Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Salamanca:
Universidad de Salamanca /Instituto Caro y Cuervo, 2000. 229-234.
1
En Reflexiones en torno a la Lengua Española. Salamanca: Universidad de Salamanca /Instituto Caro y Cuervo,
2000. 229-234.
2
Equivale a apodo, pero desvinculado del estereotipo negativo que este último tiene. Su uso ha estado relegado a la
Historia de la Religión pero con un sentido más especializado, el de ‘advocación’. Para este último asunto, cfr.
Bécares (1985).
3
En la tarea de elaborar un breve glosario acerca de estos asuntos, fue decisiva la ayuda proporcionada por la Dra.
Elena Bajo Pérez, así como el interés que D. Antonio Llorente se tomó por este asunto. La Dra Marcos Sánchez me
proporcionó interesantes referencias bibliográficas. La propuesta de recuperar el término epiclesis partió de Elvira
Gangutia Elicegui, Juan Rodríguez Semolinos y del resto del equipo del profesor Rodríguez Adrados, encargado de
la vasta tarea de elaborar el ya prestigioso diccionario griego-español (DGE) del CSIC.
1
extensión sociolingüística del fenómeno , era preciso contar con un grupo
4
2
algún sentido el usar diferentes mecanismos de identificación de sus
miembros. Santoña está en ese límite que le permite funcionar como una
sociedad bastante cohesionada donde la mayoría de los miembros conoce a
la mayoría, pero que empieza a diversificarse por diferentes motivos
(movilidad de las generaciones más jóvenes, incorporación de población
flotante, aumento demográfico, etc.). Así pues, estamos en un momento de
crisis, donde se aprecian cambios sociales que tendrán su correlato en la
extensión del uso de epiclesis.
determinar la razón que originó el 23,8% de las epiclesis, casi una cuarta
parte de las recogidas. Son sobrenombres cuyos primeros portadores han
desaparecido y son ahora sus descendientes los que los llevan; otros más
recientes son desconocidos en su origen incluso por la propia persona que
lo tiene.
Cuadro 1
Causa %
Apariencia física 28,8
Carácter 14
Acontecimiento ocasional 13,6
Ocupación 10,7
Gentilicio 7.2
Epónimo 1,9
Desconocida 23,8
3
Chula, las Mustias) hasta cuestiones ideológicas (Káiser), pasando por
referencias a la identidad o costumbres sexuales (la Calores, Mixto).
Un porcentaje muy similar (13,6%) tiene el tercer tipo de causas: la
existencia de un acontecimiento ocasional que, por dispar, acaba por
definir a esa persona. Es el clásico caso de Matagatos (o Robamotos, o el
Refugiado), pero también aquí se incluyen los que reciben la epiclesis por
una afición (Didí, Cagancho, Miguel Ligero), una costumbre (Cocacolo,
Colodra) o la repetición de una muletilla (Misminas, Loqueloli).
En cuarto lugar, con una aparición de 10,7%, están aquellas epiclesis
que se refieren a la ocupación del aludido, de un ascendiente o del
cónyuge. Pueden referirse directamente al oficio, muchos de ellos en
declive en la actualidad (el Pavero, la Barrilera, el Burrero); puede haber
una alusión indirecta (Enchufe, Cazuelitas, Jibión), o a través de un
prototipo de la profesión (Chopén o Boyer).
Una presencia menor (7,2%) poseen los gentilicios que actúan como
sobrenombres (el Americano, las Bermeanas). Este uso tenía sentido en
una época en la que había escasa movilidad de la población, y la llegada de
un foráneo era excepcional. Casi todos estos casos se remontan a antes de
1960. En la actualidad ha dejado de ser un recurso de creación excepto en
el caso de que la procedencia del sujeto sea de alguna manera singular (el
Escocés). Se incluyen también en este grupo las denominaciones,
propiamente no gentilicios, que dan en cada sitio a sus vecinos más
cercanos (las Jabalinas ‘del barrio del Dueso’, Bachi ‘de Puertochico’).
En último lugar se encuentran los epónimos usados como epiclesis. Es
también un tipo de creación en desuso. Raramente se usa un apellido como
base (las Corderas < Cordero), sino un nombre, más o menos infrecuente,
que se traslada al cónyuge (la Cirila, la Genara) o a los hijos (las
Lorenzonas, los Pompeyos).
Éstas que hemos visto son lo que podríamos llamar las diferentes
causas iniciales de la epiclesis. Convendría establecer, aunque esto excede
el objeto de la presente comunicación, lo que Aristóteles llamaba las causas
formales. Aunque no renuncio algún día a sistematizar el entramado de
instrumentos que intervienen en la formación de epiclesis, sí advertiré que
los intentos de una mínima estructuración de los casos tropiezan con varias
dificultades:
En primer lugar, podríamos acudir a clasificaciones ya definidas,
como las que hace la retórica de lo que se han llamado tropos y figuras de
pensamiento . Sin embargo, resulta espinoso decantarse por alguno de estos
8
8
Cfr. Mortara Garavelli (1991) y Beristáin (1985).
4
intentos taxonómicos, con la dificultad añadida de comprobar que los
límites entre las diversas figuras no son muy nítidos.
En segundo lugar, ocurre en muchas ocasiones que no se produce
ningún fenómeno reseñable, sino la mera enunciación del rasgo definitorio
de la persona (el Cojo, la Madrileña); otras veces, por el contrario, se
9
9
Aunque según Lausberg (66-68), podría considerarse una sinécdoque.
10
Podría servirnos de ejemplo el caso de un hombre al que denominan Humphrey. Parece que todo se debe a una
interpretación errónea del sentido de la palabra Bogar, que designaba una empresa familiar (y, por extensión a su
titular) y que era un acrónimo de los apellidos de él y de su esposa (Bodegas+García). Nos encontramos, primero con
una metonimia, luego con una etimología popular y posteriormente con una traslación de significado. Curiosamente
varios informantes explicaron que Humphrey tenía su origen en el carácter del portador.
11
Si no ha sido posible averiguar cómo se originaron los sobrenombres de, por ejemplo, Riquitrún o Pulgas blancas o
Pajarito Azul, difícilmente podremos establecer el proceso formal de la epiclesis.
12
Prestigiosos autores rechazan la distinción metonimia-sinécdoque, por considerar que la primera engloba a la
segunda. Me atengo a esta opinión, ya que me parece que ambos fenómenos podrían ser considerados como diversas
formas de contigüidad frente a la metáfora, que supone una traslación de significado. Contigüidad y traslación son,
pues, los conceptos primordiales que interesan para este tipo de usos lingüísticos vistos desde el plano del significado
o de lo cognitivo.
13
Ésta puede ser “en presencia” con los dos términos comparados están explícitos (Caraluna) o “en ausencia”, cuando
uno de los términos está implícito (Botija).
14
Mortara Garavelli (1991: 200).
5
¿Dónde poner los límites de la antonomasia? ¿Cuáles son los
prototipos pasados y actuales? Algunos casos parecen más claros: Chopén
(por Chopin), para designar a un músico, o los Sansones y las Sansonas,
para designar a los descendientes de un hombre muy corpulento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS