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CASIANO FLORISTAN

TEOLOGIA
PRACTICA
TEORIA y PRAXIS
DE LA ACCION PASTORAL

EDICIONES
SlGUEME
TEOLOGIA PRACTICA
LUX MUNDI CASIANO FLORISTAN

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TEOLOGIA PRACTICA
TEORIA y PRAXIS DE LA ACCION PASTORAL

TERCERA EDICIÓN

Otras obras publicadas


en la colección Lux mundi:

- D. Borobio, ed., Celebración en la Iglesia I (LM 57)


- D. Borobio, ed., Celebración en la Iglesia /l (LM 58)
- D. Borobio, ed., Celebración en la Iglesia I/l (LM 59)
- M. Kehl, Escatología (LM 70) EDICIONES SIGUEME
- M. Kehl, La Iglesia (LM 71) SALAMANCA
- D. Borobio, La iniciación cristiana (LM 72) 1998
- J. S. Lucas Hernández, Las dimensiones del hombre (LM 73)
1
LA PRAXIS DE JESUS

Según la exégesis actual, los evangelios no son documentos o


relatos biográficos de Jesús sino testimonios o confesiones de fe na-
cidas de la experiencia pascual de las primeras comunidades. Antes
de ser historia, los evangelios fueron proclamación de narraciones en
comunidad para hacer viva la presencia continua del Resucitado. Con-
secuentemente podemos afirmar que son también relatos de la praxis
prepascual y pascual llevada a cabo por Jesús, a quien «Dios ha hecho
Señor y Cristo» (Hech 2, 36). Los evangelios -afirma P. Grelot-
«son, por excelencia, documentos pastorales y la investigación exe-
gética en su conjunto tiene por finalidad esclarecerlos desde el punto
de vista de sus funciones pastorales» I . La experiencia previa y pos-
terior a la pascua es básica para entender los evangelios, redactados
para ayudar a la adhesión de la fe en Jesucristo, no para satisfacer la
curiosidad. Los exegetas afirman que poseemos suficiente información
sobre la actividad de Jesús de Nazaree. Esta actividad, relatada por
los evangelios como praxis, la estudio aquí como acción pastoral
paradigmática. Para ello examino algunos rasgos importantes de la
praxis de Jesús reflejados en su ministerio. No intento presentar la
totalidad de la figura de Jesús de Nazaret ni resumir en breves páginas
una cristología.

1. P. Grelot, Los evangelios y la historia, Barcelona 1987, 14. Cf. del mismo autor,
Exégese, théologie, pastorale: NRT 88 (1966) 3-13; 132-148.
2. Cf. J. Jeremias, Teología del Nuevo Testamento, I. Lo predicación de Jesús,
Salamanca 1974; H. Braun, Jesús. el hombre de Nazaret. y su tiempo. Salamanca 1975;
E. Kiisemann, Ensayos exegéticas, Salamanca 1978; G. Bomkamm, Jesús de Nazaret,
Salamanca 31982; Ch. Perrot, JeslÍs y la historia, Madrid 1982.
Historia 33
32 Teología Práctica

1. Cristologías pastorales deductivas


l. Cristología y acción pastoral
Las cristologías descendentes o deductivas de talante ontológico y
La fe se expresa de acuerdo a las imágenes que se dan de Jesucristo,
dogmático o de fundamento metafísico han dado lugar a una eclesio-
centro de la vida cristiana, de la acción pastoral y de la reflexión logía cerrada o a una Iglesia centrada en su problemática interna. Cristo
teológica. Ahora bien, las imágenes, representaciones y vivencias que se entiende como el Lagos o Verbo encamado, la segunda persona de
poseemos de Jesús o de Cristo dependen originariamente de la edu- la Trinidad. El punto de arranque es la divinidad de Jesús, a quien
cación cristiana familiar, catequesis parroquial, formación religiosa sólo se le comprende desde Dios: es consustancial al Padre. Estas
escolar, predicación dominical y cursos de formación teológica, lu- cristologías intentan explicar el modo de la unión hipostática y el
gares habituales de transmisión de diferentes interpretaciones de Je- proceso interno de la redención mediante la muerte satisfactoria de
sucristo o del cristianismo, sin olvidar el influjo de los lugares sociales Cristo. Los evangelios no son considerados primordialmente relatos
y factores culturales en donde se genera -o se rechaza- el pensa- sino pruebas del sistema doctrinal. Son cristologías con acento teórico
miento cristológico. En el fondo de toda vida cristiana y de cualquier preocupadas por el lenguaje teológico. Representan esta tendencia las
reflexión teológica late consciente o inconscientemente una determi- cristologías de los manuales teológicos del s. XIX y primera mitad
nada cristología. Evidentemente, a lo largo de la vida evolucionan las del s. XX 6 • Las cristologías descendentes han sido influidas por de-
imágenes y representaciones que tenemos de Jesús o de Cristo, que terminadas maneras de llevar a cabo la acción pastoral y, a su vez,
han sido y son variadas. Aquí me limito a señalar dos concepciones han impregnado el ministerio cristiano con categorías que han sido
cristológicas significativas: las que subyacen en la acción pastoral de internalizadas por el mismo pueblo cristiano. Señalemos como ejemplo
acuerdo a diferentes soteriologías y las que posee el pueblo cristiano, la resignación, la expiación y el poder.
fruto de la iconografía, catequesis y predicación o consecuencia de la En primer lugar, lo más característico e irrenunciable de Jesús de
misma acción pastoraP. Nazaret, que es la cruz, se ha convertido frecuentemente en justific
cación de la resignación. Según esta interpretación, Jesús es sustituido
por la imagen religiosa de la cruz, en tanto que la crucifixión no es
a) Imágenes de Jesús en la acción pastoral decisión de unos poderes concretos religiosos o políticos sino conse-
cuencia del pecado general de la humanidad o de la perfidia del pueblo
La acción pastoral desarrollada después de la segunda guerra mun- judío. Precisamente en el s. XIX, cuando emergen los movimientos
dial se ha manifestado básicamente de una doble manera, como pas- sociales de emancipación, se inculca en la Iglesia una imagen de Jesús
toral de cristiandad de talante conservador y como pastoral misionera obediente y resignado, sometido a los decretos del Padre. Toda rebeldía
de corte progresista. Ambas pastorales se corresponden con dos modos contra la explotación, reivindicación social o crítica de los poderes
de entender, a su vez, la cristología: de tipo descendente o desde establecidos es sinónimo de pecado. Al cristiano le toca obedecer y
arriba, de línea más conservadora, y de tipo ascendente o desde abajo, llevar la cruz.
de línea más aperturista4 • Examinemos los rasgos más sobresalientes En segundo lugar, la cruz ha justificado toda clase de sufrimientos,
de estas dos cristologías con sus implicaciones pastorales5 • tanto los naturales como los indebidos o injustos. El cristiano, a imi-
tación de Cristo, debe padecer. La idea del sacrificio expiatorio o de
3. Cf. L. Maldonado, Génesis del catolicismo popular, Madrid 1979, segunda parte la expiación de valor infinito lo envolvía todo. Por consiguiente, como
Una cristología popular, 175-221; S. Galilea - R. VidaJes, Cristología y pastoral popular, Dios ya está aplacado, no hay necesidad de que cambie la sociedad.
Bogotá 1974. Incluso la misa era entendida casi exclusivamente como santo sacri-
4. Cf. Ch. Duquoc, Jesús hombre libre, Salamanca 81990; id., Mesianismo de Jesús
y discreci6n de Dios, Madrid 1985. ficio, la mesa de la cena del Señor como altar y Jesús como víctima
5. Cf. A. Torres Queiruga, La cristología después del Vaticano JI, en C. Floristán- a causa de su función expiatoria.
J. J. Tamayo, (eds.), El Vaticano JI, veinte años después, Madrid 1985, 173-200; J. J.
González Faus, Acceso a Jesús, Salamanca 71991, especialmente el cap. 1; F. J. Vitoria
6. Excelente cristología de esta línea es, por ejemplo, la de W. Kasper, Jesús, el
Cormenzana, ¿Todavía la salvaci6n cristiana? El diseño soteriológico de cuatro cris-
Cristo, Salamanca 71989. Cf. también O. González de Cardedal, Jesús de Nazaret. Apro-
tologías actuales: ,<Jesús el Cristo», «El Dios crucificado», «Cristología desde América
ximac¡6na la cristología, Madrid.1975.
Latina» y «La Humanidad Nueva», 2 vol.
34 Teología Práctica Historia 35

En tercer lugar, la imagen de Jesús, bajo el título de Cristo-Rey, También las cristologías ascendentes han sido influidas por el que-
ha servido para justificar el poder de diversos regímenes políticos hacer pastoral y han influido en el mismo. Frente a una función con-
conservadores o incluso dictatoriales cuando el catolicismo era religión servadora de la figura de Jesús en la pastoral de cristiandad, ha surgido
de estado. La fiesta de Cristo-Rey, instaurada por Pío XI en 1925, una función liberadora del Salvador en la pastoral misionera o evan-
aparece en el contexto social y político de una Iglesia a la defensiva gelizadora, al poner el acento de la cristología en estos puntos: 1) el
frente a una sociedad laica, anticlerical, socialista y republicana. El reino de Dios o reino de los pobres, a cuyo servicio está Jesús; 2) el
catolicismo cobra una dimensión beligerante. Por el contrario, también Dios del reino, a quien se dirige Jesús como Abba, que es padre de
ha sido entendido Jesús de Nazaret como el revolucionario que instaura todos; 3) la muerte violenta de Jesús, consecuencia de su tenor de
el Reino de un modo violento. Jesús ha servido de justificación de vida, que le posibilita morir por nuestros pecados 10. Al descubrir la
guerras, cruzadas y guerrillas. Su imagen se ha puesto al servicio de pasión de Jesús por el Reino y su justicia, descubrimos que la muerte
un universalismo falso, de un pacifismo sospechoso o de una violencia
de Jesús no es glorificación de un sufrimiento sino consecuencia de
inadmisible. Sencillamente ha tenido una función legitimadora de cier-
la pasión por la justicia.
tos intereses económicos y políticos.

2. Cristologías pastorales genéticas b) Imágenes de Jesús en el pueblo cristiano

Las cristologías ascendentes o inductivas tienen en cuenta el pro- El pueblo cristiano ha confesado durante siglos su fe en Cristo sin
ceso genético que siguieron los apóstoles desde Jesús de Nazaret al mayor dificultad, aunque han variado a lo largo de la historia sus
Cristo resucitado. Tienen talante socio-político y se fundamentan en imágenes iconográficas y representaciones conceptuales de acuerdo a
una teología positiva, en una exégesis renovada de la Biblia y en un ciertos influjos culturales, afirmaciones conciliares, síntesis catequé-
aprecio de la evolución de la historia y de los problemas de la sociedad? tic as , rituales litúrgicos y libros devocionales. Se pueden entrever
Estas cristologías son sensibles a la dimensión social y política de los algunos rasgos propios de la cristología popular ll .
relatos evangélicos. Cristo se entiende desde el Padre y desde el Reino.
El punto de arranque es la humanidad de Jesús o el Jesús histórico
para llegar a su resurrección o hasta Dios, a quien revela. Importa 1. Un Jesús deducido de los evangelios literalmente entendidos
conocer la vida concreta de Jesús a partir de su humanidad y de su
propia historia humana. Son cristologías con acento práctico preo- Hasta los umbrales del Vaticano 11 el pueblo católico apenas co-
cupadas por el lenguaje pastora18 • Especial relieve tienen las cristo- noció la Biblia, cuyas ediciones se divulgaron en las décadas de los
logías escritas -en expresión de J. 1. González Faus- «desde los cuarenta y cincuenta, sin una adecuada catequesis. Hasta entonces se
que están abajo», denominadas latinoamericanas o de la liberación. conocía la Escritura como historia sagrada aprendida junto al catecismo
Relacionan la memoria de Jesús crucificado con la crucifixión actual o como pasaje evangélico escuchado en la misa mayor del domingo.
del pueblo y el mensaje evangélico liberador con la situación de Solamente tenían un cierto conocimiento bíblico los miembros de los
cautiveri09 • grupos bíblicos o de los movimientos apostólicos. Los evangelios han
sido entendidos por el pueblo, y en gran medida los entiende, como
7. Marcan un tránsito de un tipo de cristología a otro las obras de K. Rabner-M. relatos históricos que narran los hechos tal como sucedieron o como
Thussing, Cristología. Estudio sistemático y exegético, Madrid 1975; W. Pannenberg,
Fundamentos de cristología, Salamanca 1974; Ch. Duquoc, Cristología, Salamanca '1985; meras biografías de Jesús. Dentro del evangelio atraen poderosamente
D. Wiederkehr, Esbozo de cristología sistemática, en MS, III/I, 505-570. los milagros, que se aceptan al pie de la letra. No olvidemos que los
8. Representan esta tendencia las cristologías de J. Moltmann, El Dios crucificado, milagros impresionan al pueblo, quizá porque los necesita. A veces
Salamanca 21977 y de E. Schillebeeckx, Jesús. Historia de un viviente, Madrid 1981. el cristianismo se convierte en una religión de los milagros.
9. Cabe destacar aquí las cristologías latinoamericanas de L. Boff, Jesucristo el
Liberador, Santander 1980; J. Sobrino, Cristología desde América Latina, CRT, México , Jesús es para el pueblo el Señor de los milagros.
21977; id., Jesús en América Latina, Santander 1982; J. L. Segundo, El hombre de hoy
ante Jesús de Nazaret, 3 vol., Madrid 1982; y la española de J. 1. González Faus, La 10. Cf. J. Sobrino, Jesús de Nazaret, en CFP, 480-513.
humanidad nueva. Ensayo de cristología, Santander 61984. 11. Cf. J. 1. González Faus, Acceso a Jesús, Salamanca 71991, cap 1.
36 Teología Práctica Historia 37

2. Un Jesús 'que en el fondo es sólo Dios ejemplo es válido para arrepentirse y no pecar, comportarse de acuerdo
a los mandamientos, frecuentar los sacramentos, alcanzar una buena
El pueblo católico se dirige a Cristo como a Dios. Por medio del muerte y entrar en el cielo. En el fondo, la vida es ocasión de hacer
catecismo aprendió que Jesucristo nació de la Virgen por obra del méritos y de vivir en gracia.
Espíritu Santo y que tuvo desde niño conciencia plena de ser Dios Jesús es para el pueblo el Salvador de nuestros pecados.
mediante la ciencia infusa y la visión beatífica. Los ojos de Jesús son
ojos de Dios; Dios ve y actúa a través de Cristo, que no es del todo
hombre como nosotros. Su humanidad es mera apariencia. Recorde- 2. Modelos de Jesús en su praxis pastoral
mos que este modo de pensar fue propio de los docetas (o doketas)
del s. 11, es decir, de los aparentistas, quienes creían en la mera Para comprender la praxis de Jesús, examinemos en primer lugar
apariencia humana de Jesús como Dios. Karl Rahner afirmó que el los modelos de su comportamiento pastoral relatados por los evan-
pueblo católico, en el fondo, posee un «monofisismo latente» ya que gelios, teniendo en cuenta al mismo tiempo algunos datos sobre la
cree sólo en la naturaleza divina de Jesús. situación del judaísmo en tiempos de Jesús 13 •
Jesús es para el pueblo el Dios omnipotente y omnisciente.
Jesús es objeto de fe como resucitado. Al aplicarle varios títulos
esenciales que ya aparecen en los evangelios y que han sido acu-
ñados litúrgica y dogmáticamente -Cristo, Mesías, Señor, Sal-
3. Un Jesús que padece para darnos ejemplo
vador, Hijo de Dios -, tenemos el peligro de considerar accesorio
La primera imagen popular del crucificado fue gloriosa, al vene- el contorno histórico de' Jesús de Nazaret. Evidentemente, también
rarse la cruz como instrumento de victoria sobre la muerte, el pecado podemos caer en la tentación opuesta: reducir nuestra consideración
y el demonio. A partir del s. XI se propagan rápidamente en las iglesias pastoral al Jesús histórico, olvidando el acontecimiento de la pascua.
románicas las tallas de Cristo de tamaño natural, en madera o en Teniendo en cuenta estas dos exigencias, podemos examinar los
bronce. Junto al triunfo de Cristo, manifestado en la serenidad de su modelos de Jesús derivados de su actuación o de sus hechos y dichos.
rostro y en el sosiego de todo su cuerpo, aparece el sufrimiento del Con todo, recordemos que la figura de Jesús no se deja encerrar en
crucificado con rostro dolorido y ojos entornados, imagen del «varón marcos definidos y concretos, ya que «la personalidad histórica de
de dolores». Es el Dios sufriente de los campesinos pobres, de los Jesús -afirma Ch. Perrot- se nos escapa un poco en el momento
enfermos desamparados y de los esclavos sometidos. «Por eso el Cristo en que creemos que la hemos captado»14, aunque cabe destacar
sufriente y moribundo, marginado y condenado -afirma L. Maldo- algunos rasgos peculiares de su actividad.
nado-, se ha convertido en el centro de la religión de los oprimidos» 12.
Jesús toma la cruz, se sacrifica, sufre como ninguno. Es modelo de
paciencia, resignación y obediencia. A menudo, los sufrimientos se a) Jesús no fue «sacerdote» del templo
interpretan como castigo de Dios o voluntad divina y como conse-
cuencia del pecado original, al ser todos hijos de padres desobedientes. La ley religiosa judía o la Torah fue custodiada e interpretada en
Jesús es para el pueblo el Nazareno, el Crucificado. primer lugar por los sacerdotes; después lo sería también por los es-
cribas. En concreto el sumo sacerdote, custodio de la ley y del templo,
presidía el sanedrín y el culto. Su dignidad era tan elevada como su
4. Un Salvador que expía los pecados y nos da el cielo nivel económico, a causa de los ingresos que producía el templo. En

Para el pueblo católico, el mundo equivale a valle de lágrimas o 13. Cf. J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús. Estudio económico y social del
a desastre que termina con la muerte, a partir de la cual hay salvación. mundo del NT, Madrid 1977; H. Guevara, Ambiente político del pueblo judío en tiempos de
Jesús, Madrid 1985; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 2 vo1s.,
Jesús nos abrió las puertas del cielo al perdonarnos como Dios. Su Madrid 1985; A. Pau1, El mundo judío en tiempos de Jesús, Madrid 1982; Ch. SauInier-
B. Rolland, Palestina en tiempos de Jesús, Estella 1979 (Cuadernos Bíblicos, 27).
12. L. Ma1donado, Génesis del catolicismo popular, o. c., 196. 14. Ch. Perrot, Jesús y la historia, o. c., 119.
38 Teología Práctica Historia 39

tiempos de Jesús, por apetencias del cargo, el sumo sacerdote se se hizo semejante a los que sufren, llegó a la muerte por amor de la
hallaba sometido al dominador romano. Su puesto era acaparado por justicia y se entregó con fidelidad a Diosl 5 •
cuatro familias de neta orientación saducea. Lógicamente era un per- Como consecuencia podemos deducir que la confianza del cristiano
sonaje impopular. Para ayudar a llevar a cabo su función estaban los no debe ponerse en las instituciones ni en las ritualidades, sino en la
jefes de los sacerdotes, familiares o amigos suyos, encargados del cruz de Cristo como revelación del amor de Dios y reconciliación de
culto, del mantenimiento del templo y de la tesorería. Los sacerdotes la humanidad. El fasto de la ceremonias es inservible; lo esencial es
se ocupaban de los sacrificios. Al ser unos 7.000, se dividían en tumos Cristo, el único sacerdote. Dios no quiere el sufrimiento sino el amor,
semanales, salvo en las tres grandes festividades y peregrinaciones, no desea la muerte sino la vida. La liturgia cristiana no se reduce a
en las que intervenían todos. Fuera de algunas semanas de ocupación un ritual cristiano en el templo, sino que abarca toda una vida entregada
sacerdotal, el resto del tiempo lo dedicaban a otros oficios. El sacer- a los hermanos en espíritu y en verdad. Sólo bajo esta perspectiva se
docio era hereditario. comprende el sacerdocio de Jesús.
A lo largo de su vida pública, Jesús tuvo pocos contactos con los
sacerdotes, salvo en los momentos de la pasión. Ironizó las preocu-
paciones sacerdotales en la parábola del buen samaritano (Lc 10,31) b) Jesús no fue «escriba» de la ley
y atacó el lugar de los sacrificios en la escena denominada de la
«purificación» del templo, hecho que se encuentra en los tres sinópticos En tiempos de Jesús, escribas o doctores de la leyeran los intér-
(Mc 11,15-19; Mt 21,12-17; Lc 19,45-48) y en Juan (2,13-22). La pretes de la ley, encargados de explicarla y actualizarla, de acuerdo
expulsión de los mercaderes produjo asombro por la autoridad que a los nuevos tiempos o a los problemas planteados. Eran una mezcla
mostró Jesús. Puso en tela de juicio el templo, al menos como lugar de teólogos y de juristas. Al creer que se había terminado el tiempo
de sacrificios cruentos. Frente a la afirmación religiosa de que Dios de los profetas, los escribas se consideraban sus herederos hasta que
está presente en el templo, Jesús enseña que Dios está en todas partes, apareciese el profeta mesiánico de los últimos tiempos. Por esta razón,
pero de una manera privilegiada en la comunidad nueva de los dis- dar el título de profeta a Juan Bautista o a Jesús equivalía al reco-
cípulos (<<donde están dos o tres reunidos apelando a mí, allí en medio nocimiento de la llegada de los últimos tiemposl6. Recordemos que
de ellos, estoy yo», Mt 18,20) y en la caridad con los pobres (<<cada el judaísmo se hizo rabínico después de la destrucción del templo del
vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes año 70 y de la desaparición del sacerdocio ritual.
lo hicisteis conmigo», Mt 25,40). Jesús oró en el campo y en las Para ser escriba se necesitaban estudios largos y precisos, con
objeto de conocer la ley y las tradiciones orales. Se lograba el título
montañas. Para él no hay separación entre el espacio sagrado y el
hacia la edad de los 40 años. Los escribas llevaban vestidos especiales,
religioso, ya que todo es santo porque todo es creación de Dios. El
ocupaban la presidencia en cualquier reunión y eran saludados, hon-
templo nuevo será la humanidad resucitada porque la esencia del tem-
rados y apreciados por el pueblo. Su presencia era indispensable en
plo nuevo es la justicia del Reino.
diversos consejos y tribunales, incluso en el sanedrín. La mayoría eran
Sin embargo, sólo la carta a los Hebreos aplica a Cristo el título
de tendencia farisea caracterizada por su pureza ritual. Como guías
de «sacerdote» o «sumo sacerdote» con una doble condición: Jesús espirituales del pueblo, su cometido consistía en promover la fe en
no pertenece a la estirpe sacerdotal judía ya que fue seglar (7, 13-14), Dios y ayudar a cumplir su voluntad mediante las reglas de pureza
ni su culto es ritualista sino «en espíritu y en verdad» (In 4,23-24), ritual. De este modo el pueblo podía sentirse cerca de Dios sin la
ya que «se ofreció a sí mismo» en bien de la humanidad (5, 7-10). necesidad imperiosa del templo y de sus costosos sacrificios. Por esta
Jesús cumple la doble condición del ministerio sacerdotal: transmitir causa, cuando después de la catástrofe del año 70 desaparecen el
a los hombres la palabra de Dios y presentar a Dios los sacrificios de templo y el sacerdocio, los escribas o rabinos se convierten en los
los hombres, que se resumen en la entrega de la vida propia al servicio jefes religiosos del judaísmo.
de los hermanos. El sacerdocio de Jesús es único como único es su Según X. Léon-Dufour, Jesús aparece como un rabino; enseña
sacrificio. La muerte de Jesús no se lleva a cabo con la minuciosidad
de un ritual sagrado, sino con una entrega de amor total hasta la muerte, 15. Cf. A. Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Estella 1978.
verdadero culto a Dios. En resumen, JeslÍs es sumo sacerdote porque 16. Ch. Saulnier y B. Rolland, Palestina en tiempos de Jesús, o. c., 42.
Teología Práctica Historia 41
40

