo y no se vislumbraban, por el momento,
cambios radicales de actitud en el futuro cercano.
También hay que tener en cuenta que Roma no estaba preparada, en
aquella época, par tomar en sus manos una obra misional de proporciones
tan gigantescas, como la que requería nuestro continente, poblado por
millones de indígenas. Todo esto explica, en parte, y sin justificar del
todo, el hecho de que, durante 300 años, la Iglesia en Hispanoamérica
estuvo sujeta servilmente al Rey de España y a los funcionarios
designados por él.

6. CONSECUENCIAS
Los obispos, jefes espirituales de las comunidades locales,
fueron, en la práctica, funcionarios dependientes del Rey, vigilados
estrictamente por Virreyes, Gobernadores y miembros de la Real
Audiencia.
Para todo trámite eclesiástico hubo que recurrir a las autoridades
civiles. Un obispo no podía tomar ninguna determinación por su cuenta
sin ser de inmediato llamado al orden y acusado ante el Rey y su
Consejo. Decisiones corrientes, como el traslado de un párroco, resolver
un litigio entre un convento y una parroquia, proveer las continuas
vacantes en parroquias y doctrinas, fundar capillas, etc. Eran asuntos
que un obispo no podía decidir. Todo tenía que ser presentado al Rey,
para que él determinara qué pasos dar.
Tampoco podía disponer libremente un obispo de los bienes de la
Iglesia ya que los diezmos entregados por los fieles pasaban a manos de
las autoridades civiles quienes los distribuían según disposiciones
emanadas de la Corona, reservándose ésta la octava parte del total de lo
recaudado. Esto constituyó una humillación y una injusticia.
¡Para qué decir lo engorroso que era el nombramiento de un nuevo
obispo, cada vez que quedaba vacante una sede! Lo normal era que
transcurrieran entre cinco y diez años antes de que una diócesis
recibiera a un nuevo pastor. Fácilmente podemos imaginarnos el grave
daño que ocasionó a nuestras iglesias jóvenes el hecho de carecer por
largos períodos de pastor. Durante el tiempo en que una sede estaba
vacante, la Corona percibía los ingresos, circunstancia que influyó
frecuentemente en la demora excesiva en designar al nuevo obispo.
Tengamos presente que muchos documentos destinados a resolver
graves situaciones eclesiásticas se perdieron sin llegar jamás a su
destino. Esto se debió a menudo a las distancias ente la Metrópoli y sus
colonias y a los innumerables riesgos que debían enfrentar los barcos
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 39
que cruzaban el Atlántico bajo la amenaza de tormentas y piratas. Eso
explica, en parte, el porqué de la tardanza en la designación de
prelados para las iglesias de América y en el traslado a sus sedes.
Tampoco les estuvo permitido a los obispos de América tener
relación alguna directa con el Romano Pontífice. Aquello que es
fundamental para un obispo, estar en plena comunión con el Santo Padre,
debió reducirse a un sentimiento interno de adhesión que nunca pudo
manifestarse personalmente. Durante tres siglos de gobierno español,
aquí, en América, jamás un obispo viajó a Roma. Ni siquiera les fue
permitido enviar al Papa informes confidenciales sobre la marcha de sus
diócesis sin que tuvieran el visto bueno y revisión del Consejo de
Indias. La consigna en Madrid era clara: “Que no pasase a Roma sino lo
que a Vuestra Majestad le sirviese”.
Ya se mencionó, antes, que nunca pudo un Papa enviar Bulas u otros
Documentos a los obispos de América sin que fueran previamente revisados
en España.

ANEXOS TEMA 3.

ERNESTO SÁBATO. “NI LEYENDA NEGRA NI LEYENDA BLANCA”

Es ya cierto que hablar de descubrimiento de América puede ser


considerado, desde el punto de vista de los impugnadores, como una
despectiva denominación eurocéntrica, como si las grandes culturas
indígenas no hubieran existido hasta ese momento. Pero deja de serlo si
se considera que los europeos no las conocieron hasta esa fecha y sólo
un exceso de amor propio puede tomar esa expresión como peyorativa. Lo
que sí es reprobable es que se la siga utilizando hasta nuestros días,
cuando, aún en aquel tiempo, los espíritus europeos más elevados
manifestaron su admiración por lo que habían encontrado en el Nuevo
Continente.
Desde esa legítima perspectiva, sería mejor hablar del encuentro
entre dos mundos y que se reconocieran y lamentaran las atrocidades
perpetradas por los sojuzgadores, reconocimiento que debería venir
acompañado por el inverso reconocimiento de los acusadores, admitiendo
las positivas consecuencias que con el tiempo produjo la conquista
hispánica. Bastaría tener presente que la literatura de lengua
castellana ha producido en América, con una inmensa cantidad de
mestizos, una de las literaturas originales y profundas de nuestro
tiempo. Si la leyenda negra fuera una verdad absoluta, los descendientes
de aquellos indígenas avasallados deberían mantener atávicos
resentimientos contra España, y no sólo no es así, sino que dos de los
más grandes poetas de la lengua castellana de todos los tiempos,
mestizos, cantaron a España en poetas inmortales: Rubén Darío en
Nicaragua y César Vallejo en Perú.
Esta leyenda siniestra fue comenzada por las naciones que querían
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 40
suplantar al más poderoso imperio de la época, entre ellas Inglaterra,
que no sólo cometió en el mundo entero atrocidades tan graves como las
españolas, pero agravadas por su clásico racismo, que aún perdura,
cometido hasta hoy por el imperio norteamericano; no únicamente contra
los indios, sino, luego, contra los llamados despectivamente hispanos, y
finalmente contra los italianos, en virtud de una doctrina según la cual
Reagan es superior a Julio César, Virgilio, Horacio, Leonardo da Vinci,
Miguel Angel, Galileo y tantos otros que hicieron por la cultura
universal algo más que ese actor de tercera categoría. No, aquí no hubo
esa inferioridad espiritual que es el racismo, desde Hernán Cortés,
conquistador de México, cuya mujer fue indígena, hasta los que
llegaronen aquella formidable empresa hasta el río de Plata, se
mezclaron con indios, y, gracias al misterio genético, tengo una hermosa
nieta que sutilmente revela rasgos incaicos. Para no hablar de las
notables creaciones del barroco ibérico en América Latina, que
sutilmente difiere del de la metrópoli, de la misma manera que sucedió
con nuestra lengua de Cervantes y Quevedo.
Vamos, todas las conquistas fueron crueles, sanguinarias e
injustas, y bastaría leer aquel libro de un sacerdote belga en que narra
los horrores, los castigos, las mutilaciones de manos –y a veces hasta
de manos y pies- que sus burgos y viles compatriotas infligían a los
negros que cometían un robo de Algo que en el fondo les pertenecía. Y lo
mismo podría repetirse con siniestra simetría con los alemanes,
holandeses e ingleses. ¿Quiénes son ellos, qué virtudes tuvieron y hasta
siguen teniendo para haber forjado y seguir repitiendo la leyenda negra?
Es una injusticia histórica olvidar los nombres que lucharon por
los indígenas y por la conservación de sus valores espirituales, como
fray Bernardino de Sahún; la escuela de Salamanca, con derecho de
gentes, y el nobilísimo dominico Bartolomé de las Casas, que defendió
encarnizadamente a los indios y que, lejos de propiciar la trata de
negros, como afirma una de las tantas falsedades de la leyenda, luchó
por ellos en nombre de una religión que considera sagrada la condición
humana. En fin, no se tiene presente que fueron hijos de españoles que
lucharon contra el absolutismo de su propia tierra los que insurgieron
contra España, desde Bolívar en el norte hasta San Martín en el sur, que
combatió como coronel, heroicamente, contra la invasión napoleónica en
la tierra de su padre, el capitán Juan de San Martín. Con razón
Fernández Retamar pone el caso de Martí, uno de los hombres más
esclarecidos y nobles de nuestra independencia, orgulloso de sus padres
españoles, que al propio tiempo que defendía la legitimidad de una
cultura nueva y propia se declaraba heredero del Siglo de Oro hispánico.
Para no referirnos a tanto mestizo ilustre, como Bernardino Rivadavia en
mi país, con negros en su pasado y quizás hasta con indios, y a mi amigo
Nicolás Guillén, el cubano que en un conmovedor poema se refiere a su
abuelo español y a su abuelo africano, ejemplar síntesis de nuestro
mestizaje.
Todo esté asunto está vinculado al problema de la famosa identidad
de una nación, problema bizantino por excelencia. Se habla mucho de
recobrar nuestra identidad americana. Pero ¿cuál y cómo? Al decir ya
nuestra, gente como yo, que se considera entrañablemente argentino,
quedaría eliminada, porque mis padres fueron europeos, como la mayor
parte de los miembros de nuestra nación. ¿Cuál identidad, pues? ¿La de
los indios nómadas y guerreros que recorrían nuestras inmensas llanuras,
casi planetarias, donde ni siquiera hubo antiguas civilizaciones como
las de los incas, mayas o aztecas? ¿Una tierra que se ha hecho con el
hibridaje de españoles, indios, italianos, vascos, franceses, eslavos,
judíos, sirios, libaneses, japoneses, y ahora con chinos y coreanos? ¿Y
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 41
que idioma reivindicar? Es curioso que buena parte de los que se
proponen esta recuperación de nuestra identidad hablan en buen y longevo
lenguaje de Castilla y no en lenguas indígenas. Paradójica forma de
reivindicar lo autóctono.
Y aun dejando de lado las inmigraciones que hemos tenido en este
siglo, quedarían como bien escribe Uslar Pietri, tres protagonistas: los
ibéricos, los indios y los africanos, pero sin duda sería la cultura
ibérica la dominante desde el momento en que esas tres sangres entraron
en esos complejísimos procesos de la fusión y el mestizaje, dejando de
ser lo que habían sido en usos y costumbres, religión, alimentos e
idiomas, produciendo un nuevo hecho cultural originalísimo. No como en
la América anglosajona o en el coloniaje europeo de Europa y Asia, donde
hubo simple y despreciativo trasplante.
Hablé antes del bizantinismo porque estos falsos dilemas nos traen
a la memoria los célebres sorites, en que se preguntaba cuántos granos
de trigo hacen un montón. Falsos problemas que se agravan cuando se pone
en juego a seres humanos y no a simples granos de trigo, porque nada que
se refiera a los hombres es esencialmente puro, todo es invariablemente
mezclado, complejo e impuro. Pues sólo en el reino platónico de los
objetos ideales existe la pureza, ya sea la de un triángulo rectángulo o
la de un logaritmo. Si retrocedemos en el tiempo, en cualquier parte del
planeta, no sabríamos dónde detenernos en la búsqueda de esa ilusoria
identidad. Pensemos en los propios españoles, que ahora son el centro de
esta polémica: no sería, sin duda, en los reinos visigóticos, ya que no
se habla en la Península una lengua germánica; habría que retroceder,
entonces, hasta el dominio de roma, que produjo una cultura tan
entrañable que se sigue hablando y escribiendo un idioma derivado del
latín, no del ciceroniano, claro, sino el de la soldadesca, porque ni en
esto se encuentra jamás algo elevado. Pero ¿porqué detenernos en lo
romano? Los puristas querrían entonces descender hasta los iberos,
misterioso pueblo cuya lengua ignoramos pero que, al parecer, algo tenía
que ver con los africanos y, quizá, hasta con el vascuence, pero que en
todo caso invalidarían automáticamente el derecho a la verdadera
identidad hispánica ñeque surgieron y vivieron después dominaciones tan
profundas y viscerales que pudieron producir un gran escritor latino
como Séneca. Y todo se complica aún más si reflexionamos en los reinos
moros de Al Andalus, donde quizá se dio el más grande y emocionante
ejemplo de convivencia de árabes, judíos y cristianos. En la catedral de
Sevilla está el sepulcro de Fernando el Santo, llamado el gran señor de
la convivencia, y la inscripción, a cada lado, en latín, árabe, hebreo y
español, que le enaltece.
España estaba empapada de sangre judía a partir de la Inquisición,
que también la derramó en la entera Europa cristiana. Ese tenebroso
período, sin embargo, debe hacernos olvidar que en aquella tierra
ibérica, en épocas más tolerantes, el pueblo hebreo había alcanzado tan
grande respeto que su sangre se mezcló hasta con la sangre real. Y que
un filólogo de la talla de Menéndez Pelayo escribió: “El primer poeta
castellano conocido es probablemente el excelso poeta hebreo Yehuda
Haleví, de quien consta que versificó no solamente en su lengua, sino en
árabe y en la lengua vulgar de los cristianos”. Este hombre, que nació
hacia 1087, fue considerado el más grande poeta lírico del judaísmo,
pero, en cuanto a su modalidad, tan característicamente castellano como
su amigo Moisés Ibn Ezra, andaluz.
Y aun hay algo más importante: el centro cultural moro-judaico,
heredero de la gran cultura de Bagdad, tanto en Córdoba, la novia de
Andalucía, como en otras ciudades del mismo reino desarrolló el puente
entre la cultura helénica, que los musulmanes habían recogido en el Asia
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 42
Menor y en Alejandría, y la Europa bárbara, tarea en la que no se debe
tampoco olvidar la Escuela de Traductores de Toledo, fundada en el siglo
XII. Avicebrón, nacido en Málaga en 1200, conocedor de la filosofía
neoplatónica, influyó sobre san Buenaventura y la orden de los
franciscanos que polemizaron con Alberto Magno y santo Tomás. Y en
cuanto al gran filósofo judío Maimónides, nacido en Córdoba en 1135,
influido por el neoplatonismo, recibió la doctrina aristotélica a través
del mayor de los pensadores árabes: Averroes. Y ambos crearon el puente
entre la filosofía griega y la Europa de los bárbaros, hasta culminar en
Bacon, santo Tomás, Descartes, Spinoza y Kant. ¡Vaya identidad cultural!
Y ya que todo esto comenzó con el problema de la identidad
hispanoamericana, no será ocioso recordar que matemáticos, geógrafos y
astrónomos provenientes de aquella época trascendente de la cultura
árabe-judaica hicieron posible el viaje de Cristóbal Colón, casi
seguramente judío. Como tres de los poetas más excelsos de nuestra
lengua: fray Luis de León, san Juan de la Cruz y santa Teresa.

Hechos parecidos podrían enunciarse de diferentes regiones


europeas, donde el degüello, la peste, la violación y la tortura fueron
inevitables, ya que la condición del hombre es así: capaz de los mayores
portentos y de las más atroces ferocidades, como con otras palabras lo
dijo Pascal. Aceptemos, pues, la historia como es, siempre sucia y
entreverada, y no corramos detrás de presuntas identidades. Ni los
olímpicos dioses helénicos, que aparecen como arquetipos de la identidad
griega, eran impolutos: estaban contaminados de deidades egipcias y
asiáticas.

Por otra parte, la historia está llena de falacias, sofismas y


olvidos. Yo mismo, sin ir más lejos, no recuerdo quien era el preso que
en la aciaga Torre de Londres, esperando su acostumbrada decapitación,
dedicaba su menguante existencia a escribir la historia de Inglaterra,
cuando, a través de los criados, que le traían su bazofia cotidiana, le
llegaban noticias de una gran pelea que había habido al pie de su
prisión, informaciones tan confusas y contradictorias que dejó de
escribir la historia de su país, ya que ni siquiera, caviló, era capaz
de saber a ciencia cierta qué diablos había pasado ahí abajo.
TEMA 4. EN DEFENSA DEL INDIO: LAS CASAS

1. LA ENCOMIENDA Y EL REPARTIMIENTO
Origen inmediato: El Nuevo Mundo tenía que ser explotado. Los
repartimientos son una institución anterior a la encomienda.
La encomienda: No repartía a los indios como fuerza de trabajo,
sino como tributarios del encomendero. Fue el nervio vital de la
colonización y que degeneró en monstruosos abusos. Es una variante del
feudalismo medieval. El encomendero tenía la obligación de enseñar a los
indios la doctrina cristiana. La esclavitud prohibida de iure, no de
facto.
Subleva la conciencia de los misioneros: "Tiranos, malditos,
malaventurados, diablos comenderos" (Las Casas).
No olvidar: la esclavitud era ya normal en los indios. No todos
los españoles eran encomenderos.
Los abusos provocan la reunión de las Juntas (Burgos l5l2 y
Valladolid l5l3). Termina en l542 con Carlos V. Se hizo la vista gorda y
dura casi un siglo más.
El repartimiento: Repartir tierras y adjudicación de indios en
calidad de fuerza de trabajo. Era una remuneración o premio otorgada a
los conquistadores. (Desastre demográfico). La encomienda, como tal, no
incluyó necesariamente la cesión de determinadas tierras de labranza.
Estas se obtenían a través de los "repartimientos". Debido a la enorme
extensión del continente americano, cuyas dimensiones parecían no tener
límites, el problema no era poseer títulos de tierras sino quien las
trabajara.
Para entender lo que fue una encomienda hay que tener presente que
todo súbdito de la Corona de Castilla, mayor de catorce años, debía
pagar tributos anuales al Rey. Desde el comienzo de la Conquista de
América, los indios fueron considerados tales y, por tanto, obligados a
tributar.
El sistema de encomiendas consistió en el derecho que adquiría un
colono de cobrar tributos a un determinado número de indios; un pequeño
porcentaje de lo recaudado era para la corona y el resto para el
encomendero cuya única obligación consistía en enseñar a sus indios
encomendados la doctrina cristiana.
Ahora bien, como éstos no tenían donde pagar tributos, hubieron de
cumplir dicho deber aportando su trabajo, ya sea en labores agrícolas o
en las minas, según cuáles fuesen las actividades en que estaba empeñado
el encomendero.
La situación de estos hombres en muy poco se diferenció de la de
los esclavos. Teóricamente estaba prohibido reducir a esclavitud a los
indios en América, por disposición de la Reina Isabel. Sin embargo, en
la práctica el sistema de encomiendas equivalió a lo mismo: los indios
perdían su libertad y quedaban a merced de la voluntad de sus amos
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 44
debiendo obedecerles bajo la amenaza del látigo. La gran ambición de
todo colono era reunir méritos para ser designado encomendero. De lo
contrario, carecía de mano de obra para realizar sus proyectos.
Es fácil imaginarse los medios empleados por los encomenderos para
obligar al indígena a cumplir las faenas que se le asignaban. Estos se
resistían a menudo violentamente y muchos huían. La persecución fue
implacable. Uno de los oficios lucrativos en América fue internarse en
bosques y montañas a fin de capturar indios. Era práctica frecuente
atacar sorpresivamente, antes del amanecer, las aldeas indígenas y
apoderarse de toda la población, hombres, mujeres, niños y ancianos. Se
les marcaba la cara con un hierro candente y ya nunca más podrían
disimular su condición de sometidos al hombre blanco. Los cautivos eran
entregados a los encomenderos.

2. 21 DE DICIEMBRE DE l5ll. FECHA CLAVE DE LA AMERICANIDAD

2.1. PEDRO DE CORDOBA Y SU COMUNIDAD EN SANTO DOMINGO


Puede afirmarse que fue la primera comunidad evangelizadora de las
Indias y una de las de mayor repercusión social en la historia de las
misiones cristianas. Una de las primeras denuncias evangélicas a favor
de los derechos humanos de los indios salió de su seno y su eco sigue
resonando.
Contaba 28 años de edad, cuando en 1510, se embarcó para la Indias
en calidad de superior de otros tres religiosos, siendo los primeros
dominicos que fueron al Nuevo Mundo. Eran Antonio de Montesinos,
Bernardo de Santo Domingo y el cooperador Fray Domingo. Dos cosas había
que salvar: la autenticidad del anuncio del Evangelio y la fidelidad al
carisma dominico mediante la estricta observancia regular. El primer
convento fue una choza y paja y bastó. Al año siguiente llegaron dos
expediciones, y el número de frailes predicadores llegó a quince.
Poco tiempo necesitaron para darse cuenta de la grave opresión a
que eran sometidos los indios. En conciencia se creyeron en el deber de
denunciarlo. La Comunidad estudió la situación, redactó la denuncia y
asumió la responsabilidad.
Todos los historiadores mencionan la famosa predicación,
pronunciada en la isla La Española por el dominico, Antonio Montesinos,
como el principio de una protesta pública. A ésta se unirá el clamor de
miles de otras voces como un eco ensordecedor. Fue la voz profética de
la Iglesia en América durante el siglo XVI y, sin duda, constituyó su
mayor timbre de gloria marcando un camino claro para las futuras
generaciones.
Ocurrió un domingo, el de 2l de diciembre, cuarto de Adviento. El
evangelio del día era el de Mt 3,3."Ego vox clamantis in deserto". "Yo
soy la voz del que clama en el desierto". "Fecha esencial en la historia
de América, uno de los grandes sucesos de nuestra historia espiritual"
(P. Enríquez Ureña).
Montesinos pronuncia el sermón fustigando "con palabras muy
pugnitivas y terribles" (Las Casas), la conducta de los encomenderos.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 45
"Todos estáis -tronaba- en pecado mortal y en él vivís y morís, por
la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid
¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tal cruel y horrible
servidumbre apuestos indios? Con que auctoridad habéis hecho tan
detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras
mansas y pacíficas...? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados,
sin dalles de comer, ni curallos en sus enfermedades?... ¿Y qué
cuidado tenéis de quien los doctrinen y cognozcan a su Dios y
Criador, sean baptizados, oigan misa, guardes las fiestas y
domingos? Estos ¿no son hombres?... ¿No sois obligados a amallos
como a vosotros mismos?” (LAS CASAS, Historia de las Indias III, 4,
BAE, 96,l76).
Les recordó que ellos habían cruzado los mares para cumplir a tarea
del Papa: la evangelización. Ellos con su conducta se habían convertido
en el mayor obstáculo para la fe.
El sermón había sido cuidadosamente redactado de antemano y con la
firma de todos los misioneros. Los encomenderos con Diego de Colón a la
cabeza atónitos. Los dominicos, dirigidos por su vicario, Pedro de
Córdoba, niegan la absolución a los encomenderos hasta que pusieran en
libertad a los indios.
Los encomenderos protestan ante el rey Fernando. Este llama la
atención a los frailes. Va a España Montesinos a defender la causa. El
rey Fernando lo recibió y a fin de que se discutiesen las razones de
ambas partes fueron convocados los principales teólogos, canonistas y
juristas en las Juntas de Burgos y Valladolid.

