Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN
“Es de esperarse que niños, especialmente en edad preescolar, sean activos, llenos de
energía, y exuberantes, y que desfilen de una actividad a otra mientras exploran el medio
ambiente y sus novedades. Que se aburran fácilmente si se dedican a tareas que no tienen
atractivo intrínsico, y que actúen sin plan, respondiendo impulsivamente a eventos a su
alrededor, a menudo con transparencia emocional. Y si aparecen oportunidades que ofrezcan
gratificación inmediata, es de esperarse que se enfrasquen inmediatamente sin mucho
preocuparse por cautela o autocontrol obvio en niños mayores. Pero cuando persisten en
niveles de actividad superiores a los que exhiben niños de su edad, cuando no pueden
mantener su atención, interés, o esfuerzo, a la par con sus coetáneos en actividades, metas a
largo plazo, o tareas asignadas; o cuando el control de sus impulsos y autorregulación están
por debajo de lo que se espera para su nivel de desarrollo, no están simplemente
manifestando el joi de vivre que caracteriza a la niñez. Por el contrario, es factible que estén
confrontando una serie de problemas en dominios de su desarrollo tales como el cognitivo, el
académico, el emocional, o en su vida familiar. Además corren el riesgo de quedarse
sustancialmente rezagados en su capacidad de confrontar las crecientes demandas
requeridas para su adaptación cotidiana.”[i]
Esta cita del bien conocido investigador Russell Barkley, es muy a propósito para iniciar
nuestra presentación. Nos dice que en la hiperactividad propiedades conductuales adecuadas
a las demandas de cierto nivel de desarrollo no se adecuan a un nuevo nivel en el cual las
demandas han cambiado. El autor inadvertidamente introduce aquí una relatividad que debe
verse en forma dialéctica: Conducta versus demandas del medio.
Nuestra forma de formular el problema, que llamamos dialéctica por lo que incluye el contexto
a la par con el foco, abre perspectivas que no son generalmente adoptadas por la mayoría de
los trabajos científicos al respecto. Estos generalmente formulan el problema en una forma
bastante unilateral, biologista, e individualista, que refleja el perenne predominio de la filosofía
Cartesiana en la investigación. Es así como en el estudio de la hiperactividad predominan
puntos de vista genéticos y enfocados en la mecánica del sistema nervioso con sus
ramificaciones químicas y fisiológicas, ignorando el hecho de que éste opera siempre en el
contexto de un medio humano, cultural y simbólico.
No hay duda de que los logros de este enfoque unilateral han sido remunerativos en gran
escala. De hecho se postula el estudio de la hiperactividad como el modelo más avanzado de
la investigación en psiquiatría. A la par con esta ostentosa posición sin embargo, vemos el
gran vacío, el interrogante que hoy planteamos desde el otro polo del problema: ¿Cuál es el
significado psicológico del significante hiperactividad? Para responder esta pregunta nos
1 / 12
Ecología social de la hiperactividad
Que un 7% de los niños Estadounidenses –dos punto seis millones limitándonos al grupo de
seis a diez años- sufran de síndromes de dificultades de atención y aprendizaje[iii] es un
problema de salud pública. El hecho de que los familiares de niños hiperactivos presenten
más de siete veces la tasa de prevalencia de familias control[iv] podría explicarse tanto por la
genética como por la ecología familiar. Pero mientras se postula en detalle una alta
transmisión por herencia (.76-.80), por medio de modos autosómicos dominantes, que
estarían localizados en los genes de la dopamina, etc., cuando se trata de factores de riesgo
ambiental, se cita casualmente la exposición del feto al alcohol, el envenenamiento con plomo,
y el trauma craneal. Entre paréntesis, recientemente se ha reportado que sustancias químicas
tales como el mercurio y los “polychlorinated biphenils (PCBs) pueden causar problemas de
aprendizaje, de la memoria, de la atención, de la conducta social, y de la inteligencia. Sin
embargo la neurotoxicidad de la mayoría de las sustancias químicas a que están expuestos
los bebés no se han estudiado propiamente. De las 3000 sustancias químicas producidas en
volúmenes de mas de un millón de libras por año en los EEUU, una docena se ha estudiado
adecuadamente en lo que respecta a su efecto en el cerebro en desarrollo.[v] Vemos así que
aun esta parte palpable del contexto material está aun por investigarse. Por lo que respecta al
ambiente social, se dice de paso que no hay evidencia de que este, --“particularmente hábitos
familiares”-- pueda directamente causar la hiperactividad.[vi] No hay prueba de que se haya
tratado diligentemente de encontrar esa evidencia.