en las sinagogas, reúne discípulos y los educa en el estilo de las caridad, visto por sus discípulos como «mandamiento nuevo» (Jn
escuelas l7 • Los evangelios afirman que Jesús «enseñaba» a sus dis- l3, 14). En definitiva, Jesús es maestro cercano al profeta y al sabio:
cípulos y a la gente. Sin embargo, no es un escriba más aunque es un maestro carismático y autorizad0 20 •
algunos le dirigieron la palabra con el título respetuoso de rabbí
(que equivalía a decir hoy señor), puesto que «le faltaba -escribe c) Jesús fue «profeta» del reino
J. Jeremias- la condición fundamental para ser escriba: el estudio
teológico»18. Jesús no se limita a enseñar en ·las sinagogas sino que Según Ch. Perrot, «el profeta escatológico, esperado para los úl-
instruye en cualquier parte, al aire libre, en las plazas, a la orilla timos tiempos, anuncia el juicio de Dios y la inminencia del cambio
del mar. Entre sus discípulos hay mujeres y niños, pecadores y cósmico que señalará la venida del reino de Dios»21. De hecho, los
publicanos, campesinos y pescadores, es decir, gente sencilla. Jesús que se denominaban profetas en el judaísmo del s.I pretendían ser
enseñó de acuerdo a la tradición sapiencial judía por medio de P0:t~voces de Dios. y guías de movimie.ntos comunitarios del «despertar
parábolas, sentencias, instrucciones y controversias. rehgIOso» en medIO del pueblo. La figura del profeta en tiempos de
En realidad, Jesús no hizo la carrera de escriba ni fue considerado Jesús «vincula en tomo a sí -escribe R. Fabris- las aspiraciones de
por sus contemporáneos como tal. Sus oyentes vieron en él sus di- reforma y de renacimiento religioso (Qurnrán), así como las esperanzas
ferencias con los escribas más que sus semejanzas. Fue un maestro de liberación y de autonomía religiosa nacional en clave mesiánico-
que no enseñaba «como los escribas» sino con «autoridad» (Mc 1,22; política»22. Según el judaísmo sinagogal, el profeta estaba poseído por
Mt 7,29). Su autoridad deriva de sí mismo, no de la «tradición de los el Espíritu de Dios.
padres». Los evangelios señalan la distancia entre Jesús y la ley judía Jesús es denominado profeta solamente en los evangelios, nunca
o la torá. Según Marcos, hay una distancia total; para Mateo, Jesús en el resto del NT. Es aceptado como profeta por la opinión popular
es la nueva torá porque es el maestro nuevo que enseña y prescribe (Mc 6,15; Mt 21,11.46; Lc 7,16; 24,19; Jn 4,19; 6,14; 7,40). Sin
(Mt 28,19-20); Lucas presenta a Jesús como primera autoridad. El embargo, aunque los discípulos no lo denominan profeta con total
enfrentamiento de Jesús con la ley fue de tal manera que produjo claridad, las palabras y gestos de Jesús tienen un marcado acento
profético, como puede verse en las bienaventuranzas y en las teofanías
escándalo. La ley, que era de institución divina para los judíos, con-
del bautismo y de la transfiguración. De hecho fue detenido y con-
sistía en la recopilación de multitud de preceptos, decretos, mandatos
denado como falso profeta. Jesús mismo aceptó, al menos indirecta-
y estatutos que daban sentido a la conciencia del pueblo, a sus prác-
ment~, ser tenido como. profeta, al afirmar que poseía el pleno Espíritu
ticas, conductas y creencias. Se consideraba legislación de Moisés y de DIOS (Mc 3,28). EVldentemente Jesús no es profeta nacionalista ni
algunos la identificaban con la sabiduría plasmada en los libros sa- se inscribe en la línea apocalíptica. Es profeta escatológico, rechazado
pienciales. En tiempos de los macabeos muchos judíos murieron por y perseguido, que proclama la venida del reinado de Dios. En resumen,
defender la ley, especialmente cuando los romanos prohibieron la «es profeta -escribe Ch. Duquoc- porque, con una fidelidad absoluta
observancia del sábado, el rito de la circuncisión y la conservación de a s~ misión y con una libertad sin compromisos, anuncia las exigencias
las escrituras. radlcales de Dios, con plena lucidez sobre los acontecimientos indi-
«Jesús no fue un hombre sistemáticamente opuesto a la ley viduales y sociales»23.
_ afirma 1. 1. González Faus -. Fue un hombre liberado de la
ley» 19. Declara que la leyes insuficiente. La desautoriza en cuanto
a su autoridad, su contenido y su pretensión salvadora. A la ley
sucede la gracia y el propio Jesús, como se ve en el sermón del
monte (Mc 1 y Mt 5-7). No cambia, pues, Jesús unas leyes por
otras sino que proclama la libertad del nuevo mandamiento de la
20. R. Fabris, Jesús de Nazaret. Historia e interpretación, Salamanca 1985, 183.
17. X. Léon-Dufour, Los evangelios y la historia de Jesús, Madrid 31982,372. 21. Ch. Perrot, Jesús y la historia, o. c., 141.
18. J. Jeremias, Teología del NT, o. c., 98. 22. R. Fabris, Jesús de Nazaret, o. c., 178.
19. J.1. González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, o. c., 57. 23. Ch. Duquoc, Jesús, hombre libre, o. c., 45.
42 Teología Práctica Historia 43