2.2. JUNTAS DE BURGOS Y VALLADOLID


Junta de Burgos de l5l2. Acordó lo siguiente:
- Que "los indios son libres" y como libres deben ser tratados.
- "Que sean instruidos en la fe... como el papa lo manda" y con la mayor
diligencia.
- Que se les podrá hacer trabajar, mas no con trabajos demasiado duros y
que impidan la evangelización.
- "Que tengan casas y hacienda propia" y se les dé tiempo para que
puedan labrar su hacienda.
- "Que por su trabajo se les de salario conveniente".
Junta de Valladolid de l5l3. De allí salieron nuevas leyes
humanitarias en favor de las mujeres indias, casadas y solteras, de los
niños menores de l4 años, de los huérfanos, etc...Se tocó el punto de la
licitud de las guerras de conquista, y como una forma de descargar sus
conciencias se aprueba el "Requerimiento".

3. LA BULA "SUBLIMIS DEUS" DE PAULO III, l537


Con el Papa Paulo III el emperador tuvo problemas de importancia.
Este Papa fue el que convocó el Concilio de Trento. A raíz de informes
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 46
directos y detallados que había recibido acerca del maltrato del cual
eran objeto los indígenas promulgó la trascendental Bula Sublimis Deus
el año 1537. Constituye la mayor defensa hecha por Roma de los
aborígenes de América.
La bula en sí no dice nada nuevo de lo que protestaban los
misioneros, ni de las reflexiones de los teólogos, ni de la mixta
legislación de la Corona. La bula recoge todo esto y lo sanciona con la
autoridad pontificia.
Desde l5l7 los dominicos de La Española insisten en que personas
bien informadas refieran al Papa la situación. El obispo de Tlaxcala,
Julián Garcés OP escribe una carta a Paulo III. Fray Bernardino de
Minaya viaja a Roma. Ambos quieren obtener un pronunciamiento escrito en
favor de los indios. Profundamente conmovido, Paulo III promulgó y firmó
varios documentos importantes relacionados con los habitantes de
América. El más importante de ellos el la Bula Sublimis Deus cuyos
puntos más importantes son:

• Plena Dignidad humana del indio.

• Su derecho a la libertad y a poseer.

• Son capaces de recibir la fe.


Los informantes del Papa eran testigos oculares de los hechos
relatados, ya que ambos misioneros habían trabajado muchos años en las
Indias.
Además de este Bula, el Papa envió al Cardenal español Tavera un
breve, el “Pastorale Officium” documento en el cual le exhorta a
oponerse con energía a los que intenten reducir a esclavitud a los
indios y emplear el recurso de la excomunión con quienes desobedezcan.
Como podemos imaginar, estos documentos, no fueron en absoluto del
agrado del Emperador. En cuanto los leyó prohibió su divulgación en
América. Según el Patronato todo documento papal tenía que tener el pase
regio para ser publicado y difundido y por lo tanto el emperador no
podía tolerar que el Papa se entrometiera en asuntos que él consideraba
de su competencia. A este punto habían llegado las cosas: los Reyes de
España no aceptaban que el Papa ejerciera su autoridad sobre la Iglesia
en América. Veamos las órdenes que el Emperador dirigió a las
autoridades españoles en nuestro continente, a raiz de los documentos de
Paulo III.
Si algunas Bulas o Breves se llevaren a nuestras Indias... de
cualquier cualidad que sean, si no constara que han sido
previamente presentadas a nuestro Consejo de Indias y pasadas por
él, mandamos a los Virreyes, presidentes y oidores de la Real
Audiencia, que los recojan todos de manos de cualquier persona. Si
vistos por nuestro Consejo, fueran tales que deban ser ejecutadas,
que lo sean; teniendo inconveniente, que se obligue a suspender su
ejecución; y se suplique a nuestro muy Santo Padre, que siendo
mejor informado los mande revocar”.
De hecho, el breve Pastorale Officium debió ser revocado por el
Papa y la Bula Sublimis Deus encontró graves dificultades para ser
conocida en nuestro continente. Los misioneros debieron sacar
incontables copias manuscritas para luego distribuirlas por todas partes
ya que la Bula constituía un sólido respaldo a favor de los indios. El
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 47
P. Minaya, por el hecho de haber presentado su informe al Papa acerca de
la verdadera situación de los aborígenes, debió surir dos años de cárcel
por orden del Emperador. Uno de los mayores propagandistas de esta bula
fue Bartolomé de las Casas.

4. BARTOLOME DE LAS CASAS: VIDA, OBRA Y PENSAMIENTO


4.1. RASGOS DE SU VIDA
La obra de las Casas no surge y se agiganta como un caso aislado;
necesitaba de un clima y de un ambiente. Ese fue el de los teólogos
dominicos.
Sus viajes: "Yendo de las Indias a Castilla y de Castilla a las
Indias muchas veces, por sólo Dios y por compasión de ver perecer tantas
multitudes de hombres racionales". Ocho veces cruzó el Atlántico.
Sus enemigos: Fernández de Oviedo, el obispo Fonseca y Sepúlveda.
Fernández de Oviedo, hostil a las Casas celebraba con estas expresiones
la extinción paulatina de los indios: "Ya se desterró Sathanás desta
Isla (Española), ya cesó todo con cesar y acabarse la vida a los más de
los indios".
"La Destruyción" o mejor dicho "Brevisima relación de la destrui-
ción de las Indias" (l54l). Pequeña obra con el relato de todas las
tropelías, reales o imaginarias, de los invasores, que causa "estupor
como un rayo": la obra devastadora en las Antillas, Yucatán, Méjico,
Venezuela, Perú, Nueva Granada; arsenal de la "Leyenda Negra". Y sin
embargo la obra se imprimió con autorización real, lo que honra a
España. Esta obra estaba dedicada al príncipe Felipe y Las Casas leyó un
resumen en la Corte. Poco después era nombrado obispo.
Su conversión en l5l4: Tiene 40 años e influyen dos hechos. El
primero la denegación de la absolución por parte de los dominicos porque
era encomendero. El segundo, la lectura de un texto del libro del
Eclesiástico que chocaba frontalmente con su práctica de conquistador y
de opresor de los indios:
"Sacrificios de posesiones injustas son impuros,ni son aceptados
los dones de los inicuos; el Altísimo no acepta las ofrendas de los
impíos, ni por sus muchos sacrificios les perdona el pecado; es
sacrificar un hijo delante de su padre quitar a los pobres para
ofrecer sacrificio. El pan de la limosna es vida del pobre, el que
se lo niega es homicida; mata a su prójimo quien le quita el
sustento, quien no paga el justo salario derrama sangre"(Eclto, 34,
l8-22).
La esclavitud de los negros. En un momento piensa que los negros
pueden realizar trabajos más duros que los indios, como gente
acostumbrada al esfuerzo físico. Menciona un uso ya admitido en su
tiempo, y justifica la esclavitud como una medida temporal. Aunque
después se acusó de esto humildemente y lo combatió de modo parecido a
como lo hizo con la esclavitud o trabajo forzado de los indios, aunque
con menos insistencia.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 48
4.2. LA ANTITESIS SEPULVEDA-LAS CASAS
l. Juan Ginés de Sepúlveda famoso humanista y jurista intentó
publicar la obra "Demócrates o sobre las justas causas de guerra con los
indios". Pero no se lo permitieron y eso que apoyaba la línea que hoy
llamaríamos imperialista. Toma Sepúlveda la conquista en sentido místico
de la palabra (Chenú). Nunca defendió que el indio no fuera hombre, sólo
habla de su atraso. Condena como robo lo que los españoles han quitado a
los indios, fuera del derecho de guerra.
A pesar de que consiguió la aprobación romana sí es cierto que
estaba a favor de formas más o menos claras de esclavitud, de no tener
en gran estima a los indios, de las facilidades para conceder guerras
justas, y de imponer a los vencidos, especialmente a los llamados
"bárbaros" condiciones muy duras.
La polémica no habría sido tan sonada si no hubiese intervenido Las
Casas. En la Junta de Valladolid el emperador convoca a los dos
contendientes ante un tribunal de l4 maestros, muchos de ellos
dominicos, presididos por Domingo de Soto.
2. Las Casas rebate las tesis y asienta estos principios: La
Iglesia no tiene derecho alguno al castigo temporal por los pecados de
los hombres; el poder del Papa no se dirige a aumentar el poder del
príncipe sino a fomentar y coordinar la evangelización, que puede
encomendar al celo religioso de los reyes cristianos merced a los medios
que poseen. Hay que reconocer la autonomía política de los indios aunque
sean idólatras o sodomitas. El rey de España sería para ellos como el
emperador germánico para los reyes europeos, una especie de supremo
confederador. Si los indios no quieren reconocerlo como tal, no se podrá
obligarlos a ello mientras sean paganos; si se convierten, ellos
tendrían una cierta obligación de vasallaje en agradecimiento por la fe
recibida. (Cfr. Lopetegui 85-9O).
3. Opiniones comunes. La posición de Las Casas es clara. A nosotros
nos parece hoy lógica y evidente, pero no era así en el siglo XVI.
Veamos dos ejemplos:
El primero es de J. Maior (teólogo importante, de origen escocés
que ocupó la cátedra de París y desde ella justificó la conquista
europea de la Indias y el sometimiento de sus habitantes. Maior decía:
"el primero en ocupar aquellas tierras, puede en derecho gobernar a
las gentes que las habitan. En el libro primero de la política,
tercero y quarto, dice el filósofo Aristóteles que no hay duda en
que unos son por naturaleza esclavos y otros libres, y que determi-
nadamente eso es provechoso para algunos, y que es justo que unos
manden y otros obedezcan, y que en el imperio, que es como
connatural, uno ha de mandar y, por tanto dominar, y otro
obedecer". (Citado por LETURIA "Maior y Vitoria ante la conquista
de América" en Anuario de la Asociación Francisco de Vitoria, l932,
vol. III, 24)
El segundo es de Sepúlveda, quien como para otros muchos teólogos
de su tiempo:
"con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre esos
bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en
prudencia, ingenio y toda clase de virtudes y humanos sentimientos
son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos,
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 49
las mujeres a los varones, los crueles e inhumanos a los extremada-
mente mansos, los exageradamente incontinentes a los continentes y
moderados, finalmente cuanto estoy por decir los monos a los
hombres" ( SEPULVEDA, Demócrates II, C.S.I.C. Madrid, l986, 33).
El tercero Francisco de Vitoria, considerado por muchos como el
mejor teólogo del siglo XVI, hombre formado en París, maestro en
Salamanca y considerado como el verdadero fundador del Derecho
Internacional. El era tomista y un hombre muy equilibrado, pero así y
todo su juicio sobre esta cuestión no escapa a la mentalidad dominante
en su tiempo. Aunque él presenta sus ideas como hipótesis afirma:
"Esos bárbaros, aunque como se ha dicho no sean del todo incapaces,
distan sin embargo tan poco de los retrasados mentales que parece
que no son idóneos para constituir y administrar una república
legítima dentro de límites humanos y políticos".
"Podría entonces decirse que para utilidad de ellos pueden los
reyes de España encargarse de la administración y gobierno de
aquellos bárbaros, nombrarles ministros y gobernadores para sus
pueblos, y aún darles nuevos príncipes mientras constase que era
conveniente para su bienestar".(VITORIA, Relectio de Indis, CSIC,
Madrid, l967, 97)

4.3. INTENTOS DE UNA EVALUACION


l. Coherencia: Es el hombre de la coherencia en torno a un gran
ideal. Casi con 9O años le decía a su confesor P. Ladrada, en Sevilla
hablando de sí mismo:"¡Cuidado, obispo. Tened cuidado de ir al infierno
si no os ocupais de esos pobres indios, como estais obligados en
conciencia!"
2. Intrepidez y libertad espiritual. Se le escribe desde Indias que
la situación ha mejorado y que los tributos ya no se imponen
tiránicamente. Responde: "Importa poco al derecho que esos tributos sean
o no tiránicos, pues si se determina lo que un ladrón puede llevarse, no
por eso dejará de ser menos ladrón".
Lee el evangelio textualmente. Ante él emerge la dignidad del
hombre: son incompatibles el Evangelio y la violencia.
3. Juicio a su obra. En su tiempo como hoy es signo de contradic-
ción, no porque se esté en desacuerdo con sus ideales, sino por el
enormismo y tremendismo que unos le achacan o por el profetismo que
otros ensalzan.
Defensores (a veces incodicionales) Bataillón, Pérez de Tudela,
Giménez-Fernández, Hanke, Dussel.
Críticos ( a veces avinagrados) Bayle SJ, Fray Toribio de Benavente
-Motolinia-, Menéndez Pidal.
4. Motivos de los reproches.
- Su visión parcializada que lo hace sospechoso históricamente. Un
cierto maniqueísmo (los buenos los indios, los malos los españoles. Las
víctimas son millones y él lo ha visto).
- Incoherencias de pensamiento. Sepúlveda habla de la enormidad y
barbarie de los sacrificios humanos. Las Casas no parece razonar
correctamente, y tanto que él clama contra el menor derramamiento de
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 50
sangre.

-"Inventa crímenes, multiplica millones (...) y mancha de sangre


las más excelsas páginas de la historia de España"(Mahn-Lot). No puede
hablarse de destrucción cuando el mestizaje varía en América entre el 3O
y el 8O%.

-Menéndez Pidal ( El Padre Las Casas, su doble personalidad, Espasa


Calpe, Madrid l963) pretende demostrar que Las Casas sufría de
paranoia(delirios de persecución, grandeza, etc.) Esta tesis levantó una
gran polémica y fue violentamente combatida por eruditos españoles y
extranjeros (Venancio Carro, Giménez-Fernández, Hanke, Bataillón).¿Hasta
qué punto puede ser creíble todo cuando él es el testigo y parte?Uno de
sus admiradores Hanke dice: "La historia de la exageración humana
muestra pocos ejemplos como la 'Apologética Historia". Enjuicia a la
Destruyción: "Acredita a las Casas como escritor polémico, pero no como
historiador" (Hanke. La lucha por la justicia en la conquista de
América, Buenos Aires, l949 ).

Congar habla de los peligros objetivos de unilateralidad que pueden


verse expuestos los auténticos profetas.

-Padre de la Americanidad.

Las Casas no ha de ser juzgado como historiador, sino como


profeta.Su enormismo es de género apocalíptico. Se atropella al hombre y
él sale en defensa del hombre. La España católica de su tiempo descubrió
en Las Casas al profeta, y por eso el Consejo de Indias, frente a los
ataques que le hacía un escritor respondió:"Que al obispo , don fray
Bartolomé de las Casas, no se había de contradecir, sino comentarle y
defenderlo".
ANEXOS TEMA 4

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS


“BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUICIÓN DE LAS INDIAS” (1552)

Descubriéronse las Indias en el año de mil y cuatrocientos y


noventa y dos. Fuéronse a poblar el año siguiente cristianos españoles,
por manera que ha cuarenta e nueve años que fueron a ella cantidad de
españoles; e la primera tierra donde entraron para hecho de poblar fue
la grande y felicísima isla Española, que tiene seiscientas leguas en
torno. Hay otras muy grandes e infinitas islas alrededor, por todas las
partes della, que todas estaban e las vimos las más pobladas e llenas de
naturales gentes, indios dellas, que puede ser tierra poblada en el
mundo. La tierra firme, que está de esta isla por lo más cercano
doscientas e cincuenta leguas, pocas más, tiene de costa de mar más que
diez mil leguas descubiertas, e cada día se descubren más, todas llenas
como una colmena de gentes en lo que hasta el año de cuarenta e uno se
ha descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el
golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano.
Todas estas universas e infinitas gente a toto género crió Dios a
los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas
a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes,
más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bollicios, no
rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas,
que hay en el mundo. Son amimismo las gentes más delicadas, flacas y
tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más
fácilmente mueren de cualquier enfermedad, que ni hijos ni príncipes e
señores entre nosotros, criados en regalos e delicada vida, no son más
delicados que ellos, aunque sean de los que entre som del linaje de
labradores.
Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer
de bienes temporales; e por esto son soberbias, no ambiciosas, no
cubdiciosas. Su comida es tal, que la de los sanctos padres en el
desierto no parece haber sido más estrecha ni menos deleitosa ni pobre.
Sus vestidos, comúnmennte, son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, e
cuando mucho cúbrense con una manta del algodón, que será como vara y
media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una
estera, e cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en
lengua de la isla Española llamaban hamacas.
Son eso mesmo de limpios e desocupados e vivos entendimientos, muy
capaces e dóciles para toda buena doctrina; aptísimos para recibir
nuestra sancta fe católica e ser dotados de virtuosas costumbres, e las
que menos impedimientos tienen para esto que Dios crió en el mundo. Y
son tan importunas, que desde que una vez comienzan a tener noticia de
las cosas de la fee, para saberlas, y en ejercitar los sacramentos de la
Iglesia y el culto divino, que digo verdad que han menester los
religiosos, para sufrillos, ser dotados por Dios de don muy señalado de
paciencia; e, finalmente, yo he oído decir a muchos seglares españoles
de muchos añas acá e muchas veces, no pudiendo negar la bondad que en
ellos veen: “ciertas gentes eran las más bienaventuradas del mundo si
solamente conocieran a Dios”.
En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su
Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles, desde luego que
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 52
las conocernos, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días
hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte,
hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despodazallas, matallas,
angustiallas, afligillas, atormentallasy destruillas por las estrañas y
nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leidas, ni oídas maneras
de crueldad, de las cuales, algunas pocas abajo se dirán, en tanto
grado, que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de animas que
vimos, no hay dos de los naturales de ella doscientas personas. La isla
de Cuba es casi tan luenga como desde Valladolid a Roma: está hoy cuasi
despoblada. La isla de San Juan e la de Jamaica, islas muy grandes e muy
felices e graciosas, ambas están asoladas. Las islas de Lucayos, que
están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del Norte, que son
más de sesenta son las que llamaban de Gigantes e otras islas grandes e
chicas, e que la peor dellas es más fértir y graciosa que la huerta del
rey de Sevilla, e la más sana tierra del mundo, en las cuales había de
quinientas mil ánimas, no hay hoy una sola criatura. Todas las mataron
trayéndolas e por traellas a la isla Española, después que venían que se
les acababan los naturales della. Andando un navío tres años a rebuscar
por ellas la gente que había, después de haber sido vendimiadas, porque
un buen cristiano se movió por piedad para los que se hallasen
convertillos e ganallos a Cristo, no se hallaron sino once personas; las
cuales yo vide. Otras más de treinta islas, que están en comarcas de la
isla de Sant Juan, por la misma causa están despobladas e perdidas.
Serán todas estas islas, de tierra, más de dos mil leguas, que todas
están despobladas e desiertas de gente.
De la gran tierra firme somos ciertos que nuestros españoles por
sus crueldades y nefandas obras han despoblado y asolado y que están hoy
desiertas, estando llenas de hombres racionales, más de diez reinos
mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en ellos, y más
tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil
leguas.
Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los
dichos cuarenta años por las dichas tiranías e infernales obras de los
cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos de ánimas,
hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme,
que son más de quince cuentos.
De maneras generales y principales han tenido lo que allá han
pasado que se llaman cristianos por estirpar y raer de la hez de la
tierra a aquellas miserables naciones. La una, por injustas, crueles y
sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos
los que podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de
los tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los
hombres varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino
los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura horrible y áspera
servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieran ser puestas. A
estas dos maneras de tiranía infernal se reducen e se resuelven
subalternan como a géneros todas las otras diversas y varias de asolar
aquellas gentes que son infinitas.
La causa por que han muerto y destruido tantas e tan infinito
número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin
último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a
estados muy altos e sin proporción de sus personas; conviene a saber,
por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor
que en el mundo se pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan
ricas, e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles
asubjectarlas; a las cuales no han tenido más respecto ni dellas han
hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto
todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 53
que a como bestias las hubieran tractado y estimado), pero como menos
que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus
ánimas, e por esto todos los números e cuentos dichos han muerto sin
fee, sin sacramentos. E esta es una muy notoria y averiguada verdad, que
todos, aunque sean los tiranos y matadores, la saben e la confiesen: que
nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos,
antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas
veces hobieron recibido ellos o sus vecinos muchos males, robos,
muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos.

CERCA DE LAS CONQUISTAS Y DESCUBRIMIENTOS


Es término o nombre conquista para todas las tierras y reinos de
las Indias descubiertas y por descubrir, es término y vocablo tiránico,
mahoméico, abusivo, impropio e infernal. Porque en todas las Indias no
ha de haber conquistas contra moros de África o turcos o herejes que
tienen nuestras tierras, persiguen los cristianos y trabajan de destruir
nuestra sancta fe, sino predicación del Evangelio de Cristo, dilatación
de la religión cristiana y conversión de ánimas, para lo cual no es
menester conquista de armas, sino persuasión de palabras y dulces y
divinas, y ejemplos y obras de sancta vida. Y, por tanto, no son
menester los condenados requerimientos que hasta agora se han hecho, ni
esta negociación no se ha de llamar conquista, sino predicación de la fe
y conversión y salvación de aquellos infieles que están aparejados sin
tardanza alguna para recibir a Jesucristo por universal Criador, y a su
Majestad por católico y bienaventurado Reay; y éste es un propio y
cristiano nombre deste negocio de las Indias.
Las tierras y gentes que están por descubrir y son totalmente
incógnitas por mar y por tierra, bien es que Su Majestad a su costa
siempre tenga navíos que las descubran, enviando en ellos seis señalados
religiosos y veinte o treinta marineros, no cualesquiera, sino escogidas
personas con un capitán. Y descubierta cualquiera tierra, tomen la
posesión jurídicamente, porque ningún rey cristiano se pueda entremeter
con derecho en ella. Y en lo que toca a saltar en tierra y tractar con
las gentes de ella, no se haga cosa que no sea con parecer y
determinación de los religiosos. Y llevarán resgates o del Rey o de
compañía de las personas que allí fueren para resgatar, y de los que se
hobiere podrá su Majestad pagar o ayudarse para pagar los gastos. Y
llevan cierta cantidad para que se den parte de Su Majestad a los
señores y principales, para que se inclinen y animen a le amar y desear
cognoscer y servirle. Y, sobre todo, han de trabajar de dejarlos muy
contentos y amigos, y no darles chica ni grande ocasión de escándalo ni
desabrimiento, mandando su Majestad que el que lo diere incurra en muy
grandes penas. Y si a los religiosos pareciera que se deben quedar en la
tierra como apóstoles de Dios, quedarse han, y el navío se tornará a dar
las nuevas a la Audiencia real que lo hobiere despachado, para que de
allí se haga saber a Su Majestad.
Cuanto a las tierras descubiertas ya, que no penetradas y que no se
saben las gentes y secretos que en ellas hay, comiéncense a convertir y
a ganar por religiosos, con predicación y buenas obras y ejemplos,
dándoles dádivas y dones de resgates de parte de su Majestad. Y después
de quitado el horror y miedo que tienen de las crueldades e infamias de
los cristianos, comenzarán a contractar los cristianos con ellos, por
vía de resgates, comercio o contractación, y así cobrarán amor y amistad
con ellos. Y comenzado desde la más propincua provincia o pueblo de
cristianos esa conversación y predicación y pacificación, podrán, el
tiempo andando, hacer pueblos de cristianos más adentro de la tierra,
según la disposición y felicidad y riqueza hobiere en la tierra, hasta
que se cundan y penetren todas las entrañas de la Tierra Firme y se
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 54
traigan las gentes de ellas al cognoscimiento de su Dios y nuestro y a
la subjección y señorío de Su Majestad, según que más largamente dejimos
en los remedios de ella. Desde la isla de la Trinidad se ha de comenzar
esta predicación y conversión para muy muchas leguas de tierra, y desde
Cumaná, que es en las Perlas, y desde el Cabo de la Vela, y desde
Venezuela y las otras poblaciones que por allí hay, y desde el Nuevo
Reino de Granada, tirando aquellos tiranos que allí agora destruyen y
asuelan aquellas tierras y gentes; y desde Natá, por la Costa del Sur, y
desde Nicoya, y por Nicaragua; y en el Perú, por las partes
convenientes, y así en todos los otros reinos de Tierra Firme. Haste de
mandar, con grandes penas y rigor ejecutándolas, que nadie haga
escándalo, ni mal, ni daño a los indios por ninguna manera.

Las tierras donde están capitanes conquistando, con quien su


Majestad con falsas informaciones tomó asiento y hizo capitulación como
ellos están matando, y robando y destruyendo, y escandalizando aquellas
gentes inocentes, y por consiguiente, inexplicablemente ofendiendo a
Dios y sirviendo a Su Majestad, conviene que Su Majestad luego les mande
cesar de las dichas injustas guerras y tiranías que hacen, y que si es
tierra para poblar, pueblen en ella, trabajando de apaciguar los indios
cuanto les fuere posible, y vivir allí por vía de resgates y
contractación hasta que Su Majestad lo que fuere su servicio provea, y
si no quisieren poblar, se salgan luego de la tierra y se vayan a poblar
cualquiera de las otras povincias donde cristianos españoles hobiere. Su
Majestad no es obligado a guardar ni cumplir alguna ni ninguna de las
dichas capitulaciones ni asientos: lo uno porque son fundadas en falsas
y malas informaciones; y, por consiguiente, son invalidas de derecho. Lo
otro, porque se ejercitan los que las tomaron en grandes ofensas de Dios
y pecados mortalísimos y en destruición de aquellas gentes y del
patrimonio y señorío real de Su Majestad.
TEMA 5. FRANCISCO DE VITORIA
Dice Chenú que es una prueba manifiesta del genio de España que
haya podido despertar al mismo tiempo dos personalidades de tal valor:
el apóstol inflamado por un genio ardiente por esos indios recientemente
descubiertos, que convertía en fuego toda leña en su lucha (Las Casas) y
el pensador académico, viviendo en el claustro, agitando problemas
fundamentales y elevándose a conclusiones tan convincentes, que en el
cuarto de siglo que siguió a su muerte, toda España debía adoptarlas. Al
situar a estos dos hombres en la construcción de la Iglesia observamos
la cohesión entre los carismas de un profeta y un teólogo. Sin duda el
uno no habría podido tener verdad y eficacia sin el otro

1. SU VIDA
Nace en Burgos en l483 y muere en Salamanca en l546. En l5O5
ingresa en el convento dominicano de San Pablo de Burgos donde estudia
Filosofía. Tres años más tarde marcha a París donde termina la Filosofía
o Arte y completa sus estudios de Teología hasta alcanzar el doctorado
en l522.
En París, Crockaert le encomendó la dirección de los trabajos de
impresión de la "Secunda Secundae" en l5l2. Fue la primera edición de la
Suma Teológica de Sto Tomás impresa en Francia. En l5l3 comenzó su
enseñanza de la teología en la Universidad de París hasta l523 en que
regresa a España y es nombrado profesor del colegio de S. Gregorio de
Valladolid.
En l526 obtiene por oposición la cátedra de Prima de Salamanca, la
más importante de teología en España por entonces. Tenía 43 años.
Fue designado teólogo del Concilio de Trento por el emperador
Carlos V y por el Papa Paulo III ("de cuius singulari doctrina celebris
apud nos fama personat").
En vida gozó de un prestigio enorme por su ciencia y su método
pedagógico. El mismo reconoce sus cualidades:"El maestro Astudillo sabe
más que yo, pero no lo vende tan bien como yo". Melchor Cano, su más
aventajado discípulo decía: "El maestro Vitoria podrá tener discípulos
más sabios que él, pero diez de los más doctos no enseñarán como él".
"Si algún día Vitoria se decide a escribir, su fama colmará el mundo.
Ignora Salamanca el tesoro que posee" (Clenardo, humanista flamenco).
"Vitoria es una especie de milagro de la naturaleza" (Vaseus, humanista
flamenco). "Aquel sumo maestro de la teología que España recibió como
singular don de Dios" (Melchor Cano). "Enseñó de viva voz como otro
Sócrates" (Domingo Bañez).
Renovó la enseñanza de la teología. El primero en dictar sus clases
(en contra de las leyes académicas que lo prohibían severamente), y el
que introduce definitivamente como texto de teología la Suma Teológica
de Sto Tomás.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 56
2. VITORIA Y LA PROBLEMATICA INDIANA
A pesar de que Vitoria fue un hombre de cátedra, estuvo muy
informado de la realidad americana. De su convento de S. Esteban en
Salamanca salieron los primeros dominicos en l5lO a América. A este
convento llegaban los ecos de las nuevas fundaciones y conversiones.
Este es el origen histórico de las "Relecciones" o conferencias
magistrales y solemnes. Cuando Vitoria llegó a Salamanca ya se encontró
con una tradición clara y firme sobre la libertad de los indios.
Vitoria escribe las dos Relecciones sobre los indios ("De Indis" y
"De Iure Belli") entre los años l538-39, y la primera razón que aduce
para enfrentarse al problema es la falta de claridad en estos asuntos,
pese a las protestas de los monopolistas de las cuestiones americanas.
Estas conferencias o reelecciones le harán que sea reconocido como el
fundador del derecho internacional.
En una carta de respuesta al P. Arcos sobre los problemas de los
conquistadores del Perú o "peruleros" nos dice:
"Cuanto al caso del Perú, digo a V. P. que ya tam diutinis studiis,
tam multo uso, no me espantan ni embarazan las cosas que vienen a
mis manos, excepto trampas de beneficios y cosas de Indias, que se
me hiela la sangre en el cuerpo en mentándomelas... Lo mismo
procuro hacer con los peruleros, que aunque no muchos, pero algunos
acuden por aqcá. No exclamo, nec excito tragoedias contra los unos
y contra los otros sino ya que no puedo disimular, ni digo más sino
que no lo entiendo, y que no veo bien la seguridad y justicia que
hay en ello, que lo consulten con otros que lo entiendan mejor. Si
lo condenais así ásperamente, escandalízanse; y los unos allegan al
Papa y dicen que sois cismático porque poneis en duda en lo que el
Papa hace; y los otros allegan al Emperador, que condenáis a Su
Majestat y que condenáis la conquista de las Indias, y hallan quien
los oiga y favorezca (De Indis, CHP V, CSIC, Madrid l967, pp. l37-
39).
"Al leer a Vitoria se siente que está penetrado de la grandeza que
Dios mismo ha puesto en este simple título: ser hombre. Y por esto
es el más grande moralista de la colonización entre los grandes
españoles del s. XVI" (CRISTIANI, en Historia de la Iglesia, de
FLICHE-MARTIN, XVII, 463.
Sin embargo, su búsqueda de la verdad pronto va a presentar
suspicacias y recelos de parte de las Autoridades. En el mismo año de la
lectura pública de la relección De Indis, el emperador intenta hacerle
callar.(Cfr. De Indis, CHP V, p. l52-53).
Por otro lado, tampoco las autoridades eclesiásticas están
tranquilas. En la relección "De Potestate Ecclesiae" Vitoria propone que
en el caso extremo de abusos de poder en la Iglesia los obispos deberían
ponerse de acuerdo para resistir y oponerse a esos abusos. La razón
aducida por el teólogo salmantino es clara: el papa dentro de la Iglesia
es como el príncipe dentro de la república temporal; se puede resistir
al príncipe que lleva a la ruina a la república; se puede resistir al
papa que obra en contra de la Iglesia. Sixto V, autoritario y convencido
de su omnímoda potestad, sintió el mayor disgusto ante las formulaciones
valientes de Vitoria que parecían condicionar en algunos puntos la
posible voluntad caprichosa de los supremos jerarcas de la Iglesia.
En la edición del "Indice de los Libros Prohibidos" que se
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 57
preparaba para l590 aparecían como condenadas las "Relecciones"
vitorianas. Por influencia del rey esto no prosperó.
Su amor a la verdad y la justicia se impuso a toda clase de halagos
y amenazas. Su mentalidad teológica y moralista le obliga a aplicar los
principios tradicionales del tomismo a un hecho inédito: la conquista de
América. Quiere demostrar que su tesis se apoya totalmente en la
tradición cristiana e intenta darle una versión jurídica. Pero a pesar
de las apariencias Vitoria es original en la definición de su tesis
sobre la colonización. Vitoria quita valor y fuerza a los argumentos en
que se apoyaba el imperialismo cristiano. El emperador no era señor del
orbe. Aunque todos los indios no quisieran reconocer la soberanía del
Papa, no por eso se autorizaba a hacerles la guerra ni a apoderarse de
sus bienes. Tampoco el emperador -ni aún por delegación de Alejandro VI-
tenía autoridad para castigar los pecados que cometían contra la ley
natural. Era ilícito obligarles por la fuerza a convertirse a la
religión cristiana.
Vitoria fue descubriendo los fundamentos de una comunidad natural
de pueblos y en virtud de ella defendió el derecho de intervención al
servicio de la civilización. Si justificaba el dominio de España en
América, proclamaba al mismo tiempo los derechos de los pueblos indios
frente a España, como miembros iguales de la comunidad internacional. No
cabe duda de que tenía miedo a aparecer como revolucionario. Sabía que
su crítica, aunque positiva, podía provocar una reacción violenta, tanto
política como eclesiástica. Sin embargo su amor a la verdad y a la
justicia se impuso a toda clase de halagos y amenazas. Pero al mismo
tiempo enemigo de todo lo espectacular y de novedades peligrosas, supo
velar su tesis totalmente original y revolucionaria en la tradición de
la filosofía escolástica.

3. LAS “RELECCIONES” SOBRE LOS INDIOS


El entusiasmo que despertaron en España demuestra que el
pensamiento español no era uniformemente imperialista. El principio
fundamental que sostiene las tesis victorianas es la igualdad jurídica
de todos los pueblos.
l. El problema: enunciado en esta forma:
- ¿Con qué derecho han venido los indios en poder de los españoles? O
sea el derecho de España a la ocupación y soberanía de las Indias.
- ¿Qué potestad tienen los reyes de España sobre ellos en lo temporal y
en lo civil? O sea, sus relaciones de gobierno político, administrativo
y económico con los países ocupados.
- ¿Qué pueden los reyes o la Iglesia sobre ellos en lo espiritual y
religioso? O sea, principios para la obra de la evangelización de los
indios.
2. Títulos ilegítimos de ocupación, de conquista.
- El dominio universal del emperador.
- El dominio universal del Papa en lo temporal. El poder del Papa es
espiritual. Las bulas de Alejandro VI son un mandato misional.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 58
- La sola invención, descubrimiento u ocupación.
- La infidelidad. Se convierte con ejemplos y no con armas.
- La vida pecaminosa de los indios.
- La aceptación voluntaria del dominio español:tal aceptación no se da
en los indios atemorizados por las armas.
- Algunos suponen que Dios ha entregado a España esas tierras para
castigar los pecados de esos infieles.
3. Títulos legítimos
- La sociabilidad y comunicación natural entre los hombres. El destino
de la tierra a todos los hombres es anterior a las divisiones
artificiales políticas.
- El derecho que tienen los cristianos de predicar y anunciar el
Evangelio.
- Defensa de los que se han convertido o pactos de alianza.
- Si una parte de los bárbaros se hubiera convertido puede el Papa por
causa justa, pídanlo ellos o no, darles un príncipe cristiano y
quitarles los otros príncipes infieles, en caso de peligro de apostasía
(este título es calificado de flojo y supone la teoría del poder
indirecto del Papa en lo temporal).
- La defensa de las personas inocentes, como son las víctimas de la
antropofagia, etc...
- Una verdadera y voluntaria elección de los indios en favor del rey de
España.
- La defensa de los amigos y aliados, como ocurrió cuando los
tlaxcaltecas se aliaron con Cortés contra los aztecas.
- Un título dudoso: cuando los bárbaros, a causa de su retraso jurídico
y humano, parece que necesitan de otro país civilizado que les gobierne
(Tesis de Obando (l560): "al niño hay que forzarlo para que sea bueno").
Nota: Vitoria está considerando el caso concreto de su época, es decir
el de España y el Nuevo Mundo. Por eso circunscribe a estos dos pueblos
todo el problema:"Hispani-Barbari".
4. Notas complementarias.
- Debe tenerse en cuenta datos como el clima espiritual (reforma,
renacimiento de los estudios teológicos) y el clima de ideas (el
problema indiano que se va presentando ya en toda su crudeza)
- Vitoria parte del hecho ya consumado de la ocupación de las Indias,
pero insiste en que el problema no está cerrado a posteriores debates.
- Vitoria supone que pudo haber causas legítimas de conquista y que la
Corona española lo hizo en buena fe.
- Tener en cuenta el orden lógico de la discusión. Vrg. del primer
título legítimo se derivan los restantes.
- Vitoria estudia el problema de las Indias no sobre el cómo se había
llevado a cabo la conquista, sino sobre la actual realidad. En tales
circunstancias el retiro de España traería perjuicios demasiado graves
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 59
para España y para los naturales de las Indias ya convertidos.

4. LA ESCUELA DE SALAMANCA Y SU INFLUENCIA


Se ha hablado de la dictadura intelectual de Vitoria (Cfr. URDANOZ,
Obras de Francisco de Vitoria, BAC, p. 506 ss.). Recibieron su
influencia insignes teólogos dominicos como Domingo Soto, Melchor Cano,
Domingo Báñez y teólogos jesuítas como Salmerón, Valencia, Molina,
Suárez. Dominicos y jesuítas añaden matices a la doctrina de Vitoria, y
en algunos puntos discrepan.
No hay duda que la defensa que hizo de los indios repercutió de
forma práctica en América. Ya en vida fue consultado sobre problemas
prácticos indianos, pero sobre todo influenció con sus discípulos,
muchos de los cuales pasaron como misioneros, jueces y profesores a las
universidades, audiencias y misiones de América.
El talante equilibrado de Vitoria padeció mucho colocado entre Las
Casas por un lado y Sepúlveda por otro.
Es consultado sobre algunos problemas sobre la evangelización de
los indios en México por el célebre arzobispo Zumárraga. Este al mismo
tiempo eleva una petición para que se le envíen doce misioneros que
debían formar la base de la fundación de la universidad de México y el
encargo de la selección del personal va dirigido a Vitoria. Así le dice
el emperador Carlos V:
"sabed quel obispo de México me ha escripto que en aquella tierra
hay muy grand necesidad de clérigos, personas doctas, para que
entiendan en la instrucción y conversión de los naturales della. Y
que porque he sabido que vos tenéis discípulos sacerdotes de buena
vida y ejemplo, nos ha escripto encargandoos cojais algunos dellos
y..."(De Indis, CHP V, p. l56).
Se sabe hoy que hubo alumnos de Vitoria por toda América y en
posiciones importantes en España y que ejercieron su influencia en la
defensa de los derechos de los indios. Alonso de la Vera Cruz en México,
Bartolomé de Ledesma en Perú, Domingo de Salazar y Miguel de Benavides
en Filipinas, Domingo de Soto y Melchor Cano en España, fueron todos
discípulos de Vitoria.
Estos discípulos y seguidores citaban la doctrina del maestro y
procuraban conscientemente llevarla a la práctica en las tierras donde
eran enviados. Esto lo podemos ver en Guatemala, en l545, en la
controversia entre los dominicos y el defensor de los encomenderos y
pobladores llamado "el encomendero de Chiapa".
Fray Tomás de la Torre, prior de los dominicos, decía ante el
cabildo municipal:
"Maravillado estoy, señores, de ver a vuestras mercedes tan poco
advertidos que no entiendan que nuestra venida desde los reinos de
España a esta provincia fue sólo por el bien de los indios...nos
enseñaron a dar, que es el espiritual, enseñanza y doctrina sana,
católica, aprobada y comunicada con los más doctos hombres del
mundo, como ahora por la misericordia de Dios los posee nuestra
España, y en particular la muy insigne Universidad de Salamanca, y
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 60
en ella el convento de San Esteban, que sólo el padre maestro fray
Francisco de Vitoria, que actualmente es su morador, puede honrar
un mundo entero. Esta doctrina, pues, es la que traemos de tan
lejanas tierras, como el trigo del mercader que dice el
Eclesiástico, y ésta es la que comenzamos a esparcir, publicar y
comunicar en los sermones que yo y los padres mis compañeros
hicimos en esta ciudad, y ésta es la que vuestras mercedes por sus
temporalidades y respetos humanos no quisieron recibir; por donde,
según se les dijo, nos fue forzoso irnos entre los indios, gente
inculta y bárbara y, en opinión de los errados, fuera de la especie
de los hombres" (REMESAL, BAE, l75, 475-76).
No sólo invocan a Vitoria frailes y clérigos, sino también
escritores seglares como el oficial real Alonso de Zurita, el poblador
de Nueva España Juan Suárez de Peralta y Bernardo de Vargas Machuca.
Ahora bien, no tenemos que llevar las cosas demasiado lejos porque
teóricos famosos como Ayala y Covarrubias no consideraron nunca a
Vitoria como una autoridad, y ni Las Casas ni Sepúlveda le tuvieron en
cuenta en su gran conflicto sobre la justicia de las guerras contra los
indios ( Cfr. HANKE, La lucha por la justicia en la Conquista de
América, Buenos Aires, l949, p. 38l).
En el campo jurídico su doctrina se impuso con fuerza, mucho más
que en el campo teológico. Sus principios jurídicos y sobre todo su
doctrina internacional y el concepto del derecho de gentes permanecieron
vivos en los discípulos.
Su influencia fue sobre todo no con sus libros, sino con sus
discípulos que predicaron a los indios o enseñaron en las cátedras de
América y España.(Cfr. La ética en la conquista de América, CHP XXV,
CSIC, Madrid, 1984. Parte III."Proyección de la escuela en América", pp.
499- 724).

ANEXO TEMA 5

“EL DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE”


Arturo Uslar Pietri
(El Nacional 28,9,1997)

He tenido el gusto de recibir una muy honrosa invitación para


formar parte del Comité Asesor del Proyecto “Forum Hispanoamericano
Francisco de Vitoria!, que se propone llevar a cabo el Centro
Universitario Francisco de Vitoria, adscrito a la Universidad
Complutense de Madrid, y la Universidad Anáhuac de México el próximo mes
de noviembre. Con todas las limitaciones que me impone el tiempo, no
puedo menos de ofrecer mi modesta colaboración a esta gran empresa.
Entre las muchas cosas extraordinarias que ocurrieron en España en
la época de Carlos V, una de las mayores y de las más excepcionales fue,
sin duda, la actitud que los teólogos y juristas castellanos asumieron
ante el hecho de la Conquista de América. Fueron muchas las egregias
voces que se alzaron para condenar el hecho mismo de la Conquista y
negarle a la España de entonces, y por ende a todo poder imperial, el
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 61
derecho de sojuzgar otros pueblos. Ningún otro país imperial de Europa
fue el escenario de un debate semejante. La Conquista en la historia
romana, se vio como un hecho casi natural y hasta beneficioso desde el
punto de vista del progreso de la civilización.
Entre las voces señeras que se alzaron para condenar el hecho de la
Conquista hay que destacar la de Fray Francisco de Vitoria, teólogo de
la Universidad de Salamanca, que en sus admirables “Reelecciones”,
condenó, con los más irrebatibles argumentos, el hecho de la Conquista
y, al hacerlo, estableció algunas de las bases fundamentales del moderno
derecho internacional.
España tiene la insigne distinción de haber sido el único poder
imperial que ha hecho del problema de la conquista de otros pueblos el
tema mismo de un debate fundamental. No se ha dado nunca el caso en
ninguna otra expansión imperial y por ello mismo constituye una insigne
honra y un ejemplo inmarcesible que no puede ser olvidado.
Fueron muchos, desde el Padre Montesinos, a comienzos del siglo
XVI, en Santo Domingo, y sin olvidar, desde luego, la figura de Fray
Bartolomé de las Casas, las voces que se alzaron de manera insólita para
condenar jurídica y moralmente la Conquista. El mérito de Vitoria
consiste en haber elevado al insigne nivel intelectual de su Cátedra de
Salamanca esta cuestión fundamental, de tan amplias y múltiples
repercusiones. Constituye un honor insigne para el mundo hispánico y un
ejemplo que casi no tiene seguidores el hecho escueto de haber
condenado, en el propio momento de la expansión conquistadora, el
derecho de conquista. Esto es lo que representa la figura de este
fraile, que nunca vino a América pero que desde la altura de su claustro
de Salamanca formuló algunos de los más altos y valederos principios de
lo que más tarde iba a ser el derecho internacional.
Este hecho constituye, sin duda, parte fundamental de lo que
pudiéramos llamar el legado moral y jurídico del mundo hispánico.
El viejo historiador francés, Michelet, decía con mucha agudeza y
verdad, que el siglo XVI había descubierto al mundo y también al hombre.
Fue la visión reiterada, a través de los viajes de exploración, de la
inmensa variedad de la humanidad lo que permitió realmente una nueva
comprensión de la historia y de la condición humana.
Lo que se abrió, realmente, con la era de los descubrimientos
geográficos a partir de Colón no fue sólo una nueva noción del mundo y
de su variedad, sino toda una nueva concepción de la noción de
humanidad. De allí surgieron grandes cuestionamientos y las grandes
propuestas ideológicas que han conmovido la historia en los últimos tres
siglos.
No sed puede evocar, sin profunda emoción, la presencia del Padre
Vitoria en su desnuda Cátedra de Salamanca. Lo que estaba enseñando y,
en cierto modo, descubriendo allí no era otra cosa que la universalidad
humana, que, desde cualquier punto de vista que se le vea, ha sido la
cuestión fundamental del pensamiento moderno.
Lo que el Padre Vitoria decía era muy sencillo: “Todos los hombres
son gente”, con lo cual se alzaba modesta y heroicamente contra una
vieja tradición que había reconocido la esclavitud como un derecho, lo
que significaba, igualmente, poner en tela de juicio el derecho mismo a
la conquista y plantear las bases de la muy moderna noción de la
comunidad internacional.
Me temo mucho que en nuestras atareadas Escuelas de Derecho se
hable poco de Francisco de Vitoria y del gran debate fundamental que él
abre sobre la condición humana y que está en la base misma de lo que
muchos han llamado la Era de las Revoluciones.
Ojalá esta importante conmemoración que se prepara en España
repercuta en la América Hispana y permita reabrir el amplio debate sobre
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 62
el gran papel que el Descubrimiento de América tuvo sobre la creación de
la idea misma de los derechos del hombre.