Hay un indicio en el hecho de que la clase social tiene un efecto en la prevalencia,[vii] aun
cuando el hecho de ser minoritario se dice no representar un factor de riesgo.[viii] Por el
contrario, en el área de la comorbilidad la literatura sí da crédito a factores ecológicos y
familiares viendo en ellos posible causalidad para trastornos conductuales.[ix] Hasta aquí los
indicios de la literatura. Nos trasladamos ahora por lo tanto al terreno de lo puramente
conjetural en cuanto a la causalidad social de la hiperactividad.
Por lo que la hiperactividad comienza a manifestarse típicamente a la edad de tres años,
postulamos que esta es el resultado de factores específicos a ese período del desarrollo.
Recurrimos a dos dominios al parecer opuestos pero en realidad bastante isomórficos para
construir nuestra hipótesis: la neurobiología y el psicoanálisis. La primera nos ofrece la base
material del estudio del cerebro en su relación con la conducta, el segundo nos provee un
ángulo teórico esencial en el enfoque psicológico y social del ser humano.
2 / 12
Ecología social de la hiperactividad
Aun cuando genéticamente somos casi idénticos a los primates, la pequeña diferencia esta
dada por un órgano compensatorio de significación mucho más avanzado. Como lo indica
Llinás, es muy posible que este nuevo desarrollo filogenético haya comenzado en el reino
amical con necesidades creadas por la motilidad. La vida móvil requiere anticipación, una
nueva función télica conectada con la escansión del medio, preludio de la cognitividad. Para
poder moverse físicamente en un medio predatorio, es necesario re-conocer el riesgo antes
de evitarlo.
Si por la neurobiología sabemos que los tres primeros años de vida tienen la primordial
función de dar forma a la corteza prefrontal del cerebro, dotada de las más altas funciones
sociales particularmente relacionadas al vinculo, la temporalmente isomórfica teoría de la fase
del espejo de Lacan nos ilustra en detalle cómo ocurre esa decisiva transformación. Esta
importantísima contribución al psicoanálisis, subvierte el tradicional foco Cartesiano y abre las
posibilidades para un nuevo enfoque científico compatible con los hallazgos de la
neurobiología y de la psicología empírica.
3 / 12
Ecología social de la hiperactividad
El lazo más directo del psicoanálisis con la psicología infantil es la teoría del vinculo que sigue
una evolución desde Freud y Melanie Klein --a través de las incursiones de John Bowlby en la
etología y la cibernética, y de las observaciones de Rene Spitz y Margaret Mahler-- hasta los
estudios de la escuela de Mary Ainsworth. Estos han llevado a la conclusión de que un numero
significativo de niños no alcanza lograr un vinculo seguro al cumplir su segundo aniversario.
Se ha desarrollado una tipología de la inseguridad del vinculo infantil caracterizada sea por
estrategias evitativas, o por reacciones ambivalentes o confusas. Aun cuando no hay prueba
todavía de una conexión clara entre tipo de vinculo y patología subsiguiente, hay suficientes
indicios de que niños con vínculos evitativos tienden a desarrollar problemas internalizantes[x].
Basados en estas observaciones podríamos postular la posibilidad de que otros tipos de
vínculos inseguros predispondrían a cuadros externalizantes tales como la hiperactividad.
Lograr acceso a la abstracción mediada por el signo lingüístico esta en oposición al programa
puramente biogenético que limita a las demás especies. Esto caracteriza un proceso de
desarrollo cuya esencia es nunca estar completo. La naturaleza interactiva del órgano
cerebral, que le hace “dependiente del uso,” [xii] se alcanza a través de un proceso de millones
de años de encefalización (la progresiva proporción creciente de órgano cerebral en relación
con masa corporal), en respuesta a la dialéctica de la vida motriz con su contexto. Para llegar
a su máxima expresión, el cerebro humano necesita una interacción, no simplemente objetal o
“interpersonal”, sino óptimamente especular y paulatinamente íntersubjetiva. Si recordamos el
famoso niño salvaje de Aveyron quien no se reconocía en el espejo, no es coincidencia que
sufriera de afanisis (en la connotación de falta de deseo sexual), una carencia de lo que
Fairbairn llamara tendencia a la búsqueda del objeto. Repetimos: La separación humana tiene
características muy especiales, dialécticas, al conllevar la necesidad esencial y colectiva del
compromiso de la especularidad, que posiblemente evoluciona desde lo fisiognómico, a través
de la acción, a lo simbólico.
LIBIDO Y MOTRICIDAD
Las descripciones de los niños lobos, tanto como el estudio de los antropoides llevaron a la
conclusión de que la naturaleza humana, como se concebía clásicamente, dotada de un alma
4 / 12
Ecología social de la hiperactividad
inefable, no existe, o mejor, que lo que conocemos como tal es el producto de una experiencia
que hoy decimos comienza en el reino animal con la especularidad. Nacemos fragmentados y
ex-céntricos y nos unifica la imagen ajena. Nuestro desarrollo en gran medida, nuestra
adaptación social, consiste en la constante negociación del punto óptimo entre acercamiento y
distancia con respecto a los demás. Durante los tres primeros años de vida el numero de
dendritas y sinapsis cerebrales crece hasta alcanzar el doble de su equivalente en el
adulto[xiii]. Esto refleja la importancia que la biología da a esta temprana tarea especular. Aún
cuando esta prodigiosa abundancia de conexiones neuronales da al bebé flexibilidad y
aguante formidables –condensados en el término plasticidad- por ser el cerebro dependiente
del uso, la experiencia va abriendo caminos neuronales en la misma forma como se abrirían
senderos en una llanura. Conexiones que se transitan se afirman; las que no se utilizan
desaparecen. A diferencia de la senda sin embargo, el camino cerebral se propaga por
asociación llegando a decenas de miles de conexiones por neurona. Se forma así un mapa
prejuiciado del medio que hará de la realidad en gran parte un concepto puramente subjetivo.
A medida que la eficacia cerebral aumenta, disminuye la plasticidad. De un número infinito de
posibilidades, la emoción y la reiteración configuran un perfil conexionista único que
últimamente determinará salud, enfermedad, y personalidad. Es en esta forma que el cerebro
“endurece sus alambres” con el tiempo, a través de memorias e identificaciones especulares.
De esto, postulado hoy en día por la neurociencia,[xiv] ya había un bosquejo virtual en la
profética topología de Kurt Lewin[xv].
Como vemos, la lógica del cerebro es contrapuesta a la del capitalismo: no es la acumulación
sino el uso lo que determina la calidad del rendimiento.
Si la psicología empírica denomina “attachment” a lo que nos habíamos antes referido como
libido, su opuesto, la tendencia a la separación, a la dispersión, fue lo que Freud llamo
Destrudo o Instinto de Muerte. Aún cuando no queremos detenernos en tan polémica
conceptualizacion, si nos sirve esta como metáfora para elaborar el tema de la hiperactividad.
Si analizamos las conductas animales de defensa, evasión o agresión, estas están
caracterizadas por un uso masivo del aparato muscular para la huida o para la lucha. Los
movimientos en estas instancias son bruscos, rápidos e instantáneos. Por el contrario, el uso
del aparato muscular en conductas de acercamiento, se caracteriza por su finura y su
gradación. Nos parece que, y en esto están de acuerdo Lorenz y los etólogos, lo dado en
biología es la agresividad, siendo las conductas tiernas derivadas. En otras palabras, creemos
que aún cuando es posible que las conductas agresivas sean innatas, las neutralizantes
conductas de acercamiento tienen un gran componente de aprendizaje. En la hiperactividad
habría un predominio de la motricidad original, de tipo agresivo. Esto secundario a problemas
del vinculo. La hiperactividad como resultado funcional, dijimos puede estar ligada a un
temprano aprendizaje caracterizado por vínculos inseguros. Esto está apoyado por las
investigaciones mas recientes de la escuela de Ainsworth que encuentran cierto tipo de
acoplamientos: los padres de niños con vínculos inseguros generalmente tienen también
problemas observables en su forma de relación.[xvi]
Puramente desde un punto de vista fenomenológico, la motilidad en la hiperactividad tiene
características de ambivalencia y confusión, como si se tratase de una búsqueda incesante
del objeto calmante.
