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LexicologiayArgumentacionJuridica Ant B2 C
LexicologiayArgumentacionJuridica Ant B2 C
JURÍDICO Y SUS
RAÍCES LATINAS
Lexicología y
Argumentación Jurídica
Bloque 2
LAJA1219
LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
El presente material recopila una serie de definiciones, explicaciones y ejemplos prácticos de autores especiali-
zados que te ayudarán a comprender los temas principales de este bloque.
Las marcas usadas en la antología son única y exclusivamente de carácter educativo y de investigación, sin fines
lucrativos ni comerciales.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
3. Discurso jurídico
Gerardo Ribeiro (2013) señala que el objetivo principal del discurso jurídico es que “los actores de la dis-
puta judicial se adhieran a las propuestas del hablante, en particular busca que el juez se adhiera a sus
peticiones y exprese esa adhesión en la sentencia que pronuncie” (p. 237). Esta adhesión se construye a
través de las tres funciones retóricas por excelencia: convencer, persuadir y seducir.
Muñoz (2015) menciona que la mayoría de las corrientes jurídicas consideran al derecho como una esfera
autónoma y autosuficiente, que se basta y explica a sí misma, sin utilizar elementos extraños a él. No
obstante, este autor destaca la necesidad de construir una teoría del derecho “que explique las normas
jurídicas dentro del contexto de las demás prácticas sociales que encubre; [pues] las normas jurídicas
no pueden estar ajenas a las prácticas económicas, políticas e ideológicas” (p. 165).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
La comunicación de los conceptos jurídicos implica el uso de canales de comunicación por los que se
transmiten ideas sobre una institución jurídica; en casos concretos, se requiere una justificación de quien
está interpretando o aplicando un precepto normativo. Al respecto, Rojas (2012) comenta lo siguiente:
El cumplimiento de las reglas del discurso por sí mismo, sólo permite descartar un número reducido de nor-
mas y de juicios normativos como discursivamente imposibles. En la mayoría de los casos resultan posibles,
haciendo uso de las reglas del discurso, muchas normas contradictorias entre sí. La realidad social exige, en
cambio, una decisión clara. De aquí resulta la necesidad del derecho. Las normas jurídicas creadas en los
procesos legislativos de producción normativa se deben interpretar mediante discursos jurídicos. De esta
forma, el discurso jurídico es un caso especial del discurso práctico (pp. 167-168).
De acuerdo con lo anterior, el discurso jurídico tiene como finalidad realizar una interpretación a la norma
que por alguna razón tiene que aplicarse, puesto que no es clara del todo; para esto es necesario obtener
una serie de criterios con los que se pueda evaluar la eficacia de lo que se plantea en el discurso jurídico.
Ahora bien, ¿de qué manera esta interpretación está vinculada con la ideología? Para aclararlo, conviene
explicar lo siguiente.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Ideología según Antonio Gramsci: visión del mundo que se manifiesta implícitamente
en el arte, el derecho, la actividad económica y todas las manifestaciones de la vida
individual y colectiva. La dimensión ideológica es patente y se manifiesta:
En el mundo del derecho, compuesto por sujetos jurídicos, libres e iguales que se
encuentran en permanente intercambio y comunicación.
De acuerdo con Muñoz (2015), los discursos de naturaleza argumentativa se caracterizan por:
a) Partir de premisas que se identifican con la visión jurídica del mundo y se expresan en las normas jurídicas,
los principios generales del derecho, los criterios jurisprudenciales, las doctrinas, etcétera.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
El criterio más general para evaluar la eficiencia del discurso jurídico se retoma de Robert Alexy, quien
señala que existen dos clases de justificaciones del discurso jurídico: la externa y la interna. El objetivo
de la primera es demostrar la verdad del contenido de las premisas; mientras que la segunda trata de
determinar si una afirmación normativa se puede derivar, desde un punto de vista estrictamente de lógica
formal, de las premisas que se hacen valer. De acuerdo con este autor, los problemas relacionados con
la justificación interna se han discutido en la teoría del derecho, bajo el concepto de “silogismo jurídico”
(Rojas, 2012, p. 168).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Por su parte, Muñoz (2015) menciona que para entender la determinación y eficacia social del discurso
jurídico, e incluso comprenderlo como realidad objetiva (del discurso jurídico, del derecho mismo o del
fenómeno jurídico), es indispensable considerarlo en su totalidad. De acuerdo con este autor, una teoría
total del derecho debe ser sociológica y no debe limitarse a la explicación de su contenido material, sino
que también debe comprender la explicación de su forma (p. 169).
El contenido material del derecho positivo se vincula con los intereses económicos y sociales que resultan
o reflejan la correlación de las fuerzas sociales y de la naturaleza de las clases antagónicas y diferentes en
poder, en una determinada época, por lo que este contenido material tiene por objeto facilitar o garantizar
esos intereses (a lo que se le denomina seguridad jurídica), como ocurre con la circulación y el intercambio
de mercancías (bienes y servicios) (Muñoz, 2015, p. 169).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
En el siguiente cuadro se retoman las tesis propuestas por Gilberto Giménez, sobre la eficacia social del
discurso jurídico:
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Esta explicación de la determinación y la eficacia social del discurso jurídico se basa en una explicación
sociológica del derecho, considerada desde el plano estructural, que remite a las relaciones sociales
según los diferentes modos históricos de producción, y desde el político, que se vincula con la correlación
de fuerzas, que refleja los intereses de las diferentes clases y sus conflictos sociales, en un momento o
situación histórica determinada (Muñoz, 2015, p. 172).
Como lo deducimos de las ideas anteriores, la argumentación se convierte en una herramienta que
permite realizar una justificación racional a las ideas que planteamos en un discurso cuya finalidad sea
persuadir a alguien para que adopte un punto de vista concreto y que favorezca un interés específico,
como ocurre en un procedimiento judicial.
De acuerdo con Rojas (2016), existen diferentes tipos de discurso jurídico: “el de la ciencia jurídica, el
judicial, el de los abogados, el de los legisladores, el de la administración pública e, incluso, el de los
estudiantes y el de los medios” (p. 106). Tanto sus características como propósitos son distintos. Por
ejemplo, el judicial o el legislativo están institucionalizados; y mientras algunos discursos buscan obtener
un resultado, otros pretenden explicar o conocer el derecho (Rojas, 2016, p. 106).
A pesar de sus diferencias, la característica más importante que comparten es que en todos los casos se
argumenta jurídicamente. Pero, ¿en qué consiste la argumentación jurídica? Ésta es una de las cues-
tiones centrales de la teoría del discurso jurídico, que se caracteriza por estar limitado por el tiempo y
reglamentado por las leyes procesales (Rojas, 2016, p. 107).
El discurso jurídico “debe entenderse como un discurso argumentado y organizado para una audiencia,
dados los valores que sirven de pretexto para fundamentar enunciados normativos, los cuales, por un lado,
contienen un lenguaje transhistórico y, por el otro, carecen de sujeto de enunciación” (Muñoz, 2015, p. 179).
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
Cuadro 4. Argumentación
Proceso cuasi-lógico
de esquematización o
representación de la realidad, a
partir de premisas ideológicas
¿Cómo se define? que se suponen compartidas
y en vista de una intervención
sobre determinado público,
todo ello desde un lugar social
e institucional determinado.
Premisas ideológico-culturales,
a partir de las cuales puede
¿Cuál es su punto entenderse la argumentación
de partida? como una reflexión obtenida a
partir de esquemas, supuestos
o paradigmas ideológicos.
La argumentación es un
proceso final cuyo objetivo
¿Por qué tiene
es intervenir de tal manera
una función
sobre un destinatario, que éste
esquematizadora
logra modificar o, en su caso
de la realidad?
reforzar, la representación
que tenga de la realidad.
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LEXICOLOGÍA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
La inteligibilidad de un razonamiento parte de la lógica. De acuerdo con Hernández (2012), esta palabra
proviene del griego lógos, que significa pensamiento, palabra o razón:
Es un término que empleamos para referirnos a la expresión que explica nuestro pensamiento. Es la exposi-
ción discursiva que revela nuestro modo de pensar sobre algo. La lógica se conforma como una verdadera
ciencia que ordena metodológicamente el pensamiento humano para darle corrección y claridad. Es decir,
lleva a cabo el estudio de las formas y estructuras que empleamos para pensar de un modo ordenado y
sistemático (p. 55).
Como señala Muñoz (2015), la argumentación consiste en la construcción progresiva de objetos discur-
sivos (tópicos, nociones o temas), mediante argumentos vinculados entre sí “por medio de operaciones
articuladas a través de la lógica del lenguaje natural, la empleada en el proceso racional ordinario” (p. 180).
A continuación se explican las reglas por las que se rige esa lógica natural en el discurso argumentativo.
Estas reglas se interconectan con otras de carácter ideológico, que aseguran la verosimilitud
del discurso y se relacionan con los esquemas o paradigmas que le sirven de fundamento.
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Cuadro 6. Retórica
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Para Aristóteles, el fin de la retórica es convencer. Esto se logra de forma verbal, por lo que se necesitan
tres elementos: el orador (quien habla), el oyente (aquel a quien habla) y el tema (aquello de lo que habla).
Para crear un discurso, se debe seguir el siguiente proceso:
Cabe señalar que la retórica ha tenido un sentido peyorativo desde la aparición de los sofistas en el siglo
IV a. C. y por algunos textos de Platón. Esta concepción se agudizó cuando fue relegada al ámbito pura-
mente literario, a pesar de que, por su propia naturaleza, como señaló Aristóteles, está ligada a la lógica
(Muñoz, 2015, p. 183).
Antes de la decadencia de la retórica griega, ésta ya se encontraba bien establecida en Roma, donde se
consideraba indispensable para la vida política y educativa de los gobernantes. Sin embargo, existía ya
una actividad discursiva de carácter práctico, denominada oratoria.
La retórica griega fue penetrando lentamente en Roma durante el siglo I de nuestra era, hasta llegar a
ser adoptada totalmente hacia el siglo II. En un principio, no fue bien recibida en Roma; una de las razo-
nes por las que se expandió fueron sin duda las traducciones al latín de las obras retóricas de Cicerón y
Quintiliano (Romo, 2005, pp 12-16).
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El discurso jurídico debe presentar lógica en su construcción, es decir, debe tener coherencia interna y
ligarse con los ordenamientos jurídicos vigentes. De acuerdo con Rojas (2012), la argumentación jurídi-
ca es una forma especial de la argumentación práctica, por lo que está influida por ésta y su estructura
depende de principios generales prácticos, que se verifican de forma especial, de acuerdo con algunas
reglas y condiciones (p. 194).
No obstante, Rojas (2012) advierte que la argumentación racional no se debe considerar un procedimiento
que garantiza la certeza del resultado, pues esto no es lo que le da su carácter racional, “sino más bien,
el agotamiento de un procedimiento en donde se cumplen una serie de condiciones, criterios y reglas” (p.
149). Además, este autor hace una crítica a la teoría propuesta por Robert Alexy, quien intenta exponer
el sistema de los tres elementos mencionados.
En la teoría de la argumentación jurídica de Alexy, las reglas y formas del discurso jurídico no se limitan a la
explicación del concepto de la argumentación jurídica racional, así como a su función como criterio de co-
rrección hipotética. Esta teoría trata, además, de los requisitos que deben de cumplir las argumentaciones
factuales. Como tales, ellas forman una unidad de medida, en la que las limitaciones que en el proceso de
búsqueda de la decisión jurídica resultan necesarias y pueden ser medidas. La teoría del discurso constitu-
ye así un criterio de situaciones específicas para la razonabilidad del proceso de decisión, así como de las
decisiones que en la misma se producen (Rojas, 2012, p. 194).
3.4.4. La argumentación
La palabra argumentación proviene del término arguere, que significa “sacar en claro” o “dejar ver con
claridad”. La argumentación obedece a un proceso lógico de justificación y, como hemos visto, la lógica
sirve para determinar la manera en que se ha construido la oración con la que se argumenta. Recorde-
mos que los argumentos se contienen en una proposición que es un “enunciado” u “oración”, la cual
debe tener una premisa (que se divide en premisa mayor y premisa menor) y una conclusión (Hernández,
2010, pp. 106-107).
Para llegar a una conclusión se utiliza la inferencia, el proceso por el cual aquélla se afirma esa conclu-
sión, con base en las proposiciones aceptadas como punto inicial del proceso. La conclusión se vuelve
verdadera o falsa según las premisas que se contengan en el enunciado, ya sea porque la inferencia se
realizó de manera incorrecta o porque una de las proposiciones es “correcta” o “apegada a la realidad”
(Hernández, 2010, p. 19).
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Un argumento, en el sentido lógico, no es una mera colección de proposiciones, sino que tiene una estruc-
tura. Al describir esta estructura suelen usarse los términos “premisa” y “conclusión”. La conclusión de un
argumento es la proposición que se afirma con base en las otras dos proposiciones del argumento, y estas
otras proposiciones, que son afirmadas (o supuestas), como apoyo o razones para aceptar la conclusión,
son las premisas de ese argumento.
El tipo más simple de argumento consiste sólo de una premisa y una conclusión, que se dice está implicada
por, o se sigue de, la primera (Hernández, 2010, p. 19).
Los sofismas o falacias (del latín fallacia, que proviene del verbo fallere, “engañar”) son razonamientos
incorrectos que tienen, al menos a primera vista, apariencia de estar bien formulados. A veces se usan los
términos “falacia” y “sofisma” en un sentido más amplio, para designar cualquier razonamiento erróneo,
pero los lógicos prefieren reservar estos nombres para aquellos razonamientos que parecen correctos,
sin serlo (Fernández, 2017, p. 55).
Aunque un discurso tenga una estructura lógica correcta, es decir, se pueden identificar las partes que
lo conforman e incluso existe una premisa mayor, una premisa menor y una consecuencia o conclusión,
esto no siempre garantiza la correcta transmisión de ideas, en el sentido de que esas oraciones expresen
una “realidad” o una “verdad”.
Las falacias formales son aquellas que inducen a error precisamente a causa de su forma, pues ésta, aun-
que es en ellos defectuosa, guarda una semejanza superficial con esquemas válidos de inferencia. En las
falacias no formales, en cambio, el error no radica en la forma del razonamiento, sino en la ambigüedad de
las palabras que utiliza o en la falta de conexión o pertinencia de las premisas con lo que se pretende concluir
(Ruiz, 2017, p. 56).
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Tipos
Ejemplo:
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Tipos
b) Falacias de atinencia
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Tipos
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En este apartado destacaremos la importancia del conocimiento del latín en el ámbito jurídico, pues to-
das las influencias de nuestras instituciones radican en la cultura romana y el modelo de Derecho que se
instituyó en su sociedad.
Es importante recordar que para clasificar el origen de un sistema jurídico, se utiliza la agrupación de fa-
milias, donde encontramos a las del Common Law frente a las del sistema romano-germánico. La primera
familia corresponde a aquellos sistemas que nacen con la tradición del derecho inglés; mientras que la
segunda, que ahora interesa, tiene como tronco común el sistema jurídico romano.
Según René David (citado en González, 2010), este grupo o familia jurídica se caracteriza por:
No obstante, hay que hacer una serie de precisiones al respecto, Para esto debemos conocer las distin-
ciones que hace Castán Tobeñas:
1) El derecho romano “recibido” por los pueblos del continente europeo y llevado a América, no es el
derecho clásico de Roma, sino, fundamentalmente, el derecho del Corpus Iuris justinianeo, estudiado
en las escuelas jurídicas de occidente;
2) Que la recepción del derecho romano tuvo, en los diversos países, características distintas;
3) Que, al lado del derecho romano, han contribuido otros distintos elementos históricos, como pueden ser
elementos ibéricos, el derecho canónico, el derecho natural, el derecho germánico, etcétera (González,
2010, p. 35).
De acuerdo con Muñoz (2015), como el latín es una lengua que actualmente no se ocupa de manera
regular como medio de comunicación ordinario, no hay certeza sobre la pronunciación exacta de sus
palabras, pero se presume que se aproxima a las pronunciaciones del italiano. Esta lengua, además,
se caracteriza porque su alfabeto consta de veintitrés letras y no se escriben los acentos, pero sí se
pronuncian (pp. 284-285).
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REFERENCIAS
Capdevila, A. (2000). El discurso persuasivo: La estructura de los espots electorales en televisión. Bar-
celona: Universidad Autónoma de Barcelona.
Rojas, V. (2012). La Ética Discursiva en las Teorías del Derecho de Habermas y Alexy. México: Univer-
sidad Nacional Autónoma de México.
Romo, F. (2005). Un paseo por la retórica clásica. España: Ediciones de Intervención Cultura.
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