3. Dimensiones de la praxis de Jesús en las tradiciones judías anteriores a Jesús. La idea de Dios como rey
es antigua en el pueblo judío, incluso anterior a la aparición de la
realeza en el s. XI antes de Cristo. Aunque desapareció la monarquía
a) Jesús y el reinado de Dios después de cinco siglos, los judíos esperaban que Dios vendría a reinar
en persona para implantar de verdad la justicia. Entonces Israel en-
En continuidad con el mensaje escatológico del Bautista, Jesús es
contraría su libertad e independencia, viviría en paz y prosperidad y
el profeta del reinado inminente de Dios. Los exegetas coinciden en
sería fiel a Dios. En tiempos de Jesús, el reinado de Dios incluía, por
afirmar que el centro del mensaje y de la actividad de Jesús es la
un lado, la libertad política frente a la opresión romana; por otro la
inmediata cercanía o llegada del reinado de Dios, junto a la conversión
justicia social, la paz y el bienestar; finalmente la fidelidad a Dios,
que Dios exige para que dicho reinado se ponga en práctica24 . Desde
el comienzo de su predicación, Jesús invita a la conversión diciendo: único Señor que debe gobernar a su pueblo.
«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmendaos En resumen, la clave para comprender el reinado de Dios se
y tened fe en esta buena noticia» (Mc 1,15; Mt 4,17). «Lo verdade- cifra en la justicia real de Dios, no en el sentido romano de dar a
ramente último, lo que da sentido a la vida, actividad y destino de cada uno lo suyo según las leyes (favorecedoras a menudo del rico,
Jesús -afirma J. Sobrino- es el reino de Dios»25. La palabra y la. del que sabe o del que puede), sino como defensa de oprimidos,
obra de Jesús se concentran en el reinado de Dios, que para Marcos pobres, marginados e ignorantes. Ahí reside el escándalo del Reino,
es «evangelio» o «buena noticia», puesto que su llegada es salvación que no es de los poderosos sino de los desposeídos. Los protago-
de pobres, pecadores y enfermos. La misión de Jesús es proclamar nistas del reinado de Dios son los pobres, los que sufren, los so-
esta buena noticia. metidos, los perseguidos. Por esta razón Jesús los llama «dichosos»
La mayoría de los exegetas tiende a traducir el término griego o «bienaventurados» en el manifiesto del reinado de Dios (Mt 5,1-
basileia por reinado (acción de reinar) en lugar de reino (territorio), 11; Lc 6,20-23)28.
ya que de ese modo se expresa mejor su sentido dinámico, a saber, El reinado de Dios proclamado por Jesús, por una parte está pre-
el gobierno de Dios o la acción de su soberanía, en el sentido de que sente. Lo dice Jesús: «está a vuestro alcance» (Lc 17,21) Ó «en medio
«Dios realiza el ideal regio de la justicia, un ideal por el que cons- de vosotros», no dentro o «en vuestro interior» a modo espiritual, sino
tantemente se había suspirado, y que jamás se había realizado ple- en la realidad humana, corporal y material. Para mostrar que está
namente en la tierra»26. La expresión «reinado de Dios» aparece con presente, Jesús despliega una gran actividad liberadora, promueve una
frecuencia en los sinópticos (61 veces) y muy escasamente en Juan solidaridad fraterna y se sienta en la mesa común. No cabe, pues, una
(In 3, 3.5) o en los escritos de Pablo, que son ya cristológicos. Esto interpretación puramente espiritualista del reinado de Dios. Por otra
indica un desplazamiento del reinado de Dios predicado por Jesús a parte tiene dicho reinado dimensión futura. Aparecerá plenamente
Jesús Salvador predicado por la comunidad cristiana. El vocabulario cuando se termine el mundo pecador (Lc 17,26-30), cesen los sufri-
de la salvación (propio del judeocristianismo de tipo helenista) sus- mientos (Mt 11,5) Y sea superada la muerte (Lc 20,36). Esto significa
tituye al vocabulario del reino (propio del judeocristianismo más pa- que el reinado de Dios es escatológico: es de aquí y de allá, se encuentra
lestinense). «La salvación presente o futura en Cristo -afirma Ch. a caballo entre dos etapas, la presente y la final; no es, pues, extra-
Perrot- absorbe el anuncio de la inminente irrupción de la mano de terreno o extratemporal, ya que está presente aunque escondido en la
Dios en el mundo. Jesús no anuncia la salvación sino el reinado de realidad histórica. Tampoco cabe una interpretación imperialista del
Dios»27. reinado de Dios.
Para conocer en qué consiste el reinado de Dios proclamado por Finalmente, al ser el reino de Dios el supremo valor, «nos con-
Jesús es necesario tener en cuenta el sentido que tenía dicha expresión mina -afirma A. Pérez- a un cambio de valoración y de valo-

24. Cf. R. Schnackenburg, Reino y reinado de Dios, Madrid 1967. 28. Cf. J. Dupont, El mensaje de las bienaventuranzas, Estella '1985; F. Camacho,
25. J. Sobrino, Jesús en América Latina. Su significado para la fe y la cristología, La proclama del reino. Análisis semántico y comentario exegético de las Bienaventuranzas
Santander 1982, 135. de Mt 5,3-10, Madrid 1986; F. M. López-Melús, Las bienaventuranzas, ley fundamental
26. J. Jeremias, Teología del NT, Salamanca '1985, 122. de la vida cristiana, Salamanca 1988; Secretariado Nacional de Catequesis, Evangelio y
27. Ch. Perrot, Jesús y la historia, o. c., 187. catequesis de las bienaventuranzas, 2 vol., Madrid 1981.
44 Teología Práctica Historia 45

res»29. El arrepentimiento predicado por Jesús como condición de El segundo grupo está constituido por setenta discípulos; en algunas
la llegada del reinado no es cambio de mente o de ideas sino rea- versiones son setenta y dos. Tanto 70 como 72 son números que indican
lización de un modo de vida evangélico. Es conversión o cambio plenitud y perfección. Los discípulos son no israelitas o marginados,
de nuestro propio yo (de sus omnipotencias y narcisismos), de nues- designados asimismo por Jesús (Lc 10, 1), entre los que se encuentran
tras relaciones con nuestros prójimos (demasiado interesadas o do- «algunas mujeres» (Lc 8,2-3). Están representados todos ellos por
minadoras), de nuestras estructuras sociales y políticas (reducidas Leví (Lc 5,27-32); proceden de la «ecclesia ex gentibus» o del ju-
a poder y privilegios) y del mismo mundo de la naturaleza (alterada daísmo periférico. En las comunidades helenistas recibirán posterior-
por la explotación). En definitiva, «el reino de Dios -afirma J. mente nombre propio siete de ellos para indicar que se constituyen
Mateos- es una denominación teológica de la sociedad alternativa como grup033.
que Jesús propone a la humanidad»30. La comunidad «pre-pascual» de discípulos que formó Jesús es
Para comprender el sentido del reinado de Dios según Jesús, es modelo fundamental del nuevo pueblo de Dios o lugar teológico del
necesario interpretar correctamente las parábolas del Reino, ya que que se origina la Iglesia. Ante la inminente llegada del Reino, Jesús
constituyen el punto central de la predicación de Jesús de Nazaree 1 • reune al pueblo para constituirlo como nuevo pueblo de Dios. En
primer lugar Se origina por una llamada de Jesús. Al escoger a sus
discípulos, Jesús les da una gran libertad de las reglas tradicionales,
bY Jesús y sus discípulos les corrige en sus ambiciones respecto del mesianismo heredado y les
revela su relación con Dios como Padre y con el Reino universal de
Para llevar a cabo la tarea de anticipar la llegada del reinado de la justicia con el privilegio de los pobres y marginados. A su vez, los
Dios, Jesús «constituyó» a doce discípulos, a quienes «nombró após- elegidos reconocen a Jesús como Señor (creyentes), se agrupan en
toles» (Lc 6,13) para una doble tarea: formar fraternidad con El (co- tomo al Maestro, lo siguen y comparten su destino (seguidores) y
munidad de mesa) y misionar en su nombre (predicación y expulsión cambian de vida o de escala de valores: amor fraterno, actitud sin
de demonios) (Mc 3,13-18; Lc 6,12-16). Los apóstoles (enviados o doblez, reparto de bienes, servicio, etc. (están convertidos).
misioneros) constituyen el primer grupo entresacado del Israel insti- En segundo lugar la condición de ingreso se basa en el seguimiento
tucional (<<ecclesia ex circuncisione») o del Israel mesiánico bajo el (Mc 1,16-20; Mt 4,18-22; Lc 5,1-11). El ingreso en el grupo de los
símbolo del número Doce como nuevo Israel. De acuerdo a la arit-
discípulos de Jesús no es fácil, dadas las exigencias radicales que
mología religiosa de herencia babilónica, el número zodiacal doce era
entraña: dejar familia y profesión y renunciar a posesiones o patri-
perfecto; en el judaísmo doce eran las tribus de Israel. Según Lucas,
monio. Lo que Jesús recomienda es la disponibilidad absoluta para
apóstoles son únicamente los doce, a saber, los llamados por el Jesús
histórico mediante un gesto simbólico, enviados por su autoridad para proclamar el Reino, que lleva consigo el sufrimiento y la cruz. La
compartir el ministerio y ser en definitiva testigos de la resurrección. carta magna o constitución de la nueva comunidad se define por las
Según Pablo, el concepto de apóstol es más amplio; apóstoles son los bienaventuranzas. Discípulo no es sinónimo de alumno sino de se-
testigos de la resurrección, llamados por Dios en Jesucristo para una guidor, a saber, el creyente que se convierte y se adhiere a la persona
misión total que incluye a los gentiles. En sentido lato, afirma X. de Jesús hasta la entrega de la vida por amor. El joven rico del
Léon-Dufour, apóstoles son «los embajadores de Cristo resucitado, en evangelio tipifica la figura contraria a la del discípulo (Mc 10, 17-
los que se funda la Iglesia y que tienen autoridad (no superioridad) 22).
sobre las comunidades: la del servicio pastoral»32. En tercer lugar, los discípulos que siguen a Jesús forman grupo o
comunidad. De hecho son llamados de dos en dos. Se trata de constituir
29. Cf. A. Pérez, El reino de Dios como nombre de un deseo. Ensayo de exégesis de nuevo el pueblo de Dios, en cuyo interior está el Espíritu. Final-
ética: SalT 66 (1978/5) 404. mente, los discípulos de Jesús actúan como el Maestro en un mundo
30. J. Mateos, Nuevo Testamento, Madrid 1987, 1338. lleno de injusticias, que pretenden liberar.
31. Cf. F. Müssner, El mensaje de las parábolas de Jesús, Estella 1963; H. Kahlefeld,
Parábolas y ejemplos del evangelio, Estella 1967; L. Cerfaux, El mensaje de las parábolas,
Madrid 1972; C. H. Dodd, Las parábolas del reino, Madrid 1974; Grupo de Entrevernes, 33. Cf. J. Mateos, Los «Doce» y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos,
Signos y parábolas, Madrid 1979; 1. Jerernias, Las parábolas de Jesús, Estella 61981, Madrid 1982; J. Rius-Camps, Jesús, el pueblo de Dios y la Iglesia, según Lucas-Hechos:
32. X. Léon-Dufour, Diccionario del Nuevo Testamento, Madrid 1977, 105. MisAb (1986/5-6) 69-88.
46 Teología Práctica Historia 47

c) Jesús y Dios a) Los milagros


Las cristologías recientes coinciden en afirmar que la enseñanza y Jesús realizó diversas acciones en favor de enfermos o endemo-
la obra de Jesús de Nazaret se centran en dos realidades fundamentales niados, que a la luz de sus contemporáneos maravillaron y sorpren-
expresadas con los términos reinado de Dios, causa de todo su pro- dieron, atribuidas por sus enemigos al diablo y por sus discípulos a
yecto, y Abbá o Padre (Mc 14,36), apelativo cariñoso aplicado a Dios. Dios. Son los milagros de Jesús, a saber, acciones benéficas, gestos
Ambas categorías, además, son inseparables. «El Reino -afirma J. de liberación, donaciones gratuitas y muestras de legitimación37 . Re-
1. González Faus- da razón del ser de Dios como Abbá y la paternidad cordemos que el término griego thauma (correspondiente a milagro)
de Dios da fundamento y razón de ser al Reino»34. Así como el reinado no aparece en los evangelios. Para designar aquellos hechos admirables
de Dios no se entiende sin Dios, el Dios cristiano es ininteligible sin de Jesús se emplean las palabras «signos», «acciones poderosas» o
el Reino. Por consiguiente, por ser Jesús el sacramento del Padre en simplemente «obras».
el mundo, es él mismo aparición del reinado de Dios. Los 34 milagros narrados por los evangelistas suscitan hoy diversas
Jesús actúa con conciencia de ser de Dios, a quien llama Padre, reacciones. La primera es de aceptación. Tanto en el mundo antiguo
y tiene experiencia de Dios porque experimenta el Reino. Al designar como en el ámbito actual de la gente sencilla se cree con facilidad en
a Dios como Abbá (palabra aramea que casi no se atrevieron a traducir la intervención milagrosa de Dios, ya que se concibe la naturaleza
los cristianos de habla griega por el respeto que infundía), queda
como sistema abierto en el que cabe lo extraordinario. Se admite la
designado Jesús como «Hijo de Dios», como se observa en el episodio
intervención extraordinaria de Dios en la historia humana. Recordemos
de las tentaciones, en la muerte de Jesús y en la carta a los Hebreos.
que durante siglos la apologética ha utilizado los milagros del evangelio
Jesús tuvo una conciencia profunda de filiación, a saber, su conciencia
termina en Dios como Padre. Todo lo que es y tiene Jesús procede de como pruebas de la divinidad de Jesús o como acceso directo de la fe
Dios y a Dios se dirige. Por esta razón pretende que todos los hombres en Dios, único que puede hacerlos.
tengan una conciencia de relación semejante. «El mensaje central del La segunda reacción es de rechazo. No se admite el milagro como
Nuevo Testamento es, a la vez -afirma J. Vives-, la revelación del hecho extraordinario que rompe o altera las leyes conocidas de la
corazón paternal de Dios y la revelación de la exigencia de que vivamos naturaleza. Es un producto de sugestión colectiva. Incluso algunos
como hermanos: sólo cuando se asumen a la vez estos dos aspectos, creyentes piensan, dice Schillebeeckx, «que Jesús no hizo ninguno de
la revelación se hace humanizadora y liberadora; de otro modo, podría los milagros que le atribuyen los evangelios, sino que su persona es
ser más bien alienante»35. el milagro, milagro de un amor y de un perdón inmerecidos; eso es
lo que habrían querido mostrar tales leyendas de los milagros»38.
Recordemos que san Pablo no alude nunca a los milagros de Jesús.
4. La praxis de Jesús a través de sus acciones La tercera postura se caracteriza por una nueva valoración. Por
falta de conocimiento adecuado, un género literario evangélico, como
Según el evangelio de Marcos, las gentes afirman de Jesús cate- el de los milagros, se saca de su contexto o del horizonte interpretativo
góricamente: «Qué bien lo hace todo!» (Mc 7,37). Los Hechos relatan propio de los evangelistas y se lo desnaturaliza. En todo milagro hay
que Jesús de Nazaret «pasó haciendo el bien» (Hch 10,38): curó en- un «hecho bruto» (la ruptura de las leyes naturales) y un «signo»,
fermos, expulsó demonios, impartió el perdón y se sentó a la mesa cuyo sentido percibe la fe en orden a la edificación del reino. Las
de pobres, pecadores y discípulos 36 • Me detendré principalmente en acciones maravillosas de Jesús significan que el Mesías ha llegado,
tres acciones de Jesús: los milagros, el perdón y la comunidad de que está cerca el reinado de Dios. «Los gestos prodigiosos de Jesús
mesa, que al mismo tiempo son signos del reinado de Dios y de la -escribe R. Fabris- se colocan en un ambiente cargado de esperanzas
salvación.
37. Cf. Equipo «Cahiers Evangile», Los milagros del evangelio, Estella 1977 (Cua-
34. J. 1. González Faus, Acceso a Jesús, o. C., 46. dernos Bíblicos, 8); X. Léon-Dufour (ed.), Los milagros de Jesús, Madrid 21986; J. 1.
35. J. Vives, «Si oyerais su voz ... ». Exploración cristiana del misterio de Dios, González Faus, Clamor del reino. Estudio sobre los milagros de Jesús, Salamanca 1982;
Santander 1988, 154. J. Peláez del Rosal, Los milagros de Jesús en los evangelios sinópticos, Valencia 1984;
36. Cf. R. Dri, La utopía de Jesús, México 1984; J. M. Castillo - J. A. Estrada, El B. A. Dumas, Los milagros de Jesús, Bilbao 1984.
proyecto de Jesús, Salamanca 21987. 38. E. Schillebeeckx, Jesús. La historia de un Viviente, Madrid 1981, 164.
48 Teología Práctica Historia 49