LA AGRESIVIDAD
Asimilamos pues conductas de acercamiento con movimientos aprendidos por identificación, y
5 / 12
Ecología social de la hiperactividad
ELLO Y DESEO
Al nacer el sistema nervioso central nos trata de asegurar la supervivencia a través de una ya
optima maduración de las áreas del pedúnculo cerebral y el mesencéfalo. Aun estas, que
desempeñan las funciones más básicas de supervivencia (ritmo cardíaco, respiración, presión
arterial), son influidas por la especularidad[xvii]. Investigaciones recientes han concluido que la
madre, al manejar el nivel de alerta del bebe, regula no sólo ritmos emocionales y cognitivos,
sino también ritmos fisiológicos. Desde aquí el cerebro se desarrolla en una forma secuencial y
jerárquica. Sus funciones más primitivas, con componentes instintivos de supervivencia y
satisfacción están localizadas en lo que se ha denominado el cerebro reptil. Funciones más
complejas, como el pensamiento abstracto y ético basado en complejidad de conexiones y en
predominio cortical mediadas por el tálamo y el sistema limbico, serán las últimas en aparecer.
Este proceso es a grandes rasgos isomórfico con la topografía psicoanalítica, que postula
estructuras energéticas primitivas sobre las cuales se desenvolverán fases y progresiones
jerárquicas. La funcionalidad social de las áreas corporales del desarrollo que Freud postula
como libidinales, es elaborada por H.S. Sullivan quien les denomina zonas de interacción
social, con miras a un vínculo que él denomina ínterpersonal[xviii].
Estudios de la parte frontal de los hemisferios cerebrales durante el desarrollo, han
demostrado que estos son estropeados por el estrés[xix]. En cuanto a su función mas
especifica en lo que nos respecta, mientras la corteza frontal izquierda se activa con conductas
de acercamiento y euforia, la corteza frontal derecha se activa con conductas de alejamiento y
disforia. Por otra parte la desinhibición del lado izquierdo daría lugar a cuadros depresivos
mientras la correspondiente al lado derecho provocaría indiferencia, desinhibición del
acercamiento, e impulsividad. Confirmando en parte nuestras hipótesis, se ha demostrado que
bebés de madres deprimidas muestran hipo-activación de la corteza prefrontal derecha. Una
de las hipótesis predominantes sobre la hiperactividad, postula una hipo-activación de la
corteza frontal derecha que limita la capacidad ejecutiva del cerebro. Nuestro punto de vista es
que esta particular morfología conexionista es el corolario de la experiencia vivida en la fase
del espejo. De acuerdo a estos hallazgos, la parte prefrontal de la corteza cerebral sirve de
6 / 12
Ecología social de la hiperactividad
EL DESEO HUMANO
El paleo-cerebro viene conectado por medio de centros y reflejos que aseguran primero la
satisfacción de la necesidad biológica, que evolucionará hasta el deseo, en su máxima
expresión un deseo muy específicamente humano. En su elaboración de la fase del espejo,
Lacan utiliza la teoría Hegeliana del deseo[xx]. Es importante mencionar que la
Fenomenologia del Espíritu de Hegel es ya el primer esbozo de una teoría psicoanalítica
cuando ni la psicología ni el psicoanálisis han nacido aún.