TEMA 6. LA ORGANIZACION ECLESIASTICA

1. LA CONCIENCIA MISIONERA DE LOS REYES DE ESPAÑA


El preámbulo que encabeza la "Recopilación de las Leyes de Indias",
sintetiza la conciencia y los ideales y responsabilidades de que se
creía portadora la monarquía española.
"Dios Nuestro Señor, por su infinita misericordia y bondad, se ha
servido de darnos sin merecimientos nuestros tan grande parte en el
señorío del Mundo, que demás de juntar en nuestra real persona
muchos y grandes reinos... ha dilatado nuestra Real Corona en gran-
des provincias y tierras... y teniéndonos por más obligados que
otro ningún príncipe del mundo a procurar su servicio y la gloria
de su Santo Nombre y emplear todas las fuerzas y poder que nos ha
dado en trabajar que sea conocido y adorado en todo el mundo, por
verdadero Dios..."(Carlos II: l665-l700).
Pero el significado de estas expresiones debe entenderse como
proyección de una conciencia de siglos atrás. Desde las Capitulaciones
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 63
asentadas con Colón antes del Descubrimiento se hace presente esta
vocación misionera. En las Instrucciones dadas en el segundo viaje
aparece la misma preocupación:
"Sus Altezas, deseando que Nuestra Sancta Fee Catholica sea
augmentada y acrecentada; mandan y encargan al dicho Almirante
Visorrey... que por todas las vías o maneras que pudiere, procure y
trabaje a traer a los moradores de las dichas Yslas y Tierra Firme
a que se conviertan a Nuestra Sancta Fee Catholica..."
Esto mismo lo vemos expresado en el testamento de la reina de
Castilla Isabel la Católica:
“Item: por cuanto, al tiempo que nos fueron concedidas por la Sede
Apostólica las islas y tierra firme del mar océano, descubiertas e
por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo
suplicábamos al papa Alejandro VI de buena memoria, que nos hizo la
dicha concesión, de procurar de inducir e traer los pueblos della e
los convertir a nuestra sancta fe católica, y enviar a las dichas
islas e tierra firme prelados y religiosos e clérigos y otras
personas docta e temerosas de Dios para instruir los vecinos e
moradores dellas en la fe católica..., según más largamente en las
letras de la dicha concesión se contiene; por ende suplico al rey
mi señor muy afectuosamente, y encargo e mando a la dicha princesa
mi hija e al dicho príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan,
e que este sea su principal fin..., e no consientan ni den lugar
que los indios, vecinos e moradores de las dichas Indias e tierra
firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas
ni bienes...; e si algún agravio han recibido, lo remedien e
provean por manera que en la dicha concesión nos es inyungido y
mandado”.(Medina del Campo 1504)
A Diego Colón, hijo del Almirante, le escribe el Rey Católico en
l509:
"...debeys mandar que en cada población haya una persona
eclesiástica, cual convenga, para questa persona tenga cuydado de
procurar como sean bien tratados (los indios) segun lo thenemos
mandado; e que thenga asimesmo especial cuydado de los enseñarlas
cosas de la Fee".
El interés de la evangelización se manifiesta hasta en preocuparse
del ajuar episcopal de los prelados que pasan a Indias, como es el caso
del primer obispo de Santa María del Darién.
En l5l8, el regente del Reino, Cisneros firmó unas Instrucciones
que resumen el programa concreto de evangelización en la primera etapa.
Se dispone la construcción de templos, la asistencia de los indios a las
misas, la preferencia en la instrucción de la fe por los hijos de los
caciques, de la implantación de la monogamia, normas sobre confesión y
comunión anual, ...etc.
A su vez los obispos de Indias son conscientes del papel misionero
de los Reyes. Así, año tras año van llegando a Indias disposiciones de
la Monarquía española, encaminadas a promover la evangelización de
América. Y esta era la primera finalidad de las célebres "Juntas".
Los sucesores de los monarcas del Siglo de Oro, continuaron en la
misma ruta, como Felipe III, que escribiendo a los Virreyes y Prelados
de América, se presenta cargado por la obligación "de la propagación de
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 64
la Ley evangélica en aquellos dominios".En ocasiones los monarcas se
sienten autorizados para reprender a los obispos, cuando se informan
sobre las negligencias de los mismos.
La idea de misión, que en Europa y España se había embotado
bastante durante la Edad Media, a causa de los problemas interiores de
Europa y del temible cerco del Islam, se despliega, en el momento en que
una nación reciamente católica tiene en sus manos esta tarea. Aunque el
estatuto de "Iglesia propia", si es lícito hablar así, trajo
inconvenientes, se ha de tener presente que la Corona española no lo
hizo a través de una usurpación.
Los inmensos gastos que suponía la respuesta a la vocación
misionera, tienen su confirmación en datos numéricos y se traducen en la
minuciosa provisión de que se dota a cada uno de los misioneros: partida
de la residencia hasta Sevilla, donde embarcan; manutención mientras se
espera la salida del barco; gastos de libros y vestidos; matalotaje,
ropa de cama y medicinas; recepción en el puerto de desembarque; gastos
de transporte hasta el lugar de trabajo, y sostenimiento del misionero
hasta su muerte.

2. LAS IGLESIAS LOCALES, ARQUITECTOS DE LA EVANGELIZACION


Su aparición sigue el mismo movimiento mecánico de las conquistas
de acuerdo con el adagio "provincia hallada, provincia ganada".
Primeramente se descubre la región, luego se la conquista, y finalmente
se la organiza dentro de lo cual entra, generalmente, la creación de un
obispado. El movimiento sigue este ritmo: Antillas, Méjico y Florida,
América Central y América Septentrional.
Debemos pensar en la precariedad de estas Iglesias catedrales que
al principio no ofrecían sino una pobre jurisdicción sobre unas cuantas
aldeas, pero que estaban llamadas a ser el núcleo de una Iglesia muy
floreciente. Veamos su evolución:
l5ll: Santo Domingo, Concepción de la Vega y San Juan de Puerto Rico.
l5l3: Darién (luego Panamá). l5l8:Santiago de Cuba. Con la conquista de
Méjico aparecen en l5l8 Cozumel y Puebla de los Angeles. l530: Méjico y
en l527 Nicaragua, Guatemala y Honduras.
En América del Sur entre l530-l580 tenemos Caracas (Coro), Santa Marta,
Cartagena, Cuzco, Santa Fe de Bogotá, Lima, Popayán, Quito, La Plata,
Charcas, Santiago, Tucumán, Arequipa. El siglo siguiente Buenos Aires y
Trujillo. Aunque la lista resulte incompleta, puede apreciarse la
magnitud del esfuerzo eclesial.
Para l536 tenemos ya l6 obispados. En l547 se decidió que fuesen
metrópolis Santo Domingo, Méjico y Lima y en l563 Santa Fe de Bogotá.
A partir de l550 casi no hay variación en las diócesis que casi
serán las mismas que en el momento de la independencia. Estas serán las
diócesis:
Santo Domingo, Santiago y San Juan
Méjico, Puebla, Michoacán, Oajaca, Yucatán, Guadalajara, Durango,
Nueva León, Sonora.
Guatemala, Comayagua, Chiapas, Nicaragua.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 65
Lima, Arequipa, Trujillo, Cuzco, Huamanga, Mainas.
Santiago, Concepción.
Charcas, La Paz, Santa Cruz de la Sierra, Buenos Aires, Córdoba,
Paraguay, Salta.
Santa Fe de Bogotá, Quito, Popayán, Cartagena, Santa Marta, Panamá.
Caracas, Mérida, Guayana.

Criterios para la elección de los obispos.


En cuanto a los criterios para la elección de los obispos Carlos V
prefería escogerlos del clero diocesano. No se ha podido saber por qué.
Quizás porque los religiosos gozaban de demasiadas exenciones. En cambio
el Consejo de Indias prefería a los religiosos, por otras razones que
creía válidas; quienes más comprometidos se hallaban en la
evangelización eran los religiosos; ofrecían mayores garantías de
desinterés y desapego de problemas monetarios y se comportaban con
sencillez una vez elegidos obispos.

El testimonio de los números


"Llovieron frailes" es la expresión del historiador Fernández de Oviedo.
La evangelización comienza con los l7 franciscanos de l50l. En l5l0
llegan los dominicos. Frente a ellos se abre la inmensidad del campo
misional. Los religiosos afirmaban que eran suficientes (para que no se
presentaran clérigos "seculares" que aún no habían entrado por el
movimiento de la reforma"); otros afirmaban que escaseaba el personal
(los obispos insistían en esto ya que querían la presencia de clérigos
"seculares").
En el siglo XVI pasaron a América unos 5500 frailes: 2200
franciscanos, l600 dominicos, 300 agustinos, 250 mercedarios, l50
carmelitas y 600 clérigos diocesanos . La mayor parte posteriores a l568
(célebre por la famosa Junta celebrada ese año).
A lo largo de la dominación en América prevaleció el criterio de
que sólo determinadas Ordenes estarían autorizadas para enviar
misioneros. Durante los primeros 70 años sólo se permitió a los
franciscanos, dominicos, agustinos y mercedarios. Más tarde lo fueron
los jesuítas y después los capuchinos y algunos carmelitas. Con
preferencia vinieron los franciscanos ya que por la reforma de Cisneros
se hallaban en un alto nivel espiritual y por el número.
Por su parte, los religiosos, en medio de su generoso heroísmo y
consagración, no se vieron libres de altercados, sobre todo con los
obispos.
Los reyes se preocuparon de que hubiese una esmerada selección de
religiosos y clérigos: Han de ser personas de cierta edad y de conventos
reformados. Se ejerce además un control riguroso por medio de pasaportes
en que conste que llevan la licencia y la recomendación de sus
provinciales. Pero ocurrían casos en que se querían deshacerse de los
problemáticos y retenían a los selectos. Sucedió que con el tiempo las
provincias religiosas de América se emanciparon de las metropolitanas y
se fue perdiendo en España el interés por las provincias filiales.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 66
La célebre Junta Magna de l568 ordenó que en Méjico y Lima tuviera
cada familia religiosa un colegio de formación de misioneros para
aprender la lengua e irse acostumbrando a la manera de ser de los
naturales. Es notable registrar que la Monarquía despliega más celo que
la misma Iglesia por la conducta de los misioneros. Los obispos y
religiosos procedían con muchas cautelas a la hora de amonestar a un
súbdito , cosa que los reyes no dudan en hacer e incluso en repatriar a
los indeseables.
Quienes pasaban al clero "secular" no eran tolerados, porque se veía en
ellos una "bastarda" intención.
En cuanto a la nacionalidad, la inmensa mayoría fueron españoles,
si bien, entre los primeros franciscanos llegados a Méjico había algunos
flamencos. A los jesuítas se les concedió reclutar misioneros en otros
lugares de Europa ya que al ser una orden joven había escasez de
españoles.

Viaje sin retorno


Los misioneros destinados a las Indias estaban en la obligación de
embarcarse.La legislación española entendía que el embarque para Indias
era definitivo ya que regresar resultaba prácticamente imposible por el
gasto del viaje, el enfado por perder personas que segurameante habían
aprendido la difícil lengua indígena y la necesidad de operarios. Al
misionero que partía a Ultramar sólo le esperaban los indios, la vejez y
la muerte.

3. LA CALIDAD MORAL DE LOS OBISPOS Y MISIONEROS


No hablamos aquí del clero diocesano y religioso que con el tiempo
se fue formando en el interior de América, sino del que vino en la fase
heróica y misional.
En cuanto a los obispos, como ya había sido el criterio desde la
reforma isabelina, fueron escogidos preferentemente de extracción llana
y no aristocrática. El conjunto del episcopado americano estuvo
compuesto por hombres serios y apostólicos y "están por encima de los
europeos" (Bayle). Sin embargo también hubo sus luces y sus sombras.
Nos consta de la vida ejemplar y heroica de multitud de misioneros,
lo que está en consonancia con el espíritu de renovación mística de
España.
El P. Las Casas exigía estas condiciones a los anunciadores del
Evangelio:
-Los oyentes deben comprender que los predicadores no tienen intención
de dominar sobre ellos.
-Los oyentes deben estar convencidos de que ninguna ambición de riqueza
mueve a los predicadores.
-Los predicadores deben ser tan dulces, humildes, afables, pacíficos,
benévolos, amables al tratar con los que oyen la predicación que hagan
nacer en ellos la voluntad de oírlos gustosamente .
Es lo que diría el P. Foucauld:"Cada vez es más evidente que se
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 67
hace el bien en la medida de lo que se es y no de lo que se dice".
Es interesante anotar que Cortés no quería en Mejico la presencia
de obispos y dignidades, temeroso de cualquier mal ejemplo... Prefería
religiosos, muchos y muy pobres y con amplísimas facultades
espirituales. Méjico fue muy afortunado en la calidad de los misioneros;
menos el Perú y Nueva Granada.

La pobreza:
Constituyó una de las primeras preocupaciones, tanto de la Corona
como de los responsables en Indias de la evangelización; los misioneros
deberían ser pobres y parecerlos. Felipe II y los Concilios atribuyen a
la pobreza y desinterés en el misionero una gran fuerza de conversión.
Los naturales se daban cuenta cabal de la diferencia entre el misionero
y el colono. Grandes misioneros como Toribio de Benavente, que cambió su
denominación por "Motolinia", que significaba "pobreza", en Mejico y el
P. Acosta en el Perú, advirtieron que para la evangelización era
fundamental la pobreza. En el reino de Granada, fracasó la conversión
por la codicia de los clérigos. Los Doce Apóstoles de Méjico, que así se
llamaron a los primeros doce franciscanos que llegaron después de la
conquista; los dominicos de Guatemala, los jesuítas de Sinaloa repetían
como un estribillo: "No apetecemos vuestro oro, plata, piedras, plumas,
cacao...ni sustento".
El cuanto al empleo del dinero había normas muy estrictas. Los
misioneros no podían nunca imponer penas pecuniarias; la administración
de los Sacramentos debería ser gratuíta (cosa que se observó siempre, en
teoría, durante los tres siglos de dominación española); quebrantar esta
obligación suponía pena de destierro, y la reincidencia comportaba la
excomunión.

La batalla de las lenguas:


Es muy difícil imaginar cómo se presentó a los misioneros de los
siglos XVI y XVII la infranqueabilidad de la barrera, formada por las
lenguas indígenas. Recordemos que sólo en Méjico pasaban de 50, con más
de 70 dialectos. Se empleo, pero muy con el tiempo, el sistema de que
los indios aprendiesen el castellano, como lo dispuso en l634 Felipe
III.
Al principio se sirvieron de intérpretes pero para una
evangelización seria no servía. En Méjico tres frailes franciscanos
saliendo de los conventos de Flandes se entregaron de lleno al
aprendizaje de la fonética, la gramática y la lengua mejicana. Esto
ocurría en l523. Poco a poco en toda América los religiosos fueron
dominando esta barrera inaccesible a través de gramaticas, vocabularios,
cartillas y doctrinas. También aparecen los confesionarios y
vocabularios "para los curas de los indios, con la instrucción y contra
sus ritos y exhortación para ayudar a bien morir..."

4. LAS GRANDES ORDENES RELIGIOSAS EVANGELIZADORAS


Franciscanos
Mientras los dominicos en Sto Domingo estaban empeñados en la
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 68
empresa apostólica y liberadora, el Ministro General de la Orden
franciscana tuvo la corazonada de enviar a las Indias "un prelado con
doce compañeros, porque éste fue el número que Cristo tomó de su
compañía para hacer la conversión del mundo"
Fieles a la consigna de no claudicar jamás de la pobreza
franciscana, al desembarcar después de la larga travesía recorrieron a
pie y descalzos las sesenta leguas que separan el puerto de Veracruz de
la ciudad de México. Hernán Cortés los recibió con muestras de
veneración y los agasajó solemnemente. Los franciscanos fueron un
aldabonazo para los españoles y un descubrimiento para los indios. El
contraste resultaba llamativo. Seguíanles y rodeábanles los indios sin
parar, hablando en el idioma local, del que los piadosos hijos de San
Francisco no sacaban en limpio más que una constante repetición de la
palabra motolínia. La machacona insistencia de los nativos les picó la
curiosidad y preguntaron qué significaba aquel vocablo. Les contestaron
que quería decir pobre o pobres. El impetuoso fran Toribio de Benavente,
llevado de su entusiasmo, hizo de aquella palabra india su propio
apellido.
Una vez asentados en la región, pidieron a los caciques y
principales que les enviasen sus hijos para educarlos en la fe
cristiana. No les resultó fácil convencer a los respectivos
progenitores, pero no se desalentaron, y los colegios franciscanos
resultaron una institución de primer rango en el México cristiano.
Además, se convencieron pronto de que era necesario dominar el idioma de
los nativos y llegaron a ser maestros en un menester tan humanista.
Celebraron un Capítulo franciscano y dividieron la extensa región en
cuatro provincias, que fueron la base de la definitiva organización
franciscana en tierras mexicanas.
Se distinguieron por una suerte de espíritu aventurero, con una
cierta complacencia en buscar a los salvajes y quedarse entre ellos.
Fundaron los llamados "Colegios de Propaganda Fidei" que fueron en toda
América genuinas escuelas y depósitos de misioneros.
Destacan Fray Pedro de Gante quien él sólo levantó mas de 2OO
iglesias, abrió escuelas catequísticas y talleres de artes; estableció
cofradías, de modo que el arzobispo de Méjico Montúfar decía: "el obispo
de Méjico no soy yo, es Fray Pedro de Gante". Otra figura franciscana es
Fray Toribio de Benavente, o Motolinia que con Fray Bernardino de
Sahagún descuellan por el conocimiento del alma india. Destaquemos muy
posteriormente a Fray Junípero Serra.

Dominicos
Lo que resulta más original, casi típico de ellos es, ya desde el
principio, su pasión por la defensa del indio. Recordemos a Montesinos,
Las Casas, Vitoria.
Se distinguieron igualmente en la enseñanza adecuada del catecismo
con metodologías como pueden ser los gráficos.

Agustinos
En común con la metodología de otras órdenes, se entregaron a la
enseñanza del catecismo. Entendieron pronto la necesidad de la creación
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 69
de las aldeas de indios. Fueron verdaderos maestros de la civilización
en el arte de fundar pueblos, civilizarlos y administrarlos.

Jesuitas
Ni el emperador Carlos ni su hijo Felipe mostraron mucha voluntad
de llevarlos a las Indias quizás por ser demasiado papales y romanos.
Pero en l566 el propio Felipe II envía a Florida y Perú una expedición
de 24 jesuitas "personas doctas, de buena vida y ejemplo" .
Una dificultad que encontraron es que siendo los operarios de la
hora nona encontraron ocupadas las zonas indígenas de mayor afluencia.
Se establecieron por lo tanto en territorios muy difíciles.
Les ayudó mucho el interés inmenso por aprender lenguas indígenas.
En l604 se establecieron en Nueva Granada. Además de Bogotá se
orientaron hacia los Llanos y poco a poco llegaron hasta el Orinoco.
Quito fue un centro de irradiación hacia el Amazonas. En Chile también
tuvieron misiones. Destaquemos entre sus misioneros a Pedro Claver (
l654).

¿Por qué los religiosos?


No cabe duda que la fundación y organización de la Iglesia fue obra
esencialmente de las órdenes mendicantes. Las Iglesias de la América
Española fueron fundadas por los religiosos mendicantes,
independientemente del episcopado, cuya autoridad iba a estrellarse con
los privilegios pontificios concedidos al Clero Regular. Por otro lado
tanto la mediocridad de número como de calidad del clero secular tampoco
dejó a los obispos posibilidad alguna para ejercer una actividad
apostólica distinta de la de las Ordenes. Los misioneros españoles del
XVI y XVII, en Oriente y Occidente fueron los fundadores de la moderna
escuela de evangelización.

5. LA METODOLOGIA APOSTOLICA
Una corriente misionera creyó que debería hacerse tabla rasa de
toda civilización indiana, de modo que se llegara a una ruptura total
con el pasado.
Otra tendencia creyó descubrir en las civilizaciones más
desarrolladas una "praeparatio evangelica". Fue una corriente
minoritaria.
Las Indias aparecían a los ojos del misionero como un inmenso
templo siniestro a quien hay que exhortizar.
Hemos de reconocer también que los misioneros tuvieron un concepto,
a veces muy bajo, de la capacidad espiritual de los indios. No obstante
permitieron las costumbres que no repugnen al evangelio. Ricard asegura
que "a nadie le vino a la mente transformar a los indios en españoles",
pero la politización y promoción humana del indio se entendía bastante
en moldes europeos.
Sin embargo los misioneros supieron transmitir a los indios un
cristianismo integral que penetró en su interior. El dogma de la
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 70
Encarnación seducía a los indios, oprimidos por la cruel numinización de
sus vidas; les impresionaba, dice Acosta, el dogma de la inmortalidad y
remuneración eterna; e incluso la poligamia y sobre todo los sacrificios
humanos les repugnaban fundamentalmente. El cristianismo podía ser
saludado como una liberación.
Muchos misioneros a pesar de la propaganda peyorativa ventilada en
Europa, registran las maravillosas disposiciones morales de los indios
(maleables, humildes, pobres).
Los misioneros encontraron, muchas veces, excelentes colaboradores
en los indios, pero hemos de decir que la Iglesia española no tuvo
suficiente confianza y careció de visión para crear una cristiandad
plenamente autónoma. Esto no obstó para que en todas las Indias hubiera
un número no pequeño de sacerdotes indios. Que faltó la alta jerarquía
indígena es cosa notoria. Por desgracia la Iglesia conservó un carácter
de institución extranjera.