religiosas, mantenidas por la gran tradición bíblica que alimentó los praxis de Jesús se muestra asimismo en el hecho frecuente de compartir
anhelos de una intervención liberadora de Dios en la historia de su la mesa con los discípulos (fraternidad), con los pobres (justicia) y
pueblo»39. Como anticipaciones del reino, los milagros son curaciones con los pecadores (misericordia). Precisamente el último gesto de Jesús
o vivificaciones que profetizan la vida definitiva en un mundo ame- fue un banquete de despedida, en el que «partió el pan y lo distribuyó»,
nazado por las sombras de la muerte. Todo signo se orienta hacia el actuando como anfitrión. En contraste con Juan «que ni comía ni
don de la vida o hacia la vida plena, que equivale al reino de Dios. bebía», Jesús «como y bebe», hasta tal punto que es tachado de «co-
En resumen, el milagro es signo mediador de fe y obra extraordinaria milón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos» (Mt 11,18).
que señala la vinculación de Jesús con el Padre en la obra de la nueva En varios pasajes del evangelio se dice que Jesús se sentó a la mesa
creación. de pecadores, acto prohibido en el judaísmo. De este modo los ex-
cluidos por la legislación farisaica de la pureza legal eran introducidos
en la mesa de Dios y de los hombres. El trato de Jesús con Leví o
b) El perdón con la pecador¡¡. hace que se realice la conversión. En estos dos casos
Jesús es invitado al banquete.
El reinado de Dios llega a los pobres con la justicia y a los pecadores Hay otras comidas en las que Jesús es anfitrión, como ocurre con
con la misericordia. La actividad perdonadora de Jesús se comprende, el relato de la multiplicación de los panes, narrada por los cuatro
como su actividad milagrosa, a partir del reino de Dios. En tiempos evangelistas (Mt 14,14-21; Lc 9, 11b-17; Mc 8,1-9 y par.; Jn 6,1-
de Jesús, el judaísmo consideraba pecadores dos tipos de personas, 15); Marcos y Mateo cuentan este episodio dos veces con distintos
según refiere J. Jeremias: los que «menospreciaban notoriamente el matices, por exigencias culturales de los lectores. Jesús bendice el
mandamiento de Dios» y los que «ejercían profesiones despreciadas» pan, lo parte, lo da y manda distribuirlo. «El punto central del relato
(jugadores de juegos de azar, usureros, recaudadores de impuestos, -afirma E. Schillebeeckx- no es tanto el milagro, cuanto la ad-
publicanos y pastores) o tenían oficios que «conducían a la inmora- mirable abundancia que se da cuando Jesús invita a la mesa»41, es-
lidad» (prostitutas)40. El evangelio de Mateo resume el mundo judío pecialmente con los pobres que no tenían nada que comer.
de los pecadores con dos palabras: «recaudadores y prostitutas» (Mt Finalmente los evangelios de Lucas (24,28-31) y Juan (21,12-13)
21,31). El calificativo judío de pecador se fundaba más en una visión relatan comidas del Señor resucitado con sus discípulos, en el camino
sociológica que en un juicio espiritual. El pecador era un marginado de Emaús o a la orilla del mar. Jesús renueva la comunidad de mesa
de la sociedad por su propia culpa. prepascual, rasgo característico de su praxis evangélica de cara a la
Jesús predica la buena nueva a un mundo en pecado, no por la implantación del reinado de Dios. La última cena de Jesús tiene un
negación de Dios (los fariseos y saduceos Creían en Dios), sino por relieve especial por la cercanía de su muerte. En definitiva, la koinonia
el rechazo del reino de Dios. El reino de Dios llega cuando el pecador cristiana es comunión en el «cuerpo de Cristo» (1 Cor 10,16-17) Y
descubre la misericordia y el perdón de Dios. Dicho de otro modo, el servicio de ayuda mutua o comunión de hermanos.
pecado es perdonado con la aceptación de la venida del Reino.