De acuerdo a Hegel en su famoso pasaje del Amo y el Siervo el encuentro humano Yo-Tu
consiste siempre en una lucha por el reconocimiento. Esto es otra forma de proponer la
especularidad. Para ser humano es necesario que otro humano me provea el reconocimiento
de que lo soy. Este reconocimiento no es logrado siempre con facilidad cuando el otro también
esta necesitado de reconocimiento, lo cual hace a ambos participantes “inmaduros”. Esta
inmadurez conduce a una lucha a muerte en la cual ambos contrincantes tienen el mismo fin:
el reconocimiento por parte del otro. En la lucha mortal la posibilidad de la muerte y su
implícita imposibilidad de obtener el reconocimiento crea miedo. Por esta razón, un
contrincante se declara vencido y se entrega. Así cambia la relación, de su simetría especular,
a la asimetría de vencedor y vencido. Esta nueva jerarquía se basa en el reconocimiento
complementario del papel del otro. El Amo logra su posición por su valentía frente a la
posibilidad de la muerte. El Siervo sufre las consecuencias de su temor. Sin embargo, al
someterse y aceptar las demandas del Amo, el Siervo comienza un proceso de realización de
si mismo a través de su actividad. La actividad realiza al hombre. El Siervo trabaja y su trabajo
le refleja a él --no al amo que demanda-- como una nueva especularidad que crea y domina el
ambiente. Al mismo tiempo el Amo complaciente se atrofia y se vuelve dependiente del
Siervo. En este momento la situación se trastoca al hacerse insostenible la posición del Amo.
Vemos la metáfora Hegeliana como una elaboración ingenua del desarrollo humano -basada
en la historia, una historia que siempre ha sido de dominación. Hay mucha riqueza sin
embargo en esta metáfora ingenua. Si la aplicamos a la relación que llamamos
complementaria madre-hijo, el elemento escondido, el elemento que generalmente no
reconocemos es la agresividad en la lucha por el reconocimiento mutuo. Nos parece que nos
viene muy bien utilizar esta metáfora en la clínica psicoanalítica de la hiperactividad. Muy a
menudo niños con problemas de conducta demandan un tipo de reconocimiento.
En resumen: hay una dialéctica del reconocimiento que determina cada relación
íntersubjetiva, la relación madre-hijo incluida. Mientras el deseo animal es deseo por una cosa,
el humano es mediado siempre por el deseo ajeno. La historia de esta epica psicologica
comienza con la fase del espejo. Desde la necesidad, enraizada en lo biologico, y a traves de
la demanda, enraizada en el vinculo mas temprano, el deseo humano, a diferencia del animal,
es deseo del deseo del otro, o deseo de reconocimiento. Necesitamos explorar el papel de tan
importante noción en la hiperactividad que tan menudo aparece como una lucha, una protesta.
7 / 12
Ecología social de la hiperactividad
LA AUSENCIA PATERNA
LA PRESENCIA DE LA TELEVISIÓN
8 / 12
Ecología social de la hiperactividad
EL REINO DE LA IMAGEN
9 / 12
Ecología social de la hiperactividad
10 / 12
Ecología social de la hiperactividad
BIBLIOGRAFIA
[i] Barkley RA (1996) Atention Deficit/Hyperactivity Disorder. In: Eric J. Mash and Russell
Barkley Editors. Child Psychopathology. New York. Guilford Press. p.
[ii] Ibid p.
[iii] Pastor PN and Reuben CA. ((2002) Attention Deficit Disorder and Learning Disability:
United States 1997-98. National Center for Health Statistics. CDC. Dept. of Health and Human
Services. Series 10 No. 206.
[iv] Pennington BF 2002 the Development of Psychopathology. Nature and Nurture. New York.
Guilford Press.
[v] Stein J et al. 2002 In Harm’s way: Toxic Threats to Child Development. J Dev Behav
Pediatr. 23:S13-S22
[vii] Ibid.
[x] Siegel DJ 1999 The Developing Mind. How Relationships and the Brain Interact to Shape
11 / 12
Ecología social de la hiperactividad
[xiv] Llinas R (2002) I of the Vortex. From Neurons to Self. Cambridge Mass. MIT Press.
[xviii] Sullivan HS 1953 The Interpersonal Theory of Psychiatry. New York. Norton
[xix] Arnsten AFF 1998 Development of the Cerebral Cortex: XIV. Stress Impairs Prefrontal
Cortical Function. J Amer Acad Child and Adolesc Psychiatry. 37: 1337-39
[xx] Hegel. Fenomenologia del Espíritu. 1807 (1966) México. Fondo de Cultura Económica.
[xxi] Deborde Guy 1983 The Society of the Spectacle Black and Red.
[xxii] Feuerbach, 1843 Preface to the second edition of The Essence of Christianity.
http://.marxists.org/reference/archive/feuerbach/works/essence/index.htm
12 / 12