ANEXOS TEMA 6

Carta de 10 caciques de Nueva España, á S.M. el Rey Don Felipe II,


pidiendo religiosos de la órden de San Francisco.
Yucatán 11 de febrero de 1567. (BAE 264, pp. 367-368)

Sacra Catholica Real Magestad:


Porque todos los basallos de V.M. entendemos el deseo que de que
todos nos saluemos tiene, y para prover siempre V.M. en sus reynos de
ministros suficientes para que alumbren y enseñen á los que no saben, y
avnque nosotros estamos apartados de esos reynos, entendemos tiene V.M.
el mesmo cuidado que si estuviesemos çercanos, y que huelga de ser
avisado de lo que más nos convenga conforme á nuestra bajeza de yngenio
y pobreza de bienes temporales; por tanto, fazemos saber á V.M. que,
desde el principio de nuestra conversion á la Fe de Christo, emos sido
doctrinados y ensenñados de frailes franciscos, y ellos con su doctrina
y pobreza nos an predicado y predican la ley de Dios, y los amamos como
á veros padres y ellos á nosotros nos tiene como á hijos y con
enfermedades y persecuçiones del dimonio y de sus secaces, an quedado
muy pocos y tambien por no venir de España a esta tierra como cosa
apartada: por esta causa, supricamos a V.M. se compadezca de nuestras
animas y nos enbie frailes franciscos que nos guien y enseñen en la
carrera de Dios, y en especial algunos que an ydo destas partes á
España, que sabian ya muy bien la lengua desta tierra con que nos
predicaban, que se llaman Frai Diego de Lanto, Frai Pedro Gumiel, de la
provincia de Toledo, y Frai Miguel de la Puebla, y los demás que V.M.
fuere seruido. Y porque entendemos hazemos en esto servicio á V.M. que
con tan christiano coraçon nos desea todo bien, quedamos confiados
seremos con breuedad faboreçidos de V.M, á quien Nuestro Señor alumbre y
avmente siempre en su servicio. De Yucatan y de hebrero 11, 1567 años.

Humildes basallos y siervos de V.M.

Don Gonçalo Che, Don Lorenço Canul,


caçique de Calkmi caçique de Kalaheum

Don Juan Canul, Don Diego Canul


caçique de Numkini caçique de Kinlacun
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 71
Don Pedro Canul Don Francisco Vicab
caçique Balalcho caçique Çiha

Don Francisco Ci Don Francisco Canul


caçique Kucab caçique de Panbilchen

Don Francisco Chim Don Miguel Canul


caçique Pakam caçique de Mupilla

Carta de Fray Pedro de Gante al Emperador D. Cárlos, exponiéndole


sus trabajos en la doctrina é instrucción de los indios
México, 31 de octubre de 1532 (BAE 264, pp 51-53)

Sacra Catholica, Çesarca Magestad:

Mucho quisiera que V.M fuera informado de lo que aquí dire por
letra de mi perlado y no atreverme yo a dézillo y suplicar a V. M.
condesçienda á nuestra petición que avnque piadosa no soy digno pedilla;
empero sepa V:M. que de su liçençia y mandato soy compelido, è ávn
reprehendido porque antes no lo he dicho y lea he avisado, para que V.M.
fuese antes sabido; pues es cosa tan cumplidera al seruiçio de Dios y de
V.M. Pareçiole a mi perlado que á mi me convenia escrebir esta, como á
persona que más he vsado el ofiçio de Martha en este proposito, y por
eso me atrevo á dezillo á V.M., considerando tambien que V.M., ageno de
açeptaçión de personas, no mirará la letra ni la insufiçiencia del que
la enbia, syno la sustançia de lo que en ella á V.M. se suplica, y con
humildad en limosna se le pide.
Sabrá V.M. que yo soy un frayle lego, compañero de fray Juan de
Tecto, guardián que era de Gante quando V.M. á él y otro saçerdote y á
mi nos enbió a estas partes nueve años ha, como V.M. ya tendrá notiçia.
Los dichos fray Juan de Tecto y el otro saçerdote fueron con el marqués
del Valle don Hernando Cortés á cabo de Honduras, é á la buelta
falleçieron con tormentas y trabajos del camino. En este tiempo, despues
que en esta tierra entramos, obrandolo el Señor he trabajado
medianamente, como siervo syn provecho en la conversion y doctrina de
los naturales; mi ofiçio ha sido y es enseñarles la doctrina christiana
generalmente, y darsela á entender en su lengua: esto á los principios
en Teezcuco y Tlaxcala; de seys años á esta parte en Mexico y los
pueblos comarcanos y otros pueblos más lexos, visitando y trabajando de
destruir los ydolos y ydolatrias. Allende desto y otros trabajos de
diversas maneras tocantes á la conversion que es largo de contar, he
tenido y tengo cargo de enseñar los niños y mochachos á leer y escrevir
y predicar y cantar: en todo esto, como yo no so saçerdote, he tenido
más tiempo é oportunidad. A esta causa, y por aver razonable abilidad en
la gente para ello, háse aprovechado razonablemente; y syn mentir puedo
dezir harto bien que ay buenos escryvanos y predicadores o platicos, con
harto hervor, y cantores que podrían cantar en la capilla de V.M. tan
bien, que si no se vee quiça no se creerá. Para enseñar y doctrinar
estos muchachos, hase hecho dentro del sytio, o corrales de nuestra
casa, vna escuela y capilla do continuamente cada día se enseñan
quinientos y seisçientos muchachos. Junto á nuestro monesterio se ha
hecho una enfermería para enfermos naturales donde, allende de los que
en casa se enseñan, vienen otros á ser curados, que es mucho refrigerio
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 72
para los pobres y neçesitados, y ayuda para la conversión; porque
conoçen la caridad que entre los christianos se vsa, y ansí son
convidados á la fé y querer nos bien, y conversar con nosotros. Para
todo esto siempre procuro buscar la limosna que puedo, y trabajosamente
se puede aver, porque los naturales son pobres todos los más. Los
españoles, avnque hazen toda caridad, tienen otras neçesidades proprias
que complir á que son más obligados. V.M., si manda porque del todo sea
suya la obra, nos puede hazer limosna con que á nosotros nos quite de
trabajo y se satisfaga á todas las necesidades de sus nuevos subditos y
vasallos, y sea augmento grande para nuestra sancta fe, y Dios Nuestro
Señor dello muy servido y arras de gloria para V.M.; y si V. M. Manda
sean dos ó tres mil hanegas de mayz cada vn año, las mill para la
escuela y las otras para la enfermería y enfermos, esto o lo que que
V.M. mandare, es justo y muy bueno, y grand credito y exemplo para los
naturales, que V.M. los ama y tiene por hijos; y asi lo van cada día más
conoçiendo por la retitud que veen que ahora más que otras vezes se
guarda en las cosas de justiçia, y que son más favoreçidos de parte y
mandado de V.M. ; que es gente que sabe distinguir lo bueno de lo no
tal, y ansi desean de ser más subjetos solamente de V.M. que repartidos
entres españoles.
Nuestro Dios conserve á V.S.C.C.M. en su ynperial estado y
acreçiente su vida y le dé lumbre con que siempre haga su santa
voluntad. Amen. De la çiudad de Mexico, desta Nueva España, vigylia de
Todos Sanctos, año del Señor de 1532 años.
Capellan y vasallo menor de V.M.
Fray Pedro de Gant.

En la enfermería que digo siempre ay muchos enfermos: a tiempos ay treçientos y


quatroçientos
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 73

TEMA 7. LA CONCILIOS PROVINCIALES

1. LOS CONCILIOS PROVINCIALES DE LIMA Y MEXICO


El concilio de Trento finalizaba en l563. Poco después lo
promulgaba Felipe II como ley en todos sus reinos y provincias. Era pues
una ley eclesiástico-civil. Trento estipuló la celebración de concilios
diocesanos y provinciales. Los diocesanos debían ser anuales pero
ninguna diócesis cumplió jamás esta ley. Los concilios Limense III y
Mexicano III se ordenaba fueran respetados como ley para todas las
provincias de Indias y los textos de ambos Concilios debían ser tenidos
por cada doctrinero, parroquia y convento y serían examinados por lo
contenido en ellos.
Los obispos americanos no asistieron al concilio de Trento ya que
para los reyes era más un concilio europeo que ecuménico y además, para
ellos, la Iglesia Latinoamericana era más una propiedad de la Corona que
de Roma. No se permitió tampoco nombrar delegados de los obispos
americanos.
Si bien Perú fue descubierto más tarde que México, allí fue donde
se reunió el primer concilio americano en l55l. Además el concilio de
l567 fue una auténtica aplicación de Trento en América, mientras que el
mexicano de l565 fue bastante inmaduro.El limense III entró en vigor en
l59l, mientras que el mejicano sólo en l62l. Loaiza y Mogrovejo se
mostraron mejores legisladores que Montúfar y Moya de Contreras, y sobre
todo tuvieron más en cuenta la realidad.

1.1. LOS CONCILIOS LIMENSES


Loaiza convocó el primer concilio americano en Lima en l55l. No
asistió ningún obispo, pero enviaron sus representantes. El principal
motivo del concilio era:" Dar orden en el repartimiento de los clérigos
para servicio de las iglesias y doctrinas de los naturales..."
El segundo concilio tuvo más importancia que el primero. Fue
celebrado en l567-68. Hubo 4 obispos. El concilio nunca fue aprobado
pero lo fue por medio del tercero que resumiendo sus constituciones lo
aceptó como auténtico.
El tercero, proyectado por Loaiza, fue convocado y ejecutado por
Mogrovejo en l582-83. Ha sido llamado el Trento hispanoamericano o el
primer Medellín. Asistieron 7 obispos, la más grande reunión de obispos
hasta el s. XIX. Fue dramático en su celebración y después a causa de
los esfuerzos del clero para que no se aprobase ni en Madrid, ni en
Roma. Santo Toribio de Mogrovejo consiguió sacarlo adelante en lo
fundamental y rigió durante mucho tiempo en gran parte de Sudamérica,
después de la confirmación real y pontificia que obtuvo. Tuvo papel
destacado José de Acosta el primer gran teólogo misionero jesuita en
América. Se abrió en agosto de l582 y se pasó de inmediato al trabajo de
lectura de los informes de las diócesis; se examinaron los concilios
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 74
anteriores y se estudió el objetivo del concilio: la evangelización y
defensa de los indios.
En este concilio salió ennoblecida la figura del novel y joven
arzobispo:prudencia, piedad, tesón, santidad, inteligencia. Tuvo muchos
menos decretos(lll) que el concilio II(25O), pero su valor estriba en su
brevedad y sentido práctico y pastoral. No fue tanto un concilio
teológico, sino la adaptación pastoral del concilio de Trento.
Mogrovejo realizó todavía el IV Concilio que se ocupó
principalmente de la jurisdicción episcopal ante las exenciones de los
religiosos: "que los frailes no puedan administrar sin licencia y examen
del ordinario".

1.2. LOS CONCILIOS MEJICANOS


Desde l524 se realizaron en Mexico reuniones de misioneros y
después, con la presencia del episcopado, las llamadas Juntas
eclesiásticas.
Habiéndose realizado en Lima el primer concilio de América, el
arzobispo Montúfar, convocó un concilio provincial en l555. Los
concilios provinciales tuvieron tanta importancia en México, que no se
sintió la necesidad de realizar sínodos diocesanos. Esto nos explica la
importancia estratégica de la ciudad de México. El concilio se ocupó de
los sacramentos, del culto, de la jurisdicción episcopal y especialmente
de la reforma del clero. El valor kerigmático es puesto en primer
lugar:"Por quanto todo el bien de nuestra Religión Christiana consiste
en el fundamento de nuestra Santa Fé Catholica sin la cual ninguna cosa
(es) firme... establecemos y ordenamos que de aquí en adelante, todos
los Rectores y Curas... sean diligentes en enseñar a sus Parroquianos
(la Doctrina Cristiana).
Asistieron a este concilio 5 obispos y sobre todo se nota la
autoridad de Vasco de Quiroga
El segundo concilio, convocado igualmente por Montúfar, tuvo la
participación de 6 obispos y se realizó en l565. Se insiste en el
estudio de las lenguas y en la reforma del clero.
El tercer concilio, bajo la presidencia del arzobispo Moya de
Contreras, y con la participación de 7 obispos, se realizó en l585.
Concurrieron también los Cabildos , los Provinciales de las órdenes
religiosas, clérigos religiosos, teólogos, profesores de la Universidad,
el Virrey, los oidores y otras autoridades delegadas del Patronato. El
problema central fue la situación deplorable en que se encontraban los
indios.

1.3. OTROS CONCILIOS


Después de estos grandes concilios hubo otros dependientes de ellos
y que constituyeron las Iglesias neogranadina, caribeña y platense. Son
los tres concilios provinciales celebrados en Santo Domingo, Santa Fe y
la Plata en el decenio l62O-3O.
Aparte de estos tres provinciales hubo una gran profusión de
sínodos diocesanos. Para nuestra realidad destaquemos los tres que hubo
en Venezuela (I:Coro l563-l58O?; II y III:Caracas l6O9 y l687).
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 75

2. PRINCIPALES DISPOSICIONES: SACRAMENTOS Y CATEQUESIS

2.1. LA FIGURA IDEAL DEL OBISPO


El tercer concilio de Méjico nos lo presenta en forma que su vida
sirva de modelo a los demás, como sucesores de los apóstoles, con
oración diaria. Sean afables y no atemoricen a los demás,:
"atiendan con celo piadoso y paternal a sanar las dolencias, y
aliviar las miserias de los pobres, y pórtense de modo que
tolerando con paciencia las molestias de los súbditos, les
franqueen la entrada para que no se detengan con temor, antes bien
recurran con toda confianza a los obispos a pedir consuelo en sus
trabajos...". Establece el "dialogo" cuando legisla que "consulten
a los párrocos todas las semanas", y enseña, según Trento, que "el
principal cuidado de los obispos debe emplearse en enseñar al
pueblo el Evangelio de Dios".
A su vez el Concilio Tercero de Lima habla de la paternal relación
de los obispos con los indios; nada les está tan encomendado como el
afecto paternal "por este nuevo y tierno rebaño de Dios".

2.2. LOS SACERDOTES DE LOS INDIOS


El segundo Concilio de Lima encarece el cuidado en escoger a los
sacerdotes que se deben encargar de los indios.
El tercer Concilio de Méjico ordena que se trate con gran
comprensión a los indios.
Los Concilios insisten en el testimonio de pobreza y despren-
dimiento. Se prohibió severamente a los sacerdotes enrolarse en
expediciones descubridoras y se legisló sobre la gratuidad de los
sacramentos.

2.3. REEDITAR EL METODO DE LOS APOSTOLES


Debemos considerar la novedad de la situación absolutamente inédita
que se presentó por primera vez en esas dimensiones a la Iglesia. Desde
la época apostólica no había hecho aparición un movimiento de conversión
tan masivo y espectacular.
Desde la época antillana hasta el fin del siglo se manifiesta aquí
y allí el deseo de imitar a los apóstoles. Se quiso imitar todo: las
fechas el bautismo, el catecumenado, el rechazo de los métodos
punitivos. Los indios, oyendo a los misioneros cómo había sido la
evangelización en los tiempos primitivos decían que los Apóstoles nunca
se debían haber muerto.

2.4. EL BAUTISMO
Podríamos decir que en el siglo XVI quedaron "bautizadas" las más
importantes civilizaciones del Nuevo Mundo. Pero bautizar no es
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 76
evangelizar. ¿Cuántos fueron bautizados? Para nosotros quizás no tenga
importancia, pero para un misionero de la época resultaba importantísimo
porque era el termómetro de la incorporación de nuevos pueblos a la
Iglesia. Los misioneros y conquistadores de la época son propensos a
jugar con los números por eso hablan de millones de cristianos y
millones de paganos. Sin embargo, aún aceptando las exageraciones, la
uniformidad de los testimonios proferidos en diversas épocas y regiones
están acordes en presentarnos un número muy grande de bautismos bajo
todos los aspectos.
El problema del número nos lleva a una posterior reflexión; ¿Cómo
se procedió en la práctica con los indios? ¿Se respetó su libertad?
¿Hubo coacción para que se recibiese el bautismo? En cuanto a la
legislación civil no existe una sola ley que obligue a aceptar la fe. El
primer concilio de Lima decía:
"Otrosi por cuanto, conforme a la doctrina de Nuestro Maestro y
Redemptor Jesucristo, ninguno ha de ser compelido a recibir nuestra
sancta fe catholica, sino persuadido y atraído con la verdad y
libertad della... y somos informados que algunos inconsideradamente
baptizan indios que tienen ya uso de razón, sin examinar primero si
viene de su voluntad, o por temor...; e así mismo a otros que no
tienen uso de razón o son niños, sin saber primero si los padres
huelgan dello;..."
El segundo Concilio repite lo mismo para que así se eviten
bautismos ficticios.
También se manifiesta nítidamente la voluntad de no administrar el
bautismo sino después de una seria preparación. Los infieles no pueden
ser bautizados sin dar antes garantías de estar instruidos y de aceptar
la moral evangélica.
No podemos afirmar que muchos bautizados estaban realmente
evangelizados y convertidos; ni tampoco podemos decir que los
auténticamente evangelizados eran pocos. De hecho, después de un siglo
de trabajo, el continente había recibido el bautismo. El problema
difícil de solucionar es este: ¿hasta qué punto podía decirse que el
anuncio del Evangelio había penetrado en el Nuevo Mundo, de modo que
realmente se pudiera decir que América se había convertido y creído al
evangelio?

2.5. CATEQUESIS
Dentro de las exigencias previas a la recepción del bautismo se
halla la catequesis, que aquí entendemos, en forma menos técnica, como
la instrucción en los principales dogmas de la fe. Tanto el I de Lima
como el I de México insisten en esto.
El III de Lima reduce al mínimo necesario la instrucción que ha de
hacerse con los indios rudos, que difícilmente captan la enseñanza. Se
les enseña que hay un solo Dios. Se pasa al misterio trinitario, a los
dogmas de la Encarnación, de la Muerte y Resurrección de Cristo que:
"agora reyna para siempre y es nuestro Señor y Salvador;... que
ninguno se puede salvar si no es creyendo en Jesucristo, y teniendo
arrepentimiento de los pecados que ha cometido"
Para evitar actitudes "mágicas", el Primer Concilio de Méjico
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 77
prohíbe la administración de cualquier sacramento al adulto que no
comprenda su significado. Se ordena también que no puedan ser admitidos
al matrimonio ni indios, ni negros ni españoles si no saben lo que es
este sacramento. Se insiste en que sepan, los candidatos al bautismo,
las oraciones de memoria.
Coacción para "oír" el evangelio
Otro dato de la casuística es la de preguntarse si existía poder
para obligar a los infieles, cuyo príncipe fuera cristiano,(como en ese
caso el rey de España) a "oír" la predicación. Las opiniones se dividen,
pero de hecho existieron tales leyes. Los indios son tratados como niños
y la ley apunta a que estos menores de edad se beneficien de la
predicación, pues contrariamente nunca o difícilmente la escucharían.
La enseñanza del catecismo
Se hizo a través de cartillas, pequeños libros y catecismos que los
misioneros iban produciendo e inventando. Pero hubo tan dispersión de
metodologías que se llegó a ver la necesidad de una unificación.
Autocrítica de los métodos
La evangelización no se hizo dentro de un cómodo conformismo. Los
evangelizadores se sometieron voluntariamente a la propia crítica. Por
su parte la Corona, en los primeros decenios, a través de cédulas reales
y provisiones apremia a las autoridades y misioneros a que, reunidos,
confronten, estudien, critiquen y expongan con gran libertad, los éxitos
y fracasos, para que se provea desde España, con conocimientos de causa.
En la segunda mitad del siglo, disminuyó el apremio, por considerarse
que se había acertado, en líneas generales, con el método. Es importante
constatar que hubo en Méjico y Perú congresos misionales pluralistas.
Las "Doctrinas", centros de evangelización y catequesis
Son las encomiendas o reducciones, asistidas espiritualmente a
través de un sacerdote, generalmente religioso. Porque se destacaban
como elementos de educación en la fe, recibieron el nombre de
"doctrinas". Eran sencillamente parroquias de indios. La primera etapa
de la"doctrina" era la "Reducción" o conglomerado de indios en el que la
mayor parte no habían recibido el bautismo. La doctrina era la población
de indios en su mayoría cristianos. El torno a las doctrinas existían
poblaciones filiales que eran visitadas periódicamente por los
sacerdotes, por lo menos una vez al año.
Función evangelizadora de la liturgia y el culto
La casa de Dios, el templo, constituía el lugar privilegiado de las
nuevas poblaciones. Ocupaba el lugar central. Zumárraga afirma, en una
carta al emperador, que se ha convertido más gente por el culto que por
la predicación. Esta manifestación externa y bella del culto cristiano
resultaba muy accesible a la psicología del indio, en contraste con los
sacrificios sangrientos y ritos.
Los concilios de Lima lo afirman. En México se exageró un poco por eso
el Primer Concilio procura limitar los excesos.
Hablando de la Nueva Granada, el historiador Fray Alonso de Zamora,
hacia l7OO, habla de que no había ni un sólo indio que faltase a la
Iglesia un domingo de Ramos o un Miércoles de Ceniza.
El aparato exterior se sacó de los templos a las plazas, y vinieron
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 78
las representaciones escénicas de los Misterios. Los españoles, en su
gusto por la pompa exterior, sin saberlo apresuraron y facilitaron la
conquista espiritual de los nuevos reinos. La cadencia de la vida
cotidiana se iba impregnando del sentido cristiano (toque de campanas,
fiestas, etc...).
Importancia atribuida a la conversión de los caciques
Esta preocupación entró de lleno en la metodología evangelizadora,
pues también en América resultaba efectivo el principio de la época
"cuius regio eius religio". La comprobación fue real. Garcilaso, el Inca
, y Acosta lamentan la muerte de Atahualpa por esta razón. Los "Doce
Apóstoles" en Méjico adoptaron la conducta de ganarse a los caciques y
notables. Lo mismo hicieron los dominicos en Guatemala y Perú y los
jesuítas en Sinaloa.
Pero la conversión de los caciques se fue revelando ambigua y así
fue ambiguo el sistema. Sucedió que la vida disoluta y opresora de los
caciques hacía desconfiar de su sinceridad.
Psicología del indio
Hay que atribuir como gran mérito de la Corona española el interés
mostrado en orden al conocimiento del modo de ser de los indios y
precisamente por razones de evangelización. España no quiere legislar
sino sobre el terreno. Por su parte los misioneros sintieron la
necesidad de penetrar a fondo en el alma del indio, de estudiar la
documentación religiosa de los indios, como lo hizo en Méjico Bernardino
de Sahagún.
Entre los elementos más valiosos de la "preparatio evangelica" los
misioneros encontraron la profunda religiosidad del indio. La exposición
de la verdad cristiana se estructuró en forma de relatos, de historias,
que respondían en gran parte al modo como los indios habían estructurado
sus creencias religiosas. De esta suerte encontramos el relato de la
creación, del pecado, de la obra del demonio, de los misterios de la
vida del Señor.