5. Niveles de la praxis de Jesús


c) La comunidad de mesa
«Sin dejar un modelo perfectamente delineado de organización
Entre los judíos la comida compartida era sinónimo de comunidad comunitaria -afirma H. Echegaray-, Jesús lega a sus discípulos los
entre los hermanos y con Dios, pero también indicaba separación o principios básicos de una práctica alternativa, crítica con respecto al
exclusión de pecadores debido a las reglas de la no contaminación. sistema, que es la práctica del Reino y base de una vida común en
Para Jesús, la comida es lugar esencial de unión. Por eso compara el ecclesia»42. Esta hipótesis se descubre, sobre todo, en el evangelio de
reinado de Dios a una mesa compartida o a un banquete de bodas. La Marcos por ser el primer relato cristiano de la práctica mesiánica de

39. R. Fabris, Jesús de Nazaret, o. c., 144. 41. E. Schillebeeckx, Jesús, o. c., 196.
40. J. Jeremias, Teología del NT, o. c., 134. 42. Cf. H. Echegaray, La práctica de Jesús, Salamanca 1982, 182.
50 Teología Práctica Historia 51

Jesús, estructurado como «teología narrativa»43. H. Echegaray y C. b) Esperanza o práctica de los pies (nivel político)
Bravo descubren en la práctica de Jesús tres niveles: económico, po-
lítico y social, que se corresponden, según F. Belo, con tres gestos: El segundo nivel hace referencia a los pies, es decir, al camino de
de las manos, de los pies y de los ojos. A su vez M. Clévenot, en esperanza que recorren los seguidores de Jesús, que son sus discípulos.
continuidad con F. Belo, llama caridad a la práctica económica de Los evangelios narran la actividad de Jesús a lo largo de un itinerario,
las manos, esperanza a la práctica política de los pies y fe a la práctica en forma de subida, desde Galilea a Jerusalén. Este segundo nivel «se
ideológica de los ojos y de los oídos44 • Evidentemente, la aceptación expresa -dice H. Echegaray- a través de una manera de realizar la
de este modo de ver la práctica de Jesús no equivale a un acuerdo autoridad como diaconía de masas, como servicio implicando una
total con la «lectura materialista» de los evangelios en clave marxista, igualdad fundamental entre todos los hombres y como poder verdadero,
como lo han hecho F. Bello, M. Clévenot y R. Dri entre otros. Sen- es decir, basado en la justicia y equidad» 48. Lo contrario de esta práctica
cillamente puede aceptarse esta división porque responde a una posible es el poder y el dominio. Jesús propone a sus discípulos que no actúen
y legítima exégesis evangélica a partir de la práctica como categoría «como jefes de las naciones» que dominan e imponen sino que sean
servidores y den vida (Mc, 10,42-46) ya que todos son entre sí «her-
de la acción pastoral.
manos» (Mt 23,8-9). De acuerdo con C. Bravo, Jesús «critica seve-
ramente la situación de los poderosos; su concepción del reinado in-
minente de Dios implica provocativamente el final de los poderes
a) Caridad o práctica de las manos (nivel económico) políticos ajenos a Israel, pero también excluye un reinado nacionalista
de éste sobre las demás naciones: Jesús proclama el reinado directo
El primer nivel tiene relación con las manos, mediante las cuales de Dios en favor de los excluidos»49. Intenta, pues, esta práctica
Jesús curó a enfermos y repartió el pan a hambrientos, es decir, ayudó transformar las relaciones de poder. La Iglesia es comunidad de ser-
al pueblo en sus necesidades materiales básicas. Impresionada la gente vidores.
por los hechos de Jesús, se preguntaba: «Qué portentos son esos que
le salen de las manos?» (Mc 6,2). Para H. Echegaray, este primer
nivel de práctica mesiánica «es ciertamente el nivel de la vida concreta, c) Fe o práctica de los ojos y oídos (nivel ético-social)
el nivel económico, nivel de producción y de circulación de bienes» 45.
Frente a la acumulación individual o familiar, Jesús propone la do- El tercer nivel se refiere a los ojos o a la mirada. Según H. Eche-
nación, el reparto comunitario y la comunión con el pobre. Se observa garay, «corresponde al comportamiento ético-social»5o. Intenta trans-
esta práctica en el reparto del pan y en la transformación de los cuerpos. formar las interpretaciones o visiones ideologizadas del Dios del reino
Jesús educa a sus discípulos en actitud de donación con un amor y del reino de Dios. Ver con ojos de fe equivale a conversión o cambio
universal (Lc 6, 27-38). Por ejemplo, el rico cumple con la justicia de valores. Jesús propone a sus discípulos la dignidad de la persona
del reino cuando reparte sus bienes con los pobres. Así se realiza una humana, la justicia en la distribución de los recursos, la solidaridad
práctica solidaria que supone una ruptura con el sistema imperante. con los pobres y oprimidos, el respeto a la libertad del otro, la dis-
«Esta práctica de amor económico -afirma F. Belo- tiene un nombre posición a servir, la capacidad para soportar los conflictos y un amor
en la tradición mesiánica: la caridad» 46. «El signo que condensa su universal que supere todas las diferencias existentes entre los hombres.
propia entrega -escribe C. Bravo- será un pan compartido: eso es Frente al temor, Jesús suscita libertad; frente al miedo, confianza, y
él mismo: pan que se comparte para la vida» 47. La Iglesia es comunidad frente al egoísmo, generosidad. La Iglesia es comunidad de creyentes
de hermanos que lo comparten todo en Cristo. en Jesús y en su evangelio.

43. Cf. C, Bravo, Jesús, hombre en conflicto. El relato de Marcos en América


Latina, Santander 1986; F. Belo, Lectura materialista del evangelio de Marcos, Estella
1975; id., Una lectura política del evangelio, Madrid 1975.
44, M. Clevenot, Lectura materialista de la Biblia, Salamanca 1978, 196-199.
45, H, Echegaray, La práctica de Jesús, o, c" 183. 48. H. Echegaray, La práctica de Jesús, o. c., 184.
46. F, Be1o, Lectura materialista .. " o. c., 375, 49. C. Bravo, Jesús, hombre en conflicto, o. e" 261.
47. C. Bravo, Jesús, hombre en conflicto, o. e" 259-260. 50. H. Echegaray, La práctica de Jesús, o. c., 185.
52 Teología Práctica

BIBLIOGRAFIA 2
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Jesús en América Latina, Santander 1982. palestinense del primer siglo, así como los ambientes religiosos y
sociales helenísticos y romanos correspondientes a ese tiempo. En
Hechos prevalece el relato pastoral de la expansión de la Iglesia, no
exento de interpretaciones teológicas 1; en las Cartas cobra primacía
el contenido doctrinal paulino del cristianismo, sin olvidar su re-
lación con determinadas situaciones pastorales 2 • Sin embargo, al
ser escritas las cartas paulinas entre los años 50 y 60, Ycorresponder
los Hechos a los últimos años del s. 1, no conocemos bien el periodo
importante de los años 30 al 50, clave en la formación del cristia-
nismo primitivo. Evidentemente, no pretendo examinar aquí el ori-
gen del cristianismo en toda su amplitud sino deducir algunos cri-
terios pastorales relativos a la misión (servicio de la palabra), culto
(servicio sacramental), comunidad (servicio de la comunión) y cris

1. Cf. J. Dupont, Étude sur les Actes des Apotres, Paris 1967; Equipo «Cahiers
Evangile», Los Hechos de los Apóstoles, Estella 1979; M. Gourgues, Misión y comunidad
(Hech 1-12), Estella 1988 (Cuadernos Bíblicos, 60); J. Kürzinger, Los Hechos de los
Apóstoles, 2 vols., Barcelona 1985; J. Rius Camps, De Jerusalén a Antioquía. Génesis
de la Iglesia cristiana. Comentario linguístico y exegético a Hech 1-12, Córdoba 1989;
id., El camino de Pablo a la misión de los paganos (Hech 13-28), Madrid 1984; J. Roloff,
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Barcelona 31981; R. Aguirre, Lo Iglesia de los Hechos, Madrid 1989.
2. Cf. G. Bornkamm, Pablo de Tarso, Salamanca 31987; G. Eichholz, El evangefio
de Pablo, Salamanca 1977; J. A. Fitzmyer, Teología de san Pablo, Madrid 1975; J.
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Jesucristo, Salamanca 1966; G. Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos,
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