3. PROMOCION HUMANA DEL INDIO


El principio fundamental fue "que primero aprendan a ser hombres y
después cristianos" y así lo anuncia Juan de Acosta SJ. Por eso el
primer concilio de Méjico dirá:
"No será pequeña predicación trabajar de primero hacerlos hombres
políticos y humanos, que no sobre costumbres ferinas fundar la fe
que consigo trae por ornato la vida política y conversación
cristiana y humana".
Esta promoción humana del indio fue lo que entendió la Iglesia como
"policía", es decir, vida humana. Esta policía o humanización tiene
exigencias y manifestaciones sociales: limpieza, orden, mobiliario,
forma de dormir, saludos, cariño por los familiares, respeto por los
mayores, veneración hacia los sacerdotes, oraciones al levantarse y
acostarse, en la mesa, vestido, hábito de trabajo, etc...
Hay que elevar las condiciones materiales de la vida y sin
desesperarse de la débil reacción que al principio puedan mostrar los
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 79
naturales. Se incita a la fundación de colegios, escuelas y hospicios.
La promoción humana conlleva la supresión del culto pagano y la
demostración eficaz de la superioridad del cristianismo.
Los misioneros amaron a los indios con un amor tierno y apasionado
según palabras de Ricard. Los obispos, curas, religiosos misioneros,
tienen inherente al cargo, el oficio de "protector de los indios".

3.1. LAS REDUCCIONES COMO ÁMBITOS DE HUMANIZACIÓN


Al constatar los misioneros el daño ocasionado a la obra
evangelizadora por los malos ejemplos y trato de los encomenderos, en
diversos lugares se optó por alejar a los indígenas del alcance o
influencia de los blancos. Así surgieron los "pueblos indios" o
"reducciones" directamente bajo la vigilancia de los misioneros. Allí
estaban a salvo de la voracidad de los encomenderos que estaban siempre
al acecho buscando mano de obra.
En la Reducción, la Iglesia se sintió más vinculada y la fomentó
directamente. Este sistema de vida social pretendía la convivencia
humana de los indios, el facilitamiento de su evangelización y la
separación de los españoles que con sus malos ejemplos y abusos,
bloqueaban la obra de los misioneros.
La encomienda como instrumento de promoción humana no logró sus
objetivos sino en forma muy escasa, por eso se fomentó más la reducción.
Esta debía elegirse en un lugar estratégico, con buenas tierras y agua,
para unos 3OO-4OO indios, con calles, iglesia, hospital y casa del
cacique. Todas las órdenes religiosas rivalizaron en la ardua empresa de
fundar y sostener las reducciones.
Pero sin embargo hubo excesiva protección de los indios. Estos
vivían ajenos a la vida nacional, sin ninguna iniciativa personal,
protegidos, pero también ahogados por una celosa legislación. Y aunque
muchos indígenas vivieron mejor que los campesinos europeos de su
tiempo, sin embargo se critica la excesiva prolongación de su tutelaje.

3.2. FORMAS PRÁCTICAS DE PROMOCIÓN HUMANA


Elemento indispensable para una vida humana fue la casa. Esta
apuntaba a la promoción del indio a la vida del hogar. La vida social se
fomentaba a través del cultivo de sementeras comunes, como fondo para lo
enfermos, viudas, niños huérfanos y viejos. No se olvidan los misioneros
del vestido por razones de moralidad y de policía. La embriaguez fue uno
de los vicios más arraigados y perniciosos, por eso su represión fue muy
fuerte. En cuanto a los castigos corporales, los misioneros no tuvieron
una unidad de criterios.

ANEXO TEMA 7
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 80
Fray Toribio de Benavente (Motolinia)

Historia de la Nueva España.

Tratado Primero
En el año del Señor de 1523, día de la conversión de San Pablo, que
es a 25 de Enero, el Padre Fray Martín de Valencia, de santa memoria,
con once frailes sus compañeros, partieron de España para venir a esta
tierra de Anáhuac, enviados por el Reverendísimo Padre Fray Francisco de
los Ángeles, entonces Ministro General de la Orden de San Francisco.
Vinieron con grandes gracias y perdones de nuestro muy Santo Padre, y
con especial mandamiento de S.M., el Emperador Nuestro Señor, para la
conversión de los Indios naturales de esta tierra de Anáhuac, ahora
llamada Nueva España.
Hirió Dios y castigó esta tierra, y a los que en ella se hallaron,
así naturales como extranjeros, con diez plagas trabajosas.
(A continuación, Fray Toribio Motolinia, uno de los once compañeros
de Fray Martín, enumera y explica las diez terribles plagas: viruelas,
hambres, esclavitud, tributos..)
Estos indios cuasi no tienen estorbo que les impida para ganar el
cielo, de los muchos
que los Españoles tenemos y nos tienen sumidos, porque su vida se
contenta con muy poco, y tan poco, que apenas tienen con qué vestir y
alimentar. Su comida es muy paupérrima y lo mismo es el vestido; para
dormir, la mayor parte de ellos aun no alcanza una estera sana. No se
desvelan en adquirir ni guardar riquezas, ni se matan por alcanzar estados
ni dignidades. Con su pobre manta se acuestan, y en despertando están
aparejados para servir a Dios, y si se quieren disciplinar, no tienen
estorbo ni embarazo de vestirse ni desnudarse. Son pacientes, sufridos
sobre manera, mansos como ovejas; nunca me acuerdo de haber visto guardar
injuria; humildes, a todos obedientes, ya de necesidad, ya de voluntad, no
saben sino servir y trabajar. Todos saben labrar un pared, y hacer una
casa, torcer un cordel, y todos los oficios que no requieren mucho arte. Es
mucha la paciencia y el sufrimiento que en las enfermedades tienen. Sus
colchones es la dura tierra, sin ropa ninguna; cuando mucho tienen una
estera rota, y por cabecera una piedra, o un pedazo de madero; y muchos
ninguna cabecera, sino la tierra desnuda. Sus casas son muy pequeñas,
algunas cubiertas de un solo terrado muy bajo, algunas de paja, otras como
la celda de aquel santo abad Hilarión, que más parecen sepultura que no
casa. Las riquezas que en tales casas pueden caber, dan testimonio de sus
tesoros. Están estos indios y moran en sus casillas, padres, hijos y
nietos; comen y beben sin mucho ruido ni voces. Sin rencillas ni
enemistades pasan su tiempo y vida, y salen a buscar el mantenimiento a la
vida humana necesario y no más. Si a alguno le duele la cabeza o cae
enfermo, si algún médico entres ellos fácilmente se puede habear, sin mucho
ruido ni costa, vanlo a ver, y si no, más paciencia tienen que Job; no es
como en México, que cuando algún vecino adolece y muere, habiendo estado
veinte días en cama, para pagar la botica y el médico ha menester cuanta
hacienda tiene, que apenas le queda para el entierro; que de responsos y
pausas y vigilias le llevan tanto los derechos, o tuertos, que queda
adeudada la mujer, y si la mujer muere queda el marido perdido. Oí decir a
un casado, hombre sabio, que cuando enfermase alguno de los dos, teniendo
cierta la muerte, luego el marido había de matar a la mujer, y la mujer al
marido, y trabajar de enterrar el uno al otro en cualquier cementerio, por
no quedar pobres, solos y adeudados; todas estas cosas ahórrase esta gente.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 81
Si alguna de estas indias está de parto, tienen muy cerca la partera,
porque todas lo son; y si es primeriza va a la primera vecina o parienta
que la ayude, y esperando con paciencia a que la naturaleza obre.
Fue tanta la humildad y mansa conversación que los frailes menores
tuvieron en el tratamiento e inteligencia que con los Indios tenían, que
como algunas veces en los pueblos de Indios quisiesen entrar a poblar y
hacer monasterios religiosos frailes de otras Órdenes, iban los mismos
Indios a rogar al que estaba en lugar de su majestad, que regía la tierra,
que entonces era el señor obispo D. Sebastián Ramírez, diciéndole, que no
les dieses otros frailes sino de los de San Francisco, porque los conocían
y amaban, y eran de ellos amados; y como el señor presidente les preguntase
la causa por qué querían más a aquellos que a otros, respondían los Indios:
“Porque estos andas pobres y descalzos como nosotros, comen de lo que
nosotros, asiéntanse entre nosotros, conversan entre nosotros mansamente”.
Otras veces queriendo dejar algunos pueblos para que entrasen frailes de
otras Órdenes, venían los Indios llorando a decir: “Que si se iban y los
dejaban, que también ellos dejarían sus casas y se irían tras ellos” y de
hecho lo hacían y se iban tras los frailes; esto yo lo ví por mis ojos...
Algunos trataron y conversaron con personas que pudieran ser parte
para les procurar obispados y no lo admitieron; otros fueron elegidos
obispos, y venidas las elecciones las renunciaron humildemente, diciendo
que no se hallaban suficientes ni dignos para tan alta dignidad; aunque en
esto hay diversos pareceres si acertaron o no en renunciar; porque para
esta nueva tierra y entre esta humilde generación convenía mucho que fueran
los obispos como en la primitiva Iglesia, pobres y humildes, que no
buscaran rentas sino ánimas, ni fuera menester llevar tras sí más de su
pontifical, y que los Indios no vieran obispos regalados, vestidos de
camisas delgadas y dormir en sábanas y colchones y vestirse de muelles
vestiduras, porque los que tienen ánimas a su cargo han e imitar a
Jesucristo en humildad y pobreza, y traer su cruz a cuestas y desear morir
en ella; pero como renunciaron simplemente, y por ser llegar a la humildad,
creo que delante de Dios no serán condenados.
Por la defensión de los Indios, y por les procurar algún tiempo en
que pudiesen ser enseñados de la doctrina cristiana, y porque no los
ocupasen en domingos ni fiestas, y por les procurar moderación en sus
tributos, los cuales eran tan grandes que muchos pueblos no los pudiendo
cumplir vendían a mercaderes que solía haber entre ellos, los hijos de los
pobres y las tierras, y como los tributos eran ordinarios, y no bastase
para ello vender lo que tenían, algunos pueblos, casi del todo se
despoblaron, y otros se iban despoblando, si no se pusiera remedio en
moderar los tributos, lo cual fue causa que los Españoles se indignasen
tanato contra los frailes, que estuvieron determinados de matar algunos de
ellos, que les parecía que por su causa perdían el interés que sacaban de
los pobres Indios. Y estando por esta causa para dejar los frailes del todo
esta tierra y volverse a Castilla, Dios, que socorre en las mayores
tribulaciones y necesidades, no lo consintió, porque siendo la católica
majestad del emperador Don Carlos informado de la verdad, procuró una bula
del Papa Paulo III, para que de la Vieja España viniese a esta tierra
ciento y cincuenta frailes.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 82

TEMA 8 UN MODELO DE MISION: LAS REDUCCIONES


1. CRONOLOGIA ESENCIAL

• l588. Llegada al Paraguay de los primeros misioneros.

• l609. Fundación de las primeras Reducciones en Guairá(hoy Brasil).


Luchas con los "Bandeirantes"

• l63l. Fundaciones en el Paraná.

• l64l. Triunfo frente a los Paulistas.

• l75l. Por el tratado de Límites quedan afectadas las Reducciones San


Nicolás, Luis, Lorenzo, Miguel, Juan, Angel y Borja. En total unos
35.000 indios. Los Superiores Generales Acquaviva y Visconti ordenan
que se cumpla el tratado.

• l753. Conversaciones en Buenos Aires entre los demarcadores reales, el


comisario L. Attamirano SJ y los misioneros (que se resisten). Estos
piden un trienio de aplazamiento. Ante la resistencia indígena el
comisario real ordena la ocupación militar que comienza en l754 y dura
hasta la batalla de Caybaté en l756.

• l76l. Carlos III anula en tratado de l750; se reedifican las 7


reducciones y los jesuítas salen absueltos del proceso incoado contra
ellos.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 83

• l769. Expulsión de la compañía de España e Hispanoamérica.

Definición de Reducción, según la fórmula del P. Antonio Ruiz de


Montoya en su obra Conquista espiritual:
"Llamamos reducciones a los pueblos de Indios, que viviendo a su
antigua usanza en montes, sierras y valles, en escondidos arroyos,
en tres, cuatro o seis casas solas, separados a legua, dos, tres y
mas unos de otros, los redujo la diligencia de los Padres a pobla-
ciones grandes y vida política y humana, a beneficiar algodón con
que se vistan".

2. ORIGEN Y AMBITO GEOGRAFICO


Las Reducciones jesuíticas no son completamente originales ni se
basan en modelos utópicos de organización social como los presentados
por Platón, Tomás Moro o Campanella. Antes de la creación de las
Reducciones, el mundo hispano pupulaba de fuentes de inspiración directa
e inmediata.
La prehistoria de las Reducciones contó con excelentes misioneros
llegados a la misión ya desde l587.
El primer organizador de las Reducciones fue el P. Diego de Torres
que tiene una gran semejanza con Las Casas por la coherencia con que
procede en la aplicación de la justicia. En l6O8 siendo provincial de su
orden en Chile y Paraguay ejecuta los mandatos de las "Leyes Nuevas"
promulgadas sesenta años atrás; si el remedio de los abusos de la
encomienda reside en la supresión de la encomienda esta ha de
suprimirse. Por eso él suprimió el servicio personal de un grupo de
indios que trabajaban para los jesuítas.
"Me resolví a ejecutarlo y poner los indios en libertad, como lo
hice, delante de su protector y un escribano y juez, ofreciéndoles
de nuevo, si nos querían servir, mayores comodidades y salario, lo
que ellos (los indios) aceptaron con mucho gusto"
La conducta del P. Torres levantó una protesta general. Sin embargo
él respondió redactando un dictamen acerca de las razones justas que le
asistían y de la iniquidad del servicio personal, como allí se
practicaba. Lo mismo hizo en Tucumán y Paraguay, con el escándalo de los
españoles que lo acusaban de subversivo del imperio español.
El P. Torres viajó a España e Italia para reclutar misioneros que
trabajasen en las misiones de Chile y Paraguay . Reclutó a 45 con los
que regresó a América y escogió a l3 para inaugurar las misiones con los
guaraníes, de costumbres indómitas e inhumanas, a propuesta del
gobernador de Asunción, Hernando Arias de Saavedra. Una de las
condiciones puestas por el P. Torres fue que los indios reducidos
quedaran exentos del servicio personal y que viviesen independientes de
los blancos. La primera Reducción se fundó en el año l6lO, con el nombre
de San Ignacio-Guazú; desde entonces, empiezan a surgir lentamente
fundaciones nuevas a lo largo del XVII. Algunos misioneros fueron
sacrificados por los indios (de los que tres han sido beatificados) y
otros murieron de hambre.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 84
Las Reducciones gravitaron teniendo como eje lo que es en la
actualidad la provincia de Misiones en Argentina. Se extendieron en un
amplio cuadrilátero cuyos lados cubrieron tierras que hoy pertenecen al
Paraguay y Brasil y tenían 65O km de Norte al Sur y 6OO de Este a Oeste.
En casi l6O años de existencia las Reducciones de los jesuítas en
el Paraguay llegaron a 37, incluyendo las del Obispado de Santa Cruz y
Alto Chaco y Chiquitos. Las márgenes de los grandes ríos, Uruguay y
Paraná, fueron los asientos topográficos de su establecimiento, a causa
de la facilidad de comunicaciones naturales. A mediados del siglo XVII
los misioneros prefirieron detener la fiebre fundacional para
estructurar sólidamente lo establecido. En vísperas de la expulsión de
los jesuítas las Reducciones del Paraguay tenían unos LOO.OOO indios
(más habitantes que en todas las tres gobernaciones civiles de Río de la
Plata, Tucumán y Paraguay).
Contemporáneamente los jesuítas establecieron otras Reducciones,
en los Llanos orientales de Colombia en l622; en los Llanos del Alto y
Medio Amazonas y Marañón del Ecuador y norte del Perú, en l637 y a fines
del XVII entre los indios Chiquitos del sureste de Bolivia y entre los
Mojos del Noroeste de Bolivia. El objetivo era gigantesco, pues se
pretendía vincular toda esta cadena de Reducciones, desde el Orinoco
hasta el Paraná.

3. ESTRUCTURA SOCIAL
El equipo de misioneros que creó y mantuvo este notable
experimento, fue en general, excelente. Hubo jesuítas de diversas
especialidades y nacionalidades: educadores, ingenieros, arquitectos,
metalúrgicos, agricultores, artesanos, médicos, farmacéuticos y hasta
pintores y escultores.
La organización y la vida en las Reducciones tuvo dos principios
rectores: la autonomía del indio con relación al blanco y la educación
política y religiosa.
Todas las Reducciones se construían de un modo uniforme. El número
de habitantes oscilaba entre mil y siete mil. A la cabeza de cada pueblo
había dos o tres misioneros. Las Reducciones debían de estar
relativamente cerca de un centro de donde se irradiaba la
evangelización, pero siempre independientes de la ciudad española, para
que no perdiesen su autonomía. El sacerdote era el director absoluto de
la Reducción.
La constitución fundamental o de base fue la familia y la Reducción
en cierto modo fue autárquica pues contaba con todas las artesanías que
requería la sobria vida de la época.
Los jesuítas no encontraron entre los guaraníes casi ninguna base
sobre la que construir el tipo humano que pretendían. Los contemporáneos
concuerdan en una apreciación muy negativa: el indio es sumamente
perezoso, indolente. Eran absolutamente indiferentes al porvenir.
Capaces de malbaratarlo todo en un instante, sin sentido de la
previsión. Eran como niños, repiten los misioneros. A esta desesperante
actitud tuvieron que oponerse los misioneros por medio del
"racionalismo" opuesto al tradicionalismo de los indios. Las
características de esta racionalización son las siguientes:
- Amplitud de su aplicación: en todas las Reducciones se presenta de
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 85
forma uniforme.
- Generalidad: ningún aspecto cultural queda fuera de su influjo.
- Amplitud en el tiempo: se planifica por días, semanas, meses y años.
- La eficacia y el cálculo: a través de la división del trabajo, la
producción a gran escala, la uniformidad funcional en la construcción de
los pueblos,viviendas, mercados, oficinas, contando también con el temor
a las sanciones.
Había que pasar del nivel de subsistencia, en que encontraron los
misioneros a los indios, a un nivel humano, en que se satisficiera la
necesidad propia de un nivel desarrollado de vida. También crearon y
despertaron iniciativas en los indios para que lograran vivir como
hombres. Este es el sentido, por ejemplo, de la multitud de fiestas
introducidas.

4. REALIZACIONES LOGRADAS EN LA PROMOCION HUMANA


- El régimen de propiedad privada quedó estructurado a través de la
"abambaé" o posesión privada sobre todo de la tierra. Se tendía a darles
bastante tierra para bloquear su indolencia. Los indios tenían poca
afición a la agricultura. Además en la América colonial la tierra valía
muy poco. Los indios poseían sus herramientas de trabajo; en cambio el
ganado y animales de trabajo y carga pertenecía a la comunidad porque no
sabían tratarlos y los arruinaban. En cambio el fruto de la cosecha
particular era propiedad del indio.
- Los bienes de la comunidad, especialmente el terreno común donde se
cultivaban los cereales y el algodón, más la ganadería era "propiedad de
Dios": el "tupambaé". Era necesaria la posesión comunitaria ante las
sequías, plagas, etc, ya que los indios se mostraban poco previsores .En
caso de necesidad se sacrificaban los animales. Estas propiedades eran
de gran extensión y los indios trabajaban el lunes y el sábado en el
campo común. Se les pagaba con productos del campo o con permutas de
vestidos, tabaco, herramientas o con dinero. Las Reducciones eran
abundantísimas en ganado. Los indios eran muy diestros en amaestrarlos y
conducirlos a los pueblos.
- Talleres comunales para fabricar herramientas. Los oficios que
desempeñaban eran sumamente variados: carpinteros, plateros, torneros,
curtidores, retablistas, barrileros, sombrereros, doradores, carreteros,
armadores de canoas, artesanos de instrumentos musicales (órganos), de
orfebrería religiosa, etc...
Los indios no fueron privados de su lengua, ni ésta se contaminó
con el español. Al contrario la lengua guaraní fue conducida a través de
una eficaz obra educativa y un intenso desarrollo (mediante el aporte de
gramáticas y diccionarios) a la dignidad literaria, enriqueciéndose con
el aporte de los indios mismos.
Los misioneros hicieron una elección política lingüística convenci-
dos de que la lengua indígena bastaba por sí misma para la vida social y
religiosa. "Nombrar español entre ellos (los indios) no es sino nombrar
un pirata, ladrón, fornicario y adúltero, mentiroso... ciertamente el
comercio de los españoles con los indios es peste para éstos...". "Por
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 86
la misma causa no se les enseña nuestra lengua castellana".Al pasar de
una lengua sin grafía a una lengua literaria hubo de practicarse alguna
reducción a nivel fonético, gramática, lexical y semántico.
La vida transcurría en forma extremadamente detallista, con una
continua referencia a lo religioso. Al amanecer se tocaba con tambor en
la plaza para levantarse. Los niños y jóvenes van a la iglesia a rezar,
a oír la misa y después a trabajar. Luego van a desayunar a las casas
para regresar a la plaza y allí asignárseles el trabajo.(Así no se
criaban ociosos, según dicen los misioneros). Por la tarde vuelven a
rezar, a la plática y el rosario. Los más hábiles y menos rudos son
escogidos para las escuelas y monaguillos en que aprendían a leer y a
escribir en su lengua, latín y español; se les enseñaba música y danza.
Los adultos tienen un ritmo apropiado a su condición. Después de la
misa (que no es obligatoria) van a tomar el mate, luego a trabajar en
las sementeras y a la tarde vuelven y rezan el rosario. Reciben después
el mate y la carne que se reparte casi a diario.
Cuando anochecía un redoble de tambor anunciaba la hora de queda.
Las calles eran rondadas por equipos de vigilantes.
Se ha criticado la uniformidad de costumbres. Ciertamente los
guaraníes vivían gustosos con este régimen paternal.
Los jesuítas aprovecharon la afición musical y la disposición
guaraní para el canto para la metodología evangelizadora. La liturgia se
convirtió en instrumento educador. Al sacramento de la misa se le daba
todo el significado de una celebración:
"Les buscamos papeles de los mejores músicos de España y aún de
Roma para tocar y cantar". Se entona un salmo de introducción; los
muchachos cantan el 'laudate pueri'' "vuelven a repetir que alaben
a Dios, y esto hacen cuatro o cinco veces, hasta que se acaba el
salmo. Al 'Gloria Patri' todos juntos, altos y contraltos, tiples,
clarines, bajones, chirimías y violines, arpas y órganos, canta el
gloria, y con tal armonía, majestad y devoción, que enterneciera el
corazón mas duro. Y como ellos nunca cantan con vanidad ni arrogan-
cia, sino con toda modestia, y los niños son inocentes, y muchos de
veces que pudieran lucir en las mejores catedrales de Europa es
mucha la devoción que causan... Después de la consagración ,
vuelven a tocar un poco y luego entonan algún himno, 'Jesu dulcis
memoria' o el 'Ave maris Stella', o alguna letrilla a Nuestro
Señor, a la Virgen, a San Ignacio nuestro Padre o al Santo de aquel
día " (VILLOSLADA, Historia de la Compañía de Jesús, 327)

5. CONTINGENCIA DE LAS REDUCCIONES


Esta singular experiencia se vio sometida a la persecución y a la
hostilidad. Los primeros grandes enemigos fueron los bandeirantes. Las
"bandeiras" luso-brasileñas eran expediciones de rapiña sobre
poblaciones indígenas al objeto de apresarlos y venderlos como esclavos
en los mercados de Brasil (actividad muy lucrativa entonces).
Hubo terribles bandeiras en los años l628-3l en que secuestraron
200.000 indios sin contar los niños y viejos pasados a filo de espada.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 87
Los jesuítas reivindicaron para los guaraníes el uso de las armas
(prohibido para los indios en las Leyes de Indias) y a menudo lucharon
con ellos para defender las reducciones.

Los guaraníes no sólo se mostraron valientes defendiendo lo suyo,


sino que concurrieron a prestar ayuda a los españoles cerca de Buenos
Aires contra los ataques de los portugueses. A los indios de las
Reducciones se debió que el actual territorio de la república del
Uruguay perteneciese a la corona española.

En condiciones casi desesperadas viene la primera gran emigración


organizada para transferir l2.000 indios a través de l200 km de
navegación fluvial y de territorios salvajes. La segunda gran emigración
(l637-4O) agrupó a 50.000 guaraníes.

Hacia fines del siglo XVII, todavía los indios pueden en parte
retornar a sus territorios de origen despoblados y desolados por obra de
los bandeirantes. Allí se fundaron 7 reducciones o "los Siete Pueblos".

El Paraguay español pierde en l750 estas siete reducciones a favor


de Brasil a consecuencia del Tratado de Límites con el cual la corona
española recibe a cambio la colonia de Sacramento (Uruguay). Se genera
así la Guerra Guaraní o resistencia armada de los indios a la cesión,
sin escuchar las exhortaciones a la obediencia por parte de los
jesuítas. Se da una verdadera y propia guerra de conquista por parte de
los ejércitos conjuntos hispano-lusos.

También otros enemigos fueron los encomenderos, comerciantes y


funcionarios españoles . En el siglo XVIII se obliga a que en cada
reducción haya tres funcionarios para cobrar los impuestos y que se
abran los pueblos al comercio.

6. RUINA DE LAS REDUCCIONES

Con la expulsión de los jesuítas de todos los dominios españoles


pereció definitivamente este esfuerzo cristiano de promoción y de
evangelizacion. El 27 de marzo de l767, Carlos III firmó la real
pragmática en que "estimulado de gravísimas causas" que "reserva en su
real ánimo" y usando

"de la suprema autoridad económica que el Todopoderoso ha


depositado en mis manos para la protección de mis vasallos y
respeto de mi Corona; he venido en mandar extrañar de todos mis
dominios e Indias, islas Filipinas y demás adyacentes, a los
regulares de la Compañía..."

3000 religiosos tuvieron que abandonar el trabajo apostólico en


América y dejaron en forma imprevista casi medio millón de indios que
estaban bajo su cuidado. Del Paraguay (provincia religiosa) salieron
457, de los cuales, aproximadamente un centenar trabajaban en las
Reducciones.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 88
Las Reducciones vienen puestas bajo el control directo del Estado:
autoridad civil y autoridad religiosa están netamente separadas. Se
favorece la emigración a las ciudades y el mestizaje. Los indios son
sujetos a sustanciales condiciones de esclavitud y abusos de los
administradores, a la extorsión de los españoles y a la difusión del
alcohol. Muchos guaraníes vuelven a las selvas.
Treinta años más tarde la obra era irreconocible y desapareció para
siempre. Para reemplazar a los misioneros los obispos dispusieron sólo
de Lo sacerdotes que deberían de atender a tan inmenso territorio.
Fracasaron ya que no conocían las lenguas y no estaban habituados al
sistema.
Los enemigos de los jesuitas propalaron obstinadamente muchas
mentiras sobre las reducciones: explotación de minas, conspiraciones
contra la corona, comercio ilícito, intentos de crear un reino
independiente, etc...
El experimento realizado en Paraguay ha sido sometido a toda clase
de críticas: desde el panegírico incondicional hasta la denigración.
Debemos de tener en cuenta muchos elementos de juicio: la situación
geográfica, la situación humana, el dato cronológico( siglo y medio de
duración).
Los contemporáneos, que sin ser jesuitas, tuvieron oportunidad de
visitarlas, pronuncian juicios muy favorables a las Reducciones, como
experimento de evangelización civilizadora. Sin embargo podemos
decir que el régimen fue excesivamente paternalista y se prolongó
demasiado tiempo. Al abandonar las misiones los indios regresaron a sus
antiguos hábitos y costumbres. Los propios indios reconocían esto al
visitarles después:" Padres, esta nuestra capacidad es distinta de la de
los españoles, porque estos son constantes en su entendimientos, pero
nosotros sólo lo tenemos a tiempos". Los indios amaron profundamente a
sus misioneros y la palabra de estos era santa para ellos.
En el campo económico se exagera la realidad de un sistema
comunista; existió la propiedad privada familiar y se estimuló su
cultivo, jamás se negó su derecho.
Nos preguntamos: ¿Fue el infantilismo de los indios lo que causó la
prolongación del estado paternalista o la actitud paternalista mantuvo a
los indios en el infantilismo? ¿Amaron quizás los misioneros a los
indios como algunos padres aman tanto a sus hijos pequeños que no se
resignan a verlos crecer...?

Anexo tema 8
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 89
José Gumilla3
“Carta de navegar en el peligroso mar de los indios gentiles”
Avisos prácticos.
I. Estas y otras mutaciones, hijas de la natural inconstancia de los
indios, requieren que el operario se prepare con tiempo, haga el ánimo a
todo, tire a conocer bien el genio de la nación que cultiva y según él
tenga meditados medios proporcionados para las urgencias ocurrentes;
especialmente esté alerta para atajar las discordias y riñas de unos con
otros, porque casi todas las fugas se originan de esta mala raíz.
II. Trabaje puramente por amor de Dios y por el bien de aquellas pobres
gentes, sin esperar de ellas ni agradecimiento ni recompensa, porque ni aun
por el hombre la conocen, y aunque la conocieran, no tienen en este mundo
sino abundancia de desdichas; pero esté cierto que Dios le recompensará con
una medida llena y muy colmada aun en esta vida.
III. Insista mucho, hasta adquirir costumbre, en fijar la vista interior en
la preciosidad de aquellas almas, que tanto le costaron a nuestro Redentor,
y se le harán llevaderas las molestias que resultan del cultivo de ellas,
de su inconstancia e ingratitud. Y trabaje con el seguro de que con el
tiempo se desbastan y mejoran.
IV. La pereza, que les es connatural, requiere mucho tiempo y tiento en el
operario para irlos imponiendo en que hagan aquello mismo que les importa,
no sólo para su provecho espiritual, sino también para lo temporal, porque
en sintiendo la menor carga u opresión, luego se huyen para evitarla.
V. Por lo que, aunque conviene entablar la doctrina de los más párvulos
todos los días, mañana y tarde, lo que conseguirá usando de industria y
dando algunos premios a los más puntuales, con todo bastará que los adultos
asistan a la doctrina sábado y domingo; no los moleste mucho y alabe
aquello poco que aprenden para que asistan con más gusto; la doctrina
enséñela por la mañana en su lengua natural y a la tarde en castellano,
porque en lo primero se sirve a Dios y en lo segundo al rey nuestro señor,
que ordena se establezca en las Misiones la lengua española; y en todo
caso, ha de ser amor y por amor con chicos y grandes, y nada de rigor ni de
castigo, no sólo de obra, pero ni de una palabra que sea áspera.
VI. Lo dicho de la doctrina se ha de practicar con los niños de la escuela
con la misma formalidad y cuidado; porque ello es así y está ya muy
verificado, que quien desde luego lo quiere conseguir todo, luego lo pierde
todo. Véase lo dicho en el capítulo XXIV de la segunda parte, en orden a
los indios gentiles adultos.
VII. Esté muy persuadido que el primer móvil de los tales indios es el
interés; no dan paso sin esperar premio, y aun sin hacer cosa, lo mismo es
mostrar cariño el misionero al indio que responder éste pidiendo algo, y
aun sin esto jamás se cansan de pedir con importunidad; pero hay aquí dos
consuelos: el primero es que se contentan con cualquiera bagatelas; y lo
segundo, que tan contentos se van con buenas palabras y buenas esperanzas
como con la dádivas un mañana me traerán eso que pides; luego que me
traigan, tú serás el primero a quien regale, etc.; y otras largas
semejantes, les hacen buen sonido y se vuelven contentos.
VIII. Frecuentemente traen al misionero ya las frutas, el pescado, etc.; ya
se sabe que no viene eso por regalo; él trae muy pensado lo que ha de

3
José Gumilla, El Orinoco Ilustrado y Defendido, 2ª ed. Academia Nacional de la
Historia-Distribuidora Estudios, Caracas 1993, pp. 512-516.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 90
pedir, aunque al preguntarle qué quiere o ha menester responde siempre que
nada; pero no de lé cosa alguna hasta que él pida, porque si le da algo, lo
recibe de buena gana, y al cabo de un rato dice: “Yo traía este presente
para que me dieses un cuchillo, sal u otra cosa”. Y no ser irá sin que se
le dé aquello que él traía pensado.
IX. Pero de ordinario piden mucho, sin traer cosa alguna al misionero, que
necesita de un todo. No se puede negar todo lo que piden, y más si ellos
saben que lo hay; dar todo cuanto piden no es posible; por lo cual, cuando
le piden algo, vea qué es lo que más necesita y dígale: “Yo te daré lo que
pides; pero trae primero pescado, raíces” o lo que más necesita. Ellos lo
hacen así, todos quedamos remediados y van aprendiendo a ser diligentes.
Guarde la misma práctica con los muchachos, por el mismo fin; ellos piden
tanto o más que sus padres; y así aunque no haya menester, pida o mándeles
hacer algo antes de darles lo que piden: v.gr., que traigan agua o leña,
que barran la casa, etc.
X. A los principios, parte pagando y parte rogando, consiga que el común
haga sementera cuantiosa, y en ella un platanal grande para los muchachos
de la escuela, porque es cosa muy importante y no sólo sirve para los
chicos de la escuela, sino también para las viudas pobres, para los
huérfanos y para los enfermos; y sucede que viendo los indios cuán bien se
emplean aquellos frutos, renuevan con gusto la sementera en adelante.
XI. No espere a los principios que le han de avisar de los que caen
enfermos, ni de las criaturas que nacen, para que las bautice; y así por la
mañana, después de misa y doctrina, y a la tarde antes de la doctrina, debe
dar vuelta por todas las casas del pueblo, viendo si hay enfermos y niños
que bautizar. Esta es una diligencia tan necesaria como útil y fructuosa; y
para irlos imponiendo, debe encargar a los chicos de la doctrina que le
avisen luego que vean o sepan algo de esto.
XII. El atractivo más eficaz para establecer un pueblo nuevo y afianzar en
él las familias silvestres es buscar un herrero y armar una fragua, porque
es mucha la afición que tienen a este oficio, por la grande utilidad que
les da el uso de las herramientas, que antes ignoraban. Todos quisieran
aprender el oficio; muchos se aplican y lo aprenden muy bien.
XIII. No importa menos buscar uno o más tejedores de los pueblos ya
establecidos, para que tejan allí el hilo que traen de ellos, porque la
curiosidad los atrae a ver urdir y tejer, y el ver vestidos a los oficiales
y a sus mujeres les va excitando al deseo de vestirse y se aplican a hilar
algodón, que abunda, y de que finalmente se visten.
XIV. La fábula de Orfeo, de quien fingió la antigüedad que con la música
atraía a las fieras, se verifica con ventaja en las Misiones de estos
hombres, más duros que los pedernales; porque es cosa reparable cuánto los
encanta y embelesa la música. Son músicos de su propio genio, y como en
varias partes de esta Historia consta, son muy aficionados a tocar flautas,
que ellos se fabrican, y otros muchos instrumentos; y está ya experimentado
en las Misiones fundadas cuánto los atrae y domestica la música, cuánto
aprecian y la gala que hacen aquellos cuyos hijos ha destinado el misionero
a la escuela de música; y así una de las primeras diligencias de la
fundación de nuevo pueblo ha de ser conseguir un maestro de solfa de otro
pueblo antiguo, y entablar escuela de música para el fin dicho y para la
decencia del culto divino.
XV. Es indispensable que meta la mano y medie en sus pleitos, riñas y
casamientos; pero proceda el operario con tal cautela que no conozcan los
gentiles y neófitos que precede como árbitro; y la razón es porque como en
estas dependencias uno de los dos bandos ha de quedar precisamente
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 91
desairado, y al misionero le importa mucho estar bien con todos, debe
mediar y proceder con toda neutralidad a favor de la paz y de la unión, sin
declararse por unos ni por otros; para eso conviene desde los principios
irlos imponiendo en el gobierno político y señalar alcaldes, que con el
cacique gobiernen, y a solas instruirlos de lo que deben hacer en las
controversias que ocurran.
XVI. Aunque a la primera vista parece ceremonia inútil el entable de los
misioneros antiguos de poner formalidad de clausura en aquellas casas
pajizas y pobres en que viven, sin permitir que entre del cercado para
adentro mujer alguna, y teniendo una ventana al lado de la plaza para
despachar sus demandas, con todo, ya está experimentado que importa mucho
esta práctica. No hay cosa que más golpe les dé ni que mayor armonía cause
a los catecúmenos que esta formalidad y circunspección del operario; todo
lo reparan, y a su modo todo lo interpretan y lo hablan entre sí; y se ha
reconocido que este modo de proceder engendra en ellos mucho respeto y
veneración para con sus misioneros.
XVII. Para este fin, y para mayor decencia, se ha entablado, y debe
llevarse adelante, el estilo de no salir de su casa el misionero sino
acompañado de algún indio principal, y a falta de éste, con dos o tres
muchachos de la escuela, de los mayores que haya en ella, sin dejarlos
apartar de su lado cuando visita los enfermos y hace las demás diligencias
de su cargo.
XVIII. Finalmente, el fin de su ocupación y la causa de su destierro en
aquellas soledades es doctrinar y salvar aquellas pobres almas, lo cual más
depende del ejemplo, circunspección y virtud sólida del operario, que de
sus sermones, exhortaciones y palabras; y así, este medio es el que sobre
todos ha de reputar por el más útil para sí y eficaz para enseñar a los
prójimos, y es el único para que Dios nuestro Señor, de cuya mano viene
todo el bien, eche su copiosa bendición a sus fatigas y afanes y rindan
copioso fruto para la vida eterna.
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 92

TEMA 9. LA EDUCACION COLONIAL

1. LA EDUCACION DEL INDIGENA


1.1. INTRODUCCION
La evangelización de los habitantes del Nuevo Continente fue
concebida como una tarea educativa. La Santa Sede puso de relieve en
numerosos documentes que la labor evangelizadora llevaba unida la
necesidad de instruir en la doctrina y de formar en las costumbres
cristianas. Aparece así en la Bula Inter Caetera, del 3 de mayo de 1493,
en la que se indica a la Corona que se enviará a las tierras recién
descubiertas varones probos y temerosos de Dios, doctos, peritos y
expertos para instruir a sus habitantes en la fe católica y en las
buenas costumbres.
La necesidad de hacer una labor educadora que cimentase en los
indígenas la fe cristiana fue sentida de modo especialmente vivo por los
pastores de la Iglesia americana. El impulso de instituciones educativas
por parte de los obispos está consignado en múltiples documentos que
muestran el empeño con que promovieron estas labores. Ha sido destacada,
por ejemplo, la originalidad de la empresa de Zumárraga de traer, desde
la Península, maestras para las niñas indias mexicas: “nada se había
hecho en las Antillas, ni en otros territorios americanos, ni siquiera
en la ciudad de Granada, con numerosa población morisca recientemente
sometida”.
La Corona también percibió desde muy al comienzo de la
colonización la tarea educativa que suponía la incorporación a la fe
cristiana de sus nuevos vasallos. Es reconocido que la monarquía
española, a diferencia de otras cortes europeas, concibió la labor
colonizadora como empresa de su propia competencia e integró a los
nuevos territorios y a sus habitantes en el conjunto de sus reinos.
Sintiéndose responsable del fin sobrenatural de sus súbditos, comprendió
que, para que pudieran alcanzarlo, había que proporcionales una
educación que los capacitara para recibir la doctrina.
Esta meta se recogía ya en las Instrucciones del 20 y 29 de marzo
de 1503, dadas por los Reyes Católicos al gobernador Nicolás de Ovando,
en el que precisaban:
“Otrosí mandamos al dicho nuestro gobernador que luego haga hacer
en cada una de las dichas poblaciones y junto con las dichas iglesias
una casa en que todos los niños que hubiere en cada una de las dichas
poblaciones se junten cada día dos veces para que allí el dicho capellán
los muestre a leer y a escribir y santiguar y signar y la confesión y el
Pater-nóster y el Avemaría y el Credo y Salve Regina”.
Los conquistadores como Bernal Díaz del Castillo, eran, asimismo
conscientes de que plantaban la Iglesia en América para “servir a Dios,
a su Majestad y dar la luz a los que estaban en tinieblas, y también por
haber riquezas, que comúnmente todos los hombres buscamos. Y para “dar
luz a los que estaban en tinieblas”, compartían la preocupación
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 93
educativa y pusieron medios para impulsarla. Lo hizo Hernán Cortés,
quien, en sus Ordenanzas, del 20 de marzo de 1524, disponía que los
hijos de los principales fueran entregados a los monasterios para
recibir instrucción, y que en donde no hubiese monasterio, se destinase
una persona para que los instruyese.
El 15 de diciembre de 1525, el contador de las cajas reales de
México, Rodrigo de Albornoz, exponía al Rey la petición de abrir un
centro de estudios superiores en el que los hijos de los caciques se
preparasen para poder acceder al sacerdocio: “Para que los hijos de los
caciques y señores, muy poderoso señor, se instruyan en la fe, hay
necesidad nos mande V.M. se haga un colegio donde les muestren a leer y
gramática y filosofía y otras artes, para que vengan a ser sacerdotes,
que aprovechará más el que de ellos saliere tal y hará más fruto”.
El virrey Francisco de Toledo escribía con visión amplia desde la
tierras incaicas:
Mande V. M. Proveer que en ninguna manera se bauticen los indios
... sin que primero se les enseñe la doctrina cristiana y ley
evangélica, se les infunda y enseñe la natural política y civil... Y
porque de no haverse hecho esto... sin enseñarles primero a ser hombres,
ni catequizarlos, como debían, ha nacido quedarse los naturales tan
idólatras como antes, sin entender lo que se les enseña ni tener
capacidad ni disposición para ser cristianos”.
La urgencia de la labor educativa en el contexto de la
evangelización fue sentida de modo especialmente intenso por el clero
que se traslada a América, del que se puede afirma que fue el verdadero
protagonista de la empresa. Ya en una Memoria presentada al emperador
Carlos V por un franciscano y fechada en 1526, desde la ciudad de
México, se decía. “Será muy necesario haber un estudio general en
Tenustitlán, de leer gramática, artes y teología, en que se enseñen los
naturales de la tierra. Que a este estudio vengan los hijos de los
señores y naturales de la tierra”.

1.2. LOS EDUCADORES DE LOS INDIGENAS


Aunque intervienen activamente en el trabajo educativo en las
Indias miembros seglares de la sociedad, fue el clero el elemento
educador por excelencia de los indígenas americanos.
Uno de los primeros datos que tenemos es del bachiller Hernando
Xuárez, clérigo, que trabajó en las Antillas. En una real cédula del 24
de febrero de 1513 dirigida a los jueces de apelación de Santo Domingo,
se afirmaba:
Algunos de los hijos de caciques saben ya gramática, la cual les
enseñó el bachiller Hernando Xuárez clérigo, que ha estado en esa isla
mucho tiempo; e porque yo deseo e sería mucho servido que los dichos
indios supiesen todas las cosas con que más pronto ellos e los otros sus
naturales vinieran en conocimiento de la fe e vivivesen como cristianos,
e porque yo he sido informado quel dicho bachiller Xuárez es buena
persona e docto para lo suso dicho, e nos ha servido e deseo servir, por
ende yo vos mando que veáis que orden debe tener el dicho bachiller
Xuárez para enseñar a los hijos de los caciques desa isla, e después de
lo haber muy bien mirado, le deis vuestra instrucción firmada de
vuestros nombres, para que él conforme a ella entienda en enseñar e
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 94
doctrinas todos los hijos de los caciques desa isla que buenamente
pudiese tener a su cargo el dicho clérigo... Es mi merced e voluntad
(añade la cédula) quel haya y lleve e le sean dados e pagados por su
trabajo doscientos pesos de oro en cada un año”.
Los misioneros de las órdenes mendicantes llegaron a tierras
americanas procedentes, en su inmensa mayoría, de conventos reformados y
venían provistos de una alta espiritualidad y con una gran ilusión
apostólica: la demostraron con su afán por ser destinados a tierras de
misiones –todos ellos viajaron por voluntaria y expresa petición
personal a la respectiva orden- y, en general, por la dedicación
esforzada y llena de iniciativa personal a su tarea.
Destaca, en primer lugar, el esfuerzo de los doce misioneros que
llegaron a México. Este esfuerzo les llevó al duró aprendizaje de las
lenguas indígenas, y a conocer los modos y las instituciones educativas
que tenían los antiguos pueblos mexicas, para salir a su encuentro en su
labor educadora. Aprendieron, en el caso novohispano, el náhuatl,
tarasco, otomí, etc. Conocieron el calmécac y el telpochcalli, las
antiguas instituciones educativas aztecas. En el primero, situado cerca
de los templos, se educaba al niño y adolescente principalmente hijo de
los caciques o pipiltin, en régimen de internado, separado de su
familia, con una disciplina férrea que los capacitara para la vida
militar y política; en el segundo, de régimen más suave, se formaban
también los de procedencia popular o macehualtin de matiz más religioso.
Se acercaron a sus costumbres y habilidades: su afición a textos
ilustrados, a las representaciones dramáticas y a la música; todas ellas
les presentaban un amplio abanico de posibilidades para ser empleadas en
la instrucción y transmisión de contenidos educativos que supieron
aprovechar.
En segundo lugar, se aprecia la iniciativa de los evangelizadores
mexicanos para realizar la tarea de educar que se habían propuesto.
Iniciativa para adoptar algunas de las soluciones educativas indígenas y
para aprovechar en su labor las experiencias apostólicas y educativas
realizadas en las Antillas: la apertura de escuelas de catecismo, de
gramática y de artes para los hijos de los principales, la colaboración
de niños y jóvenes indígenas, ya convertidos, en la labor de catequesis
y de instrucción en las lenguas, etc.

1.3. LOS CENTROS DE EDUCACION


Surgieron en el Nuevo Continente un amplio y original abanico de
centros de educación que alcanzan ocho sistemas de educación. Siete de
ellos se desarrollaron en tierras americanas: escuelas elementales,
colegios de niños nobles, internados interclasistas, centro
interraciales, colegios de enseñanza media y escuelas externas e
internados para la mujer india. El octavo sistema consistió en el
traslado de niños americanos a la Península. Sólo dos de estos sistemas
tuvieron verdadera continuidad: las escuelas elementales y, en menor
medida, los colegios para niños nobles o hijos de caciques o
principales.
A). Las escuelas elementales eran centros en régimen de externado.
En ellos se enseñaban, además del catecismo, la lectura, escritura,
cuentas y música. Con frecuencia se completaba esta escuela con un
centro de formación profesional cercano, en el que se transmitía la
formación en distintos oficios y técnicas laborales. Las cofradías de
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 95
indígenas impulsaron en ocasiones la existencia de estas escuelas y
costearon con sus bienes los gastos de los maestros.
B). El colegio para hijos de caciques nació con régimen de
internado en las zonas en que la población indígenas más evolucionada y
jerarquizada presentaba un volumen de elementos directivos lo
suficientemente amplio. El más famoso fue el colegio de Santa Cruz de
Tlaltelolco fundado en 1536.
Se difundieron estos colegios por el continente hasta principios
del siglo XVII, en el que sufrieron un eclipse, cuando la administración
española dejó de apoyarse en la nobleza indígena, caciques o
principales, para el ejercicio de la autoridad.
C). Los internados de indios interclasistas, promovidos por los
jesuitas, que los denominaron “seminarios de indios”, eran internados
selectivos pero no por ser hizos de caciques o principales, sino a un
criterio cualitativo personal.
D). A los centros interraciales acudían niños indios
preferentemente hijos de caciques y niños españoles. Unos fueron de
enseñanza elemental, otros a nivel superior.
E) Como prototipo de colegio de enseñanza media para indios suele
citarse el famoso de Santa Cruz de Tlaltelolco, en que se impartían los
estudios de gramática y retórica, es decir, la formación en “latinidad”
requerida para el ingreso en la universidad y también para acceder al
sacerdocio.
F). Surgieron asimismo centro de educación para la mujer indígena.
Había dos tipos para las niñas indígenas: las escuelas elementales
externas, y los recogimientos para niñas indias, con carácter de
internado. En la mayoría de los casos eran siempre anexas a conventos de
monjas.
G). Por último, se intentó la educación de indígenas americanos en
España. Durante el primer tercio del siglo XVI se trajeron a España
algunos grupos de niños indígenas, hijos de caciques para ser educados
en centros peninsulares. Aunque se inició con algunos frutos, no perduró
esta iniciativa.

1.4. CONTENIDOS Y METODOS EDUCATIVOS.


En el recinto de los conventos surgieron pronto dos niveles de
instrucción religiosa: uno más elemental que consistía en la transmisión
de las verdades fundamentales de la fe, de las oraciones del cristiano y
de las exigencias de la vida moral impartida a niños y adultos; y un
segundo nivel, que comprendía la enseñanza sistemática ampliada de la
doctrina y de las artes o gramática impartido a los hijos de los
caciques o principales que vivían en régimen de internado en el interior
del mismo recinto.
Las primeras cartillas de castellano que pasaron a América, de que
tenemos noticia, fueron adquiridas en Sevilla en 1512 por el franciscano
Alonso del Espinar, que compró dos mil, “para mostrar” a los niños de la
Española, pagando por ellas 375 maravedíes. Además, compró veinte
Gramáticas de Nebrija.
Se emplearon pronto “abecedarios” o cartillas elaboradas por los
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mismos misioneros para los niños indios. Pronto se pasó a la formación
de “catecismos alfabetizantes”, es decir, catecismos precedidos de
abecedario.
En cuanto a los métodos de aprendizaje, se impusieron en marcha
soluciones innovadoras e ingeniosas. Hubo dos sistemas de representar el
alfabeto: el ideográfico, que representaba las letras con figuras
semejantes a ellas (por ejemplo la A con una escalera de tijera) y el
fonético (relacionar cada letra con un animal o cosa que empezase con
esa letra). Para la escritura se adoptó un sistema mixto que mezcló
jeroglíficos y figuras con frases escritas en caracteres europeos. Ha
sido destacada por los especialistas la revolución intelectual que
supuso la introducción del alfabeto latino para escribir las lenguas
indígenas.
Se imprimieron libros doctrinales y de espiritualidad en las
lenguas indígenas. Las ediciones fueron en algunos casos bilingües. Los
primeros libros impresos en Lima fueron los instrumentos pastorales del
III Concilio Limense (1584-1585), publicados en castellano, quechua y
aymará.
A los adolescentes y jóvenes más despiertos pronto se pasó a
enseñarles también la lengua latina. Aprendieron también música,
asignatura importante para la liturgia: se les enseñó a cantar y a
acompañarse al órgano. El resultado fue óptimo. Gante escribía al
Emperador en 1532, que se habían formado ya “cantores que podrían cantar
en la capilla de V.M., tan bien que si no se ve, quizá no se creerá”
En el internado de Tepotzotlán, los jesuitas formaban a sus
alumnos en policía y virtud y como lo señala Pedro Borges:
“La policía, según los estatutos del Colegio de 1585, consistía en
andar limpios, lavar la ropa, cuidar de sus habitaciones, besarle la
mano a los padres cuando fueran a visitarlos, obedecer y respetar a los
ancianos, comer en “mesa alta”, estar atentos a la lectura durante la
refección e ir en filas de dos o tres al salir al campo. Se les prohibía
mentir, insultar, reñir, pegarse, maldecir, hablar o mirar a las
mujeres, practicar acciones deshonestas, hurtar, apropiarse de lo ajeno
y murmurar”.

1.5. PERSONAL AUXILIAR Y MEDIOS EDUCATIVOS


Desde muy al comienzo de la evangelización, los misioneros
contaron con la ayuda de un personal auxiliar elegido entre los mismos
indígenas ya conversos y preparados para hacer un trabajo eficaz entre
los miembros de su nación o de poblaciones vecinas.
Una iniciativa original en la época fue la de recurrir a los
muchachos indígenas ya adoctrinados para enseñar a las niñas indias en
los comienzos de la labor de los franciscanos de México. Lo narra
Mendieta en su Historia Eclesiástica Indiana:
“Pues que Dios crió desde el principio del mundo al varón u a la
hembra, y ambos sexos después de caídos vino a buscar, curar y redimir,
no fuera plena o perfecta conversión si todo el cuidados de los
ministros se pusiera en sola la instrucción y doctrina de los varones,
dejando olvidadas las mujeres. Y por no caer en esta falta aquellos
primeros fundadores de la fe de estas tierras, el mismo cuidado que
tuvieron de los niños dentro de las escuelas, tuvieron también de las
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niñas en que aprendiesen la doctrina cristiana fuera de la iglesia, en
los patios. Allí se juntaban repartidas en corrillos, y salían de la
escuela los niños que era menester, para cada corrillo uno de los que ya
sabían la doctrina, y éstos la enseñaban, hasta que hubo de ellas quien
la supiese, y después ellas mismas se enseñaban unas a otras. Y esta
misma costumbre se ha guardado y conserva hasta el día de hoy, como
adelante por ventura se dirá por extenso”.

2. LA EDUCACION DE LOS CRIOLLOS


La educación de los criollos fue contemplada por la Iglesia como
medio eficaz para mantener y acrecentar la vida cristiana en las nuevas
tierras descubiertas. Para que pudieran alcanzar la madurez que les
permitiría colaborar en los distintos campos de la actividad humana –en
el quehacer intelectual, en la administración de los territorios y de
las ciudades que se estaban consolidando, en la vida militar, en las
tareas del comercio y de las finanzas, en las labores de la tierra-, era
necesario transmitirles los saberes correspondientes, de modo análogo a
como se llevaba a cabo en la Península. Paro que lo hicieran como
cristianos necesitaban recibir una instrucción en la doctrina de la
Iglesia y una formación moral en las virtudes cristianas
Al Nuevo Mundo se trasladó el cuadro institucional educativo
peninsular, que aparecía coronado por la universidad. Este traslado
estuvo marcado por las diferencias de la sociedad americana y de las
nuevas circunstancias en que se desarrollaba. Aunque la separación no
era tan neta como ahora estamos acostumbrados a contemplar, se pueden
considerar tres niveles educativos: el aprendizaje de los primeros
conocimientos –lectura, escritura, cuentas- constituía el primer nivel;
el dominio de la “gramática” y la “retórica” latinas era el núcleo del
nivel segundo, concebido como estudios medios, ya que abría las puestas
al tercer nivel o enseñanza superior universitaria, que se realizaba en
latín.

2.1. ENSEÑANZA DE LAS PRIMERAS LETRAS


El primer nivel fue acompañado, del mismo modo que en la
Península, de la instrucción catequética. La recitación de las oraciones
del cristiano y el aprendizaje del catecismo iban unidos al estudio de
abecedarios que iniciaban en la lectura y en la escritura. En este nivel
surgieron en las Indias siete soluciones escolares: cuatro de enseñanza
externa y tres concebidas como internado.
Las soluciones de enseñanza externa fueron las siguientes: la
instrucción a niños criollos impartida en los conventos de frailes y
religiosos, de modo similar a lo que realizaban con los niños indios;
las escuelas surgidas en torno a las catedrales, como las que aparecen
en pleno siglo XVI, destinadas, como en los centros similares de Europa,
a la formación de acólitos empleados en el servicio de la catedral de
los que saldrían los futuros sacerdote y las escuelas externas de
maestros en el “nobilísimo arte de leer y escribir”, que poco a poco se
reglamentaron.
Había escuelas privadas para niños y niñas, pero también muchas
escuelas gratuitas de la Iglesia, del municipio, de las comunidades
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indígenas y de asociaciones filantrópicas. El contenido de esta
instrucción, además de los conocimientos de la doctrina cristiana, era
la lectura y escritura castellana. En algunos caos se añadían las
primeras nociones de aritmética. En ocasiones, estas escuelas impartían
la formación en otros campos, como la música, y los oficios y artes.
El progreso de la alfabetización debió seguir en América la triple
directriz que es general en la sociedad occidental en estos siglos: se
extendió desde arriba –de los grupos sociales más acomodados a los
menos-; llegó a la ciudad antes que al campo, y alcanzó a los hombres
antes que a las mujeres.

2.2. ESCUELAS SECUNDARIAS


Para los criollos que se proponían acceder a la universidad y para los
que se preparaban al sacerdocio se iniciaron, en las principales
ciudades de América, unas instituciones docentes que enseñaron lo que se
llamó “latinidad” o también “gramática”. Transmitían el conocimiento del
latín y de la cultura latina. Estos contenidos le permitían al alumno
captar los ideales humanos del mundo clásico, fundidos y permeados por
la fe cristiana. El dominio de la lengua latina les haría posible cursar
los estudios superiores unversitarios.
América no conoció una de las instituciones educativas típicas de
la Península: el estudio de la latinidad municipal.
Los jesuitas fueron los que configuraron y difundieron de modo
definitivo la enseñanza media o secundaria del criollo americano. El
sistema de enseñanza seguido en los colegios de la compañía era el
denominado parisiense-romano, implantado en México en 1574. Centrado el
contenido de las enseñanzas en el conocimiento de la lengua y literatura
latinas, recogía el antiguo trivium –gramática, retórica y dialéctica-,
en tanto que las materias del quadrivium -aritmética, geometría, música
y astronomía- se integraron en la Facultad de Artes, de nivel
universitario, aunque propedéutica de las facultades llamadas
universitarias mayores –teología, cánones y derecho civil-.
El plan de estudios de los colegios de la Compañía se articulaba a
lo largo de cinco cursos. Los tres primeros se dedicaban al estudio de
la gramática, en el cuarto se estudiaban las humanidades y en el quinto
y último curso la retórica. Completado este ciclo, los alumnos podían
cursar en los colegios la filosofía o artes, durante tres cursos. En el
primero se estudiaba lógica e introducción a las ciencias, en el
segundo, cosmología, psicología y física; en el tercero y último,
metafísica y filosofía moral.
Los autores están de acuerdo en que el sistema parisino se impuso
por la sencillez y claridad del sistema, en el que el orden en la
exposición tenía como finalidad contribuir a la mejor comprensión de la
materia. Principio fundamental del sistema era el de garantizar que el
alumno, al pasar a un curso superior, dominase suficientemente la
materia del anterior. El juicio se hacía con los datos del
aprovechamiento demostrado a lo largo del curso y con un examen final
ante un tribunal presidido por el prefecto de estudios que expedía el
pase correspondiente.

2.3. LA FORMACION UNIVERSITARIA


La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 99
La universidad culminaba la formación humanista que se implantó en
los reinos americanos. De sus cuadros se aspiraba que salieran los
criollos preparados para el ejercicio de los cargos administrativos y de
las tareas eclesiásticas.
En México, la ciudad, su Ayuntamiento y el obispo tuvieron un
papel importante en la promoción educativa superior de sus ciudadanos.
El obispo Zumárraga escribió a la Corona, en 1537:
“No hay parte alguna de cristianos donde haya tanta necesidad de
una universidad donde se lean todas las facultades y ciencias y sacra
teología; porque si su Majestad haviendo en España tantas universidades
y tantos letrados, ha proveído a Granada de universidad, por razón de
los nuevos convertidos de los moros, cuánto más se debe proveer por
semejante maenra a esta tierra, a donde hay tantos nuevamente covertidos
de gentiles que en comparación de Granada es meaja en capilla de
fraile”.
Habiendo dado la Universidad de México sus pasos iniciales,
intervienen a favor de la aprobación real del proyecto los religiosos
dominicos y franciscanos. En cartas y comunicaciones dirigidas a la
Corona exponen los objetivos que se esperan obtener con la implantación
de la universidad en tierras mexicanas:
1. El bien de la evangelización de los indígenas, ya que la
universidad formaría expertos en los temas doctrinales que ayudarían a
afrontarla y que fueran un cuerpo consultivo en las dudas que surgiesen
para llevarla a cabo.
2. El bien de la sociedad civil: haría posible el asentamiento
estable de los criollos que, con esa formación podrían ejercer
dignamente los oficios intelectuales, ser “letrados”.
3. El bien del Estado: porque, como sostenían los franciscanos, no
podía tener mejor guarnición la Corona en aquellos reinos que la de
gente enseñada en virtud y en ciencia.
Estos objetivos, que sólo se alcanzarían si sus alumnos eran
llevados a la ciencia y a la virtud, se esperan lograr a este nivel
superior, mediante dos instituciones paralelas: la universidad
propiamente tal que, con su función eminentemente docente, había de
contribuir al arraigo de la verdad en sus alumnos, y los colegios
universitarios, que, facilitando una vida ordenada según virtud,
transmitiría el estilo de vida universitario conformado por virtudes
cristianas.
Son seis las universidades que surgieron en los territorios
americanos durante el siglo XVI: dos en Santo Domingo –la de Santo Tomás
y la de Santiago de la Paz- y una en las ciudades de México, Lima,
Bogotá y Quito.
Las de Santo Domingo, México y Lima fueron denominadas
“universidades mayores”. La de Santo Domingo decana, México y Lima que
se disputan, a su vez, la primacía, fueron las de mayor entidad y peso
en cuanto al volumen de alumnos y a la proyección de sus estudios.

2.4. ORIGEN Y FUNDACION DE LAS UNIVERSIDADES MAYORES


La universidad de Santo Tomás de Aquino, en Santo Domingo tuvo sus
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inicios íntimamente relacionados con los dominicos asentados en la
ciudad, desde finales de 1510, fecha en la que llegó a la isla el primer
grupo de frailes procedentes del convento de San Esteban de Salamanca.
Venían encabezados por fray Pedro de Córdoba, y en el grupo figuraban
Antonio de Montesinos, Domingo de Betanzos y Tomás de Berlanga, antiguos
alumnos de la universidad salmantina. El capítulo general de la orden,
celebrado en La Española en 1518, aprobaba la erección de una Escuela o
estudio, semejante al de San Esteban de Salamanca, en el convento de la
isla, con los mismos derechos que tenían los de Salamanca y Valladolid;
en 1537 fue erigido como estudio general, aún sin facultad de coferir
grados. Paulo III, en 1538 concedió que el estudio general de los
dominicos pudiera erigirse en universidad, según el modelo de Alcalá de
Henares.
Los orígenes de la posterior Universidad de Santiago de la Paz, de
Santo Domingo, están relacionados con Sebastián Ramírez de Fuenleal que,
en 1529 solicitó un estudio general para la ciudad de Santo Domingo.
Concedido por la Emperatriz, en 1530 tuvo lugar la fundación de una
escuela de tipo catedralicio. Pasados unos años, en 1537, se iniciaron
estudios de gramática. En 1550, Felipe II erigió la nueva universidad y
le otorgó los privilegios de la salmantina.
La Universidad de San Marcos, de Lima, se inició de modo semejante
a la de Santo Tomás de la Española, vinculada a los dominicos de la
ciudad. Reunido el capítulo provincial de la orden en la ciudad de Cuzco
el año 1548, acordó fundar un estudio general en su convento limeño para
la formación intelectual de los jóvenes religiosos dominicos. Carlos V
autorizó por real cédula de 1551 la erección de la universidad
separándola del estudio general de convento dominico y dándole vida
autónoma. Se le concedieron –como a la de Santo Domingo- los mismos
privilegios que a la Universidad de Salamanca. El 2 de enero de 1553 se
publicaba la real cédula en la sala capitular del convento dominico, con
asistencia del virrey y del arzobispo, dando comienzo de modo solemne la
universidad peruana.
Sobre los comienzos de la Universidad de México ya hemos
mencionado las gestiones realizadas por el obispo Zumárraga en 1537. Fue
determinante para la erección de la universidad mexicana la intervención
del cabildo de la ciudad. De este modo se llegó a la real cédula del 3
de octubre de 1539, que ordenaba al virrey la construcción de un
edificio para escuela de artes y teología, y que tratara con el obispo
la provisión de cátedras. Tras estos precedentes, se llegó a la real
cédula de erección, del 21 de septiembre de 1551, firmada por el
príncipe Felipe. Por último una tercera real cédula del Emperador
concedía a la de México los privilegios de la Universidad de Salamanca,
excepto la jurisdicción propia y la exención tributaria. Así pues, en
cuanto al origen se perciben ya algunas peculiaridades de estas
universidades americanas: de impronta eclesiástica son las de Santo
Tomás , en Santo Domingo y la de San Marcos de Lima; con más peso de la
iniciativa secular, son la de Santiago de la Paz de Santo Domingo y la
de México.

2.5. ORGANIZACIÓN DE LA VIDA UNIVERSITARIA


La universidad americana se proponía la formación de los
criollos, concebida como educación cristiana mediante el estudio de
todas las ciencias y en la práctica de la virtud. Configurada en el
La Religión en el Proceso Histórico de América Latina (CSX 235) 101
marco de la modernidad cristiana, enlazó en sus enseñanzas el humanismo
clasicista y los principios de la doctrina cristiana.
La base de los estudios, que podían impartirse también en los
colegios, eran los cursos de latinidad o cátedra de gramática y los de
la Facultad de Artes. La Facultad de Artes proporcionaba a lo largo de
tres cursos una formación filosófica. Esta facultad contaba también con
una cátedra de Medicina, que a mediados del siglo XVII daría origen a la
Facultad de Medicina.
Las facultades mayores eran tres: la de cánones, o derecho
canónico, la de leyes o derecho civil, y la de teología. Ya desde sus
comienzos otorgaron los mismos grados académicos que las peninsulares:
bachiller, licenciado y doctor.
La enseñanza medieval consagró tres técnicas didácticas que
tuvieron vigencia en la universidad americana. La primera de ellas es la
lectio, que consistía en la exposición de un tema que hacía el maestro
apoyándose en autores antiguos consagrados. La lectio no era una simple
lectura; en ella el maestro transmitía su propia elaboración sobre el
tema que, como nos da a conocer los comentarios de textos que se han
conservado, llevaba a cabo aplicando los conocimientos de que disponía y
también los datos de observación que consideraba pertinentes al tema.
La collatio era un diálogo alumno-maestro, que podría relacionarse
con la didáctica socrática, en el que se ponía en ejercicio el interés
del que aprendía y su iniciativa para abordar el tema y asimilar su
contenido de verdad.
La disputatio, que hacía ejercitarse en la dialéctica –arte de
razonar por medio de proposiciones verosímiles- requería el estudio y la
reflexión personal, y la comparación y el contraste de las diversas
opiniones; era una técnica didáctica para aprender a pensar y expresar
con precisión el propio pensamiento.
El claustro era la principal autoridad universitaria, y le
correspondía el gobierno de la institución. Los había de dos tipos:
plenos y ordinarios y ambos estaban presididos por el rector. Formaban
el claustro pleno no sólo los catedráticos, profesores y funcionarios de
la universidad, sino la totalidad de los graduados, y los incorporados
procedentes de otras universidades. Todos estaban obligados a asistir y
participar. Los colegios incorporados a la universidad asistían con uno
o varios representantes. Eran convocados por el rector, que debía
atenerse a lo que señalaban los estatutos que prescribían anualmente un
claustro para la elección del rector y de los consiliarios, y otro para
la jura del primero. Este segundo claustro aprobaba los programas que se
explicarían en cada cátedra durante el curso, y nombraba los
examinadores de los estudiantes de artes que debían acceder a las
facultades mayores. La formación a nivel superior era completada por la
labor de una segunda institución, la del colegio universitario. Los
colegiales, además de alojarse en su recinto, recibían en ellos
instrucción y, en bastantes casos, podían cursar alguna de las materias
del plan de estudios universitarios, acudiendo a las aulas de la
universidad para las restantes asignaturas.Fueron una pieza esencial
dentro de la formación humanista que caracterizó a la universidad que
llegó a América. Crearon en torno a la universidad focos culturales que,
en no pocos casos, vitalizaron el ámbito intelectual universitario. Por
otro lado, la vida de sus colegiales, regulada por las constituciones
del colegio respectivo, ordenada y conforme con los principios de la
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moral cristiana, facilitaba su dedicación al estudio y actuaba como
principio de formación moral en las virtudes cristianas.

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